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Supremacía Constitucional.

Relación entre supremacía constitucional y control de


constitucionalidad. Orden jerárquico de las fuentes. Tratados
internacionales constitucionalizados y no constitucionalizados.
Convención de Viena sobre el derecho de los Tratados: artículos 27 y
46. Jurisprudencia internacional y Corte Suprema de Justicia de la
Nación.

I. INTRODUCCIÓN.

El principio de supremacía constitucional establece que la


Constitución es la norma jurídica fundamental, primaria y fundante del
orden jurídico1 y, como tal, quien determina la ubicación del resto de las
normas que lo conforman.

Este principio establece un orden jerárquico de normas jurídicas, en


donde las normas inferiores se deben subordinar a las superiores y todo el
conjunto a la Constitución.2

A continuación observaremos que el estudio del principio de


supremacía constitucional puede ser abordado desde distintos ángulos y en
relación a otros conceptos también fundamentales de la teoría
constitucional. Efectuaremos un repaso de los mismos para culminar
esbozando la conformación del orden jerárquico de las fuentes en nuestro
ordenamiento jurídico.
1
Como señala Gelli, siguiendo a Diez Picazo, puede admitirse que un ordenamiento
jurídico sea algo más que un orden normativo pues constituye una compleja y variada
organización del Estado y la sociedad, determinada por una serie de mecanismos y
engranajes en las relaciones de autoridad. Sin embargo no hay duda acerca de que las
normas jurídicas son un elemento necesario y constitutivo de tal orden jurídico. Gelli,
María Angélica, Constitución de la Nación Argentina Comentada y Concordada, Tercera
edición ampliada y actualizada, Buenos Aires, La Ley, 2005, p. 367.
2
Bidart Campos, Germán, Manual de la Constitución Reformada, t. 1, Buenos Aires, Ediar,
2001, p. 334.
2

CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA Nº 3

1. La Constitución como criterio de validez del ordenamiento jurídico.

Cuando en el parágrafo anterior indicamos la existencia de un orden


jerárquico normativo, renunciamos a considerar al orden jurídico como un
conjunto de normas unas al lado de las otras, en un mismo nivel. Existen
diferentes grados o escalones normativos. Ahora bien, ¿cómo reconocemos
normas de un mismo orden jurídico?, ¿cuál es el elemento que determina su
unidad? Vamos a intentar responder estas preguntas siguiendo el
razonamiento que utiliza Kelsen.

La unidad de estas normas está dada porque la creación de una de


ellas, de grado más bajo, se encuentra determinada por otra, de grado
superior, cuya creación es, a su vez, estipulada por otra de grado más alto.
La unidad del sistema es precisamente la circunstancia de que se
produce un regreso lógico que termina en la norma de grado más alto o
norma básica. Y esta norma de grado más alto representa la suprema
razón de validez de todo el orden jurídico. Kelsen la denomina norma
fundamental, pues su validez3 no deriva de una norma superior4 en sentido
positivo.5

Remarquemos entonces algunos conceptos:

• norma fundamental es aquella en la que se basa la unidad


del orden jurídico, y

• todas las normas cuya validez puede ser referida a la


misma norma fundamental constituyen un orden o
sistema normativo. 6

De esta forma “Constitución” es norma jurídica, tanto en su


contenido como en sus efectos. Y como norma tiene la máxima jerarquía,
razón por la cual reúne la doble calidad de ser norma obligatoria y criterio
de validez de las restantes normas subordinadas.

3
No vamos a avanzar más con relación al tema del presupuesto de validez de la norma
fundamental para Kelsen pues excede el motivo de este trabajo.
4
Kelsen, Hans, Teoría General del Derecho y del Estado, México, Imprenta Universitaria,
1949. P. 114 y cc.
5
Podemos agregar también que Kelsen propone un salto desde el concepto de Constitución
jurídicopositivo, que es la norma jurídica positiva suprema, al concepto de Constitución
lógicojurídica que, siendo la norma fundamental hipotética no positiva, es aquella que
instituye un órgano creador del derecho no determinado por ninguna norma superior de
derecho positivo.
6
“La norma fundamental de un orden jurídico es la regla suprema de acuerdo con la cual
los preceptos de tal orden son establecidos y anulados, es decir, adquieren y pierden su
validez”; “es la regla básica de acuerdo con la cual las diversas normas del propio orden
tienen que ser creadas”. Kelsen, Hans, Teoría General del Derecho y del Estado, México,
Imprenta Universitaria, 1949. P. 117 y cc.
3
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

2. La Constitución como dispositivo de control del poder.

Pero no vamos a quedarnos exclusivamente con este enfoque7 para el


abordaje del principio de supremacía de la Constitución. Hemos
estudiado que, para el Constitucionalismo, la Constitución se convirtió en el
“dispositivo fundamental para el control del proceso del poder”8 en la
búsqueda de la preservación de la libertad y dignidad del ser humano.

En primer lugar, y por su propia definición, la existencia de una


norma jurídica suprema importa la obligación de que todos, incluso los
detentadores del poder, subordinen su accionar a las reglas que ella
determina. Esta obligatoria sujeción de los poderes constituidos a la Ley es
el principal valladar contra el abuso del poder y la arbitrariedad. Por otro
lado, y en virtud de la clásica técnica de división funcional del poder
establecida en la Constitución al crear y reglar los órganos del Estado,
delimita los alcances del mismo y facilita su control.9

Estos conceptos constituyen el núcleo medular de la teoría de la


supremacía constitucional dentro del constitucionalismo clásico, como
garantizador de un espacio de libertad y dignidad humana frente al poder.

3. Relación entre la supremacía de la Constitución y el control de


constitucionalidad.

No tiene sentido hablar de supremacía constitucional sin la


existencia, dentro de ese ordenamiento jurídico, de un mecanismo que haga
inaplicables aquellas normas inferiores que contradigan los preceptos
constitucionales. Afirmamos entonces que el control de constitucionalidad
de las leyes es una derivación razonada del principio de supremacía
constitucional.

El principio de supremacía de la Constitución no dejaría de ser más


que una mera declaración teórica si las normas inferiores contradicen lo
establecido en la Constitución y ello es aceptado, pues si esto ocurriera
7
Que Gelli califica como de “conceptualización avalorativa”. Gelli, María Angélica,
Constitución de la Nación Argentina Comentada y Concordada, Tercera edición ampliada y
actualizada, Buenos Aires, La Ley, 2005, p. 366.
8
Loewenstein, Kart, Teoría de la Constitución, Barcelona, Ariel, 1976, p. 149.
9
“De esta forma el principio de la supremacía de la Constitución constituye la más eficiente
garantía de la libertad y la dignidad del individuo, al imponer a los poderes constituidos la
obligación de encuadrar sus actos en las reglas que prescribe la ley fundamental. Si los
actos emanados de dichos poderes tuvieran la misma jerarquía jurídica que las normas
constitucionales, la Constitución, y con ella todo el sistema de amparo de la libertad y la
dignidad humana que consagra, podría ser dejada sin efecto en cualquier momento por los
órganos institucionales a los cuales aquéllas pretende limitar en su actuación”.Linares
Quintana, Segundo V., Tratado de la Ciencia del Derecho Constitucional, Tomo 3, Buenos
Aires, Plus Ultra, 1978, p. 309.
4

CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA Nº 3

estaríamos en presencia de una ley que modifica la Constitución y no de una


ley inconstitucional.

Resumiendo: El principio de supremacía de la Constitución es


imprescindible a efectos de determinar cuando una norma jurídica es
contraria a la Constitución, pero la existencia de un sistema de control de
constitucionalidad es imprescindible para restaurar o restablecer la
supremacía violada.

4. Relación entre la supremacía de la Constitución y la teoría del poder


constituyente.

Es por eso también que debemos relacionar el concepto de


supremacía constitucional con el de poder constituyente. Los poderes de
gobierno son poderes ordinarios, creados, limitados y regulados por el poder
constituyente, que es extraordinario y supremo. En esto se funda la
supremacía de la Constitución como creadora del orden jurídico.
Siguiendo el razonamiento ya propuesto es válido apreciar que, si la
normativa dictada mediante procedimientos ordinarios por los poderes
constituidos permanece vigente se está vulnerando la división entre poder
constituyente reformador y poderes constituidos y, desde luego, si así ocurre
se destruye la supremacía constitucional.

Enfocando el mismo fenómeno desde otro punto de vista, dejan de


ser tipológicamente rígidas aquellas Constituciones que pueden ser
reformadas por el Poder Legislativo con el mismo procedimiento que éste
utiliza para la sanción de las leyes ordinarias. En estos sistemas, que poseen
una Constitución flexible, no puede existir contradicción entre la ley y la
Constitución pues, como señalamos en el punto anterior, “una ley que
contradice la Constitución es, en realidad, una ley que modifica la
Constitución”.10

5. Interpretación del orden jerárquico de las fuentes en nuestro


ordenamiento jurídico antes de la reforma constitucional del año 1994.

Luego de revisar estos conceptos relacionados con el principio de


supremacía constitucional y encuadrarlos en la teoría constitucional, es hora
de estudiar qué ocurre en nuestro ordenamiento jurídico.

Es la propia Constitución Nacional quien, en su artículo 31,


proclama su supremacía11 y establece el orden jerárquico de las fuentes que
10
Duverger, Maurice, Instituciones Políticas y Derecho Constitucional, 6ª edición española,
3ª reimpresión, Barcelona, Ariel, 1984, p. 175.
11
Esta manifestación no resulta uniforme. Manili sostiene que el principio de supremacía
constitucional “ha sido extraído por la doctrina de las normas constitucionales que
5
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

componen nuestro ordenamiento jurídico. La primera implicancia que se


desprende del artículo señalado es la delimitación de las cuestiones de
competencia nacional y de las de competencia provincial. En las áreas de
competencia nacional (aquellas que las provincias no delegaron por la
Constitución, de conformidad con el artículo 121, o se reservaron, conforme
el 122 y 123)12, las leyes y constituciones provinciales deben subordinarse a
la normativa nacional. Pero como tiene dicho nuestro Tribunal Supremo “no
todas las leyes de la Nación (no toda la normativa nacional agregaríamos
nosotros), por el mero hecho de ser tales, tendrán supremacía sobre las
de las provincias; la tendrán, si han sido dictadas en consecuencia de la
Constitución, es decir, en consecuencia o virtud de los poderes que, de
modo expreso o por conveniente implicancia, ha otorgado aquella al
Congreso. Una ley nacional puede no ser constitucional frente a una ley
de provincia que sí lo es; en este supuesto, tiene supremacía la segunda.
La supremacía final, en tal caso, es como siempre la de la Constitución,
porque ambas órdenes de gobierno, el nacional y el provincial, actúan
dentro del marco de poderes que les está señalado por dicha ley
fundamental”. 13

Es claro entonces que nuestra Constitución ocupa el lugar más alto


en nuestra pirámide jurídica. Ahora bien, ¿resultaba indiscutible la jerarquía
de las normas por debajo de la Constitución Nacional que se desprende de la
interpretación literal del artículo 31? La respuesta debe ser negativa. Basta
efectuar un repaso de las opiniones doctrinarias para darnos cuenta que
existían distintas posiciones sustentadas al respecto a lo largo de nuestra
historia constitucional. No haremos una descripción de cada una de las
mismas. Sólo nos avocaremos a reseñar brevemente posturas significativas
adoptadas por nuestro Tribunal Cimero en importantes precedentes.

Históricamente la Corte Suprema sostuvo que tanto los tratados


internacionales como las leyes de la Nación se encontraban en igualdad
jerárquica dentro del ordenamiento jurídico, de lo cual desprendía que,
ante cualquier inconveniente, era aplicable el principio en virtud del cual las
normas posteriores derogan las anteriores. Así lo afirmó en el caso “Martín

establecen su superioridad jerárquica respecto de las leyes (art. 28), respecto de los tratados
(art. 27) y respecto del derecho local (art. 31). La Constitución textual en ninguna de sus
normas establece dicho principio con carácter absoluto ni dogmático, es simplemente una
enseñanza de los autores, un corolario extraído del espíritu de la carta magna. Por lo tanto,
para un análisis científico y desapasionado de este punto debemos empezar por
desmitificarlo, y sustraerlo al carácter de dogma absoluto que a veces se le asigna”,
agregando en otro momento que “no alcanzamos a advertir dónde ni cómo esa norma (está
refiriéndose al artículo 31) establece orden jerárquico alguno entre las distintas normas que
menciona, toda vez que… fue introducida para garantizar la supremacía del derecho
federal sobre el local” (la negrita nos pertenece). Manili, Pablo Luis, El Bloque de
Constitucionalidad, Buenos Aires, La Ley, 2005 1ª reimpresión, p. 258 y 159
12
Ver el Cuadernillo de Jurisprudencia Nº 1.
13
Fallos 186:201, “Banco de la Provincia de Buenos Aires c. Nación Argentina”, año
1938.
6

CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA Nº 3

& Cía. Ltda. S.A. v. Administración General de Puertos”,14 al indicar


que las “leyes y tratados, son igualmente calificados como ley suprema de la
nación, y no existe fundamento normativo para acordar prioridad de rango a
ninguno… se sigue de lo dicho respecto de ambas clases de normas, en
cuanto integrantes del ordenamiento jurídico interno de la República, el
principio con arreglo al cual las posteriores derogan a las anteriores”.

