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Tema I: La crisis de la sociedad romana y la caída del Imperio Romano

1.- La economía esclavista y la crisis de ésta


Es casi imposible imaginar Roma, y no pensar en la esclavitud, aún en sus tiempos más remotos,
entendiéndose por esclavo al ser humano privado de su libertad, por estar sometido a la potestad de
un amo. El esclavo es, en Roma, un hombre pero no una persona, ya que no está alcanzado por las
normas jurídicas, que no le imponen derechos ni obligaciones. Es una cosa, un objeto, una
mercancía, por lo tanto, se puede comprar y vender.
Sin embargo, Roma, no puede considerarse esclavista hasta mediados del siglo III a. C., cuando
inició la conquista de un imperio más allá de sus fronteras.
En un principio, los esclavos, poco numerosos, convivían en la casa familiar, compartiendo el culto
y los trabajos. Es a fines del siglo III a. C., cuando el número de esclavos aumenta, como
consecuencia de las guerras de conquista, se los mantiene alejados de la casa familiar y crece la
tensión en relación al sometimiento.
Había diferencias sociales entre los mismos esclavos. No era lo mismo ser esclavo por motivo de
guerra, que ser nacido de mujeres esclavas. Estos últimos recibían el nombre de vernae y gozaban
de cierto prestigio que los distinguían de los primeros, que no habían nacido en esa condición,
habiendo sido convertidos en tales, por causa de la guerra.
Otro modo de obtener esclavos era el abandono de niños, quienes los recogían eran libres de
hacerlos esclavos si así lo deseaban.
También el comercio a larga distancia, con pueblos y comunidades más allá de las fronteras del
imperio, era para Roma un modo más de abastecimiento de nuevos esclavos. El historiador
Procopio constató la costumbre de los comerciantes romanos de cambiar sal y granos por esclavos.
Otro medio, era la piratería.
Para aquellos que se convertían en víctimas de guerra, el salto brusco y repentino de un estado de
libertad a un estado de servidumbre, de ser dueños de sus actos, a convertirse jurídicamente en res
(cosa) debía ser aniquilador.
En el año 22 a. C., dos tribus hispánicas, los satures y los cántabros, se rebelaron contra el poder
romano. Rápidamente fueron contenidos y reducidos a la esclavitud, pero muchos prefirieron el
suicidio antes que el sometimiento.
Los romanos también podían caer en esclavitud si otros pueblos los vencían. Así, en el año 28 d.C.,
un contingente de 400 tropas romanas, se dio muerte antes de arriesgarse a ser conquistados por los
frisones.
No había ninguna actividad que les estuviera prohibida, salvo el servicio militar.
La libertad de un esclavo podía obtenerse a través de la manumisión, ya sea pública, otorgada por el
estado o privada, a cargo de los dueños, por ejemplo, a través de un testamento o inscribiéndolos en
el censo. Obtenida la manumisión, pasaban a convertirse en libertos, y algunos llegaron a ocupar
cargos y obtener riquezas.
Las guerras de conquista obligaron a que muchos hombres adultos, tuvieran que incorporarse a las
legiones, por un lapso mínimo de siete años. Muchas familias de campesinos quedaron así privadas
de la fuerza de trabajo.
Muchos ricos y poderosos, invirtieron en tierras italianas y muchos campesinos empobrecidos
debieron abandonar sus tierras, siendo sustituida la mano de obra campesina por la esclava.

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En el año 136 a.C. acaeció en Sicilia una importante sublevación de esclavos que fue sofocada.
Disturbios similares sucedieron en el resto de Italia, y Roma se enfrentó con una nueva amenaza.
Espartaco, un gladiador Tracio, de una escuela de gladiadores de Capua, en el año 73 a. C., escapó y
logró constituir un ejército de esclavos fugitivos, aproximadamente de 120.000 hombres,
concentrados en el monte Vesubio. Se apoderó prácticamente de toda la Italia meridional, entre
matanzas y saqueos.
En el año 72 a. C. derrotó los ejércitos de los cónsules Cornelio Léntulo y Lucio Gelio. En el año 71
a. C., Marco Licinio Craso venció a Espartaco en Bruttium, terminando la rebelión con la muerte de
Espartaco y la crucifixión de 6.000 esclavos. A lo largo de la vía Apia, hileras de cruces llegaban de
Roma a Capua. Pompeyo terminó con las bandas de rebeldes que se habían salvado.
En general, la resistencia no era revolucionaria, ya que la mayoría de esclavos no estaba casi nunca
motivada por imperativos ideológicos que hicieran referencia a cambios políticos y sociales, sino
que solo trataban de protestar contra el sufrimiento y vengarse de sus propietarios.
Calístrato nos cuenta que los esclavos que conspiraban contra la seguridad de sus amos eran
generalmente quemados vivos como castigo, lo que significa que las conspiraciones de este tipo no
eran escasas.
En la antigua Roma, nunca se produjo la abolición de la esclavitud, aunque, sobre todo, en el
Principado, obtuvieron una serie de mejoras.
Luego del cristianismo, siguió manteniéndose como institución, aunque mitigada en su rigor, pero
reconocida como voluntad de Dios. Dijo San Agustín, que la esclavitud era el castigo que Dios
imponía al pecado. A los esclavos devotos, las enseñanzas de obediencia y sumisión les bloqueaban
automáticamente la posibilidad de reivindicar su libertad. En este período se establecen
concesiones, como la prohibición de marcar con hierro candente la cara de los esclavos o la
calificación de homicida a quien causare la muerte intencional del esclavo. Los niños esclavos que
fueran abandonados al nacer, fueron libres a partir de emperador Constantino.

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Tema II: El feudalismo

1.- Concepto de feudalismo. Aparición.

Definición institucionalista (por F.L. Ganshof): Designa un conjunto de instituciones que


respaldan compromisos generalmente militares, entre un hombre libre, el vasallo (vasallus, vassus)
y un hombre libre en situación superior. El primero recibe del segundo un feudo (feodum, feudum)
para su mantenimiento.
[P]uede definirse el feudalismo como un conjunto de instituciones que crean y rigen obligaciones
de obediencia y servicio –principalmente militar– por parte de un hombre libre, llamado “vasallo”,
hacia un hombre libre llamado “señor”, y obligaciones de protección y sostenimiento por parte del
“señor” respecto del “vasallo”, dándose el caso de que la obligación de sostenimiento tuviera la
mayoría de las veces como efecto la concesión, por parte del señor al vasallo, de un bien llamado
“feudo”.[1]

El sistema feudal europeo tiene sus antecedentes en el siglo V, al caer el Imperio romano. El colapso
del Imperio acaeció básicamente por su extensión y la incapacidad del emperador para controlar
todas sus provincias, sumado a las cada vez más numerosas incursiones de pueblos bárbaros que
atacaban y saqueaban las provincias más retiradas del imperio. Esto provocó que los emperadores
necesitaran gente para defender sus grandes terrenos y contrataran caballeros o nobles (precursores
del modelo de señor feudal), éstos contrataran vasallos, villanos, etc. Se llegó incluso a contratar a
jefes y tropas mercenarias de los mismos pueblos "bárbaros".
A partir del siglo X no queda resto de imperio alguno sobre Europa. La realeza, sin desaparecer, ha
perdido todo el poder real y efectivo, y sólo conserva una autoridad sobrenatural remarcada por las
leyendas que le atribuyen carácter religioso o de intermediación entre lo divino y lo humano. Así, el
rey no gobierna, sino que su autoridad viene, a los ojos del pueblo, de Dios, y es materializado e
implementado a través de los pactos de vasallaje con los grandes señores, aunque en realidad son
éstos quienes eligen y deponen dinastías y personas. En el plano micro, los pequeños nobles
mantienen tribunales feudales que en la práctica compartimentalizan el poder estatal en pequeñas
células.

Un nuevo poder
La Iglesia Católica abarcadora de todos los bienes llamados limosnas, conocedora de la fragilidad
de los reinos y del poder que ella misma tiene en esa situación, durante los concilios de Charroux y
de Puy consagra a los prelados y señores como jefes sociales y sanciona con graves penas la
desobediencia de estas normas. Los señores, a partir de ese momento, "reciben el poder de Dios" y
deben procurar la paz entre ellos, pacto que deben renovar generación tras generación.
Se conforma así un modelo en el que la "gente armada" adquiere determinados compromisos sobre
la base de juramentos y deben proteger el orden creado, y los eclesiásticos que forman la moral
social y se encuentran salvaguardados por los señores.

Entorno, tareas y división de la nueva sociedad


El castillo encaramado sobre un alto será la representación del poder y la fuerza. En principio,
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baluarte que se daban las poblaciones para protegerse de las depredaciones. Luego, hogar del señor
y lugar de protección de los vasallos en los conflictos. Desde allí se administra justicia a todos
cuantos se encuentran sujetos. En un principio, las personas libres están sometidas a unas mínimas
normas de obediencia, defensa mutua y servicios prometidos. Los demás son siervos.
En los países donde la dominación romana duró más tiempo (Italia, Hispania, Provenza), las
ciudades se conservan, si bien con menor importancia numérica, pero a salvo de señoríos. En los
países, más al norte, donde los romanos se asentaron menos tiempo o con menor intensidad, la
reducción de la población en las ciudades llegó a hacer desaparecer los pocos núcleos importantes
que había y el feudalismo se implanta con más fuerza.
La sociedad se encuentra entonces con tres órdenes que, según la propia Iglesia, son mandatos de
Dios y, por tanto, fronteras sociales que nadie puede cruzar. La primera clase u orden es la de los
que sirven a Dios, cuya función es la salvación de todas las almas y que no pueden encomendar su
tiempo a otra tarea. La segunda clase es la de los combatientes, aquellos cuya única misión es
proteger a la comunidad y conservar la paz. La tercera clase es la de los que laboran, que con su
esfuerzo y trabajo deben mantener a las otras dos clases.

El vasallaje y el feudo

Un vasallo arrodillado realiza la inmixtio manum durante el homenaje a su señor, sentado. Un


escribiente toma nota. Todos están sonrientes
Dos instituciones eran claves para el feudalismo: por un lado el vasallaje como relación jurídico-
política entre señor y vasallo, un contrato sinalagmático (es decir, entre iguales, con requisitos por
ambas partes) entre señores y vasallos (ambos hombres libres, ambos guerreros, ambos nobles),
consistente en el intercambio de apoyos y fidelidades mutuas (dotación de cargos, honores y tierras
-el feudo- por el señor al vasallo y compromiso de auxilium et consilium -auxilio o apoyo militar y
consejo o apoyo político-), que si no se cumplía o se rompía por cualquiera de las dos partes daba
lugar a la felonía, y cuya jerarquía se complicaba de forma piramidal (el vasallo era a su vez señor
de vasallos); y por otro lado el feudo como unidad económica y de relaciones sociales de
producción, entre el señor del feudo y sus siervos, no un contrato igualitario, sino una imposición
violenta justificada ideológicamente como un quid pro quo de protección a cambio de trabajo y
sumisión.
Por tanto, la realidad que se enuncia como relaciones feudo-vasalláticas es realmente un término
que incluye dos tipos de relación social de naturaleza completamente distinta, aunque los términos
que las designan se empleaban en la época (y se siguen empleando) de forma equívoca y con gran
confusión terminológica entre ellos:
El vasallaje era un pacto entre dos miembros de la nobleza de distinta categoría. El caballero de
menor rango se convertía en vasallo (vassus) del noble más poderoso, que se convertía en su señor
(dominus) por medio del Homenaje e Investidura, en una ceremonia ritualizada que tenía lugar en la
torre del homenaje del castillo del señor. El homenaje (homage) -del vasallo al señor- consistía en la

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postración o humillación -habitualmente de rodillas-, el osculum (beso), la inmixtio manum -las
manos del vasallo, unidas en posición orante, eran acogidas entre las del señor-, y alguna frase que
reconociera haberse convertido en su hombre. Tras el homenaje se producía la investidura -del señor
al vasallo-, que representaba la entrega de un feudo (dependiendo de la categoría de vasallo y señor,
podía ser un condado, un ducado, una marca, un castillo, una población, o un simple sueldo; o
incluso un monasterio si el vasallaje era eclesiástico) a través de un símbolo del territorio o de la
alimentación que el señor debe al vasallo -un poco de tierra, de hierba o de grano- y del
espaldarazo, en el que el vasallo recibe una espada (y unos golpes con ella en los hombros), o bien
un báculo si era religioso.

El homenaje y la investidura

Torre del Homenaje del Castillo de Olbrueck en Alemania


El homenaje era un ritual por el que un señor concedía un feudo a otro hombre de la clase
privilegiada a cambio de unos servicios y prestaciones, generalmente de orden militar.
La figura del Homenaje adquiere mayor relevancia entre los siglos XI al XIII, destinándose la parte
más noble del castillo para ello, la torre, y en el ceremonial participaban dos hombres: el vasallo
que, arrodillado, destocado y desarmado frente al señor[6] con las manos unidas en prueba de
humildad y sometimiento, espera que éste le recoja y lo alce, dándose ambos un reconocimiento
mutuo de apoyo y un juramento de fidelidad. El señor le entregará el feudo en pago por sus
servicios futuros, que generalmente consistía en bienes inmuebles: Grandes extensiones de terreno,
casi siempre de labranza. El juramento y el vasallaje será de por vida.
La entrega del feudo o algún elemento que lo represente constituye la investidura y se realizaba
inmediatamente después del homenaje. El régimen jurídico de entrega es, de forma general, un
usufructo vitalicio, aunque también podía ser en bienes materiales, pero que con el tiempo se
convirtió en una ligazón de familias entre el señor y sus vasallos, pudiendo heredarse el feudo
siempre que los herederos renovaran sus votos con el señor. Sin embargo, el señor feudal tenía
derecho a revocar el feudo a su vasallo si éste no se comportaba como tal, o demostraba algún signo
de deslealtad, como conspirar contra él, no cumplir entregando las tropas de su feudo en caso de
guerra, etc., ya que cometía el delito de felonía. A un felón se le consideraba un mal vasallo y una
persona de la que desconfiar. En el sistema feudal, la felonía era una terrible mancha de por vida en
la reputación de un caballero.

La encomienda. La organización del feudo


La encomienda, encomendación o patrocinio (patrocinium, commendatio, aunque era habitual
utilizar el término commendatio para el acto del homenaje o incluso para toda la institución del
vasallaje) eran pactos teóricos entre los campesinos y el señor feudal, que podían también
ritualizarse en una ceremonia o -más raramente- dar lugar a un documento. El señor acogía a los
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campesinos en su feudo, que se organizaba en una reserva señorial que los siervos debían trabajar
obligatoriamente (sernas o corveas) y en el conjunto de las pequeñas explotaciones familiares
(mansos) que se atribuían a los campesinos para que pudieran subsistir. Obligación del señor era
protegerles si eran atacados, y mantener el orden y la justicia en el feudo. A cambio, el campesino
se convertía en su siervo y pasaba a la doble jurisdicción del señor feudal: en los términos utilizados
en España en la Baja Edad Media, el señorío territorial, que obligaba al campesino a pagar rentas al
noble por el uso de la tierra; y el señorío jurisdiccional, que convertía al señor feudal en gobernante
y juez del territorio en el que vivía el campesino, por lo que obtenía rentas feudales de muy distinto
origen (impuestos, multas, monopolios, etc.). La distinción entre propiedad y jurisdicción no era en
el feudalismo algo claro, pues de hecho el mismo concepto de propiedad era confuso, y la
jurisdicción, otorgada por el rey como merced, ponía al señor en disposición de obtener sus rentas.
No existieron señoríos jurisdiccionales en los que la totalidad de las parcelas pertenecieran como
propiedad al señor, siendo muy generalizadas distintas formas de alodio en los campesinos. En
momentos posteriores de despoblamiento y refeudalización, como la crisis del siglo XVII, algunos
nobles intentaban que se considerasen despoblados completamente de campesinos un señorío para
liberarse de todo tipo de cortapisas y convertirlo en coto redondo reconvertible para otro uso, como
el ganadero.[7]
Junto con el feudo, el vasallo recibe los siervos que hay en él, no como propiedad esclavista, pero
tampoco en régimen de libertad; puesto que su condición servil les impide abandonarlo y les obliga
a trabajar. Las obligaciones del señor del feudo incluyen el mantenimiento del orden, o sea, la
jurisdicción civil y criminal (mero e mixto imperio en la terminología jurídica reintroducida con el
Derecho Romano en la Baja Edad Media), lo que daba aún mayores oportunidades para obtener el
excedente productivo que los campesinos pudieran obtener después de las obligaciones de trabajo -
corveas o sernas en la reserva señorial- o del pago de renta -en especie o en dinero, de circulación
muy escasa en la Alta Edad Media, pero más generalizada en los últimos siglos medievales, según
fue dinamizándose la economía-. Como monopolio señorial solían quedar la explotación de los
bosques y la caza, los caminos y puentes, los molinos, las tabernas y tiendas. Todo ello eran más
oportunidades de obtener más renta feudal, incluidos derechos tradicionales, como el ius prime
noctis o derecho de pernada, que se convirtió en un impuesto por matrimonios, buena muestra de
que es en el excedente de donde se extrae la renta feudal de forma extraeconómica (en este caso en
la demostración de que una comunidad campesina crece y prospera).

Los estamentos sociales


Véase también: Estamento
La división en tres órdenes se subdividía a su vez en estamentos compactos y perfectamente
delimitados.
En una primera división, se encuentra el grupo de los privilegiados, todos ellos señores,
eclesiásticos o caballeros. En la cúspide se hallaba el Rey, después el Alto Clero integrado por
arzobispos, obispos y abades y el Bajo Clero formado por los curas y sacerdotes, y por último la
nobleza. Es este grupo de privilegiados el que forma los señores y los caballeros, y éstos últimos a
su vez podían ser señores de otros caballeros, dependiendo de su poder y de la capacidad de
subinfeudar sus tierras. El Alto Clero, además de las tareas que dentro de los tres órdenes le habían
sido encomendadas, la guía espiritual y sostener la doctrina moral que mantenía el feudalismo,
podían ser a su vez señores y entregar parte de sus bienes para la defensa de su comunidad. Los
privilegiados no pagaban impuestos.
Los no privilegiados eran la burguesía, los artesanos, los sirvientes y los campesinos, que se
subdividían a su vez en colonos y aldeanos. A éstos correspondía el sometimiento a la tierra y, por
tanto, a quien de ella dependiera, trabajándola y entregando una parte de sus frutos al señor, o bien,
en el caso de artesanos y burgueses, debían obediencia a quien les garantizaba la defensa de la
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ciudad y la entrega de bienes o dinero.

2.-Bases socioeconómicas de la sociedad feudal.

La tierra es, en el sistema feudal, el instrumento material por el que la minoría dominante
ejerce su dominio sobre el campesinado dentro del marco del llamado señorío banal, que en la
sociedad rural es el resultado de la perduración del "sistema vilicario carolingio".
Perduración documentada a través del aumento de la mano de obra asalariada para la
explotación de la reserva y su desgajamiento en lotes entregados a cambio de censos o
contratos temporales y permanentes; contribuyendo también a ello la tendencia por parte de
los señores a desprenderse de la explotación directa de sus dominios.
El incremento de sus rentas fue, por tanto, el objetivo permanente de la aristocracia feudal: a
través de las de carácter territorial o solariego, las jurisdiccionales y las obtenidas como
regalías o monopolios. Pero, al margen de visiones predominantemente jurídico-
institucionales o eminentemente socioeconómicas, el señorío banal se exterioriza a través de
prestaciones que asimilan los derechos por la tierra y las precedentes tributaciones romano-
imperiales: censos, tallas, corveas, etc.; aranceles sobre mercancías en circulación por el
dominio señorial: teloneos, portazgos, lezdas, etc.; obligaciones militares (fonsadera),
reparación de vías y castillos; multas o calonias (por la asunción de la justicia); derechos
señoriales a la manutención y alojamiento en los desplazamientos; y monopolios sobre los
molinos, lagares, batanes e incluso la venta en el mercado. Es decir, todos aquellos ingresos
que el realengo manejará igualmente pero al servicio del monarca en la Hacienda pública que,
en muchos casos, serán arrendados por los administradores reales para disponer
anticipadamente de sus devengos necesitados por los príncipes para atender las obligaciones
del Estado, de los súbditos y de su propia casa.
La sociedad feudal se articula, por tanto, en torno a dos clases sociales fundamentales: la de
los señores y la de los campesinos. Pero, así como el segundo termino no ofrece dificultad de
interpretación, al menos en cuanto se refiere al colectivo ligado al trabajo de la tierra por
cuenta propia (con categoría alodial, de alodio o explotación libre) o ajena en diversos grados
de dependencia y servidumbre, el termino "señor" puede llegar a ser equivoco por sus
múltiples significados en la plenitud del Medievo.
Así, en el marco feudovasallático, el término tiene un valor relativo y no absoluto, pues, como
recuerda J. Valdeón (recogiendo interpretaciones de otros autores), "alguien que sea señor de
otros vasallos puede, a su vez, ser vasallo de un señor superior a él". Desde el punto de vista
socioeconómico, sin embargo, todo aquel que se denomina como tal posee tierras en las que
hay campesinos que las trabajan pare él y sobre los cuales ejerce un poder por el que obtiene
beneficios que engrosan sus rentas. Eso sí, las formas por las que dicha dominación de los
señores sobre los campesinos se llevaban a cabo no eran exactamente las mismas que habían
estado vigentes antes del siglo X.
Buena parte del campesinado era jurídicamente libre en la disponibilidad de unas tierras
sobre las que mantenía el usufructo y con capacidad de transmisión en herencia; porque, aun
formando parte de grandes dominios, la explotación campesina de sus predios particulares se
hacía, por lo general, con iniciativa propia: lo que ha hecho definir el feudalismo a G. Bois
como "la hegemonía de la pequeña producción individual".
Además, los campesinos solían disponer de sus propios instrumentos de labor, rudimentarios
y primitivos por lo general, pero indispensables; así como también de la fuerza de trabajo
personal sobre la base de la unidad de producción familiar, más el acceso a bienes comunales
como aguas, pastos o bosques. De suerte que los campesinos podían subsistir sin los señores
pero éstos, en cambio, no sin aquellos; aunque la evolución de las relaciones feudales fueran
estrechando cada vez más la dependencia campesina de los señores y apretando

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paulatinamente con mayor contundencia el dominio señorial sobre el campesinado: a través
de la fuerza militar, su justicia, el poder político adquirido con el secuestro de las libertades
publicas, etc. De forma que en la sociedad feudal el poder económico y el político se
encontraban en una misma realidad. La explotación campesina por parte de los señores era
para extraer la "plusvalía" del excedente agrario cada vez mayor en beneficio de los
dominadores y en detrimento de los dominados.
Circunstancias históricas permitieron además aumentar la presión señorial sobre los
campesinos, retrocediendo ostensiblemente la propiedad alodial, acosada de continuo por la
codicia de los poderosos; perdiendo libertades las comunidades rurales y disminuyendo, por
contra, la reserva señorial por la paulatina reconversión de las prestaciones de trabajo en
rentas monetales. Reconversión que afectó también a los obradores señoriales al disminuir la
producción propia y poder contar con los elaborados en los talleres urbanos, introducidos en
el señorío a través del comercio.
Los intentos por gestionar y trabajar directamente las reserves por parte de los señores
fracasaron por lo general, y ello sucedió tanto en los dominios laicos como en los eclesiásticos
(por ejemplo los cistercienses), por lo que acabaron por arrendar dichas reservas mediante
contratos a perpetuidad o temporalmente a cambio de rentas prefijadas. Si bien la mayor
rentabilidad la proporcionaba la tierra que se cedía a censo a los campesinos (mansos,
tenencias, etc.), los cuales tenían el dominio útil de la misma pero no su plena propiedad que
retenía el señor.
Mansos y tenencias eran fuentes de percepción de rentas señoriales y también constituían la
mejor garantía de continuidad del poblamiento rural, porque las posibilidades de transmisión
por herencia y de subarrendamiento evitaba el anquilosamiento y empobrecimiento de la
tierra puesta en explotación por los campesinos a cambio de las tributaciones estipuladas en
su momento. Estas tributaciones eran recogidas por lo que se puede entender en la actualidad
como la renta feudal: conjunto de censos, prestaciones, diezmos, corveas y otros conceptos por
los que el señor controlaba la producción campesina y se garantizaba una disponibilidad de
bienes y servicios que él mismo no podía proporcionarse por su propia cuenta. En resumen, la
conjunción de rentas obtenidas por el derecho dominical con las derivadas de las
jurisdicciones y teniendo en el centro la tierra y su explotación, constituye esa renta feudal
(que algunos autores llaman señorial) que con muchas variantes entregaban los campesinos a
los señores, dentro de los diversos grados de dependencia, en una triple distribución: la renta
en especie, en dinero y en trabajo.
Por debajo, pues, de la concepción trifuncional de la sociedad como modelo ejemplificador en
la conciencia de la plenitud medieval de los siglos XI al XIII, la dicotomía señores-campesinos
subsiste a lo largo de la Edad Media, y aun de la Moderna, porque -siguiendo a B. Clavero-,
"la contradicción entre el señor y el colono es una contradicción originaria del feudalismo".
La consagración del poder feudal se manifestó en la época a través del castillo (fortaleza,
mota, donjon, etc.) que representaba el poder señorial por excelencia; como lo representaba,
desde el punto de vista del señorío eclesiástico, el monasterio o la catedral, donde un abad y su
comunidad, o un obispo y su cabildo, explotaban dominios territoriales con fundamento
similares a los de los señores del mundo; si bien en este caso no había la variedad de señores
que en el mundo había, desde el propio príncipe hasta el caballero, en un escalonamiento
nobiliar que en España iba desde el "ricohombre" al caballero, hidalgo o infanzón.

3.- El resurgimiento de las ciudades: el comercio medieval.


Con el paulatino decaimiento del Imperio Romano y todo lo que éste suponía en
cuanto a organización política e institucional, el mundo occidental va mudando su
rostro, y las ciudades -las antiguas civitas romanas- decrecen de tal manera que
muchas de ellas desaparecen por completo. La población se irriga por toda la zona
rural, abandonando las grandes concentraciones. Estos son hechos distintivos y
significativos de la Edad Media.
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El proceso de urbanización y, en consecuencia, el de la transformación de las ciudades en
la Edad Media, está totalmente ligado al desarrollo del sistema socio-económico conocido
como feudalismo. Por lo tanto, la ciudad o lo que de ella logra salvarse después de la
crisis del mundo antiguo, responde totalmente a la civilización agrícola de su tiempo.
Reducidos a su mínima expresión el comercio y con él la artesanía y la industria, el
trabajo rural y la propiedad territorial vuelven a ocupar un lugar dominante y se convierten
de nuevo en la base de la economía.
Pero los estados medievales no están en capacidad de mantener su condición de
entidades esencialmente agrícolas, pues la ausencia de mercados y la inseguridad
imperante conducen al aislamiento de sus unidades territoriales y, en tal virtud, terminan
eliminando incentivos para mejorar las formas de vida o las técnicas de producción. Se
inicia, entonces, un período de aislamiento y atraso que influye negativamente no sólo la
esfera económica, sino también el orden social y cultural de los pueblos, lo mismo que su
estructura política. Europa se cierra en si misma, se desgasta en interminables guerras
internas y parece navegar sin detenerse hacia su ruina definitiva.
Reina la confusión, tanto en la realidad confusa como en el espíritu de la época. Tal es la
anarquía y la desesperanza de este período que para finales del primer milenio se espera
el fin del mundo. De allí viene, muy probablemente, esa idea de catástrofe, destrucción y
desolación que suele rodear "el período" del Medioevo para muchos historiadores y
personas del común.
A finales del siglo IX la decadencia económica, política, social y cultural del occidente
europeo llega a su punto más crítico. La monarquía absoluta medieval ha llegado a su fin
y el rey no tiene más poder ni autoridad que la conferida por sus propiedades materiales.
Hace guerras, pero no gobierna; gobiernan los grandes terratenientes como señores
independientes, jefes de sus ejércitos particulares, dueños de la economía regional y
amos de los habitantes y de sus posesiones.
Es importante destacar el papel de la cultura monástica en la Edad Media. A diferencia de
las religiones "urbanas" en Grecia y en Bizancio, aquella organizó sus comunidades en
las zonas rurales, en centros específicos y, en alguna medida, a partir de ahí, propició
incipientes formas de colonización agraria.
Para la época, el Estado feudal en sentido estricto, había dejado de existir y pasó a
transformarse en una empinada pirámide social con un punto abstracto en su cúspide.
Pero el siglo X es una época de estabilización y paz relativa. Llega a su fin la ola de
invasiones. Tanto en los principados feudales como en los episcopales, se insinúan ahora
los primeros elementos de una estructura que lucha por un mínimo nivel de vida para el
pueblo, por entonces establecido en pequeñas villas y poblados.
El verdadero motivo que da curso al nacimiento de la ciudad medieval es el comercio y la
industria. Al iniciarse el segundo milenio de nuestra era, Europa Occidental experimenta
un verdadero despertar de la sociedad, una auténtica explosión de energía y optimismo
en todos los campos.
Así, la revitalización económica del Siglo XI se desenvolvió bajo la influencia de dos
centros: Venecia y la Italia meridional en el sur y la costa flamenca, en el norte de Europa.
Ambos polos experimentaron un rápido desarrollo merced a sus relaciones comerciales
con otros países. Y aquí es de importancia señalar que su prosperidad, lo mismo que su
benéfico influjo sobre la Europa continental, fue el fruto del restablecimiento de los
contactos entre Oriente y Occidente.
Venecia nunca perdió su vinculación con Constantinopla, capital política del Imperio

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Bizantino, gran puerto y centro de manufacturas de primer orden.
Conforme a su desarrollo el comercio marítimo se generalizó y extendió hasta las costas
de Francia y España donde Marsella y Barcelona ocuparon un lugar destacado. Con el
renacimiento del comercio florecieron ciudades como Génova, Pisa, Brujas, Flandes y los
Países Bajos. El comercio también fue preámbulo al nacimiento de los suburbios
(suburbiun), las ciudades nuevas (novus burgus) y los puertos (portus).
La ciudad amurallada y con contribuciones a sus miembros, se dio en la comuna
medieval; por eso el recinto fortificado adquirió personería jurídica, fiscal y arquitectónica:
ciudades radiocéntricas (de radios y círculos), ciudades lineales (formadas a lo largo de
un camino - camino o calle real- para su semejanza en América), ciudades cruciales (con
dos calles principales que se entrecruzan), ciudades en escuadra (o de cuadrícula),
ciudad nuclear (a partir de algún punto central o importante como el templo o la casa de
gobierno), la ciudad binuclear (en torno a dos puntos claves), ciudad espina de pez y las
ciudades acrópolis.
La contemporaneidad del medioevo y el feudalismo español y lusitano con la conquista y
la colonia en América, propician el encuentro de identidades en la conformación de la
ciudad hispanoamericana, la cual va a ser trazada con rigor geométrico

4.- La aparición de la burguesía comercial


Las invasiones que sufre Europa durante más de cien años (normandos, musulmanes, eslavos) con
la caída del Imperio romano y el posterior debilitamiento del Imperio carolingio frenarán la
actividad económica hasta las puertas del año 1000.
Es en este momento cuando se extienden modernas técnicas agrícolas que, existiendo
anteriormente, habían quedado reducidas a pocos espacios territoriales. Entre ellos cabe destacar el
aumento en el uso de los molinos de agua como fuerza motriz y de las acequias para riego,
extendiendo los cultivos y liberando mano de obra. Además, mejoran los métodos de enganche de
los animales, especialmente el caballo y el buey, cuya cría aumenta de manera notable y permitirá
disponer de animales de tiro en abundancia. Los instrumentos de uso agrícola, como el arado o la
azada, generalmente de madera, son sustituidos por otros de hierro.
La explotación agraria feudal era de subsistencia. Los siervos cultivaban lo suficiente para
mantenerse a sí mismos y para pagar los diezmos a la Iglesia y la renta al señor. De la recolecta se
separaban también las semillas necesarias para la siguiente siembra. Los mercados urbanos se
abastecían con las porciones de los diezmos y la renta.
Los cultivos se organizaban en torno a las poblaciones en tres anillos. El primero y más cercano a la
población se dedicaba a las frutas y hortalizas. El segundo era para los cereales, principal sustento
de la época. El tercer núcleo eran tierras de pasto y monte explotadas de forma comunal. Los pastos
comunales limitaban por tanto la expansión de las tierras de cereales e impedían ampliar la
extensión cultivada según la demanda de la población.
La rotación de cultivos era el principal sistema utilizado para evitar el deterioro de la tierra. Este
método consiste en dejar en barbecho (es decir, sin cultivar) una parte de la tierra cada año para
permitir su regeneración. En las regiones mediterráneas se usaba la rotación bienal, según el cual la
mitad de las tierras quedaba en barbecho cada año. En las regiones europeas atlánticas se usaba la
rotación trienal: un tercio de la tierra para cereal de ciclo largo -de invierno-, otro tercio para cereal
de ciclo corto -verano- y el último tercio en barbecho. La tierra que quedaba sin cultivar se dedicaba
a uso comunal, permitiendo que los animales pastasen en ella (práctica conocida como derrota de
las mieses).
El aumento de la producción como consecuencia de las innovaciones supone ya en el siglo XI una
10
reducción de las prestaciones personales de los siervos a sus señores en cuanto a horas de trabajo,
sustituyéndose por el pago de una cuantía económica o en especie. Se reducen las tierras del señor y
aumentan los arrendamientos. Al mismo tiempo, los campesinos aumentan sus rentas disponibles y
ganan en independencia.
Se incrementa el número de tierras roturadas y comienza el periodo de eliminación de los bosques
europeos, drenaje de las tierras empantanadas, la extensión de los terrenos arados lejos de las aldeas
y la construcción dispersa de casas campesinas. Las mejores tierras atraen a una mayor masa de
población y se producen migraciones en todo el centro de Europa. El crecimiento de la población es
notable a partir del 1050, llegándose a duplicar la población de Inglaterra en 150 años y se triplicará
hacia el final de la Edad Media. En el siglo XI las hambrunas han desaparecido.
A partir del siglo XII, la existencia de excedentes incrementa el comercio más allá de las fronteras
del señorío. Las actividades comerciales permiten que surja una incipiente burguesía, los
mercaderes, que debe realizar su trabajo pagando igualmente una parte de sus beneficios en forma
de tributos a los señores, que a su vez incrementan con ello sus recursos. Las rutas de peregrinaje
son los nuevos caminos por donde se abre el comercio. Roma, Jerusalén o Santiago de Compostela
son los destinos, pero las comunidades situadas en sus vías de acceso florecen. Las ciudades,
burgos, son al mismo tiempo espacios de defensa y de comercio conforme avanza el tiempo y se va
gestando una nueva sociedad que despegará en los siglos XIII y XIV.

5.- Crisis del feudalismo

A partir del siglo XIII, la mejora de las técnicas agrícolas y el consiguiente incremento del comercio
hizo que la burguesía fuera presionando para que se facilitara la apertura económica de los espacios
cerrados de las urbes, se redujeran los tributos de peaje y se garantizaran formas de comercio seguro
y una centralización de la administración de justicia e igualdad de las normas en amplios territorios
que les permitieran desarrollar su trabajo, al tiempo que garantías de que los que vulnerasen dichas
normas serían castigados con igual dureza en los distintos territorios.
Las ciudades que abrían las puertas al comercio y a una mayor libertad de circulación, veían
incrementar la riqueza y prosperidad de sus habitantes y las del señor, por lo que con reticencias
pero de manera firme se fue diluyendo el modelo. Las alianzas entre señores eran más comunes, no
ya tanto para la guerra, como para permitir el desarrollo económico de sus respectivos territorios, y
el rey fue el elemento aglutinador de esas alianzas. El feudalismo alcanzó el punto culminante de su
desarrollo en el siglo XIII; a partir de entonces inició su decadencia. El subenfeudamiento llegó a
tal punto que los señores tuvieron problemas para obtener las prestaciones que debían recibir. Los
vasallos prefirieron realizar pagos en metálico (scutagium, ‗tasas por escudo‘) a cambio de la ayuda
militar debida a sus señores; a su vez éstos tendieron a preferir el dinero, que les permitía contratar
tropas profesionales que en muchas ocasiones estaban mejor entrenadas y eran más disciplinadas
que los vasallos. Además, el resurgimiento de las tácticas de infantería y la introducción de nuevas
armas, como el arco y la pica, hicieron que la caballería no fuera ya un factor decisivo para la
guerra. La decadencia del feudalismo se aceleró en los siglos XIV y XV. Durante la guerra de los
Cien Años, las caballerías francesa e inglesa combatieron duramente, pero las batallas se ganaron en
gran medida por los soldados profesionales y en especial por los arqueros de a pie. Los soldados
profesionales combatieron en unidades cuyos jefes habían prestado juramento de homenaje y
fidelidad a un príncipe, pero con contratos no hereditarios y que normalmente tenían una duración
de meses o años. Este ‗feudalismo bastardo‘ estaba a un paso del sistema de mercenarios, que ya
había triunfado en la Italia de los condotieros renacentistas.

11
6.- El rómanico y el gótico: dos mentalidades distintas en el mundo medieval.

Arquitectura Arquitectura Comentario [1]: HTML: <NOSCRIPT>


románica gótica Comentario [2]: HTML:
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(siglos XI - XIII) (siglos XII - XVI)
Alternan las
Esencialmente
construcciones
religiosa
religiosas (catedrales)
(monasterios e
y las civiles (castillos,
iglesias).
palacios, ...)
Predominio de la
vertical. Elevada
Predominio de la
altura, la nave central
línea horizontal.
más alta que las
laterales.
Agudas y altas torres,
Torres campanario de flechas de los
baja altura. campanarios con gran
decoración.
Arcos de medio Arcos apuntados u
punto. ojivales.
Bóvedas de cañón o
Bóvedas de crucería o
apuntadas, reforzadas
de nervios.
con arcos fajones.
Gruesos muros, con
escaso vanos, para Muros menos gruesos,
soportar el peso de la abundantes vanos.
bóveda.
Empuje de las
bóvedas sobre
Muros reforzados al
arbotantes (exteriores)
exterior con
que se apoyan en
contrafuertes.
estribos rematados
con pináculos.
Pequeñas ventanas
Grandes ventanales,
decoradas con
vidrieras multicolores,
columnillas
amplios rosetones con
rematadas por
tracería calada.
capiteles.
Interiores con poca Dominio del vano,
luz que invitan al templos muy
recogimiento. luminosos.
Pilares robustos, de Pilares estilizados y
sección cruciforme, esbeltos con gran
con coumnas número de
adosadas. columnillas adosadas.
Plantas de una o más Plantas de cruz con
naves. varias naves.

12
Ábsides
Ábsides pentagonales.
semicirculares.
Claustros y pórticos
con arquerías sobre Claustros más sobrios
columnas que en la decoración, con
descansan en un arquerías ojivales.
pedestal corrido.
Aleros sostenidos por
Menor dcoración
ménsulas decoradas
exterior.
con seres fantásticos.
Arquivoltas en las
Arquivoltas
portadas encerrando
apuntadas, tímpano
un tímpano decorado
con menor decoración
con relieves.
Decoración de tipo
Decoración de tipo
geométrico:
vegetal, forma
ajedrezado, bolas,
estilizada
dientes de sierra ...
Escultura Escultura
románica gótica
Integrada totalmente
enla arquitectura, se
Se integra en la
adapta al tamaño del
arquitectura.
lugar que debe
ocupar.
La figura humana se Tiende hacia el
espiritualiza. naturalismo.
Rostros Las expresiones se
inexpresivos y humanizan hacia el
rígidos. retrato.
Escaso interés por la
Las figuras se ríen,
anatomía y por la
lloran, ...
belleza corporal.
La cabeza y el Cabeza y cuerpo
cuerpo miran de toman posturas
frente. naturales.
Las ropas no ocultan
El ropaje oculta las
la idea de
formas del cuerpo.
movimiento.
Vírgenes como
Vírgenes con rostro
madres que
impasible sostienen
contemplan
en sus rodillas al
amorosamente a su
Niño.
Hijo.
Cristo se presenta en
Cristo muestra su
la Cruzi insensible
sufrimiento.
al dolor.
En las esculturas Alternan las
predominan las que esculturas en relieve
se presentan en con las de bulto
relieve. redondo.
Aparecen sobre todo Además de en
en capiteles, capiteles, portadas y
portadas (tímpano, pilas bautismales,

13
arquivoltas, aparece en
parteluz, jambas ...) ventanales, coros,
y en pilas sillerías, sepulcros,
bautismales. ...
Capiteles muy Capiteles más
decorados con ligeros, su
escenas humanas, decoración
temas vegetales, evoluciona a formas
animales reales y vegetales
fantásticos. estilizadas.
Pintura
Pintura gótica
románica
Escenas de la Además de escenas
Biblia (influencia religiosas se preentan
Bizantina). otras costumbristas.
Integrada No sólo decora los
totalmente en la muros (las vidrieras
arquitectura. limitan el espacio).
Realizada en tabla
(retablos), en muros Realizada además en
sobre yeso fresco vidrieras y al final
(ábsides y naves), o sobre lienzos (al
ilustrando óleo).
manuscritos.
Gran policromía,
Alternan colores
predominando
fuertes y sueaves.
colores fuertes.
Sigue dominando el
Trazo fuerte y dibujo. Con
decidido. figuras frecuencia, los
realizadas con línea fondos son de oro o
muy gruesa. con escenas
arquitectónicas.
Ingenuidad en lo
Poco a poco va
expresado. Escenas
triunfando el
sencillas pero que
realismo.
impresionan.
fondo liso para
Creciente interés por
centrar la atención
temas de la
en las figuras
naturaleza.
animadas.

14
Tema III El nacimiento del mundo moderno.
1.- La aparición de la imprenta y el descubrimiento de América.

La reproducción más veloz y barata de textos hizo posible la penetración de la cultura escrita –gracias a su forma impresa– en medios
sociales que tradicionalmente estaban fuera de ella. La imprenta abrió en la historia la posibilidad de la multiplicación de los textos en una
época en que la edición de libros era restringida.

En la línea de transformaciones de las técnicas de reproducción de textos, el momento de la invención de Gutenberg es esencial. De la
copia a mano se pasó a la generalización de una técnica basada en la composición de los caracteres móviles y en la impresión con prensa.

La rápida difusión de este invento revolucionó las formas de comunicación intelectual en el mundo y amplió el número de lectores
potenciales, al multiplicar los tirajes y reducir los costos. Con ello, se dio un enorme impulso a la alfabetización.

La imprenta sentó las bases de nuestras percepciones, perspectivas y representaciones, porque:

• Facilitó la publicación de autores antes condenados al silencio. La diversificación de las obras accesibles fue tan important e como el
crecimiento del volumen de la producción en número de ejemplares.

• Contribuyó a la ―fijación‖ estable de las lenguas nacionales, al difundir sus normas y convenciones. Con ello, contribuyó al grad ual
desplazamiento del latín como única lengua de acceso a la cultura y propició el desarrollo de las literaturas nacionales.

• Posibilitó la generalización de la lectura individual y silenciosa, privada y, por lo tanto, libre, efecto que generó la nece sidad de la
alfabetización.

• Dificultó, hasta hacerlo imposible, el control estatal o eclesiástico sobre la circulación de las ideas, lo que originó la difusión de las
ideas científicas y políticas que impulsaron los cambios de la sociedad.

• Multiplicó las formas y los usos de la palabra escrita: aparecieron las hojas sueltas, los libros baratos de formato pequeño y,
destacadamente, los periódicos.

• Dotó a la educación escolar de un elemento esencial: el manual. Su uso posibilitó nuevas formas para el trabajo de los maestr os en las
escuelas.

La invención de la imprenta debe ser vista como la articulación de varios inventos: la máquina de imprimir que construye Gutenberg, los
tipos móviles de metal, una tinta de consistencia y permanencia especiales, y el papel, cuya producción y uso se habían exten dido desde
antes.

Descubrimiento de América
Podría admitirse que hubo más de un descubrimiento de América. El primero, en tiempos
prehistóricos, hace entre 30.000 a 40.000 años atrás, correspondiente a la época del Homo sapiens
fósil (el hombre de Cromagnon), cuando nuestros lejanos ancestros habían cruzado el Estrecho de
Bering para llegar desde Asia a América del Norte. Otros autores proponen una fecha más reciente:
hace 15.000 años, poco más o menos, en sucesivas oleadas.
15
Un segundo "descubrimiento", se habría realizado con los legendarios vikingos. El año 981 Erik el
Rojo y su gente llegaban a las costas occidentales de Groenlandia y allí dejaron sus huellas.
Pero el evento de esta naturaleza más conocido e históricamente registrado, denominado
"Descubrimiento del Nuevo Mundo" o, con algo más de propiedad, "Encuentro de dos Mundos" y
erróneamente,"Día de la Raza", tuvo su realización el 12 de Octubre de 1492, es decir en las
postrimerías del S. XV, merced a la célebre expedición que partió del Puerto de Palos, España,
dirigida por el Almirante Cristóbal Colón (o Cristóforo Colombo), un navegante probablemente de
origen genovés y nacido h. 1446. Semejante acontecimiento se produjo en situaciones muy
singulares de la historia, sobre las que no siempre se ha reparado debidamente.
Filosófica y culturalmente, las postrimerías del S. XV e inicios del S. XVI, corresponde a una de las
épocas más brillantes de Europa Occidental, conocida como Renacimiento, que se prolongó hasta el
S. XVII, el más significativo en el campo filosófico, pues se reveló al mundo con pensadores de la
talla de Francis Bacon, René Descartes, Tomás Hobbes, Baruch de Spinoza, Wilhelm Leibnitz y
John Locke, cuyos sistemas han sido reconocidos, con todo merecimiento, como el fondo de oro del
pensamiento filosófico mundial.
Pero en el campo político-económico y social, Europa revelaba sus hondas contradicciones, y no
obstante esas fecundas ideas y reflexiones filosóficas que se iniciaron en Italia y se extendieron a la
mayoría de naciones de Europa Occidental y también a algunas de Oriente, marchaba a la zaga de
dicho pensamiento.
En política, Nicolás Maquiavelo (1469 - 1527) es la figura descollante de esa época. Sin embargo,
siendo su magistral pensamiento político el reflejo de ese tiempo, en su obra cumbre, El Príncipe, la
filosofía política marca evidentes distancias con relación a la reflexión ética; es más: según este
autor, la teoría política debe fundamentarse en los hechos políticos que brinda la experiencia. Y la
manifestación autoritaria de la que aconsejaba investirse al "príncipe", era exclusivamente para
terminar con el poder de la nobleza y el sistema feudal. Para aquel tiempo las originales reflexiones
de este célebre teórico sin duda constituyeron un gran avance en la cuestión política e ideológica,
pero los seguidores e intérpretes que tuvo, no siempre acertados, hicieron suya una versión
degradada de sus postulados, el "maquiavelismo", y confundieron ese método de hacer política, que
apuntaba a favorecer a la temprana burguesía, con la total falta de escrúpulos. Por estas
circunstancias igualmente, el sistema feudal continuó vigente, gozando de "buena salud", como
suele decirse en estos casos, y la ideología escolástica en gran medida seguía siendo el sustento
teórico del sistema y orientando el comportamiento de las gentes.
Resulta evidente apreciar, a la distancia de esos tiempos, que la cultura, mundi vivencia y
concepción del mundo de las tempranas burguesías se contraponía a la cultura feudal y a su
ideología escolástica, que oponían tenaz resistencia y solo muy gradualmente resignaban
posiciones. El feudalismo, ese ominoso régimen de servidumbre, continuaba señoreando. ¿Por qué
razones? En virtud de que a más de constituir el feudalismo el sistema económico vigente (el
capitalismo recién comenzaba a revelarse), el peso que tenía la ideología dominante -
escolasticismo- frente a la nueva que se configuraba, todavía no era superada; los mismos actores
políticos que se encontraban vinculados al poder que emanaba del sistema feudal, no querían
despojarse de esa forma conciencial, y no en último término un papel preponderante en el
mantenimiento del statu quo estuvo a cargo de los sentimientos y estados de ánimo de las personas
que vivían en esa sociedad, sus creencias, la gran influencia del misticismo.
La estructura de la sociedad feudal, con sus monarcas, amos feudales, caballeros y siervos; la
limitada educación de las amplias masas de campesinos y artesanos, igualmente contribuyó a
mantener el sistema. Para estos últimos grupos sociales, ocupados en sobrevivir, eran inaccesibles
las reflexiones de los filósofos de su tiempo, igual que las ideas de políticos eminentes como
Maquiavelo; no podían asimilar los objetivos que planteaban los pensadores de avanzada, porque
no tenían acceso a la educación y el desacuerdo entre los sectores populares y quienes se
presentaban como ideólogos de un cambio, era una constante.
Esa fue la paradoja. Por lo demás, la segunda gran ola de la Inquisición, justamente se extendió
desde el S. XVI al S. XVII (se acostumbra dividir en tres períodos la Inquisición: el primero, del S.
16
XIII al XV; el segundo, del S. XVI al XVII y el tercero que comprende el S. XVIII) y enfiló sus
armas contra los humanistas, contra los adversarios del omnímodo poder papal, los sabios y
pensadores que ponían en tela de juicio ciertos dogmas y los más esclarecidos representantes de la
cultura y las artes. La "picadora de carne", con sus delatores, sus verdugos, sus instrumentos de
tortura y muerte, funcionó todo ese tiempo con siniestra precisión.
En Europa, en general, prevalecían las monarquías autoritarias que, unas veces disputaban, otras
compartían el poder con la Iglesia, no existía la democracia y campesinos, siervos y parias de
ciudades y burgos sufrían el yugo del amo feudal.
España, para la época del Descubrimiento se encontraba en un proceso de consolidación de sus
reinos: Castilla, Navarra, Aragón y Granada. Fueron tiempos de los Reyes Católicos, Fernando e
Isabel, y la unidad ideológica e identidad de los reinos operó en torno a la Iglesia católica, proceso
que coincidió con la implantación de la Inquisición en España el año 1477, encabezada por el más
temible inquisidor, Tomás de Torquemada, quien llevó a las hogueras a miles de personas,
encarceló, torturó y destruyó innumerables vidas inocentes; asimismo se expulsó a los judíos en
1492 y a los moriscos en 1502.
Aquel mismo año 1492, se recuperó Granada, que estuvo mucho tiempo en poder de los moros.
Cabe destacar que en tiempos de Fernando e Isabel, España era una nación menos desarrollada que
otras de Europa Occidental: el analfabetismo estuvo difundido, el 83% de la población era
campesina y el resto, urbana. La pobreza afectaba a amplios sectores populares.
Había tanta desigualdad en la distribución de los bienes, que únicamente a un 2 - 3% de la
población pertenecía el ¡97-98% de las tierras! ¿Quienes eran los principales poseedores de los
bienes, de la tierra en primer lugar? La Corona, la nobleza y la Iglesia. Por lo tanto, reyes, nobles y
clero constituían el gran poder feudal, mientras que la ideología escolástica, el oscurantismo y la
intolerancia parecían insuperables.
Entonces, la situación socio-económica y política de España, pudo acicatear los planes para buscar
nuevas rutas a las llamadas Indias Occidentales, para ampliar las áreas de comercio que interesaba a
la naciente burguesía y para superar la crisis. Una vez más la actividad de la conciencia social
reflejaba el ser social y el topo de la historia hacía su trabajo, como alguna vez manifestó el
Dialéctico de Tréveris.
En esas condiciones económico-políticas y sociales se produjo el llamado Descubrimiento y la
inmediata conquista y colonización, que, iniciadas por España y casi en seguida por Portugal,
estuvieron signadas por una inusitada violencia contra la población nativa. En el cruce entre el
feudalismo que se resistía a abandonar el escenario histórico y las burguesías tempranas que
aspiraban a cambiar el estado de cosas, se dio el acontecimiento histórico que dirigió el gran
genovés. Pero, reiteramos, la ideología dominante no fue la de las revoluciones burguesas sino la
del feudalismo que se manifestaba con sus estertores terminales. El escolasticismo del período
tardío (SS. XVI-XVII) reflejó en sus controversias la lucha de la Iglesia católica contra la Reforma.
El poder "terrenal", que alguna vez casi fue total, empezaba a escapársele de las manos. Todo esto
explica varias de las características negativas del descubrimiento, conquista y colonización. Caso
contrario, si no hubiera estado vigente la ideología del feudalismo y sobre todo la institución de la
Inquisición, órgano represivo y terrorista de la Iglesia, difícilmente se habría dado la destrucción de
invalorables testimonios culturales, menos el saqueo de objetos de oro y plata ni el trato degradante
contra indios y negros de parte de los conquistadores.
Con la bendición papal.
Desde otro punto de vista, ¿cuál fue la base teórica de Colón para su famosa aventura? La idea de la
¡esfericidad de la Tierra!, noción que en aquella época se encontraba de alguna manera difundida
entre ciertos círculos científicos, pero con relación a la cual se guardaba discreción, para evitar que
los audaces pensadores terminen en las piras "purificadoras", como esto sucedió con Giordano
Bruno, un siglo después (1600) por el "pecado" de contradecir los dogmas religiosos.
El primer viaje de Colón comenzó el 3 de Agosto de 1492 y concluyó el 12 de Octubre del mismo
año, fecha oficialmente reconocida como la del Descubrimiento o Encuentro de dos mundos,
cuando Rodrigo de Triana, de la Santa María, avistó la isla de Guanahaní, bautizada como San
17
Salvador.
El año 1493, es decir un año después del primer viaje, el Vaticano, mediante bula especial entregó a
la corona católica española el territorio descubierto, con la obligación de llevar a cabo la
cristianización de los indígenas, porque para la idea dominante en Europa, el Nuevo Mundo
representaba un vasto territorio en el que imperaba el paganismo y la tarea era convertir a sus
habitantes a la fe cristiana.
Merced a otra bula especial del 16 de noviembre de 1501, el Papa entregó a perpetuidad los
diezmos de la Iglesia en las colonias, a la corona española, asimismo con la condición de conservar
todos los fundamentos de la Iglesia.
Pero, ¿quién fue el Papa que reinaba en ese tiempo y que emitió las primeras bulas? No otro que
Alejandro VI, cuyo pontificado se extendió desde 1492 hasta 1503, cuando murió envenenado. Su
cadáver, un considerable tiempo insepulto, finalmente fue arrojado en un foso. Triste fin del "santo"
Vicario de Cristo, en realidad un hombre depravado, violento, concupiscente, sumergido en un mar
de conspiraciones e intrigas, de asesinatos políticos. Alejandro VI tuvo su querida, Rosa Venozza,
con quien procreó cinco hijos, entre estos Lucrecia, Francisco y César Borgia. Se ha manifestado
también que mantuvo relaciones incestuosas con su hija. Diremos a propósito: extraña y
escalofriante infalibilidad la de algunos pontífices.
Por lo expuesto, en la conquista y colonización que siguieron al "Descubrimiento" de América,
intervinieron tanto los poderes civiles como el eclesiástico, caracterizados por el autoritarismo, la
intolerancia y el desprecio a los subyugados. Prueba de esa intervención conjunta es que en su
segundo viaje Colón estuvo acompañado en la expedición por 12 religiosos. Así, la espada y la cruz
tuvieron directa participación en las acciones de conquista y colonización de nuestro continente, con
todas las consecuencias que se derivaron de ello.
Lo bueno y lo malo del Encuentro.
El Encuentro de Dos Mundos ha significado algunas cuestiones positivas para América, que sería
necio negarlas, como la difusión de una nueva lengua, el español, principalmente en la población
mestiza; el surgimiento de nuevas colectividades culturales y étnicas; quizá también mejores formas
de organización social y del Estado que las que tenían en esos tiempos los pueblos precolombinos.
Para la humanidad en su conjunto significó la difusión mundial de alimentos, como la papa, tomate,
maíz, cacao, etc., la beneficiosa expansión del comercio y navegación. Pero asimismo constituyó
una auténtica tragedia por los actos de genocidio contra la población nativa, lo que en su tiempo ya
denunció valientemente el sacerdote Bartolomé de las Casas; la introducción de la esclavitud, de la
que las principales víctimas fueron los negros traídos de África, el inmisericorde saqueo de riquezas
y la insensata destrucción de una gran herencia cultural.
También tuvieron un papel nefasto en la población nativa enfermedades desconocidas en América,
como la viruela, tifus, fiebre amarilla, etc., que diezmaron a las comunidades indígenas, allí en
donde la violencia no los había exterminado.
A propósito de saqueo, violencia y destrucción, considero que cabe hacer una breve precisión sobre
las colonizaciones luso-hispana y anglosajona. La primera fue, como ya se indicó, desde fines del
siglo XV al S. XVI, tiempos realmente oscuros, ¡cuando la Iglesia discutía si los nativos americanos
eran o no seres humanos!, mientras que la segunda, en los siglos XVIII-XIX, en plena Ilustración.
La anglosajona fue más feroz, se dio una auténtica "limpieza étnica", porque los puritanos
cristianos, con su doctrina reaccionaria racista, no se mezclaron con la población autóctona y
prácticamente la exterminaron. A los sobrevivientes les aislaron en las tristemente célebres reservas.
Y la esclavitud de la población negra alcanzó su máxima crueldad en el sur de EE UU. Los
linchamientos y la ferocidad del Ku Klux Klan, organización criminal racista fundada tras la guerra
de Secesión (1866), por los partidarios de mantener la esclavitud, han marcado toda una época. Y
como si todo esto fuera poco, el cine norteamericano, hipócritamente ha "blanqueado" la figura del
colonizador, previamente re-bautizándolo de colono, al que se le ha presentado como un civilizador
bueno. Nada de genocidio contra la población nativa, ni de esclavitud contra el afro-
norteamericano. ¡Todas unas relaciones idílicas en las que el "blanco" cristiano puritano llevaba
adelante la misión civilizadora!. Así se ha escrito, falazmente, la historia de esta cuestión violenta,
18
trágica y vergonzosa de América del Norte.
Retomando la cuestión de la conquista y colonización luso-hispana, recordemos algunos crímenes
mayúsculos contra las culturas vernáculas cometidos en esos tiempos: en 1530 ¡fueron sometidos al
fuego los códices de los mayas!, por orden de fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México,
representando una pérdida irreparable para la historia y la cultura; en ese mismo siglo XVI, los
conquistadores y el obispo Diego de Landa ¡destruyen casi la totalidad de los libros sagrados de
México!; en 1520 ¡Hernán Cortés ordena quemar todos los libros aztecas!; en 1566 Francisco de
Toledo, virrey del Perú, ¡dispone la destrucción de una enorme cantidad de tablillas pintadas y
tejidos incas!.
Coincidencialmente, por esos mismos tiempos, en Europa se cometieron similares atentados contra
la cultura, pues la piromanía inquisitorial se reveló implacable Así, el año 1500 Francisco Jiménez
de Cisnero, en Granada, destruye mediante el fuego ¡5.000 libros de la cultura árabe!; en 1553 el
sabio Miguel de Servet que describió la circulación pulmonar, ¡es condenado como hereje a ser
quemado vivo, junto con sus libros!; en 1559 se someten a las llamas ¡12.000 textos hebreos!, en la
ciudad de Cremona, en Lombardía, Italia; en el siglo XVI, por orden expresa de la Inquisición, ¡se
queman los libros del historiador Garcilazo de la Vega!.
No enjaular la Historia (Conclusión).
Resumiendo: a consecuencia del fanatismo y la ignorancia de conquistadores y evangelizadores,
sucumbió gran parte de la historia antigua y la memoria colectiva de los pueblos nativos de nuestra
América. Esto, que sin duda fue irreparable, trágico e incluso catastrófico por la magnitud del
proceso, marcó indeleblemente al descubrimiento, conquista y colonización del Nuevo Mundo, y el
deber insoslayable de quienes no aceptamos la peregrina tesis de que la ciencia de la Historia es un
puro pretérito que nada tiene que ver con el presente, mucho menos con el porvenir, es recordar y
estudiar el pasado, para extraer las correspondientes lecciones.
Es igualmente un compromiso moral mantenernos siempre alertas, porque quienes proclaman el fin
de la historia, temerariamente pretenden enjaular al futuro en un presente perpetuo, donde todo
sigue igual, donde nada cambia ni deviene.

