Sunteți pe pagina 1din 122
ANoam Chomsky se le reconoce mundialmente ‘como uno de los grandes intelectuales y educadores del siglo xx. En La Glededucacion ol ‘gran linglista noreamericano critica duramente nuestro actual sistema de ensefanza, Frente a la idea de que en nuestras escuelas se ensefian los valores democriticos, lo que realmente existe es un modelo colonial de ensesianaa disefiado primordialmente para formar profesores cuya ddimensi6n intelectual quede devakwuda y sea tuida por un complejo de provedimientos y ‘€cnicas; un modelo que impide el pensamiento critico e independiente, que no permite rzonar sobre lo que se oculta tras las explicaciones y que, por ello mismo, fija éstas como las ‘inicas posibles, En este libro, Chomsky nos proporciona excelentes herramientas para desmontar este tipo de ensefianza pensacla para la domesticacién de los ciudadanos, y ‘construir un mundo menos discriminatorio, mis democritico, menos deshumanizado y mas justo, CRITICA PVP & 10008283 ee SMO wwmaustraleditorialcom 884081006625 7 CHOMSKY LA ¥ (DES)EDUCACION Edicién ¢ introduccién de Donaldo Macedo Jonzalo G. Djembé ‘Taduceién EEE ’© 62 Cien por clon libre cia loro y esta, i {No 9 porte a fpreaecn total 0 parcial do eat ovo, Al meorporacon user evorngtic, ni su Vansmistn real fora er cusses, soa Sse ace, Impolrico, pee loca, pox erabacon u otros metodss, fimo pemoo prvoy por eastto dal adie Ls kaccon Gh ea Gerecios mencionasos ode se esretaa do cto (Gora laprpecad nisl ft. 270 sues del Coco Penal. [Ejpan a EERO (Cer Espano de Drectos Reprogtis) s necesita foieeopi oesransa’ agin aqrnonto Se exta obra, ud contctar (bn SE trae deta woe we canteen com (Sper ll one 94 702 7070) 82272 04 47 Flo erga: Gromseyan MsEcueaton (© 200, fretjusiohedin the Unteo States by Rowman & Lies Larham Marfand USA. ‘Alri ore per latrxuccn, Gonzalo G. Demo ileckborachn con Ector Peet, 8. A. Green, 8, 2001 ‘Avra Dre, 662-654, 08004 Bareloa Espa) ihotdor ote Sareea ‘or lanteltxos.com Bono do a colocrién: Compara Nissin dela bert © Srusterstock ‘nora wae en Austak mayo ce 2012 ‘Soyunda rye: mayo de 2013 Tova mean. aver do 2014 opoeto gat 6. 11.748.2012 ISIIN O78 84 c8-00663-3 Frgtuatny encudedo on Barcelona por Black Pint CP, Barodona Pitted in Goan = iyseoo en Espana Blografia Noam Chomsky (1928) se doctoré en lingtistica en la Universidad de Pennsylvania en 1956 y en la actualidad es profesor de esta especialidad en el departamento de Linglistica y Filosofia del Instituto de Tecnologia de Massachusetts. Ha escrito numerosas obras sobre linguistica, flosofia, historia de las ideas y sobre poltica intemacional contemporénea. De entre sus numerosas obras destacan: Los guardianes de la libertad (2000), Actos de agresién (2000), E/ beneficio es fo que cuenta (2001) y El miedo a la democracia (2001), todas elias publicadas por Critica. Prélogo* 1a democracia es fracasado porque hay demasiaca gene que la teme. Craen que el bienestar y la elicidad son tan escasos, que resulta imposible—y qed infesenble— creer en un mundo de personas prbspe- ras bres». Sin embargo, este mudo, con todas sus conradicciones, ‘in puede savarse, un puede renacer; pero no recuriendo al capital, el inerésecondmica, la propiedad y el oro. W.E.B, Du Bois! 1 las sociedades Hamada libres y abiertas, la escuela afronta unas tensiones y paredojas formidables. Por una parte, tiene la responsabi- lidad de ensefar las ventajas del sistema democrético; por otra, es c6m- plice de la hipocresia inherente « las democracias contempordneas, en las ue, segtin Noam Chomsky, el término democracta se refiere a un site sma de gobiemo en el que ciertos elementos de la élite, que se apoyan en Ja comunidad comercial, controlan el estado mediante el dominio de la so- ciedad privada, mientras que la poblacién observa en silencio. Entendida asf, la democracia es un sistema en el que las decisiones son tomadas por Jas élites y ratficadas pablicamente, como sueede en los Estados Unidos. De este modo, la intervencién popular en el establecimiento de la polit Piiblica se considera una seria amenaza».* Por esta razén, los movimientos populares de los afios sesenta y se~ tenta —que se movilizaron para oponerse a la implicacién criminal de Jos Estados Unidos en la guerra de Vietnam, asi como para exigir una mayor proteccién de los derechos civiles y del medio ambiente— repre- sentaron una amenaza real para la clase gobernante. En los EE.UU., este sector social dominante replicé creando la ComisiGn Trilateral, cuyo ob- jetivo era encontrar maneras de evitar que auténticas muchedumbres si- quieran participando, de forma democratica, en el cuestionamiento de la ‘vonducta inmoral de los gobiernos occidentales. En este proceso, la Co- * Quisieraexpresr mi agrodecimiento a Panagiota Gouner, quien me ayudS pacien- lvmente onl elaboraci del manosortoy reali sagaces comentarios ycoatbuciones di- ‘ante I sclecein dels esayos inchs enc presente volumes. 1. W.E,B, Du Bei, Color an democracy: colomes and peace, Keans-Thompson, Milwood (te, 1975, pgs. 99 y 142. 2" Noam Chomsky. On power and ideology, South Eod Press, Boston, 1987, pp. (hay td. case Sobre el poder’ la ideologta, Visor, Madrid, 1989]. 8 La (desjeducacién ‘misi6n Trilateral abandons toda pretensién de que 1a escuela ensefara ‘os valores democrdticos; sus miembros —entre los que se contaba el ex presidente Jimmy Carter— pertenecfan a una élite inferacional de ca- eter mayoritariamente liberal, yresolvieron las mencionadas tensiones ¥ paradojas de Ia escuela «democritica» encargéndoe el adoetrinamien- A rendencioso de los ms jévenes.” Ello ha Hevado @ Chomsky a afir~ nar que Ia ComisiGn Trilateral concebia las escuelas como centros do doctrinamiento, «en tanto que imponen la obediencia, bloquean todo posible pensamiento independiente ¢ interpretan wn papel institucional ‘dentro de un sistema de control y. coerciGn>.* En paralelo a este objetivo de la Trilateral, que buscaba mecanismos para mantener la hegemonia cultural del capitalism, emergi6 una plé- {ora de «comisarios» culturales al estilo soviético (cuya empresa era fi- ranciada en gran medida por fandaciones y comités de expertos con- servadores), Su misién era contener lo que se entendfa como un , Boston Globe, 15 Prélogo 9 incuestionadas), de forma que legitiman la funcién institucional desa- rrollads por ls esculss entro de un sistema de contol y corciGn> El ejemplo més evidente de ello lo he mencionado ya en algunas obras anteriores: se trata del caso de David Spritzer, un estudiante de doce afios de Is Escuela Latina de Boston, a quien se abrié un expe dient dseiplinario por haberse negado a pronuncar el Juramento de Fi- delidad,” que le parecta «una exhortacién hipéerta al. paritismo>, puesto que no existe «libertad y justicia para todos», Para Spritzer, el Jramento pretende unit «a os oprimidos y los opresores. Hay gente 4que lleva coches impresionantes, vive en casas impresionantes y no tie- nen que preocuparse por el dinero, Y Iuego est In gente pobre, que vi- Jeu bao is pel irom al Noir er que todo el mundo esi ue no es ci justicia para todos». ios ama ‘A Spritzer, finalmente, no se le impuso ninguna sanciGn, ree {American Civil Liberties Union) eseribiera una carta a su favor, citan- do un caso judicial de 1943 (Junta Edueatva del Estado de Virginia Oc- teal ona Bare) el quel Cone Supe de sx aval el derecho de un estdiante a no pronunciar el Ju seein pronunciar el Juramento de Fidelidad y En el primer capitulo de est libro, ttulado «ducer para la libertad, Is peguité& Chomskya qué os debs esti doce ce ee detecar la evidente hipocresfa del Juramento,y no sus maestros Y admi- nistradores, que haofan recibido una educacién de nivel muy superior. Para Chomsky, «lo que le sucedi6 a David Spritzer es lo que se espera de las escuclas, que son cenros de adoctrnamiento y obediencia im- puesta, Lejos de favorecer el pensamiento independiente, la escuela, a lo Tengo de la historia, no ha dejado de interpretar un papel institucional dentro de un sistema de control y coereién. Una ver que se te ha educa do, sete ha socializado ya de una manera que respalda las estrocturas de poder que, a su ver, te recompensan generosamente>. En este sentido, como observa acertadamente Edward Said, os maestros son como otros * Pledge of Allegiance: Juramento solecmne de fidelidad a los : : os gue le po wean en eine, arn steno dl sala a bn pone pana W. del t) _ selon sree et Pking es ets one, ovine 10. La (deseducacién «: «dn la escuela / me espulgaron de todas las ides / hasta de- jar el campo limpio»." Dado que nuestra sociedad permite que las cul- ‘uras corporativas reduzcan las metas de la educacién a los requeri- mientos pragméticos del mercado y, por tanto, se forma a los estudian- tes para que sean «trabajadores sunisos, consumidores expectantes y ciudadanos pasivos»," la sociedad se ve forzada a crear estructuras edu- cativas que adormezcan la capacidad critica de los alumnos, con miras a domesticar el orden social y asegurar asi su autopreservacién.’* Con- Secuentemente, cret. patrones educativos que ineluyen «acciones que procuran la domesticacién de la conciencia y su trasformacién en un re~ ipiente vacio. La educacién, dentro de esta préctica cultural dominado- ra, queda restringida a una situciGn en la que el educador, “que sabe", trasfiere un conocimiento preexistente al estudiante, “que no sabe". Cada vez més, 2 medida que la cultura corporativa aumenta su con- trol sobre la escuela, la funcién de los maestros se ve reducida a impo- her euna verdad oficial», predeterminada por «un grupo reducido de personas que analizan, ejecutan, toman las decisiones y mueven los hi- Jos en el sistema politico, econdmico ¢ ideol6gico», Para poder llevar a cabo esta area de educacidn (que, irénicamente, no produce més que ig- norancia), los maestros han de tratar a sus alumnos como vasijas vacias {que se deben rellenar con ideas predeterminadas y, generalmente, des- conectadas de la realidad social que Tos envuelve, asf como de cualquier ln School / Al bouts go combed out / What was ef wa ike fel» J y. «What is poetry)», Houseboat days: 5, Vil wueva 7 Sita en Hah ds: ms, Vig Neve Yk, 977, Sit oe ee aes ate rereal mesrneey Tes nae a ee re cae eee ae Tepper 12 La (desjeducacién valor de igualdad, responsabilidad y democracia. En este sistema del ‘educar para domesticar, que bordea la idiotizacién, se echa en falta el ‘espacio pedag6gico para que los alumnos —como bien indica Chomsky mis adelante— «no [sean considerados] como un simple audltorio, sino ‘como elemento integrante de una comunidad con preocupaciones com- partidas, en la que uno espera poder participar constructivamente». En lugar de ello, se premia al que colabora con su propia idiotizacién, has- ta convertirse en el «llamado “buen estudiante”, que repite lo ofdo, que remuncia al pensamiento critico, que se adecua a Jos modelos que le oftecen [y que] ha de contentarse con recibir contenidos impregnados de tuna ideologia esencial para los intereses del orden sagrado»."