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Parentalidad y embarazo. Convertirse en madre, convertirse en padr Las interacciones entre los padres y su hijo antes del nacimiento Didlogo Sylvain Missonnier/Leticia Solis-Ponton Leticia Solis-Ponton: Vamos a abordar la organiza cin de la parentalidad antes del nacimiento del nilfio, zes porible hablar de una construccién pre- natal de la parentalidad? Sylvain Missonnier: Si, el proceso de la parencalidad se construye en todas las etapas de la vida y, por supuesto, durante el periodo de embarazo. Esta fase es muy especifica y, con frecuencia. ¢s prece- dida por la maduracién de un proyecto del hijo (Stoléru, S., 1995), en el cual se organizan un cier- to ntimero de elementos que van a cristalizarse durante el embarazo. Una de las caracteristicas de este periodo es la “transparencia psiquica” de la Futura madse (Bibring, G., ef ud 1961; Racine, P.C., eral, 1961: Bydlowski, M.. 1997). la cual corresponde a un cierto levantamicnto de la re presién, dejando que el conflicto inconsciente se exprese de manera mds intensa que de costambre. Si cs eww que este mpeuiw ha sido muy abaja- do. nos queda ain por conocer los limites clinicos y las repercusioncs cn cl acompafiamicnto psico- logico del embarazo. De hecho esta transparencia psiquica es con frecuencia visible para el elinico, pero no loes siempre para la furura madre, queen esta etapa se encuentra més vulnerable. L.S.:Se sabe que la madre existe ya en la nifia y que «sta se construye poco a poco, a través del vinculo con su propia madre, con su padre, con sus juegos dena y con el encuentro amoroco. Con el anuin cio del embarazo, algo va a cristalizarse en su vien- tre, comicnza a desarollare un nuevo Se, esperado ral vez, pero que representa un cambio radical. En su propio cuerpe la mujer tiene toda a vida, la suya propia, lade su hijo y, de alguna manera, la de su pareja: ¢5 un verdadero concentrado de vida que produciré una cierta ebullicién emocional, ara el Tercer milenio situacién que la futura madre puede vivir como un momento de confusién. Ti nos propones el término de “funcionamiento placentanio”, lo pue- des explicar? S. Mz Feta nacién me interesa mucho (Missonier, 5. 1998). Cuando yo comencé a imeresarme en el funcionamiento biopsiquico de la mujer emha- sazada, enconteé un buen niimero de tcorfas psico- analinicas,en las cuales aquello que denomino “el nifio del interior”, e= tinicamente conziderado como una extensién narcisista. Pero, cuando uno se acupa de una poblacidn na clinica, es evidente que existe una progresiva elaburacién objeral del feto. Entonces, me parece que hablar ran solo en términos de una extensién narcisista hasta el té- ‘mino del embarazo, corresponde a una ilusién éptica comprensible desde el punto de visea de los clinicos, quienes s6lo reciben personas con graves dificultades, justamemte en el momento de esta formacién objeral-rardia del “nifio del exterior”; pero hay también mujeres en completa salud pst- quica que, a partir del segundo timeste de en barazo, tienen anticipaciones creativas (Missonnier, S., 20012) de la alteridad del hijo. Mi punto de vista aqui se apoya en mi expe- riencia como conductor de grupos de preparacién al nacimienro, ellos me han puesto en contacto con tas madres y padres “aprendices”, de los cua les, alguiwos nv picseitan dificultades psicolégi- cas particulares. También ilustran la riqueza dela nidificaci6n psiquica prenatal, que yo encuentro en la expresion: metaforica: “funcionamiento placentatio” 1S Yo comparta este punto de vista, on dimensio- ney inuy compleimentariass porque de un lado, ef cuerpo femenino que cambia, que se extiende, ese lugar del narcsismo de la mujer y, por otro, el ob- Jeo externo se hace presente en el interior del cucr- po, cuando el bebé comienza a maverse. La madre debe culdarse, porque al hacerlo cuida también a su hijo. Y legamos 2 la participacién