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| Manuel Cruz | Cémo hacer cosas | con recuerdos Sobre la utilidad de la memoria _y la conveniencia de rendir cuentas Nuestra époce se ha saturado de discursos sobre la memoria: libros, cologuios, rmuuseos, leyes, son algunos de los modos en que la memoria ocupa el espacio ‘blice, poniendo de manifiesto la intensa voluntad "memorfstica” de la socie- dad actual, La saturacién, no obstante, produce més confusion que claridad, genera més ruido que sentido y trivializa aquello de lo que se ocupa. De alli la radical importancia de esta obra de Manuel Cruz. Cémo hacer cosas con recuerdos establece una distinci6n entre los usos reivindicativos, la vocacién puramente archivist manipulacién politica, por un lado, y las potencias que la memoria tiene para produicir futuro, por el mnt Manuel Cruz (Barcelona, 1951) Es catedrético de filosofia contemporénea en le Universidad de Barcelona. Ha sido profesor visitante en reas universidades e peas y americans, asi como investigador en el Instituto de Filosofia del Consejo Superior de Investigaciones Cientificas ~csic~ (Madea). ‘Autor de més de una docena de libros y compilador de otros tantos volimenes coletivos, ba escrito introdueciones @ Wittgenstein (Conferencia sobre ética) y Hannah Arendt (La condicién humana y De la historia Director de varias colecciones de pensamiento, forma parte del consejo de redaccién de numerosas revistas de su especialidad, tanto nacionales como extrar CColabora habitualmente en los diarias esparioles El Pais La Vanguardia, y en el argentino Clarin, Es asimismo colaborador de la ca sen. Dirige la revista Barcelona ¥ Su programa de trabajo, situado en el marco general de una reconsideracin de la categorfa de sujeto y un anélisis critico del concepto de historia, se ha centrado blkimamente en una reflexion sobre el lugar que ocupa el pasado ‘on el imaginario colactivo de las sociedades occidentales desarrolladas, sirviéndose de calegorias como las de identidad, responsabilidad y memoria Cémo hacer cosas con recuerdos Del mismo autor “a ris del staniomes eas Althusser” Barcelona, 1977 El Historiciomo, Barcelona, 98 Narratvidd: la nueva sitesi, Barcelo, 1986 Del pensary’sus objets, Madd, 1988 aturalisme dialectic, Barcelona, 1985 la Historia, Bareelona, 991 eA quien pertenace lo ocurid, Madrid 1995 Hacer cargo, Barcelona, 1999 Cuando la realidad rompe a hablar, Bac Flosofia contemporinea, Madrid, 2002 Le area de pensar, Barcelona, 3006 as malas pasadas del pasado, Barcelona, 1005 Manuel Cruz Cémo hacer cosas con recuerdos Sobre la utilidad de la memoria y la conveniencia de rendir cuentas Primera edilén, 2007 © Manuel Griz, 2007 © Kate Editores Sinclair 2949, 0 B 1425 Buenos Aires erin Gonztler, 59 Bajo A 28008 Madrid ‘wwnw.katzeditores.com ISBN Argentina 978-987-1283-58°5 ISBN Espana: 978-84-96859.11.) 1. Ensaya 1, Titulo co 864 Flecntenide i clectual de esta obra oe encuentra rotegido por diversas leyes ytratades internacionales ue proibon la reproduccion integra o exractade, ‘ealids por cualauierprocedimiento, que no cugale on la autoviacion exprese dl dtr Diseno de colecién:tholén kunst TImpreso on le Argentina por Latingréca SRL. Hecho el dapésito que mares la ley 1.725, Nota previa. Volver sobre los propios pasos PRIMERA PARTE. NECESITADOS DE MEMORIA 1, De la memoria y el tiempo 1, El presente respira por la historia nt. Recordamos mal SEGUNDA PARTE, RENDIR CUENTAS 1. Responsabilidad, responsables y respondones v. sQuién ha sido? v1. Por un naturalismo diatéet (tesis provisionales) APENDICE, OTRAS INCURSIONES vt, Delo que no se puede hacer, lo mejor es hablar (a propésito de Ludwig Wittgenstein) vt. El siglo como unidad de medida Epilogo, Meditacién del insomne iloge A Antonio Beltran, fatigado, como yo, de tanto todo El presente volumen ha sido realizado en el marco de las actividades del Proyecto de Investigacién HUM 2006-02606/F1S0, financiado por el Ministerio Espanol de Edueacién y Ciencia, Digs hizo el mundo redondo para que nunca podamos ver demasiado lejos el camino, Isak Dinesen Laalegria que me producen mis pensamientos es la que me produce mi propia, extrata vida, Ludwig Wittgenstein Nota previa Volver sobre los propios pasos Laseleccién de los textos con los que el lector se va a