* Dentro de este modelo de edueacién domesticadora, por tanto, el ‘mejor estudiante es el que recita religiosamente los esl6ganes fosiliza~ ‘dos del Juramento de Fidelidad; en la escuela sobresale el que, tozuda e inreflexivamente, acepta las grandes mentires, como las que cuenta Tom, Paxton en su cancién What Did You Learn in School Today?: Hijo mio, amor mio, jqué has aprendido hoy en la escuela? Hijo mio, amor mio, ;qué bas aprendido hoy”? —Aprendf que Washingion nunca ha contado una mentira, {que Tos soldados no se mveren casi nunca, 4 que todas las personas son libres. TBso e¢ Jo que he aprendido hoy en Ia escuela, 80 65 Jo que he aprendido hoy. “Apter que los poliias son mis amigos, {que la Justicia no tiene fn, ¥ que ios asesinos pagan sus exfmenes con la muerte, ‘aunque a veces cometamos alin eror. “Aprendi que nuestro gobierno iene que ser poderoso, {que siempre tiene la razn, que no se equivoce: muestros lideres son los mejores, Foret os legos uray ot vez. ‘Aprend! que las guerras no son tan malss, { aprendi cosas sobre las (gueras] més grandes que hemos tenido: hhemos luchado en Francia y en Alemania, {y quiz4 algdn dia llegue mi oportunidad. [Esp e5 Jo que he aprendido hoy en la escuela, 180 e¢ Io gue he aprendido hoy." 1S. rer, Polit of education, pg. 117 {6 Tem Panton, What Did You Learn i School Taday?, Cherry Lane Music Pub, Co, Ine. (ASA), © 1962, Prélogo 13 Afortunadamente, no todos los estudiantes aceptan voluntaria y acrt- ticamente esta pedagogfa de los grandes embustes, sino que algunos son conscientes de «las mentiras que me cont6 mii maestro», por tomar el ti- tulo de un libro de James W. Loewen. Por ejemplo, los profesores de historia intentan promover el compromiso de sus estudiantes usando li+ ‘bros de texto que «tetratan el pasado como si se tratara de un drama mo- ral simplificado: “S$ un buen ciudadano ... Puedes sentirte orgulloso de Jo que has heredado. Sé lo maximo que puedas ser. Después de todo, mira todo lo que han logrado los Estados Unidos”. Esta forma de op- timismo falso, segin Loewen, «puede acabar suponiendo una carga para los estudiantes de color, ls hijos de padres de clase trabajadora, las ni fias que observan la ausencia constante de personajes hist6ricos femeni- ‘nos, 0 los miembros de cualquier otro grupo que no haya consezuido el éxito econémico. No es de extrafiar que los nifios de color estén aliena- ddos».!* En su alienacién, se niegan a aceptar el conocimiento que les ha trasmitido un sistena ideolgico y doctrinal que falsea ta realidad y dis torsiona su imagen, con la esperanza de que los estudiantes se acomo- darén a vivir en la mentira. Es por esta raz6n por lo que un gran time ro de estos estudiartes subordinados planta cara a la educacién doctri- nal, utilizando el recurso de abandonar los estudios. Y es por esta mis- ‘ma raz6n, quiz, por lo que muchos de ellos hacen resonar todavia la fa- mosa cancién de Pink Floyd Another Brick in the Wall («Otro ladrillo en el muro»): «We don’t want no education, / We don’t want no thought control...» Tal como he indicado hasta aqui, la escuela procura man- tener la hegemonia cultural y econémica vigente en las sociedades la- madas abiertas y democriticas, para lo cual recurre a la propagacién de mitos. Segtin afirma Bérbara Flores, los mitos «son persistentes porque no se los euestiona; son convincentes porque ofrecen un retrato simpli- ficado de una realidad compleja; y son antirrealistas, porque disfrazan la verdad». Se sigue, entonces, que la ensefianza de la verdad sin disfra- zar —tal como ha sugerido Chomsky persuasivamente— supone una au- \ntica amenaza para el sistema doctrinal. Un maestro al que se paga 17. James W, Loewen, Lies my teacher told me, The New Press, Nueva Yedk, 1945, i. 3 1S, Loowen Lies my teacher told me, 19, «No queremos educacion / ni con! del pensamicaton; Pink Floyd, Another vik inthe Wali Pink Phya Masic Lid, © 1979, 20, Barbara Flores, Language iverference on influence: toward a thear) for hispanic niga, eis de Bicveatra, Universidad de Arizona, Tucson, 1982, pg. 131 14 La (desjeducacién ppara que proteja el sistema doctrinal e ideol6gico vigemte tendré escaso {interés en ensefiar a sus estudiantes que los Estados Unidos han violado sistemfticamente el Juramento de Fidelidad, desde la legalizacién de la ‘esclavitud y Ia denegacién de los derechos de las mujeres al genocidio ‘easi total de los nativos americanos, pasando por las actuales précticas discriminatorias en contra de las personas que, debido a su raza, etnia 0 ‘Sexo, no son tratadas con Ia dignidad y el tespeto por los que se aboga en el Juramento. ste maestro tampoco tendré alicientes para explicar la Historia de a gente de los Estados Unidos, de Howard Zinn, en la que los estu- diantes. podrian aprender que érase una vez. un comité legislative de ‘Massachusetts, que promulgé una ley para incentivar econmicamente cl asesinato de los indios: «Por cada cabellera de hombre indio que se imate .. cuarenta libras. Por cada cabellera de mujer india, 0 de hombre indio menor de veinte afios ... veintelibras».*' Y tampoco veré la razn de ensefiar a sus estudiantes que ni siquiera Abraham Lincoln, el presi- dente antiesclavista, espaldé plenamente los principios de igualdad, res- peto a la vida, libertad y persecucién de la felicidad, contenidos en Ia Declaracién de Independencia de los Estados Unidos, cuando asevers que «diré, entonces, que no estoy, ni lo he estado jamés, a favor de fo- tmentar de ninguna forma la igualdad social y politica de las razas blan- ca y negra... Yo, al igual que cualquier otto hombre, estoy a favor de mantener Ia posicién superior asignadta a Ia raza blance».* Podriareplicarse, tal vez, que los incidentes citados en el pérrafo an- terior pertenecen a los archivos més polvorientos de nuestra historia temprana, pero no me parece que hayamos aprendido demasiado de es- tos testimonios histéricos peligrosos, vista nuestra propensién a la bar- barie en contra de otros grupos y naciones y en nombre de la democra- cia, No es una simple coincidencia —ni una denominacién accidental- ‘mente ingenua— el que la destruccién de pueblos enteros de Vietnam, ‘que prodyjo una masacre de mujeres, nifios y ancianos, fuera denomi- nada por los Estados Unidos una «operacién de paz». Tampoco es una ‘coincidencia el que Ia invasion de Panamé recibiera el nombre de «. El caso de Turquia no es menos incomprensible, pues ha provocado ‘que «ds de un millén de kurdos huyeran del campo a Diyarbakir, la ca- pital oficial del Kurdisténo, intentando escapar al bombardeo de sus pueblos con aviones estadounidenses. El apoyo de los Estados Unidos a Indonesia, al igual que su complicidad con las matanzas de Timor (Oriental, esté perfectamente documentado y exigira la aplicacién de los ‘mismos principios intemacionales que defienden la «intervencién hu- manitaria», De no ser por la amnesia social y la incapacidad de relacio- nar los diferentes acontecimientos, nos hubiéramos referido, sin duds, @ Ja funciGn desempefiada por Daniel Patrick Moynihan como embajador ante las Naciones Unidas. En su memoria de la invasién de ‘Timor Oriental por parte de Indonesia, ttulada Un lugar peligroso, Moynihan arroja luz sobre su papel como embajador estadounidense ante las Na- cones Unidas: «Los Estacos Unidos querian el resultado que finalmen- te se produjo y se esforzaron en provocario, El Departamento de Estado querfa que las Naciones Unidas demostraran su inutilidad en todas y cada una de sus medidas; esta tarea me fue confiada a mf, ¥ puedo de- ir que la supe Hlevar a término con un éxito nada despreciable».® Moy- nihan afiadi6 que, en tan solo dos meses, habfan muerto alrededor de {60.000 personas, «précticamente la misma proporcién de bajas que su- {rid la UniGn Sovietica durante la segunda guerra mundial». Pero como no se denuncia la relacién que vincula estos sucesos, los Estados Uni- dos han podido seguir proclamando la excelsitud moral de su defensa de las leyes internacionales y la inviolabilidad de las fronteras nacionales, 23. Ckndo en Nosm Chomsty, Towards a new Cold War, Panthoon, Nueva York 1082, pgs. 339-340 hay trac. east: La segunda guerra fla, Ceca, Barcelona, 198). 2A.* Chomsky, La segunda guerra fr — al par que continuaba violando leyes y fronteras a su entero capticho. incapacidad de percibir estas contradicciones tan evidentes es un Ponente clave de la manipulacién ideolbgica, que suele producir una. sarticulacién de los conocimientos adquiridos, alejando asf a tos obs vadores de una comprensién critica y coherente del mundo en el que ven. Esta desarticulacién del conocimiento conlleva la anestesia de conciencia, sin la cual ¢s imposible desarrollar una postura politica cli ‘8, Tal como ha indicado elocuentemente Frei Betto, la percepeién cl 1 de Ia realidad requiere que cada cual trascienda «la concepcién de vida como un simple proceso biol6gico, para llegar a entenderla lun proceso personal y colectivor.