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Que dió lugar a la Copla: “Por el monte cuatro galeotes van, al cura de Ituero a matar”
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EL CRIMEN DE ITUERO DE HUEBRA (1897)
Fue, junto con los de Cepeda y La Fuente de San Esteban, uno de los tres
famosos crímenes ocurridos todos ellos en la provincia de Salamanca con muy
poca diferencia de tiempo, en los años 1896 y 1897. Los tres se juzgaron en la
Audiencia provincial de Salamanca y los tres terminaron con la misma condena,
pena de muerte para los siete procesados en las tres causas.
Los ladrones revuelven otros baúles. Encuentran más dinero –la Guardia Civil
localizaría más tarde otras cinco mil pesetas que los ladrones no descubrieron - y
se llevan además entre otras cosas un par de pañuelos de seda de la criada.
Luego se van. María Juana, que así se llama la chica, se desata de las ligaduras y
sale a la puerta pidiendo auxilio, viendo aún a los ladrones escapar por el camino
del Cubo.
Ante el revuelo, acuden los vecinos. Según relatan éstos eran aproximadamente
las doce de la noche. Se acercan a la casa y encuentran al sacerdote muerto en
la cama, de espaldas a la entrada y vestido con pantalones.
Se avisa al juez municipal de El Cubo, Don Juan Agustín Montero, que instruye las
primeras diligencias y manda dar parte al juez de instrucción de Vitigudino. Eran
las tres de la madrugada.
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Iglesia de Ituero de Huebra. En primer término podemos ver el camino
que llega desde El Cubo de Don Sancho
La noche del día 18 de Febrero, es decir dos días antes del crimen, habían
dormido en la cocina de la casa del cura, dos mujeres: Benigna Rodríguez y
Manuela Calvo. Según declararon ellas posteriormente, se marcharon al día
siguiente. El día 21 se encontraban en Villavieja donde tuvieron conocimiento
de la muerte del cura. El día 22 son detenidas en Encinasola por la Guardia
Civil. También es detenida y puesta a disposición del juez de instrucción de
Vitigudino y del fiscal de la Audiencia Provincial que se había trasladado
desde Salamanca, la criada María Juana, que había entrado a servir con Don
Bonifacio escasamente quince días antes. Era también de Encinasola y fue a
servir a casa del cura por consejo de Benigna. En una primera declaración
María Juana no inculpa a nadie en concreto, pero en una posterior, y ante lo
que le aconseja su padre –que también estaba en el punto de mira de la
Guardia Civil- empieza a contar que los asaltantes eran cuatro hombres -a los
vecinos de Ituero les dijo que eran seis- , y que había reconocido a uno de
ellos, un exnovio suyo llamado Tomás Pereña, e hijo de Benigna.
Precisamente Tomás había sido el encargado de trasladar a la criada desde
Encinasola a Ituero, cuando esta entró a servir, durmiendo en aquella ocasión
en la casa de don Bonifacio. En consecuencia, Tomás también fue detenido.
Sus antecedentes no le ayudaron. Había sido condenado con anterioridad por
hurto y acababa de salir de la cárcel merced a un indulto, pocos días antes de
San Blas, posiblemente como consecuencia de la onomástica del Rey.
El martes día 23, la Guardia Civil detiene en Saldeana a Pedro Manso. Era de
oficio leñador y componedor de platos que acostumbraba a trabajar por los
pueblos del contorno y que pedía limosna cuando no tenía trabajo. Había
dormido en alguna ocasión en casa de don Bonifacio. Unos días antes de la
noche de autos había estado en Villavieja. Según su relato, marchó luego a
Bogajo, después a Yecla, regresando otra vez a Bogajo y tras pasar por
Campilduero entró en Cerralbo por la tarde del día 20. Esa misma noche –la
del homicidio- dice que durmió en la posada de Cerralbo. Hay testigos –un
barbero, el posadero, ..- que afirman haberlo visto dicha noche y en la
mañana del domingo día 21.
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homicidio ocurrido en Yecla. Mas adelante, manifestarán también
“voluntariamente” su participación en los hechos. En el juicio, lo mismo que
los otros dos, alegan que la confesión se produjo debido a las torturas por
parte de la guardia civil y de los carceleros.
