Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
y psicoterapia
André Sassenfeld J.
Desde hace varios siglos, la cultura y las sociedades del mundo occidental
han estado atravesando profundas y numerosas transformaciones.
Partiendo por el advenimiento del racionalismo y la visión científica de la
realidad como formas predominantes de apercibir al ser humano y la
naturaleza que lo rodea, pasando por la supuesta muerte de Dios
proclamada por el filósofo alemán Friedrich Nietzsche y llegando hasta los
diversos beneficios y las diversas desventajas ligadas al impresionante
desarrollo tecnológico del cual hemos sido testigos, estos cambios han
dado lugar a una situación sociocultural y humana que no tiene
antecedentes en la historia de la humanidad.
Vivimos, cada vez más, en medio de un mundo de crecientes
posibilidades. La sofocante diversidad de conocimientos, actividades,
identidades, pensamientos, sentimientos y sensaciones que se encuentra a
nuestro alcance ya es demasiado amplia como para ser aprehendida por
un único individuo y sigue multiplicándose a un ritmo vertiginoso. Una
gran cantidad de barreras y limitaciones sociales e individuales han ido
siendo derribadas de manera progresiva y, para bien o para mal, este
proceso nos ha ido mostrando que, mientras no deja de ser cierto que
existen algunas barreras que parecen ser infranqueables como la
inevitabilidad de la muerte biológica, muchas otras limitaciones nos las
hemos impuesto a nosotros mismos de modo más o menos consciente.
El transcurrir de la historia, junto a la evolución sociocultural y el
desarrollo de la consciencia que lo han acompañado y, en parte,
constituido (Combs, 1996; Müller, 1999; Neumann, 1949; Wilber, 1980,
1981, 1995, 1996, 1997a), nos ha permitido comenzar a objetivar, en
alguna medida, nuestro propio funcionamiento psicológico individual y
colectivo. En el acto, nos ha ofrecido la oportunidad de ir creando
condiciones sociales y culturales cada vez más acordes con nuestra
renovada comprensión de nosotros mismos y de las diferentes realidades y
los innumerables contextos en los que nos desenvolvemos. Por supuesto,
este proceso, dada su patente e insoslayable complejidad, ha estado
marcado por las dificultades, las contradicciones y la ausencia de un
entendimiento oportuno de la dinámica que le es propia.
Nuestras circunstancias mundiales actuales, caracterizadas por
algunos comentadores convincente y fundamentadamente como crisis
mundial sin precedentes1 (Grof, 1988; Walsh, 1984, 1988; Wulff, 1997),
pueden ser entendidas, de manera alternativa, como resultado final o
como uno de los estadios de este proceso de objetivación y des- o re-
organización que podría conducir, en algún momento, a una nueva
configuración sociocultural menos delicada y más equilibrada. En otras
palabras, la evolución humana bien ha llegado a su fin, bien se encuentra
en una etapa turbulenta de transición que, en caso de ser franqueada con
éxito, dará lugar a una situación social, cultural e individual diferente de
e, hipotéticamente, más satisfactoria, aunque no más exenta de
dificultades, que la presente.
Sobre todo algunos pensadores postmodernos parecen abrazar la
primera perspectiva, mientras que otros teóricos han argumentado a favor
de la segunda (Ferguson, 1980; Neumann, 1949; Reich, 1970; Wilber,
1995, 1996). Desde el punto de vista de la psicología transpersonal, el
psiquiatra norteamericano Roger Walsh (1984) afirma, reconociendo la
naturaleza idealista de esta postura pero suponiendo que las imágenes
idealistas pueden ser de gran ayuda si son empleadas, de manera
oportuna, como fuentes de guía y dirección, que es
hora de que crezcamos, y nosotros mismos hemos creado la situación que
puede obligarnos a hacerlo. Este crecimiento que se nos exige, esta
maduración psicológica, este desarrollo de la consciencia, es una forma de
evolución. [...] Por eso, porque exige mayor desarrollo y maduración de
nuestra parte, nuestra crisis global puede funcionar como un catalizador
de ese proceso evolutivo. [Desde] esta perspectiva, nuestra crisis actual
puede verse no como un desastre sin atenuantes sino como un desafío
evolutivo, no como un tirón hacia la regresión y la extinción, sino como un
empuje a nuevas alturas evolutivas. (p. 166)
2 El destacado sociólogo Peter Berger (1967) añade que “cuando hablamos de símbolos y
de cultura, implicamos que la secularización es algo más que un proceso socio-
estructural. Afecta a la totalidad de la vida cultural e ideológica, y puede observarse en el
declinar de los temas religiosos en las artes, en la filosofía, en la literatura, y sobre todo
en el despertar de la ciencia como una perspectiva respecto al mundo, autónoma y
eminentemente secular” (p. 155).