* Betto se refirié a esa concepei exrénea como «el tendedero de la informacién»; puede haber colgada 1 una gran cantdad de piezas de informacién, pero no todo el mt es capaz de relacionarlas unas con otras. No es de extraiar, por que las potencias occidentales prestaran un respaldo tan euférico a sintervencién humanitariay de la oTAN en Kosovo, que 4a limpieza émica de los albaneses, pero a la vez fingieran no tenet ticia de las matanzas en Ruanda, Colombia, Turquia y otros paises, Percepeién clara de la realidad politica requerirfa que uno fuera capaz separar y reordenar las piezas, frecuentemente fragmentarias, del ten sero La adquisicién de ta suficiente claridad de ideas exige un alto Nel de claridad poltica, algo que la ideologia dominante intenta elimina Por todos los medios —ya desde la escuela—, y que se adquiere a fie cribar el flujo de informacién y relacionar unas piezas con otras, Jn que se logra una comprensién global de los hechos y su raz6n de Posdemos ver ahora por qué las personas que han sido educadas Jin modelo domesticador, de trasferencia (o incluso imposicién) de imientos, no son capaces de interconectar las piezas y distingui, jemplo, dos dimensiones en la «intervencién humanitarian de la Kosovo: Ia mitica y la objetiva, En parte, ello obedece a que los politicos de tes al cuarto que, como la mayoria de pleno y verdadero de cualquier entidad, debemos analizar las pricticas culturales y politicas que vehiculan nuestro acceso al campo seméntico del mundo y su interaccién con los rasgos seminti- cos de la palabra, Como el significado es, cuando menos, huidizo, tene- ‘mos que basamos en aquellos modelos culturales que son responsables de «nuestros cuentos» y, frecuentemente, «los cuentos con los que 10s engafiamos»." Una ojeada a la tesis de la cintervencién humanitaria» en Kosovo basta para desvelar emo las précticas culturales y politicas no solo moldean, sino que incluso determinan la manipulacién metaférica del lenguaje, facilitada a su vez por imagenes controladas informatica ‘mente y mensajes verbales marcados por «el uso estratégico de un len- {guaje ambiguo que oculta a los telespectadores el alcance real del terror 28, James Gee, The social mind: languages, ideology, and social practices, Bergin & Garvey, South Hadley (hr), 1992, pig. vi 28. ‘Freire y Macedo, Lieracy, pg. 132 30. Freire y Macedo Literary, BIL Gee, The socal mind, pig. Xt eee ee y Tas matanzas» inherentes a esas cintervenciones humanitarias».* Para William Lutz, este lenguaje deliberadamente ambiguo «esquiva la res- ponsabilidad o la imputa a otro, y discrepa de su significado real o pre- tendido. Es un lenguaje que oculta e impide el pensamiento; mas que potenciar el pensamiento, este lenguaje lo limitay.* En esta hicida recopilacién de ensayos, Chomsky no solo urge a todo aquel que anhele una vida mas democratica a que adopte una acti- tud més eritica hacia ef mundo, sino que ademés nos proporciona tiles herramientas para revelar el (des)orden social y, con él, las pricticas hi- pécritas y deshumanizadoras de nuestras «democracias»; ello equivale a “eensefar Ia verdad sobre el mundo y Ja sociedad», Chomsky impele a Jos lectores a adoptar un lenguaje ertico, necesario para desenmascarar ‘una realidad oscurecida y su manipulacién ideolégica, pero también, de ‘acuerdo con lo expresado por Giroux y Freire, promueve una pedagogia de Ia esperanza, por la cual «se invita a los estudiantes a que deseubran por s{ mismos la naturaleza de la democracia y su funcionamiento», En este proceso, los estudiantes abandonan su posicién de meros objetos y se convierten en agentes de Ia historia, a 1a basqueda incesante de la verdad. Segin enfatiza Chomsky enérgicamente, los maestros han de cesar en su complicidad con la educacién tecnocritica que los desinte- lectualiza y hace que «{trabajen] fundamentalmente para reproducir, le~ gitimar y mantener el orden social dominante, que les reporta benefi cio. [Los maestros, por tanto, han de rechazar la tentacién de convertise cen «comisarios culturales», y convertirse en auténticos intelectuales, que sdienen la obligacién de investigar y difundir la verdad sobre los temas iis significativos, sobre los temas que importan». Tal como precisé Chomsky en nuestro didlogo, responsables del «adoctrinamiento de los j6venes», Este adoctrinamiento tendencioso es imprescindible, porque las escuelas fueron disefiadas —hablando a grandes rasgos— para apoyar los intereses del sector social dominant, la gente de mayor riqueza y bienestar. Desde muy femprano, en la educacin se nos socia- liza para que comprendamos la necesidad de prestar respaldo a las es- ‘ructuras del poder, sobre todo a las grandes empresas, a los hombres de negocios. La leccién que uno saca de esta educacién socializadora es que, como no apoyes Ios intereses de los. mis ricos y poderosos, lo ten- rds crudo: sencillamente, se te expulsa del sistema 0 se te marginaliza, Y la escuela cumple con éxito este programa de «adoctrinamiento de los {6venes» —por decislo con las mismas palabras de la Trilateral — gra- cias a que opera dentro de un marco de propaganda cuyo efecto es de- formar o suprimir ls ideas y la informacién no deseadas. {Como es posible que estos intelectuales, que propagan falsedades al servicio de los intereses de los més poderosos, sin atreverse a salir de dentro del marco propagandistico, salgan impunes de su complici dad? Lo cierto es que no salen impunes de nada. De hecho, estin pres- tundo el servicio que se espera de ellos; Io esperan asf las instituciones para las que trabajan, y ellos cumplen los requerimientos del sistema doctrinal, ya sca voluniaria 0 quiza inconscientemente. Es como si con- tratacas a un carpintero y, una vez realizado el trabajo para el que lo con- {rataste, te preguntaras cémo ha podid hacerlo. Bueno, ha hecho lo que c esperaba de él; y los intelectuales ofrecen un servicio muy parecido. Se comportan tal como se espera de ellos en Ia medida en que presen- tan una deseripcién de la realidad minimamente ajustada, pero sobre loro adecuada a los intereses de los que tienen mas poder y més rique- 26 La (desjeducacién za.es decir, dela gente que posee esas instituciones que solemos amar escuclas y que, en el fondo, vienen a poseer la sociedad entera. std claro que, histéricament, los inelectuales han interpretado wt papel vergoncoso con su apoyo al sistema doctrinal. Vista esta postura Pino demasiado honrosa—, Zcrees que pueden ser tenidos por intelec- tales, en el sentido mds genuino del término? En varias ocasiones te hhas referido a algunos profesores de la universidad de Harvard como . El escdndalo es tan maytisculo que sobran los comentarios. ‘Pero bastard una simple prueba para demostrar su magnitud. Imagi- na, por ejemplo, lo siguiente: Un comunista estadounidense y de color ‘se presenta en lo que entonces era la Unidn Soviética, poco después de ‘que seis destacados iniclectuales checos hayan sido asesinados por fuer- zas entrenadas y armadas por los rusos. Se dirige a la Duma y la ensal- za como «la defensora de Ia libertad. {Qué reaccién se hubiera produ- ido en Jos Estados Unidos, entre los politicos ¢ intelectuales? Sin duda, hhabrfa sido répida y prodecible: se le denunciarfa por apoyar a un régi- men criminal. Los imelectuales estadounidenses deberfan preguntarse por qué se sintieron arrobaddos por la espléndida actuacién de Havel, que es equiparable a esta historia imaginaria. {Cusnios intelectuales de nuestro pafs han lefdo algo —siquiera una pégina— de lo eserite por los intelectuales centroamericanos asesinados. ‘por los varios ejércites que actian como delegados nuestros? ¢Cudntos Saben de la existencia de Dom Helder Céimara, el obispo brasilefio que se distinguié en la defensa de los pobres de Brasil? La mayorfa tendrian problemas incluso para dar el nombre de algtin disidente de las brutales tiranfas latinoamericanas —o de otras zonas— a las que apoyamos, ade- nds de entrenar a sus ejércitos; creo que solo eso ya basta para descri- bir el estado de nuestra cultura intelectual. Los hechos que no convienen al sistema doctrinal se despachan con rapidez, como si no existieran; simplemente, se climinan, Esta consinuccién intelectual del «no ver» caracteriza a algunos in- telectuales, descritos por Paulo Freire conio educadores que afirman itdoptar un enfoque cientfico y «pueden estar intentando esconderse en lo que consideran la neutralidad de los objetivos cientffcos, sin atender ‘al modo en que se vayan a usar sus descubrimientos, sin molestarse a pensar siquiera para quién 0 para qué intereses estén trabajando! En fl nombre de la objetividad, segiin Freire, estos intelectuales , ‘ya que es un grupo reducido de personas que analizan, ejecutan, toman las decisiones y mueven los hilos en el sistema politico, econémico & ideot6gico. Esta clase especializada suele representar un poreentaje fnfi- mo de Ia poblacién, que tiene que recibir proteccién frente a la gran masa a la que Walter Lippmann dio el nombre de «rebatio desconcerta do». Es una clase que desarrolla las «funciones ejecutivasy, 10 que si nifiea que realizan la funcién de examinar, planear y establecer el «inte- és comiin» (ahora bien, con esta formula se refieren a los intereses de laclase de los hombres de negocios). A la gran mayorfa de la poblacién, esto es, al erebafio desconcertado>, le corresponde en nuestra democra- cin el rol de «espectadores», no el de «participantes en la accién», segtin el credo democrético liberal que Lippmann supo articular perfectamen- te. En nuestra democracia, cada cierto tiempo los miembros del «reba- fio> tienen Ia posibilidad de participar en la aprobacién de uno w otto li- det, mediante un proceso conocido como «elecciones». Una vez han aprobado a este 0 a aquel miembro de la clase especializada, deben re- tirarse y convertirse de nuevo en espectadores. ‘Cuando el erebaiio desconcertado> intenta ampliar su papel como mero espectador, cuando la gente intenta participar en la accién demo- critica, la clase especializada reacciona en contra de lo que se pasa a denominar una «crisis de la democracian, Esa es la razén de que nues- ‘tas élites sientan tanto odio hacia los aflos sesenta, cuando varios gru- Eduear para la libertad “31 ppos de personas hisiéricaments marginadas empezaron a organizarse y cuestionar la politica de la clase de los especialistas, sobre todo la rela- tiva a la guerra de Vietnam, pero también, en el émbito interior, la po- Iitica social. Una de las posibles maneras de mantener el control sobre el «reba- fio desconcertado» es adoptar la concepcién de escuela que hemos visto antes, la que propuso la Comisi6n Trilateral: