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MINISTERIO DEL INTERIOR

ACTAS OFICIALES
DE LAS

Sesiones celebradas por la Comisión y Sub


comisiones encargadas del estudio del

Proyecto de Nueva Constitución


Política de la República

IMPRENTA UNIVERSITARIA
ESTADO «3 - SANTIAGO DE CHILE

1928
NOTA

Con anterioridad a la Primera Sesión, S. E. el Presidente de la

República había convocado a una Asamblea a la cual asistieron


numerosas personas invitadas especialmente por S. E., como repre
sentativas de las diversas corrientes de opinión e intereses nacionales,

Después de esa reunión, se dictó el decreto que nombró la Co

misión Consultiva, las actas de cuyas sesiones son el objeto de esta


publicación.

Edbcio Torreblaxca,
Secretario de la Comisión y Subcomisiones.
PRIMERA SESIÓN DE LA COMISIÓN CONSULTIVA, FOR
MADA POR LOS SIGUIENTES SEÑORES:

Domingo Amtjnátegui Solar, Pedro León Loyola,


Emilio Bello Codesido, Arturo Lton Peña,
Luis Barros Bohgoño, Juan Esteban Montero,
Francisco Bulnes, Pedro N. Montenegro,
Héctor Boccardo, Ángel Mella,
Julio Bustos, Roberto Meza Fuentes,
Guillermo Bañados, Enrique' Oyarzún,
Enrique Barbosa, Tomás Ramírez Frías,
nolasco cárdenas, Germán Riesco,
Juan Enrique Concha, Juan Serrano,
Víctor Cruz, Luis Salas Romo,
Luis Malaquías Concha, Gustavo Silva Campo,
Guillermo Edwards Matte, Óscar Schnake,
Agustín Edwards, Rafael Silva Lastra,
Emiliano Figueroa, Romualdo Silva Cortés,
Carlos Fernández Peña, Víctor Troncoso,
Pedro Fajardo, Miguel Urrutia,
J. Guillermo Guerra, Ismael Valdés Valdés,
Galvarino Gallardo Nieto, Carlos Villarroel,
Fernando García Oldini, Carlos Vicuña Fuentes,
Gregorio Guerra, Julio Velasco,
Luis Galdames, Francisco Vidal Garcés,
Antonio Huneeus, Fernando Varas Contreras,
Manuel Hidalgo, Absalón Valencia,
Ramón Jerez, Eliodoro Yáñez y
Santiago Labarca, Héctor Zañartu Prieto,
Guillermo Labarca,

nombrados por decreto N.° 1422, de 7 de Abril de 1925,


Presidió S. E. el Presidente de la República, don Arturo Ales-
sandri, actuando de Secretario el Subsecretario del Interior, don
Edeeio Torreblanca.
S. E. Excúsenme, señores, si ocupo por un instante su aten

ción, porque creo que antes de entrar a deliberar, hay conveniencia


en aclarar algunas ideas. Debo ser lo suficientemente franco para

decirles que me encuentro en estos instantes en una situación de



6 —

cierto desaliento, y para mi tranquilidad necesito aclarar algunas


ideas la franqueza que requiere la hora presente.
con

Yo tengo una convicción muy arraigada en el sentido de que

en país debe crearse un régimen institucional de Gobierno sobre


este
la base de poner fin, de una vez por todas, al más grande de los daños
que lo afligen, con consecuencias tan funestas como inevitables: me
refiero a la rotativa ministerial. Creo que es total y absolutamente
imposible hacer administración pública y trabajar por los bien en
tendidos intereses del país, sin poner coto, de una vez por todas, y
en forma definitiva, incontrarrestable, a dicha rotativa.

Para poder alcanzar este ideal no hay más que un camino : colo
car a los Ministros de Estado completamente al margen de la acción

y de la intervención de los partidos políticos, o sea, de la política


partidarista.
En mi opinión, los Ministros de Estado deben ser altos funcio
narios administrativos, que tengan la eficiencia necesaria para resol
ver y tratar los negocios de Estado. De la misma manera que cuando

se trata de formar una sociedad anónima, o establecer una industria

cualquiera, se busca a un hombre competente, a un hombre técnico


para que la dirija; así, también, en la gestión de los negocios de Es
tado debe buscarse hombres capacitados y eficientes para esta labor;
debe atenderse para elegir estos hombres única y exclusivamente a
su honorabilidad y a su eficiencia.
Al país no le importa que el Ministro de Ferrocarriles, que el
Ministro de Higiene o de Asistencia Social, o el de Hacienda, perte
nezcan al partido tal o cual; lo que al país le interesa es que ese Mi
nistro sea un hombre eficiente, que pueda atender los negocios some
tidos a su estudio y resolverlos con criterio científico, como lo recla
ma la hora actual. No hay, en verdad, cosa más difícil que gobernar

un país. El arte de gobernar está sometido hoy a normas científi


cas ... Y si se necesitan hombres de conocimientos especiales para
manejar una industria cualquiera, ¡cuánto mayores y más profundos
conocimientos no han de necesitarse para dirigir esta grande indus
tria que se llama la sociedad humana! Mientras no encontremos la
fórmula que coloque a los Ministros en la situación que señalo, creo
que perdemos lastimosamente el tiempo, que la revolución última
habrá sido inútil y que será inútil también el trabajo que estamos
haciendo ¿Por qué? Por consideraciones que aparecen naturales.
. . .

Si intervienen los partidos políticos en la formación de los Gabinetes,


si los partidos políticos fijan a su arbitrio su representación en los
Gabinetes, ocurrirá lo que hemos visto hasta hoy en esta materia,
que los repre^entanles de los partidos políticos que están en el Go
bierno, tendrán que desarrollar su acción teniendo mas en vista los
intereses de sus propios partidos que los del Estado.
Esto lo hemos venido viendo a través del tiempo; sabemos que
en la administración pública hay que posponer a veces las conside
raciones de alto interés público, para atender a especiales considera
ciones de orden secundario que interesan sólo a la política partida
rista.
Esta idea la he tenido yo siempre y la he acentuado durante
los tres y medio años de mi administración, porque durante este
tiempo he visto cómo se han estrellado inútilmente todos mis esfuer
zos en favor del bien público. Constantemente he tenido que estar

luchando contra la intervención de la política dentro del Gobierno,


o sea contra la acción de los partidos políticos dentro de la adminis

tración. Y por eso digo que mientras haya acción política parti
darista en la administración pública es totalmente imposible pre
tender hacer buen Gobierno.
Dentro de nuestro régimen parlamentario, el Presidente de la
República, en presencia de una crisis ministerial, tenía que buscar
hombres eficientes para cada cartera, hombres con la honestidad
necesaria para ser Ministros; pero tenía también que luchar con una
tercera consideración: la de que estos Ministros fueran hombres con
ambiente en el Parlamento. Y esta consideración primaba, natural
mente, sobre todas las demás, porque ese ambiente era la vida del
Ministerio, y sin esa condición el Gabinete no podía vivir. En con
secuencia, había que buscar antes que todo ese ambiente; de modo
que, la fuerza de los hechos y de las circunstancias, como ley su
prema de vida, obligaba al Presidente de la República a dejar a un
lado las consideraciones de eficiencia de los Ministros para atender
sólo al ambiente parlamentario.
Ha pasado constantemente en las organizaciones ministeriales
que al partido tal le ha correspondido el Ministerio de Hacienda,
por ejemplo, y al partido cual el de Justicia, y en muchas ocasiones
se ha encontrado el Presidente de la República con que el partido

al cual se le asignaba el Ministerio de Hacienda, no tenía hombres


competentes para ese cargo, y en cambio en otros partidos los había.
Pero era necesario sacrificar los intereses del país, del Gobierno y
de la nación, ante las consideraciones partidaristas.
Por esto yo digo que sino establecemos un régimen de Gobierno
adecuado y eficaz para que devolvamos a la administración pública
y al Gobierno de la Nación el carácter funcional y de competencia
técnica de los que dirigen los negocios del Estado, no vamos a con
seguir nada. . .

Considero que si no logramos encuadrar la reforma constitu


cional sobre estas normas, el sacrificio' que estoy haciendo será esté
ril y, en consecuencia, será innecesario que yo siga en este puesto.
Esta idea es el resultado de mi experiencia en estas materias y
la he sostenido desde el primer día que llegué al Gobierno.
Alguien pudohaberimaginadoantes que estemodo de pensar se
debía a consideraciones de carácter personal, al deseo pueril, tal vez,
de extender las atribuciones y la acción del Presidente de la Repú
blica.
Pero me parece que, si se consideran los hechos ocurridos y se
atiende a los pocos meses que me quedan de permanencia en este
puesto, hay antecedentes sobrados para que el país se convenza de
que, si puedo equivocarme, por lo menos hay la seguridad absoluta
de que procedo con sinceridad y en defensa de los intereses del país,
tal como yo los comprendo.
No se crea tampoco que, al sustentar estos principios, abogo
por la supresión del Parlamento. De ninguna manera.
Lo único que quiero es establecer la división funcional entre los
dos Poderes: que el Poder Ejecutivo administre con absoluta y en
tera independencia, que el Presidente de la República, con sus cola
boradores, respondan ante la opinión y ante el Congreso de la forma
cómo administra y ejercita sus funciones, y que el Poder Legislativo
ejerza su alta y fundamental atribución de fiscalizar, de orientar la
administración pública dentro de lo correcto, dentro de sus límites
precisos y, al mismo tiempo, dicte las leyes que convienen al Estado.
No se vaya, pues, a creer que yo pretendo establecer un régimen
dictatorial, un régimen en que el Presidente de la República sea
omnipotente. Defiendo un Gobierno en que el Presidente de la Re
pública tenga todos los controles necesarios para que no llegue a la
tiranía, un régimen en que se establezcan las medidas necesarias
para que el Ejecutivo se mueva siempre dentro de la órbita de sus
atribuciones, pero con la independencia necesaria para administrar
el Estado. Porque mientras la acción de la política partidarista esté
influyendo sobre el Presidente de la República, éste no podrá desig
nar los funcionarios en consideración a los bien entendidos
intereses del Estado, sino a los intereses político-partidaristas. Y
como los más fuertes de estos intereses son los electorales, siempre

tendrá que hacer los nombramientos por razones de carácter electo


ral, y de esta manera todos los actos de administración irán siendo
maleados y se producirá en el hecho otra vez la causa generadora de
los acontecimientos que hemos presenciado y que han estado a punto
de llevar el país al caos.
Creo que este es un punto fundamental, un punto esencial.
Cuando yo vine a hacerme cargo nuevamente de este puesto,
lo hice en tal concepto. Hablé entonces con absoluta franqueza,
con absoluta sinceridad; y cuando después nos reunimos aquí
en esta sala, dije que venía a hacer política nacional, a hacer
política
_
9 —

de bien público; que pedía la cooperación, no de dos o tres grupos


de cinco o diez grupos. .
Dije que pedía la cooperación de todas
.

las fuerzas nacionales para esta obra de redención y de salvación pú


blica, que no pedía la cooperación de un determinado núcleo de per
sonas, para aislarlas de otros grupos, ni mucho menos aceptaba la
agrupación de algunos hombres para ponerla frente a otros hom
bres. En este sentido fui explícito y claro para manifestar mi pen
samiento.
Ahora, dentro de estas normas y sin el ánimo de molestar a
nadie, .tengo el deber de hablar con franqueza. Y perdónenme los
representantes de los partidos políticos si les digo, con todo el respeto
que me merecen sus opiniones, que, dentro de mis doctrinas y en la
situación que los hechos han creado a la República, no puedo reco
nocer a los partidos políticos derecho alguno para intervenir, mien
tras yo esté en este puesto, en las gestiones ministeriales, en la forma
en que yo deba elegir a los Ministros
y ni aun en la forma en que
deba administrar el Estado.
Yo soy el que respondo ante la opinión pública, yo soy el único
que tengo derecho para elegir mis colaboradores. Si la opinión pú
blica tiene confianza en mí, me sostiene; si la opinión pública no
tiene confianza en mí, abandonaré este puesto, seguro de haber cum
plido con los dictados de mi conciencia. Pero, mientras yo esté
aquí sirviendo los ideales de la revolución con lealtad y reso
lución inquebrantables, mantendré mi independencia, porque he sido
llamado nuevamente para gobernar yo y no para ser gobernado. No
debo ni acepto ser gobernado por ninguna clase de elementos : yo no
he venido aquí para servir o defender nombres; defiendo principios,
doctrinas e ideales. Y dentro de esta doctrina, yo sostendré la inde
pendencia del Ejecutivo.
No vaya a creerse por mis palabras que estoy atacando a los
partidos políticos. He sido bastante franco para decir en la reunión
pasada que no concibo el Gobierno sin la existencia de los partidos
políticos, porque, a mi modo de ver, no cabe Gobierno sin la existen
cia de estos elementos. Los partidos políticos son agrupaciones de
hombres alrededor de determinados ideales, que los sirven, porque
creen que mediante ellos harán la prosperidad y la grandeza del país.

Yo no ataco— quede así establecido a los partidos políticos;


sólo sostengo, como lo dije en ocasión pasada, que están desorgani


zados y que marchan por mal camino. Pero creo que deben existir,
ya sea sobre la base de ideales económicos, políticos, sociales1, reli
giosos, etc. Son fuerzas sociales que tienen razón de ser y que, bien
organizados, facilitan el Gobierno de la República.
De modo que yo no ataco a los partidos políticos, sino que sos
tengo que, como estamos hoy procurando la vuelta al régimen ñor-

lO-

mal, en forma que cada función se desarrolle dentro de su órbita,


los partidos políticos no están dentro de la suya cuando quieren
imponer normas administrativas al país. Los partidos deben servir
para señalar rumbos de gobierno al Estado; pero no deben inter
venir en los detalles de la administración.
Antes de terminar deseo decir unas palabras para esclarecer un
punto importante.
Se han producido acuerdos que son del dominio público, entre
algunos partidos políticos, que me han hecho una impresión des
agradable. Los diarios han registrado acuerdos en los cuales aparece
como que existieran en el país dos peligros, que serían la resultante

de antecedentes y opiniones probadas: el peligro del militarismo y


el peligro de la dictadura del proletariado.
Yo debo declarar que estas afirmaciones me colocan en una

situación sumamente difícil, porque yo he aseverado en esta sala,

que el problema del militarismo no existe en Chile hoy día, y esto


lo repito y repetiré una y mil veces.
Yo mandé de Roma un telegrama poniendo como condición,
para regresar a la República, que las fuerzas armadas volvieran a
las actividades que les son propias, que tornaran a los cuarteles; que
no tomaran ingerencia en el Gobierno sino en las funciones inhe
rentes a su institución.
Y declaro aquí, y a la faz del país, que las fuerzas armadas cum
plieron lealmente lo que les pedí, o sea que abandonaran toda inge
rencia en el Gobierno,
No hay asociación militar alguna, pública ni privada, no hay
ningún comité militar que intervenga, directa o indirectamente, en
la marcha de! país.
El problema del militarismo no existe, y si existiera, no necesi
taría yo que la alarma viniese de fuera, sería el primero en devolverla
y combatirla con todas mis fuerzas y energías.
Las fuerzas armadas han vuelto a su actividad normal y viven
nuevamente, dentro del régimen de la disciplina.
Se me objetará que hay representantes del Ejército y la Marina
en el Ministerio. Yo contesto que en las anteriores administraciones,

y también en la mía, ha habido Ministros pertenecientes a las fuer


zas armadas, porque así lo exigían razones de carácter técnico, pe

ro siempre se ajustaron a los términos de su misión funcional, sin


intervención en la marcha política del país.
Por el contrario, en estos momentos, cuando es necesario volver
cuanto antes a la República a su régimen constitucional, para evitar
toda suspicacia, estos funcionarios han obrado con todo tino y
discreción;, todavía yo estimo que en los momentos actuales es
indispensable que haya representantes de la Marina y del Ejército

li

en el Gobierno, no para intervenir


en la vida civil de la República,

ni para mezclarse en cosas que no les corresponden, sino para volver


a las de la disciplina y para que el Presidente de la Repú
normas

blica tenga los medios más eficaces de ejercer sobre estas institucio
nes el debido control.
Por manera que todo aquello que haga pensar o creer que no
se han cumplido los
requisitos establecidos en el telegrama de Roma,
carece de fundamento.
Esto, por lo demás, nos puede llevar a la renovación de un pro
blema que está ya eliminado, que no está en el tapete de la discu
sión, que no existe.
Por otra parte, esta afirmación daña profundamente nuestro
crédito en el exterior, porque el Presidente de la República afirmó
en todos los tonos que asumía el mando sobre la base del restableci

miento de un régimen civil. Las fuerzas armadas, con un patriotismo


que les honra en alto grado y que compromete la gratitud de sus
conciudadanos, aceptaron este temperamento y lo practican leal
mente; de suerte que, si hacemos afirmaciones en contrario y en
pugna con la verdad de los hechos, inferimos inmerecido daño al
prestigio externo del país.
Por eso quiero repetir nuevamente que no existe absoluta
mente un régimen militar de control de las fuerzas armadas, y repito
que ellas cumplen con lealtad las condiciones del telegrama de Roma
y están desempeñando el rol a que están destinadas dentro de la más
absoluta y rigurosa disciplina.
Ahora, respecto al otro punto, yo no creo que haya un proble
ma social inquietante y grave. Es cierto que hay un problema social,
en cuanto el pueblo reclama un mejoramiento y ciertas reivindica
ciones, pero el Gobierno atenderá estas reformas y reclamaciones en
cuanto sean razonables y estén ceñidas a la justicia. Este Gobierno,

continuando la política que ha inspirado su administración, está


preocupado de atender a esas reformas y de dar al pueblo todas
las soluciones que reclama la justicia social dentro de la hora que
vive la humanidad, y manteniendo en todo caso el orden público y
el respeto a todos los derechos.
En esto no hay una amenaza para nadie; las peticiones serán
juzgadas y aquilatadas por el Gobierno: atendidas cuando sean jus
tas, y rechazadas cuando no lo sean.
De manera que no hay por qué alarmarse ni por qué agravar
el carácter de los problemas que existen y que han de ser pacífica
mente solucionados.
Esto no quiere decir que no abogue por la unión de todos los
partidos políticos, pues, no solamente no combato dicha idea sino
que mi fórmula es muy superior: la de la cooperación de todas las

12 —

fuerzas vitales del país, sin odios, sin resentimientos y sin rencores,
sin levantar la bandera de combate de unos contra otros. Repito una
vez más que mi deseo es el de la unión de todos los chilenos
para
hacer las reformas que el país requiere.
Me he visto en la necesidad de traer estas cuestiones al seno de
esta Asamblea ¿Por qué? Porque quiero definir mi situación.
. . .

Y por eso insisto en decir una vez más que si no se aceptan las refor
mas constitucionales a las cuales considero vinculada la salvación

del país, quiere decir que estoy de más en este puesto. Porque una
de dos: o se aceptan las reformas constitucionales que la hora pre
sente reclama, con la cooperación de todos, sin odios y sin renovar
los resentimientos del antiguo régimen, o bien otro hombre debe
tomar sobre sí las responsabilidades de la hora actual para afrontar
los problemas del momento.
En una próxima sesión propondré mi plan de reforma constitu
cional. Si la opinión pública me acompaña, seguiré adelante, si no
me acompaña, me retiraré del Gobierno sin resentimientos ni renco
res para nadie, y con el mismo cariño para todos los habitantes de
Chile y otro vendrá a este puesto a sacar al país de la situación en
que está y a darle las normas de gobierno que la mayoría de la opi
nión quiera darle.
El señor Lyon (don Arturo) —Con la venia del Excmo. señor
Presidente, quería referirme a las últimas palabras que ha pronun
ciado S. E.
Ha dicho S. E. que vería con sumo agrado la unión y la coope
ración de todos los partidos políticos con propósitos de bien público..,
S. E. He dicho la unión, no de los partidos políticos, sino la

unión de las fuerzas vitales del país. Hay que distinguir, ya que
hay fuerzas que no están representadas en los partidos políticos y
que actúan en la vida Social y económica de este país con tanta
intensidad como los propios partidos.
El señor Lyon (don Arturo). —
Pero los partidos políticos creo
que representan también una parte por lo menos de esas fuerzas.
S. E. Exacto, señor, pero no son todas.

El señor Lyon (don Arturo). —


La unión de estos partidos polí
ticos es justamente la idea a la cual se refirió S. E. el Presidente de
la República.
Cuando las personas que iniciaron estas gestiones tuvieron sus
primeras entrevistas, quedó establecido bien en claro que también
se la cooperación no solamente de todos los partidos políticos
pediría
sino la de todos aquellos que comulgaban con estas ideas y que de
seaban cooperar al resurgimiento nacional por medio de la confección
de un plan para el futuro que tuviera por objeto el progreso de todas
las instituciones.

13 —

No tuvimos entonces nosotros ningún propósito de ir ni en con


tra del Ejército ni en contra de ninguna otra entidad ni en contra
de ningún partido político ni en contra de persona alguna determi
nada. . .

Tanto es así, que en la primera entrevista que tuvimos, el señor


Oyarzún y el señor Montero sometieron a la reunión la realización
de propósitos que todos habíamos manifestado: pedir la cooperación
no solamente del Gobierno, sino también la de los militares para la

realización de nuestros objetivos.


El señor Oyarzún fué a hablar con el señor Ibáñez, Ministro de
la Guerra, el señor Cavero creo que con el señor Bello y con el señor
Jaramillo, Ministro del Interior, para darle cuenta de estos propó
sitos que abrigábamos.
Pues bien, tanto los militares como el señor Ministro del Inte
rior, manifestaron que ellos estaban de acuerdo con nosotros en esto
y que ellos cooperarían también en este afán de bien público que
nosotros les manifestamos.
Por otra parte, una persona amiga del señor Bello me había
insinuado ya que éste tenía también la aspiración de que los parti
dos políticos se unieran con un alto propósito de bien público.
Creo que con estas palabras queda demostrado que no ha ha
bido ningún mal espíritu al proyectar esta unión de estos partidos,
Creo, por el contrario, que estas iniciativas, deben ser aplau
didas por todo el mundo, y creo que de ellas deben resultar grandes
beneficios para todo el país.
El señor Bustos (don Julio). —
Como en este momento se ha
referido S. E. a ciertas noticias que se han propalado por la prensa
en estos últimos días, noticias que dicen relación con los acuerdos
aprobados en la reciente convención de un partido al cual tengo la
satisfacción de pertenecer y la circunstancia de haber sido yo im
pugnador de uno de los votos aludidos, me coloca en estos momen
tos en la situación de precisar con mayor propiedad su alcance en
forma que tal vez refleje el verdadero sentir de aquella asamblea,
Si me opuse a su aprobación fué porque conociendo el ambiente
de suspicacia en que se desenvuelven nuestras actividades, temí que
se le diera una interpretación errónea, que si bien no se desprende de
su letra ni del espíritu que animó a quienes lo apoyaron, podía dar

margen a ello, vienendo a herir precisamente nuestros sentimientos


como políticos y como patriotas. ¿Y por qué?, se me dirá . . ,

Yo en ningún momento consideré que aquella asamblea de hom


bres que sólo se inspiraban en propósitos de bien público, pensara
que debía formarse esta unión para ponerla al frente del Ejército,
y, si alguna voz aislada se levantó en ese sentido, no fué sino la opi
nión personal de quien la emitió, pero de ningún modo participaba

14 —

de ella la de los presentes. Esa aseveración fué, por mi parte,


masa

desvirtuada en el seno de aquella reunión.


De modo que no hay nada, no hay base alguna que permita
pensar que, en realidad, el Ejército no ha sabido cumplir con su
deber; al contrario, creo que el Ejército ha sabido hacer honor a la
palabra empeñada y a las promesas que hizo a S. E. en contestación
a su telegrama dirigido desde Roma.

Ahora, respecto al temor de los movimientos de los proletarios,


ningún político de mi partido podría contemplarlos como un peligro,
porque eso sería la negación de nuestro programa sobre todo, sería
contrario al programa aprobado en la última Convención, que es
netamente socialista, programa que me cupo el honor de redactar,
Creer en la formación de un block para ir en contra de las aspi
raciones del proletariado, de la clase obrera, a quienes nosotros nos
creemos en el deber de tender la mano y de ayudar en sus aspira
ciones para alcanzar condiciones razonables de vida, no tiene ningún
fundamento, y si yo me opuse en forma enérgica a ese voto en la
Convención de Chillan, fué precisamente por temor de que pudiera
prestarse a estas erróneas interpretaciones a que se ha prestado, pero

no porque viera en él otros propósitos que no fueran los del bien


público. Ese voto no representa, o mejor dicho, no es sino el reflejo
de las aspiraciones e ideales manifestados en anterior reunión en esta
misma sala o sean los de colaboración patriótica de todos los elemen
tos políticos, de todas las fuerzas vivas de la República en orden al
restablecimiento de la normalidad en el país y a la reorganización
de sus instituciones.
De manera que en ningún momento ha habido discrepancia en
lo manifestado en esa reunión, con lo manifestado fuera de ella ni
con lo que se reitera en estos momentos respecto a prestar la más

decidida cooperación a la acción del Presidente de la República en


cuanto a la realización de sus ideas sobre la organización del Gobier
no político y administrativo de la República, ideas que ha venido

repitiendo S. E. desde que fué exaltado al solio presidencial, y con


las cuales estamos en perfecta concordancia, salvo pequeñas y lige
ras divergencias que no sería difícil conciliar al redactar las bases

de la próxima Constitución.
El señor Oyarzún (don Enrique). Es bien difícil seguir todos

los puntos que S. E. ha planteado en su exposición a esta Asam


blea para dar opiniones concretas sobre cada uno de ellos ; pero la
exposición de S. E. me hace ver la absoluta necesidad que hay de
un acuerdo previo de los partidos políticos y demás fuerzas socia

les que han de cooperar a la obra de S. E., a fin de coordinar nues


tro pensamiento en orden a facilitar la tarea de la reforma constitu
cional de que nos vamos a ocupar.

15 —

Descartemos, desde luego, la común obligación de todos los


presentes y de todos los chilenos, de facilitar a S. E. su acción, du

rante el período absolutamente anormal en que vivimos; pero no


olvidemos que la obra de reforma constitucional en que, al margen
de este período anormal de nuestra estabilidad fundamental nos
vamos a ocupar, y en que va a quedar cimentada la República, debe

ser acometida por los partidos con pleno conocimiento de todas las

cuestiones que constituyen el todo fundamental,


Así, S. E. con el propósito de facilitar el restablecimiento de la
República, sobre bases que impidan cualquier dificultad, cualquier
tropiezo en la correcta administración del Estado, nos ha planteado,
tal vez un poco ligeramente, una cuestión que es fundamental, como

es la de resolver si se adopta el régimen presidencial o el parlamen


tario de Gobierno.
Esta es una cuestión en la que vale la pena detenerse. Vale la
pena estudiar si es posible realizar plenamente estos deseos de S. E.
y estudiar, al mismo tiempo, una fórmula que facilitando este pro
pósito, no contenga disposiciones que nos vayan a llevar al pleno
régimen presidencial, con eliminación del parlamentarismo, régimen
que también tiene sus virtudes, que ha prestado grandes servicios
a la nación y que quién sabe si en el porvenir permita nuevamente

defender la libertad, cuando no ya S. E., el actual Presidente de la


República, sino otros hombres ocupen la Presidencia de la Repú
blica.
Esta es materia, Excmo. señor, que, a mi juicio, merece una
consideración previa; merece el estudio de los hombres que se ocupan
especialmente en estas cuestiones.
La última Asamblea Convencional de mi partido, no conside
rando este problema sólo del momento, sino ligado a los destinos
futuros del Partido Radical y al futuro del país, tuvo que entrar a
este estudio y dio las bases que consideró más racionales para con
ciliar la independencia del Gobierno y su eficiencia administrativa
con la plenitud de las atribuciones y facultades del Legislativo . . .

S. E. Precisamente, es en lo que no estoy de acuerdo, y por


eso digo, que considerando que las finalidades ulteriores de la Re


pública, pueden realizarse dentro de mis ideales y tomando en cuen
ta la oposición que a ello se hace, llego a la conclusión de que no
soy el nombre llamado a salvar al país de esta situación, puesto
que un partido poderoso está en contra de ideales, a los cuales con
sidero vinculada la salvación de la República.
El señor Oyarzún (don Enrique). Las resoluciones del Par

tido Radical no pueden envolver un rechazo a las soluciones que


S. E. da a estas cuestiones del momento.
S. E. Son cuestiones del porvenir.

-
16 -

Creo que esta revolución se ha hecho para cambiar de régimen;


no pretendo resolver las cuestiones del momento, sino las del porve
nir y veo que si no se va al régimen representativo, abandonando el
parlamentarismo, el país se hunde y esta revolución, que se ha des
arrollado pacíficamente, va a terminar en medio de raudales de
sangre.
Veo que hay completo desacuerdo entre mi criterio para salvar
el país y el de un grupo numeroso de miembros del Partido Radical
y por esto vuelvo a insistir en que no soy el hombre de la hora pre
sente.
Esto es lo que he querido aclarar, porque me gustan las situa
ciones definidasyprecisas. Parece que el Partido Radical no está de
acuerdo con mi manera de resolver lo que se relaciona con el nuevo
régimen; bien, busque entonces «el hombre», que encarne sus aspi
raciones y que haga la reforma: yo no tengo ningún inconveniente
para designarlo como Vicepresidente de la República.
El señor Oyarzún (don Enrique). S. E. hablaba de solucio

nes y proponía una; yo exponía la manera que tiene mi partido

de apreciar estos problemas; pero si S. E. extrema la situación y co


loca la cuestión en este terreno, no hay discusión posible; porque
ante todo está la situación personal de S. E. que ha venido a sacri
ficarse para resolver las graves cuestiones del momento.
S. E. Soy extremadamente franco y, con franqueza declaro

que veo con profundo sentimiento en algunos círculos políticos el


propósito de no renunciar a los intereses creados y continuar en el
régimen vicioso y desorganizado de las influencias parlamentarias
dictatoriales en la Administración Pública.
Es menester construir los cimientos del Chile del porvenir, y
por esto he hecho un sacrificio; pero si no cuento con la cooperación
honrada de todos, si veo que los partidos políticos no quieren despo
jarse de sus antiguas prerrogativas y hacer una vida nueva con ins
tituciones nuevas, no estoy dispuesto a ello, y, seguramente cuen
to con la mayoría del país.
El señor Oyarzún (don Enrique). -¿Me permite S. E.?

Yo
lamento que se extreme esta discusión y que se plantee en estos
términos. En las discusiones que hubo en mi partido también se
consideraron los antecedentes y se señalaron los mismos peligros y
los mismos errores que S. E. señala. También en mi partido hay hom
bres que protestan contra la intervención exagerada del Parlamen
to, y que abominan de los hombres que hicieron mal uso de sus
atribuciones ; pero esto no quita que el régimen parlamentario ten
ga sus virtudes, que es necesario mantener. Ruego a S. E. que no
coloque al partido radical en la situación que ha manifestado.
S. E.—
Aun más; creo que la enorme masa de los radicales del

17 —

país está de acuerdo conmigo y no con esas ideas. Tengo el con


vencimiento profundo, porque he recorrido el país de un extremo a
otro, de interpretar fielmente el sentir de mis conciudadanos, y así,
en la página 198 de mi mensaje presidencial, hablé a nombre del
país, cuando pedí al Congreso Nacional que meditara sobre las res
ponsabilidades que tenía encima, y cuando decía que yo veía venir
una hecatombe si no se aprobaban las reformas. Creo que inter
preté el sentimiento del país en esos momentos.
El señor Oyarzún (don Enrique). En esta discusión, S. E.

coloca al partido radical en un terreno que no es el verdadero, que


no refleja la situación creada por los acuerdos de la Convención, y

me parece ocioso empeñarme en explicar esta situación, cuando S. E.


no acepta mis explicaciones.

El señor Bustos (don Julio). En realidad, estamos en una


discusión que no mira al fondo de la materia en debate. Nosotros


hemos venido estudiando desde hace mucho tiempo la organiza
ción política de nuestro Gobierno y la situación administrativa,
y después de detenidos estudios, de muchas deliberaciones y de con
templar todos los inconvenientes del parlamentarismo, que mani
fiesta S. E., quisimos que se mantuviera una situación tal que per
mitiera un servicio administrativo y, al mismo tiempo, mantener el
Parlamento dentro de ciertas atribuciones que no pueden ser aque
llas de anteriores administraciones públicas. Yo creo que, si S. E. se
impusiera a fondo de los acuerdos de la Convención, vería que es
tábamos de acuerdo con S. E. en cuanto a los vicios que debemos
corregir.
De manera que, en realidad, la prensa no ha publicado fielmen
te los acuerdos de esa Convención.
El señor Labarca (don Guillermo).- Con la venia de S. E.,

perdóneme una interrupción, señor Bustos, para aclarar este punto.


Por una circunstancia especial, puedo manifestar cuál ha sido
exactamente el espíritu del acuerdo de la Convención radical de Chi
llan, que dice: «El Partido Radical aspira a que exista un Ejecutivo
que administre con la debida independencia, bajo la amplia fiscali
zación del Congreso».
Como se ve, en ese acuerdo no existe, en realidad, la dificultad
a que se ha referido S. E., sino que, por el contrario, se persigue el

propósito de combinar los dos regímenes a que S. E. también ha


hecho referencia.
'S. E.—Eso no está de acuerdo con lo que ha dicho el señor
Oyarzún.
El señor Oyarzún (don Enrique).—Hay otro punto en el que
se dice que el Gabinete necesita estar de acuerdo con la Cámara de
Diputados.
(Actas 2)

18 —

S. E. —
Ese es el régimen parlamentario contra el cual yo he
protestado.
El señor Bustos (don Julio). Pero se trata de un régimen

dentro del cual los partidos políticos no perturbarán con su intro


misión el libre funcionamiento de la administración pública, que debe
organizarse sobre la base de un personal técnico distribuido dentro

de un sistema de estricto escalafón.


S. E. Pero con eso no conseguiremos la estabilidad ministe

rial ; seguiremos en la rotativa que tantos males nos ha producido.


El señor Bustos (don Julio). El pensamiento dominante del

acuerdo citado es tender a que la administración de la República


se cimente sobre una base de organización funcional, que es el ca

mino que la ciencia ceñida en su marcha a las sociedades modernas.


Si examinamos la marcha que han tenido a través de los tiempos
todas las naciones, veremos que debemos llegar a ese resultado;
en todas las sociedades lia existido primero la monarquía abso
luta; después, la monarquía constitucional; después la república,
el régimen constitucional representativo; y finalmente, el parla
mentario.
Esta ha sido la marcha invariable que han seguido todas las
naciones en su lucha por la libertad, que es el fin a que tienden todas
las organizaciones sociales y políticas de la humanidad.
Sin duda alguna que el sistema que hoy día se impondría, den
tro del concepto evolutivo de la vida política y social de los países,
sería la organización funcional.
Pero como nuestros gremios no están todavía perfectamente
organizados, o mejor dicho, nuestra organización social no ha evolu
cionado suficientemente,
creemos algunos que no estamos prepara

dos aún para este régimen funcional, por lo cual se ha pensado en


establecer un sistema mixto
con organización funcional en el orden

administrativo, con consejos técnicos, y dándole al Presidente de la


República algunas facultades de trascendencia y en forma que co
rresponda el grado de desenvolvimiento de nuestra propia moda
lidad.
El señor Labarca (don Santiago). Quiero manifestar con

absoluta franqueza la opinión que tengo sobre los rumbos que creo
que se deben seguir en las actuales circunstancias.
Estimo que el hombre que verdaderamente quiera servir al
país debe, en primer lugar, contemplar las diferentes corrientes de
opinión en que nos encontramos, divididos, aunarlas,
armonizarlas,
tratar de obtener de ellas el mayor provecho para la colectividad;
pero proceder, como pretende hacerlo S. E. el Presidente de la
no

República en estos momentos: tratar de imponer su personal opinión


sobre la de todos los demás.

19 —

S. E. Ni dejar que me impongan la de los demás.


El señor Labarca (don Santiago). Sois el primer ciudadano


de la República y en esa virtud nos habéis llamado; pero no digáis


a este
grupo de nombres respetables que, siendo vuestra opinión tal
o
cual, no admitís que se la discuta. Es inaceptable que se nos quiera
imponer conceptos de Gobierno y no se admita di-cusión sobre las
ideas del Presidente de la República. Es justo que S. E. no acepte
imposiciones; pero, como a todo ciudadano, le corresponde a S. E.
expresar sus ideas sin imponerlas, y empezar respetando para ser

respetado . . .

Creo que si abandonáis ese sillón, que el país todo cree que de
béis ocupar en este momento, se quebrantará gravemente la situa
ción general.
Debéis comprender la enorme importancia y responsabilidad de
vuestra situación personal. Creo que debéis aprovechar esta circuns
tancia para hacer obra de engrandecimiento nacional con todos los
hombres que están dispuestos a prestaros su patriótica cooperación,
Nuestra situación es delicada y yo considero que en estos ins
tantes se juega la suerte de Chile para muchos años, porque los peli
gros de que hemos hablado existen en toda su magnitud; existen
boy, como han existido siempre, pues en un país en que no hay
fuerzas bien organizadas, forzosamente tienen que primar las corrien
tes que tengan alguna organización, querámoslo o no. .

Esto no depende de la voluntad de los hombres.


Yo he venido repitiendo desde hace algunos años que íbamos
directamente a este movimiento militar. Y tengo el convencimiento
Intimo y sincero de que los militares no obedecieron en su actitud
de Septiembre a un propósito predeterminado. Los acontecimientos
los arrastraron en forma ineludible y fatal.
Vuestro papel, Presidente, el papel grande que os corresponde
en estos instantes y con el que escribiréis la página más brillante de
nuestra historia, es el de aunar las fuerzas civiles de este país. Que

el Gobierno sea parlamentario o presidencial, no tiene para mí la

más mínima importancia. Lo importante es salvar la situación en


que está el país y vos podéis hacerlo, señor, conversando con estos
hombres que vienen a colaborar con V. E. Creo, señor, que escribi
réis la página más bella de la historia de la civilidad, si sabéis evitar
todo trastorno violento, oyendo todas las opiniones, como nosotros
oímos la vuestra.
Ese es en mi concepto y perdonadme que os hable con la cla

ridad que acostumbro vuestro papel.—

De un hilo, de una nerviosidad, tal vez de la publicación que la


prensa haga de esta misma sesión, dependerá la suerte del país . . .

Tanto que yo desearía que de todo esto no se dijera una sola palabra

20 -

en la prensa, porque me parece que las declaraciones que aquí se


han hecho son demasiado graves . . .

Escuchad las razones de los hombres que vos mismo habéis


buscado y que junto con vos persiguen el bien del país; discutid con
ellos, y haced primar vuestro criterio, ño por razón de la fuerza, sino
por el convencimiento.
Ese es elpapel que corresponde al mandatario de un pueblo
democrático, que anhela buscar por sí mismo los cauces de su refor
ma constitucional. Ese sacrificio será todavía más enaltecedor para
vos y si vuestras ideas no triunfan en absoluto, será más .grande
todavía el sacrificio que hayáis hecho por vuestra tierra.
Los hombres, cuando llegan al poder, tienen una natural ten
dencia a imponer sus opiniones. Cada hombre cree que sólo sus ideas
pueden salvar al país y por eso tratan de imponer ciegamente su
criterio; pero en esa forma se hacen trizas los países. . .

¿Por qué no discutís y conversáis con nosotros, Presidente?


¿No es lo lógico y lo leal que aceptéis la cooperación que habéis
buscado entre nosotros? ¿O lo que queréis es que nos dobleguemos
a
seguir vuestra bandera, aceptando puntos de vista que no pueden
discutirse?
Perdonadme, os repito, Presidente, que hable con tanta fran
queza; pero el momento es grave. Reflexionad, reflexionad, señor;
os lo pido en nombre de esta tierra chilena a la que todos queremos;
os lo
pido con toda la devoción de mi alma, porque de ello depende
la salvación de Chile.
El señor García Oldini (don Fernando). Yo creo que de

bemos considerar cada uno de los puntos en discusión, sin dejar


nos dominar por el entusiasmo ni por el pesimismo.

Creo que los hombres que fueron a la Convención de Chillan,


lo mismo que los que hoy se encuentran reunidos aquí, están inspi
rados por el alto propósito y el anhelo noble de arrancar al país de
la crisis en que se debate.
Pero los partidos políticos no son únicamente los hombres que
tomaron los acuerdos de Chillan ni los que se encuentran en esta
sala. Detrás de ellos, en torno de ellos se agita la masa, formada por
gentes de toda clase, por gentes de arriba y gentes de abajo.
Y este conglomerado heterogéneo no ha pensado jamás en si
su acción beneficiará o
perjudicará al país, si lo salvará o lo aniqui
lará. Su única preocupación es la de obtener provechos individuales.
Por eso, en el fondo de las resoluciones que los partidos adop
tan, palpitan siempre intereses de medro personal.
De ahí que a nosotros no deba importarnos lo que piensan los
conductores de las agrupaciones políticas, ni sus aspiraciones y ten-

21 —

dencias. Sabemos que en la realidad ellas se subordinarán inevita


blemente a las aspiraciones y tendencias de la gran masa.
Y yo estoy convencido de que siempre va a primar en ellas el
interés,
porque el interés es la directiva humana por excelencia, por
que cuando se ha vivido durante treinta años bajo su férula, no se
puede cambiar en un día, y cuando se ha vivido más de treinta años,
menos.

Fatalmente, los hombres que hoy miran al porvenir y tratan


de constituir un régimen dentro del cual pueda desenvolverse fa

nación, habrán de posponer los grandes intereses, los intereses de la


mayoría a los intereses inmediatos de partidos y de círculos restrin
gidos. Fatalmente, en consecuencia, deberán mantener la anterior
estructura de gobierno.
Esto debemos pesarlo fríamente; considerarlo en todo lo que
vale, en todo lo que significa, y tratar de evitarlo.
¿Cómo?
Pasando por sobre los partidos políticos y organizando la Asam
blea Constituyente a base de la única realidad nacional, o sea, a
base de las funciones de las actividades de los individuos.
Los partidos son también una realidad, y, por consiguiente,
deben estar representados. Pero no son la única realidad.
Por eso, cuando S. E. dice que abandonará el sillón presidencial
arguyendo que la opinión pública, representada por el partido radi
cal, no lo acompaña, S. E. incurre en un error fundamental. El par
tido radical no es la opinión pública, como tampoco lo es el partido
conservador.
Al margen de ellos, sin ninguna vinculación con ellos, está todo

ese mar de seres, que como los radicales y los conservadores también
palpitan, también quieren, también aman y también sufren. Están
los .gremios obreros que no han ingresado al partido radieal o al par
tido conservador, que no pertenecen a ningún partido, al igual de
ellos,y que sienten pesar sobre sus espaldas la posibilidad de la ruina
o del resurgimiento de la nación. Están las instituciones
ideológicas,
están los militares, están los que piensan, los que sienten, los que
estudian. Todas estas gentes son las que constituyen el país.
Si el Presidente de la República ve que toda esta masa, que
toda esta realidad, que todo este conglomerado de individuos que
forman la nación está en contra suya, tampoco creo yo que debería
abandonar sus funciones.
Claro es que el Presidente, como todo ciudadano, tiene el dere
cho de defender sus ideas, y si no las defendiera, sería un mal ciu
dadano.
Cuando yo creo que de lo que he estudiado, de lo que yo he
reflexionado puede depender la suerte del país, su vida o su muerte,

22 —

tengo que defender aquello como a mi vida, porque al defender la


vida del país defiendo mi propia vida. Y sería un cobarde y un- mise
rable si yo cediera porque tengo en contra mía a una mayoría de
opiniones, a una mayoría microscópica de masa.
Creo que, en tal caso, es un deber ía defensa porfiada de las pro
pias ideas. Pero cuando el abandono de una situación material, como
en el caso de S. E. el Presidente de la República, puede perturbar

toda la marcha de la nación a punto de hacerla caer en el caos, no


se puede, sin ser un mal ciudadano, a pretexto de que hay opiniones
encontradas con las nuestras, arrojar el país a la muerte.
Pero antes de que esta situación se produzca, es necesario saber
si el Presidente de la República está o no con el país o, mejor dicho,
si el país está o no con el Presidente de la República.,
Y esto, Excelencia, no lo vais a saber consultando al partido
radical, no lo vais a saber basándoos en los acuerdos de la Conven
ción de Chillan. Lo vais a saber llamando al pueblo, a todo ese con
glomerado que, como dije antes, no se cobija bajo ningún techo polí
tico y que está expandido desde el Río Sama hasta el Cabo de Hor
nos. Es él quien os va a decir si estáis o no en la razón, Presidente
de la República. Y vuestro deber en estos momentos no es el de
discutir si tenéis o no vos la razón. Vuestro deber es el de acudir al
país en lo que verdaderamente es, en su realidad, en su distribución
funcional. Y entonces sabréis lo que el país quiere, lo que el país
siente, lo que el país anhela; entonces sabréis si estáis o no en disen
timiento con él.
Mientras llega ese momento, es como si no se hubiera dicho
nada.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos). He pedido la pala

bra porque discrepo profundamente del modo de pensar del señor


García Oldini.
Yo, Excmo. señor, aunque radical, soy presidencial, y estoy pro
fundamente de acuerdo con V. E. en que el régimen salvador para la
República es el régimen presidencial, en el que la mediocridad propia
de los cuerpos colegiados, en que dominan siempre la intriga, la co
rrupción y la transacción, no viene a perturbar la marcha de la Ad
ministración Pública.
Empero, al mismo tiempo que tengo este juicio arraigado de la
necesidad del régimen presidencial para Chile, tengo, Excmo. señor,
un sentimiento superior: el sentimiento republicano.
Mi alma sufre desde los primeros días de Septiembre por la
muerte de la República. La República falleció
entonces, y temo
mucho que su cadáver no vuelva a levantarse más.
Si queremos crear una República nueva, no debemos olvidar
que lo esencial de ella es la libertad y la responsabilidad y el respeto
a la opinión.

23 —

La libertad se estaba acabando desde antes y terminó de morir


en los días luctuosos de Septiembre, y en cuanto a la responsabilidad,
aparece ya definitivamente extinguida.
Para hacerlas renacer hay que crear instituciones nuevas, y esa
y nootra es la labor fundamental de este momento.
Dos caminos se presentan para esta creación: el que V. E. insi
núa y el que ha señalado Santiago Labarca.
Me parece más práctico y eficaz el camino insinuado por V. E.,
que consiste esencialmente en concebir con la cabeza las nuevas ins
tituciones de la República, en contraposición a la pretensión del
señor García Oldini, de entregar a las visceras, extendidas desde el
río Sama al Cabo de Hornos, la tarea de concebir y formular esas
instituciones.
Greo, y siento tener que decirlo porque puede parecer un halago,
que V. E. está en el caso de Julio César cuando dijo: «Es necesario
que alguien en Roma piense y actúe por la enorme muchedumbre
que no piensa ni actúa».
No hay que olvidar, sin embargo, que el sentimiento republicano
de los tiempos modernos no permite que nadie imponga a los pueblos
sus instituciones ni sus leyes. Hay que consultar oportunamente

sobre ellas la voluntad y la opinión de los ciudadanos, entregándolas


a las disputas de los hombres, tal como lo ha insinuado don Santiago

Labarca.
Es posible, sin embargo, que la irreductible anarquía mental
de nuestra época produzca discusiones tan estériles, tan discontinuas,
tan incoherentes que sea imposible sacar de ellas las instituciones
nuevas, que todos anhelamos para nuestra patria.
En tal evento desgraciado, no quedaría a V. E. otro camino que
cerrar una Asamblea Constituyente incoherente e incapaz y dictar

por sí mismo la nueva Constitución de la República.

Pero mientras llega ese caso extremo, es necesario oir las opi
niones y aceptar las instituciones que la Nación misma quiera darse
aun cuando ellas pugnen con nuestras más arraigadas convicciones.
Dentro de este criterio de subordinación de la divergencia indi
vidual a las aspiraciones colectivas, yo, presidencialista convencido,
he debido someterme al voto de la Convención de Chillan que ha
propiciado un parlamentarismo moderado con facultad del Ejecutivo
para disolver el Congreso Nacional.
V. E. deberá en un caso semejante adoptar patrióticamente una
actitud parecida, pues sería temerario imponer el presidencialismo
si la opinión unánime lo rechaza. Para poder establecer con eficacia
este régimen, que muchos estimamos como el mejor, hay que educar
previamente la opinión, a fin de que comprenda la necesidad de dis
tinguir lo material de lo ideológico, la Administración Pública de la

24 —

legislación general, y comprenda que es mucho mejor un régimen


en que haya mayor continuidad y responsabilidad, que aquel otro,

producido por el parlamentarismo, según el cual los diferentes nego


cios públicos se van resolviendo al azar, sin responsabilidad ni con
tinuidad, perturbados a cada instante por las intrigas y apetitos dis
frazados en la sombra.
Prosiguiendo V. E. hasta el fin su empeño de realizar este régi
men mejor, aunque no llegue a conseguirlo, habrá realizado una
obra grandiosa en la política evolutiva del país, obra que V. E. está
en el deber de continuar, a pesar de los tropiezos y quebrantos, por

que los hombres se deben a la sociedad en que viven y no pueden


negarse a las exigencias sociales del momento histórico en que les ha
tocado vivir.
Y aquí permítame V. E. una franqueza.
El sentimiento de desconfianza que V. E. ha notado y que ha
hecho nacer en muchos hombres la idea de un frente civil único que

parece amargar a V. E., se ha debido a que el Gobierno transitorio


formado en Enero no se limitó, como era su deber, a mantener el
orden público hasta el regreso de V. E., sino que trastornó precipi
tadamente todo el orden legal y social de la República, llegando hasta
destruir la noción de la propiedad y de la honradez, sin haber tomado
siquiera la precaución de escuchar a la opinión pública.
Personalmente no me asusta la idea de que se cambie el con
cepto actual de la propiedad privada arbitraria, tal como existe en
nuestro Código Civil, por el concepto más real y filosófico de la pro
piedad social, pero estimo inaceptable que un Gobierno transitorio,
sin arraigo en la opinión pública como era la Junta y sobre todo el
Ministerio de Enero, trastorne toda nuestra legislación y nuestros
conceptos sociales fundamentales sin considerar para nada los sen
timientos y opiniones de la Nación.
De esta precipitación, de este atropello al sentimiento nacional
ha nacido la desconfianza de que V. E. se queja.
Justamente queremos evitar que estas imposiciones caprichosas
se repitan en la Asamblea Constituyente, sobre todo mientras ella

muestre, como lo espero, capacidad y elevación para deliberar y re


solver sobre los destinos del país, pues si llegara el caso desgraciado
de incapacidad fundamental para la grande obra a que va a ser lla
mada, no debiera vacilar V. E. en tomar el camino que antes ha in
dicado;clausurar esa Asamblea Constituyente y dictar por acto
supremo de la voluntad de V. E. la Constitución futura de la Re
pública.
El señor Troncoso (don Víctor).—En realidad, parece que esta
Comisión nombrada por S. E. el Presidente de la República para que
estudie la manera cómo se va a hacer u organizar la Constitución,

25 —

se está saliendo de su tema; pero, por otra parte, se justifica este


debate producido, porque, como muy bien lo ha dicho el Presidente
de la República, parece que los actuales partidos políticos, y esto —

flota en el ambiente y para nadie es un misterio,—quieren participar


en los momentos actuales en la dirección y tuición superior de la

República.
Esta es la verdad; los caballeros que han hablado han entrado
al fondo de la cuestión, a discutir las bases sobre las cuales se va a
sentar la República, cuando lo único que corresponde a esta Comi
sión es estudiar la organización que va a tener la Constituyente para

que hasta ella puedan llegar todas las fuerzas vivas de la Nación,
Esta me parece a mí que es la cuestión que nos corresponde resolver.
Esa Constituyente no tendrá por qué adoptar el sentir de S. E.
ni acatar lo que piense el partido radical, ni lo que se ha dicho aquí.
Si acaso a esa Asamblea se le da toda la amplitud debida, no sabe
mos qué es lo que va a resolver, S. E. mismo no sabe qué es lo que

va a aprobar dicha Asamblea.

De modo que no se nos venga a poner el pie forzado de que si


no aceptamos tales o cuales doctrinas, S. E. va a abandonar su sillón.

El señor Oyarzún nos ha amenazado con una fuerza poderosa. . .

El señor Oyarzún (don Enrique). Yo no he dicho tal cosa; yo


no he amenazado, no podría hacerlo. Sólo he dicho que el partido ra

dical, si S. E. desea contemplar su modo de pensar, coopera a la


acción del Presidente de la República.
El señor Troncoso (don Víctor}.— S. E. le ha dado más impor

tancia al partido radical que a las palabras expresadas por el señor


García Oldini; esta es la verdad. . .

Ahora, nadie sabe qué es lo que va a resultar de esa Constitu


yente. El Presidente de la República no va a poder decir: «Si no sale
esto, yo no lo permito». Y no creo que en tal caso S. E. pueda clau
surar dicha Asamblea, porque esto sería extremar mucho las cosas,

Se van a reunir allí las fuerzas vivas de la Nación; ellas sabrán


lo que van a aprobar, y el Presidente de la República no debe desem
peñar otro papel que el de dejar que esas fuerzas se manifiesten libre
mente, que discutan libremente y resuelvan lo que ellas crean con
veniente para el interés nacional.
Este es el problema.
Ahora, ¿por qué se ha sacado de su cauce verdadero este de
bate? Porque el Presidente de la República ha dicho, con profunda
sinceridad, lo que es el reflejo de lo que se dice y piensa en todas
partes. Por otra parte el señor García Oldini ha dicho, con mucha
verdad, que los partidos políticos actuales también desean tomar
parte en el Gobierno del país en los momentos actuales.
Esto es lo que hay, esto es lo que se dice y se rumorea en todas

26 —

partes; esto es lo que sale a en forma disfrazada.


la prensa; aunque
Pero esta es la realidad de las cosas.
Conozco perfectamente bien a los partidos políticos: sus voceros
vinieron a pedir a S. E. que formara un Gabinete Universal de tres
a tres o de cuatro a cuatro.

¿Se pusieron de acuerdo los partidos políticos para propiciar la


venida de S. E. el Presidente de la República a objeto de que viniera
a restablecer el régimen constitucional? No, señor, nunca se pusieron
de acuerdo; esto no ha ocurrido.
¿Cómo entonces aquí se juntan los partidos políticos, que hace
seis meses atrás estaban en una situación tan tirante?
¿Cómo les ha llegado ahora un espíritu tan grande de confra
ternidad y de unión?
Esto no lo entiende nadie, absolutamente nadie, señor Presi
dente. ¿Qué es lo que aquí pasa entonces? Es la ausencia de cier
tos hombres que hay en la República que creen que el mundo entero
gira alrededor de su personalidad. Y lo que estamos viendo, es que
cada individuo, sea donde sea, y fuere quien fuere, ya se cree una
personalidad; a pesar de que lo que estamos viendo es la muerte de
las grandes personalidades . . .

De manera que contrariamente a lo que decía el señor Santiago


Labarca acerca de que si se publicaran estas cosas, se va a hundir
la República, a mí me parece que si se publicaran las declaraciones
personales del Presidente de la República que está dispuesto a no
dar intervención en el Gobierno a los partidos políticos que fueron
"

causantes del golpe del 5 de Septiembre, entonces sí, que el país se


va a levantar.
Por eso es que yo nunca más que ahora creo conveniente que
sedé amplia publicidad a estas cosas. Y ¿para qué? Para que cada

cual aquilate a su criterio y qué es lo que hay en todo esto,


vea

Estas palabras «radical», «demócrata», «conservador», etc., etc.,


son voces muertas. ¿Qué es eso?, dice la gente. Parece queeso es una
cosa que existió doscientos años a esta parte.
Esta es la verdad; por es indispensable que los
eso entonces
partidos políticos actuales se de una cosa, y es de que si
convenzan
en los momentos actuales ellos vienen a participar en el Gobierno,
vendrá un desastre grande, porque el esfuerzo de ellos no fué el que
obtuvo la vuelta del Presidente de la República para restablecer el
régimen civil en el país.
De manera, entonces, que cuál es el problema, señores A mí ...

me parece que debemos estudiar la mejor manera de que todas las


fuerzas vivas de la República se manifiesten ahí en esa Constitu
yente, evitando que el capitalismo, que los señores de la fortuna se
compren la conciencia popular como se la han venido comprando

27 —

desde que esta República existe. Es preciso que los gremios se mani
fiesten directamente en esa Asamblea. Esto es interesante. El señor
Bustos dice que los gremios no están preparados; pero, ¿cuándo los
vamos a preparar si no les damos oportunidad para que se mani
fiesten?
A mi juicio, nosotros debemos estudiar la organización de la
Constituyente; no es el papel nuestro el venir aquí a discutir doctri
nas
constitucionales; eso lo hará la Constituyente; entrar ahora en
ese terreno es salimos del debate,
apartarnos de la materia para la
cual se nos ha convocado. Pero, repito, hay conveniencia en que los
partidos políticos se convenzan de una vez por todas de que ya es

tiempo de cambiar los rumbos, y aun, si es posible, cambiar también


los hombres. Esto es de gran importancia.
Por eso yo querría que esta comisión que nombre el señor Pre
sidente de la República, sesionara sola, que S. E. dejara manifestarse
con toda libertad a sus miembros;
que cada cual diera su opinión
personal, y cuando tenga alguna idea que comunicarnos S. E., nos
la diga.
El señor Edwards (don Agustín). Excmo. señor, no deseo sino

decir dos palabras:


Creo, por lo que he oído, que poco a poco, vamos desnaturali
zando el carácter de esta reunión y apartándonos del objetivo con
que nos hemos reunido aquí.
El decreto con que S. E. nos ha designado, dice que se nombra
una comisión consultiva para preparar la convocación y organización
de una Asamblea Constituyente; entre tanto, hasta ahora lo único
que hemos hecho es discutir lo que a dicha Asamblea le correspon

derá discutir. Para nada nos hemos preocupado de la preparación y


convocación de dicha Asamblea.
A fin de que esta comisión consultiva dé todo el resultado que
desea S. E-, y que descaraos todos los que estamos animados de sen
timientos patrióticos, creo que sería necesario ordenar y metodizar
un poco el debate. Mientras cada uno de nosotros estemos sólo expo

niendo nuestras aspiraciones u opiniones, no vamos a llegar a nin


guna conclusión práctica.
Por esta circunstancia; me atrevo a sugerir a S. E. la idea que
voy a expresar.
Esta comisión consultiva para preparar la convocación de una

Asamblea Constituyente, tiene, a mi juicio, dos finalidades esencia


les. Es la primera, indicarle al país, en términos generales, cuáles
son las reformas constitucionales que están involucradas en la con
ciencia pública; porque no nos debemos ocultar que las reformas
constitucionales que no están involucradas en la conciencia pública,
quedan en el papel y no sirven de nada.

28 —

Ese es uno de los objetivos de esta comisión: puntualizar cuáles


son las reformas constitucionales en que todos concurrimos, y que,

por lo tanto, son viables.


Otro de los objetivos de esta comisión es idear el mecanismo de
esta Asamblea Constituyente.
Creo que esas son las dos finalidades principales para las cuales
S. E. el Presidente de la República nos ha invitado a deliberar.
Por eso, con todo respeto, me atrevo a sugerir a S. E. que piense
en la conveniencia de dividir esta comisión consultiva en dos grandes

ramas: una en la cual, por cierto, deben estar representadas todas

las tendencias, que se encargará del estudio de las reformas constitu


cionales posibles; y otra, que se encargará del estudio del mecanismo
por medio del cual se va a convocar a dicha Asamblea Constituyente.
Me permito proponer esta idea, a fin de que no se frustren los
nobles propósitos que S. E. ha tenido al invitarnos a deliberar,
El señor Yáñez (don Eliodoro). Creo, Excmo. señor, que no

habría ventaja en abrir discusiones ideológicas o de carácter doctri


nal sobre las materias que han sido el objeto con que S. E. nos ha
convocado.
No podemos desconocer la gravedad de la situación porque atra
viesa el país; creo que todos los caballeros que me han precedido en
el uso de la palabra están de acuerdo en este hecho.
No sabemos si nos encontramos en el término de la revolución
que empezó en Septiembre, o en los comienzos de otra revolución
cuyo término no conocemos.
En esta situación, S. E. nos ha llamado a colaborar en la difici
lísima misión de procurar que el país vuelva a la normalidad perdida.
Esa tarea necesita la cooperación de todos los chilenos, la coo
peración de todas las fuerzas vivas del país, la cooperación de todos
los partidos, cada cual en su esfera y dentro de sus ideales, sin nece
sidad de confundirlos.
Necesítase, además, un criterio que dirija; un criterio que pro
ponga, sin perjuicio del estudio y cooperación de todos, como he
dicho. Esta cooperación la tiene S. E. El estudio debemos iniciarlo
sin tardanza.
S. E. sabe que cuenta con la confianza del país; que cuenta aún
con la confianza de aquellos que no fueron partidarios de su regreso,

pues, ahora todos reconocen que el regreso del Presidente de la Re


pública es la prenda más segura de la estabilidad de la República
y la mejor garantía de la paz social.
Nosotros confiamos también en que S. E. el Presidente de la
República sabrá llenar su delicada misión con el patriotismo
que
todos le reconocemos. Podemos disentir en algunos de los puntos
secundarios de las reformas constitucionales que es necesario reali-

29 —

zar; pero esta diversidad de criterio en que podamos encontrarnos


con S. E., no ha de hacernos perder de vista la situación en que el
país se encuentra, porque, cualquiera que sea la forma de solucionar
la, siempre será mejor que este estado de incertidumbre en que a
cada instante se presentan nuevos peligros.
Yo no creo, como no cree S. E., que exista en Chile ni el pro
blema militar ni el problema del proletariado. Las instituciones ar
madas acaban de dar un ejemplo de civismo, que es una hermosa
página de la historia nacional. El proletariado reclama mayor jus
ticia social y mejoramiento de las condiciones económicas del país
para realizar sus aspiraciones de bienestar. No estamos amenazados
ni por dictadura militar ni por una dictadura proletaria. Una y otra
dictaduras son meros fantasmas, que se levantan en un horizonte
lejano hacia el cual queremos marchar apresuradamente. Pero yo
digo que nos encontramos en presencia de un grave problema, del
problema que tiene hoy España, que tiene Italia, y que nos estamos
engolfando en él, día a día, sin solucionarlo.
S. E. el Presidente de la República tiene sus líneas, y a no du
darlo, esas líneas serán estudiadas y resueltas dentro del espíritu
patriótico que anima a S. E., al cual debemos cooperación. Por lo
menos, debemos dar a S. E. la seguridad de que no hemos apelado
a su patriotismo, pidiéndole que regrese al país con el objeto de ha

cerle más penosa su tarea.


Podemos disentir con S. E. el Presidente de la República en los
detalles; podemos creer que sería mejor tomar otro camino; pero en
todo caso es necesario tomar alguno para salvar las dificultades de
la hora presente, porque mientras discutimos el camino que debemos
tomar, estamos todavía en medio del pantano y rodeados de toda
clase de peligros.
Por eso yo creo inútil e inoficioso envolvernos en discusiones
idealistas o doctrinarias sobre la materia. S. E. el Presidente de la
República ha nombrado esta comisión con carácter consultivo, es
decir, con el encargo de asesorar al Gobierno. Hay necesidad de tra
bajar sobre bases concretas, sin debates anticipados.
Pues bien, hay dos puntos de vista que contemplar, como ha
dicho el señor Edwards: el uno, relativo a la constitución y funcio
namiento de la Asamblea Constituyente, y el otro, relativo a las
reformas que deban presentarse a la consideración de dicha Asam
blea. El primer punto, puede ser fácilmente estudiado por una comi
sión que no necesita ser numerosa, porque, en la práctica, las comi
siones excesivamente numerosas no dan buen resultado. Y en cuanto
a las reformas constitucionales, es decir, a aquellas que afectan a la

organización institucional del país, creo que también puede nom


brarse otra comisión con el objeto de que las estudie y prepare.

30 —

Yo no tengo idea preconcebida acerca de si debemos adoptar


el régimen presidencial o el régimen parlamentario. Creo que uno y
'

otro régimen tienen gravísimos peligros, si copiamos los sistemas


conocidos con estos nombres.
Además, no debe olvidarse que nos encontramos en un país que
no tiene tradiciones y cuya cultura media es deficiente. Se necesita,

entonces, apreciar este problema criterio práctico, para que po


con

damos crear una organización institucional que permita al país de


senvolverse en su marcha hacia el progreso. Pero hagamos algo
práctico, nombremos estas comisiones, a fin de que pueda entrarse
al estudio de estas materias y se elaboren los respectivos proyectos
de reforma constitucional. Y una vez elaborados estos proyectos, y
examinados y aprobados, todos aquí nos comprometeríamos, leal y
honradamente a ir a la Asamblea Constituyente, a facilitarles su
despacho.
Así haríamos la labor constructiva que se necesita para salir de
la situación en que nos encontramos.
Yo, respetuosamente, invito a S. E. a que nombre estas comi
siones para que empiecen pronto sus trabajos.
El señor Hidalgo (don Manuel). Concurro con la opinión que

ha expresado aquí el señor Labarca en que al invitársenos a esta


reunión, ha sido con el objeto de que se conozcan nuestras opinio
nes, porque, para las reformas que S, E, pretende hacer, es funda
mental que sean escuchadas por todos los hombres y todas las opi
niones que existan en el país. De otra manera, la invitación al
partido comunista no tendría razón de ser, no habría explicación al
pretender que habíamos venido a ésta asamblea a aceptar fórmulas
y concepciones únicamente de S. E., por muy respetables que ellas
fueran.
Nosotros tenemos nuestros puntos de vista y queremos refor
mas que resuelvan los problemas de acuerdo con nuestros postulados.

El compañero Vicuña Fuentes manifestaba que él consideraba


que el 5 deSeptiembre había muerto la República. En realidad, la
de las tradiciones y de los peculados, en que un
República oligarca,
reducido número de familias gobernaba el país, ha muerto, y, si no
hubiera muerto, si se pretendiera levantarla, nuevamente estaríamos
contra ella los obreros y el resto del Ejército, que no querría por
ningún motivo que se volvieran a enseñorear para deshonor de la
República.
Señor, cuando se nos invitó, cuando se pidió la cooperación de
todos los chilenos, cuando se dijo que debíamos sacrificar algo de
nuestros ideales en beneficio común, en beneficio del bienestar pú
blico, a mí me pareció que esta asamblea tenía el carácter de una
reunión de representantes de los partidos, hecha con el fantasma del

31 —

militarismo, y encaminada a destruir la acción del proletariado. Y


esto no tendría justificativo alguno. Hombres de gran actuación
política del partido radical han creído poder desconocer en la Con
vención por ellos últimamente realizada, los derechos de la masa
obrera y han lanzado al país la idea que ésta era dirigida por agita
dores extranjeros. Esta manifestación de criterio pequeño, esta ter
giversación, no la haría ni un niño de escuela conociendo nuestros
problemas nacionales; si hay un país que tenga un movimiento social
propio, es el nuestro: los obreros son los que se agitan, son nuestros
connacionales, somos nosotros quienes nos movemos y no influencia
dos por extranjero alguno. Esta influencia tendría explicación en
países como la Argentina y Estados Unidos, pero no tiene explica
ción ni razón de ser en este país. Yo me hago esta pregunta: ¿a qué
viene esta sorpresa, porque los obreros nos agitamos y nos reunimos
en defensa de nuestros ideales e intereses? ¿Cómo no se ha hecho

esta objeción a los empleados de Bancos, a la clase media, que se


agitan por estos mismos ideales? Es, señor Presidente, porque a esa
gente se le considera de una cultura que a nosotros se nos desconoce,
y por eso se hace una afirmación tan grave como la que ha afirmado
mi estimado amigo, el señor Vicuña Fuentes, que si la Constituyente
se encaminara en una discusión loca, ciega, falta de juicio, el Presi
dente de la República debería clausurarla. Pero, Excmo. señor, la
Constituyente, por su razón de ser, representa al país: es el país
quien resume con ella la dirección pública, es la soberanía nacional
que ejercita sus propias facultades, y la autoridad del Presidente de
la República, por muy respetable que sea, no está por encima de la
Constituyente, ni de ninguna asamblea que refleje la voluntad na
cional. Esta es una cuestión que es menester dejar claramente de
finida.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos). A los locos es me-

nester enviarlos a las Casas de Orates. Allá deben ser recluidos.


El señor Hidalgo (don Manuel). Y los hombres que no su


pieron defender a la República cuando se la tomaron por asalto las


fuerzas armadas, ¿a dónde deben ir?
Señor Presidente, créame que el llamado a la Constituyente es
el mayor bien que se puede hacer al país.

En la designación de la Constituyente, S. E, puede prestar un

servicio más al país, disponiendo que el Ejército vele porque no

lleguen a comprarse votos y no se convierta en un mercado la elec


ción de los delegados a la Constituyente.
Si las fuerzas de renovación de la República llegan a esa Asam
blea en mayoría, darán una Constitución de acuerdo con esas aspi
raciones; pero si a la inversa, si las fuerzas que hasta ayer han diri
gido el país y se han disuelto en la corrupción, llegan hasta allí, será

32 —

porque el país quiere continuar podrido, y no hay nada entonces


que esperar.
Si el país quiere que siga el gobierno de la tradición, de los mis
mos que hicieron negociados y peculados, la revolución del 5 de

Septiembre habrá abortado ; pero si el país quiere que definitivamente


termine esta situación, no les dará su voto a los expulsados del 5 de
Septiembre.
Pero no hay razón para estar preparando el terreno contra la
supuesta dictadura proletaria. No sea que esta preparación tenga
sus inconvenientes graves; no sea que esto nos lleve a una situación
a la cual no le veo sino dos caminos: o la renovación honrada del
país, mediante la evolución, como ha ocurrido en otros pueblos, y
en tal caso cumpliríamos con nuestro deber colaborando y coope

rando a la acción de S. E. el Presidente de la República, para que


todos los intereses vivos de la nación estén representados en la Asam
blea Constituyente y den base a una nueva Constitución, o no nos
quedaría más que seguir el otro camino, que es el más doloroso ; no
nos quedaría más que declarar que no nos sería posible seguir coo
perando en esta obra, porque por donde se la quiera llevar no nos
interesa, ya que sería mejor mantener la situación en que nos encon
trábamos antes del 5 de Septiembre, y en tal caso no quedaría más
que la contienda armada, por medio de la cual el partido vencedor
impondría sus puntos de vista de una manera aplastante y defini
tiva en la República. Esta, a mi juicio, es una cuestión clara.
No creo, por otra parte, como dice Santiago Labarca, que las
declaraciones que se han hecho en esta reunión deban quedar silen
ciadas y sin salir del recinto de esta sala. A mi juicio, deben ser leídas
en todo el país, y así el país sabrá quiénes somos los que estamos

defendiéndolo para que no se precipite y se le lleve a una catástrofe,


y el país verá también quiénes son los que por consideraciones se
cundarias quieren que las cosas queden como estaban antes de la
revolución del 5 de Septiembre.
Nosotros hemos venido aquí, y le prestaremos una cooperación
real al programa de democratización de la República desde el punto
de vista obrero. Procuraremos que se incorporen en la vida institu
cional de la República los postulados de justicia que sostenemos,
Esta es nuestra finalidad.
A mí me parece que la forma práctica para que esta Comisión
dé los frutos que de ella se esperan, consiste en que el Presidente
de la República formule sus puntos de vista para que la Comisión
los discuta o los modifique y se forme sobre ellos un juicio prudente
que le permita llegar a resultados prácticos a fin de que las aspira
ciones encontradas de los capitalistas, los terratenientes, los obreros
y la dictadura militar no tomen cuerpo en condiciones de precipitar

al país en la ruina del orden civil.



33 -

El señor Fernández Peña (don Carlos). Yo me permitiría ro


gar a S. E. que considerara las indicaciones de los señores Edwards


y Yáñez. Hago indicación para que se las acepte por aclamación, por
que creo que resumen muy bien lo que tenemos que hacer en este
momento,
S. E. Me parece que la Comisión no tiene funciones resoluti

vas sino consultivas.


El señor Fernández Peña (don Carlos). Yo quiero que se vo

ten, porque parece que están aceptadas en la mente de todos,


S, E Aquí no se vota nada, porque la Comisión es de carácter

consultivo.
El señor Fernández Peña (don Carlos). Quiero referirme a

un problema que estimo deberá ser tomado en cuenta por todos los

que aquí vamos a trabajar. Las dos indicaciones de los señores


Edwards y Yáñez concretan en muy buenos términos lo que nosotros
debemos hacer. Me parece que el problema más grave es el que se
relaciona con la futura Constituyente, porque del éxito de esta
asamblea depende la salvación del país. Es necesario considerar si la
opinión pública está educada, está preparada para dar al país la
organización que éste necesita. Creo que en estos momentos debemos
preocuparnos de considerar la forma en que va a ser generada esa
Asamblea Constituyente.
Como lo han manifestado ya varios oradores, estimo que de la
forma moral o inmoral en que este organismo pueda generarse va a
depender la ruina o el progreso de la Nación; porque a este respecto
es indispensable considerar lo que viene ocurriendo desde el año 91

a esta parte. Desde el 91 acá se han venido comprando los sillones

de la representación nacional.
Tal vez yo haya sido el único hombre que no comprara un asiento
en el Parlamento; y fué sin duda por esta causa que, al calificarse

mi elección, fui eliminado, porque resulté supeditado por el cohecho


y por el fraude. De manera que me encuentro en condiciones de per
fecta honradez para hablar sobre este particular en este momento.
Para mí, el cohecho electoral es la sífilis política de este país.
La explicación de este fenómeno es bien sencilla. En casi todas las
elecciones han actuado dos combinaciones políticas que se han dis
putado el favor de las urnas. A la sombra de estas entidades políticas
han tratado de mantenerse los intereses creados que actúan en las
diversas zonas del país. Así, en el norte esos intereses vinculados a
la política gastaron en la última jornada millones de pesos. Con esto
lograron afianzar su situación, pero perturbaron los intereses públi
cos, los intereses de la República.
A mí me parece que en la Constituyente que se proyecta se va
a repetir este fenómeno, esta corrupción política y que vamos a caer

[Actas 3)

34 —

en la inmoralidad y en el mismo desorden de antes, A este respecto,


creo que son las leyes morales las que deben primar sobre todas las
leyes de un país y que no es posible que se vaya a continuar com
prando en pública subasta los asientos de la representación nacional.
En estas condiciones no salvaremos al país.
Con el objeto de evitar la repetición de estos fenómenos voy a
permitirme formular una indicación de carácter práctico: que haga
mos un empadronamiento del capital electoral consciente de este

país. Es indispensable, a mi juicio, saber cuántos son los individuos


que pagan contribuciones, quiénes han hecho estudios primarios,
secundarios o superiores, quiénes han pasado por las escuelas técni
cas, etc., etc. Unavez que tengamos ya anotadas todas estas perso

nas que forman el cuerpo electoral del país será fácil hacer un empa
dronamiento sobre diez comunas representativas sobre cuya base se
practique la elección. Con estos datos a la vista, los que estamos
reunidos aquí podremos esperar una eleeeión honrada, una elección
que refleje honradamente el sentir de la opinión pública.
Porque de otro modo, vamos a repetir otra vez este remate pú
blico de poderes
Por eso cuando veía
dolor la compra de los sitiales del Con
con

greso, pensaba que se moría la República; pero no ha muerto nunca,


porque en realidad no ha existido, ya desde el año 91 cada uno com
praba su sillón. La soberanía popular y todo lo demás de que se
habla es
candoroso, para los que no estamos transformando nuestra
naturaleza en forma artificial. Aquí el cohecho y el sistema parla
mentario son inseparables, y a los parlamenl arios les pasa lo que a
los peces que creen que no hay otro régimen que el del agua en que
siempre han vivido; porque si salen de ese medio no pueden vivir,
no pueden respirar.
En nuestro régimen parlamentario, doloroso es decirlo, han
existido llagas y hacen bien las palabras de S. E. el Presidente de la
República al encarar estos problemas en la forma franca y valiente
en que lo ha hecho.
Como S. E., yo creo en la transformación de las fuerzas morales
y la opinión pública, a mi juicio, tiende a imponer un sistema repre
sentativo, sistema de independencia entre los poderes públicos,
un

La tiranía, como decía Montesquieu en el mismo libro que Jor


ge Washington tenía en su cabecera y leía todas las noches, se. es
tablece cuando un poder predomina sobre los demás poderes,
En este caso tanto da que. haya 155 déspotas, en el Congreso o
un solo tirano en la Moneda. Yo acepto mejor la tiranía de uno solo,

que la tiranía irresponsable y desmigajada de 155.


Este es nuestro régimen desde 1891 y es conveniente que consi
deremos y confesemos nuestro pecado.

35 —

Yo declaro que no he aprovechado del régimen para nada, pero


desde el año 16 y aun desde que comenzó la guerra mundial, fui
enteramente presidencial.
Yo no tengo ningún miedo de que se dé toda la latitud de atri

buciones que se quiera al Presidente de la República en la adminis


tración y gobierno del país, pero dentro de un régimen que marque
perfectamente la órbita de las atribuciones de los poderes: que el
Presidente gobierne y administre y que las Cámaras legislen.
Desde 1891 estábamos en una situación en que ni el Presidente
gobernaba ni Congreso legislaba, porque tanto la Administración
el
como el Poder
Legislativo siempre fueron perturbados por las ambi
ciones no siempre honestas ni honradas de los elegidos por el pueblo.
El Congreso, además, no legislaba porque se había dedicado a ad
ministrar.
De modo que cuando S. E. ha puesto una condición imperiosa,
sine qua non, y ha ligado a ella su permanencia en su puesto, creo
que ha hecho bien. Ha dicho S. E.: si se sigue con el sistema político
que impera hasta ahora, yo me voy . . .

S. E. —
Claro; me voy.'. .

El señor Fernández Peña (don Carlos).' Yo creo que S. E. no


puede ceder en lo' que él estima que está la salvación de la Repúbli


ca. Debe irse, porque las transformaciones que se ven venir son en
el procedimiento, en lo material, pero en las cuestiones vitales no
hay transformación.
S. E. Yo he expresado claramente mi modo de apreciar la si

tuación y no puedo comprometer mi responsabilidad aceptando algo


que considero contrario a los intereses vitales, a la suerte futura del
país.
Si mis conciudadanos piensan de manera distinta, quiere decir
.

que ellos se gobernarán como quieran. Al decir esto creo que no


ofendo a nadie y que no pretendo imponer nada a nadie. Xo hago
sino tomar el camino que los acontecimientos me señalan.
Creo que la salvación de la República está vinculada al régimen
representativo, no peculiar, estricto, sino adaptado a las modalida
des de este país.
Pero si la mayoría de mis conciudadanos piensan de manera
distinta o no piensan nada, yo no asumo la responsabilidad y me voy,

El señor Fernández Peña (don Carlos). Se dice generalmen


te que el sistema presidencial da lugar a conflictos y que cuando exis


te el sistema presidencial y llega a producirse un conflicto no hay
manera de salir de él.
Y yo pregunto y desafío a todos los hombres que saben histo
ria, a que me digan ¿cuándo ha habido un'conflicto en Estados Uni

dos entre los Poderes Ejecutivo y Legislativo?



36 —

Xo los ha habido jamás.


El señor Guerra (don J. Guillermo). Ha habido constantes

desacuerdos entre ambos Poderes, pero nunca conflictos.


El señor Fernández Peña (don Carlos). Habrá habido cons —

tantes desacuerdos, pero conflictos constitucionales, ¡jamás!; porque


el Presidente de Estados Unidos tiene su esfera de acción bien mar
cada.
S. E —
Y porque tienen su válvula de salida, por eso nunca
ha habido un conflicto; mientras que nosotros hemos vivido en un
régimen constitucional en que ha habido conflicto tras conflicto en

tre el Ejecutivo y el Legislativo y no ha habido una válvula de sa


lida para solucionarlos. Esto tiene que producir el estallido.
En Estados Unidos no sucede lo mismo.
El señor Fernández Peña (don Carlos). En Estados Unidos

no se producen estos conflictos porque todos ellos tienen su solu

ción.
El señor Guerra (don J. Guillermo). En los Estados Unidos

dos Presidentes han gobernado durante todo su período presidencial


en desacuerdo absoluto con el Congreso. El Presidente Jackson y su

sucesor Mr. Johnson, gobernaron en eterno desacuerdo con el Con


greso y, sin embargo, no hubo conflictos: los desacuerdos se solucio
naron todos por medios constitucionales.
El señor Fernández Peña (don Carlos). —

Quiero reforzar lo
que decía trayendo al recuerdo de esta reunión lo que le pasó a
Mr. Hughes, Secretario de Estado de Estados Unidos, que ha to
mado parte en' la solución de nuestro problema de Tacna y Arica.
Mr. Hughes se encontró en un conflicto con la legislatura de Nue
va York ; él quería suprimir las carreras y muchas otras cosas que
herían intereses creados, pero muchos diputados y senadores de la
legislatura y el Congreso dijeron que no le despachaban nada.
Pues bien, entonces él les dijo: Ustedes tienen perfecto derecho
para no despachar ninguna de las materias que les propongo, pero
yo también tengo derecho para recorrer el Estado de Nueva York
para exponer mi programa. Los electores le dieron la razón y el
Congreso le despachó todos los proyectos patrocinados por él.
Puede, pues, haber diversidad de criterios para apreciar las
cosas, pero conflictos constitucionales no los hay en Estados Unidos.
Pero con esto yo quiero manifestar también que no debemos
dejar ningún poder tiránico: creo que aun la Corte Suprema, por
ejemplo, debe regular la constitucionalidad de las leyes; el Poder
Ejecutivo debe también estar regulado.
S. E.-^Claro.
El señor Fernández- Peña (don Carlos). ¿Cómo regulamos —

el Ejecutivo? De un modo muy sencillo. Nosotros no estamos pre-



37 —

parados para el federalismo; pero lo estamos para la descentraliza


ción, la autonomía de las provincias. Podría establecerse una des
centralización administrativa por grandes provincias, que corres
ponda a unidades económicas y políticas. Y no sólo una descentra
lización de los servicios públicos, sino de los funcionarios; de mane
ra que vaya a dirigir la provincia el intendente y el gobernador su
departamento, aun cuando fueran nombrados por el Presidente de
la República.
Porque yo sostengo que, hoy por hoy, el Presidente de la Repú
blica no gobierna a nadie,
pues con esta Constitución del año 33 no
puede tener conocimiento de lo que pasa desde Tacna a Magallanes,
El firma y le entrega el despacho a los señores Ministros sin entrar
a los detalles, porque sencillamente está congestionado con tanto
trabajo. Le quitamos tiempo y autoridad al Presidente de la Repú
blica y hacemos depender la vida de los Ministros de las sonrisas
de los diputados, de los intereses, de las amistades, de los odios y
hasta de las envidias, porque todo esto forma una especie de caldera
a baja presión que dificulta y
pone tropiezos a la marcha adminis
trativa del país, de modo que los Ministros actuales están salvando
el pellejo, como se dice, en medio de 30 6 40 competidores para suce-
derles.
Por eso no hay Ministros en Chile que puedan dedicarse a un
problema serio: se les hace vivir al día; el Gobierno está impedido
de hacer gobierno. Hemos llegado a la desorganización más absolu
ta y completa: el principio de autoridad está absolutamente decaído.
La primera condición vital de un Gobierno es el principio de
autoridad, y este principio de autoridad reside en la aplicación y
cumplimiento de las leyes. Y las leyes, ¿se respetan hoy? ¿Y por
qué no se respetan las leyes? Porque suprimimos la autoridad, en el
Poder Ejecutivo, y suprimimos la autoridad del poder de policía en
los funcionarios.
Hoy día, ¿quién cumple la ley? Nadie: no la cumplen los indi
viduos conscientes, porque tienen influencias bastantes para burlar
la; sólo la cumple el último pobre diablo, y, cuando puede, también
la burla.
¿Y por qué hemos debilitado el Poder Ejecutivo? Los radicales,
por un concepto absolutamente errado de la libertad, y los conser

vadores, han estado últimamente en el poder.


porque no

Pues bien, convertimos al Presidente de la República en un


mono, en un mono sin autoridad, en un fantasma de poder, con toda
la responsabilidad y sin atribuciones efectivas. Y hoy día ¿quién es
el verdadero responsable del Gobierno del país? Absolutamente
nadie.
Y esta es la situación que se ha mantenido durante 30 años en
el país.

38 -

El Presidente que venga tiene que suplir esta falta de trabajo


de 30 años.
De modo que al decir, vamos al régimen presidencial; creo que
se ha dado la única solución que llegará a salvar la República. Así
tendremos poderes independientes y responsables, porque nadie po
drá convertir al Presidente en un tirano, y que el Congreso haga lo
que debe hacer. Será un gran cuerpo legislador con comisiones de
técnicos que lo inspiren; y los señores diputados trabajarán cele
brando sesión seis días de la semana, y una sola sesión para discur
sos. Eso es lo que necesitamos nosotros. Así hay que enrielar la ac

ción de los poderes públicos.


Soy enemigo de la tiranía del Presidente y de la tiranía del Con
greso, de modo que vajoos a dar a los poderes públicos la misión que
cada cual debe ejercer; porque no habiendo responsabilidad, no
existe más que el caos.
Estas eran las ideas que quería expresar en estos momentos,
Excmo. señor, y declarar también que ofreceré mi cooperación en
estos asunto-, y desearía que la comisión consultiva educara también
a la opinión pública en estos problemas, que estas materias se publi

caran en folletos y se repartieran profusamente y se hablara de esto

además por medio de conferencias públicas y en todas partes, cosa


de llegar a formar la opinión pública, porque creo que no está for
mada en este sentido, incluso nosotros mismos que tenemos que es

tudiar muchas cosas.


Por estas razones, felicito muy cordialmente al señor Presidente
de la República por haber declarado con honradez, con toda gran
deza de miras, y con franqueza su opinión a esta Comisión la cual
está dispuesta a prestarle la ayuda que tenemos obligación de pres
tarle todos.
El señor Jerez (don Ramón). Voy a completar la insinuación

que hacía el señor Edwards don Agustín respecto al nombramiento


de dos comisiones, una que se encargara de estudiar el plan para
la formación de la Asamblea Constituyente y otra del estudio de
las materias respecto de las cuales se ocuparía la misma Constitu
yente.
Conviene saber si esta Constituyente va a estar formada a base
de gremios o bien a base popular. Yo estimo que formarla a base
popular es volver a entregarle a los partidos políticos la designación
de la Constituyente; y esto para nosotros tiene mucha importancia.
Entiendo que nos ha invitado S. E., como a individuos de un gremio
también : en ese carácter entiendo que estamos aquí.
S. E. Lo que usted llama gremio yo llamo una fuerza vital,

o una corriente de opinión: una célula dentro del conglomerado


social.
-
39 —

El señor Jerez (don Ramón). Pero de todos modos, lo cierto


es que estas organizaciones de las cuales nosotros somos manda


dos nada más, también tienen sus ciertas prácticas, y se han pre
guntado todos sus compañeros si venimos aquí en representación del
gremio.
Desde luego, yo soy miembro del gremio de maestros, y estimo
en ese carácter debo actuar
que aquí y en todas partes. Veo también
aquí al compañero Mella, mandado de los ferroviarios. En estas
condiciones, somos muy poquitos y muy señalados los representan
tes genuinos de los asalariados.
S. E. ¿Y le parece poca representación la que tienen los asa

lariados en su seguro servidor?


El señor Jerez (don Ramón). Por lo que he dicho, Excmo.

señor, yo creo que esta Comisión no representa todos los intereses.


Veo aquí muchos políticos actuantes y muy pocos representantes de
gremios y por eso me permitiría insinuar que se disminuyera el
número de políticos y se aumentara proporcionalmente el número
de representantes de gremios.
S. E. ¿Y cuáles serían los gremios, o como yo los llamo, las

fuerzas vitales del país que no estarían aquí representados?


El señor Jerez (don Ramón). Los gremios están mejor or

ganizados que los partidos políticos . . .

S. E. Vamos al hecho concreto, ¿cuáles serían, señor Jerez,


los gremios que nó están representados o que usted cree que no


están representados?
El señor Jerez (don Ramón). —
Me refiero al número de repre
sentantes,
S. E. —
El número no tiene aquí importancia porque no se tra
ta de votaciones. Son opiniones las que quiero oir. Así, a usted lo
he citado para que me manifieste las opiniones que ha recogido de
sus compañeros y me las transmita.
Pero, en fin, ¿cuáles serían los gremios que querría ver repre
sentados?
El señor Jerez (don Ramón). —
A los profesores.
S. E. ¿Profesores de qué?

El señor Jerez (don Ramón). —


De instrucción primaria y se

cundaria.
S. E.— Los de instrucción primaria lo estarían por usted; los
de la secundaria por los señores Vicuña, Galdames, Fernández Pe
ña. Siga adelante . . .

El señor Jerez (don Ramón). —


Es la proporción del número,
Excelencia.
S. E. —
Le digo que no tome cuenta el número de personas,
en

porque aquí no va a haber votación. Se trata sólo de exponer ideas.



40 —

El señor Jerez (don Ramón). Es que mientras más personas


haya de una tendencia, mejor pueden manifestar su opinión. Aquí


hay gran número de políticos que tienen su opinión formada y
que discurren más que uno o dos representantes de los gremios.
S. E. Pero uno o dos son lo bastante para manifestar el sen

tir de todos sus compañeros.


El señor Troncoso (don Víctor).— ¿Por qué, entonces, se han
llamado a tantas personalidades políticas?
S. E.- No he citado a partidos políticos, sino a personas; no

he citado por eso a las mesas directivas de los partidos, porque no


he querido darles representación oficial. Lo que yo necesito es co
nocer las corrientes de opinión, para tener una base de trabajo y
acción.
Pero se ve que no hay manera de dar gusto Me interesa
. • •

seguir en el estudio de los gremios que no están representados aquí,


porque yo he pretendido dar representación a todas las corrientes
de opinión.
El señor Jerez (don Ramón).- Los agricultores, por ejemplo.

S. E. Está el señor Yáñez, de la Sociedad de Agricultura.


El señor Jerez (don Ramón). Pero no representa a los obre


ros agrícolas, a los campesinos.

S. E. —
El señor Hidalgo representa a la Federación Obrera de
Chile y en ella están comprendidos los campesinos, me parece; así
es que los representa a ellos, aunque no ande de poncho y espuelas.
El señor Hidalgo (don Manuel),— Habría sido muy honroso
para mí representarlos, porque debo decir que si hay una esclavitud
doloiosa y cruel, es la en que vive esa gente.
3. E. Yo le respondo de que querría ser uno de esos esclavos

a cambio de libertarme de la esclavitud mucho más dolorosa en que

me encuentro yo en estos momentos tan graves y delicados para la

República.
¿Qué otro gremio falta?
El señor Jerez (don Ramón). Los empleados.

S. E. Los empleados están representados por el señor Gregorio


Guerra, que tal vez no está presente en estos momentos, pero que
ha sido también invitado a esta reunión.
En todo caso, el señor Guerra nos puede traer las opiniones de ese

gremio.
¿Qué gremio falta?
otro
El señor Jerez (don Ramón). Yo mantengo mi opinión: aun

que el señor Hidalgo sea un representante de la Federación Obrera


de Chile, yo niego que sea un representante directo de los campesi
nos. Estos no están representados, como tampoco lo están los tra

bajadores de las minas.



41 —

S. E. —
Los
trabajadores de las minas están representados por la
Federación Obrera de Chile, que tiene la representación del prole
tariado del país.
Hay la conveniencia en no desprestigiar la causa, porque hay
que ser sincero, harto sincero, tal como yo lo soy, aunque esto me
acarree muchas malas
voluntades; pero hay que decir las cosas con
verdad, y con ella no se puede sostener que esté llamando con pre
ferencia a los políticos o a otras fuerzas vitales, cuando esto no es
efectivo. Y los antecedentes hablan claro.
¿Cuál es la fuerza vital que no esté aquí representada? Esta
objeción sólo obedece a la mala costumbre de rezongar por todo; es
el pesimismo endémico; son las fuerzas destructivas puestas en juego
y que hacen más mal que bien.
El señor García Oldini (don Fernando). Creo que no se puede —

hablar de pesimismo cuando se afirma que hay gremios que no están


aquí representados. En todo caso, si el señor Guerra representa a los
empleados públicos y particulares, es uno solo ; en cambio, los parti
dos políticos están representados cada uno por diez o más . . .

S. E. No, señor. No hay ningún partido político que tenga


aquí diez representantes; son amigos míos, en cuya capacidad yo


tengo confianza, y ellos han concurrido aquí para pensar y deliberar;
pero no representan a ningún partido político ; son personas eficien
tes que representan corrientes de opinión y son los llamados a ayu
dar a raciocinar.
El señor García Oldini (don Fernando). —
Son interesantísimas
esas declaraciones . . .

tí. E.; Debía haberlo comprendido antes.



. .

El señor García Oldini (don Fernando); —


Yo estoy anhelando
saber si he llegado aquí por el hecho de ser miembro del Partido De
mócrata . . .

S. E. Porque joven inteligente, que habla muy bien y



es un

que nos una opinión clara.


trae
El señor García Oldini (don Fernando). —
Yo agradezco lo
que dice el señor Presidente de la República, que me ha invitado a
venir a este salón, porque cree que García Oldini es un mozo inteli
gente, etc.; y en la misma forma habrán venido también seis o siete
miembros del partido al cual pertenece García Oldini. . .

Ahora bien, cualesquiera que sean las circunstancias que haya


tenido en vista S. E. para invitar a esta sala a los que hoy aquí nos
encontramos, no es menos cierto que todos siguen perteneciendo a
los partidos en que militan, de modo que tácitamente tienen que
traer las opiniones de sus partidos. Yo creo lo mismo que acaba de
manifestar un compañero, cuando decía que él, en cualquiera parte
de Chile en que se encontrara, se sentía maestro.

42 —

El individuo que pertenece a un partido, en cualquiera parte


que esté, sigue siendo miembro de ese partido, aun cuando S. E. lo
inviteen el carácter de amigo personal a esta reunión.

S. E.
. Y'o los he invitado para que traigan el sentir y las opi

niones del medio en que actúan. Los traigo para auscultar la opi
nión.
El señor Edwards Matte (don Guillermo). Se ha hablado —

va bastante, y deseo decir sólo algunas palabras.


Creo, después de todo este debate, que en la reunión hay ya
ambiente general en el sentido de pedir a V. E. que someta los asun
tos trascendentales que se relacionan con la próxima Asamblea Cons

tituyente, más bien que al examen previo de una concurrencia nu


merosa e impresionable al estudio serio y profundo de subcomisiones
formadas por hombres de estudio que sepan sobreponer a los intere
ses partidistas la influencia de criterios sanos inspirados en la expe

riencia institucional de nuestra misma Nación y de los demás países


de! mundo.
Me parece, pues, acertada la indicación formulada por los se

ñores Agustín Edwards y Eliodoro Yáñez.


Y cuando esas -ubeomisiones se reúnan y procedan a esa labor
concienzuda en la compañía de V. E., que ojalá coopere y se acerque
a su trabajo,la forma más próxima que le sea posible, tengo para
en

raí que todos los que colaboren en ella tendrán que llegar al conven
cimiento de que han sido demasiado generales y absolutos los térmi
nos condenatorios que en esta reunión se han expresado sobre rcgí-

menes o sistema- políticos de Gobierno que en el nuestro o en otros


países han dado resultados felices y adecuados para garantizar a los
pueblos desarrollo democrático.
en su

No pretendo con estas palabras iniciar una defensa de las opi


niones que preconizan para Chile un régimen parlamentario; al revés,
mi opinión personal favorece las ideas de fortalecer e independizar
al Poder Ejecutivo en su acción administrativa y de eliminar en lo
posible las causas que entronizan el sistema de rotativa ministerial.
Pero si bien no defiendo como oportuno el sistema parlamentario
de Gobierno, creo que gran parte de los defectos que él ha exteriori
zado en los últimos lustros han sido causados por la forma imper
fecta en que él se ha practicado entre nosotros.
El buen sistema parlamentario para evitar los choques de auto
ridades, para solucionar los conflictos entre poderes, ha establecido
válvulas, que nosotros no hemos tenido y que significan la elimina
ción o atenuación de un factor de abusos, desaciertos y desorienta
ción gubernativas.
La facultad de disolver la Cámara puede hacer viable, aun en

43 —

países de la cultura
y del estado de preparación de los países de nues
tra América Latina un sistema parlamentario razonable.
Yo prefiero para ellos la autoridad central fuerte, controlada,
naturalmente, por disposiciones que impidan su relajación entiranía,
lo que se ha llamado el sistema representativo, que es una garantía
de orden y de tranquilidad.
Pero creo que un estudio bien intencionado del
problema, faci
litará el advenimiento de fórmulas aceptables para ambos criterios,
ya que ninguno de esos sistemas de Gobierno puede ser execrado y
condenado sin reservas en su esencia misma.
Pero, en
cambio, el curso de este debate
me ha obligado a pensar

que será un problema mucho más grave elque ha de constituir el


fondo de disentimiento en los criterios de los que formen esas sub
comisiones.
^ lo diré con toda franqueza,
porque creo erróneo el procedi
miento de eludir los asuntos graves, ocultándose su trascendencia.
El problema a que me refiero es el que se relaciona con la cali
dad de la representación que han de tener los futuros eongresales o
constituyentes.
Yo declaro, desde luego, que, a mi juicio, no cabe otra forma
de representación en los cuerpos resolutivos en que de cualquier
modo reside parte de la soberanía nacional, que la del sufragio. Todo
otro sistema de formar cuerpos destinados a crear leyes con fuerza,
generalmente obligatoria, está fuera de la doctrina democrática,
inspiradora de todos los países del mundo en la época moderna.
Algunos oradores han propuesto, sin embargo, la adopción de
fórmulas que consultan una base de representación gremial. Han
aludido a lo establecido en los últimos años en varios países del mun
do. Yo sostengo, quiero ser bien claro para ello, y la comisión lo verá
en su estudio, que no hay sino un solo país de la tierra que haya esta

blecido la base gremial para su poder soberano. Ene país es Rusia.


El Soviet o los Soviets están constituidos por representación de con
sejos de trabajadores o de gremios. Es necesario que digamos fran
camente si queremos esa clase de instituciones para nuestro país.
Se ha citado también como ejemplo de representación gremial
algunos casos de otros países, y se ha dicho que él es la base del Con
sejo Nacional de Economía en Alemania y de algunos Boards en
Estados Finidos. Es confundir lamentablemente los términos del
problema: ni uno ni otros tienen poder legislativo soberano.
El primero que en cada categoría de gremios equipara exacta
mente la representación patronal con la de los obreros, no tiene sino
carácter consultivo, como regla general, y el derecho de iniciativa
en materia de legislación que se le ha dado, no llega, sino hasta la

facultad de proponer al Reichstag la adopción de un texto legal y de



44 —

defenderlo por la voz de un representante. Y el Reichstag, el verda


dero legislador soberano, tiene sino el origen del sufragio.
no

Los Boards o consejos técnicos norteamericanos tienen- carácter


administrativo, y sus atribuciones reglamentarias no pueden salir del
texto de las leyes aprobadas por las Cámaras, que tienen origen ne
tamente democrático y de elección popular.
La única solución legítima y democrática es hacer Congreso y
Constituyente sobre la base del sufragio que, al revés de lo que se
ha dicho, permite la exteriorización de la voluntad de todas las fuer
zas vivas de la nación. Basta para ello que se garantice su emisión

y que se le defienda de los vicios que lo envenenan, de modo que él


signifique la expresión genuina de la voluntad nacional.
Los gremios quedan, en este sistema, perfectamente garantiza
dos en el sentido de que podrán ejercitar en los destinos nacionales
y por medio del sufragio de sus miembros, toda la influencia que
legítimamente les corresponde.
Lo que se impide es el aumento o la diminución arbitraria de
las influencias de grupos de opinión o de intereses.
En el sistema gremial un Gobierno que convocara a una asam
blea con criterio proletario, producirá la dictadura del proletariado;
el que la convoque con criterio aristócrata o capitalista, dará una
dictadura de una aristocracia o del capital.
Será siempre la arbitrariedad del que llama a la asamblea, la
que defina los rumbos políticos.
Este es el peligro de fondo que creo advertir en la situación del
momento para el porvenir democrático de la nación : ¿Representación
gremial o electoral?

No he pronunciado estas palabras en defensa de tales o cuales


partidos; las he considerado un deber para obrar en" resguardo ver

dadero de la democracia.
Al decir que nodefiendo a los partidos, estoy muy lejos de adhe
rirme a las opiniones manifestadas en el sentido de que los políticos
hayan obrado por móviles interesados o bajos.
Creo que, por el contrario, la mayor parte de ellos, para honra
de nuestra patria, han sido probos y sanos,
Lo que quiero decir cuando hablo de reorganización de los par
tidos, es que ellos deben agruparse alrededor de los problemas fun
damentales del día, para que no ocurra como hoy que en el mismo
partido figuran hombres del criterio más opuesto sobre los rumbos
palpitantes, al paso que están en distintas filas muchos que piensan
en forma análoga.
Espero que esta anomalía ha de cesar próximamente, y que,
entre tanto, no caeremos en el error de sepultar en un momento de
irreflexión las normas que sirven a todas las naciones civilizadas,

45 —

Comisiones de hombres preparados, como los que V. E. ha de


nombrar, no podrán llegar, dentro de la experiencia del mundo, a

otro resultado para asegurar el porvenir institucional de Chile.


El señor Mella (don Ángel). Como se trata aquí de consultar

opiniones, y yo represento aquí una opinión numerosa, la de los ferro


viarios, voy a decir la opinión que domina en nuestra organización
respecto de la convocación de la próxima Asamblea Constituyente,
Sobre este punto se dice aquí que hay opiniones para que la
Constituyente sea a base popular. Yo creo que así en esa forma, la
Asamblea queda entregada a los partidos políticos.
Desde luego, S. E. el Presidente de la República, si quiere cum
plir el manifiesto de Septiembre, no va a poder hacerlo en esa forma;
tendrá que salirse de él, y no va a satisfacer el anhelo de una libre
Asamblea Constituyente.
Los trabajadores estimamos que debe hacerse a base gremial,
porque si la Asamblea se entrega a los partidos políticos, seguiremos
en igual forma que hasta ahora; se reformará un artículo o dos y

seguirá la chuña, y esto los trabajadores estamos dispuestos a evi


tarlo por todos los medios posibles.
Hemos visto últimamente en la prensa los pactos que han estado
haciendo los partidos políticos. Parece que quieren aprovecharse
otra vez de la revolución. . .

Creo, entonces, que el peligro, como bien lo han dicho algunos


de los señores que han hecho uso de la palabra en esta reunión, no
ha desaparecido.
Si se sigue con esta política yo creo que puede haber el peligro
de que los militares se levanten nuevamente, porque no están dis
puestos a doblegarse ante ningún bando político, sino a respetar la
voluntad unánime del pueblo.
Basado en este principio el pueblo apoyó el movimiento del 23 de
Enero.
Por eso los trabajadores aspiramos a que la elección de la Cons
tituyente sea a base gremial.
S. E. Como ya es tan tarde, podríamos seguir en la sesión

próxima, mientras tanto, nombraríamos las dos subcomisiones.


Se levanta la sesión.
PRIMERA REUNIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE REFORMAS
CONSTITUCIONALES

18 DE ABRIL DE 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asis


tencia de los señores Domingo Amunátegui Solar, Luis Barros Bor-
goño, Nolasco Cárdenas, J. Guillermo Guerra, Manuel Hidalgo.
Roberto Meza Fuentes, Pedro N. Montenegro, Romualdo Silva Cor
tés, Francisco Vidal Carees, Carlos Vicuña Fuentes, Eliodoro Y'áñez
y Héctor ííañartu; se abrió la sesión a las 4.40 P. M.
Usa de la palabra S. E. para manifestar que, como las reformas
constitucionales que va a aprobar la Asamblea Nacional Constitu
yente llevarán su firma, no debe producir extrañeza e! hecho de que
trate de que dichas reformas estén encuadradas en su manera de
pensar, y de acuerdo con las ideas que están profundamente arraigadas
en su espíritu.
Cree que las materias fundamentales sobre las cuales debe versar
el estudio de esta Comisión son: 1." la organización del Gobierno,
o sea las facultades de los Poderes Ejecutivo y Legislativo: '2. des
centralización administrativa y política; y 3." el problema religioso.
Su pensamiento sobre el primer punto puede concretarse en
estas fórmulas: 1." Los Ministros de Estado permanecerán en sus
puestos mientras cuenten con la confianza del Presidente de la Re

pública; 2." Incompatibilidad absoluta entre el cargo de Ministro


de Estado y los de senador o diputado. El senador o diputado que
fuere elegido Ministro de Estado perderá su carácter de congresal
y no podrá ser elegido de nuevo mientras desempeñe el cargo de
Ministro; 3." El Poder Ejecutivo podrá disolver el Congreso cuando
lo estime conveniente; 4.° El Presidente de la República es perso
nalmente responsable, durante su Administración, de los actos que
ejecute y puede ser acusado por elCongreso: 5." El Congreso Nacio
nal, Senado y Cámara de Diputados, constituidos en Asamblea Na
cional, los dos tercios de sus votos, pueden deponer al Presidente.
con

Tomada por el Congreso Nacional una resolución de este carácter,


el Presidente de la República podrá disolver la Cámara política, o
sea la Cámara de Diputados, debiendo convocar a nuevas eleccio

nes dentro del plazo de sesenta días. Si este segundo Congreso no


insistiere en la deposición del Presidente, éste continuará en funciones.
Para evitar la influencia del Presidente, éste deberá retirarse
del mando, una vez acordada la deposición, haciendo entrega de él
al Vicepresidente de la República.
6." El Congreso Nacional se compondrá de la Cámara de Dipu
tados, que será Cámara política, cuya generación será de elección
popular y de un Senado o Cuerpo Consultivo que será elegido en la
siguiente forma: dos tercios por votación popular de todo el país, no
por provincias y un tercio por las distintas actividades nacionales
del país.
Los señores Barros Borgoño y Yáñez expresan su opinión en
cuanto a la idea de consultar la deposición del Presidente de la Re
pública por el Congreso, en el sentido de que no es conveniente intro
ducir en nuestro régimen político algo que sería seguramente materia
de nuevas perturbaciones del Gobierno.
El señor Yáñez (don Eliodoro) agrega que es necesario estable
cer un Gobierno con la mayor estabilidad posible, fuerte y presti

gioso, que pueda encauzar las nuevas orientaciones sociales que =e


están formando. Porque hay necesidad de dar organización al movi
miento democrático que nace, poniendo a su frente un Gobierno
robusto. En todos los movimientos sociales ha habido y hay un
fondo de justicia que es indispensable contemplar, que es necesario
encauzar, y sería el más profundo error tratar de ahogarlos y para
eso se requiere un Gobierno sólido.

Por estas razones no cree que sea conveniente establecer un me

canismo como la deposición del Presidente de la República, el cual


vendría a ser un nuevo factor de perturbaciones políticas.
El señor Hidalgo (don Manuel) expresa que los males princi
pales de nuestro orden social nacen del abuso del derecho de propie
dad. Manifiesta que en Chile ha gobernado siempre una oligarquía
que ha sido la dueña de la tierra y cree que en la organización de

la República debe contemplarse la limitación de la propiedad


nueva

y establecer dichaorganización sobre la base de estas ideas.


Invitado por S. E. para precisar la forma en que estas ideas
pudieran contemplarse en las reformas constitucionales, declara el
señor Hidalgo que no ha venido preparado para dar su fórmula, pero
que para la próxima reunión traerá redactadas sus ideas.
Refiriéndose S. E. a las observaciones de los señores Barros
Borgoño y Y'ánez en cuanto a la inconveniencia de establecer la depo
sición del Presidente de la República, dice que ha pensado en esta
idea como manera de desvirtuar el temor que a algunos espíritus ins
piran las mayores facultades del Ejecutivo, en las cuales creen ver un
peligro para las libertades públicas y para las garantías individuales.
Se sigue un corto debate sobre este punto, en el cual toman
parte los señores Vicuña Fuentes, Yáñez, Barros Borgoño y Vidal
Garcés.
-
48 -

El señor Yáñez (don Eliodoro) se manifiesta de acuerdo con el


señor Presidente en cuanto la necesidad de facultar al Ejecutivo
a

para disolver la Cámara de Diputados; pero cree que para ello es


indispensable establecer, al mismo tiempo, el estatuto administra
tivo, pues, no sería posible dejar en manos de un Ejecutivo sin fis
calización la dependencia absoluta de los empleados públicos, con lo
cual se convertiría a éste en una poderosa fuerza electoral.
El señor Guerra (don J. Guillermo) estima que es indispensable
formarse una pauta para las discusiones, a fin de hacer más eficiente
y rápido el trabajo de la Comisión. Así, por ejemplo, sería conve
niente fijar los días y horas del funcionamiento de ésta y las mate
rias de que debe ocuparse, a fin de que todos los miembros de ella

vengan preparados y con los apuntes necesarios.


Se aceptó el temperamento propuesto por el señor Guerra y se
acordó reunirse los días miércoles y viernes de la semana próxima
de 10 a 12 de la noche, a fin de ocuparse de la organización del Go
bierno, es decir, de las facultades del Presidente de la República,
sus deberes y atribuciones y sus relaciones con los demás poderes

públicos.
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torrerlanca.
SEGUNDA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE REFORMAS
CONSTITUCIONALES

22 de arril de 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten

cia de los señores Domingo Amunátegui Solar, Luis Barros Borgoño,


J. Guillermo Guerra, Manuel Hidalgo, Pedro N. Montenegro, José
Maza, Ministro de Justicia, don Romualdo Silva Cortés, Carlos
Vicuña Fuentes, Francisco Vidal Garcés y del Subsecretario del
Interior, don Edecio Torreblanca, quien actuó como Secretario; se
abrió la sesión a las 10.30 P. M.
Se leyó y fué aprobada el acta de la sesión anterior, celebrada
el 18 de Abril.
El señor Barros Borgoño (don Luis) refiriéndose a los puntos
dejados en estudio en la sesión anterior, manifiesta que ha sostenido
algunas conversaciones con los señores Yáñez y Montenegro, en las
cuales han llegado a concordar en ciertas ideas, y que con este motivo
han elaborado una minuta de los puntos que podrían servir de base de
acuerdo y que tienden a corregir los vicios de nuestro régimen parla
mentario, tal como se ha aplicado en los últimos años. Cree el señor
Barros Borgoño que las reformas aprobadas en Febrero de 1924 con
sultan muchas, sino todas las aspiraciones de la opinión pública y que
tal vez no convendría ir demasiado lejos en las reformas a la Consti
tución del 33, porque este Código funcionó perfectamente bien mien
tras existieron en Chile dos grandes corrientes de opinión bien orga
nizadas. Cita en apoyo de su aserto un hecho que hace honor a nues
tra organización constitucional, cual es que durante la Administra
ción de don Aníbal Pinto pasara el país por la guerra más grande
que ha tenido en su historia, sin necesidad de dar facultades extraor
dinarias al Ejecutivo y sin que se produjeran perturbaciones polí
ticas de ningún género.
Que el régimen haya sido desnaturalizado más tarde no es propio
sólo de Chile, sino de casi todos los países del mundo.
Se refiere a los distintos sistemas imperantes en otros países y
declara que él no estaría lejos de aceptar, ni sería inconveniente para
que se establecieran, la disolución de la Cámara de Diputados, la
incompatibilidad entre el cargo de Congresal y el de Ministro de
Estado, y todas aquellas reformas que tiendan a corregir los defectos
que hemos notado en nuestra vida institucional, pero cree que no
(Actas 4)

50 —

debemos ir más allá de lo necesario. Por esto estima que las reformas
de Febrero serían la mejor base de estudio de esta Comisión.
S. E. considera que la situación actual es enteramente distinta
de la de Febrero. Las reformas constitucionales de aquella época,
dice, fueron fruto de una transacción y serían insuficientes en las cir
cunstancias porque atraviesa hoy el país. Su idea es concluir con
el régimen parlamentario y establecer en su lugar un régimen sui-ge-
neris, criollo, no el régimen presidencial ni el parlamentario clásicos, y
allá tienden sus esfuerzos, porque es ése precisamente el pensamiento
de la Revolución, cuyas finalidades ha prometido y está encargado
de cumplir.
El señor Montenegro (don Pedro N.) da lectura, en seguida, al
siguiente memorándum de ideas que podrían servir de base para las
modificaciones que deben introducirse en la Constitución Política
del Estado:
I

*Un tribunal especial formado por miembros de la Corte Supre


ma, en la forma que determine la Ley, conocerá de las reclamaciones
de nulidad que ocurran acerca de las elecciones de Diputados y Se
nadores, sin perjuicio de la facultad de cada Cámara para pronun
ciarse sobre la inhabilidad de sus miembros.»

II

«Entre las atribuciones exclusivas de cada Cámara:


«Admitir la dimisión de sus miembros si los motivos en que la
fundaren fueren de tal naturaleza que los imposibilitaren física o
moralmente para el ejercicio de sus funciones. Para calificar los mo
tivos deben concurrir las tres cuartas partes de los miembros pre
sentes.
«Conceder permiso para ausentarse de sus funciones por un

plazo que no exceda de seis meses.»

III

*La elección de Presidente de la República se hará en votación


directa en la forma que determine la Ley.
'La calificación de la elección se hará por el Congreso reunido
por derecho propio en sesión plenaria con la concurrencia de la ma
yoría absoluta de los miembros que lo componen.
«Si no se reuniera la mayoría el día que fije la ley, el Congreso
procederá al tercer día siguiente a calificar la elección con la concu
rrencia de los miembros que asistan. >
IV

*En los casos de fallecimiento del Presidente de la República,


declaración de haber lugar a su renuncia u otra clase de imposibilidad
absoluta, o que no pudiere cesar antes de cumplirse el tiempo que le
falta para terminar su período constitucional, procederá el Congreso,
dentro de los ocho días siguientes, a elegir un Vicepresidente por el
término que falte para la expiración del mandato.»

«Incorporar en el texto de la Constitución los proyectos a que


se refiere la Ley N.° 4004, de 26 de Febrero de 1924, con solo la su

presión del inciso final del párrafo 1.°»

VI

'Las leyes que tengan por objeto la inversión de fondos públi


cos, sólo pueden tener principio por mensaje del Presidente de la
República. »

Terminada la lectura de esta minuta, toma la palabra S. E.


para manifestar que en cuanto a la elección de Vicepresidente de la
República por el Congreso, cree que sería sumamente grave y pe
ligrosa porque traería, como consecuenciai la rotativa presidencial.
Agrega que los tratadistas franceses se están pronunciando unánime
mente en contra de la elección del Presidente por el Congreso, ba
sados en estas mismas razones que él aduce.
Tercia en el debate el señor Guerra (don J. Guillermo)
quien, estudiando la manera como se elige al Vicepresidente de la
República en los Estados Unidos, dice que este funcionario tiene allá
facultades propias y es elegido siempre por el mismo partido que
elige al Presidente. En Estados Unidos, continúa, hay dos grandes
partidos de opinión, mientras que en Chile la opinión está dividida
en cinco grandes partidos que forman parte de dos grupos llamados

coalición y alianza liberal. En una elección al estilo de los Estados


Unidos, el resultado sería que, por ejemplo, dentro de la coalición
el Presidente correspondería a los liberales y el Vice a los conserva
dores, o, dentro de la Alianza, el Presidente a los liberales aliancistas
y el Vice a los radicales. En la práctica, veríamos toda clase de
maniobras para atraer hacia la oposición al Vicepresidente con su
partido, para derribar en seguida al Presidente y seguir gobernando
con el Vice, con lo cual, prácticamente, vendríamos a reducir el pe

ríodo constitucional. ,-m>

^f

52 —

En apoyo de su opinión cita algunos casos ocurridos no hace


muchos años en la República Argentina. Considera, en consecuencia,
que no se debe innovar en esta materia.

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, propone la idea


de uniformar el período presidencial con el dé duración de las funcio
nes de los diputados y senadores,

A propósito de la eficiencia de las reformas de Febrero, se pro


duce después un extenso debate en que toman parte los señores Pre
sidente, Barros Borgoño, Guerra y Vidal Garcés.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) refiriéndose a los peli
gros que entraña la disolución de la Cámara de Diputados, menciona
lo ocurrido en la Revolución de' Septiembre en que, ante la sola idea
de que el Ejecutivo pudiera disolver el Congreso, la Cámara pasó
por todo lo que se le propuso.
S. E. desvirtúa esta afirmación del señor Vidal Garcés, ma
nifestando que el Congreso procedió a despachar las leyes pedidas
por el Ministro del Interior inspirado solamente en el patriótico pro
pósito de evitar males mayores al país, y que él tiene la obligación,
por lealtad con la mayoría de aquel Congreso, de dejar bien en claro
que, aun cuando esa mayoría estaba dispuesta a resistir la presión
militar, abandonó su idea ante el ruego que le hiciera el Presidente
de la República en el sentido de acceder al despacho de las leyes
pedidas, porque él consideraba que con eso quedaba terminado el
movimiento revolucionario.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) agrega, que, sin embar
go, flotaba en el ambiente que la Cámara estaba dispuesta a dar
mucho más de lo que se le pedía, con tal de que no se disolviera el
Congreso. De modo que, establecida ahora la facultad del Ejecutivo
de disolver la Cámara de Diputados, cree que desaparecería el Par
lamento de Chile, porque quedaría entregado a merced de la volun
tad del Ejecutivo.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) pidió la palabra para
expresar su opinión sobre lo que, a su juicio, es en esta materia una
cuestión previa y fundamental.
Se refirió el señor Silva Cortés a la absoluta necesidad de man
tener y respetar el derecho de fiscalizar y supervigilar todos los actos
de la política y de la administración. Sólo el Congreso que legisla
en nombre del pueblo y para el pueblo puede vigilar porque se cum
plan las leyes, se administre bien el Estado y se dirijan hacia el bien
común y la seguridad y bienestar de la Patria los actos de la polí
tica en el orden internacional y en el gobierno interior,
Esta institución histórica y universal de la fiscalización parla
mentaria no puede suprimirse en una organización constitucional y

democrática. Naturalmente, el señor Silva Cortés, acepta reformas


-
53 -

que den mayores y más eficaces facultades administrativas al Pre


sidente de la República y a los Ministros de Estado ; acepta también
que se corrijan todos los abusos del parlamentarismo exagerado;
concurrirá a aceptar y aun a proponer muchas reformas de detalle
en nuestro derecho público; pero no comprende cómo puede supri
mirse la acción fiscalizadora eficaz de los representantes populares.
Cree, pues, que se debe acordar la forma en que se mantendrá
esasupervigilancia esencial en una nación civil y democráticamente
constituida.
Si se quiere modificar lo que existió, sin suprimir instituciones
esenciales,para separar convenientemente los Poderes Públicos y la
Política de la Administración, será fácil llegar a un sistema que nos
convenga. Hace indicación para que la Comisión se concrete a estu
diar esta cuestión principal y previa y ruega al Excmo. señor Presi
dente de la República que se digne aceptar su opinión al respecto.
A continuación el señor Vicuña Fuentes aduce diversas consi
deraciones para demostrar la inconveniencia de la incompatibilidad
entre los cargos de Ministro y Congresal. Estima que ello sería esta
blecer un régimen de desconfianzas y cree que debe dejarse al Presi
dente de la República la libertad de escoger sus colaboradores to
mándolos de donde convenga a los intereses del país, sin que el hecho
de que un hombre sea congresal lo imposibilite para ser Ministro.
Por lo demás, estima que es, precisamente, en el Congreso donde
están los hombres más capacitados para la administración pública.
En cuanto a que deba suprimirse la manifestación de confianza
o desconfianza a los Ministros, cree
que esa función es de la esencia
del régimen parlamentario y que, aun suprimida esa facultad, segui
ría ejercitándose el régimen parlamentario mientras el Congreso
tuviera la de dictar las leyes periódicas de la República, como la de
Presupuestos, la que autoriza el cobro de las contribuciones, la que
fija las fuerzas de mar y tierra, etc.
El remedio, entonces, estaría en quitar al Congreso ciertas fa
cultades, estableciendo que las leyes de presupuestos, y demás leyes
fundamentales serán indefinidas, y que el Congreso sólo podrá mo
dificar su forma, sin alterar su fondo.
En nuestra Constitución Política no está establecido, agrega,
que el Ministerio necesite la confianza del Parlamento, pero, en la
práctica ha existido este régimen a partir de la revolución de 1891,
Haciendo estas reformas, sería innecesaria la disolución de la
Cámara de Diputados, que es una válvula de escape de los regímenes
parlamentarios.
En cuanto a la responsabilidad política, tanto del Presidente
como de los Ministros, se podría establecer por medio de la acusación
o de la censura, sin que esto importara que el Ministerio debiera

54 —

retirarse, salvo que el Presidente de la República encontrara


que ya no merecía su confianza. Pero esta acusación o censura sólo
se pronunciaría en atención a la actuación de los Ministros
y no
como ha ocurrido hasta hoy, en que hemos tenido que ver casos de
Gabinetes que se han presentado al Congreso e inmediatamente han
sido censurados, no con criterio de fiscalización administrativa, sino
con eriterio partidarista, por hostilidad muchas veces a las personas

de los Ministros.
S. E. expresa que cree notar en el ambiente que hay de parte
de ciertos círculos un espíritu de resistencia para aquellas reformas
que puedan producir la muerte del régimen parlamentario, cuando
la voluntad casi unánime del país es acabar con este régimen, cuan
do el espíritu público busca hoy una solución contraria a la de 1891,
El señor Guerra (don J. Guillermo) refiriéndose a las palabras
del señor Silva Cortés, cree que la fiscalización parlamentaria
puede y debe ejercitarse por medio de las interpelaciones, pero no
en la forma como se han promovido hasta hoy, en que ni siquiera

se producen votos, sino que se hostiliza a los Ministros hasta con

seguir de ellos lo que se desea.


Con respecto a este punto, cita una opinión muy interesante
de don Francisco Noguera en que dice que una interpelación no debe
ser ni de un individuo, ni siquiera de un partido, sino el acuerdo de

las dos Cámaras. Así, por ejemplo, promovida una interpelación en


la Cámara de Diputados y aceptada por ésta, pasaría el acuerdo al
Senado para que se pronunciara sobre él. Solamente en el caso de
que la opinión del Senado se pronunciara en favor de la interpela
ción promovida por la Cámara de Diputados, el acuerdo adoptado
pasaría al Presidente de la República, quién tomaría la determina
ción que creyera del caso.
Después de un extenso debate en que se cambiaron diversas
ideas, se produjo acuerdo sobre los siguientes puntos:
1.° La concurrencia de los Ministros al Congreso será facul
tativa ;
2.° Incompatibilidad entre el cargo de Ministro y los de Senador
o Diputado, y
3." El reemplazo del Presidente de la República por el Vicepre
sidente, se hará en conformidad al sistema actual.
Salvaron su opinión sobre el punto segundo, los señores Héctor
Zañartu y Carlos Vicuña Fuentes.
Se entró a discutir sobre la uniformidad de los períodos funcio
nales del Presidente de la República y de las Cámaras de Senadores
y Diputados; pero no se produjo acuerdo, quedando este punto pen
diente para la próxima sesión.
En cuanto a la responsabilidad política de los Ministerios usó
de la palabra el señor Zañartu, quien estima que la opinión pública
aceptaría la supresión de la responsabiüdad política de los Minis
terios, pero no la disolución de la Cámara, porque, si por un lado se
les exime de esa responsabilidad y por la otra se faculta al Gobierno
para disolver la Cámara de Diputados, se deja un Ejecutivo con
facultades demasiado amplias para administrar el país y sin fiscali
zación, ni restricción de ninguna especie.
Por su parte, el señor Hidalgo cree que podría establecerse la diso
lución de la Cámara, siempre que se contemplaran las reservas necesa
rias para fiscalizar al Gobierno. Tal vez este procedimiento llevaría
a la morijeración de nuestros hábitos
electorales; las campañas de
opinión se darían por intereses nacionales y los hombres llevarían a
los cargos políticos a candidatos que dieran garantías de afrontar
aquellos problemas nacionales que hay necesidad vital de resolver.
Se aeordó continuar el estudio de estos puntos en la próxima
reunión que se celebrará el viernes 23 del presente de 3.30 P. M. a 6
P. M., en vez de 10 a 12 de la noche, como se había acordado en la
sesión anterior.
Se levantó la sesión,

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torreblanca.
TERCERA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE REFORMAS
C ONSTITUCIONALES

VIERNES 24 DE ABRIL DE 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la y con asisten


República
cia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño, J.
Guillermo Guerra, Manuel Hidalgo, Pedro N. Montenegro, José
Maza, Ministro de Justicia, don Romualdo Silva C, Carlos Vicuña
F., Francisco Vidal Garcés, Héctor Zañartu, y del Subsecretario del
Interior don Edecio Torreblanca, quien actuó como Secretario; se
abrió la sesión a las 4. P. M.
Se leyó el acta de la sesión anterior celebrada el 22 de Abril.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) hace dos aclaraciones a

los conceptos emitidos por él en la sesión anterior y consignados en


el acta a que se ha dado lectura; la primera, en el sentido de que su
pensamiento es que el Congreso debe intervenir en la formación de
la Ley de Presupuestos sólo para el efecto de modificarla, sin que su
facultad llegue hasta detener el funcionamiento de la máquina admi
nistrativa; y la segunda, en orden a que la fiscalización de las Cáma
ras debe ser a posteriori, sobre actos ya ejecutados por los Ministros,

pero que en ningún caso la Cámara pueda intervenir perturbando


la administración pública.
El señor Montenegro (don Pedro N.) por su parte, hace pre
sente que en el cambio de ideas a que se refirió el señor Barros Bor
goño, en la sesión anterior, había adherido también el señor Amuná
tegui al acuerdo que él trajo y leyó en esa sesión.
Sin otras observaciones se dio por aprobada el acta.
Usa de la palabra S. E. el Presidente de la República, quien
manifiesta que, en el deseo de metodizar el trabajo de la Subcomisión
y debatir sobre ideas concretas, ha sintetizado las suyas en la si
guiente forma:
«Poner entre las facultades exclusivas de la Cámara de Dipu
tados la siguiente: «Fiscalizar los actos del Poder Ejecutivo. Para
'
ejercer esta atribución la Cámara de Diputados puede adoptar
* acuerdos o sugerir observaciones al Presidente de la República.
«No se transmitirán al Presidente de la República sino los acuer-
' dos u observaciones que sean aprobados por la mayoría de la Cá-
« mará de Diputados.

57 —

«Los acuerdos u observaciones pueden ser contestados por es-


« crito o verbalmente, por medio del Ministro del Despacho que
«
corresponda.
«Los votos, acuerdos u observaciones no afectan a la responsa-
« bilidad política de los Ministros del Despacho, quienes se manten-
* drán en sus puestos, mientras cuenten con la confianza del Presi-
* dente de la República.
«Poner en el título del Ministerio una disposición que diga:
« Los Ministros del Despacho pueden, cuando lo estimen conve-
«
niente, asistir a las sesiones de las Cámaras y tomar parte en sus
«
debates, con preferencia para hacer uso de la palabra, pero sin
« derecho a voto.»
Cree que así se consulta la idea del señor Silva Cortés tendiente
a resguardar el derecho de fiscalización, y que se evita, al mismo

tiempo, la intervención del Parlamento en la administración.


Considera que la única manera de salvar al país de la hecatombe
a que lo ha conducido el abuso del sistema parlamentario, es esta

blecer el régimen representativo y su deber como mandatario y como


chileno es luchar por estas ideas con todas sus energías, apelando a
todos los recursos legítimos que estén a su alcance; y, si necesario
fuere, recorrerá el país de un extremo a otro pidiendo el apoyo de
la opinión pública en favor de estas ideas salvadoras.
Toma la palabra el señor Amunátegui para observar que él no
ve diferencia fundamental entre la fiscalización ejercida de confor

midad al régimen actual y la que propicia S. E. Considera


que, tanto en una como en otra situación, un Ministro que es
objeto de un voto desfavorable en la Cámara, tendrá que abandonar
su puesto por razones de dignidad personal, aunque el Presidente

de la República le manifieste que cuenta con su confianza. Por esta


razón, está dispuesto a aceptar la proposición de S. E., pues, consi
dera que ella constituye la fiscalización parlamentaria en la forma
que necesitamos establecerla en nuestro país.
El señor Hidalgo (don Manuel) expresa su opinión contraria a
la reforma propuesta por S. E., pues, según dicha reforma la voz
de los partidos con pequeña representación no podría hacerse oir,
ya que para ello se necesitaría el acuerdo de la Cámara.
Replica S. E. diciendo que un procedimiento de esta naturaleza
prestigiaría la fiscalización parlamentaria, pues, ella vendría a ha
cerse, no por individuos, sino por la colectividad. De esta manera.
agrega, acostumbraríamos a la Cámara a hacer política nacional,
despojándose de intereses pequeños y personales.
El señor Hidalgo (don Manuel) manifiesta que él comprende
que hay conveniencia en robustecer la acción del Poder Ejecutivo,
pero que eso se consigue ampliamente con la facultad de disolver la

53 —

Cámara de Diputados; agrega que al mismo tiempo es también nece


sario que exista algún resorte que permita a los partidos de poca
representación numérica ejercer en forma efectiva sus derechos de
fiscalización,
El señor Vidal Garcés (don Francisco) dice que debe haber
un Ejecutivo que gobierne con la opinión pública y no al margen

de ella, como ha ocurrido con los últimos gobiernos de facto.


El señor Montenegro (don Pedro N.) cree que una base de
acercamiento en las ideas podría ser la de establecer que la acusación
se formulara por simple mayoría.
El señor Barros Borgoño (don Luis) adhiere a esta insinua
ción .

A petición del señor Silva Cortés queda pendiente para la pró


xima sesión el estudio y resolución de la proposición del Presidente.
S. E. considera que, una vez resuelto este punto debe tra
tarse de la autonomía provincial; en seguida de la cuestión religiosa
y después, de la revisión de la Constitución, artículo por artículo.
Puesta, entre tanto, en discusión la idea de la supresión del
fuero parlamentario por delitos comunes, usaron de la palabra los
señores Maza, Vidal Garcés, Zañartu y Guerra.
Se cambiaron algunas ideas sobre la inconveniencia del sistema
imperante que permite a los parlamentarios que cometen delitos
comunes escudarse en el fuero parlamentario para burlar la acción
de la justicia ordinaria. Concretando su pensamiento, la Subcomi
sión por unanimidad, acordó que sea la Corte de Apelaciones, en
primera instancia, y la Corte Suprema, en segunda, quienes deban
declarar si hay lugar o no a formación de causa, quitando a la Cá
mara, por consiguiente, toda ingerencia en el desafuero.
A continuación usa de la palabra el señor Maza aduciendo algu
nas consideraciones en favor de la idea de realizar conjuntamente las

elecciones de Presidente de la República con las de Senadores y Di


putados, dice que con el actual sistema de elección presidencial sólo
pueden llegar a este cargo personas de gran fortuna e influencias,
porque el candidato necesita hacer personalmente todo el esfuerzo
de la elección, cosa que no sucedería si pudiera ser auxiliado por los
que van en seguida a contribuir a darle facilidades a su gobierno.
El señor Hidalgo (don Manuel) se pronuncia en contra de estas
ideas, observando que en una elección conjunta intervienen con ma
yor influencia los hombres de gran fortuna y situación, porque se
les busca precisamente por esto.
Toman parte en este debate S. E. el Presidente de la República
y los señores Vicuña Fuentes y Guerra. Este último considera con
veniente, como el señor Maza, la elección conjunta, porque así se
obtendrá un Congreso de la fisonomía política del Presidente de la

59 —

República y se evitará la repetición de la situación en que se encon


traron el Excmo. señor Balmaceda y el actual Presidente,
quienes
tuvieron que luchar tenazmente con Cámaras adversas.
Se acordó continuar el debate en una próxima reunión que se"1
verificará el miércoles 29 de este mes, a las 3^j P. M.
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torreblanca.
CUARTA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE REFORMAS
CONSTITUCIONALES

miércoles 29 de abril de 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño, No-
lasco Cárdenas, J. Guillermo Guerra, Manuel Hidalgo, José Maza,
Ministro de Justicia, don Enrique Oyarzún, Romualdo Silva Cortés,
Carlos Vicuña F., Francisco Vidal Garcés, Héctor Zañartu, Eliodoro
Yáñez y del Subsecretario del Interior don Edecio Torreblanca, quien
actuó como Secretario, se abrió la sesión a las 4 P. M.
Se leyó y aprobó el acta de la sesión anterior, celebrada el 24
de Abril.
El señor Barros Borgoño (don Luis) refiriéndose a la proposi
ción de S. E. formulada en la sesión anterior, insinúa la convenien
cia de suprimir la frase: ^quienes permanecerán en sus puestos
mientras cuenten con la confianza del Presidente de la República*.
Considera que ella está en contradicción con el resto de la disposi
ción, porque un Ministerio que recibe un voto de desconfianza de la
Cámara, no permanecerá en su puesto aun cuando euente con la
confianza del Presidente de la República. Esa ha sido siempre la
norma que se ha
seguido en tales casos y eslo que ocurre también
en el régimen presidencial.
Declara el señor Barros Borgoño que hace estas observaciones
no en representación de ninguna corriente de opinión o partido po
lítico,pues a nadie representa dentro de esta Comisión, sino en
su carácter personal, pues ha venido a colaborar con S. E. respon

diendo a la confianza con que S. E. ha querido honrarlo al designar


lo como miembro de ella. Sus observaciones obedecen al propósito
de dejar constancia de sus opiniones y en ningún caso a dificultar
o estorbar la marcha de las deliberaciones de la Comisión. En la si

tuación de hecho en que estamos colocados, agrega, no podemos ha


cer otra cosa sino salvar nuestras opiniones doctrinarias.
S.E. manifiesta que la Revolución de Septiembre se hizo a causa
de los abusos del sistema parlamentario y cree que deben tomarse
todas aquellas medidas que tiendan a evitar la vuelta a la tiranía
del Parlamento. Analiza la situación existente hasta Septiembre y
termina diciendo que si no se establece ahora un régimen estricto
de estabilidad ministerial, el país continuará en un período de revo-

61 —

luciones que, incuestionablemente, lo llevará a su total y completa


ruina.
El señor Yáñez (don Eliodoro) entiende que la idea de S. E,
es la de que las Cámaras no puedan derribar los Ministerios
simple
mente por la responsabilidad política y facilitar, al mismo tiempo,
el procedimiento de acusación.
Cree. que esta idea quedaría bien precisa en la forma que S. E.
la ha redactado, pero suprimiendo la parte final en cuanto se refiere
a que los Ministros quedarán en sus puestos mientras cuenten con la
confianza del Presidente de la República. Esta idea puede consig
narse en la facultad de nombrar
y remover los Ministros del Des
pacho. Suprimida esa parte, un Ministerio que recibe un voto puede
considerar que él no afecta su responsabilidad política y se mantiene
en su puesto. De modo que esta redacción da a los Gabinetes un

arma para mantenerse contra


cualquier acuerdo político.
El señor Zañartu (don Héctor) expresa que le asiste un temor
con respecto a este artículo; pero poruña razón enteramente opues
ta a la que se ha manifestado. Cree
que con esta indicación se es
tablece una diferencia de responsabilidad entre el Ministerio y el
Presidente de la República, y se abre la puerta al abuso del parla
mentarismo. En el régimen presidencial quien debe tener la respon
sabilidad es el .Presidente de la República y no el Ministerio.

El señor Amunátegui (don Domingo) cree que la frase en cues

tión tendría perfecta cabida en la parte que faculta al Presidente


de la República para nombrar y remover los Ministros del Despa
cho.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) consultado sobre la
opinión que le merece la indicación del señor Barros Borgoño, ma
nifiesta que da la suya personal, ya que no trae representación
ninguna de su partido, y solamente concurre a colaborar con S. E.,
en atención a la confianza con que S. E. lo ha honrado. Es de opi

nión contraria a la supresión del régimen parlamentario; pero si


se por el régimen presidencial hay que establecerlo en
quiere optar
forma clara y precisa. Declara que ha estudiado todos los regí
menes de Gobierno hasta llegar al sistema representativo estable
cido por la nueva Constitución alemana y, como consecuencia de
su estudio, se confirma cada vez más en sus simpatías por el régi

men parlamentario. Considera que no es el régimen el malo sino


los hombres, los mismos hombres que van a aplicar mañana las re
formas que aquí se estudian ; de modo que alienta pocas esperanzas
en orden a los efectos que ellas pueden producir en beneficio de
la administración pública.
Estima que es necesario tomar garantías para evitar la rotativa
ministerial y cree que ello podría conseguirse disponiendo que los
-
62 —

votos o acuerdos de carácter político deben ser tomados por la ma

yoría de los diputados en ejercicio.


Termina expresando que el sistema más democrático es el repre
sentativo y como sus orientaciones y sus ideales son netamente de
mocráticos no se resigna a abandonar este régimen.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) expresó su opinión fa
vorable a un régimen parlamentario corregido, en el que exista la fisca
lización o supervigilancia sobre todos los ramos de la política y de
la administración pública; pero en la realidad de los hechos y de
la situación actual del país, ante la voluntad y resolución de la ma
yoría de esta Comisión, comprende que sería un mal mayor el fra
caso de estos trabajos y la permanencia del país en su estado actual

que considera deplorable, sin Congreso, sin Derecho público, con


un sistema, que aun no se destruye, de centenares de decretos-leyes
que han alterado casi todas las instituciones; y, en general, en una
situación irregular y extremadamente peligrosa.
Espera que se cumplirá el propósito manifestado en orden a la
ampliación de causales de acusación y facilidades de juzgamiento
rápido de los Ministros de Estado; propondrá el mantenimiento de
las disposiciones sobre autorizaciones periódicas de gastos públicos
y cobro de contribuciones; y facilidades para que los actos del Eje
cutivo que merezcan censura por ser injustos, ilegales o contrarios
a los intereses nacionales puedan ser objeto de representaciones

eficaces del Parlamento ante el Presidente de la República.


En tal virtud, manteniendo sus ideas en la cuestión de principios
forzado por la necesidad de cooperar patrióticamente a la vuelta
de la Nación al régimen de derecho constitucional, no pudiendo hacer
algo mejor, se siente obligado a aceptar lo propuesto por S. E. el
Presidente de la República con las aclaraciones y modificaciones de
detalles expresados.
El señor Oyarzún (don Enrique) expone que también él está
en esta Subcomisión, no como Presidente ni miembro del Partido
Radical, sino porque el Presidente lo ha honrado nombrándolo miem
bro de ella; que, en consecuencia, sus opiniones son netamente indi
viduales y los vicios de que ha adolecido la práctica entre nosotros
del sistema parlamentario están contrabalanceados con el mal régi
men del Ejecutivo. Concuerda en las
opiniones que han expresado
los señores Vidal Garcés y Silva Cortés y está dispuesto a colaborar
patrióticamente a la tarea del Excmo. señor Presidente en la necesi
dad suprema de volver al régimen normal de Gobierno.
El señor Yáñez (don Eliodoro) declara, por su parte, que el ré
gimen parlamentario es el que mejor cautela las libertades públicas
y los intereses del Estado por medio de una fiscalización efectiva;
pero que no puede desentenderse de que este régimen, en la forma

63 —

como se ha
aplicado en Chile, ha fracasado. Considera que este sis
tema en países nuevos, sin tradiciones políticas, sin
disciplina, sin
partidos organizados, no puede ser bueno, de modo que sería agravar
la situación que estamos presenciando la mantención de él en sus
líneas clásicas.
Por lo demás, el sistema está enteramente desacreditado en el
país y produciría nuevas perturbaciones si lo dejáramos subsistente
en su forma actual o en otra forma más avanzada.

Está de acuerdo en que, posiblemente, lo que aquí se va a hacer


no sea lo mejor; pero las deficiencias
pueden irse salvando a medida
que se presenten. No cree tampoco que el régimen presidencial clá
sico sea adaptable a nuestro país, porque tiene también inconve
nientes y peligros y fácilmente podría llevarnos a la absorción por
el Ejecutivo. Reconoce que hemos sido víctimas de la responsabili
dad política de los Ministerios; que el Ejecutivo no ha podido Go
bernar sin el acuerdo del Congreso y, últimamente, sin el acuerdo no
ya de una mayoría, sino de un hombre y cree por esta razón, que ne
cesitamos suprimir la facultad del Parlamento de derribar los Minis
terios, en atención a consideraciones políticas, de orden meramente
abstracto. En consecuencia, acepta la idea del Presidente de la Re
pública de suprimir la responsabilidad política del Ministerio, esta
bleciendo que esa responsabilidad se pueda hacer efectiva por medio
de la acusación.
Un procedimiento de esta naturaleza no correspondería a uno

ni a otro de los sistemas presidencial o parlamentario. Con él solo


se trataría de estudiar nuestros males y repararlos.
Usa de la palabra eí señor Hidalgo (don Manuel) quien ma

nifiesta que el Parlamento debe ser un control para contener los


abusos del Poder Ejecutivo; pero que, a su vez, el Parlamento debe
ejercitar su acción dentro de ciertas normas que impidan la degene
ración de sus facultades fiscalizadoras en intromisión en la Adminis
tración Pública.
Citamos con mucha frecuencia, dice el señor Hidalgo, el régi
men de los Estados Unidos ; pero nos olvidamos de que nosotros no

tenemos ni la cultura ni el espíritu americano, que su civilización no


es trasplantada, que aquellos hombres nacieron a la vida Ubre acos

tumbrados a una forma de Gobierno. Sin embargo, a pesar de todas


esas circunstancias, los Poderes Ejecutivo y Legislativo han tenido
recientemente la lucha más áspera con motivo del nombramiento de
Procurador General de la República.
Considera que no podemos continuar en un régimen que ha re
pudiado el país y que es necesario ensayar un sistema nuevo de Go
bierno. Pero expresa sus temores de que, por salir de un mal, vayamos
a caer en la tiranía del régimen presidencial. Por estas consideracio-

64 —

nes desearía que en la nueva Carta Fundamental se faciliten los pro


cedimientos de reforma constitucional, para poder reaccionar en
contra de principios que pueden dar malos resultados en la práctica.
No es posible, termina, que las reformas constitucionales tenga que
hacerlas este país por medio de movimientos militares o por asonadas
populares, porque unos y otros son una vergüenza para nuestra vida
política.
Los señores miembros de la Comisión estuvieron de acuerdo en
que eranecesario establecer procedimientos más sencillos para intro
ducir reformas a la Constitución.
El señor Vicuña (don Carlos) cree que se debe innovar en cuan
to a la facultad del Congreso de dictar las leyes de presupuestos, de
autorización para el cobro de las contribuciones, de fijación de las
fuerzas de mar y tierra y de autorización para la permanencia de
las tropas en el lugar de la residencia del Congreso, porque mientras
estas facultades subsistan, subsistirá el régimen parlamentario.
Usa en seguida de la palabra el señor Ministro de Justicia, don
José Maza, quien manifiesta que no puede decirse que el sistema
parlamentario haya fracasado en Chile por defectos de los hombres,
sino por defectos de sus disposiciones escritas que no encauzaron
el régimen.
Si se quiere privar al Ministerio de toda responsabilidad política,
considera que es necesario distinguir tres casos : aquel en que el Mi
nisterio debe ir al Congreso; aquel en que puede ir; y aquel en que
no debe ir al Congreso. Cree que puede ir o no, a voluntad, cuando

se trata de la tramitación de las leyes; y que debe necesariamente

ir en los casos de acusación. Y que si se establece la irresponsabilidad


política no debe ir a contestar los votos, acuerdos u observaciones.
Propondría que las observaciones, acuerdos o votos de la Cámara
deben ser contestados por el Presidente de la República.
En cuanto a los acuerdos por mayoría de los diputados en ejer
cicio, les ve el inconveniente de la dificultad de reunir el quorum
necesario, con lo que se obstaculizaría la fiscalización.
Se dio, por fin, por aprobada la proposición de S. E. en la si
guiente forma: «Poner entre las facultades exclusivas de la Cámara
de Diputados, las siguientes: Fiscalizar los actos del Poder Ejecutivo.
Para ejercer esta atribución, la Cámara de Diputados puede adoptar
acuerdos o sugerir observaciones al Presidente de la República.
«No se transmitirán al Presidente de la República sino los acuer
dos u observaciones que sean aprobados por la mayoría de la Cá
mara de Diputados.

«Estos votos, acuerdos u observaciones, no afectarán la respon


sabilidad política de los Ministros del Despacho.»
Poner en el título «Del Ministerio», una disposición que diga:
«Los Ministros del Despacho, pueden, cuando lo estimen conve
niente, asistir a las sesiones de las Cámaras y tomar parte en sus
debates, con preferencia para hacer uso de la palabra, pero sin dere
cho a voto».
Los señores Vidal Garcés (don Francisco) y Zañartu (don
Héctor) quieren que quede testimonio de su opinión contraria a la
proposición, sin oponerse a ella.
El señor Zañartu (don Héctor) fundó su opinión en el senti
do de que con la proposición aprobada se va a establecer una dife
rencia de responsabilidades entre el Presidente de la República y el
Ministerio, lo cual significa, lisa y llanamente, abrir la puerta a los
abuso del sistema parlamentario.
Se discutió en seguida el punto relativo a la posibilidad de la
asistencia en algunos casos, del Presidente de la República a las Cá
maras, para contestar verbalmente las acusaciones u observaciones
que se formulen por éstas, y después de un corto debate se acordó
que «los acuerdos u observaciones de las Cámaras pueden ser con
testadas por escrito por el Presidente de la República o verbalmente
o por escrito por el Ministro del Despacho que corresponda».

Se aeordó reunirse nuevamente el viernes l.D de Mayo a las


33^ P. M. para pronunciarse sobre si se deja a la Cámara la facultad
de votar anualmente la ley de Presupuestos y demás leyes tempo
rales a que se ha referido el señor Vicuña Fuentes.
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torreblanca.

(Actas 5)
QUINTA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE REFORMAS
CONSTITUCIONALES

I.° DE MAYO DE 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño, No-
lasco Cárdenas, J. Guillermo Guerra, Manuel Hidalgo, José Maza,
Ministro de Justicia, Pedro N. Montenegro, Roberto Meza F.,
Romualdo Silva C, Carlos Vicuña Fuentes, Héctor Zañartu P.,
Eliodoro Yáñez, y del Subsecretario del Interior, don Edecio Torre-
blanca, quien actuó como Secretario; se abrió la sesión.
Leída el acta de la sesión anterior celebrada el 29 de Abril últi
mo, se dio por aprobada con la rectificación del señor Barros Bor
goño en cuanto a que, en realidad, él insinuó en la sesión anterior
que se suprimiera no sólo la frase a que hace mención el acta sino
todo el inciso.
Se pone en discusión la idea del señor Vicuña Fuentes en orden
a suprimir la facultad de la Cámara de discutir anualmente toda la

ley de presupuestos.
Usa de la palabra el señor Vicuña Fuentes (don Carlos) quien
expresa que su pensamiento no es impedir que la Cámara estudie,
fiscalice y vigile la inversión de los fondos públicos, sino evitar que
pueda hacerse de esta facultad un arma política contra las atribu
ciones propias del Poder Ejecutivo.
A su juicio hay que evitar la posibilidad de un entorpecimiento
en la marcha del país, como sería la paralización de la administración

pública que se produciría no autorizando los presupuestos y cobro


de las contribuciones, pero buscando un procedimiento que dejara
a la Cámara la facultad de modificar la ley de presupuestos.

El señor Guerra (don J. Guillermo) declara que es partidario


de la idea sostenida en el proyecto de don Ismael Valdés Valdés, o
sea que los gastos establecidos por leyes de carácter permanente no

pueden ser modificados en la ley de presupuestos y que, aprobada


ésta, en general, rigen por sí solos. Pero a esos gastos se pueden
agregar otros de carácter muy parecido, como aquellos a que se re

fiere el art. 2.° de la ley 4,001, de Febrero de 1924.


En una palabra, deben quedar sometidos a la revisión y aproba
ción anual del Congreso sólo los gastos variables.
El señor Yáñez (don Eliodoro) observa una característica del
régimen parlamentario. En el Parlamento inglés, los presupuestos,
en la parte consolidada, son motivo de una sola votación. Si el Ga-
-
67 —

bínete cuenta con la confianza del Parlamento, se aprueba el presu

puesto; en caso contrario, el Gobierno pierde la votación y se pro


duce la crisis ministerial. Pero, en realidad, la Cámara de los Co
munes no examina los gastos consolidados o fijos. En cambio, los

gastos variables son objeto de un estudio minucioso.


Lo que debemos establecer ahora, es que los gastos fijos consul
tados en el presupuesto, aquellos que provienen de leyes de carácter"
general o especial, no deben ser objeto de votación o modificación
por parte de la Cámara, porque ellos ya han sido votados en la oca
sión en que se aprobó la ley que los creó.
En cuanto a los gastos variables es necesaria la apreciación del
Congreso para aprobar, modificar, suprimir o aumentar los propues
tos por el Ejecutivo.
En realidad, entre nosotros no todos los gastos fijos están acor
dados en ley y esto trae -alguna dificultad para precisar la distinción
que desea dejar establecida. No pasa lo mismo con la*construcción
de obras públicas, por ejemplo, que se desarrolla en 3 ó 4 años, por
que en realidad, estos son gastos fijos y, sin embargo, no provienen

de leyes de carácter permanente. Los gastos establecidos por leyes


especiales o temporales deben regir sin necesidad de acuerdo del
Congreso.
En resumen, considera que debe quitársele a los presupuestos
su carácter político y dejarlos sólo como una ley administrativa, para

la revisión de las entradas y gastos de la Nación.


Los gastosfijos son estudiados para ese efecto, pero sin nece
sidad de votarlos anualmente, porque ya han sido establecidos en el
Congreso y necesitan nuevo acuerdo para su inversión.
no

Los gastos variables se consultarán anualmente y serán apro


bados o rechazados, entendiéndose que, si el 31 de Diciembre no
estuvieren aprobados, regirá el proyecto del Ejecutivo, que es el que
consulta las necesidades administrativas del año.
Cree que en esta forma queda perfectamente clara la idea, con (

la particularidad de que establecemos dos cosas: que los gastos per


manentes del Estado no estén sujetos a votación y combinaciones
políticas y que no se puede suspender la vida nacional postergando
o rechazando los presupuestos.
El señor Hidalgo (don Manuel) considera que no es conveniente
establecer lisa y llanamente que si el 31 de Diciembre no estuvie
ren despachados los presupuestos por el Congreso regirá automática
mente el proyecto presentado por el Ejecutivo, sin contemplar, al
mismo tiempo, medidas de garantía, como sería la de que la Cáma
ra debe discutir de preferencia los presupuestos.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) expresó que el abuso
del parlamentarismo en la materia de que se trata, consistió en
-
68 —

Chile, principalmente o casi exclusivamente, en el retardo o demora


en el despacho del presupuesto anual de los gastos públicos. Acepta

todo lo que tienda a evitar demoras u obstrucciones caprichosas


que son muy perjudiciales; y le parece bien que se entienda aproba
do un presupuesto o una autorización para el cobro anual de con

tribuciones cuando ha trascurrido un plazo razonable sin que el


Congreso, pudiendo hacerlo, no se pronuncie sobre esos asuntos tan
necesarios para la vida normal del Estado.
Esto, dijo el señor Silva Cortés (don Romualdo) no es con
trario al mantenimiento de la institución histórica y universal de la
autorización legislativa periódica para el presupuesto de gastos y
cobro de impuestos de una Nación.
Comprende que ya se ha acordado una reforma para evitar
crisis ministeriales inconvenientes; y cumple el deber de manifestar
su opinión favorable al mantenimiento de algo que considera factor

de libertad y de garantías en una República democrática. Ante la


imposibilidad de realizar por ahora su ideal, deja constancia de su
opinión, ya que la mayoría de la Comisión desea suprimir o alterar
esa institución; y, como lo dijo en la sesión anterior, pensando en la

necesidad suprema de que se vuelva a un régimen constitucional,


se ve obligado a respetar en esta materia lo que se acuerde por S. E,
el Presidente de la República y la mayoría de miembros de esta Co
misión.
El señor Montenegro (don Pedro N.) cree que no es posible
que, llegado el 31 de Diciembre, no pueda el Ejecutivo hacer los
gastos fijos; pero, tampoco se resigna a despojar al Congreso de esta
arma va quedando para imprimir rumbos al Gobierno. Por esta
que le
razón propondría, como transacción, que no se votaran los gastos fijos
y que los variables debieran ser votados en un plazo determinado,
debiendo regir el proyecto del Ejecutivo si no lo hubieran sido, a
menos que la Cámara acuerde aplazar su discusión.

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, cree que la dis


persión aparente del debate se debe más que todo a que se han con
fundido un poco ideas distintas y estima que, distinguiéndolas bien, se
podría ver que en el fondo existe un acuerdo en el principio. Hay que
señalar claramente tres materias distintas: en primer lugar la conve
niencia que existe de que, anualmente, el Congreso conozca los gas
tos que necesita hacer la Nación y las entradas de que dispone para
realizar esos gastos. En segundo lugar, la manera cómo los presu
puestos se discuten y clasifican en gastos fijos y variables; y, en
tercero, si se mantiene o no el derecho del Congreso de aplazar la
discusión de las leyes periódicas, que son la esencia del régimen par
lamentario.

69 -

Entrando al primer punto, su opinión personal es netamente


afirmativa. Cree que el país necesita conocer todos los años los gastos
de la Nación y los recursos con que cuenta, para cubrir e^os gastos.
No conoce ninguna Constitución que prive de este derecho al Con
greso. Recuerda el caso que le ha tocado presenciar, acaecido en el
Brasil y en Argentina, en que los Congresos de esos países discutían
en el mes de Agosto o
Septiembre los presupuestos de ese mismo
año, sin perjuicio de la facultad que tiene el Ejecutivo para seguir
administrando la Nación y subvenir a los gastos del país.
Esta facultad del Congreso nada tiene que ver con los abusos
del régimen parlamentario, porque obedece a una razón de conve
niencia pública, porque es el balance anual que por su intermedio
conoce el país. Por otra parte, este derecho del Congreso si tiene la

limitación a que se referirá más adelante, no es en manera alguna


un
peligro para la marcha regular de la administración del país y en
ningún caso es un arma que el Congreso pueda e-grunir contra el
Poder Ejecutivo.
La segunda cuestión se refiere a la forma en que el presupuesto

y el cálculo de entradas debe discutirse y la división que se haga


entre los gastos fijos y los variables.
Cree que esta es una cuestión que no debe estamparse en la
Constitución misma y que es materia de la ley que reglamente el
despacho de las leyes periódicas. Basta decir en la Constitución que,
llegado el vencimiento de las leyes anteriores, habrá una nueva que
comenzará a regir, para privar al Congreso de su arma política. En
la actualidad los presupuestos no pueden alterar los gastos señalados
en leyes generales especiales y estampar en la Constitución que
o

por la sola presentación del presupuesto quedan aprobados los gastos


fijos, es dar cabida a un abuso que consistiría en que el proyecto
respectivo podría colocar como gastos fijos materias o asuntos que
no estén en realidad consultados en leyes generales o especiales. Cree

que el Congreso debe tener facultad para revisar si los gastos fijos
corresponden, en realidad, a los que consultan las leyes, sin que esto
importe en manera alguna dar cabida al uso de un arma política.
Insiste en manifestar que esta materia, desde el punto de vista cons
titucional, es secundaria, y en estimar que no es materia propia de
la Constitución. Por lo demás, no ha sido la dificultad práctica que
se ha producido en el país: es una cuestión reglamentaria y de orden

propia de la ley y no de la Constitución.


Entrando a preocuparse del tercero y último punto en que ha
dividido las ideas en debate, estima que es un corolario del acuerdo
a que se llegó en la sesión anterior, privar al Congreso del derecho
de aplazar o negar las leyes periódicas. Para obtener este fin cree
que basta con una disposición constitucional que diga, que, llegado

70 —

el día del vencimiento de las leyes anteriores, sin que el Congreso se


haya pronunciado, deben regir como leyes los proyectos presentados
por el Ejecutivo y optar por los proyectos del Ejecutivo y no por las
leyes que rigieron el año anterior, porque habrá muchas disposiciones
nuevas no contenidas en las leyes anteriores y muchas contenidas en

esas leyes que no será necesario poner en las nuevas, y porque, ade

más, se aprobará el proyecto estudiado con tranquilidad que consul


tará las necesidades del país para el año siguiente.
Insiste en que este es el punto capital. Si el Congreso no tiene
la facultad de aplazar o negar las leyes periódicas, se habrá puesto
término al abuso del parlamentarismo y tendrá el Presidente de la
República leyes oportunas que le permitan administrar correcta
mente el país.
Esta observación es extensiva a todas las leyes periódicas, por
que a cualquiera de ellas se puede aplicar el mismo principio, o sea,
que el abuso no consiste en que se puedan discutir esas leyes por el
Congreso, sino en que su despacho no sea oportuno. Siendo oportuno
el despacho, no hay abuso posible, ni temor alguno y el remedio está
en que al llegar el día fijo y determinado haya una ley que comience

a regir: la que haya presentado el poder Ejecutivo.

Condensaría sus ideas en una proposición que dijera más o me


nos: «Fijar anualmente los gastos de la Administración Pública y

aprobar en la misma ley el cálculo de entradas y cobro de contribu


ciones, no pudiendo alterarse los gastos acordados en leyes generales
o especiales. Si a la expiración del plazo de vigencia de esta ley no

se hubiera dictado la que debe reemplazarla, regirá, entre tanto, el

proyecto que, oportunamente haya presentado el Poder Ejecutivo».


S. E. manifiesta que no se ganaría nada con seguir discutiendo
sobre estas materias si el pensamiento de los señores miembros de la
Comisión fuera el de que el Congreso aprobara año a año la ley que
autoriza el cobro de las contribuciones.
El señor Yáñez (don Eliodoro) cree que ésta es una idea apar
te,y precisa los puntos en los cuales cree notar acuerdo general en
la Comisión, en la siguiente forma: «El presupuesto general de gas
tos de la Nación es una ley de carácter administrativo. El presupues

to debe sometido para su aprobación al Congreso; pero las Cá


ser

maras no tienen el derecho de negarlo, ni de aplazar su discusión.


Los gastos fijos consultados por leyes generales o especiales no pue
den ser alterados en la discusión de los presupuestos. Los gastos va
riables pueden ser alterados o modificados, pero deben estar votados
el 31 de Diciembre de cada año. En caso de no estar aprobados en
dicha fecha, regirá el proyecto de presupuestos presentado por el Po
der Ejecutivo».

71 —

Después de un ligero debate se dieron por aprobadas estas ideas


en la forma expuesta.
Se acordó, a continuación, suprimir en el inciso 1." del N." 3.°,
del art. 28 (37) de la Constitución la frase: «en cada año», agregando
al final del mismo la siguiente: «sin perjuicio de las alteraciones que
anualmente establezca la ley de presupuestos». Suprimir el inciso 2.°
del mismo número. Suprimir en el número 4." del mismo artículo la
frase que dice: «reconocer las contraídas hasta el día». Cambiar en
el número 5.° del mismo artículo la frase «crear nuevas provincias
o departamentos» por «establecer la división administrativa». Y,

finalmente, suprimir el número 3.° del mismo artículo.


Se acordó reunirse nuevamente el próximo miércoles 6, a las
33^ P. M. para ocuparse del procedimiento de la acusación de los
Ministros.
Se levantó la sesión,

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torreblanca.
SEXTA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE REFORMAS
CONSTITUCIONALES

6 de mayo de 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño,
Nolasco Cárdenas, Guillermo Edwards M., Manuel Hidalgo, José
Maza, Ministro de Justicia, Pedro N. Montenegro, Roberto Me
za F., Romualdo Silva C, Francisco Vidal Garcés, Héctor Zañartu,

Eliodoro Yáñez, y del Subsecretario del Interior, don Edecio To


rreblanca, quien actuó como Secretario.
Leída el acta de la sesión anterior se dio por aprobada.
S. E. el Presidente de la República expresa que convendría tra
tar en esta sesión de las facultades del Congreso para acusar al Pre
sidente de la República, a los Ministros del Despacho y otros funcio
narios, porque es justo que, ya que se le han quitado al Parlamento

algunas de sus atribuciones se le den los medios para poder contener


los avances y abusos del Poder Ejecutivo. Y a fin de organizar mejor
el trabajo de la Subcomisión, da lectura a un resumen de ideas que
podría figurar como proyecto constitucional.
En este proyecto se han modificado y refundido en un solo ar

tículo muchas facultades que aparecen dispersas en diversos capítu


los de nuestra Constitución.
Dicho proyecto es del tenor siguiente:
«Poner entre las facultades exclusivas de la Cámara de Dipu
tados las siguientes:
"2.a Declarar si han o no lugar las acusaciones que cualesquiera
de sus miembros formulen en contra de los siguientes funcionarios:
«a) Del Presidente de la República, por actos de su adminis
tración en que haya comprometido gravemente el honor o la segu
ridad del Estado, o infringido abiertamente la Constitución o las
leyes. Esta acusación sólo podrá interponerse en el año inmediato
después de concluido el término del período presidencial;
&b) De los Ministros por los delitos de traición, concusión, mal
versación de fondos públicos, soborno, infracción de la Constitución
o atropellamiento de las leyes, por haberlas dejado sin
ejecución, y
por haber comprometido gravemente la seguridad y el honor de la
Nación. Estas acusaciones podrán interponerse mientras funcione
el Ministro y en los seis meses siguientes a la expiración del cargo.
Durante estos seis meses, no podrá ausentarse de la República sin

73 —

permiso de la Cámara de Diputados, o, en receso de ésta, de su Pre


sidente;
«c) De los Magistrados de los Tribunales Superiores de Justicia
por notable abandono de sus deberes:
*d) De los Generales de un Ejército o Armada por haber com

prometido gravemente la seguridad o el honor de la Nación;


«e) De los Gobernadores de departamento por los delitos de trai
ción, sedición, infracción de la Constitución, malversación de fondos
públicos y concusión.
«En todos estos casos la Cámara de Diputados declarará prime
ramente si ha o no lugar admitir la proposición de acusación, y des
pués, con intervalo de seis días, si ha lugar la acusación, oyendo
previamente el informe de una Comisión de cinco diputados elegidos
a la suerte. Si resultare la afirmativa, nombrará tres
diputados que
la formalicen y prosigan ante el Senado.
«Desde el momento que la Cámara declare que ha lugar la acu
sación, el acusado quedará suspendido de sus funciones. La suspen
sión cesará si el Senado desestimare la acusación o si no se hubiere
pronunciado dentro de los seis meses siguientes. 5

Poner entre las atribuciones de la Cámara de Senadores las si


guientes
«5.a Decidir si ha o no lugar la admisión de las acusaciones que
cualquier individuo particular presente contra los Ministros, por
razón de los perjuicios que pueda haber sufrido injustamente por
algún acto del Ministro. En estos casos el Senado procederá en la
forma que se indica en el número siguiente»;
<G.a Conocer de las acusaciones que la Cámara de Diputados
entablare con arreglo al artículo anterior, oyendo al acusado.
«El Senado procederá como jurado y se limitará a declarar si el
acusado es o no culpable del delito o abuso de poder que se le imputa,
«La declaración de culpabilidad será pronunciada por los dos
tercios de los senadores presentes. Por la declaración de culpabilidad,
queda el acusado destituido de su cargo.
;<E1 funcionario declarado culpable por e! Senado, será juzgado
con arreglo a las leyes por el Tribunal ordinario competente, tanto

para la aplicación de la pena señalada al delito cometido, cuanto


para hacer efectiva la responsabilidad civil, por los daños y perjui
cios causados al Estado o a particulares.
Después de haber leído el proyecto anterior, S.E. manifestó que
en él estaban resumidos los arts. 74
y 83 a 92, y la facultad segunda
del actual art. 30 de la Constitución, reduciendo la tramitación para
todos los acusados a una sola y uniforme y pasando al Senado la
facultad de oirlos.
Agregó que, aunque en el proyecto que había leído se mantenía

74 -

la actual disposición constitucional de que sólo pudiera acusarse al


Presidente de la República en el año siguiente a la terminación de
su mandato, él
proponía que la Cámara tuviera también la facultad
de acusarlo aun mientras ejercía sus funciones.
Los señores Vidal Garcés (don Francisco) y Barros Borgoño
(don Luis) manifiestan que no hay conveniencia en establecer la fa
cultad de acusar al Presidente de la República «aun dentro de su
período», porque en el período presidencial se desarrollan muchas
pasiones que pueden obrar en este caso.
Explicando su pensamiento, S. E. agrega que no es su propósito
dar al Presidente de la República un exceso de atribuciones que lo
hagan arbitro de la vida y de la honra de los ciudadanos; de manera
que, si se han ensanchado las facultades administrativas del Ejecu
tivo, se debe dar también a los ciudadanos, representados en el Con
greso, la facultad y posibilidad de llamar al Presidente de la Repú
blica al terreno de la discreción cuando el Congreso considere que se
ha salido de él. No sabemos, agrega, si el día de mañana tendremos
malos Presidentes, así como hemos tenido malos Congresos y, en tal
caso, esta facultad vendría a ser una garantía para impedir las inva
siones o abusos de autoridad del Poder Ejecutivo.
El señor Barros Borgoño (don Luis) manifiesta que en la Cons
titución de los Estados Unidos existe una disposición semejante ; pero
que ella se ha aplicado sólo una vez, y todavía sin éxito, producien
do una agitación en el país que duró dos años. Le parece mejor man
tener la situación actual.
S. E. replica que es necesario tener una válvula de seguridad,
para el caso en que llegue a producirse una situación sin salida.
El señor Zañartu (don Héctor) se manifiesta de acuerdo con
S. E. y cree que, si se va a dar esta serie de facultades al Presidente
de la República, es indispensable poner un contrapeso. Expresa que
el Presidente va a tener facultades que no tiene el Poder Ejecutivo
en ninguna parte del mundo; que sólo en Estados Unidos y el Bra

sil se le dan facultades parecidas, pero hay que considerar que esos
son gobiernos federales, Le parece indispensable, en consecuencia,
que contemplemos un medio para contener al Presidente de la Re
pública, en caso que quiera abusar de sus atribuciones. Por otra par
te, cree que establecer la responsabilidad de los Ministros y no la del
Presidente de la República, es caer al fin en el sistema parlamenta
rio, porque van a ser los Ministros los únicos responsables del Go
bierno y, por consiguiente, tendrá que primar la opinión de los Mi
nistros sobre la del Presidente. De este modo, los acuerdos del Con
greso tendrán mucho mayor influencia en las crisis ministeriales, que
es precisamente lo que se quiere evitar.

Quiere dejar constancia también, a propósito de la fórmula en


-
75 —

que se llegó a acuerdo


la sesión anterior, con respecto a la apro
en
bación de los presupuestos, que está absolutamente de acuerdo
con la opinión
que manifestó en esa oportunidad el Ministro de Jus
ticia, señor Maza.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) declara
que no es parti
dario de la acusación al Presidente de la
República dentro de su
período; pero, en cambio, le gustaría que se facilitara el procedi
miento de acusación a los Ministros. Sin embargo cree que ya no
se puede volver atrás en el camino hecho en orden a robustecer la

autoridad del Presidente de la República.


El señor Montenegro (don Pedro N.) manifiesta su
opinión en
el mismo sentido.
El señor Cárdenas (don Nolasco) expresa que es partidario no
sólo de la acusación del Presidente de la República por el Congreso
sino también por el pueblo, a fin de dejar esta arma para el caso que
el Ejecutivo llegue a formarse una mayoría en el Congreso dispuesta
a obedecer ciegamente los deseos del Ejecutivo.

S. E. llama la atención a que se está organizando un sistema


según el cual va a desaparecer la responsabilidad de los Ministros,
haciendo de ellos funcionarios especialistas y competentes, que obra
rán bajo la dependencia y responsabilidad directa del Presidente
de la República.
El señor Barros Borgoño (don Luis) cree que esta idea no se
realizará jamás, que los especialistas deben ser el Subsecretario y
demás funcionarios del Ministerio o dependientes de él y que el Mi
nistro debe ser un hombre de Estado. Agrega que él quiere evitar
las situaciones difíciles que pueden producirse al Presidente de la
República, que no quiere agravar las dificultades, y considera que
una acusación al Presidente de la República es llevar las cosas a su

último extremo. Basta, a su juicio, con la acusación a los Ministros,


porque ésa es una situación fácil de allanar. No quiere dejar al Pre
sidente de la República entregado a las pasiones políticas y sí, que
se mantenga su prestigio, su dignidad y su respeto.
El señor Yañez (don Eliodoro) cree que la idea dominante en esta
reforma constitucional es suprimir la responsabilidad política de los
Ministros desde el punto de vista parlamentario, es decir, en cuanto
signifique un medio de entorpecer sin causa alguna la marcha de la
administración y, en cambio, abrir la puerta a la acusación de manera

que ésta pase a procedimiento natural y acostumbrado en


ser el
todos los casos en haya motivo para ello. Pero cree, al mismo
que
tiempo, que en la situación actual del mundo, en que es necesario
rodear al Jefe del Estado de las mayores garantías de dignidad, de
decoro y de prestigio, no debe dejarse entregado al Presidente de la
República a los apasionamientos políticos, sobre todo en países como

76 —

el' nuestro en que los arbitrios se convierten en armas o recursos de


actividades partidaristas o enemistades personales. Atravesamos por
un período de falencia en materia de rectitud política, añade, y
cada arbitrio, cada recurso, cada puerta que se abre no se ejercita
dentro del concepto que se ha tenido en vista al crearla, sino que
es tomada como medio de provocar otras situaciones. Cree que la fa

cultad de acusar al Presidente durante su período vendría a dismi


nuir la autoridad y el prestigio del Jefe del Estado en los momentos
en que más se necesita rodearla de consideraciones y respetos que

son indispensables en el ejercicio del poder.

La situación del mundo está preñada de exigencias, problemas


y perturbaciones sociales y es necesario dar a los Jefes de Estado una
autoridad fuerte y prestigiosa para encauzar y guiar esos movimien
tos ysatisfacer así, sin trastornos, justas aspiraciones. Si dejáramos
entregada al arbitrio de una mayoría parlamentaria la permanencia
del Presidente de la República en su cargo, o diéramos facilidades
para ataques que pueden ser obra de pasiones políticas, no haríamos
sino mantener una situación de agitación política en el país y colo
car al Jefe del Estado en tela de juicio en la forma más irregular,

inverosímil y absurda, con desprestigio de la administración en el


interior y del país en el exterior.
Como resumen de sus opiniones, propondría que se mantuviera
la idea contenida en el art. 74 de nuestra Constitución, limitando
las causales de acusación a que se refiere el proyecto de S. E. a la
simple infracción de la Constitución, pues aun la infracción a las
leyes debiera en realidad dejarse para la responsabilidad ministerial,
como lo establece la Constitución del 33.
El señor Edwards (don Guillemo) manifiesta que hay, además,
una razón esencial para no aceptar esta idea propuesta por S.E., razón

que entenderán mejor que nadie los caudillos entusiastas de la oposi


ción. Si en el sistema actual adquieren una situación destacada los
parlamentarios que atacan un Ministerio, es de imaginarse qué cosa

más hermosa y más lucida sería para ciertos espíritus entablar una
acusación al Presidente de la República.
El señor Amunátegui (don Domingo) considera que sólo los
Ministros deben ser acusados y por su parte rodearía también al Pre
sidente de la República de todo el prestigio necesario.
El señor Hidalgo (don Manuel) estima que, dadas las condi
ciones en que va a quedar el Poder Ejecutivo, la democracia nece
sita de estas facultades para contener los abusos del Presidente de
la República. Supongamos, dice el señor Hidalgo, que llegue hasta
la Presidencia de la República un caballero voluntarioso, a quien
se le ocurra obrar en forma inconveniente, creyendo que así interpre
ta los intereses nacionales, y pase por sobre las leyes y por encima

77 —

de las facultades del Congreso. No habría manera de llamarlo a la


cordura y como no podría prolongarse esta situación hasta
que termi
nara su período presidencia], habría que derrocarlo por medio de una
revolución. Como esto tampoco es posible, hay conveniencia, enton
ces, en dejar las válvulas necesarias para que el Congreso tenga los
medios de compeler al Ejecutivo a mantenerse dentro de sus faculta
des. Por lo demás el Presidente de la República tiene siempre un
ascendiente moral sobre la Cámara para impedir que el Poder Le
gislativo abuse de esta facultad. Por estas razones participa de la
opinión de S.E. en cuanto a que es absolutamente necesaria esta facul
tad del Congreso.
El señor Meza Fuentes (don Roberto) también se declara par
tidario de la acusación del Presidente de la República dentro de su
período y, en cuanto a las observaciones de los señores Yáñez y Barros,
manifiesta que el prestigio de la personalidad del Primer Magistrado
se lo dan sus propios actos. Si se teme a los abusos de esta facultad,
ella podría subsanarse con una buena reglamentación, que no es ma
teria constitucional.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que es
verdad que con los acuerdos adoptados se dan una serie de facultades al
Presidente de la República para administrar el país y evitar los
avances desquiciadores del parlamentarismo, creando un Ejecutivo
fuerte y prestigioso; pero, más adelante y con la descentralización de
los servicios, se le quitan también una cantidad de facultades, de
modo que el Presidente de la República no va a tener en su mano
la suma del poder que algunas personas imaginan. Tendrá sí una
situación preponderante para dirigir la política general del país, pero
no estará en sus manos toda aquella parte que se refiere a nombra
mientos del personal de la Administración. S. E. ha dicho repetidas
veces, continúa, que no debemos inclinarnos hacia el sistema presi
dencial clásico ni hacia el régimen parlamentario puro, sino implan
tar un sistema propio para este país. Si dejáramos al Congreso la
facultad, aparentemente democrática, de acusar al Presidente de la
República dentro de su período presidencial, conociendo como cono
cemos nuestras pasiones políticas, podríamos asegurar que a los dos
años de la iniciación de un período ya habría un fuerte grupo de
gentes enemiga de- la política del Presidente, que pretendería derri
barlo a todo trance.
Por eso sería de opinión que no se estableciera esta facultad. Si

más tarde se considera conveniente consignar este principio, dadas

las facilidades para reformar la Constitución, que se han consignado,


se podría hacer. Pero, entre tanto, lo considera peligrosísimo, porque

lo que aquí se establece no es la responsabilidad política, sino la res-


-
78 -

ponsabilidad penal. Cree que lo lógico es acusar al Presidente de la


República una vez que haya terminado su período.
Por estas consideraciones es francamente partidario de mante
ner la situación actual.
La mayoría de los señores miembros de la Subcomisión se pro
nunció en el sentido de que no es conveniente establecer la acusación
al Presidente durante el período de su mandato, y S. E. manifestó
que dejaría este asunto para que lo resolviera la Constituyente. Se
aceptó sí la idea de acusación por infracción a las leyes, propuesta
por S. E.
Con respecto al punto e), inciso 2.°, el señor Silva Cortés mani
fiesta la justicia que existe para que se oiga al acusado, ya que la
admisión de acusación produce la suspensión del cargo, e insinúa
que se indique un plazo con tal objeto.
El señor Montenegro (don Pedro N.) aboga porque se esta
blezca un plazo para que el Senado se pronuncie sobre la acusa
ción, a fin de evitar que una minoría obstructora impida el pro
nunciamiento y absuelva de este modo al acusado.
El señor Hidalgo (don Manuel) solicita que, para la declara
ción de culpabilidad, se establezca la simple mayoría, porque la
limitación a dos tercios constituye una traba que hace ilusoria la
acusación. Considera que en una democracia, debe estar cerca de
los legisladores la Roca Tarpeya.
.Los señores Montenegro (don Pedro) y Vidal Garcés (don
Francisco) estiman que, habiéndose dado al Ejecutivo tantas facul
tades, es necesario dejar abierta esta válvula al Congreso-
Refiriéndose a las observaciones de los señores Hidalgo y Vidal
Garcés y Montenegro, el señor Maza, Ministro de Justicia, hace
presente que el Senado podrá sesionar sólo con la cuarta parte de
sus miembros.

Por su parte S. E. expresa que dejar esta facultad a la simple


mayoría del Senado envuelve el peligro de que el Congreso se valga
de este medio para derribar los Ministros.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) se hace cargo de esta
observación y dice que a un particular que cometa cualquiera de
los delitos a que se refieren los puntos en debate se le juzga in
mediatamente, porque esto es lo democrático, y estima que para un
Ministro ya es bastante fuero el que la acusación pase por las dos
Cámaras.
El señor Zañartu (don Enrique) expresa que acepta el quorum
de dos tercios de que habla el proyecto de S. E.
Envista délas ideas cambiadas S. E. propone que se diga: «Con
la mayoría de los Senadores en ejercicio», lo que fué aceptado.
A continuación insiste en que se dé al Presidente de la Repú-
-79-

blica la facultad de disolver al Congreso, y al Congreso la facultad


de deponer al Presidente.
Recuerda que todos los tratadistas están conformes en que un
Gobierno democrático republicano se basa en el equilibrio de los
poderes, de modo que si a un poder se le da la facultad de tomar
medidas coercitivas en contra de otro, es preciso compensar esas
facultades otorgando a éste otras que contrarresten su situación.
En esta forma, si surge un conflicto entre el Poder Ejecutivo y
el Legislativo, el Presidente disuelve al Congreso, convoca a nuevas
elecciones en el plazo de sesenta días y si el nuevo Congreso sostiene
el mismo punto de vista anterior al Presidente, se retira. En caso
contrario, continuaría en sus funciones. Con este procedimiento los
conflictos que surjan entre los Poderes Ejecutivo y Legislativo son
resueltos por el soberano, que es el pueblo.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) acepta la disolución de
la Cámara en un régimen parlamentario, pero no en un régimen co
mo el que se está creando en el cual existe la irresponsabilidad po
lítica del Ministerio.
El señor Montenegro (don Pedro N.) es de igual opinión, por
que considera que con los acuerdos que ya se han aprobado se ha
cen imposibles los conflictos entre el Ejecutivo y el Congreso. Se
gún estos acuerdos el Parlamento no puede censurar a los Ministros,
ni negar las leyes de presupuestos y de autorización para el cobro
de contribuciones, de modo que sólo quedan las dificultades que
puedan originarse con motivo de diferencias de criterio, a propósito
de la discusión de alguna ley, entre el Ejecutivo y el Congreso, y,
para este caso, no considera benéfica la facultad de disolver al Par
lamento. Agrega que también es contrario a otorgar al Congreso la
facultad de deponer al Presidente de la República.
El señor Hidalgo (don Manuel) expresa que dar al Pre
sidente la facultad de disolver el Congreso equivale casi a coronarlo.
El señor Zañartu (don Héctor) considera que, si se da al Presi
dente toda amplitud para gobernar, es preciso dejar también al Con
greso la facultad de legislar, lo que no se obtendría si se dejara al
Presidente de la República la facultad de disolver la Cámara.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, llama la aten
ción acerca de que la facultad de disolver es de la esencia del régi
men parlamentario, que ya quedó desechada con los anteriores acuer

dos de la Comisión y que, si ahora se acordara el derecho de diso


lución; no sólo se obtendría una Cámara encuadrada dentro de su
papel legislador, sino que se podría llegar a tener un Congreso ser
vil, lo que nadie puede desear para Chile.
Se siguió un largo debate y se acordó desechar la idea de facul-
tar al Presidente para disolver la Cámara de Diputados, como asi
mismo, la de que el Congreso pueda deponer a aquél.
Como consecuencia del debate producido, y oídas las opiniones
de los señores miembros de la Comisión, se acordó aprobar el pro
yecto presentado por S. E. con las siguientes modificaciones:
«Primera: La Asamblea Nacional Constituyente determinará si
la acusación al Presidente de la República puede o no hacerse durante
el ejercicio de sus funciones;
«Segunda: El inculpado deberá ser oído por escrito o verbal
mente tanto en la Cámara de Diputados, antes de declarar si se
acepta o no la acusación, cuanto en el Senado, antes de resolver. Si
el inculpado no asistiere a la sesión a que se le cite, podrá la Cámara
renovar la eitación o
proceder sin ella;
«Tercera: Reducir a treinta días el plazo que el Senado tiene
para pronunciarse;
«Cuarta: La declaración de culpabilidad deberá ser pronunciada
por la mayoría de los senadores en ejercicio; y
«Quinta: La Cámara declarará solamente si admite o no la acu
sación, suprimiéndose el trámite de la admisión de la proposición a
examen.»