Del fallo se desprende una postura que hace hincapié en la


convivencia de dos ordenamientos jurídicos independientes y con
prelaciones jerárquicas autónomas. Es así que la norma internacional tiene,
para esta postura, una doble naturaleza: es convenio entre naciones dentro
del derecho internacional15 y es norma del ordenamiento interno a partir de
su recepción (en este caso aprobación y ratificación del tratado),
brindándole en este último caso la misma jerarquía que las leyes y siendo
factibles, entonces, de ser “derogados” por ley posterior. En definitiva la
doctrina judicial emanada de este pronunciamiento asimila, en el orden
interno, al tratado con la ley aprobatoria del mismo.

Esta posición fue criticada por parte de la doctrina nacional con


fundamento en que, “en caso de que una ley posterior prevaleciese sobre un
tratado anterior, se violentaría la regla de derecho de gentes que sostiene que
los pactos deben cumplirse y generaría, desde luego, responsabilidad
internacional”.16 Resulta muy discutible que pueda una ley “derogar” a un
tratado. A lo sumo, lo viola o incumple, con la consiguiente responsabilidad
constitucional derivada.

En el muy renombrado precedente “Merk Química Argentina c.


Gobierno de la Nación”17, sobre la convalidación del secuestro e
incautación de propiedad enemiga durante la Segunda Guerra Mundial, la
Corte Suprema llegó a sostener que en tiempos de paz la República se
conduce dentro de las orientaciones de la teoría dualista, en donde al
desdoblarse los sistemas jurídicos, ningún tratado puede contradecir a la
Constitución en el orden interno. Pero cuando nos encontramos en períodos
de guerra en causa propia “la cuestión se aparte de aquellos principios
generales y coloca a la República y a su gobierno político, en el trance de
cumplir los tratados internacionales con todo el rigorismo de que puedan
estar animados”. Esta posición “no se compadece con los principios más
elementales del movimiento constitucionalista y del Estado de Derecho,
14
Fallos 257:101 (1963).
15
Con respecto a este punto, la Corte sostiene que la posible “cuestión de orden
internacional” (es decir el incumplimiento del tratado), es ajena, como principio, a la
jurisdicción de los tribunales de justicia internos. Vamos a observar cuando estudiemos los
Fallos propuestos, la modificación radical que se produjo en esta posición de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación.
16
Gelli, María Angélica, Constitución de la Nación Argentina Comentada y Concordada,
Tercera edición ampliada y actualizada, Buenos Aires, La Ley, 2005, p. 374.
17
Fallos 211:204/208.
7
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

olvidando que la Constitución es un documento destinado a regir tanto en


tiempos de paz como de guerra, en épocas normales y anormales, a cuyo
efecto consagra los remedios de excepción a los cuales deben acudir los
gobernantes para encontrar las soluciones apropiadas para resolver los
problemas que plantea una situación de emergencia”.18

6. El caso Ekmekdjian y una nueva interpretación sobre la jerarquía de


las fuentes.

El caso “Ekmekdjian, Miguel Ángel c. Sofovich, Gerardo y


19
otro” , del año 1992, es muy rico en cuanto a las temáticas tratadas:
cuestiones relacionadas con la operatividad o programaticidad de las
cláusulas del Pacto de San José de Costa Rica, con la legitimación activa,
libertad de prensa, derecho de rectificación o respuesta, derecho a la
intimidad y al honor e incluso se puede avizorar cierta postura
“consecuencialista” en la resolución del pleito y la satisfacción a los
reclamos.

En el tema que nos convoca, resulta ser un fallo imprescindible,


que marcó un punto de inflexión en las posturas sostenidas, pues la Corte
releyó su anterior doctrina judicial relacionada con el orden de prelación
normativa dentro del ordenamiento jurídico y, más precisamente, la
ubicación de los tratados internacionales. Expresamente indicó que “la
Convención de Viena sobre el derecho de los tratados -aprobada por ley
19.865, ratificada por el Poder Ejecutivo nacional el 5 de diciembre de 1972
y en vigor desde el 27 de enero de 1980- confiere primacía al derecho
internacional convencional sobre el derecho interno. Ahora esta
prioridad de rango integra el ordenamiento jurídico argentino. La
convención es un tratado internacional, constitucionalmente válido, que
asigna prioridad a los tratados internacionales frente a la ley interna en
el ámbito del derecho interno, esto es, un reconocimiento de la primacía
del derecho internacional por el propio derecho interno”.20 Agregó
expresamente que, “esta convención ha alterado la situación del
ordenamiento jurídico argentino… pues ya no es exacta la proposición
jurídica según la cual "no existe fundamento normativo para acordar
prioridad" al tratado frente a la ley. Tal fundamento normativo radica en
el art. 27 de la Convención de Viena, según el cual "una parte no podrá
invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del
incumplimiento de un tratado". La necesaria aplicación de esta norma
18
Badeni, Gregorio, Instituciones de Derecho Constitucional, Tomo I, Buenos Aires, Ad-
Hoc, 2000, p. 189.
19
“Ekmekdjian, Miguel Angel c. Sofovich, Gerardo y otros”, Fallos 315:1492.
20
Se ha sostenido que la norma contenida en el artículo 27 de la Convención de Viena
sobre los Tratados ya era obligatoria por vía de la costumbre en el orden público
internacional antes de su codificación en dicho tratado. Ver al respecto Manili, Pablo Luis,
El Bloque de Constitucionalidad, Buenos Aires, La Ley, 2005 1ª reimpresión, p. 164.
8

CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA Nº 3

impone “a los órganos del Estado argentino asignar primacía al tratado ante
un eventual conflicto con cualquier norma interna contraria o con la omisión
de dictar disposiciones que, en sus efectos, equivalgan al incumplimiento
del tratado internacional en los términos del citado art. 27” (la negrita nos
pertenece).21

Derivación necesaria de lo comentado, y muy importante a los


efectos de los temas que vamos a analizar en los Fallos que pondremos a
consideración, la Corte sostuvo que la interpretación del Pacto de San
José de Costa Rica debe guiarse por la jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.

Otro caso para destacar por haber sido dictado con anterioridad a la
reforma constitucional del año 1994 y que transita el mismo camino que
“Ekmekdjian, Miguel Ángel c. Sofovich, Gerardo y otro” es el Fallo
“Fibraca Constructora S.C.A. c/ Comisión Técnica Mixta de Salto
Grande”22 del año 1993. En él la Corte sostuvo que: “La necesaria
aplicación de este artículo (el art. 27 de la Convención de Viena sobre el
Derecho de los Tratados) impone a los órganos del Estado Argentino -una
vez asegurados los principios de derecho público constitucionales- asignar
primacía a los tratados ante un eventual conflicto con cualquier norma
interna contraria”.

Se puede observar en el texto señalado que nuestro más Alto


Tribunal efectúa un ejercicio de armonización entre el precepto
convencional y el artículo 27 de la Constitución. Si bien la necesaria
aplicación del artículo 27 de la Convención de Viena impone a los órganos
del Estado argentino asignar primacía a los tratados ante un eventual
conflicto con cualquier norma interna contraria, esto acontece una vez
asegurados los principios de derecho público constitucional que es lo
que precepta el artículo 27 de nuestra Constitución (y en cierto aspecto el
artículo 46 de la Convención señalada, ya volveremos sobre este punto).

Recordemos que este caso se trataba de un recurso de hecho


deducido por el perito contador Arturo José Vázquez Ávila contra la
decisión del Tribunal Arbitral de Salto Grande que rechazó el recurso
extraordinario por considerar que sus decisiones son totalmente

21
En esta cuestión agregó que, “en el mismo orden de ideas, debe tenerse presente que
cuando la Nación ratifica un tratado que firmó con otro Estado, se obliga
internacionalmente a que sus órganos administrativos y jurisdiccionales lo apliquen a los
supuestos que ese tratado contemple, siempre que contenga descripciones lo
suficientemente concretas de tales supuestos de hechos que hagan posible su aplicación
inmediata. Una norma es operativa cuando está dirigida a una situación de la realidad en la
que puede operar inmediatamente, sin necesidad de instituciones que deba establecer el
Congreso”.
22
“Recurso de hecho deducido por la actora en la causa Fibraca Constructor SCA v.
Comisión Técnica Mixta de Salto Grande”, Fallos 316:1669.
9
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

independientes de la jurisdicción argentina. La Corte Suprema sostiene que


no puede alegarse válidamente privación de justicia ya que existe una
jurisdicción internacional aceptada por nuestro país y a la que las partes
voluntariamente se sometieron “y menos aún, pretender que esta Corte,
sobre la base de las argumentaciones desarrolladas por el recurrente, revise
la decisión del Tribunal Arbitral pues ello entra en contradicción con el
espíritu de la norma internacional que ambas partes acordaron”.23 Por todo
lo expuesto se rechazó la presentación efectuada.

Otros precedentes (“Hagelin, Ragnar”24, “Cocchia”25 y “Cafés la


Virginia S.A.”26) dictados aplicando normativa anterior a la reforma
ratifican la postura descripta en las sentencias anteriores y muestra un
camino que tuvo su expresa recepción constitucional en la reforma del año
1994.

7. Antes de adentrarnos en el orden jerárquico después de 1994, un


breve comentario sobre los artículos 27 y 46 de la Convención de Viena
sobre el Derecho de los Tratados.

El art. 27 de la Convención de Viena señala que "Una parte no podrá


invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del
incumplimiento de un tratado". Es de destacar que este artículo precede al
que recepciona el principo de “pacta sunt servanda” que, en el artículo 26 de
dicha Convención, señala que “Todo tratado en vigor obliga a las partes y
debe ser cumplido por ellas de buena fe”.

¿Cómo se armoniza e integra este artículo con el 27 de nuestra


Constitución que dice que “el gobierno federal está obligado a afianzar sus
relaciones de paz y comercio con las potencias extranjeras por medio de
tratados que estén en conformidad con los principios de derecho público
establecidos en esta Constitución”? Pues, como hemos dicho, si bien la
necesaria aplicación del artículo 27 de la Convención de Viena impone a los
órganos del Estado argentino asignar primacía a los tratados ante un
eventual conflicto con cualquier norma interna contraria, esto debe
efectuarse una vez asegurados los principios de derecho público
constitucional que es lo que precepta el artículo 27 de nuestra Constitución.
Asimismo no debemos olvidar que el artículo 46 de la Convención señalada
indica que un Estado puede alegar la nulidad de un tratado cuando fue
celebrado en violación de una norma de competencia, de importancia
fundamental y en forma manifiesta.

23
Considerando 4º.
24
Fallos 312:626.
25
Fallos 316:2624.
26
Fallos 317:1282.
10

CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA Nº 3

8. Orden jerárquico después de 1994.

La discusión suscitada con relación al texto de la Constitución


histórica demostraba la necesidad de plasmar en una norma constitucional
expresa la doctrina sentada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en
la causa “Ekmekdjian”. El constituyente de 1994 receptó esta problemática
estableciendo que “los tratados y concordatos tienen jerarquía superior
a las leyes” (art. 75 inc. 22, primer párrafo) saldando el debate sobre la
ubicación de los tratados internacionales en el ordenamiento jurídico y su
posibilidad de “derogación” por la sanción de una ley posterior.

Así el tratado y la ley que lo ratifica resultan ser de jerarquía superior


que el resto de las leyes. Esta norma debe articularse con el artículo 27 de la
Constitución que obliga al Gobierno federal “a afianzar sus relaciones de
paz y comercio con las potencias extranjeras por medio de tratados que
estén en conformidad con los principios de derecho público establecidos
en esta Constitución” (la negrita nos pertenece). Por lo tanto, y salvo el
caso de inconstitucionalidad de un tratado, el estado argentino no podrá en
lo sucesivo ampararse en una norma interna para incumplir un tratado.

Pero ¿tienen los tratados internacionales jerarquía superior a la


Constitución? Consideramos que, y pese a algunas interpretaciones
doctrinarias en contrario, 27 no puede afirmarse que la reforma
constitucional del año 1994 haya modificado nuestra estructura
jerárquico normativa28 hasta el punto de reconocer a los tratados
internacionales jerarquía supraconstitucional.