las escuelas son las institu- ciones responsables del adoctrinamiento de los j6venes. Los miembros del «rebafio» tienen que ser rigurosamente adoctrinados en los valores € intereses de tipo privado y estatal-comporativo. Los que asimilen mejor cesta educacién en los valores de la ideologta dominante y demuestren su lealtad al sistema doctrinal podrén, a la postre, entrar a formar parte de a clase especializada. El resto del «rebaiio desconcertado>, por el con- ttario, ha de ser mantenido a raya, de forma que no creen problemas, sean simples espectadores del desarrollo de la accién y no reflexionen sobre aquellos aspectos de Ia realidad que son de veras importantes. La Clase instruida considera que es imprescindible para el «rebafion, porque este es demasiado extipido como para gobernar sus asuntos por sf mis- ‘mo y lo haria mal, atuaria de acuerdo con sus «concepciones erréneas Cerca del 70 por 100 de los estadounidenses eree que la guerra de Viet- ‘nam no era correcta desde un punto de vista moral, pero, segtn Ia clase ddominante, es necesario protegerios de sus empieza, en realidad, a una ‘edad muy temprana, mediante un proceso de. socializacién que es, a su ver, una forma de adoctrinamiento; el objetivo es promover Ia obedien- cia en sustitucién del pensamiento independiente, La escuela funciona ‘como un mecanismo més de esta socializaciGn, y su meta es evitar que Ja gente haga preguntas importantes sobre las cuestiones importantes ue les afectan directamente a ellos 0 bien # los dems. Es decir, en la escuela no se aprenden solo contenidos. Como te decia antes, si quieres Convertir en un profesor de mateméticas, no te limitas a aprender un ‘monién de nociones matemiticas, sino que, ademas, aprendes cémo has cde comportarte, cémo vestirte adecuadamente, qué tipo de preguntas puedes hacer, cmo encajar (en el sentido de amoldarte), etc. A la que seas demasiado independiente, 0 cuestiones demasiado a menudo el ¢6- digo de tu profesién, lo més probable es que te expulsen del orden de Ios privilegiados. De modo que uno se da cuenta muy rpido de que, para triunfar, hay que servir a los intereses del sistema doctrinal. Hay {que estarse callado e instlar en los alumnos las creencias y los dogmas ‘nds tiles para los intereses de los que estén de verdad en el poder. La clase de tos hombres de negocios y sus intereses privados tienen un re- presentante en las redes del estado corporativo. Y es que la escuela no es el tino de tales sistemas de adoctrinamiento; hay otras insttuciones que colaboran para reforzar el proceso. Piensa en los programas que nos echan por la televisién, por ejemplo: se nos propone que contemplemos una retahila de shows que no nos exigen el esfuerzo de pensar, que de- berfan distraemos; pero su funcién, en realidad, es impedir que los es- pectadores comprendan sus verdaderos problemas © identifiquen sus verdaderas causas, Una de Tas maneras de afrontar una vida poco plena es comprar sin parar: pues bien, estos programas se dedican a explotar las necesidades emocionales de los espectadores y los mantienen desco- nnectados de las nevesidades de los demés. A medida que se van des- ‘mantelando los espacios piblicos, las escuelas y los relativamente pocos espacios piblicos que quedan trabajan para convertirnos en buenos con- sumidores, Eso encaja con la sacralicacién del individualismo. Personalmente, creo que no; yo no lo veo como una forma de indi- vidualismo. BI individualismo —el individualismo bien entendido— re- ‘quiere cierto grado de responsabilidad ante Ins propias acciones; pero ‘este modelo de entretenimiento est vactfo y solo nos mueve a amoldar- nos al sistema y actuar ante todo por razones emocionales o impulsivas. Y el impulso que esté en juego es el de consumir mas, el de ser buenos ‘consumidores. En este sentido, tanto la escuela como los medios de co- ‘municacién y la cultura popular estén divididos entre los que razonan —esto es, los que disefian y toman las decisiones en nuestra sociedad— y el resto de la gente. Para lograr su cometido, estas personas que razo- znan y se adhieren ala clase especializada tienen que crear «ilusiones ne- cesarias» y «simplificaciones en gran escala y de gran poder emotivo> (por decitlo en palabras de Reinhold Nichbuht), para que el «rebatio desconcertado» —la masa ingenua y mentecate— no se vea aturdido por 4a complejidad de los problemas reales que, ademés, tampoco sabria ‘c6mo resolver. El chjetivo es mantenernos apartados de Tas cuestiones reales, y apartados unos de otros; asf, se hace nevesario aplastar cual- quier intento de organizacién 0 de establecimiento de vinculos colecti- vos. Al igual que ea los estados totalitarios, en las sociedades abiertas también existe la censura, Lo que sucede es que adopta formas diferen- tes: se consideran inaceptables las preguntas ofensivas y embarazosas para el sistema doctrinal, y se suprime la informacién inconveniente. No hay que hacer un gran esfuerzo para llegar a esta conclusién; basta con Aanalizar sin prejuicios lo que se recoge en los medios de comunicacién Y lo que se deja fuera, por ejemplo; o con intentar comprender sincer Imente qué informacién se permite en la escuela y cual no. No hace fal~ lu ser un superdotado; creo que cualquier persona corriente puede darse fienta de que los medios manipulan y censuran la informacién que 10 fs de su agrado. Probablemente requiere algtin trabajo el legar a deseu- wir las deformaciones y las supresiones en la informacién que reci mos, pero basta con el deseo de conocer la verdad. 34 La (des)educacion [No hay razén por la que los intelectuales no puedan adoptar a mis~ ‘ma postura respecto a nuestros protectorados en Latinoamérica que res- ecto a los dominios enemigos. Lo tinico que hace falta es la voluntad ‘de emplear la misma capacidad critica y el mismo sentido comin que aplicamos al analizar las atrocidades cometidas por nuestros enemigos. Si la escuela fuera un autéatico servicio piblico y general, nos propor- ‘cionarfa t6cnicas de autodefensa, pero eso quiere decir ensefiar la ver- dad sobre el mundo y la sociedad. Y se dedicarfa, con mucha més asi- dduidad y energia, justamente al tipo de cuestiones de las que estamos {ratando, para que las personas que erecen dentro de una sociedad abier- tay democritica desarrollen técnicas de autodefensa no solo contra los aparatos propegandisticos de las sociedades totalitarias controladas por el estado, sino también contra los sistemas privados de propaganda esto es, Ia escuela, los medios de comunicacién, 1a prensa que selec- ‘ciona los temas de discusin y la de Ia intelectualidad—, que controlan ‘casi del todo el desarrollo de Ta tarea educativa. Es por ello que los que tjercen este control sobre el aparato educativo merecen ser considera- ddos como miembros de Ia clase de los de los bombardeos. Si aplicéramos el mismo razonamiento que ha servido para justificar Ja sintervencién humanitarian en Kosovo, la oTAN deberia bombardear también ottos paises, como Colombia, por ejemplo, ¢ incluso Turquia, que es uno de sus estados miembro. En Colombia, 1a media anual de asesinatos politicos cometidos por el gobierno y su aparato paramilitar, segtin las estimaciones del Departamento de Estado, esté en el mismo nivel que en Kosovo antes del bombardeo de la oTAN, y ha generado por ‘encima del millén de refugiados, que intentan escapar a esas atrocida- des. Colombia ha recibido de los Estados Unidos més armas y entrena- ‘iento que ningtin otro pais occidental, a pesar de que la violencia no hha dejado de incrementarse en Ia década de los noventa, y esa ayuda si- ‘gue aumentando ahora con la excusa de una «guerra contra la droga>. 'No hay un solo observador serio que se trague esta excusa, Y la admi- nistracién de Clinton ha sido singularmente generosa en su elogio del presidente César Gaviria, cuyo mandato es responsable de «un nivel de violencia atroz>, segtin las organizaciones pro derechos humanos. En el caso de Turquia, el genocidio de los kurdos a lo largo de Ia dé- cada de los noventa ha superado en mucho Jo conocido en Kosovo an- tes del bombardeo de la OTAN, Alcanz6 su. maximo a mediados de los noventa; una prueba de ello es que, entre 1990 y 1994, més de un mi- lién de kurdos huyeron del campo a Diyarbakir, la capital oficial del Kurdistn, mientras el ejército turco destrufa su regign. Fn 1994 se lo- ‘graron dos récords negativos: fue wel ato de la represién més dura en las provincias kurdas», segin informé Jonathan Randal desde el mismo lu- ‘gar de los hechos, y fue asf mismo el afio en que Turqufa se convirtié en ‘ laosianos damnifi- ceados (de los cuales mueren mas de la mitad), segin reports Barry Wain, el veterano corresponsal del Wall Sireet Journal en Asia, en un af- ticulo aparecido en la ediciOn asiftica. De modo que, incluso si n0s ate- nemios a las cifras mis conservadoras, la simple crisis del afio pasado es comparable « la situacién de Kosovo antes de los bombardeos. Pero ta muerte, ademés, se encarniza especialmente con Jos nifios, segtin los in- formes del Comité Mennonita Central, que ha estado alli desde 1977, trabajando para aliviar en Io posible las continuas atrocidades. Los medios de comunicacién estadounidenses aplaudieron la inter- vencién de la oTAN en Kosovo —que debia contener la limpieza étnica 4e los albaneses—, aun cuando el bombardeo no logré mas que intensi- ficar esta y otras atrocidades en su contra. Pero en el caso de Laos, la reaccién de los Estados Unidos fue no hacer nada, a pesar de que somos directamente responsables de las matanzas, Aqut no abrieron la boca ni Jos medios ni. los comentaristas, siguiendo la designacién oficial de 1a guerra contra Laos como «guerra secreta»; es decir, era una guerra per- fectamente conocida, pero silenciada, al igual que se hizo con la guerra contra Camboya a pirtir de 1969. El nivel de autocensura que se alcan- 26 entonces fue extraordinario, pero el de hoy no es inferior. La impor- tancia de este ejemplo ciertamente chocante es clara: mientras que los ‘medios estadounidenses exultaban de alegrfa cuando el Tribunal Inter- nacional acus6 a Slobodan Milosevic de erfmenes contra Ia humanidad, Kissinger, uno de los arquitectos de la matanza de Laos, sigue