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Puede ser que mientras Jess caminaba alrededor del estanque de Betesda,
alguien le sealara al hombre paralitico de esta historia como un caso crnico y
digno de compasin
Para Jess, adorar con su pueblo no era una obligacin sino un placer. El
placer de adorar con los suyos.
No tena nadie que lo ayudara a entrar, y Jess siempre fue el amigo de los
que no tenan amigos, y aquel que ayuda a quien carece de ayuda terrena.
El poder de Dios nunca prescinde del esfuerzo del hombre. Ningn hombre
puede apoltronar, relajarse, y esperar que suceda un milagro. No hay nada
ms cierto que el hacho de que debemos tomar conciencia de nuestro
desamparo; pero en un sentido muy real, tambin es cierto que el milagro
sucede cuando nuestra voluntad y el poder de Dios cooperan para hacerlo
posible.
(4) Aqu tenemos el camino para lograr lo que nos proponemos. Hay tantas
cosas en este mundo que nos vencen, nos derrotan y se apoderan de
nosotros