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Burgos. | Manuel co) hopelo gion. una OH pare, la Gers A Pal et re 6. LA LIBERTAD Bi. ¢Qué significa ser libre? La libertad es palabra magica que convoca los corazo- nes. {Quién no siente una vibraci6n interior cuando se la men- ciona? 0 ¢quién no se rebela interiormente ante la posibilidad aunque sea solo pensada~ de que el pais en el que vive pueda ser sometido por una potencia extranjera? La libertad parece tocar el nucleo de la persona de un modo mas decisivo que el de la inteligencia y por eso desentranar su sentido profundo es una tarea ineludible para comprender al hombre de manera radical. Pero ¢qué significa exactamente ser libre?, zcual es el _ misterio humano que se esconde bajo esa palabra tan valo- rada? A primera vista no parece sencillo establecerlo ya que la fenomenologia de la libertad es muy amplia. Libertad sugiere _ independencia, apertura, autonomia, capacidad de eleccin, poder, querer, amor, voluntad. Soy libre cuando elijo y cuando puedo elegir; soy libre porque mi voluntad lo es; por ser libre _ puedo amar y por ser libre soy responsable. Libertad es tam- bién apertura ante lo nuevo y falta de constricci6n: no estar li- gado por vinculos ni por cadenas materiales, por supuesto, Pero tampoco espirituales. 165 Antropologia: una guia para la existencia 2Qué es, pues, la libertad? ¢Cuél es lo accesorio y lo esencial en este marco tan amplio de posibilidades? ¢Cual es e] nucleo que nos puede permitir afirmar que en la libertad esta la centralidad de lo humano!? Una primera aproximaci6n a la idea de la libertad nos la x dala noci6n de apertura?. Ser libre es ser abierto y capaz de in- teraccionar con el mundo ‘de uma manera quasi-infinita en herencia con la espiritualidad del hombre. Frente al fijismo de lo material, la persona est abierta a la multiplicidad de lo real (cfr. cap. 2.3). Incluso, como hemos visto, su cuerpo esta pre- parado para esta posibilidad. Pero esta explicacién, sin ser falsa, es demasiado genérica. No llega al fondo de la cuestion ni satisface nuestras expectativas. Nadie entrega su vida por una genérica apertura. Para comprender a fondo el enigma de Ja libertad resulta imprescindible ir mas alla. Un paso mis lo proporciona la idea de eleccidn. Libertad es clegir. Soy libre porque puedo elegir, de entre todas Tas posi- bilidades que se me presentan, la que deseo, la que quiero porque yo, como ultima instancia absoluta, lo establezco. la capacidad del hombre y de los pueblos de autodirigirse y autogobernarse. Se trata de __ la libertad que consiste en ser duetio de si mismo y la libertad que consiste en que otros hombres no me impidan decidir como quiera». Estos dos as- Pectos tienen una cierta correspondencia con las dimensiones de autodeter- minacién y libertad de elecci6n. Cfr. I. BERLIN, Cuatro ensayos sobre la libertad, cit., pp. 43-74 y 215-280. Sobre Wojtyla cfr. G. BENEVTEZ, La libertad en el pensa- miento de Karol Wojtyla, Servicio de publicaciones de la Universidad de Nava- rra 1991, I, pp. 89-176, y R. BUTTIGLIONE, El pensamiento de Karol Wojtyla, cit. pp. 168 yss. : 167 Antropologia: una guia para la existencia E ee 2. «Yo quiero algo»: la estructura esencial de la libertad La estructura esencial de la libertad puede resumirse en la expresi6n: «yo quiero algo». Por la libertad, en primer lugar, elijo un objeto, un «algo» de los muchos cua can en el mundo. Pero ese «algo» no queda fuera de mi, sino que reper- cute sobre mi !1, - : La literatura a veces también ha seguido la misma ten- _dencia, pero no siempre. El Seitor de los anillos!, por ejemplo, es un maravilloso canto a la libertad; también a la libertad au- _torreferencial. El anillo de Sauron, que simboliza y encarna el poder al que aspiran todos los seres, impone siempre una elec- _cidn radical: por o contra el anillo. Pero todos saben que no _ estan eligiendo simplemente un objeto, sino que se enfrentan aalgo mucho mas profundo: la decisién sobre su destino: las sombras de Mordor o la luz de Rivendel. Optar por la posesion del anillo es optar por la oscuridad, pero no solo por la ex- terna, sino también por la interna porque los orcos son elfos ' caidos, es decir, seguidores de la luz que tomaron una decisién _ €quivocada y que, al cambiar de bando, modificaron simulta- neamente su identidad. Y optar por la destruccién del anillo s ignifica, al contrario, decidir que se quiere seguir en la luz, que se quiere ser verdadero luchando en el lado de la verdad a Una tiltima cuestién que conviene indicar es que la capa- ¢ cidad de autodeterminacién humana es limitada. El hombre no 1K. WoyTMia, Persona e atto, cit., p. 144. 4 [bid,, p. 137. 1 Cfr. J. RR. TouKien, El Sefior de los anillos, Minotauro, Barcelona 171 Antropologia: una guia para la existencia puede rehacerse completamente a su voluntad porque la natu- raleza humana no es modificable: no puedo volar, no puedo vi- vir doscientos aiios, no puedo dejar de ser hombre. Podria ob- jetarse que estos limites no tienen su origen en la libertad, sino en la corporalidad, que es la que restringe las posibles opcio- nes de mi voluntad. Pero esto no es completamente cierto. La corporeidad no es un peso para la libertad sino, al contrario, el medio imprescindible para que esta pueda expresarse. Nado, corro, pienso y vivo gracias a mi cuerpo, que es, por tanto, la condicién de posibilidad de mi libertad. Otra cues- tion es que mi estructura corporal sea limitada y me constrina aun abanico de posibilidades que no puedo traspasar; pero, sin ese cuerpo, la libertad simplemente no existiria, En defini- tiva, mi libertad es autodeterminacién posibilitada por mi es- tructura personal (corp6rea, psiquica y espiritual) y, al mismo tiempo, limitada por ella. }) La libertad como independencia de los objetos: eleccion b.1) El dinamismo voluntario-electivo La autodeterminacién se puede definir como la dimen- sion vertical de la libertad. El «quiero» vertido sobre uno mismo que profundiza y eleva mi ser es, en ese sentido, verti- cal. Ahora hemos de considerar el otro aspecto de la libertad que, por contraste, lo podemos identificar con la dimension horizontal: quiero «algo», un objeto, cosa o persona que esta delante de mi, enfrente y fuera. Es decir, la eleccion!. 