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UNIVERSIDAD DE PLAYA ANCHA DE CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

FACULTAD DE ARTES- ESCUELA DE POSTGRADO


PROGRAMA DE MAGÍSTER EN ARTES MENCIÓN PATRIMONIO
CÁTEDRA: TEORÍA DE LA HISTORIA DEL ARTE
DOCENTE: DR. ALBERTO MADRID LETELIER

La Victoria:
“población” a mucha honra

Autora: Paula Domínguez Correa

Valparaíso, agosto de 2008


Elección del Lugar

El lugar que he elegido para mi investigación es, por decir lo

menos, emblemático. Desde su nacimiento, ha sido un punto

sumamente álgido dentro de la cotidianeidad de nuestro país. Famosa a

nivel nacional y extranjero por su historia, en la que se han entrecruzado

con frecuencia hechos delictivos con la constante lucha social y política

que sus moradores han hecho suya desde un principio: La Victoria.

Cartografía

En la actualidad, la Población La Victoria pertenece a la comuna de

Pedro Aguirre Cerda. Al momento de su fundación, el terreno en el que

se emplaza formaba parte de la comuna de San Miguel. En el cuadrante

delimitado por las avenidas Departamental (al sur), Clotario Blest (ex La

Feria, al este), 2 de Abril (al norte) y con la línea ferroviaria como límite

occidental, viven hoy, aproximadamente, más de diez mil personas.


Planos de la Población La Victoria, de norte a sur.
Relevamiento

El 30 de octubre de 1957, la futura Población La Victoria nació con

la toma del terreno conocido como “Chacra La Feria”. Este espacio,

ubicado en la que en aquel entonces era la comuna santiaguina de San

Miguel y con anterioridad patrimonio de la terrateniente familia

Ochagavía1, había sido adquirido por la Corporación de la Vivienda

(Corvi), con el fin de construir viviendas sociales; casas que no estaban

al alcance de los participantes de la toma.

Casi dos años antes de aquel 30 de octubre, en los precarios

campamentos que se habían asentado en las orillas de Zanjón de la

Aguada y en el sector de Lo Valledor, los dirigentes vecinales, aburridos

de no tener solución a sus problemas habitacionales, comenzaron a

hilvanar una toma de terrenos como último recurso. No tenían la

posibilidad de optar a una vivienda social, puesto que la inestabilidad

laboral de algunos pobladores y la cesantía de otros no les hacía

merecedores de los créditos del Estado. En la cruzada por la casa propia,

se les agregaron habitantes allegados en las poblaciones La Legua y Los

Nogales, pero más que el número de personas, fue un motivo accidental

lo que aceleró el proceso.

1
Domínguez Correa, Paula: “De los artistas al pueblo: esbozos para una historia
del muralismo social en Chile”. Memoria para optar al grado de Licenciada en Artes
con mención en Teoría e Historia del Arte, Universidad de Chile, Santiago, 2006.
El 26 de octubre de 1957, los habitantes del campamento del

Zanjón de la Aguada sufrieron, por cuarta vez, un incendio que arrasó

con las 150 viviendas construidas en material ligero y cartones

desechados. Durante la década de los 50, el fenómeno de la migración

campo-ciudad había provocado que alrededor de 150000 personas sin

casa se instalasen precariamente en las orillas de los ríos y canales

santiaguinos, o en las laderas de los cerros que circundan la ciudad. Los

“callamperos” del Zanjón, incentivados por sus dirigentes, decidieron

actuar.

