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RÉPLICAS A UNAS CRÍTICAS DEL DR.

MARIANO YELA
CONTRA EL CONDUCTISMO
William Montgomery Urday1

RESUMEN

Aquí se procuran responder objetivamente las críticas hechas por el filósofo


español Dr. Mariano Yela en su artículo escrito y publicado en 1980, y
republicado
republicado en 1996, titulado “La Evolución del Conductismo”. Con este
propósito en una primera parte se reseña dicho escrito, y en una segunda parte se
procede a discutir las críticas dividiéndolas en cinco puntos y respondiéndolas por
separado. Las ideas fundamentales
fundamentales de esta réplica son, por un lado, recalcar que los
cuestionamientos en su esencia son aplicables a cualquier corriente psicológica,
siendo injusto que se centren sólo en el conductismo, y, por otro lado, aclarar los
malentendidos acerca de aquel,aquel, parecen surgir de un insuficiente o rígido
conocimiento y probablemente de una actitud subjetiva de animadversión por el
paradigma conductual.

INTRODUCCIÓN

En un artículo escrito en 1980 para el volumen 6 (números 11- 11-12) de la


revista Análisis y Modificación
Modificación de Conducta, el filósofo español (y profesor de
psicología) Dr. Mariano Yela Granizo (1921-
(1921-1994) hace unas críticas muy duras
al conductismo. Este artículo, titulado con el inofensivo nombre de “La Evolución
del Conductismo” (probablemente para llegar
llegar con menor resistencia a los lectores
de la revista), le fue reeditado póstumamente por otra publicación española,
Psicothema (Yela, 1980/1996), de gran difusión en el ramo y cuyos números se
pueden encontrar online. A raíz de eso el texto en mención circula profusamente, y
su bagaje de afirmaciones podría decirse que sirven de “alimento” para los que se
hallan predispuestos a juzgar en forma negativa la psicología conductual, y como
“mala fuente informativa” para los iniciados o desinformados acerca de dicho
enfoque. En tal sentido, es necesario observar su contenido de manera que revele lo
especioso de algunos de sus argumentos.
Para empezar es necesario saber de quién viene la crítica, más allá de los
méritos o talentos técnicos que pueda tener su autor.
autor. El Dr. Yela pasa por ser uno
1
Psicólogo. Catedrático de la asignatura “Psicología y Técnicas de Intervención Conductuales” en
la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima-Perú).
de los (re)fundadores y una de las figuras tutelares de la psicología en España, pero
es también,
también, como lo ha demostrado en múltiples ocasiones (por ejemplo Yela,
1974/1996,
1974/1996, 1989a, 1989b), un dualista y un mentalista convencido.
convencido. Y no sólo
eso. En su actitud general frente al conductismo se refleja una decidida
animadversión, a juzgar por sus recurrentes juicios de valor subjetivos a la
obsolescencia del enfoque y a la ironía, un tanto condescendiente, con que se
refiere a la
la posibilidad de que alguien “quiera” todavía ser conductista (según lo
muestra en la revisión que hace de un escrito de Staats: Yela, 1989a, p. 25, y en
otras menciones). No es, pues, un crítico desapasionado, ni intenta siquiera
aparentar una neutralidad en este asunto. Habiendo centrado sus intereses
profesionales sobre la psicometría y la inteligencia, tampoco tiene un expediente
que lo acredite como investigador experimental o experto en aprendizaje.

LAS CRÍTICAS

Las críticas son extensas y abundantes


abundantes en dicterios valorativos y en
señalamientos acusatorios, lo que hace difícil abarcarlos todos y menos aun
responderlos en un texto de corta medida como éste. Para discutir coherentemente
los comentarios de Yela es conveniente seleccionar y parafrasear algunos
algunos de ellos, y
puntualizarlos en forma breve, centrándose, por obvias razones, fundamentalmente
en sus objeciones y afirmaciones antagónicas más saltantes respecto a la última
etapa de la evolución conductual. De acuerdo con ellas:

1) Las declaraciones autocríticas,


autocríticas, desilusionadas y pesimistas de un número
importante de autores ligados al conductismo demuestran que éste ha
fracasado y se halla en declive, con vías a la desaparición.
2) El condicionamiento vicario así como otras investigaciones sobre aprendizaje
aprendizaje
reflejan la influencia de procesos centrales y echan por tierra el mecanicismo
de los condicionamientos respondiente y operante.
3) Skinner es un empirista radical que no ha conseguido que los hallazgos del
conductismo operante se generalicen más allá del estrecho ámbito en que se
consiguieron sus resultados.
4) La tecnología conductual, que se aduce desprendida del análisis conductual y
sus principios, carece de conexiones reales con aquellos.
5) El conductismo, disgregado en un cúmulo de escuelas y teorías, no es un
paradigma en el sentido kuhniano.
Tomando cada uno de los puntos reseñados, procederemos a intentar una
réplica para ellos.
DISCUSIÓN

1. Las declaraciones autocríticas, desilusionadas y pesimistas de un número


importante de autores ligados al conductismo
conductismo demuestran que éste ha fracasado y
se halla en declive, con vías a la desaparición.

RÉPLICA: En el trabajo de difusión científica no es nada raro encontrar


declaraciones de tipo autocrítico que cuestionen errores o desviaciones, o pongan
en evidencia
evidencia (beligerantemente o no) ciertas insuficiencias. Se entiende que eso es
saludable, y lejos de interpretarse como una señal negativa suele ser más bien lo
contrario: un indicio de saludable vitalidad y dinamicidad en el enfoque. Es así
como progresa una ciencia. Por lo demás, los intercambios de opiniones
discrepantes u opuestas no son exclusivas del análisis conductual ni mucho menos.
Se hallan en toda la literatura psicológica, sin importar de qué orientación
provenga, Por ejemplo, hace años Carl Rogers
Rogers clamaba en un discurso frente a la
Association of Humanistic Psychology sobre la incapacidad del enfoque humanista
para encontrar opciones promisorias desde dicho enfoque a la visión determinista
del hombre, diciendo entre otras cosas: “Hablamos y hacemos
hacemos un buen juego de
protesta, pero ¿podemos presentar algo nuevo? ¿comportarnos en nuevas formas?
¿pensar en mejores términos? Es muy pronto para saberlo, pero por el momento
los indicios no son como para que nadie se sienta optimista” (Rogers,
1965/1978,
1965/1978, p. 54).
Otros ejemplos de autocrítica e inclusive de descalificación hacia teóricos
alternos se pueden encontrar a cada paso en el devenir histórico de las corrientes
cognitivas. Gardner (1985/1988) señalaba que tras dos décadas de trabajo la
mayoría de psicolingüístas había renunciado a aplicar directamente las ideas de
Chomsky debido a su formulación demasiado abstracta, y a la no confirmación de
Johnson--Laird declaraba en una
los resultados en función a sus supuestos (p. 238). Johnson
entrevista que postular una lógica mental inferencial a la manera de Piaget es una
mala idea, porque el contenido de un problema de razonamiento puede afectar las
conclusiones que la gente extrae, lo que es incompatible con la lógica formal
(García Madruga, 1988, p. 316). Aebli, antiguo discípulo de Piaget, se opuso a la
concepción piagetana del desarrollo por considerarla muy simple y obviar las
interacciones con muchas condiciones aisladas (Oerter, 1975, p. 348).
Como se ve, en todas las corrientes de la psicología existen marchas marchas y
contramarchas, polémicas, entredichos y frustraciones, pero a nadie se le ocurre
decir que eso significa fracaso o extinción de los enfoques bajo cuestionamiento.
¿Porqué, pues, sólo al conductismo se le enrostra esa eventualidad?
2. El condicionamiento
condicionamiento vicario así como otras investigaciones sobre
aprendizaje reflejan la influencia de procesos centrales y echan por tierra el
mecanicismo de los condicionamientos respondiente y operante.

