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8. RESPONSABILIDAD
INTERNACIONAL
9.1. Responsabilidad Internacional.
El Derecho Internacional ha experimentado una importante
evolución en materia de responsabilidad de sus sujetos. A modo
de introducción a la temática, se distinguirán las características
que tradicionalmente ha revestido la cuestión en el plano
internacional, de las nuevas tendencias que hoy orientan los
desarrollos jurídicos en la materia (Diez de Velasco, 1997).
Premisas tradicionales
El origen de la responsabilidad internacional es el acto ilícito
internacional como acto que contraría el Derecho Internacional.
No hay responsabilidad por acciones no prohibidas.
La comisión de un acto ilícito genera una nueva relación de
Estado a Estado. No se conciben otros sujetos activos o pasivos
distintos a los propios Estados.
Dicha relación es bilateral, directa, entre el Estado titular de un
derecho subjetivo lesionado por el acto ilícito y el Estado al que
se le atribuye el acto. No hay posibilidad de acciones basadas
en intereses no elevados a la categoría de derechos subjetivos.
Las consecuencias del acto ilícito internacional se traducen en
una obligación de reparar a cargo del Estado al que el acto es
atribuible.
Nuevas tendencias
Admisión de una responsabilidad objetiva o por riesgo derivada
de actividades no prohibidas pero generadoras de daños a
terceros.
Irrupción de nuevos sujetos activos y pasivos de
responsabilidad internacional.
Aceptación de la existencia de obligaciones para con la
comunidad internacional en su conjunto (obligaciones erga
omnes), cuyo cumplimiento podría ser exigido por cualquier
Estado.
Constatación de la existencia de ciertos actos ilícitos que por
atacar intereses fundamentales de dicha comunidad, adquieren
especial gravedad.
Reconocimiento de distintos regímenes de responsabilidad que
rebasan los límites de la reparación estricto sensu.

9.1.1. Principios Generales.


Señala Barboza (1999) que el estado actual del derecho
internacional general en materia de responsabilidad del Estado
se encuentra expresado en el proyecto de la Comisión de
Derecho Internacional (CDI), cuya versión más reciente es la
adoptada por la CDI en su 53º período de sesiones (A/56/10) y
anexado por la AG en su Resolución 56/83 del 12 de diciembre
de 2001.
Se entiende que estos proyectos de artículos de la CDI resultan
útiles para originar -con el tiempo y la práctica- nuevas normas
consuetudinarias en un ámbito que carece hasta la fecha de
normas convencionales de carácter general, debido a lo
delicado y complejo del tema.
Hasta la elaboración de estos proyectos, todo lo relativo a la
responsabilidad del los Estados se incluía en las violaciones a
las obligaciones que regían el tratamiento a los extranjeros. Era
pues necesario ampliar el enfoque, a los fines de incluir otras
situaciones resultantes del incumplimiento de una obligación
jurídica internacional por un Estado, cualquiera sea la
naturaleza de la obligación y la materia a que se refiriera.
Para promover este cambio de enfoque, la CDI distinguió entre
normas y obligaciones primarias secundarias de Derecho
Internacional. Las normas secundarias son las que nacen de la
violación de una obligación primaria, mientras que son
primarias las que impone “primariamente” el Derecho
Internacional a los Estados, sean éstas consuetudinarias o
convencionales. Como ejemplo de normas primarias, se pueden
citar todas las que imponen obligaciones primarias a un Estado
parte en un tratado: en el caso de la Convención sobre Derecho
del Mar, la norma que impone el deber del ribereño de respetar
el paso inocente, o de no imponer gravámenes por el mero
hecho del tránsito de un buque extranjero. Sería una norma
secundaria por el contrario, la que establezca por ejemplo, la
obligación de reparar el daño producido por el incumplimiento
del Estado ribereño de las obligaciones primarias antes citadas.
Éstas últimas son las normas típicas de la responsabilidad.

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La CDI parte además del reconocimiento de un principio
esencial del Derecho Internacional: los hechos ilícitos de un
Estado, acarrean responsabilidad internacional (Art. 1 del
Proyecto).
En otras palabras, esto significa que los hechos ilícitos crean
nuevas relaciones jurídicas, y por ello, diferentes situaciones
jurídicas subjetivas, que son aquellas en las que se encuentra el
sujeto en relación con la norma:
Por un lado el derecho del sujeto (derecho subjetivo) que es
víctima de la violación, de exigir una reparación, y que
reemplaza así al derecho subjetivo violado.
A este nuevo derecho subjetivo, le corresponde una obligación
del autor de la violación, que consiste fundamentalmente en la
obligación de reparar, que reemplaza a la obligación primaria
violada.
Otra situación subjetiva es la facultad del sujeto (víctima) de
imponer una sanción, a la cual no corresponde obligación
alguna.
Por lo tanto, el sujeto cuyo derecho ha sido violado, se
encuentra en condición o bien de exigir una reparación al sujeto
incumplidor, o bien de aplicarle una sanción. En el primer caso,
al derecho subjetivo del sujeto lesionado le corresponde una
nueva obligación a cargo del sujeto incumplidor; en el segundo,
el sujeto lesionado tiene una facultad jurídica, que puede o no
ejercer, sin que exista una obligación para la otra parte.
En virtud de lo expuesto, la CDI definirá a la responsabilidad
como “la situación de un sujeto de derecho internacional frente
al derecho de otro sujeto a exigirle una reparación, o frente a la
facultad de otro sujeto de imponerle una sanción”.
Es importante destacar que en el Derecho Internacional actual,
la reparación tiene prioridad sobre la sanción, debido a las
dificultades que trae normalmente aparejadas la aplicación de
sanciones, al no existir un órgano centralizado capaz de
establecer mecanismos efectivos para su control.
Por ello, si bien el mismo proyecto de la CDI prevé un supuesto
de responsabilidad internacional agravada -violaciones graves
de obligaciones emanadas de normas imperativas de Derecho
internacional general regulado en los arts. 40 y 41.-, las
consecuencias de tal responsabilidad no incluyen en concreto

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ninguna sanción. En efecto, de acuerdo al artículo 41, los
Estados sólo tienen el deber de cooperar para poner fin a la
violación y de abstenerse de reconocer como lícita la situación
creada, o de prestar ayuda o asistencia para mantener esa
situación.