3 De manera irónica, tomando en consideración que la visión científica de la realidad
4 Por supuesto, las estadísticas mencionadas reflejan, en su mayor parte y dentro de las
posibilidades de representatividad propias de la metodología estadística, la situación
contemporánea de la sociedad norteamericana en particular. Desafortunadamente, las
investigaciones en la misma área, en países europeos y latinoamericanos, han sido más
bien escasas. Utilizamos estos datos, en este contexto, asumiendo que los factores
determinantes de la situación contemporánea que hemos descrito, en alguna medida,
espirituales o la difusión de prácticas de carácter religioso y espiritual
(incluyendo el yoga, la meditación, las artes marciales y otras), ponen el
descubierto una tendencia efectiva hacia el resurgimiento de la religiosidad
y la espiritualidad en las secularizadas y democratizadas sociedades
occidentales contemporáneas. En 1978, el psicoanalista Hans Loewald
había señalado que, en la cultura de Occidente, la dimensión experiencial
de lo sagrado parecía estar tan reprimida como lo estaba la sexualidad en
la época en la que Freud había formulado sus influyentes teorías
psicoanalíticas. Algunos años antes, el psicólogo Frank Haronian se refirió
a una circunstancia similar en un artículo con el elocuente título “La
represión de lo sublime” (1974). En este sentido, siguiendo al psicoanalista
Jeremy Safran (2003), podemos entender este resurgimiento religioso y
espiritual como “un tipo de retorno de lo reprimido” (p. 20).
El resurgimiento religioso-espiritual y su
relación con la psicoterapia
De acuerdo a Rieff (1966) y Lasch (1979), la psicoterapia y el psicoanálisis
son instituciones sociales modernas que han sido creadas con la finalidad
de llenar el vacío cultural dejado por el colapso de las estructuras y los
sistemas tradicionales que proveían a la comunidad de un sentido de
pertenencia y significado. Por otro lado, para Jung (1935, 1945) y para
Rieff (1966), una de las funciones centrales que ejercían estos sistemas
típicamente religiosos era una función terapéutica que consistía en aliviar,
de alguna u otra forma, el sufrimiento de los integrantes de una
comunidad dada.
No nos debe sorprender, por lo tanto, que la psicoterapia, desde sus
inicios como disciplina formal a fines del siglo XIX, en su calidad de
modalidad de tratamiento del sufrimiento psicológico, haya disfrutado de
un acelerado desarrollo como institución social y de una difusión creciente
en las sociedades actuales (Gordon, 1998). Podemos hipotetizar que,
posiblemente, al menos una parte de aquellos individuos que han dejado
de encontrar contención y satisfacción de sus necesidades religiosas o
espirituales en alguno de los derrumbados sistemas tradicionales ha
comenzado a acudir, en busca de esa misma contención y satisfacción, a
las consultas psicoterapéuticas.
Muchos psicoterapeutas y psicoanalistas profesionales, por su parte,
han intentado, durante mucho tiempo, validar sus respectivas disciplinas
frente a los juicios y las críticas de los partidarios de ciencias más “duras”
esto es, ciencias dedicadas a objetos de estudio más fácilmente
investigables por medio del empleo de la metodología científica empírica en
sentido estricto. Su tentativa básica de adscribirse a los principios
están presentes en gran parte de las sociedades que conforman el mundo occidental y
que, en consecuencia, datos estadísticas parecidos pueden ser teóricamente supuestos.
fundacionales de la ciencia, no obstante, les exigió el alejamiento respecto
de la visión religiosa tradicional del mundo, considerada contraria a los
conocimientos científicos acerca de la naturaleza de la realidad, y a la vez
de la posible comprensión y utilización de los beneficios “terapéuticos” de
esta visión.