La Chacra La Feria, predio agrícola que en ese entonces estaba

cubierto de malezas, fue el terreno elegido por los dirigentes vecinales

del Zanjón. Con el apoyo del alcalde de San Miguel, Julio Palestro, su

hermano Mario y los regidores del municipio, organizaron el traslado de

lo que pudieron rescatar del incendio en los ocho camiones basureros

que la Municipalidad puso a su disposición. Las tres mil personas que

fundaron La Victoria recorrieron a pie, en plena noche, el camino de

tierra que hoy es la Avenida Clotario Blest. Llevando sus escasas

pertenencias en carretones de mano y a sus niños dormidos en los

brazos, los futuros victorianos enarbolaban las banderas que les

servirían para demarcar sus territorios. Al amanecer, Carabineros se

encontró con el espectáculo del terreno embanderado y habitado. La

superioridad numérica de los pobladores impidió alguna acción represiva


de la policía. Mientras tanto, la noticia de la toma se esparcía

rápidamente y el apoyo a sus participantes fue transversal. Al mismo

tiempo que el Cardenal José María Caro se reunía con el Presidente

Carlos Ibáñez del Campo, la Central Unitaria de Trabajadores, con su

presidente, Clotario Blest, y la Federación de Estudiantes de la

Universidad de Chile acudían a la chacra, convertida en campamento,

para ayudar en el levantamiento de mediaguas y en las ollas comunes.

La exhaustiva pero rápida negociación dio como fruto que los

pobladores se quedarían en el terreno y la Corvi implementaría un

sistema de cuotas para que los ahora propietarios pagasen sus sitios.

Había nacido La Victoria.

30 de octubre de 1957. Toma de la Chacra La Feria.


Foto archivo Canal 13.

Casi 51 años después, la Población La Victoria permanece tan

contingente como en su nacimiento. Durante las décadas 50 y 60, se

erigió como bastión del poder popular: se convirtió en la prueba tangible

de que el pueblo podía doblarle la mano al gobierno. Con sus viviendas


autoconstruidas en terrenos de 48 metros cuadrados y su propio

proyecto de pavimentación, “para que las micros pudieran entrar a la

población”2, La Victoria se levantó con las manos de sus propios

pobladores, quienes hasta hoy no ocultan el orgullo de haber nacido y

vivir en ella. Los victorianos, o “victoriosos”, como los llamó el propio

Fidel Castro, han soportado estoicamente la estigmatización constante

de su lugar de residencia. En nuestro país, el vivir en una “población”

conlleva una carga casi marginal; las “villas” y los “barrios” gozan de un

respeto que la primera no tiene.

30 de octubre de 2007. Recreación de la toma, en el 50º


aniversario.
Foto archivo Paula Domínguez Correa

2
May, Catalina: “ La generación que buscó un lugar donde caerse muerta”.
Reportaje publicado en The Clinic, 25 de octubre de 2007.
Puesta en valor

Como señalé anteriormente, la Población La Victoria, al igual que

los demás sectores habitacionales que ostentan esta calificación,

muchas veces peyorativa, está revestida de una condición de

marginalidad que parece imposible de borrar. Puede decirse que ser

“poblador” no es sinónimo de “habitante” ni de “vecino” en nuestro

idioma: más bien, implica un dejo de pobreza y decadencia propios de

las personas sin espíritu de superación.

Indiqué en páginas anteriores que el motivo principal de la

fundación de La Victoria estaba en la precariedad de la calidad de vida

de quienes migraban del campo a la ciudad, sin tener dónde vivir en

ella. Así, podemos considerar que el fenómeno de las poblaciones es

propio de las grandes ciudades, más que de las ciudades y pueblos

pequeños. Néstor García Canclini señala en su texto “Imaginarios

urbanos” que uno de los posibles significados del concepto ciudad es

“oponerlas a lo rural, o sea concebir la ciudad como lo que no es el


campo”3. Y de esto se puede inferir que la “población” como lugar de

residencia es un concepto exclusivamente urbano.