Se acordó reunirse nuevamente el próximo viernes a las tres y


media de la tarde para ocuparse del capítulo «Derecho Público de
Chile», art. 10 de la Constitución.
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torreblanca.
SÉPTIMA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE REFORMAS
CONSTITUCIONALES

12 de mato de 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño, No-
lasco Cárdenas, Guillermo Edwards M., Manuel Hidalgo, José Ma
za, Ministro de Justicia, Pedro N. Montenegro, Enrique Oyarzún,
Romualdo Silva Cortés, Francisco Vidal Garcés, Héctor Zañartu,
Eliodoro Yáñez, y del Subsecretario del Interior, don Edecio To
rreblanca, quien actuó como Secretario; se abrió la sesión a las

Se dio lectura y aprobó el acta de la sesión anterior celebrada


el 6 de Mayo.
Al iniciarse la sesión, el señor Barros Borgoño (don Luis) ex
presa la conveniencia que habría en establecer en la nueva Constitu
ción algún poder o autoridad que determine si las leyes que en lo
sucesivo se dicten, van o no contra los principios constitucionales.
Tal poder o autoridad es en los Estados Unidos de América, la Cor
te Suprema. Entre nosotros podría serlo también nuestra Corte Su
prema, o una Corte especial.
S. E. advierte que en el proyecto de reforma que él ha elabo
rado, se contempla una disposición de esta naturaleza en el título
relativo a la Administración de Justicia.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) observa que convendría
agregar que el Tribunal conocería también de las reclamaciones que
se hicieran contra disposiciones legales contrarias a la Constitución,

ya que la indicación de S. E. se refiere solamente al caso especial


de que el Tribunal conozca en un juicio determinado.
S. E. acepta en principio ese punto de vista, pero advierte que
hay modalidades que estudiar y tener presente en esta cuestión. Así
habría que precisar si la Corte Suprema o el Tribunal que se creara
deben o no tener el derecho de declarar en general o en cada caso
particular, la inconstitucionalidad de una ley o de un acto; en el
primer caso habría un grave peligro, porque se constituiría el Tribu
nal en Poder Legislativo.
Recuerda el caso de la Argentina donde el Congreso dictó una
ley sobre la vivienda que suscitó parecidas dificultades a las ocurri
das aquí con motivo de la ley recientemente aprobada. Algunos pro
pietarios llegaron hasta la Corte Suprema en son de queja, y ésta
declaró inscontitucional la ley de la vivienda, basada en que ella

(Actas 6)

82 —

cercenaba el derecho de propiedad, y la ley quedó, en el hecho,


derogada, porque a cualquier propietario afectado le bastaba con
presentarse a la Corte, para que ésta lo eximiera de cumplir la ley.
Entrando a ocuparse de la materia anunciada para esta se

sión, S. E. propone los números que indica como partes del artículo
que correspondería al actual artículo 10 (12) de nuestra Constitu
ción:
«La Constitución asegura a todos los habitantes de la Repú
blica :

*1.° La igualdad ante la ley. En Chile no hay clases privile


giadas.
«3.° La admisión a todos los empleos y funciones públicas, sin
otras condiciones que las que impongan las leyes.
«4." La igual repartición de los impuestos y contribuciones a
proporción de los haberes o en la progresión que fije la ley, y la
igual repartición de las demás cargas públicas. Una ley particular
determinará el método de reclutas y reemplazos para las fuerzas
de mar y tierra.
:t5.° La libertad de permanecer en cualquier punto de la Re
pública, trasladarse de uno a otro, o salir de su territorio, guardan
do los reglamentos de policía y salvo siempre el perjuicio de terce
ros sin que nadie pueda ser preso, detenido o desterrado, sino en
la forma determinada por las leyes.
«6.° La inviolabilidad de todas las propiedades sin distinción
de las que pertenezcan a personas naturales o jurídicas y sin que
nadie pueda ser privado de la de su dominio, ni de una parte de ella,
por pequeña que sea, o del derecho que a ella tuviere, sino en virtud
de sentencia judicial; salvo el caso en que la utilidad del Estado o
de las Municipalidades, calificada por una lev, exija el uso o enaje
nación de alguna; lo que tendrá lugar dándose previamente al dueño
la indemnización que- se ajustare con él o se avaluare a juicio de
hombres buenos.»
S. E. expresa que, como N." 2 de este artículo propondrá en
una de las próximas sesiones uno que garantice el ejercicio libre de

de todos los cultos.


En cuanto a los demás números, hace presente que son iguales
a los consignados en la Constitución del i33, salvo el número 3.° en
que se ha agregado la frase: «o en la progresión que fije la ley*, en

vista de que la redacción actual ha dado margen para decir que el


impuesto progresivo sobre la renta es inconstitucional; y el número
6.°, en que ha sustituido las palabras «particulares o comunidades»
por «personas naturales o jurídicas» y agregado después de la pala
bra «Estado" las palabras «o de las Municipalidades».
A propósito de la disposición del número 1.°, el señor Hidalgo

83 —

cree que la declaración consignada en ese número no ha sido jamás


aplicada en el hecho en el país, de modo que bien podría ser supri
mida.
S. E. manifiesta que posiblemente puede haber habido alguna
vez abusos.de parte de los funcionarios encargados de aplicar las

leyes; pero que no se puede decir que esa disposición no haya sido
respetada en el país. Tal aserción sería injusta, porque en Chile hay
absoluta igualdad ante la ley, los Tribunales de Justicia no miran,
en sus fallos, a la persona, sino a la naturaleza jurídica del asunto

que están ventilando; y, con respecto a la administración pública,


declara que ha sido norma de su Gobierno medir con la misma vara

a todos los ciudadanos, indinándose siempre mas bien de parte de


los débiles, cuando ha tenido dudas en las disputas que se suscitan
con el poderoso.
El señor Yáñez (don Eliodoro) agrega, por su parte, que esta
disposición es una regla para el Congreso, a fin de evitar leyes de
excepción en materia de impuestos y, además, consagra el derecho de
todo ciudadano para exigir su cumplimiento y reclamar para sí o para
otros, las garantías que las leyes les acuerden, presentándose a los
Tribunales de Justicia encargados de aplicarlas.
El señor Guerra (don J. Guillermo) considera que la frase «en
Chile no hay clase privilegiada» estaba bien en 1833, cuando se
,

dictó la Constitución, pues entonces existían resabios de los títulos


coloniales, pero que ahora es solamente un recuerdo histórico.
El señor Yáñez (don Eliodoro) dice que, aunque dicha frase,
en realidad hoy no tiene significación práctica, no habría daño en

mantenerla como una fisonomía propia de nuestra Carta Fundamen


tal y como homenaje a la resolución de nuestros antepasados de abolir
los títulos nobiliarios.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, agrega que en
el mismo caso está el art. 123 (132) que dice que en Chile no hay
esclavos y recuerda que fué éste el primer país del hemisferio austral
y de muchos del norte, que abolió la esclavitud. Cree que ambas
disposiciones deben mantenerse como un recuerdo honroso para Chile.
Se dio, por aprobado, el número 1.° en la forma propuesta.
Con respecto al número 3.° usa de la palabra el señor Edwards.
quien expresa que ha votado en la Cámara el impuesto progresivo
a la renta, sin que la redacción que tiene esta disposición de
creer

nuestra Carta Fundamental se oponga a la progresividad. En reali


dad, esta redacción se consultó en atención a que hasta entonces
habían existido condiciones tributarias diversas para las diferentes
clases de ciudadanos, y se quiso con ella crear el concepto de la igual
dad en materia de impuestos. La cuestión de la progresividad de las
contribuciones no era entonces tema de debate, y no pudo, por lo

84 —

tanto, pensarse en oponer la idea de proporcionalidad a la de pro-


gresividad.
El señorYáñez (don Eliodoro) expresa que, en realidad, lo
que íe quiso establecer en el número 3." fué la igualdad ante el im
puesto, para ajustarse así a las tendencias de la Revolución france
sa que había concluido con los
privilegios. De modo que tal decla
ración es ante todo de orden político. Cree también que la progre-
sividad es una forma de proporción y por eso siempre ha sostenido
que la Constit ución no la prohibe.
En cuanto a la palabra «haberes», que aquí se emplea, cree
que puede interpretarse en el sentido de que los haberes son el capi
tal y no la renta, sin embargo de que haberes puede ser todo aquello
de que uno dispone; pero el concepto de los constituyentes del 33
fué referirse a la contribución sobre el patrimonio. La interpretación
quea su juicio debe darse por ahora, es que la palabra «haberes'

comprende el capital y la renta.


Por lo demás, la fórmula propuesta por S. E. es muy acertada,
porque evita toda discusión al respecto.
El señor Guerra (don J. Guillermo) pide que quede testimonio
de que la redacción actual de la Constitución no se opone a la idea

de progresividad, y que, al introducirse la modificación propuesta


se hace sólo para evitar dificultades en lo futuro.
El señor Vidal Garcés (don Romualdo) y ha sido
partidario
es

del impuesto progresivo, porque la progresividad no es sino una for


ma de proporción y la más justa. Pero teme, como todos los que
han estudiado esta cuestión, el peligro o la amenaza que significa
ría para la capitalización y el ahorro un impuesto progresivo, y pre
gunta sino sería posible fijar alguna formalidad o quorum para es
tablecer la progresión cuando suba de cierta escala, a fin de evitar
que la contribución se convierta en la práctica en una amenaza con
tra el derecho de propiedad, contra el ahorro y contra la capitaliza
ción.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) expresa, por su parte,
el mismo sentir.
S. E. y el señor Oyarzún (don Enrique) estiman que no pue
den consignarse aquí disposiciones como las que señalan los señores
Vidal Garcés y Silva Cortés, porque éstas son del resorte legal.
El señor Edwards (don Guillermo) considera que se debe pen
sarque el país será dirigido, en lo sucesivo, por normas de sensatez
y que los países de América tienen reglas más sencillas que con
templar en materias de impuesto que las de los otros países. Noso
tros somos, en efecto, dice, un mercado especial para los capitales,
y no tenemos más remedio que seguir siéndolo para que el pro
greso pueda ser impulsado. Si Chile gravara más la capitalización
.

85 —

que en Argentina, por ejemplo, los capitales no vendrían aquí, sino


que irían al país vecino. A este respecto, tenemos, pues, que esta
blecer alguna garantía, y no se le ocurre por el momento otra que
la que deben fijar los hechos mismos.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) dice que una vez
establecido el impuesto progresivo, podría establecerse que las cuotas
siguientes debieran ser variadas en forma especial, por ejemplo, con
un determinado quorum del Congreso. De todos modos hay que
asegurar cierta fijeza en el impuesto. Es ésta una cuesión de im
portancia social enorme. En nuestras provincias mineras del Norte
hay tres o cuatro mil millones de pesos invertidos por capitalistas
extranjeros,
El señor Oyarzún (don Enrique) discrepa en absoluto en lo rela
tivo a establecer la estabilidad del impuesto, pues considera que
esa es una materia esencialmente de oportunidad, en que el legis
lador debe tomar en cuenta, momento a momento, la situación de
lariqueza pública para saber hasta dónde puede gravarla. Estima
que no debe establecerse la estabilidad, ni aun para la primera
cuota del impuesto, pues las materias económicas son esencial
mente variables. Por otra parte, estima que una disposición como
la insinuada por los señores Silva Cortés y Vidal Garcés, sería en
teramente reaccionaria.
El señor Yáñez (don Eliodoro) considera que una Constitución
no puede establecer sino principios y normas generales y no situa
ciones determinadas.
Estima, que la cuantía y oportunidad de la erogación de los
ciudadanos para los gastos públicos tienen que ser entregadas a la
prudencia del legislador, y expresa que el día en que se atacara la
estabilidad social y se perturbaran las industrias y los negocios,
se habría señalado una situación nueva a la República, que la Cons

titución no podría refrenar. Considera, por esto, que debe mantenerse


la en la forma propuesta.
disposición
El señor Hidalgo (don Manuel) expresa que es una creencia
universal la de que el impuesto progresivo a la renta tiende a de
tener la capitalización. Si imperara el criterio aquí manifestado por
algunas personas, no podría tampoco imponerse gravamen a la he
rencia. Cree que la única manera de acrecentar nuestra riqueza na
cional es estableciendo el impuesto progresivo a toda renta.
Se dio por aprobado el número 3.q en la forma propuesta por
S. E. yen la inteligencia dada por el señor Guerra.

Se dio por aprobado el número 4.° en la forma propuesta.


Se pone en discusión el número 5." Usa de la palabra el señor
Briones Luco, quien manifiesta que el concepto de la propiedad ha
sido modificado por las nuevas orientaciones sociales, de manera

86 —

que cree que esta disposición debe ser modificada dejando estable
cido, en primer término, la idea de que la propiedad es una función
social.
Considera que la propiedad es absolutamente necesaria para el
progreso de la Nación y el aumento de la riqueza pública; pero esti
ma, asimismo, que deben contemplarse algunas disposiciones que
limiten los latifundios. Sin embargo, para adoptar una medida de esta
naturaleza, deben tomarse en consideración las condiciones de las
distintas localidades del país, por cuanto lo que puede llamarse un
latifundio en la zona central, no lo es en Magallanes, donde la pro
piedad pequeña no puede existir. Expresa que es partidario no sólo
de gravar la propiedad que no se cultiva, sino también de ir a la
subdivisión de ella con el objeto de que quede en poder del mayor
número de individuos. Propone, en consecuencia, consultar en este
número la idea de que la propiedad es una función social y, asimismo,
la limitación de los latifundios y el gravamen a la propiedad inculta.
El señor Oyarzún (don Enrique.) estima también que la redac
ción de este número debe ser modificada y expresa que hay conve
niencia en considerar la idea expresada por el señor Briones Luco,
en orden a la limitación de las propiedades demasiado extensas ; pero
no está de acuerdo con él en lo relativo a que la propiedad es una
función social, porque la propiedad es un hecho, el ejercicio del de
recho de propiedad, si que es una función social. Como este punto es
¡le fundamental importancia, cree que debe ser meditado.
El señor Hidalgo (don Manuel) estima que debemos colocarnos
en la verdadera realidad social en que vivimos. Es indudable que la

Constitución del 33 fué admirablemente bien redactada para la época


enque se elaboró, que era la hora del triunfo de la Revolución Fran
cesa y de las ideas liberales, pero para esta época ya no sirve.
Como comprendo que no puede hacer predominar sus ideas

comunistas en esta reunión, considera aceptables como un mínimun


de sus aspiraciones las ideas manifestadas por el señor Briones Luco.
A su vez cree que no sólo debe gravarse la propiedad que no se
cultiva sino también la fábrica que no trabaja. Cita lo ocurrido en
las fábricas de fósforos y refinerías de azúcar, en que unas han sido
absorbidas por las otras para formar un «trust», constituyendo así
un verdadero monopolio. Para terminar hace indicación, para que se

diga: «La propiedad es una función social. El Estado debe atender


a una organización económica que asegure a cada individuo y a su

familia lo necesario para su vida y para su desarrollo integral ■.


El señor Guerra (don J. Guillermo) cree, como los señores Brio
nes,Oyarzún e Hidalgo, que es indispensable limitar los latifundios
de nuestro país y realizar las ideas que propuso Lloyd George en
Inglaterra antes de la guerra mundial y que hoy están implantadas

87 —

y practicándose sin dificultad. Como se sabe, todo el suelo de Ingla


terra estaba en poder de unas 60,000 personas, llegando a compro
barse el caso de barrios enteros de Londres que pertenecían a un solo
individuo. Con la aceptación del plan de Lloyd George, la situación
ha variado de una manera sustancial y hoy Inglaterra está dividién
dose en pequeñas propiedades. No cree que la situación entre noso
trossea más grave que en Inglaterra; por el contrario, en
aquel país
las tierras
son pobres, mientras que en el nuestro se podría mantener

una población muchas veces superior a la que tiene.


Quisiera definir sus ideas en proposiciones concretas : pero no se
encuentra preparado para ello en esta sesión y pide a S. E. se sirva
postergar la discusión de este punto por unas tres o cuatro sesiones
más. a fin de dar tiempo a los señores miembros de la Comisión para
estudiar y proponer modificaciones precisas y concretas.
De todo lo que se ha dicho en esta reunión sólo se saca en lim
pio, en primer lugar, que debe reconocerse al derecho de propiedad
un carácter más social. Aquello de si la propiedad es o no una función
social, es un juego de palabras; en el fondo todos estamos de acuerdo

en
que ella debe estar más subordinada al interés social que lo que
lo estuvo antes. También queda en claro la conveniencia de limitar
los latifundios. Ha habido países como Méjico que han afrontado
valientemente la resolución de este problema. Allí se ha ido tan lejos
en la repartición de la propiedad, que no se ha esperado que se di

vida poco a poco por la ley de la herencia, sino que se ha acelerado


ese movimiento automáticamente por la ley. De lo dicho, fluiría

entonces que nosotros deberíamos establecer una especie de principio


en nuestra Constitución en el sentido de que el Congreso debiera

dictar leyes tendientes a acelerar el movimiento de división de la


propiedad rural y urbana. Si esto tuviera el inconveniente de ser un
mero consejo, podría agregarse que el Congreso, en el término de

tantos años, dictaría las leyes en cuestión. Y, por último, conviene


tener presente la política de Lloyd George en lo que respecta a gra
var con tributos especiales, casi prohibitivos la propiedad rural in
culta. A este respecto cita el caso de un caballero chileno de ascen
dencia inglesa, que, con motivo de las perturbaciones de los últimos
tiempos, resolvió retirar sus capitales de Chile y se fué a comprar
haciendas en Inglaterra porque, a causa de las leyes que allá obligan
a cultivar la tierra, los terratenientes se desprenden de ellas, produ

ciéndose una depreciación notable. Esto que a primera vista parece


ser un mal, no lo es en realidad, porque si hoy se produce una depre
ciación, habrá un mayor número de propietarios, más personas in

vertirán sus ahorros en comprar terrenos y, finalmente, la propie


dad adquirirá mucho mayor valor. Le parece que es esto lo que de
ben querer para Chile todos los que son patriotas.

83 —

El señor Barros Borgoño (don Luis) considera que el asunto


más grave que aquí se ha tratado es el planteado por el señor Gue
rra, y siente manifestar que discrepa sustancialmente en cuanto a
las ideas expresadas por éste.
Está completamente de acuerdo con nuestro principio consti
tucional. Cree que a él se debe que los capitales extranjeros hayan
venido a Chile y a él se debe también la riqueza pública de este país.
Cualquiera medida que pudiera atentar contra el derecho de propie
dad produciría la más grave de las inquietudes y tendería a alejar
de nuestro suelo a los capitales que necesitamos para nuestro pro
greso. Desgraciadamente, el caso apuntado por el señor Guerra, no
es el único; los capitales están saliendo de Chile en gran escala y

han ido ya a Inglaterra y Argentina. Y esto ocurre en momentos en


que faltan capitales y brazos. Los agricultores chilenos no querrían
otra cosa que cultivar sus latifundios, pero no lo hacen por falta de
dinero o trabajadores y otras veces porque se trata de tierras que no

son susceptibles de riego.


El señor Silva Cortés (don Ramualdo) adhiriéndose a lo expre
sado por el señor Barros Borgoño, expresa que debe mantenerse, a
su juicio, sin modificación alguna, el texto íntegro del N.° 5 delart,
10 de la Constitución de 1833. Manifestó que consideraba esencial
en las reformas constitucionales ese mantenimiento del precepto so
bre la inviolabilidad de todas las propiedades y que él no podría
aceptar variación de ninguna especie.
Expresó que no se trata de lo que se llama una función social;
sino de un derecho natural. Se trata de una prolongación de la per

sonalidad humana.
El derecho de propiedad existió antes de la formación de los
Estados. Se trata de algo que el hombre necesita poseer con derecho
estable y que dure, para el alivio y bienestar y la satisfacción de ne
cesidades del individuo y de la familia.
En realidad, el trabajo es origen de la propiedad; y las consti
tuciones políticas y las legislaciones civiles deben respetar esa insti
tución fundamental que consiste en el dominio particular de perso
nas naturales o jurídicas, de hombres o comunidades, sobre cosas

corporales o incorporales, derechos reales o personales.


Considerando la cuestión fuera del terreno abstracto o de los
principios, el señor Silva manifestó lo que, a su juicio, sucedería en
Chile, si se altera o menoscaba la garantía constitucional del derecho
de propiedad privada.
a las industrias salitrera y minera del norte, a la agri
Se refirió
cultura industrias fabriles del centro, a la ganadería del sur, a los
e

capitales de ahorro popular, a los capitales extranjeros y nacionales


invertidos en los negocios grandes y pequeños; y considero la graví-

89 —

sima perturbación que se produciría, seguramente, con cualquier


cambio que debilitase el precepto constitucional que garantiza o
asegura la inviolabilidad de la propiedad.
En orden a las limitaciones, dijo, que en la misma Constitución
del 33 y en las leyes civiles, se han establecido reglas para la expro
piación con justa indemnización, en caso de utilidad pública que la
exija; para los casos en que sentencias judiciales firmes priven a
alguien de la posesión de un bien raíz o mueble; y para las otras limi
taciones que la ley o el derecho ajeno imponen en algunos casos con
cretos y determinados al que ejerce el dominio particular.
Dijo también el señor Silva Cortés (don Romualdo) que él no
se oponía a que en otro artículo de la Constitución que se trata de

reformar, se considerase el fomento del bienestar de los obreros y


los deberes de justicia y de caridad para con los pobres.
A su juicio, el uso cristiano de las riquezas es un factor nece
sario en la vida de la sociedad. Existen deberes sociales que un legis
lador, y con mayor razón un constituyente, necesitan considerar,
pero ésta es una cuestión distinta y separada de la cuestión de invio
labilidad del derecho de dominio.
Las palabras y frases de la Constitución de 1833, corresponden
a los verdaderos principios filosóficos y jurídicos en esta materia de
la más trascendental importancia en nuestra organización política
y social.
Repite que cualquiera modificación sería, a su juicio, funesta, y
cree que su deber es no concurrir a aceptar cambios o alteraciones
de este precepto fundamental en nuestro derecho público.
Terminó el señor Silva Cortés (don Romualdo) insistiendo en
la absoluta necesidad de mantener en su integridad, sin adiciones ni
correcciones, la disposición del número 5.° del art. 10 de la Consti
tución, sobre la propiedad.
El señor Oyarzún (don Enrique) llama la atención a la frase
«salvo el caso en que la utilidad del Estado». Es conveniente, dice,
cambiar este concepto por otro un poco más amplio como sería el de
utilidad social.
S. E. dice que comprende la importancia de la materia que se
está tratando y por eso la anunció especialmente en la sesión pasada
a fin de que los señores miembros de la Subcomisión vinieran pre

parados.
Pero, está de acuerdo con el señor Guerra en que se deje este
punto para otra sesión, aunque disiente respecto al plazo que indica,
porque desea que este estudio termine pronto, en forma que permita
tener una Constitución para el 1.° de Septiembre y, además, porque
se ha producido en el público cierta intranquilidad.

Agrega que el país tiene derecho de saber pronto y categórica-


-
90 —

mente cuál la opinión de sus hombres dirigentes en materia de


es

tan trascendental importancia. Por esto indica al señor Guerra la


necesidad de continuar en la próxima sesión el estudio de este punto.
Por otra parte no cree que se necesite un plazo tan largo como
el señalado por el señor Guerra, ya que en las Constituciones se fijan
únicamente los principios fundamentales, y las materias aquí trata
das de latifundios, impuesto parcelario, etc., son cuestión de ley.
Cree que hay acuerdo en la cuestión fundamental de mantener
la inviolabilidad del derecho de propiedad. Donde empieza el des
acuerdo es en las limitaciones de ese derecho, o sea, en los deberes
que se le debe imponer. Cualesquiera que sean los términos de la
Constitución, el hecho es que la propiedad lia estado limitada por el
bien social, tales como el derecho de servidumbre, la expropiación, etc.
Está de acuerdo en dar más extensión n estas excepciones y en que
hay conveniencia en fijar en la Constitución el concepto jurídico
moderno a este respecto, con lo cual no se causa ningún perjuicio
para el orden actual ni se producirá ninguna intranquilidad.
El señor Hidalgo (don Manuel) estima de que cabría una indi
cación suya para que se establezca un sistema de impuesto sobre la
base de que la tierra y los instrumentos de trabajo son sociales en su
origen y destino.
S. E. cree que esa indicación puede ponerse más adelante como
una aspiración, que en buena parle, lia sido ya realizada, pues tene
mos hoy las leyes sociales más avanzadas, como en ningún país de
la tierra. Insinúala conveniencia de que, como una medida de orden y
de lógica, se coloque también dentro del título en estudio el 9.° «de
a! garantía y de la seguridad de la propiedad*, porque la materia es
análoga a la actual y vale la pena reunir en un solo título las mate
rias análogas. Esta insinuación fué unánimemente aceptada.
Finalmente, manifiesta su propósito de promulgar en definitiva
la reforma indicando que la Constitución del 33 se entenderá vigente
en la formaymodo conque en definitiva resulten aprobadas las refor
mas en estudio.
El señor Yáñez (don Eliodoro) concurre en que es ésta la ma
teria de mayor gravedad que puede tratarse en el estudio de la
Constitución, porque se refiere a la certidumbre del más importante
de los derechos como es el dominio y porque afecta la estabilidad de
los negocios del país y su crédito en el exterior. Desea por eso pre
cisar algunas ideas que pueden contribuir a evitar un debate exten
so.

Ante todo considera que el derecho de propiedad no puede ser


calificado en sí como una función social, porque es un hecho natural
o derivado de actos o contratos amparados por la ley. Su incorpo

ración entre los preceptos constitucionales nace de ser la base del


,— 91 —

orden social y más fuerte fundamento. La Constitución asegura


su
su inviolabilidad como
asegura la libertad, porque ambas son inhe
rentes a la personalidad humana y a la vida social.
Cree por esto que debe consignarse entre los preceptos consti
tucionales la inviolabilidad del derecho de propiedad sin distinción
alguna, y sin más limitación que los casos de expropiación que la
constitución contempla en términos claros y explícitos. Es innegable,
por lo demás, que el ejercicio de este derecho no es arbitrario. Las
legislaciones de todo el mundo, incluso la nuestra, le reconocen limi
taciones nacidas de la ley o del derecho de tercero. Hay un interés
social que impone deberes a los propietarios, respecto a la colectivi
dad, y estos deberes pueden ser señalados por la ley en todos los
casos que la conveniencia
pública así lo aconseje y la ley así lo de
clare. Cita al respecto varios casos en que nuestra legislación consa
gra este concepto. Estima por esto que el concepto individualista
del derecho, que viene de la legislación romana que constituye la
esencia del dominio, debe mantenerse en los mismos términos que
le consagra la Constitución. Este derecho, sin embargo, en su ejer
cicio no es arbitrario, porque el derecho al abuso en perjuicio de ter
cero o de la colectividad ha desaparecido de todas las legislaciones.
En este sentido la ley puede someter el ejercicio del dominio a reglas
que en el fondo constituyen limitaciones o adaptación del bien social,
especialmente cuando se trata de la propiedad por su naturaleza
productiva o destinada por su objeto a fines de interés colectivo.
Xo cree que ef precepto constitucional puede ir más allá, porque
sólo se trata de garantizar un derecho que es base de la sociedad
constituida. No considera aceptable hablar de los latifundios, pues
en un país como el nuestro, sin capitales, de escasa población, sin
facilidades de transportes y con tasa excesiva de intereses no puede
hablarse de la subdivisión de las propiedades, además de que son
precisamente las grandes propiedades rurales las que marcan el pro
greso de la agricultura y permiten obtener precios remuneradores
para sus productos.
El caso de Inglaterra es enteramente impracticable en Chile.
pues además de los factores de capital, producción y facilidades de
transportes, allí existían los grandes predios que no se cultivaban
para destinarlos a la recreación de sus dueños, mientras que en Chile.
ni aun en el centro del país, ha podido establecerse el cultivo inten
sivo.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) dice que ha visto con
verdadero agrado que hay acuerdo entre los señores miembros de la
Comisión para mantener el concepto de inviolabilidad de la propie
dad y en que el derecho de propiedad impone deberes al que lo
ejercita.
Estima que la fórmula que haya de adoptarse en definitiva debe
ser perfectamente definida y concreta, para que las palabras sean
tomadas en su verdadero significado y su redacción no se preste a

interpretaciones erradas y sobre todo para no despertar inquietud


en la opinión pública en cuanto a su alcance, lo que produciría el retrai

miento de los capitales nacionales y extranjeros.


Por ejemplo, el concepto emitido por el señor Hidalgo, en orden
a que la propiedad es una función social, podría así desnudo dar

origen a confusiones y a que fuera interpretado en muchas formas,


El señor Amunátegui (don Domingo) es de opinión, como los
señores Barros Borgoño, Yáñez y Oyarzún, que debe mantenerse
estrictamente la inviolabilidad del derecho de propiedad. Porque la
verdad es que hasta hoy no se ha inventado en las sociedades mo
dernas ningún otro sistema que permita el progreso de la comunidad.
Cita el caso de Rusia, que tanto halaga a ciertos utopistas, en
que han desaparecido los grandes latifundios y en que la tierra ha
sido distribuida entre pequeños agricultores, sin que la propiedad
haya desaparecido. En Rusia existe el derecho de propiedad, no en
manos de los grandes duques, sino de los pequeños agricultores,
quienes no se dedican a trabajar debidamente el pedazo de terreno
que poseen, porque les falta dinero para hacerlo. De aquí vienen los
altos precios que han alcanzado los productos agrícolas, pues el gra
nero de Europa que antes era Rusia, hoy está cerrado y hay que

llevarlo de América en grandes cantidades. Por eso celebra la idea


manifestada por el señor Presidente en orden a mantener el principio
de la inviolabilidad de la propiedad.
El señor Zañartu (don Héctor) expresa que está de acuerdo
con el señor Edwards Matte en lo relativo a la conveniencia de
definir en forma clara el sentido de la palabra que se emplee, ya
sea que se diga que la propiedad es una función social, o cualquier
otra cosa, tanto más cuanto que se piensa establecer dentro de la
Constitución un Tribunal que determinará si las leyes son o no

constitucionales. La claridad de tal definición sería necesaria para


el fallo.
Hubo acuerdo para reunirse nuevamente el viernes quince de
Mayo a las 3% P- M. para continuar ocupándose de esta materia.

Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torreblanca.
OCTAVA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE REFORMAS
CONSTITUCIONALES

15 de mato de 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño,
Ramón Briones Luco, Nolasco Cárdenas, Guillermo Edwards M.,
J. Guillermo Guerra, Manuel Hidalgo, José Maza, Ministro de Jus
ticia, Pedro N. Montenegro, Enrique Oyarzún, Romualdo Silva
Cortés, Francisco Vidal Garcés, Eliodoro Yáñez, y del Subsecreta
rio del Interior, don Edecio Torreblanca, quien actuó como Secreta
rio; se abrió la sesión a las 3J-£ P. M.
Leída el acta de la sesión anterior, usó de la palabra el señor
Oyarzún (don Enrique) para pedir que se agregue en la parte del
acta en que se consignan sus ideas con respecto al concepto de
propiedad, que él manifestó que, a su juicio, la propiedad no es

una función social, sino un hecho, y que el ejercicio del derecho de


propiedad es el que debe considerarse como una función social.
Aprovecha para felicitar al señor Secretario y al personal de Secre
taría por un acta que haría honor a una corporación de cualquier
país en el mundo.
El señor Barros Borgoño (don Luis) dice que, por su parte,
desea dejar testimonio de que en la discusión del número 5.° del ar
tículo 10 de la Constitución él manifestó que, en su concepto, node-
biera alterarse ni en una tilde la forma en que él está redactado en
el ¡texto vigente.
El señor Guerra (don J. Guillermo) agrega su felicitación a la
tributada por el señor Oyarzún al señor Secretario y personal de
Secretaría porque, en realidad, el acta que nos ha leído haría honor,
como dijo el señor Oyarzún, a cualquiera corporación del mundo;
pero desea que se aclare la idea expresada por él en cuanto a los re
sultados del plan de Lloyd George respecto a los latifundios : él no
manifestó que ese plan haya producido ya la división del suelo en
Inglaterra, sino que ese fenómeno se está operando actualmente.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) une sus felicitaciones
a las manifestadas por el señor Oyarzún y Guerra al señor Secreta

rio y personal de Secretaría.


Se dio por aprobada el acta.
Antes de continuar la discusión sobre la materia pendiente, el
señor Hidalgo formula indicación para que en el número 3.° se diga
«la admisión de hombres y mujeres a todos los empleos y funciones

94 —

públicas, sin otras condiciones que las que impongan las leyes», pues
no ve qué razón haya para no dar cabida a la mujer en los empleos
públicos.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, hace presen
te que, sin necesidad de estampar esa disposición en la Constitu
ción, ella se subentiende y tanto es así que él acaba de nombrar
en su Departamento a una señora para el cargo de Consejero de
Instrucción Pública y a otra para 'el de Secretario de un Juzgado
de Letras.
A indicación de S. E. se deja testimonio en el acta de que ha

habido inteligencia la Comisión para considerar que los derechos


en

garantidos por el art. 10 se refieren a hombres y mujeres.

Continuando el debate, usa de la palabra el señor Guerra


(don J. Guillermo) y di ce que ha tratado de dar forma en una in
dicación que somete al criterio de los señores miembros de la Co
misión, a las ideas que se vertieron en la sesión anterior. Su propó
sito ha sido el de condensar en frases precisas y breves' las ideas que
aparecen diluidas en la extensa redacción que tiene el actual núme
ro 5." del art. 10 en debate. Parece que la Constitución ha emplea

do la palabra «propiedades» en el sentido referente a los cuerpos


ciertos, muebles e inmuebles, que son objeto del derecho de propie
dad, en vez de referirse al derecho mismo. Además se ha referido
específicamente a las «propiedades de las- comunidades» por una ra
zón que fué de gran valor cuando se dictó la Constitución, puesto
que se trataba entonces de restituir a los conventos las propieda
des que habían sido secularizadas; pero esa mención no tiene hoy
más que un valor histórico, y no hay para qué mantenerla en el
texto constitucional.
En cuanto a las limitaciones del derecho de propiedad que esta
blece nuestra Constitución, dice que sólo en dos casos se puede privar
a una persona de su derecho de dominio, según nuestra Carta Fun

damental: uno es el de sentencia judicial; y, el otro, el de utilidad


del Estado calificada por una ley y en cuya virtud se exija la expro
piación. Sin embargo, agrega, saben los señores miembros de la Co
misión que hay muchas otras. limitaciones legales de este derecho,
tales por ejemplo como las servidumbres establecidas en el Código
Civil. Está cierto de que si en este país hubiera un tribunal que
declarara la constitucionalidad o inconstitucionalidad de nuestras
leyes, forzosamente habría tenido que declarar inconstitucionales
esas disposiciones del referido Código, pues importan una limitación

del derecho de propiedad no contemplada en la Constitución.


Por lo demás, puede suceder que la expropiación de que habla
este número se haga conveniente no sólo por utilidad del Estado,
sino también por causa de utilidad social, por interés local, o de

95 -

individuos que se comprometan a realizar una obra de bien público,


como un ferrocarril o un camino, por ejemplo. Y esto debe también
considerarse en la forma que deba hacerse en este número.
Cree oportuno, asimismo, dar cabida aquí a una aspiración
expresada por algunos miembros de esta Comisión, que ha encon
trado eco en esta saja, que no es una novedad, pues ha sido formu
lada desde muchos años ha, por pensadores, filósofos y apóstoles de
la legislación social en todas partes del mundo, y que ya ha sido
acogida en algunas constituciones de otros países. El derecho de
propiedad, dice, que entre los romanos era absoluto, experimentó
desde antes del siglo XIX una formidable reacción, y se limitó
sólo al uso, habiéndose suprimido el abuso de la propiedad. Hoy el
concepto de ese derecho está todavía más limitado y se relaciona

con el bien de la colectividad. Así, por ejemplo, la Constitución


alemana declara que la propiedad es una función social, y, aun cuan
do dicha Constitución adolece de vaguedad, se ve en ella la nobleza
de la intención y la nueva orientación de las ideas. De esa Consti
tución podemos tomar algunos principios que son de inmediata apli
cación a nuestro país, en donde padecemos del abuso del derecho
de propiedad, proveniente de que nuestros antepasados, los conquis
tadores españoles, se dividieron la tierra en forma de extensos lati
fundios y, si es verdad que más tarde se ha ido produciendo la divi
sión de la tierra, ella se hace en una forma muy lenta. Por eso sería
conveniente que el legislador se preocupara de acelerar esta división,
ejerciendo honradamente el derecho de expropiación, para vender,
subdivididas, a particulares, las tierras expropiadas. No podría esta
blecerse en la Constitución la forma de llevar a la práctica esta idea;
pero podría consultarse el principio diciendo que el Congreso dictara
leyes que faliciten la división de la propiedad, y que graven con con
tribuciones progresivas las tierras inexplotadas.
Sigue analizando detenidamente otros puntos del actual núme
ro 5.° del art. 10 (12) de nuestra Constitución y, por fin, propone

sustituir la redacción de ese número por la siguiente: «5.° La invio


labilidad del derecho de propiedad, con las limitaciones establecidas
por las leyes.
«En los casos en que lo requiera la utilidad del Estado, o la
utilidad social, una ley podrá autorizar la expropiación de especies
o cuerpos ciertos determinados, previo el pago del precio que se ajus

tare con el dueño o fuere determinado por los Tribunales de Justicia.


»E1 Congreso dictará leyes que faciliten la subdivisión de la
propiedad raíz y que graven con contribuciones especiales las tierras
sin cultivo.» -

El señor Amunátegui (don Domingo) hace presente al señor


Guerra que en su disertación no ha tomado en cuenta el hecho de

96 —

que el Congreso ha dictado disposiciones legales muy importantes


que han contribuido a la división de la propiedad, por ejemplo, las
de desvinculación que han concluido con los mayorazgos, y las que
consigna nuestro Código Civil. Ha sido tal la influencia de estas le
yes, que el historiador chileno don Diego Barros Arana afirma que
en 1875 el número de propietarios en los departamentos de Santia

go y La Victoria llegaba a cerca de mil, siendo que a principios


del mismo siglo era de poco más de cien. De manera que esta idea
de la división de la tierra no es una cosa nueva en Chile; ella ha
sido, como se ve, puesta en práctica por nuestros legisladores desde
hace muchos años.
El señor Yáñez (don Eliodoro) dice que la palabra propiedad
como sinónimo de cosa, a que se ha referido el señor Guerra, es,
además, en lenguaje jurídico, sinónimo de dominio y expresa, por
consiguiente, una relación o vínculo jurídico, siendo de advertir que
el precepto constitucional en estudio se refiere a la cosa y al dere
cho sobre ella, lo que le da una amplitud recomendable. Desea
también dejar testimonio, a propósito de las observaciones del se
ñor Guerra, que la Constitución excluye la expropiación por mero
interés fiscal, porque el Fisco es el tesoro público y representa sólo
un interés patrimonial o pecuniario, distinto del interés del Estado.
La Constitución se refirió a la utilidad del Estado, sin definir
lo que esta última palabra significa. El Estado es una entidad jurí
dica que, como encarnación del derecho, tiene la misión de garanti
zarlo y hacerlo respetar en el interior y exterior, siendo, al mismo
tiempo, impulsador de la prosperidad general. La Constitución se
refiere a la utilidad del Estado en este último sentido, sin duda, como

causa de la expropiación forzada, y así se explica que nuestra legis


lación la acepte para favorecer el interés particular o comunal cuando
él se confunde con el interés público.
Desea, además, hacer presente que de las palabras del señor
Guerra pudiera deducirse que el derecho de expropiación es aplica
ble a otros bienes que no sean la propiedad raíz y cree que tal con
cepto sería equivocado, como lo sería confundirlo con las requisi
ciones o imposiciones que pesan sobre los ciudadanos en caso de
guerra.
No considera comprendidos los intereses meramente sociales en
el concepto del Estado a que la Constitución se refiere, no obstante
su acción sobre la vida social, y, a su juicio, deberían contemplarse

en preceptos separados y sin referirlos al derecho de propiedad.

Estima que sería más aceptable modificar la redacción del pre


cepto constitucional, autorizando la expropiación por causa de uti
lidad pública, lo que daría al
legislador una acción más precisa y,
en cierto sentido más amplia que la que pudiera derivarse de la refe-

97 -

rencia al Estado, que es una expresión ambigua. A su juicio, la Cons


titución debe consignar principios que tengan carácter estable en la
vida del país o que tiendan a garantizar a los ciudadanos respecto
a la acción de las autoridades
y a reglar las atribuciones y las rela
ciones de los poderes públicos. La generalidad de los hechos y de los
intereses sociales no son constantes, y su carácter, su curso y su in
tensidad cambian sin cesar y deben ser objeto, por consiguiente, de
la atención del legislador que los, aprecia en el momento que legisla
sobre ellos.
Agrega el señor Yáñez (don Eliodoro) que siente tener que
oponerse también a las indicaciones del señor Guerra en orden a^es-
tablecer, como precepto constitucional, las subdivisión forzada de la
propiedad rural, oponiéndose, asimismo, a la idea de establecer un
gravamen sobre las propiedades sin cultivo. Estas materias, a su jui
cio, son extrañas a las reglas constitucionales, y es preferible dejar
les su campo natural, que es el de las leyes económicas. Sería en su

concepto lanzar un perturbación, y aun de alarma, el


elemento de
establecer reglas que no podrían cumplirse, o se cumplirían en
perjuicio de los propios intereses que se trata de favorecer. El libre
juego de las leyes económicas y el estímulo al trabajo y la produc
ción son los medios más seguros de crear el interés de cultivar la
tierra y aumentar el área provechable de trabajo. Recuerda, a
este respecto, las leyes de riego que han podido agravar el proble
ma que estaban destinadas a resolver, pues, al dictarlas, se tuvo en
cuenta un simple estudio de ingeniería para la apertura de nuevos

canales, sin atender a los intereses económicos que requerían capi


tales y elementos de trabajo y explotación de las tierras regadas y
respecto de los cuales no se tomó medida alguna.
A su juicio, al querer implantar en Chile el trabajo compulsivo
y la subdivisión de la tierra, no se hace sino trasplantar a nuestro
país preceptos y medidas que tienen aplicación y razón de ser en
algunos países europeos de extensa población, con capitales acumu
lados y con un industrialismo absorbente que crea problemas del
todo extraños a los nuestros. Recuerda, al efecto, que en Inglaterra
se procuró resolver o atenuar el efecto del maqumismo industrial,

obligando a los propietarios rurales vecinos a las grandes fábricas,


a arrendar, vender o ser expropiados de parte de sus predios, para

dar expansión a las acumulaciones de familias de obreros que crea


el industrialismo. Pero nada de esto existe entre nosotros, que for
mamos un pueblo naciente, sin medios de fortuna, sin elementos de

trabajo, y víctimas por esto, a pesar del vigor y la iniciativa de la


raza, de la absorción del capital extranjero.
En Chile tenemos un territorio extenso, con una población in
ferior a la de algunas grandes ciudades, dividido en tres regiones
(Actas 7)

98 —

enteramente diferentes. Nada de lo que sobre esto se habla podría


aplicarse a la zona norte en que la tierra arable es relativamente
escasa. En la zona central no es la división de la tierra la que falta.

sino la distribución y aprovechamiento del agua. Sin regularidad en


las lluvias, con ríos de corriente intermitente y sujetos a la nieve de
la cordillera y al sol, con trabajo cultural costoso y caro, con el gasto
creciente de la maquinaria y de la extirpación de las plagas que azo
tan nuestros campos, la agricultura vive expuesta a contratiempos
periódicos. Y en el sur, antes de pensar en la subdivisión de las tierras
y en el cultivo forzado, habría que pensar en los caminos, en los
ferrocarriles y en los puertos, en la abundancia de las lluvias y en
el trabajo de extraer los árboles y sus raíces para tener superficie
arable, trabajo que vale más que la tierra. Aplicar en el sur las me
'

didas recomendadas por algunos de los miembros de la Comisión,


sería una odiosa exacción, sin beneficio alguno para la comunidad.
El medio más seguro y práctico de realizar los propósitos que
se persiguen, y que en el fondo son muy laudables, es, ante todo,

tener buena moneda, capital a bajo interés, seguridad en los campos,


medios de transportes rápidos y baratos y aumento de la población.
Nada de esto existe hoy en Chile en la medida que el progreso del
país requiere, y sería bien extraño que, sin atender a estas necesida
des, viniéramos a dictar en la Constitución reglas que la economía
nacional no podría resistir.
Nuestro Código Civil estableció sabiamente la división forzada
de los inmuebles susceptibles de ella y, como muy bien lo anotaba
el señorAmunátegui, en un trascurso de tiempo relativamente corto
de dos o tres generaciones, se ha operado una gran transformación
en la zona central del país.

La falta de capitales acumulados y la excesiva tasa de interés


bancario van, por una parte, creando dificultades al desarrollo de la
gran industria agrícola y, por otra, hacen casi imposible crear en el
país el pequeño agricultor que trabaja por su cuenta una parcela
de tierra; y por eso es que no existe en Chile, en escala apreciable,
esa población rural de los viejos países de Europa, formada de fami

lias sobrias, trabajadoras y con espíritu de ahorro.


En todo caso, la observación principal que, por su parte, for
mula, se refiere a la inoportunidad de que la Constitución Política
del Estado se ocupe preceptivamente de estas materias que toca al
legislador contemplar dentro del libre juego de las leyes económicas.
Cree, además, el señor Yáñez (don Eliodoro) que se han emi
tido algunos conceptos erróneos, a su juicio, sobre el derecho de pro
piedad, apreciados en sus bases fundamentales. Recuerda que el
concepto romanista daba al propietario el derecho de usar y abu-
-ar. Las legislaciones modernas, incluso nuestro Código Civil han

99 -

modificado este concepto, y, hoy, tal vez es posible avanzar un pa


so más. Ya no ni puede invocarse, el derecho al abuso cual
existe,
quiera que forma y las actividades en que se produzca.
sea su

El Código Civil, fiel como es a las doctrinas del derecho romano,


estableció que el propietario tenía la facultad de usar y disponer
arbitrariamente de la cosa corporal que le pertenecía, pero modificó
la rudeza del concepto agregando: «no siendo contra la ley o contra
derecho ajeno».
Estableció así que la ley podía modificar o reglar la facultad
de usar o disponer de la cosa corporal de su propiedad, y al efecto,
el mismo Código estableció modificaciones o limitaciones que se
fundan en el interés general. Al referirse al derecho ajeno, tuvo tal vez
un
concepto individualista, como ser el derecho contrapuesto de una
persona natural o jurídica y es esto, precisamente, el cambio más
sustancial que la vida moderna ha introducido en el derecho de
propiedad.
El derecho ajeno no es sólo el derecho individual, sino, además,
el de la colectividad, y de aquí nace la doctrina que favorece la vida
social y autoriza al legislador para adoptar medidas, para resguardar
necesidades indispensables en toda sociedad, como son las que se
refieren a la alimentación y la vivienda. Una persona no puede, en
realidad, usar de su derecho en forma abusiva, ya sea dañando el

derecho de tercero, menoscabando el legítimo interés de la colectivi


dad. Y de este principio nacen las restricciones que nuestra legisla
ción, y la de todos los países, han impuesto al derecho de propiedad.
Pero esto afecta al ejercicio del derecho de propiedad, sin atacar
el derecho mismo del cual el propietario no puede ser privado sino
por la vía de la expropiación. Ha querido avanzar estas ideas porque
sentiría que opiniones tan autorizadas como las del señor Guerra
pudieran ser acogidas por la Comisión.
El señor Montenegro (don Pedro N.) cree que debemos man
tener el precepto constitucional del N.°5."del art. 10 (12) de nues
tra Constitución tal como está redactado. No tendría inconveniente
en aceptar la primera parte del inciso 1.° del proyecto del señor Gue

rra; pero le parece que no vale la pena cambiar la fórmula tradi


cional, porque los inconvenientes que el señor Guerra le anota, co
mo los de repetición de la idea, no son de tal magnitud que obliguen

a una reforma, y no están mal, tratándose de recalcar un precepto

constitucional que se relaciona con el derecho de propiedad. Tam


poco encuentra que esté en lo justo la referencia hecha por el señor
Guerra en cuanto a que el derecho de servidumbre no está comprendi
do en este número, porque la servidumbre, como se sabe, es voluntaria
y se establece en un contrato ; cuando no hay acuerdo en el cumpli
miento del contrato se va a la Justicia y él se establece en virtud de

100 —

sentencia judicial. De manera que son bastantes las dos limitaciones


que determina dicho número. Los otros incisos de la indicación del
señor Guerra vulneran completamente la primera parte del concepto
constitucional, porque se deja subordinada a la ley la determinación
de todas las restricciones al principio de inviolabilidad. Según ellos
la Constitución no va a amparar nada, ya que por la ancha puerta
de la se cercenará el derecho hasta reducirlo a proporciones míni
ley
mas. Le parece que no es eso lo que conviene, tratándose de una
legislación sobre derechos de esta naturaleza.
En seguida, la recomendación que el señor Guerra quiere que
se haga al legislador futuro, para que divida la propiedad y grave

con un impuesto adicional aquella que no se explota, no le parece

tampoco aceptable alguna, porque resulta perfectamen


en forma
te perjudicial país. ¿Qué harían los propietarios
para el progreso del
en el momento en aprobara un precepto constitucional de esta
que se

especie? Abandonarla, no mejorarla, retraerse de hacer inversiones


en ella, en consideración a que la ley ordenaría que su propiedad

debía dividirse. Como consecuencia de tal disposición, se estagnaría


el progreso, los capitales emigrarían y la ruina sería inevitable.
Tampoco cree que habría justicia en gravar especialmente la
propiedad no cultivada, pues el interés de todo propietario es sacar
a su suelo el mayor rendimiento posible, y si no lo cultiva es por al

gunas de las razones que han dado los señores Yáñez y Barros Bor
goño. El señor Guerra, termina, ha hecho caudal de lo que ocurre
actualmente en Inglaterra, pero hay que tener presente que lo que
en es bueno, puede no serlo entre nosotros.
Inglaterra
El señor Yáñez (don Eliodoro) propone la siguiente redacción
que cree consulta todas las ideas, incluso la del señor Guerra:
«La inviolabilidad de todas las propiedades, sin distinción al
guna. El ejercicio del derecho de propiedad, está sujeto a los deberes
que por razón de utilidad pública las leyes señalen. Nadie puede ser
privado de la de su dominio, ni de una parte de ella o del derecho

que a ella tuviere, sino en virtud de sentencia judicial o de expro


piación ordenada por la En este caso se dará al dueño la indemni
ley.
zación que se ajustareél o que determinare la justicia.'
con

El señor Cárdenas que tratándose de una


(don Nolasco) dice
cuestión fundamental como es el derecho de propiedad, no le extraña
que se hayan emitido conceptos tan diversos como los que consigna

el acta de la sesión anterior y los que acaba de oir. Por lo demás cree
que un deber superior obliga a dar opinión sobre materia de tanta
trascendencia, advirtiendo que la suya estará en completa divergen
cia con alguna de las ya emitidas.
La cuestión planteada por el señor Guerra, dice el señor Cár
denas, es conocida ampliamente por todos los miembros de la Comi-
-
101 -

sión, que son quienes serán fami


personas de ilustración vasta para
liares las obras de los filósofos y pensadores que desde más de medio
siglo a esta parte se vienen ocupando de esta cuestión vital para las
sociedades humanas,
Pero antes de entrar en materia, dice, y para evitar una inter
pretación sobre el avance y origen de mis palabras, quiero que quede
bien en claro que no soy enemigo de la propiedad; más aun, que mi
anhelo y el del Partido Demócrata será el de llegar al ideal de que
todos nuestros conciudadanos fueran propietarios, y por eso, preci
samente, luchamos por la subdivisión de los latifundios y por la
colonización nacional, como medio de alcanzar el objetivo de otorgar
a cada uno de nuestros compatriotas, por lo menos, el mínimun de

independencia económica que el hombre necesita para llenar sus de


beres y ejercer sus derechos con libertad de juicio y sin apremio de
la necesidad.
Las ideas sustentadas por los pensadores y reformadores socia
les que al principio fueron tenidos por ilusos, han ido, sin embargo,
modificando apreciablemente el concepto tradicional sobre el dere
cho de propiedad y cree no engañarse, al afirmar que las agitaciones
sociales que han perturbado la sociedad en los últimos treinta años
son el producto de esas nuevas ideas de justicia distributiva y de la
resistencia que encontraban, como era natural, entre los que veían
la inminencia de la limitación de sus derechos demasiado amplios.
Tal ha ocurrido en Alemania, Inglaterra, Francia y Rusia.
Por lo demás, es lógico que estos nuevos conceptos, o sea el que
lapropiedad debe desempeñar una función social y no ser el patri
monio absoluto de quien la posee, encuentre esa resistencia de una
parte numerosa de la sociedad.
En Chile mismo, casi podríamos decir que causa escándalo el
que alguien se atreva a discutir o analizar el derecho de propiedad
que considera sagrado en virtud de los preceptos constitucionales.
se

Sin embargo, recuerda con pena que no se ha entendido en la misma


forma ese derecho cuando el propietario afectado es un individuo
sin influencias, que trabaja una pobre parcela de tierra, donde ha
formado su hogar, y de la cual es lanzado por el vecino o concesio

nario poderoso que encontró apoyo en el Gobierno y en los Tribu


nales de Justicia. Ante esta diversidad de criterio, y aprovechando
el sano espíritu de la Comisión, cree que es indispensable abordar
la solución de este asunto en forma que garantice la tranquilidad
social en el futuro.
Se ha invocado la falta de brazos y de capitales para objetar el
establecimiento de una disposición constitucional que faculte al
Congreso para dictar leyes que tiendan a la subdivisión de la pro
piedad. Se ha dicho, además, que la falta de brazos impide una ma-

102 —

yor intensificación de los Esa falta de brazos para


trabajos agrícolas.
laborar la tierraes más aparente que real. Me consta que hay cente

nares de personas que desearían trabajar en los campos eomo colo


nos o pequeños propietarios y así lo demuestran las numerosas peti

ciones elevadas al Gobierno sobre el particular. La verdad es que ya


mucha gente no quiere continuar en inquilinaje.
En el departamento de Villarrica, por ejemplo, que yo conozco
personalmente, se ha operado un cambio fundamental en los últimos
veinte años, con la subdivisión de la propiedad, aun cuando los pe
queños agricultores no disponían de capitales ni de ningún ele
mento, fuera de su admirable tesón y energías para el trabajo. Las
que hace pocos años eran allí selvas vírgenes, hoy son campos fe
cundos de producción que contribuyen en parte importante a

nuestra riqueza nacional, y el ejemplo de Villarrica se repetiría en


muchas partes de la República, si se hiciera la subdivisión de la pro
piedad, con lo cual desaparecería entre nosotros, en gran parte, el
problema de la producción, que es el problema matriz que preocupa
al mundo entero. Y esta preocupación, debe ser mayor entre nosotros
cuando aun sabemos que la Sociedad Nacional de Agricultura, a fin
de mantener altos los precios y no perder dinero, regula y Umita
constantemente la producción.
Además, dice, es necesario y justo establecer que el inquilino

que ha consagrado gran parte de su vida al servicio del patrón ad


quiera la propiedad de una parcela de tierra, a fin de que pueda ter
minar tranquilo sus días, constituido en un pequeño propietario,
Termina declarando que apoya las indicaciones formuladas por
el señor Hidalgo en la sesión anterior y por el señor Guerra en la
presente reunión.
El señor Briones Luco (don Ramón) expresa que, a su modo
de ver, no debe alarmar a nadie el inciso tercero de la indicación
del señor Guerra, porque está redactado en términos facultativos
amplios para el Congreso que podría legislar en orden a producir
la subdivisión de la tierra, en la forma que lo creyera conveniente
después de oir todas las opiniones de sus miembros y de acuerdo
con las ideas que ellos manifestaran sobre esta materia. Recuerda
el debate producido en el último Congreso de la Habitación Bara
ta de Buenos Aires, con motivo de la legislación rural de la pro
vincia de Entre Ríos. En ese Congreso se pusieron en relieve los
grandes beneficios económicos producidos por la ley que impuso un
gravamen parcelario progresivo a la tierra y que va siendo más ele
vado con la mayor extensión de la propiedad. Como consecuencia de
esa legislación que ha reducido los
latifundios, el rendimiento de la
tierra ha sido mayor y la población agrícola propietaria ha aumen
tado considerablemente. Se citaba, por ejemplo, el caso de un agri-

103 —

cultor dueño, antes de esa ley, de ocho mil hectáreas, quien, para
evitar el impuesto muy alto, redujo su propiedad a la mitad, y, sin
embargo, obtenía con esta última extensión de tierras, el mismo re
sultado pecuniario que antes, "porque podía concentrar mejor su aten
ción y energías en una propiedad más chica.
Considera que la indicación del señor Guerra para establecer
un principio constitucional de esta naturaleza, es un paso muy acer

tado hacia la solución de la cuestión social. Por eso presta todo su

apoyo al último inciso de dicha indicación.


El señor Barros Borgoño (don Luis) insiste en las considera
ciones que adujo en la sesión anterior para demostrar que la redacción
del N." 5." del art. 10 (12) de nuestra Constitución debe mantenerse
sin variación alguna.
Estima que la inviolabilidad consagrada en dicha prescripción
constitucional, en el sentido de que ninguna persona puede ser pri
vada de su propiedad ni de parte alguna de ella, sino en virtud de
sentencia judicial o de utilidad del Estado, calificada por una ley,
que exija su uso o enajenación, es lo que ha permitido desarrollar
nuestro progreso agrícola, pues esa prescripción ha sido la garantía
que ha tenido la inversión de capitales en nuestros campos y lo que
ha servido para incrementar la edificación de nuestras ciudades.
Considera que no debe impresionarnos tanto ni tomar como
único modelo lo que acontece en otros países, sino de atender a lo
que ocurre entre nosotros; pues, como ha dicho muy acertadamente
el señor Yáñez, lo que aquí se necesita para el cultivo de nuestras
tierras son brazos y capital. Nadie se ha opuesto en Chile a la divi
sión de la propiedad. Aun más, se ha fomentado esa división. No
hace muchos años, por ejemplo, el Gobierno procedió a poner en
remate una serie de hijuelas, prohibiendo que una misma persona
adquiriera más de una, a fin de constituir el mayor número de pro
pietarios. Esos propósitos no dieron, sin embargo, resultado, porque
los adquirentes no fueron capaces de cultivar esas hijuelas. Fué ne

cesario que algunos capitalistas compraran esos predios y los traba


jaran con los grandes capitales que necesitaban para hacerlos pro
gresar.
Por lo demás, dice, cada vez que se han dictado leyes en contra
de los hechos económicos, han fracasado porque esos hechos no de
penden de nuestra voluntad.
Se refiere al caso de Villarrica, citado por el señor Cárdenas, y
dice que el progreso de esa región se debe a las facilidades de crédito
que la Caja Hipotecaria ha dado a los propietarios regionales con el
propósito de fomentar su espíritu de trabajo y sus iniciativas.
La Caja, continúa, adquirió la hacienda «La Compañía» para
dividirla en granjas y venderlas a pequeños agricultores. No ve in-

104 -

conveniente para que el Estado haga en mayor escala lo que esa


institución ya ha ensayado con resultados halagadores. Y esto se
puede hacer sin necesidad de disposiciones constitucionales que orde
nen la división de las tierras y despierten inquietudes,

S. E. manifiesta que, precisamente, en estos momentos el Go


bierno está preocupado de adquirir una propiedad en el sur para
venderla en pequeños lotes, contribuyendo así a la subdivisión de la
propiedad y a mejorar la situación de las clases modestas.
Continuando sus observaciones, el señor Barros Borgoño, ex
presa que no debemos ser injustos con nosotros mismos; que nuestros
agricultores no anhelan otra cosa, aun por su propia conveniencia,

que desarrollar sus trabajos; pero tienen que luchar con dificultades
como la falta de brazos, de capitales, de ferrocarriles, de caminos,
de puentes, de obras de regadío, etc.
Cita en seguida la obra realizada por la Caja con la construcción
de poblaciones para obreros y empleados y termina observando que
el Estado debe tomar sus medidas para evitar la inquietud del capi
tal, a la vez que asegurar el bienestar social, cosas ambas que se
pueden conseguir sin necesidad de atentar contra el derecho de pro
piedad. Ya hay hartas y buenas leyes. Hay que estimular y no
desalentar. Sin atacar los derechos se puede fomentar la producción.
S. E. observa que las ideas que se han expuesto estarían consul
tadas en una indicación que tiene redactada y que no se inserta
en el acta. Dicha indicación sería para consultar en la parte perti
nente una disposición constitucional que dijera: <E1 Estado propen
derá a una organización económica que fomente ía producción
nacional, en forma de procurar a cada ciudadano un mínimun de
bienestar adecuado a la satisfacción de sus necesidades personales
y las de su familia. La ley regulará esta Organización-,
El señor Silva Cortés (don Romualdo) expresó que en la
sesión anterior había tenido el honor de hacer valer los fundamen
tos jurídicos, morales y económicos del mantenimiento necesario del
texto íntegro del N.° 5." del art. 10 de la Constitución, sobre invio
labilidad de las propiedades; y que después de reflexiones y con-
jultas se bahía acentuado aún más su convencimiento al respecto.
Consideró por partes los distintos elementos de esc precepto; el

significado de la palabra propiedades»


<
: el concepto de dominio y de
otros derechos reales o personales sobre una cosa, mueble o raíz,

corporal o incorporal; la necesidad de que la garantía constitucional


se extienda a todas; y los preceptos sobre la expropiación con in
demnización por causa de utilidad pública calificada por ley.
Argumentó en favor del mantenimiento de las palabras ¡parti
culares o comunidades;' de la Constitución de 1S33; y en contra de
los cambios que se pretenden.

105 —

Repitió que aceptaría otros preceptos constitucionales, absolu


tamente independientes o separados del relativo a las propiedades,
para dar garantías de vida, salud, remuneración mínima justa, habi
taciones higiénicas y económicas y otras prestaciones de vida a los
que trabajan; y en tal virtud presentó en su nombre y en el del señor
Vidal Garcés, indicación para agregar cuatro nuevos números al
art. 10 de la Constitución; pero en forma completamente separada
del precepto sobre la propiedad inviolable.
Dijo el señor Silva Cortés que estaba convencido de que cual
quiera aceptación de alguna de las alteraciones o cambios propuestos
en la redacción del
precepto sobre la inviolabilidad de la propiedad
produciría una grave perturbación económica y social en el país : y
sería obra de perjuicio y no de reconstitución nacional.
Hay en Chile una parte considerable de nuestros conciudadanos
que forma el pueblo que trabaja, que ahorra, que posee y conserva
lo que gana con su esfuerzo personal o lo que adquiere por títulos
legítimos, sea esto mucho o poco, sean cosas muebles o bienes raíces,
acciones o créditos.
Hay, además, un capital nacional formado lentamente y aplicado
a las más variadas industrias; y un fuerte o cuantioso capital extran
jero llegado a Chile a recibir el amparo de la garantía constitucional.
Los que preparamos la reforma de la Constitución, no podemos
olvidar esos hechos: y estamos más obligados a ajustamos al derecho
natural que impone que se guarde intacta la propiedad privada.
Terminó el señor Silva Cortés declarando en su nombre y en
el del señor Vidal Garcés que agradecían mucho la deferencia y el
honor otorgados por S. E. el Presidente de la República al llamarlos
a trabajar en esta Comisión; que habían coadyuvado con mucho
agrado a la alta y noble tarea de preparar los trabajos de reforma
constitucional: que deseaban sinceramente el éxito de estas labores
en beneficio de la Patria; pero que no sabrían cómo poder continuar

en las mismas labores si en la pretensión de limitar en


se insistiera
la Constitución la desconociendo la naturaleza
propiedad privada,
del derecho y disminuyendo atenuando una garantía constitucio
o

nal que es factor esencial e indispensable del orden social.


La indicación de los señores Silva Cortés y Vidal Garcés es la
siguiente:
■<1.° Se mantiene sin variación alguna el N." 5." del art. 10 dé
la Constitución, sobre inviolabilidad de las propiedades:
*2." Se agregarían al art. 10 los siguientes números:
a." La protección del trabajo y de la salud, la remuneración

mínima, el descanso necesario y la previsión para casos de acciden


tes e invalidez de los obreros;

106 —

'9.° Las soluciones pacíficas de los conflictos de patrones o

empleadores con los obreros o empleados;


«10.° La defensa y fomento de la habitación higiénica y eco

nómica;
«11.° Las seguridades en la forma que las leyes determinen,
para la vida, moralidad e instrucción de las personas ocupadas en
servicio ajeno, tomando en consideración su sexo, edad, estado y
condición.»
El señor Hidalgo (don Manuel) comprende la elogiosa defensa
que se ha hecho del derecho de propiedad, porque este derecho, en
su concepto, tiende a morir.
Considera que si el derecho de propiedad hubiera de mantenerse
en la forma consagrada hoy en nuestra Carta Fundamental, no ha
bríamos ganado nada con la revolución y, en cambio, dejaríamos en
el ambiente la amenaza de una nueva perturbación política a corto
plazo.
La revolución del 23 de Enero implicaba modificar en parte el
actual estado de cosas, por lo menos así lo entendieron las clases
trabajadoras; pero, si hubiera de mantenerse intangible este derecho
de propiedad, como lo ha sostenido el señor Silva Cortés, caeríamos
en un concepto antisocial, y sumiríamos al pueblo en la más horro
rosa esclavitud. A su juicio la única forma de establecer una base
de justicia social seria la socialización de la tierra y de los elementos
de producción y de cambio.
En cuanto al concepto de libertad expresado por el señor Barros
Borgoño. estima que esa libertad no existe para los desheredados de
la fortuna. En realidad, el individuo que vive a expensas de un pa
trón, de un salario o sueldo, está incondicionalmente bajo la depen
dencia de este patrón, quien hará redundar en beneficio suyo todo el
movimiento de orden político social. Por eso dice que la libertad
para los desheredados de la fortuna es una simple definición retórica
falta de sentido.
Lamenta que el concepto de propiedad se ümite, en la menta
lidad de las personas que han hablado en estas sesiones, solamente
a la tierra; pero esto se lo explica fácilmente, porque la verdad es que

siempre hemos estado gobernados por una oligarquía de terratenien


tes y banqueros. Sin embargo, en la última obra de M. Caillaux «¿A
dónde va Francia, a dónde va Europa?», ha dejado establecido este
¡lustre estadista, que el derecho de propiedad industrial es el que
acarreó a Europa al desastre y el que produce las contracciones co
merciales, financieras e industriales, cosa que hemos podido ver en
Chile con el «Pool», el «Lock out» y otras manifestaciones de índole
industria], lo que no ocurre con el concepto de la propiedad-tierra.
Es necesario, agrega, tratar estos problemas con espíritu ele-

107 —

vado. Vivimos en medio de una quietud tal que no nos preocu


pan cuestiones que siempre fueron de actualidad, tales como el pro
blema religioso y otros. Por lo tanto es éste el momento de satisfacer
las legítimas aspiraciones de un pueblo que anhela gozar de los bene
ficios de la tierra. Debemos considerar para ello gue sólo el diez por
ciento de nuestra población es propietaria y todavía en lamentables
condiciones.
Si no afrontamos este problema con criterio de verdadera jus
ticia social, termina, habremos preparado a la República un porve
nir incierto que nos llevará a la más dolorosa de las revoluciones
sociales.
Se acordó reunirse el Martes próximo, a las 3j^ P- M., y todos
los días siguientes de la semana próxima, para terminar, si es posi
ble en ella, la labor de esta Comisión.
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torreblanca
NOVENA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE REFORMAS
CONSTITUCIONALES

19 de mayo de 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño, Ra
món Briones Luco, Nolasco Cárdenas, Guillermo Edwards Matte,
J. Guillermo Guerra, Manuel Hidalgo, José Maza, Ministro de Justi
cia, Enrique Oyarzún, Romualdo Silva Cortés, Francisco Vidal Gar
cés, Héctor Zañartu, y de! Subsecretario del Interior, don Edecio
Torreblanca, quien actuó como Secretario; se abrió la sesión a las
%y2 P. M.
Leída el acta de la sesión anterior se da por aprobada.
S. E. manifiesta que hay tres proposiciones en debate: la de los
señores Silva Cortés y Vidal Garcés, que piden que se mantenga sin
alteración el N.° 5.° del art. 10 de la Constitución; la del señor Gue
rra y la del señor Yáñez; y que las tres se discutirán conjuntamente.

El señor Edwards Matte (don Guillermo) ha creído notar que


en elcurso de la discusión se lian concretado algunos puntos en los
raíales están de acuerdo todos los miembros de la Comisión. Ll primero
de elloses el de la inviolabilidad de la propiedad, establecida en una

forma absoluta, en cuanto se refiere al fondo del derecho de propiedad.


El segundo punto de acuerdo es el concepto, aceptado por todos, de
que el derecho de propiedad impone al que lo tiene algunos deberes
respecto de la sociedad, y el tercero es el relativo a que la transfor
mación del concepto de propiedad antiguo, que comprendía el uso
y el abuso, en un concepto que comprende sólo el ejercicio legítimo
del derecho de propiedad, prescindiendo del abuso, se ha venido
realizando sin necesidad de reformas en el texto constitucional du
rante todo el siglo XIX y que en muchas partes de la legislación de
Chile se han establecido ya varias limitaciones, como ser, en lo que
se refiere a la servidumbre, a la legislación social y a las leyes de

regadío obligatorio, etc.


Agrega que como ha palpado el sentimiento de alarma que ha
producido la idea de que se van a alterar las normas que actualmente
existen para garantir el derecho de propiedad en la República, le ha
parecido muy aceptable la fórmula propuesta por el señor Silva
Cortés, que mantiene en sus líneas generales la actual definición de
!a propiedad y que agrega algunos conceptos que se refieren a la

loo —

legislación social y a las limitaciones


prácticas que tiene el derecho
de propiedad, aunque separadamente de la garantía de la propiedad
misma.
Pero aunque le parece muy aceptable la indicación, desea agre
gar algunas palabras.
Lo que en esta materia ocurre en nuestro país ha sucedido tam
bién en los demás países sudamericanos, que están a un igual o pare

cido nivel de progreso que nosotros; y así se explica que el señor Silva
Cortés desee mantener en este punto lo prescrito en la actual Cons
titución.
En laRepública Argentina se han dictado leyes que, como la
de la provincia de Entre-Rios, ya citada, son de las que van más
lejos la limitación del derecho de propiedad por razón de utilidad
en

pública.
El art. 17 de la ley argentina dice: «la propiedad es inviolable
y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella sino en
virtud ile sentencia fundada en ley. Las expropiaciones por causa de
utilidad pública deben ser calificadas por ley y previamente indem
nizadas. Sólo el Congreso impone las contribuciones que se expresan
en el art. 4.". Ningún servicio personal es exigible sino en virtud de

ley o de sentencia fundada en ley. Todo autor o inventor es propie


tario exclusivo de su obra, invento o descubrimiento por el término
que le acuerda la ley. La confiscación de bienes queda borrada para
siempre del Código Penal argentino. Ningún cuerpo armado podrá
hacer requisiciones, ni exigir auxilios de ninguna especie».
Tiene también a mano el texto de la Constitución del Uruguay,
que, por ser del año 17,
es una de las más modernas del mundo, y

ha sido dictada país que se ha llamado el «conejo de la Amé


en un

rica», porque en él
han estado haciendo constantemente las expe
se

rimentaciones sociales destinadas a comprobar los buenos o los malos


resultados de las ideas nuevas que se ha deseado incorporar en las
leyes fundamentales.
Dice esta Constitución;
'Artículo 146. Los habitantes de la República, tienen derecho
a ser protegidos en el goce de su vida, honor, libertad, seguridad y
propiedad. Nadie puede ser privado de estos derechos, sino confor
me a las leyes.
«Artículo 169. El derecho de propiedad es sagrado e inviolable:
a nadie podrá privarse de él sino conforme a la ley en los casos de
necesidad o utilidad públicas, recibiendo del Tesoro Nacional una
justa compensación.»
Cree que para establecer el régimen aceptado unánimemente
en los países progresistas en esta materia, es innecesario reformar
el texto actual de la Constitución. Sin embargo, se ha presentado

110 —

una indicación del señor Yáñez que propone una reforma. En ella,
sin ir al fondo del derecho de propiedad, se hace referencia a su
ejercicio. Esa indicación mantiene el precepto constitucional en lo
relativo a la inviolabilidad de todas las propiedades; pero inter
cala la frase de que «el ejercicio del derecho de propiedad está su
jeto a los deberes que, por razón de utilidad pública, la ley le se
ñale».
Examinando a fondo esta cuestión, no encuentra sino una dife
rencia mínima entre el derecho de propiedad y el ejercicio del mismo
derecho. En general, el derecho vale sólo en cuanto puede ser ejerci
tado. Cree que esta distinción, que se impone más bien por razones
de gramática, no alteua la idea de limitar el derecho de propiedad,
si no se pone a su vez una limitación a la esfera en que las leyes pue
den reglamentar los deberes de ese derecho.
El derecho de propiedad consiste en el uso y goce y en la dispo
sición de las cosas. Y por otro lado, esto mismo es el ejercicio del
derecho de propiedad; ejercitarlo es usar y disponer de las cosas.
Cree que conviene consultar una fórmula bien concreta, según
la cual la Constitución establezca una barrera para la acción de la
ley; y la redacción que propone el señor Yáñez tiene, a su juicio,
una vaguedad que permitiría al legislador en el futuro pasar sobre

esa barrera. Según esa redacción, después se vería obligado el legis

lador a mantener al dueño en su título de tal; pero este podría llegar


a ser sólo un título honorífico que no tuviera consecuencias jurídicas

prácticas de ninguna especie. En consecuencia, esa disposición puede


llegar a no significar garantía alguna del mantenimiento del actual
estado de seriedad y de seguridad del dereeho de propiedad en lo
que se refiere a su uso y goce legítimos.
Por eso, y como indicación subsidiaria, para el caso de que se
crea necesario alterar el concepto actual y dejando establecido, desde
luego, que no cree necesario alterarlo, ha redactado una indicación
en que propone que se establezca la barrera a que ya se ha referido.

Se atrevería a someterla, como subsidiaria, a la consideración


de la Sala,
Ella dice así:
«5.° La inviolabilidad de todas las propiedades.
«Ninguna persona natural o jurídica podrá ser privada de la
de su dominio, ni de parte de ella o de su derecho sino en virtud de
sentencia judicial, salvo el caso en que por razón de utilidad pública,
declarada por ley, se resuelva por ésta la expropiación, la que se
efectuará dándose previamente al dueño la indemnización que con
él se ajuste o que fijen los Tribunales. No podrá en caso alguno im
ponerse pena de confiscación de bienes.
«El ejercicio del dereeho de propiedad está sujeto a los deberes

111 —

que las leyes señalen por razón de utilidad pública. En ese sentido
podrán las leyes regular de un modo equitativo las relaciones de
empleadores y empleados u obreros, velando por la solución pací
fica de sus conflictos, creando instituciones obügatorias de retiro y
previsión social, exigiendo razonable indemnización por los acciden
tes del trabajo, cuidando de la salubridad de los talleres y de los
métodos y horarios de labor, estableciendo un régimen justo y pru
dente de sueldos y salarios mínimos y, en general, dictando medidas
que faciliten la armonía del capital y el trabajo. Podrán también
establecer servidumbres legales, prohibir la usura y las industrias
contrarias a las buenas costumbres y asegurar el cumplimiento del
deber que corresponde al propietario de cultivar el suelo en confor
midad a lo que permitan sus condiciones naturales y económicas.
«El Estado deberá legislar con la finalidad de conseguir la difu
sión de la pequeña propiedad y especialmente, con la de obtener que
cada familia chilena llegue a poseer una habitación propia y sana.»
Ha agregado en el 2.° inciso de su indicación la frase: «en con
formidad a lo que permitan sus condiciones naturales y económicas»,
porque ha considerado sumamente atendibles las razones clarísimas
que han dado los señores Yáñez, Barros Borgoño y Amunátegui en
la sesión pasada, cuando se refirieron a los latifundios y a los terre
nos sin cultivo que hay en el país.
Efectivamente, existen en el país terrenossin cultivo en abun
dancia, pero es también clara la razón que se ha dado cuando se ha
dicho que las condiciones naturales climatéricas, de población, etc.
impiden muchas veces el cultivo de ellos. Y por eso entre nosotros
es imposible dictar una disposición rígida en esta materia.

Lo único que se puede esperar es la acción inteligente del futuro


legislador en el sentido de ir procurando la transformación de la
parte más aprovechable de los terrenos sin cultivo del país en una
riqueza verdadera para la sociedad.
En calidad de aspiración podría figurar la parte última de la
indicación que ha formulado.
Esa parte tiende al propósito, no de declarar que en el país debe
acabarse con los latifundios, sino que debe irse a la división de la
propiedad, procurando la creación del mayor número posible de
propietarios, es decir, de hombres interesados en la conservación del
orden social como sucede en Francia, por ejemplo, puesto que al
defender este orden defienden sus propios intereses.
Por eso dice en su indicación: «El Estado deberá legislar con la
finalidad de conseguir la difusión de la pequeña propiedad y, espe
cialmente, con la de obtener que cada familia chilena llegue a poseer
una habitación propia y sana».

112 —

Esta es una aspiración a la cual no se puede llegar sino en el


porvenir.
Del mismo modo, en la Constitución alemana, que tanto se ha
citado en la Comisión, figura una disposición en que se consigna el
deseo de que cada alemán, o más bien dicho cada familia alemana,
pueda llegar a tener su casa.

Como lo ha dicho ya, ha propuesto su indicación con el ánimo


de establecer una barrera, para que más tarde la ley no pueda dejar
de respetar el derecho de propiedad.
El solo hecho de que se dijera en la Constitución que el ejercicio
del derecho de propiedad está sujeto a los deberes que las leyes les
señalen por razón de utilidad pública, sería, a su juicio, dejar el
campo abierto para que los agitadores más tarde sostuvieran que el
campo de la ley en esta materia es ilimitado y, que, en la limitación
de este derecho, se puede llegar hasta la suspensión del uso., del goce
y de la facultad de disponer de las cosas, en homenaje a esa utilidad
que se señala en términos vagos e imprecisos.
El señor Oyarzún (don Enrique) cree que la indicación que
lia leído el señor Edwards Matte evita una gran parte de las difi
cultades e inconvenientes que ha venido notando en las demás indi
caciones que se han formulado. La propia indicación del señor Yá
ñez, contiene vacíos y redundancias. Así, en una parte de ella se di
ce que el ejercicio del derecho de propiedad está sujeto a los debe

res que, por razones de utilidad pública, las leyes le señalen; y más

abajo se vuelve a insistir en este mismo concepto al declarar que el


derecho de dominio puede ser cercenado en virtud de una sentencia
judicial. Estos son conceptos completamente análogos y redundan
tes. En cuanto a la redacción misma de la indicación, la encuentra

también defectuosa y prefiere la del señor Edwards.


No considera aceptable la parte final de la indicación del señor
Edwards Matte, que, lo mismo que la del señor Yáñez, consigna
una aspiración confusa. Ella le trae a la memoria aquella frase me

morable de Eni'ique IV que quería que cada campesino tuviera el


día Domingo una gallina para echarla a la olla. Semejante disposi
ción, que puede considerarse como la aspiración de un buen hombre.
no es propia de una ley fundamental, como es la Constitución de

una República. Basta con que quede constancia de esa idea en la

historia de las Reformas Constitucionales. Más tarde los legisladores


podrán dar forma a estos propósitos en las leyes que dicten.
Termina manifestando que acepta la indicación del señor Ed
wards Matte en la integridad de su redacción, excepto en el acápite
final.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) dice que a medida que
que avanza la discusión de esta materia, se convence más de que es

113 —

innecesarioje inconveniente modificar el N.° 5.° del art. 10 de la


Constitución, porque sobre la base de esta disposición se pueden
dictar todas las leyes que aquí, en una forma u otra, se han insinua
do. ¿Qué dice el N.° 5.° del art. 10 de la Constitución? Que la Cons
titución asegura a todos los habitantes de la República:
*5.° La inviolabilidad de todas las propiedades sin distinción
de las que pertenecen a particulares o comunidades, etc.»
En esto, todos estamos de acuerdo.
En otra parte dice esta disposición que este dereeho está limi
tado por el derecho ajeno y por el uso de la colectividad, en el caso
de la utilidad pública. De manera que las dos limitaciones de carácter
fundamental se hallan establecidas en la Constitución. Y dentro de
estos dos conceptos de la utilidad pública y del respeto al derecho
ajeno, ha podido el legislador dictar hasta hoy todas las leyes de ca
rácter social que ha creído del caso establecer. Y si no ha dictado
más, es porque no ha querido ir más allá. Cree que estas indicaciones
son innecesarias e inconvenientes. Y ¿por qué? Por una razón muy

sencilla: porque todo lo innecesario es inconveniente. Y son incon


venientes, además, porque producen alarma.
Cita un caso para comprobar su afirmación. Preguntó, en días
pasados, al Gerente de una Sociedad de Explotación de Yeso, cómo
iban los negocios, y se le contestó que el mercado estaba paralizado,
porque nadie edificaba, a causa de la desconfianza que produce la
situación porque atraviesa el país. Y en cualquier acto de la vida
ordinaria se nota esa misma desconfianza en el porvenir.
A pesar de lo que se ha discutido sobre la conveniencia de mo
dificar el art. 10 en esta parte, no se citan sino dos hechos en favor
de la reforma: los latifundios y la necesidad de procurar que todo el
mundo trabaje.
Conoce casi todos los fundos del centro del país, y puede afirmar
que en esaregión no hay latifundios. Cita algunos casos que S. E.
conoce, como ser el fundo del Huaico, que hoy está dividido en varias
propiedades, la hacienda del Huique que ya está dividida en cuarenta
o cincuenta hijuelas, la hacienda La Compañía que hoy está dividida

en más de doscientas propiedades. La verdad es que todo sigue la

ley económica de la oferta y la demanda.


Más tarde nada podrá impedir que el legislador autorice al Eje
cutivo para que invierta cuarenta o cincuenta millones de pesos en
comprar propiedades para venderlas después en pequeños lotes.
Vuelve a repetir que encuentra innecesarias e inconvenientes
las insinuaciones que se han hecho, aunque él mismo ha incurrido
alguna vez en ellas.
Bien pueden quedarse aún cortos al hacer la reforma. Y está
cierto de que si mañana se legisla sobre esta materia, habrá que ha-
(Actas 8)

114 —

cerlo al margen de estas indicaciones, pues en cada unJBe esas leyes


habrá que estar contemplando el interés de la sociedad.
Basta y sobra con lo que en esta materia quedará en la historia
fidedigna de la discusión.
Por lo demás, concuerda con una observación del señor Edwards
Matte relacionada con la indicación del señor Yáñez. No ve cómo
distinguir el derecho de propiedad del ejercicio del mismo derecho.
El ejercicio es el uso, el goce y la disposición de una cosa; y el
uso y el goce y la disposición de una cosa constituyen el derecho
mismo. De manera que la frase: «el ejercicio del derecho de propie
dad», no la entiende.
S. E. estima que en el fondo están todos de acuerdo para apre
ciar la cuestión en debate.
Para ir disipando un poco los temores que algunos sienten cuando
se trata del derecho de propiedad, se va a permitir leer algunos pá

rrafos de un texto de Derecho Constitucional escrito por León Du-


guit, Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Bur
deos, autor que es considerado en Europa como la primera autoridad
en cuestiones de Derecho Constitucional.

El señor Duguit que por lo demás, es un espíritu más bien


conservador que avanzado, dice lo siguiente respecto del derecho
de propiedad en la obra ya citada; y refiriéndose a los constituyentes
de la Revolución Francesa:
«Hay muchas probabilidades de que la gran mayoría de los
Constituyentes y Convencionales no tuvieran concepción clara al
guna acerca del fundamento de la propiedad; ni estuvieran posesio
nados de la cuestión. Comprendían la propiedad como juristas, es
decir, desde el punto de vista de las consecuencias que acarrea, de los
beneficios que asegura al propietario; pero no desde el punto de vista
filosófico, económico, de su razón de ser y de su rol social. Quisieron
establecer que toda propiedad era intangible; pero no supieron deter
minar la razón de esa inviolabilidad. Si declararon la intangibilidad
del derecho de propiedad, fué porque en su gran mayoría eran pro
pietarios. Desde el punto de vista político y social, la Revolución
ha sido la obra de la clase media propietaria; los representantes de
esta clase formaron la mayoría de la Constituyente y de la Conven
ción. Su preocupación constante fué colocar la propiedad salvaguar-
diada por declaraciones de derecho y disposiciones constitucionales
y resguardarla así aun respecto del legislador mismo."
Dice en otra parte el mismo autor:
«En resumen, la Constituyente y la Convención han tenido
antes que todo, el pensamiento de garantizar las propiedades exis
tentes de la clase burguesa a que pertenecía la gran mayoría de sus
miembros. No tomaron en cuenta los principios basados sobre el

115 —

fundamento de la propiedad. Algunos veían en ella un derecho natu

ral; pero la gran mayoría sólo veía creación de la ley positiva


una

sobre cuya importancia social ninguno daba cuenta. Las fórmulas


se

vagas y generales de que se sirvieron pueden, por lo demás, combi


nadas con los principios de igualdad, constituir un punto de apoyo
para las propias doctrinas comunistas y colectivistas modernas.»
Y agrega más adelante:
«En la Constitución de 1848 la propiedad era, por el contrario,
considerada como un derecho superior a las leyes positivas, esca
pando así al alcance del legislador común. En el art. 3." del preám
bulo se lee: «La República reconoce derechos y deberes que preceden
y son superiores a la ley positiva», y en el art. 8.°: «La República
debe proteger al ciudadano en su persona su propiedad".

Del análisis conjunto de estos dos textos parece deducirse que el


espíritu del legislador constituyente de 1848 considera la propiedad
como un derecho natural superior al legislador y que debe ser res
petado aún por él.
«¿Cómo se puede concebir el derecho de propiedad, fuera de
los textos legales, desde el punto de vista político, económico y so
cial? Esta es una cuestión considerable cuyo estudio no entra envíos
límites de un libro de Derecho Constitucional. Se puede decir única
mente que la doctrina que en ciertas épocas ha tenido gran acogida
y según la cual el derecho de propiedad, derivado de la libertad in
dividual, estaría fundado en el derecho que cada uno tiene de dispo
ner del producto de su trabajo, es absolutamente insuficiente para

justificar la propiedad, tal como existe en las sociedades modernas.


Tal vez podría justificar la propiedad individual de las cosas mue
bles; pero, evidentemente, no puede legitimar la inmueble, ni la
capitalista bajo sus diferentes formas, ni menos la transmisión por
herencia. La propiedad inmueble, capitalista y hereditaria no puede
explicarse más que por su utilidad social; y no se habrá demostrado
que es legítima, si no se demuestra al mismo tiempo que en una
época determinada es socialmente útil.
«De aquí resultan ciertas consecuencias muy importantes.
«La propiedad, basada únicamente en la utilidad social, no debe
existir más que en la medida de esta utilidad.

«El legislador puede, pues, aplicar a la propiedad individual


todas las restricciones exigidas por las necesidades sociales a que corres
ponden.
«La propiedad no es un derecho intangible y sagrado, sino un
derecho que está continuamente evolucionando y que debe adaptarse
a las necesidades sociales a que responde.
«Si llega un momento en que la propiedad individual no res-

116 —

ponde a unanecesidad social, el legislador debe intervenir para orga


nizar otra forma de apropiación de la riqueza.
«En un país donde la propiedad individual está reconocida por
la legislación positiva, el propietario tiene, como tal, cierto rol social
que llenar; y la extensión de su dereeho de propiedad debe ser deter
minado por la ley y por la jurisprudencia que la aplica según el rol
social que debe cumplir : no puede pretender otro derecho que el de
poder llenar libremente, plena y totalmente su función social de
propietario.
*Se puede decir que en el hecho el concepto de la propiedad
como derecho subjetivo desaparece, para ser reemplazado por el con

cepto de la propiedad como junción social.»


Sigue el autor citando una serie de leyes que se han dictado en
Francia y que se derivan del fundamento filosófico del derecho de
propiedad.
Ha citado esta opinión con el propósito de manifestar que no
hay por qué sentir alarma cuando se produce un debate alrededor
del derecho de propiedad, debate que en este caso no obedece a otro
fundamento que el de amoldar nuestra Constitución al concepto
que hoy tiene la ciencia y el mundo moderno respecto de ese derecho.
Todos están de acuerdo en reconocer la inviolabilidad del dere
cho de propiedad ; están todos de acuerdo también en que no puede

privarse a los ciudadanos de ese derecho sino en virtud de expropia


ción por el Estado, previo el pago de la indemnización correspondien
te ; pero están igualmente de acuerdo todos en que la propiedad tiene
que experimentar restricciones y cumplir deberes que le impone la
sociedad y como consecuencia de ser ella fundamento de la acción
social que le da origen. Ahora bien, si estos postulados del mundo
moderno no se pueden desconocer, ¿por qué, hoy, que se va a dictar
una nueva Carta Fundamental, no modernizar esta disposición y
ponerla a la altura de los principios científicos para que responda a
la realidad de las cosas? Porque la verdad es que si entre nosotros
hubiera un Tribunal que se encargara de declarar la inconstitucio-
nalidad de las leyes, tendría que declarar inconstitucionales todas
las que sobre esta materia se han dictado en los últimos tiempos,
ya que, en verdad, no caben dentro de los preceptos constitucionales.
Conviene entonces buscar una fórmula acertada y cree que den
tro de la indicción del señor Yáñez, y más todavía, dentro de la
del señor Edwards, se encuentra la solución de este problema. Ella
consiste en mantener la inviolabilidad de la propiedad, pero estable
ciendo también de acuerdo con la verdad jurídica, el derecho que
tiene el legislador para imponer limitaciones al derecho de propiedad,
basadas en el bien público y dentro de cierto orden de consideraciones.
Hay que tener presente también que parece que ya están todos

117 —

de acuerdo en que dé a la Corte Suprema la facultad de revisar


se
las leyes para determinar su constitucionalidad. Pues bien, si como
ha dicho muy bien el señor Barros Borgoño, ésta va a ser la ley de
las leyes, cualesquiera de las leyes que en el futuro se dicten, podrán
ser también declaradas inconstitucionales
por la Excma. Corte Su
prema, si van en contra de los principios establecidos en la Carta
Fundamental. Y así desaparece el temor de que más tarde se dicten
leyes que no respeten la barrera que en esta materia va a establecer
la Constitución.
No necesita hacer profesión de fe para declarar que el único
móvil que lo inspira en el desempeño de su cargo, es el de buscar el
bien de su país, móvil que también inspira a todos los miembros de
la Comisión.
Podrán estar equivocados, agrega, sobre la forma en que se va
a buscar el bien del
país, pero el convencimiento y el deseo que todos
tienen de hacer esto en la mejor forma, no se puede poner en duda.
El señor Vidal Garcés ha dicho que las modificaciones al derecho
de propiedad que se estudian, ya producen alarma en ciertas gentes.
Considera absolutamente injustificadas esas alarmas, y una vez que
se vea claramente que no se trata de atacar el derecho de
propiedad,
sino de mantenerlo en los justos límites que le corresponde; una
vez que se vea que en la Constitución se va a traducir fielmente la

situación y el estado en que el derecho de propiedad se halla hoy


día ; una vez que todo aquello se conozca, va a desaparecer comple
tamente aquel temor.
Hay, por otra parte, una consideración que no debe olvidarse.
Existe una masa enorme de nuestros conciudadanos que tiene aspi
raciones, que tiene
ideales, confusos si se quiere, pero, que en fin,
representan anhelos que ellos acarician, y parece que es obra de hom
bres de Estado buscar dentro de la Carta Fundamental, una ecua
ción que, junto con garantizar los derechos de los ciudadanos, no
produzca resistencias ni levante banderas ni estandartes que hagan
de la destrucción de un principio constitucional, la base de un partido
político.
Desea que se haga un Código Fundamental que sea después am
parado por los unos y por los otros y que las discusiones ideológicas
de nuestros conciudadanos se produzcan alrededor de otros puntos
y alrededor de la Constitución del Estado.
no
Si es necesario evitar las alarmas de los propietarios, no provo
quemos alarmas tampoco en otra masa enorme de nuestros conciu
dadanos que no son propietarios. Por eso, se atreve a pedir se dis
curra sobre la base de la fórmula del señor Yáñez, o de la del señor

Edwards, con lo que no harían los miembros de la Comisión sino


ajustar el derecho de propiedad a la realidad de las cosas, moderni-

118 —

zando un poco la Constitución, para satisfacer aspiraciones de otro


orden y conseguir que el Código Fundamental sea respetado y que
rido por todos los chilenos!
De este modo, si más tarde se buscan banderas para dividir a
la familia chilena, éstas se encontrarán en otra parte, pero no en la
Constitución Política.-

Es un anhelo patriótico el que lo mueve a hacer a la Comisión,


en nombre de los altos intereses del país, un ruego, una súplica para

que se busque una fórmula que concibe las diversas corrientes de


opinión sobre la base de garantizar el derecho de propiedad ; pero
restableciendo las cosas en su verdadero terreno, cree, repite, que
en la fórmula del señor Yáñez y en la del señor Edwards Matte sobre

todo, se encuentra la solución de este problema.


A continuación se acordó que una Comisión compuesta de S. E.
y el señor Barros Borgoño, se encargara de estudiar las diversas in
dicaciones presentadas y redactar la disposición correspondiente.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) insistió en la necesi
dad de mantener sin alteraciones el número 5.° del art. 10 de la
Constitución y pidió la aprobación de la indicación presentada por
él mismo y por el señor Vidal Garcés.
Con respecto a la indicación del señor Yáñez, dijo el señor Silva
Cortés que esa indicación merecía, a su juicio, graves observaciones,
La referencia al ejercicio del derecho de propiedad y a la facultad
de limitarlo por las leyes, en forma casi indeterminada en el hecho,
podría fácilmente ser una verdadera incitación a reformas legisla
tivas contrarias a la inviolabilidad que se desea mantener.
La supresión de las palabras «particulares o comunidades» po
dría también servir para interpretaciones injustas, a menos que se
deje clara y explícitamente establecido que no se altera la garantía
de las comunidades a las que se refirió o que tuvo en consideración
la asamblea que redactó y promulgó la Constitución del año 1833,
S. E. anticipa al señor Silva Cortés que su pensamiento es esta
blecer en la Constitución una disposición especial que comprenda
todo lo que se refiere a la cuestión religiosa.
Además, continúa el señor Silva Cortés, el señor Yáñez en su
indicación, no establece que la seguridad de la indemnización será
previa en los casos de expropiación. Le parece más natural y conve
niente decir «los Tribunales» en lugar de las palabras «la Justicia»,
empleadas en esa indicación.
Con referencia a la indicación del señor Edwards, dijo el señor
Silva Cortés que no podría expresar inmediatamente su opinión por
que acababa de conocerla y necesita estudiarla.
Tratándose, prosiguió, de uno de los preceptos fundamentales

119 —

del derecho público, convendría no


precipitar en esta sesión la ter
minación del estudio de esta materia.
Se siente profundamente impresionado con la gravedad y la
trascendencia de algunas cuestiones que se tratan en esta Comisión
se propondrán al país para
y que se forme su Constitución Política,
Si se quiere cambiar palabras en los claros preceptos de la Cons
titución de 1833, cambio que a su juicio no es conveniente, debe
cuidarse de mantener los conceptos esenciales. En orden a la pro
piedad, el tenor literal y el significado de las frases del citado inciso
5.° del art. 10 son inmejorables.
Como ya en las sesiones anteriores expresó los fundamentos
jurídicos, sociales
y económicos, de su indicación y de sus opiniones,
terminó manifestando su deseo de que S. E. y la Comisión, se dignen
considerarlos atentamente.
El señor Hidalgo (don Manuel) manifiesta que la Comisión no
debe olvidar el momento en que estamos viviendo y que es necesa
rio al reformar la Constitución, tomar en cuenta que el noventa por
ciento de nuestros conciudadanos carece de bienes de fortuna.
Agrega que si ahora se conserva el concepto rígido de la propie
dad se habrá levantado una bandera de combate entre los humildes
y los terratenientes: si triunfan los terratenientes, se mantendrá la
antigua fórmula; si triunfan los desposeídos de la fortuna cambiará
totalmente ese concepto. Debemos pensar que hay que considerar
los intereses de todos los chilenos.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) observa que la pro
piedad es el fruto del trabajo.
El señor Hidalgo (don Manuel) dice que si fuéramos a bus
car el origen de la propiedad en Chile, tendríamos que remontarnos

a las primeras instituciones del derecho de propiedad, como son el

reparto y las encomiendas, que no son productos del trabajo.


S. E. pregunta qué opinión le merece al señor Hidalgo la indi
cación del señor Edwards Matte.
El señor Hidalgo (don Manuel) contesta que tendría que estu
diarla para poder dar una respuesta al respecto.
S. E. dice: la propiedad hoy día impone deberes sociales y, den
tro de la fórmula propuesta por el señor Edwards Matte, queda
ampliamente contemplado el concepto jurídico moderno de la pro
piedad.'
El señor Edwards Matte (don Guillermo) dice que al formu
lar su indicación ha adoptado el mismo sistema que tienen siempre
los estatutos de las sociedades inglesas. En esos estatutos las prime
ras diez o doce páginas se destinan a definir lo que se entiende por

Sociedad, Accionista, etc. Agrega que así como una fórmula vaga en
que se deje amplio campo a la ley para innovar en esta materia, jus-
-
120 —

tincaría inquietudes, una fórmula en que se señalen claramente las


fronteras de la ley, haría que fuera absolutamente injustificada cual
quiera alarma.
Ese es el objeto de su indicación.
El señor Hidalgo (don Manuel) declara que él niega el dere
cho de propiedad.
S. E. observa que todos los miembros de la Comisión están de
acuerdo en que, en el actual estado de la sociedad, es indispensable
mantener el principio de
que la propiedad es inviolable.
Finalmente acordó reunirse nuevamente a la hora de cos
se

tumbre mañana miércoles, para continuar el estudio de la cuestión


en debate.
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI,

Edecio Torreblanca.
DÉCIMA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE REFORMAS
CONSTITUCIONALES

20 DE MAYO DE 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui Solar, Luis Barros Borgoño,
Ramón Briones Luco, Nolasco Cárdenas, Guillermo Edwards Matte,
J. Guillermo, Guerra, Manuel Hidalgo, Romualdo Silva Cortés,
Francisco Vidal Garcés, Héctor Zañartu Prieto, y del Subsecretario
del Interior, don Edecio Torreblanca, quien actuó como Secretario ;
se abrió la sesión a las 4 P. M.

Se dio lectura y aprobó el acta de la sesión anterior, celebrada


el 19 del presente.
S. E. de la palabra para decir que de acuerdo con la Comi
usa

sión que le había confiado en compañía del señor Barros Borgoño,


se

va a proponeruna fórmula que cree que condensa el concepto cien

tífico moderno de la propiedad desde los puntos de vista político,


jurídico, económico y social. Debe declarar que esta fórmula emana
exclusivamente del señor Barros Borgoño y que, por lo que a él res
pecta, no ha hecho más que aceptarla en todas sus partes, porque
cree que la Constitución, en tal forma, se colocará a la mayor altura,

ya que definirá con claridad y precisión el concepto científico mo


derno de la propiedad. Por otra parte cree que esta fórmula cristaliza
las opiniones y los conceptos que se han vertido en el seno de la Co
misión.
Diría así:
< Artículo... La Constitución asegura a todos los habitantes
de la República:
í.5.° La inviolabilidad de todas las propiedades sin distinción
alguna.
«Nadie puede ser dominio ni de una parte
privado de la de su

de ella o del derecho que a ella tuviere sino en virtud de sentencia


judicial o de expropiación por razón de utilidad púbüca, calificada
por una ley. En este caso, se dará previamente al dueño la indemni
zación que se ajuste con él o que se determine en el juicio correspon
diente.
tEl ejercicio del derecho de propiedad está sometido a las limi
taciones o reglas que exijen el mantenimiento y el progreso del orden
social.

122 —

«En tal sentido podrá la ley imponerle obligaciones o servidum


bres de utilidad pública en favor de los intereses generales del Es
tado, de la salud de los ciudadanos y de la salubridad pública.»
Estima que esta fórmula, por otra parte, está de acuerdo con
lo que se ha hecho en la práctica y con la manera en que se ha inter

pretado el art. 5.° de la Constitución del 33.


Además de este número se agregaría otro, como art. 6.°, que
diría :
«6.° La protección al trabajo y a las obras de previsión social.
especialmente en cuanto se refieren a la habitación sana y a las con
diciones económicas de la vida en forma de proporcionar a cada
ciudadano un mfnimun de bienestar, adecuado a la satisfacción de
sus necesidades personales y a las de sus familias. La ley regulará

esta organización.
«El Estado propenderá a la división de la propiedad y a la cons
titución de la propiedad familiar.»
El señor Barros Borgoño (don Luis) agradece mucho la aco
gida que S. E. ha dispensado a la fórmula que ha propuesto y ce
lebra que ella corresponda a las opiniones y conceptos emitidos en
la Comisión.
En realidad, estas ideas tienden a consagrar la inviolabilidad
del derecho de propiedad y, en el fondo, corresponden al principio
que actualmente consigna la Constitución. El concepto de que cada
ciudadano puede usar, gozar y disponer a su antojo de su derecho
de propiedad, no puede tener sino dos limitaciones: o, más claramente
expresado el concepto, los ciudadanos no pueden ser privados de su
derecho de dominio sino por sentencia judicial o por expropiación,
declarada en conformidad a la ley. De modo, pues, que con la indi
cación que se ha leído, el derecho de propiedad queda perfectamente
garantido.
No desconoce, por otra parte, que este derecho puede estar, y
en la práctica lo está, sujeto además a otras limitaciones. Estas limi
taciones pueden ser: o de derecho civil o de derecho público. Las
limitaciones impuestas por el derecho civil se rigen por el Código
Civil, y son, en general, prestaciones mutuas, como las servidumbres,
por ejemplo. Por eso estimaren desacuerdo con el señor Guerra, que
nuestro Código Civil no contraría el espíritu de la Constitución.
Además de estas limitaciones que el Código Civil impone al
derecho de propiedad, y en que hay predio sirviente y predio domi
nante, existen otras, las que los tratadistas y jurisconsultos llaman
servidumbres de derecho público. No se trata, en este caso, de limi
taciones impuestas a un predio en favor de otro predio, sino de limita
ciones impuestas a un predio en favor del interés colectivo, del in
terés público, del interés general de la sociedad. En éstas que los

123 —

tratadistas llaman servidumbres de derecho público, no hay predio


dominante. Y, ¿cuáles son estas servidumbres? En los predios urba
nos, por ejemplo, la línea de edificación en el trazado de las calles;
la altura de los edificios, etc. En los predios rústicos, la aplicación
de las leyes sobre cementerios, sobre saneamiento, sobre regadío;
todas las leyes relativas a salubridad pública, etc.
Se dice en la fórmula propuesta:
«El ejercicio del derecho de propiedad está sometido a las limi
taciones o reglas que exigen el mantenimiento y el progreso del orden
social.»
Es decir, en forma alguna se altera la inviolabilidad del
que
dominio. Sólo limita su ejercicio. Se ha buscado esta frase para
se

encerrar más bien únconcepto de orden social antes que uno de


estricto derecho público y porque cree que dentro de este sentir, las
leyes pueden imponer al derecho de propiedad, obligaciones, cargas
o servidumbres en favor del interés general del Estado. .

'

Con este procedimiento se logra conservar el principio funda-


mental de nuestra Constitución, y se da salida a esas aspiraciones
de carácter social a que se ha referido S. E. En suma, ha tratado de
conciliar estas nuevas ideas con el derecho de propiedad y sus atri
butos de uso, goce y disposición. Se mantiene, lo repite, el concepto
de dominio, pero se le umita.
S. E. expresa que dentro de sus conceptos se dan al Estado las
facultades necesarias para imponerle al dominio las limitaciones que
correspondan al interés público. Si mañana, por ejemplo, se presenta
un problema grave sobre el combustible, que interese a la colectivi

dad, el Estado podría pedir la expropiación de las minas de carbón.


El señor Barros Borgoño (don Luis) manifiesta que en la fórmula
propuesta por el señor Guerra se contemplaba un precepto que tenía
más vinculaciones con una cuestión de carácter social que con el
derecho de propiedad. Por eso ha creído necesario consignar estas
ideas en un artículo 6.°, que diría así:
«6.° La protección al trabajo y a las obras de previsión social,
especialmente en cuanto se refieren a la habitación sana y a las con
diciones económicas de la vida en forma de proporcionar a cada
ciudadano un mínimun de bienestar, adecuado a la satisfacción de
sus necesidades personales y a las de sus familias. La ley regulará

esta organización.
«El Estado propenderá a la división de la propiedad y a la cons
titución de la propiedad familiar.»
De esta manera, podrá obtenerse la división de los predios y la
constitución de la propiedad familiar, es decir, la casa para cada
ciudadano. Estas son las ideas que ha tratado de consignar en las
fórmulas propuestas, y ojalá que cuenten con el apoyo de los demás
-
124 —

colegas de Comisión. No dejará de insistir en que ha procurado man


tener, por sobre todo, la integridad del principio sobre la inviolabi
lidad del derecho de propiedad, porque no acepta que pueda ser
vulnerado.
El señor Briones Luco (don Ramón) sólo desea manifestar su
más caluroso aplauso al señor Barros Borgoño por la redacción que
ha dado a estas ideas, redacción que traduce todo lo que aquí se ha
dicho y que corresponde, en general, a lo que el país necesita. Quiere
aplaudir, con especial insistencia, la parte final de la segunda propo
sición del señor Barros, la que propende a la división de las propie
dades y a la constitución de la propiedad familiar. Estas ideas son
un verdadero ideal social y corresponden a lo que Le Play ha llamado

«La famille souche». Este pensamiento generoso de Le Play ha cons


tituido en todos los países una de las más grandes aspiraciones so
ciales.
El señor Silva Costes (don Romualdo) hablando en su nombre
y en el del señor don Francisco Vidal Garcés, dijo que la Comisión
conferida a S. E. el Presidente de la República y al señor don Luis
Barros Borgoño y la indicación redactada y propuesta por éstos eran
factores muy importantes para la solución acertada de la cuestión
pendiente.
Respetando mucho esas opiniones y esa indicación, en la que
se observa la intención sincera de llegar a un buen resultado del

debate sobre la situación constitucional del derecho de propiedad


privada, los señores Silva Cortés y Vidal Garcés, manteniendo las
ideas que hasta hoy han expresado, necesitaban, sin embargo, estu
diar atentamente la fórmula propuesta; y pedían que se fijara la
sesión del próximo viernes 22 de Mayo para el término del debate,
ofreciendo expresar en ese día su opinión definitiva sobre esa ma
teria de tan trascendental e indiscutible importancia para el país.
S. E. dice que al estudiar esta materia con el señor Barros Bor
goño no han hecho otra cosa que inspirarse en los intereses del país
y creen que las fórmulas propuestas responden a ese interés y refle
jan el momento actual de la evolución social.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) dice que en realidad,
no se ha dado cuenta, en todos sus detalles, de la indicación pro

puesta por S. E. y el señor Barros Borgoño. Le parece, sin embargo,


que ella estará dentro del concepto que trató de explayar en otra
oportunidad. Ese concepto tendía a buscar una frontera a la acción
de la ley. Espera que esa frontera quede más o menos clara en los
términos de la indicación y que ella proporcionará los elementos de
derecho que sean necesarios para que la Corte Suprema, en su opor
tunidad, pueda determinar si una ley dictada por el Poder Legisla
tivo se ajusta o no a las disposiciones de la Carta Fundamental.

125 -

Insiste en una idea que manifestó anteriormente : esas fronteras


deben ser claras, nítidas, para que en lo futuro se pueda, sin vacilar,
declarar cuando una ley en ese punto trasgrede a la Carta Funda
mental.
Si se adoptara una fórmula vaga, no es que estime tal la solu

ción de S. E. y del señor Barros Borgoño, que no he estudiado, —

se correría el más grave de los


peligros, porque en una materia, como
ésta, del dominio, se librarían las batallas más apasionadas.
Esas batallas, esas controversias posibles, son las que con una
redacción clara y precisa pueden evitarse.
El objeto perseguido, lo repite, es el de dar un campo limitado
a la ley y un terreno firme
para que la Corte Suprema pueda pro
nunciarse sobre la eonstitucionalidad o inconstitucionalidad de las
leyes que se dicten. Cree que esto quedará establecido ampliamente
en la indicación propuesta por el señor Barros Borgoño, pero agrega

que no puede formarse un concepto exacto sin un estudio minucioso,


S. E. expresa que la indicación del señor Barros Borgoño se
amolda a la realidad legislativa nuestra, y abarca también los con
ceptos modernos sobre la propiedad. Cree que tales principios es
tampados en la nueva Constitución, harán honor a Chile.
Y sobre todo no hay que perder de vista un punto muy intere
sante de la cuestión. El país espera que la nueva Carta Fundamental
abarque en sus disposiciones los nuevos conceptos que traen dividida
la ideología mundial, nuevos conceptos que como una reacción a lo
que existió hasta ayer, puedan llevar a los pueblos a una mayor
dicha y a una mayor felicidad. ¿Y sería cuerdo dejar dentro de la
nueva Carta la base para que mañana una parte de los chilenos le

vantara como enseña de combate la derogación de principios funda


mentales que ella consignara, porque ellos no eran un avance sino
un retroceso en el camino que señala en estas cuestiones el momento

que la humanidad vive?


No. nosotros debemos adelantarnos y quitar todo pretexto para
una lucha tal de banderías ideológicas.
Que en otro campo se vaya a buscar elementos propicios para
la lucha. Que la Constitución con la sabiduría de sus principios no
los suministre.
El señor Barros Borgoño (don Luis) insinúa que una razón de
lógica aconseja que a continuación del número 5.°, que ha redactado
en compañía de S. E., se coloquen los arts. 137, 138, 142 y 143 de
la Constitución.
A continuación de ellos vendría la segunda parte de su indica
ción que tiene el número 6."
A indicación de S. E. se dio por aceptada esta proposición.
El señor Hidalgo (don Manuel) manifiesta que no espera que los

126 —

principios filosóficos que sustenta vayan a ser incorporados en la


nueva Constitución. Por eso la indicación del señor Barros Borgoño
en cuanto mantiene la inviolabilidad de la propiedad, no le satisface

en manera alguna. Ve, sí, con agrado, que se le pongan limitaciones

al derecho de propiedad, concepto que, a su juicio, tiene todavía una


larga evolución que hacer.
La propiedad como instrumento del bien general, como un me
dio para realizar el bienestar de la colectividad, así la entienden los
hombres que en estos momentos luchan por el advenimiento de me
jores días para la humanidad. ¿Tardarán ellos mucho en llegar? No
lo sabe, pero recuerda lo que pasó con los principios de la Revolución
Francesa. Triunfaron primero dentro de la Francia. Parecieron sufrir
una desviación dentro del Directorio y el Consulado y morir con el

Imperio. Pero no era así, las águilas victoriosas de Napoleón los sem
braron a los cuatro vientos de la Europa monárquica y absolutista,
Y cuando éste cayó vencido por los reyes de derecho divino en Wa-
terloo, no eran los principios de la Revolución los que morían, sino
su propia tiranía, su propio absolutismo.

Los principios de la Revolución siguieron obrando y transfor


mando los gobiernos y las instituciones y creando para las sociedades
nuevas fórmulas de mayor respeto humano y de mayor felicidad.

Idéntica cosa pasará con la Revolución Rusa, sus grandes prin


cipios de justicia humana no perecerán, seguirán obrando y creando
en las sociedades actuales nuevos cauces, nuevas sendas que lleven

a la humanidad a una etapa de mayor dicha.

Termina expresando que hay conveniencia en que los principios


constitucionales que se establezcan sean tales que en ninguna opor
tunidad sirvan como enseña de combate para los movimientos polí
ticos electorales. Que se adelanten a una evolución que fatalmente
tiene que venir, que le ganen el quien vive a los acontecimientos,
para que la lucha no se trabe dentro de la Carta Fundamental sino
fuera de ella.
Dada la importancia trascendental de la materia, se acordó
pronunciarse en definitiva sobre las fórmulas redactadas por S. E.

y el señor Barros Borgoño en la próxima sesión que deberá verifi


carse el viernes 22 del actual a la hora de costumbre.

Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI,

Edecio Torreblanca.
UNDÉCIMA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE REFORMAS
CONSTITUCIONALES

22 de mayo de 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui Solar, Luis Barros Borgoño,
Ramón Briones Luco, Nolasco Cárdenas, Guillermo Edwards Mat
te, J. Guillermo Guerra, Manuel Hidalgo, José Maza, Ministro de
Justicia, Romualdo Silva Cortés, Francisco Vidal Garcés, Eliodoro
Yáñez, Héctor Zañartu, y del Subsecretario del Interior, don Ede
cio Torreblanca, quien actuó como Secretario; se abrió la sesión a
las 4 P. M.
Se leyó el acta de la sesión anterior.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) manifiesta que en la
reunión anterior hizo presente que esperaba que el estudio de la
proposición del señor Barros Borgoño le hiciera formarse la convic
ción de que efectivamente fijaba una frontera precisa; pero no quiso
anticipar una opinión al respecto. Expresó una esperanza respecto
de la idea general del señor Barros, pero sobre los detalles de la indi
cación, quedó de estudiarla para formarse concepto cabal con pos
terioridad a la reunión.
Con esta salvedad se dio por aprobada el acta.
S. E. pone en discusión las indicaciones formuladas por él y el
señor Barros Borgoño que quedaron para ser resueltas en la presente
sesión.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) pidió la palabra para de
cir que él y el señor Vidal Garcés aceptaban en general la indicación
de S. E. el Presidente de la República y del señor Barros Borgoño, no
obstante haber manifestado su preferencia por el mantenimiento de
la redacción existente en la Constitución de 1833, del inciso 5." del
art. 10.
La circunstancia de que se conserve la sustancia o materia prin
cipal del precepto sin variación, unida a la necesidad nacional de
que se llegue a un resultado en la forma más satisfactoria posible
en esta Comisión de miembros de las más variadas y hasta contra
dictorias opiniones, los induce a tal aceptación.
Sin embargo, en particular quiere aún presentar algunas indi
caciones que tienden a mejorar la reforma o, por lo menos, a que

128 —

quede constancia de lo que expresa, en la historia fidedigna del esta


blecimiento de la misma.
Cree que conviene unir los incisos tercero y cuarto para que
formen uno solo, a fin de que las limitaciones y reglas sean las cargas
u obligaciones y las servidumbres; y no se preste la disposición a

interpretaciones o extensiones que no correspondan a lo concreto y


preciso que se trata de establecer.
Prefiere que se diga «cargas» y no «obligaciones», porque esta
palabra es menos adecuada y compresiva que aquélla para Jos fines
de que se trata.
En la determinación de la indemnización, prefiere que se diga
«por el Tribunal de Justicia correspondiente» y no «en un juicio».
En orden al inciso tercero que se refiere al ejercicio del derecho
en sus relaciones con el orden social, observó que hay casos particu
lares en los que
procede la indemnización previa, cuando se origina
con esas limitaciones o reglas una exacción o disminución de patri
monio, del goce o de otros elementos del derecho. Convendría repe
tirlo, aunque la indemnización esté claramente ordenada en el inciso
anterior para todos los casos que signifiquen expropiación.
Recomienda a S. E. y al señor Barros Borgoño esas indicacio
nes, que pueden, a su juicio, mejorar la proposición.
Repitió que, estando debidamente consideradas la inviolabilidad
y las garantías de las propiedades y pensando en la necesidad y en
la urgencia de avanzar en la preparación de las reglas o preceptos
constitucionales, creyendo haber cumplido su deber del mejor modo
posible en este largo y difícil debate, en nombre de su colega el señor
Vidal Garcés y en su propio nombre acepta, en general, la proposi
ción de transacción de S. E. y del señor don Luis Barros Borgoño.
El señor Yañez (don Eliodoro) expresa que por no haberle
sido posible asistir a las últimas sesiones, no puede tal vez apreciar
con exactitud los fundamentos de la proposición que acaba de
leerse, pero cree del caso dejar constancia de algunas ideas, por la
importancia de la materia en estudio, Ante todo declara que no es

su ánimo oponerse a su aceptación, pues su alto origen ya la reco


mienda y le da el carácter de una solución comprensiva de las di
versas ideas manifestadas en el curso del debate, y, además, en su

primera parte consulta la inviolabilidad del derecho de propiedad


en términos análogos a los que por su parte había propuesto, para

mantener en su integridad el precepto constitucional,


Su disidencia, que es tal vez más de forma que de fondo, nace
de que domina en la Comisión un concepto diverso del que por su
parte tiene del Derecho Constitucional. A su juicio, la Constitución
debe limitarse a establecer la forma del Estado y la organización y
atribuciones de los Poderes Públicos por medio de los cuales se ejerce

129 —

la autoridad y a garantir los derechos políticos y las libertades públi


cas, para dar a los ciudadanos un derecho que esté por encima de la
ley y el Poder Ejecutivo.
La conveniencia de mantenerse dentro de estas normas nace no
sólo de una consideración de principios, sino del interés de no inmo
vilizar otros aspectos de la vida de los pueblos que están sujetos a
incesantes transformaciones y que, por eso mismo, son más propios
de la acción del legislador.
El derecho público interno, en su aspecto de derecho constitu
cional, mira en realidad a la organización política de la sociedad y
no debe confundirse con los intereses propios de la vida social o del

régimen económico del país. Estos últimos son por su naturaleza


esencialmente variables y deben, por consiguiente, ser reglados por
leyes que en cada caso aprecien las circunstancias que las motivan,
Comprende que ante la importancia y magnitud de los problemas
que suscita incesantemente la vida social y el régimen económico
del país, puedan consignarse en una Carta Constitucional ciertas
normas generales que siempre tendrán sólo el carácter de aspiracio

nes transitorias, pero le parece un peligroso error ligarlos al concepto

de propiedad y hacer aparecer este derecho en sus bases constituti


vas, ccfmo subordinado a esos intereses. Son numerosas las atribu
ciones y funciones que corresponden al Estado moderno en el orden
cultural, económico y social y aun en el cuidado de los intereses mo
rales, pero todos ellos entran más propiamente en otra rama del
derecho púbUco y deben ser objeto de leyes complementarias o gene
rales para afirmar el sentido en que los gobernantes deben ejercer
el poder. Pero las leyes constitucionales que forman la base del de
recho público deben ser colocadas por encima de estos intereses y
lejos, en lo posible, de las fluctuaciones políticas, de las contingencias
sociales o económicas y délas luchas de partido; no tanto, repite
porque estas materias no sean de primordial importancia, sino por
que ellas son esencialmente mudables o transitorias y, en cambio,
la estabilidad es uno de los caracteres fundamentales de toda ley
constitucional. De aquí las trabas que siempre se establecen para su

revisión o modificación.
Estaconcepción del Derecho Constitucional no es tal vez la que
prevalece en el seno de la Comisión, y por eso, sin oponerse a la
fórmula propuesta, ha creído necesario dejar a salvo su manera de
ver en estas materias; por tal motivo insinúa la conveniencia de

establecer en un título aparte todo lo que se refiera a la vida social


o al régimen económico del país.

Hay a este respecto, un conjunto de aspiraciones umversalmente


aceptadas y que en gran parte están incorporadas en nuestra legis
lación, o constituyen normas de gobierno a que los Poderes Públicos
(Actas 0)

130 —

se vienen ajusfando, para satisfacer las necesidades y legítimas exi


gencias del pueblo ; pero mezclar todo esto con el régimen de la pro
piedad, establecerlo como una subordinación del principio de la in
violabilidad, le parece una confusión de ideas enteramente incom
patible con los principios constitucionales.
Cree que, con el muy buen propósito, como aparece de la indi
cación del señor Edwards Matte, de que el derecho de propiedad no
puede ser afectado sino en los casos y para los fines que indica en su
proposición, se van a consignar reglas que no tendrán en forma al
guna el alcance taxativo que hoy se les atribuye, a fin de pro
curar en forma indirecta una limitación de las facultades legislati

vas del Congreso, sino que el significado de reglas enunciativas, que

abrirán las puertas para dar al derecho de la propiedad un alcance


contrario al que se persigue.
En su concepto, y a esto obedece la proposición que hizo, por
su parte, el derecho de propiedad debe fundarse en su inviolabilidad

absoluta, sin otra limitación que el derecho de expropiación por


causa de utilidad pública o por sentencia judicial, limitación esta

última que en realidad no es necesario consignar en la Constitución,


porque el fallo de los Tribunales es sólo solución de conflictos de
derecho en relación con el dominio.
Aun dentro de las tendencias más avanzadas de los pueblos bien
organizados no se admite que se socave el derecho de propiedad en
bus bases fundamentales, porque esto equivaldría a un brusco tras
torno de todos los intereses sociales y de la organización misma de
los Estados. Pero nadie puede tampoco negar que el ejercicio de este
derecho impone deberes, porque aparte de no existir, ni poder recla
marse el derecho al abuso, el propietario no es un ser aislado en la

sociedad, ni puede prescindir de ella, sino que es un hombre que


forma parte de un organismo social y como tal, tiene deberes perso
nales, deberes sociales y deberes de ejercicio de su derecho de pro
piedad. Estos deberes, en lo que a la propiedad se refieren, pueden
ser señalados en la ley por razones de utilidad pública, para afirmar

el principio de la inviolabilidad y dar garantía de que esos deberes


no serán impuestos al propietario sino por causas tan legítimas como

las que justifican la expropiación forzada.


Este era el alcance y sentido de la proposición que formuló en
una sesión anterior.
S. E. cree que es muy difícil apreciar dónde concluye el derecho
de propiedad y empieza el régimen económico social en el derecho
público, tanto como -i quisiéramos trazar la línea que separa la luz
de la sombra, como dijo el poeta.
Considera que el régimen económico de este país está absoluta
mente vinculado con el régimen de propiedad.

131 -

El señor Edwards Matte (don


Guillermo) dice que está de
acuerdo S. E. No ha podido encontrar Ja frontera que separa el
con

régimen económico y el derecho de propiedad, que es su fundamen


to. No pueden separarse ideas no sólo ligadas sino interdependientes,
La misma indicación del señor Yáñez lo demuestra. Esa indicación
afirma el concepto de la propiedad, y a renglón seguido habla de los
deberes que ella impone y que se refieren al régimen económico; no
ha habido modo de aislarlo del concepto del derecho mismo.
Pasando a ocuparse de las indicaciones propuestas debe expre
sar que al estudiar la del señor Yáñez observó que, establecer idea

de deberes, sin precisar el campo de acción de estos últimos tenía


dos inconvenientes: 1.°, que no se pone una valla para la acción de
la ley, y 2.°, que no se expone francamente el concepto doctrinario
con que se fijan esos deberes. Precisamente, al revés de lo que él ha

procurado al presentar su indicación,


Su deseo es limitar en forma clara la facultad del legislador en
cuanto al establecimiento de deberes respecto del derecbo de pro
piedad ; y exponer las cosas concretamente, a fin de no alarmar a los
propietarios, ya que es preferible para todos que se conozca la ver
dadera y real doctrina que la Constitución adopta al crear limita
ciones al derecho de propiedad y que no es otra que consagrar en su
texto la legislación obrera, las servidumbres legales, la prohibición
a la usura y el establecimiento del deber de cultivar el suelo. Estas
limitaciones, ya existentes en la
ley, encontrarían su expresión en la
Constitución. Y no hay peligro alguno en decirlo. En lo que sí ha
bría peligro, sería en decir que hay limitaciones y no explicar cuáles
son.

El señor YÁñez (don Eliodoro) manifestaba que la necesidad


pública podría obligar después al legislador a salirse del mareo del

artículo constitucional. El señor Edwards no cree que en un régimen


normal necesite el legislador salirse de las atribuciones que le da la
Constitución.
Ahora, si la enumeración es incompleta, lo que procede hacer
es completarla. Medios va a dar la propia Constitución, para ser
reformada por las vías normales.
Ha tomado como base la indicación del señor Yáñez porque es
la que en forma más sencilla y con redacción más apropiada, ence
rraba el concepto predominante en el seno de esta Subcomisión y
que contempla o consagra la verdadera doctrina del derecho de
propiedad.
agregado sólo el campo de acción de la
A esta indicación ha
ley. Y para ello ha recurrido a la enumeración.
Lo que pudiera ser alarmante, para el derecho de propiedad,
sería consignar esta enumeración como una limitación a ese derecho:
~
132 -

pero establecerla como una para las limitaciones que se le


frontera,
pueden hacer, es la forma de evitar el peligro, ya que se lograría
mantener a la propiedad en un terreno perfectamente sólido, garan
tizado constitucionalmente.
Esto es, pues, una seguridad en vez de un peligro.
Al redactarla sí que ha tenido la precaución de ser bien amplio,
porque ha querido estampar términos más o menos generales las
en

reglas establecidas leyes sociales dictadas en los diver


por todas las
sos países, tomando también en consideración las ideas vertidas en

la Subcomisión sobre cultivo del suelo, servidumbres legales, prohi


bición de las industrias contrarias a las buenas costumbres, etc.,
muchas de las cuales ya figuran en nuestras leyes.
Ha querido, en resumen, hacer una definición completa del
verdadero concepto moderno del derecho de propiedad. La indica
ción presentada por el señor Barros Borgoño tiene también, eviden
temente, el propósito de establecer una barrera a la ley y por esa
razón dice: «En tal sentido podrá la ley, etc., etc.»
En la redacción del señor Barros Borgoño observa, desde luego.
la similitud de los conceptos: «la salud de los ciudadanos® y «la salu
bridad pública». Parece que esta última comprendiera a la primera.
El señor Barros Borgoño (don Luis) manifiesta que son dos
cosas completamente distintas la salubridad pública y la salud de
los ciudadanos, y, por consiguiente, se podrían emplear los dos tér
minos.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) dice que en cuanto
ala frase allí consignada: dos intereses generales del Estado», es muy
vaga. En tiempos de elecciones la emplean invariablemente y para
expresar los objetivos más opuestos los candidatos de las filas más
adversas.
¿No se podrá decir en favor de cualquiera limitación que se
quiera imponer al derecho de propiedad, que es una obligación de
utilidad pública en favor de los intereses generales del Estado? Y
con esto, ya no habría límite claro para el legislador.
Para evitar este inconveniente es que propone que se enumere.

Se hacen tres objeciones a la enumeración: primero, que se la


considera demasiado larga. Pero hay varias Constituciones más lar
gas que la nuestra y, en todo caso, es preferible un texto extenso

con tal que sea bien claro. Segundo, que la enumeración es incom

pleta. Completándola con los conceptos de seguridad y salubridad


pública y algún otro que se haya omitido, se obviaría ese defecto.
Por último, se agrega que es peligrosa. Ya ha manifestado antes que
no puede considerarse peligroso este concepto, porque la consagra

ción de un estado de cosas existentes, como lo dijo en una reunión


pasada S. E. el Presidente de la República, no puede considerarse

133 —

un peligro, siempre que no se dé margen para que los agitadores


puedan afirmar que no se cumple la Constitución, que dentro de lo
dispuesto por la Carta Fundamental cabe hacer alteraciones profun
das del orden social, y que la doctrina constitucional ha quedado a
medio camino por cobardía o inacción de los legisladores. Desea que
no se pueda decir esto, y que, cuando se quiera agitar o cambiar el

orden social se necesite decir: «Cambiemos la Constitución^. Y así


habrá mayor estabilidad, porque es mucho más difícil y se necesita
un fundamento mucho más sólido y positivo, para hacer una cam

paña destinada a reformar la Constitución, que una que tenga por


fin desprestigiar un régimen o un Gobierno, afirmando que la Cons
titución está sin cumplirse.
Ha reiterado esta idea para ver modo de buscar soluciones que
satisfagan^ en lo posible, las diversas y patrióticas aspiraciones que
parten de los distintos campos y que en muchos casos coinciden.
Por eso se permitiría pedir que se reemplazara en la indicación del
señor Barros Borgoño la frase ^los intereses generales del Estado .

por una enumeración franca o por una fórmula de contornos perfec


tamente definidos.
S. E. volviendo al análisis de las indicaciones presentadas, cree
que el concepto que proponen los señores Vidal Garcés y Silva Cortés
puede ser una garantía en cuanto se refiere a casos determinados,
pero no un modo de limitar la forma en que la ley puede imponer
deberes.
El señor Yáñez (don Eliodoro) dice que no quiere prolongar este
debate, que considera prácticamente agotado, y sólo lamenta no
haber sido bastante explícito en sus apreciaciones anteriores. Ve sí
que, en el fondo, todos los miembros de la Comisión están de acuerdo
en el principio de la propiedad inviolable, salvo el caso de la expro

piación forzada.
Declara que sus observaciones no se inspiran en temor a la
evolución social que hoy agita el mundo civilizado, sino en la idea
bien arraigada que tiene de que la sociedad moderna, en sus múl
tiples y valiosos intereses, está cimentada en el derecho de la pro
piedad y que a su subsistencia está vinculado el trabajo, la industria,
el comercio, el crédito y la riqueza de las naciones. No mira con temor
la evolución social porque participa de muchas de sus ideas y la
experiencia enseña que lo que hoy se estima un peligro es más tarde
la solución de problemas que agitan la vida de los pueblos. Pero
cree que para que esa evolución se opere en forma útil y justa es

indispensable resguardar fuertemente el derecho de propiedad, para


que sobre esta base se efectúen las transformaciones del porvenir.

Pero si en el día de hoy aparecemos directa o indirectamente


socavando ese derecho o subordinándolo en su base a las contingen-
-
134 -

cias de la vida social o las conveniencias del régimen económico, no


haremos sino estimular y agravar las perturbaciones sociales, sin
darles solución. El crédito del país y la estabilidad de los negocios,
ya bastante afectados, encontrarían en esto un nuevo motivo de
alarma.
La Constitución no puede ni debe pretender ser una valla a esa
evolución, pero puede trazar normas para que ella se desarrolle sin
minar los cimientos en que hoy descansa la organización social, pues
hasta ahora no se presenta otra base, ni nuestro país está preparado
para modificarla. Por eso cree que la Constitución debe mantener

en términos absolutos el derecho de propiedad, sin someterlo a si


tuaciones sociales o económicas que deben considerarse y reglarse
por la ley dentro de ese principio.
El sensible desacuerdo en que se encuentra con el señor Edwards
Matte y, en parte, con la proposición leída en esta sesión, es debido
a que se cree que de ese modo se ponen limitaciones a los futuros
Congresos, ante el temor de que en ellos puedan llegar a dominar
tendencias marxistas o comunistas. Pero por su parte piensa que
si tal cosa ocurre, si el país organiza sus poderes públicos sobre esa
base y adopta ese régimen, la Constitución misma sería letra muerta
y nada de lo que hoy se establezca sería considerado.
Pero, a su juicio, el señor Edwards Matte, con los términos de
su indicación, no haría otra cosa que abrir la puerta a los intereses

y tendencias que desea combatir, pues en ningún caso las reglas que
agrega al ejercicio del derecho de propiedad serán consideradas como
taxativas, sino como enunciación de los intereses a que estará some

tida la propiedad.
Agrega el señor Yáñez que, por su parte, se ha limitado a hablar
de «deberes», porque esto responde al sentido de nuestra legislación
y a la evolución progresiva de la sociedad moderna. A su juicio el
concepto individualista del ejercicio del derecho de propiedad, que
llevaba a autorizar el abuso, ha sido reemplazado por un concepto
más amplio que contemple el derecho de la colectividad y da a los
intereses sociales su legítima influencia.
Manteniéndose en este concepto de los deberes que afectan en
un sentido o en otro a todos los miembros de una sociedad, no es

menester considerar el caso de la indemnización porque ella no cabe


cuando se trata de cumplir un deber. Se exige sólo que la ley pueda
mezclarse en los intereses privados y reglar el ejercicio de un derecho
tan sagrado como es el de la propiedad cuando una consideración
de utilidad pública lo justifique.
Xo hay en esto vaguedad, como se ha insinuado en sesiones
anteriores, porque tratándose de intereses en constante desarrollo,
sería del todo estéril entrar en especificaciones que serían siempre

135 —

incompletas, y basta referirse a un concepto que por su naturaleza


es bastante preciso, pues la idea del deber no puede prestarse a incer-
tidumbres, sobre todo si como en el caso de la fórmula propuesta se
exige calificación de la ley y razón de utilidad púbhca.
Repite que, a su juicio, su disentimiento con las opiniones ma
nifestadas nace sólo de una diversidad de conceptos entre lo que debe
ser el régimen de la
propiedad dentro de los principios constitucio
nales y lo que son los intereses ligados a la vida social o al régimen
económico del país.
Es por eso que desea que se aclaren bien las ideas, y se eviten
confusiones que puedan estimarse como un camino fácil para soca
var en el presente o en el futuro un derecho como es el de
propiedad,
que es la base fundamental de la sociedad moderna y a que están
estrechamente vinculados el orden social y la estabilidad del tra
bajo, de la fortuna y de la familia. La evolución que se teme, hecha
sobre esa base, no tendrá sino beneficios para el bienestar general
y para el progreso del país.
S. E. dice que quiere llamar la atención del señor Yáñez sobre
una sola cosa. Y es que dentro de la indicación del señor Barros Bor

goño está absolutamente contemplado todo lo que ha dicho el señor


Yáñez, porque allí no se mezcla el derecho de propiedad con el régi
men económico, que están separados en la indicación,

Estamos en el capítulo cuarto, que habla del derecho público


de Chile y dentro del artículo 10 estamos definiendo cuáles son estos
derechos garantizados por la Constitución. Así el número 5.° define
lo que se entiende por derecho de propiedad. Después de ese número
5.°, dice la indicación del señor Barros Borgoño, deben seguir los
actuales artículos: 137, que trata de la inviolabilidad de la habita
ción; 138. de la inviolabilidad de la correspondencia epistolar y tele
gráfica; 142, que garantiza la libertad de trabajo o industria, y 143,
que asegura la propiedad intelectual e industrial. Y, después de esto,
propone el señor Barros Borgoño un nuevo número en que trate del
régimen económico, que no se confunde sino que se separe de lo an
terior. Las ideas del señor Yáñez están, por consiguiente, contem
pladas.
Agrega S. E. que él aceptó la indicación del señor Edwards y
que recomendaría como transacción la del señor Yáñez y la del señor

Barros Borgoño y él, porque estima, finalmente, que no hay peligro


ni en la una ni en las otras.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) dice que lo más ex
traño es que la idea que él considera que da mayor garantía es la
que inquieta al señor Yáñez.
i'Se suspende la sesión por un momento por tener que ausen
tarse de la sala S. E. el Presidente de la República).

136 —

Reabierta la sesión, se acordó dar por terminado el debate,


aceptándose la indicación de S. E. y del señor Barros Borgoño, que
dando los incisos tercero y cuarto del número 5.° del artículo 10 de
esa indicación, unidos por la conjunción
«y», como lo propusieron
los señores Silva Cortés y Vidal Garcés.
El señor Barros Borgoño don Luis dice que respecto de la otra
indicación de los señores Silva Cortés y Vidal Garcés, para fijar
indemnizaciones, ésta sólo procedería en casos muy limitados y
cuando se refiriera a una medida de carácter particular, que impor
tara una privación casi absoluta del goce y que en tal caso, ello
tendría el alcance de una expropiación que estaría sujeta a indem
nización.
En esta misma inteligencia se manifestaron los demás miembros
de la Comisión.
Finalmente se acordó que la próxima sesión tuviera lugar el
martes 26 a las 3.30 P. M-, quedando en tabla la continuación del
artículo 10 y el capítulo IX, que se refundirá con el IV,
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torreblanca.
DUODÉCIMA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE REFORMAS
CONSTITUCIONALES

26 de mayo de 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui Solar, Luis Barros Borgoño,
Ramón Briones Luco, Nolasco Cárdenas, GuillermoEdwards Matte,
J. Guillermo Guerra, Manuel Hidalgo, José Maza, Ministro de Justi
cia,Pedro N. Montenegro, Romualdo Silva Cortés, Francisco Vi
dal Garcés, Eliodoro Yáñez, Héctor Zañartu Prieto, y del Sub
secretario del Interior, don Edecio Torreblanca quien actuó como
Secretario; se abrió la sesión a las 4 P. M.
Se dio lectura y se aprobó el acta de la sesión anterior, celebrada
el 22 del actual.
El señor Edwards Matte (don. Guillermo) dice que desea precisar
el concepto en que prestó su aprobación a la indicación propuesta
sobre la propiedad. Está cierto, por el debate producido, que su
concepto es el mismo que tiene casi toda la Comisión.
Queremos traducir, dice, en una fórmula constitucional, la ma
nera cómo la sociedad contemporánea de los
países civilizados en
tiende el concepto de la propiedad, estableciendo la garantía de sus
derechos y consignando expresamente sus deberes. En lo primero se
comprende ampliamente la disposición, el uso y el goce legítimos de
las cosas a voluntad de su dueño. En lo segundo, se persigue el único
objeto de impedir los abusos del propietario en su carácter de tal,
Se ha considerado abusos:
1." El aprovechamiento o explotación de la propiedad por los
medios inhumanos que los países civilizados impiden por medio de
lo que se ha llamado legislación social obrera ;
2° La destinación de la propiedad a objetos que afecten la se
guridad pública, la salubridad, la moral o las buenas cosí unibles, y
3." El no darle destino útil para su dueño y para la riqueza
general, permitiéndolo sus condiciones naturales y económicas y sólo
por omisión voluntaria del propietario.
S. E. pregunta a los señores Silva Cortés y Vidal Garcés si in
sisten en lo relativo al cambio de la palabra «obligación» por «carga»
y, a fin de aclarar los conceptos, lee las siguientes definiciones que
da el diccionario Eseriche :

138 —

Un vínculo del derecho que nos constituye en la


Obligación. —

necesidad de dar o hacer alguna cosa.»


Carga.— El tributo o gravamen impuesto sobre las heredades
*

de tierras, casas y haciendas.»


En su sentir, la palabra «carga» se refiere más bien a las cosas,
En cambio, la palabra «obligación» tiene un concepto más amplio,
es más
jurídica y por lo tanto más propia para el objeto en que se
la desea emplear.
Los señores Silva Cortés y Vidal Garcés expresan que no insis
ten en su indicación.
S. E. continuando, manifiesta que a su juicio y por lo ya acor
dado, deben ir a continuación del número aprobado los siguientes
artículos, que están consignados en la actual Constitución:
<Art. 137. La casa de toda persona que habite en territorio
chileno, es un asilo inviolable, y sólo puede ser allanada por un mo
tivo especial determinado por la ley, y en virtud de orden de auto
ridad competente.»
-Art. 138. La correspondencia epistolar y telegráfica es invio
lable. No podrá abrirse, ni interceptarse, ni registrarse los papeles o
efectos, sino en los casos expresamente señalados por la ley». Aquí
sólo se han agregado, después de Ja palabra epistolar , las palabras
«y telegráfica».
«Art. 142. Ninguna clase de puede ser pro
trabajo o industria
hibida, a menos que se oponga a las buenas costumbres, a la seguri
dad, o a la salubridad pública, o que lo exija el interés nacional, y
una ley lo declare así.»

«Art. 143. Todo autor o inventor tendrá la propiedad exclu


siva de su descubrimiento, o producción, por el tiempo que le conce
diere la ley; y si ésta exigiere su publicación, se dará al inventor la
indemnización competente.»
A continuación iría como número nuevo del mismo art. 10, el
siguiente, aprobado en la sesión pasada y que formaba parte de la
indicación que formuló con el señor Barros Borgoño:
-N." 7. .La protección al trabajo y a las obras de previsión
. .

social, especialmente en cuanto se refieran a la habitación sana y a


las condiciones económicas de la vida, en forma de proporcionar
a cada ciudadano un mínimo de bienestar, adecuado a la satisfacción

de sus necesidades personales y a las de su familia


La ley regulará esta organización.
«El Estado propenderá a la división de la propiedad y a la cons

titución de la propiedad familiar.»


Siguiendo la discusión del art. 10, S. E. propone que el actual
en

N.° 6.° se divida en los N.09 8." a 11. °, redactándolos en la siguiente


forma:

139 —

■;N.U 8." El derecho de reunirse sin permiso previo y sin armas:


en las plazas, calles demás lugares de uso público, las reuniones
y
se ajustarán siempre las disposiciones de policía:
a

N." 9.° El derecho de asociarse sin permiso previo y en con


formidad a la ley;

*N." 10." El derecho de presentar peticiones a la autoridad cons


tituida sobre cualquier asunto de interés público o privado, sin otra
limitación que la de proceder en su ejercicio en términos respetuosos
y convenientes;
N." 11.° La libertad de enseñanza.»
Al proponerse este último número, el señor Amuxátegui (don
Domingo) manifiesta que la libertad de enseñanza que la Constitu
ción asegura, existe en la realidad de los hechos. Que en lo que no
existe libertad absoluta es en el ejercicio de ciertas profesiones, como
las de Médico y Abogado. Pero que-esto no es raro, porque no hay
más que una Escuela de Medicina en Chile que titule Médicos. En
cuanto a los Abogados, el ejercicio de la profesión est á reservado a los
titulados sólo desde la segunda instancia, y aun en ésta, cualquiera
puede hacer su propia defensa. Además, en todo caso, estas restric
ciones obedecen a razones de otra índole.
El señor Hidalgo (don Manuel) cree qué habría conveniencia
tal vez en consignar una disposición que figura en la Constitución
Alemana y que, a su juicio, nos llevaría a la verdadera democrati
zación del país. Tal es la que establece que sólo el Estado puede
proporcionar la educación primaria.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) responde que la instruc
ción pública es un fin social y no un fin político del Estado, y esto,
porque corresponde más ampliamente a la sociedad que al mismo
Estado, el cual debe, naturalmente, dedicar actividades a tal fin,
con la atención preferente que requiere, pero respetando el derecho
de la sociedad ; y, como la sociedad civil se compone de un conjunto
de sociedades domésticas o familias, deben respetarse la instrucción
y la educación privada, los derechos de la sociedad y los de los padres
de familia. Se opone a la indicación del señor Hidalgo y cree que no

se debe aceptar jamás la idea de que el Estado tenga el monopolio


de la enseñanza pública, sea ésta primaria, secundaria o superior.
S. E. manifiesta que él fué uno de los sostenedores más decidi
dos de la idea de entregar al Estado el monopolio de la enseñanza
primaria, y de que ésta debiera ser laica, gratuita y obligatoria, pero
que después, en la práctica del Gobierno, palpando más de cerca las
necesidades del país, ha comprendido que, por el momento, no es
oportuno el establecimiento de una disposición semejante, porque
ho hay todavía ni recursos ni nivel cultural suficiente para que el
Estado pueda por sí solo realizar una obra eficaz en este sentido.

140 —

Por eso cree que está bien la disposición constitucional y que debe
dejarse a la ley el establecimiento de las modalidades de la materia,
y pide al señor Hidalgo que no insista en su indicación.
El señor Hidalgo (don Manuel) observa que los males que se
notan en la enseñanza fiscal provienen de los planes o métodos de
estudio defectuosos, pero no del hecho de estar encomendada al
Estado.
El señor Guerra (don J. Guillermo) disiente en absoluto de la
opinión del señor Silva Cortés. Cree que la instrucción pública es
una de las funciones esenciales del Estado y no una actividad com
plementaria destinada a cooperar a la difusión de la enseñanza sólo
en forma supletoria de las iniciativas privadas.
Participa de las ideas
expresadas por el señor Hidalgo, pues estima que la instrucción pri
maria es función privativa del Estado, pero a la vez, cree que una
reforma de esta naturaleza encontraría serios obstáculos.
El señor Briones Luco (don Ramón) hace presente que en la
Constitución del Brasil se contempla una declaración que podríamos
acoger y que dice así: «la enseñanza será laica en las instituciones
públicas».
El señor Silva Cortés (don Romualdo) dice que a su juicio,
tampoco se puede aceptar lo que propone el señor Briones Luco, y

que considera esto más grave aun que lo propuesto por el señor Hi
dalgo. El no comprenderá jamás que se pretenda establecer ins
trucción pública laica, y como sus creencias y opiniones son cono
cidas, la Comisión no puede extrañarse de que las manifieste.
El señor Barros Borgoño (don Luis) estima que sería com
plicar y perturbar el ambiente tranquilo y patriótico en que se es
tán discutiendo estas materias de interés público, si se insistiera en
establecer doctrinas que despiertan tan marcada resistencia y que
dividen en forma tan profunda las opiniones. Cree que no debe in
tercalarse en este título que consagra las libertades públicas ninguna
disposición que vaya en menoscabo de esas libertades.
S. E. reitera la conveniencia de dejar el precepto constitucional
en la forma en que está concebido, agregando que más tarde la ley

puede considerar las ideas del señor Hidalgo.


El señor Hidalgo (don Manuel) pide que quede testimonio de
su opinión en el sentido de que la instrucción primaria debe darla ex

clusivamente el Estado, pues teme que estableciendo en la Consti


tución la libertad de enseñanza en términos absolutos, más tarde
no sea posible limitar por ley esta libertad.
El señor Barros Borgoño (don Luis) insiste en que si se pro
cediera en la forma solicitada por el señor Hidalgo, en vez de garan
tizar una libertad en la nueva Constitución, habríamos limitado una
libertad ya entente.
141
- -

Agotado el debate, se acordó aceptar las indicaciones de S. E.,


¡salvando su opinión, en lo que se refiere a libertad de enseñanza, los
señores Hidalgo y Briones Luco.
Se entró a discutir el N.° 7.° del art. 10.
S. E. propuso redactarlo en la forma siguiente:
■<N." 12.° La libertad de emitir, sin censura previa, su pensa
miento, de palabra o por escrito, por medio de la prensa o de cual
quier otro procedimiento, y sin perjuicio de responder de los abusos
de esta libertad, en los casos determinados por la ley.»
S. E. manifiesta que ha redactado este número en forma idén
tica a la consignada en la Declaración de los Derechos del Hombre
en la Revolución Francesa.

Esta disposición, agrega S. E., se conforma con el principio ge


neral de que la libertad tiene como límite el derecho ajeno, y deja
al legislador la facultad de reglamentar la libertad de prensa.
El señor Silva Cortés (don Romualdo I dice que la institución
del «jurado» y, en general, el precepto constitucional de 1833, eran
muy buenos para garantizar la manifestación de opiniones políticas,
científicas, filosóficas o morales; pero que en la práctica no habían
sido eficaces para evitar ni para castigar las injurias, calumnias y
ofensas a las personas, ni los ultrajes a la moral. No le parece mal,
pues, que se estudie la reforma del precepto vigente.
El señor Hidalgo (don Manuel) cree que la disposición consig
nada en la Constitución de 1833 es más liberal que la contemplada

en la Declaración de los Derechos del Hombre, lo que se explica por


que la Constitución vigente se dictó con posterioridad a la referida
Declaración.
El señor Zañartu (don Héctor) observa que hay Constitucio
nes menos antiguas que la nuestra que contienen principios y pre
ceptos más severos contra los abusos de la libertad de imprenta.
S. E. agrega que en todo el mundo hay en estos momentos una
reacción bien notable contra el abuso de las libertades, y para afirmar
su aserto, recuerda los propios términos de la nueva Constitución
Rusa, que él no estaría distante de aceptar en esta materia y qu^
«stableeen un fuerte control y disposiciones bien severas para las
extralimitaciones de la libertad de imprenta.
El señor Briones Luco (don Ramón) manifiesta que hay que
contemplar dos aspectos en los abusos de la libertad de imprenta: los
que ofenden y afectan a -particulares y los que se refieren a ideas
políticas o doctrinarias en general. Tratándose de los primeros, es
natural que se recurra a los Tribunales en demanda de reparación y
justicia; tratándose de los otros, se inclina a mantener la libertad
amplia que ha existido.
El señor Maza (don José) Ministro de Justicia, hace presente
- —
142

que de acuerdo con el decreto-ley dictado sobre la materia y en actual


vigencia, es la Corte de Apelaciones la que resuelve como jurado,
en conciencia, todo reclamo interpuesto al respecto, con lo cual se

garantiza la seriedad y justicia del fallo.


S. E. manifiesta que con la- redacción que ha propuesto, no se
contradice la opinión del señor Briones Luco. Se deja a la ley la obra
de determinar la forma en que deben perseguirse los delitos de im
prenta, la calificación de los abusos y la fijación de las penas. La
Constitución no puede ir más allá, porque es la ley de las leyes.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) está de acuerdo sobre
la materia con S. E. Los abusos que hoy se calificarían y penarían
de acuerdo con el sistema legal vigente, pueden serlo mañana por
otra legislación
que establezca por creerla más oportuna y mejor.
se

El señor Hidalgo (don Manuel) cree que en esta materia son


preferibles los abusos a las limitaciones de la libertad.
El- señor Guerra (don J. Guillermo) cree que conviene suprimir
los jurados de imprenta, pues no han dado buen resultado.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) manifiesta que ese nía!
resultado se deriva de la-falta de sanción para las injurias que afec
tan a particulares.
El señor Barros Borgoño (don Luis) estima que la forma en que
la Constitución ha consignado la libertad de imprenta es el origen
del gran progreso que ha alcanzado la prensa en el país y que el in
conveniente señalado, de la falta de correctivo para las ofensas.
puede evitarse fácilmente. Nuestra Carta Fundamental ha legislado
al respecto con una liberalidad con que no lo ha hecho tal vez país
alguno. Está de acuerdo con S. E. en que la reglamentación y cali
ficación de los abusos y el sistema de penas, es materia de ley.
El señor Hidalgo (don Manuel) dice que estima este punto
de suma gravedad y que pediría que su resolución quede para la
sesión próxima. El aceptaría una redacción que permita perseguir al
calumniador, pero estudiándola debidamente, a fin de que no se

pueda perseguir sin razón la prensa obrera. Para los elementospo-


a

pulares se ha inventado eldelito de subversión que no existe para los


demás y por ese camino se puede llegar a los mayores abusos. Ya
con el decreto-ley dictado por el actual señor Ministro de Justicia,

se restringemucho esa libertad.


El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, interrumpe
para observar que el decreto-ley en referencia, que es la disposición

vigente sobre la materia no tiene ninguno de los inconvenientes que


se le atribuyen por personas que en muchos casos no lo conocen.
Tiene la satisfacción de declarar que las personas que hasta ahora
se han acercado a él a manifestar opiniones contrarias a ese decre

to, han terminado confesando que no lo conocen a fondo y, algunos,


-
143 —

que ni siquiera lo habían leído. Una vez impuesto de las disposicio


nes que él contiene, lo han encontrado perfectamente justo y con
veniente.
El señor Hidalgo (don Manuel) dice que fuera de las pocas
personas que pueden haber aplaudido el decreto del señor Minis
tro, queda la casi totalidad de los habitantes del país que pueden
pensar de diversa manera. Desde luego, a la sombra de dicho decre
to, se ha perseguido últimamente a diarios obreros.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que al
respecto puede agregar que la persecución por la Ubre manifesta
ción de las ideas no encuentra amparo en las disposiciones de su de
creto-ley, y, por el contrario, las garantiza ampliamente. Recuerda
el caso que el periódico «La Justicia» se expresaba no ha mucho de
la persona de S. E. el Presidente de la República en forma no só
lo injusta sino fuera de toda cultura, y que a pesar de ello, no se
le pudo procesar dentro de las disposiciones del decreto-ley en cues
tión.
S. E. observa que en situaciones especiales como la presente, el
Gobierno tiene que usar de facultades extraordinarias y que, a pesar
de eso, ha procedido con toda moderación. En cuanto a la petición
del señor Hidalgo de dejar este asunto para la próxima sesión, le
ruega no insistir, para poder continuar estudiando las reformas cons
titucionales, pues en todas partes se manifiesta la urgencia de termi
nar pronto este estudio. Además, repite que el artículo propuesto no

hace sino abrir la puerta al legislador para que obre como lo crea

más conveniente, y que los Congresos futuros, que se elegirán en

virtud de la nueva Constitución, serán los que resuelvan sobre la


materia.
El señor Cárdelas (don Nolasco) cree que aquí se trata de esta
blecer principios fundamentales únicamente, lo que no impide que
después se puedan dictar medidas legales para corregir los abusos.
El señor Hidalgo (don Manuel) formula indicación para redac
tar el número en la forma siguiente: «La libertad de publicar opinio
nes políticas, científicas, filosóficas o sociales, por la imprenta, sin cen
sura previa, no pudiendo nadie ser condenado por el abuso de esta
libertad sino en juicio, en que se califique previamente por jurados
el abuso y se siga y sentencie la causa con arreglo a la ley-,
«Esta disposición no comprende a la calumnia o injuria grave
inferida por la imprenta. Para el castigo de éstas se seguirán los trá
mites que la ley señale.3
Se da por aprobada la indicación de S. E. sobre libertad de

prensa.
El señor Cárdenas (don Nolasco) pregunta si no convendría
incluir en la Constitución la abolición de la pena de muerte.

.144 —

El señor Silva Cortés (don Romualdo) expresa que esa idea es


materia de ley, como la cuestión relativa a la prisión por deuda que
también ha sido abolida.
S. E. manifiesta que en su presidencia no se ha aplicado la pena
de muerte, en la práctica, pero que cree que esta materia entra en
el radio de acción de la ley.
El señor Hidalgo (don Manuel) dice que no obstante las dis
posiciones legales a que se ha referido el señor Silva Cortés, suelen

cometerse abusos con la clase obrera de parte de jueces que son irres
ponsables,y que a veces apresan a individuos y los encarcelan por
deudas. Por esto sería partidario de establecer, como en Inglaterra,
la responsabilidad pecuniaria de los jueces.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) recuerda la existencia
de disposiciones constitucionales y legales que hacen responsables a los
jueces, personalmente, por los crímenes de cohecho, falta de obser
vancia de las leyes, y, en general, por toda prevaricación o torcida
administración de justicia.
Continuando en la discusión del proyecto constitucional, S. E.
propone la siguiente redacción para los artículos del Capítulo V, que
trata del Congreso Nacional:
«Art. 11. El Congreso Nacional se compone de la Cámara de
Diputados y del Senado.
sLa calificación de las elecciones de Diputados y Senadores,
conocimiento de las reclamaciones de nulidad que se interpusieren
contra ellas y la resolución de los casos que sobrevengan posterior
mente, corresponderán al jurado calificador que establezca la ley.»
S. E. manifiesta que la expresión de que el Poder Legislativo
reside en el
Congreso, contenida en el actual art. 11, no corresponde
a la realidad, puesto que el Presidente de la República es colegisla
dor. Por eso propone que el artículo tenga la redacción que ha leído.
Agrega que se quita al Congreso la facultad de calificar la elección
de sus miembros y de de las reclamaciones de nulidad, de
conocer

jándosele el derecho de declarar la inhabilidad o aceptar la dimisión


del cargo de congresal, como se verá más adelante.
El señor Amunátegui (don Domingo) considera que tal vez ha
bría ventaja en establecer la obligación de los eongresales de so
licitar permiso de su respectiva Cámara, para ausentarse del país,
y la facultad de ésta, para concederlo o denegarlo.
t El señor Zañartu (don Héctor) hace presente la necesidad de
consignar en la Constitución la manera de constituir el Tribunal
Calificador de Elecciones, ya que la ley respectiva puede modificarse
en cuanto a la composición de ese Tribunal, atendiendo a circuns

tancias o intereses políticos del momento y así, antes de mucho tiem-



145 —

se experimentarían los mismos o


po peores males que los observados
en la práctica, al calificarse las elecciones.
El señor Yáñez (don Eliodoro) no da mucha importancia al
punto desde que va a ser el Congreso quien resolverá cómo y quién
debe calificar la elección de sus miembros.
El señor Zañartu (don Héctor) manifiesta que si hay confianza
ciega en la absoluta rectitud del
Congreso futuro, es claro que no
debe quitársele la facultad de calificar la elección de sus miembros.
El señor Guerra (don J. Guillermo) dice que piensa como el
señor Zañartu, que en la Constitución debe establecerse
que habrá
un jurado calificador de
elecciones, único que él acepta, que debería
estar formado por personas muy respetables que dieran absoluta
garantía de rectitud y patriotismo y que conociera de las reclama
ciones entabladas en contra de las elecciones de Presidente de la
República, Senadores y Diputados. Cree que conviene dejar pen
diente este punto hasta ponerse de acuerdo sobre la forma del Tri
bunal.
El Wñor Yáñez (don Eliodoro) cree que esto es materia de ley,
pues habría la misma razón para ello que establecer en la Constitu
ción Ia"¡organización de la Corte Suprema que tiene atribuciones aun
más amplias y de más gravedad que las de un Tribunal como el que
se trata de crear. Se manifiesta
partidario del sistema inglés, único
que ha dado buenos resultados sobre la materia en la práctica y que
consiste en entregar a dos miembros de la Alta Corte de Justicia
la calificación de elecciones de la Cámara de los Comunes, quienes
aprecian los hechos como jurado. Cuando están de acuerdo, el hecho
se da por establecido y cuando hay desacuerdo se da
por desechado.
Si el desacuerdo versa sobre un punto de derecho, se consulta a la
Corte que falla en definitiva. Además, la composición del Tribunal
con solo dos personas, en vez de ocho o diez, da más garantía, por

que la responsabilidad no se diluye tanto.


Cree que el ensayo de cualquier otro sistema no quitará su ca
rácter político a la calificación de elecciones. Termina manifestando
su temorde que el organismo que pudiera crearse no corresponda
en el hecho a los intereses que se trata de cautelar.
El señor Zañartu (don Héctor) dice que sólo en Inglaterra no
tiene el Congreso la facultad de calificar la elección de sus miembros.
Recuerda que en Chile, el ejercicio de esta facultad por el Congreso
ha dado lugar a abusos incalificables y como tiene importancia deci
siva, ya que de ella depende la formación del Legislativo o por lo
menos de una mayoría parlamentaria, cree que esto debe conside

rarse como cuestión fundamental, sin imaginar que quitando al Con

greso esta facultad, vaya a desaparecer en absoluto la calificación


con criterio político.
(Actas 10)

146 —

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, recuerda al señor


Zañartu que también las Constituciones de Alemania y Checoeslova
quia entregan la calificación a tribunales especiales.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) considera la creación
del Tribunal ventaja positiva, porque aunque los ciudadanos se
una

abanderizan todos en mayor o menor escala, en las tendencias polí


ticas, no se puede negar que los que se seleccionan en la forma insi
nuada aquí, deben ser necesariamente más independientes y justos.
Se ha visto esto en los Tribunales Calificadores de origen judicial,
Aunque procedan con error o algún apasionamiento, los candidatos
van a ellos con más confianza que a las Cámaras, pues saben que en
éstas últimas el empeño y el partidarismo tienen más fuerza que en
aquéllos. Cree que convendría estudiar el modo de dar organización
judicial al Tribunal que se cree, estableciéndolo en la Constitución,
porque, como decía el señor Zañartu, sería peligroso que poco antes
de una elección y temiendo la combinación de mayoría en el Con

greso, el cambio de la opinión del país, modificara la ley que creara


el Tribunal.
S. E. insinúa la conveniencia de aceptar el artículo propuesto,
agregando que una ley complementaria de la Constitución promul
gada conjuntamente con ella y que no podría, por lo tanto, ser dero
gada sino con los trámites especiales lijados ¡tara la Constitución,
determinara las atribuciones del Tribunal Calificador y su orga
nización.
aprobó la redacción propuesta por S. E., para el artículo 11,
Se
dejándose la idea de consultar el Tribunal Calificador en la propia
Constitución para la sesión próxima, encargándose a los señores
Zañartu, Guerra, y Vidal Garcés, para que estudien y propongan
una fórmula de Tribunal.
A continuación del artículo en debate, S. E. propone el siguiente
artículo nuevo:
«Art. En las elecciones de Diputados y Senadores, así como
...

en las de Municipales, se empleará un procedimiento que asegure en

la prácticauna efectiva proporcionalidad en la representación.»

El señor Amuxátegui (don Domingo) observa que la propor


cionalidad debe fijarse respecto a algo.
S. E. propone agregar: «de las fuerzas políticas que actúen en
la elección».
El señor Amunátegui fdon Domingo) observa que hay indivi
duos que no están en los partidos políticos.
S. E. propone cambiar la palabra «políticas» por «electorales»,
y agrega que lo que desea es acabar con el voto acumulativo, que
tiene los dos graves inconvenientes de fomentar el caudillaje y pro
ducir la desorganización de los partidos, siendo que sólo dentro del

147 —

régimen de partidos organizados, o sea corrientes de opinión disci


plinadas, puede existir un buen Gobierno. El ideal sería terminar
con los representantes
independientes y que vayan al Congreso sólo
los que sean enviados por un núcleo apreciable de ciudadanos de
ideales comunes, llámeseles partidos o de cualquiera otra manera.
El señor Yáñez ídon Eliodoro) propone agregar al artículo, des
pués de la palabra «representación», la frase «de las opiniones y de
lospartidos».
El señor Montenegro (don Pedro N.) observa que todas las
fuerzas son electorales, sean o no de partidos.
El señor Zañartu (don Héctor) dice que si se va a adoptar el
voto llamado proporcional, él salva su opinión, porque no le reco
noce todas las bondades que se le atribuyen.

El señor Hidalgo (don Manuel) manifiesta que el voto acumula


tivo es muy ventajoso para los partidos pequeños, porque les permite

aprovechar todas sus fuerzas, así es que es partidario de que se man

tenga esa clase de voto.

S. E. contesta que si con tal sistema los partidos pequeños pue


den en alguna ocasión obtener una representación aun mayor de la
que les corresponde, en cambio el voto repartidor les asegura siempre
una justa representación, sin que corran jamás el peligro de ser bur

lados en sus legítimas aspiraciones por las demás agrupaciones políti


cas, por más fuertes y poderosas que sean. Este último voto es de más
equidad y más científico, razón que sin duda han tenido en vista los
partidos comunista y socialista, en Francia y Bélgica, para luchar
decididamente por su implantación.
El señor Cárdenas (don Nolasco) respeta la opinión de S. E. en
cuanto a que el voto proporcional sea más científico, pero dice que
él, como miembro de un partido pequeño, ha observado cómo éste.
debido al voto acumulativo ha logrado mantener y aumentar el
número de sus asientos en el Congreso y en los Municipios. Por eso
se permite manifestar que, a su juicio, el voto acumulativo logra dar

representación justa a las fuerzas pequeñas sobre una base fácil de


establecer.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) observa que el voto
proporcional da también facilidades a los partidos pequeños, teniendo
todavía la enorme ventaja de que no deja desperdiciar fuerza alguna.
El voto acumulativo hace a veces fracasar las combinaciones que
parecían mejor cimentadas. Por ejemplo, en el caso de dos candidatos
del mismo partido, en que el más popular o aun el más ambicioso,
puede obtener para sí una mayoría tal que impida al otro ser elegido;
mientras tanto el voto proporcional daría completas garantías a los
partidos, de que sus candidatos serían elegidos si hay cuota suficiente
de sufragios.

148 —

S. E. quiere dejar bien en claro que él


defiende, como los señores
Cárdenas e Hidalgo, a los partidos pequeños
y que lo único que pre
tende, establecer el predominio de los partidos o corrientes de opi
es

nión sobre la acción personal particular de los individuos, de manera


que solo actúe eficazmente en el futuro la acción colectiva, lo que se
garantiza ampliamente con el voto repartidor, al mismo tiempo que
se otorga una
representación justa a las fuerzas electorales menores.
Dice que le sería muy fácil demostrarlo matemáticamente y
que no lo hace sólo por no dilatar la discusión, pero en la certeza de
que el voto repartidor, lejos de perjudicar a los partidos pequeños,
los favorece, porque en todo caso les asegura la representación a
que tienen derecho por sus fuerzas efectivas. Considera que sería
obra constructiva de la mayor importancia y trascendencia, dar un
golpe a la acción individual y al caudillaje, que han perturbado el
régimen parlamentario y el Gobierno del país, hasta hacer imposible,
este último para dar paso a los partidos organizados de ideales co-
leelivos. Insiste en dejar testimonio de que ampara y defiende a los
partidos chicos, porque considera que son indispensables y, además,
porque su representación en el Congreso es muy útil, porque, como
el niño que nace, significan las aspiraciones del porvenir.
El señor Yáñez (don Eliodore) manifiesta que la representación
proporcional nació, precisamente, con el fin de dar representación
a las minorías. Fué este el objetivo que se tuvo en vista, para apro

vechar hasta el mínimun de votos que puede otorgar una represen


tación. Ningún partido tiene derecho a mayor número de represen
tantes que el que corresponde a sus fuerzas efectivas. Con el sistema
de voto acumulativo, aunque un partido disponga de los votos sufi
cientes para elegir un representante, puede ser burlado por los par
tidos de mayoría.
El señor Zañartu (don Héctor) considera que la reforma pro
puesta, sólo aprovechará a las grandes agrupaciones políticas y que
no desaparecerá la obra del caudillaje, la que se hará sentir dentro

de la lista de candidatos, porque las personas a quienes se desee dar


preferencia serán colocadas en los primeros lugares de la lista. Con
sidera que la reforma no tendría otra ventaja que el aprovechamien
to, por parte de las grandes agrupaciones políticas, de la totalidad
de sus fuerzas que hoy se pierden muchas veces por mala distribución.
El señor Hidalgo (don Manuel) estima que mientras no se con
tenga el cohecho desenfrenado y no se mejoren nuestros hábitos
electorales,no desaparecerán los males de que se ha hablado, y cita

el ejemplo de la Argentina, donde se ha adelantado mucho con esta


blecer el cuarto oscuro, entre otras disposiciones. En ese cuarto el
elector queda absolutamente libre de la presión que puedan ejercitar
sobre él otras personas en el momento de votar,

149 —

El señor Cárdexas (don Nolasce) expresa que aceptaría que se

contemplara esta idea en la Constitución, pero sólo con una aspi


ración.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, expresa que
todos los votos proporcionales, empíricos o prácticos, persiguen
el objeto de dar a las minorías y a todas las corrientes en lucha
una representación equivalente a las fuerzas de que dispone. El voto
acumulativo es empíricamente proporcional, pero tiene muchos de
fectos que la práctica ha dejado de manifiesto en Chile. En cambio,
el voto repartidor es matemáticamente proporcional, asegurando esta
proporcionabdad en todo caso. Por lo demás, la proposición de S. E.
no obliga la adopción de un voto determinado sino que expresa una

aspiración democrática y conveniente. Cree que la indicación que


dará completa con el agregado del señor Yáñez.
En esta forma se dio por aprobada.
S. E. da lectura a los artículos 12, 13, 14 y 15, que han sido

redactados conformidad a anteriores acuerdos de la Subcomisión,


en

dejándose el desafuero a las Cortes de Apelaciones respectivas, con


apelación ante la Corte Suprema.
Estos artículos quedarían en la siguiente forma :
«Art. 12. Los Diputados y Senadores son inviolables por las
opiniones que manifiestan y votos que emitan en el desempeño de
sus cargos.»
«Art. 13. Ningún Diputado o Senador, desde el día de su elec
ción, puede ser acusado, perseguido o arrestado, salvo el caso de

delito in fraganti, si la Corte de Apelaciones de la jurisdicción respec


tiva, en Tribunal Pleno, no autoriza previamente la acusación de
clarando haber lugar la formación de causa. El inculpado puede re
currir en grado de apelación ante la Corte Suprema de Justicia.»

Art. 14. Desde el momento que se declare por resolución
firme, haber lugar la formación de causa, queda el acusado suspen
dido de sus funciones legislativas y sujeto al Juez competente.»
«Art. 15. En caso de ser arrestado algún Diputado o Senador
por delito infraganti, será puesto inmediatamente a disposición de
la Corte de Apelaciones respectiva, con la información sumaria. La
Corte procederá entonces conforme a lo dispuesto en el artículo
precedente.»
A continuación da lectura S. E. al artículo 16, que dice:
«La Cámara de Diputados se compone de miembros elegidos
por los Departamentos en votación directa y en la forma que deter
minare la ley de elecciones.»
Después de un ligero debate, quedó aprobado en la siguiente
forma :

150 —

'La Cámara de Diputados se compone de miembros elegidos


por los Departamentos o por las Agrupaciones de Departamentos
colindantes que fije la ley, en votación directa y en la forma que
determine la ley de elecciones.»
Al adoptar esta resolución se tomó en cuenta la opinión del señor
Maza, quien manifestó la conveniencia de autorizar la formación
de agrupaciones, porque hay Departamentos que tienen menos del
número requerido para elegir un Diputado.
Se dio lectura al artículo 17, y S. E. propuso que quedara en la
siguiente forma:
«Se elegirá un Diputado por cada treinta mil habitantes y por
una fracción que no baje de quince mil.

«Si un Diputado muere o deja de pertenecer a la Cámara por


cualquiera causa, se procederá a su reemplazo en la forma que deter
mine la ley de elecciones y por el tiempo que reste del período.»
El inciso tercero del actual artículo 17 se suprime por innecesa
rio, después de la reforma constitucional que incompatibilizó todo
empleo con las funciones legislativas, salvo aquellos que la misma
Constitución determina.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, expresó que,
respecto al número de habitantes en cuya proporción debía elegirse
cada Diputado, había pedido a la Oficina de Estadística datos que
le permitían establecer que si se elegía un Diputado por cada trein
ta mil habitantes o fracción que no baje de quince mil, conforme
al censo de 1920, resultarían ciento treinta y dos Diputados, si se
eligieran por cada cuarenta mil o fracción de veinte mil, resultarían
cictito un Diputados, y si se eligieran por cada cincuenta mil o frac
ción de veinticinco mil, resultarían ochenta y cuatro Diputados.
Después de un breve debate se acordó mantener el artículo en

la forma propuesta por S. E.


El señor Guerra (don J. Guillermo) estima que los males de
nuestro sistema político no provienen del número de congresales,
sino de la desmoralización general. Cree que sin el abuso del sistema
parlamentario, con la supresión del voto acumulativo y con el esta
blecimiento de la clausura de los debates, desaparecerán los males
que en la práctica se han dejado sentir.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) manifiesta que ha
asistido a sesiones de la Cámara Francesa, en las que, debido princi
palmente al numeroso personal las sesiones se llevan a efecto en me
dio de una verdadera algarabía.
S. E. corrobora lo dicho por el señor Edwards, expresando que
a él le ha tocado presenciar en diversos países europeos sesiones como

las que relata el señor Edwards. Por eso es enemigo de las Cámaras
demasiado numerosas.

151 —

Al tratar del artículo 18, S. E. propone que la renovación de la


Cámara de Diputados se haga cada cuatro años, alargando el pe
ríodo de la de Senadores a ocho y a seis el de Presidente de la Re
pública.
A propósito de elecciones, dice elseñor Guerra (don J. Guiller
mo) que va a formular una idea enteramente nueva, y que por lo
mismo teme que vaya a caer mal. El cree que convendría elegir si
multáneamente, cada cinco años, en un solo acto eleccionario al Pre
sidente de la República y a los miembros de ambas Cámaras. Re
cuerda que el inconveniente más grave que ha entorpecido la la
bor de los últimos Presidentes, ha sido la de tener Congresos de
orientación divergente con la suya. Así pasó con el Presidente Bal-
maceda, que tuvo las dos ramas del Congreso en contra; con el Pre
sidente Riesco, que inició su administración con una Cámara en di
vergencia; y con el propio Presidente actual, que tuvo tres años un
Senado adverso. En Estados Unidos han ocurrido casos análogos.
Con el sistema que él propone, se evitarían estos inconvenientes, y
durante cinco años contaría el Ejecutivo con un Congreso de sus
mismas aspiraciones, teniendo sólo en contra la misma minoría que
lo combatió en las urnas. Si se producen vacancias, se puede elegir
los reemplazantes por el tiempo que falte a la persona sucedida.
Sólo a una especie de reminiscencia de los tiempos en que nació
el sistema representativo se debe esa diversidad de duración entre
Diputados y Senadores, como sucede en Chile; en la Argentina, en
que los Diputados duran cuatro años y los Senadores ocho; en los
Estados Unidos en que duran dos y seis, respectivamente, etc., etc.
La Cámara de los Comunes de Inglaterra que equivale a nuestra
Cámara de Diputados, fué la representante del estado llano o del
pueblo, y la Cámara de los Lores la rama aristocrática a que se iba
por derecho propio hereditario, como al Senado Romano. Esto creó
cierta desigualdad entre ambas Cámaras, hasta llegar a llamárselas
Cámara Alta y Cámara Baja.
Para el señor Guerra, tal diferencia no tiene razón de ser, en lo
que se refiere al tiempo o duración de la legislatura, puesto que las
dos Cámaras son de igual origen popular.
Si se acepta la reforma que insinúa el Partido Conservador, por
ejemplo, triunfante en una elección general, gobernaría con plena
responsabilidad durante cinco años en los cuales el Partido Radical
formaría la oposición y trataría de hacer méritos ante la opinión,
para regir al país durante el período siguiente. Esto aparte de muchas
otras ventajas de orden moral y social. En el orden gubernativo,
como ya ha dicho, se aseguraría al Presidente de la República la

situación ventajosa de tener una colaboración homogénea para ad


ministrar el país. En cambio, con el régimen actual, hay elecciones

152 —

cada tres años, aparte de la elección presidencial cada cinco años


que va intercalándose irregularmente entre las primeras, y fuera de
las elecciones complementarias o especiales y de las municipales,
No cree que las elecciones sean en sí un mal para un país, pero sí
lo es el exceso de elecciones. Por eso, habiendo una sola elección
eada cinco años, aunque conmueva hondamente los sentimientos
nacionales, ello sería saludable; jóvenes y viejos se sentirían impre
sionados por tai acontecimiento y dispuestos a concurrir a ella con

plena conciencia de su importancia para los destinos de la Nación.


Pasaría algo parecido a lo ocurrido en la última elección presiden
en que salieron a luz muchas aspiraciones e ideas escondidas
cial,
en muchos pechos ciudadanos, produciendo así un saludable sacudi
miento cívico en la República.
Propondrá más tarde que los municipales sean elegidos en vota
ciones que se verifiquen uno o dos años después de la elección general
que ha insinuado y, si es posible, con diferente electorado, dando
para ellas derecho a voto a los extranjeros y a las mujeres en ciertas
condiciones: pero, por el momento se limita a someter a la conside
ración de la Comisión la idea que ha enunciado.
El señor Hidalgo (don Manuel) cree, reconociendo el buen pro
pósito que inspira al señor Guerra, que su indicación sería un desas
tre para el país. ¿Qué ocurriría si se eligieran de una vez todos los

poderes públicos; si hasta el presente se ha visto que para candi


datos Senadores se escoge a los más adinerados, y por escala decre
a

ciente de fortuna a los candidatos a Diputados y Municipales? Que


se prescindiría absolutamente de la verdadera democracia, situación

que podría prolongarse durante dos o tres períodos y que, a la postre,


impondría como único remedio el levantamiento y la revolución.
Ocurriría lo que en México, bajo Porfirio Díaz. Le parece más pru
dente dejar el período de los mandatos populares como están, aunque
acepta y propone que el Senado se renueve totalmente, por cuanto
considera inconveniente que se genere a sí mismo, que es lo que su
cede con el sistema de calificación hecha por una parte del Senado
del resto de sus miembros.
S. E. manifiesta que el debate queda pendiente para la pró
xima sesión.
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torreblanca.
DÉCIMATERCIA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE
REFORMAS CONSTITUCIONALES

29 DE MAYO DE 192í)

Presidió S. E. el Presidente de la República y asistieron los


señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño, Nolasco Cár
denas, Guillermo Edwards Matte, J. Guillermo Guerra, Manuel Hi
dalgo, José Maza, Ministro de Justicia, Pedro N. Montenegro;
Romualdo Silva Cortés, Francisco Vidal Garcés, Héctor Zañartu y
el Subsecretario del Interior, don Edecio Torreblanca, que actuó
como Secretario.
Quedó pendiente el acta de la sesión anterior.
Se pone endiscusión la indicación pendiente del señor Guerra
para fijar en períodos de cinco años, el mandato de los Senadores y
Diputados, y efectuar en un solo acto las elecciones de miembros del

Congreso y de Presidente de la República, conjuntamente con la que


extiende a seis años el período presidencial y a cuatro y ocho res
pectivamente el de los Diputados y Senadores.
El señor ZaÜartu (don Héctor) dice que su opinión es contraria
a la indicación del señor Guerra, porque estima que, si bien es
cierto que a raíz de las elecciones el Gobierno contaría con el apoyo
de mayorías homogéneas, en la práctica esa ventaja no perduraría
ya que cualquiera nueva combinación de partidos podría hacer de
saparecer esa homogeneidad. El sistema de elecciones en distintas

épocas o períodos, agrega, tiene ventajas que han aconsejado su


implantación en todos los países, salvo Noruega y Alemania.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) no acepta la amplia
ción del período senatorial a ocho años; pero aceptaría que el perío
do presidencial se extendiera a seis años y el de los Diputados a
cuatro.
El señor Cárdenas (don Nolasco) dice que las perturbaciones
que experimenta el país con ocasión de las elecciones, no constitui
rán unpeligro en el futuro si se establecen en nuestra legislación
penas severas para extirpar los malos hábitos electorales. Al fijarse
períodos más dilatados que los actuales, se haría un grave daño a
la cultura cívica de los ciudadanos, porque con ello se haría desa
parecer en buena parte el interés por la cosa pública. Por otra par
te, es antidemocrático otorgar el mandato parlamentario a las mis
mas personas por un considerable número de años.
-
154 —

Acepta, sí, la ampliación del período presidencial, porque en


ello hay más ventajas que inconvenientes.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que pidió
privadamente al señor Hidalgo, después de terminada la sesión an
terior, que estudiara con tranquilidad el gasto lícito electoral que
podrían hacer los candidatos a la Presidencia de la República en
una elección directa. Si ese gasto fuera superior a lo que buenamen
te puede gastarse en una elección, habría que reconocer que el sis
tema es poco democrático, porque no podrían ser candidatos sino
los ciudadanos poseedores de grandes fortunas,
En la actualidad la caja de los candidatos a la Presidencia de
la República, se aumenta con las cuotas de los electores y con la
caja de los partidos políticos; pero en una elección directa es nece
sario hacer los gastos sin esa ayuda; y en tal caso, sólo podrían as
pirar a ese honor los hombres de gran fortuna.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) observa que no son
los electores los que contribuyen a formar caja a candidatos presi
denciales, sino sus partidarios y amigos, lo que seguiría sucediendo
tratándose de una elección directa.
El señor Hidalgo (don Manuel) expresa que la elección direc
ta, desligada del Congreso, será a la larga, la elección más correcta
de Presidente de la República.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) cree que la elección
de Presidente de la República debe ser separada de la de miembros
del Congreso, y agrega que en la indicación del señor Guerra se
divisa una finalidad muy digna de consideración, cual es la de que
haya uniformidad de tendencias políticas entre el Presidente de la
República y la mayoría parlamentaria. Sin embargo, dice, pueden
presentarse en el curso del período presidencial problemas, como los
de orden internacional, en los cuales es muy difícil agrupar todas
las opiniones, aun las de la misma mayoría que apoya al Gobier
no. Generalmente se producen en este caso divergencias: pero re
mo enla mitad del período presidencial ocurre la elección parla
mentaria, viene a ser la opinión del país la que predomina, mani

festada por los nuevos miembros del Congreso.


El señor Amunátegui (don Domingo) es partidario de la elec
ción separada, porque no divisa peligro alguno en la frecuencia del
acto electoral. Recuerda la Constitución Suiza, en donde se con
sulta al pueblo no sólo para la elección de los gobernantes sino para
todas las grandes cuestiones de interés público. Considera que ésta
es una manera de educar al pueblo elector, acostumbrándolo a in

teresarse por tales materias y a influir en su solución,


S. E., cree que la finalidad doctrinaria que se persigue con
la indicación del señor Guerra es sana, santa y buena; pero, en la

155 —

práctica, y dada nuestra idiosincrasia, los hombres que triunfan


apoyados por una combinación política determinada, cambian de
orientación y, al poco tiempo, no se acuerdan de dónde han salido,
Por esta razón no cree en la eficacia de la indicación del señor
Guerra,
En mérito de las opiniones expresadas, se acordó mantener el
actual art. 18, que dice: «La Cámara de Diputados se renovará en
su totalidad cada tres años».

Se puso en discusión el art. 19 de la Constitución vigente y se


acordó, a indicación de S. E. suprimir el número 2." que dice: «una
renta de quinientos pesos a lo menos».
En cuanto al número 1.°, el señor Hidalgo pide que se establezca
en esta parte que la mujer tiene los mismos derechos que el hombre,

para los efectos de ocupar un asiento en el Congreso.


S. E. y el señor Maza, estiman que la Constitución no niega
este derecho a la mujer.
Se acordó dejar constancia en el acta de que las disposiciones
de la Constitución no excluyen a la mujer de este derecho, quedando
este punto sometido a lo que dispongan las leyes, con la declaración
del señor Silva Cortés de que esta interpretación no significa, en
modo alguno, la reforma de las leyes pertinentes.
Los señores Zañartu (don Héctor) y Cárdenas (don Nolas
co) dejan constancia de su aceptación a la indicación del señor Hi
dalgo.
En consecuencia, el art. 19 quedó en la siguiente forma:
«Para ser elegido Diputado se necesita tener los requisitos para
inscribirse como ciudadano activo con derecho de sufragio.»
Con respecto al actual art. 20 que dice: «Los Diputados son
reelegibles indefinidamente», se acordó no innovar, agregándolo como
inciso del artículo anterior, a indicación del señor Maza.
En cuanto al art. 21, se acordó por unanimidad suprimir el
número 1.°, que dice: «Los eclesiásticos regulares, los párrocos y
vicepárrocos» ; mantener el número 2." en la forma actual; modi
ficar el número 3.° en la siguiente forma: «Los Intendentes de pro
vincia y los Gobernadores de departamento».
Por lo que respecta al número 4.°, S. E. propone ampliar, por
razones de moralidad y conveniencia públicas, las incompatibilida

des allí consultadas, diciendo: «Las personas que tienen o caucionan


contratos con el Estado».

A la observación del señor Hidalgo, de que esta incompatibili


dad debe extenderse también a los representantes y abogados de
compañías extranjeras, S. E. manifiesta que ella se consulta más
adelante.
El señor Guerra (don J. Guillermo) cree que debe establecerse

156 —

esta incompatibilidad para el


Presidente, Directores y Gerentes de
Sociedades Anónimas que tengan contratos con el Estado.
Recuerda casos de grandes compañías con contratos con el Fisco
por millones de hectáreas de terrenos y cuyos Directores han ocu
pado cargos en el Congreso, aun cuando una razón de conveniencia
pública aconsejaba evitar esa situación.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) estima que no se pue
de ir tan lejos como desea el señor Guerra, pues dada la democrati
zación que han alcanzado los negocios, cualquiera puede ser accio
nista, con unas pocas acciones, de una sociedad anónima y tener
un puesto en su directorio, quedando por este solo hecho inhabili
tado para intervenir en la cosa pública por mandato popular. En
contraría razón al señor Guerra si sólo se refiriera ensu indicación

a los Gerentes de dichas sociedades.


