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Revista de Ciencias Sociales (RCS)

Vol. XV, No. 4, Octubre - Diciembre 2009, pp. 653 - 667


FACES - LUZ · ISSN 1315-9518

Nuevas identidades – otras ciudadanías*


Vázquez, Belín**
Pérez Jiménez, César***

Resumen
Reflexionar sobre las identidades, es reflexionar sobre prácticas ciudadanas diversas que emergen de las
relaciones sociales dibujadas en los lienzos culturales de las tramas históricas. Por ello, es cuestionable propo-
ner una definición de identidades y ciudadanías, que pretenda ser totalitaria, absoluta y homogeneizadora; sobre
todo, porque históricamente se han producido ilustraciones sobre la dominación y homogeneidad de las subjeti-
vidades, creando modelos unívocos de sujetos en tantos objetos de análisis cultural. En este sentido, es oportuno
plantear que desde estos niveles de articulación, tanto identidad como ciudadanía nos remiten a verdades sacra-
lizadas, mediatizadas por las “invenciones de la tradición” inscritas en la universalidad y totalidad de lo social.
Y estas invenciones no son otras que aquéllas prácticas simbólicas aceptadas como normales y reguladoras para
la comprensión fenomenológica de la ontología del ser, en la que se entretejen diversas hermenéuticas sociales.
Ante esta situación, en este ensayo, procuramos precisar elementos teórico-reflexivos para una propuesta ética
orientada a una convivencia democrática según intereses compartidos, que esbocen lo qué es ser humano en re-
lación, más allá del contrato social naturalizado; aspectos que son discutidos desde una postura decolonial sobre
el ser-y-saber, de cara a entender que la vinculación identidades-ciudadanías debe ser asumida desde unos es-
quemas comprensivos pluralistas e inclusivos.
Palabras clave: Identidades, ciudadanías, ética intersubjetiva, diversidad, diferencia.

* Este trabajo es producto de las reflexiones producidas en el marco de las actividades académicas y de in-
vestigación desarrolladas en la Línea de Investigación Representaciones, actores sociales y espacios de
poder, coordinada por la Dra. Belín Vázquez, y adscrita al Doctorado en Ciencias Humanas y al Centro
de Estudios Históricos de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad del Zulia. A su vez,
este trabajo es parte de las reflexiones teóricas que fundamentan el Proyecto “Miradas histórico-episte-
mológicas de las identidades ciudadanas en la construcción republicana del estado y la nación en Vene-
zuela”, parte del Programa de Investigación “Identidades, Poder y Prácticas Sociales”, financiado por el
CONDES-VAC-LUZ.
** Doctora en Historia por la Universidad Complutense de Madrid. Profesora Titular de la Facultad de Hu-
manidades y Educación de la Universidad del Zulia. Coordinadora de la Línea de Investigación “Repre-
sentaciones, Actores Sociales y Espacios de Poder”, adscrita al Programa de Doctorado en Ciencias Hu-
manas (LUZ). Investigadora –PPI. Correo electrónico: belinvazquez@gmail.com
*** Doctor en Ciencias Humanas por la Universidad del Zulia. Psicólogo, Psicopedagogo; Maestría en Edu-
cación Especial y Rehabilitación; Diplomado en Formación Docente según el Enfoque CTS por la Uni-
versidad de Oviedo y la OEI. Estancia de Investigación Post-dotoral en Ciencias de la Educación en la
Universidad de Oviedo. Investigador – PPI. Investigador de la línea “Representaciones, Actores Socia-
les y Espacios de Poder”, adscrita al Programa de Doctorado en Ciencias Humanas (LUZ). Correo elec-
trónico: perez_jimenez_cesar@hotmail.com, cesarperezjimenez@yahoo.es

Recibido: 08-09-23 · Aceptado: 09-03-26

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Nuevas identidades – otras ciudadanías
Vázquez, Belín y Pérez Jiménez, César _____________________________________________

New Identities - Other Citizenships


Abstract
To reflect on identities is to reflect about diverse citizen practices that emerge from social relationships
drawn on the cultural canvas of historical plots. Therefore, it is questionable to propose a definition of identities
and citizenships that pretends to be totalitarian, absolute and homogenizing, above all, because historically, il-
lustrations have been produced about the domination and homogeneity of subjectivities, creating univocal mod-
els of subjects considered objects of cultural analysis. In this sense, it seems reasonable to claim that from these
levels of articulation, both identity and citizenship lead us to sacralized truths, mediatised by the “inventions of
tradition,” comprised within the universality and the totality of what is social. Such inventions are precisely
those symbolic practices that are commonly accepted as normal and regulating for the phenomenological com-
prehension of the ontology of being, where diverse social hermeneutics converge. Considering this situation,
this essay intends to specify theoretical-reflexive elements for an ethical proposal aimed at fostering a demo-
cratic coexistence based on shared interests, that outline what it is to be human in relation, beyond the natural-
ized social contract; aspects that are discussed from a de-colonial perspective regarding being-and-knowing,
facing the understanding that the identities-citizenships connection ought to be assumed from comprehensive,
pluralistic and inclusive schemes.
Key words: Identities, citizenships, inter-subjective ethics, diversity, difference.