En su emplazamiento físico, La Victoria está rodeada de “villas” y

“barrios”, y tanto éstos como la Población han hecho lo indecible por

diferenciarse entre ellos y de ella. Villa Sur, con sus casas pareadas de

diseño Corvi; Ochagavía, autoconstruida como La Victoria, pero con

terrenos que triplican el tamaño de los sitios victorianos y el edificio del

Hospital abandonado como eterno referente; Backausse, villa pequeña

constituida por edificios de departamentos, rodean La Victoria

haciéndola un paisaje distinto. Dice Javier Maderuelo: “el paisaje no es

sinónimo de naturaleza, ni tampoco lo es del medio físico que nos rodea

o sobre el que nos situamos, sino que se trata de un constructo, de una

elaboración mental que los humanos realizamos a través de los

fenómenos de la cultura”4. El paisaje de La Victoria es reconocible

fácilmente por sus murales callejeros y la particular arquitectura de sus

viviendas, presentes en el imaginario colectivo principalmente por la

acción de los medios de comunicación. Sin embargo, y para aplicar

mejor la definición de Maderuelo, es posible decir que La Victoria es un

paisaje marginal, calificativo que los medios de comunicación no se

cansan de repetir; lo que de todas maneras no quita que sea también un

paisaje de la ciudad, y por lo tanto, parte de ella.


3
García Canclini, Néstor: “Imaginarios urbanos”. Eudeba, Buenos Aires, 1999. Pág.
69.
4
Maderuelo, Javier (ed.):”Paisaje y arte”. Actar, Madrid, 2006. Pág. 12.
Y es por esto que podemos aplicar en La Victoria algunos de los

“elementos de la ciudad” que propone Kevin Lynch en su texto “La

imagen de la ciudad”. Hasta el momento me he referido principalmente

a ideas intangibles respecto de La Victoria: historia, emociones,

significados; los “elementos” de Lynch abarcan la condición física de las

imágenes y de las cinco que plantea, sendas, bordes, barrios, nodos y

mojones, podemos encontrar varias, sino todas, en la población.

La Victoria, en 1984 y 2007: siempre combativa.

Lynch define el concepto de “senda” como “los conductos que

sigue el observador “5, representados por “calles, senderos, líneas de

tránsito, canales o vías férreas”6. Es decir, toda vía que sirva para la

movilización y el desplazamiento de los transeúntes. En La Victoria la

senda principal es la calle 30 de Octubre, columna vertebral que recorre

la población de este a oeste, entre la avenida Clotario Blest y las líneas

5
Lynch, Kevin: “La imagen de la ciudad”. Ed. Gustavo Gili, Barcelona, 2000. Pág. 62.
6
Ídem.
de ferrocarril. 30 de Octubre es atravesada perpendicularmente por

diecisiete pasajes, trazados de norte a sur, desde calle 2 de Abril hasta

avenida Departamental. Paralelas a 30 de octubre, hay cuatro calles con

nombres tan significativos como aquella: Alicia Ramírez, Ramona Parra,

Carlos Marx y Unidad Popular.


Calle Ramona Parra, en el 48º aniversario de La Victoria.
Foto archivo Paula Domínguez Correa

El segundo concepto, “bordes”, Lynch lo explica como “los

elementos lineales, que el espectador no usa o no considera sendas. Son

los límites entre dos fases, rupturas lineales de la continuidad” 7. En La

Victoria podemos tomar como bordes las avenidas que operan como

“fronteras” entre esta población y las villas que la rodean. Entonces, los

bordes de La Victoria serían las avenidas Departamental y Clotario Blest,

la calle 2 de Abril y la orilla oriental de la línea férrea. Sabemos que

estas son sendas, pero es en ellas donde se produce el cambio

arquitectónico que permite distinguir a La Victoria.

7
Ídem.
Para Lynch, “barrios o distritos son las secciones de la ciudad

cuyas dimensiones oscilan entre medianas y grandes, concebidas como

de un alcance bidimensional, en el que el observador entra ‘en su seno’

mentalmente y que son reconocibles como si tuvieran un carácter

común que los identifica”8. Me referí previamente a la diferencia, más

social que lingüística, que existe en nuestra sociedad entre “población”

y “barrio”, pero no tomaré esta idea para plantear que La Victoria no es

un barrio. El planteamiento de Lynch de este concepto propone

“medianas o grandes dimensiones”, algo de lo que La Victoria, y las

poblaciones en general, carecen. Personalmente, me inclino por

equiparar el “barrio o distrito” de Lynch con nuestras “comunas”.