Esta circunstancia fundamental se vio reflejada, con mucha
claridad, en las teorías psicológicas y psiquiátricas que fueron elaboradas
a lo largo de la mayor parte del siglo XX. En su virtual totalidad, estas
teorías conciben la religión y la espiritualidad, en el mejor de los casos,
como ocurrencias neuróticas o infantiles y, en el peor de los casos, como
productos de procesos psíquicos o neurológicos patológicos (Grof, 1985,
1998, 2000; Lukoff, Lu & Turner, 1996). Quienes se declaraban en
desacuerdo con estas teorías, como el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung
(1938), a menudo eran descalificados como “místicos” o “locos” y excluidos,
de manera activa, de lo que se consideraba “ciencia”.
A pesar de esta situación general y a pesar de sus teorías, los
psicólogos clínicos han debido enfrentar y han empezado a reconocer, en
las últimas décadas, hechos como los siguientes:
(1) referencias directas a la religión se producen en alrededor de un tercio
de todas las sesiones psicoanalíticas (Group for the Advancement of
Psychiatry, 1968)
(2) en una muestra de psicólogos asociados a la American Psychological
Association, el 60% dio a entender que sus pacientes o clientes a menudo
expresan sus experiencias personales en lenguaje religioso y que al menos
uno de cada seis pacientes o clientes presenta al terapeuta cuestiones que
involucran la religión o la espiritualidad (Shafranske & Maloney, 1990a)
(3) de una muestra de 1004 adultos norteamericanos, el 82% afirma creer
en el poder de sanación del acto de rezar, el 73% considera que rezar por
alguien puede contribuir a curar su enfermedad y el 77% cree que, en
ocasiones, Dios interviene para sanar a personas que padecen une
enfermedad grave (Wallis, 1996)
(4) el 4.5% de los pacientes o clientes trae experiencias místicas al
tratamiento (Allman, de la Roche, Elkins & Weathers, 1992)
Por otro lado, la investigación ha desafiado los supuestos de las
teorías psicológicas y psiquiátricas que desvalorizan la religión y la
espiritualidad como ámbitos de la experiencia por derecho propio al
demostrar que
(1) la religión está relacionada con el bienestar del ser humano y provee de
una fuente de significado y propósito en la vida, una circunstancia cuyos
efectos saludables han sido ampliamente documentados (Jones, 1997;
Lukoff, Lu & Turner, 1996); como “proveedor de sentido, propósito y
coherencia, la religión tiene un efecto positivo directo y probado sobre la
salud mental y física, aún controlando factores tales como estado de salud,
clase económica y apoyo social”5 (Jones, 1997, p. ix)
(2) los individuos que han atravesado experiencias místicas obtienen
puntuaciones más bajas en escalas de psicopatología y más altas en
mediciones de bienestar psicológico (Greeley, 1975; Hay & Morisy, 1978;
Kakar, 1991; Lukoff, Lu & Turner, 1996)
(3) un metaanálisis de la relación entre compromiso religioso y salud
mental mostró que ambas variables están correlacionadas positivamente
(Bergin, 1983)
(4) por último, entre el 70 y el 80% de la población estadounidense estuvo
lo suficientemente insatisfecho con los modelos científicos limitados de la
práctica médica actual como para hacer uso de prácticas alternativas de
sanación durante el año de la encuesta (Spilka, Hood & Gorsuch, 1985)
En este contexto, muchos psicoterapeutas han optado por revisar
sus modelos teóricos de la salud mental y del rol potencial que la religión y
la espiritualidad juegan en relación a ella y en relación a la madurez o el
crecimiento psicológico, aunque algunos defensores de ciertas
orientaciones psicoterapéuticas siguen ignorando la evidencia arrojada por
las investigaciones recientes que han sido llevadas a cabo en estas áreas.