27
Con respecto al tema de la supremacía constitucional y el derecho interno, y en contra de
lo que sostenemos, Bidart Campos se ha interrogado: “¿Se ha extraviado o dejado de existir
la supremacía de la constitución? Más bien cabría sostener que hay un reacomodamiento de
la misma… Por eso, en el retoque de “aggiornamiento” que hacemos hoy a la doctrina de la
supremacía de la constitución, decimos que esa doctrina subsiste y que la constitución sigue
siendo suprema en cuanto siempre es fuente primaria y fundante del orden jurídico estatal y
decide su prelación, aunque ella misma –al establecer la gradación jerárquica de ese orden-
cede acaso el primer nivel al derecho internacional o al derecho de integración. Lo que no
podemos omitir es el siguiente punto de vista personal: teniendo presente que en el derecho
internacional hay un principio básico que es el de su prelación sobre el derecho interno,
juzgamos incoherente que el estado que da recepción al derecho internacional en su
ordenamiento interno lo coloque por debajo de la constitución y no por encima –o, al
menos, a su mismo nivel-. En efecto, parece elemental decir que si el Estado consiente el
ingreso del derecho internacional, es de muy escasa congruencia que no lo haga aceptando
aquel principio de su primacía sobre el derecho interno”, Bidart Campos, Germán, op. cit.,
p. 340.
28
¿Podría haberlo hecho? Es una pregunta difícil de responder. En principio creemos que
no. El limitante interpuesto en la etapa de iniciativa por el Congreso en el dictado de la
declaración de necesidad de reforma (Ley N° 24.309) en cuanto a la imposibilidad de
reformar los primeros artículos de la Constitución (art. 7 de la mencionada Ley), no hubiera
permitido la modificación del artículo 31 y, por lo tanto, la supervivencia del artículo en
cuestión habría determinado que cualquier solución que se hubiera intentado en ese camino
no hubiese sido lo suficientemente determinante.
11
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

9. Tratados internacionales de derechos humanos con jerarquía


constitucional.

De la interpretación armónica del artículo 31 con el 75 inciso 22 y


con el 27 de la Constitución, inferimos que la Ley Fundamental ha
mantenido su supremacía sobre los tratados pero con una excepción: los
Tratados de Derechos Humanos expresamente enumerados en el artículo 75
inciso 22 segundo párrafo29 o los que en el futuro adquieran jerarquía
constitucional de acuerdo al procedimiento estipulado en el mismo artículo
en su párrafo tercero.30 Estos tratados internacionales “tienen jerarquía
constitucional”. ¿Qué quiso decir el constituyente con esta frase? ¿Se
encuentran los mencionados instrumentos internacionales “dentro” de la
Constitución? ¿Cómo debe interpretársela en atención al texto que lo
continúa, que dice “no derogan artículo alguno de la primera parte de esta
Constitución y deben entenderse complementarios de los derechos y
garantías por ella reconocidos”?

Consideramos que los tratados con jerarquía constitucional


conforman el Bloque de Constitucionalidad. 31 Se encuentran en el mismo
peldaño que la Constitución pero no incluidos en ella. Y esto es importante
pues cada norma conserva su fuente: en el caso de la Constitución es el
poder constituyente, y en el caso de los instrumentos internacionales, es la
conjunción de múltiples voluntades (en principio de miembros de la
comunidad internacional, pero también de los poderes constituidos del
Estado).

De esta forma afirmamos que toda la Constitución en común, con los


instrumentos internacionales jerarquizados del artículo 75 inciso 22,
componen un bloque que tiene una igual supremacía. Todas las normas y
todos los artículos de este bloque tienen un sentido y un efecto que es el
de articularse en el sistema sin que ninguno cancele a otro, pues forman
un conjunto coherente.32

29
Son: La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, la Declaración
Universal de Derechos Humanos, la Convención Americana sobre Derechos Humanos, el
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Pacto Internacional
de Derechos civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo, la Convención sobre la
Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, la Convención Internacional sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, la Convención sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, la convención contra
la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, la Convención sobre
los Derechos del Niño.
30
Hasta el momento adquirieron jerarquía constitucional por este mecanismo la
Convención Interamericana sobre Desaparición de Personas en el año 1997 y la
Convención sobre Imprescriptibilidad de Crímenes de Guerra y Crímenes de Lesa
Humanidad en 2003.
31
Bidart Campos, Germán, Manual de la Constitución Reformada, t. 1, Buenos Aires,
Ediar, 2001, p. 347.
12

CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA Nº 3

Este bloque normativo es la lex superior, “aquella que sienta los


valores supremos de un ordenamiento y desde esa supremacía es capaz de
exigir cuentas, de erigirse en el parámetro de validez de todas las demás
normas jurídicas del sistema”.33 En este camino “la supremacía de la
Constitución sobre todas las normas y su carácter central en la construcción
y en la validez del ordenamiento en su conjunto, obligan a interpretar éste…
en el sentido que resulta de los principios y reglas constitucionales”,34
debiendo privar siempre el deber de buscar en la vía interpretativa una
concordancia entre las normas infraconstitucionales y la Constitución.
Si este deber es rector de todo el ordenamiento normativo
infraconstitucional, mucho más lo será para las normas que cuentan
con igual jerarquía constitucional.

Esta cuestión nos da pié para responder la tercer pregunta que


formulamos. El artículo 75 inciso 22 contiene una explícita pauta
interpretativa en cuanto señala que los mencionados tratados
internacionales no derogan artículo alguno de la primera parte de la
Constitución, debiendo entenderse como complementarios de los mismos.
De este claro precepto derivamos la imposibilidad de declarar
inconstitucionales a dichos instrumentos internacionales, pues no puede
efectuarse una interpretación de los mismos contraria a la parte
dogmática de nuestra Constitución.

Debe recordarse que la Corte Suprema ha sostenido al respecto que


los convencionales constituyentes de 1994 efectuaron el análisis de
compatibilidad entre aquellas dos fuentes normativas (la Constitución
Nacional y los instrumentos internacionales jerarquizados
constitucionalmente), verificando que no se produce derogación alguna de
la primera parte de la Constitución, por lo que no cabe a los magistrados
judiciales más que armonizarlas en los casos concretos.35

Resumiendo: Si la Constitución señala que los instrumentos


internacionales tienen jerarquía constitucional debe entenderse que tienen la
misma jerarquía que la Constitución. El concebirlos complementarios no
implica considerarlos accesorios, sino que adicionan, amplían o extienden el
marco de protección de los derechos fundamentales.

32
Bidart Campos, Germán, Manual de la Constitución Reformada, t. 1, Buenos Aires,
Ediar, 2001, p. 347.
33
García de Enterría, Eduardo, La Constitución como norma y el Tribunal Constitucional,
Madrid, Civitas, 1994, p. 123.
34
García de Enterría, Eduardo, op. cit., p. 95.
35
Conf. "Monges, Analía c. Universidad de Buenos Aires", CS (1996); "Chocobar, Sixto"
Fallos 321:885 (1998), y "Petric" Fallos 321:885 (1998), LA LEY, 1997-C, 143; 1998-C,
284; 1998-D, 335; 1998-F, 58; DJ, 1998-2-377; LLC, 1998-911.
13
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

10. ¿Y cómo debe entenderse la frase “en las condiciones de su


vigencia”?

Ya hablamos algo del tema de la ubicación jerárquica de los


Tratados. Avanzaremos en intentar interpretar qué debe entenderse por
condiciones de vigencia de los mismos.

Consideramos que las condiciones de vigencia de los tratados se


refieren a tres cuestiones:

a) La primera, que tal vez resulta la más obvia, es que los


instrumentos internacionales que se incorporan al derecho argentino deben
tener vigencia en el ámbito internacional, es decir que haya entrado en
vigor en sede internacional.36

b) La segunda cuestión se refiere al modo en que fueron aprobados


y ratificados por la República Argentina, es decir, el alcance de la
obligación internacional derivada de las eventuales reservas a las que el
Estado se hubiere acogido.37 Este tema se encuentra normado por el artículo
2.1 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados que
determina que la reserva es “la declaración unilateral… hecha por un Estado
al firmar, ratificar, aceptar o aprobar o al adherirse a él, con objeto de
excluir o modificar los efectos jurídicos de ciertas disposiciones del tratado
en su aplicación a ese Estado”. En general las reservas se realizan al
momento de ratificar o adherirse a un tratado debido a las observaciones que
puede realizar el órgano legislativo al momento de aprobar el instrumento.
Por otro lado las declaraciones interpretativas que formulan los Estados se
asimilan a las reservas en el caso en que impliquen dan un alcance menor a
la obligación que emerge del tratado. De todos modos la aprobación de un
tratado con reservas tiene límites generales establecidos por la mencionada
Convención de Viena, buscando siempre que éstas no sean incompatibles
con el objeto y fin del tratado.

c) Y la tercera cuestión se refiere a cómo interpretan las cláusulas de


los instrumentos internacionales los órganos internacionales (en general
36
Un Tratado entra en vigor según sus propias reglas a tal efecto o, en caso de no tenerlas,
según las reglas que estipula la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados.
37
Por ejemplo, fueron aprobados con reservas, la Convención para la Prevención y la
Sanción del Delito de Genocidio (B.O 25/04/56 -Adla, XVI-A, 273-); el Pacto
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (B.O. 13/05/86); el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos (B.O. 13/05/86 -Adla, XLVI-B, 1107-); la
Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer
(B.O. 03/06/85 -Adla, Adla, XLV-B, 1088-); con una reserva y tres declaraciones, la
Convención sobre los Derechos del Niño (la declaración señala que “se entiende por niño
todo ser humano desde el momento de su concepción y hasta los dieciocho años de edad”)
(B.O. 22/10/90 -Adla, L-D, 3693-); y la aceptación de la competencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, bajo condición de reciprocidad (ley aprobatoria de
la Convención Americana de Derechos Humanos, B.O. 27/03/84).
14

CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA Nº 3

creados por el mismo instrumento) encargados de hacerlo. En el ya citado


“Ekmekdjian, Miguel Ángel c. Sofovich, Gerardo y otro” nuestra Corte
Suprema, en la Opinión Consultiva Nº 7 de la Corte Interamericana, había
afirmado que debía guiarse por la jurisprudencia de dicha Corte
Interamericana. Sostiene Gelli que “aunque las condiciones de vigencia de
los tratados implica el modo en que éstos rigen en el orden internacional, y
esa vigencia deriva de los instrumentos emanados de los organismos
internacionales en la aplicación de aquellos, entiendo que no todos esos
actos revisten igual valor ni son aplicables del mismo modo en el orden
interno del país de que se trate. Por cierto, la vigencia de los tratados de
derechos humanos y las opiniones consultivas de la Corte Interamericana
-más aun después de la jerarquía constitucional reconocida a aquellos-
producen efectos sobre el ordenamiento interno, pues abogados y jueces
recurren a ellos a fin de argumentar casos y fundar decisiones judiciales.
Así, de modo creciente las normas y la interpretación de los tratados de
derechos humanos se discuten en los tribunales nacionales”.38

Esta cuestión, es decir el ingreso de lo que se denomina la


jurisprudencia internacional, en nuestro ordenamiento jurídico, revisa la
idea de la supremacía de nuestra Corte frente a la protección internacional
de los derechos humanos y las competencias respectivas de la Comisión y
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Es uno de los temas
esenciales abordados en los Fallos que analizaremos.

11. ¿Dónde se encuentran ubicados los Tratados Internacionales que no


tienen jerarquía constitucional?

Los Tratados Internacionales son Ley Suprema de la Nación.


Como tales se encuentran por encima de las leyes pero por debajo de la
Constitución Nacional y de los Tratados Internacionales de Derechos
Humanos que tienen jerarquía constitucional.39

Hagamos un alto y recordemos como se incorporan los Tratados


Internacionales a nuestro ordenamiento normativo:

1) El presidente de la Nación, en virtud de ser el jefe del estado,


negocia, concluye y firma las convenciones, los tratados y los
concordatos con la Santa Sede (artículo 99, inciso 11).
2) El Congreso Nacional tiene la competencia para aprobar o
desechar esos acuerdos internacionales (artículo 75, incisos 22 y
24). Si bien dicha aprobación se efectúa mediante una ley formal,
38
Gelli, María Angélica, La supremacía de la Corte Argentina y la jurisprudencia
internacional, LA LEY 2003-F, 1454.
39
Es decir aquellos que se encuentran enumerados en el artículo 75 inciso 22 segundo
párrafo de la Constitución Nacional o aquellos que se incorporen mediante el
procedimiento estipulado en el tercer párrafo de dicho artículo.
15
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

consideramos que dicho acto importa principalmente una


declaración de carácter político efectuada por el Congreso de la
Nación y, por lo tanto, no puede ser vetada.
3) Si el tratado es aprobado debe ser ratificado por el Poder
Ejecutivo.

Como se observa, los Tratados Internacionales son actos


complejos de naturaleza federal, que requieren la concurrencia de la
voluntad de dos órganos constituidos quienes, dentro del marco
competencial asignado por la Constitución, confluyen dando nacimiento a
una norma que, en definitiva, resulta ser la manifestación acabada de la
voluntad estatal.

Por lo tanto, los Tratados Internacionales no son una simple ley


del Congreso. Tampoco son exclusivamente una manifestación de la
voluntad unilateral del Poder Ejecutivo. La Ley en sentido formal
constituye la manifestación de la voluntad política e institucional del
Congreso y no es, por si sola, el acto de incorporación de dicho tratado
a la normativa nacional.40

12. La Supremacía Constitucional y los Tratados de Integración.

Los tratados de integración plantean otra cuestión problemática al


sistema de supremacía normativa, pues el artículo 75 inciso 24 establece que
las normas dictadas como consecuencia de los tratados de integración
tienen jerarquía superior a las leyes. Como la disposición no determina
expresamente el alcance de esa frase, cabe la posibilidad de tres
interpretaciones distintas del texto. Que las normas superiores a las leyes
sean:

a) las que crean los organismos que ejerzan las


competencias y la jurisdicción delegada;
b) las disposiciones emanadas de esos
organismos;
c) ambos tipos de normas.

