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OGROS DEL AMOR EVANESCENTE Y PEDERASTIAS CRIMINALES Rusén LARDIN «Pronto vendré el vamnpiro con su cuchillo, y hard contigo picadillo...» ‘Mientras es oigamos cantar, sabemos al menos que estén ahi abajo... Ein M,el vampire de Ditweldorf LACULPA ES DE LOS PADRES Balthus, cuya pincura denotaba un interés notable por las nifias adormiladas sus angeles sofiadores y ens tnismados, como le gustaba llamarlas-, comentaba que en reali dad no crefa baber abandonado nunca su infancia. El artista se referfa asf mismo como pintor religioso y negaba cualquier lectu- rasenstal o erdtica de sus cuadros; las lolitas, decta, no le intere- saban més alld de su calidad de seres puros y sin edad, pero obras como Les Beaus Jours, en que una nifia se mira al espejo en acti- tud remolona y traviesa mientras un hombre de espaldas henchi- 175- ELIA DEL.NIRO wf RUBEN Lanvin das erastea al fondo en el fuego de la chimenea; La victime, un lienzo de amenaza difusa en que una nifia permanece tendida con tun cuchillo en el suelo, o el Retrato de André Derain, en que cl precursor del cubismo se encara con el espectador en actitud doliente y soberbia mientras su modelo dormita a media sonrisa y con las ropas desbarajustadas en segundo plano, no dejan lugar a dudas al disponer una clara interpretacién erdtica. Balthus, efec tivamente, fue un pincor religioso: habia salido de su infancia y ahora la invocaba de lejos ~como objeto de deseo en todo st paganismo. De hecho, parece probable que nunca hubiera disfru {ado realmente esa infancia, edueado en un ambiente refinado, culto y politizado, y encauzado en su profesién desde los diez afios por Rainer Maria Rilke. Pero seria precisamente la discipli- rna y la obsesi6n por su arte lo que le permitiria alcanzar epifanias nostalgicas. Autodidacta y siempre reacio a integrarse en los movimientos artisticos de su contemporaneidad, el pintor fran- és desarrollé un mundo de escenas enigméticas que permite emparentar su obra con la de su tan admirado reverendo Charles Dodgson, més conocido por todos como Lewis Carroll, Sus niffas ensofiadas, tantas veces enfrentadas al espejo 0 demudadas dentro de l (Alice dans le miroir), patecen abocarse al mundo onirico creado por Carroll, de quien Balthus decta haber hereda- do la aficién por las distorsiones del tiempo, los estados interme- dios o completamente desconocidos y los climas alejados de los del mundo. Carroll, certificaba, «haba sabido captar todo lo que hay de intimamente desconocido, mantenido en secreto y pro- fandamente inocente, primiti modo, la nacuraleza real de los nifios».! El caso de Carroll es bien conocido. Soltero y puritano, tras Ja muerte prematura de su madre desarrollé un especial interés por las nifias de entre ocho y catorce afios, para las que inventaba juegos de magia y otros entremeses. De entte todas sus amista- , 1a esencia del angel, en cierto () Vircondelt, Alain (Ed), Balin, Memories Lumen, 2002 176 Los restos de un nauftagio, Retrato de André Derain por Balthus (1936) ie ELDIADEL NINO -ef RUBEN LanoiN des femeninas la més amada fue Alicia Liddell, responsable, a sus diez afios de edad y durante el famoso paseo en barca por el ‘Tamesis, en el verano de 1862, de que Carroll crease el cuuento Las aventuras de Alicia bajo tierra que, afios después, se converti- ria en el clésico que le inmortalizd, Los «defensores» mas reac- cionarios del escritor eluden y niegan cualquier disquisicién voluptuosa, apelando a intenciones de pura evasién ha territorio més emotivo, inocente y radiante del trayecto huma no, aquel que Carroll habrfa deseado no abandonar nunca. Su uso de la infancia fue el mismo que otros datian al alcohol o los opiéceos -a la vex consuelo y razén de su fracaso en el mundo real-, lo que no impide que todavia hoy el psicoanilisis vulgar de Alicia en el pats de las maravillaseneretenga alas nuevas gene- raciones de hermencutas, La singular relacién del reverendo con la mediana de las hermanas Liddell y sus declaraciones en los rnueve voliimenes de su diario que se conocen —los que sus here- deros indultaron de la quema—no dejan lugar a dudas acerca de 'a pedofilia” del matemstico inglés. Mas evidente se hace el gus- to del reprimido reverendo en sus coqueteos con la fotogratia, un medio todavia en ciernes que le supondria el formato ideal para sus intereses escépicos. Siempre con el permiso paterno ¢ incluso invitando a los familiares a estar presentes en las sesio- nes, Carroll se dedicaba a plasmar la belleza de sus amigas en imégenes que las mostraban disfrazadas, vestidas con harapos 0, en