Introducción: Identidades ciudadanía, de un nosotros inclusivo, que es


y ciudadanía en debate también simbólico.
Por ello, es cuestionable proponer una
Somos, tal vez, como producto social definición de identidades que pretenda ser to-
un vehiculo de etiquetas, marcas. Lo que so- talitaria, absoluta y homogeneizadora. Cual-
mos tiene un marcaje de lugaridad, que nos quier intento por definir las identidades, es
hace ser lo que creemos ser y lo que los otros sencillamente anular el ser ontológicamente
creen que somos; lugaridad como contexto recreado en el devenir de las interacciones so-
simbólico pensado-sentido-vivido, producido ciales y fuera de ellas; es romper con las insti-
desde la interpretación colectiva de las histo- tuciones sociales, cuya bases históricas y cul-
rias culturales que definen imágenes identita- turales, procuran abrir nuevos espacios de
rias plurales y diversas. confrontación dialógica para el crecimiento
Indudablemente que reflexionar sobre de las sociedades, las culturas y sus ciudada-
las identidades, es reflexionar sobre prácticas nos. Reflexionar sobre las identidades, con-
ciudadanas diversas que emergen de las rela- trae un problema epistemológico y ontológico
ciones sociales dibujadas en estos lienzos cul- sobre relaciones de poder entronadas en el
turales de las tramas históricas. Las imágenes ser-y-saber.
identitarias surgen a propósito de la intercone- Históricamente se han producido ilus-
xión coordinada de los enlaces simbólicos que traciones sobre la dominación y homogenei-
fluyen en el diálogo, el silencio, la mirada, en dad de las subjetividades, creando modelos
el otro conmigo mismo. Y de allí, su concomi- unívocos de sujetos en tantos objetos de análi-
tante concreción en el hecho identitario hecho sis cultural. No solamente las ciencias fueron

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protagonistas de ello; también, este efecto tico sobre la concatenación entre identidades
universalizado sobre las identidades-ciudada- y ciudadanías.
nías estuvo –y está– presente en buena parte Junto con las ilustraciones preceden-
de la literatura, el cine y, por supuesto, en la te- tes, es indiscutible que nuestras memorias co-
levisión, asumiéndose como un proyecto me- lectivas han sido herederas de los efectos geo-
diático-pedagógico para la construcción tota- políticos de la colonialidad del poder que ha
lizadora del ser-y-saber. naturalizado el ser y el saber (Mignolo, 2006).
Tal es el caso de ciertas figuras icónicas Ambos elementos, constitutivos del pensa-
que han educado y educan los valores en el te- miento moderno de la cultura eurocéntrica,
lespectador, propias del apogeo mediático de han sido formulados en términos de una visión
la modernidad. Estas crean arquetipos cultu- mecanicista y lineal de lo social, de evidente
rales en la construcción de las visiones sobre influencia cartesiana, newtoniana y hegelia-
la familia, las relaciones de pareja, entre otros na, dando por sentado la configuración de
problemas sociales identitarios que determi- identidades y ciudadanías como posesión de
nan la visión unificada de la ciudadanía. Cite- derechos, ajustados a un mismo patrón homo-
mos como ejemplos emblemáticos, las series geneizador (Vázquez, 2005).
de televisión: “Los Munsters”, una familia Desde éstas, se han instituido valores
formada por especies diferentes; “Hechiza- como formas de comportamiento por medio
da”, una ama de casa de casta heteronormati- de su repetición, conformando representacio-
va, cabeza de una familia nuclear recreada en nes sobre las identidades subjetivo-sociales
la magia benefactora de superpoderes para desde la engañosa taxonómica de lo idéntico,
amansar al salvaje varón; “Los Picapiedras”, esbozando los habitus de dominación colonial
una familia de la propia época de piedras, vi- sobre el ser y el saber (Bordieu, 2000; Rodrí-
viendo según los cánones del varón occiden- guez, 1997; Mignolo, 2006).
tal, repotenciando una temporalidad de mo- En la dirección de apuntalar aportes a
dernidad por encima de las ideas evolucionis- este problema, es oportuno plantear que desde
tas o desarrollistas habidas en el discurso cien- estos niveles de articulación, tanto identidad
tífico, moderno de paso. como ciudadanía nos remiten a verdades sa-
La corta de una larga lista de ejemplos, cralizadas, mediatizadas por las “invenciones
que escapa de los fines de este trabajo, nos lle- de la tradición” inscritas en la universalidad y
va a comprender cierta inspiración satírica de totalidad de lo social. Y estas invenciones no
la televisión que procura, con aires manieris- son otras que aquéllas prácticas simbólicas
tas, (des)componer el discurso normalizado aceptadas como normales y reguladoras para
sobre la familia, el género, las narrativas étni- la comprensión fenomenológica de la ontolo-
cas, las migraciones, las relaciones, la cultura. gía del ser, en la que se entretejen diversas her-
Esto nos devela que, lejos de pensar en identi- menéuticas sociales.
dades y nuevas ciudadanías, necesario es re- Consecuente con estas prácticas socia-
conocerlas como otras formas de ser-y-saber les y discursivas implicadas en el pensamien-
que, incluso, se han erigido en el marco de re- to moderno, la tendencia dominante “ha sido
cientes prácticas transformadoras de los mo- la de suplantar la cuestión del ser por la del yo
dos de ser ciudadano; y de allí, el objeto de y la ontología por la teoría del conocimiento”
análisis de este ensayo teórico, reflexivo y crí- (Garrido, 2003:10). En este sentido, la moder-