encontrar 1 continuacién ha seguido un criterio primordialmente temé- tico, Se han escogido aquellos fragmentos 0 capitulos de mis libros que incidian en los temas anunciados en el titulo (y sub- litulo) del volumen, es decir, que de una u otra manera tenian ‘que ver con la memoria, a responsabilidad y el pasado. En nin- xin momento se ha planteado ~conviene dejarlo claro cuanto antes confeccionar una especie de antologia de mi mismo en |i que pudiera apreciarse la evolucién de mi trayectoria,la secuen- cia de asuntos en los que me he ido interesando o la particular manera en que he pasado de la preocupacién por ciertas cues- tiones ala obsesi6n por otras. Un proyecto asi s6lo hubiera tenido sentido sobre la base de un supuesto que me parece del todo inve- rosimil,y €s que pudiera haber lectores interesados en semejante peripecia, Como estoy convencido de que no es el caso (y si se «lier la circunstancia, para mi incomprensible, de que existiera alguno, semejante rareza no justficaria en modo alguno que se le dedicara un libro), he aplicado mis esfuerzos a reunir aque- llos de entre mis materiales que abordan problemas ~ellos 8 «le indudable interés en este momento en nuestra sociedad. He reflexionado bastante sobre esto iltimo a la hora de editar los materiales que componen el presente volumen, A fin de 12 | Con aces cosas con nécuenoES cuentas, mis palabras fueron siendo escritas en contextos deter- ‘minados, procurando dar respuesta a algunas de las incitacio- nes que aquéllos me iban planteando. Al categorizar dicha res- puesta, al intentar darle una cierta forma abstracta y general, en el fondo estaba poniendo a prueba su universalidad, el valor de verdad que pudiera contener. Por eso precisamente, retocar los enunciados, adecuarlos presuntamente ala realidad actual desde la que los nuevos lectores los interpretaran, tendria algo de profundamente deshonesto.’ Porque el mejor servicio que un texto puede prestara quien lo lee es precisamente el de poner en cuestién algunos de los convencimientos basicos, indiscu- tidos, obvios, con los que éste venia funcionando. Si por prote- germe del reproche de anacronismo (0 cualquier otro seme- jante) dijera aquellas cosas que supongo que mis nuevos lectores estin esperando encontrar escritas, los estaria privando de la oportunidad, no ya de criticarme eso serfa manifiestamente Jo de menos- sino de beneficiarse de una mirada distinta sobre su realidad, de contemplarla, aunque s6lo fuera por un segundo, bajo una luz diferente. 1a expectativa es legitima, Mas all de las enormes diferen- cias con las que los mismos problemas se plantean en distintas ctapas, la persistencia de determinadas preocupaciones invita @ sospechar que estamos ante dimensiones constituyentes de lo que bien pudiéramos llamar, utilizando la expresién arend- tiana que da titulo a una de sus obras mayores, la condicién humana. Porque humano, insobornablemente humano, ¢s el impulso que nos lleva a confrontarnos con nuestro pasado, a medirnos con él, a intentar extraer del relato de lo ocurrido "De ahi tambien que, en un plano ms ténico apenas + hayan Hevado a cabo unas pocas mosifiacionesen las notas a pe de pagina, anadienda la version en espanol de textos originariamente citados en otras lenguas, 0 incarpo. rando, en contadisimasocasiones, alguna nueva referencia bibiogefia. NOTA PREVIA. VOUYER SOBRE L05 PROPIOS P4S0S 113 lecciones que nos ayuden a proseguir nuestra andadura, libe- raclos, en lo posible, de lo peor de nosotros mismos. Husiona~ «los, en la medida en que nos dejen, en vivir juntos de otra snanera. Aunque respeto y admiro infinitamente a Angel Gonzalez, tengo mis dudas respecto a que —como sostiene en sus “Glosas 1 Ieraclito” ~las dos tinicas cosas que permanezcan sean la His- toria y la morcilla de su tierra, Quiero pensar que hay algo, trlacionado con eles tad de permanencia, ese empetio, casi desesperado,en no dejarse wrrastrar por la corriente del olvido, Podemos denominar a dicho wemento curiosidad, avidez, desazén o cualquier otro término sndlogo que aluda a una reaccién ante el mundo que parece sonstituirnos, hacernos ser quienes somos. O hacernos ser "\guien, por lo menos. Quiero pensar que tal registro existe, y 'u, que también comparte esa volun- ‘que, ademas, la mas contundente