ocasiones, completamente desnudas. Su experimentacién con el retrato infantil tras un periodo paisajista, abonatia un terreno casi virgen que luego ararfan autores como el empalago: (2) El céemino provine del griegophila que denocaimerésysimpatta sin connoracisn sexual y de ped, pads nfo, aa vez que de paidea,jacgo, La pede ‘ati fins sy encuentea su etimolla em era amante, amoros, por lo que, Pata entendernos, uilzaremos este dltimo tértino pata referitnos alos adultos ‘ae consuman su pasién, sin juicioimpliito por nuestra pare, y aquéllo spar ‘0s a Ios aficionados edstantes,cautelotos que no proceden al acceso canal -178- Parecidos razonables, La victima (1939-1946) de Balthus, con cuchillo en reposo, y la pequetia Evelyn Hatch forografiada por Lewis Carroll (1879) 179 ELIA DEL NINO #f Rusen Lanvin so Richard Hamilton o la turbadora y barroca Irina Ionesco, con su hija Eva como modelo e inspiracién.? Serge Gainsbourg, André Gide, Charles Chaplin, Errol Flynn, Roland Barthes, Arthur C. Clarke, Gloria Trevi... Han sido muchos los artistas y hombres ilustres que se han dejado fas- cinar por sexos tempranos ¢ inmaduros. Edgar Allan Poe, que sublimé su entendimiento de las mujeres mediante afectadas ~y cosificadas, fetichistas y necréfilas~ creaciones de ficcién, encon ted su gran «amor», alos veinticinco afios, en una nia, su prima Virginia Clemm, una débil mental de trece afios que, casada con el genio, mantendria un cardccer infantil y bobo hasta su muerte por tuberculosis trece afios después. Cortizar calificaba éste como el episodio més misterioso y complejo de la vida del poeta, que de porte melanclico pero elegante y despertador de interés en diversas sefioritas de la época, se entregaba a «una inhibicién sexual de cardcter psiq pasiones en un plano de ensu -0» que quizés le obligaba a «sublimar sus ¢ ideal», Como fuera, siempre gustaremos de rememorar la imagen de Poe abrigando a su nifia, posindole sobre el pecho a sus gatos, Catarina y Plutén, en las crudas noches de invierno. Erika Bornay, en su libro Las hijas de Lilith,’ menciona que el politico y escritor Frangois René de Chateaubriand confesaba haberse sentido «especialmente excitado por una nifia descalza vestida tinicamente con un harapo de entre cuyos desgartones se entrevefan las carnes desnudas y flacas». Igualmente incluye declaraciones del siempre viperino Oscar Wilde sobre Leonard (6) Bra Tonesco, que hoy cuenta tinea y sete, fue Forografiada por su madi hasta que cumpli teceafs, Ia edad que por quérum parece rescindit condicén ainfica. Acti en tialos como Spermule (Charles Marcon, 1974), Ed (quiméricinguilino (Le locaair! The Tenant, Roman Polanski, 1976) 0 Malado locence (Maladolesenza, Piet Giuseppe Murgia, 1977), fue una de as llias mis cnigmaticasyfascinantes dea pantalla, encasllindose en esa Figura por los siglox de os sighs. (4) En Cacedr, Ensayos Arte, 1998, = 180- fa dela lolita encarnado en Eva Lonesco, " 7 1974-1977) fotoprafiada por su madre lina ( = 181- ELDIA DEL WiRO af RUBEN Lanoin Smithers, el editor de Aubrey Beardsley: «Ama las primeras edi ciones, especialmente de mujeres: las nifias pequefias son su asin...» Y unas piginas més alld se reproduce una de las refina das ilustraciones de Beardsley para La balada del barbero, la histo tia de una princesa de trece afios que ser degollada con el cristal roro de un frasco de colonia por el barbero Carrousel, profunda ‘mente perturbado por su frescura juvenil. Es memorable la frase de Polanski, cuando Angelica Huston le sorprendié encamado con Samantha Gailey, de tece afios, en la finca de Jack Nicholson en Mulholland: «Estoy haciendo una sesién de fotos para Vogue». El cineasta no habrfa sido acusado de telaciones sexuales orales y vaginales con una menor, violacién con uso de drogas (le suministré a la nifia unos fuertes sedances para calmar un supuesto ataque de asma), estupro y sodomia, de hhaberse dado su caso en las sociedades helénicas preclésicas 0 en la clisica ateniense, donde la pedofilia era cuestidn pedagégica y de iniciacién. En la Inglaterra victoriana, donde la edad legal para que una joven se iniciara en el sexo eran los doce affos, corria una creencia que apuntaba la curacién de las enfermedades venércas mediando la desfloracién, consentida o violada, de una joven vit- gen. El trdfico de nifias estaba a la orden del dia y docenas de ellas, entre los doce y los quince afios, daban con sus huesos en burdeles de Londres y Bruselas dispuestos y bien surtidos para la causa. Bornay recoge en su libro una anotacién del Diario intimo (1851-1895) de J. y E. Goncourt que es declaracién de un joven inglés: «No se encuentra