en liber tad y es celebrado como tn . Ahora bien, cuando Traq invadié Kuwait, su g0- bierno denunci6 1a agresién declarando con solemnidad que . Este sintagma, democracia y educacién, me trae de inmediato a la me- moria la vida, los eseritos y Ja actuacién de John Dewey, uno de los pen sadores més importanies de ls iltimos cien afios, quien dedicé la mayor parte de su reflexién y su tiempo a estos asuntos. Supongo que deberia advertiles que me mueve un interés especial por la obra de Dewey. Sus ideas ejercieron una gran influeneia sobre mf en mis aios de formacién (, de hecho, fue ast desde que tenia yo unos dos ais, por varias razo- nes en las que no entraré aqu‘). Durante la mayor parte de su vida —en sus Giltimos affos se tom6 algo més escéptico— Dewey parece haber con- siderado que una reforma de los primeros niveles de la educacién podia provocar cambios sociales significativos. Podia abrir el camino a una so- Ciedad més justa y libre, una sociedad en la cual, citando al propio De- ‘wey, «el objetivo iltimo de la produccién no sea la produceién de bienes, sino la produecién de seres humanos asociados entre sf en términos de igualdad». Este compromiso bisico, que recorre toda la obra y el pensa- Iniento de Dewey, choca con las dos corrientes directrices de Ia vida in- [electual y social moderna. Choca, en efecto, con una corriente muy fuer- te en su dfa —recordemos que Dewey escribia sobre ello en los afios veinte y treinta—, relacionada con las economias dirigidas de la Europa ‘ocidental; esto es, con los sistemas creaclos por Lenin y Trotsky y con- Yertidos en una monstruosidad ain mayor por Stalin. La segunda co- + . También la habia denunciado la prensa de clase tra- hajadora, hace ahora més de un siglo, condenando lo que se llamé el sniuevo espititu de la época: hazte rico, olvidate de todo menos de ti mis- mo» (la misma eméxima abyectar de la que abominaba Smith, por tan- to). Resulta bastante significativa la evolucién de estos valores, puesto que los de un pensador precapitalista como Adam Smith —quien recal- «a la empatia, el objetivo de la igualdad perfecta y el derecho inaliena- ble de los hombres a un trabajo creativoe— contrastan de forma llamati- vv con los valores actuales, los de quienes defienden el «nuevo esprit de la 6pocar y, en oxasiones, llegan a invocar desvergonzadamente el 48 La(desjeducacién nombre de Adam Smith, Valga como ejemplo uno de los ganadores del Nobel de economfa, James Buchanan, quien ha escrito que lo que todos nosotros buscamos «en una situacién ideabr es «dominar un mundo de esclavos», Por si no lo sabian, eso es Io que persiguen todos ustedes, un ‘objetivo que a Adam Smith le hubiera parecido sencitlamente enfermizo. Por cierto, el mejor libro que conozco sobre el pensamiento real de ‘Adam Smith, llamado Adam Smith and his legacy for modern capital- ism, es obra de una profesora de esta casa, de Loyola, la profesora Pe tricia Werhane. Claro esté que, en la medida de lo posible, siempre es mejor leer directamente el texto original. ‘Una de las demostraciones mas evidentes del «nuevo espfritu de la Epoca» y sus valores son los comentarios de estos dias en la prensa en toro a las dificultades con que topamos en nuestro proyecto de aupar a Ja gente de 1a Europa oriental, Como sabréa, son nuestros nuevos bene ficiarios, y les estamos haciendo extensivos los mismos cuidados mater- rales que hemos prodigado a nuestros varios pupilos de tantas partes del ‘mundo, desde Latinoamérica a las Filipinas. Los resultados que hemos ‘obtenido en esas cémaras de los horrores son terriblemente claros y co- hherentes, pero, por algéin raro milagro, no se ha sacado la leccién de ‘quiénes somos y qué hacemos. Podsiamos preguntarmos por qué ha su- ‘cedido ast. Pero el caso es que nos hemos decidido a aupar a esa gente, que se ha liberado por fin del eomunismo, del mismo modo que hemos estado liberando a los haitianos y 2 los brasilefios y 2 los guatemaltecos ¥y a los filipinos y a los nativos americanos y a los esclavos del Africa, entre tantos otros. El New York Times est publicando una interesante se- ric de articulos sobre todas estos problemas, que permiten darse cuenta de qué valores imperan actualmente, Ha aparecido, por ejemplo, un ar- tteulo sobre Ia Alemania del Este, escrito por Steven Kinzer. Kinzer co- mienza citando a un paérroco que habfa estado al frente de las protestas populares en contra del régimen comunista, y que expresa su preocupa- ci6n ante los cambios sociales. Afirma que «la competencia sin freno y Ta ambicién de dinero estin destrozando nuestro sentido comunitario, y casi todo el mundo es presa del miedo, de la depresién o de Ia inseguri- dado. Entretanto la gente se va formando en el nuevo espiritu de la Epo ‘ca, que inculcamos a los pueblos retrasados. El siguiente articulo de Ia serie trataba del éxito fulgurante de Polo- nia, un pais que esté hoy en boca de todos, y lo eseribié Jane Perlez. EL titular dice «Doble velocidad en el camino del capitalismo». EI meollo ee ee de Ia historia consiste en que hay algunos que ya se han enterado de qué vva la cosa, mientras que otros siguen retrasados. Perlez da ejemplos de ‘buenos y de malos estudiantes. Pues bien, el pupilo més aplicado pose ‘una pequefa fébrica, un «ejemplo vigoroso» que resume lo mejorcito de Ja moderna Polonia capitalista. En ella se producen vestidos de novia de disefio exquisito, que solo pueden adquirir los alemanes ricos y la mi- rdscula porcidn de polacos archimillonarios. Todo ello en un pais en el que los indices de pobreza se han duplicado desde Ia instauraci6n de las reformas, segdn refleia un estudio del Banco Mundial, y los ingresos hhan cafdo cerca de un 30 por 100. Ahora bien, el que tenga hambre o le falte trabajo siempre puede deleitarse contemplando esos vestidos x- Auisitos en los escaparates, y percibir asf el nuevo espititu de la época. Es comprensible, por tanto, que se elogie el triunfo de Polonia, que va acercdndose a nuestros logros. Bl articulo cede luego Ia palabra a otra buena estudiante, que aclara que chay que conseguir que la gente lo entiendat han de luchar por si mismos, no se pueden apoyar en nadie». Esta describiendo el objetivo dde un cursillo de formacién a su cargo, con el que intenta insuflar los valores estadounidenses en personas cuyo cerebro habia sido lavado, LLes habfan lavado el cerebro mediante esI6ganes de! tipo de «Trabajo en las minas. {Quién hay mejor que yo?>. Pues bien, eso no sirve, tienen que quitarselo de ta cabeza; hay mucha gente mejor que los mineros,in- Cluyendo a los que saben disefiar vestidos de boda para os alemanes 1i- cos, ya que ese es el ejemplo que se ha escogido para ilustrar el triunfo de los valores de miestro pafs. Aparte quedan los fracasados, los que marchan a una velocidad lenta en el camino del capitalismo. Perlez es- ccoge como muestra de ellos un minero de cuarenta y cuatro aflos, «sen~ tudo en el saldn de su casa —an sal6n tapizado de madera—, mientras Contempla los frutos de su trabajo en tiempos del comunismo: un tele- ‘visor, muebles cémodos, una cocina reluciente y moderna» y se pregun- {a «por qué raz6n eslé en casa, por qué esté en el paro y depende de las subvenciones». Este minero no ha sabido entender el nuevo espiritu de Ia época, ese «hazte rico, olvidate de todo menos de ti mismo», y toda- via se cree lo de que es minero y <,Quién hay major que yo». La serie de articulos prosigue con otros ejemplos parecidos. Es interesante leer los y fijarse en qué es lo que se da por sentado. ‘Lo que esté sucediendo en la Europa occidental es un paradigma de Jo que lleva pasando muchos affos en nuestros dominios del tércer mun- 50 La (des)educacién do y, de hecho, encaja en una trama ya muy antigua. Es muy similar a nuestra propia historia, y también a ta de Inglaterra, antes de nuestra in- ependencia. David Montgomery, de la universidad de Yale, que es un y pérdida de Ia digni- dad y la independencia, ante la pérdida del amor propio, es decir, ante cl menosprecio del trabajador en tanto que ser humano. También preo- ccupaba la decadencia brusca del nivel y el desarrollo culturales, por ‘cuanto los trabajadores estaban sujetos @ la , asi como por difundir sus valores s6rdidos y degradantes. Uno de los primeros lideres de la AFL (Federacién Estadounidense del Trabajo], Henry Demarest Lloyd, supo formular con acierto, hace ahora algo més de un siglo la perspectiva més habitual: la misi6n del movimiento obre- ro era veneer «los pecados y la supersticiOn del mercado», y defender y extender la democracia, de modo que los trabajadores controlaran la in- dustra, "Todo ello hubiera parecido muy razonable a los fundadores del libe- ralismo clésico, a gente como Wilhelm von Humboldt, por ejemplo, (quien sirvié de inspiracién a John Stuart Mill y consideraba —con un punto de vista préximo al de su contemporéneo Adam Srith— que el ‘yolor central de la vida humana era el trabajo creativo, emprendido por decision propia y realizado en colsboracién con otros, Humboldt escri- bio que, si una persona produce un objeto por encargo, podemos admi- far su obra, pero a él le despreciaremos, pues no es un auténtico ser hu- mano que acttie movido por sus propios impulsos y deseos. Los «vendi- dos de la clerigalla>, por su parte, tienen la funcién de socavar estos va- lores, de eliminarlos de entre las personas que se venden en el mercado de trabajo, Por razones semejantes, Adam Smith habia advertido que, en tina sociedad civilizata, el gobiemo debera intervenir con el objeto de lvilar que la divisin del trabajo haga del trabajador «un ser humano de 52. La (desjeducacién cestulticia € ignorancia extremas». Su defensa del mercado —que com porta numerosos matices— se basa en la hipdtesis de que, si las condi- Cones fuesen verdaderamente libres, entonces Tos mercados tenderian hacia un equilibrio perfecto. Luego los otros Jo tomaron como justifica- cin moral, y la clerigalla se olvidé de todos los matices, con lo que lo convertian en una historia muy diferente. Dewey y Russell son dos de los més destacados herederos de esta tradicign en el siglo xx, de esta tradicién que, como dije antes, hunde sus rafces en la Tlustracién y el liberalismo clésico. Atin