RÉPLICA: En primer lugar, aquí Yela hace eco de un error común comúnmente
mente
cometido respecto a la interpretación del condicionamiento vicario. Tal forma de
aprendizaje no es un “tipo” al mismo nivel básico que los condicionamientos
respondiente y operante. Es más bien una modalidad derivada de ellos. Los
experimentos implicados
implicados en este fenómeno presentan situaciones en las cuales la
conducta imitativa de un sujeto (observador) es puesta bajo el control de la
conducta de otro (modelo), de manera que incremente o modifique el repertorio
del observador en un solo ensayo. El condicionamiento
condicionamiento clásico de orden superior
es requisito previo de tal proceso, pues cuando un sujeto mira al modelo que está
siendo sometido a una experiencia que evoca emoción, el modelo mismo (en el
contexto experimental) es un estímulo social que evoca una respuesta emocional en
el observador. Reacción emocional que, a su vez, ha sido aprendida en experiencias
previas con base también en repertorios de atención y discriminación
anteriormente aprendidos (Staats, 1975/1979).
Respecto a la influencia de procesos
procesos centrales “mentales”, “neurológicos” o
“cognitivos”, la cuestión radica en si tales procesos son ajenos a la conducta o no.
La respuesta, si uno parte del dualismo, será que no y tendrá que verse obligado a
explicar qué son (cosa que ni Yela ni ningún dualista
dualista ha sido capaz de explicar
científicamente). La respuesta positiva, en cambio, detalla que “la asociación e
integración de experiencias sensoriales, recuerdos e imágenes y la codificación de
señales y de lenguaje” (para usar las propias palabras de Yela), son procesos
conductuales que forman parte del total, responden a los mismos principios y
como tales, también son aprendidos, según el propio Bandura (1969/1983)
señala. Así, por ejemplo, los repertorios del lenguaje implicados en el
modelamiento sonson aquellos en los que se evocan respuestas verbales, como en la
rotulación, lectura, asociaciones de palabras y otras semejantes. ¿Hay algo no
conductual en eso?

3. Skinner es un empirista radical que no ha conseguido que los hallazgos del


conductismo operante
operante se generalicen más allá del estrecho ámbito en que se
consiguieron sus resultados.

RÉPLICA: En esta objeción Yela tiene presente el trabajo de los esposos


Breland de 1961, quienes después de intentar condicionar (entrenar) a varios tipos
de especies
especies animales fuera del laboratorio concluyeron que la conducta innata o
instintiva (en particular la que tenía que ver con la forma de alimentación) persistía
tras quedar aparentemente suprimida en las etapas iniciales de los experimentos.
Frecuentemente se producía una confrontación entre el comportamiento operante
condicionado y la tendencia instintiva.
Pero Skinner (1969/1979; 1974/1977) aclara que en este punto hay
contingencias de supervivencia y de refuerzo, así como combinaciones de ambos,
indicando que la selección natural ha modelado a lo largo de años ciertas
características con valor de supervivencia para cada especie, y da algunos ejemplos.
Es más: “En un sentido, todo el comportamiento se hereda, pues el organismo que
se comporta es el producto de la selección natural. El comportamiento operante
forma parte de la dotación genética tanto como lo son la ingestión y la gestación”
(Skinner, 1974/1977; pp. 47- 47-48). Sin embargo, añade Skinner que hay que tener
cuidado de atribuir causas genéticas sensu strictu a todo lo que aparentemente no
se puede explicar mediante un análisis en términos de contingencias de refuerzo.

4. La tecnología conductual, que se aduce desprendida del análisis conductual y


sus principios, carece de conexiones reales con aquellos
aquellos.

RÉPLICA: Lo cierto es que los principios generados por el análisis


experimental del comportamiento son, a la fecha, poco discutibles en relación con
su utilidad tecnológica en las áreas de salud, educación, deporte, comunitaria,
organizacional, criminológica,
criminológica, etc. (Martin y Pear, 1996/1999). Yela estima en
forma superficial que muchos de tales principios no tienen que ver más que
metafóricamente con la tecnología aplicada, otra vez recurriendo al dogma de que
hay procesos centrales que median todos los los procedimientos. Eso parece reflejar
una manera extremadamente tosca y limitada de entender cuál es la relación entre
el individuo y su entorno, y la diferencia que hay entre la forma compleja en que
los procedimientos actúan y la descripción por fuerza esquemática
esquemática (y, por tanto, en
apariencia “mecánica”) que el científico de la conducta hace de ellos.

5. El conductismo, disgregado en un cúmulo de escuelas y teorías, no es un


paradigma en el sentido kuhniano.