Las banderas rojas indican el lugar donde los detenidos afirmaron estar la noche del
crimen. Tomás, por ejemplo, fue visto, según testigos, a las diez de la noche en
Encinasola. El crimen ocurrió a las doce. ¿Era posible recorrer en aquellos tiempos esa
distancia solamente en dos horas?
Dio comienzo el día uno de Abril de 1898. Había prisa por acabar. Incluso el 3
de Abril, domingo de Ramos, se celebraron sesiones de mañana y tarde. Los
abogados defensores piden un aplazamiento debido a que no han podido
comparecer más de cincuenta testigos de la defensa. No se accede. Las
sesiones continúan hasta el día 6, víspera del Jueves Santo. El tribunal no se
volverá a reunir hasta el jueves día 14. La noche del sábado 16 delibera el
jurado –apenas dos horas- y se dicta sentencia. Era la madrugada del domingo
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17 de abril. Los periódicos de aquel tiempo, como por ejemplo “La Opinión”,
recogen extensamente el desarrollo de las diferentes sesiones.
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proclamando la culpabilidad de mi defendido y sus compañeros, se le sobreseen
los procedimientos contra ella” apunta el abogado defensor de Sebastián. Añade
además que la criada dice que se despertó por casualidad, no por el ruido (luego
María Juana cambia su declaración y dice que se despertó debido a éste), que se
desató las ligaduras tan rápido que aun le dio tiempo a llegar a la puerta y ver
alejarse a los ladrones por el camino de El Cubo. Se pregunta también que si la
puerta de la sala del cura tenía llave, ¿quién la abrió? y que quien dijo a los
malhechores lo de la losa bajo la cama. Aportan también declaraciones de
testigos que afirman haber visto a los procesados la noche del día 20 en otros
lugares, distantes cuatro o cinco leguas del lugar del crimen (una legua = 5,5
km). El fiscal, a lo largo del proceso y en su alegato final intenta desacreditar
esas coartadas indicando que son realizadas por amigos o familiares de los
encausados aportando también declaraciones de otras personas que niegan
haber visto a los procesados donde lo afirman los testigos de la defensa,… Tras
el desfile de cerca de 150 testigos, se leen las conclusiones definitivas por parte
de fiscal y defensores y se hacen los alegatos finales. El Presidente del Tribunal,
Sr. Aparicio, hace un resumen final de los hechos. Visto para sentencia. Los
jurados se retiran a deliberar. Es casi medianoche del sábado 16 de Abril. Tras
dos horas de deliberación, el jurado contesta afirmativamente a la mayor parte
de las preguntas que les ha formulado el tribunal. Considera culpables a los
procesados y además con las agravantes de nocturnidad, alevosía, despoblado,
escalamiento,…. En fin, asume íntegramente la petición del fiscal, Sr. Medina. El
Tribunal dicta sentencia, cuya parte dispositiva decía así:
Fallamos que debemos condenar y condenamos a los procesados Tomás Pereña
Rodríguez, Pedro Manso, Manuel Sánchez Martín y Sebastián Sánchez Martín, alias
“Varela”, como autores de delito de robo, con motivo del cual resultó homicidio, con la
concurrencia de circunstancias agravantes y ninguna atenuante a la PENA DE MUERTE
EN GARROTE que se ejecutará en Vitigudino, como cabeza de partido judicial en que
se cometió el crimen, con la accesoria de inhabilitación absoluta perpetua para caso
de indulto, si expresamente no les fuera remitida dicha accesoria; a que indemnicen
mancomunada o en su defecto subsidiariamente a los herederos de don Bonifacio
Cabezas García, en la cantidad de siete mil pesetas en que se estiman los perjuicios
irrogados, y a María Juana Estévez Rodríguez la cantidad de tres pesetas setenta y
cinco céntimos, en que fueron valuados los pañuelos que le fueron sustraídos, y al
pago de cuatro quintas partes de costas hasta el acto de apertura del juicio oral y en
todas las posteriores por iguales partes.
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Sequeros y cuatro en Vitigudino.
