Sunteți pe pagina 1din 65
Fuera denorma, Antologia de pensamiento feminista hispanoamericano. Del prélogo: 2015, Sonia Montecina Aguirre ©De esta edicion: 2015, Santillana del Pacifico S.A. Ediciones Andrés Bello 2299 piso 10, oficinas 1001 y 1002 Providencia, Santiago de Chile Fono: (56 2) 2384 3000 Telefax: (56 2) 2384 3060 Cédigo Postal: 751-1303 www.santillana.cl/lij ISBN: 978-956-15-2664-8 N° de registro: 258,105 Impreso en Chile- Printed in Chile Primera edicién: octubre de 2015 Edicion: Sofia Montenegro Asistente de edicién: Sofia Améstica Diserio de cubierta: Roberto Penailillo Imagen de cubierta: Shutterstock Direccién de Arte: José Crespo y Rosa Marin Proyecto grafico: Marisol Del Burgo, Rubén Chumillas y Julia Ortega Impreso por CyC Impresores Ltda. Agradecimientos: Victoria Ocampo. “La mujer y su expresién" (1936). Revista Sur. © Pundacidn Sur, 2015 Gabriela Mistr&b, “La instruccién dela mujer” (1908) La Orden Franciscana de Chile autoriza el uso de la obra ile Gabriela Mistral. Lo equivalente a los derechos de autorta son entregados a la Orden Franciscana de Chile, para los nirios de Montegrande y de Chile, de conformidad a la voluntad de Gabriela Mistral. Todos los derechos reservados. Esta publicacién no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni regis- trada en, 0 transmitida por, un sistema de recuperacion de informacion, en ninguna forma ni por ninguin medio, sea mecdnico, fotoquimico, electrénico, magnético, electroéptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso pre- 4 vio por escrito dela Editorial. Fuera de norma Antologia de pensamiento feminista hispanoamericano Prélogo de Sonia Montecino Aguirre SANTILLANA Juvenil se PROLOGO “No me interrumpas” Por Sonia Montecino Aguirre “No me interrumpas”, una frase que cita Victoria Ocam- po en esta antologia, revela literal y metaféricamente lo que ha sido la lucha intelectual de las mujeres a lo largo de la historia. A través de las autoras seleccionadas es po- sible seguir un hilo de las preocupaciones centrales de lo que ha sido la “entrada” femenina al mundo de las ideas, la politica y la cultura. No podemos decir que todas ellas hayan sido ferninistas, puesto que este término alude a un conjunto de conceptos y acciones que es preciso defi- nir; el feminismo es un movimiento que posee una histo- ria especifica y varias formas de realizacion. Lejos de la mirada estereotipada del lugar comtn que sittia al femi- nismo como una lucha de las mujeres contra los hombres, tenemos que comprender que ese término alude a una de las revoluciones mAs profundas que han ocurrido en las sociedades modernas y que tiene relacién con transfor- maciones econémicas y politicas ocurridas desde el siglo XIX hasta hoy dia. El contexto del surgimiento del femi- nismo es un periodo de cambios donde la raz6n desplazo a la religion como explicacién del mundo y de las cosas, de las constituciones como reguladoras del control social del Estado, de las nociones de igualdad de todos ante | ley, del concepto de ciudadania y de derechos. Desde ia vertiente econémica, el fenémeno creciente y expansivo de la industrializacion ligada a la productividad implicd nuevas formas en que las esferas publicas y privadas en- cararon el trabajo y su consecuente division sexual: si an- tes la familia era el eje de la produccién, ahora los hom- bres laboraran en las industrias y las mujeres en el h ‘ xeproduciendo desde lo doméstico la mano de obra nee saria para el desarrollo econémico. El feminismo nace al interior de esos cambios, y co- Me una pregunta que hasta ese momento no se habia realizado: gpor qué las mujeres no tienen los mismos Ger ehive que los hombres? Desde ahi se inicia un largo camino —que contintia con nuevas interrogantes sobre Ga derechos y sobre los nuevos que han surgido desd fines del siglo XX—. En torno al movimiento que se ns para conseguir la igualdad respecto a la educacion (recor- ues que solamente los hombres accedian a colegios universidades), el sufragio (las mujeres no eran duets. nas y por ello no podian elegir ni ser elegidas), y ante la ley, el feminismio fue elaborando sus reflextoticg discur- ie y conocimientos sobre las mujeres desde el sree de vista de ellas mismas (ya no pensadas por “otros” filé- sofos, cientificos, politicos). Pero, al mismo tiempo, qui reflexionaron sobre su condicién, actuaron elon : sufrieron todas las consecuencias de eaten se en a desafiar el orden dominante. El movimiento feminist: tuvo su sello de origen en Europa y Estados Unidos i. rapidamente se expandid a América Latina ya Chile ae inicios del siglo XX su influencia atraveso las fronteras, y los logros conseguidos en los paises anglosajones fueron modelos para aquellas que en las periferias comenzaron a construir la base del movimiento feminista. En los pai- ses como los nuestros, donde