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Te han mentido? El engao duele. Pero antes de que contraigas los puos,
piensa: Cmo respondi Dios cuando le mentiste?
Pero, Max, eso no es justo! Alguien tiene que pagar por lo que este hombre me
hizo. Estoy de acuerdo. Alguien debe pagar, y Alguien ya lo ha hecho.
No comprendes, Max, este hombre no merece gracia. No merece misericordia.
No es digno de perdn. No digo que lo sea. Pero, lo eres t?
Entonces su seor, enojado, le entreg a los verdugos, hasta que pagase todo lo
que deba (Mateo 18.34).
Los siervos que no perdonan siempre acaban en prisin. Prisiones de ira, culpa y
depresin. Dios no tiene que meternos en la crcel; creamos una propia. Hay
quienes llegan a la muerte llenos de vigor, felices y tranquilos Otros, en
cambio, viven amargados y mueren sin haber probado la felicidad (Job 21.23-
25, VP).
Ah, el apretn gradual del odio. Su dao empieza como una rajadura en el
parabrisas. Gracias a un camin que corra a toda velocidad por una carretera de
grava, mi parabrisas sufri un deterioro.
Aun cuando nunca pude verlo, poda describirlo. Sin duda es un vagabundo
insensible que le es infiel a la esposa, conduce con una decena de cervezas en su
asiento y sube el volumen del televisor tan alto que los vecinos no pueden
dormir. Su descuido bloque mi visin. (Tampoco hizo gran cosa por mi vista
fuera del parabrisas).
La montaa que tienes delante es ya bastante empinada sin el peso del odio en la
espalda. La alternativa ms sabia, la nica alternativa, es que deseches la ira.
Jams te llamarn a que des a nadie ms gracia de la que Dios ya te ha dado.
Durante la Segunda Guerra Mundial un soldado alemn se lanz a un crter de
mortero fuera del camino. All encontr a un enemigo herido. El soldado cado
estaba empapado en sangre y a minutos de la muerte.
Conmovido por la suerte del hombre, el alemn le ofreci agua. Mediante esta
pequea bondad se form un vnculo. El moribundo seal el bolsillo de su
camisa; el alemn sac de all una billetera y de esta unos retratos de familia. Los
sostuvo frente al herido para que este pudiera contemplar a sus seres queridos por
ltima vez.
Con las balas silbando por encima de sus cabezas y la guerra rugiendo a su
alrededor, estos dos enemigos fueron, por unos momentos, amigos.