apenas con qué divertirse en Paris; Lon- dres es infinitamente superior, pues hay una casa «muy bien», la casa de mistress Jenkins, con muchachas de alrededor de trece afios, a las cuales, desde Iuego, se les puede pegar, aunque no tan fuerte como a las mayores». Japén, que hasta 1999 no adopté una ley contra la pedofi- lia prohibiendo cualquier relacién sexual con menores de diecio- cho afios, conoce tun fendmeno sin parangén en otras partes del mundo, En la tradicién de las Hamadas lolicon (el complejo de ~182~ En la peluquerta. Iustracin de Aubrey Beardsley para La balada del barbera(1896) = 183— EL ola oct nino af Ruaen Lanvin lolita) que traen de cabera a los ovatus a través de mangas videos, esculturas en resina y un sinfin de mercbandiing joven. citas postadolescentes -y no tanto-, habituales de centtos comerciales minados de hamburgueseras y karaokes, lucen divi dendos desorbitados en sus cuentas corrientes a partir de lo que ellas llaman con total frivolidad enjo kosai, citas pagadas. Los tuniformes escolares con faldita plisada y calcetines blancos (las rori-chan tachi) no son tépico de los manga, pero gran parte de estas nifias japonesas han desarrollado una moda propia més sofisticada que incluye bronceado occidentalizador y abalorios escandalosos, Son las llamadas hogals (kow-gyary), palabra que parece encontrar su etimologta en how, high, por los insiutos americanos (bigh school), y gal, el uso informal de la fondtea girl Asi, esta suerte de tribu urbana tiene el interés estético, des- eum pano devs exusnament pop porque de la opcién propia, de la independencia y de la celebracién de la polit provncal de Osaka publics esteanuncio en el metro delacudad:en else puede le que ols ej-koaison pros ys expesfca que culguiera de as partesinvolucrada deberd rend cuenta ane ajc po ilar eye vigenes sobre comerco sexu con peas que comprenden desde mulas que no sobrepasan los 10.000 yenes (70 curs asta pena de presiio menor ae Osros nifia-puta,revirtiendo los cédigos del mercado contemporinco del sexo, que viste a las putas de nifias (y no hablamos de feti- chismos especificos) y rasura montes de Venus en una moda ccémoda a veces, cierto, pero cansina en su hegemonia, Las hogals encuentran sus contactos a través de los selekura (Telephone Clubs), cencralitas a las que llaman de forma gratuita para ser conectadas con salarymen, grises hombres maduros de clase media-alta, 0 a partir de las pinku bira o print club, esos diminutos adhesivos de foromatén que muestran leyendas y adoros impresos en una fotografia, en este caso localizados en lugares como cabinas telefénicas yluciendo a la chica en cuestién y su niimero de mévil. La moda del enjo-Rosai tiene rclacién directa con las maf de material pornogritico con prepuiberes. Revistas especializadas ‘como Faro Cawaiisirven de foro alas kogals, que encuentran ahi parte de la parafernalia que las caracteriza. El credo de las kogals rho es otro que sexo, dinero y shopping, pero lo insdliro de todo es aque su actividad no siene nada que ver con la prostitucién, se teata de una moda que los medios secundan y que las nifias, hasta un 2506 segtin estudios del Gobierno Metropolitano de Tokio, con- sideran cuestién prictica y dinero facil. Las més escrupulosas vyenden su ropa interior aromatizada y acompafiada de una foro (incluso en miquinas expendedoras para tal efecto)’, pero la auténtica hoga! suele enorgullecerse de su pertenencia y se cita ¥s yakuza, especializadas en la trata de nifias y con hombres que la acompafian «de tiendas» tarjeta en mano, (6) Feel lamado burw-sera:as chicas compra unas brags, as levan dos co wresdiasy luego ls veaden en un comercio especializado por die veoes su precio. Las braguitas erin embolsada , junto a una anotaci del iempo que han sido teas yen ocasiones una fotografia dela chica, vena mds. menos caras seg Incalidad yl frescura de las humedades. La misma prctica se apica fos wnifor~ mes scalars yaa ropa deportiva, Desprjuiciados en sus etichismos yliberados ‘Tecoartadaseligosas que diferencien Ia pornografa yl seruaidad de otros aspec- tos de la vide corrient, los japonescs tienen incluso un nombre para los wavista- trientor fagaces de bragits yentcpiemas durante el vivir cada dias panchig = 185- ELIA DEL Wino af RUBEN LanoiN Ropa de marca, marroquineria italiana y teléfonos méviles de gama alta son las piezas que causan mayor ansiedad, y la idea es obtener el maximo beneficio a cambio de la minima entrega. Ver sace, Gucci y Louis Vuitton son pues responsables indirectos del auge de las actitudes pedofilas en Japén. Bl asunto es sintomatico de un pafs profundamente