més interesan- te y sugerente es el testimonio de Ia organizacién, las luchas y las pro- testas obreras desde principios del siglo x0x, cuando los trabajadores y Jas trabajadoras intentaban conseguir una mayor libertad y justicia y ‘mantener los derechos adquiridos frente al avance del nuevo despotis- ‘mo: el del poder privado favorecido por el estado. ‘La idea central fue formulada con gran claridad por Thomas Jeffer- son, hacia 1816. Lo hizo, por tanto, antes de que Ia Revolucién Indus~ trial se hubieca asentado en las antiguas colonias, pero por entonces ya podfa empezarse a ver por dénde iban a ir los tos. En sus dltimos afios, al observar el desarrollo de los acontecimientos, se sinti6 muy preocu- pedo por el destino del experimento democritico. Temfa el ascenso de luna nueva forma de absolutismo, avin mds ominosa que la que habian derrotado durante la Revolucién Americana (durante Ta cual, como es notorio, Jefferson se habja distinguido mucho), Jefferson quiso separar centonces a los que llamaba «arist6cratas» de los verdaderamente «de- rmécratas». Los aristécratas son «los que temen al pueblo y desconfian del, y quisieran alejarlo de todas las formas de poder y darlas a las cla- ses mis privilegiadas». Los demécratas, en cambio, «se identifican con cl pueblo, confian en él y lo tienen en alta estima, considerindolo el de- ppositario més honrado y fiable del interés piblico», si no «el més sa- bios, Los aristécratas de su tiempo eran los santos patrones del nacien- te estado capitalista, que Jefferson veia con gran desprecio, reconocien- do a la legua la evidente contradiccién que se produce entre la demo- cracia y el capitalismo; desde luego, es asf en lo que atalle a lo que po- idriamos denominar «capitalismo real», es decir, el que est guiado y fi- nanciado por poderosos estados desarrollistas, como los de Inglaterra, los Estados Unidos y, de hecho, muchos otros lugares. Esta contradicei6n esencial se agrav6 a medida que se concedian po- dderes cada ver. més plenos a las nucvas estructuras corporativas, y ello Democracia y educacién 33 no mediante procedimientos demoeréticos, sino gracias a que las cortes de justicia y los abogados trasformaron Jo que Jefferson designaba ‘como «las instituciones de la banca y las corporaciones adineradas> (que iban a destruir la libertad, segin afirmé, a pesar de que por enton- ces tan solo estaban dando sus primeros pasos). Las trasformaron en personas inmortales» con poderes y derechos que desbordarfan las més terribles pesadillas de pensadores precapitalistas como Adam Smith Thomas Jefferson. Medio siglo antes, Adam Smith ya habia ad- vertido contra esta posibilidad, y es0 que no pudo ver mas que sus pri ‘meros pasos. ‘La diferenciacién de arisiécratas y demécratas fue desarrollada cer- ‘ca de medio siglo més tarde por Bakunin (él pensador y politico anar- gquista). De hecho, fue una de las pocas predicciones de las ciencias so- ciales que ha acabado por cumplirse; solo por ello, merece ocupar un Iu fgar de honor en los estudios de hurmanidades y ciencias sociales. Vole viendo al siglo xix, Bakunin predijo que la naciente intelligentsia de su época se decantaria por una de entre dos opciones posibles. La primera ‘consiste en explotar las luchas populares para tomar el poder estatal, dando origen a lo que llamé la sburocracia roja», que terminé por im- poner el régimen politico mis cruel de la historia. La segunda opcion, puralela a 1a primera, la seguirdn los que descubran que el poder real re- Side en otro lugar, y s°erigirin en «los vendides de la clerigalla», como Jos denominaba la prensa obrera. Estos servirén a Jos duefios auténticos, dentro de un sistema de poder privado protegido por el estado, ya sea ‘como administradores 0 bien como apologistas de las democracias eapi- talistas estatales, quienes, en definicién de Bakunin, «le zurran la bada- ha al pucblo con el mismo bast6n del pueblo». Son muy Hlamativas las ‘imilitudes que se dan entre los dos caminos posibles, que todavia exis- ten, De hecho, ayudaa a explicar por qué es tan fécil pasar de una posi- cidn a otra. Parece una transicién forzada, pero reposa sobre una base idcolégica comin, Actualmente podemios observarlo en la Europa orien- tal, con el sector social que a veces se conoce con el nombre de «capi- lulistas de la Nomenklaturay, esto es, la vieja clase gobernante del co- tunismo, que ahora defiende con entusiasmo el mercado, ya que se en- tiquece mientras las sociedades en las que viven se trasmutan en socie- tlds tipicas del Tercer Mundo. Entre una y otra opcién existe un paso uy pequefio, porque se trata, en lo fundamental, de la misma ideolo- ia, El paso similar entre hacer apologia del estalinismo y xcelebrat los SP eee valores de América» es muy habitual en ta historia contemporénea, puesto que no requiere variar en exceso los valores, sino sobre todo la idea de en qué lugar reside el poder. El miedo « la democracia esta muy arraigado. Alexander Hamilton Jo expres6 con toda claridad euando describi6 al pueblo como la «gran bestia» de la que hay que guarecer a las éites gobemantes. Y estas ideas se estén arraigando cada vez. més hondamente entre los efrculos instrui- dos, a medida que se realizan los temores de Jefferson y las prediccio- nes de Bakunin. La actitud basica, ya en el siglo Xx, lareflj6 a Ia per- feccién Robert Lansing, el secretario de Estado del presidente Woodrow Wilson; es la actitudl que condujo a To que se conocié como el «Miedo Rojo», que se afan6 durante mAs de un decenio en destruir el pensa- ‘miento obrero independiente, Lansing advirti6 del peligro de permitir 2 ‘la masa de la humanidad, ignorante e incapaz» que «domine la Tierra» 0 sea influyente en algtin grado (eso es lo que crefa que pretendfan los bolcheviques). Es una reacciGn histérica y evidentemente errénea, pero es la m4s habitual entre los que sienten amenazado su poder. Esta preocupacin fue luego desarrollada por los intelectuales pro- _gresistas del periodo, comandados quiz por los ensayos de Walter Lipp- mann sobre la democracia (que se publicaron sobre todo en Ia década de 1920). Lippmann era también el decano de los periodistas estadouni- denses y, durante muchos afios, fue uno de los més destacados comen- taristas de los asuntos pablicos. Postul6 que «el puiblico debe ser puesto donde le corresponde>, de forma que los tienen una «funcién», pero su funci6n es la de ser meros «espectadores interesados de Ia accién», en lugar de xparticipantes». Su peso debe ser trasferido periédicamente a algtin miembro de la clase dominante —a este proceso lo suelen amar ‘eleccionesy— y después se supone que han de volver a sus asuntos personales. De hecho, por esa época varios conceptos muy similares pa- saron a integrarse en la corriente principal de la teorfa politica. En 1934, por ejemplo, en su alocucién como presidente de la Aso- ciacién Estadounidense de Ciencias Polticas [American Political Scien- ‘ce Association), William Shepard defendi6 que el gobierno debe estar en ‘manos de «una aristocracia del intelecto y el podem», y que es necesario impedir que los «elementos estipidos, desinformadios y antisocialess ee ee ae ae ok controlen las elecciones (Shepard creia, equivocadamente, que en el pa- sado Tas habfan controlado). Uno de los fundadores de la ciencia politi- ca modema, Harold Lasswell, fundador a su vez, del campo de las co- municaciones, escribid en la Enciclopedia de las ciencias sociales (de 1933 1934) que las técnicas modernas de propaganda, refinadas con todo esmero por los liberales del presidente Wilson, proporcionaban tna buena manera de mantener al pueblo a raya. [Los logros propagandisticos de Wilson durante la primera guerra mundial impresionaron a muchos dirigentes, entre ellos al propio Adolf Hitler. Pero, sobre todo, impresionaron a nuestra comunidad comercial y de negocios. Ello cerivé en una expansién sin precedentes de la in- ‘ustria de 1as «relaciones pailicas», cuya funcién consist, en realidad, en controlar la opinién pdblica. Controlar es una manera més honrada de decirio, y asf lo hizo Lasswell en Ia ya mencionada Enciclopedia de las ciencias sociales, refiriéndose sin tapujos a su propuesta en términos de «propaganda». Hoy no lo liamamos asf, Somos més finos. Como te6rico de la politica, Laswell abogé por un uso mas com plejo de la propaganda, que era la nueva técnica de control sobre el pui- biico en. general, Ello permitinf, segtin 1, que los hombres més inteli- gentes de cada comunidad (que son sus gobernantes naturales) supera- ran Ia amenaza de la gran bestia, que puede acabar con el arden esta- becido debido a «la ignorancia y Ia estupidez de las masas», por decir- Jo en los términos del propio Lasswell. De ajustarnos a su teorfa, no de- heriames sucumbir al . Sin em- bargo, eso es cierto solo a medias, a mi modo de ver, porque el «con- secvadurismo» de los partidarios de Reagan se oponfa al libre mercado, Para ser més exactos, defendia un mercado libre para los pobres, pero avanzé mucho ras que todos sus predecesores en la exigencia y el de~ farollo de un nivel alisimo de subvenciones piblicas y protecci6n es- tatzl para los ricos, Cualguiera que sea el nombre que se Te dé a estos principios ideol6gicos, es injusto mancher la buena reputacién del cone pe rvadurismo refiriéndose como tal a este modelo particular de estata- Democracia y educacion 59 lismo violento, ilegttimo y reaccionatio. L1émenlo como prefieran, pero no es conservadurismo. Y no es mercado libre. En cualquier caso, Hew- {ett acierta al identifier el mercado libre para los pobres como la fuen- te del desasire para las familias y los nifios; y son bastante evidentes los efectos de lo que Hewlett describe como el «espiritu antiinfantil que ceampa en e308 pafses», es deci, en el Reino Unido, pero de forma auin ‘mAs cruda en los Estados Unidos. Este «modelo angloestadounidense, cen el que domina la desatencién», se basa en una disciplina de mercado para los pobres, por lo que se ha privatizado casi toda la atenci6n infan- til, ala vez que ta mayoria de las familias'se han visto en la imposibil dad de atender personalmente a sus hijos. Tal era el doble objetivo de ta politica de Reagan y Ia primera dama briténica, El