18 Glasicamente, la libertad de eleccién se divide en: 1) libertad de gjercicio (hacer 0 no hacer: dominio sobre la accién en cuanto tal); 2) liber- tad de especificacion (clegir esto 0 aquello: dominio sobre el objeto de la ac- cién). En la libertad de ejercicio puede intuirse una referencia a la autode- terminaci6n pero solo de carcter leve por cuanto realmente el sujeto, el yo, apenas aparece en esta clasificacién que esta centrada en la accién y en el objeto. d72 Ss La libertad La dimensi6n electiva.de_la liberta rable de la.autodeterminaci6n, tien : mente opuesta. Ante todo, es siempre intencional, es decir, se ejercita sobre un objeto concreto. Siempre que elijo, elijo algo, no tiene sentido una eleccién sin objeto. Ademas, aunque también es libre, lo es en un sentido muy diferente de Ia auto- determinaci6n. La libertad de la autodeterminacién consistia _ en la dependencia de si; la libertad de la eleccién, por el con- trario, consiste en la independencia del objeto. Soy libre porque ningtin objeto, por muy elevado o hermoso que sea, me deter- mina a elegirlo. Elijo lo que quiero. Wojtyla lo ha sintetizado de manera muy grafica en una frase que refleja la experiencia interior que todos poseemos y que nos dice: «puedo, pero no. estoy obligado». Ningtin objeto me obliga a actuar. Por contraposici6n, la efectiva elecci6n de un objeto pone de relieve otra caracteristica de la libertad: su procedencia causal del yo. Una elecci6n implica la causaci6n de una accion por la que el sujeto, libremente, se dirige hacia el objeto y se apropia de él de una u otra forma. Y solo si tenemos concien- cia de que la accion se produce en nuestro interior, de que so- mos su origen porque la hemos causado nosotros, hablamos _ de una accion libre. Por 50 resulta mucho mas adecuado des- cribir la‘acci6n voluntaria como respuesta a un bien que como mera fendencia a un valor porque, aunque esta segunda des- p} a ma aaags ri : x cripcion un aspecto real del dinamismo voluntario, pone en sordina el aspecto esencial: que se trata de una ten- dencia libre, es decir, causada por la voluntad y procedente del Sujeto!>, 4 Objeto se entiende aqui en sentido técnico, es decir, como reali- dad externa (ob-jectum) no en el sentido de cosa. Objeto es cualquier reali- dad que yo elijo. '5 Por esta raz6n, Wojtyla indica que la descripcién de la voluntad como «apetito racional» puede presentar problemas ya que «el término ‘apetito’ en nuestro sentido lingiiistico parece indicar exclusivamente lo que ‘sucede’ en el hombre y que, por lo tanto, no esta en la esfera de las decisio- nes conscientes. También por eso la expresion ‘apetito racional’ resulta bas- _173 Lf Antropologia: una guia para la existencia Me ee a El reverso de la causalidad es la responsabilidad. Soy res. ponsable de mis acciones por el simple hecho de que son mias, porque yo las he puesto en la existencia. Sin mi no ha brian surgido y por eso soy responsable: son mis acciones. Re- sulta claro asi que no hay ningiin hiato ni separacin entre li. bertad y responsabilidad, sino que son dos caras de la misma moneda. Ser libre es hacer surgir acciones a artir del yo, y ser responsable es constatar que esas acciones han surgido de mi interior, es decir, que son mias!®. b.2) El problema del determinismo 4 Curiosamente, y pesar de que la libertad de eleccion es un hecho que experimentamos todos los dias, no han faltado quienes han negado su realidad por diversos motivos!”. El deter- minismo, en concreto, consiste en postular una primacia del objeto so- bre el hombre. Partiendo del hecho irrefutable de que siempre elegimos por algtin motivo, algunos filésofos han concluido que el hombre estarfa determinado por el motivo de la elec- ci6n y, por tanto, no seria libre. La libertad seria mera aparien- . cia: un autoengaiio sin base real. Existen diversos tipos de de- tepminismo segtin se considere una u otra causa como af -determinante de la voluntad: los condicionantes sociales, la base genética, la psicologia, los impulsos del Ik todos coinciden en el punto clave: la subor luntad al objeto de elecci6n!8. Un ejemplo: si a mi me gustan C., pero acion de la vo- tante extraiia, casi como una contradiccién interna, lo que no parece suce der en la expresi6n latina ‘appetitus rationalis’ por el caracter mas neutro de ‘appetitus’» (Persona e atto, p. 151). 16 Una cuestion diversa es la actitud ética que se adopte. A pesar de ser intrinsecamente responsable de mi actividad, puedo desentenderme de mis actos en la practica convirtiéndome asi en un sujeto éticamenteirresponsable. 17 Hume, por ejemplo, rechaza la idea de causalidad y con ello elt mina automaticamente la libertad. Cfr. D. Hume, Enquires concerning the lat ‘man understanding and concerning the principles of moral, cit., cap. VEVIIL. 18 Un hicido anilisis de toda esta problematica lo realiza J. DE Fr NANCE, Ensayo sobre el obrar humano, Gredos, Madrid 1966, pp. 257-295. 174 La libertad 7s dulces, y especialmente los turrones, estoy determinado por los. En realidad, no soy yo quien elijo a los turrones sino que, jerto sentido, ellos me eligen a mi. Y la prueba experimen- endria dada por que cada vez que hay turrones los elijo. Se ta, evidentemente, de un ejemplo prosaico, pero lo pode- generalizar de una manera mas consistente ampliandolo al ste principio establece que elegiré sie determinismo estuvo especialmente de moda en el si- XIX y principios del xx pero ahora se trata mas bien de una mmentacion tedrica defendida por pocos y con escaso peso cial. Por eso solo apuntaremos las dos reflexiones que nos ecen mas esenciales. El primer punto es que el determi- 0 tiene razon en una cuestion, que el objeto_condiciona la rtad. Si no es Navidad y no hay turrones no puedo elegir- y si Soy goloso y me ponen turrones delante es muy proba- le que me los acabe comiendo. El objeto condiciona la elec- ion puesto que estoy inevitablemente influido por el abanico osibilidades que me encuentro 0 al que soy capaz de acce- Si volvemos a Tolkien, comprobamos que el anillo de Sau- y el poder que encarna determina y condiciona la vida de dos los seres de la Tierra Media. Frodo, el pequeno héroe, aria vivamente no haberse encontrado nunca con el ani- y el mago Saruman y la criatura Gollum, por el contrario, ‘fan su vida por tenerlo en su poder. En cualquier caso, su terminismo no ve y que, sin embargo, Tolkien refleja admi- blemente. E] anillo puede atraer de una manera casi irresistible rincipio del placer y del dolor. Un determinismo que(se base) ae™ Me a Panes acierta en un hecho accidental, el condicionamiento gree la voluntad, pero se aquivoca en lo esencial al ae —— Antropologia: una guia para la existencia cada uno quien decide al final y Tolkien parece que se com- place en colocar a cada uno de sus personajes frente al anillo, a Gandalf y a Galadriel, al abuelo hobbit y a Boromir para obli- garles a tomar esa decision. Pero nadie es elegido por el anillo sino que cada uno de los personajes lo elige o lo rechaza me- diante una accion propia que surge de las profundidades de su yo y en la que nadie les puede sustituir. En definitiva, y volviendo a nuestro problema, el deter- rtante, que la accién voluntaria libre pro- a. En otras - cuenta de lo mas im “ee fe de la persona porque ella la origina y |: opi palabras, confunde la causa real con la condicién!