2.- El fin del imperio Bizantino y la aparición del imperio Turco.

En un principio, el día después de la toma de Constantinopla por parte de los turcos constituyó el
comienzo de una nueva era para todo el mundo conocido.
El Helenismo, que desde hacía más de dos mil años brillaba en Europa, con luz propia primero en
Grecia, luego en Roma y finalmente en Bizancio que es lo mismo que Roma, se vio sometido
definitivamente y estuvo oculto en la Europa oriental durante más de cuatrocientos años.
El cristianismo ortodoxo, por el contrario, conservó ciertos privilegios, mantuvo intactas las
costumbres religiosas bizantinas y se constituyó en el estandarte del Helenismo, constituyendo una
importante fuerza aglutinante que alivió la carga que el pueblo griego llevaba sobre él bajo el
mandato turco, inclusive fue importante para las naciones de raíz eslava que habían nacido bajo la
gran influencia de Bizancio, como ser Bulgaria y Servia, que fueron formando desde la ortodoxia su
propia identidad, garantía de su libertad en el futuro.
Finalmente, el Imperio Romano había caído de forma definitiva, ya no podría nunca más renacer de
sus cenizas, porque éstas habían sido esparcidas por los aires, desintegrándose para siempre.
Mientras tanto, la ciencia de los griegos, esa que determinaba el saber del ser humano y hacía la
diferencia con los demás pueblos, estaba siendo descubierta por los occidentales, en gran parte
gracias a los sabios bizantinos que huían de los Balcanes desde hacía más de un siglo, despojados
por los turcos, y que esparcían sus conocimientos junto con los sabios escritos de los filósofos por
toda Italia y desde allí a los demás países.
Efectivamente la cristiandad quedó para siempre dividida a partir de entonces, con una parte, la
19
occidental, libre para establecer sus modos de vida, para generar ese maravilloso renacimiento, para
crear sus propias costumbres y hacer nacer a las naciones que hoy son las más avanzadas en el
mundo, mientras que la otra, la oriental, estaba cada vez más bajo el dominio turco, servía al
Imperio Otomano, y solamente existía bajo su autoridad.
Por otra parte, occidente tuvo que aprender a vivir consigo mismo para poder hacer frente al
creciente peligro turco, por lo tanto la relación entre los distintos estados occidentales se fue
haciendo más armoniosa y toda Europa consiguió un mayor equilibrio, necesario para vencer en una
guerra permanente y sin la presencia tranquilizadora del «cismático» Imperio Bizantino, el cual
había logrado mucho antes ese mismo equilibrio para luchar contra el infiel con éxito por más de
mil años.
Europa debió esforzarse durante más de dos siglos hasta poder doblegar al Imperio Otomano, y eso
sólo fue un factor que hizo que los estados occidentales evolucionaran lo suficiente y maduraran
como para contrarrestar el gran peligro turco.
3.- El Cambio del espacio comercial: Mediterráneo Atlántico
La cuenca del Mediterráneo incluye los territorios cuyas aguas vierten al Mar Mediterráneo, es
decir: el Sur de Europa (exceptuando la mayor parte de la Península Ibérica, e incluyendo gran parte
del Centro y el Este con la cuenca del Mar Negro), el Norte de África (prolongándose hacia su
interior con la Cuenca del Nilo) y la zona más occidental de Asia ribereña con este mar, que se
conoce también como Oriente Próximo o Levante.
La determinación geográfica de aspectos favorables al desarrollo de la civilización son notables: la
existencia de una masa de agua prolongada en la dirección del paralelo 40º que se abre en la
fachada occidental de un continente es única en el planeta. Eso permite la gran extensión del clima
mediterráneo, que si bien tiene semejantes en otras latitudes similares (California, Chile, Australia
occidental) no pueden comparársele en extensión. Lo mismo puede decirse de la articulación de las
costas que multiplica la posibilidad de acceso al mar, sobre todo en su orilla septentrional, con
cuatro penínsulas principales (Ibérica, Itálica, Balcánica y Anatólica), varios mares con
personalidad diferenciada (Baleárico, Tirreno, Adriático, Jónico, Egeo y Negro) y múltiples islas y
archipiélagos, desde las de gran tamaño (Baleares, Córcega, Cerdeña, Sicilia, Creta, Chipre) hasta
las menores (Perejil, Alborán, Chafarinas, Columbretes, Elba, Malta, Pantelleria, Dalmacia, Jónicas,
Ítaca, Cícladas, Lesbos, Rodas, Dodecaneso...).
El Mediterráneo y su cuenca fueron el escenario de los primeros descubrimientos geográficos,
simultáneos al origen de la navegación, anterior incluso a las navegaciones históricas (periplos
griegos y las escasas referencias fenicias o bíblicas).[2]
Con mayor o menor fidelidad a sus límites geográficos, histórica y culturalmente la cuenca del
Mediterráneo es el lugar de nacimiento y desarrollo de la civilización occidental que, si bien puede
buscar sus orígenes en Mesopotamia (Tigris y Éufrates desembocan en el Golfo Pérsico, y por tanto
corresponden a la cuenca del Índico), se desarrolla en los antiguos Egipto, Israel y Fenicia, y de
forma definitiva en la Antigüedad clásica de Grecia y Roma (que convierte al Mediterráneo en su
Mare Nostrum y hace coincidir prácticamente el limes de su Imperio con su cuenca).
La extensión de la civilización occidental al norte y este de Europa durante la Edad Media, y la
irrupción del Islam en el espacio mediterráneo significó la ruptura de la unidad de éste,[3] pero
siguió habiendo un fecundo intercambio comercial y cultural entre sus orillas, tanto de norte a sur a
través de la Península Ibérica y Sicilia como de este a oeste entre las ciudades italianas, Bizancio y
la ribera próximo-oriental, aunque las fuentes históricas destaquen mucho más los enfrentamientos
(la Reconquista y las Cruzadas).
En la Edad Media, los matemáticos musulmanes, con sus tablas astronómicas, contibuyeron
decisivamente a conocer el auténtico tamaño del Mediterráneo. En el siglo IX Al-Jwarizmi redujo
en diez grados de longitud la distancia que según la geografía ptolemaica había entre Córdoba y

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Damasco, y que era de casi veinte grados superior a la real. Un siglo más tarde, el andalusí
Maslama de Madrid corrigió aún más dicha distancia, hasta sólo un grado de longitud de diferencia
con respecto a la verdadera. De esta forma, las representaciones cartográficas posteriores del
Mediterráneo se aproximaron mucho más a la realidad.
La historia de la cuenca del Mediterráneo en el siglo XVI ha sido objeto de un estudio de Fernand
Braudel,[4] modelo clásico de las relaciones entre el entorno geográfico y los distintos niveles del
tiempo histórico.
La extensión de la civilización occidental a América durante la Edad Moderna y a todo el mundo a
partir de la Revolución industrial y el Colonialismo significaron definitivamente el cambio del eje
de ésta del Mediterráneo al Atlántico (visible sobre todo con la crisis del siglo XVII). Parece
probable que el proceso se repita con el desplazamiento al Pacífico a partir del proceso de
globalización de finales del siglo XX, actuando de nuevos centros (en sustitución de Europa) los ya
desarrollados Japón y la costa oeste de los Estados Unidos, y sobre todo China y los nuevos países
industrializados (NIC).
4.- Las monarquías autoritarias y absolutas. Los parlamentos del antiguo régimen.
Desde la formación de Europa, tras la disolución del Imperio Romano, la monarquía ha presentado
diversas formas a lo largo del tiempo: la monarquía medieval, la monarquía autoritaria, la
monarquía absoluta y la constitucional.
Monarquía medieval
Los reyes medievales tuvieron una dimensión religiosa muy importante: se pensaba que su
autoridad provenía directamente de Dios y este carácter sagrado se manifestaba en multitud de ritos
como la coronación y la unción en donde la Iglesia era la intermediaria entre Dios y el rey. No
obstante, los poderes del rey medieval estuvieron fuertemente limitados por las leyes eclesiásticas y
por los privilegios que tenían el clero y la nobleza quienes ejercían un poder casi total dentro de sus
señoríos. Además, los reyes necesitaban el acuerdo de las Cortes y Parlamentos en gran número de
asuntos y, esto, unido a la escasez de recursos, supuso un freno para la expansión del poder real.
Monarquía autoritaria
En el transcurso del medioevo a la Época Moderna la monarquía volvió a recobrar el poder y el
prestigio que había tenido en los siglos anteriores al feudalismo y fue adquiriendo caracteres
autoritarios que serían los antecedentes del absolutismo.
El poder del monarca autoritario tendió a extenderse sin dejar de someterse a las normas e
instituciones tradicionales de los respectivos reinos y, así, es como las monarquías de Europa
occidental alcanzaron, hacia el año 1500, las condiciones necesarias para dirigir los destinos de gran
parte del mundo porque, después de la Baja Edad Media se ―reinventaron‖ los Estados en occidente
siendo en Inglaterra, Francia y los reinos hispanos donde la evolución hacia el Estado Moderno se
produjo con más celeridad.
Por eso el Estado Moderno y la monarquía autoritaria son el resultado de un proceso por el que
pasaron las monarquías europeas: el tránsito de una organización feudal y de vasallaje a otra
centralizada de características estatales. Además, la construcción de este Estado Moderno supuso la
afirmación territorial de la autoridad monárquica frente a los obstáculos interiores y rivales
exteriores, una centralización política y económica, una extensión y ampliación de la capacidad de
la administración, la llamada burocratización, y la consolidación de la monarquía autoritaria como
eje central de un sistema político complejo.
El perfeccionamiento de los aparatos de gobierno permitirá a los monarcas alcanzar el s. XVI al
frente de unas estructuras capaces de ejercer un poder autoritario.
Estos aparatos de gobierno coinciden con las características de la monarquía autoritaria:
• unificación territorial
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• aumento del poder político
• ejército mercenario y permanente al servicio del monarca
• control de la administración de justicia
• organización y control de las relaciones exteriores
• sometimiento al rey de los poderes de la nobleza.
La consolidación territorial de los Estados se consiguió por varios medios: administrativos
(virreyes, lugartenientes, gobernadores, corregidores), militares (creación de ejércitos permanentes)
y jurídicos (fijación de fronteras políticas y judiciales).
Se creó una burocracia al servicio del rey compuesta, no por nobles, sino por juristas y letrados
quienes asumieron cada vez mayores cotas de poder en el Estado en detrimento de la alta nobleza.
El aumento del poder político de los monarcas se consiguió gracias a la neutralización de los viejos
poderes: a finales del siglo XV la mayor parte de los sectores privilegiados del occidente europeo
(alta nobleza y alto clero) tuvieron que someterse a la nueva autoridad monárquica a cambio de
unos cuantos privilegios (exenciones fiscales, leyes y tribunales propios, reserva de ciertos cargos
públicos…). Así, en Inglaterra y Francia, la nobleza quedó muy diezmada, debilitada y dominada
por la monarquía y su único fin fue conservar la paz y la seguridad de la que en otros tiempos
disfrutaron. En España, sin embargo, la nobleza mantuvo cierta posición hegemónica aunque el
poder político lo controlara el monarca. Con los Reyes Católicos se creó una especie de alianza
monarquía-nobleza que explica la estructura social profundamente aristocratizante que se arrastrará
a lo largo de la evolución histórica de los reinos.
Por otro lado. el clero experimentó un proceso de nacionalización que se tradujo en una serie de
recortes a las inmunidades judiciales y fiscales que tenían. En los países protestantes el clero había
perdido todo su poder cuando se alcanzó el siglo XVI y ello, en gran medida, porque desaparecieron
la casi totalidad de conventos y monasterios. Sin embargo, en los países católicos, las altas
jerarquías eclesiásticas, monopolizadas por la nobleza, conservaron importantes privilegios.
En cuanto al ejército, las monarquías autoritarias necesitaron una fuerza militar poderosa para
imponerse a rivales exteriores y obstáculos internos, pero conseguir estas fuerzas militares estables
y numerosas sólo fue posible con el perfeccionamiento de las estructuras políticas y fiscales ya que
el mantenimiento de dichos ejércitos suponían una partida económica importantísima de las
haciendas públicas. Los ejércitos que antes se formaban al servicio de los señores feudales eran
ahora totalmente ineficaces para la nueva situación política del Estado por lo que tuvieron que
crearse ejércitos contractuales (servicio a cambio de una soldada o sueldo) de mercenarios que, más
tarde, se convirtieron en verdaderos ejércitos estatales y permanentes al servicio directo del rey. Su
enorme costo supuso, por otro lado, que el estado de guerra casi permanente en el que se
encontraban muchos reinos se restringiera, contribuyendo, así, al fortalecimiento de los Estados.
En cuanto a la organización y control de las relaciones exteriores, fue decisiva la creación de una
diplomacia que, en definitiva, perseguía los mismos fines que la guerra pero por otros medios: la
consolidación territorial de los Estados. Ya desde el año 1300 existían precedentes, pero sin el
carácter permanente (legati, missi, nuncio, oratores o ambasciatores) pero sólo desde mediados del
siglo XV comenzaron a consolidarse las embajadas.
Entre las monarquías autoritarias más sobresalientes de Europa destacan Inglaterra, Francia y
España.
Inglaterra, después de la Guerra de los Cien Años, quedó agotada y en un segundo plano
internacional, pero pronto inició una etapa de consolidación. Enrique Tudor derrocó a Ricardo III y
se proclamó rey con el nombre de Enrique XVII, al que le siguió Enrique XVIII.
Francia, a finales del medioevo, poseía la monarquía más cohesionada, extensa y poderosa de
22
Europa Occidental. Luis XI, quien heredó de su padre Carlos VII el prestigio y los aparatos
institucionales de la monarquía, acentuó el autoritarismo y consolidó más aún las estructuras
internas de su corona, enfrentándose a los grandes príncipes franceses (alta nobleza) que se resistía
a perder sus dominios territoriales y políticos. Le siguieron Luis XII y Francisco I.
En España, las monarquías de los Reyes Católicos y las de Carlos I y Felipe II son los ejemplos de
la monarquía autoritaria. Los Reyes Católicos se unieron en matrimonio en el siglo XV y
gobernaron el territorio en conjunto si bien cada reino conservó sus propias leyes e instituciones
como las Cortes y los Consejos. Y para consolidar su poder y su autoridad desplazaron a la alta
nobleza despojándole de la gran influencia que en otros tiempos tuvieron. Carlos I y Felipe II
recogieron su herencia y siguieron sus pasos reforzando el poder monárquico, pero ambos se vieron
obligados a jurar las leyes y a respetar los privilegios y costumbres de los reinos.
Monarquía absoluta
El Antiguo Régimen es un conjunto de estructuras políticas , sociales y económicas que
caracterizan a varios países de Europa occidental entre los siglos XVI y XVIII, aunque algunos de
sus rasgos son muy anteriores a este periodo y, otros, perdurarán tras las revoluciones de los siglos
XVIII y XIX.
La forma de Estado predominante durante el Antiguo Régimen fue la monarquía absoluta o
absolutismo donde el rey (monarca, zar, emperador) considera que su poder es de origen divino
porque Dios ha delegado en él y le ha otorgado todo el poder sobre la Tierra y, por lo tanto, es
ilimitado y sólo responde ante el mismo Dios, de ahí que a esta monarquía se la llame también de
―derecho divino‖.
Salvo en Holanda e Inglaterra, en el resto de los países europeos el sistema de gobierno autoritario
que se dio en el siglo XVI culminó en la monarquía absoluta en el XVII.
Se produjo una concentración de poder sin precedentes en manos del rey aunque la nobleza y el
clero continuaron disfrutando de ciertos privilegios pero no así el poder político que habían ejercido
a través de instituciones representativas como posparlamentos, estados generales o Cortes, de
origen medieval, que habían dejado de reunirse y de limitar los poderes del rey, especialmente en
materia judicial.
Para conseguir tanto poder los monarcas absolutistas actuaron de forma semejante, de ahí que se
den ciertas características comunes en el contenido de sus aparatos de poder:
• se ocupan personalmente del gobierno, aunque ayudados de ministros o validos
• reparten subsidios y pensiones entre la nobleza con el fin de tenerla bajo su dependencia
• centralizan en la corte toda la administración para un total control
• quitaron poder a los Parlamentos
• unificaron leyes e impuestos
• acabaron con la disidencia religiosa y sometieron ala jerarquía eclesiástica
Los monarcas absolutos concentraban así el poder legislativo creando y elaborando las leyes a su
voluntad; el poder ejecutivo, haciendo cumplir las leyes a través de un aparato estatal o burocrático
de funcionarios que permitía aplicar las leyes con mayor eficacia; y judicial, al ser el máximo
representante de la justicia, impartiéndola incluso personalmente.
Controlaba el ejército al ser el comandante supremo de todas las fuerzas militares. Y controlaban,
en fin, todas y cada una de las instituciones del Estado. Por lo que, el Estado en su conjunto
(incluyendo a sus habitantes que eran considerados meros súbditos) era propiedad personal del rey.
La propaganda convierte al monarca en una figura paternal y le rodea de símbolos religiosos y de
lujo extremo en su corte.
23
Además el poder real se ve fortalecido por la llegada de las riquezas de oro y plata de América y por
las ganancias que obtenían del comercio al ladote una cada vez más creciente rica burguesía en
detrimento de la vieja nobleza.
Pero había diferencias en el absolutismo tal y como era practicado en Turquía o Rusia, de forma
más radical, o en los países de Europa Occidental, como en España, de forma más limitada, ya que
casi todos ellos tuvieron que reconocer alguna limitación a su poder. Sobretodo con la llegada de
una nueva corriente filosófica y cultural como la Ilustración, porque en este siglo, justo cuando la
monarquía absoluta alcanzó su apogeo en Europa, se empezó a desarrollar un movimiento
intelectual racionalista que atacaba a la religión y, de paso, al poder monárquico, por lo que muchos
monarcas se vieron obligados a buscar un equilibrio entre lo que hasta ahora era la tradición y la
nueva reforma racionalista.
Así es como surgió el Despotismo Ilustrado simbolizado en la conocida frase: ―Todo por el pueblo,
pero nada con el pueblo‖ porque los objetivos de racionalizar la administración y mejorar así el
bienestar de sus súbditos prácticamente no se lograron.
Monarcas absolutos considerados déspotas ilustrados fueron: Federico II de Prusia, Catalina II de
Rusia, José II de Austria o Carlos III de España.
Los fundamentos en los que se basa el absolutismo los introducen pensadores como el inglés
Thomas Hobbes para quien la igualdad entre los hombres les llevaba a aspirar a todos a lo mismo y
a poseer todos las mismas cosas lo que les hacía vivir en un es6ado de permanente guerra
entorpeciendo la vida en sociedad por lo que defendía la autoridad del estado como única
institución capaz de garantizar la paz y la seguridad. Así lo plasmó en su obra ―Leviatán‖. El
filósofo francés Bousset sostenía que como al rey la autoridad le era concedida por Dios, no era
responsable de sus actos ante ninguna institución ni anta ningún hombre.
Entre las monarquías absolutas más relevantes de Europa destaca la de Francia y, probablemente, la
definición más contundente de monarquía absoluta la dio el propio rey de Francia, Luis XIV,
cuando pronunció su famosa frase: ―L' Etat, c'est moi‖ (El Estado soy yo). Con él nadie compartió
el poder, ni aceptó ninguna limitación, quedando la nobleza excluida de los asuntos de gobierno.
Los Parlamentos, que ya no tenían ninguna ingerencia, habían quedado suspendidos. Aunque Luis
XIV, eso sí, se rodeó de inteligentes ministros. Luis XVI acabó siendo ejecutado por el pueblo.
El caso de Inglaterra es muy particular, porque si bien existió una monarquía absoluta en reyes
como Isabel I que pretendían seguir este estilo de gobierno manejando a su antojo el Parlamento, no
lo lograron durante mucho tiempo. Tras revoluciones y ejecuciones de cabezas coronadas, Oliver
Cromwell instaura un sistema republicano. Con el tiempo el rey Guillermo III es proclamado rey
con la condición de jurar, para sí y sus sucesores, una Declaración de Derechos, con lo que
Inglaterra, en pleno siglo de las monarquías absolutas, dio el primer ejemplo de monarquía
parlamentaria.
En España se sucedieron en la corona los austrias Felipe III, Felipe IV, Carlos II y los borbones
Felipe V, Felipe VI, Carlos III y Carlos IV quienes mantuvieron el centralismo que habían
implantado Carlos I y Felipe II, pero el poder lo ejercían a través de ministros llamados validos.
Carlos III practicó el ―regalismo‖, política con la que pretendían imponer el poder real sobre el
religioso, lo que desembocó en la expulsión de los jesuitas. Frenando VII puede considerarse el
último monarca que ejerció el absolutismo en España.
Monarquía constitucional
Las monarquías europeas pasarán del ejercicio del poder absoluto a la monarquía constitucional y
parlamentaria, salvo Inglaterra que ya lo hizo desde hace tiempo.
En pleno siglo XIX, durante la llamada Restauración, se produce una defensa de los principios del
liberalismo como doctrina política que defiende los derechos, las libertades y la iniciativa

24
individuales y limita la intervención del Estado en la vida social, un liberalismo que luchará contra
el Antiguo Régimen. Y este afán por conseguir estos derechos y libertades reconocidos ya en la
Revolución Francesa, dio lugar a una serie de revoluciones en Europa que reclamaban
Constituciones que limitaran los poderes de los monarcas, que establecieran la soberanía nacional
en los distintos Estados y la elección de unos Parlamentos. A partir de ahora la monarquía se vuelve
constitucional dependiendo no sólo de la legitimación de un monarca designado de acuerdo a unas
reglas de sucesión, sino también de un parlamento, elegido a su vez por sus propias normas.
En 1871 se aprueba en Alemania una Constitución y el Parlamento aprueba leyes y presupuestos,
pero nunca se opondrán al emperador y a su canciller.
En Austria-Hungría, el emperador Francisco José siguió controlando el poder político apoyado por
la iglesia, el ejército y la aristocracia.
En Francia hubo muchas revoluciones y se alternó periodos de monarquía absoluta con Carlos X de
Borbón, con monarquías liberales con Luis Felipe de Orleáns, imperios y repúblicas, pero en 1880
se instauró definitivamente la III República.
En España en 1820 se inicia la primera oleada revolucionaria contra la monarquía absoluta de
Fernando VII consiguiendo tres años de monarquía constitucional pero pronto se vuelve a la
anterior situación. Con Isabel II se recobra la monarquía constitucional aunque el monarca conserva
aún mucho poder en sus manos. Más tarde una I República, luego monarquía constitucional pero
con soberanía compartida con Alfonso XII. Tras un gobierno dictatorial con Primo de Rivera, el rey
Alfonso XIII intenta volver a la situación anterior, pero en 1931 llega la II República. Tras un largo
periodo de dictadura, en 1975 se instaura en España la Monarquía constitucional con Juan Carlos I.
Hoy las monarquías constitucionales están limitadas a algunos pocos Estados de Europa Occidental
como España, Bélgica, Países Bajos, Gran Bretaña, Luxemburgo, Dinamarca, Noruega y Suecia; y
de Asia como Japón, Tailandia, Nepal y Birmania, en donde el jefe de Estado (el monarca) es una
figura representativa y un símbolo de unidad nacional.
SISTEMA REPUBLICANO
La república es una forma de gobierno opuesta a la monarquía en la que la jefatura del Estado se
provee por elección. Normalmente implica un régimen constitucional.
La republica semipresidencial, tiene un presidente elegido por un periodo de cuatro años, que es a la
vez jefe de Estado y de Gobierno, pero no puede tomar decisiones de forma individual ya que
cualquier decisión política tiene que estar respaldada por un consejo de ministros que él mismo
elige. No forma parte del Parlamento, institución que le controla, como por ejemplo EE.UU.
En la república presidencial, el presidente es el jefe del ejecutivo, el primer ministro, y el presidente
de la república es solamente jefe del estado, careciendo de poderes políticos, como por ejemplo en
Francia.
Históricamente, la república no ha sido siempre concebida como una forma de gobierno de
contenido democrático (democracia y república no son sinónimas pues la democracia como forma
de Estado puede funcionar con gobiernos monárquicos o republicanos) basada en la idea de la
igualdad política de todos los ciudadanos y en respeto de los derechos y libertades de todos los
individuos. Ni en Roma, ni en la Edad Media, ni antes del siglo XVIII, los pocos pero importantes
ejemplos de repúblicas como Venecia, Florencia, la Inglaterra de Cromwell…, tenían esos
caracteres y más bien eran formas políticas destinadas a asegurar el poder de las oligarquías
económicas, comerciales, etc.
El nuevo concepto de república basado en la separación de poderes, en los derechos y libertades de
los ciudadanos y en la soberanía popular, nace en el siglo XVIII con la constitución de los Estados
Unidos de 1878 y con la Revolución Francesa después de la monarquía. A partir de entonces,
república sí fue un concepto dialécticamente opuesto a monarquía como expresión del
25
reconocimiento de los derechos del pueblo y del origen del poder y de la soberanía, que las
monarquías, todavía entonces, en su mayoría, hacían recaer en la persona del rey. Y así la república
se convirtió, políticamente, en la expresión de la modernidad y de la oposición a los sistemas que se
basaban en la desigualdad.
Durante el siglo XIX y principios del XX la forma republicana siguió siendo minoritaria y, con
excepción de Francia, Estados Unidos, I República Española y las repúblicas latinoaméricas, las
formas monárquicas fueron predominantes.
Hoy en día, toda América latina, Estados Unidos, casi toda África, la mayoría de los países
asiáticos, el resto de los países europeos (Francia, Alemania, Italia…), Rusia… han adoptado la
forma de gobierno republicana
5.- Los grandes descubrimientos geográficos. Los inicios de los imperios coloniales.

No existe una fecha precisa que marque el fin de la Edad Media y el principio de lo que se ha dado en denominar
Tiempos Modernos. Pero durante los siglos XV y XVI la civilización cambió mediante transiciones insensibles, y
Europa Occidental entró en una nueva era.

Un gran número de causas concurrieron a producir estas transformaciones. Entre las principales se debe colocar los
grandes descubrimientos geográficos y las grandes invenciones.

Entre estas grandes invenciones se encuentran la brújula, la pólvora, el papel de trapos y la imprenta. En
realidad, solo la imprenta es una invención europea del siglo XV. Las otras tres proceden de oriente y son anteriores
al siglo XIV, y no se perfeccionaron hasta el siglo XIV y sobre todo en el siglo XV.

En los últimos años del siglo XV y principios del XVI, el mundo se ensanchó para los europeos. Al sur, en el océano
Atlántico, descubrieron el África meridional; al este, las partes del Asia ribereña del océano Indico, y al oeste, un
nuevo continente, América.

Estos descubrimientos fueron sobre todo obra de los portugueses y los españoles, cuya gloria recayó principalmente
en Vasco de Gama, para el África y el Asia, y en Cristóbal Colón para América. Tuvieron por causa principal el
deseo de encontrar un nuevo camino para ir a las Indias, país de mercancías preciosas. Igualmente se hicieron
posibles por el conocimiento de la brújula, los progresos en el arte de la navegación y la curiosidad científica y
geográfica. Tuvieron como primer resultado asegurar a Portugal y España la posesión de inmensos imperios
coloniales, hacer de estos dos reinos los más ricos de Europa en el siglo XVI, y por repercusión, enriquecer
igualmente a los Estados vecinos.

6.- El impacto negativo de la afluencia de oro y plata a Europa.

26
Tema IV: El Siglo XVIII. El fin de la sociedad del antiguo régimen
1.- La sociedad del antiguo régimen.

Antiguo Régimen (en francés, Ancien régime) fue el término que los revolucionarios franceses
utilizaban para designar peyorativamente al sistema de gobierno anterior a la Revolución francesa
de 1789 (la monarquía absoluta de Luis XVI), y que se aplicó también al resto de las monarquías
europeas cuyo régimen era similar a aquél. El término opuesto a este fue el de Nuevo Régimen (en
España, Régimen Liberal).
También puede aplicarse como equivalente a una época que, prácticamente, coincidiría con lo que
se conoce como Edad Moderna.

Origen del término [editar]


Aunque su utilización es contemporánea a la Revolución, la mayor responsabilidad de su fijación en
el ámbito literario le pertenece a Alexis de Tocqueville, autor del ensayo El Antiguo Régimen y la
Revolución.[1] En ese texto indica precisamente que "la Revolución francesa bautizó lo que abolía"
(la Révolution française a baptisé ce qu'elle a aboli); Tocqueville dotó al concepto de una confusa
capacidad de oposición del Antiguo Régimen frente al periodo medieval, que se hizo común en la
historiografía durante los siglos XIX y primera mitad del XX e historiadores posteriores han
discutido (especialmente François Furet).[2]
Desde el punto de vista de los reaccionarios enemigos de la revolución, el término Antiguo
Régimen fue reivindicado con un punto de nostalgia, siguiendo el tópico literario del paraíso
perdido (o el manriqueño cualquiera tiempo pasado fue mejor). Talleyrand llegó a decir que "los
que no conocieron el Antiguo Régimen nunca podrán saber lo que era la dulzura del vivir" (ceux qui
n'ont pas connu l'Ancien Régime ne pourront jamais savoir ce qu'était la douceur de vivre).
La aplicación del término a las estructuras económicas y sociales se atribuye a Ernest Labrousse,[3]
y fue difundido por la contemporánea Escuela de Annales, con gran aceptación en España a través
de hispanistas como Pierre Vilar o Bartolomé Bennassar. Su utilización con este sentido, que no era
usual antes, se hizo habitual por los autores del tercer cuarto del siglo XX, como Antonio
Domínguez Ortiz, Gonzalo Anes o Miguel Artola, que terminaron por fijar el concepto en la
historiografía española. La aplicación del término a la historia de las instituciones españolas es muy
anterior, pero parece que también se originó por influencia francesa, como es el caso de la obra del
hispanista de finales del XIX Georges Desdevises du Dézert,[4] recogida por Antonio Rodríguez
Villa en 1897.[5]

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Definición [editar]

Mapa de Europa de Herman Moll (1703). Los colores utilizados por el cartógrafo no designan
entidades políticas existentes, sino más bien el recuerdo de las antiguas divisiones geográficas de
época romana (Galia, Italia, Germania), junto con otras que sí son efectivas (Imperios Turco y
Ruso, Confederación Helvética, Reinos de Portugal, Suecia o Polonia).
Usando el vocabulario del materialismo histórico, el Antiguo Régimen se definiría como una
formación económico social, es decir, la combinación peculiar de modos de producción y relaciones
sociales para un ámbito espacio-temporal más o menos amplio, que construye su adecuada
superestructura política y que se justifica por su correspondiente ideología. Para su localización en
tiempo y espacio se pueden restringir a tres los requisitos que un "aspirante" debía cumplir para
alcanzar tal denominación.
• 1º sistema económico: en transición del feudalismo al capitalismo;[6]
• 2º relaciones sociales: determinadas por la oposición entre la sociedad estamental y una
burguesía que no puede acceder al papel de clase dominante que ocupan los estamentos
privilegiados;
• 3º sistema político: monarquía absoluta o, como poco, monarquía autoritaria. La tensión
fundamental en este ámbito es la que se produce entre la centralización del poder y el
respeto a los privilegios de todo tipo (personales, estamentales y territoriales), que
mantenían una gran multiplicidad de jurisdicciones y fueros.

Extensión [editar]

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Recreación moderna que presenta las efectivas divisiones políticas después del Tratado de Westfalia
(1648), que cierra la Guerra de los Treinta Años con un nuevo equilibrio europeo sobre el naciente
concepto de relaciones internacionales en pie de igualdad.
El concepto de Antiguo Régimen puede aplicarse con propiedad a los reinos de Europa occidental
que tienden a definirse como estados-nación desde finales de la Edad Media. El primer ejemplo fue,
sin duda, Portugal. Para finales del siglo XV sólo Francia, Inglaterra y la Monarquía Hispánica se le
pueden añadir. Inglaterra superará el concepto a lo largo de los siglos XVI y XVII. Los demás,
durante la crisis del Antiguo Régimen (1751-1848). Para el resto de Europa el concepto es de uso
problemático (ver apartado otros países europeos en este mismo artículo). Para el resto del mundo,
únicamente América, durante el periodo que fue colonizada por las potencias europeas, podría
(forzando mucho el concepto) considerarse en algo semejante al modelo vigente en sus
metrópolis.[7] La Independencia americana coincide con el final del Antiguo Régimen; de hecho,
contribuye decisivamente a él. Los otros continentes son colonizados posteriormente, ya en época
industrial o Nuevo Régimen. El caso de Japón representa una formación económico social que, de
alguna manera, muestra similitudes con las occidentales, por lo que algunos autores le han aplicado
el concepto de feudalismo o el de monarquía absoluta (no tanto el Antiguo Régimen), y sería esa
similitud (frente a la diferencia de China, un imperio hidráulico) junto con la no sumisión colonial
lo que explicaría la posibilidad de su acceso acelerado a la modernidad en la Era Meiji.[8]
La imposibilidad de retrotraer el concepto a entidades políticas de un periodo anterior, incluso en
Europa, viene del hecho de que las formas políticas medievales eran de carácter feudal,
dependientes en alguna medida del Imperio o del Papado, o bien eran alguna forma de ciudad-
estado; por otro lado, el naciente capitalismo era aún algo completamente marginal, y la sociedad
estamental (ya definida) aún no había producido sus mecanismos e instituciones finales. En ningún
caso responden a los requisitos propuestos.
La duración temporal del Antiguo Régimen coincidiría lo que llamamos Edad Moderna: del siglo
XV al XVIII. Esto es válido tanto para Francia (desde el fin de la Guerra de los Cien Años hasta la
Revolución francesa) como para España (de 1492 a 1808). No obstante, algún autor, como Arno
Mayer, argumenta la persistencia de rasgos propios del Antiguo Régimen en la Europa de finales del
siglo XIX y hasta la Primera Guerra Mundial.[9]

El modelo francés [editar]


Artículo principal: Antiguo Régimen en Francia

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La reconciliación de Enrique III y Enrique de Navarra, por Rubens (1628). Un episodio de la
Guerra de los tres Enriques, que terminó ganando el de Navarra, futuro Enrique IV.
El Antiguo Régimen tomado como modelo se desarrolló en Francia al emerger la monarquía
francesa de la dinastía Valois de su enfrentamiento con Inglaterra en la Guerra de los Cien Años,
marginando a la rival casa de Borgoña y sometiendo a la mayor parte de los "estados nobiliarios"
más o menos levantiscos (Normandía, Provenza...). La vuelta de la sede pontificia de Avignon a
Roma tras la resolución del Cisma de Occidente supuso una disminución del control que había
llegado a alcanzar la monarquía francesa sobre la Iglesia, e Italia pasará a ser el principal tablero de
juego en la disputa de la hegemonía europea. En ese contexto Luis XI sería un buen ejemplo de rey
autoritario para el siglo XV. Francisco I, en la primera mitad del XVI, no consiguió prevalecer sobre
su enemigo Carlos V, ni en las guerras europeas ni en la expansión colonial, pero consiguió asentar
un poder interior indiscutible. El turbulento periodo que llevará a sus sucesores a las Guerras de
religión de la segunda mitad del siglo XVI terminará con el breve pero decisivo reinado de Enrique
IV que inaugura la dinastía de Borbón. En el reinado de Luis XIII y la minoría de edad de Luis XIV,
validos como Richelieu y Mazzarino irán hábilmente concentrando el poder real en medio de una
complicada coyuntura europea e interior (Guerra de los Treinta Años y Fronda). No se alcanzará su
paradigma más acabado hasta la monarquía absoluta de Luis XIV, que pudo hacerse llamar el rey
Sol.
Identificados, al menos en teoría, el interés del Estado, el del Pueblo y el del Rey, se avanza en la
construcción de un mercado de dimensiones nacionales, con el respaldo de un imperio colonial (que
sufre grandes altibajos al albur de las continuas guerras); se moderniza la administración y los
impuestos (la gabela, la tallación) todo lo que los privilegios estamentales o territoriales permiten;
se consigue la imposición del catolicismo (revocación del Edicto de Nantes) y el control de la
Iglesia (galicanismo); o se prestigia el francés como la lengua común (y la culta de Europa, en
sustitución del latín) y el vehículo de una pujante cultura (Molière, Racine, Corneille) que destrona
al Siglo de Oro español, institucionalizada en la Académie Française.
No obstante, la acumulación de contradicciones entre la cerrada sociedad estamental y la pujanza de
la burguesía llevó a la Revolución francesa de 1789, que fue modelo de las demás revoluciones
burguesas que transformaron los sistemas políticos europeos en monarquías constitucionales a lo
largo del siglo XIX o repúblicas en el horizonte de la Primera Guerra Mundial.

El caso español [editar]


Artículo principal: Instituciones españolas del Antiguo Régimen

30
El mendigo, de Murillo. La cómoda posición de la Monarquía Católica de la España del Antiguo
Régimen, recibiendo inmensas rentas de América que gasta en las guerras de Europa y en los lujos
de la corte, lejos de buscar la modernización y el cambio social, valora la pobreza por su positiva
dimensión teológica.
El papel de los Reyes Católicos fue decisivo. Los Habsburgo y los Borbones van prolongando con
variaciones un sistema político entre la monarquía autoritaria y la monarquía absoluta, que se
sustenta en un sistema económico y social anclado en el predominio de los estamentos privilegiados
(nobleza y clero) y unas ciudades parasitarias de la renta feudal y del Imperio ultramarino que no
albergaban una burguesía similar a la francesa.
El éxito es indudable, y aventajó al de la monarquía francesa durante el siglo XVI: se consigue un
conjunto territorial sin parangón (Felipe II pudo decir "en mis dominios no se pone el sol") que,
aunque poco cohesionado, puede ser eficazmente gobernado desde un centro localizable en Castilla
tras la Guerra de las Comunidades (1521) y la elección de Madrid como capital política (1561); de
Castilla se drenan una fabulosa cantidad de recursos impositivos (alcabalas, regalías, servicios de
unas Cortes comprensivas, Quinto Real de las remesas metálicas americanas) que se gastan en la
política europea que identifica los intereses de la Monarquía Católica con los de la causa del
catolicismo. El éxito queda confirmado por la propia Leyenda Negra, explicada tanto por la realidad
del cruel dominio sobre América (de la que los propios colonizadores fueron conscientes: polémica
de los naturales), la represión de la disidencia (a la que se forzaba a la asimilación, la expulsión o la
hoguera: conversos, moriscos; o las más minoritarias conductas consideradas antinaturales, la
brujería y los mínimos focos de protestantes) y la impotencia de sus enemigos, resignados a
combatir con propaganda antiespañola a la potencia hegemónica (el paralelismo con el
antiamericanismo del siglo XX es claro). El control interior queda garantizado por una creciente
burocracia (régimen polisinodial de los Consejos) que se implanta territorialmente a través de los
virreyes, (en los reinos) y los corregidores (en las ciudades). El control de los estamentos
privilegiados se logra por la sumisión del clero (patronato regio, reformas de Cisneros) y la nobleza,
acostumbrada a poner y quitar reyes en las guerras civiles castellanas de la Baja Edad Media, de las
que la Guerra de las Comunidades son el último episodio;[10] el rey se convierte en Gran Maestre
de las Órdenes Militares (desde Fernando el Católico), implica a la aristocracia en su política de
nombramientos (institución de la grandeza de España con Carlos V), y deja claro que a cambio de
ejercer sin injerencias el poder político les garantiza el poder social y económico (institución del
mayorazgo, leyes de Toro). Los desmochamientos de torreones (que sufre incluso Gonzalo
31
Fernández de Córdoba, el Gran Capitán al que se le pidieron las famosas cuentas de su gestión en
Italia) son un claro mensaje simbólico. Los puestos burocráticos son un buen banderín de enganche
para la baja nobleza y la burguesía. A falta de una policía digna de tal nombre (la Santa Hermandad
no pasó de ser un cuerpo militar) se disponía de la red informativa y represiva de la Inquisición (de
cuya sumisión al poder real es prueba su utilización en algún destacado caso, como el de Antonio
Pérez).

,
El fracaso quedó claro con la decadencia. El brillo cultural del Siglo de Oro no ocultaba que la
economía, estimulada por la Revolución de los precios del siglo XVI entra en declive en el XVII,
siglo de crisis general que empujará a la despoblación en particular a la Europa del Sur, mucho más
a España, y más aún al hasta entonces centro decisivo castellano. Las soluciones políticas (desorden
monetario, reformas fiscales repetitivas) no consiguieron más que agravar la situación, y los
intentos más vigorosos de centralización (Unión de Armas del Conde-Duque de Olivares)
precipitaron la crisis de 1640.
El cambio de dinastía de 1700 (Felipe V de Borbón) produjo el encauzamiento del sistema hacia un
absolutismo con características similares al francés, que produce intentos bienintencionados pero
siempre fallidos: la racionalización fiscal como el Catastro de Ensenada, reformas ilustradas como
las de Esquilache (expulsado del poder por el Motín que lleva su nombre tras una liberalización del
precio del trigo, hasta entonces sometido a tasa) o el expediente de la ley Agraria, eternamente
tramitado, que pretendía resolver el hambre de tierra de los campesinos. La revolución francesa
truncó las expectativas del reformismo.[11]
El Antiguo Régimen perdura brevemente en el siglo XIX hasta la Guerra de la Independencia
Española, cuando, al promulgarse la Constitución de 1812 en Cádiz se abrió el proceso de
constitucionalismo. Por otra parte, el término Antiguo Régimen tuvo el mismo significado que en
Francia, a pesar de que el final de dicho régimen no fue tan drástico como el francés. Tras los años
de ocupación francesa y la derrota de Napoleón en la Guerra de la Independencia Española, se
produjo la Restauración absolutista, lo que provocó la involución de la política española al Antiguo
Régimen durante la mayor parte del reinado de Fernando VII. Su sombra continuó presente durante
el segundo tercio del XIX con las Guerras Carlistas, a pesar de la sucesión de textos
constitucionales, la llegada de liberales más o menos moderados al gobierno, casi siempre tras
pronunciamientos militares y de iniciarse una modesta industrialización. La revolución de 1868 con
el derrocamiento de la Reina Isabel II de España no cerró definitivamente la tentación
involucionista, pero ya en un contexto completamente diferente: la Restauración de Alfonso XII o
las Dictaduras de Primo de Rivera o Franco, por mucho que recuperara esta última la nostalgia del
Imperio, tienen otra definición.
Véase también: Historia de España, Monarquía Católica, Leyenda Negra y Capital (política)

Otros países europeos [editar]


Como mostraba el mapa del comienzo, la situación espacial de Europa era de una extraordinaria
complejidad, que no eliminaron ni los tratados de Westfalia (Münster y Osnabrück, 1648), ni los
posteriores de Utrecht y Rastadt (1714). Lo que sí produjeron fue una clara modernización de las
relaciones internacionales, en un sentido pragmático que olvidaba las fantasías medievales (herencia
del Dominium mundi) y el fundamentalismo religioso aún vigentes en el siglo XVI. En 1648 los
Habsburgo de Madrid se resignan a la independencia de las Provincias Unidas y reconocerán poco
después la de Portugal, pero siguen controlando débilmente Italia y Flandes, además de un inmenso
imperio americano cuya gestión es cada vez más problemática. Polonia se expande al este y sur. La
amenazadora cercanía del imperio turco continuará hasta el sitio de Viena de 1683. Las monarquías
32
escandinavas siguen dominando el Báltico, aunque abandonarán los asuntos centroeuropeos a los
destrozados principados alemanes, principales víctimas de la Crisis del siglo XVII, entre cuyas
ruinas destaca el naciente reino de Prusia; ya libres de cualquier injerencia del Emperador
(Habsburgo de Viena) que concentrará su interés en sus estados patrimoniales de Austria. Francia,
con un Luis XIV en minoría de edad que sigue la guerra contra España al tiempo que sale de sus
problemas internos de la Fronda, controla temporalmente Cataluña hasta el tratado de los Pirineos,
que la dividirá. Inglaterra, sumida en la Guerra Civil, parece un pigmeo territorial que ni siquiera
controla Escocia o Irlanda (teóricamente comparten la persona del mismo rey, y se debaten en la
simultánea Guerra de los tres reinos); pero será el gigante del futuro, al salirse del modelo del
Antiguo Régimen.

El tratado de Utrecht, además de sancionar el papel de Inglaterra como potencia, proporcionará a


Austria los territorios europeos españoles e iniciará la alianza franco-española (Pactos de Familia)
que caracterizará las relaciones internacionales hasta 1789.
Para la mayor parte de la Edad Moderna en Inglaterra u Holanda el término Antiguo Régimen no es
aplicable dado que desde el siglo XVI o XVII están en el Nuevo Régimen económica, social y
políticamente (hasta tal punto no ve discontinuidad con la Edad Contemporánea, que la
historiografía anglosajona llama Modern History al periodo desde la Edad Media hasta la
actualidad).
En cuanto a cómo encajar cada una de las piezas del resto de este rompecabezas europeo en el
concepto Antiguo Régimen, ya se advertía al comienzo que con la salvedad de Francia, Portugal y
España, para el resto de Europa el término es poco significativo: en la dividida Italia se puede
identificar con el dominio de los Habsburgo (desde la batalla de Pavía hasta la Unificación). En
Centroeuropa, la descomposición del Sacro Imperio, el ascenso de los Habsburgo, la Reforma
Protestante, la Guerra de los Treinta Años, y el surgimiento de Prusia fueron dibujando y
desdibujando un panorama que no se aclaró hasta la unificación alemana, ya en la Edad
Contemporánea y con distintos criterios. Los países escandinavos desarrollaron monarquías
nacionales desde la Edad Media, aunque la definición de su personalidad definitiva no llegó hasta el
siglo XX. Su evolución económica y social fue en cierta manera similar a la de Europa Occidental,
interviniendo en los procesos intelectuales clave (Renacimiento, Reforma, Ilustración) e
implicándose en los conflictos europeos, especialmente en la Guerra de los Treinta Años en que
fueron decisivos. Polonia, no presenciará la formación de la monarquía fuerte que intentó la dinastía
Jogalia, sino una república nobiliaria (que jugó incluso a la política de Europa Occidental con la
elección de un rey Valois). En los Balcanes el dominio turco (desde la toma de Constantinopla hasta
las Guerras Balcánicas de finales del XIX) y en Rusia la época zarista (de Iván el Terrible hasta la
Revolución rusa de 1917) cubren la dimensión temporal, pero no la caracterización propuesta: son
vastos imperios que no pueden medirse con los criterios de la dinámica económica, social o política
del Antiguo Régimen de Europa Occidental.