9.1.2. Fundamento.
Varios fundamentos han sido dados por la doctrina a la
responsabilidad internacional del Estado:
Grocio, apoyándose en la teoría romana de la culpa aquiliana,
sostuvo que una comunidad no responde por los hechos de los
individuos que la componen, sino cuando ella ha contribuido a
su ejecución, por hecho propio o por su negligencia. La norma
señalada por Grocio no tardó en ser desvirtuada. En 1649
Puffendorf enunció la presunción de que el Estado, salvo prueba
en contrario, se encuentra en condiciones de impedir que sus
nacionales ejecuten actos lesivos para los extranjeros. La
noción de la culpa, que a juicio de Grocio debía ser empleada
en circunstancias excepcionales, pasaba a ser regla principal,
porque la culpa se presumía. En la teoría contemporánea se
estima que la culpa es un elemento irrelevante, de carácter
psicológico que puede servir para apreciar la conducta del
funcionario del Estado autor del acto, pero no la conducta del
Estado mismo: el Estado es responsable porque viola una
obligación internacional, sin que la culpa de sus funcionarios
sirva para establecer por sí misma la ilicitud del acto.
El profesor Anzilotti introdujo la idea de que la responsabilidad
del Estado es puramente objetiva; es el hecho ilícito hace
responsable internacionalmente al Estado, excluyendo el dolo y
la culpa, como elementos determinantes de dicha
responsabilidad. En esta Teoría de la Responsabilidad Objetiva,
la misma se basa en la relación de causalidad existente entre la
actividad del Estado y el hecho contrario al Derecho
Internacional. Sin embargo, ni la práctica de los Estados, ni la
jurisprudencia internacional, han aceptado esta Teoría Objetiva
que, supondría una expansión considerable del campo de la
responsabilidad de los Estados. Solamente, se ha aceptado esta
responsabilidad en circunstancias definidas en Tratados. Como
ejemplo podemos citar la Convención sobre Responsabilidad
Internacional por los daños causados por objetos espaciales,

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que establece que el Estado de lanzamiento es absolutamente
responsable del pago de la compensación por daños causados
por sus objetos espaciales.
Bajo los auspicios de la Sociedad de las Naciones, el Instituto de
Derecho Internacional elaboró una resolución sobre la
responsabilidad internacional del Estado, en la cual se presenta
como base de la responsabilidad el "incumplimiento de las
obligaciones internacionales", condicionándolo con la teoría de
la culpa, es decir que esta responsabilidad del Estado no existe
cuando el incumplimiento de la obligación no es consecuencia
de la culpa de sus órganos, salvo que, una regla convencional o
consuetudinaria admita la responsabilidad sin culpa.
Otros autores, considerando el análisis de la jurisprudencia,
sostienen que la responsabilidad se basa únicamente en la
existencia de un hecho ilícito, es decir, en la violación de una
norma de derecho internacional. Tiene un doble carácter, por un
lado es, el complemento indispensable de toda norma positiva,
por otro lado es, además, una responsabilidad objetiva.
Es posible concluir diciendo que el fundamento de la
responsabilidad es el hecho internacionalmente ilícito,
consistente en la violación de una obligación internacional que
crea para el Estado autor la obligación de reparar, mientras que
hace surgir un derecho subjetivo a favor del Estado perjudicado,
de exigir reparación. Esta es la postura más aceptada hoy en
día, y es la que se encuentra receptada en el proyecto de
artículos de la CDI mencionado supra.

9.2. Hecho internacionalmente ilícito.


El origen de la responsabilidad internacional lo constituye el
hecho ilícito internacional.

9.2.1. Concepto.
Diez de Velasco define al hecho internacionalmente ilícito como
“el acto atribuible a un sujeto jurídico-internacional que,
constituyendo una violación o infracción del Derecho
Internacional, lesiona derechos de otro sujeto o sujetos de dicho
ordenamiento, dando lugar entre otras consecuencias a la
responsabilidad del sujeto autor del acto” (1997, p. 662).

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Por consiguiente, son dos los planos en que se expresaría la
ilicitud: uno relativo al Derecho objetivo que resulta violado (es
decir, una norma jurídica internacional), y otro relativo al
derecho subjetivo que es lesionado como consecuencia del
incumplimiento de la obligación impuesta al sujeto por la norma
en cuestión.

9.2.2. Consecuencias.
La consecuencia más característica del hecho
internacionalmente ilícito es la responsabilidad internacional del
sujeto a quien el acto es atribuible, que generalmente se
concreta en el deber de reparar, y que será analizada en el
apartado 9.3.
Sin embargo, también es posible distinguir en el Derecho
Internacional otras consecuencias, tales como la nulidad del
acto contrario al Derecho; la imposibilidad de hacer valer el
acto frente a terceros (inoponibilidad); o la imposibilidad de
alegar la cláusula rebus sic stantibus como causa para dar por
terminado un tratado, o retirarse de él cuando el cambio
fundamental de las circunstancias resulte de la violación del
tratado por la parte que lo alega.
Amén de ello, es importante señalar que el proyecto de la CDI
sólo contempla las consecuencias del hecho ilícito derivadas de
la responsabilidad internacional, por lo que en última instancia,
la existencia de estas otras consecuencias dependerá de las
circunstancias particulares de cada caso.

