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El espectculo que presentaba la casa de gobierno () era pintoresco y bullicioso; como en un hormiguero la gente, en
su mayora mal trajeada, entraba y sala hablando y gesticulando con fuerza; dirase que esa algaraba era ms propia de
comit en vsperas electorales que de la sede de gobierno. Un ordenanza me condujo a la sala de espera. () All vi yo un
conjunto de personas de las ms distintas cataduras: una mujer de humilde condicin con un chiquillo en los brazos, un
mulato en camiseta, calzado con alpargatas, que fumaba y escupa sin cesar, un seor de edad que pareca funcionario
jubilado, dos jvenes radicales que conversaban con vehemencia de poltica con un criollo medio viejo de tez curtida, al
parecer campesino por su indumentaria y acento.
Carlos Ibarguren: La historia que he vivido. Citado en: Daro Cantn y otros. La democracia constitucional y su crisis. Buenos Aires.
Paids, 1994, pg. 92.
Documento 2: Comentario del historiador Manuel Glvez sobre la Casa de Gobierno durante el primer gobierno de
Yrigoyen
La casa de gobierno ha cambiado de aspecto. Ya no es el lugar fro, casi abandonado, que ha sido hasta ayer. No se vea
antes, en los corredores, ni un alma, fuera de los empleados. Era un templo sin fieles. Ahora es como una mezquita
marroqu, hormigueante de devotos, oliente a multitudes, llena de rumores, de pasiones y de esperanzas. El gobierno de
Hiplito Yrigoyen, lo mismo que el partido radical, es muy viviente. Tiene color y acento radicales.
Manuel Glvez: Vida de Hiplito Yrigoyen Citado en: Felipe Pigna: Los mitos de la historia argentina 3. Buenos Aires. Planeta,
2006, pg. 40.