Economía y demografía [editar]


La propiedad de la tierra, principal factor de la producción, estaba sometida a vinculaciones que
incluían los mayorazgos en poder de la nobleza, las manos muertas en poder del clero y las tierras
comunales de los ayuntamientos. La naturaleza compartida de este tipo de propiedad, con un
propósito de permanencia en el tiempo, hacía que no se podía disponer libremente de ella, con lo
que la existencia de un mercado libre de tierras era imposible.[12]
Lo mismo podría decirse del mercado libre para los otros dos factores de producción: ni capital
(sospechoso de representar una forma de riqueza no compatible con el modo de vida noble o
clerical, y aún lejos de la acumulación necesaria para una revolución industrial) ni trabajo (impropio
de los privilegiados, y considerado como una maldición bíblica) se venden libremente en el
mercado como mercancías sujetas al libre juego de oferta y demanda.
33
El crecimiento del tamaño de las ciudades (sólo unas pocas: París, Londres, Sevilla, Madrid, Roma,
Nápoles, Estambul, superan los cien mil habitantes),[13] a pesar de funcionar como sumideros
demográficos y de recursos de todo tipo, contribuyó decisivamente a la transición del feudalismo al
capitalismo (el papel de Londres fue fundamental para la creación de un mercado nacional, el de
París, intermedio; el de Madrid, un relativo fracaso).[14] Pero no hacía olvidar que seguía la época
preindustrial, y la ocupación de la inmensa mayoría de la población, la de las omnipresentes zonas
rurales,[15] seguían siendo actividades agropecuarias de productividad y rendimientos bajísimos,
cuyas técnicas evolucionaban muy lentamente (la larga duración braudeliana), condenando a la
dependencia de los ciclos naturales y las periódicas crisis de subsistencia repetidas cíclicamente,
coincidiendo con los meses mayores previos a las cosechas, cuando el trigo estaba más caro. No es
casualidad que esas coyunturas generaran movimientos de descontento conocidos como motines de
subsistencia,[16] que en algunos casos podían tener repercusiones políticas (Motín de los gatos,
Motín de Esquilache, o la propia Revolución francesa) o en el peor de los casos hambrunas que
llevaban a crisis demográficas (la conocida como trampa malthusiana). De hecho, es habitual en
demografía hablar de un Antiguo Régimen demográfico, que se caracterizaba por altas tasas de
natalidad y mortalidad, escaso crecimiento natural que se contrarrestaba por los años de mortalidad
catastrófica, elevada fecundidad (requerida con afán por las familias titulares de explotaciones
agrícolas), compensada con el celibato (la nupcialidad, a edades muy tempranas que a veces se
retrasaba, no afectaba a la totalidad de la población) y la muy baja esperanza de vida.

El comercio estaba controlado por los gremios y las asociaciones gremiales, que controlaban la
calidad y cantidad de producción que se realizaba en todo momento. La aspiración a controlar de la
vida económica pretendería que sólo aquellos que pertenecieran a un gremio o tuvieran autorización
real podían dedicarse a la fabricación y distribución de productos, desde el más rico de los
obligados del abasto al más miserable tablajero. La misión de controlar la fidelidad del comercio era
una responsabilidad de la autoridad desde tiempos antiguos (la mensa ponderaria del foro romano).
En el Antiguo Régimen español dependía de instituciones como el Repeso o el Fiel Almotacén,
controladas por los ayuntamientos (o la Sala de Alcaldes en la corte), que vigilaban la correcta
aplicación de las medidas en los intercambios, sobre todo los del comercio alimentario, el más
sensible para la paz pública. La dispersión metrológica (no coincidían las medidas de cada
localidad) se intentó remediar con el prestigio de algunas medidas locales, como la vara de Burgos,
pero hubo de esperarse al final del Antiguo Régimen, con los trabajos científicos de conformación
del Sistema Métrico Decimal. Se consideraba idóneo el acceso con los menores intermediarios
posibles del productor al consumidor, y la reventa y todo tipo de especulación con el precio
intentaba prohibirse, incluso con sanciones religiosas (pecado-delito de usura) lo cual no quiere
decir que se consiguiera siempre, como demuestra la práctica de la vida cotidiana en el
mercado.[17] Semejante pretensión no se irá materializando con eficacia hasta la conformación del
estado burgués liberal del Nuevo Régimen, como explica Michel Foucault.[18] La apertura del
mundo a los europeos con la Era de los Descubrimientos trae como consecuencia la primera
economía-mundo.[19] Las compañías privilegiadas tomaban el control monopolístico de rutas y
productos (el cacao de Caracas primero para los Fugger,[20] y luego para la Compañía
Guipuzcoana; el abastecimiento de Madrid para los Cinco Gremios Mayores...).[21] Las primeras y
más eficaces fueron las holandesas (WIC y VOC), seguidas por las inglesas (Compañía de las
Indias Orientales y Merchants Adventurers, que se basa en una guilda anterior). Ambas naciones (a
través de la bolsa de Ámsterdam y la de Londres) encabezan el naciente capitalismo comercial tras
el saco de Amberes, que hasta entonces era la encargada de drenar hacia el norte de Europa los
recursos americanos extraídos a través de la monopolística Casa de Contratación de Sevilla o el
puerto de Lisboa.
.
La industria estaba entorpecida con excesivas reglamentaciones e impuestos. Existían aduanas

34
internas; los pesos y medidas variaban según las regiones;[22] algunos artículos, en especial los
cereales (verdadera base de la pobre alimentación de la mayor parte de la población), eran
sometidos a una obsesiva política de proteccionismo paternalista, con lo que o bien debían
consumirse en el lugar de producción, o bien estaban sometidos a tasa, o en cualquier caso hacían
imposible la seguridad del suministro; para otros se aplicaban derechos de aduana (no sólo
exteriores sino interiores a los estados) que en muchos casos anulaban el intercambio.[23]
No existe, por lo tanto, libertad económica ni competencia, ya que todo estaba controlado o por los
gremios, por las Corporaciones o por el propio Estado, que en algunas ocasiones, funcionaba como
agente económico él mismo: reales manufacturas como las de armamento (la Real Fábrica de
Artillería de La Cavada), o de bienes suntuarios (la Real Fábrica de Tapices, de Porcelana del Buen
Retiro, de Cristal de la Granja) y las regalías o los estancos de sal, tabaco (la Real Fábrica de
Tabacos de Sevilla y la de Madrid), aguardiente y naipes. El mercantilismo en sus variadas formas,
metalismo, bullonismo, colbertismo, es la doctrina económica que justifica la política económica
dominante: el proteccionismo. En la mayor parte de las ocasiones, consigue lo contrario de lo que
pretende. Ni el poder ni los teóricos de la época disponen de instrumentos fiables de análisis
económico, y tampoco comprenden el funcionamiento del sistema económico (que no es ni el del
inexistente mercado libre ni el de la autarquía aldeana medieval). Fisiocracia y librecambio o
liberalismo económico aparecen en el siglo XVIII como propuestas alternativas que van abriéndose
camino en una coyuntura de transformación del sistema.

Sociedad [editar]
Otra de las características principales del Antiguo Régimen es la organización de la sociedad en tres
estamentos definidos desde el nacimiento: dos estamentos privilegiados: nobleza (laica) y el clero
(que en su parte alta correspondía a los hijos segundones de las familias nobles) estaban por encima
del resto de las personas: el Tercer Estado o el Común (los campesinos, inmensa mayoría de la
población, y los burgueses, comerciantes o artesanos). Los derechos de las personas no eran
igualitarios, sino que, legalmente, los nobles laicos y eclesiásticos tenían una serie de privilegios
que no tenían los pecheros. Aunque los estamentos son cerrados, no son impermeables, y es posible
el paso de un no privilegiado a una situación de privilegio, por ennoblecimiento o por la entrada en
el clero.
El papel que la exclaustración de las órdenes religiosas, con la consiguiente desamortización y el fin
del celibato del clero secular tuvo en la Reforma protestante es una de las cuestiones que hizo
alejarse del Antiguo Régimen a los países que optaron por ella. Son los países católicos del
suroeste de Europa (y Polonia) los que presencian el triunfo de la Contrarreforma, que significa en
términos sociales el triunfo de la sociedad estamental: la configuración piramidal del clero, los tres
votos del clero regular, el celibato del clero secular, la justificación de la presencia económica de las
instituciones religiosas (se llegó a decir, desde la postura liberal-burguesa, que la Iglesia, con los
diezmos y las manos muertas creaba la pobreza que justificaba su existencia) y su presencia en
todos los órdenes de la vida, pública y privada.[24]
La interpretación historiográfica de la naturaleza de la sociedad estamental dio origen a un notable
debate entre los que, cercanos al materialismo histórico (escuela de Annales, o de Past and Present),
utilizan el concepto de clase, y los que, desde una posición institucionalista (y también próxima al
funcionalismo sociológico y antropológico de las perspectivas emic frente a las perspectivas etic),
prefieren hablar de una sociedad de órdenes. Así, Roland Mousnier identifica al honor, el estatus y
el prestigio como marcadores sociales más significativos que la riqueza. Según esta perspectiva, la
sociedad se dividía verticalmente según los rangos sociales (relaciones de patronaje o clientelismo
entre patrón y cliente: maîtres-fidèles), y no horizontalmente según las clases.
En particular, las élites de la sociedad del Antiguo Régimen pueden entenderse como una clase
privilegiada formada por una nobleza y un clero identificados en sus intereses económicos e
interpenetrados por las estrategias de vinculación familiar de tierras y cargos en la Iglesia, la
35
burocracia, el ejército y la Corte (según la interpretación materialista); o bien un conjunto no
homogéneo de órdenes como la nobleza de espada y la nobleza de toga (noblesse d'épée y noblesse
de robe) más diferentes entre sí que con el campesinado o la burguesía (según la interpretación
institucionalista o funcionalista). [25]
El papel de la burguesía ha sido también objeto de profundas controversias, pues si en algunos
casos y periodos parece ser el apoyo principal de los monarcas para aumentar su poder, en una
alianza mutuamente beneficiosa en la formación de un mercado nacional y en detrimento de las
feudales nobleza y clero; en otros parece que la monarquía no es sino la superestructura que ejerce
el poder en beneficio de las tradicionales clases dominantes, y los burgueses encumbrados sólo
esperan la oportunidad para "traicionar" a su clase y ennoblecerse, abandonando los oficios viles y
mecánicos por las profesiones y artes liberales, cuando no dar el paso definitivo de la compra de
tierras, el matrimonio desigual con nobles empobrecidos y el definitivo ennoblecimiento, muchas
veces por simple compra ante unos reyes siempre faltos de dinero.[26] Sea por esa razón, sea por
cuestiones económicas, como la ruina de la industria castellana, incapaz de aprovechar la
oportunidad del mercado americano que sí beneficia al norte de Europa, la debilidad o fortaleza de
la burguesía marca la diferencia entre unos casos nacionales y otros.

Lo mismo podría decirse del campesinado: liberado de la servidumbre en Europa Occidental desde
la Baja Edad Media (mientras que en Europa Oriental caía en ella) puede encontrar en el Antiguo
Régimen una oportunidad de participar del excedente productivo con los señores que habrían de
extraerlo en su totalidad mediante coerción extraeconómica, según predice el modelo marxista.
Hasta qué punto es posible o no esto determinará la posibilidad de que surja la figura del labrador
rico (el orgulloso Pedro Crespo de El Alcalde de Zalamea de Calderón o Camacho el rico del
Quijote de Cervantes) que pueda comenzar una acumulación primaria de capital en el campo. En
todo caso, la famosísima respuesta del "villano" Pedro Crespo al "linajudo" don Lope:
Al rey la hacienda y la vida
se ha de dar, pero el honor
es patrimonio del alma,
y el alma sólo es de Dios.[27]
nos recuerda, por lo provocadora, que los campesinos no podían aspirar a la misma clase de honra
que los nobles: no es para estos la honradez burguesa de ser fiable en los negocios, sino la opinión o
fama que nadie pudiera cuestionar de la continuidad de la sangre, garantizada por la castidad de las
mujeres de la familia (y que el propio Calderón se encargó de codificar en dramones como A
secreto agravio, secreta venganza). Bastaba ser hijo de algo (hidalgo), provenir de una esclarecida
estirpe, a ser posible venir de godos. Al menos los campesinos, sobre todo en la mitad norte de la
Península Ibérica (de algún modo parecido a los ingleses libres de nacimiento, que no tienen
equivalente en el campesinado francés) participaban orgullosos en la categoría de cristiano viejo,
que les ponía imaginariamente a mayor altura que muchos nobles a los que el Tizón de la nobleza
infamaba por tener ascendencia cristiana nueva.[28] Mientras que el abismo social que separaba la
orgullosa nobleza francesa de los humildes plebeyos era considerado algo natural, y garantía de la
distinción de las élites (aunque creó también un enorme resentimiento que explica la violencia
revolucionaria), era un lugar común en el siglo XVIII que los viajeros extranjeros se asombraran de
la osadía de la plebe británica, que parecía tener derecho a gritar y empujar a cualquiera, sin reparar
en rangos, cuando se cruzaba con él por la calle. En España, el casticismo de la aristocracia, que
imitaba la vestimenta y la cultura popular de los majos (por ejemplo, la tauromaquia), no era un
síntoma de igualdad, sino un arma de lucha social e ideológica contra los modernizadores
afrancesados. A pesar de la oposición de la mayor parte de los ilustrados, el público taurino es una
muestra interclasista que goza de una políticamente inofensiva capacidad de decisión democrática
en el premio al torero, y de la posibilidad de identificación con el encumbramiento individual de un
personaje proveniente de las bajas capas sociales, como posteriormente ocurrirá con el deporte. La
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función social es clara, y no nueva: el entretenimiento amortigua los conflictos (el Panem et
circensis romano, expresión parafraseada en la expresión española Pan y Toros) y proporciona
cohesión social e identidad. Posteriormente, cuando el adjetivo había perdido su carga
revolucionaria, se acuñó el término Fiesta Nacional para referirse a los toros.

Sistema político [editar]

El Imperio europeo de Carlos V fue la máxima expresión tanto de acumulación de poder como de
diseminación territorial. En distintos colores, la herencia de su abuela materna, Isabel la Católica
(azul), de su abuelo materno, Fernando el Católico (naranja), de su abuela paterna, María de
Borgoña (morado), y de su abuelo paterno Maximiliano de Habsburgo (verde). El territorio de
Milán no es heredado, sino conquistado en disputa con Francia, aunque teóricamente tributario del
Sacro Imperio, que ha obtenido por elección. No hay que olvidar los territorios extraeuropeos que
están en proceso de descubrimiento y conquista.
Artículo principal: Monarquías autoritarias
Las monarquías autoritarias que acumulan el poder político que la nobleza tenía en la Edad Media
basan su poder en unos mecanismos como el ejército, constituido por mercenarios que el rey
contrataba, aunque en caso de guerra eran reclutados civiles de manera forzosa para la defensa del
país. El fin de las mesnadas medievales controladas por la nobleza da a este estamento una nueva
función, no de poder militar sino económico y social, y su posición en la Corte junto al rey le dará
su medida de poder político.
Para el aumento de su poder, en la Baja Edad Media, las ciudades libres (islas en el océano feudal)
representaron un apoyo para los reyes contra los privilegiados. De ellas obtiene los recursos en
forma de impuestos a las actividades mercantiles, mientras que la mayor parte de la riqueza, las
propiedades rurales de los privilegiados, no es sujeta a imposición. Una vez asentado el poder real,
el rey procuraba restringir las funciones de los representantes de las ciudades, sean burguesía,
patriciado urbano o como se les quiera calificar. Casi nunca convocaba a las Cortes y, cuando lo
hacía, se reservaba siempre el derecho de tomar la decisión final. Las Cortes estaban constituidas
por representantes de los tres estamentos (nobleza, clero y tercer estado), pero en el caso de Castilla
(pues las de los reinos de la corona de Aragón se reunían por separado) sólo se convocaba a los
representantes de las ciudades, y para aprobar impuestos. Cuando las instituciones representativas
alcanzan protagonismo (Parlamento inglés en el siglo XVII, Estados Generales en 1789), el modelo
se rompe.
El titular de la Corona tiene en sus manos todos los poderes (ejecutivo, legislativo y judicial),
aunque en la práctica tiene que utilizar una enorme burocracia y designaba unos representantes a los
que encarga el gobierno en su nombre, secretarios, ministros o en el caso español, un valido.
La discontinuidad territorial y la confusión de jurisdicciones era más la norma que la excepción de
las entidades políticas, tanto estatales como infraestatales. Las fronteras eran cambiantes e
inseguras, y había multitud de enclaves, exclaves, territorios de fuero especial, e incluso con
soberanía compartida (Andorra) o alterna (Isla de los faisanes, y facerías del Pirineo navarro).
Cuando Felipe II quiso hacerse una idea clara de sus posesiones, no recurría a los mapas de la
biblioteca del Monasterio de El Escorial, que le mostrarían un confuso rompecabezas, sino a las
Relaciones Topográficas (un esfuerzo protoestadístico solo comparable al Catastro de Ensenada dos
siglos posterior) o a las vistas que encargó tomar a Anton Van der Wyngaerde. El sueño de las
fronteras naturales (la Francia del Rin a los Pirineos que retrospectivamente parece su misión
histórica) es más una idea del nacionalismo del siglo XIX, como el destino manifiesto que llevó
Estados Unidos al Pacífico.

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A partir del siglo XVII puede hablarse de la presencia de una monarquía absoluta que tiene la
soberanía del Estado. Esta monarquía se justificaba sobre el supuesto de la procedencia divina del
poder, de quien lo recibe sin intermediarios (por ejemplo, la nación o el pueblo). El rey sólo tiene
que justificarse ante los ojos de Dios. El ejemplo más acabado es la Francia del Rey Sol, Luis XIV,
que encontró su mejor teórico en Bossuet.
El rey declaraba la guerra y hacía la paz; comandaba los ejércitos; determinaba los gastos y fijaba
los impuestos; nombraba y destituía a los funcionarios y dirigía la administración entera. Las
provincias eran administradas por los intendentes, con poder omnímodo y arbitrario.
El rey hacía las leyes, que eran la expresión de su voluntad personal, pues si bien debía tener en
cuenta las "costumbres fundamentales del reino", tales costumbres eran contradictorias y vagas, y
hubiera sido difícil definirlas claramente. Sus súbditos no tenían propiamente ningún derecho
ejercible o exigible ante el Estado (que no tiene entre sus funciones garantizar derechos, como sí
tendrá el Estado de derecho), aunque sí una difusa constelación de derechos, libertades y
privilegios, no universales sino diferentes según la condición individual, familiar, corporativa o
territorial de cada uno, y un conjunto igualmente difuso de deberes con el rey, cuya capacidad de
exigirles su cumplimiento era más amplia en teoría que en la práctica.
Además, el rey dirigía la administración de justicia, pues esta se dictaba en su nombre y por
funcionarios que el designaba. Se usaba la tortura judicial para lograr la confesión de los acusados,
a quienes se juzgaba en secreto y a los que se aplicaban cruentas penas corporales (las marcas con
hierros candentes, la picota, el látigo) incluyendo una amplia panoplia de tipos de penas de muerte
adecuadas a la categoría del reo o del delito (decapitación con distintas armas, degollamiento,
ahorcamiento, hoguera, desmembramiento...). El suplicio de Ravaillac, asesino de Enrique IV de
Francia, pasa por haber sido uno de los más truculentos.[29] La homogeneización de la pena capital
fue una peculiar conquista de la Revolución, que igualó las condiciones empezando literalmente por
la cabeza (la guillotina). En España cumplió la misma función el garrote (que, aún siendo igual para
todos, se podía graduar en vil y noble según la parafernalia que le rodeaba).[30] El fusilamiento
parece que también fue una macabra modernización, aplicado sobre todo en el ejército.
La libertad individual estaba amenazada constantemente por la policía, que podía prender a
cualquiera con una simple orden del rey, la "carta sellada" (lettre de cachet). No se explicitaba la
causa de la detención, sino que simplemente se indicaba que "tal era la voluntad del rey" (car tel est
mon bon plaisir). Existía la censura previa, que ejercía fundamentalmente la autoridad eclesiástica
(el nihil obstat). No se concedía la libertad de conciencia o libertad religiosa, sino que se aplicaba el
principio cuius regio eius religio (el rey impone la religión al súbdito) de la Dieta de Augsburgo.

La monarquía francesa de los Borbón, desde la instauración de esta dinastía, fue hábilmente
afianzándose en el poder a partir de una débil situación, tanto en el exterior (hegemonía española)
como en el interior, en buena parte por la división religiosa no zanjada por las guerras de religión.
Enrique IV, antiguo protestante, las había finalizado con el Edicto de Nantes, que convertía a las
plazas de seguridad hugonotes en un estado dentro del estado; las regencias en las minorías de edad
de Luis XIII y Luis XIV y la personalidad de los validos o ministros (Richelieu, Mazarino, Colbert),
consiguieron hacer de Francia a finales de siglo la principal potencia de Europa. Simultáneamente
la Monarquía Hispánica entra en la profunda decadencia a la que contribuyeron tanto las políticas
acomodaticias y corruptas del Duque de Lerma (valido de Felipe III), como las agresivas y de
reputación del Conde-Duque de Olivares (valido de Felipe IV), que al forzar los inestables
equilibrios territoriales con su intento de Unión de Armas, provocó la crisis de 1640 y llegó a un
paso de acabar de hecho con el Imperio español. El absolutismo no llegará a España hasta los
Decretos de Nueva Planta, después de que Felipe V de Borbón gane la Guerra de Sucesión (1715)
tanto a sus enemigos europeos como a los que dentro de la Península Ibérica (especialmente
Valencia y Cataluña) aspiraban a continuar con un Habsburgo más respetuoso a los fueros
territoriales.
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La incapacidad de formar monarquías absolutas en otros reinos puede ejemplificarse con el caso
inglés, donde los Tudor, monarquía autoritaria que mantuvo el equilibrio con el Parlamento
mientras se producían los cambios sociales de la Reforma, dieron paso a los Estuardo, que en la
pugna por aumentar su poder, perdieron literalmente la cabeza.
Lo expuesto con anterioridad, y a lo que tenderían más o menos los diferentes casos, es lo que
podría considerarse el modelo ideal de absolutismo. Era muy relativo hasta qué punto los monarcas
llamados absolutos podían ejercer un poder semejante, e incluso es planteable si ni siquiera tendrían
la pretensión de organizar la vida pública en toda su extensión,[31] ya que se dejaban enormes
espacios en que el poder se ejerce por multitud de intermediarios (los "estados" nobiliarios, la
poderosísima jurisdicción eclesiástica, los territorios forales, y todo tipo de corporaciones, como los
ayuntamientos, los gremios, las Universidades...). La capacidad de decisión de los reyes estaba
minada por el crónico déficit de recursos financieros, que tan pronto como se reciben (y aun antes)
son gastados en el ejército y el suntuoso lujo de la corte (enormemente necesario para mantener el
prestigio de la monarquía y la fidelidad de la nobleza, atraída a su servicio).
Artículo principal: Despotismo ilustrado
En el siglo XVIII se produce una variante del absolutismo, el despotismo ilustrado, en que un rey
absoluto ejerce su poder, de forma paternalista, bajo el lema "todo para el pueblo pero sin el
pueblo", pero sigue poseyendo la soberanía del Estado, no es necesaria una Constitución, la
voluntad del rey es la ley. Más que en las poco atractivas personalidades de Luis XV o Luis XVI, el
exotismo de los franceses buscaba el modelo del monarca ideal fuera de sus fronteras; alguno tan
lejos como Montesquieu, con sus Cartas persas.
En España, hizo lo propio José de Cadalso con sus Cartas marruecas. No obstante, suele
convenirse en que muestra de este tipo de monarquía serían las de Carlos III en Nápoles y España,
la de José I de Portugal (con su ministro, el marqués de Pombal) la de José II en Austria, la de
Federico el Grande de Prusia, y con lejanía al modelo, la de la zarina Catalina la Grande de Rusia.
La amistad (por impropio que sea este nombre para una relación tan desigual) de ilustrados con
fama de disolventes, como Voltaire, con alguno de estos reyes, no debe hacer olvidar que, como
decía Johann Baptist Geich, el sabio calentándose en su brasero no es precisamente a lo que debe
temer ni el monarca ni la estructura de la que es cúspide.[32]
Las relaciones entre lo que en términos materialistas se llama "superestructura ideológica" y las
partes más básicas de la estructura económico-social, son de muy delicado encaje y no suscitan
mucho consenso.
El predominio de la Iglesia en el pensamiento, la educación y la cultura sigue siendo abrumador y,
como en la Edad Media, sigue siendo la principal justificación del orden político y social y no está
separada del Estado (por mucho que mantengan una relación conflictiva, como prueba el regalismo,
con distinta fuerza en Francia y España). No obstante, en cuanto a su papel ideológico, desde el
Humanismo y el Renacimiento, el Antropocentrismo sucede al Teocentrismo como constante en las
concepciones culturales. El erasmismo y sus vicisitudes en España son una buena muestra de las
dificultades que encontraba el pensamiento avanzado incluso gozando de la protección real,[33] y
no fue el único ni el más sonado, como prueban los casos, perseguidos por la Inquisición, del
profesor y poeta Fray Luis de León, del arzobispo Bartolomé Carranza, o del intendente Pablo de
Olavide. El clima en Francia no era más permisivo, como prueban los casos en que se vio envuelto
Voltaire. La Europa protestante tendió a ser más tolerante, sin desconocer la represión, como probó
Miguel Servet.
La Universidad, que había sido una institución pujante y en desarrollo durante la Baja Edad Media,
con la escolástica, experimentará un periodo de alejamiento de la vanguardia científica y cultural,
que pasa a otros ámbitos (las academias, las sociedades científicas), hasta el siglo XIX. Como
excepción, como en tantas otras cosas, en la Monarquía Hispánica las universidades (Salamanca y
Alcalá en la Península y las de nueva creación en América) atraviesan una edad de oro (Biblia
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Políglota Complutense, escuela de Salamanca, neoescolástica) respondiendo a claro papel social:
suministrar cuadros a la burocracia y el clero y elevar o mantener la condición social de una nobleza
triunfante y una burguesía acomodaticia y claudicante en cuanto a su capacidad disolvente de la
formación económico social. El máximo brillo quizá lo alcanzaron como consecuencia de los
debates justificativos de la colonización americana conocidos como Junta de Burgos y Junta de
Valladolid. Este último realizado en la Universidad de Valladolid acogió el famoso debate entre
Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda sobre la polémica de los naturales y las Leyes de
Indias (1550-1551). En 1527 esta universidad también había sido sede de la conferencia que
cuestionó el erasmismo.Que, en cambio, fueran Italia y Flandes, emporios de la burguesía
bajomedieval unidos por las rutas mercantiles del oeste europeo, las que destaquen en ambos
movimientos culturales (Humanismo y Renacimiento), no debe ser casualidad. Las monarquías
nacionales más adecuadas al modelo Antiguo Régimen los siguen por difusión, e incluso
impulsados por la oportunidad de legitimación que el mecenazgo de la vanguardia artística e
intelectual, y los programas arquitectónicos, proporcionan a las pujantes monarquías. Clero y
nobleza no se quedan atrás por emulación. El papel social del artista evoluciona desde el anonimato
gremial de la Edad Media hasta la pseudodivinización de Rafael. La academización y
profesionalización terminarán llevando a la independencia del artista, con mayor o menor aureola
bohemia, que puede confiar en un mercado para su producción, liberado de los encargos, en un
proceso que no se completa hasta el siglo XIX.
Tras la ruptura y reubicación que supuso la Reforma Protestante y la Contrarreforma Católica,
Manierismo y Barroco fueron sucesivamente los estilos artísticos que se difunden desde Italia a
toda Europa desde mediados del XVI y XVII. En mayor o menor medida se ponen al servicio de la
ideología y las clases dominantes, aunque también habrá arte burgués allí donde la burguesía lo es,
como Holanda.
Tras la crisis de la conciencia europea de finales del siglo XVII,[35] que abre el camino a la Ciencia
Moderna que sigue el paradigma newtoniano y al enciclopedismo; en el siglo XVIII la cultura se
debate entre el mantenimiento del monopolio de la Iglesia, y los principios del Sapere aude
kantiano que representa la Ilustración. Del aletargamiento cultural de la España de la primera mitad
del XVIII puede ser muestra que el catedrático de matemáticas de la Universidad de Salamanca sea
un personaje tan extravagante como el visionario Diego de Torres Villarroel. Predomina el
aislamiento (cuando no la ignorancia) de las corrientes europeas, a excepción de los novatores o
figuras aisladas como Feijoo o el Marqués de Mondéjar. Los intentos de modernización ilustrados
son importantes en las últimas décadas del siglo,[36] impulsados por Carlos III y Carlos IV, y se
difundieron a América, que pasa a ser "redescubierta" intelectualmente (mediciones de Jorge Juan y
Antonio de Ulloa, expediciones naturalistas de Cavanilles y Humboldt, y el primer programa
médico moderno, que fue la vacunación contra la viruela) justo en el momento en que internamente
está surgiendo la conciencia americana que llevará al movimiento emancipador.[37]
El Barroco tardío y el Rococó son los estilos artísticos de comienzos del XVIII, aún manteniendo la
ideología dominante de las clases privilegiadas; Neoclasicismo y el Prerromanticismo los de su
final, abiertos a la nueva realidad.
Además del triunfo de la estética racionalista y la técnica academicista, desprestigiadora de los
excesos sensoriales barrocos, el Neoclasicismo se ve impulsado por el descubrimiento de las ruinas
de Pompeya y su difusión por toda Europa (a lo que contribuyó la moda del Grand Tour, o naciente
turismo aristocrático), que coincide en el tiempo con acontecimientos intelectuales disolventes para
el Antiguo Régimen: el inicio de la publicación de la Encyclopédie (1751) o las volterianas
reflexiones sobre el terremoto de Lisboa (1755); la moda en Europa y América es encontrar las
sobrias virtudes de la Roma republicana (más que la decadente imperial): es un buen ejemplo la
elección de Cincinato (el modelo de paterfamilias que abandonó sus bueyes para acudir a la llamada
del servicio público como dictador temporal y que, terminada la duración de su cargo, vuelve a su
arado) para nombrar a Cincinnati, una ciudad de nueva creación en los nacientes Estados Unidos.
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Benjamin Franklin, embajador en Francia, fue testigo de cómo la decadente corte de Versalles
acogía con simpatía a la naciente República con una mezcla condescendencia y admiración ante los
que imagina (y se imaginan a sí mismos) como una mezcla de buen salvaje y Nueva Roma.
Por otro lado, la estética prerromántica del Sturm und Drang, el taciturno modelo juvenil del
Werther de Goethe o las Noches lúgubres de José Cadalso presagian ya una época convulsa, en que
las contradicciones insolubles de la Ilustración, que no puede conciliar el Antiguo Régimen con las
emergentes fuerzas de la Revolución, se resolverán violentamente: el sueño de la razón produce
monstruos, como tan genialmente expresó Goya.

2.- Características generales de la ilustración.

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Es la ideología y la cultura elaborada por la burguesía europea en su lucha con el absolutismo y la
nobleza. También puede ser definida como la culminación del racionalismo renacentista. Se trata de
un fenómeno iniciado en Francia, que se va extendiendo por toda Europa a lo largo del siglo XVII.
La Ilustración es la postura crítica que adopta la burguesía frente al orden establecido.

Las características de la Ilustración son las siguientes:

Racionalismo

Búsqueda de la felicidad

Creencia en la bondad natural del hombre

El Optimismo

El Laicismo

El ideal de la Ilustración fue la naturaleza a través de la razón. En realidad no es más que el espíritu
del Renacimiento llevado hasta sus últimas consecuencias, en manifiesta oposición con lo
sobrenatural y lo tradicional.. El Ilustrado llegaba al amor al prójimo partiendo de la razón y no de
la Revelación.

La razón también podía llevarle a Dios creador del orden universal o bien en no creer en principio
Supremo alguno. Por ello, la mayoría de los ilustrados eran deístas, aunque o sencillamente ateos.

La Ilustración tomó el nombre de Enciclopedia en Francia y en los países latinos, y el de


Aufklärung en las naciones germánicas.

EL RACIONALISMO

Sin duda, el vocablo más utilizado en el siglo XVIII en literatura, filosofía y ciencia, es el de
―racional‖.. Los intelectuales de éste siglo dieron a su época en nombre de ―siglo de las luces‖,
refiriéndose a las luces de la lógica, de la inteligencia, que debía iluminarlo todo.

Se da enorme importancia a la razón: el hombre puede comprenderlo todo a través de su


inteligencia; sólo es real lo que puede ser entendido por la razón. Aquello que no sea racional debe
ser rechazado como falso e inútil.

Este racionalismo llevó a la lucha contra las supersticiones, por eso en este siglo termina la
denominada ―caza y quema de brujas‖.

En el campo de la religión, la postura racionalista hizo que apareciese el deísmo: la mayor parte de
los ilustrados son deistas, que afirman la existencia de un Dios creador y justo, pero consideran que
el hombre no puede entrar en contacto con la divinidad, y por tanto no sabe nada de ella.

De acuerdo con esto, los deistas rechazan las religiones reveladas, pero al mismo tiempo practican

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la tolerancia religiosa, pues si todas las religiones valen lo mismo, todas deben ser permitidas.

BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD

Se considera que la Naturaleza ha creado al hombre para que sea feliz. Pero de acuerdo con la
mentalidad burguesa, esta felicidad para que sea auténtica debe basarse en la propiedad privada, la
libertad y la igualdad.

Cuando los ilustrados citan la igualdad, no se refieren a la igualdad económica, sino a la política y
legal: igualdad ante la ley.

CREENCIA EN LA BONDAD NATURAL DEL HOMBRE

Los filósofos de la época piensan que el hombre es bueno por naturaleza.

EL OPTIMISMO

El hombre del siglo XVIII piensa que la naturaleza es una especie de máquina perfecta que lo hace
todo bien.; hay motivos, por tanto, para sentirse optimista. Por otro lado, se considera que la
historia supone la evolución progresiva de la humanidad, es decir, que el hombre con el transcurso
de los siglos se va perfeccionando continuamente; así llegará el momento en que se logrará
construir la sociedad perfecta, una especie de paraíso en la tierra.

EL LAICISMO

La Ilustración es la primera cultura laica de la historia de Europa; cultura al margen del


cristianismo, y en algunos aspectos anticristiana.. Esto tiene su explicación en cierto rechazo por
parte de la Iglesia, de la forma de vida burguesa. La burguesía constituye una clase que, desde su
aparición, vive del comercio, del préstamo con interés y del lucro. Todavía en el siglo XVIII nos
encontramos con teólogos que consideraban al préstamo con interés como usura; con moralistas que
seguían hablando de ganancias ilícitas y, con sacerdotes que predicaban que era más fácil salvarse a
un hombre dedicado al ocio, que no al comerciante.

Las virtudes cristianas son transformadas en virtudes laicas; los ilustrados nunca hablan de caridad
(amor al prójimo por amor a Dios), sino que emplean la palabra filantropía (amor al hombre por el
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hombre mismo).El carácter no religioso de la Ilustración se nota también en las lecturas de la época:
en el siglo XVII los libros que más se editaban eran las vidas de santos y las obras de piedad; en
cambio en el siglo XVIII las obras más editadas son de filosofía, ciencias naturales y apenas libros
religiosos.

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3.- Autores más importantes de la ilustración.

La Ilustración fue también un movimiento cosmopolita y antinacionalista con numerosos representantes en otros países.

Desde Francia, la Ilustración se extendió por gran parte de Europa. En Gran Bretaña apareció una doble corriente,
idealista y empirista, reflejadas en obras como Robinson Crusoe, de Daniel Defoe(1719) David Hume en Escocia, Kant
en Alemania y Cristian Wolff que hizo un gran proyecto de difusión de los principios de la filosofía y la ciencia, con
una concepción naturalista y racionalista de la cultura, Cesare Beccaria en Italia y Benjamín Franklin y Thomas
Jefferson en las colonias británicas mantuvieron un estrecho contacto con los ilustrados franceses, pero fueron
importantes exponentes del movimiento.

La Ilustración penetró tanto en España como en los dominios españoles de América.

En España, ‗las luces‘ penetraron a comienzos del siglo XVIII gracias a la obra, prácticamente aislada y solitaria, pero
de gran enjundia del fraile benedictino Benito Jerónimo Feijoo, el pensador crítico y divulgador más conocido durante
los reinados de los primeros reyes Borbones. Escribió Teatro crítico universal (1739), en nueve tomos y Cartas eruditas
(1750), en cinco volúmenes más, en los que trató de recoger todo el conocimiento teórico y práctico de la época.
Durante el reinado de Carlos III, el ‗rey ilustrado‘ por excelencia, las obras de los escritores franceses se leían en
español, generalmente en traducciones más o menos retocadas, pero también directamente en francés.
Fueron muchos los españoles e hispanoamericanos que viajaban a Francia por motivos de estudio e instrucción, en las
artes y las ciencias y los dirigentes políticos de la época, conde de Aranda, conde de Campomanes, conde de
Floridablanca, duque de Almodóvar, promovieron y frecuentaron el trato con los pensadores y filósofos de las nuevas
ideas.
Las vías de expresión fueron los periódicos, las universidades y las florecientes Sociedades de Amigos del País.
Entre los españoles ‗ilustrados‘, se puede citar a Isidoro de Antillón, geógrafo e historiador; Francisco Cabarrús, crítico
y cronista de su tiempo; Juan Meléndez Valdés, que hizo de la Universidad de Salamanca un polo de atracción
‗ilustrada‘; Gaspar Melchor de Jovellanos, político y reformador; Valentín de Foronda, embajador y economista, entre
otros.

Durante la primera mitad del siglo XVIII, los líderes de la Ilustración libraron una ardua lucha contra fuerzas
considerables. Muchos fueron encarcelados por sus escritos, y la mayoría sufrió persecución y penas por parte de la
censura gubernamental, así como descalificaciones y condenas de la Iglesia. En muchos aspectos, sin embargo, las
últimas décadas del siglo marcaron un triunfo del movimiento en Europa y en toda América.
Hacia 1770, la segunda generación de ilustrados recibió pensiones del gobierno y asumió la dirección de academias
intelectuales establecidas. El enorme incremento en la publicación de periódicos y libros aseguró una amplia difusión
de sus ideas.
Los experimentos científicos y los escritos filosóficos llegaron a estar de moda en amplios círculos de la sociedad,
incluidos los miembros de la nobleza y del clero.
Algunos monarcas europeos adoptaron también ideas o al menos el vocabulario de la Ilustración. Voltaire y otros
ilustrados quienes gustaban del concepto del rey-filósofo, difundiendo sus creencias gracias a sus relaciones con la
aristocracia, acogieron complacientes la aparición del llamado despotismo ilustrado, del que Federico II de Prusia,
Catalina la Grande de Rusia, José II de Austria y Carlos III de España fueron los ejemplos más célebres.
Desde una visión retrospectiva, sin embargo, la mayoría de estos monarcas aparece manipulando el movimiento, en
gran parte con propósitos propagandísticos y fueron, con mucho, más despóticos que ilustrados.

A finales del siglo XVIII surgieron algunos cambios en el pensamiento de la Ilustración. Bajo la influencia de
Rousseau, el sentimiento y la emoción llegaron a ser tan respetables como la razón. En la década de 1770 los escritores
ensancharon su campo de crítica para englobar materias políticas y económicas.
De mayor importancia en este aspecto fue la experiencia de la guerra de la Independencia estadounidense (en las
colonias británicas). A los ojos de los europeos, la Declaración de Independencia y la guerra revolucionaria anunciaron
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que, por primera vez, algunas personas iban más allá de la mera discusión de ideas ilustradas y las estaban aplicando.
Es probable que la guerra alentara los ataques y críticas contra los regímenes europeos existentes.

Suele decirse que el Siglo de las Luces concluyó con la Revolución Francesa de 1789, pero no son pocos los que
contemplan e interpretan la inquietud política y social de este periodo como causa desencadenante de la Revolución. Al
incorporar muchas de las ideas de los ilustrados, la Revolución, en sus etapas más difíciles, entre 1792 y 1794, sirvió
para desacreditar estas ideas a los ojos de muchos europeos contemporáneos.

El enorme impacto que la Revolución Francesa causó en España, tras la muerte de Luis XVI, así como en los dominios
españoles de América, provocó una violenta persecución de las personas más representativas de las nuevas ideas. Se
estableció una censura total y se cerraron las fronteras, prohibiéndose el paso de todo tipo de libros y folletos, o su
embarque hacia América.

Aunque se produjo un repunte de interés modernizado y progresista bajo el gobierno de Manuel Godoy con la ayuda de
Jovellanos, el miedo a la contaminación revolucionaria favoreció la represión más absoluta, tanto en la metrópoli como
en los dominios de la América española. La existencia de numerosas Sociedades de Amigos del País en los virreinatos
favoreció la implantación y extensión de la ‗ilustración‘ en América Latina.

De lo que no cabe duda es que la Ilustración dejó una herencia perdurable en los siglos XIX y XX. Marcó un paso clave
en el declinar de la Iglesia y en el crecimiento del secularismo actual. Sirvió como modelo para el liberalismo político y
económico y para la reforma humanitaria a través del mundo occidental del siglo XIX. Fue el momento decisivo para la
creencia en la posibilidad y la necesidad de progreso que pervivió, de una forma moderada, en el siglo XX.

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Tema V: Las revoluciones burguesas.
1.- La revolución Francesa. Consecuencias.
La Revolución francesa fue un conflicto social y político, con diversos periodos de violencia, que
convulsionó Francia y, por extensión de sus implicaciones, a otras numerosas naciones de Europa
que enfrentaban a partidarios y opositores del sistema denominado del Antiguo Régimen. Se inició
con la autoproclamación del Tercer Estado como Asamblea Nacional en 1789 y finalizó con el
golpe de estado de Napoleón Bonaparte en 1799.
Si bien la organización política de Francia osciló entre república, imperio y monarquía durante 71
años después de que la Primera República cayera tras el golpe de Estado de Napoleón Bonaparte, lo
cierto es que la revolución marcó el final definitivo del absolutismo y dio a luz a un nuevo régimen
donde la burguesía, y en algunas ocasiones las masas populares, se convirtieron en la fuerza política
dominante en el país. La revolución socavó las bases del sistema monárquico como tal, más allá de
sus estertores, en la medida que le derrocó con un discurso capaz de volverlo ilegítimo.

Antecedentes
Los escritores del siglo XVIII, filósofos, politólogos, científicos y economistas, denominados
philosophes, y desde 1751 enciclopedistas, contribuyeron a minar las bases del Derecho Divino de
los reyes. Pero ya en el racionalismo de René Descartes podría quizá encontrarse el fundamento
filosófico de la Revolución. De este modo, la sola proposición «Pienso, luego existo» llevaría
implícito el proceso contra Luis XVI.
La corriente de pensamiento vigente en Francia era la Ilustración, cuyos principios se basaban en la
razón, la igualdad y la libertad. La ilustración había servido de impulso a las Trece Colonias
norteamericanas para la independencia de su metrópolis europea. Tanto la influencia de la
Ilustración como el ejemplo de los Estados Unidos sirvieron de «trampolín» ideológico para el
desarrollo de la revolución en Francia.

Causas
En términos generales fueron varios los factores que influyeron en la Revolución: un régimen
monárquico que sucumbiría ante su propia rigidez en el contexto de un mundo cambiante; el
surgimiento de una clase burguesa que nació siglos atrás y que había alcanzado un gran poder en el
terreno económico y que ahora empezaba a propugnar el político; el descontento de las clases
populares; la expansión de las nuevas ideas liberales; la crisis económica que imperó en Francia tras
las malas cosechas y los graves problemas hacendísticos causados por el apoyo militar a la
independencia de Estados Unidos. Ésta intervención militar se convertiría en arma de doble filo,
pues, pese a ganar Francia la guerra contra Gran Bretaña y resarcirse así de la anterior derrota en la
Guerra de los Siete Años, la hacienda quedó en bancarrota y con una importante deuda externa. Los
problemas fiscales de la monarquía, junto al ejemplo de democracia del nuevo Estado emancipado
precipitaron los acontecimientos.
Desde el punto de vista político, fueron fundamentales ideas tales como las expuestas por Voltaire,
Rousseau o Montesquieu (como por ejemplo, los conceptos de libertad política, de fraternidad y de
igualdad, o de rechazo a una sociedad dividida, o las nuevas teorías políticas sobre la separación de
poderes del Estado). Todo ello fue rompiendo el prestigio de las instituciones del Antiguo Régimen
y ayudaron a su desplome.
Desde el punto de vista económico, la inmanejable deuda del estado fue exacerbada por un sistema
de extrema desigualdad social y de altos impuestos que los estamentos privilegiados, nobleza y
clero, no tenían obligación de pagar, pero que sí oprimía al resto de la sociedad. Hubo un aumento
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de los gastos del Estado simultáneo a un descenso de la producción agraria de terratenientes y los
campesinos, lo que produjo una grave escasez de alimentos en los meses precedentes a la
Revolución. Las tensiones, tanto sociales como políticas, mucho tiempo contenidas, se desataron en
una gran crisis económica a consecuencia de los dos hechos puntuales señalados: la colaboración
interesada de Francia con la causa de la independencia estadounidense (que ocasionó un gigantesco
déficit fiscal) y el aumento de los precios agrícolas.
El conjunto de la población mostraba un resentimiento generalizado dirigido hacia los privilegios de
los nobles y el dominio de la vida pública por parte de una ambiciosa clase profesional, para quien
el ejemplo del proceso revolucionario estadounidense abrió los horizontes de cambio político.

Estados Generales de 1789


Artículo principal: Estados Generales de Francia
Los Estados Generales estaban formados por los representantes de cada estamento. Estos estaban
separados a la hora de deliberar y tenían sólo un voto por estamento. La convocatoria fue un motivo
de preocupación para la oposición, por cuanto existía la creencia de que no era otra cosa que un
intento, por parte de la monarquía, de manipular la asamblea a su antojo. La cuestión que se
planteaba era importante. Estaba en juego la idea de Soberanía Nacional, es decir, admitir que el
conjunto de los diputados de los Estados Generales representaba la voluntad de la nación.
El tercer impacto de los Estados Generales fue de gran tumulto político, particularmente por la
determinación del sistema de votación. El Parlamento de París propuso que se mantuviera el
sistema de votación que se había usado en 1614, si bien los magistrados no estaban muy seguros
acerca de cuál había sido en realidad tal sistema. Sí se sabía, en cambio, que en dicha asamblea
habían estado representados (con el mismo número de miembros) la nobleza (Primer Estado), el
clero (Segundo Estado) y la burguesía (Tercer Estado). Inmediatamente, un grupo de liberales
parisinos denominado «Comité de los Treinta», compuesto principalmente por gente de la nobleza,
comenzó a protestar y agitar, reclamando que se duplicara el número de asambleístas con derecho a
voto del Tercer Estado (es decir, los «Comunes»). El gobierno aceptó esta propuesta, pero dejó a la
Asamblea la labor de determinar el derecho de voto. Este cabo suelto creó gran tumulto.
El rey y una parte de la nobleza no aceptaron la situación. Los miembros del Tercer Estamento se
autoproclamaron Asamblea Nacional, y se comprometieron a escribir una Constitución. Sectores de
la aristocracia confiaban en que estos Estados Generales pudieran servir para recuperar parte del
poder perdido, pero el contexto social ya no era el mismo que en 1614. Ahora existía una élite
burguesa que tenía una serie de reivindicaciones e intereses que chocarían frontalmente con los de
la nobleza (y también con los del pueblo, cosa que se demostraría en los años siguientes).

Asamblea Nacional
Cuando finalmente los Estados Generales de Francia se reunieron en Versalles, el 5 de mayo de
1789 y se originaron las disputas respecto al tema de las votaciones, los miembros del Tercer Estado
debieron verificar sus propias credenciales, comenzando a hacerlo el 28 de mayo y finalizando el 17
de junio, cuando los miembros del Tercer Estado se declararon como únicos integrantes de la
Asamblea Nacional: ésta no representaría a las clases pudientes sino al pueblo en sí. La primera
medida de la Asamblea fue votar la «Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano». Si
bien invitaron a los miembros del Primer y Segundo Estado a participar en esta asamblea, dejaron
en claro sus intenciones de proceder incluso sin esta participación.
La monarquía, opuesta a la Asamblea, cerró las salas donde ésta se estaba reuniendo. Los
asambleístas se mudaron a un edificio cercano, donde la aristocracia acostumbraba a jugar el juego
de la pelota, conocido como Jeu de paume. Allí es donde procedieron con lo que se conoce como el
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«Juramento del Juego de la pelota» el 20 de junio de 1789, prometiendo no separarse hasta tanto
dieran a Francia una nueva constitución. La mayoría de los representantes del clero se unieron a la
Asamblea, al igual que 47 miembros de la nobleza. Ya el 27 de junio, los representantes de la
monarquía se dieron por vencidos. También por esa fecha grandes contingentes de tropas militares
comenzaron a llegar a París y Versalles. Los mensajes de apoyo a la Asamblea llovieron desde París
y otras ciudades. El 9 de julio la Asamblea se nombró a sí misma «Asamblea Nacional
Constituyente».

Estalla la revolución
La liberté guidant le peuple, pintura de Eugène Delacroix, erróneamente asociada a la revolución de
1789 pese a que corresponde a los sucesos revolucionarios de 1830. Museo del Louvre, París
El 11 de julio de 1789, el rey Luis XVI, actuando bajo la influencia de los nobles conservadores al
igual que la de su hermano, el Conde D'Artois, despidió al ministro Necker y ordenó la
reconstrucción del Ministerio de Finanzas. Gran parte del pueblo de París interpretó esta medida
como un auto-golpe de la realeza, y se lanzó a la calle en abierta rebelión. Algunos de los militares
se mantuvieron neutrales, pero otros se unieron al pueblo por el miedo a lo que les podría suceder.
El 14 de julio el pueblo de París respaldó en las calles a sus representantes y, ante el temor de que
las tropas reales los detuvieran, asaltaron la fortaleza de la Bastilla, símbolo del absolutismo
monárquico pero también punto estratégico del plan de represión de Luis XVI, pues sus cañones
apuntaban a los barrios obreros. Tras cuatro horas de combate, los insurgentes tomaron la prisión,
matando a su gobernador, el Marqués Bernard de Launay. Si bien sólo cuatro presos fueron
liberados, la Bastilla se convirtió en un potente símbolo de todo lo que resultaba despreciable en el
antiguo régimen. Retornando al Ayuntamiento, la multitud acusó al Alcalde Jacques de Flesselles de
traición, quien recibió un balazo que lo mató. Su cabeza fue cortada y paseada por la ciudad clavada
en una pica, naciendo desde entonces la costumbre de pasear en una pica las cabezas de los
decapitados, lo que se volvió muy común durante la Revolución.
La Revolución se fue extendiendo por ciudades y pueblos, creándose nuevos ayuntamientos que no
reconocían otra autoridad que la Asamblea Nacional Constituyente. Los campesinos dejaron de
pagar impuestos y destruyeron castillos y todo lo que simbolizara al feudalismo. La Asamblea
Nacional, actuando detrás de los nuevos acontecimientos, suprimió por ley las servidumbres
personales (abolición del feudalismo), los diezmos, y las justicias señoriales, que ya habían sido
suprimidos de hecho por el campesinado, instaurando la igualdad ante el impuesto, ante penas y en
el acceso a cargos públicos. El rey, junto con sus seguidores militares, retrocedió al menos por el
momento. Lafayette tomó el mando de la Guardia Nacional de París y Jean-Sylvain Bailly,
presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, fue nombrado nuevo alcalde de París. El rey
visitó París el 27 de julio y aceptó la bandera tricolor.
Sin embargo, después de esta violencia, los nobles, no muy seguros del rumbo que tomaría la
reconciliación temporal entre el rey y el pueblo, comenzaron a salir del país, algunos con la
intención de fomentar una guerra civil en Francia y de llevar a las naciones europeas a respaldar al
rey. Éstos fueron conocidos como los émigrés («emigrados»).
La insurrección y el espíritu de poder popular siguieron extendiéndose por toda Francia. En las
áreas rurales se llevaron a cabo actos de quema de títulos sobre tierras, y varios castillos y palacios
fueron atacados. Esta insurrección agraria se conoce como La Grande Peur («el Gran Miedo»).
Véase también: Bastilla
El 4 de agosto de 1789, en la llamada «Noche de la locura», la Asamblea Nacional Constituyente
abolió el feudalismo, eliminando las prebendas que recibía el clero y los derechos señoriales de la
nobles (como, por ejemplo, el privilegio de no pagar impuestos que tenían). En cuestión de horas,
los nobles y el clero perdieron sus privilegios. El curso de los acontecimientos estaba ya marcado, si
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bien llevó cuatro años la implantación del nuevo modelo.

Pérdida de poder de la Iglesia


La revolución se enfrentó duramente con la Iglesia Católica que paso a depender del Estado. En
1790 se eliminó la autoridad de la Iglesia para imponer impuestos sobre las cosechas, se eliminaron
también los privilegios del clero y se confiscaron los bienes de la Iglesia. Bajo el Antiguo Régimen
la Iglesia era el mayor terrateniente del país. Más tarde se promulgó legislación que convertía al
clero en empleados del Estado. Éstos fueron unos años de dura represión para el clero, siendo
comunes la prisión y masacre de sacerdotes en toda Francia. El Concordato de 1801 entre la
Asamblea y la Iglesia finalizó este proceso y establecieron normas de convivencia que se
mantuvieron vigentes hasta el 11 de diciembre de 1905 cuando la Tercera República sentenció la
separación definitiva entre la Iglesia y el Estado. El viejo calendario gregoriano, propio de la
religión católica fue anulado por Billaud-Varenne, en favor de un calendario republicano y una
nueva era que establecía como primer día el 22 de septiembre de 1792.

