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El mueco de nieve
rase una vez un (1) en las altas montaas de los Pirineos. Como
haba dejado de (2), despus de varios das de una terrible
(3) todos los nios, ansiosos de libertad, salieron de sus (4) y
empezaron a corretear por la blanca y mullida alfombra recin (5).
Nuria, la hija nica del herrero del pueblo, tomando puados de nieve
con sus manitas hbiles, se entreg a la tarea de moldearla.
--Har un (6) como el hermanito que hubiera deseado tener --se
dijo.
Le sali un niito precioso, redondo, con ojos de (7) y un botn rojo
por boca. La pequea estaba entusiasmada con su obra y convirti al
mueco en su inseparable (8) durante los tristes das de
aquel (9). Le hablaba, le mimaba...
Pero pronto los das empezaron a ser ms largos y los (10) de sol
ms clidos... Y el mueco se fundi sin dejar ms rastro de su
existencia que un (11) de agua con dos carbones y un botn rojo.
La nia (12) con desconsuelo al descubrirlo. Un (13), que
buscaba en el sol tibieza para su invierno, le dijo dulcemente:
--Seca tus lgrimas, bonita, porque acabas de recibir una gran leccin:
ahora ya sabes que no debe ponerse el (14) en las cosas breves
o que desaparecen.
El mueco de nieve
rase una vez un pueblo (1) en las altas montaas de los Pirineos.
Como haba dejado de nevar (2), despus de varios das de una
terrible tormenta (3) todos los nios, ansiosos de libertad, salieron
de sus casas (4) y empezaron a corretear por la blanca y mullida
alfombra recin formada (5).
Nuria, la hija nica del herrero del pueblo, tomando puados de
nieve con sus manitas hbiles, se entreg a la tarea de moldearla.
--Har un mueco (6) como el hermanito que hubiera deseado
tener --se dijo.
Le sali un niito precioso, redondo, con ojos de carbn(7) y un
botn rojo por boca. La pequea estaba entusiasmada con su obra
y convirti al mueco en su inseparable compaero (8) durante los
tristes das de aquel invierno (9). Le hablaba, le mimaba...
Pero pronto los das empezaron a ser ms largos y losrayos (10)
de sol ms clidos... Y el mueco se fundi sin dejar ms rastro de
su existencia que un charco (11) de agua con dos carbones y un
botn rojo. La nia llor (12) con desconsuelo al descubrirlo.
Un viejecito (13), que buscaba en el sol tibieza para su invierno, le
dijo dulcemente:
--Seca tus lgrimas, bonita, porque acabas de recibir una gran
leccin: ahora ya sabes que no debe ponerse elcorazn (14) en
las cosas breves o que desaparecen.
La gratitud de la fiera
La gratitud de la fiera