el catolicismo mantuvo un fuerte poder y peso en las definiciones normativas de lo que es ser una mujer oun hombre, el feminismo tuvo que enfrentar la resistencia del conservadurismo, y recién a mediados del siglo XX alcanzar los logros de la ciudada- nia, la educacion y la igualdad ante la ley. Las escritoras e intelectuales de la antologia Fuera de norma, a excepcién de Sor Juana Inés de la Cruz, es- t4n insertas en la historia del movimiento feminista en lo que se ha llamado la “primera ola” y que he resefiado arriba, Sin duda, Victoria Ocampo, Amanda Labarca y Elena Caffarena son testigos de las nuevas elaboraciones del movimiento, 0 lo que se ha denominado su “segunda ola’. Ahora lo que esta en juego ya no es solo el acceso a los espacios masculinos, como la educacién, el traba- jo remunerado, la politica y la cultura, sino Ja igualdad de condiciones en el acceso a ellos. Al mismo tiempo, se construye una reflexion politica y una utopia social que apunta a que los problemas de las mujeres se yesolveran toda.vez que se produzca un cambio profundo en las es- tructuras sociales y econémicas y en la distribucién del poder. Este nuevo feminismo apuntara a la creacién de formas distintas de vida donde la igualdad en la diferen- cia (es decir, donde ser “distinto” no significa una des- igualdad en el acceso a los recursos, alas ideas, a la politi- ca) sea el horizonte, asi como una sociedad donde todas y 10 todos tengamos los mismos derechos sin discriminacio- nes de género, clase y etnia. Este feminismo ya no solo esta propiciando reformas a la sociedad, sino un cambio de paradigmas dentro de los cuales las grandes visiones de mundo que habian dominado son cuestionadas y de- nunciadas en su sexismo y androcentrismo. El conjunto de lecturas que propone Fuera de norma refleja los distintos avatares historicos de estas dos ex- presiones del feminismo y sus preocupaciones centra- les. Pero, sobre todo, pone en evidencia las maneras de aproximarse a las interpretaciones de la organizacién so- cial desde el punto de vista de las mujeres, desde una mi- rada critica que devela las formas de subordinacién y dis- criminaci6n y sus efectos en la vida femenina. ;Qué une a estos textos escritos en épocas diversas? Por un lado, el hecho de que, en su mayoria, son de literatas y este es un. dato que se torna relevante toda vez que el acceso de las mujeres a la escritura ha sido muy tardio en la historia de la humanidad. Asimismo, que provienen de América Latina, a excepcién de Concepcion Arenal y Emilia Pardo Bazan, espaniolas. Todas comparten un idioma, el caste- lano o espariol, y eso implica un gesto significativo: la difusion de Tas ideas feministas a los publicos latinoame- ricanos, especialmente femeninos, pero también mascu- linos. Ellas han logrado la educacién; son una vanguar- dia dentro de la poblacién de mujeres de sus paises y del continente que se ha atrincherado en la palabra como po- sibilidad de cambio, de influencia intelectual. Sin duda, eso lo sabemos, fueron excepciones, pues lograron tener una voz con autoridad en épocas en que las producciones de las mujeres no posefan gran valor e incluso eran cen- suradas. Si partimos con Sor Juana Inés de la Cruz, podemos decir que ella representa la vieja forma en que las muje- res podian aprendera leer y a escribir: como monjas, pero por cierto no cualquiera de ellas podia alcanzar prestigio y ser escuchada. Sor Juana de alguna manera anuncia la “modernidad” en tanto emergencia del sujeto mujer que se piensa como identidad (femenina) y como escritora, y las estrategias que se van a utilizar para evadir el poder (en su caso, de la Inquisicién). Juana Manso pone en es- cena la capacidad de activismo intelectual y politico con la creacién de revistas, y con su licida denuncia ante la violencia contra las mujeres. Gertrudis Gomez de Avella- neda se perfila en su oficio de poeta y dramaturga colo- cando un nudo central: la busqueda de la valorizacién de las mujeres como intelectuales. Por su lado, Concepcién de Arenal es un ejemplo de la discriminacién que vivian aquellas que querian entrar a la universidad en el siglo XIX: renunciar a su apariencia de mujer travistiéndose en hombre para asistir a los cursos de Derecho. Por su parte, la escritora Emilia Pardo Bazan eviden- cia el perfil de la intelectual y de la activista infatigable por'los derechos de las mujeres. Desde esa misma ver- tiente, Soledad Acosta de Samper centra su reflexion en un llamado de atencién a la literatura femenina latinoa- mericana, conjuntando la doble identidad de género y de un espacio cultural especifico de produccion escritural. Gabriela Mistral, aun cuando no se declaré feminista, si se preocupé en el mas amplio sentido del significado de a1 12 ser mujer y de su posicion en la sociedad bregando por la educacién de las