9.2.3. Elementos.
El proyecto de la CDI en su artículo 2 refiere a los elementos del
hecho internacionalmente ilícito del Estado. Dicho artículo
señala que “hay hecho internacionalmente ilícito del Estado
cuando un comportamiento consistente en una acción u
omisión: a) Es atribuible al Estado según el derecho
internacional; y b) Constituye una violación de una obligación
internacional del Estado.”
En virtud de ello, es posible distinguir claramente un elemento
subjetivo (acción u omisión atribuible al Estado) y un elemento
objetivo (violación de una obligación internacional) cuyas
características se analizarán a continuación.

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Elemento Subjetivo:
Refiere a la presencia de una conducta (que puede ser positiva
u omisiva) y a la posibilidad de atribuir esa conducta (en
función de ciertas circunstancias) a un sujeto determinado, que
en el plano internacional, será generalmente un Estado.
Con relación al Estado en cuanto sujeto de Derecho
Internacional, se refiere a la posibilidad de atribuir un
comportamiento no a la o las personas que actuaron
materialmente, sino al Estado mismo; de allí que interese
determinar la calidad o no de órganos del mismo de las
personas autoras del acto, así como de las condiciones en las
que las mismas actúan (o dejan de hacerlo).
Sin embargo, es importante realizar algunas observaciones al
respecto:
El comportamiento atribuible al sujeto puede consistir en una
acción o una omisión. Ejemplo de omisiones son el no sancionar
una ley cuya adopción era exigida por un tratado, o faltar a la
diligencia debida exigida en la protección de los locales de una
Misión diplomática.
Sólo conforme al Derecho Internacional cabe atribuir a un sujeto
internacional una conducta al efecto de verificar la existencia
del hecho ilícito (art. 3 del Proyecto).
Es importante destacar que el hecho de “atribuir” difiere del
concepto de “imputar” en el sentido del derecho penal, en
cuanto que no es posible predicar del Estado un estado de
ánimo traducible en una falta o culpa propia de éste en cuanto
tal.
No obstante, el problema de la culpa se puede presentar
respecto a los órganos o agentes. ¿El comportamiento del
órgano únicamente puede ser imputado al Estado cuando ha
incurrido en el ilícito de modo culposo? O por el contrario: ¿la
simple violación objetiva del Derecho Internacional hace incurrir
al Estado en responsabilidad? La posición dominante atribuye al
Estado toda violación objetiva del Derecho Internacional por un
órgano o agente del mismo, en cuanto que lo que interesa no
es la actitud psicológica de los individuos, sino la conducta
objetiva del Estado per se.
Por último, se comprueba en la jurisprudencia que en repetidas
ocasiones se ha considerado necesario un mínimo de culpa o

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negligencia para que la infracción objetiva del derecho pueda
atribuirse al Estado, haciéndolo internacionalmente
responsable.
Elemento Objetivo:
El componente objetivo del hecho ilícito internacional consiste
en que mediante el acto o comportamiento debe violarse una
obligación (de acción o abstención) impuesta por el Derecho
Internacional.
Habrá violación de una obligación cuando un acto del sujeto no
esté en conformidad con lo que de él exige esa obligación, a
partir de un contraste entre el comportamiento real y el
jurídicamente debido.
Se verán a continuación algunos caracteres de la obligación
internacional que debe ser violada para que surja la
responsabilidad del sujeto:
Carácter internacional de la obligación: la obligación debe estar
impuesta por una norma de Derecho Internacional. Se excluyen
por lo tanto las derivadas de contratos entre Estados y personas
extranjeras.
Origen de la obligación: se consagra el principio de indiferencia
de la fuente, en cuanto que no interesa que se trate de una
obligación impuesta por una norma consuetudinaria, un tratado,
un principio general del derecho, una sentencia de un tribunal,
o un acto vinculante de una organización internacional (art. 12
del Proyecto).
Vigencia de la obligación: para que exista responsabilidad, la
obligación debe estar en vigor para el sujeto responsable al
tiempo de la realización del acto contrario a derecho (art. 13 del
Proyecto).
Contenido de la obligación: es irrelevante al efecto de calificar
de internacionalmente ilícito un determinado hecho, aunque
puede repercutir a la hora de determinar la gravedad del
mismo, y con ello, el régimen de responsabilidad aplicable.
El Daño:
La CDI no hace alusión en su proyecto al daño o perjuicio como
elemento autónomo del hecho internacionalmente ilícito, en
cuanto que lo considera comprendido en el elemento objetivo.

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Sin embargo, es importante destacar que puede ser decisivo
para medir el alcance de la responsabilidad, y es un requisito
para que opere la violación de ciertas obligaciones (por
ejemplo, la violación al deber de protección de locales
diplomáticos extranjeros).
Parte de la doctrina estima necesario por ello erigir al perjuicio
o daño producido por el comportamiento ilícito del Estado en
detrimento de otro Estado como elemento autónomo. Tal daño
tiene normalmente naturaleza patrimonial o económica, pero
puede también afectar intereses no materiales, como la
dignidad del Estado.
El daño puede consistir tanto en una lesión directa a los
derechos de otro Estado (material o no material), como en una
lesión ocasionada a un particular extranjero o a sus bienes,
caso en el cual se dice que el daño es mediato.
Como se verá más adelante, se prevén distintos tipos de
reparación de acuerdo con el tipo de daño producido.