® y, al elimi- nar la causalidad, cancela también de un solo golpe la respon- sabilidad y la moralidad. Isaiah Berlin ha visto este punto con especial lucidez. Si el determinismo fuera cierto, afirma, ha- bria que cambiar radicalmente nuestra concepcién del mundo tal como lo conocemos puesto que conceptos tan esenciales como justicia, libertad, moralidad, responsabilidad, etc., ten- drian un sentido totalmente distinto del que se les concede ha- bitualmente 0, mejor dicho, no tendrian ninguno. Ahora bien, afade con mordacidad, «la manera de obrar que tienen, en re- alidad, los que lo defienden (el determinismo) y su reluctan- cia a enfrentarse con lo que en ese caso les costaria la unidad de teoria y practica indican que por el momento no hay que tomar demasiado en serio a esta defensa te6rica»®”. c) La libertad como dependencia de si a través de los objetos: decision Por ultimo, debemos considerar como se dan de ma- nera simultanea, imprescindible y unitaria la autodetermina- 19 K. Woyrva, Persona e atto, cit., p. 160. 207, BERLIN, Cuatro ensayos sobre la libertad, cit., p. 32. 176 La libertad i6n y la eleccion en el momento clave de la libertad al que de- nominaremos decision. El proceso es el siguiente. Cuando yo decido realizar a determinada accion: 1) elijo una opcién posible entre muchas otras (elec- 2) al elegir, dispongo de mi mismo en relaci6n a esa op- mn concreta y me autodetermino en una direcci6n determi- ada. Si, por ejemplo, decido algo tan simple como comer ma manzana, estoy eligiendo una opcién entre otras posibles. La primera de ella seria comer 0 no comer o bien comer una pera en vez de una manzanaa. Esta es la dimensién intencional- a porque me gustan las manzanas y he decidido darme un apricho 0 porque me conviene por motivos intestinales 0, implemente, porque tenia hambre y es lo que me caia a 0. En cualquier caso, el hecho esencial es que decido so- mi decidiendo sobre el objeto. Ylo mismo sucede en deci- iones mas trascendentes. Al elegir una profesion, opto entre conjunto de trabajos posibles pero, simultaneamente, estoy disponiendo de mi mismo en relacién al futuro y estable- ciendo lo que voy a ser: profesor, ingeniero o dibujante. _ Por ultimo, es importante advertir que la existencia de dos dimensiones de la libertad no es accidental en el sen- lo de que, de hecho, existen, pero podrian no darse. La liber- d real, por el contrario, solo es posible gracias a la existencia simultd- de ambas ya que cada una de ellas hace posible a la otra. La autodeterminaci6n es posible porque existe la liber- n, es decir, porque mi_voluntad es indepen- liente de los objetos. Si mi voluntad dependiera totalmente el objeto intencional no podria ejercitar mi autodominio. Si, rolviendo a los ejemplos que hemos empleado, estuviera com- 177 o Antropologia: una guia para la existencia mida estaria excluido de mi autodominio. Siempre tendria que comer peras, independientemente de mis deseos. De igual modo, si estuviera determinado a ser arquitecto, nunca podria determinar libremente mi futuro profesional. No po- dria decidir lo que yo quiero ser en el ambito del trabajo. A su vez, la independencia de los objetos del querer es posible gra- cias a la autoposesion. Yo no dependo necesariamente de nin- gin objeto porque dependo fundamentalmente de mi. Al po- t seerme_a mi mismo no soy poseido por nada, no d do radicalmente de nada, soy independiente y, por eso, do elegir aquello que yo decido. d) Sobre el objeto de la voluntad: las nociones de bien y valor Vamos a hacer ahora una breve mencion a las dos ma- nifestaciones bajo las que se puede presentar el objeto de la agp shunted cal iet y kel valor} Clasicamente, la voluntad siem- pre se ha asociado al bien, incluso por su misma definicién. «Bien es lo que todos apetecen», afirma Arist6teles*!, Sin em- bargo, en los ultimos siglos ha adquirido relevancia la nocion de valor llegando incluso a desplazar a la de bien. ¢Por qué ha ocurrido esto? La raz6n fundamental, en el aspecto que estamos considerando, es que el valor potencia el caracter personal y subjetivo del bien, algo que la nocién tradicional ha dejado un poco en sordina. El bien, desde la perspectiva clasica, es lo que conviene a los entes. Cumple asi una funcién esencial en la ética: mostrar que existe un orden objetivo al que la persona se tiene que adaptar para poder perfeccionarse y actuar correctamente. Si 21 ARISTOTELES, Elica a Nicémaco, Libro I, 1. 22 Un breve resumen hist6rico de la nocién de valor lo ofrece B. Monpmn, L’uomo: chi 6? Elementi di antropologia filosofica, Massimo, Milano 1989, pp. 307-312. 178 La libertad | persona sigue ese orden hace el bien y, en caso contrario, bra mal. Esta perspectiva es perfectamente correcta pero, en scasiones, se ha extremado su caracter objetivo y universal do lugar a una serie de problemas. Ante todo, se deja poco acio explicito a la libertad ya que da la impresion de que ese den objetivo es el mismo para todos 0, en otras palabras, que ste un bien\que perfecciona a la persona independientemente Je quien sea esa persona concreta y de su proyecto vital. Pero planeamiento es inadecuado. En multitud de cuestiones, y solo irrelevantes, no hay un bien objetivo que la persona enga que conocer y descubrir, sino que es ella misma, a través € su libertad, la que lo determina. Hay personas, por ejem- 0, que tienen una vocaci6n profesional muy especifica que, decirlo de algtin modo, esta esperando ser descubierta y Eptada, pero, en muchos otros casos, esto no es asi. La profe- on que se escoge es el resultado de multitud de opciones de ly diverso tipo que se van tomando a lo largo de la vida. El indo aspecto negativo de esta posicién es que tampoco ex- ita la relaci6n vital de lo conveniente con la subjetividad de persona, con el yo. El bien puede aparecer como algo que se one desde fuera, como un orden que el sujeto tiene que tar y asimilar, le guste o no, pero que no surge de su inte- ni le