mujeres, sobre todo de las mas pobrres, como un primer paso para su dignificacion. Teresa de la Parra propugné, entre los diversos derechos, el de: las mujeres a ser intelectuales, a trabajar con las ideas ya.ser mas que una madre y una esposa, una pensadora. Elena Caffarena como abogada, lider y creadora del MEM Ch, Movimiento Pro Emancipacién de la Mujer Chilena, co- loca su foco en el mundo popular, donde las mujeres son doblemente discriminadas, en la posibilidad del divor-cio y en la legitimidad de los hijos(as), develando, por prire- ra vez, la existencia de la madre soltera. Victoria Ocam- po, una escritora sobresaliente, luchadora feminista,, se centra en la necesidad de expresién de la voz femenina no solo en el plano de la escritura, sino en el cotidiano, mostrando las diferencias en el poder del habla entre hombres (monélogo) y mujeres (didlogo). Por ultirmo, Amanda Labarca, ensayista y educadora, sittia su mirada en los modos de construir nuevas identidades de género a través de la socializacion de las hijas en el trabajo ext-ra- doméstico, pero también en el papel de los hombres erm la reproduccién cétidiana, anunciando con ello las nuewas formas que‘tleberfan tomar las relaciones entre hombres y mujeres'en un contexto de igualdad. * El “no me interrumpas” proferido por el hombre de negocios que cita Victoria Ocampo cede en esta antollo- gia a la necesidad femenina de manifestar las ideas, no sin interrupci6n, sino en un sentido dialdgico con la his- toria, consigo mismas, pero sobre todo con las dems. ‘Se escribe a alguien, para alguien, para un(a) lector(a) que completa con su mirada el texto, que lo complica a veces, que lo construye de acuerdo con sus contextos. Sin duda, Jeidos desde el hoy, los escritos de Fuera de norma tal vez no aparezcan como subversiones, ni textos al margen de los cAnones sociales, porque hoy dia es coman hablar de los problemas de las mujeres, de los asuntos de género, aun cuando la palabra “feminismo” sigue despertando resquemores; sin embargo, ellos sacan a luz los cimientos bajo los cuales ha sido posible que el lenguaje contempo- rAneo se refiera no solo a las desigualdades de género, sino a las otras que funcionan en nuestras sociedades. También emergen como registro de las batallas que las mujeres ilustradas y feministas dieron para que en estos momentos podamos sentarnos a la misma mesa, asistir al mismo colegio, ala misma universidad hombres y mu- jeres, incluso para que esta antologia se publicara. Hace solo diez afios habria sido imposible colocar el vocablo “fominista” en una sala de clases, o pronunciar la pala- bra “género” fuera de ciertos ambitos restringidos a la academia o la politica. Es clave para la formulacién de cualquier utopia o proyecto de sociedad conocer la histo- ria de las ideas, las razones por las cuales hemos avanza- do culturalmente en unos aspectos y en otros no. Eso es lo que nos muestra Fuera de norma,,una memoria funda- mental para comprender el desarrollo del conocimiento fernenino y de las contiendas de las mujeres que nos pre- cedieron y de las cuales somos tributarias, porque hoy dia no nos quedamos en silencio cuando nos dicen: “No me interrumpas”. 43 14 Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695) La mas grande figura ce las letras del siglo XVII en Hispancamérica fue Sor Juana Inés de la Cruz, una mujer mexicana que prefirié la vida de convento a la vida matrimonial, Gracias a Su brillante inteligencia, ingresé a la corte del virrey Antonio Sebastian dé Toledo y de su esposa Leonar de Carreto, esta Ultima, la més importante mecenas de Sor Juana, Durante su vida en la corte, la futura religiosa se desarrollé intelectualmente gracias a las tertulias literarias en las que participaba y Gonde mostraba sus compesiciones liticas, En 1669 entra la Orden de San Jer6nimo y dedicd e| resto de su vida al estudio, “Respuesta a la muy ilustre Sor Filotea de la Cruz" (1691) es la enérgica respuesta de la religiosa al obispo de Puebla, Manuel Fernandez de Santa Cruz, ante los cuestianamientos que este formulé respecto a su perfil intelectual, En esta carta, Sor Juana defiende la importancia de la educacién de la mujer y lo indispensable que resulta para el estudio de la Sagrada Escritura el tener vastos conocimientos en reas que sclian estar reservadas para los hombres. Esta correspondencia comenz6 cuando Sor Juana envid una Calta alearzobispo Antonio Vieira, en la que le expresd su discrepangia con el “Sermén del Mandato”, donde Vieira habria forzado la lectura del Evangelio para probar sus ideas, Sor Juana, con una retérica inteligente, desbaraté los argumentos enunciados por Vieira, y el obispo de Puebla, quien no compartia los pensamientos del arzobispo, llamé a la carta de Sor Juana la “Carta atenagdrica”, es decir, digna de la sabiduria de Atenea, Si bien