del padre. Lebovici dice que el padre se encuentra primero en Ja mente de la madre lo que, por supuesto, es mity innporeante, pero el pide eseé también al lade de lt madre. £1 asume un rol continente y protector. y ins tarde el de catalizador que permitiré a su joven esposa ser madre, En este contexto, son las pala bras las que regirdn el nacimiento dela parentalidad: la madre nombra al pacre “nt eres el padre” y el padre nombra al hijo, quien gracias a este hecho es inscrito en el linaje patecno. S. Mu St, yo me intereso cn la metéfora placentaria por las mismas razones. Debemos saber —y ello gusta mucha a los padres cnando la sahen— que 1a placenta esté consticuida por células maternas y paternas. A nivel biolégico. la cobertura primitiva miucstra de inmediaro la copresencia de los dos linajes parentales. ¥ se podria decir, siguiendo la misma perspectiva metaférica, que la placenta re- presenta el fondo del nido narcisista parental; es Al punta de parrida. Fl hehé, ral ver, encnentre sus rafees en eta nidifiacién placentaria y, a ni- vel psiquico, el fondo de este nido forma el tefido narcisista. En gencral, la calidad de anticipacién (Missonnier, S., 20042) de los padres muestra que hay un equilibrio entre la investidura narcissta (l fondo del nido que se clabora durante el pri- ‘mer trimestre) y le investidura abjeral, Fn este sen- ido, hablo entonces de la dinémiva placentaria para subrayar la promesa objetal de esta matriz narcisista. L, Su Pero, a propésito de esta base narcisista, yo quisiera subrayar que la transmisién del narcisis- mo primario de la madre proyecta sobre el nifio —como elemento guardian de la vida (Leboviei, 1997; Nacht, 1965) y no como una herida— el producto de trastornoso.deficiencias de los lazos afectivos precoces, es decir, del vinculo madre-hijo durante la primera infancia. Entonces, pienso en este narcisismo primario que se transmite por la mirada amorosa de la madre hacia el cuerpo de su hijo; ella le rransfiere asi su propio narcisismo y el del padre. Fs sobre esta hase que el nifio cansiru- ye su sentimicnto de exists, el amor primatio de s{ mismo, que lo hace adheritse a la vida. Es un elemento exencial en cl legado de Ia madre « su hijo, no es tan solo un efecto de espejo de sf mis- ‘ma, es una manera de dar la vida para asegurar la transmisién, ara regresar a la construccién de la placenta parental, seria nexsario agregar kes investidures objetales, la realidad del nifio que esté en el vien- tre matemno y la realidad de la pareja, que descm- pefia un papel muy importante en ese momento. pPodriamos decir que el término de “placenta parental” ayudaria a los padres a situarse con rela- cidn a estas realidades? S.M.: Lo quees primordia en la metéfora placentari es que tanto en el plano biol6gico como en cl psi- colégico, la placenta es un tercer elemento. A ni- vel de la circulacién sanguinea, por ejemplo, con trario a lo que piensan esponténeamente muchos padres y personas que los atienden, es este tercero el que roma la posicidn de interfase entre el siste- ma maternal y el sistema fetal, fuente de homeas- tasis, de acuerdo entre ambos. Sobre el plan ps colégico, esta atirmacién me parece pertinente, ya (© Eater! E Manuel Mademe Fico shez 8 un dio, Farentalidad y embarazo. Convertirse en madre... . que sugiere que en términos de representaciones, slencuentro delos dos psiquismos parentales cons Gtuird un crucero representacional, en ef cual el niifo’advendrd de manera psiquica. Deade el plano del ‘nifo del incrios", de mic nera simulténea ocurriré un devenir neurobiolé- ico programado en muchos aspectos, pero eam bién una interaccién compleja y permanente con = ‘al medio ambiente. La vieja polémica entre de- fensures de lo innaro y de lo adquirido jes decidi- ddamente obsoleral Fin términoe glahales, las prescntaciones matemna, patecna y conytugal uu ‘tienen una relacién dialéctica permanente con el