El señor Edwards Matte (don Guillermo) apoya la observa
ción del señor Silva Cortés. Dice que él pertenece al Directorio
del Tattersall, y bien pudiera producirse el caso de que esta socie
dad tuviese el día de mañana algún pequeño negocio con el Fisco,
como, por ejemplo, la adquisición de algunos caballos para la poli*
cía. Eso sólo bastaría para dejarlo a él inhabilitado para ser miem
bro de las Cámaras, aun cuando pudiera no tener ni conocimiento de
la operación.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) formula idéntica ob
servación con respecto a lo que a él podría ocurrirle por el hecho
de ser director de una sociedad industrial.
El señor Zañartu ( don Héctor) recuerda que la Constitución
del Brasil prohibe que sean elegidos Diputados y Senadores los
Presidentes y miembros de Directorio de Empresas que gozan de
concesiones o favores del Estado.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) insiste en que una dis
posición tan amplia puede excluir del Parlamento a muchos hombres
competentes y bonorables.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) propone que se diga
que la inhabilidad existirá tratándose de contratos de orden perma
nente.
El señor Zañartu (don Héctor) tercia nuevamente en el debate
exponiendo que los Consejeros o Directores de Banco que tuviesen
que intervenir como miembros del Congreso, en la dictación de
leyes de carácter monetario o económico, se encontrarían entre dos
deberes opuestos: o defender los intereses de sus bancos, o defender'
los intereses generales del país, situación que no es conveniente.
El señor Barros Borgoño (don Luis) expresa que hay que
distinguir situaciones, porque el caso de los miembros de la admi
nistración de un Banco no puede compararse con el de las perso-
ñas que tienen contratos con el Fisco para la construcción de obras
públicas o de otras especies, por ejemplo, los primeros atienden sólo

intereses económico-sociales, y pueden, en consecuencia, sin faltar a


la moral y a su conciencia, ejercer funciones parlamentarias; mien
tras que las segundas no tienen generalmente esa libertad, pues los
intereses que atienden son de orden particular o personal. Por eso,
a su juicio, debe consultarse- una fórmula que establezca la incom

patibilidad para aquellas personas que están mezcladas en operacio


nes mercantiles o comerciales con el Estado.

El señor Amu.vátegui (don Domingo) expresa que para esos


casos especiales basta con las inhabilitaciones para votar, que ge

neralmente consultan los reglamentos de las Cámaras y, a veces, las


leyes, tratándose de cuestiones transitorias. En la Constitución sólo
deben contemplarse disposiciones legislativas para situaciones per
manentes.
El señor Silva Cortés fdon Romualdo) recuerda que en In
glaterra, país de la mayor estrictez en la materia, casi todos los
Directores de Banco son miembros de las Cámaras; entre tanto,
aquí se trata de establecer que esta circunstancia vicia de nulidad
una elección.

El señor Zañartu (don Héctor) adhiere a la opinión del señor


Amunátegui en cuanta a que la incompatibilidad de que se trata,
no es del resorte de la Constitución, sino de la ley. Aceptaría esta
idea, no para establecerla en la Carta Fundamental.
pero
S. E., agrega que tampoco hay que perder de vista la conve

niencia de dejar cierta Ubertad los electores para escoger a sus


a

representantes, libertad que se con las trabas propues


cercenaría
tas que, en realidad, son más propias de la ley o de los Reglamen
tos de las Cámaras.
Cerrado el debate se dio por aprobada la redacción propuesta
por S. E. en la siguiente forma:

«Las personas naturales y los gerentes de personas jurídicas o

sociedades anónimas que tienen o caucionen contratos con el Es


tado.»
Salvaronsu opinión los señores Hidalgo, Guerra y Cárdenas.

El primero manifestó que, a su juicio, la incompatibilidad debe


extenderse también a los Directores de sociedades anónimas.
Se acordó dejar constancia de que las personas que han opinado
en contra de la idea expresada por el señor Guerra lo han hecho

considerando solamente que su aprobación significaría entrabar la


Ubertad electoral.
S. E. propone que el número 4.° del art. 21, se redacte en la
siguiente forma:

158 —

«Los chilenos naturalizados que no estuvieren en posesión de


su Carta de Naturalización, a lo menos cinco años antes de ser ele
gidos.»
El señor Hidalgo (don Manuel) pidió que este plazo fuera redu
cido a tres años, y dijo, entre otras cosas, que en la República Ar
gentina puede elegir Diputados a los extranjeros que han per
se

manecido dos o tres años en el país.


Se acordó aprobar la fórmula propuesta por el señor Presidente.
S. E. propone que el actual inciso 1.° del art. 21, pase a ser ar
tículo nuevo en la siguiente forma:
«El cargo de Diputado es incompatible con el de Senador o
Municipal, con todo empleo público retribuido y con toda función

o comisión de la misma naturaleza, a excepción de los empleos, fun


ciones o comisiones de la enseñanza superior, secundaria o especial,
con residencia en la ciudad en que tenga sus sesiones el Congreso

Nacional.
«El electo debe optar entre el cargo de Diputado y el empleo,
función o comisión que desempeñe, dentro de quince días, si se ha
llare en el territorio de la República y dentro de ciento si estuviere
ausente. Estos plazos se contarán desde la aprobación de la elección.
A falta de opción declarada dentro del plazo, el electo cesará en su
cargo de Diputado.»
S. E. manifiesta que al proponer esta redacción, ha suprimido
la gratuidad del cargo de Senador o Diputado y los compatibiliza-
dos con los cargos de la enseñanza pública. Más adelante propon
drá la manera cómo se habrá de establecer la remuneración parla
mentaria.
Los señores Edwards Matte (don Guillermo) y Zañartu (don
Héctor) aceptan el artículo en la forma propuesta por S. E. y piden
que se deje constancia de que ellos han sido siempre partidarios de
estas incompatibilidades, y, en principio, de la remuneración parla
mentaria.
El señor Silva Cortés fdon Romualdo) expresa que si la re
muneración de los cargos parlamentarios se hubiese consultado
oportunamente en nuestra legislación constitucional, se habría evi
tado al el presupuesto de ochocientos millones de pesos, cuyo
país
enorme es consecuencia de las leyes dictadas por las Jun
aumento
tas de Gobierno, y con lo que se ha colocado al Estado en situación
difícil.
S. E. ruega al señor Silva Cortés que no discurra sobre la base
de una información errada. Hace presente que el aumento de los gas
tos públicos ocasionados con motivo de las leyes que dictó la Jun
ta de Gobierno presidida por el señor Altamirano, asciende a cin
cuenta y tres millones de pesos; y el correspondiente a los decretos-

159 —

leyes dictados por la Junta que presidió el señor Bello Codesido, a


treinta y dos millones.
Para saldar estos últimos, la Junta de Gobierno estableció con
tribuciones nuevas y aumentó otras en forma de que el año finan
ciero cerrará sin déficit. Aun más, parece que el producto de esas
contribuciones será superior a lo que se calculó en un principio, de
suerte que es posible que haya un superávit.
Por otra parte, la situación de la Hacienda Pública es halaga
dora. Las obligaciones del Estado se cumplen con la puntualidad de
costumbre. La deuda externa no solamente está al día, sino que el
Gobierno cuenta con los fondos suficientes en Londres para servirla

durante todo el presente año, y, por último, no hay temor alguno de


que al Estado falten recursos.
He querido hacer estas declaraciones un poco fuera de la ma
teria, para que no quede en el ambiente impresión alguna de duda
o intranquilidad con motivo de la observación del señor Silva Cortés.

El señor Guerra (don J. Guilllermo) desearía que la incompati


bilidad del cargo de Senador o Diputado fuera más amplio aun
que la propuesta por S. E. Querría que los cargos legislativos fue
ran absolutamente incompatibles con toda otra función o comisión,

retribuida o no. Las perturbaciones más graves, dice, que ha en


gendrado el abuso del sistema parlamentario, han sido debidas a
la intromisión de los Senadores o Diputados en los Consejos Admi
nistrativos de los servicios públicos. Se empezó por darles entrada
en el Consejo de Estado, corporación esencialmente administrati
va, destinada por la Constitución del 33 a asesorar al Presidente
de la República, independientemente de toda función o influencia
legislativas. Más tarde, por una serie de leyes se autorizó su intro
misión en el Consejo de los Ferrocarriles, en el de Instrucción, en el
de la Caja Hipotecaria y en muchos otros. Se puede decir que no
hubo Consejo Administrativo en que no hubiese representantes del
Parlamento, con lo cual, repite, se ha causado un grave daño a la
administración del país. Es necesario ahora, al reformarse la Cons
titución, poner término a este sistema funesto, estableciendo que
los parlamentarios no podrán formar parte en lo sucesivo, de
ninguna Corporación de carácter administrativo.
S. E. manifiesta que elespíritu de la reforma propuesta es el
de que los cargos parlamentarios sean incompatibles con cualquiera
función o comisión retribuida, salvo las de la enseñanza pública;
Go
pero, en ningún caso, con las comisiones que pueda encargar el
bierno a miembros del Parlamento, pues es evidente la conveniencia
de poder aprovechar la preparación especial que alguno de ellos
pueda tener, asesorando al Ejecutivo en diversos problemas de in
terés nacional. Comprende S. E. la finalidad que persigue el señor
-
160 —

Guerra al querer alejar a los miembros del Congreso de toda intro


misión en la Administración Pública, a fin de prevenir la repetición
de los males que ha acarreado el exceso de influencia de los parla
mentarios; pero estima que el país debe aprovechar la experiencia
y conocimiento de todos los ciudadanos.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) y el señor Edwards
Matte (don Guillermo) participan de las mismas ideas manifesta
das por S. E.
El señor Guerra (don J. Guillermo: expresa que no solamente en
las Cámaras existen hombres preparados para dilucidar los proble
mas de Gobierno, e insiste en la conveniencia de poner una valla

constitucional a la intromisión de los congresales en la Administra


ción Pública, evitándose así, en el futuro, un nuevo fracaso del par
lamentarismo.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, hace notar que
el señor Guerra acepta la compatibilidad del cargo de congresal en
las funciones del profesorado; y, sin embargo, la niega para los
cargos del Consejo de Instrucción Pública. Por lo demás, cree el
señor Maza que ia idea que se persigue está consultada en la redac
ción propuesta por S. E.
El señor Guerra (don J. Guillermo) observa que, suprimiendo
la palabra «retribuido», quedaría contemplado ese pensamiento.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) está de acuerdo
con Guerra en la conveniencia que habría de estudiar la
el señor
manera de evitar que las Cámaras mismas elijan representantes
de para formar parte de comisiones de carácter administra
su seno

tivo; pero estima que la indicación en la forma en que la ha for


mulado el señor Guerra, va más allá, pues impediría que el Gobier
no designara a algunos parlamentarios de reconocida preparación
para formar parte de comisiones consultivas. Sería un mal muy
grande para el país, impedir que hombres especialmente competen
tes en ciertas materias pudieran cooperar con sus luces al estudio
de los asuntos de interés público sometidos a la resolución del Ejecu
tivo.
Según esta indicación los hombres que por su talento, por su
capacidad, por sus condiciones oratorias, o por su conocimiento del
derecho, son llevados a los asientos del Congreso, no podrían formar
parte de una Comisión que estudiara la reforma de nuestro Código
Penal, por ejemplo.
Esto no es posible. Puede tener inconvenientes el que las Cáma
ras mismas elijan representantes para los Consejos Administrativos,

pues no siempre esta elección recae en los hombres más preparados,


sino que se hace con criterio político; pero cuando la designación es
hecha por el propio Ejecutivo, hay que suponer que se buscará a
los más capacitados.

161 -

El señor Guerra (don J. Guillermo) reconoce que existe el pe


ligro apuntado por el señor Edwards Matte, en cuanto a que el Go
bierno pudiera verse privado del concurso de algunos hombres pre
parados; pero entre los dos males que han quedado en evidencia,
prefiere el menor, o sea el señalado por el señor Edwards.
S. E. opina que no deben extremarse las cosas. El
país tiene
interés en llevar a los puestos de Senadores y Diputados a los
hombres de mayor preparación y de condiciones morales e inte
lectuales más relevantes, de modo que no sería justo ni conveniente
convertir a esos hombres en parias, inhabilitándolos, por el lieelio
de haber contado con el honor de ocupar un asiento en el Congreso,
para desempeñar cualquiera otra función en las actividades na
cionales. Consecuencia de una medida de esta naturaleza, sería
que el Congreso se vería privado del concurso de buen número de
hombres versados, sobre todo tratándose de un país pequeño, como

el nuestro, donde los elementos eficientes no abundan.


El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que el
mal no está en que los hombres que se designan como miembros de
organismos administrativos sean Diputados o Senadores, sino en
que hayan sido designados por las Cámaras, pues en este caso pre
dominará el criterio político, e invita por lo tanto al señor Guerra
a modificar su indicación en tal sentido.

El señor Guerra (don J. Guillermo) dice que no sólo no acepta


que las Cámaras nombren a miembros suyos para formar parte
de organismos de carácter administrativo, sino aun que puedan
nombrar para tales cargos a personas ajenas a las Cámaras, pues
es muy fácil que se produzcan para esas designaciones inteligencias

de carácter político.
El señor Barros Borgoño (don Luis) se manifiesta contrario
a tal parecer, pues puede haber, y hay, entre los parlamentarios,
hombres que son capaces de prestar servicios muy efectivos al país
dentro de comisiones o de organismos administrativos. El hecho
mismo de que vayan a presenciar el funcionamiento de los servi
cios públicos, los habilitan en mejor forma para ilustrar a las Cá
maras sobre ellos.

Consultada la Comisión se rechazó la idea del señor Guerra,


quedando aceptada la redacción propuesta por S. E.
Se pone en discusión, tomo artículo separado, la siguiente indi
cación de S. E., que corresponde a los incisos segundo y tercero del
art. 21: «Ningún Diputado, desde el momento de su elección y
hasta seis meses después de terminar en el ejercicio de su cargo,
puede ser nombrado para función, comisión o empleos públicos re
tribuidos».
«Esta disposición no rige en caso de guerra exterior, ni se ex-

(Actaa 11).

162 -

tiende los cargos de Presidente de la República, Municipal, Minis


a

tro y Agente Diplomático. Pero sólo los cargos conferidos en estado


de guerra son compatibles con las funciones de Diputados.'
Al proponer esta indicación, el señor Presidente manifiesta que
ha tomado en cuenta el anterior acuerdo de la Subcomisión respecto
a la incompatibilidad del cargo de Ministro con el de Diputado o

Senador. El Diputado que sea designado Presidente de la República,


Senador, Municipal, Agente Diplomático o Ministro del Despacho.
pierde su cargo de Diputado.
El señor Hidalgo (don Manuel) pide que el plazo de seis meses
se amplíe a un año,
El señor Cárdenas (don Nolasco) sería partidario de suprimir
todo plazo.
Cerrado el debate, ,se acordó aprobar el artículo en la forma
propuesta por S. E.
S. E. propone, en substitución del último inciso del artículo 21,
el siguiente artículo nuevo: -Cesará en el cargo el Diputado que
durante su ejercicio celebrare o caucionare contratos con el Estado,
y el que actuare como abogado o mandatario en cualquiera clase de
acción pendiente contra el Fisco o como procurador o agente en ges
tiones de solución meramente administrativas».
Observa que aquí están incluidos, como lo deseaba el señor Hi
dalgo, los abogados de compañías extranjeras.
El señor Guerra (don J. Guillermo) aplaude calorosamente
la indicación de S. E.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) indica la convenien
cia de exceptuar el caso de que se tenga que intervenir en causa pro
pia, como en el caso de expropiación u otros análogos.
Se dio por aprobada la redacción propuesta por el señor Presi
dente, en la inteligencia que le ha dado el señor Silva Cortés.

El señor Guerra (don J. Guillermo) recuerda en seguida que


ha quedado pendiente una indicación del señor Amunátegui, relativa
al permiso que deben obtener los parlamentarios para ausentarse
del país.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que ese
permiso es materia más propia de los Reglamentos de las Cámaras;
y manifiesta la conveniencia de establecer que el parlamentario que
se ausente por más de seis meses, pierde- su puesto. S. E. encuentra
conveniente esta idea en vista de que no han sido raros los casos en
que la falta de cinco o seis miembros de una Cámara que viajaban
por el extranjero, ha impedido su cooperación en asuntos de tras
cendental importancia.
El señor Guerra (don J. Guillermo) expresa que él ha redac
tado un inciso que consulta esta idea, estableciéndose que ningún

163 —

Senador o Diputado podrá ausentarse del territorio nacional sin


licencia y, en todo caso, sólo podrá hacerlo por el término máximo
de seis meses, perdiendo su investidura a la expiración de este plazo.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) observa
que puede
ocurrir el caso de que se encomiende a algún parlamentario una co
misión de carácter especial en el extranjero,
que deba prolongarse
más allá de los seis meses fijados en la indicación del señor Guerra.
Esta situación deberá también contemplarse, consultando una dispo
sición que autorice la permanencia fuera del país por mayor tiem
po, cuando el Diputado o Senador desempeñe funciones de interés
público.
Se da por aprobada la idea encomendándose su redacción a los
señores Guerra y Maza. Se agregaría como inciso 2.a del artículo
en debate.
Se pone en discusión el artículo referente a la constitución del
Tribunal Calificador de Elecciones, cuya redacción se encomendó
en la sesión anterior a los señores Vidal Garcés, Guerra y Zañartu,

Dice así:
«Art. . Habrá un Tribunal Calificador de las Elecciones
. .

Presidenciales, de Senadores y de Diputados que durará el período


parlamentario de los Diputados y que fallará como tribunal de dere
cho, pero procediendo como jurado en la apreciación de los hechos.
«Los miembros de este Tribunal serán siete y elegidos por sor
teo; dos, entre los ex-Presidentes y ex-Vicep residentes del Senado
que hayan servido tales cargos por lo menos un año; dos, entre los
ex-Presidentes y ex-Vicepresidentes de la ('amara de Diputados en
iguales condiciones; dos, entre los Ministros y ex-Ministros de la
Corte Suprema; y, uno, entre los Ministros y ex-Ministros de las
Cortes ele Apelaciones.
«La Ley Electoral regulará los detalles de organización y fun
cionamiento de este Tribunal.»
Agregar entre los artículos transitorios el siguiente:
«Art. . Para los efectos del art.
. . de la Constitución, se
. .

considerará que tienen el año de permanencia en el cargo exigido


por dicho artículo los actuales ex-Presidentes y ex-Vicepresidentes
del Senado y de la Cámara de Diputados.»
A pedido de S.'E. se acuerda dejar testimonio en el acta de que
corresponde a este Tribunal y no a las Cámaras, pronunciarse sobre
el fondo y forma de las elecciones de Senadores, Diputados y Presi
dente de la República y proclamar los electos. a

Después de un cambio de opiniones en el sentido de aclarar y


explicar las disposiciones del artículo en discusión, especialmente en
lo relativo a la composición del Tribunal, la idea fué aprobada por
unanimidad.

164 —

La redacción definitiva de esta disposición, que irá a continua


ción del art. 11, la hará 8. E.
Se acordó reunirse nuevamente el lunes 1." de Junio próximo,
a la hora de costumbre.

Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torrerlanca,
DECIMACUARTA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE
REFORMAS CONSTITUCIONALES

1.° DE JUNIO DE 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño,
Nolasco Cárdenas, Guillermo Edwards Matte, .1. Guillermo Guerra,
Manuel Hidalgo, Pedro N. Montenegro, Romualdo Silva Cortés,
Francisco Vidal Garcés, Héctor Zañartu, José Maza, Ministro de
Justicia, y del Subsecretario del Interior, don Edecio Torreblanca,
que actuó como Secretario: se abrió la sesión a las 3J4 P- M.
Excusó su inasistencia el señor don Ramón Briones Luco.
Se leyó y aprobó el acta de la sesión anterior.
S. E. pone en discusión el punto relativo a la formación de la
Cámara de Senadores, proponiendo agrupaciones de provincias para
la elección de éstos.
El señor Zañartu (don Héctor) expresa que conviene tratar,
desde luego, de la forma en que se debe hacer la división territo
rial, porque de ella depende también la forma en que se va a elegir
el Senado.
S. E. no lo estima necesario, porque se van a hacer las agrupa
ciones propuestas para el solo efecto de la elección de que se trata.
Como la Constitución dice que «el Senado se compone de miem
bros elegidos en votación directa por provincia», S. E. propone que
la elección se haga por agrupaciones provinciales, que corresponde
rían más o las diversas zonas del país con caracteres propios.
menos, a

Las serían diez y cada una elegiría cuatro Senado


agrupaciones
res. Habría, en un número fijo de cuarenta Senadores,
consecuencia,
El señor Edwards Matte (don Guillermo) manifiesta que si se
hubiera de establecer una forma de elección del Senado en que no
se tomara en cuenta la proporción de habitantes, ella debería ir uni

da al concepto de que el Senado fuera Corporación Revisora, porque


la Cámara, que en definitiva predomina por simple mayoría, nece
sariamente debe corresponder a la proporción de habitantes.
S. E. expresa que el pensamiento que ha dominado en esta ma
teria, que viene manifestándose desde antiguo en el país y que, a
su juicio, cuenta con el favor de la opinión pública, es el que tiende

a diferenciar en absoluto el carácter de las funciones de cada Cá

mara. Se trata de hacer del Senado una alta corporación que tenga

166 —

atribuciones y funciones especiales que lo constituyan en una enti


dad revisora o compensadora.

Elpropósito es, pues, diferenciar al Senado de la Cámara de


Diputados en cuanto a la naturaleza de sus funciones y atribuciones
y a su composición, porque no se ve objeto de que el Senado sea
también, como la Cámara de Diputados, una corporación elegida en
votación popular con relación al número de habitantes. Somete,
pues, a la Sala esta cuestión: ¿Se elegiría el Senado, como la
Cámara de Diputados, en razón del número de habitantes o se ele
giría un número fijo de Senadores y por agrupaciones provinciales?
El señor Zañartu (don Héctor) insiste en creer que es esta la
oportunidad de tratar la cuestión relacionada con la división terri
torial.
A su juicio, la actual división en provincias no significa nada,
ni responde a ningún objeto preciso y útil.
Estima conveniente hacer una nueva división territorial, for
mando grandes provincias, como medio de llegar a la anhelada des
centralización administrativa.
Esta idea que se viene formulando desde el tiempo del Presi
dente lialmaeeda. fué posteriormente concretada en un proyecto del
señor Briones Luco, después en otro de los Senadores conserva
y
dores, pero, no ya como reforma constitucional, sino simplemente

legal.
La idea de la descentralización administrativa ha sido propi
ciada por todos los partidos y por todos los candidatos a Senadores
y Diputados que, frecuentemente, hacen deesla aspiración una plata
forma política.
El
objetivo perseguido no se conseguiría con las agrupaciones
provinciales.
Para formular su indicación y a fin de que no se crea que lo guía
algún espíritu político o partidista, ha tomado como base un pro
yecto presentado por don Alberto Edwards a la Cámara de Dipu

tados, proyecto en el cual están estudiadas todas las zonas del país
y la división que convendría adoptar. Propondría que esta división
territorial fuera incorporada a la Constitución a fin de dificultar
posibles modificaciones.
El señor Secretario da lectura a la indicación del señor Zañartu
que está concebida así :
Se insertarían en la parte correspondiente de la Constitución
los siguientes artículos:
«Art. El territorio de la República se dividirá en provin
...

cias,las provincias en departamentos y los departamentos en cir


cunscripciones comunales.
Las provincias serán nueve, cuyos límites, denominaciones y
capitales fijará la ley.
-
167 -

De las provincias

Art. El
gobierno y administración interior de cada pro
...

vincia será ejercida por un Intendente y una Asamblea Provincial.


Art. El Intendente será nombrado y promovido a volun
...

tad por el Presidente de la República. El período de sus funciones


durará tres años y podrá ser reelegido indefinidamente.
Art. . . . Son atribuciones del Intendente :
1." Promulgar las ordenanzas y resoluciones de la Asamblea
Provincial ;
2." Nombrar a los Gobernadores de la provincia en la forma
determinada en el art. ; . . .

3.° Nombrar y remover a su voluntad a los empleados de su

Secretaría ;
Vigilar los servicios nacionales y velar por la observancia
4.°
de la Constitución y de las leyes en todo el territorio "de la provincia ;
5." Presentar a la Asamblea Provincial los proyectos de orde
nanzas que juzgare adecuados al bienestar público;
6." Velar por la conservación del orden público en la provincia.
Art. El Intendente es agente inmediato del Presidente de
...

la República en todo lo referente al gobierno general del Estado.


Art. La Asamblea Provincial se compondrá de miembros
...

elegidos cada tres años en votación popular directa, en la forma


prescrita por la ley y en número que nopodrá exceder de treinta ni
bajar de quince.
Aet. . . . Para ser miembro de la Asamblea Provincial se re
quiere ciudadanía en ejercicio y ser natural de la provincia o avecin
dado en ella.
Art. Son atribuciones de la Asamblea Provincial:
. . .

1." Elegir su Presidente, su Secretario y demás empleados;


2." Determinar los límites de las poblaciones para los efectos
de la elección de la Municipalidad en las cabeceras de Departamento ;
3." Fijar el número y límite de las circunscripciones comunales
en que debe dividirse cada Departamento;
4." Aprobar y modificar los presupuestos de gastos y recursos
que deben presentar anualmente las Municipalidades;
5." Aprobar o reprobar las cuentas de inversión de las mismas;
6." Determinar la cuota que debe pagarse por los usos y servi
ciosmunicipales y comunales;
7.° Imponer contribuciones en la forma que determine la ley;
8." Aprobar la contratación de empréstitos acordados por al
guna Municipalidad o Junta Comunal;
9.° Autorizar la construcción de Ferrocarriles particulares, ex-

168 —

cepillando los internacionales, de puentes y caminos y la expropia


ción de los terrenos necesarios para la ejecución de estas obras, en
conformidad a la ley general sobre la materia;
10." Dictar ordenanzas de aplicación general en la provincia
sobre policía de seguridad, salubridad, comodidad, ornato y recreo,
beneficencia pública, y, en general, sobre todos los negocios que la
Constitución o la ley le encomiende;
11." Proponer al Gobierno Supremo o al Intendente de la pro
vincia las medidas administrativas conducentes al bien general de
la misma;
12." Dirigir al Congreso, por conducto del Intendente y del
Presidente de la República, las peticiones (¡ye tuviera por conve
niente, ya sea sobre objetos relativos al bien general del Estado o
al particular de la provincia, especialmente para establecer arbitrios
y ocurrir a los gastos extraordinarios que exigiesen las obras nuevas
de utilidad común de la provincia o de algún departamento o la
reparación de las antiguas.
Art. . Formal' las listas a que se refiere el art.
. . . . .

Art. Todo empréstito aprobado por la Asamblea Provin


. . .

cial deberá ser sometido a la ratificación del Senado.


Art. . Toda resolución u ordenanza dictada por la Asamblea
. .

Provincial deberá ser puesta en conocimiento del Intendente, quien


podrá suspender su ejecución si encontrare que es contraria a la
Constitución o a las leyes o que es perjudicial al interés de la pro
vincia, de algún departamento, o de alguna circunscripción comunal,
La resolución ordenanza rechazada u observada por el Inten
u

dente volverá tomada en consideración por la Asamblea Pro


a ser

vincial. Si ésta insiste en su primer acuerdo por el voto de los dos


tercios de sus miembros presentes en sesión a que concurren la ma
yoría absoluta de los miembros de que se eompone, el Intendente
remitirá los antecedentes a la Corte Suprema, cuando considere que

la resolución u ordenanza observada por él es contraria a la Consti


tución o a las leyes; pero si únicamente la considera contraria al
interés de la provincia, de algún departamento o de alguna circuns
cripción comunal, ordenará que sea promulgada y llevada a efecto
en la forma ordinaria.
Art. La Asamblea Provincial celebrará sesiones
... en la época
que determine la ley.

Del Departamento

Art. ... El gobierno y administración de cada departamento


reside en un Gobernador y una Municipalidad.
Art. ... El Gobernador será nombrado por el Intendente de

169 —

la provincia, eligiéndolo de
lista que le pasará la Municipalidad
una

y contendrá la tercera parte de los miembros de que ella se compone.


Art. ... El Gobernador durará tres años, y podrá ser reelegido
indefinidamente, siempre que figure en la lista a que se refiere el
artículo anterior.
Art. ... El Gobernador podrá ser removido por el Intendente
con aprobación de la Asamblea Provincial.

Art. ... El Gobernador será a la vez Alcalde y Presidente de


la Municipalidad y le corresponde el Gobierno superior en todos los
ramos de la administración.

Art. ... La Municipalidad se compondrá de no menos de nueve


y de no más de quince miembros elegidos directamente por el pueblo
en la forma
que determine la ley y por un período de tres años.
Art. .Para ser elegido Municipal se requiere:
. .

1." Ciudadanía en ejercicio;


2.° Un año de vecindad en el departamento.
Art. .
Corresponde a las Municipalidades en sus territorios:
. .

1." Cuidar de la policía de seguridad, salubridad, comodidad,


ornato y recreo;
2.° Promover la educación, la agricultura, la industria y el
comercio ;
3.° Cuidar de las Escuelas Primarias y demás establecimientos
de educación que se paguen con fondos municipales;
4.° Cuidar los hospitales, hospicios, casas de expósitos y demás
establecimientos de beneficencia sostenidos con sus fondos;
5.° Cuidar de la construcción y reparación de los caminos, cal
zadas, puentes y de todas las obras públicas de necesidad, utilidad
y ornato, y de la conservación de la vías fluviales ;
6." Administrar e invertir los caudales de propios y arbitrios,
conforme a las reglas que dictare la ley y a las resoluciones de la
Asamblea Provincial;
7." Proponer a la Asamblea Provincial las medidas administra
tivas conducentes al bien del Departamento;
8.° Formar las ordenanzas o reglamentos municipales sobre
todos los ramos que les estén confiados.
Art. El Gobernador podrá reclamar de toda resolución
...

u ordenanza de la Municipalidad que considere contraria a la Consti


tución oalas leyes o perjudique al Departamento. La Municipalidad

reconsiderará la resojución
u ordenanza objetada, y si insistiere en

ella con el voto de los dos tercios de sus miembros presentes a sesión
que concurra la mayoría absoluta de los Municipales de que se com
pone, el Gobernador remitirá los antecedentes a la Corte Suprema.
por conducto del Intendente de la provincia cuando la hubiere obje
tado por estimarla contraria a la Constitución o a las leyes. Cuando
-
170 —

sólo la hubiere estimado perjudicial al Departamento, ordenará su


promulgación y le dará cumplimiento, si la Municipalidad insistiere
en ella por la mayoría absoluta de los Municipales presentes a sesión

en que concurra la mayoría absoluta de los miembros de que se

compone.

De 1<¡x Circunscripciones Comunales

Art. ... En cada Circunscripción habrá una Junta Comunal,


compuesta de no menos de cinco y de no más de nueve miembros
elegidos en votación directa por el pueblo en la forma determinada
por la ley.
Estas Juntas durarán tres años.
Art. Las Juntas Comunales al constituirse, elegirán de
. . .

entre sus miembros un Alcalde, que será el jefe administrativo de la

Circunscripción, encargado de todos los servicios locales y durará


un año en el ejercicio de sus funciones, pudiendo ser reelegido.

El Alcalde podrá ser removido por el voto de los dos tercios


de los miembros presentes de la Junta.
Art. En todo lo referente- a la conservación del orden pú
...

blico y a la administración general del país, el Alcalde dependerá del


Gobernador del Departamento.
Art. ... La ley determinará las facultades de las .(untas Co
munales.
Art. . . . Todas las funciones exclusivamente municipales y
comunales son cargas concejiles de que nadie podrá excusarse sin
tener causa señalada por la ley.

Agréganse al capítulo de las «Disposiciones Generales» los siguientes


artículos

Art. Los Intendentes y Gobernadores podrán ser acusados


. . .

por los particulares que se consideren perjudicados por sus actos.


Conocerá de esta acusación la Corte de Apelaciones de la provincia,
con apelación ante la Corte Suprema en la forma determinada por
la ley.
En de no darse lugar a la acusación, el Intendente o Gober
caso

nador acusado tendrá acción civil y criminal contra el acusador.


Aut. Toda cuestión que se suscite entre los agentes del Po
der Ejecutivo y los agentes del Poder Provincial, departamental o
comunal y toda controversia entre éstos y los representantes del
Poder Judicial será resuelta por la Corte Suprema.

171 —

En la parle correspondiente a la elección del Senado

Art. El Senado se compondrá de miembros elegidos en vo


...

tación directa por provincias, correspondiendo a cada una elegir


cuatro Senadores.
Art. . . . Los Senadores permanecerán en el ejercicio de sus

funciones por seis años, pudiendo ser reelegidos indefinidamente.


Art. . . . Los Senadores se renovarán cada tres años por mitad.

Y entre los artículos transitorios

Art. . . Mientras se dicta la ley que fija los límites, denomi


.

naciones y capitales de las provincias, el territorio de la República


se dividirá en la forma siguiente :

Provincia de Antofagasta, capital Iquiquc, que comprenderá


los departamentos de Tacna, Arica, Pisagua, Iquique, ElLoa, Toco-
pilla, Antofagasta y Taltal.
Provincia de Atacama, capital La Serena, que comprenderá los
departamentos de Chañaral, Copiapó, Freirina, Vallenar, La Serena,
Coquimbo, Elqui, Ovalle, Combarbalá e Illapel.
Provincia de Aconcagua, capital Valparaíso, que comprenderá
los departamentos de Petorca, Ligua, San Felipe, Los Andes, Qui-
llota, Limache, Valparaíso y Casablanca.
Provincia de Santiago, capital Santiago, que comprenderá los
departamentos de Santiago, Victoria, Melipilla, Rancagua, Maipo,
Cachapoal, Caupolicán, San Fernando y Santa Cruz.
Provincia de Talca, capital Talca, que comprenderá los depar-

tamentos de Curicó, Vichuquén, Luntué, Talca, Curepto, Constitu
ción, Loncomilla y Linares.
Provincia de Maule, capital Chillan, que comprenderá los de
partamentos de Parral, Cauquenes, Chanco, Itata, San Carlos, Chi
llan, Bulnes y Yungay.
Provincia de Bío-Bío, capital Concepción, que comprenderá los
departamentos de Coelemu, Puchacay, Talcahuano, Concepción.
Rere, Lautaro, Arauco, Lebu, La Laja, Nacimiento y Mulchén.
Provincia de Arauco, capital Temuco, que comprenderá los de
partamentos de Cañete, Angol, Traiguén, Collipulli, Mariluán, Llai-
ma, Temuco, Imperial y Villarrica.
Provincia de Chiloé, capital Valdivia, que comprenderá los de
partamentos de Valdivia, La Unión, Osorno, Llanquihue, Carel-
mapu, Ancud, Quinchao y Castro.»
S. E. manifiesta que le asalta el temor de que la sola enuncia-

172 —

ción de la idea insinuada por el señor Zañartu, levante en el país una


protesta formidable.
El señor Zañartu (don Héctor) dice que lo eme él persigue con
su indicación, es que se adopte un procedimiento que nos lleve a la

descentralización, porque manteniendo la actual división territorial


jamás llegaremos a ese ideal.
S. E. recuerda que una distribución territorial análoga fué la
que trajo al suelo la Constitución Federal de 1826, y dio origen a la
revolución que culminó en Lircay; y observa que la tendencia en el
país es, precisamente, la opuesta, o sea, la creación de otras provin
cias, además de las ya existentes.
A su juicio, la descentralización debe hacerse de manera muy
distinta de la que propone el señor Zañartu. Se podría, por ejemplo,
adoptar el sistema italiano, es decir, darles a los Intendentes de
provincias la facultad de intervenir en todos los servicios públicos
que funcionan dentro de su jurisdicción y, al mismo tiempo, crear
las Asambleas Provinciales de elección popular que fiscalicen en for
ma efectiva todos los servicios de la provincia.
los Intendentes esa facultad sin perjuicio de que
S. E. daría a

comunicaran las órdenes que impartieran a las Direcciones Generales


con sede en Santiago.

El señor Vidal Garcés (don Francisco) piensa que con el sis


tema propuesto por el señor Zañartu, las provincias recibirían, en

muchos casos, perjuicios en vez de beneficios.


En el proyecto ve, por ejemplo, que la provincia de Santiago
llega hasta Santa Cruz y, seguramente, esa localidad remota en la
nueva organización, no recibiría los favores oficiales de que disfruta
ría Santiago,
El señor Zañartu (don Héctor) dice que no se puede dar cuen
ta de la importancia que tienen las provincias; no ve qué razón de
existir tienen, ni cuál es el papel que representan en nuestro orga
nismo constitucional.
¿Qué cosa es actualmente el Intendente de una provincia? Nada
más que un Gobernador de departamento con mayor sueldo, y un
buzón por el cual pasan las comunicaciones de las otras autoridades
al Gobierno central.
Por lo demás, él es muy partidario de la creación de las Asam
bleas Provinciales, dándoles a estos organismos bastantes atribu
ciones, tanto más si se considera que se está elaborando una Cons
titución que otorga facultades enormes al Presidente de la Repú
blica, a tal extremo que si no se establece la descentralización y el
estatuto administrativo, el Jefe del Estado se convertirá en un fun
cionario omnipotente.
Empeñados en corregir los males del parlamentarismo, que había

173 -

llegado constituirse en una verdadera dictadura, podríamos caer


a

en un mal mayor; la dictadura de un hombre


que traería más tarde
tal vez una reacción tanto o más fuerte que la del año pasado.
Cree que adoptando la división territorial que ha indicado se
daría verdadera importancia a los Intendentes de provincias y de
un modo mucho más sencillo
y efectivo que con la creación de las
numerosas Asambleas Provinciales de
que se ha hablado. Hay nece
sidad de robustecer estos organismos provinciales para evitar que
se pueda creer que con tomarse la
Moneda, ya se tiene el dominio
del país.
El señor Barros Borgoño (don Luis) expresa que de lo que
toca ocuparse es de la representación parlamentaria, no de la divi
sión de la República. Cree, sin embargo, que hacer desaparecer las
actuales provincias sería inconveniente. Recuerda que en otros tiem
pos no existían sino tres grandes provincias: las de Coquimbo, San
tiago y Concepción y durante mucho tiempo fué imposible modi
ficarsus límites, porque cada una era muy celosa de sus derechos,

aunque ya entonces se objetaba que Santiago centralizaba todos


los servicios. Las mismas dificultades se presentarían boy día, por
que en cada provincia hay intereses radicados y gran amor propio.
¿Se podría pensar en hacer desaparecer la provincia de Talca? ¡Im
posible! Y así las demás. A medida que el número de provincias ha
aumentado, hemos ido disminuyendo la autoridad de los Intenden
tes, porque se han creado y radicado en la capital las Direcciones
Generales de los servicios de Correos, de Educación Primaria, etc.
Lo que habría que hacer entonces, es simplemente devolver a los In
tendentes su antigua influencia en la provincia, descentralizando los
servicios, a fin de que no sea necesario ocurrir a Santiago, hasta para
una licencia. No cree posible pensar en suprimir las provincias. Si
ello se pretendiera
se producirían movimientos contrarios a esta
idea antipática la opinión.
a

El señor Amunátegui (don Domingo) no considera mala la idea


de las Asambleas Provinciales, pero no para cada provincia sino pa
ra agrupaciones de provincias, tal como las agrupaciones que pre

pone S. E. para la elección de Senadores.


El señor Guerra (don J. Guillermo) encuentra atendibles las ob
servaciones del señor Zañartu en cuanto a que la actual división en
provincias no corresponde a ninguna necesidad definida, ya que
casi no se diferencian de los departamentos, inconveniente que se

podría salvar de dos maneras: o volviendo a dar a los Intendentes


sus antiguas facultades, como lo propone S. E., es decir, haciendo

de esos funcionarios presidentes chicos, subordinados al Presidente


de la República, o suprimiendo las provincias y dejando sólo los
departamentos, como se hizo en Francia después del régimen mo
nárquico. Prefiere, sin embargo, la primera solución.

174 —

En cuanto la idea de consultar en la Constitución el nombre


a

y los límites de las provincias, no la encuentra aceptable.


El señor Zañartu (don Héctor) le observa que él ha propuesto
consultarlo en la Constitución, pero en forma de artículo transito

rio, mientrasse dicta la ley.

El señor Guerra (don J. Guillermo) dice que la insinuación del


señor Zañartu significaría darle existencia constitucional a esas
provincias, como las ocho provincias, con cierto carácter autóno
mo, que consultaba la Constitución del año 28. Esto sería encami
narnos hacia el principio federal, cuando hay razones de configura

ción geográfica, históricas, sociales y económicas que manifiestan que


el principio de la unidad política es más conveniente para el país.
La determinación de las provincias y de los departamentos, es
un
rodaje administrativo que debe quedar entregado a la ley.
S. E. manifiesta que a él no le agrada para Chile el principio
del federalismo, porque la organización de los países se establece
por las costumbres, la tradición y la historia y no puede ni debe ser
alterada por obra de la ley. Las actuales provincias han ido naciendo
y desarrollándose solas. De las tres provincias del Chile antiguo, se
han desprendido todas las demás, convirtiéndose las subdelegaciones
en departamentos y éstos en provincias. Si tal ha sido la génesis, el
desarrollo natural del país, no podría cambiarse la organización y
división actual, sin peligro de trastornos más o menos graves. De
jaría como células orgánicas a las provincias que existen hoy, yendo
-í íi la descentralización más absoluta posible a fin de robustecer la
vida local y regional.
Respecto a lo expresado por el señor Zañartu, en el sentido de
que se le están dando al Presidente de la República muchas atribu
ciones, cree que deben dictarse las medidas necesarias para dejar a
este Magistrado dentro de la esfera que le corresponde; el escalafón
administrativo y todas las medidas que tiendan a la descentraliza
ción concurrirían a este fin.
El señor Hidalgo (don Manuel) piensa que debería crearse
también un Tribunal Administrativo, ante el cual pudiera reclamar
se de los abusos que se cometen en la descentralización de los ser
vicios públicos.
El señor Zañartu (ion Elector) dice que sólo hay discrepan
cia en la manera de llevar a cabo la descentralización y que es na
tural que en caso de que se realizara lo último que ha manifestado
S. E., desaparecerían los inconvenientes a que se ha referido. Pero
mantiene su opinión en el sentido de que la única forma de llegar

en realidad, a la descentralización administrativa es la de estable


cer grandes provincias. Con la organización actual no va a ser po
sible.

175 -

No cree que la división territorial que propone puede encami


narnos .al federalismo, porque además de que se da a la autoridad

central una regular suma de poder, el sentimiento del régimen uni


tario está muy arraigado en el país.
S. E. manifiesta que no teme tampoco que pueda llegarse al
federalismo, pero sí a la protesta que levantarían en el país los inte
reses creados alrededor de las provincias, porque esta nueva división
iría contra la tradición, contra la génesis y desarrollo natural de
nuestra organización administrativa y
política.
Esta nueva división
correspondería a nuestro ambiente.
no

El señor Zañartu (don


Héctor) piensa que las provincias se
rían bastante conscientes para comprender los enormes beneficios
que obtendrían sólo a trueque de abandonar una denominación
que, en realidad, nada significa.

S. E. dice que él se imagina el dolor que experimentaría, por


ejemplo, Copiapó, que es como un rico empobrecido que vive de sus

tradiciones, del recuerdo de su pasado opulento, si dejara de ser la


capital de Atacama.
El señor Zañartu (don Héctor) manifiesta que los Departa
mentos quedan con las mismas capitales y en las mismas condicio
nes que actualmente. Lo único que se va a hacer es aumentar la im
portancia de cada zona dándole mayor autonomía y mayor ingeren

cia en su
propia administración. No se le va a quitar nada a nin
guna provincia. Por el contrario, se va a aumentar la influencia de
cada una de ellas.

No les encuentra fuerza a los argumentos que se han hecho en

contra de su indicación.

El señor Edwards Matte (don Guillermo) cree que puede


llegarse a hacer la descentralización en forma efectiva por medio
del procedimiento que ya se ha insinuado en términos generales y
que consistiría en dar a los Intendentes la fiscalización de todos los
servicios públicos en la parte en que no se necesite ser muy técnico.
Por ejemplo, la fiscalización del servicio de Registro Civil de
pende hoy de dos Inspecciones. Es imposible que estos dos inspec
tores puedan visitar oportunamente todas las Oficinas del Registro
Civil que hay en el país. Es, pues, indispensable, que hagan esta
vigilancia los Gobernadores e Intendentes.
Esto traería como consecuencia, además de una mayor y más
eficiente organización en los servicios públicos de las provincias por
su descentralización, una considerable economía en los gastos públi

cos, porque los mismos funcionarios mencionados podrían fiscalizar


los sin necesidad de la existencia de tanto visitador especial.
El señor Maza (don José). Ministro de Justicia, manifiesta que
por insinuación de S, E., va a explicar cómo se contempla en las re-

176 —

formas propuestas el mecanismo de la descentralización adminis


trativa .

La centralización administrativa obedece a múltiples razones y


complicadas causas.
El espíritu que ha guiado a S. E. en las reformas que ha pro
puesto es, primero, fomentar el espíritu de unidad política en el país
y, segundo, conseguir la descentralización.
Obedeciendo a esto último se consigna en lo referente a las atri
buciones que da la Constitución al Presidente de la República «que
el Presidente hará la designación de los funcionarios que indique
la ley».
Las licencias, algunos pagos y ciertos nombramientos, a que se
refería hace poco un miembro de la Comisión, serán decretados por
otras autoridades.
Aquí hay, pues, una
parte de la autoridad y atribuciones del
Presidente de la República que éste comparte con los distintos orga
nismos que va a establecer la ley.
Otro punto es el que se refiere a los servicios públicos, que se
dividen en zonas. *De modo que dentro de cada zona van a tener
una fiscalización especial que no dependerá del poder central.
Además, se atiende a la descentralización de los departamentos
y provincias, fundándose en cada departamento o en cada provincia
ciertas asambleas de elección popular que tendrán las atribuciones
que se determinen.
De manera que éstas serían tres instituciones importantes que
tenderían a la descentralización.
El señor Silva Cortés (don Rumualdo) manifiesta que ha pen
sado en que hay necesidad de procurar que ciertos fondos propios
de cada localidad, de cada provincia, se inviertan en obras de be
neficio para ella.
Esta ha sido una justa aspiración, materia de proyectos presen
tados en administraciones anteriores, desde los tiempos del Presi
dente Balmaceda.
S. E. expresa que las leyes que rigen la administración italiana,
son admirables, en el sentido de conciliar estos dos conceptos: el de

la unidad política y el de la descentralización administrativa, para


llegar a establecer en el hecho la vida provincial. Cree que no hay
ningún país del mundo en cuya legislación esté mejor consultado
este doble concepto; porque allá cada provincia, en cierto orden de
cosas, es un país separado que guarda con respeto el culto de sus
tradiciones y de las condiciones que lo caracterizan.
Por ejemplo, Toscana y Lombardía, son regiones que tienen vida
propia, sociedad y modalidades distintas a los demás de Italia; y
dentro de esta regionalidad mantienen, sin embargo, vivo e intenso

177 —

el sentimiento de la unidad general. En el Piamonte, en Sicilia, en


Ñapóles, y en todas las provincias italianas ocurre lo mismo. Cada
una de ellas tiene personalidad
característica, pero conservando la
unidad indisoluble del país.
Esto es lo que ha tratado de buscar en las reformas propuestas.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) manifiesta que en
Alemania ocurre lo mismo que en Italia._
Está de acuerdo en. que circunstancias especiales, tradiciones,
historia, etc., han hecho que se conserven intangibles estas divisio
nes territoriales, pero estima que para mantener el anhelo de la pro

pia unidad es conveniente que se tome en cuenta la cuestión relativa


a la inversión de los recursos de cada
localidad, a fin de que puedan
aprovecharse en beneficio de la localidad misma.
S. E. expresa que estima conveniente dar facultades efectivas
a los Intendentes
respecto a todos los servicios que se desarrollen
en las provincias de su
jurisdicción, sin perjuicio de que éstos den
cuenta de su actuación, y traten de armonizar sus facultades con los
organismos técnicos y las Direcciones Centrales respectivas. Las
Asambleas Provinciales deben compartir al mismo tiempo estas atri
buciones de fiscalización con el Intendente, de manera que si se está
haciendo un puente, por ejemplo, el contratista esté sometido a las
vijilancia del Intendente y de la Asamblea Local, aparte de las atri
buciones de la Dirección de Obras Públicas. La fiscalización del
poder local será seguramente mucho más eficaz que la del poder
central.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) ruega a S. E. que to
me en consideración la proposición del señor Zañartu y el proyecto

de los Senadores conservadores.


Agrega que en Francia existen los Consejos Generales, de los
cuales forman parte hasta Senadores y Diputados.
S. E. manifiesta que en Italia existe el Prefecto; a su lado está
el Consejo del Prefecto, que es una especie de Ministerio de este
funcionario; y al mismo tiempo existe la Asamblea Provincial, que
desempeña funciones análogas a las de nuestro Congreso. Por últi
mo, existe el Síndico con su Municipalidad.
Por lo demás, la cuestión que se debate es la forma de elección
del Senado, y el señor Zañartu se refiere a la división administrativa
del territorio de la República.
El señor Guerra (don J. Guillermo) pregunta si al hacer esta
agrupación de provincias para que cada una elija cuatro Senadores,
se ha consultado además de las condiciones peculiares de ellas, el

elemento «población».
S. E. dice que eso se deja a la ley. Agrega que él había pensado

proponer una indicación relativa al punto en debate para que el

(Artas 12)

178 —

Senado fuera elegido por votación directa por toda la República y


que después llegó a la fórmula que ha propuesto para que el Senado
tenga la representación territorial de la Nación.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) encuentra que hay
desproporciones muy grandes en esta representación.
S. E. dice que con lo propuesto, él ha procurado que hayan
Senadores nacionales, más que provinciales, para que representen
más el interés general que el local, que está salvaguardiado por los
miembros de la Cámara de Diputados.
El señor Guerra (don J. Guillermo) ve un serio peligro en su
primir el elemento «población» en esta materia; pero le agrada la
idea de volver a los Senadores el carácter nacional que les dio la

Constitución de 1833.
S. E. considera que eso lo tomará en cuenta la ley al hacer las
agrupaciones de provincias. Aquí se estampa el concepto básico
fundamental; decimos que se hagan agrupaciones provinciales y
fijamos sólo las normas generales.
El señor Guerra (don J. Guillermo) supone que la primera agru
pación se forme con las provincias de Tacna, Tarapacá y Antofagas
ta. Tacna es agrícola, Tarapacá y Antofagasta son salitreras y mi
neras. Hay una diversidad muy grande de actividades entre la una

y las otras. Insiste, además,en que debe tomarse en cuenta el fac

tor población, para evitar que unas agrupaciones tengan muy po


cos habitantes con respecto a otras y, sin embargo, elijan la misma

representación numérica.
S. E. quiere que los Senadores representen a la región, al país.
El factor población está contemplado en la Cámara de Diputados.
El señor Guerra (don J. Guillermo) diee que en la elección del
Senado debemos acercarnos a la población lo más posible.
S. E. manifiesta que eso lo determinará la ley al formar las
agrupaciones. Quiere hacer de los Senadores altos funcionarios na
cionales.
El señor Guerra (don J. Guillermo) cree que tal cosa se concibe
perfectamente en el régimen federal.
En Argentina, por ejemplo, Rioja, con ochenta mil habitantes,
y Buenos Aires, con dos y medio millones, tienen cada una dos Se
nadores. En Estados Unidos, Nueva York, con catorce millones,
tiene dos Senadores, y otro Estado nuevo con doscientos mil habi
tantes, también tiene dos Senadores.
Eso es federalismo y no corresponde a las necesidades de nues

tro país.
S. E. dice que la indicación que propone es el resultado de una

transacción, porque su opinión personal era que los Senadores fue


ran elegidos en el país, en colegio único.
-
179 —

El señor Guerra (don J. Guillermo)


agrega que si así se hiciera,
por su parte
no
tendría_nada que agregar, puesto que así lo esta
bleció, mucho acierto, la Constitución de 1833.
con

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, manifiesta que


la elección en colegio único tendría un grave inconveniente. La pro
vincia de Santiago tiene seiscientos ochenta mil habitantes, y si se
eligieran cuarenta Senadores para todo el país, Santiago por sí solo
sacaría gran parte de los Senadores, y en cambio otras provincias de
escasa población no tendrían mayor influencia en la elección.

Por eso S. E. ha propuesto esta transacción que divide al país


en diez grandes zonas, según sus características: la zona minera, la

zona agrícola, etc.


El señor Hidalgo (don Manuel) dice que estas agrupaciones
provinciales eliminarían a los partidos pequeños.

S. E. dice que con el voto repartidor no hay ese peligro, porque


los partidos de escasas fuerzas sacan los Senadores que corresponden
a ellas.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) estima que desde
luego, ésta es una forma más aceptable de consultar la opinión de
los intereses económicos que la representación gremial, de que tanto
se ha hablado y que no constituye un adelanto político. Ellos po

drían hacerse oir así en el Senado por medio de representantes re


gionales de las distintas zonas; y si a esta Cámara se le va a dejar
como una Corporación exclusivamente revisora, no habría inconve

niente en que por su intermedio se consultara a los representantes de


las diversas zonas antes de terminarse la tramitación de las leyes,
El señor Vidal Garcés (don Francisco) más aceptable que la
fijación de cuatro Senadores por agrupación provincial, le parece de
terminar la cuota de Senadores en relación con el número de Di
putados, pues no desearía que se modificara sustancialmente el
régimen actual. Cree, además, que es una garantía de orden para
el país que el Senado conserve ciertas facultades, no dejándolo co
mo simple Cámara Revisora.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) tiene la misma opi
nión que el señor Vidal Garcés y expresa que ambas Cámaras deben
ser co legisladoras.
S. E. manifiesta que se ha buscado una manera de salvar las
dificultades anotadas, que consistiría en dar al Senado la facultad
de proponer las leyes a la Cámara de Diputados. Por ejemplo, que
diez Senadores pudieran enviar un mensaje a la otra Cámara propo
niendo algún proyecto de ley, tal como el Presidente puede enviar
mensajes en igual sentido. Lo único que no tendría el Senado sería
la iniciativa para dictar leyes, tal como la tiene la Cámara de Di
putados.

180 —

El señor Cárdenas salva su opinión tomando


(don Nolasco)
en imposibilidad de apreciar la trascendencia de la refor
cuenta la
ma por S. E. en cuanto a la fijación de cierto número
propuesta
de Senadores para ser elegidos por agrupaciones provinciales. El se
inclinaa que se mantenga el sistema actual.

El señor Hidalgo (don Manuel) adhiere a este sentir y tam


bién salva su opinión; como igualmente el señor Zañartu.
Se dio por aprobada la forma de elección del Senado, propuesta
por S. E.
S. E. agrega que su propósito es hacer del Senado un organismo

técnico y eficiente, y que al efecto propone que también formen parte


de él representantes de algunas actividades nacionales, creando los
Senadores por derecho propio. El siguiente artículo traduce este
propósito :
<Art. . . Formarán también parte del Senado los funcionarios
y ex-funcionarios públicos y los delegados de las funciones sociales
que determine la ley. Su número no puede ser superior a la tercera
parte de los Senadores de elección.»
De acuerdo con estas ideas, el Ejército tendría su representante
propio, y lo tendrían también la Marina, la Sociedad Nacional de
Agricultura, la Asociación del Salitre, las Federaciones Obreras, etc.
Es una fórmula mixta que nos acerca a la representación funcional.
El señor Guerra (don J. Guillermo) estima que es muy con
veniente que hombres de preparación reconocida y especializados
en ciertas materias formen parte del Congreso, pero, por el sistema
propuesto para su elección, tiene el temor de que resulte análogo al
Consejo de Estado, que ha dado malos resultados solamente debido
a su atribución de formar las ternas judiciales y que en tal caso val

dría la pena mantenerlo quitándole esa atribución y dándole al Con


sejo de Estado esos funcionarios propuestos para el Senado.
S. E. observa que desde hace treinta años el país tiene conde
nado al Consejo de Estado a desaparecer.
El señor Hidalgo (don Manuel) expresa que debe irse al siste
ma de Cámaras funcionales en que tengan representación efectiva
los intereses económicos. Son estos intereses los que hoy tienen im
portancia capital, con preponderancia aun sobre el concepto de pa
triotismo, como se ve en Francia, por ejemplo, en el caso de los
productos químicos y anilinas alemanas; aparentemente, hay allí una
cuestión de patriotismo, pero, en el fondo, no son sino los intereses
económicos los que están de por medio.
No se puede negar que la cuestión económica es la que rige la
organización de los pueblos, y que ella es hoy, en realidad, la direc
tiva de la humanidad.
No acepta la proposición de S. E.

181 —

Aceptaría que el Senado tuviera el carácter de Cámara funcional;


con representantes de la Sociedad de Agricultura, del comercio, de
los obreros, etc.; que personas técnicas formaran el Senado, porque
podrían atender las necesidades de la República en forma más efi
ciente; pero, cree que si se quiere ir a la Cámara funcional, ya que
hay una Cámara política, la de Diputados, no se necesita de una
cantidad de funcionarios que perturbarán la marcha de la Repú
blica y que se podría ira la formación de un cuerpo consultivo, tanto

o más eficiente que la Cámara política, siempre que los Senadores


fueran elegidos en elección popular, no en esta forma, en que no se
determina bien quiénes elegirían estos Senadores.
S. E. manifiesta que sería la ley la que determinaría la forma
de elección. Aquí sólo se consagra la institución de esta clase de
Senadores.
El señor Cárdenas (don Nolasco) dice que a pesar de que en
principio noes contrario a esta idea, vacila por el temor de los re

sultados que en la práctica puede traer.

Como dijo el señor Hidalgo, todas las cuestiones fundamentales


de un país giran alrededor de los intereses económicos y es de temer
que dándole al Presidente de la República la facultad de nombrar
a estos Senadores, sin base popular, se corre el peligro de que se

transformen mañana en un grupo que no contemple debidamente


los intereses y aspiraciones de la clase popular.
S. E. advierte que no es el Presidente de la República sino la
ley la que determinará las calidades requeridas y la forma de la
elección.
El señor Cárdenas (don Nolasco) dice que si se estableciera
que esos Senadores fueran elegidos por los mismos elementos que
van a representar, la cosa sería menos peligrosa. Le encuentra a

esta ciertos resabios monárquicos, observación que no


disposición
hace extensiva S. E., por supuesto, en quien reconoce los más
a

elevados propósitos de reformar la Carta Fundamental, de modo


que responda a la mejor satisfacción de las necesidades públicas y
a la más discreta y conveniente organización del país; pero en esta
forma no estima aceptable esta modificación.
El señor Hidalgo (don Manuel) no haría cuestión de cualquier
forma de elección siempre que ella se entregara a los organismos o
elementos que estos Senadores van a representar.
Insiste en que la cuestión económica es predominante y da como
prueba la larga discusión habida aquí sobre el concepto de propiedad.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, manifiesta que
cuando S. E. redactaba la disposición que ha propuesto, él le advirtió
que sería combatida por demasiado avanzada, pero nunca pudo pa
sar por su mente la idea de que los representantes demócratas pu-

182 —

dieran decir que esta disposición tenía resabios monárquicos. Al


guna base podría tener esta observación si el Presidente de la Re
pública tuviera la facultad de designar cierto número de esos Sena
dores; pero no hay tal, lo único que se persigue es que funcionarios
o ex-funcionarios, en razón de los cargos que desempeñan o han de

sempeñado, en razón de su especial preparación, vayan a ilustrar


los debates de ese alto cuerpo, que estará alejado de las luchas po
líticas.
También irían al Senado, representantes de ciertas funciones
sociales, un miembro de la Sociedad de Agricultura, un representante
del Ejército, un representante de los obreros, etc.
El señor Cárdenas (don Nolasco) dice que desearía conocer la
opinión del señor Maza respecto a quiénes cree que van a elegir a es
tas personas.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, manifiesta que,
como ha dicho S. E., eso quedará entregado a lo que disponga
la ley.
Puede decir sí que se elegirían a personas que hayan ejercido
altos cargos en la Administración y que ilustrarán al Senado acerca
de los servicios que han estado a su cargo : un Rector de la Univer
sidad, un Inspector General del Ejército, un Director de la Arma

da, Por ejemplo, un ex-Prcsidente de la República que ha diri


etc.
gido la marcha de la Administración durante cinco años, que conoce
a fondo los negocios del Estado, el funcionamiento de los organismos

administrativos, políticos y financieros y de todo orden, sería una


opinión digna de ser oída por el Senado.
La ley determinaría las funciones que estarían representadas y
cada representante tendría que ser elegido por los elementos de la fun
ción correspondiente. La ley diría por ejemplo: «La Sociedad de
Agricultura elegirá en tal o cual forma la persona que represente en
el Senado las actividades agrícolas del país; otro representante ele
gido por el comercio representará sus intereses; los obreros tendrán
un representante designado por tales asociaciones especiales de
obreros, etc.»
El señor Zañartu (don Héctor) reitera que él ha manifestado
que no es de
partidario esa reforma.
Y explica que el señor Cárdenas haya tildado esta reforma
se

de carácter monárquico, porque hasta ahora no tiene noticias de


que ninguna República haya adoptado este sistema.
S. E. dice que está adoptado por Hungría que tiene la más mo
derna Constitución del mundo. *

El señor Zañartu (don Héctor) cree que una corporación


como el Senado que tiene parte en la dictación de las leyes, que pue
de aceptarlas o rechazarlas, debe representar como la Cámara de Di
putados, la soberanía del pueblo.

181 -

El señor Maza (don José), Ministro de


Justicia, de la Nación.
El señor Zañartu (don Héctor) todavía encuentra a este siste
ma el inconveniente de
que estos funcionarios públicos que formen
parte del Senado y que estarán más o menos ligados al Poder Eje
cutivo, darán una influencia muy grande al Presidente de la Repú
blica en las resoluciones de esa Cámara.
Además, los
organismos que van a nombrar a estos Senadores
van a tener doblerepresentación, porque los agricultores, por ejem
plo, en cuanto simples ciudadanos van a elegir a sus representantes,
a

y, en seguida, elegirán otros Senadores por el hecho de ser agricul


tores. Lo mismo pasará con el Ejército, la Marina, la Minería, la
enseñanza, etc.
Por último, estos funcionarios no tendrán, en realidad, ninguna
representación nacional.
En virtud de estas consideraciones ha salvado su opinión.
El señor Guerra (don J. Guillermo) hace notar que en los países
en donde los Senadores representan no precisamente al elemento
población, sino a las provincias, se ha producido una evolución en
el sentido de ir a la elección popular, reformando las
respectivas
Constituciones.
Entre nosotros se pretende hacer, justamente, lo contrario.
¿Qué razón hay para cambiar una tradición de cien años de vida
republicana?
En realidad, no se atreve a aceptar una reforma de esta natu
raleza y por eso silva su opinión.

El señor Hidalgo (don Manuel) dice que el único inconvenien


te que ve a la indicación de S. E., después de las
explicaciones que
ha oído, es que habla de determinados funcionarios para que for
men parte del Senado, porque lo que a él le interesa es la función que
desempeña el individuo y no el individuo mismo.
Por eso acepta que el Senado tenga un carácter funcional, pero
descartando _a los funcionarios que pueden formar parte de esta
Cámara por derecho propio.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) es partidario de que
al establecer la formación de los Poderes Públicos por la Consti
tución, no se deje a disposición de la ley la cuestión de los funcio
narios que forman parte del Senado, porque se trata de establecer el
más alto Poder Público, como es el Legislativo. De modo que si a
los Senadores elegidos por el pueblo se desea agregar algunos fun
cionarios o ex-funcionarios públicos, que lleven a esa Cámara el
contingente de su experiencia y de su saber, deben ser taxativa
mente determinados en la Constitución.
El señor Montenegro (don Pedro N.) es partidario también
del sistema de elección popular de los miembros del Senado.

184 -

S. E. dice que parece que no en el seno de


encuentra ambiente
la Subcomisión la indicación que ha formulado y que no tenía otro
objeto que llevar la competencia técnica al Senado.
En esta virtud, retira su indicación.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) dice que comprenden
muy bien los miembros de la Subcomisión que S. E. ha querido
crear un Senado que considera lo mejor.

S. E. quiere que quede especial constancia de que retira su in


dicación porque no ha encontrado ambiente en la Comisión.
Pone en discusión el art. 23 que dice así: "Los Senadores perma
necerán en el ejercicio de sus funciones por seis años, pudiendo ser
reelegidos indefinidamente».
Tácitamente se dio por aprobado el artículo.
S. E. pone, en seguida, en discusión el art. 25, que propone se
consulte en la siguiente forma: (Si un Senador muere o deja de per
tenecer al Senado por cualquier causa antes del último año de su
mandato, se procederá a su reemplazo en la forma que determine la
ley de elecciones, por el término que falte de su período»,
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa, que en
el artículo siguiente se propondrá que rijan también para el Senado
los artículos que se refieren a la Cámara de Diputados.
Pasando al art. 26, S. E. propone la siguiente redacción:
«Para ser elegido Senador se necesita: 1." tener los requisitos
para inscribirse como ciudadano activo con derecho de sufragio;

2.° treinta y cinco años cumplidos; 3.° no haber sido condenado

jamás a pena aflictiva.


«Lo dispuesto en los arts. 21 a 21 c) respecto de los Diputados,
comprende también a los Senadores.»
El señor Vidal Garcés (don Francisco) insinúa la convenien
cia que se extienda también a la Cámara de Diputados el requisi
to de que. para ser elegido, se necesite no haber sido jamás conde
nado por delito.
El señor Zañartu (don Héctor) expone que le parece excesiva
esta inhabilidad para el caso de que los parlamentarios intervengan
en duelos. Hasta ahora se necesitaba en tales casos la condenación de

la justicia, pero los procesos no podían sustanciarse por cuanto las


Cámaras respectivas casi nunca concedían el desafuero necesario, de
modo que nunca había inhabilidad.
El señor Barros Borgoño (don Luis) observa que la Consti
tución del 33 usó la palabra «delito», pretendiendo significar cri
men, de modo que cabría hacer esta rectificación. Porque la pala
bra «delito» envuelve el crimen, el simple delito y la falta.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) cree que conviene
mantener la inhabilidad de que se trata, pero esclareciendo más el

185 —

concepto y estableciendo que no


podrán ser congresales los que ha
yan sido condenados por delito que merezca pena corporal o aflic
tiva.
El señor Hidalgo (don Manuel) manifiesta que tal disposi
ción serviría para incapacitar a mucha gente modesta que es perse
guida por supuestos delitos sociales.
S. E. observa que nadie ha sido condenado por tal causa, y que
lo único que se ha hecho es formar proceso por acusaciones de ese

carácter. Agrega que decir «crimen o delito que merezca pena aflic
tiva» importa una disposición prohibitiva, que, como tal, hay que
entenderla, dentro de la ley, en sentido restringido; y que por este
motivo conviene usar ambas palabras en el texto constitucional.
Otra redacción, tal vez mejor, sería decir: «no haber sido condenado
jamás a pena aflictiva1, que lo comprende todo.
S. E. propone, en seguida, la siguiente indicación: «El art. 21
comprende también a los Senadores». El art. 21 es el que se refiere
a los que caucionan contratos con el Estado, a los abogados, etc.

S. E. anuncia que en la sesión próxima se tratará de los siguien


tes títulos: «Atribuciones del Congreso, y especiales de cada Cámara'
y «De la formación de las leyes».
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torreblanca,
DÉCIMAQUINTA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE
REFORMAS CONSTITUCIONALES

2 DE JUNIO DE 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño, No-
lasco Cárdenas, Guillermo Edwards Matte, J. Guillermo Guerra, Jo
sé Maza, Ministro de Justicia, Romualdo Silva Cortés, Héctor Za
ñartu, y del Subsecretario del Interior, don Edecio Torreblanca,
que actuó como Secretario; se abrió la sesión a las 3J^ P. M.
Excusó su inasistencia el señor don Ramón Briones Luco.
Leída el acta de la sesión anterior, se dio por aprobada.
En seguida, S. E. da lectura al artículo 27 de la Constitución
modificado en la siguiente forma:
«Son atribuciones exclusivas del Congreso:
1.a Aprobar o reprobar anualmente la cuenta de la inversión
de los fondos destinados para los gastos de la administración pública
que debe presentar el Poder Ejecutivo;
2." Aprobar o reprobar la declaración de guerra a propuesta
del Presidente de la República;
3.a Declarar, cuando el Presidente de la República hace dimi
sión de su cargo, si los motivos en que la funda, le imposibilitan, o
no. pata su ejercicio, y en su consecuencia admitirla o desecharla;

4." Declarar, cuando hubiere lugar a dudas, si el impedimento


que priva al Presidente del ejercicio de sus funciones es de tal natu
raleza que deba procederse a nueva elección ;
5." ....
(Se suprime por pasar a Tribunales especiales que se

indican más adelante) ;


6.a Dictar leyes excepcionales y de duración transitoria que no
podrán exceder de un año, para restringir la libertad personal y la
libertad de imprenta, y para suspender o restringir el ejercicio de la
libertad de reunión, cuando lo reclamare la necesidad imperiosa de
la defensa, del Estado, de la conservación del régimen constitucional
o de la paz interior.

Si dichas leyes señalaren penas, su aplicación se hará siempre


por los Tribunales establecidos.
Fuera de los casos prescritos, ninguna ley podrá dictarse para
suspender o restringir las libertades o derechos que esta Constitución
f
asegura.
S. E. recuerda que respecto de este artículo el señor Barros Bor
goño había hecho algunas observaciones.

187 —

El señor Barros Borgoño (don Luis) dice que de algunos de


los números de este artículo podría deducirse, por ejemplo, que para
probar o reprobar la cuenta de inversión, el Congreso debería fun
cionar reunido en un solo cuerpo. Para evitar esa interpretación.
propone que se diga que en el ejercicio de estas atribuciones, ambas
ramas del Congreso funcionarán separadamente.
S. E. manifiesta que en un inciso final de este artículo se podría
establecer que los acuerdos indicados en los números 1.°, 3.° y 4.°
serán adoptados separadamente por cada Cámara y que tendrán la
tramitación de las leyes.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) dice que entre las
atribuciones exclusivas del Congreso hay que distinguir tres grupos:
1.° Aquellos puntos o materias que son objeto de acuerdos del
Congreso, tomados separadamente por cada Cámara;
2.° Materias que son de resolución del Congreso Pleno; y
3.° Los puntos o cuestiones que son materia de ley, como son
las leyes ordinarias que están en el artículo 28 y las especiales, como
la relativa a la declaración de guerra y las contempladas en el número
6.° del art. 27, que tienen carácter transitorio.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, expresa que la
cuestión relativa a la declaración de guerra pasa a formar parte del
capítulo que establece las atribuciones del Presidente de la Repú
blica.
El señor Guerra (don J. Guillermo) dice que va a hacer una
observación sobre el inciso l.q del art. 27, que dice:
*
Aprobar o reprobar anualmente la cuenta de la inversión de
los fondos destinados para los gastos de la Administración Públi
ca, etc. ■
Entiende que esta cuenta la hace el Gobierno y la presenta
al Congreso.
En la Constitución de Polonia ha encontrado una disposición
que no le parece mal. Allí está organizada, una institución encargada
de supervigilar la inversión de los fondos públicos. Y a la Corpora
ción respectiva se le da como atribución constitucional, la facultad
y obligación de preparar el estudio de los gastos públicos que se han
hecho- y presentar resolución al Congreso, para que éste
su apruebe
o desapruebe la inversión de los caudales públicos.
Algo de esto hay en sistema. El Tribunal de Cuentas
nuestro
tiene entre nosotros la facultad de supervigilar la inversión de loí
caudales públicos, y la ley le concede la facultad de hacer represen
taciones al Congreso cuando encuentre que el Gobierno ha decretado
gastos fuera del Presupuesto.
Desgraciadamente, estas representaciones no han producido un
resultado satisfactorio, porque ellas se van acumulando en las Secre
tarías de las Cámaras hasta formar tal aglomeración que al fin pasan
al Archivo.

188 —

Desea consultar a S. E., que tiene tanta versación administra


tiva y a los señores miembros de la Comisión, sobre si no sería con
veniente encargar al Tribunal de Cuentas, ya que está revisando a
diario los decretos y viendo cómo se hace la inversión de los caudales
públicos, que presentara anualmente al Congreso un informe sobre
el particular.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que ac
tualmente el Tribunal de Cuentas está obligado a estudiar la lega
lidad de las órdenes de pago y comunicar los pagos ilegales al Con
greso.
El señor Guerra (don J. Guillermo) cree que sería conveniente
que las observaciones a la cuenta de inversión se pasaran en blok y
no en detalle : porque de otro modo se forma una aglomeración tal,
que nadie entiende nada.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) dice que nunca ve la
cuenta de inversión, porque es una verdadera balumba de papeles.
S. E. cree que el Tribunal de Cuentas no va a aclarar nada en
ese sentido.

El señor Zañartu (don Héctor) observa que la Comisión Mixta


nombra todos los años una Subcomisión para que haga el examen de
la cuenta de inversión e informe a la Comisión.
El señor Barros Borgoño (don Luis) cree que la verdad es que
el Tribunal de Cuentas se ha convertido en una verdadera Corte
de Justicia y muchas veces su labor se reduce a observaciones de
detalles. Esa es la razón por qué el Congreso no le da importancia
a las representaciones del Tribunal y prescinde de ellas. Conven
dría, por eso, darle más amplitud en su esfera de acción.
A juicio de S. E., eso no tendría objeto, porque actualmente
están fiscalizados por el Tribunal de Cuentas todos los actos del
Gobierno que se refieren a la inversión de fondos.
El señor Guerra (don J. Guillermo) hace presente que en el he
cho, actualmente es la Dirección de Contabilidad la que hace la
cuenta de inversión. ¿Por qué, entonces, no encargarle a dicha re

partición este trabajo?


S. E. dice que la cuenta de inversión es la anotación de todos
los gastos públicos. Ahora bien, ésta se forma con dos clases de gas
tos : primero, los gastos que han pasado por el Tribunal de Cuentas

y no han merecido observación; segundo, los gastos que han pasado


por ese Tribunal y han merecido observación. Sobre estos últimos
gastos, el Tribunal de Cuentas ha debido noticiar al Congreso. De
manera que no habría entonces objeto en imponer al Tribunal la
función que se propone.
El señor Guerra (don J. Guillermo) manifiesta que actualmente
este trabajo se hace al detalle, en tal forma que las Cámaras no lo

189 —

toman en cuenta; se haga caso de ellas.


pasan años de años sin que
Hace algún tiempo, gracias a los esfuerzos de don Pedro Montt y
del Senador señor Echenique, se obtuvo que el Congreso prestara
atención a estas cuentas. Este trabajo que es difícil, debería hacer
lo el Tribunal en forma sintética, y así el Congreso podría pro
nunciarse sobre él con verdadero conocimiento de la materia.
S. E. da lectura al artículo 28 que dice así: «Sólo en virtud de
una ley se puede :
1.° Aprobar o reprobar la declaración de guerra, a propuesta
del Presidente de la República;
2.° Dictar leyes excepcionales y de duración transitoria que no
podrá exceder de un año, para restringir la libertad personal y la
libertad de imprenta, y para suspender o restringir el ejercicio de la
libertad de reunión cuando lo reclamare la necesidad imperiosa de
la defensa del Estado, de la conservación del régimen constitucional
o de la paz interior.

Si dichas leyes señalaren penas, su aplicación se hará siempre


por los Tribunales establecidos.
Fuera de los casos prescritos en este número, ninguna ley podrá
dictarse para suspender o restringir las libertades o derechos que

esta Constitución asegura.»


El señor Silva Cortés (don Romualdo) observa que no se de
be decir «dictar leyes» sino «dictar disposiciones de carácter excep
cional y transitorio».
S. E. da lectura, a continuación, a los siguientes números del
art. 28 que ya están aprobados:
*1.° Imponer contribuciones de cualesquiera clase o naturaleza,
suprimir existentes, señalar en caso necesario su repartimiento
las
entre las provincias, departamentos o comunas, y determinar su
igualdad o progresión.
2.° Fijar anualmente los gastos de la administración pública y
aprobar en la misma ley el cálculo de entradas, no pudiendo alterarse
los gastos o contribuciones acordados en leyes generales o especiales.
Los gastos variables pueden ser modificados por el Congreso; pero
la iniciativa para su aumento o para alterar el cálculo de entradas
corresponde al Poder Ejecutivo. El proyecto de ley será presentado
al Congreso con seis meses de anterioridad a la fecha en que debe
empezar a regir y si, a la expiración de este plazo, no se hubiere apro
bado, regirá el proyecto presentado por el Poder Ejecutivo.
3.° Fijar las fuerzas de mar y tierra que han de mantenerse en
pieen tiempo de paz o de guerra.

4.° Comprometer el crédito y la responsabilidad financiera del


Estado por medio de empréstitos o de cualesquiera otra clase de
operaciones.

190 —

4.° bis. Autorizar la enajenación de bienes del Estado o de Ia.s


Municipalidades.
5.° Establecer modificar la división política o administrativa
o

de la República; habilitar puertos mayores y establecer aduanas.


6.° Señalar el peso, ley, valor, tipo y denominación de las mo
nedas, y el sistema de pesos y medidas.
7." Permitir la introducción de tropas extranjeras en el territorio
de la República, determinando el tiempo de su permanencia en él.
8.° Que dice: «Permitir que residan cuerpos del ejército perma
nente en el lugar de las sesiones del Congreso y cien kilómetros a su
circunferencia». (Se suprime).
9.° Permitir la salida de tropas nacionales fuera del territorio de
la República, señalando el tiempo de su regreso.
10.° Crear o suprimir empleos públicos; determinar o modificar
sus atribuciones ; aumentar o disminuir sus dotaciones ; dar pensiones

y decretar honores públicos a los grandes servidores. Las leyes que


conceden pensiones deberán ser aprobadas por el voto de los dos
tercios de los miembros presentes de cada rama del Congreso.
11.° Conceder indultos generales o amnistías.
lia. Fijar la remuneración de que gozarán los Diputados y
Senadores. Durante un período legislativo no podrá modificarse la

remuneración sino para los siguientes.»


S. E. observa que habrá que establecer un artículo transitorio
en que se autorice al primer Congreso para fijar ia remuneración de

sus miembros.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que en
algunas Constituciones se establece la remuneración en relación a la
asistencia. ¿Convendría aquí hacer lo mismo?
El señor Edwards Matte (don Guillermo), cree que conviene
dejar a cada Cámara la facultad de establecer en su reglamento re

bajas de la remuneración en los casos de inasistencia a las sesiones.


S. E. estima que la ley debe fijar la remuneración de acuerdo
con el trabajo de los Diputados y Senadores,
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, cree que se po
dría decir: ^estableciéndose reducciones en la remuneración».
El señor Barros Borgoño (don Luis), observa que lo decoroso
es
que los ( 'ongiesales tengan una remuneración permanente.
S. E. hace presente que no se pueden establecer tales limitacio
nes en la Constitución.
Es la buena y no la mala fe, la que se presume siempre en la
ley; por eso, no acepta la idea que se ha propuesto.

El señor Zañartu (don Héctor), comparte la opinión de S. E.


Si se aceptara la idea propuesta, se crearía un organismo que na
cería desprestigiado. Y no hay conveniencia en que lasCorporacio
nes que reflejan la opinión del país se presenten así.

191 —

El señor Edwards Matte (don Guillermo) recuerda, que no


se ha incluido, en el art. 29 la aprobación de los tratados. Esto se
hace necesario, porque la aplicación, del, art. 75, número 19 de la
actual Constitución, que trata de esta materia, ha producido dificul
tades en la práctica. Recuerda, al respecto, la aprobación del Pro
tocolo de Washington.
S. E. manifiesta que el señor Edwards tiene razón.
Esta materia podría tener cabida en el art. 27; allí se podría
poner un número que dijera:
«Aprobar los Tratados que les someta el Presidente de la Re
pública.»
El señor Edwards Matte (don Guillermo) cree preferible que
este punto figure que son materia de una ley,
entre las cuestiones
porque si los Tratados figuran entre las cuestiones que son materia
de acuerdos de la Cámaras, su tramitación puede tener dificultades.
S. E. recuerda que en el artículo respectivo se aprobó un inciso
en que se establece que estos acuerdos se tramitarán como un pro
yecto de ley.
El señor Barros Borgoño (don Luis) hace presente que los Tra
tados deben aprobarse en globo; en otras palabras, el Congreso no
puede hacerles enmiendas sin ser considerados nuevamente por
el Gobierno.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) advierte que si no
se establece que en este caso la tramitación del acuerdo es la misma

de un proyecto de ley, podría resultar que el acuerdo sea aprobado


por de las Cámaras y rechazado en la otra y que se estimara en
una

tonces por algunos que el acuerdo no podría seguir tramitándose.


El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que si se
acepta el proyecto en estudio, en la parte relativa a la tramitación
de las leyes, no podría producirse ese caso

S. E. pregunta si habría inconveniente para que en el número 1.°


del artículo relativo a los acuerdos del Congreso se dijera «aprobar
o rechazar los Tratados que les someta el Presidente de la República».

El señor Silva Cortés (don Romualdo) considera que es bue


no dejar la aprobación de los Tratados, no entre las materias de ley,

sino entre las materias que son acuerdos de las ('amaras, en la inte
ligencia de que esos acuerdos tendrán la misma tramitación de
una ley.
S. E. agrega que se dejará testimonio expreso en el acta de que
la mente de la Comisión es que el Congreso no tiene facultad para
proponer enmiendas ni para adicionar los Tratados.
Así se acordó.
Da en seguida lectura al art. 29 de la actual Constitución, que
dice:

192 —

sSon atribuciones exclusivas de la Cámara de Diputados:


« Calificar las elecciones de sus miembros, conocer sobre los re
clamos de nulidad que ocurran acerca de ellas, y admitir su dimisión
si los motivos en que la fundaren fueren de tal naturaleza que los
imposibilitaren l'úica o moralmente para el ejercicio de sus funciones.
Para calificar los motivos, deben concurrir las tres cuartas partes
de los Diputados presentes.»
En el provéelo se
propone reemplazar este artículo por el si-
i guíente:
/ «Art. 29. Son atribuciones exclusivas de la Cámara:
I «Pronunciarse sobre la inhabilidad y admitir la dimisión de sus
| si los motivos en que la fundaren, fueren de tal natura-
miembros,
¡ que los imposibilitaren física o moralmente para el ejercicio de
leza,
I sus cargos. Para calificar los motivos de la dimisión, deben concurrir
I las dos terceras partes de los Diputados presentes.»
El señor Guerra (don J. Guillermo) ¿no se podría dejar al Tri-
i bunal Calificador la calificación de las inhabilidades?
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que eso se
ría ir demasiado lejos; la calificación de las inhabilidades es cuestión
f de fondo.
En el párrafo relativo a las atribuciones del Senado se repite
esto mismo; convendría, entonces, hacer figurar esta atribución en
el párrafo relativo al Tribunal Calificador; y decir ahí: «las Cámaras
se pronunciarán sobre, etc>-
S. E. acepta la indicación propuesta por el señor Maza.
En seguida da lectura a los números 2.a y 3.° del art. 29, que ya es

tán aprobados y que dicen así:


«2." Declarar si han o las acusaciones que cualesquiera
no lugar
de sus miembros formularen en contra de los siguientes funcionarios :
(?) Del Presidente de la República por actos de su administración
en que haya comprometido gravemente el honor o la seguridad del
Estado, o infringido abiertamente la Constitución o las leyes. Esta

acusación sólo podrá interponerse en el año inmediato después de


concluido el término de su presidencia. Durante este año, no podrá
ausentarse de la República mu acuerdo de la Cámara, o. en receso

de ésta, de su Presidente ;

í>) De los Ministros por los delitos de traición, concusión, mal


versación de fondos públicos, soborno,infracción de la Constitución,
atropellamiento délas leyes, por haberlas dejado sin ejecución y por
haber comprometido gravemente la seguridad o el honor de la Na
ción.
Estas acusaciones podrán interponerse mientras funcione el Mi
nistro y en los seis meses siguientes a su expiración del cargo. Du
rante ese tiempo, no podrá ausentarse de la República sin permiso
de la Cámara, o, en receso de ésta, de su Presidente;
-
193 —

c) De los magistrados de los Tribunales Superiores de Justicia


por notable abandono de sus deberes;
d) De los generales de un ejército o armada por haber compro
metido gravemente la seguridad o el honor de la Nación; y
e) De los Intendentes y Gobernadores por delitos de traición,
sedición, infracción de la Constitución, malversación de fondos pú
blicos y concusión.
En todos estos casos la Cámara declarará si ha o no lugar la
acusación, oyendo previamente al inculpado y el informe de una
Comisión de cinco Diputados elegidos a la suerte.
Si resultare la afirmativa nombrará tres Diputados que la for
malicen y prosigan ante el Senado. Si el inculpado no asistiere a la
sesión a que se le cite, o no enviare defensa escrita, podrá la Cámara
renovar la citación o proceder sin ella.

Desde el momento en que la Cámara declare que ha lugar a la


acusación, el acusado quedará suspendido de sus funciones. La sus
pensión cesará si el Senado desestimare la acusación o si no se pro
nunciare dentro de los treinta días siguientes.
3.° (nuevo). Fiscalizar los actos del Poder Ejecutivo.
Para ejercer esta atribución, la Cámara puede, con el voto de
la mayoría de los Diputados presentes en la sesión, adoptar acuerdo
o sugerir observaciones que se transmitirán por escrito al Presidente

de la República. Los acuerdos u observaciones no afectarán la res


ponsabilidad política de los Ministros y serán contestados por es
crito por el Presidente de la República o verbalmente por el Ministro
que corresponda.»
S. E. hace presente que el señor Maza quiere que los Ministros
no puedan contestar verbalmente, sino por escrito las observaciones
de carácter pobtico que transmita la Cámara al Gobierno,
El señor Edwards Matte (don Guillermo) cree que en interés
de los propios Ministros, éstos deben tener el derecho de ir a con

testar verbalmente a la Cámara esas observaciones.


En algunos casos, ha ocurrido en una ocasión en la Argen
como

tina, esa falta de concurrencia les perjudicaría considerablemente.


El señor Silva Cortés (don Romualdo) dice que el Gobierno
puede necesitar de la tribuna de la Cámara en estos casos.
El señor Barros Borgoño (don Luis) manifiesta que el Gobier
no debe tener una tribuna, en la cual pueda defenderse y debe ser
facultativo para los Ministros asistir o no a ella.
Si el Ministro cree conveniente ir a hacer allá la defensa de
algún acto del Gobierno, va al Congreso; y si no, no va.
S. E. da lectura, en seguida, al art. 30 que dice:
'Son atribuciones del Senado:
1.' Pronunciarse sobre la inhabilidad y admitir la dimisión de

(Actas 13;

194 —

sus miembros, si los motivos en que la fundaren, fueren de tal natu


raleza que los imposibilitaren física o moralmente para el desempeño
de estos cargos. Para calificar los motivos de la dimisión deben con

currir las dos terceras partes de los Senadores presentes;


2.a Conocer de las acusaciones que la Cámara entable con arre
glo al artículo anterior, oyendo al acusado. Si el acusado no asistiere
a la sesión a que se le cite, o no enviare defensa escrita podrá el
Senado renovar la citación o proceder sin ella.
El Senado resolverá como jurado y se limitará a declarar si el
acusado es o no culpable del delito o abuso de poder que se le imputa.
La declaración de culpabilidad deberá ser pronunciada por la
mayoría de los Senadores en ejercicio. Por la declaración de culpa
bilidad queda el acusado destituido de su cargo.
El funcionario declarado culpable será juzgado con arreglo a

las leyes por el Tribunal ordinario competente, tanto para la apli


cación de la pena señalada al delito cometido, cuanto para hacer
efectiva la responsabilidad civil, por los daños y perjuicios causados
al Estado o a particulares;
2.a bis. Decidir si ha o no lugar a la admisión de las acusacio
nes que cualquier individuo particular presente contra los Ministros,

por razón de los perjuicios que pueda haber sufrido injustamente


por algún acto de éstos, procediendo en la misma forma que indica
el número anterior.
3.a (Se deroga).
4.a Prestar o negar su consentimiento a los actos del Gobierno
en los casos en que esta Constitución o la ley lo requiera.

5.a (nueva). Dar su dictamen al Presidente de la República en

todos los casos en que lo consultare.


6.a (nueva). Conceder los permisos y otorgar las rehabilitacio
nes a que se refiere el art. 9.

7.a Conocer de las competencias entre las autoridades políticas


o administrativas y los Tribunales Superiores de Justicia.»
El artículo fué totalmente aprobado.
Se pasó, en seguida, al párrafo relativo a la formación de las
leyes.
S. E. da lectura al art. 40 que dice:
«Las leyes y proyectos tendrán principio en la Cámara por men
saje que les dirija el Presidente de la República, por indicación del
Senado, por proposición de la Corte Suprema en los casos contem
plados en el art. 105a, o por moción de cualquier Diputado.
Las leyes que signifiquen gastos públicos son de la iniciativa
exclusiva del Presidente de la República, sin perjuicio de lo dispuesto
en el art. 105a.

195 —

Para que el Senado sugiera un proyecto de ley a la Cámara, basta


el voto de diez Senadores. La Corte Suprema necesita el voto de la
mayoría de sus miembros.»
Hace presente S. E. que no acepta la parte en que este artículo
da a la Corte Suprema iniciativa en la formación de las leyes.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, expresa que
S. E. tuvo la deferencia de manifestarle que iba a combatir esta
parte del artículo y él, a su vez, va a corresponder a esa deferencia
a la Cor
exphcando por qué cree que deben darse las atribuciones
te Suprema en la forma indicada en el art. 105a.
el art. 105.a
Sólo trata ese artículo de dar al Poder Judicial toda la autono
mía posible, a fin de que sea completamente independiente.
Una de las trabas principales del Poder Judicial es la que se
deriva de la remuneración de sus miembros. Si acaso un Presidente
o un Congreso, o un Congreso en unión con un Presidente tienen

interés en presionar a los Tribunales de Justicia, pueden llegar a


hacer pasar una ley por la cual sus rentas sean disminuidas a la dé
cima o centésima parte.
Si esas remuneraciones las fijan los demás poderes públicos, el
Poder Judicial no tendrá independencia. ¿Cómo puede asegurarse
su autonomía? Dejando a la iniciativa de la Corte Suprema la alte

ración de esas remuneraciones. Estos son en síntesis los fundamentos


de la indicación que ha presentado para que la Corte Suprema tenga
iniciativa en la dictación de estos proyectos de ley. El artículo que
propone dice así:
«Art. 105a. La Corte Suprema tiene iniciativa para proponer
a la Cámara la innovación en las atribuciones de los Tribunales; en
el número y calidades de sus individuos; en los años que deban haber
ejercido la profesión de abogado, o en la remuneración de que go
zaren.

La proposición de la Corte Suprema se entenderá aprobada si


la Cámara no se pronunciare sobre ella en el término de seis meses
o si el Senado no lo hiciere en el de tres.»
De manera que la Corte Suprema tendría iniciativa en los tres
casos indicados en el mismo artículo.
El señor Zañartu (don Héctor) dice que entiende que no se li
mite la independencia del Poder Judicial por el hecho de que el Con
greso le fije sus remuneraciones.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, manifiesta que
las Cámaras por sí solas no podrían disminuir las remuneraciones del
Poder Judicial si se aprobara el artículo propuesto.
El señor Zañartu (don Héctor), cree que se quitaría entonces la
facultad respectiva al Presidente de la República y a las Cámaras.

196 —

S. E. supone que el valor de la moneda subiera y que hubiera


necesidad de rebajar los sueldos; o que mañana venga una calamidad
pública que aconseje la rebaja de los emolumentos de todos los em
pleados públicos. En estos casos, los miembros del Poder Judicial
quedarían algo así como en una República aparte, independiente;
tendrían casi una soberanía propia.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, cree que en estos
casos la Corte misma se anticiparía a pedir la rebaja de los sueldos

de los función;!! ios judiciales.


El señor Pareos Borgoño (don Luis) diee que no está de
acuerdo en conceder esta iniciativa a la Corte Suprema, porque cree
que ella va contra la doctrina general, que entrega esa facultad
a ambas Cámaras. No le parece que eso esté de acuerdo con las
doctrinas de lis tratadistas de derecho público.
Respecto de la conveniencia de quitar al Senado la facultad de
iniciar proyectos de ley, no está de acuerdo tampoco. Cree que, en
este sentido, no conviene introducir modificaciones constitucionales.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) manifiesta, que
piensa lo mismo que el señor Barros Borgoño. Cree que no hay
conveniencia en quitar al Senado esa facultad. No ha visto consul
tada esa idea en ninguna Constitución republicana.
Agrega que desde el punto de vista de la conveniencia, no
está lejos de pensar como los señores Barros Borgoño y Silva
Cortés ; pero desde el punto de vista de la doctrina constitucional
hay sin duda razones para quitar al Senado la decisión por sim
ple mayoría en los asuntos que afecten a la soberanía nacional.
Porque, como la representación del Senado no ha de ser pro
porcional al número de habitantes, ya que se piensa establecer
una forma diferente de representación, lo lógico parece que de las
dos ramas del Congreso sea la que tiene un origen popular propor
cional al electorado, la que en estas materias tenga la última palabra
por simple mayoría de sus miembros. Comprende que el Senado
influya con la mayoría de sus dos tercios sobre la Cámara de Dipu
tados. No debe olvidarse que el principio de la soberanía nacional
está basado en la proporcionalidad entre los habitantes y los repre
sentantes llamados a dictar la ley. Ahora bien, la función esencial
de la soberanía es legislar; todas las demás funciones son comple
mentarias de la de legislación. Y, sin embargo, aquí podría ocurrir
que una ley aprobada por la mayoría de la representación que ;e
generó con arreglo a la proporcionalidad con la mayoría de las opi
niones políticas de los habitantes de la República, no pueda predo
minar y que impone, en cambio, la voluntad de una Cámara
que
ha generado en las condiciones indicadas.
no se Hay que tener pre
sente que esta nueva organización del Senado va a significar en cierto

197 -

modo la representación de los intereses económicos, representación


que no va a corresponder a la función ciudadana del sufragio.
El señor Barros Borgoño (don Luis) manifiesta que celebra
mucho haber oído al señor Edwards Matte. Respecto de esta cues
tión de la soberanía nacional, hay conceptos diversos en cada Cons
titución. En Estados Unidos, a pesar de que el Senado no se elige
proporcionalmente al elemento popular sino con relación a los Esta
dos, es esta Corporación la que tiene más influencia en la formación
de las leyes.
Se ha dicho que la Cámara de Diputados va a tener una repre
sentación proporcional a la población y que el Senado no va a estar
en esas condiciones. Pero eso no le quita al Senado su origen po

pular.
¿Por qué al Senado que va a estar compuesto de hombres de
edad madura, de gran versación política y administrativa, se le va
a quitar la iniciativa en la formación de las leyes? No divisa la razón

que aconseje esa medida.


En realidad, con relación a este asunto en todas las Constitu
ciones se ha establecido el mismo precepto que tiene la nuestra, esto
es, que hay leyes que son de iniciativa exclusiva de una u otra Cá
mara.- Así, por ejemplo, la ley de amnistía es de iniciativa del Se
nado, porque se ha creído conveniente consultar en este caso de
preferencia la opinión de los hombres más para otorgar este
serenos

favor a ciertos le parece justo ni conve


procesados. Repite que no
niente negarle a una de las Cámaras la iniciativa para legislar.
El señor Guerra (don J. Guillermo) manifiesta que está de
acuerdo en general con el señor Barros Borgoño ; no le parece, en

efecto, por más que se le tenga como enemigo sistemático del par
lamento,* cuando sólo lo es del régimen parlamentario, que se de
— —

ba quitar al Senado de la República la facultad de iniciativa de


las leyes. Quiere, sí, hacer notar que mediante el sistema de dar a
los Senadores la facultad de proponer a la Cámara de Diputados
que dicte una ley, la cual debe volver al Senado en conformidad
con los trámites de la formación de las leyes, haría esta Corpora

ción un papel muy curioso, tendría una especie de sub-iniciativa,


yaque si modifica el proyecto que se le envía, debe éste volver a la
Cámara de Diputados para que siga los trámites ordinarios de todo
proyecto de ley.
Va a tocar ahora el otro punto tratado por el señor Ministro
de Justicia y que se refiere a la iniciativa de la Excma. Corte Su
prema para proponer leyes; cuando oyó leer a S. E. el artículo 31,
no pensó que la cuestión se iba a referir a lo que indicó el señor Mi

nistro, sino que la iniciativa que se iba a conferir a la Corte Suprema


era para proponer aquellos proyectos a que se refiere el art. 4.° del

Código Civil.

198 -

Saben los señores miembros de la Comisión que nuestro Código


Civil, con muy buenas intenciones y con el acertado propósito de

que no se petrifiquen las leyes ni


conviertan en momias nuestros
se

Códigos, consultó en esa disposición la idea de que la Corte Supre


ma representara anualmente al Gobierno las necesidades que se hu

bieren hecho sentir en la legislación, los vacíos que se hubieren notado


en las leyes, y propusiera los
respectivos proyectos de ley para que el
Gobierno los transmitiera al Pode: Legislativo. Resultó después que
el Poder Ejecutivo no hizo caso a la Corte Suprema y esta Hono
rable Corporación dejó de hacer estas representaciones al Gobierno.
Pensaba, por eso, que el señor Maza habría tenido en vista esta
circunstancia y que para facilitar esa labor a la Corte Suprema se
proponía la idea de que la Corte pudiera dirigirse directamente al
Congreso para propiciar algunos proyectos de ley en materias espe
cialmente judiciales. Y si ese hubiera sido el alcanee de esta propo
sición, no habría encontrado inconveniente para aceptarla, pues

considera que esta facultad de la Corte Suprema para proponer


proyectos de ley es una medida salvadora, tanto más cuanto que
esa Corporación es un poder público como cualquier otro.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) dice, que, solamente
sería para aplicar el derecho en casos determinados.
El señor Guerra (don J. Guillermo) replica que se trata sólo de
la facultad de proponer proyectos. Y queda a salvo al Parlamento
la atribución de dictar o no la ley.
El señor Barros Borgoño (don Luis) cree que no hay razón
para implantar la reforma propuesta por el señor Maza.
El señor Montenegro (donPedro N.) declara que hay convenien
cia, a su juicio, en que lasleyes tengan origen en el Senado o en la Cá
mara de Diputados. Las razones doctrinarias a que sereferíaelseñor
Edwards no tienen mucha base. Dice el señor Edwards que la Cámara
de Diputados está representada o compuesta por los elementos más
genuinos de la representación popular, en relación a la población
y que esa es una razón para que sólo esta Cámara tenga la iniciativa
de la dictación de las leyes. Pero hay que tener en cuenta que la
totalidad de la Cámara de Diputados representa a la totalidad déla
población del país, y que también la totalidad de la Cámara de Se
nadores representa igualmente a la totalidad de la población. Por
consiguiente, un proyecto de ley o un acuerdo aceptado por la Cá
mara de Diputados representa la voluntad del país, de la misma

manera que la representa un proyecto o un acuerdo aceptado


por el
Senado. No habría, pues, razón para dejar a una Cámara en situa
ción privilegiada respecto de la otra.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) manifiesta que reco
noce que la Cámara de Senadores representa a toda la Nación, pero

199 —

cada uno de los Senadores no representa a la misma


proporción del
país que los demás Senadores.
Ahora bien, en el resultado de la votación puede ocurrir que
una fracción de Senadores superior en número, pero inferior en repre
sentación, predomine sobre otra fracción que sea superior en represen
tación, pero inferior en número. Entonces la razón doctrinaria indi
caría que la Cámara donde la proporción es exacta, en lo que se re
fiere a los representantes, sea la que resuelva en definitiva.
El señor Amunátegui (don Domingo) considera que la iniciativa
para la dictación de las leyes deben tenerla el Presidente de la Repú
blica y ambas Cámaras igualmente, pero en ningún caso la Corte
Suprema, menos en la cuestión de fijación de sueldos. Así como se ha
dicho y establecido que no pueden los Diputados fijar su dieta o au
mentarla dentro del mismo período, sino que eso debe hacerlo un
Congreso para que rija en el siguiente, con mayor razón debe hacer
se lo mismo tratándose de la Corte Suprema.

Debe mantenerse la iniciativa de las leyes por parte del Presi


dente de la República, de la Cámara de Diputados y de la Cámara
de Senadores, pero de parte de la Corte Suprema, jamás, a no ser
en el caso a que se refiere el Código Civil, esto es, como una mera

representación al Ejecutivo.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, atribuye im
portancia a la disposición que da la iniciativa de las leyes a la Cá
mara de Diputados y deja a los diez Senadores la facultad de pre

sentar un proyecto a fin de que lo discuta primeramente aquella


Cámara.
El sistema establecido en esta parte por nuestra Constitución,
ha sido criticado y con justicia, a su modo de pensar. No sabe en
qué forma podría regularse el sistema, dado el origen de una y otra
Cámara, para que la Cámara de Diputados pudiera tener predo
minio.
En seguida, da la opinión que tiene respecto del Senado futuro,
por las altas materias de que
va a tener que ocuparse, por el deseo

que tiene de que Cámara Revisora que sirva de tamiz mode


sea una

rador de los avances cada día crecientes de la Cámara de Diputados,


Le parece mejor que, en todo caso, el Senado sirva de Cámara Re
visora.
El Senado, como Cámara de origen, manda un proyecto a la
Cámara de Diputados; la Cámara lo transforma por completo, obe
deciendo a la tendencia más avanzada que lógicamente va a tener;
el proyecto vuelve al Senado. Y ¿qué facultad le va a dar la Consti
tución al Senado para que pueda hacer prevalecer su opinión más
tranquila, si partimos de la base que va a predominar la Cámara de
Diputados? Le parece que se resta fuerza moral y efectiva a

200 —

la formación y discusión de las leyes, si se deja también al Senado


como Cámara de origen.

Son estas las ideas que en síntesis tenía que proponer. Insiste
en creer que para la formación de las leyes, hay ventaja en que el

Senado sea siempre una Cámara Revisora. Porque no sabe cómo va


a pronunciarse el Senado cuando reciba, de vuelta de la otra Cámara,
un proyecto de ley completamente rehecho por la Cámara de Dipu
tados. Va a tener atribuciones más
restringidas y no va a poder ejer
cer sus funciones como Cámara moderadora, con espíritu superior,

tranquilo, para poder velar por los intereses públicos.


El señor Silva Cortés (don Romualdo) expresa que esos males se
deben a que en el mecanismo que tenemos para la formación de las
leyes, acontece que en el segundo trámite constitucional, a un proyecto
de ley se le introducen materias completamente extrañas. Eso es mate
ria de otro precepto constitucional que se podría estudiar en la sesión
próxima; porque, en realidad, existen esos males y últimamente han
avanzado en gran proporción, produciendo trastornos completos en
la formación y discusión de las leyes.
S. E. manifiesta que la idea de que el Senado tenga iniciativa
en la formación de las leyes ante la Cámara de Diputados, fué el
resultado de una transacción a que llegó con el señor Ministro de
Justicia, porque le hizo fuerza la observación que formuló el señor
Ministro respecto a la naturaleza especial que en la nueva Consti
tución se le quiere dar al Senado y para no privar a esa Cámara de
sus derechos y conservar el mecanismo existente, se le había ocurrido

que cuando el Senado quisiera tomar la iniciativa en la dictación de


una ley pudiera mandar un mensaje a la Cámara.

En seguida S. E. da lectura a los siguientes artículos, cuya dis


cusión quedó pendiente:
sArt. 32. Aprobado un proyecto de la Cámara, pasará inme
diatamente al Senado para su discusión en un término que no pase
de un año. Si durante ese término el Senado no se pronunciare, el
proyecto se entenderá aprobado. El plazo será sólo de treinta días
para la ley que fija los gastos de la Administración Pública.
«Art. 33. El proyecto que fuere desechado en la Cámara no
podrá renovarse sino después de un año.
«Art. 34. Aprobado un proyecto por ambas ramas del Con
greso producida su aprobación en la forma tácita prevenida en el
o

art. será remitido por la Cámara al Presidente de la República,


32,
quien, si también lo aprueba, dispondrá su promulgación como ley.
«Art. 35. Si el Presidente de la República desaprueba el pro
yecto, lo devolverá a la Cámara, haciendo las observaciones conve
nientes dentro del término de treinta días.
«Art. 36. Si las dos ramas del Congreso aprobaren las obser-

201 —

vaciones hechas por el Presidente de la República, el proyecto tendrá


fuerza de ley y se devolverá al Presidente para su promulgación.
«Si las dos ramas del Congreso no aceptaren las observaciones
del Presidente de la República e insistieren por los dos tercios de
sus miembros presentes en el proyecto aprobado por ellas, se devol

verá al Presidente para su promulgación, o para que éste, dentro


del término de treinta días, consulte a la Nación por medio de un
plebiscito popular. El proyecto que se apruebe en el plebiscito se
promulgará como ley de la República.»
Artículos 37, 38 y 39, suprimidos por la ley de 26 de Junio
de 1893.
«Art. 40. Si el Presidente de la República no devolviere el
proyecto dentro de treinta días, contados desde la fecha de su remi

sión, entenderá que lo aprueba y se promulgará como ley. Si el


se

Congreso cerrase sus sesiones antes de cumplirse los treinta días en


que ha de verificarse la devolución, el Presidente lo hará dentro
de los diez primeros días del período de sesiones siguientes.
«Art. 41. El proyecto que, aprobado fuere desechado en su
totalidad por el Senado, volverá a la primera, donde se tomará nue
vamente en consideración, y si fuere en ésta aprobado por las dos
terceras partes de sus miembros presentes, pasará al Presidente de
la República.
«Art. 42. El proyecto que fuere adicionado o corregido por el
Senado, volverá a la Cámara, para que ésta apruebe o rechace las
adiciones o correcciones, después de lo eual, pasará al Presidente de
la República.»
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRL

Edecio Torrerlanca.
DEC1MASEXTA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE
REFORMAS CONSTITUCIONALES

3 DE JUNIO DE 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Luis Barros Borgoño, José Maza, Ministro de
Justicia, Romualdo Silva Cortés, Francisco Vidal Garcés, Héctor
Zañartu, Eliodoro Yáñez, y del Subsecretario del Interior, don Ede
cio Torreblanca, que actuó como Secretario; se abrió la sesión a las
4 P. M.
S. E. pone en discusión el art. 43 de la Constitución.
Después de un ligero debate se da por aprobado el proyecto de
S. E. y del señor Ministro de Justicia, que fija como día de apertura
de las sesiones ordinarias del Congreso el 21 de Mayo y como fecha
de clausura el 18 de Septiembre, en homenaje a estas fechas histó
ricas.
El señor Yáñez (don Eliodoro) observó que el 18 de Septiembre
es día festivo y hay varias ceremonias oficiales.
S. E. expresa que el Congreso puede funcionar hasta ese día,
aunque no celebre sesión el mismo 18, y que, si bien es cierto que
hoy el período ordinario termina el 1." de Septiembre, siempre ha
sido prorrogado.
Se pone en discusión el art. 44.
S. E. propone que se diga en este artículo: «El Congreso cele
brará sesiones extraordinarias cuando lo convoque el Presidente de
la República, o cuando lo convoque el Presidente del Senado a soli
citud escrita de la mayoría de los miembros de la Cámara de Dipu
tados o del Senado.
«Convocado el Congreso por el Presidente de la República, no
podrá ocuparse de negocios ajenos a los que hubieren motivado la
convocatoria; en cambio, convocado por el Presidente del Senado,
podrá ocuparse de todos los negocios de su incumbencia.»
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, expresa que
cuando el Congreso sea convocado por el Presidente de la Repúbli
ca, en la convocatoria se fijarán las materias de que podrá ocuparse ;
pero cuando lo convoque el Presidente del Senado, ¿quién fijaría los
asuntos de la convocatoria, si no fuera el mismo Presidente del
Senado?
El señor Yáñez (don Eliodoro) cree que con esta disposición se
priva al Gobierno de una poderosa facultad que hasta ahora había

203 —

tenido, cual la de fijar las materias de que debe ocuparse el Con


es

greso en las sesiones extraordinarias y que se transforman así en sesio


nes ordinarias.

S. E. dice que cuando el Gobierno tenga interés en obligar al


Congreso a trabajar en un asunto determinado, se anticipará a con

vocar a las Cámaras a sesiones extraordinarias.


Ahora bien, si el Presidente de la República no convoca al Con
greso, es por que él no lo necesita, y en tal caso es justo que el Con
greso pueda ejercitar esta facultad que antes tenía la Comisión Con
servadora.
El señor Barros Borgoño (don Luis) pregunta quién clausu
raría el período de sesiones extraordinarias cuando el Congreso' fuera
convocado por el Presidente del Senado.
El señor Maza (don José) , Ministro de Justicia, dice que sería el
mismo caso que contempla la Constitución actual, cuando el Con
greso es convocado por la Comisión Conservadora. A este respecto
la Constitución tampoco dice cuándo ni quién clausurará el período
de sesiones.
El señor Barros Borgoño (don Luis) estima que esto no sig
nifica sino que esta situación no había sido prevista, pero hay que
resolverla. A su juicio, debería fijarse un plazo.
El señor Zañartu (don Héctor) opina que nada se ganaría con

fijar plazo, porque terminado éste, el Presidente del Senado podría


convocar inmediatamente aperíodo extraordinario, tal
un nuevo

como hoy lo puede hacer la Comisión. Conservadora por propia ini


ciativao a petición de la mayoría de cada una de las dos Cámaras.

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, agrega que,


como se va a suprimir la Comisión Conservadora, se va a dejar al

Congreso esta facultad de convocarse.


El señor Yáñez (don Eliodoro) expone que actualmente el Con
greso puede ser convocado a sesiones extraordinarias por la Comisión
Conservadora, pero ocuparse de ningún asunto que no le
no puede
sea sometido por el Presidente de la República. Esta convocatoria
no tiene otro permitirle ejercer sus funciones de fisca
objeto que
lización de los actos del Gobierno, sus funciones políticas.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, lee el art. 44
actual, que dice lo siguiente:
«Convocado extraordinariamente el Congreso, se ocupará en
los negocios que hubieren motivado la convocatoria, con exclusión
de todo otro.»
Hasta ahora este artículo se había interpretado en el sentido de

que en este caso de convocatoria extraordinaria el Congreso no podía


ocuparse de otros asuntos «legislativos» que los que estuvieren in
cluidos en la convocatoria; en cambio, en la disposición que se pro-

204 —

pone se deja expresamente establecido que podrá legislar, fiscalizar,


acusar, puesto que dice que podrá ocuparse en todos los asuntos de
~u incumbencia.
Romualdo) conviene dejar claramen
El señor Silva Cortés (don
te establecidas las facultades
fiscalizadoras, y el señor Maza replica que
quedan Congreso, convocado por el
establecidas al decirse que el
Presidente del Senado, podrá ocuparse de todos los negocios de su
incumbencia.
El señor Barros Borgoño (don Luis) insiste en que convendría
establecer también la facultad del Presidente de la República para
cerrar el Congreso en este caso de convocatoria, hecha por el Pre

sidente del Senado.


El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, sería inútil,
porque podría volver a abrirse el día siguiente.
S. E. insinúa que se diga: «Después de tres meses de funciona
miento, el Presidente de la República podrá clausurar el Congreso».
Al señor Yáñez le parece mejor que ese plazo se reduzca a un
mes.

A juicio del señor Vidal Garcés el Congreso debe estar en con


diciones de funcionar todo el año, si lo desea, y hace notar que mien
tras actualmente ocho miembros de la Comisión Conservadora pue
den hacer la convocatoria, mañana se necesitaría de la mayoría de
las Cámaras con tal objeto.
3. E. expresa que las disposiciones propuestas tiende principal
mente a dar más facultades al. Congreso.
Se dio por aprobado el art. 44 en la forma propuesta.
S. E. advierte, en seguida, que en atención a que la tendencia
moderna es facilitar la labor de las Cámaras, disminuyendo su quo
rum para sesionar, propone el siguiente artículo en reemplazo del

actual art. 45:


«La Cámara no podrá entrar en sesión ni adoptar acuerdos sin
la concurrencia mínima de la quinta parte de sus miembros, ni el
Senado con menos de la cuarta parte de los suyos.
«La mayoría de los Diputados o Senadores presentes en la se
sión, pueden acordar la clausura de los debates en conformidad a
sus reglamentos internos.»
De esta manera, sólo se necesitaría el pequeño quorum exigido
en cada Cámara para iniciar la sesión o tomar acuerdos. Las venta
jas de este sistema son evidentes, y se ha dado el caso, en la Cámara
Francesa, de discutirse el presupuesto de Hacienda con sólo veintidós
Diputados, en un total de seiscientos.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, refuerza estas
observaciones, manifestando que ya se ha visto en la práctica entre
nosotros que el sistema no tiene inconvenientes, pues en casos de

205 —

proponerse votos de censura a la mesa, ellos no pueden definirse en

votación hasta que esté presente el quorum exigido,


El señor Vidal Garcés (don Francisco) estima que con este
sistema, que ya ha funcionado en forma parecida en virtud de la refor
ma de 26 de Febrero de 1924, no ha habido mejoramiento apre-

ciable respecto al antiguo, por lo que toca a hacer más eficiente la


labor del Congreso. Es partidario, por lo tanto, de que las Cámaras
funcionen siempre con un quorum más elevado.
Se dio por aprobado el art. 45 en la forma propuesta.
El art. 46 actual se da por suprimido, por innecesario.
En sustitución del art. 47, S. E. propone el siguiente:
«La Cámara y el Senado abrirán y cerrarán sus sesiones ordina
rias y extraordinarias a un mismo tiempo. Sin embargo, pueden
sesionar separadamente para tratar de asuntos que sean de su exclu
siva atribución, caso en el cual hará la convocatoria el Presidente
de la Corporación respectiva.»
Se dio por aprobado.
Se dieron por suprimidos los arts. 48 y 49, que tratan de la
Comisión Conservadora.
Entrando al Capítulo VI, «Del Presidente de la República».
S. E. propone mantener el art. 50.
Se dio por aprobado.
S. E. propone mantener el art. 51, agregando el requisito que
se puso las exigencias para ser Diputado.
en

Después de un corto debate se acordó mantenerlo como está


actualmente.
Se propone el siguiente artículo en reemplazo del actual art. 52:
«El Presidente de la República durará en el ejercicio de sus
funciones por el término de seis años y no podrá ser reelegido en la
elección siguiente.»
Varios señores miembros de la Subcomisión manifiestan su

opinión de dejar los arts. 52 y 53, tal como están, variando sólo el
plano.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, prefiere que se
diga «y no podrá ser reelegido en la elección siguiente», porque a
su juicio, el espíritu de la Comisión es que el Presidente no pueda
ser reelegido en la elección siguiente y si se mantiene la parte de

la disposición constitucional que dice que debe mediar «el espacio


de un período» entre una elección y otra, resultaría, el caso de que
un Presidente no hubiera durado en sus funciones sino tres años, por
ejemplo, que el anterior no podía ser reelegidopara el período si
guiente ; y no es esto lo que la Constitución ha querido, sino que
los Presidentes no se hagan reelegir.
Para el señor Barros Borgoño (don Luis) el espíritu y la letra

206 —

de la Constitución clarísimos : exige que medie un período com


son

pleto entre una y otra elección, que ahora sería de seis años.
S. E. Esta es una cuestión puramente teórica; en la práctica
esto no tiene importancia, porque él asegura que ningún hombre
que haya sido Presidente de Chile, querrá ser reelegido.
El señor Zañartu (don Héctor) conviene dejar establecido
esto, por si se presenta el caso. El objetivo que se persigue es evitar
que los Presidentes se puedan hacer reelegir.
El señor Yáñez (don Eliodoro) el período presidencial puede
ser el tiempo que dure un Presidente en el ejercicio de sus funciones,

y puede ocurrir el caso de que un Presidente dure en el desempeño


de su cargo sólo tres años.
El señor Barros Borgoño (don Luis) estima conveniente que
medie el espacio de un período en estos casos. Por eso cree que de
be dejarse la disposición como estaba.
El señor Yáñez (don Eliodoro) cree que cuando se habla de
«período», no se quiere decir en esta disposición un plazo fatal de
cinco años, sino el tiempo que dura un Presidente en el ejercicio de
la Presidencia.
S. E. recuerda que lo que se persiguió al reformar la Constitu
ción, en esta parte, fué impedir que los Presidentes se hicieran ree

legir.
El señor Maza (don Ministro de Justicia, estima que se
José),
deben dejar las cosas claro. Si predomina la idea de que lo
bien en

que pretende es
se que no un Presidente ser reelegido en la
pueda
elección siguiente, sin necesidad de que medie un espacio de seis
años, bastará con decir «no podrá ser reelegido en la elección
siguiente». Pero, si predomina la idea de que debe mediar entre
una elección y otra un período completo de seis años, debe decirse

en forma expresa.
El señor Barros Borgoño (don Luis) insiste en que no ve
motivo para modificar esta parte de la Constitución que dice que
«para poder ser elegido segunda o más veces deberá mediar siem
pre entre cada elección el espacio de un período». Esta disposición
no puede ser más clara ni más terminante.

El Maza (don José), Ministro de Justicia, pregunta si


señor
convendría mantener esta disposición, dado el caso de que tuviera
el significado que indica el señor Barros Borgoño.
S. E. y el señor Barros Borgoño expresan que conviene mante
nerla.
S. E. dice que eso es lo que quiere la Constitución.
Agrega que, por lo demás, le parece que no se va a presentar
el caso de una reelección.
Se acordó mantener la disposición actual.

207 —

Se entra a tratar el art. 54.


El señor Yáñez (don Eliodoro) cree que sería conveniente que
la calificación de la elección del Presidente de la República la hicieran
las Cámaras, como sucede en la actualidad; pero no hace cuestión al
respecto.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que en
la sesión pasada se acordó un título especial sobre el Tribunal
ya
Calificador y atribuciones.
sus

El señor YáíÍez (don Eliodoro) repite que lo natural y conve


niente es que el Congreso califique la elección del Presidente de la
República.
S. E. observa que en estas disposiciones no se fija la fecha para
la reunión del Congreso.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) dice que debe consultar-'
se esta fecha en la Constitución para evitar la acefalía del Gobierno.

El señor Yáñez (don Eliodoro), manifiesta que el año 1917 se


aprobó un proyecto de reforma relativo a los plazos, y que se de
bería tomar en cuenta en este caso.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que
aquí se dice «en votación directa y en la forma y plazos que deter
mine la ley».
El señor Silva Cortés (don Romualdo), dice que hay que pen
sar en la necesidad de que el país tenga siempre un Gobierno.

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, insinúa el plazo


de treinta días para el Tribunal y quince días más para el Congreso.
El señor Barros Borgoño (don Luis) cree conveniente fijar
el día de la votación.
El señor Maza (don José) Ministro de Justicia, observa que pue
,

de variar la fecha de la elección presidencial.


El señor Silva Cortés (don Romualdo) propone que se diga
«en Enero del año en que expira el período presidencial».
El señor Yáñez (don Eliodoro) a su vez, propone el día 18 de
Septiembre para que el Presidente asuma el mando.
S. E. expresa que le agrada también la idea de mantener la
fecha del 18 de Septiembre, para lo cual bastaría que a su sucesor
se le prolongara el período por medio de un artículo transitorio, o

bien, que se le restaran tres meses a dicho período.


El señor Barros Borgoño' (don Luis), podría fijarse el día 18
de Septiembre, y poner «tantos días después de la elección. .» .

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, propone que


se diga: «las Cámaras, reunidas en sesión pública, cincuenta días
después de la elección, etc.».
El señor Silva Cortés (don Romualdo) cree que la cuestión
es fijar el día de la elección.

208 —

S. E. manifiesta que hay conveniencia en establecer que la


elección de Presidente de la República sea lo más tarde posible, a
fin de disminuir en lo posible también el último tiempo del mandato
presidencial, que siempre significa para el Primer Magistrado de la
Nación, una especie de muerte civil; propone, por lo tanto, que la
elección se verifique noventa días antes de la expiración del período
para el cual el Presidente es elegido.
El señor Zañartu (don Héctor) cree que bastaría con fijar la
elección para sesenta días antes de la expiración de ese período.
con tal que el Congreso eligiera y proclamara al nuevo Presidente

cincuenta días después de la elección.


El señor Yáñez (don Eliodoro) insiste en la conveniencia de
tener presente los términos de la ley despachada el año 1917 so-
. bre la materia, que contempla todos los casos posibles, sin fijar fe
chas sino plazos sinplemente.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que,
dada la marcha del progreso, es probable que los plazos de que
aquí se estaba hablando resulten muy largos en el porvenir, y que
entonces los medios de comunicación pueden ser mucho más expe
ditos y rápidos que al presente.
S. E. cree que se conciliarían todas las ideas estableciendo que
la elección se verificara sesenta días antes de expirar el plazo; cin
cuenta días después se reuniría el Congreso para hacer la procla
mación.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que la
indicación de S. E. está muy bien en el caso de las elecciones co
rrientes y de que los Presidentes terminen su mandato; pero que ha
bría que consultar alguna disposición especial para el caso de que un
Presidente muriera antes de terminar su período. Insiste, por lo tan
to, en la proposición que él ha formulado para que la ley determine
los plazos.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) hace presente que ac
tualmente hay dos meses para presentar y tramitar las reclamacio
nes, plazo que parece no puede reducirse, atendiendo a que es pre
ciso fallar las reclamaciones que se hagan en toda la República.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, según los es
tudios que ha hecho con el Subsecretario del Interior, tales plazos
pueden reducirse mucho, pues ya no se trata sino de que los jue
ces reúnan los antecedentes de la reclamaciones y los envíen al Tri
bunal que es el que se pronuncia sobre ellas. Por otra
Calificador,
parte, insiste en que no conviene fijar fechas, ya que en el caso del
fallecimiento de un Presidente en ejercicio, se trastornarían todas
las fechas indicadas. Los plazos, pues, habría que dejarlos a la ley.
El señor Silva Cortés (don Romualdo), se manifiesta enemigo

209 —

de dejar a la ley la fijación de tales plazos o de disposiciones consti


tucionales en general,
Avanzando la discusión, S. E. propone el siguiente artículo en

reemplazo del 55 al 62:


*Las dos del Congreso reunidas en sesión pública cin
ramas

cuenta días después de la votación, con asistencia de la mayoría del


total de sus miembros y haciendo de Presidente el que lo sea del
Senado, tomarán conocimiento del escrutinio general practicado por
el Tribunal Calificador y procederán a proclamar Presidente de la
República al ciudadano que hubiere obtenido más de la mitad de los
sufragios válidamente emitidos.
«Si del escrutinio no resultare esa mayoría, el Congreso Pleno
elegirá entre todos los ciudadanos que hubieren obtenido las dos
.

más altas mayorías relativas.


<Si dos o más ciudadanos hubieren obtenido la más alta mayo
ría relativa, la elección se hará sólo entre ellos.»
Propone, además, que la elección de nuevo Presidente se veri
fique sesenta días antes de la expiración del período presidencial.
Observando el señor Vidal Garcés (don Francisco) qué se ha
ría en caso de muerte de un Presidente en ejercicio, el señor Zañar
tu (don Héctor) dice que podría establecerse que el Vicepresidente
llamaría a elecciones tantos días después, pero sin fijar fechas.
Se acordó dejar la discusión para la sesión próxima, que tendría
lugar al día siguiente a las 4 P. M.
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRL

Edecio Torreblanca.

(Actas 14)
DÉCIMASÉPTIMA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE
REFORMAS CONSTITUCIONALES

4 de junio de 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño, No-
lasco Cárdenas, Guillermo Edwards Matte, J. Guillermo Guerra,
José Maza, Ministro de Justicia, Romualdo Silva Cortés, Carlos
Vicuña, Francisco Vidal Garcés, Eliodoro Yáñez, Héctor Zañartu,
y del Subsecretario del Interior, don Edecio Torreblanca, que
actuó como Secretario; se abrió la sesión a las 4 P. M.
Excusó su inasistencia don Ramón Briones Luco,
El Secretario hizo un resumen de las materias aprobadas en la
sesión anterior.
S. E. da lectura al primer inciso del art. 54 del Proyecto, que
dice así:
*EI Presidente de la República será elegido por los ciudadanos
activos con derecho de sufragio de toda la República, en votación
directa y en la forma y plazos que determine la ley. »
En la sesión anterior se discutió sobre si se fijaba fecha para
esta elección. Cree que se debe fijar una fecha de referencia, como
sería la de unos cincuenta o sesenta días antes de que terminara el
período presidencial. No conviene establecer una fecha fija, como
lo hace la actual Constitución, porque puede ocurrir que el Presi
dente fallezca repentinamente, caso en que habría que cambiar la
fecha de la elección.
El señor Barros Borgoño (don Luis) dada la importancia de
la materia, cree que conviene que quede perfectamente fijado el día
de la elección.
S. E. observa que en el caso de muerte del Presidente en fun
ciones, habría que cambiar el día fijado.
Se había también hablado, en la sesión anterior, de la conve
niencia de restablecer la fecha del 18 de Septiembre para el acto de
la transmisión del mando. Para este objeto, podría ponerse un ar
tículo transitorio alargando o restringiendo en unos pocos meses la
duración del próximo período presidencial, a fin de que éste expirara
el 18 de Septiembre.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) acaso fuera mejor no
ese día para la transmisión del
fijar mando, porque el Calendario
se burla de la gente.

211 —

El señor Barros Borgoño (don Luis) podría ponerse una fe


cha de referencia.
S. E. observa que podría decirse:
«El Presidente de la República fijará por medio de un decreto
el día de la elección.»
El señor Silva Cortés (don Romualdo) y ese decreto se expe
diría dentro de un plazo determinado.
El señor Zañartu (don Héctor) dentro del plazo de cincuenta a
sesenta días antes de la elección.
El señor Yáñez (don Eliodoro) la elección de Presidente de la
República ser un derecho de los ciudadanos, consagrado en la Cons
titución misma.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) no ve de qué serviría
ese derecho si no se señala el día en que deban reunirse las mesas re

ceptoras.
El señor Yáñez (don Eliodoro) si se fija un día determinado
para la elección, no hay poder en la República que pueda alterar esa

fecha.
Finalmente, se acordó agregar al art. 54, a continuación del
inciso primero, el siguiente :
«La elección se verificará sesenta días antes de aquel en que
termine el período presidencial.»
S. E. da lectura a los dos últimos incisos del art. 54, que dicen
así:
«El conocimiento de las reclamaciones que ocurran acerca de
la votacióncorresponderá al Tribunal Calificador.»
«Las rectificaciones y el escrutinio general de la elección se

harán por el mismo Tribunal.»


El señor Guerra (don J. Guillermo) acaso sería innecesario re

petir eso.

El señor Yáñez (don Eliodoro) estima que la calificación de la


elección presidencial debe ser un acto del Congreso.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, lo que remite
el Tribunal Calificador es el escrutinio general de la elección. En
el artículo siguiente se aclara esta cuestión y de su texto se des
prende que es el Congreso quien toma conocimiento del escrutinio

general y proclama al Presidente de la República.


El señor Zañartu (don Héctor) en el caso próximo, habrá que
pensar quién va a proclamar al Presidente de la República.
S. E. cree que deberá hacer eso el Tribunal Calificador.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) va a haber que con
sultar un título completo para contemplar todo lo relativo a la ini
ciación del nuevo régimen.

212 —

S. E. da lectura al artículo 55 del proyecto, que dice así:


¡■Art. 55. Las dos ramas del Congreso reunidas en sesión pú
blica, cincuenta días después de la votación, con asistencia de la
mayoría del total de sus miembros y haciendo de Presidente el que
lo sea del Senado, tomará conocimiento del escrutinio general prac
ticado por el Tribunal Calificador y procederán a proclamar Presi
dente de la República al ciudadano que hubiere obtenido más de la
mitad de los sufragios válidamente emitidos.
»Si del escrutinio no resultare esa mayoría, el Congreso Pleno
elegirá entre todos los ciudadanos que hubieren obtenido las dos más
altas mayorías relativas.
«Si dos o más ciudadanos hubieren obtenido la más alta mayo
ría relativa, la elección se hará sólo entre ellos.»
El señor Guerra (don J. Guillermo) ofrece este artículo dos
inconvenientes dice: «la mayoría del Congreso». ¿Cuál es la mayo
ría del Congreso? Es la mayoría de la Cámara de Diputados y la
mayoría del Senado; o, es la mitad más uno del total de los miem
bros de ambas ramas del Congreso?
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, es la mayoría del
total de los miembros del Congreso.
El señor Guerra (don J. Guillermo) desaparecido el primer in
conveniente, siempre queda el segundo : la proclamación del Presi
dente de la República queda entregada necesariamente a la mayo
ría del Congreso; y esta mayoría para oponerse a ella puede no dar
quorum para las sesiones respectivas. Recuerda el caso de la procla
mación del Presidente Balmaceda. En esa ocasión se dijo que la opo
sición, que tenía la mayoría de una de las Cámaras, iba a frustrar
las sesiones del Congreso Pleno que debía proclamar al Presidente
de la República. Pero los congresales de la oposición, llevados de un
movimiento patriótico, cumplieron con el deber de dar número para
hacer el escrutinio y proclamar al Presidente.
Por este motivo, propone que se diga lisa y llanamente «El
Congreso se reunirá para hacer la proclamación», sin agregar «con
la mayoría absoluta de todos sus miembros».
El señor Barros Borgoño (don Luis) podría establecerse que
si no concurre la mayoría, el escrutinio se hará con los que asistan.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) desea recordar el
caso que acaba de ocurrir en la República Argentina con motivo de

la elección de Gobernador para la provincia de Córdoba. Obtuvo


el triunfo en la elección una persona que tenía en contra la mayoría
del Congreso, y debiendo éste reunirse con el fin de proclamar al
señor Cárcamo que había sido elegido, no se reunió.
Establece la Constitución de esa provincia que no reuniéndose
el Congreso por falta de quorum, corresponde hacer la proclamación

213 —

de Gobernador, subsidio del Congreso, a la Corte Suprema; y


en

en esa virtud fué esta Corporación la que proclamó a don Ramón

Cárcamo, Gobernador de Córdoba.


El señor Barros Borgoño (don Luis) se podría decir que si
no concurriera la mayoría del Congreso, citado para hacer la pro
clamación de Presidente de la República, se hará ésta al día siguiente
por la mayoría de los que asistan.
Así quedó acordado.
El señor Guerra (don J. Guillermo) dejando establecido que
la mayoría del Congreso es la mayoría de los Congresales, y no la
de cada una de las Cámaras, pide que quede constancia de esto en
el acta.
Se dio lectura al art. 63, que quedó en la forma siguiente:
«Art. 63. La elección que corresponde al Congreso Pleno se
hará por más de la mitad de los sufragios y en votación secreta.
«Si verificada la primera votación, no resultare esa mayoría
absoluta, se hará por segunda vez, contrayéndose la votación a las
dos personas que en. la primera hubiesen obtenido mayor número
de sufragios y sumándose los votos en blanco a la más alta mayoría
relativa.
«En caso de empate se repetirá por tercera vez la votación al
día siguiente; procediéndose en la misma forma.
«Si resultare nuevo empate, decidirá en el acto el Presidente
del Senado.»
Quedaron suprimidos los artículos 56, 57, 58, 59, 60, 61, 62,
63 y 64 vigentes.
El art. 65 quedó en esta forma:
«Art. 65. Cuando el Presidente de la República mandare per
sonalmente la fuerza armada o cuando por enfermedad, ausencia del
territorio de la República u otro grave motivo no pudiere ejercitar
su cargo, le subrogará— con el título de Vicepresidente de la Repú

blica—el Ministro a quien favorezca el orden de precedencia que se


ñale la A falta de éste, subrogará al Presidente el Ministro que
ley.
siga orden de precedencia y a falta de todos los Ministros, su
en ese

cesivamente, el Presidente del Senado, el Presidente de la Cámara o el

Presidente de la Corte Suprema de Justicia.


«En los casos de muerte, declaración de haber lugar a su renun
cia, u otra clase de imposibilidad absoluta, o que no pudiera cesar
antes de cumplirse el tiempo que falte del período constitucional,
el Vicepresidente en los primeros diez días de su gobierno, expedirá
las órdenes convenientes para que se proceda a nueva elección de
Presidente en la forma prevenida por esta Constitución y por la ley
de elecciones.»

214 —

El art. 66 quedó derogado, por haberse incluido en el anterior.


Quedó acordado reemplazar el art. 67, de la Constitución, que
dice:
«El Presidente de la República no puede salir del territorio del
haber
Estado durante el tiempo de su gobierno, o un año después de
concluido, sin acuerdo del Congreso», por el siguiente:
«El Presidente no puede salir del territorio de la República
du
rante el tiempo de su gobierno, sin acuerdo del Congreso.»
Quedó aprobado.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) considera que esta dis
muy antiguo y que no tiene razón
de ser, dadas las
posición es algo
facilidades de comunicaciones que hoy existen. Según ella el Presi
dente no podría ir a Buenos Aires, por ejemplo, a visitar una
ex

posición, etc., sin permiso del Congreso.


Opina que debería suprimirse esta disposición.
El señor Guerra (don J. Guillermo) observa que un empleado
o funcionario público no debe abandonar sus funciones
sin permiso.
El art. 68, que dice: «El Presidente de la República cesará el
mismo día en que se completen los cineo años que debe durar el ejer
cicio de sus funciones, y le sucederá el nuevamente electo», quedó
aprobado en la siguiente forma:
«El Presidente cesará el mismo día en que se completen los seis
años que debe durar el ejercicio de sus funciones, y le sucederá el
nuevamente electo.»
Se dio lectura al art. 69, de la Constitución, que dice:
«Art. 69. Si éste se hallare impedido para tomar posesión de
la Presidencia, le subrogará mientras tanto el Consejero de Estado
más antiguo, pero si el impedimento del Presidente electo fuere abso
luto o debiera durar indefinidamente, o por más tiempo del señalado
la forma
alejercicio de la Presidencia, se hará nueva elección en
de
constitucional, subrogándole mientras tanto el mismo Consejero
Estado más antiguo que no sea eclesiástico.1
En seguida se leyó el art. 69 del proyecto que dice:
«Art. 69. Si el Presidente electo se hallare impedido para tomar
con el título de Vice
mientras tanto,
posesión del cargo, le subrogará
presidente de la República, el Presidente del Senado; a falta de éste,
el Presidente de la Cámara y a falta de éste, el Presidente de la Corte

Suprema de Justicia.
«Pero si el impedimento del Presidente electo fuere absoluto o
debiere durar indefinidamente, o por más tiempo del señalado al
ejercicio de la Presidencia, el Vicepresidente, en los diez primeros
días de su las órdenes convenientes para que se
gobierno, expedirá
proceda elección en la forma prevenida por esta Constitu
a nueva

ción y por la ley de elecciones.»



215 —

S. E. observa que dice


no se quién juzgará si el impedimento es
absoluto.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, el Congreso. En
el artículo figura la frase: «en los diez primeros días de su gobier
no». Le parece más natural
que no exista ese plazo, porque de aquí
a que el
Congreso declare el impedimento pueden pasar más de diez
días. Habría que suprimir esa frase.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) la frase
podría reem
plazarse por esta otra: «Diez días después de la resolución del Con
greso».
Así quedó acordado.
El art. 70 quedó derogado.
Se dio lectura al art. 71 de la Constitución, que dice: «El Pre
sidente electo, al tomar posesión del cargo, prestará, en manos del
Presidente del Senado, reunidas ambas Cámaras en la sala del Se
nado, el
juramento siguiente: Yo, N. N., juro por Dios Nuestro
Honor y estos Santos Evangelios, que desempeñaré fielmente el cargo
de Presidente de la República; que observaré y protegeré la Religión
Católica, Apostólica, Romana; que conservaré la integridad e inde
pendencia de la República, y que guardaré y haré guardar la Cons
titución y las leyes. Así Dios me ayude y sea en mi defensa, y si no,
me lo demande».

En seguida se leyó el art. 71 del proyecto, que es del tenor si


guiente :

«Art. 71. El Presidente electo, al tomar posesión del cargo y


en presencia de ambas ramas del Congreso, prestará, en manos del
Presidente del Senado, el juramento o la promesa siguiente:

Yo, N. N., prometo por la patria y por mi honor, desempeñar
fielmente el cargo de Presidente de la República, conservar la inte
gridad e independencia de IaNación, y guardar y hacer guardarla
Constitución y las leyes.»
El señor Silva Cortés (don Romualdo) propone que se man
tenga sin variación, en la Constitución reformada, el precepto sobre
el juramento en el nombre de Dios, juramento que establecieron los
muy cristianos constituyentes de 1833.
Declara que en sus estudios jurídicos, siendo alumno universi
tario, se le enseñó que jurar es poner a Dios por testigo de lo que se
promete; y tal ha sido durante siglos el concepto universal del jura
mento.
El hecho de que se intente suprimir el santo nombre de Dios
de la letra de nuestra Constitución Política le sorprende y afecta, por
que los pueblos civilizados deben honrarse con invocar al Ser Su
premo en sus actos más solemnes y significativos.
No comprende que pueda justificarse esa supresión de tan ele-

216 —

vada invocación, porque no pueden existir razones para tal supre


sión y opina en favor del mantenimiento.
S. E. ¿Y si llega a la Presidencia de la República un hombre
que no cree en Dios? Sería ponerlo en pugna ante su conciencia y
la Constitución.
El señor Guerra (don J. Guillermo) propone que se acepte la
fórmula que se emplea en Estados Unidos. Allí se dice: «Yo juro o
prometo», fórmula que es optativa; jura el que tiene convicciones
religiosas y promete el que no las tiene.
El señor Yáñez (don Eliodoro) ¿por qué el juramento ha de ser

religioso?
El señor Guerra (don J. Guillermo) exacto. La promesa es un
juramento para un hombre de honor; en cambio, el que dice «sí»,
aunque jure por Dios, si no es un hombre honrado, no respetará el
juramento.
Va a referise a la proposición del señor Silva Cortés (don Ro
mualdo) .

Como el señor Silva Gortés él cree en Dios, es deísta en la


más amplia acepción de la palabra; pero la suya no es una convic
ción religiosa sino científica. Y si llegara a ser elegido Presidente,
no tendría inconveniente, sino el mayor gusto, en invocar el nombre

de Dios al prestar el juramento constitucional.


Pero así como desea que le respete todo el mundo sus creencias,
así también respeta las convicciones ajenas. No se escapa a su espí
ritu que puede haber un hombre honradísimo y patriota, que incu
rra en el error, para él, de ser ateo. Y ¿por qué se le va a obligar a

ese hombre a invocar el nombre de Dios, que para el señor Silva

Cortés es sagrado y que para el otro es un mito?


Por eso encuentra que la fórmula usada en Estados Unidos es
la más perfecta. Y es de notar que el pueblo de Estados Unidos no
se caracteriza por su espíritu irreligioso, ni mucho menos arreligioso;

por el contrario, aquel es un pueblo profundamente religioso.


Yno debe olvidarse que la Constitución de Estados Unidos fué

hecha ya hace siglo y medio, allá por el año 1787; va, pues, a hacer
ciento cuarenta años desde que está en vigencia y, por consiguiente,
el espíritu religioso que predominaba en aquella época en ese país
debió ser muchísimo más fuerte que en el día de hoy. A pesar de todo,
allá se creyó entonces que bastaba decir: «juro o prometo», es decir,

se empleó una fórmula


optativa.
Ya ha dicho que deísta; pero creyendo en Dios y rindiéndole
es

culto en su fuero interno,


como hombre, piensa que la fórmula opta

tiva de juramento, a que ya se ha referido, satisface todas las difi


cultades, y, además, tiene la ventaja de no estar ligada al artículo 5.q
y demás, que están pendientes.

217 —

El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) hace indicación para


suprimir el juramento.
El señor Yáñez (don Eliodoro) no le da importancia a esta
cuestión.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) comprende la intención
del señor Yáñez, quien supone que todo creyente jurará por Dios y
el que no crea lo hará de otro modo; pero su concepto doctrinal y
moral de la cuestión lo induce a mantener su opinión y su voto en
favor de la fórmula religiosa del juramento constitucional; y lamen
ta que no se le acompañe en esta materia por todos los señores miem
bros de la Comisión.
S.E., se podría poner: «juro o prometo».
El señor Yáñez (don Eliodoro) se podría decir: «Prestará jura
mento o promesa», sin consignar el texto de la fórmula.

S. E. observa que con esa fórmula, el que cree en Dios jura por
Dios. Si a él lo llamaran mañana a jurar, juraría por Dios.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) el acto solemne del
juramento es una ceremonia que siempre le ha impresionado. Tu
vo oportunidad de presenciar el juramento de los señores Barros
Luco, Sanfuentes y Alessandri y declara que este acto le causó pro
funda impresión.
Con las modificaciones acordadas, el artículo quedó redactado
en la siguiente forma, propuesta: por el señor Yáñez.

«Art. 71. El Presidente Electo al tomar posesión del cargo y


en presencia de ambas ramas del Congreso, prestará ante el Presi
dente del Senado, juramento o promesa de desempeñar fielmente el
cargo de Presidente de la República, conservar la integridad e inde
pendencia de la Nación, y guardar y hacer guardar la Constitución
y las leyes.»
El art. 72 quedó redactado en esta forma:
«Art. 72. Al Presidente está confiada la administración y go
bierno superior del Estado ; y su autoridad se extiende a todo cuanto
tiene por objeto la conservación del orden público en el interior, y
la seguridad exterior de la República, guardando y haciendo guardar
la Constitución y las leyes.»
Se empezó a leer el art. 73, que dice así:
«Art. 73. Son atribuciones especiales del Presidente:
«1.a Concurrir a la formación de las leyes con arreglo a esta
Constitución; sancionarlas y promulgarlas;
«2.a Expedir los reglamentos, decretos e instrucciones que sean
convenientes para la ejecución de las leyes.»
Quedan en la forma propuesta.
Los números 3.°, 4.° y 5.° quedaron en la siguiente forma:
«3.a Velar por la conducta ministerial de los jueces y demás

218 —

empleados del Poder Judicial, pudiendo, al efecto, requerir al Minis


terio Público para que reclame medidas disciplinarias del Tribunal
competente, o para que, si hubiere mérito bastante, entable la corres
pondiente acusación ;
4.' y 5.-' Prorrogar las sesiones ordinarias del Congreso y con
vocarlo sesiones extraordinarias.»
a

S. E. leyó el
número 6.°, que dice: ■

«6.a Nombrar a su voluntad a los Ministros de Estado y Ofi

ciales de sus Secretarías, a los Ministros Diplomáticos, a los Cónsules


y demás agentes diplomáticos; a los Intendentes, Gobernadores y
Prefectos de Policía.
«El nombramiento de los Ministros Diplomáticos se someterá
a la aprobación del Senado; pero éstos y los demás funcionarios enu
merados en el presente número son de la confianza exclusiva del
Presidente de la República y se mantendrán en sus puestos mientras
cuenten con ella.»
El señor Guerra, (don J. Guillermo) se mantiene en esta dis
posiciónla idea que él nunca ha aceptado, de someter a la consulta
del Senado el nombramiento de los Ministros Diplomáticos. Sin
embargo, como parece que el espíritu de la Comisión es aceptar esa
idea, no hace cuestión.
Varias veces se ha abusado por el Senado de esta facultad que
le otorga la Constitución y se han retenido algunos nombramientos
diplomáticos que le ha sometido el Ejecutivo. Muchas veces se ha
asumido esta actitud por móviles políticos o porque no se ha tenido
lafranqueza de declarar que tales o cuales personas no son del agrado
de esa alta Corporación. Cosa análoga ha ocurrido con los ascensos

militares en que tiene participación el Senado. Estima indispensable

poner tope a la posibilidad de este abuso en el futuro. Esto se conse


guiría consultando una disposición que obligara a aquella rama del
Congreso a pronunciarse en la misma sesión sobre las proposiciones
que en tal sentido se le presentaran. En esta forma se evitarían expe
dientes dilatorios, como los trámites de Comisión u otros análogos.
Por otra parte, países pequeños como el nuestro, las personas que
en

se designan para los cargos diplomáticos son generalmente conoci

das ; de manera que no hay en realidad motivo para vacilaciones en


tales casos. Cuando se está tramitando en la Moneda un nombra
miento diplomático, se tiene ya opinión formada al respecto en el
Senado y todos los Senadores saben si deben votar a favor o en con
tra del nombramiento respectivo. No cree indispensable que la indi
cación que propone se agregue a este artículo; podría dejarse
para
contemplarla entre las atribuciones especiales del Senado.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) si se fija un plazo para
que se pronuncie el Senado, aquél no debe ser de menos de un mes.

219 —

El señor Guerra (don J. Guillermo) se entendería entonces


que si no se produce acuerdo dentro del plazo que se fijara, se con
sideraría aprobada la proposición del Ejecutivo.
El señor Barros Borgoño (don Luis) hay casos en que el
pronunciamiento se aplaza por parte del Senado para buscar un

arreglo.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) advierte también que
puede haber circunstancias que aconsejen ese aplazamiento, cuando
hay, por ejemplo, alguna cuestión de alta política anexa a un nom
bramiento.
El señor Barros Borgoño (don Luis) no se puede poner un
plazo perentorio ; es esa una cuestión de cortesía.
S. E. observa que, de acuerdo con el reglamento del Senado,
tiene el Ejecutivo la facultad de pedir la urgencia de una resolución
de esta naturaleza.
El señor Yáñez (don Eliodoro) concuerda con S. E. y estima
que bastaría con pedir esa declaración de urgencia en los casos de
aplazamiento.
El señor Barros Borgoño (don Luis) considera que una dispo
sición de esa naturaleza es más bien propia de los reglamentos de
las Cámaras que de la Constitución.
El señor Guerra (don J. Guillermo) en todo caso, desea que
se deje constancia en el acta de su proposición.

S. E. pide que se deje testimonio de que comparte la opinión


del señor Guerra. Estima que aquella debe ser una facultad priva
tiva del Presidente de la República. Durante el ejercicio de su man
dato presidencial ha tenido que sufrir numerosas molestias debidas
al abuso que censura el señor Guerra.
El Presidente de ra República tiene a su cargo la gestión supe
rior de los intereses internacionales y, a pesar de esto, no se le puede
hacer efectiva su responsabilidad desde el momento en que no tiene
libertad para nombrar a los agentes diplomáticos. A menudo, se ve
presionado por los intereses partidistas, por las componendas polí
ticas que lo obligan a buscar la complacencia de los partidos tales
o cuales.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) acaso más de una
vez el Presidente de la República podría defenderse de los empe
ños políticos alegando que el nombramiento de tal o cual candidato
debe ser sometido a la resolución del Senado.
El señor Guerra (don J. Guillermo) su opinión es que estos
nombramientos deben ser privativos del Presidente de la República,
sin intervención del Senado.
¿No podría fijarse siquiera el plazo de un mes para que el Se
nado se pronunciara sobre estas designaciones?
220
— -

Hubo ambiente general para no fijar plazo.


Se leyó el número 7." que dice:
Nombrar los magistrados de los Tribunales Superiores de Jus
ticia, y los Jueces Letrados en conformidad al art. 105.»
Se acordó dejar pendiente la referencia al número del art. (105).
El número 8." que figura en la Constitución quedó pendiente.
lectura, al número 9.", que dice:
Se dio
empleos civiles y militares que determi
«9.° Proveer los demás
nen leyes, procediendo con acuerdo del Senado para conferir los
las
empleos o grados de Coroneles, Capitanes de Navio, y demás Oficia
les Superiores del Ejército y Armada. En el campo de batalla podrá
conferir estos empleos militares superiores por sí solo.»
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, en este número
se ha agregado la frase «que determinen las leyes», como principio

de la descentralización administrativa, a fin de que las leyes deter


minen después qué funcionarios no serán nombrados por el Presi
dente de la República.
Se dio lectura al número diez que dice:
^10.° Destituir a los empleados de su designación por ineptitud,
u otro motivo quehaga inútil o perjudicial sus servicios; pero con
acuerdo del Senado, si son Jefes de Oficinas, o empleados superiores
y con informe del respectivo Jefe, si son empleados subalternos.»
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, se ha agregado
la frase «de su designación», obedeciendo al mismo principio de des
centralización administrativa.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) sería partidario de que
se hiciera en la Constitución referencia al escalafón administrativo.
Se podría establecer que tratándose de empleados de ciertos grados
del escalafón, se necesitaría ese acuerdo. En los demás grados serían
nombrados y destituidos por sus jefes respectivos.
S. E., el pensamiento del Gobierno es presentar el Escalafón
Administrativo junto con la Constitución, y en eso se está traba
jando.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) quiere que en la Cons
titución se establezca la norma fundamental del Escalafón.

El señor Guerra (don J. Guillermo) respecto de lo que ha mani


festado el señor Vicuña Fuentes, cree que en el fondo estas obser
vaciones son justas, pero no conviene tampoco multiplicar el núme
ro de los empleados que no pueden ser removidos sino con acuerdo

del Senado; porque si se va a establecer esta garantía, por ejemplo,


para los Jefes de Oficina, y los empleados de uno, dos o tres grados,
podría considerarse que volvemos a caer en los vicios antiguos, de
dar participación en estas designaciones a los Cuerpos Legislativos,
Se sabe que bastaba la presión de un Senador o de un Diputado

221 —

para que se nombrara Intendente o Gobernador a determinada per


sona.

Ahora bien, esta presión volvería ahora por pasiva, porque si


se necesita destituir a tal empleado debido a que tiene tales o cuales
defectos, podrían intervenir entonces los Senadores en un sentido
negativo, oponiéndose a la destitución.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) su idea es que los em
pleados de grados superiores en el escalafón administrativo, los Jefes
de Oficina, digamos, sean nombrados y removidos por el Presidente
de la República con acuerdo del Senado o sin é( no entra en esta

consideración y que los de grados inferiores sean nombrados y re


movidos por su jefe respectivo, a fin de que el Presidente de la Re


pública no esté ocupado en estas minucias de nombramientos de
empleados subalternos.
S. E. observa que en el proyecto de escalafón que se está ha
ciendo, hay diez grados; de modo que se puede poner que para nom
brar o remover los empleados de los grados superiores señalados en
el escalafón, o sea desde tal grado hasta tal otro, se necesitará el
acuerdo del Senado.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) va a poner un ejem
plo relativo a uno de los servicios que más conoce. Se refiere a la
administración interna de los Liceos, en los cuales, para nombrar
un Profesor o un Inspector, se debe recurrir al Presidente de la
República; cuando bastaría que esos nombramientos fueran hechos
por el Rector del Liceo.
S. E., anticipándose a la idea del señor Vicuña, ha modificado
el artículo de la Constitución respectivo, diciendo que es facultad del
Presidente de la Repúbbca proveer los demás empleos civiles y mili
tares que determinen las leyes. Se ha querido así dejar la puerta
abierta para que los Jefes de Oficinas hagan los nombramientos de
ios otros empleados, conforme al Estatuto Administrativo.
La Constitución debe establecer la necesidad de que después
se dicte ese Estatuto.

El número once quedó en esta forma :


«11.° Conceder jubilaciones, retiros y goce de montepío con
arreglo a la ley.»
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, se suprime la
palabra «licencias».
S. E., se suprimió deliberadamente la palabra «Ucencias», por
que no es posible que el Presidente de la República se preocupe de
tanta menudencia y tenga que estar firmando miles de decretos al
día, de los cuales no habrá mas de ciento que valga la pena que sean
firmados por el Jefe de la Nación.

222 —

El número doce quedó forma, que es


en esta igual a la actual:
«12.° Cuidar de la recaudación de las rentas públicas y decretar
su inversión con arreglo a la ley.»
El número siguiente y que corresponde a los números 13 y 14
del art. 73 de la Constitución y que dice así: «Celebrar concordatos
o acuerdos con los representantes de
cualquier culto que se ejerza
en el país y reglamentar el ejercicio de
cultos», quedó pendiente.esos
El señor Vicuña Fuentes eso de reglamentar el
(don Carlos)
ejercicio de los cultos podría corresponder a los Alcaldes, pero no al
Presidente de la República.
El número 15 quedó en la siguiente forma:
-Conceder indultos particulares. Los funcionarios acusados pol
la Cámara de Diputados y juzgados por el Senado, no pueden ser
indultados sino por el Congreso.»
El señor Guerra (don J. Guillermo) habría conveniencia en in
sertar en la Constitución la idea de que los indultos particulares no
sean absolutos.
Porque aquí se indulta a un individuo, sale a la calle y si vuelve
a delito, se le apliea la pena correspondiente al nuevo
cometer otro
delito, sin tomar ya en cuenta el anterior, gracias al indulto. Con
vendría, pues, contemplar la idea de que los indultos sean condicio
nales.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, ya está en vi
gencia una ley sobre libertad condicional.
S. E. observa que los indultos condicionales entran ya en las
facultades del Presidente de la República y que ha hecho uso muchas
veces de esa facultad.
El señor Guerra (don J. Guillermo) convendría que el indul
tado, si vuelve a delinquir cumpliera la primera pena que se le ha
bía impuesto.
S. E. esa materia está regida por el Código Penal; en tal caso
el delincuente tendría en su contra una circunstancia agravante,
porque ha reincidido.
El número li.i quedó sin modificaciones. Dice así:
«16.° Disponer de las fuerzas de mar y tierra, organizarías y
distribuirlas, según lo hallare por conveniente.»
El número 17 quedó en esta forma:
«17.° Mandar personalmente las fuerzas de mar y tierra, con
acuerdo del Senado. En este caso, el Presidente de la República
podrá residir en cualquier parte de territorio ocupado por las armas
chilenas.»
El número 18 quedó en esta forma :
18." Declarar la guerra con previa aprobación del Congreso.*

Los números 19, 20 y 21 quedaron en la siguiente forma:



223 —

'19.° Mantener las relaciones políticas con las potencias extran


jeras, recibir sus agentes, admitir sus cónsules, conducir las nego
ciaciones, hacer las estipulaciones preliminares, concluir y firmar
todos los tratados de paz, de alianza, de tregua, de neutralidad, de
comercio, concordatos y otras convenciones. Los tratados antes de
su ratificación se presentarán a la aprobación del Congreso. Las

discusiones y deliberaciones sobre estos objetos serán secretas, si


así lo exige el Presidente de la República;
«20.° Declarar en estado de asamblea una o más provincias
invadidas o amenazadas en caso de guerra extranjera, y en estado
de sitio uno o varios puntos de la República en caso de ataque ex
terior.
■En caso de conmoción interior la declaración de hallarse uno o

varios puntos en estado de sitio, corresponde al Congreso; pero si


éste no se hallare reunido, puede el Presidente hacerlo por un deter
minado tiempo. Si a la reunión del Congreso no hubiere expirado el
término señalado, la declaración que ha hecho el Presidente de la
RepúbÜca se entenderá como una proposición de ley.»
«21." Todos los objetos de policía y todos los establecimientos
públicos están bajo la suprema inspección del Presidente de la Re
pública, conforme a las particulares ordenanzas que los rijan.»
La facultad de disolver al Congreso, que se propuso en otra
sesión con el número 22, fué rechazada en esa misma sesión.
El señor Guerra (don J. Guillermo) a propósito del número 22
que se refiere a la disolución de la Cámara por el Ejecutivo, expre
só:
La facultad del Ejecutivo para disolver el Congreso tiende a
salvar los inconvenientes del régimen parlamentario. Sin esa facul
tad el régimen parlamentario de gobierno está expuesto a fracasar,
Desea que se deje constancia expresa de esta opinión suya.
S. E. adhiere a lo manifestado por el señor Guerra. A su juicio,
ese es el único remedio que puede evitar los males del parlamenta

rismo. Es, por lo menos, su convicción íntima. Y se reserva la liber


tad de sostener esta opinión en la Constituyente o en el organismo
que se busque para hacer esta Constitución.
Quiere que quede constancia bien clara en el acta de esta de
claración.
El art. 74 queda derogado.
Se pasó a tratar del párrafo relativo a los Ministros de Estado.
El art. 75 quedó en esta forma:
«Aht. 75. El número de los Ministros y sus respectivos Depar
tamentos serán determinados por la ley.»
Se dio lectura al art. 76, que dice:
«Art. 76. Para ser Ministro se requiere:

224 —

1." Haber nacido el territorio de la República;


en

2.° Tener las calidades que se exigen para ser miembro de la


Cámara de Diputados.»
A proposición del señor Amunátegui se acordó reemplazar en
este artículo la frase "para ser Ministro por esta otra: «para ser
,

nombrado Ministro».
El art. 77 quedó sin dice así:
modificaciones, y
«Art. 77. Todas las órdenes del Presidente de la República
deberán firmarse por el Ministro del Departamento respectivo; y no
podrán ser obedecidas sin este esencial requisito. s
En el art. 78 que dice :
«Cada Ministro es responsable personalmente de los- actos que
firmare, e insolidum de lo que suscribiere o acordare con los otros
Ministros. »
Se acordó, a proposición del señor Yáñez (don Eliodoro) cam
biar las palabras ~e insolidum», por estas otras: «y solidariamente».
Los arts. 79 y 80 quedaron en esta forma :
'Art. 79. Luego que el Congreso abra sus sesiones ordinarias
deberán los Ministros dar cuenta al Presidente de la República del
estado de la Nación, en lo relativo a los negocios del Departamento
de cada uno, para que el Presidente la dé, a su vez, al Congreso.
«Art. 80. Con el mismo objeto deberán presentarle el Presu
puesto anual de los gastos que deben hacerse en sus respectivos De
partamentos, y darle cuenta de la inversión de las sumas decretadas
para llenar los gastos del año anterior.!
El art. 81, que decía:
«Art. 81. No son incompatibles las funciones de Ministro del
Despacho con las de Senador o Diputado» , fué derogado por haberse
establecido la incompatibilidad en el art. 21.
El art. 82 quedó en esta forma:
«Art. 82. Los Ministros, pueden, cuando lo estimen conve
niente, asistir a las sesiones de la Cámara de Diputados o del Senado
y tomar parte en sus debates, con preferencia para hacer uso de la
palabra, pero sin derecho a voto.»
Los arts. 83 a 92 inclusive, quedan derogados por haber pasado
sus disposiciones a los arts. 29 y 30.
Viene, en seguida, en la Constitución, el título relativo al Con
sejo de Estado, que se ha suprimido.
El señor Guerra (don J. Guillermo) desea que quede constancia
en el acta de su opinión acerca de la conveniencia que hay en man

tener el Consejo de Estado.


El Consejo de Estado ha sido, con muchísima razón, combatido
por la cooperación que ha prestado a los políticos para la organiza
ción del Poder Judicial; y ha contribuido mucho así a los inconve-

225 —

nientes que hoy presenta nuestra judicatura; pero quitándole al Con


sejo de Estado esta facultad de formar las ternas judiciales y tomar
así parte en la formación de la magistratura, se subsanarían esos

inconvenientes.
En cambio, cree que conviene mantener el Consejo de Estado
para que desempeñe las funciones de un tribunal contencioso-admi-
nistrativo por un lado, y para que sirva, en seguida, para fallar los
juicios de extradición y de presa, que hoy día son del conocimiento
de la Corte Suprema.
Estima que debieran sustraerse del conocimiento de la Corte
Suprema esos juicios, porque no son materias exclusivamente judi
ciales. En ellas va muy mezclado el interés político, y ésta sería una

atribución que se podría conferir al Consejo de Estado.


Por otra parte, este Consejo tal como él lo concibe, sería com
puesto de altos funcionarios públicos encargados de asesorar a S. E,
en la preparación de los proyectos de ley que presenta al Congreso.

En esta tarea este cuerpo podría tener una participación muy impor
tante. Además podría darse al Presidente de la República la facultad
de nombrar, dentro de ciertos límites, otros Consejeros de Estado.
Los miembros titulares podrían ser unos diez; y el Presidente
de la República podría nombrar otros hasta un total de treinta. Se
le podría dar una facultad amplia para nombrar hoy día a uno, ma
ñana a dos, según como lo fuere necesitando y esos nombramientos
podrían recaer en hombres preparados, viejos, retirados de la política
y que pudieran cooperar a la administración.
Con un Consejo de Estado constituido en esa forma, con perso
nalidades de la ciencia, de las artes, de las industrias, de la banca,
y de todos los ramos de la actividad pública, prescindente de la

política^ podría el Presidente de la República encontrarse en cual


quier momento rodeado de personas que le proporcionarían verda


dera ayuda a su administración. Y esta circunstancia le sería muy
provechosa en los casos en que pudiera el Presidente encontrarse en
conflictos con una o con ambas ramas del Congreso. Ese caso se ha
presentado aún en los Estados Unidos, donde no existe el parlamen
tarismo; allí el Congreso ha estado a veces en abierta pugna con el
Presidente.
Como el Presidente podría escoger su personal de consejeros
entre lo mejor que hubiera en todo el país, ese grupo de personas
prestigiaría mucho la causa del Presidente y le serviría de un con
trapeso en ciertos momentos para oponerse a las imposiciones del
Congreso.
Por estas razones, que ha tratado de resumir brevemente, es
partidario de que se mantenga el Consejo de Estado de una manera
completamente reformada. Desea que se deje constancia en el acta
de su manera de pensar al respecto.
(Actas 15)

226 —

El señor Edwards Matte (don Guillermo) creeque es conve


niente la supresión del Consejo de Estado, en cuanto institución
aconsejadora, porque ha sido partidario siempre de que no se diluyan
las responsabilidades de los que tienen el mando.
S. E. advierte que en la próxima sesión se estudiará el párrafo
que tratará de «La formación de las leyes», y si hay tiempo se pro
seguirá con el título de «La administración de justicia».
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torreblanca.
DÉCIMAOCTAVA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE

REFORMAS CONSTITUCIONALES

5 DE JUNIO DE 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño, No-
lasco Cárdenas, J. Guillermo Guerra, José Maza, Ministro de
Justicia, Pedro N. Montenegro, Romualdo Silva Cortés, Francisco
Vidal Garcés, Carlos Vicuña, Eliodoro Yáñez, Héctor Zañartu, y
del Subsecretario del Interior, don Edecio Torreblanca, que actuó
como Secretario ; se abrió la sesión a las 4 P. M.

Excusó su inasistencia don Ramón Briones Luco.


Se entra a tratar el párrafo «De la Formación de las Leyes» , y al
efecto se da lectura al siguiente artículo, propuesto en reemplazo del
art. 31 de la Constitución actual:
«Las leyes y proyectos tendrán principio en la Cámara, por
mensaje que le dirija el Presidente de la República, por indicación
del Senado, por proposición de la Corte Suprema en los casos con
templados en el art. 105o, o por moción de cualquier diputado.
«Las leyes que signifiquen gastos públicos son de la iniciativa
exclusiva del Presidente de la Repúbbca, sin perjuicio de lo dispuesto
en el art. 105a.
«Para que el Senado sugiera un Proyecto de Ley, a la Cámara,
basta el voto de diez Senadores. La CorteSuprema necesita el voto
de la mayoría de sus miembros.»
S. E. pide que se resuelva primeramente si se da la iniciativa de
las leyes solamente a la Cámara de Diputados, o si se extiende tam
bién tal iniciativa al Senado.
El señor Barros Borgoño (don Luis) a su juicio dicha iniciati
va deben tenerla en igual forma ambas Cámaras, ya que las dos tienen

el mismo origen y que ese es el régimen establecido en casi todas


partes del mundo. Estima también que el Ejecutivo debe tener li
.

bertad para enviar sus mensajes a cualquiera de las dos ramas del
Congreso, a la que más convenga.
El señor Guerra (don J. Guillermo) no le parecería mal que
la Corte Suprema pudiese iniciar proyectos de carácter judicial.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) es del mismo parecer
que el señor Barros Borgoño cree que ambas Cámaras deben quedar
en igualdad de condiciones, tanto más cuanto que generalmente es

228 —

el Senado en donde está la gente de mayor experiencia y más pre


parada.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que el
Senado, en a iniciativa para formular proyectos de ley, va a
cuanto
hacer el mismo papel de aquel que transmite una idea o conjunto de
ideas, ya perfectamente estudiadas y definidas, a su escribiente o se
cretario para que les dé forma escrita. Así, el Senado enviaría, por
medio de mensajes, los proyectos de su iniciativa a la Cámara de
Diputados, ésta les daría forma de ley, y el mismo Senado, en segui
da, los revisaría.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) replica que en la prác
tica se ha visto que hay muy poca diferencia entre iniciar y adicio
nar leyes; últimamente, casi todos los proyectos que la Cámara ha
enviado al Senado, eran adicionados en tal forma que resultaban le
yes casi enteramente nuevas.
S. E. hace presente que tal práctica da lugar a grandes conflic
tos y dificultades.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) la circunstancia de ser
la Cámara de Diputados muy numerosa y su personal muy hete
rogéneo, contribuye a que los proyectos que despacha sean defi
cientes y mal estudiados. Es por esto que el Senado, corporación
con menos personal y compuesta de elementos generalmente bien
preparados, se ve constantemente obligado, entre nosotros, a repa
rar lo malo que hace la Cámara.
El señor Yáñez (don Eliodoro) aparte de que en todos los paí
ses sujetos al sistema bi-cameral, las dos ramas del Parlamento tie

nen igual iniciativa para formular proyectos de ley, hay entre no

sotros la circunstancia, que ya se ha hecho notar, de que el Senado


cuenta con menor número de miembros, generalmente más prepa
rados y con mayorexperiencia que los de la otra Cámara. No se
ría justo, pues, dejarla subordinada a la acción de la Cámara de
Diputados, privando a esta Corporación de las iniciativas de bien
público que en ella pueden nacer y encontrar amparo, de la facul
tad de atender a las necesidades del país y de la de propender al
progreso de la legislación.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, el Senado que
daría con la misma facultad que tiene hoy el Presidente de la Re
pública, a saber, la de poder enviar mensajes a la Cámara de Di
putados.
El señor Yáñez (don Eliodoro) establecida esa facultad, la Cá
mara podría no tomar en cuenta los mensajes del Senado. Y de es

ta manera el Senado no haría nunca uso de ella, por no verse ex


puesto a una situación en la otra Cámara, que podría lastimar su
prestigio, ya que esa iniciativa carecía de eficacia práctica.

229 —

El señor Amunátegui (don Domingo) le pasaría al Senado lo


mismo que ala Corte Suprema, con la facultad que le otorga el
art. 5." del Código Civil.
El señor Yáñez (don Eliodoro) llama la atención a que tenien
do el país una población reducida, inferior a la de algunas capita
les europeas y americanas, es natural que el número de hombres
preparados para la cosa pública sea pequeño. No parece posible en-
.tonces privar a una Corporación como el Senado de la República;
donde se reúnen hombres de gran versación y experiencia, de la ini
ciativa de proponer y aprobar proyectos de bien público. Cree, en
resumen, que debe darse a ambas ramas del Parlamento igual y libre
iniciativa en materia de leyes, salvo en cuanto a la de gastos públi
cos que debe corresponder exclusivamente al Presidente de la Repú-

bbca como medio de mantener la regularidad y responsabilidad de


la administración financiera del Estado.
Le parece también conveniente suprimir la iniciativa que en ma
teria legislativa ha querido darse a la Corte Suprema, idea que se
opone a la de mantener la debida separación de los Poderes Pú
blicos.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) el personal de la Cá
mara de Diputados varía mucho de tres en tres años y el legislador

viene a formarse generalmente a los dos o tres años de experiencia


parlamentaria. El cambio frecuente de este personal hace, pues, que
la Cámara no cuente siempre con los legisladores más preparados y
de mayor experiencia.
En el Senado no ocurre lo mismo : sus miembros -duran mucho

más en sus funciones.


S. E. tuvo en vista esta razón para proponer la prórroga del
período de duración de las funciones de los Diputados a cuatro años,
Su experiencia parlamentaria le permite manifestar con cono
cimiento de causa que el legislador viene a formarse al cabo de dos
años por lo menos, de modo que extendiendo el período legislativo
a cuatro, la Cámara podría hacer labor legislativa eficiente siquiera

por los dos últimos.


El señor Montenegro (don Pedro N.) es partidario de que las
dos ramas del Congreso tengan igual iniciativa para las leyes.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) sin oponerse a la propo
sición de reforma relativa al principio de las leyes sobre gastos
públicos, fundada en buenas razones de política financiera, piensa
en que hay muchos casos de necesidades locales, como construcción

de escuelas, hospitales, caminos, puentes, obras sanitarias y otras,


sobre las cuales, tratándose del mero derecho de proponer proyectos,
no cree que haya razones para prohibir tal iniciativa. Además, un
gobierno que desea apoyar o combatir u hostilizar a partidos o con-

230 —

gresales de oposición, podría favorecer con obras públicas innecesa


rias una región y negar esas obras a otras que las necesiten. Repite
que comprende y acepta lo que se propone, pero a la vez indica la
conveniencia de estudiar una salvedad o excepción para los casos

expresados.
El señor Yáñez (don Eliodoro) considera que los Congresos
son siempre un elemento de dilapidación en todas partes del mundo

y estableciéndose la facultad porque aboga el señor Silva Cortés, los


intereses locales podrían predominar sobre los intereses nacionales.
La necesidad de atender los intereses locales en el Parlamento
no nace sino del desgobierno de un país. En un país bien organizado
no debe existir esta necesidad.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) es partidario de que
se deje el artículo tal como está actualmente en la Constitución;
pero le parece conveniente establecer que en el derecho de fiscali
zación queda también comprendido el de representar al Gobierno
las necesidades locales.
S. E., el artículo en discusión va a quedar en la siguiente forma:
«Las leyes y proyectos tendrán principio en la Cámara o en el
Senado por proposición de uno de sus miembros o por mensaje del
Presidente de la República a cualquiera de estas ramas del Congreso,
«Las leyes que signifiquen gastos públicos son de la iniciativa
exclusiva del Presidente de la República.»
Así quedó acordado.
El señor Maza (don José), Ministro
de Justicia, quiere dejar
constancia, a propósito de esta disposición, de que la forma en que
va a aprobarse hará fracasar el fundamento de la reforma constitu
cional en esta materia; porque con ello se va a perpetuar el sistema
de luchas que hasta ahora ha existido entre el Senado y la Cámara
de Diputados en cuanto respecta a la formación de las leyes. Si no

se adoptan más adelante medidas eficaces para que la opinión de


la Cámara de Diputados predominé sobre la del Senado, no se ha
brá avanzado nada y en pocos años más veremos que el Senado,
Corporación a la cual se ha querido privar en absoluto de facultades
políticas para dejarla como Cámara moderadora, será una Cámara

política que dispondrá de medios para detener las leyes y presionar


al Ejecutivo.
Se da lectura al art. 32 proyectado:
«Aprobado un proyecto en la Cámara, pasará inmediatamente
al Senado para su discusión en un término que no pase de un año.
Si durante ese término el Senado no se pronunciare, el proyecto se
entenderá aprobado.- El plazo será sólo de treinta días para la ley
que fija los gastos de la administración pública.»
El señor Yáñez (don Eliodoro) cree que lo que se quiere es que

231 —

aprobado un proyecto en Cámara pase inmediatamente a la


una

otra para que se discuta en un término dado,


El señor Silva Cortés (don Romualdo) lo considera peligroso.
El señor Yáñez (don Eliodoro) recuerda que hace años el art. 32
de la Constitución actual dio lugar a un debate en el Parlamento a-
cerca de lo que debía entenderse por la frase
«período de aquella se
sión». Se sostuvo entonces, cree que por don Justo Arteaga Alempar-
te, que al término de un período caducaban todos los proyectos que
habían sido remitidos a las Cámaras o discutidos en ellas. Pero se re
solvió que la labor parlamentaria era continua, y no recuerdo que
haya un solo caso en que se hayan entendido en otra forma.
El señor Zañartu (don Héctor) manifiesta que según la Cons
titución de los Estados Unidos cuando se presenta un proyecto y no
se despacha en el período, caduca.

El señor Yáñez (don Eliodoro) cree probable que este fuera el


sentir de nuestra Consitución, siguiendo las prácticas inglesas; pero
estima que hay más conveniencia en establecer la continuidad del
Parlamentó. Los Congresos deben sucederse como si fueran una
misma persona. Lo que cambia en ellos son los miembros que los
componen ; pero la labor que una Cámara está desarrollando, puede
continuarla la que viene en seguida.
El señor Guerra (don J. Guillermo) hace presente que la dispo
sición propuesta por el señor Maza se encuentra establecida en la
Constitución Alemana, si mal no recuerda, y en algunas otras más.
El señor Yáñez (don Eliodoro) estima que no se debe alterar la
práctica establecida.
La labor del Congreso consiste, es cierto, en aprobar los pro
yectos de ley sometidos a su consideración; pero muchas veces se
hace obra patriótica deteniendo el despacho de leyes que pueden ser
contrarias al interés público. A veces por apasionamientos momen
táneos o en consideración a intereses políticos transitorios, se pro
cura dictar leyes que pueden ser contrarias al interés nacional. En

estos casos, sin producir choques ni violencias, y dando lugar a que


la opinión cambie y vea después con más serenidad que se trataba
de hacer algo inconveniente, las Cámaras suelen detener el despacho
de asuntos que llegan a su conocimiento.
Cree que es preferible quedarse dentro de las tradiciones, dentro
de las costumbres ya establecidas entre nosotros a este respecto.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, entiende que la
indicación del señor Yañez sería para dejar este artículo tal como
está sin plazo para que la Cámara Revisora se pronuncie sobre los
proyectos que la otra le remite,
El señor Yañez (don Eliodoro) cree que podría darse al Pre
sidente de laRepública la facultad constitucional de solicitar la
urgencia de los proyectos, cuando lo estime conveniente.

232 —

Es necesario reconocer que actualmente no se encuentra en los

Parlamentos uniformidad de miras, de pareceres, en cuanto a ciertos


intereses fundamentales de la sociedad o del Estado. Hoy tienen
representación en los Parlamentos intereses que van contra el Estado,
contra el concepto de patria, contra el sistema social que hoy im
pera. Y hay leyes que por su naturaleza no pueden ser detenidas en
el Congreso. Supongamos un proyecto de ley declaratorio de guerra
contra un país extranjero, que puede ser obstaculizado por hombres
que por doctrina se opogan a toda guerra.
Podrían también presentarse casos como el ocurrido el año 78
en que el país se encontró ante el peligro de que todos los Bancos

cerraran sus puertas. Un día se supo que a la mañana siguiente iban

a clausurarse todos. Entonces el Ejecutivo hizo pasar en el Congreso

en la noche de ese mismo día una ley que salvó la situación, y que

fué la primera sobre emisión de papel moneda, aunque ojalá nunca


se hubiera dictado. Como éstos, pueden presentarse casos en que el

Presidente de la República, que tiene la responsabilidad del Estado


en el interior, y en el exterior se vea obligado a solicitar el concurso
inmediato, el pronunciamiento rápido del Congreso en un determi
nado asunto.
Es por esto que cree que el Presidente de la República debe
tener el derecho de solicitar, en un momento dado, un sí o un nó del
Congreso.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, recuerda que res

pecto al artículo anterior ya se acordó que la ley periódica sobre los


gastos de la administración pública se presentara al Congreso con
seis meses de anticipación y que si el Congreso no la hubiese despa
chado al término de este plazo, regirían los Presupuestos del año
anterior.
Habrá que agregar que esta ley debe tener origen en la Cámara
de Diputados.
El señor Yáñez (don Eliodoro) dice que el año último se cam
bió la iniciativa de la discusión del Presupuesto, sin ventaja, por
lo demás. En todos los países del mundo los presupuestos empie
zan a discutirse en la Cámara de Diputados.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, manifiesta que
los presupuestos, según la Constitución actual, pueden tener origen
en cualquiera de las dos Cámaras, aunque se había establecido la
costumbre de que los presupuestos fueran primero al Senado.
Conforme a la reforma introducida actualmente, los presupues
tos deben tener su origen en la Cámara de Diputados.
El señor Zañartu (don Héctor) pregunta al señor Maza si dentro
de las reformas ya aprobadas se ha acordado que la ley de presu
puestos autorice también el cobro de las contribuciones.

233 —

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, contesta que se


autoriza únicamente el cálculo de entradas.
El señor Yáñez (don Eliodoro) dice que en todos los países del
mundo los presupuestos tienen origen en la Cámara de Diputados,
porque se estima que este sistema es el más lógico y conveniente;
pero que en Chile ha dado mejores resultados el sistema contrario,
pues se ha visto que los presupuestos son estudiados en forma más
eficiente por la Cámara de Senadores, debido tal vez a la experien
cia y menor número de sus miembros.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, no se extraña de
que el Senado los estudiara en mejor forma, pues los retenía en
su poder durante largo tiempo, y sólo a última hora los remitía a
Cámara de Diputados, la que tenía que despacharlos siempre apre
miada por todos aquellos a quienes perjudicaba su retardo.
El señor Barros Borgoño (don Luis) recuerda que era la Co
misión Mixta de Presupuestos la que estudiaba, en realidad, el pro
yecto de gastos de la Nación.
El señor Guerra (don J. Guillermo) dice que según la reforma,
los presupuestos se presentarán al Congreso con seis meses de anti
cipación a la fecha de su vigencia, y si el 31 de Diciembre no estu
vieren aprobados por las dos Cámaras, regirán automáticamente.
Nota en esto un vacío que no ha sido llenado por el proyecto
de reforma. ¿Cómo se distribuyen estos seis meses entre las dos Cá
maras? Cree que sería conveniente establecer que podrían estar a lo
más tres meses en la Cámara de Diputados y tres en el Senado,- por
que bien, podría suceder que una Cámara retuviera el proyecto de
presupuestos y le quitara a la otra el tiempo necesario para su dis
cusión.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) cree que el Presidente
de la República podría mandar el proyecto a las dos Cámaras a la
vez, a fin de que ambas pudieran discutirlo con la amplitud nece
saria.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, manifiesta
que la reforma parte de la base de que la Cámara de Diputados ten
drá cinco meses para la discusión de los presupuestos un mes el Se
nado.
El señor Guerra (don J. Guillermo) estima que si la ley de pre
supuestos tiene origen en la Cámara de Diputados, es justo darle más
tiempo a esta Cámara para su discusión que a la Cámara Revisora:
pero no cinco meses a una Cámara y uno a otra.
Lo conveniente sería darle cuatro meses a la Cámara de origen
y dos a la revisora.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) cree necesario darle
mayor tiempo a la Cámara de origen, por su propia composición.

234 —

El señor Montenegro (don Pedro N.) agrega que también hay


que tomar en cuenta el tiempo que emplea la Comisión Mixta
en el estudio de los Presupuestos.
El señor Guerra (don J. Guillermo) dice que hay que suprimir
la Comisión Mixta porque es un rodaje inútil.
El señor Zañartu (don Héctor) contesta que la Comisión Mix
ta esla única que estudia verdaderamente los presupuestos.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, pregunta sí se

deja como Cámara de origen para los presupuestos la Cámara de


Diputados.
El señor Barros Borgoño (don Luis) responde que hay que
dejar. al Presidente de la República la facultad de enviarlos a la Cá
mara que convenga.
El señor Guerra (don J.Guillermo) entonces pide que se acuerde
que el Presidente de la República enviará los presupuestos a la Cá
mara que estime conveniente; que la Cámara de origen tendrá cua
tro meses para pronunciarse sobre ellos, y la revisora dos.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, según la indica
ción del señor Yáñez, este artículo 32 quedaría así:
«Aprobadoun proyecto de ley en la Cámara de su origen, pasará

inmediatamente a la otra Cámara para su discusión.»

Se suprimiría, en consecuencia, la frase final que dice que la


otra Cámara debe pronunciarse en cierto plazo.
El señor Guerra (don J. Guillermo) recuerda que la fórmula pro
puesta es la de que si la Cámara revisora no se pronuncia sobre el
proyecto, éste se entenderá aprobado.
Este sistema de fijar un aprobado o recha
plazo para entender
zado un proyecto por la Cámara revisora, tiene la gran ventaja de
que de tal manera se obliga a la Cámara que quiere detener un pro
yecto a manifestarlo francamente.
En esta forma los proyectos que llegan a las Cámaras no serán
encarpetados indefinidamente.
S. E. estima que esta frase de la Constitución actual «y apro
bación en el período de aquella sesión», que aparece en el art. 32,
obedece al propósito de obligar a la Cámara revisora a que se pro
nuncie sobre un proyecto dentro de la legislatura en que ha llegado

a ella.
El señer Yáñez (don Eliodoro) como decía antes, manifiesta
que hace muchos años, hubo en la Cámara de Diputados un deba
te sobre esta cuestión, y se sostuvo por muchos miembros de esa
Cámara la interpretación que expresa S. E., pero prevaleció el cri
terio contrario, sostenido por don Jorge Huneeus, entre otros, y se
mantuvo la práctica que existía desde el comienzo de la República.