el obispo apoyé a la religiosa envidndole una carta, bajo el seuddonimo de Sor Filotea, en la que la felicito por su inteligencia, también se encargé de recalcar que estade excediéndose en sus facultades como mujer religiosa Respuesta a la muy ilustre Sor Filotea de la Cruz (1691) Muy ilustre Sefiora, mi Sefiora: No mi voluntad, mi poca salud y mi justo temor han suspendido tantos dias mi respuesta. ,Qué mucho si, al primer paso, encontraba para tropezar mi torpe pluma dos imposibles? El primero (y para mi el mas riguroso) es saber responder a vuestra doctisima, discretisima, san- tisima y amorosisima carta. Y si veo que preguntado el Angel de las Escuelas, Santo Tornas, de su silencio con Alberto Magno, su maestro, respondié que callaba por- que nada sabia decir digno de Alberto, con cuanta mayor yazon callaria, no como el Santo, de humildad, sino que en la realidad es no saber algo digno de vos. El segundo imposible es saber agradeceros tan excesivo como no es- perado favor, de dar a las prensas mis borrones: merced tan sin medida que aun se le pasara por'alto a la esperan- za mas ambiciosa y al deseo mas fantastico; y que ni aun como ente de razén pudiera caber en mis pensamientos; y en fin, de tal magnitud que no solo no se puede estre- char a lo limitado de las voces, pero excede a la capaci- dad del agradecimiento, tanto por grande como por no 15 16 esperado, que es lo que dijo Quintiliano: Minorem spei, maiorem benefacti gloriam pereunt’. Y tal que enmudecen al beneficiado. No es afectada modestia, Sefiora, sino ingenua ver- dad de toda mi alma, que al llegar a mis manos, impresa, la carta que vuestra propiedad llamé Atenagérica’, pro- rrumpi (con no ser esto en mi muy facil) en lagrimas de confusion, porque me parecié que vuestro favor no era mds que una reconvencién que Dios hace a lo mal que le correspondo; y que como a otros corrige con castigos, a mi me quiere reducir a fuerza de beneficios. ...Digo que recibo en mi alma vuestra santisima amo- nestacién de aplicar el estudio a Libros Sagrados, que aunque viene en traje de consejo, tendra para mi sus- tancia de precepto; con no pequerio consuelo de que aun antes parece que prevenia mi obediencia vuestra pasto- yal insinuacién, como a vuestra direccién, inferido del asunto y pruebas de la misma Carta. Y, a la verdad, yo nunca he escrito sino violentada y forzada y solo por dar gusto a otros; no solo sin complacencia, sino con positi- va repugnancia, porque nunca he juzgado de mi que ten- ga el caudal de letras e ingenio que pide la obligacién de quien escribe; y asi, es la ordinaria respuesta a los que me instan, y mas si es asunto sagrado: Qué entendimien- to tengo yo, qué estudio, qué materiales, ni qué noticias para cso, sino cuatro bachillerias superficiales? Dejen eso para quien lo entienda, que yo no quiero ruido con el 11 Minorem spei, maiorem benefacti gloriam pereunt: hay menor gloria en las es- peranzas, y mayores en las beneficencias. 2 Atenagorica: digna de la sabiduria de Atenea. Santo Oficio, que soy ignorante y tiemblo de decir alguna proposicién malsonante o torcer la genuina inteligencia de algun lugar. Yo no estudio para escribir, ni menos para enseniar (que fuera en mi desmedida soberbia), sino solo por ver si con estudiar ignoro menos. Asi lo respondo y asilo siento. El escribir nunca ha sido dictamen propio, sino fuerza ajena; que les pudiera decir con verdad: Vos me coegistis*. Lo quesi es verdad que no negaré (lo uno porque es notorio a todos, y lo otro porque, aunque sea contra mi, me ha he- cho Dios la merced de darme grandisimo amor a la verdad) que desde que me rayé la primera luz de la razén, fue tan vehemente y poderosa la inclinacion a las letras, que ni aje- nas reprensiones —que he tenido muchas—,, ni propias re- flejas —que he hecho no pocas—, han bastado a que deje de seguir este natural impulso que Dios puso en mi. Entréme religiosa, porque aunque conocia que tenia el estado de cosas (de las accesorias hablo, no de las for- males), muchas repugnantes a mi genio, con todo, para la total negacion que tenia al matrimonio, era lo menos desproporcionado y lo mds decente que podia elegir en materia de la seguridad que deseaba de mi salvacion; a cuyo primer respeto (como al fin mas importante) cedie~ ron y sujetaron la cerviz todas las impertinencillas de mi _ genio, que eran de querer vivir sola; de no querer tener ocupacién obligatoria que embarazase la libertad de mi estudio, ni rumor de comunidad que impidiese el sosega- do silencio de mis libros. 8 cosgistis: latinismo, del verbo cogo, que significa aniraar, fomentar, estimular. 