En síntesis: existe unanimidad en la


doctrina sobre la necesidad de que se
reúnan determinados elementos para que
se configure la responsabilidad
internacional: 1) un acto u omisión
imputable al Estado como persona jurídica
(elemento subjetivo); 2) que dicho acto u
omisión viole una obligación internacional,
entre el Estado autor del acto u omisión y el
Estado perjudicado (elemento objetivo); a
ello, algunos autores agregan: 3) la
existencia de un perjuicio que sea
consecuencia de la acción u omisión.

9.3. Reparación.
Como se mencionó supra, la consecuencia normal del hecho
ilícito internacional es la responsabilidad del autor del mismo.
Con ello, entra en juego la noción de daño o perjuicio resultante
(para uno o varios sujetos) de la transgresión a una obligación
jurídica a cargo de otro sujeto; hay un derecho subjetivo
lesionado, y se es responsable por ello ante su titular. Ese daño

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generado con la comisión del hecho ilícito es el que da lugar
habitualmente a la obligación de reparar.
Cuando hablamos de reparación en un sentido amplio en el
marco del Derecho Internacional, nos estamos refiriendo tanto
a:
La compensación del perjuicio (reparación estricto sensu)
La cesación de la situación ilícita o vuelta a la legalidad (en
caso de que la situación ilícita persista o se prolongue en el
tiempo).
A este segundo aspecto se refiere el artículo 30. Del Proyecto
de la CDI, que establece que “el Estado responsable del hecho
internacionalmente ilícito está obligado: a) A ponerle fin si ese
hecho continúa; b) A ofrecer seguridades y garantías adecuadas
de no repetición, si las circunstancias lo exigen.”
El primer inciso refiere a la cesación del hecho ilícito. Todo
hecho ilícito es una amenaza contra la eficacia, la validez y por
ende la existencia de la norma violada, especialmente si ésta es
continuada. La obligación de cesar se dirige a aquellas
violaciones producidas por un hecho de carácter continuo y su
efecto es (sin perjuicio de la responsabilidad) imponer el cese
de su acción u omisión ilícita.
El inciso segundo se refiere a las seguridades y garantías de no
repetición; constituyen una medida autónoma que tiene una
función preventiva más que reparadora, y presupone el riesgo
de repetición del mismo hecho. Es un remedio sui generis, que
debe diferenciarse de otros modos de reparación. Cuando
proceda o cuando las circunstancias demuestren que está el
riesgo real de repetición, y la gravedad de la lesión sufrida por
el lesionado lo justifiquen, procederán tales medidas. Es un
remedio excepcional y se desestimarán las reclamaciones
abusivas que menoscaben la dignidad del Estado autor.
Enfocándonos en la reparación estricto sensu, señala el artículo
31 del Proyecto que el Estado responsable “está obligado a
reparar íntegramente el perjuicio causado por el hecho
internacionalmente ilícito.” El daño o perjuicio puede ser:
Directo, cuando consiste tanto en una lesión inmediata de los
derechos de otro Estado (como el incumplimiento del pago de
un empréstito contraído por un Estado respecto de otro).

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Indirecto, cuando se trata de una lesión que se inflige al Estado
a través de las personas físicas o jurídicas de sus nacionales o
sus representantes o de los bienes que les pertenecen a éstas
(como una expropiación a una sociedad nacional de un Estado
sin una indemnización suficiente por parte de otro Estado), caso
en el cual hay un perjuicio mediato, en el que el Estado del cual
es nacional la víctima asume la causa de ésta.
En ambos casos, el perjuicio puede ser de naturaleza
patrimonial (cuando se causa al Estado en su territorio o en sus
bienes, sea en el país o en el exterior, en sus instalaciones
militares, locales diplomáticos, buques, aeronaves, naves
espaciales, etc.) o no patrimonial, (ofensa al pabellón del
Estado, acto de autoridad realizado en territorio del Estado sin
su consentimiento por otro Estado).
Conectadas con estas distinciones, existen tres modalidades de
reparación, entendidas como los diferentes medios con los que
cuenta el Estado para liberarse de la responsabilidad derivada
del hecho ilícito que se le atribuye: la restitución, la
indemnización o resarcimiento y la satisfacción. Al daño
material (sea directo o indirecto) se le asigna la restitución en
especie o indemnización; al daño moral infringido a un Estado,
corresponde una satisfacción. La indemnización cubre el daño
moral causado a los nacionales del Estado.
A. La Restitución (restitutio in integrum)
El criterio básico de la reparación es la restitución integral,
plena, de todos los daños causados por el hecho ilícito. Dicho
criterio ha sido consagrado por la CPJI (regla de Chorzow), y
supone que el incumplimiento de un compromiso impone la
obligación de reparar en forma adecuada, en la medida de lo
posible borrar todas las consecuencias del acto ilícito y
establecer la situación que según toda probabilidad, habría
existido si dicho acto no se hubiera cometido (derogación de
una ley contraria al Derecho Internacional, liberación de un
extranjero detenido ilegalmente, restitución de bienes,
documentos, liberación de buques capturados, etc.).
A esta forma de reparación se refiere el artículo 35 del Proyecto
de la CDI, cuando señala que el Estado responsable de un
hecho internacionalmente ilícito está obligado a restablecer la
situación que existía antes de la comisión del hecho ilícito. El

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mismo artículo sin embargo prevé dos excepciones a esta forma
de reparación privilegiada:
Que la restitución no sea materialmente imposible (asesinato
de una persona, desaparición o destrucción de bienes)
Que la restitución no entrañe una carga totalmente
desproporcionada con relación al beneficio que derivaría de la
restitución en vez de la indemnización.
En estos casos, que son los más frecuentes, operan las otras
dos formas de reparación que se describirán a continuación.
B. Indemnización
El Estado responsable de un hecho internacionalmente ilícito
está obligado a indemnizar el daño causado por ese hecho en la
medida en que dicho daño no sea reparado por la restitución
(art. 36).