Agrega que todas las deficiencias de nuestro régimen institucio-



235 —

nal se han
debido, en gran parte, a los intereses políticos que han
primado en el Congreso ; pero una vez que el interés político desapa
rezca o se vea disminuido, la labor
legislativa será más fecunda.
S. E. cree que, como se le van a quitar sus atribuciones políticas
al Senado, buscará éste sus trincheras en la dictación de las leyes.
Es necesario entonces adoptar medidas eficaces para evitar este
peligro.
El señor Yáñez (don Eliodoro) considera que la manera de
impedir peligro está en dar al Presidente de la República la fa
este
cultad de pedir la urgencia.
S. E.quiere que se resuelva esta cuestión: ¿Se pone o no plazo
para la aprobación o para el rechazo automático de las leyes que
pasan de la Cámara de origen a la revisora?
El señor Vidal Garcés (don Francisco) estima que se podría
poner este plazo para el rechazo.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) halla un poco grave
aquello deestar legislando por la mera acción del tiempo.
S. E. cree que debe establecerse un plazo para que se dé auto
máticamente por aprobada o rechazada la ley, con el fin de que se
resuelvan los asuntos.
El señor Yáñez (don Eliodoro) estima que si se aceptara lo
primero unaminoría podría aprovecharse de esta disposición obstru
yendo, fin de que un proyecto quedara automáticamente aprobado.
a

Toda la dificultad que esta cuestión presenta se salvaría con la


facultad constitucional del Presidente de la República para solicitar
la declaración de urgencia respecto de cualquier proyecto.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) manifiesta que no es
posible establecer que con el solo trascurso del tiempo, de años si
se quiere,
pueda darse vida a proyectos de los cuales a veces nadie
se' acuerda. Pone el caso del proyecto sobre superintendencia de ins

trucción pública, aprobado por el Senado en 1906, que está dur


miendo hasta hoy en la otra Cámara, y que muy bien pudiera
transformarse más tarde en ley, mediante la disposición que ahora
se propone.
El señor Zañartu (don Héctor) está de acuerdo en que conven

dría reducir el plazo de un año, pero en la


de que el pro
inteligencia
yecto respectivo quedaría rechazado, si hubiera ha
en ese
lapso, no

bido un" pronunciamiento expreso de la Cámara revisora sobre él.


El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) dice que no hay que
olvidar que la ley es la manifestación de la voluntad soberana, y no
de voluntad caprichosa. Agrega que se aprovecharía del trascur
una

so del tiempo para convertir en ley cualquier proyecto.


El señor Guerra (don J. Guillermo) es partidario de toda me
dida que estimule la acción legislativa, y una de ellas sería la de

236 —

consultar esta facilidad de que las Cámaras, sin pronunciarse so


bre ciertos proyectos, les presten suaprobación tácitamente. Tal
aprobación sólo se prestaría a proyectos de poca importancia, que
merecieran ocupar mayormente la atención de la Cámara; pero tra
tándose de proyectos de importancia, es claro que nunca faltaría un
representante que pidiese que se pusieran en tabla y fueran discuti
dos.
El procedimiento franco y honrado en este caso es el del rechazo
explícito de lo que no se acepta, y a esto tendería esta reforma.
El señor Yáñez (don Eliodoro) dice que las cosas no se presen
tan así en la práctica. Si una Cámara aprueba un proyecto, y se es
tablece que la otra, por no pronunciarse sobre él en el término de un
año, lo da tácitamente por aprobado, inmediatamente se crearía el
interés de no tratar los proyectos, para que queden aprobados sin
debate; a la inversa, si se establece que los proyectos no tratados o
sobre los que no recae pronunciamiento en cierto plazo, quedan auto
máticamente rechazados, se crearía el interés de aprobarlos. Tales
actitudes no serían, ciertamente, dignas de un Parlamento. Dentro
de la estructura institucional de los países, es a los jefes de Estado
a quienes corresponde atender las necesidades públicas, y las tareas
legislativas no son sino complementarias de aquel deber.
Dejando independencia absoluta a cada Cámara como corres

a un Poder Soberano
ponde y dando al Presidente de la República
el derecho de pedir la urgencia de los proyectos porque se interese,
es decir, de constreñir al Parlamento a pronunciarse sobre ellos, se

salva toda dificultad.


El señor Guerra (don J. Guillermo) considera que se pueden
conciliar las dos tesis que se han enunciado, estableciendo que el
Presidente de la República puede solicitar el pronto despacho o
pronunciamiento sobre cualquier proyecto, y que si respecto de estos
proyectos despachados ya por una Cámara, no hay pronunciamiento
en la otra dentro del plazo de un año, se entenderían aprobados al

cabo de él.
El señor Yáñez (don Eliodoro) estima que no se necesitaría
establecer esta última disposición consultando la primera, ya que
al solicitar el Presidente la urgencia de un proyecto, tiene el dere
cho de exigir un pronunciamiento inmediato sobre él.
El señor Zañartu (don Héctor) hace presente que establecido
el procedimiento de que cuando un proyecto pase un año en una
Cámara sin que recaiga un pronunciamiento sobre él se entienda
rechazado, las cosas quedarían ajustadas a lo que dispone o quiso
disponer nuestra Constitución respecto a la forma en que deben
aprobarse las leyes.
El procedimiento actualmente consignado en nuestra Consti-

237 —

tución, es el de que los dos tercios de una Cámara con el tercio de la


otra hagan una ley; pero como la Cámara revisora puede ahora
no pronunciarse sobre un proyecto, resulta en la práctica que
no da ocasión a la otra para insistir sobre él, y así la mitad más uno

de una Cámara puede impedir su despacho.


Con la disposición que se propone, entendiéndose rechazado un
proyecto si la Cámara revisora no se pronuncia sobre él dentro del
plazo de un año, se da ocasión a la Cámara de origen para insistir
sobre él y agitar de esta manera su despacho.
El señor Maza (don José) Ministro de Justicia, cita disposiciones
,

de la Constitución Checoeslovaca, que dicen así:


«Los proyectos de iniciativa gubernamental, concernientes al
presupuesto o a la defensa nacional, deben ser sometidos en primer
término a la Cámara de Diputados.»
Una de las innovaciones de la Constitución Checa es la preci
sión con la cual determinó las obligaciones recíprocas de las dos Cá
maras en lo concerniente al voto de las leyes, para arreglar los con

flictos que pudieran surgir entre ellas a este respecto. El Senado está
obligado a tomar una resolución sobre los proyectos de ley votados
por la Cámara de Diputados en el plazo de un mes después de su
entrega si se trata del Presupuesto o de la defensa nacional, y de seis
semanas en los demás casos. La Cámara tiene, por el contrario, un

plazo de tres meses para resolver sobre los proyectos de ley votados
por el Senado. Estos plazos pueden ser prolongados mediante acuer
dos de ambas Cámaras, salvo para el presupuesto y las leyes mili
tares.
Una Cámara que no ha tomado resolución en el plazo fijado.
es considerada como aceptante del voto de la otra Asamblea.
sUn proyecto votado por los Diputados toma fuerza de ley, a
pesar del voto contrario del Senado, cuando la Cámara, por mayoría
absoluta de todos sus miembros, mantiene su primitivo acuerdo.5'
El señor Guerra (don J. Guillermo) llama la atención hacia la
situación que se produciría estableciendo el sistema de que un pro
yecto queda rechazado si la Cámara revisora no se pronuncia sobre
él en cierto plazo, en el caso de que se produjera alguna rivalidad
entre las dos ramas del Congreso, situación que ya se ha producido
entre nosotros. Hace poco el Senado, por sistema, transformaba radi
calmente los proyectos que le enviaba la Cámara. Si mañana se pro
dujera una rivalidad semejante, con la disposición que se propone,
ninguna de las dos ramas trataría los proyectos que le llegaran de
la otra, y el resultado sería que el país sufriría de la falta de legis
lación.
S. E. hace presente al señor Guerra que rechazado un proyecto
en una Cámara, pasa inmediatamente a la otra para que insista o
no en él.

238 —

El señor Guerra (donj. Guillermo) insiste en que es más sencillo


el procedimiento señalado en la disposición que se estudia, de fijar
un plazo determinado para entender aprobado un proyecto en caso
de que la Cámara revisora no se pronuncie.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, cree convenien
te fijar un plazo para la aprobación de los proyectos, cuya urgen
cia solicitara el Presidente de la República.
S. E. dice que solicitada la urgencia por el Presidente de la
República, las Cámaras deberían pronunciarse sobre el proyecto res
pectivo en un plazo de treinta días.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) pregunta si se esta
blecería que el Presidente de la República puede solicitar la urgencia
de un proyecto en cualquiera de las dos Cámaras y en cualquier trá
mite constitucional.
S. E. dice que sí.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) observa que habría
que fijarse en la naturaleza de las leyes respecto de las cuales proce
dería la petición de urgencia. No se solicitaría, por ejemplo, para
proyectos extensos, para códigos, sino para proyectos cortos y apre
miantes.
El señor Barros Borgoño (don Luis) manifiesta que esta pe
tición sólo se usaría para leyes de urgencia.
El señor Yáñez (don Eliodoro) es del mismo parecer que el
señor Barros,
El señor Zañartu (don Héctor) quiere dejar constancia de que
estima conveniente establecer un plazo dentro del cual las leyes
debieran entenderse rechazadas si no se pronuncia sobre ellas la

Cámara revisora.
S. E. da por sentado que hay unanimidad de pareceres para
acordar que el Presidente de la República tendrá derecho a solicitar
la urgencia de los proyectos de ley en cualquiera de las dos ramas
del Congreso y en cualquier trámite constitucional en que éstos se

encuentren.
Así se acordó.
En consecuencia, el art. 32 quedó en la siguiente forma:
«Aprobado un proyecto en la Cámara de origen, pasará inme
diatamente a la otra Cámara para su discusión.
«El Presidente de la República tendrá el derecho a pedir la urgen
cia de un proyecto de ley en cualquiera de las Cámaras y de sus
trámites.
«Solicitada la urgencia por el Presidente de la República, la Cá
mara en que esté el proyecto deberá resolver sobre él en el
plazo
máximo de treinta días.»
Se da lectura al art. 33 qué dice:

239 —

«El proyecto que fuere desechado en la Cámara no podrá reno


varse sino después de un año.»
Queda en esta forma.
Se lee en seguida el art. 34 que dice:
«Aprobado un proyecto por ambas ramas del Congreso o pro
ducida su aprobación en la forma tácita prevenida en el art. 32 será
remitido por la Cámara al Presidente de la República, quien, si tam
bién lo aprueba, dispondrá su promulgación como ley.»
Queda en igual forma.
El señor Guerra (don J. Guillermo) en el art. 34 se presenta
una cuestión, y es la referente a qué Cámara le corresponde remitir

al Presidente de la República el proyecto de ley aprobado. En algu


nos casos se ha sostenido que es la Cámara de origen la que debe

remitir el proyecto al Presidente de la República y, en otros, la Cá


mara revisora; pero estima que, a su juicio, es la Cámara de origen

la que debe remitir. Eso es lo más correcto.


Los señores Yáñez (don Eliodoro) y Maza (don José), Ministro
de Justicia, le observan que en la práctica se hace así.
Se da lectura al art. 35.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) formula indicación para
suprimirlo.
El señor Yáñez (don Eliodoro) cree que este artículo es nece
sario. Es una facultad de que se hace uso muchas veces para corre
gir errores o irregularidades que suelen deslizarse en las leyes. Por
lo demás, en otros países, como en Estados Unidos, existen disposi
ciones constitucionales análogas y que son inherentes al carácter de
colegislador que tiene el Presidente de la República.
S. E. hace presente en la conveniencia de mantener la disposición,
aunque en la práctica han surgido dificultades en la aplicación del
actual artículo constitucional.
En algunos casos el Presidente de la República ha formulado
observaciones que, en realidad de verdad, han sido modificaciones
a la ley y ha resultado que, en el estado de tramitación constitucio

nal en que el respectivo proyecto se hallaba, ya las Cámaras no po


dían pronunciarse sino por sí o, por no. De modo que cree que vale
la pena modificar esta disposición.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, diee que el plazo
de treinta días de queeste artículo se habla, puede reducirse a
en

diez, por cuanto ha sido suprimido el Consejo de Estado y los pro


yectos de ley ya no tienen que correr el trámite correspondiente.
S. E. manifiesta que en este artículo no está consultada la
idea que ha propuesto, o sea, la de que el Presidente de la Repúbli
ca pueda hacer no sólo observaciones a los proyectos de ley, como

dice el artículo, sino también modificaciones y enmiendas. Ha ha-



240 —

bido cuestiones sobre este particular. Se ha dicho que el Presiden


te de la República no puede hacer observaciones que modifiquen la

ley.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) estima que esa inter
pretación no es la correcta, porque en el derecho de formular ob

servaciones va comprendido el de proponer enmiendas.

El señor Barros Borgoño (don Luis) cree que debe aclararse


el artículo.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) cree conveniente decir
en lugar de «observaciones», «correcciones o enmiendas», o mejor,
«adiciones o correcciones», para usar las mismas palabras que emplea
la Constitución en otros artículos sobre este mismo tópico.
El señor Barros Borgoño (don Luis) recuerda se ha hecho
uso varias veces de esta disposición.

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que la úl


tima ley vetada fué una referente a la Cruz Roja, y que lo fué por
el actual Presidente de la República. El Presidente hizo presente al
Congreso que un artículo de esa ley había quedado mal redactado
y el Congreso lo corrigió.
Cree que se podría modificar el artículo en el sentido de que el
Presidente de la República pueda vetar la totalidad de la ley o pro
poner correcciones o enmiendas.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) estima que debería
declararse que el Presidente de la República puede hacer adiciones o
correcciones, es decir, lo mismo que hace la Cámara revisora.
Se acordó dejar testimonio de esta interpretación en el acta.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) considera que, según
la interpretación que se ha dado a este artículo, el Presidente de
la República puede dejar sin valor alguno una ley; porque no signi
fica otra cosa vetarla. De modo que basta que el Presidente de la
República haga observaciones a una determinada ley para que la vo

luntad del legislador quede burlada.


El art. 35 quedó en la siguiente forma:
«Si el Presidente de la República desaprueba el proyecto de ley,
lo devolverá a la Cámara de origen haciendo las observaciones con
venientes dentro del término de treinta días.>
S. E. lee el art. 36 de la actual Constitución que dice lo si
guiente :
»Si las dos Cámaras aprobaren las observaciones hechas por el
Presidente de la República, el proyecto tendrá fuerza de ley y se
devolverá al Presidente para su promulgación.
«Si las dos Cámaras no aceptaren las observaciones del Presi
dente de la República e insistieren por los dos tercios de sus miem
bros presentes en el proyecto aprobado por ellas, éste tendrá fuerza
de ley y se devolverá al Presidente para su promulgación.»

241 —

El artículo de la reforma dice lo siguiente :


«Si las dos ramas del Congreso aprobaren las observaciones
hechas por el Presidente de la República, el proyecto tendrá fuerza
de ley y se devolverá al Presidente para su promulgación.
«Si las dos ramas del Congreso no aceptaren todas o algunas
de las observaciones del Presidente de la República e insistieren por
los dos tercios de sus miembros presentes en la totalidad del proyecto
aprobado por ellas, se devolverá al Presidente para su promulgación,
o para que éste, dentro del término de treinta días, consulte a la
Nación los puntos en desacuerdo por medio de un plebiscito. El
proyecto que se apruebe en el plebiscito se promulgará como ley de
la Repúblicas
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, recuerda que
actualmente sucede que las observaciones que el Presidente de la
República hace a los proyectos despachados por el Congreso, deben
ser aceptadas o rechazadas en su totalidad
por éste; por consiguien
te, falta la elasticidad en el sistema del veto, y a eso tiende la re
forma que se propone. En adelante el Congreso podrá aprobar o
rechazar parte de las observaciones del Jefe del Estado, y si a éste
no le satisface la acogida que el Congreso haya hecho a sus observa

ciones, puede recurrir a un plebiscito.


El señor Zañartu (don Héctor) acepta la primera parte de la
reforma propuesta, porque la considera justa; pero de ninguna ma
nera puede dar su asentimiento a la idea del plebiscito.
Durante este debate ha aceptado la conveniencia de dar al Pre
sidente de la República todas las facultades necesarias para que
pueda gobernar; pero estima que, tratándose de leyes, debe primar
la voluntad del Congreso, esto es, debe mantenerse una separación
absoluta entre los dos Poderes.
S. E. responde que no hay ninguna razón para temer a la idea
del plebiscito en estos casos. Piensa que esta institución es esen
cialmente democrática, y sobre todo está basada en el pensamiento
que nos ha guiado en toda esta discusión, cual es el de hacer impo
sibles los conflictos entre los Poderes del Estado, el de no colocar
a un Poder sobre el otro

El señor Yáñez (don Eliodoro) es partidario del referéndum,


porque cree que es una solución para salvar conflictos posibles.
Por lo demás, dice, el Presidente de la República, no hará uso
del referéndum sino cuando esté muy seguro de contar con la vo
luntad del país y representar el interés nacional.
S. E. agrega que, por lo mismo que se ha quitado al Congreso
muchas de sus facultades políticas, los conflictos pueden ser más
graves. Así, supongamos que haya un núcleo de Diputados que esté
en desacuerdo con el Presidente de la República, y que forme, den-
(Actas 16)
242 —

tro de la Cámara, un block dispuesto a obstaculizar su la


que esté
bor, por todos los medios posibles.
¿Quién resolverá los conflictos que la actitud de esos Diputados
puede producir? El soberano, el pueblo. Por lo demás, el Presidente
de la República hará uso de esta facultad con mucha moderación.
en casos excepcionales: pero si no establecemos esta válvula del ple

biscito, dejaremos al Jefe del Estado subordinado a la voluntad del


Congreso.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) dice que si se con
sidera la cuestión en conjunto, parece mal planteada, porque las le
yes admiten una cierta clasificación.
Hay algunas respecto de las cuales tiene algo que ver el sobe
rano, y otras en tiene nada que ver, o están muy lejos de su
que no

apreciación. Desde las leyes técnicas y financieras no las en


luego,
tienden sino muy pocas personas, ni aun las que se dan de letradas,
y en estos casos un plebiscito sería, simplemente, desastroso.
Pero hay otro conjunto de leyes que miran a nuestros senti
mientos, a nuestras opiniones, a cosas sobre las cuales todos tenemos
noción. Por ejemplo, la ley que pretendió dictar hace poco el Con
greso para disolver el vínculo matrimonial, ley que no puede pasar
en un país sin una consulta a la voluntad popular.

Estimaría una tiranía no establecer en la Constitución el sí o el


no popular sobre leyes que como la de Ubertad de testar, afectan

directamente al pueblo. Pero, en cambio, encontraría, muy peligroso


que sometieran al veredicto de la voluntad popular leyes que,
se

como a la organización del Estado, deben ser estudiadas


las relativas
sólo por técnicos en la materia.
S. E. contesta que no puede aceptar, en teoría jurídica, que
haya leyes que no interesen al soberano, pues todas las leyes tienen
interés .para el pueblo.
I'or lo deniá.-. el l're-idcnte de la República no usará de esta
facultad todos los días, sino seguramente una vez que otra, muy a
lo lejos. Cree que hay conveniencia manifiesta, en dejar en la Cons
titución esta válvula de seguridad para evitar conflictos entre los
poderes públicos.
Va
a citar un caso concreto a este respecto: el del Protocolo.

Puede asegurar que el Senado de la República, al combatir el


Protocolo, no interpretaba el sentir del pueblo, y si el Congreso hu

biera rechazado este Tratado y el Presidente de la República lo


hubiera sometido a la consulta plebiscitaria, el 90% de los ciudada
nos lo habría
aprobado. Sin embargo, si no hubiera habido en el Se
nado hombres de verdadero patriotismo, como el señor Silva Cortés,
por ejemplo, que trabajaron patrióticamente para que esa Cámara
lo aceptara, el Senado habría tenido los dos tercios para rechazarlo,
y nuestro prestigio internacional habría decaído mucho.

243 —

El señor Zañartu (don Héctor) como ya ha dicho, es parti

dario de que al Presidente de la República se le deje toda la libertad


necesaria para gobernar; pero, al mismo tiempo, estima que en ma
teria de leyes, el Congreso debe tener la misma libertad, porque aun
representa más genuinamente la voluntad popular.
Cree que la única manera de evitar los conflictos sería que hu
biera unsolo Poder; pero como hemos establecido dos, siempre se
producirán estos desacuerdos. Se habla de que puede haber Congre
sos
que obren bajo el impulso de la pasión política; pero también
debemos ponernos en el caso de que haya un Presidente de la Repú
blica apasionado, que quiera someter a la consulta plebiscitaria cada
ley que produzca un desacuerdo entre los dos poderes, con lo cual
se
podrían producir también graves trastornos en el país.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos), disiente de la opinión
manifestada por el señor Zañartu, pues cree que los poderes públi
cos no representan nunca la opinión del país, ya que sólo les encar

gamos la gestión de nuestros intereses, pero nunca les delegamos la


representación de nuestros sentimientos, de nuestras opiniones. Dice
que por mucho respeto que le tengamos al Diputado por el cual he
mos votado y aun trabajado, jamás pensamos que pueda tener en

su corazón nuestros mismos sentimientos y en su cerebro nuestras

mismas opiniones. Le parece, por consiguiente, que cuando se trata


de cuestiones que afecten a los sentimientos y a la opinión púbbca,
es conveniente recurrir al plebiscito, y que, en cambio, cuando se

trata de la gestión de negocios, de intereses simplemente políticos, etc.,


debemos confiarnos en gente honrada y capaz para tales asuntos.
Por eso se debería hacer una clasificación, de las leyes, separando
aquellas que afectan a la opinión pública y al sentimiento del pueblo,
de las que son de otro orden. Entre las primeras podrían figurar los
problemas de vialidad, de policía, de finanzas, etc., y entre las se
gundas, los protocolos internacionales, la declaración de guerra, las
modificaciones del estatuto personal de los individuos, la libertad
de testar, etc.Ojalá, agrega, que las Cámaras por sí solas nunca se
creyeran autorizadas para dictar leyes referentes a los asuntos que
ha indicado en segundo término.

Al señor Guerra (don J. Guillermo) no le parece mal el plebis


cito y no lo teme. Recuerda que Suiza fué la primera en implantarlo.

Después siguió Bélgica, y después de la Guerra Europea, las naciones


que han modificado su Constitución también lo consignan. Es claro

que él no compara la situación moral e intelectual de Chile con la de

los países más adelantados en que rige el sistema de plebiscitos ; pero


no duda deque, encaso de que aquí se llegara a consultar al pueblo,
éste llegaría al fin a estudiar y a comprender los asuntos que se some
tieran a su decisión. En una cuestión de actualidad, en la de reduc-
-
244 —

ción de los derechos al salitre, por ejemplo, ya la prensa ha empezado


a discutirla, y la gente a penetrarse de ella, de modo que si mañana

se consultara a la opinión sobre la manera de resolverla, seguramente

que se pronunciaría con bastante conciencia. Sin embargo, en la


redacción propuesta observa un inconveniente: el de establecer en
forma imperativa que devuelto un proyecto al Presidente para su
promulgación, éste consultaría a la Nación dentro del plazo de treinta
días. Esta disposición puede dar lugar, en la forma propuesta, a gra
ves dificultades. Lo conveniente sería facultar simplemente al Pre

sidente de la República para que hiciera uso de este resorte consti


tucional cuando lo estimara conveniente.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, considera que
esta es una disposición consultativa.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) pregunta si una cuestión
como la que se ha apuntado, de la rebaja de los derechos del salitre
podría ser sometida a consulta popular.
S. E. dice que, evidentemente sí, ya que esa sería una de las leyes
que más vivamente interesaría al pueblo, por ser de carácter tribu
tario.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) insiste en preguntar si
resultaría conveniente para el país semejante consulta.
S. E. responde que, teóricamente hablando, hay que suponerlo.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) manifiesta que es con
trario a las buenas prácticas el que las funciones de Gobierno estén
en manos del pueblo, porque para eso éste tiene sus gobernantes,
El señor Zañartu (don Héctor) desea dejar constancia de que
en todos los países en que este sistema del plebiscito existe, impera
el régimen parlamentario.
S. E. observa que, con el sistema que se propone, en el futuro la
lucha entre el Presidente y el Congreso se va a dar alrededor de la
dictación de las leyes; de modo que si no se consulta esta medida de
la apelación al pueblo, no va a haber solución satisfactoria posible
para esos conflictos.
El señor Zañartu (don Héctor) cree que no se pueden producir
conflictos si se establece que en materia de legislación debe predomi
nar la voluntad del Congreso, así como en materias de gobierno
debe predominar la del Presidente de la República.
S. E., teme que, en los casos en que el Presidente de la Repú
blica pida el despacho de leyes de interés público inmediato, los par
lamentarios que no tienen influencias administrativas y quieran te
nerlas, puedan decirle que esas leyes no se despachan si no se les
concede lo que ellos piden. Dado nuestro modo de ser, no es aventu
rado prever que los parlamentarios usen de este medio para entrabar
la acción del Presidente de la República. El ve venir estos conflictos
-
245 -

y considera que ya que no fué aprobada la idea de la disolución del

Congreso, la consulta plebiscitaria es en tales casos una válvula de


seguridad que tenderá a hacerlos desaparecer o a solucionarlos cuan
do se produzcan.
Por lo demás, el Presidente de la República no podrá abusar de
esta facultad, porque su uso es cuestión muy grave, para él mismo,
porque si el pueblo da un veredicto contrario a la tesis que sostenga
el Presidente de la República, a éste no le quedaría otra cosa que
renunciar.
El señor Zañartu (don Héctor), no cree que puedan subsanarse
las dificultades que anota S. E. con esta disposición ; porque el Con
greso, a pesar de ella, podrá desechar siempre los proyectos que crea
conveniente.
El señor Guerra (don J. Guillermo) dice que esta consulta plebis
citaria es solamente una válvula pequeña y que él, a falta de la vál
vula grande, o sea, la disolución del Congreso, es partidario de ésta.
S. E. agrega que, ahora que no se van a poner grandes difi
cultades para reformar la Constitución, convendría que, para ciertos
puntos fundamentales, se pusiera un tope a las reformas; porque de
lo contrario, lo bueno que hagamos ahora, puede ser destruido con
excesiva facilidad más tarde.
El señor Zañartu (don Héctor) manifiesta que en estos casos
estaría perfectamente de acuerdo con S. E. en la necesidad de la
consulta plebiscitaria.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) expresa su opinión
contraria a la consulta popular por las razones alegadas por el señor
Zañartu; y, además, porque a su juicio, aunque esa consulta y la
votación popular pudieran tener un fundamento teórico, en la rea

lidad práctica no serían buenas medidas en Chile ya que no existen


en pueblo la educación moral e intelectual y el civismo de otras
el
viejas naciones las más civilizadas, de Europa; y, además, porque
todavía no hemos llegado al desiderátum de un sistema electoral
perfecto.
Si para elegir Diputados y Senadores no se ha conseguido un
régimen exento de defectos, para hacer votar leyes en sufragio popu
lar universal e igualitario, el régimen, por ahora, no sería mejor. En
subsidio, le parece bien que, si se insiste por la Comisión en esa re
forma, se limite esta por ahora a los casos de conflictos entre los
poderes colegisladores sobre una reforma constitucional y no a los
casos de leyes.

El señor Vidal Garcés (don Francisco) dice que ya que se


ha muerto la preeminencia del Congreso en el terreno político, no
cabe matar ahora la que le correspnde en el terreno legislativo,
aprobando esta reforma.

246 —

S. E. pregunta si la Subcomisión aceptaría que se reservara


esta fórmula de la consulta plebiscitaria para los casos en que las
Cámaras aprueben reformas constitucionales.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) aceptaría con mucho
gusto.
El señor Cárdenas (don Nolasco) acepta las reformas propues
tas por S. E., como un medio de hacer que la opinión se interese por
los negocios públicos. Y si bien la consulta plebiscitaria no es una

se usará en todo proyecto, sino en limitados casos,


facultad de la cual
le parece que servirá de incentivo para que el pueblo tome interés
en lacosa pública.

Quedó aprobado el artículo en discusión en la forma siguiente:


«Si las dos ramas del Congreso aprobaren las observaciones
hechas por el Presidente de la República, el proyecto tendrá fuerza
de ley y se devolverá al Presidente para su promulgación.
«Si las dos ramas del Congreso no aceptaren todas o algunas de
las observaciones del Presidente de la República e insistieren por los
dos tercios de sus miembros presentes en la totalidad o parte del
proyecto aprobado por ellas, se devolverá al Presidente para su pro
mulgación.»
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

EDEcro Torreblanca.
DÉCIMANOVENA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE
REFORMAS CONSTITUCIONALES

8 DE JUNIO DE 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño, No-
lasco Cárdenas, Guillermo Edwards Matte, J. Guillermo Guerra,
Enrique Oyarzún, José Maza, Ministro de Justicia, Romualdo, Sil
va Cortés, Francisco Vidal Garcés, Carlos Vicuña Fuentes, Elio
doro Yáñez, Héctor Zañartu, y del Subsecretario del Interior, don
Edecio Torreblanca, que actuó como Secretario; se abrió la sesión
a las Zy% P. M.

Excusaron su inasistencia los señores Ramón Briones Luco y


Pedro X. Montenegro.
Se puso en discusión el art. 41 del proyecto de reforma, que dice:
«Art. 41. El proyecto que, aprobado en una Cámara fuere
desechado en su totalidad por la otra, volverá a la primera, donde se
tomará nuevamente en consideración, y si fuere en ésta aprobado
con las dos terceras partes de sus miembros presentes, pasará al Pre

sidente.»
El señor Silva Cortés (don Romualdo) el señor Barros Bor
goño (don Luis) y otros miembros de la Subcomisión, estimaron que
no convendría innovar en el sistema establecido en la actual Cons

titución, y así se acordó, quedando el artículo en la misma forma


que tiene en la Constitución vigente.
en discusión el nuevo art. 42 que diría así:
Se puso
<E1 proyecto que fuere adicionado o corregido por la Cámara
revisora, volverá a la de su origen, y si en ésta fueren aprobadas las
adiciones o correcciones por la mayoría absoluta de sus miembros
presentes, pasará al Presidente de la República.
A continuación, vendría el inciso 2.° del actual art. 42.
El señor Barros Borgoño (don Luis) manifiesta, respecto de
este artículo, que no ha habido dificultades para su aplicación sino
cuando una de las Cámaras ha cambiado fundamentalmente el
proyecto que le ha sido remitido. Cree que convendría establecer
algún procedimiento para los casos en que un proyecto sea corre

gido en tal forma, que lleguea transformarse en uno totalmente


diferente.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) estima que si una pro
posición de ley es cambiada completamente, debe tramitarse como
si se tratara de una nueva.
-
248 —

El señor Barros Borgoño (don Luis) dice que hay casos, como
el del proyecto del Banco del Estado, que fué transformado en otro
por la Cámara de Senadores, y la Cámara de Diputados también lo
cambió en forma tal, que actualmente pende de la consideración del
Senado un proyecto completamente diverso del primitivo.
El señor Oyarzún (don Enrique) considera que en estos casos
esos proyectos modificados deben tramitarse como si se tratara de

algo nuevo. A su juicio éstos son, en realidad, los verdaderos y más


graves conflictos que hoy se pueden producir entre las Cámaras.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) cree que este mal
sistema se ha debido a la dificultad que hasta ahora había para le
gislar; pero como las Cámaras van a disponer de reglamentos expe
ditos para el despacho de las leyes, no va a ser tan frecuente ahora
el conflicto, y, si se presenta, lo podrían tal vez resolver las Mesas
de las dos Cámaras.
El señor Barros Borgoño (don Luis) propone que para estos
casos se entregue la solución a una Comisión mixta de Senadores y

Diputados.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) cree que sería mejor
qué hiciera por las Mesas directivas de ambas Cámaras reunidas.
se

El señor Zañartu (don Héctor) recuerda que en la Constitución


de Estados Unidos está realizada la idea propuesta por el señor Ba
rros, Borgoño.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, salva su opi
nión. A su juicio, dentro del sistema adoptado para la elección de
las Cámaras, debe predominar la de Diputados, a fin de que el Se
nado pueda llegar a constituir un alto Tribunal superior, revisor de
las leyes.
que tener presente, según el señor Maza, dos clases
Además, hay
de conflictos: cuando por insistencia de una de las Cámaras, no se

produce ley en cuanto a los puntos principales del proyecto y éste


queda incompleto, caso en que procede que las Cámaras estén auto
rizadas para nombrar una Comisión Mixta que proponga un nuevo

proyecto; y, cuando la Cámara revisora modifica el proyecto de la


de origen en tal forma que éste llega a ser uno diverso, caso en el
cual debe dársele la tramitación de un nuevo proyecto de ley,
Se podría, en consecuencia, agregar un inciso que dijera más o
menos: «En caso de que hubiera diferencias fundamentales entre los

proyectos de las dos Cámaras (o bien, en caso de conflicto entre


ambas Cámaras), por considerarse que las adiciones o modificaciones
importan un proyecto de ley diferente, se nombrará una Comisión
Mixta de igual número de Senadores y Diputados, para que deter
mine el procedimiento que ha de seguirse.

249 —

Se aprobó el artículo con el inciso nuevo, propuesto por el señor


Maza.
Se puso en discusión el capítulo «De la Administración de Jus
ticia».
Se leyó el art. 99 actual y la reforma propuesta por el señor Ma
za, que dice así:
«La facultad de juzgar, salvo los casos exceptuados en esta
Constitución, corresponde exclusivamente al Poder Judicial, por me
dio de los Tribunales, y con arreglo a los procedimientos establecidos
por la ley.
Ni el Presidente de la República, ni el Congreso, pueden, en caso
alguno, ejercer funciones judiciales, o avocarse causas pendientes o

hacer revivir procesos fenecidos.»


Se dio tácitamente por aprobada la reforma.
Se leyó el art. 100 vigente y se acordó agregarlo al art. 105.
Se leyó el art. 101 actual.
Se dio por aprobado.
Se leyó el art. 112 en vigencia.
El señor Cárdenas (don Nolasco) dice que cuando se discutió
el artículo 10 de la Constitución, olvidó proponer una disposición
que tal vez puede tener cabida en el artículo en discusión.
Cree conveniente establecer la responsabilidad del Estado y de
los particulares en los casos de detención indebida.
Es preciso considerar la situación de aquellos individuos expues
tos a llegar a la cárcel por los delitos llamados sociales. Por una huel
ga, por un discurso inconveniente, o por cualquier otro motivo insig
nificante, esos ciudadanos van a veces a la cárcel y se les tiene allí
largo tiempo, mientras se instruye el sumario, para decirles al fin
que son inocentes y dejarlos en libertad. Igual cosa sucede en algu
nos juicios criminales por delitos comunes. Entre tanto los reos y

sus hogares han tenido que sufrir, sin razón, perjuicios graves que
nadie indemniza.
Así también ocurre, por ejemplo, en algunos fundos, cuando,
por cualquier circunstancia, el dueño o administrador se enemista
con algún pequeño propietario o inquilino. Si al propietario se le

pierde una oveja o un vacuno, recurre a los carabineros, y éstos,


siguiendo su investigación, con justicia o no, toman preso a aquel
que el dueño sindica como autor del robo. Ese pobre individuo, como

no tiene medios de defensa, va a la cárcel, se le quita lo que tiene,


y, después de largo tiempo, los Tribunales de Justicia lo ponen en
libertad por no haberle encontrado culpa. Pero ese hombre pierde
días o meses de trabajo y nadie lo indemniza ni le devuelve su repu
tación de hombre honrado.
En vista de estas consideraciones, propone que en el artículo

250 —

en debate establezca: «La responsabilidad del Estado y de los


se

particulares en caso de prisión indebida».


Si no fuera posible consignar este principio en el artículo en
discusión, apelaría a la buena voluntad de la Comisión para que
acordara establecerlo en uno de los puntos del art. 10 ya aprobado.
El señor Barros Borgoño (don Luis) observa que, a primera
vista, parece un tanto superfluo consignar en la Constitución una dis
posición como la insinuada, puesto que la ley de Garantías Individua
les, que es una de las mejores que tenemos, es muy precisa al respec
to, y aun obliga al Ministerio Público a acusar en los casos indica
dos; sin embargo, no estaría distante de aceptar que como principio
general pusiera
se en la Constitución alguna idea en tal sentido, en
la parte que se refiere a las irrisiones arbitrarias.

Se acordó consignar la idea del señor Cárdenas en la parte


correspondiente.
El señor Guerra (don J. Guillermo) volviendo a una idea que
bahía expresado en sesión anterior, recomienda que se revise al final,
la redacción de todas las reformas que se introduzcan, y desea espe
cialmente que los títulos de cada capítulo correspondan más exacta
mente a las ideas o materias tratadas en ellos. Cree que debería
haber un capítulo que se titulara simplemente «Poder Ejecutivo»,

otro que se titulara «Poder Legislativo», otro «Poder Judicial». En


el art. 3.". donde la Conjunción establece que la soberanía reside en
la Nación, que delega su ejercicio en las autoridades que ella esta
blece, debería decirse «Poderes- en vez de «Autoridades .

El señor Oyzahzún (don Enrique) manifiesta que la soberanía


no la ejerce jamás el Poder Judicial, de modo que ahí no cabría el

cambio propuesto por el señor Guerra.


El señor Guerra (don ,1. Guillermo) cree que convendría también
disponer que ningún Juez debe permanecer en la misma localidad más
de cinco años. Se ha visto que algunos Jueces empiezan por adquirir
propiedades en la región donde ejercen sus funciones, se van arrai
gando después cada vez más y terminan por abanderizarse en los
partidos políticos y hasta llegan a ser directores de ellos en el hecho,
ejerciendo así una influencia enorme en el departamento, todo ello
con grave perjuicio para la correcta administración de justicia.
Esto se subsanaría con la disposición que propone, que permitiría
trasladar a los jueces de un punto a otro, sin dejar por eso de ser
inamovibles en su carácter de magistrados. Este sistema está im
plantado con buenos resultados en el Ejército, porque las ordenanzas
fijan un límite de tiempo para que los militares puedan estar en una
guarnición; está igualmente implantado en el servicio diplomático.
en la Dirección de Impuestos Internos, en las Aduanas, en las Visi
taciones de Escuelas, etc. Si en estos servicios ha sido conveniente
-
251 -

implantar tal sistema, mucho más lo será tratándose de la magis


tratura judicial, de la cual depende el honor, la vida y los intereses
de los ciudadanos.
Naturalmente la reforma propuesta sería sin perjuicio de man
tener toda la inamovilidad que se quiera para los Jueces: lo único
que se perseguiría sería poder trasladarlos cada cierto tiempo para
evitar que, con intención o sin ella, se constituyan en verdaderos
caudillos políticos de una región. Recuerda que la legislación espa
ñola prohibía a los jueces aun casarse con personas radicadas dentro
de su jurisdicción, adquirir allí bienes raíces, etc.
Propone otra idea que, indirectamente, se relaciona con el Con
sejo de Estado, que ya se ha suprimido, y de cuya subsistencia él
era partidario, quitándole solamente la atribución de formar
las ternas judiciales. Se refiere a la constitución del Poder Ju
dicial, el que debería generarse en parte por sí mismo, y en parte
por la acción de otros Poderes. Esto puede hacerse según diversos
sistemas. El sistema ideal sería el de elección popular, que sólo se
encuentra implantado en países pequeños y de elevadísima cultura,
Otro sería el de generación directa por el Poder Ejecutivo mismo.
que se practicó en Chile durante largos años y que dio malos resul
tados. Otro, el de la formación del Poder Judicial por el Legislativo,
que también es malo, porque la influencia excesiva de éste desmora
liza al Poder Judicial.
Convendría un sistema en otros países para la
mixto, ya adoptado
generación del Poder Judicial, el sistema que consiste en que este
osea

Poder se
genere parte por
en sí mismo y en parte por otros Poderes.
Somete a la Subcomisión este sistema: «el nombramiento de los
Jueces Letrados y de Ministros de Corte de Apelaciones, se hará por
la Corte Suprema a pluralidad de votos escritos, fundados y firma
dos, como las sentencias, expresándose los antecedentes, años de
servicio, capacidad, etc., que se han tenido en vista para hacer la
designación^, de modo que, si los funcionarios resultan malos, se
pueda ver quiénes tienen la responsabilidad de su nombramiento,
Pero éste debería forzosamente recaer en los funcionarios que figu
rarán en un escalafón formado para toda la República y no sólo para
cada asiento de Corte. De modo que cuando vacare un Juzgado, la
Corte de la respectiva jurisdicción propondría a la Corte Suprema
una terna de jueces tomados del escalafón general.

Con esto se conseguiría establecer el escalafón judicial, necesi


dad que ha sido representada por muchos políticos, por mucha gente
respetable del país, a fin de que los funcionarios judiciales tengan
seguridad en sus ascensos.
Contra la idea de este escalafón se ha hecho la observación de
que daseguridad de ascenso a funcionarios incapaces o inmorales.

252 -

Es cierto que existe este peligro, pero hay medios de evitarlo. Den
tro, por ejemplo, de la organización militar, existe escalafón en ei
cual cada Jefe u Oficial tiene asignado un número de orden de as
censo; de modo que cada uno sabe que dentro de tantos años tiene
la probabilidad de ascender a tal o cual grado, si logra ser bien con
ceptuado como profesional en su carrera. Allí se asigna cierta pro
porción a la antigüedad y otra al mérito.
Recuerda que en Inglaterra existen los Almirantes de Bandera
Azul, que son los que han ascendido por simple antigüedad, y los
Almirantes de Bandera Roja, que son los que han ascendido por
mérito o
por otras consideraciones especiales.
Por esto, propone, en primer lugar, que se establezca el escala
fón judicial, que da garantías de ascenso a los jueces sin necesidad
de hacer antesalas en los Ministerios y visitas a los personajes polí
ticos, fin de que influyan para poder ascender. Por lo demás, estos
a

ascensos no deben hacerse por estricto orden de antigüedad, porque


así dejaría poco campo de elección a las Cortes de Apelaciones.
se

Estos podrían elegir entre todos los jueces de cabecera de de


partamento, proponiendo una lista de tres de ellos. Formada así la
terna, pasaría a la Corte Suprema, la cual elegiría en la forma que ya
he indicado. Se da así al Poder Judicial una gran independencia que
le permitirá resistir a los empeños y presiones de todas clases a que
hoy está sujeto.
En cuanto a los nombramientos de Ministros de la Corte Su
prema, se ha visto ya que no sería posible entre nosotros hacerlos

por elección popular. Se ha objetado también el sistema de entregar


esosnombramientos al Ejecutivo, por considerarlo peligroso, aunque
no ve.el peligro, ni en el caso del Presidente actual, ni en el de los
que hayan de venir después, porque teme a los grupos de hombres,
pero no a un hombre, ya que a éste es más fácil responsabilizarlo
por sus actos.
En Estados Unidos estos nombramientos los hace el Presidente
de la República, con acuerdo del Senado, según me apunta el señor
Barros Borgoño; pero al señor Guerra no le gusta este sistema,
lo encuentra peligroso, porque estos actos que se confían al acuerdo
de dos voluntades, abren camino a las componendas y diluyen la
responsabilidad.
Se atrevea hacer, respecto a esto, la siguiente proposición:

"Que quede la Corte Suprema tal como está, y que, a medida que
se produciendo las vacantes, la primera la llene por sí y ante
vayan
sí el Presidente de la República, sin consultarse con nadie; que la
segunda la llene el Senado a pluralidad de votos escritos y firmados,
y que la tercera la llene la Cámara de Diputados, con las mismas
formalidades».

253 -

Entonces resultaría que, pasado cierto número de años, la ter


cera parte de los miembros de la Corte Suprema habría sido nom
brada por el Presidente de la República; otra tercera parte por el
Senado, y la otra, por la Cámara de Diputados, asumiendo el Presi
dente de la República hoy, el Senado mañana y la Cámara pasado,
la responsabilidad en los respectivos nombramientos.
Se dirá que con este sistema se fomentan la inmoralidad y el
desorden, por cuanto bien pudieran el Presidente de la República, el
Senado o la Cámara, hacer nombramientos orijinados en pre
siones políticas o en un interés de cualquiera otra naturaleza ; pero
estima que este peligro se puede salvar estableciendo la regla de que
el Presidente de la República, el Senado y la Cámara hagan las de
signaciones tomando los nombres del escalafón judicial de que ya
he hablado, con una condición: que los nombrados sean jueces que
tengan veinte años de servicio, a lo menos, sin especificar que sean
Ministros de Corte, o jueces de letras.
Todos conocemos casos de jueces que han sido postergados pre
cisamente por ser hombres cargados de virtudes y de méritos que
no han recurrido a las influencias políticas para alcanzar el ascenso.
En esos casos puede el Presidente de la República, el Senado o la
Cámara, reparar la injusticia, designándolos miembros de la Corte
Suprema.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que de las
observaciones del señor Guerra, una se refiere a la ordenación y
títulos de los capítulos de la Constitución, que se puede resolver
después. Otra, a la organización de los Tribunales y Juzgados, que
se puede considerar al discutir el art. 105; y otra, a la conveniencia

de que los Jueces permanezcan sólo durante algún tiempo en el terri


torio de su jurisdicción, la cual se podría consignar en el art. 101.
S. E. aceptaría esta idea del traslado de los Jueces si se esta
bleciera como una facultad, no como una obligación de la autoridad
que debiera hacerlo.
Reconoce que puede haber casos en que no hay manera de arre
glar una situación sino sacando al Juez de la localidad ; pero no acepta
que este traslado sea obligatorio cada cierto tiempo, ni que sea fa
cultad exclusiva del Presidente.
El señor Guerra (don J. Guillermo) cree que se podría dar esa

facultada la Corte Suprema.


El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, manifiesta que
podría agregarse al artículo en discusión el siguiente inciso :
«No obstante, el Presidente de la República, a propuesta o con
acuerdo de la Corte Suprema, podrá autorizar u ordenar el traslado
de un Juez a otro asiento de la misma categoría.»
Así quedó acordado.

254 —

Se aprobó el actual art. 103.


En la discusión del art. 104, vigente, el señor Guerra observa
que no está bien empleada palabra «habrá», y el señor Barros
la
Borgoño propone entonces decir: «la Corte Suprema deJusticia tie
ne a su cargo la superintendencia directiva de todos los Tribuna
les, etc.*
S. E. recuerda que, en conformidad a acuerdos tomados en se
siones anteriores, correspondo agregar aquí la siguiente disposición:
«La Corte Suprema velará especialmente por el respeto de esta
Constitución y en el caso especial en que conozca, podrá declarar
sin efecto cualquier precepto legal contrario a ella».
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) estima necesario que
la Corte Suprema pueda declarar la inconstitucional ¡dad de una

ley sólo en casos particulares, sino también en general.


no

S. E. cree que, con tal disposición se daría a ese Tribunal


un poder superior al del Presdente de la República y al del Con

greso, pues como existe la tendencia humana a acentuar las propia


facultades, dicho Tribunal enmendaríaa menudo la obra legislativa,
declarando sin fuerza, por inconstitucionales, las leyes que se dicta
sen, es decir asumiendo en el hecho todo el poder, cuando su papel
debe ser pasivo y no activo.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que, a su
juicio,la Corte Suprema no debe poder declarar la inconstitucio-
nalidad de una ley sino en los casos particulares en que se preten
da aplicarla.
Edwards Matte (don Guillermo) observa que hay
El señor
juieiosque no van a la Corte Suprema en ningún grado, como al
gunas casaciones de que sólo puede conocer la Corte de Apelacio
nes; de modo que habría que decir que puede recurrirse a la Corte
Suprema en los casos de que se trata.
S. E., propone al respecto el siguiente inciso:
-Cualquier ciudadano que considere lesionados sus derechos
por un fallo de los Tribunales basado en una ley inconstitucional,
podrá recurrir a la Corte Suprema.»

El señor Silva Cortés (don Romualdo) estima que esta redac


ción resuelve en la mejor forma la dificultad,
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) cree que convendría
establecer la idea de poder recurrir a la Corte Suprema antes de en

tablar el juicio, pues sería inútil perder tiempo en trámites judiciales


preliminares; y estos recursos podrían servir praa paralizar los
juicios.
S. E. propone que se agregue que este recurso no suspenderá
la tramitación del juicio.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, insinúa un in
ciso que dijera:

255 —

«Este
recurso se podrádniciar en cualquier estado del juicio, sin

que suspenda su tramitación.»


se

Así quedó aprobado.


Se pasó a discutir el art. 105.
S. E. recuerda que en este artículo tiene cabida la cuestión
a que se ha referido el señor Guerra.

Podría establecerse que los Ministros de la Corte Suprema y


los de las Cortes de Apelaciones fueran nombrados por el Presidente
de la República a propuesta, en terna, de la Corte Suprema y que.
los Jueces Letrados fueren también designados por el Presidente de
la República, a propuesta en terna de la Corte de Apelaciones de la
respectiva jurisdicción. El señor Maza, dice que las listas formadas
para el nombramiento de estos funcionarios irían a la Corte Suprema
y que ellas serían formadas con uno de los Ministros más antiguos
y con otros dos elegidos por voto acumulativo.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) va a formular una
proposición un poco rara : la de que el Presidente de la Corte Supre
ma sea elegido en votación popular y que él nombre todo el personal

de la administración de justicia de la República, con absoluta inde


pendencia.
S. E. responde que este funcionario sería entonces más poderoso
que el Zar de Rusia.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) manifiesta que hay
especial conveniencia en garantir la independencia del Poder Judicial,
El señor Guerra (don ,1. Guillermo) estima que la proposición
del señor Vicuña sería ideal si fuera realizable, porque la cabeza del
Poder Judicial debiera ser elegida en votación popular, como los
demás Poderes Públicos; pero cree que dado el estado actual de nues
tra cultura, no estaremos preparados pai a ello ni en cincuenta años
más .

S. E. prefiere el sistema de las ternas formadas por la Corte


Suprema y no por el Senado, a pesar de que en esta forma hay mucho

de generación del Poder Judicial por sí mismo.


El señor Guerra (don J. Guillermo) aplaúdeosla opinión de S. E.
El señor Zañartu (don Héctor) cree conveniente establecer
el sistema de doble terna que existe en Bélgica, una hecha por la
Corte Suprema y la otra por el Senado, porque así se establece cierta
emulación o compensación entre un Poder y otro. En cada vacante
que se produce en la Corte Suprema, este Tribunal presenta una
terna y el Senado otra, y entonces el Presidente de la República elige
libremente de cualquiera de las dos S.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) dice que las ternas son,
a su juicio, inconvenientes y poco morales, porque producen la lu

cha de empeños.

256 —

S. E. hace indicación formal para que la terna sea formada por

la Corte Suprema, o, bien, que el Presidente de la República nombre


ad-Hbitvm a los Ministros de esa Corte.

El señor Barros Borgoño (don Luis) agrega: pero con acuer


do del Senado.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) estima que lo mejor
sería que el Presidente de la República nombrara a los Ministros
de la Corte Suprema y que este Tribunal designara a todo el de
más personal, por sí y ante sí, sin sujeción a ternas ni a nada.
El señor Zañartu (don Héctor) halla muy peligroso el sistema
de que el Poder Judicial se genere a sí mismo, como propone el señor
Vicuña Fuentes.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) no lo cree así, porque
los Ministros de la Corte Suprema serán nombrados por el Presi
dente de la República.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) prefiere que la Corte
Suprema pase una terna al Presidente de la República, pero que ésta
se forme por voto acumulativo, para no llegar de nuevo al sistema

de las ternas cerradas.


El señor Vidal Garcés (don Francisco) acepta, por su parte,
que se designe a los Ministros de la Corte Suprema de una lista de
quince miembros, formada por voto acumulativo, y que el Presidente
de la República elija libremente de entre estos nombres, sometiendo
después los nombramientos a la aprobación del Senado.
S. E. cree que el Jefe del Estado debe nombrar al que quiera
dentro de la lista, sin acuerdo del Senado, porque hay que ponerse
en el caso de que desee designar Ministro de la Corte Suprema a un

magistrado que haya herido, con una sentencia, los intereses de un


partido político con representación fuerte en el Senado, es muy po
sible que éste no prestará su aprobación a tal nombramiento.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, declara que él
dejaría en completa libertad al Presidente de la República para
nombrar a quien quisiera, porque tiene la responsabilidad de la de
signación.
S. E. observa que eso tendría un peligro. Como el Poder Judi
cial casi se va a generar a sí mismo, el Presidente de la República
podría inclinarse a nombrar sólo a sus amigos en la Corte Suprema,

El señor Oyarzún (don Enrique) cree que lo mejor es que la


Corte Suprema forme una lista de cinco miembros nada más, y que
el Presidente de la República elija libremente de esta lista.
S. E. propone que se diga:
«Los Ministros de la Corte Suprema serán designados por el
Presidente de la República, de una lista de diez nombres que le pa
sará el mismo Tribunal. Estas listas se formarán por voto acumu
lativo. »

257 —

El señor Cárdenas (don Nolasco) pregunta si no se podría hacer


la elección por sorteo, sobre la base de una lista de quince personas.
S. E. no considera conveniente entregar a la suerte intere
ses tan
capitales.
Propone en seguida la siguiente redacción :
«Una ley especial determinará la organización y atribuciones
de los Tribunales y Juzgados que fueren necesarios para la pron
ta y cumplida administración de justicia en todo el territorio de
la República.
Sólo en virtud de una ley podrá hacerse innovación en las atri
buciones de los Tribunales o en el número de sus individuos.
En cuanto a los nombramientos de los Jueces, la ley se ajustará

a los siguientes preceptos generales:


Los Ministros de la Corte Suprema serán designados por el
Presidente de la República, escogiéndolos de una lista de diez nom
bres y formada en cada caso por la misma Corte por voto acumu
lativo ;
Los Ministros de las Cortes de Apelaciones serán designados por
el Presidente de la República a propuesta en terna de la Corte Su
prema;
Los Jueces Letrados serán nombrados por el Presidente de la
República a propuesta en terna de la Corte de Apelaciones de la
jurisdicción respectivas
Se aprobó el art. 105 en esa forma.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) habría preferido que
todas estas designaciones se hicieran por la Corte Suprema.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) es partidario de que
siempre figure en las ternas uno de los jueces más antiguos.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, propone el si
guiente artículo nuevo.
*105a: La Corte Suprema tiene la iniciativa para proponer a la
Cámara la innovación en las atribuciones de los Tribunales; en el
número y calidades de sus individuos; en los años que debe haber
ejercido la profesión de abogado o en la remuneración de que go
zaren.

La proposición de la Corte Suprema se entenderá aprobada, si


la Cámara no se pronunciare sobre ella en el término de seis meses
o si el Senado no lo hiciera en el de tres.»
El artículo fué rechazado.
Se dio lectura al art. 1056, que dice:
«En los lugares que indiquen las leyes habrá tribunales admi
nistrativos para amparar a las personas contra las ordenanzas o dis
posiciones arbitrarias de las autoridades políticas o administrativas.
Su organización y atribuciones son materia de ley.s
(Actas 17)

258 —

El señor Guerra (don J. Guillermo) insinúa la conveniencia de


crear los que podrían llamarse Jueces in partibus, es decir, funeio-

nariosque sin tener una zona determinada bajo su jurisdicción, estén


sin embargo a disposición de la Corte Suprema, para que, sin pérdida
de tiempo, puedan ser designados suplentes o interinos en casos de
vacancias, ya sea por motivo de licencia, renuncia o fallecimiento
de un Juez titular. De esta manera jamás se interrumpiría la admi

nistración de justicia, como suele pasar actualmente por las demoras


en los nombramientos de reemplazantes. Tales funcionarios podrían

aún ser enviados a Juzgados que tuvieran recargo de trabajo para


salvar una situación de atraso, por ejemplo.
Cuando un Juez estuviera retardado en su labor por cualquier
motivo, sería conveniente que hubiera una especie de juez adjunto,
que lo ayudara a salir del apuro. Otra función que podrían desem
peñar estos Jueces sería la de avocarse el conocimiento de juicios
especiales se les designaran cuando por cualquier causa no pu
que
dieran atendidos por el juez titular, a fin de evitar las visitas
ser

judiciales,visitas que, sobre todo en los últimos tiempos, han sido


muy numerosas, debido a que los miembros del Congreso, por cual
quier causa, han obligado al Ministerio de Justicia a ordenarlas,
En efecto, ha habido veces en que salen en visita dos y hasta
tres Ministros de una Corte, con lo cual ésta se ve perturbada en su
trabajo y no puede fallar oportunamente los asuntos que penden de su
consideración. f |. f ■

Por estas razones es partidario de que se creen estos Jueces


in partibus para las suplencias, interinatos, visitas y ayuda a los
Jueces que están muy recargados de trabajo. Estos serían nombra
dos por un período de dos a tres años.
El señor Barros Borgoño (don Luis) cree que deben ser ina
movibles como los demás.
Después de un corto debate, se acordó agregar un inciso que
consulte la idea de crear, a propuesta de la Corte Suprema, Jueces
Adjuntos o Visitadores, sin jurisdicción especial.
S. E. hace presente que se!ha adoptado la medida de la trasla
ción de los Jueces, sin perjuicio de mantener la permanencia de los
funcionarios que observan buena conducta. No obstante sería parti
dario de establecer la amovilidad de los Jueces, en forma que pudie
ran ser suspendidos o separados por'el Presidente de la República,
de acuerdo con la Corte Suprema.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) considera profundamen
te inconveniente la inamovilidad de los Jueces. Estima pernicioso y
corruptor este sistema, porque los Jueces en esta forma se sienten
dueños de la situación, cualquiera que sea su conducta.
Cree que los Jueces deben ser nombrados por períodos cortos
cinco o diez años.

259 —

El señor Vidal Garcés (don Francisco) estima peligrosa la


fórmula.
El señor Guerra (don J. Guillermo) observa que puede ser buena
dentro de unos veinte años más.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) cree menester que haya
medios de impedir que un mal Juez se entronice en el cargo. Dada
nuestra apatía, nuestra falta de iniciativa para tomar resoluciones,
hoy es casi imposible eliminar a los malos Jueces.
Por esto encuentra conveniente que esos funcionarios sean nom
brados por cinco años. Si durante este tiempo se han hecho acree
dores al respeto de las autoridades superiores, se les vuelve a nom
brar, si no, no se les renueva el nombramiento.
S. E. consulta la opinión de los miembros de la Subcomisión
respecto a la idea de la amovilidad de los Jueces en la forma que se
tai propuesto y manifiesta que parece que hay mayoría por la ina-
movilidad.
El señor Barros Borgoño (don Luis) dice que es un principio
fundamental en una Constitución el de la inamovilidad de los Jue
ces ; sin él, el Poder Judicial pierde toda su independencia.

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que con


el sistema de que la Corte Suprema proponga al Presidente de la
República la remoción de los Jueces, quedan bien garantidos todos
estos funcionarios, porque la Corte sólo propondría la remoción en

los casos enque haya motivos muy justificados.


El señor Amunátegui (don Domingo) recuerda que el Poder
Judicial es el cimiento más sólido de la tranquilidad pública. Recuer
da que don Andrés Bello decía: «Yo concibo que haya una sociedad
sin Presidente de la República, sin Congreso, pero no concibo una
sociedad civilizada sin Poder Judicial*.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) responde: no estamos
tratando de anular el Poder Judicial sino de mejorarlo en cuanto
sea posible.
El señor Barros Borgoño (don Luis) agrega qué los casos
de malos magistrados son excepciones.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) cree que el remedio
está en facilitar la declaración de mal comportamiento de los Jueces.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) propone que se esta
blezca en la Constitución que después de cinco años de ejercicio de
la magistratura haya un plebiscito en la jurisdicción del Juez para
que le confirme o no en sus funciones.
S. E. dice que eso sería de lo más inconveniente e inmoral,
porque el Juez se convertiría en Jefe de un bando para atraerse
simpatías y conseguir así la ratificación de su puesto, comprome
tiendo intereses en su favor.

260 —

El señor Vidal Garcés (don Francisco) manifiesta que la ver


dad es que los Jueces malos son pocos, y que, si son malos, es porque
los Tribunales Superiores demuestran suma debilidad en el castigo
de las faltas de sus subordinados.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) propone que sea el Se
nado el que declare la amovilidad de los Jueces, porque esta Corpo
ración no iría, por consideraciones de baja política, a echar fuera de
la magistratura a un hombre, sin tener razones poderosas para ello.
El señor Zañartu (don Héctor) declara que es partidario de la
amovilidad de los Jueces, pero estableciendo garantías eficaces, a fin
de que esto se haga correctamente. Hay Jueces que dejan mucho
que desear en el desempeño de sus funciones, y es muy difícil hacer
los salir, porque los abogados de la localidad no se atreven a acusar
los por temor a las represalias, en caso de que el Juez se quede en el
lugar.
El señor Barros Borgoño (don Luis) cree que lo más acer
tado en este caso es reglamentar lo que debe entenderse por buena

comportación de los Jueces.


S. E. propone que la próxima sesión sea el Miércoles próximo,
a fin de darse tiempo para pensar una fórmula que resuelva la cues
tión en debate.
Así se acordó.
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torreblanca,
VIGÉSIMA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE REFORMAS
CONSTITUCIONALES

10 de junio de 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño,
J. Guillermo Guerra, José Maza, Ministro de Justicia, Pedro N. Mon
tenegro, Enrique Oyarzún, Romualdo Silva Cortés, Carlos Vicuña
Fuentes, Francisco Vidal Garcés, Eliodoro Yáñez, Héctor Zañartu,
y del Subsecretario del Interior, don Edecio Torreblanca, que actuó
como Secretario; se abrió la sesión á las 3 P. M.

Excusó su inasistencia don Ramón Briones Luco.


Se leyeron y aprobaron las actas de las sesiones del 1." y 2 del
actual.
Se entró a tratar de la cuestión relativa a la amovilidad de los
jueces.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) lee la siguiente exposi
ción al respecto :
'Así como me conveniente, para asegurar la unidad, la
parece
continuidad, la responsabilidad, el prestigio y la eficacia de la Admi
nistración Pública, libertarla de la perturbación incoherente, anár
quica, mediocre y mezquina del parlamentarismo absorbente y des-
quiciador, del mismo modo estimo que para asegurar la libertad de
los ciudadanos, el respeto a sus bienes, y el predominio efectivo de
la justicia sobre los abusos del poder, de la fuerza, del dinero, o de
la mera influencia político-social, es indispensable organizar los Tri
bunales sobre una base de responsabilidad, de dignidad y de inde
pendencia,
Para esto propongo:
1." Que los Tribunales de Justicia no puedan tener otras fun
ciones que las establecidas taxativamente por la Constitución;
2.° Que la suprema potestad disciplinaria y económica sobre
todos los Tribunales de la República corresponde a un solo funcio
nario, el Presidente de la Corte Suprema, el cual será elegido por los
pueblos en votación directa;

3." Que el Poder Político sólo tenga ingerencia en el nombra


miento de los miembros de la Corte Suprema;
4.° Que el Presidente de la Corte Suprema nombre a los miem
bros de las Cortes de Apelaciones, y el Presidente de cada Corte de
Apelaciones a los Jueces y funcionarios de su jurisdicción ;

262 —

5.° Que todos los magistrados de la Administración de Justicia


sean temporales;
Que la justicia sea gratuita;
6."
7."
Que sea activa.
En miopinión, las únicas funciones propias de los Tribunales
de Justicia son las siguientes: fallar todas las cuestiones que se pro
movieren entre particulares en el orden temporal dentro del territorio
de la República; aplicar a las personas las leyes penales por crimen
o simple delito; establecer las reparaciones que sean debidas a ter

ceros por los daños o perjuicios de que fueren víctimas; apreciar la

responsabilidad pecuniaria del Estado u otras entidades de derecho


público, en sus relaciones con los particulares; señalar la responsa
bilidad de los funcionarios públicos por sus actos políticos que dañen
a terceros; declarar la inconstitucionalidad de las leyes o la ilegalidad

de los decretos del Gobierno u otras autoridades; pronunciar la ine


ficacia de la cosa juzgada en materia civil y rever los procesos crimi
nales fenecidos.
Transitoriamente, mientras se organiza un mejor servicio admi
nistrativo, debe corresponderles también entender en las cuestiones
de jurisdicción no contenciosa que les encomiende la ley.
Entregar a la justicia otras funciones, tiende a desnaturalizar
y a
corromper a los Tribunales.
Opino también que hay que separar la facultad moral de juzgar
de la potestad política de corregir los abusos de la propia magistra
tura, y que esta última debe darse a un solo funcionario, para que
no diluya su responsabilidad en el anonimato de un cuerpo colegiado,
y debe ella residir en un ciudadano que tenga una alta investidura,
para lo cual es conveniente que sea designado por el voto de los
pueblos.
Estimo también que los miembros de la Corte Suprema no deben
ser todos nombrados por el Presidente de la República, para que la

emulación haga siempre recaer estos cargos en hombres superiores,


sobre todo en lo que a integridad moral se refiere. La mitad de ellos,
por ejemplo, serían nombrados por el Presidente de la República, y
la otra mitad por el Senado.
Creo también que los magistrados inferiores deben ser designa
dos por sus Jefes directos, para evitar la larga y desmoralizante serie
de influjos personales, que han presidido al desquiciamiento moral
de los Tribunales de la República.
Todo nombramiento debe ser, en lo posible, no el producto de
una transacción mezquina, sino un acto libre, personal y responsable
del funcionario llamado a efectuarlo. Para esto propongo que el Pre
sidente de la Corte Suprema nombre a los miembros de las Cortes
de Apelaciones, y el Presidente de cada una de éstas, nombre a los
funcionarios de su jurisdicción.

263 —

Enprincipio, toda función pública debe ser perpetua, y termi


nar sólo por la incapacidad o muerte del
titular; pero en Chile se
hace indispensable buscar un medio siquiera transitorio, pero fácil,
de eliminar de la Administración de Justicia a miembros de ella que
se hayan hecho indignos por venalidad, conducta torpe, ignorancia
o falta de integridad moral.
Dentro de la general falta de carácter y del espíritu de amistad
privada, inaceptable en materias de la vida pública,— que puede

presidir secretamente los actos de los altos funcionarios, es indispen


sable recurrir a un medio automático de saneamiento de las institu
ciones judiciales. El más sencillo es la temporalidad de las funciones.
Los magistrados cesantes serán siempre reelegidos cuando estén ro
deados de una merecida aureola de prestigio; los demás podrán vol
ver a la vida privada sin necesidad de mancharlos con una condena

judicial, que pudiera ser excesiva o contraproducente.


Estimo que la justicia pagada, y sobre todo a los precios locos
recién establecidos, importa prácticamente una denegación de jus
ticia, sobre todo para los pobres, que son precisamente los que más
la necesitan.
También es conveniente reemplazar la justicia pasiva, que apro
vecha a los poderosos, a los detentadores de bienes ajenos, a los ca
lumniadores y a los hombres de mala fe, por una justicia activa, que
investigue cada queja por medio de un funcionario ad hoc, y resuelva
en plazo breve la cuestión propuesta, para no dejar enredos pendien

tes, que perturban los negocios, prolongan la injusticia o dañan in


merecidamente la buena fama de los ciudadanos-1
El señor Silva Cortés (don Romualdo) cree que el sistema de
inamovilidad establecido es bueno, pero que ha faltado el comple
mento, o sea una legislación que haga fácil y expedito el procedi
miento para declarar que un juez malo no tiene la buena compor
tación requerida.
Formula la siguiente indicación: «Habrá acción popular sumaria
para pedir al Tribunal Superior respectivo la declaración de que un
Juez no tiene la buena comportación necesaria para permanecer en
su cargo.
«En todo, caso, para que un Juez Letrado o Ministro de un Tri
bunal Superior sea depuesto de su destino, será necesario que la Corte
Suprema, por el voto de los dos tercios de sus miembros dicte la
sentencia o apruebe la resolución que decreta la remoción.»

Ajuicio del señor Yáñez (don Eliodoro) el art. 101 de la Cons


titución es tan claro y comprensivo, que no necesita modificación,
porque establece el principio de la buena comportación como base
de la permanencia en el cargo, y, en consecuencia, posibilita la separa
ción de los funcionarios que no tienen ese requisito. Da también

264 —

garantías a los funcionarios judiciales cuando dice «que no podrán


ser depuestos de sus destinos sino por causa
legalmente sentenciada».
Este precepto da a la ley toda la amplitud necesaria para regular
las funciones judiciales y ha permitido la dictación de la de 1911
sobre amovilidad de los jueces, que es bastante para el caso.
S. E. propone decir: «En todo caso, de oficio o a petición de
parte podrá la Corte Suprema, por el voto de los dos tercios de sus
miembros, declarar que un Juez no tiene buena comportación».
El señor Yáñez (don Eliodoro) manifiesta la existencia de casos
que escapan a la disposición constitucional, como el de un Juez que
se haya hecho poco grato en su
jurisdicción, y que haya pervertido
su autoridad moral por causas
independientes al ejercicio mismo de
su cargo. Para estos casos
podría darse a la Corte Suprema ciertas
facultades discrecionales y restringidas en la forma que propone Su
Excelencia.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, recuerda con
este motivo, que se ha aprobado una disposición que autoriza al
Presidente de la República, para trasladar a los Jueces a otro asien

to de la misma categoría, a propuesta o con acuerdo de la Corte


Suprema.
S. E. dice que hay que otorgar a los Jueces la inamovilidad, a fin
de garantir su independencia y rodearlos del ambiente de prestigio
indispensable para el buen cumplimiento de sus deberes; pero que
también hay que buscar el medio de impedir que esta situación excep
cional que la ley les crea, llegue a permitirles abusar de sus facultades
impunemente, recordando que la naturaleza humana es débil e in
clinada a extralimitarse cuando no
hay control,
Los Jueces quedarían bien garantidos siendo la Corte Suprema
la que declarara si es bueno o malo el funcionario judicial. El espíritu
de cuerpo, la solidaridad profesional y la independencia de que gozan
los miembros de ese alto Tribunal, serían suficiente seguridad de que
no se obraría con injusticia. Además, podría exigirse el voto de las

dos terceras partes de la Corte, para acordar una declaración de esta


naturaleza.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, propone re
dactar la indicación así: «En todo caso, la Corte Suprema, a re
querimiento del Presidente de la República, de oficio o a petición
de parte, podrá, previo informe de la Corte de Apelaciones respec
tiva y del inculpado, acordar la remoción de un Juez por el voto
de las dos terceras partes de los miembros de aquella Corte. Este
acuerdo se comunicará al Presidente de la República para su cum
plimiento».
Esta indicación fué aprobada,

265 —

Se entra a estudiar el capítulo que trata del «Gobierno y la Ad


ministración Interior».
S. E. propone dividir este en dos, bajo los siguientes
capítulo
títulos: «Del Gobierno interior del Estado», en el cual se compren
derían desde el artículo 106 hasta el 112 inclusive, con las modifica
ciones que oportunamente indicará: y «Del Régimen Administrativo
Interior» que comprendería las materias hoy tratadas en los artículos
,

113 a 122 inclusive.


Se entró a estudiar lo referente al Gobierno Interior del Estado.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) estima conveniente que
en la Constitución sólo se mantenga la división en
provincias y de
partamentos, dejando a la ley la subdivisión en comunas, subdele-
gaciones y distritos, porque considera que aquella debe consignar
únicamente las grandes divisiones. Aparte de que algunas de esas
subdivisiones, por ejemplo los distritos, que deben ser gobernados
por un Inspector, no tienen casi aplicación práctica.
El señor Zañartu (don Héctor) deja testimonio de su anhelo
de que la Constitución estableciera grandes provincias, que es la
única forma de llegar a la descentralización, pero como esta idea fué
desechada, salva su opinión en todo el título.
Así se acordó.
S. E. propone dejar el art. 107, quitándole la frase «en todos
los ramos de la Administración» y agregar un inciso que diga: «El
Intendente, dentro de la provincia de su mando, y como represen
tante del Presidente de la República, tendrá la vigilancia y fiscali
zación de todos los servicios púbücos del territorio provincial. La
tendrá también, especialmente, sobre los trabajos públicos que se
ejecuten en la provincia».
Esto serviría de base para lograr el ideal de la descentralización
administrativa, dando a los Intendentes atribuciones que hoy han

perdido por obra de las leyes que les han ido cercenando facultades.
En la forma propuesta, tendrían poder efectivo y podrían desarrollar
verdadera labor en bien de la provincia.
Se aprobó el art. 107 en la forma propuesta por S. E.
Se leyeron y fueron aprobados los actuales arts. 108, 109 y 110.
Se aprobó el art. 111 reemplazando, a indicación del señor Yá
ñez, la palabra «nombrados» por «reelegidos».
Se leyó y aprobó el actual art. 112.
S. E. propone una serie de disposiciones nuevas que reempla
zarían a los arts. 113 a 122 inclusive y encaminadas a obtener la
descentralización administrativa, mediante el robustecimiento de la
autoridad del Intendente, la creación de Asambleas Provinciales que
asesoren a éste en su administración y el establecimiento de facu

tades que permitan a estas Asambleas hacer una labor eficaz.



266 —

Las nuevas disposiciones dicen así:

«Capítulo ....

Del régimen administrativo interior

Art. A. Para la administración interior, el territorio nacional


se divide provincias y las provincias en comunas.
en

Habrá cada provincia el número de comunas que determine


en

la ley, debiendo cada territorio comunal comprender territorios com


pletos de subdelegaciones.

De la administración provincial

Art. B. La administración de cada provincia reside en el In


tendente, quien será asesorado por una Asamblea Provincial, en la
forma y en los casos que la ley determine.
Art. C. Cada Asamblea Provincial se compondrá de represen
tantes designados por las Municipalidades de la provincia en su
primera sesión y por voto acumulativo. La duración de estos cargos
es de tres años.

Las Municipalidades designarán el número de representantes


que para cada una determine la ley, pudiendo repetirse el nombra
miento indefinidamente,
Art. D. Para ser representante se requieren las mismas cali
dades que para ser Diputado, y, además, tener más de un año de
residencia en la provincia.
Art. E. Las Asambleas Provinciales funcionarán en la capital
de la respectiva provincia y designarán anualmente de entre sus
miembros, en la primera sesión y por mayoría de votos, un Vicepre
sidente de la Asamblea
Art. F. Las Asambleas Provinciales celebrarán sesión con la
mayoría de sus miembros en ejercicio; tendrá las atribuciones admi
nistrativas y dispondrán de las rentas que determine la ley. Estas
Asambleas podrán proponer al Presidente de la República la distri
bución de la parte de las rentas públicas que sea necesaria para los
servicios de la provincia.
Estas corporaciones podránser disueltas por el Presidente de la

República con acuerdo del Senado y por las causales que la ley esta
blezca. Disuelta una Asamblea Provincial se procederá al reemplazo
de sus miembros en la forma indicada en el art. C, por el tiempo
que les falte para completar su período.
Art. G. Las ordenanzas o resoluciones que dicte la Asamblea
Provincial, deberán ser puestas en conocimiento del Intendente quien

267 —

podrá suspender su ejercicio, dentro de diez días, si las estima con

trarias a la Constitución o a las leyes de la República, o perjudiciales


ai interés de la provincia.
La ordenanza o resolución suspendida por el Intendente volverá
a ser considerada por la misma Asamblea.

Si ésta insistiera en su anterior acuerdo por el voto de los dos


tercios de sus miembros presentes, el Intendente la mandará promul
gar y llevar a efecto.
Pero, cuando la suspensión se haya fundado en que la ordenanza
o resolución sean contrarias a la Constitución o a las leyes, el Inten

dente remitirá los antecedentes a la Corte Suprema para que resuelva


en definitiva.

De la administración comuna!

Art. H. La administración de cada comuna, o agrupación de


comunas, establecida por ley, reside en una Municipalidad.
Al renovarsecada Municipalidad, el Presidente de la República
designará unAlcalde para que la presida. Su nombramiento y remo
ción serán reglamentados por la ley.
Art. I. Las Municipalidades tendrán los Regidores que para
cada una de ellas determine la ley, con arreglo a la población del
territorio de su jurisdicción. La duración de estos cargos es por tres
años y podrá repetirse el nombramiento indefinidamente.
Art. J. Para ser elegido Regidor se requieren las mismas cali
dades que para ser Diputado, y, además, figurar en el rol de contri
buyentes de la respectiva comuna y tener residencia en ella por más
de tres años.
La propiedad de un inmueble se tendrá como suficiente resi
dencia.
Art. K. La elección de Regidores se hará en votación directa y
con arreglo a las disposiciones especiales que indique la ley de Orga
nización y Atribuciones de las Municipalidades. Habrá para este
efecto, registros particulares en cada comuna y, para inscribirse en
ellos, se exigirá haber cumplido veintiún años de edad, saber leer y
escribir y figurar en el rol de contribuyentes de la respectiva comuna.
La calificación de las elecciones de Regidor, el conocimiento de
los reclamos de nulidad que ocurran acerca de ellas, y la resolución
de los casos que sobrevengan posteriormente, corresponderá al Tri
bunal que determine la ley.
Art. L. Las Municipalidades celebrarán sesión con la mayoría
de sus Regidores en ejercicio, tendrán las atribuciones administra
tivas y dispondrán de las rentas que determine la ley. Esta podrá

268 —

señalar a cada Municipalidad proporcional a sus entradas


una cuota
anuales, para contribuir
a los gastos generales de la provincia.

Art. M. Las Municipalidades estarán sometidas a la vigilancia


correccional y económica de la respectiva Asamblea Provincial, con
arreglo a la ley.
Las facultades que el art. G otorga al Intendente respecto de
la Asamblea Provincial, corresponderán a ésta en lo relativo a las
Municipalidades de su jurisdicción.
Las Municipalidades podrán ser disueltas por la Asamblea Pro
vincial, por las causales que la ley establezca, con el acuerdo de la
mayoría de los representantes, citados especialmente al efecto y sin
perjuicio de lo dispuesto en el art.G.

Descentralización adm inistra Uva

Art. N. Las leyes confiarán paulatinamente a los organismos

provinciales y comunales que la Constitución establece," las atribu


ciones y facultades administrativas que ejerzan otras autoridades o
personas, con el fin de propender a la descentralización del régimen
administrativo interior
Los servicios generales de la Nación se descentralizarán me
diante la formación de las zonas que fijen las leyes.
En todo caso, la fiscalización de los servicios de una provincia
corresponderá al Intendente y la vigilancia superior de ellos al Pre
sidente de la República.»
S. E. expresa que ha tomado la reforma propuesta de la orga
nización italiana, que es la mejor, a su juicio, porque, manteniendo
la unidad nacional, contempla una debida atención de los intereses
regionales, sin congestionar el gobierno central con preocupaciones
y detalles de carácter local.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) no incompatibilizaría
el cargo de Regidor con el de miembro de la Asamblea Provincial.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) sería aún partidario de
que cada provincia hiciera sus servicios con sus propios fondos. Sin
embargo teme un poco a las Asambleas de carácter parlamentario.
Las Municipalidades, por sí solas, ya son pequeños Congresos que
encienden las pasiones regionales; por lo tanto, le parece mejor crear
administraciones unipersonales y establecer que las provincias pue
dan elegir sus Intendentes. El sistema de Asambleas Provinciales ha
producido graves perturbaciones en la Argentina, por la contradic
ción que suele resultar entre las leyes nacionales y las provinciales.
S. E. recuerda que en Italia la administración provincial tiene
a su cargo funciones tales como la construcción de caminos y de obras

269 —

hidráulicas, el mantenimiento de algunos servicios de beneficencia,


la supervigilancia de las finanzas, etc.
Por lo demás, la aspiración general en el país es que lleguemos
a la descentralización administrativa.
El señor Oyarzún (don Enrique) cree que con las atribuciones
propuestas por S. E., los organismos provinciales darían buenos
resultados.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) considera mejor que el
Intendente sea elegido por la provincia.
S. E. estima que eso nos empujaría hacia el federalismo.
El señor Zañartu (don Héctor) deja testimonio de su escepti
cismo respecto a que con las medidas propuestas se alcance la des
centralización perseguida.
Las provincias deben tener la mayor autonomía posible y por
eso patrocinaba la formación de provincias grandes, con población
numerosa e intereses comunes importantes. Allí el Intendente y la
Asamblea Provincial deberían tener la facultad de nombrar emplea
dos, de administrar fondos, de intervenir en los servicios de policía
y de supervigilar todos los demás servicios.
El señor Oyarzún (don Enrique) halla razón al señor Zañartu
en sus observaciones. Hay servicios que abarcan dos o tres de nues

tras actuales provincias y que serían mejor atendidos si las Asam


bleas proyectadas comprendieran una zona de mayor extensión.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) estima que vale la pena
aprovechar esta oportunidad para reformar la organización muni
cipal. Con una Junta de tres Alcaldes rentados, elegidos en votación
popular por un período más o menos largo y con cierta independen
cia la administración comunal, se haría obra local más eficaz que
en

con nuestras actuales


Municipalidades de tantos miembros, en que
la iniciativa de los Alcaldes está supeditada por los regidores. Es
partidario, en último caso, de las Juntas de Vecinos cortas en núme
ro, que han empezado reemplazar a las Municipalidades.
a

El señor Vidal Garcés (don Francisco) considera pocos tres


Municipales para las comunas de mucha extensión e importancia.
Expresa que hay comunas grandes en que existen corrientes de
opinión e intereses encontrados en donde conviene que todos estén
representados en el Gobierno local.
El señor Yáñez (don Eliodoro) dice que siempre ha creído que
nuestra ley de Municipalidades tiene el defecto de la uniformidad
en la organización y atribuciones de esas Corporaciones, prescindien

do de que la mayor parte de los servicios locales tienen un interés


más amplio que la comuna. A su juicio la Municipalidad de la cabe
cera de la provincia debiera ser compuesta de miembros elegidos por
votación comunal y de representantes de las Municipalidades de los

270 —

departamentos; y éstas, a su vez, integradas con representantes de las


comunas, estableciendo además alguna gradación en el número de
miembros y en sus atribuciones, para crear cierta conexión entre las
Municipalidades de la provincia y atender así los intereses que afec
tan a toda ella. Acepta, sin embargo, la idea propuesta de las Asam
bleas Provinciales, porque cree que en esa forma podrán llenarse
los fines que indica para dar a las provincias mayor garantía en la
atención de sus necesidades.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que la ley
fijará el número de regidores que deba tener cada Municipalidad y
el número de representantes que debe enviar a la Asamblea Provin
cia], en atención a su territorio, población, etc.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) observa que el régimen
municipal urbano debe ser diferente al rural,
Cree que convendría establecer un solo funcionario, como los
corregidores en España, en quien estuvieran centralizadas las fun
ciones municipales en los campos. Kn lugares de escasa población
no siempre hay muchos elementos para servir estos cargos. Las fun
ciones de Oficial Civil, Alcalde, Jefe de Policía, etc., pueden ser
servidas por una sola persona que así dedicaría todo su tiempo a
dichos cargos que podrían recaer, en esta forma, en alguna persona
lidad respetable de la comuna, con lo cual se haría un gran bien y se
eliminarían en gran parte las rencillas lugareñas.
El señor Guerra (don J.Guillermo) aplaude aS. E.yal Ministro
señor Maza por haber propuesto la idea de exigir que para tomar
parle en la elección de Municipales, se en el rol de
requiera figurar
contribuyentes y dice que ésta es una idea que él acaricia desde
mucho tiempo.
El voto político y el municipal tienen objetos diferentes. El
último deben tenerlo sólo aquellos que poseen intereses materiales
en la comuna.

Cree, además, que en la elección de Municipales debe darse


voto a las mujeres, haciendo así el primer ensayo del voto femenino

en Chile. Por ejemplo, la mujer soltera, viuda, divorciada o separada


de bienes, que tiene y administra intereses propios, debe tener voto
y capacidad para poder ser elegida para cargos concejiles, si paga
contribuciones.
Igual piensa con respecto a los extranjeros con cinco años
cosa

de residencia en el territorio nacional, que posean propiedades o

ejerzan unaprofesión, industria o comercio que contribuya al pro


greso y bienestar del país.
En cuanto a las demás proposiciones leídas, estima que si trata
nios de organizar el régimen municipal en la Constitución, ños vamos
a exponer a grandes dificultades y tal vez al fracaso. Hay que recor-

271 —

dar que en Chile


hay buen régimen comunal desde más de treinta
no

años, no porque el sistema


sea malo sino porque no se adapta a nues

tras costumbres idiosincrasia.


e

Por esto cree que lo más conveniente es reemplazar todo el título


relativo a las Municipalidades por un solo artículo que diga:
«La organización del gobierno local se determinará por la ley
respectiva.»
En esta forma podría el Congreso estudiar después con mayor
detenimiento una organización municipal que corresponda a nues
tras necesidades.
Se acordó dejar en estudio estas materias hasta la próxima
sesión que se celebrará el viernes próximo .

Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torreelanca,
VIGÉSIMAPRIMERA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE
REFORMAS CONSTITUCIONALES

15 DE JUNIO DE 1925

Presidida por S. E. el Presidente de laRepública y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño, Ra
món Briones Luco, Nolasco Cárdenas, Guillermo Edwards Matte,
J. Guillermo Guerra", Pedro N. Montenegro, José Maza, Ministro
de Justicia, Enrique Oyarzún, Romualdo Silva Cortés, Francisco
Vidal Garcés, Carlos Vicuña Fuentes, Eliodoro Yáñez, Héctor Zañar
tu, y del Subsecretario del Interior, don Edecio Torreblanca, que
actuó como Secretario; se abrió la sesión a las 4 P. M.
S. E. pone en discusión los capítulos referentes al Gobierno y
Administración Interior.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) acepta en general el
proyecto de S. E. que contempla muchas ideas aprobadas en la re

ciente Convención Conservadora. Le parece muy bueno en todo lo


relativo a las Asambleas Provinciales, a sus facultades y organiza
ción. Pero cree que debe pensarse con más detenimiento lo relativo
al nombramiento de Alcaldes.
3. E. da lectura a los artículos del capítulo «Del Gobierno In
terior del Estado» con las modificaciones que se acordaron en la
sesión anterior.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, no ve e objeto
de fijar período a los Intendentes, Gobernadores y Subdelegados,
tratándose de representantes naturales e inmediatos del Presidente
de la República, que, en realidad, son removidos cuando el Presidente
de la República lo quiere. Por esto propone que se diga: «permane
cerán en sus cargos mientras cuenten con la confianza del Presidente
de la República».
El señor Barros Borgoño (don Luis) encuentra buena la dis
posición actualque da cierta estabilidad a estos funcionarios y, ade
más que permite al Presidente cambiarlos cuando termine su período
sin necesidad de pedirles la renuncia.
Los artículos 106 a 110 quedaron en la forma aprobada en la
sesión anterior.
Los artículos 111 y 112 quedaron en la forma actual.
Se entró a tratar el capítulo 'Del Régimen Administrativo In
terior» y se comenzó la lectura de sus disposiciones.

273 —

S. E. dice que los artículos que se acaban de leer están reali


zando, en una esfera más limitada, lo que proponía en otra sesión
el señor Zañartu con respecto a las agrupaciones provinciales.
El señor Zañartu (don Héctor) dice que para llegar a la des
centralización administrativa es indispensable la división del terri
torio en grandes provincias, que formen entidades de importancia
por su riqueza y población y que tengan comunidad de intereses.
por la calidad de su producción y actividades, vías fáciles que las
unan entre sí, etc. ; que tengan ciudades capitales con institu
ciones de crédito, comercio, industrias, sociabilidad y comodidad
bastantes para que la vida pueda ser en ellas útil y agradable. Debe
darse, además a la provincia mucha autonomía y libertad para nom
brar a las autoridades inferiores, funcionarios judiciales de poca ca
tegoría, personal de instrucción primaria, beneficencia y policía.
La provincia necesita también contar con recursos propios para,
lo cual debe poder aplicar contribuciones autorizadas por la ley,
crear circunscripciones comunales, aprobar presupuestos municipa
les y comunales, y las cuentas de inversión de las mismas, deter
minar la cuota que debe pagarse por los servicios municipales,
aprobar empréstitos y propender a la municipalización de servicios,
sometiendo sus acuerdos en ciertos casos a la ratificación del Se
nado, autorizar la construcción de caminos, puentes y también fe
rrocarriles particulares, con excepción de los internacionales.
Para hacer esto sería necesario quitar a algunas de las actuales
Direcciones Generales parte de sus atribuciones para entregarlas a
la provincia.
Esta es, más o menos, la organización administrativa descen
tralizada que propuse cuando se discutió la forma de elección del
Senado y que no fué aceptada. Dicha indicación está redactada de
acuerdo con los proyectos presentados por don José Manuel Balma-
ceda el año 1890; por don Ramón Briones, en 1916; por don Alberto
Edwards, en 1919; y por varios Senadores Conservadores, en 1924.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) piensa que se deben
tomar las mayores precauciones al fijar las atribuciones de las Asam
bleas Provinciales; estimando sí, que, en todo caso, la proposición de
S. E. es menos peligrosa que el proyecto del señor Zañartu.
Nosotros tuvimos Asambleas Provinciales durante el período
más agitado de nuestra historia, el de 1820 a 1830. En este lapso
todos los trastornos, todas las tentativas revolucionarias tuvieron
su cuna en esas Asambleas.

Y esto no sólo sucedió mientras fueron tres: las de Santiago,


Concepción y Coquimbo, sino que también después, cuando se im
plantó el sistema federal, dividiendo el país en ocho provincias. La
Carta Fundamental de 1828 mantuvo esas Asambleas con atribu-
(Actas 18)

274 —

ciones considerablemente limitadas. No hay duda, sin embargo, que


la revolución de 1829 tuvo gran parte de su origen en las actividades
de esas corporaciones.
Las Asambleas que se quiere crear tenderán en el futuro a trans
formarse en pequeños Congresos, que aspirarán a tener mayores
facultades que las constitucionales, y que, en todo caso, serán campo
propicio para los que intenten crear dificultades al Gobierno Cen
tral, a fin de obligarlo a ceder ante la presión de los descontentos
con la política de la capital.

En los tiempos que recuerdo, las Asambleas Provinciales lle


garon a enviar al Poder Central comunicaciones inconvenientes y
altaneras. Hay una, por ejemplo, en que se condena la Independen
cia de Chile.
En otro orden de ideas, estas corporaciones serán una nueva
fuente de gastos, que contribuirá a complicar y a dificultar nuestras
finanzas, porque, naturalmente, necesitarán pagar personal de Se
cretaría, lo cual, agregado a la remuneración que es muy posible que
tengan sus miembros, significará un costo apreciable para el erario
público.
Por eso prefiere otorgar a los Intendentes y Gobernadores atri
buciones especiales de vigilancia y fiscalización respecto a los servi
cios públicos de la zona de su respectiva jurisdicción, para que asu
man ellos la responsabilidad de esos servicios. Las Direcciones Cen
trales de servicios sólo tienen completa justificación cuando se trata
de ramos de carácter técnico, que requieren preparación especial,
pero, en los demás casos, esas Direcciones sólo contribuyen a aumen
tar el papeleo y a complicar innecesariamente la administración.
Reconoce, sí, que manteniendo la división del país en 23 provin
cias disminuyen considerablemente los inconvenientes de las Asam
bleas de provincias grandes auspiciadas por el señor Zañartu y que
serían más poderosas y, por consiguiente, envolverían mayor peligro
de perturbación.
El señor Briones Luco (don Ramón) dice que es partidario de
las Asambleas Provinciales desde hace muchos años, y por eso el
año 1916 presentó un proyecto sobre la materia a la Cámara de Di
putados. Las razones que lo movieron a presentar ese proyecto fue
ron los anhelos de descentralización de casi todas las provincias,

especialmente de las del norte. Tomó la idea de la Constitución del


año 28, persiguiendo el principio de la descentralización administra
tiva dentro de la unidad política y su idea fué bien recibida en casi
todo el país. Las distintas zonas de Chile están claramente diseñadas
por la naturaleza, así es que no es difícil formar grandes provincias,
tomando en cuenta las condiciones naturales de producción, intereses
económicos, etc., de las actuales.

275 —

Están bien demarcadas en nuestro territorio


las zonas salitrera,
minera, agrícola, carbonífera, maderera, pecuaria. Su propósito era
darles existencia política, dotándolas de Asambleas Provinciales que
atendieran los intereses regionales. Sin embargo, como ve que no
hay mayoría para aceptar la creación de grandes provincias, se limita
a proponer que se diga, en vez de la disposición pertinente que se

ha leído, lo siguiente: «La administración de cada provincia reside


en el Intendente y en la Asamblea Provincial», a fin de que ésta

tenga función propia y no sólo la de asesorar a aquel funcionario.


Hace indicación, además, para que las Asambleas sean elegidas
por voto popular y no por las Municipalidades, porque entre las
atribuciones de la Asamblea está la de fiscalizar a las Municipalida
des y no cree que las Asambleas vengan a fiscalizar a los propios
organismos que las eligen.
El señor Zañartu (don Héctor) expresa que las Asambleas Pro
vinciales grandes no pueden ser un peligro de revoluciones, como lo
cree el señor Edwards, sino que, al contrario, las harían más difíciles

ya que entonces no bastaría con tomarse la Moneda para que las


revoluciones triunfasen. Le parece indispensable el régimen de las
grandes provincias para atenuar los males que puede significar el de
un Ejecutivo demasiado
poderoso. Los abusos del parlamentarismo
dieron lugar a los lamentables sucesos de Septiembre: hay que evitar
que el exceso de poder del Ejecutivo dé lugar a sucesos tanto o más
lamentables.
Refiriéndose a otra observación del señor Edwards Matte, dice
que no cree que los gastos que originarían las Asambleas Provincia

les fueran tan grandes y, en todo caso, estarían compensados por la


supresión, en parte, del ejército de inspectores y visitadores fiscales
que hoy se necesita.
Agrega que está de acuerdo con lo expresado por el señor Brio
nes Luco, en cuanto a las atribuciones de las Asambleas. Por esto
en la indicación que había formulado decía: «El gobierno y adminis
tración interior de cada provincia, será ejercido por un Intendente y
una Asamblea Provincial. La Asamblea Provincial se compondrá de
miembros elegidos cada tres años en votación popular directa en la
forma que establezca la ley*.
El señor Guerra (don J. Guillermo) está en desacuerdo con las
ideas del señor Briones Luco. No es partidario de la formación de
grandes provincias y, precisamente, por las mismas razones
que ha
dado el señor Briones Luco.
Reconoce que hay en el
país diferentes regiones, perfectamente
demarcadas por sus condiciones naturales, por su producción, por
sus intereses económicos, etc., pero ésta es una razón, a su juicio,

para no acentual' estas divisiones, porque eso sería contribuir a des-



276 —

arrollar un mal del cual han sufrido otros países; el mal del regiona
lismo, pendiente fácil para deslizarse hacia el fraccionamiento de los
países; del regionalismo a la secesión no hay más que un paso.
No se debe olvidar que estos países de América no tienen más
de un siglo de vida independiente y son, por lo tanto, verdaderas
criaturas entre los demás Estados de la tierra; son países que están
en vías de formación todavía.

Es, pues, contrario a la creación artificial de grandes provincias


Después de algunas observaciones de S. E. en que se manifiesta
de acuerdo con las ideas vertidas por el señor Guerra y en que agre
ga observaciones personales sobre el punto en debate, el señor Gue
rra reitera su opinión en el sentido de que establecer estas grandes
divisiones territoriales, es peligroso para un país nuevo como Chile,
que aún no ha alcanzado sus características definitivas, y cita el ca
so de Centro América, que nació a la vida independiente el 15 de
Septiembre de 1821, formando una sola entidad que antes se llama
ba Capitanía General de Guatemala. Dentro de ésta se habían for
mado grandes intereses regionales, se habían desarrollado oligarquías
locales, etc., como consecuencia de lo cual en 1842 se dividió en cinco
Repúblicas, y a pesar del anhelo patriótico de muchos de sus hom
bres, hasta ahora no se ha podido reconstruir la unidad nacional.
Esta observación no va contra el proyecto presentado por S. E.,
sino contra la idea propiciada por los señores Briones Luco y Za
ñartu. Si hemos de tener provincias, dice el señor Guerra, tengá
moslas lo más pequeñas posibles y no olvidemos el caso de Centro
América, ni lo que pasó a Colombia con Panamá, a México con
Tejas, ni al Virreinato de Buenos Aires con las que hoy son las
Repúblicas de Uruguay y Paraguay.
Continuando en sus observaciones, el señor Guerra agrega un
punto de la proposición de S. E. que trató el señor Edwards Matte,
es el relativo a que estas Asambleas Provinciales van a multiplicar
los gastos de la Nación. Si se va a autorizar la dieta de los miem
bros del Parlamento, estas Asambleas también van a pedirla; para
evitarlo, debe establecerse en la Constitución que estos cargos son
concejiles. Dice más adelante el proyecto que la administración de la
provincia corresponde al Intendente, asesorado por la Asamblea
Provincial. Esto nos conducirá, a un grave mal, porque vamos a
crear el parlamentarismo local, en los precisos momentos en que,

gracias a la obra perseverante y enérgica de S. E., tratamos, por


medio de esta reforma de la Constitución, de terminar con el régimen
parlamentario, que tanto mal nos ha hecho.
Es mejor no decir que el Intendente va a gobernar asesorado por
la Asamblea Provincial, sino que el Intendente gobierna en confor
midad a las órdenes e instrucciones del Presidente de la República.

277 —

Por otra parte, ¿se encontrará en las capitales de provincias


suficiente número de hombres preparados para prestar al Intendente
una cooperación eficiente?
El señor Yáñez (don Ebodoro) advierte que el interés político
es muy distinto del interés local y cree que mucha gente de provin
cia, muy preparada, que no viene al Congreso por circunstancias
personales o alejamiento de la pobtica, prestaría muy eficaces ser
vicios en las Asambleas Provinciales.
S. E. y los señores Maza (don José), Ministro de Justicia, y
Vidal Garcés (don Francisco) dicen que hay en las provincias
gente preparada y en número bastante para satisfacer las necesi
dades del Gobierno local.
El señor Yáñez (don Ebodoro) refuerza esta observación ha
ciendo ver que en todas las provincias hay gente de primer orden.
aun de nivel superior a la que iba al Parlamento, y que esa gente se

encuentra en las esferas de la industria y del trabajo, generalmente


alejada de la pobtica.
El señor Guerra (don J. Guillermo) insiste en que tal sistema
permite la formación de oligarquías que serán muy competentes,
pero también muy opresoras; de modo que él acepta la idea del pro
yecto, pero no la del señor Briones Luco, de la elección popular,
que es la que forma y entroniza las oligarquías locales. Propone que
las Asambleas Provinciales sólo funcionen un mes en el año, como
en el Perú, para no fomentar el espíritu de política menuda.

S. E. observa que el plazo de funcionamiento de las Asambleas


puede ser materia de ley, y el señor Maza dice que el plazo insinuado
por el señor Guerra es demasiado corto y detendría por mucho
tiempo la marcha administrativa en las provincias.
Terciando nuevamente en el debate el señor Guerra, propone
que los miembros de las Asambleas tengan residencia en las respec
tivas comunas que los eligen como sus representantes en la Asam
blea, a fin de que la función no se delegue en personas que residan
en la capital de la provincia y se fomente así la obgarquía local a

que antes se ha referido.


El señor Oyarzún (don Enrique) manifiesta que las Asambleas
Provinciales son una vieja aspiración del Partido Radical, que la
estableció ya en su programa del año 88, programa que nació de una

Convención presidida por don Manuel Antonio Matta y en la que


figuraron hombres como Mac-Iver, Vergara, Délano, Letelier, etc.
Ese programa tal como entonces fué formulado podría apbcarse hoy
día. Allí se estableció la necesidad de ir a la desceñí ralización como
un medio de salvar las dificultades que se veían venir, las que no

provenían del Presidente Balmaceda, sino de la situación misma que


creaban las nuevas riquezas que empezaban a obtenerse del Norte
como fruto de la victoria de la Guerra del 79

278 —

Se temía que el Gobierno, en vista de la cantidad enorme de


obras públicas que podría acometer y de las riquezas de que dispon
dría, pudiese exceder sus facultades, llegando aun a la tiranía. Con
el propósito de poner fin a los abusos que en este sentido se venían
cometiendo desde el año 33, se pensó en la comuna autónoma y en
las Asambleas Provinciales, para el solo efecto de descentralizar la
administración, con facultades restringidas y con abstención abso
luta de aquellas que pudieran llevar a revoluciones regionales o a la
formación de oligarquías locales. Serían sólo pequeñas instituciones
creadas con el carácter de auxiliares y para los efectos de tener una
buena administración en lo que se refiere a construcción de caminos,
fomento de la agricultura, de la minería, etc. No se pensó entonces
en darles la facultad de imponer contribuciones, pero sí se les reco
nocía la de manejar los fondos que la ley y el poder central otorgan
a cada provincia. Eran Asambleas auxiliares que en ningún caso

supeditaban el poder del Presidente de la República, representado


por el Intendente.
Dentro de este concepto, el Partido Radical ha patrocinado la
creación de esas Asambleas Provinciales y lo ha mantenido hasta

hoy en sus programas, de manera que acepta la idea en tesis general.


El señor Yáñez (don Eliodoro) está en completo acuerdo con
Oyarzún y recuerda que el Partido Liberal en
el señor sus primeras
Convenciones, celebradas poco después de la guerra del Pacífico,
tomó los mismos acuerdos, porque el Partido Liberal ha acariciado
siempre el deseo de fortalecer el régimen comunal y de propender a
la descentralización administrativa.
Considera que la provincia existe ya entre los chilenos como una
fuerza de progreso, como una institución arraigada en el ánimo de
todos, en tal forma que el cambio de la actual división podría dar
lugar a muchos desagrados. Cada ciudadano tiene su orgullo provin
cial, además, las Asambleas Provinciales, en la forma que están es
tablecidas en el proyecto, no alteran en realidad la unidad política,
que es lo importante y lo que se debe mantener antes que todo.

La ley de Municipalidades tiene el gravísimo defecto de esta


blecer la autonomía de esas corporaciones, sin ningún vínculo entre
ellas. No existe hoy día ninguna corporación que tenga a su cargo
la atención de esos intereses en cuanto afectan a toda la provincia
y la creación de las Asambleas Provinciales propuesta tiende a sub
sanar este defecto.
Se reconoce por todos que hay que llegar a la descentralización
administrativa, pero no hay que olvidar que no es posible obtenerla
de golpe y de una manera perfecta. El proyecto que se discute importa
un tránsito conveniente entre la situación actual y la que se desea
irla aumentando.
crear y deja a la ley la amplitud necesaria para

279 —

Por lo demás, todo ensayo nos encamina a la descentralización ideal


que se persigue, la que ha de dar prosperidad y vida propia a la pro

vincia.
En consecuencia, acepta la proposición de S. E., sin perjuicio
de proponer modificaciones de redacción para aclarar puntos que
estima un tanto vagos.
El señor Montenegro (don Pedro N.) espresa que, ya que se
recuerdan los programas de los partidos, debe manifestar que el pro
grama del Partido Liberal Democrático consigna también las mis
mas aspiraciones de descentralización ; de modo que acepta el proyec

to y la generación de las Asambleas en la forma señalada en el


mismo, no estando de acuerdo con el señor Briones Luco que desea
que esta generación se haga por voto popular. Las Asambleas van
a tener el manejo de los intereses económicos y financieros de la

provincia y es natural que las formen los representantes de esos in


tereses.
No está de acuerdo con el señor Guerra, cuando sostiene la
conveniencia de que las Asambleas sólo se reúnan durante un mes
en el año, porque esta restricción quitaría mucha eficacia a su acción.

Cree preferible dejar a la ley la reglamentación de esta materia. Tam


bién 'sería conveniente, a su juicio, determinar en la propia Consti
tución la esfera de atribuciones que tendrían las Asambleas Provin
ciales. Si esto se deja entregado a la ley, se correría el peligro de
extralimitación de las facultades de estas Asambleas, pudiendo llegar
hasta ponerse en pugna con los intereses generales del país.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) dice que él también
es partidario de la descentralización, que es una aspiración de todos

los partidos. Para ciertos efectos de administración superior, acep


taba la creación de grandes provincias, propuesta por el señor Za
ñartu, pero le han hecho fuerza las razones que se han dado en orden
a que ese régimen podría conducirnos a un exceso de regionalismo,
a un federalismo disimulado y cree que convendría en consecuencia,
dejar las Asambleas reducidas a las provincias actuales: allá verá el
legislador si tiene o no inconvenientes para formar otras provincias.
No es partidario de que se diga: «la administración de la pro
vincia reside en el Intendente de cada provincia y en la Asamblea
Provincial'. A su juicio, hay que dejar la administración al Inten
dente.
No le parece aceptable tampoco la incompatibilidad que se es
tablece entre los cargos de Regidor y de Representante. Si la compa
tibilidad entre estos dos cargos da mal resultado en la práctica, la
ley corregirá el daño ; pero no establezcamos en la Constitución esta
incompatibilidad que puede ser inconveniente.
Tampoco es partidario de que el Alcalde sea elegido por el Pre-

280 —

sidente de la República, porque ello va contra la esencia del poder


comunal.
El señor Yáñez (don Eliodoro)
expresa que el señor Edwards
Matte recordó, hace pocos momentos, el decenio comprendido entre
1820 y 1830, comparándolo con la situación actual; pero no hay
duda que existe una diferencia muy grande entre aquella época y
la nuestra.
Entonces veníamos saliendo de la revolución de la Independen
cia que convulsionó a toda la América. En seguida, no teníamos el
progreso de que disfrutamos hoy, ni las facilidades de comunicación
que existen al presente. Desde el momento en que un país cuenta con
medios de transportes fáciles y rápidos, consigue la unidad política
y la unidad racial, y el regionalismo pasa a ser solo una fuerza local
de progreso que debe favorecerse.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) declara que la forma
en que está concebido el proyecto aleja el peligro de que las 23 Asam

bleas Provinciales que se van a crear se conviertan en focos revolu


cionarios. Sus observaciones anteriores, y que ha refutado el señor
Yáñez, se referían a las grandes agrupaciones provinciales, pero no
a este proyecto que estamos discutiendo.

S. E. quiere expresar las razones fundamentales que ha tenido


al presentar estas proposiciones.
Declara, ante todo, que se encuentra enteramente llano a acep
tar todas las modificaciones de detalle que se deseen introducir en
su proyecto.
Agrega que ha sido y es un ardiente partidario de la descentra
lización administrativa, respondiendo con esto a una vehemente
aspiración nacional y de todos los partidos políticos. Durante algún
tiempo patrocinó la idea de que el país se dividiera en estas grandes
agrupaciones de provincias, de que ha hablado el señor Zañartu;
pero después de un atento y meditado estudio, se ha decidido por el
proyecto que presenta.
Cree que los organismos, llámense países o individuos, no pue
den desarticularse a voluntad por medio de leyes; los pueblos se
forman avirtud de ciertas razones étnicas, geográficas y políticas,
Si seguimos el proceso de la formación de Chile, veremos que al
principio existieron sólo tres provincias, que después se han ido -

fraccionando, hasta llegar a las veintitrés actuales.


No le parece conveniente deshacer por medios artificiales la
obra del tiempo y del progreso natural del país. Cree, en consecuen
cia, que este ensayo de descentralización administrativa se debe
hacer sobre la base de lo existente.
Por otra parte, la historia demuestra que no es prudente cambiar
bruscamente de régimen, y nosotros hemos vivido en centralismo

281 -

cerrado, absoluto. Somos e! país más centralista del mundo, y es na


tural que, para pasar de este régimen al de descentralización, empe
cemos por someter al país a una transición. Ensayemos la persona

lidad de la provincia, démosle los medios para que aprenda a gober


narse a sí misma, y si al cabo de algún tiempo este ensayo represen

ta un progreso se producirá naturalmente la ampliación del sistema,


e irá naciendo sola la provincia grande.

Este proyecto es, pues, sólo el primer paso hacia la realización


de esta sentida aspiración nacional : la descentralización administra
tiva.
El señor Briones Luco (don Ramón) desea que en el artículo b)
se diga que la administración de la provincia corresponde al Inten

dente y a la Asamblea Provincial.


El señor Vidal Garcés (don Francisco) no acepta esta idea.

S. E. dice que el proyecto es de unidad política y descentraliza


ción administrativa; y la idea propuesta favorecería el federalismo.
El señor Oyarzún (don Enrique) cree que el funcionamiento
de la Asamblea Provincial no debe ser permanente. Debe asesorar al
Intendente sólo en los casos en que éste lo estime necesario.
El señor Barros Borgoño (don Luis) propone que se diga en
el artículo, refiriéndose al Intendente: «quien podrá asesorarse de la
Asamblea, etc.»
S. E. propone: «Quien será asesorado por una Asamblea Pro
vincial en conformidad a la ley».

El señor Zañartu (don Héctor) no cree conveniente dejar a la


ley las atribuciones de las Asambleas, sino que deben determinarse
en la Constitución.

El artículo con las modificaciones propuestas diría así: «La


administración (Je cada provincia reside en el Intendente, quien será
asesorado por una Asamblea Provincial, de conformidad a la ley».
El señor Montenegro (don Pedro N.) propone modificar la
frase final diciendo: «en la forma que la Constitución y las leyes
determinen».
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) observa que el concepto
«asesorar» no tiene sentido bien definido. Cree que debe decirse:
un

«quien procederá con la Asamblea Provincial en los casos


de acuerdo
que determine la ley», para que no se entienda que basta con un
simple informe.
S. E. replica que será la ley la que determine cuándo el Inten
dente deberá oir y cuándo deberá proceder con acuerdo de la Asam
blea, y propone en definitiva la siguiente redacción: «La adminis
tración de cada provincia reside en el Intendente, quien será aseso
rado por una Asamblea Provincial en los casos que la ley determine»
esta forma,
Quedó aprobado en

282 —

Se pasa al artículo C, que dice :

«Cada Asamblea Provincial se compondrá de representantes


designados por las Municipalidades de la provincia en su primera
sesión y por voto acumulativo. La duración de estos cargos es por
tres años.
Las Municipalidades designarán, el número de representantes
que para cada una determine la ley, pudiendo repetirse el nombra

miento indefinidamente.»
El señor Guerra (don J. Guillermo) propone que cada Munici
palidad designe sólo un representante.
El señor Yáñez (don Eliodoro) estima que la representación
de las Municipalidades Departamentales no puede ser igual a la
representación de las rurales sino que debe haber cierta graduación.
Interrogados los señores miembros de la Comisión por S. E.
acerca de si la designación debe hacerse como indica el proyecto o

por votación popular, se produjo acuerdo para que se hiciera por


la- Mmiicipalidadí:'-. como e-tablece el proyecto.
El señor Zañartu (don Héctor) es partidario del proyecto que
presentó sobre el particular y que propone la elección directa por
el pueblo.
Se acordó aprobar en esta parte el proyecto presentado por
S. E.
Se lee el artículo D, que dice:
«Para ser representante se requieren las mismas calidades que
para ser Diputado y, además, tener residencia de más de un año
en a provincia.
'Son incompatibles las funciones de Representante con las de
Regidor.»
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, recuerda que
ya está acordado que en el artículo anterior se deje testimonio ex
preso de que los cargos de miembros de la Asamblea son concejiles.
Se acordó suprimir el inciso segundo del artículo D, que de
clara incompatibles las funciones de Representante con las de Regi
dor.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que
tanto en el artículo C, que se refiere a los miembros de las Asam
bleas, como en los otros de la Constitución que se refieren a la elec
ción de Diputados y Senadores, se dice que pueden ser reelegidos
indefinidamente. Considera que está demás esta disposición, puesto
que si no se prohibe expresamente la reelección, debe entenderse
permitida. En consecuencia, propone que se suprima dicha disposi
ción todas las ocasiones en que aparezca en la Constitución.
en
se acordó.
Así
S. E. pregunta si a juicio de los presentes los extranjeros deben

283 —

poder ser miembros de las Asambleas Provinciales. El, por su parte,


no aceptaría esto sino tratándose de las
Municipalidades.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que según
el proyecto, los extranjeros pueden votar si figuran en el rol de con
tribuyentes, pero no pueden ser elegidos.

Se dio lectura y se aprobó el artículo E.


Se leyó y se puso en discusión el artículo F.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) propone que en lugar
de decir «dispondrán», se diga «podrán disponer».
El señor Oyarzún (don Enrique) cree que debería decirse: «y
podrán disponer de las rentas que para determinados objetos les
señale la ley .

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que la idea


es la de dar rentas y presupuestos propios a las provincias.

El señor Guerra (don J. Guillermo) piensa que en esta materia


podría tener cabida la idea de que las Asambleas puedan representar
al poder central la necesidad de crear ciertas contribuciones focales
para la realización de obras públicas provinciales. Así, por ejemplo,
la Asamblea Provincial de Santiago, podría representar la conve
niencia de que se estableciera una contribución para el adelanto y
embellecimiento del Cerro San Cristóbal, etc.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que
esa idea está contemplada en la disposición que se discute.

El señor Vidal Garcés (don Francisco) propone que se diga:


«pudiendo cobrar y percibir las contribuciones que imponga la ley».
S. E. propone la siguiente redacción:
■■'• Tendrán las atribuciones administrativas y dispondrán de las
rentas que determine la ley, la cual podrá autorizarlas también para
imponer contribuciones en beneficio local.*

Agrega, S. E. que las Asambleas legislativas provinciales ita


lianas tienen, atribuciones para imponer super-tax y contribuciones
provinciales con objetos especiales. Su idea es que la ley, en ciertos
casos, pueda darles a estas Asambleas autorización para imponer
contribuciones en beneficio de la localidad, es decir, una facultad
legislativa limitada.
El señor Oyarzún (don Enrique) dice que en tal caso serán las
Asambleas las que verán la oportunidad de ejercer esta atribución.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) desea que se agre
gue la palabra «determinadas».
En Argentina se ha establecido la facultad de las legislaturas
provinciales para crear contribuciones, y en más de una de ellas se

ha llegado a un verdadero estado de miseria con motivo de algunas


resoluciones inconvenientes adoptadas por tales legislaturas, hacién
dose necesaria la intervención del Poder Federal,

284 —

Por esto cree conveniente agregar la palabra «determinadas-.


a fin de que se sepa cuáles son las contribuciones que se van a im
poner.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) propone que se diga:
«Las Asambleas podrán imponer contribuciones previa autorización
legislativa». Su idea es se dé a las Asambleas Provinciales la
que
iniciativa de la petición de la autorización legal.
S. E. expresa que el proyecto que se discute tiende a darle auto
nomía a las provincias, quiere que se autorice a estos organismos
para imponer contribuciones; pero, a su juicio, con la redacción que
insinúa el señor Silva Cortés, se mantendría siempre el centra
lismo, puesto que se requeriría en dado caso la autorización legisla
tiva para poder establecer estas contribuciones.
S. E. dice que este proyecto trata de dar facultad legislativa
a las asambleas provinciales para el efecto de imponer contribuciones

locales determinadas.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) dice que debe dejarse
en claro que, en caso de abuso, se entiende que el Poder Central

podrá suspender la autorización para imponer contribuciones.


S. E. —
Sin duda alguna, y aun el Intendente tiene el derecho
de veto.
Agrega que en esta parte hace falta un artículo que diga: «Estas
Asambleas Provinciales podrán proponer al Presidente de la Repú
blica la parte de las rentas de la Nación que deben dedicarse a los
serviciospúblicos de la provincia». De esta manera habrá un órgano
que haga presente al Poder Central las necesidades de las provincias,
sobre todo ahora que se ha quitado a los miembros de la Cámara
de Diputados el derecho de proponer leyes de gastos.
Se dio por aprobado el artículo propuesto por S. E.
Siguiendo en la discusión del proyecto, el señor Briones Luco
observa que allí se establece algo contradictorio, como es que las
Asambleas Provinciales disuelvan a las Municipalidades en ciertos
casos, y éstas, puedan a su vez, disolver a las primeras. Si lo que se
tiene en vista es poder disolver a las Asambleas que no resulten sa
tisfactorias para el interés focal, ello no se va a lograr con el sistema
propuesto, pues las Asambleas se anticiparían a disolver a las Muni
cipalidades.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) estima que es preciso
evitar conflictos de esta clase suprimiendo, por lo menos, la facultad
de una de las Corporaciones para disolver a las otras.
El señor Guerra (don J. Guillermo) propone que mejor se deje
al Presidente de la República la facultad de disolver las Asambleas.
S. E. propone entonces que el inciso se redacte en la siguiente
forma :

285 —

-
Podrán ser disueltas por el Presidente de la República de acuer
do con el Senado».
Se dio por aceptado el inciso con esta redacción.
Se acordó volver a reunirse el día martes 16, a las 3J^ P. M.
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torrerlanca.
VIGÉSIMA SEGUNDA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE
REFORMAS CONSTITUCIONALES

junio 16 de 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asis


tencia de los señores Domingo Amunátegui S., Luis Barros Borgo
ño, Guillermo Edwards Matte, J. Guillermo Guerra, José Maza,
Ministro de Justicia, Pedro N. Montenegro, Enrique Oyarzún, Ro
mualdo Silva Cortés, Francisco Vidal Garcés, Carlos Vicuña Fuen
tes; se abrió la sesión a las 4 de la tarde.
Excusó su inasistencia el Subsecretario del Interior, don Edecio
Torreblanca.
S. E. da lectura a un proyecto del Intendente Municipal de
Santiago, don Luis Phillips, sobre Municipalidades, por lo que pueda
ser aprovechado y que es del tenor siguiente:

Sustituyese por el siguiente el título «de las Municipalidades-,


de la Constitución Política del Estado :
«Art. 1.° Habrá una Municipalidad en todas las capitales de
departamento, y en las demás poblaciones en que el Presidente de
la República, tuviere por conveniente establecerla, de acuerdo con
el Senado. Los límites de los territorios municipales respectivos
serán fijados en igual forma.
Art. 2." Las Municipalidades de capitales de provincia se com
pondrán de uñ Intendente Municipal, encargado de las funciones
ejecutivas en general, y de un Concejo Municipal encargado de las
funciones legislativas de carácter local.
Las demás serán constituidas por Concejos Municipales, cuyos
miembros, así como los de los Concejos de capitales de provincia,
deberán ser elegidos directamente por el pueblo en conformidad a
la ley de elecciones.
Art. 3.° En los Concejos Municipales que no sean de capitales
de provincia, habrá un Alcalde, encargado del Poder Ejecutivo en
general.
Art. 4.° Una ley orgánica especial determinará las atribuciones
y deberes de los Concejos, Intendentes y Alcaldes Municipales sobre
la base de lo establecido en este título, y el mecanismo administra
tivo de estas Corporaciones autónomas, y, en especial:
a) La forma de elegir y remover a los Intendentes Municipales,
no pudiendo ser removidos por los Concejos;

287 —

b) La forma de elegir y remover a los Alcaldes, no pudiendo


serremovidos por los Concejos y debiendo ser elegidos de entre los
miembros de esas Corporaciones;
c) El número de concejales, sobre la base de las poblaciones
de los respectivos territorios municipales;
d) La duración de las funciones de los Concejos, Intendentes
y Alcaldes Municipales.
Art. 6." Para ser concejal se requiere, a más de las condiciones
que la ley agregue :
1." Ciudadanía en ejercicio y cinco años de vecindad a lo menos,

en el territorio del departamento respectivo, para los hombres:


2.a Ciudadanía chilena y cinco años de vecindad a lo menos
en el territorio del departamento respectivo, para las mujeres;

3.Q Ser propietario de bien raíz o casado con mujer chilena y


cinco años de vecindad en el territorio del departamento respectivo,
para los extranjeros.
Art. 7." Para ser Intendente o Alcalde Municipal, se requiere
ser ciudadano chileno en ejercicio, a más de las condiciones que la
ley agregue.
Art. 8." Corresponde, en general, a las Municipalidades, en sus

territorios :
Reglamentar y vigilar los servicios de tránsito, de viabilidad,
1."
de desagües o alcantarillas, de abastecimiento de artículos de con
sumo, de salubridad lugares de uso púbbco y en la propiedad
en

particular, y demás de carácter local;


2.° Proveer al aseo, a las plantaciones, al suministro de agua
potable, al alumbrado, a la pavimentación y al ornato de las vías
púbhcas, urbanas o rurales;
3." Cooperar al fomento de la educación primaria, vocacional,
industrial y de arte manual;
4." Fomentar y reglamentar los espectáculos públicos;
5.° Establecer mataderos;
6." Reglamentar la edificación particular en cuanto a seguridad,
salubridad y estética exterior;
7." Juzgar las faltas que la ley determine y las infracciones a las
ordenanzas, reglamentos, acuerdos y decretos municipales;
8.° Dictar las ordenanzas y reglamentos de carácter local, de
acuerdo con las solemnidades que la ley fije;
9.° Administrar e invertir las rentas que las leyes les asignan
y en la forma y con las reglas que las mismas determinen ;
10." Crear impuestos locales y contratar empréstitos eon las
limitaciones que la ley les fije.
Art. 9." Los acuerdos o resoluciones de los Concejos Munic -

pales, y los decretos de los Intendentes o Alcaldes no podrán ser sus-



288 -

pendidos o derogados ilegales, sino por los Tribunales de Justicia


por
con las formalidades que las leyes exigen.

Los Gobernadores sólo podrán suspender la ejecución de esos


acuerdos y decretos, en el caso de que ellos puedan alterar el orden
público, quedando derogados o vigentes según sea la resolución de
los Tribunales de Justicia competentes.
Art. 10. Es concejil el cargo de miembro de los Concejos Mu
nicipales, y, en consecuencia, ninguna persona podrá excusarse de
desempeñarlo en caso de ser elegida para concejal, sin tener causa

señalada por la ley.


Artículo transitorio. La presente reforma regirá para las
Municipalidades que deben ser elegidas en 1927, y siguientes.
»

En la sesión pasada quedó en estudio el Título relativo a la


Administración Comunal. El artículo // del Proyecto en debate
sobre este Título dice:
■<La administración de cada comuna, o agrupación de comunas,
establecidas por la ley, reside en una Municipalidad.
Al renovarse cada Municipalidad, el Presidente de la República
designará un Alcalde para que la presida. Su nombramiento y remo
ción serán reglamentados por la ley.»
El señor Silva Cortés (don Romualdo) observó la inconvenien
cia de que los Alcaldes sean nombrados por el Presidente de la Re
pública, salvo en casos excepcionales de la administración local de
las grandes ciudades. Debe, a su juicio, respetarse, mantenerse e
incrementai'se la autonomía municipal, especialmente en los campos
y en las ciudades, villas y aldeas de menor población.
El señor Montenegro (don Pedro N.) está de acuerdo con el señor
Silva Cortés. La designación de alcaldes debe hacerse por los elec
tores que figuren en el rol de contribuyentes, porque éstos son los

que más directamente están interesados en cautelar los intereses


comunales. La designación por el poder central sería, además, con
traria al propósito de descentralización administrativa que se per
sigue.
El señor Edwards Matte estima que, por lo
(don Guillermo)
que se refiere a la mayor parte de las Municipalidades del país, los
señores miembros que le han precedido en el uso de la palabra tienen
razón en oponerse a la designación del Alcalde por el Poder Central.
Sin embargo, en la Junta de Reforma Municipal que presidió hace
algún tiempo el señor Mackenna y de la cual fué Secretario el señor
Edwards Matte, se dilucidó este problema y se estuvo de acuerdo
en que el régimen municipal existente en Santiago adolecía de todos
los defectos del parlamentarismo, agravados con el ambiente que se
crea en Corporaciones pequeñas Por estas consideraciones piensa

que podría adoptarse para las grandes poblaciones la institución del



289 —

Intendente Municipal, nombrado por el Gobierno Central. En esta


forma, se sustraería al juego de los intereses políticos y locales la
estabilidad del funcionario ejecutivo de las Municipalidades. En
Buenos Aires se adoptó este sistema, y ha dado magníficos resul
tados.
Se permite insinuar que se haga distinción entre el régimen para
las grandes ciudades y el que ha de aplicarse a las Municipalidades
en general.

El señor Montenegro (don Pedro N.) acepta también la pro


posición del señor Edwards Matte.
El señor Oyarzún (don Enrique) dada la naturaleza de las
funciones que están llamadas a ejercer las Municipalidades, cree que
lo mejor es su elección por sufragio popular. Lo considera más propio,
casi de la esencia del régimen comunal, aunque el cesarismo suele
ser útil en administración, al revés de lo que sucede en política en

que la gran aspiración debe ser el régimen de libertad.


En su espíritu se produce un conflicto entre estas dos ideas : la
de mantener la comuna como una derivación de la elección popular
y la idea del buen servicio administrativo que exige un poco de auto
ritarismo.
No es un misterio que la República Argentina en régimen polí

tico es inferior a nosotros; pero, administrativamente hablando,


Buenos Aires, por ejemplo, es infinitamente superior a Santiago, y
allí el régimen municipal es completamente imperialista.
Cree que se podrían conciliar estas aspiraciones estableciendo

una doble elección municipal: la del Intendente municipal, por una


parte, y la elección de los regidores, que constituyen el poder asesor.
Estima que si esto se pudiera hacer, se conseguiría remediar el
mal que ha anotado, y al mismo tiempo, se daría origen popular a

las Municipalidades.
De este modo, también el Intendente Municipal sería un fun
cionario que escaparía a las miserias de las municipalidades, las
cuales no podrían removerlos.
El señor Barros Borgoño (don Luis) está muy de acuerdo con
las ideas expuestas por los señores Silva Cortés y Montenegro
en cuanto a que debe mantenerse en general al Alcalde como funcio

nario de elección popular, pero cree, como el señor Edwards, que


en las grandes ciudades hay que hacer excepciones. En Santiago.
sobre todo. Es menester que en Santiago haya un Alcalde que co
rresponda a la situación que este funcionario debe tener cerca del
Gobierno Central. Además, las compücaciones de un Gobierno co
munal como el de la ciudad de Santiago son muy grandes, y es ne
cesario que haya a su cabeza un hombre de muchos conocimientos

(Actas 19)

290 —

y de granespíritu de trabajo para que la administración marche en

buenas condiciones,
En Alemania, estos puestos, que corresponden a los de Burgo
maestres, son remunerados con grandes sueldos y allá las ciudades
disputan estos funcionarios a causa de su gran competencia. Entre
a

nosotros podría hacerse algo semejante: las principales ciudades


podrían tener un Intendente Municipal designado por el Presidente
de la República. Quizás si podría consignarse en la Constitución una
disposición que dijera: «En las ciudades de más de cien mil habi
tantes el Intendente Municipal será elegido por el Presidente de la
República».
El señor Amunátegui (don Domingo) dice que en Estados
Unidos está establecido este régimen.
El señor Maza (don José) Ministro de Justicia, propone que la
,

disposición sea: «Al constituirse cada Municipalidad se designará un


Alcalde para que la presida; su nombramiento y remoción serán de
terminados por la ley».
El señor Barros Borgoño (don Luis) pide que se diga: «En las
ciudades de más de cien mil habitantes, el Alcalde será nombrado
por el Presidente de la República .

El señor Oyarzún (don Enrique) pregunta ¿por qué se conde


naría a las demás ciudades a sufrir los males del parlamentarismo
que engendra el régimen actual?
El señor Montenegro (don Pedro N.) manifiesta que en una mi
nuta que dio lectura en una de las primeras reuniones de la Subco
misión se indicaba precisamente lo que ahora se ha hecho presente,
respecto de la elección de los Alcaldes y se proponía que éstos fue
ran nombrados por el Presidente de la República en las ciudades de

más de cuarenta mil habitantes a lo menos. De manera que cuando


aquí ha indicado el procedimiento de la elección popular, se ha refe
rido a la regla general.
El señor Barros Borgoño (don Luis) agrega que esos puestos
necesariamente tienen que ser rentados, porque es imposible que ha
ya un Alcalde que debiendo atender los asuntos locales desde las
ocho de la mañana hasta las nueve de la noche, soporte tanto tra
bajo sin la remuneración correspondiente.
El señor Vidal Garcés (don Francisco)
cree que lo más conve

niente es que se deje lisa


y llanamente a la ley la determinación de
forma que serán nombrados los Alcaldes.
en

El señor Edwards Matte (don Guillermo) considera que tal


vez podría solucionarse la dificultad estableciendo en la Constitución
la facultad del Presidente para nombrar un Intendente Municipal en
las ciudades de más de cuarenta mil habitantes; y que en las otras
ciudades la elección se hiciera en la forma que determine la ley.

291 —

S. E. da lectura a la disposición que sobre este punto contiene


el proyecto que le ha enviado el Intendente Municipal de Santiago.
Dice así:
«Las Municipalidades de capitales de provincia se compondrán
de un Intendente Municipal, encargado de las funciones ejecutivas
en general, y de un Consejo Municipal encargado de las funciones

legislativas, de carácter local.


Las demás serán constituidas por Consejos Municipales, cuyos
miembros, así como los de los Consejos de capitales de provincia,
deberán ser elegidos directamente por el pueblo en conformidad a
la Ley de Elecciones.»
Propone que se diga:
«Las Municipalidades de capitales de provincia se compondrán
de unIntendente Municipal, etc.»
«El Intendente Municipal será nombrado en las ciudades de
más de cuarenta mil habitantes por el Presidente de la República.»
El señor Vidal Garcés (don Francisco) propone que este nom
bramiento se haga por el Presidente de la República sólo en las ciu
dades que tengan una población superior a 100,000 habitantes y en
las demás que determine la ley. Así solamente se comprenderían
Santiago y Valparaíso. Porque el nombramiento de Alcaldes por el
Presidente de la República mata a la comuna autónoma.
Esas mismas comunas pedirían que se reformara Ja situación
existente. De manera que se dejaría a la ley la cuestión de fijar la
regla general y se establecería la excepción de que el nombramiento
de los Alcaldes municipales se hará por el Presidente de la República
en aquellas poblaciones de más de cien mil habitantes.

El señor Barros Borgoño (don Luis) respecto de los Alcal


des y Regidores de elección popular, en las ciudades de menos pobla
ción no regiría esa regla.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) los males del régi
men municipal, no provienen tanto del sistema de elección cuanto

de la existencia de los cuerpos deliberantes llamados «Municipali


dades» al lado del Alcalde. La Municipalidad, por pequeñas razones,
por política o por lo que sea, perturba y entraba la acción de los
Alcaldes. Parece que sería llegado el momento de suprimir más bien
las Municipalidades. En el peor de los casos, se pueden reducir mucho.
En una reunión anterior de la Subcomisión insinúo la idea,
que fué acogida por algunos, de implantar dos regímenes distintos,
uno para las ciudades y otro para los campos. En los campos po

dría haber una sola autoridad municipal, que fuera a la vez Juez de
Paz, Oficial del Registro Civil y que, en fin, tuviera a su cargo to
das las pequeñas funciones administrativas y judiciales de la co
muna. Y estos cargos deberían ser rentados, porque de otro me-

292 —

do, las funciones concejiles sólo caen en personas adineradas o muy


desocupadas, personas a quienes guían fines distintos del interés local.
Considera, por eso, que en los campos podrían suprimirse todas
las Municipalidades.
En las ciudades, los Municipios se pueden reducir a una Junta
de tres Alcaldes. Este régimen podría aplicarse a todas las ciudades,
considerando como tales las capitales de provincia, las cabeceras de
departamentos y, en general, aquellas poblaciones que no siendo lo
uno ni lo otro, tengan más de veinte o de treinta mil
habitantes,
como Viña del Mar u otras
semejantes.
El nombramiento de estos funcionarios por el Presidente de la
República no le parece conveniente, sino en ciudades muy grandes,

que estén cerca del Gobierno y donde la opinión pública por una

parte, y el Gobierno mismo, por otra, estén perfectamente informados


acerca de la calidad de los candidatos para esos cargos. Respecto

de las otras poblaciones, el sistema es peligroso, porque a veces llegan


al Gobierno informes tendenciosos debido a rivalidades políticas a
enemistades lugareñas, que pueden dar por resultado nombramien
tos inconvenientes.
Propondría, en resumen, que se suprimiera todo régimen mu
nicipal en los campos; que se estableciera un sistema de tres alcaldes
rentados en la generalidad de las ciudades; y que, en los pueblos
grandes, de .más de cincuenta mil habitantes, se entregara la admi
nistración municipal a un funcionario que debiera ser de preferencia
elegido popularmente por los contribuyentes. Su principal objeto es
suprimir el carácter de cuerpo deliberante que hoy día tienen las
Municipalidades.
El señor Amunátegui (don Domingo) pregunta ¿y en los cam
pos quién desempeñaría las funciones de las Juntas Municipales?
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) responde, allí se nom
braría un corregidor o alcalde, que al mismo tiempo tendría las
funciones de un Juez de Paz y de Oficial de Registro Civil.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) es absolutamente con
trario al régimen propuesto por el señor Vicuña y pide a éste que
retire su indicación.
La corporación municipal es institución democrática y univer
sal que corresponde a necesidades del pueblo y que en todas las na
ciones se respeta y mantiene.
Recuerda la enorme importancia de los municipios en 1p, Edad
Media y la general institución de los mismos en los tiempos moder
nos. Rememora las Dietas de las provincias, distritos y círculos de

Alemania, los Ayuntamientos de España, los Concejos de Condados


y Parroquias en Inglaterra, los Concejos Municipales y Generales
de Francia y muchos otros organismos de administración local. Cree

293 —

supernuo detenerse demostrar la conveniencia de mantener el régi


a

men municipal que, en general, todos aceptan.

Naturalmente, no hace cuestión del número de Regidores o Al


caldes de cada Municipio; y aun se adelanta a decir que podría redu
cirse a 5 ó a 3 el número de regidores de las pequeñas comunas ru
rales.
El señor Oyarzún (don Enrique) cree que se puede conciliar el
pensamiento de casi todos los miembros de la Comisión, acordando
que,en las ciudades con más de cien mil habitantes, el nombramiento

de Alcalde Municipal se haga por el Presidente de la República,


No se puede suprimir la elección de las Municipalidades, orga
nismo que son de la esencia del sistema democrático. Por otra parte,
los Alcaldes y los Regidores deben ser rentados porque esa es la
tendencia que hoy predomina.
En cuanto al número de regidores, bastaría el de tres y así no

representaría un gran desembolso su remuneración.


El señor Silva Cortés (don Romualdo) le parece bien la
idea de reducir el número de los municipales. Podrían ser sólo cinco.
S. E. eso podría ir en la ley. El señor Ministro de Justicia ha
redactado el artículo en esta forma:
«Al constituirse cada Municipalidad se designará un Alcalde
para que la presida. Su nombramiento y remoción serán reglamen
tados por la ley.
«En las ciudades de más de cien mil habitantes, el Alcalde será
designado por el Presidente de la República.»
El señor Oyarzún (don Enrique) pregunta si el Alcalde va a
ser elegido de entre los regidores.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, puede ser

designada una persona extraña a la Corporación.


El señor Vidal Garcés (don Francisco) dice que la forma en
que está redactado el proyecto del señor Maza, puede inducir a
que se crea que la Constitución reserva exclusivamente a las ciuda
des de más de cien mil habitantes el nombramiento de Alcalde por
el Presidente de la República y puede haber ciudades como Punta
Arenas, Viña del Mar, por ejemplo, que no tengan esa población y
necesiten que el nombramiento del Alcalde se haga en la forma pro
puesta en el proyecto para las de más de cien mil habitantes.
S. E. cree que tal vez habría conveniencia en decir en el pro
yecto: «Al constituirse cada Municipalidad, se designará un Inten
dente Municipal o un Alcalde para que la presida»,
El señor Barros Borgoño (don Luis) añade : y podría agregar
se: «Habrá un Intendente Municipal en las ciudades de más de cien

mil habitantes y en las demás que determine la ley».


S. E. observa que habría que declarar que el Intendente Mu
nicipal y el Alcalde son un mismo funcionario.

294 —

El señor Oyarzún (don Enrique) pregunta: y ¿por qué no se


dice: «el Alcalde será designado por el Presidente de la República con
el nombre de Intendente Municipal» ?
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, resumen, la dis
posición quedaría entonces en esta forma: «Al constituirse cada
Municipalidad se designará un Alcalde para que la presida.
«En las ciudades de más de cien mil habitantes y en las que
determine la ley, el Alcalde será nombrado por el Presidente de la
República. »

El señor Guerra (don J. Guillermo) agrega que debería decirse


«nombrado y removido».
El señor Barros Borgoño (don Luis) considera que lo relativo
a la remoción debe ser determinado por la Ley Orgánica de Munici

palidades.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) cree que la remo
ción de los funcionarios nombrados por el Presidente de la Repú
blica está establecida en un artículo anterior que está aprobado.
El señor Oyarzún (don Enrique) cree que habría conveniencia
en establecer que estos cargos de Intendentes municipales deben ser

remunerados.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, manifiesta que
entonces se podría decir que los cargos de regidores serán concejiles.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) estima que debe su
primirse el concepto de cargo concejil, a fin de llegar más tarde a
la remuneración de todas estas funciones. El concepto de cargo
concejil va desapareciendo; es un concepto viejo adoptado antes por
que seconsideraban honoríficas estas funciones públicas.
Finalmente el artículo quedó aprobado en esta forma:
«La administración de cada comuna o agrupación de comunas,
establecida por la ley, reside en una Municipalidad.
«Al constituirse cada Municipalidad se designará un Alcalde
para que la presida.
«En las ciudades de más de cien mil habitantes y en las otras
que determine la ley, el Alcalde será nombrado por el Presidente de
la República. »

El señor Barros Borgoño (don Luis) opinó porque sólo el


cargo de Alcalde' fuera despojado del carácter de concejil.
S. E. dio lectura al artículo I que dice :
«Las Municipalidades tendrán los regidores que para cada una
de ellas determine la ley, con arreglo a la población del territorio de
su jurisdicción. La duración de estos cargos es por tres años y podrá
repetirse el nombramiento indefinidamente.»
El señor Guerra (don ,1. Guillermo) estima que podría esta
blecerse que las Municipalidades tendrán los regidores que para cada

295 —

una de ellas determine la ley, los que en ningún caso podrán ser
más de quince ni menos de tres.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) no cree conveniente la
reducción del número de regidores. Así en Santiago, por ejemplo,
las labores edilicias requieren un mayor número de regidores. Hay
aquí una serie de problemas, algunos de carácter económico; otros
de carácter casi legislativo, que requieren una división del trabajo
que sólo puede hacerse con un buen número de representantes.
El señor Barros Borgoño (don Luis) propone un número
máximo de quince.
S. E. un número máximo de quince y uno mínimo de cinco.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) advierte que en algu
nas comunas rurales bastaría con tres.

Finalmente se acordó redactar el artículo en esta forma:


«Las Municipalidades tendrán los regidores que para cada una
de ellas determine la ley. Su número no bajará de tres ni subirá de
quince. »

Se dio lectura al artículo 3 que dice:


«Para ser elegido Regidor se requieren las mismas calidades que
para ser Diputado; y, además, figurar en el rol de contribuyentes
de la respectiva comuna y tener residencia en ella por más de tres
años. La propiedad de un inmueble se tendrá como suficiente resi
dencia. »
S. E. observa que según esta disposición los extranjeros no po
drán ser elegidos regidores.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, cita el ejemplo
de laMunicipalidad de Calama. Si allí se admitieran los extranjeros
para formar parte de los Municipios ¿qué Municipalidad tendría
Calama? La que quisiera una Compañía que no es nacional. Lo
mismo ocurriría en Magallanes y otros puntos.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) no ve el mal que habría
en ello.
El señor Oyarzún (don Enrique) encuentra razón al señor Mi-
■nistro respecto a Calama y otros pueblos pequeños, pero no hay
peligro en Iquique ni
en Antofagasta, por ejemplo.

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, continúa: ade


más, si extranjero que reside en Chile no se ha hecho ciudadano
un

chileno por su propia voluntad ¿por qué la ley lo iría a colocar en la


misma situación de los que tienen esa calidad para los efectos de ser

elegido regidor?
El artículo quedó aprobado enla misma forma en que venía en
el proyecto, reduciéndose a un año el tiempo de residencia en la co
muna.

296 —

Se dio lectura al artículo K que dice así:


«La elección de regidores se hará en votación directa y con arre
glo las disposiciones especiales que indique la Ley de Organización
a

y Atribuciones de las Municipalidades. Habrá para este efecto, regis


tros particulares en cada comuna y, para inscribirse en ellos, se exi
girá haber cumplido veintiún años de edad, saber leer y escribir y
figurar en el rol de contribuyentes de la respectiva comuna.
La calificación de las elecciones de regidor, el conocimiento de
los reclamos de nulidad que ocurran acerca de ellas y la resolución
de los casos que sobrevengan posteriormente, corresponderá al Tri
bunal que determine la ley.»
El señor Guerra (don J. Guillermo) cree que esto de hablar
del «Tribunal que determine la ley» podría inducir a la creencia de
que se trata de los Tribunales de Justicia, cuando lo más conveniente
es que sea un Tribunal especial calificador de elecciones municipales.

Convendría entonces reemplazar en el último inciso las palabras


sal Tribunal» por estas otras: «A la autoridad».
Así se acordó.
El resto del artículo se dio por aprobado en la forma propuesta.
Se dio lectura al artículo L que dice :
«Las Municipalidades celebrarán sesión con la mayoría de sus
regidores en ejercicio, tendrán las atribuciones administrativas y
dispondrán de las rentas que determine la ley. Esta podrá señalar a
cada Municipalidad una cuota proporcional a sus entradas anuales,
para contribuir a los gastos generales de la provincia.»
Fué aprobado.
Se pasó a tratar del artículo M, que dice :
«Las Municipalidades estarán sometidas a la vigilancia correc

cional y económica de la respectiva Asamblea Provincial, con arreglo


a la ley.
Las facultades que el artículo G otorga al Intendente respecto
de la Asamblea Provincial corresponderán a éstas en lo relativo a
las Municipalidades de su jurisdicción.
Las Municipalidades podrán ser disueltas por la Asamblea Pro
vincial, por las causales que la ley establezca, con el acuerdo de la
mayoría de los representantes, citados especialmente al efecto y sin
perjuicio de lo dispuesto en el artículo G.
Respecto del segundo inciso de este artículo, el señor Guerra
opina que conviene no hacer la referencia que en él se indica sino
establecer expresamente la facultad de la Asamblea Provincial para
vetar las ordenanzas o resoluciones que dicte la Municipalidad.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que no se
hizo la cita, porque resultaría muy larga.
El señor Guerra (don J. Guillermo) cree que podría cónsul-

297 —

tarse la idea de que las elecciones


municipales tuvieran lugar un afio
después de las elecciones generales de carácter político.
S. E. observa que esa modificación no tendría razón de ser,
porque el electorado político y el municipal van a ser distintos.
Se dio por aprobado el artículo.
Se entró al capítulo de la «Descentralización Administrativa».
Se dio lectura al artículo iV, que dice:
«Las leyes confiarán paulatinamente a los organismos provin
ciales y comunales que la Constitución establece las atribuciones y
facultades administrativas que ejerzan otras autoridades o personas,
eon el fin de propender a la. descentralización del
régimen adminis
trativo interior.
Los servicios generales de la nación se descentralizarán mediante
la formación de las zonas que fijen las leyes.
En todo caso, la fiscalización de los servicios de una provincia
corresponderá al Intendente y la vigilancia superior de ellos al Pre
sidente de la República.»
Fué aprobado.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) volviendo a materias
que ya se han aprobado, antes de que termine la sesión, manifiesta
que convendría establecer en la Constitución como principio, el Es
calafón Judicial, así como se ha establecido el principio del Estatuto
Administrativo, sin fijar reglas, y sólo como aspiración,
El señor Edwards Matte (don Guillermo) manifiesta que se
podría hacer una referencia al Escalafón Judicial en forma análoga a
la que se hizo respecto del Estatuto Administrativo, en el artículo
que trata del nombramiento de los funcionarios judiciales.
S. E. acepta la idea.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) dice: entonces se va a

producir el avance de todos los Jueces imitiles.


El partidario de que en la carrera judicial se adopte el sistema
es

que existe respecto de los profesores, o sea, que los funcionarios ten
gan un incremento anual, trienal o quinquenal de sus sueldos. Así
no habrá tanta ambición o deseo de ascensos, el personal se manten

dría en sus cargos porque mecánicamente sus haberes irían incremen

tándose con el trascurso del tiempo, a medida que se incrementan

sus necesidades familiares. Este es un sistema, muy bueno y daría


espléndidos resultados si se aplica con toda estrictez.
Podría establecerse que cada cinco años se incrementaran en
un tanto por ciento los sueldos de los funcionarios judiciales. En

Inglaterra los Jueces no se mueven de sus cargos y sólo salen de ellos


para pasar a la Corte Suprema.
El señor Oyarzún (don Enrique) observa que entre nosotros

298 —

siempre aspirarán a ocupar otros cargos, porque el Juez de cabecera


de provincia tiene un sueldo inferior al de asiento de Corte.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) responde : es que todos
los Jueces tendrían el mismo sueldo y el aumento se irá produ
ciendo en proporción a los años de servicios y no a la categoría,
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.
VIGÉSIMATERCERA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DF
REFORMAS CONSTITUCIONALES

17 DE JUNIO DE 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui, Guillermo Edwards
Matte,
Enrique Oyarzún, Carlos Vicuña Fuentes, Francisco Vidal Garcés,
José Maza, Ministro de Justicia, Romualdo Silva
Cortés, Eliodoro
Yáñez, y del Subsecretario del Interior, don Edecio Torreblanca,
que actuó como
Secretario; se abrió la sesión a las 4 P. M.
Se entró a tratar del capítulo X, «Disposiciones Generales».
Se puso en discusión el art. 144, que dice:
«La educación pública es una atención
preferente del Gobierno.
El Congreso formará un plan general de educación
nacional; y el
Ministro del Despacho respectivo le dará cuenta anualmente del
estado de ella en toda la República.»
El señor Silva Cortés (don Romualdo)
dijo que el principio
moderno de repartición proporcional escolar obliga al Estado a sub
vencionar a los establecimientos de educación
particulares, cum
que
plen las condiciones sustantivas de
equivalencia con los estableci
mientos del Estado con una cantidad
proporcional al número de
alumnos de ellos.
En Inglaterra la Education Act de 1902
adoptó plenamente
la
repartición proporcional escolar.
En Holanda la ley de 1920 (aprobada por el
95% de la Cámara)
ha producido la llamada «pacificación escolar' mediante la
reparti
ción proporcional escolar.
El Presupuesto de Instrucción Primaria se divide entre las es
cuelas particulares y oficiales en proporción a los
alumnos, y la ense
ñanza media y superior es subvencionada en
proporción a los alum
nos y las horas de clase.

En Bélgica la ley de 1919 del Ministro Destrée


(socialista) ha
establecido la repartición proporcional escolar obligando al Estado
a pagar los honorarios de los
profesores de las escuelas particulares.
Este principio ha sido consagrado por la Liga de las Naciones;
y los Tratados de Versailles, Saint Germain, Sevres, Neuilles y Tria-
non lo han
impuesto a Austria, Bulgaria, Grecia, Polonia, Checo-
Eslovaquia, Yugo-Eslavia, Turquía, etc., estableciendo que una parte
equitativa del presupuesto ha de ser destinada a las escuelas de los
ciudadanos de distintas razas y religiones.

300 —

Clemenceau decía que este principio adoptado por la Liga es


taba aceptado por muchos Estados modernos bien organizados y era
la expresión de la civilización moderna, que consiste en el respeto
recíproco de los derechos de todos y en la protección de las minorías.
En Chile convendría establecer el principio de la repartición
proporcional escolar en la Constitución.
No convendría, sin embargo, que la subvención que la ley acor
dara a las escuelas particulares fuera igual a la economía que para
el Fisco significa la existencia de esa Escuela, sino una fracción, una
mitad por ejemplo del costo de la escuela fiscal.
Así la repartición proporcional escolar sería una economía para
el Estado y no habría el peligro de que las particulares abrieran es
cuelas injustificadas.
Ventajas de la repartición proporcional escolar:
1.° La pacificación escolar. Hoy día la instrucción en Chile está
desorganizada por las luchas religiosas;
2.a La rápida difusión de la instrucción primaria en el país por
la valiosa cooperación que aportarían las escuelas particulares.
Holanda con la repartición proporcional escolar tiene menos de
uno por mil de niños que no concurren a la escuela y Francia sin
ella y con luchas religiosas tiene cincuenta por mil y este número va
creciendo.
3.° El perfeccionamiento que nace de la competencia y la elas
ticidad de las iniciativas particulares.
Esta razón vale sobre todo para la repartición proporcional es
colar en la enseñanza media y superior.

Pasando a otro
punto, cree que en oportunidad debe esta
esta
blecerse un precepto constitucionalque dé a los padres de familia
y a los guardadores de menores derecho a exigir o reclamar del Es
tado que en las escuelas se dé a los hijos o pupilos la instrucción reli
giosa que aquéllos desearen. Expresó brevemente los fundamentos
de su indicación.
El señor A.munátegui (don Domingo) no cree conveniente con
signar en la Constitución las disposiciones que propone el señor Silva
Cortés, porque son materia de la ley y no de la Constitución, y están
ya establecidas en aquélla.
Recuerda que las escuelas primarias particulares se hallan, por
lo general, en las grandes ciudades y no en los pueblos pequeños ni
en los campos en donde hay millares de niños que necesitan instruc

ción y a los cuales el Estado es el único que se preocupa de enseñar.


Dándole a la disposición a que se refiere el señor Silva Cortés
el carácter de precepto constitucional, el Estado se vería en la nece
sidad de invertir, en las grandes ciudades, gruesas sumas de dinero
que deben aprovecharse mejor en los pueblos chicos y en los campos,
donde la iniciativa particular en esta materia es casi nula.

301 —

En cuanto a la enseñanza religiosa, el señor Silva Cortés no


se ha fijado en que hay clases de religión en todas las escuelas prima

rias. Y, a este respecto, quiere hacer notar el hecho, a su juicio incon


veniente, absurdo y hasta cruel, de que sean los mismos preceptores,
creyentes o no, los que estén obligados a hacer esta clase. El ha pro
testado de esta situación porque le parece que importa un atentado
contra la libertad de conciencia el obligar a preceptores que han
perdido la fe, a hacer clase de religión, poniéndolos, así, en el duro
dilema de violentar su conciencia o de perder su puesto.
Por esta circunstancia ha hecho indicación en el Consejo de
Educación Primaria para que, manteniendo las clases de religión,
se deje en libertad a los preceptores que no creen, para dejar de ha

cerlas y para que se nombren eclesiásticos con este objeto,


S. E. encuentra muy justa esa indicación.
El señor Amunátegui (don Domingo) dice que, por otra parte,
el señor Silva Cortés no se ha fijado que, aprobada su indicación
a este respecto, en las escuelas del Estado se podría enseñar, con la

sola petición de cierto número de los padres de los alumnos, no sólo


la religión católica, sino también el protestantismo y todas las demás
religiones, y le parece que el señor Silva Cortés no querrá que se
vaya tan lejos.
Es partidario de que haya clases de religión católica porque la
mayoría de los padres de familia son católicos, y no cree conveniente
que se proceda aquí como en las escuelas de Suiza, donde se hacen
clases de religión según las creencias de todas las sectas protestantes.
Con respecto a la primera de las indicaciones del señor Silva
Cortés, repite que ella es materia de ley. No se deben llevar las
cosas más lejos, porque el deber del Estado es hacer llegar la instruc

ción a los campos incultos y apartados, donde no la llevan los parti


culares.
Hay muchísimos niños que quedan sin ir a la escuela, porque
viven en fundos en que no existen establecimientos de instrucción.

Y los fundos en estas condiciones son numerosos.


El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que ello
se debe a la defectuosa redacción de la ley de instrucción primaria

en esta materia, que no establece en forma precisa la obligación de

los dueños de fundos de tener escuelas en ellos.


Continuando, el señor Amunátegui expresa que le pareee que
la tendencia técnica en esta materia no es la indicada por el señor
Silva Cortés.
En efecto, el señor Claudio Matte que ha estado tanto tiempo
en Europa, le ha manifestado que la tendencia en Inglaterra es a

uniformar la enseñanza en todo el reino. Allí, donde existen tantas


sectas protestantes, hay una verdadera confusión en materia de en-

302 —

señaliza primaria; en unas escuelas se da mucha importancia a la


religión y a la filosofía, con perjuicio de los otros ramos; en otras
pasa todo lo contrario.
El Parlamento Inglés ha creído necesario Uniformar la enseñanza
y para este efecto se han establecido los Consejos Comunes de En
señanza que procuran llevar a la práctica este propósito
S. E. hace notar que aunque en Estados Unidos no es obligación
del Estado la de la instrucción primaria, hay un Consejo Federal,
que impone una directiva general a todos los Estados en esta ma
teria, a fin de formar o mantener la fisonomía espiritual, el alma

colectiva de la Nación.
Termina el señor Amunátegui insistiendo en que la religión
católica es la única que se debe enseñar en los colegios del Estado,
pero no por los preceptores, pues es posible que ellos no la profesen
y se les coloca en una situación incómoda y perjudicial para la ense
ñanza misma.
S. E. cree que debe enseñarla un cura catóhco; es un sarcasmo
obligar a enseñar religión a un hombre que no cree. Por esto es que
la ley actual da facultades a los párrocos para hacer estas clases en
las escuelas primarias.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) contestando, declaró
que con sus indicaciones perseguía naturalmente sólo el ideal deque
se enseñe la religión católica apostólica romana, que es la de la in

mensa mayoría de los chilenos; y que, considerando la religión como

la primera de las ciencias, él cree que su enseñanza es lo más nece


sario en la educación pública.
Como observa que la mayoría de la Comisión quiere dejar estas
materias para las leyes, se siente forzado a conformarse por ahora
con la discusión habida y con la esperanza de que las leyes sean siem

pre buenas al respecto.


El señor Oyarzún (don Enrique) dice que en la Convención del
Partido Radical se discutió este asunto durante largas sesiones y en
ellas se hicieron toda clase de consideraciones al respecto, tratándose
también de las reformas que se debían adoptar para mejorar la en
señanza.
Por fin se llegó a una fórmula que siente no tener a la mano

para leerla a los señores miembros de la Comisión, pero, en síntesis,


dice más o menos que «habrá una Superintendencia de Educación
Pública, que abarcará todos los ramos de la enseñanza y dispondrá

de los fondos que el Estado le entregue para su fomento».


Se supone que esta Superintendencia tendrá a su cargo todo lo
que se relacione con la educación con amplitud de facultades que le
permita hacer fructífera la enseñanza, en bien de la paz social. De
modo que si se trata de modificar este artículo, se permitiría traer

303 —

redactado para la sesión próxima la forma en que a su juicio debe


quedar esta disposición constitucional.
S. E. dice que tiene a la mano la forma en que quedó redactado
el acuerdo de la Convención Radical y le da lectura, advirtiendo,
que en el proyecto de reforma constitucional han sido tomados en
cuenta todos los acuerdos de esa Convención.
El señor Yáñez (don Eliodoro) dice que, como parece que hay
acuerdo para mantener las facultades de educador del Estado, él
propone que se consignen en la Constitución estos dos principios:
primero, que toda la instrucción pública esté bajo la supervigilancia
del Estado ; y, segundo, que la instrucción primaria es obligatoria.
La forma en que está redactado el artículo no expresa con clari
dad la idea de que el Estado tiene la obbgación de dar instrucción
ni la facultad de fiscalizar bajo ciertos aspectos toda la educación
púbbca, siendo que ésta es la tendencia moderna para influir en el
bienestar social y en la formación de ciudadanos útiles a su patria.
Hoy la acción del Estado se extiende sólo a las condiciones de salu
bridad e higiene.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, cree que el ar
tículo podría quedar en esta forma:
*Art. ... La educación pública es una atención preferente de!
Gobierno. La instrucción primaria será obligatoria.»
Le parece que se conciban de esta manera las ideas que se han
manifestado por los señores miembros de la Comisión.
El señor Amunátegui (don Domingo) estima que esta redacción
es acertada
y por su parte la acepta, porque deja más amplio campo
para establecer la autonomía económica de la enseñanza.
Se debe considerar que con el sistema actual, el Consejo de Ins
trucción Pública no tiene ninguna de las condiciones de indepen
dencia que convienen a una corporación de este género. La forma
ideal sería que todos los Consejos de Enseñanza, reunidos, formaran
el Consejo o la Superintendencia de Educación Pública. Estas reu
niones podrían celebrarse algunas veces en el año para tratar de los
intereses generales de la enseñanza.
Recuerda que en una Convención Liberal se trató el punto de
si era o no conveniente destinar a la Universidad una parte de las
rentas fiscales que el Consejo de Instrucción podía invertir en las
necesidades más urgentes de la enseñanza, y algunos economistas,
entre otros el señor Ibáñez, dijeron que era un régimen económico
funesto el separar de las entradas públicas una cantidad determinada
para destinarla a un objeto especial y para ser invertida por un orga
nismo autónomo.
S. E. dice que en el acuerdo 14." de la Convención Radical de
Chillan que ha leído, hay tres ideas perfectamente bien demarcadas
y que él acepta en todas sus partes.

304 —

La primera es la creación de la Superintendencia General de


Enseñanza, que hoy no existe en el país; la segunda es la de darle
autonomía económica a este organismo, es decir, darle fondos propios
con el fin de sustraer a la enseñanza de los vaivenes de la política

menuda; y la tercera idea es dar representación en la dirección de la


enseñanza a los padres de familia, a los alumnos y ex-alumnos.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) dice que de estas
tres ideas, la única que puede tener cabida en la Constitución es la
relativa a la creaeión de la Superintendencia General de la Ense
ñanza, porque las otras dos son materia de ley.
El señor Oyarzún (don Enrique) acepta que se dé por aprobada
la redacción que leyó el señor Maza, dejando a la ley los otros pun
tos del acuerdo de la Convención Radical a que se ha referido y que,
según se ve, cuentan con la aceptación de todos.
Quedó aprobado el art. 144 en la forma propuesta por el señor
Maza.
El art. 145 se aprobó tal como está actualmente en la Consti

tución.
Se dio lectura al art. 146 y a la reforma propuesta para este ar
tículo, que dice así:
«Ningún pago se admitirá encuenta a las Tesorerías del Estado,
si no se hiciese a virtud de un decreto expedido por autoridad com
petente, en que se exprese la ley, o la parte del Presupuesto consti-
tucionalmente promulgado, en que se autoriza aquel gasto.»

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, hace presente


que se le ha dado esta redacción al artículo para armonizarlo
con

otras reformas introducidas anteriormente que establecen la posibi


lidad de que aparte del Presidente de la República, puedan otras
autoridades decretar pagos.
Quedó aprobado el artículo con la reforma propuesta.
Los arts. 147, 148, 149, 150 y 151 no dieron lugar a debate y
fueron aprobados tal como están en la Constitución.
Se dio lectura al art. 152 de la Constitución y a la reforma pro
puesta para este artículo, que dice así:
«Cuando uno o varios puntos de la República fueren declarados
en estado de sitio, por semejante declaración sólo se conceden al

Presidente de la República las siguientes facultades:


1." La de arrestar a las personas en lugares que no sean cárceles
ni otros que estén destinados a la detención o prisión de reos comunes ;
2.a La de trasladar las personas de un departamento a otro.
Las medidas que se tomen en virtud del estado de sitio no ten
drán más duración que la de éste, sin que por ellas se puedan violar
las garantías constitucionales concedidas a los Diputados y Sena
dores. »

305 —

Quedó aprobado el artículo con la reforma propuesta,


Se dio lectura al art. 153 de la Constitución.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) cree que este artículo
hoy no tiene razón de ser, porque hay disposiciones del Código Civil
que hacen imposibles las vinculaciones.
Quedó suprimido el artículo.
Se dio lectura al artículo 154 de la Constitución y a la reforma
propuesta para este artículo, que dice así:
«Todo individuo, al tomar posesión de algún cargo o destino
público, debe prestar juramento o promesa de guardar la Constitu

ción y las leyes.»


El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, se le ha dado
esta redacción para evitar las polémicas que se suscitan a veces en
la Cámara con motivo del juramento de un Diputado.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) dice
que este juramento
lo deben prestar únicamente los que desempeñan cargos de impor
tancia, los que tienen en sus manos alguna parte de la autoridad
pública.
El señor Amunátegui (don Domingo) dice que esta disposición
se cumple, en la
práctica, sólo en los casos de los Ministros de Esta
do, de los miembros del Congreso y de los de los Tribunales de Jus
ticia.
S. E. cree que este juramento debe suprimirse, porque ya no
tiene importancia.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) es preferible hacer
referencia a este trámite cuando la ley lo exija.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) propondría esta fór
mula: «Ningún funcionario será obligado a jurar por un credo deter
minado, y le bastará, cuando la ley exija juramento, prestar promesa
bajo su palabra de honor de que cumplirá con su deber».
S. E. repite que este artículo no tiene razón de ser y que debe
suprimirse.
Se acordó suprimir el art. 154.
Se dio lectura al art. 155 de la Constitución y a la reforma pro
puesta para dicho artículo, que dice así:
'Sólo en virtud de una ley podrán resolverse las dudas que ocu
rran sobre la inteligencia de algún artículo de esta Constitución.!!
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) propone que se contem
ple aquí el art. 3." del Código Civil, que tiene una redacción más
conveniente. Diceasíése artículo: «Sólo toca al legislador interpretar
la ley de un modo generalmente obligatorio».
Entonces se podría poner la siguiente disposición en la Consti
tución: «Sólo en virtud de una ley podrá interpretarse la Constitu
ción de un modo generalmente obligatorio».
(Actas 20)

30(5 —

'

El señor Silva Cortés (don Romualdo) advierte que ha


bría elpeligro de que se reformara la Constitución so pretexto de
interpretarla.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) manifiesta: en

otra parte hemos establecido que muchas veces las dudas constitu
cionales van a tener que ser resueltas por la Corte Suprema.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, explica que la
Corte Suprema tendrá intervención únicamente en los casos de in-
conslitucionalidad de las leyes y en los conflictos de competencia.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) da forma a su idea en
los siguientes términos: «Sólo en virtud de una ley podrán resolverse,
de un modo generalmente obligatorio, las dudas de interpretación
de esta Constitución».
El señor Silva Cortés (don Romualdo) insiste en señalar el
peligro de que, so pretexto de interpretar la Constitución, se la mo
difique.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) propone que el ar
tículo se redacte así: «Sólo en virtud de una ley podrán resolverse de
un modo generalmente obligatorio las dudas que ocurran sobre la

inteligencia de algún artículo de esta Constitución».


Quedó el artículo aprobado en esta forma,

S, E. da lectura a los siguientes artículos que propone en reem


plazo de los artículos 156, 157, 158 y 159, que tratan de la reforma
de la Constitución :
«Art. 156. La reforma de las disposiciones constitucionales se
someterán a las tramitaciones de un proyecto de ley, salvo las excep
ciones que a continuación se indican.
No podrá votarse el proyecto de reforma en la Cámara o en el
Senado, sin la asistencia de la mayoría absoluta de los Diputados o
Senadores en actual ejercicio.»
«Art. 157. El proyecto sólo podrá ser observado por el Presi
dente de la República para proponer modificaciones o correcciones
a las reformas acordadas por el Congreso.

Si las modificaciones que el Presidente de la República propu


siere fueren aprobadas por ambas ramas del Congreso, se devolverá
el proyecto al Presidente para su promulgación.
Si las dos ramas del Congreso no aceptaren todas o algunas de
las observaciones del Presidente de la República e insistieren por los
dos tercios de sus miembros presentes en la totalidad o parte del
proyecto aprobado por ellas, se devolverá al Presidente para su pro
mulgación o para que, si éste lo estima conveniente, consulte a la
Nación, dentro del término de treinta días, los puntos en desacuerdo
por medio de un plebiscito. El proyecto que se apruebe en el plebis
cito se promulgará como reforma constitucional.»

307 —

«Art. 158. Una promulgado el proyecto, sus


vez
disposiciones
formarán parte de esta Constitución y se tendrán por incorporadas
en ella.»

«Art. 159. Los proyectos de reforma constitucional


podrán pro
ponerse, discutirse y votarse en cualquiera de las ramas del Congreso,
aun cuando no fueren incluidos por el Presidente de la República
en la convocatoria a sesiones extraordinarias.»

Al señor Vidal Garcés (don Francisco) no le


parece bien que
queden entregadas las modificaciones a los simples trámites de una
ley, que sólo cuando no hay acuerdo entre el Presidente de la Repú
blica y el Congreso, se exija un quorum especial.
El señor Oyarzún (don Enrique) entiende que el quorum espe
cial se requiere en todo caso.
S. E. dice que se requiere en todo caso la asistencia de la mayo
ría absoluta para poder votar una reforma.
En otras Constituciones, como la Francesa, se estatuye que
estas reformas las deben discutir las dos Cámaras reunidas en la
Asamblea Nacional.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) cree que tal vez sería
conveniente adoptar ese sistema.
S. E. responde: se establecería entonces una sola Asamblea con
este fin, la cual tramitaría estas reformas como proyecto de ley, sin
otra diferencia que la de que para la votación se exigiría la asisten
cia de la mayoría absoluta de sus miembros.
Al señor Edwards Matte (don Guillermo) le parecen exage
radas las facilidades que se dan para hacer las reformas. Cree que la
tramitación de estas reformas como un proyecto de ley, es peligrosa
e inconveniente, tratándose de una institución de tanta importancia

como es la Constitución, que debe ser una base sólida que sirva de

fundamento a todas las demás instituciones, y, en consecuencia, no

muy fácil de modificar.


Reconoce, sí, régimen de nuestra Constitución es
que el actual
demasiado rígido, y que no pueden resolverse las dificultades que se
produzcan sin correr el riesgo que ofrece una fuerza sin válvula de
escape.
Pensando en la forma que podría adoptarse para llegar a una
solución sensata y estable que obviase las dificultades de las refor
mas, se le ha ocurrido algo que insinúa en términos generales, pues
no venía preparado para ello. Cree que se podría mantener el trámite

de la ratificación, haciendo una diferencia, según la forma en que la


modificación haya sido aprobada: si una reforma fuere aprobada por
simple mayoría, la ratificación la haría el Congreso siguiente; y si
fuere aprobada por los (Jos tercios, la ratificación podría hacerla el
mismo Congreso en el plazo de seis meses o un año después. Esta

308 —

creación, que parece poco artificial, tiene, sin embargo, en lo refe


un

rente al régimen constitucional, una justificación, y es la de proteger


a la Constitución de esos movimientos de opinión violentos y tem

porales, que suelen producirse, que se imponen momentáneamente


y que arrastran a resoluciones precipitadas e inconvenientes.
Con la idea que propone, hay la seguridad de que una reforma
conveniente y generalmente aceptada, como lo indicaría su aproba
ción por los dos tercios, sería despachada en un plazo breve, durante
el cual volvería a ser estudiada y madurada. En el caso de que los
caracteres de conveniencia de la reforma fueran dudosos, como cuan
do hubiera sido aprobada por simple mayoría, sería conveniente que
el plazo fuera más largo y que la ratificación la hiciera otro Con
greso.
S. E. dice que la tendencia moderna es a dar facilidades para
llevar a cabo las reformas constitucionales, pero está seguro de que,
cualesquiera que sean las facilidades que en esta Constitución se
contemplen, habrá suficiente cordura y sensatez en el país para no
reformarla antes de que se haya hecho un verdadero ensayo de ella.
El señor Amunátegui (don Domingo) cree que es bastante ga
rantía de estabilidad de la Constitución el hecho que para su reforma
se requiera la aceptación de ambas Cámaras, la facultad de veto del

Presidente de la República y el recurso de un plebiscito.


3. E. hay que tomar en cuenta que las reformas deben ser vo
tadas por la mayoría absoluta de cada Cámara.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, antes de que
se establezca un nuevo trámite, prefiere que se exija la asistencia de

la mayoría absoluta de cada Cámara y la aprobación por los dos


tercios.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) no lo encuentra sufi
ciente; hay que establecer dos trámites.
El señor Yáñez (don Eliodoro) propone que las mencionadas
reformas se consideren aprobadas con el voto de la mayoría absoluta
de los miembros en ejercicio de cada Cámara. Así se contemplan, a

su juicio, las garantías de estabilidad y flexibilidad que debe reunir


una Constitución.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) considera que esta in
un notable mejoramiento de la idea propuesta al
dicación significa
principio. Sin embargo, teme que al amparo de las facilidades que
se dan para reformar la Constitución se traten de caminar constan

temente sus disposiciones.


El señor Yáñez (don Eliodoro) insiste en que se debe buscar la
estabilidad de la Constitución, porque una Carta Fundamental que
no la tiene no puede considerarse tal, y, en seguida, procurar la flexi

bilidad, para adaptarla a las transformaciones sociales y políticas del


país.

309 —

S. E. que la indicación del señor Yáñez da las garantías que


cree

se exigen para la flexibilidad y estabilidad de los preceptos constitu

cionales, desde que exige una votación equivalente a la mayoría abso


luta de los miembros del Parlamento.
. El señor Yáñez (don Eliodoro) los términos de su proposi
ción serían más o menos los siguientes: «Los proyectos de reformas
constitucionales necesitarán para ser aprobados, el voto conforme de
la mayoría-absoluta de los Senadores y Diputados en actual ejer
cicio».
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) encuentra buena la dis
posición, perotampoco encuentra mala la indicación del señor Ed
wards que exige dos votaciones para las reformas constitucionales,
aunque esas votaciones sean de un mismo Congreso.
El señor Yáñez (don Eliodoro) indica que se podría agregar el
trámite de la ratificación hecha por las dos Cámaras en Asamblea
plenaria.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) cree que ese trámite
sería inútil, porque ya se sabe que el proyecto cuenta con la ma

yoría de una y otra Cámara.


El señor Silva Cortés (don Romualdo) no piensa lo mismo,
porque mediaría un plazo más o menos largo entre una y otra vo
tación.
S. E. dice que la disposición podría decir más o menos así:
«Sesenta días después de despachada la reforma por la mayoría
de ambas Cámaras, será sometida nuevamente a votación en la
Asamblea Plenaria.»
El señor Silva Cortés (don Romualdo) entonces hasta que
la apruebe la mayoría do los asistentes.
El señor Amunátegui (don Domingo) pregunta si en este caso
subsistiría la facultad del veto presidencial.
Mientras la Asamblea Plenaria, dice S. E., no se haya pronun
ciado sobre la reforma constitucional ésta no pasa al Presidente de
la República; pero si el Presidente de la República la veta, va otra
vez a la discusión de cada Cámara aisladamente, con el mismo pro

cedimiento fijado para las leyes.


En definitiva quedó aprobada la disposición en discusión en la
siguiente forma :
«Sesenta días después de despachada la reforma por la mayoría
de ambas Cámaras, será sometida nuevamente a votación en Asam
blea Plenaria de las mismas.»
S. E. advierte a los señores miembros de la Comisión que, corno
ya está terminado el estudio de las reformas constitucionales, exeepto
la cuestión religiosa, que se resolverá después, se va a dar la redac
ción definitiva a la nueva Constitución, y se repartirá un ejemplar

310 —

a cada uno de los miembros de esta Subcomisión. Al cabo de algunos


días de plazo para hacer la revisión individual del proyecto de Cons
titución habrá una nueva reunión para formular las observaciones
finales, y en seguida pasará el proyecto a la Comisión que ya está
acordada, de los señores Amunátegui, Oyarzún, Vicuña Fuentes.
para que hagan las correcciones gramaticales y de estilo.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que en el
ejemplar impreso que se enviará a todos los miembros de la Subco
misión, se citará para la sesión próxima.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) desea saber en qué
forma quedó aprobado el art. 144.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, en la siguien

te forma: «La educación pública es una atención preferente del Go


bierno. La educación primaria es obligatoria».-
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) declara que su opinión
es adversa a este artículo y al siguiente, que entiende que ha que

dado en la forma actual, porque deja siempre al Gobierno como


tutor de la instrucción pública.
Se ha establecido en el art. 144 la educación primaria obligato
ria, de la cual no soy partidario.
El señor Amunátegui (don Domingo) por su parte, no sólo
acepta la educación primaria obligatoria en la forma que la hemos
establecido, sino que aun desea que se prolongue como en Europa,
hasta los diez y ocho años.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) considera que el pro
greso más considerable habría sido crear la independencia absoluta
de la educación pública, dejándola fuera del rodaje político.
S. E. dice que la independencia económica y otras disposicio
nes semejantesse establecerán en la ley.

El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) manifiesta que su de


seo eraque se hubiera incorporado íntegro en la Constitución, el
acuerdo 14.° de la Convención Radical de Chillan, que satisface
ampliamente sus aspiraciones en este sentido.
El señor Oyarzún (don Enrique) manifiesta que al tratarse este
asunto, antes de que llegara el señor Vicuña Fuentes, pidió que se
considerara la situación contemplada por la Convención de Chillan
en su acuerdo 14.°, y se resolvió que eso quedaría para la ley, pero

estima, como el señor Vicuña Fuentes, que habría sido preferible


establecer en la Constitución los acuerdos adoptados a este respecto
por dicha Convención.

311 —

S. E. repite que la Comisión encontró ambiente muy favo


en

rable el art. 14.° de la Convención Radical de Chillan, y que si no se


estampó en el texto de la Constitución, fué porque se consideró que
eso era materia de la ley y no de la Carta Fundamental.
Se levantó la sesión, acordándose reunirse el próximo lunes 22,
a las tres de la tarde, para leer las actas pendientes, y el martes 23 a

las cuatro de la tarde, para seguir estudiando las reformas constitu


cionales.

ARTURO ALESSANDRI

Edecio Torreblanca
VIGÉSIMACUARTA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE
REFORMAS CONSTITUCIONALES

23 de junio de 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui, Ramón Briones Luco, No-
lasco Cárdenas, Guillermo Edwards Matte, Guillermo J. Guerra,
José Maza, Ministro de Justicia, Romualdo Silva Cortés, Carlos
Vicuña Fuentes, Francisco Vidal Garcés, y del Subsecretario del
Interior, don Edecio Torreblanca, que actuó como Secretario; se
abrió la sesión a las 4 P. M.
Excusaron su inasistencia los señores Luis Barros Borgoño y
Enrique Oyarzún.
S. E. manifiesta que corresponde tratar de las relaciones de la
Iglesia con el Estado. Al efecto, ha redactado una fórmula que dis
pone la
separación de ambas entidades sobre una base de amplia
tolerancia, con el fin de evitar una lucha religiosa hoy más inopor
tuna que nunca. Esa fórmula conserva el statu-quo respecto a lo
bienes actuales entregando los que adquiera la Iglesia en el porvenir
al derecho común.
Está concebida así en su primer inciso:
«La Constitución asegura: la manifestación de todas las creen
cias, la libertad de conciencia y el ejercicio libre de todos los cultos
que no se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden
público, pudiendo, por tanto, las diversas confesiones religiosas erigir
y conservar templos y sus dependencias con las condiciones de segu
ridad e higiene fijadas por las leyes y ordenanzas.»
El libre ejercicio de los cultos puede realizarse en las calles o en
los templos; y los lugares destinados al objeto, deben cumplir con
las leyes civiles y ordenanzas destinadas a garantizar la seguridad
de los fieles y la observancia de los principios de higiene pública,
El segundo y tercer inciso dicen :
"La Iglesia, las confesiones e instituciones religiosas de cualquier
culto tendrán los derechos que otorgan y reconocen con respecto a
los bienes, las leyes actualmente en vigencia; pero quedarán some
tidas al derecho común, dentro de las garantías de esta Constitución,
para el ejercicio del dominio de sus bienes futuros,
«Los templos y sus dependencias destinados al servicio de un
culto religioso estarán exentos de contribuciones.»

313 —

De este modo, cree que quedan consagradas en gran parte las


aspiraciones de los partidos liberales del país. Ha meditado mucho
la cuestión y se atreve a proponer la fórmula que ha ideado, como
la solución definitiva del problema.
El señor Briones Luco (don Ramón) cree la
interpretar opinión
genuina del radicalismo chileno al expresar lo que va a decir sobre
el particular.
El partido radical en todos sus programas y convenciones, in
cluso la última de Chillan, ha estatuido
que la separación de la Igle
sia y del Estado debe efectuarse en forma de que los actuales bienes
de la Iglesia queden sometidos al derecho común.
"i ha recalcado con cierto énfasis
que este es el pensamiento
radical, para manifestar que cualquier pacto, cualquier arreglo, cual
quier convenio acordado entre radicales y conservadores, para dejar
a la Iglesia en otra forma
que no sea la que se ha consignado en
aquel programa en lo que se refiere a los bienes, no representa
la opinión del radicalismo chileno ni satisface plenamente sus aspi
raciones.
Además los acuerdos o arreglos de esta clase que hayan podido
celebrarse no han sido sometidos a las Asambleas; éstas no los cono
cen ni se han pronunciado en forma debida sobre ellos. De manera
que argumenta simplemente sobre la base del programa vigente del
Partido Radical.
Cree hay dos formas de resolver el problema: o
que sólo
queda la Iglesia sometida como corporación de derecho público al
patronato, como está al presente; o queda en libertad, sometida en
tal caso, al derecho común.
S. E. observa que eso es lo que consulta la fórmula que ha pro
puesto.
El señor Briones Luco (don Ramón) por las razones que ha
dado, iba a proponer que se adoptara para Chile la solución que ha

dado a este problema la Constitución brasilera.

El art. 72, N.° 3 de la Constitución del Brasil, dice: «Todos los


individuos y todas las confesiones religiosas pueden ejercer pública
y libremente su culto: asociarse con este fin y adquirir bienes, obser
vando, al mismo tiempo, las prescripciones del derecho común».
Es enemigo de toda persecución, de toda intolerancia, y por eso
no ha pensado jamás en proponer la confiscación de los bienes de la

Iglesia.ipero es partidario de dejarlos sometidos al derecho común.


Así la Iglesia Católica seguiría la misma suerte de todas las colecti
vidades privadas del país y que son igualmente respetables. Porque
todas las instituciones que representan a las artes o a las ciencias o a
los sentimientos de los hombres, son respetables, sin que por eso se

las haya sustraído del derecho común.



314 —

Sólo se aceptan lo-; privilegios para las instituciones o corpora


ciones funcionales del Estado, como ser el Fisco, las Municipalida
des, etc.

Según la fórmula de S. E. los actuales bienes de la Iglesia no


serán controlados ni fiscalizados por el legislador como los de las
otras instituciones; sólo van a ser regidos por la ley común los bienes
que adquiera en el futuro.
Cree que para proceder con lógica, si la Iglesia mantiene los
privilegios de que hoy goza sobre sus bienes, debería mantenerse
también el derecho de patronato.
Tiene la evidencia de que ni en tiempos de Felipe II, el más
rígido de los católicos, se habría podido pensar de otra manera res
pecto a las relaciones del Estado con la Iglesia.
El Gobierno español fiscalizaba a la Iglesia en forma absoluta,
no permitía que se cumpliera una sola bula, ni una cédula romana

sin ser aprobada previamente por la Cancillería Española. Porque


ésta no es una cuestión religiosa sino un principio de respeto a la
autoridad del Estado.
La Iglesia Chilena es muy rica. Hace algún tiempo se decía que
tenía en el país bienes raíces por valor de ochocientos millones de
pesos, sin contar la fortuna mobiliaria, porque ésta no es fácilmente
apreciable. Otros hacen subir los bienes de la Iglesia chilena al diez
y seis por ciento de la riqueza del país. Y se ha visto que cuando la
Iglesia se enriquece y los Poderes Públicos la dejan en total liber
tad, se convierte en un peligro para los Estados, hasta el extremo
que los grandes países católicos, desde el siglo VII hasta el siglo
XIV obligaron a todas las iglesias a enajenar sus bienes en un plazo
más o menos breve.
En algunos países de Europa, la Iglesia había llegado a apode
rarsede la mitad de la fortuna territorial.
Una Iglesia sin patronato, con las riquezas que tiene la chilena
y con la fortuna que puede adquirir en corto tiempo, llenaría de
Obispados el país y haría una propaganda religiosa avasalladora.
Por eso, para salvar su responsabilidad, manifiesta que lo más
justo es que la Iglesia se someta lisa y llanamente a las reglas del

Derecho Privado, con libertad absoluta. Si no se adopta esta idea,


preferiría que la Iglesia continuara como hoy bajo el patronato del
Estado.
S. E. ha creído interpretar con su fórmula el sentimiento libe
ral y general del país. En efecto, es una vieja aspiración perseguida
por todos los elementos avanzados de la Nación, la de obtener para
Chile la libertad de culto, o sea, que cada uno de sus habitantes
pueda exteriorizar libremente los sentimientos íntimos de su con
ciencia, sus creencias religiosas, tributando su homenaje, respeto y

315 —

devoción a la divinidad en la forma como cada uno la entiende. Le


parece, pues, que para los partidos liberales la cuestión doctrinaria
de mayor importancia en esta materia es la de concluir con el privi
legio en favor de una Iglesia determinada, la de suprimir la Iglesia
oficial, estableciendo el régimen de libertad. Y a esto tiende la fór
mula propuesta.
Ahora, en lo que respecta al régimen de los bienes, las aspira
ciones de los partidos liberales están asimismo garantidas en esa
fórmula, porque respetando a la Iglesia su statu-quo. sobre los bie
nes que actualmente tiene, se someten los que adquiera en el por
venir al derecho común.
El señor Briones Lito (don Ramón) pregunta : ¿conforme a ese
statu-quo, cómo quedan los conventos, la muerte civil, etc.?
S. E. responde: eso es del resorte de las leyes. Los Congresos
futuros se encargarán de dictaminar sobre la materia.
Lo único que la Constitución ha querido reglamentar es esta
cuestión de la cual se han preocupado siempre todos los partidos
liberales, incluso el radical, pero sobre la base de no confiscar los
bienes de la Iglesia, interpretando con ello el pensamiento del libe
ralismo chileno, que a su juicio, es el contemplado en la fórmula
propuesta.
Las demás materias son asunto de las leyes secundarias. Hay
razón, pues, para que esta proposición sea celebrada por los partidos
liberales como una conquista prometedora de paz y tolerancia para
el país, porque esos partidos, haciendo triunfar esta fórmula, obtienen
el triunfo de los principios doctrinarios por que han venido lu
chando desde su nacimiento.
El mayor éxito de esos partidos será obtener la libertad de cul
tos, la supresión de la Iglesia oficial!
Recuerda el consejo que daba a sus alumnos el distinguido pro
fesor de Derecho Administrativo, don Valentín Letelier, quien les
decía que cuando fueran legisladores y trataran cuestiones funda
mentales del Estado, procuraran siempre que las leyes que se dicta
ran lo fueran en forma de suscitar las menores resistencias posibles,
tratando de que no hubiera ni vencedores ni vencidos. Porque si se
procede de otra manera, las leyes no ee arraigan en la masa de los
ciudadanos y se constituyen en blanco de ataques enconados.
Inspirándose en este principio, cree que es una obra de patrio
tismo obtener para los partidos liberales, con prudencia y sin irrita
ciones, la victoria que significa esta gran reforma. No se haría
obra patriótica agregando a las dificultades de la hora presente las
asperezas de una lucha religiosa de suyo agria y de consecuencias
ignoradas e inquietantes.
Cree que si se aprueba esta fórmula, discrepante con los prin-

316 —

cipios de la Iglesia y condenada por los dogmas, pero tolerable por


las circunstancias, la Santa Sede se resignaría a aceptarla. Esa es la
impresión que ha recogido en las Conferencias con el Vaticano y las
informaciones obtenidas en los círculos afectos al Papado. Un deber
de patriotismo aconsejaría, en consecuencia, aceptarla tal como está.
Por otra parte esta fórmula está de acuerdo con los principios del
partido radical, que en la última Convención de Chillan aprobó un
voto en que se contenían las mismas ideas.