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nidad ha sido clave en la construcción de un Este espíritu nacional refiere a la “uni-


sujeto, más que de un ser social; pues ha sido dad de la naturaleza moral de una nación”,
explicado desde el individualismo y la separa- consagrada por el antiguo principio universal
ción sujeto-objeto, y como premisa reduccio- de la nacionalidad como fundamento del dere-
nista ha orientado la comprensión de la reali- cho de gentes. Como uno de sus resultados, se
dad cognoscible (Negrete, 2003). Posiciona- instituyó que para preservar el orden y la ar-
mientos éstos que hacen de las identidades y monía, la nación debía consistir en “una socie-
las ciudadanías, artefactos políticos para la dad natural de hombres conformados en co-
homogeneización cultural de las diversidades munidad de vida y de conciencia social por la
y diferencias. unidad de territorio, de origen, de costumbres
Lo señalado refiere a la fascinación po- y de lengua” (Mancini, 1985:37).
sitivista como la actitud básica para creer en Dentro de esta misma lógica del Esta-
una verdad local universalizada (Maffesoli, do-nación uniforme y homogéneo, nos re-
2001), que ha creado y re-creado durante si- cuerdan Costa y Mozejko (2001: 37), que todo
glos sujetos y objetos desde visiones y con- lo social fue naturalizado y transformado en
ceptos unificadores, sometidos a la razón y principio de legitimidad, porque las represen-
que el desarrollo tecno-científico se ha encar- taciones construidas, “así como el poder de
gado de legitimar para toda la existencia so- elaborarlas e imponerlas, aparece como capaz
cial. De allí que este modelo del conocimien- de producir cambios ontológicos -lo social es
to, aún ejerce su predominio sobre los asuntos convertido en natural- que operan como prin-
del ser y el saber, concebidos al margen del cipios éticos de definición y redefinición de
sentido de lo humano y de las sociabilidades las prácticas”.
inherentes a la cotidianidad. En este mismo contexto se institucio-
nalizó el ciudadano moderno, que emergió
1. Identidades y ciudadanía en la con los Derechos del Hombre y del Ciudada-
continuidad histórico-cultural no. Desde entonces, el derecho natural de los
súbditos-ciudadanos fue delegado al pueblo
Conforme a lo prescrito por el pensa- –los ciudadanos activos– para el ejercicio de
miento liberal-ilustrado moderno, con el sur- los derechos políticos y sociales formalizados
gimiento del Estado-nación se configuró el por el contrato social que regía el Estado de
cuerpo de la nación, mediante significaciones derecho con las primeras Constituciones. Las
imaginarias percibidas y pensadas desde unas leyes de las nuevas repúblicas soberanas esta-
representaciones uniformadoras del espíritu blecían para los ciudadanos “una igualdad tal
nacional y de estar-en-el-mundo. Este proceso que todos se comprometen bajo las mismas
de construcción imaginaria de lo nacional, fue condiciones, y deben gozar todos de los mis-
constitutivo del sistema-mundo capitalista mos derechos” (Rousseau, 1996:12).
que requirió para su sostenimiento del proyec- Situación conflictiva por demás, al
to fundacional de naciones republicanas que, quedar exceptuadas del derecho a la ciudada-
en nuestro caso latinoamericano, surgieron de nía activa a quienes desposeyeran propieda-
las declaratorias en Estados soberanos, libres des que los convirtieran en ciudadanos aptos
e independientes. para la vida republicana. Muestra de ello fue la

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extrema censura, mediante la decapitación de Las prácticas de inclusión y exclusión fueron


Olympia de Gouges al proponer, en el marco sus principios fundantes, tal como quedaba
revolucionario napoleónico, los Derechos de evidenciado en los planes educativos de los
las Mujeres y las Ciudadanas. Igualmente su- ilustrados de la Revolución Francesa e incor-
cedió con el gran encierro inspirado en la ins- porados a los proyectos y decretos de instruc-
titución de la purificación de las almas y el ción pública durante los inicios del siglo XIX.
control de los cuerpos, en cárceles, hospitales, En consecuencia, instituir a los ciuda-
manicomios, escuelas e industrias, que alcan- danos bajo el principio de la igualdad, equiva-
zaron su auge en el siglo de la iluminación lía a incluir a los iguales de manera uniforme,
(Rodríguez, 1997; Foucault y Deleuze, 2004; tal como fue el fundamento del pensamiento
Foucault, 2005). liberal-ilustrado. Si los incluidos eran los ciu-
Desde entonces, el ciudadano que idea- dadanos, es lo mismo que afirmar que esta in-
lizaban los ilustrados, se institucionalizó con clusión construyó prácticas identitarias que
las libertades que conferían los derechos civi- implicaban la exclusión de los otros, de los di-
les (opinión, reunión, igualdad jurídica, traba- ferentes, todo lo cual tenían efectos de poder,
jo, propiedad, seguridad), la pertenencia a una producidas por las relaciones de poder impli-
comunidad política y el ejercicio de derechos cadas en la coexistencia social de los supues-
políticos (sufragio). En sus inicios se trataba tos iguales.
de los derechos consagrados para el pueblo, Pero también el Estado debía velar por-
personificado en los ciudadanos iguales; ob- que se cumplieran aquéllos dispositivos identi-
viamente, como ya se apuntó, las diferencias tarios que fijaran un régimen de pertenencias y
surgidas desde la misma condición humana, legitimaran la normatividad de las relaciones
eran causa de exclusión. sociales en el cuerpo de la nación; por ello, el
Por precepto constitucional eran los sistema educativo debía servir a los principios
ciudadanos blancos activos, los únicos reque- reguladores, homogéneos y lineales del espa-
ridos de ser virtuosos e instruidos, pues sus cio-tiempo nacional y estatal. De este modo,
propiedades y bienes les garantizaba la repre- identidades y ciudadanía quedaron territoriali-
sentación de sus iguales en los sufragios; ade- zadas y temporalizadas dentro del espacio-
más de estar obligados a procurar la felicidad tiempo nacional, con sus universos simbólicos,
general, aumentar su trabajo, la industria y las tradiciones y memorias colectivas desde los re-
riquezas para alcanzar la prosperidad. Según ferentes homogeneizadores y lineales; sepul-
lo establecía la lógica del contrato social repu- tando, enmascarando, marginando o desnatu-
blicano, eran éstos los incluidos de la ciudada- ralizando los saberes de la gente en sus dinámi-
nía territorialmente fundada en la nacionali- cas cotidianas; son éstos los saberes sometidos
dad; todos los demás quedaban excluidos, por (De Sousa, 2004; Foucault, 2001).
lo cual se les relegaba al “estado de naturale- Lo cierto es que desde el siglo XIX,
za” (De Sousa, 2004). identidad y ciudadanía, fueron articuladas a
Con estas referencias expresamos que estas estrategias homogeneizadoras que
desde las bases doctrinarias de la república li- acompañaron la formación y consolidación de
beral-ilustrada, el naciente Estado-nación de- los estados nacionales, en correspondencia
vino en la formulación del ideario de una ciu- con el orden social excluyente instituido por la
dadanía universal excluyente y blanqueada. episteme occidental, inherente a la moderni-