programa neurobiolégico fetal. In fine, el naci- ‘miento pondré a prueba el resultado del encuentro de este proceso neurobioldgico fetal con el nido represenracional ital. No existe entonces una. relacién dual simple. Con frecuencia discuto con las madies preowapals que viveny por ejemplo, un duclo durante el embarazo Existe una huella simple e inmediata entre lo que siente la madve y lo quesienteelfeto’ Desconozco la respuesta pero cuando estoy frente a una madre que me dice: “Tengo seis meses de embarazo; mi padre fllecis la semana pacada, tengo tna enorme pena, :ri bebe siente ani tisteaa?"; el ecu de esia merd- fora del tercero placentatio me esl para subra- yar la formacién de un proceso de “separacién/ individuacién’ fetal que se presenta yaa nivel pre- natal. La fsign total madrefeto no ext apoyeda por la biologia! LS. Si uno pasa al registro de las simbolizaciones, esta idea parece bastante titi; ella permire hacer comprendcr a una madre angustiada que ella no vvaa ser “vampirizada’ por su bebé, que existe un tercer elemento protectos, una barrera que ca al :ismo tiempo un principio de diferenciacion: ellos son dos en un mismo cuerpo, atin tres porque exis- te también el padre, pero no estén confundidos. Yo quisiera que habléramas de ese hebé-pro- recto que, en la pareja, esté en selacién von ba i timidad, con el paso de dos a tes: bebé imagina- io que con mucha probabilidad, cuando las cosas vvan bien, desembocari sobre el proyecto del bebé, culminacién de la felicidad conyugal. Pero exte bebe puede convertirse también en un bebé-ame- nazante y, entonces, nos enconstamas en el regis- ww two de lo que puede ser sity sin poder ser sis bolizado: esta inquietante extrafieza en el interior i del cuerpo femenino, esta inquictante famil dad, “es mi bebe y, a la vez, es un extrafio”. i S.M.: Estas son cuestiones muy importantes. Yo veo al menos dos: a) la cuestién del proyecto del hijo, el nfo en fa exfera conyuyal, el paso de dos a res yrb)lajinquietante extrafeza del bebé, amenaza a entenderée-en. un registro pricolégico normal y psicopatoldgico. ‘Comencemos porel proyecto de hijo. Hoy dia, con las técnicas modernas de procreacién médicamenteasistida ydeccontrol de la natalidad, uno vive cada vez més una ilusiémde omnipoten- cia. Entonces, el proyecto del bebéstele estar aso- ciado a esta voluntad de control. En el polo opues to, algunas jovenes mujeres “caen embdrazadas’, porque es con exactieud una ealda que mo estaba Conscientemente previsra. El proyecto del hijo es hipotética, skamvia Clone eaboruntab ede. sarrollan nada bien, aunque ocurran después de un proyecto de hijo con todo lo debido: mientras que otros padres, confrontados a lo impreviseo, onstruitén sobre la marcha una parentalidad de gran calidad. El proyecto del hijo no es entonces, ctiando este existeuina garantia de entendimiento conyugal y de procesa psiquicn creativa durante el cembatazo. Serfa nevesario tomar los proycutvs de hijo individwalmente, para saber si'se trata de un proyecto portador. Para ser cxplicito, portador de vida y de un mandato transgenericional, de apuntalamiento —como diria Lebovici— o al contratio, alienante, LS. Yo pienso eu el canbiv de paradigina, sobre el cual Brazelton pone el acento cuando propone pasar del lado de lo positivo, en lugar de buscar cl aspecto patol6gico 6 clinico de un fenémeno na- tural como el nacimiento y, as, regresar alas ca- pacidades del nifio en la maduracion del sistema nervioso. El desarrallo del nifo, a partir de ese programa, es un elemento bioligicu que relativica el proyecto del hijo: porque ese proyecto puede convertirie en una dura carga, aun para exe bebé, y puede darse el caso de una joven madre, que sin tener ningiin proyecto de hijo, todo se organiza répidamente. S.M.z El paso de dos a tres, en materia de ancicipacién durante el emharao, ex un ftor bastante repre sentativo de la calidad de recibimicnto que los