Aparición de las facciones

Pronto comenzaron a aparecer facciones dentro de la Asamblea. El aristócrata Jacques Cazales y el


abad Jean-Sifrein Maury encabezaron un grupo derechista opuesto a la Revolución. Otros, como
Jean Mounier, el Conde de Lally-Tollendal, el Conde de Clermont-Tonnerre y el Conde de Vyrieu,
formaron un grupo denominado «Demócratas Realistas», que abogaba por el establecimiento de un
régimen parecido al británico. Por otra parte, Mirabeau, Lafayette y Bailly representaban el ala
centro-izquierdista de la asamblea. No faltaban los radicales izquierdistas entre los que destacaba el
abogado Maximilien Robespierre (ver más abajo).
El 27 de agosto de 1789 la Asamblea publicó la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano inspirándose en gran parte en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y
estableciendo el principio de libertad, igualdad y fraternidad. Dicha declaración establecía una serie
de principios más que una constitución con efectos legales.

Camino a la Constitución
La Asamblea Nacional Constituyente no era sólo un órgano legislativo sino la encargada de redactar
una nueva Constitución. Algunos, como Necker, favorecían la creación de una asamblea bicameral
en donde el senado sería escogido por la Corona entre los miembros propuestos por el pueblo. Los
nobles, por su parte, favorecían un senado compuesto por miembros de la nobleza elegidos por los
propios nobles. Prevaleció, sin embargo, la tesis liberal de que la Asamblea tendría una sola cámara,
quedando el rey sólo con el poder de veto, pudiendo posponer la ejecución de una ley, pero no su
total eliminación.
El movimiento de los monárquicos para bloquear este sistema fue desmontado por el pueblo de
París, compuesto fundamentalmente por mujeres (llamadas despectivamente «Las Furias»), que
marcharon el 5 de octubre de 1789 sobre Versalles. Tras varios incidentes, el rey y su familia se
vieron obligados a abandonar Versalles y se trasladaron a Las Tullerías en París.

Desde el aniversario de la toma de la Bastilla hasta la muerte


de Mirabeau
Los electores habían escogido a los miembros de los Estados Generales por un periodo de un año,
pero de acuerdo al Juramento del Jeu de paume, los miembros del Tercer Estado, también llamados
los «comunes», acordaron no abandonar la Asamblea en tanto no se hubiera elaborado una
Constitución.
50
Durante 1790 se intensificó la lucha política e incluso se produjeron movimientos anti-
revolucionarios, pero sin éxito. En este periodo se comenzaron a formar «clubes» políticos entre los
que destacaban los Jacobinos. En agosto de 1790 existían 152 clubes jacobinos.
Mientras tanto, la Asamblea trabajaba para establecer una nueva Constitución. Una nueva
organización judicial dio características temporales a todos los magistrados y total independencia de
la Corona. Al rey sólo le quedó el poder ejecutivo. La asamblea, por su parte, eliminó todas las
barreras comerciales y suprimió las organizaciones empresariales y obreras; en adelante, los
individuos que quisieran desarrollar prácticas comerciales necesitarían una licencia, y se abolió el
derecho a la huelga.
A principios de 1791, la Asamblea consideró introducir una legislación contra los franceses que
emigraron durante la Revolución (émigrés). Se pretendía coartar la libertad de salir del país.
Mirabeau se opuso rotundamente a esto. Sin embargo, el 2 de marzo de 1791 Mirabeau fallece, y la
Asamblea adopta esta draconiana medida.
El 20 de junio de 1791, Luis XVI, opuesto al curso que iba tomando la Revolución, huyó junto con
su familia de las Tullerías. Sin embargo, al día siguiente cometió la imprudencia de dejarse ver, fue
arrestado en Varennes por un oficial del pueblo y devuelto a París escoltado por la guardia. A su
regreso a París el pueblo se mantuvo en silencio, y tanto él como su esposa, Maria Antonieta, sus
dos hijos (María Teresa y Luis-Carlos, futuro Luis XVII) y su hermana (Madame Isabel)
permanecieron bajo custodia.

Últimos días de la Asamblea Constituyente


Aun cuando existía una fuerte corriente política que favorecía la monarquía constitucional, al final
venció la tesis de mantener al rey como una figura decorativa. Jacques Pierre Brissot introdujo una
petición insistiendo en que, a los ojos del pueblo, Luis XVI había sido depuesto por el hecho de su
huida. Una inmensa multitud se congregó en el Campo de Marte para firmar dicha petición.
Georges Danton y Camille Desmoulins pronunciaron discursos exaltados. La Asamblea pidió a las
autoridades municipales guardar el orden. Bajo el mando de La Fayette, la Guardia Nacional se
enfrentó a la multitud. Al principio, tras recibir una oleada de piedras, los soldados respondieron
disparando al aire; dado que la multitud no cedía, Lafayette ordenó disparar a los manifestantes,
ocasionando más de 50 muertos.
Tras esta masacre, las autoridades cerraron varios clubes políticos, así como varios periódicos
radicales como el que editaba Jean-Paul Marat. Danton se fugó a Inglaterra y Desmoulins y Marat
permanecieron escondidos.
Mientras tanto, la Asamblea había redactado la Constitución y el rey había sido restituido,
aceptándola. El rey pronunció un discurso ante la Asamblea, que fue acogido con un fuerte aplauso.
La Asamblea Constituyente cesó en sus funciones el 29 de septiembre de 1791.

La Asamblea Legislativa y la caída de la monarquía


Bajo la Constitución de 1791, Francia funcionaría como una monarquía constitucional. El rey tenía
que compartir su poder con la Asamblea, pero todavía mantenía el poder de veto y la potestad de
elegir a sus ministros.
La Asamblea Legislativa se reunió por primera vez el 1 de octubre de 1791, degenerando en un caos
un año después. La componían 264 diputados situados a la derecha: feuillants (dirigidos por
Barnave, Duport y Lameth), y girondinos, portavoces republicanos de la gran burguesía. En el
centro figuraban 345 diputados independientes, carentes de programa político definido. A la
izquierda 136 diputados inscritos en el club de los jacobinos o en el de los cordeliers, que
representaban al pueblo llano parisino a través de sus periódicos L´Ami du Peuple y Le Père
Duchesne, y con Marat y Hebert como portavoces. Pese a su importancia social y el apoyo popular
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y de la pequeña burguesía, en la Asamblea era escasa la influencia de la izquierda, pues la Asamblea
estaba dominada por las ideas políticas que representaban los girondinos. Mientras los jacobinos
tienen detrás a la gran masa de la pequeña burguesía, los cordeliers cuentan con el apoyo del pueblo
llano, a través de las secciones parisienses.
Este gran número de diputados dio lugar a los clubes, germen de los partidos políticos. El más
célebre de entre éstos fue el partido de los jacobinos, dominado por Robespierre. A la izquierda de
este partido se encontraban los cordeleros, quienes defendían el sufragio universal masculino
(derecho de todos los hombres al voto a partir de una determinada edad). Los cordeliers querían la
eliminación de la monarquía e instauración de la república. Estaban dirigidos por Jean-Paul Marat y
Georges Danton, representando siempre al pueblo más humilde. El grupo de ideas más moderadas
era el de los girondinos, que defendían el sufragio censitario y propugnaban una monarquía
constitucional. También se encontraban aquellos que formaban parte de «el Pantano», o «el Llano»,
como eran llamados aquellos que no tenían un voto propio, y que se iban por las proposiciones que
más les convenían, así ya vinieran de los jacobinos, ya de los girondinos.
En los primeros meses de funcionamiento de la Asamblea, el rey había vetado una ley que
amenazaba con la condena a muerte a los émigrés, y otra que exigía al clero prestar juramento de
lealtad al estado. Desacuerdos de este tipo fueron los que llevaron más adelante a la crisis
constitucional.
Mientras tanto, dos potencias absolutistas europeas, Austria y Prusia, se dispusieron a invadir la
Francia revolucionaria, lo que hizo que el pueblo francés se convirtiera en un ejército nacional,
dispuesto a defender y a difundir el nuevo orden revolucionario por toda Europa. Durante la guerra,
la libertad de expresión permitió que el pueblo manifestase su hostilidad hacia la reina María
Antonieta (llamada «la Austriaca» por ser hija de un emperador de aquel país y «Madame Déficit»
por el gasto que representaba al Estado, que no era mayor que la mayoría de los cortesanos) y
contra Luis XVI, que casi siempre se negaba a firmar leyes propuestas por la Asamblea Legislativa.
El 10 de agosto de 1792, las masas asaltaron el Palacio de las Tullerías, y la Asamblea Legislativa
volvió a suspender las funciones constitucionales del rey. La Asamblea acabó convocando
elecciones con el objetivo de configurar (por sufragio universal) un nuevo parlamento que recibiría
el nombre de Convención. Aumentaba la tensión política y social en Francia, así como la amenaza
militar de las potencias europeas. El conflicto se planteaba así entre una monarquía constitucional
francesa en camino de convertirse en una democracia republicana, y las monarquías europeas
absolutas. El nuevo parlamento elegido ese año abolió la monarquía y proclamó la República. Creó
también un nuevo calendario, según el cual el año 1792 se convertiría en el año 1 de la nueva era.
El gobierno pasó a depender de la Comuna insurreccional. Cuando la Comuna envió grupos de
sicarios a las prisiones, asesinaron a 1.400 víctimas, y pidió a otras ciudades de Francia que hicieran
lo mismo, la Asamblea no opuso resistencia. Esta situación persistió hasta el 20 de septiembre de
1792, en que se creó un nuevo cuerpo legislativo denominado Convención, y que de hecho se
convirtió en el nuevo gobierno de Francia.

La Convención
El poder legislativo de la nueva República estuvo a cargo de la Convención, mientras que el poder
ejecutivo recayó sobre el Comité de Salvación Nacional.
En el Manifiesto de Brunswick, los Ejércitos Imperiales y de Prusia amenazaron con invadir
Francia si la población se resistía al restablecimiento de la monarquía. Esto ocasionó que Luis XVI
fuera visto como conspirador con los enemigos de Francia. El 17 de enero de 1793, la Convención
condenó al rey a muerte por una pequeña mayoría, acusándolo de «conspiración contra la libertad
pública y la seguridad general del Estado». El 21 de enero el rey fue ejecutado, lo cual encendió
nuevamente la mecha de la guerra con otros países europeos. La reina Maria Antonieta, nacida en

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Austria y hermana del Emperador, fue ejecutada el 16 de octubre del mismo año, iniciándose así
una revolución en Austria para sustituir a la reina. Esto provocó la ruptura de toda relación entre
ambos países.

El reino del terror


El mismo día en el que se reunía la Convención (20 de septiembre de 1792), todas las tropas
francesas (formadas por tenderos, artesanos y campesinos de toda Francia) derrotaron por primera
vez a un ejército prusiano en Valmy, lo cual señalaba el inicio de las llamadas Guerras
Revolucionarias Francesas. El poder fue entregado a un Directorio formado por cinco miembros,
acabando aquí el proceso revolucionario.
Sin embargo, la situación económica seguía empeorando, lo cual dio origen a revueltas de las clases
más pobres. Los llamados sans-culottes expresaban su descontento por el hecho de que la
Revolución francesa no sólo no estaba satisfaciendo los intereses de las clases bajas sino que
incluso algunas medidas liberales causaban un enorme perjuicio a éstas (libertad de precios, libertad
de contratación, Ley de Chapelier, etc.). Al mismo tiempo se comenzaron a gestar luchas
antirrevolucionarias en diversas regiones de Francia. En la Vandea, un levantamiento popular fue
especialmente significativo: campesinos y aldeanos se alzaron por el rey y las tradiciones católicas,
provocando la llamada Guerra de Vandea, reprimida tan cruentamente por las autoridades
revolucionarias parisinas que se ha llegado a calificar de genocidio. Por otra parte, la guerra exterior
amenazaba con destruir la Revolución y la República. Todo ello motivó la trama de un golpe de
estado por parte de los jacobinos, quienes buscaron el favor popular en contra de los girondinos. La
alianza de los jacobinos con los sans-culottes se convirtió de hecho en el centro del gobierno.
Los jacobinos llevarían en su política algunas de las reivindicaciones de los sans-culottes y las
clases bajas, pero no todas sus reivindicaciones serían aceptadas, y jamás se cuestionó la propiedad
privada. Los jacobinos no pusieron nunca en duda el orden liberal, pero sí llevaron a cabo una
democratización del mismo, pese a la represión que desataron contra los opositores políticos (tanto
conservadores como radicales).

Se redactó en 1793 una nueva Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, y una nueva
constitución de tipo democrático que reconocía el sufragio universal. El Comité de Salvacion
Pública cayó bajo el mando de Maximilien Robespierre y los jacobinos desataron lo que se
denominó el Reinado del Terror (1793–1794). No menos de 10.000 personas fueron guillotinadas
ante acusaciones de actividades contrarrevolucionarias. La menor sospecha de dichas actividades
podía hacer recaer sobre una persona acusaciones que eventualmente la llevarían a la guillotina. El
cálculo total de víctimas varía, pero se cree que pudieron ser hasta 40.000 los que fueron víctimas
del Terror.
En 1794, Robespierre procedió a ejecutar a ultra-radicales y a jacobinos moderados. Su
popularidad, sin embargo, comenzó a erosionarse. El 27 de julio de 1794, ocurrió otra revuelta
popular contra Robespierre, apoyada por los moderados que veían peligroso el trayecto de la
Revolución, cada vez más exaltada. El pueblo, por otro lado, se rebela contra la condición burguesa
de Robespierre que revolucionario antes, ahora persigue a Verlet, Leclerc y Roux. Los miembros de
la Convención lograron convencer al «Pantano», y derrocar y ejecutar a Robespierre junto con otros
líderes del Comité de Salvación Pública. La Convención aprobó una nueva Constitución el 17 de
agosto de 1795, ratificada el 26 de septiembre en un plebiscito.
La nueva legislación confería el poder ejecutivo a un Directorio, formado por cinco miembros
llamados directores. El poder legislativo sería ejercido por una asamblea bicameral, compuesta por
el Consejo de Ancianos (250 miembros) y el Consejo de los Quinientos.

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Napoleón y la toma del poder
La nueva Constitución encontró la oposición de grupos monárquicos y jacobinos. Hubo diferentes
revueltas que fueron reprimidas por el ejército, todo lo cual motivó que el general Napoleón
Bonaparte, retornado de su campaña en Egipto, diera el 9 de noviembre de 1799 un golpe de estado
(18 de Brumario) instalando el Consulado.

El Consulado
Artículo principal: Consulado (Francia)
El Consulado daba a Napoleón de forma efectiva poderes dictatoriales, cerrando con esto el capítulo
histórico de la Revolución francesa.
El cargo de cónsules lo ostentaron Napoleón Bonaparte, Sieyès y Ducos temporalmente hasta el 12
de diciembre de 1799. Posteriormente, Sieyés y Ducos fueron reemplazados por Jean Jacques Régis
de Cambacérès y Charles-François Lebrun, quienes siguieron en el cargo hasta 1804, cuando
Napoleón fue coronado Emperador de los Franceses.

Primer Imperio
Artículo principal: Primer Imperio Francés
El Primer Imperio Francés, conocido comúnmente como el Imperio Napoleónico, cubre el periodo
de la poderosa irradiación y dominación de Francia sobre la Europa Continental, bajo el gobierno de
Napoleón I, Emperador de los franceses y Rey de Italia. Oficialmente, el término se refiere al
periodo comprendido entre el fin del Consulado hasta la Restauración de la monarquía borbónica,
aunque posteriormente vivió un epílogo entre el periodo de los Cien Días (1 de marzo de 1815) y la
abdicación final de Napoleón, el 22 de junio de 1815. Es este un periodo de la historia de Francia
caracterizado por las feroces campañas bélicas que le fueron impuestas a sangre y fuego,
promovidas y financiadas todas por Inglaterra, y ejecutadas por procuración por sus aliados
continentales a lo largo de siete coaliciones internacionales. Estos conflictos son conocidos como
Guerras Napoleónicas, pero ésta expresión engañosa e incorrecta históricamente ha sido
fuertemente rebatida en años recientes, y en la actualidad comienza a difuminarse en provecho del
término más apropiado de «Guerras de Coalición».
El nuevo gobierno instaurado, a pesar de ser una monarquía, mejoraba las condiciones de vida del
tercer estamento, otorgándoles derechos y obligaciones morales y cívicas iguales a los otros dos
estamentos (el clero y los nobles); por lo que Napoleón recibió un gran apoyo popular.

La Bandera Francesa y los símbolos de la Revolución

Bandera de Francia

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Logotipo oficial del gobierno de la República Francesa.

La Marsellesa, himno nacional de Francia desde 1795.


Terminada la Revolución francesa surge la República Francesa y convocaron a la Asamblea General
que es la reunión de los Tres Estados Franceses: el Clero, la Nobleza, y el Estado Llano. Cuando
estos se reúnen se les conoce como Estados Generales; su bandera la crean y perdura hasta nuestros
días; en donde el azul representa al Estado Noble, el blanco representa al Clero y el rojo representa
al Pueblo Llano o Tercer Estado (lo que en Francia se denomina estado, en España se conoce como
estamento).
Otra versión del origen del tricolor francés, es que el azul y el rojo son los colores de la bandera de
París y se le añadió el blanco en el medio en representación de Luis XVI, que era de la casa de los
Borbones, cuya bandera es blanca con tres flores de lis.
Otro símbolo de la Revolución francesa, aparte de la bandera de Francia, es el gorro frigio (también
llamado gorro de la libertad) el cual aparece en los Escudos Nacionales de Francia, Haití, Cuba, El
Salvador, Nicaragua, Colombia, Bolivia, Paraguay y Argentina.
El himno La Marsellesa, letra y música de Claude-Joseph Rouget de Lisle, capitán de ingenieros de
la guarnición de Estrasburgo, se popularizó a tal punto que el 14 de julio de 1795 fue declarado
Himno Nacional de Francia; originalmente se llamaba Chant de guerre pour l'armée du Rhin
(Canto de guerra para el ejército del Rin), pero los voluntarios del general François Mireur que
salieron de Marsella entraron a París el 30 de julio de 1792 cantando dicho himno como canción de
marcha. Los parisinos los acogieron con gran entusiasmo y bautizaron el cántico como La
Marsellesa.
Otros símbolos de la Revolución eran las escarapelas tricolores, el lema nacional Liberté, égalité,
fraternité (libertad, igualdad y fraternidad), el nuevo calendario republicano (en sustitución del
calendario gregoriano) y la guillotina.

La Declaración de Derechos
Una de las consecuencias con mayor alcance histórico de la revolución fue la declaración de los
derechos del hombre y del ciudadano. En su doble vertiente, moral (derechos naturales inalienables)
y política (condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos naturales e individuales),
condiciona la aparición de un nuevo modelo de Estado, el de los ciudadanos, el Estado de Derecho,
democrático y nacional. Aunque la primera vez que se proclamaron solemnemente los derechos del
hombre fue en los Estados Unidos (Declaración de Derechos de Virginia en 1776 y Constitución de
los Estados Unidos en 1787), la revolución de los derechos humanos es un fenómeno puramente
europeo. Será la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano francesa de 1789 la que
sirva de base e inspiración a todas las declaraciones tanto del siglo XIX como del siglo XX.
El distinto alcance de ambas declaraciones es debido tanto a cuestiones de forma como de fondo. La
declaración francesa es indiferente a las circunstancias en que nace y añade a los derechos naturales,
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los derechos del ciudadano. Pero sobre todo, es un texto atemporal, único, separado del texto
constitucional y, por tanto, con un carácter universal, a lo que hay que añadir la brevedad, claridad y
sencillez del lenguaje. De ahí su trascendencia y éxito tanto en Francia como en Europa y el mundo
occidental en su conjunto.

2.-La revolución norte-americana y el surgimiento de Estados Unidos.

La Guerra de Independencia de los Estados Unidos fue un conflicto que enfrentó a las trece
colonias británicas originales en América del Norte contra el Reino de Gran Bretaña. Ocurrió entre
1775 y 1783, finalizando con la derrota británica en la batalla de Yorktown y la firma del Tratado de
París.
Durante la guerra, Francia ayudó a los revolucionarios estadounidenses con tropas terrestres
comandadas por Rochambeau y por el Marqués de La Fayette y por flotas bajo el comando de
marinos como Guichen,de Grasse y d'Estaing. España, por su parte, lo hizo inicialmente gracias a
Bernardo de Gálvez y de forma abierta a partir de la batalla de Saratoga, mediante armas,
suministros y abriendo un frente en el flanco sur.
Las colonias británicas que se independizaron de Gran Bretaña edificaron el primer sistema político
liberal y democrático, alumbrando una nueva nación, los Estados Unidos de América, incorporando
las nuevas ideas revolucionarias que propugnaban la igualdad y la libertad. Esta sociedad colonial
se formó a partir de oleadas de colonos inmigrados, y no existían en ella los rasgos característicos
del rígido sistema estamental europeo.
En las colonias del sur (Virginia, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia) se había
organizado un sistema esclavista (con unos 500.000 esclavos negros) que explotaban plantaciones
de tabaco, algodón y azúcar. De este modo, la población estaba compuesta por grandes y pequeños
propietarios y esclavos.
Los antecedentes a la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos se remontan a la
confrontación franco-británica en Norteamérica y a las consecuencias de la Guerra de los Siete
Años.
La Guerra de los siete años terminó en 1763. El 10 de febrero, el Tratado de París ponía fin al
imperio colonial francés en América del Norte y consolidaba a Inglaterra como la potencia
hegemónica. En oposición sólo tenía a España, que controlaba Nueva Orleans, la ciudad más
importante, con unos 10.000 habitantes. Respecto a Francia, la pérdida territorial no fue sentida
como algo catastrófico. Se conservaban los derechos pesqueros en Terranova y la población católica
francófona recibiría un trato de respeto. Por otro lado en el Caribe las pérdidas pueden ser
compensadas pues la colonia principal francesa del Caribe, Puerto Príncipe (la Española), produce
la mitad del azúcar consumido en todo el mundo, y su comercio con África y las Antillas está en
pleno apogeo.
Respecto a los colonos estadounidenses, la guerra modificó radicalmente el panorama anterior. Los
francófonos católicos de Quebec, tradicionales enemigos de los colonos estadounidenses de las
Trece colonias recibieron un trato respetuoso por parte de las autoridades británicas. Trato que se
confirmó en 1774 cuando se dotó a Canadá de un estatuto particular dentro de las colonias
estadounidenses, llevándose sus fronteras hasta la confluencia del Ohio y el Misisipi. Asimismo su
población conserva un derecho civil propio y la Iglesia Católica es reconocida. Todos estos
movimientos fueron mal aceptados por la población de las Trece colonias.
La causa inmediata de este conflicto fue el injusto trato que Gran Bretaña infligía a los colonos,
pues éstos aportaban riquezas e impuestos a la metrópoli pero no tenían los medios para decidir

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sobre dichos impuestos, por lo que se sentían marginados y no representados.

La guerra [editar]
Después del triunfo de Gran Bretaña sobre Francia en la Guerra de los Siete Años (1756-1763) en la
que recibió gran ayuda de las colonias económica y militarmente, dicha colaboración no fue
recompensada. Las medidas represivas del gobierno inglés (producidas tras sublevaciones como el
Motín del té de Boston y las sanciones de las Actas Intolerables) provocaron el inicio de la guerra
de independencia.
El descontento se extendió por las Trece Colonias y provocó una manifestación en Boston en contra
de los impuestos que debían pagar por artículos indispensables como el papel, el vidrio o la pintura.
En esta manifestación no hubo ningún altercado y el gobierno inglés hizo oídos sordos a las
peticiones de los colonos. Pero éstos no iban a consentir que la situación continuara así, con lo que
se reunieron junto a varios miembros de otras poblaciones para urdir una acción más
propagandística que la manifestación. En 1773 los colonos se reunieron en Boston. De Gran
Bretaña llegaban tres naves cargadas de cajas que contenían té. Varios miembros de la sociedad
secreta se disfrazaron de indios y fueron nadando hasta alcanzar los tres barcos. Una vez allí
capturaron a sus tripulantes y tiraron la mercancía por la borda. Fue la primera acción contra la
represión de impuestos, lo que intranquilizó a los británicos.
En 1774 se reunió por primera vez el Congreso de colonos en contra de la servidumbre a los
británicos y a favor de una patria independiente. Ya se discuten unas hipotéticas leyes. Pese al clima
de enemistad contra los ingleses en las colonias, todavía había algunos colonos que apoyaban al rey
inglés Jorge III, siendo llamados kings-friends.

Los primeros combates [editar]

Tropas alemanas que sirvieron con los británicos, llamadas «Hesianos» o «Hessians» en inglés (C.
Ziegler, tras Conrad Gessner, 1799).
El 19 de abril de 1775, soldados ingleses salieron de Boston para impedir la rebelión de los colonos
mediante la toma de un depósito de armas de estos últimos en la vecina ciudad de Concord. En el
poblado de Lexington se enfrentaron a 70 milicianos. Alguien, nadie sabe quién, abrió fuego, y
comenzó de este modo la guerra de independencia. Los ingleses tomaron Lexington y Concord,
pero en su regreso hacia Boston fueron hostigados por cientos de voluntarios de Massachusetts. Se
producen las primeras bajas de la contienda, ocho soldados colonos. Para junio, 10.000 soldados
coloniales estaban sitiando Boston. Los británicos principalmente atacaron con Casacas rojas.
En mayo de 1775, un Segundo Congreso Continental se reunió en Filadelfia y empezó a asumir las
funciones de gobierno nacional. Nombró catorce generales, autorizó la invasión del Canadá y
organizó un ejército de campaña bajo el mando de George Washington, un hacendado virginiano y
veterano de la Guerra Francesa e Indígena. Consciente de que las colonias sureñas desconfiaban del
fanatismo de Massachusetts, John Adams presionó para que se eligiera a este coronel de la milicia
virginiana, que tenía cuarenta y tres años, como comandante en jefe. Fue una elección inspirada.
Washington, que asistía al Congreso de uniforme, tenía el aspecto adecuado; era alto y sereno, con
un digno aire militar que inspiraba confianza. Como dijo un congresista: «No era un tipo que
actuara alocadamente, que despotricara y jurara, sino alguien sobrio, firme y calmado».
Se empezaron a reclutar soldados de entre todas las partes de las colonias. Muchos de ellos eran
hombres que vivian del campo o cazadores que eran bravucones y poco avezados en el combate. En
las primeras luchas contra los británicos, George Washington llegó a decir: «hemos reclutado un
ejército de generales, no obedecen a nadie».
Al principio, la guerra fue desfavorable para los colonos. En junio de 1775 se produjo una batalla en
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la colina Búnker (Bunker Hill), frente a Boston. Los colonos sublevados se encontraban
perfectamente atrincherados. Los británicos asaltan la colina con 2.000 efectivos, pero los colonos
no retroceden y resisten y cuando los últimos asaltantes consiguen llegar a la cima las bajas
británicas son de 800. Es una victoria pírrica para los ingleses. Los insurgentes, además, hicieron
circular su versión de los hechos, que no era otra sino que se habían retirado simplemente por la
falta de munición y no por el empuje de los casacas rojas.

El 2 de julio de 1776, el Congreso finalmente resolvió que: «estas Colonias Unidas son, y por
derecho deben ser, estados libres y soberanos». El 4 de julio de 1776 se reunieron 56 congresistas
estadounidenses para aprobar la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, que Thomas
Jefferson redactó con la ayuda de otros ciudadanos de Virginia. Se imprimió papel moneda y se
iniciaron relaciones diplomáticas con potencias extranjeras. En el congreso se encontraban cuatro
de las principales figuras de la independencia: George Washington, Thomas Jefferson, Benjamin
Franklin y John Adams. De los 56 congresistas, 14 murieron durante la guerra. Benjamin Franklin
se convierte en el primer embajador y jefe de los servicios secretos.
La unidad se extendió entonces por las Trece Colonias para luchar contra los británicos. La
declaración presentó una defensa pública de la Guerra de Independencia, incluida una larga lista de
quejas contra el soberano inglés Jorge III. Pero sobre todo, explicó la filosofía que sustentaba la
independencia, proclamando que todos los hombres nacen iguales, y poseen ciertos derechos
inalienables, entre ellos la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que los gobiernos pueden
gobernar sólo con el consentimiento de los gobernados; que cualquier gobierno puede ser disuelto
cuando deja de proteger los derechos del pueblo. Esta teoría política tuvo su origen en el filósofo
inglés John Locke, y ocupa un lugar prominente en la tradición política anglosajona.
Estos hechos convencieron al gobierno británico de que no se enfrentaba simplemente a una turba
de Nueva Inglaterra y barrió casi cualquier objeción que los miembros del gabinete tuvieran contra
la conquista de las colonias. La confirmaron de que Inglaterra estaba envuelta en una guerra, y no
en una simple rebelión, dictó una política militar dieciochesca convencional, consistente en
maniobras y batallas entre ejércitos organizados.
Este cambio de estrategia forzó a los británicos a evacuar la ciudad de Boston en marzo de 1776, y
transferir sus principales fuerzas a Nueva York, cuya población se presumía era más favorable a la
causa de la Corona y que contaba con un puerto superior y una posición central. En consecuencia,
en el verano de 1776, sir William Howe, que sustituyó a Gage como comandante en jefe del ejército
británico en Norteamérica, arribó al puerto de Nueva York con una fuerza de más de treinta mil
hombres. Howe tenía intención de aislar Nueva Inglaterra de los otros rebeldes y derrotar al ejército
de Washington en una batalla decisiva. Iba a pasar los dos años siguientes tratando de llevar a cabo
este plan.
Según todas las apariencias, un enfrentamiento militar prometía todas las ventajas para Gran
Bretaña, una de las potencias más poderosas de la tierra, con una población de unos once millones,
comparada con los dos millones y medio de colonos, un quinto de los cuales eran esclavos negros.
La armada británica era la mayor del mundo y casi la mitad de sus buques participaron inicialmente
en el conflicto con los nacientes Estados Unidos. El ejército era una fuerza profesional bien
entrenada; en 1778, llegó a tener cerca de cincuenta mil soldados estacionados sólo en
Norteamérica, a los cuales se añadieron más de treinta mil mercenarios alemanes durante la
contienda.
Para enfrentarse a ese poder militar, los rebeldes tenían que empezar de la nada. El Ejército
Continental que crearon tenía menos de cinco mil efectivos permanentes, complementados por
unidades de las milicias estatales de diferentes tamaños. En la mayoría de los casos, unos oficiales
inexpertos, no profesionales, servían como jefes militares. Washington, el comandante en jefe, por
ejemplo, sólo había sido coronel de regimiento en la frontera virginiana y tenía poca experiencia en
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el combate. No sabía nada de mover grandes masas de soldados y nunca había dirigido un asedio a
una posición fortificada. Muchos de sus oficiales habían salido de las capas medias de la sociedad:
había posaderos convertidos en capitanes y zapateros en coroneles, como exclamó, asombrado, un
oficial francés. Es más, «sucede con frecuencia que los colonos preguntan a los oficiales franceses
qué oficio tienen en Francia». No es de extrañar, pues, que la mayoría de los oficiales británicos
pensara que el ejército insurgente no era «más que una banda despreciable de vagabundos,
desertores y ladrones» incapaces de rivalizar con los casacas rojas de Su Majestad. Un general
británico llegó a alardear que con mil granaderos podía «ir de un extremo a otro de Norteamérica y
castrar a todos los hombres, en parte por la fuerza y en parte con un poco de persuasión».
Sin embargo, estos contrastes eran engañosos, porque las desventajas británicas eran inmensas
desde el principio del conflicto. Gran Bretaña tenía que conducir la guerra desde el otro lado del
Atlántico, a cinco mil kilómetros de distancia, con los consiguientes problemas de comunicaciones
y logística; incluso alimentar adecuadamente era un problema casi insalvable. Al mismo tiempo,
tenía que hacer una guerra absolutamente diferente a la que cualquier país hubiera librado en el
siglo XVIII. La propia Norteamérica era inconquistable. La enorme extensión del territorio hacía
que las maniobras y operaciones convencionales fueran difíciles y engorrosas. El carácter local y
fragmentario de la autoridad en Norteamérica inhibía cualquier acción decisiva por parte de los
británicos. No había ningún centro neurálgico con cuya captura se pudiera lograr aplastar la
rebelión. Los generales británicos acabaron por decidir que su principal objetivo debía ser
enfrentarse al ejército de Washington en una batalla, pero, como dijo el comandante en jefe
británico no sabían como hacerlo, «ya que el enemigo se mueve con mucha más celeridad de la que
nosotros somos capaces».
Una de las causas de los resultados negativos de los colonos eran sus mosquetes, ya anticuados y
que sólo podían disparar a pocos metros para obtener precisión. Esto llevó a que se creara un nuevo
tipo de arma más eficaz, que fue el fusil modelo Pennsylvania, de gran precisión desde más de 80
metros. Los colonos en estos primeros combates lucharon en forma de guerrillas.
George Washington, por su parte, comprendió desde el principio que, por el lado estadounidense, la
guerra tenía que ser defensiva. «En todas las ocasiones debemos evitar una acción general -dijo
ante el Congreso en septiembre de 1776- o arriesgar nada, a menos que nos veamos obligados por
una necesidad a la cual no deberíamos vernos arrastrados.» Aunque nunca actuó como cabecilla
guerrillero y se concentró todo el tiempo en crear un ejército profesional con el cual pretendía batir
a los británicos en una batalla abierta, en realidad, sus tropas pasaban buena parte del tiempo
librando escaramuzas con el enemigo, acosándolo y privándole de comida y avituallamiento
siempre que era posible (guerra de guerrillas). En esas circunstancias, la dependencia de los
estadounidenses de unas fuerzas de la milicia no profesionales y la debilidad de su ejército
organizado los convertían, como dijo un oficial suizo, en más peligrosos que «si tuvieran un ejército
regular». Los británicos no comprendieron nunca a qué se enfrentaban; esto es, a una verdadera
revolución que contaba con un apoyo generalizado de la población. Por ello, continuamente
subestimaron el aguante de los rebeldes y sobreestimaron la fuerza de los colonos leales a la
Corona. Al final, la independencia acabó significando más para los estadounidenses que la
reconquista o conservación de las 13 Colonias para los ingleses.

La batalla de Saratoga [editar]


Artículo principal: Batalla de Saratoga
Las cosas empezaron a cambiar en octubre de 1777 cuando un ejército británico bajo el mando del
General John Burgoyne se rindió en Saratoga, en el norte del estado de Nueva York. Este fue el
golpe de gracia y propagandístico que necesitaban los colonos para su independencia. Desde
Canadá llegaron indios (dirigidos por Joseph Brant), estos últimos estaban a favor de los británicos
porque los colonos les estaban expropiando sus tierras cada vez más. La expedición estaba
comandada por el general John Burgoyne y pretendía llegar a Albany. Sin embargo fueron
59
interceptados y tuvieron que presentar batalla en Freeman, cerca del río Hudson. Aquí estaban los
colonos comandados por Benedict Arnold (que después fue traidor), Horatio Gates y Daniel
Morgan. Este último comandaba a fusileros vestidos con pieles y que eran antiguos cazadores.
El general Burgoyne contaba con 600 mercenarios alemanes (los británicos llegaron a utilizar hasta
16.000 en toda la guerra) para tomar la granja. El 9 de septiembre Morgan tiene a sus hombres bien
escondidos en un bosque contiguo a la granja y en los trigales de la misma. Una vez se acercan los
mercenarios alemanes, los fusileros salen de sus escondites y disparan a los enemigos, produciendo
gran sorpresa entre éstos y provocando que caigan decenas. Burgoyne entonces manda otros 600
más, que también caen. Los británicos retroceden, pero Burgoyne resiste, aunque sin suministros ni
víveres, y consigue poco tiempo después tomar la granja.
Horatio Gates, aunque hombre pesimista, es convencido por Morgan y Arnold para lanzar un ataque
a los británicos. Con los cañones incautados a los británicos bombardean la granja y consiguen la
rendición de Burgoyne. Entre el cañoneo de los colonos un general británico, Simon Fraser, ordenó
una carga de caballería totalmente desesperada, por lo difícil de la situación. Esta carga fue
rápidamente neutralizada por los hombres de Morgan, que consiguieron acabar con el general. Éste,
antes de morir, pidió ser enterrado en el campo de batalla, y para ello varios soldados británicos se
reunieron, lo que llegó a confundir a los colonos. Creyendo que los enemigos se estaban
reorganizando para otro ataque, empezaron a cañonear la zona en que estaban enterrando a Simon
Fraser, y aunque no dieron en el blanco sí produjeron que los que se esforzaban en la faena fueran
salpicados por la arena y el polvo. Al final se le pudo enterrar entre una lluvia de balas de cañón.
Este hecho produjo esta frase de un general alemán llamado Riedesel: «¡qué gran entierro para un
gran guerrero!»

La ayuda extranjera y el final de la guerra [editar]


Alentados por la victoria de Saratoga, Francia y España veían la oportunidad como una ocasión de
oro para lograr la revancha del desastroso Tratado de París de 1763, con el que concluyó la Guerra
de los Siete Años. Así Francia tras unos meses de cierta vacilación, entró abiertamente en la guerra
firmando una alianza en febrero de 1778 con los colonos. Pese a sus escasas provisiones y limitado
adiestramiento, las tropas coloniales pelearon bien en general, pero podrían haber perdido la guerra
si no hubieran recibido ayuda del erario francés, de la poderosa marina francesa y de las tropas
enviadas por Francia.
Por su parte, España, aunque enseguida ayudó a los rebeldes con dinero, armas y municiones, se
mostró reacia a la intervención directa, debido al temor de Floridablanca a las consecuencias de un
conflicto armado; incluso aspiró a algo que, de momento, resultaba una verdadera utopía: la
mediación entre los contendientes. Los objetivos españoles en América eran expulsar a los
británicos tanto del golfo de México como de las orillas del Misisipi y conseguir la desaparición de
sus asentamientos en América Central.
Después de 1778, la lucha se trasladó en gran medida al sur y el conflicto ya había adquirido un
cariz internacional con la entrada de Francia. Un año más tarde la realidad se impuso y España
declaró la guerra a Inglaterra, pensando incluso en la posibilidad de invadir Gran Bretaña mediante
el concurso de una armada francoespañola, plan que resultó inviable. Para su entrada abierta en el
conflicto el gobierno español había firmado el llamado tratado de Aranjuez, acuerdo secreto con
Francia sellado en Aranjuez recién el 12 de abril de 1779, por el cual España conseguía una serie de
concesiones a cambio de unirse a Francia en la guerra. Ésta prometió su ayuda en la recuperación de
Menorca, Mobile, Pensacola, la bahía de Honduras y la costa de Campeche y aseguró que no
concluiría paz alguna que no supusiera la devolución de Gibraltar a España. Esto provocó que los
británicos tuvieran que desviar a Gibraltar tropas destinadas en un principio a las colonias.
Los puertos de Toulon y Brest, en Francia, que estaban bloqueados por los británicos, fueron
desbloqueados por la falta de efectivos de los británicos. Con los puertos atlánticos abiertos, los
60
franceses pudieron llevar tropas a América al mando de La Fayette y de Rochambeau, siendo esta
ayuda de gran importancia para los colonos, como se señaló más arriba.
Más tarde Holanda también se unirá a la coalición formada por España y Francia, con ambiciones
de ganar posiciones por el dominio de los mares.
En 1781, 8.000 soldados británicos al mando del general Charles Cornwallis fueron rodeados en
Virginia, el último reducto, por una flota francesa y un ejército combinado franco-estadounidense al
mando de George Washington de 16.000 hombres. Tiene lugar así la batalla de Yorktown.
Cornwallis se rindió, y poco después el gobierno británico propuso la paz. Murieron 156 británicos,
52 franceses y 20 independentistas, siendo los últimos en caer en la Guerra de la Independencia.
En los restantes frentes entre 1779 y 1781, España sitió Gibraltar, una vez más infructuosamente, y
se iniciaron una serie de campañas en América contra distintos puntos estratégicos del golfo de
México en manos británicas, en la mayor parte de los casos coronadas por el éxito (Pensacola). Por
otro lado, una exitosa expedición a Menorca permitió la recuperación de la isla en febrero de 1782.
El Tratado de París o Tratado de Versalles se firmó el 3 de septiembre de 1783 entre Gran Bretaña y
Estados Unidos y puso término a la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. El cansancio
de los participantes y la evidencia de que la distribución de fuerzas, con el predominio inglés en el
mar, hacía imposible un desenlace militar, condujo al cese de las hostilidades.

El tratado de París de 1783 (la Paz de Versalles) [editar]


Artículo principal: Tratado de Versalles (1783)
• Se reconocía la independencia de Estados Unidos de América y otorgó a la nueva nación
todo el territorio al norte de Florida, al sur del Canadá y al este del río Misisipi. El paralelo
32º se fijaba como frontera norte. Gran Bretaña renunció, asimismo al valle del Ohio y dio a
Estados Unidos plenos poderes sobre la explotación pesquera de Terranova.
• España mantenía los territorios recuperados de Menorca y la Florida oriental y occidental.
Por otro lado recuperaba las costas de Nicaragua, Honduras (Costa de los Mosquitos) y
Campeche. Se reconocía la soberanía española sobre la colonia de Providencia y la inglesa
sobre Bahamas. Sin embargo, Gran Bretaña conservaba la estratégica posición de Gibraltar
(Londres se mostró inflexible, ya que el control del Mediterráneo era impracticable sin la
fortaleza de la Roca).
• Francia recuperaba la mayoría de sus islas en las Antillas, además de las plazas del río
Senegal en África.
• Holanda recibía Sumatra, estando obligada a entregar Negapatam (en la India) a Gran
Bretaña y a reconocer a los ingleses el derecho de navegar libremente por el Índico.
• Gran Bretaña mantenía a Canadá bajo su Imperio, a pesar de que los estadounidenses
trataron de exportar a tierras canadienses su revolución.
• Finalmente, se acordó el intercambio de prisioneros.
En general los logros alcanzados pueden juzgarse como favorables para España y en menor medida
para Francia a pesar del elevado coste bélico y las pérdidas ocasionadas por la casi paralización del
comercio con América, un pesado lastre que gravitaría sobre la posterior situación económica
francesa. Por otra parte, el triunfo de los rebeldes estadounidenses sobre Inglaterra no iba a dejar de
influir en un futuro próximo sobre las colonias españolas. Esta influencia vino por distintos
caminos: la emulación de lo realizado por comunidades en similares circunstancias, la solidaridad
de los antiguos colonos con los que aún lo eran, la ayuda de otras potencias interesadas en la
desaparición del imperio colonial español, etc. Estos aspectos se manifestaron de un modo claro
durante las Guerras Napoleónicas.

61
La nueva constitución [editar]
Véase también: Constitución de los Estados Unidos de América
Una vez conquistada la independencia resultó muy complicado poner de acuerdo a todas las
antiguas colonias. En 1787, 55 representantes de las antiguas colonias se reunieron en Filadelfia con
el fin de redactar una constitución. Se creaba así un único gobierno federal, con un presidente de la
república y dos cámaras legislativas (Cámara de Representantes y Senado). Esta constitución estaba
inspirada en los principios de igualdad y libertad que defendían los ilustrados franceses y se
configuró como la primera carta magna que recogía los principios del liberalismo político
estableciendo un régimen republicano y democrático. La independencia y democracia
estadounidense causó un notable impacto en la opinión y la política de Europa

Tema VI.- La revolución Industrial

1. Introducción
- A principios del XVII ciertas regiones de Europa habían acumulado concentraciones considerables
de industria rural.
- En los años 60 del presente siglo se creó un término que describía este proceso:
protoindustrialización.
- Fue empleado por primera vez para referirse a la industria de lino de Flandes).
- Las características principales de esta protoindustria las constituyen.
1. La existencia de trabajadores dispersos.
2. Empresarios urbanos que les proporcionan las materias primas y venden su producción en
mercados lejanos.
3. Los trabajadores deben comprar al menos, una parte de sus medios de subsistencia.
4. Suelen referirse a los bienes de consumo, especialmente textiles.
- Alrededor de 1770 se producen "revoluciones" en todos los sectores, dando lugar a nuevas estructuras
de la economía.
- El nacimiento de la expresión revolución industrial y su uso ha dado lugar a importantes
controversias entre los autores.
- Se empleó para describir el periodo de la historia británica que fue testigo de.

Aplicación de la maquinaria en industrias textiles.

Introducción de la máquina de vapor.

Triunfo del sistema de producción fabril.
- Se atribuyó su paternidad a PAUL MANTOUX, cuya tesis tenía el título La revolución industrial en
Inglaterra en el siglo XVIII
- Señalaba que ARNOLD TOYNBEE había publicado en 1884 Lectures on the industrial revolution.

62
2. La revolución industrial
2.1 La industria antigua
- Estaba muy dispersada (familias, aldeas, pequeños talleres).
- Había muy pocas fábricas grandes y la producción era limitada.
- Lo esencial de los capitales industriales y la mano de obra, se concentraban en las industrias de
consumo, especialmente en las textiles.

2.2 Características de la industria moderna.


- Disminución del papel de la agricultura aunque su producción aumenta debido a la introducción de
mejoras en ella: maquinaria, obreros...
- Elevada proporción de mano de obra ocupada en el sector terciario.
- Nacimiento del sector secundario (minería, manufacturas y construcción).
- Esta transformación se hizo patente por primera vez en Inglaterra, de ahí que se haya definido a Gran
Bretaña como "la primera nación industrial".
- CAMERON rechaza el término "revolución industrial" por considerarlo inexacto y equívoco.
- Cree que distrae la atención de otros tipos de revolución en la Europa continental con su empleo.
- Emplea la definición de "nacimiento de la industria moderna".
- Característica concretas que la diferencian de la "industria premoderna":
1. El uso extensivo de maquinaria mecánica.
2. Introducción de nuevas fuentes de energía inanimadas, especialmente los combustibles fósiles.
3. Uso generalizado de materias que normalmente no se encuentran en la naturaleza.

2.3 ¿ Cuáles son las causas de la revolución industrial?


- Para CLAUDE FOHLEN, autor de Qu'est-ce que la révolution industrielle? existen dos tipos de
factores que propiciaron esta revolución.

2.3.1 Factores endógenos.


2.3.1.1 Técnica y tecnología, invento e innovación.
- Para Fohlen sin progreso técnico no puede existir industria.
- Acepta que en el Antiguo Régimen, aunque se utilizaban técnicas rudimentarias se habían hecho
avances técnicos (molino de agua, timón de codaste).
- Para que se produzca la revolución industrial lo que interesa no es el invento sino la innovación, es
decir, su aplicación efectiva en sector industrial.
- Para corroborar su aserto Fohlen pone varios ejemplos prácticos.

2.3.1.1.1 Innovaciones en la industria textil.


- Invención de la lanzadera volante por John Kay, un fabricante de cardas en 1733. . - Este "aparato",
denominado "jenny", permitía hilar varios hilos a la vez, en lugar de uno sólo.
- Invención del bastidor para hilar de Richard Arkwright.
63
- Llegó, sin embargo, a su máxima funcionalidad con Crompton, que combinó las ventajas de la
"jenny" con las del bastidor en un aparato denominado "mula".
- Estas innovaciones transformaron la industria textil, pero fue la aparición de la máquina de vapor, la
que proporcionó un motor a la industria moderna.
- Respecto con las innovaciones de siglos anteriores, las del XVIII se diferenciaban en la necesidad de
una fuerza motriz capaz de moverlas.
- Existía la posibilidad de utilizar para dicho fin la energía hidráulica, algo que hicieron muchas nuevas
industrias textiles.
- Sin embargo, la aplicación de la máquina de vapor supuso un corte radical con todo sistema empleado
hasta entonces.

2.3.1.1.2 La máquina de vapor.


- En 1769 James Watt obtiene su patente de máquina de vapor.
- A comienzos del siglo XIX Gran Bretaña es la gran productora y exportadora de estas máquinas.
- La principal fuente de energía de las máquinas de vapor es el carbón.
- En este aspecto Gran Bretaña pronto se pondrá a la cabeza, al tiempo que su producción de carbón
mineral (hulla) conoce un importante aumento.

2.3.1.2 Acumulación de capital e inversiones.


- Partiendo de la existencia de unas ideas era imprescindible la aportación de grandes cantidades de
capital.
- Hasta el siglo XVIII había muy poca necesidad de capitales, dirigiéndose principalmente hacia la
tierra.
- Las primeras innovaciones no requirieron importante inversión, las siguientes ( máquina de vapor),
debieron ser financiadas.
- La situación plantea dos preguntas.
¿Cómo se realizaron las inversiones?
¿Por qué se invirtió en la industria y no en otros sectores?
- El origen de los capitales ha dado lugar a un debate, resumido por ASTHON.
1. Hay quienes afirman que procedían de la tierra.
2. Otros que su origen fue el comercio ultramarino.
3. Otros pretenden haber descubierto, en el interior del país un flujo desde industrias secundarias hasta
las principales.
- Los dos primeros serían los principales.
- El siglo XVIII fue un periodo de gran prosperidad económica, basada en el comercio colonial, y en el
incremento de la producción agrícola.
- El comercio de las Islas o de las Indias, orientales u occidentales, permitía considerables beneficios.
- Sin embargo, no es cierto que estos beneficios se invirtiesen en la industria.
- Que contribuyesen a su florecimiento, es cierto, que lo provocasen, es muy improbable.
- En el origen de muchas empresas industriales, se encuentra una aportación de capitales, individuales
o familiares, de poco valor, pero suficientes.

64
- FRANÇOIS CRUZET cree que la industria británica financió ella mismo en lo esencial sus
cambios.

2.3.1.3 Función de los empresarios.


- En primer lugar hay que hacer una distinción entre un capitalista y un empresario.
- Una persona puede acaparar mucho capital, pero en lugar de invertirlo (empresario), lo atesora
(simplemente capitalista).
- ROSTOW afirma que el despegue implica la existencia de un grupo social que esté dispuesto a
aceptar las innovaciones
- Es indispensable que unas personas se den cuentan que es posible y útil realizar inversiones de
capital.
- Para que sus esfuerzos consigan un éxito aceptable, deben elegir entre las diversas direcciones que se
les ofrece a sus empresas
- La cuestión del empresario francés ha sido planteada debido sobre todo al retraso que tenía con Gran
Bretaña, por el historiador DAVID LANDES.
- Define al empresario tipo francés como un hombre de negocios que coloca su capital o en la mayoría
de los casos el de un reducido número de socios.
- Cita ejemplos de los dos sectores punta: el textil y el metalúrgico.
1. Comerciante-fabricante que se satisface con la distribución de trabajo a obreros rurales dispersos en
el campo y con la centralización de las piezas una vez tejidas.
2. En el metalúrgico, se identifica con un maestro de forjas que posee un horno y que trabaja con los
campesinos de la zona.
- Otra característica que otorga el autor al campesino francés es la de conservador lo que se traduce en.

Beneficios poco elevados, pero seguros.

Inversión reducidas en equipo.

Búsqueda de valores estables (tierra), para invertir los beneficios conseguidos.

2.3.2 Factores exógenos.


2.3.2.1 La revolución agrícola.
- Se la considera como la primera en orden cronológico.
- Se ubica en Gran Bretaña en la primera mitad del siglo XVIII.

2.3.2.1.1 El antiguo régimen


La rotación trienal era la técnica básica.
1701 1702 1703
Primera hoja: Trigo Avena Barbecho
Segunda hoja: Avena Barbecho Trigo
Tercera hoja: Barbecho Trigo Avena
- Lo que más se cultivaba eran cereales, pocas plantas de raíz, entre las cuales la patata era muy rara.
- Había poco ganado, poco estiércol, y en consecuencia, bajo rendimiento agrícola.
- A menudo se practicaba el policultivo.
65
- Herramientas de trabajo arcaicas, el arado sólo constaba de una reja de madera, sin tren delantero.

2.3.2.1.2 La revolución de la agricultura.


Consiste en la supresión de la rotación trienal y en la desaparición de los barbechos.
- La innovación fundamental es la alternancia de cereales con plantas destinadas en general al ganado.
- Se caracterizó por ser:
2.3.2.1.2.1 Obra de una minoría.

- Minoría, cuya magnitud e influencia era netamente mayor en Gran Bretaña que en Francia.
- Se trata de innovaciones de grandes propietarios rurales, de economistas, de agrónomos apasionados.
2.3.2.1.2.1.1 JETHRO TULL.
- Propietario rural. Convencido de la necedad de ventilar y pulverizar el suelo por medio de múltiples
labores,
- Rechazaba el empleo del estiércol y cualquier tipo de abono, así como la rotación de los cultivos.
- Fue un sembrador de pipiragallo con una sembradora de su invención.
2.3.2.1.2.1.2 CHARLES TOWNSHEND.
- Abandonó una importante carrera como diplomático por sus tierras en Norfolk.
- Pasaron de ser un erial pantanoso a convertirse en un dominio productivo
- Abonó con marga, cultivó naba, la rotación cuadrienal (forraje, trigo, cebada o avena).
- Los granjeros de Norfolk lo imitaron y se enriquecieron.
2.3.2.1.2.1.3 ROBERT BAKEWELL.
- Ejerció una mayor influencia con su granja de Disley (Leicester).
1. Praderas de siega.
2. Canales de irrigación.
3. Selección de ganado para carne.
2.3.2.1.2.1.4 THOMAS COKE.
- Combina las técnicas de sus antecesores.