13. La Supremacía de la Corte Federal y la Jurisprudencia


Internacional

40
Con el respeto que nos merece Vanossi, no estamos de acuerdo, por los motivos
expuestos, con la afirmación que realiza “Estamos frente a tratados que son ley del
Congreso” (sic) en Vanossi, Jorge R., “De nuevo: ¿Poder Judicial y Tribunales Arbitrales o
“Tribunales Administrativos”?, Jurisprudencia Argentina, 22 de junio de 2005, Lexis Nº
0003/011334.
16

CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA Nº 3

Se ha cuestionado la subsistencia de la supremacía del propio


Tribunal en atención a la creciente importancia que ha cobrado la
jurisprudencia internacional, en especial las sentencias emanadas de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos. Si la Constitución permitió que otras
normas compartan con ella su nivel jerárquico, ¿son los órganos
internacionales creados por dichos tratados superiores a nuestro Tribunal
Cimero? ¿Cuál es el grado de vinculatoriedad que nuestra Corte reconoce a
la denominada “jurisprudencia internacional”?

14. Final de la INTRODUCCIÓN. Vamos a analizar los FALLOS.

Los Fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que a


continuación analizaremos abordan de forma más o menos expresa varios de
los temas e interrogantes planteados en esta Introducción. El eje resolutorio
en cada uno de ellos roza, con mayor o menor intensidad, cuestiones
relacionadas con el orden de prelación y con la forma en que se introduce la
denominada “Jurisprudencia Internacional” en nuestro orden jurídico.

Encontraremos en primer lugar el Fallo propuesto y luego, a modo


de sucinta guía de lectura, una serie de preguntas y comentarios que nos
permitirán subrayar los puntos que consideramos sustanciales del
pronunciamiento del Alta Tribunal en relación a la temática estudiada.

La metodología propuesta aborda cuestiones de derecho desde el


análisis crítico de jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación. Resulta pertinente aclarar que dicha actividad debe complementarse
con la lectura de los textos que conforman la bibliografía obligatoria
indicada por la cátedra.

II. FALLOS.

1. GIROLDI, HORACIO. FALLOS 318:514. CORTE SUPREMA, 07/04/1995.

1.a. Fallo.

“Opinión del Procurador General de la Nación de la Nación.

I. El Tribunal Oral en lo Criminal Nº 6 de la Capital Federal, condenó a Horacio Giroldi y a


Raúl B. Hatchondo, a la pena de 1 de mes de prisión de cumplimiento en suspenso como
17
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

coautores de tentativa del delito de robo simple (arts. 26, 29 inc. 3º, 42, 44, 45 y 164, Cód.
Penal).
A fs. 126/132 la Defensora Oficial interpuso recurso de casación, el que fue concedido a fs.
114.
La apelante en aquella instancia, fundó sus agravios en la violación a las garantías del
debido proceso y la defensa en juicio (art. 18, Constitución Nacional) en que había
incurrido el Tribunal Oral en lo Criminal, al no observar las formas sustanciales del juicio
relativas a la acusación, defensa y sentencia, lesionando, además, las disposiciones
concernientes a la insistencia y representación del imputado (art. 167. Incs. 2º y 3º, Cód.
Procesal Penal de la Nación). Defectos que, a su criterio, conllevan la nulidad de la
sentencia y que consideró enmarcados de las previsiones de los dos incisos del art. 456 de
Código adjetivo para la habilitación de la vía casatoria.
En cuanto a la procedencia formal de aquel recurso, sostuvo que el limite establecido en el
inc. 2º del art. 459 del Cód. Procesal Penal, no resulta aplicable en situaciones en las que,
como en el caso, se encuentra gravemente afectada a la garantía de defensa en juicio y
donde se han conculcado principios básicos del debido proceso referidos a la necesaria
intervención del acusador y la defensa.
Subsidiariamente, planteó la inconstitucionalidad de la referida norma procesal, ya que, a
su criterio, el limite que establece lesiona el principio de igualdad ante la ley (art. 16,
Constitución Nacional), argumentando a este respecto que un condenado a 7 meses de
prisión por un delito correccional puede recurrir en casación, en tanto que a otro condenado
a igual pena por un tribunal en lo criminal, le está vedado acceder a aquella vía recursiva.
Sostuvo, por último, que el limite del art, 459, inc. 2º del Cód. adjetivo, restringe la plena
vigencia de las normas constitucionales que hacen a la garantía del debido proceso y a la
defensa en juicio (art 18, Constitución Nacional), al impedir la Cámara Nacional de
Casación Penal examinar cuestiones que afectan derechos de raigambre constitucional por
razones de montos de penas, máxime cuando el art. 8, inc. 2º, apart. H) del Pacto de San
José de Costa Rica, garantiza a todo imputado al derecho de recurrir ampliamente el fallo
ante un tribunal superior.
II. La Cámara Nacional de Casación Penal resolvió, con fecha 22 de septiembre de 1993,
rechazar el planteo de inconstitucionalidad del art. 459, inc 2º del Cód. Procesal Penal de la
Nación y declaró inadmisible el recurso de casación que fuera concebido por el tribunal
Oral en lo Criminal Nº 6.
Contra dicho pronunciamiento el Defensor Oficial ante la Cámara de Casación, interpuso
recurso extraordinario, cuya denegatoria dio origen a la articulación de esta queja.
Sustancialmente, la cuestión se presenta análoga a la planteada en la causa "Martini, Simón
A. s/ robo y atentado a la autoridad" (M. 820, XXIV) en la que tuve oportunidad de
dictaminar con fecha 1 de febrero del corriente año, y donde propicié la declaración de
inconstitucionalidad del art. 459, inc. 2 del Cód. de Proced. en Materia Penal, en cuanto
limita la posibilidad de recurrir en casación de la sentencia del tribunal oral en lo criminal,
que impone una pena inferior a los 3 años de prisión; a lo que debo añadir que, en dicho
dictamen, fueron tenidos en cuenta los argumentos esgrimidos por la Cámara Nacional de
Casación Penal en la sentencia que aquí se recurre.
Ello así, corresponde, en honor a la brevedad que me remita, en lo pertinente, a los
fundamentos de aquel dictamen, evitando incurrir en inneceserarias repeticiones.
III. Por lo expuesto, opino que V.E. debe hacer lugar a la queja revocando la sentencia
apelada y que, en consecuencia, corresponde declarar la inconstitucionalidad del art. 459,
inc. 2º del Código de Procedimiento en materia penal, a fin de que la Cámara Nacional de
Casación Penal trate los agravios respectivos de acuerdo con lo expuesto.
Marzo 20 de 1995 .- ANGEL N. AGÜERO ITURBE.

Buenos Aires, abril 7 de 1995.


18

CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA Nº 3

Considerando:

1. Que el tribunal Oral en lo Criminal Nº 6 de la Capital Federal condenó a


Horacio D. Giroldi a la pena de 1 mes de prisión en suspenso, como autor
penalmente responsable del delito de robo simple en grado de tentativa.
Contra dicho pronunciamiento, la defensora oficial interpuso recurso de
casación.

Sostuvo, en cuanto al fondo del litigio, que la sentencia del tribunal oral
violaba la garantía de la defensa en juicio. Consideró, además, a fin de
fundar la admisibilidad del mencionado recurso, que era inconstitucional el
limite impuesto por el art. 459, inc. 2º del Cód. Procesal Penal de la
Nación41, por contrariar lo dispuesto en el art. 8º inc. 2º, apart. h) de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, que otorga a todas
persona inculpada de delito el derecho "...de recurrir del fallo ante el juez o
tribunal superior".

2. Que la Cámara Nacional de Casación Penal (sala I) rechazó el planteo de


inconstitucionalidad y, en consecuencia, declaró inadmisible el recurso de
casación. Para llegar a ese resultado, el a quo invocó, en lo que interesa, el
caso "Jauregui" (Fallos: 311: 274), en el que esta Corte resolvió que el
requisito de la doble instancia judicial en materia penal quedaba satisfecho
con la posibilidad de interponer el recurso extraordinario previsto en el art.
14 de la ley 48. Contra el pronunciamiento de la Cámara de Casación, la
defensa interpuso recurso extraordinario, cuya denegación dio origen a la
presente queja.

3. Que el recurso es admisible en tanto se ha puesto en tala de juicio la


validez de una ley nacional por ser contraria a normas de la Constitución
Nacional y de un tratado internacional al que ella hace referencia, y la
decisión ha sido adversa al derecho fundado en esta últimas (art. 14, inc. 3º,
ley 48).

4. Que el a quo sostuvo que: "Por virtud de los limites objetivos fijados en
los arts. 458 a 462 del Cód. Procesal Penal no hay posibilidad de recursos de
casación ni inconstitucionalidad... y la causa ha fenecido en instancia única,
por lo que su sentencia es final y contra ella cabe el recurso extraordinario
de apelación".

5. Que la reforma constitucional de 1994 ha conferido jerarquía


constitucional a varios acuerdos internacionales (art. 75, inc. 22, párr. 2º),
entre ellos la Convención Americana sobre Derechos Humanos que, en su
ya recordado art. 8º párr. 2º, inc. h, dispone que toda persona inculpada de
delito tiene derecho "de recurrir del fallo ante juez o tribunal superior".
41
Este inciso señala que solo podrán recurrirse las sentencias del tribunal en lo criminal que
condenen a más de tres años de prisión.
19
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

6. Que en virtud de lo expuesto corresponde determinar si dentro del


ordenamiento procesal penal existen el órgano y los procedimientos para dar
adecuada satisfacción a la garantía constitucional antes invocada. En ese
sentido, la inexistencia de recurso en la ley de rito ha conducido al a quo a
sostener que la sentencia del tribunal oral era susceptible del recurso
extraordinario ante esta Corte. Sobre la base del procedente, "Jauregui"
(citado).

7. Que en el caso antedicho, el tribunal consideró que el requisito previsto


en el ya señalado art. 8º, párr, 2º, inc. h. de la Convención se hallaba
satisfecho por la existencia del recurso extraordinario federal ante este
tribunal (Fallos: 311: 274, consid. 6º del voto de la mayoría, 7º del voto del
juez Caballero y 6º del voto del juez Petracchi).

Sin embargo, las reglas y excepciones que en aquella época determinaban la


competencia apelada de la Corte Suprema sufrieron modificaciones a partir
de la reforma introducida en el año 1990 por la ley 23.774, que otorgó al
tribunal la facultad de rechazar, por la sola aplicación del art. 280 del Cód.
Procesal Civil y Comercial de la Nación, recursos extraordinarios por falta
de agravio federal suficiente o cuando las cuestiones planteadas resultaren
insustanciales o carentes de trascendencia.

8. Que en tales condiciones pueden sostenerse hoy con nuevos fundamentos


que, en hipótesis como la de autos, el recurso extraordinario no constituye
un remedio eficaz para la salvaguarda de la garantía de la doble instancia
que debe observarse dentro del marco del proceso penal como "garantía
mínima" para "toda persona inculpada de delito" (art. 8º, párr. 2º, apart, h.
Convención)

9. Que, asimismo, las reformas introducidas por las leyes 23.984 y 24.050
respecto de los distintos órganos judiciales que conforman los "tribunales
inferiores de la Justicia nacional (art. 75.inc.20, Ley Fundamental).
incluyeron la creación de la Cámara Nacional de Casación Penal.

Estas circunstancia modificó la organización del Poder Judicial de la Nación


existente para la época en que fue fallado el caso "Jauregui" - que no
contemplaba un "tribunal intermedio" entre la Corte Suprema y las Cámaras
Nacionales o Federales de Apelación -. La Cámara Nacional de Casación
Penal ha sido creada, precisamente, para conocer, por vía de los recursos de
casación e inconstitucionalidad – y aun de revisión – de las sentencias que
dicten, sobre los puntos que hacen a su competencia, tanto los tribunales
orales en lo criminal como los juzgados en los correccional.

10. Que lo expuesto determina que la forma más adecuada para asegurar la
garantía de la doble instancia en materia penal prevista en la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (art. 8°, inc. 2°, apart. H), es declarar
20

CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA Nº 3

la invalidez constitucional de la limitación establecida en el art. 459, inc, 2


del Cód. Procesal Penal de la Nación, en cuanto veda la admisibilidad del
recurso de casación contra la sentencias de los tribunales en lo criminal en
razón del monto de la pena.

11. Que la ya recordada "jerarquía constitucional" de la Convención


Americana sobre Derechos Humanos (consid. 5°) ha sido establecida por
voluntad expresa del constituyente, "en las condiciones de su vigencia" (art.
75, inc. 22, párr, 2°) esto es, tal como la Convención citada efectivamente
rige en el ámbito internacional y considerando particularmente su efectiva
aplicación jurisprudencial por los tribunales internacionales competentes
para su interpretación y aplicación.

De ahí que la aludida jurisprudencia deba servir para la interpretación de los


preceptos convencionales en la medida en que el Estado Argentino
reconoció la competencia de la Corte Interamericana para conocer en todos
los casos relativos a la interpretación y aplicación de la Convención
Americana (confr, arts.75, Constitución Nacional, 62 y 64 Convención
Americana y 2°, ley 23.054).