El señor Briones Luco (don Ramón) contesta que ese es un


acuerdo especial agregado; pero que el programa del partido quedó
vigente en todas sus partes; no ha sido modificado.
S. E. pregunta: ¿qué dice el programa del partido a este res
pecto?
El señor Briones Luco (don Ramón) cree que la separación
debe hacerse, quedando la Iglesia sometida al derecho común.
S. E.
repite que para el ejercicio de sus derechos sobre los bie
nes futuros, queda sometida al derecho común ;
que lo único que se
ha hecho es respetarle a la Iglesia el statu-quo, porque en todos los
estudios que se han estado realizando con los partidos políticos, ha
habido ese mismo pensamiento.
Por otra parte, es seguro que la Iglesia Católica no se resignaría
a
aceptar una solución que significa el triunfo absoluto de la doc
trina liberal, sin esa garantía.
No hay que olvidar que se está resolviendo este asunto con cri
terio nacional, contemplando los anhelos de todo el país, salvando
ampliamente el principio doctrinario.
La Constitución Brasilera a que se ha referido el señor Briones
Luco establece el mismo principio consignado aquí.
El señor Briones Luco (don Ramón) no quiere ser el último
en aplaudir la labor realizada por S. E., quien, con espíritu superior,

está llevando a cabo una obra magna que celebra todo el país. Por
eso noquiere obstaculizar, en modo alguno, la solución propuesta por
S. E.; pero quiere dejar nítidamente establecida su opinión. Por una
cuestión de principios, no acepta la fórmula propuesta, sin dejar de
aplaudir en alto grado el patriotismo con que S. E. está procediendo.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) pregunta: ¿qué alcance
tiene la primera parte del artículo que mantiene el statu-quo respec
to de los bienes actuales de la Iglesia y aquella otra que dice que se
someterán al derecho común los bienes futuros?
S. E. manifiesta que un ejemplo aclarará esta cuestión. Si una
comunidad religiosa extranj era viene a establecerse en Chile y quiere
comprar, pongamos por caso, una manzana en la Alameda, no podrá
adquirir esa propiedad sin constituir previamente su personalidad
jurídica sometiéndose a las leyes comunes.

317 —

El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) pide que se precise bien


el alcance de la disposición que se ha leído, respecto de que los bienes
que actualmente posee la Iglesia no quedarán sometidos al imperio
de las leyes comunes.

S. E. dice que el alcance de esa disposición es que la Iglesia no


necesitará respecto de los bienes raíces que actualmente posee el per
miso de la autoridad competente para conservarlos. En otras pala
bras: no necesitará someterse a la ratificación periódica a que res
pecto de la conservación de los bienes raíces, están obligadas las
personas jurídicas de derecho privado. De manera que los bienes que
actualmente posee podrá conservarlos permanentemente.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) formulaba esa pregunta
porque no veía claro que esas consecuencias Huyeran de la fórmula
propuesta. Tiene, además, interés en saber qué alcance va a tener
la aplicación de las leyes tributarias respecto de las dos situaciones
jurídicas que la fórmula contempla.
S. E. responde que la disposición propuesta es muy explícita y
dice, a la letra: «Los templos y sus dependencias destinadas al ser
vicio de un culto religioso estarán exentos de contribuciones*,
De manera que en el porvenir únicamente los templos y sus
dependencias (la casa del Cura, por ejemplo), van a gozar de la exen
ción. Todos los demás bienes de la Iglesia estarán afectos al pago
de contribuciones.
El señor Guerra (don J. Guillermo) pregunta: ¿y un convento?
S. E. contesta: paga contribuciones.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) después de las declara
ciones que acaba de hacer S. E., se va a permitir pronunciar algunas
palabras a propósito de las que ha vertido el señor Briones Luco.
Estima que el programa del Partido Radical y los acuerdos
aprobados en la Convención de Chillan, están bien reflejados en el
artículo a que acaba de dar lectura S. E.
El voto propuesto y aprobado en la Convención de Chillan fué,
en cierto sentido, hijo suyo, pues hizo todo lo posible porque se lle

gara a una fórmula de avenimiento en esta materia.


S. E. dice que para concretar la fórmula que somete en estos
momentos a la Comisión, tomó muy en cuenta el discurso que sobre
esta materia pronunció el señor Vicuña Fuentes en la Asamblea de
Asalariados.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) manifiesta que lo que
el Partido Radical desea ha sido materia de pacto con el Partido
no

Conservador. Al menos, tiene noticia de que se haya suscrito


él no

ningún acuerdo sobre el particular con los Conservadores. Sin em


bargo, está en condiciones de asegurar que la opinión predominante
en la Junta Central Radical, en la Convención de Chillan y en la

318 —

juventud del partido, es que se llegue a una plena inteligencia con la


Iglesia, para dejar a ésta en total independencia y dueña de sus bie
nes; porque se estima que el mantenimiento del patronato y la ame
naza de una confiscación de los bienesreligiosos, puede envenenar
esta cuestión impedir que se llegue a una solución, por medios pací
e

ficos, en esté importante problema de la separación de la Iglesia y


el Estado.
El señor Briones Luco (don Ramón) contesta: dice el señor
Vicuña Fuentss que no se ha llegado a ningún convenio sobre esta
materia entre Radicales y Conservadores. Sin embargo, están pre
sentes cuatro hombres de honor que han tenido conocimiento de que
ese pacto fué convenido privadamente.

El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) afirma : el Presidente del


Partido Radical se ha limitado a declarar que sólo hubo conversa

ciones, pero no pactos entre los miembros de los diferentes partidos


políticos.
El señor Briones Luco (don Ramón) repite que están presentes
hombres de honor que han visto ese convenio. No dice más, porque
nopuede avanzar mayores datos.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) insiste en que, sin em
bargo, el Presidente del Partido Radical ha negado que se haya lle
gado a una solución concreta.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) asegura que hubo tan
sólo conversaciones, que se llevaron con gran altura de miras, pero
que no alcanzaron a cristalizarse en un pacto. Por otra parte, estas
deliberaciones privadas no llegaron al seno de la dirección de los Par
tidos.
Repite que se trató de conversaciones entre políticos; y la ver
dad es que todos ellos no estuvieron muy distante en sus puntos
de vista.
S. E. puede asegurar a la Comisión que la fórmula que ha pro
puesto es rríucho más avanzada que la que se discutió en las con

versaciones a que se ha referido el señor Vicuña Fuentes.


El señor Vidal Garcés (don Francisco) se complace en decla
rar que no se arrepiente de haber participado en las conversaciones

de que se habla y manifiesta que las dos corrientes "de opinión que
allí se debatieron estuvieron muy próximas en sus puntos de mira.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) hace indicación para
que en un artículo transitorio se declare la derogación de las leyes
sobre las materias que han sido contrarias a la libertad de la Iglesia
Católica y que son las de pases, presentaciones, retenciones, cuestio
nes contenciosas de protección y otras, como esas a las que se refe

rían algunos artículos suprimidos de la Constitucion.de 1833.


Formula indicación también para que durante veinte años el

319 —

Estado dé a la Iglesia Católica una subvención anual de dos millo


nes quinientos mil pesos, desde que se suprimiera el presupuesto del
Culto.
Hizo, además, algunas declaraciones sobre la cuestión funda
mental, sobre los principios doctrinarios de las relaciones de la Iglesia
conel Estado y manifestó las salvedades con que él y el señor Vidal
Garcés concurrían a tolerar o dejar pasar la fórmula de arreglo
propuesta.
Dijo el señor Silva que los católicos no podían aceptar la sepa
ración como principio, porque no pueden faltar al derecho natural
y al derecho divino positivo, ni suprimir una sola página del código
de la naturaleza o de la positiva voluntad de Dios, manifestada en
la Sagrada Escritura y en la tradición.
El sistema de separación, dijo, repugna al orden del universo,
a la Sagrada Escritura y a la tradición.

La Iglesia Católica, Apostólica, Romana no acepta jamás como


principio la separación. No puede derogar el derecho divino o natu
ral.
Tratándose de un caso práctico, como el actual, la Iglesia ante
lo inevitable, como menor mal, puede tolerar el sistema de separación,
siempre que se salve la justicia, que se conserve intacto el derecho
natural y que no se ultraje la íntima esencia de la Iglesia; que ésta
goce de perfecta bbertad en el desenvolvimiento de su propio poder
para el bien espiritual de los hombres; que el culto religioso sea com
pletamente libre en público y en privado, para que el sentimiento
religioso del pueblo no sufra daño alguno; que se reconozca a la Igle
sia el Ubre derecho de educación y de instrucción y que las leyes con
cedan a los ciudadanos el derecho de abrazar el estado religioso, bajo
las normas establecidas por la Iglesia.
La Iglesia, agregó, en un Estado en que se aplique el principio
de separación, pide la. libertad plena, sincera y leal.
Recordó que desde el primer acto de la conquista de Chile por
los españoles, la Religión Católica, Apostólica, Romana constituyó
el mayor factor de la civilización cristiana traída al Continente Ame
ricano y que durante más de cuatrocientos años la Iglesia fué en
Chile una especie de parte integrante de la Nación y elemento cons
titucional del Estado.
Manifestó el profundo dolor que sentía en su alma cristiana al
encontrarse en el caso práctico inevitable de una mayoría de hombres
dirigentes de su patria que, en la necesaria, urgente imprescindible
e

reconstrucción de las instituciones nacionales, no quieren conservar


el de unión, cordialidad y mutuo apoyo entre el Estado y
régimen
Romana.
la Iglesia Católica, Apostólica,
Sus convicciones y su voto sólo pueden ser favorables a ese régi-

320 —

men de unión y al mantenimiento del precepto sobre la religión,


expresado por la Constitución de 1833.
Repitió que aunque era profundamente doloroso para él y para
su colega señor Vidal Garcés, en cuyo nombre también hablaba,
tolerar o dejar pasar la proposición o acuerdo
expresado por S. E.
el Presidente de la República, ambos se sentían en la necesidad de
hacerlo porque no podían obtener una solución mejor; pero que lo
hacían con la condición esencial de que se estableciera un régimen
de libertad y garantías para la personalidad y los bienes de la Igle
sia, el libre ejercicio del culto público y privado y el respeto de los
templos y sus dependencias.
El artículo transitorio propuesto por el señor Silva Cortés y
aprobado dice así: «Quedan derogadas las leyes existentes sobre las
materias de los arts. 30, núm. 3.°, art. 73, núms. 8, 13 y 14 y art. 95.
núms. 3.° y 4." de la Constitución de 1833, suprimidos en la pre
sente '.

El señor Vidal Garcés (don Francisco) no tiene para qué


declarar que adhiere a las palabras y conceptos emitidos por su co
lega el señor Silva Cortés y a las indicaciones que acaba de for
mular.
Manifiesta que, en principio, como ya se ha dicho, los conser
vadores no pueden dejar de oponerse a la separación de la Iglesia
y el Estado, pero prácticamente se ven obligados a aceptarla; por
que pueden desconocer tampoco que, posiblemente, la mayoría
no

de sus conciudadanos desean esta separación.


Aun cuando esta solución no satisface al partido conservador,
felicita a S. E., el Presidente de la República por la forma en que
ha llevado este asunto, porque, a través de estas indicaciones, ve
que S. E. quiere resolver este problema con respeto para todos.
Con esto realiza S. E. una obra de verdadero hombre de estado,
porque no hay peor política que la de dividir al país por cuestiones
religiosas.
Le extraña, francamente, que su distinguido colega de Comisión,
señor Briones Luco, no encuentre satisfactoria para sus principios
la solución propuesta. ¿Qué más puede querer cualquier espíritu
liberal de este país: libertad de cultos, libertad de conciencia, libre
manifestación, en fin, de todas las opiniones? La única limitación
que tiene esta solución se refiere a los bienes que actualmente tiene

la Iglesia, respecto de los cuales se le reconocen los derechos que las


leyes les otorgan.
¿Qué quiere decir esto? Que se hace efectiva la idea de no con
fiscar los bienes religiosos.
Por lo demás, todos saben que las disposiciones constitucionales
se podrán modificar con muy pocas trabas más que las leyes comu-

321 —

nes; de manera que ésta es sólo una pequeña garantía que se da a la

Iglesia. En cambio, en la fórmula de S. E. se establecen tres concep


tos a que puede aspirar todo hombre verdaderamente liberal.
Reiterasus felicitaciones a S. E.
por la forma en que ha llevado
y solucionado este problema, no obstante que ella no está de acuerdo
con sus doctrinas.
Respecto al monto de la fortuna de la iglesia chilena, de que se
ha sobdo hacer tanto caudal, considerándola muy cuantioso, no es
tanto, como se ha dicho. Llegará, acaso, a unos cien millones de pe
sos, los cuales en su gran mayoría están invertidos en bienes raíces
improductivos; así, por ejemplo, la Catedral de Santiago valdrá hoy
tres o cuatro millones de pesos. Pero, ¿qué produce esa propiedad?
Nada, su mantenimiento impone, en cambio, fuertes sacrificios.
y
Nadie ignora tampoco que la Iglesia apenas puede dar una pe
queña asignación a los curas de campo; tanto es así
que ellos no se
van de buen grado a los
puntos donde se les destina y su renta la
forman con la ayuda que les otorga el Estado en el Presupuesto del
Culto. No existe el peligro, en consecuencia, de que la Iglesia vaya
a llegar a constituir un Estado dentro del Estado.

Termina repitiendo que adhiere a los conceptos emitidos por el


señor Silva Cortés y que hace suya también sus indicaciones.
El señor Briones Luco (don Ramón) con el profundo res
peto. que siente por su colega y amigo el señor Silva Cortés, quiere
traducir en romance vulgar las indicaciones que ha formulado. Por
la primera de esas indicaciones se suprime el patronato del Estado y
por la segunda se conserva el Presupuesto del Culto, fijándolo en la
suma de dos y medio millones de pesos, cuando actualmente es de

dos millones, más o menos, sin acción ninguna del Gobierno ni del
legislador, es decir, se crea una situación ideal para la Iglesia.
Aceptaría esas indicaciones, pero manteniendo en tal caso el
patronato. De otra manera, queda la Iglesia sin patronato y con
Presupuesto del Culto.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) entiende que la
idea de suprimir el patronato es consecuencia de la separación de la
Iglesia y el Estado.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) observa que en la vida
de los países, veinte años no es un tiempo considerable cuando se
termina un régimen que ha durado cuatrocientos años.
El señor Briones Luco (don Ramón) cree que si se mantiene
el Presupuesto del Culto, debe también mantenerse el patronato.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) respecto de la pri
mera indicación del señor Silva Cortés, observa" que no es fácil
formarse concepto de ella, porque de memoria no puede saberse qué
alcance tienen las citas que en ella se hacen.
S. E. responde que se refieren al patronato,
(Actas 21!

322 —

El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) dice que si esa indica


ción no tiene más objeto que suprimir el patronato le parece que es
de una lógica que no admite discusión.
Respecto de la otra cuestión, está de acuerdo
con el señor Brio

nes Luco.
No se puede mantener el Presupuesto de Culto, porque no se
puede establecer el principio de la protección del Estado a la Iglesia
Católica, toda vez que se la declara mayor de edad y libre adminis
tradora de sus bienes. Sin embargo, si efectivamente pudiera consi
derarse que esta Constitución va a irrogar a la Iglesia un grave per
juicio en sus bienes, un perjuicio repentino y, en cierto modo, ilícito,
si se me permite la expresión, le parece que en ese caso cabría hacer
las cosas en otra forma, estableciendo una indemnización por ese
daño. La suma correspondiente tendría que ser muchísimo menor
que la indicada por el señor Silva Cortés y debería ser pagada por
una sola vez y con el carácter de mera indemnización.
Xo está en antecedentes para saber hasta qué punto esto puede
importar un daño a la Iglesia Católica; porque el simple hecho de
negar el Presupuesto del Culto, de suprimirlo, no le parece que pueda
significar un daño, porque un Estado soberano puede en cualquier
momento suprimir un servicio público porque no le es necesario o

no le conviene para sus fines. Y si mañana se suprimiera, por ejem


plo, un servicio de la Armada o del Ejército, cree que los hombres
que pudieran quedar en la calle por ese motivo deberían recibir una
indemnización de parte del Estado, porque éste no debe producir
perturbaciones en la vida de los individuos. Pero de ahí a crear por

veinte años una situación privilegiada a la Iglesia, hay una gran


distancia. Entre estas dos ideas se podría encontrar una que podría
ser como de transacción : se podría dar a la Iglesia una indemnización

por una sola vez.


El señor Silva Cortés (don Romualdo) dice que el año 53 se
dictó una ley como consecuencia de un convenio internacional cele
brado por el Gobierno de Chile con la Santa Sede. Por esa ley se su
primieron los diezmos y se estableció el Presupuesto fiscal del Culto,
En este Presupuesto fiscal del Culto hay algunas asignaciones
destinadas a la fábrica y reparaciones de templos y otras pequeñas
asignaciones o sueldos a funcionarios eclesiásticos de las ciudades
y campos, los cuales, sin duda, van a sufrir un daño considerable con
esta supresión violenta del Presupuesto del Culto. La supresión de
los doscientos cincuenta pesos que cada uno de estos Curas tiene
como asignación, va a causarles un menoscabo evidente. De modo

que hay una consideración de justicia para que esta situación se


mantenga por una serie de años.

323 —

Se anticipa a exhibir a los señores miembros de la Comisión


todos estos antecedentes para que se sirvan apreciarlos con un cri
terio de justicia.
S. E. va a llamar la atención respecto del punto a que se ha
referido el señor Silva Cortés. Efectivamente, el año 53 se dictó
una ley por la cual se suprimía el diezmo
que la Iglesia tenía derecho
a cobrar y se sustituyó por una contribución
que entró a cobrar el
Estado, contrayendo el compromiso de atender a su vez al sosteni
miento de los gastos de la Iglesia Católica. Y el Ministro de Ha
cienda de la época, don Guillermo Wadington, decía en una comu
nicación dirigida al Arzobispo de Santiago: «Este proyecto, al paso
que mejora la condición de los contribuyentes, en nada disminuye
ni altera las obligaciones que pesan en el día sobre la masa decimal,
porque el nuevo impuesto servirá para los gastos de la Iglesia y re
muneración de los servicios del clero».
Y el art. 1." del proyecto de ley confirmaba lo mismo diciendo:
«El diezmo se pagará en adelante en la forma que prescribe esta
ley, etc. » y en el art. 2.°: «La contribución del diezmo, en esta
. .

nueva forma conservará el mismo destino de su institución, que es

proveer a las iglesias para los gastos de sus Ministros y Culto, con
tinuando afecta a dichos gastos según y como por derecho corres
ponde;».
Todo esto fué materia de un Concordato. De modo que está
comprometida la fe del Estado en lo relativo a atender el Presupuesto
del Culto. Y, conforme al criterio del señor Vicuña, si de la noche
a la mañana la Iglesia va a quedar sin ninguna
subvención, se le
hará un perjuicio evidente. Y a este respecto va a decir con toda
franqueza, que hay una consideración de orden superior que le in
duce a no la indicación del señor Silva Cortés, pero sí una
aceptar,
indemnización en favor de la Iglesia Chilena. Al Arzobispo de San
tiago le deben respeto los católicos de Chile y los que no son cató
licos, porque ese santo varón que merece el homenaje de la América
entera, ha hecho en este país una hermosa obra, ha terminado con
las luchas religiosas. Pues bien, este eminente varón a quien se le
debe respeto y que ya está anciano, se ha sentido alarmado por esta
modificación trascendental que se va a hacer en nuestra Constitu
ción. Y es de temer que a sus años no tenga fuerzas para afrontar el
nuevo régimen de separación de la Iglesia del Estado, porque no

dispondría de rentas con qué subvenir al servicio religioso mientras


se organiza el patrimonio de la Iglesia. Entonces, en vista de que

existe entre la Iglesia y el Estado el acuerdo a que ya ha hecho refe


rencia, en vista de que la situación que se va a producir puede mo
lestar a un hombre como el Arzobispo de Santiago, aceptaría un
desahucio para la Iglesia, pero reducido a términos muchísimos más

324 —

exiguos que el indicado por el señor Silva Cortés : aceptaría cinco


años como máximo. Así se en este caso con el criterio que
procedería
se usa en los contratos, los cuales se consulta siempre una cláu
en

sula en que se estipula un desahucio para el caso de que el contrato


no se cumpla por una de las partes.
El señor Guerra (don J. Guillermo) aplaude la fórmula que ha
traído S. E. al debate de la Comisión. Liberal como el que más, por
lo mismo que es radical, acepta la solución, porque ella importa res
peto para todas las creencias y para todas las ideas.
Y si ha deseado toda su vida ver realizado en Chile este ideal
de la separación de la Iglesia y el Estado, es porque considera con
traria al respeto que se debe a la libertad de conciencia esa unión
que es tan grata para los miembros del Partido Conservador. Y ha
biendo traído' S. E. una fórmula, mediante la cual se puede llegar
a la separación sin rozamientos, no puede sino aprobar la obra reali

zada. Cualesquiera que sean los sacrificios que se hagan para llegar
a la separación de la Iglesia y el Estado, al realizarse esta idea se
hace una gran obra patriótica en favor del país. Se quitará así a las

controversias de carácter político esta ponzoña, este veneno de las


discordias religiosas.
En cuanto a las indicaciones del señor Silva Cortés, la pri
mera de ellas le ha sorprendido un poco. Pide el señor Silva que se

supriman tales o cuales disposiciones relativas al patronato, pero eso

no habría para qué decirlo.


S. E. manifiesta que el señor Silva Cortés tiene sus razones.

Hay que recordar que, en materia de Derecho Civil, es lícito todo


aquello que la ley no prohibe; pero la inversa, en materia de Dere
cho Público, sólo se puede ejecutar aquello que está expresamente
autorizado por la ley. De manera que todas esas atribuciones del
Presidente déla República consagradas por el núm. 8 del art. 73 de
la Constitución Política van a quedar suprimidas. Y esto tiene que
ser así porque no se concibe un régimen de separación de la Iglesia

y el Estado sin que quedaran abolidas tales disposiciones.


El señor Silva Cortés ha dicho que hay una serie de leyes
de Indias y de la Novísima Recopilación relativas al patronato, que,
según algunos, están en vigencia. Por eso quiere, con la indicación
que propone, que se entienda que esas disposiciones quedan dero
gadas.
El señor Guerra (don J. Guillermo) pregunta si sería convenien
te consignar una disposición constitucional al respecto o bastaría
con dejar constancia en el acta de que se entienden derogadas esas

disposiciones.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) responde que su pro
pósito tiende a que se deje claramente establecido por medio de un
precepto constitucional que quedan derogadas esas disposiciones.

325 —

El señor. Guerra (don J. Guillermo) manifiesta que la segunda


indicación del señor Silva Cortés le ha causado considerable sorpre
sa. Se refiere al mantenimiento, del Presupuesto del Culto
por un pe
ríodo de veinte años. Esto es algo que no se concibe y que no puede
comprender. Cuando se estableció en el Brasil la separación de la
Iglesia del Estado se mantuvo el Presupuesto del Culto por un año
más solamente.
S. E. dice que en Francia se mantuvo por cinco años.
El señor Guerra (don J. Guillermo) dentro de un espíritu de
gran benevolencia, concibe que pueda aceptarse el mantenimiento
del Presupuesto del Culto por un año, por dos, pbr tres; por cinco
años ya sería un poco fuerte; por veinte años es inaceptable del todo.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) no obstante que
considera justo el período de veinte años, acepta los cinco que ha
propuesto S. E.
El señor Guerra (don J. Guillermo) dice respecto al argumen
to de que la Iglesia cobraba antiguamente el diezmo, que se cam
bió más tarde por la contribución agrícola y después por el impues
to territorial, que no lo cree valedero para el caso en discusión. En
casi todos los países del mundo que han alcanzado cierta cultura, los
miembros de las sectas religiosas costean los gastos que demanda el
servicio de sus respectivos cultos.
A este respecto, aquí casi siempre se exagera. P. ej., el Papa
suprimió del calendario, hace tiempo, algunos días festivos, entre
ellos la festividad de Corpus. Pues bien, los católicos de Chile le
pidieron que restableciera ese día festivo.
Por las razones dadas, estima que debería irse al mantenimien
to del Presupuesto del Culto por tres años; sólo por deferencia a
S. E. el Presidente de la República, se podría aceptar cinco años;
pero más, sería un exceso.

S. E. propone que la disposición constitucional sobre esta ma


teria se redacte en los siguientes términos:

«Disposición transitoria. Durante cinco años el Estado pondrá


en manos del señor Arzobispo de Santiago la cantidad de dos millo

nes quinientos mil pesos anuales para que se inviertan en el país en

las necesidades del culto de la Iglesia Católica.»


La disposición propuesta fué aprobada sin modificación.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) agrega que se com
prendería en esa disposición todo el territorio nacional, desde Tacna
a Magallanes.

El señor Vidal Garcés (don Francisco) considera preferible el


mantenimiento del Presupuesto del Culto por algunos años a la idea
de una indemnización que ha propuesto el señor Vicuña Fuentes.
S. E. patrocina la disposición que acaba de leer como un home-

326 —

naje al Arzobispo de Santiago y espera que los señores miem


señor
bros de la Comisión le prestarán su acogida.
El señor Cárdenas (don Nolasco) acepta gustoso la fórmula
sobre separación de la Iglesia y del Estado que se ha propuesto y
discutido.
Se congratula de que se haya encontrado esta solución en un
ambiente de conciliación y de respeto a las creencias religiosas. Sin
duda alguna, la discusión de esta materia hubiera podido levantar
tempestades, a no mediar el espíritu de tolerancia de que han dado
muestra los señores miembros de la Comisión. Por su parte, como

ciudadano' y como demócrata, ha auspiciado durante muchos años la


separación de la Iglesia y del Estado. Dentro de un concepto rigoro
samente doctrinario, hubiera sido preferible la separación Usa y llana,
sin indemnización. Pero le han impresionado las palabras del señor
Silva Cortés, a quien siempre ha considerado como un hombre de
corazón bondadoso y de convicciones sinceras y arraigadas,
Por lo tanto, acepta gustoso la fórmula propuesta y felicita a

S. E. por el éxito obtenido en esta delicada cuestión.


El señor Amunátegui (don Domingo) pide que se deje cons

tancia en el acta del homenaje de respeto y de cariño que todos los


miembros de la Comisión tributan en honor de S. E. el Presidente
de la República y del Arzobispo de Santiago, por la manera tan ele
vada con que han llegado a un acuerdo que será de perdurable me
moria, por los beneficios que acarreará al país.
El señor Guerra (don J. Guillermo) pide que se deje testimonio
en el acta de que la indicación propuesta por el señor Amunátegui
es aceptada por la unanimidad de la Subcomisión.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) hace presente que
también merece las consideraciones del Gobierno y de la sociedad
chilena el representante de Su Santidad el Papa, que en las discu
siones de este- problema ha revelado mucho talento, altura de miras
y gran hacia el país.
simpatía
Se permite proponer en consecuencia que el homenaje propuesto
se extienda al representante de la Santa Sede en Chile,

El señor Guerra (don J. Guillermo) le parece justo que se


haga extensivo este homenaje al Nuncio Apostólico.
Así se acordó.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) desea decir dos pa
labras con referencia a un punto que se trató en una sesión anterior.
Recuerda que en ella se propuso que se consultara en la Cons
titución un artículo, para establecer que sólo en virtud de una ley se
pudieran resolver las dudas constitucionales. Posteriormente, el se
ñor Eliodoro Yáñez, con quien habló a ese respecto, le hizo presente
que este artículo iba a suscitar graves dificultades, y podría dar

327 —

origen a una cuestión de


competencia entre el legislador y la Excma.
Corte Suprema. Porque podría suceder que cuando la Corte Supre
ma se estuviera ocupando de un caso particular, se dictara una ley
que le impidiera fallarlo.
Y ahora que las reformas constitucionales se van a poder reali
zar con facilidad, cree que habría conveniencia en
que este artículo
se suprimiera lisa
y llanamente.
Así se acordó.
El señor Guerra(don J. Guillermo) considera que se ha pasado
muy de ligera al
tratar del segundo título de la Constitución, rela
tivo la nacionalidad y ciudadanía.
a

Convendría dar a esas disposiciones otra forma que la ya apro


bada.
Estima que nuestra Constitución aplica el jus-soli con un rigor
extremado, que cuadraba perfectamente para el año 33, pero no

hoy día.
Dice la disposición respectiva: «Son chilenos: Los nacidos en el
territorio chileno». Entre tanto, las Constituciones de diversos países
exceptúan de esta regla a los hijos de los Agentes Diplomáticos ex
tranjeros nacidos en el país, a los hijos de los extranjeros, que sin ser
Agentes Diplomáticos, se hallen desempeñando una comisión de su
respectivo Gobierno.
Y nosotros, que consideramos chilenos a los nacidos en el extran
jero de padre o madre chilenos, por el sólo hecho de avecindarse en
Chile, ¿por qué no podríamos reconocer que no son chilenos los hijos
del extranjero que está en Chile al servicio de su patria?
Todavía habría que considerar la situación de los individuos
nacidos en Chile, hijos de extranjeros transeúntes, que se hallan de
paso en el país,
¿Por qué no se habría de exceptuar también a esos sujetos de
la regla general? En cuanto a la nacionalización de extranjeros, cuan
do se dictó la Constitución del 33 se le dio demasiada amplitud. En
efecto, se estableció que para que los extranjeros se nacionalizaran
en Chile, bastaban estos dos requisitos: sólo un año de residencia y

el deseo de nacionaUzarsc en el país.


A su juicio, ha llegado el tiempo de restringir un poco las facili
dades en esta materia. Estados Unidos y otros países que fueron
muy liberales al principio en este sentido, han ido estrechando esas
concesiones, por ejemplo : el Perú exige dos años de residencia y Chile
sólo uno.

Querría que, aparte de la residencia se exigiera para nacionali


zarse en Chile la comprobación de buenos antecedentes. Así lo han
hecho el Japón y el Brasil.

328 —

S. E. pregunta: ¿qué beneficio se produciría restringiendo la


nacionalización de las personas?
El señor Guerra (don J. Guillermo) se evitaría la nacionaliza
ción de aventureros que vienen, del Oriente de Europa, llegan al Bra
sil, p. ej., y toman carta de naturaleza brasilera, parten después a
la República Argentina, donde también se naturalizan y pasan en
seguida a naturalizarse en Chile. Y todo ello con fines interesados,
como el de sustraerse a los efectos de la ley de residencia.

De estas facilidades se valen algunos para hacer prédicas sub


versivas, y no poder después ser expulsados en virtud de la Ley de
Residencia, por estar nacionalizados.
Propone, por consiguiente, que se restrinjan un poco las facilida
des para nacionalizarse y, además, que se establezca expresamente
la facultad de cancelar las cartas de nacionalización. Podría ejercer
esta facultad el Presidente de la República de acuerdo con el Senado.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que
como se va a repartir el proyecto de Constitución para que los se

ñores miembros de la Subcomisión corrijan los defectos de redacción


que encuentren, podría el señor Guerra presentar por escrito sus
indicaciones relativas a la nacionalización cuando el proyecto esté
impreso.
El señor Guerra (don J. Guillermo) insinúa que convendría,
además, separar perfectamente en este capítulo lo relativo a la na
cionalidad, de lo que se refiere a la ciudadanía. Y en la Constitución
se diría: «Son ciudadanos con derecho a tomar parte en las eleccio

nes políticas los chilenos que tengan más de veintiún años de edad».
Esa es la ciudadanía que llamaríamos política.
Y se un inciso que dijera más o menos así: «Para to
agregaría
mar parte las elecciones municipales se requerirán tales o cuales
en

condiciones De este modo se haría una distinción clara entre lo que


.

es ciudadanía política y la ciudadanía municipal, que habilita para


elegir y llegar a ser elegido miembro de estas Corporaciones. Cree
que en este último caso deben tomar parte las mujeres, y también
los extranjeros que sean contribuyentes, sin perder, por eso, su cali
dad de tales.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, manifiesta que
la circunstancia de tener derecho a voto en las elecciones municipa
les es algo sin relación con la ciudadanía. Es una cosa distinta que
se refiere a la administración comunal.

El señor Guerra (don J. Guillermo) dice que es cierto; pero se


ría bueno establecer la diferencia desde luego en el capítulo II de
la Constitución.
La última idea que tiene que exponer es la de dejar a únale
la tarea de reglamentar la concesión de cartas de naturaleza. En

329 —

muchos países lo relativo a la nacionalidad está establecido en la


ley. Así, en Francia no está establecido en la Constitución sino en el
Código Civil; en otros países, en leyes especiales; en otros existe el
sistema chileno. Aquí la Constitución podría ahora fijar los puntos
fundamentales y la ley podría extender o restringir las facilidades
para extender las cartas de naturaleza.
Desearía que se tomaran en cuenta estas ideas y para eso sería
necesario reconsiderar el título que trata de la nacionalidad.
S. E. expresa que convendría que el señor Guerra trajera re
dactado el proyecto respectivo.
El señor Guerra (don J. Guillermo) promete hacerlo.
Así se acordó.
El señor Cárdenas (don Nolasco) por razones justificadas
no concurrió a las últimas reuniones de la
Subcomisión, en las cuales
se trataron las materias referentes a las
Municipalidades.
Ha visto después que se aprobó un artículo en que se establece
que, para ser miembro de una Municipalidad, es necesario figurar
en el rol de contribuyentes.

Le alarma que se haga obligatorio figurar en el rol de contribu


yentes, porque esta exigencia va a afectar profundamente al partido
demócrata.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice: pero hay
quienes contribuyen hasta con dos pesos al año.
El señor Cárdenas (don Nolasco) ha impuesto de esta
como se

disposición sólo últimamente y cree que ella va a dar lugar a malas


interpretaciones, propone que se modifique, aunque ya esté resuelta
esta materia.
S. E. acepta la petición del señor Cárdenas por deferencia al
partido demócrata, que tan importante papel desempeña hoy en la
reconstrucción de las instituciones del país.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, responde que
entonces se suprimirá.
Así acordó.
se

Se levantó la sesión,

ARTURO ALESSANDRL

Edecio Torreblanca.
VIGESIMAQUINTA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE
REFORMAS CONSTITUCIONALES

6 de julio de 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño, Ra
món Briones Luco, Nolasco Cárdenas, Guillermo Edwards Matte,
J. Guillermo Guerra, Manuel Hidalgo, Pedro N. Montenegro, En
rique Oyarzún, Romualdo Silva Cortés, Carlos Vicuña Fuentes,
Francisco Vidal Garcés, Eliodoro Yáñez, y del señor Ministro de Jus
ticia, donJoséMaza, ydel Subsecretario del Interior, don Edecio To
rreblanca, quien actuó como Secretario; se abrió la sesión a las 4 P. M.
Al iniciarse la sesión, S. E. agradece al señor Yáñez la gentileza
que ha tenido de hacer imprimir gratuitamente en los talleres de La
Nación las pruebas del proyecto de reforma que ha elaborado la
Subcomisión.
Se da lectura al artículo 1.° del Capítulo 1.° «Gobierno y Sobe
ranía», que dice así :
"Artículo 1." El Gobierno de Chile es republicano, unitario y de
mocrático.»
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que ha
consultado sobre las reformas aprobadas por la Subcomisión, al Abo
gado de la Defensa Fiscal, don Carlos Estévez, antiguo y eminente
profesor de Derecho Constitucional, quien ha tenido la deferencia
de darle por escrito algunas observaciones que dichas reformas le
merecen.

Con respecto al artículo 1.°, cree el señor Estévez que una re


dacción más exacta y conveniente sería ésta: «El Estado de Chile es
unitario; su Gobierno, es republicano y democrático.»
El señor Barros Borgoño (don Luis) manifiesta que un orga
nismo es democrático, pero el Gobierno es representativo, porque
se ejerce por medio de delegados del pueblo.

Por eso hay que poner en este artículo la palabra «representa


tivo».
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) cree que no hay diferen
cia entre Estado y Gobierno, a este respecto. Vale la pena, si, cambiar
la expresión «democrático».
El Gobierno no es nunca democrático ; lo que puede ser democrá
tico es el régimen, el Gobierno siempre es una selección, una mino
ría, o un hombre,

331 —

El
propondría la siguiente redacción : «El Gobierno de Chile es
republicano y unitario, y su régimen democrático», para que se en
tienda que habrá igualdad, que no habrá privilegios.
S. E. inconveniente para aceptar la redacción
no ve que ha
indicado el señor Estévez.
El señor Yáñez (don Eliodoro) dice que la palabra. Estado» es «

ambigua. No se puede decir «el Estado es unitario», porque es el


régimen el unitario. Es el Gobierno el que está concentrado en
una autoridad central que se ejerce en todo el
país en la forma que
la Constitución y las leyes determinan.
Tampoco es acertado, a su juicio, decir que el régimen «es demo
crático», debe decirse que es «popular representativo», porque di
ciendo «popular», se dice, en realidad, «democrático», pues el Gobierno
democrático tiene por base la soberanía del pueblo; y es representa
tivo el Gobierno de Chile porque se ejerce por medio de representan
tes.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) pide que se
suprima
laexpresión de «Gobierno democrático», porque es un absurdo.
El señor Guerra (don J. Guillermo) dice que hay Gobiernos
democráticos, como hay Gobiernos monárquicos y Gobiernos aristo
cráticos.
El Gobierno monárquico es el de uno, el Gobierno aristocrático
es el de varios, y democrático es el de todos. *E1 concepto «democrá
tico» del art. 1." está modificado por el concepto de «representativo»
que se establece en el art. 2.°; y, a su juicio, deberían refundirse los
dos artículos en uno, estableciendo que el Gobierno es representativo,
o sea, que no es «popular», que no lo ejerce el pueblo por sí mismo,
directamente.
El señor Yáñez (don Eliodoro) manifiesta que gobierno popu
lar representativo quiere decir que tiene por base el sistema demo
crático y que se ejerce por medio de representantes.
El señor Guerra (don J. Guillermo) agrega que el gobierno
«representativo» es contrapuesto al Gobierno «popular», es decir,
en el primero no gobierna directamente el pueblo, sino sus represen

tantes, y euando se dice que es «democrático», se quiere expresar que


emana de todos, no de un círculo determinado.

Estos son los términos de todas las Constituciones modernas,


Con agregarle la palabra «representativo» al art. 1.°, estaría completa
la idea que se expresa en los arts. 1." y 2." de la Constitución de 1833.
Para el señor Vicuña Fuentes (don Carlos) la expresión «de
mocrática» importa un error de concepto. Al Gobierno no puede
aplicársele en un sentido jurídico, tal denominación, pues el Gobier
no nunca es ejercido por el pueblo.

332 —

El señor Guerra (don J. Guillermo) dice: pero tiene su origen


en el pueblo. A su juicio, se deben refundir los arts. 1.°
y 2." de la Cons
titución de 1K33, y decir solamente: «Art. 1.a El Gobierno de Chile es
republicano, unitario, democrático y representativo». Así quedan en
claro todas las ideas. Republicano se contrapone a monárquico, y
unitario a federal. Democrático, indica que la soberanía corresponde
a toda la Nación, y representativo, indica
que la Nación no se go
bierna directamente, sino que por medio de representantes.
El señor Amunátegui (don Domingo) propone que se deje
este artículo tal como está. Las otras ideas que se han enunciado
están contempladas en el Art. 2.°
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) manifiesta que la pala
bra ■democrático.- tiene dos sentidos: uno, social, parecido al de la
palabra «fraternidad* y que corresponde al concepto de igualdad, y
otro, político, que significaría el gobierno de todos; y, como esta
última acepción es absurda en la forma en que se ha empleado en el
artículo 1.a, habría que suprimirla allí.
El señor Oyarzún (don Enrique), dado el origen de la palabra
democrático, que viene de demos pueblo, y acracia», fuerza, creo
,

también que no tendría un significado muy claro empleada como está


en la redacción del art. l.u. Estima preferible emplear la frase de la
Constitución del 33: «popular representativo» y agregar la idea de
que, además, es unitario.
El señor Barros Borgoño (don Luis) adhiere, a esta opinión,
expresando que debe decirse que «El Gobierno de Chile es republica
no, unitario y popular representativo'.

S. E. propone decir: «El Gobierno de Chile es republicano, uni


tario y democrático representativo». Redacción que queda aceptada.
El art. 2.a no mereció observaciones.
En el art. 3." se acordó, a indicación del señor Vicuña Fuentes,
decir: «en su nombre», en vez de «a su nombre'.

El art. 4.° no mereció observación.


Después de un ligero debate se acuerda dejar el N." 1 del art. 5.°
en lasiguiente forma:
«Los nacidos el territorio de Chile, con excepción de los hijos
en

de extranjeros que se encuentran en Chile al servicio de su Gobierno


y los hijos de extranjeros transeúntes, todos los que podrán optar en
tre la nacionalidad de sus padres y la chilena».
El N.° 2 se dio por aprobado, acordándose, decir: «hallándose»,
en lugar de «siempre que se hallen».

El N.° 3 se aprobó en la forma que venía redactado.


Se puso en discusión el N.° 4.
A indicación del señor Guerra, se estableció que la gracia de
nacionalización debe ser otorgada por ley y no por el Senado,

333 —

Se da lectura al art. 6." que dice.


«La nacionalidad chilena se pierde:
1.° Por nacionalización en país
extranjero;
2.° Por cancelación de la carta de
nacionalización;
3.° Por prestación de servicios militares, duranta una guerra
a enemigos de Chile o de sus aliados.

Los que hubieren perdido la nacionalidad chilena en virtud de


este artículo sólo podrán ser rehabilitados por una ley.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) propone que se diga:
«Por revocación de la carta de nacionalización».
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) considera
que no se le
puede quitar a una persona el derecho de nacionalización, porque es
un derecho adquirido.

Si esta cancelación se hiciera por una resolución de la Corte Su


prema o por una ley, estaría bien; pero que se haga por un simple
decreto del Presidente de la República, le parece muy grave.
S. E. dice que esta ha puesto para
disposición se aquellos ele
mentos indeseables que han obtenido nacionalización y a quienes ha

ya que aplicar la ley de residencia.


El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) pero sabemos muy bien
que la ley de residencia se ha aplicado aquí no a elementos indesea
bles, sino sólo a gentes muy meritorias, por el delito de opinar de dis
tinta manera que los hombres de Gobierno.
S. E.responde que el artículo 5." dice que la ley reglamentará
esta materia ; por consiguiente, si no se dicta esa ley, no se puede ha
cer la cancelación de la nacionalidad.
El señor Oyarzún (don Enrique) observa que el N." 3 dice:
«Por prestación de servicios militares». ¿Y si el ciudadano traidor a
su patria presta otra clase de servicios, como, por ejemplo, dinero o
socorros en mercaderías? Estos no son servicios militares, pero son

servicios tan eficaces al enemigo como si fueran militares. En conse


cuencia, sería mejor suprimir la palabra «militares».
Quedó así acordado.
El señor Guerra (don J. Guillermo) manifiesta que el inciso
final de este artículo dice:
'Los que hubieren perdido la nacionalidad chilena en virtud de
este artículo sólo podrán ser rehabilitados por una ley.»
Considera que bastaría decir que el Senado concederá la rehabili
caso del N.a 1, porque
tación, que es el sistema actual, limitándola al
no comprende que pueda concederse la rehabilitación al que ha per
dido la nacionalidad chilena en los casos de los números 2.° y 3.a, so
bre todo en este último.
Los señores Barros Borgoño y Vicuña Fuentes son de opinión de
suprimir este inciso; el que pierde la nacionalidad, la pierde definiti
vamente.

334 —

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que si


no se mantiene el inciso, sea que para la rehabilitación se exija una

ley o sólo el acuerdo del Senado, los que hayan perdido la nacionali
dad la podrán recuperar por la vía de la nacionalización; y cree que
aun en el caso de nacionalización en el extranjero, debe haber alguna

cortapisa para recuperar la nacionalidad chilena. Propone mantener


el inciso final del artículo 6."
Así se acordó.
El art. 7." se dejó tal como está.
En el art. 8.", el señor Oyarzún estima que debe decirse «por
ineptitud física o mental», en vez de «física o moral», y el señor Gue
rra propone decir «que impida obrar libre y conscientemente», en

vez de «que impida obrar libre y reflexivamente».

Agrega el señor Guerra, y desea que quede constancia de ello


en el acta, que es de opinión que, para que un extranjero obtenga car
ta de nacionalización, no sólo es preciso que compruebe cierto tiempo
de residencia en el país, sino, principalmente, que acredite buenos an
tecedentes y que espera que esta idea ha de ser contemplada en la
ley que a este respecto se dicte.
Se pasó a conocer el título que trata de las garantías constitu
cionales.
S. E. dio lectura al N.° 1 del art. 10.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) propone suprimir lo
de los esclavos en vista de que no existen en ninguna parte.

S. E. responde que esto se conserva como un' homenaje a Chile


que fué la primera nación de todo el continente americano que abolió
la esclavitud. Debe dejarse como está porque recuerda un hecho que
es un orgullo para todos los chilenos.
E! señor Maza (don José), Ministro de Justicia, manifiesta que
es acuerdo anterior de la Comisión, dejar este número tal como
un

se eonsigna en la Constitución de 1833.

3e acordó mantenerlo.
Se pasó a tratar del N.° 2 del mismo artículo.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) recuerda que la Comi
sión resolvió decir en el N.D 2 del art. 10: «Las confesiones e institu
ciones religiosas», y no, como aparece en el proyecto «las confesiones
o instituciones religiosas».
Así se acuerda decir.
El señor Guerra (don J. Guillermo) está de acuerdo con las
ideas que se consignan en esta disposición, pero pregunta sí no ha
brá el peligro de que en el futuro se restablezca el presupuesto del
Culto.
S. E. y el señor Silva Cortés le advierten que nadie podría
oponerse a ello, si así lo quisiera la mayoría del país.

335 —

El señor Guerra (don J. Guillermo) a esta


propone agregar
disposición constitucional: «El Estado no subvencionará a ninguna
confesión religiosa».
S. E. ruega al señor Guerra que no insista en su indicación.
El señor Guerra (don J. Guillermo) no va a insistir en obse
quio a S.E. ; pero pide que se deje testimonio de su proposición, ten
diente a hacer efectiva la igualdad de las diversas
religiones, evitan
do que, por la vía del concordato o de la acción política, se cree nueva-
mante la desigualdad, restableciendo el Presupuesto del Culto, sin
restablecer el patronato.
Se entró al N.q 3 del artículo 10.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) pregunta si no sería
posible suprimir la última frase del inciso, porque, a su juicio, hay
que distinguir las opiniones, de los delitos que se puedan cometer
por medio de la palabra, como las injurias y las calumnias.
Valiéndose de palabras inconvenientes, de artículos, caricaturas
o dibujos, se pueden cometer delitos como el de calumnia, injuria y

otros que son castigados con arreglo al Código Penal, pero las sim
ples opiniones que se emiten no pueden constituir un delito, porque
una opinión es un concepto, es la expresión de un sentimiento, de una

creencia, y si hay libertad para manifestar las creencias, con mayor


razón debe haberla para manifestar las opiniones.
S. E. responde que esas observaciones estarían muy bien si se
tratara de una ley; pero lo que aquí estamos haciendo es dar facul
tad a la ley para que pueda reglamentar la emisión de opiniones,
que puedan constituir, por ej.: delito de injuria o calumnia.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) dice que para eso está
el Código Penal; y esta disposición se refiere a abusos en la libertad
de opinar, materia en la cual no puede haber abusos ni mucho me
nos delitos.

¿Qué abuso en la manifestación de una opinión puede haber, por


ejemplo, tratándose de un juicio político?
Yo creo, por esto, que la represión de las opiniones por el Gobier
no sería una tiranía.
S. E. agrega que aquí se trata de establecer una facultad, que
la injuria.
deje campo a la ley para sancionar la calumnia y
El señor Edwards Matte (don Guillermo) recuerda que los
los abusos de la libertad de imprenta también son penados.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) manifiesta que una co
sa son los abusos de la libertad de imprenta y otra la libertad de
opinar; la emisión de una opinión no puede ser nunca un abuso.
S.' E. dice que esta disposición se ha tomado de la Decla
ración de Derechos del Hombre.

336 —

El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) contesta que a él no le


interesa la defensa de los derechos del hombre sino el derecho de
emitir las opiniones que uno estime más ajustadas a la razón.
A su juicio, es retrógrado, se atrevería a decir vergonzoso,
establecer en la Constitución que puede haber abusos de la libertad
de opinión colocando a las opiniones en el mismo plano que las ca
lumnias, las injurias y otros delitos.
S. E. propone que se diga: «y sin perjuicio de responder de los
delitos que se cometan en el ejercicio de esta libertad, en la forma y
casos determinados por la ley».
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) es partidario de que se

suprima toda la frase final del número 3.a, porque, en realidad, en la


redacción que ha propuesto S. E. no hay un cambio de concepto sino
un simple cambio de palabras.

S. E. como el señor Vicuña, es ardiente partidario de establecer


en la Constitución la libre emisión de las opiniones, la absoluta liber

tad de prensa, pero cree que si se emite una opinión, ya sea de pala
bra o por escrito, que importe un delito, éste debe ser sancionado por
la ley.
Se dio por aprobado el N.° 3 del artículo 10 en la forma propues
ta por S. E.
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI,

Edecio Torreblanca.
VIGÉSIMASEXTA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE
REFORMAS CONSTITUCIONALES

MARTES 7 DE JULIO

Presidida por S. E. el Presidente de la República y conasistencia


de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño, Ramón
Briones Luco, Nolasco Cárdenas, Guillermo Edwards Matte, J. Gui
llermo Guerra, Manuel Hidalgo, Pedro N. Montenegro, Romualdo
Silva Cortés, Francisco Vidal Garcés, Eliodoro Yáñez, del señor
Ministro de Justicia, don José Maza y del Subsecretario del Interior,
don Edecio Torreblanca, que actuó como Secretario; se abrió la
sesión.
Los números 4, 5 y 6 del art. 10 fueron aprobados sin modifica
ciones.
Se dio lectura y se aprobó el número 7.
El número 8 no mereció observaciones.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) propone que en el art.
10 se cambie la frase «efectos públicos» por esta otra: «Efectos o do
cumentos públicos».
S. E. cree que está bien la expresión «efectos públicos». ¿Insiste
el señor Silva Cortés en modificar dicha frase?
El señor Silva Cortés (don Romualdo) dice que si a ésa frase
se le da la inteligencia de que ella alcanza a toda la correspondencia

epistolar, no insiste en su indicación.


El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa onb
en el segundo inciso del número 11 que dice: «El Estado propen
derá a la división». ., debe decirse «propenderá a la conveniente
.

división . . .
»

El señor Guerra (don J. Guillermo) cree que se debe encabe


zar el número 11 con la expresión de que se garantiza la libertad de
trabajo, colocar en seguida las excepciones, y por fin los incisos nue
vos propuestos por S. E. y el señor Barros Borgoño. Así quedaría
todo el número 11 lógicamente ordenado.
De acuerdo con estas ideas, propone que el número 11 se re-
jiacte en la forma siguiente:
«La libertad de trabajo. Ninguna clase de trabajo o industria
contraria a la moral, a la se
puede ser prohibida, a menos que sea

guridad, o a la salubridad fuere prohibida en obsequio al


pública, o

interés nacional, todo lo cual debe ser declarado por la ley.


«El Estado debe protección al trabajo, a la industria y a las obras
(Actas 22)

338 —

de previsión social, especialmente


en cuanto se refiera a la habitac'ó i
sana las condiciones económicas de la vida, en forma de propor
y a

cionar cada ciudadano un mínimum de bienestar, adecuado a la


a

satisfacción de sus necesidades personales y a las de su familia. La ley


regulará esta organización.
«El Estado propenderá a la división de la propiedad y a la cons

titución de la propiedad familiar».


El señor Yáñez (don Eliodoro) dice que no hay necesidad de
modificar la redacción ni el orden de las materias ni de decir que se
«garantiza la libertad de trabajo». Basta con decir que ningún tra
bajo lícito puede ser prohibido. El trabajo es una actividad natural
de las personas, actividad libre que el Estado- no tiene por qué ga
rantir. Se puede sí proteger el trabajo.
El señor Amunátegui (don Domingo) está de acuerdo con el se
ñor Yáñez.
El señor Guerra (don J. Guillermo) insiste en que hay nece
sidad de consignar un precepto que garantice la libertad de trabajo,
a íin de evitar los abusos a que suele dar margen el ejercicio del de

recho de huelga.
El señor Yáñez (don Eliodoro) cree que no hay ventaja alguna
ni utilidad doctrinaria para acoger la indicación del señor Guerra.
La indicación fué rechazada y el número 11 se aprobó sin modifi
caciones.
El número 12 fué también aprobado.
El señor Guerra (don J. Guillermo) Va a hacer observaciones
relativas a los artículos 12, 13, 14 y 15. Ha buscado para estos artícu
los un orden diverso del que tienen en el texto del proyecto. Según ese
orden, se consignaría primero lo relativo a la detención y al arresto ;
vendría después el art. 15, que se refiere a la conducta que deben ob
servar los erícargados de las prisiones; en seguida se consignarían las

garantías netamente procesales. En cuarto lugar vendría aquella


disposición que establece que nadie puede ser juzgado sino en con
formidad a una ley promulgada con anterioridad al hecho que se
ventila en el juicio; en quinto, vendría la disposición que figura en
el número 11; y en sexto lugar se consignaría el artículo propuesto
por el señor Cárdenas sobre indemnización a los que hubieren sido
injustamente apresados.
Ruega al señor Secretario se sirva dar lectura a la indicación que
ha formulado respecto del orden en que deben figurar los artículos
12 a 15.
El señor Torreblanca (don Edecio) (leyó la indicación).
El señor Vidal Garcés (don Francisco) hace indicación para
que no se acepte ningún cambio y se deje la Constitución tal como

figura en el proyecto.

339 —

El señor Guerra (don J. Guillermo) entonces propondría un


ligero cambio en el art. 20; la parte relativa a la confiscación de bie
nes, de que trata ese artículo, la colocaría al final del artículo
que con
sulta la inviolabilidad de la propiedad. En esa forma está consultada
esa disposición en muchas constituciones. Sin embargo, no insiste
en este punto; pero sí en lo relativo a la alteración del orden de los

artículos que propone en su indicación.


Aquí está consultada la inviolabilidad del hogar dentro del in
ciso relativo a la inviolabilidad de la propiedad; y la casa del ciuda
dano no es inviolable por ser propiedad, sino por ser hogar.
De modo que se debería consultar un número aparte, que vendría
a ser el 12, que dijera:

«12. La inviolabilidad del hogar. La casa de toda persona que


habite el territorio chileno. »
. .

Así está consultada esta disposición en las constituciones de


muchos países, que establecen la inviolabilidad no de la casa, sino del
hogar.
El señor Amunátegui (don Domingo) dice que tal como está se

entiende perfectamente.
Al señor Barros Borgoño (don Luis) le gusta más la forma en

que figura el artículo en el proyecto.


A juicio del señor Guerra (don J. Guillermo) no habría más
que agregarle la inviolabilidad del hogar en un númeib aparte; lo
mismo se podría hacer con la idea relativa a la inviolabilidad de la
correspondencia.
S. E. dice que al inciso referente a la inviolabilidad del hogar se
le pondría número 11; y la disposición relativa a la inviolabilidad
de la correspondencia llevaría el número 12.
El señor Guerra (don J. Guillermo) manifiesta que la otra
indicación se refiere a la propiedad de los inventos, que está colo
cada en la página 12 después de «los efectos públicos». La propie
dad de los inventos debería estar a continuación del derecho de
propiedad como un número intercalado.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) es de opinión de
dejar los artículos tal como están en el proyecto.
S.E. agrega que la idea de la inviolabilidad de la casa está
bien consultada dentro de la inviolabilidad de las propiedades.
Finalmente, se dieron por aprobados los artículos 11 a 21, sin
modificaciones.
Se pasó a considerar el art. 22.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) hace presente que la
disposición del art. 22 puede dar margen a responsabilidades que
impliquen excesivos gravámenes para el Estado.
El señor Montenegro (don Pedro N.) está de acuerdo con el
señor Silva Cortés.

340 —

El señor Silva Cortés (don Romualdo) dice que acaso fuera


preferible establecer la responsabilidad del funcionario judicial en
los casos de perjuicios sufridos injustamente por algún partícula!-.
El señor Maza (don José). Ministro de Justicia, cree que, para
evitar el peligro que se señala, podría redactarse esta disposición en
forma de establecer que el perjudicado tendrá derecho a indemni
zación en la forma que determine la ley.
Así quedó acordado.
El señor Guerra (don J. Guillermo) propone que en el artí
culo 25 la frase «a las autoridades!, se reemplace por esta: «a cual
quiera otra autoridad pública».
En
segundo lugar, pide que se suprima la palabra «requisiciones >
,

que en el tecnicismo legal se refiere, según entiende, a las especies


que retira un ejército en campaña para su mantenimiento. Cree que
debe reemplazarse la palabra «requisición» por la de «imposición»,
El señor Barros Borgoño (don Luis) cree mejor dejar el artículo
como está. Nadie ha dudado de su alcance.
Se acuerda dejar la palabra «requisición >.

Los arts. 23, 24 y 25 dieron por aprobados sin modificaciones.


se

Se pasó a tratar el Capítulo IV, que trata del Congreso Nacio


nal.
El señor Guerra (don ,1. Guillermo) cree conveniente poner
en el encabezamiento de este capítulo la frase «Poder Legislativo»;
porque el que tenga facultades legislativas el Presidente de la Repú
blica no implica que las dos ramas del Congreso no sean el poder le

gislativo por excelencia.


S. E. manifiesta que el congreso es una parte del poder legisla
tivo, pero no todo, porque éste está formado por el Presidente de la
República y las dos Cámaras.
El señor Guerra (don J. Guillermo) observa que en el último
inciso del art. 28, se dice que para calificar los motivos de la dimi
sión de los congresaies deben concurir las dos terceras partes de los
Diputados o Senadores presentes. ¿Por qué?
Si se tratara de echar a un Diputado o Senador, por razón de in
habilidad o cualquiera otra, agrega, se comprende que se exijan dos
tercios; mas no para aceptar la renuncia del que se va voluntaria
mente.
S. E. encuentra muy alto el quorum.
El señor Hidalgo (don Manuel) cree que bastaría con decir la
mayoría.
El señor Guerra (don J. Guillermo) dice que lo mejor es su

primir esa frase, y con ellos se entendería que para aceptar la renun
cia, basta la simple mayoría.
El Eeñor Montenegro (don Pedro N.) estima que para aceptar
la calificación de los motivos serían necesarios los dos tercios.

341 —

El señor Yáñez (don Eliodoro) manifiesta que en una Constitu


ción no se puede aceptar la huelga política; de modo que se debe
fijar un quorum especial para el caso de dimisión.
El señor Montenegro (don Pedro N.) agrega que, por lo de
más, esto es teórico, porque nadie va a renunciar.
S. E. considera mejor suprimir la frase.
El señor Yáñez (don Eliodoro) cree que en la Constitución debe
establecerse que se necesita de un quorum especial para calificar la
dimisión de los miembros del Congreso.
El señor Hidalgo (don Manuel) estima que basta con fijar el
de la simple mayoría.
El señor Barros Borgoño (don Luis) manifiesta que, con ésto,
el Senado va a aceptar la dimisión de sus miembros con sólo seis
votos ; pues se ha restringido el quorum.
El señor Montenegro (don Pedro N.) dice que la expresión
«calificar» se presta a dudas.
Así, si hay sesenta Diputados en la Sala, diez votan en la califi
cación afirmativamente, aceptan la dimisión y cincuenta la rechazan.
Dentro de la letra de la Constitución han concurrido los dos tercios
calificando en contra. ¿Es eso lo que se quiere?
A su juicio la idea que quiere establecerse en el artículo es la de
que el quorum que en él se exige es para aceptar la dimisión y no para
calificarla.
El artículo 28 se dio por aprobado, agregando en el primer inciso
la palabra «y» entre las palabras «senadores» y «él».
Se dejó testimonio de que la frase «los casos que sobrevengan
posteriormente se refería a las elecciones extraordinarias.
"

La última parte del inciso segundo quedó redactada así: «Para


aceptar la dimisión deben concurrir las dos terceras partes de los Di
putados o Senadores presentes».
El señor Guerra (don J. Guillermo) advierte que en el art. 27
se dice: «En las elecciones de Diputados y Senadores, así como en

las de Municipales. . .
» Cree que la expresión «así como en las de
Municipales» debe suprimirse, ya que estas últimas elecciones no

van a tener carácter político como las otras.

Se acordó la supresión.
El señor Guerra (don J. Guillermo) observa que en la redacción
general del proyecto de Constitución predominó la idea de llamar
«Cámara1 a la Cámara de Diputados y a la Cámara de Senadores,
■'Senado». Estima que sería mejor decir en este Capítulo IV «Cá
mara de Diputados».
El señor Yáñez (don Eliodoro) concuerda con el señor Guerra:
según él las dos ramas del Congreso son: la "('amara de Diputados
y el «Senado».

342 —

Respecto del art. 29, el señor Amunátegui (don Domingo) cree


que sería mejor decir «no haber sido condenado jamás por delito
que merezca pena aflictiva», en vez de decir «no haber sido conde
nado jamás a pena aflictiva.»
Así se acordó.
\ indicación de S. E., se acordó consultar en el artículo 30 un
número primero que diga «Los Ministros de Estado», a fin de que
la persona que ejerza el cargo de «Ministro de Estado» no pueda ser
elegida Diputado o Senador.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, lee el número
tercero, que ha pasado a ser cuarto, del art. 30 y que dice: «Las
personas naturales y gerentes de personas jurídicas o sociedades
anónimas que tienen o caucionan contratos con el Estado».
El señor Yáñet (don Eliodoro) propone que se diga: «Las per
linas naturales y los representantes o mandatarios de
personas ju
rídicas »

El señor Silva Cortés (don Romualdo) propone que se diga


*y gerentes o administradores de sociedades». Se suprimiría la pa
labra «anónima».
El señor Guerra (don J. Guillermo) concuerda con la indicación
del señor Yáñez.
Respecto de la indicación del señor Silva Cortés, el señor Ed
wards Matte (don Guillermo) advierte que en las sociedades colec

tivas todos los socios son administradores. En esta inteligencia, la


prohibición quedaría muy amplia. Por eso es preferible decir «socie
dades anónimas».
S. E. entiende, en consecuencia, que la disposición queda u>í:
«Las personas naturales y los gerentes o administradores de personas
jurídicas o de sociedades anónimas que tienen o caucionan contratos

con el Estado».
Así se acordó.
Los arts. 31 y 32 se dieron por aprobados sin modificaciones.
A indicación de S. E. se acordó agregar al art. 32 un inciso
final que diga: «El Senador o Diputado que fuere nombrado Minis
tro de Estado perderá su cargo por el solo hecho de la aceptación del
puesto de Ministro. La Cámara respectiva tomará las medidas del
caso para que sea reemplazado dentro del término de treinta días.

El señor Silva Cortés (don Romualdo) propone que en el art.


33, se agregue, a continuación de la frase «sin permiso de la cor
poración a que pertenezca», esta otra: «o del Presidente de ella en ca-
so de receso . L'oroue puede acontecer que en ese tiempo no haya se
siones: y debe haber alguien a quien pedirle el permiso.
El señor Edwaiídh Matte (don Guillermo) manifiesta que hay
que agregar en el primer inciso, a continuación de la palabra

343 —

«país», la frase: «por más de


quince días». Porque podría ocurrir
que una persona que está cazando, digamos, en la frontera y safe
dos metros más allá del territorio nacional, tendría
que cesar en su
cargo de Diputado o Senador, según este artículo.
S. E. cree que sería mejor poner un plazo de treinta días.
Así se acordó.
El señor Hidalgo (don Manuel)
opina que debe establecerse que
la autorización para ausentarse del país sólo puede darse una vez al
Diputado o
Senador, durante el respectivo período.
El señor Maza (don José), Ministro de
Justicia, entiende que
la autorización es por una vez; pero, si el Gongreso,
por medio de
una ley, autoriza al
Diputado o Senador para que se ausente va
rias veces, no habría sino que acatar lo que dispusiera la ley.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) propone que la expre
sión «gestiones de solución administrativa* que aparece al final del
inciso segundo del art. 33, sea cambiada por ésta: «gestiones parti
culares de solución administrativa».
El señor Yáñez (don Eliodoro) cree que la disposición del inci
so segundo del art. 33 debería
suprimirse, pues los casos que allí se
contemplan deben quedar entregados a la moralidad de los represen
tantes.
S. E. considera imprescindible mantener esta disposición, pues
ella no es más que la
consagración de un sentimiento público que
influyó, buena parte, en el estallido de la revolución última.
en

El señor Briones Luco (don Ramón) advierte que las expre


siones «Fisco» y «Estado» usadas en este inciso tienen un alcance di
verso. Los intereses del Fisco
pueden, en ciertos casos, estar en pug
na con los del Estado, y viceversa.

Para el señor Guerra (don J. Guillermo) la disposición que se dis


cute es una satisfacción a la opinión pública que viene pidiendo, des
de hace tiempo, la incompatibilidad entre las gestiones de interés
particular y las de interés público. Este inciso fué propuesto por S. E.
y mereció sus felicitaciones por su acertada redacción.
El artículo se dio por aprobado con la agregación propuesta por
el señor Silva Cortés.
Respecto del art. 35 el señor Guerra (don J. Guillermo) tiene
una observación que hacer y es: ¿Qué se entiende por «Corte de
Apelaciones de la jurisdicción respectiva? ¿Es la del lugar en que
se cometió el delito?, la del lugar de residencia del inculpado, o la
del lugar en que celebre sesiones el Congreso?
Varios miembros de la subcomisión responden: la del lugar
donde se cometió el delito.
El señor Guerra (don J. Guillermo) manifiesta que todavía va
a hacer otra observación, respecto de este mismo artículo. Estima

344 —

que el recurso de apelación que se otorga al inculpado para ante la


Corte de Apelaciones debe también otorgarse al ciudadano acusador.
S. E. está de acuerdo con el señor Guerra. Además, según él,
no deiie olvidarse
que es mucho mayor la influencia de un parlamen
tario que la de un simple particular.
Finalmente se acordó reemplazar en el artículo 35 la proposición :
«El inculpado puede recurrir en grado de apelación ante la Corte
Suprema-, por esta otra: «De esta resolución puede apelarse ante
la Corte Suprema».
Los artículos 3G y 37 no merecieron observaciones.
En el artículo 38 se acordó reemplazar la palabra «Cámara» por
«Cámara de Diputados». El resto del artículo se aprobó sin modifi
caciones.
Se acordó usar en todo el proyecto en vez de la palabra 'Cá
mara: ■■, estas otras: «Cámara de Diputados».

El art. 39 se aprobó sin modificación.


S. E. dice que en el art. 40 pondría cuatro años en vez de tres.
También pondría ocho para el Senado.
El señor Hidalgo (don Manuel) encuentra que ocho años es un

plazo demasiado largo.


El señor Silva Cortés (don Romualdo) dice que en Francia y
Argentina son nueve años.
S. E. manifiesta que con un plazo corto las -Cámaras no tra
bajan; porque en una Cámara nueva, sus miembros no se conocen,
ignoran los procedimientos que deben seguirse, y por e.-o, pierden
un año o año y medio en amoldarse al trabajo legislativo. Por eso

hay que fijar un plazo más largo que el de tres años para los Diputa
dos y de seis para los Senadores.
El señor Hidalgo (don Manuel) cree que se pueden dejar cua

tro y seis respectivamente.


S. E. dice que entonces no calzan las elecciones, y que es pre
ferible poner cuatro y ocho.
El señor Briones Luco (don Ramón) propone, a este respecto,
que se establezca que el Presidente de la República puedd ser
reelegido. En tal caso, el período presidencial podría fijarse en
cuatro años.
S. E. declara que materia iría aún más lejos que el pro
en esa

yecto; inhabilitaría al que ha


sido Presidente para que pudiera ser
reelegido durante toda
vida.su

Eso de fijar cuatro años es poner a un hombre en la situación


de tener que estar preocupado de la reelección y tener que estar sir
viendo intereses electorales. Y con las facultades que se le han dado
al Presidente, vendría así pronto una segunda revolución para aca
bar con el sistema.

345 —

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que en la


letra a) del art. 41 hay una indicación del Presidente de la Repúbli

ca quese refiere a la acusación del Presidente.


S. E. sostiene que debe establecerse que el Presidente podrá
ser acusado dentro del período de sus funciones.

Se acordó dar por rechazada esta indicación. En consecuencia,


el artículo fué aprobado sin modificaciones.
Después de un breve cambio de ideas, el párrafo relativo al Se
nado quedó para ser tratado en la sesión siguiente, que deberá ce
lebrarse el miércoles 8 de julio a las 3.30 P. M.
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torreblanca.
VIGÉSIMA SÉPTIMA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE
REFORMAS CONSTITUCIONALES

8 DE JULIO DE 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


Ra
cia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño,
món Briones Luco, Nolasco Cárdenas, Guillermo Edwards Matte,
J. Guillermo Guerra, Manuel Hidalgo, Pedro N. Montenegro,
Romual
Elio
do Silva Cortés. Francisco Vidal Garcés. Carlos Vicuña Fuentes,
doro Yáñez, del señor Ministro de Justicia, don José Maza y delSub-
secretario del Interior, don Edecio Torreblanca, que actuó como Se
cretario ; se abrió la sesión.
Iniciada la sesión se entra a tratar del párrafo «Senado», po
niéndose en discusión el art. 42.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) hace indicación para

que se consulten en dicho artículo nueve agrupaciones provinciales,


en vez de diez, y para que se diga que a cada una de ellas correspon
derá elegir cinco Senadores, en vez de cuatro.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) apoya esta
indica
tien
ción por cuanto la distribución matemática que ella significa
de a evitar los empates.
la redacción del artículo 42 con las modi
Se dio por aprobada
ficaciones propuestas.
Pasándose a tratar el art. 43, el señor Montenegro
cree conve

en la primera elec
niente aclarar los procedimientos que se seguirán
Constitución, y el
ción que se efectúe en conformidad a la nueva
señor Maza, Ministro de Justicia, observa que
el asunto está con

templado en la segunda de las disposiciones transitorias, que se ve

rán más adelante.


El señor Silva Cortés (don Romualdo) propone que se diga
que el Senado renovará por partes cada cuatro años, y en la for
se

ma que determine la ley.


El señor Edwards Matte (don Guillermo) propone agiegar
que se renovará por partes «aproximadamente iguales».
dio por aprobado el artículo con la si
Tras breve discusión, se

guiente redacción :
«Art El Senado se renovará cada cuatro años, por
par
cialidades, en la forma que determine la lev. Cada Senador durará
ocho años en su cargo.»
Entrándose a tratar el art. 44, a insinuación de S. E. se acuer-

347 —

da cambiar la palabra «Gobierno», del número 5, por las palabras


«Presidente de la República».
El señor Silva Cortés (don Romualdo) observa, respecto al
inciso 2." del mismo número 5, que es demasiado grave aquello de
entender que el no pronunciamiento del Senado, dentro de 15 días,
signifique el otorgamiento del acuerdo de dicha Cámara. Cree más
propio que en este caso pueda el Presidente de la República, trans
curridos los quince días, exigir votación, o sea el pronunciamiento
de! Senado sobre el asunto sometido a su consideración,
El señor Yáñez (don Eliodoro) manifiesta que disposiciones de
esta naturaleza tienden sólo a crear intereses en el sentido de no pro
nunciarse.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, recuerda que
el objeto de esta reforma es impedir que el Senado haga política.
S. E. manifiesta que la Comisión se está alojando de la menta
lidad que la guió al aprobar estas disposiciones, cual era la del que
el Senado no fuera un cuerpo político. Podría establecerse que el
' Presidente de la República tendrá derecho de pedir la urgencia y
exigir un pronunciamiento del Senado dentro de un plazo que podría
.
ser de treinta días, y si el Senado, dentro de él, no se pronunciara,
se entendería por otorgado su acuerdo.
Quedó así acordado.
El art. 45 se dio por aprobado tal como está.
Entrándose a tratar el art. 46, el señor Silva Cortés propone que
se redacte la frase final del número 1 en la siguiente forma: «y de
terminar su igualdad, proporción o progresión»; porque ya en esta
Constitución se ha establecido una diferencia entre los conceptos de
proporción progresión, y hay que armonizar sus disposiciones.
o

Se dio por aprobada la modificación de redacción hecha por el


señor Silva Cortés.
Se dieron por aprobados los números 1 y 2 de! artículo 46.
Se pasó a revisar la redacción del número 3." del art. 46.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) manifiesta respecto
a a los bienes
este número que cree necesario limitar su alcance sólo
raíces, porque en esta forma los bienes del Estado y las Municipali
una ley; y a menudo
virtud de
dades no podrán enajenarse, sino en

ocurre el caso Municipios necesitan enajenar


de que el Estado o los
algunos enseres, materiales fungibles, semovientes, etc., como los
caballos de las policías; en virtud de esta disposición tendrán que
pedir entonces autorización para ello por medio de una ley, porque
otra forma de proceder sería inconstitucional.
Por esto propone que se diga: «3.° Autorizar la enajenación de
los bienes raíces del Estado o de las Municipalidades
~
.

348 —

El señor ^ á.ñlz (don en qué :-ituaeión (queda


L'iiodoi'o) pregunta
rían entonces los efectos públicos. En esta materia, agrega, s'e ap'ican
un poco los principios del Código Civil que se refieren a la enajena
ción de los biene- muebles, de uso común, que están destinados a

perecer.
I. a fortuna inmobiliaria del Estado puede tener más valor que
la mobiliaria; de manera que puede ser muy peligrosa la redacción
que propone el señor Edwards.
El señor Guerra (don J. Guillermo) expresa que puede acep
tarse la idea del señor Edwards Matte, diciendo que se autorizará
por la ley la enajenación de los bienes raíces y se establecerán regla-
la
particulares para enajenación de los demás bienes.
El señor Amunátegui (don Domingo) cree que, para salvar la
dificultad, se podría decir en esta disposición bienes mines y efectos
públicos», para que en ella queden incluidos solos los bienes mobi
liarios que deben enajenan-e en virtud de una ley.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) insiste en que es muy
grave que por falta de una disposición constitucional que lo autorice, i

no se puedan enajenar los bienes a que antes se ha referido sin que


se pueda acusar a los Municipios de haber faltado a la Constitución
del Estado. Cree que lo que se ha querido decir es «bienes raíces».
S. E. dice que esta disposición: Sólo en virtud de una ley se
puede. etc.» quiere decir que se pueden dictar leyes generales que
. .

autoricen al Presidente de la República para poder vender determi


nada clase de bienes.
Se acordó dejar el N.° 3 tal como está en el proyecto.
Se pasó a tratar del número 4.° del mismo artículo 46.
S. E. expresa que donde dice «corresponde al Gobierno», debe
decirse: «corresponde al Presidente de la República».
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, hace presente
que se puso aquí «Gobierno» y no «Presidente de la República» en
atención a la circunstancia de que los Ministros pueden tener cierta
intervención en esta materia. Aquí el Gobierno está tomado en el
sentido de Ejecutivo.
S. E. manifiesta que el Gobierno no es el Ejecutivo; que el Go
bierno es más que éste y que, por lo tanto, se debe poner aquí «al
Ejecutivo» o «al Presidente de la República».
El señor Edwards Matte (don Guillermo) se pone en el caso
de que el Ejecutivo no presente el proyecto de ley de Presupuestos
dentro del plazo de seis meses de anterioridad a la fecha en que
debe empezar a regir.
S. E. advierte que es condición sirte
qua non que el Proyecto de
Presupuestos sea presentado al Congreso con seis meses de anticipa
ción a la fecha en que debe regir, para que esta disposición .-urta sus
efectos.

349 —

Se dio por aprobado el artículo en la forma en que está redacta


do en el Proyecto de la Subcomisión, acordándose dejar constancia
en el acta, a indicación de S. E., de que es indispensable para que
se produzca la aprobación automática del
Proyecto de Ley de Pre
supuestos, que el Presidente de la
República haya cumplido con el
deber de presentar dicho proyecto al Congreso dentro del plazo es
tablecido, o sea, con seis meses de anterioridad a la fecha en que de
ba empezar a regir.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) pregunta si se pierde
la clausura para la discusión de los presupuestos en el caso de que
éstos sean presentados con un día o dos de atraso por el Presiden
te de la República.
S. E., contesta que se perdería la clausura en caso de que fueran
presentados los Presupuestos al Congreso con un solo día de atraso.
Agrega que la mentalidad que a él lo ha guiado siempre en la
gestación de estas reformas ha sido la de establecer absoluta igual
dad entre el Presidente de la República y el Congreso, sin que exista
la supeditación de uno a otro. De manera que si el Presidente de la
República no cumple su deber de presentar oportunamente los Pre
supuestos al Congreso, cae sobre él la responsabilidad de que estos
no sean aprobados oportunamente.
3e dio lectura al núm. 5.° que dice: así:
«Crear o suprimir empleos públicos; determinar o modificar sus
atribuciones; dar pensiones, y decretar honores públicos a los grandes
servicios. Las leyes que concedan pensiones deberán ser aprobadas,
por el voto de los dos tercios de los miembros presentes de cada rama
del Congreso.»
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) en este número hay que
decir:«a los grandes servidores» en lugar de «a los grandes servicios»,

porque los honores son para las personas y no para los servicios.
Quedó así acordado.
Se dio lectura al núm. 6.°, que dice así :
«Senadores, durante un período legislativo no podrá modifi
carse la remuneración, sino para los siguientes.»
El señor Hidalgo (don Manuel) pregunta: ¿cuál es la remunera
ción de que gozarán los miembros del Congreso?
S. E. responde: la ley la fijará. Estima que sería conveniente
agregar, después de la palabra Senadores, la frase «con relación a
su asistencia a las sesiones».
Ei señor Vidal Garcés (don Francisco) observa que eso daría
mal resultado en la Cámara de Diputados. Cree que los Diputados
concurrirán siempre a cumplir con su- deber por su conciencia, y
nunca por el sueldo.
El señor Guerra (don J. Guillermo) agrega que la observación
de S. E. puede quedar librada a la ley.
-
350 —

El señor Hidalgo (don Manuel) desea que en una disposición


transitoria de esta Constitución se fije, por ahora, el sueldo de que
gozarán los Diputados y Senadores, porque de lo contrario va a su
ceder que, como se ha dicho que la revolución de Septiembre se hizo
por culpa de la dieta, nadie va a querer tomar la iniciativa en esto;

y él tiene interés en que los parlamentarios obreros gocen de sueldo


para que puedan ejercer siempre honestamente sus funciones.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que se po
dría traer el proyecto de dieta Parlamentaria que envió, hace poco,
el Ejecutivo al Congreso, para ver en qué términos está planteada la
cuestión.
S. E. agrega que el señor Maza puede traer redactado en un ar
tículo transitorio, para la sesión próxima, el proyecto de dieta par
lamentaria en que se consulte toda esta materia.
Se dio por aprobado sin modificación el núm. 6.°.
Se dio lectura a los números 7." y 8.°, que dicen así;
«7.° Establecer o modificar la división política o administrati
va de la República; habilitar puertos mayores, y establecer aduanas.»
«8." Señalar el peso, ley, valor, tipo y denominación de las mo
nedas, y el sistema de pesos y medidas.»
Se dieron por aprobados sin modificaciones,
Se dio lectura al núm. 9.a, que dice así:
«9.° Fijar las fuerzas de mar y tierra que han de mantenerse
en pie en tiempo de paz o de guerra.»

El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) manifiesta que, a su


'juicio, es conveniente suprimir la frase «que han de mantenerse en
pie en tiempo de paz o de guerra» porque la alusión a la guerra es
deshonesta en una Constitución.
Se dio por aprobado el número sin modificación.
Se dio lectura a los núms. 10 y 11, que dicen así:
«10. Permitir la introducción de tropas extranjeras en el terri
torio de la República, con fijación del tiempo de su permanencia en
él.
«11. Permitir la salida de tropas nacionales fuera del territorio
de la República, señalando el tiempo de su regreso.»
Se dieron por aprobados sin modificaciones.
Se dio lectura al número 12, que dice así:
«Declarar la guerra. La iniciativa de estas leyes corresponde a]
Presidente de la República.»
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que este
número se puso aquí porque, por un acuerdo de la Subcomisión, se le
sacó del artículo «Atribuciones exclusivas del Congreso» y se le colo
có enel artículo «Sólo en virtud de una ley se puede».
S. E. observa que se podría cambiar la redacción diciendo:
«Aprobar o reprobar la declaración de guerra».

351 —

El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) opina porque el núm. 12


de este artículo 46 se deje tal como está, pero suprimiendo entonces
el númer.o 14 del art. 74, que trata de las atribuciones del Presidente
de la República, ya que ambos se refieren al mismo asunto y conven
dría evitar una contradicción que, por lo menos, es aparente.
El señor Guerra (don J. Guillermo) observa que no podría su
primirse la atribución del Presidente de la República sobre este par
ticular, porque es el soberano quien debe declarar la guerra.
El señor Barros Borgoño (don Luis) cree que la mejor redac
ción es la de la Constitución del 33, que dice: "Aprobar o reprobar
la declaración de guerra, a propuesta del Presidente de la Repúbli
ca ,»

Se dio por aprobada esta redacción.


En el núm. 13, a indicación del señor Hidalgo quedó acordado
decir: «y sólo por períodos que no podrán exceder de seis semanas .

en vez de «un año».

En el núm. 14, a indicación del señor Vicuña Fuentes, se cambió


la palabra «a» por la palabra «y».
El número 15 quedó tal como está.
Entrándose a tratar el título «Formación de las Leyes», art. 47,
el señor Maza desea aclarar si el inciso 2." de dicho artículo se refiere
a todas las leyes de gastos públicos, de tal manera que los Diputados

y Senadores quedarán imposibilitados para proponer cualquiera ley


que tienda a la construcción de obras públicas, y aun leyes de otro
carácter, por el solo hecho de contener disposiciones tendientes a
autorizar una inversión de fondos públicos.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) recuerda que en sesio
nes pasadas manifestó que encontraba exagerada esta disposición.
El señor Cárdenas (don Nolasco) agrega que también él cree
que sería perjudicial restringir a tales límites la iniciativa de los Con
gresal es.
El señor Yáñez (don Eliodoro) expone que el espíritu que se
quiso dar a la disposición fué el de limitar la acción de los miembros
del Congreso en la formación de la Ley de Presupuestos.
S. E. encuentra que la limitación no tiene objeto en la forma ge
neral establecida en el artículo en discusión. Se acordó, por lo tanto,
la supresión de dicho inciso.
El señor Yáñez (don Eliodoro) observa, entrándose a tratar el
art. 48, que el inciso 2." es sólo una redundancia y que debería supri
mirse.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, le hace presente
que la palabra «trámites» del inciso 2." se refiere a los trámites cons
titucionales y no a los trámites que deban correr los proyectos den
tro de cada Cámara.

352 —

S. E. manifiesta que existiendo una sanción en la ley para el


no

caso de que las Cámaras desatiendan la petición de


urgencia del Pre
sidente de la República, propone la siguiente redacción: «En caso
que se declare la urgencia, se tendrá por aprobado el proyecto si no
hay pronunciamiento dentro del plazo de treinta días» .

El señor Silva Cortés (don Romualdo) insiste nuevamente en


que sei'ía demasiado autoritario dar por otorgado un ac'uerdo, sin
existir pronunciamiento expreso de la Cámara respectiva, de modo
que lo mejor sería suponer aprobado el proyecto en general, y fijar
un plazo determinado para
que se vote en particular.
El señor Yáñez (don Eliodoro) hace indicación para cambiar la
palabra «rama» por «Cámara» en los arts. 49, 50, 51, 52 y 53, los
cuales, excepto el 53, fueron aprobados sin otra observación en la
forma en que están redactados en el proyecto,
Se pasó a revisar la redacción de! art. 5:5.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) hace presente que
según este artículo se van designar comisiones mixtas de igual
a

número Senadores y Diputados en los casos en que se produzcan


divergencias entre las dos Cámaras con motivo de las insistencias.
Pregunta si no convendría establecer que una vez que la comisión
mixta designada proponga el procedimiento a que aquí se hace men
ción, las Cámaras debieran votarlo inmediatamente.
El señor Yáñez (don Eliodoro) observa que el sistema actual de
insistencia no existe sino en Chile. Es un sistema autoritario, casi

monárquico, que establece el predominio del Ejecutivo y una rama


dsl Congreso. Teniendo a su favor una Cámara, el Ejecutivo es due
ño del Congreso. El sistema que a este respecto se sigue en todas
partes, es el francés, que consulta las comisiones interparlamentarias

para estos casos. Según este sistema, aprobado, en caso de divergen

cia de las Cámaras, el nombramiento de una Comisión Interparla


mentaria esta, si resuelven las dificultades, presentar un proyecto
que se tramita como proyecto nuevo.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) cree que podría es

tablecerse la facultad de la Comisión Mixta de proponer un proyecto


nuevo, si lo juzgara conveniente.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) observa que si la Co
misión mixta está autorizada para proponer el procedimiento que
debe seguirse, se comprende que esté en condiciones de poder pre
sentar un nuevo proyecto.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, manifiesta que
podría salvarse la dificultad cambiando la palabra «propongan» por
«acuerden».
El señor Silva Cortés (don Romualdo) le parece que mejor se

ría decir «para que resuelvan el procedimiento, etc. *


El señor Edwards Matte (don Guillermo) dice
que la solución
es muy sencilla. Basta con que se diga: «para que propongan el pro
cedimiento que debe seguirse en la tramitación del
proyecto o un
nuevo proyecto sobre la misma materia».
El señor Amunátegui manifiesta
que la idea del señor Yáñez
es otra. Ella es que se nombren estas comisiones con el
objeto de que
se pongan de acuerdo en nuevas bases.
Entonees estas Comisiones
deben tener la facultad de proponer un nuevo
proyecto.
S. E. manifiesta que esta
^
disposición es una consecuencia del
espíritu conservador que ha dominado en esta Comisión. En el pro
yecto de reformas que él propuso con el Ministro, se proponía la tra
mitación que sobre este particular
contemplan las últimas Constitu
ciones del mundo: el predominio de la Cámara de
Diputados.
La dificultad para legislar ha sido entre nosotros causa de
que
las leyes sean el fruto de transacciones
que impiden que aquellas se
dicten coordinadas en todas sus partes.
El señor Edwards Matte
(don Guillermo) pide que se diga:
«para que propongan el procedimiento que debe seguirse en la tra
mitación del proyecto, o un nuevo
proyecto».
S. E. propone la siguiente redacción:
«para que propongan la
forma y modo de resolver las dificultades producidas».
El señor Silva Cortés (don
Romualdo) asi queda muy bien.
Quedó aprobado el artículo en esta forma.
Se dio lectura al artículo 54, que dice así:
«Aprobado un proyecto por ambas ramas del Congreso, será re
mitido al Presidente de la República,
quién, si también lo aprueba,
dispondrá su promulgación como ley».
Se dio por aprobado sin modificación.
Se dio lectura al art. 55, que dice así:
«Si el Presidente de la
República desaprueba el proyecto, lo
devolverá a la rama de su origen, con las observaciones convenientes
dentro del término de treinta días.»
Se dio por aprobado cambiando la
.

palabra «rama» por «Cámara».


Se dio lectura a los artículos 56, 57
y 58 que dicen así:
«56 Si las dos ramas del Congreso
aprobaren las observaciones
hechas por el Presidente de la República, el proyecto tendrá fuerza
de ley y se devolverá al Presidente para su
promulgación.
«Si las dos ramas del Congreso no aceptaren todas o
algunas de
las observaciones del Presidente de la
Repúbhca e insistieren por dos
tercios de sus miembros presentes, en la totalidad o
parte del proyecto
aprobado por ellas, se devolverá al Presidente para su promulgación.»
«57 Si el Presidente de la República no devolviere el
proyecto
dentro de treinta días, contados desde la fecha de su
remisión, se en
tenderá que lo aprueba y se promulgará como Si el
ley. Congreso
ee-

(Actas 23)

354 —

rrare sus sesiones antes de cumplirse los treinta días


en que ha de ve
rificarse la devolución, el Presidente lo hará dentro de los diez pri
meros días de la legislatura ordinaria o extraordinaria siguiente.»

sesiones del congreso

«58 El Congreso abrirá sus sesiones ordinarias el 21 de Mayo


de cada año y las cerrará el 18 de Septiembre.»
Se dieron por aprobados sin modificaciones.
Se dio lectura al art. 59, que dice así:
«El Congreso tendrá sesiones extraordinarias cuando lo convo
que el Presidente de la República, y cuando lo convoque el Presi
dente del Senado, a solicitud escrita de la mayoría de los miembros
de la Cámara o del Senado.
Convocado por el Presidente de la República, no podrá ocupar
se de otros negocios legislativos que los señalados en la convocatoria;

pero los proyectos de reforma constitucional podrán proponerse, dis


cutirse y votarse aun cuando no estuvieren incluidos en ella.
Convocado por el Presidente del Senado, podrá ocuparse en
todos los negocios de su incumbencia.»
El señor Maza (don José) , Ministro de Justicia, manifiesta que
la frase final del inciso primero de este artículo, que dice: «o del
Senado», significa dar a esta Cámara una facultad política y lo que
se quiere es quitar al Senado toda intervención en cuestiones políti

cas.

Por eso pide que se suprima esta frase.


El señor Yáñez (don Eliodoro) agrega que en el primer inciso hay
que poner «a solicitud escrita de la mayoría de los miembros de la
Cámara de Diputados.»
Se aprobó el artículo aceptando la indicación del señor Yáñez
y desechando la del señor Maza.
Se dio lectura al art. 60, que dice así:
«La Cámara no podrá entrar en sesión ni adoptar acuerdos sin
la concurrencia de la quinta parte de sus miembros, ni el Senado sin
la concurrencia de la cuarta parte de los suyos.
«La mayoría de los Diputados o Senadores presentes en la sesión,
pueden acordar la clausura de los debates en conformidad a sus re
glamentos internos.»
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) manifiesta que como la
clausura puede acordarla la mayoría en cualquier momento y tiene
que ser en conformidad a sus reglamentos, considera inoficioso el
inciso 2.° de este artículo.
S. E. dice que se ha puesto esta disposición para imponer a las
Cámaras la obligación de establecer la clausura de los debates en
sus reglamentos.

355 —

El señor Edwards Matte (don Guillermo) cree que sería me


jor decir: «las Cámaras establecerán la clausura de los debates por
simple mayoría, en sus reglamentos internos».
S. E. manifiesta que no hay régimen parlamentario posible sin
este necesario resorte.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) observa que las mino
rías entonces no van a hablar nunca.
S. E. insiste en que es indispensable una disposición eomo la
de que se trata, que obligue a las Cámaras a establecer la clausura
de los debates por simple mayoría en sus reglamentos internos, pues
el abuso del derecho de hacer uso de la palabra en las discusiones
llegó a constituir últimamente un vicio de tal magnitud que impuso
la reforma llevada a cabo en enero de 1924. Con semejante disposi
ción se evita el eatronizamiento de caudillos y las reacciones que
matan el régimen democrático de los pueblos. Tal régimen debe con
sistir en el Gobierno de las mayorías, de modo que es indispensable
dejarlas en situación de poder resolver por sí mismas cuando lo es
timen necesario. Con todo esto, no se trata, por cierto, de impedir
la fiscalización parlamentaria de las minorías, sino de impedir las
obstrucciones.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, propone dar al
inciso la siguiente redacción: «Cada una de las Cámaras establecerá
en sus Reglamentos internos la clausura de sus debates por simple

mayoría» .

Los señores Vicuña Fuentes (don Carlos) e Hidalgo (don Ma

nuel) estiman que el precepto en cuestión va a constituir una verda


dera mordaza, mucho peor en la forma que acaba de proponer el
señor Maza que en la forma que está en el Proyecto.
S. E. insiste en que es preciso establecer en la Constitución la
obligación de las Cámaras de fijar en sus reglamentos la clausura de
los debates, no dejando tal fijación al criterio de ellas. Y a propósito
de esto, aclara el concepto que había emitido anteriormente, sobre
la necesidad de que los partidos estén de acuerdo en la manera de
llegar a la finalidad que el país persigue, porque de otra manera sería
como si se estuviera trabajando por el entronizamiento de dictadu

ras; en otras palabras, todo lo que tienda a fijar normas definidas,


es evitar dejar al país preparado para el desorden, haciendo posible

,que seponga a su cabeza un Mussolini o un Primo de Rivera.


Se dio por aprobada la redacción propuesta por el señor Maza,
con el voto en contra de los señores Vicuña Fuentes e Hidalgo
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, antes de pasar
al título «Presidente de la República», desea volver atrás a rogar a
la subcomisión que tenga a bien aceptar una modificación en el inciso
2." del artículo 29.

35ó —

En ese inciso se dice: «Los Senadores deben, además, tener trein


ta y cinco años cumplidos».
Propone el señor Maza que se eleve esta edad a cuarenta años.
El señor Hidalgo (don Manuel) observa que se puede ser Pre
sidente de la República a los treinta años, y se pretende que los Se
nadores tengan cuarenta años. Eso es un' absurdo a su juicio.
El señor Yáñez (don Eliodoro) pide que se dejen siquiera los
treinta y seis años que establece la Constitución actual.
No fué aceptada la indicación del señor Maza,
Se dio lectura al art. 62, que dice así:
«Un ciudadano con el título de Presidente de la República de Chile
administra el Estado, y es el Jefe Supremo de la Nación.»
Se dio por aprobado sin modificación.
Se dio lectura al art. 63, que dice así:
«Para ser designado Presidente de la República, se requiere ha
ber nacido en el territorio de Chile; tener treinta años de edad, a lo
menos, y poseer las cualidades necesarias para poder ser miembro
de la Cámara.»
Se dio por aprobado el artículo, borrando la palabra «poder»,
a indicación del señor Vicuña Fuentes.

Se dio lectura al art. 64, que dice así:


«El Presidente de la República durará en el ejercicio de sus fun
ciones por el término de seis años, y no podrá ser reelegido para el
período siguiente.
Para que pueda ser elegido segunda o más veces, deberán siem
pre mediar seis años entre cada elección.»
El señor Edwards Matte (don Guillermo) dice que la redacción
del inciso segundo no resuelve claramente la cuestión, porque lo que
se quiere impedir es el que Presidente de la República pueda ser ree
legido antes de que transcurra un período después del suyo.
El señor Yáñez (don Eliodoro) cree mejor decir: «El Presidente
de la República no podrá ser reelegido en la elección siguiente».
El señor Barros Borgoño (don Luis) observa que el artículo
respectivo de la actual Constitución nunca ha presentado dificultades.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) responde que el señor
Barros Borgoño está equivocado. Recuerda una polémica de prensa
sobre esta cuestión constitucional, ocurrida el año 1910 con motivo
de que muchos amigos pensaban en la candidatura presidencial de don
Germán Riesco, a la cual se oponía por otros el reparo constitucional
de que, con motivo del fallecimiento del señor Montt, no había tras
currido todavía el plazo exigido por la Constitución para que el señor
Riesco pudiera volver a ser elegido
Sería acertado evitar esta dificultad.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) propone decir simplemen-
e que el Presidente de la República no podrá ser elegido para el pe-

357 —

ríodo siguiente, ya que de lo que se trata es de evitar que un Presi


dente presida la elección en la que él mismo figura como candidato.
El inciso quedó finalmente en la siguiente forma:
«El Presidente de la República durará en el ejercicio de sus fun
ciones por el término de seis años, y no podrá ser reelegido para el
período siguiente.»
AI tratar el art. 65, el señor Guerra (don J. Guillermo) propone
redactar su inciso 2." en la siguiente forma:
«El conocimiento de las reclamaciones que ocurrieren acerca
de la votación, de las reclamaciones y del escrutinio general, corres
ponderá al Tribunal Calificador.»
Se dio por aprobada esta redacción.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) propone suprimir en el
inciso 2.a del art. 66, la palabra «todos».
El señor Hidalgo ,(don Manuel) estima que por efecto de este
artículo puede resultar que el ciudadano que no tenga el mayor nú
mero de sufragios sea elegido, y manifiesta que a lo sumo es partida
rio de que se entregue al Congreso la elección de Presidente solamen
te en caso de empate.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) observa que también
el Congreso es de origen popular, de modo que bien puede definir en
todos estos casos el resultado de una elección presidencial.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) manifiesta que no
hay ningún país que acepte que sea elegido un ciudadano como Pre
sidente con simple mayoría relativa.
Se dio por aprobado el artículo con la modificación propuesta
por el señor Vicuña Fuentes y salvando, por lo demás, su opinión el
señor Hidalgo.
El art. 67 se dio por aprobado tal como está.
Al discutirse el art. 68, el señor Yáñez (don Eliodoro) mani
fiesta que le parece inaceptable que los Ministros del Despacho pue
dan tener el carácter de Vicepresidentes. Esto le parece absoluta
mente monárquico.
S. E. observa que, juicio, lo único que da la razón de la efi
a su

cacia o ineficacia de lasleyes, es la experiencia, y ella ha manifestado


entre nosotros que esta disposición es buena, porque nunca ha dado
lugar a dificultades. Por lo tanto, opina que no hay motivo para in
novar en esta materia.
Agrega que él era partidario de que se nombrara un Vicepresi
dente de la República, pero las observaciones que a este respecto for
mulara el señor Guerra hicieron tal efecto en su espíritu que, en rea
lidad, creyó conveniente dejar esta institución tal como está, y rue
ga a la Subcomisión que no innove en esto.

358 —

Se dio por aprobado el artículo en la forma en que está en el


Proyecto de la Subcomisión.
Se pasó a revisar el art. 69.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) observa que en este
artículo se da un plazo para que el Vicepresidente, en las circunstan
cias que se indican, proceda en lo relativo al llamado a nueva elec
ción de Presidente, pero no se establece plazo alguno dentro del cual
debe verificarse dicha elección.
El señor Guerra (don J. Guillermo) es de opinión que se esta
blezca un plazo máximo de treinta días para que se proceda a la
elección.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) dice que es conveniente,
a su juicio, no establecer plazo y dejar el artículo en la forma un tan
to vaga en que está, para que no se presente la situación de que mue

ra un Presidente al terminar su período, cuando ya esté elegido su

reemplazante, como pasó en el caso del Presidente don Federico


Errázuriz E., y el Vicepresidente tenga que llamar a nueva elección,
en virtud de esta disposición que examinamos.

El señor Yáñez (don Eliodoro) recuerda que cuando murió el


Presidente Errázuriz no se había elegido aún su reemplazante, como
dice el señor Vicuña, sino que solamente se habían elegido los elec
tores.
Agrega, que, en su concepto, la redacción razonable de esta dis
posición sería dejar el plazo de diez días para que el Vicepresidente
llame a elección y fijar el de sesenta días para que se proceda a la
elección extraordinaria, pues si en el caso de elecciones ordinarias se
fija el de sesenta días, no hay razón para entender que en el caso de
elecciones extraordinarias deba prolongarse este plazo.
Debe entenderse que la elección extraordinaria se verificará
dentro del plazo de sesenta días.
S. E. dice que se podría decir que el Vicepresidente, dentro de
los diez primeros días de su gobierno, dará las órdenes del caso para
que se proceda a una nueva elección dentro del plazo máximo de se
senta días.
El señor Amunátegui (don Domingo) propone que se establez
ca que se procederá a la elección del Presidente en el plazo máximo
de cincuenta días, en la forma prevenida en la ley electoral.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) cree que la circuns
tancia a que ha hecho alusión el señor Vicuña Fuentes puede dar
motivos a la elección de dos Presidentes. Si en los tiempos de la muer
te de don Federico Errázuriz se hubiera dado la interpretación que
se da ahora a esta disposición, el Vicepresidente, don Aníbal Zañar

tu, habría podido llamar a nueva elección, a pesar de estar elegido el


reemplazante, diciendo que tenía que cumplir con lo dispuesto en
la Constitución. ■
^_ 350 .

S. E. expresa que esta dificultad se puede salvar de una manera


muy sencilla, estableciéndose en un inciso segundo que esta disposi
ción se aplicará cuando el fallecimiento del Presidente se verifique
antes de que se hubiera llamado a elecciones ordinarias de Presidente.
Se acordó dejar constancia en el acta de que la Comisión entien
de que esta elección extraordinaria se llevará a efecto en el caso de
que se hayan empezado los procedimientos para la elección ordinaria
de Presidente de la República.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) pregunta: ¿por qué, en
estos casos, no se elegiría un Presidente de la República por el Con
greso hasta completar el período?
S. E. responde: porque el Congreso provocaría la crisis presiden
cial para elegir al sucesor.
Quedó acordado el plazo de sesenta días.
Se dio lectura al art. 69, que dice así:
«El Presidente no puede salir del territorio de la República du
rante el tiempo de su gobierno, sin acuerdo del Congreso.»
El señor Maza (don- José), Ministro de Justicia, estima que este
artículo está demás porque entre las atribuciones del Congreso figu
ra esta misma disposición.

El señor Amunátegui (don Domingo) cree que, en todo caso,


es conveniente mantenerla en este título.

Se dio por aprobado el artículo sin modificaciones.


Se dio lectura a los artículos 70 y 71 que dicen así:
«70. El Presidente cesará el mismo día en que se completen los
seis años que debe durar el ejercicio de sus funciones, y le sucederá
el nuevamente electo.»
«71 Si el Presidente electo se hallare impedido para tomar po
sesión del cargo, le subrogará, mientras tanto, con el título de Vice
presidente de la República, el Presidente del Senado ; a falta de éste
el Presidente de la Cámara y, a falta de éste, el Presidente de la Corte
Suprema.
«Pero si el impedimento del Presidente electo fuere absoluto o
debiera durar indefinidamente, o por más tiempo del señalado al
ejercicio de la presidencia, el Vicepresidente, a los diez días siguien
tes a la declaración que debe hacer el Congreso, expedirá las órdenes
convenientes para que se proceda a nueva elección en la forma pre
venida por esta Constitución y por la ley de elecciones.»
Se modificó estableciendo el mismo plazo del artículo 69.
Se dio lectura al art. 72, que dice así :
T^ «El Presidente electo al tomar posesión del cargo y en presen
cia de ambas ramas del Congreso, prestará, en manos del Presidente
del Senado, juramento o promesa de desempeñar fielmente el cargo
de Presidente de la República, conservar la integridad e indepen-

360 —

dencia de la Nación, guardar y hacer guardar la Constitución y las


yes.»
Se dio por aprobado el artículo cambiando la frase «en manos
del Presidente del Senado», por «ante el Presidente del Senado».
Se dio lectura al art. 73, que dice así:
«Al Presidente de la República está confiada la administración
y gobierno del Estado; y su autoridad se extiende a todo cuanto
tiene por objeto la conservación del orden público en el interior, y la
seguridad exterior de la República, de acuerdo con esta Constitución
y las leyes.»
Se dio por aprobado el artículo cambiando la palabra «esta»
por «la>.
Se dio lectura al art. 74, núm. 1.°, que dice así:
«Son atribuciones especiales del Presidente:
«1.° Concurrir a la formación de las leyes, con arreglo a esta
Constitución, sancionarlas y promulgarlas.»
Se dio por aprobado este número cambiando la palabra «esta;»
por «la».
Se dio lectura a los números 2, 3 y 4, que dicen así:
«2. Dictar los reglamentos, decretos e instrucciones que crea
conveniente para la ejecución de las leyes;
«3. Prorrogar las sesiones ordinarias del Congreso y convocarlo
a sesiones extraordinarias;
<4. Velar por la conducta ministerial de los jueces y demás em

pleados del Poder Judicial, y requerir con tal objeto a la Corte Su


prema para que declare que no han tenido buen comportamiento,
o al Ministerio Público para que reclame medidas disciplinaria* del

Tribunal competente, o para que, si hubiere mérito bastante, enta


ble la correspondiente acusación.»
Se dieron por aprobados estos números sin modificaciones.
Se dio lectura al número 5 que dice así:
«Nombrar a su voluntad a los Ministros de Estado y Oficiales
de sus Secretarías, a los Agentes Diplomáticos, Cónsules, Intendentes,
Gobernadores y Prefectos de Policía.
«5. El nombramiento de los Embajadores y Ministros Diplomá
ticos se someterá a la aprobación del Senado; pero éstos y los demás
funcionarios señalados en el presente número, son de la confianza
exclusiva del Presidente de la República y se mantendrán en sus
puestos mientras cuenten con ella.»
El señor Guerra (don J. Guillermo) estima que en el inciso se
gundo debe decirse «Agentes Diplomáticos», en lugar de «Embajado
res y Ministros Diplomáticos». Y piensa así porque le halaga la
esperanza, de que alguna vez se supriman las Embajadas.
Se dio por aprobado el número sin modificación.

361 —

Se dio lectura al número 6, que dice así:


«6. Nombrar los Magistrados de los Tribunales Superiores de
Justicia y los Jueces Letrados.»
Se dio por aprobado el número diciendo «a los Magistrados» y
«a los Jueces Letrados».

Se dio lectura al núm. 7.°, que dice así:


«7.° Proveer los demás empleos civiles y militares que deter
minen las leyes, conforme el Estatuto Administrativo, y con acuer
do del Senado, conferir los empleos o grados de coroneles, capitanes
de navio y demás oficiales superiores de Ejército y Armada. En el
campo de batalla podrá conferir estos empleos militares superiores
por sí solo.»
Se aprobó el número diciendo: « y conferir, con acuerdo del
. . . .

Senado, los empleos. » . .

Se dio lectura a los números 8, 9, 10, 11, 12, 13 y 14, que dicen
así:
«S. Destituir a los empleados de su designación, por ineptitud,
u otro motivo que haga inútil o perjudicial su servicio; pero, con

acuerdo del Senado, si son Jefes de Oficinas o empleados superiores,


y con informe del respectivo Jefe, si son empleado* .subalternos:
«9. Conceder jubilaciones, retiros y goce de montepío con arre

glo a las leyes ;


«10. Cuidar de la recaudación de las rentas públicas y decretar
su inversión con arreglo a la ley;
«11. Conceder indultos particulares. Los funcionarios acusados
por la Cámara y juzgados por el Senado, sólo pueden ser indultados
por el Congreso;
«12. Disponer de la fuerza de mar y tierra, organizaría y dis
tribuirla, según lo haUare por conveniente;
«13. Mandar personalmente las fuerzas de mar y tierra, con
acuerdo del Senado. En este caso, el Presidente de la RepúbHca po
drá residir en cualquier punto ocupado por armas chilenas; y
«14. Declarar la guerra, previa autorización por ley.»
Se dieron por aprobados estos números sin modificaciones,
Se dio lectura al núm. 15, que dice:
«15. Mantener las relaciones pobticas con las potencias extran
jeras, recibir sus Agentes, admitir sus Cónsules, conducir las nego
ciaciones, hacer las estipulaciones preliminares, concluir y firmar to
dos los tratados de paz, de alianza, de tregua, de neutralidad, de co
mercio, concordatos y otras convenciones. Los tratados antes de su
ratificación se presentarán a la aprobación del Congreso. Las discu
siones y deliberaciones sobre estos objetos serán secretas si as! lo
exige el Presidente de la República.»
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) hace indicación para
que se suprima la palabra «secretas».
S. E. dice que eso no se puede hacer.
Se leyeron los números 16 y 17 y fueron aprobados.
Sucesivamente se dio por aprobada la redacción de los arts. 75
a 81 inclusive, cambiándose solamente en este último las palabras
«pueden» y «estimen», por «podrán» y «estimaren», respectivamente.
media
Dejándose acordado sesionar el día de mañana, a las tres y
de la tarde, se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRL

Edecio Torreblanca.
VIGÉSIMAOCTAVA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE
REFORMAS CONSTITUCIONALES

9 de julio de 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño, Ra
món Briones Luco, Nolasco Cárdenas, Guillermo Edwards Matte,
J. Guillermo Guerra, Manuel Hidalgo, Pedro N. Montenegro, Ro
mualdo Silva Cortés, Carlos Vicuña Fuentes, Francisco Vidal Gar
cés, Eliodoro Yáñez, del señor Ministro de Justicia, don José Maza,
y del Subsecretario del Interior, don Edecio Torreblanca, que actuó
como Secretario; abrió la sesión.
se

Se continúa la revisión del proyecto.


El señor Yáñez (don Eliodoro) dice que va a hacer una observa
ción respecto al inciso 3.° del art. 82 que se refiere a la organización
del Tribunal Calificador. Es contrario a la idea de que estos Tribuna
les Calificadores tengan origen político y sean compuestos por mu
chas personas. Podría entregarse a la ley la materia relativa a la com
posición y funcionamiento de este Tribunal.
S. E. responde*, pero no debe olvidarse que se va a elegir Presi
dente de la República el 24 de Octubre. ¿Y quien va a calificar esta
elección si no hay Tribunal Calificador?
El señor Yáñez (don Eliodoro) manifiesta que se podría dictar
una disposición transitoria con tal objeto. El sistema de calificación

que se establece en el proyecto es peor que el actual, porque entrega


la generación de los Poderes Públicos a un Tribunal de siete miem
bros de origen político en su mayor parte.
S. E. considera que hay que resolver con cuidado, pero pronto,
sobre el particular, porque se trata de organizar el país en forma de
impedir las perturbaciones que ya se han presenciado. Y si la solución
de todos los problemas se deja entregada a la ley, no se avanzará en la
organización del país.
El señor Montenegro (don Pedro N.) observa que, además, no
parece razonable suponer que en la discusión de una ley de esta na
turaleza vaya a imperar un criterio más ecuánime y tranquilo que el
de la Comisión.
El señor Yáñez (don Eliodoro) cree conveniente reducir el nú
mero de miembros ; si fuera' posible, a dos ; así se daría mayores ga

rantías a la opinión pública, ya que la responsabilidad estaría mucho


menos diluida.

364 —

S. E. propone que el Tribunal sea compuesto de cuatro Minis


tros de Corte, dos ex-Presidentes del Senado y uno de la Cámara de
Diputados.
El señor Yáñez (don Eliodoro) prefiere que no entren miembros
del Senado ni de la Cámara de Diputados.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) considera que es nece
saria la presencia de algunos políticos en el Tribunal, porque los jui
cios sobre calificación no son juicios jurídicos lisos y llanos, sino que
tienen carácter político y jurídico. En las reclamaciones sobre califica
ciones suele observarse, especialmente en las Municipales, cómo los
abogados oscurecen la cuestión debatida y se aprovechan de la falta
de conocimiento de los hechos de carácter político que tienen los jueces.
El señor Yáñez (don Eliodoro) estima más conveniente reducir
los miembros a cinco, como máximo.
S. E. dice que entonces se elegirían dos Ministros de la Corte
Suprema, uno de la Corte de Apelaciones, un ex-Presidente del Se
nado y otro de la Cámara de Diputados. ¿Sería de carácter perma
nente y duraría tres años este Tribunal o se nombraría para cada elec
ción?
El señor Yáñez (don Eliodoro) piensa que no debe ser permanente.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, expresa que el
inciso 3.° del artículo que se discute dice que la elección se hará con
anterioridad a las elecciones generales. ¿Con qué anterioridad?
S. E. responde que con unos quince días de anterioridad a la
elección que se vaya a cabficar.
Entonces podría decirse en el artículo: «Sus miembros serán cin
co y se elegirán por sorteo y con quince días de anterioridad a las

elecciones generales».
El señor Amunátegui (don Domingo) propone no fijar ese plazo,
a fin de dejar mayor amplitud.
S. E. piensa que se podría decir «con quince días de anterioridad
a lo menos».

El señor Vidal Garcés (don Francisco) cree que en el inciso


2.° laspalabras «en lo demás» podrían suprimirse.
El señor Guerra (don J. Guillermo ) propuso esa fórmula para
dejar bien en claro que en la apreciación de los hechos el Tribunal
procedería como Jurado y en cuanto al fallo, como tribunal de de
recho.
El señor Amunátegui (don Domingo) estima que habría que
poner un plazo a la duración del Tribunal.
S. E. pregunta : ¿qué inconveniente babría para que en cada caso
se eligiera el Tribunal?
El señor Amunátegui (don Domingo) observa que en el caso

próximo habría que elegir un Tribunal antes de la elección de Pre-



365 —

sidente de la República y otro antes de las elecciones de Diputados


y Senadores.
S. E. manifiesta que el mismo Tribunal que va a calificar la elec
ción presidencial podría calificar la de Senadores y Diputados. Esto
se consignaría en un artículo transitorio.

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, concretando la


fórmula propuesta, dice que el artículo podría quedar en estos térmi
nos: «Sus miembros serán cinco y se elegirán por sorteo, a lo menos

quince días antes de la fecha de la elección general que deben caUfi-


car. En las elecciones extraordinarias actuará el Tribunal que haya

conocido de la calificación de las elecciones ordinarias inmediata


*
mente anteriores».
El señor Amunátegui (don Domingo) agrega a esa fórmula
la idea de que los miembros serían elegidos cada cuatro años,
S. E. cree que entonces podría decirse: «El Tribunal Calificador
se elegirá por sorteo cada cuatro años, a lo menos quince días antes

de la fecha de la primera elección que deba calificar; y calificará


todas las elecciones ordinarias o extraordinarias que se hagan dentro
de dicho período de cuatro años.
El señor Yáñez (don Eliodoro) no ve qué objeto hay en estable
cer un Tribunal permanente.
Se acordó, en definitiva, redactar el inciso 2." del art. 82, así:
«Sus miembros serán cinco y se elegirán por sorteo cada cuatro años,
con quince días de anterioridad, a lo menos, a la fecha de la primera

elección general que deban calificar. Este Tribunal calificará todas


las elecciones que ocurran dentro de este período de cuatro años».
Se pasó a tratar el art. 83.
El señor Yáñez (don Eliodoro) hace indicación para que no se
varíe la redacción del artículo correspondiente (99) de la Constitución,
que, a su juicio, está admirablemente bien concebido.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) concuerda con el señor
Yáñez, pero advierte que sería correcto cambiar la penúltima con
junción «o»
por «ni».
El señor Yáñez (don Eliodoro) insiste en que se deje el artículo
tal comoestá redactado en la Constitución del 33.
Así se acordó.
Se pasó a tratar el art. 84.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) estima que al inciso 1.a
del art. 84 debe agregarse la expresión «en sus cargos» a continua
ción de la palabra «permanecerán». Además, debe cambiarse «com
portación» por «comportamiento».
Quedó así acordado.
Los artículos 85 y 86 no merecieron observación.
Se dio lectura al art. 87.

366 —

S. E. dice que, de acuerdo con el inciso 2." de este artículo 87,


la Corte Suprema va a quedar investida de una autoridad superior a
la de todos los poderes públicos de este país.
Después de haber meditado mucho sobre esta materia, propone
que el inciso 2." de este artículo se redacte en la forma siguiente: «Los
Tribunales de Justicia, en los negocios de que conozcan con arreglo
a la ley aplicarán preferentemente los preceptos de esta Constitución

cuando entre ellos y las leyes hubiere oposición».


El señor Silva Cortés (don Romualdo) juzga que podría de
cirse que en los casos de inconstitucionalidad de una ley, se puede
recurrir a la Corte Suprema.
El señor Yáñez (don Eliodoro) manifiesta que en los países en
que puede hacerse la declaración de inconstitucionalidad de una ley
se reserva esta facultad a la Corte Suprema de Justicia. No habría

conveniencia, a su juicio, en entregar esta declaración de inconstitu


cionalidad a todos los tribunales.
La única autoridad que en un país constituido puede declarar
la inconstitucionalidad de la ley, es el Tribunal Superior de Justicia,
y ningún otro. El día en que se entregara esta facultad a los jueces
o a las Cortes de Apelaciones, se produciría una grave perturbación

en la administración de Justicia.

S. E. observa que podría decirse entonces : «En todo caso en que


se alegare la oposición entre un precepto constitucional y la ley, ten
drán las partes derecho de ocurrir, en cualquier estado del juicio, a
la Corte Suprema, sin alterar la sustanciación de él».
Lo que se desea es que lleguen a la Corte Suprema estos con
flictos entre la ley y la Constitución, que se producen en un juicio
entre partes.
Considera que no hay conveniencia en dar a la Corte Suprema
amplia facultad de declarar la inconstitucionalidad de la ley fuera
de casos concretos y determinados, porque así se crearían continua
mente conflictos entre el Poder Legislativo y el Judicial.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) dice que no debe olvi
darse que hay una disposición legal que establece que sólo toca al
legislador explicar o interpretar la ley de un modo generalmente obli
gatorio.
Finalmente se acordó encargar al señor Maza la tarea de traer
redactado el artículo para la sesión siguiente.
El señor Yáñez (don Eliodoro) propone que en el inciso 3.° del
artículo 87 se diga «las contiendas de competencia que se susciten
entre las autoridades. » en vez de «en las competencias entre las
. .

autoridades » .

Así se acordó.
El señor Guerra (don J. Guillermo) respecto del inciso 2.° del

367 —

art. 88, cree que es conveniente que se deje «visitas» en lugar de «vi
sitas de inspección».
El señor Yáñez (don Eliodoro) manifiesta que todas son visitas
de inspección.
El señor Guerra (don J. Guillermo) hace presente, además, que
al proponer este inciso tuvo la idea de que esos jueces extraordinarios
pudieran desempeñar suplencias e interinatos, idea que no está con
templada en el artículo y que podría agregarse en este inciso 2.°
Los señores Amunátegui (don Domingo) y Yáñez (don Eliodo
ro) creen más conveniente que se suprima todo el inciso 2."
El señor Yáñez (don Eliodoro) manifiesta que una de las con
quistas de la administración de justicia ha sido el principio de que no
puedan nombrarse jueces especiales para objetos determinados. :0'>.:<.>
El señor Guerra (don J. Guillermo) dice que ha^conversado con
algunos Ministros de Corte, quienes han aplaudido esta disposición.
S. E. expresa que sólo por condescendencia con los señores
Amunátegui y Yáñez se podría suprimir este inciso, pues se trata
de una cuestión de fondo que en su oportunidad se discutió muchísimo.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que si
se suprimiera, habría que dejar testimonio de que se considera que esto

es materia de ley.
El señor Guerha (don J. Guillermo) cree que dentro de la tesis
que sostiene el señor Yáñez esto no podría ni siquiera ser materia de ley.
Sometida a votación la idea de suprimir el inciso 2.° del art. 38,
resultó aprobada.
El señor Maza (don José) Ministro de Justicia, pidió que se de
jara testimonio de que la cuestión contenida en el inciso suprimido
es materia de ley.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) dice que se le ha hecho
notar que el inciso 5.° que pasa a ser 4.° ahora, tiene el inconveniente

de que puede llegar a colocar en manos del Presidente de la Repú


blica todo el poder judicial.
El señor Yáñez (don Eliodoro) propone que la lista de diez in
dividuos de que habla el inciso 5.° sea sólo de cinco y que figuren en
ella tres porantigüedad y dos por mérito.
S. E. proporeque figuren tres por mérito y dos por antigüedad,
El señor Yáñez (don Eliodoro) acepta la idea, y cree que podría
decirse también que entre los primeros podrán figurar personas
extrañas a la administración de justicia.
La antigüedad no siempre es un antecedente, sobre todo, para
a la Corte Suprema, que exige más
llegar que codo, preparación vasta.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) responde: pero para
formar la lista con los nombres de los que figurarán por méritos,
se mantendría el voto acumulativo.

368 —

Hace esta observación, porque ha creído entender que hay el


propósito de suprimir la frase del inciso, que dice: «por medio del
voto acumulativo».
Finalmente se acordó encomendar al señor Maza la redacción
del inciso.
El señor Yáñez (don Eliodoro) refiriéndose al art. 89, considera
que la creación de los Tribunales Administrativos consultados en él,
van a constituir un rodaje peligroso e inútil.
S. E. manifiesta que estos Tribunales existen en todos los países
del mundo y que se han ereado para amparar a los empleados contra
las injusticias de que puedan ser víctimas.
Hace ver que, con motivo de la implantación del Estatuto de
los funcionarios, el Presidente de la República se va a desprender de
una serie de facultades que van a pasar a los jefes de oficinas. En

consecuencia, los Tribunales de que se trata estarían en condiciones


de amparar a los empleados contra los posibles abusos de esos jefes.
De otra manera, éstos quedarían sin control alguno. Estos Tribunales
existen además en Francia, en Alemania, y en todas partes del mun
do.
El art. 90 se aprobó sin modificaciones.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) manifiesta que la pro
posición final del inciso 2." del art. 91 no tiene objeto. La idea que ella
envuelve podría quedar subentendida agregando en este mismo inciso,
entre las palabras «servicios» y «públicos las palabras «y obras».
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, expresa respecto
del último inciso del artículo 88 ya discutido, que podría agregársele
al final la frase : De igual modo serán nombrados los jueces de menor
«

cuantía, previa terna de la Corte de Apelaciones».


El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) manifiesta, sobre este
particular, que encuentra deficiente el sistema de designaciones por
medio de Ustas y ternas. Este sistema da margen a todo género de
influencias y favorece la pecha.
S. E., volviendo sobre el Capítulo VIII, expresa que los arts. 91,
92 y 93 quedan aprobados sin observaciones.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que los
arts. 92 y 93 podrían resumirse en uno solo.
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torreblanca.
VIGÉSIMANOVENA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE
REFORMAS CONSTITUCIONALES

10 de julio de 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asis


tencia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño,
Ramón Briones Luco, Nolasco Cárdenas, Guillermo Edwards Matte,
J. Guillermo Guerra, Manuel Hidalgo,. Pedro N. Montenegro,
Romualdo Silva Cortés, Carlos Vicuña Fuentes, Francisco Vidal
Garcés, Eliodoro Yáñez, del señor Ministro de Justicia don José
Maza y del Subsecretario del Interior, don Edecio Torreblanca,
quien actuó como Secretario; se abrió la sesión.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, da lectura a
dos formas en que trae redactado el inciso tercero del artículo
ochenta y dos, dándose por aprobada la siguiente:
«Artículo 82, inciso 3.° Sus miembros serán cinco y se reno
varán cada cuatro años, a lo menos con quince días de anteriori
dad a la fecha de la elección que deban calificar.
El mismo Tribunal cabficará todas las elecciones que ocurran
durante el cuadrienio.
Los cinco miembros del Tribunal Calificador se elegirán por
sorteo entre las siguientes personas. .» .

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, da igualmente


lectura al inciso 2.° del art. 87 en la forma en que ha sido redac
tado por él, dándose por aprobado después de un ligero debate, pero
cambiando las palabras «la inaplicabilidad» por «inapbcable».
Quedó aprobado, en consecuencia, en la siguiente forma:
«Artículo 87, inciso 2." La Corte Suprema, en los casos par
ticulares de que conozca o le fueren sometidos en recurso interpuesto
en juicio que se siguiere ante otro Tribunal, podrá declarar inapli

cable, para este caso, cualquier precepto legal contrario a la Cons


titución. Este recurso podrá deducirse en cualquier estado del jui
cio, sin que se suspenda su tramitación.»
Se aprobó el artículo 68, dándose lectura al inciso 5." y al in
ciso nuevo final propuesto.
Dice así el inciso 5.°: «Los Ministros de la Corte Suprema serán
designados por el Presidente de la República a propuesta en quina
de la misma Corte-.
Y el inciso nuevo final: «Los dos Ministros más antiguos de
(Actas 24)

370 —

Corte de Apelaciones; juez letrado más antiguo de asiento de


el
Corte, y el Juez Letrado más antiguo del cargo inmediatamente
inferior al que se trate de proveer, ocuparán en cada caso dos lu
gares de la lista y una de las ternas correspondientes. Los otros
tres y dos lugares, respectivamente se llenarán por medio del voto
acumulativo».
Se dio por aprobado este último inciso, encargándose al señor
Maza que redactara el inciso 5." en conformidad a las nuevas ideas
emitidas por los señores miembros de la Comisión.
El señor Amunátegui (don Domingo) dice: el inciso final del
artículo 88 dice que los jueces letrados serán designados por el Pre
sidente de la República a propuesta en terna de la Corte de Apela
ciones de la jurisdicción respectiva.
Propone que se agregue la siguiente frase: «para la formación
de esta terna el Tribunal abrirá en cada caso un concurso, al cual
deberán presentar los interesados sus títulos y antecedentes».
De esta manera se sabrá quiénes quieren ir a ocupar un cargo,
porque en muchos casos se designa a personas que no tienen interés
en desempeñarlo. -.^
El señor Yáñez (don Eliodoro) agrega: la Corte de una juris
dicción no toma en cuenta a los jueces de otra, con lo que esta
blece una situación deprimida para estos funcionarios.
Lo natural es que todos los jueces tengan opeión a ser ascendi
dos a los Juzgados de cualquiera otra localidad de la República.
Se dio por aprobada la indicación del señor Amunátegui.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa: antes
de pasar al otro capítulo, es necesario acordar algunos cambios en
el orden de los artículos del capítulo relativo al Poder Judicial.
Debe ir primero el artículo 88, en seguida el 86, después el 84,
a continuación el 85 y, por último el 87.
Quedó así acordado.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) manifiesta que parece
desprenderse del contexto de los artículos 90 y 96 la posibilidad
de que las comunas se extiendan de un departamento a otro. El
señor Maza replica que la división política es distinta de la adminis
trativa, y que aun cuando en el régimen actual no hay prohibición
alguna para que las comunas se extiendan de un departamento a
otro, en la práctica no hay ningún caso semejante, y que menos pue
de presentarse en el futuro. EÍ señor Barros Borgoño hace presente
que la ley determinará el numera de comunas de cada provincia.
Se dio por aprobada la redacción del artículo 96.
Entrándose a tratar el párrafo «Administración Provincial»,
el señor Yáñez propone corregir la redacción del artículo 97 en la si
guiente forma: «La Administración de cada provincia reside en el

371 —

Intendente, quien estará asesorado, en la forma que determine

la ley, por una Asamblea Provincial de la cual será Presidente».


Se dio por aprobada esta redacción.
El mismo señor Yáñez (don Eliodoro) propone redactar el
artículo 98 de la manera siguiente: «cada Asamblea Provincial se
compondrá de representantes designados por las Municipaüdades
de las provincias en su primera sesión. Estos cargos son concejiles,
su duración es de tres
años, y la designación se hará por voto acumu
lativo».
El inciso final quedaría igual.
Se acordó mantener la actual redacción.
El artículo 99 no mereció observaciones.
Respecto al artículo 100, el señor Guerra propone suprimir la
palabra «anualmente». Cree que de esta manera el cargo de Vice
presidente puede ser desempeñado por el mayor tiempo posible.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, replica que
sabiéndose de antemano que la duración del cargo será por un año,
no habrá tanto interés por derribar de su puesto al funcionario,
como habría en el caso de que hubiera por delante un plazo de
mayor duración.
Observando el señor Vicuña Fuentes (don Carlos) que nadie
tiene facultad para hacer renunciar al Vicepresidente contesta el
señor Maza diciendo que en el régimen actual tampoco nadie tiene

esa facultad respecto a los Alcaldes, y que, sin embargo, se obra

así a menudo.
Se dejó el artículo tal como está.
El artículo 101 se dio por aprobado.
Al discutirse el artículo 102, S. E. observa que su redacción
parece significar que las Asambleas Provinciales sólo tuvieran la
facultad de proponer al Presidente de la Repúbbca la distribución
de las rentas públicas que les corresponda administrar, cuando su
pensamiento ha sido facultarlas también para hacerle presente las
necesidades provinciales, a fin de subsanarlas de alguna manera.
En consecuencia, propone que el artículo se redacte en la siguiente
forma: «Las Asambleas Provinciales podrán proponer al Presidente
de la República la distribución de las rentas púbbcas necesarias
para el servicio de la provincia, y especialmente de las que a ellas
les corresponda administrar con el mismo objeto».
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que
es atribución de las Asambleas disponer de las rentas que les co

rresponda administrar, de modo que el Presidente de la Repúbbca


no podría intervenir.
El señor Amunátegui (don Domingo) manifiesta que, en su
entender, el artículo 102 no es claro, y que si lo que se quiere es,

372 —

como dice S. E., que sean las Asambleas, en vez de los Senadores y
Diputados, las que representen al Presidente de la Repúbbca las
necesidades locales, ello debe decirse sin ambigüedad.
S. E. repite que lo que él desea es que cuando se formen los
Presupuestos, las Asambleas indiquen al Presidente de la República
las necesidades de la provincia.
El señor Amunátegui (don Domingo) propone entonces decir:
«Las Asamblea* Provinciales deberán representar al Presidente de
la República las necesidades de la provincia».
S. E. observa que esta redacción contiene la idea de
que las Asambleas tengan participación en la distribución de las
rentas.
El señor Yáñez (don Eliodoro) recuerda que la primitiva idea
fué que las Asambleas pudieran imponer contribuciones locales y
cree que la idea en discusión podría contemplarse en el inciso 1.°

del artículo 101 que trata de esa materia.


El señor Barros Borgoño (don Luis) propone que se diga:
«podrán representar anualmente».
S. E. es de opinión de dar carácter imperativo a esta dispo
sición, diciendo: «Las Asambleas Provinciales deberán representar
al Presidente de la República».
El señor Barros Borgoño (don Luis) cree que debe decirse
«deberán representar anualmente al Presidente de la Repúbbca. .»
S. E. dice que su idea es la de que puedan llegar a manos del
Gobierno antecedente* bastantes pura juzgar de las necesidades de
las provincias, a fin de que estos datos, bien estudiados, sirvan de
base para hacer una repartición justa de los recursos, lo que se po
drá hacer si el Presidente dispone de las peticiones hechas por to
das las Asambleas Provinciales.
El señor Montenegro (don Pedro N.) pregunta si se van a
continuar haciendo los Presupuestos de la Nación en la misma forma
que ahora, en que figuran partidas e ítem que consultan sumas

determinadas para gastos también determinados.


A la contestación afirmativa de S. E., el señor Montenegro
pregunta qué alcance tiene entonces el artículo 102.
Contesta S. E. que esta disposición no se contrapone con que
en el presupuesto se consulten las partidas e ítem necesarios.

Se dio por aprobada la idea propuesta por S. E. en el sentido


de que las Asambleas Provinciales deberán representar anualmente
al Presidente de la República las necesidades de las provincias.
En el artículo 103. observa el señor Guerra que la facultad del
Intendente para suspender la ejecución de las ordenanzas o resolu
ciones de las Asambleas Provinciales cuando las estime «perjudicia
les al interés de la provincia» debe extenderse al caso en que las

373 —

estime perjudiciales al interés del Estado, porque no serán raros


los casos en que esas resoluciones, siendo beneficiosas para la pro
vincia, vayan, sin embargo, contra el interés nacional.
Unánimemente los señores miembros de la Comisión fueron
del parecer del señor Guerra, y se acordó agregar al final del inciso
primero del artículo 103 las palabras «o del Estado».
Se entró a revisar el título referente a la Administración Comu
nal.
Ajuicio del señor Barros Borgoño (don Luis) convendría
agregar algo en este título sobre los deberes y atribuciones de las
Municipalidades, como lo establecía la Constitución antigua, una
de cuyas disposiciones cita. (Art. 119).
S. E. observa que hoy algunos de esos deberes no son cumpli
dos por ninguna Municipalidad.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) dice que esto de pro
mover la educación, la agricultura, el comercio parece que no es
en Chile una función municipal.

El señor Barros Borgoño (don Luis) cree que se pueden po


ner algunas de estas obligaciones, no todas.

El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) hace presente que, ,

a su juicio, esta no es materia de la Constitución sino de la ley.

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que la idea


que se tuvo en vista al redactar este título, fué la de que la ley de
terminaría las atribuciones y deberes de las Municipalidades.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) observa, por su parte,
que todos los poderes: el Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial p. ej.,
tienen sus atribuciones bien definidas en esta nueva Constitución,
excepto el poder Comunal.
S. E. repbca que este no es un poder sino una función, un orga
nismo administrativo, cuyos deberes y atribuciones están definidos
en la ley de Municipabdades, que queda vigente.

El señor Barros -Borgoño (don Luis) insiste en que sería con


veniente poner en este título cuatro o cinco disposiciones de la an
tigua Constitución referentes a las atribuciones y deberes de las
Municipalidades, para determinar la órbita de acción de estas cor
poraciones. .

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que el


artículo 108 dispone?' que las Municipalidades tendrán las atribu
ciones administrativas y dispondrán de las rentas que determine la
ley.
Estas atribuciones serán especificadas por la ley, porque las
Municipabdades no han hecho uso nunca de las que figuran en la
actual Constitución, con excepción de dos o tres.
El señor Yáñez (don Eliodoro) cree que deben fijarse algunas
-
374 -

de las atribuciones de las Municipalidades, a fin de garantizar la


descentralización administrativa. De otra manera la ley puede re
ducirlas, haciendo de estas instituciones algo meramente decora
tivo.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, cree que la
ley quitará a las Municipalidades varias: de las atribuciones (pie
hoy tienen. Por ejemplo, hay la tendencia de quitarles el servicio de
Policías.
Podrían dejárseles dos o tres de las actuales, pero está seguro
de que, con el tiempo, no serán las más importantes.
El señor Hidalgo (don Manuel) quiere que se den más facul
tades a las Municipalidades.
Recuerda que varios servicios municipales, como la fiscalización
de las casas de tolerancia y la inspección de los artículos de primera
necesidad, fueron entregados al Ministerio de Higiene y éste tuvo
que devolverlos a aquellas corporaciones.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) cree que la ley de Mu
nicipalidadesva a quedar en el papel con esta reforma. ¿De dónde
sacarán sus facultades estas corporaciones?
S. E. responde: de la ley.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) observa que hasta hoy
las han sacado de la Constitución, y que en la ley de Municipali
dades cada inciso de ese artículo constitucional tiene bastante de
sarrollo.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) lee el inciso final
del artículo 109 que dice:
«Las Municipalidades podrán ser disueltas por la Asamblea
Provincial en virtud de las causales que la ley establezca, con el
voto de la mayoría de los representantes citados especialmente al
efecto, y sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 103.»
Y agrega que sería lógico que se estableciera que esta disolu
ción es con la obligación de proceder a nueva elección en un plazo
breve.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) cree preferible dejar eso
a la
ley, porque puede ser disuelta una municipalidad muy poco
tiempo antes de su renovación.
El señor Barros Borgoño (don Luis) propone que se citen
como atribuciones de las .Municipalidades lo-, siguientes números
del artículo 119 déla actual Constitución: 1.°, 2.°, 3.°,5.°, 6.° y 10.°,
agregando en seguida: «y demás atribuciones que indique la ley».
Quedó acordado redactar el artículo de acuerdo con estas ideas,
poniéndolo en el artículo 108.
El señor Guerra (don J. Guillermo) insinúa agregar a 1
final del inciso 2." la frase «y gobierne la comuna», y, al final del
inciso siguiente la frase, «y podrá ser rentado».

375 —

El señor Edwards Matte (don Guillermo) hace indicación


para que en el inciso segundo del artículo en cuestión se redacte
en esta forma: «Al constituirse cada Municipalidad, se nombrará

un Alcalde para
que la presida y ejecute sus resoluciones».
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que
sería mejor decir: «cada Municipalidad al constituirse, nombrará
un Alcalde para
que la presida y ejecute sus resoluciones».
Se aprobó esta última forma.
El señor Hidalgo (don Manuel) dice que no puede aceptar
que el Presidente de la República designe a los Alcaldes, y que si
el pueblo puede elegir a los Diputados, Senadores, y aun al primer
Magistrado de la Nación, es natural que también pueda elegir a
los Alcaldes, por lo menos en las grandes ciudades. Trae, al efecto,
el recuerdo de lo que ocurre en Buenos Aires, donde está implantado
el sistema que aquí se quiere establecer, y que allá por sus malos
resultados, tratan ahora de abolir.
Manifiesta, que él es partidario de la libertad más ampba,
cuyo buen empleo no se enseña otorgándosela al pueblo por partes,
sino de una vez por todas, y esperando que el trascurso del tiempo
haga que su uso se perfeccione más y más,
Agrega que él pediría que los Alcaldes de las grandes ciudades
fueran rentados y elegidos por el pueblo.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) dice que precisamente
en las grandes ciudades es donde hay más electores capaces y cons

cientes para elegir buenos Alcaldes.


El señor Edwards Matte (don Guillermo) recuerda que en
los últimos años ya estábamos acostumbrados a que la ciudad de
Santiago pudiera ser regida por Alcaldes y Municipales que mere
cieran hasta ir a la cárcel, que hubo Alcaldes y Regidores a los
cuales se les consiguió comprobar serios debtos y que esto duró mien
tras no se organizó un gobierno local serio sin atender a su filiación
política.
El señor Hidalgo (don Manuel) dice que él recuerda esas admi
nistraciones a que se ha referido el señor Edwards Matte y hasta
el caso de la acusación hecha por las filtraciones. Agrega que la Mu
nicipalidad de que él formó parte, a pesar de que fué muy honrada,
dejó embargadas las rentas Municipales por un mibón de pesos,
debido a que las rentas que
percibe corporación son de una
esta
exigüidad ridicula.
Hay quienes desean, con muy buenos propósitos, que los ser
vicios locales de Santiago se hagan en tan buena forma como los de
Buenos Aires, cuyo Municipio dispone de ochenta millones de
nacionales de renta. Entre tanto, en los servicios de la Municipa
lidad de Santiago se gasta hoy sólo lo que en Buenos Aires se in
vierte en el mantenimiento del parque de Palermo.

376 —

Desea que los Alcaldes sean elegidos, a fin de que vayan a esos
cargos las personas más aptas y honorables.
El señor Yáñez (don Eliodoro) pregunta cómo serían removi
dos los Alcaldes si fueran elegidos por el pueblo.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) dice que no serían re
movidos con la perniciosa frecuencia de hoy si fueran elegidos di
rectamente, porque lo serían por todo el período.
El señor Hidalgo (don Manuel) no comprende que en una ciu
dad como Santiago no vayan a elegir al Alcalde los vecinos que son
los interesados. Estima que con este criterio tampoco podría elegir
el pueblo al Presidente de la República.
Por otra parte, dice que él conoce lo que pasa en las Munici
palidades y sabe que la culpa de las incorrecciones no la tienen en
la mayoría de los casos los Alcaldes sino los Municipales, y que
los Alcaldes tienen que hacer la vista gorda muchas veces por in
terés político y por evitar que les hagan la «neumáticas.
Termina expresando que por las razones que ha expuesto, es
partidario de que los Alcaldes de las grandes ciudades sean elegidos
directamente por el pueblo.
El señor Guerra (don J. Guillermo) manifiesta que, teórica
mente, le encuentra razón al señor Hidalgo ; pero que, en la práctica,
en varios países del mundo se tiende actualmente a modificar el

sistema de gobierno municipal de las grandes ciudades, reempla


zando los Alcaldes electivos por funcionarios designados por las
autoridades superiores. Esto último es lo que se hace actualmente
en el Brasil, en la Repúbbca Argentina y en muchas grandes ciu

dades de los Estados Unidos.


Después de la respuesta a las observaciones del señor Hidalgo,
dice que él quisiera modificar el artículo en el sentido de consultar
la idea de que los cargos de Alcalde sean concejiles, por regla ge
neral, y rentados sólo en las grandes ciudades.
El señor Barros Borgoño (don Luis) dice que convendría
establecer en este artículo que estos funcionarios serán rentados.
El señor Guerra (don J. Guillermo) insiste en su opinión
de que el cargo de Alcalde no debe ser rentado, por regla general,
y que eso se debe expresar en la Constitución, porque si nada se
dijera, se podría entender que no habiendo prohibición constitucio
nal, la ley podría establecer la renta. A su juicio la renta de los Al
caldes se justifica solamente en el caso de las grandes ciudades,
como una excepción al principio general, y que, como tal excepción,
debe estamparse en el texto de la Constitución.

El señor Hidalgo (don Manuel) hace presente que la tenden


cia moderna es la de que no administren los Alcaldes, sino los téc
nicos que se contratan con el objeto. Los Alcaldes ejercen sólo la
autoridad local superior.
-
377 —

Dice que
en Buenos Aires se lleva a efeeto una gran campaña
de opinión para llegar a establecer el Gobierno Municipal en la
forma en que lo tenemos nosotros, suprimiendo el Intendente Mu
nicipal.
El señor Barros Borgoño (don Luis) observa que esto se dis
cutió ya mucho y que había quedado establecida la designación
del Primer Alcalde en la forma en que lo está en el artículo respec
tivo.
El señor Yáñez (don Eliodoro) propone la incompatibilidad
del cargo de Alcalde con el de Regidor.
El señor Barros Borgoño (don Luis) dice que con esta medida
se remediaría poco de lo que se quiere remediar en las grandes ciu

dades.
El señor Yáñez (don Eliodoro) cree que tendrían remedio en
esta forma muchos de los males que hoy aquejan al gobierno local,
pues así el Alcalde no tendría que contemporizar con malos ele
mentos para permanecer en su puesto, ni se formarían cambullones
para derribarlo.
Cree, por esto, que hay conveniencia en elegir una persona
de fuera, que no pertenezca a la Municipalidad.
> Consultada por S. E. la Subcomisión respecto a si aceptaba la
¡dea de la elección directa de los Alcaldes por el pueblo o la forma
de designación consultada en el inciso tercero del artículo 104 del
proyecto de la misma Subcomisión, se acordó, con los votos en con
tra de los señores Vicuña Fuentes, Cárdenas e Hidalgo, aprobar la
idea de la designación de los Alcaldes de las grandes ciudades, por el
Presidente de la República.
S. E. pregunta si se agrega que los Alcaldes pueden ser rentados,
El señor Barros Borgoño (don Luis) lo estima innecesario,
pues la frase del artículo 104 que dice, «estos cargos son concejiles^
se refiere a los Regidores y no a los Alcaldes.
El señor Guerra (don J. Guillermo) considera que debe de
cirse «podrán ser rentados en las grandes ciudades», para que no
lo puedan ser en las otras.
El señor Hidalgo (don Manuel) cree que habría conveniencia
en incluir en el inciso tercero del artículo 104 a ciudades tan impor

tantes como Iquique, Antofagasta, Concepción y Valdivia, que


han tenido y tienen Alcaldes modelos y que, si se fija en la Consti
tución la cuota de cien mil habitantes, sólo quedarán comprendi
das en este inciso las ciudades de Santiago y Valparaíso.
S. E. pide que se deje eso a la ley.
Al señor Hidalgo (don Manuel) le parece, con relación al ar

tículo 105, que por muy pequeñas que sean algunas comunas, no

deben estar administradas sólo por tres personas,


S. E. propone cinco como mínimo.
-
37S -

El señor Silva Cortés (don Romualdo) cree que con tres


está bien, porque hay comunas muy pequeñas y pobres que no ne

cesitan más.
Se acordó fijar en cinco el número mínimo de regidores.
El señor Cárdenas (don Nolasco), refiriéndose al artículo 107,
recuerda a la Comisión que en el debate anterior observó que la
disposición que aparecía en el artículo 106 y que exigía figurar en
el rol de contribuyentes, para poder ser elegido regidor municipal,
era atentatoria a los derechos de los ciudadanos, ya que únicamente

podían alcanzar esa. distinción los que fueran contribuyentes. Adujo


con tal motivo, que tal disposición podía ser mal interpretada por

la opinión pública, cosa que había conveniencia en evitar.


Todos los miembros de la Subcomisión lo estimaron también
así, acordándose suprimirla.
Agrega, el señor Cárdenas, que se impone ahora de la existen
cia de otra disposición que aparece al final del inciso segundo del
artículo 107, también inconveniente como la suprimida en el ar
tículo 106, pues ella establece que únicamente podrán figurar en
el Registro Electoral respectivo los contribuyentes, en síntesis,
tendrá derecho a elegir municipales cierta categoría de personas,
quedando sin el goce de este derecho la inmensa masa de nuestros
conciudadanos.
Estima, en consecuencia, que esta disposición es anti-democrá-
tica y que debe ser suprimida como la anterior.
El señor Guerra (don J. Guillermo) observa que si bien es
cierto que se exigirá figurar en el rol de contribuyente* para poder
votar en la elección de Regidores, en cambio, todos podrán llegar
a esto* cargos, aun los que no figuraren dicho rol, y que ese fué
en

el acuerdo que se tomó en la ocasión anterior a que se refiere el se


ñor Cárdenas.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) agrega que con
las contribuciones que se pagan actualmente, casi todos los habi
tantes de la República figurarán en el rol.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) manifiesta que con
esta disposición se quiere evitar que los que no tengan intereses
que defender en la comuna intervengan en la elección de Regidores.
El señor Cárdenas (don Nolasco) pregunta: ¿De manera que
los que no pagamos directamente las contribuciones sean ellas fis
cales o municipales no tenemos dereeho para elegir Municipales?
S. E. piensa como el señor Cárdenas, que esta disposición es
anti-democrática.
No solamente los que pagan contribuciones tienen interés en
la comuna. Puesto que las Municipabdades entienden en la salu
bridad de las poblaciones, en su pavimentación y alumbrado, en los

379 -

mataderos, los mercados, en el ornato, en fin, en todas las cosas


en

de la vida, están interesados en el gobierno local todos los indivi


duos que viven en la comuna.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) agrega que, en con
formidad con esta disposición, en las comunas rurales las Municipa
lidades serían elegidas a lo sumo por un centenar de personas.
S..E. observa que el bíteres de los individuos en el gobierno
local no se mide por los bienes que poseen sino por los beneficios que
tienen derecho a esperar de la vida en sociedad. Un pordiosero
puede tener más interés que un millonario en el gobierno comunal,
porque aquél no cuenta con recursos para defenderse de los males
sociales. Tal vez podría decirse que el que nada posee, tiene más
interés en esta materia que el que posee mucho.
El señor Hidalgo (don Manuel) manifiesta que la Subcomi
sión estimó que era anti-democrático exigb una renta a los que
aspiraran a un sillón en el parlamento, como lo establece la Consti
tución del 33, y suprimió esa disposición; por lo tanto, tampoco
se justifica esta exigencia de figurar en el rol de contribuyentes

para poder elegir Regidores, porque con ella se excluye a una can
tidad enorme de ciudadanos.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) se manifiesta conven
cido por las razones vertidas por los señores Cárdenas e Hidalgo,
sobre todo, dice, si se toma en cuenta que esto sería entrar en una
reglamentación demasiado minuciosa, que no es propia ya de una
Constitución. Cree, por lo tanto, que la ley podrá después limitar
el uso del derecho.
S. E. dice que es una enseñanza de la historia que, cuando se
han dado derechos a los pueblos, no se les pueden quitar después.
Del mismo modo, cuando se anticipan reformas, no hay más que
esperar que suba su nivel de cultura y su preparación hasta ponerse
de acuerdo con esa reforma.
En el caso actual, se le ha dado ya al pueblo el derecho de ele
gir Municipabdades. No se lo podríamos quitar ahora sin hacer que
esta Constitución fuera antipática a la opinión pública.
El señor Barros Borgoño (don Luis) expresa que ya se ha hecho
una división política y una división administrativa del país, para

separar por completo el interés pobtico de la administración lo


cal.
Si se quiere, entonces, tratándose de los intereses locales, que
haya quienes los administren bien, debe seleccionarse a los hombres
que gobiernen en tal esfera, y el modo de hacerlo es entregando
ese gobierno a aquellos que pagan contribución. Los que no las pa
gan no tienen ningún arraigo en la región, no les interesa por lo
tanto, su buen gobierno. .

380 —

S. E. anota una vez más que el interés por la comuna no sólo


afecta a los que tienen bienes sino también, y tal vez más, a los que
no los tienen.

El señor Hidalgo (don Manuel) cita el caso de una comuna


vecina de Santiago cuyo gobierno estaba especialmente en ma
nos de los grandes contribuyentes. Pues bien, allí el mejoramiento
urbano sólo ha alcanzado a las calles donde viven los regidores y lo
demás ha quedado en el más absoluto abandono.
El señor YÁSez (don Eliodoro) es de opinión de qué puedan
votar todos.
TA señor Maza (don José). Ministro de Justicia, observa que
mientras las elecciones Municipales se hagan con los registros co

munes, no eliminará de ellas la pobtica y que esta no es una


se

cuestión de democracia, sino de buen régimen local.


El señor Yáñez (don Eliodoro) cree que no tienen objeto los
registros especiales o separados, y que debe irse al padrón general
del país, que serviría para el servicio militar, para las contribucio
nes, para las diversas elecciones, etc.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) comparte la opi
nión del señor Maza, aunque no divisa cómo una persona, por el
hecho de estar inscrito en dos registros diferentes, pudiera cam
biar su modo de votar.
El señor Maza (don José), Ministro' de Justicia, contesta que
las actividades que el elector desarrolla en cada caso son diversas,
y que a lo que debe aspirarse es a que el ciudadano se dé cuenta
de que su voto municipal no tiene nada que ver con la política.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) apunta que eso sólo
puede ocurrir cuando las Municipabdades no tengan ingerencia
alguna en los procedimientos de la ley electoral. A su juicio, mien
tras más numeroso es el electorado, peores son los representantes

que eligen.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, pregunta cuá
les serían las ventajas de la democracia en las comunas rurales con
este sistema, al que no se atribuye más mérito que ser democrático
por excelencia.
El señor Cárdenas (don Nolasco) confiesa que en los campos
el pueblo no
ganaría nada con tal sistema en la actualidad, pero
cree indudable que así iría perfeccionando sus hábitos cívicos el
electorado, y que al fin se obtendrían buenos resultados.
El señor Hidalgo (don Manuel) observa que cuando se crea
ron los mayores contribuyentes se pensó con eso eliminar el cohecho

en las elecciones, pero que se ha visto que la venaUdad existe tanto

entre los de arriba como entre los de abajo.


S. E. dice que lo que hay que hacer para evitar el cohecho es

381 -

impedir que las Secretarías políticas funcionen en la vecindad de


las mesas, prohibir que los electores vayan a votar con los apodera
dos políticos al lado, y que el voto sea en la práctica absolutamente
secreto.
Se consultó a los señores miembros de la Comisión sobre la
frase «y figurar en el rol de los contribuyentes de la respectiva co
muna», del inciso segundo del artículo 107, la cual resultó rechaza
da. Posteriormente se acordó suprimir todo el inciso segundo.
Se pasó a revisar el artículo 108.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) hace presente que hay
necesidad de corregir la redacción del inciso segundo de este artículo.
Cree que se ha querido decir todo lo contrario de lo que se dice, o
sea, que las Municipabdades contribuirán con una cuota proporcio
nal de sus entradas anuales a los gastos de la provincia.
A su juicio hay que decir: «podrá la ley señalar de cada Muni
cipalidad» en vez de «a cada Municipahdad» .

El señor Amunátegui (don Domingo) se diga «imponer» en


vez de «señalar».

Así quedó acordado.


Se pasó a revisar el artículo 109 del proyecto de la Subcomi
sión y se acordó dejarlo en la forma en que está.
El artículo 110, referente a la descentrafización administrativa,
se dio por aprobado sin modificación.

Se pasó a revisar el capítulo X «Reformas de la Constitución».


El señor Silva Cortés (don Romualdo) manifiesta que, dada
la gravedad de la materia, convendría decir en el último inciso del
artículo 111, en lugar de «la sesión se verificará al día siguiente con
los Diputados y Senadores que asistan», «la sesión se verificará el
día del mes siguiente que señale el Presidente de la Cámara de Se
nadores».
No es posibleque una reforma constitucional votada vio
sea

lentamente, por decirlo así, por los Diputados y Senadores que


asistan.
El señor Yáñez (don Eliodoro) cree que debe ser facultad cons

titucional el fijar el día. Al decir, «la sesión se verificará al día si


guiente» se querido designar un día dado; pero puede ocurrir
ha
que ese día no haya sesión, por lo cual cree que debe decirse «la
sesión se verificará en los. días siguientes».
. . .

S. E. estima que hay más pebgro en dejar la fijación al arbi


trio del Presidente que establecer en la Constitución que la sesión
deberá verificarse al día siguiente.
En el primer caso pueden no llegar las citaciones a poder de
los Senadores y Diputados o puede ocurrir cualquiera sorpresa,
mientras que sabiendo de antemano los congresales que la sesión
se verificará al día siguiente, se apresurarán a concurrir.
— —
382

El señor Edwards Matte (don Guillermo) propone que se


diga (pie esta sesión se verificará a los sesenta días siguientes.
S. E. opina que es más segura la forma en que está el artículo.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) dice que lo que él
busca es la seguridad y que si S. E. estima que ello se consigue con
este artículo él lo acepta.
Se dio por aprobado el artículo sin modificaciones.
Se pasó a tratar el artículo 112.
El señor Yáñez (don Eliodoro) manifiesta que, a su juicio,
convendría suprimir el plebiscito en el caso de la reforma de la
Constitución.
S. E. hace presente que esa materia no se puede modificar por
que fué objeto de una transacción.
El había pedido el plebiscito para la dictación de las leyes y
de las reformas constitucionales cuando incidiera el caso de que
aquí se trata, pero debido a una transacción, sólo se aprobó el ple

biscito respecto de las reformas Constitucionales.


El señor Yáñez (don Ebodoro) deja testimonio de que es par
tidario del plebiscito respecto de las leyes, pero no respecto de las
reformas constitucionales.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) dice que, al revés
del señor Yáñez, cree que el plebiscito no se justifica en las leyes
porque ellas sí que son materia especialísima del parlamento; en

cambio, la Constitución es la Carta que fija las atribuciones de los


dos poderes y la que establece las normas en que deben resolverse
sus conflictos. Es, pues„ claro que en esta lucha de atribuciones, es

lógica la solución de que el pueblo resuelva la dificultad.


Cree, además, que si este recurso no existiera en estos casos,
es decir, en las reformas constitucionales, el Congreso se sentiría

tentado a extender excesivamente sus atribuciones,


El señor Yáñez (don Eliodoro) es de la opinión precisamente
contraria a la que sustenta el señor Edwards Matte,
Cree que las reformas constitucionales tienen por objeto esta
blecer la coordinación necesaria entre las atribuciones de los po
deres públicos, y, por lo tanto, tienen que ser entregadas al Con
greso. No pueden quedar al arbitrio del Presidente de la República.
En los casos de conflictos en la dictación de las leyes, encuentra
procedente y natural el plebiscito, porque entonces se trata de un
interés público que puede ser considerado de distinta manera por
los poderes constitucionales; pero establecer el plebiscito para los
casos de conflictosen materia de reformas constitucionales le
pa
rece una verdadera sustracción que se hace al Congreso de una de
sus principales atribuciones.
S. E. encuentra que no hay lógica en el razonamiento del señor

383 —

Yáñez, porque es partidario de darle al pueblo la facultad de inter


venir en la dictación de todas las
leyes.
El señor YÁSiz (don Eliodoro) interrumpe a S. E. para decir
que es partidario de ello, pero siempre que no se trate de leyes de
reformas constitucionales.
El señor VicuSa Fcektes
(don Carlos) cree que los plebiscitos
no son
procedentes, tratándose de la aprobación de las Constitucio
nes o de las
leyes, como por ejemplo de un Código, oue es siempre
extenso y complejo, pero tratándose de puntos en desacuerdo,
como este de que se hace mención en este articulo, le parece que
está muy bien. Por pide
eso que se deje el articulo como está.
El Gdebra (don J. Guillermo) desea que
señor
quedo testi
monio en el acta de las
observaciones que va a formular, manifiesta
que el desacuerdo suyo con este sistema
llega a tal punto que abriga
el temor de que esta Constitución
que está elaborando la Comi
sión pueda fracasar. ¿Cómo
sabemos, dice, si en mañana, ya
vigencia esta Constitución, se forma una mayoría absoluta en am
bas ramas del Congreso y se aprueba una reforma constitucional
de dos lineas que diga:
.Suprímese la Constitución dictada en 1925
y restablécese la del 33 en los términos vigentes en tal día»? Y así
vendría por tierra todo el
trabajo que se está haciendo.
Desea hacer constar su opinión en el sentido de que estima
muy satisfactoria y adecuada a las necesidades
y condiciones ac
tuales del país la reforma Constitucional realizada
por esta Comi
sión, sin perjuicio de lamentar profundamente no se con que haya
sultado la facultad presidencial de disolver el
Congreso en cual
quier momento, lo que considera de indispensable necesidad, como
válvula de segundad que permita hacer efectivo el
aprovechamiento
de las demás reformas realizadas.
Considera que el sistema de reforma de la Constitución
que
consulta el proyecto, significa un cambio
demasiado brusco y que
puede ser peligroso en su aplicación. Sin pausa se ha pasado del
antiguo sistema que era muy rígido a un sistema que es el extremo
opuesto y que significa
medio de reforma excesivamente fácil
un

Cree que esta modalidad puede


producir el fracaso de la reforma
realizada ahora.
Lo único que acepta de este sistema
es, precisamente, lo que
rechaza el señor Yáñez: la consulta al
país. En su concepto, es el
plebiscito la única garantía que quedará para evitar reformas cons
titucionales sorpresivas y perniciosas y
que podrá ejercitarse cuan
do haya un Presidente que se ponga frente al Congreso para atajar
una reforma perjudicial.
Pasando a otro orden de
consideraciones, después de dejar en
claro su desacuerdo con el sistema de reforma de la
Constitución

384 —

que se ha aprobado, pide también que se deje testimonio en el acta


de un deseo que formula como chileno, teniendo presente una alta
necesidad nacional, y que formula así:
«Que el primer Congreso que se elija en conformidad a la re
forma aprobada, se apresure a crear la Provincia de Magallanes
que es necesaria por altas razones de orden social, económico e inter
nacional, lo cual puede hacerse ahora con más facilidad que antes,
ya que el nuevo sistema de elegir el futuro Senado por agrupacio
nes provinciales hace innecesario que una provincia tenga pobla

ción suficiente para elegir como mínimum dos Diputados y un Se


nador. *
S. E. desea también dejar testimonio de su modo de pensar
respecto a la disolución del Congreso.
Cree que, a pesar del régimen que se ha establecido en la nueva
Constitución, es tan hondo, tan profundo el mal, está tan arraigada
en nuestros hábitos parlamentarios la tendencia de mezclarse en

los actos de la adminisí ración pública que, a pesar de la reforma que


estamos estudiando, siempre se encontrarán medios para derribar
los Gabinetes. Se van a producir los mismos conflictos de antes,
los cuales no se evitan sino dando al Presidente de la Repúbbca
la facultad de disolver el Congreso; pero no ha insistido en este punto
a fin de dejar expedito el camino para que pase esta Constitución.

Si tal como ella está, ya es objeto de ataques malévolos basados


en apreciaciones falsas ¿a qué ataques y suspicacias no daría lugar

si se contemplara en ella la disolución del Parlamento? y


sin embargo, está convencido de que toda la obra realizada será ine
ficaz por no consultarse en esa Constitución esa facultad,
El señor Yáñez (don Ebodoro) cree que esta Constitución
quedaría muy bien si en el inciso final del artículo 41 se dijera así:
«los acuerdos u observaciones no afectarán sino la responsabilidad
pobtica del Ministro a quien se refieren».
Con esta disposición, y dándole al Presidente de la República
la facultad de disolver el Congreso, la Constitución quedaría, a su
juicio, admirablemente bien.
El señor Amunátegui (don Domingo) es contrario a la pri
mera de las indicaciones del señor Yáñez.
Estima que si el asunto de que se trata en la Cámara es de
importancia, afecta a todos los Ministros y al Presidente de la Re
pública y, en consecuencia, la censura alcanza a todos ellos. Cas
tigar a un solo Ministro es una injusticia y no conduce a nada, por
que sus colegas y aun el mismo Presidente se sentirían también afec
tados por la censura.

Tampoco acepta el señor Amunátegui la disolución del Con


greso, porque habiéndose disminuido considerablemente en esta

385 —

onstitución las facultades del Parlamento, no es posible dejarlo,


todavía, constantemente amenazado por esta espada de Damocles
de la disolución.
S. E. recuerda que según el sistema que se ha establecido, va
a existir la censura a un Ministro, pero sin el contrapeso que le pone

el señor Yáñez con su indicación.


Observa que se ha dado a la Cámara de Diputados la facultad
de declarar por simple mayoría, que ha lugar a la acusación de un
Ministro y al Senado la de declarar, por la mayoría de sus miem
bros en ejercicio, la culpabildad de él, y teme que con este sistema
y sin contrapeso alguno por parte del ejecutivo, las acusaciones
sean sumamente frecuentes.
El señor Amunátegui (don Domingo) pone el caso, como ejem
plo, de una concesión de tierras en el Sur.
La Cámara de Diputados estudia el asunto; pide explicaciones
al Gobierno; el Ministro implicado va a la Cámara a defenderse;
la Cámara por mayoría, condena al Ministro acusado. Ese es un
acto que por más que se diga que afecta sólo al Ministro en cuestión
en reabdad compromete a todo el Ministerio y aun al Presidente de
la República.
S. E. insiste en que si la disposición de que se trata puede dar
lugar a abusos, valdría la pena de establecer la facultad de disolu
ción del Congreso que ha propuesto el señor Yáñez.
El señor Yáñez (don Ebodoro) manifiesta que dentro del ré
gimen parlamentario, la solidaridad ministerial es incuestionable,
pues dicho régimen consiste en Uevar el Gobierno al Congreso por
medio de los Ministros. Los Ministros son el Congreso que está en
la Moneda y la Moneda que está en el Congreso.
Mientras tanto el régimen que se trata de implantar no es par
lamentario, de modo que entonces es preferible establecer tan solo
la responsabilidad de un Ministro. El sentimiento de solidaridad
nacido del compañerismo, de la dignidad o del honor no tiene ca
bida en este caso.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) dice que, en su
opinión, lo que causó el cambio de régimen en el país fué el deseo
de evitar las crisis ministeriales tan perjudiciales en todo sentido,
creadas por el abuso del parlamentarismo. Dos medios habría para
evitar ese mal: la supresión de la responsabibdad pobtica del Mi
nisterio, o el establecimiento de la facultad del Presidente para di
solver el Congreso cuando estuviere en desacuerdo con él. Estima,
que, como coronación de la buena obra hecha hasta aquí por la
Subcomisión debería establecerse la facultad del Presidente de
la Repúbbca para disolver el Congreso, manteniendo la responsa-

(Actas 25)

386 —

bilidad del Ministro ante la Cámara, con lo cual se tendría un sis


tema parlamentario que dispondría de una gran válvula de segu
ridad, la que, en la mayoría de los casos, obraría por presencia, no
por su empleo efectivo.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) adhiere a lo expuesto
por el señor Edwards Matte. Dice que él sostuvo desde el principio
el régimen parlamentario, y que lamenta que el sistema adoptado
adolezca de un gravísimo inconveniente. ¿Qué van a hacer las Cá
maras con un Ministerio que no represente su mayoría? El Congreso

dispone de dos armas poderosas: su acción legislativa, y su facul


tad de censurar al representante del Ejecutivo. Entre tanto el Pre
sidente de la República ha quedado desarmado, no le es ya posi
ble disolver el Congreso. Por eso estima muy conveniente esta
blecer la disolución de las Cámaras, y cree que tal reforma sería
muy bien recibida por la opinión.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) expone que el punto
en cuestión ha sido largamente discutido y que no es posible ya

reabrir debates sobre él porque por ambas partes se han hecho una
serie de transacciones en la intebgencia de que ciertas bases serían
mantenidas, una de ellas es la no disolución del Congreso dentro del
régimen Presidencial adoptado. Si hubiera predominado el régimen
parlamentario, entonces si que el se habría explicado la necesidad
de la válvula de escape que consiste en disolver el Congreso. Por
otra parte agrega, nada hay más destructor que la inestabilidad de
las instituciones. Si se ha querido defender la estabilidad Minis
terial, ¿es aceptable por eso implantar la inestabilidad del Congreso?
Con la misma lógica podría establecerse la inestabilidad para el
Presidente de la República. No conviene tampoco que este pueda
reducir al Congreso a la impotencia y al servilismo.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) cree recordar que en

tre las reformas constitucionales que alcanzó a aprobar el último


Congreso estaba la de facultar al Presidente para disolver las Cá
maras.

El señor Hidalgo (don Manuel) sería partidario de dar esta


facultad al Presidente de la República, si sehubiera adoptado el
régimen parlamentario, pero dársela en un régimen Presidencial
sería reducir al Congreso a un papel de una corporación simplemente
decorativa.
Si se pretende establecer la disolución del Congreso habría
que restablecer el régimen parlamentario.
Cree como el señor Amunátegui, que si se estatuye que los
votos de censura afectan solamente a uno de los Ministros, no ha
brá ninguno que quiera continuar en el Gabinete, el cual, en todos
los asuntos de importancia como cuerpo colegiado toma acuerdos

387 —

a los que concurren todos sus miembros, quienes se sentirían afec


tados en igual forma por un voto de censura.
Por otra parte, cree que individuabzando la responsabilidad
se originaría una falta de cohesión en los Gabinetes más grave que
los males que se trata de remediar ahora.
Estima, por esto, que es más práctico si se quiere salvar esta
dificultad, establecer el régimen parlamentario, dando al Presidente
la facultad de disolver el Congreso.
El señor Briones Luco (don Ramón) dice que esta Constitu
ción que se elabora, que no es solamente hija del patriotismo de S. E.
el Presidente de la República, sino el resultado de los últimos acon
tecimientos, está llamada a purificar a los partidos políticos y al
país.
El, que era partidario ardiente del régimen parlamentario,
ahora está convencido de que este régimen ha sido una verdadera
catástrofe para Chile.
Cree que esta constitución durará diez o quince años, es decir,
lo necesario para que el aumento de la cultura general del país,
permita reabzar el ideal del régimen parlamentario.
No es partidario de la disolución del Congreso en el régimen
que se ha establecido y aceptaría gustoso cualquiera indicación
que tendiera a dar estabilidad a los Gabinetes, aun la que persigue
individuaüzar la responsabibdad de los Ministros.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) cree que si se quiere
ir a la disolución del Congreso, se tendría que establecer el régimen
parlamentario, ya que dentro del régimen establecido es imposible
aceptarlo.
El señor Cárdenas (don Nolasco) manifiesta que él fué uno
de los que votaron en contra de esta aspiración que quería contem
plarse en la nueva Constitución, o sea la de dar al Presidente de la
Repúbbca la facultad de disolver el Congreso.
Si él hubiera pensado con criterio extremista en esta materia
habría votado a favor de esta facultad, pero por una razón entera
mente distinta de la que los señores miembros de la Comisión se

figuran.
Va a expbcarse.
Recuerda que cuando el Partido Socialista apareció en la vida
política de Alemania, hizo una formidable campaña contra el ré
gimen establecido; la buena organización y la cohesión de estos
elementos le permitieron llevar una no despreciable representación
al parlamento, y hubo una época en que la oposición del partido
sociabsta Alemán al Gobierno Imperial fué tan tenaz y tan enér
gica que Bismark con la cooperación de sus Ministros procedió a
disolver el Parlamento a pretexto de que la campaña de los socia-

3£8 —

listas se hacía en contra del Gobierno. Con este motivo, agrega,


los sociaüstas estrecharon sus filas, ejercieron una acción más enér
gica, adquirieron más popularidad y de 50 que eran sus Diputados
en aquella época llegaron a más de ciento en las siguientes eleccio
nes.

Después de esta experiencia, no volvió a pensar ni Bismark


ni el Kaiser en clausurar el Congreso por causa de la acción de los
socialistas.
Algo muy parecido ocurrió en Itaba durante el Gobierno del
Ministro Giolitti. Inquieto el Gobierno por lo avances del Partido
Socialista que había llegado a apoderarse de las fábricas en Turín
y en otras ciudades, decretó la disolución del Congreso. Pues bien
en las próximas elecciones no sólo el partido socialista se organizó

e incrementó sus fuerzas, sino que se abó con los comunistas y anar

quistas, llegando a obtener las primeras ciento doce diputaciones


cuando, antes tenían sesenta, y logrando los comunistas diez o doce
y los anarquistas cinco o seis.
En Inglaterra el Partido Laborista era tenazmente combatido
por la reformas avanzadas que sus representantes en el parlamento
querían introducir en el régimen económico y social del país. Se
aliaron contra él los partidos bberal y conservador; la disolución
del parlamento fué decretada. En las elecciones siguientes el Partido
Laborista vio incrementada en tal forma su representación, que el
poder quedó en sus manos.

Se disolvió nuevamente el parlamento y el Partido Laborista


no alcanzó a hacer triunfar en la nueva Cámara el número de Dipu
tados que tenía en la anterior; sin embargo, obtuvo en esta elección
casi un millón de votos más que en la elección anterior.
Ha hecho esta exposición histórica para llegar a la conclusión
de que, apreciando con criterio extremista la materia en debate,
él habría aceptado la disolución del Congreso, porque en cada reno
vación del Parlamento el pueblo obtiene una mayor educación cí
vica ; pero cree que en la situación actual y ante el pebgro de pro
ducir perturbaciones en el futuro, el patriotismo indica que no se
debe establecer semejante disposición cualesquiera que sean las
razones que se invoquen en su favor.
Se levantó la sesión,

ARTURO ALESSANDRL

Edecio Torreblanca.
TRIGÉSIMA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE
REFORMAS CONSTITUCIONALES

13 de julio de 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con la asis


tencia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño,
Ramón Briones Luco, Nolasco Cárdenas, Guillermo Edwards Matte,
J. Guillermo Guerra, Manuel Hidalgo, Pedro N. Montenegro, Ro
mualdo Silva Cortés, Carlos Vicuña Fuentes, Francisco Vidal Gar
cés, Eliodoro Yáñez, del señor Ministro de Justicia, don José Maza,
y del Subsecretario del Ministerio del Interior, don Edecio Torre-
blanca, quien actuó como Secretario: se abrió la sesión.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, recuerda que,
antes de entrar a la revisión de los artículos transitorios, es nece
sario que la subcomisión se pronuncie sobre algunas modificaciones
introducidas en la sesión anterior en el capítulo relativo al Poder
Judicial.
Fueron aprobadas.
Advierte también el señor Maza que la Subcomisión debe pro
nunciarse sobre otra modificación introducida en el inciso 2.° del
art. 107, inciso que se redactó, teniendo en cuenta que en estos re
gistros particulares pueden inscribbse los extranjeros y, además, que
en todos los países el sufragio femenino principia por la elección de

Municipales. En consecuencia, este inciso se podría modificar en la


siguiente forma:
«Habrá para este efecto, registros particulares, etc.*
Se suprimiría la parte final que dice: «y figurar en el rol de con
tribuyentes de la respectiva comuna».
El señor Cárdenas (don Nolasco) cree que habría sido mejor
decir expresamente que podían inscribbse en esos registros los ex
tranjeros y las mujeres.
A juicio del señor Edwards Matte basta con que se deje testi
monio en el acta de que el espíritu de esta disposición es que pue
den inscribirse las mujeres.
Observa el señor Maza que si dice expresamente que en este caso
podrán votar los extranjeros y las mujeres, se entendería que la Cons
titución les prohibe a las mujeres votar en las demás elecciones, cuan
do, en realidad, el espíritu de la Subcomisión no ha sido ese, sino de
jar a la Ley que les otorgue el voto municipal y el voto político cuan
do lo estime oportuno y conveniente y sin necesidad de una reforma
constitucional.

390 —

El señor Guerra (don J. Guillermo) opina que por ahora es me


jor no dar a las mujeres el voto político.
El señor Yáñez (don Eliodoro) recuerda que de las disposiciones
de la actual Constitución se desprende que las mujeres pueden ins
cribirse. ¡

El señor Edwards Matte (don Guillermo) propone que se agre


gue: pudiendo inscribirse en estos registros los extranjeros.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, insiste en que se
deje el inciso como lo ha leído, dejando testimonio en el acta de que
el espíritu de la Comisión es que puedan votar los extranjeros.
Finalmente los señores miembros de la Subcomisión se pusieron
de acuerdo en agregar al inciso una frase que diga que podrán inscri
birse en dichos registros los extranjeros.
S. E. dice que el técnico sanitario contratado por Chile, Mr.
Long, le ha observado la conveniencia de contemplar en la Consti
tución un artículo que signifique una declaración doctrinaria en el
sentido de que la salubridad y la higiene púbbcas son una atención
preferente del Estado.
De acuerdo con esa opinión ha rogado al señor Maza que redac
te la disposición del caso, disposición que podría tener cabida en el
capítulo tercero «Garantías Constitucionales»,
Asi quedó acordado.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, hace una con

sulta a la Subcomisión respecto al sentido del artículo 111 del Pro


yecto que en su inciso 2.°, dice:

«El proyecto de reforma necesitará para ser aprobado en cada


rama del Congreso, él voto conforme de la mayoría de Diputados o

Senadores en actual ejercicio.»


Pregunta si esta cada uno de los trámites
mayoría se requiere en

constitucionales del proyecto, recordando que el inciso anterior dice:


«salvas las excepciones que a continuación se indican».
Los señores miembros de la Subcomisión fueron de opinión de
que en cada uno de los trámites de un proyecto de reforma constitu
cional es necesario el voto conforme de la mayoría de los Diputados
o Senadores en actual ejercicio.

El señor Hidalgo (don Manuel) pregunta cómo se van a remo

ver los Alcaldes nombrados por el Presidente de la República en los


casos de que su permanencia en el puesto resulte notoriamente incon
veniente para los intereses locales.
S. E. manifiesta que en estos casos podría destituirlos el Presi
dente de la Repúbbca.
El señor Hidalgo (don Manuel) estima indispensable establecer
alguna disposición que permita remover en estos casos a esos funcio
narios.

391 —

El señor Vidal Garcés (don Francisco) cree que podrían ser


removidos también por el Presidente de la República, pero de acuerdo
con el Senado, ya
que un Alcalde es más que un Jefe de Oficina,
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) propone que sean remo
vidos por el Presidente déla República, de acuerdo con la Municipa
lidad respectiva.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, pregunta si no
sería más lógico exigir en estos casos el acuerdo de las asambleas pro
vinciales.
S. E. propone que se agregue al inciso 3." del artículo 104 esta
frase: «La remoción de estos alcaldes se hará por el Presidente de la
República, de acuerdo con la respectiva Asamblea Provincial».
Esta indicación se dio por aprobada.
El señor Hidalgo (don Manuel) insiste en la conveniencia que
habría a su juicio, de que los Alcaldes fueran elegidos directamente
por el pueblo, a fin de que no tuvieran que estar transigiendo con
los Municipales para mantenerse en el puesto.
S. E. manifiesta que él no ve inconveniente para que los Alcal
des, con excepción de aquellos a que se refiere el art. 104, o sea de
los que son de nombramiento del Presidente de la República, sean
elegidos directamente por el pueblo, es decir, junto con los Regido
res.

El señor Montenegro (don Pedro N.) pregunta cómo se remo


verían a estos Alcaldes.

Según S. E. no se les podría remover.


El señor Edwards Matte (don Guillermo) cree que es conve
niente el procedimiento de designación de los Alcaldes de las grandes
ciudades por el Presidente de la República, porque en caso de que
algún interés superior lo indique y se haga necesaria la medida, es
tos funcionarios van a poder ser removidos. En cambio, agrega, con
el otro procedimiento de la elección por el pueblo, no habría medio
de sacarlos de sus puestos en caso de que su actuación fuera desgra
ciada,
El señor Hidalgo (don Manuel) dice que para este efecto se po
dría dar a las Asambleas Provinciales la facultad de removerlos.
Varios señores miembros de la Subcomisión manifiestan su opi
nión contraria a la indicación del señor Hidalgo.
El señor Hidalgo (don Manuel) dice que, como ve que su idea
no encuentra acogida, la retira para no hacer perder tiempo a la Co

misión.
Se dio lectura a la primera disposición transitoria, que dice así:
«Para los efectos del art. 82, se considerará que todos los indi
viduos que hayan desempeñado los cargos de Presidentes o Vice
presidentes de la Cámara o del Senado, antes de la promulgación de

392 —

esta reforma de la Constitución, tienen el año de permanencia en el


cargo que ese artículo exige.»
Se dio por aprobada sin modificación,
S. E. propone la siguiente disposición nueva:
«Disposición transitoria: Fíjase en dos mil pesos mensuales la
dieta de que gozarán los Diputados y Senadores, mientras se dicta
la ley respectiva.»
«De esta suma se deducirá mensualmente la cantidad de cin
cuenta pesos por cada sesión de Cámara o de Comisión que no se
celebraren por inasistencia del Diputado o Senador, salvo el caso en
que funcionaren dos o más comisiones al mismo tiempo y que hxt-
biere ocurrido a una de ellas.»
Tácitamente se dio por aprobada esta disposición.
Se dio lectura al inciso primero de la segunda disposición tran
sitoria que dice así:
«Las elecciones para designar el nuevo Presidente de la Repúbb
ca se verificarán el 24 de Octubre de 1925, y las elecciones generales

para el nuevo Congreso se verificarán el »

S. E. propone que las elecciones para el nuevo Congreso se ve


rifiquen el 29 de noviembre de este año.
Así se acordó.
3e entró a tratar el inciso segundo de la segunda disposición
transitoria, que dice:
«El período constitucional para el nuevo Congreso empezará a
contarse desde el 21 de Mayo de 1926».
El señor Yáñez (don Eliodoro) propone agregar :
«Sin perjuicio de que el Congreso elegido el 29 de Noviembre
celebre su primera sesión tal día» fijando este día cuando se calcule

que estén aprobados los poderes de sus miembros.


S. E. cree que sería mejor decir «una vez que entre en funciones»,

porque eso permitiría que las Cámaras funcionaran, sea por derecho
propio, una vez que las cabficaciones estén debidamente terminadas,
o de otra manera, por ejemplo, una vez que se haya alcanzado a ca
lificar a un número suficiente de miembros del Congreso.
El inciso tercero quedó acordado redactarlo en la siguiente for
ma:

«La Ley Electoral a que se refiere la disposición transitoria si


guiente dispondrá la manera de determinar los Senadores que en cada
agrupación gozarán de un período de ocho años y los que sólo tendrán
un período de cuatro años, a fin de regularizar la renovación del Se

nado por parcialidades.»


S. E. propone redactar el inciso final de esta segunda disposición
transitoria más o menos de la manera siguiente : ís¡
«La proclamación del nuevo Presidente de la República, o su

393 —

elección, en caso de que ningún ciudadano obtenga en las urnas la


mayoría necesaria, será hecha por el Congreso elegido el 29 de No
viembre, y podrán actuar todos aquellos Senadores y Diputados a
quienes el Tribunal Calificador acreditare como tales.»
Se dio por aprobada la idea.
Volviendo sobre la fecha en que deben verificarse las elecciones
generales para el nuevo Congreso, a indicación del señor Guerra se
acordó que dichas elecciones tuvieran lugar el 22 de Noviembre, en
vez del 29, como se había acordado antes.

Se entró a tratar de la cuestión de las Agrupaciones Provincia


les.
Recuerda el señor Maza que en sesión anterior se acordó que
hubiera nueve agrupaciones provinciales, cada una de las cuales ele
giría cinco Senadores, dos por el total del período y tres por la mitad
de él.
S. E. cree que las agrupaciones provinciales podrían quedar
fijadas del siguiente modo:
1 Tacna, Tarapacá y Antofagasta;
2 Atacama y Coquimbo;
3 Aconcaguay Valparaíso;
4 Santiago y O 'Higgins ;
5 Colchagua y Curicó;
6 Talca y Linares;
7 Maule y Nuble;
8 Concepción, Bio-Bío y Arauco;
9 Malleco y Cautín;
10 Valdivia, Llanquihue, Chiloé y Magallanes.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) estima que las agrupa
ciones propuestas por S. E. están indicadas por la situación geográ
fica de las provincias y que deben aceptarse.
El señor Briones Luco (don Ramón) considera que la provin
cia de Santiago por sí sola, debe constituir una de estas agrupaciones.
S. E. y el señor Maza adhieren a la opinión del señor Briones
Luco, agregando que, como Santiago tiene sesenta y cuatro mil ins
criptos y O'Higgins nueve mil, resultaría completamente anulada la
influencia de esta última provincia en la elección de cinco Senadores.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, advierte tam
bién que no es posible mencionar a Tacna ni a Magallanes, porque
en ninguna de las dos ha habido inscripciones.

Los señores Yáñez (don Eliodoro) y Barros Borgoño (don Luis)


piensan que efectivamente no pueden mencionarse todavía la pro
vincia de Tacna, aunque no por la razón apuntada por el señor Mi
nistro de Justicia; pero respecto a Magallanes cree que debe figurar
en la última agrupación, aunque, por la falta de inscripciones, no

puedan verificarse ahí elecciones.