pa- dres le reservan al nifio. Aqui, me apoyo de nuevo sobre Ia experiencia de grupos de preparacién para el nacimiento, donde he aprendido la plena tique- 2a de las representaciones que dan testimonio acerca de este proyecto objetal parental en lo prenatal. En el mejor de los casos, sina encuentra padres que ‘yeu muy lejus ex lo que se perfilaen el horizonte, ¢n ese paso de dos a tres. Es sorprendente observar la diversidad que existe en este aspecto: algunas parejas vislumbran con facilidad modificaciones en. sus horarios, en sus pasi-tiempos; ellos anticipan cde manera clara la legada del bebe a la casa y, ala La parentalidad. Desafio inversa, hay padres que tienen una gran dificultad fen penar exe paso de dos a tres: Uno habla de la base naicisista individual de cada uno de los par des, pero seria pertinente hablar también de la hase narcisista conyugal: existe, en particulas, lo que lus terapeuras de pareja llaman la eleccién de objetos znarcisistas conyugales, algunas posiciones muy n- cadenadas, en las que uno siente que la fusién de los dos “aprendices de padres” es tal que el espacio del hijo no aparece para nada en la orden del dia, durante el perindo prenatal. Bll es imposible de pensar porque ¢s demasiado perturbador y enton- ces se instala una distancia dramética a ser percibi- do como algo que va a poner cn peligro la homeos- tasis familiar. L. S.: Ello permite pensar en ciertas parejas actuales, formadas de padres un tanta tardios que levan tuna vida profesiviral muy activa y en quienes no existe un lugar para el hijo. En ellos enconrraria- mos cl caso del bebé resentido como una amena- za. Una imagen me viene a la mente, la de un caleidoscopio. El nacimiento del nifio funciona cn la pareja, en el paso de dos a tres y, aun en lo ‘ransgeneracional, como un caleidoscopio: los mis- ins elementos se van a reacomodar, pero los cam- bios que se producen son irreversihles S. Mz: Es tiempo ahora que abordemos el aspecto de la bipolaridad entre el bebé amenaza y cl bebé 0 rey, el bebé mimado, idealizado, el bebe regalo que viene a colmar todas las expectativas. Para mi, en la prictica clinica cotidiana, la nocién freudiana de inquietante extrafteza (Frend, S., 1919/1976) €s muy rica para pensar esta bipokaidad, donde uuno encuentra radicales paradojas. de lo muy fa- miliar y de lo extrafio. Se trata bien de wn m miento dialéctico donde los extremos se comple- tan y se oponen, uno de ellos, a veces de manera violenra, Yo podria ilustrar esto con las angustias de malformacién. Se puede cansiderar que ese tipo de angustias puede sei sepresentativo de la ame- naza que el bebé encarna. El bebé es con frecuen- 1 los ojos de la madre, el fruto de su deseo edipico: el primer hijo es el hijo que la madre de- seaba tener de su propio padre. En esta realiza cion inconsciente transgresiva, la sancién toma en wsiones la farma de tn nif que presenta una anuunalia y se puede pensar con razén que sa angustia de malformacién se inscribe en un registra edipico. Yo erco también que cuando esas auigus- ‘ias de malformacién son muy desestabilizadoras para las futuras madres y los fururos padres, étas frecuentemente se inscriben en registros arcaicos, ms que objetales. Reactivan entonces un cierto tudinero de angustias primitivas de tipo “jo no soy elLercer milenio a capaz de fabricar un nifio conforme ala naturale- za humana’, “yo no soy capaz como mujer © como hombre 0 como pareja’, “nosotros no somos ca- paces de procrear y de dar nacimiento aa filiacién, a la familia”. En Ia actualidad, en las maternida- des, en los espacins de preparacién al nacimiento, de escucha de la parentalidad, estas angustias sou muchas veces subestimadas. sea porque son bana- lizadas 0, al contrario, patologizadas. En este contexto, intenté mostrar recientemente ‘Missonnier, S. (2001b) que no se debe confundir ‘30 que Freud nombre “angustia auromatica’ y “an- gna sefial”, Ciereas