12 Que, en consecuencia, a esta Corte, como órgano supremo de uno de los


poderes del Gobierno Federal, le corresponde –en la medida de su
jurisdicción - aplicar los tratados internacionales a que el país está vinculado
en los términos anteriormente expuestos, ya que lo contrario podría implicar
responsabilidad de la Nación frente a la comunidad internacional. En tal
sentido, la Corte Interamericana precisó el alcance del art. 1° de la
Convención, en cuanto los Estados parte deben solamente "respetar los
derechos y libertades reconocidos en ella", sino además "garantizar su libre
y pleno ejercicio a todas personas sujeta a su jurisdicción". Según dicha
Corte, "garantizar" implica el deber del Estado de tomar todas las medidas
necesarias para remover los obstáculos que puedan existir para que los
individuos puedan disfrutar de los derechos que la Convención reconoce.
Por consiguiente, la tolerancia del Estado a circunstancias o condiciones que
impidan a los individuos acceder a los recursos internos adecuados para
proteger sus derechos, constituye una violación del art. 1.1 de la
Convención (opinión consultiva N° 11/90 del 10 de agosto 1990 –
"Excepciones al agotamiento de los recursos internos" párr. 34-). Garantizar
entraña, asimismo, "el deber de los estados parte de organizar todo el
aparato gubernamental y, en general, todas las estructuras a través de las
cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal que sean
capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos
humanos" (íd., parág. 23).

13. Que síguese de lo expresado, que la solución que aquí se adopta permite,
desde el punto de vista de las garantías del proceso penal, cumplir
acabadamente los compromisos asumidos en materia de derechos humanos
21
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

por el Estado nacional a la vez que salvaguarda la inserción institucional de


la Cámara Nacional de Casación Penal en el ámbito de la Justicia Federal y
respeta el sentido del establecimiento de órganos judiciales "intermedios" en
esa esfera, creados para cimentar las condiciones necesarias para que el
tribunal satisfaga el alto ministerio que le ha sido confiado sea porque ante
ellos pueden encontrar las partes la reparación de los perjuicios irrogados en
instancias anteriores, sin necesidad de recurrir ante la Corte Suprema, sea
porque el sujeto a revisar por ésta ya sería un producto seguramente más
elaborado (Fallos: 308:490, consid. 5°, con cita del Diario de Sesiones de la
Cámara de Senadores, período de 1901, Congreso Nacional, Buenos Aires,
1961).

Por ello, habiendo dictaminado el Procurador General, se declara procedente


la queja y el recurso extraordinario y se deja sin efecto el pronunciamiento
apelado. Acumúlese al principal y devuélvase al tribunal de origen, a fin de
que, por quien corresponda, se dicte un nuevo fallo conforme a lo resuelto
en el presente. JULIO S. NAZARENO.- EDUARDO MOLINÉ
O’CONNOR. – CARLOS S. FAYT. – AUGUSTO CÉSAR BELLUSCIO. –
ENRIQUE S. PETRACCHI.- ANTONIO BOGGIANO.”

1.b. Guía de lectura.

1. ¿Por qué resulta procedente el Recurso Extraordinario Federal?


2. ¿Cuál resulta ser la garantía supuestamente violada en el Fallo
analizado? ¿De qué norma se desprende tal garantía? ¿Qué jerarquía
tiene?
3. ¿Qué planteaba la Corte Suprema en el precedente “Jáuregui”? ¿Por
qué consideraba que estaba satisfecho el requisito de la doble
instancia judicial en materia penal?
4. La Corte Suprema de Justicia de la Nación justifica su cambio
jurisprudencial en virtud de la reforma del artículo 280 del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación realizada por la Ley N°
23.774. ¿Qué instituto regula el artículo 280 del mencionado cuerpo
legislativo? ¿Considera que esta nueva reglamentación justifica el
cambio jurisprudencial en cuestión? ¿Constituía el Recurso
Extraordinario Federal realmente “una segunda instancia” antes de
dicha reforma? ¿Eran sólidos los argumentos esbozados en
“Jáuregui”?
5. ¿Cómo define la Cortes Suprema de Justicia “condición de vigencia”
de los tratados internacionales en el Fallo analizado?
6. ¿Por qué la Corte Suprema sostiene que le corresponde “aplicar los
tratados”? ¿Qué fuerza vinculante tiene la denominada
“jurisprudencia internacional” para la Corte Suprema de Justicia de
la Nación?
22

CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA Nº 3

7. ¿Cómo define la Corte Interamericana el deber de “garantizar” el


libre y pleno ejercicio de los derechos y libertades reconocidas en la
Convención Americana sobre Derechos Humanos? ¿Quién es el
sujeto obligado a tal garantía? ¿Por qué tal definición obliga al
Estado argentino en general y a la Corte Suprema en particular?.

2. BRAMAJO, HERNÁN J. FALLOS 319:1840. CORTE SUPREMA, 12/09/1996.

2.a. Fallo.

“Buenos Aires, setiembre 12 de 1996.

Considerando: 1. Que contra la resolución de la sala IV de la Cámara


Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital
Federal que concedió la excarcelación de Hernán J. Bramajo, el Fiscal de
Cámara dedujo recurso extraordinario, cuya denegación dio lugar a la
presente queja.

2. Que de las constancias de la causa surge:

a) que el procesado Bramajo fue detenido el 1° de julio de 1992, habiendo


sido excarcelado por aplicación del art. 1° de la ley 24.390, al cumplir tres
años de detención en prisión preventiva;

b) que el fiscal acusó al procesado por el delito de homicidio calificado


"criminis causae" en concurso material con el de robo doblemente agravado
por haber sido cometido con armas, en poblado y en banda y requirió la
pena de reclusión perpetua con la accesoria de reclusión por tiempo
indeterminado.

3. Que el tribunal anterior en grado concedió la excarcelación por estricta


aplicación de lo dispuesto por el art. 1° de la ley 24.390. En relación a este
aspecto estimó que "los plazos fijados por la ley 24.390 no resultan
irrazonables ya que el propio legislador es quien los ha establecido y
tampoco se vislumbra que esa determinación conculque alguna garantía
fundamental". No obstante lo expuesto concedió la excarcelación bajo
caución real debido a la gravedad de los delitos atribuidos al procesado, la
pena solicitada por el fiscal y la circunstancia de que registra una condena.

4. Que en el escrito de apelación federal el representante del Ministerio


Público cuestiona la validez del art. 1° de la ley 24.390 debido a que se
hallaría en colisión con lo dispuesto por el art. 7° inc. 5° de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos. Al respecto aduce que bajo el
pretexto de reglamentar un tratado internacional la ley 24.390 lo ha
23
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

desvirtuado, pues "convierte una cuestión subjetiva, como es el determinar


cuál plazo es razonable, en una cuestión netamente objetiva, supeditada al
simple cumplimiento de un plazo fijo". Añade que al establecer la ley
24.390 plazos fijos la excarcelación se ha convertido "en algo automático y
en un beneficio que debe otorgárseles sin importar la índole o mayor o
menor gravedad del delito que se les impute". Considera que continúan
siendo aplicable la jurisprudencia de este tribunal en la causa "Firmenich"
(Fallos: 310:1476 --La Ley, 1987-E, 274--).

5. Que el recurso federal resulta procedente en la medida en que se ha


cuestionado la validez de una ley nacional (24.390) por ser contraria a un
tratado internacional y la decisión ha sido contraria al derecho fundado en la
última (art. 14, inc. 3°, ley 48), a lo que cabe agregar que la resolución
impugnada es equiparable a sentencia definitiva pues se trata de una
cuestión que reviste gravedad institucional, en tanto el criterio adoptado por
el a quo compromete la administración de justicia al afectar la forma de
aplicación de la ley procesal penal.

6. Que bajo esos supuestos, corresponde señalar que las consecuencias de la


aplicación de la doctrina cuestionada por el recurrente comprometen al
tribunal --en su especifica misión de velar por la vigencia real y efectiva de
los principios constitucionales-- a ponderar cuidadosamente aquéllos a fin
de evitar que la aplicación mecánica e indiscriminada de una norma aislada
del contexto de la disposición que reglamenta, conduzca a prescindir de la
preocupación por arribar a una decisión objetivamente justa en el caso
concreto, lo cual iría en desmedro del propósito de "afianzar la justicia"
enunciado en el Preámbulo de la Constitución Nacional, propósito liminar y
de por sí operativo, que no sólo se refiere al Poder Judicial sino a la
salvaguarda del valor justicia en los conflictos jurídicos concretos que se
plantean en el seno de la comunidad.

7. Que la Convención Americana sobre Derechos Humanos dispone en el


art. 7°, inc. 5°, que "toda persona detenida o retenida debe ser llevada, sin
demora, ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer
funciones judiciales y tendrá derecho a ser juzgada dentro de un plazo
razonable o a ser puesta en libertad, sin perjuicio de que continúe el
proceso".

Por su parte la ley 24.390, que se autodefine como reglamentaria del art. 7°,
inc. 5° de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (art. 9°)
determina un plazo fijo de dos años, con una prórroga de un año y otra de
seis meses para los procesados que habiendo cumplido aquel lapso de
detención en prisión preventiva no hubiesen sido juzgados en forma
definitiva (arts. 1° y 2°). Además dispone que transcurrido el plazo
mencionado, se computará por un día de prisión preventiva dos de prisión o
uno de reclusión (art. 7°).
24

CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA Nº 3

8. Que la "jerarquía constitucional" de la Convención Americana sobre


Derechos Humanos ha sido establecido por voluntad expresa del
constituyente, "en las condiciones de su vigencia" (art. 75, inc. 22, párr. 2°)
esto es, tal como la convención citada efectivamente rige en el ámbito
internacional y considerando particularmente su efectiva aplicación
jurisprudencial por los tribunales internacionales competentes para su
interpretación y aplicación.

De ahí que la opinión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos


debe servir de guía para la interpretación de los preceptos convencionales en
la medida en que el Estado argentino reconoció la competencia de aquélla
para conocer en todos los casos relativos a la interpretación y aplicación de
la Convención Americana, art. 2° de la ley 23.054 (confr. doctrina de la
causa G.342.XXVI. "Giroldi, Horacio D. y otro s/ recurso de casación",
sentencia del 7 de abril de 1995 --La Ley, 1995-D, 462--).

9. Que sobre la base de tales pauta y a los efectos de determinar si la ley


24.390 armoniza con el art. 7°, inc. 5°, del Tratado Internacional
mencionado, resulta pertinente reseñar la opinión de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, desarrollada en el informe sobre el
caso 10.037 de la República Argentina del 13 de abril de 1989 el que, si
bien es anterior a la vigencia de la ley 24.390 resulta de significativa
importancia para el caso debido a que el mencionado organismo
internacional ha fijado las pautas que los Estados Partes deben tener en
cuenta al reglamentar lo que se ha denominado "Plazo razonable de
detención sin juzgamiento".

Así, consideró la Comisión que "...la determinación del plazo razonable en


el derecho interno argentino surge en cada caso de la consideración
armoniosa de estas dos disposiciones --hizo referencia al art. 379, inc. 6° y
al art. 380 del Cód. de Proced. en lo Criminal-- quedando librada esa
consideración al criterio del juez que debe decidir en base a los parámetros
que la ley le marca taxativamente para que los valore en forma conjunta".

10. Que en el informe citado en el párrafo anterior la comisión continuó


refiriendo que "la razonabilidad del plazo se encuentra fijada por los
extremos del art. 380 del Código de Procedimiento Penal de la Argentina,
junto con la apreciación que de ellos hace el juez de la causa",
temperamento que --según dijo-- coincide con lo manifestado por la Corte
Europea cuando dice: "El Tribunal opina igualmente que para apreciar si, en
un determinado caso, la detención de un acusado no sobrepasa el límite
razonable, corresponde a las autoridades judiciales nacionales investigar
todas las circunstancias que, por su naturaleza, lleven a admitir o a rechazar
que existe una verdadera exigencia de interés público que justifique la
derogación de la regla del respeto a la libertad individual (caso
25
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

"Neumeister", sentencia del 27 de junio de 1968, TEDH-5, p. 83,


"Fundamentos de Derecho", parágrafo 5).

Concluyó expresando que "si bien cuatro años no sería un plazo razonable,
en el presente caso por las circunstancias propias del mismo y por la
complejidad de las causas envueltas en su desarrollo, ello no constituiría un
retardo injustificado en la administración de justicia" (el Ministerio Público
había solicitado la pena de reclusión perpetua, accesorias legales y costas).

11. Que en tales condiciones, cabe tener presente que el espíritu que
determinó la sanción de la ley 24.390 y el fin último por ella perseguido,
surge del debate parlamentario, el que puede sintetizarse en la necesidad de
resolver la situación de los detenidos en prisión preventiva sin haber sido
juzgados, los cuales, no obstante gozar de la presunción de inocencia por no
haber sido condenados, continúan detenidos sin sentencia definitiva, más
allá de lo que la Convención Americana sobre Derechos Humanos
denomina "plazo razonable de detención". En relación a este último
concepto, en la Cámara de Senadores se expresó que "el origen de la
razonabilidad de este plazo de dos años debe buscarse en el antiguo Código
de Procedimientos en lo Criminal, que establecía que la instrucción debía
durar dos años".

