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Aunque es muy molesta, la gripa no es más que una infección viral aguda y leve de las vías
respiratorias superiores, especialmente de la nariz y la faringe, que tiende a mejorar al cabo de 3
a 5 días.
También es muy común: un niño sano presenta entre siete y diez episodios de este mal por año.
Sin embargo, de su cuidado depende, en buena medida, que los niños sufran complicaciones por
su causa.
Lo primero que debe hacerse es aprender a identificarla. Los síntoma más frecuentes son fiebre
(aunque a veces puede no haberla), dolor de cabeza, estornudos, obstrucción y secreción nasal,
lagrimeo, dolor de garganta, dolores musculares y articulares, brotes, decaimiento, pérdida del
apetito y, en algunos casos, diarrea y vómito.
A los niños con gripa hay que darles abundante líquido (jugos, caldos, aguadepanela) para
mantenerlos hidratados y ayudar a fluidificar las secreciones; seguir alimentándolos con leche
materna –si es un lactante– o con su comida habitual, si es mayor; mantener una temperatura
confortable según el clima, sin sobreabrigar, y destapar con suavidad su nariz, aplicando
solución salina.
Como es la enfermedad más frecuente en el ser humano, y en especial en los niños, puede
presentar ocasionalmente algunas complicaciones.
Entre las más comunes están la deshidratación, la pérdida de peso y las infecciones bacterianas
agregadas del tracto respiratorio (sinusitis, otitis, neumonía).
Signos de alarma Cuando la gripa empieza a agravarse en los niños, los síntomas cambian:
dejan de comer o de beber, vomitan todo lo que comen, presentan convulsiones o estridor
(sonido áspero y ronco de la respiración); respiran muy rápido, con dificultad o en forma
ruidosa; se les hunde la piel por debajo de las costillas, están demasiado dormidos o irritables,
pueden tener cambios en su estado de conciencia, permanecer con fiebre alta después de 2 o 3
días o presentar decaimiento general. En todos los casos debe consultarse rápidamente al
médico.
En muchas ocasiones, y guiados por la mejor intención, los padres tienden a caer en errores que
pueden ocasionar complicaciones. Por eso conviene que tengan en cuenta las siguientes
recomendaciones (recuadros).
La automedicación es peligrosa, pues el uso de fármacos que no están indicados puede causar
problemas graves. Por eso para las gripas no deben administrarse antibióticos (no son
antivirales y generan aparición de bacterias muy virulentas), antihistamínicos, expectorantes,
mucolíticos, antitusígenos, antigripales, sedantes ni descongestionantes; tampoco deben
aplicarse medicamentos o introducir algodones o aplicadores en la nariz o los oídos, pues todos
los remedios mencionados son contraproducentes en extremo. Estos pueden desencadenar
sobreinfecciones, gastritis, vómito, broncoaspiración, traumatismos, toxicidad o taquicardia. En
niños con infecciones respiratorias no está indicado bajar la fiebre con aspirina o sus derivados
ni con fricciones de alcohol.
APRENDA A PREVENIRLA La mejor forma de prevenir la gripa o atenuar sus efectos en los
niños son darles leche materna (bebés) y comida fresca, natural y sana, y aplicarles el esquema
de vacunación. El compromiso de padres y cuidadores frente al niño sano o enfermo, y
propiciarles un ambiente sano, libre de humo de cigarrillo y otros contaminantes, es vital.
No olvide que no hay bacterias resistentes al lavado de manos y que el cigarrillo es un peligro.
‘El médico tiene que formularles reconstituyentes, vitaminas, sueros y vacunas para la gripa (la
única útil es la de la influenza para infecciones respiratorias producidas por este virus)’.
La fiebre molesta para el niño se puede bajar bañándolo con agua tibia, o abanicándolo desnudo
durante 5 a 10 minutos