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Pedro Manso según un dibujo publicado en el periódico "Noticiero Salmantino" el día
de su ejecución
A partir de ese momento, los esfuerzos para conseguir el indulto de Pedro Manso
se redoblan. Falta tan sólo una semana y un sector de la prensa azuza a las
autoridades provinciales: “En el deseo de ahorrar un día de luto a la
provincia y a Vitigudino, el repugnante espectáculo del patíbulo, acúdase de
nuevo a los poderes públicos, en demanda de perdón para dicho
desgraciado”. Y así se hace. Se dirigen telegramas al diputado a Cortes por
Vitigudino, Sr. Cavestany, y a otras altas autoridades de la Corte para la
consecución de dicha gracia.
Martes, 7 de Marzo
Llega a Salamanca el verdugo de la Audiencia Territorial de Burgos, al estar
vacante la plaza del que debía realizar la ejecución que era el de Valladolid.
Curiosamente se apellida también Manso. Los periódicos dan algún dato
más. “Tiene dicho verdugo 37 años de edad. Empezó a ejercer el ‘oficio’ a
los 25 y lleva efectuadas 27 ejecuciones…… El jueves saldrá en el tren de
Portugal de las cuatro y media de la tarde con dirección a Bogajo. Le
acompañará el alguacil de esta Audiencia a quien se da el encargo de ser
portador de su ejecutoria. Desde Bogajo se trasladarán en caballerías hasta
Vitigudino……
... Según hemos oído, el Pedro Manso, a quien se tiene en el piso principal
de la cárcel, sin grillos y sin esposas, ignora esté señalado ya el día para su
traslación a Vitigudino… …No se han recibido todavía telegramas de
contestación a los últimos expedidos a Madrid pidiendo nuevamente la
concesión del indulto. La impresión general es que todavía hay alguna
esperanza, fundada, a nuestro juicio, en la influencia y en el interés del
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diputado señor Cavestany”.
Miércoles, 8 de Marzo
Salen para Vitigudino dos escuadrones del regimiento Almansa de
guarnición en Salamanca que serán los encargados de mantener el orden
durante la ejecución.
Algunos diputados provinciales realizan un último y desesperado intento
para conseguir el indulto. Se dirigen a ver al Obispo y el prelado se
compromete a realizar nuevas gestiones ante el Ministro de Gracia y Justicia
en tal sentido.
Jueves, 9 de Marzo
A las cinco de la mañana, Pedro Manso sale de la cárcel de Salamanca para
ser trasladado en coche hacia Vitigudino. Lo hace esposado. En el interior
del carruaje van cuatro guardias civiles, ocupando otros el pescante con el
cochero. “Trabajo costó a los agentes de la autoridad –relata el Noticiero
Salmantino- separar de la puerta de la cárcel a la desolada esposa del reo,
que a todo trance quería despedirse y que se despidiera su hijo del Pedro”.
Se preveía su llegada a Vitigudino alrededor de las cuatro o cinco de la
tarde.
Viernes, 10 de Marzo
Pedro Manso es puesto “en capilla” (consiste en estar aislado desde que se
le notifica la sentencia de muerte hasta la ejecución, en cualquier pieza de
la cárcel dispuesta como capilla). “Hace muy poco –telegrafiaba el
corresponsal de El Noticiero Salmantino- que le acaba de ser leía la
sentencia de muerte al reo de Ituero. Se hallaba recostado en la cama. La
escuchó muy conmovido, prorrumpiendo en sollozos. El Juez procuró
animarle, dirigiéndole palabras de consuelo. Hasta el momento de la lectura
del terrible fallo y de ser puesto en capilla, no perdió Pedro Manso la
esperanza de ser indultado y de regresar a esa ciudad. El Padre Segura, de
la Compañía de Jesús, entró en la capilla; abrazó al reo y se quedó solo con
él. Por lo que se oye, se va a descolgar medio partido a presenciar la
ejecución”.
Por la tarde de dicho día “confesó con tranquilidad, demostrando verdadero
arrepentimiento. Cenó a las ocho y media, pasando un rato hablando con
gran sosiego y al parecer satisfecho y alegre. Al preguntarle los Jesuitas si
deseaba algo en aquel momento pidió un vaso de leche, acostándose luego
que lo hubo tomado.”
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También dicho día ir empieza a llegar ya gente para presenciar la ejecución.
Pero también a marcharse. “Se han ausentado de esta villa algunas
personas acomodadas, para no estar en la localidad, al hacerse la
ejecución”.