RÉPLICA: En su acepción más amplia, Kuhn (1962/2004)


(1962/2004) considera los
paradigmas “como realizaciones científicas universalmente reconocidas que,
durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una
comunidad científica” (p. 13), y, más adelante, añade como característica concreta
de este concepto que “algunos ejemplos aceptados de la práctica científica real —
ejemplos que incluyen, al mismo tiempo, ley, teoría, aplicación e
instrumentación—
instrumentación— proporcionan modelos de los que surgen tradiciones
particularmente coherentes de investigación científica” (p. 34). Yela dice que desde
el principio el conductismo se ha disgregado heterogéneamente. Pero cabe
reflexionar: ¿Esa es una “tara” exclusivamente conductual? ¿Hay algún otro
paradigma psicológico que no haya sufrido semejante división? Como en la réplica
al punto número uno de las críticas, basta una revisión sucinta de la literatura para
ver las marchas y contramarchas, así como las ramas y subramas que aparecen en el
transcurso de todo devenir teórico. Si se echa un vistazo al psicoanálisis,
psicoanálisis, se
distingue entre freudianos ortodoxos, jungianos, adlerianos, lacanianos y una
variedad enorme de neofreudianos. Si del humanismo se trata, se verán partidarios
de Rogers, Maslow, Frankl, Erickson, Perls, gente de la vertiente transpersonal, etc.
Si hablamos
hablamos de psicología cognitiva tendremos que aclarar si el discurso proviene
de la variedad evolutiva, bruneriana, de procesamiento de información,
conexionista, emergentista, y demás. Y téngase en cuenta que las particiones y
subdivisiones continúan incluso
incluso dentro de cualquiera de esas ramas. En este
sentido, Mounod, discípulo de Piaget, hace un análisis de su enfoque en términos
de seguidores piagetanos “duros”, neopiagetanos y postpiagetanos, indicando que
toda corriente se perpetúa en función a su división
división en un abanico de ramas que se
alejan de la trayectoria de seguimiento lineal, constituyéndose cada una
inicialmente como un “anti”, para con el tiempo ir conformando una nueva visión
de conjunto que debe ser la auténtica continuación del trabajo origi original
nal (Bermejo,
1988, p. 10). La declaración de Mounod refleja un devenir natural de evolución de
las teorías científicas en general que parece ser la mejor respuesta a Yela.
Hay que comprender, en fin, que las formulaciones teóricas son dinámicas,
tanto la noción de paradigma debe entenderse en ese sentido real. Y desde
por lo tanto
ese punto de vista el conductismo es quizá el mayor exponente de lo que es un
paradigma en psicología, puesto que ha desarrollado la mejor versión de lo que
Kuhn llama “ley, teoría, aplicación
aplicación e instrumentación” en base a la relación
simétrica entre la filosofía conductista, el análisis experimental del
comportamiento y el análisis conductual aplicado.

COMENTARIO FINAL

En muchos de los pasajes del artículo de Yela (1980/1996) se ve un un


seguimiento casi parafraseado de las tesis de Bryan D. Mackenzie (1977/1982) en
la obra donde aquel autor declara la “defunción” del conductismo (Hay que
señalar también que dicho escrito tiene refutación conductual: Zuriff, 1979). En la
presente réplica se ha tratado de cubrir en lo posible lo principal de las críticas
hechas al conductismo por el filósofo español, sin ánimo de disminuir sus méritos
y su trayectoria en el campo profesional de la psicología. Parece evidente a quien
hace esta réplica que el
el crítico en mención, inclinado por su insuficiente o rígido
conocimiento del paradigma conductual (o animadversión hacia él), le pide más
“perfección” de la que hubiera solicitado a cualquier otra formulación psicológica
existente. Algo así como lo que el Diablo le pide a Dios: que para probar su
omnipotencia cree una piedra tan sólida que ni él mismo la pueda mover.
Sin duda, como en todo intercambio de pareceres encontrados acerca de
cualquier tema, hay razones a favor y en contra y hay matices de argumentación
argumentación
que no pueden cubrirse dentro de un espacio limitado. Por ello no está agotada la
discusión y es mejor terminar invitando al lector a formarse su propia opinión
consultando las referencias claves de la bibliografía.

REFERENCIAS

(1969/1983). Principios de modificación de conducta. Salamanca: Sígueme.


Bandura, A. (1969/1983).
Bermejo, U. (1988). Entrevista con P Mounod. Infancia y Aprendizaje, 43, 7- 7-22.
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García Madruga, J. A. (1988), Entrevista a Phillip N. Johnson- 311-
333.
(1985/1988). La nueva ciencia de la mente. Historia de la revolución cognitiva.
Gardner, H. (1985/1988).
Buenos Aires: Paidós.
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