394 —

Continuó aún por cortos momentos el debate acordando, por


último, los señores miembros de la Comisión, que las agrupaciones
provinciales quedarían en la siguiente forma :
1 Tarapacá y Antofagasta;
2 Atacama y Coquimbo;
3 Aconcagua y Valparaíso;
4 Santiago;
5 O'Higgins, Colchagua y Curicó;
6 Talca, Linares y Maule;
7 Nuble, Concepción y Arauco;
8 Bío-Bío, Malleco y Cautín ; y
9 Valdivia, Llanquihue y Chiloé.
Se pasó a tratar de la tercera disposición transitoria, que dice:
«Queda autorizado el Presidente de la República para dictar la
ley por la cual deben regirse las próximas elecciones de Presidente de
la República y de Congreso Nacional.
«Queda autorizado, asimismo, para reformar las leyes vigentes, a
fin de armonizarlas con las reformas introducidas en la Constitución,
y para dictar las que prudencialmente estime indispensables a la
buena marcha de la Administración Pública, mientras no haya Con
greso en funciones.
«Queda autorizado, finalmente, para expedir los Reglamentos a
que deban sujetarse la Cámara y el Senado.
«Las leyes o reglamentos que dicte el Presidente de la República
en virtud de las facultades extraordinarias que le otorga la presente
disposición, y que los expedieron las Juntas de Gobierno, continua
rán en vigencia, mientras no sean sustituidos o modificados en la for
ma regular que esta Constitución establece.»
El señor Yáñez (don Eliodoro) estima que esta disposición pue
de ser suprimida porque no le encuentra ventaja alguna y, en cam
bio, puede originar alarmas.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, pregunta cómo
se harían entonces las elecciones de Presidente de la
Repúbbca y las
elecciones generales.
El señor Yáñez (don Eliodoro) dice que el Presidente de la Re
pública las haría en virtud de las facultades que tiene hoy.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) tampoco estima con
veniente esta disposición.
S. E. observa que si ha propuesto esta disposición y aun la
ha hecho imprimir en este proyecto, eso no quiere decir que tenga el
propósito de insistir en ella.
Respecto del inciso 2.°, dice que tenía por objeto permitirle dic
tar después del 1.° de Septiembre, fecha en que estará vigente la
nueva Constitución, los Decretos-Leyes que sean necesarios para adop-

395 —

tar aquellas de las medidas que le proponga Mr. Kemmerer, que él


crea justas y razonables. Vigente la Constitución el 1." de Septiem

bre, ya no podría dictar ningún Decreto-Ley, si no se aprueba una


disposición como la de este inciso 2.° del artículo 3.° transitorio.
El señor Yáñez (don Eliodoro) disiente de la opinión de S. E. y
cree que puede dictarlos,
porque se trata de un Gobierno de facto.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) para salvar el inconve
niente a que se ha referido S. E., propone que se diga que esta Consti
tución empezará a regir el 23 de Diciembre; así queda facultado para
dictar todas las resoluciones que estime indispensables.
S. E. hace presente que él no tenía el propósito de dictar otros
Decretos-Leyes que los referentes a las elecciones de Presidente y
del Congreso, a la reforma de la Ley Electoral, de la de Régimen In
terior, de la de Municipalidades, la que crea la Caja de Retiro de los
Empleados Públicos y, sobre todo, los relacionados con la cuestión
económica.
Insinúa que tal vez un medio de salvar la dificultad sería autori
zaral Presidente de la República para que fije el plazo en que debe
empezar a regir la nueva Constitución.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) advierte que habría
que fijar una fecha más o menos próxima en atención a las disposi
ciones constitucionales que se relacionan con las elecciones.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) insinúa la idea de que
se faculte al Presidente de la República para poner en vigor las

disposiciones de esta Constitución a medida que las circunstancias lo


exijan.
El señor Yáñez (don Eliodoro) cree que es preeiso no apartarse
de la realidad de los hechos ; un Gobierno que existe, a pesar de haber
se disuelto el Congreso, aunque siga en su
cargo el Presidente de la
República, es un Gobierno de hecho, un Gobierno de facto, y puede
dictar todos los Decretos- Leyes que crea necesario.
S. E. replica que dejará de ser Gobierno de facto en el momento
mismo en que entre a regir la nueva Constitución y no quiere colo
carse en el caso de tener que atropellarla.

Hay medidas que adoptar y el Presidente debe estar legalmente


capacitado para ello.
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) propone autorizar al
Presidente para que dicte, mientras subsista la situación actual, los
Decretos-Leyes que prudencialmente estime necesarios para la buena
marcha del país. Agrega que, por lo demás, él entiende que la redac
ción de la disposición tercera tiende sólo a autorizar al Presidente
para dictar leyes de carácter administrativo, lo que no tendría nin
guna gravedad; porque sería muy grave que tuviera la facultad de
modificar las leyes sustantivas, como el Código Penal, el Código de
Comercio, etc.

396 —

S. E. observa que lo que principalmente se persiguió al estampar


aquella redacción fué dejar en manos del Presidente las facultades
necesarias para llevar a efecto las medidas que proponga la Comisión
financiera presidida por Mr. Kemmerer, en el temor de que si no fue
ran inmediatamente llevadas a cabo, se frustraran todos los buenos

propósitos que se han tenido al traer dicha comisión al país.


El señor Edwards Matte (don Guillermo) manifiesta que no
habría que perder de vista la alarma que traería una autorización tan
amplia como esta de que se trata.
S. E. responde que cualquiera que sea la redacción que se dé a
la disposición transitoria en cuestión él procederá en materia de re
formas o dictación de Decretos-leyes de acuerdo con esta Comisión
cuyos miembros han cooperado tan acertada y patrióticamente a
las reformas constitucionales que son una aspiración del país. Ofrece
desde luego hacer las reformas de la Ley Electoral, de acuerdo con
esta Comisión.
Repite el señor Edwards Matte que lo que teme es el sentimiento
de alarma que esta disposición puede producir en el país.
S. E. propone, entonces, que se diga que esta Constitución prin
cipiará a regir el 1." de Octubre o el 15 de Octubre.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) advierte que tendrá que
empezar a regir desde luego, en lo que se relaciona con la elección
del Presidente de la República.
S. E. dice que en eso comenzará a regir en virtud de un Decreto-
Ley que dictará de acuerdo con la Comisión.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) cree que debe decirse
entonces que comenzará a regir el 15 de Octubre.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, estima preferi
ble contemplar esa disposición en la siguiente forma:
«Esta Constitución empezará a regir un mes (o treinta días) des
pués de la publicación en el Diario Oficial.»
El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) propone decir: «promul
gación» en vez de «pubbcación>.
En conclusión, las opiniones se uniformaron en el sentido de su
primir toda la disposición tercera transitoria, reemplazándola por
la siguiente:
«Esta Constitución empezará a regir treinta días después de su
promulgación en el Diario Oficial.*

Se dio lectura a la cuarta disposición transitoria que dice así:


«Quedan derogadas las leyes existentes sobre las materias de
los arts. 30, N.° 3.°; 73, N.08 8.°, 13 y 14, y 95, N.M 3.° y 4.° de la
Constitución de 1833, suprimidos por la presente reforma.
«Durante cinco años el Estado pondrá en manos del señor Arzo
bispo de Santiago la cantidad -de dos millones quinientos mil pesos

397 —

anuales para que se inviertan en el país en las necesidades del culto


de la Iglesia Católica.»
Se dio por aprobada esta disposición sin modificaciones.
Fué suprimida la disposición quinta que dice: «las anteriores
disposiciones transitorias no se insertarán en las ediciones que se
pubbquen de la Constitución Política de Chile.»
El señor Silva Cortés (don Romualdo), antes de dar por termi
nada la revisión del proyecto, desea hacer un ruego a los señores miem
bros de la Comisión.
Dice que, tratándose de reformas del texto de la Constitución
del año 1833, debe conservarse algo que no se ha modificado y que
constituye un factor esencial de la vida de las naciones. Se refiere a
las primeras palabras «en el nombre de Dios Todopoderoso, Creador
y Supremo Legislador del Universo».
Aunque no debiera discutirse esto, propone, para evitar dudas,
que se mantengan esas palabras de invocación cristiana que honran
a toda Nación civilizada y que Chile ha tenido siempre en su Carta

Fundamental.
Habla en nombre del señor Vidal Garcés y en su propio nombre.
El señor Guerra (don J. Guillermo) acepta en todas sus partes
la indicación del señor Silva Cortés.
' Cree que la separación de la Iglesia y el Estado se impone; estima
que debe suprimirse el juramento en nombre de Dios, porque el ju
ramento es un acto personal que bien puede tener que realizarlo un

ateo, cuya conciencia debemos respetar, como queremos que se res

pete nuestra convicción deísta; pero considera, al mismo tiempo, que


el nombre de Dios honra la Constitución de cualquier país. Además,
la inmensa mayoría de los que vamos a votar en el plebiscito somos
deístas: unos por convicción religiosa y otros por convicción cientí
fica.
Coincidiendo en absoluto con la manera de pensar del señor Silva
Cortés en este asunto, ha traído redactado un proyecto de exordio
para la nueva Constitución. Diría así:
«En nombre de Dios Todopoderoso, Creador y Supremo Legis
lador del Universo, los ciudadanos chilenos congregados en plebiscito
el día. ..
por convocatoria del Excmo. Presidente de la Repúbli
ca don Arturo Alessandri Palma, restablecen en la forma modificada

que a continuación se expresa, el imperio de la Constitución Política


de la República de Chile promulgada el 25 de Mayo de 1833.»
En esta redacción se consulta la idea de mantener la Constitu
ción de 1833; se establece que esta reforma ha sido aprobada por ple
biscito, al cual ha sido convocado por el Presidente de la República,
don Arturo Alessandri Palma; y se dice que lo que se hace no es dic
tar una nueva Carta Fundamental, sino establecer el imperio de la
antigua con modificaciones.

398 —

El señor Vicuña Fuentes (don Carlos) es partidario de que no


se pongan en el exordio todas estas cosas que en realidad no se ajus

tan mucho a la verdad ; porque el hecho es que no se va a restablecer


la Constitución del 33, sino que se va a dictar una nueva en gran par
te, tomando sólo algo de la antigua.
Por lo demás, tiene el sentimiento de oponerse a la indicación
del señor Silva Cortés. Eso estaba muy bien en 1833, cuando, proba
blemente no había discrepancia en ese sentido, cuando el nombre de
Dios era el que imperaba en la mente de la inmensa mayoría de los
habitantes de este país ; pero hoy en día esto ha cambiado fundamen
talmente, y una frase como la que propone el señor Silva Cortés ven
dría a herir fuertemente el sentimiento de grandes masas de nuestro
pueblo. Se sentirían afectados los radicales, los partidos populares
avanzados y mucha gente que cree quehay que separar las cuestiones
teológicas (que son del fuero interno de los individuos) de las cuestio
nes pobticas.
Precisamente, la conquista más grande que se ha alcanzado con
esta reforma Constitucional, y que es la que le hace prestarle todo su
modesto concurso, es que se haya podido llegar, por una transacción
feliz, a la separación de la Iglesia y el Estado. ¿Cómo se conseguirá
esta separación si empieza esta Constitución invocando el nombre
de Dios, en el cual muchos no creen?
Con la misma razón podrían pedir los positivistas que se pusiera
el nombre de la Humanidad, los nacionalistas el nombre de la Patria,
y los comunistas el nombre de Lenin. No le parece justo, en presencia
de esta discrepancia de opiniones, que se haga una invocación deter
minada.
El señor Amunátegui (don Domingo) estima que la Comisión
no tiene por qué pronunciarse sobre este asunto, puesS. E. el Presi

dente de la República adoptará la fórmula que crea más conveniente,


ya que será él quién promulgue la Constitución, bajo su responsabi
lidad y su nombre. En cuanto a la fórmula propuesta por el señor
Guerra le parece completamente inaceptable.
El señor Guerra (don J. Guillermo) disiente fundamentalmente
de la opinión sustentada por el señor Amunátegui, porque estima que
lo que propone está muy bien encuadrado dentro del papel de la
Comisión.
En todo caso pide que quede testimonio en el acta de la propo
sición que ha hecho.
El señor Hidalgo (don Manuel) declara, en vista de las propo
siciones formuladas, que a él le merecen el más profundo respeto las
opiniones ajenas, pero que no cree conveniente que en la Carta Or
gánica de la República que ya. a regir para. todos los chilenos, y por
consiguiente, para una gran parte de ellos, que no creen en la divini
dad, se invoque el nombre de Dios.

399 —

Le parece que es inaceptable esta tendencia de los creyentes a


imponer el nombre de Dios a los que no creen. Por esto estima que
no se debe poner en la Constitución una declaración que no tiene
valor alguno para los que no creen. A su juicio, la única manera de
hacer respetable una creeneia, no es imponiéndola, sino procurando
que se acepte como una convicción propia.
Agrega que, con todo el respeto que le merece la proposición
hecha para invocar el nombre de Dios Todopoderoso, Creador y Su
premo Legislador, etc. en el exordio de la Constitución, estima más
conveniente dejar esto al criterio del Presidente de la República, co
mo lo ha indicado el señor Amunátegui, porque el Presidente es la
única autoridad Uamada a redactar la fórmula de promulgación de
la Constitución, la cual debe estar de acuerdo con la cultura am
biente y el espíritu liberal que hoy existe en materia de creencias reli
giosas.
El señor Briones Luco (don Ramón) dice que todas estas de
mostraciones del espíritu religioso, como la invocación de Dios en la
Constitución, y la Santísima Trinidad y los Evangelios en los jura
mentos, han desaparecido en todas partes.
Le parece que la invocación del nombre de Dios en la Constitu
ción es la supervivencia de algo que no tiene sentido, que no tiene
ningún valor en el gobierno del país.
El señor Silva Cortés (don Romualdo) lamenta profundamen
te la oposición de los señores Amunátegui, Briones Luco, Vicuña e
Hidalgo.
Dijo que no.se trataba de cuestiones individuales de fuero inter
no. Se trata de algo inmensamente superior.

Las naciones existen porque Dios les da existencia y deben al


Supremo Hacedor todo lo que son y todo lo que tienen.
Están sometidas a su ley eterna, y deben siempre honrarse con

la declaración pública de que en sus actos más trascendentales obran


en nombre de Dios cuya protección necesitan para vivir y engran

decerse.
Es doloroso oír declaraciones de incredulidad como las que se
han expresado y que le obligan a protestar en virtud de la fe cristia
na de la mayoría de los habitantes del territorio de nuestra Repú

bbca.
Los señores Vidal y Silva insisten en pedir que S. E. el Presi
dente de la República, que al promulgar la nueva Constitución, ex
prese esa fórmula para que se mantenga siempre en el texto cons
titucional.
El señor Hidalgo (don Manuel) hace presente a S. E. que las
clases trabajadoras tienen muy escasa representación en la Comisión
de Reformas Constitucionales y le ruega que tenga a bien aumen-
l- tarla.

400 —

S. E. manifiesta que no tiene inconveniente para ello, y que así


lo hará, rogándole al mismo tiempo al señor Hidalgo que no olvide
que se trata de una Comisión simplemente consultiva.

Se acordó autorizar a S. E. para que hiciera en el texto de la


Constitución modificada las pequeñas correcciones de redacción que
crea necesarias.
Se acordó también hacer imprimir nuevamente el texto de la
Constitución con las reformas aprobadas y enviar un ejemplar de ella
a cada uno de los miembros de la Comisión Consultiva, a fin de que

presenten por escrito las observaciones que dichas reformas les me


rezcan.
Dicha Comisión será citada para el 23 del mes en curso.
Antes de terminar la sesión, el señor Maza cree que debe dar a
conocer a la Subcomisión una observación que, con respecto al fuero
de los Intendentes y Gobernadores, le ha hecho el profesor de Dere
cho Constitucional, señor Estévez, y a que ya se refirió en otra se
sión.
En la Constitución del 33 figura entre las atribuciones del Con
sejo de Estado la de «declarar si ha lugar o no a la formación de
causa en materia criminal contra los Intendentes, Gobernadores de

plaza y de departamento».
No obstante esta disposición, se vio el caso de que se acusara a
un Intendente del robo de una gallina y de que se le molestara hasta

que el Consejo de Estado negó el desafuero. Se comprende, dice,


hasta qué extremos podrían llegar hoy las argucias y las molestias
de que podrían ser víctimas los Intendentes y Gobernadores, por
parte de sus enemigos, si no se contemplara en la Constitución un
artículo análogo a la disposición del 33.
Según el señor Edwards Matte, podría intercalarse esa dispo
sición como una atribución del Senado.
El señor Yáñez (don Eliodoro) cree que podrían conceder o ne
gar el desafuero las Cortes de Apelaciones, como en el caso de los
Senadores y Diputados.
S. E. y el señor Barros Borgoño son de opinión de dar esta atri
bución al Senado.
Así se acordó.
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torreblanca.
SESIÓN DE LA COMISIÓN CONSULTIVA DE REFORMAS
CONSTITUCIONALES

22 de julio de 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República, con asisten


cia del señor Ministro de Justicia, don José Maza, del Subsecretario
del Interior, don Edecio Torreblanca que actuó como Secretario
y de la casi totalidad de los señores miembros de la Gran Comisión.
Se abrió la sesión a las 3 P. M.
El Excmo. señor Alessandri comenzó por manifestar que ha
bían llegado a la Secretaría numerosísimas indicaciones sobre di
versos artículos del proyecto de Constitución elaborado por la Sub

comisión, pero que no había habido tiempo de ordenarlas artículo


por artículo, como hubiera sido su propósito.
Insinuó en seguida la idea que fué aceptada, de entrar por ahora
a discutir el punto fundamental, o sea, el relativo al régimen de go

bierno que debía adoptarse en la nueva Constitución, ya que se ha


bían recibido una serie de indicaciones de algunos miembros del
Partido Radical que forman parte de la Comisión, tendientes a mo
dificar el establecido en el proyecto. Ustedes saben, continuó, que
el artículo 49 en su inciso 8.° que se refiere a las atribuciones de la
Cámara de Diputados, establece que corresponde a esa Cámara
fiscalizar los actos del Gobierno, y que para ejercer esta atribución,
la Cámara puede, con el voto de la mayoría de los Diputados pre
sentes adoptar acuerdos o sugerir observaciones que se trasmitirán
por escrito al Presidente de la República, no afectando la responsa
bilidad política de los Ministros y debiendo ser contestados por es
crito por el Presidente de la República o verbalmente por el Mi
nistro que corresponda.
En este artículo está determinada la relación entre el Poder
Ejecutivo, y la facultad de fiscabzar de la Cámara de Diputados.
Como algunos miembros del Partido Radical creen que este
régimen debe reformarse, estima S. E. que, una vez de acuerdo
sobre este punto, se simplificará mucho la labor de la Comisión.
Por estas consideraciones pide al señor Secretario dé lectura a
las indicaciones relacionadas con este artículo del Proyecto.
Antes que se dé lectura a las indicaciones, el señor don Arturo
Lyon Peña usa de la palabra para reiterar una vez más la protesta
que ya hicieron otros de sus correbgionarios sobre una de las refor
mas que propone la Subcomisión Consultiva.
(26)

402 —

Nuestrosprincipios religiosos, dice el señor Lyon, no nos per


miten aceptar la separación de la Iglesia del Estado, ni la supresión
de las fórmulas cristianas que se refieren a Dios, a los Evangelios
y a la Iglesia, contenidas en la Constitución Política de la República
promulgada en 1833.
Los señores don Francisco Vidal Garcés y don Romualdo
Silva Cortés manifiestan que, en presencia de una inevitable ma

yoría contraria convicciones, toleraron o dejaron pasar la re


a sus

forma de la parte religiosa de la Constitución, haciendo, sí, las


salvedades exigidas por su doctrina; pero que es necesario que
se reitere la protesta que formularon, y que se repita que fué
condición esencial de esa actitud suya, como consta del acta respec
tiva, el establecimiento de un régimen de libertad y de garantía
para la personalidad y los derechos de la Iglesia Católica.
Hacen esta declaración para que no se considere que su pre
sencia en esta reunión pueda significar una adhesión al acuerdo
mencionado contra el cual protestan y protestarán siempre.
A continuación habla el señor Bustos (don Julio) quien ex
presó que al hacer uso de la palabra, lo hace perfectamente pene
trado de la trascendencia histórica del momento actual y para refe
rirse a las proposiciones hechas por algunos radicales.

Es cierto, dice, que no tenemos la representación oficial de


un partido, pero los radicales, fieles asu doctrina y a sus tradiciones
no pueden desentenderse de la ideología de las colectividades pob-
ticas, y es por esto que algunos miembros del Partido Radical se
han permitido formular algunas observaciones al proyecto de Cons
titución que S. E. les envió,
El conocimiento de las disposiciones precisas y concretas que
establece el proyecto de Constitución en orden al régimen de Go
bierno que debe implantarse en nuestro país, dice el señor Bjstof,
lo obliga a hacer algunas consideraciones.
Puede decirse que la vida del Partido Radical se confunde
con la lucha contra el autoritarismo del Ejecutivo.

En la historia de don Luis Galdames que se estudia en nuestras


escuelas, la que aprenden nuestros hijos, se divide la historia polí
tica de nuestro país en tres períodos: el primero, el de la República

autocrática, que tuvo principio en la Constitución del 33, se carac


teriza por una forma de gobierno en la que se dio tal suma de poder
al Presidente de la República que, en realidad el Gobierno no era
sino la continuación del absolutismo del rey de España. El autor ha
ce terminar este período en el Gobierno de don
Joaquín Pérez.
En el segundo período, que el historiador califica de República
bberal, pero siempre autocrática, se traba una enérgica lucha por
la libertad, sostenida por los partidos radical, liberal y nacional.

403 —

El tercer período, que no es solamente ideológico como el an


terior, restringe la omnipotencia del primer mandatario de la
nación y viene a culminar con la revolución de 1891.
Todos los miembros presentes, y entre ellos el Presidente de
la República que es un ilustrado estadista, conocen mejor que yo
los hechos acaecidos desde aquella fecha hasta nuestros días.
Antes del 91 el Presidente de la República designaba a su suce
sor, e intervenía directa y decisivamente en la elección de los par
lamentarios. Después del 91 comenzó el período que el señor Gal-
dames califica de democrático, aunque es cierto que en aquella
época no se reglamentó el nuevo sistema, lo que ha traído como
consecuencia la degeneración del parlamentarismo y la anarquía.
El Partido Radical ha sido el primero en reconocer los defectos
del régimen parlamentario que nos regía, y siempre ha sido su ma
yor anhelo ir a las reformas que el propio Presidente propició en la
primera época de su Gobierno.
Hoy día no podemos caer en el polo opuesto, agrega, no pode
mos dar tal suma de poder al Presidente de la República que que

demos en situación peor que la que establecía la Constitución del 33.


Estarnos en estos instantes luchando por la felicidad y el en
grandecimiento c\e la patria y por lo tanto no podemos sacrificar la
Ubertad conquistada, máxime si se tienen presentes las declaracio
nes de los que han hecho la última revolución que han consignado

en sus manifiestos sus ideales liberales; porque es preciso decirlo

bien alto: el liberalismo no ha hecho crisis; por el contrario, él está


latente e impedirá que se establezca en este país un férreo organismo
administrativo que pueda llevarnos al despotismo.
Recuerda las acciones gloriosas del Ejército y de la Marina
chilena por la conquista de la bbertad y de nuestra independencia,
y cree que las instituciones armadas seguirán siempre sus gloriosas
y honrosas tradiciones, siendo el baluarte de la libertad.
Continuando, dice, que por estas consideraciones los miembros
del Partido Radical, han hecho las indicaciones a que se refiere,
con el fin de establecer el equilibrio entre los diversos poderes del

Estado, a fin de que no se rompa la armonía, y de impedir una dic


tadura ya sea de un parlamentarismo excesivo, o de un Ejecutivo
despótico.
Se leen a continuación varias indicaciones formuladas por los
miembros del Partido Radical.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia: el artículo 16
del proyecto dice:
«Art. 16. Todo individuo que se hallare detenido, procesado
o preso, con infracción de lo dispuesto en los artículos anteriores,

podrá ocurrir por sí, o por cualquiera que lo haga a su nombre a



404 —

la magistratura que señale la ley, en demanda de que se guarden


las formalidades legales. Esta magistratura decretará que el indi
viduo sea traído a su presencia y su decreto será precisamente obe
decido por todos los encargados de las cárceles o lugares de deten
ción. Instruida de los antecedentes, hará que se reparen los defec
tos legales y pondrá al individuo a disposición del juez competente,
procediendo en todo breve y sumariamente, corrigiendo por sí esos
defectos o dando cuenta a quien corresponda para que los corrija.»
El señor Secretario: la modificación propuesta:
«Art. 16. Todo individuo a quien se impusiere ilegalmente
alguna restricción a su libertad, podrá ocurrir por sí o cualquiera
a su nombre a la magistratura judicial,
que señale la ley, solicitando
amparo. Esta magistratura judicial decretará que el reo sea traído a
su presencia y su decreto será precisamente obedecido por todos los

encargados de las cárceles o lugares de detención. Instruida de los


antecedentes, hará que se reparen los defectos legales y pondrá
al leu a disposición del juez competente, procediendo en todo breve
y sumariamente, corrigiendo por sí o dando cuenta a quien corres
ponda corregir los abusos.»
El señor Secretario: artículo 39, parte segunda.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice así elpro-
yecto :
«Art. 39. -Son atribuciones exclusivas de la Cámara de Dipu
tados :
«2.1 Fiscalizar los actos del Gobierno. Para ejercer esta atribu
.

ción, la Cámara puede, con el voto de la mayoría de los Diputados


presentes, adoptar acuerdos o sugerir observaciones que se trasmi
tirán por escrito al Presidente de la República. Los acuerdos u ob
servaciones no afectarán la responsabilidad política de los Minis
tros y serán contestadas por escrito por el Presidente de la Repú
blica o verbalmente por el Ministro que corresponda.»

El señor Secretario, la modificación dice así:


«Art. 39. Parte segunda. Físcabzar los actos del Gobierno.
Para ejercer esta atribución la Cámara, puede con el voto de la ma
yoría de los diputados en ejercicio, adoptar acuerdos, sugerir obser
vaciones o formular preguntas que se trasmitirán al Gobierno por
escrito. Los acuerdos, observaciones o preguntas a los Ministros,
conforme a lo prescrito en el artículo 76, serán contestadas verbal
mente por el Ministro o por los Ministros afectados.»
El señor Secretario: artículo 44, número 4.°:
El señor Maza (don José) , Ministro de Justicia, dice el proyecto ;
«Art. 44. Sólo en virtud de una ley se puede:
'4.° Fijar anualmente los gastos de la administración pública
y aprobar en la misma ley el cálculo de entradas. La ley de presu-

405 —

puestos nopodrá alterar los gastos o contribuciones acordadas en


leyes generales o especiales. Sólo los gastos variables pueden ser
modificados por ella; pero la iniciativa para su aumento o para
alterar él cálculo de entradas corresponde exclusivamente al Pre
sidente de la República. El Proyecto de ley de Presupuestos, debe
ser presentado al Congreso con seis meses de anterioridad a la fecha

en que debe empezar a regir; y si, a la


expiración de este plazo, no
estuviere aprobado regirá el Proyecto presentado por el Presidente
de la República.»
El señor Secretario: la modificación dice así:
«Art. 44. Número 4. Fijar anualmente los gastos de la adminis
tración pública y aprobar en la misma ley el cálculo de entradas
sin que pueda alterar los gastos y contribuciones acordados en leyes,
Los gastos variables pueden ser modificados por el Congreso,
El proyecto de ley de presupuestos será presentado al Congreso
con seis meses de anterioridad a la fecha en que debe empezar a

regir y si a la expiración de este plazo no se hubiere aprobado regirá


el proyecto presentado por el gobierno, salvo que la Cámara hu
biere acordado expresamente postergar la discusión por la mayoría
de los Diputados en ejercicio.»
El señor Secretario: artículo 46:
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice así:
«Art. 46. El Presidente de la República podrá hacer presente
la urgencia en el despacho de un proyecto y, en tal caso, la Cámara
respectiva deberá pronunciarse dentro del plazo de 30 días. La ma
nifestación de urgencia puede repetirse en todos los trámites cons
titucionales del proyecto.»
El señor Secretario: la modificación dice así:
«Art. 46. El Presidente de la República podrá hacer presente
la urgencia en el despacho de un proyecto, y en tal caso la corpora
ción respectiva deberá pronunciarse dentro del plazo de 30 días.
La manifestación de urgencia puede repetirse en todos los trá
mites del proyecto.
Esta disposición no afecta a la ley que autoriza el cobro de las
a la que fija las fuerzas de mar y tierra.»
contribuciones ni
El señor Secretario: artículo 72, N.° 5.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, el proyecto
dice así:
«Art. 72. Son atribuciones especiales del Presidente de la Re
púbbca:
3.° Nombrar a su voluntad los Ministros de Estado y oficia
a

les de sus Secretarías, a los Agentes Diplomáticos, Cónsules, Inten


dentes, Gobernadores y Prefectos de Policía.
El nombramiento de los Embajadores y Ministros Diplomáticos

405 —

se someterá a la aprobación del Senado; pero éstos y los demás


funcionarios señalados en el presente número, son de la confianza
exclusiva del Presidente de la Repúbbca y se mantendrán en sus
puestos mientras cuenten con ella.»
El señor Secretario: la modificación dice así:
«Art. 72. N.° 5. Nombrar a su voluntad a los Ministros de
Estados y Oficiales de sus Secretarías, a los Agentes Diplomáticos,
Cónsules, Intendentes, Gobernadores y Prefectos de Policía.
El nombramiento de los Embajadores y Ministros Diplomáti
cos se someterá a la aprobación del Senado.

Los Ministros de Estado permanecerán en sus funciones mien


tras cuenten con la confianza del Presidente de la República y de
la Cámara de Diputados.
Los demás funcionarios señalados en el presente número son
de la confianza exclusiva del Presidente de la República y se man
tendrán en sus puestos mientras cuenten con ella.»
El señor Secretario: Artículo 76.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, el proyecto
dice así:
«Art. 76. Cada Ministro será responsable personalmente de
los actos que firmare, y solidariamente de los que suscribiere o acor
dare con los otros Ministros.»
El señor Secretario: la modificación dice así:
«Art. 76. Los Ministros son solidarios y políticamente respon
sables ante la Cámara de la política general del Gobierno y de los
actos que suscribieren o acordaren en conjunto. Cada Ministro es in
dividualmente responsable de los actos relacionados con su Depar
tamento que fueren acordados por él sin la firma y sin la ingerencia
de los otros Ministros.»
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, el artículo 79
del proyecto dice así:
«Art. 79. Un Tribunal especial, que se denominará Tribunal
Calificador, conocerá de la calificación de las elecciones de Presi
dente de la República, de Diputados y Senadores.
Este Tribunal procedrá como jurado en la apreciación de los
hechos, y sentenciará con arreglo a derecho.
Sus miembros serán cinco y se renovarán cada cuatro años
a lo menos, con quince días de anterioridad a la fecha déla
primera
elección que deba calificar.
El mismo Tribunal cabficará todas las elecciones que ocurran
durante el cuatrienio.
Los cinco miembros del Tribunal Calificador se elegirán por
sorteo entre las siguientes personas:
Uno entre los individuos que hayan desempeñado los cargos

407 —

de Presidentes o Vicepresidentes de la Cámara de Diputados por


más de un año;
Uno entre los individuos quehayan desempeñado los cargos
de Presidente o Vicepresidentes del Senado por igual período;
Dos entre los individuos que desempeñen los cargos de Minis
tros de la Corte Suprema, y
Uno entre los individuos que desempeñen los cargos de Minis
tros de la Corte de Apelaciones de la ciudad donde celebre sus se
siones el Congreso.
La ley regulará la organización y funcionamiento del Tribunal
Calificador.»
El señor Secretario: la modificación dice así:
«Art. 79. La calificación de las elecciones presidenciales y
parlamentarias se hará por un Tribunal Cahficador en la forma e
informante en el fondo. La calificación definitiva es facultad sobe
rana de las Cámaras.

Ese Tribunal procederá como jurado en la apreciación de los


hechos y en lo demás fallará con arreglo a derecho.
Sus miembros serán siete y se elegirán por sorteo cada tres
años con anterioridad a las elecciones generales de Diputados y

Senadores, entre las siguientes personas:


Dos entre los individuos que hayan desempeñado los cargos
de Presidentes o Vicepresidentes de la Cámara por más de un año;
Dos entre los individuos que hayan desempeñado los cargos
de Presidente o Vicepresidentes del Senado por igual período;
Dos entre los individuos que desempeñen o hayan desempe
nado los cargos de Ministros de la Corte Suprema;
Uno entre los individuos que desempeñen o hayan desempe
ñado los cargos de Ministros de la Corte de Apelaciones de la ciu
dad donde celebre sus funciones el Congreso.
La ley regulará la organización y funcionamiento del Tribunal
Cahficador.»
El señor Secretario: se propone, además, que se suprima la
siguiente frase en el número tercero del artículo 10 del Proyecto
de la Subcomisión:
«y sin perjuicio de responder de los delitos y abusos que se
cometan en el ejercicio de esta libertad en la forma y casos deter
minados por la ley.»
S. E. : ¿no aparece entre las modificaciones la facultad de di
solver el Congreso ni la incompatibilidad entre los cargos de Minis
tros y miembros del Congreso?
El señor Secretario: no, Excmo. señor.
S. E.: hago esta pregunta en vista de que el señor Bustos
ha expresado que los representantes radicales habían buscado el

408 —

equilibrio poderes públicos. Todos los tratadistas consi


entre los
deran que el régimen parlamentario sin la disolución del Congreso
significa una Ejecutivo por el Parlamento. En las dis
absorción del
posiciones propuestas, no ve que se busque la igualdad sino la sil-
misión del Ejecutivo al Congreso.
Pone en discusión estas dos ideas matrices; y dice matrices
porque no se van a referir a los detalles : si se mantiene el régimen
establecido en él proyecto aprobado por la Subcomisión o si se esta
blece el régimen indicado en las proposiciones que se acaban de
leer.
El señor Subercaseaux (don Guillermo) cree que si se vuelve
al régimen parlamentario tornaríamos al mismo desgobierno que
teníamos antes.
Se habla de un nuevo sistema parlamentario regulado, y se
espera que con la regularización del sistema no vuelvan a ocurrir

los abusos que hasta ahora hemos soportado.


Cree que esta es sólo una ilusión. Cita el ejemplo de Francia,
país de tan antigua cultura, donde sin embargo, están agobiados
con los inconvenientes del sistema parlamentario, a
pesar de todas
las modificaciones de que ha sido objeto.
Estima que se incurre en una paralojización y que se está con

fundiendo el régimen presidencial o representativo con el Gobierno


de facto que hemos tenido desde el 5 de Septiembre hasta la fecha,
Tan efectivo es que se está confundiendo esto, que se ha visto pu
blicada en los diarios de la mañana de hoy una declaración de la
Asamblea Radical de Santiago en que se dice: «La única salvación
reside en volver lo más rápidamente posible al sistema parlamen
tario. A pesar de sus defectos, valía más de lo que tenemos».
Manifiesta a este respecto que nadie quiere mantener el gobier
no de facto, el ejecutivo legislador; que todos desean un Ejecutivo

fuerte que administre y un parlamento libremente elegido por el pue


blo que legisle y que marque en esta tarea las grandes orientacio
nes de la política.
Dice que se habla mucho de absolutismo y de que vamos a
entregarnos a una especie de dictadura del Presidente de la Repú
blica.
No sabe por qué se confunde la estabilidad ministerial con el
absolutismo y la dictadura. Se pregunta cuáles son estas facultades
absolutistas que se van a dar al Presidente de la República al qui
tarles a los Ministros la responsabilidad que tienen ante las Cá
maras. A su juicio, esto importa únicamente dejar al Ejecutivo
libre para administrar. En cambio, manteniendo el Congreso la
facultad de legislar, este puede, en realidad, señalar al país la orien
tación política que estime conveniente.

409 —

El Presidente de la República, en cambio, no podría fijar rum


bos por sí solo en materias económicas, ni en asuntos de política
monetaria ni en las cuestiones internacionales, sin el acuerdo del
parlamento, y en este sentido cree que todos son partidarios del
régimen parlamentario; pero volver a la responsabilidad pobtica
de los Ministros ante el Parlamento, sería, a su juicio, volver a caer
en el desgobierno.

El señor Vidal Garcés (don Francisco) dice que los miembros


del Partido Conservador presentes en la Asamblea, le han comisio
nado para representar a S. E. las observaciones que le sugiere el
proyecto de reforma constitucional en que se acuerda la futura for
ma de Gobierno del país.
Va fundamentar en pocas frases estas observaciones y a leer
a

el proyecto en que se traduce la manera de pensar de los miembros


del Partido que representa.
Manifiesta que ellos han sido y siguen siendo afectos al sistema
parlamentario, porque, en su entender es acaso la única forma de
gobierno que garantiza real y efectivamente los derechos que el
proyecto mencionado y la Constitución del 33 aseguran a los indi
viduos en la sociedad; que han sido y siguen siendo partidarios de tal
sistema porque a su modo de ver, es el único que evita, que aminora,
y en ciertos casos sanciona políticamente los abusos del poder ejecu
tivo.
Sostiene que el parlamento, ideológicamente considerado re
presenta genuinamente al pueblo e interpreta su espíritu y tenden

cias mejor que ningún otro poder público porque al parlamento


llegan todas las corrientes de la opinión y porque en su seno todas
estas corrientes son oídas e influyen, tanto en las funciones legisla
tivas como en la fijación de los rumbos generales de la administra
ción pública.
Cree que el régimen presidencial puede llevar al país fácilmente
al absolutismo, tal vez sin desearlo, porque está seguro de que S. E.
no quiere esto para el país, y puede llevarnos también a la elimina

ción del pueblo en el gobierno de la nación.


Por estas razones los conservadores no aceptan el régimen pre
sidencial, pues, en su concepto, no pueden olvidar ni echarse a la
espalda los principios democráticos.
El Partido Conservador, agrega, al contrario de lo que ha sos
tenido el doctor Bustos, ha luchado por el régimen parlamentario
al igual que los demás partidos y, por lo tanto, desea volver a la nor
malidad constitucional, pero conservando intacta la fiscalización
parlamentaria, porque en su concepto, como ya ha dicho, esta es
la única manera de asegurar el libre ejercicio de los derechos de los
habitantes de este país y de evitar los abusos del poder Ejecutivo.

410 —

El Congreso no sólo tiene la misión de legislar, como ha dicho


el señor Subercaseaux, sino también la importante misión de fisca
lizar, en resguardo de los derechos de los ciudadanos y para evitar
los abusos del Ejecutivo.
Los medios de fiscalización que se consultan en el proyecto
de reforma constitucional que se discute, no serían eficaces y no
seria conveniente, a su juicio, que el Congreso los esgrimiera. La
acusación a los Ministros, por ejemplo, es por naturaleza engorrosa
y difícil; las representaciones al Presidente de la Repúbbca, por
lo mismo que no afectan la estabilidad ministerial, son inefi
caces; y unas y otras son inconvenientes, porque a su juicio, lo es
que el Congreso se dirija directamente al Presidente de la Repú
blica y que éste conteste al Congreso. En cuanto a la acusación,
teme que se pueda convertir en una arma política, en una espada
a la cual se eche mano para cortar simples incidencias de carácter

político.
Los conservadores no discuten -los vicios del parlamentarismo
chileno. Por el contrario los reconocen y están llanos a corregirlos
y a extirparlos, si es posible, con acuerdos prudentes y bien con
sultados.
Dentro de este concepto cree que no se lleva al país al desgo
bierno como opina el señor Subercaseaux, y, como consecuencia
lógica de este modo de pensar, los conservadores aceptan que la
responsabilidad pobtica de los Gabinetes se haga efectiva por aque-
Ua rama del Congreso a que se dé influencia pobtica, en sesión espe
cial y con quorum especial que refleje la mayoría pobtica de la Cá
mara, en términos que quien destruya lo haga para construir y quien
derriba a un Gabinete pueda dar gobierno al país.
Dentro de este mismo concepto de orden y buen gobierno
los conservadores propician la idea de que, sin despojar al parla
mento de la facultad de fijar periódicamente las contribuciones y
anualmente los gastos públicos, se le señale un plazo breve y fatal
para que se pronuncie, y para que en el caso de aplazar una u otra
ley, este aplazamiento se haga en sesión especial, y por un quorum
que refleje la mayoría parlamentaria de la rama política del Con
greso.
Aceptamos, dice el señor Vidal Garc'és, aunque sin propiciarlo,
que se
incompatibilice el
cargo de parlamentario con el de Ministro
de Estado, manifestación externa y visible de que desea
como una

mos la estabibdad ministerial y porque reconocemos que las crisis


ministeriales se producen muchas veces, por razones de orden per
sonal, recordando eso sí, que a ellas ha estado siempre ajeno el Par
tido en que milita.
Nosotros, dice, no auspiciamos volver al régimen anterior al 5

411 —

de Septiembre; deseamos conservar el régimen parlamentario purifi


cándolo, adoptando medidas que tiendan a mejorarlo, pero no que
remos abandonarlo, porque impera en todo el mundo.
El señor Subercaseaux (don Guillermo) le interrumpe para
decirle que el régimen parlamentario no existe en ninguna Repú
blica de América.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) contesta que existe en
muchos países tales como en Inglaterra, en España, en Checo-Eslova-

quia, en Francia, etc., etc.; y si no existe en la Argentina, en el Bra


sil, en Suiza, en Estados Unidos de América del Norte, es porque
son estados federales. Donde hay régimen presidencial, lo es con

mil y una trabas.


El Presidente de Estados Unidos puede nombrar algunos fun
cionarios por sí solo, pero generalmente debe hacerlo con el acuerdo
del Senado, limitación que aquí en el proyecto de Constitución
no existe.
No olviden las personas que me escuchan, que en el proyecto
de reforma constitucional se dan al Presidente de la República
sobradas atribuciones para gobernar y administrar el país en forma
eficiente. En el futuro, el Presidente de la República podrá constre
ñir al Congreso para que dicte en breve plazo las leyes que crea ne
cesarias; además, sólo el Presidente de la Repúbbca tendrá las ini
ciativas que signifiquen gastos públicos y el parlamento no podrá
tocarlos, ni aun modificar las partidas de variables.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, interrumpe al
orador para expresar que esta atribución se suprimió en la Subco
misión.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) cree que aun así, la

intervención del parlamento en la formación de la ley de Presu


puestos es sumamente limitada.
Los conservadores, agrega, aceptan todas las reformas que
tiendan a la buena administración del país como todas aquellas
medidas que tiendan a robustecer el poder del Presidente de la Re
pública, pero desean conservar el régimen parlamentario porque
es el régimen de la bbertad y el que mejor resguarda todos los de

rechos.
S. E. ruega, entonces, al señor Vidal Garcés, que se sbva con
cretar la reglamentación del régimen parlamentario que propone,
El señor Vidal Garcés (don Francisco) da lectura a las modi
ficaciones que proponen los conservadores a la consideración de la
comisión y que son las siguientes:
«Art. 39. Son atribuciones exclusivas de la Cámara:
2.a Fiscalizar los actos de gobierno.
Toda proposición de censura ministerial debe ser motivada.
-
412 —

Anunciada la proposición, el Presidente de la Cámara de acuerdo


con el Ministro a quien afecta la censura, o con el jefe del Gabinete,
si ella se refiere a todo el Ministerio, fijará la sesión ordinaria en que
deba votarse la proposición. La sesión deberá celebrarse dentro de
los ocho días siguientes a la presentación del voto.
Solo por la mayoría de los Diputados en ejercicio o por dos
tercios del número de Diputados presentes a la sesión, podrá acor
darse la censura ministerial.
No se tomarán en cuenta para los efectos de este quorum los
Diputados que se hallen ausentes del país.»
«Art. 43. N.° 4.° Autorizar anualmente el cobro de las contri
buciones.
El proyecto de ley que autoriza el cobro de ellas será presen
tado a la Cámara de Diputados con quince días de anterioridad
a la fecha en que debe
empezar a regir. Si a la expiración de este
plazo no se hubiere pronunciado, regirá el proyecto presentado por
el Gobierno, salvo que, en sesión especial, a que se citará con cuatro
días de anticipación a lo menos, la mayoría de los Diputados en
ejercicio, o los dos tercios del número de los Diputados presentes
a la acuerden aplazar la aprobación del proyecto de ley,
sesión,
Fijar anualmente los gastos de la administración pública,
5.°
aprobar en la misma ley el cálculo de entradas, sin que pueda alte

rar los gastos o contribuciones acordadas en las leyes generales o

especiales. Los gastos variables pueden ser modificados por el Con


greso, pero la iniciativa para su aumento total o para alterar el cál
culo de entradas, corresponde al Gobierno. El proyecto de ley de
presupuestos será presentado al Congreso con seis meses de ante
rioridad a la fechadeba empezar a regir, y si, a la expiración
en que
de este plazo, hubiere pronunciado, regirá el proyecto pre
no se

sentado por el Gobierno; salvo que, en sesión especial a que se citará


con cuatro días de anticipación, a lo menos, la mayoría de los Dipu
tados en ejercicio, o los dos tercios del número de Diputados pre
sentes a la sesión, acuerden aplazar la aprobación del proyecto de
ley.
Agregar el siguiente inciso:
«Sólo en virtud de una ley se podrá también autorizar gastos
para fines no consultados en la ley anual de presupuestos o aumen
tar el monto de los señalados en ella.»
«Art. 79. Luego que el Congreso abra sus sesiones ordinarias,
deberán los Ministros darle cuenta del estado de la nación, en lo
relativo a los negocios del Departamento de cada uno.
«Art. 80. Con el mismo objeto, serán obligados a presentarle
el presupuesto anual de los gastos que deben- hacerse en sus respec
tivos Departamentos y a darle cuenta de la inversión de las sumas
decretadas para llenar los gastos del año anterior.

413 —

Modificar el artículo 72 en el sentido de que los Ministros de


Estado, necesitan, así de la confianza del Presidente de la Repú
blica como la del Congreso o de la rama de él a quien se dé atribu
ciones políticas.»
Con la modificación del artículo 39, añade el señor Vidal Garcés,
se evita la censura sorpresiva, porque habría siempre una sesión es
pecial para la votación, la que se celebraría de acuerdo con los Mi
nistros, y todavía, para acordar el voto de censura, se requeriría la
mayoría de los dos tercios de los Diputados presentes, o la simple
mayoría de los Diputados en ejercicio.
Le parece que de esta manera no se producirían crisis todos
los días; se producirían cuando hubiese diferencias de criterio sus
tanciales entre el Ministerio y el Parlamento, y en este caso cree
que la crisis debe producirse.
En cuanto ál inciso que
se agrega al final del artículo 43, dice,

tiende salvar una omisión de la Constitución del 33.


a En ella
sólo habla de la ley de presupuestos y no se dice nada de las le
se

yes de suplementos que se dictan en el curso del año.


Las modificaciones de los artículos 79 y 80 tienen por objeto
que los Ministros de Estado den cuenta de la inversión de los cau
dales púbbcos directamente al Congreso y no al Presidente de la
República. Habría también que modificar el artículo 72 en el sentido
de que los Gabinetes necesitan al par que de la confianza del Presi
dente de la República la del Congreso, para mantenerse en sus pues
tos, o no decir nada, como la Constitución actual; pero de ningún
modo que los Gabinetes puedan vivir aún sin mayoría parlamen
taria.
A la pregunta que le hace S. E. en el sentido de si no se da al
Presidente de la República la faeultad de disolver el Congreso,
responde que ellos esperaban que esa idea se abriera curso en el de
bate; no pueden propiciar la idea de la disolución de las Cámaras
políticas, pero la aceptarían con algunas trabas, como la fórmula
francesa, a fin de que las Cámaras no se hallen siempre amenaza
das por la disolución.
El señor Espinoza (don Roberto) de las opiniones que se han
emitido aquí y de lo que se ha sostenido durante largos años en

nuestro desprende que existe una falta de comprensión in


país, se

tegral del problema alrededor del cual gira este debate.


Se impugna por algunos el régimen presidencial como un sis
tema peligroso, que puede conducir a la tiranía; se propicia por otros
el régimen parlamentario como un sistema democrático que da
paso a la libertad. Pero en ambos regímenes existen vicios que han
traído, precisamente, estos trastornos que hemos presenciado,
pues los vicios del régimen presidencial trajeron la revolución del 91,

414 —

y los vicios del régimen parlamentario produjeron la revolución


del 5 de Septiembre.
Esos vicios se resumen en uno solo: en la confusión de poderes.
En un caso es el Ejecutivo con el Judicial y en el otro es el
Ejecutivo con el Legislativo.
Esta confusión del Poder Ejecutivo con el Judicial se revela
en la forma cómo se genera este último. Los jueces los nombra el

Presidente de la Repúbbca; él dicta los ascensos, es decir, en manos


del Primer Mandatario estaba la generación de todo el Poder Judi
cial. La intervención de que hizo uso el Presidente de la Repúbbca,
antes del 91 en las elecciones de jefe de Estado y de parlamentarios,
no descansaba en otro factor que en el hecho de tener en su mano
el Poder Judicial.
El Presidente de la Repúbbca podía intervenir con toda bber-
tad, seguro de que sus agentes no serían perseguidos por los Tri
bunales a quienes compete la investigación de los delitos, porque
esos jueces debían agradar y complacer a quien podía ascenderlos.

Esta confusión nunca se ha tratado de hacerla desaparecer en la


Constitución, y sólo se ha atacado el sistema presidencial sin mirar
el vicio que lo corroe.
Después de esto se quiso ir al régimen parlamentario, porque
se dijo que el presidencial era peligroso; pero volvimos a caer en otra

confusión. El Gobierno pasa ahora a manos del parlamento, que


es el que administra, y el Presidente de la RepúbHca queda anulado.

Si este es elegido por el pueblo como cualquier Senador o Diputado


¿por qué no puede hacer gobierno siendo que el pueblo lo eligió para
que hiciera gobierno?
Y ¿quiénes entran entonces a gobernar? Las camarillas parla
mentarias. Perdóneseme la expresión, porque no encuentro otra
que caracterice mejor este sistema.
S. E. : es muy exacta.
El señor Espinoza (don Roberto) estas camarillas irresponsa
bles hacen y deshacen del gobierno.
Cuando veo que el Partido Radical, representado actualmente
por personas que ban ocupado u ocupan una situación descollante,
defienden este sistema, me imagino, perdóneseme nuevamente la
franqueza, que defienden más bien la situación que ocupan o habrán
de ocupar esas personas, que el interés del país, porque con el sistema
presidencial estas camarillas no tienen influencia alguna en el Go
bierno. Igualmente, me causa sorpresa ver a los radicales al lado
de los conservadores en nombre de un sistema que llaman demo
crático, cuando sabemos que el gobierno parlamentario es un régi
men eminentemente aristocrático.
El Gobierno parlamentario ha nacido en una monarquía, en

415 —

Inglaterra, al través de mil cuatrocientos años de lucha entre los


Lores, los Barones, los Condes y los Prelados por una parte, y la co
rona o el poder absoluto de los reyes por la otra. Este
gobierno que
parece así formado, evolucionando y transformándose en seguida
por las infiltraciones de las clases burguesas y de la aristoeracia
del dinero, no es un sistema democrático de gobierno: es perfecta
mente aristocrático.
Debo todavía llamar la atención sobre otro punto que no he
oído tocar en este debate. En el régimen parlamentario no es preci
samente el gobierno de gabinete el que, hoy por hoy predomina,
pues en Inglaterra la cuna del parlamentarismo, la suma del poder
público está en manos del primer Ministro, que es en realidad el
jefe Supremo de la Nación, no en un grupo de Ministros.
¿Qué es lo que pretenden establecer entre nosotros boy los
radicales y conservadores? ¿Que gobierne el Ministerio, que gobier
nen todos los Ministros? Entonces llegamos a la
anarquía, porque
un gobierno colectivo es el
gobierno de la incoherencia, es un go
bierno sin punto de vista permanente, porque son tantos y tan va
riados los personajes que pasan por los Ministerios como los per
sonajes de una comedia cinematográfica. ¿O es que desean que
gobierne el primer Ministro? Y entonces yo pregunto: ¿por qué
desean que sea un primer Ministro, salido de las camarillas parla
mentarias, el que gobierne, y no el Presidente de la República, ele
gido por el pueblo?
El Ejecutivo es el poder supremo, el que administra, el que
gobierna, y los otros poderes deben quedar en completa libertad:
el Poder legislativo, para legislar, y el Judicial para hacer cumplir
las leyes y sancionarlas. Como se ve, en el régimen presidencial
begamos a lo que se ha conseguido en Estados Unidos, a la separa
ción de poderes: el Presidente de la República gobierna y el Parla
mento legisla.
Usa de la palabra el señor Briones Luco (don Ramón) y ex
presa que hay cierto orden de emoción, cierto orden de pensamiento
que producen el entusiasmo en el corazón humano y que a este or
den de emoción pertenece el ideal de bbertad. Siempre que se pro
nuncia una frase, una palabra que tienda a establecer el ideal de la
bbertad, inmediatamente nuestra voluntad se inclina ante ella.
El parlamentarismo tiene ideal de libertad; pero hay también
muchos ideales de libertad que nos arrastran y que sin embargo no
los seguimos. ¿Qué mayor ideal que el libre cambio? Yo lo profeso
y, sin embargo, no lo quiero para mi país, porque el libre cambio
arruinaría a las industrias de mi patria. El desarme universal es tam
bién otro ideal que tampoco quiero se aplique en mi país. El parla
mentarismo es uno de los más grandes ideales; más aún, la falta de

416 —

gobierno, elgobierno de cada cual, es otro ideal aún más grande;


pero son estos ideales irrealizables por ahora. Nuestro país no
tiene la cultura política ni la cultura de partido necesaria para esta
clase de gobierno.
La experiencia de tantos años nos ha manifestado que entre
nosotros el parlamentarismo es impracticable, y S. E. en la con
ferencia que dio en la Universidad hace pocos días dejó bien en claro
los inconvenientes prácticos de este régimen.
Los que hemos pasado por los cargos de Ministros de Estado,
hemos tenido que sufrir la triste, pero elocuente experiencia de los
hechos. Voy a hacer un recuerdo que estimo de suma importancia:
en el último Ministerio que tuvo el Presidente de la República an

tes de la revolución del 5 de Septiembre, dijo a sus Ministros: «Si


Uds. no me traen despachado el proyecto económico por el cual el
Fisco devuelve a la nación los ciento diez millones de pesos que le
debe, antes1 de quince días estalla la revolución».
Y la revolución estalló. .

Los Ministros hicieron cuestión de Gabinete, se formó la cama


rilla de siempre en las Cámaras y al proyecto no fué despachado.
El señor Ríos (don Juan Antonio) observa que fué despa-
en la Cámara de Diputados, a lo cual S.E. responde que fué despa
chado el 8 de Diciembre en el Senado y en la Cámara de Di
putados sólo vino a despacharse con el Gabinete Militar.
El señor Briones Luco (don Ramón) dice: soy radical de fila,
de corazón, y creo que la corrupción que en este país se ha notado
durante los últimos años de indisciplina política y la pérdida de los
ideales se debe en parte principal al régimen parlamentario. Ya
no eran las Cámaras ni los partidos los que marcaban rumbos al

Gobierno; eran las Asambleas políticas. Ahí nacía el profesional polí


tico que imponía su opinión a los parlamentarios. Esto era el desor
den, el desgobierno, el caos. Esta Constitución va a purificar los
partidos políticos, va a acabar con el profesionalismo pobtico. De
aquí en adelante para ser Senador o Diputado se necesitará tener
talento, ser honrado; para elegir sus Ministros el Presidente de la
República irá a buscar a los miembros más preparados para que
colaboren en su administración.
La Constitución dispone que el Presidente administre la na
ción, no el Congreso.

La división de los poderes públicos está perfectamente defi


nida en el proyecto.
Peno sobre todo, señor Presidente, yo lo defiendo ante V. E.
por su significado moral, porque será factor de purificación de nues
tros hábitos pobticos y costumbres.
Termina expresando que ha tomado el uso de la palabra para

417 —

contradecir las ideas de su amigo señor Vidal Garcés, y manifestar


tas razones que le inducen a no aceptar las ideas propuestas por él.
Hizo continuación uso de la
a
palabra el señor García Oldini
(don Fernando) manifestando que se plantea en los momentos ac

tuales, a su juicio, el mismo problema que dio origen a la revolución


que trajo como consecuencia la Constitución del 33.
Resumiendo esta situación de espíritu, decía S. E-, en una
conferencia reciente, que se podía sintetizar en dos corrientes: una,
cuyo lema era libertad aun en la anarquía y la otra «autoridad u
orden, aun en el despotismo». Creo que esto es lo que exactamente
acontece en estos momentos en Chile. Al hablar de la libertad re

cuerdo siempre lo que dijo Cristo una vez: «Cuando el hombre es


sincero, sus pupilas y todo su
cuerpo se vuelven luminosos». Así
nosotros si conseguimos poner toda la verdad en nuestras palabras,
seguramente nuestro espíritu y nuestro cuerpo se volverán lumino
sos. Y quiero ser franco aun a trueque de ser grosero: yo no creo en
la lealtad, en la integridad política de los hombres de este país.
Si el 5 de Septiembre hubiera podido salvarse el país, como Sodoma
y Gomorra, por la presencia de diez hombres justos, de diez hombres
de espíritu elevado, yo estoy seguro que no habría podido salvarse
del fuego del cielo.
Recuerda que después fueron cambiando los días y sucedién-
dose los acontecimientos y los hombres como en una película, y al
gunos hombres juraban y se lamentaban a todos los vientos. Dice
que después vino el 23 de Enero y todos los hombres eran idealis
tas y manifestaban que habían estado con S. E. en el momento
trágico del
5 de Septiembre. Declara que él no los vio en ninguna
parte en esos momentos tristes y que se alegra de ello porque ha
bría sentido vergüenza.
Cree que esos hombres que en esos momentos no supieron ser
tales, casi no tienen derecho a hablar del porvenir del país, que
casi no tienen derecho a discutir la Constitución que es considerada
como la institución fundamental de un país. Sin embargo, estima

que hay que cerrar un poco los ojos y entrar a discutb los princi
pios a la luz de la conciencia.
Dice que se desea un régimen parlamentario, en nombre de las
bbertades, pero cree que a los partidos que han contribuido a ener
varlas, las libertades no les importan mucho.
Recuerda que el régimen parlamentario en que predominaba
en el Congreso la mayoría constituida por la Afianza Liberal, fué

destituido un profesor, un hombre puro, un hombre íntegro por usar


del derecho de expresar sus opiniones; y que sólo dos, tres o cuatro
o cinco personas tuvieron la entereza de entender en ese caso el

principio que consagra la Ubertad de manifestar las ideas.


(27)

418 —

Dice que en otras oportunidades había visto arrasar al pueblo,


atrepellar las libertades sin que los hombres de los partidos salie
ran a la calle y alzaran su voz en defensa de las libertades.
Ahora, agrega, las banderas y oriflamas lo cubren todo. No
cree en esto; pero dice que si es natural que acepte que se trate de
las übertades, acepta, en cambio, que en nombre de ellas se quiera
no

b al régimen parlamentario.
Expresa que él acepta las objeciones que se hagan referentes
a la alteración de las libertades, pero no considera aceptable que

se conciba el régimen parlamentario sin la disolución del Parlamento,

porque con la disolución del Parlamento sucedería, que actuando


los mismos hombres que estuvieron escondidos en los momentos
críticos, estos hombres en el caso de echarse mano de este recurso
no estarían a la altura de las circunstancias. Cree que si en un mo

mento dado el Presidente de la República pudiera echar mano de


este recurso, de esta arma de la disolución del Parlamento, no fal
tarían parlamentarios que, a trueque de no salir del Congreso, se
arrastraran hasta loindecible, y entonces tendríamos una cosa peor
de lo que hasta aquí hemos tenido en Chile: un verdadero despo
tismo del Presidente de la República.
Este Proyecto de Constitución elaborado por la Subcomisión
nombrada por S. E., agrega, no le satisface. Cree que con un
poco que se cierren los ojos y con un poco que se vele la conciencia,
puede convertirse el poder Legislativo en un poder sometido a otro.
Pregunta que en dónde está el peligro que entraña el poder
Presidencial, y dice que, a su juicio, este peligro estaría en el atro
pello del Ejecutivo a las libertades.
Estima que sise consiguen salvar en una Constitución estos
principios esenciales, no habrá ningún temor en entregar toda la
suma del poder al Presidente de la Repúbbca.
Recuerda que se había dicho en un principio que este sería
un régimen criollo. En su concepto, si no se pretende establecer el

presidencialismo clásico y no se puede ir al parlamentarismo criollo,


sería del caso establecer un régimen mixto en el cual el Ministerio

o un Ministro solamente, responda ante la Cámara en los casos


especiales que podrían determinarse, y, en todo caso, si el Ejecu
tivo atentara contra las libertades de pensar o cualquiera de las
otras garantías individuales, el Ministro del Interior respondería
políticamente ante el Congreso.
S. E. dice que el proyecto de la Subcomisión consulta la acu
sación a los Ministros y que si concurre la simple mayoría de la
Cámara, puede quedar suspendido un Ministro acusado.
El señor García Oldini (don Fernando) dice que a este res
pecto él es partidario de que se establezca un régimen mixto en
que estén garantidas las libertades que se trata de defender.

419 —

Expresa que hay otro punto que también le merece observa


ciones, y es el relativo a las relaciones exteriores, cuyo manejo va
a quedar entregado, según el proyecto de la Subcomisión exclusi

vamente en manos del Presidente de la República, y puede ocurrir


el caso de que la Presidencia caiga en manos de un espíritu bélico
e inquieto que pudiera arrastrarnos a conflictos o a
pactos inconve
nientes. Por esto cree que sería conveniente establecer que todos
los pactos internacionales deben ser revisados por las Cámaras.
Recuerda que hace veinte años el país estuvo al borde de la
guerra y que llegó un momento en que se creía que no se podía ya
volver atrás, porque a pesar de que la civilización condena las gue
rras y muchos siglos de cristianismo también las condenan, se des

piertan en el hombre los instintos milenarios de la brutalidad, de


la animabdad, que los impulsan, y que los hace sentir la necesi
dad sub-bumana de matar, redimida por el heroísmo de morir.
El señor Labarca (don Santiago) comienza por expresar que
no es su propósito hacer un discurso sobre la historia de este país,

de sus hombres, y de lo que ellos valen, porque conoce la historia


y los hombres de su patria.
Si hubiéramos de juzgar los acontecimientos pasados llegaría
mos necesariamente a la conclusión de que el régimen parlamentario
era malo, como lo demuestra la revolución de Septiembre, y el ré

gimen presidencial también lo era, como lo está indicando la revo


lución del 91.
Con estos antecedentes, dice, no hay que buscar regímenes
absolutos, ni imitar a los que rigen en otros países, ya que lo que
es bueno en una parte, es malo en otra. Hay que buscar un régimen

que se adapte a las circunstancias y a las necesidades del país en que


se aplica.
Si queremos probar que el régimen presidencial es malo no
tenemos más que contemplar lo que pasa en el Brasil, el cual se
debate en el caos político más espantoso en pleno régimen presi
dencial.
Si queremos probar que el régimen parlamentario es bueno
no tenemos más que dirigb nuestra mirada hacia a Inglaterra.
Si queremos demostrar que el régimen presidencial es bueno
no tenemos más que mencionar a Estados Unidos de Norte Amé
rica, una de las naciones más progresistas del mundo; y a la vez,
si queremos probar que el régimen parlamentario es malo, dirija

mos los hacia Francia. Se ve que en este caso las comparaciones


ojos
no tienen valor alguno. Se puede demostrar una y otra cosa.
¿Cuál es el grave defecto del régimen parlamentario nuestro?
Pregunta el señor Labarca. Porque, indudablemente, era malo
elrégimen parlamentario en que vivimos, en el cual la omnipoten-

420 —

cia del Congreso dio origen al golpe del 5 de Septiembre. También


es indudable que era malo el que tuvimos hasta el 91, que causó

la revolución de ese año. Entonces hay que buscar un sistema mixto


en que se establezca la continuidad en el gobierno y la facultad efec

tiva de fiscalizar.
La Constitución actual es más presidencial que la del 33 y que
la de Estados Unidos. Las limitaciones que tiene el Presidente de
la República en Estados Unidos, no aparecen en este proyecto de
Constitución, aparte que las atribuciones del Presidente están muy
limitadas por el sólo hecho de ser aquel un país Federal. En la Cons
titución del 33 el despacho de las llamadas leyes constitucionales
daba una poderosa arma al Congreso para evitar los atropellos
del Ejecutivo; y en este proyecto de Constitución se ha suprimido
esta arma efectiva. El Parlamento, según el, sería una tribuna de
oradores más o menos distinguidos, y sin ningún medio que le per
mitiera llegar siquiera a transacciones con el Ejecutivo.
Recuerda en seguida que durante el Gobierno de don Manuel
Montt, uno do los más absolutos, llegó este Presidente a firmar
su renuncia en un choque que tuvo con el Congreso; pero se begó

a una transacción, el único camino lógico.


Analizando la situación, dice, nos encontramos entre dos regí
menes: uno, el presidencial, en que hay separación total entre el
poder legislativo y el Ejecutivo. ¿Es conveniente, pregunta, esta
separación absoluta entre el Ejecutivo y el Legislativo? No, porque
una vez producido un choque nos llevaría fatalmente a la revolu

ción, y no se hace fácil un cambio de doctrina como pasó en el año


75, durante la administración de don Federico Errázuriz, o una tran
sacción, como en el caso de don Manuel Montt. Por esto conviene
que exista un elemento moderador que haga de engranaje entre
uno y otro poder. El otro, el parlamentario en que el Presidente no

es el Ejecutivo, pues su papel es el de regulador, es el cerebro que

piensa, que aconseja, pero que no actúa.


¿Es ese un inconveniente? No ve por qué lo sería. Cree que debe
existir un poder regulador y que no desmerece el Presidente de la
República porque desempeña esta función moderadora o regula
dora; por el contrario, se enaltece, porque de este modo el Presi
dente pasa a ser el Presidente de todos los chilenos, es un hombre
sin bandería de ninguna especie
En el régimen presidencial el Presidente es el Presidente del
partido que lo elige, como pasa en Estados Unidos, en donde el Pre
sidente es de los republicanos o de los demócratas, según sea quienes
lo ebgen. Aquí pasaría a ser presidente de los radicales o de los con
servadores, sería un presidente de bandería. ¿Es esto conveniente?
Cree que no.

421 —

-EnFrancia, ¿cuál es el papel que debe hacer el Presidente de


la Repúbbca?
Poinearé fué enemigo del Tratado de Versaibes durante su
gobierno y sin embargo como Presidente de Francia puso su firma
al pie de ese tratado.
Interrogado una vez en el parlamento por qué lo había firmado
siendo contrario a él, dijo: «yo, en mi cabdad de Presidente, acon
sejé a mis Ministros, apelé a la mayoría de la Cámara, hice todo lo
posible porque no se aprobara; pero el fué aprobado, y entonces puse
mi firma al pie, sin creer que tenía derecho para la menor protesta,
para manifestar el menor descontento». Esta era la opinión del Pre
sidente de la Francia.
Relata en seguida lo que le aconteció a Millerand cuando co
menzó a pronunciar discursos para reformar la Constitución. El
resultado fué la petición de renuncia presentada en las Cámaras,
porque el señor Millerand se había salido de la Constitución al
asumir tal actitud.
Entre nosotros, el régimen parlamentario que se implantó des
pués del 91, heredó' mucho de los defectos del régimen presidencial
anterior y los Presidentes de la Repúbbca fueron presidentes de
partidos o de combinaciones políticas y no presidentes de todos los
chilenos. Se introdujo una verdadera deformación del régimen parla
mentario, en que el Presidente no desempeñó nunca el papel de mo

derador que le corresponde. Después de más de treinta años de par


lamentarismo, no se puede saltar al otro extremo, al régimen pre
sidencial, mucho menos si este es archi-absoluto, como el que se
contempla en el Proyecto.
Lo único práctico, lo único razonable, es ir a la reforma del
sistema que temamos, y estima buenas las refomas presentadas
por los radicales, agregándole la facultad al Presidente de disolver
el Parlamento, con acuerdo del Senado o con alguna otra cortapiza
análoga, para establecer el equibbrio entre los dos poderes.
¿Y qué papel, se pregunta, representaría en este sistema el Pre
sidente de la República?
El más grande de los papeles, porque no sólo tendría el papel de
Ejecutivo junto con sus Ministros, sino el de arbitro entre el Eje
cutivo y el Congreso, sería el regulador de la situación pobtica del
país, y es este a su juicio, el único papel que corresponde al Presi
dente de la Repúbbca.
Esta es la doctrina esencialmente liberal. El bberalismo no de
sea gobiernos fuertes, porque comprende que en la raza latina
los
elgobierno fuerte tiende a la tiranía. A este respecto, recuerda con
agrado los discursos que pronunciara en otra época el actual Presi
dente de la República en contra de los gobiernos fuertes, porque
son el principio de la tbanfa.

422 —

Podemos y debemos modificar nuestro sistema de gobierno,


mejorándolo. Mientras más se descentralicen los servicios públicos,
menos influencia tendrá en ellos la política, y en el Proyecto de Cons

titución no hay ningún punto que toque esta cuestión, salvo las
Asambleas Provinciales.
Quiere terminar refiriéndose a otro aspecto del debate, inde
pendiente del problema mismo, y que es una opinión personal suya.
Si esta reunión, dice, no tiene por otreto más que discutir,
no vale la pena continuar en ella; pero si en ella se trata de llegar a

un acuerdo, parece bien que se siga debatiendo la cuestión.

No hay derecho de imponer al pueblo un régimen determinado


de Gobierno, y él, si tuviera la seguridad de hacer triunfar sus ideas
en esta asamblea, no se atrevería a hacer a sus conciudadanos seme

jante imposición.
Por eso cree que sería conveniente fijar el papel de esta Comi
sión.
S. E. contesta: «Ver si podemos ponernos de acuerdo acerca
del Proyecto de Constitución que vamos a someter al pueblo».
El señor García Oldini (don Fernando) cree que el medio de
zanjar esta dificultad y que la Constitución no resulte una cosa im
puesta al pueblo, es sencillo.
Bastaría con que en aquellos puntos en que no se llegase a un

acuerdo, fuesendos proyectos al plebiscito, y entonces el pueblo


optaría entre las
dos tendencias que hoy existen en el país.
El señor Ríos Gallardo (don Conrado) es partidario del ré
gimen parlamentario, pero cree que en nuestro país no se ha prac
ticado nunca dentro de su forma clásica, y estima que entre noso

tros ha exististido una degeneración de este sistema, degeneración


que después del 91 nos ha traído como consecuencia los trastornos
que hemos presenciado últimamente.
Acepta el sistema parlamentario, pero con salvedades. Quiere
un régimen parlamentario en que los Ministros sean responsables

ante el Congreso, que alguna vez haya responsabilidad entre no


sotros,que sea posible ubicar a un hombre. Cree que esta atribución
de la Cámara, de fijar la responsabilidad del Ministro en una situa
ción dada, no debe desaparecer por motivo alguno; pero también
tiene un gran temor, porque la experiencia es dolo rosa y nos dice
que en los últimos veinte años el país ha estado gobernado, no desde
el recinto mismo del Congreso, sino desde los pasadizos del Congreso.
Es necesario hacer desaparecer estas camarillas, quitarles toda su
influencia en la política y depurar el régimen parlamentario y para
esto es preciso introducir algunas reformas en el proyecto.
Actualmente, dice, estamos en presencia de dos proyectos:
uno presentado por algunos ex-parlamentarios radicales, que no

423 —

sé si refleja el sentimiento unánime del partido. Este proyecto sig


nifica para mí, sencillamente, tomar una esponja y borrar del ta
blero nacional dos revoluciones sucesivas: volver al mismo parla
mentarismo de antes, con todos sus vicios y errores.
El otro proyecto ha sido presentado por los conservadores,
es más discreto, más fino, más conservador. Pero en
y presencia
de estos dos proyectos, y como partidario que es del sistema parla
mentario se permite formular una indicación que dice así: «El Pre
sidente de la República puede disolver la Cámara de Diputados
con el acuerdo de los dos tercios del Senado, a los dos años de
ejer
cicio del período parlamentario de. la Cámara de Diputados».
Así tendremos un gobierno fuerte y un régimen parlamentario
en el cual las camarillas políticas habrán
pasado a segundo tér
mino.
Por lo demás, lamenta que sea el señor Vidal Garcés quien haya
formulado el proyecto de reforma en nombre de los conservadores,
porque recuerda que estaban muy conformes en que era necesario
mantener el régimen parlamentario depurado, y la fórmula que el
señor Vidal Garcés sostenía para este efecto era, precisamente, la
disolución de la Cámara de Diputados por el Presidente de la Re
pública, de acuerdo con el Senado. Lamenta que el señor Vidal
Garcés no haya podido hacer triunfar este criterio dentro de su
partido.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) dice que, al terminar
sus observaciones aceptaba la disolución de la Cámara de Diputa
dos, y, todavía, noexigía tantos trámites como los que indica el se
ñor Ríos Gallardo,
El señor Ríos Gallardo (don Conrado) retira entonces su
observación relativa al señor Vidal Garcés y deja formulada su in
dicación.
El señor Ortiz Wormald (don E.) manifiesta que ya se
ha dicho todo 'o que se podía decir respecto a las cuestiones tan
graves que se debaten en estos solemnes momentos.
Dice que la memoria de algunos hombres parece ser un poco
frágil, pues bastaría, a su juicio, que se recordaran dos jalones de
la historia nacional para que se viera que este país fue grande cuando
tuvo gobierno fuerte, como el de Portales y como el de Vial, antes
del 91, que dieron al país una suma global considerable de progreso
material y moral.
Recuerda que antes del 91, los Ministros que se sucedían en
el poder, pasaban del palacio de la-Moneda a la posteridad, en tanto
que, después del 91, los Ministros cayeron como los adobes quebra
dos de un edificio, de la cumbre al montón. .Cree que estos dos
ejemplos gráficos de nuestra historia, demuestran lo peligroso que

424 —

es hacer comparaciones entre lo que pasa en los países europeos y


lo que ocurre en estas jóvenes nacionalidades de Sud-América, así
como es también peligroso hacer
comparaciones entre los esfuerzos
que han hecho unos y otros hombres de un mismo país.
Observa que los países jóvenes, como el organismo humano,
requieren ejercitar mucho sus facultades a través de los años antes
de llegar a su pleno desarrollo y que esto no se verifica sino des
pués de muchos y hasta de centenares de años, como ocurre con
Inglaterra y Francia.
Si en Inglaterra hubieran existido sólo el Partido Liberal y
el Conservador, nada habría tenido que temer el régimen parla
mentario inglés que ya empezó a vacilar con la aparición del nuevo
Partido Laborista, y que vacilará más tarde con la aparición de
nuevos partidos.
No entra a apreciar en su letra estricta el proyecto de la Sub
comisión, porque no es jurista, pero declara que su joven partido,
en nombre del cual habla, y él personalmente, son partidarios del

proyecto de la Subcomisión, robustecido todavía con la facultad


de disolver el Congreso.
En su concepto, la mayor cuota en la suma global del progreso
de la República, se debe a los regímenes de Gobiernos fuertes, y,
por lo tanto, es partidario de estos regímenes, siempre, naturalmente,
que no incurran en abusos. Cuando el ojo del jurista ve en la litera
tura de la Constitución que se puede abrir camino algún abuso,
debe modificar y aun borrar la disposición, antes que dejar la posi-
büidad de que ellos puedan cometerse.
El señor Galdames (don Luis) sólo va a referirse a dos puntos
del debate, el que a su juicio, está mal planteado. Hace presente que
hasta este momento se ha estado haciendo una especie de aca
demia para establecer si el régimen parlamentario es mejor
que el presidencial y viceversa. Esta clase de términos absolutos
en que se plantean los regímenes de gobierno no hacen al caso en

esta oportunidad; lo que se necesita saber es qué régimen de gobierno


necesita el país, desentendiéndose de las denominaciones que ellos
tengan, porque ni el régimen parlamentario, ni el presidencial se
aplican en dos países de una misma manera, y esto por una razón
bien sencilla: porque la Carta Fundamental de una nación no ha de
ir a buscarse ni está en los libros, ni en las Constituciones de otros
Estados, sino en la realidad social, en la realidad humana de las
necesidades sociales, en la necesidad de satisfacer las exigencias
de la época y de dar libre expansión a todas las energías naciona
les.
Piensa, por esto, que si se plantea el debate en el terreno en
que ha querido colocársele, o sea, en el de tratar de establecer si

425 —

es mejor el régimen parlamentario que el presidencial, se va por un


camino errado.. Se ha recordado, agrega, que con motivo de los
excesos de autoridad, de los abusos del poder que el Presidente
de la República tenía en sus manos se sacrificaron muchas vidas
el año 51, el 59 y el 91, pero seolvida que los que lucharon y se sacri
ficaron en esas revoluciones, lo hicieron persiguiendo ciertos ideales
de legislación civil y política, al mismo tiempo que ciertas liber
tades de carácter público e individual. Ahora bien, esas libertades
y esos ideales ya están incorporados a nuestro derecho público,
más aún, forman parte de nuestras convicciones más sólidas y no
hay el temor ni el peligro siquiera de que ellas puedan serles arre
batadas a nuestros conciudadanos.
Dar al Poder Ejecutivo una autoridad más o menos considera
ble, no puede ser una amenaza para las libertades,
Hoy se tiene en todo el mundo un concepto del estado muy
distinto del que se tenía hace medio siglo; hoy el Estado no es el
guardián- de las bbertades ya adquiridas y que no necesitan ser vi
giladas; sino un verdadero administrador de los intereses colecti
vos. Sus funciones son muy distintas de las que tenía en otros tiem

pos, y la principal de ellas es mantener los servicios públicos nece


sarios al bienestar de la colectividad. Y cuando decimos ahora que
por exceso de atribuciones del Ejecutivo hubo trastornos y conmo
ciones interiores durante el régimen presidencial, parece que estu
viéramos creyendo que hoy también el Ejecutivo y los poderes del
Estado en general, deben estar establecidos casi únicamente para
resguardar las bbertades públicas. Sin embargo, hoy en día la fun
ción pobtica del Estado respecto a las bbertades de los ciudadanos,
constituye la mínima parte de su rol social. Su función primordial,
la que tenemos derecho a exigirle, radica en los servicios públicos
que mantiene. Y esta función de hoy, comparada con la función
primordial de hace medio siglo, impone una organización diferente.
El Estado no puede hoy satisfacer sus funciones sociales de
administrador de los intereses de todos, de sustentador de los ser
vicios públicos, sin la necesaria estabilidad, sin la autoridad nece
saria. No se puede, en efecto administrar sin disponer de autoridad
bastante, ni sin tener estabbidad.
En cambio, se puede gobernar muy bien no obstante los vai
venes de un régimen político, es decir, puede mantenerse la tradi

ción política, a pesar de que se cambie todos los días de Ministerio.


Cree, pues, con razón, que en este debate se ha perdido de vista
precisamente esta función actual y necesaria del Estado de todas
partes del mundo, la que en el nuestro se hace mucho más indispen
sable que en cualquier otro país, atendidos nuestros antecedentes his
tóricos y el atraso en que estamos con respecto a muchas naciones

426 —

de Europa y aun de América en materia de servicios públicos y de


cultura en general.
Es esta la razón por qué no teme la existencia de un Ejecu
tivo fuerte; no le parece que hayan hombres en Chile que pretendan
arrebatarles a los ciudadanos las libertades públicas de que disfru
tan, que constituyen el acervo que con su sangre les legaron sus ma
yores. Se ha olvidado en esta discusión que hay un factor que pesa
mucho entre nosotros en materia gubernativa, cual es el de la opi
nión pública, expresada de palabra o por escrito. La opinión pública
es como la atmósfera en que respira el hombre, es el ambiente en que

vive un gobierno; y esa opinión no está dentro de un Congreso,


está en el país entero. Si esa atmósfera es desfavorable al Ejecutivo,
tendrá él, fatal y necesariamente, que cambiar de rumbo. En cambio
si esa atmósfera le favorece, no serán los cien miembros de un Con
greso los que sean capaces de desviarlo del camino que ha empren
dido.
Cree, sin embargo, que ese Ejecutivo fuerte y estable a que
tienden los países en su moderna concepción del Estado, Ejecutivo
que puede satisfacer las necesidades de carácter social propias de
cada pueblo, está en este proyecto, en cierto modo exagerado; hay
aquí, en su modo de ver, cierto exceso de atribuciones del Ejecutivo
respecto al Poder Legislativo, pues este último aparece un tanto
desfigurado en sus rasgos característicos. Cualquier fórmula que se
busque para subsanar este inconveniente, sea la que proponía el
representante del Partido Conservador, de establecer mayorías es
peciales para poder censurar a un Ministerio, sea la de darle al Eje
cutivo la atribución de poder disolver el Congreso, sea la de seña
lar determinada.-! materias sobre las cuales únicamente podría recaer
un voto de censura a los Gabinetes, sea otra cualquiera, establecería

el equilibrio que debe haber entre ambos poderes. Debería quedar


bien entendido no obstante, que la fórmula de equilibrio que se
adopte no debe en ningún momento perturbar la estabilidad admi

nistrativa del Gobierno, ni su capacidad para atender sus funcio


nes sociales.
El señor Hidalgo (don Manuel) expresa que su partido le ha
encomendado la tarea de mantener aquí lo que ha sostenido en la Sub
comisión, a saber, que estima preferible que el país continúe en lo
que hoy se conceptúa el tan desacreditado régimen parlamentario,
modificando, por supuesto, esa organización híbrida que tuvimos
en la cual, en realidad, eran las camarillas las que gobernaban. Esta

blecido el régimen presidencial, ¿podríamos eludir la influencia de


esas camarillas, que ordinariamente se inclinaban ante los
podero
sos? ¿Podríamos evitar la influencia morbosa de los agentes que
pululaban antes alrededor del parlamento y que mañana se agita-

427 —

rían alrededor del Presidente de la República? Eso sería absoluta


mente imposible aun cuando de aquí saliera una Constitución ma
ravillosa, pues por las costumbres poUticas que hemos adquirido,
nuestras prácticas serían siempre viciosas.
Entonces, ¿por qué tiene importancia trascendental continuar
con el régimen parlamentario? Porque, como lo ha dicho el señor
Vidal Garcés, es mucho más democrático que el
presidencial. En
Estados Unidos mismo, este último régimen está haciendo crisis:
acabamos de ver la lucha titánica que allí ha ocurrido alrededor
del nombramiento de Procurador de esa República.
No afirma que pueda existir un régimen perfecto y definitivo
en el mundo para gobernar a los
países, pero cree que los países no
se hacen para acatar constituciones, sino
que al revés, las constitu
ciones deben hacerse amoldadas a la cultura y a las necesidades
de cada pueblo. En cuanto al régimen presidencial, quedó sepultado
en Concón y La Placilla junto con los cadáveres de 10,000 de nuestros
conciudadanos. No sería, pues posible volver al régimen presidencial
en Chile, y mucho menos, como ha dicho
aquí un orador, si se agrega
la atribución especiab'sima del Presidente de la República para di
solver las Cámaras, porque con esto no habríamos creado un Con
greso frente al Presidente de la República, sino una guardia pre-
toriana que se inclinaría constantemente ante la voluntad del hom
bre que gobierna desde la Moneda. Con el sistema que se propone
en el Proyecto, el día que quiera el Presidente de la
República en
cierra a los miembros del Parlamento y no los deja salir mientras
no hayan despachado todas las leyes que el Ejecutivo desee,

Le parece que no es posible propiciar un sistema de gobierno


semejante. Por otra parte, dado el carácter que el Estado tiene
hoy día, en que el Ejecutivo asume grandes e importantes funcio
nes sociales y económicas, es mucho más necesario el régimen
par
lamentario, porque de esta manera los partidos jóvenes llegan a

tener influencia en la marcha del país.


Es por eso que estima necesario estudiar sistema propio
un

de gobierno, que permita la fiscalización bien entendida del Parla


mento, y que evite esté juego de los partidos en que muchas veces,
desatendiendo el bíteres nacional, se provocan crisis ministeriales
sólo por satisfacer apetitos personales.
Por todas estas razones, el partido Comunista, en cuyo nombre
habla, aspira a que se mantenga el régimen parlamentario, porque
es el único que puede dar garantías al desenvolvimiento de todas

las ideas nuevas que agitan a la humanidad.


El señor Ramírez (don Tomás) comienza dando lectura a un
párrafo de una carta que envió el día anterior a S. E., conjuntamente
con las observaciones que le merece el Proyecto de Constitución.
El párrafo dice así:

428 —

«La transformación profunda que en el Proyecto ha experi


mentado nuestro régimen político, impedirá que continúe el desor
den que el parlamentarismo chileno había introducido en la acción
legislativa y en la del Poder Ejecutivo.
Nunca fui partidario de este parlamentarismo: lo combatí
desde antes de tener participación en la vida pública, porque me
parecía funesto. Los años en que he actuado dentro de él en el Con
greso, en el Gobierno, en el seno de mi partido, no han hecho otra
cosa que confirmarme en ese criterio doctrinario.

No pienso que el nuevo régimen sea la solución definitiva y


por siempre del problema de gobierno en nuestra República. La
ley histórica es la de las constantes transformaciones y adaptaciones.
Otras fórmulas vendrán en lo futuro en la constante evolución hacia
el equilibrio social y hacia el perfeccionamiento. Pero la concepción
cristalizada en el proyecto, barriendo los obstáculos del camino,
en los cuales al fin se desrieló el carro del Estado, permite al Presi

dente de la República administrar y al Congreso legislar con la in


dependencia necesaria al correcto funcionamiento y a la eficiencia
que deben tener los poderes públicos.
Ni por un momento me ilusioné con la idea de que las reformas
del régimen parlamentario, propiciadas por algunos, hubieran re
mediado nuestros males. Antes por el contrario pensaba que la diso
lución del Congreso y otras innovaciones correlativas serían nuevos
motivos de trastornos.»
Esta es la síntesis de mi opinión.
La discusión habida aquí es como decía el señor Galdames,
académica, necesaria hasta cierto punto, conveniente en todo caso;
pero ha producido el efecto de hacernos perder de vista la situación
de hecho que este parlamentarismo, por el cual se aboga otra vez

aquí, había creado desde hace años.


Con motivo de la caída de un Ministerio del cual formaba
parte, estuvo tentado a escribir un folleto que se iba a titular «El
Parlamentarismo Chileno». Hizo entonces una minuta de las cosas
que había observado durante los tres meses que desempeñó la car
tera Ministerial, haciendo abstracción de los quince años anteriores
de vida política. Da lectura a algunos párrafos de esa minuta, que
revelan hasta dónde había llegado el parlamentarismo. Dicen así:
«El parlamentarismo chileno traslada el gobierno a las manos
del Congreso, o sea, a un cuerpo colegiado numeroso e irresponsable,
cuyos miembros obedecen a múltiples influencias de todas clases,
y que, además, está formado por dos ramas que no siempre marchan
de acuerdo.
En consecuencia:
a) Se va en contra de la doctrina y de la experiencia políticas,

429 —

que enseña que la administración pública, el Ejecutivo, sea uniper


sonal; que tenga bbertad de acción dentro de las normas constitu
cionales y legales; sujeto de responsabilidad por sus actos
y sea

propios y no por actos


ajenos.
í>) Si las dos Cámaras son divergentes, como ha ocurrido en

estas dos últimas administraciones, se vive en perpetuo conflicto


político y en la desorientación y anarquía gubernativa.
c) El Congreso descuida su labor legislativa y hace uña fisca-
Uzación engañosa, que está generalmente encaminada a derribar
uní gabinete para dar opción a otros hombres, estableciendo una
rotativa ministerial que funciona más o menos cada tres meses.
d) Los congresales son movidos en su acción por los directo
rios de los partidos o por grupos de ellos, o por las asambleas polí
ticas locales, y aun, por meros caudillos o agentes electorales de
cada uno.
e) El Presidente de la República debe entregar sus facultades
constitucionales y legales a estas entidades que tienen influencia
decisiva en la organización y caída de los Ministerios, y sin cuyo
consentimiento no puede, en realidad, moverse una paja en la admi
nistración pública.
/) El Ministerio vive de la mendicidad parlamentaria, implo
rando ayuda para el despacho de los asuntos de Estado y haciendo
equüibrios y concesiones para no caer.
g) El Gobierno es impotente para administrar el país conforme
a las normas de la ley, de la justicia y del interés público ; y, sin em

bargo, es responsable ante el Congreso y ante la nación por lo que


hace y por lo que no hace.
h) Es igualmente impotente para impedir los despilfarros del
Congreso, que, siguiendo intereses políticos, infla los gastos pú
blicos a su sabor.
i) Se obbgados el Presidente y sus Ministros a perder casi
ven

la totalidad de su tiempo en la atención de aquellas entidades y de

aquellos intereses, sin poder dedicarse sino a hurtadillas, a los asun


tos de Estado que la Constitución y las leyes les encomiendan.

Resultados

El del Gobierno y el desprestigio del Parla


desquiciamiento
mento.
La relajación de los servicios públicos y de su personal.
La pérdida del principio de autoridad.
La esterilidad parlamentaria.
La orgía pobtica.
En definitiva el perjuicio del país que ve su progreso estagnado
y gravemente dificultado por causa de esta situación.»
-
430 -

Este punto de la experiencia práctica del parlamentarismo en


su concepto, no debe perderse de vista en estos momentos.
A juicio, son ilusiones el creer que modificando un artículo
su

del Reglamento de las Cámaras o un artículo de la Constitución


para exigir tal o cual mayoría para la emisión del voto de censura,
se solucionaría la cuestión, porque quien quiera que haya hecho vida

parlamentaria sabe que hay miles de recursos para imponer a los


Ministros la voluntad del Congreso.
Cree que esta situación se mantendrá mientras tanto el parla
mento tenga en sus manos la facultad de despachar o de tener el
despacho de las leyes llamadas constitucionales, de necesidad ur
gente, como las que autorizan las contribuciones, la de Presupuestos
la que fija la residencia del Ejército y la que fija las fuerzas de mar
y tierra. Dice que mientras el parlamento disponga de estas armas,
estará por encima del Presidente de la República. Opina que si
se hiciera uso de estas armas en el Congreso con el espíritu que guió

a los constituyentes del 33 al establecerla en favor de los represen

tantes del pueblo para esgrimirlas en contra del Presidente de la


República únicamente en los casos en que se tratara de consultar
los altos intereses nacionales no sería condenable; pero la práctica
de la vida política ha demostrado que estas armas han sido usadas
raras veces interpretando los altos intereses públicos, y, en- cambio,

se han usado invariablemente para derribar Gabinetes por un moti


vo u otro. Dice que cuando por un motivo cualquiera el Congreso

no quiere despachar un asunto, cuando los Diputados o Senadores


no dan número para sesionar con ese objeto, los Gabinetes tienen
que mendigar, tienen que someterse al Congreso o dimitir.
Expresa que no se explica cómo se puede olvidar todo esto
que ha ocurrido durante esta orgía política en que hemos vivido
hasta la revolución del 5 de Septiembre, que fué la consecuencia
lógica de este estado de cosas. Sin embargo, agrega, seguimos po
niendo de manifiesto una ceguera inconcebible para compenetrar
nos del significado de los hechos y de las causas que generaron los

acontecimientos, hasta el punto en que hay personas que han po


dido imaginarse que puede pasarse una esponja sobre todo esto
y escribir: «Por aquí nada ha pasado, bada ha sucedido; estamos
en mejor de los mundos».
el
Declara que él no participa de esta opinión, que como ciuda
dano no quiere echarse encima la responsabilidad enorme de decir
a S. E. que debe continuarse en el sistema parlamentario. Recuerda

que él ha indicado en uno de los párrafos que ha leído, que, el remedio


del mal no está en la modificación de algunos detalles, ni está tam
poco en establecer la facultad de disolver el Congreso, pues esta
facultad en manos del Presidente de la República, aun dentro del

431 —

régimen parlamentario, sería inconveniente, porque en esta forma,


en su modo de ver, se habría erigido un dictador supremo.
Expresa que esta opinión que ha expuesto está de acuerdo
con la experiencia de lo
que en la práctica ha sucedido no sólo en
Chile sino aun en otros países de más antigua cultura política
que
el nuestro, como Inglaterra, donde ha ocurrido lo
que todos sabemos
en las luchas del poder
Ejecutivo con el Parlamento, y en el Japón,
donde, cuando se trató de usar la facultad de disolver el Congreso,
se vio que el Emperador estuvo rodeado
por todos los Diputados y
Senadores, quedando así incondicionalmente sometidos a él. Dice
que en todos los países en que existe esta facultad, la práctica ha
demostrado que el Ejecutivo no tiene sólo la misión de administrar
sino que dispone también completamente de la acción legislativa,
que debe corresponder absolutamente a los Diputados y Senadores,
Cree, por otra parte, que están fuera de lugar las invocaciones
de la democracia y de las bbertades que se han hecho para justi
ficar el sistema parlamentario.
En sus estudios de tantos años, dice, ha podido convencerse
de que esas no son sino meras frases y que lo que dijo Mme. Rolland
al exclamar: «Libertad, libertad, cuantos crímenes se cometen en
tu nombre», fué una verdad evidente, porque la bbertad se invoca
casi siempre para cometer abusos y crímenes.
Las bbertades a su juicio, no son amparadas solamente en el
régimen parlamentario porque con este régimen o sin él, pueden
ampararse o atrepellarse, ya que ello' no depende del texto de la Cons

titución, sino de los antecedentes, de la cultura de los hombres que


están en el Gobierno, y de la influencia de la opinión pública que es
incontrarrestable en todos los países, incluso el nuestro.
Hace presente que es precisamente la opinión pública la que
contrabalancea cualquier exceso de autoridad, la que encuadra en
definitiva las instituciones de un país, máxime cuando se ha abu
sado del poder para ir en contra de las libertades.
En su concepto, las libertades están consagradas en este proyecto
de Subcomisión, como lo estaban en la Constitución del 33 y como
lo han estado en todas la Constituciones que ha tenido el país,
Por otra parte, recuerda que nunca ha habido revoluciones
en Chile a causa de atropellos cometidos en contra de las libertades
como se ha querido sostener que ocurrió en el período de la adminis
tración de don Manuel Montt, sino porque se ha pretendido cambiar
el régimen de gobierno.
Por lo que respecta a la cuestión relacionada con los principios
democráticos, está seguro que toda la gente tan ilustrada que lo
escucha, estará de acuerdo con él en que no se puede ligar la demo
cracia únicamente al parlamentarismo, y que el parlamentarismo

432 -

no tampoco el afiche obligado de la democracia, pues la demo


es

cracia es la base de gobierno por el pueblo y existe con parla


mentarismo o sin él. Democracia dice, tenemos en Suiza, en Estados
Unidos, países que son modelos de progreso y de buen gobierno,
democracia hemos tenido en Roma y en Atenas durante la antigüe
dad y también la ha habido en otros países en la Edad Media. La
democracia es una forma de gobierno, agrega, en la cual el pueblo
la masa general de los ciudadanos, tiene derecho a elegir delegados
que gobiernen en su nombre, y estos delegados del pueblo existen
tanto en el régimen parlamentario como en el presidencial, y, por
lo tanto, se comete un error profundo cuando se dice que en la letra
de la Constitución se establece el régimen parlamentario y no el
presidencial.
Declara que lo que él desea, y por lo cual acepta el proyecto
de la Subcomisión es que se ebmine la forma de gobierno que tan
funestos resultados ha dado en el país hasta ahora, y que este pro
yecto, que ha estudiado en sus líneas generales, pone, a su juicio,
mano maestra en los males que se trata de corregir.
Manifiesta que él no niega que haya algo que corregir en cuanto
se refiere a las facultades que se ponen en manos del Poder Ejecu

tivo, lo que será necesario señalar, puntualizar, pero eso sí a con


dición de que no se vuelva a romper el equilibrio en favor del parla
mentarismo, porque el parlamentarismo es el gobierno del desorden
de la desorganización, de la anarquía política, y la anarquía política
es la revolución, y a más corto plazo, el entronizamiento del sistema

presidencial.
El señor Jorquera (don Manuel) no habla en nombre de un

partido político,porque no lo representa, sino en nombre de mu


chos obreros del país y va a expresar en nombre de ellos su sentir
sobre el punto que aquí se discute: adoptar el régimen presidencial
o el parlamentario.
En realidad, dice, ninguno de esos sistemas me satisface, pues
para los obreros, la verdadera representación debe ser gremial y
no política. Sin embargo, dada la situación porque atraviesa el país

conviene en que hay que transigir y no pensar en la realización de


todos los ideales. Si se trata de escoger entre el régimen presidencial
o el parlamentario, se inclina por este último, por estimar que den

tro de él está más resguardada la democracia. Como demócrata


cristiano no cree que sea posible dejar la suma del poder en manos
de un solo hombre. Mientras más representación se dé al pueblo,
más democrático es el país. Yendo al sistema presidencial, tal vez
después de una nueva revolución llegaríamos a implantar la mo
narquía en Chile, porque ese es el resultado natural de establecer
el absolutismo en el Gobierno y dejar al Congreso sin influencia
en la administración púbbca.

433 —

Por lo que respecta a las reformas propuestas por la Subcomi


sión, lamenta que no se hayan hecho reformas propiamente tales,
sino que se haya elaborado una nueva Constitución, cambiando
fundamentalmente la organización política del país.
Como católico, deja también constancia de su más enér
gica protesta por la reforma introducida en el artículo 4.° de la
Constitución del 33, que deja la puerta abierta a la separación de
la Iglesia del Estado. Ni la revolución del 5 de Septiembre ni la
del 23 de Enero se hicieron para llegar a tal separación, sino tan solo
para acabar con el régimen vicioso que existía en materia política,
para darle nuevas atribuciones al Presidente de la República y
modificar el régimen actual, pero no para suprimirlo.
El señor Salas Edwards (don Ricardo) como el señor Ra
mírez, opina que desde el 91 acá' el país ha tenido un régimen
parlamentario defectuoso, que no ha sido jamás un régimen parla
mentario perfecto, lo que se explica muy bien atendiendo a que el
parlamento, vencedor por las armas en aquella revolución, no iba a
imponerse a sí mismo una reglamentación que contuviera sus des
bordes.
Cree también que el proyecto que se ha elaborado soluciona,
felizmente muchas dificultades, que reglamenta muchos derechos
como los ejercitados últimamente por el Congreso en materia de

iniciativa inconveniente en los gastos públicos, postergación en el


despacho de proyectos, etc.
Pero ya que se aspira a establecer un régimen presidencial, es
necesario observar que no podría haber democracia en él, sin esta
blecer también la responsabilidad del jefe del Estado durante su
administración, así como no podría haber régimen parlamentario
sin la disolución del Congreso.
8. E. declara que pidió en la Subcomisión y va a volver a pedir
aquí que se establezca la responsabibdad directa del jefe del Estado
durante su gobierno.
El señor Salas Edwards (don Ricardo) sería conveniente esta
blecerla.
Ve, demás, como el señor Galdames, que esta discusión
por lo
lleva ungbo algo académico, cuando lo que debemos buscar es el
régimen que mejor se adapte a nuestras costumbres, a nuestra idio
sincrasia y a nuestra cultura. En realidad, sería necesario adoptar
una fórmula hecha y forjarse en seguida la ilusión de que ella nos va

a dar todo lo que necesitamos. Las constituciones no pueden adap

tarse a los pueblos como la ropa hecha a las personas. Se cree errada
mente que dentro del régimen establecido en Estados Unidos, la
independencia teórica del Ejecutivo y del Legislativo está llevada
a la realidad mayor. Y si se mira este régimen como un ideal, nadie

(28)

434 —

más autorizado para hablar sobre su funcionamiento en la práctica


que el Presidente Wilson. La cuestión la trata en su obra maestra.
«Gobierno del Congreso»; así, con ese nombre, llama Mr. Wilson
al Gobierno de Estados Unidos; esta obra fué hecha traducir por
el Gobierno argentino, atendiendo a que en el vecino país hay un
régimen muy parecido al de Estados Unidos.
«En la dirección efectiva de los asuntos gubernativos, dice
Mr. Wilson nadie puede realizar gran cosa si no posee el. apoyo
de las comisiones parlamentarias. Los secretarios de Estado están
bajo la tutela de sus estatutos y todos sus deberes tienden hacia una
obediencia estricta al Congreso. El Congreso los hizo y puede des
hacerlos también. Es al Congreso ante quien deben dar cuenta de
su administración.»
Para explicarse algunas de estas frases no se olvide que no puede
allí el Presidente nombrar los Secretarios de Estado sino con acuerdo
del Senado y el cable nos ha estado trasmitiendo, en estos días,
la negativa de este alto cuerpo para aceptar la designación del Mi
nistro de Justicia de la gran República.
No só'o los Ministros están sujetos al Congreso, dice el Pre
sidente Wilson, sino que el Presidente m:smo está sometido a él
en todo. Y esto se ha probado prácticamente, porque todos sabemos

que Mr. Wilson no pudo obtener que el Congreso aceptara sus ca


torce puntos aun cuando podría decirse que dio su vida en defensa
de las doctrinas que él creía más convenientes para la paz mun
dial.
S. E. observa que hay que recordar- que la Constitución de
Estados Unidos faculta al Senado para intervenir en los Tratados
Internacionales; de modo que al poner este alto cuerpo objeciones
al Tratado de Versailles, obró dentro de sus facultades. Por lo de
más, lo mismo le habría pasado a él si el Senado de Chile hubiera
rechazado el Protocolo en la cuestión del Arbitraje sobre Tacna y
Arica.
El señor Salas Edwards (don Ricardo) : tiene toda la razón
S. E. y debo advertirle que la diferencia de pareceres de que se está
ocupando versa sobre un punto solamente, aunque de bastante
entidad.
S. E. dice que, naturalmente no es su propósito interrumpir
las observaciones que todos están escuchando con tanto agrado. Lo
que quiere es rectificar un error sobre el cual se ha estado basando
esta discusión.
Se ha bautizado el régimen que significa el proyecto elaborado
por la Subcomisión con un nombre que no le han dado los propios
padres de él. Algunos dicen aquí que ese es un régimen presidencial,
y se ha empezado a discutir si conviene adoptar el régimen presi-

435 —

dencial o si conviene el
régimen parlamentario. Yo sostengo que el
pioyecto en cuestión no significa el régimen presidencial; ni el ré
gimen presidencial de Estados Unidos, ni el de Argentina, ni el de
Colombia, ni otro ninguno; significa un régimen absolutamente
peeubar, adaptado a nuestras costumbres políticas, y orientado a
corregir nuestros males; es un.: terapéutica especial para Chile, no
copiada en ninguna parte Por eso, repite que los que llaman pre
sidencial al régimen que contempla el proyecto, lo están bautizando
con un nombre que no le han dado sus propios autores,

El señor Salas Edwards (don Ricardo) celebra mucho la expli


cación que ha dado S. E. porque no anda muy lejos de pensar de
la misma manera. Cree que con algunas modificaciones puede re
sultar un régimen que tal vez pudiera llamarse verdaderamente
parlamentario.
La disposición que establece que a los Ministros no les afee
taran los votos adversos del Parlamento es de una novedad ex

traordinaria;es una disposición que debiera suprimirse de plano

para evitar dificultades, pues, en la práctica, siendo el Congreso


el que hace las leyes y concede los fondos para la administi ación
será siempre el que diga la última palabra, como en Estados Uni
dos.
S. E. sostiene que el régimen establecido en el proyecto de la
Subcomisión es un régimen parlamentario racional, y el desacuerdo
se ha producido estriba sólo en un punto.
que
La generación actual cree que la fiscalización parlamentaria
no puede existb si no va hermanada con la censura y caída de los

gabinetes. Sostiene que fiscalizar es una cosa y derribar gabinetes


es otra muy distinta, subsistiendo la fiscalización en toda su integri

dad sin que vaya aparejada necesariamente a la facultad de cen


surar y derribar ministerios.

El Partido Radical dice que defiende el régimen parlamen


tario, el Conservador también, y ahora se agrega un aliado muy
poderoso: el Partido Comunista; de manera que existen tres ada-
bdes del parlamentarismo y él que es atacado por estos tres colo
sos de la opinión pública, dice al país que el proyecto de la Sub
comisión noestablece el régimen presidencial sino el parlamentario
racional, encaminado a hacer posible el gobierno de este país, a

impedir destrucción por una nueva revolución a corto plazo.


su

El señor Salas Edwards (don Ricardo) cree que falta poco


para que el proyecto llegue a establecer un verdadero régimen par
lamentario. Ojalá de esta discusión resultara un acuerdo para po
der presentar al país una Constitución que contemplara la generab-
dad de las opiniones de esta Asamblea, porque de otro modo, si se
presenta un proyecto que no cuente con la adhesión sincera de la
opinión pública, es muy posible que el futuro Congreso se sienta

436 —

tentado a modificar inmediatamente la Constitución dentro de las

expeditas facultades que ella le da al efecto.


Para acabar de desvanecer la errónea idea de que en un país
democrático, pero de régimen llamado presidencial, el Ejecutivo
gobierna sin inquietarse por las opiniones del Congreso, quiere una
vez más repetir que, a juicio de Mr. Wilson, el Presidente de Esta

dos Unidos, «en cuanto funcionario ejecutivo es un servidor del Con


greso y los miembros del Gabinete, circunscritos como están a las
funciones ejecutivas, son enteramente los servidores del Congreso».
Una de las cosas en que ha insistido más Mr. Wilson es en la
carencia en el Gobierno de Estados Unidos de un poder intermediario
en las relaciones del Congreso con el Presidente de la República.

Sin este intermediario del gabinete, no se hace en efecto, gobierno


fácil; es indispensable este intermediario constante entre ambos
poder'es, como es también indispensable que el Presidente de la Re
pública se mantenga en la atmósfera serena que le corresponde,
que sea el verdadero coordinador de las voluntades y que no baje
jamás a las arenas de las luchas políticas.
Por último, para demostrar cómo los hombres prácticos de otros
países hacen sus constituciones, quiere recordar la Carta Fundamen
tal Alemana, la más reciente tal vez de todas las dictadas en el mundo.
En ese país hay un Presidente de la República elegido directamente
por el pueblo; sin embargo, en el artículo 54, a pesar de ese distan-
ciamiento que se dice que existe en el mundo por el gobierno de
gabinete, se establece la siguiente disposición:
«El Canciber y los Ministros de Estado necesitan de la con
fianza del Congreso para desempeñar sus cargos; cada uno de ellos
debe retirarse si el Congreso le niega su confianza.»
Por cierto, no cree que sea necesario establecer en nuestra Cons
titución tal disposición, pero está seguro de que, aunque la Consti
tución diga lo contrario, será eso lo que sucederá en la práctica.
S. E. : pero en Alemania el Presidente de la República tiene la
facultad de disolver el Congreso.
El señor Salas Edwards (don Ricardo) : exactamente; de ma
nera que esos serían los términos que conviene precisar. Si se esta
blee-i el régimen presidencial, es forzoso que el Presidente de la Re
pública sea responsable personalmente durante su período; pero si
se establece el régimen parlamentario absoluto, también es forzoso

el derecho de disolución del Congreso. Ojalá pudiera establecerse


un régimen adaptable a Chile, un régimen chileno, de acuerdo con

nuestros hábitos parlamentarios tradicionales, pero sólo en lo que


ellos tienen de bueno y sin necesidad de que ello sea copia de
otros países.
Se levantó la sesión,
ARTURO ALESSANDRI.
Edecio Torreblanca.
SESIÓN DE LA COMISIÓN CONSULTIVA DE
REFORMAS CONSTITUCIONALES

23 DE JULIO DE 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la Repúbbca y con asisten


cia del Ministro de Justicia, don José Maza, del Subsecretario del
del Interior, don Edecio Torreblanca, que actuó como Secretario
y de la casi totalidad de los señores miembros de la Comisión ; se
abrió la sesión a las 3.30 P. M.
ie leyó y aprobó el acta de la sesión anterior.
S. E.: antes de entrar en materia, va a dar cuenta de que un
grupo de señoras de Santiago se ha dirigido a esta Comisión, pi
diéndole que no suprima el nombre de Dios en la Constitución del
Estado; se refieren ellas a la promulgación de la Constitución.
La solicitud no viene dirigida al Presidente de la República, que
es el que promulga la Constitución, siso a la Comisión. Como esta

solicitud se ha publicado en los diarios, en el momento oportuno


solicitará un pronunciamiento sobre ella. Lo que las señoras quieren
es que en la promulgación de la Constitución se invoque el nombre de

Dios, tal como se hizo en la anterior.


Corresponde continuar la discusión sobre cuál de las dos fór
mulas de regímenes de Gobierno se debe adoptar: si la fórmula esta
blecida en el proyecto de Constitución o la fórmula presentada
por alguno de los señores representantes radicales que pertenecen
a esta Comisión.
Antes de ofrecer la palabra, se va a permitir decb algo con el
propósito de reglamentar el d?bate.
Se ha estado discutiendo aquí sobre si conviene aceptar el ré
gimen presidencial representativo o el régimen llamado parlamen
tario o de Gabinete. Con ello se ha sacado de su quicio la cuestión,
porque lo que yo había puesto en discusión no era la teoría de de
recho púbbco en orden a las ventajas de uno de estos regímenes
sobre el otro, sino la conveniencia de mantener el régimen de Go
bierno propuesto en el proyecto de la Comisión o si se daba preferen
cia al régimen de gobierno' propuesto por el grupo de radicales a
que ya he hecho referencia. Esta era la proposición.
Se va a permitir ahora dar algunas explicaciones a la Comisión
para que conozca a fondo cuál es el régimen de gobierno establecido
en el proyecto propuesto. Pero ante todo, debe decir, con entera

franqueza que entra apenado a dar estas expbcaciones, porque el



438 —

Proyecto sometido a la consulta ha sido la resultante de las opi


-

niones de todos los que han concurrido a la Subcomisión, donde


cada uno ha cedido alguna parte de sus ideas. Expresa enseguida
que este proyecto era definitivo, por lo menos para los que habían
concurrido a su formación.
Así, en la sesión de 24 de Abril último, que se celebró con asis
tencia de los señores Luis Barros Borgoño, Héctor Zañartu, Manuel
Hidalgo, Roberto Meza, Romualdo Silva, Francisco Vidal Garcés,
Pedro N. Montenegro, (""arlos Vicuña, Domingo Amunátegui, Gui
llermo Guerra y el Ministro de Justicia don José Maza, se discutió
largamente la cuestión relativa al régimen de Gobierno; y en la se
sión del 29 del mismo mes, con asistencia de los señores Enrique
Oyarzún, J. Guillermo Guerra, Domingo Amunátegui, Carlos Vicuña,
Francisco Vidal Garcés, Romualdo Silva Cortés, Nolasco Cárdenas,
Manuel Hidalgo, Hécto." Zañartu, Luis Barros Borgoño, Eliodoro
.Yáñez y el señor Ministro de Justicia, se llegó, después de haber tran
sigido cada uno en sus opiniones, al siguiente acuerdo de que deja
constancia el acta de esa sesión en los siguientes términos:
«Se dio por fin, por aprobada la proposición de S. E. en la si
guiente forma: «poner entre las facultades exclusivas de la Cámara de
Diputados, las siguientes: fiscalizar los actos del Poder Ejecutivo.
Para ejercer esta atribución la Cámara de Diputados puede adop
tar acuerdos o sugerir observaciones al Presidente de la República.
«No se transmitirán al Presidente déla República sino losaeuer-
dos u observaciones que sean aprobadas por la mayoría de la Cá
mara de Diputados.
«Estos votos, acuerdos u observaciones no afectarán la respon
sabilidad política de los Ministros del Despacho.
«Poner en el Título «Del Ministerio», una disposición que diga:
«Los Ministros del Despacho pueden, cuando lo estimen conveniente
asistir a las sesiones de las Cámaras y tomar parte en sus debates
con preferencia para hacer uso de la palabra, pero sin derecho a

voto. »
«Los señores Vidal Garcés y Zañartu quieren que quede testi
monio de su opinión contraria a la proposición, sin oponerse a ella.»

«El señor Zañartu fundó su opinión en el sentido de que con


la proposición aprobada se va a establecer una diferencia de respon
sabilidades entre el Presidente de la República y el Ministerio, lo cual
significa lisa y llanamente abrir la puerta a los abusos del sistema
parlamentario. »

«Se discutió en seguida el punto relativo a la posibilidad de la


asistencia en algunos casos, del Presidente de la República a las
Cámaras, para contestar verbalmente las acusaciones u observa
ciones que se formulen por éstas y después de un corto debate se

439 —

acordó que los acuerdos u observaciones de las Cámaras puedan


ser contestadas
por escrito por el Presidente de la República o ver
balmente o por escrito por el Ministro del
Despacho que corresponde.»
Como ven los señores miembros de la Comisión este acuerdo
que se acaba de leer fué aceptado unánimemente por los señores
miembros de la Comisión, incluso el señor
Hidalgo.
Estuvimos todos de acuerdo, todos cedieron algo y él cedió
en gran parte de su opinión, pues sostenía
que debía dársele al Pre
sidente de la Repúbbca la facultad de disolver el
Congreso; así
mismo pedía que se estableciera la facultad del Congreso para acu-
saral Presidente de la República durante el ejercicio de su mandato.
Igualmente sostenía la idea de dar al Presidente de la República
la facultad de poder ir personalmente al
Congreso.
Pero transigió en estas opiniones con los miembros de la Sub
comisión.
De modo que el proyecto es la resultante de un acuerdo uná
nime que contó con el voto del señor Oyarzún y con el del señor
Vidal Garcés, quien, es verdad, se reservó su opinión cuando se dis
cutió este punto ; pero había entendido que al final y en definitiva
el señor Vidal Garcés había aceptado la fórmula establecida en
el proyecto.
Por esta razón, se siente un poco entristecido al entrar a dis
cutir con las mismas personas que han cooperado con él para llegar
a esta transacción.
Pero, dejando a lado estas cosas y volviendo al régimen
un
establecido en el proyecto, debe decir la mentalidad con que han
sido redactadas sus disposiciones.
¿Cuáles han sido nuestros males?
La rotativa ministerial en forma morbosa, que imposibibtaba
en absoluto la marcha administrativa, de este país, y
que nos ex
ponía casi a la vergüenza internacional. Porque es incomprensible
para los demás países del universo este régimen de Gobierno de
Chile, con Ministros de lcaleidoscopio que hacen absolutamente im
posible la administración pública. Porque si hay un negocio simple
para un negocio industrial cualquiera, se necesita de cierto tiempo
para conocerlo, ¿cuánto más tiempo se necesitará para penetrarse
de los vastos problemas difíciles y complejos de la administración
pública?
Y, ¿qué es lo que ha ocurrido en nuestra vida política desde
hace tiempo?, que los Ministros eran derribados de sus puestos
cuando comenzaban a conocer los problemas encomendados a su
estudio, cuando comenzaban a orientarse sobre las necesidades pú-
bUcas.
Otro de los grandes males de nuestro sistema de Gobierno era

440 —

el siguiente: la intervención absoluta de los parlamentarios, o sea


de los partidos políticos, con sus intereses, ambiciones y pasiones
partidaristas, en la administración pública, hasta el punto de que es
un hecho que está incrustado en la conciencia de todos nuestros
conciudadanos la idea de que, en realidad de verdad, el Gobierno de
Chile era el gobierno irresponsable del parlamento bajo la respon
sabilidad directa del Presidente de la República y de los Ministros de
Estado!
El parlamento tenía en sus manos esta arma: la de decirle a
cualquiera de los Ministros : Si Ud. no hace esto, si Ud. no me da
este destino, si no accede a este negocio que yo patrocino, si Ud,
no acepta la exigencia que yo le formulo, tengo a mis espaldas un

partido político que me ampara, que ampara sus prerrogativas par


lamentarias, y yo con él lo derribo de su puesto de Ministro».
De manera que la vida administrativa del Presidente de la Re

pública y de los Ministros, estaba colocada y expuesta en cada ins


tante a esta alternativa: o ceder a la buena o a la mala en lo que
pedía el parlamento, o dejar el puesto.

En consecuencia, impelidos por una ley de la vida, impelidos


por la necesidad de gobernar, el Presidente de la República y los
Ministros tenían en muchos casos que ceder y aceptar lo lícito o
lo ilícito que se les pedía.
Porque ante la consideración superior de la necesidad de gober
nar, estaban obligados a ceder por consecuencia del régimen, o sea,
de la facultad de censura que el parlamento tenía en sus manos.
Y es así cómo se ha formado la conciencia nacional de que la
intervención del parlamento, o sea la intervención política había
invadido el campo de la administración pública en este país, y de
que no había ni uno solo de sus rodajes que no fuera movido o in
fluenciado por el interés o por la pasión política representada por los
parlamentarios, por los partidos que venían a reclamar su parte
en el juego de las instituciones.

Este era el daño existente. No quiere insistir sobre el particular,


porque esto es algo que está encarnado en la conciencia pública,
y no hay ciudadano de Chile que niegue que este mal existía entre
nosotros.
Ahora bien, ¿cuál fué la causa del movimiento revolucionario
del 5 de Septiembre y cuál fué la causa del movimiento revolucio
nario del 23 de Enero?, fué, precisamente, ésta que dejo señalada.
Es menester no olvidar que en todos los hecbos humanos y en
todos los hechos históricos hay causas sociológicas que los generan
y que los producen, y que a veces parecen fútiles e insignificantes.
Pero la verdad es que los hechos históricos sólo se producen cuando
hay razones sociológicas profundas que los generan y determinan.

441 —

No entra en este momento a averiguar cuales fueron tos proce


dimientos de la revolución del 5 de Septiembre, ni los vaiveLes,
las idas y venidas de este movimiento. Pero sí afirma lo siguiente:
En el país entero, de todos los partidos pobticos, de todos los
círculos, de todas las esferas de la sociedad salía una sensación de
alivio, sensación de complicidad con el movimiento en cuanto
una

se vio que él iba en contra del régimen parlamentario. De este modo,


la revolución del 5 de Septiembre
interpretaba un sentimiento pú
blico y una aspiración nacional.
En el alma colectiva del país se había producido una sensación
de hastío, de repugnancia, de desesperación contra el régimen parla
mentario. Por eso el movimiento revolucionario del 5 de Septiembre
encarnó aquella aspiración y por eso él tuvo también la complici
dad—como ha dicho—de la opinión general.
Se explica así también un fenómeno que anotaba el señor Gar
cía Oldini. Decía el señor García Oldini: ¿qué se hicieron el 5 de
Septiembre los que hoy abogan por el régimen parlamentario? ¿dónde
estuvieron en aquella fecha?
Creía este caballero que aquello se debía a un movimiento de
cobardía. Cree que el señor García Oldini se equivoca. Era que el
ambiente, la conciencia pública, el alma colectiva que iba en contra
del parlamentarismo, significaba tanto, que no babía nadie que
pudiera desprenderse del peso condenatorio que en contra de ese
régimen flotaba en el ambiente. Porque como decía también ayer
el egregio profesor de historia señor Galdames, «así como para vivir
necesitamos el oxígeno del aire, del mismo modo en nuestra vida espi
ritual, los hombres, como los pueblos, necesitamos del ambiente
espiritual, de la atmósfera que nos rodea y determina nuestras di
rectivas espirituales».
El movimiento del 5 de Septiembre pudo cundir y pudo crecer,
porque interpretaba el sentimiento colectivo del alma nacional,
porque interpretaba el sentir de los grandes y de los pequeños, por
que representaba el sentir de los que trabajan y de los que viven
de sus rentas; significaba el sentir de los que piensan y de los que
estudian; significaba el sentir de la unanimidad de los habitantes
de Chile; significaba también el sentir de la mayoría de los mismos
que caían envueltos en la atmósfera, como víctimas de un régimen
funesto, y sin que tuvieran culpa personal y directa en ello.
Por esto se hizo la revolución del 5 de Septiembre, por esto
fecundó la revolución del 5 de Septiembre. Dice que fecundó, por
que no se hacen revoluciones donde no hay ambiente para ello.
Esta es una ley de la historia.
Y si los militares que hicieron el movimiento del 5 de Septiem
bre para derribar el régimen parlamentario hubieran tenido des-

442 —

pues la idea de hacer la revolución para implantar, por ejemplo,


la monarquía en Chile, habrían cometido una insensatez y habrían

caído derribados por el mismo ambiente y la atmósfera que los ro


deaba, porque ellos no habrían encontrado el amparo de la fuerza
de la opinión. Porque es necesario comprender que por grande que
sea la fuerza de las armas, esa fuerza habría tenido que derrumbarse

y caer ante el peso de la opinión, ante el peso de las fuerzas espiri


tuales, ante el peso de las fuerzas de los hombres que se congregan
y que se unen alrededor de grandes, invencibles y nobles ideales!
La revolución del 5 de Septiembre fecundó y fué amparada
por las armas, y éstas encontraron a su vez amparo, porque, como

dice, el alma colectiva del país les era simpática.


Este juicio que no expone sólo ahora, fué el mismo juicio que
se formó el 5 de Septiembre, el mismo que tuvo el 8 de Septiembre,

el mismo que tuvo el día 10, el mismo que llevó en sus horas de des
tierro y el mismo que lo acompañó durante todo ese proceso.
Aquí, dice, encontrarán sus conciudadanos la razón de su si
lencio Consideraciones de elevada patriotismo le acon
entonces.
sejaron actitud. Tenía, además, el convencimiento de que se
esa

cumplía una profecía que él había venido haciendo en todos los to


nos a la faz del país y que reiteró ante el Congreso en una de las

últimas páginas de su Mensaje del 1.° de Junio de 1924.


Cuando el movimiento revolucionario del 5 de Septiembre lo
tomó entre sus engranajes, y cuando cayeron sobre él los escombros
del parlamentarismo que se derrumbaba, consideró que era una víc
tima de no haberse hecho a tiempo la evolución, precipitando el des
plome, como el mismo lo había venido diciendo desde tanto tiempo
atrás. Porque es una ley histórica que no tiene excepción en la vida,
aquella de que cuando la evolución se retarda, tiene que venir la re
volución, el desplome. Y esto es lo que no han sido capaces de evi
tar los hombres de este país mediante la evolución.
Estas son las causas sociológicas de la revolución del 5 de Sep
tiembre y no hay que ir a buscarlas en cuestiones fútiles o peque
ñas, porque la verdadera razón de esa revolución está en los males
originados por el vicioso sistema parlamentario que había llegado
a ser un
régimen amorfo y anárquico, del que no se podría encontrar
ejemplo en país alguno del mundo civilizado!
Juzgando los acontecimientos en esta forma es como se ha
redactado este proyecto. Ahora, ¿cuál ha debido ser la mentalidad
que ha precedido su reacción?, se ha querido corregir el mal, hacer
imposible la vuelta al régimen que produjo la revolución, producir
la evolución y establecer un sistema que nos ponga a cubierto de
los vicios del antiguo y conseguir entonces que el carro del Estado
marche sin tropiezos, ni inconvenientes y, sobretodo, teniendo muy

443 —

en cuenta la reabzación del pensamiento que inspiró la revolución de


Septiembre.
Se han querido quitar así todos los obstáculos que la nación
podría tener en su camino hacia el progreso.
Y ¿cómo se ha creído conseguir esto?, estableciendo una divi
sión absoluta entre los poderes; dándole al Presidente de la
Repú
blica, al Poder Ejecutivo, sus atribuciones, y al Congreso las suyas,
en forma de hacer
imposible el choque entre estos dos poderes, en
forma de hacer imposible que el Presidente de la República pueda
ejercer una imposición indebida sobre el Congreso y éste, a su vez,
sobre el Presidente.
Se ha hablado de que era conveniente buscar un régimen inter
medio entre el régimen presidencial teórico y el régimen parlamen
tario teórico. Pues bien, sostiene, y lo va a probar que precisamente
este proyecto de Constitución contiene esa ecuación; que este pro
yecto de Constitución no contiene un régimen presidencial ni un
régimen parlamentario; que es completamente inexacto, que se haya
establecido la dictadura del Presidente de la República; que es com
pletamente inexacto que se haya querido establecer un régimen
absoluto y que se haya establecido un peligroso régimen autoritario
y de fuerza. Lo único que se ha hecho es definir las atribuciones
del Presidente de la República para que pueda ejercer sin tropiezos
sus facultades administrativas y permitirle que administre
bajo
su responsabilidad con arreglo a lo que las leyes establecen, sin la

intervención de los parlamentarios, o sea, sin que intervenga la


pobtica en la administración.
Este proyecto significa administración pública correcta y efi
ciente sin intervención de la política, sin intervención de los intere
ses pobticos. Esta es la Constitución que se ha presentado a vuestro

debate y que pronto se someterá a la aprobación del país.


Se dice que en esta Constitución no se garantizan las liberta
des públicas.
Va a demostrar que dentro de esta Constitución se mantienen
incólumes las libertades.
En el artículo 10 se garantiza la igualdad ante la ley, la mani
festación de todas las creencias, la libertad de conciencia, el ejer
cicio libre de todos los cultos, la bbertad de emití'- sin censura previa
las opiniones, por escrito o por medio de la prensa, el derecho de
reunirse sin permiso previo, el derecho de asociarse sin permiso pre
vio, la libertad de enseñanza, la igual repartición de los impuestos
y contribuciones, la inviolabilidad de todas las propiedades.
Se establece, además, la inviolabilidad de la correspondencia
espistolar y telegráfica; la protección al trabajo y a las industrias;
la libertad de permanecer en cualquier punto de la República; y

444 —

se establece también que nadie puede ser condenado ni juzgado


sino en virtud de la ley. Se consulta también una serie de disnosi-
ciones encaminadas a amparar al individuo contra los abusos del
poder. Se establece también una reglamentación relativa a impedir
todo abuso en forma de que toda persona que fuere apresada injus
tamente podrá ser amparada por los Tribunales de Justicia.
Ahora bien, las libertades ciudadanas, las bbertades indivi
duales ¿están garantizadas en la Constitución?
Ellas están garantizadas por la obligación que pesa sobre el
Presidente de la República y sobre el poder ejecutivo de amparar
esas libertades dentro de la órbita de sus atribuciones.

Se dice que el Presidente de la República puede abusar. Está


de acuerdo en que el Presidente de la República puede abusar, por
que es hombre y porque es humano errar.
Ahora bien, ¿dónde está la garantía contra ese posible abuso?
Cabe aquí preguntar ¿quién elige al Presidente de la República?
el pueblo en una de las manifestaciones de su soberanía.
El Presidente, tiene, pues, su origen en una manifestación de
la voluntad popular. Y dentro de la idea democrática, debemos su
poner que el pueblo es bastante ilustrado y cuerdo para elegir un
Presidente que sea capaz de garantizar sus libertades, de cumplir
sus obligaciones y de ejercer las facultades que la Constitución
Política le da. Porque la Constitución impone al Presidente de la
República el respeto de todas estas garantías que ella da a todos
los ciudadanos, a toda la colectividad.
Por eso es de suponer que el país sabrá elegir un hombre do
tado de las condiciones morales suficientes para que sepa cumplir
con sus deberes. Ahora, si el pueblo elige a un ciudadano que no sabe

cumplir sus deberes, la culpa será del pueblo mismo, porque, como
se ha dicho, cada país tiene los gobernantes que merece. Justo es

entonces que si se equivoca el pueblo, el mismo tendrá la culpa de


no haber sabido elegir su mandatario. Pero las garantías de los de

rechos del pueblo están en la Constitución, en el deber moral que


tiene el Presidente de la República de hacerla cumplir y en las con
diciones morales que debe tener e'ste hombre cuyo origen está en
una elección popular.

Ahora, ¿por qué suponer que para que se puedan garantizar


estos principios establecidos en la Constitución debe nombrarse de
guardián a una Corporación?
¿Por qué ha de ser una corporación y no el Presidente de la
República el que vele por el mantenimiento de las libertades, ya
que ambos tienen el mismo origen popular?
Pero dejando a un lado esto, quiere suponer que el pueblo elija
a un mal Presidente.

445 —

Pues bien, la Constitución establece las maneras de contenerlo.


En conformidad a sus disposiciones, el Presidente de la
República
tiene responsabilidad, el Presidente puede ser acusado. Se establece
en ella que la acusación podrá ser hecha después
que el Presidente
haya dejado el Gobierno.
En esta materia, participa de la opinión manifestada ayer por
el señor Salas Edwards, en orden a que el Presidente de la República
pueda ser acusado dentro del período de su Gobierno, y se ha reser
vado el derecho de traer esta cuestión al seno de esta Comisión para
que si hay mayoría a su favor se acepte la disposición correspon
diente.
Pero, ateniéndose al proyecto en discusión, se ve cómo puede
el Congreso defender al pueblo en caso de que el poder Ejecutivo
abusara. Se contiene en el proyecto un capítulo relativo a la acusa
ción de los Ministros.
Y van a ver los señores miembros de esta Comisión lo que esto
significa, ¿cuáles son las causales de acusación a un Ministro de
Estado? Entre otras, la infracción de la Constitución, el atropella-
miento de las leyes o su inejecución, etc.
Ven los señores miembros de esta Comisión, cómo puede ser
acusado un Ministro de Estado, por infracción de la Constitución,
por la violación de las leyes o por haberlas dejado sin cumplimiento.
Y el Presidente de la República podrá ser- acusado por estos
mismos capítulos después de su mandato o dentro de él si la mayo
ría de la Comisión opina como él en este punto.
¿Cuál es la situación práctica?
Supongamos que mañana el Presidente de la República con
su Ministerio, viola el derecho de asociación, viola la propiedad

de las personas o de cualquiera de los otros derechos establecidos


por la Constitución del Estado, o atropella la Constitución.
En tal caso puede ser acusado.
Y ¿cuál es el procedimiento para hacer esta acusación? En
todos estos casos la Cámara declara si ha lugar o no a la acusación
mediante un procedimiento rapidísimo y por simple mayoría.
De manera que si el Presidente de la República o algún Mi
nistro viola alguna de las garantías establecidas en la Constitución.
si viola o deja sin cumplir alguna ley, la Cámara de Diputados juz
gando los actos de esos Ministros o del Presidente de la República.
y por la mayoría de sus miembros puede decir: «Ud. ha infringido
la Constitución, ha atropellado o dejado sin cumplir una ley y yo
declaro que ha lugar a la acusación». Y por este solo hecho el Mi
nistro de Estado queda suspendido de su puesto.
Y yo pregunto a los señores miembros de la Comisión: ¿es
esta o no una garantía? Y todavía, hecha esta declaración por la

446 —

Cámara la acusación pasa inmediatamente al Senado y si este cuerpo


declara que es aceptable la acusación, el Ministro no sólo será sus
pendido sino destituido de su puesto.
Ahora el señor Vidal Garcés ha dicho, con el talento que le ca
racteriza, que este procedimiento era muy engorroso. Sin embargo,
el señor Garcés, en su proyecto establece que el voto de censura
debe ser votado a los ocho días después de presentado; de manera
que, al cabo de estos ocho días si hay mayoría, se le da el voto de
censura al Ministro inculpado. La acusación del proyecto es más
efectiva y más rápida su aplicación,
¿Cómo se dice, entonces, que dentro de esta Constitución se
establece el eesarismo del Presidente?
¿Por qué se dice que todos los ciudadanos quedan entregados
al capricho del Presidente de la República, cuando el Congreso
tiene la facultad de apelar a la acusación?
Se inclina a la facultad de acusar por una razón sencilla,
porque como éste es un procedimiento un poco duro, un poco áspero,

es natural que la opinión pública que observa la actuación del Par


lamento, se preocupe de si los Diputados y Senadores hacen uso de
este procedimiento con propósitos baladíes o si lo reservan para
cuando realmente hay casos graves, como cuando un Ministro ha
atropellado la Constitución o ha violado una ley.
Como es natural, este procedimiento debe estar revestido de
cierta gravedad, cosa que no ocurre en la simple censura, que se
la puede usar sin un motivo que la justifique. Así, recuerda el caso
quese produjo en la Administración, cuando tratando de averiguar

porqué se combatía a un Ministro que necesitaba se le dijo por un


Diputado: ¿Cómo quiere Ud. que yo pueda soportar las polainas
del señor Ministro?
Y por eso se había censurado al Gabinete!
Ahora bien, ¿cómo puede decirse que las garantías púbbcas
peligran en esta (.'(institución? No peligran, porque el Presidente
de la República tiene la obbgación de respetar la Constitución,
porque es presumible que el pueblo sabrá elegir y elegirá Presidente
u un hombre moralmente sano,
equilibrado, que respete la Consti
tución y las garantías de los ciudadanos.
Esas garantías tienen que buscarse en la letra de la Constitu
ción que todos tenemos el deber de respetar. Y si el pueblo se
equivoca en su elección, queda siempre la válvula de la asusación.
Por otra parte, el Presidente de la República, en esta Consti
tución, ha sido despojado de muchas de las facultades que le daba
la Constitución del año 33. Así dentro de esa Constitución, el Pre
sidente de la República nombraba a todos los funcionarios de su
dependencia y en la que ahora se ha sometido a la Comisión, el Pre-

447 —

sidente en conformidad al Estatuto Administrativo


que tiene en
estudio Mr. Kemmerer, no tiene la facultad de nombrar directa
mente sino a los jefes de Oficina los demás
y serán designados de
acuerdo con las disposiciones que establece el Estatuto Adminis
trativo.
Además, en el proyecto se contiene la obligación de ir estable
ciendo la descentralización administrativa. Hay algunos
que cri
tican la Constitución en esta parte, porque no establece ella misma
la descentralización administrativa. Pero esto es desconocer los
prin
cipios de derecho público. La Constitución es el Código fundamen
tal que establece las normas de gobierno y los derechos más funda
mentales de los ciudadanos. Por esto, en esta Constitución se con
tiene la obligación de ir estableciendo en las leyes la descentraliza
ción administrativa y acepta la más amplia legislación a este res
pecto.
De modo que quien va a hacer la descentralización es el propio
Congreso. Y hecha ésta, el Presidente de la República se vá a des
pojar de un sinnúmero de facultades.
Igualmente se han restringido las facultades del Presidente
de la República respecto del nombramiento de los jueces. Como to
dos lo saben, el Presidente de la República nombraba a los jueces,
con intervención del Consejo de Estado, de una lista que le manda
ban los Tribunales de Justicia. Fué pública y notoria la cuestión de
las listas cerradas que ningún partido puede enrostrar a otro, porque
todas las combinaciones políticas cuando lograban mayoría usaban
del mismo procedimiento.
Ahora se ha suprimido el Consejo de Estado y las ternas las
forman los Tribunales de Justicia, de modo que la facultad del Pre
sidente a este respecto queda reducida a elegir un nombre de la terna.
Además, declara que está llano a aceptar que se restrinja cual
quiera otra facultad al Presidente de la República.
Lo que se suprime en este proyecto de Constitución es la fa
cultad de censurar a los Gabinetes. Y aquí viene una confusión
lamentable entre los que sostienen el antiguo régimen parlamen
tario, que creen, que las garantías de bbertad e independencia están
vinculadas sólo a la- facultad de la Cámara de Diputados para cen
surar a los Gabinetes y lo que quieren los sostenedores de tal régi

men que es no despojarse de la posibilidad de formar parte del Go

bierno, al mismo tiempo que son parlamentarios. Quieren ser


Gobierno, quieren conservar la indebida y funesta tuición del Gobier
no, la intervención de la pobtica anárquica y desorganizadora en el
campo de la administración pública.
No, señores, dice, el Poder Ejecutivo debe administrar sin pob
tica y el Poder Legislativo cumple sus funciones fiscalizando y dic
tando leyes.

448 —

Esto eslo único que pretende establecer el proyecto en estudio,


Lo expuesto basta para demostrar que es completamente ine
xacto que la única garantía posible de las libertades públicas sea
la facultad de la Cámara de censurar el Gabinete.
Estima que dentro del mecanismo establecido por la Consti
tución nueva están perfectamente garantidas las libertades públi
cas, no hay nada que temer por ellas, porque se puede muy bien fis
calizar por medio de la acusación y llamar al terreno del cumpli
miento de su deber a un Ministro de Estado o al Presidente de la
República, cuando éste o aquéllos hayan vulnerado algunos de los
derechos constitucionales y aquellos deben ir a sostener que se aca
ban las libertades públicas porque no hay facultades de censurar
al Gabinete, es un argumento que no reposa de ninguna manera
en la realidad de los hechos. Aquella es una trasplantación de re
gímenes de países organizados en una forma diversa del nuestro.
Porque, como lo decía muy bien el señor Espinoza, que es un profesor
distinguido de derecho pública y de economía política de la Uni
versidad de Chile, el régimen parlamentario ha tenido origen en un
país como Inglaterra en que el rey es de origen tradicional. Allí
el rey representa la tradición y en su nombramiento no ha tenido
ninguna intervención el pueblo. Allí a virtud de diversas leyes elec
torales que se dictaron, fué el parlamento inglés representando más
y más al pueblo. Y después el pueblo fué poco a poco, por inter
medio del parlamento dando vida al Ministerio y así lentamente
también se fué cumpliendo la ley biológica que dice que la función
crea el órgano. De este modo hemos visto cómo en Inglaterra los

acontecimientos han ido poco a poco haciendo del primer Ministro


un verdadero jefe del Ejecutivo o un Presidente de la República.
Lo mismo ocurrió en Francia y no podríamos compararlo
con un régimen absolutamente semejante al nuestro, porque en este

país existe un régimen semejante al de Inglaterra, en que el jefe


del Gabinete es el verdadero jefe del Gobierno. ¿Y por qué es aque
llo? Por tradiciones históricas.
La Francia fué gobernada durante 15 siglos por un monarca,
y sólo debido al recio sacudimiento por la guerra del 70 surgió el
densamiento republicano.
Fué menester la palabra elocuente e incontenible de Gambetta
para que se abriera paso aquella trascendental reforma y después
de una lucha esforzada se ganó solo por un voto la implantación
del régimen republicano en la Asamblea Nacional de Francia, sur
giendo como una transacción entre el régimen monárquico y repu
blicano, clásicos.
El Presidente de la República nombrado por el Congreso sur
gió así como un símbolo representativo de un monarca constitucio
nal de origen popular.

449 —

De ahí es entonces que el primer Ministro haya ido adquiriendo


la situación de un verdadero jefe de Estado y se haya ido formando
así el régimen parlamentario.
No quiere detenerse a contemplar los inconvenientes y difi
cultades que presenta el régimen parlamentario en Francia y de
los cuales se ocupó en su conferencia última en la Universidad ha<ta
probar con citas de autorizadas opiniones
que el parlamentarismo
es incompatible con el régimen republicano de Gobierno en donde
el Presidente de la República y el Congreso son de origen popular,
pues siendo el Presidente de la República y el Congreso de origen
popular representan cada uno aspiraciones e ideales que deben
marcar la voluntad de sus atribuciones recíprocas sin sumisión ni

rozamieuto.
Es natural que arrancando los dos de un mismo origen, tenga
reglamentada sus atribuciones sin subordinación ni predominio.
Este prudente y debido equilibrio de ambos poderes es el que
ha traducido en fórmulas precisas y concretas el proyecto en de
bate.
Las garantías individuales se mantienen y fecundan a su am
paro sin la censura ministerial.
Quiere, en seguida, examinar la proposición radical: esta pro
posición, dice, es simplemente la reacción más formidable hacia
el régimen parlamentario, no como lo teníamos antes del 5 de Sep
tiembre sino mucho más avanzado.
El daño que necesita corregir, la enfermedad que se debe
se

curar por razones de salvación pública, se agravan en esa fórmula.


La Constitución del año 33 no establecía en ninguna parte
que los Ministros de Estado debían permanecer en sus puestos
mientras contaran con la confianza de la Camarade Diputados;
esta costumbre se fué creando a través del tiempo, pero, repite,
la Constitución no lo dice.
Cree que no está equivocado al hacer esta afirmación. Si se
establece esto en la letra de la Constitución agradecerá que alguno
de los miembros de esta Comisión le dé lectura al artículo en que se
encuentre consignado.
Toma el silencio de los señores miembros de la Comisión como
asentimiento a una verdad que no puede contradecírsele.
El señor Bustos (don Julio) en realidad, tiene razón S. E. al
decir que en la Constitución del 33 no aparece eso, porque cuando
la aprobaron sus autores, el sistema de gobierno no era parlamen
tario, pero posteriormente se hizo la revolución del 91 para esta
blecer en el país el sistema parlamentario de gobierno,
S. E. : en consecuencia, señores, en la fórmula de los radi
cales se establece una reacción contra lo establecido en la Consti.
'20)

453 —

tución del 33 afavor del régimen parlamentario, es decir, contra


el pensamiento de la revolución del 5 de Septiembre, concordante
con la inmensa mayoría del país a este respecto, que anhelaba ver

desaparecer el régimen anárquico, desquiciador y vergonzoso que


existía en el país desde 1891, como lo ha comprobado.
Ahora bien, en la fórmula radical, no se trata tan sólo de hacer
revivir este régimen sino que se trata de darle forma constitucional,
Hasta ayer este sistema de Gobierno era una apreciación y se im
puso su establecimiento por medio de la costumbre; hoy, a ese sis
tema, régimen que acabó con el país, se le quiere dar forma consti
tucional, no solamente con la fuerza de la costumbre sino vivifi
cada con la fuerza de la letra de la Constitución, establecida en
una forma en que no quisieron establecerla los contituyentes del 33
ni tampoco los revolucionarios del 91, porque no se atrevieron ja
más a .llegar a ese extremo.'
Pero en la reforma que propicia el Partido Radica' se establece
que los Ministros de Estado permanecerán en sus funciones mien
tras tengan la confianza de dos poderes que tienen atribuciones
distintas y que tienen un mismo origen de elección particular.
Tiene todavía la reforma radical otro punto reaccionario.
Saben los señores miembros de la Comisión que, como una
gran conquista, se obtuvo en el mes de Febrero de 1924, se dictara
la ley N.° 4001 en la cual se establece que si la ley de los presupues
tos no ha sido aprobada el 1." de Enero del año en que deba regir,
el Presidente de la Repúbbca podrá gbar cada mes un duodécimo
de las partidas del presupuesto del año anterior para atender a los
gastos de la nación.
Ahora, en la reforma propuesta por el Partido Radical, se de
roga estaley en todas sus partes, puesto que no podría mantenerse;
ella sería inconstitucional; y la Corte Suprema a virtud de otra
garantía que se da a los ciudadanos podría declarar que ella era una
ley inconstitucional. Y, en el proyecto presentado por algunos miem
bros del Partido Radical, se establece que la Cámara, por los dos
tercios de sus miembros tiene derecho a postergar la discusión de
una ley de Presupuestos y se suprime así hasta la ley que se dictó

para paliar tan inmenso daño producido por la dictación tardía


de los presupuestos.
El proyecto da a la Cámara seis meses para que estudie esta
ley; pero si al cabo de este tiempo no la ha aprobado entrará a regir
la ley de Presupuestos presentada por el Presidente de la República,
Esta garantía de orden y buen gobierno, de honestidad guber
nativa, la anula el proyecto de algunos radicales por consideraciones
partidaristas que se hacen primar sobre elevadas razones de interés
nacional.

451 —

Quedan notificados así los empleados públicos de este país y


los acreedores del Fisco, que se les ofrecen nuevamente los presu
puestos para el mes de Octubre, que se les ofrece el hambre y todas
las angustias que han pasado en el antiguo régimen. Se presencia
ría de nuevo el espectáculo irritante de que el Congreso no despa
chara la ley de Presupuestos sino hasta el mes de Octubre. Tal es
el proyecto que se opone al de la Subcomisión.
Por eso afirma que el proyecto presentado por algunos miem
bros del Partido Radical es reaccionario, se desvía de las finalidades
de la revolución, y, lejos de apartar al país del régimen parlamen
tario, lo lleva de nuevo a las profundidades de un abismo por el ca
mino que seguía antes del 5 de Septiembre.
Pide excusas a la Comisión por el calor que gasta al hablar de
estas cosas. Gasta ese calor, porque ve claramente el daño enorme
que se le va a causar al país por la incomprensión de sus hombres
dirigentes respecto al momento histórico por que atraviesa el país.
Parece que no se dan cuenta de lo que ha pasado, parece que han
olvidado que ha habido un 5 de Septiembre y un 23 de Enero. SS,
SS. no han aprendido nada; o no se dan cuenta de la hora en que
están viviendo.
Chile es el pueblo más afortunado de la tierra, porque ha pa
sado por dos revoluciones sin que ninguna gota de sangre haya man
chado su territorio. Pero parece que una especie de fatalidad ciega
llevara a esos hombres a provocar otra revolución, como si sintieran
no haber visto correr sangre todavía. Esto es lo que le aflige.
Expresa a continuación que él ya ha terminado su vida pú
blica, que no tiene influencias ni intereses que defender. Defiende
algo más sagrado y noble, defiende los altos y sagrados intereses de
su país, el porvenir de sus hijos y de su patria. Y lamenta la pertina

cia que se gasta en sostener y defender estas ideas que hicieron la


ruina del país y que provocaron dos movimientos revolucionarios.
Porque esos movimientos, a lo que parece, no han logrado modificar
la mentalidad de ciertos hombres dirigentes de este país!
Nadie podrá negar que las revoluciones se hicieron para matar
el régimen parlamentario y que su mantenimiento en cualquier
forma producirá necesariamente la intervención de los parlamen
tarios en la vida administrativa, y que, como consecuencia, se
produciría una nueva revolución con más fatales y dolorosos resul
tados.
Y se habla todavía de la pérdida de las libertades públicas por
las cuales lucha y por cuya defensa y mantenimiento arriesga y
sacrifica cuanto un hombre puede arriesgar y comprometer.
Y todo esto para rec bir amarguras y la incomprensión de
los más directamente beneficiados por la actitud de un hombre

452 —

a quien se le ha exigido que venga a este puesto para censurarlo


después.
Ve que se encuentra en minoría. Tres partidos poderosos han
dicho ante el país que van a defender de nuevo el régimen parla
mentario. Está el Partido Radical de la mano con el Partido Con
servador y están los comunistas aliados con estos partidos defen
diendo este régimen.
No le extraña que los comunistas sean partidarios del régimen
parlamentario, porque los comunistas son enemigos de todo prin
cipio de autoridad, y en cambio, propician el soviet.
El señor Fernández Peña (don Carlos) pero en Rusia hay
autoridad.
S. E. : en Rusia reina la tiranía del soviet, la más horrorosa,
la más salvaje de todas las tiranías de que hay ejemplo en la histo
ria de la humanidad. No ha habido salvajismo igual en el mundo;
ni las persecusiones de los cristianos en tiempo de los emperadores
de Roma le iguala! No hay nada comparable con la tiranía del
soviet! De manera que es natural que los comunistas deseen el
régimen parlamentario. Pero que los otros partidos de orden y
tradición como el Partido Radical y el Partido Conservador no
hayan aprendido nada después de la revolución, eso verdaderamen
te le apena profundamente,
Pero, repite, que no tiene derecho a imponer nada, sólo quiere
salvar su responsabilidad, dando su opinión y pidiendo a sus conciu
dadanos que le ayuden.
Sabe que este régimen que establece la Constitución podrá
perjudicar en alguna ocasión los intereses del Partido Radical, en
otra los del Partido Conservador, y en otra, los del Comunista.
Pero afirma una cosa, y es que el régimen establecido en el proyecto
no podrá perjudicar jamás al país y que él está garantido porque
sus libertades públicas están ampliamente resguardadas y porque
la administración no será influenciada por los intereses políticos.
De manera que si el Partido Radical se siente lesionado alguna vez
en sus intereses y otra vez se sienten lesionados otros partidos, la
inmensa masa de los hombres de trabajo, de los hombres de estudio,
de los que necesitan tranquilidad para producir; de los empleados
públicosque necesitan ser pagados con oportunidad y que repre
sentan más de cien mil almas, estarán ampliamente garantidos.
Ellos, todos esos trabajadores silenciosos de la colmena social que
sufren y callan, que no tienen representación en las asambleas po
líticas, que son los más, estarán
siempre garantidos, siempre
esos

beneficiados con el régimen del proyecto! El país tendrá siempre


en él su más sólido amparo!

Puede todavía declarar que este proyecto está inspirado en las



453 —

-mismas doctrinas de don Malaquías Concha, el fundador del Par


tido Demócrata.
Le puede pasar a] señor Pradeñas Muñoz, el folleto en que se
contienen esas doctrinas.
El señor Pradeñas Muñoz (don Juan) lo he leído muchas ve
ces.

S. E. está de acuerdo con el señor Concha en que el régimen


parlamentario en la forma en que está establecido en Chile es de
una inconveniencia manifiesta.
Pero como no puede luchar contra todo el mundo, como e^tá
en minoría y como se hace cuestión pobtica de una cuestión nacio

nal, no tiene inconveniente en someter a la opinión del país estas


dos fórmulas: la del régimen parlamentario establecido en este pro
yecto y lo propuesto en el voto de los radicales.
No tiene ningún inconveniente para hacer eso. Los pueblos tie
nen el derecho de darse su gobierno y de asumir la responsabilidad.
Si el pueblo cree que ese régimen de gobierno ideado por los
radicales, de acuerdo con conservadores y comunistas es el que más
conviene, en buena hora.
Repite que no tiene el derecho de imponer su voluntad; no
está defendiendo intereses personales, y si triunfan estas opinio
nes erradas y perjudiciales para el país, a su juicio, lo deplorará

profundamente, como una gran catástrofe; lamentará el extravío


de los espíritus, la ceguera de los hombres y jamás habrá encerrado
más verdad el adagio latino que dice: «Júpiter ciega a los que quiere
perder» . -

Pide finalmente a los señores miembros de la Comisión que per


donen el calor que gasta, porque es fruto del convencimiento, es el
fuego propio que enardece el espíritu en defensa de lo que se ama
con sinceridad.
El señor Vidal Garcés (don Francisco) ya que ha sido aludido
por S. E., quiere decir dos palabras para explicar su intervención
en el debate de ayer.

S. E. lo ha colocado en su concepto en una situación falsa, como


sosteniendo una doctrina en la Subcomisión y otra en esta Comi
sión ; y cree que no hay disconformidad entre la actitud que asumió
ayer y la de hoy. Se aprobó por la Subcomisión la forma de go
bierno que consulta este proyecto de Constitución con mi voto
en contra, porque nunca lo acepté. En la penúltima sesión de esa

Subcomisión se promo rió incidentalmente Un debate sobre la fu


tura forma de Gobierno, y entonces S. E. le pidió, como sostenedor
en cierto modo del sistema parlamentario, que redactara un pro

yecto de acuerdo con sus ideas y que lo presentara a la última se


sión, que debió tener lugar el Viernes pasado.

454 —

De acuerdo con esa petición, redactó ese proyecto y por defe


rencia personal a S. E. se lo dio a leer antes de llevarlo a la Sub
comisión.
S. E. después de leerlo le expresó que nada tenía que decir,
que encontraba en el proyecto, dentro de sus ideas, consultado un

régimen parlamentario en forma correcta y. honrada, pero que le


pedía que no lo llevara a la Subcomisión.
Y en la sesión que la Subcomisión celebró el Lunes pasado,
S. E. dijo que prefería que el asunto relativo ala forma de gobierno
se tratase en esta Asamblea.
Con estos antecedentes se ha creído autorizado para intervenir
en el debate y usar el fruto del trabajo que le fué pedido por S. E.
Tiene sus ideas y siente contrariar con ellas a S. E. Respeta
las ideas de S. E., pero cree también que tiene derecho para expo
ner las suyas.
El general Navarrete (don Mariano) manifiesta que es bien
difícil para un hombre de su profesión, dictaminar sobre la bon
dad de un Proyecto de Constitución Política, sobre todo cuando
su acción en este sentido, como le ocurre a él, se ha limitado, tra

tándose de la Constitución del 33, a usufructuar de sus beneficios


o a soportar estoicamente las consecuencias de los errores en que
incurrieron los encargados de aplicarla.
Pero, si bien es cierto que no está capacitado técnicamente
para opinar sobre la bondad legal de las prescripciones del proyecto
sometido a la consulta de esta Comisión, puede, en cambio, contri
buir a su discusión con la experiencia que le ha dejado la aplicación
de algunos preceptos de la expresada Constitución.
No hay necesidad de ser un gran constitucionalista para de
clarar, sin temor de equivocarse, que los resultados del sistema
parlamentario han sido desastrosos para el país. Un balance hecho
a la ligera demuestra que su aplicación ha tenido como consecuencia

la completa corrupción de todos los servicios públicos, la paraliza


ción del progreso en todas las actividades nacionales y la anulación
de la personalidad del Presidente de la República, único responsa
ble de la dilección de los negocios del Estado.
¿En qué forma deberían combinarse las atribuciones y dere
chos del Presidente de la República y del Congreso para establecer
la justa armonía entre ambos poderes? Esta es una cuestión sobre
la cual deben pronunciarse los que tienen aptitudes para ello; él
cumple con el deber de hacer resaltar esta necesidad y de manifes
tar en el seno de esta Comisión, que la reforma de este estado de
cosas no acepta ya postergaciones, pues el país está harto de la

politiquería mezquina y quiere, una vez por todas, tener un go


bierno fuerte, capaz de orientar los destinos del país hacia una era
de progreso y bienestar social.

455 —

Los dirigentes de los diversos partidos políticos en que está


dividida la opinión pública, deben aprovechar en esta ocasión las
múltiples lecciones objetivas que han recibido desde el 5 de Sep
tiembre hasta hoy. De ellas deben deducir lo que el país quiere,
como asimismo inclinarse respetuosos ante su voluntad soberana,
pues de otro modo se tendrán a corto plazo que hacer, bajo la pre
sión de la fuerza, las reformas que, en representación del pueblo, ha
reclamado en forma tan significativa el elemento joven del Ejército.
Expresa, a continuación, que en esta advertencia no debe verse
una amenaza, pues no está autorizado para hacerla, pero cree firme

mente que en estos momentos solemnes no debe ocultarse el peli


gro y que hay la obligación de hablar claro.
En la actualidad el Ejército está entregado de lleno a las labo
res que le son propias, limitándose en lo demás a observar la actitud
de los encargados de realizar ideales de orden y depuración adminis
trativa.
Pregunta ¿qué ocurrbía si las esperanzas de la juventud fueran
defraudadas en esta ocasión? No quiere hacer pronósticos desagra
dables. Deja al criterio de la Comisión formular la contestación
de esadelicada pregunta.
El Ejército, dice, tiene horror a la política y, por consiguiente,
no se mezclará jamás en sus actividades; pero tampoco mirará con
indiferencia que se haga tabla rasa de sus ideales de depuración
nacional, es decir, de que se olviden las finalidades de las revolu
ciones del 5 de Septiembre y del 23 de Enero para volver a la orgía
política que dio vida a estos movimientos. Esto no lo aceptaría
jamás el país ni las instituciones que lo componen.
La liquidación de las expresadas revoluciones no está terminada.
La del 91 impuso el régimen parlamentario y estas últimas deben
dar origen a un régimen criollo que armonice las atribuciones de!
Gobierno y del Parlamento. Corresponde, pues, a los partidos po
líticos dejar a un lado las discusiones estériles y aunar sus volunta
des, a fin de resolver la forma de Gobierno que conviene al país y
no sólo a las colectividades que representan.

Ruega a la H. Comisión se tome la molestia de estudiar, sin


pasión política, las cuestiones que deja planteadas, a fin de deter
minar con pleno conocimiento de las conveniencias nacionales, los
preceptos que debe contener la nueva Constitución Pobtica del
país.
Termina expresando que pesa sobre los señores miembros de
la Comisión una enorme responsabilidad. El país espera de su pa
triotismo las medidas que han de dejar a salvo su tranquilidad in
terna y el prestigio de ¿as instituciones republicanas.
El señor Edwards Matte (don Gublermo) las palabras pro-

456 —

nunciadas por S. E. el Presidente de la República y por el señor


general Navarrete, le mueven a decir algunas, por su parte, antes

de entrar al examen del sistema político constitucional, que forma


el objetivo de su intervención en este debate.
Lo que ellas le obligan a decir es que al resolverse a exponer
ante la Comisión las observaciones que han hecho más fuerza en su
espíritu, lo ha alimentado la esperanza de que lo haría en un terreno
que pudiera ser útil a los destinos del país y de que dichas observa
ciones podrían no sólo ser oídas sino también consideradas en este
recinto, ser aceptadas o rechazadas, según el libre criterio patrió
tico de cada cual.
Sólo en este concepto se atreve, después de las palabras que ha
oído, a exponer sus ideas ante la Comisión.
Refiriéndose ahora a las palabras de S. E. el Presidente de la
República respecto a los miembros de la Subcomisión, cree mani
festar primero que ingresó a formar parte de ella después que se
había terminado de dilucidar el punto relativo al nuevo régimen
de Gobierno.
Y en seguida, debe agregar que en una de las últimas sesiones,
junto con otro de sus miembros, dejó constancia especial de la re
serva que le merecía la solución adoptada en cuanto estimaba pre
ferible la disolución de la Cámara política como remedio más eficaz
para los males existentes. Agregó que, en todo caso, firmaría e¡ pro
yecto, por considerarlo preferible a la forma absurda en que hasta
hoy se ha practicado el régimen parlamentario.
Quiererenovar y fundar en esta Comisión amplia la exposi

ción de modo de pensar.


su

Celebra poder hablar sin representación de partido político


alguno. Destituido de todo interés o pasión, ya que se retiró de las
filas en que militaba, cuando éstas parecían encontrarse en vísperas
de llegar a la cúspide del poder.
El criterio que tuvo la Subcomisión de reformas constitucio
nales al emprender sus trabajos, fué el de examinar a fondo, para
dar los remedios adecuados a cada uno de los males cuya exis
tencia y exhibición habían provocado la fuerte reacción de opinio
nes contra de la corrupción política que perdía al país.
en

Y así, examinando llagas, se vio primero la calificación polí


ticae inmoral de las elecciones por las Cámaras. Para satisfacer a

la opinión sana se ha propuesto la creación del Tribunal Califica


dor de Poderes. Y por esto ruega a S. E. que si somete a consulta
plebiscitaria la indicación de los miembros radicales, desglose la par
te de esa indicación que modifica las atribuciones del Tribunal.
Otra de las corrupciones que provocaba mayor desagrado en
la opinión, era la designación de los jueces por razón de influjo poli-

457 —

tico de conveniencia electoral, no en consideración a sus méritos


o

y antecedentes. El instrumento de este abuso era el Consejo de


Estado. Pues bien, el proyecto de la Subcomisión suprime ese orga
nismo y sustituye su acción por la de las Cortes de Justicia, en las
cuales ha de predominar un criterio de justa apreciación de las con
diciones de cada magistrado.
El fuero parlamentario había servido, en más de una ocasión,
para resguardar situaciones personales indecorosas, al amparo de
las debilidades engendradas por el compañerismo. El proyecto quita
a las Cámaras la facultad de conceder el desafuero de sus miembros

y la da a las Cortes, donde lógicamente han de imperar las conside


raciones de justicia y de equidad.
Otro de los males señalados como más perjudiciales era el de
la exagerada extensión de los debates parlamentarios que causaba
la impotencia de las Cámaras, traducida casi siempre en transaccio
nes que no pocas veces se hacían con intereses
poco respetables.
El señor Subercaseaux, como lo había hecho antes, señalaba ayer
esta situación como uno de los grandes defectos del régimen. Y eso
es exacto. La Subcomisión lo consideró así e incorporó en el texto

constitucional la clausura de los debates por simple mayoría, lo que


hasta hoy era sólo una institución nueva de carácter reglamentario.
Entre todos los defectos de nuestra organización, el más im
portante era sin duda el del régimen pobtico basado en una con
cepción absurda del parlamentarismo.
Esta enfermedad constitucional se caracterizó por dos síntomas
gravísimos que, cosa curiosa, tiene consignados en sus apuntes pre
cisamente con las palabras empleadas por S. E. Dicen ellos: 1." In
tromisión indebida de los parlamentarios en la administración y
2." frecuencia vergonzosa de las crisis ministeriales.
De este punto común hemos partido, pues, todos con el propó
sito idéntico de remediar, como en los otros casos, el mal sistema
imperante. Se han encontrado dos soluciones que persiguen el mismo
resultado y respecto de cuya eficacia relativa existen opiniones di
vergentes.
La primera es la del proyecto: la supresión de la responsabili
dad pobtica de los Ministros ante el Parlamento; la segunda es la
de mantener esa responsabilidad estableciendo al mismo tiempo
fórmulas y procedimientos para evitar que el abuso continúe arras
trando al país hacia el desorden y la anarquía.
Se inclinó al principio al primero de estos caminos, pero la con
sideración detenida de los estudios y de la práctica lo llevó a la con
clusión de que era el de menos eficacia y ventaja para el país. Su
buen resultado depende en gran parte de lo que podría llamarse
el dinamismo del Presidente: a un Primer Mandatario débil le trans-

458 —

formarán en pocos días el régimen en parlamentario, como er. nues


tros peores tiempos, negándole leyes necesarias; otro fuerte y atro-
pellador podrá convertirlo en dictatorial.
El remedio de la acusación al Presidente que se propone, es

razonable, pero provoca una solución política de sensacionalismo


y de escándalo, que no es por cierto la más conveniente a la felicidad
del país.
Piensa, pues, que es preferible mantener la responsabilidad
pobtica ministerial, estableciendo al mismo tiempo resortes enér
gicos que impidan en absoluto los abusos insoportables de los últi
mos 35 años.
Entre estos recursos, le parece desde luego acertadísimo el de
reglamentar severamente la forma en que pueden aprobarse los vo
tos de censura. La mayor parte de éstos se aprobaban hasta hoy
por minorías opositoras que obtenían la inasistencia de muchos
miembros déla mayoría, que procedían, unos decepcionados, otros
seducidos por una expectativa de Cartera en el Gabinete próximo
y, otros, en fin, disgustados por asuntos administrativos en que
les había cabido entrometerse indebidamente, como decía hace poco
3. E.
Esta frecuente causal de crisis quedaría eliminada por la pro
posición que hace el señor Vidal Garcés para que se exija que un voto
de censuradebe contar con el voto favorable de la mayoría de los
Diputados en ejercicio para tener valor. No le parece igualmente
aceptable la otra alternativa propuesta por el señor Vidal para que
tenga igual valor el voto de los dos tercios de los Diputados asis
tentes. Ya ha dicho que la neumática o el vacío en el momento de
la votación es uno de los procedimientos que hoy favorecen la co
rruptela parlamentaria y por ese medio se podría fácilmente obte
ner los dos tercios y aun los tres cuartos.

La citación a sesión especial también le parece acertada, pues


evitaría las sorpresas.
La incompatibilidad de los cargos Ministeriales con los par
lamentarios, es una de las mayores garantías de estabilidad para
el gabinete, porque la ambición de los congresales es más de una vez
factor decisivo de su derrumbe.
Pero la garantía más fundamental, la gran garantía, consiste
en dar al Presidente de la República la facultad de disolver la Cá
mara política. Se ha propuesto esta facultad, pero se la ha propuesto
con trabas que considera inaceptables. El beneplácito del Senado,
por ejemplo,o de otra corporación cualquiera, como obligatorio para

que el Presidente de la República ejercitara la atribución de que


trata, se traduciría en la creación de un tercer poder político que,
lejos de contribuir a la solución de las dificultades, constituiría su

459 —

agravamiento, con la tendencia que inevitablemente adquiriría a


hacer pesar más y más su opinión en la resolución de los problemas
pobticos. Las únicas limitaciones que consideraría aceptables en la
facultad de disolución por el Presidente serían la de imponerle un
plazo corto para llamar a nueva elección y la de establecer que, em
pleado una vez este procedimiento por el Presidente, no pudiera vol
ver a usarlo antes de uno o dos años.

Esta atribución es especialmente propia de un país republicano,


porque, siendo el jefe del Estado y el Parlamento de elección po
pular y hallándose ambos en conflicto, es absolutamente necesaria
una válvula
que permita establecer cuál es la voluntad verdadera
del soberano, que es la nación.
Se trata de una fórmula democrática, por excelencia, en que la
resolución del punto concreto que motiva el desacuerdo se entrega
al «demos», al pueblo.
Y, contra lo que a veces se ha opinado, es una institución mu
cho más razonable en una república que en una monarquía.
Recordando una frase pronunciada ayer por uno de los orado
res, podría decirse que los conflictos que en otros sistemas se solu
cionan en los pazadizos del Senado o de la Moneda, se ventilarán
al aire puro de las consultas populares.
Se dijo ayer que la opinión pública era un gran resorte de fis
calización, pero esa opinión no tiene más medio legítimo de impo
nerse que el del sufragio. Es la desgracia de un país el que, a veces,
no pudiendo exteriorizarse en esa forma, tenga que manifestarse

por otros medios.


Y esta facultad de la disolución es el arbitrio legítimo que cons
tituye a la opinión púbbca, en juez por medio del sufragio cívico.
El señor Ramírez Frías manifestaba ayer el temor de que, a
virtud de esta disposición, los Diputados se transformaran en ver
daderos sirvientes del Presidente de la República. No comparte
esta apreciación.
En el funcionamiento del sistema, los Diputados sabrán per
fectamente cuando cuentan con el apoyo de la opinión y cuando
no. Si no la tienen a su favor, no derribarán Ministerios, y el objeto

de la reforma estará plenamente alcanzado.


Pero si saben que la gran masa de la opinión los acompaña,
porque el Ministerio con sus escándalos y sus procedimientos inde
bidos se ha hecho digno del vituperio general, procederán sin ningún
temor, a conciencia de que el Presidente no se atreverá a disolver
la Cámara, porque el procedimiento puede llegar a traducirse en
su propia dimisión.

No son éstas las crisis ministeriales que se trata de evitar. Ellas


serían de poquísima frecuencia y saludables.

460 —

En resumen, puede decirse que en este régimen el Presidente


sería fuerte cuando la opinión lo acompañara y débil cuando el ex

ceso de sus faltas le hiciera carecer de base


en el sentimiento" del

electorado.
Cree que esta solución sería una coronación sabia y digna de
los más elevados propósitos que hayan podido inspirar a los promo
tores de los acontecimientos del último tiempo.
Para terminar, va a citar dos párrafos de un autor de derecho
constitucional que ha citado ya S. E. y que es uno de los primeros
tratadistas del día.
Dice Mr. Duguit refiriéndose al Gobierno de los Estados Uni
dos:
'Los Ministros no son sino los Secretarios del Presidente; esca
pan completamente a la acción del Congreso; el Presidente es polí
ticamente bresponsable ; no puede ser llevado ante el Congreso,
sino en caso de impeachment, es decir, por una gestión que tiene
ante todo un carácter penal. Si nace un conflicto poh'tico entre el
Presidente y el Congreso, no hay medio legal de resolverlo; el Pre
sidente no está obligado a retirarse y no puede disolver el Congreso;
todo está detenido, el Gobierno y el Congreso no pueden hacer nada.
Como consecuencia del conflicto nacido entre el Senado y el Presi
dente Wilson, con ocasión del Tratado de Versalles, durante cerca
de un año la acción del gobierno ha estado completamente trabada,
no sólo en las relaciones exteriores, sino también en la política in

terior y con detrimento de los intereses vitales del país,


Si a veces ha existido la tentación de instituir en Francia un
sistema análogo al de Estados Unidos, se debe estar prevenido ahora
sobre sus inconvenientes y sus peligros que todos los americanos
¡lustrados no dejan de señalarnos; y espero que jamás en nuestro
país se hará tal ensayo, que sería ciertamente nefasto.»
Y después, hablando del régimen parlamentario, agrega:
«El último carácter de' régimen parlamentario es la acción
recíproca que el parlamento y el gobierno ejercitan el uno sobre el
otro.
La acción del Gobierno sobre el Parlamento se traduce en fin,
en el más importante y más necesario de todos los derechos: el de
recho de disolver la parte electiva del parlamento y de llamar a
los electores, en cierto plazo determinado por la Constitución, a
nuevas elecciones.
El derecho de disolución, considerado por ciertos partidos
como una supervivencia del despotismo real, es por el contrario,
la condición indispensable de todo régimen parlamentario y la ga
rantía más eficaz del cuerpo electoral, de la soberanía nacional,
contra los excesos del poder, siempre temible, de un Parlamento.»

461 —

En este momento grave de la vida nacional, quiere terminar ins


pirándose en el mismo sentimiento que lo ha alentado desde hace
ya mucho tiempo: el de procurar el término de las viejas y egoístas
luchas políticas desatinadas, promoviendo la unión de esfuerzos de
muchos hombres que hoy día piensan lo mismo ante los problemas
fundamentales y que figuran, sin embargo, movidos por razones
tradicionales sin importancia moderna cuando no por rivalidades
lugareñas, en diferentes partidos que luchan unos contra otros como
si tuvieran alguna razón para ser enemigos irreductibles.
Cree haber propuesto una idea que es aceptable para todos los
que desean sinceramente arrancar al país de la politiquería funesta,
de la anarquía y del desgobierno, y llevarlo a una situación firme
de normalidad institucional.
El señor Bustos (don Julio) va a decir unas cuantas palabras
con la mayor serenidad de espíritu, a pesar de la profunda conmo
ción que ha sentido en su alma en estos momentos.
Manifiesta que si dirige la palabra en estos momentos a S. E.
es por el puesto que desempeña en la dirección de su partido y por

haber sido uno de los iniciadores de las reformas propuestas. No


ha venido aquí a defender intereses pequeños. En todo momento ha
sido sincero con S. E. y ha dado pruebas de ello.
Cuando S. E. cayó en la desgracia, fué uno de los primeros
en correr a su lado, a pesar de haber criticado su administración.

Criticaba al Gobierno de S. E. no por ser su enemigo, ya que tam


bién fué uno de los primeros que auspició su candidatura. En verdad
su crítica no se refería tanto a S. E. como a los Ministros, a los re

presentantes del Partido Radical. Con esto cree haber dado pruebas
de independencia de carácter. Puede equivocarse, pero siempre ha
querido colocarse donde está la razón y la justicia.
Se ha afirmado aquí por el señor García Oldini, y S. E. lo ha
repetido en estos instantes, que a raíz del 5 de Septiembre no se vio
en ninguna parte a los que boy defienden el sistema parlamentario,

que se habían escondido. Declara que él no se escondió y, sin em


bargo, es uno de los defensores del régimen parlamentario.
Cuando S. E. abandonaba la capital para alejarse del país,
fué a despedirlo al frente de una gran muchachada de su partido;
se les impidió llegar a la estación Mapocho y minutos después, cuando
S. E. se alejaba hacia el destierro, cayó en la Plaza de Armas como
víctima entre las patas de los caballos de la fuerza pública,
Por otra parte, muchos de los que hoy ve en este recinto que
se horrorizaban hasta de oír el nombre de S. E,, vuelven nueva

mente ahora a ser los mejores amigos del Presidente por el solo
hecho de aceptar sus ideas; en cambio aquellos que lo defendieron
aparecen como enemigos. No hay tal, a pesar de tener esta dispa-

462 —

ridad de criterio respecto del concepto de gobierno, sigue tenién


dole el mismo afecto que ayer. Pero tiene también el derecho de
mantener sus opiniones.
Se trata ahora de interpretar el movimiento revolucionario
del 5 de Septiembre y de los que vinieron después y sabe perfecta
mente cuáles fueron las causales que generaron dicho movimiento
y cómo se produjo el manifiesto del 11 de Septiembre y sabe tam
bién cómo en nombre de este manifiesto se hizo la revolución del
23 de Enero.
Pues bien, uno de los puntos de ese manifiesto tiene una in
terpretación clara y precisa. La idea de la convocación a una libre
Asamblea Constituyente, que en él se consulta, significa que los
pueblos deben darse las normas jurídicas y de derecho público que
emanan de la conciencia de los ciudadanos. Por eso estamos reuni
dos en este momento.
S. E. : parece que puede darse por terminada esta cuestión.
Levantará la sesión y se irá a su despacho a dictar el decreto de
convocatoria a la Asamblea Constituyente; mañana conocerá el
país este decreto.
Se le pide el cumplimiento de una promesa y no tiene ningún
inconveniente para hacerlo; mañana tendrá el país el decreto de
convocatoria a una libre Asamblea Constituyente.
Declara que ha terminado. Es preciso que se acabe de una
vez por todas la comedia política, es preciso que el Presidente de
la República no siga siendo la cabeza de turco de los que lo señalan
como que quiere matar las libertades públicas, siendo que no hace

otra cosa que defenderlas.


El señor Bustos (don Julio) pide a S. E. que le permita una

explicación.
S. E. repite que ha terminado.
El señor Del Real (don Pedro) él doctor Bustos no represen
ta al Partido Radical.
S. E.: se levanta la sesión.
(S. E. se retira de la sala).
El señor Barbosa (don Enrique) hace indicación para que se
nombre una Comisión que vaya a buscar al Excmo. señor Presidente
de la República, para pedirle que reabra la sesión y pueda así ter
minar sus labores la Asamblea, dando su aprobación inmediata al
proyecto de Constitución.
Sale en grupo una buena parte de los miembros de la Comi
sión a buscar al Presidente de la República a su despacho. Después
de algunos instantes vuelve S. E. a la sala y reabre la sesión,
S. E.: puede usar de la palabra el señor Barros Borgoño.
El señor Barros Borgoño (don Luis) dessaba hacer algunas

4Ó3 —

observaciones para precisar el alcance de las reformas constitucio


nales que estudió la Subcomisión cuya presidencia ocupó S. E. el
el Presidente de la Repúbbca y con cuyo concurso pudo llegarse
a los resultados
que esta Comisión conoce.
Pero antes de entrar al análisis de este problema, con la tran
quilidad que requiere su estudio, se permite hacer un llamamiento
a todos los caballeros aquí reunidos, a todos los que han sido hon
rados con la confianza de venir a traer su opinión, para buscar la
solución que mejor consulte los intereses del país.
r\o se discuten aquí cuestiones egoístas ni de
política militante,
se está debatiendo cuál habrá de ser la suerte de la
República, y
cuáles las bases sobre que habrá de cimentarse la tranquilidad
y el bienestar de la patria.
Todos comprenden muy bien los sacrificios que el Excmo. señor
Presidente hace en estos momentos y están a su lado para decirle:
«Poned orden en nuestra situación y contad para ello con todos
los esfuerzos de que podemos disponer».
En las sesiones de la Subcomisión han estado laborando hom
bres de las más distintas tendencias y condiciones.
Con el más amplio espíritu de colaboración y en aras de la
armonía han sido depuestas muchas de esas convicciones y de esos
ideales por los cuales cada uno ha luchado en su vida pública, con
el único propósito de prestar al país un servicio que sólo será sufi
cientemente reconocido después de algunos años.
Al lado de liberales y radicales, han actuado con el mismo buen
espíritu, conservadores y comunistas, echando aparte todos aque
llos propósitos de lucha que los han caracterizado durante la vida
normal de la República.
Y, si durante esos largos meses ha existido acuerdo respecto de
ciertas normas de Gobierno, que remedian en mucha parte los ma
les que han aquejado al país, si en aquellas reuniones ha primado
un alto interés patriótico que se complace en reconocer y no se can

sará de aplaudir, ¿por qué no ha de continuarse en la misma forma


en esta magna Asamblea que representa más ampliamente a los

diferentes grupos políticos que estaban representados en la Sub


comisión?
Nadie ignora cuáles son los males que se han padecido, y las
causas que han originado los acontecimientos producidos en la Re

pública; se lleva, pues, mucho adelantado para optar por los me


dios que han de procurar la tranquilidad futura.
El proyecto de reforma de la Constitución que se ha propuesto
al estudio de esta Asamblea es ya una transacción y, por lo tanto,
ese proyecto debe ser aprobado tal como viene. ¿Por qué propone
la aprobación en esta forma? Porque es menester que exista con-

464 —

fianza de los unos en los otros; es este, en los momentos actuales,


un sentimiento patriótico que debe ser común a todos los chilenos,

Cuando se efectuó la primera reunión, se solicitó del señor


Presidente de la República que abandonara muchos de sus ideales,
lo que también fué prometido por los que éstos solicitaron; por
todos ha sido reconocida la situación a que nos han llevado los acon
tecimientos producidos en el país y por eso se ha hecho cuanto ha
sido posible por llegar a conclusiones indiscutiblemente patrióticas
y, por lo tanto, altamente convenientes para salvar esa situación,
¿Se ha establecido en el proyecto de Constitución el régimen presi
dencial? No, señores. ¿Se ha establecido el régimen parlamentario?
Tampoco. Sólo se ha querido curar un mal.
Se ha establecido un régimen en que el jefe del Estado tiene
los medios para gobernar de acuerdo con las aspiraciones del pueblo,
de quien ha recibido su investidura, porque no es posible que se re
pitan hechos que deben ser repudiados por todos. Se ha querido
curar un mal que se había hecbo endémico en el país.
Pero al mismo tiempo se han propuesto los medios para que los
Ministros sean efectivamente, responsables de sus actos, y no pue
dan verse expuestos a quebrantar las leyes o atrepellar las garantías
de los ciudadanos sin su corre-pon diente y severa sanción. Este es
el concepto de la Constitución que se propone; no es el régimen
presidencial, porque en este régimen, técnicamente hablando, no
existe el parlamento con las atribuciones que va a tener en la Cons
titución chilena: los Ministros no tienen responsabilidad alguna y
sólo existe la responsabilidad del Presidente.
En el régimen nuestro no ocurrirá esto, que es la característica
del régimen presidencial; los Ministros tienen todos la responsabi
lidad de sus actos. Al mismo tiempo se ha establecido la clausura
de los debates, para evitar que el parlamento abuse de sus prerro
gativas de dictar leyes que el Ejecutivo reclama; se ha deseado
que cada poder gire libremente dentro de su órbita, sin que perju
dique el funcionamiento de otros poderes.
Esta es, a su juicio, la solución del problema; una solución de
transacción, de cordiabdad, de armonía, únicas normas que pueden
servir para salvar el conflicto.
Y para terminar, y como consecuencia de las palabras que ha
expresado, va a formular una indicación que confía sea aceptada
unánimemente. La indicación es para que se dé por aprobado inme
diatamente el proyecto de Constitución que se ha sometido al es
tudio de la Asamblea, como una deferencia especial a S. E. el Presi
dente de la República, el ilustre ciudadano que ha estado sacrifi
cándose por el engrandecimiento V la tranquilidad del país,
El señor Vial (don Fernando) no va a hablar en su nombre

465 —

porque su opinión ante la grandiosa Asamblea en que se encuentra

presente no tendría importancia.


Fué designado en Valparaíso en una convención provincial
de la Unión de Empleados de Chile, para traer a esta Asamblea el
sentir de esa colectividad.
En nombre, pues, de esos compañeros hace ahora uso de la palabra.
S. E. no está solo. La opinión de miles de empleados de la Re
pública está en estos momentos con él.
Para probar esto, va a repetir las palabras textuales que pro
nunció hace algún tiempo, en una solemne Asamblea del Teatro
Municipal de Santiago.
En esa Asamblea se quemaba incienso al usar de la palabra,
pero él, al hablar, no en nombre de los empleados bancarios, colecti
vidad a la cual pertenece, sino en su carácter de empleado parti
cular dijo a S. E.: «Excmo. señor, en estos modestos ciudadanos
tenéis colaboradores para todos los actos bien inspirados, pero asi
también ellos fustigarán todos los actos de cualquier gobierno que
no sea inspirado en el más alto patriotismo».
Celebra que en una Asamblea tan grandiosa como ésta le haya
sido dado cumpbr con su palabra. Para defender el pan de cente
nares de famibas que son las que sufren las consecuencias más di

rectas de estos movimientos sociales, ha venido a ofrecer su adhe


sión y a aceptar en bneas generales el Proyecto de Constitución
de S. E. el Presidente de la República.
Deja constancia de esto con toda honradez.
Los detalles, sean cuales fueren, son susceptibles de ser modi
ficados, pero la esencia del principio es la que sostiene e impide
que un país vaya de tumbo en tumbo. Estima que hoy día no debe
prestarse tanta atención a la opinión de las Asambleas Políticas.
Ellas no son sino factores aislados y hoy no tienen el poder que
ayer ejercieron. Los empleados con que contaban esas Asambleas
políticas hoy no están con ellas, porque han ido a defender sus de
rechos, a defender su pan a otra parte y se han agrupado alrededor
de la base económica, que les interesa preferentemente.
Otro de los lazos que une a esos ciudadanos es el cariño a la
patria. Y no tienen ambiciones personales que defender, no son
ex-pariamentarios, ni defienden intereses de círculos.
Y ¿qué pasa en las asambleas pobticas? Hay siempre en ellas
una cantina y un mesón donde se generan las candidaturas; y su

majestad el mesonero es quien casi siempre define las situaciones.