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dad. Al precisar sobre estos discursos simbóli- Sin duda alguna, los procesos de globa-
cos diremos que, al lado de “una concepción lización han legitimado una estructura social
puramente patrimonialista, arqueológica de la que se ha ido diseminando a lo largo de la vida
identidad, concebida como nostalgia del pasa- de las sociedades. Hoy día, el carácter tecno-
do” (Susz, 2005:111/117), el sujeto-ciudada- logizado de tales procesos conlleva separacio-
no se fundamentó en “una concepción de ciu- nes más profundas determinantes del modo-
dadanía que, con raíces en la Grecia clásica, de-vida de los grupos sociales. Es incuestio-
funda la existencia…en la delimitación de los nable que la tendencia hedonista y la presen-
rasgos que hacen a ciertos individuos benefi- cialidad corporal dejan en un plano secunda-
ciarios ‘naturales’ de los derechos del ejerci- rio la relevancia del ser en lo humano, como
cio de la política”. estructura ontológica sustantiva de las rela-
A este espacio-tiempo nacional que ciones sociales, al enfocarse con mayor énfa-
emergió en el siglo XIX y se consolidó en el sis sobre las relaciones productivas de merca-
XX con las democracias representativas y los do y la reducción consumista de las interac-
Estados nacionales, en el actual contexto neo- ciones simbólicas.
liberal, se le han incorporado los espacios- Al estar estas relaciones sociales, me-
tiempos globales al ser ordenados desde las diatizadas tecnológicamente, dan cuenta de
directrices emanadas y dinamizadas por la ló- las separaciones existentes entre aquellos po-
gica del mercado global. cos que tienen el control y aquellos muchos
En este sentido, Agudo (2000) sostiene seguidores de tales controles, resultando evi-
que globalización implica la intensificación dente la existencia de una brecha económica,
de los vínculos e interconexiones que resultan tecnológica, científica, de conocimientos, so-
en una relación directamente proporcional, cial, de vida. En suma, una brecha epistémica
que hace posible la simultaneidad entre un y ontológica que deviene en prácticas simbó-
evento y otro, donde uno puede ejercer un licas de exclusión social.
fuerte impacto sobre el otro en distintas partes Esto conlleva el replanteamiento de un
del mundo, con independencia de su cercanía nuevo orden social a raíz de la aplicación de
o distancia. Al ocurrir esto con la aplicación las nuevas tecnologías, encontrando un “nue-
de las nuevas tecnologías en el manejo de la vo tejido social” en las mal llamadas socieda-
información y de la comunicación, se ha supe- des de la comunicación y de la información
rado la filosófica polémica sobre la relación (Castells, 1997, 2001a). No obstante, por na-
existente entre espacio y tiempo. turaleza, toda sociedad por ser un grupo o co-
Espacio y tiempo se conjugan en una lectivo es una sociedad de la comunicación y
amalgama de relaciones que se mediatizan a de la información, sólo que en la actualidad
través de la tecnología y del impacto mediáti- estos términos han recuperado un valor se-
co; la globalización plantea la unificación y la mántico y un giro del medio tecnológico que
metacomunicación simbólica a través de la las facilita (Gómez, 2002). Aunque es relati-
aplicación de las nuevas tecnologías de la in- vo: este interés puede fortalecerse si el otro
formación y de la comunicación en todos los desde lo local significa una ganancia econó-
sectores de la vida cotidiana, en tanto proyecto mica y mediática para el mercado de consu-
hegemónico (Castells, 1997, 2001a, 2001b). mo. En palabras de Mato (2001), lo cultural