Las tierras arenosas son margadas y estercoladas.

Sembradas con sembradoras mecánicas.
 Se asocia el trigo a las nabas, a las patatas, a la remolacha para alimentar un poderoso rebaño
que está en los establos.
2.3.2.1.2.1.5 ARTHUR YOUNG.
- En sus viajes por Francia y Gran Bretaña, anota importantes innovaciones, como es el uso correcto de
los forrajes, la sustitución del barbecho por maíz.
2.3.2.1.2.2 Extensión de las superficies cultivadas.

- El segundo aspecto fue la conquista de nuevas tierras cultivables.


- Se recurrió para ello a dos medios.
1. La roturación de bosques, el drenaje de pantanos, el cultivo de eriales.
2. La supresión del barbecho. En lugar de facilitar un descanso a la tierra producía mayor agota-
66
miento, y cederá el puesto a plantas forrajeras.
- Consecuencia: mejora de la calidad de las tierras y el rendimiento de los cereales.
- El progreso de los forrajes permitió alimentar en mejores condiciones al ganado.
- De aquí deriva un progreso en la calidad y la cantidad de carne productos lácteos, y una mayor
cantidad de estiércol para abonar las tierras.
- Por último se incorporan cultivos nuevos que en el siglo XIX tendrán un éxito generalizado: la
remolacha azucarera y la patata.
2.3.2.1.2.3 El individualismo agrario.

- El cultivo continuo de los suelos, las nuevas roturaciones reducen mucho la trashumancia de los
ganados y los pastos de común.
- Todo el sistema de openfield se ve afectado, atacado y corroído por la concentración parcelaria.
- Estos avances se producen a un ritmo lento ya que el procedimiento para conseguir un Acta de
enclosure es complicado y oneroso, al menos hasta el año 1801.
- La Iglesia, que ve disminuir sus ingresos con cada enclosure será directa responsable de esta
situación.

2.3.2.1.3 Conclusiones.

2.3.2.1.3.1 PAUL BAIROCH.

- La revolución agrícola tuvo más y mejores rendimientos


-Utilizó menos mano de obra.
- Permitió alimentar las concentraciones obreras de las nuevas manufacturas.
2.3.2.1.3.2 FRANÇOIS CROUZET.

- No hay anterioridad de la revolución agrícola sobre la revolución industrial.


- Hay paralelismo e imbricación estrecha de ambas revoluciones.
2.3.2.1.3.3 T.S ASHTON.

- Las innovaciones no se adoptaron en una escala tan grande como para que se pueda hablar de una
revolución agraria o agrícola.

2.3.2.2 El crecimiento de la población.


- Se considera uno de los factores más importantes en el proceso industrializador.
- Algunos autores surgieren la eterna pregunta ¿el aumento de población puede ser considerado causa o
consecuencia de la industrialización?
- Esta dificultad se plantea en Gran Bretaña, Alemania y Estados Unidos.
- El aumento de población se debió a la diferencia entre mortalidad y natalidad en los dos primeros y a
la emigración en el tercero.
- Fijémonos en el crecimiento británico.
- ¿Se trata de una disminución de la mortalidad o de un alza de la natalidad, por razones todavía
ignoradas?
- Hasta 1950 se respondía con un descenso de la mortalidad como efecto de dos factores.
- La mejora de las condiciones sanitarias.

67
- Los progresos de una alimentación más variada y racional. G.T GRIFFITH, M.C BUER y T.H
MARSALL,
- Las investigaciones de K.H CONELL en 1950 sobre la población irlandesa proporcionan una nueva
visión del problema.
- No descubrió un descenso de la mortalidad sino que la tasa de natalidad era más flexible de lo que se
había supuesto.
- MCKEOWN y BROWN afirmaban que los avances en medicina no habían sido tan grandes:
Los hospitales estaban en las ciudades y sólo llegaban a un pequeño sector de la población.
Los progresos médicos datan del siglo XVIII.
- Esta disminución de la mortalidad es explicada por una mejora del medioambiente.
-Las ultimas investigaciones demuestran que fue el despegue de la revolución inglesa la que permitió
un crecimiento de la población, y no al contrario.
- El desarrollo de comercio y la industria facilitaron la adquisición de bienes que mejoraron las
condiciones de vida de la población.

2.3.2.3 La acción del Estado.


- Puede actuar como apoyo o freno al despegue, dependiendo sus dirigentes están o no a favor de los
cambios.
- En Gran Bretaña las instituciones corporativas habían entrado en decadencia desde el siglo XVIII.
- En estos momentos los gremios habían perdido su poder, y con ello, las ciudades dejaron de
intervenir en la vida económica y social.
- A pesar de seguir existiendo, los gremios no pudieron impedir el triunfo de la revolución industrial.
- En el continente existía una legislación restrictiva y fue necesaria la intervención del estado para
modificarla en sentido favorable al despegue industrial.
- Aunque esta es una materia hasta el momento poco conocida.

3. La revolución de los transportes.


3.1 Los transportes tradicionales.
- Antes del ferrocarril los transportes tenían su fuerza motriz en los animales, o en las fuerzas naturales.
- Esto producía una gran lentitud de desplazamiento, incremente de los gastos aumentados por la
inseguridad de los caminos y la frecuencia de los accidentes.

3.2 La revolución de los transportes.


- Con las nuevas innovaciones los industriales buscan una solución para este problema.
- Atravesarán varias etapas.

1750-1820.
- Se intenta mejorar los medios de transporte que se conocen.
- Ensayos de adaptación de la máquina de vapor a los transportes terrestres, sin ningún éxito.

1825-1850.

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- Se observa una gran abundancia de inventos, lo que nos permite hablar revolución. Tendrá varios
ámbitos:

3.2.1 La navegación.
- Infructuosos en el siglo XVIII.
- A comienzos del siglo XIX Fulton crea una embarcación a vapor para la navegación, no sólo por río
sino por mar.
- La aplicación del hierro terminaría por revolucionar la navegación.
- En 1832 se prueba en el Canal de la Mancha el primer buque de este tipo; y en 1838 se pone en
servicio el primer paquebote.

3.2.2 Los ferrocarriles.


- Creado por Robert Stevenson.
- El éxito de la línea Liverpool-Manchester desencadenará una fiebre en la construcción y de
especulaciones.

3.2.3 Consecuencias de estos avances.


- Estos nuevos avances permitirán a la agricultura encontrar nuevos mercados y vender a distancia
mercancías frágiles,
- Permitirá a las ciudades alimentarse sin crisis de abastecimiento,
- Posibilitará los industriales concentrar sus empresas.
- Los suministros de carbón y materia primas se realizarán en forma regular y a bajo precio.
- Para los viajeros, el precio de un billete se reduce a la mitad.
- Por otro lado los ferrocarriles absorben gran cantidad de hierro, madera y carbón.

4. El marco institucional.
- El marco institucional de la actividad económica en el XIX es Europa.
- Proporcionó un amplio margen de acción a la iniciativa y a la empresa privada.
- Permitió la libre elección de la ocupación y la movilidad geográfica y social.
- Se apoyaba en la propiedad individual y en la norma legal, e hizo hincapié en el uso de la
racionalidad y la ciencia para la consecución de los fines materiales.
- Ninguno de estos elementos era nuevo en el XIX, pero su yuxtaposición y su reconocimiento hicieron
de ellos poderosos colaboradores.

4.1 Bases jurídicas.


- La Ley común en Gran Bretaña, que después pasaría a Estados Unidos.
- Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano.
- Código civil de Napoleón en 1804.
- Código de comercio francés de 1807.

69
4.2 Pensamiento y política económica.
- Los fisiócratas, a la altura de 1760-70 habían empezado a ensalzar las virtudes de la libertad
económica y la competencia.
- En 1776 Adam Smith en su obra La riqueza de las naciones realizó una auténtica declaración de
independencia económica individual.
- Además del libre comercio, los principios del liberalismo económico exigían una reducción del papel
del Estado.
- Todo ello creó el mito del laissez faire.
- Aunque ese liberalismo también tenía sus partidarios en el continente no consiguieron el mismo grado
de aceptación que los británicos.

4.3 Diversidades nacionales.


-Se puede considerar el proceso de industrialización desde tres puntos de vista:
1. Como fenómeno europeo (incluye Estado Unidos, su cultura es europea).
2. Como fenómeno regional (situado dentro de una sola nación, por ejemplo el condado de
Lancaster en Inglaterra).
- Para muchos historiadores este enfoque es el más satisfactorio.
3. En términos de economías nacionales (es la visión más comercial).
- Hay que destacar que los tres enfoques no se excluyen entre sí.

4.4 Los primeros países industrializados.


4.4.1 Gran Bretaña.
- Al finalizar las guerras napoleónicas era el principal país industrial del mundo y también la primera
nación comercial.
- Hacia 1870, si bien siguió aumentando la producción y el comercio total, fue perdiendo su primacía.
- Las bases de la primitiva prosperidad de Gran Bretaña (tejidos, carbón, hierro y mejoras técnicas)
seguían siendo pilares fundamentales de su economía.
- En tejidos y carbón conservó su hegemonía, pero en la producción metalúrgica pronto se vio
superado por Estados Unidos y Alemania.
- El ferrocarril se convirtió en la palanca de su desarrollo.
- La necesidad interna y externa de exportar equipos y capital proporcionó un fuerte estímulo a su
economía.
- Otro estímulo importante fue el de la industria de construcción naval.
- Se pasó de la vela al vapor y en lugar de emplear madera en la fabricación de barcos se comienza a
utilizar hierro y más tarde acero.
- Causas del ocaso inglés.

Técnicas:
- Precios relativos de las materias primas.
- Condiciones comerciales.

70
- Porcentajes y modelos de inversión.

Dificultad de acceso a las materias primas y a los recursos naturales.

Fracaso empresarial.

Atrasado sistema educativo.

Política arancelaria de las otras naciones.
- A pesar de todas estas vicisitudes, la renta real per cápita de los ingleses aumentó un 2'5 entre 1850 y
1919.

4.4.2 Estados Unidos.


- Fue el ejemplo más espectacular de un crecimiento económico nacional rápido.
- Experimentó un incremento demográfico importante gracias al crecimiento natural y a la llegada de
inmigrantes.
- Ello favorecerá la existencia de una abundante mano de obra para trabajar.
- La renta y la riqueza crecieron todavía más rápidamente que la población.
- La abundancia de tierra y la riqueza de recursos naturales.
- La mayor tasa de crecimiento se responde por el progreso tecnológico más rápido y la creciente
especialización regional.
- Ofrecía, además, un gran mercado doméstico, virtualmente libre de barreras comerciales artificiales.
- Para sacarlo partido necesitaba una vasta red de transportes.
- El ferrocarril desempeñó aquí, al igual que en Europa un importante papel.
- A pesar de este desarrollo industrial, en el siglo XIX Estados Unidos continuaba siendo un país
eminentemente rural.

4.4.3 Bélgica.
- Fue la primera región de la Europa continental que adoptó plenamente el modelo de industrialización
británico.
- Se citan varios motivos que explican su temprana industrialización:
1. Su proximidad a Inglaterra.
2. Su larga tradición industrial.
3. Contaba con recursos naturales semejantes a Gran Bretaña.
4. Tecnología, empresarial y capital extranjeros y disfrutó de una situación privilegiada en ciertos
mercados extranjeros (principalmente en Francia).
5. La decisión gubernamental de construir una red de ferrocarriles a expensas del
6. Estado.
7. Una notable innovación institucional en el campo de la banca y de las finanzas.
- Hacia 1840 Bélgica era claramente el país más industrializado de la Europa continental, y seguía
muy cerca a Gran Bretaña.

4.4.4 Francia.
- Francia tuvo un modelo de crecimiento más anómalo, aunque, según CAMERON el resultado no fue
71
peor.
¿ Qué fue distinto?
1) Durante el siglo XIX Francia se caracteriza por un bajo índice de crecimiento demográfico.
2) No estaba muy provista de recursos, aunque, por ejemplo no carecía de carbón.
3) Tecnológicamente no estaba rezagada.
4) El factor institucional, aunque complejo, facilitó las cosas.
- CAMERON demuestra que el crecimiento económico moderno de Francia empezó en el siglo
XVIII.
Considerando el siglo como un todo las tasas de crecimiento, producto total, producto per cápita
fueron parecidas a las británicas.
- A finales de siglo Gran Bretaña experimentó una "revolución industrial", mientras que Francia se
encontró atrapada en la Revolución de 89.
- Para el autor aquí radica la diferencia que afectó a los rendimientos relativos de las dos economías
durante gran parte del XIX.
- La política y la economía van a la par en Francia.

Durante la época de la restauración hubo un impulso económico.
Las crisis económica y política de 1848-51 marcan una pausa en el ritmo del desarrollo
económico.
 Más tarde con la proclamación del II Imperio el crecimiento económico de Francia reanuda
su curso a un ritmo acelerado.
La guerra del 70-71 fue un desastre económico y militar, pero Francia se recobró
económicamente y dejó al mundo asombrado.

La depresión que comenzó en 1882 costó a Francia más que a cualquier otras del XIX.
 Justo antes de que el siglo terminara volvió la prosperidad que conectó con la belle époque
(años anteriores a la Primera Guerra Mundial).
- De las grandes naciones industriales, Francia fue la que contó con índices más bajos de urbanización.
- A principios de siglo Francia era la única de las naciones industriales de Europa autosuficiente y que
producía excedentes de alimentos.

4.4.5 Alemania.
- Fue el último de los países industrializados.
- Nación (conjunto de pequeños estados) rural y agraria, aunque existían pequeñas concentraciones
industriales (Rin, Sajonia, ciudad de Berlín)
- Para la 1ª Guerra Mundial era la nación más poderosa de Europa.
- La escasez de transportes y de vías de comunicación frenó el desarrollo económico.
- CAMERON divide la historia política de Alemania en tres periodos:
1. Desde principios de siglo hasta la formación del Zollverein (1833).
- Toma de contacto con lo existente en otros países
- Se crean las condiciones jurídicas e intelectuales necesarias para la unidad.
2. Desde 1833 hasta 1870, en el que se ponen los auténticos cimientos de la industrialización, las
72
finanzas y los transporte modernos.
3. Desde 1870, en el que se manifiesta claramente como una potencia.
- La clave de la rápida industrialización alemana fue el veloz crecimiento de la industria del carbón,
gracias a los importante yacimientos de Ruhr.
- En el acero el impulso fue tan grande que en 1885 ya superaba a Gran Bretaña.
- Con la creación del imperio (1871), las indemnizaciones de guerra y la victoria sobre Francia la
economía se vio fortalecida.
- Los sectores más dinámicos fueron los que producían bienes de capital o productos para el consumo
industrial.
- Destaca la industria química y la eléctrica, además del carbón, hierro y acero.
- Alemania experimentó una urbanización extremadamente rápida.
- Fue importante la estrecha relación entre la banca y la industria alemana.
- En Gran Bretaña y Estados Unidos estaba prohibidos todo tipo de monopolio, pero en Alemania eran
legales.
- Todo ello organizó la economía alemana del XIX y la preparó para ser una de las principales
potencias europeas del siglo XX.

5. La industrialización : la segunda
revolución industrial.
5.1 Características.
- Este nuevo proceso industrializador se inicia en EE.UU.
- Cambio en los métodos de trabajo con la incorporación de la electricidad, el montaje en cadena y la
automatización.

5.1.1 La electricidad.
- La principal innovación es el descubrimiento de los procedimientos para generarla, y transmitirla
(acumulador, la dínamo y el motor eléctrico).
- El descenso de los costos de producción la hace competitiva respecto al vapor y poco a poco va
sustituyéndolo.
- La búsqueda de nuevas aplicaciones caracterizará a este periodo.
- Se realizarán descubrimientos que afectarán la producción industrial y al modo de vida (Lámpara
incandescente, la radio, el teléfono...)

5.1.2 Los hidrocarburos.


- El petróleo y el gas natural son parte de los cambios industriales del siglo XX.
- Fuente de energía y materia prima de donde se obtienen nuevos productos.
- Se obtuvieron una amplia gama de productos: asfalto, parafina, butano.
- Permitieron la aparición de nuevas industrias, como la de los plásticos o las fibras textiles.

73
5.1.3 Los nuevos medios de transporte.
- El petróleo y la electricidad desarrollaron nuevos sistemas de transporte y renovaron los antiguos.
- La creación de instalaciones que fabricasen los nuevos aparatos fue el resultado industrial más
inmediato.

5.1.3.1 El automóvil.
- Su éxito responde a.
1. Utilización del motor de explosión (creado por Daimler y Benz en 1882)
2. El uso de la gasolina como combustible
3. Carácter de transporte privado en sustitución del coche de caballos.
- La formación de una industria que permitió, mediante las cadenas de montaje, una producción barata,
lo lanzó al mercado.
- Su producción ha ejercido un efecto benefactor sobre otras ramas industriales (caucho, vidrio,
materiales eléctricos, textiles y siderurgia).

5.1.3.2 El avión.
- Industria poderosa en la década de los veinte, aunque se inicia a partir de las experiencias de 1908 y
de la Primera Guerra Mundial.
- Su consagración data de la Segunda Guerra Mundial.

5.1.3.3 La construcción naval.


- Se renueva a partir de la incorporación de la turbina y de los nuevos combustibles.
- Perfeccionamiento de los cascos, buques de mayor tamaño y más veloces.
- La especialización del tipo de barcos ayuda a la ampliación de las flotas mercantes. -
Internacionalización del comercio, apertura de los canales de Suez y Panamá, y el crecimiento de las
mercancías ayudaron a la pujanza de esta rama industrial.

5.1.3.4 Ferrocarriles.
- Se sustituyen las locomotoras de vapor por otras que utilizan hidrocarburos, o se electrifican las redes.
- Esta evolución en los transportes corresponde a una nueva sociedad mercantil que ha industrializado
el comercio.

5.2 El desarrollo industrial.


- La estructura del sistema productivo industrial es diferente de la derivada por la Primera Revolución
industrial.
- Esto se refleja en lo siguiente
1. Superación de la mecanización con la especialización del trabajo dentro de la fábrica.
2. La automatización, con importante ahorro de mano de obra. Todo ello supone un elevado
incremento de la productividad o rendimientos por unidad de trabajo.
3. En el método de preparación profesional de obreros y técnicos, con un alto índice de
especialización.
4. En la proporción entre la población industrial indirecta y directamente productiva, esto es, entre los
obreros y los empleados administrativos y cuadros directos.
74
- La productividad de los nuevos sistemas permitirá producir cuantiosos bienes a precios reducidos.
- El consumo se convierte en un motor de la economía industrial.

5.3 El crecimiento de las Ramas Industriales.


- El momento de expansión de todos los sectores industriales no ha sido coincidente. - Industrias en
expansión "en flecha" o "en punta".
- Industrias "maduras", con un crecimiento lento y sostenido.
- Industrias "en crisis" que precisan de una reestructuración o cuyos bienes tienden a caer en desuso.
4. El crecimiento cíclico industrial.
- El crecimiento general no está exento de crisis cuyo origen es diverso, epro cuyo síntoma es siempre
una retracción de la demanda.
- Cuatro momentos críticos del mundo actual: guerras mundiales, la depresión de 1929 y la crisis de
1973 a raíz de la elevación de los precios del petróleo.
- Los períodos bélicos mantuvieron el crecimiento de sectores, metalúrgico ,algunos textiles,
explosivos y conservas alimenticias.
- Retrasaron otros, de tal modo que en la economía mundial se reflejó una ralentización del
crecimiento.
- Los primeros años de la posguerra son de estancamiento o retroceso.
- Una vez iniciada la reconstrucción se produce un periodo de fuerte expansión: milagros económicos.
5. Desigual industrialización y desarrollo en el mundo.
- Al finalizar el siglo XIX sólo una pequeña parte de la humanidad quedaba indirectamente afectada
por esta nueva actividad.
- En el resto del mundo los sistemas de producción y la organización social y política seguían siendo
tradicionales.
- Los países industrializados han generado bienes y riquezas con efecto multiplicador (puestos de
trabajo, más bienes y más riquezas)
– Los países retrasados en el establecimiento de industrias (ex colonias) , han mantenido un
crecimiento lento en sus economías, y por lo tanto de desarrollo.

Tema VII.- Los movimientos Sociales


1.- El Socialismo utópico

El socialismo utópico constituye la primera manifestación doctrinaria del movimiento socialista y


tuvo origen en Francia.
Las duras condiciones de la revolución industrial y la gran injusticia social que generó estimularon
la formación de un pensamiento igualitario: el socialismo utópico, llamado así por su romanticismo
e idealismo.
Sus representantes se preocupaban más por abolir las injustas diferencias sociales, que por sentar las
bases de nuevos principios económicos. El socialismo utópico tuvo así un marcado carácter
moralista y ético.
El término"socialismo utópico" fue introducido por Karl Marx para distinguir tal corriente utópica

75
del socialismo científico, basado en un análisis científico de la realidad social.

Las características fundamentales del Socialismo utópico son:


• Sociedad idealizada: creación de una sociedad ideal y perfecta, en la que el ser humano se
relacionase en paz, armonía e igualdad.
• Bases voluntarias: sus ideales habrían de llevarse a la práctica mediante la simple voluntad
de los hombres, pacíficamente.
• Crítica al capitalismo: condenaron los efectos del capitalismo, pero no investigaron sus
causas profundas.
• Acciones sociales: con el fin de paliar las injusticias y desigualdades acometieron diferentes
planes, en los que primaron la solidaridad, el cooperativismo, la filantropía y el amor
fraternal.

2.- El anarquismo
El anarquismo es una filosofía política y social que llama a la oposición y abolición del Estado
entendido como gobierno, y por extensión, de toda autoridad, jerarquía o control social que se
imponga al individuo, por considerarlas indeseables, innecesarias y nocivas.[1] [2] Sébastien Faure,
filósofo anarquista francés, dijo: «Cualquiera que niegue la autoridad y luche contra ella es un
anarquista». Bajo una formulación tan simple, pocas doctrinas o movimientos han manifestado una
tan gran variedad de aproximaciones y acciones, que no siempre fueron bien entendidos por la
opinión pública. Históricamente hablando, el anarquismo se centra en general en el individuo y en
la crítica de su relación con la sociedad, su objetivo es el cambio social hacia una futura sociedad,
en palabras de Proudhon, «sin amo ni soberano».[3]
No existe acuerdo académico en cuanto a una taxonomía de las corrientes anarquistas; algunos
hacen una distinción entre dos líneas básicas de pensamiento, individualistas y comunistas;[4]
también es común señalar las cuatro corrientes más importantes, el anarquismo individualista,
mutualismo, anarquismo comunista y anarcosindicalismo, y según algunas fuentes, también el
colectivismo.[5]
Con movimientos precursores desde la antigüedad, el punto de partida del debate doctrinal sobre un
pensamiento anarquista moderno se remonta a finales del siglo XVIII, en la obra de William
Godwin,[6] aunque el anarquismo se desarrolla en el siglo XIX a través de distintas corrientes,
dándose algunas de las experiencias libertarias más significativas a lo largo del siglo XX.[7] Tras el
declive del anarquismo como movimiento social en la década de 1940, las ideas anarquistas han
sido recuperadas y reelaboradas por estudiosos y pensadores, y han estado continuamente insertadas
en multitud de doctrinas y movimientos contemporáneos, especialmente tras su emergencia en el
contexto de los movimientos estudiantiles y antiautoritarios de la década de 1960.[8]

3.- El Marxismo
El marxismo es el conjunto de doctrinas políticas y filosóficas derivadas de la obra de Karl Marx,
filósofo y periodista revolucionario alemán, quien contribuyó en campos como la sociología, la
economía y la historia, y de su amigo Friedrich Engels, quien le ayudó en muchos de sus avances en
sus teorías.
Para distinguir la doctrina inicial de las corrientes derivadas, al marxismo propuesto por Marx y
Engels se ha denominado históricamente como socialismo científico.

76
Las raíces filosóficas del marxismo
Marx tuvo dos grandes influencias filosóficas: la de Feuerbach, que le aportó y afirmó su visión
materialista de la historia, e indudablemente la de Hegel que inspiró a Marx acerca de la aplicación
de la dialéctica al materialismo. Aunque para su trabajo de disertación doctoral eligió la
comparación de dos grandes filósofos materialistas de la antigua Grecia, Demócrito y Epicuro,
Marx ya había hecho suyo el método hegeliano, su dialéctica. Ya en 1842 había elaborado su
Crítica de la filosofía del derecho de Hegel desde un punto de vista materialista. Pero a principios
de la década del 40, otra gran influencia filosófica hizo efecto en Marx: Feuerbach. Especialmente
con su obra La esencia del cristianismo. Tanto Marx como Engels abrazaron la crítica materialista
de Feuerbach al sistema hegeliano, aunque con algunas reservas. Según Marx, el materialismo
feuerbachiano era inconsecuente en algunos aspectos, idealista. Fue en las Tesis sobre Feuerbach
(Marx, 1845) y La ideología alemana (Marx y Engels, 1846) donde Marx y Engels ajustan sus
cuentas con sus influencias filosóficas y establecen las premisas para la concepción materialista de
la historia.
Si en el idealismo de Hegel la historia era un devenir contradictorio que reflejaba el autodesarrollo
de la Idea Absoluta, en Marx son el desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de
producción las que determinan el curso del desarrollo socio-histórico. Para los idealistas el motor de
la historia era el desarrollo de las ideas. Marx expone la base material de esas ideas y encuentra allí
el hilo conductor del devenir histórico.

Influencias intelectuales en Marx y Engels


Marx y Engels se basaron en la filosofía alemana de Hegel y de Feuerbach, la economía política
inglesa de Adam Smith y de David Ricardo, y el socialismo y comunismo francés de Saint-Simon y
Babeuf respectivamente, para desarrollar una crítica de la sociedad que fuera tanto científica como
revolucionaria. Esta crítica alcanzó su expresión más sistemática en su obra más importante
dedicada a la sociedad capitalista, El capital: crítica de la economía política.
Además de las raíces mencionadas, algunos pensadores marxistas del siglo XX, como Louis
Althusser o Miguel Abensour, han señalado en la obra de Marx, el desarrollo de temas presentes en
la obra de Maquiavelo o Spinoza. También diversos sociólogos y filósofos, como Raymond Aron y
Michel Foucault, han rastreado en la visión marxista del final del feudalismo como comienzo del
absolutismo y la separación del Estado y la sociedad civil, la influencia de Montesquieu y
Tocqueville, en particular en sus obras sobre el bonapartismo y la lucha de clases en Francia.

La economía marxista
En su labor política y periodística Marx y Engels comprendieron que el estudio de la economía era
vital para conocer a fondo el devenir social. Fue Marx quien se dedicó principalmente al estudio de
la economía política una vez que se mudó a Londres. Marx se basó en los economistas más
conocidos de su época, los británicos, para recuperar de ellos lo que servía para explicar la realidad
económica y para superar críticamente sus errores.
Vale aclarar que la economía política de entonces trataba las relaciones sociales y las relaciones
económicas considerándolas entrelazadas. En el siglo XX esta disciplina se dividió en dos.
Marx siguió principalmente a Adam Smith y a David Ricardo al afirmar que el origen de la riqueza
era el trabajo y el origen de la ganancia capitalista era el plustrabajo no retribuido a los trabajadores
en sus salarios. Aunque ya había escrito algunos textos sobre economía política ( Trabajo
asalariado y capital[1] de 1849, Contribución a la Crítica de la Economía Política[1] de 1859,
Salario, precio y ganancia[1] de 1865) su obra cumbre al respecto es El Capital.
El capital ocupa tres volúmenes, de los cuales sólo el primero (cuya primera edición es de 1867)
77
estaba terminado a la muerte de Marx. En este primer volumen, y particularmente en su primer
capítulo (Transformación de la mercancía en dinero), se encuentra el núcleo del análisis marxista
del modo de producción capitalista. Marx empieza desde la "célula" de la economía moderna, la
mercancía. Empieza por describirla como unidad dialéctica de valor de uso y valor de cambio. A
partir del análisis del valor de cambio, Marx expone su teoría del valor, donde encontramos que el
valor de las mercancías depende del tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlas. El
valor de cambio, esto es, la proporción en que una mercancía se intercambia con otra, no es más que
la forma en que aparece el valor de las mercancías, el tiempo de trabajo humano abstracto que
tienen en común. Luego Marx nos va guiando a través de las distintas formas de valor, desde el
trueque directo y ocasional hasta el comercio frecuente de mercancías y la determinación de una
mercancía como equivalente de todas las demás (dinero).
Así como un biólogo utiliza el microscopio para analizar un organismo, Marx utiliza la abstracción
para llegar a la esencia de los fenómenos y hallar las leyes fundamentales de su movimiento. Luego
desanda ese camino, incorporando paulatinamente nuevo estrato sobre nuevo estrato de
determinación concreta y proyectando los efectos de dicho estrato en un intento por llegar,
finalmente, a una explicación integral de las relaciones concretas de la sociedad capitalista
cotidiana. En el estilo y la redacción tiene un peso extraordinario la herencia de Hegel.
La crítica de Marx a Smith, Ricardo y el resto de los economistas burgueses residen en que su
análisis económico es ahistórico (y por lo tanto, necesariamente idealista), puesto que toman a la
mercancía, el dinero, el comercio y el capital como propiedades naturales innatas de la sociedad
humana, y no como relaciones sociales productos de un devenir histórico y, por lo tanto,
transitorias. Junto con la teoría del valor, la ley general de la acumulación capitalista, y la ley de la
baja tendencial de la tasa de ganancia, son otros elementos importantes de la economía marxista.

Análisis de clases [editar]


Los marxistas consideran que la sociedad capitalista se divide en clases sociales, de las que toman
en consideración principalmente dos:
• La clase trabajadora o proletariado: Marx definió a esta clase como «los individuos que
venden su mano de obra y no poseen los medios de producción», a quienes consideraba
responsables de crear la riqueza de una sociedad (edificios, puentes y mobiliario, por
ejemplo, son construidos físicamente por miembros de esta clase; también los servicios son
prestados por asalariados). El proletariado puede dividirse, a su vez, en proletariado
ordinario y lumpenproletariado, los que viven en pobreza extrema y no pueden hallar trabajo
lícito con regularidad. Éstos pueden ser prostitutas, mendigos o indigentes.
• La burguesía: quienes «poseen los medios de producción» y emplean al proletariado. La
burguesía puede dividirse, a su vez, en la burguesía muy rica y la pequeña burguesía:
quienes emplean la mano de obra, pero que también trabajan. Éstos pueden ser pequeños
propietarios, campesinos terratenientes o comerciantes.

Para el marxismo, el comunismo sería una forma social en la que la división en clases habría
terminado, la estructura económica sería producto de «la asociación de los productores libres», y la
producción y distribución de los bienes se efectuaría según el criterio «de cada cual de acuerdo a su
capacidad; para cada cual según sus necesidades».

El marxismo y la religión [editar]


El marxismo ha sido tradicionalmente opuesto a todas las religiones. Marx escribió al respecto que
"el fundamento de la crítica irreligiosa es: el ser humano hace la religión; la religión no hace al
hombre" y la frase cuyo final se haría célebre:

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La miseria religiosa es, por una parte, la expresión de la miseria real y, por la otra, la protesta contra
la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin
corazón, así como es el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio del pueblo.[2]
La referencia al opio ha prestado a una interpretación vulgar ya que éste no es -como suele
suponerse- un estupefaciente ni tampoco un alucinógeno, sino un narcótico analgésico. Este
equívoco del lector contemporáneo ha derivado en una confusión frecuente respecto de la sentencia
marxista. La cita completa revela el por qué de la referencia a un opiáceo: jamás pretende que la
religión se considere una forma de degradación intelectual ni tampoco una mera ilusión generada
por las clases dominantes (interpretación no marxista que suprimiría la idea que éste tenía de la
ideología, esto es, la ilusión de universalidad dentro de cada clase), sino que la religión sea, por el
contrario, el anestésico necesario de la sociedad entera frente a la alienación social y de las clases
oprimidas frente a sus condiciones materiales de existencia. En Marx, la crítica de la religión no es
una defensa del ateísmo, sino la crítica de la sociedad que hace necesaria a la religi La supresión de
estas condiciones y la realización plena de la comunión humana se desvincula de la condición
biológica, proyectándose "al cielo" como intervención divina en una parusía futura, particularmente
en el especial caso del cristianismo,[3] en vez de construirse políticamente mediante la abolición de
la propiedad privada y la división del trabajo. El fundamento filosófico del rechazo marxista de la
religión ha estado vinculado al desarrollo del materialismo dialéctico por parte de Engels y Lenin.
En cualquier caso, ha habido diversos teóricos que consideran que ser marxista y religioso es
compatible. Dentro de ellos se puede señalar al irlandés James Connolly y a diversos autores dentro
de la teología de la liberación como Camilo Torres y Leonardo Boff. Pero la crítica teórica hacia
cualquier religión se basa en que ésta es concebida como el resultado de la producción de la
superestructura de la sociedad, es decir, de la fabricación de ideas ideológicas que se hace una
sociedad sobre sus propios modos de producción económicos. Así, la religión siempre es una
concepción de ideas políticas que tienden a reafirmar la estructura económica existente. Los textos
marxistas donde se puede encontrar información sobre la concepción marxista de la religión son: La
ideología alemana de Marx y Engels, y La filosofía como arma de la revolución de Louis Althusser.
Marx describe a la religión como un ente alienador, el cual le pone como meta alcanzar a Dios,
situación imposible para un humano pues Dios es la esencia humana deificada, es decir: la
humanidad le ha dado sus mejores características a Dios. La religión haría conformista al hombre y
lo obligaría a no luchar en este mundo, pues este es solo un preludio del verdadero. La síntesis
cristiano-marxista de los teólogos de la liberación replica que el marxismo no implica este aserto y
que, de ser así, también las clases dominantes impregnadas de espíritu religioso serían conformistas
respecto de su existencia material e incluso serían pasivas frente a un conflicto con otras clases
sociales. Para estos, en cambio, la religión -y en particular la cristiana- siempre exige una lucha en
este mundo en función de una comunidad religiosa: sea con o sin clases dependiendo de cómo se la
entienda políticamente. Debe recordarse que para el catolicismo la resurrección es el regreso al edén
en la tierra y que, aunque dependa de Dios, ningún esfuerzo individual tendría sentido si estuviera
coronado por una muerte sin retorno (incluso si la realización plena de la humanidad pudiera
hacerse sólo socialmente y no biológicamente como en la resurrección cristiana), ya que la
salvación de cada hombre de acuerdo a su esfuerzo dentro del alienado mundo presente sólo puede
ser asegurado con la eternidad y la participación en el mundo venidero. Esto es igualmente cierto
tanto para el ideario de autorrealización personal de la derecha cristiana (calvinista o al menos
reconciliada con la burguesía), como para la lucha de clases de la izquierda cristiana (marxista o
no), como para las originarias posiciones ascéticas y apolíticas del cristianismo primitivo. Estas
últimas en particular dieron forma estamental a la dicotomía interna entre la vida económica y la
religiosa del occidente medieval extramundano y a su peculiaridad histórica de fusión entre
"sociedad civil" y "sociedad política" descrita con atención por Marx en su obra Sobre la cuestión
judía, cuya visión llegaría, junto con la opuesta de Nietzsche, a Max Weber, y que entroncaría en el
debate marxista-weberiano sobre la influencia económica de la religión.

79
En su versión más ortodoxa, la interpretación marxista de la religión sería la de una forma de
alienación cuya consecuencia para el hombre sería perder sus virtudes para adjudicárselas a un
inventado ser supremo. Según Karl Marx, esto es lo que ocurriría en particular con la religión
monoteísta: el hombre toma toda virtud que posee y toda idealización metafísica posible, y se la
atañe a un ser supremo de su propia creación, devaluándose a sí mismo y dedicando su ser y propio
destino a su voluntad y una trascendencia irreal posibilitada por su existencia.
4.- El Feminismo
El feminismo es un movimiento ideológico y político que aspira a una igualdad de los derechos de
las mujeres con los de los hombres. Para ello elabora un conjunto de teorías sociales y ejecuta
diversas prácticas políticas en abierta crítica de relaciones sociales históricas, pasadas y presentes,
teniendo en cuenta la experiencia femenina. La variedad y heterogeneidad de estas teorías y
prácticas es tal que a la hora de analizarlas es más común hablar de feminismos, en plural. En
general, los feminismos realizan una crítica a la desigualdad social de las mujeres frente a los
varones, y reclaman la eliminación del sentimiento de inferioridad con respecto al hombre. Las
teorías feministas cuestionan la relación entre sexo, sexualidad y el poder social, político y
económico.
A pesar de que muchas personas líderes feministas han sido mujeres, no todas las mujeres son
feministas y no todas las personas feministas son mujeres. Algunas feministas consideran que los
hombres no deberían tomar posiciones de liderazgo dentro del movimiento, pero la mayoría aceptan
el apoyo de los varones.
El feminismo como movimiento social ha sido principalmente visibilizado como un movimiento de
las sociedades occidentales en el siglo XX, si bien sus raíces vienen de mucho antes. Se crea a partir
de la conciencia acerca de las desigualdades causadas por los géneros y de la búsqueda de la justicia
social. Existen diversas formas del feminismo, como teoría, como práctica, como conciencia, como
movimiento social internacional, nacional y local.
Algunos de los distintos feminismos son el feminismo cultural, el feminismo radical, el
ecofeminismo, el anarcofeminismo, el feminismo de la diferencia, el feminismo marxista, el
feminismo separatista, el feminismo filosófico, el feminismo cristiano, el feminismo islámico y el
feminismo crítico.

Historia [editar]
La historiadora Gerda Lerner ubica el nacimiento del patriarcado como un suceso histórico en el
que se documenta el principio de la subordinación de las mujeres a través de los sistemas políticos,
legales, culturales, religiosos y sociales. También documenta las diversas evidencias de la existencia
de una conciencia feminista a través de milenios en distintas sociedades del mundo y de la historia.
Al recopilar estos escritos llega a la conclusión de que el proceso histórico documentado y
transmitido como la historia universal no afecta de igual manera a los varones y a las mujeres. El
conocimiento desarrollado a través de siglos por mujeres con conciencia feminista fue truncado una
y otra vez. Las mujeres que reclamaban la subordinación o que se comportaban fuera de los
esquemas de asignados a su sexo, eran y fueron marginadas. La falta de enseñanza a las mujeres
sobre los logros de aquellas que fueron exitosas a través de la historia, es uno de los factores que
han contribuido a la opresión de las mismas. Así, fue en el siglo XIX cuando la conciencia feminista
se empezó a transmitir a otras mujeres y, se inicia el feminismo como movimiento social y
político.[1]

Los primeros ensayos sobre 'la cuestión de la mujer' criticaban el rol restrictivo de la mujer, pero no
señalaban culpables de las desventajas de la mujer ni sobre los hombres. El trabajo de Mary
Wollstonecraft Vindicación de los derechos de la mujer, es uno de los pocos escritos antes del siglo

80
XIX que puede ser llamado feminista sin temor a una ambigüedad. Bajo estándares modernos, su
metáfora de la mujer como nobleza, élite de la sociedad, mimada, frágil y tendiente a la pereza
intelectual y moral, suena como un argumento masculino. Wollstonecraft creía que ambos sexos
contribuyeron a esta situación y tomaba por sentado que la mujer tenía poder considerable sobre el
hombre. En 1791 Olympe de Gouges hizo la "Declaración de los Derechos de la Mujer y la
Ciudadana" ,como contra partida a los "Derechos del Hombre y el Ciudadano" creados tras la
Revolución Francesa.
A menudo se afirma que el feminismo nació a fines del siglo XVIII y principios del XIX, cuando la
gente comenzó a percibir que la mujer es oprimida en una sociedad machista (ver patriarquía). El
movimiento feminista tiene sus raíces en Occidente y especialmente en el movimiento de reforma
del siglo XIX. El movimiento organizado data de la fecha de la primera convención por los
derechos de la mujer, en Nueva York en el año 1848. Más de un siglo y medio más tarde, el
movimiento ha crecido y ha adoptado diversas perspectivas en cuanto a lo que constituye la
discriminación contra la mujer. Los primeros feministas son a menudo llamados 'la primera ola' y,
luego de 1960, 'la segunda ola'. También es destacada la Declaración de Seneca.[2]

Relación con otros movimientos [editar]


Las feministas en general tienen un acercamiento holístico hacia la política, creyendo en las
palabras de Martin Luther King, "una amenaza a la justicia en cualquier lugar es una amenaza a la
justicia en todo lugar". Siguiendo dicha creencia, las feministas usualmente apoyan otros
movimientos como el movimiento por los derechos civiles, el movimiento pacifista y el
movimiento por los derechos de los y las homosexuales. Al mismo tiempo muchas feministas
negras, como Angela Davis, critican que el movimiento feminista es dominado por mujeres blancas.
Algunos feminismos muestran su preocupación por el movimiento transexual, ya que desafía las
distinciones entre el hombre y la mujer. La transexualidad es rechazada por el feminismo radical,
que considera que la masculinidad y la feminidad son construcciones socio-culturales, y por tanto,
sentirse hombre o mujer carece de sentido y contribuye al sexismo. Otras corrientes de feminismo
reconocen, promocionan y reivindican los derechos humanos de las mujeres transexuales.
También se da una fuerte relación de algunas corrientes del socialismo o anticapitalistas con este,
dando a entender que la "liberación femenina" debe ir a la par de la liberación general de la
sociedad del yugo del capitalismo.

Impacto del feminismo en Occidente [editar]


El feminismo ha producido muchos cambios en algunas sociedades occidentales, incluyendo el
sufragio femenino, el empleo igualitario, el derecho de pedir el divorcio, el derecho de la mujer de
controlar sus propios cuerpos y decisiones médicas (incluyendo el aborto, tema sobre el cual no hay
consenso), y muchos otros.
Sin embargo, el movimiento feminista reivindica que todavía hay muchos cambios por hacer. En
ningún país del mundo se ha logrado igual salario por igual trabajo, entre hombres y mujeres[3] . El
aborto inseguro sigue siendo causa prevenible de muertes de muchas mujeres en el mundo (tercera
causa de mortalidad materna en el mundo). Muchas creencias consideradas radicales en el pasado
forman ahora parte del pensamiento político común. A pesar de que casi nadie en las llamadas
sociedades occidentales de hoy cuestiona el derecho de la mujer al voto o la propiedad, conceptos
que eran vistos con gran extrañeza hace 200 años, las mujeres no siempre tienen acceso a estos
derechos, especialmente en el África sub-sahariana, donde la propiedad es típicamente posesión de
los hombres y incluso cuando se casan, aun así las mujeres no tienen tantos derechos de propiedad
como sus maridos. Los derechos de herencia son igual de discriminatorios, como cuando muere el

81
marido, la propiedad de éste a menudo va a su lado de la familia y no a su esposa[4] .
La negación de los derechos de herencia y propiedad de una mujer pueden aumentar su
vulnerabilidad al VIH. No poder ser dueña de propiedades significa que las mujeres tienen una
estabilidad económica limitada. Esto puede llevar a un riesgo mayor de explotación y violencia
sexual, ya que las mujeres pueden tener que soportar relaciones abusivas o recurrir al trabajo sexual
informal para sobrevivir económicamente. Otro ejemplo se da en Estados Unidos, donde las
mujeres mayores se enfrentan a menudo con el problema de no contar con la propiedad legal y por
tanto efectiva del hogar donde han pasado su vida y formado su familia.
En cuestiones políticas si bien el derecho al voto se fue ganando durante el siglo veinte por los
distintos movimientos sufragistas nacionales, a principios del siglo XXI en algunos países como
España o Venezuela se ha logrado establecer normativas que apunten a la paridad de participación
política y/o laboral. El Consejo Nacional Electoral venezolano informó por medio de resolución que
las candidaturas a las Elecciones Regionales de 2008 debían de estar entre el 40% y el 60% para
ambos sexos, y en España, se introdujo en la reciente "Ley de igualdad" la necesidad de presentar
listas con paridad entre hombres y mujeres para cualquier tipo de elección electoral.

Tema VIII: Colonialismo e Imperialismo hasta la primera guerra mundial


1.- Teoría sobre el Imperialismo
El imperialismo es una actitud adoptada por un estado para pretender colocarse por encima de
otros estados o comunidades. El imperialismo moderno suele referirse a la actitud de algunas
potencias, principalmente europeas, desde la Edad Moderna hasta el proceso de descolonización
tras la Segunda Guerra Mundial; y más específicamente, incluso con el nombre Era del
Imperialismo, utilizado por la historiografía, al periodo que va de 1871 a 1919, en que se produjo
una verdadera carrera para construir imperios, principalmente con el llamado reparto de África. A
ese periodo se refieren dos de los textos más importantes que fijaron el concepto: Imperialism, a
study, de Hobson, y El imperialismo, fase superior del capitalismo, de Lenin. Hay que mencionar
que, imperialismo y colonización, son terminos parecidos pero no iguales, ya que pueden ser
confundidos, y tomarse como sinonimos.

Diferentes acepciones del término [editar]


El imperialismo se puede entender como el dominio que ejercen las naciones más poderosas sobre
82
otras más débiles. Pero generalmente se denomina imperialismo al proceso de expansión económica
que tuvo lugar en Europa a mediados del siglo XIX, sobre todo a partir de 1870, y éste fue conocido
como imperialismo librecambista. Durante este periodo, muchos países europeos, especialmente
Gran Bretaña, se extendieron, primero de forma no oficial y más tarde anexionando territorios y
formando colonias en África, Asia y el Pacífico. Esta expansión fue consecuencia de la búsqueda
fuera de Europa de mercados y materias primas para la revolución industrial y se dio hasta el
comienzo de la Primera Guerra Mundial, en 1914 y permanecieron sus vestigios hasta la
descolonización, en los años 60.
A partir de finales del siglo XIX el imperialismo se caracterizó sobre todo por la dominación
económica impuesta por las potencias sobre naciones más pobres, ya que la dominación política
cada vez fue más puesta en duda. A comienzos del siglo XX y durante la segunda postguerra, en los
países subdesarrollados surgieron movimientos nacionalistas que muchas veces acabaron la
colonización de otras potencias sobre ellos. En ese sentido se debe decir que en la actualidad la
prepotencia de los países más poderosos se verifica más en el terreno económico que en el político.
No obstante, en los albores de la Segunda Guerra Mundial, se comienza a usar la denominación de
"imperialismo" para referirse a dos nuevas potencias, más tarde enfrentadas en la Guerra Fría; son
la Unión Soviética y Estados Unidos. En este sentido, una famosa cita del líder político inglés
Winston Churchill, acerca de los vencedores en el conflicto armado, dice: "La historia la escriben
los vencedores"; no obstante, surgirían diversas corrientes de opinión y movimientos sociales de
distinto signo político o ideológico que mantendrían posiciones críticas o abiertamente contrarias a
la visión predominante.
A finales del siglo pasado y comienzos de este (XXI) se imponen las posiciones Norteamericanas;
la preponderancia económica de los EEUU, conlleva además un predominio cultural, encabezado
por industrias del entretenimiento como la cinematográfica y la musical. Este predominio
económico-cultural, unida a la publicitaria y de consumo, se ha valorado por algunos sectores
ideológicos como un tipo de colonialismo cultural, mientras que en el campo político, se ha
calificado como imperialista la política exterior de Estados Unidos y su intervencionismo en
diversos conflictos, siempre desde voces ideológicamente críticas con la línea política
estadounidense, siendo esta una acepción moderna estrictamente ideológica de un término cuyo
significado más clásico se ciñe a formas de dominio en su sentido más estricto.

Causas
Económicas [editar]
La crisis de 1873 provocó el descenso de los precios, y con ello el proteccionismo, es decir, la
protección de los productos propios de cada país prohibiendo la entrada de artículos extranjeros o
gravándolos con impuestos. Esto dio lugar a la necesidad de encontrar nuevos mercados que no
estuvieran controlados por dicho sistema. Por otra parte, potencias capitalistas europeas como
Inglaterra, Países Bajos y Francia necesitan dar salida a su excedente de capital y lo hacen
invirtiéndolo en países de otros continentes estableciendo préstamos, implantando ferrocarriles,
instalando puertos, etc. Además estos países necesitan buscar materias primas para sus industrias ya
que ya empiezan a agotarse o a escasear en Europa. La Segunda Revolución Industrial, por otra
parte, necesita de nuevas materias primas de las que Europa no dispone o escasean, como petróleo,
caucho, oro, cobre, etc...

Demográficas [editar]
En Europa, entre 1850 y 1914, se produjo un espectacular aumento demográfico, llegando incluso a
duplicarse su población, por lo que en algunos países empezaban a escasear los recursos. Gran parte
de la población, unos 40 millones de europeos, no tenía otra salida que marcharse a las colonias de
83
su respectivo país ya que no contaban con trabajo ni con alimentos suficientes para abastecerse
todos y cambiaron su residencia en busca de riquezas y mejores condiciones.

Darwinismo social [editar]


Véase también: Darwinismo social
Adoptado por los imperialistas, sobre todo en Inglaterra, para excusar sus actuaciones. Tras conocer
las recientes teorías de Darwin sobre la evolución de las especies por selección natural, sostenían
que, al igual que las distintas especies o razas, las sociedades más avanzadas tenían derecho a
imponerse y a seguir creciendo aunque fuera a costa de las más inferiores o retrasadas.

Científicas [editar]
Existía un fuerte interés por descubrir y analizar nuevas especies de animales y plantas, conocer
nuevos territorios y realizar investigaciones de todo tipo. Esto hace que muchos científicos deseen
progresar, lanzándose a la aventura consiguiendo a cambio grandes avances en campos como la
biología o la botánica.

Técnico-políticas [editar]
Algunos políticos quieren hacer olvidar rápidamente sus derrotas consiguiendo nuevos territorios.
La navegación también fue un factor importante ya que los barcos de vapor, ahora capaces de llegar
mucho más lejos, necesitan disponer de puntos costeros por todo el mundo para poder reponer las
existencias de carbón, por lo que cuando el establecimiento de estos pasó a manos del estado, en
lugar de limitarse a dicho punto, éste intentó controlar cada vez más territorio. Allí donde se tenga
un predominio político se tendrá el predominio de los productos, un predominio económico.[1]

Militares y geoestratégicas [editar]


El periodo entre 1871 y 1914 fue de paz entre las principales potencias europeas, la denominada
Bella Época (Belle Époque). La disponibilidad de un creciente potencial demográfico para el
alistamiento se puede emplear en territorios extraeuropeos, siguiendo o precediendo a la expansión
colonial económica de las empresas y a la emigración.
Las razones geoestratégicas eran resultado de la competencia por el dominio de rutas navales
(escalas necesarias para el repostaje de los buques) y de espacios continentales clave, como la
denominada área pivote del Asia Central o el imperio continuo en África (la continuidad territorial
entre las bases navales en mares opuestos).

Consecuencias [editar]
Demográficas [editar]
En general, la población sufrió un incremento al disminuir la mortalidad, por la introducción de la
medicina moderna occidental y mantenerse una alta natalidad. Ello se tradujo en un desequilibrio
entre población y recursos, que aún hoy día persiste. No obstante, en algunas zonas, la población
autóctona sufrió una drástica reducción (especialmente durante la primera fase del imperialismo),
como consecuencia de la introducción de enfermedades desconocidas (viruela, gripe, etc). En otros
lugares, la población indígena fue simplemente reemplazada por colonos extranjeros.

Económicas [editar]
La explotación económica de los territorios adquiridos hizo necesario el establecimiento de unas
mínimas condiciones para su desarrollo. Se crearon infraestructuras (puertos, ferrocarriles)
destinados a dar salida a las materias primas y agrícolas que iban destinadas a la metrópolis. Las
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colonias se convirtieron en abastecedoras de lo necesario para el funcionamiento de las industrias
metropolitanas, mientras éstas colocaban sus productos manufacturados en los dominios. La
economía tradicional, basada en una agricultura autosuficiente y de policultivo, fue sustituida por
otra de exportación, en régimen de monocultivo, que provocó, en gran medida, la desaparición de
las formas ancestrales de producir y la extensión de cultivos tales como el café, el cacao, el caucho
o el té, que alteraron el paisaje.

Sociales [editar]
Las consecuencias sociales se manifestaron en la instalación de una burguesía de comerciantes y
funcionarios procedentes de la metrópoli que ocuparon los niveles altos y medios de la estructura
colonial. En algunos casos, se asimilaron determinados grupos autóctonos dentro de la cúspide
social. Se trataba de las antiguas élites dirigentes y de miembros de determinados cuerpos del
ejército o la función pública colonial. En ambos casos su asimilación fue acompañada de una
profunda occidentalización. Cuando, a raiz del proceso de descolonización, comienzan a surgir
estados a partir de lo que fueron colonias, esos grupos sociales ocuparán una posición relevante en
la administración y el gobierno de los nuevos países (ej. Gandhi en la India). Junto a esas minorías,
la inmensa mayoría de la población autóctona sufrió un generalizado proceso de proletarización que
se constituyó en una inagotable fuente de mano de obra barata destinada a atender la creación de
infraestructuras y al trabajo en la agricultura de plantación.