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El principio de que la reparación debe cubrir todo el perjuicio,
ha llevado a la jurisprudencia a incluir en ella la indemnización
del lucro cesante, el pago de intereses y el resarcimiento de
daños extra-patrimoniales; adoptándose igual criterio en el
proyecto de la CDI. No se han reconocido, en cambio,
reparaciones de tipo punitivo, ni se ha admitido el resarcimiento
de daños indirectos (que no sean una consecuencia directa e
inmediata del hecho ilícito).
De allí que el Proyecto de la CDI defina a la indemnización como
“el pago de una suma de dinero que cubre todo daño
susceptible de evaluación financiera, incluido el lucro cesante
en la medida en que éste sea comprobado.” (Art. 36).
Con relación a los intereses, se acepta el pago de los mismos en
la medida necesaria para asegurar la reparación íntegra. La
tasa de interés y el modo de cálculo se fijarán de manera que
se alcance ese resultado (Art. 37).
Existen discrepancias en la doctrina respecto a la fecha inicial
para su cómputo; lo más usual es tomar como referencia la
fecha de producción del daño o el momento en que se fijó el
monto de la indemnización principal o el de la interposición de
demanda. Al respecto, el Proyecto prevé que los intereses “se
devengarán desde la fecha en que debería haberse pagado la
suma principal hasta la fecha en que se haya cumplido la
obligación de pago.”
Finalmente, en cuanto al lucro cesante, su cálculo genera
dificultades en la práctica, en cuanto que por su naturaleza,
depende de circunstancias que muchas veces resultan oscuras
e inciertas. Barboza (1999) señala por ello que basta con la
presunción de que en el curso ordinario y normal de los
acontecimientos la pérdida no habría ocurrido. C. Satisfacción.
Puede operar como una forma autónoma o un complemento a
otros modos de reparación. Cubre el daño a la dignidad, al
honor o prestigio del Estado, que se engloban en el llamado
daño moral.
La satisfacción puede tomar diferentes formas; así, puede
consistir en un pedido de disculpas, o una indemnización
simbólica, o la verificación por una instancia imparcial
internacional del carácter ilícito del acto en cuestión, o si hay
violación grave de los derechos del Estado lesionado, una

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indemnización que refleje la gravedad de la violación. En el
caso de que el hecho ilícito resulte de un comportamiento
irregular grave de funcionarios, puede consistir en la adopción
de medidas disciplinarias contra los responsables por parte del
Estado autor y si proviene de un comportamiento criminal, su
castigo por sanción penal.
Al respecto, señala el artículo 37 del Proyecto que la
satisfacción “…puede consistir en un reconocimiento de la
violación, una expresión de pesar, una disculpa formal o
cualquier otra modalidad adecuada…”; pero debe respetar
siempre la proporcionalidad y no ser humillante para el Estado
responsable.

9.4. Causas de exoneración y modificación de la


responsabilidad internacional.
Señala Barboza (1999) que el efecto de estas causas (que el
autor denomina de exclusión de la ilicitud) es convertir en lícita
una conducta que de otro modo sería ilícita. El comportamiento
de un Estado, cuando tienen lugar estas circunstancias, no
constituye un hecho internacionalmente ilícito, o en otras
palabras, cuando se verifica alguna de estas causales el Estado
no tiene que observar la obligación internacional que
normalmente debería respetar, por lo tanto no hay violación.
Siguiendo el esquema presentado por el Proyecto de la CDI,
tales circunstancias son:
Consentimiento válido
Legítima defensa
Adopción de contramedidas
Fuerza mayor
Peligro extremo
Estado de necesidad

Consentimiento válido prestado por un Estado a la comisión de


un hecho determinado por otro Estado (art. 20). Un Estado no
puede reclamar contra el hecho de otro para el cual prestó
previamente su consentimiento. No procede respecto a
obligaciones de ius cogens ya que éstas no pueden ser
afectadas por acuerdos entre Estados.

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Legítima defensa, de conformidad con la Carta de la ONU (art.
21). En virtud de ello, la CDI señala que su empleo debe darse
sólo en los casos en que tenga finalidad defensiva, esto es, que
implique la oposición a un ataque violento de otro sujeto;
destacando además su carácter de excepción a una norma por
la que reserva a una autoridad centralizada el monopolio del
uso de la fuerza. En el Módulo 4 se analizará en detalle esta
causal, como excepción a la prohibición del uso de la fuerza.
Adopción de contramedidas, es decir un hecho ilícito que es
consecuencia de, y respuesta a otro ilícito anterior (art. 22).
Comprenden fundamentalmente las represalias, esto es,
acciones que serían ilícitas sino fuera porque el hecho de que el
Estado contra el cual van dirigidas ha cometido anteriormente,
contra el que toma la contramedida, un hecho ilícito. Barboza
(1999) señala que debe ser una medida legítima de acuerdo
con el Derecho Internacional, es decir, que debe cumplir con los
requisitos que aquel establece para que sea legal ver artículos
49 a 54 del Proyecto).
Fuerza mayor (fuerza irresistible o acontecimiento imprevisto
que hacen materialmente imposible cumplir con la obligación)
(art. 23). Los Estados pueden quedar, por circunstancias ajenas
a su voluntad, en la imposibilidad de seguir la conducta
prescripta por la obligación, ya sea materialmente o porque una
fuerza exterior se los impide, o porque no pueden percatarse de
que el comportamiento seguido configura el de la prohibición
legal.
Peligro extremo para la vida del autor del hecho ilícito o de
personas confiadas a su cargo (art. 24). La causal refiere a la
situación de necesidad en la que se encuentra un órgano de
Estado que está actuando, y al que se le presenta la alternativa
de violar una obligación internacional del Estado o poner en
peligro su propia vida o de las personas confiadas a su cuidado.
Hay una imposibilidad moral de obrar en cumplimiento del
deber internacional, en virtud de la cual, la conducta de ese
órgano no puede ser atribuida al Estado.
Estado de necesidad. El Proyecto requiere dos condiciones para
su configuración: a) que sea el único medio de salvaguardar un
interés esencial del Estado; y b) no afecte ningún interés
esencial del Estado respecto del que existía obligación. A su
vez, se prevé que ningún Estado pueda invocar el estado de