En la actualidad, el 29% de los psicoterapeutas se muestra de acuerdo en
que los asuntos religiosos son importantes en el tratamiento de algunos o
de todos sus clientes (Bergin & Jensen, 1990); el 72% de los psicólogos
indica que, en algún momento, ha tratado con asuntos religiosos y
espirituales en el transcurso de un tratamiento psicoterapéutico (Lannert,
1991); el 74% de 409 psicólogos pertenecientes a la American
Psychological Association siente que las cuestiones religiosas y espirituales
son relevantes en su labor profesional (Shafranske & Maloney, 1990a); el
83% de los psicólogos californianos considera que sus creencias religiosas
les ayudan a ser terapeutas efectivos y el 68% de esta muestra afirma que
emplea conceptos y metáforas religiosas en su trabajo clínico (Shafranske
& Malony, 1990b); y, de acuerdo a un estudio realizado en 1998 por los
investigadores Dyer Bilgrave y Robert Deluty, el 72% de los psicólogos
clínicos reconoce que sus creencias religiosas influencian su práctica
psicoterapéutica.
Es de importancia destacar, aquí, que este renovado interés de la
psicología clínica por la religiosidad y la espiritualidad, tal como hemos
intentado mostrar, no ha tenido lugar en un vacío cultural, sino que forma
parte de un fenómeno colectivo mucho más amplio es, en el fondo,
ejemplo y síntoma de un proceso cultural más general. De esta manera,
Referencias
Allman, L., de la Roche, O., Elkins, D. & Weathers, R. (1992).
Psychotherapists´ attitudes towards clientes reporting mystical
experiences. Psychotherapy, 29, 564-569.
Anbeek, C. & de Groot, P. (2002). Buddhism and psychotherapy in the
West: Nishitani and dialectical behavior therapy. En P. Young-
Eisendrath & S. Muramoto (Eds.), Awakening and Insight: Zen
Buddhism and Psychotherapy (pp. 187-204). Sussex: Brunner-
Routledge.
Anderson, R. (1998). Introduction. En W. Braud & R. Anderson (Eds.),
Transpersonal Research Methods for the Social Sciences: Honoring
Human Experience (pp. xix-xxxi). California: Sage.
Beldoch, M. (1972). The therapeutic as narcissist. Salmagundi, 20.
Berger, P. (1967). El dosel sagrado: Para una teoría sociológica de la
religión. Barcelona: Kairós.
Bergin, A. (1983). Religiosity and mental health: A critical re-evaluation
and meta-analysis. Professional Psychology, 14 (14), 170-184.
Bergin, A. & Jensen, J. (1990). Religiosity and psychotherapists: A
national survey. Psychotherapy, 27, 3-7.
Bilgrave, D. & Deluty, R. (1998). Religious beliefs and therapeutic
orientations of clinical and counseling psychologists. Journal for the
Scientific Study of Religion, 37 (2), 329-349.
Combs, A. (1996). The Radiance of Being: Understanding the Grand Integral
Vision, Living the Integral Life. Minnesota: Paragon House.
Cortright, B. (1997). Psychotherapy and Spirit: Theory and Practice in
Transpersonal Psychotherapy. New York: State University of New York
Press.
Cushman, P. (1995). Constructing the Self, Constructing America: A Cultural
History of Psychotherapy. Massachusetts: Addison-Wesley.
Edinger, E. (1972). Ego and Archetype: Individuation and the Religious
Function of the Psyche. Boston: Shambhala.
Ferguson, M. (1980). The Aquarian Conspiracy. Los Angeles: Tarcher.
Ferrer, J. (2002). Revisioning Transpersonal Theory: A Participatory Vision
of Human Spirituality. New York: State University of New York Press.
Filoramo, G. (1998). Religión y modernidad: Los nuevos movimientos
religiosos. En G. Filoramo, M. Massenzio, M. Raveri & P. Scarpi (Eds.),
Historia de las religiones (pp. 409-419). Barcelona: Crítica.
Frankl, V. (1946). Psicoanálisis y existencialismo: De la psicoterapia a la
logoterapia. México: Fondo de Cultura Económica.
Gallup, G. (1982). Adventures in Inmortality: A Look Beyond the Threshold
of Death. New York: McGraw-Hill.
Giovacchini, P. (1975). Psychoanalysis of Character Disorders. New York:
Jason Aronson.
Gordon, R. (1998). Individuation in the age of uncertainty. En I. Alister &
C. Hauke (Eds.), Contemporary Jungian Analysis: Post-Jungian
Perspectives From the Society of Analytical Psychology (pp. 266-274).