involucra vital y afectivamente. Pues bien, la nocion de valor se asienta y generaliza pre- amente por su capacidad de responder a estos problemas. ir como un bien especifico en cuanto asumido po na determinada en su universo vital y afectivo’, Y, desarro- ido esta definicio; emos los siguientes puntos: a) Los val es GOR, bienes especificos que tienen una re- lacién directa con la vida de las personas: la familia, la ——— ee as personas: fi 28 Cf. R. eres, Fundamentos de antropologia,cit., pp. 136 y ss., F. RUSSO, ‘Persona humana, cit., pp. 89-97 y J. BARRAGA, La clave de los valores, Union 179 ae Amoslo con algo de detalle. ‘Ante todo, el valor se puede de- nab a per- ag” Antropologia: una guia para la existencia La libertad educacion, la seguridad, el amor, la belleza, la ecolo- terés se generalicen actitudes o costumbres a las que se les gia, etc. valores y que, en realidad, son contravalores: la libertad b) Estan_asumidos por la persona que considera que le :ndida como un valor absoluto, la sexualidad considerada benefician y constituyen algo valioso para su existen- 9 mero instrumento de placer, etc. En estos casos es cia ando la noci6n de bien muestra toda su utilidad puesto que c) Implican a la afec! su sujeto. d) Son criterios de acci6n. Nos movemos y esforzamos para conseguir los valores que consideramos relevan- tes en nuestra vida. e) Varian de persona a persona. No todos tenemos los mismos gustos ni deseamos las mismas cosas ni tene- mos la misma cultura. Cada persona se construye el universo de sus valores teniendo en cuenta muchos parametros: la educaci6n recibida, lo que esta vigente en la sociedad, las experiencias personales y la huella que han dejado en nosotros, etc. Los valores, asi descritos, responden a los problemas que planteaba una visién excesivamente objetivista del bien: estan abiertos a la libertad e implican personalmente al sujeto. Pero ahora, volviendo el calcetin del revés, podriamos plantearnos si esta descripcion no presenta a su vez una serie de problemas ys en concreto, si no deja demasiado espacio al subjetivismo y al relativismo. Al fin y al cabo, si cada persona se construye su con junto de valores, ¢no puede incluir los que desee basandose | wnicamente en sus preferencias? En la medida en que hemos. definido al valor como un bien, esto no es posible; los valores son realidades (objetos, situaciones, personas, etc.) éticamente correctas®. Lo que si es posible es que por deformacién 0 po d; se sienten como propios y cuerda que la persona tiene una naturaleza especifica no ma- ida o consecucidp afectan al universo vital del pulable que le impone unas lineas generales de actuacién ica que no estan completamente al arbitrio de su voluntad. er y valor, por tanto, son dos nociones que se complementan e ponen de relieve aspectos diversos de los motivos que isan al hombre en su basqueda de la felicidad. autorrealizacion de la persona a través de su libertad - Hasta ahora hemos visto la libertad en su esencia, en su ctura antropolégica. Pero la libertad no es solo esencia, e un marco concreto de realizacién y unas condiciones sonales que la favorecen o la entorpecen. Si estoy en la car- mi libertad esencial no cambia, pero soy menos libre: ne- ito espacio, aire, luz, sol y, por tanto, ansio la libertad. Si soy \dicto tampoco dejo de ser libre pero de hecho dependo ina droga; mi libertad esta erosionada, carcomida y soy me- libre. Si soy eficiente 0 virtuoso, por el contrario, puedo T mas cosas, llegar a ms, lo cual implica que, de algin 0, mi libertad crece. En definitiva, mi libertad afecta a mis las iciones en las que vivo afectan amilibertad. Es- ®€5 valioso o anodino. Un valor es relacional si su modo de ser consiste en sar la accién del hombre hacia una meta elevada» (A. LOPEZ QUINTAS, igencia creativa, cit., p. 453). Sobre la jerarquizacién de los valores cfr. d., pp. 450-458. 2 «Para que haya valor es preciso que sea reconocido y apreciad® por cl sujeto» (J. DE FINANCE, Ensayo sobre el obrar humano, cit., p. 83). Este a 7 tor propone una relacién entre valor y bien similar a la que aqui se expone _ * Sigo aqui fundamentalmente a R. YEPES, Fundamentos de antropolo- % En este sentido, precisa Lopez Quintas que «los valores son relaciona- it, pp. 169 y ss. Cfr. también A. Lovez QuINTAS, El amor humano, cit., pp. les pero no meramente relatives. Un valor es relativo al hombre si, este decide 10 5-197, 180 181 _ Antropologia: una guia para la existencia La libertad cémo las decisiones que adopto dia a dia configuran mi perso. nalidad y mi proyecto vital y lo haremos, en primer lugar, desde una perspectiva global a la que hemos denominado exis. tencial para después referirnos al aspecto especificamente ético. cunstancias depende, al menos en cierta medida, de las de- es que tomamos y estas, una vez adoptadas, condicionan u vez las decisiones futuras porque configuran nuestro ‘o de relaciones: si me he casado y soy padre soy distinto ymo era antes y las decisiones que tome en el futuro esta- dicionadas por este hecho. De igual manera, depende a) La autorrealizacion existencial ———— o de que para comprender a una persona es preciso saber do porque el hombre no es algo meramente dado y fac- sino una biografia y una historia que se ha forjado a base lecisiones®’. Esto significa, desde otro punto de vista, que puede identificar decision y compromiso con limitacion ibilidades. La esencia del compromiso no es la limitacion de la ino el posicio iento vital: cierra unos caminos, pero otros*®. Si decido casarme, por ejemplo, y me compro- en la creacion de una familia, me impongo, evidente- 4 una serie de limitaciones pero también creo un nuevo ys ito de libertad y de desarrollo que quien no hatomado 5 cision no posee. AR Elegir, por otro lado, significa apostar, correr un riesgo. Nat wn e asegura que mis elecciones sean adecuadas 0 correctas, leven de hecho a la meta prefijada. Por eso, el desplie- istencial de la libertad esta siempre ligado a la felicidad frustracion en la medida en que me acerco o me alejo de Sits (%) La libertad, al ser disposicién de nosotros mismos —auto- _ determinacién-, nos va modificando a lo largo de nuestra exis- tencia, 0, dicho de otro modo, nos modificamos a nosotros mismos a través de la libertad. Como dice S. Gregorio de Nisa, «cada uno de nosotros se hace por propia decision... y somos en cierta forma nuestros propios padres, puesto que nos hace- | mos a nosotros tal cual deseamos»?’, et ads og alc lection cp contpmnan ues era personal: elegimos