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necesidad como causa de exclusión de la ilicitud si: a) La
obligación internacional de que se trate excluye la posibilidad
de invocar el estado de necesidad; o b) El Estado ha contribuido
a que se produzca el estado de necesidad (art. 25). Esta última
excepción no requiere mayor explicación. La primera refiere a
que no se puede invocar la causal para evitar el cumplimiento
de una obligación imperativa del Derecho Internacional, ni
contra una obligación de un tratado en el que se ha estipulado
explícitamente que no se puede invocar tal estado de
necesidad. Va de suyo que el peligro que amenaza al interés
esencial debe ser grave e inminente, y que debe haber
proporcionalidad en la comparación de los intereses en juego.
Al igual que en el estado de necesidad, en todos los demás
casos se exige que el Estado en cuestión no haya contribuido a
que se produzca el evento o situación que excluye la ilicitud.

9.5. Responsabilidad Internacional del Estado.


Por regla general, se atribuyen al Estado los actos de sus
órganos o agentes en tanto que integrantes de la organización
estatal. Respecto a estos órganos y agentes del Estado, es
importante realizar las siguientes aclaraciones:
Es el derecho interno el que define qué personas o entidades
revisten el carácter de órganos (Art. 4.2).
Sólo se considerarán actos del Estado, desde el punto de vista
internacional, los realizados por personas que actúan en calidad
de tales órganos, sin que quepa por ende atribuirle los
realizados por esas personas a título puramente privado (Art.
4.1).
La conducta por la cual cabe declarar al Estado
internacionalmente responsable puede consistir, bien en un
acto instantáneo, bien en una cadena de actos constitutiva de
un proceso en el cual suelen intervenir varios órganos del
Estado.
Para la atribución de responsabilidad a un Estado por actos de
órganos suyos, es indiferente la pertenencia de aquel a
cualquiera de los poderes clásicos (legislativo, ejecutivo,
judicial) (Art. 4.1).
Tampoco es relevante el carácter internacional o interno de las
funciones del órgano, ni cual sea su posición, superior o

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subordinada, en el marco de la organización del Estado,
pudiendo pertenecer al gobierno central o a una división
territorial del mismo (Art. 4.1).
Además de esta caracterización general, el mismo Proyecto
prevé ciertas situaciones especiales de responsabilidad estatal
vinculadas con el ejercicio de prerrogativas públicas, y que
están previstas en los artículos4 a 11 del Proyecto. Así, se
considerará hecho del Estado según el derecho internacional:
El comportamiento de toda persona o entidad que no sea parte
del Estado, pero esté facultada por éste para ejercer
atribuciones públicas
(art. 5).
El comportamiento de un órgano de otro Estado puesto a
disposición del primer Estado (p.e. fuerzas de seguridad),
siempre que actúe en ejercicio de atribuciones de poder público
de ese Estado (art. 6). La solución aparece avalada por la
doctrina y jurisprudencia, a condición de que la actuación del
órgano quede bajo el control del Estado. A contrario sensu, la
responsabilidad del Estado territorial queda descartada en los
casos de actuación en su territorio de órganos de otro Estado o
de una Organización Internacional que actúen en calidad de
tales, salvo que dicho Estado hubiera de responder por los
actos de sus propios órganos, al mostrar éstos una intolerable
pasividad, ante actos perjudiciales para terceros Estados,
causados por el órgano del Estado u Organización operante en
su territorio.
El comportamiento de una persona o grupo de personas que
actúan de hecho según las instrucciones o bajo la dirección o el
control del Estado (art. 8). Barboza cita como ejemplo de este
supuesto el Asunto del Personal diplomático y consular de los
Estados Unidos en Teherán, cuando un grupo de iraníes ocupó
en 1979 la embajada de dicho Estado tomando a sus miembros
como rehenes. En el caso, la Corte Internacional de Justicia
consideró que los militantes autores de los hechos debían ser
considerados agentes del Estado iraní, por cuyos actos el propio
Estado era responsable.
El comportamiento de una persona o grupo de personas que
ejercen de hecho atribuciones públicas en ausencia o defecto
de autoridades oficiales y en circunstancias que exigen el