mujeres y cierens hombres tia- nen angustias de onalformacion- que son angustias sefial yen cierta medida, un signo de vigilancia. En nuestros dias, para una parcja joven con- frontada a su primer embarazo, imaginar que un accidente perinatal o una malformacién sean po sibles, puede ser prueba de lucidez, de salud ps quica. Estarlamos en presencia de individuos que ‘muestran una capacidad de anticipacién creativa, que conocen la dveridad de ponibildades na come los niios a quienes se leva de la mano y no perciben ningtin peligro. sino como adultos que tienen los ojos abiertos sobre lo que pucde obstaculizarles el “convertirse en padres”. Ala inversa, en el registro de la angustia pa: roldgica rraumdtica, uno encuentra angustias de malformacién que son signos de perrurbacién. El bebé no 6 “nonmalmente”amensante, sin truosamente amenazante. Existen mujeres jévenes por completo obnubiladas a causa de las angus- tias de malformacién. Yo pienso en una de ella, que se molestaba contra la ecografista porque ésta no encontraba ninguna anomalia (“No, no, Bus- ne bien, yo estay segura que hay algo que no etd bien) Si um psicoterapeuca encuentra esta mujer, discute con ella y le pide que cuente la historia de su parentalidad, aparecerdn fantasias. Entonces, setd posible poner en perspectiva sus angustias de malformacién patolégicas y las heridas de otro tiempo, ahora actualizadas en el diagndstico pre- natal L. S.: Constatamos una ver més que esta angnstia “sefial” y las angustias automticas extdn won fic- ‘cuencia mezcladas, contundidas y que ellas forman el terreno psiquico de la vulnersbilidad durante cl periodo del embarazo. Es con-esta intencién que he tratado de retornar hacia el inconsciente del padre real y hacia el de los abuelos, quienes en esta travesfa pueden cnmplir la funcién de conte- nr esas angustias, S. Mu: Las variables mds importantes en este campo son bastante bien conocidas: desde luego, la es- (© atria! E Mane! Madore Foto sh eerie 6 un det. rructura psiquica materna, la estructura psiquica paterna, pera también la presencia de los abuelos. En laactualidad, aquellos de nosotros que traba- jan en maternidad saben bien que la calidad a | L las relaciones entre la mujer embarazada y su pru- pia madre es uno de los principales factores de vulnerabilidad a tener en cuenta, cuando uno fil observa un conflicto desmedido. Al contrario, esta a relacidn con la abuela es de portadora y de apun ‘alannienw para un cierto mimero de mujeres, para uienes durante el periade de embaraza existe a posibilidad de intercambiar informacisn y revisar un cierto mimero de posiciones mds 0 menos no resueltas en el momento de a crisis de la pubertad. Algunas mujeres jovenes, en el momento de su primer embarazo, muestran un reacercamiento a su madre, se establecen entonces didlogos, algu- nas veces muy fructiferas entre la irura abuela y Ja fatura made, Es probablemene muy cierto también, para el abuelo y por extensién para ralas Jas personas, cl fungir de “securs0”, es decisy la personas nombradas por la joven mujer embara- ada o por el marido que acompafian este proceso, siendo esas personas a quienes uno recurre cuando exisren crisis existenciales. Sobre exte punto creo, y estoy convencido, a propésito de un estudio alrededor de las separacio- nes precoces madre-bebé, que la variable “calidad de las personas recurso” es muy determinante. De un lado, uno encuentra personas confron- tadas a este tipo de reacomodo propio del periodo perinatal, que carecen de confianza mutua, que uo tienen didlogo alguno con sus propios padres, cuya red social es muy rudimentaria, poco propi- cia al intercambio afectivo y con mis relaciones laborales; en sintess, personas que definitivamente no tienen a alguien con quien compartir sus emo- ciones y reflexiones sobre las crisis que atraviesan. En al polo opuesto, otras personat disfrutan de relaciones “pararrayos” muy eficaces; no