ameri- canizado y en el que el crabajo ocupa casi sesenta horas semanales —lo que impide a los padres una tutorfa bésica-, pero, sin centrar- nos en localizaciones concretas, la figura de la niffa que ostenta conductas y seducciones de mujer se da por hecha en todas partes como variacién exética y hasta cindida de las posibilidades de machihembrado, Sobre las causas de esa infancia «avanzada» que represenran las lolitas se ha especulado mucho. La condicién vie- ne definida por la perturbacién romantica y sensual que provoca en los hombres maduros, nada que ver con el tutismo sexual asié- tivo y s{con néyades, nereidas, ondinas y otras divinidades meno- res dela antigitedad griega y romana. No hay depredador sin pre- sa ni Lolita sin Humbert Humbert. Nabokov, que al acufar el ‘érmino establecié el margen para las ninfas entre los nueve y los catorce afios de edad, presentaba en su novela a una nifia estigma- tizada por una madre neurdtica y fracasada en sus relaciones. El asunto de la lolita que convierte el juego de su coqueteria en re cién de poder es equiparable en cierta manera al de las hijas de mujeres maltratadas que suelen embarcarse en telaciones con hombres dominantes, del mismo modo que los pedéfilos de aliento sentimental ~que no zoolégico- encuentran a menudo su causa en trauméticas figuras autoritarias, parentales o educativas. Una infancia disfuncional o simplemente desproporcionada en lo afectivo puede hacer de una nifia un animal erigido temprana- mente en la epromesa» sexual, algo que le garantiza el interés del sexo opuesto y que, en principio, nunca deberia fallarle en la carrera vital. O quiza sea cuestién de hormonas, no vamosa inda- gar ahora en cso, Bl caso es que hace ya mas de cincuenta afios que Nabokov escribié su novela. Algunas cosas han cambiado 186— Ocaos desde entonces, y la tecnologia, la influencia de la moda, la omni- presencia de la publicidad agresiva y las conductas inducidas en que se basan las democracias capitalistas han ampliado el margen de edad de iniciacién para las lolitas, que en definitiva (y sin dni- mo de menospreciar a la lolita natural, que haberla, hayla) son individuos causales que responden a esos mecanismos de control social con la intensidad pertinente a su época. Eline ta acudido docenas de veces al lugar comin de la lolita. Mitos como la Brooke Shields de La pequeria (Pretty Baby, Louis Malle, 1977), la Natalie Portman de El profesional (Léon, Luc Besson, 1994) ola Jodie Foster de Taxi Driver (Martin Scor- sese, 1976), vienen precedidos por la presencia en las pantallas de los afios diez de Lillian Gish o Mary Pickford, y ven su condicién aclamada en el icono de la nifia-prodigio, de la que Shisley Tem- ple es paradigma y Marisol muestra cercana.° El tratamiento més morboso del asunto se encuentra en cinematografias como las italiana y francesa de los afios ee expiants rédigas en el tema con un puftado de actrices-nifia para ¢ as que van de Catherine Spaak a Elodie a y ee sa Ann Savoy a Charlotte Gainsbourg, pasando por Ornella Muti, que Tacs sus quince afios en Sola frente a la violencia (La moglie piit bella, Damiano Damiani, 1971), 0 la aplicada Gloria Guida de La colegiala se enamora (La ragazzina, Maio Imperoli, 1975). En aquellas peliculas, generalmente dramas eréticos 0 celebraciones festivas, la lolita era un objeto para la tragedia de parientes y conocides o un viaje al paraiso infernal de la culpa, lo ‘que serviaa los directores para mostrar unas cuantas escenas de (6) La sensacion de pésdida que Caroll sinti6al ver execera su Alicia de car- ney hueso se repite en el endmeno del nifto-prodigi, que fcilmence degenera en adultos desustanciadosyerigidos en la atcofia,Algunos, como Drew Barrymore, salieon del pozo, otros, como McCauley Culkin, siguen dando pena ao, y los “limos, como Jose, no pueden mis que basar su existenciaadula en To que un dia les hicieron se. -187- __ELDIADELNIO af RUBEN LaRoIN La sensualidad prepiber, Brooke Shiclds, con diez aios, en las polémicas fotos de Garry Gross que el juez Greenfield, del Tribunal Supremo dde Nueva York, descarté catalogar como material pornogrifico, aduciendo que s6lo una me fi que sdk ne perversa podria entendetlo asi (1981) 188 Oanos regodeo sicaliptico que, efectivamente, eran la intencién final Pero, pese a los cratamientos draméticos y embarazosos; la pedo- filia, a diferencia del incesto, no tiene nada de transgresion, se trata de una filia -en gradacién diversa segiin cada individuo~ como puede serlo un fetichismo del pie o un interés desmedido porlas lindulas mamarias. La pedofila, conviene apuntarlo, no es una filiaexcluyente. A