Políticas [editar]
Los territorios dominados sufrieron un mayor o menor grado de dependencia respecto a la
metrópoli, en función del tipo de organización administrativa que les fue impuesto. Sin embargo,
esta dependencia no estuvo exenta de conflictos, que fueron el germen de un antiimperialismo
protagonizado generalmente por las clases medias nativas occidentalizadas, que reclamaban la toma
en consideración de las tradiciones autóctonas. Ello se canalizó a través de las premisas del juego
democrático que las metrópolis defendían para sí mismas pero que negaban a sus colonias: libertad,
igualdad, soberanía nacional, etc. Un ejemplo temprano donde se plasma el espíritu de estos
movimientos es el nacimiento del Partido del Congreso en la India, liderado por Mohandas K.
Gandhi, que extendió su base entre los miembros más humildes de la sociedad colonial.

Culturales [editar]
El imperialismo condujo a la pérdida de identidad y de valores tradicionales de las poblaciones
indígenas y a la implantación de las pautas de conducta, educación y mentalidad de los
colonizadores. Asimismo, supuso la adopción de las lenguas de los dominadores (especialmente el
inglés y el francés). Ello arrastró a una fuerte aculturación. La religión cristiana (católica, anglicana,
protestante, etc.) desplazó a los credos preexistentes en muchas zonas de África o bien se fusionó
con esas creencias, conformando doctrinas de carácter sincrético. Sin embargo, en Asia y el mundo
musulmán el resultado de la evangelización fue menor que en el África negra, al estar allí
firmemente arraigadas antiguas religiones, complejas y muy estructuradas.

Geográficas [editar]
Los mapas políticos se vieron alterados por la creación de fronteras artificiales que nada tenían que
ver con la configuración preexistente y que supusieron la unión o división forzada de grupos
tribales y étnicos diferentes, provocando innumerables conflictos políticos sociales y étnicos, que
persisten hoy día.

Ecológicas [editar]
La introducción de nuevas formas de explotación agrícola e inéditas especies vegetales y animales

85
provocaron la modificación o destrucción de los ecosistemas naturales. Así, por ejemplo, el bisonte
fue casi exterminado en las praderas americanas; el conejo se convirtió en una auténtica plaga tras
su introducción en Australia, donde carecía de depredadores naturales; las grandes selvas tropicales
fueron objeto de deforestación causada por la sobreexplotación maderera y la introducción de los
monocultivos de plantación; los ríos fueron contaminados con residuos procedentes de los sistemas
de extracción de metales preciosos y otros desechos procedentes de la minería.

Justificación [editar]
Económica [editar]
Las naciones dominan a otras para expandir su economía, obtener materia prima, mano de obra, o
para dar salida a los excedentes de capital.

Política [editar]
Los estados tienden a expandirse por ambición de poder, prestigio, seguridad y ventajas
diplomáticas respecto a otros estados.

Ideológica [editar]
Los países se ven impulsados a expandir su influencia para a su vez expandir sus valores políticos,
culturales y religiosos.

Religiosa [editar]
Los países con estándares religiosos solían expandir su influencia por países cercanos a este para así
propagar su religión
2.- El equilibrio bismarckiano en Europa
Los años que siguieron a 1871 fueron de relativa calma internacional. Un importante factor fue
la normalización de las relaciones franco-alemanas, dada la voluntad de Thiers de cumplir los
acuerdos del tratado de Francfurt, y el hecho de que consiguiera los fondos necesarios para
pagar los 5.000.000 de francos de indemnización, con seis meses de antelación según lo previsto,
adelantando de esa forma la total evacuación de las tropas alemanas de los territorios ocupados.
El contenido del primer sistema bismarckiano fue el conjunto de acuerdos firmados por
Guillermo I de Alemania, Francisco José de Austria-Hungría y Alejandro II de Rusia, que se
conoce como "Dreikaiserbund", la "Entente de los Tres Emperadores". Tanto Austria-Hungría
como Rusia estaban realmente interesadas en contar con el apoyo alemán, de cara a sus
pretensiones de expansión territorial en los Balcanes a costa del Imperio turco, cuya
desmembración parecía inevitable. Bismarck, por su parte, también buscaba algún tipo de
alianza con estos países de forma que quedaran al margen de la órbita francesa.
No había obstáculos especiales para las relaciones entre Austria-Hungría y Alemania. Bismarck
había actuado generosamente con los austriacos después de la batalla de Sadowa -contra el
criterio del rey y del Estado Mayor prusiano- y ahora pudo recoger los frutos. Al frente del
ministerio de Asuntos Exteriores en Viena estaba el húngaro Andrassy, quien había abandonado
cualquier proyecto de recuperar la influencia austriaca en Alemania, y orientaba sus
pretensiones exclusivamente hacia los Balcanes. "Lo mejor para Europa -decía Andrassy- es que
nosotros, que no tenemos tendencias paneslavas, protejamos y desarrollemos los Estados eslavos
en Turquía, para llevar a cabo, a su debido tiempo, la misión civilizadora que quizá Turquía no
pueda cumplir". Tampoco había problemas graves entre Alemania y Rusia. Las relaciones
económicas entre ambos países eran muy intensas, con un importante comercio bilateral y
crecientes inversiones alemanas en la industria rusa. El zar, por otra parte, temía las
consecuencias que para sus pretensiones sobre los posibles despojos turcos tendría el
86
acercamiento entre Berlín y Viena.
Los tres emperadores se reunieron en Berlín en septiembre de 1872 sentando las bases de los
acuerdos posteriores. Éstos fueron: 1) el tratado rusoalemán de 6 de junio de 1873 por el que, en
caso de ataque de uno de los imperios por una potencia europea, el otro intervendría
inmediatamente con una fuerza de 200.000 hombres; no fijaba limite de tiempo, pero establecía
que podía ser denunciado por una de las potencias con dos años de antelación. Y 2) el tratado
ruso-austriaco de la misma fecha, por el que ambas potencias se comprometían a consultarse en
caso de agresión por un tercer país, o si sus intereses eran divergentes; Alemania se asoció a este
acuerdo el 22 de octubre de 1873.
Los primeros problemas internacionales que surgieron demostraron que la "entente" era, como
se ha dicho posteriormente, "una estructura vacía". Aunque se ha presentado a veces como una
nueva Santa Alianza, poco tenía que ver con aquel proyecto de Alejandro I. Sus fundamentos
eran básicamente negativos: impedir que los demás obtuvieran ventajas. En realidad, cada uno
de los tres imperios tenía pretensiones propias -contrapuestas o no- que ninguno de los otros dos
estaba dispuesto a respaldar firmemente.
Así quedó demostrado en la crisis franco-alemana de 1875. La caída de Thiers y su sustitución
por Mac-Mahon al frente de un gobierno de tendencias monárquicas y católicas, en mayo de
1873, había alarmado a Bismarck, quien temía el espíritu revanchista de los monárquicos y el
apoyo que los católicos alemanes, contra quienes estaba empeñado en la "kulturkampf",
pudieran recibir de sus correligionarios franceses. Pero lo que ocasionó la crisis fue la
reorganización del ejército francés llevada a cabo en marzo de 1875. Una ley previa ya había
establecido el servicio militar obligatorio en Francia, aunque con numerosas excepciones, fijando
su duración en cinco años; lo que se hizo ahora fue un arreglo técnico por el que, sin aumentar
los efectivos militares en tiempo de paz, se incrementaba el número de oficiales y suboficiales.
Para Bismarck aquello era señal de que Francia se preparaba para la reconquista de sus
provincias orientales, e inspiró una campaña de prensa y una ofensiva diplomática en favor de la
conveniencia de emprender una guerra preventiva. Si "la revancha es el pensamiento íntimo de
Francia -decía un embajador alemán a un colega francés- ¿por qué esperar para atacarla, a que
haya recuperado fuerzas y establecido alianzas?"
El ministro francés de Asuntos Exteriores, Decazes, planteó abiertamente el problema ante Gran
Bretaña y Rusia. Disraeli se contentó con enviar una nota diplomática, pero el zar intervino
personalmente y acudió a Berlín para entrevistarse con el emperador. Al mismo tiempo,
Gorchakov, su ministro de Exteriores, exigió por escrito al canciller alemán seguridades de paz.
Para Bismarck quedó claro que Rusia no era precisamente un aliado incondicional.
Fue la crisis balcánica de 1875-1878 lo que liquidó la "entente" de los tres emperadores. Los
acontecimientos empezaron en julio de 1875 con unas sublevaciones, de carácter nacionalista y
social, en Bosnia y Herzegovina, que pronto se extendieron a Bulgaria. La represión turca fue
brutal. Gladstone, medio apartado de la política por entonces, denunció las "horrores búlgaros"
en un folleto apasionado, que alcanzó una gran popularidad. Las potencias europeas, sin
embargo, se mostraron mucho más pasivas. Disraeli, con la aprobación de la reina Victoria,
quitó importancia a unos acontecimientos que, al debilitar a los turcos, favorecían a Rusia e iban,
por tanto, contra los intereses británicos. Sólo los pequeños principados de Serbia y Montenegro
declararon la guerra a Turquía, pero, para sorpresa de todos, fueron vencidos rápidamente.
Turquía sería "el hombre enfermo", pero se mostraba lejos del colapso. En enero de 1877, el
sultán rechazó un plan británico que proponía la celebración de una conferencia internacional
para adoptar medidas respecto al Imperio turco.
En estas circunstancias, Rusia, que había estado reprimiendo sus deseos de actuar, pasó a la
acción. El movimiento paneslavo, para el que la "cuestión de Oriente" tenía una enorme
trascendencia histórica, ejercía una influencia profunda en los medios intelectuales y próximos al
poder. Después de haber sondeado la opinión de Bismarck sobre si Alemania permanecería
neutral en caso de una guerra entre Rusia y Austria-Hungría, sin conseguir del canciller alemán
más que una respuesta evasiva, llegó a un acuerdo con el gobierno de Viena por el que éste
87
consintió en la intervención rusa contra Turquía a cambio de recibir Bosnia y Herzegovina. La
guerra comenzó en abril de 1877 y ante la inesperada resistencia turca se prolongó hasta enero
de 1878, cuando los rusos alcanzaron Constantinopla. A continuación entablaron conversaciones
de paz directamente con el sultán, llegando por el tratado de San Stefano, de marzo de 1878, a
establecer condiciones muy favorables para Rusia.
Las demás potencias europeas, en especial los gobiernos de Londres y Viena, consideraron que
Rusia se había excedido absolutamente, rechazaron el tratado de San Stefano por unilateral, y se
mostraron firmemente dispuestos a actuar, incluso por la fuerza. Disraeli que ya había enviado a
la zona la flota del Mediterráneo, puso a ésta en estado de alerta y convocó a los reservistas del
ejército. Andrassy, después de decretar la movilización del ejército, hablaba de comenzar las
hostilidades inmediatamente. El gobierno ruso, consciente de su falta de capacidad para
enfrentarse a una oposición semejante, dio marcha atrás y consintió en que un congreso
internacional revisara los acuerdos de San Stefano. Antes de que este congreso se reuniera, rusos,
austriacos y británicos negociaron bilateralmente las bases de un entendimiento mutuo.
El congreso se reunió en Berlín, haciendo honor al papel de árbitro desempeñado por Bismarck
en la diplomacia de la época, en junio de 1878, y duró un mes. Su acta final alteraba
sustancialmente el tratado de San Stefano, de una forma mucho menos favorable para los
intereses rusos. Aunque obtuvo compensaciones en Asia, la "Gran Bulgaria" prevista
anteriormente, que Rusia consideraba su principal área de expansión, fue dividida en dos
principados: Bulgaria, al norte de los Balcanes, y Rumelia al sur. Serbia y Montenegro
mantuvieron su independencia, pero vieron reducidas sus adquisiciones. Bosnia y Herzegovina
pasaron a ser ocupadas y administradas por Austria-Hungría a título provisional. Gran Bretaña
ocupó Chipre. Lo mismo que en Viena, en 1815, el criterio básico del Congreso de Berlín de 1878,
fue mantener el equilibrio de las grandes potencias. Las aspiraciones nacionalistas fueron
completamente ignoradas.
Rusia se consideró absolutamente abandonada por Bismarck. El empeoramiento de las
relaciones ruso-alemanas también tenía raíces económicas: en 1877, el gobierno ruso, por presión
de los paneslavistas que deseaban frenar la creciente dependencia económica respecto de
Alemania, elevó un 50 por 100 los derechos de aduanas, dañando gravemente a las exportaciones
alemanas. En 1879, serían los rusos los perjudicados por la nueva tarifa proteccionista alemana.
Pero fue, sobre todo, la frustración de sus aspiraciones de expansión en el sur de Europa, lo que
les llevó a considerar el Congreso de Berlín como una coalición europea contra Rusia, dirigida
por el príncipe Bismarck. Al día siguiente del congreso, el zar declaró muerta la entente de los
tres emperadores.

El reparto de África

88
LÍNEAS MAESTRÁS DEL REPARTO
Mientras América se emancipa y Asia presenta zonas de colonización bien delimitadas —los
ingleses en el Sur, los franceses en el Sudeste—, África es en el siglo XIX el continente en el
que confluyen, de forma confusa, las apetencias de todas las potencias colonizadoras; es el
continente del reparto, no exento de tensiones y choques. En África con parecen ingleses y
franceses, superpotencias del imperialismo, pero también belgas, alemanes, italianos,
portugueses y españoles. En 1880 era un continente desconocido, en el que los europeos
ocupaban únicamente una serie de posiciones costeras; en 1914 está totalmente repartido
entre las potencias europeas y sólo subsisten dos Estados independientes: Liberia y Etiopía. En
la complicada historia del re parto podemos encontrar algunas líneas maestras:

a) Ocupación inicial de la costa. Desde las posiciones costeras se penetra hacia el interior. El
objetivo ideal sería alcanzar la costa opuesta y formar un imperio continuo, ambición que
sólo estuvo a punto de con seguir Inglaterra.

b) Aspecto legal. ¿Es el descubrimiento o la ocupación efectiva la que otorga derecho de

explotar un territorio? La conferencia de Berlín de 1885 se inclina por la ocupación, lo que


acelera el ritmo de la colonización y la aparición apresurada en el mapa africano de los paises
que todavía no habían iniciado la formación de un Imperio.

c) Penetración por los valles de los ríos. Con la ocupación del valle se considerará que se
tiene derecho a la ocupación de la cuenca entera y a la formación de una colonia sobre ella. Es
el caso del Nilo, del Niger y del Congo.

d) La ocupación es paulatina, casi lenta. Al principio no se piensa en colonias, sino en


factorías, en bases costeras de aprovechamiento. La doctrina imperialista es tardía, empírica,
se forma tras la ocupación real de las primeras colonias.

e) La clave de la ocupación africana está en Egipto y en el valle del Nilo. Aunque hubo
problemas complicados, como el del Congo, la base de todos los planteamientos es la
defensa inglesa del valle del Nilo y el intento francés de llegar a él. En general, todos
quieren llegar al Ni lo, tanto si parten del Atlántico como del Indico.

La complejidad del reparto de África quedó reflejada en el Acta de la Conferencia de Berlín,


en la que se habla de territorios, pero también de la libertad de comercio en la cuenca del
Congo y de navegación en el Níger, así como la protección a los indígenas, y a viajeros y
misioneros en el ejercicio de su actividad.

COSTAS Y RIOS, EJES DE LA COLONIZACION DE AFRICA

Lae del Nilo

89
olseley y la ocupación militar del país, con la ficción del mantenimiento de la administración
egipcia. Los ataques de los sudaneses obligan posteriormente a los ingleses a avanzar hacia el
Sur, a lo largo del valle del Nilo

Vías de penetración en la costa occidental


En la costa occidental tres grandes ríos señalan la penetración de tres países: por el Congo se
expansionan los belgas, que heredan los derechos de la sociedad internacional —presidida por
el rey Leopoldo II— que ha explorado la zona; los franceses remontan el Senegal, por medio
de Faidherbe; los ingleses el Níger, dirigidos por Goldie. Las cuencas del Senegal y el Níger no
plantean problemas.

No ocurre lo mismo con el Congo, en cuya orilla derecha se ha establecido el francés Brazza, y
en cuya desembocadura los portugueses han instalado el enclave de Cabinda. La complejidad
de la colonización en el Congo provoca la convocatoria del Congreso de Berlín (1885), en el
que se determina la existencia de un Esta do libre del Congo —en realidad controlado por los
belgas—, se delimita la zona francesa, en la orilla derecha, y se dibuja otra zona que quedará
bajo control internacional. Después del Congreso la mayor actividad en la costa Oeste es la
francesa; con la penetración hacia el interior se empieza a pensar en la unión con la costa
mediterránea y en la constitución de un África Occidental Francesa.
En la costa oriental africana no existían grandes Esta dos en tierra firme, ni tampoco un
comercio intenso, a excepción del marfil, que era transportado por esclavos. Por este motivo,
Inglaterra no deseaba establecer en Zanzibar un protectorado británico. Pero la presencia ale
mana, representada por la Compañía Alemana del África Oriental, incita a los ingleses a
defender sus bases y a declarar que los puertos de Mombasa y Zanzíbar son vitales para las
comunicaciones con la India. Ante esta situación, Salisbury y Bismarck se dividen en el año
1886 la tierra firme, el Norte para los ingleses, el Sur para los alemanes.
Es la hora de los italianos, espoleados por las ansias colonizadoras de Francesco Crispi; desde
el puerto de Massaua en el mar Rojo se expansionan hacia Eritrea y posteriormente hacia
Etiopía, lo que provoca el recelo de los ingleses ante la aproximación al valle del Nilo. Los
italianos son obligados a detener su avance, aunque se les reconoce, como compensación, la
posesión de una parte del territorio somalí.

Conflicto anglo-francés. Incidente de Fachoda


Los últimos capítulos de la ocupación africana se localizan en el valle del Nilo. Los franceses,
con apoyo ruso, exigen el abandono del valle por los ingleses, mientras penetran desde el
Sahara Occidental hasta el Chad, camino del alto Nilo. En 1895, Grey avisa a los franceses de
que un avance hasta el Nilo será considerado inamistoso.

Todavía existía en África una zona sin ocupar, el Sudán. Los ingleses la invaden para ayudar a
los italianos, derrotados en Etiopía: Los franceses avanzan hacia el Sudán desde el Oeste, los

90
ingleses desde el Norte y el Sur. En Fachoda se encuentran los ejércitos de Mar chand y
Kitchener. La retirada del francés Marchand permite el control del valle del Nilo exclusivamente
por los ingleses y la constitución de un imperio casi continuo, Norte-Sur, como soñaba Cecil
Rhodes, de El Cairo a El Cabo, únicamente interrumpido por el África Oriental Alemana.

Reparto consumado

África ha sido ya totalmente repartida; los ingleses se han llevado la parte del león: el valle del
Nilo con su algodón y el Sur del continente con su oro y diamantes, dos zonas que tienen
además el valor estratégico de apoyos en las dos rutas de la India. Francia ha constituí-do un
imperio sólido en la zona occidental. Los belgas han podido reservarse una colonia de
inmensas riquezas. Los portugueses se han establecido en Angola y Mozambique, pero no han
podido unirlas por rutas terrestres, por la presencia inglesa en Rhodesia; es un conflicto
similar al de Fachoda, el cruce de un imperio que intenta extenderse de Oeste a Este con otro
que lo hace de Norte a sur.

91
4.-

92
COSTAS Y RIOS, EJES DE LA COLONIZACION DE AFRICA

La costa mediterránea
La costa mediterránea parece ser una zona reservada a Francia hasta la aparición de los
ingleses en Suez. Los franceses han iniciado la ocupación de la costa argelina en 1830, bajo
Carlos X. Va a ser una colonia de poblamiento europeo: en 1870 viven en Argelia 250.000
franceses y en 1914 ya 800.000. Sobre Túnez se volcaban las apetencias francesas, inglesas
—tras la construcción del canal de Suez— y alemanas. Son los franceses los que consiguen
instalar una especie de protectorado. La doctrina del protectorado tarda en elaborarse; por el
Tratado del Bardo (1881) se establece una ocupación militar temporal; en la convención de La
Marsa (1883) se habla de tutela, con la que se priva al protegido de autogobierno.

Suez y el valle del Nilo


La presencia de los ingleses en Suez se produce cuando, en 1878, Egipto no puede pagar los
intereses de las acciones inglesas y francesas del Canal y se ve obligado a confiar la gestión de
sus finanzas a las dos potencias europeas. Un movimiento nacionalista provoca una matanza
de europeos en Alejandría: es el momento esperado por los ingleses para ordenar el
desembarco de Wolseley y la ocupación militar del país, con la ficción del mantenimiento de la
administración egipcia. Los ataques de los sudaneses obligan posteriormente a los ingleses a
avanzar hacia el Sur, a lo largo del valle del Nilo

Vías de penetración en la costa occidental


En la costa occidental tres grandes ríos señalan la penetración de tres países: por el Congo se
expansionan los belgas, que heredan los derechos de la sociedad internacional —presidida por
el rey Leopoldo II— que ha explorado la zona; los franceses remontan el Senegal, por medio
de Faidherbe; los ingleses el Níger, dirigidos por Goldie. Las cuencas del Senegal y el Níger no
plantean problemas.

No ocurre lo mismo con el Congo, en cuya orilla derecha se ha establecido el francés Brazza, y
en cuya desembocadura los portugueses han instalado el enclave de Cabinda. La complejidad
de la colonización en el Congo provoca la convocatoria del Congreso de Berlín (1885), en el
que se determina la existencia de un Esta do libre del Congo —en realidad controlado por los
belgas—, se delimita la zona francesa, en la orilla derecha, y se dibuja otra zona que quedará
bajo control internacional. Después del Congreso la mayor actividad en la costa Oeste es la
francesa; con la penetración hacia el interior se empieza a pensar en la unión con la costa
mediterránea y en la constitución de un África Occidental Francesa.
En la costa oriental africana no existían grandes Esta dos en tierra firme, ni tampoco un
comercio intenso, a excepción del marfil, que era transportado por esclavos. Por este motivo,
Inglaterra no deseaba establecer en Zanzibar un protectorado británico. Pero la presencia ale
mana, representada por la Compañía Alemana del África Oriental, incita a los ingleses a

93
defender sus bases y a declarar que los puertos de Mombasa y Zanzíbar son vitales para las
comunicaciones con la India. Ante esta situación, Salisbury y Bismarck se dividen en el año
1886 la tierra firme, el Norte para los ingleses, el Sur para los alemanes.
Es la hora de los italianos, espoleados por las ansias colonizadoras de Francesco Crispi; desde
el puerto de Massaua en el mar Rojo se expansionan hacia Eritrea y posteriormente hacia
Etiopía, lo que provoca el recelo de los ingleses ante la aproximación al valle del Nilo. Los
italianos son obligados a detener su avance, aunque se les reconoce, como compensación, la
posesión de una parte del territorio somalí.

Conflicto anglo-francés. Incidente de Fachoda


Los últimos capítulos de la ocupación africana se localizan en el valle del Nilo. Los franceses,
con apoyo ruso, exigen el abandono del valle por los ingleses, mientras penetran desde el
Sahara Occidental hasta el Chad, camino del alto Nilo. En 1895, Grey avisa a los franceses de
que un avance hasta el Nilo será considerado inamistoso.

Todavía existía en África una zona sin ocupar, el Sudán. Los ingleses la invaden para ayudar a
los italianos, derrotados en Etiopía: Los franceses avanzan hacia el Sudán desde el Oeste, los
ingleses desde el Norte y el Sur. En Fachoda se encuentran los ejércitos de Mar chand y
Kitchener. La retirada del francés Marchand permite el control del valle del Nilo exclusivamente
por los ingleses y la constitución de un imperio casi continuo, Norte-Sur, como soñaba Cecil
Rhodes, de El Cairo a El Cabo, únicamente interrumpido por el África Oriental Alemana.

Reparto consumado

África ha sido ya totalmente repartida; los ingleses se han llevado la parte del león: el valle del
Nilo con su algodón y el Sur del continente con su oro y diamantes, dos zonas que tienen
además el valor estratégico de apoyos en las dos rutas de la India. Francia ha constituí-do un
imperio sólido en la zona occidental. Los belgas han podido reservarse una colonia de
inmensas riquezas. Los portugueses se han establecido en Angola y Mozambique, pero no han
podido unirlas por rutas terrestres, por la presencia inglesa en Rhodesia; es un conflicto
similar al de Fachoda, el cruce de un imperio que intenta extenderse de Oeste a Este con otro
que lo hace de Norte a sur.

94
4.- Las consecuencias del colonialismo

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La repercusión sobre los países colonizados fue inmensa. Miége dice gráficamente que surge
una nueva geografía. El impacto de Europa se deja sentir en primer lugar en las costas, donde
se construyen puertos con instalaciones modernas; más tarde en el interior, al que se accede
por vías férreas. Surge una nueva estructura de las comunicaciones.

En todas partes se intentó fomentar un cultivo básico, por ejemplo el caucho en Indochina, el
cacao en Nigeria, el café en Tanganika. La producción aumentó. En Argelia los viñedos se
multiplicaron por cuatro entre 1881 y 1895; Indochina exportaba en 1900 un millón de
toneladas de arroz. Las colonias compran productos a la metrópoli; la economía de mercado
suscita la necesidad del papel moneda, con lo que la economía monetaria se yuxtapone a la de
subsistencia, característica del período precolonial.

En el orden demográfico se consiguen las primeras victorias contra las enfermedades


tropicales, se instalan hospitales y se aplican terapéuticas europeas; pero, al mismo tiempo, el
progreso de las comunicaciones permite una difusión más rápida de las epidemias, y el
contacto con los europeos provocó en algunas sociedades una disminución de la población,
como en Nuevas Hébridas, donde se redujo a 1/20 desde principios del siglo XIX. En general,
el descenso de la mortalidad, con mantenimiento de una natalidad alta, favoreció el
incremento de la población.

Las sociedades indígenas experimentaron transformaciones profundas. La vida urbana rompió


las estructuras tribales. Una burguesía de negociantes y funcionarios se instaló en los niveles
más altos de la escala social. Incluso en el campo se produjeron cambios, con la introducción
de nuevas plantas, la extensión de la agricultura comercial y la moneda.

En el orden intelectual misioneros, escuelas, edición de periódicos produjeron un retroceso del


analfabetismo. Pero, por otra parte, el impacto de la cultura occidental hizo perder su
identidad a las culturas indígenas, perturbó sus creencias y tradiciones. Este drama de la
aculturación explica que los movimientos nacionalistas hayan levantado como bandera en la
descolonización la recuperación de la cultura nacional.

Es indudable que pueden hallarse bastantes aporta-clones positivas, pero en el conjunto


predominan las negativas; las viejas civilizaciones fueron destruidas, sus lenguas desplazadas,
la industrialización prohibida, en algunas zonas se produjo la segregación racial, el
mantenimiento de los indígenas en empleos inferiores y barrios apartados.

CONSECUENCIAS EN LAS METRÓPOLIS

Por el contrario, las potencias europeas, sin otro sacrificio que el riesgo de lo desconocido,
obtuvieron ventajas indudables.

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En el orden demográfico las colonias de poblamiento constituyeron áreas geográficas para
resolver los excedentes de mano de obra en una crisis económica, como ocurrió en los años
difíciles para la economía británica.

En otros casos fue la salida de urgencia en crisis políticas. Muchos franceses huyeron a Argelia
tras la represión de 1848. Y bastantes alsacianos prefirieron vivir en África antes que bajo
dominio alemán después de la guerra de 1870. No obstante, hay que aclarar que el núcleo
principal de la emigración europea no se dirigió a las nuevas colonias sino a las naciones
independientes, ex colonias como Estados Unidos, Canadá y Argentina.

En el orden económico, ultramar incrementó las posibilidades de inversión de capitales y


multiplicó los beneficios. Gran Bretaña obtuvo rentas de 35 millones de libras esterlinas en
1870 y más de cien millones en 1900, en una espiral de rentabilidad que alcanzó los
doscientos millones en 1913. Un aspecto básico fue la obtención de materias primas a bajo
coste. Caucho, algodón, fosfatos, lana, proveyeron a la industria europea. Las colonias
suponían un área preferente para las metrópolis. A pesar de ello no deben exagerarse las
ventajas, porque en el caso francés se ha comprobado que sólo una parte de los negocios
galos se hacia en las colonias en vísperas de la Primera Guerra Mundial.

También habrían de anotarse repercusiones psicológicas, en torno a la idea de la supremacía


blanca y europea. Rudyard Kipling seria el máximo cantor de la supremacía inglesa, apoyada
en el Imperio.

En el orden de las relaciones internacionales, las potencias coloniales, por el mero hecho de su
condición de metrópolis de imperios, disfrutaron durante la era del imperialismo de un rango
que les proporcionaba ventajas en los Congresos, aunque su agenda no incluyera asuntos de
la colonización; más se escuchaba a Londres o a Paris, o a Berlín cuando Alemania se convirtió
en potencia colonial, que a gobiernos europeos que no administraban colonias o que habían
perdido posiciones, como ocurrió al gobierno de Madrid.

No obstante, en el momento de hacer un balance, habría que distinguir entre los beneficios
públicos y privados. Sin duda la hacienda de las metrópolis se vio beneficiada, aunque al
tiempo que ingresos tenía que contabilizar costos. No obstante, los principales beneficiarios de
la colonización fueron compañías privadas. Se ha estudiado la acumulación de beneficios
obtenida por bancos franceses con sus inversiones en colonias, pero fueron todavía superiores
los recogidos por ingleses, holandeses y belgas.

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Tema IX: La Primera guerra Mundial y la revolución soviética
1.- Causas y consecuencias de la Primera Guerra Mundial

Entre las principales causas de la Primera Guerra Mundial destacamos:


· El desarrollo industrial y la dura competencia, que generaron rivalidades entre países.
· El fuerte sentimiento de nacionalismo que se extendió por Europa y la rivalidad económica y
política que tenían las grandes potencias.
· El asesinato de Francisco Fernando (heredero del trono de Austria) y su esposa por parte de un
estudiante serbio.
Algunas de las consecuencias que tuvo la Primera Guerra Mundial fueron:
· Los países vencedores se repartieron las posesiones de los vencidos.
· Desaparecieron las viejas y poderosas dinastías europeas.
· A nivel internacional desaparecieron los Imperios de Autria-Hungría y el turco.
· Estados Unidos se consolidó como gran potencia mundial.
Los cambios que produjo esta guerra fueron principalmente la revolución bolchevique en Rusia, la
entrada de los Estados Unidos en Europa y las bases para el desarrollo de la II Guerra Mundial.

Cronología de la Primera Guerra Mundial.

1914
28 junio Asesinato en Sarajevo del archiduque de Austria.
28 julio Austria-Hungría declara la guerra a Serbia.
1 agosto Alemania declara la guerra a Rusia.
3 agosto Alemania declara la guerra a Francia a la vez que invade Bélgica.
6-13 septiembre Batalla del Marne. Los alemanes se ven obligados a retroceder.
29 octubre Turquía ataca Rusia.

1915
22 abril Los alemanes usan gases asfixiantes en Ypres.
26 abril Submarinos alemanes hunden el trasatlántico Lusitania.
24 mayo Italia entra en la guerra.
24 mayo Bulgaria entra en guerra.

1916
21 febrero Comienza la batalla de Verdún.
31 mayo Batalla naval frente a la península de Jutlandia.
1 julio Inicio de la batalla del Somme.
27 agosto Italia declara la guerra a Alemania.

1917
1 febrero Alemania intensifica sus ataques submarinos.
6 abril EEUU declara la guerra a Alemania.
24 octubre Italia cae derrotada en Caporetto.
25 octubre Los bolcheviques toman el poder en Rusia.

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1918
3r mazo Rusia se rinde. Paz de Brest-Litovsk.
29 septiembre Bulgaria firma el armisticio.
29 octubre Nace un nuevo país, Yugoslavia.
31 octubre Turquía firma el armisticio.
9 noviembre Guillermo II abdica. Se proclama la República alemana.
11 noviembre Alemania firma el armisticio.

2.- La revolución Rusa, consecuencias . De Lenin a Stalin


Los ''Diez días que estremecieron al mundo'', en expresión de John Reed, vieron el nacimiento de
un régimen político, el comunista, que durante setenta y tres años ha dominado, primero, a
Rusia, luego a otros países dependientes históricamente de ella (el conglomerado llamado URSS),
y, tras la Segunda Guerra Mundial, un tercio de la humanidad, incluida China. Hoy sólo
permanece, con carácter residual y amortizable, en China, Corea del Norte y Cuba; es cuestión
de tiempo, poco, que en estos territorios se dé el paso, la transición hacia la democracia de tipo
occidental y la economía de mercado, difícil camino porque se parte de premisas endebles, en
especial en el ámbito humano (falta de ''entrenamiento''), sin olvidar la anticuada estructura
productiva. Ha muerto para siempre el marxismo? No lo sabemos. Pero sí es evidente que ha
muerto el leninismo, variante bastante heterodoxa de aquél: no ha sido posible establecer un
sistema socialista en países subdesarrollados, sin previa base capitalista madura; Lenin lo intentó
por la vía rápida (comunismo de guerra) y fracasó; eligió luego otro ritmo (NEP) más pausado,
en alianza con los campesinos, para crear así un mercado real que a su vez propiciase los
adecuados mecanismos de financiación para el desarrollo industrial; sin embargo, la muerte del
líder y la derrota de Bujarin ante la doble embestida de trotskistas y estalinistas dieron al traste
con esta opción; prevalecieron los criterios políticos sobre los económicos; Rusia (Stalin) escogió
la ineludible alternativa de la construcción del socialismo en un solo país (visto el fracaso de las
expectativas de revolución mundial, tan cara a Trotsky), pero también se inclinó, con menos
justificación, por acelerar el desarrollo industrial con el utópico objetivo de alcanzar y dejar
atrás en breve tiempo a los países supercapitalistas (Estados Unidos, Alemania, Inglaterra)
considerando que, de lo contrario, el avance tecnológico de aquéllos sería inalcanzable; para ello
había que hablar de nuevo de política económica y no conformarse con la lenta progresión de las
demandas campesinas a la industria. El poder político asumió, mediante la planificación, la
iniciativa económica; frente al mercado y la financiación ortodoxa, se impone una economía de
producción ''dirigida'', fundamentada en la prioridad de la industria pesada - la más gravosa en
consumo de capitales y de menor rentabilidad a corto o medio plazo -. El esfuerzo, en principio,
pareció tener éxito, dado que se pudo aprovechar al cien por cien el equipamiento anterior, el
entusiasmo de los trabajadores era extraordinario y no faltó ayuda técnica del exterior.
Pronto, sin embargo, se manifestaron las consecuencias negativas, que afectaron esencialmente al
campo, colectivizado a la fuerza con el triple fin de fomentar la solidaridad con el sistema, la
productividad y la obtención de recursos financieros para la industria. Al menos en los dos primeros
aspectos el retroceso fue innegable, pero no hizo variar la voluntad del Partido (de Stalin). Los
problemas se seguían viendo, no desde la perspectiva del realismo económico (que sería lo
ortodoxo desde el punto de vista marxista), sino de planteamientos políticos cercanos a las luchas
personales por el poder.
Todo lo antedicho sale a la luz con claridad en la presente obra, cuyo autor, tan conocido, reúne la
condición de marxista a la de historiador riguroso, no sometido a las servidumbres impuestas a sus
colegas soviéticos (no hay más que comparar esta historia con la de Gorki, férreamente estalinista, y
tantas otras con orientaciones dispares en función de la línea más reciente marcada por el Partido).
Previamente, Carr había publicado, a lo largo de varios años, otra voluminosísima obra con el
mismo título, pormenorizada. Esta, sin embargo, no es ni un resumen ni una simplificación.
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Aparecida bastante más tarde, en los años setenta, es un replanteamiento, desde el convencimiento
del triunfo definitivo del proceso (sensación por otra parte bastante generalizada hasta en el mundo
occidental), de las líneas maestras que siguió la revolución hasta la puesta en marcha del primer
plan quinquenal. Las incidencias del camino (altísimo coste humano, desgarramiento del partido,
triste final de muchos de los dirigentes, errores graves de previsión) quedan en segundo plano, pero
no son olvidadas.
El primer plano de la narración lo ocupa la dinámica interna del Partido Bolchevique, luego
Comunista. Esa lucha se manifiesta sólo a nivel superior, entre grupos que participan del poder en el
Comité Central o en el Politburó. En este sentido existe un paralelismo muy destacado con lo que
fue el sistema del Despotismo Ilustrado, donde la Corte hervía de tendencias. También podemos
prolongar la similitud si consideramos a Lenin como un Soberano aceptado por todos, no
cuestionado en su liderazgo, pero cuyas directrices son contestadas a menudo por otros dirigentes.
La desaparición de Lenin agudiza los enfrentamientos, que no son ya alternativas estratégicas o
tácticas ante los problemas derivados de la implantación del régimen, sino pugnas personales entre
los mas ambiciosos jerarcas. La prueba de ello es el oportunismo de Stalin, enemigo encarnizado de
Trotsky que, sin embargo, tras la caída de éste, asumirá su propuesta de industrialización forzada y
la llevará al extremo; su anterior aliado, Bujarin, defensor a ultranza de la NEP, el más clarividente
(visto desde hoy) y quizá el menos ambicioso de todos ellos, se encontrará abandonado y luego
perseguido hasta la muerte por el nuevo dictador. Kamenev y Zinoviev dan bandazos: unas veces
desbordan a Trotsky por la izquierda, otras se muestran conservadores, hasta parecer derechistas
(esta última fue la acusación definitiva). Trotsky, en cambio permanece fiel a una línea, no se deja
guiar por el beneficio personal; ello quiere decir que estaba condenado de antemano: su obsesión
por no romper la unidad del partido le costará cara y le llevará a la ruina y también a un triste final
(deportación y asesinato).
Carr nos describe breve pero claramente los primeros momentos de la revolución y las actitudes de
los entonces escasos y no demasiado optimistas dirigentes bolcheviques (el total de afiliados era
mínimo, aproximadamente 75.000, sobre una población de cerca de cien millones de habitantes). El
viraje de Lenin poco antes aún fiel a la tesis marxista de la prioridad de la revolución democrático-
burguesa, materializado en las famosas ''tesis de abril'' (de 1917), coge a contrapié a sus colegas,
pero logra imponer su criterio; su más entusiasta seguidor en este punto, sin embargo, será Trotsky,
bolchevique reciente, antes socialrevolucionario (es decir, de raíces ideológicas cercanas al
anarquismo). Uno y otro persistirán en su lucha por aprovechar la debilidad de las estructuras del
poder, precario, del gobierno provisional; el afortunado golpe de mano de Petrogrado les hace,
inopinadamente, convertirse a su vez en el nuevo poder. En esta ocasión, ni el mismo Lenin
confiaba en la perdurabilidad de su revolución. En el extranjero se apostaba sobre los días que
alcanzaría a cumplir. La desesperada acción de hacer la paz a toda cosa con Alemania le atrajo la
simpatía de soldados y campesinos, mientras que, poco después, la descomposición de esa misma
Alemania y la posibilidad de que el caos social se produjese también en las demás potencias
capitalistas abrió la esperanza, no sólo de la consolidación del régimen, sino de hacerlo la antesala
de la revolución mundial. Hoy Moscú, mañana Berlín, pronto París y Londres. Pero quedó en
premonición. Aplastado en Alemania y en Hungría el conato revolucionario, ni siquiera esbozado en
los restantes Estados, el peligro de derrumbamiento también se hizo visible en Rusia; tras ser
disuelta la Asamblea Constituyente, eliminado el camino democrático y sustituido por la dictadura
del proletariado, esto es, del Partido Comunista, la guerra civil aúna las fuerzas antibolcheviques, y
en algunos lugares (Ucrania) se intenta consolidar la independencia teóricamente conseguida
(afianzada solamente en Polonia, Finlandia y países bálticos); al mismo tiempo, las potencias
occidentales intervienen directamente para hacer caer al régimen. Este tiene que reforzar los
instrumentos de disciplina y represión (Checa, comunismo de guerra, ejército rojo); su propia
eficacia, la descoordinación del enemigo y la retirada de las fuerzas occidentales (por peligro de
contagio revolucionario), dan de nuevo la inesperada victoria al partido comunista, que,
contraatacando también en el exterior, creará un instrumento de agitación internacional, la
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Comintern (III Internacional), con el objetivo de sustituir a la decadente Internacional
socialdemócrata (II) en el liderazgo de la clase trabajadora. Pero en este caso, por el contrario, el
éxito se esfuma. Los partidos comunistas no pasan de grupúsculos sin base sindical; el obrero de
Occidente no se identifica con ellos. Así, junto a la paz interior, lograda tras un holocausto de
millones de muertos, se perfila una relación tensa con el exterior de tipo numantino: el enemigo no
es sólo la burguesía; también el socialismo democrático es acusado de reforzar y servir los intereses
capitalistas (socialfascismo).
Pero los problemas interiores son prioritarios. Lenin así lo considera. El comunismo de guerra no
sirve como vehículo para la instauración del socialismo, aunque ha cumplido su objetivo durante la
guerra civil. Es preciso cambiar y ralentizar el proceso y así surge la NEP (Nueva Política
Económica). Ante las discrepancias de ciertos sectores de la cúpula del partido, el líder refuerza el
centralismo, pero sin negar el derecho a discusiones previas; la línea oficial, una vez marcada, es
obligatoria; quien discrepe va en contra del partido, se le acusará de ''fraccionalismo''. De este
modo, si la economía entra en una fase de liberalización, el poder político se dota de nuevos
instrumentos de control, como mecanismo compensatorio. La contradicción también se extiende al
plano organizativo: la nueva URSS (1922) será aparentemente una federación con amplia
autonomía y derecho de autodeterminación de las partes; de hecho, sin embargo, el partido
comunista, verdadero detentador del poder político, mantiene una rígida estructura vertical.
La muerte de Lenin (precedida por meses de inactividad debido a varios ataques cerebrales) nos
impide saber cuál hubiera sido la trayectoria de la URSS con su primer líder al frente. Es posible
que la NEP hubiera continuado a medio plazo, sin duda mayor que el que cumplió en la realidad,
pero sin olvidar que Lenin no la veía sino como una necesidad transitoria (Quizá 25 años?). En
cambio, es indudable que el vacío dejado casi de improviso trajo consigo una lucha por el poder
cuyo desenlace se explica desde la situación creada poco antes; estaba claro que quien tuviera la
palanca de mando del partido se haría con el liderazgo, y ése era Stalin, un perfecto burócrata al
mando de unos cuadros renovados por él mismo y vinculados a su destino personal; nada pudieron
contra él ni el superior prestigio revolucionario de Trotsky, ni la relevancia intelectual de Bujarin, ni
los apoyos de Zinoviev y Kamenev en Leningrado o en la Comintern. Stalin, de 1924 a 1928, va
acumulando poder al tiempo que, mediante alianzas convenientes, se deshace de sus rivales. En
1929 prácticamente éstos han sido vencidos, aunque la obsesiva desconfianza del dictador no se
contentará con simples expulsiones, sino que llevará, en un período posterior, a un verdadero
exterminio de comunistas que nadie ha igualado.
Carr hace un lúcido análisis de la personalidad de Stalin y encuentra que lo que le define son, por
encima de todo, dos notas: el nacionalismo ruso y el afán occidentalizador. Es, por ello, un fiel
continuador, no de Lenin, sino de Pedro el Grande; y, como él, cruel y despiadado en sus objetivos.
En este sentido no hay duda que triunfó: Rusia se convirtió, tras la Segunda Guerra Mundial, en
potencia de primer orden logrando casi todos los objetivos históricos del imperialismo zarista y del
paneslavismo.
En 1979 (primera edición en inglés del libro) Carr contabiliza también como éxito la política
económica de Stalin en sus dos facetas: la planificación, y, dentro de ella, la prioridad dada a la
industria pesada. En verdad, pocos discutían en aquellas fechas tal consideración. Pero hoy no
podemos decir lo mismo. Tras la crisis del 73 la economía de mercado no sólo ha sobrevivido sino
que, con el apoyo de los nuevas tecnologías (3 revolución industrial), ha demostrado una
capacidad enorme de expansión. Por otro lado, el modelo soviético de planificación ha hundido en
la miseria a los países tercermundistas que lo implantaron, mientras que aquéllos que siguieron
pautas de libre mercado han pasado a ser potencias de porvenir cada vez más sólido (los Nics).
Estos últimos, además, han demostrado otra cosa aún más importante, que el principio según el cual
la industrialización racionalizada exigía una industria pesada fuerte (industria de bienes de
producción) y sólo tras su consolidación habría de pasarse a desarrollar la industria ligera es una
falacia, pues, muy por el contrario, una economía carente de grandes capitales acumula más medios
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financieros si los invierte en sectores que exigen equipos baratos y que fabrican productos de uso y
consumo también de reducido precio para una demanda con poco poder adquisitivo; los bajos
costes de producción permiten además competir con ventaja en los mercados internacionales
(''dumping social'') y adquirir de este modo, mediante una balanza comercial favorable, recursos
adicionales de carácter financiero. Desbordados por el propio atraso tecnológico y la
sobredimensión de su industria pesada (en crisis a todos los niveles desde los años ochenta en el
mundo entero, y afectada en consecuencia por un doloroso proceso de reconversión), los países
comunistas, y la Unión Soviética en primer lugar, se encontraron descapitalizados, con una industria
anticuada y onerosa y sin que hubiera llegado todavía el momento, tantas veces anunciado, de dar
preferencia a los bienes de uso y consumo. Después de setenta y tres años, el desabastecimiento de
los productos más elementales, agrícolas o industriales, era similar al existente en los tiempos
revolucionarios si no peor. De ahí que la caída viniera por implosión, fuera ya de toda posibilidad
de enmascaramiento.
Bujarin, pues, tenía razón, al menos en cuanto a realizar una política económica que se basara en la
demanda - campesina - de bienes de transformación (textiles, objetos de uso y consumo), lo que a
su vez hubiera evitado la ''crisis de las tijeras'', es decir, el desfase entre los precios agrícolas e
industriales; el ahorro campesino (no sólo de los kulaks) no se canalizaba hacia la compra de bienes
industriales salvo el caso de los pocos tractores a la venta) y no se transfería, por consiguiente, en
forma de recursos para nuevas inversiones industriales. Pero de haberse seguido un procedimiento
más acorde con esa realidad, es posible que, finalmente, la economía de mercado se hubiera
impuesto y el objetivo revolucionario habría carecido de sentido; sencillamente, el comunismo se
habría alejado del horizonte para siempre. Lo político, por tanto, era seguir el camino finalmente
elegido. Sólo que hizo falta el sacrifico de un número adicional de seres humanos (decenas de
millones) para que el divorcio entre lo político y lo económico diera una vez más la razón a lo
segundo. Paradójicamente, el marxismo ha derrotado al marxismo, o si se quiere, al marxismo-
leninismo-estalinismo.

Tema X: Los años de entreguerras

1,- El crac de 1929 y sus consecuencias.

El final de la primera guerra mundial en 1919 trajo consigo cambios espectaculares. Quizá el más
significativo fuera que Estados Unidos había emergido como una gran potencia y que se había
convertido en el primer acreedor mundial. El triunfo de los bolcheviques en Rusia en 1917 había
hecho temer la extensión de revoluciones sociales en Europa pero a inicios de los años veinte la
amenaza estaba, aparentemente, conjurada y, en medio de una extraordinaria creatividad artística, el
mundo parecía no sólo recuperar la tranquilidad sino avanzar hacia un bienestar incomparable. No
en vano se comenzaba a hablar de unos ―felices años veinte‖ en los que a los sonidos del charlestón
se sumaron los de los primeros automóviles o las pianolas que aportaban la música de fondo a las
películas de Charlot.

En 1927, tras haber recogido enormes beneficios en el exterior y apoyándose en una economía en
estado de expansión, los financieros de Estados Unidos que operaban en la bolsa de Wall Street
dirigieron sus operaciones hacia el mercado interior. Esta decisión tuvo una trascendencia
considerable ya que en la medida en que compraban valores nacionales se producía una subida de
los precios de las acciones de las empresas norteamericanas. Como era de esperar, mientras seguían
produciéndose subidas, aumentaba el número de inversores que deseaban aprovechar la tendencia
alcista de la Bolsa.

Cuando llegó el año 1929, cerca del nueve por ciento de los norteamericanos había invertido ya sus
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ahorros en el mercado de valores. En algunos casos lo habían hecho por su cuenta pero en otros se
habían valido de empresas de inversiones creadas con esta finalidad. Esta circunstancia significaba
no sólo que su futuro dependía de los avatares de la Bolsa sino también el de sus hijos porque esos
ahorros en no escasa medida tenían la finalidad de asegurar sus estudios en la universidad o la
apertura de negocios de mayor o menor dimensión. Cuando en el mes de marzo de 1929, Herbert
Hoover fue nombrado presidente todo hacía preludiar un mandato feliz. ¿Todo? La Reserva federal
aumentó en un uno por ciento el tipo de interés y aconsejó a los bancos que la componían que no
concediesen créditos para invertir en la Bolsa. Temía —y no le faltaba razón— que la época de las
vacas gordas terminara. Sin embargo, al final la Reserva no se atrevió a mantener esta línea de
conducta porque uno de sus directores tenía importantes intereses en el mercado de valores y no
deseaba perder dinero. En cualquier caso, la voz de alarma estaba dada y en octubre de 1929,
comenzó a producirse una venta de activos bursátiles con la intención de invertirlos en otras
actividades.

No era nada grave pero no tardó en cundir el pánico. El miércoles, 23 de octubre se vendieron seis
millones de acciones a precios que cada vez resultaban menores. El denominado ―jueves negro‖, el
número de acciones vendidas se elevó a doce millones. Cuando comenzó la semana siguiente se
vendieron otros nueve millones de acciones.

En el ―martes negro‖ —tras una pérdida de más de veinticuatro mil millones de dólares en una
semana— se colapsó la Bolsa. Entonces el pavor que se había apoderado de la Bolsa de Nueva York
se extendió como una mancha de aceite por todo el país. En Chicago, en San Francisco, se produjo
el caos. La respuesta inmediata de la gente de la calle fue acudir a los bancos donde tenían
depositado su dinero para retirarlo. Como era de esperar, los bancos no pudieron devolver todos los
depósitos por la sencilla razón de que una buena parte estaba invertida en préstamos o inversiones.
El resultado inmediato fue la quiebra en cadena de un banco tras otro y con ella los suicidios de
financieros y empresarios que se habían visto arrastrados a la ruina de la noche a la mañana. El
gobierno podía haber contenido aquella situación simplemente con nuevas emisiones de moneda y
realizando un llamamiento a la tranquilidad. No lo hizo y en cuestión de semanas, los impagos y la
morosidad se dispararon y con ellas el cierre de las empresas y el desempleo.

En Estados Unidos, el número de parados ascendió a dos millones de personas. Era un desastre pero
peor fue en Gran Bretaña donde llegó a cuatro millones o en Alemania donde rebasó los seis.
Economías que contaban con buenas perspectivas como la argentina, la mexicana o la brasileña se
vinieron abajo. Lo peor de todo no fueron los efectos económicos de la crisis sino los socio-
políticos. De la noche a la mañana, la clase media se vio aniquilada y arrastrada hacia su
proletarización mientras que la clase obrera acentuaba su desconfianza hacia los sistemas liberales y
volvía los ojos hacia soluciones totalitarias que, en apariencia, le asegurarían al menos el pan
cotidiano. El desprestigio de los parlamentarismos comenzó a tener por ello resultados
acentuadamente dramáticos en todo el mundo.

En 1930, el partido nazi de Hitler pasó a convertirse en la segunda fuerza electoral de Alemania y
tres años después alcanzaba el poder absoluto. En 1931, la república nacía en España en medio de
posiciones radicalizadas de las izquierdas y del temor de las derechas a una revolución social. Tres
años después sufría un levantamiento de izquierdas y nacionalistas, y en 1936 un golpe militar que
degeneraría en guerra civil. Mientras tanto la URSS, la Italia fascista y la Alemania nazi hacían gala
de sus apetencias territoriales. En 1939, una nueva guerra mundial aniquilaría el mundo posterior a
la Gran guerra de 1914-18 dejando tras de si la estela de cincuenta millones de muertos. En sus
orígenes, se hallaban la especulación ciega, la quiebra de Wall Street y la incapacidad de los
gobiernos para controlarla.
2.- El fascismo y el nazismo
La crisis socio-económica y política en que estaba sumida Europa como consecuencia de la gran
103
guerra, agravada por el comienzo de la revolución comunista y la crisis económica
de1929.dieron lugar a la aparición de nuevas fuerzas inconformes.
Aquí encontramos la cuna del fascismo que inicio como como un movimiento para restaurar la
confianza de la sociedad, una vez en el poder despreciaría la democracia y el parlamentarismo.
Tuvo su origen en Italia y a Benito Mussolini como su principal representante, surgen como un
grupo de choque y combatiente anticomunista en 1919.cumplieron una campaña violenta
durante las elecciones de 1921 a favor de los candidatos fascistas, El emperador Víctor Manuel
lII ( Presionado le encarga el poder a Benito Mussolini con lo que se da inicio a la dictadura
fascista.
El fascismo literalmente quiere decir haz o unión de fuerzas no se convirtió en un fenómeno
exclusivo de Italia sino que también se expandió hacia otros países entre ellos a Alemania.
Alemania fue el país en donde la gran depresión trajo mayores cambios sociales y políticos. allí
la democracia se hundió y surgió un régimen violento y ultraderechista el nacional –socialismo
alemán (nazis) dirigido por Adolfo Hitler
Entre sus causas para consolidarse entre la población alemana fueron:
A.-sentimientos de frustración, miedo y resentimiento por la derrota de la primera guerra
mundial.
B.-el costo del pago de las reparaciones impuestas durante la gran guerra que sumió en la
pobreza al pueblo alemán; sumado a la crisis del 29.