17 18 Volvi (mal dije, pues nunca cesé); prosegui, digo, a la estudiosa tarea (que para mi era descanso en todos los ratos que sobraban a mi obligacién) de leer y mas leer, de estudiar y mas estudiar, sin mas maestro que Jos mismos libros. Ya se ve cudn duro es estudiar en aquellos carac- teres sin alma, careciendo de la voz viva y explicacién del maestro; pues todo este trabajo sufria yo muy gustosa por amor de las letras. jOh, si hubiese sido por emus Tios, que era lo acertado, cuanto hubiera merecido! Bien que yo procuraba elevarlo cuanto podia y dirigivlo a su servicio, porque el fin a que aspiraba era a estudiar foc logia, pareciéndome menguada inhabilidad, siendo cat6- lica, no saber todo lo que en esta vida se puede alcanzar, yor medios naturales, de los divinos misterios. : Con esto prosegui, dirigiendo siempre, como he di- cho, los pasos de mi estudio a la cumbre de la Sagrada Teologia; pareciéndome preciso, para Megar a ella, subir por los escalones de las ciencias y artes humanas; por que gcomo entendera el estilo de la Reina de las Ciencias quien atin no sabe el de las ancilas*? gComo sin Logica sabria yo los métodos generales y particulares con que asta escrita la Sagrada Escritura? ,Cémo sin Retorica en- tenderia sus figuras, tropos y locuciones? gCémo sin Fisi- ca, tantas cuestiones naturales de las naturalezas de los animales de los sacrificios, donde se simbolizan tantas cosas ya declaradas, y otvas muchas que hay? sCémo si el sanar Satil al sonido del arpa de David fue virtud y fuerza natural de la mtisica, 0 sobrenatural que Dios quiso po- ierva, esclava, criada. ner en David? ;Cémo sin Aritmética se podran entender tantos cémputos de arios, de dias, de meses, de horas, de hebdémadas? tan misteriosas como las de Daniel, y otras para cuya inteligencia es necesario saber las naturale- zas, concordancias y propiedades de los numeros? 3Cémo sin Geometria se podran medir el Arca Santa del Testa- mento y la Ciudad Santa de Jerusalén, cuyas misteriosas mensuras hacen un cubo con todas sus dimensiones, y aquel repartimiento proporcional de todas sts partes tan maravilloso? ;Cémo sin Arquitectura, el gran Templo de Salomén, donde fue el mismo Dios el artifice que dio la -disposicion y la traza, y el Sabio Rey solo fue sobrestante que la ejecuté; donde no habia basa sin misterio, colum- ha sin simbolo, cornisa sin alusion, arquitrabe sin signi- icado; y asi de otras sus partes, sin que el mas minimo lete estuviese solo por el servicio y complemento del te, sino simbolizando cosas mayores? ;Cémo sin gran- conocimiento de reglas y partes de que consta la His- ja se entenderan los libros historiales? ..Lo que si pudiera ser descargo mio es el sumo tra- no solo en carecer de maestro, sino de condiscipu- con quienes conferir y ejercitar lo estudiado, tenien- ‘lo por maestro un libro mudo, por condiscipulo un ‘0 insensible; y en vez de explicacién y ejercicio mu- estorbos, no solo los de mis religiosas obligaciones stas ya se sabe cudn util y provechosamente gastan po), sino de aquellas cosas accesorias de una co- : como estar yo leyendo y antojarseles en la cel- mnadas: periodo de siete aos. 19 20 da vecina tocar y cantar; estar yo estudiando y pelear dos criadas y venirme a constituir juez de su pendencia; estar yo escribiendo y venir una amiga a visitarme, haciéndo- me muy mala obra con muy buena voluntad, donde es preciso no solo admitir el embarazo, pero quedar agrade- cida del perjuicio. Y esto es continuamente, porque como los ratos que destino a mi estudio son los que sobran de Jo regular de la comunidad, esos mismos les sobran a las otras para venirme a estorbar; y solo saben cuanta ver- dad es esta los que tienen experiencia de vida comuin, donde solo la fuerza de la vocacién puede hacer que mi natural esté gustoso, y el mucho amor que hay entre mi y mis amadas hermanas, que como el amor es union, no hay para él extremos distantes. Yo confieso que me hallo muy distante de los térmi- nos de la sabiduria y que la he deseado seguir, aunque a longe®. Pero todo ha sido acercarme mas al fuego de la persecuci6n, al crisol del tormento; y ha sido con tal ex- tremo que han Ilegado a solicitar que se me prohtha el es- tudio. Una vez lo consiguié una prelada muy santa y muy candida que creyé que el estudio era cosa de Inquisicién y me mandé que no estudiase. Yo la obedeci (unos tres me- ses que dur6 el poder ella mandar) en cuanto a no tomar libro, que en cuanto a no estudiar absolutamente, como no cae debajo de mi potestad, no lo pude hacer, porque aunque no estudiaba en los libros, estudiaba en todas las cosas que Dios crié, sirviéndome ellas de letras, y de libro toda esta maquina universal. Nada veia sin refleja; nada 6 alonge: de lejos. oia sin consideracion, aun en las cosas mds menudas y materiales; porque como no hay criatura, por baja que sea, en que no se conozca el me fecit Deus’, no hay alguna que no pasme el entendimiento, si se considera como se debe. Asi yo, vuelvo a decir, las miraba y admiraba todas; de tal manera que de las mismas personas con quienes