uno le pueden gustar las nifias tanto ~0 asi como las mujeres maduras. El término designa una acrac- ‘cién, un deseo o una veneracién, estética o sexual, que no ha de ser censurada sino aflige a la propia sexualidad o lesiona derechos ajenos. Internet, cldo de culivo inmejorable tanto para el acer- camiento depredador como para el coleccionismo (y el pedéfilo suele ser coleccionista), ha matizado la acepcién de a fila hasta la infamia para los ciudadanos que definen su inocuidad y su inopia ‘como enormalidad». Asi, mientras esos hombres y mujeres de bien se refocilan ante su tinica ventana —catédica~ a la realidad, ‘enardecidos con las exhibiciones de menudas estrellas en progra- ‘mas familiares que van de la obscenidad sentimental (Ia inica que rno nos parece saludable) a las mas burdas muestras de kitsch encefilico con infantes prostituidos de por medio, las fuerzas del orden se ocupan en desarticular supuestas organizaciones de pedofilia a escala internacional, como en la cacareada «Operacion Gato de Chesire», en 1998, en la que fueron arrestados mas de doscientos sospechosos que traficaban con imagenes de porno infantil” y que terminé con el suicidio de cuatro implicados, o la iis reciente, en Italia, que tuvo al ruso Andrea Minaev (0 Dimi- (0) Uno dels mis escaloiantes deals legales en cuanto erfico de im genes de porno infanil exel que se referea ls imagenes ata, que tena die Temente contra la libertad de exprsién, Atencos: por aberrante que parca los paladines norteamericanos par a ley y el onéendecaieron en 1996 cstigar m0 vole la cracion y difasin de imdgenes pornogréficas que involucrasen a ninos, Sine también cualquier simulacino recreacin inforsfica generada sin a implica cin de sereshumanos ~ 189 ELIA DEL Nino wf RUBEN LaRDiN, Los prejuicios dena infancia prodigiosa Blayer yel hoy de Joselico =190- Osros tri Ivanov, nunca quedé claro) como protagonista de una serie de ‘videos con los que, la RAI primero y luego las televisiones de nuestro pafs, consiguicron colorear sus telediarios y hacernos reir ‘con sus continuas contradicciones, distorsiones y memeces, pro- pias del periodismo més amarillo que pus rria poco después de que Arcadi Espada, en su famoso libro Raval, Del amor a los nifos, pusiera al descubierto las mentiras acerca del caso de pederastas del barrio del Raval de Barcelona, en {que detenciones, injurias, kilos de material audiovisual falseado y rios de tinta sobre nifios de alquiler, monjas delatoras y demés, se saldaban con una verdad que dejaba en cueros ala histérica pren- sa nacional: todo habfa sido una invencién del inspector jefe del Grupo de Menores de Barcelona. Algo parecido ocurrié con el imaginarse. Eso ocu- caso que incumbié a la secta (en realidad asociacién culeural) Bambini di Satana, un colectivo dé cionista fundado en 1982 por el gay Marco Dimitri. El jolgorio mediético tuvo lugar en Italia en 1996, A falta de prucba alguna, la prensa, los gurtis televisivos y la demencia catdlica, se aiaron en Ia invencién de mil y una sandeces brutales. Todo empezé ‘cuando Elisabetta Dozza, una adolescente de dieciséis afios, dese quilibrada merced a una educacién beata, denuncié a su ex-novio Gennaro Luongo, de veintiocho afios, a Dimitri, de teintay eres, y a Piergiorgio Benora, de veintiuno, por haberla raprado, droga- do y violado en el transcurso de una misa negra. Dimi y su aso- iacién venian siendo un grano en el culo para la comunidad de Bolonia, asi que el periddico 1! Resto del Carlino, el cardenal Gia- como Biffi, el grupo para la investigacién de sectas GRIS y una Nieves Herrero al uso, Lucia Musti, saltaron la liebre hablando de espadas-consolador, conexiones mafiosas, snuff, necrofilia, sacti- ficios rituales y hasta un nifio de ts tun lipia (sic)... El caso acabaria cerrado, con todos los acusados absueltos sin cargos, pero, en el interin, Luther Blissett, el grupo virtual y multicéfalo dedicado a la accién y la creacién para la confusidn, aptoveché para esconder tna calavera en una consig- eieter hedonista y exhibi- fi0s, Federico, violado con -191- EL DIA DEL MIRO af RUBEN LanDiN nay dar la vor a Il Resto di Carlino, que acudié presto al reclamo y desde sus paginas adjudicé los restos hallados a nuevas victimas del diabslico Dimitri. Luther Blissete revels la chanza para escar nio publico de los medios de comunicacién, pero sélo un perid- dico de otra ciudad publicé la verdad... El pedéfilo, en fin, personifica el mal absoluco y su condena interesa como uno de los grandes elementos para la unificacién de pensamiento. Recuérdese la campaita Name and shame que promovis cl tabloide bricénico The