prueba de su existencia se esta iwoduciendo en estos mismos momentos. En el hecho de que ‘stemos coincidiendo, a distancia y a destiempo, dos personas: suien escribié estas lineas una agradable mafiana de prima- ahora ~quiza de pie ante la mesa de novedades de ia 0, demasiado tarde, ya arrellanado en el soft de su casa~ s lineas, esbozando una sonrisa ~como el que se siente siudido 0 descubierto-. Que no se preocupe este tiltimo. A fin tle cuentas, se trata de un secreto a voces: pensar lo que pasa ‘presenta un requisito, no del fil6sofo (aunque a algunos les encante creerlo) sino de todo aquel que aspira a una existencia ‘ninimamente intensa. Lo propio del filésofo tal ver sea otro usgo, susceptible de expresarse al menos de dos maneras. En «leterminadas ocasiones el filésofo es aquel capaz de ver algo onde los demas no ven nada y, en otras, precisamente el que tyconoce el vacio, el hueco perfecto, la absoluta carencia de fun- amento deo que hay. Quien constata el generalizado absurdo 141 CONG HACER COSAS CON AECUERDOS ‘que nos rodea y que ~sarcasmos de la vida en comtin en este extrafio mundo que nos ha correspondido en suerte~el resto de los mortales tiende a vivir como felicidad 0, peor aun, como ple- nitud. Ya que pas6 de largo ante nosotros -por lo visto, defini tivamente~ el tren de la lucidez, conservemos al menos la dig- nidad de no caer en el ridiculo. Barcelona, 1 de abril de 2007 Primera parte Necesitados de memoria I Dela memoria y el tiempo* En & principio era el cuerpo. En un extremo del arco encontra- ‘mosal hombre como especie, en el otro al yo, ala persona, el rol social a la sociedad ya estratificada en definitiva: la historia de la humanidad es la historia de este recorrido. En las especies animales no existe el yo mas que, como mucho, como pavoneo sexual. En ellas lo que se da es una reaccién simpatica primi- tiva, que a veces también se produce en el hombre, pero de una manera epis6dica. En el animal, en cambio, es un modo de ser, ‘una empatia profunda por a que un individuo se comunica con otro miembro de su especie, ¢ incluso es posible que con miem- bros de otras especies. Se trata de una comunicacién simpé- tica, de una solidaridad infame que en el hombre no existe. Con todo, algo de esto perdura en él en la medida en que esta dotado de cuerpo. Sin embargo, el retorno a esa animalidad esté vetado por la sociedad, porque significaria el retorno ala desaparicion de todo yo, como en determinadas especies ani- ‘males, Prohibici6n aqui no equivale a coaccién (aunque en cier- tas épocas exista el encierro), sino a socializacién de un cierto tipo, que culminaré en la invencién del yo. El proceso es en buena ‘medida irreversible, en funci6n de la calidad de las instancias Inco originalmenteen Manuel Cruz, Narratividad la nueva sitesi Barcelona, Peninsula, 19 18 1 Cano Wacen cosas con neCuERONS ue intervienen, Quiere decirse, por tanto, que un planteamiento cen términos de alternativa yo o locura (identificada con anima- lidad) es, salvo excepciones, erréneo porque olvida la existencia y las caracteristicas del proceso, La locura es mucho més mala socialidad que retorno a la animalidad. “Mala” en un sentido amplio, que se allegaria ala maxima sartreana de que el infierno son los otros. En todo caso, pueden serlo, ;0 es que no hay un ingrediente de locura en esa iniitil administracién de los afec- tos y ls intensidades que configura la vida cotidiana “normal” dela mayoria de los hombres? ;No es ese ingrediente el que esta- lla'a poco que se tensione dicha cotidianidad? La locura tiene mucho de identidad insatisfecha Pero no basta con sefalar que la ruina de la identidad cons- tituye el ndicleo dela demencia. Tan s6lo con esto pareceria ins hnuarse que la identidad es algo dado (aunque sea hist6rica mente), cuasinatural, cuya vida social representa siempre una amenaza. esta idea le corresponde la t6pica vision de la infan: cia como nica edad de plenitud. Pero la identidad no es un don de nadie, sino un producto, elaborado en buena medida por nosotros mismos a partir de los materiales preexistentes y de acuerdo con unas determinadas reglas. Por de pronto, la iden. tidad presupone Ja memoria,'en un sentido que va més alld de 'a primera organizacién de lo sensible de la que nos habla Aris {6teles en