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representa una variable aislada de todo proce- cluidos en ámbitos nacionales, mundiales, de
so global. la participación política, de las recompensas
Cierto es que al ser impactados por las económicas, del reconocimiento social, de la
redes de la cultura-mundo de la información, legitimidad cultural. Antes que desaparecer,
vivenciamos nuevos “modos de estar juntos” estas exclusiones se afianzan en la economía
y la no-lugaridad impera como nuevas formas global y se corporizan en el discurso de la
de co-habitar en las ciudades, en ecosistemas multiculturalidad.
comunicativos, cuya “manifestación más pro- No en balde frente a todas estas comple-
funda se halla en las nuevas sensibilidades, jidades históricas y las nuevas realidades que
lenguajes y escrituras que las tecnologías ca- vivenciamos con la mundialización de la cultu-
talizan y desarrollan” (Martín-Barbero, ra, estos emergentes escenarios plantean este
2002). Ahora, tiempo y espacio fluctúan en la debate como un problema ético, educativo, his-
dimensión virtual, reduciendo la proximidad tórico, político y sociocultural. Es el caso que
física y aumentando nuevos órdenes simbóli- con el orden neoliberal y su correlativa cultura
cos de relaciones sociales que, si bien están tecnológica, se ha impuesto el concepto de
mediatizados por las redes de información, re- identidad global, ciudadano del mundo, de ciu-
puntan en la segregación de los colectivos re- dadanía planetaria; visión que ha obrado con
forzando los estilos individuales de ser ciuda- fuerza entre quienes sostienen la necesidad de
dano del mundo (Pérez y Cely, 2004). una conciencia y ciudadanía planetaria. Dos
En contrapartida con la definición que conocidos casos son los de Adela Cortina en su
concibe la identidad desde la singularidad y la obra Ciudadanos del Mundo (2000) y de Edgar
autenticidad heredada del pasado, el discurso Morin en Tierra-Patria (1993).
que ha emergido del orden neoliberal propone A nuestro entender y sin negar la reali-
que para evitar el desarraigo identitario, ante dad globalizada, el sentido de ambas obras es
las múltiples pertenencias de la emergente ciu- direccionar hacia el desanclaje de las fronte-
dadanía planetaria, el consumidor global debe ras afincadas en la tierra donde se nace, para
partir de sus raíces para insertarse en el mundo fijar sus nichos en la patria global. Esta visión
(Susz, 2005); raíces que desdibujan los territo- queda afirmada en las palabras de Morin y
rios y patrimonios culturales, convirtiéndolos Kern (1993:192), cuando afirman: “no lo
en escenarios para la contemplación de modos hago en absoluto para negar las solidaridades
telemáticos de hacer-ser-intersubjetividad, que nacionales o étnicas, no lo hago en modo algu-
apunta a la desincorporación de los otros del no para desarraigar a cada uno de su cultura.
mundo de las relaciones identitarias. Lo hago para añadir un arraigo más profundo
Dentro de este mismo orden, ha surgi- en una comunidad de origen terrestre y en una
do el debate sobre la ciudadanía multicultural consciencia, que se ha hecho vital, de nuestra
que refiere al estatuto legal de los inmigrantes, comunidad de destino planetario”.
tema que hoy ocupa la atención de intelectua- El conocimiento producido por la cien-
les norteamericanos y europeos. Asimismo, cia iluminista y positiva dejó sus anclajes
refiere a los derechos de participación en las epistemológicos con la universalización del
contiendas electorales como instituyentes de saber y del ser-sujeto, individual y temporali-
la democracia representativa. Los temas de zado, según la uniformidad del espíritu de lo
este debate multicultural son los grupos ex- nacional. A partir de este pensamiento que

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universalizó la ciencia y la cultura occidental, den cuenta de la esencia del ser, reconocido en
se instituyeron como verdades naturales y la trascendentalidad de los actores sociales en
únicas, aquéllas que se ocuparon de hacer co- la complejidad de un mundo simbólico, me-
rresponder los discursos y el sentido común, diado por las interacciones con sus específicas
penetrando lo percibido, lo racional, o lo ima- construcciones sociales. Esto significa reco-
ginario del mundo social; vale señalar que nocer el valor potencializador de la interac-
todo lo percibido (real) y pensado (racional) ción, centrada en “las acciones que constitu-
son significaciones imaginarias y, como tales, yen al otro como un legítimo otro en la realiza-
operan en redes simbólicas de significación ción del ser social que vive en la autoacepta-
(Castoriadis, 2003). ción y respeto por sí mismo tanto en la acepta-
Sigue asombrándonos cómo la memo- ción y respeto por el otro” (Maturana,
ria-mirada de los tiempos homogéneos aún re- 2002:34). Esto produce un diálogo intersubje-
gula y anuda los cuerpos en subjetivaciones tivo que permite precisar las dinámicas cons-
objetivadas, desprovistas de su sentido de mi- tructivas en la interacción humana-social.
rada-memoria con rostro humano-social, al Al reflexionar sobre este aspecto, seña-
ocultarse las diversas voces de las diferencias la Maturana (2002:24-25/27), “sólo son socia-
de la condición humana. Con ello, contravie- les las relaciones que se fundan en la acepta-
ne plantear un marcaje diferenciador entre la ción del otro como un legitimo otro en la con-
memoria-mirada homogénea y la mirada-me- vivencia, y que tal aceptación es lo que consti-
moria pluralista, de cara a enaltecer las imáge- tuye una conducta de respeto”. Y agrega, “la
nes sociales que nos fueron negadas por efec- emoción que funda lo social como la emoción
tos de la domesticación epistémico-ontológi- que constituye el dominio de acciones en el
ca, suscrita en las prácticas coloniales del po- que el otro es aceptado como un legítimo otro
der-saber, y que han penetrado los cuerpos so- en la convivencia, es el amor”.
ciales (Foucault, 1992; Foucault y Deleuze, Comprendamos aquí la existencia de un
2004; Castro-Gómez, s/f). amor lingüísticamente sustantivo, que es legíti-
Desde ambas miradas epistémicas so- mo porque se construye entre los actores socia-
bre lo social, nos proponemos aportar contri- les, de cuyo devenir histórico-lingüístico se pro-
buciones al debate sobre nuevas identidades y duce la temporalidad social de las relaciones;
otras ciudadanías; debate que gira en torno a entendidas como una temporalidad simbólica y
necesarias reconceptualizaciones y rupturas comprensivamente legitimadora del ser-en-el-
con la moderna discursividad implicada en los mundo. En sentido derridiano, es como una tra-
distintos enfoques científicos disciplinarios ma discursiva que se hace irreconocible, dado el
que, como componentes del sistema-mundo, entrelazamiento de sus significados y así, cons-
han operado en la lógica de la colonialidad en truye su huella (Derrida, 2003).
sus tres niveles de articulación: del poder (po- A lo anterior agregamos, que las identi-
lítico y económico), del saber (epistémico- dades ciudadanas emergen de este sentido on-
científico) y del ser (subjetividades controla- togenético de la autenticidad en la representa-
das) (Mignolo, 2006). ción de un nosotros mismos colectivo, subya-
Por tanto, se trata de construir otra-mi- cente en la intersubjetividad como creación de
rada sobre los discursos epistemológicos y sentido del entorno y recreación de las asime-
ontológicos heredados de la modernidad, que trías naturales, surgidas de la interacción so-