En seguida un joven de oratoria fogosa, lanza una candidatura y
así nace un parlamentario que más tarde, porque no se nombra un
guardián 3." ya al, Parlamento a derribar un Ministerio. Todo esto
es inaceptable.
(3o;

466 —

Pocos días antes de que produjera la revolución de Septiem


se

bre, se verificó Valparaíso un gran comicio de empleados parti


en

culares, y ahí acordó no elevar ninguna petición al Gobierno


se
si antes no se clausuraba el Congreso, porque ya el pueblo no creía
en él, porque ya. estaba cansado con tanta chacota. Este hecho cuyo

conocimiento no alcanzó, tal vez, allegar a las altas esferas, viene


probar cuál era la situación que se había creado el Congreso y
a justificar todo lo dicho por S. E. y que estaría de más repetir,
El señor Barbosa (don Enrique) Excmo. Señor, cuando pa
seabais vuestra alma desolada por las playas del destierro, a raíz de
los acontecimientos de Septiembre, se apeló a vuestro patriotismo y
fuisteis llamado para salvar la Repúbbca, y la salvasteis.
Hace un momento la inmensa mayoría de esta Asamblea, que
ha sentido un instante la visión de días nefastos, ha invocado nueva
mente vuestro patriotismo y por segunda vez habéis salvado la
patria, reabriendo las deliberaciones.
Llamado a cumplir la promesa que convocara, una libre Asam
blea Constituyente, promesa de que los acontecimientos y la opi
nión general os habían relevado, quisisteis cumplirla, pero esta
Asamblea, que representa las fuerzas vivas de la nación, ha sancio
nado en forma elocuente a los que quieren llevarnos a un trámite
innecesario y peligroso cuando estamos en los dinteles de la norma
lidad institucional que se anhela.
Declara que fué el primero en abrir en el espíritu de S. E., den
tro de la Comisión Consultiva, la idea de prescindir de la Asamblea
Constituyente, por considerar que, estando representadas en esta
Comisión Consultiva todas las tendencias, había base para hacer una
Constitución de todos los chilenos, y porque el funcionamiento de
una Asamblea Constituyente, en la época anormal porque atrave
samos, haría fracasar o por lo menos retardaría la justa aspiración
de ver reconstruida cuanto antes la vida institucional del país.
La actitud de S. E., y la que acaba de adoptar esta Asamblea,
le confirman que estaba en la razón y que no es la voluntad del país
entregar a los azares de una Constituyente su suerte futura.
Ahora, entra al debate y habla en nombre de los liberales de
mocráticos del país, de aquel partido que se inspira en los ideales
del presidente Balmaceda, cuya personalidad se ajiganta a medida
que trascurre el tiempo y cuya visión de estadista tiene su justifi-
ción en la historia y ha impregnado la reforma que se encuentra en
estudio.
Hoy, como ayer, se han agrupado para defender el régimen
parlamentario los partidos que combatieron la autoridad presi
dencial que aquel Presidente ejerció, para surcar el territorio de fe
rrocarriles, para levantar escuelas, para ejecutar toda clase de obras

467 —

públicas, para defender las libertades,


para hacer triunfar las ideas
liberales que perduran en leyes que marcan etapas no sobrepasadas
por las conquistas del liberalismo, para reinvindicar para Chile y
los chilenos, de manos extranjeras, la riqueza del salitre, para poner
el pie sobre la oligarquía bancaria, para democratizar las institu
ciones, para defender la Constitución en su interpretación verdadera,
Pero esa autoridad falló y la fuerza de las armas impuso un
nuevo régimen constitucional que no quisieron los Constituyentes

del 33, que no quieren los chilenos de 1925.


Los vencedores del 91, más preocupados de recoger el botín
de la victoria, no completaron, mejor dicbo, no se atrevieron a com
pletar su obra, sancionando con el derecho la obra de la fuerza.
¿Por qué?
Porque el empuje de la fuerza armada de nada sirve si no se
apoya en la voluntad popular y la voluntad popular, contraria al

régimen parlamentario, se manifestaba elocuente y decidida, lle


vando al Congreso, contra toda intervención, veinticuatro diputa
dos que defenderían el régimen caído y que impedirían, apoyados
en la opinión pública, que se legalizara el régimen triunfante en los

campos de batalla. Durante treinta años Chile experimentó los


inconvenientes del parlamentarismo ejercitado sin control, sin los
resortes que lo hacen aceptable en otros países, con todo el cortejo
de males que en forma elocuente se han representado en esta Asam
blea y que lo hacían cada día más impopular, cada día más inade
cuado, cada día más de acuerdo con las predicciones del Presidente
Babnaceda, consignadas en esa Carta Magna de civismo que se
flama su testamento político.
Por eso los liberales democráticos, cuando se produjo la revolu
ción de Septiembre, sintieron en medio de la hecatombe de las ins
tituciones que se derrumbaban, la esperanza de que surgiera de las
ruinas del parlamentarismo, una Constitución nueva que robuste
ciera el poder del Presidente de la República, que le diera autoridad
suficiente para todo lo que significara el bien del país, pero que res
pondiera también de ella si no hacía buen uso; que consultara la
absoluta y precisa separación de los poderes públicos, pero que
no hiciera a la vez ilusorio el artículo, que hoy ve reproducido, que

constituye al Presidente de la Repúbbca en el Jefe Supremo de la


nación; y que, al avance de esta autoridad, se opusiera una conve
niente descentralización administrativa.
Y junto con los bberales democráticos, el país entero celebró
también el derrumbe del parlamentarismo.
Los defensores que propiciaban el régimen callaron. Los más
animados hablaban de modificarlo, restringirlo, quitándole todos
esos atributos que hacían de la breponsabilidad del
parlamento

468 —

un peligro y que convertían


poder fiscabzador en una arma que
su

tronchaba las mejores iniciativas y que sangraba los músculos vigo


rosos de la nación, agotando sus energías, consumiendo su orga

nismo.
No se diga que entonces callaron porque no había libertad de

opinar ni había libertades públicas ni había bbertad de prensa,


porque las había en forma amplia. Callaron porque sus palabras
no habían tenido eco ante el clamor general del país.

Tiene la certeza de que, si la opinión general del país no hubiera


sido contraria a ese régimen, de nada habría servido la intervenc ion
de las fuerzas armadas en Septiembre y en Enero; porque siempre
se impone ante las bayonetas y los cañones la fuerza avasalladora

y pujante como las olas, de la opinión pública, de los ideales cl^ los
pueblos que pueden acallarse un momento, pero que nunca mueren.
Porque rectifica a S. E. cuando dice que se encuentra en mi
noría, porque se ha invocado para defender el régimen parlamen
tario la opinión de tres colectividades poderosas: el Partido Comu
nista, el Partido Conservador y el Partido Radical,
Los alquimistas de la pobtica habrán podido tomar estos acuer

dos en Santiago, en el estrecho laboratorio de la capital, pero está


seguro de
que no podrán imponerlos a sus correligionarios del
país, que ante todo son chilenos, porque no siendo de la esencia
de sus programas el sostenimiento del régimen parlamentario, sino
otros ideales, la disciplina política no puede encadenarlos tanto
como para hacerlos desentenderse de los intereses supremos de la
patria, puestos en juego en la hora solemne actual.
Y el país dirá, Excelencia, que no estáis en minoría.
Los liberales democráticos lucharán porque dentro de esta
Asamblea triunfen por completo las reformas propiciadas por el
Presidente Balmaceda, porque siendo el Proyecto de reforma cons
titucional que está en discusión un trasunto de casi todas ellas,
le faltan dos conceptos fundamentales que completan la doctrina
liberal democrática: la responsabilidad del Presidente de la Repú
bbca durante su período, idea que su Excelencia se ha adelantado

a decir que acepta y se reserva para proponerla aquí y la descentra


lización administrativa, idea que contempla el proyecto en forma
tímida, impropia de una disposición constitucional.

En efecto, el artículo 107 establece que, «las leyes confiarán


paulatinamente a los organismos provinciales o comunales las atri
buciones y facultades administrativas que ejerzan en la actualidad
otras autoridades, con el fin de proceder a la descentralización del
régimen administrativo interior», pero esta fórmula, propia del pro-

469 —

grama de un partido, adecuada para las promesas de un candidato


a la Presidencia, es impropia de figurar en una Constitución Polí
tica que debe contener disposiciones férreas, encuadradas dentro
de un propósito ya alcanzado como una conquista de bien público
y no como una simple aspiración que paulatina, tardía o remota
mente puede o no ser alcanzada.
Propone fijar en la Constitución las bases de esta descentrali
zación, tal como la concibió el Presidente Balmaceda, sin timideces,
ya, que existe la convicción de sus ventajas.
Los liberales democráticos que vieron caer plegada y ensangren
tada en los campos de Concón y de Placilla su bandera, que era
encarnación del régimen popular representativo de gobierno, no
vacilan de levantarla nuevamente con defensores más numerosos
y seguramente más afortunados, para acompañar a S. E., no a bus
car la restitución de la sangre estérilmente derramada, sino para
hacer triunfar en las luchas cívicas de mañana, la organización de
la República bajo un régimen que asegure la sublime aspiración de
salvación pública y vuelva a la normalidad constitucional que en
este momento anima a esta Asamblea.
El señor Subercaseaux (don Guillermo) desea sólo completar
la indicación del señor Barros Borgoño en el sentido de que se dé
por aprobado en general el proyecto de nueva Constitución y se
envíe nuevamente a la Subcomisión conjuntamente con las indica
ciones formuladas, para que ésta haga la redacción definitiva del
Proyecto.
S. E. pone en discusión la indicación del señor Subercaseaux,
El señor Silva Lastra (don Rafael) manifiesta sus opiniones
como miembro del Partido Demócrata, sin asumir la representación
de éste. Expresa en síntesis que la democracia está de acuerdo con
el proyecto de reforma presentado, por cuanto lo considera moderno
y democrático. Cree que lo más fundamental es la reglamentación
del régimen parlamentario, sobre lo cual hace extensos comentarios.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, a petición de
S. E. el Presidente de la Repúbbca solicita se someta a la gran Co
misión Consultiva el siguiente proyecto de acuerdo que ha sido pro
puesto por varios miembros de la Comisión: «La Gran Comisión
Consultiva aprueba en general el Proyecto de Reformas Consti
tucionales redactado por la Subcomisión de su seno y poniendo
término a sus labores; acuerda que las indicaciones que se han for
mulado pasen a la misma Subcomisión para que resuelva sobre

470 —

ellas y redacte el Proyecto definitivo que se someterá a la consulta


de un plebiscito nacional».
Solicita también su Excelencia que pida a los que acepten el
proyecto de acuerdo que se sirvan ponerse de pie. (Casi la totali
dad de los miembros se ponen de pie).
S. E. Queda aprobada la indicación.
Se levanta la sesión,

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torreblanca.
TRIGÉSIMA PRIMERA SESIü'n DE LA SUBCOMISIÓN
DE REFORMAS CONSTITUCIONALES

30 de julio de 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño,
Ramón Briones Luco, Nolasco Cárdenas, Guillermo Edwards Matte,
Manuel Hidalgo, José Maza, Ministro de Justicia y del Secretario
de S. E. don Fernando Alessandri, que actuó como Secretario; se
abrió la sesión.
S. E. formula indicación para que se acuerde dirigir por la
Secretaría una comunicación a los señores Julio Bustos, Romualdo
Silva Cortés y Francisco Vidal Garcés, para que envíen "por escrito
el sistema de Gobierno y de fiscalización que, en concepto de ebos,
debe adoptarse en la nueva Constitución y que serán sometidos al
veredicto popular conjuntamente con el proyecto elaborado por la
Subcomisión.
Fué aprobada esta indicación por asentimento tácito
Se entró en seguida al estudio de las indicaciones pendientes.
El señor Secretario : indicación de los señores Galdames, Fer
nández Peña y Salas Marchant para substituir el artículo 1.° por
el siguiente: «el Gobierno de Chile es republicano, democrático y
representativo» .

E señor Maza (don José), Ministro de Justicia, suprime la


palabra unitario porque entiende que el Estado y no el Gobierno
es el unitario.
El señor Edwards Matte (don Guülermo) hace presente
que ha leído últimamente a un distinguido tratadista de derecho
constitucional quien afirma que el Gobierno y no el Estado es el
unitario.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, el señor Esté-
vez había propuesto esta fórmula: *El estado de Chile es unitario;
su gobierno es republicano y democrático».
S. E. propone se adopte la fórmula del profesor universitario
señor Estévez y se diga: <E1 Estado de Chile es unitario; su go
bierno es republicano y democrático representativo».
Así se acordó.
El señor Secretario: indicación de los señores Galdames.
Fernández Peña y Salas Marchan para sustituir el artículo 2.°
por el siguiente: «La soberanía reside esencialmente en la Nación,

472 —

la cual delega su ejercicio en las autoridades que la Constitución


establece».
El señor Barros Borgoño (don Luis) cree que lo mejor sería
conservar este artículo tal como estaba en la Constitución del 33,
Se dio por desechada.
El señor Secretario. Indicación de los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan, para substituir el artículo 3.°
por el siguiente:
«Ninguna persona o reunión de personas puede tomar la re

presentación de todo el pueblo, ni arrogarse los derechos del Go


bierno constituido. Infringir este artículo es sedición.»
Se dio por desechada.
El señor Secretario: indicación del señor Galdames, Fer
nández Peña y Salas Marchan, para substituir el artículo 4.° por el
siguiente :
«Ninguna magistratura, ninguna persona, ni reunión de per
sonas puede atribuirse, ni a pretexto de circunstancias extraordi
narias otra autoridad de derecho que los que expresamente le con
fieren las leyes. Todo acto en contravención a este artículo es nulo.»
Se dio por desechada.
El señor Secretario: indicación de los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan para suprimir en el número 1."
del artículo 5." la frase «y de los hijos de extranjeros transeúntes,
todos los que podrán optar entre las nacionalidades de sus padres
y la chilena».
S. E. : lo que se quiere con esta indicación es que los que nacen
en Chile, aunque sean hijos de extranjeros transeúntes, sean chi
lenos.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) hace notar que
la indicación se refiere también a los hijos de extranjeros que es
tán en Chile en representación de su gobierno, lo que no le parece
aceptable.
Se dio por desechada.
El señor Secretario: indicación de los señores Galdames.
Fernández Peña y Salas Marchan, para substituir en los números
3.° y 4." la palabra «nacionalización» por «nacionalidad .

Substituir en el inciso último la palabra «una» que está antes


de la palabra «extranjera» por «la» y substituir la palabra «nacio
nalización» por «nacionalidad».
Se dio por desechada.
Igualmente fué descebada la indicación de los señores Galda
mes, Fernández Peña y Salas Marchan para substituir en los nú
meros 1.° y 2.° la palabra «nacionalización» por «nacionalidad» y

reemplazar el inciso final por el siguiente:



473 —

«Los que hubieren perdido la nacionalidad chilena por cual


quiera de las causales establecidas en este artículo, sólo podrán ser
rehabilitados por una ley.»
El señor Secretario: en el artículo 7.° hay una indicación
de los señores Galdames, Fernández Peña y Salas Marchan, para
substituirla frase «son ciudadanos activos con derecho de sufragio
los chilenos que tengan 21 años de edad» por «son ciudadanos con
derecho a sufragio los chilenos que hayan cumplido 21 años de
edad».
Se dio por aprobada.
El señor Secretario: los mismos señores que ha nombrado,
hacen también indicación para substituir al final del artículo 7."
la palabra «fijo» por «señalo».
Se dio por aprobada.
Se dieron por rechazadas la siguientes indicaciones :
Del señor Martínez (don Guillermo) para sustituir en el ar
tículo 7." la frase «que sepan leer y escribir» por «que hayan satis
fecho su obligación escolar y militar».
Indicación del señor Veas (don Moisés) «para sustituir en el
mismo artículo las palabras «que sepan leer y escribir»por «que ha
yan cumplido la obligación escolar».
Del señor Salas Edwards (don Ricardo) para agregar al ar
tículo 7.° el siguiente inciso: «una ley especial podrá poner en ejer
cicio el derecho de sufragio de las mujeres y otorgar votos electo
rales complementarios a los jefes de familia».
El señor Cárdenas (don Nolasco) ¿no sería posible agregar a
este artículo una frase que diga que el voto debe ser secreto? Dice
esto, porque en una sesión del Directorio General del Partido De
mócrata se manifestó que era conveniente afianzar como principio
constitucional esta aspiración que ya ha sido consignada en las
constituciones de otros países como Alemania.
S. E.: no tendría nada de particular que se agregara esta frase.
El señor Amunátegui (don Domingo) en realidad, todos de
sean que el voto sea secreto.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia: podría agre
garse como inciso final en la forma siguiente: «En las elecciones po

pulares el sufragio será siempre secreto».


El señor Secretario : indicación de los señores Galdames.
Fernández Peña y Salas Marchan, para substituir el inciso 1.° del
artículo 8.Q por el siguiente:
eSe suspende el ejercicio del derecho de sufragio.»
Se dio por aprobada.
El señor Secretario: indicación de los señores Galdames,

474 —

Fernández Peña y Salas Marchan, para substituir el inciso 1.° del


artículo 9." por el. siguiente:
«Se pierde la calidad de ciudadano con derecho a sufragio.»
Y substituir la frase final del N.° 2 por la siguiente:
«Los que por esta causa hubieren perdido la calidad de ciuda
danos, podrán solicitar su rehabilitación del Senado.»
Se dio por aprobada.
El señor Secretario: indicación de los señores Galdames.
Fernández Peña y Salas Marchan, para suprimir el inciso 2.° del
N.° 11 del artículo 10.
Se dio por rechazada.
El señor Secretario: indicación del señor don Emilio Jacob
para suprimir el último inciso del N.° 2.° del artículo 10.
Se dio por desechada.
Igualmente se dio por desechada una indicación del señor don
Tomás Ramírez, para substituir el inciso 1.° de este número por
el siguiente:
«La libertad de conciencia, la libre manifestación de todas las
creencias religiosas y el ejercicio libre de todos los cultos que no
se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden público.

Puede, por tanto, las respectivas confesiones religiosas erigir y con


servar templos y sus dependencias sin más condiciones que las de

cumplir con las disposiciones de seguridad e higiene fijadas por los


leyes y ordenanzas.»
El señor Amunátegui (don Domingo) es mejor que no cam
biemos nada. El mismo Nuncio defiende la solución consultada en
la Constitución, que fué muy discutida.
Se dio también por desechada una indicación del señor don
Tomás Ramírez, para substituir el inciso 3." por el siguiente:
*Los templos destinados al servicio de un culto y sus depen
dencias inmediatas, estarán exentos de contribuciones.»
Y otra de los señores Galdames, Fernández Peña y Salas Mar
chan para sustituir el número 2." por el siguiente:
«La libre manifestación de todas las creencias y el ejercicio de
todos los cultos que no se opongan a la moral, a las buenas costum
bres o al orden público. Podrán por tanto, las respectivas confesio
nes religiosas erigir y conservar
templos con sus dependencias, sin
otras condiciones que las de seguridad e higiene, fijadas por las le
les y los reglamentos respectivos.»
Las iglesias, las confesiones o instituciones religiosas de cual
quier culto, tendrán los derechos que otorgan y reconocen, con res
pecto a los bienes las leyes actualmente en vigor; pero quedarán
sometidas dentro de las garantías de esta Constitución, al derecho
común para el ejercicio del dominio de sus bienes futuros.

475 -

Los templos y sus dependencias, destinados al servicio de un


culto, estarán exentos de contribuciones».
El señor Cárdenas (don Nolasco) en el Partido Demócrata se
habló de este último inciso y se dijo que con motivo de las nuevas
relaciones que se iban a establecer entre el Estado y la Iglesia, las
iglesias iban a construirse en escala ascendente y que, por consi
guiente, habría necesidad de imponer una contribución a toda igle
sia que se construyera.
El señor Amunátegui (don Domingo) no eree que vayan a
construirse tantas. Ya ve el señor Cárdenas, que los templos no se
concluyen nunca.
S. E. : el señor Cárdenas sabe que esto ha sido materia de una
transacción; por eso nosotros no podemos exigir el máximum. Se
trata de un principio doctrinario y nosotros no podemos estar su
bordinando las doctrinas a pesos más o pesos menos; todo lo que
paguemos en este sentido, estará bien pagado.
El señor Secretario: indicación de los representantes radi
cales para suprimir en el número tercero del artículo 10 la frase «y
sin perjuicio de responder de los delitos y abusos que se cometan
en el ejercicio de esta libertad en la forma y casos determinados

por la ley».
El señor Hidalgo (don Manuel) cree que ahora se va a pro
ducir el acuerdo unánime.
S. E.: ¿cómo se quiere suprimir este derecho de la ley para
castigar los delitos que se cometan?
El señor Hidalgo (don Manuel) no existe el delito de opinar,
S. E.: no existe el delito de opinar, pero la injuria, la calum
nia, hay que castigarlas. La provocación a la revuelta por la pren
sa, la provocación al asesinato, hay que castigarlos.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) son delitos y
hay que castigarlos.
S E. : la disposición refiere a los delitos que se cometan en
se

el ejercicio de esta bbertad en la forma y casos determinados por


la 'ey.
Fué desechada la indicación.
El señor Secretario: indicación de los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan: «Suprimir la conjunción «y»
antes de «sin perjuicio», en el número 3.°.
Se aprobó la indicación.
El señor Secretario: indicación del señor don Carlos Con-
treras: Substituir en el número 4.° del artículo 10 la palabra «dis
posiciones», por «leyes».
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, eso no se

refiere a las leyes de policía.



476 —

El señor Hidalgo esto es de mucha gravedad,


(don Manuel)
tal como está redactada esta disposición, queda entregada a la vo
luntad de la autoridad dar o no permiso para que se celebre o no
una reunión.
El señor Barros Borgoño (don Luis) las reuniones no deben
celebrarse en cualquiera calle o plaza, sino en otros lugares apro
piados para este objeto.
S. E. hay una razón fundamental para que sea así: las calles
y plazas son bienes nacionales de uso público, es decir, todo habi
tante del país tiene dereeho a usar las calles y plazas; y si los ciu
dadanos tienen el derecho de reunirse donde se les antoje, como los
congregados serán sólo una parte de la colectividad, estos lesionan
el derecho de los demás para transitar por esos lugares.
El señor Secretario: indicación del señor Rsmírez don To
más para substituir la segunda parte del número 4.° por alguna de
las siguientes fórmulas:
«<t) Las reuniones que se tengan fuera de los domicilios pri
vados serán siempre regidas por las disposiciones de policía que se
dicten para mantener el orden y las seguridad generales;
fe) Las reuniones que se tengan en las plazas, calles y otros
lugares a que concurra público, se ajustarán siempre a las dispo
siciones de policía que miren al orden y seguridad generales.»
El señor Barros Borgoño (don Luis) es lo mismo que está

dicho en forma general en el proyecto.


Se dio por desechada la indicación del señor Ramírez.
El señor Secretario: indicación del señor don Tomás Ramí
rez, para substituir el número 5.° por alguna de las fórmulas si
guientes :
«a) El derecho de reunirse sin permiso previo; lo cual se entien
de sin perjuicio de las penas señaladas a la asociación ilícita por la

ley.
fe) El derecho de asociarse sin permiso previo y con fines lí
citos. »
El señor Briones Luco (don Ramón) no hay necesidad de de
cir esto.
Se dio por desechada la indicación.
El señor Secretario: indicación de los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan para substituir el número 7.° por
el siguiente :
«La libertad de enseñanza.»
*E1 Estado, sin embargo, sé reserva el control de los estableci
mientos particulares de enseñanza, en Cuanto se refiera a la mora
lidad, higiene y educación cívica. La educación pública es atención
preferente del Estado.»

477 —

«Habrá una Superintendencia de Educación Nacional, a cuyo


cargo estará la dirección superior de la enseñanza, bajo la autoridad
del Gobierno.»
«La Educación Primaria es obligatoria. Una ley especial esta
blecerá las contribuciones necesarias para hacerla efectiva en toda
su ampbtud.»
El señor Hidalgo (don Manuel) ¿por qué no se reservaría el
Estado el monopobo de la enseñanza primaria?
El señor Amunátegui (don Domingo) no tiene fondos para

todo eso.
El señor Hidalgo (don Manuel) pero tiene para subvencionar
a las escuelas particulares.

El señor Amunátegui (don Domingo) habría necesidad de


abrir tres mil escuelas más; lo mejor es dejarlo como está.
El señor Barros Borgoño (don Luis) el Estado inspecciona
la enseñanza particular y dirige la nacional, según el artículo del
Proyecto.
Se dio por desechada la indicación.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, propone que
se diga, en el inciso 2.a, «es» en lugar de «será» obligatoria.

Así se acordó.
Se dio por aprobada una indicación del señor don Tomás Ra
mírez,para substituir el número 7.° del inciso que dice: «la primera
enseñanza será obhgatoria» por esto otro: «la educación primaria
es obbgatoria» .

El señor Edwards Matte (don Guillermo) cree que se podría


decir «la enseñanza primaria».
S. E. advierte que «educación primaria» es el nombre técnico.
El señor Secretario : indicación de los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan: agregar después del número S.°
el siguiente número nuevo:

«La bbertad de todo trabajo e industria, a menos que se opon


ga las buenas costumbres, a la seguridad o a la salubridad pública,
a

o que lo exija el interés nacional y una ley lo declare así."

Se dio por desechada.


El señor Secretario: indicación de los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan para susbtitub el número 9." del
artículo 10 por el siguiente:
a La
repartición de los impuestos y contribuciones en propor
ción de los haberes o en la progresión que fije la ley; y, en la misma
forma, la repartición de las demás cargas púbbcas.
Sólo por una ley pueden imponerse contribuciones directas
o indirectas.

478 —

No puede exigirse ninguna especie de servicio personal, sino


en virtud de un decreto emanado de autoridad competente y fundado
en la
ley que lo autorice.
Ningún cuerpo armado puede haeer requisiciones, ni exigir
clase alguna de auxilios, sino por medio de un decreto de la auto
ridad civil correspondiente.
Una ley particular determinará el régimen de reclutas y de
reemplazos, para las fuerzas de mar y tierra.
Todos los chilenos en estado de cargar armas deberán hallarse
inscriptos en los Registros Militares, aunque la ley los exceptúe del

servicio.»
El señor Edwards Matte (don Guillermo) pregunta que cómo
va a ser progresivo el servicio militar, por ejemplo.
El señor Secretario: el señor Edwards Matte propone subs
tituir el mismo número 9.° por el siguiente:
«La repartición de los impuestos y contribuciones sobre ha
beres o rentas en proporción a su monto o en la progresión que fije
la ley, y la igual repartición de las demás cargas públicas.»
El señor Edwards Matte (don Guillermo) hace esta indi
cación porque le ha hecho fuerza una objeción que se hizo antes en
la Subcomisión. Ella se refiere a que, habiéndose establecido en un
artículo de la Constitución que la Corte Suprema podrá declarar
inconstitucionales las leyes, podría más tarde presentarse el caso
de una contribución de timbres o de patentes de almacenes, por
ejemplo, que no puede por su naturaleza ser progresiva o propor
cional, y que por no serlo, llegara a ser declarada inconstitucional
por la Corte Suprema. Y en esta forma podría burlarse la Consti
tución.
Los impuestos que pueden ser progresivos no son sino los que
recaen sobre haberes o sobre rentas.
El señor Briones Luco (don Ramón) ¿en los de timbres no

hay también proporción?


El señor Edwards Matte (don Guillermo) en gran parte de
los casos nó.
S. E. manifiesta que aceptaría la indicación del señor Edwards
Matte.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia: la fórmula
a que se refería el señor Edwards Matte, es ésta: «La igual reparti

ción de los impuestos y contribuciones, en proporción de los habe


res o en la progresión que fije la ley».

Al señor Barros Borgoño (don Luis) le agrada más el ar


tículo tal como está en el proyecto.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) la patente de
una carreta que vende cien pesos es igual a la de otra carreta que

vende cuatrocientos pesos, por ejemplo.



479 —

El señor Briones Luco (don Ramón) ¿y la patente es una


contribución?
El señor Edwards Matte (don Guillermo) es una contri
bución, y hay muchas otras contribuciones que no son progresivas
ni proporcionales.
Lo que persigue es evitar los conflictos que se originarán con
esto.
El señor Maza (don José) , Ministro de Justicia, el impuesto de
papel sellado no es proporcional ni progresivo; es más bien un ser

vicio del Estado.


El señor Edwards Matte (don Guillermo) si no se llamara
impuesto nada más que el de haberes y de la renta, no habría in
conveniente para dejar el artículo tal como está en el proyecto.
El señor Briones Luco (don Ramón) podría dejarse cons
tancia en el acta de que el indicado por el señor Edwards Matte es
el pensamiento de la Constitución.
El señor Barros Borgoño (don Luis) aquí no dice que no
se pueden imponer otras contribuciones, sólo se asegura que se va
a hacer el igual reparto.
Eso no quiere decb que no se pueden imponer contribuciones
a servicios.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) las patentes no

son consideradas como pago de servicios.


El señor Amunátegui (don Domingo) las patentes de vehícu
los son distintas en su monto, según la importancia o calidad del
vehículo.
S. E.: para establecer las diversas naturalezas de las contribu
ciones o incluir aquellas que de antemano se aceptan, se podría
decir: «La igual repartición de los impuestos y contribuciones en
proporción a los servicios que se presten, a los haberes y en la for
ma y progresión que fije la ley».
El señor Barros Borgoño (don Luis) no vale la pena inno
var. Bastan los muchos años que lleva de aplicación este artículo
para conocer sus efectos.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, los enten
didos en cuestiones de Hacienda Pública, dicen que una ley como
la indicada por el señor Edwards, sería inconstitucional; de ma
nera que habría que estudiar una fórmula.
S. E. : el impuesto al papel sellado a que se ha referido el se
ñor Edwards, es una carga pública.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) ese es un sinóni
mo de impuesto. Las demás cargas públicas de que habla la ley
se refieren a los servicios militares u otros.
El señor Amunátegui (don Domingo) cargas significa grava
men, imposición.

480 —

S. E.: la igual repartición de los impuestos y contribuciones en


proporción a los sevicios y haberes y en la progresión que establez

ca la ley.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) dice esto porque
en los estudios de algunos comentaristas, como don Jorge Huneeus,
se dice que si se trata del servicio militar, todos los ciudadanos tie
nen que tomar igual participación.
S. E. : esto no es necesario porque se establece en otro artículo

que sólo por una ley pueden establecerse contribuciones directas o

indirectas.
El señor Barros Borgoño (don Luis) mejor es que dejemos
la disposición como está en el proyecto.
Así se acordó.
El señor Secretario: indicación de los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan, para substituir en el número 10
la frase del inciso 2.° «oque se determine en el juicio correspon
diente» por «o que en el juicio correspondiente se determine».
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, es una cues
tión de redacción.
El señor Secretario : indicación del señor don Tomás Ramí
rez, para substituir en el número 10 la frase íinaldel inciso 2." «en

el juicio correspondiente» por la siguiente:


«Por el procedimiento señalado en la ley.»
S. E. tiene mucha razón el señor Ramírez porque no siempre
hay juicios en tales casos.
Se dio por desechada !a indicación del señor Ramírez.
El señor Secretario: indicación del señor don Tomás Ramí
rez, para sustituir el inciso 3.° del número 10 por el siguiente:
'El derecho de propiedad está sometido a las limitaciones o
reglas que el mantenimiento del orden social y el progreso
exijan
de la colectividad.»
Se dio por desechada.
El señor Secretario: indicación de 'os señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan para substituir el inciso 3.° del
número 10 por el siguiente:
«El ejercicio del derecho de propiedad está sometido a las limi
taciones o reglas que exijan las necesidades sociales, y, en tal senti
do, podrá la ley imponerle obligaciones o servidumbres en beneficio
de los intereses generales, y, enespecial, de la salubridad púbbca.»
El señor Amunátegui (don Domingo)
eso es muy vago.
S. E.: es mejor desechar la indicación y dejar el artículo como
está en el proyecto.

Así se acordó.

481 —

El señor Secretario: indicación del señor don Francisco Me-


del, para agregar al número 10 el siguiente inciso:
'Toda propiedad de dominio particular o público en que se
formen conglomerados humanos, constituyendo poblaciones de más
de mil habitantes, será declarada de tránsito libre y regirán en ella
con todo su imperio y vigor las leyes de la República, especialmente,
las que favorecen el libre comercio, garantías individuales, libertad
de asociación gremial, política o social, debiendo el Estado estable
cer los servicios públicos compatibles o indispensables a la vida de

la población.»
S. E.: no vale la pena innovar.
El señor Cárdenas (don Nolasco) pero esto tiene su impor
tancia.
S. E.: pero hay un reglamento. Y en todo caso eso sería ma
teria de una ley.
El señor Cárdenas (don Nolasco) pero no se ha cumplido,
No quiere insistir, ya que se dice que hay un reglamento; pero esta
es una cuestión en que se presentan diariamente dificultades. Llama

la atención de los señores miembros de la Comisión hacia lo que


significa mantener el derecho que tienen los concesionarios, como
ocurre en el «Teniente» , por ejemplo. Ahí se les prohibe a los traba

jadores que le compren a un falte un objeto cualquiera, que en la


pulpería les cuesta más caro. Y lo mismo pasa en las salitreras,
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia: ahora se es
tán estudiando una serie de disposiciones a este respecto y pronto
se dictará un Decreto-Ley en que se contemplarán estas cuestiones,

principalmente las que se refieren a la situación de los trabajadores


en el norte.
El señor Cárdenas (don Nolasco) pero de todas maneras
convendría que quedara establecida alguna disposición al respecto,
aunque fuera una simple frasecita.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, no vale la
pena.
El señor Cárdenas (don Nolasco) deja constancia, entonces,
de que la indicación se desecha con su voto en contra.
Se dio por desechada.
El señor Secretario: indicación de los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan, para suprimir en el número 11
la frase: «si este exigiere su expropiación, se dará al autor o inventor
la indemnización competente» .

Se dio por desechada.


El señor Secretario: indicación de los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan para substituir el número 13
por el siguiente: «La protección al trabajo, la industria y las obras
de previsión social». (31]

482 —

'El Estado propenderá a la conveniente división de la pro


piedad.
Ninguna clase de trabajo o industria puede ser prohibida a

menos que se oponga a las buenas costumbres, la seguridad o la


salubridad públicas, o que lo exija el interés nacional y una ley lo
declare así
Es deber del Estado velar por la salud pública. Anualmente
se destinarán los recursos necesarios para mantener los servicios

higiénicos del país en forma eficaz. *


Se dio por desechada.
El señor Secretario: indicación del señor don Nicolás Gon
zález Errázuriz: «la ley eximirá de impuesto a las herencias consis
tentes en muebles de doméstico, herramientas o instrumentos
uso

profesionales, depósitosde ahorros o pequeñas propiedades raíces


dentro de la cuantía que fije, y establecerá las condiciones necesa
rias para que estas herencias puedan transmitirse por disposición
testamentaria a favor del cónyuge o de descendientes legítimos,
sin que queden sujetas a pagar otra legítima que la del asignata
rio».
Se dio por desechada.
Igualmente se dio por desechada una indicación del señor don
Francisco Medel, para sustituir el inciso 2." del número 14 por el
siguiente: «El Estado propenderá a la conveniente división de la
tierra y a la constitución de la mediana propiedad agrícola y fami
liar».
El señor Secretario : indicación del señor don Carlos Contre-
ras Labarca, para substituir en el número 15 la palabra «reglamen

tos» por «leyes».


Se dio por desechada.
El señor Secretario: indicación del señor don Tomás Ramí
rez, para substituir el artículo 11 por las siguientes disposiciones,
que constitubían dos preceptos diferentes. «Art... La ley puede
sólo disponer para lo futuro y no tendrá jamás efecto retroactivo».
Sin embargo, las leyes que se limitan a declarar el sentido de
otras leyes, se entenderán incorporadas en éstas; pero no afectarán
en manera alguna los efectos de las sentencias judiciales ejecuto

riadas en el tiempo intermedio.


Lo dicho se entiende también sin perjuicio de los dispuesto en
el inciso 2.° del artículo que sigue:
«Art Nadie puede ser condenado si no es juzgado legal-
mente y en virtud de una ley promulgada antes del hecho sobre
que recae el juicio.
Si después de cometido el delito y antes de que se pronuncie
sentencia de término, se promulgara otra ley que exima tal hecho

483 —

de toda pena o le aplique otra menos rigurosa, deberá arreglarse


a ella su juzgamiento.»

Se dio por desechada.


El señor Secretario: indicación de los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan, para substituir en el artículo 11
las palabras «antes del hecho sobre que recae el juicio» por «con
anterioridad al hecho sobre que recae el juicio».
Se dio por desechada.
El señor Secretario : indicación de los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan, para suprimir en el inciso 2.°
del artículo 14 la palabra «legal» después de la facultad y reempla
zarlas por las «de arrestar».
Y para suprimir la palabra «siguientes» del inciso último.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, quedaría in
completo porque refiere
se al arresto. preventivo,
Se dio también por desechada esta indicación.
El señor Secretario: indicación del señor don Tomás Ra
mírez, para agregar en el artículo 15 después de la palabra «auto
ridad» las palabras «no judicial».
Se dio por desechada.
El señor Secretario: indicación del señor don Carlos Estévez,
para agregar en el artículo 15 después de la palabra «autoridad»
la palabra «administrativa».
S. E.:no ve la necesidad que tienen los jueces competentes
de darse cuenta a sí mismos.
El señor Barros Borgoño (don Luis) no se trata de jueces
sino de Municipalidades y pobcfas.
Se dio por desechada la indicación.
El señor Secretario: indicación de los representantes radi
cales, para substituir el artículo 16 por el siguiente:
«Todo individuo a quien se impusiere ilegalmente alguna res
tricción a su libertad podrá ocurrir por sí o cualquiera a su nombre,
a la magistratura judicial que señale la ley, solicitando amparo,
Esta magistratura decretará que el reo sea traído a su presencia,
y su decreto será precisamente obedecido por todos los encargados
de las cárceles o lugares de detención. Instruida de los antecedentes
hará que se reparen los defectos legales, y pondrá al reo a disposi
ción del juez competente, procediendo en todo breve y sumariamente;
corrigiendo por sí, o dando cuenta a quien corresponda corregir los

abusos.»
Indicación del señor don Carlos Contreras Labarca:
*Todo individuo contra quien existiere orden de detención o
prisión por infracción de lo dispuesto en los artículos precedentes
o de las formalidades establecidas en las leve <:a que dicha orden
.

484 —

se haya ejecutado no, podrá reclamar por sí o por cualquiera que


o

lo haga a su nombre, a la magistratura que señale la ley para que


se le ponga inmediatamente en libertad, se deje sin efecto la orden

de detención o prisión o para que se subsanen los defectos recla


mados. Esta magistratura podrá comisionar a uno de sus miembros
para que trasladándose al lugar en que se encuentre el detenido o
preso, oiga a este, o decretar que el indiv'duo sea traído a su pre-
ser.cia, y esta resolución será precisamente obedecida por los encar
gados de las cárceles o sitio en que se hallare el detenido o preso.
Instiuída de los antecedentes, dispondrá o no su libertad o hará
que se reparen los defectos denunciados, procediendo en todo breve
y sumariamente.»
Indicación del señor don Carlos Estévez para substituir el mismo
artículo por el siguiente: «Todo individuo contra el cual se hubiere
dictado una orden de detención o prisión con infracción de los ar
tículos anteriores, podrá recurrir por sí o por cualquiera a su nom
bre, a la magistratura que señale la ley en demanda de que se guar
den las formabdades legales. Esta magistratura decretará que el in
dividuo sea traído a su presencia y su decreto será precisamente
obedecido por todos los encargados de las cárceles o lugares de de
tención. Instruida de los antecedentes, o decretará su libertad in
mediata o hará que se reparen los defectos legales o pondrá al indi
viduo a disposición del juez competente, procediendo en todo breve
y sumariamente, corrigiendo por sí esos defectos o dando cuenta
a quien corresponda para que los corrija».

Indicación del señor don Tomás Ramírez para substituir en el


artículo 16 la palabra «decretará» por «podrá decretar».
Indicación de los señores Galdames, Fernández Peña y Salas
Marchan para substituir la última parte del artículo que dice:
«procediendo en todo breve y sumariamente, corrigiendo por sí
esos defectos o dando cuenta a quien corresponda para que los co

rrija» por la frase «en todo lo cual procederá de manera breve y


sumaria»,

Se dio por aprobada la indicación del señor Estévez con la


modificación propuesta por el señor don Tomás Ramírez, es decir.
cambiando la palabra «decretará» por estas otras: «podrá decretar».
Las demás se dieron por desechadas,
El señor Secretario: indicación del señor don Tomás Ramí
rez, para agregar al inciso 2.° del artículo 18 lo siguiente:
«Sin perjuicio del comiso en los casos establecidos en la leyes.»
«Quedan abolidas la pena de muerte y la de azotes.»
«En los casos en que, con arreglo a las leyes vigentes haya de
aplicarse la primera, será reemplazada por la de presidio perpetuo.8
S. E. : está bien.

485 —

El señor Amunátegui (don Domingo) para lo único que se


podría suprimir la pena de muerte, sería para los delitos políticos.
El señor Cárdenas (don Nolasco) debe suprimirse la pena
de azotes, y la de muerte.
*S. E. vota también porque se suprima la pena de azotes y la
de muerte.
Se dio por aprobada la primera parte de la indicación, o sea,
la agregación de la frase: «sin perjuicio del comiso en los casos esta
blecidos en las leyes .

El resto
se dio por desechado.

El señor Secretario: indicación del señor don Tomás Ramí


rez: «para suprimir en el artículo 19 las palabras «ni embargados»
y substituir la frase «el que no puede ser condenado a pena aflicti-
tiva» por las siguiente «el que no sea responsable de un delito a que
la ley señale pena aflictiva».
Se dio por aprobada.
El señor Secretario: indicación de los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan, para substituir en el artículo 19
la frase «el que no puede ser condenado a pena aflictiva» por «el
que no pueda, por la calidad del delito, ser condenado a pena aflic
tiva».
Se dio por desechada.
El señor Secretario: indicación del señor don Tomás Ramí
rez, para suprimir el artículo 20.
El señor Barros Borgoño (don Luis) este artículo es grave.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) antes de aprobar
este artículo debe consultarse con Mr. Kemmerer, porque costaría
muy caro.
El señor Briones Luco (don Ramón) cree que esta disposi
ción no se contempla en ninguna Constitución.
S. E.: en realidad, es fuerte la disposición, y probablemente
muchísima gente va a votar en contra de la Constitución sólo por
este artículo.
El señor Secretario: en Francia se ha establecido en algunos
casos, que si no paga el funcionario respectivo, indemniza el Es
tado.
S. E., este es un principio doctrinario no más, que no podrá te
ner aplicación mientras la ley no lo consulte y la indemnización de
berá pagarla la persona que eUa establezca.
Se desechó la indicación.
Igualmente se dieron por desechadas las dos indicaciones si
guientes: del señor don Carlos Contreras Labarca, para substituir
el artículo 20 por el siguiente:
«Todo individuo en favor de quien se pronunciare sentencia

486 —

absolutoria, se sobreseyere definitivamente o se acogiere un recurso


de amparo, tendrá derecho a indemnización en la forma que deter

mine la ley por los perjuicios pecuniarios o morales que hubiere su


frido.»
Indicación de los señores Galdames, Fernández Peña y Salas
Marchan, para substituir el mismo artículo por el siguiente:
«Todo individuo en favor de quien se sobreseyere definitiva
mente por no afectarle el hecho materia del proceso, tendrá derecho
a indemnización, en la forma que determine la ley, por los perjui

cios que en su persona o en sus bienes hubiere sufrido injustamente.»


El señor Cárdenas (don Nolasco) recuerda que cuando lanzó
esta idea, se dijo que si la justicia cometía error en perjuicio del
procesado, el Estado debía indemnizarlo. Así es que si llega a dic
tarse la ley, se establecerá también en ella ese procedimiento.
S. E. propone que se deje el artículo tal como está en el pro
yecto.
Así se acordó.
El señor Secretario: el señor don Francisco Medel propone
sustituir en el artículo 23 la palabra «general» por «comandante»,
Se dio por desechada.
El señor Secpetario: los señores Galdames, Fernández Peña
y Salas Marchan han propuesto substituir la palabra «general? por
«jefe» en este artículo.
Se dio por aprobada.
El señor Secretario: indicación del señor don Tomás Ramí
rez, para agregar en el artículo 23 después de la palabra «Senado
las palabras«o los Tribunales de Justicia».

Se dio por aprobada.


El señor Secretario: indicación del señor don Tomás Ramí
rez, para agregar en el número 4." del artículo 28 «a los Presidentes
de personas jurídica^».
Se dio por desechada con el voto en contra del señor Hidalgo.
El señor Secretario: indicación del señor don Aurelio Cru-
zat, para sustituir en el artículo 27 la frase «no haber sido conde
nado jamás, por delito que merezca pena aflictiva» por la siguiente:
«No haber sido condenado jamás por simple delito o crimen.»
Se dio por desechada.
El señor Secretario : indicación del señor don Roberto Espi
noza, para agregar el siguiente artículo a continuación del 23 :
«Art. El Estado se reserva el dominio exclusivo y perpetuo
. .

de toda fuerza producida por las caídas y corrientes de agua del


país; pero podrá, en pública subasta, ceder dichas caídas o corrien

tes de agua, en arriendo por períodos que no excedan de 90 años.


S. E. : esto es materia de ley, porque el Estado es dueño de ha

cer uso de su territorio.



487 —

El señor Cárdenas (don Nolasco) en la Constitución alema


na hay una
disposición al respecto; además, parece necesario hablar
algo acerca de las islas en la Constitución.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, además, se ha
formulado otra indicación para que el Estado mantuviera el do
minio exclusivo de las islas y territorio del sur de Chile, porque los
particulares estaban constituyendo dominio sobre esos territorios.
El señor Secretario: en el Estrecho de Magallanes todas las
islas están en poder de los ingleses.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, en este caso
la Oficina de Bienes Nacionales podría estudiar esta materia,
Se dio por desechada la indicación.
El señor Secretario: indicación del mismo señor Espinoza
para agregar, a continuación del artículo 23, el siguiente:
«Art.. No podrá el Estado dar en monopolio o privilegio bajo
.

forma alguna de contrato o concesión, ninguna clase de yacimientos


naturales de los existentes en el territorio de la República o en el
mar territorial.»
S. E. : esta indicación sería una limitación que se le pondría al
legislador, y no le parece natural que se le limite el derecho que éste
tiene para legislar cuando le parezca conveniente.
Se dio por desechada la indicación.
El señor Secretario: indicación del mismo señor Espinoza
para agregar, después del artículo 23, el siguiente:
«Art.. . El ejercicio del comercio sea que se haga habitual o
transitoriamente, con el objeto de restringir o anular la compe
tencia y de imponer precios arbitrarios, aunque sea respecto de un
solo producto y de una sola localidad, queda prohibido, bajo san
ciones que la ley establezca. El acaparamiento de los transportes en
análogas condiciones se prohibe bajo las mismas sanciones.»
S. E. : esto es también materia de una ley.
El señor Cárdenas (don Nolasco) todo es materia de ley,
pero es conveniente dejar establecidos estos principios,
El señor Edwards Matte (don Guillermo) todo esto afecta
al principio de propiedad y está establecido en otro artículo.
S. E.: está contemplado en las limitaciones del derecho de
propiedad.
Considera que esta idea del señor Espinoza está consignada
en el artículo que se refiere al derecho de propiedad. Esta limitación
al derecho de propiedad y al libre comercio está ya incluida y esta
blecerla de nuevo sería una repetición; y tendría su inconveniente
el repetirla, porque podría aparecer como que el legislador o el
constituyente hubieran querido limitar sólo este ejercicio del dere
cho de propiedad.
--
488 —

Encuentra más amplia la forma que está establecida ya en la


Constitución.
El señor Cárdenas (don Nolasco) que quede constancia de
que interpreta esa disposición constitucional en esta forma indicada
por S. E.
Se dio por desechada la indicación.
El señor Secretario: indicación del señor don Tomás Ramí
rez, para agregar en el artículo 29 las palabras «con fondos fiscales»
después de «empleo público retribuido» y suprimir las palabras
«secundaria y especial».
S. E. : no sabe cuál es la intención de esta indicación, si se
quiere o no restringir las incompatibilidades. Es partidario de que
se restrinjan las incompatibilidades,

El señor Edwards Matte (don Guillermo) podría decirse «con


fondos fiscales o municipales».
El señor Secretario: además se propone suprimir las pala
bras «secundaria y especial».
S. E. : mejor es que se deje el artículo como está.
Ya los profesores han leído en los diarios que pueden llegar
al Congreso y si ahora se establece lo contrario sufrirían una de
cepción.
Se dio por aprobada la indicación en la parte relativa a agre
gar la frase «con fondos fiscales o municipales» después de «empleo
público retribuido».
El restose dio por desechado.

Se dieron por desechadas las siguientes indicaciones sobre el


artículo 29.
Del señor don Guillermo Sánder, para agregar la palabra «co

mercial» después de «especial».


Del señor don Guillermo Martínez, para agregar las palabras
«normal, primaria» entre las palabras «secundaria y especial».
Del señor don Moisés Veas, para substituir el artículo 29 por el
siguiente: «los cargos de Diputado y Senador» son incompatibles
entre sí y con los de representantes y Municipales. Son incompa
tibles también con todo empleo público retribuido y con toda
función o comisión de la misma naturaleza, a excepción de los em
pleos, funciones o comisiones de la enseñanza superior, secundaria,
especial, normal y primaria con asiento en la ciudad en que tenga
sus sesiones el Congreso Nacional*.
Se dio por aceptada la siguiente indicación de los señores Gal
dames, Fernández Peña y Salas Marchan, para agregar la pala
bra «normal» entre las palabras «secundaria y especial» y suprimir
la palabra «nacional» con que termina el primer inciso.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, manifiesta
-
489 —

que el artículo 29 del proyecto se había aprobado en la inteligencia


de que la enseñanza normal y la comercial estaban comprendidas
dentro de la frase «enseñanza especial».
El señor Secretario: indicación del señor don Tomás Ramí
rez, para agregar en el inciso 1." del artículo 30 después de «retri
buidos» las palabras «con fondos fiscales o municipales».
Se dio por aprobada.
El señor Secretario: indicación de los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan, para substituir en el artículo 31
las palabras «sin permiso» del primer inciso por las palabras «sin
autorización» y las palabras «cualesquiera clases» del 2." inciso por
'cualesquiera clase».
Se dio por aprobada.
El señor Secretario: indicación de los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan para substituir en el artículo 37
la frase «que fije la ley en votación directa y en la forma que de
termine la ley de elecciones» por la siguiente «que establezca la ley
de elecciones, en votación directa y en la forma que la misma ley
determine» .

Se dio por desechada.


Indicación del señor don Ezequías Allende, para agregar en
el artículo 37 la frase «dentro de cada provincia» después de la pa
labra «
colindante» .

Se dio por aprobada.


El señor Secretario: indicación de los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan para substituir el número 1.° le
tra a) del artículo 39 por el siguiente: «del Presidente de la Repú
blica, por actos actuales de su administración en que haya compro
metido gravemente el honor o la seguridad del Estado o infringido
abiertamente la Constitución o las leyes. Esta acusación podrá
interponerse, además, en el año inmediato después de concluido el
término de su Presidencia. Durante este año, no podrá ausentarse
de la República sin acuerdo de la Cámara, o, en receso de ésta, de
su Presidente».
El señor Briones Luco (don Ramón) : hay que consultar
en esta disposición la idea relativa a que el quorum para declarar
si ha lugar a la acusación debe ser de los dos tercios de la Cámara,
Si no se ha formulado esta indicación, él la formula desde luego,
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, hay también
una indicación del señor Edwards Matte para establecer que el Pre

sidente podrá ser acusado durante el período de su mandato y en el


año inmediato al término de éste.
El señor Secretario : hay otra indicación de los Liberales De
mocráticos que dice: «Son atribuciones exclusivas déla Cámara de
Diputados :

4S0 —

l.° Declarar si ha o no lugar a las acusaciones que cinco, a lo


menos, de miembros formularen en contra del Presidente de la
sus

República, por actos de


su administración en que haya comprome

tido gravemente el honor o la seguridad del Estado, o infringido


abiertamente la Constitución o las leyes».

El señor Amunátegui (don Domingo) si se autoriza la acusa


ción al Presidente de la República durante su período, no es nece
sario fijar el plazo de un año después del término de sus funciones
para poder ausentarse del país.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) es necesaria esa
disposición porque hasta el último día puede cometer una irregula
ridad.
S. E.: puede rebajarse a seis meses ese plazo de un añc.
El señor Amunátegui (don Domingo) como el señor Barros
Borgoño, es enemigo de esto.
S. E.: pero si se establece el régimen presidencial, hay que
consultar esa disposición; aceptar que el Presidente pueda ser acu
sado durante su período.
El señor Secretario :
hay otra indicación del señor don Ernes
to Barros Jarpa, para suprimir la frase final de la letra a «o en re-
eeso de ésta, de su Presidente».
S. E. : ¿y si tiene necesidad de salir el Presidente y la Cámara
está en receso?
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, convocará a
la Cámara.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) los hombres para
los deseos de los amigos son muy débiles.
Finalmente, se dio por aceptada la idea de que se pueda acu
sar al Presidente de la Repúbbca durante su Gobierno y en los seis

meses siguientes por los actos de su administración en que haya com

prometido gravemente el honor o la seguridad del Estado o infrin


gido deliberadamente la Constitución o las leyes.
En consecuencia, el artículo quedó aprobado en la forma si
guiente :
«Art. 38. Son atribuciones exclusivas de la Cámara de Dipu
tados :
1.° Declarar si han o no lugar las acusaciones que diez, a lo me*
nos, de sus miembros formularen en contra de los siguientes fun
cionarios :

a) Del Presidente de la República, por actos de su administra


ción en que haya comprometido gravemente el honor o la seguri
dad del Estado o infringido abiertamente la Constitución o las le
yes. Esta acusación podrá interponerse mientras el Presidente esté
en funciones y en los seis meses siguientes a la expiración de su cargo,

491 —

Durante este último tiempo, no podrá ausentarse de la República


sin acuerdo de la Cámara.»
El señor Secretario: indicación de los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan, para suprimir la letra a) del
número 1.° del artículo 39 yreemplazarla por un número nuevo que
se agrega al artículo 42.

Se dio por desechada.


El señor Secretario da cuenta también de otra indicación
para suprimir la letra c) del artículo 39 y establecer que los parti
culares pueden acusar directamente a los jueces y a los Ministros
de Corte ante el Senado por abandono de sus deberes.
Se dio por desechada.
El señor Secretario: indicación de los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan, para substituir en la letra d)
del número 1.° del artículo 39 la frase «de los Generales de un ejér
cito o Armada» por «de los Generales o Almirantes de las Fuerzas
Armadas».
S. E. : podría aceptarse esta indicación,
Se dio por aprobada.
El señor Secretario: indicación de los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan, para substituir el inciso penúl
timo del número 1.° del artículo 39 por los siguientes:
«En todos estos casos, la Cámara declarará, dentro del término
de diez días, si ha o no lugar a la acusación, previa audiencia del in
culpado o informe de una comisión de cinco Diputados elegidos
a la suerte. Este informe deberá ser evacuado en el término de seis

días, pasados los cuales la Cámara podrá proceder sin él.


«Si resultare la afirmativa, nombrará tres Diputados que for-
mabcen y prosigan la acusación ante el Senado. Si el inculpado no
asistiere a la sesión a que se le cite o no enviare defensa escrita,
podrá la Cámara renovar la citación o proceder sin su defensa.
La indicación fija el plazo dentro del cual debe pronunciarse
la Cámara. En el proyecto de Constitución no hay ningún plazo,
queda esto entregado al Reglamento de la Cámara.
El señor Secretario: hay otra indicación de los liberales
democráticos que dice relación al mismo punto.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, se podría
aceptar esta otra indicación del señor Galdames, agregándole a
continuación de la frase «a la suerte» esta otra «con exclusión de los
cinco acusadores».
Los bberales democráticos proponen que para que se declare
que ha lugar a la acusación en contra del Presidente de la Repúbbca,
se necesita el voto de la mayoría de los diputados en ejercicio.

El señor Briones Luco (don Ramón) en Estados Unidos se


exige el voto de los dos tercios.

492 —

S. E. dice que debe tenerse presente que existen dos mayorías,


la mayoría de los diputados en ejercicio y la mayoría de los dipu
tados que asisten.
El señor Amunátegui (don Domingo) es mejor exigir la ma
yoría de los diputados en ejercicio,
El señor Secretario: en los casos de las letras b, c, d, «el acu
sado quedará suspendido de sus funciones».
El señor Amunátegui (don Domingo) cree entender que con
respecto al Presidente de la República no regirá la suspensión.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, en este caso
no hay suspensión de las funciones.

Quedará la disposición en la forma consultada en la indicación


del señor Galdames y agregándole el último inciso que proponen
los liberales democráticos.
A S. E. le parece que este artículo hay que hacerlo de nuevo.
El señor Secretario : diria así : «en todos estos casos, la Cá
mara declarará, dentro del término de diez días, si ha o no lugar
a la acusación, previa audiencia del inculpado e informe de una

comisión de cinco diputados elegidos a la suerte, con exclusión de


los acusadores. Este informe deberá ser evacuado en el término
de seis días, pasados los cuales la Cámara podrá proceder sin él.
Si resultare la afirmativa, nombrará tres diputados que forma
licen y prosigan la acusación ante el Senado. Si el inculpado no asis
tiere a la sesión, a que se le citó o no enviare defensa escrita, podrá
la Cámara renovar la citación o proceder sin su defensa».
S. E. insinúa la idea de que se levante la sesión para conti
nuar al día siguiente, dejando pendiente el número 2." del artículo 39.
Así se acordó.
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

Fernando Alessandri R.
TRIGÉSIMA SEGUNDA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE
REFORMAS CONSTITUCIONALES

1.° de agosto de 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la Repúbbca y con asis


tencia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño,
Ramón Briones Luco, Nolasco Cárdenas, Guillermo Edwards Matte,
Manuel Hidalgo, del Ministro de Justicia, don José Maza, y del
Subsecretario del Interior don Edecio Torreblanca, que actuó como
Secretario ; se abrió la sesión.
Se dio cuenta de la Siguientes comunicaciones recibidas por
la Secretaría de la Presidencia:

Santiago, 31 de Julio de 1925. Señor Fernando Alessandri R.


Estimado señor :
Cumplimos conel deber de dar respuesta a su carta de ayer.
Nos dice Ud. que, a indicación de S. E. el Presidente de la Re
pública, la Subcomisión que estudia el proyecto de Constitución,
acordó dirigirse a nosotros para que, en la forma que estimemos con
veniente, demos la fórmula de régimen de fiscalización que, a nues
tro juicio, deba incluirse en el Proyecto.
Esta fórmula, según su misma carta, se nos pide con el pro
pósito de someterla a la consulta plebiscitaria en la forma ofrecida
por S. E. el Presidente de la República.
Nuestra respuesta no puede ser, señor, otra que la de reiterar
las ideas consignadas en el Proyecto que uno de nosotros leyó en
representación de los miembros del Partido Conservador presentes
en la última sesión de la Comisión Consultiva.
Dicho proyecto refleja nuestra manera de pensar sobre el ejer
cicio del derecho de fiscalización que corresponde a la Cámara de
Diputados y evita volver a los abusos del régimen en que vivíamos.
Sin embargo, creemos que se podría eliminar la exigencia del
quorum de los dos tercios del número de Diputados en las disposi
ciones en que aparece consultado.
Queremos, por fin, dejar constancia de que aceptamos la idea
de facultar al Presidente de la República para disolver la Cámara
de Diputados con acuerdo del Senado; como lo propusimos en la
Comisión Consultiva.
Somos de Ud. attos. y SS. SS.
[Firmados). Francisco Vidal Garcés. —Romualdo Silva C.

494 —

Santiago, 31 de Julio de 1925— Señor Fernando Alessandri E.


Estimado señor:
En contestación a su atenta de ayer le comunico la fórmula
incluirse en
de régimen de fiscalización que a nuestro juicio debe
el Proyecto de Constitución.
Art. 39. X.° 2. Fiscalizar los actos del Gobierno. Para ejercer
o sugerir observa
esta atribución, la Cámara puede adoptar acuerdos
acuerdos u
ciones que se trasmitirán al Gobierno por escrito. Los
Ministro o los Ministros
observaciones serán contestados por el
que corlesponda. , .

censura Ministerial
Los acuerdos de la Cámara que importen
deberán ser motivados.
Anunciada la proposición de censura el Ministro a quien afecte
ella se refiere
o el Ministro del Interior, como jefe del Gabinete, si
a todo el Ministerio, de acuerdo con
el Presidente de la Cámara
La sesión deberá cele
fijará la sesión ordinaria en que debe votarse.
del voto.
brarse dentro de los ocho días siguientes a la proposición
Sólo por la mayoría de los Diputados en ejercicio podrá
acor

darse la censura. . ,

Fijar anualmente los gastos de la administra


Art. 44. N." 4.
cálculo de las entradas.
ción pública y aprobar en la misma ley el
La ley de Presupuestos no podrá alterar los gastos o contribuciones
variables
acordadas en leyes generales o especiales. Sólo los gastos
iniciativa para un aumento
pueden ser modificados por ella; pero la
exclusivamente
o para alterar el cálculo de entradas corresponde

al Gobierno. El Proyecto de ley de Presupuesto debe ser presentado


al seis meses de anterioridad a la fecha en que debe
Congreso con
no se hubiere
empezar regir; y si, a la expiración de este plazo,
a
el Gobierno, salvo, que,
aprobado, regirá el Proyecto presentado por
con cuatro días de anticipación,
en sesión especial, a que se citará

a lo menos, la mayoría de los Diputados


en ejercicio acuerde apla

zar su pronunciamiento.
Art 46 El Presidente de la República podra hacer presente
en tal caso, la Cámara
la urgencia en el despacho de un Proyecto y, días.
respectiva deberá pronunciarse dentro del plazo de treinta
en todos los
La manifestación de urgencia puede repetirse
trámites constitucionales del proyecto.
Esta disposición no rige con el Proyecto
de ley de Presupuestos.
Nombrar a su voluntad a les Ministros de
Art. 72. X.° 5."
Estado y Oficiales de sus Secretarías, a los Agentes Diplomáticos,
Cónsules, Intendentes, Gobernadores y Prefectos de Policía.
El nombramiento de los Embajadores y Ministros Diplomáticos
se someterá a la aprobación de! Senado.
funciones míen-
Los Ministros de Estado permanecerán en sus

495 —

tras cuenten con la confianza del Presidente de la República, sin


perjuicio de lo dispuesto en el artículo 39 N.° 2.
Los demás funcionarios señalados en el presente número son
de la confianza exclusiva del Presidente de la Repúbbca y se man
tendrán en sus puestos mientras cuenten con ella.
Art. 76. Los Ministros son solidarios y políticamente respon
sables ante la Cámara de la política general de! Gobierno, de los
actos que suscribieren o acordaren en conjunto. Cada Ministro es
individualmente responsable de los actos relacionados con su De
partamento que fueren acordados por él, sin la firma y sin la inge
rencia de los otros Ministros».
Se propone de acuerdo con nuestro programa, contemplar una
disposición que autoriza al Presidente de la República para disolver
la Cámara de Diputados una vez en su período.
También en concordancia con nuestro programa y en resguardo
de ías bbertades públicas, desearía que se modificara el número
tres del artículo diez en la siguiente forma:
«La libertad de emitir sin censura previa sus opiniones de pa
labra o por escrito, por medio de la prensa o en cualquiera otra
forma. »
E igualmente el artículo 16, como sigue:
«Todo individuo a quien se impusiere ilegalmente alguna res

tricción a su bbertad, podrá ocurrir por sí o cualquiera a su nombre


a la magistratura judicial que señale la ley solicitando amparo.

Esta magistratura decretará que el reo sea traído a su presencia y


su decreto será precisamente obedecido por todos los encargados

de las cárceles o lugares de detención. Instruida de los antecedentes,


hará que se reparen los efectos legales y pondrá al reo a disposición
del juez competente, procediendo en todo breve y sumariamente,
corrigiendo por sí o dando cuenta a quien corresponda corregir
los abusos.»
Saluda atentamente a Ud. S. S.

¡Firmado). Julio Bustos.»

Con referencia a la de los miembros conservadores


proposición
de la Comisión, a que se acaba de dar lectura, S. E. manifiesta que,
siendo la disolución de la Cámara de Diputados una medida áspera
que sólo puede tomarse en casos extremos, el agregar como requi
sito necesario para proceder a ella el acuerdo del Senado, sería ha
cerla prácticamente imposible, sería mantener el régimen parla
mentario con características aun más graves; de modo que él no
acepta de ninguna manera lo propuesto.
El señor Amunátegui (don Domingo) recuerda la situación

496 -

política del año 23 y pregunta si alguien habría podido pensar si


quiera en que el Senado hubiera dado su aprobación para disolver
la Cámara.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) hace presente que
#

ha converoado con el señor Bustos y el señor Vidal Garcés sobre


el punto relativo al régimen de gobierno, y que ha estado de acuerdo
con ellos sobre ciertas ideas fundamentales, como ser, sobre la eli

minación de la posibilidad de declarar la censura a los Ministerios


por los dos tercios de los presentes, lo que podía importar la segu
ridad de que volviera a funcionar el sistema conocido entre nosotros
con el nombre de la «pneumática*. Igualmente en lo que se refiere

al aplacamiento de la discusión de los presupuestos y contribucio


nes, han llegado al mismo acuerdo. Tanto para esta postergación
como para las censuras, sólo podría proceder la Cámara por la ma

yoría absoluta de la totalidad de sus miembros en ejercicio. En


cuanto a la disolución de la Cámara, el señor Edwards Matte pre
pone que la pueda efectuar el Presidente sin que se requiera el acuer
do de Corporación alguna y con la única limitación de que el mismo
Presidente que ya la decretó no pueda volver a ejercitar esta atri
bución sino trascurridos dos años.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) da lectura a la
siguiente redacción sobre el punto a que acaba de referirse y que
no es sino el reflejo de sus propias ideas, sin que haya podido saber

hasta este momento si los señores Bustos y Vidal Garcés llegaran


hasta aceptar la amplitud del derecho del Presidente a la disolución
de la Cámara,
«El Presidente de la República puede disolver la Cámara de
Diputados.
El decreto de disolución llevará la firma de todos los Ministros
de Estado y deberá convocar a nueva elección, que se verificará
dentro del plazo de noventa días.
La Cámara elegida por este motivo se reunirá diez días des
pués de verificada la clasificación de su elección y sus funciones
terminarán el día en que expire el período de la que está llamada
a reemplazar.
El mismo Presidente no podrá disolver nuevamente la Cámara
sino eon intervalo de dos años.»

En lo demás la fórmula es exactamente igual a la conserva


dora, tanto en lo que se refiere a las censuras como a las contribu
ciones y presupuestos, con las siguientes salvedades:
1." Que suprime la posibilidad de aprobar las primeras o de
aplazar los últimos por dos tercios de los presentes, dejando esa
facultad sólo a la mayoría de los diputados en ejercicio.
2.° Que en vez de emplear la frase «la mayoría de los diputados

497 —

en ejercicio» se diga: «la Cámara podrá, por la mayoría de sus

miembros en ejercicio. . »

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que


a esta redacción convendría agregar los plazos establecidos en la

ley de 23 de Febrero de 1924, diciendo: «No antes de treinta días


ni después de sesenta».
S. E. manifiesta que no acepta nada de la fórmula expuesta
por el señor Edwards Matte, pero que si él se pone de acuerdo con
los radicales y conservadores, no tendría inconveniente alguno en
someter tal acuerdo a plebiscito, así como cualesquiera otras fór
mulas que se le propusieran al respecto.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) no desea ponerse
oficialmente de acuerdo con nadie, a fin de conservar su indepen
dencia para luchar por las ideas de armonía y de unión general por
la cual ha estado abogando hasta ahora desde el primer momento
de la revolución.
Lo que ruega es que no se presenten al país la dos soluciones
como un mal en lucha con un remedio sino como dos remedios bien

intencionados para la enfermedad política del país. Quiere que se


discuta la eficacia de los remedios, pero no la recta intención de
los que la proponen. Considera que sería un inconveniente para
el país el que se pudiera pensar que lo que se pretende es mantener
el antiguo sistema. ■

S. E. bama la atención a la situación especial en que se halla


por señalársele injustamente como deseando imponer en esta mate
ria su voluntad; de tal manera cree que si se llevara a la consulta
plebiscitaria junto con el Proyecto de la Comisión, una fórmula que
consultara las ideas de radicales y conservadores, pero elaborado
en la Comisión, por este solo hecho daría lugar a las protestas de

esos partidos. Mientras tanto, si realmente hubiere un acuerdo oficial

entre los distintos partidos, S. E. declara que no tendría inconve


niente alguno para consultar lealmente al país respecto a dicho
acuerdo y respecto a la fórmula de la Comisión.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) reconoce la recti
tud de miras de S. E., pero, por la razón apuntada, insiste en no tra
tar de llegar a acuerdos oficiales con los partidos,
S. E. replica que lo que desearía es que se produjera un acuerdo
entre los partidos a fin de trasmitirlos inmediatamente al pueblo
en forma de consulta, y por eso había visto con profunda satisfac
ción las gestiones que estaba haciendo el señor Edwards Matte.
Lo que él desea, en una palabra, es que los representantes de los
partidos se pongan de acuerdo en una fórmula determinada, a fin
de consultar al país sobre una fórmula propuesta por ellos.
El señor Barros Borgoño (don Luis) cree que hay muy poca
diferencia entre las dos fórmulas.
[32]

498 —

El señor Edwarps Matte (don Guillermo) la diferencia está


en que él mantiene la idea de que de ninguna manera se le entrabe

al Presidente de la República, por un tercero, la facultad de disolver


la Cámara, porque eso significaría crear un tercer poder político
y el objeto de esta reforma es solucionar los conflictos y no dar ori
gen a otros nuevos.
S. E.: en la proposición del señor Edwards Matte falta consul
tar la fórmula de censura.
El señor Hidalgo (don Manuel) propone una fórmula para
reemplazar la atribución segunda del artículo 39 y modificar el
N.° 4.° del artículo 44. Su objeto es que bajo ningún concepto se
haga un juego político de la aprobación de la ley de presupuestos
y de la ley que autoriza el cobro de las contribuciones porque eso
produce graves trastornos en la administración pública.
Basta la facultad de la Cámara para censurar al Gabinete,
para que el Ejecutivo proceda de acuerdo con ella en lo que motive
dificultades entre ambos poderes.
Propone, además, agregar al artículo 72, después de la tercera
de las atribuciones especiales del Presidente de la Repúbbca, una
fórmula a que da lectura. Dice que hace pocos momentos estuvo
hablando con el señor Vidal Garcés y le entregó una copia de esta
fórmula, fin de que la estudiara y procurara buscar el acuerdo
a

unánime sobre esta materia.


Estima que, tratándose de la disolución de la Cámara, es una
traba perjudicial aquella de tener que consultar la voluntad de los
Ministros para decretar la disolución, y que bastaría que se hiciera
como los decretos ordinarios, esto es, con la firma del Ministro co

rrespondiente. Podría ocurrir el caso de que dos o tres de los miem


bros del Gabinete se negaran a firmar el decreto de disolución, con
lo cual se poduciría una grave dificultad.
S. E.: esta sería una disposición enteramente inútil, porque si
un Presidente de la República se encuentra con la negativa de dos

o tres de sus Ministros para firmar el decreto de disolución, les pide

la renuncia y nombra a otros.


El señor Hidalgo (don Manuel) en tal caso, al conflicto entre
el Presidente de la República y la Cámara, vendría a agregarse
otro entre el jefe del Estado y sus Ministros.
S. E. cree que sería muy conveniente que los señores Edwards
Matte e Hidalgo cristalizaran en una sola fórmula las ideas que se
han expuesto sobre este punto de la reforma. Estaría muy compla
cido de que se propusiera la facultad de la Cámara para postergar
los presupuestos y las contribuciones, porque esa sería la artillería
de grueso cahbre que él haría valer en favor de su tesis.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) esta facultad de
aplazar la discusión de las leyes de presupuesto y de contribuciones

499 —

es un resorte necesario régimen parlamentario racionalmente


en un

entendido, porque sin ella la facultad de fiscalizar queda en el


papel, queda reducida a nada; y si esta facultad de aplazamiento,
que es una facultad natural en el régimen parlamentario y que has
ta ahora se ha ejercido sin limitación, estaría contrarrestada en el
futuro, primero, por el sólo hecho de existir esta atribución de disol
ver la Cámara, y, segundo, por el ejercicio mismo de esa atribución.

As!,si en el mes de Diciembre se acuerda el aplazamiento de los pre


supuestos, inmediatamente el Presidente de la República decreta la
disolución; al cabo de treinta días hay elecciones, en un mes se cab-
fican los poderes de los Diputados, y a fines de Febrero ya estarían
los Presupuestos despachados por la nueva Cámara. En el caso ex
cepcional de conflicto extremo ocurrido a fin de año, se atrasarían
cincuenta o sesenta días los presupuestos. En casos normales serían
aprobados sin atrasos.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, pero después
de elegida la nueva Cámara, no se fija un plazo para que se pro
nuncie sobre la ley de presupuestos, tal como propone el proyecto
del señor Hidalgo.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) habría que fijarlo.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia: es necesario,
porque generalmente la Cámara demora mucho en la discusión
de los presupuestos.
El señor Barros Borgoño (don Luis) insiste en que lo mejor
es procurar que los partidarios de estas'ideas lleguen a ponerse de

acuerdo en una fórmula única que se consultaría al país conjunta


mente con el proyecto de la Comisión.
Se acordó dejar pendiente esta materia para considerarla en
la próxima sesión.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, da lectura a
la disposición que iría al final del número primero del artículo 39.
Se pasó a tratar de las modificaciones referentes al artículo 40.
El señor Secretario dio lecturaa una indicación del señor don Héc

tor Zañartu, en que propone reemplazar en este artículo las pala


bras «agrupaciones provinciales» por «provincias», y la palabra
«cinco» por «cuatro».
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, hace presente
que ya había hecho el señor Zañartu anteriormente en la Subcomi
sión, esta misma indicación para crear cuatro grandes provincias
en toda la Repúbbca, y que esta indicación fué rechazada.

El señor Secretario da lectura a una indicación del señor


don Absalón Valencia, para substituir la frase final por la siguiente:
«Las agrupaciones elegirán un Senador por cada tres Diputados
y por una fracción de dos Diputados.»
Fué rechazada.

500 —

En el artículo 41, el señor Ramírez (don Tomás) hace indi


cación para establecer que el período senatorial es de ocho años.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que,
por una omisión, no se establece este plazo de ocho años en el pro
yecto, pero que ese fué el acuerdo de la Subcomisión: ocho años
para los Senadores y cuatro para los Diputados.
La indicación de los señores Galdames, Fernández Peña y
Salas Marchan, para substituir en el inciso primero del artículo 42
la frase final «sin ella» por «sin su defensa» y las palabras «en ejer
cicio» del inciso 3.° por «que concurran», fué rechazada.
S. E. recuerda que en este artículo hay que agregar una dis
posición que diga que para declarar la culpabilidad del Presidente
de la República se necesitan los dos tercios de los Senadores.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, propone aeste
respecto redactar el inciso tercero de la atribución primera del ar
tículo 42 en la siguiente forma: «La declaración de culpabilidad
deberá ser pronunciada por la mayoría de los Senadores en ejer
cicio, pero en el caso del Presidente de la República se exigirá el
voto de las dos terceras partes del total de miembros que componen
el Senado».
Fué aprobada esta redacción.
Fué rechazada la indicación de los señores Galdames, Fernán
dez Peña y Salas Marchan, para agregar el siguiente número nuevo
después del segundo del artículo 42: «Pronunciarse sobre las acu
saciones que un particular le someta contra los Tribunales superiores
de Justicia, por notable abandono de sus deberes. En caso de aco-
jerla, dará cuenta al Presidente de la República».
La indicación del señor don Tomás Ramírez para substituir
en el número cuarto del artículo 42 «y los Tribunales superiores de
Justicia» por «y la Corte Suprema», fué rechazada.
Se aprobó la indicación propuesta por los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan, para subsliluir en el número pri
mero del artículo 44 la palabra «cualesquiera-) por «cualquiera».
Se dieron por desechadas las siguientes indicaciones:
Indicación de los señores Galdames, Fernández Peña y Salas
Marchan, para substituir las palabras «veinte años» por «seis años»
en el número 3." del artículo 44.

Indicación del señor don Ernesto Barros Jarpa para subs


tituir en el mismo número del mismo artículo las palabras «veinte
años» por «cinco años».
Asimismo se dio por rechazada la indicación del señor Espi
noza para agregar los siguientes incisos nuevos al artículo 44:
«Toda enajenación, arrendamiento, o concesión de bienes mue
bles o inmuebles del Estado, de las Municipalidades o de otras ins-

501 —

tituciones públicas, se hará precisamente en subasta pública, aun


cuando la autorización respectiva de enajenación, de arrendamiento
o de concesión se fundare en una ley especial.

El Congreso dictará una ley especial de subasta pública para


la enajenación de los bienes a que se hace referencia anteriormente.»
Se dio en seguida lectura a una indicación del señor don Ri
cardo Salas Edwards para agregar después del número 4." del
artículo 44 el siguiente inciso:
«Sólo en virtud de una ley se podrán también autorizar gastos
para fines no consultados en el presupuesto o aumentar el monto de
los señalados en ella.»
S. E. dice que eso ya está establecido en la ley.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, advierte que
ha recibido de Mr. Kemmerer una indicación análoga que no la
lee porque su redacción es sólo provisoria.
El señor Barros Borgoño (don Luis) observa a este respecto
que la Constitución del 33 decía: «fijar anualmente los gastos de
la administración pública», frase a la cual se había dado el mismo
alcance que el que tiene la indicación del señor Salas Edwards,
o sea, que los gastos no contemplados en el presupuesto debían ser

autorizados por leyes especiales o de suplemento.


El señor Secretario: manifiesta que, actualmente, el Tribunal
de Cuentas no acepta ningún decreto que no contenga indicación
de la ley en que se basa, y que, en caso de importar desembolsos
futuros, siempre se expresa en el decreto que los pagos quedan so
metidos al requisito de consultarse fondos para su cancelación en
los presupuestos venideros. Agrega que existe una disposición cons
titucional que establece que los Tesoreros Fiscales no efectuarán
ningún pago sino en virtud de un decreto en que se exprese la ley
o la parte del presupuesto que autorice aquel gasto.

El señor Edwards Matte (don Guillermo) observa que, en


realidad, la indicación del señor Salas Edwards no significa una
innovación en las prácticas existentes, pero cree que no estaría
demás establecerla en la Constitución. Según S. E. la idea de que
se trata es redundante, por cuanto sólo en virtud de una ley se pue

den hacer gastos públicos.


El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, vuelve a obser
var que la indicación de Mr. Kemmerer, que en esencia tiende a

establecer que los suplementos o partidas de los presupuestos sólo


podrán proponerse por el Presidente de la República, resolvería
la cuestión, y que' conviene esperar la redacción definitiva de esta
indicación para pronunciarse én cuanto se refiere al origen que estas
leyes deben tener.
Por lo que hace a la indicación del señor Salas Edwards la esti-

502 —

ma inútil, no pueden hacerse


porque gastos fuera de presupuestos,
a menos una ley, y la garantía de ebo está en la
que los autorice
disposición del artículo 21 del proyecto de la Comisión que dice
que las Tesorerías del Estado no podrán efectuar ningún pago sino
en virtud de un decreto expedido por autoridad competente, en que

se exprese la ley o la parte del Presupuesto que autorice aquel gasto.


Se dio por desechada la indicación del señor Salas Edwards.
Las indicaciones de los señores don Héctor Zañartu, Vidal
Garcés, y algunos miembros del Partido Radical, relativas al número
cuarto del artículo 44, quedaron para ser consideradas en la sesión
siguiente, una vez que se tuvieran a la vista las indicaciones de
Mr. Kemmerer sobre esta materia.
S. E. manifiesta que la indicación del señor Salas Marchan y
otros sobre el número 4.° del artículo 44 le parece bien, por cuanto
menciona en orden lógico y natural, primero la aprobación del cálcu
lo de entradas y después la fijación de los gastos de la adminis
tración.
El señor Barros Borgoño (don Luis) dice que convendría
poner cuatro meses, en lugar de seis, de acuerdo con la insinuación
hecha por Mr. Kemmerer en ese sentido.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) propone decir «co
rrer» en vez de «regir», con relación al plazo.

El señor Secretario da lectura a una indicación del señor


don Roberto Espinoza, para substituir el número octavo del artículo
44 por el siguiente:
«Determinar la cantidad de oro fino, la ley, el peso, tipos, de
nominaciones y cuños de las monedas nacionales y el sistema de
pesos y medidas.»
A'insinuación de S. E. se aprobó sin modificación la indicación
anterior, dejándose constancia de que en las palabras, tipos y deno
minaciones se entendían comprendidos los billetes.
Fué rechazada la indicación del señor don Roberto Espinoza
para agregar el siguiente inciso al número 12 del artículo 44:
«La declaración de guerra a una potencia extranjera, deberá
ser, precisamente, sometida a plebiscito.
El presidente de la República no necesitará consultar al Con
greso ni a la Nación para repeler una invasión extranjera sobre
el territorio del Estado, y, en consecuencia, podrá disponer de to
dos los elementos de guerra con que contare o pudiere contar el
país.»
Al terminar la revisión del artículo 44, dice S. E. que desea pro
poner a la consideración de los señores miembros de la Comisión

la idea de establecer un artículo que permita al Congreso facultar


al Presidente de la República para dictar ciertas leyes, con sujeción
a bases o normas generales que el mismo Congreso le fije.

503 —

Esta, agrega, no es una idea nueva; por el


contrario, es una
tendencia muy generabzada en Europa y que tiene su fundamento
en lacreencia, justificada, a su juicio, de que corporaciones nume
rosas, como son los Parlamentos, están en la imposibihdad de hacer
conjuntos de leyes armónicas y bien estudiadas. Recuerda que cuando
la Junta Militar exigió en Septiembre del año pasado la dictación
inmediata de algunas leyes, como el Código del Trabajo, la ley de
Seguros, la de Empleados Particulares y otras, él pidió que se le
autorizara para dictar esas leyes en conformidad con Ids proyectos
presentados, porque sabía que no estaban maduras ni bien estu
diadas. Se le objetó que el procedimiento era inconstitucional y
se prefirió que fueran despachadas por el Congreso a fardo cerrado.
Los señores miembros de la Comisión saben cómo han resultado
algunas de esas leyes. Por eso propone ahora que se autorice al Con
greso para delegar en el Presidente de la República la facultad de
dictar ciertas leyes con sujeción a bases generales que fije el mismo
Congreso.
El señor Barros Borgoño (don Luis) cree que seguramente
tal indicación produciría mal efecto en el país, por bien intencionada
que sea.

El señor Edwards Matte (don Guillermo) estima también


que sería muy grave dar tal facultad al Presidente.
El señor Amunátegui (don Domingo) recuerda que las leyes
dictadas por don Mariano Egaña, dentro del sistema que ahora
se propone, fueron muy sabias y dieron muy buenos resultados,

pero eso no impidió que el procedimiento fuera enérgicamente con


denado.
S. E. declara que en vista de estas opiniones no insiste en su
idea.
en seguida por rechazada la siguiente indicación de los
Se dio
señores Galdames, Fernández Peña y Salas Marchan, para aumen
tar a plazo dentro del cual deben pronunciarse las
sesenta días el
Cámaras cuando el Presidente de la República haya hecho presente
la urgencia de un proyecto.
Asimismo, se dio por rechazada la indicación propuesta por
algunos miembros del Partido Radical, para agregar al artículo 46,
el siguiente inciso: «Esta disposición no afecta a la ley que autoriza
el cobro de las contribuciones ni a la que fija las fuerzas de mar y
tierra».
Se dio por aprobada la siguiente indicación de don Tomás Ra
mírez Frías, relativa al artículo 50:
Agregar la palabra «de» antes de «donde» en el segundo inciso;
substituir la coma después de Cámara por un punto y suprimir la
letra «y».

504 —

La indicación del mismo señor Ramírez para substitub el inciso


segundo del artículo 54 la frase «se devolverá al Presidente para su
promulgación» por la siguiente: «se devolverá al Presidente y se
entenderá promulgada después de los tres días siguientes a aquel
en que se le haya hecho el envío*.

Se dio por rechazada.


Fué rechazada también la siguiente indicación del señor Ra
mírez Frías relativa al artículo 55 : substituir la frase «y se promulgará
como ley», por la siguiente: «y se entenderá que ha quedado pro-

mulííüda como ley a la expiración de ese plazo.»


Se dio lectura a la indicación del señor Roberto Espinoza para
agregar los siguientes artículos a continuación del artículo 55.
«Art... El Presidente de la República podrá consultar por
medio de plebiscito la voluntad nacional respecto de toda ley apro
bada por el Congreso cuando le pareciere contraria al interés nacio
nal.
Art. .
Podrá, asimismo, el Presidente de la Repúbbca con
.

sultar a la nación en la forma plebisril aria prescrita en el artículo


anterior, al respecto de las leyes que hubiere propuesto al Congreso,
y a las que, en lugar de éstas el Congreso hubiere dictado, para que
escoja entre las unas y las otras.»
«Art... La voluntad de la nación expresada en el plebiscito
será ley en cada caso consultado.»
«Art. La consulta plebiscitaria solicitada por la firma de
. .

50,000 ciudadanos al respecto de una reforma constitucional o legal,


deberá llevarse a efecto dentro de los 100 días siguientes a aquel
en que la solicitud respectiva hubiere sido puesta en manos del

Presidente de la República.»
La Comisión no aceptó estos artículos. Votaron a favor de ellos
S. E. y el señor Hidalgo.
El señor Secretario: indicación del señor don Juan F. Medel,
para substituir la fecha21de Mayo por la del 1." de Mayo, en el
artículo 56.
Se dio por desechada esta indicación.
El señor Cárdenas (don Nolasco) pregunta si no podría esta
blecerse el día 1.° de Mayo como fiesta nacional.
El señor Secretario hace presente que ya está establecido por
decreto supremo para el presente año.
Indicación de los señores Galdames, Fernández Peña y Salas
'

Marchan « Substituir el primer inciso del artículo 57, por el siguiente :


«el Congreso tendrá sesiones extraordinarias cuando lo convoque
el Presidente de la República. o cuando lo convoque el Presidente
del Senado a solicitud escrita de un tercio de los miembros de esta
misma Corporación o de la Cámara de Diputados».
Se dio por desechada.

505 —

Indicación de los señores Galdames, Fernández Peña y Salas


Marchan, para substituir el artículo 60 por el siguiente : «Un ciu
dadano con el título de Presidente de la República es el jefe del
Poder Ejecutivo, administra el Estado y lo representa ante las de
más naciones»,
El señor Edwards Matte (don Guillermo) no encuentra muy
exacta la definición que se propone.
Se dio por desechada la indicación.
El señor Secretario: indicación del señor don Tomás Ramírez:
cambiar la palabra «designado» por «elegido», en el artículo 61,
Se dio por aprobado.
La indicación del señor don Emilio Jacob en este mismo artículo
para substituir la frase, «treinta años» por «treinta y cinco años de
edad» se dio por desechada.

El señor Secretario: indicación del señor Juan F. Medel:


substituir la frase «el término de seis años» por «el término de siete
años», en el artículo 62.»
Se dio por desechada.
Indicación del señor don Roberto Espinoza, en este mismo
artículo: substituirlo por el siguiente: «el Presidente de la República
desempeñará su cargo sólo por el término de cuatro años, sin que,
posteriormente, pueda ser reelegido en caso alguno».
Se dio por desechada.
Indicación del señor don Tomás Ramírez: agregar al final
del inciso tercero del artículo 64 la siguiente frase: «y así sucesiva
mente hasta que el Congreso dé término a las funciones que se le
encomiendan por el presente artículo».
El señor Amunátegui (don Domingo) la frase es ambigua.
Se dio por desechada la indicación.
El señor Secretario: indicación del señor don Juan F. Medel
para suprimir la palabra «juramento» en el artículo 70.
Se dio por desechada esta indicación,
Indicación de los señores Galdames, Fernández Peña y Salas
Marchan en el artículo 71: substituirlo por el siguiente: «Al Presi
dente de la República está confiada la administración o gobierno
del Estado; y su autoridad se extiende a-todo cuanto tiene por ob
jeto el cumplimiento de las leyes que organizan los servicios pú
blicos, la conservación del orden interior y la seguridad y prestigio
exterior de la República».
Se dio por desechada esta indicación.
Indicación de los señores Galdames, Fernández Peña y Salas
Marchan: agregar la siguiente atribución del Presidente de la Re
púbbca: «dar cuenta anualmente al Congreso del estado admi
nistrativo y pobtico de la nación».

506 —

S. E. la primera vez que supo que los mensajes presidenciales


:
no estaban establecidos por la Constitución sino por la práctica,

fué en una conferencia que dio el señor don Domingo Amunátegui


en el antiguo Club del Progreso, habiendo presidido la sesión el se

ñor don Luis Barros Borgoño.


El señor Amunátegui (don Domingo) aun cuando no se con
templa esa atribución en la Constitución, ¿cómo no ha de tener de
recho el Presidente de la República para leer estos mensajes?
El señor Barros Borgoño (don Luis) cree que hay algo al
respecto en el proyecto.

El señor Secretario : se refiere a las memorias ministeriales


S. E. : cree que vale la pena poner esa disposición en la Cons
titución.
El señor Maza (don José) Ministro de Justicia, se podría con
sultar como inciso segundo del artículo 56, al hablar de las sesio
nes ordinarias delCongreso.
Quedó aprobada en esta forma la indicación.
El señor Secretario : indicación de los señores Galdames, Fer
nández Peña y Salas Marchan:
Substituir el número 4.° del artículo 72 por el siguiente:
«Velar por la conducta ministerial de los jueces y demás emplea
dos del poder judicial, y poner a disposición de la Corte Suprema

los antecedentes que haya reunido, a fin de que ésta adopte las pro
videncias que estime procedentes. Podrá también requerir al Mi
nisterio Público para que reclame medidas disciplinarias del Tri
bunal competente o para que, si hubiere mérito bastante, entable
la correspondiente acusación.»
Se dio por desechada esta indicación.
A indicación del señor Maza se acordó cambiar en el mismo
número 4.° del artículo 72, la frase «para que declare que no han
tenido buen comportamiento» por esta otra: «para que declare su
mal comportamiento».
El señor Secretario : da lectura a una indicación del señor
don Ricardo Salas Edwards para substituir en el inciso 2." de la atri
bución quinta del artículo 72 por el siguiente:
«El nombramiento de los Embajadores y Ministros Diplomá
ticos se someterá a la aprobación del Senado; pero éstos y los demás
funcionarios señalados en el presente número, no podrán mantenerse
en sus puestos si no cuentan con la confianza del Presidente de la

República.»
El señor Secretario da también lectura a una indicación pre
sentada por algunos miembros del Partido Radical sobre el mismo
artículo y número anterior que d es:

507 —

«Substituir el segundo inciso por los siguientes:


«El nombramiento de los Embajadores y Ministros Diplomá
ticos se someterá a la aprobación del Senado.
Los Ministros de Estado permanecerán en sus funciones mien
tras cuenten con la confianza del Presidente de la República y de la
Cámara de Diputados.
Los demás funcionarios señalados en el presente número son
de la confianza exclusiva del Presidente de la República y se man
tendrán en sus puestos mientras cuenten con efla.»
Estas dos indicaciones fueron rechazadas.
La indicación del señor don Tomás Ramírez, para agregar las
palabras «y remover» después de «nombrar» y suprimir la palabra
«embajadores» del segundo inciso, fué desechada.
El señor Hidalgo (don Manuel) cree que debe consultarse
la idea de La supresión de los Embajadores, porque enviar Embaja
dores como representantes de una República es anti democrático.
S. E. replica que es lo más democrático que puede haber, por
que ese es el medio que tienen los países pequeños para ponerse
a la altura de los países grandes. Los Embajadores, dice, tienen un

rango, atribuciones y prerrogativas que no tienen los Ministros


Diplomáticos y que les permiten hablar con el soberano o el jefe
de un Estado en el momento que quieran, cosa que no puede hacer
un Ministro Diplomático que debe solicitar audiencia aun de los

propios Embajadores.
El señor Hidalgo (don Manuel) cree que la influencia que pue
den tener estos Embajadores ante los grandes países, sólo por tener
el título de tales, es engañosa, y como la que pudiera ejercer una
persona modestísima vestida de frac, por el sólo hecho de cambiar
de indumentaria, en comparación a la que en realidad ejerce un
personaje acaudalado y de alta situación, aunque lleve un modesto
vestón.
S. E. : observa que dentro del protocolo y de las prácticas admi
nistrativas noes considerado un Ministro Diplomático como un

Embajador, el cual tiene más rango y prerrogativas; de manera


que el Ministro de Chile acreditado ante un Estado extranjero,
tiene que pasar el bochorno de que el Embajador de cualquier país
más modesto pase por encima de él y que el Embajador de este
país pueda hablar directamente con el jefe del Estado en el mo
mento que quiera, mientras que el Ministro de nuestro país tiene
que solicitar audiencia especial.
Continuando en el estudio de las indicaciones presentadas se
dio por desechada una de don Ernesto Barros Jarpa que dice:

«Agregar entre los funcionarios que el Presidente de la Repú


blica puede designar a sú voluntad a los Subsecretarios de Estado ■

508 —

suprimir la frase que se refiere al personal de las Secretarías de


Estado dejándola únicamente para el personal de la Secretaría de
la Presidencia y suprimir la mención de los cónsules y de los pre
fectos de policía.»
De la indicación de los señores Galdames, Fernández Peña y
Salas Marchan, para suprimir las palabras «y prefectos de poli
cías» del primer inciso y agregar al final del segundo inciso la frase
«salvo los casos previstos en el artículo 42», se aceptó la primera
la
parte o sea la que eliminaba de la disposición del inciso 1." de
atribución 5.a del artículo 72 a los prefectos de pobeía.
Se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

Edecio Torreblanca.
TRIGÉSIMA TERCERA SESIÓN DE LA SUBCOMISIÓN DE
REFORMAS CONSTITUCIONALES

3 DE AGOSTO DE 1925

Presidida por S. E. el Presidente de la República y con asisten


cia de los señores Domingo Amunátegui, Luis Barros Borgoño,
Ramón Briones Luco, Guillermo Edwards Matte, Manuel Hidalgo,
José Maza, Ministro de Justicia y del Secretario de S. E. don Fer
nando Alessandri R. que actuó como Secretario; se abrió la sesión
a las 3 P. M.

El señor Hidalgo (don Manuel) ruega a la Comisión que-


tenga a bien aceptar una modificación que se va a permitir pro
poner en el número 4 del artículo 10. El proyecto dice «4.° El de
recho de reunirse sin permiso previo y sin armas en las plazas, ca
lles y demás lugares de uso público las reuniones se ajustarán siem
pre a las disposiciones de policía».
Propone que se diga así: «En las plazas, calles y demás lugares
de uso púbbco, las reuniones se regirán por las disposiciones genera
les de policía».
El señor Barros Borgoño (don Luis) puede haber necesi
dad, en caso determinado, de que la policía adopte disposiciones
especiales.
El señor Hidalgo (don Manuel) considera sumamente grave
que el derecho de reunión quede sujeto a la autoridad policial. Si
se trata de un caso especial, pueden adoptarse disposiciones también
especiales.
El señor Amunátegui (don Domingo) cree que en las dis
posiciones generales sobre esta materia debe darse facultad expresa
a la policía para que en casos determinados, tome medidas especia
les en resguardo del orden púbbco.
S. E. : no ve inconveniente para que se acepte la indicación del
señor Hidalgo.
Tácitamente se dio por aceptada esa indicación.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, indicación
de Mr. Kemmerer:
«Redactar el número 4." del artículo 44 en la siguiente forma:
«Fijar anualmente los gastos de la administración pública y
aprobar en la misma ley el cálculo de entradas.
El Proyecto de Ley de Presupuestos debe ser presentado al
Congreso con cuatro meses de anterioridad a la fecha en que debe

510 —

empezar regir; y si a la expiración de este plazo no se hubiere


a

aprobado, regirá el proyecto presentado por el Presidente de la Re


pública.»
Este inciso ya estaba aprobado con la siguiente redacción pro
puesta por el señor Salas Marchan.
«Aprobar anualmente el cálculo de entradas y fijar en la misma
ley los gastos de la administración pública. La ley de Presupuestos
no podrá alterar los gastos o contribuciones acordados en leyes
generales o especiales. Sólo los gastos variables pueden ser modifi
cados por ella; pero la iniciativa para su aumento o para alterar
el cálculo de entradas corresponde exclusivamente al Presidente
de la República. El Proyecto de Ley de Presupuestos debe ser pre
sentado al Congreso con cuatro meses de anterioridad a la fecha
en que debe empezar a regir; y si, a la expiración de este plazo
no se hubiere aprobado, regirá el proyecto presentado por el Presi
dente de la República. En caso de no haberse presentado el proyecto
oportunamente, el plazo de cuatro meses empezará a contarse desde
la fecha de la presentación.
No podrá el Congreso aprobar ningún nuevo gasto con cargo
a los fondos de la nación, sin crear o indicar al mismo tiempo, la

fuente de recursos necesarios para atender a dicho gasto.»


El señor Amunátegui (don Domingo) ese «su» es un poco
ambiguo. Sería mejor decir: «a la fecha de la presentación del pro
yecto» .

Quedó aprobado en esta forma el inciso.


El señor Maza (don José), Ministro de Justicia: Mr. Kemme
rer propone el siguiente inciso en este mismo númerocuarto del ar
tículo 44:
«La iniciativa para el aumento de los gastos o para alterar el
cálculo de entradas corresponde al Presidente de la Repúbbca, que
debe mantener siempre el equilibrio entre lo uno y lo otro, y asi
mismo, podrá, después de remitido el proyecto al Congreso, reducir
o ebminar uno o más ítem que se refieran a gastos que estime de

menor urgencia. Tanto en el proyecto como en las alteraciones pos

teriores contempladas en el presente artículo, podrá el Presidente


de la República a su arbitrio modificar los gastos fijados por leyes
de efecto permanentes o especiales.»
S. E.: manifiesta que esteno es aceptable. Mr. Kemmerer
quiere que el Presidente de la República tenga iniciativa en la dis
cusión de los presupuestos para modificar todas las leyes de gas
tos del país.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) en el preámbulo
de sus indicaciones, parece que Mr. Kemmerer se refiere únicamente
a las reducciones o cambios, pero no a los aumentos.

511 —

S. E. lo que Mr. Kemmerer quiere, es que el Presidente de la


:

República pueda, respecto de las reducciones, inmiscuirse también


en las leyes de carácter permanente, según el criterio que persigue
como un ideal de la movilidad de las leyes.

Estima que es mejor mantener este número como está ya co


piado.
Se dio por desechada esta indicación.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, otra indica
ción de Mr. Kemmerer:
Agregar al inciso 2." del artículo 45 el siguiente párrafo: «No
podrá el Congreso aprobar ningún nuevo gasto con cargo a los
fondos de la nación, sin dictar, al mismo tiempo, una ley que cree
las fuentes de recursos necesarios para atender a dichos gastos».
S. E. : aquí hermana Mr. Kemmerer la idea de despachar una
ley de gastos, con la creación de una contribución para saldar dicho
gasto: mientras tanto, entre nosotros el procedimiento es distinto,
porque se señala la fuente de recursos para cubrir el gasto. Puede
suceder que exista un sobrante de fondos, y entonces se toma para
hacer el nuevo gasto; pero Mr. Kemmerer dice que no se puede
gastar ningún centavo si no se fija al mismo tiempo una contribu
ción.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) se puede decir
«una ley que cree o señale las fuentes de recursos necesarias para
atender a dicho gasto».
En esta forma se dio por aprobado el inciso.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, agrega el
señor Kemmerer:
«El Congreso no podrá aprobar ningún gasto con cargo a un
año venidero mientras no baya sido aprobado la ley de presupuestos
para ese año.»
S. E.: esto no se puede aceptar, porque si el gobierno acuerda
un gasto para una obra pública cuya construcción va a demorar
diez años, no se podría dictar esta ley, según Mr. Kemmerer.
Se dio por desechado este inciso.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, el último in
ciso propuesto por Mr. Kemmerer para agregarlo al artículo 45,
dice así:
«Los suplementos a partidas o ítem de la ley general de presu
puestos, sólo podrán proponerse por el Presidente de la República.»
Tácitamente se dio por aprobado este inciso.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia: en el artículo
53 propone Mr. Kemmerer agregar al final el siguiente inciso :
«Podrá, no obstante, el Presidente de la República aprobar
una o más partes de algún proyecto de ley que autorice gastos, y

512 —

rechazar otras en cuyo caso las disposiciones que hubieren sido


observadas serán sancionadas como ley de la República, y las que
hubieren sido rechazadas se presentarán al Congreso dentro del
plazo y en la forma establecida en el inciso precedente.»
Lo que Mr. Kemmerer desea es que, si en una ley de gastos,
en la ley de presupuestos, por ejemplo, hay varios ítem que el Presi

dente quiere vetar, éstos se pueden desglosar para seguir la trami


tación que indica la Constitución y que los demás puedan promul
garse y entrar a regir como ley de la República.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) cree que con el
sistema de clausura de los debates que hoy existe, esta disposi
ción es innecesaria.
S. E. estima también que es preferible no aceptar esta indi
cación porque es demasiado reglamentaria para una Constitución,
Se dio por desechada la indicación.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que se
gún Mr. Kemmerer, en el número 9 del artículo 10, no están com
prendidos los timbres, estampillas y papel sellado y que propone
modificar ese número en la forma siguiente: «La igual repartición

denlos impuestos y contribuciones en proporción de los haberes o


en la progresión y forma fija que determine la ley».

El señor Barros Borgoño (don Luis) propone decir: «... En


la progresión o forma que determine la ley».
Así quedó aprobado.
El señor Hidalgo (don Manuel) da lectura al inciso 2." del
artículo 65 que dice: «Si verificada la primera votación, no resultare
esa mayoría absoluta, se votará por segunda vez y entonces la vota
ción se concretará a las dos personas que en la primera hubieren
obtenido mayor número de sufragios».
Si en la primera votación una persona ha obtenido 100 votos,
como por ejemplo, y dos personas 60 votos cada una, pregunta cuál
sería en este caso las dos personas a que se concretaría la segunda
votación.
que se suprima la palabra «dos» en la frase «las dos
Propone
personas», y que se diga solamente «las personas».

S. E. manifiesta que concuerda con el señor Hidalgo en la con


veniencia de hacer esa modificación y que él había ya hecho indi
cación en este sentido en la Subcomisión.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) cree que se po
dría decir: «las tres personas», en lugar de «las dos personas».
El señor Hidalgo (don Manuel) insiste en que se diga sim
plemente «las personas».
luí. El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que,
a su juicio, el caso está resuelto en el inciso 2.° del artículo 64, que

513 —

dice que «si dos o más ciudadanos hubieren obtenido en empate


la más alta mayoría relativa, la elección se hará sólo entre ellos».
El señor Hidalgo (don Manuel) cree que debe resolverse
claramente este puntó.
S. E. hace presente que, en su concepto, no se presentará ja
más en la práctica el caso a que se ha referido el señor Hidalgo,
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, da lectura
a una indicación del señor don Ernesto Barros Jarpa, sobre el nú

mero 5.° del artículo 72, encaminada a sustraer al personal de los

diversos Ministerios de los cambios de la política. El autor de la


indicación cree que la 'confianza absoluta del Presidente la nece
sita sólo el jefe de la Oficina, que es el Subsecretario; pero no todo
el personal subalterno que de otra manera quedaría sin ninguna
de las garantías del escalafón o del Estatuto Administrativo.
Propone agregar las palabras Subsecretarios de Estado» des
«

pués de «Ministros de Estado» y cambiar la frase «sus Secretarías»


por la de «su Secretaría».
S. E. observa que con esta indicación se persigue el propósito
de que el Presidente de la República no nombre a su voluntad a
los empleados de los Ministerios, por lo cual la estima inconveniente
ya que estos empleados necesitan contar con la absoluta confianza
del Gobierno.
Se dio por desechada la indicación del señor Barros Jarpa.
.

El señor Secretario: indicación de los señores Galdames,


Fernández Peña y Salas Marchan, para substituir en el número 7."
del artículo 72, la frase «los empleos o grados de Coroneles, Capi
tanes de Navio y demás Oficiales superiores del Ejército y Armada.
En el campo de batalla podrá conferir estos empleos militares por
sí solo» por la siguiente: «los empleos o grados superiores del Ejér
cito y Armada desde Coronel y Capitán de Navio. En el campo
de batalla podrá conferir esos grados por sí solo».
Fué desechada.
El señor Secretario: se dio por aprobada la indicación de
los señores Galdames, Fernández Peña y Salas Marchan, para
substituir el número 8 del artículo 72 por el siguiente:
«Destituir a los empleados de su designación por ineptitud u
otro motivo que haga inútil o perjudicial su servicio, con acuerdo
del Senado, si son jefes de oficinas y con informe de la autoridad
respectiva si son subalternos, en conformidad a las leyes orgánicas
de cada servicio.»
Se dio por desechada tácitamente una indicación del señor
Ramírez Frías, para agregar al final del número 10 del artículo 72
la frase: «sin perjuicio de lo dispuesto en el inciso 2. "del artículo 98»,
Igualmente se dio por desechada una indicación de los señores
(33)

514 —

Galdames, Fernández Peña y Salas Marchan, para substituir el


número 11 del artículo 72 por el siguiente:
«Conceder indultos particulares, previo acuerdo de la Corte
Suprema, fundado en antecedentes que acrediten la regeneración
del reo. Los funcionarios acusados por la Cámara de Diputados
y juzgados por el Senado, sólo pueden ser indultados por el Con
greso.»
Fué aprobada la indicación del señor don Hermán Echeverría,
para establecer en un número nuevo del artículo 72 la facultad del
Presidente de la República de conceder y revocar personabdad
jurídica.
Se rechazó la indicación del señor don J. Guillermo Guerra,
para agregar a las facultades del Presidente de la Repúbbca la de
disolver el Congreso Nacional.
Fué rechazada la indicación de los señores Galdames, Fernán
dez Peña y Salas Marchan para substituir en el número 15 del ar
tículo 72 la frase final «si así lo exige el Presidente de la Repú
blica» por 'si el Presidente de la República así lo exigiere.»
Se desechó la indicación de los señores Galdames, Fernández
Peña y Salas Marchan, para substituir el 2." inciso del número 16
.del artículo 72 por el siguiente:
«En caso de conmoción interior, la declaración de hallarse uno
o varios puntos en estado de sitio, corresponde al Congreso; pero,

si éste no estuviere reunido, puede el Presidente hacerla hasta por


el término de tres meses.
Si dentro de este plazo se reuniere el Congreso, la declaración
h°cha por el Presidente de la República como una proposición de
ley; pero si aquel se mantuviere en el receso y el estado de sitio hu
biere de prolongarse, será necesario convocarlo extraordinariamente
para pedirle la autorización respectiva.»
Se dio por aprobada la indicación de los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan, para substituir el último inciso
del número 16 del artículo 72 por el siguiente:
«Las medidas que se tomen a causa del estado de sitio, no ten
drán más duración que la de éste, pero con ella no se podrán violar
las garantías constitucionales otorgadas a los Diputados y Sena
dores.»
La indicación del señor don Tomás Ramírez, para sustituir el
artículo 75 por el siguiente:
«Ninguna orden del Presidente de la República será obedecida
si no está firmada también por el Ministro del Departamento res
pectivo», fué desechada.
Se dio lectura a la indicación de algunos miembros del Partido
Radical para substituir el artículo 76 por el siguiente:
*Los Ministros son solidarios y políticamente responsables ante

515 —

la Cámara de la política general del Gobierno y de los actos que


suscribieren o acordaren en conjunto. Cada Ministro es individual
mente responsable de los actos relacionados con su Departamento
que fueron acordados por él sin la firma y sin la ingerencia de los
otros Ministros.»
S. E.: como esta indicación significa un cambio sustancial del

proyecto de la Comisión, y está incluido en una de las fórmulas que


se someterá a plebiscito, no corresponde tomarla en consideración.
La indicación del señor don Tomás Ramírez, para substituir
en el artículo 77 la frase final del inciso 1." «a la Cámara de Dipu

tados» por «al Congreso», fué iprobada.


Igualmente fué aprobada la indicación de los señores Galda
mes, Fernández Peña y Salas Marchan, para substituir en el inciteo
1.° del artículo 77 por el siguiente:
«Con anterioridad a la apertura de las sesiones ordinarias del
Congreso, deberán los Ministros dar cuenta al Presidente de la Re
pública del estado de la nación, en lo relativo a los negocios del De
partamento que cada uno tuviere a su cargo, para que el Presidente
la dé, a su vez, al Congreso.»
Entrando a considerar las modificaciones propuestas al Capí
tulo VI, Tribunal Cahficador de Elecciones, se dio lectura a las
siguient es indicaciones:
Indicación del señor don Héctor Zañartu, relativa al artículo 79:
sustituirlo por la forma primitiva acordada por la Subcomisión.
Indicación del señor don Tomás Ramírez: «establecer que el
Tribunal se compondrá de siete miembros y no darle representación
en él a las Cortes de Apelaciones sino a la Corte Suprema»,

Indicación de algunos Miembros del Partido Radical: sus-


tituirlo por el siguiente:
«La cabficación de las elecciones presidenciales y parlamen
tarias se hará por un Tribunal Calificador en la forma e informante
en el fondo.» «La calificación definitiva es facultad soberana de las

Cámaras. »
«Ese Tribunal procederá como jurado en la apreciación de los
hechos y en los demás, fallará con arreglo a dereeho.»
=Sus miembros serán siete y se elegirán por sorteo, cada tres
años, con anterioridad a las elecciones generales de Diputados y
Senadores, entre las siguientes personas: dos, entre los individuos
que hayan desempeñado los cargos de Presidente o Vicepresidente
de la Cámara por más de un año.
Dos, entre los individuos que hayan desempeñado los cargos
de Presidente o Vicepresidente del Senado por igual período;
Dos, entre los individuos que desempeñen o hayan desempe
ñado los cargos de Ministro de la Corte Suprema, y

516 —

Uno, entre los individuos que


desempeñen o hayan desempe
ñado los cargos de Ministros de Apelaciones en la ciudad donde
celebre sus sesiones el Congreso.
La ley regulará la organización y funcionamiento del Tribunal
Calificador.»
S. E. manifiesta que siempre ha estimado que la garantía de
imparcialidad que se busca en el Tribunal Calificador, no se en
cuentra en el menor número de sus miembros sino por el contrario,
en aumentar su número.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) prefiere que el
Tribunal tenga siete miembros en vez de cinco, porque en esa forma
se aliviaría y se apresuraría el trabajo.

El señor Hidalgo (don Manuel) da lectura a una indicación


redactada por los miembros del Partido a que pertenece.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, observa que
la idea de la indicación está consultada ya en la redacción del pro
yecto que dice:
«El mismo Tribunal calificará todas las elecciones que ocu
rran durante el cuadrienio.»

Después de un corto debate se acordó dejar el artículo tal como


está en el proyecto.
Se dio lectura a las siguientes indicaciones relativas al Capí
tulo VII, «Poder Judicial».
Indicaciones del señor don Roberto Espinoza, agregar los
íirdYulos siguientes suprimiendo los que corresponden:
«Art... Los Ministros del Tribunal Supremo de Justicia se
rán elegidos sufragio popular en la forma prescrita por la ley,
por
Los Ministros de los Tribunales de alzada, serán designados
por ei Tribunal Supremo de Justicia.
Los Tribunales de alzada designarán, dentro de sus respectivos
distritos jurisdiccionales, a los jueces letrados y a los jueces de me
nor cuantía.»
«Art. .El cargo de Ministro del Tribunal Supremo de Jus
.

ticia, se ejercerá por quince años; el de Ministro del Tribunal de


alzada, por diez años; el de Juez de Letras, por siete años; y el de
Juez de Menor Cuantía, por cinco años.
Todos estos cargos pueden conferirse por reelección, hasta
completar cuarenta años en el servicio judicial.»
«Art. Además del título de abogado para ser elegido miem
. .

bro de cualquiera de los Tribunales a que se refiere el artículo an


terior, se necesita tener 35 años de edad, a lo menos, para poder ser
designado miembro del Tribunal Supremo; 32 años de edad a lo
menos, para ser designado individuo de un Tribunal de alzada; 30
años de edad, a lo menos, para ser designado Juez Letrado de asiento
-
517 —

de Tribunal de Alzada; 28 años de edad, a lo menos, para ser desig


nado Juez Letrado de cabecera de provincia; 25 años de edad, a
lo menos, para ser designado Juez Letrado de Departamento, o
Juez de Menor Cuantía.»
«Art. La justicia se administrará gratuitamente por los
. .

Tribunales de Justicia a favor de aquellas personas cuya renta


anual no excediere de doce mil pesos.
Entiéndese por renta el producto neto de la explotación del
capital mueble e inmueble. De consiguiente los salarios no cons
tituyen renta.»
«Art. . . Se entenderá que toda tierra da a su propietario una
renta, aunque no la trabaje. Esta renta se considerará que es igual

al 6% del valor del suelo.


El valor del suelo será en cada caso declarado en escritura pú
blica por el propietarioo su representante legal, o por personero debi

damente autorizado, dentro de 180 días, contados desde la promul


gación de esta Constitución, ante el Notario del departamento en
que se hallare el inmueble.»
«Art... Todo propietario de tierra estará obligado a vender
las suyas a quien le ofrezca el precio que hubiere declarado según
el artículo anterior, y un 10% más.
Podrá, con todo, el propietario exonerarse de esta enajenación,
fijando a sus tierras, en declaración otorgada en la forma precrista
en el artículo anterior, el precio ofrecido.

Si después de haber rectificado el propietario el valor de sus


tierras por segunda vez, en la forma sobre dicha en el inciso anterior,
recibiera por sus tierras la oferta de precio nuevamente declarado
y un 10% más, estará, precisamente, obligado a vender sus tierras
a quien le hace dicha oferta.»

«Art... El interesado en adquirir las tierras a que se refiere


el artículo anterior, acudirá, en cada caso, al juez de letras del de
partamento en que se hallare el inmueble para que se le otorgue

la escritura pública de venta si se negare el propietario. El juez or


denará se protocolice la oferta y la excusa del propietario si la hu
biere.»
Se dieron por desechadas las anteriores indicaciones de don
Roberto Espinoza.
El señor Secretario : art. 83. Indicación de don Héctor Za

ñartu, para establecer que los Ministros y Fiscales de la Corte Su


prema sean elegidos con acuerdo del Senado.

El señor Cruzat (don Aurelio) hace indicación en el sentido


de suprimir el artículo del proyecto.
Ambas indicaciones se dieron por desechadas.
El señor Secretario: indicación de don Tomás Ramírez, para
«suprimir en estas elecciones de jueces e) voto acumulativo».

518 —

Tácitamente se dio por aprobada esta indicación.


El señor Secretario: indicación de don Carlos Contreras
Labarca, para substituir el artículo 83 por el siguiente:
«La Corte Suprema designará a todos los miembros del poder
judicial sobre la base de listas que formarán los respectivos cole
gios de abogados, atendiendo a la antigüedad y al mérito. La ley
fijará los procedimientos y condiciones de esta elección.»
Se dio por desechada.
El señor Secretario: art. 84. Indicación de los señores Gal
dames, Fernández Peña y Salas Marchan, para substitub en este
artículo la palabra «crímenes» por «delitos».
Tácitamente se dio por aceptada esta indicación.
El señor Secretario: art. 87. Indicación del señor Ezequías
Allende, para substituirlo por el siguiente:
«Habrá Tribunales Administrativos para amparar a los funcio
narios públicos contra los actos o disposiciones de las autorida
des que infrinjan el Estatuto Administrativo. Su organización y
atribuciones son materia de ley.»
S. E. no acepta la modificación porque no sólo son los funcio
narios públicos los que pueden ser perjudicados con estos actos ar
bitrarios; también los particulares pueden sufrir perjuicios por al
gunas resoluciones arbitrarias de las autoridades administrativas o
políticas.
El señor Secretario: por ejemplo, en el caso de una jubilación
o de una renovación de una Sociedad Anónima y todos los actos
del Presidente de la República que deben ejecutarse de acuerdo
con los requisitos establecidos en las leyes y que no están entregados

al conocimiento de los Tribunales porque es tanta la necesidad de


que estos actos puedan ser revisados por algún Tribunal, que aun
hoy día algunas Cortes de Apelaciones se han creído autorizadas
para ello no obstante su clara incompetencia.
El señor Barros Borgoño (don Luis) constitucionalmente
no tiene facultad para hacerlo,
S. E. entiende que les revisan en cuanto a la liquidación de los
haberes de los que jubilan, pero no en lo que se refiere al derecho
mismo.
El señor Secretario: en ningín caso pueden hacerlo.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) el artículo en todo
caso, debe redactarse en forma que no se preste a la inteligencia
que el señor Rafael Gumucio le ha dado en un comentario publicado
últimamente, porque sería realmente peligroso que estos Tribu
nales pudieran tomaise tales atribuciones.
El señor Amunátegui (don Domingo) debería agregarse:
^siempre que esos asuntos no sean de la competencia judicial».

519 —

El señor Secretario: es partidario de los Tribunales Admi


nistrativos porque están destinados a amparar, tanto a los funcio
narios públicos como a los particulares, contra los abusos de la auto
ridad. Lo que se pretende es que de los actos de las autoridades
administrativas que deban ejecutarse de acuerdo con las leyes y
que no queden sometidas a la revisión de los tribunales ordinarios,
pueda reclamarse a estos Tribunales Administrativos. Son tribu
nales encargados de lo contencioso administrativo.
Propone la. siguiente redacción, que le parece ampba y sin em
bargo, lo suficientemente precisa: «Habrá tribunales administrativos
formados con miembros permanentes para resolver las reclamacio

nes que se interpongan contra los actos o disposiciones arbitrarias

de las autoridades políticas o administrativas y cuyo conocimiento


no esté entregado a otros Tribunales por la Constitución o las le

yes. Su organización y atribuciones son materia de ley».


El señor Amunátegui (don Domingo) debería decirse «con
personal permanente» de
en «inamovible».
vez

El señor Edwards Matte (don Guillermo) ¿esta inamovi


lidad sería absoluta?
El señor Secretario: la misma inamovilidad de los Tribunales
de Justicia.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) es decir, /.siem
pre habría juicios de amovilidad?
El señor Secretario: es indudable.
El señor Barros Borgoño (don Luis) esta redacción es más
ampba, abarca mucho más.
S. E.: se propone limitar las facultades del Presidente.
El señor Secretario: cada día se están aumentando las atri
buciones del Estado y los asuntos que deben resolver las autorida
des en única instancia; y si un particular sale perjudicado con alguna
de estas resoluciones, no tiene más que el recurso de la conformidad.
El señor Barros Borgoño (don Luis) ¿en qué caso, por
ejemplo?
El señor Secretario: en la renovación de una merced de
agua o de una patente de privilegio exclusivo, en la concesión de una

jubüación y en tantos otros.


El señor Amunátegui (don Domingo) el particular puede re

currir a la justicia.
El señor Secretario: no puede hacerlo porque ésta es y se

declara incompetente para conocer en esas materia" y el particular


queda burlado, a menos que recurra alos gestores administrativos
para que ellos consigan con el Ministro respectivo que derogue el
decreto de renovación.
Estos tribunales administrativos existen hoy día en Francia,

520 —

Alemania, Italia, y todos los países adelantados. Aunque más,


en
cree que deberían ir a estos Tribunales todos los asuntos no con

tenciosos administrativos, todos los asuntos que se derivaran de las


leyes administrativas, los que serían resueltos ahí más rápidamente.
Serían esos tribunales como un Tribunal de Cuentas, y nadie puede
negar que éstos han dado buenos resultados.
El señor Barros Borgoño (don Luis) es de opinión de de

jar el artículo tal como está y que sea la ley a que el mismo artículo
se refiere la que organice estos Tribunales, precisando sus atribu

ciones.
Por asentimiento tácito se dio por rechazada la indicación del
señor Allende y se aceptó la propuesta por el señor secretario
S.E. propone que en el artículo 89 inciso 2.°, se pongan «ser
vicios fiscales» en lugar de '«servicios públicos;, tal como lo propo
ne una indicación del señor don Nicasio Retamales, a fin de que no

vaya a creerse que el Intendente tiene también la tuición de los

servicios municipales; o bien que se diga «servicios públicos del


territorio provincial que no sean municipales».
El señor Hidalgo (don Manuel) iba a formular la misma
indicación.
El señor Barros Borgoño (don Luis) cree que está bien
el artículo del proyecto y que se entiende perfectamente que no
están comprendidos los servicios municipales.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, dice que aun
en el supuesto de que no se desprendiera claramente del contexto

del artículo que no están comprendidos los servicios municipales.


de ello no cabría la menor duda si se toma en cuenta la colocación
del artículo, es decir, en el capítulo del «Gobierno interior del Es
tado», y no en el del «Régimen administrativo interior».
A mayor abundamiento, se acordó dejar constancia en el acta
de que la Comisión entiende que en la disposición del inciso 2."
del artículo 89 no están comprendidos los servicios munieipales.
Se dio por desechada la modificación propuesta, quedando el
artículo en la forma en que está en el proyecto.
Sin debate, se dieron por desechadas la siguientes indicaciones:
«Del señor don Aurelio Cruzat, para agregar un artículo nuevo
que diría :
«Para ser nombrado Intendente se requieren las calidades que
se para ser diputado y además tener residencia en la pro
exigen
vincia por más de dos años.»
Del señor don Tomás Ramírez, para suprimir el artículo 90
porque el artículo 93 no lo considera para el régimen administrativo.

Del señor don Tomás Ramírez, para suprimir el artículo 93,


Del señor don Nicasio Retamales, para agregar en el artículo
94 la palabra «fiscal» después de «administración».

521 —

El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, pregunta,


con respecto a lo dispuesto en el artículo 93, si no sería conveniente

que cada subdelegación calzara con una sola comuna. Se daría así
mayor importancia a los distritos y se hermanaría la subdivisión
política del territorio con la subdivisión administrativa.
Ha consultado esta proposición con los funcionarios de! Minis
terio del Interior, y se le ha dicho que, lejos de presentar inconve
nientes, esta medida traería no pocas ventajas; la capital de la sub
delegación correspondería a la de la comuna y en cada comuna
no habría sino un jefe político.

Se acordó, en consecuencia, modificar la parte final del inciso 2.°


del artículo 93, diciendo «cada comuna comprenderá una sola sub
delegación completa».
El señor Barros Borgoño (don Luis) le encuentra a esta
modificación el inconveniente de que, como hay muchas subdelega-
ciones de extensión muy pequeña, habría que reducir las comunas

para hermanarlas con esas subdelegaciones.


El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, contesta
que no son las comunas las que se van a reducir sino las subdelega
ciones las que se agrandarán a fin de hacerlas calzar con las comunas,
El señor Briones Luco (don Ramón) pregunta qué influen
cia va a tener esta modificación en cuanto se refiere a la jurisdic
ción de los jueces de subdelegación.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, contesta
que enlos campos coincidirá con el territorio de la comuna y que
en Santiago y en las demás grandes ciudades, 'a cuestión ya está

resuelta con la creación de los juzgados de menor cuantía.


Se puso en discusión la indicación de don Roberto Espi
noza, en el artículo 95, para hacer electivas las Asambleas Provin

ciales y que no pueden disolverse.


El señor Hidalgo (don Manuel) hace notar que en el pro
yecto se está creando un organismo original, las Asambleas Provin
ciales que son generadas por las Municipalidades, y que, sin embargo,
van a tener la atribución de disolver a éstas. De modo que el mandata

rio iría contra el mandante.


S. E. : observa que los miembros de las Asambleas son mandatarios
de muchos mandantes, de todas las Municipalidades de la Provincia., de
manera que bien pudieran ir en contra de alguna de ellas por razones

de buena administración. Este ha sido un mecanismo ideado para


remediar los males que se han visto en la práctica del régimen mu
nicipal. La institución de la Comuna autónoma se adelanta al pro
greso del país, y, mientras ese progreso no sea completo, debe existir
una fiscalización más efectiva de las Municipalidades; a eso tiende,

entre otras cosas, este organismo de las Asambleas Provinciales.



522 —

Se puso en discusión la siguiente indicación del señor don Ni


casio Retamales: «Establecer si los representantes deber ser munici
pales o personas extrañas a las Municipalidades».
S. E. interpretando el sentir de la Comisión, pide que se deje
constancia en el acta de que los representantes pueden ser munici
pales o no serlo.
La indicación de los señores Galdames, Fernández Peña y Salas
Marchan para agregar al inciso 1.° del artículo 98: «La tuición
financiera de las Municipalidades estará a su cargo». Y substituir
en el inciso 3.° la frase «que falte» por la siguiente «que le faltare»,

se dio por rechazada.


El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, hace presente
que aquí cabe considerar una indicación cuyo autor no recuerda,
para que se diga que el cargo de Regidor no es incompatible con los
cargos de la enseñanza.
Sé dio por rechazada esta indicación.
Indicación del señor Retamales, para suprimir la palabra «orde
nanza» en el artículo 100.

El señor Hidalgo (don Manuel) adhiere a la indicación


porque hasta hoy día son las Municipalidades las que han dictado
las ordenanzas.
S. E. observa, a este respecto, quehay distintas clases de orde
nanzas, de modo que bien pueden las Asambleas como las Municipa
lidades dictar la que a ellas les correspondan, según el artículo
105.
Se dio por rechazada la indicación.
El señor Hidalgo (don Manuel) hace indicación para sus
tituir la palabra «ciudades» del artículo 101, por «comunas^,
porque los Alcaldes no lo son de ciudades sino de comunas.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) insinúa que la
palabra apuntada puede substituirse por la frase «comunas o agru
pación de comunas».
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, hace pre
sente que la disposición en cuestión sólo se refiere a algunas grandes
ciudades, como Santiago, donde existen diez comunas reunidas
para los efectos electorales.
Se dio por rechazada la indicación.
Se dieron por rechazadas las siguientes indicaciones, relativas
a los artículos 101 y 102.

Art. 101. Indicación de don Aurelio Cruzat:


«1.° Establecer un inciso que diga que el Alcalde debe ser chi
leno ; y
2." Establecer en el último inciso que el Presidente de la Re
pública elija el Alcalde de una terna que formará una Asamblea
-
523 —

compuesta de los presidentes de las instituciones comerciales e in


dustriales, de asociaciones de propietarios y contribuyentes, de las
ligas de arrendadores y de arrendatarios, de las sociedades de
empleadores y de empleados y, en general, de todas las institucio
nes más representativas de la ciudad que teng?n personería jurí
dica en la forma que determine la ley.»
Indicaciones de don Nicasio Retamales :
,«1.° Establecer en el inciso 1.a que el Alcalde debe ser elegido
de entre los municipales.
2.° Sustituir en el inciso 2.° la palabra «ciudades» por «comu

nas.»

Art. 102. Indicación de don Francisco Medel:


Substituir la frase «su número no bajará de cinco ni subirá de
quince» por la frase «su número no bajará de nueve ni subirá üe
quince».
Indicación del señor don Aurelio Cruzat:
«Establecer que la tercera o cuarta parte de losregidores pue
dan serextranjeros que reúnan los requisitos que determine la ley.»
Respecto de la indicación del señor don Nicasio Retamales,
en el artículo 101, para establecer que el Alcalde debe ser elegido

de entre las Municipalidades, S. E. hizo presente que el criterio


de la Comisión había sido, precisamente, el opuesto.
Se puso en discusión la indicación del señor don Guillermo Mar
tínez y don Guillermo Sánder, para suprimir en el artículo 103
la frase: «La propiedad de un inmueble se tendrá como suficiente
residencia».
El señor Edwards Matte (don Guillermo) ohserva que hay
personas que tienen un inmueble en una comuna, sin que vivan
en ella, y que no convendría impedir que tales personas pudieran
ser elegidas para regidores, pues son muchos los casos en que se ha

visto en la práctica que conviene elegir a tales propietarios.


3. E. estima también que conviene mantener la redacción del
proyecto, porque se entiende que el que tiene un inmueble en una
comuna, tiene interés en su buena administración y puede ser un
buen regidor.
El señor Hidalgo (don Manuel) y el señor Secretario aducen
diversas consideraciones para probar la inconveniencia de que tales
propietarios,que en realidad no residen en la tomuna sino una mí
nima parte del año, pueden ser elegidos regidores.
Finalmente, se acordó suprimir la frase del artículo 103, que
dice: «La propiedad de un inmueble se tendrá como suficiente resi
dencia».
El señor Secretario: artículo 104. Indicación de don Nica
sio Retamales, para substituir en el inciso 1.° las palabras «organi-
zación y atribución de las Municipalidades» por «elecciones» y
agregar en el inciso 2." las palabras «por lo menos» después de «exi
girá».
Se dio por desechada.
S. E. : en el inciso 3.° de este artículo hay una indica rión de
fondo propuesta por el mismo señor Retamales.
El
Proyecto de la Comisión ha perseguido el propósito, muy
laudable, por cierto, de quitarles a las Municipalidades la califica
ción de la elección de sus miembros; pero, en esta indicación se les
deja esta facultad, lo que contraría abiertamente el espíritu de esta
reforma. La indicación del señor Retamales dice así:
«La calificación de las elecciones de regidores, en conocimiento
de los reclamos de nulidad que ocurran acerca de ella, de las excusas
de los elegidos, de la incompatibilidad de los mismos, y la resolución
de los casos que sobrevengan sobre estas materias, después de la
instalación de las Municipalidades, corroi-püiidorá a la autoridad
que determine la ley.»
Tácitamente se dio por desechada esta indicación.
El señor Secretario: artículo 105. Indicación del señor don
Guillermo Martínez, para substituir en el inciso 2." la frase «sepan
leer y escribir» por «haber satisfecho su obligación escolar y mili
tar».
Se dieron por desechadas las siguientes indicaciones relativas
al artículo 105:
Del señor don Tomás, Ramírez Frías, para suprimir los números
I." y 2.°;
Del señor don Ricardo Salas Edwards, para agregar después
del número 1.° el siguiente número nuevo.

«Cuidar también de la policía de seguridad en aquellas comunas


donde una ley no establezca un régimen diverso.»
De los señores Galdames, Fernández Peña y Salas Marchan,
para substituir el número 1." por el siguiente:
«Cuidar de la policía de salubridad, comodidad, ornato y re
creo, y cooperar a la acción de la autoridad sanitaria central.»
Del señor don Guillermo Martínez, substituir el número 3.° por
el siguiente :
«Contribuir a la educación primaria de la comuna en la forma
que determinen las leyes educacionales.-
Se pusieron en discusión las dos siguientes indicaciones:
De los señores Hinojosa y Vial, para agregar un número nuevo
que diga:
«El nombramiento de los empleados municipales conforme
al Estatuto Municipal que establecerá la ley.»
Del señor don Aurelio Crazat, para agregar un inciso que esta-

525 —

blezca que el nombramiento de los empleados municipales se hará


de acuerdo con el Estatuto Municipal.
El señor Hidalgo (don Manuel) los empleados municipales
le han encargado que solicite de la Comisión que se incorpore en este
artículo una disposición que asegure su estabilidad en los puestos
que ocupan, tal como va a hacerse con el Estatuto Administrativo
para los funcionarios públicos.
S, E. no ve inconveniente para acceder a la petición del señor
Hidalgo, estableciendo en este artículo el Estatuto de los empleados
Municipales, de acuerdo también con las dos indicaciones que aca
ban de leerse.
Así quedó acordado.
El señor Secretario: indicación de don Nicasio Retamales:
Substituir el número 6." por el siguiente: i' .;
«Formar las ordenanzas y reglamentos municipales sobre estos
objetos y otros que la ley determine, la qye determinará asimismo,
qué resoluciones municipales deberán ser ratificadas por las Asam
bleas Provinciales para su validez.»
Se dio por desechada.
El señor Secretario: artículo 106. Indicación de don Nica
sio Retamales :
^Suprimir los incisos 1.° y 3.°»
Se dio por desechada:
El señor Secretario: indicación de los señores Galdames,
Fernández Peña y Salas Marchan, para substituir el artículo 107
por el siguiente:
«La descentralización administrativa tendrá carácter funcional
y se crearán por la ley organismos autónomos que tendrán a su cargo
los servicios públicos, subdivididos para su mayor eficiencia en

grandes circunscripciones o zonas.

En
todo caso, la fiscalización de los servicios corresponderá
al Intendente respectivo y la vigilancia superior de ellos al Presidente
de la República.»
El señor Edwards Matte (don Guillermo) con esta indica
ción no se deja ninguna atribución a las Asambleas Provinciales.

El señor. Maza (don José), Ministro de Justicia, hace pre


sente que hay una indicación del Partido Liberal Democrático a
la cual da lectura.
El señor Secretario : encuentra mejores las indicaciones pro
puestas que el artículo del proyecto, porque en éste la descentra
lización sólo se consigna como un deseo.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) ¿qué atribución
tendrían entonces las Asambleas Provinciales?
El señor Secretario : la de fiscalizar y lasque le den las leyes,

526 —

El señoi Barros Borgoño (don Luis) es de opinión de de


jar el artículo como está. El artículo que establece la Constitución
a este
respecto es como una aspiración, es el deseo de que se ensaye
ese sistema para ir completándolo y perfeccionándolo paulatina

mente a medida que el tiempo y la práctica del sistema lo indiquen.

Se acordó mantener el artículo del proyecto.


S. E. lee a la Subcomisión una indicación del señor don Héo-
toi Zañartu, respecto al artículo 108, según la cual todo proyecto
de reforma constitucional debe ser aprobado por los dos tercios
de los miembros del Congreso pleno.
El señor Maza (don José) , Ministro de Justicia, dice que en
esa forma no se aprobaría jamás una reforma constitucional.
El señor Edwards Matte (don Guillermo) hace presente
c;ue él era partidario de que una reforma aprobada por simple ma
yoría tuviera que ser ratificada por otro Congreso, permitiéndose
la ratificación por él mismo si la aprobación ha sido de dos tercios.
Pero en último caso, j% que esto no se acepta, que se amplíe si
quiera el plazo de sesenta días que se establece en el proyecto de la
Subccmisiór, a 120, para convertirlo en una verdadera garantía
de que el Congreso no procederá con precipitación. Y aquí, agrega,
donde hemos pasado cincuenta años sin ninguna reforma constitu
cional, nada significaría aplazar por tres meses la aprobación de las
que se presentaren.
El señor Hidalgo (don Manuel) opina que bastaría el plazo
de sesenta días para formarse juicio cabal acerca de una reforma.
A indicación de S. E. se dejó el artículo tal como está, dándose
por desechada la indicación del señor Zañartu.
Se dieron igualmente por desechadas las siguientes indicaciones
relativas al artículo 109:
Del señor don Héctor Zañartu, para suprimir la consulta ple
biscitaria.
Del señor don Aurelio Cruzat, para suprimir la consulta ple
biscitaria.
Se dieron también por desechadas las dos indicaciones relati
vas al artículo 5.° de los transitorios.

Del señor don Héctor Zañartu, para substituirlo por el artículo


que presentó a la Subcomisión sobre formación de nuevas provincias.
Del señor don Absalón Valencia, para substituir el último inciso
por el siguiente:
«El número de Diputados y Senadores que deban ser elegidos,
en conformidad a lo dispuesto por los artículos 37 y 40, será deter

minado provisoriamente por el Presidente de la República, en aten


ción al censo general levantado el 15 de Diciembre de 1920.»
Esta última indicación, dice el señor Maza, era consecuencia
de otra indicación anterior presentada por el señor Valencia y que
fué rechazada.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, da lectura
a una indicación de los vecinos de Arauco en que solicitan que esta
provincia se agrupe con las de Malleco y Cautín para los efectos de
la 5.a disposición transitoria.
S. E. propone en consecuencia que esas agrupaciones queden
en lasiguiente forma :
«7.a Nuble, Concepción y Bío-Bío;
8.a Arauco, Malleco y Cautín.»
Así quedó acordado.
A indicación del señor Maza fué rechazada una indicación
de los señores Hinojosa y Vial, para que se agregue a la agrupación
novena el territorio de Magallanes, en vista de que el territorio
de Magallanes no puede tomar parte en la votación porque no ha
habido allí inscripciones.
3. E. da cuenta de una indicación de don Ezequías Allende,
que, a su juicio es conveniente, y que tiene por objeto determinar
la norma para la renovación por parcialidades del próximo Senado.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, da lectura a
esta indicación que dice así:
«A fin de regularizar la elección del Senado por parcialidades,
conforme al artículo 41, los Senadores que, para el próximo Con
greso elijan las agrupaciones señaladas con números impares en la
disposición precedente durarán ocho años en sus funciones y los
que elijan las agrupaciones por números pares durarán sólo cuatro
años. »
Hubo acuerdo para dejar la disposición 6." transitoria a que
serefiere esta indicación, tal como está en el proyecto.
Se puso por último, en discusión una indicación de don Tomás
Ramírez, para agregar un artículo nuevo transitorio que diga que
quedan derogadas todas las disposiciones de la Constitución del
año 1833.
El señor Maza (don José), Ministro de Justicia, expresa que
no tendría objeto ese artículo porque en el encabezamiento de estas
reformas se dice:
«Modifícase en la forma que a continuación se indica la Cons
titución Política de laRepública de Chile, promulgada el 25 de
Mayo de 1833». De manera que quedan comprendidas todas las
disposiciones de la Constitución del 33.
Habiéndose terminado la discusión de todas las indicaciones
presentadas, se levantó la sesión.

ARTURO ALESSANDRI.

Fernando Alessandri R.
APÉNDICE

H4|
PRIMERA PRUEBA

DEL

PROYECTO DE REFORMA

DE LA

CONSTITUCIÓN POLÍTICA

DE LA

REPÚBLICA DE CHILE

ESTA PRIMERA PRUEBA DEL PROVECTO DE REFORMA DE LA

CONSTITUCIÓN
FUÉ EL RESULTADO DE LA LABOR REALIZADA

EN" LAS VEINTICUATRO PRIMERAS SESIONES

DE LA

SUBCOMISIÓN DE REFORMAS CONSTITUCIONALES

Y SIRVIÓ DE BASE

PARA EL ESTUDIO DE ESE PROYECTO

EN LAS SESIONES SIGUIENTES HASTA LA TRIGÉSIMA,


DESPUÉS DE LA CUAL

SE IMPRIMIÓ LA SEGUNDA PRUEBA.


Modifícase en la forma que a continuación se indica la

CONSTITUCIÓN POLÍTICA
DE LA

REPÚBLICA DE CHILE

promulgada el 25 de Mayo de 1833.

CAPÍTULO I

GOBIERNO T SOBERANÍA

Artículo 1. El Gobierno de Chile es republicano, unitario y


democrático.
(Refunde los artículos 1 y 2 actuales),

Art. 2. La Soberanía reside esencialmente en la Nación, que


delega su ejercicio en las autoridades que establece esta Consti

tución.
(Igual al 3 actual),

Art. 3. Ninguna persona o reunión de personas pueden tomar


el título o representación del pueblo, arrogarse sus derechos, ni
hacer peticiones a su nombre. La infracción de este artículo es se
dición.
(Igual al artículo 150).

Art. 4. Ninguna magistratura, ninguna persona, ni reunión de


personas pueden atribubse, ni aún a pretexto de cbcunstancias
extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que expresamente

534 —

les hayan conferido por las leyes. Todo acto en contravención a

este artículo es nulo.


[Igual al artículo 151).

CAPÍTULO II

NACIONALIDAD y ciudadanía

Art. 5. Son ctúlenos;

1.° Los nacidos en el territorio de Chile, con excepción de los


hijos de Agentes Diplomáticos extranjeros; de las personas que se
encuentren en Chile en servicio de su Gobierno, y de los transeúntes
que podrán optar entre la nacionalidad de sus padres o la chilena;
2° Los hijos de padre o madre chüenos, nacidos en territorio
extranjero, por el solo hecho de avecindarse en Chile. Los hijos
de chilenos nacidos en el extranjero, siempre que se hallen el padre
o la madre en actual servicio de la República, son chilenos aun

para los efectos en que las leyes fundamentales, o cualesquiera otras,


requieran nacimiento en el territorio chileno;
3.° Los extranjeros que obtengan carta de nacionalización en
conformidad a la ley, renunciando expresamente su nacionalidad
anterior ;
i." Los que obtengan especial gracia de nacionalización por
el Senado.
Los nacionalizados tendrán opción a cargos púbbcos de elec
ción popular sólo después de cinco años de estar en posesión de sus
cartas de nacionalización.
La ley reglamentará los procedimientos para la opción entre la
nacionalidad chilena y una extranjera; para el otorgamiento, nega
tiva y cancelación de las cartas de nacionalización, y para la forma
ción de un Registro de todos estos actos.
(Corresponde al artículo 5 actual).

Art. 6. La nacionalidad chilena; se pierde:

1.° Por nacionalización en país extranjero;


2.° Por cancelación de la carta de nacionalización;
3.° Por prestación de servicios militares, durante una guerra,
a enemigos de Chile o de sus aliados.
Los que hubieren perdido la nacionalidad chilena en virtud
de este artículo sólo podrán ser rehabilitados por una ley.
(Artículo nuevo).

535 —

Art. 7. Son ciudadanos activos con derecho de sufragio los chi


lenos que tengan veintiún años de edad; que sepan leer y escribir
y estén inscritos en los registros electorales.
Estos registros serán públicos y durarán por el tiempo que
determine la ley.
Las inscripciones serán continuas y sólo se suspenderán en los
plazos que la ley fije.
(Corresponde al 7 actual),

Art. 8. Se suspende la calidad de ciudadano activo con dere


cho de sufragio.
1." Por ineptitud física o moral que impida obrar libre y re
flexivamente ;
2.° Por hallarse procesado el ciudadano como reo de delito que
merezca pena aflictiva.

(Corresponde al artículo 8 actual).

Art. 9. Se pierde la calidad de ciudadano activo con derecho


de sufragio:
1.° Por haber perdido la nacionalidad chilena.
2.° Por condena a pena aflictiva;
3.° Por admisión de empleos, funciones o pensiones de un go
bierno extranjero sin especial permiso del Senado,
Los que hubieren perdido la calidad de ciudadano en virtud
de los números 2.° y 3.° de este artículo, podrán solicitar rehabili
tación del Senado.
(Corresponde al artículo 9 actual).

CAPÍTULO III

garantías constitucionales

Art. 10. La Constitución asegura a todos los habitantes de la


República :
1.° La igualdad ante la ley. En Chile no hay clase privilegiada.
En Chile no hay esclavos, y el que pise su territorio, queda
ubre. No puede hacerse este tráfico por chilenos. El extranjero que
lo hiciere, no puede habitar en Chile, ni nacionalizarse en la Re
púbbca ;
(Corresponde al N.° 1.° del artículo 10 y al artículo 123,
refundidos).
2.° La manifestación de todas las creencias, la libertad de con

ciencia, y el ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan a


-
536 —

la moral, a las buenas costumbres o al orden público, pudiendo, por


tanto, las respectivas confesiones religiosas erigir y conservar tem
plos y dependencias
sus con las condiciones de seguridad e higiene
fijadas por las leyes y ordenanzas.
Lasiglesias, las confesiones o instituciones religiosas de cual
quier culto, tendrán los derechos que otorgan y reconocen, con res
pecto a los bienes, las leyes actualmente en vigor; pero quedarán
sometidas, dentro de las garantías de esta Constitución, al derecho
común para el ejercicio del dominio de sus bienes futuros.
Los templos y sus dependencias, destinados al servicio de un
culto, estarán exentos de contribuciones;
(Corresponde al artículo 4).

3.° La libertad de emitir, sin censura previa, sus opiniones.


de palabra o por escrito, por medio de la prensa o de cualquier otro
procedimiento, y sin perjuicio de responder de los abusos de esta
libertad en los casos determinados por la ley;
(Corresponde al N.° 7." del actual artículo 10).

4.° El derecho de reunirse sin permiso previo y sin armas. En


lasplazas, calles y demás lugares de uso público, las reuniones se

ajustarán siempre a las disposiciones de policía;


(Corresponde al 6.° del actual artículo 10, en sus dos primeros
incisos).

5.° El derecho de asociarse sin permiso previo y en conformidad


a la ley;
(Corresponde al inciso 3." del N.° 6." del actual artículo 10).

6.° El derecho de presentar peticiones a la autoridad consti


tuida, sobre cualquier asunto de interés público o privado, sin otra
bmitación que la de proceder en términos respetuosos y convenien
tes;
(Corresponde al inciso 4." del N.° 6." del actual artículo 10).

7.° la bbertad de enseñanza.


La educación pública es una atención preferente del Gobierno.
La primera enseñanza será obligatoria.
Habrá una Superintendencia de educación pública, a cuyo cargo
estará la inspección de la enseñanza nacional y su dirección, bajo
la autoridad del Gobierno;
(Corresponde al inciso 5.° del N.° 6.° del actual artículo 10
y a los artículos 144 y 145, refundidos),

537 —

8.° La admisión a todos los empleos y funciones púbbcas, sin


otras condiciones que las que impongan las leyes;
(Igual al 2.° del actual artículo 10).

9." La igual repartición de los impuestos y contribuciones, a


proporción de los haberes o en la progresión que fije la ley, y la
igual repartición de las demás cargas públicas.
Sólo por ley pueden imponerse contribuciones directas o indi
rectas, y, sin su especial autorización, es prohibido a toda autori
dad del Estado y a todo individuo imponerlas, aunque sea bajo pre
texto precario, en forma voluntaría o de cualquier otra clase.
No puede exigirse ninguna especie de servicio personal, o de
contribución, sino en virtud de un decreto de autoridad compe
tente, fundado en la ley que autoriza aquella exacción, y previa
manifestación del decreto al contribuyente en el acto de imponerle
el gravamen.
Ningún cuerpo armado puede hacer requisiciones, ni exigir
clase alguna de auxilios, sino
por medio de las autoridades civiles
y condecretos de éstas.
Una ley particular determinará el método de reclutas y reem
plazos para las fuerzas de mar y tierra.
Todos los chilenos en estado de cargar armas deberán hallarse
inscriptos en los registros de las müicias, si no están especialmente
exceptuados por la ley;
(Corresponde al N.° 3." del actual artículo 10 y a los artícu
los 139, 140, 141 y 147, refundidos).

10.° La inviolabilidad de todas las propiedades, sin distintición


alguna.
Nadie puede ser privado de la de su dominio, ni de una parte
de ella, o del derecho que a ella tuviere, sino en virtud de sentencia
judicial o de expropiación por razón de utilidad pública, calificada
por una ley. En este caso, se dará previamente al dueño la indemni
zación que se ajuste con él o que se determine en el juicio correspon
diente.
El ejercicio del derecho de propiedad está sometido a las limi
taciones o reglas que exijan el mantenimiento y el progreso del
.orden social, y, en tal sentido, podrá la ley imponerle obligaciones
o servidumbres de utilidad pública en favor de los intereses gene

rales del Estado, de la salud de los ciudadanos y de la salubridad


pública.
La casa de toda persona que habite el territorio chileno, es un
asilo inviolable, y sólo puede ser allanada por un motivo especial
determinado por la ley, y en virtud de orden de autoridad compe
tente.
-
538 —

La correspondencia epistolar y telegráfica, es inviolable. No


podrán abrirse, ni interceptarse, ni registrarse los papeles o efectos
públicos, sino en los casos expresamente señalados por la ley.
Todo autor o inventor tendrá propiedad exclusiva de su pro
ducción o descubrimiento, por el tiempo que le concediere la ley;
y si ésta exigiere su expropiación, se dará al autor o inventor la in
demnización competente;
(Corresponde al N.° 5.° del actual artículo 10 y a los artículos
137, 138 y 143, refundidos).

11.° La protección al trabajo, a la industria, y a las obras de


previsión social, especialmente en cuanto se refiere a la habitación
sana y a las condiciones económicas de la vida, en forma de pro
porcionar a cada ciudadano un mínimo de bienestar, adecuado a
la satisfacción de sus necesidades personales y a las de su familia,
La ley regulará esta organización.
El Estado propenderá a la división de la propiedad y a la cons
titución de la propiedad familiar.
Ninguna clase de trabajo o industria puede ser prohibida, a
menos que se oponga a las buenas costumbres, a la seguridad, o
a la salubridad pública, o que lo exija el interés nacional, y una ley
lo declare así;
(Número nuevo, refundido con el artículo 142).

12.° La bbertad de permanecer cualquier punto de la Repú


en

blica, trasladarse de uno a otro, o salir de su territorio, a condición


de que guarde los reglamentos de policía, y salvo siempre el per
juicio de tercero; sin que nadie pueda ser preso, detenido o deste
rrado, sino en la forma determinada por las leyes.
(Igual al N.° 4.° del actual artículo 10).

Art. 11. Ninguno puede ser condenado, si no es juzgado legal-


mente y en vbtud de una ley promulgada antes del hecho sobre
que recae el juicio.
(Igual al artículo 124).

Art. 12. Ninguno puede ser juzgado por comisiones especiales,


sino por el tribunal que le señale la ley, y que se halle establecido
con anterioridad por ésta.

(Igual al artículo 125).

Art. 13. Ningún habitante de la República puede ser dete


nido sino por orden de funcionario público expresamente facultado
por la ley y después de que dicha orden te sea intimada en forma

. 539 —

legal, a menos de ser sorprendido delito


flagrante, y, en este caso,

para el único objeto de ser conducido ante juez competente.


(Corresponde a los artículos 126 y 127, refundidos conforme
al artículo 275 del C. P. P.).

Art. 14. Ninguno puede ser preso o detenido sino en su casa.


o en lugares públicos destinados a este objeto.

(Igual al artículo 128).

Art. 15. Los encargados de las prisiones no pueden recibir


en ellas a nadie en calidad de preso, sin copiar en su registro la or
den de arresto, emanada de autoridad que tenga facultad de arres
tar. Pueden, sin embargo, recibir en el recinto de la prisión, en clase
de detenidos, a los que fueren conducidos con el objeto de ser pre
sentados al juez competente; pero con la obbgación de dar cuenta
a éste dentro de las 24 horas siguientes.

(Igual al artículo 129).

Art. 16. Si en algunas circunstancias la autoridad hiciere arres


tar a algún habitante de la República, el funcionario que hubiere
decretado el arresto deberá, dentro de las cuarenta y ocho horas
siguientes, dar aviso al juez competente poniendo a su disposición
al arrestado.
(Igual al artículo 130).

Art. 17. Todo individuo que se hallare preso o detenido, con


infracción de lo dispuesto en los artículos anteriores, podrá ocurrir

por o por cualquiera que lo haga


sí, a su nombre, a la magistratura

que señale la ley, en demanda de que se guarden las formas


legales. Esta magistratura decretará que el reo sea traído a su pre
sencia, y su decreto será precisamente obedecido por todos los en
cargados de las cárceles, o lugares de detención. Instruida de los
antecedentes, hará que se reparen los defectos legales, y pondrá al
reo a disposición del juez competente, procediendo en todo breve

y sumariamente, corrigiendo por sí esos defectos, o dando cuenta


a quien corresponda para que los corrija.

(Corresponde al artículo 134).

Art. 18. Ninguna incomunicación puede impedir que le visite


el funcionario encargado de la casa de detención en que se halle
el preso.
Este funcionario está obbgado, siempre que el preso le requiera,
a transmitb al juez competente la copia del decreto de prisión; o
a reclamar para que se le dé dicha copia, o a dar al mismo juez un

540 —

certificado de hallarse preso aquel individuo, si al tiempo de su

arresto se hubiere omitido este requisito.


(Corresponde a los artículos 131 y 132).
Art. 19. En las causas criminales no se podrá obligar al reo
a que declare
bajo juramente sobre hecho propio, así como tampoco
a sus ascendientes, descendientes, cónyuge y parientes hasta el
tercer grado de consanguinidad y segundo de afinidad inclusives.
(Corresponde al artículo 135).
Art. 20. No podrá aplicarse tormento, ni imponerse, en caso

alguno, la pena de confiscación de bienes.


(Corresponde al artículo 136).
Art. 21. Afianzada suficientemente la persona o el sanea
miento de la acción, en la forma que según la naturaleza de los casos
determine la ley, no debe ser preso, ni sujeto a embargo, el que no
puede ser condenado a pena aflictiva.
(Corresponde al artículo 133).

Art. 22. Todo individuo en favor de quien, se sobreseyere defi


nitivamente, tendrá derecho a indemnización de los particulares o
del Estado por los perjuicios efectivos o meramente morales que
hubiere sufrido injustamente.
(Artículo nuevo).

Art. 23. Las Tesorerías del Estado no podrán efectuar ningún


pago sino en virtud de un decreto expedido por autoridad compe
tente, en que se exprese la ley, o la parte del Presupuesto que auto
rice aquel gasto.
(Corresponde al 146).

Art. 24. La fuerza pública es esencialmente obediente. Ningún


cuerpo armado puede debberar.
(Igual al artículo
148).

Art. 25. Toda resolución que acordare el Presidente de la Re


pública, la Cámara o el Senado a presencia o requisición de un ejér
cito, de un general al frente de fuerza armada, o de alguna reunión
del pueblo, que, ya sea con armas o sin ellas, desobedeciere a las
autoridades, es nula de derecho, y no puede producir efecto alguno.
(Corresponde al artículo 149).
-
541 —

CAPÍTULO IV

CONGRESO NACIONAL

Art. 26. El Congreso Nacional se compone de dos ramas: la


Cámara de Diputados y el Senado.
(Corresponde al artículo 11 actual),
Art. 27. En las elecciones de Diputados y Senadores, así como
en las de Municipales, se empleará un procedimiento que asegure en
la práctica una efectiva proporcionalidad en la representación de
las opiniones y de los partidos políticos.
(Artículo nuevo).

Art. 28. La calificación de las elecciones de Diputados y Se


nadores, el conocimiento de las reclamaciones de nulidad que se
interpongan contra ellas y la resolución de los casos que sobre
vengan posteriormente, corresponde al Tribunal Calificador.
Pero, tanto la Cámara como el Senado, tienen atribuciones
exclusivas para pronunciarse sobre la inhabilidad de sus miembros
y para admitir su dimisión, si los motivos en que la fundaren, fueren
de tal naturaleza que los imposibilitaren física o moralmente para
el ejercicio de sus cargos. Para calificar los motivos de la dimisión
deben concurrir las dos terceras partes de los Diputados o Senadores
presentes.
(Corresponde a la atribución 1.a de los artículos 29 y 30).

Art. 29. Para ser elegido Diputado o Senador se necesita tener


los requisitos de ciudadano activo con derecho de sufragio y no
haber sido condenado jamás a pena aflictiva.
Los Senadores, deben, además, tener treinta y cinco años cum
plidos.
(Corresponde a los artículos 19 y 26 actuales).

Art. 30. No ser Diputados ni Senadores:


pueden
1.° Los Intendentes y
Gobernadores;
Magistrados de los Tribunales Superiores de Justicia,
2.° Los
los Jueces de Letras y los funcionarios que ejercen el Ministerio
Púbbco ;
3.° Las personas naturales y gerentes de personas jurídicas o

sociedades anónimas que tienen o caucionan contratos con el Es


tado.
(Corresponde al 21 actual; pero los incisos finales pasan a

a ser artículosnuevos).

542 —

Art. 31. Los cargos de Diputado y de Senador, son incompa


tibles entre sí y con los de Representantes y Municipales; con todo
empleo público retribuido y con toda función o comisión de la mis

ma naturaleza, a excepción de los empleos, funciones o comisiones


de la enseñanza superior, secundaria y especial con residencia en
la ciudad en que tenga sus sesiones el Congreso Nacional.
El electo debe optar entre el cargo de Diputado o Senador y
el otro cargo, empleo, función o comisión que desempeñe, dentro
de quince días, si se hallare en el territorio de la Repúbbca, y dentro
de ciento si estuviere ausente. Estos plazos *c contarán desdo la
aprobación de la elección. A falta de opción, declarada dentro del
plazo, el electo cesará en su cargo de Diputado o Senador,
(Corresponde al inciso 1.° del artículo 21 actual).

Art. 32. Ningún Diputado o Senador, desde el momento de


su elección y hasta seis meses después de terminar su cargo, puede

ser nombrado para función, comisión o empleos públicos retribuí-


dos.
Esta disposición no rige en caso de guerra exterior, ni se ex
tiende a los cargos de Ministros de Estado y Agente Diplomático;
pero sólo los cargos conferidos en estado de guerra son compatibles
con las funciones de Diputado 0 Senador.
(Corresponde a los incisos 2.a y 3.° del artículo 21).
Art. 33. Cesará en el cargo, el Diputado o Senador que se
ausentare del país, sin permiso de la Corporación a que pertenezca.
Sólo leyes especiales podrán autorizar la ausencia por más de un
año.
Cesará también en el cargo, el Diputado o Senador que durante
su ejercicio celebrare o caucionare contratos con el Estado, y el que
actuare abogado o mandatario en cualesquiera clases de ac
como

ciones pendientes contra el Fisco, o como procurador o agente en


gestiones de solución administrativa.
(Corresponde al inciso final del artículo 21),

Art. 34. Los Diputados y Senadores son inviolables por las


opiniones que manifiesten y votos que emitan en el desempeño de
sus cargos.
(Igual al 12 actual).

Art. 35. o Senador, desde el día de su elec


Ningún Diputado
ción, puede ser acusado, perseguido o arrestado, salvo el caso de
delito flagrante, si la Corte de Apelaciones de la jurisdicción respec
tiva, en Tribunal Pleno, no autoriza previamente la acusación de-

543 —

clarando haber lugar la formación de causa. El inculpado puede


recurrir en grado de apelación ante la Corte Suprema.
(Equivale al 13 actual).

Art 36. En caso de ser arrestado algún Diputado o Senador


por delitoflagrante, será puesto inmediatamente a disposición de
la Corte de Apelaciones respectiva, con la información sumaria.
La Corte procederá entonces conforme a lo dispuesto en el artículo
precedente.
(Equivale al 15 actual),

Art. 37. Desde el momento en que se declare, por resolución


firme, haber lugar la formación de causa, queda el Diputado o Se
nador acusado, suspendido de su cargo y sujeto al juez competente.
(Equivale al 14 actual).

Art. 38. Si un Diputado o Senador muere o deja de pertenecer


a la Cámara o al Senado por cualquier causa antes del último año
de su mandato, se procederá a su reemplazo en la forma que deter
mine la ley de elecciones, por el término que le falte de su período.
(Corresponde a los artículos 17, inciso 2." y 25 actuales).

CÁMARA
Art. 39. La Cámara compone de miembros elegidos por los
se

departamentos o por las agrupaciones de departamentos colindantes


que fije la ley, en votación directa y en la forma que determine
la ley de elecciones.
Se elegirá un Diputado por cada treinta mil habitantes y por
una fracción que no baje de quince mil.

(Corresponde a los artículo 16 y 17, inciso 1.°, actuales),

Art. 40. La Cámara se renovará en su totalidad cada tres


años.
(Corresponde al 18 actual).

Art. 41. Son atribuciones exclusivas de la Cámara;


1.a Declarar si ha o no lugar las acusaciones que cualesquiera
de sus miembros formularen en contra de los siguientes funcio
narios :
a) Del Presidente de la República, por actos de su adminis
tración en que haya comprometido gravemente el honor o la segu
ridad del Estado, o infringido abiertamente la Constitución o las

544 —

leyes. Esta acusación sólo podrá interponerse en el año inmediato


después de concluido el término de su presidencia. Durante este
año, no podrá ausentarse de la República sin acuerdo de la Cámara.
o, en receso de ésta, de su Presidente;
b) De los Ministros de Estado, por los delitos de traición, con
cusión, malversación de los fondos públicos, soborno, infracción
de la Constitución, atropellamiento de las leyes, por haberlas dejado
sin ejecución y por haber comprometido gravemente la seguridad
o el honor de la Nación. Estas acusaciones podrán interponerse
mientras funcione el Ministro y en los seis meses siguientes a su
expiración del cargo. Durante ese tiempo, no podrá ausentarse de
la República sin permiso de la Cámara, o, en receso de ésta, de su
Presidente :
c) De los Magistrados de los Tribunales Superiores de Jus
ticia, por notable abandono de sus deberes;
d) De los Generales de un ejército o armada, por haber com
prometido gravemente la seguridad o el honor de la Nación ; y
e) De los Intendentes y Gobernadores, por los delitos de trai
ción, sedición, infracción de la Constitución, malversación de fon
dos públicos y concusión.
En todos estos casos, la Cámara declarará si ha o no lugar
la acusación, oyendo previamente al inculpado y el informe de una
Comisión de cinco Diputados elegidos a la suerte. Si resultare la
afirmativa, nombrará tres Diputados que la formalicen y prosigan
ante el Senado. Si el inculpado no asistiere a la sesión a que se le
cite, o no enviare defensa escrita, podrá la Cámara renovar la cita
ción o proceder sin ella.
Desde el momento en que la Cámara declare que ha lugar la
acusación, el acusado quedará suspendido de sus funciones. La
suspensión cesará si el Senado desestimare la acusación o si no se
pronunciare dentro de los treinta días siguientes;
2.a Fiscalizar los actos del Gobierno. Para ejercer esta atribu
ción, la Cámara puede, con el voto de la mayoría de los Diputados
presentes, adoptar acuerdos o sugerir observaciones, que se trans
mitirán por escrito al Presidente de la República. Los acuerdos u
observaciones no afectarán la responsabibdad política de los Minis
tros y serán contestados por escrito por el Presidente de la Repú
bbca o verbalmente por el Ministro que corresponda.
(Corresponde al artículo 29, N.° 2.°).
SENADO

Art. 42. El Senado se compone de miembros elegidos en vota


ción directa por las diez agrupaciones provinciales que fije la ley,
en atención a las características e intereses de las diversas regiones

del territorio de la República.' A cada agrupación corresponde ele


gir cuatro Senadores.
(Corresponde al artículo 22 actual),

Art. 43. El Senado se renueva por mitad cada tres años, y


las agrupaciones provinciales deben elegir dos Senadores que du
rarán seis años en sus cargos.
(Corresponde a los artículos 23 y 24 actuales).

Art. 44. Son atribuciones del Senado:


1.a Conocer de las acusaciones que la Cámara entable con

arreglo al artículo 41, previa audiencia al acusado. Si el acusado no


asistiere a la sesión a que se le cite, o no enviare defensa escrita,
podrá el Senado renovar la citación o proceder sin ella.
El Senado resolverá como jurado y se limitará a declarar si
el acusado es o no culpable del delito o abuso de poder que se le
imputa.
La declaración de culpabilidad deberá' ser pronunciada por la
mayoría de los Senadores en ejercicio. Por la declaración de culpa-
bibdad, queda el acusado destituido de su cargo.
El funcionario declarado culpable, será juzgado con arreglo a
las leyes por el tribunal ordinario competente, tanto para la apli-
ción de la pena señalada al delito cometido, cuanto para hacer efec
tiva la responsabilidad civil, por los daños y perjuicios causados
al Estado o a particulares;
(Corresponde a la 2.a del artículo 30).

2." Decidir si ha o no lugar la admisión de las acusaciones que


cualquier individuo particular presente contra los Ministros, con
motivo de los perjuicios que pueda haber sufrido injustamente por
algún acto de éstos, según los mismos procedimientos del numeró
anterior ;
(Corresponde a los artículos 90 y 91).

3.a Conocer en las


competencias entre las autoridades políticas
o administrativas y los Tribunales superiores de justicia,
(Corresponde a la atribución 5." del artículo 95);

(35)

546 —

4.a Conceder los permisos y otorgar las rehabilitaciones a que


se refiere el artículo 9;
(Atribución nueva).

5.a Prestar o negar su consentimiento a los actos del Gobierno


en los casos en o la ley lo requiera.
que esta Constitución
Si el Senado pronunciare dentro de quince días,
no se se tendrá
por otorgado su acuerdo;
(La 4.a del artículo 30).

6.a Dar su dictamen al Presidente de la República en todos


los casos en que lo consultare.
(Corresponde a la atribución 1.a del artículo 95).

ATRIBUCIONES DEL CONGRESO

Art. 45. Son atribuciones exclusivas del Congreso:


1.a Aprobar o reprobar anualmente la cuenta de la inversión
de los fondos destinados para los gastos de la administración pú
blica que debe presentar el Gobierno;
2." Otorgar su acuerdo para que el Presidente de la República
pueda salir del territorio nacional;
3.a Declarar, cuando el Presidente de la República hace dimi
sión de su cargo, si los motivos en que la funda, le imposibilitan,
o no, para ejercicio, y
su consecuencia admitirla o desecharla;
en su

4.a Declarar, cuando hubiere lugar a dudas, si el impedimento


que priva al Presidente del ejercicio de sus funciones, es de tal na
turaleza que deba procederse a nueva elección;
5.a Aprobar o desechar los tratados que le presentare el Pre
sidente de la República antes de su ratificación.
Estos acuerdos tendrán en el Congreso los mismos trámites
de una ley.
(Corresponde al artículo 27, en sus atribuciones 1.a, 3.a y 4.a
Las atribuciones 2.a y 6.a pasan al artículo siguiente. La atribución
5.a se suprime con la creación del Tribunal Calificador. Se agregan
las atribuciones referentes al permiso y a los tratados).

Art. 46. Sólo en virtud de una ley se puede:


1." Imponer contribuciones de cualesquiera clase o natura
leza, suprimir las existentes, señalar en caso necesario su reparti
miento entre las provincias o comunas, y determinar su igualdad
o progresión;

(Corresponde al N.° 1.° del artículo 28 actual).


-
547 -

2.° Comprometer el crédito y la responsabilidad financiera


del Estado por medio de empréstitos o de cualquiera otra clase de
operaciones ;
(Corresponde al N.° 4.° del artículo 28 actual).

3.° Autorizar la enajenación de bienes del Estado o de las Muni


cipalidades;
(Número nuevo).

4." Fijar anualmente los gastos de la administración pública


y aprobar en la misma ley el cálculo de entradas, sin que pueda
alterar los gastos o contribuciones acordados en leyes generales o
especiales. Los gastos variables pueden ser modificados por el Con
greso; pero la iniciativa para su aumento o para alterar el cálculo

de entradas, corresponde al Gobierno. El proyecto de ley de Presu


puestos será presentado al Congreso con seis meses de anteriori
dad a la fecha en que debe empezar a regir, y si, a la expiración de
este plazo, no se hubiere aprobado, regirá el proyecto presentado
por el Gobierno;
(Corresponde al N.° 2." del artículo 28 actual).

5." Crearo suprimir empleos públicos; determinar o modificar

sus aumentar o disminuir sus dotaciones; dar pensio


atribuciones;
nes, y decretar honores públicos a los grandes servicios. Las leyes
que concedan pensiones deberán ser aprobadas por el voto de los
dos tercios de los miembros presentes de cada rama del Congreso;
(Corresponde al N.° 10." del artículo 28).

6." Fijar la remuneración de que gozarán los Diputados y Se


nadores. Durante un período legislativo no podrá modificarse la
remuneración sino para los siguientes;
(Número nuevo).

7." Establecer
o modificar la división política o administrativa

de la República; habilitar puertos mayores, y establecer aduanas;


(Corresponde al número 5.° del artículo 28 actual).

8." Señalar el peso, ley, valor, tipo y denominación de las mo

nedas, y el sistema de pesos y medidas;


(Corresponde al número 6.° del artículo 28 actual).

9." Fijar las fuerzas de mar y tierra que han de mantenerse


en pie en tiempo de paz o de guerra;
(Corresponde al N.° 3." del artículo 28 actual).
--
548 —

'

10.° Permitir la introducción de tropas extranjeras en el terri


torio de la República, con fijación del tiempo de su permanencia
en él;
(Corresponde al N.° 7." del artículo actual 28).

11." Permitir la salida de tropas nacionales fuera del territorio


de la República, señalando el tiempo de su regreso;
(Corresponde al N.° 9 del artículo 28),

12." Declarar la guerra. La iniciativa de estas leyes corresponde


al Presidente de la República;
(Corresponde a la atribución 2.a del artículo 27),

13.° Restringir la libertad personal y la de imprenta, o sus


pender o restringir el ejercicio del derecho de reunión, cuando lo

reclamare la necesidad imperiosa de la defensa del Estado, de la


conservación del régimen constitucional o de la paz interior, y sólo
por períodos que no podrán exceder de un año. Si estas leyes seña
laren penas, su aplicación se hará siempre por los Tribunales esta
blecidos. Fuera de los casos prescritos en este número, ninguna
ley podrá dictarse para suspender o restringir las libertades o dere
chos que esta Constitución asegura;
(Corresponde a la atribución 6.a del artículo 27).

14.° Conceder indultos generales, o amnistías;


(Igualal N.° 11 del artículo 28).

15.° Señalar la ciudad en que debe actuar el Presidente de la

República, celebrar sus sesiones el Congreso Nacional y funcionar


la Corte Suprema.
(Corresponde al número 12 del artículo 28 actual).

FORMACIÓN DE LAS LEYES

Art. 47. Las leyes pueden tener principios en la Cámara o

en el Senado, por mensaje que dirija el Presidente de la República


o por moción de cualquiera de sus miembros. Las mociones no pue
den ser firmadas por más de diez Diputados ni por más de cinco
Senadores.
Las leyes que signifiquen gastos públicos son de la iniciativa
exclusiva del Presidente de la República,
Las leyes sobre contribuciones de cualquier naturaleza que
sean; sobre los Presupuestos de la administración pública, y sobre
reclutamiento, sólo pueden tener principio en la Cámara.

549 —

Las leyes sobre amnistía, y sobre indultos generales, sólo pue


den tener principio en el Senado.
(Corresponde al artículo 31).

Art. 4S. El Presidente de la República podrá hacer presente


la urgencia en el despacho de un proyecto, y en tal caso la Corpo
ración respectiva deberá pronunciarse dentro del plazo de treinta
días.
La manifestación de urgencia puede repetirse en todos los trá
mites del proyecto.
(Artículo nuevo).

Art. 49. El proyedto que fuere despachado en la rama de su

origen, no podrá renovarse sino después de un año.


(Corresponde al artículo 33).

Art. 50. Aprobado un proyecto en la rama de su origen, pasará


inmediatamente la otra para
a su discusión,
(Corresponde al artículo 32).

Art. 51. El proyecto que fuere desechado en su totalidad por


la ramarevisora, volverá a la de su origen, donde se tomará nueva
mente en consideración, y si fuere en ella aprobado por las dos ter

ceras partes de sus miembros presentes, pasará por segunda vez


a la que lo desechó, y no se entenderá que ésta lo reprueba, si no
concurren para ello las dos terceras partes de sus miembros pre

sentes.
(Corresponde al artículo 41).

Art. 52. El proyecto que fuere adicionado o corregido por la


rama revisora, volverá a la de su origen; y en ésta se entenderán

aprobadas las adiciones o correcciones con el voto de la mayoría


de los miembros presentes.
Pero, si las adiciones o correcciones fueren reprobadas, volverá
el proyecto por segunda vez a la rama revisora; donde, si fueren
nuevamente aprobadas las adiciones o correcciones por una mayoría
de las dos terceras partes de sus miembros presentes, volverá el
proyecto a la otra rama, y no se entenderá que ésta reprueba las

adiciones o correcciones, sino concurren para ello las dos terceras


partes de los miembros presentes.
(Corresponde al artículo 42).

Art. 53. Cuando, con motivos de las insistencias, no se pro


dujere acuerdo en puntos fundamentales de un
proyecto entre las

550 —

dos ramas del Congreso, o cuando una rama modificare sustancial-


mente el proyecto de la otra, podrán designarse Comisiones Mixtas,
de igual número de Diputados y Senadores, para que propongan
el procedimiento que debe seguirse en la tramitación del proyecto.
(Artículo nuevo).

Art. 54. Aprobado un proyecto por ambas ramas del Congreso,


será remitido al Presidente de la República, quien, si también lo
aprueba, dispondrá su promulgación como ley.
(Corresponde al artículo 34).

Art. 55. Si el Presidente de la República desaprueba el pro


yecto, lo devolveráa la rama de su origen, con las observaciones

convenientes dentro del término de treinta días.


(Corresponde al artículo 35).

Art. 56. Si las dos ramas del Congreso aprobaren las obser
vaciones hechas por el Presidente de la República, el proyecto ten
drá fuerza de ley y se devolverá al Presidente para su promulgación.
Si las dos ramas del Congreso no aceptaren todas o algunas
de las observaciones del Presidente de la República e insistieren
por los dos tercios de sus miembros presentes, en la totalidad o
parte del proyecto aprobado por ellas, se devolverá al Presidente
para su promulgación.
(Corresponde al artículo 36).

Art. 57. Si el Presidente de la República no devolviere el pro


yecto dentro de treinta días, contados desde la fecha de su remi
sión, se entenderá que lo aprueba y se promulgará como ley. Si el
Congreso cerrare sus sesiones antes de cumplirse los treinta días
en que ha de verificarse la devolución, el Presidente lo hará den
tro de los diez primeros días de la legislatura ordinaria o extraor
dinaria siguiente.
(Corresponde al artículo 40).

SESIONES DEL CONGRESO

Art. 58. El Congreso abrirá sus sesiones ordinarias el día 21


de Mayo de cada año, y las cerrará el 18 de Septiembre.
(Corresponde al artículo 43).

Art. 59. El Congreso tendrá sesiones extraordinarias cuando


lo convoque el Presidente de la República, y cuando lo convoque
el Presidente del Senado, a solicitud escrita de la mayoría de los
miembros de la Cámara o del Senado.

551 --

Convocado por el Presidente de la República, no podrá ocu


parse en otros negocios legislativos que los señalados en la convo

catoria; pero los proyectos de reforma constitucional podrán pro


ponerse, discutirse y votarse aun cuando no estuvieren incluidos
en ella.

Convocado por el Presidente del Senado, podrá ocuparse en

todos los negocios de su incumbencia.


(Corresponde a los artículos 44 y 159).

Art. 60. La Cámara no podrá entrar en sesión ni adoptar acuer


dos sin la concurrencia de la quinta parte de sus miembros, ni el
Senado, sin la concurrencia de la cuarta parte délos suyos,
La mayoría de los Diputados o Senadores presentes en la se
sión, pueden acordar la clausura de los debates en conformidad
a sus reglamentos internos.
(Corresponde al artículo 45).

Art. 61. La Cámara y el Senado abrirán y cerrarán sus legis


laturas ordinarias y extraordinarias a un mismo tiempo. Sin em

bargo, pueden funcionar, separadamente para asuntos de su ex


clusiva atribución, caso en el cual hará la convocatoria el Presi
dente de la Corporación respectiva.
(Corresponde al artículo 47).

CAPITULO V

PRESIDENTE de la república

Art. 62. Un ciudadano con el título de Presidente de la Repú


blica de Chile administra el Estado, y es el Jefe Supremo de la Na
ción.
(Corresponde al artículo 50).

Art. 63. Para ser designado Presidente de la República, se


requiere haber nacido en el territorio de Chile; tener treinta años de
edad, a lo menos, y poseer las calidades necesarias para poder ser
miembro de la Cámara.
(Corresponde al artículo 51).

Art. 64. El Presidente de la República durará en el ejercicio


de funciones por el término de seis años, y no podrá ser reele
sus

gido para el período siguiente.


Para que pueda ser elegido segunda o más veces, deberán siem
pre mediar seis años entre cada elección.
(Corresponde a los artículos 52 y 53).
-
552 —

Art. 65. El Presidente será elegido en votación directa por los


ciudadanos activos con derecho de sufragio de toda la República,
sesenta días antes de aquél en que deba cesar en el cargo el que
esté en funciones, y en la forma que determine la ley.
El conocimiento de las reclamaciones que ocurran acerca de
la votación, corresponderá al Tribunal Calificador.
Las rectificaciones y el escrutinio general de la elección se ha
rán por el mismo Tribunal.
(Corresponde al artículo 54).

Art., 66. Las dos ramas del Congreso, reunidas en sesión pú


blica, cincuenta días después de la votación, con asistencia de la
mayoría del total de sus miembros, y bajo la dirección del Presi
dente del Senado, tomarán conocimiento del escrutinio general
practicado por el Tribunal Calificador, y procederán a proclamar
Presidente de la República al ciudadano que hubiere obtenido más
de la mitad de los sufragios válidamente emitidos.
Si del escrutinio no resultare esa mayoría, el Congreso Pleno
elegirá entre todos los ciudadanos que hubieren obtenidos las dos
más altas mayorías relativas; pero, si dos o más ciudadanos hubie
ren obtenido en empate la más alta mayoría relativa, la elección
se hará sólo entre ellos.
Si en el día señalado en este artículo no se reuniere la mayoría
del total de los miembros del Congreso,, la sesión se verificará al
día siguiente con los Diputados y Senadores que asistan.
(Corresponde a los artículos 55 al 62).

Art. 67. La elección que corresponda al Congreso Pleno se


hará por más de la mitad de los sufragios, en votación secreta.
Si verificada la primera votación no resultare esa mayoría
absoluta, se votará por segunda vez, y entonces la votación se
concretará las dos personas que en la primera hubieren obtenido
a

mayor número de sufragios, y los votos en blanco se agregarán a


la que obtenido más alta mayoría relativa.
haya
En caso de empate, se repetirá por tercera vez la votación al
día siguiente, en la misma forma.
Si resultare nuevo empate, decidirá en el acto el Presidente del
Senado.
(Corresponde al artículo 63).

Art. 68. Cuando el Presidente de la República mandare perso


nalmente la fuerza armada, o cuando por enfermedad, ausencia
del territorio de la República u otro grave motivo, no pudiere ejer
citar su cargo, le subrogará, con el título de Vicepresidente de la
-
553 —

República, el Ministro a quien favorezca el orden de precedencia


que señale la ley. A falta de éste, subrogará al Presidente el Mi
nistro que siga en ese orden de precedencia, y a falta de todos los
Ministros, sucesivamente, el Presidente del Senado, el Presidente
de la Cámara o el Presidente de la Corte Suprema.
En los casos de muerte, declaración de haber lugar a su renuncia,
u otra clase de imposiblidad absoluta, o que no pudiere cesar antes

de cumplirse el tiempo que falta del período constitucional, el Vice


presidente, en los primeros diez días de su Gobierno, expedirá las
órdenes convenientes para que se proceda a nueva elección de Pre
sidente en la forma prevenida por esta Constitución y por la ley de
elecciones,
(Corresponde a los artículos 65 y 66).

Art. 69. El Presidente puede salir del territorio de la Re


no

pública durante el tiempo de su Gobierno, sin acuerdo del Congreso.


(Corresponde al artículo 67).

Art. 70. El Presidente cesará el mismo día en que se comple


ten los seis años que debe durar el ejercicio de sus funciones, y le
sucederá el nuevamente electo.
(Corresponde al artículo 68).

Art. 71. Si el Presidente electo se hallare impedido para tomar


posesión del cargo, le subrogará, mientras tanto, con el título de
Vicepresidente de la República, el Presidente del Senado; a falta
de éste, el Presidente de la Cámara, y a falta de éste, el Presidente
de la Corte Suprema.
Pero, si el impedimento del Presidente electo fuere absoluto
o debiere durar indefinidamente, o por más tiempo del señalado

al ejercicio de la Presidencia, el Vicepresidente, en los diez días


siguientes a la declaración que debe hacer el Congreso, expedirá
las órdenes convenientes para que se proceda a nueva elección en
la forma prevenida por esta Constitución y por la ley de elecciones.
(Corresponde al artículo 69).

Art. 72. Él Presidente electo, al tomar posesión del cargo y


en presencia de ambas ramas del Congreso, prestará, en manos
del Presidente del Senado, juramento o promesa de desempeñar
fielmente el cargo de Presidente de la República, conservar la inte
gridad e independencia de la Nación y guardar y hacer guardar
la Constitución y las Leyes.
(Corresponde al artículo 71).
-
554 -

Art. 73. Al Presidente de la República está confiada la admi


nistración y gobierno del Estado y su autoridad se extiende a todo
cuanto tiene por objeto la conservación del orden público en el

interior, y la seguridad exterior de la República, de acuerdo con esta


Constitución y las leyes.
(Igual al artículo 72).

Art. 74. Son atribuciones especiales del Presidente:


1.a Concurrir a la formación de las leyes con arreglo a esta
Constitución, sancionarlas y promulgarlas;
(Corresponde a la atribución 1.a del artículo 73).

2.a Dictar los reglamentos, decretos e instrucciones que crea

convenientes para la ejecución de las leyes;


(Corresponde a la atribución 2.a del artículo 73).

3.a Prorrogar las sesiones ordinarias del Congreso y convocarlo


a sesiones extraordinarias
(Corresponde a las atribuciones 4.a y 5.a del artículo 73).

4.a Velar por la conducta ministerial de los jueces y demás


empleados del Poder Judicial y requerir con tal objeto, a la Corte
Suprema para que declare que no han tenido buena comportación
o al Ministerio Público para que reclame medidas disciplinarias,

del Tribunal competente, o para que, si hubiere mérito bastante,


entable la correspondiente acusación;
(Corresponde' a la 3.a del artículo 73).

5.a Nombrar a su voluntad a los Ministros de Estado y Ofi


ciales de sus Secretarías, a los Agentes Diplomáticos,- Cónsules,
Intendentes, Gobernadores y Prefectos de Policía.
El nombramiento de los Embajadores y Ministros Diplomáticos
se someterá a la aprobación del Senado; pero éstos y los demás
funcionarios señalados en el presente número, son de la confianza
exclusiva del Presidente de la República y se mantendrán en sus

puestos mientras cuenten con ella;


(Corresponde a la atribución 6.a del artículo 73).

6.a Nombrar los Magistrados de los Tribunales Superiores


de Justicia y los Jueces Letrados;
(Corresponde a la atribución 7.a del artículo 73).

7.a Proveer los demás empleos civiles y militares que deter


minen las leyes, conforme al Estatuto Administrativo, y con acuerdo

555 —

del Senado, conferir los empleos o grados de coroneles, capitanes


de navio y demás oficiales superiores del ejército y armada. En el
campo de batalla podrá conferir estos empleos militares superiores
por sí solo;
(Corresponde a la atribución 9.a del artículo 73).

8.a Destituir
a los empleados de su designación, por inepti
tud, u otro motivo que haga inútil o perjudicial su servicio; pero,

con acuerdo del Senado, si son jefes de oficinas o empleados supe


riores, y con informe del respectivo jefe, si son empleados subalter
nos;
(Corresponde a la atribución 10.a del artículo 73).

9.a Conceder jubilaciones, retiros y goce de montepío con arre

glo a las leyes ;


(Corresponde a la atribución 11.a del artículo 73).

10.a Cuidar de la recaudación de las rentas públicas y decretar


su inversión con arreglo a la ley;
(Igual a la 12.a actual del artículo 73),

11.a Conceder indultos particulares. Los funcionarios acusados


por la Cámara y juzgados por el Senado, sólo pueden ser indultados
por el Congreso;
(Corresponde a la atribución 15.a del artículo 73),

12.a Disponer de la fuerza de mar y tierra, organizaría y dis


tribuirla según lo hallare por conveniente;
(Corresponde a la 16.a del artículo 73),

13.a Mandar personalmente las fuerzas de mar


y tierra, con

acuerdo del Senado. En este caso, el Presidente de la República


podrá residir en cualquier lugar ocupado por armas chilenas;
'

(Corresponde a la 17.a del artículo 73) .