Sun, publicando el nombre y Ja fotografia de supuestos pederastas ingleses, y que daria lugar a una histeria colectiva con docenas de inocentes aracados en sus «casas por los justcieros urbanos. La ley coarta movimientos para ‘mantener el orden, pero no ha de definir la moral particular y, al fin al cabo, al igual que el «amor a los nifioss, cambién la desnu- dez esta prohibida en nuestras sociedades. En cualquier caso, dejando de lado circos mediticos y volviendo al tajo, cabe hablar de cierto pigmalionismo en el caricter del pederasta desde el ‘momento en que su objeto de deseo puede ser visto como mate- ria virgen y moldeable, no asf tan claramente en el pedéfilo, que, inyirtiendo lo que en la lolita es prisa por crecer, se entrega a la stegresiOno, Ast al menos se lee desde el psicoanilisis, disciplina ‘que siempre encontré en la infancia las causas de todo fetichismo y desde cuyas acotaciones el escritor Serge André confirma que para los pedéfilos «la infancia no es un momento, una etapa tran: sitoria dela vida, un tiempo destinado esencialmente a terminar- se, sino una especie de estado del ser que hay que restituir en una temporalidad indefinida».” André nos habla del sujeco-nifio, que aunque comparce aspectos del sindrome del peterpanismo que atafie al individuo irresponsable y egoista, define més concreta- ‘mente al que vive en una idea complera de goce y consecucién que, de encararse en el camino del erotismo inexcusable, el que va (6) Fo la conferencia La sgnficacion de a pedafiia en Lausanne el 8 de junio de 1999, Se encuentra en hepi/usersskynecbe/polisindex hen -192- Ocaos ~en filosofia bataillesca— de Dios a Sade, afinaria como un. silbido Ialinea que separa al peddfilo sentimental del pederasta criminal, quien, en confesién demostrativa, legal o clinica, siempre afiema haber sido arrastrado ~violado— por su vietima, LASANTIDAD DEL MAL En la Edad Media, cuando los nifios eran considerados adultos alos cinco afios y pot tanto aptos para cl trabajo, la nefas- ta influencia judeocristiana empez6 a mostrar el amor socrético como pecado infame. Cuando uno habla de seligién se copa, inconsciente 0 estremecido pero de todas, todas, con la Iglesia Catélica; pero la teligién es otra cosa. El trabajo y la prohibicién son esenciales para el hombre en cuanto animal racional, pero la nocién de pecado es cuestién abyecta. En términos fees religidn y erotismo son ambas experiencias extremas. Bataille comparaba el sactificio religioso entendido como transgresion 2 la prohibiciSn de mata, alo que la fiesta, la orga, es al plano eré- tico. El trance del mistico -que le pregunten a Santa Teresa trans- ‘verberada- fue muchas veces trance erdtico. En eso os satanistas, més victimas que verdugos en pro de la paranoia pero, al fin y ‘ cabo, entegados a la sensualidad, se muestran coherentes igual que los cultos vudi, que invocan lo sagrado a partir del sacrificio. Los cat6licos siempre han acusado sintomas de incohe- ‘ncia en su empefio por la desnaturalizaci6n. eign ameouiocitado en el especial pado del boltin apoct- liptico DE! RA V4 DIS! E-dikté, distribuido por el DEPR4V4D8S Institut en el afio 2000, los curas catdlicos en’ EEUU suman 50.000 individuos; de ésos, unos 8.000, 42 por didcesis que representan tun 16,3% del total, se estiman pedsfilos. Las victimas posibles de tun pedéfilo durante una vida serian unos 200 nifios, 8.400 por didcesis. Asi que, sien EE UU se localizan 188 didcess, las victi- = 193- EL bia OeL Wino “af RUBEN LaRDiN mas de curas pedéfilos en Norteamérica podria ascender a 1.579.200 nifios. Las estadisticas suenan alarmantes, més por demagégicas que por otra cosa (ya que otras fuentes independien- tes hablan «tinicamente» de 4.000 curas pedéfilos), pero -ademés de que siempre regocija importunar al clero~ es innegable que la represi6n, la ignorancia, la glorificacién del miedo y la lucha con. «rala naturaleza que ha predicado la Iglesia Catélica han hecho del colectivo sacerdotal uno de los mis sensbilizados por la nifie. No se rata de curas librepensador. mo de la Iglesia demonizé siempre, sino de los individuos mis integrados en su comunidad jerirquik de casos denunciados de abusos pedéfilos en que han incurrido los curas de todo el mundo no es tarea nuestra ni de la justici €s03 alos queel propio absolutis- . Pero incidir en los miles quela Iglesia, amparada en su propio derecho canénico que inclu yecldusulas de silencio, se ha ocupado hasta el momento de encu brir a los implicados y de zanjar componendas previo pago de indemnizaciones a victimas y posterior traslado de didcesis ¢ incluso de pats. El sacerdocio puede interesarnos