una profesion u otra, nos empenamos en una u otra tarea, viajamos a este o aquel pais, trabajamos con esfuerzo 0 no lo hacemos. Todo esto conforma poco a poco lo que somos a partir de dos elementos: lo que somos al nacer y lo que recibimos del ambiente, y el proyecto de vida que hemos ela- borado y que constituye nuestro punto de referencia en la toma de decisiones. Somos algo, pero queremos ser mas y ser distintos y ese es el camino que recorremos gracias a la libertad. Las elecciones conforman también nuestro dmbito vital: la profesion configura nuestro entorno de trabajo y nuestras relaciones sociales; la ciudad (y el pais) en la que vivimos tan bién nos afecta en multiples cuestiones (desplazamientos, cat- sancio, posibilidades de progresar 0, por el contrario, limita- ciones a nuestras capacidades); el grupo de amigos es esencial. en nuestra vida y lo elegimos nosotros, al igual que la familia que hemos creado o en Ia que vivimos. Todo este camulo de ® «Como nos orientamos necesariamente hacia el bien, determina- lestro lugar en relacion a él y con ello determinamos la direccién de yidas, tenemos que entender ineludiblemente nuestras vidas de no una historia» (Ch. TAYLOR, Sources of the Self, Cambridge University ambridge 1990, pp. 51-52). % «El hombre se hace dia a dia por su libertad; pero la libertad de ayer la libertad de hoy, y esta prefigura y modifica la de mafiana» (J. Mou- 27 §, GREGORIO DE Nis, Vita Moysis, PG XLIV, 327b. Baeet delboiebrescitiipe 12) 182 aes) Antropologia: una guia para la existencia mi proyecto vital: tengo la casa que quiero o no la tengo; me he casado con la persona adecuada o me he equivocado y ahora me encuentro en una situacién dramatica; quiero ascen- der profesionalmente y lo consigo o bien no soy capaz. Aqui esta la parte dramatica de la vida, el riesgo y la inevitabilidad de la libertad que los existencialistas remarcaron con tanta fuerza. Soy libre aunque no lo quiera y estoy condenado a ele- gir porque mi destino depende de unas decisiones que inexo- rablemente tengo que tomar ya que no decidir es también una decision. Sin embargo, en la vida cotidiana, este caracter drama- tico no resulta tan frecuente. Al contrario, nuestra vida puede ser, incluso mas de lo que deseariamos, vulgar y anodina, co- rriente. Pero que la rutina tenga un sentido o se haga odiosa depende, sobre todo, de la existencia de un proyecto vital defi- nido (meta, ideal, vocacién) que oriente y dé sentido a las elecciones diarias. Si tengo claro lo que quiero ser, si mi vida tiene un proyecto y un sentido (al menos a grandes rasgos), mis decisiones cotidianas seran los pasos del camino que me conduzcan a eSa meta. Por el contrario, la falta de un proyecto de vida puede dar a la existencia un tinte triste y vacio, deses- peranzado. Elijo porque no me queda otra opcién, porque hay que seguir adelante hacia un destino que desconozco y que puede que ni siquiera me interese. Esta falta de sentido tltimo afecta cada vez con mas fuerza a los hombres de nuestro tiempo y conduce a una para- doja: Ja coexistencia de un ambito vital muy perfecto y desarro- Sees eee ey lado —buenas condiciones de trabajo y econémicas, casas am- plias y acogedoras, relaciones sociales satisfactorias (al menos a nivel superficial), etc.— con la carencia de un proyecto vital con una dimensi6n iiltima, es decir, trascendente. El resultado es que muchas personas saben perfectamente qué hacer con su vida de cada dia y a dénde quieren llegar profesional y quiz4 humanamente pero no saben cual es el sentido altimo de su existencia, es decir, para qué viven de manera radical. Y 184 La libertad ta carencia, a corto 0 a largo plazo, acaba minando y debili- lo el impulso que les mueve pues se acttia y se vive, quiza : nanera extremadamente eficaz, pero con una insatisfac- mn profunda de fondo, Aqui se encuentra un elemento im- te para comprender el aumento de los problemas emo- ales o de algunas depresiones*’. La solucién pasa sariamente a través de un reforzamiento del sentido reli- o ya que la raz6n Ultima de la vida solo se encuentra en a referencia trascendente (cfr. cap. 15.1). a autorrealizacion ética Dentro del despliegue existencial de la libertad hay parte especialmente importante que es la dimensién wal. El hombre, al actuar, se plantea el dilema de la elec- , entre el bien y el mal, y esa decisi6n, por el caracter au- rreferencial de la libertad, recae también sobre el sujeto. Al el bien o el mal, no solo actiia bien 0 mal, sino que el bre se hace bueno o malo, modifica su ser moral mediante ejercicio de la libertad?!. Ante todo modifica su ser a través de acciones concretas. Si O pebar sabiendo que no debo hacerlo, acttio contra mi formar parte cs mi, haciéndome, de aig modo, malo ensiOn vertical de la libertad). Logicamente, no me hago alo de modo absoluto; puedo anular esa decision, devolver 80 (V. FRANKEL, Psicoandlisis y existencialismo, FCE, México 1987, p. 32; cfr. bién V. FRANKL, Ante el vacto existencial, Herder, Barcelona 1997). 51 Este tema corresponde, fundamentalmente, a la ética por lo que Solo lo esbozamos. 185 Antropologia: una guia para la existencia lo robado, pedir perdén y, entonces, la libertad actiia en mi de modo contrario, deshaciendo la deformacién que habia for- jado en mi mismo. ¥ Pa ahaa ie Pero gqué sucede cuando tomo muchas decisiones en una misma direccién? Lo_que ocurre es que me autodeter- See SE aes mino de manera| gstabld para actuar en un determinado sen- — tido, bueno.o-malo, es decir, desarrollo lo que clasicamente se denomind virtudes) (habitos operativos buenos) Kviciod (habi- tos operativos malos)®2. Si en vez de robar una vez lo hago de $nanera habitual me convierto en ladron y eso significa que mi i estructura ética se deforma establemente (vicio) de manera que tiendo a robar de manera «natural». ;Se pierde aqui la li- bertad? En sentido estricto, no. El ladr6én roba porque quiere, pero tiene, por decirlo de algtin modo, una libertad deformada 0 disminuida que le impulsa a obrar mal y que le dificulta obrar bien. Hay una pérdida de libertad ligada a una disminucién del dominio de si, lo que normalmente se conoce como ser «esclavo de las pasiones». Una persona que acttia mal de ma- nera habitual acaba disminuyendo el control de si mismo y siendo «esclavo» dé aquello que desea. También aqui podemos recurrir a Tolkien. El anillo ma gico constituye el punto de inflexién de la libertad. Si no cedo “fr. TomAs pe AQuINO, S. Th., HI, q. 55, a. 3. Abba y McIntyre, en- tre otros, han realizado recientemente contribuciones importantes a la teo- ria de las virtudes. Cfr., en particular, G. ABBA, Lex et virtus. Studi sull evolt- zione della dotirina morale di san Tommaso d’Aquino, LAS, Roma 1983, G. ABBA, Folicité, vita buona e virth. Saggi di filosofia morale, LAS, Roma 1989 donde se aporta, ademas, abundante bibliografia sobre el debate en curso entre la ética del deber y Ia ética de las virtudes, y A. MCINTYRE, Tras la virtud, Critica, Barcelona 1987. 