El cuarto concepto de Lynch, “nodos”, se define como “los puntos

estratégicos de una ciudad a los que puede ingresar el observador y

constituyen los focos intensivos de los que parte o a los que se

encamina (...) pueden ser, sencillamente, concentración cuya

importancia se debe a que son la condensación de determinado uso o

carácter físico”9. Podemos encontrar nodos del segundo tipo en La

Victoria: la tenencia de Carabineros (esquina 1º de Mayo y Ramona

Parra); la cancha de fútbol (esquina 30 de Octubre y 1º de Mayo); la

sede local del Partido Comunista (30 de Octubre), el Consultorio La Feria

(esquina 30 de octubre y los Comandos), la Parroquia Nuestra Señora de

8
Ídem.
Ibíd. Págs. 62- 63.
9
La Victoria (pasaje Ranquil), la escuela básica (esquina 1º de Mayo y

Unidad Popular)y la plaza ubicada en la bifurcación de 1º de Mayo y

Aurora de Chile.

Sedes del Partido Comunista y de la Junta de Vecinos de La


Victoria,
ejemplos de nodos. Fotos archivo Junta de Vecinos.

Lynch finaliza la lista de elementos de la ciudad con el concepto

“mojones”, el que explica como “otro tipo de punto de referencia, pero

en este caso el observador no entra en ellos, sino que le son exteriores.

Por lo común se trata de un objeto físico definido con bastante

sencillez”10. Para La Victoria podríamos tomar como mojón el edificio del

hospital inconcluso, que dista dos cuadras de la Población y que por su

enorme infraestructura es visible desde varios puntos de Santiago.

10
Ibíd. Pág. 63.
Vistas del Hospital Ochagavía, mojón de La Victoria y de la
comuna de Pedro Aguirre Cerda. Fotos www.flickr.cl

Al inicio de este informe, hice observaciones sobre la permanente

contingencia de La Victoria. Desde su particular nacimiento, ha gozado

de una cobertura mediática como pocos, la que ha sido alimentada tanto


por los problemas de delincuencia y tráfico y consumo de drogas que la

aquejan (propios de las “poblaciones”) como por su eterna lucha social y

política.

Es por esto que puedo señalar que en sus casi cincuenta y un

años, La Victoria ha permanecido en el imaginario colectivo santiaguino

y, por lo tanto, en su memoria. Desde las notas de la prensa policial

hasta su “reinvención” como reducto del arte callejero, como inspiración

de poetas populares, como foco de investigaciones y escenario de

actividades de cultura, que lentamente van ganando terreno a las

historias de sangre. La Victoria es parte de una memoria activa, pero

aún no lo suficientemente explorada ni explotada: una memoria donde

el pasado se lleva como escudo y a la vez como trofeo. Sin duda, La

Victoria hace honor a su nombre.

Bibliografía
Domínguez Correa, Paula: “De los artistas al pueblo: esbozos para
una historia del muralismo social en Chile”. Memoria para optar al
grado de Licenciada en Artes con mención en Teoría e Historia del Arte,
Universidad de Chile, Santiago, 2006.

May, Catalina: “La generación que buscó un lugar donde caerse


muerta”.
Reportaje publicado en The Clinic, 25 de octubre de 2007.

García Canclini, Néstor: “Imaginarios urbanos”. Eudeba, Buenos


Aires, 1999.

Maderuelo, Javier (ed.):”Paisaje y arte”. Actar, Madrid, 2006.

Lynch, Kevin: “La imagen de la ciudad”. Ed. Gustavo Gili, Barcelona,


2000.

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