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ejercicio de tales atribuciones (art. 9.). Tal podría ser el caso de
personas que ante la necesidad asumen prerrogativas públicas,
por ejemplo si una catástrofe natural o una guerra deja sin
autoridades a una localidad.
El comportamiento de un movimiento insurreccional es
atribuible al Estado en dos situaciones: a) cuando se convierte
en el nuevo gobierno del Estado, es decir, cuando triunfa (Art.
10.1); b) cuando logra establecer un nuevo Estado en parte del
territorio de un Estado preexistente o en un territorio sujeto a
su administración caso en el que se considerará hecho del
nuevo Estado según el derecho internacional (Art. 10.2).
Respecto a los actos de los particulares (excepto que configuren
alguno de los supuestos recién descriptos), la regla general es,
la no atribución de los mismos al Estado, lo que no significa que
el Estado no pueda resultar responsable por su pasividad o falta
de diligencia en la prevención o represión de tales actos. En ese
caso, y según la doctrina dominante, el Estado no estaría
asumiendo como suyos los actos de los particulares, sino
respondiendo internacionalmente por sus propios actos en
cuanto constitutivos de la violación de una obligación
internacional de vigilancia y protección.
Finalmente, se aclara que el hecho de que el representante del
Estado se extralimite en su competencia o contravenga sus
instrucciones no hace desaparecer el carácter de hecho del
Estado (art. 7). Esto condice con la práctica estatal y la
jurisprudencia, que se orientan hacia la admisión del principio
de la atribución al Estado de los actos ultra vires o no
autorizados por sus órganos o agentes.

9.6. Responsabilidad Internacional de entes no estatales.


La evolución del Derecho Internacional, ha ido de la mano del
reconocimiento de nuevos sujetos de derecho tales como las
organizaciones internacionales y, de modo más restringido, el
individuo, a los que se les ha reconocido concomitantemente
como sujetos activos y pasivos de responsabilidad.
Con respecto a la responsabilidad de las organizaciones
internacionales, al reconocérseles personalidad jurídica
internacional, se entiende que las mismas son titulares no sólo
de derechos sino también de deberes, y por ende, son

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responsables directamente por los actos jurídicos
internacionales que los infrinjan.
Son diversos pues los supuestos que pueden dar origen a la
responsabilidad de los Organismos Internacionales; entre ellos
podemos mencionar: a) el quebrantamiento por la Organización
de un tratado concluido con un Estado u otra organización; b)
cuando como consecuencia de actividades operacionales puede
atribuirse a una organización actos dañosos cometidos por sus
órganos o agentes que puedan ser invocados como
generadores de responsabilidad en el ámbito internacional (tal
fue el caso de las indemnizaciones acordadas por la ONU a
Bélgica y otros Estados cuyos nacionales sufrieron daños con
motivo de las operaciones de la Organización en el Congo); c) el
daño que puede surgir en las relaciones jurídicas entre la
Organización y sus funcionario o agentes; d) en los acuerdos de
sede u otros que rigen las actividades de la organización en el
territorio de un Estado se incluyen generalmente cláusulas
relativas a la exclusión de responsabilidad internacional de
Estado territorial por actos propios de la organización; y e) la
organización también puede ser responsable por los actos de
administración internacional de territorios (por ejemplo cuando
la ONU tenía la administración de Nueva Guinea Occidental).
También podrían darse supuestos de responsabilidad objetiva o
por riesgo si la organización realiza actividades que puedan
caer bajo este supuesto, que se analizará en el apartado
siguiente.
Lo relativo a la responsabilidad del individuo ya fue analizado
en el Módulo 1, al referirnos a la personalidad pasiva del mismo
(Ver unidad 3).

9.7. Responsabilidad Internacional por actos no prohibidos.


Se entiende por responsabilidad internacional por actos no
prohibidos aquella que se produce sin violación de obligaciones.
En el derecho interno se la denomina responsabilidad objetiva o
por riesgo; esto es, una responsabilidad sin culpa que admite
escasas excepciones.
Este tipo de responsabilidad se aplica a las actividades que
aunque riesgosas, son lícitas: la responsabilidad es una
consecuencia de los daños causados por la actividad, no
obstante la diligencia empleada para evitarlos. Si se produce un

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daño y la relación causal queda establecida, debe pues
indemnizarse, aunque no haya culpa, como ocurre con las
indemnizaciones por accidentes de trabajo en la legislación
interna.
Se entiende que las actividades en cuestión no pueden
prohibirse, a pesar del riesgo que engendran, por ser
socialmente útiles o por haberse incorporado a la vida moderna
en forma tal que no se las puede erradicar.
Los daños originados se consideran costos inherentes a la
actividad, que si no se hicieran caer sobre el operador o
empresario originarían un enriquecimiento sin causa. Ahora
bien, siendo social la utilidad de la actividad peligrosa, no sería
apropiado que los costos solo estuvieran a cargo del operador:
por ello, éste aumenta el precio de su servicio para trasladar el
costo de las indemnizaciones y seguros a la sociedad en
general.
Se trata de un concepto cuya aplicación ha sido muy discutida
por la doctrina en el plano internacional. Algunos autores
niegan la existencia de este segundo tipo de responsabilidad,
entendiendo el deber de reparar el eventual daño derivado de
actividades licitas no como un producto de la responsabilidad,
sino como garantía.
Sin embargo, en la actualidad, la mayor parte de la doctrina
admite la existencia de este tipo de responsabilidad en sectores
como la exploración espacial, la utilización de la energía nuclear
o las actividades susceptibles de afectar al medio ambiente. Es
decir, la Teoría de la Responsabilidad por Riesgo es aplicable, no
como principio general de la responsabilidad, sino en ciertas
condiciones y circunstancias bien definidas por convenios
internacionales.
Mientras algunas de estas reglas se refieren básicamente a la
responsabilidad internacional del Estado como las contenidas
en los convenios sobre actividades espaciales, otras se centran
en la responsabilidad civil con arreglo a un derecho interno
aplicable, como muchas sobre la utilización pacífica de la
energía nuclear, la contaminación del mar por hidrocarburos u
otras sustancias o contaminación transfronteriza; e inclusive,
algunas adoptan soluciones híbridas que ponen en concurrencia
los dos planos de responsabilidad de Derecho Internacional y de
derecho interno como en el Derecho del Mar lo que, como