hablaba, y de lo que me decian, me estaban resaltando mil consideraciones: ;De dénde emanaria aquella varie- dad de genios e ingenios, siendo todos de una especie? @Cuéles serian los temperamentos y ocultas cualidades que lo ocasionaban? Si veia una figura, estaba combinan- do la proporcién de sus lineas y medidndola con el enten- dimiento y reduciéndola a otras diferentes. Pasedbame algunas veces en el testero de un dormitorio nuestro (que @s una pieza muy capaz) y estaba observando que siendo s lineas de sus dos lados paralelas y su techo a nivel, la ta fingia que sus lineas se inclinaban una a otra y que techo estaba més bajo en lo distante que en lo préxi- : de donde inferia que las lineas visuales corren rec- , pero no paralelas, sino que van a formar una figura amidal. Y discurria si seria esta la razén que obligé a antiguos a dudar si el mundo era esférico 0 no. Por- » aunque lo parece, podia ser engafio de la vista, de- ttrando concavidades donde pudiera no haberlas. ste modo de reparos en todo me sucedia y sucede re, sin tener yo arbitrio en ello, que antes me suelo lay porque me cansa la cabeza; y yo creia que a todos ia esto mismo y el hacer versos, hasta que la expe- it Deus: Dios me hizo. 2A. 22 riencia me ha mostrado lo contrario; y es de tal manera esta naturaleza o costumbre, que nada veo sin segunda consideracién. Pues :qué os pudiera contar, Sefiora, de los secretos naturales que he descubierto estando gui- sando? Veo que un huevo se une y frie en la manteca 0 aceite y, por contrario, se despedaza en el almibar; ver que para que el aziicar se conserve fluida basta echarle una muy minima parte de agua en que haya estado un membrillo u otra fruta agria; ver que la yea y clara de un mismo huevo son tan contrarias, que en los unos, que sirven para el azticar, sirve cada una de por si y juntos no. Por no cansaros con tales frialdades, que solo refiero por daros entera noticia de mi natural y creo que os causaré risa; pero, sefiora, ¢qué podemos saber las mujeres sino filosofias de cocina? Bien dijo Lupercio Leonardo® que bien se puede filosofar y aderezar la cena. Y yo suelo de- cir viendo estas cosillas: Si Aristoteles hubiera guisado, mucho mas hubiera escrito. Y prosiguiendo en mi modo de cogitaciones®, digo que esto es tan continuo en mi que no necesito de libros; y en una ocasion que, por un grave accidente de estémago, me prohibieron los médicos el es- tudio, pasé asi algunos dias, y luego les propuse que era menos datioso el concedérmelos, porque eran tan fuertes y vehementes mis cogitaciones. ...Si estos, Sefiora, fueran méritos (como los veo por tales celebrar en los hombres), no lo hubieran sido en mi, porque obro necesariamente, Si son culpa, por la misma 8 Lupercio Leonardo de Argensola (1559-1613): historiador y escritor espariol conocido por sus poemas clasicistas y por su desempeno como cronista ma- yor de la Corona de Aragon. 9 cogitaci6n: reflexion. raz6n creo que no la he tenido; mas, con todo, vivo siem- pre tan desconfiada de mf, que ni en esto ni en otra cosa me fio de mi juicio; y asi remito la decisién a ese sobera- no talento, sometiéndome luego a lo que sentenciare, sin contradiccién ni repugnancia, pues esto no ha sido mas de una simple narracién de mi inclinacién a las letras. Confieso también que con ser esto verdad tal que, como he dicho, no necesitaba de ejemplares, con todo no me han dejado de ayudar los muchos que he leido, asi en divinas como en humanas letras. Porque veo a una Dé- bora’? dando leyes, asi en lo militar como en lo politico, y gobernando el pueblo donde habia tantos varones doc- tos. Veo una sapientisima reina de Saba, tan docta que se atreve a tentar con enigmas la sabiduria del mayor de los sabios, sin ser por ello reprendida, antes por ello sera juez ‘de los incrédulos. Veo tantas y tan insignes mujeres: unas dornadas del don de profecia, como una Abigail; otras le persuasion, como Ester; otras, de piedad, como Rahab; as de perseverancia, como Ana, madre de Samuel; y as infinitas, en otras especies de prendas y virtudes. El venerable Doctor Arce (digno profesor de Escritu- por su virtud y letras), en su Studioso Bibliorum excita cuestion: An liceat foerninis sacrorum Bibliorum studio mbere? eaque interpretari?™ Y trae por la parte contra- das las mujeres a las que hace referencia Sor Juana en este pirrafo son jombradas en la Diblia y reconocidas por su sabiduria you fidelidad a ios, En una sociedad dominada por los hombres, estas mujeres aparecen 0 referentes para el Pueblo de Israel. liceat foeminis sacrorum Bibliorum studio incumbere? eaque interpretari?: itd permitido a las mujeres dedicarse al estudio de las Santas Escrituras lacer su interpretacién? 