London: Routledge.
Greeley, A. (1975). The Sociology of the Paranormal: A Reconnaissance.
California: Sage.
Grof, S. (1985). Psicología transpersonal: Nacimiento, muerte y
trascendencia en psicoterapia. Barcelona: Kairós.
Grof, S. (1988). Introducción. En S. Grof & M. Livingston (Eds.), La
evolución de la consciencia (pp. 7-14). Barcelona: Kairós.
Grof, S. (1998). El juego cósmico: Exploraciones en las fronteras de la
consciencia humana. Barcelona: Kairós.
Grof, S. (2000). Psychology of the Future: Lessons From Modern
Consciousness Research. New York: State University of New York Press.
Group for the Advancement of Psychiatry (1968). The Psychic Function of
Religion in Mental Illness and Health. New York: Autor.
Handy, R. (1984). A Christian America: Protestant Hopes and Historical
Realities. New York: Oxford University Press.
Haronian, F. (1974). The repression of the sublime. Synthesis, 1 (1), 51-62.
Hay, D. & Morisy, A. (1978). Reports of ecstatic, paranormal, or religious
experience in Great Britain and the United States A comparison of
trends. Journal for the Scientific Study of Religion, 17, 255-268.
Jones, J. (1997). Foreword. En C. Spezzano & G. Gargiulo (Eds.), Soul on
the Couch: Spirituality, Religion, and Morality in Contemporary
Psychoanalysis (pp. ix-xi). New Jersey: The Analytic Press.
Jung, C. (1935). Grundsätzliches zur praktischen Psychotherapie. En
C. G. Jung, Praxis der Psychotherapie: Gesammelte Werke, Band 16
(pp. 15-32). Düsseldorf: Walter.
Jung, C. (1938). Psychologie und Religion. En C. Jung, Psychologie und
Religion (pp. 7-111). München: Deutscher Taschenbuch Verlag.
Jung, C. G. (1944). Psicología y alquimia. Buenos Aires: Santiago Rueda
Editor.
Jung, C. G. (1945). Die Psychotherapie in der Gegenwart. En C. G. Jung,
Praxis der Psychotherapie: Gesammelte Werke, Band 16 (pp. 103-118).
Düsseldorf: Walter.
Kakar, S. (1991). The Analyst and the Mystic: Psychoanalytic Reflections on
Religion and Mysticism. Chicago: The University of Chicago Press.
Lannert, J. (1991). Resistance and countertransference issues with
spiritual and religious clients. Journal of Humanistic Psychology, 31 (4),
68-98.
Lasch, C. (1979). La cultura del narcisismo. Santiago de Chile: Andrés
Bello.
Loewald, H. (1978). Psychoanalysis and the Life of the Individual. New
Haven: Yale University Press.
Lukoff, D. (1998). From spiritual emergency to spiritual problem: The
transpersonal roots of the new DSM-IV category. Journal of Humanistic
Psychology, 38 (2), 21-50.
Lukoff, D., Lu, F. & Turner, R. (1996). Diagnosis: A transpersonal clinical
approach to religious and spiritual problems. En B. Scotton, A. Chinen
& J. Battista (Eds.), Textbook of Transpersonal Psychiatry and
Psychology (pp. 231-249). New York: Basic Books.
May, R. (1953). Man´s Search for Himself. New York: W. W. Norton.
Müller, R. (1999). Evolution als Nachvollzug Jean Gebsers Erkenntnisse
über den Weg der Bewutwerdung. En P. Loomans (Ed.), Meditation und
Transpersonale Psychotherapie (pp. 39-60). Petersberg: Verlag Via Nova.
Neumann, E. (1949). Ursprungsgeschichte des Bewutseins. Frankfurt am
Main: Fischer.
Pickering, J. (1997). Foreword. En J. Pickering (Ed.), The Authority of
Experience (pp. vii-xiv). Surrey: Curzon.
Poloma, M. & Gallup, G. (1991). Varieties of Prayer: A Survey Report.
Philadelphia: Trinity Press International.
Reich, C. (1970). The Greening of America. New York: Random.
Rieff, P. (1963). Introduction. En P. Rieff, Freud: Therapy and Technique
(pp. 7-24). New York: Macmillan.