en su acepcién extitica y supetheroica ~que, por otra parte, casi munca se da-, pero la mencisn catélica aqui nos incumbe exchusivamente por su condicién de burladero, como exaltacién reactiva de la perversién ante una castracién insana y virtual que, por no aguzar, no aguza nilavor El mitico Gilles de Rais, uno de los hombres més exquisitos de su tiempo, fue también uno de los criminales mas brutales de |i Historia, En su clésico La-Bas, Huysmans habla de una vieja vagabunda que habité ese siglo XV, Perrine Martin, que se acerca baa los nifios y los seducfa hasta el bosque, donde unos hombres Jos metian en sacos y los llevaban en presencia del mariscal. Los textos de Ia época cuentan entre setecientas u ochocientas victi- mas en el haber de De Rais, que devastaba regiones enteras en busca de infantes que reclufa en su bodega y requeria durante las noches de especial receptividad espiricual, para ultrajarlos, apun- tillarlos con su daga y desmembrarlos con resolucién. El mariscal 194 fr insuficiencias y errotes, os pido «A todos los que habéis suftide por mis lisculpas y os ruego perdén», El cardenal Bernard Law, influyente lider catélico en Norteamérica y posible papable, se vio obligado a dimitir «en 2002 tras encubrie a docenas de sacerdotes pederastas. =195 EL OIA DEL NINO af RUBEN LanbiNy llegaria a practicar el vampirismo por derivacién Iégica, profi- nando cadaveres y, se cuenta, destripando mujeres encintas para llegar al feto. Huysmans apunta que no existe satanismo maduro sin cura sacrilego, conectando el misticismo que embargaba a De Rais, hambriento de ciencia, poder y riqueza, con el signo de la santidad, siendo el vicio y la virtud elementos para la superacibn de la mediocridad y el alcance de un estado metafisico de con- ciencia, Con el tiempo, De Rais quiso expiar sus pecados hincado de rodillas,solicitando piedad de Dios y suftiendo el llanto fan- tasmal de sus victimas. En su penitencia instituyé una colegiata en honor de los Santos Inocentes y manifest6 el propésito de encerrarse en un claustro para purgar su obscenidad. Huysmans menciona también al cura Benedictus, que tenia trato fntimo con la demonia Armellita, ya cierto abate Guibourg que se enttegaba a rituales en los que se raptaba a un nifio que eta quemado en un horno y cuyas cenizas se mezclaban con la de otro que habia sido degollado. Los tépicos sacrificiales del «camino de la mano inquierda», como se conoce a las doctrinas satanistas en contrapo- ici6n a un posible «camino del bien», no son més que una ver- sién honesta y consecuente de la chanza imbécil de un Dios egofsta que pedia a Abraham que le entregase la vida de su hijo Isa. Mientras nos preguntamos afectados si todavia hoy queda algiin santo varén, cenobita auténtico, humanista y sabio desviri- lizado, que lore por la muerte de todos nosotros en un rincén de sucelda, que ruegue a Dios por nuestra pérdida y nuestro desvio, nos seguiré resultando estimulante exaltar la perversidn desde las filas del arte y la cultura, Llegados a este punto, se da una lectura ‘morbosa en que nos vemos implicados los fetichistas de la muer- te... Fascinados desde nuestra condicién inmadura por el cine de terror, ansiosos de la recreacién del miedo en la ficcién, curiosos de ojear siempre el otro lado de las cosas, me atreverfa a aseverar {que todos los que en algiin momento de nuestra adolescencia nos hemos sentido atraidos por el cine extremado, por el mis dificil ~196- \aROS odavia de la trepanacién, la degollina o el delitio, también de nifios desmontamos algin transistor para ver c6mo detonie pod funcionar aque, Se waa de ver lo que hay dene. Componente sidico no es més que curiosidad en avanzadil = siempre esté abt y hay que canalizarlo como cosa sana y natural. Un aficionado a las lecturas criminales no tiene nada 0 0 mucho- que ver con un perturbado que fantasea con. oan de muse l primero intents comprendery sregodea de forma natural en la fascinacién de nuestras zonas oscuras, el segundo se pide emi sexuaiacion dean deseo nar (ver To gue hay Uencro») que culminard en tragedia. Antes menciondbamos alos cua, eos fats japoests a amada generac tesnoa mista, que viven inmessos en su microcosms de manga, vie juegos, lnernety DVD... Ente 1988 y 1989, Tautoma Miyaza Ki de veimsiete afios y otaku radical, secuest6, torts y asesin a cuatro nifias de entre cuatro y siete afios, Tsutomu quiso hacer sepecticlo desu demenciaenviando alas ftilas de a vievimas fragmentos de huesos, dient y fororalles. Cuando fe dete do, en un caso que conmocioné a la sociedad japonesa, confes hhaberse comido partes de algin cuerpo mientras la prensa