Sábado 11 de Marzo
Durante la tarde noche del viernes y la madrugada del sábado “han llegado
miles de almas de los pueblos inmediatos. Están entrando en la villa
grandes caravanas de gentes, especialmente de la parte de la Ribera”.
El reo se levanta a las cuatro y media de la mañana. A las cinco oyó misa y
comulgó. Poco antes de salir de la cárcel, el verdugo le intentó poner la
hopa (una especie de capa o sotana). Según el código penal vigente los
condenados a muerte, tenían que llevar está prenda durante la ejecución. Si
el condenado lo era por parricidio (muerte dada a un pariente próximo) o
por regicidio (muerte violenta dada al monarca o a su consorte, o al príncipe
heredero o al regente) la hopa era de color amarillo con puntos rojos. En
caso contrario la hopa era de color negro. Este último era el caso de Pedro
Manso. “Al intentar ponérsele la hopa se mostró muy excitado, haciendo
alguna resistencia. Dijo, que accedía a cuanto le pidieran, menos a dejarse
poner dicha hopa. Al final accedió y el mismo ayudó a colocársela”.
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“A las ocho y treinta y cinco minutos todo había terminado. El Padre Segura
dirige la palabra a la concurrencia, que se calcula de ocho a nueve mil almas.
Van a decirse misas por el eterno descanso del infortunado reo”.
Unos días más tarde, la Gaceta de Madrid publicaba un Real Decreto del
Ministerio de Gracia y Justicia por el que se hacía oficial que la Reina Regente
María Cristina, en nombre de su hijo el rey don Alfonso XIII había dispuesto
“conmutar por la inmediata de cadena perpetua y accesorias correspondientes la
pena de muerte impuesta en esta causa a Sebastián Sánchez, Manuel Sánchez y
Tomás Pereña”.
No quisiera terminar este artículo sin realizar una pequeña reflexión al hilo de
todo lo expuesto anteriormente. No voy a opinar ahora acerca de la culpabilidad
o no de los procesados a pesar de las serias dudas que la lectura de las
declaraciones textuales de procesados y testigos en el juicio, publicadas en la
Prensa de la época, han generado en mí.
Supongamos que efectivamente eran culpables y que los hechos ocurrieron como
relata el fiscal. ¿Cómo es posible que se ejecute a uno y se indulte a tres? ¿Es
mas culpable el que le tapa la boca a la víctima que los que le sujetan los pies y
las manos? Cuenta Victor Lucea Ayala en un artículo titulado “Reos, verdugos y
muchedumbres…” publicado en la revista Zurita, un caso parecido ocurrido en
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Zaragoza en 1892. Cuatro condenados a muerte por asesinato. Indultan a dos.
Los otros van a ser ejecutados. La gente se empieza a revolucionar y alborotar.
Mercaderes, gentes del campo y estudiantes forman una gran manifestación.
Miles de personas recorren las calles de la ciudad llevando pancartas que dicen
“Perdón”, “Indulto para todos o para ninguno”... A su paso se van cerrando las
tiendas en señal de luto. Las autoridades no encuentran gente dispuesta a
levantar el patíbulo. Las tropas están acuarteladas. Telegramas a Madrid. A las
pocas horas, respuesta de la reina regente: indulto para todos. Al final, se impuso
el sentido común. Y aquí tuvo que haber sucedido lo mismo. Se debió de indultar
también a Pedro Manso. Era lo lógico, lo sensato y lo justo.
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“Nadie se atreve
Á pasar….
Con garrotes…
y puñales…”
Al pueblo de Ituero
Al cura á matar…”
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ferrocarril La Fuente de San Esteban-Barca de Alva, inaugurado escasamente
10 años antes. Aparece en la revista “La Ilustración Española y Americana” 1el
día 30 de julio de 1897. Sin duda, el periodista tenía una buena excusa para
escribir esta historia, habiendo participado tantos campesinos de La Ribera
en el ajusticiamiento en el patíbulo.
También hay una crisis fuerte del cereal por aquellos años, tema
tratado en el “Congreso Agrícola de Salamanca, 1887”, y de la que se acusa a
los librecambistas y al contrabando del trigo.
1
Nº XXVIII, pág 54 y ss.
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“Los verdugos españoles: historia y actualidad del garrote vil”, Daniel Sueiro. Editorial Alfaguara,
1971.
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