el arranque de la Metafisica (comtin por lo demés a hombres y animales). La memoria del sujeto se refiere en lo fun- damental a si mismo: es a primera expresi6n de la autoconcien- cia Un mundo absolutamente diverso, en el que nada fuera igual a nada, equivaldria en sus efectos a un mundo del todo homo- sgéneo: seria tan imposible como inhabitable. El juego deo igual ¥ CL. lanocion de memoria persona” ostulada por Norman Malcolm en Three Lectures on Memory’; Kuowiege and certainly Englewood Clif, 1963 pp. 203-20, DE LA MENORIA TEL TEMPE} 19 y de lo desigual -o de la diferencia yla epeticién, que diria otro~ se inicia en el propio sujeto, que de esta manera empieza a con- ligurarse como tal. Porque si el reconocimiento es la operacién por la que se instituye el sujeto, segtin se dijo al principio, la memoria, habria que afadir ahora, representa el ejercicio de (auto)reconocimiento originario, el movimiento que funda la pposibilidad del sujeto* y del mundo social por entero. Por supuesto que la memoria no es espejo fiel ni receptaculo neuro, Por el contrario, es activa, parcial, deformante, intere- sada, Precisamente por eso interviene en la constitucién del sujeto, Una memoria especular no crearfa nada; como mucho ‘nos ratificaria en lo existente, La imagen pasiva de la memoria parece ocultar una voluntad de desconocimiento de la propia identidad,’ Por lo mismo, tampoco se agota la esencia de aqueé: Hla en su funcién instrumental, por importante que sea. Cierto 2 Como se sabe, en 10s imites del semtdoStrawson localiza en este punto lo aque considera superiridad de Kant sobre Hume en el ratamento del sujeto Textualmente firma: "Cuando un hombre un sujeto de experiencia) se ascribe as mismo un estado de conciencia en curso o directamente recordado, nose requiere en absolut el uso de ningsin criteria de dentidad Personal para justifcar su empleo del pronombre'yo' para reerre al sujeto de es experiencia, No tendrla sentido pensar a doce Peta experienc interna esti teniendo lugar, pero, me ests ocurriendo a m2 (ste Sentimiento es clea, pero say yo quien la sient?) No tenia, tampoco, sentido pensar o decir: Recwerdo claramente que esa experiencia intern two lugar, pero ame ocurré ami? (Recuerdoaquel tribe sentimiento de pérdida, pero iui yo quien lo sent). No hay nada que uno pueda por lo tanto, encontrarseo recordar ene campo dela experiencia interna gue petmitasusctarla cuestin de aplica erterios de identidad del suet pars determinar sl experiencia en curso orecordada pertenece a uno mismo a otro” (Peter F.Steawson, Los limites de sentido, tad. de Carlos Thiebaut, Machi, Revista de Occente, 975 p.147)-Por el contario, habia que nadir s precisamente el ejerccio dela memoel lo que hace emerger ante la ‘onciencia a propia identidad. $ Tay como ocurre ene uso puramente ciberntico del recuerda ya 201 Coma wacie cosas cou secueeoos ue son los usos de la memoria los que nos permiten avanzar, herons But empezar a cada momento desde cero, recager Ia herencia recibida. La historia toda del espritu humaroae podri hacer equivaler, desde este punto de vista, al despliegue de una Bran memoria la de la especie, Pero de nada sitve instalanee nla perspectivade fs resultados. La cuestién nos ante, dénde ser auas como de qué manera hemos llegado hasta aqui solo as! Podremos decidir sien algin momento equivocamos el camino, {a memoria ¢s una mirada humana sobre el mundo. del Ham modo que el ojo nose vea si mismo, tampoco la nemo, {ia &e Puede tomar ella misma como objeto. La memoria esapli- Xe Fefiere al propio sujeto, en primer lugar, ya los aeves n dl, en segundo. Sélo pone una con- dicion asus objets, yes que pertenezcan al pasado, La memo- foes eesent# un particular mecanismo de activacién y actun, lizacién del pasado. Una forma, si se Guiere, de luchar contra sino de sus efectos propios, l olvido, “es sima negra de faece, abiertas queacecha ala vuelta de cualquier caming” de que habla Juan Goytisolo. Los objetos de la memoria estin hehe de Taanbo: hast tl punto que se podria legar a formular, come limite conceptual, que el objeto puro de la memoris pura no es Geo auc el tiempo, La memoria arremete contra los limite det Hamre: se diriawittgensteinianamente,en la perspective iltiny

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