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cial y comunicativa vivenciada en los espa- constituye la regla con la que se mide y se je-
cios histórico-culturales específicos. Desde rarquiza la alteridad…En este sentido, la valo-
esta perspectiva, ellas se construyen por un ración del sí mismo y el desmerecimiento del
proceso complejo de identificación y de dife- otro van generalmente unidos” (Ainsa,
rencias (Montero, 2002, 2000). 1998:73). Este sentido de otredad, Giroux
Sin embargo, las identidades y ciudada- (1995) lo califica como colonización de la di-
nías se han construido lejos de las herencias ferencia, la cual es sostenida mediante repre-
culturales latinoamericanas, venezolanas, con- sentaciones, en las que los otros son vistos
duciéndonos a pensar en un sentido de lugari- como una deficiencia y cuya humanidad ciu-
dad virtual, cuya inspiración liberal-ilustrada dadana ha sido negada.
ha demarcado los límites en prácticas hegemó-
nicas de la cultura dominante sobre aquellas 2. Representando la diferencia,
razas inferiores, manipuladas como artefactos construyendo diversidades
reflejos carentes de memoria humana que ins-
pira la imposición del olvido de las huellas hu- Particularizar las relaciones sociales
manas que construyen continuamente la histo- conlleva la construcción de representaciones
ria y la cultura social (Sartre, 1983; Quintero, sobre diversos modos de interacción, que sus-
2000). Esto generó, lo que podemos catalogar tentan su comprensión amplificada entre cul-
como identidades por derecho, productoras de turas, dentro y fuera de ellas, de cara a develar
ciudadanías blancas, homogéneas, construidas cómo operan los procesos de reconocimiento
en la continuidad del proyecto moderno/colo- y recorrido entre el sí-mismo y lo-otro. Entre
nial del sistema/mundo. éstos acontece cierto re-encuentro simbólico,
Estos postulados, anclados en las prácti- sugerente de manifestaciones humanas como
cas discursivas de la homogeneidad del Esta- reflejos de la incertidumbre que aflora desde
do-nación heredado del eurocentrismo, enrai- la construcción de proyectos de vida y que su-
zaron la noción del ciudadano como “sujeto na- peran la distinción kantiana entre lo empírico
cional” y la identidad local, regional o nacio- y trascendental.
nal, bajo los mismos códigos simbólicos y uni- Con ello, un sentido de otredad sugiere
formes del pasado común heredado, así como la construcción de relaciones permeables, sis-
la mismidad y la diferencia respecto a los otros. témicas y complejas, productoras de igualdad
De ello tenemos que la diferencia ha de condiciones para la participación ciudada-
sido percibida y pensada desde la alteridad pro- na cimentada en otro-paradigma: el de la dife-
pia de la universalidad construida por la mo- rencia. Este otro-paradigma no es nuevo, ni
dernidad que, en palabras de Dussel (1998), co- elaborado con fines cientificistas. Procura,
menzó al final del siglo XV con la conquista y más bien, abrir el debate a la comprensión de
la colonización, pues el nuevo mundo origina- los encuentros entre las personas desde las
rio y mestizo fue el primer “bárbaro” que el sis- mismas diferencias imbricadas en la condi-
tema-mundo construyó para la definición y le- ción humana; trasladando a las esferas de las
gitimación de la modernidad. incertidumbres e indeterminaciones, los dis-
Este discurso moderno nos habla de un tintos ensamblajes culturales que suceden en
imaginario colectivo según la escala de valo- los vórtices de las estéticas sociales como ac-
res occidentales, esto es, “la ‘civilización’ ciones sensibles.

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Esta noción de diferencia es neurálgica están implicadas en los discursos diversos de


para comprender, desde la analítica de lo vivi- las comunidades, que construyen su cotidiani-
do, la otredad. La diferencia establece un cami- dad desde identidades diferenciadas. Esta res-
no que revierte el dualismo tópico del pensa- ponsabilidad social implica, asimismo, resti-
miento occidental, reflejado en la fórmula bi- tuir el sentido polisémico de las identidades
naria yo-otro, y que supera la comprensión eu- producidas en las intersubjetividades y en el
clidiana del cuerpo y las relaciones de poder sentido común individual y colectivo. La cla-
inscritas en los cuerpos sociales (Rodríguez, ve está en la construcción social de los signifi-
1997; Foucault, 2004, 2005). La superación cados de comunidades de sentido; recreados
transformadora de la ontología débil del yo, en la valoración de las pluralidades comunita-
procura proyectar una ontología del nosotros rias que configuran el entramado social.
inclusivo, donde lo colectivo sea parte signifi- Entendamos, en consecuencia, que las
cante de las totalidades sociales, pero éstas per- identidades emergen con y desde el ser y sentir
derían morfología si se alejan de las primeras. de los colectivos sociales en su transcurrir coti-
No obstante, la colonización de la dife- diano; por tanto, se construyen y re-construyen
rencia, antes referida, ha sido producida en las en la dimensión intersubjetiva. La intersubjeti-
interacciones hegemónicas sobre el ser-y-sa- vidad emerge, en nuestro caso, como parte de un
ber, erigidas en el propio sistema/mundo del proyecto de desprendimiento de las subjetivida-
proyecto colonial. Hoy creemos tener un nuevo des y sociabilidades coloniales que han funcio-
espacio social, movilizado por la incorpora- nado desde las lógicas del sistema-mundo-capi-
ción de las tecnologías de la información y la talista (Mignolo, 2006; Wallerstein, 2004).
comunicación, a lo que hemos representado, Comprendemos, entonces, que las in-
como parte del proyecto de la colonialidad del tersubjetividades connotan pluralidad y diver-
poder, sociedad de la información. Esto conlle- sidad, mediatizadas por contratos comunica-
va, la atención de los valores globalizados, en cionales en las cuales actúan semióticas socia-
tanto, actúan como dimensiones que contra-de- les que apuntan a la construcción de un noso-
mocratizan la vida colectiva, homogeneizando tros inclusivo, basado en la ruptura de la se-
las identidades (Pérez y Cely, 2004); ocultando xualización de los órdenes sociales, el blan-
la construcción de nuevas formas identitarias y queado arquetipo de la ciudadanía de dere-
silenciando las otras-ciudadanías. chos, la engañosa universalidad del término
Como respuesta alternativa a esta lógica hombre como identificador de seres iguales y,
global, las identidades debemos concebirlas así, con la unicidad identitaria.
como representaciones de la diferencia, aún Lo señalado nos remite a plantear que
cuando las lógicas unificantes de la globaliza- nuevas-identidades y otras-ciudadanías de-
ción económica que mundializan la cultura es- ben sustentarse en el reconocimiento de lo hu-
tán enraizadas en las prácticas cotidianas. De mano por y desde lo humano; esto es, a la luz
allí que, como intelectuales públicos, debemos de una ética fundada en la relación intersubje-
re-significar y re-contextualizar la presencia y tiva que se vivencia en la mirada del otro, fren-
esencia constitutiva de otras-diversas-ciudada- te al reconocimiento del otro. En este sentido,
nías, en tanto prácticas identitarias. la nuevas-identidades sobrevienen como pro-
En este escenario, es nuestra responsa- yecto político trans-identitario, en el que se re-
bilidad ética, reconocer que las ciudadanías crea el reconocimiento del si-mismo como