se cca ends a il vies de poo ors one de manga que almacenaba el asesino en su casa, Los expe ists tna posible esquzofrenia 0 paranoia y se decantarian por hablar de una personalidad mileiple y de una irrealidad alimentada de ficcién que estallé en la vida corriente ddel otaku, Como apuntaba Dennis Cooper acolacién de su nove- 1a Frisk, en la que lev el asunco as vértce con tn protagonista que sofiaba con matar sin Ilevarlo nunca a cabo, oe noes iste del chico que suefia con Jos mundos de Tolkien».” En el as tein de Mary Shelley, la criatura del doctor Vietor era abatida de © @)Loslibvsde Coops ebosanes de pornogrfs inf y alias de romintios por cert prensa atrevida, fueron descrtos ens exencia por una fr (bl The Guardian a desire fr lve infest carnage.» =197- ELIA DEL NINO af Rusén Lanvin un disparo tras salvar a una nifia caida al rio, Era en ese mom eo ande decidia trasmutar en odio hacia la humanidad ‘odes lorbuenes etimients que os ido alimentando en su bre ire nosotros. Y el ser recién «nacido» que s¢ C tendia civilizado, dejaba paso a la bestia rye re dl todos desde la noche de los tiempos. En el caso de Miyazaki alguien ha hablado de sus manos deformes, que sembraron e trauma que lo llevaria a encerrarse en si mismo hasta el gi sso, Una infancia al digi muchas veces la semill cl eastomno, pero, sin entrar en consideraciones psicologistas Yallanande mucho el diagno, podemos enctorar ave fazones que explicarfan un psicépata:o es un imbécil,o se cree demasiado lino E dos cosas a la ver o, sencillamente, lo que Los ogtos, criaturas fantisticas feroces por feds ia eer ree hombres de los caramels que etin ahi para ser temidos y la narracién de cuyas atrocidades es desde siempre material oso para cualquier mente de sensbilidad morbosa. Uno de ae nos de Scream (Wes Craven, 1996) lamaba que el cine no cre psicépatas, sélo los hace mis creativos, Aquello era una a cia del guionista Kevin Williamson, aunque es cierto ee! Tas historias de los psychos que han basado sus acciones en un mundo ficrico, en una infanciaestanca, resulta hoy fascinante mis allé del duelo. En el extremo opuesto, y por tanto ad a aesa confusion de ealidades que arraeré a Miyazaki a laaberre cin, se encuentra es figura elevada no ya'apersonaje meditco sino a superilang ade eins el pycholler coed ror ciertos sectores de radicalidad casi siempre irefleva come ena de ls pocasindividualidades que se mantiene en la sociedad del Rensaieno tuniformado. Porque, gqué manera hay mas sencilla de mantener Ia individualidad que negarse a la responsabilidad fe crecet?, ;qué manera hay més obvia para la respuesta que «to petlo todos? Hombres del saco son y han sido muchos, pro ti 198 Ocros camente los mas excéntricos, los que sofisticaron su perversién y sransgredieronen sus maneras, han quedado para el recuerdo de la literatura siniestra Sujetos como el mencionado Gilles de Rais cuvieron su rele- vo en el siglo Xx en un pufiado de energiimenos que también pasarian a la Historia ~y a la ficeién~ por sus erimenes contra Ia Infancia. Fritz Haarmann, el ogro de Hannover, que viol6, estrangul6 y descuartiz6 a unos cuarenta nifios entre 1918 y 1924, solfa arrancar parte del cuello de sus victimas de un boca~ dlo, para luego deshacerse de os cuerpos quemandolos,repartié ddolos por la ciudad y vendiendo para el consumo los restos de catne aprovechable, Su rlato ha sido llevado al cine al menos en dos ocasiones: en El estrangulador de Viena (Lo strangolatore di Viena, Guido Zurli, 1971), que incide en la parte comercial y risible del asunto, y en La zernura de los lobos (Die zartlichkeit det swoelfe; Ulli Lommel, 1973), que se centraba mas en sus aspectos vadicos, Mis recordado por todos seria st colega Peter Kurten, en parte gracias a las declaraciones que harfa al médico psiquiatra Karl Berg, que tepresentarian uno de los primeros documentos para el estudio del cerebro del psychokiler, pero principalmente gracias ala pelicula de Fritz Lang, queen cierta manera inaugura- ba el cine de psicépatas, M, El vampiro de Dusseldorf estrenada en 1931, el mismo ato en que la cabeza del asesino caia bajo gui- Hlocina, A Kurten, que se fingié ciudadano respetable incluso para su esposa pese a que arastraba un largo historil de deltos se le adjudican entre treinta y sesenta muertes ~aungue s6lo nueve serfan probadas-, muchas de ellas de nifias de entre cinco y ocho afios. ‘Andrei Romanovich Chikatilo, el caricero de Rostov, no mostré ninguna originalidad en sus crimenes, pero tiene Ia parti- ‘calaridad de ser el primer psychokillercélebre de la Rusia sovigti-

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