23 24 ria muchas sentencias de santos, en especial aquello del Apéstol: Mulieres in Ecclesiis taceant, non enim permittitur eis loqui!, etc. Trae después otras sentencias, y del mis- mo Apéstol aquel lugar ad Titum: Anus similiter in habitu sancto, bene docentes'’, con interpretaciones de los San- tos Padres; y al fin resuelve, con su prudencia, que el leer publicamente en las catedras y predicar en los piilpitos, no es licito a las mujeres; pero que el estudiar, escribir y ensefiar privadamente, no solo les es licito, pero muy provechoso y util; claro esta que esto no se debe enten- der con todas, sino con aquellas a quienes hubiere Dios dotado de especial virtud y prudencia y que fueren muy provectas y eruditas y tuvieren el talento y requisitos ne- cesarios para tan sagrado empleo. Y esto es tan justo que no solo a las mujeres, que por tan ineptas estan tenidas, sino a los hombres, que con solo serlo piensan que son sabios, se habia de prohibir la interpretacién de las Sa- gradas Letras, en no siendo muy doctos y virtuosos y de ingenios déciles y bien inclinados; porque de lo contrario creo yo que han salido tantos sectarios y que ha sido la raiz de tantas herejias; porque hay muchos que estudian para ignorar, especialmente los que son de animos arro- gantes, inquietos y soberbios, amigos de novedades en la Ley (que es quien las rehtisa); y asi hasta que por decir lo que nadie ha dicho dicen una herejia, no estan contentos. {2 Mulieres in Ecclesiis taceant, non enim permittitur eis loqui: Que las mujeres callen en las iglesias, no les est4 permitido hablar. 13 Anus similiter in habitu sancto, bene docentes: Asimisme, que las ancianas ‘mujeres en hébitos santos ensefian el bien. .jOh, cudntos dafios se excusaran en nuestra repu- blica si las ancianas fueran doctas como Leta", y que su- pieran ensefiar como mandan San Pablo y mi Padre San Jeronimo! Y no que por defecto de esto y la suma flojedad en que han dado en dejar a las pobres mujeres, si algunos padres desean doctrinar mas de lo ordinario a sus hijas, les fuer2a la necesidad y falta de ancianas sabias, a llevar maestfos hombres a ensefiar a leer, escribir y contar, a to- car y otfas habilidades, de que no pocos dafios resultan, como s¢ €xperimentan cada dia en lastimosos ejemplos de desiguales consorcios, porque con la inmediacién del trato y la comunicacién del tiempo, suele hacerse facil lo que no Se penso ser posible. Por lo cual, muchos quieren mas dejar barbaras e incultas a sus hijas que no expo- nerlas 4 tan notorio peligro como la familiaridad con los hombres lo cual se excusara si hubiera ancianas doctas, como quiere San Pablo, y de unas en otras fuese suce- diendo ¢! magisterio como sucede en el de hacer labores ylo demas que es costumbre. Porque gqué inconveniente tiene que una mujer anciana, docta en letras y de santa conversacion y costumbres, tuviese a su cargo la educa- cién de las doncellas? Y no que estas o se pierden por fal- ta de doctrina o por querérsela aplicar por tan peligrosos _ medios cuales son los maestros hombres, que cuando no hubiera ™As riesgo que la indecencia de sentarse al lado de una Mujer verecunda* (que aun se sonrosea de que la Th [ota (383 d. C.-383 d. C.): segunda emperatriz romana, esposa del empera- dor Graciano del Imperio romano de Occidente. 415 yereaunda: que se avergitenca, 25 26 mire a la cara su propio padre) un hombre tan extrafio, a tratarla con casera familiaridad y a tratarla con magistral Ianeza, el pudor del trato con los hombres y de su con- versacién basta para que no se permitiese. Y no hallo yo que este modo de ensefiar de hombres a mujeres pueda ser sin peligro, si no es en el severo tribunal de un con- fesonario o en la distante docencia de los pulpitos 0 en el remoto conocimiento de los libros, pero no en el manoseo de la inmediaci6n. Y todos conocen que esto es verdad; y con todo, se permite solo por el defecto de no haber an- cianas sabias; luego es grande dafio el no haberlas. Todo esto pide mas leccién de lo que piensan algunos que, de meros gramaticos, 0 cuando mucho con cuatro términos de Samulas, quieren interpretar las Escrituras y se aferran del Mulieres in Ecclesiis taceant’*, sin saber como se ha de entender. Y de otro lugar: Mulier in silen- tio discat’’, siendo este lugar mas en favor que en contra de las mujeres, pues manda que aprendan, y mientras aprenden claro esta que es necesario que callen. Y tam- bién esta escrito: Audi Israel, et tace’®; donde se habla con toda la coleccién de los hombres y mujeres, y a todos se manda callar, porque quien oye y aprende es mucha ra- zon que atienda y calle. Y si no, yo quisiera que estos in- térpretes y expositores de San Pablo me explicaran cémo entienden aquel lugar: Mulieres in Ecclesiis taceant. Porque olo han de entender de lo material de los ptlpitos y cate- dras, o de lo formal de la universalidad de los fieles, que 16 Mulieres in Bvclestis taceant: Las mujeres deben callar en las iglesias. 