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Antiguamente se crea que las palabras tenan un poder mgico, algo sobrenatural, se
daba la idea que a travs de ella se podan realizar encantamientos y hechizos. Que el
mago al pronunciar determinadas palabras mgicas, stas le ayudaban a transgredir el
comportamiento natural de las cosas y a cambiar la voluntad de las personas. Hoy
sabemos que sta conclusin es falsa, pero esta falsedad consiste en la deformacin
de una verdad muy importante.
Las palabras producen, es cierto un efecto mgico, pero no de una ndole o de una
praxis como pensaban los magos. En efecto, las palabras son mgicas pero, porque
afectan a la mente de quienes las emplean, que tienen poder para forjar el
pensamiento de los hombres, para encausar sus sentimientos, para dirigir su voluntad
y hasta para llevarlos a la accin.
Y es en este estado, en la accin, donde la palabra deja de ser una mera verbalizacin
de una vibracin cerebral para convertirse en una idea y esta evolucionar en una
fuerza. Es aqu, en esta correcta combinacin cuasi mgica donde la expresin latina
RES NON VERBA cobra su ms vvido sentido, HECHOS NO PALABRAS. Las palabras
mueven la voluntad del hombre, exaltan los sentimientos motivan al conjunto humano
a pensar y obrar.
Uno de los instrumentos mas efectivos para lograr todas las bondades mencionadas,
es lo que en el desarrollo de la Filosofa, Alfred Fouille llam como IDEA-FUERZA, la
cul es el elemento fundamental, esencial y diferencial de un discurso. La Idea-Fuerza
tiene una capacidad movilizadora, que a travs de mensajes concretos buscan
transformar la idea en accin. Las expresiones verbales de las Idea-Fuerza deben
poseer un mensaje sinttico, una informacin fcil de recordar, sin posibilidades de
interpretaciones inequvocas, incorporando palabras simblicas, que hagan del
discurso general su mejor sntesis.
Frases que han quedado en la mentalidad colectiva como, Solo s que no se nada de
Scrates, Ser o no ser de Shakespeare, Ladran Sancho, seal que cabalgamos de
Cervantes es la prueba contundente de que la justa combinacin de palabras se
convierten en un smbolo perdurable, que como campanas de iglesia con un sonido
simple y reiterativo convocan, atraen y llevan a la accin.
Francisco A. Monges.