Adems de mujer era joven, adems de joven era hermosa, y
adems de hermosa era buena persona, simptica y trabajadora. Si juntamos todas esas cualidades, poco ms se puede pedir a un ser humano de sexo femenino. As era ella cuando la conoc en persona; fue la primavera ms feliz de mi vida. En persona la conoc, aunque no mucho; ella tambin me conoci en persona, casi ms de la cuenta; por eso nunca pudimos ser los amigos especiales que yo hubiera deseado: no haba comparacin ni equilibrio entre los dos. Todas las ventajas estaban de su parte. Con tantas cualidades personales sobre el escenario no le faltaron muchos, buenos y poderosos pretendientes. Y eligi a su gusto: el hombre que le dictaba su intuicin femenina:
-El amor de mi vida Exclamaba con una sonrisa de complicidad.
De mi parte, pensando en ella, desencantado con ella, abatido por
sus desprecios, prefer quedarme soltero y solo en la vida. Si no consegua lo mejor, me era suficiente lo que respiraba entre pecho y espalda: lo ms y mejor posible para m. No flot mucho tiempo entre goces, glorias y gentilezas; a la mujer de este relato pronto le alcanzaron das tristes, meses penosos y aos para olvidar; de muy poco le sirvi ser joven, hermosa, buena y trabajadora. Tantas joyas reducidas a casi nada. Y dej de ser joven, hermosa, buena y trabajadora; era otra mujer cuando me reencontr con ella, un da cualquiera del otoo ms triste de mi vida. Nos miramos a la cara y, entre sorpresa y sorpresa, pudimos reconocernos sin muchos rodeos. En ese momento sent que los dos estbamos a la par: ella y yo a la misma altura, sin grandes diferencias personales. Pero en esta ocasin ella se sinti inferior a m: no olvidaba que me haba traicionado en sus aos de luna llena. Ya nada era posible entre los dos: una estrella cada sobre mi tierra con la cabeza entornada. Y sigui su camino: una sombra andante envuelta en recuerdos deshilachados
30 iraila 2015 Almirante (Bocas del Toro) Asteazkena