1? Mutier in silentio discat: La mujer aprende en silencio 18 Audi Israel, et tace: Escucha, Israel, y calla. es la Iglesia. Si lo entienden de lo primero (que es, en mi sentir, su verdadero sentido, pues vemos que, con efec- to, no se permite en la Iglesia que las mujeres lean pu- blicamente ni prediquen), gpor qué reprenden a las que privadamente estudian? Y si lo entienden de lo segundo y quieren que la prohibicién del Apéstol sea trascenden- creto se permita escribir ni estu- vemos qué la Iglesia ha permiti- do que escriba una Gertrudis, una Teresa, una Brigida, la muchas? Y si me dicen que estas talmente, que ni en lo se diar alas mujeres, ¢c6mo monja de Agreda y otras ero no obsta a mi argumento; lo nn de San Pablo es absoluta g sin excepcion de santas, eran santas, es verdad, p primero, porque la proposicié y comprende a todas las mujere: pues también en su tiempo lo eran Marta y Maria, Mar- cela, Maria madre de Jacob, y salomé, y otras muchas que habia en el fervor de la primitiva Iglesia, y no Jesiex- ceptta; y ahora vemos que la Iglesia permite escribir a las mujeres santas y no santas, pues la de Agreda y Maria de la Antigua no estan canonizadas y corren sus escri- tos; y ni cuando Santa Teresa y estaban: luego la prohibicién de 5am Pablo solo miré ala publicidad de los pulpitos, pues si el Apéstol prohibiera el escribir, no lo permitiera la Iglesia. Pues ahora, yo no me 1 —que fuera en mi muy desmedida pre- suncién—; y el escribir, mayor talento que el mio requie- nn, Asi lo dice San Cipriano: Jas demas escribieron, lo atrevo a ensefia: re y muy grande consideraci6: one Gravi consideratione indigent, quae scribimus"®. Lo que solo ‘ 2 imos requiere 19 Gravi consideratione indigent, quae seribimus: Lo ave escribimos req seria consideracion. 27 28 he deseado es estudiar para ignorar menos: que, segiin San Agustin, unas cosas se aprenden para hacer y otras para solo saber: Discimus quaedam, ut sciamus; quaedam, ut faciamus”. Si el crimen esté en la Carta Atenagérica, gfue aqué- lla mas que referir sencillamente mi sentir con todas las venias que debo a nuestra Santa Madre Iglesia? Pues si ella, con su santisima autoridad, no me lo prohibe, gpor qué me lo han de prohibir otros? éLlevar una opinion contraria de Vieira fue en mi atrevimiento, y no lo fue en su Paternidad Ievarla contra los tres Santos Padres de la Iglesia? Mi entendimiento tal cual jno es tan libre como el suyo, pues viene de un solar? jEs alguno de los prin- cipios de la Santa Fe, revelados, su opinion, para que la hayamos de creer a ojos cerrados? Demas que yo ni falté al decoro que a tanto var6n se debe, como aca ha faltado s1 defensor, olvidado de la sentencia de Tito Lucio: Artes committatur decor®'; ni toqué ala Sagrada Compafiia en el pelo de la ropa; ni escribi mas que para el juicio de quien ne lo insinué; y segtiin Plinio, non similis est conditio pu- Llicantis, et norinatim dicentis”. Que si creyera se habia de publicar, no fuera con tanto desalino como fue. Si es, como dice el censor, herética, gpor qué no la delata? y con eso él quedara vengado y yo contenta, que aprecio, como 20 Diecimus quaedam, ut sciamus: quaedam, ut faciamus: Aprendemos algunas cosas para saberlas, otras para hacerlas. ‘1 Artes committatur decor: Las artes acomparian al decoro. 22 non similis est conditio publicantis, et nominatim dicentis: No es igual la con- dicion del que publica que la del que sclo dice. debo, mas el nombre de catdlica y de obediente hija de mi Santa Madre Iglesia, que todos los aplausos de docta. Si esta barbara —que en eso dice bien—, riase, aunque sea con la risa que dicen del conejo, que yo no le digo que me aplauda, pues como yo fui libre para disentiy de Vieira, lo sera cualquiera para disentir de mi dictamen, ...Si el estilo, venerable Sefiora mia, de esta carta, no hubieze sido como a vos es debido, os pido perdon de la casera familiaridad o menos autoridad de que tratandoos como a una religiosa de velo, hermana mifa, se me ha ol- vidado la distancia de vuestra ilustrisima persona quea veros yo sin velo, no sucediera asi; pero vos, con roasts cordura y benignidad, supliréis o enmendaréis los térmi- nos, y si os pareciere incongruo el Vos de que yo he usa- do por parecerme que para la reverencia que os debo es muy poca reverencia la Reverencia, mudadlo en el que os pareciere decente a lo que vos merecéis, que yo no me he atrevido a exceder de los limites de vuestro estilo nia ‘omper el margen de vuestra modestia. Y mantenedme en vuestra gracia, para impetrarme la livina, de que os conceda el Sefior muchos aumentos y os arde, como le suplico y he menester. De este convento : N. Padre San Jerénimo de Méjico, a primero dia del es de marzo de mil seiscientos y noventay un afios. B. V. M. vuestra mas favorecida Juana Inés de la Cruz 29

S-ar putea să vă placă și