re- Sultado, naturalmente, es una situacién desastrosa para los nifios y las fa- mili. Siguiendo con el andlisis de Hewlet, la autora observa que «en el modelo europeo, mucho més protector», Ia poltica social ha reforzado, ‘en lugar de debilitar, los sistemas de ayuda familiar ¢ infantil. Por lo que sé, sin embargo, aun cuando este informe es de 1993 y resulta tener una relevancia critica para nuestros intereses, todavia hoy [19 de octubre de 1994] no ha aparecido siquiera una resefa ea la prensa. No ha aparecido cen el New York Times, por ejemplo, a pesar de que Ja seccidn de libros del pasado domingo se dedicaba especialmente a este tema, y recogia predicciones sombrius sobre el declive de los cocientes intelectual, el clive de las notas en los exdmenes de acceso a la universidad y todas esas cosas y sus posibles causas. Pensemos, por ejemplo, en la ciudad de ‘Nueva York, donde la politica social que se postulaba y respaldabsa en el propio Times ha colocsdo a cerca del 40 por 100 de los chavales por de- bajo del umbral de 1a pobreza, de forma que sufren de malnutricién y en- fermedades, entre otras consecuencias, Pues bien, parece ser que es0 es inelevante para el declive de los cocientes intelectales, al igual que 1o 8 todo Jo analizado por Hewlett en su estudio del modelo angloesta- {dounidense, «en el que domina la desatencién». Bien al contrario, pare- ce ser que lo més determinante para ese dective son ... los genes defec- tuosos. De alguna manera, ala gente se le estén estropeando los genes, y hay varias teorfas que intentan explicarlo. Quizé lo que sucede es que la leche de las madres negras no alimenta correctamente a sus hijos, y flo se debe quizd a que erecieron en Africa, que tiene un clima hosti. [Asi que quiz son esas las razones. Son razones muy serias, ciencia de 0 ERS sae: 1a de quemarse los cascos, y una sociedad democrtica solo puede igno- rarlas por su propia cuenta y riesgo, segin este especial del Times. Los que escriben esto son comisarios, bien disciplinados, que saben cémo Aistruer Ia atenci6n de los problemas fundamentales, de los que estén cla- amente relacionados con la politica social. Problemas bien a la vista para cualquiera que tenga la cabeza en su sitio, y que resulta que son fnalizados con toda minuciosidad por una conocida economista en un estudio de la UNICEF, que aqui dificilmente Hegard a ver la luz del dia. ‘Los hechos no son secretos. Segin inférmé una comisién de méxi- ‘mo nive!, integrada por miembros de las Juntas Estatales de Educacién {State Boards of Education] y de la Asociacién Médica Americana, «es Ta primera ver. que Ia generacién de los hijos es menos saludable, ha sido peor cuidada y est peor preparada para la vida que Ia generacién de sus padres a su misma edad. Estamos hablando de una gran trasfor- saci6n de la sociedad industrial, y se produce solo en tas sociedades an- sloestadounidenses, en las que ha primado durante quince afios este es- pititu antfamiliar y antinfantl, distrazado de conservadurismo y valo- tes de la familia. Sin duda, se trata de un triunfo de la propaganda. ‘Coto sintoma expresivo de este desasire podemos fijamnos en que, ‘en el momento en que Hewlett redactaba su libro, la Convenci6n inter- nacional de los Derechos de los Nifios habia sido ratficada por 146 paf- es. En la lista hay una ausencia significativa: los Estados Unidos. Es Ja horma para todas las convenciones internacionales sobre derechos hu- anos. Ahora bien, seamos justos y no dejemos de atiadir que el con- servadurismo de Reagan ¢s plenamente catlico en su espfritu antiinfan- til antifamiliar: cuando 1a OMS, ta Organizacin Mundial de Ja Salud, ‘vot si se condenaba a Ta corporacién Nestlé por comercializacién agre- ‘iva de una leche materna que causa la muerte de muchisimos nifios, el Tesultado foe de 118 votos a favor y solo uno en contra. Les dejo que adivinen quién vot6 en contra. Y aun asf, ¢s un caso menor en compa- racién con lo que la oms califica de «genocidio encubierto», que mata a millones de nifios cada afio como consecuencis de las politicas de mer- cado libre para los pobres y de la negativa de los ricos a proporcionar fauxilio. En este campo, de nuevo, uno de los registros més miserables ide entre todas Tas naciones ricas corresponde @ 10s EE-UU. ‘Otro sintoma simbélico del desastre es una nueva Tinea de tarjetas de felicitaci6n de la casa Hallmark. Una de ellas dice: «;Que pases un dia genial en la escuela!s. Hay que poncrla, sogin nos cuentan, debajo del cartén de los cereales, de forma que, cuando el nifio vaya a tomarse el desayuno antes de ira la escuela, se encuentre con un mensaje célido y afectuoso. Otra de las postales dice: «Me gustarfa tener més tiempo para arroparte por la noche». Supongo que esa la pones debajo de la almo- hhada, cuando el nifio se va a dormir solo. (Risas del auditorio.] Y hay muchos otros ejemplos parecidos de esta situacién desastrosa que, en parte, obedece simplemente al descenso de los salatios, La polttica em- presarial del estado durante los tiltimos afios, y muy especialmente bajo Reagan y Thatcher, responde al designio de entiquecer a una pequefia minorfa y empobrecer a La gran mayoria. ¥ To han logrado, han logrado exactamente lo que petendian, Eso signifies que la gente tiene que tra- ‘bajar muchas mAs horas para poder sobrevivir. La mayorfa de las pare~ Jas tienen que trabajar los dos y durante més de eincuenta horas sema- nales, solo para cubrit las necesidaes minimas de la familia. Entretan- to, euriosamente, los beneficios empresariales se han disparado. La re- vista Fortune habla de que los beneficios «mareantes» estén alcanzando cimas nunca vistas en el rinquing de los 500 empresarios més cicos, a pesar de que el volumen de ventas se ha estancado. ‘Otro factor crucial es Ia inseguridad laboral. Ya me entienden, es lo que los economistas suelen llamar «flexibilidad del mercado de traba- jo», Jo que resultaré estupendo para Ta teologia académica dominante, pero es una auténtica maldicién para las personas. Claro esté que el des- tino de las personas no entra en los eflculos de estos pensadotes asépti- cos, Flexibilidad del mercado laboral significa que tienes que trabajar horas extra sin saber siquiera si maiiana tendrés trabajo, por ejemplo. No hay contatos, no hay derechos. Esa es la Hexibilidad: carguémones las rigideces del mercado. Seguro que un economista sabria explicérselo mejor que yo. Pero cuando los dos miembros de la pareja trabajan horas extras y, en muchos casos, lo hacen por un sueldo cada vez més bajo, reo que no hay que ser una hacha para predecir el resultado. Las esta- Uiticas lo reflejan, pueden leerias en el estudio de Hewlett para la UNI Cc, siles interesa: pero To que se nos viene encima es evidente, sin ne- cesidad de consultarlas. Indican que el tiempo de contacto afectivo, el ticmpo que los padres pasan con sus hijos, se ha reducido drsticamen- te en Ias sociedades angloestadounidenses, durante los dltimos veint cinco afios, pero sobre todo en los més recientes. Hoy los padres pasan ccon sus hijos una media de entre diez y doce horas a la semana. Pero, ‘dems, también se ha reducido la proporcidn de tiempo «de alta cali {dad>, esto ¢s, el tiempo durante el cual los padres no hacen nada més ‘que estar con los niflos. Eso destraye la identidad y los valores familia res. Hace que Ja supervisi6n de los nifios se confie cada vez ms a la te levisién, Crea lo que se suele conocer como latchkey children, 10s ‘ni- fios con Ilave de casa’, que estén solos al volver de la escuela; y es un factor clave del creciente alcoholismo infantil, de la drogadiccién infan- til, de la violencia criminal de unos nifios contra ottos y tantas otras con- secuencias obvias sobre la salud, In educacién, la capacidad de partici- ‘par en una sociedad democrética 0 incluso Ia supervivencia personal, ademas del ya referido descenso de los cocientes intelectuales y las pruebas de acceso a la universidad. Pero no debe preocuparnos. La cul- Ba, como bien saben todos ustedes, e5 de los genes defectuoses. [No son las leyes de Ia naturaleza Ias que producen estos efectos. Su ‘causa es una politica social cuidadosamente trazada para una meta es- pecifica, que es la de enriquecer a los 500 del rénquing de Fortune y cempobrecer al resto, En Europa, donde las condiciones son més duras, pero Ia politica no se rige por el mismo espiritu antifamiliar y antiinfan- Ail, Se registra la tendencia contraria, y el estatus medio de Tos nifios y Jas familias es notablemente mejor. Permitanme precisar, sin embargo, ¢ incluso recalearlo, que el pro- ‘ces0 no se limita a las sociedades de los Estados Unidos y Gran Breta- fia. Somos un pats poderoso. Tenemos influencia. {Qué sucede cuando otros pases, dentro de nuestra zona de influencia, intentan desarrollar politicas que beneficien a la familia y los nifios? Vale la pena pregun- térselo, la respuesta es muy Ilamativa. La regi6n que controlamos més a nuestras anchas es la de Centroa- imética y el Caribe. Dos de sus paises han emprendiclo polfticas como las mencionadas y, de hecho, con un éxito considerable, Se trata de Cuba y de Nicaragua. No sorprenderd a nadie el que hayan sido justo esos dos paises los principales objetivos del ataque estadounidense, Y el ataque ha tenido éxito, En Nicaragua, por ejemplo, la mejora de los esténdares de salud, € crecimiento de la alfabetizacién y la reduccién de la malnu- tricin infantil se han invertido gracias a la guerra tertorista que hemos desarrollado alli, ¥ ahora todos estos indicadores se acercan a los nive- les de Haiti. En ei caso de Cuba, claro est, la guerra terrorist lleva mu- ccho més tiempo en marcha, ya que fue iniciada por John F. Kennedy. Y no tenfa nada gue ver con el comunismo, no es que estuvieran rondan- do los rusos. Tenfa que ver, més bien, con el hecho de que los cubanos ‘estaban destinando demasiados recursos a los sectores equivocads de la ppoblacién; con que estaban mejorando los estindares de salud con que Jes preocupaba la mainutricién, Ia situacién de los nifios. Ast que ciamos una guerra terorsia implacable. Recientemente se ha deselasifi- cado un buen montén de documentos de la CIA que aclaran numerosos ‘detalles de la €poca de