Hitler construyo un estado autoritario, dictatorial, racista y expansionista.


La política nazi se centro en:
A-La superioridad racial y cultural dividiendo a los seres humanos en superiores e inferiores.
B-El entorno vital que el pueblo alemán necesitaba para su desarrollo y satisfacción de sus
necesidades, al mismo tiempo que unía a todos los alemanes europeos bajo la misma bandera
del partido nazi.

Tema XI: La Segunda Guerra Mundial y la guerra fría.


104
1.- Causas y consecuencias de la Segunda Guerra Mundial.

Resumen de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945)


¿Fue inevitable la guerra? La visión panorámica de las relaciones internacionales así parece
indicarlo. Lo hemos estudiado anteriormente. Los virajes hacia la guerra, o, dicho de otro
modo, los pasos hacia el abismo, condujeron a una situación sin retorno. En “Mein Kampf”
Hitler había escrito acerca de la necesidad y el derecho de la expansión territorial de Alemania
hacia el Este. Aunque no era muy explícito, parecía apoyarse en la idea de que si Gran Bretaña
se había convertido en el gran imperio oceánico Alemania tenía el mismo derecho a ser un
gran imperio terrestre. Como último horizonte, el Reich alemán, sin detenerse en las fronteras
orientales de Polonia, Países Bálticos y Ucrania, se convertiría en un imperio mundial.

Esta doctrina desataría un huracán bélico que sobrepasó todo lo hasta ese momento conocido.
Nuevas armas y ejércitos de millones de soldados sembrarían la desolación en el continente
europeo y más tarde en Asia y Oceanía.

Sobre la Segunda Guerra Mundial se dispone no sólo de unos fondos documentales


inagotables, en archivos de ministerios de asuntos exteriores, embajadas y estados mayores,
sino también de un riquísimo material gráfico, al que en principio se otorgó interés
exclusivamente bélico. Por otra parte muchos de los protagonistas han dejado su testimonio.
Así ocurre con Churchill, De Gaulle, Eisenhower y Montgomery, en el bando vencedor; Von
Papen, Ribbentrop, Goebbels, entre los alemanes; Tojo, Sato, Konoye, entre los japoneses.
Algunas de estas memorias son autojustificativas, pero en general todas pueden considerarse
valiosas para el conocimiento de la guerra y los procesos que la acompañaron.

Causas: (*) Puedes Ampliar en Este Sitio

Finalizada la Primera Guerra o la Gran Guerra(1914-1918), se firmaron tratados


de paz entre las naciones, dichos tratados fueron un poco débiles y para algunos
países resultaron injustos, lo que produjo disconformidad en la población y deseos
de venganza.

El Tratado de Versalle redujo de manera considerable los territorios de los


Alemania y Austria, zonas pobladas de germanos.

 Gran ambición y rivalidad entre algunos países, sobretodo aquellos que
habían perdido territorios en la Gran Guerra.

 Necesidad de demostrar su poderío bélico-militar y lograr una posición


política de superioridad frente a otros países.

105
 Controlar y dominar algunos territorios para explotar sus riquezas
naturales. Hitler quería ser la versión terrestre de lo que era Inglaterra en el mar.

 Problemas étnicos, según la filosofía de Hitler sobre la pureza de la "raza


aria", de acuerdo con las ideas expresadas en "Mi Lucha".

 Se enfrentaron tres ideologías contrarias, el liberalismo capitalista, el


sistema socialista y el nazi-fascista, esta ultima que responde a un sistema
totalitario había nacido en Italia y Alemania luego de la Primera Guerra.

Introducción:

 Alemania pierde la guerra, el káiser Guillermo I abdica y firma el


Tratado de Versalles, admitiendo su inferioridad y se esfuma el imperio alemán.

 Los obreros, la pequeña burguesía alemana y el ejército se reúnen en


Weimar y deciden adoptar un gobierno de tipo republicano, aceptando que la
soberanía de un país reside en el pueblo, y que este debe por lo tanto elegir a sus
representantes. Se la conoce como la República de Weimer.

 Esta república no contó con el apoyo de los sectores más poderosos,
como la burguesía industrial, por que suponían que los obreros podrían formar un
duro sector que iría contra sus intereses.(Pensemos que estaba de moda el
socialismos de Rusia)

 Por otro lado la nueva república aceptaba las disposiciones del Tratado
de Versalles y creía conveniente pagar todas las exigencias estipuladas en dicho
tratado, actitud que creó una importante resistencia, como la de algunas estrategias
económicas que produjo una descontrolada inflación entre 1919 y 1923. Un dólar,
llegó a equivaler 4.250.000.000 marcos alemanes, cuando antes costaba 76
marcos.

 En esta etapa aparece un partido nacionalista que dirigido por un líder
que arengaba discursos conmovedores, de ideas nacionalistas, les fue devolviendo
el orgullo y la fe al pueblo alemán, proponiéndole el rearmen militar, la pureza de
la raza aria y la unificación de una Gran Alemania. Ese conductor fue: Adolf
Hitler, y su partido se denominaba nacionalsocialista o simplemente NAZI.

 Este partido decidió culpar a los judíos, marxistas y liberales de las
desgracias actuales de Alemania, por lo que comenzó una política de persecución
y eliminación sistemática de todos estos sectores. Para Hitler los judíos, que
controlaban la economía capitalista habían dividido al pueblo germano y habían
detenido el crecimiento económico de Alemania, y no le hacia nada bien al país.


Hitler cuando consiguió cierto poder y apoyo de algunos militares, dio un
106
golpe político que se conoce como el Putsch de Munich, que fracaso porque aún
su poder no estaba consolidado y algunos seguidores lo abandonaron en el
camino. Estuvo preso 8 meses y allí escribió su libro cumbre, Mi Lucha, en donde
asentó sus ideas y su plan de lucha futuro. Su secretario fue Rudolf Hess que más
tarde sería uno de los mas importantes líderes del nazismo del Tercer Reich.

 Llega el año 1929, comienza la más grande crisis económica mundial del
capitalismo en el siglo XX, la Bolsa de Wall Street se derrumba y como un
dominó las empresas comienzan a caerse una tras otra, la desocupación toma
índices increíbles. A esa situación Alemania no está para nada exenta, y los
desocupados alcanzan a 6.000.000 en ese país.

 La república no logra resultados positivos para paliar la crisis, y


comienza a debilitarse. Ante este caos y sin propuestas efectivas el partido NAZI
surge como una posibilidad cierta de crecimiento y mejoras económicas el pueblo
lo escucha con atención, ven en Hitler una salida rápida y aparecen nuevos
adeptos. En las elecciones de 1932 el nazismo consigue el 37% de las bancas en el
Parlamento.

 Los nazi también son apoyados por una gran masa de campesinos que
estaban al borde de la pobreza, la clase media también lo sigue.

 En 1933 es nombrado Canciller y su plan comienza a funcionar, toma


gran poder y se relaciona con la burguesía industrial, les promete y asegura mucho
trabajo en el rearme bélico.

 Organiza grupos violentos y sanguinarios para perseguir a los disidentes


al sistema y fueron la guardia personal del furher. Fueron los grupos S.A. y S.S.

 Siendo Canciller incendió el Parlamento y culpó a los comunista, de esta


manera justificó la persecución a este sector. Mas tarde clausura el Parlamento y
crea el Tercer Reich, que durará 1000 años, él será el conductor -el Furher- y
exige una total sumisión y fidelidad a su persona.

 Con la S.S. persiguió y eliminó a todos los opositores "enemigos del
Reich" , además quemó libros públicamente y creó los campos de concentración.
Armó un aparato publicitario en apoyo a sus gobierno y comenzó el Plan de
purificación de la raza. En antisemitismo ya estaba un poco arraigado en la
población europea, por lo que no fue muy difícil inculcarles este sentimiento de
rechazo a gitanos y judíos. Por ejemplo Inglaterra hablaba de la superioridad racial
para justificar su política de agresión y dominación imperialista en los países
pobres y débiles que tenía sometidos en diversas partes del globo.

 Con los judíos comenzó quitándoles diversos derechos civiles, y poco a
poco los fue obligando a vivir aislados de la sociedad y encerrados en guetos ,
107
que eran sectores dentro de la ciudad, pero cercado por un alambrado y
controlados por la policía alemana. El mayor fue el de Varsovia, y famoso por su
rebelión, contra los nazi.

 Los campos de concentración que eran cientos, estaban distribuidos por todo el
país. Allí se los obligaba a realizar trabajos forzados de cualquier tipo, y recibían
una pequeña dosis en calorías de comida diaria, lo que aseguraba que en sólo 6
meses de penurias esos judíos morían de debilidad. (estaba todo calculado, en su
Plan: "La Solución Final").Por otro lado no tenían mucha protección contra el
helado clima de algunas zonas, por lo que muchos morían de frío. Todos lo judíos
que se consideraban ineptos para el trabajo como los viejos, chicos y enfermos
eran clasificados diariamente y llevado a las cámara de gas, donde se los asfixiaba
y los cadáveres de los quemaba en grandes hornos. Los muertos llegaron a
6.000.0000 en toda la guerra, donde gran porcentaje fueron eliminados en los
últimos 2 años. Inclusive llegó a descuidar la guerra en pos de completar su "Plan"
con los judíos.

 Económicamente el gobierno de Hitler logró una importante


recuperación y su plan se basaba en:

Obras públicas importantes, desarrollo de la industria automotriz, parcelas de 125


ha. cada una para que se sean trabajadas por los campesinos y aumentar así la
producción agrícola. Producción de armamento bélico. Los desocupados eran
incorporados a la milicia alemana. Eliminar todo opositor del sistema, para que la
política establecida no se vea entorpecida por estos "enemigos del país". Aplastó a
los sindicatos. Controló la prensa pública.

Comienzo De La Guerra:

 Se puede dividir esta contienda en dos fases: a) desde 1939 a 1941 en
donde se desarrolla fundamentalmente en Europa y con dominio de las potencias
del eje y b) desde 1942 hasta 1945 la guerra adquiere dimensiones mundiales, con
el ingreso de EE.UU. al conflicto.

 Hitler ya preparado bélicamente comienza su plan de acción ya declarado


en su libro, Mi Lucha, desea anexar Austria, a su imperio, pues allí había muchos
alemanes.

 Luego ocupa la región de los montes sudetes en Checoslovaquia, donde


habitaban 3.000.000 de alemanes, y luego extiende su poder a todo ese país.


Hitler perseguía su sueño en la unificación alemana y unidad aria, en

108
realidad estos territorios nunca habían pertenecido a Alemania.

 Francia e Inglaterra la dos potencias importantes de Europa veían como


Hitler iba ganando terrenos, rompía el Tratado de Versalles, pues se había
rearmado e iniciaba su expansión territorial.

 Los primeros avances alemanes fueron aceptados por algunas potencias
porque entendían que el Tratado de Versalles había sido muy duro con Alemania y
era justo que este país recuperara algo de los territorios perdidos.

 Por otro lado Hitler luchaba contra el comunismo por lo que les servia
como una barrera contra el expansionismo soviético.

 En pocas semanas (con el blitzkrieg ó la Guerra Relámpago) toma


Polonia y los países aliados le declaran la guerra.

 Hitler tiene dos flancos que defender (oriental y occidental) y por lo tanto
firma un pacto de no agresión con Rusia (Stalin), y se reparte algunos territorios
de Polonia. Rusia recupera territorios que pertenecían al antiguo imperio zarista.

 Hitler avanza sobre Dinamarca y Noruega que por neutrales le aseguraba
puerto para la marina, y los vence fácilmente. Sigue hacia los países bajos y entra
en Francia, allí encuentra resistencia de los aliados, pero son superados y 300.000
soldados deben replegarse contra la costa de Dunkerque. Goering, jefe de la
aviación trata de aniquilarlos a todos los aliados encerrados en entre esas costas y
el canal de la Mancha, pero no puede.

 Ataca a Francia, la que es vencida muy rápidamente. Alemania ocupa


París y De Gaulle se refugia en Londres en 1940. En Francia Pataìn arma un
gobierno en Vichy. Nace la resistencia francesa, cuya actuación fue sumamente
importante durante la guerra, entorpeciendo los planes alemanes.

Trata de invadir Inglaterra, pero se encuentra con una feroz resistencia aérea, la
RAF, que controla el ataque y retrasa el plan alemán. De todas maneras
destruyeron aeródromos, fabricas bélicas, instalaciones de radar, poblaciones con
miles de civiles. Hitler acostumbrado a ganar, deja este avance para más tarde y se
quiere atacar a Rusia, ignorando el pacto e no agresión con Stalin.

Stalin continua con la anexión de los territorios señalados en el Pacto de No


Agresión, y ocupa Rumania, Hitler intervino este país e impuso un régimen pro
nazi, apoderándose de las reservas de petróleo de Rumania. Este hecho produjo la
rotura de las relaciones con Rusia.

El plan para atacar Rusia, se llamó Operación BarbaRoja y consistía en atacar
por el norte a Leningrado, por el centro a Moscú y por el sur a Stalingrado.
109
Ocupando esta última ciudad podría controlar el abastecimiento de petróleo del
Caúcaso que iban hacia Moscú. También dominando Rusia, Japón podría controlar
el Pacifico y amenazar a EE.UU. para que no entre en el conflicto.

 En Junio de 1941, organiza dicha operación, ataca a la URSS, luchando


contra el comunismo, pero evalúa mal el poderío ruso, los cuales defendieron con
gran valor a Stalingrado y el ejército alemán debió replegarse, totalmente
desabastecidos y desarmados. Hitler los obliga a resistir pero el crudo invierno los
termina por vencer definitivamente, el ejército capitula. 140.000 alemanes fueron
muertos, fue la peor derrota sufrida por Alemania. 90.000 soldados se rinden,
Hitler pedía que se suiciden.

 Paralelamente, Hiltler llega a un acuerdo con Mussolini, El Pacto de Acero,


donde le dá el control del Mediterráneo a cambio de que Italia renuncie a sus
intereses en Austria. Junto a Japón forman el Pacto Tripartita o "el eje". Italia entra
en guerra y ataca Grecia, luego Egipto, sin consultar a Hitler, quien debe crear el
Africa Korps, para ayudarlo, porque sus actuaciones bélicas son mediocres.

 Su plan en Egipto era tomar el Canal de Suez que estaba custodiado por
fuerzas inglesas, y controlar la ruta hacia oriente. Cuando casi era vencido, recibió
apoyo de fuerza alemanas dirigidas por Rommell (el Zorro del Desierto) e
hicieron retroceder a los ingleses. En 1941, los ejércitos italosgermanos se dirigen
a Yugoslavia y Grecia, que se rindieron en pocos dias, apoderandosé de los
Balcanes por un par de años. Poco más tarde los alemanes iniciaron una
contraofensiva en El Alamein pero sin éxito, finalmente el ejército alemán fue
expulsado de esa zona en 1943.

  Japón quiere acaparar terrenos (colonias europeas) en Indochina en busca
de recursos naturales, como el caucho y petróleo, ya que el Congreso de EE.UU.
había decidido caducar el acuerdo del envío de armas. Japón desesperado, sin
aviso, bombardea en 7 de diciembre de 1941, por sorpresa la escuadra de aviones
en Pearl Harbor en Hawai, destruyendo casi la totalidad de la base. EE.UU. le
declara la guerra a Japón, pero sigue neutral en Europa. Hitler convencido que
luego de la derrota estadoudinense es imposible perder su guerra y le declara la
guerra a EE.UU. Italia siguió su ejemplo. EE.UU. ahora ingresa a la guerra
mundial.

 Se forma la Alianza de las Naciones Unidas, que se conoció como


aliados, integrada por Francia, Inglaterra, EE.UU., China y la URSS.

 Como puede observarse se establecen tres frentes de guerra: uno al norte
de Africa dirigido por Montgomery y Einsenhower, contra las fuerza alemanas
dirigidas por Rommel, otro en Rusia o frente oriental, contra las tropas soviéticas
(Batalla de Stanligrado) y el tercero en el Pacifico contra los japoneses, que no
pudo mantener una guerra prolongada, y perdió pronto su hegemonía militar
110
frente a las tropas dirigidas por el general McArthur.

 Los italianos, cuyo conductor era Mussolini, perdieron varias batallas
importantes y se debilitaron notablemente, el Eje comenzó a perder fuerzas.

 Por otro lado Alemania tenía una guerra dirigida por Rommel, en el norte
de África, cuya actuación contra los británicos había sido excelente, pero luego
totalmente desabastecidos, pues Alemania no alcanza a apoyar con suministro a
sus tropas, el ejército alemán fue derrotado.

 También, en el frente del Pacifico, Japón pierde superioridad militar, al


ser derrotada en las batalla del Mar de Coral y Midway, frente a los
estadoudinenses.

 Estos importantes avances propiciaron que los dirigentes de las grandes
potencias se reúnan en Teherán (Irán) en diciembre de 1943, donde tomaron una
serie de decisiones para el reparto de los territorios conseguidos y tomaron los
lineamientos a seguir en la contienda.

 Alemania estaba agotada y por el oriente se le avecina el ejército ruso,


EE.UU. aliada con Inglaterra, atacaban por el occidente. Perdía muchos hombres y
debió utilizar a los extranjeros prisioneros, en las fábricas, pues se necesitaban
cada vez mas hombres para hacer frente al conflicto.

 Alemania desarrolla las bombas volantes, V1 y V2, super poderosas y


muy difíciles de detectar. La V2 podía destruir una manzana en segundos. Los
aliados pudieron bombardear las fábricas claves de estos cohetes.También prueba
nuevos aviones a reacción muy poderoso.

 EE.UU. e Inglaterra montaron un plan de ataque, y desembarcaron en las


costa de Normandía, último bastión alemán fuertemente defendido. El 6 de junio
de 1944,conocido como el día -D- y hora -H-. 300.000 aliados desembarcaron en
sus costas, fue la mayor invasión naval de la historia. Esta operación la dirigía en
Gral. británico Montgomery.

 En 1944 EE.UU libera a Roma, Hitler defiende todo el límite francés con
sus últimos recursos bélicos. Forma el "muro Atlántico" y cree que puede contener
los ataques aliados.

 Hitler sufre un atentado contra su persona en manos de varios dirigentes


militares que se oponían a la continuación de la guerra, pero un error, hace que se
salve.

111
 Los aliados logran romper el cerco alemán y avanzan hacia Berlín, lo
mismo que el ejército ruso. Hitler está atrapado y decide suicidarse con un arma,
su amante Eva Braun se envenena, el 30 de abril de 1945. Ambos cuerpos se
incineraron en el subsuelo de la Cancillería.

 El 30-04-1945, los rusos toman y destruyen la cancillería alemana en


Berlín e izan la bandera roja en el Parlamento alemán, y el 7 de mayo de 1945 los
representantes del Estado alemán firman la capitulación sin condiciones, el Tercer
Reich había sido derrotado definitivamente.

 En Julio de 1945 se reúnen Churchill, Stalin y Truman en Postdam, cerca


de Berlín para consignar un documento final con los siguientes acuerdos: desarme
y desmilitarización completa de Alemania, división de Alemania en cuatro zonas,
disponer un tribunal para juzgar a los crímenes de guerra. (foto abajo)

 6-8-1945 EE.UU., por decisión de Harry Truman, arroja la bomba


atómica sobre Hirohima , 3 días después sobre Nagasaki, mueren mas de 100.000
japoneses en segundos. Hirohito firma la rendición el 02-09-1945 a bordo del
acorazado Missouri. El Gral. MacArthur recibió los documentos de la rendición
japonesa.

Repercuciones:

Demográficas: 60 millones de muertos, de los 6 millones fueron judíos torturados.

Políticas: el mundo quedó dividido en dos bloques, socialista y capitalista, se inicia la


Guerra Fría.

Territoriales: se modificó el mapa político o territorial de Europa.

Económicas: Europa quedó desvastada, sin comunicaciones, sin infraestructuras, sin


suelo apto para el cultivo, sin industrias, casi vacía.

Diplomáticas: Se creó la ONU (Organización de las Naciones Unidas) para fomentar


la paz, llegar a acuerdos internacionales y solucionar los conflictos por vías
pacificas, intentando la unidad entre todos los pueblos del mundo.

2.- La política de bloques. De la Guerra de Corea a la de Vietnam.

112
En la conferencia de Yalta celebrada en febrero de 1945, Roosevelt, Churchill y el lider soviético
Josef Stalin, prometieron elecciones libres en todas las naciones liberadas de Europa. Pero las
fuerzas soviéticas impusieorn dictaduras comunistas en Europa oriental.
La muerte de Roosevelt privó a Stalin de un interlocutor privilegiado, pero sus sustitución por
Truman, marcado por un profundo anticomunismo, supuso, la instalación permanente de la
controversia.
En 1947 se propuso la Doctrina Truman.
Tenía dos objetivos:
Enviar ayuda estadounidense a las fuerzas anticomunistas de Grecia y Turquía.
Crear un consenso público por el cual los estadounidenses estarían dispuestos a combatir en un
supuesto conflicto.
Alcanzó ambos objetivos.
El "telón de acero" es el aislamiento de los países del Este europeo, desde 1947 fueron
sucediéndose una serie de acontecimientos qué ahondaban las diferencias de modo cada vez más
irreversible.
Truman ayudó a crear una alianza militar OTAN y a establecer una Alemania Occidental
independiente.
Entre 1949 y 1950 los soviéticos llevaron a cabo su primera explosión de una bomba atómica.
Los comunistas de China conquistaron todo el país.
China firmó una alianza con Stalin.
En Japón (bajo el control estadounidense) se aceleró el desarrollo económico para luchar contra el
comunismo asiático.
Guerra de Corea (ver: Guerra de Corea)
En 1953 Stalin murió y Truman abandonó su cargo.
Sin embargo ambas partes siguieron su lucha por Europa.
Hubo una gran prosperidad en los países capitalistas democráticos entre 1945 y 1973:
El Estado debía jugar un papel dinámico en la actividad económica, complementado por el sector
privado y sindicatos.
Objetivo principal: Lograr el pleno empleo y construir un sistema de seguridad social.
La economía mixta, en la que el Estado cumplía un papel preponderante, no fue igual en todas
partes
La acción del Estado, fue mejorar las condiciones de vida por miedo del aumento del gasto social.
La inversión en educación era importante, se buscaba igualar las oportunidades de todos. Cumplían
la finalidad de mejorar la calidad del trabajo.
El estado apoyaba la investigación científica, favorecían la industria y as empresas.
Fomentaba la instalación de empresas.
El sistema de acuerdos y cooperación económica era de mucha importancia.
Respetaba la política social y salarial.
A los países capitalistas desarrollados correspondían las tres cuartas partes de la producción
mundial y más del 80% de las exportaciones; sin embargo, el crecimiento de la URSS durante los
años 50 era más rápido que el de cualquier potencia occidental.
No cabe duda de que los grandes beneficiarios de la "edad de oro" fueron los países capitalistas
desarrollados.
Al llegar los años 60 la prosperidad no podía compararse con la de ningún período anterior
En 1960 se propuso la Doctrina de Seguridad Nacional que influyó en toda Sudamérica,
produciendo permanentes violaciones de los derechos humanos.
La URSS intentó proteger a Alemania Oriental comunista de una importante pérdida de población
construyendo el Muro de Berlín en 1961.
Cada superpotencia también intentó influir en las nacientes naciones de Asia, África, Oriente
Próximo y Latinoamérica.
En 1962 la URSS instaló misiles en Cuba, quien en ese entonces era su nuevo aliado.
113
El presidente Kennedy amenazó con represalias nucleares y los soviéticos retiraron los misiles a
cambio de la promesa de aquél de no invadir Cuba.
En 1964 estalló la Guerra de Vietnam. (ver Guerra Vietnam)
Los soviéticos se debilitaron cuando los dirigentes chinos se separaron de Moscú y los europeos del
Este comenzaron a mostrar su descontento.
El nacionalismo demostraba ser más fuerte que el comunismo.
Estados Unidos estaba luchando en la guerra de Vietnam.
En 1973 las dos superpotencias enfrentadas acordaron una política de distensión; fue un intento de
detener la costosa carrera armamentista y frenar su competencia política, militar y económica.
La distensión duró hasta 1980, cuando tropas soviéticas invadieron Afganistán para salvar el
régimen marxista gobernante.
El presidente Reagan inició una gran concentración de armas.
Guerra de Corea
En 1945 las dos superpotencias partieron la península por el centro, en el Paralelo 38: al norte los
rusos y al sur los estadounidenses.
La idea era mantener el control de la zona a la espera de unas selecciones que dieran lugar al estado
unificado de Corea.
Corea del Norte, comunista, invadió Corea del Sur en 1950 y la guerra estalló, esa fue la primera
disputa de contención de la Guerra Fría.
Truman envió al ejército estadounidense a la acción.
Después China pasó a participar en defensa de los comunistas del norte.
Durante tres años tropas chinas y rusas pelearon por el norte, y norteamericanas, australianas,
canadienses, francesas y británicas por el sur.
La guerra de Corea dividió la península en dos partes y a partir de la Conferencia de Ginebra de
1954 la situación quedó oficializada
En los combates murieron más de un millón de combatientes y 400 civiles, sin que el status norte-
sur se modificara.
Era una guerra sin vencedores, ambas partes habían perdido.
Guerra de Vietnam
El sudeste Asiático era un centenario polvorín tanto por sus luchas internas como por la guerra
anticolonialista contra los franceses.
En 1955 el primer ministro Diem, instaura un gobierno autoritario en Vietnam del sur con ayuda de
los EEUU.
En 1964, el Congreso Norteamericano autoriza a iniciar operaciones militares contra Vietnam del
Norte.
Se inicia la tragedia , en 1965, cuando bombardeos estadounidenses, contra objetivos del Vietcong
(la fuerza guerrera del Vietnam norteño). Se utilizan Napalm, un arma química de alto poder.
En 1968, ofensiva del Vietcong contra el sur.
En 1969, primera sesión diplomática en París entre miembros del conflicto.
En 1971, invasión de Laos, por las tropas de Vietnam del Sur.
En 1972, gran ofensiva norvietnamita. Los EEUU responden mediante bombardeos insesantes.
En 1973, firma en Paris de los acuerdos sobre alto el fuego. Fin de la intervención de los EEUU.
En 1975, comienza la ofensiva del vietcong que finaliza con la rendición incondicional de Saigón el
30 de abril.
Luchar contra el comunismo en el sudeste asiático fue el más grave error político y bélico de la
historia de los Estados Unidos: al retirarse de la derrota, habían perdido unos 90000 hombres y
recibían la herencia de miles de mutilados y locos de guerra y Vietnam del Sur (su socio) estaba en
manos comunistas.

114
Tema XII: La descolonización y el tercer mundo.
1.- La descolonización
El proceso de descolonización acelerado tras el fin de la Segunda Guerra Mundial es uno de los
mayores fenómenos del s. XX. Este proceso, que marca el fin de la hegemonía europea en el
115
mundo, se ha desarrollado paralelamente al conflicto Este-Oeste, ya sea independientemente de él,
como son los casos de la India o Argelia, o ligado a sus vicisitudes, como lo ejemplifican los
conflictos del sudeste asiático y del Oriente Medio.

Estos nuevos estados surgidos al desaparecer los imperios coloniales suelen ser englobados bajo la
denominación de Tercer Mundo, término que implica subdesarrollo económico y cultural,
dependencia tecnológica del bloque capitalista o socialista, y voluntad de una parte de ellos de
constituir una especia de tercera fuerza en la política internacional independiente del sistema
bipolar.

Fue en Bandung (Indonesia) donde se celebró la primera conferencia intercontinental de los pueblos
afroasiáticos que en aquellos días (abril de 1955) habían accedido a su total independencia. En la
Conferencia de Bandung estaban representados 23 países asiáticos y 6 africanos, mayoritariamente
antiguos territorios colonizados. Sus cuatro grandes protagonistas fueron: Nehru (por la India),
Sukarno (por Indonesia), Nasser (por Egipto) y Zhon Enlai (por China). En esta conferencia, el
Tercer Mundo, nuevo protagonista de las relaciones internacionales, encontró la plataforma
ocasional desde la cual lanzar al mundo la expresión de sus deseos y el anticipo de su pretendida
nueva vía: cooperación económica y cultural, conquista de la autodeterminación, asunción de la
declaración de los derechos humanos proclamados por la ONU, y proclamación del derecho de los
nuevos países a intervenir en la política mundial sin alinearse con ninguno de los grandes bloques.
Se proponían, en efecto, un neutralismo activo que favoreciera la concordia y el entendimiento entre
los pueblos. Las repercusiones de la Conferencia fueron decisivas para la generalización del proceso
de independencia de otras colonias, principalmente en África, que en pocos años completó el
proceso emancipador. Bandung contribuyó asimismo a una toma de conciencia internacional sobre
la dignidad y la presencia de los pueblos de color en el concierto mundial.

La Primera Guerra Mundial ya había supuesto el nacimiento de movimientos independentistas en


los antiguos imperios coloniales, pero la Segunda potenció mucho más estos movimientos. (En la
Primera Guerra Mundial los pueblos colonizados aportan hombres o materias primas a la metrópoli;
ésta, en vez de compensar la ayuda de las colonias, sólo piensa en solucionar sus problemas
internos mediante una intensificación de la explotación colonial. En la Segunda Guerra Mundial el
proceso se repite e intensifica, con el agravante de que algunas colonias sufren en su propio
territorio la guerra). Tanto la URSS como EEUU se identificaron con estos movimientos
independentistas y la Carta del Atlántico incluyó tales principios. El declive económico de Gran
Bretaña y Francia contribuyó a la desaparición de sus respectivos imperios.

• La descolonización en Asia

El gran continente asiático había tenido en franceses, holandeses y británicos sus principales
colonizadores hasta 1945, especialmente Asia meridional, que por variedad, riqueza y situación
geográfica quedó históricamente ligada a los intereses económicos europeos. Bastaron diez años
(1945-55) para que las que parecían extensiones naturales de Gran Bretaña (India, Pakistán,
Birmania), Francia (Indochina) y Holanda (Indonesia), alcanzaran su independencia política.

- Indochina

Durante la Segunda Guerra Mundial los japoneses ocupan Indochina que les ha sido entregada por
la Francia colaboracionista de Vichy (? Como oficialmente el régimen de Vichy era aliado de
Alemania, coexisten juntas autoridades niponas y francesas). Tras la guerra, el gobierno popular de
Vietnam, bajo la presidencia de Ho Chi Minh, proclama su independencia. Sin embargo, los
franceses intentaron recuperar la preeminencia en el territorio (? para Inglaterra y Francia, la paz

116
significaba la restauración de sus anteriores poderes). Tras la rendición de Japón, Francia intentó
negociar con Ho Chi Minh la constitución de una federación que incluyera Vietnam, Laos y
Camboya, con una zona alrededor de Saigón administrada por París. Muy pronto surgieron las
dificultades de interpretación de los acuerdos diplomáticos debidas al ansia independentista
vietnamita y a la negativa francesa al abandono de su antigua colonia. Con esto, en 1946, el ejército
francés se instaló rápidamente en el sur del país e inició una agresiva escalada contra el norte. La
dirección del Viet-Minh (el movimiento nacionalista) estimó que esta sangrienta acción ponía fin al
‗modus vivendi‘ mantenido a lo largo del año y, en consecuencia, decidió llevar a cabo una lucha
abierta contra la potencia colonial, a través de enfrentamientos llevados a cabo por las guerrillas
populares vietnamitas. Los franceses controlaban todas las ciudades importantes y las principales
carreteras. Así, Francia declara que el gobierno de Ho Chi Minh es sólo una organización
clandestina, cuya existencia no acepta por considerar que carece de toda legitimidad, y repone al
emperador Bao Dai como jefe de Estado, si bien se reserva la defensa y otros asuntos
trascendentales (1949).

El triunfo de Mao en China, con el subsiguiente establecimiento de un régimen comunista al norte


de Vietnam, cambia radicalmente el desarrollo de la lucha. A partir de este momento, Vietnam
cuenta con un aliado que se convierte en una segura fuente de abastecimientos en armamento y
pertrechos de todo tipo. En 1953, las fuerzas francesas habían sido expulsadas de tres cuartas partes
del país, a pesar de recibir suministros bélicos y financieros de EEUU. En 1954, el ejército francés
es cercado y hecho prisionero en Diên Biên Phu, lo que obliga a Francia a conceder la
independencia. En la Conferencia de Ginebra (1954), Indochina queda dividida en Vietnam del
Norte (en la que se concentrarían todas las fuerzas del Viet-Minh) y Vietnam del Sur (adonde se
retirarían las tropas francesas), que constituyen un solo Estado y cuyo futuro sería la reunificación
mediante elecciones libres (? la división de Vietnam se materializaría en dos estados antagónicos y
las elecciones nunca llegarían a celebrarse). Los acuerdos de Ginebra, más que poner fin a la guerra,
marcaron el inicio de una nueva fase de la misma (? enfrentamiento entre los dos Estados
vietnamitas, comunista el del Norte y marcadamente anticomunista el del Sur).
• La descolonización de África

También en África la Primera Guerra Mundial siembra las semillas de la independencia, pero las
diferencias de civilizaciones, islámica al norte, negras al sur, y la no existencia de entidades de gran
potencia demográfica como la India o Indonesia, además de una más fuerte presencia del tribalismo,
retrasan el proceso hasta la Segunda Guerra Mundial. Al finalizar ésta, sólo tres estados eran
formalmente independientes en el continente africano: Egipto, Etiopía y Liberia. En las dos décadas
siguientes, en especial en los años 60, África se configuró en un mosaico de naciones
independientes y soberanas, que se completó con la independencia de Angola y Mozambique en
1975. Entre las causas que explican este impresionante cambio político, cabría citar la propia
debilidad de las potencias europeas tras su participación en la contienda mundial, junto a las rápidas
transformaciones económico-sociales que se estaban dando en el continente y que tomaron forma
política en movimientos nacionalistas que a partir de conceptos como ―negritud‖ o el
―panarabismo‖, manifestaron su firme vocación independentista. Junto al nacionalismo, el
panafricanismo, expresado en la fundación de la OUA (Organización de la Unidad Africana) en
1963, supuso la respuesta de África a siglos de explotación y servidumbre, y cuyos retos futuros
eran la superación del subdesarrollo y de la dependencia económica.

· El Norte de África

- Túnez (1956)

Desde 1883 Francia había establecido un protectorado sobre Túnez. Fue después de la Primera
117
Guerra Mundial cuando aparecieron los primeros movimientos nacionalistas con el partido Destur
(liberal-constitucional) formado principalmente por clases acomodadas burguesas. Hacia 1930 el
partido deriva hacia otro llamado Neo-Destur, liderado por Habib Burguiba. Tras la Segunda Guerra
Mundial, la Francia liberada se negó a acceder a las peticiones autonomistas y arreció la represión.
En 1952, Burguiba fue detenido, lo que dio origen a una insurrección armada en la que abundaron
los sabotajes y actos de terrorismo. En 1954, el gobierno francés prometió la autonomía interna a
Túnez, pero las negociaciones se vieron dificultadas por el comienzo de la guerra en Argelia. Se
volvieron a iniciar los actos de terrorismo; esto, unido a la independencia de Marruecos, movió a
Francia a apoyar plenamente a Burguiba y a conceder la total independencia a Túnez en 1956. Un
año después fue instaurada la República con Burguiba como presidente.

- Marruecos (1956)

En 1912 Marruecos se constituyó formalmente en protectorado francés por medio de un pacto entre
el sultán y Francia. Siguió a ello otro acuerdo entre Francia y España por el cual este último país
recibió en protectorado una zona norte (Rif) y una zona sur (Ifni). La ocupación de estos territorios
por las tropas españolas provocó hostilidades por parte de los nativos. Desde entonces, aunque todo
el país estuvo nominalmente bajo el gobierno del sultán, existió en todo el territorio una doble
administración francesa y española y hubo guarniciones de ambos países en sustitución del ejército
marroquí. Durante la Segunda Guerra Mundial, la burguesía y el proletariado urbano pugnaron por
la emancipación y el sultán reclamó la independencia en 1947. París se vio forzada a aceptar ciertas
condiciones, rechazadas por los colonos franceses residentes en Marruecos, que no querían perder
sus propiedades. Los colonos franceses se opusieron al fortalecimiento del poder de los nativos y en
el verano de 1955 se produjeron violentos disturbios y matanzas entre franceses y marroquíes. La
autonomía dentro de la Unión francesa y la inmediata independencia en marzo de 1956 hizo que el
gobierno español renunciara a su protectorado sobre la zona norte un mes después, salvo Ceuta y
Melilla. El nuevo estado se organizó en monarquía constitucional, ingresó en la Liga Árabe y
sostuvo una política de apoyo a la independencia argelina.

- Argelia (1962)

Reacia a otorgar la ciudadanía francesa a los argelinos, a quienes imponía como condición para
obtenerla abdicar de su religión y hábitos culturales, Francia cerró el camino de la integración y se
opuso a la concesión de su independencia. En esta actitud pesaba no sólo la responsabilidad sobre
un millón de súbditos franceses, sino también los intereses económicos tejidos entre los colonos y la
metrópoli y los fabulosos recursos de gas natural, petróleo, hierro y manganeso que atesoraba.

En estas circunstancias, en 1954 estalló una insurrección armada entre los independentistas del FLN
(Frente de Liberación Nacional) y el ejército francés, que se mostró impotente ante la táctica
guerrillera del FLN, que hizo de cada callejuela, restaurante, teatro, etc. un frente de combate.

Hacia 1958, la guerra argelina había alcanzado un punto de extrema crueldad por parte de ambos
bandos y puesto a Francia al borde del colapso moral e intelectual. Los colonos y la OAS
(Organización de la Armada Secreta), sector del ejército, de organización clandestina, empecinado
en mantener la Algérie Française, contribuyó a la caída del gobierno francés, y el general De Gaulle
fue investido presidente de la V República. En contra de lo que esperaban sus compañeros de
armas, De Gaulle inició conversaciones con los representantes del FLN, que terminaron en 1962
con los acuerdos de Evián, por los que Argelia consiguió su independencia como república
118
democrática y popular, y se regulaban las futuras relaciones entre Francia y Argelia. El nuevo
estado se orientó entonces hacia un intento de conjunción entre arabismo y revolución socialista,
que le valió un enorme prestigio hasta que la crisis económica de los 70, el aumento demográfico y
la aparición del integrismo islámico recordaron que la ―batalla de Argel‖ todavía no había
concluido.

Transcurridos más de 50 años del inicio del proceso de descolonización, su valoración no puede ser
del todo optimista. Prácticamente los países que accedieron a la independencia política en estas
décadas configuran hoy el mapa del subdesarrollo. Los indicadores económicos sitúan estas
sociedades entre las más atrasadas. Los niveles de industrialización se mantuvieron muy bajos y
resultaron incapaces para poder transformar los inmensos recursos naturales que tiene el continente.
Esto ha obligado a una exportación de materias primas hacia los mercados internacionales a precios
muy bajos y a una importación de productos manufacturados que genera grandes desequilibrios en
la balanza de pagos, dando lugar a un endeudamiento que se ha convertido en problema crónico. La
desnutrición eleva la mortalidad infantil a niveles intolerables, y el desempleo afecta a amplísimas
capas de la población. El débil crecimiento económico contrasta con un rápido incremento de la
población, fenómeno que agudiza los problemas sociales y genera todo tipo de incertidumbres sobre
el futuro. No han funcionado ni los modelos de economía capitalista, ni los de economía
planificada, y tampoco los modelos políticos han cuajado en sociedades que siguen manteniendo en
la tradición y el tribalismo su forma de reconocerse a sí mismas.

2.- El movimiento de los no alineados

119
Dos conferencias, celebradas en plena guerra fría, están en el origen del Movimiento de los No Alineados (MNA): la Conferenci a de
Bandung en 1955 y, sobre todo, la Conferencia de Brioni (Yugoslavia) en la que los presidentes Nasser, Nehru y Tito decidieron
oficialmente del MNA, cuya carta fundacional se inspirará en los principios de la Conferencia de Bandung.

Nacido oficialmente en la Conferencia de Belgrado, en 1961, el no alineamiento se define por una serie de principios: preservar las
independencias nacionales frente a las dos superpotencias, no pertenecer a ningún bloque militar, rechazar el establecimiento de
bases militares extranjeras, defender el derecho de los pueblos a la autodeterminación y la independencia y luchar por un
"desarme completo y general".

Nacido en Asia, el MNA se ha extendido por todo el mundo, participando 113 países en su última cumbre de Cartagena de Indias
(Colombia) en 1995. En la Conferencia de Argel de 1973 nació el concepto de "nuevo orden económico mundial". En la
Conferencia de La Habana de 1979 Tito consiguió frenar los intentos de Castro de ligar el MNA al bloque soviético y a la URSS .

El MNA ha contribuido de forma innegable al triunfo de la lucha por la independencia nacional y la descolonización, lo que le
permitió mantener un importante prestigio diplomático. Sin embargo, el MNA ha sido mudo ante el tema de los derechos del
hombre y la democracia, no en vano gran parte de sus miembros han sido dictaduras que conculcaban esos principios.

El derrumbamiento del bloque soviético y el fin de la guerra fría provocó que el MNA perdiera importantes apoyos y , en gran
medida, su razón de ser.

120
3.- El Tercer Mundo
El Tercer Mundo es, en general, un mundo dependiente. Dependencia que va mucho más allá de los
aspectos económico-políticos y afecta a todos los ámbitos de la actuación humana: el educativo, el
cultural, el científico, el tecnológico... De esta manera, el Tercer Mundo se encuentra cada vez más
lejos de alcanzar a los países ricos. Posiblemente, el parámetro más significativo para evaluar la
distancia de ambos mundos venga dado por la colonización industrial, que actúa en un doble
sentido: por un lado, aumenta la dependencia de los países del Tercer Mundo respecto a los del
primero; por otro, condiciona el futuro desarrollo de estos países al ser destinatarios de una
transferencia de tecnología en gran parte obsoleta. Asimismo, los denominados programas de ayuda
son en realidad vías de penetración de corporaciones multinacionales que controlan la tecnología, el
capital y los mercados del Tercer Mundo.

Uno de los problemas que sufre el Tercer Mundo es el del elevado crecimiento demográfico que
conduce inevitablemente a la superpoblación de la Tierra. Sin embargo, el problema de la
superpoblación tiene diversas interpretaciones según desde el punto de vista que se mire. Para
algunos, el origen del conflicto se halla en los altos índices de natalidad que se dan en los países del
Tercer Mundo. Para otros, en cambio, se trata sólo de un problema de reparto de las riquezas; es
decir, que los recursos que existen actualmente en el mundo alcanzarían para permitir la
supervivencia de toda la población de la Tierra.

Sin embargo, el más grave problema que se plantea al Tercer Mundo viene originado por la deuda
externa, unida a la caída de los precios de las materias primas, de las que son principales
suministradores de los países del Primer Mundo. Los planes económicos a largo plazo son difíciles
de realizar en el Tercer Mundo; la pobreza estructural o una riqueza condicionada al juego
especulador de los importadores, no permiten valorar el nivel de ingresos con los que dar respuesta
a la deuda contraída. Por otro lado, la producción de materias primas o de recursos alimentarios está
controlada en el Tercer Mundo por las grandes multinacionales. Éstas manejan hoy la producción
mundial del cacao, el tabaco, el té, el café, el azúcar, el algodón y los productos forestales. El
control de la propiedad se extiende a los países pobres de África, Asia y Latinoamérica, obligados a
cultivar productos y materias primas que les permitan atraer capital extranjero para pagar sus
deudas. Este hecho supone una inversión en las formas tradicionales agrícolas de los países del sur:
donde antes se cultivaban productos agrarios básicos para la subsistencia, se obtienen ahora
productos destinados exclusivamente a la exportación, dándose la paradoja que en época de grandes
sequías algunos países han de importar productos alimentarios básicos (el maíz, por ejemplo),
cuando en su suelo prosperan los cultivos agrícolas para la exportación.

121
Tema XIII: Evolución desde la Segunda Guerra Mundial hasta los años 90.
1.- El mundo occidental. Cambios sociales y culturales. Las revoluciones de 1968
Revolución de 1968, o simplemente el 68, es un término de gran éxito mediático, pero de difícil
precisión historiográfica, incluso de debatida calificación como revolución.[1] A veces se habla de
ella como de un ciclo revolucionario (como el de la revolución de 1848 o la revolución de 1989),
por la coincidencia temporal en el año 1968 del Mayo francés -que se suele considerar el epicentro
del movimiento- con hechos y procesos similares.
Movimientos ligados a la revolución de 1968 pueden localizarse, entre otros países[2] en Estados
Unidos (protestas contra la Guerra de Vietnam, especialmente las que tuvieron lugar durante la
Convención Nacional Demócrata de 1968, el Movimiento por los derechos civiles -de más amplio
recorrido, pero que significativamente sufrió ese mismo año el asesinato de dos líderes
significativos: Martin Luther King y Robert Kennedy-, el Festival de Woodstock[3] -1969- y otros
hechos y procesos relacionados), Checoslovaquia (Primavera de Praga, con su propuesta de
socialismo de rostro humano quizá el desencadenante o precipitante[4] del movimiento parisino,
mientras que su represión por los soviéticos significó una honda decepción en gran parte de la
opinión progresista occidental), México (matanza de la plaza de Tlatelolco, coincidente con la
celebración de los Juegos Olímpicos de México 1968) y España (algunos movimientos
universitarios de oposición al franquismo, de mucha menor entidad). Otros países europeos
sufrieron notables sacudidas un poco más tarde (el otoño caliente de 1969 en Italia, o las
movilizaciones laborales de 1972-1973 en Gran Bretaña[5] ). La similitud de la Revolución
Cultural china es menos evidente (estuvo dirigida desde el poder por el propio Mao, que dirigió una
gigantesca movilización juvenil -Libro Rojo- contra sus enemigos dentro del aparato del Partido
Comunista Chino) aunque sí se percibía como tal entre los grupos occidentales que pretendían
inspirarse en ella.

El 68 como movimiento social, cultural y político [editar]


Tales movimientos del 68 compartieron de un modo muy impreciso la misma dimensión cultural o
política, con gran presencia estudiantil, de naturaleza asamblearia (más o menos manipulada o
espontánea), pero siempre desbordando los cauces de participación ciudadana convencional,
sindicales o políticos. Era muy habitual que se materializaran en ocupaciones de facultades y
fábricas, o en protestas callejeras que, independientemente de su carácter inicial (sentadas,
manifestaciones), solían derivar en alteraciones más graves, con destrozos, levantamiento de
barricadas y enfrentamientos con la policía. Sus reivindicaciones eran habitualmente poco
evidentes: aunque se iniciaban por problemas concretos, se terminaban haciendo genéricas,
demandando la solidaridad y conexión con otros grupos, transformaciones altruistas y universales o
vagas propuestas de autogestión. Su protagonismo estaba muy disperso entre grupos atomizados de
confusa identificación: distintos movimientos sociales (pacifistas, feministas, homosexuales,
primitivos ecologistas, etc.), distintos movimientos culturales (beatnik, hippie, happening,
psicodelia, etc.) y distintos movimientos políticos caracterizados por su distanciamiento tanto de los
Estados Unidos como de la Unión Soviética[6] (anarquistas, extrema izquierda -trotskistas,
maoístas, situacionistas-, etc), rasgo del que incluso participó la aparición del denominado
eurocomunismo entre los partidos comunistas de Europa Occidental.[7]

El 68 como cambio social y generacional [editar]


Otro rasgo común es la ausencia de éxito inmediato de las insurrecciones, una de las razones para
calificarlas propiamente de revueltas y no revoluciones. No obstante, su impacto, medido
generacionalmente (lo que suele denominarse el espíritu del 68 o sesentayochismo) suele
considerarse mucho más importante que su fracaso relativo. El 68 representó la irrupción de una
juventud posterior a la Segunda Guerra Mundial (la denominada demográficamente como el baby
122
boom) que, a pesar de (o precisamente a causa de) estar recibiendo un nivel de formación educativa
muy superior a la de sus padres (quienes se la estaban proporcionando confiados en su capacidad de
generar ascenso social), parecía no compartir los valores de estos, ni encontrar sitio en una sociedad
que percibían como encorsetada, llena de convencionalismos arcaicos y necesitada de cambios. Se
ha llegado a decir que "por primera vez una clase de edad (adolescente y juvenil) tomó el relevo de
las clases sociales".[8] Los términos burgués, capitalista, empresario, patrón o incluso viejo, se
aplicaban como insulto (no pocas veces junto al epíteto cerdo). El encuadramiento de estos jóvenes
se producía habitualmente fuera de las instituciones tradicionales de participación política y social,
de forma poco coordinada en una pléyade de organizaciones de los denominados movimiento
estudiantil, movimientos juveniles o contracultura.
Se ha interpretado la revolución de 1968, particularmente en los países occidentales, como resultado
del prolongado periodo de bienestar económico, que generó un nuevo tipo de demanda social,
ligado a nuevos patrones de ocio, de trabajo, de consumo y de socialización en la juventud, hasta
entonces inverosímiles. En general, se acusa al 68 de la crisis de los valores tradicionales propia de
la sociedad contemporánea, que tras el paso de la sociedad preindustrial a la sociedad industrial o
sociedad de consumo de masas, se encaminaba hacia la sociedad postindustrial.
La posterior crisis del petróleo de 1973, con el problema del desempleo, generaría otro tipo de
inquietudes, de signo opuesto, en la juventud de los años 80 y 90; cuyo estereotipo consistió en ser
más materialista (en el sentido vulgar) y egoísta, desencantada y desmovilizada (pasotismo), que
despreciaba la revolución para buscar soluciones individuales o el éxito personal (en el caso de los
negocios, los denominados yuppies[9] ).

Los medios de comunicación y el cine del 68 [editar]


El papel de los medios de comunicación fue muy destacado: por primera vez en la historia existía la
posibilidad de llegar a un gran público con imágenes de televisión; y, como ocurrió con la propia
guerra de Vietnam, el medio demostró no ser tan dócil al poder como habían pronosticado las
distopías (1984 de George Orwell). El impacto (sobre una audiencia todavía muy virgen) de
imágenes de manifestaciones, barricadas, cargas policiales o hechos de mayor violencia
proporcionaban insospechadas capacidades de protagonismo a quien demostrara tener suficiente
habilidad, fortuna o falta de escrúpulos para ello. La propaganda por el hecho y la acción directa
que habían imaginado los anarquistas de finales del siglo XIX encontraban una enorme caja de
resonancia. El mismo general De Gaulle, tras una penosa intervención televisiva que evidenció su
envejecimiento físico, tuvo que renunciar a la imagen, para volver a los discursos radiofónicos que
tan buenos resultados le dieron durante la Resistencia al nazismo, y que volvieron a demostrarse
eficaces en esta ocasión.[10]
En la época de la nouvelle vague (nueva ola -grupo de cineastas franceses surgido en los años 50-) y
del cinema verité (cine de la realidad), las manifestaciones y ocupaciones de fábricas y facultades
fueron filmados por documentalistas muy próximos a los mismos protagonistas (grupo
Medvedkine), incluyendo extensas entrevistas y debates en grupo. Lo adecuado de lo audiovisual
como medio de expresión de los movimientos de la época hizo que, tanto entre las distribuidas
minoritariamente (pases en versión original, salas de arte y ensayo o locales improvisados) como
incluso entre las películas convencionales, haya una abundante muestra de cine del 68 en el que,
por unas u otras razones, los jóvenes del 68 se identificaban, convirtiéndose en referente de la
época.[11]
En cuanto a los medios de comunicación escritos, el ambiente del 68 generó publicaciones
alternativas que utilizaban canales de distribución no comerciales como los fanzines. Por otro lado,
los dazibaos (murales inspirados en el ejemplo chino) o las pintadas callejeras se convirtieron en
vehículos de expresión individual y grupal.

