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SEMANA N5 1

Nuestra vocacin a la
bienaventuranza
Luis Saavedra Galvis Asignatura:
tica General - Tercero M
Pontificia Universidad Catlica del Ecuador Sede Ambato
SEMANA N5 2
SEMANA N5 3

Anlisis de la situacin Actual

Semejante bienaventuranza supera la inteligencia y las solas fuerzas humanas. Es fruto del don

gratuito de Dios. Por eso la llamamos sobrenatural, as como tambin llamamos sobrenatural la

gracia que dispone al hombre a entrar en el gozo divino, las bienaventuranzas estn en el centro

de la predicacin de Jess. Con ellas Jess recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde

Abraham; pero las perfecciona ordenndolas no slo a la posesin de una tierra, sino al Reino de

los cielos, la bienaventuranza prometida nos coloca ante opciones morales decisivas. Nos invita a

purificar nuestro corazn de sus malvados instintos y a buscar el amor de Dios por encima de todo.

Nos ensea que la verdadera dicha no reside ni en la riqueza o el bienestar, ni en la gloria humana

o el poder, ni en ninguna obra humana, por til que sea, como las ciencias, las tcnicas y las artes,

ni en ninguna criatura, sino slo en Dios, fuente de todo bien y de todo amor:

Las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocacin

de los fieles asociados a la gloria de su Pasin y de su Resurreccin.

Las bienaventuranzas responden al deseo natural de felicidad. Este deseo es de origen divino: Dios

lo ha puesto en el corazn del hombre a fin de atraerlo hacia l, el nico que lo puede satisfacer.

Las bienaventuranzas descubren la meta de la existencia humana, el fin ltimo de los actos

humanos: Dios nos llama a su propia bienaventuranza.

Porque Dios nos ha puesto en el mundo para conocerle, servirle y amarle, y as ir al cielo. La

bienaventuranza nos hace participar de la naturaleza divina.

La bienaventuranza prometida nos coloca ante opciones morales decisivas. Nos invita a

purificar nuestro corazn de sus malvados instintos y a buscar el amor de Dios por encima de todo.

Nos ensea que la verdadera dicha no reside ni en la riqueza o el bienestar, ni en la gloria humana

o el poder, ni en ninguna obra humana, por til que sea, como las ciencias, las tcnicas y las artes,

ni en ninguna criatura, sino slo en Dios, fuente de todo bien y de todo amor.
SEMANA N5 4

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