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señala Diez de Velasco (1997), provoca ambigüedades y
complicaciones.
En virtud de las dificultades que presenta este ámbito,
El Derecho la CDI decidió incluir el tema en su agenda, poniendo
Internacional especial énfasis en el riesgo ambiental causado por la
general no ofrece actividad humana y acrecentado por el progreso
suficiente industrial y tecnológico.
protección frente a
Resultado del trabajo de la Comisión ha sido el
las consecuencias
dañosas derivadas Proyecto de artículos sobre prevención del daño
de actividades transfronterizo resultante de actividades peligrosas,
lícitas que resultan adoptado por la CDI en su 53º período de sesiones
necesarias. Es (A/56/10) aplicable a las actividades no prohibidas por
necesario por ello el derecho internacional que entrañen el “riesgo de
avanzar en el causar, por sus consecuencias físicas, un daño
desarrollo transfronterizo sensible.” (Art. 1).
progresivo del El riesgo de causar un daño transfronterizo sensible
derecho en este abarca los riesgos que se presentan “…como una alta
ámbito, a través probabilidad de causar daño transfronterizo sensible y
de nuevos una baja probabilidad de causar daño transfronterizo
tratados catastrófico…” (Art. 2.a); entendiéndose por daño
internacionales. transfronterizo “…el daño causado en el territorio o en
Los Estados se otros lugares bajo la jurisdicción o el control de un
esfuerzan por Estado distinto del Estado de origen, tengan o no los
regular esta Estados interesados fronteras comunes.” (Art. 2.c).
materia a través
de regímenes Se trata de un régimen fundado sobre la idea de la
convencionales prevención, basada en la debida diligencia: de allí que
cada vez más se estipule la obligación del Estado de origen de
abundantes y adoptar todas las medidas necesarias para prevenir el
detallados. Estos daño o, en todo caso, minimizar el riesgo de causarlo.
regímenes (Art. 3)
incluyen reglas de Ello presupone ante todo la necesidad de obtener una
prevención autorización previa para la realización de las
(basadas en la actividades riesgosas comprendidas en el ámbito del
doble idea del proyecto, otorgada por el Estado bajo cuya jurisdicción
equilibrio de o control van a realizarse tales actividades (Art. 6). La
intereses y la concesión de la autorización deberá fundarse en una
obligación de evaluación del daño transfronterizo que pueda causar
debida diligencia) esa actividad, incluida la evaluación del impacto
y de reparación ambiental (Art. 7).
(obligación de
indemnizar a las
víctimas de los
accidentes que no
se hayan podido Derecho Internacional Público – María Cecilia Caro Leopoldo | 21
prevenir).
En el caso de que existiese riesgo, el Estado de origen deberá
hacer la oportuna notificación del mismo y de la evaluación
realizada al Estado que pueda resultar afectado transmitiéndole
la información técnica disponible y toda otra información
pertinente en que se base la evaluación. El Estado de origen no
tomará decisión alguna con respecto a la autorización de la
actividad antes de que reciba, dentro de un plazo que no
exceda de seis meses, la respuesta del Estado que pueda
resultar afectado (Art. 8).
Además de esta obligación de informar, los Estados interesados
deben consultarse y cooperar en la adopción y aplicación de
medidas preventivas basadas en soluciones equitativas, sin
perjuicio de que a falta de acuerdo, el Estado de origen prosiga
la actividad bajo su responsabilidad, para lo cual deberá tener
en cuenta, no obstante, los intereses del Estado que pueda
resultar afectado (Art. 9).
Otro trabajo complementario de la CDI en este ámbito es el
“Proyecto de principios sobre la asignación de la pérdida en
caso de daño transfronterizo resultante de actividades
peligrosas” (2006).
Los propósitos del proyecto son, por una parte, garantizar una
indemnización “pronta y adecuada” de las víctimas de un daño
transfronterizo y, por la otra, “preservar y proteger el medio
ambiente” en caso de que se produzca tal daño, teniendo como
propósito la atenuación del daño causado al medio ambiente y
su restauración o restablecimiento.

Bibliografía Lectura 9
BARBOZA, J. (1997). Derecho Internacional Público (1a Ed.).
Buenos
Aires: Zavalía. Capítulos 17,18 y 19.
DIEZ DE VELASCO, M. (1997). Instituciones de Derecho
Internacional Público (11a Ed.). Madrid: Tecnos. Capítulos 23, 24
y 25.

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Proyecto de Artículos sobre Responsabilidad del Estado por
Hechos Internacionalmente Ilícitos, adoptado por la CDI en su
53º período de sesiones
(A/56/10) y anexado por la AG en su Resolución 56/83 del 12 de
diciembre de 2001
Proyecto de artículos sobre Prevención del Daño Transfronterizo
resultante de Actividades Peligrosas, adoptado por la CDI en su
53º período de sesiones (A/56/10)
Proyecto de Artículos sobre Asignación de la pérdida en caso de
daño transfronterizo resultante de actividades peligrosas
adoptado por la CDI en su 58º período de sesiones (A/61/10) y
anexado por la AG en su Resolución 61/36 del 18 de diciembre
de 2006.

www.uesiglo21.edu.ar

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