123
Los intelectuales y el 68 [editar]
El prestigio de los intelectuales más o menos cercanos al marxismo, al existencialismo o al
estructuralismo, no necesariamente próximos entre sí, era muy alto en las universidades -verdaderos
centros del movimiento-, desde Berkeley en California hasta la propia Sorbona en París, la London
School of Economics en Inglaterra y la Universidad Libre de Berlín:[12] Noam Chomsky[13]
(cercano al anarquismo y al trotskismo); Louis Althusser, Jean Paul Sartre[14] y su compañera
Simone de Beauvoir[15] (cercanos al Partido Comunista Francés, del que en algún caso se acabaron
distanciando[16] ), György Lukács y Lucien Goldmann (corriente denominada humanismo
marxista), la escuela de Frankfurt (Marcuse, Adorno, Horkheimer, Habermas) los historiadores
marxistas británicos (E. P. Thompson, Eric J. Hobsbawm[17] ) o la Escuela de Annales en Francia
(Braudel); a los que hay que sumar el renovado interés por un filósofo de pasado polémico (cercano
al nazismo) como era Martin Heidegger, o por una excéntrica tríada de rumanos exiliados de muy
divergente trayectoria, pero amigos entre sí: Cioran, Mircea Eliade y Eugène Ionesco (uno de los
cultivadores del teatro del absurdo, muy apropiado para epater le bourgoise -escandalizar al
burgués-). Podrían añadirse muchas otras figuras o corrientes, como las ligadas al psicoanálisis
(Jacques Lacan, Erich Fromm). La producción intelectual de muchos otros sería más bien resultado
o expresión de la propia revolución del 68, en lo que se ha venido en llamar la postmodernidad,
como la de Jacques Derrida (deconstrucción) o gran parte de la obra de Michel Foucault.[18]
La relación de estos intelectuales y otros de otras corrientes con el movimiento estudiantil no fue de
maestros a discípulos. De hecho, es la época de la antipsiquiatría[19] y la renovación educativa
(Summerhill,[20] Benjamin Spock,[21] Paulo Freire,[22] el Libro rojo del cole[23] ) popularizadas
en películas como One Flew Over the Cuckoo's Nest (Alguien voló sobre el nido del cuco, Miloš
Forman, 1975 -adaptación de la novela de 1962 de Ken Kesey, una de las figuras visibles de la
psicodelia y la contracultura-) o To Sir, with Love (Al maestro con cariño, James Clavell, 1967,
readaptación de Blackboard Jungle -Semilla de maldad, 1955-) protagonizada por un profesor que
conecta con un grupo de alumnos indisciplinados de un barrio marginal.[24] No se admitía la
autoridad, el aprendizaje memorístico estaba desprestigiado, el alumno debía construir su propio
aprendizaje (constructivismo) y los profesores debían aprender más de sus alumnos que éstos de
aquéllos. Era muy comentado que en la Revolución Cultural china, los profesores acusados de
desviacionismo o aburguesamiento eran reeducados y se les castigaba a manos de sus alumnos,
humillándoles, golpeándoles u obligándoles a llevar orejas de burro (posteriormente, en una versión
más radical, como fue la de los jemeres rojos de Pol Pot -1975-1979-, fueron uno de los objetos
principales del genocidio camboyano).
No hubiera sido adecuado a la naturaleza de los movimientos de 1968 que los padres ocuparan
funciones rectoras: fueron líderes (aunque ellos mismos negaban cualquier condición dirigente) los
jóvenes más carismáticos surgidos del propio movimiento estudiantil, como Daniel Cohn-Bendit
(Dani, el rojo) o Rudi Dutschke. El propio Sartre reconocía ese protagonismo juvenil:
Hay algo que ha surgido de ustedes que asombra, que trastorna, que reniega de todo lo que ha hecho
de nuestra sociedad lo que ella es. Se trata de lo que yo llamaría la expansión del campo de lo
posible. No renuncien a eso.
[25]
Esa espontaneidad juvenil, y esas expectativas utópicas, en un clima vitalista que puede calificarse
de bonheure revolutionnaire (felicidad revolucionaria), está presente en los archiconocidos lemas
del 68, algunos aparecidos en pintadas:[26]
La imaginación al poder.
Prohibido prohibir.

124
Seamos realistas, pidamos lo imposible.
Queremos el mundo, y lo queremos ahora.
No te fíes de alguien que tenga más de treinta años.
Si no formas parte de la solución, formas parte del problema.

Dos jóvenes, ajenos a los convencionalismos sociales, en el festival de Woodstock, junto a muchos
otros. Pocas imágenes como esta (una pareja interracial de varones melenudos, tirados en una
pradera; uno de ellos, semidesnudo, sujetando indolentemente un libro) podrían suscitar tanta
aversión para una opinión conservadora. Una verdadera brecha generacional que respondía a una
verdadera contracultura.
Las repercusiones intelectuales de la revolución del 68 no han dejado de suscitar controversias.
Desde el punto de vista conservador[27] se la suele considerar la responsable de la anomia, el
relajamiento de costumbres (especialmente en el terreno sexual -revolución sexual-: divorcio,
aborto, relaciones prematrimoniales, anticonceptivos -la píldora se comercializa desde 1960-,
liberación de la mujer, modas indecorosas -minifalda de Mary Qant en 1965-, música inapropiada -
en algunos casos satánica-[28] ), pérdida del respeto patriarcal y a la autoridad (por ejemplo, el
tuteo generalizado), utilización de drogas, desprecio de la ética del trabajo. Incluso el Papa
Benedicto XVI ha calificado a la mítica revolución de 1968 como el segundo iluminismo
(comparándola con la descristianizadora Ilustración del siglo XVIII).[29] De hecho, la propia
Iglesia Católica estaba inmersa en esa época en un proceso de aggiornamento (traducible por puesta
al día) suscitado por el Concilio Vaticano II y el pontificado progresista de Pablo VI, y del que eran
muestra los cambios litúrgicos (misa en lengua vernácula, música pop en los templos) y
movimientos como los curas obreros o la teología de la liberación. En 1968 Hans Küng redacta una
Declaración por la libertad de la teología que fue firmada por más de mil teólogos del mundo
entero.[30]

El 68 y la lucha armada [editar]


La simpatía por los movimientos de liberación nacional y el movimiento tercermundista llegaba al
punto de la fascinación por la figura del Che Guevara (fusilado en Bolivia en 1967), cuya imagen se
imitaba (boina, pelo y barba) además de convertirse en un icono presente en todos los ámbitos
imaginables (pósters, camisetas) que lo convirtieron en un verdadero santo laico. Parecida
utilización tuvo la también controvertida figura de Malcolm X, víctima de un atentado de sus
antiguos compañeros de la Nación del Islam en 1965 y cuyo activismo fue continuado por diversos
grupos (como los Panteras Negras) cuya grado de relación con la violencia, su criminalización o
incluso su manipulación por parte de las autoridades ha sido muy discutida. Gran repercusión tuvo
el escándalo consiguiente al saludo del Black Power en los Juegos Olímpicos de 1968. Los
siguientes Juegos Olímpicos de Múnich 1972 presenciaron el secuestro y asesinato de once
125
deportistas israelíes por parte de un comando de terroristas palestinos (Septiembre Negro).
La existencia de activistas radicalizados procedentes de las movilizaciones del 68, coordinados en
grupos que deseaban una implicación mayor en lo que se denominaba lucha armada, llevó a la
constitución de verdaderos movimientos terroristas[31] con diversos fines, muchas veces
amalgamados: anticapitalistas (Fracción del Ejército Rojo en Alemania -formado en 1970 por
Andreas Baader y Ulrike Meinhof, procedentes del movimiento estudiantil del 68-, Brigadas Rojas
en Italia -1969, Mario Moretti-), nacionalistas (reactivación del IRA en la Irlanda del Norte
británica, fundación de la ETA en el País Vasco español), o de difícil clasificación (el grupo
norteamericano que saltó a la fama por el secuestro de Patricia Hearst); pero todos ellos intentando
aplicar doctrinas insurreccionales experimentadas en las guerras anticoloniales (sobre todo la
Independencia de Argelia y la guerra de Vietnam) o en la revolución cubana: concepto de guerrilla
urbana, principio de acción-reacción y la imagen del revolucionario como pez en el agua. También
se popularizaron otras expresiones similares originadas en citas del libro rojo de Mao, como la
consideración del imperialismo y el capitalismo como tigres de papel, cuya fortaleza era solo
aparente. El mismo sentido tenía una frase muy citada de Che Guevara (de 1967), en la que
reclamaba el surgimiento de muchos Vietnam.[32]
Se suele señalar la inspiración que el sesentayochismo proporcionó al surgimiento de movimientos
armados latinoamericanos (Montoneros en Argentina, Sendero Luminoso en Perú) o a la
continuidad de los preexistentes (Tupamaros en Uruguay, una de cuyas acciones fue reflejada por
Costa-Gavras en la película État de Siège -Estado de sitio, 1972-). Más extraña y desconectada de
los movimientos locales, pero también partícipe del mismo ambiente generacional, fue la trayectoria
personal del enigmático terrorista internacional de origen venezolano Ilich Ramírez Sánchez
(Carlos o el Chacal).
2.- De la comunidad Económica Europea a la Unidad Europea
La Unión Europea (UE) es una comunidad de veintisiete Estados europeos que fue establecida el 1
de noviembre de 1993, cuando entró en vigor el Tratado de la Unión Europea (TUE), siendo la
sucesora de facto de las Comunidades Europeas, creadas en los años 50 del siglo XX.[3]
La UE ha desarrollado un mercado único a través de un sistema de leyes que se aplican en todos los
Estados miembros, asegurando la libre circulación de personas, bienes, servicios y capitales y
manteniendo políticas comunes en temas como el comercio, la agricultura, la pesca y el desarrollo
regional. Además, dieciséis Estados miembros han adoptado una moneda común, el euro,
constituyendo así la denominada eurozona.
Como organización internacional, la UE funciona a través de un sistema híbrido de
supranacionalismo e intergubernamentalismo,[4] que se traduce en el desarrollo de relaciones
políticas especiales entre los Estados miembros, haciendo que las decisiones se tomen de dos
formas: unas se toman mediante negociaciones entre los Estados miembros y otras decisiones las
toman las instituciones comunitarias, sin el requisito de unanimidad entre los Estados miembros.
Las principales instituciones y organismos de la UE son la Comisión Europea, el Consejo de la
Unión Europea, el Consejo Europeo, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea y el Banco Central
Europeo. El Parlamento Europeo es elegido cada cinco años por los ciudadanos de los Estados
miembros, a los que se garantiza la ciudadanía de la Unión Europea.
Todo esto se traduce en el establecimiento de un mismo ordenamiento jurídico para los Estados
miembros. Dándose una primacía o prelación del Derecho comunitario sobre el nacional allí donde
se ha producido cesión de competencias (y en aquellos casos en que las normas nacionales entren en
colisión con las normas comunitarias). En realidad, el Derecho comunitario no es superior al
Derecho interno de los Estados miembros de la Unión, sino que se integra en él coexistiendo de
manera interdependiente.

126
Antecedentes

El "Salon de l'Horloge" donde tuvo lugar la Declaración Schuman, una especie de primera piedra
de las instituciones comunitarias.[5]
Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, Europa se encontraba sumida en la devastación.
Alemania estaba destrozada, en términos de pérdidas de vidas humanas y daños materiales. Si bien
Francia y Reino Unido resultaron oficialmente vencedoras frente a Alemania en el conflicto, estos
dos países también sufrieron importantes pérdidas, aunque mucho menores que las de Alemania,
también afectaron gravemente a sus economías y su prestigio a nivel mundial. La declaración de
guerra de Francia y Reino Unido a la Alemania nazi tuvo lugar en septiembre de 1939. Una vez
finalizado el conflicto en Europa el 8 de mayo de 1945, el régimen alemán fue responsabilizado por
el inicio de la guerra, ya que su política expansionista le había llevado a ocupar y en algunos casos
anexar territorios de otros países del continente. Alemania, que perdió parte considerable de su
territorio anterior a la guerra, fue ocupada por ejércitos extranjeros que dividieron su superficie
territorial en cuatro partes.
En los años siguientes, los resentimientos y la desconfianza entre las naciones europeas,
dificultaban una reconciliación. En este contexto el Ministro francés de asuntos extranjeros Robert
Schuman sostuvo decididamente la creación de la Alemania Occidental,[6] resultado de la unión de
las tres zonas de ocupación controladas por las democracias occidentales, dejando de lado la zona
ocupada por la URSS. Schuman, de origen luxemburgo-alemán, había poseído las tres
nacionalidades (francesa, alemana, luxemburguesa) durante diferentes etapas de su vida. Esto le
hizo comprender la complejidad de los conflictos europeos.
El 9 de mayo de 1950, cinco años después de la rendición del Régimen Nazi, Schuman lanza un
llamamiento a Alemania Occidental y a los países europeos que lo deseasen para que sometieran
bajo una única autoridad común el manejo de sus respectivas producciones de acero y carbón. Este
hecho, acogido de manera dispar dentro de los gobiernos europeos, marca el inicio de la
construcción europea, al ser la primera propuesta oficial concreta de integración en Europa.[7] El
hecho es que al someter las dos producciones indispensables de la industria armamentística a una
única autoridad, los países que participaran en esta organización encontrarían una gran dificultad en
el caso de querer iniciar una guerra entre ellos.

Primeros pasos concretos

Alemania, a través de su canciller Konrad Adenauer, acoge entusiasta la propuesta.[7] En la


primavera de 1951, se firma en París el Tratado que institucionaliza la Comunidad Europea del
Carbón y del Acero (CECA), concretando la propuesta de Schuman. Alemania, Francia, Italia,
Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo (conocidos como ―los seis‖), logran un entendimiento que
favorece el intercambio de las materias primas necesarias en la siderurgia, acelerando de esta forma
la dinámica económica, con el fin de dotar a Europa de una capacidad de producción autónoma.
Este tratado fundador buscaba aproximar vencedores y vencidos europeos al seno de una Europa
que a medio plazo pudiese tomar su destino en sus manos, haciéndose independiente de entidades
127
exteriores. El tratado expiró en 2002,[8] siendo ya obsoleto tras la fusión de los órganos ejecutivos
y legislativos en el seno de la Comunidad Europea, que adquirió personalidad jurídica y también
gracias al Acta Única Europea de 1986.
En mayo de 1952, ya en plena Guerra fría, se firmó en París un tratado estableciendo la Comunidad
Europea de Defensa (CED), que permitía el armamento de Alemania Occidental en el marco de un
ejército europeo. Cinco miembros de la CECA ratificaron el tratado, pero en agosto de 1954, los
parlamentarios franceses lo rechazaron, como consecuencia de la oposición conjunta de gaullistas y
comunistas. Es así que el antiguo Tratado de Bruselas de 1948 es modificado para crear la Unión
Europea Occidental (UEO) que será hasta la entrada en vigor del Tratado de Ámsterdam en 1999, la
única organización europea encargada de la defensa y la seguridad. Aunque reforzó el antiguo
tratado, la UEO solo fue una entidad simbólica sin poder ni cooperación real frente a la OTAN. Su
principal rol estuvo ligado al desarrollo de las fuerzas nucleares de Francia y Reino Unido,
principalmente tras el conflicto en el canal de suez y durante los conflictos de descolonización,
asegurando la neutralidad de los otros países europeos.
Un impulso de importancia mayor llega en 1957 con la firma de los Tratados de Roma.[8] Los seis
deciden avanzar en la cooperación en los dominios económico, político y social. La meta planteada
fue lograr un ―mercado común‖ que permitiese la libre circulación de personas, mercancías y
capitales. La Comunidad Económica Europea (CEE) es la entidad internacional, de tipo
supranacional, dotada de una capacidad autónoma de financiación institucionalizada por este
tratado. Este documento formó una tercera comunidad de duración indefinida, el Euratom.

Consolidación de la CEE y aparición de la UE


En 1965 se firma un tratado que fusiona los ejecutivos de las tres comunidades europeas (cuando
estas poseían ya instituciones comunes en materia de justicia) por medio de la creación de Comisión
Europea (CE) y el Consejo Europeo (CE).[8]

La caída del Muro de Berlín posibilitó la integración de Europa Oriental en la UE.


El Acta Única Europea firmada en febrero de 1986 entra en aplicación en julio de 1987.[8] Ésta
tuvo por misión redinamizar la construcción europea, fijando la consolidación del mercado interior
en 1993 y permitiendo la libre circulación igualmente de capitales y servicios. Por este tratado, las
competencias comunitarias son ampliadas a los dominios de la investigación y el desarrollo
tecnológico, medio ambiente y política social. El Acta Única consagra también la existencia del
Consejo Europeo, que reúne los jefes de estado y gobierno e impulsa una iniciativa común en
materia de política exterior (la Cooperación Política Europea) así como una cooperación en materia
de seguridad.
El Tratado de Maastricht firmado en febrero de 1992, entraba en vigor en 1993.[8] Bajo este
acuerdo, la Unión Europea continúa el mercado común y la CEE, transformada en Comunidad
Europea, marca una nueva etapa en el proceso de unión. El tratado crea la ciudadanía europea y
permite circular y residir libremente en los países de la comunidad, así como el derecho de votar y
ser elegido en un estado de residencia para las elecciones europeas o municipales. Se decide la
creación de una moneda única europea, el Euro, que entraría en circulación en 2002 bajo control del
Banco Central Europeo.

128
Unión Europea en el siglo XXI

Salón donde se firmó el tratado constitucional del 2004.


En 1999 entra en vigor el Tratado de Amsterdam que afirma los principios de libertad, democracia y
respeto a los derechos humanos, incluyendo explícitamente el principio de desarrollo continuado.
Dos años después se firma el Tratado de Niza, que entraría en vigor en 2003.[8] Mientras tanto, el
año 2002, se extingue la CECA, creada para 50 años, y su ámbito de actuación queda englobado en
el de la Comunidad Europea.
La ampliación de 2004 a 10 nuevos miembros (Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, República
Checa, Hungría, Eslovaquia, Eslovenia, Malta y Chipre) fue la mayor ampliación que se ha dado en
la UE. Con posterioridad, en el año 2007, se incorporaron dos nuevos países a la Unión (Rumania y
Bulgaria).
Un tratado constitucional fue firmado el 28 de octubre de 2004. La ratificación del tratado fue
iniciada por la aprobación del Parlamento, pero algunos estados convocaron referendos en 2005. El
primero fue el que se celebró en España, donde el documento fue aprobado con el 77% de apoyo.
Sin embargo, la ratificación alcanzó un obstáculo importante cuando los votantes de Francia y los
Países Bajos rechazaron el documento. Esta ratificación en gran medida se detuvo, con sólo unos
pocos estados tratando de aprobarlo, aún, Luxemburgo siguió adelante con su voto y aprobó la
constitución en un 57%. Esto no cambió las cosas, sin embargo, y los dirigentes anunciaron que
entraban en un "período de reflexión" sobre el rechazo.

Ceremonia de firma del Tratado de Lisboa.


En 2007 los líderes europeos pusieron fin formalmente a este "período de reflexión" con la firma de
la Declaración de Berlín el 25 de marzo de 2007 (en el 50º aniversario de la firma de los Tratados
de Roma). La declaración tenía por objeto dar un nuevo impulso a la búsqueda de un nuevo acuerdo
institucional antes de realizar las elecciones europeas de 2009.[9] Adentrado ya el año 2007, el
Consejo Europeo acordó que la Constitución había fracasado, aunque la mayoría de sus cambios se
mantendrían en una modificación de los tratados anteriores, en contraposición a la constitución, la
cual iba a reemplazar todos los tratados anteriores. De este modo, el 13 de diciembre de 2007, se
firmó el conocido como Tratado de Lisboa.

129
Así, trascurrido más de medio siglo desde que se produjo la Declaración Schuman, la UE enfrenta
retos como la aplicación del Tratado de Lisboa (en vigor desde el 1 de diciembre de 2009), el
controvertido proceso de adhesión de Turquía,[10] la ampliación en los Balcanes o la adhesión de
Islandia después de verse gravemente afectada por la crisis económica del 2008-09.
Véase también: Cronología de la Unión Europea

Instituciones constitucionales
Artículo principal: Instituciones de la Unión Europea
Las Instituciones de la Unión Europea son los organismos políticos e instituciones en los que los
estados miembros delegan parte de sus poderes y soberanía. Con ello se busca que determinadas
decisiones y actuaciones institucionales provengan de órganos de carácter supranacional cuya
voluntad se aplica en el conjunto de los Estados miembros, desapoderando así a los órganos
nacionales de cada país.
El tejido institucional de la Unión se ha mantenido constante desde su creación en 1952,sin
embargo, se han modificado sus competencias en varias ocasiones.
Las normas y procedimientos que las instituciones deben seguir se establecen en los tratados,
negociados por el Consejo Europeo y en conferencias intergubernamentales y ratificados por los
parlamentos nacionales de cada Estado. El Tratado de Lisboa, modifica nuevamente el TUE, pero
también el TCE, que pasaría a llamarse Tratado sobre el Funcionamiento de la Unión Europea
(TFUE). [33]
El Tratado de Lisboa ha consolidado la transformación formal del marco institucional supremo,
pasando a ser siete las instituciones constitucionales de la Unión: el Parlamento Europeo, el
Consejo Europeo, el Consejo, la Comisión Europea, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, el
Tribunal de Cuentas y el Banco Central Europeo.
• El Parlamento Europeo (PE) es el parlamento de la Unión Europea (UE). Desde 1979, es
elegido directamente cada cinco años en las elecciones europeas. Por lo tanto, es la única
institución supranacional directamente elegida del mundo y el órgano representativo de
alrededor de 490 millones de personas, quienes constituyen el segundo electorado
democrático más grande del mundo (después de la India).[34]
• El Consejo Europeo es un organismo político de carácter predominantemente
intergubernamental, conformado por los jefes de Estado o de gobierno de los estados
miembros de la Unión Europea más el presidente permanente del Consejo y el Presidente de
la Comisión Europea. Comúnmente conocidas sus reuniones como "Cumbres europeas", no
debe confundirse con el Consejo de Europa o con el Consejo de la Unión Europea. Sus
oficinas se encuentran en el Justus Lipsus de Bruselas, sede del Consejo de la Unión
Europea.
• El Consejo o Consejo de la Unión Europea (CUE), en ocasiones llamado también Consejo
de Ministros, representa a los Gobiernos de los Estados miembros, quienes en su seno
legislan para la Unión, establecen sus objetivos políticos, coordinan sus políticas nacionales
y resuelven las diferencias existentes entre ellos y con otras instituciones. El Consejo es un
órgano comunitario, regulado por normas de Derecho internacional. En cada reunión del
Consejo participan representantes de los estados miembros, con rango ministerial. La
Presidencia de Consejo cambia entre Estados miembros cada seis meses: de enero a junio y
de julio a diciembre. Los Gobiernos trabajan aunando fuerzas para manifestarse con una sola

130
voz en cuestiones de política exterior, asistidos por el Alto Representante de la Unión para
Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Catherine Ashton.
• La Comisión Europea ( Comisión de las Comunidades Europeas hasta la entrada en vigor
del Tratado de Niza) es la rama ejecutiva de la Unión Europea. Este cuerpo es responsable
de proponer la legislación, la aplicación de las decisiones, la defensa de los tratados de la
Unión y, en general, se encarga del día a día de la Unión.[35]
• El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) es una Institución de la Unión
Europea que cumple la función de órgano de control del Derecho comunitario europeo, y
que se caracteriza por su naturaleza judicial y supranacional. Las sentencias del TJUE tienen
carácter vinculante en los Estados miembros. Como ya se expuso en prontas sentencias
(Costa vs. ENEL) el TJUE es el garante de un ordenamiento jurídico propio que se ve
asistido y aplicado también por los sistemas jurídicos nacionales.
• El Banco Central Europeo (BCE) es el banco central de la moneda única europea, el euro,
y constituye el principal eje del Eurosistema. El BCE es parte integrante del Sistema
Europeo de Bancos Centrales y está sometido a las disposiciones del Tratado de la
Comunidad Europea y a sus Estatutos.

Unión Económica y Monetaria

Estados de la Eurozona Estados de la UE que han asumido, en última instancia, la obligación


de unirse a la zona euro Se celebrará referéndum sobre el euro (Dinamarca) Estados de la UE
con una cláusula de exclusión en la participación de la Eurozona Áreas fuera de la UE utilizan el
euro con un acuerdo Áreas fuera de la UE utilizan el euro sin un acuerdo
Artículos principales: Unión Económica y Monetaria de la Unión Europea, Euro y Eurozona
El Tratado de la Unión Europea, en vigor desde 1993, prevé la creación de una unión económica y
monetaria con la introducción de una moneda única (que por aquel entonces se pensaba llamar
ECU). De ella formarían parte los países que cumplieran una serie de condiciones; se introduciría
de forma gradual. La fecha inicialmente prevista se fue retrasando. Finalmente, los estados
miembros de la Unión Europea acordaron el 15 de diciembre de 1995 en Madrid la creación de una
moneda común europea -ya bajo la denominación de "euro"- con fecha de puesta en circulación en
enero del año 2002.

131
Monedas de euros y céntimos de euro.
El Euro es la moneda de la Eurozona o zona del Euro, compuesta en 2009 por dieciséis de los 27
Estados miembros de la UE que comparten esta moneda única. Los billetes y monedas de euro se
pusieron en circulación el 1 de enero de 2002, fecha en la que 1 euro se cambiaba por 0,9038
dólares estadounidenses (USD). Otros hitos de la moneda europea se dieron en julio de 2002,
cuando el euro sobrepasó la paridad con el dólar en el mercado de divisas, y en julio de 2008
cuando el euro alcanzó su valor máximo hasta el momento, al cambiarse 1 euro por 1,5990 dólares.
El Banco Central Europeo (BCE), fue creado en 1998, de conformidad con el TUE, para
introducir y gestionar la nueva moneda, efectuar operaciones con divisas y garantizar el buen
funcionamiento de los sistemas de pago. Es también responsable de fijar las grandes líneas y
ejecutar la política económica y monetaria de la UE. Una de las principales tareas del BCE es
mantener la estabilidad de precios en la zona euro, preservando el poder adquisitivo del euro.
Tras la ampliación de la Unión en 2004, el 16 de junio de 2006, los jefes de Estado y de Gobierno
de los Estados miembros aprobaron la propuesta de la Comisión Europea de la entrada de Eslovenia
en el Euro para el 1 de enero de 2007. Un año después, en la cumbre de 21 y 22 de junio de 2007,
los jefes de Estado y de Gobierno aprobaron la entrada en la zona euro de Malta y Chipre para el 1
de enero de 2008. Y finalmente, el 8 de julio de 2008, los ministros de Economía y Financias de la
Unión Europea aprobaron la última ampliación de la zona euro hasta la fecha, con la entrada de
Eslovaquia en la zona euro a partir del 1 de enero de 2009.
El resto de los Estados que ingresaron a la UE con las ampliaciones de 2004 y 2007 no han podido
adoptar el euro todavía. Sin embargo, estos países están tomando las medidas necesarias para
implementarlo como divisa propia, aunque este proceso puede tardar varios años.
Véase también: Ampliación de la eurozona, Criterios de convergencia, Eurosistema, Banco Central
Europeo, Pacto de estabilidad y crecimiento y Monedas de euro

3.- Los cambios en el bloque socialista hasta la perestroika

Perestroika (en ruso перестройка, reestructuración) fue un proceso de reforma basado en la


reestructuración de la economía puesto en marcha en la Unión Soviética por Mijaíl Gorbachov con
el objetivo de reformar y preservar el sistema socialista, pues quería dar a la sociedad soviética un
cierto espíritu de empresa e innovación. Este proceso, acompañado también de una cierta
democratización de la vida política, trajo varias consecuencias a nivel económico y social que
provocaron el fin de la era de Gorbachov y el colapso y desintegración de la URSS.

Cuando en 1985 el reformista Mijaíl Gorbachov se convirtió en el máximo dirigente soviético, esta
política ya estaba diseñada, pero fue en el Comité Central del Partido Comunista de la Unión
Soviética (PCUS) de abril de 1985, cuando decidió ponerla en práctica de inmediato para sacar al
país de la grave crisis económica e impulsar el desarrollo, pues estaba sumido en la corrupción y el
atraso.
En una sección plenaria de junio de 1987 del Comité Central del PCUS, Gorbachov presentó las
bases políticas de la reforma económica que sería conocida como perestroika y que intentaba
mantener la existencia de la URSS.
Su objetivo era convertir el sistema de gestión centralizada en un sistema más descentralizado y
adaptado al mercado moderno, para lo cual se permitió una cierta autonomía local, y desarrollar un
programa especial para modernizar la industria de ingeniería y los modelos de gestión económicos,
que habían sido descuidados. También se pretendía luchar contra la corrupción, con la reducción del

132
alcoholismo y el absentismo laboral; de hecho en la primera fase de la perestroika se tomaron
abundantes medidas morales para reducir el alcoholismo, logrando que en 1986 el consumo se
redujera en un 36%.
La perestroika impulsó también la liberalización económica, permitiendo a las empresas tomar
decisiones sin consultar a las autoridades y fomentando la empresa privada y las sociedades
conjuntas con un número limitado de compañías extranjeras, impulsando así la inversión.
Aganbegyan, el primer consejero económico de Gorbachov, afirmó que en un 40% de la industria se
había producido una disminución de la producción y que, además, existía una degradación de la
agricultura. Por ello, propuso reformas para dar más autonomía a la empresa, mejorar el
rendimiento del trabajador y la calidad de los productos. Las alternativas económicas de otros
países socialistas se ignoraron y las medidas que se adoptaron no se discutieron previamente,
permitiendo la entrada de capital extranjero y acercándose cada vez más al capitalismo. Así, poco a
poco se fueron introduciendo actividades económicas privadas, mediante la paulatina introducción
de contratos individuales en fábricas y haciendas colectivas. Se llevaron a cabo medidas, como la
venta de un gran número de empresas estatales, reformas de la moneda y un nuevo sistema
bancario. Todo esto permitió que a principios de 1990, la URSS hubiese alcanzado ya el nivel de
desarrollo económico mundial.

Consecuencias políticas
En política exterior, Gorbachov tendía a la negociación de la reducción de armamento y a la
pacificación de las relaciones internacionales, retirando las tropas soviéticas en Afganistán y
recibiendo en Moscú al presidente estadounidense Ronald Reagan.
Tras ser elegido presidente del Soviet Supremo, Gorbachov aceleró el programa de reformas
políticas. Fue elegido jefe del Estado (1989) y primer presidente de la Unión Soviética por el
congreso (1990). Se redujo el interés de la URSS por los países socialistas del Tercer Mundo, y se
inició una predilección por los países occidentales y por la democracia a la que costó mucho
adaptarse. Los derechos humanos se reconocieron en diciembre de 1988, acabando con los
principios de Stalin y del marxismo estalinista que hasta entonces habían constituido la ideología
del partido comunista.
La reforma, aplicada con mayor fuerza sobre todo a partir de 1987, alcanzaba todas las áreas del
sistema soviético: la ciencia, la tecnología, la reorganización de la estructura económica y los
cambios en la política de inversiones. Para ello se trató de hacer un mejor uso de los medios
económicos de que se disponía. La reforma supuso el saneamiento de una burocracia ineficaz y con
ello pretendía implicar más al conjunto de ciudadanos en la tarea de reconstruir su economía.
La perestroika iba complementada por la glásnost, una política de apertura hacia los medios de
comunicación, con transparencia informativa, permitiendo la libertad de expresión y de opinión, al
contrario que en la etapa anterior, caracterizada por la ejecución de los contrarios al sistema. De esta
manera, por primera vez, el gobierno soviético permitía una cierta autocrítica y reconocía sus
defectos, lo que contribuyó a resolverlos con mayor rapidez. Esto fue generando una confrontación
política encabezada por las críticas de Boris Yeltsin, que fue apartado en 1987 a pesar de que
contaba con el apoyo popular. En junio de 1988 se celebraron elecciones que a pesar de no ser
democráticas no dieron al PCUS todos los puestos en el gobierno, sino que se formó una minoría de
reformadores entre los que se encontraba Yeltsin. A finales de 1990 ya existía una verdadera
división en el Congreso, con unos 18 grupos políticos, de los que el más importante era el
comunista, seguido del conservador Soyuz.

El fin de la Perestroika
Hacia el final del mandato de Gorbachov, la perestroika empezó a recibir críticas tanto por los que
pensaban que las reformas se aplicaban demasiado lento como por los comunistas que temían que
133
éstas destruyeran el sistema socialista y llevaran a la decadencia del país.
El 18 de agosto de 1991 comenzó el intento de golpe de Estado llevado a cabo por los altos cargos
del PCUS con el objetivo de boicotear un tratado que permitiría el autogobierno de las repúblicas de
la URSS. El golpe fracasó debido a la pasividad de altos dirigentes militares y a la actitud del
presidente de la Federación Rusa, Boris Yeltsin. Muchas repúblicas federadas de Europa del Este
declararon entonces su independencia, lo que llevó a la disolución de la Unión de Repúblicas
Socialista Soviéticas (la URSS) el 25 de diciembre de 1991, día en que Gorbachov renunció a su
cargo. Yeltsin se convirtió en su sucesor, abandonando el comunismo y convirtiéndose en presidente
de la recién fundada República Rusa.
4.- Los países emergentes: Japón y China.

Tema XIV: Los años noventa y el comienzo del siglo XXI


1,- Las transiciones en los países del este de Europa.
La caída del comunismo en el continente Euro-asiático fue sin duda uno de los principales
acontecimientos de toda la historia, que acabó con un sistema de ideología y operaciones que causó
más de cien millones de víctimas. El estancamiento del sistema comunista, las frustradas expectativas
de sus ciudadanos, el nacionalismo, la disidencia de líderes como Lech Walesa y Václav Havel, las

134
políticas militaristas de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, el advenimiento de un papa polaco, entre
varias otras, se han citado como las razones del colapso. Sin embargo, el principal factor, o por lo
menos el catalizador, parece haber sido cuando Mijail Gorbachov hizo lo que ningún líder gozando de
poderes totalitarios había hecho antes: la democratización de su país. Sus programas de otorgar la
libertad de prensa y opinión a los soviéticos comunes, el intento de descentralizar y reestructurar la
estancada economía, la creación de elecciones competitivas para nuevos parlamentos y líderes, el
estado de derecho y la nueva política exterior para terminar con la Guerra Fría y permitir el colapso del
comunismo en Europa central, dieron pauta a los cambios.
Un acontecimiento histórico causó otro interrogante: ¿Cómo construir sistemas democráticos y
prosperidad en los países que surgieron al caer la Cortina de Hierro? Aunque este análisis pretende
dar a conocer lo sucedido después del "año cero" (la caída del comunismo), donde mucho dependió
del tipo de reformas y se produjeron varios comunes denominadores entre los países, cabe
mencionar que la forma en que estos países llegaron al año cero escapa de una fácil clasificación.
Influyó bastante la forma en que llegó el comunismo a esos países. En algunos de ellos como
Estonia, Checoslovaquia, Polonia, Hungría, Georgia, Lituania, entre otros, el comunismo carecía de
legitimidad y estaba considerado principalmente como una invasión extranjera (rusa), con pobreza,
deportaciones y violencia. Es por esto que dichos países tuvieron una nutrida tradición disidente
durante la era comunista.
En otros como Rusia, gran parte de Ucrania, Bielorrusia y Serbia, tenía cierta legitimidad el
comunismo por varios factores, incluyendo el hecho de que comenzó en su territorio, la falta de
tradiciones democráticas previas, pobreza, analfabetismo, y la falta de conciencia de nación (como
en Bielorrusia). En dichos países, varios sectores se vieron beneficiados hasta cierto punto por el
comunismo (aunque gran parte de los "perdedores" de dicho experimento no pudieron cuestionarlo
ya que fueron exterminados) y por la subsiguiente industrialización, educación, movilización y
sentido de logro colectivo y de seguridad que coincidieron con las administraciones comunistas.
Varios politólogos se sorprendieron de que Rusia fue uno de los principales países que arrojaron al
comunismo y destruyeron la Unión Soviética: algunos habían dicho que dicho escenario era
"imposible". La forma en que llegó el año cero se puede dividir fundamentalmente en ocho grupos.
El primer grupo es donde disidentes y nacionalistas llegaron a derrocar a un recalcitrante Partido
Comunista y formar un gobierno compuesto principalmente por ellos. Este grupo incluye a la
Checoslovaquia de Václav Havel (donde grandes manifestaciones estudiantiles fueron seguidas por
un paro general), a la Georgia de Zviad Gamsajurdia, el Kyrgyzstán de Askar Akaev y a la
Yugoslavia de Vojislav Kostunica.
En el segundo grupo, los partidos comunistas eran más flexibles y estaban dispuestos a negociar
una transición, como en el caso de Polonia en 1989 y Lituania en 1990. En el tercer grupo, los
líderes comunistas principales son los que llevaron al cambio de régimen por iniciativa propia y sin
grandes presiones sociales en un comienzo, o lo que se ha denominado como la "revolución desde
arriba". Esto le dio la pauta a una oposición, la parte moderada de la cual negoció con los
moderados del régimen, para conducir a una transición política, aunque no siempre fue posible
lograrlo. Dichos casos incluyen la Unión Soviética de Mijail Gorbachov desde 1985, la Hungría de
Imre Nagy en 1956 y la Checoslovaquia de Alexander Dubcek en 1968. En un cuarto grupo, ex
altos mandatarios comunistas que habían sido previamente expulsados de la cúpula del Partido
utilizaron al naciente movimiento democrático para tomar el poder, como la Rusia de Boris Yeltsin
(expulsado en 1987 por Gorbachov), la Croacia de Franjo Tudman (expulsado en 1971 por Tito) y
la Rumania de Ion Iliescu (expulsado gradualmente en los '70 y '80 por Ceausescu).
Dichos casos llevan un tinte de oportunismo y de venganza. Un quinto grupo se caracteriza por un
grupo de funcionarios de segundo nivel dentro de la nomenklatura del régimen que aprovecharon el
momento para tomar la bandera reformadora, democrática o nacionalista con el fin de lanzar un
ataque al régimen que otrora servían fielmente, como el caso de Gyula Horn en Hungría y de
Slobodan Milosevic en Serbia. El sexto grupo de países incluye los casos donde los partidos de
135
Estado se vieron obligados por grandes presiones sociales a fingir un rompimiento con el
comunismo para sobrevivir, como la Ucrania de Leonid Kravchuk, la Letonia de Anatolijs
Gorbunovs y la Albania de Ramiz Alia (en los primeros dos casos sí sobrevivieron políticamente, en
el segundo, no). En un séptimo grupo, la caída del comunismo llegó sólo en apariencia, ya que
líderes comunistas existentes inesperadamente se convirtieron en los líderes de naciones
independientes, pero conservaron las principales estructuras represivas y la economía de Estado.
Dichos casos son el Uzbekistán de Islam Karimov, la Belarús de Vyacheslau Kebich, el
Turkmenistán de Sapurmurad Niyazov y el Kazajstán de Nursultan Nazarbaev. El octavo grupo
incluye a líderes que utilizaron la violencia del Estado para provocar guerras civiles y así conservar
o agrandar su poder. Encontramos aquí nuevamente la Serbia de Milosevic, y el Tajikistán de
Imomali Rajmonov y de Safarali Kenzhaev, y a los líderes de Armenia, Azerbaiyán y Nagorno-
Karabaj, los cuales solaparon los conflictos inter-étnicos con fines políticos comenzando en 1988.
2.- Los conflictos de los Balcanes

Trasfondo [editar]
Las tensiones provinieron de la composición multiétnica del primer Reino de Yugoslavia y la
relativa supremacía política y demográfica de los serbios. Estas tensiones fueron aprovechadas por
el Eje Roma-Berlín-Tokio en la Segunda Guerra Mundial, que establecieron un estado títere que
abarcaba la mayor parte de las actuales Croacia y Bosnia-Herzegovina. Se puso a cargo de este
Estado Independiente de Croacia a una organización fascista, la Ustashe, que llevó a cabo una
política genocida contra los civiles serbios del territorio. La milicia serbia Chetnik contraatacó
contra los croatas. Ambos se enfrentaron y fueron finalmente derrotados por el movimiento de
tendencia comunista y antifascista partisanos, compuesto por miembros de todos los grupos de la
zona, lo que desembocó en la formación de República Federal Socialista de Yugoslavia.
En el caso de las zonas pobladas por albanos, la causa principal fue el crecimiento de la población
albana en áreas en las que anteriormente eran minoría. En el caso de Kosovo, algunos serbios
interpretaron este crecimiento de la influencia albanesa como la pérdida de sus territorios
ancestrales.

Los primeros conflictos (1991-1995) [editar]

Yugoslavia durante la guerra.


Las Guerras Yugoslavas se iniciaron con la secesión de las dos regiones del norte de la antigua
Yugoslavia — Eslovenia y Croacia — a causa de un amplio abanico de motivos.
El primero de estos conflictos, conocido como la Guerra de los Diez Días o la Guerra de Eslovenia,
se llevó a cabo oficialmente para prevenir el desmembramiento de Yugoslavia y acabó con la
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retirada del Ejército Popular Yugoslavo en 1991.[2]
El segundo conflicto, la Guerra Croata de Independencia, también se llevó a cabo con la misma
motivación pero devino abiertamente en un choque nacionalista, entre los nacionalismos serbio y
croata, personificados en Serbia por el Presidente Slobodan Milošević y en Croacia por el
Presidente Franjo Tuđman. En enero de 1992 el Plan de Paz Vance-Owen determinó que la ONU
tomaría el control de algunas zonas y acabó con los conflictos militares, aunque hasta 1995 no se
detendrían definitivamente los ataques esporádicos de artillería sobre ciudades croatas y las
incursiones ocasionales de fuerzas croatas en zonas bajo el control de la ONU.[3]
En 1992 el conflicto llegó a Bosnia-Herzegovina, donde lucharían tres facciones: los serbios de
Bosnia-Herzegovina, los croatas de Bosnia-Herzegovina y los musulmanes de Bosnia-Herzegovina,
que diferían principalmente en sus religiones tradicionales: ortodoxos, católicos y musulmanes,
respectivamente. Fue con mucho el conflicto más sangriento de las Guerras de Yugoslavia.[3]
Las Guerras Yugoslavas en el oeste terminaron con la retirada militar en Eslovenia y la derrota de
los rebeldes serbios en Croacia y la firma de los Acuerdos de Dayton en 1995 por Bosnia seguido
de la intervención militar contra el lado serbio por la OTAN.
Los combates en Croacia acabaron en 1995, tras dos operaciones rápidas del Ejército Croata, de
nombre en clave Operación Flash y Operación Tormenta,[4] en las que consiguieron recuperar todo
su territorio excepto la zona bajo control de la ONU (UNPA) del Sector Este. Todos los serbios de
estas zonas pasaron a ser refugiados. El Sector Este se controló por la administración de la ONU
(UNTAES) y fue reintegrado pacíficamente en Croacia en 1998.
En 1994 Estados Unidos gestionó la paz entre Croacia y el Ejército de la República Bosnia-
Herzegovina. La masacre de Srebrenica y la ofensiva de las tropas croatas en zonas bajo control
serbio tras la Operación Tormenta provocó que los bosnios perdieran zonas bajo su control, y se
presionó a todos los bandos para dejar las armas y negociar un final a la Guerra de Bosnia. La
guerra acabó tras la firma de los Acuerdos de Dayton el 14 de diciembre de 1995.
3.- El mundo islámico y el conflicto con Israel.

Se entiende por mundo islámico a todos aquellos países que tienen el islam como religión
mayoritaria. Son un grupo de países muy variados que van desde monarquías constitucionales como
Marruecos, a repúblicas democráticas como Turquía, pasando por dictaduras y regímenes
teocráticos como Irán. Entre ellos existen países que tienen leyes de corte occidental inspiradas en
el islam y países cuya única ley es la sharia. Uno de los problemas más grandes de estos países es el
del Integrismo islámico.
Incluye la mayoría de los países en los que se asentó el islam clásico durante la Edad Media y la
Edad Moderna. En África están: Argelia, Benín, Burkina Faso, Camerún, Chad, Comores, Costa de
Marfil, Yibuti, Egipto, Gabón, Gambia, Guinea-Bissau, Libia, Malí, Mauritania, Marruecos,
Mozambique, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra Leona, Somalia, Sudán, Togo, Túnez y Uganda. En
América: Guyana y Surinam. En Europa: Turquía, Albania y Bosnia y Herzegovina. En Asia:
Arabia Saudita, Azerbaiyán, Bahréin, Bangladesh, Brunéi, Emiratos Árabes Unidos, Indonesia,
Irán, Iraq, Jordania, Kazajistán, Kuwait, Kirguistán, Líbano, Malasia, Maldivas, Omán, Pakistán,
Qatar, Siria, Tayikistán, los Territorios Palestinos, Turkmenistán, Uzbekistán y Yemen.
El mundo islámico pertenece casi por completo al ámbito de los países subdesarrollados, por lo que
han surgido en ellos tensiones contra Occidente que desestabilizan a los países. Se trata de una
mezcla de despotismo y defensa de la tradición islámica, fundamentada en la rica historia del Islam
clásico.

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Es similar a expresión Dar al-Islam (Tierra del Islam), aunque ésta tiene un valor más
reivindicativo y religioso.

Las tensiones en el Golfo Pérsico [editar]


El Golfo Pérsico es la región petrolera por excelencia del mundo capitalista. La lucha por el
petróleo y el integrismo islámico ha provocado que la región sea una de las más tensas del mundo.
Entre 1980 y 1988 se desarrolla una guerra entre Irán e Iraq. En Irán se ha producido una revolución
del integrismo islámico chiíta, que amenaza con extenderse por todos los países islámicos.
En 1990 Iraq invade Kuwait, el país petrolero más importante. En 1991 Estados Unidos presta
ayuda a Kuwait para su liberación, entrando en guerra con Iraq. Es la guerra del Golfo. La guerra
no termina con el derrocamiento de Sadam Husein, que continúa como dictador. Por culpa de esto
las tensiones entre Estados Unidos e Iraq se reproducen periódicamente. En Iraq la tensión ha ido
aumentando hasta que llegar, el 20 de marzo del 2003, a la guerra, y a la invasión material del país
por parte de EE.UU. y el Reino Unido, que derribó a Sadam Husein en 21 días. Esta guerra, que ha
tenido en contra a la mayor parte del mundo, se ha convertido en un proceso de ocupación que aún
no ha terminado.
Otro de los problemas endémicos de la región es el de la comunidad kurda, un pueblo cuyo
territorio se encuentra dividido entre tres países: Turquía, Iraq e Irán, y ninguno de ellos está
dispuesto a que exista un país del Kurdistán independiente.

Las tensiones en el Magreb [editar]


El Magreb sufre, también, las consecuencias del integrismo islámico. Egipto y Argelia tienen
partidos islámicos que han optado por el terrorismo como forma de hacer llegar sus posturas al
poder.
La Libia de Muammar al-Gaddafi ha sufrido en numerosas ocasiones ataques diplomáticos de
Estados Unidos, al ser acusada de ser un centro activo del terrorismo internacional. Se trata de un
extraño régimen a medio camino entre el socialismo y el islamismo.
Los países más estables de la zona son Túnez y Marruecos, aunque tienen grandes problemas
económicos. Marruecos es la plataforma en la que se encuentran todas las personas de los países
africanos que intentan entrar ilegalmente en Europa. Su aventura consiste en cruzar la frontera de
Ceuta y Melilla o atravesar el estrecho de Gibraltar en pateras. Últimamente también se aventuran a
atravesar el Atlántico hasta las islas Canarias. Este intento frecuentemente termina con la muerte o
la repatriación, en el mejor de los casos. Otro conflicto marroquí se encuentra en la frontera sur.
Desde 1975, en que España abandonó el Sáhara, Marruecos invadió la zona. Con ello, el Frente
Polisario pasa de luchar contra España a hacerlo contra Marruecos. El Frente Polisario reclamaba el
derecho de autodeterminación para el Sáhara. Este derecho fue reconocido por la ONU, pero hasta
la fecha no se ha convocado el referéndum y el Frente Polisario ha luchado contra Marruecos con
guerra de guerrillas.

El integrismo islámico en los países del norte de África [editar]


El problema del integrismo islámico surge tras el golpe de Estado de los chiítas en Irán en 1978.
Ellos organizan el Estado tomando como ley la sharia. Desde ese momento en todo el mundo
islámico hay quien quiere imitar el ejemplo, cuyo extremo más radical se da en Afganistán con la
secta talibán.
La situación en el resto de los países islámicos oscila entre dictaduras personales muy estabilizadas
(Iraq, Libia) o monarquías donde el soberano se considera descendiente de Mahoma (Jordania,
Marruecos, Arabia Saudita). Cuando el integrismo islámico no es capaz de acceder al poder para
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organizar el Estado según sus preceptos, optan por la solución terrorista, ya que su misión es
«difundir el bien y prohibir el mal» a través de la yihad, la guerra santa y la toma del poder político
para aplicar los principios islámicos a través de las instituciones públicas de la comunidad.
Egipto es una república con elecciones libres y una constitución (1971). Los intereses europeos, y
mundiales, en Egipto son muy grandes, no sólo por el turismo sino, sobre todo, por el paso el canal
de Suez. El integrismo islámico hizo su aparición en las elecciones de 1992, pero gracias a la
presión internacional les hizo fracasar. Se desató una campaña terrorista contra los turistas
occidentales, pero el ejército ha ido controlando la situación y hoy en día están controlados. Debido
a su opción terrorista no se les ha vuelto a permitir presentarse a las elecciones.
Libia es una república, una dictadura dominada por Muammar al-Gaddafi. Su dictadura es una
extraña mezcla de islamismo y socialismo, típica de la guerra fría, en la que no se permite la
disidencia. No se sabe nada de la oposición interna a la dictadura.
Túnez es una república. Durante los años 70 y 80 fue un estado islámico socialista de estilo libio.
En 1989 se celebran elecciones libres. Las autoridades han tomado duras medidas contra los
integristas islámicos, y no les permiten presentarse a las elecciones.
Argelia es una república socialista desde 1989. El país estuvo dominado desde la independencia por
el FLN (Frente de Liberación Nacional) que luchó contra los franceses. En las elecciones de 1990,
los fundamentalistas del FIS (Frente Islámico de Salvación) derrotaron al FLN por un margen
abrumador. En 1992, ante el temor de que los fundamentalistas islámicos se hicieran con el control
del Parlamento, un grupo de militares y funcionarios civiles declararon el estado de emergencia,
suspendieron el Parlamento y establecieron un nuevo Comité Superior de Estado con Mohamed
Budiaf como presidente. Esto precipitó un conflicto violento entre el gobierno, las fuerzas de
seguridad y los extremistas islámicos. Budiaf fue asesinado en 1992 y reemplazado por un Consejo
Supremo. Desde entonces el FIS aterrorizó a la población con cientos de muertos durante años.
Marruecos es una monarquía en la que el rey Mohamed VI es el comendador de los creyentes, y
por lo tanto la única autoridad civil y religiosa. Los fundamentalistas, los Hermanos Musulmanes,
marroquíes no aceptan esta autoridad, por lo que no se les permite presentarse a las elecciones, y se
les margina en los puestos del estado. No obstante, se considera que son mayoría en el país, gracias
a su labor asistencial. Sus líderes no apoyan la opción terrorista.
Sudán es una república, pero dominada por la dictadura de Omar Hasan Ahmad al-Bashir. Aquí
hubo un movimiento integrista que accedió al poder tras unas elecciones (1983) e instauró la ley
islámica. Como reacción se formó el Movimiento para la Liberación del Pueblo del Sudán
(cristianos y animistas), que derribó el gobierno en 1985. En 1989 Omar Hasán al Bashir dio un
golpe de Estado y desde entonces hay una guerra civil contra el Movimiento para la Liberación del
Pueblo del Sudán, en el sur. En el sur de Sudán son mayoría los cristianos y los animistas.
Chad es una república en la que los musulmanes no superan el 45% de la población. Estos se
concentran en el norte y desde la independencia (1960) han estado en guerra, hasta 1993.
Malí es una república. En 1992 se aprobó una nueva Constitución que permitía el pluralismo
político, y fue elegido presidente Alpha Oumar Konaré. En 1993 se produjeron levantamientos
estudiantiles en Bamako; ese mismo año hubo un intento de golpe de Estado fracasado, por parte de
seguidores de Traoré, dictador desde la independencia con una mezcla de islamismo y socialismo
del tipo libio. Los fundamentalistas son minoritarios.
Mauritania es una república. En 1980 se impuso la ley islámica. Ante las crecientes presiones
internas en 1991 se dotó al país de una nueva Constitución y se legalizaron los partidos de la
oposición.
Los fundamentalistas islámicos tienen intención de conquistar el poder político para organizar toda
la sociedad según su entender. Y además tienen un instrumento, la yihad, que les permite optar por

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el terrorismo si no consiguen sus objetivos. Como organizar la sociedad de este modo está en
contra, frecuentemente, de los Derechos Humanos, y sobre todo de la moral de los países ricos su
pretensión está condenada al fracaso, pero cuesta mucha sangre.
Esto no quiere decir que un país por tener como religión oficial el islam no respete los Derechos
Humanos, pues hay países islámicos que tienen otras fuentes de legislación, como Marruecos,
Turquía, Líbano, Qatar, Indonesia... donde la cuestión del respeto de los Derechos Humanos es de
otra índole.

Capacidad nuclear [editar]


Otro de los conflictos que separan al mundo islámico del mundo occidental tiene relación con las
armas nucleares. Las pruebas nucleares realizadas por Pakistán en 1998 trajeron consigo sanciones
por parte de los Estados Unidos. Después de la Guerra del Golfo las Naciones Unidas impusieron
sanciones a Iraq para evitar que desarrollase armas de destrucción masiva. Estas sanciones duraron
una década y sus consecuencias para la población se intentaron paliar con el programa Petróleo por
Alimentos. Actualmente Irán es el punto de mira de las Naciones Unidas por las sospechas de que
esté fabricando armas nucleares.

Conflicto con Israel [editar]


Para los musulmanes, Israel es un país hostil, debido al conflicto palestino-israelí y por la creación
del Estado de Israel, que es considerado por los musulmanes como injusta. Esta ha sido la causa del
conflicto, entre las naciones árabes y el Estado de Israel.
Algunos musulmanes creen que este problema está causado por el sionismo, haciendo una clara
distinción entre judaísmo y sionismo. En Marruecos, el partido islámico invitó a los judíos a
afiliarse al partido. Antes de la Revolución Iraní, Persia e Israel mantenía excelentes relaciones
bilarerales, pero actualmente el presidente de Irán pugna por la destrucción de Israel. Actualmente,
Turquía es el país musulmán que mantiene las relaciones más intensas con Israel. Otros Estados,
como Egipto y Jordania han iniciado relaciones diplomáticas con Israel además de firmar varios
tratados de paz. Muchos musulmanes consideran que el conflicto árabe-israelí es una guerra entre el
grupo étnico árabe y los hebreos que ocupan la tierra árabe, argumentando que no se trata de una
guerra entre el Islam y el Judaísmo.
4.- Nuevos movimientos políticos, sociales y culturales.

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