12. Que si bien la ley 24.390 fija plazos para la procedencia de la libertad
caucionada, de ello no se deriva que vulnere lo establecido por el art. 7°,
inc. 5°, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, puesto que
la comisión no prohíbe que cada Estado Parte establezca plazos de duración
de la detención sin juzgamiento, lo que no admite es la aplicación de
aquéllos en forma automática sin valorar otras circunstancias. Así, en el
informe del caso 10.037 de la República Argentina la comisión expresó que
"...el Estado Parte no está obligado (por la convención) a fijar un plazo
válido para todos los casos con independencia de sus circunstancias ...
quedando el concepto de plazo razonable sujeto a la apreciación de la
gravedad de la infracción, en cuanto a los efectos de establecer si la
detención ha dejado de ser razonable".

A ello corresponde agregar que la ley 24.390 no ha derogado las normas que
rigen el instituto de la excarcelación, razón por la cual las disposiciones de
aquélla deben ser interpretadas a la luz de las normas respectivas del Código
de Procedimientos en Materia Penal y del Código Procesal Penal.

13. Que bajo los presupuestos enunciados, este tribunal considera que la
validez del art. 1° de la ley 24.390 se halla supeditada a la circunstancia de
que los plazos fijados en aquella norma no resulten de aplicación automática
por el mero transcurso de los plazos fijados, sino que han de ser valorados
en relación a las pautas establecidas en los arts. 380 y 319 del Cód. de
26

CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA Nº 3

Procedimiento en Materia Penal y Cód. Procesal Penal, respectivamente, a


los efectos de establecer si la detención ha dejado de ser razonable.

14. Que la conclusión expuesta no significa desconocer las palabras de la


ley, sino interpretarla a la luz del tratado con jerarquía constitucional que
aquélla reglamenta.

Además, cuando la inteligencia de un precepto, basada exclusivamente en la


literalidad de uno de sus textos conduzca a resultados concretos que no
armonicen con los principios axiológicos enunciados en otro de rango
superior y produzca consecuencias notoriamente disvaliosas, resulta
necesario dar preeminencia al espíritu de la ley, a sus fines, al conjunto
armonioso del ordenamiento jurídico y a los preceptos fundamentales del
derecho en el grado y jerarquía en que éstos son valorados por el
ordenamiento normativo.

De lo contrario aplicar la ley se convertiría en una tarea mecánica


incompatible con la naturaleza misma del derecho y con la función
específica de los magistrados que les exige siempre conjugar los principios
contenidos en la ley con los elementos fácticos del caso, pues el consciente
desconocimiento de unos u otros no se compadece con la misión de
administrar justicia (confr. doctrina de Fallos: 302:1284 --La Ley, 1981-A,
401-- y la jurisprudencia allí citada).

15. Que por los argumentos expuestos, en el caso sometido a estudio del
tribunal, el examen de las condiciones personales del procesado, la gravedad
de los hechos que se le imputan, la condena anterior que registra --que
eventualmente ha de ser unificada con la que pueda resultar en la presente--
así como la pena solicitada por el fiscal, hacen presumir que en caso de
obtener la libertad intentará burlar la acción de la justicia, razón por la cual
debe revocarse la resolución impugnada, puesto que la interpretación
efectuada por el a quo del art. 1° de la ley 24.390 ha sido incompatible con
la jurisprudencia elaborada por la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos y la establecida por esta Corte en la causa "Firmenich" (Fallos:
310:1476).

Por ello, se rechaza la inconstitucionalidad del art. 1° de la ley 24.390 y se


revoca la resolución impugnada. Hágase saber y vuelva al tribunal de origen
para que se dicte nuevo fallo con arreglo a derecho. Agréguese la queja al
principal. - JULIO S. NAZARENO. - EDUARDO MOLINÉ O'CONNOR. -
CARLOS S. FAYT (EN DISIDENCIA). - AUGUSTO C. BELLUSCIO
(EN DISIDENCIA). - ANTONIO BOGGIANO. - GUILLERMO A. F.
LÓPEZ. - GUSTAVO A. BOSSERT (EN DISIDENCIA). - ADOLFO R.
VÁZQUEZ.

Disidencia de los doctores Fayt, Belluscio y Bossert.


27
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

Considerando: Que el recurso extraordinario cuya denegación motiva esta


queja no se dirige contra una sentencia definitiva o equiparable a tal (art. 14,
ley 48).

Por ello, se rechaza la queja. Notifíquese, devuélvanse los autos principales.


- CARLOS S. FAYT. - AUGUSTO C. BELLUSCIO. - GUSTAVO A.
BOSSERT.”

2.b. Guía de lectura.

1. ¿Por qué resulta procedente el Recurso Extraordinario Federal?


¿Estamos en presencia de una sentencia definitiva o equiparable a
tal? ¿Qué resuelve al respecto el voto de la disidencia?
2. ¿Qué alcance le reconoce la Corte Suprema de Justicia de la Nación
a las opiniones consultivas de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos?
3. Pese a que en el presente Fallo la Corte Suprema considera que
aplica la doctrina emanada de Giroldi, ¿estamos en presencia de
pronunciamientos provenientes del mismo órgano de la Convención
Americana?
4. ¿Qué norma pretende reglamentar la Ley 24.390? ¿Cuál es el fin que
tuvo en miras dicha Ley? ¿Vulnera tal reglamentación lo establecido
por el artículo 7° inciso 5° de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos? ¿Es un plazo razonable el que estipula la Ley?
¿La Convención define un plazo específico? ¿Cuál es el elemento
que determina la razonabilidad del plazo a estipular?
5. Si la Corte Suprema rechaza la inconstitucionalidad del artículo 1°
de la Ley 24.390, ¿cuál es la norma o acto que resulta
inconstitucional?, ¿por qué?, en definitiva ¿qué es lo que declara
inconstitucional la Corte Suprema?
6. Tanto en los primeros considerandos del voto mayoritario como en
los últimos, encontramos elementos que nos permiten detectar la
pauta interpretativa que utiliza la Corte Suprema de Justicia de la
Nación para aplicar las normas necesarias en la resolución del caso.
Intente efectuar una definición de dicha pauta interpretativa.

3. CANTOS, JOSÉ MARÍA. FALLOS : . CORTE SUPREMA, 21/08/2003.

3.a. Fallo.

“Buenos Aires, agosto 21 de 2003.

Considerando: 1. Que se inician estas actuaciones con motivo de la


28

CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA Nº 3

presentación efectuada por el Procurador del Tesoro de la Nación, a fin de


que este Tribunal instrumente el cumplimiento de la sentencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos del 28 de septiembre de 2002 en el
caso "Cantos" (La Ley, 1997-F, 567).

2. Que en dicho pronunciamiento, en cuanto al caso concierne, se decidió


que el Estado Argentino violó el derecho de acceso a la justicia consagrado
en los arts. 8.1. y 25 en relación con el art. 1.1. de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos y se decidió que: "1. El Estado debe abstenerse de
cobrar al señor José María Cantos la tasa de justicia y la multa por falta de
pago oportuno de la misma; 2. El Estado debe fijar en un monto razonable
los honorarios regulados en el caso C. 1099 de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación Argentina...; 3. El Estado debe asumir el pago de los
honorarios y costas correspondientes a todos los peritos y abogados del
Estado y de la Provincia de Santiago del Estero, bajo las condiciones
establecidas en el punto anterior; 4. El Estado debe levantar los embargos, la
inhibición general y demás medidas que hayan sido decretadas sobre los
bienes y las actividades comerciales del señor José María Cantos, para
garantizar el pago de la tasa de justicia y de los honorarios regulados".

3. Que la petición efectuada por el señor Procurador del Tesoro de la Nación


no puede ser atendida por este Tribunal, so riesgo de infringir
ostensiblemente cláusulas de inequívoca raigambre constitucional que
amparan los derechos cuya titularidad corresponde a diversos profesionales
que han intervenido en la causa C. 1099, XX. "Cantos, José María c.
Santiago del Estero, Provincia de y/o Estado Nacional s/cobro de pesos",
con patente y deliberada renuncia de su más alta y trascendente atribución,
para cuyo ejercicio ha sido instituida como titular del Poder Judicial de la
Nación, que es ser el custodio e intérprete final de la Constitución Nacional.

4. Que ello es así, pues la reducción del monto de los honorarios fijados por
este Tribunal a favor de los profesionales intervinientes sin darles siquiera la
posibilidad de resistir una eventual petición del interesado en tal sentido
-que en su caso debiera formularse, como es obvio, en el marco de la
ejecución de la decisión de esta Corte- vulneraría elementales garantías
constitucionales de los así afectados. Ello, por cuanto los profesionales
beneficiarios de esos derechos creditorios no han sido parte en el
procedimiento desarrollado ante la instancia internacional. Por lo demás no
corresponde sustanciar el pedido en estudio fuera de una causa judicial,
confundiendo de este modo la intervención que a la Corte en todo caso
podría corresponderle en orden al gobierno del Poder Judicial de la Nación,
con la que resulta de su competencia originaria en materia judicial.

La primera de las apuntadas circunstancias importaría la violación de


garantías judiciales y del derecho de propiedad, expresamente tuteladas por
la Constitución Nacional (arts. 17 y 18) como por la Convención Americana
29
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

de Derechos Humanos (arts. 8, 21 y 25; Fallos 325:28). Así bajo el ropaje de


dar cumplimiento con una obligación emanada de un tratado con jerarquía
constitucional (art. 63.1, de la Convención), llevaría a la inicua -cuanto
paradójica- situación, de hacer incurrir al Estado Argentino en
responsabilidad internacional por afectar garantías y derechos reconocidos a
los profesionales, precisamente, en el instrumento cuyo acatamiento se
invoca.

La segunda, por su parte -más allá de su improcedencia- no parece


imprescindible. Una decisión como la aquí indicada implicaría asumir que el
Estado Nacional seguirá adelante con la ejecución de la tasa judicial y su
multa no obstante la decisión de la Corte Interamericana; que en el ámbito
de esa ejecución, el ejecutado no podrá esgrimir defensa alguna sobre la
base de la decisión internacional o que, en su caso, ella habrá de ser
desestimada.

Finalmente, debe tenerse en cuenta que ni el Estado Nacional ni la Provincia


de Santiago del Estero requieren de decisión alguna del Tribunal para dar
cumplimiento al pago de los honorarios de los profesionales que los
asistieron en juicio y de los peritos intervinientes.

5. Que en las condiciones expresadas corresponde declinar la intervención


que se requiere.

Por ello se resuelve: Desestimar la presentación efectuada por el Procurador


del Tesoro de la Nación. - CARLOS S. FAYT. - ENRIQUE S.
PETRACCHI (según su voto). - EDUARDO MOLINÉ O'CONNOR. -
ANTONIO BOGGIANO (en disidencia). - GUILLERMO A. F. LÓPEZ
(según su voto). - ADOLFO R. VÁZQUEZ (según su voto). - JUAN C.
MAQUEDA (en disidencia).

Voto de los doctores Petracchi y López:

Considerando: Que se inician estas actuaciones con motivo de la


presentación efectuada por el Procurador del Tesoro de la Nación, a fin de
que este Tribunal instrumente el cumplimiento de la sentencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos del 28 de septiembre de 2002 en el
caso "Cantos".

Que en las circunstancias del caso, esta Corte carece de atribuciones para
modificar pronunciamientos jurisdiccionales amparados por el atributo de
cosa juzgada, por lo que el Poder Ejecutivo de la Nación deberá adoptar las
medidas que, en ámbito de sus competencias, considere apropiadas, o -en
todo caso- tomar la iniciativa que contempla el art. 77 de la Constitución
30

CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA Nº 3

Nacional por ante el Congreso de la Nación, a fin de dar cumplimiento con


la sentencia de la Corte Interamericana.

Por ello, se resuelve: Desestimar la presentación efectuada por el Procurador


del Tesoro de la Nación. - ENRIQUE S. PETRACCHI. - GUILLERMO A.
F. LÓPEZ.

Voto del doctor Vázquez:

Considerando: 1. Que se inician las presentes actuaciones con motivo de la


presentación efectuada por el Procurador del Tesoro de la Nación, a fin de
que este Tribunal instrumente el cumplimiento de la sentencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos del 28 de septiembre de 2002 en el
caso "Cantos".

2. Que en dicho pronunciamiento la Corte Interamericana estableció que


"En cuanto a la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
dictada el 7 de septiembre de 1996, resulta difícil establecer que constituya
per se una infracción a la Convención. Esto ocurriría sólo si dicha sentencia
fuera en sí misma arbitraria. En general, puede decirse que la sentencia debe
ser derivación razonada del derecho vigente, según las circunstancias de
hecho obrantes en la causa. Pero no bastaría que una decisión dejara de
ajustarse a esta regla para que pudiera ser considerada arbitraria. Una
sentencia arbitraria tendría las formas de una sentencia judicial, pero
presentaría vicios de tal gravedad que la descalificarían como acto judicial
válido. En el presente caso, la sentencia de la Corte Suprema de Justicia
argentina se funda en las normas sobre validez y nulidad de los actos
jurídicos, principalmente en el análisis del convenio suscripto en 1982 y en
la prescripción liberatoria que debe aplicarse en razón de la invalidez de
aquél. A criterio de esta Corte, ese acto no puede ser considerado como una
sentencia arbitraria" (párrafo 63).