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proyecto de reconocimiento del otro. Implica tiva, involucra descifrar críticamente la forma
la desnaturalización de la identidad, empero la en las que los otros son vistos como diferen-
socialización que renuncia a la univocidad tes; a la vez que descifrar críticamente la for-
identitaria, pues es imposible una estructura- ma en que las voces de los otros han sido colo-
ción de estas formas de reconocimiento; más nizadas por la identidad homogeneizadora de
bien, es pertinente una escisión del signo me- la modernidad.
diante la performatividad de la palabra gene- Sobre la base de este razonamiento,
radora de identidades legitimadoras (Córdo- queda evidenciado que:
ba, 2003; Derrida, 2003; Rorty, 1998). identidad y diferencia, inclusión y exclu-
Ante esta lógica ontológica de las iden- sión, no son conceptos opuestos sino mu-
tidades, la performatividad social e intercultu- tuamente imbricados…no sólo existen
ral procura la emergencia de otras-ciudada- dentro de las identidades que incluyen,
nías, las cuales funcionan como imágenes que
como este “afuera” constitutivo contra el
se hacen visibles a las miradas de los otros
que se recortan, sino que de hecho se pro-
como acto sígnico de la incorporación semió-
ducen en la misma operación…estos son
tica de valores y atributos implícitos en el sen-
procesos históricos y contingentes: la
tido público de los cuerpos sociales. Las
otras-ciudadanías surgen al compás de las identidad en la que queremos incluir no
nuevas tecnologías de la imagen, que circun- es el producto de una “voz interior” que
dan al panoptismo y expanden la visiónica de es innata en los seres humanos, o de una
subjetividades (Téllez, 2000); en las que las “evolución natural” de las cosas, sino el
presencialidades subjetivadas de los cuerpos resultado de complejas dinámicas que in-
sociales, emigran para fortalecer lo que ahora volucran biografías personales y socia-
es proyectado y visto por y para todos en las les…cuyo resultado nunca puede darse
comunidades de los colectivos. por sentado (Dusell, 2004: 307).
No obstante, las emergentes sociabili-
dades han iniciado una progresiva ruptura con Por consiguiente, la ciudadanía de de-
los modelos tradicionales de la democracia re- rechos inspirada en los valores universales
presentativa, lo que ha derivado en variadas que surgieron con la razón ilustrada y que fue
formas de participación ciudadana desde las consagrada por los preceptos constitucionales
cuales afloran diversidad y pluralidad de vo- desde el siglo XIX, si bien es un estatus forma-
ces que claman por ganar espacios de inclu- lizado y normalizado, es también un vínculo
sión. Esta emergente dimensión de la ciudada- de identidad, afirmado en las contingencias y
nía está fundada en el discurso de la diferencia arraigos de pertenencia comunitaria que tran-
y posee como propósitos básicos, sustituir su sita entre los afectos y sentimientos de la vida
visión monolítica y homogénea por la diversi- cotidiana, localizada y no universalizada.
dad, la multiplicidad y la heterogeneidad a la Esto solamente lo produce y re-produ-
luz de lo concreto, específico y particular. ce ese ser-persona que compartimos y viven-
Apunta, en consecuencia, a reinventar la mi- ciamos con los otros; y es lo que posibilita el
rada de lo social desde lo social. conocimiento de sí y el reconocimiento del
Lo señalado lleva a plantearnos que otro. Por todo ello, afirmamos con Maffesoli
asumir la diferencia desde su esencia constitu- (2001:57),