33 El caracter autodeterminativo de las virtudes lo explica la tradicion filos6fica indicando que constituyen como una «segunda naturaleza» que ¢ superpone a la naturaleza basica de la persona y la impulsan a actuar en una direccién determinada ya que, como es sabido, la naturaleza es el principio de operaciones. Un preciso y precioso andlisis de algunas virtudes se puede encontrar en J. Peer, Las virtudes fundamentales (2 ed.), Rialp, Madrid 1980. 186 es La libertad atracci6n, mantengo mi autodominio y mi capacidad de mn intactos. En cambio, si cedo y me rindo a su poder, bo siendo esclavo del anillo y, por tanto, de Sauron. A par- -entonces, el anillo (es decir, Sauron) me dictara lo que 0 hacer. Teoricamente siempre tengo la posibilidad de re- me, pero en la practica cada vez sera mas dificil porque la encia en el lado oscuro me debilita y me esclaviza. La tura Gollum representa quiz4 el ejemplo por excelencia. do Gollum encontré al anillo pudo decidir y lo hiz 6 por el anillo. Pero, poco a poco, el anillo consumi6 su vo- dy su ser hasta que la vida de Gollum se identificé con la queda y posesién del anillo: «mi vida, mi tesoro». _ Algo similar, aunque de modo especular, sucede cuando rsona desarrolla una virtud. Si ayudo habitualmente a los me convierto en una persona solidaria y entonces me r mas facil actuar con generosidad porque mi ser se encuen- itado ya en esa direccién. Al igual que en el caso ante- no hay pérdida de libertad. Siempre se actita porque se Aqui, al contrario, se debe hablar mas bien de un desa- lo y perfeccionamiento de la libertad que me lleva a dispo- _ Lalibertad es una realidad eminentemente personal, pero 0 No somos islas perdidas ni naufragos sin relaciones, tiene portante vertiente social. Alguno de esos aspectos, como ‘temas de gobierno, corresponden fundamentalmente a la * «Los habitos son sobreelevaciones intrinsecas de la espontancidad 4, desarrollos vitales que hacen mejor al alma en un orden dado y que la nan de una savia activa: turgentia ubera animae, como los denomina Juan de © Tomas» (J. MARITAIN, Art et scolastique, Oeuyres Completes, vol. I, 187 La libertad Antropologia: una guia para la existencia multiples modalidades*’. En algunos casos puede tener en en una acumulacion de poder por parte de una per- ao de un grupo (oligarquia); puede tener como funda- un valor abstracto que se considera mas relevante que “ teoria politica, pero otros tocan, si no de Ileno, al menos de ma nera relevante, a Ja antropologia: :Cudles son las condiciones so. ciales adecuadas para poder decir que soy realmente libre? :Qué. sucede cuando mi libertad choca con la del vecino? ¢Se debe ad. mitir cualquier decision libre por el hecho de proceder de una persona? Son cuestiones clave que afrontaremos agrupandolas en dos grandes t temas: las condiciones sociales que se requieren para ejercitar de manera digna y. adecuada la libertad y los pr pro! : blemas principales que ese ejercicio comporta*®, oluci6n proletaria en el comunismo, la nacion en las so- lades nacionalistas, etc. En cualquier caso, se trata de regi- con una reglamentaci6n juridica injusta que limita o im- el ejercicio de los derechos y libertades personales, y ifica, por tanto, que los ciudadanos intenten cambiarla o eli- arla. En los casos extremos -tirania exacerbada, invasion de s-, esa lucha puede y debe usar todos los instrumentos les: movimientos de liberaci6n o incluso la guerra. a) Condiciones sociales para el ejercicio de la libertad a.1) Capacidad de ejercitar las libertades fundamentales En primer lugar, la sociedad debe permitir el ejercicio de la ejercicio de la libertad debe ser realmente posible libertad _en sus diferentes dimensiones: expresi6n, desplaza- miento, educacion, libertad religiosa*, etc. Solo si la ley per- mite que las personas puedan decidir libremente en estos as- pectos fundamentales se esta en una sociedad libre. En las sociedades democraticas actuales, el derecho a ejercitar estas libertades esta recogido en las Constituciones y leyes de la so- ciedad. Yla ONU, como es sabido, hizo en el afio 1948 una De- claracién que recoge los derechos fundamentales del hombre; derechos que debe asumir cualquier ordenamiento juridico 1 que legisle teniendo en cuenta la dignidad de la persona. Si el sistema de gobierno no permite el ejercicio de estas libertades, entonces se trata de un gobierno tiranico de los que _ Pero para que exista libertad real no basta con que esté dic amente garantizada; es necesario que se pueda ejercitar de he- ‘no esté limitada en la practica. Esa limitacién puede te- nultiples causas. Una de ellas puede ser simplemente /a a de medios materiales. Por ejemplo, en un pais muy po- libertad de desplazamiento puede ser una mera utopia muy limitada en la practica si no hay medios para des- se O son tan rudimentarios que cualquier viaje esta leno nos de otros paises o ante los medios de comunicacién su pais hay un amplio sistema de libertades expresado leyes generales, pero luego impedir practicamente el io real de esas libertades mediante procedimientos ad- % Volveremos sobre este tema desde otra perspectiva en el cap. 13. 35 Los principios esenciales de la libertad religiosa se encuentran for- mulados ya por Locke quien afirma: «la tolerancia hacia los que disienten de otros en religi6n es algo tan conforme al Evangelio ya la religion que resulta monstruoso que haya hombres ciegos a tanta luz» (J. Locke, Lettera sulla tolle ranza, La Nuova Italia, Firenze 1971, p. 8). Sobre la libertad religiosa com? ® A pesar del tiempo transcurrido, siguen siendo titiles ¢ instructivas distinta de la comprensién antigua de la tolerancia entendida como mal Me ‘ipciones aristotélicas de la tirania y de las otras formas de gobierno. nor cfr. A, de FUENMAVOR, La libertad religiosa, Eunsa, Pamplona 1974. ARISTOTELES, Politica, especialmente lib. 3-5. 