necesa- riamente en el medio familiar inmediato, pueden ser sus coleyas de wabaju, amistades, relaciones ligadas a sus pasatiempos. con quienes se pueden beneficiar de una escucha que va a permitisles el fabricar una narraciOn, de aproveckar la curiosi dad del otro y de escucharse contarlo que va mal. Los casos de parejas j6venes con mayores difi- culades que nosotros vemos en prenatal y en puspaito, son ayuellos privados de toda “persona recurso” que pueda proponerles una funcién de i apoyo social y de este tipo, En las poblacivtey ur banas, las personas que han sido extraidas de su medio familiar son afectadas de manera particu lar, ya sea una joven mujer magrebina o una joven de provincia que ha vivido hasta los 25 afios en el capo, en una red social muy coherente y ahora viveen un edificio porque su marido encontré tra- bajo en la regidn parisina. Se puede hablar de una red protectora, cuya incidn consiste en. cl embarazo y retomar la idea de Ia placenta social, psicosocial, que son hay elacioncs funiliares eu el sentido de {a familia extensa. Yo vuclvo a la ecografia que ocupa un lugar importante como recurso tanto técnico como Jumano pero que, en tanto que confronta puede ser violenta; no obstante también abre vias a la ‘expresién de las-representaciones que tienen los putes a propésito de su bebés de su manera de cconcebirse ellos mismos en su calidad de padres, cn la riqueza de ls identificaciones familiaics que in con Michel Soulé, Marie-José Soubiewx, Luc Gourand y conmigo mismo (Soulé, es al, 1999). Para ser hreve, la mejor formulacién que encuentra sla siguiente: la cvografla es un recurs diagniés- tico y puede ser ritual de vida o de muerte. Para que sea ritual de vida, cs necesario que la violencia presente sea reconocida y simbolizada. {De qué violencia hablamos? Para la Fucura madre y su marido, ver la imagen del feto, con seguridad es desestabilizante. Por una parte, por- ‘que el interior del cuerpo es revelado y la joven mujer puede sentir un sentimiento de sacrilegio; por otra, segunda violencia, no sc trata de una foro automdtica del feto perfecto, sino de un lu- gar donde un cazador de anomalias viene a verifi car que no hay délir de sale gueule (delito de mala cara) fetal. Siendo entendido que, si hay una ano- alfa, una amenaza de muerte que pesa sobre el feto: es una carga potencialmente trégica. Fsra vio- Iencia es, en el mejor de los casos, enmascadha por un profesional humanista que tendré el cuidado de informar a los padres en una atmésfera de con- sentimiento mutuo eclairé (hicido) (Luc Gourand) En esta preocupacién de informacién, él no pre- sentard a los padres un simple formato impreso diciendo: “Ustedes sahen, la ecngrafla es esta y aquello”, sino que los invitaré a ute lugar donde cellos puedan expresarse con plena confianza y ela- borar lo que significa exponer a su “nifo del inte- rior” a un procedimiento de diagndstico prenatal ara que la ecografia sea un ritual de vida, es necesario que la violencia del examen sea recono- da y que, eamo en rodo ritual, sea absorbida por el grupo. Eu antropologia, en los sivules de bau- tizo, por ejemplo, uno sumerge a nifio en el agua hhelada y sale convertido en micmbro de la comu- nidad. La violencia contenida en ese bafio ilustra que el nifio debe atravesur un margen, una zona de violencia, de incertidumbre, para asl pasar de ser inuiferenciado a ser un miembro de la comu- nidad. Eso es lo que serfa la invitacion de la ecogra- fia “bien acordada”, ritual de vida y lugar de apuntalamiento de la parentalidad: “Padres, ven- gan a poner su parentalidad a prueha de la coografia y hdganlo en un emuadie donde uno reconoce la violencia: ustedes estardn frente al ecografista quc scconoceré la dificultad en juego y que les acompafiard en esta peligrosa travesfa; de esta travesta ustedes saldrin padres més maduros”. ‘Pasemos ahora a la ecografla ritual de muerte. ‘Aun en ausencia