3. Que sin perjuicio de lo antedicho, la Corte Interamericana observó que la


aplicación al caso de la ley de tasa de justicia (23.898) y de honorarios
profesionales (21.839 y 24.432) condujeron a que se pretendiera cobrar al
actor -vencido en el expediente tramitado en sede de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación-, una vez terminado el juicio, sumas económicas que
calificó como exorbitantes, y en esa línea de ideas decidió que el Estado
Argentino había violado el derecho de acceso a la justicia consagrado en los
arts. 8.1. y 25 en relación con el art. 1.1. de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos y dispuso que: "1. El Estado debe abstenerse de cobrar
al señor José María Cantos la tasa de justicia y la multa por falta de pago
oportuno de la misma; 2. El Estado debe fijar en un monto razonable los
honorarios regulados en el caso c.1099 de la Corte Suprema de Justicia de la
31
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

Nación Argentina ...; 3. El Estado debe asumir el pago de los honorarios y


costas correspondientes a todos los peritos y abogados del Estado y de la
Provincia de Santiago del Estero, bajo las condiciones establecidas en el
punto anterior; 4. El Estado debe levantar los embargos, la inhibición
general y demás medidas que hayan sido decretadas sobre los bienes y las
actividades comerciales del señor José María Cantos, para garantizar el pago
de la tasa de justicia y de los honorarios regulados".

4. Que esta Corte ha sostenido de manera reiterada (Fallos: 319:1389 y


2805, entre muchísimos otros, votos del juez Vázquez) que del propósito de
afianzar la justicia que se encuentra incorporado al Preámbulo de la Carta
Magna, resulta la consecuencia de que el servicio de justicia debe ser
irrestricto, por donde a tal carácter "irrestricto" las leyes de fondo y de
forma deben ajustarse, y con mucha más razón la interpretación
jurisprudencial.

Que dicho mandato constitucional tiene una connotación que debe ser
entendida en el sentido más amplio del valor justicia, es decir, como
comprensivo de la justicia conmutativa, distributiva y aun social, así como
de consecuencias lógicas de lo anterior, tales como la garantía de la creación
de un órgano judicial imparcial e independiente que se ocupe de administrar
justicia y de la facultad irrestricta de los individuos de recurrir a ella en base
a un plexo normativo que le brinde suficiente apoyatura.

Que el medio más propicio para asegurar que el servicio de justicia sea
irrestricto para toda y cualquier persona sólo se logra mediante su gratuidad,
cuando menos desde el acceso a él y hasta que el derecho sea decidido; es
decir, hasta el momento en que los jueces se expidan definitivamente en la
causa, dando a cada uno lo suyo. En tal sentido, el principio del acceso a la
jurisdicción sin pago previo alguno, tiene raigambre constitucional, porque
de ese modo se asegura efectivamente a cada persona la posibilidad de
recurrir a los estrados de los tribunales, brindándose, en consecuencia, un
amparo igual para todos en el ejercicio del derecho (confr. Rocco,
"L'Interpreta-zione delle leggi processuali", p. 46, Roma, 1906, citado por
Eduardo Couture, "Protección constitucional de la justicia gratuita en caso
de pobreza", reg. en Estudio de Derecho Procesal Civil, t. I, "La
Constitución y el proceso civil", p. 113, N° 3, texto y nota N° 3, Buenos
Aires, 1948).

Que lo desarrollado no es sino la necesaria inferencia del único sentido que


el derecho de acceso a la justicia tiene en la Constitución Nacional, tal como
lo idearon los constituyentes de 1853, y que fue mantenido en iguales
términos, sin excepciones, en las sucesivas reformas constitucionales
(particularmente en la de 1994 mediante la adopción -con jerarquía
constitucional- de diversos pactos y tratados internacionales que se refieren
a la materia), es decir, como un derecho ejercible con prescindencia de
32

CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA Nº 3

restricciones de tipo monetario, operativo por sí mismo; y ello con el


elevado fin de que la seguridad jurídica y el estado de derecho no se
conviertan en ilusorios.

5. Que la protección constitucional mencionada implica, a su vez, que el


justiciable en caso de resultar vencido, está obligado a oblar la tasa, pues el
hecho de prevalerse de una garantía constitucional incondicionada, no puede
ser óbice para burlar la ley que lo ha establecido y que, a no dudarlo, tiende
a resarcir a la comunidad los gastos irrogados por un obrar no ajustado a
derecho desalentando la utilización indebida del acceso a la justicia, sea
mediante demandas, recursos, quejas por denegación de recursos, etc.,
penalizando pecuniariamente a quien peticionó sin derecho poniendo en
marcha una instancia judicial -con su consiguiente costo para el erario
público- y dilatando en el tiempo, si ese fuera el caso, el cumplimiento de su
obligación.

De lo expuesto hasta aquí no debe inferirse que deba tenerse por letra
muerta las diversas normas que imponen la obligación a abonar tasas de
justicia o depósitos, sino que solamente implica que, en caso de no haberse
efectuado, esta Corte debe igualmente examinar los planteos traídos a su
conocimiento, y si los desestimare, y el obligado no pagare o garantizare el
mismo, previa intimación para su cancelación bajo apercibimiento de ley, se
proceda a su ejecución por vía de apremio. Todo sin perjuicio de cualquier
acción que pudiera eventualmente corresponder, incluso la concursal del
obligado.

6. Que ello es lo que aconteció en el caso habida cuenta de que esta Corte
analizó, trató y resolvió todos y cada uno de los planteos articulados por el
señor José María Cantos en forma principal o incidental, sin obligarlo
previamente a satisfacer la tasa de justicia y aun cuando el beneficio de
litigar sin gastos ensayado por el actor había sido rechazado.

7. Que la petición efectuada por el Señor Procurador del Tesoro de la


Nación no puede ser atendida por este Tribunal, so riesgo de infringir
ostensiblemente cláusulas de inequívoca raigambre constitucional que
amparan los derechos cuya titularidad corresponde a diversos profesionales
que han actuado en la causa C.1099.XX. "Cantos, José María c. Santiago del
Estero, Provincia de y/o Estado Nacional s/cobro de pesos", con patente y
deliberada renuncia a su más alta y trascendente atribución, para cuyo
ejercicio ha sido instituida como titular del Poder Judicial de la Nación, que
es ser el custodio e intérprete final de la Constitución Nacional.

8. Que ello es así, pues la reducción del monto de los honorarios fijados por
esta Corte en favor de los profesionales intervinientes -mediante
pronunciamientos pasados en autoridad de cosa juzgada- sin darles siquiera
la posibilidad de resistir una eventual petición del interesado en tal sentido
33
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

-que en su caso debiera formularse, como es obvio, en el marco de la


ejecución de la sentencia de esta Corte- vulneraría elementales garantías
constitucionales de los así afectados. Ello, por cuanto los profesionales
beneficiarios de esos derechos no han sido parte en el procedimiento
desarrollado ante la instancia internacional, de manera que toda restricción
de tales acreencias afectaría de modo directo e inmediato garantías
judiciales y el derecho de propiedad que tutelan expresamente tanto nuestra
Constitución Nacional (arts. 17 y 18) cuanto la Convención (arts. 8, 21 y 25;
Fallos: 325:28).

De ahí pues, que la instrumentación postulada por el peticionario bajo el


ropaje de dar cumplimiento con una obligación emanada de un tratado con
jerarquía constitucional (art. 36.1. de la Convención), llevaría a la inicua
-cuanto paradójica- situación de hacer incurrir al Estado Argentino en
responsabilidad internacional por afectar garantías y derechos
constitucionales reconocidos a los profesionales, precisamente, en el
instrumento cuyo acatamiento se invoca.

9. Que por las consideraciones mencionadas corresponde declinar la


intervención que se requiere.

Por ello, se resuelve: Desestimar la presentación efectuada por el señor


Procurador del Tesoro de la Nación. - ADOLFO R. VÁZQUEZ.

Disidencia del señor doctor Boggiano:

Considerando: 1. Que se inician estas actuaciones con motivo del oficio


librado por el Procurador del Tesoro de la Nación en virtud de la sentencia
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos del 28 de noviembre de
2002 en el caso "Cantos", a fin de que este Tribunal instrumente su
cumplimiento.

2. Que en dicho pronunciamiento, en cuanto al caso concierne, se decidió


que el Estado Argentino violó el derecho de acceso a la justicia consagrado
en los arts. 8.1, 25 en relación con el art. 1.1 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos y se decidió que: "1. El Estado debe abstenerse de
cobrar al señor José María Cantos la tasa de justicia y la multa por falta de
pago oportuno de la misma; 2. El Estado debe fijar en un monto razonable
los honorarios regulados en el caso C.1099 de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación Argentina.... 3. El Estado debe asumir el pago de los
honorarios y costas correspondientes a todos los peritos y abogados del
Estado y de la Provincia de Santiago del Estero, bajo las condiciones
establecidas en el punto anterior. 4. El Estado debe levantar los embargos, la
inhibición general y demás medidas que hayan sido decretadas sobre los
34

CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA Nº 3

bienes y las actividades comerciales del señor José María Cantos para
garantizar el pago de la tasa de justicia y de los honorarios regulados".

3. Que, corresponde a esta Corte, como órgano supremo de uno de los


poderes del Gobierno Federal, aplicar en la medida de su jurisdicción, los
tratados internacionales al que el país está vinculado a fin de evitar que la
responsabilidad internacional de la República quede comprometida (Fallos:
318:1269 y sus citas, entre muchos otros).

4. Que tanto de los términos expresos de la Convención Americana de


Derechos Humanos como de su contexto se desprende que cuando ese
instrumento convencional ha querido asignar carácter obligatorio a las
decisiones emanadas de sus órganos de aplicación lo hizo en forma
explícita. En este sentido la Convención dispone que cuando la Corte
Interamericana de Derechos Humanos decida que hubo violación de un
derecho o libertad protegidos en el Pacto dispondrá que se garantice al
lesionado en el goce de su derecho o libertad conculcado. Los Estados parte
en la Convención se comprometen a cumplir la decisión de la Corte en todo
caso en que sean partes -art. 68.1- (Fallos: 321:3555 voto de los jueces
Boggiano y Bossert).

5. Que, en consecuencia, corresponde que la Administración Federal de


Ingresos Públicos se abstenga de ejecutar la tasa de justicia y la
correspondiente multa por falta de pago, y que el Estado Nacional asuma el
pago de los honorarios de los peritos y profesionales que representaron a los
demandados, lo que así se declara.

6. Que, que en cambio, en lo atinente a la reducción de los emolumentos y


al levantamiento de embargos y otras medidas adoptadas corresponde dar
traslado a los profesionales interesados que no fueron parte en el
procedimiento en la instancia internacional. De otro modo se afectarían sus
garantías judiciales y el derecho de propiedad que la Convención tutela
expresamente (arts. 8, 21 y 25), pues pese a los términos en que está
redactada la sentencia de la Corte Interamericana, corresponde indagar su
verdadero sentido, ya que no es dable suponer que ésta, como garante final
de los derechos que el Pacto reconoce, consagre semejante menoscabo a
ellos. De estar a los términos literales de la sentencia se produciría un
detrimento que a su vez haría incurrir al Estado Argentino en
responsabilidad internacional, hipótesis ésta que cabe aventar. En efecto,
sería incongruente reparar una lesión en los términos del art. 63.1 de la
Convención causando otra a terceros. Esto sencillamente importaría una
violación al Pacto.

Por ello se resuelve: 1) Declarar que el Estado Nacional debe abstenerse de


perseguir el cobro de la tasa de justicia y la correspondiente multa y asumir
el pago de los honorarios de los peritos y profesionales que representaron a
35
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

los demandados. 2) Dar traslado a los profesionales interesados a los fines


precedentemente señalados. 3)Hágase saber al Procurador del Tesoro. -
ANTONIO BOGGIANO.

Disidencia del doctor Maqueda:

Considerando: 1) Que se inician estas actuaciones con motivo del oficio


librado por el Procurador del Tesoro de la Nación en virtud de la sentencia
dictada el 28 de noviembre de 2002 por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos en el caso Cantos (sentencia CDH-11.636).

2) Que según surge de dicho oficio y de las constancias con él acompañadas


resulta que la Corte Interamericana resolvió que el Estado argentino:

1. Debe de abstenerse de cobrar a José María Cantos la tasa de justicia y la


multa por falta de pago oportuno de la misma.

2. Debe fijar en un monto razonable los honorarios regulados en el caso C-


1099 de este Tribunal, en los términos de los párrafos 70.b. y 74 de la
sentencia.

3. Debe asumir el pago de los honorarios y costas correspondientes a todos


los peritos y abogados del Estado y de la Provincia de Santiago del Estero,
bajo las condiciones establecidas en el punto anterior; y

4. Debe levantar los embargos, la inhibición general y demás medidas que


hayan sido decretadas sobre los bienes y las actividades comerciales del
señor José María Cantos para garantizar el pago de la tasa de justicia y de
los honorarios regulados.