188 189 sonas individuales: la religion en el caso de la teocracia, | eal Antropologia: una guia para la existencia ministrativos o dificultades de otro tipo que el ciudadano de a pie no puede superar. Por ejemplo, en muchos paises comu- nistas, se afirmaba la libertad de desplazamiento a nivel de ley estatal pero luego se exigian pases 0 permisos especiales para ir a determinadas zonas que se concedian solo a quien intere- saba. Y algo similar sucede hoy en bastantes paises islamicos, Se afirma teéricamente la libertad de religion pero luego no se dan permisos para construir nuevas iglesias, se retrasa —in- cluso durante décadas- la posibilidad de reparar las ya exis- tentes, se prohiben las conversiones*, etc. La libertad queda entonces reducida a un mero espejismo. Otro medio de impedir la libertad es limitar la capaci- dad de desarrollo de las personas contrarias al régimen que detenta el poder. Esta fue la actitud que adopt Inglaterra du- rante su ocupacién multisecular de Irlanda. La ensenanza su- perior estuvo reservada durante siglos solo a los protestantes y existia una (nica universidad para todo el pais que era confe- sionalmente protestante: el Trinity College. Esto significaba en la practica que los cat6licos, a menos que decidieran rechazar publicamente su religion, estaban condenados practicamente al analfabetismo. Y, evidentemente, desde una condicién so- cial ignorante y analfabeta resulta muy dificil por no decir im- posible ejercitar con eficacia los propios derechos y libertades. b) El ee del control social de la libertad La segunda cuestién que queriamos afrontar es el con- trol social de Ia libertad. Y en primer lugar podemos plantear- nos la necesidad de esta regulacion. ¢No seria lo mejor que cada uno actuara de acuerdo con sus convicciones? Este es el nticleo del ideal anarquista pero se trata de una utopia irreali- 38 Cf. C. LouriEux, Cristianos en tierras del Islam, Palabra, Madrid 2002. 190 La libertad ble y no solo por la maldad del coraz6n humano que daria la on a Hobbes (homo homini lupus) frente a Rousseau. Hay chos motivos y de mucho calado que imponen una regula- la libertad. Veamos los mas importantes. libertad. Hay personas que ejercitan su libertad de manera errénea: robando, asesinando, evadiendo ipuestos, etc., y obligan a la sociedad a establecer mecanis- que lo impidan y lo desalienten. Estos medios pueden Ile- r incluso a la limitacion de la libertad porque, aunque es un bien esencial, no es un bien absoluto. Como dijo Isaiah Berlin, la libertad de los lobos frecuentemente ha significado la erte de las ovejas»®®. 2) Las elecciones personales pueden chocar. En cualquier socie- dad es inevitable que se produzcan enfrentamientos entre los cos € intereses de personas diversas por lo que resulta im- scindible establecer una autoridad superior con capacidad dirimir la cuestion y decidir. La existencia de un enfrenta- miento, por otro lado, no implica necesariamente que una de s partes esté equivocada o acttie de mala fe. Ambas pueden tener posiciones correctas y honradas pero enfrentadas. Un po de personas, por ejemplo, puede pensar que lo correcto onveniente es talar un bosque para obtener madera y produ- Tiqueza y trabajo en un determinado pueblo mientras que grupo puede oponerse por motivos ecolégicos. Ambas pos- s pueden ser razonables pero solo una de ellas es posible. 3) La pluralidad de costumbres y mentalidades®. También se 39]. BERLIN, Cuatro ensayos sobre la libertad, cit., p. 53. 40 E] liberalismo ha insistido en este punto. Rawls, por ejemplo, Bidencia de las personas que la sociedad parece semejante a haber «nautra- en una isla desierta con un grupo de individuos a los que no conozco y ie tampoco se conocen entre si» (A. MCINTYRE, Tras la virlud, cit., p. 307). 191 wy € ey les 0 sistemas de gobierno cada vez mas sofisticados. Veamos uy ahora brevemente tres posibilidades fundamentales de afron- mn as moe Antropologia: una guia para la existencia La libertad , robos, etc.), y no hacerlo es un acto de cobardia y de in- 6n. En algunos casos sera facil tomar esas medidas por- e trata de actitudes impopulares pero, en otras ocasiones, do se sepa que la medida va a contar con una fuerte opo- | social o politica, puede resultar facil inhibirse para no problemas o no desgastarse politicamente. Esto es lo ede en algunos paises, por ejemplo, con una cuestién scendental como la educacion. Como resulta dificil de- un tipo de educacién que comporte autoridad, existen- reglas de comportamiento, exigencia académica, etc., se a adoptando una actitud pasiva e inhibitoria cuyo resul- inevitable es la caida del nivel de educacién, el despresti- le la autoridad, el aumento de la violencia en las aulas, etc. nes mas profundas: costumbres, vision de la vida ligados a la pertenencia a nacionalidades o religiones diferentes, etc. Re. sulta entonces imprescindible armonizar las libertades para que sea posible la vida en comin. 4) Por ultimo, el ejercicio correcto de la libertad poe chocar 0 enfrentarse con otros valores esenciales: la seguridad, la justicia, la tolerancia, etc. Entonces puede ser necesario li, tarla para salvaguardarlos. En una situacion de guerra, por ejemplo, se limitan automaticamente determinadas libertades, y actualmente se han planteado, y en algunos casos adoptado, medidas similares frente al terrorismo. Todos estos problemas son constantes sociales que se re- piten a lo largo de la historia por lo que el hombre ha inten- tado darles respuesta elaborando complejas estructuras socia- autoritarismo: la represi6n de la libertad Bila opcion contraria al permisivismo es el autoritarismo, caracteriza por privilegiar el principio de autoridad al de libertad. Lo importante para este sistema de go- Besique la sociedad qoute de Ta forma establecida aun- tar la peace de Ia libertad*' - b.1) El permisivismo: exceso de libertad social En las sociedades actuales, la libertad se valora mucho. Pero esta actitud resulta, en ocasiones, desproporcionada y conduce a lo que se denomina permisivismo: la tendencia a per- mitir cualquier tipo de conducta siempre que provenga de una decision libre. El permisivismo parte de unos presupues- tos correctos: la valoracién de la libertad y el respeto a la plu- ralidad y a las decisiones de los demas pero tiene poco en cuenta tanto que las personas pueden emplear mal la libertad como que, en determinadas circunstancias, la libertad necesita ser orientada para que sus decisiones sean constructivas para el conjunto de la sociedad. / A veces, por ejemplo, resulta imprescindible probibir Y cortar determinados comportamientos (actos xendfobos y VIO xisten diversos tipos de autoritarismo que van desde emas paternalistas a los regimenes dictatoriales y repre- | autoritarismo en cuanto tal se suele conformar con la ncia del ciudadano. EI totalitarismo, su version mas ex- pretende, ademas, lograr la conformidad interna con ‘didas impuestas por el dictador porque quiere evitar quier posibilidad de oposicién 0 derrocamiento. El modo ¢ficaz de conseguirlo es lograr la identificacion mental de tibditos, es decir, que consideren que su sistema de go- €s el adecuado. Y, por eso, en los regimenes totalitarios 41 El estudio detallado de esta cuestién corresponde a la filosofia P® litica. 