de anomalfa (95% de las eco- gyafia, ritual de muerte), la violencia del examen. ‘no es explicitamente recanocida. Ni los padres ni los profesionales adviecten que s¢ trata de una dereccién que podria terminar muy mal para el few, Este examen serd un ritual defensivo de ence- rramiento si en ver de contener, favorecer, apun- talar la parentalidad, no es m4s que un procesn que sumergird al feto en la indiferenciaciGn, sin proponer tuna comprensidn humanizante. En este contexto, debemos rewinar a Serge Lebovici que nos recnerda la importancia de la prevencién pri- Jnatia y secundaria en la perinatalidad. En el caso de la prevencién prmaria, se intenta evitar que la patologia aparezca; prevenir los trastornas de parentalidad y las desarmonias relacionales pre- coves. La prevencién secundaria, ya en un nivel terapéutico, es la estrategia que uno puede instru- lo la patologia se ha presentado a fin de eneuntiat una respuesta rerapéurica adap. tada. Se puede decir que el principal interés de la clinica de la perinatalidad es mostrar su exttaordi- nario potencial en la prevencién primaria y se- candaria. El petiodo perinaral es tin periodo de “resungencia’, uno observa ext los padres una cierta reedicidn de conflicos antiguos y. aun recientes, tambin ello pesmite una removilizacién que, en. el mejor de los casos, conducira a cambios. Para mi, uno de los encuadres més susceptible de ilustrar la oportunidad de la prevencidn pri- maria es el de la preparacién al nacimientn, en la medida en que ésta no se lleva a caby bajo la for~ ma de cursos magistrales. Ciertos pediatras, ginecobscetras, patteros, Psi,” proponen, en las ‘marernidades, lugares de discusién y maduracion tclacionados con la anticipacién parental, Tome- ‘mos un ejemplo muy concreto, hoy en dia, laancs- [fj tesia peridural esté muy de moda, y es con fre- cuencia percibida por los padres como sinénim Tin francés coloquil, “Ps” s eiere a todos los profesionales dela psique: psicdlogoe, psiquiatas, psicoanalista, ere cer milenio (Capitulo 9) de “cero dolot”. Hay una especie de ilusién, indi- vidual, conyugal y colectiva sobre ese punto. Cier tas mujeres piencan entonces que el parvo no debe implicar ninguna preparacién para el dolor. En rnuestras grupos. sobre ese punto, nosotros juga- ‘mos al “aguaficatas"; tratamos de romper esta ih si6n, explicando que la anestesia peridural algu- nas veces no puede aplicarse por diversas razones 6 que puede hacerse demasialo arde y entonces zno produciria toda el efecto deseado. Para infor- mar con autentividad, debemos romper con la infantilizacin delos padres que callan la compleji- dal de la realidad. El tansitvorio efecto depresivo de esta desilusién suele ser fuente de dinamiza- cién de la anticipacién parental, Fn la perspectiva de esta prevencién, yo dirfa también que los gru- pos de preparacién ast arganizados pueden ayu- dar a diferenciar a las peisonas que ticnen ligeras crisis exisrenciales pasajeras de aquellas que estén. profunda y permancatemente desarmadas frenee a esta cruda realidad. L.S.: Esto puede ser un signo de su fraglida fienee ‘ eventuales problemas ligadlos a la maternidad y a la parentalidad. ‘ S. M.: Exavtanente. El dolor del parto en su aspecto fisico, encuentra sus rafces en lo arcaico (Missonnier, S., 2000), LS: Pero al mismo tiempo es a partir de este dolor que uno encuentra el bebé real. S. Mut Sty es la raz por la cual cs tan importante, ‘aun si uno recurre a un analgésico, que la madura- cid pslquica tonga lugar aeste nivel, Siuno decide procurarse los medios técnicos y cientificos, no se debe, sin embargo, caer en a ilusién de la omnipo- tencia, En efecto, una cosa es devit “yo voy a oprar por una anestesia peridural y espero que funcione bien, pero rewunuaw que también puede ocurrir dde manera diferente”: posicién madura, relativa- rente adulta, de la joven mujer que tal vez podria recibir la interioridad, la