Kennedy, y son terribles. Hoy en dia, la situacién contintia siendo la misma. De hecho, se produjo otro ataque hard cosa de un pat de atios. Y, para colmo, sc ha dispuesto un embargo que ha de asegurar que lo pasen realmente mal. Durante muchos aos, el pretexto para justficar todo esto eran los rusos, pero no es mds que una mentira, ‘como demuestran Ios acontecimientos de aquella época y, de forma atin mds clara, los acontecimientos actuales, toda vez que los rusos han de- saparecido, Era una tarea especial para los «vendidos de a clerigalla»: que nadie se dé cuenta de que después de la desaparicién de los rusos hemos endurecido nuestra embestida contra Cuba. Suena un poco raro, si se supone que el ataque obedecia a que eran la avanzadilla del comu- nismo y el imperio rus0, pero no hay problema, eso se arregla, {Cusndo hemos endurecido las condiciones del embargo? Cuando Jos rusos han desaparecido de la escena, ¢s decit, cuando se ha hecho posible estrangular definitivamente a Cuba. Un demécrata liberal, Ro- bert Torricelli, envié una propuesta al congreso a favor de prohibit que Pudiera comerciar con la isla ninguna filial de empresas estadouniden- ses, 0 ninguna corporaciGn extranjera que utilizara. componentes fabri- cados en los Estados Unidos. La violacién de las leyes intemacionales cra tan evidente que George Bush tuvo que vetarla. Sin embargo, se vio forzado a aceptatla para contrarrestar el avance de los partidarios de Clinton en fas pasadas elecciones, con posturas ain més derechistas que las suyas. La ley entré de inmediato en la agenda de las Naciones Uni- «das, donde fue denunciada por casi todos los pafses; obtuvo tan solo el Voto favorable de Israei —que es automitico— y, por alguna extraia ra- v6n, el de Rumania, Nadie defendié la postura de los €¢,uv. Viola tan laramente 1a normative intemacional que incluso el Reino Unido, entre otros aliados, la critics. Pero qué més da. Es imprescindible que desa- rrollemos allf donde nos Hlegue la mano nuestro espititu antifamiliar y aniiinfantil, asf como nuestra insistencia en una conformacin social ex- {remamente polarizada. Si un pafs controlado por nosotros intenta em- render un camino diferente, ya nos desvelaremos por cuidarlos también ellos. I atague y el embargo no han cesado. Pero es el tipo de situaci6n ‘que pueden ustedes ayudar a remediar, si asf lo quieren. Aquf en Chica- 0 estan los Pastoces por Ia Paz.y Ia Coalicin Chicago-Cuba, por ejem- plo, que estén preparando otra caravan humanitaria para intentar paliar ‘el embargo y llevar medicamentos, libros de medicina, leche en polvo para los bebés, entre otras formas de ayuda, Estin en la guia de teléfo- ‘nos local, pueden buscarla por Chicago-Cuba Coalition, Puede hacerlo todo el que tenga interés en contrarrestar el espiritu antifamiliar y an- tiinfantil que reina en nuestro pais —y que intentamos exportar de for- ‘ma violenta en todas las partes del mundo a nuestro aleance—, al igual ‘que se pueden emprender muchas otras iniciativas desde casa mismo. Quisiera aftadir que los efectos de esta éltima propuesta con la que Jos demécratas pretenden estrangular a Cuba, y que finalmente ha sido aprobada, han sido analizados por dos prestigiosas revistas médicas de nuestro pais, como son Neurology y el Florida Journal of Medicine, en sus nfimeros de octubre. Se limitan a estudiar los efectos de la nueva ley, yy & informar de lo que es evidente para todos: resulta que cerca del 90 por 100 del comercio prohibido por la ley de Clinton y Torricelli eran alimentos, ayuda humanitaria, medicamentos y cosas por el estilo. Por poner un ejemplo, se blogueé la exportacién de un mecanismo de filtra- ddo del agua por parte de una compaiifa sueca, porque tuno de sus com- ponentes se fabrica en los Estados Unidos; este mocanismo sc usa en la ‘preparacisn de vacunas. Hay que estrangularlos hasta que revienten, hay ‘que asegurarse de que muera wna buena cantidad de nifios. Porque uno de los efectos de esta ley es un repunte drastico de la malnutrici6n y Ia ‘mortalidad infantil. Otto es una rara enfermedad neurol6gica que se ha extendido por la isla, y de la que todo el mundo finge desconocer las causas. Pero las causas son claras: se debe a {a malnutricién, ¢s una en- fermedad conocida, pero que no se vefa desde el tiempo de los eampos de prisioneros japoneses, durante la segunda guerra mundial. Lo hace- mos a conciencia, como se puede ver. El espiritu antifamiliar y antiin- fantil no se ceba solo en los nifios de Nueva York, sino mucho més allé. Permiftanme recalear que, en Europa, la situacién es muy diferente, Hay varias razones para ello. Una de las diferencias es que existe un riovimiento sindical muy fuerte. Eso se integra en una segunda diferen- cia, verdaderamente crucial: la sociedad de los Estados Unidos esta con- trolada por el sector de los negocios hasta un extremo sin parangén en ninguna otra parte de! mundo; la consecuencia, como cabria esperar, es 4que Ia «maxima abyecta de Jos sefiores de 1a humanidads, como Ia lla ‘maba Adam Smith, prevalece también de una forma sin igual. El aso- ciacionismo sindical ¢s uno de los mecanismos que permiten que la de- ‘mocracia funcione nonmalmente, pero ahora Ja mayoria de la poblacién, se refugia en lo que la prensa suele denominar ! 1 vocacién de maquinar planes que dirijan el curso de la historia es tan vieja como la vida misma, y los Estados Unidos la elevaron al rango de responsabilidad profesional a partir de su entrada en la primera ‘guerra mundial, Un andlisis concreto de varios casos particulares nos ser- vird para arrojar luz sobre emo funciona este sistema, En el presente cepigrafe nos ocuparemos de dos ejemplos ilustrativos, tomados de un im- portante proyecto conjunto del gobicmo y los medios de comunicacién, realizado a lo largo de Ios aios ochenta: Ia «demonizacién de los sandi- nistas» y la defensa paralela de los estados terroristas de Washington. Una de las pruebas que se han aportado para demostrar que Nicara- gua es un tumor canceros0 que expande la subversién por todo el conti- nnente —una prueba més, fan yerosimil como el resto— consiste en de- nunciar que los sandinistas habfan suministrado armas para un ataque te- rrorista del M-19 contra e! Palacio de Justicia de Colombia, en noviem- bre de 1985. El 5 y el 6 de enero de 1986, el New Fork Times publicé sendos articulos sobre 1a ineriminacién de Colombia a Nicaragua y el posterior desmentido nicaragiiense. Al dia siguiente, el 7 de enero, Co- Jombia acept6 oficialment: este desmentido; el ministro de Asuntos Ex- leriores colombiano decleré, en una conferencia de prensa, que «Co- lombia acepta la explicacién de Miguel d’Escoto, el ministro de Asun- The craft of “historical engineering”, publcado originalmeate en Noam Coins, Necessary lslans: tought cone ix denecratic secieles, Sah End, Boston, 1989, pgs. 197-261 (cua en adelante como Ned) i. Véase «Addendum» a Chomsky, Nel, pis. 8. 66 ta (desleducacion para la democracia, y de un gran triunfo para toy sistemas de poder ab- solutistas ¢ incontrolables, que han alcartzado un nivel a duras penas imaginable para Thomas Jefferson o John Dewey. ‘Se nos presenian, por tanto, las opciones habituales, Podemos elegir ser demécratas, en el sentido jeffersoniano del término. O también po- ‘demos escoger ser aristécratas, que es el camino mas fécil, y el que sera recompensedo por las diversas instituciones. Puede devengamos un be- neficio muy notable, vstos los extremos de riqueza, privilegio y poder a los que tiende por naturaleza. El segundo camino, el camino de 10s de ‘méeratas, implies 1a lucha constants, y muchas veces la detrota; pero ofrece recompensas muy superiores a todo lo que puedan pensar los que sueumben al «nuevo espiritu de la épocay, al «hazte rico, olvidate de todo menos de ti mismo». Estamos ante una situacién similar a la de hace 150 afios, cuando se intentaba imbuirestas ideas alas chicas de las fAbricas de Lowell, a los artesanos de Lawrence y a tantos otros. El mundo actual es, sin duda, mey diferente al de Thomas Jefferson. Pero las opciones que nos presenta, en cambio, son sustancialmente las mis- iG nee El arte de la ssmaquinacién histéricay* LE] arte de Ja «maquinacién hist6rica>! 4 vocacin de maquinar plates que disijan el curso de Ja historia es tan vieja como la vide misma, y los Estados Unidos la elevaron al rango de responsabilidad profesional a partir de su entrada en ta primera guerra mundial. Un andlisis concreto de varios casos particulares nos ser- ‘itd para arrojar luz sobre eémo funciona este sistema, Ent el presente epigrafe nos ocuparemos de dos elemiplos ilustativos, tomados de un ien- portante prayesto conjunto del gobierne y los medios de comunicaciés, realizado a lo largo de fos afios ochentar: la «demonizacidn de los sand nistas» y Ta defensa paralela de los esiados tereoristas de Washington. Una de las pruebis que se han aporiado para demostrar que Nicara- ‘gua €S tn tumor cazceroso que expande la subversidn por todo el conti- nente —ana prueba més, tan verosfmil como el resto— consiste on de- ‘nunciar que Tos sandinistas habfan suministrado armas para un ataque te- rrorista del M-19_cotira el Palacio de Justicia de Colombia, en noviem- bre de 1985. EI 5 y el 6 de enero de 1986, e! New York Times publicé sendos articuloy sobre la incriminacién de Colombia a Nicaragua y el posterior desmentido nicaragilense. Al dfa siguiente, el 7 de enero, Co Jombia acepts ofictalmente este desmeniido; el ministro de Asunios EX- 'eriores colombiano declaré, en. na. conferencia de prensa, que «Co: Jombia acepta la explicacién de Miguel d’Fscoto, el ministro de Asun * , como se puede comprobatresularmen ‘endo Jas notis da afvonte de fa conta en Costa Rica (adenine de ser pete Famente demostrable, solo con que afgwien tViera Un rnin he Sterley fen conocer Ins hechos),” Ser sii posteionnente deci los aeuerie Ae PA i sr inct mate, sen fur a8 sigue ensantnniRo ANE {oy sali Btare de la smaqsinecisn histrted eoaborun: con tas gueraltas savadoreiasys pert Wy hizo referencia & ing problema similar en ninguma of 20% "Bn enanto # Hondas, ne ab limi a observar con eautels wan TON ‘nis tarde, que hapa que prestaban a 18 contra

S-ar putea să vă placă și