3) Que la Corte Interamericana de Derechos Humanos dispuso en el capítulo


IX de la sentencia citada que el Estado debe rendir a ese tribunal un informe
cada seis meses sobre las medidas tomadas para dar cumplimiento a aquélla,
el que será valorado por ese Tribunal. El Procurador del Tesoro sostiene que
de ello se desprende que las medidas solicitadas deberán ser adoptadas y
arbitradas por el Alto Tribunal de la República que entendió en la causa C
1099 .

4) Que los fallos dictados por la Corte Interamericana de Derechos


Humanos tienen el carácter de definitivos e inapelables (art. 67, Convención
Americana sobre Derechos Humanos) sin que resulte de las actuaciones
remitidas por el Procurador del Tesoro de la Nación que el Estado Nacional
haya pedido la interpretación acerca de los alcances de lo decidido en el
pronunciamiento CDH -11.636.
36

CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA Nº 3

5) Que el art. 68.1 de la misma Convención establece que los Estados se


comprometen a cumplir con la decisión de la Corte (conf. Fallos 321:3555,
considerando 9°) y es en el marco de ese proceso de ejecución de una
sentencia que se ha pedido la intervención de esta Corte para remediar los
supuestos derechos afectados a raíz del fallo dictado por el Tribunal en la
causa C. 1099 L. XX, "Cantos, José María c. Santiago del Estero, Provincia
de y/o Estado Nacional s/cobro de pesos".

6) Que esta Corte ha reconocido que los tribunales locales deben adoptar las
medidas necesarias para evitar que el Estado incurra en responsabilidad por
incumplimiento de un tratado (Fallos: 315:1492; 316:1669; 317:1282). A la
luz de esa interpretación corresponde, además, tener en cuenta la
importancia de las decisiones de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos dentro del marco del nuevo ordenamiento institucional que resulta
de la Reforma Constitucional del año 1994 que ha conferido jerarquía
constitucional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos (conf.
art. 75, inc. 22, Constitución Nacional).

7) Que, asimismo, corresponde a esta Corte velar porque la buena fe que


rige la actuación del Estado Nacional en el orden internacional para el fiel
cumplimiento de las obligaciones emanadas de los tratados y de otras
fuentes del derecho internacional no se vea afectada a causa de actos u
omisiones de sus órganos internos (Fallos: 315:1492, consid. 19 "in fine" y
318:373, consid. 4°). Esos deberes se extienden a todos los jueces aun ante
la inexistencia de reglamentación legislativa indicativa del curso judicial a
seguir frente a informes o recomendaciones emanadas de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos en cuanto están obligados a atender a
su contenido con el fin de procurar la protección de los derechos humanos
involucrados, pues en esta materia aquélla no es requisito indispensable
(Fallos: 321:3555, voto de los doctores Boggiano y Bossert, considerandos
15 y 16). Tales criterios resultan de plena aplicación en el presente caso
tanto más si se tiene en cuenta que no se trata de una recomendación de
dicha Comisión, sino de una sentencia dictada en términos inequívocos por
la Corte Interamericana con el alcance indicado en el considerando 4° de
este pronunciamiento.

8) Que la remoción de tales obstáculos corresponde a esta Corte tanto en lo


que se refiere a la disposición para que el Estado se abstenga de cobrar la
tasa judicial, la multa respectiva y los honorarios correspondientes como a
la parte dispositiva en cuanto manda adecuar tales honorarios a las pautas
previstas en la sentencia CDH-11.636.

Formular distinciones con un supuesto sustento en la diversa naturaleza de


las cuestiones resueltas y de los sujetos involucrados implica una decisión
sin fundamento suficiente, cuyos efectos conducirían a la instrumentación
de un procedimiento de ejecución parcial de las sentencias de la Corte
37
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

Interamericana de Derechos Humanos, que altera el cumplimiento efectivo


del pronunciamiento, ajeno y, por lo tanto, contrario a la normativa de la
Convención.

En tal sentido, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha entendido


en diversos precedentes, al referirse al concepto de reparación y definir su
alcance, en los términos del art. 63.1, que aquéllas no pueden ser
modificadas o incumplidas por el Estado obligado invocando disposiciones
de su derecho interno (fs.36 - Cap.VIII de la sentencia de la Corte
Interamericana).

9) Que no resulta obstáculo a ello la ausencia de un procedimiento


específico para la ejecución de las sentencias de la Corte respecto de la parte
dispositiva de la sentencia que no prevé carácter indemnizatorio, puesto que
resulta ínsito al espíritu mismo del Tratado -al que la República Argentina
se adhirió y que es parte de la Constitución Nacional en los términos del art.
75, inc. 22- el hecho de que se retiren los obstáculos que afecten tales
derechos humanos.

10) Que, naturalmente, la índole del Tratado en cuestión que tiende a


proteger los derechos humanos y no a los Estados mismos lleva a la
convicción en el sentido de que esta remoción debe producirse de inmediato
y sin demoras que impidan el cumplimiento estricto de la sentencia CDH-
11.636.

11) Que este ha sido, además, el espíritu que emana de la Convención


Constituyente de 1994 en cuanto allí se señaló que lo que se pretendía
establecer "es una política constitucional, cual es la de universalizar los
derechos humanos, reconocer los organismos supranacionales de solución
de conflictos como lo son la CIDH y la Corte Interamericana de Derechos
Humanos y promover opiniones consultivas de la Corte Interamericana,
para que informen sobre el alcance de las normas consagradas en el Pacto,
así como también sobre leyes y disposiciones conforme a sus propias
resoluciones para asegurar que estén en armonía con el Poder Ejecutivo...
La historia nacional y universal ha probado que cuando los Estados
nacionales violan los derechos humanos, esto sólo puede revertirse por la
presencia coactiva de organismos internacionales que aseguren el respeto de
los mismos. Los derechos consagrados internamente se convierten en letra
muerta cuando el Estado nacional decide no cumplirlos" (Convencional
Alicia Oliveira en la 22a. Reunión, 3a. Sesión ordinaria del 2 de agosto de
1994 de la Convención Constituyente de 1994, Diario de Sesiones, t. III,
p.2861).

12) Que por consiguiente, el Estado Nacional debe ajustar las


interpretaciones de las normas respectivas a los criterios establecidos por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos que -en el marco estricto de
38

CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA Nº 3

este caso- ha considerado que el cobro de honorarios profesionales


regulados con base en el monto de la litis, en los términos en que se ha
hecho en este caso particular, impone al actor una carga desmedida y se
transforma, en definitiva, en un elemento obstructor de la efectiva
administración de justicia con afectación de lo dispuesto por los arts. 8 y 25
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (ver considerandos
54 a 56 de la sentencia CDH-11.636).

13) Que, por todo lo expresado, corresponde a este Tribunal adoptar -de
inmediato- las medidas necesarias para asegurar los derechos afectados que
han sido puntualizados en la sentencia de la Corte Interamericana y que,
precisamente, se refieren a la cuantía de los honorarios fijados en la causa C.
1099 L. XX., para adecuarlos a las pautas establecidas en dicho
pronunciamiento. La misma Corte Interamericana ha señalado en la
sentencia en el caso Genie Lacayo -dictada el 29 de enero de 1997- que
habiendo encontrado que se ha producido una violación de los derechos
humanos protegidos por la Convención, los Estados nacionales deben poner
todos los medios a su alcance para asegurar jurídicamente el libre y pleno
ejercicio de los derechos humanos y, como consecuencia de esta obligación,
deben procurar el restablecimiento del derecho conculcado y, en su caso,
subsanar la demora objeto de la violación señalada (considerando 96).

14) Que no resulta obstáculo a lo decidido el hecho de que no hayan


intervenido los letrados en cuyo favor han sido regulados los honorarios
respectivos, porque este Tribunal debe acatar la decisión de la Corte
Interamericana en cuanto a su interpretación de lo decidido en la causa C.
1099, sin que el planteamiento de eventuales hipótesis lleve a una dilación
del Estado Nacional. En tal sentido, resulta una pauta orientadora -de
acuerdo con la referida jurisprudencia de esta Corte- lo decidido por aquel
Tribunal internacional en cuanto ha considerado, en el proceso de ejecución
de sentencia del caso Castillo Páez, que su fallo -de carácter definitivo e
inapelable (art. 67 de la Convención)- debe ser prontamente cumplido por el
Estado en forma íntegra (considerando 5 de la resolución del 27 de
noviembre de 2002).

15) Que -a la luz de lo expresado- el hecho que dio lugar a la sentencia de la


Corte Interamericana de Derechos Humanos no es otro que la sentencia
dictada por este Tribunal el 3 de septiembre de 1996 y por consiguiente
-ante el pedido formulado por el Procurador- corresponde a esa Corte
disponer las medidas pertinentes en el marco de su competencia para
remediarlas sin demora. Es dentro de ese marco que corresponde hacerle
saber al Estado Nacional que deberá adoptar las medidas pertinentes para
que se abstenga de ejecutar la tasa de justicia y la multa por falta de pago y
para que asuma el pago de los honorarios de los peritos y profesionales que
representaron a los demandados. Asimismo, corresponde reducir los
emolumentos de acuerdo con las pautas fijadas por la sentencia de la Corte y
39
SUPREMACÍA CONSTITUCIONAL

ordenar -una vez cumplido- el levantamiento de las medidas cautelares, lo


que se dispondrá una vez notificados los profesionales de los nuevos
emolumentos.

16) Que a partir de la reforma constitucional de 1994, y de acuerdo con lo


dispuesto en el art. 75, inc. 22°, de la norma fundamental, las sentencias de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos pronunciadas en causas en
que el Estado argentino sea parte deben ser cumplidas por los poderes
constituidos en el ámbito de su competencia y, en consecuencia, son
obligatorias para la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Por ello se resuelve: 1) Declarar que el Estado Nacional debe abstenerse de


perseguir el cobro de la tasa de justicia y la correspondiente multa y asumir
el pago de los honorarios de los peritos y profesionales que representaron a
los demandados 2) Disponer la reducción de los honorarios de los
profesionales conforme las pautas y criterios indicados en la sentencia N°
11.636 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y una vez
notificada la resolución correspondiente disponer el levantamiento de las
medidas cautelares dispuestas contra el demandado. - JUAN C.
MAQUEDA.”.

3.b. Guía de lectura.

1. Identifique los votos emitidos en el presente fallo por los Señores


Jueces. ¿Cuántos votos conforman la mayoría resolutiva? ¿Cuántos
votos diferentes en cuanto a sus fundamentos encuentra en la
mayoría resolutiva? ¿Cuántos votos diferentes en cuanto a sus
fundamentos encuentra en la disidencia?
2. ¿Qué resolvió la Corte Interamericana de Derechos Humanos en su
sentencia del 28 de septiembre de 2002 en el caso "Cantos"?
3. ¿Por qué razón considera la Corte Suprema en su voto mayorirtario
que no puede ser atendida la petición efectuada por el Procurador del
Tesoro? ¿Estamos en presencia de una “causa”? ¿Es asimilable la
presentación que efectuara el Señor Procurador a una “causa”?

4. ¿Es solamente una obligación de la Corte Suprema como poder del


Estado nacional dar cumplimiento a las sentencias emanadas de los
órganos internacionales?
5. El voto de los Dres. Petracchi y López concurre a la formación de la
mayoría resolutiva, pero emplea algunos argumentos diferentes a los
utilizados por los Dres. Fayt y Moliné O´Connor. ¿Cuál es el
principio sobre el que hace girar su línea argumental para desestimar
la presentación del Procurador del Tesoro?
40

CUADERNILLO DE JURISPRUDENCIA Nº 3

6. ¿Qué temática resalta el Dr. Vázquez en los fundamentos de su


voto? ¿Utiliza dicha argumentación como eje central de su
resolución?
7. ¿Qué doctrina parece seguir el voto del Dr. Boggiano? ¿Cómo
resuelve la cuestión relacionada con el derecho de los terceros
involucrados?
8. Para el Dr. Maqueda, ¿por qué corresponde a la Corte Suprema
disponer las medidas necesarias en el marco de su competencia para
cumplir con lo resuelto por la Corte Interamericana?
9. ¿Se aparta la Corte Suprema en este Fallo de la doctrina emanada de,
por ejemplo, los Fallos “Giroldi” y “Bramajo” ya estudiados?

3.c. Comentarios.

El Poder Ejecutivo Nacional, mediante el Decreto N° 99/2006 ordenó el


cumplimiento de la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos recaída en el caso "Cantos" CDH 11.636, mediante los siguientes
cursos de acción:

• Instrúyese a la AFIP a fin de que ajuste su obrar al contenido de la


Sentencia Internacional y se abstenga de ejecutar la tasa y la multa
por falta de pago oportuno de la misma.
• Convócase a las partes interesadas a efectos de establecer las bases
para la ejecución de la Sentencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos en lo relativo al pago de los honorarios
regulados en el caso C-1099 de la CSJN en las condiciones indicadas
en la Sentencia de dicho Tribunal.
• Encomiéndase al Ministerio de Justicia y Derechos Humanos la
realización de las gestiones necesarias para la instrumentación de la
convocatoria a que alude el párrafo precedente.

Este Decreto del Poder Ejecutivo confirma lo planteado por la Corte


Suprema en cuanto a que el resto de los Poderes del Estado podían, y
debían, cumplir lo resuelto por la Corte Interamericana.

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