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no es más lo universal lo que importa, sino cultural vehiculado por la compleja interac-
lo particular por lo que tiene de carnal, de ción social entre diferentes, en contextos di-
afectuoso, de esencialmente simbóli- versos con plena conciencia de la igualdad de
co….Conocerse y reconocer al otro, ya ni condiciones y cuya intencionalidad actuante
suponga la razón ontológica de la libertad
en tanto entidad abstracta, autónoma, pu-
como práctica ética que implique el fortaleci-
ramente racional-la del individuo moder-
miento del nosotros incluyente (Foucault,
no, que se separa de la naturaleza, que se
2003; Maturana, 2002).
distingue en relación con su vecino y que
Cabe recordar que la ética, como onto-
hace de esta separación y de esta distin- logía del ser social, es primariamente perso-
ción el fundamento de la lógica de la do- nal, admitiendo con ello que, en ningún caso,
minación y del dominio que conocemos la primacía de lo personal conlleva indiferen-
bien- sino, por el contrario, conocimiento cia o desafecto hacia una ética social, en, para
y reconocimiento vividos por la persona y por la sociedad. En primer término, porque
en el marco comunitario: el del grupo, de una ética que se reivindica en lo social, debe
la tribu el de las ‘afinidades electivas’. asumirse desde la alteridad que subyace en la
interacción y comunicación con los otros se-
De este modo, puede entenderse que las mejantes y diferentes; en segundo lugar, y con
identidades y ciudadanías, tal como las pensa- perspectiva histórica, sólo desde estas lógicas
mos y percibimos han sido, esencia y existen- sociales, es posible garantizar la cohesión que
cia real por la misma condición humana que las precisan las sociedades, compaginando la li-
suscribe, de naturaleza ética (ethos), que emer- bertad de cada individuo con los compromi-
ge de la sociabilidad cotidiana, donde afloran sos que han de contraer en y con las comuni-
los sentimientos y afectos compartidos en la dades de las que forman parte.
con-vivialidad entre personas diferentes.
Se trata, entonces, de oponer el logos de 3. Proponiendo una ética
la alteridad tributaria de los valores occidenta- democrática o un modo político
les, consistentes éstos en la valoración del sí para concluir
mismo y la negación del otro, por el ethos que En este sentido, nuestra propuesta ética
se inscribe en las lógicas de la ontología social. está encaminada a una legítima y democrática
Esta “co-presencia” de la alteridad, que da lu- convivencia de intereses compartidos, inscri-
gar a la sensibilidad ética de ser, es “una toma ta en el ser humano como persona y colectivo
de conciencia del yo como reconocimiento del social; congruente con la exigencia de ampliar
otro como sujeto o como prohibido ser-sujeto. los horizontes del respeto a todos y cada uno
Esto, en efecto, requiere una superación no del de los seres humanos. Que así sea, conlleva
sí mismo, sino del yo social, definido externa o lecturas reversas del contrato social que sus-
internamente por una normas” (Touraine y tenta la conversión de hombres y mujeres, en
Khosrokhavar, 2002:191). ciudadanos y ciudadanas conscientes, libres y
Apuntamos, en consecuencia, por este responsables, plenamente partícipes de los
yo social para entender las identidades y ciu- procesos de socialización y culturización que
dadanías desde su esencia ética, que propenda vertebran la estructura socio-semiótica de su
al encuentro entre iguales y al diálogo inter- comunidad de origen.

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Esto, no como un punto de llegada, sino Bordieu, Pierre (2000). Intelectuales, política y
de partida; menos aún, como una forma de poder. 1ª Reimpresión de la primera
disgregarse o de rehusar la convergencia con edición. Editorial Universitaria de Bue-
“otras” comunidades. Muy al contrario, será nos Aires. Argentina.
un modo de integrarse en ellas, tomando como Castells, Manuel (1997). La Era de la Informa-
soporte la co-vivencia comunitaria, la cual re- ción. Economía, Sociedad y Cultura.
mite a las singulares experiencias de cada ac- Vol. 1: La Sociedad Red. Alianza Edi-
torial. Madrid.
tor social, ampliando la co-implicación de los
ámbitos personales y sociales en proyectos Castells, Manuel (2001a). “Materiales para una
teoría preliminar sobre la sociedad de
políticos emergentes.
redes”. Revista de Educación. Núme-
En suma, la comprensión de nuevas-i-
ro Extraordinario Globalización y Edu-
dentidades y otras-ciudadanías es, como tal, cación. pp. 41-58.
un proyecto político de reinvención de las
Castells, Manuel (2001b). La Galaxia Internet.
subjetividades sociales como acto ético, en el
Reflexiones sobre Internet, empresa
que se re-encuentran las comunidades de dife- y sociedad.1ª Edición. Plaza & Janés
rentes. Comunidades en las que se articulan Editores, S.A. Madrid.
“experiencias en las cuales enseñar y aprender
Castoriadis, Cornelius (2003). La institución
adoptan la forma del hablar con el otro y la es- imaginaria de la sociedad. Vol. 1.
cucha del otro y de lo otro –otro cuerpo, otro Tusquets Editores. Buenos Aires.
rostro, otra mirada, otra palabra, otro gesto, Castro-Gómez, Santiago (s/f). Michel Foucault
otra vida…–, en la irreductibilidad de su dife- y la colonialidad del poder. Documento
rencia” (Téllez, 2000:218). disponible en: http://amauta.upra.edu/
Para fortalecer la co-existencia con y vol4investigacion/vol_4_Michel_Fou-
desde la diferencia como acto ético pluriversal, cault_y_la_Colonialidad_del_Poder.
es necesario concretar, como parte del proyec- pdf [02/08/07]
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que haga visible lo invisible, partiendo de formatividad”. Athenea Digital, 4.
otra-mirada a nuevas-imágenes, sensibles y Disponible en: http://antalya.uab.es/
complejas de ser-y-saber ciudadano. Imágenes athenea/num4/cordoba.pdf [20/11/06]
que eliciten miradas comprensivas y tolerantes Cortina, Adela (2000). Ciudadanos del Mundo.
de la diferenciada condición humana, pero este Hacia una teoría de la ciudadanía. 1ª
es un tema que seguramente tendremos oportu- Edición. Alianza Editorial. España.
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