objetabilidad de su bebé. ‘Orra cosa es por implicito afirmar “vi a mi aneste- sista, él tiene el poder divino de suprisnir todo do lory yo necesito esta ilusidn parwafrontar cl parto” Entonces, cuando lx pavologiase presenta, qué hace tino?, :cudles son las fespuiestas terapéuticas que unw pucde ofrecer en tun marco pluridiscipli- nario? Porque resulta evidente que uno imagina mal quc, cn perinatalidad, wn especialisra pueda actuar solo, L.S.: Peto cuando hablamos de esta patologia, 2 qué sicuacién:nos pocemas referit? © katara 1 Manial Mocere Folens estzacan en deo S. Ma: Para aclarar un poco, hagamos la distincién entre lo prenatal y cl posparto inmediato. Lo que en realidad hace necesaria la prevencién secunda- ria en prenatal es el hecho que uno tiene tiempo, sinos damos los medios. En el mejor de los casos, las mujeves que presentan problemas, son identi- ficadas desde la ecografta de las 12 semanas. En tuna hipétesis optimista, si yo recibo a nna furira madre que sufre a mediados de su primer tries tre de embarazo, sé que si le doy simplemente una cita, el dia que ella acude para otros extmencs, dispondré al menos de 6 0 7 entrevistas: Uno pue« de entonces, durante esos nueve meses, realmente hacer un crabajo. Es un argumenco supremo en favor de la prevencién primaria y secindaria en prenatal, porque en posparto, el dempe falta von frecuencia en la maternidad. Si uno descubre una madre o un padre en dificultad dos dias antes del nacimiento, uno puede prevenir el equipo con el que uno trabaja, pero el tiempo ya no es el mismo. En lo que concierne al posparto, se necesita mucha camprensisn para disringuie wn pastpartum blues que se wianticne cn las vatiacionies de lo nor- ‘mal y un postpartum blues seveto. en el cual es necesario detccrar ya una scfal de alarma, anun- iando una depresién posparto. Llega a suceder, en efecto, que ciertos postpartum blues inauguren luna depresién posparto encapsulada. Rn la prevencién posnatal, la depresién pos paw eed muy presente, En este marco a medio Parentalidad y embarazo. Convertirse en madre,... camino’ entre pediatela y desarmonia relacional rea os los py, tener rel nes de hacer prucha de creatividad, de imaginacién par ura los médicos y a todo el cuerpo es dela salud, para llegar a detectar tanto en la madre como en el la depresién encapsulada. sicuye un periodo pri- ncia psfquica. Fs de los probl- pasar el nacimiento, la situacién seré:mas com- plicada. Es necesario hacer una forma de inver- sidn, entre mds pronto se invierve en la preven- cién, hay mde posihilidades de controlar una eventual patulugta, S. M.: St, pero serfa una quimera penser que una prevencién de calidad podria ver todo en pre~ natal, dado que existe un cierto numero de desarmontas relacionales, de “descompen- saciones parentales” quie no se van a manifestar von el bebé “del exterior” en uposicién al bebe “del interior”. Es fundamental, entonces, dedi- car mucha mis atencién de lo que normalmen- te hacemos, al periodo prenatal; ello sin caer en la ingenuidad de creer que todos los trastornos pueden ser prevenidos. Benedeck, ‘I: (1959) Parenthood as a developmental phase ; A wniuibucion w libido dieury. Journal uf American Pyychoanalysic Avociation, Vol. VIL, 1-4, pp. 389-417. Bibring, G., Dwyer, T. E, Huntington, D, S., ef al (1961) A seady of psychological processes in pregnancy of earliest mother-child relationship, The Pechoanalytic Study ofthe Child, Vo. 16, pp. 9-27. Borella, C., Rovll, 8. (1987) Snr la carenre auto-érotique du paranoiaque. Revue faite de Prychanalyee, No, 1,65-79. Brazcluns, T. (2001) Conférence peuelant i Joumée Scientitique de la WAIMH. Pars. Bydlowski, M. (1985) La relation focto-maternelle et la relation de la mere a san fetus. In: Lebavici, S, Dia Soulé, M. (di. pub.) Notes tte de paycbitvi e Cefn et de Vadolescen. Pati PUE pp. 1881-1981. Bydlowski, M. 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