Rieff, P. (1966). The Triumph of the Therapeutic: Uses of Faith After Freud.
Chicago: University of Chicago Press.
Roland, A. (1988). In Search of Self in India and Japan: Toward a Cross-
Cultural Psychology. New Jersey: Princeton University Press.
Rubin, J. (1996). Psychotherapy and Buddhism: Toward an Integration.
New York: Plenum Press.
Rubin, J. (1997). Psychoanalysis is self-centered. En C. Spezzano & G.
Gargiulo (Eds.), Soul on the Couch: Spirituality, Religion, and Morality in
Contemporary Psychoanalysis (pp. 79-108). New Jersey: The Analytic
Press.
Safran, J. (2003). Introduction: Psychoanalysis and Buddhism as cultural
institutions. En J. Safran (Ed.), Psychoanalysis and Buddhism: An
Unfolding Dialogue (pp. 1-34). Boston: Wisdom Publications.
Shafranske, E. & Maloney, H. (1990a). Clinical psychologists´ religious and
spiritual orientations and their practice of psychotherapy.
Psychotherapy, 27, 72-78.
Shafranske, E. & Maloney, H. (1990b). California psychologists´ religiosity
and psychotherapy. Journal of Religion and Health, 29, 219-231.
Spilka, B., Hood, R. & Gorsuch, R. (1985). The Psychology of Religion: An
Empirical Approach. New Jersey: Prentice-Hall.
Visser, F. (2003). Ken Wilber: Thought as Passion. New York: State
University of New York Press.
Wallis, C. (1996). Faith and healing. Time, June 24, pp. 58-62, 64.
Walsh, R. (1984). Seguir vivos: Psicología de la supervivencia humana.
Buenos Aires: Editorial Estaciones.
Walsh, R. (1988). La supervivencia humana: Un análisis psicoevolutivo. En
S. Grof & M. Livingston (Eds.), La evolución de la consciencia (pp. 15-
25). Barcelona: Kairós.
Walsh, R. & Vaughan, F. (1980). El surgimiento de la perspectiva
transpersonal. En R. Walsh & F. Vaughan (Eds.), Más allá del ego:
Textos de psicología transpersonal (pp. 13-27). Barcelona: Kairós.
Walsh, R. & Vaughan, F. (1993). Introducción. En R. Walsh & F. Vaughan
(Eds.), Trascender el ego: La visión transpersonal (pp. 16-32). Barcelona:
Kairós.
Walsh, R. & Vaughan, F. (1996). Comparative models of the person and
psychotherapy. En S. Boorstein (Ed.), Transpersonal Psychotherapy (pp.
15-30). New York: State University of New York Press.
Welwood, J. (2000). Toward a Psychology of Awakening: Buddhism,
Psychotherapy, and the Path of Personal and Spiritual Transformation.
Boston: Shambhala.
Wilber, K. (1980). El proyecto atman: Una visión transpersonal del
desarrollo humano. Barcelona: Kairós.
Wilber, K. (1981). Después del Edén: Una visión transpersonal de la
evolución humana. Barcelona: Kairós.
Wilber, K. (1995). Eros, Kosmos, Logos: Eine Vision an der Schwelle zum
nächsten Jahrtausend. Frankfurt am Main: Wolfgang Krüger Verlag.
Wilber, K. (1996). Breve historia de todas las cosas. Barcelona: Kairós.
Wilber, K. (1997a). The Eye of Spirit: An Integral Vision for a World Gone
Slightly Mad. Boston: Shambhala.
Wilber, K. (1997b). Foreword. En S. Boorstein, Clinical Studies in
Transpersonal Psychotherapy (pp. ix-xiv). New York: State University of
New York Press.
Wilber, K. (2000a). Integral Psychology: Consciousness, Spirit, Psychology,
Therapy. Boston: Shambhala.
Wilber, K. (2000b). A Theory of Everything: An Integral Vision for Business,
Politics, Science, and Spirituality. Boston: Shambhala.
Wulff, D. (1997). Psychology of Religion: Classic and Contemporary (2º ed.).
New Jersey: John Wiley & Sons.
Wuthnow, R. (1978). Peak experiences: Some empirical tests. Journal of
Humanistic Psychology, 18 (3), 59-75.