192 193 v Antropologia: una guia para la existencia La libertad El paternalismo, que Kant consideraba algo exagerada. mente «el mayor despotismo imaginable», es, por asi decir, la version light del autoritarismo y consiste en limitar la capacj- dad de autodeterminacién de la persona por considerarla me- nor de edad y, por tanto, incapaz de decidir su destino. Por ser la version mas suave del autoritarismo es compatible con la existencia de Ambitos restringidos de libertad que la autoridad «concede» generosamente siempre que no se traspasen deter. minadas reglas que ella mismo ha establecido. El paternalismo es incompatible, por el contrario, con el autogobierno respon- sable y maduro de una sociedad. Todos estos sistemas parten de un principio verdadero (la necesidad social de la autoridad) pero son esencialmente injustos porque las personas tienen el derecho fundamental de vivir en libertad y la sociedad debe intentar restringirla lo menos posible. Algunos, de todos modos, se han planteado la viabilidad de un autoritarismo moderado. ;No podria ser va- lido un autoritarismo en el que algunas personas rectas, sabias ¢ interesadas en el bien comun, rigieran los destinos de los de- mas? Puede parecer légico, en efecto, a primera vista, que las personas sabias y rectas dirijan los destinos de los menos sabios -y ya lo propuso Platén en La Repriblica-, pero este plantea miento no resiste un andlisis minimamente profundo“. Por per y el poder absoluto corrompe absolutamente» ‘4, pasa, entonces, si una de las supuestas personas justas le serlo? _ Desgraciadamente, la historia ha proporcionado dema- ejemplos de las terribles situaciones a las que se puede nediante el ejercicio descontrolado del principio de au- id; por eso, las sociedades occidentales se han esforzado sarrollar un sistema politico que conjugue de una ma- cho mas arménica la libertad y la autoridad: son los ‘mas democraticos*, ibertad y autoridad: los sistemas democraticos. > 5 Los sistemas democraticos occidentales intentan con- ar los Principios de libertad y autoridad sobre la base de paidad y dignidad de todas las personas. El principio de idad se establece en las leyes fundamentales como la tucion mediante la afirmacién de un conjunto de valo- ‘olables que son promovidos y defendidos por los Esta- aque castigan también, si es necesario, su incumpli- O. Y, sobre esta base, se da un amplio margen al oly de la libertad personal en sus diversas facetas: ex- ci6n, elecci6n de las autoridades politicas, Apacion activa en el conjunto de decisiones que afectan que, ¢quién determina cuales son las personas sabias y rectas? ociedad, etc.*°. es decir, ¢quién decide quién decide? Ademas: ¢quién deter mina lo que es justo para una sociedad? y ¢quién determina qué decisién se debe adoptar en aquellas cuestiones, que son la mayoria, en la que hay muchas decisiones correctas 0 post bles‘? Y todo esto sin contar con la posibilidad de la corrup cién porque, como sefalé Lord Acton, «el poder tiende a co a . fo Lord Acton, Ensayos sobre la libertad y el poder, Union Editorial, * Ba a oe La contribucién de la Iustracién a la elaboracién formal de los sis- * Gemocraticas cn su formato actual la refleja bien M. KRIELE, Liberacién ain, Herder, Barcelona 1982, pp. 42-70. ; rm Ss democracia, tal como la entendemos actualmente, se ha desa- indamentalmente en los siglos xix y xx, aunque sobre la base de la “ia politica de los siglos anteriores ¢ inspirada (de lejos) en la de- bid jeeps Sriega. Las caracteristicas principales de nuestras democracias las bien R. Dan, La democracia. Una guia para lo ciudadanos, cit.; cfr. ss i t ne ; guia pe 5 ciudadanos, cit.; cfr. el Estado, Encuentro, Madrid 1997. ® Dahl denomina «tutela» a este modo de gobierno y plantea con lr cidez las aporias con las que se enfrenta. Cfir. R. DAHL, La democracia. Un ¥ guia para los ciudadanos, Taurus, Madrid 1999, pp. 81 y ss. F +8 Recordemos aqui la multiplicidad de la verdad practica. 194 195 Antropologia: una guia para la existencia Coherentemente con este; planteamiento las di cias se caracterizan por una valoracién alta del plur por una actitud tolerante ante la multiplicidad de opciones posibles. Esta actitud es esencialmente positiva, pero tiene como contrapartida el peligro de una deriva relativista, es de- cir, de que acabe considerandose valida cualquier postura ética; es mas, que solo se consideren aceptable las posiciones de quienes admiten cualquier tipo de valores y se tilde de anti- democratico a quien sostiene posiciones éticas solidas*”. Esta posibilidad es un problema real de nuestras democracias pero es importante advertir que no responde al verdadero ideal de este sistema de gobierno sino a una deformaci6n de sus plan- teamientos originales*’. Las democracias occidentales no han sido concebidas como un mero sistema de elaboracién de con- sensos sin referencia a ninguna premisa ética, sino como un modo de respetar conjuntamente Ia libertades y derechos de las personas y de los pueblos. Por eso afirman y defienden una serie de principios inviolables (que se enuncian en las leyes fundamentales del Estado) que respetan, en Iineas generales, la dignidad y 168 derechos de la persona*®. @ Este problema ha sido advertido y criticado en diversas ocasiones por Juan Pablo II. Gfr., por ejemplo, Enc. Centesimus annus, n. 46, y Evang lium vitae, n. 70. 48 Cfir, J. MARITAIN, Cristianismo y democracia, Palabra, Madrid 2001. 49 Sobre este complejo e importante tema que aqui solo apuntamos se puede consultar D. BELL, Las contradicciones culturales del capitalism, ‘Alianza, Madrid 1996; P. L. BERGER, Los limites de la cohesién social: conflictos ) ‘mediaciones en las sociedades pluralistas, Circulo de Lectores, Barcelona 1999 CH. Tavtor, Etica de la autenticidad, Paidés, Madrid 1994, y A. OLLERO, Demo cracia y convicciones en una sociedad plural, Navarra Grafica, Pamplona 2001. 196

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