14.a Declarar la guerra, previa autorización por ley;


(Corresponde a la 18.a del articulo 73).

15.a Mantener las relaciones políticas con las potencias extran


jeras, recibirsus Agentes, admitir sus Cónsules, conducir las
nego
ciaciones, hacer las estipulaciones preliminares, concluir y firmar
todos los tratados de paz, de alianza, de tregua, de neutralidad,
de comercio, concordatos y otras convenciones. Los tratados, antes
de su ratificación, se presentarán a la aprobación del Congreso. Las

556 —

discusiones y deliberaciones sobre estos objetos serán secretas si


así lo exige el Presidente de la República;
(Igual a la 19.a del artículo 73).

16.a Declarar en estado de asamblea una o más provincias

invadidas o amenazadas en caso de guerra extranjera, y en estado


de sitio, uno o varios puntos de la República, en caso de ataque
exterior.
En caso de conmoción interior, la declaración de hallarse uno
o varios puntos en estado de sitio, corresponde al Congreso; pero,
si éste no se hallare reunido, puede el Presidente hacerlo por un
determinado tiempo. Si a la reunión del Congreso no hubiere expi
rado el término señalado, la declaración que ha hecho el Presidente
de la República, se entenderá como una proposición de ley.
Por la declaración del estado de sitio, sólo se conceden al Pre
sidente de la República la facultad de trasladar las personas de un
departamento a otro y la de arrestarlas en sus propias casas y en
lugares que no sean cárceles ni otros que estén destinados a la de
tención o prisión de reos comunes.

Las medidas que se tomen en virtud de' estado de sitio, no


tendrán más duración que la de éste, sin que por ellas se puedan
violar las garantías constitucionales otorgadas a los Diputados y
Senadores ;
(Corresponde a la 20.a del artículo 73, a la 7.a del artículo 95
y artículo 152 que se refunden).

17.a Todos los objetos de policía y todos los establecimientos


públicos están bajo la suprema inspección del Presidente de la Re
pública conforme a las particulares ordenanzas que los rijan.
(Corresponde a la 21.a del artículo 73).

MINISTROS DE ESTADO

Art. 75. El número délos Ministros y sus respectivos Depar


tamentos serán determinados por la ley.
(Igual al artículo 75).

Art. 76. Para ser nombrado Ministro se requieren las calidades


que se exigen para ser Diputado.
(Corresponde al 76).

Art. 77. Todas las órdenes del Presidente de la República de


berán firmarse por el Ministro del Departamento respectivo, y no
serán obedecidas sin este esencial requisito.
(Igual al artículo 77).
Art. 78. Cada Ministro es responsable personalmente de los
actos que firmare, y solidariamente de los que suscribiere o acor

dare con los otros Ministros.


(Igual al artículo 78).

Art. 79. Luego que el Congreso abra sus sesiones ordinarias,


deberán los Ministros dar cuenta al Presidente de la República
del estado de la Nación, en lo relativo a los negocios del Departa
mento de cada uno, para que el Presidente la dé, a su vez, a la Cá
mara.

(Corresponde al artículo 79).

Art. 80. Con el mismo objeto, estarán obligados a presentarle


el presupuesto anual de los gastos que deban hacerse en sus res
pectivos Departamentos, y a darle cuenta de la inversión de las
sumas decretadas para llenar los gastos del año anterior,

(Corresponde al artículo 80).

Art. 81. Los Ministros pueden, cuando lo estimen conveniente,


a las sesiones de la Cámara o del Senado, y tomar parte en
asistir
sus con preferencia para hacer uso de la palabra, pero sin
debates,
derecho a voto.
(Corresponde al artículo 82).

CAPÍTULO VI

tribunal calificador de elecciones

Art. 82. Un tribunal especial, que se denominará Tribunal

Calificador,conocerá de la calificación de las elecciones de Presi


dente de la República, de Diputados y de Senadores.
Este Tribunal procederá como jurado en la apreciación de los
hechos, y en lo demás fallará con arreglo a derecho.
Sus miembros serán siete, y se elegirán por sorteo, cada tres
años, con anterioridad a las elecciones generales de Diputados y
Senadores, entre las siguientes personas:
Dos, entre los individuos que
hayan desempeñado los cargos
de Presidentes o de la Cámara por más de un año;
Vicepresidentes
Dos, entre los individuos que
hayan desempeñado los cargos
de Presidentes o Vicepresidentes del Senado por igual período;
Dos, entre los individuos que desempeñen o hayan desempe
ñado los cargos de Ministros de la Corte Suprema; y
Uno, entre los individuos que desempeñen o hayan desempe-

558 —

nado los cargos de Ministros de la Corte de Apelaciones de la ciu


dad donde celebre sus sesiones el
Congreso.
La ley regulará la organización y funcionamiento del Tribunal
Calificador.
(Artículo nuevo),

CAPÍTULO VII

poder judicial

Art. 83. La facultad de juzgar, salvo los casos exceptuados


en esta Constitución, corresponde exclusivamente al Poder Judicial
por medio de los Tribunales y con arreglo a los
procedimientos esta
blecidos por la ley. Ni el Presidente de la República, ni el Congreso,
pueden, en caso alguno, ejercer funciones judiciales, o avocarse
causas pendientes, o hacer revivir procesos fenecidos.
(Corresponde al artículo 99).

Art. 84. jueces permanecerán durante su buena com


Los
portación; desempeñarán su respectiva judica
pero los inferiores
tura por el tiempo que determinen las leyes.
Los jueces, sean temporales o perpetuos, sólo podrán ser de
puestos de sus destinos por causa legalmente sentenciada.

No obstante, el Presidente de la República, a propuesta o con


acuerdo de la Corte Suprema, podrá autorizar permuta, u ordenar
el traslado de los jueces a otro cargo de igual categoría.
En todo caso, la Corte Suprema, por requerimiento del Pre
sidente de la República, a solicitud de parte interesada, o de oficio,
podrá declarar que los jueces no han tenido buena comportación,
y, previo informe del inculpado y de la Corte de Apelaciones respec
tiva, acordar su remoción, por las dos terceras partes de sus miem
bros. Estos acuerdos se comunicarán al Presidente de la República
para su cumplimiento.
(Corresponde al 101).
Art. 85. Los jueces son personalmente responsables por los
crímenes de cohecho, falta de observancia de las leyes que reglan
el proceso, y, en general, por toda prevaricación o torcida adminis
tración de justicia. La ley determinará los casos y el modo de hacer
efectiva esta responsabilidad.
(Igual al artículo 102).

Art. 86. La ley determinará las calidades quq respectivamente


deban tener los jueces, y el número de años que deban haber ejer-
-
559 —

cido la profesión de abogado las personas que fueren nombradas


Ministros de Cortes o Jueces Letrados.
(Igual al artículo 103),

Art. 87. La Corte Suprema tiene la superintendencia directiva,


correccional y económica de todos los Tribunales de la Nación,
con arreglo a la ley que determine su organización y atribuciones.

La Corte Suprema velará especialmente por el respeto a esta


Constitución, y, en los casos particulares, de que conozca, podrá
declarar sin efecto todo precepto legal contrario a ella. Este recurso
podrá deducirse en cualquier estado del juicio, sin que se suspenda
su tramitación.

Conocerá, además, en las competencias entre las autoridades


pobticas o administrativas y los Tribunales de Justicia que no co
rrespondan al Senado.
(Corresponde a los artículos 104 y 95 N.° 5.°).

Art. 88. Una ley especial determinará la organización y atri


buciones de los Tribunales que fueren necesarios para la pronta y
cumplida administración de justicia en todo el territorio de la Re
pública.
Podrá la ley crear plazas sin asiento determinado, para auxi
liar transitoriamente a los Tribunales con recargo de trabajo, o

para practicar visitas de inspección.


Sólo en virtud de una ley podrá hacerse innovación en las atri
buciones de los tribunaleso en el número de sus individuos.

En cuanto al nombramiento de los jueces, la ley se ajustará


a los siguientes preceptos generales:
Los Ministros de la Corte Suprema, serán designados por el
Presidente de la República de una lista de diez individuos formada
en cada caso por la misma Corte, por medio del voto acumulativo;

Los Ministros de las Cortes de Apelaciones serán designados


por el Presidente de la República a propuesta en terna de la Corte
Suprema ;
Los Jueces Letrados serán designados por el Presidente de la
República, a propuesta en terna de la Corte de Apelaciones de la
jurisdicción respectiva.
(Corresponde al artículo 105, agregándose como inciso 3." el
artículo 100).

Art. 89. En los lugares que indiquen las leyes, habrá Tribuna
les Administrativos para amparar a las personas contra las ordenan
zas o disposiciones arbitrarias de las autoridades políticas o admi

nistrativas. Su organización y atribuciones son materia de ley.


(Artículo nuevo).

560 -

CAPITULO VIII

gobierno interior del estado

Art. 90. Para el Gobierno interior del Estado, el territorio


de la República se divide en provincias, las provincias en departa
mentos, los departamentos en subdelegaciones y las subdelegaciones
en distritos.
(Corresponde al artículo 106).

INTENDENTES

Art. 91. El Gobierno superior de cada provincia reside en un


Intendente, quien lo ejercerá con arreglo a las leyes y a las órdenes
e instrucciones del Presidente de la República, de quien es agente

natural e inmediato. Su duración es por tres años.


El Intendente, dentro de la provincia de su mando como re
presentante del Presidente de la República, tendrá la fiscalización
de todos los servicios públicos del territorio provincial. La tendrá
también, especialmente, sobre todos los trabajos públicos que se
ejecuten en la p'rovincia.
(Corresponde al artículo 107),

GOBERNADORES

Art. 92. El Gobierno de cada departamento reside en un Go


bernador, subordinado al Intendente de la provincia. Su duración
es por tres años.
El Intendente de la provincia es también Gobernador del de
partamento en cuya capital resida.
(Corresponde a los artículos 108 y 110).

Art. 93'. Los Gobernadores son nombrados por el Presidente


de la República, a propuesta del respectivo Intendente, y pueden
ser removidos por éste, con aprobación del Presidente de la Repú

blica.
(Igual al artículo 109).

SUBDELEGADOS

Art. 94. Las subdelegaciones son regidas por un Subdelegado,


subordinado al Gobernador del departamento, y nombrado por éste.
Los subdelegados durarán en este cargo por un año, y podrán ser

561 —

removidos por el Gobernador quién dará cuenta motivada al Inten


dente.
(Corresponde al artículo 111),

INSPECTORES

Art. 95. Los distritos son regidos por un Inspector, bajo las
órdenes del Subdelegado quien los nombrará y removerá, previa
cuenta motivada al Gobernador.
(Corresponde al artículo 112).

CAPÍTULO IX

RÉGIMEN ADMINISTRATIVO INTERIOR

(Reemplaza los artículos 113 al 122).

Art. 96. Para la administración interior, el territorio nacional


se divide en provincias y las provincias en comunas,
Habrá en cada provincia el número de comunas que deter
mine laley, y cada territorio comunal comprenderá subdelegaciones
completas.

ADMINISTRACIÓN PROVINCIAL

Art. 97. La Administración de cada provincia reside en el In


tendente, quien estará asesorado por una Asamblea Provincial, de
conformidad con la ley, y de la cual será Presidente.
Art. 98. Cada Asamblea Provincial se compondrá de Repre
sentantes designados por las Municipalidades de la provincia en su
primera sesión, por voto acumulativo.
Estos cargos son concejiles, y su duración es por tres años.
Las Municipalidades designarán el número de Representantes
que para cada una determine la ley.

Art. 99. Para ser designado Representante se requieren las


mismas calidades que para ser Diputado y, además, tener resi
dencia de más de un año en la provincia.
Art. 100. Las Asambleas Provinciales funcionarán en la capi
tal de la respectiva provincia, y designarán anualmente, en su pri
mera sesión, por mayoría de los miembros presentes, a un indivi
duo de su seno para que desempeñe el cargo de Vicepresidente de
la Asamblea.
:í6)

562 —

Art. 101. Las Asambleas Provinciales celebrarán sesión con la


mayoría de sus miembros en actual ejercicio; tendrán las atribucio
nes administrativas y dispondrán de las rentas que determine la

ley, la cual podrá autorizarlas para imponer contribuciones deter


minadas en beneficio local.
Podrán ser disueltas por el Presidente de la República con
acuerdo del Senado.
Disuelta una Asamblea Provincial se procederá al reemplazo
de sus miembros en la forma indicada en el artículo 98 por el tiempo
que falta para completar su período.
Art. 102. Las
Asambleas Provinciales podrán proponer al
Presidente de la Repúbbca la distribución de las rentas públicas
que les corresponda administrar para que sean invertidas en los
servicios de la provincia.
Art. 103. Las ordenanzas o resoluciones que dicte una Asam
blea Provincial, deberán ser puestas en conocimiento del Intendente,
quien podrá suspender su ejecución dentro de los diez días, si las
estima contrarias a esta Constitución o a las leyes, o perjudiciales
al interés de la provincia.
La ordenanza o resolución suspendida por el Intendente, vol
verá a ser considerada por la Asamblea Provincial.
Si ésta insiste en su anterior acuerdo por el voto de los dos
tercios de sus miembros presentes, el Intendente la mandará pro
mulgar y llevar a efecto.
Pero, cuando la suspensión se haya fundado en que la orde
nanza o resolución es contraria a esta Constitución o a las leyes,
el Intendente remitirá los antecedentes a la Corte Suprema, para

que resuelva en definitiva.

ADMINISTRACIÓN COMUNAL

Art. 104. La administración de cada comuna o


agrupación
de comunas establecida por ley, reside en una Municipalidad.
Al constituirse cada Municipalidad, se designará un Alcalde
para que la presida.
En las ciudades de más de cien mil habitantes y en las otras
que determine la ley, el Alcalde será nombrado por el Presidente
de la República.
Art. 105. Las Municipalidades tendrán los Regidores que para
cada una de ellas fija la ley. Su número no bajará de tres ni subirá
de quince.
Estos cargos son concejiles y su duración es por tres años.
Art. 106. Para ser elegido Regidor se requieren las mismas
calidades que para ser Diputado, y, además, tener residencia en la

563 —

comuna por más de un año. La propiedad de un inmueble se tendrá


como suficiente residencia.
Art. 107. La elección de Regidores se hará en votación directa,
y con arreglo a las disposiciones especiales que indique la ley de
Organización y Atribuciones de las Munucipalidades.
Habrá, para este efecto, registros particulares en cada co
muna, y, para incribirse en ellos, se exigirá haber cumplido vein
tiún .años de edad, saber leer y escribb y figurar en el rol de contri
buyentes de la respectiva comuna.
La calificación de las elecciones de Regidores, el conocimiento
de los reclamos de nulidad que ocurran acerca de ellas, y la resolu
ción de los casos que sobrevengan posteriormente, corresponderán
a la autoridad que determine la ley.
Art. 108. Las Municipalidades celebrarán sesión con la ma
yoría de sus Regidores en actual ejercicio, tendrán las atribuciones
administrativas y dispondrán de las rentas que determine la ley.
Podrá la ley señalar a cada Municipalidad una cuota pro
porcional a sus entradas anuales, para contribuir a los gastos genera
les de la provincia.
Art. 109. Las Municipalidades estarán sometidas a la vigilan
cia correccional y económica de la respectiva Asamblea Provincial,
con arreglo a la ley.
Las facultades que el artículo 103, otorga al Intendente res
pecto de la Asamblea Provincial corresponderán a ésta en lo rela
tivo a las Municipalidades de su jurisdicción.
Las Municipalidades podrán ser disueltas por la Asamblea Pro
vincial, en virtud de las causales que la ley establezca, con el voto
de la mayoría de los Representantes citados especialmente al efecto
y sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 103,

DESCENTRALIZACIÓN ADMINISTRATIVA

Art. 110. Las leyes confiarán paulatinamente


a los organis

mos provinciales o comunales las atribuciones y facultades admi


nistrativas que ejerzan en la actualidad otras autoridades, con el
fin de proceder a la descentralización del régimen administrativo
interior.
Los servicios generales de la Nación se descentralizarán me
diante la formación de las zonas que fijen las leyes.
En todo caso, la fiscalización de los servicios de una provincia
corresponderá al Intendente, y la vigilancia superior de ellos, al
Presidente de la República.
-
564 —

CAPÍTULO X

REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN

Art. 111. La reforma de las disposiciones constitucionales


se someterá a las tramitaciones de un proyecto de ley, salvas las
excepciones que a continuación se indican.
El proyecto de reforma necesitará para ser aprobado en cada
rama del Congreso, el voto conforme de la mayoría de los Diputados
o Senadores en actual ejercicio.
Las dos ramas del Congreso, reunidas en sesión pública, con
asistencia de la mayoría del total de sus miembros, sesenta días
después de aprobado un proyecto en la forma señalada en el inciso
anterior, tomarán conocimiento de él y procederán a votarlo, sin
mayor debate.
El proyecto que apruebe la mayoría del Congreso Pleno, pa
sará al Presidente de la República.
Si. en el día señalado no se reuniere la mayoría del total de los
miembros del Congreso, la sesión se verificará al siguiente, con los
Diputados y Senadores que asistan.
(Corresponde al artículo 156).

Art. 112. El proyecto sólo podrá ser observado por el Presi


dente de la República para proponer modificaciones o correcciones
a las reformas acordadas por el Congreso.

Si las modificaciones que el Presidente de la República pro


pusiere, fueren aprobadas por ambas ramas del Congreso, se devol
verá el proyecto al Presidente para su promulgación.
Si las dos ramas del Congreso no aceptaren todas o algunas
de las observaciones del Presidente de la República e insistieren
por los dos tercios de sus miembros presentes en la totalidad o parte
del proyecto aprobado por ellas, se devolverá al Presidente para su
promulgación, o para que, si éste lo estima conveniente, consulte
a la Nación, dentro del término de treinta días, los puntos en desa

cuerdo, por medio de un plebiscito. El proyecto que se apruebe


en el plebiscito se promulgará como reforma constitucional.

(Corresponde al 157).

Art. 113. Una vez promulgado el proyecto, sus disposiciones


formarán parte de esta Constitución y se tendrán por incorporadas
en ella.
(Corresponde al inciso 5.° del artículo 158).

565 —

DISPOSICIONES TRANSITORIAS

Primera:

Para los efectos del artículo 82, se considerará que todos los
individuos que hayan desempeñado los cargos de Presidentes o
Vicepresidentes de la Cámara o del Senado, antes de la promulga
ción de esta reforma de la Constitución, tienen el año de perma
nencia en el cargo que ese artículo exige.

Segunda:

Las elecciones para designar el nuevo Presidente de la Repú-


b ica, se verificarán el 24 de Octubre de 1925, y las elecciones gene
rales para el nuevo Congreso se verificarán el

El período constitucional para el nuevo Congreso empezará


a contarse desde el 21 de Mayo de 1926.
La ley electoral a que se refiere la disposición transitoria si
guiente, dispondrá la manera de determinar los dos Senadores que
en cada agrupación de provincias gozarán de un período de seis

años, y los dos que sólo tendrán un período de tres años, a fin de
regularizar la renovación del Senado por mitades.
La proclamación del nuevo Presidente de la República, o su
elección, en caso de que ningún ciudadano obtenga en las urnas
la mayoría necesaria, será hecha por

Tercera:

Queda autorizado el Presidente de la República para dictar


la ley por la que deben regirse las próximas elecciones de Presidente
de la República y de Congreso Nacional.
Queda autorizado, asimismo, para reformar las leyes vigentes
a fin de armonizarlas con las reformas introducidas en la Consti
tución, y para dictar las que prudencialmente estime indispensables
a la buena marcha de la administración pública, mientras no haya

Congreso en funciones.

Queda autorizado, finalmente, para expedir los Reglamentos


aque deban sujetarse la Cámara y el Senado.
Las leyes o reglamentos que dicte el Presidente de la Repú-

566 —

blica en virtud de las facultades extraordinarias que le otorga la


presente disposición, y los que expidieron las Juntas de Gobierno,
continuarán en vigencia, mientras no sean sustituidos o modifi
cados en la forma regular que esta Constitución establece.

Cuarta:

Quedan derogadas las leyes existentes sobre las materias de


los artículos 30, N.° 3.°; 73, N.° 8.°, 13." y 14.", y 95, N." 3.° y 4."
de la Constitución de 1833, suprimidos por la presente reforma.
Durante cinco años el Estado pondrá en manos del señor Arzo
bispo de Santiago la cantidad de dos millones quinientos mil pesos
anuales para que se inviertan en el país en las necesidades del culto
de la Iglesia Católica.

Quinta:

Las anteriores disposiciones transitorias no se insertarán en


las ediciones que se publiquen de la Constitución Política de Chile,
SEGUNDA PRUEBA

DEL

PROYECTO DE REFORMA

DE LA

CONSTITUCIÓN POLÍTICA

DE LA

REPÚBLICA DE CHILE

ESTA SEGUNDA PRUEBA SE IMPRIMIÓ DESPUÉS DE LA TRIGÉSIMA


SESIÓN
Modifícase en la forma que a continuación se indica la

CONSTITUCIÓN POLÍTICA

DE LA

REPÚBLICA DE CHILE

promulgada el 25 de Mayo de 1833.

CAPITULO I

GOBIERNO Y SOBERANÍA

Artículo 1. El Gobierno de Chile es republicano, unitario


y democrático representativo.
(Refunde los artículos 1 y 2 actuales).

Art. 2. La soberanía reside esencialmente en la Nación, que


delega su ejercicio en las autoridades que establece esta Constitu

ción.
(Igual al 3 actual),

Art. 3. Ninguna persona o reunión de personas pueden tomar


el título o representación del pueblo, arrogarse sus derechos, ni
hacer peticiones en su nombre. La infracción de este artículo es
sedición,
(Igual al articulo 150).

Art. 4. Ninguna magistratura, ninguna persona, ni reunión


de personas pueden atribuirse, ni aún a pretexto de circunstancias
extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que expresa
mente se les hayan conferido por las leyes. Todo acto en contra
vención a este artículo es nulo.
(Igual al artículo 151).

570 -

CAPÍTULO II

NACIONALIDAD Y CIUDADANÍA

Art. 5. Son chÜenos:


1.° Los nacidos en el territorio de Chile, con excepción de los
hijos de extranjeros que se encuentren en Chile en servicio de su
Gobierno, y de los hijos de extranjeros transeúntes, todos los que
podrán optar entre la nacionalidad de sus padres y la chilena;
2.° Los hijos de padre o madre chilenos, nacidos en territorio
extranjero, por el solo hecho de avecindarse en Chile. Los hijos
de chilenos nacidos en el extranjero, hallándose el padre o la madre
en actual servicio de la República, son chilenos aun para los efectos

en que las leyes fundamentales, o cualesquiera otras, requieran


nacimiento en el territorio chileno;
3.° Los extranjeros que obtuvieren carta de nacionalización
en conformidad a la ley, renunciando expresamente su nacionali

dad anterior, y
4.° Los que obtuvieren especial gracia de nacionalización por
ley.
Los nacionalizados tendrán opción a cargos públicos de elec
ción popular sólo después de cinco años de estar en posesión de sus
cartas de nacionabzación.
La ley reglamentará los procedimientos para la opción entre
la nacionalidad chilena y una extranjera; para el otorgamiento
la negativa y la cancelación de las cartas de nacionabzación, y para
la formación de un Registro de todos estos actos.
(Corresponde al artículo 5 actual).

Art. 6. La nacionalidad chilena se pierde:


1." Por nacionalización en país extranjero;
2." Por cancelación de la carta de nacionalización; y
3. Por prestación de servicios durante' una guerra, a enemigos
de Chile o de sus aliados.
Los que hubieren perdido la nacionalidad chilena en virtud
de este artículo sólo podrán ser rehabilitados por ley.
(Artículo nuevo).

Art. 7.' Son ciudadanos activos con derecho de sufragio los


chilenos que tengan veintiún años de edad; que sepan leer y es
cribir, y estén inscritos en los registros electorales.
Estos registros serán públicos y valdrán por el tiempo que
determine la ley,

571 -

. Las
incripciones serán continuas y sólo se suspenderán en los
plazos que la ley fije.
(Corresponde al 7 actual).

Art. 8. Se suspende la caüdad de ciudadano activo con derecho


de sufragio:
1.° Por
ineptitud física o mental que impida obrar libre y re

flexivamente; y
2.° Por hallarse procesado el ciudadano como reo de delito
que merezca pena aflictiva.
(Corresponde al artículo 8 actual).
Art. 9. Se pierde la calidad de ciudadano activo con derecho
de sufragio :
1.° Por haber perdido la nacionabdad chilena, y
2.° Por condena a pena aflictiva. Los que hubieren perdido
la calidad de ciudadano en virtud de este número, podrán solicitar
rehabilitación del Senado.
(Corresponde al artículo 9 actual).

CAPÍTULO III

GARANTÍAS CONSTITUCIONALES

Art. 10. La Constitución asegura a todos los habitantes de la


República:

1." La igualdad ante la ley. En Chile no hay clase privilegiada.


En Chile no hay esclavos, y el que pise su territorio, queda
libre. No puede hacerse este tráfico por chilenos. El extranjero que
lo hiciere, no puede habitar en Chile, ni nacionalizarse en la Repú
blica;
(Corresponde al N.° 1.° del artículo 10 y al artículo 123,
refundidos).

2.° La manifestación de todas las creencias, la libertad de con


ciencia, y el ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan
a la moral, a las buenas costumbres o al orden público, pudiendo,
por tanto, las respectivas confesiones religiosas erigir y conservar
templos y sus dependencias con las condiciones de seguridad e hi
giene fijadas por las leyes y ordenanzas.
Las iglesias,1 la8 confesiones, e instituciones religiosas de cual
quier culto, tendrán los derechos que otorgan y reconocen, con res-
-
572 -

pecto a los las leyes actualmente en vigor; pero quedarán


bienes,
sometidas, dentro de las garantías de esta Constitución, al derecho
común para el ejercicio del dominio de sus bienes futuros.
Los templos y sus dependencias, destinados al servicio de un
culto, estarán exentos de contribuciones;
(Corresponde al artículo 4).

3.° La libertad de emitir, sin censura previa, sus opiniones,


de palabra escrito, por medio de la prensa o en cualquiera
o por
otra forma, y sin
perjuicio de responder de los delitos y abusos que
se cometan en el ejercicio de esta bbertad en la forma y casos deter

minados por la ley;


(Corresponde al N.° 7." del actual artículo 10).

4.° El derecho de reunirse sin permiso previo y sin armas. En


las plazas, calles y demás lugares de uso público, las reuniones se
ajustarán siempre a las disposiciones de policía;
(Corresponde al 6.° del actual artículo 10, en sus dos prime
ros incisos).

5." El derecho de asociarse sin permiso previo y en confor


midad a la ley;

(Corresponde al inciso 3.° del N.° 6.° del actual artículo 10).

6.° El derecho de presentar peticiones a la autoridad consti


tuida, sobre cualquier asunto de interés público o privado, sin otra
limitación que la de proceder términos respetuosos y convenientes;
en

(Corresponde al inciso 4.° del N.° 6.° del actual artículo 10).

7.° La libertad de enseñanza.


La educación pública es una atención preferente del Estado.
La primera enseñanza será obligatoria.
Habrá Superintendencia
una de
educación púbbca, a cuyo
cargo estará la inspección de la enseñanza nacional y su dirección,
bajo la autoridad del Gobierno;
(Corresponde al inciso 5." del N.° 6." del actual artículo
10 y a los artículos 144 y 145, refundidos).

8.° La admisión a todos los empleos y funciones públicas, sin


otras condiciones que las que impongan las leyes;
(Igual al 2." del actual artículo 10). _

9.° La igual repartición de los impuestos y contribuciones,


en proporción de los haberes o en la progresión que fije la ley; y
la igual repartición de las demás cargas públicas.
_
573 -

Sólo por ley pueden imponerse contribuciones directas o indi


rectas, y, sin especial autorización, es prohibido a toda autori
su
dad del Estado y a todo individuo imponerlas, aunque sea bajo pre

texto precario, en forma voluntaria, o de cualquier otra clase.


No puede exigirse ninguna especie de servicio personal, o de
contribución, sino en virtud de un decreto de autoridad compe
tente, fundado en la ley que autoriza aquella exacción.

Ningún cuerpo armado puede hacer requisiciones, ni exigir


clase alguna de auxilios, sino por medio de las autoridades civiles
y con decretos de éstas.
Una ley particular determinará el método de reclutas y reem

plazos para las fuerzas de mar y tierra.


Todos los chilenos en estado de cargar armas deberán hallarse
inscritosen los registros militares, si no están especialmente excep
tuados por la ley;
(Corresponde al N.° 3." del actual artículo 10 y a los artícu
los 139, 140, 141 y 147, refundidos).

10." La inviolabilidad de todas las propiedades, sin distinción


alguna.
Nadie puede ser privado de la de su dominio, ni de una parte
de ella, o del derecho que a eba tuviere, sino en virtud de sentencia
judicial o de expropiación por razón de utilidad pública, calificada
por una ley. En este caso, se dará previamente al dueño la indemni
zación que se ajuste con él o que se determine en el juicio correspon
diente.

El ejercicio del derecho de propiedad está sometido a las limi


taciones o reglas que exijan el mantenimiento y el progreso del orden
social, y, en tal sentido, podrá la ley imponerle obbgaciones o ser

vidumbres de utilidad pública en favor de los intereses generales


del Estado, de la salud de los ciudadanos y de la salubridad pú
blica.
(Corresponde al N.° 5." del artículo 10),

1.° La propiedad exclusiva de todo descubrimiento o produc


ción, por el tiempo que concediere la ley. Si ésta exigiere su expro
piación, se dará al autor o inventor la indemnización competente;
(Corresponde al artículo 143).

12." La inviolabilidad del hogar.


La casa de toda persona que habite el territorio chileno sólo
puede ser allanada por un motivo especial determinado por la ley,

y en virtud de orden de autoridad competente;


(Corresponde al artículo 137).

574 —

13.° La inviolabilidad de la correspondencia epistolar y tele


gráfica. No podrán abrirse, ni interceptarse, ni registrarse los pa
peles o efectos públicos, sino en los casos expresamente, señalados
por la ley;
(Corresponde al artículo 138).

14." La protección al trabajo, a la industria, y a las obras de


previsión social, especialmente en cuanto se refieren a la habitación
sana y a las condiciones económicas de la vida, en forma de pro

porcionar a cada ciudadano un mínimo de bienestar, adecuado a la


satisfacción de sus necesidades personales y a las de su familia. La
ley regulará esta organización.
El Estado propenderá a la conveniente división de la propie
dad y a la constitución de la propiedad familiar.
Ninguna clase de trabajo o industria puede ser prohibida, a
menos que se oponga a las buenas costumbres, a la seguridad o a la

salubridad públicas, o que lo exija el interés nacional, y una ley


lo declare así.
Es deber del Estado velar por la salud pública y el bienestar
higiénico del país. Deberá destinarse cada año una cantidad de di
nero suficiente para mantener un servicio nacional de salubridad, y

(Número nuevo, refundido con el artículo 142).

15.° La libertad de permanecer en cualquier punto de la Repú


blica, trasladarse de uno a otro o sabr de su territorio, a condición
de que se guarden los reglamentos de policía, y salvo siempre el
perjuicio de tercero; sin que nadie pueda ser detenido, procesado,
preso o desterrado, sino en la forma determinada por las leyes.
(Igual al N." 4.° del actual artículo 10).

Art. 11. Nadie puede ser condenado, si no es juzgado legal-


mente y en virtud de una ley promulgada antes del hecho sobre que

recae el juicio.
(Igual al artículo 124).

Art. 12. Nadie puede ser juzgado por comisiones especiales,


sino por el tribunal que le señale la ley y que se halle establecido
con anterioridad por ésta.

(Igual al artículo 125).

Art. 13. Nadie ser detenido sino por orden de funcio


puede
nario público expresamente facultado por la ley y después de que
dicha orden le sea intimada en forma legal, a menos de ser sorpren
dido en delito flagrante y, en este caso, para el único objeto de ser
conducido ante juez competente.
-
575 -

(Corresponde a los artículos 126 y 127, refundidos conforme


al artículo 275 del C. P. P.)

Art. 14. Nadie puede ser detenido, sujeto a prisión preventiva


o preso sino en su casa o en lugares públicos destinados a este
objeto.
Los encargados de las prisiones no pueden recibir en ellas a
nadie en calidad de detenido, procesado o preso, sin copiar en su
registro la orden correspondiente, emanada de autoridad que tenga
facultad legal. Pueden, sin embargo, recibir en el recinto de la pri
sión,en clase de detenidos, a los que fueren conducidos con el objeto

de ser presentados al juez competente; pero con la obligación de


dar cuenta a éste dentro de las veinticuatro horas siguientes.
(Igual a los artículos 128 y 129).
Art. 15. Si la autoridad hiciere detener a alguna persona, de
berá, dentro de las cuarenta y ocho horas siguientes dar aviso al
juez competente poniendo a su disposición al detenido.
(Igual al artículo 130).

Art. 16. Todo individuo que se hallare detenido, procesado o


preso, con infración de lo dispuesto en los artículos anteriores,

podrá ocurrir por sí, o por cualquiera que lo haga a su nombre, a


la magistratura que señale la ley, en demanda de que se guarden
las formalidades legales. Esta magistratura decretará que el indi
viduo sea traído a su presencia, y su decreto será precisamente
obedecido por todos los encargados de las cárceles o lugares de de
tención. Instruida de los antecedentes, hará que se reparen los de
fectos legales y pondrá al individuo a disposición del juez compe
tente, procediendo en todo breve y sumariamente, corrigiendo por sí
esos defectos o dando cuenta a quien corresponda para que los co

rrija.
(Corresponde al artículo 134).

Art. 17. Ninguna incomunicación puede impedir que el funcio


nario encargado de la casa de detención visite al detenido, proce
sado o preso que se encuentre en ella.
Este funcionario está obligado, siempre que el detenido le re
quiera, a trasmitir al juez competente la copia del decreto de deten
ción; o a reclamar para que se le dé dicha copia, o a dar él mismo

un certificado de hallarse detenido aquel individuo, si al tiempo


de su detención se hubiere omitido este requisito.
(Corresponde a los artículos 131 y 132).

Art. 18. En las causas criminales no se podrá


obligar al incul
pado a que declare bajo juramento sobre hecho propio, así come

576 —

tampoco a sus ascendientes, descendientes, cónyuge, y parientes


hasta el tercer grado de consaguinidad y segundo de afinidad inclu
sives.
No podrá aplicarse tormento, ni imponerse, en caso alguno.
la pena de confiscación de bienes.
(Corresponde a los artículos 135 y 136).

Art. 19. Afianzada suficientemente la persona o el saneamiento


de la acción, en la forma que según la naturaleza de los casos deter
mine la ley, no debe ser detenido, ni sujeto a prisión preventiva,
ni embargado, el que no puede ser condenado a pena aflictiva.
¡Corresponde al artículo 133).

Art. 20. Todo individuo en favor de quien se sobreseyere defi


nitivamente, tendrá derecho a indemnización, en la forma que de
termine la ley, por los perjuicios efectivos o meramente morales
que hubiere sufrido injustamente.
(Artículo nuevo),

Art. 21. Las Tesorerías del Estado no podrán efectuar nin


gún pago sino en vbtud de un decreto expedido por autoridad com
petente, en que se exprese la ley o la parte del Presupuesto que
autorice aquel gasto.
(Corresponden a! 146).

Art. 22. La fuerza pública es esencialmente obediente. Nin


gún cuerpo armado puede deliberar.
(Igual al artículo 148).

Art. 23. Toda resolución que acordare el Presidente de la Re


pública, la Cámara de Diputados o el Senado, a presencia o requi
sición de un ejército, de un general al frente de fuerza armada o
de alguna reunión del pueblo que, ya sea con armas o sin ellas, de
sobedeciere a las autoridades, es nula de derecho y no puede pro
ducir efecto alguno.
(Corresponde al artículo 149).

CAPÍTULO IV

CONGRESO nacional

Art. 24. El Congreso Nacional se compone de dos ramas: la


Cámara de Diputados y el Senado.
(Corresponde al artículo 11 actual).

577 -

Art. 25. En las elecciones de Diputados y Senadores se em


pleará un procedimiento que dé por resultado en la práctica una

efectiva proporcionalidad en la presentación de las opiniones y de

los partidos pobticos.


(Artículo nuevo).

Art. 26. La calificación de las elecciones de Diputados y Se


nadores y el conocimiento de las reclamaciones de_nulidad que se
interpongan contra ellas, corresponde al Tribunal Calificador.
Pero, tanto la Cámara de Diputados como el Senado, tienen
atribuciones exclusivas para pronunciarse sobre_la inhabilidad de
sus miembros y para admitir su dimisión, si los motivos en que la

fundaren fueren de tal naturaleza que los imposibilitaren física o


moralmente para el ejercicio de sus cargos. Para aceptar la dimi
sión, deben concurrir las dos terceras partes de los Diputados o Se
nadores presentes.
(Corresponde a la atribución 1.a de los artículos 29 y 30).

Art. 27. Para ser elegido Diputado o Senador, es necesario


tener los requisitos de ciudadano activo con derecho de sufragio
y no haber sido condenado jamás por delito que merezca pena aflic
tiva.
Los Senadores deben, además, tener treinta y cinco años cum

plidos.
(Corresponde a los artículos 19 y 26 actuales).

Art. 28. No pueden ser elegidos Diputados ni Senadores:


1.° Los Ministros de Estado;
2.° Los Intendentes y Gobernadores;
3." Los Magistrados de los Tribunales Superiores de Justicia,
los Jueces de Letras y los funcionarios que ejercen el Ministerio
Púbbco, y
4.° Las personas naturales y los gerentes o administradores
de personas jurídicas o de sociedades que tienen o caucionan con
tratos con el Estado.
(Corresponde al 21 actual, pero los incisos finales pasan
a ser artículosnuevos).

Art. 29. Los cargos de Diputado y Senador son incompatibles


entre sí y con los de Representcntes y Municipales. Son incompa

tibles también con todo empleo público retribuido y con toda fun

ción o comisión de la misma naturaleza, a excepción de los empleos,


funciones o comisiones de la enseñanza superior, secundaria y espe
cial con asiento en la ciudad en que tenga sus sesiones el Congreso
Nacional,
(37)
-
57á -

El electo debe optar por el cargo de Diputado o Senador y el


otro cargo, empleo, función o comisión que desempeñe, dentro de
quince días si se hallare en el territorio de la República, y dentro
de ciento si estuviere ausente. Estos plazos se contarán desde la
aprobación de la elección. A falta de opción declarada dentro del
plazo, el electo cesará en su cargo de Diputado o Senador.
(Corresponde al inciso 1." del artículo 21 actual),

Art. 30. Ningún Diputado o Senador, desde el momento de


su elección y hasta seis meses después de terminar su cargo, puede
ser nombrado para función, comisión o empleo público retribuidos.
Esta disposición no rige en caso de guerra exterior, ni se aplica
a los cargos de Presidente de la República, Ministro de Estado y

Agente Diplomático; pero sólo los cargos conferidos en estado de


guerra son compatibles con las funciones de Diputado o Senador.
(Corresponde a los incisos 2.° y 3." del artículo 21).

Art. 31. Cesará en el cargo el Diputado o Senador que se au


sentare del país por más de treinta días, sin permiso de la Cámara
a que pertenezca o, en receso de eba, de su Presidente. Sólo leyes
especiales podrán autorizar la ausencia por más de un año.
Cesará también en el cargo el Diputado o Senador que, du
rante su ejercicio, celebrare o caucionare contratos con el Estado;

y el que actuare como abogado o mandatario en cualesquiera clases


de juicios pendientes contra el Fisco, o como procurador o agente
en gestiones particulares de carácter administrativo.
(Corresponde al inciso final del artículo 21).

Art. 32. Los Diputados y Senadores son inviolables por las


opiniones que manifiesten y los votos que emitan en el desempeño
de sus cargos.
(Igual al 12 actual).

Art. 33.Ningún Diputado o Senador, desde el día de su elec


ción, puede ser acusado, perseguido o arrestado, salvo el caso de
delito flagrante, si la Corte de Apelaciones de la jurisdicción respec
tiva, en Tribunal Pleno, no autoriza previamente la acusación de
clarando haber lugar la formación de causa. De esta resolución po
drá recurrirse ante la Corte Suprema.
(Equivale al 13 actual).

Art. 34. En de ser arrestado algún Diputado o Senador


caso

por delitro flagrante, será puesto inmediatamente a disposición


de la Corte de Apelaciones respectiva, con la información sumaria,

570 —

La Corte procederá entonces conforme a lo dispuesto en el artículo


precedente.
(Equivale al 15 actual),

Art. 35. Desde el momento en que se declare, por resolución


firme, haber lugar la formación de causa, queda el Diputado o Se
nador acusado, suspendido de su cargo y sujeto al juez competente,
(Equivale al 14 actual).

Art. 36. Si un Diputado o Senador muere o deja de pertenecer


a la Cámara de Diputados o al Senado por cualquier causa antes
del último año de su mandato, se procederá a su reemplazo en la
forma que determine la ley de elecciones, por el término que le falte
de su período.
El Diputado o Senador que aceptare el cargo de Ministro de
Estado, deberá ser reemplazado dentro del término de treinta días.
(Corresponde a los artículos 17, inciso 2.° y 25 actuales).

CÁMARA DE DIPUTADOS

Art. 37. La Cámara de Diputados se compone de miembros


elegidos por los dos departamentos o por las agrupaciones de de
partamentos colindantes que fije la ley, en votación directa y en la
forma que determine la ley de elecciones.
Se elegbá un Diputado por cada treinta mil habitantes y por
una fracción que no baje de quince mil.

(Corresponde a los artículos 16 y 17, inciso 1.° actuales).

Art. 38. La Cámara se renovará en su totalidad cada cuatro


años.
(Corresponde al 18 actual).

Art. 39. Son atribuciones exclusivas de la Cámara de Diputa


dos:
1." Declarar si ha o no lugar las acusaciones que cualesquiera
de sus miembros formularen en contra de los siguientes funcio
narios :

a) Del Presidente de la
República, por actos de su adminis
tración en haya comprometido gravemente el honor o la segu
que
ridad del Estado, o infringido abiertamente la Constitución o las
leyes. Esta acusación sólo podrá interponerse en el año inmediato
después de concluido el término de su presidencia. Durante este

580 -=

año, no podrá ausentarse de la República sin acuerdo de la Cámara,


o, en recesode ésta, de su Presidente:
b) De los Ministros de Estado, por los delitos de traición, con
cusión, malversación de fondos públicos, soborno, infracción de la
Constitución, atropellamiento de las leyes, por haberlas dejado sin
ejecución y por baber comprometido gravemente la seguridad o
el honor de la Nación. Estas acusaciones podrán interponerse mien
tras el Ministro estuviere en funciones y en los seis meses siguientes
a la expiración de su cargo. Durante ese tiempo, no podrá ausen

tarse de la República sin permiso de la Cámara, o, en receso de

ésta, de su Presidente:
c) De los Magistrados de los Tribunales Superiores de Jus
ticia, por notable abandono de sus deberes:
d) De los generales de un ejército o armada, por haber com
prometido gravemente la seguridad o el honor de la Nación, y
e) De los Intendentes y Gobernadores, por los delitos de trai
ción, sedición, infracción de la Constitución, malversación de fondos
públicos y concusión.
En todos estos casos, la Cámara declarará si ha o no lugar
la acusación, previa audiencia del inculpado e informe de una co
misión de cinco Diputados elegidos a la suerte. Si resultare la afir
mativa, nombrará tres Diputados que la formalicen y prosigan
ante el Senado. Si el inculpado no asistiere a la sesión a que se le
cite, o no enviare defensa escrita, podrá la Cámara renovar la cita
ción o proceder sin ella.
Desde el momento en que la Cámara declare que ha lugar la
acusación, el acusado quedará suspendido de sus funciones. La
suspensión cesará si el Senado desestimare la acusación o si no se
pronunciare dentro de los treinta días siguientes, y
(Corresponde a la 2.a del artículo 29 y refunde los artículos
74, 83 a 92).

2.a Fiscalizar los actos del Gobierno. Para ejercer esta atri
bución, la Cámara puede, con el voto de la mayoría de los Dipu
tados presentes, adoptar acuerdos o sugerir observaciones que se
trasmitirán por escrito al Presidente de la República. Los acuerdos
u observaciones no afectarán la responsabilidad política de los Mi

nistros y serán contestados por escrito por el Presidente de la Re


pública o verbal n i en te por el Ministro que corresponda.
(Corresponde al artículo 29, N.° 2.").

581 —

SENADO

Art. 40. El Senado se compone de miembros elegidos en vota


ción directa por las nueve agrupaciones provinciales que fije la ley,
en atención a las características e intereses de las diversas regiones

del territorio de la República. A cada agrupación corresponde elegir


cinco Senadores.
(Corresponde al artículo 22 actual).

Art. 41. El senado se renovará cada cuatro años, por parcia


lidades, en la forma que determine la ley.
(Corresponde a los artículos 23 y 24 actuales).

Art. 42. Son atribuciones exclusivas del Senado:


1." Conocer de las acusaciones que la Cámara de Diputados
entable con arreglo al artículo 41, previa audiencia del acusado,
Si éste no asistiere a la sesión a que se le cite, o no enviare defensa
escrita podrá el Senado renovar la citación o proceder sin ella.
El Senado resolverá como jurado y se limitará a declarar si
el acusado es o no culpable del delito o abuso de poder que se le
imputa.
La declaración de culpabilidad deberá ser pronunciada por la
mayoría de los Senadores en ejercicio. Por la declaración de culpa-

bibdad, queda el acusado destituido de su cargo.


El funcionario declarado culpable será juzgado con arreglo
a las
leyes por el tribunal ordinario competente, tanto para la apli
cación de la pena señalada al delito cometido, cuanto para hacer
efectiva la responsabibdad civil por los daños y perjuicios causados
al Estado o a particulares;
(Corresponde a la 2.a del artículo 30 y al 89).

2.a Decidir si ha no lugar a la admisión de las acusaciones


o

que cualquier individuo particular presente contra los Ministros,


con motivo de los perjuicios que pueda haber sufrido injustamente
por algún acto de éstos, según los mismos procedimientos del nú
mero anterior;
(Corresponde a los artículos 90 y 91).

3.a Declarar si ha o no lugar la formación de causa en materia


criminal contra los Intendentes y Gobernadores. Exceptúase el
caso en que la acusación se intentare por la Cámara de Diputados;

(Corresponde al N.u 6.° del artículo 95).



582 —

4.a Conocer en las contiendas de competencia que se susciten


entre las autoridades políticas o administrativas y los Tribunales
superiores de justicia;
(Corresponde a la atribución 5.a del artículo 95).

5.a Otorgar las rehabilitaciones a que se refiere el artículo 9;


(Atribución nueva).

6.a Prestar o negar su consentimiento a los actos del Presi


dente de la República en los casos en que esta Constitución o la ley

lo requiera.
Si el Senado no se pronunciare dentro de treinta días, después
de pedida la urgencia por el Presidente de la Repúbbca, se tendrá
por otorgado su acuerdo, y
(La 4.a del artículo 30).

7.a Dar su dictamen al Presidente de la República en todos


los casos en que lo consultare.
(Corresponde a la atribución 1.a del artículo 95).

ATRIBUCIONES DEL CONGRESO

Art. 43. Son atribuciones exclusivas del Congreso:

1.a Aprobar o anualmente la cuenta de la inversión


reprobar
de fondos destinados para los gastos de la administración pública
que debe presentar el Gobierno;
2.a Otorgar su acuerdo para que el Presidente de la República
pueda salir del territorio nacional;
3.a Declarar, cuando el Presidente de la República hace dimi
sión de su cargo, si los motivos en que la fundan le imposibilitan o

no su ejercicio, y en su consecuencia, admitirla o desecharla;


para
Declarar, cuando hubiere lugar a dudas, si el impedimento
4.a
que priva al Presidente del ejercicio de sus funciones, es de tal natu
raleza que deba procederse a nueva elección, y
5.a Aprobar o desechar los tratados que le presentare el Pre
sidente de la República antes de su ratificación.
Todos estos acuerdos tendrán en el Congreso los mismos trá
mites de una ley.
(Corresponde al artículo 27, en sus atribuciones 1.", 3.a y
4.a, Las atribuciones 2.a y 6.a pasan al artículo siguiente. La atri
bución 5.a se suprime con la creación del Tribunal Calificador. Se
agregan las atribuciones referentes al permiso y a los tratados).
-
583 —

Art. 44. Sólo en virtud de una ley se puede:

1."
Imponer contribuciones de cualesquiera clase o naturaleza,
suprimir las existentes, señalar en caso necesario su repartimiento
entre las provincias o comunas, y determinar su proporcionalidad
o progresión ;
(Corresponde al N.° 1.° del artículo 28 actual).

2." Autorizar la contratación de empréstitos o de cualquiera


otra clase de operaciones, que puedan comprometer el crédito y
la responsabilidad financiera del Estado;'
(Corresponde al N.° 4.° del artículo 28 actual).

3." Autorizar la enajenación de bienes del Estado o de las Mu


nicipalidades, o su arrendamiento o concesión por más de veinte

años;
(Número nuevo),

4.°
Fijar anualmente los gastos de la administración pública
y aprobar en la misma ley el cálculo de entradas. La ley de Presu
puestos no podrá alterar los gastos o contribuciones acordados en •
leyes generales o especiales. Sólo los gastos variables pueden ser
modificados por ella; pero la iniciativa para su aumento o para
alterar el cálculo de entradas corresponde exclusivamente al Pre
sidente de la Repúbbca. El proyecto de ley de Presupuestos debe
ser presentado al Congreso con seis meses de anterioridad a la fecha

en que debe empezar a regb; y si, a la expbación de este plazo, no


se hubiere aprobado, regirá el proyecto presentado por el Presidente

de la República;
(Corresponde al N.° 2.a del artículo 28 actual).

5.° Crearo suprimir empleos públicos; determinar o modificar

sus atribuciones;aumentar o disminuir sus dotaciones; dar pensio


nes, y decretar honores públicos a los grandes servidores. Las leyes
que concedan pensiones deberán ser aprobadas por el voto de los dos
tercios de los miembros presentes de cada Cámara;
(Corresponde al N.° 10.° del artículo 28).

6.° Fijar la remuneración de que gozarán los Diputados y Se


nadores. Durante un período legislativo no podrá modificarse la
remuneración sino para que produzca efectos en el período siguiente;
(Número nuevo).

584 —

7.° Establecer o modificar la división política


o administrativa
de la República; habilitar puertos mayores, y establecer aduanas;
(Corresponde al número 5.° del, artículo 28 actual).

8.° Señalar el peso, ley, valor, tipo y denominación de las mo

nedas, y el sistema de pesos y medidas ;


(Corresponde al número 6." del artículo 28 actual).

9.° Fijar las fuerzas de mar y tierra que han de mantenerse


en pie en tiempo de paz o de guerra;
(Corresponde al N.° 3.u del artículo 28 actual).

10." Permitir la introducción de tropas extranjeras en el terri


torio de la Repúbbca, con fijación del tiempo de su permanencia
en él;
.(Corresponde al N.u 7." del artículo 28).

11.° Permitir la salida de tropas nacionales fuera del territorio


de la República, señalando el tiempo de su regreso;
(Corresponde al N.° 9.° del artículo 28).

12.° Aprobar o reprobar la declaración de guerra a propuesta


del Presidente de la República;
(Corresponde a la atribución 2.a del artículo 27).

13." Restringir la libertad personal y la de imprenta, o sus

pender o restringir el ejercicio del derecho de reunión, cuando lo

reclamare la necesidad imperiosa de la defensa del Estado, de la


conservación del régimen constitucional o de la paz interior, y sólo
por períodos que no podrán exceder de seis meses. Si estas leyes
señalaren penas, su aplicación se hará siempre que los Tribunales
establecidos. Fuera de los casos prescritos en este número, ninguna
ley podrá dictarse para suspender o restringir las libertades o dere
chos que esta Constitución asegura;
(Corresponde a la atribución 6.° del artículo 27).

14." Conceder indultos generales y amnistías, y


(Igual al N.° 11 del artículo 28).

15. Señalar la ciudad en que debe residir el Presidente de la


República, celebrar sus sesiones el Congreso Nacional y funcionar

la Corte Suprema.
(Corresponde al N.° 12 del artículo 28 actual),
-
585 —

FORMACIÓN DE LAS LEYES

Art. 45. Las leyes pueden tener principio en la Cámara de'


Diputados o en el Senado, por mensaje que dirija el Presidente
de la República o por moción de cualquiera de sus miembros. Las
mociones no pueden ser firmadas por más de diez Diputados ni por
más de cinco Senadores.
Las leyes sobre contribuciones de cualquiera, naturaleza que
sean, sobre los Presupuestos de la Administración pública y sobre
reclutamiento, sólo pueden tener principio en la Cámara de Dipu
tados.
Las leyes sobre amnistía y sobre indultos generales, sólo pueden
tener principio en el Senado.
(Corresponde al artículo 31).

Art. 46. El Presidente de la República podrá hacer presente


la urgencia en el despacho de un proyecto y, en tal caso, la Cámara
respectiva deberá pronunciarse dentro del plazo de treinta días.
La manifestación de urgencia puede repetirse en todos los
trámites constitucionales del proyecto.
(Artículo nuevo).
Art. 47. El proyecto que fuere desechado en la Cámara de
su
origen no podrá renovarse sino después de un año.
(Corresponde al artículo 33).

Art. 48. Aprobado un proyecto en la Cámara de su origen,


pasará inmediatamente a la otra para su discusión,
(Corresponde al artículo 32),

Art. 49. El proyecto que fuere despachado en su totalidad por


la Cámara revisora, volverá a la de suorigen, donde se tomará nue
vamente consideración y, si fuere en ella aprobado por las dos
en

terceras partes de sus miembros presentes, pasará segunda vez a


la que lo desechó; y no se entenderá que ésta lo reprueba, si no
concurren para ello las dos terceras partes de sus miembros pre
sentes.
(Corresponde al artículo 41).

Art. 50. El proyecto que fuere adicionado o corregido por la


Cámara revisora, volverá a la de su origen; y en ésta se entenderá
aprobadas las adiciones o correcciones con el voto de la mayoría
de los miembros presentes.
Pero, si las adiciones o correcciones fueren reprobadas, volverá
-
586 —

el proyecto segunda vez a la Cámara revisora ; donde, sí fueren nueva


mente aprobadas las adiciones o correcciones por una mayoría de
las dos terceras partes de sus miembros presentes, volverá el pro
yecto a la otra Cámara, y no se entenderá que ésta reprueba las

adiciones o correcciones, si no concurren para ello las dos terceras


partes de los miembros presentes.
(Corresponde al artículo 42),

Art. 51. Cuando, con motivo de las insistencias, no se produ


jere acuerdo en puntos fundamentales de un proyecto entre las
dos Cámaras, o cuando una modificare sustancialmente el proyecto
de la otra, podrán designarse comisiones mixtas, de igual número
de Diputados y Senadores, para que propongan la forma y modo
de resolver las dificultades producidas.
(Artículo nuevo).

Art. 52. Aprobado un proyecto por ambas Cámaras, será re


mitido al Presidente de la República, quien, si también lo aprueba
dispondrá su promulgación como ley.

(Corresponde al artículo 34).

Art. 53. Si el Presidente de la República desaprueba el pro


yecto, lo devolverá a la Cámara de su origen, con las observaciones

convenientes dentro del término de treinta días.


(Corresponde al articulo 35).

Art. 54. Si las dos Cámaras aprobaren las observaciones, el


proyecto tendrá fuerza de ley y se devolverá al Presidente para su

promulgación.
Si las dos Cámaras no aceptaren todas o algunas de las obser
vaciones e insistieren por los dos tercios de sus miembros presentes
en la totalidad o parte del proyecto aprobado por ellas, se devolverá
al Presidente para promulgación.
su

(Corresponde al artículo 36).

Art. 55. Si el Presidente de la República no devolviere el pro


yecto dentro de treinta días, contados desde la fecha de su remisión,
se entenderá que lo aprueba y se promulgará como ley. Si el Con
greso cerrare sus sesiones antes de cumplirse los treinta días en

que ha de verificarse la devolución, el Presidente lo hará dentro de


ios diez primeros días de la legislatura ordinaria o extraordinaria
siguiente.
(Corresponde al artículo 40).
-
587 -

SESIONES DEL CONGRESO

Art. 56. El Congreso abrirá sus sesiones ordinarias el día 21


de Mayo de cada año, y las cerrará el 18 de Septiembre
(Corresponde al artículo 43).

Art. 57. El Congreso tendrá sesiones extraordinarias cuando


lo convoque el Presidente de la República, y cuando lo convoque
el Presidente del Senado a solicitud escrita de la mayoría de los
miembros de la Cámara de Diputados o del Senado.
Convocado por el Presidente de la República, no podrá ocu
parse en otros negocios legislativos que los señalados en la convo
catoria; pero los proyectos de reforma constitucional podrán pro
ponerse, discutirse y votarse aun cuando no figuren en ella.
Convocado por el Presidente del Senado, podrá ocuparse en
todos los negocios de su incumbencia.
(Corresponde a los artículos 44 y 159),

Art. 58. La Cámara de Diputados no podrá entrar en sesión


niadoptar acuerdos sin la concurrencia de la quinta parte de sus
miembros, ni el Senado, sin la concurrencia de la cuarta parte de
los suyos,
Cada una de las Cámaras establecerá, en sus reglamentos in
ternos, la clausura de los debates por simple mayoría,
(Corresponde al artículo 45).

Art. 59. La Cámara de Diputados y el Senado abrirán y ce


rrarán sus legislaturas ordinarias y extraordinarias a un mismo
tiempo. Sin embargo, pueden funcionar separadamente para asuntos
de su exclusiva atribución, caso en el cual hará la convocatoria el

Presidente de la Cámara respectiva.


(Corresponde al artículo 47).

CAPITULO V

PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA

Art. 60. Un ciudadano con el título de Presidente de la Repú


blica de Chile administra el Estado, y es el Jefe Supremo de la Na
ción.
(Corresponde al artículo 50).

Art. 61. Para ser designado Presidente de la Repúbbca, se


requiere haber nacido en el territorio de Chile; tener treinta años

588 —

de edad, a lo menos, y poseer las caüdades necesarias para ser miem


bro de la Cámara de Diputados.
(Corresponde al artículo 51).

Art. 62. El Presidente de la República durará en el ejercicio


de sus funciones por término de seis años, y no podrá ser reelegido

para el período siguiente.


(Corresponde a los artículos 52 y 53).

.Art. 63. El Presidente será elegido en votación cbreeta por


los ciudadanos activos con dereeho de sufragio de toda la Repú
bbca, sesenta días antes de aquél en que deba cesar en el cargo el
que esté en funciones, y en la forma que determine la ley.
El conocimiento de las reclamaciones que ocurrieran acerca
de la votación, las rectificaciones y el escrutinio general de la elec
ción, corresponderán al Tribunal Cahficador.
(Corresponde al artículo 54).

Art. 64. Las dos ramas del Congreso, reunidas en sesión pú-
bbea, cincuenta días después de la votación, con asistencia de la
mayoría del total de sus miembros y bajo la dirección del Presi
dente del Senado, tomarán conocimiento del escrutinio general
practicado por el Tribunal Calificador, y procederán a proclamar
Presidente de la Repúbbca al ciudadano que hubiere obtenido más
de la mitad de los sufragios válidamente emitidos.
Si del escrutinio no resultare esa mayoría, el Congreso Pleno
elegbá entre los ciudadanos que hubieren obtenido las dos más altas
mayorías relativas; pero, si dos o más ciudadanos hubieren obtenido
en empate la más alta mayoría relativa, la elección se hará sólo

entre ellos.
Si en el día señalado en este artículo no se reuniere la mayoría
del total de los miembros del Congreso, la sesión se verificará al
día siguiente con los Diputados y Senadores que alistan.
(Corresponde a los artículos 55 al 62).

Aht. tió. La elección que corresponda al Congreso Pleno se

hará por más de la mitad de los sufragios, en votación secreta.


Si verificada la primera votación no resultare esa mayoría
absoluta, se votará por segunda vez, y entonces la votación se con

cretará a las dos personas que en la primera hubieren obtenido


mayor número de sufragios, y los votos
blanco se agregarán a
en

la que haya obtenido la más alta mayoría relativa.


En caso de empate, se repetirá por tercera vez la votación al
día siguiente, en la misma forma.

589 -

Si resultare nuevo empate, decidirá en el acto el Presidente del


Senado.
(Corresponde al artículo 63).

Art. 66. Cuando el Presidente de la República mandare per


sonalmente la fuerza armada, o cuando por enfermedad, ausencia
del territorio de la República u otro grave motivo, no pudiere ejer
citar su cargo, le subrogará, con el título de Y ice ¡¡residente de la
República, el Ministro a quien favorezca el orden de precedencia
que señale la ley. A falta de éste, subrogará al Presidente el Mi
nistro que siga en ese orden de precedencia, y a falta de todos los
Ministros, sucesivamente, el Presidente del Senado, el Presidente
de la Cámara de Diputados o el Presidente de la Corte Suprema.
En los casos de muerte, declaración de haber lugar a su re
nuncia, u otra clase de imposibilidad absoluta, o que no pudiere
cesar antes de cumplirse el tiempo que falta del período constitu

cional, el Vicepresidente, en los primeros diez días de su gobierno,


expedirá las órdenes convenientes para que se proceda, dentro del
plazo de sesenta días, a una nueva elección de Presidente en la forma
prevenida por esta Constitución y por la ley de elecciones.
(Corresponde a los artículos 65 y 66).

Art. 67. El Presidente no puede sabr del territorio de la Re


pública durante el tiempo de suGobierno, sin acuerdo del Con
greso.
(Corresponde al artículo 67).

Art. 68. El Presidente cesará el mismo día en que se comple

ten los seis años que debe durar el ejercicio de sus funciones, y le
sucederá el nuevamente electo.
(Corresponde al artículo 68).

Art. 69. Si el Presidente electo


se hallare impedido para tomar

posesión del cargo, le subrogará, mientras tanto, con el título de


Vicepresidente de la República, el Presidente del Senado; a falta
de éste, el Presidente de la Cámara de Diputados, y a afalta de éste,
el Presidente de la Corte Suprema.
Pero, si el impedimento del Presidente electo fuere absoluto
o debiere durar indefinidamente, o por más tiempo del señalado
al ejercicio de la Presidencia, el Vicepresidente, en los diez días
siguientes a la declaración que debe hacer el Congreso, expedirá
las órdenes convenientes para que se proceda, dentro del plazo de
sesenta días, a nueva elección en la forma prevenida por esta Cons
titución y por la ley de elecciones.
(Corresponde al artículo 69).

590 —

Art. 70. El Presidente electo, al tomar posesión del cargo y


en presencia de ambas ramas del Congreso, prestará, ante el Pre
sidente del Senado, juramento o promesa de desempeñar fielmente
el cargo de Presidente de la República, conservar la integridad e
independencia de la Nación y guardar y hacer guardar la Consti
tución y las leyes.
(Corresponde al artículo 71),

Art. 71. Al Presidente de la República está confiada la adminis


tración y gobierno del Estado; y su autoridad se extiende a todo
cuanto tiene por objeto la conservación del orden público en el
interior, y la seguridad exterior de la República, de acuerdo con esta
Constitución y las leyes.
(Igual al artículo 72).

Art. 72. Son atribuciones especiales del Presidente:


1.a Concurrir a la formación de las leyes con arreglo a esta
Constitución, sancionarlas y promulgarlas;
(Corresponde a la atribución 1.a del artículo 73).

2.a Dictar los reglamentos, decretos e instrucciones que crea

convenientes para la ejecución de las leyes;


(Corresponde a la atribución 2.a del artículo 73).

3.aProrrogar las sesiones ordinarias del Congreso y convocarlo


a sesionesextraordinarias;
(Corresponde a las atribuciones 4.a y 5.a del artículo 73).

4.a Velar por la conducta ministerial de los jueces y demás


empleados del Poder Judicial y requerir, con tal objeto, a la Corte
Suprema para que declare que no han tenido buen comportamiento
o al Ministerio Público para que reclame medidas disciplinarias

del Tribunal competente, o para que, si hubiere mérito bastante,


entable la correspondiente acusación;
(Corresponde a la 3.a del artículo 73).

5.a Nombrar a su voluntad a los Ministros de Estado y Ofi


ciales de sus Secretarías, a los Agentes Diplomáticos, Cónsules,

Intendentes, Gobernadores y Prefectos de Policía.


El nombramiento de los Embajadores y Ministros Diplomáticos
se someterá a la aprobación del Senado; pero éstos y los demás
funcionarios señalados en e' presente número, son de la confianza

exclusiva del Presidente de la República y se mantendrán en sus


puestos mientras cuenten con ella;
a la atribución 6.a del artículo 73).
(Corresponde
-
591 -

6.a Nombrar a los


Magistrados de los Tribunales Superiores
de Justicia y a los Jueces Letrados;
(Corresponde a la atribución 7.a del artículo 73),

7.a Proveer los demás empleos civiles y militares que deter


minen las leyes, conforme al Estatuto Administrativo, y conferir,
con acuerdo del Senado, los empleos
o grados de coroneles, capita

nes de navio y demás oficiales superiores del ejército y armada.


En el campo de bafalla, podrá conferir estos empleos militares su
periores por sí solo.
(Corresponde a la atribución 9.a del artículo 73).

8.a Destituir a los empleados de su designación, por ineptitud


u otro motivo que haga inútil o perjudicial su servicio; pero, con

acuerdo del Senado, si son jefes de oficinas o empleados superiores


y con informe del respectivo jefe si son empleados subalternos;
(Corresponde a la atribución 10.a del artículo 73).

9.a Conceder jubilaciones, retbos y goce de montepío con arre

glo a lasleyes;
(Corresponde a la atribución 11.a del artículo 73).

10.a Cuidar de la recaudación de las rentas públicas y decretar


su inversión con arreglo a la ley;
(Igual a la 12. s actual del artículo 73).

11.a Conceder indultos particulares. Los funcionarios acusados


por la .Cámara de Diputados y juzgados por el Senado sólo pueden
ser indultados por el Congreso;
(Corresponde a la atribución 15.a del artículo 73).

12.a Disponer de las fuerzas de mar y tierra, organizarías y


y distribuirlas según lo hallare por conveniente;
(Corresponde a la 16.a del artículo 73).

13.a Mandar personalmente las fuerzas de mar y tierra, con


acuerdo del Senado. En este caso, el Presidente de la República
podrá residir en cualquier lugar ocupado por armas chilenas;
(Corresponde a la 17.a del artículo 73).

14.a Declarar la guerra, previa autorización por ley;


(Corresponde a la 18.a del artículo 73).
-
592 -

15. s
Mantener las relaciones pobticas
con las potencias ex

tranjeras, recibb sus Agentes, admitir sus Cónsules, conducir las

negociaciones, hacer las estipulaciones preliminares, concluir y fir


mar todos los tratados de paz, de alianza, de tregua, de neutralidad,

de comercio, concordatos y otras convenciones. Los tratados, antes


de su ratificación, se presentarán a la aprobación del Congreso. Las
discusiones y deliberaciones sobre estos objetos serán secretas si
así lo exigiere el Presidente de la República, y
(Igual a la 19.a del artículo 73).

16.a Declarar en estado de asamblea una o más provincias

invadidas o amenazadas en caso de guerra extranjera, y en estado


de sitio, uno o varios puntos de la República, en caso de ataque
exterior.
En de conmoción interior, la declaración de hallarse uno
caso
o varios puntos
en estado de sitio, corresponde al Congreso; pero,
si éste nohallare reunido, puede el Presidente hacerlo por un
se

determinado tiempo. Si a la reunión del Congreso no hubiere expi


rado el término señalado, la declaración que ha hecho el Presidente
de la República, se entenderá como una proposición de ley.
Por la declaración del estado de sitio, sólo se conceden al Pre
sidente de la República la facultad de trasladar las personas de un
departamento a otro y la de arrestarlas en sus propias casas y en
lugares que no sean cárceles ni otros que estén destinados a la de
tención o prisión de reos comunes.
Las medidas que se tomen en vbtud del estado de sitio, no
tendrán más duración que la de éste, sin que por ellas se puedan
violar las garantías constitucionales otorgadas a los Diputados y
Senadores. *

(Corresponde a la 20.a del artículo 73, a la 7.a del artículo


95 y artículo 152 que se refunden).

MINISTROS DE ESTADO

Art. 73. El número de los Ministros y sus respectivos depar


tamentos serán determinados por la ley.
(Igual al artículo. 75) .

Art. 74. Para ser nombrado Ministro se requieren las calida


des que se exigen para ser Diputado.

(Corresponde al 76),

Art. 75. Todas las órdenes del Presidente de la Repúbbca


deberán firmarse por el Ministro del Departamento respectivo, y .

no serán obedecidas sin este esencial requisito.


(Igual al artículo 77).

593 —

Art. 76. Cada Ministro será responsable personalmente de


los actos que firmare, y solidariamente, de los que suscribiere o
acordare con los otros Ministros.
(Igual al artículo 78),

Art. 77. Luego que el Congreso abra sus sesiones ordinarias,


deberán los Ministros dar cuenta al Presidente de la República
del estado de la Nación, en lo relativo a los negocios del departa
mento de cada uno, para que el Presidente la dé, a su vez, a la Cá
mara de Diputados.

Con el mismo objeto, están obligados a presentarle el presu


puesto anual de los gastos que deben hacerse en sus respectivos
Departamentos, y a darle cuenta de la inversión de las sumas de
cretadas para llenar los gastos del año anterior.
(Corresponde a los artículos 79 y 80).

Art. 78. Los Ministrospodrán, cuando lo estimaren conveniente,


asistir las sesiones de la Cámara de Diputados o del Senado, y
a

tomar en sus debates, con preferencia para hacer uso de la


parte
palabra, pero sin derecho a voto.
(Corresponde al artículo 82),

CAPÍTULO VI

TRIBUNAL CALIFICADOR DE ELECCIONES

Art. 79. Un tribunal especial, que se denominará Tribunal


Calificador,conocerá de la cabficación de las elecciones de Presidente
de la Repúbbca, de Diputados y de Senadores.
E.ste Tribunal procederá como jurado en la apreciación de los
hechos, y sentenciará con arreglo a derecho.
Sus miembros serán cinco y se renovarán cada cuatro años,
a lo menos con quince días de anterioridad a la fecha de la primera

elección que deban cabficar.


El mismo Tribunal calificará todas las elecciones que ocurran
durante el cuadrienio.
Los cinco miembros del Tribunal Cahficador se elegirán por
sorteo entre bis siguientes personas:
Uno, entre los individuos que hayan desempeñado los cargos
de Presidentes o Vicepresidentes de la Cámara de Diputados por
más de un año;
Uno, de entre los individuos que hayan desempeñado los car
gos de Presidentes o Vicepresidentes del Senado por igual período;
(38)

594 —

Dos, entre los individuos que desempeñen los cargos de Mi


nistros de la Corte Suprema, y
Uno, entre los individuos que los cargos de Mi
desempeñen
nistros de la Corte de Apelaciones de la ciudad donde celebre sus se
siones el Congreso.
La ley regulará la organización y funcionamiento del Tribunal
Calificador.
(Artículo nuevo).

CAPÍTULO VII

PODER JUDICIAL

Art. 80. La facultad de juzgar las causas civiles y criminales


pertenece exclusivamente a los tribunales establecidos por la ley.

Ni el Presidente de la Repúbbca, ni el Congreso, pueden, en caso


alguno, ejercer funciones judiciales, avocarse causas pendientes o
hacer revivir procesos fenecidos.
(Corresponde al artículo 99).

Art. 81. Una ley especial determinará la organización y atri


buciones de los Tribunales que fueren necesarios para la pronta
y cumplida administración de justicia en todo el territorio de la •

República.
Sólo en vbtud de una ley podrá hacerse innovación en las atribu
ciones de los Tribunales o en el número de sus individuos,
(Corresponde al artículo 105, agregándose como inciso 2.°
el artículo 100).

Art. 82. La ley determinará las cabdades que respectivamente


deban tener los jueces, y el número de años que deban haber ejer
cido la profesión de abogado las personas que fueren nombradas
Ministros de Cortes o Jueces Letrados.
(Igual al artículo 103).

Art. 83. En cuanto al nombramiento de los jueces, la ley se


ajustará a los siguientes preceptos generales:
Los Ministros y Fiscales de la Corte Suprema serán elegidos
por el Presidente de la Repúbbca de una bsta de cinco individuos
propuestos por la misma Corte. Los dos Ministros más antiguos
de Corte de Apelaciones, ocuparán lugares de la lista. Los otros tres
lugares se llenarán por voto acumulativo, en atención a los méritos
de los candidatos, pudiendo figurar personas extrañas a la adminis
tración de justicia;

595 —

Los Ministros y Fiscales de las Cortes de Apelaciones serán


designados por el Presidente de la Repúbbca, a propuesta en terna
de la Corte Suprema, y
Los Jueces Letrados serán designados por el Presidente de la
República a propuesta en terna de la Corte de Apelaciones de la
jurisdicción respectiva. Para la formación de estas ternas se abrbá
concurso al cual deberán presentar los interesados sus títulos y ante

cedentes.
El Juez Letrado más antiguo de asiento de Corte o del Juez
Letrado más antiguo del cargo inmediatamente [inferior al que se
trate de proveer, ocuparán, respectivamente, un lugar de la terna
correspondiente. Los otros dos lugares se llenarán por voto acu
mulativo en atención al mérito de los candidatos.
(Corresponde a la atribución 2.a del artículo 95).

Art. 84. Los jueces son personalmente responsables por los


crímenes de cohecho, falta de observancia de las leyes que reglan
el proceso, y, en general, por toda prevaricación o torcida adminis
tración de justicia. La ley determinará los casos y el modo de hacer
efectiva esta reponsabilidad.
(Igual al artículo102).

Art. 85. Losjueces permanecerán en sus cargos durante su


buen comportamiento; pero los inferiores desempeñarán su res
pectiva judicatura por el tiempo que determinen las leyes.
Los jueces, sean temporales o perpetuos, sólo podrán ser de
puestos de sus destinos por causa legalmente sentenciada.
No obstante, el Presidente de la República, a propuesta o con
acuerdo de la Corte Suprema, podrá autorizar permutas, u ordenar
el traslado de los jueces a otro cargo de igual categoría.
En todo caso, la Corte Suprema, por requerimiento del Presi
dente de la República, a solicitud de parte interesada, o de oficio,
podrá declarar que los jueces no han tenido buen comportamiento ; y,
previo informe del inculpado y de la Corte de Apelaciones respectiva,
acordar su remoción, por las dos terceras partes de sus miembros.
Estos acuerdos se comunicarán al Presidente de la Repúbbca para
su cumplimiento.

(Corresponde al 101),

Art. 86. La Corte Suprema tiene la superintendencia directiva,


correccional y económica de todos los Tribunales de la Nación,
con arreglo a la ley que determine su organización y atribuciones.
La Corte Suprema, en los casos particulares de que conozca
o le fueren sometidos en recurso interpuesto en juicio que se sigue

ante otro Tribunal, podrá declarar inaplicable, para ese caso, cual-

596 —

quier precepto legal contrario a esta Constitución. Este recurso


podrá deducirse en cualquier estado del juicio, sin que se suspenda
su tramitación.
Conocerá, además, en las contiendas de competencia que se
susciten entre las autoridades políticas o administrativas y los Tri

bunales de Justicia que no correspondan al Senado.


(Corresponde a los artículos 104 y 95 N.° 5.°),

Art. 87. Habrá Tribunales Administrativos para amparar a


las personas contra los actos o disposiciones arbitrarias de las auto
ridades políticas o administrativas. Su organización y atribuciones
son materia de ley.

(Artículo nuevo).

CAPITULO VIII

GOBIERNO INTERIOR DEL ESTADO

Para el Gobierno interior del Estado, el territorio


Art. 88.
de la República se divide en provincias, las provincias en departa
mentos, los departamentos en subdelegaciones y las subdelegaciones
en distritos.

(Corresponde al artículo 106).

INTENDENTES

Art. 89. El Gobierno superior de cada provincia reside en un


Intendente, quien lo ejercerá con arreglo a las leyes y a las órdenes

e instrucciones del Presidente de la República, de quien es agente


natural e inmediato. Durará tres años en sus funciones.
El Intendente, dentro de la provincia de su mando, como re
presentante del Presidente de la Repúbbca, tendrá la fiscabzación
de todas las obras y los servicios públicos del territorio provincial.
(Corresponde al artículo 107).
GOBERNADORES

Art. 90. El Gobierno de cada departamento reside en un Go


bernador, subordinado al Intendente de la provincia. Durará tres
años en sus funciones.

El Intendente de la .provincia, es también Gobernador del de

partamento en ■
cuya capital resida.
Los Gobernadores son nombrados por el Presidente de la Re-

597 —

púbbca, a propuesta del respectivo Intendente, y pueden ser remo


vidos por éste, con aprobación del Presidente de la República.
(Corresponde a los artículos 108, y 110 109).

SUBDELEGADOS

Art. 91. Las subdelegaciones son regidas por un Subdelegado,


subordinado al Gobernador del departamento, y nombrado por
éste. Los subdelegados durarán en su cargo por un año, y podrán
ser removidos por el Gobernador, quien dará cuenta motivada al
Intendente.
(Corresponde al artículo 111).

INSPECTORES

Art. 92. Los distritos son regidos por un Inspector, bajo las
órdenes del Subdelegado, quien lo nombrará y removerá, previa
cuenta motivada al Gobernador.
(Corresponde al artículo 112).

CAPÍTULO XI

RÉGIMEN ADMINISTRATIVO INTERIOR

(Reemplaza los artículos 113 al 122)

Art. 93. Para la administración interior, el territorio nacional


sedivide en provincias y las provincias en comunas.
Habrá en cada provincia el número de comunas que deter
mine la ley, y cada territorio comunal comprenderá subdelegaciones
completas dentro de un mismo departamento.

ADMINISTRACIÓN PROVINCIAL

Art. 94.La Administración de cada provincia reside en el


Intendente, quien estará asesorado, en la forma que determine la
ley, por una Asamblea Provincial, de la cual será Presidente.

Art. 95. Cada Asamblea Provincial se compondrá de Repre


sentantes designados por las Municipalidades de la provincia en su
primera sesión, por voto acumulativo.
Estos cargos son concejües y su duración será por tres años.

598 —

Las Municipalidades designarán el número de Representantes


que para cada una determine la ley.

Art. 96. Para ser designado Representante, se requieren bis


mismas calidades que para ser Diputado y, además, tener residencia
de más de un año en la provincia.

Art. 97. Las Asambleas Provinciales funcionarán en la capital


de la respectiva provincia, y designarán anualmente, en su primera
sesión, por mayoría de los miembros presentes, a un individuo de
su seno para que desempeñe el cargo de Vicepresidente de la Asam

blea.

Art. 98. Las Asambleas Provinciales celebrarán sesión con la


mayoría de sus miembros en actual ejercicio; tendrán las atribucio

nes administrativas y dispondrán de las rentas que determine la


ley, la cual podrá autorizarlas para imponer constribuciones deter
minadas en beneficio local.
Podrán ser disueltas por el Presidente de la República con
acuerdo de! Senado.
Disuelta una Asamblea Provincial se procederá al reemplazo
de sus miembros en la forma indicada en el artículo 95 por el
tiempo que falte para completar su período.

Art. 99. Las Asambleas Provinciales deberán representar anual


mente al Presidente de la República, por intermedio del Intendente,
las necesidades de la provincia, e indicarán las cantidades que nece
siten para atenderlas.

Art. 100. Las ordenanzas o resoluciones que dicte una Asam


blea Provincial, deberán ser puestas en conocimiento del Inten
dente, quien podrá suspender su ejecución dentro de diez días, si

las estima contrarias a esta Constitución o a las leyes, o perjudicia


les al interés de la o del Estado.,
provincia
La ordenanza resolución suspendida por el Intendente, vol
o

verá a ser considerada por la Asamblea Provincial..


Si ésta insiste en su anterior acuerdo. por el voto de los dos
tercios de sus miembros presentes, el Intendente la mandará pro
mulgar y llevar a efecto.
Pero, cuando la suspensión se haya fundado en que la Orde
nanza o resolución es contraria a esta Constitución o a las leyes,

el Intendente remitirá los antecedentes a la Corte Suprema, para


que resuelva en definitiva. .

599 —

ADMINISTRACIÓN COMUNAL

Art. 101. La administración local de cada comuna o agrupa


ción de comunas establecida por ley, reside en una Municipalidad.
Cada Municipalidad, al constituirse, designará un Alcalde
para que la presida y ejecute sus resoluciones.
En las ciudades de más de cien mü habitantes y en las otras
que determine la ley, el Alcalde será nombrado por el Presidente
de la República y podrá ser remunerado. El Presidente de la Repú
bbca podrá removerlo con acuerdo de la respectiva Asamblea Pro
vincial.

Art. 102. Las Municipalidades tendrán los Regidores que para


cada una de ellas fije la ley. Su número no
bajará de cinco ni subirá
de quinee.
Estos cargos son concejiles y su duración es por tres años.

Art. 103. Para ser elegido Regidor se requieren las mismas


calidades que para ser Diputado, y, además, tener residencia en la
comuna por más de un año. La propiedad de un inmueble se tendrá
como suficiente residencia.

Art. 104. La elección de Regidores se hará en votación directa,


y con arreglo a las disposiciones especiales que indique la ley de Orga
nización y Atribuciones de las Municipalidades.
Habrá, para este efecto, registros particulares en cada comuna,
y, para inscribirse en ellos, se exigirá haber cumplido veintiún años
de edad y saber leer y escribir. Los extranjeros necesitarán, además,
haber residido cinco años en el país.
Regidores, el conocimiento
La calificación de las elecciones de
de los reclamos de nulidad que ocurran acerca de ellas, y la resolu

ción de los casos que sobrevengan posteriormente, corresponderán


a la autoridad que determine la ley.

Art. 105. Las Municipabdades celebrarán sesión con la ma


yoríade sus Regidores en actual ejercicio, tendrán las atribuciones
administrativas y dispondrán de las rentas que determine la ley,
Les corresponde especialmente :

1.° Cuidar de la policía de salubridad, comodidad, ornato y


recreo ;
2.° Promover la educación, la agricultura, la industria y el
comercio ;

600 —

3.° Cuidar de las escuelas


primarias y demás establecimientos
de educación que se paguen con fondos municipales;
4.° Cuidar de la construcción y reparación de los caminos, cal
zadas, puentes y de todas las obras de necesidad, utilidad y ornato
que se costeen con fondos municipales;
5.° Administrar e invertb los caudales de propios y arbitrios,
conforme a las reglas que dictare la ley, y
6." Formar las ordenanzas municipales sobre estos objetos,
sin perjuicio de las atribuciones que el artículo siguiente otorga
a la respectiva Asamblea Provincial.

Podrá la ley imponer a cada Municipabdad una cuota pro


porcional a sus entradas anuales, para contribuir a los gastos gene
rales de la provincia.

Art. 106. Las Municipalidades estarán sometidas a la vigi


lancia correccional y económica de la respectiva Asamblea Provin
cial, con arreglo a la ley.
Las facultades que el artículo 100 otorga al Intendente res
pecto de la Asamblea Provincial, corresponderán a ésta en lo rela
tivo a las Municipabdades de su jurisdicción.

Las Municipalidades podrán ser disueltas por la Asamblea Pro


vincial, en virtud de las causales que la ley establezca, con el voto
de la mayoría de los Representantes citados especialmente al efecto,
y sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 100.

DESCENTRALIZACIÓN ADMINISTRATIVA

Art. Las leyes confiarán paulatinamente a los organis


107.
mos provinciales o comunales las atribuciones y facultades adminis

trativas que ejerzan en la actuabdad otras autoridades, con el fin


de proceder a la descentralización del régimen administrativo in
terior.
Los servicios generales de la Nación se descentrabzarán me
diante la formación de las zonas que fijen las leyes.
En todo caso, la fiscalización de los servicios de una provincia
corresponderá al Intendente y la vigilancia superior de ellos, al Pre
sidente de la Repúbbca,

CAPÍTULO X

REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN

Art. 108. La reforma de las disposiciones constitucionales se


someterá a las tramitaciones de un proyecto de ley, salvas las ex

cepciones que a continuación se indican.



601 —

El proyecto de reforma necesitará, para ser aprobado en cada


Cámara, el voto conforme de la mayoría de los Diputados o Sena
dores en actual ejercicio.
Las dos Cámaras, reunidas en sesión pública, con asistencia
de la mayoría del total de sus miembros, sesenta días después de
aprobado un proyecto en la forma señalada en el inciso anterior,
tomarán conocimiento de él y procederán a votarlo, sin mayor de
bate.
El proyecto que apruebe la mayoría del Congreso Pleno, pa
sará al Presidente de la República.
Si en el día señalado no se reuniere la mayoría del total de los
miembros del Congreso, la sesión se verificará al siguiente, con los
Diputados y Senadores que asistan.
(Corresponde al artículo 156).

Art. 109. El proyecto sólo podrá ser observado por el Pre


sidente de la Repúbbca para proponer modificaciones o correcciones
a las reformas acordadas por el Congreso Pleno.

Si las modificaciones que el Presidente de la República pro


pusiere, fueren aprobadas por ambas Cámaras, se devolverá el pro
yecto al Presidente para su promulgación.
Si las dos Cámaras no aceptaren todas o algunas de las obser
vaciones del Presidente de la República e insistieren por los dos ter
cios de sus miembros presentes en la totalidad o parte del proyecto
aprobado por ellas, se devolverá al Presidente para su promulgación,
o para que, éste si lo estima conveniente, consulte a la Nación,

dentro del término de treinta días, los puntos en desacuerdo, por


medio de un plebiscito. El proyecto que se apruebe en el plebiscito
se promulgará como reforma constitucional.

(Corresponde al 157).

Art. 110. Una vez promulgado el proyecto, sus disposiciones


formarán parte de esta Constitución y se tendrán por incorporadas
en eUa.

(Corresponde al inciso 5.° del artículo 158).

DISPOSICIONES TRANSITORIAS

Primera:

Quedan derogadas las leyes existentes sobre las materias de los


artículos 30, N.° 3.°; 73, N.™ 8.°, 13." y 14.°, y 95, N.M 3.° y 4.° de
la Constitución de 1833, suprimidos por la presente reforma.
Durante cinco años el Estado entregará al señor Arzobispo

602 —

de Santiago la cantidad de dos millones quinientos mil pesos anua


les para que se inviertan en el país en las necesidades del culto de
la Iglesia Católica.

Segunda:

Las elecciones para designar al nuevo Presidente de la Repú


blica, se verificarán el 24 de Octubre de 1925, para dar cumplimiento
a lo dispuesto en el artículo 63 y a fin de que el Presidente electo
tome posesión del mando el 23 de Diciembre del mismo año.

Tercera :

La proclamación del nuevo Presidente de la República, o su


elección en caso de que ningún ciudadano obtenga en las urnas
la mayoría necesaria, será hecha por los Diputados y Senadores
elegidos en conformidad a la disposición siguiente. Para este solo
efecto el Tribunal Calificador dará poderes especiales a los candi
datos que estime con mejor derecho en vista de los antecedentes
que alcance a conocer.

Cuarta:

Las elecciones generales para el nuevo Congreso se verificarán


el Domingo 22 de Noviembre de 1925".,

Quinta:

Mientras la ley fija las agrupaciones provinciales a que se re


fiere el artículo 40, se establecen las siguientes:

1.a Tarapacá y Antofagasta;


2.a Atacama y Coquimbo;
3.a Aconcagua ,yValparaíso;
4.a Santiago;
5." O'Higgins, Colchagua y Curicó;
6.a
Talca, Linares y Maule;
7.a
Nuble, Concepción y Arauco;
8.a Bío-Bío, Malleco y Cautín, y
9.a Valdivia, Llanquihue y Chiloé.

Las agrupaciones de departamentos colindantes que índica


el artículo 37, se fijarán provisoriamente por el Presidente de la
República, en atención al censo general levantado el 15 de Diciem
bre de 1920.

603 —

Sexta:

La ley electoral para el nuevo Congreso dispondrá la manera


de determinar los Senadores que en cada agrupación de provincias
gozarán de un período de ocho años, y los que sólo tendrán un
período de cuatro años, a fin de regularizar la elección del Senado
por parcialidades, en conformidad al artículo 41.

Séptima:

El período constitucional para el nuevo Congreso empezará


a contarse desde el 21 de Mayo de 1926, sin perjuicio de que sea
convocado a sesiones extraordinarias apenas el Tribunal Calificador
apruebe definitivamente los poderes de los Diputados y Senadores
electos.

Octava:

Fíjase endos mil pesos mensuales la dieta de que gozarán los


Diputados y Senadores mientras se dicta la ley respectiva,
De esta suma se deducbá mensualmente la cantidad de cin

cuenta pesos por cada sesión de Cámara o de Comisión que no se

celebrare por inasistencia del Diputado o Senador, salvo el caso en


que funcionaren dos o más Comisiones al mismo tiempo y que hu
biere concurrido a una de ebas.

Novena:

Para los efectos del artículo 79, se considerará que todos los
individuos que hayan desempeñado los cargos de Presidentes o
Vicepresidentes de la Cámara o del Senado, antes de la promul
gación de esta reforma de la Constitución, tienen el año de perma
nencia en el cargo que ese artículo exige.

Décima:

La presente reforma Constitucional empezará a regir treinta


d'as después de su pubbcación en el Diario Oficial.
PROYECTOS DEFINITIVOS

DE REFORMA

DE LA

CONSTITUCIÓN POLÍTICA

DE LA

REPÚBLICA DE CHILE

QUE SE SOMETERÁ AL PLEBISCITO QUE DEBE VERIFICARSE


EL 30 DE AGOSTO DE 1925, EN CONFORMIDAD A
LOS DECRETOS LEVES N03. 461 Y 462.

(VAN LAS DOS FÓRMULAS Y EL VOTO DE RECHAZO)



607 —

EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA en conformidad a


los Decretos leyes números 461 y 462, somete a la aprobación de
sus conciudadanos, en el plebiscito
que se verificará el 30 de Agos
to de 1925, por medio de la CÉDULA DE COLOR ROJO, el
siguiente
PROYECTO DE REFORMA GENERAL DE LA CONSTITU
CIÓN POLÍTICA DE LA REPÚBLICA DE CHILE.

Modificase en la forma que a continuación se indica la

CONSTITUCIÓN POLÍTICA

DE LA

REPÚBLICA DE CHILE

Promulgada el 25 de Mayo de 1833.

CAPÍTULO I

ESTADO, gobierno y soreranía

Artículo 1.° El Estado de Chile es unitario. Su Gobierno es

republicano y democrático representativo.


(Refunde los artículos 1.° y 2.° actuales).
Art. 2.° La Soberanía reside esencialmente en la Nación, la
cual delega su ejercicio en las autoridades que esta Constitución
establece.
(Corresponde al 3.° actual).

Art. 3.° Ninguna persona o reunión de personas pueden tomar


el título o representación del pueblo, arrogarse sus derechos, ni

hacer peticiones en su nombre. La infracción de este artículo es


sedición.
(Igual al actual artículo 150).

Art. 4.°Ninguna magistratura, ninguna persona, ni reunión


de personas pueden atribuirse, ni aún a pretexto de circunstancias
extraordinarias, otra autoridad o derechos que los que expresamente
se les hayan conferido por las leyes. Todo acto en contravención

a este artículo esnulo.


{Igual al actual artículo 151).

ÓOB —

CAPÍTULO II

NACIONALIDAD Y CIUDADANÍA

Art. 5.° Son chilenos:


1." Los nacidos en el territorio de Chile, con excepción de los

hijos de extranjeros que se encuentren en Chile en servicio de su


Gobierno, y de los hijos de extranjeros transeúntes, todos los que
podrán optar entre la nacionalidad de sus padres y la chilena;
2." Los hijos de padre o madre chilenos, nacidos en territorio
extranjero, por el solo hecho de avecindarse en Chile. Los hijos de
chilenos nacidos en el extranjero, hallándose el padre o la madre
en actual servicio de la República, son chilenos aun para los efectos

en que las leyes fundamentales, o cualesquiera otras, requieran

nacimiento en el territorio chileno;


3." Los extranjeros que obtuvieren carta de nacionalización
en conformidad a la ley, renunciando expresamente su naciona

lidad, anterior, y
4." Los que obtuvieren especial gracia de nacionalización por
ley.
Los nacionalizados tendrán opción a cargos púbbcos de elec
ción popular sólo después de cinco años de estar en posesión de sus
cartas de nacionalización.
La ley reglamentará los procedimientos para la opción entre
la nacionalidad chilena y una extranjera; para el otorgamiento.
la negativa y la cancelación de las cartas de nacionalización, y para
la formación de un Registro de todos estos actos.
(Corresponde al artículo 5.° actual).

Art. 6.° La nacionalidad chilena se pierde:


1." Por nacionalización en país extranjero;
2° Por cancelación de la carta de nacionalización, y
3." Por prestación de servicios durante una guerra, a enemi
gos de Chile o de sus aliados.
Los que hubieren perdido la nacionalidad chilena por cual
quiera de las causales establecidas en este artículo, sólo podrán
ser rehabilitados por ley.
(Artículo nuevo).

Art. 7." Son ciudadanos con derecho a sufragio los chilenos

que hayan cumplido veintiún años de edad, que sepan leer y es


cribir, y estén inscriptos en los registros electorales.

609 —

Estos registros serán públicos y valdrán por el tiempo que de


termine la ley.
Las inscripciones serán continuas y sólo se suspenderán en
los plazos que la ley señale.
En las elecciones populares el sufragio será siempre secreto.
(Corresponde al 7.° actual).

Art. 8.° Sesuspende el ejercicio del derecho a sufragio;


1." Porineptitud física o mental que impida obrar libre y re
flexivamente, y
2.° Por hallarse procesado el ciudadano como reo de debto
que merezca pena aflictiva.
(Corresponde al artículo 8.° actual).

Art. 9.° Se pierde la cabdad de ciudadano con derecho a su


fragio :
1." Por haber perdido la nacionalidad chilena, y
2.° Por condena a pena aflictiva. Los que por esta causa hu
bieran perdido la calidad de ciudadano, podrán solicitar su reha-
biütación del Senado.
(Corresponde al artículo 9.° actual).

CAPÍTULO III

GARANTÍAS CONSTITUCIONALES

Art. 10. La Constitución asegura a todos los habitantes de la


Repúbbca :
1.° Laigualdad ante la ley. En Chile no hay clase privilegiada.
En Chile no hay esclavos, y el que pise su territorio, queda
libre. No puede hacerse este tráfico por chilenos. El extranjero que
lo hiciere, no puede habitar en Chile, ni nacionalizarse en la Re
púbbca;
{Corresponde al N.° 1.° del artículo 10 y al artículo 123,
refundidos).

2° La manifestación de todas las creencias, la libertad de con


ciencia y el ejercicio libre de todos los cultos que no se opongan
a la moral, a las buenas costumbres o al orden público, pudiendo,

por tanto, las respectivas confesiones religiosas erigir y conservar


templos y sus dependencias con las condiciones de seguridad e hi
giene fijadas por las leyes y ordenanzas.
Las iglesias, las confesiones e instituciones religiosas de cual-
(39)

610 —

quier culto, tendrán los derechos que otorgan y reconocen, con res
pecto a los bienes, las leyes actualmente en vigor; pero quedarán
sometidas, dentro de las garantías de esta Constitución, al derecho
común para el ejercicio del dominio de sus bienes futuros.
Los templos y sus dependencias, destinados al servicio de un
culto, estarán exentos de contribuciones;
(Corresponde al actual artículo 4.°)

3.° La libertad de emitir, sin censura previa, sus opiniones,


de palabra o por escrito, por medio de la prensa o en cualquiera
otraforma, sin perjuicio de responder de los delitos y abusos que se
cometan en el ejercicio de esta libertad, en la forma y casos deter
minados por la ley;
(Corresponde al N.° 7.° del actual artículo 10).

4.° El derecho de reunirse, sin permiso previo y sin armas. En


las plazas, calles y demás lugares de uso púbbco, las reuniones se

regirán por las disposiciones generales de policía;


(Corresponde al 6.° del actual artículo 10, en sus dos primeros
incisos) .

5." El derecho de asociarse sin permiso previo y en confor


midad a la ley;

¡ (Corresponde al inciso 3.° del N.° 6.° del actual artículo 10).

6.° El derecho de
presentar peticiones a la autoridad constituida,
sobre cualquier asunto de interés
púbbco o privado, sin otra limi
tación que la de proceder en términos respetuosos y convenientes;
(Corresponde al inciso 4.° del N.° 6.° del actual artículo 10).

7° La bbertad de enseñanza.
La educación púbbca es una atención preferente del Estado.
La educación primaria es obligatoria.
Habrá una Superintendencia de educación pública, a cuyo cargo
estará la inspección de la enseñanza nacional y su dirección, bajo
la autoridad del Gobierno;
(Corresponde al inciso 5.° del N.° 6.° del actual artículo 10
y a los actuales artículos 144 y 145, refundidos).

S.° La admisión a todos losempleos y funciones públicas sin


otras condiciones que las que impongan las leyes;
(Igual al 2." del actual artículo10).

611 —

9.° La igual repartición de los impuestos y contribuciones, en


proporción de los haberes o en la progresión o forma que fije la ley;
y la igual repartición de las demás cargas públicas.
Sólo por ley pueden imponerse contribuciones directas o indi
rectas, y, sin su especial autorización, es prohibido a toda autoridad
del Estado y a todo individuo imponerlas, aunque sea bajo pre
texto precario, en forma voluntaria, o de cualquier otra clase.
No puede exigirse ninguna especie de servicio personal, o de
contribución, sino en virtud de un decreto de autoridad compe
tente, fundado en la ley que autoriza aqueba exacción.
Ningún cuerpo armado puede hacer requisiciones, ni exigir
clase alguna de auxilios, sino por medio de las autoridades civiles
y por decreto de éstas.
Una ley particular determinará el método de reclutas y reem
plazos para las fuerzas de mar y tierra.
Todos los chilenos en estado de cargar armas deberán hallarse
inscriptos en los registros militares, si no están especialmente excep
tuados por la ley;
(Corresponde al N.° 3.° del actual artículo 10 y a los actua
les artículos 139, 140, 141 y 147, refundidos).

10.° La inviolabihdad de todas las propiedades, sin distinción


alguna.
Nadie puede privado dé la de su dominio, ni de una parte
ser

de eUa, o del derecho que a ella tuviere, sino en virtud de sentencia


judicial o de expropiación por razón de utilidad púbbca, calificada
por una ley. En este caso, se dará previamente al dueño la indemni
zación que se ajuste con él o que se determine en el juicio corres
pondiente.
El ejercicio del dereeho de propiedad está sometido a las limi
taciones o reglas que exijan el mantenimiento y el progreso del orden
social, y, en tal sentido, podrá la ley imponerle obbgaciones o ser
vidumbres de utilidad pública en favor de los intereses generales
del Estado, de la salud de los ciudadanos y de la salubridad pú
bbca;
(Corresponde al N.° 5.° del actual artículo 10).

11.° La propiedad exclusiva de todo descubrimiento o produc


ción, por el tiempo que concediere la ley. Si ésta exigiere su expro
piación, se dará al autor o inventor la indemnización competente;
(Corresponde al actual artículo 143).

12." La inviolabihdad del hogar.


La casa de toda persona que habite el territorio chüeno sólo

612 —

la ley,
puede ser allanada por un motivo especial determinado por
y en virtud de orden
de autoridad competente;
(Corresponde al actual artículo 137).

13.° La inviolabilidad de la correspondencia epistolar y tele


gráfica.No podrán abrirse, ni interceptarse, ni registrarse los pa
peles o efectos públicos, sino en los casos expresamente señalados
por la ley;
(Corresponde al actual artículo 138).
:
las
14.° La protección al trabajo, a la industria, y a obraste
se refieren a la habitación
previsión social, especialmente en cuanto de
de la vida, en forma
y a las condiciones económicas
sana propor
a la sa
cionar a cada habitante un mínimo de bienestar, adecuado
famiba. La
tisfacción de sus necesidades personales y a las de su
ley regulará esta organización.
El Estado propenderá a la conveniente división de ,1a propie
dad y a la constitución de la propiedad familiar.
ser prohibida, a
Ninguna clase de trabajo o industria puede
a la seguridad o
menos que sé oponga a las buenas costumbres,
a la salubridad lo exija el interés nacional y una
públicas,
o que

ley lo declare así.


Es deber del Estado velar por la salud púbbca y el bienestar
año una cantidad de di
higiénico del país. Deberá destinarse cada
nero suficiente para mantener un servicio
nacional de salubridad, y
(Número nuevo, refundido con el actual artículo 142).

15.° La libertad de permanecer cualquier punto de la Repú


en

su territorio, a condición
salir de
blica, trasladarse de uno a otro o

de que se guarden los reglamentos policía y salvo siempre el per


de

juicio de tercero; sin que nadie pueda ser detenido, procesado, preso
o desterrado, sino' en la forma determinada por las leyes,

(Igual al N." 4.° del actual artículo 10).

Art. 11. Nadie puede ser condenado, si no es juzgado Iegal-


mente y en virtud de una ley promulgada antes del hecho sobre
que recae el juicio.
(Igual al actual artículo 124).

Art. 12. Nadie puede ser- juzgado por comisiones especiales,


sino por el tribunal que le señale la ley y que se halle establecido
con anterioridad por ésta.

(Igual al actual artículo 125).



613 —

Art. 13. Nadie puede ser detenido sino por orden de funcio
nario público expresamente facultado por la ley y después de que
dicha orden le sea intimada en forma legal, a menos de ser sor
prendido en delito flagrante y, en este caso, para el único objeto
de ser conducido ante juez competente.
(Corresponde a los actuales artículos 126 y 127, refundidos
conforme al artículo 275 del C. P. P.)

Art. 14. Nadie puede detenido, sujeto a prisión preventiva


ser

o preso sino lugares públicos destinados a este objeto,


en su casa o en

Los encargados de las


prisiones no pueden recibir en ellas a
nadie en calidad de detenido, procesado o preso, sin copiar en su
registro la orden correspondiente, emanada de autoridad que tenga
facultad legal. Pueden, sin embargo, recibir en el recinto de la pri
sión, en clase de detenidos, a los. que fueren conducidos con el objeto
de ser presentados al juez competente; pero con la obligación de dar
cuenta a éste dentro de las veinticuatro horas.
(Igual a los actuales artículos 128 y 129).

Art. 15. Si la autoridad hiciere detener a alguna persona,


deberá, dentro de las cuarenta y ocho horas siguientes, dar aviso
al juez competente, poniendo a su disposición al detenido.
(Igual al actual artículo 130).

Art. 16. Todo individuo que se hallare detenido, procesado

o preso, con infracción de lo


dispuesto en los artículos anteriores.
podrá ocurrir por sí ocualquiera a su nombre, a la magis
por
tratura que señale la ley, en demanda de que se guarden las forma-
bdades legales. Esta magistratura podrá decretar que el individuo
sea traído a su presencia y su decreto será precisamente obedecido

por todos los encargados de las cárceles o lugares de detención.


Instruida de los antecedentes, decretará su libertad inmediata o
hará que se reparen los defectos legales o pondrá al individuo a
disposición del juez competente, procediendo en todo breve y suma
riamente, corrigiendo por sí esos defectos o dando cuenta a quien
corresponda para que los corrija.
(Corresponde al actual artículo 134),

Art. 17. Ninguna incomunicación puede impedb que el fun


cionario encargado de la casa de detención visite al detenido, pro
cesado o preso que se encuentre en ella.
Este funcionario está obligado, siempre que el detenido le re
quiera, a transmitir al juez competente la copia del decreto de de
tención ; o a reclamar para que se le dé dicha copia, o a dar a él mis-

614 —

mo un certificado de hallarse detenido aquel individuo, si al tiempo


de su detención se hubiere omitido este requisito.
(Corresponde a los actuales artículos 131 y 132).

Art. 18. En las causas criminales no se podrá obligar al incul

pado a que declare bajo juramento sobre hecho propio, así como
tampoco a sus ascendientes, descendientes, cónyuge y parientes
hasta el tercer grado de consanguinidad y segundo de afinidad in
clusives.
No podrá apbcarse tormento, ni imponerse, en caso alguno,
la pena de confiscación de bienes, sin perjuicio del comiso en los
casos establecidos por las leyes.

(Corresponde a los actuales artículos 135 y .136).

Art. 19. Afianzada suficientemente la persona o el saneamiento


de la acción, en la forma que según la naturaleza de los casos deter
mine la ley, no debe ser detenido, ni sujeto a prisión preventiva,

el que no sea responsable de un delito a que la ley señale pena aflic


tiva.
(Corresponde al actual artículo 133).

Art. 20. Todo individuo en favor de quien se dictare sentencia


absolutoria o se sobreseyere definitivamente, tendrá derecho a in
demnización, la forma que determine la ley, por los perjuicios
en
efectivos o meramente morales que hubiere sufrido injustamente,
(Artículo nuevo).

Art. 21. Las Tesorerías del Estado no podrán efectuar ningún


pago sino en vbtud de un decreto expedido por autoridad compe
tente, en que se exprese la. ley o la parte del Presupuesto que auto
rice aquel gasto.
{Corresponde al actual artículo 146).

Art. 22. La fuerza pública es esencialmente obediente. Ningún


cuerpo armado puede deliberar.
(Igual al actual artículo 148).

Art. 23. Toda resolución que acordare el Presidente de la Re


pública, la Cámara de Diputados, el Senado o los Tribunales de Jus
ticia, a presencia o requisición de un ejército, de un jefe al frente
de fuerza armada o de alguna reunión del pueblo que, ya sea con
armas o sin ellas, desobedeciere a' las autoridades, es nula de dere

cho y no puede producir efecto alguno.


(Corresponde al actual artículo 149),

615 —

CAPÍTULO IV

CONGRESO NACIONAL

Art. 24. El Congreso Nacional se compone de dos ramas: la


Cámara de Diputados y el Senado.
(Corresponde al actual artículo 11).

Art. 25. En bis elecciones de Diputados y Senadores se em


pleará un procedimiento que dé por resultado en la práctica una

efectiva proporcionabdad en la representación de las opiniones y


de los partidos pobticos.
(Artículo nuevo),

Art. 26. La calificación de las elecciones de Diputados y Se


nadores y el conocimiento de las reclamaciones de nulidad que se
interpongan contra ellas, corresponde al Tribunal Calificador.
Pero, tanto la Cámara de Diputados como el Senado, tienen
atribuciones exclusivas para pronunciarse sobre la inhabilidad de
sus miembros y para admitir su dimisión, si los motivos en que

la fundaren fueren de tal naturaleza que los imposibilitaren física


o moralmente para el ejercicio de sus cargos. Para aceptar la dimi

sión, deben concurra las dos terceras partes de los Diputados o


Senadores presentes.
(Corresponde a la atribución 1.» de los actuales artículos
29 y 30).

Art. 27. Para ser elegido Diputado o Senador es necesario


tener los requisitos de ciudadano con derecho a sufragio y no haber
sido condenado jamás por debto que merezca pena aflictiva.
Los Senadores deben, además, tener treinta y cinco años cum
plidos.
(Corresponde a los actuales artículos 19 y 26).

Art. 28. No pueden ser elegidos Diputados ni Senadores:


1.° Los Ministros de Estado;
2." Los Intendentes y Gobernadores;
3.° Los Magistrados de los Tribunales Superiores de Justicia,
los Jueces de Letras y los funcionarios que ejereten el Ministerio
Público, y
4.° Las personas naturales y los gerentes o administradores
de personas jurídicas o de sociedades que tienen o caucionan con
tratos con el Estado.
(Corresponde al 21 actual; pero los incisos finales pasan a
ser artículos nuevos),

616 —

Art 29. Los cargos de Diputados y Senadores son incompa


tibles entre sí y con los de Representantes y Municipales. Son in
compatibles también con todo empleo público retribuido con fon
dos fiscales o municipales y con toda función o comisión de la misma
naturaleza, a excepción de los empleos, funciones o comisiones de
la enseñanza superior, secundaria y especial, con asiento en la ciu
dad en que tenga sus sesiones el Congreso.
El electo deberá optar entre el cargo de Diputado o Senador
y el otro cargo, empleo, función o comisión que desempeñe, den
tro de quince días si se hallare en el territorio de la República y
dentro de ciento si estuviere ausente. Estos plazos se contarán
desde la aprobación de la elección.
A falta de opción declarada dentro del plazo, el electo cesará
en su cargo de Diputado o Senador.

(Corresponde al inciso 1.° del actual artículo 21).

Art. 30. Ningún Diputado o Senador, desde el momento de


su elección y basta seis meses después de terminar su cargo, puede
ser nombrado para función, comisión o empleo público retribuidos
con fondos fiscales o municipales.

Esta disposición no rige en caso de guerra exterior; ni se aplica


a los cargos de Presidente de la República, Ministros de Estado

y Agente Diplomático; pero sólo los cargos conferidos en estado


de guerra son compatibles con las funciones de Diputados o Se
nador.
(Corresponde a los incisos 2.° y 3.° del actual artículo 21).

Art. 31. Cesará en el cargo el


Diputado o Senador que se au
sentare del país días, sin permiso de la Cámara
por más de treinta
a que pertenezca, o, de ella, de su Presidente. Sólo leyes
en receso

especiales podrán autorizar la ausencia por más de un año.


Cesará también en el cargo el Diputado o Senador que, du
rante su ejercicio, celebrare o caucionare contratos con el Estado;
y el que actuare como abogado o mandatario en cualquier clase
de juicios pendientes contra el Fisco, o como procurador o agente
en gestiones particulares de carácter administrativo.

(Corresponde al inciso final del actual artículo 21).

Art. 32. Los Diputados y Senadores son inviolables por las


opiniones que manifiesten y los votos que emitan en el desempeño
de sus cargos.
(Igual al actual artículo 12).

Art. 33. Ningún Diputado o Senador, desde el día de su elec


ción, puede ser acusado, perseguido o arrestado, salvo el caso de

617 —

delito flagrante, si la Corte de Apelaciones de la jurisdicción respec


tiva, en Tribunal Pleno, no autoriza previamente la acusación de
clarando haber lugar a la formación de causa. De esta resolución
podrá recurrirse ante la Corte Suprema.
(Equivale al actual artículo 13).

Art. 34. En caso de ser arrestado algún Diputado o Senador,


por delito flagrante, será puesto inmediatamente a disposición de
la Corte -de Apelaciones respectiva, con la información sumaria.
La Corte procederá entonces conforme a lo dispuesto en el artículo
precedente.
(Equivale al actual artículo 15).

Art. 35. Desde el momento que se declare, por resolución


en

firme, haber lugar a la formación de causa, queda el Diputado o Se


nador acusado, suspendido de su cargo y sujeto al juez competente.
(Equivale al actual artículo 14).

Art. 36. Si un Diputado o Senador muere o deja de pertenecer


a la Cámara de Diputados o al Senado, por cualquier causa, antes
del último año de su mandato, se procederá a su reemplazo en la
forma que determine la ley de elecciones, por el término que le falte
de su período.
El Diputado o Senador que aceptare el cargo de Ministro de
Estado, deberá ser reemplazado dentro del término de treinta días.
(Corresponde a los actuales artículos 17, inciso 2." y 25),

CÁMARA DE DIPUTADOS

Art. 37. La Cámara de Diputados se compone de miembros


elegidos por los departamentos o por las agrupaciones de depar
tamentos colindantes dentro de cada provincia, que establezca la
ley, en votación directa y en la forma que determine la ley de eleccio
nes.

Se elegirá un Diputado por cada treinta mil habitantes y por


una fracción que no baje de quince mil.
(Corresponde a los actuales artículos 16 y 17, inciso 1.°)

Art. 38. La Cámara de Diputados se renovará en su totali


dad cada cuatro años.
(Corresponde al actual artículo 18).

618 —

Art. 39. Son atribuciones exclusivas de la Cámara de Dipu


tados :
1.a Declarar si han o no lugar las acusaciones que diez, a lo
menos, de sus miembros formularen en contra de los siguientes
funcionarios :
a) Del Presidente de la República, por actos de su adminis
tración en que haya comprometido gravemente el honor o la segu
ridad del Estado, o infringido abiertamente la Constitución o las
leyes. Esta acusación podrá interponerse mientras el Presidente
esté en funciones y en los seis meses siguientes a la expiración de
su cargo. Durante este último tiempo, no podrá ausentarse de la

República, sin acuerdo de la Cámara;


b) De los Ministros de Estado, por los delitos de traición, con
cusión, malversación de fondos públicos, soborno, infracción de la
Constitución, atropellamiento de las leyes, por haberlas dejado sin
ejecución y por haber comprometido gravemente la seguridad o
el honor de la Nación. Estas acusaciones podrán interponerse mien
tras el Ministro estuviere en funciones y en los tres meses siguientes
a la expiración de su cargo. Durante este tiempo, no podrá ausen

tarse de la República sin permiso de la Cámara, o, en receso de ésta,


de su Presidente;
c) De los Magistrados de los Tribunales Superiores de Justicia,
por notable abandono de sus deberes;
d) De los Generales o Almirantes de las fuerzas armadas por
haber comprometido gravemente la seguridad o el honor de la Na
ción, y
é) De los Intendentes y Gobernadores, por los delitos de trai
ción, sedición, infracción de la Constitución, malversación de fon
dos púbbcos y concusión.
En todos estos casos, la Cámara declarará dentro del término
de diez días si ha o no lugar a la acusación, previa audiencia del
inculpado e informe de una Comisión de cinco Diputados, elegidos
a la suerte, con exclusión de los acusadores. Este informe deberá

ser evacuado en el término de seis días, pasados los cuales la Cá

mara procederá sin él. Si resultare la afirmativa, nombrará tres


Diputados que la formalicen y prosigan ante el Senado. Si el incul
pado no asistiere a la sesión a que se le cite, o no enviare defensa
escrita, podrá la Cámara renovar la citación o proceder sin su de
fensa.
Para declarar que ha lugar la acusación en el caso de la letra
a) se necesitará el voto de la mayoría de los Diputados en ejercicio.
En los demás casos, el acusado quedará suspendido de sus fun
ciones desde el momento en que la Cámara declare que ha lugar
la acusación. La suspensión cesará si el Senado desestimare la acu-

619 —

sación o si no se dentro de los treinta días siguientes, y


pronunciare
Corresponde a la 2.» atribución del actual artículo 29 y re
funde los artículos 74, 83 a 92).

2.a Fiscalizar los actos del Gobierno. Para ejercer esta atri
bución, la Cámara puede, con el voto de la mayoría de los Dipu
tados presentes, adoptar acuerdos o sugerb observaciones que se
trasmitirán por escrito al Presidente de la República. Los acuerdos
u observaciones no afectarán la responsabilidad política de los Mi

nistros y serán contestados por escrito por el Presidente de la Re


pública o verbalmente por el Ministro que corresponda.
(Corresponde al actual artículo 29, N.° 2.°)

SENADO

Art. 40. El Senado se compone de miembros elegidos en vota


ción dbecta por las nueve agrupaciones provinciales que fije la ley,
en atención a las características e intereses de las diversas regiones

del territorio de la República. A cada agrupación corresponde elegir


cinco Senadores.
(Corresponde al- actual artículo 22).

Art. 41. El Senado se renovará cada cuatro años, por parcia


lidades, en la forma que determine la ley. Cada Senador durará
ocho años en su cargo.

(Corresponde a los actuales artículos 23 y 24.)

Art. 42. Son atribuciones exclusivas del Senado:


1.a Conocer de las acusaciones que la Cámara de Diputados
entable con arreglo al artículo 39, previa audiencia del acusado.
Si éste no asistiere a la sesión a que se le cite, o no enviare defensa
escrita, podrá el' Senado renovar la citación o proceder sin su defensa.
El Senado resolverá como jurado y se limitará a declarar si
el acusado es o no culpable del delito o abuso de poder que se le
imputa.
La declaración de culpabilidad deberá ser pronunciada por
las dos terceras partes de los Senadores en ejercicio, cuando se trate
de una acusación en contra del Presidente de la Repúbbca y por
la mayoría de los Senadores en ejercicio, en los demás casos.

Por la declaración de culpabilidad, queda el acusado desti


tuido de su cargo.
El funcionario declarado culpable será juzgado con arreglo
a las leyes por el tribunal ordinario competente, tanto para la apli-

620 —

cación de la pena señalada al delito cometido, cuanto para hacer


efectiva la responsabilidad civil por los daños y perjuicios causados
ni H-tado o a particulares;

(Corresponde a la 2.8 atribución de los actuales artículos


30 y 89).

2. Decidir si ha o no lugar a la admisión de las acusaciones que


a

cualquier individuo particular presente contra los Ministros con


motivo de los perjuicios que pueda haber sufrido injustamente por
algún acto de éstos, según los mismos procedimientos del número
anterior ;
(Corresponde a los actuales artículos 90 y 91).
a
3. Declarar si ha la formación de causa en materia
o no lugar a

criminal contra los Intendentes y Gobernadores. Exceptúase el caso


en que la acusación se intentare
por la Cámara de Diputados;
(Corresponde al N.° 6.° del actual artículo 95).

4.a Conocer en las contiendas de competencia que se susciten


entre las autoridades políticas o administrativas y los Tribunales
superiores de justicia;
(Corresponde a la 5.a atribución del artículo 95).

5.a Otorgar las rehabilitaciones a que se refiere el artículo 9;


(Atribución nueva).

6.a Prestar o negar su consentimiento a los actos del Presi


dente de la República en los casos en que la Constitución o la ley
lo requiera.
Si el Senado no se pronunciare dentro de treinta días, después
de pedida la urgencia por el Presidente de la República, se tendrá
por otorgado su acuerdo, y

(La 4.a atribución del actual artículo 30).

7.a Dar dictamen al Presidente de la Repúbbca en todos


su

los casos en que lo consultare.


(Corresponde a la 1.a atribución del actual artículo 95).

ATRIBUCIONES DEL CONGRESO

Art. 43. Son atribuciones exclusivas del Congreso:


1.a Aprobar o reprobar anualmente la cuenta de la inversión
de los fondos destinados para los gastos de la administración pú
blica que debe presentar el Gobierno;

621 —

Otorgar su acuerdo para que el Presidente de la Repúbbca


2.a
pueda sabr del territorio nacional;
3.a
Declarar, cuando el Presidente de la Repúbbca hace dimi
sión de su cargo, si los motivos en que la funda le imposibilitan o
su ejercicio, y,, en consecuencia, admitirla o
no para desecharla;
4.aDeclarar, cuando hubiere lugar a dudas, si el impedimento
que priva al Presidente del ejercicio de sus funciones, es de tal na
turaleza, que debe precederse a nueva elección, y
5.a Aprobar o desechar los tratados que le presentare el Pre
sidente de la República antes de su ratificación.
Todos estos acuerdos tendrán en el Congreso los mismos trá
mites de una ley.
(Corresponde al actual artículo 27, en sus atribuciones 1.a,
.

3.a y 4.a Las atribuciones 2.a y 6.a pasan al artículo siguiente. La


atribución 5.a se suprime con la creación del Tribunal Calificador,
Se agregan bis .atribuciones referentes al permiso y a los tratados),

Art. 44. Sólo en virtud de una ley se puede:


1.° Imponer contribuciones de cualquiera clase o naturaleza,
susprimb las existentes, señalar en caso necesario su repartimiento
entre las provincias o comunas, y determinar su proporcionalidad
o progresión;

(Corresponde al N.° 1." del actual artículo 28),

2.°¡ Autorizar la contratación de empréstitos o de cualquiera


otra clase de operaciones, que puedan comprometer el crédito y
la responsabilidad financiera del Estado;
(Corresponde al N.° 4.° del actual artículo 28).

3.° Autorizar la enajenación de bienes del Estado o de las Mu

nicipalidades, o su arrendamiento o concesión por más de veinte


años;
(Número nuevo).

4.° anualmente el cálculo de entradas y fijar en la mis


Aprobar
ma de la administración pública. La Ley de Presu
ley los gastos
puestos podrá alterar los gastos o contribuciones acordados en
no

leyes generales o especiales. Sólo los gastos variables pueden ser


modificados por ella; pero la iniciativa para su aumento o para
alterar el cálculo de entradas corresponde exclusivamente al Pre
sidente de la República. El proyecto de Ley de Presupuestos debe
ser presentado al Congreso con cuatro meses de anterioridad a la
fecha en que debe empezar a regir; y si, a la expiración de este plazo,
no se hubiere aprobado, regirá el proyecto presentado por el Pre-

622 -

sidente de la República. En caso de no haberse presentado el pro

yecto oportunamente, el plazo de cuatro meses empezará a con


tarse desde la fecha de la presentación.
No podrá el Congreso aprobar ningún nuevo gasto con cargo
a los fondos de la Nación, sin crear o indicar, al mismo tiempo, las
fuentes de recursos necesarios para atender a dicho gasto;
(Corresponde al N.° 2.a del actual artículo 28).

5.° Crear
o suprimb empleos púbbcos; determinar o modificar

sus aumentar o disminuir sus dotaciones; dar pensio


atribuciones;
nes y decretar honores públicos a los grandes servidores. Las leyes
que concedan pensiones deberán ser aprobadas por el voto de los
dos tercios de los miembros presentes de cada Cámara;
(Corresponde al N.° 10 del actual artículo 28).

6.° Fijar la remuneración de que gozarán los Diputados y Se


nadores. Durante un período legislativo- no podrá modificarse la
remuneración sino para que produzca efectos en el período siguiente;
(Número nuevo).

o modificar la división pobtica o administrativa


7." Establecer
del país; habibtar puertos mayores y establecer aduanas;
(Corresponde al número 5.° del actual artículo 28).

8." Señalar el peso, ley, valor, tipo y denominación de las mo

nedas, y el sistema de pesos y medidas;


(Corresponde al número 6.° del actual artículo 28).

9." Fijar las fuerzas de mar y tierra que han de mantenerse


en pie en tiempo de paz o de guerra;

(Corresponde al N.° 3.° del actual artículo 28).

10." Permitb la introducción de tropas extranjeras en el terri


torio de la República, con fijación del tiempo de su permanencia
en él;
(Corresponde al N.° 7." del actual artículo 28).

11.° Permitir la sabda de tropas nacionales fuera del territorio


de la República, señalando el tiempo de su regreso;
(Corresponde al N.° 9.° del actual artículo 28).

12." Aprobar o reprobar la declaración de guerra a propuesta


del Presidente de la República;
(Corresponde a la atribución 2.a del actual artículo 27),

623 —

13." Restringir la bbertad personal y la de imprenta, o sus


pender o restringir el ejercicio del derecho de reunión, cuando lo

reclamare la necesidad imperiosa de la defensa del Estado, de la con


servación del régimen constitucional o de la paz interior, y sólo
por períodos que no podrán exceder de seis meses. Si estas leyes
señalaren penas, su aplicación se hará siempre por los Tribunales
establecidos. Fuera de los casos prescritos en este número, ninguna
ley podrá dictarse para suspender o restringir bis libertades o dere
chos que la Constitución asegura;
(Corresponde a la atribución 6.a del actual artículo 27).

14." Conceder indultos generales y amnistías, y


(Igual al N.° 11 del actual artículo 28).

15." Señalar la ciudad en que debe residir el Presidente de la


República, celebrar sus sesiones el Congreso Nacional y funcionar
la Corte Suprema.
(Corresponde al número 12 del actual artículo 28).

FORMACIÓN DE LAS LEYES

Art. 45. Las leyes pueden tener principio en la Cámara de


Diputados o en el Senado, por mensaje que dbija el Presidente
de la República o por moción de cualquiera de sus miembros. Las
mociones no pueden ser firmadas por más de diea Diputados ni por
más de cinco Senadores.
Los suplementos a partidas o item de la ley general de Pre
supuestos, sólo podrán proponerse por el Presidente de la Repú
bbca.
Las leyes sobre contribuciones de cualquiera naturaleza que
sean, sobre los Presupuestos de la administración pública y sobre
reclutamiento, sólo pueden tener principio en la Cámara de Dipu
tados.
Las leyes sobre amnistía y sobre indultos generales, sólo pue
den tener principio en el Senado.
(Corresponde al actual artículo 31).

Art. 46. El Presidente de la República podrá hacer presente


la urgencia en el despacho de un proyecto y, en tal caso, la Cámara
respectiva deberá pronunciarse dentro del plazo de treinta días.
La manifestación de urgencia puede repetirse en todos los
trámites constitucionales del proyecto.
(Artículo nuevo).

624 —

Art. 47. El proyecto que fuere desechado en la Cámara de


su origen, no podrá renovarse sino después de un año,
(Corresponde al actual artículo 33).

Art. 48. Aprobado ,un proyecto en la Cámara de su origen,


pasará inmediatamente a la otra para su discusión.
(Corresponde al actual artículo 32).

Art. 49. El proyecto que fuere desechado en su totalidad por


la Cámara revisora, volverá a la de su origen, donde se tomará nue
vamente en consideración, y, si fuere en ella aprobado por las dos
terceras partes de sus miembros presentes, pasará por segunda vez
a la que lo desechó. Se entenderá que ésta lo reprueba, si concu
rren para ello las dos terceras partes de sus miembros presentes,
(Corresponde al actual artículo 41).

Art. 50. El proyecto que fuere adicionado o corregido por la

Cámara revisora, volverá a la de su origen; y en ésta se entenderán


aprobadas las adiciones o correcciones con el voto de la mayoría
de los miembros presentes.
Pero, si las adiciones o correcciones fueren reprobadas, volverá
el proyecto por segunda vez a la Cámara revisora; de donde, si
fueren nuevamente aprobadas las adiciones o correcciones por una
mayoría de las dos terceras partes de sus miembros presentes, vol
verá al proyecto a la otra Cámara. Se. entenderá que ésta reprueba
las adiciones o correcciones, si concurren para ello las dos terceras
partes de los miembros presentes.
(Corresponde al actual artículo 42).

Art. 51. Cuando con motivo de las insistencias, no se produ


jere acuerdo en puntos fundamentales de un proyecto entre las
dos Cámaras, o cuando una modificare sustancialmente el pro
yecto de la otra, podrán designarse Comisiones Mixtas, de igual
número de Diputados y Senadores, para que propongan la forma
y modo de resolver las dificultades producidas.
{Artículo nuevo).

Aprobado un proyecto por ambas Cámaras, será re


Art. 52.
mitido al Presidente de la
Repúbbca, quien, si también lo aprueba,
dispondrá su promulgación como ley.
(Corresponde al actual artículo 34).

Art. 53. Si el Presidente de la República desaprueba el pro-


-
625 -

yecto, lo devolverá a la Cámara dé


su origen con las observaciones

convenientes, dentro del término de treinta días,


(Corresponde al actual artículo 35).

Art. 54. Si las dos Cámaras aprobaren las observaciones, el


proyecto tendrá fuerza de ley y se devolverá al Presidente para su

promulgación.
Si las dos Cámaras desecharen todas o algunas de las observa
ciones e insistieren por los dos tercios de sus miembros presentes,
en la totabdad o parte del proyecto aprobado por ellas, se devol

verá al Presidente para su promulgación.


(Corresponde al actual artículo 36).

Art. 55. Si el Presidente de la República no devolviere el pro


yecto dentro de treinta días, contados desde la fecha de su remisión,
se entenderá que lo aprueba y se promulgará como ley. Si el Con
greso cerrare sus sesiones antes de cumplirse los treinta días en que
ha de verificarse la devolución, el Presidente lo hará dentro de los
diez primeros días de la legislatura ordinaria o extraordinaria si
guiente.
(Corresponde al actual artículo 40).

SESIONES DEL CONGRESO

Art. 56. El Congreso abrirá sus sesiones ordinarias el día 21


de Mayo de cada año, y las cerrará el 18 de Septiembre.
Al inaugurarse cada legislatura ordinaria, el Presidente de la
República dará cuenta al Congreso Pleno del estado administra
tivo y político de la Nación.
{Corresponde al actual artículo 43).

Art. 57. El Congreso tendrá sesiones extraordinarias cuando


lo convoque el Presidente de la República, y cuando lo convoque el
Presidente del Senado a solicitud escrita de la mayoría de los miem
bros de la Cámara de Diputados o del Senado.
Convocado por el Presidente de la República, no podrá ocu
parse en otros negocios legislativos que los señalados en la convo
catoria; pero los proyectos de reforma constitucional podrán pro
ponerse, discutirse y votarse aun cuando no figuren en ella.
Convocado por el Presidente del Senado, podrá ocuparse en
todos los negocios de su incumbencia.
(Corresponde a los actuales artículos 44 y 159),
(40)

62ó -

Art. 58. La Cámara de Diputados no podrá entrar en sesión,


ni adoptar acuerdos, sin la concurrencia de la quinta parte de sus
miembros, ni el Senado, sin la concurrencia de la cuarta parte de
los suyos.
Cada una de las Cámaras establecerá, en sus reglamentos in
ternos, la clausura de los debates por simple mayoría.
(Corresponde al actual artículo 45).

Art. 59. La Cámara de Diputados y el Senado abrirán y cerra


rán legislaturas ordinarias y extraordinarias a un mismo tiempo.
sus

Sin embargo, pueden funcionar separadamente para asuntos de su


exclusiva atribución, caso en el cual hará la convocatoria el Pre
sidente de la Cámara respectiva.
(Corresponde al actual artículo 47).

CAPÍTULO V

PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA

Art. 60. Un ciudadano con el título de Presidente de la Re


pública de Chile administra el Estado, y es el Jefe Supremo de la
Nación.
(Corresponde al actual artículo 50).

Art. 61. Para ser elegido Presidente de la República, se re


quiere haber nacido en el territorio de Chile; tener treinta años
de edad, a lo menos, y poseer las calidades necesarias para ser
miembro de la Cámara de Diputados.
(Corresponde al acual artículo 51).

Art. 62. El Presidente de la República durará en el ejercicio


de sus funciones por el término de seis años, y no podrá ser reele
gido para el período siguiente.
(Corresponde a los actuales artículos 52 y 53),

Art. 63. El Presidente será elegido en votación directa por lo,


ciudadanos activos con derecho de sufragio de toda la República
sesenta días antes de aquel en que deba cesar en el cargo el que esté
en funciones, y en la forma que determine la ley.
El conocimiento de las reclamaciones que ocurrieren acerca
de la votación, las rectificaciones y el escrutinio general de la elec
ción, corresponderán al Tribunal Calificador.
(Corresponde al actual artículo 54).
-
627 -

Art. 64. Las dos ramas del Congreso, reunidas en sesión pú


blica, cincuenta días después de la votación, con asistencia de la
mayoría del total de sus miembros y bajo la dirección del Presi
dente del Senado, tomarán conocimiento del escrutinio general
practicado por el Tribunal Calificador, y procederán a proclamar
Presidente de la República al ciudadano que hubiere obtenido más
de la mitad de los sufragios válidamente emitidos.
Si del escrutinio no resultare esa mayoría, el Congreso Pleno
elegbá entre los ciudadanos que hubieren obtenido las dos más altas
mayorías relativas; pero, si dos o más ciudadanos hubieren obtenido
en empate la más alta mayoría relativa, la elección se hará sólo

entre ellos.
Si en el día señalado en este artículo no se reuniere la mayoría
del total de los miembros del Congreso, la sesión se verificará al día
siguiente con los Diputados y Senadores que asistan,
(Corresponde a los actuales artículos 55 al 62),

Art. 65. La elección que corresponda al Congreso Pleno se hará


por más de la mitad de los sufragios, en votación secreta.
Si, verificada la primera votación, no resultare esa mayoría
absoluta, sevotará por segunda vez, y entonces la votación se con
cretará a has dos personas que en la primera hubieren obtenido
mayor número de sufragios y los votos en blanco se agregarán a

la que haya obtenido la más alta mayoría relativa.


En caso de empate, se votará por tercera vez al día siguiente,
en la misma forma.

Si resultare nuevo empate, decidbá en el acto el Presidente


del Senado.
(Corresponde al actual artículo 63).

Art. 66. Cuando el Presidente de la República mandare per


sonalmente la fuerza armada, o cuando por enfermedad, ausencia
del territorio de la República u otro grave motivo, no pudiere ejer
citar su cargo, le subrogará, con el título de Vicepresidente de la
República, el Ministro a quien favorezca el orden de precedencia
que señale la ley. A falta de éste, subrogará al Presidente el Mi
nistro que siga en ese orden de precedencia, y a falta de todos los
Ministros, sucesivamente, el Presidente del Senado, el Presidente
de la Cámara de Diputados o el Presidente de la Corte Suprema.
En los casos de muerte, declaración de haber lugar a su re
nuncia, u otra clase de imposibilidad absoluta, o que no pudiere

cesar antes de cumplirse el tiempo que falta del período constitu


cional, el Vicepresidente, en los primeros diez días de su gobierno,
expedirá las órdenes convenientes para que se proceda, dentro del
-
62*-

píazo de sesenta días, elección de Presidente, en la forma


a nueva

prevenida por la Constitución y por la ley de elecciones.


(Corresponde a los actuales artículos 65 y 66),

Art. 67. El Presidente no puede salir del territorio de la Re


pública durante el tiempo de su Gobierno, sin acuerdo del Con
greso.
(Corresponde al actual artículo 67).

Art. 68. El Presidente cesará el mismo día en que se comple

ten los seis años que debe durar el ejercicio de sus funciones, y le
sucederá el recientemente elegido.
[Corresponde al actual artículo 68),

Art. 69. Si el Presidente electo se hallare impedido para tomar


posesión del cargo, le subrogará, mientras tanto, con el título de
Vicepresidente de la República, el Presidente del Senado; a falta
de éste, el Presidente de la Cámara de Diputados, y a falta de éste,
el Presidente de la Corte Suprema.
Pero, si el impedimento del Presidente electo fuere absoluto
o debiere durar definitivamente, o por más tiempo del señalado

al ejercicio de la Presidencia, el Vicepresidente, en los diez días


siguientes a la declaración que debe hacer el Congreso, expedirá
las órdenes convenientes para que se proceda, dentro del plazo de
sesenta días, a nueva elección, en la forma prevenida por la Cons
titución y por la ley de elecciones.
(Corresponde al actual artículo 69).

Art. 70. El Presidente electo, al tomar posesión del cargo y


en presencia de ambas ramas del Congreso, prestará, ante el Pre
sidente del Senado, juramento o promesa de desempeñar fielmente
el cargo de Presidente de la República, conservar la integridad e
independencia de la Nación y guardar y hacer guardar la Consti
tución y las leyes,
(Corresponde al actual artículo 71).

Art. 71. Al Presidente de la República está confiada la admi


nistración y gobierno del Estado; y su autoridad se extiende a todo
cuanto tiene por objeto la conservación del orden público en el in
terior, y la seguridad exterior de la República, de acuerdo con la
Constitución y las leyes.
(Igual al actual artículo 72),

629 —

Art. 72. Son atribuciones especiales del Presidente:


1.a Concurrir a la formación de las leyes con arreglo a la Cons
titución, sancionarlas y promulgarlas;
(Corresponde a la 1.a atribución del actual artículo 73).

2." Dictar los reglamentos, decretos e instrucciones que crea


convenientes para la ejecución de las leyes;
(Corresponde a la 2.a atribución del actual artículo 73),

3.a Prorrogar las sesiones ordinarias del Congreso y convo


carlo a sesiones extraordinarias;
(Corresponde a bis 4.a y 5.a atribuciones del actual artícu
lo 73).

4.a Velar por la conducta ministerial de los jueces y demás


empleados del Poder Judicial y requerir, con tal objeto, a la Corte
Suprema para que si procede, declare su mal comportamiento, o
al Ministerio Público, para que reclame medidas disciplinarias del
Tribunal competente, o para que, si hubiere mérito bastante, en
table la correspondiente acusación;
(Corresponde a la 3.a atribución del actual artículo 73).

5.a Nombrar a su voluntad a los Ministros de Estado y Ofi


ciales de sus Secretarías, a los Agentes Diplomáticos, Intendentes
Gobernadores.
El nombramiento de los Embajadores y Ministros Diplomáticos
se someterá a la aprobación del Senado; pero éstos y los demás

funcionarios señalados en el presente número, son de la confianza


exclusiva del Presidente de la República y se mantendrán en sus
puestos mientras cuenten con ella;
(Corresponde a la 6.a atribución del actual artículo 73).

6.a Nombrar a los Magistrados de los Tribunales Superiores


de Justicia y a los Jueces Letrados;
(Corresponde a la 7.a atribución del actual artículo 73).

7.a Proveer los demás empleos civiles y núlitares que determi


nen las leyes, conforme al Estatuto Administrativo, y conferb,
con acuerdo del Senado, los empleos o grados de coroneles, capi
tanes de navio y demás oficiales superiores del Ejército y Armada.
En el campo de batalla, podrá conferir estos empleos militares su
periores por sí solo.
(Corresponde a la 9.a atribución del actual artículo 73),
-
630 -

8.a Destituir los


empleados de su designación, por ineptitud
a

u otro motivo que haga inútil o perjudicial su servicio, con acuerdo

del Senado, si son jefes de oficinas, o empleados superiores, y con


informe de la autoridad respectiva, si son empleados subalternos,
en conformidad a las leyes orgánicas de cada servicio;

(Corresponde a la 10.a atribución del actual artículo 73).

9.a Conceder jubilaciones, retiros y goce de montepío con arre

glo a las leyes;


(Corresponde a la 11.a atribución del actual artículo 73).

10.a Cuidar de la recaudación de las rentas públicas y decretar


su inversión con arreglo a la ley;
(Igual a la 12.a atribución del actual artículo 73),

11.a Conceder personalidades jurídicas a las corporaciones pri


vadas, y cancelarlas; aprobar los estatutos por que deban regbse,
rechazarlos y aceptar modificaciones ;
(Atribución nueva).

12.a Conceder indultos particulares. Los funcionarios acusados


por la Cámara de Diputados y juzgados por el Senado, sólo pueden
ser indultados por el Congreso;
(Corresponde a la 15.a atribución del actual artículo 73),

13.a Disponer de las fuerzas de mar y tierra, organizarías y


distribuirlas según lo hallare por conveniente;
(Corresponde a la 16.a atribución de actual artículo 73).

14.a Mandar personalmente las fuerzas de mar y tierra con


acuerdo del Senado. En este caso, el Presidente de la República
podrá residir en cualquier lugar ocupado por armas chilenas;
(Corresponde a la 17.a atribución del actual artículo 73).

15.a Declarar la guerra, previa autorización por ley;


(Corresponde a la 18.a atribución del actual artículo 73),

16.a Mantener las relacionespolíticas con las potencias extran


jeras, recibir sus Agentes, admitir sus Cónsules, conducir las nego
ciaciones, hacer las estipulaciones preliminares, concluir y firmar
todos los tratados de paz, de alianza, de tregua, de neutralidad,
de comercio, concordatos y otras convenciones. Los tratados, antes
de su ratificación, se presentarán a la aprobación del Congreso. Las

631 —

discusiones y debberaciones sobre estos objetos serán secretas si


el Presidente de la República así lo exigiere, y
(Igual a la 19.a atribución del actual artículo 73).

17.a Declarar en estado de asamblea una o más provincias


invadidas o amenazadas en caso de guerra extranjera, y en estado
de sitio, uno o varios puntos de la República, en caso de ataque
exterior.
En caso de conmoción interior, la declaración de hallarse uno
o varios puntos en estado de sitio, corresponde al Congreso; pero,

si éste no se hallare reunido, puede el Presidente hacerlo por un


determinado tiempo. Si a la reunión del Congreso no hubiere expi
rado el término señalado, la declaración que ha hecho el Presidente
de la República, se entenderá como una proposición de ley.
Por la declaración del estado de sitio, sólo se conceden al Presi
dente de la Repúbbca la facultad de trasladar las personas de un
departamento a otro y la de arrestarlas en sus propias casas y en
lugares que no sean cárceles ni otros que estén destinados a la deten
ción o prisión de reos comunes.
Las medidas que se tomen a causa del estado de sitio, no ten
drán más duración que la de éste, pero con ellas no se podrán violar
las garantías constitucionales otorgadas a los Diputados y Sena
dores.
(Corresponde a la 20.a atribución del actual artículo 73,
a la 7.a atribución del actual artículo 95 y artículo 152
que se refun
den).

MINISTROS DE ESTADO

Art. 73. El número de los Ministros y sus respectivos departa


mentos serán determinados por la ley.
(Igual al actual artículo 75).

Art. 74. Para ser nombrado Ministro se requieren las calidades


que se exigen para ser Diputado.
(Corresponde al actual artículo 76).

Art. 75. Todas las órdenes del Presidente de la República de


berán firmarse por el Ministro del Departamento respectivo, y no
serán obedecidas sin este esencial requisito.
(Igual al actual artículo 77).

632 —

Art. 76. Cada Ministro será responsable personalmente de los


actos que firmare, y solidariamente, de los que subscribiere o acor
dare con los otros Ministros.
(Igual al actual artícu'o 78).

Art. 77. Luego que el Congreso abra sus sesiones ordinarias,


deberán los Ministros dar cuenta al Presidente de la República
del estado de la Nación, en lo relativo a los negocios del Departa
mento que cada uno tiene a su cargo, para que el Presidente la dé,
a su vez, al Congreso.

Con el mismo objeto, estarán obligados a presentarle el presu


puesto anual de los gastos que deban hacerse en sus respectivos
Departamentos, y a darle cuenta de la inversión de las sumas decre
tadas para llenar los gastos del año anterior.
(Corresponde a los actuales artículos 79 y SO).

Art. 78. Los Ministros podrán, cuando lo estimaren conveniente,


asistir a las sesiones de la Cámara de Diputados o del Senado, y
tomar parte en sus debates, con preferencia para hacer uso de la
palabra, pero sin derecho a voto.
(Corresponde al actual artículo 82).

CAPÍTULO VI

TRIBUNAL CALIFICADOR DE ELECCIONES

Art. 79. Un tribunal especial, que se denominará Tribunal Ca


lificador, conocerá de la calificación de las elecciones del Presidente
de la República, de Diputados y de Senadores.
Este Tribunal procederá como jurado en la apreciación de los
hechos, y sentenciará con arreglo a derecho.
Sus miembros serán cinco y se renovarán cada cuatro años,
a lo menos con quince días de anterioridad a la fecha de la primera

elección que deban calificar.


El mismo Tribunal calificará todas las elecciones que ocurran
durante el cuadrienio.
Dos cinco miembros del Tribunal Calificador se elegirán por
sorteo entre las siguientes personas:
Uno, entre los individuos que hayan desempeñado los cargos
de Presidentes o Vicepresidentes de la Cámara de Diputados por
más de un año;
Uno, entre los individuos que hayan desempeñado los cargos
de Presidentes o Vicepresidentes del Senado por igual período;

633 —

Dos, entre los individuos que desempeñen los cargos de Mi


nistros de la Corte Suprema; y
Uno, entre los individuos que desempeñen los cargos de Mi
nistros de la Corte de Apelaciones de la ciudad donde celebre sus
sesiones el Congreso.
La ley regulará la organización y funcionamiento del Tribunal
Calificador.
(Artículo nuevo).

CAPÍTULO VII

PODER JUDICIAL

Art. 80. La facultad de juzgar las causas civiles y criminales


pertenece exclusivamente a los tribunales establecidos por la ley.
Ni. el Presidente de la Repúbbca, ni el Congreso, pueden, en caso
alguno, ejercer funciones judiciales, avocarse causas pendientes o

hacer revivir procesos fenecidos.


(Corresponde al actual artículo 99),

Art. 81. Una ley especial determinará la organización y atri


buciones de los Tribunales que fueren necesarios para la pronta
y cumplida administración de justicia en todo el territorio de la
República.
Sólo en virtud de una ley podrá hacerse innovación en las atri
buciones de los Tribunales o en el número de sus individuos,
{Corresponde al actual artículo 105, agregándose como in
ciso 2." el actual artículo 100).

Art. 82. La ley determinará las calidades que respectivamente


deban tener los jueces, y el número de años que deban haber ejer
cido la profesión de abogado las personas que fueren nombradas
Ministros de Cortes o Jueces Letrados.
(Igual al actual artículo 103).

Art. 83. En cuanto al nombramiento de los jueces, la ley se


ajustará a los siguientes preceptos generales:

Los Ministros y Fiscales de la Corte Suprema serán elegidos


por el Presidente de la República de una lista de cinco individuos
propuesta por la misma Corte. Los dos Ministros más antiguos
la Corte de Apelaciones, ocuparán lugares de la lista. Los otros tres
lugares se llenarán en atención a los méritos de los candidatos, pu
diendo figurar personas extrañas a la administración de justicia;

634 —

Los Ministros y Fiscales de las Cortes de Apelaciones serán


designados por el Presidente de la República, a propuesta en terna
de la Corte Suprema, y
Los Jueces Letrados serán designados por el Presidente de la
República, a propuesta en terna de la Corte de Apelaciones de la
jurisdicción respectiva. Para la formación de estas ternas se abrirá
concurso al cual deberán presentar los interesados sus títulos y ante

cedentes.
El Juez Letrado más antiguo de asiento de Corte o el Juez
Letrado más antiguo del cargo inmediatamente inferior al que se
trate de proveer, ocuparán, respectivamente, un lugar de la terna
correspondiente. Los otros dos lugares se llenarán en atención al
mérito de los candidatos.
(Corresponde a la 2.a atribución del actual artículo 95).

Art. 84. Los jueces son personalmente responsables por los


delitos de cohecho, falta de observancia de las leyes que reglan
el proceso, y, en general, por toda prevaricación o torcida adminis
tración de justicia. La ley determinará los casos y el modo de hacer
efectiva este responsabilidad.
(Igual al actual artículo 102),

Art. 85. Los jueces permanecerán en sus cargos durante su


buen comportamiento; pero los inferiores desempeñarán su res
pectiva judicatura por el tiempo que determinen las leyes.
Los jueces, sean temporales o perpetuos, sólo podrán ser de
puestos de sus destinos por causa legalmente sentenciada,
No obstante, el Presidente de la República, a propuesta o con
acuerdo de la Corte Suprema, podrá autorizar permutas, u ordenar
el traslado de los jueces a otro cargo de igual categoría.
En todo caso, la Corte Suprema, por requerimiento del Presi
dente de la República, a solicitud de parle interesada o de oíieio.
podrá declarar que los jueces no han tenido buen comportamiento;
y previo informe del inculpado y de la Corte de Apelaciones respec
tiva, acordar su remoción, por las dos terceras partes de sus miem
bros. Estos acuerdos se comunicarán al Presidente de la República
para su cumpbmiento.
(Corresponde al actual artículo 101).

Art. 86. La Corte Suprema tiene la superintendencia dbectiva,


correccional y económica de todos los Tribunales de la Nación,
con arreglo a la ley que determine su organización y atribuciones.

La Corte Suprema en los casos particulares de que conozca o


le fueren sometidos en recurso interpuesto en juicio que se siguiere
-
635 —

ante otro Tribunal, podrá declarar inaplicable, para ese caso,


cualquier precepto legal contrario a la Constitución. Este recurso
podrá deducbse en cualquier estado del juicio, sin que se suspenda
su tramitación.
Conocerá, además, en las contiendas de competencia que se
susciten entre las autoridades políticas o administrativas y los Tri
bunales de Justicia que no correspondan al Senado.
(Corresponde a los actuales artículos 104 y 95, N." 5.°)

Art. 87. Habrá Tribunales Administrativos, formados con


miembros permanentes, para resolver las reclamaciones que se
interpongan contra los actos o disposiciones arbitrarias de las auto
ridades políticas o administrativas y cuyo conocimiento no esté
entregado a otros Tribunales por la Constitución o las leyes. Su
organización y atribuciones son materia de ley.

CAPÍTULO VIII

GOBIERNO INTERIOR DEL ESTADO

Art. 88. Para el Gobierno Interior del Estado, el territorio


de la Repúbbca se divide en provincias, las provincias en departa
mentos, los departamentos en subdelegaciones y las subdelegaciones
en distritos.
(Corresponde al actual artículo 106).

INTENDENTES

Art. 89. El Gobierno superior de cada provincia reside en un


Intendente, quien lo ejercerá con arreglo a las leyes y a las órdenes
e instrucciones del Presidente de la República, de quien es agente

natural e inmediato. Durará tres años en sus funciones.


El Intendente, dentro de la provincia de su mando, como re
presentante del Presidente de la República, tendrá la fiscalización
de todas las obras y los servicios públicos del territorio provincial.
(Corresponde al actual artículo 107).

GOBERNADORES

Art. 90. El Gobierno de cadadepartamento reside en un Go


bernador, subordinado al Intendente de la provincia. Durará tres
años en sus funciones.

El Intendente de la provincia es también Gobernador del de


partamento en cuya capital resida.

636 —

Los Gobernadores son nombrados por el Presidente de la Re


pública, a propuesta del respectivo Intendente, y pueden ser remo
vidos por éste, con aprobación del Presidente de la República.
(Corresponde a los actuales artículos 108, 109 y 110),

SUBDELEGADOS

Art. 91. Las subdelegaciones son regidas por un Subdelegado,


subordinado al Gobernador del departamento, y nombrado por
éste. Los Subdelegados durarán un año en su cargo y podrán ser
removidos por el Gobernador, quien dará cuenta motivada al In
tendente.
(Corresponde al actual artículo 111).

INSPECTORES

Art. 92. Los distritos son regidos por un I>tnp<cti>r, bajo las
órdenes del Subdelegado, quien lo nombrará y removerá, previa
cuenta motivada al Gobernador.
(Corresponde al actual artículo 112).

CAPÍTULO IX

RÉGIMEN ADMINISTRATIVO INTERIOR

(Reemplaza los actuales artículos 113 al 122)

Art. 93. Para la Administración Interior, el territorio nacional


se divide en provincias y las provincias en comunas.

Habrá en cada provincia el número de comunas que determine


la ley, y cada territorio comunal corresponderá a una subdelega
ción completa.
La división administrativa denominada «provincia», equival
drá la división política del mismo nombre, y la división adminis
a

trativa denominada «comuna>, equivaldrá a la división pobtica


denominada «subdelegación».
La ley, al crear nuevas comunas, cuidará siempre de establecer
las respectivas subdelegaciones y de señalar, para unas y otras, los
mismos límites.

ADMINISTRACIÓN PROVINCIAL

Art. 94. La Administración de cada provincia reside en el


Intendente, quien estará asesorado, en la forma que determine la
ley, por una Asamblea Provincial,. de la cual será Presidente,

637 —

Art. 95. Cada Asamblea Provincial se compondrá de Repre


sentantes designados por las Municipalidades de la provincia en su
primera sesión, por voto acumulativo.
Estos cargos son concejiles y su duración será por tres años.

Las Municipalidades designarán el número de Representantes


que para cada una determine la ley.

Art. 96. Para ser- designado Representante se requieren las


mismas calidades que para ser Diputado y, además, tener residen
cia de más de un año en la provincia.

Art. 97. Las Asambleas Provinciales funcionarán en la ca

pital de la respectiva provincia y designarán anualmente, en su


primera sesión, por mayoría de los miembros presentes, a un indi
viduo de su seno para que desempeñe el cargo de Vicepresidente
de la Asamblea.

Art. 98. Las Asambleas Provinciales celebrarán sesión con la


mayoría de sus miembros en actual ejercicio; tendrán las atribu

ciones administrativas y dispondrán de las rentas que determine


la ley, la cual podrá autorizarlas para imponer contribuciones de
terminadas en beneficio local.
Podrán ser disueltas por el Presidente de la República con
acuerdo del Senado.
Disuelta una Asamblea Provincial, se procederá al reemplazo
de sus miembros en la forma indicada en el artículo 95 por el tiempo
que le faltare para completar su período.

Art. 99. Las Asambleas Provinciales deberán representar


anualmente al Presidente de la República, por intermedio del In
tendente, las necesidades de la provincia, e indicarán las cantidades
que necesiten para atenderlas.

Art. 100. Las ordenanzas o resoluciones que dicte una Asamblea


Provincial, deberán ser puestas el conocimiento del Intendente,
quien podrá suspender su ejecución dentro de diez días, si las estima
contrarias a la Constitución o a las leyes, o perjudiciales al interés
de la provincia o del Estado
La ordenanza o resolución suspendida por el Intendente, vol
verá a ser considerada por la Asamblea Provincial.
Si ésta insiste en su anterior acuerdo por el voto de los dos ter
cios de sus miembros presentes, el Intendente la mandará promul
gar y llevar a efecto.

638 —

Pero, cuando la suspensión se haya fundado en que la orde


nanza o resolución es contraria a la Constitución o a las leyes, el
Intendente remitirá los antecedentes a la Corte Suprema, para que
resuelva en definitiva.

ADMINISTRACIÓN COMUNAL

Art. 101. La administración local de cada comuna o agrupa


ción de comunas establecida por ley, reside £n una Municipalidad.
Cada Municipalidad, al constitubse, designará un Alcalde para
que la presida y ejecute sus resoluciones.
En las ciudades de más de cien mil habitantes y en las otras
que determine la ley, el Alcalde será nombrado por el Presidente
de la República y podrá ser remunerado. El Presidente de la Repú
blica podrá removerlo con acuerdo de la respectiva Asamblea Pro
vincial.

Art. 102. Las Municipalidades tendrán los Regidores que para


cada una de ellas fije la ley. Su número no bajará de cinco ni subirá
de quince.
Estos cargos son concejiles y su duración es por tres años.

Art. 103. Para ser elegido Regidor se requieren las mismas


calidades que para ser Diputado, y, además, tener residencia en la
comuna por más de un año.

Art. 104. La elección de Regidores se hará en votación dbecta,


y con arreglo a las disposiciones especiales que indique la ley de

Organización y Atribuciones de las Municipalidades.


Habrá, para este efecto, registros particulares en cada comuna,
y, para incribbse en ebos, se exigbá haber cumplido veintiún años
de edad y saber leer y escribir. Los extranjeros necesitarán, además,
haber residido cinco años en el país.
La calificación de las elecciones de Regidores, el conocimiento
de los reclamos de nulidad que ocurran acerca de ellas, y la resolu
ción de los casos que sobrevengan posteriormente, corresponderán
a la autoridad que determine la ley.

Art. 105. Las Municipalidades celebrarán sesión con la mayoría


de sus Regidores en actual ejercicio, tendrán las atribuciones admi
nistrativas y dispondrán de las rentas que determine la ley,
Les corresponde especialmente:
1." Cuidar de la policía de salubridad, comodidad, ornato y
recreo ;
-63ó —

2° Promover la educación, la agricultura, la industria y el


comercio ;
3.° Cuidar de las escuelas primarias y demás servicios de edu
cación que se paguen con fondos municipales ;
4.° -Cuidar de la construcción y reparación de los caminos,
calzadas, puentes y de todas las obras de necesidad, utilidad y or

nato que se costeen con fondos municipales;


5." Administrar invertb los caudales de propios y arbitrios,
e
conforme a las reglas que dictare la ley, y
6,° Formar las ordenanzas municipales sobre estos objetos,
sin perjuicio de las atribuciones que el artículo siguiente otorga
a la
respectiva Asamblea Provincial.
Podrá la ley imponer a cada municipalidad una cuota propor
cional a sus entradas anuales, para contribuir a los gastos generales
de la provincia.
El nombramiento de los empleados municipales se hará con
forme al Estatuto que establecerá la ley.

Art. 106. Las Municipabdades estarán sometidas a la vigi


lancia correccional y económica de la respectiva Asamblea Pro
vincial, con arreglo a la ley.
Las facultades que el artículo 100 otorga al Intendente res
pecto de la Asamblea Provincial, corresponderán a ésta en lo rela
tivo a las Municipalidades de su jurisdicción.

Las Municipalidades podrán ser disueltas por la Asamblea


Provincial, en virtud de las causales que la ley establezca, con el
voto de la mayoría de los Representantes citados especialmente
al efecto, y sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 100.

DESCENTRALIZACIÓN ADMINISTRATIVA

leyes confiarán paulatinamente a los organismos


Art. 107. Las
provinciales o comunales las atribuciones y facultades administra
tivas que ejerzan en la actualidad otras autoridades, con el fin de
proceder a la descentralización del régimen administrativo interior.
Los servicios generales de la Nación se descentralizarán me
diante la formación de las zonas que fijen las leyes.
En todo caso, la fiscalización de los servicios de una provincia
corresponderá al Intendente, y la vigilancia superior de ellos, al
Presidente de la República.

640 —

CAPÍTULO X

REFORMA DE LA CONSTITUCIÓN

Art. IOS. La reforma de las disposiciones constitucionales se


someterá a las tramitaciones de un proyecto de ley, salvas las ex

cepciones que a continuación se indican.


El proyecto de reforma necesitará para ser aprobado en cada
Cámara, el voto conforme de la mayoría de los Diputados o Se
nadores en actual ejercicio.
Las dos Cámaras, reunidas en sesión pública, con asistencia
de la mayoría del total de sus miembros, sesenta días después de
aprobado un proyecto en la forma señalada en el inciso anterior,
tomarán conocimiento de él y procederán a votarlo, sin mayor de
bate.
El proyecto que apruebe la mayoría del Congreso Pleno, pa
sará al Presidente de la República.
Si en el día señalado no se reuniere la mayoría del total de los
miembros del Congreso, la sesión se verificará al siguiente, con los
Diputados y Senadores que asistan.
(Corresponde al actual artículo 156).

Art. 109 El proyecto sólo podrá ser observado por el Presi


dente de la República, para proponer modificaciones o correcciones
a las reformas acordadas por el Congreso Pleno.

Si las modificaciones que el Presidente de la República pro


pusiere, fueren aprobadas por ambas Cámaras, se devolverá el pro
yecto al Presidente para su promulgación.
Si las dos Cámaras desecharen todas o algunas de las observa
ciones del Presidente de la Repúbbca e insistieren por los dos ter
cios de sus miembros presentes en la totalidad o parte del proyecto
aprobado por ellas, se devolverá al Presidente para su promulgación
o para que, si éste lo estima conveniente, consulte a la Nación, den

tro del término de treinta días, los puntos en desacuerdo, por medio
de un plebiscito. El proyecto que se apruebe en el plebiscito se pro
mulgará como reforma constitucional.
(Corresponde al actual artículo 157).

Art. 110. Una vez promulgado el proyecto, sus disposiciones


formarán parte de la Constitución y se tendrán por incorporadas
en ella.

(Corresponde al inciso 5.° del actual artículo 158),



641 —

DISPOSICIONES TRANSITORIAS

Primera:

Quedan derogadas las leyes existentes sobre las materias de


los artículos 30, N.oa 3.°; 73, N.° 8.°, 13.° y 14.°, y 95, N.03 3.° y 4.°
de la Constitución de 1833, suprimidos por la presente reforma.
Durante cinco años el Estado entregará al señor Arzobispo de
Santiago la cantidad de dos millones quinientos mil pesos anuales
para que se inviertan en el país en las necesidades del culto de la
Iglesia Católica.

Segunda:

Las elecciones para designar al nuevo Presidente de la Repúbli


ca, se verificarán el 24 de Octubre de 1925, para dar cumplimiento a
lo dispuesto en el artículo 63 y a fin de que el Presidente electo tome
posesión del mando el 23 de Diciembre del mismo año

Tercera:

La proclamación del nuevo Presidente de la República, o su

elección, en caso de que ningún ciudadano obtenga en las urnas


la mayoría necesaria, será hecha por los Diputados y Senadores
elegidos en conformidad a la disposición siguiente. Para este solo
efecto el Tribunal Calificador dará poderes especiales a los candi
datos que estime con mejor derecho en vista de los antecedentes
que alcance a conocer.

Cuarta:

Las elecciones generales para el nuevo Congreso se verificarán


el Domingo 22 de Noviembre de 1925.

Quinta:

Mientras la ley fija las agrupaciones provinciales a que se re

fiere el artículo 40, se establecen las siguientes:

1.a Tarapacá y Antofagasta:


2.a Atacaraa y Coquimbo;
3.a Aconcagua y Valparaíso;
4.a Santiago:
(41)

642 -

5.a O'Higgins, Colchagua y Curicó;


6.a Talca, Linares y Maule;
7.a Nuble, Concepción y Bío-Bío;
8.a Arauco, Malleco y Cautín, y
9.a Valdivia, Llanquihue y Chiloé.

Las agrupaciones de departamentos colindantes que indica el


artículo 37, se fijarán provisoriamente por el Presidente de la Re


pública, en atención al Censo General levantado el 15 de Diciembre
de 1920.

Sexta:

La ley lectoral para el nuevo Congreso dispondrá la manera


de determinar los Senadores que en cada agrupación de provincias
gozarán de un período de ocho años y los que sólo tendrán un período

de cuatro años, a fin de regularizar la elección del Senado por par


cialidades, en conformidad al artículo 41.

Séptima:

El período constitucional para el nuevo Congreso empezará-


a contarse desde el 21 de Mayo de 1926, sin perjuicio de que sea
convocado a sesiones extraordinarias apenas el Tribunal Califica
dor apruebe definitivamente los poderes de los Diputados y Sena
dores electos.

Octava:

Fíjase en dos mil pesos mensuales la dieta de que gozarán los

Diputados y Senadores mientras se dicta la ley respectiva.


De esta deducbá mensualmente la cantidad de cin
suma se

cuenta pesos por cada sesión de Cámara o de Comisión que no se

celebrare o levantare por inasistencia del Diputado o Sena


que se

dor, salvo el caso en que funcionaren dos o más Comisiones al


mismo tiempo y que hubiere concurrido a una de ellas.

Novena:

79, se considerará que todos los


Para los efectos del artículo
individuos que hayan desempeñado los cargos de Presidentes o
Vicepresidentes de la Cámara de Diputados o del Senado; antes de
la promulgación de esta reforma de la Constitución, tienen el año
de permanencia en el cargo que ese artículo exige.
La presente reforma Constitucional empezará a regir treinta
s después de su publicación en el Diario Oficial.

Los chilenos que acepten en todas sus partes el anterior Pro


yecto de Reforma General de la Constitución Política de la República
de Chile, deben emitir sus sufragios por medio de la cédua de color
rojo en el plebiscito que se verificará el 30 de Agosto de 1925.

ARTURO ALESSANDRI,
Presidente de la República

Armando Jaramillo V., Jorge Matte,


Ministro de Relaciones Extei

José Maza, Valentín Magallanes M.,


o de Justicia e Instrucción Pública. Miiu-tiM de Hacienda.

Carlos Ibañez C, Braulio Bahamonde,


Ministro de Guerra. Ministro de Marina.

Francisco Mardones, Claudio Vicuña,

José S. Salas,
FORMULA DISIDENTE

Los ciudadanos que prefieran las modificaciones que a conti


nuación se indican, al proyecto cuya aplicación les pide el Presi
dente de la República y que deseen mantener el régimen parlamen
tario con la facultad de la Cámara de Diputados para censurar y
derribar Gabinetes y aplazar el despacho y -vigencia de las leyes
de Presupuestos y recursos del Estado, emitirán su sufragio por
medio de la cédula de color azul en el plebiscito que se verificará
el 30 de Agosto de 1925, en conformidad a los Decretos-Leyes nú
meros 461 y 462:

Art. 39. Atribución 1.a Reemplazarla por la siguiente:


1.a «Declarar si han o no lugar las acusaciones que cualesquiera
de sus miembros formularen en contra de los siguientes funciona
rios:
a) Del Presidente de la República, por actos de su adminis
tración en que haya comprometido gravemente el honor o la segu
ridad del Estado, o infringido abiertamente la Constitución o las
leyes. Esta acusación sólo podrá interponerse en los seis meses si
guientes al término de su Presidencia. Durante estos seis meses
no podrá ausentarse de la República sin acuerdo de la Cámara :

b) De los Ministros de Estado, por los delitos de traición, con


cusión, malversación de fondos públicos, soborno, infracción de la
Constitución, atropellamiento de las leyes, por haberlas dejado sin
ejecución y por haber comprometido gravemente la seguridad y
el honor de la Nación. Estas acusaciones podrán interponerse mien
tras el Ministro estuviere en funciones y en los tres meses siguientes
a la expbación de su cargo. Durante ese tiempo no podrá ausentarse

de la República sin permiso de la Cámara o, en receso de ésta, de


su Presidente;

c) De los magistrados de los Tribunales Superiores de Justicia,


por notable abandono de sus deberes;
d) De los Generales o Abnbantes de las fuerzas armadas,
por haber comprometido gravemente la seguridad o el honor de la
Nación, y
e) De los Intendentes y Gobernadores, por los delitos de trai
ción, sedición, infracción de la Constitución, malversación de fon
dos públicos y concusión.
En todos estos casos, la Cámara declarará, dentro del término
de diez días, si ha o no lugar la acusación, previa audiencia del in-

645 —

culpado informe de una comisión de cinco Diputados, elegidos a


e

la suerte, con exclusión de los acusadores. Este informe deberá ser


evacuado en el término de seis días, pasados los cuales la Cámara
procederá sin él. Si resultare la afirmativa, nombrará tres Dipu
tados que la formalicen y prosigan ante el Senado. Si el inculpado
no asistiere a la sesión a que se le cite, o no enviare defensa escrita,

podrá la Cámara renovar la citación o proceder sin su defensa.


Desde el momento en que la Cámara declare que ha lugar la
acusación, el acusado quedará suspendido de sus funciones. La
suspensión cesará si el Senado desestimare la acusación o si no se
pronunciare dentro de los treinta días siguientes».

Art. 39. Atribución 2.a Reemplazarla por la siguiente:


2.a «Fiscalizar los actos del Gobierno.
Toda proposición de censura Ministerial debe ser motivada,
Anunciada la proposición, el Presidente de la Cámara, de acuer
do conel Ministro a quien afecte la censura o con el Jefe del Ga
binete, si ella se refiere a todo el Ministerio, fijará la sesión ordi
naria en que deba votarse la proposición. La sesión deberá celebrarse
dentro de los ocho días siguientes a la presentación del voto.
Sólo por la mayoría de los Diputados en ejercicio, podrá acor
darse la censura ministerial. No se tomarán en cuenta para este
efecto los Diputados que se hallen ausentes del país».

Art. 44. Agregar con el N.° 4." el siguiente:


4." «Autorizar periódicamente el cobro de las contribuciones
por el plazo de diez y ocho meses.
El proyecto de ley que autoriza el cobro de ellas será presen
tado a la Cámara de Diputados con quince días de anterioridad
a la fecha en que debe empezar a regb. Si a la expiración de este

plazo la Cámara no se hubiere pronunciado, regirá el proyecto pre


sentado por el Gobierno, salvo que, en sesión especial, a que se ci
tará con cuatro días de anticipación, a lo menos, la mayoría de los
Diputados en ejercicio acuerde aplazar la aprobación del proyecto
de ley».

Art. 44. N.° i.° Reemplazarlo por el siguiente, que llevaría


el X.» 5.°:
5.° «Fijar anualmente los gastos de la administración pública,
aprobar en la misma ley el cálculo de entradas, sin que pueda al
terar los contribuciones acordadas en leyes generales o
gastos o

especiales. Los gastos variables


pueden ser modificados por el Con
su aumento total o para alterar el cál
greso, pero la iniciativa para
culo de entradas corresponde al Gobierno. El proyecto de ley de

646 —

Presupuestos será presentado al Congreso con cuatro meses de


anterioridad a la fecha en que debe empezar a regir, y si a la expi
ración de este plazo no se hubiere pronunciado, regirá el
proyecto
presentado por el Gobierno, salvo que, en sesión especial a que se
citará con cuatro días de anticipación a lo menos, la mayoría de los
Diputados en ejercicio acuerde aplazar la discusión del proyecto
de ley; Reanudada la discusión, la Cámara deberá pronunciarse
dentro del término de treinta días, después de los cuales se entenderá
aprobado el proyecto del Gobierno en la parte en que no se hubiere
producido acuerdo entre ambas Cámaras».

Art. 72. Agregar la siguiente atribución, que llevaría el


N.° 4.°:
4.a «Disolver la Cámara de Diputados.
a

Esta facultad sólo podrá ejercitarla dentro de los cinco prime


ros años de su período presidencial y de los tres primeros del período

de la Cámara. Entre cada disolución no podrá mediar menos de


dos años.
En el decreto en que se ordene la disolución se convocará a
elecciones de Diputados para después de los treinta y antes de los
sesenta días siguientes a la fecha del decreto.
La nueva Cámara durará en sus funciones cuatro años».

Art. 72. Atribución 4.a Reemplazarla por la siguiente, que


llevaría el X.° 5.°:
5.a «Nombrar a su voluntad a los Ministros de Estado y Ofi

ciales de su Secretaría, a los Agentes Diplomáticos, Intendentes


y Gobernadores.
El nombramiento de los Embajadores y Ministros Diplomáticos,
se someterá a la aprobación del Senado.
Los Ministros de Estado permanecerán en sus funciones mien
tras cuenten con la confianza del Presidente de la República, sin

perjuicio de lo dispuesto en el artículo 39 N.° 2°


Los demás funcionarios señalados en el presente número, son
de la confianza exclusiva del Presidente de la República y se man
tendrán en sus puestos mientras cuenten con ella».

Art. 76. Reemplazarlo por el siguiente:

Art. 76. «Los Ministros solidaria y políticamente res


son

ponsables ante la Cámara deDiputados, de la política general del


Gobierno y de los actos que subscribieren o acordaren en conjunto.
Cada Ministro es individualmente responsable de los aetos rela
cionados con su Departamento que fueren acordados por él sin la
firma y sin la ingerencia de los otros Ministros».
VOTO DE RECHAZO

Los' ciudadanos que rechacen todo


proyecto o fórmula consti
tucional y que deseen otros medios para restablecer la normalidad
institucional, emitbán sus sufragios por medio de la cédula de color
blanco, en el plebiscito que se verificará el 30 de Agosto de 1925,
en conformidad a los
Decretos-Leyes números 461 y 462.
RELACIÓN ENTRE LA ACTUAL NUMERACIÓN DE LOS
ARTÍCULOS DE LA CONSTITUCIÓN Y LA DE LA RE
FORMA.

Arts. de la Arts. de la
Constitución Reforma

Art. 1
Art. 2
Art. 10 N.» 2."
Art. 5
Art. 6
Art. 7
Art. 8
N.» 1."

....,.: N.» 2."

l.o N.° 1.»

N." 2."
N.° 3."
Art. 10
1.». .
N.° 1."
N.° 8."
N.° 9.»
N.» 15
N.° 10
6.° incisos 1.° y 2.° N.° 4.»
N." 5.»
N." 6."
N.° 7."
».•!.■
Art. 24
Art 32
Art. 33

Art. 34
Art. 37

Art. 38
Art. 27
Art. 20
Art. 21 Arts. 28 a 33
1.° Se suprime
2." Art. 28 N.» 3."
3." Art. 28 N." 2.'
4.° Art. 28 N.° 4.'
5." Art. 5
Art. 22 Art. 40
Arts. 23 y 24 Art. 41
Art. 25 Art. 36
Art. 26 Art. 27
Art. 27 Art. 43
1.' Art. 43-1."
2.' Art. 44; N.» 12."
3.' Art. 43-2.'
4.- Art. 43-3.'
5.' Art. 70
6.' Art. 44; N." 13
Art. 28 Art. 44
1.° Art. 44; N.° 1."
2.° Art. 44; N.» 4.-
3." Art. 44; N.» 9."
4." Art. 44; N." 2."
5." Art. 44; N.- 7."
6." Art. 44; N.» 8.»
7.» Art. 44; N.' 10
8.° Suprimido
9.» Art. 44; N.° 11
10 Art. 44; N.» 5."
11 Art. 44; N." 14
12 Art. 44; N." 15
Art. 29 Art. 39
1.' Art. 26
2.' Art. 39; N." 1.»
Art. 30 Art. 42
1.' Art. 26
2.' Art. 42; N.» 1.°
3.a Suprimida
4.* Art. 42; N.» 6."
Art. 31 Art. 45
Art. 32 Art. 48
Art. 33 Art. 47
Art. 34 Art. 52
Art. 35 Art. 53
Art. 36 Art. 54
55
Art. 40 ^J**-
Art.
Art. 41
A14- 60
Art'. 42.'.'.'.'.'.'.
Art. 56
Art. 43
Art. 57
Art. 44
Art. 58
Art. 45
Art. 46 Suprimido
Art- 59
Art" 47
Arts. 48 y 49 Suprimidos
Ar'- 60
Art. 50
Art. 61
Art. 51
Art. 62
Arts. 52 y 53
Art. 63
Art. 54
Art. 64
Arts. 55 62.. ai
Art. 63 „ ^.f
Suprimido
Art. 64
Art-
Arts. 65 'y 66
Ar-67
^
Art. 67
Art'
Art. 68
Art.
f.
Art.
kÁ.m.'.'.'.'.'.'.'.'.'.\ Suprimido
Ar'-
Art. 71
Art. 71
I0,
Art. 72.
Art. 72
Art 73
1. Art. 72; N.° 1.'
Art. 72; N.° 2."
2.-
3.» Art. 72; N.° 4."
4.- y 5/ Art. 72; N.° 3.-
6.- Art. 72; X.» 5."
7 Art. 72; N.» f
o Y ' '
Suprimido
„'.' Art. 72; N.» 7.»
10 Art. 72; N.° 8."
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n Art. 72 N 5."

12.,..\\ '
Art. 72; N." 10
, o' 14 Suprimidos
,= Art. 72; N.» 12
Art. 72; N.° 13
,7"" Art. 72; N."
18"" Art. 72; N.° 16
Art. 72; N." 16
19
on"" Art. 72; N.° 17
21
Art. 74

Art. 76
'

Art. 77.;

Art. S2

Art. 89 Art. 39; N." 1 .° y Art. 42; N.» 1."


Arts. 90 y 91 . Art. 42; N.° 2."

7."
8."
Arts. 96' a 98 Suprimidos
Art. 99 Art. 80

Art. 101 Art. 85

Arts. 113 al 122 Arts. 93 al 107

Art. 125 Art, 12

Arts. 128 v 129 Art. 14


Art. 15
Art. 131 y 13? Art. 17
Art. 133 Art, 19
Canstitución Retenía

Art. 134 Art. 16


Arts 135 y 136 Art. 18
Art. 137 : Art. 10; N.° 12
Art. 138 Art. 10; N.° 13
Arts 139 al 141 Art. 10; N.° 9."
Art. 142 Art. 10; N.° 14
Art. 143 Art. 10; N.° 11
Arts. 144 y 145 Art. 10; N.° 7."
Art. 146 Art. 21
Art. 147 Art. 10; N.° 9."
Art. 148 Art. 22
Art. 149 Art. 23
Art. 150 Art. 3
Art. 151 Art. 4
Art. 152 Art. 72; N.° 17
Arts. 153 a 155 Suprimidos
Art. 156 Art. 108
Art. 157 Art. 109
Art. 158 Art. 110
Art. 159 Art. 57

653 —

DECRETO-LEY N.° 461 QUE CONVOCA AL PLEBISCITO

Santiago, 31 de Julio de 1925.


Considerando :
1.° Que una suprema necesidad nacional
exige el inmediato
restablecimiento de la normalidad institucional del país, alterada
por los sucesos ocurridos el 5 de Septiembre del año último y el 23

de Enero del actual;


2.° Que para alcanzar tan elevado objetivo de interés nacional
es indispensable dictar una Constitución Política que responda a

las necesidades y exigencias del momento histórico por el cual atra


viesa el país;
3.D Que como medio eficaz para realizar tales propósitos, el
Presidente de la República, asesorado por un grupo de ciudadanos
representativos de las diversas corrientes en que se divide la opinión
y de todas las energías y actividades de la vida nacional, elaboró
un proyecto de Constitución para que rija los destinos futuros de

Chile;
4.° Que el Presidente de la República estima y cree que en ese
proyecto se consignan y contemplan todas las disposiciones reque

ridas por razones de salvación nacional, a fin de eorregb los vicios,

errores y defectos del régimen que obstaculizaba el progreso y desa

rrollo normal del país;


5.° Que esos vicios, errores y defectos generaron los transtor
nos institucionales violentos cuya repetición debe prevenirse y evi

tarse para el porvenir.


6." Que, no obstante las razones de alto interés nacional que
resultan de los considerandos anteriores, el Presidente de la Repú
bbca no puede negar ni desconocer la faculttad suprema de los ciu
dadanos y pueblo de Chile para darse las instituciones fundamenta
les que estimen por conveniente y para regirse por las normas que
anhelen dentro del ejercicio de su soberanía;
7.° Que, en homenaje y respeto a la voluntad nacional, y ha
biéndose manifestado opiniones divergentes en orden al régimen
y forma de Gobierno, el Presidente de la República considera de
su deber someter esta divergencia al fallo autorizado que dicte la

voluntad solemnemente expresada de la mayoría de sus conciuda


danos, y
De acuerdo con el Consejo de Ministros, vengo en dictar como
Ley de la República el siguiente
Decreto ley:

Artículo 1.° Convócase a los ciudadanos de la Repúbbca para


que el 30 de Agosto próximo concurran a manifestar, en un plebiscito,

654 —

su voluntad, en orden a si aceptan como Constitución Política de


Chile el proyecto que somete a su aprobación el Presidente de la
República.
Art. 2." Los ciudadanos son llamados a pronunciarse:
1." Si aceptan el proyecto cuya aprobación pide el Presidente
de la República;
2." Si aceptan ese proyecto con el régimen de Gobierno parla
mentario establecido en otras fórmulas sugeridas por representantes
de partidos políticos;
3.° Si rechazan ambos proyectos, fórmula que, si triunfare,
importará buscar otros procedimientos para restablecer la norma
lidad institucional del país.
Art. 3." Para garantir la seriedad del acto plebiscitario y la
libre emisión de los sufragios, a fin de que se refleje con verdad y
honradez la voluntad soberana de la nación, el 30 de Agosto próximo
funcionarán en toda la República Mesas Receptoras del sufragio
popular las cuales ajustarán sus procedimientos a las normas y re
glas que se establecerán en el decreto-ley que se promulga por se

parado y con esta misma fecha.


Art. 4.° El presente decreto ley regirá desde la fecha de su

publicación en el Diario Oficial.

ARTURO ALESSANDRI.

Armando Jaramillo V., Ministro del Interior,

Jorge Malte, Ministro de Relaciones Exteriores.

José Maza, Ministro de Justicia e Instrucción Pública.

Valentín Magallanes M., Ministro de Hacienda.

Carlos Ibáñez del Campo, Ministro de Guerra.

Braulio Bahamondes, Ministro de Marina.

Francisco Mardones, Ministro de Obras Públicas, Comercio y Vías


de Comunicación.

Claudio Vicuña, Ministro de Agricultura, Industria y Colonización.

José S. Salas, Ministro de Higiene, Asistencia, Trabajo y Previsión


Social
DOCUMENTOS ANEXOS
EN QUE

S. E. E|_ PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA,


DON ARTURO ALESSANDRI,
MANIFIESTO

de S. E. el Presidente de la República, don Arturo Ales


sandri, AL PAÍS, EN QUE EXPLICA LAS RAZONES POR QUÉ NO
convocó al Parlamento a sesiones.

La manifestación de algunas opiniones producidas últimamente


en ordena la conveniencia de permitir el funcionamiento del Con

greso elegido en Marzo de 1924, me impone el deber de expresar


al país mi punto de vista y mi resolución al respecto.
La Junta Revolucionaria, que tomó de hecho el Gobierno de la
República el 11 de Septiembre de 1924, declaró disuelto el Congreso
Nacional por decreto de la misma fecha.
En sus últimos considerandos y en su parte resolutiva, este de
creto dijo:
«■Que en las presentes circunstancias se impone como una nece
sidad imperiosa la consulta a la voluntad popular;
Que, por otra parte, es de pública notoriedad que las inscripciones
de Noviembre próximo pasado y las elecciones verificadas en Marzo
último se realizaron en forma que no se puede considerar que refleja
ran la verdadera expresión de la voluntad popular y de ello dan sufi

ciente testimonio las resoluciones de la Comisión Revisora de Poderes;


Que es propósito decidido del Gobierno realizar esta consulta de
la voluntad popular de la nación tan pronto como pueda garantirse
el correcto ejercicio del derecho de elegir;
Que en vista de estas graves consideraciones y a objeto de realizar
los propósitos enunciados, no queda otro camino que la disolución del
Congreso Nacional. Por estas consideraciones hemos acordado y de
cretamos:
«1." Declárasedisuelto el Congreso Nacional.
«á.° El Ministerio del Interior procederá al estudio de las medidas
que procedan para convocar a los pueblos a nuevas elecciones.*
El Congreso declarado disuelto no protestó ni reclamó de tal
resolución. La opinión pública silenció también y la medida se im
puso en todo el país en un ambiente favorable a ella, pues se le con
sideró destinada a concluir con un régimen que se había hecho im
posible, que impedía el progreso de la nación y que la dañaba gra
vemente en sus energías vitales.
No se la estimó por la opinión púbüca como ataque a determi
nados hombres, sino como un medio necesario para concluir defini
tivamente con un régimen repudiado. El silencio de la opinión y
Í42¡

658 —

los actos y declaraciones positivas, surgidas de diversos campos


políticos, justifican esta apreciación.
El 19 de Septiembre, es decb, apenas seis días después del
acontecimiento, el «Comité Ejecutivo» que asumió por resolución
de la Junta Central la dirección superior del Partido Radical, dijo:
«En cuanto al Parlamento y haciendo abstracción del atropello al
derecho público que importa su disolución, hay que confesar que
esta medida era de salvación nacional, al destruirlo se ha cambiado,
a nuestro juicio, un régimen funesto y se ha desbrozado el campo

para implantar en su lugar un mejor orden de cosas.


El Presidente del Partido Conservador, don Arturo Lyon, a
su vez, interpretando el sentir de sus correligionarios y de los partidos

de la combinación política de que ellos formaban parte, en la sesión


del Directorio del Partido Conservador, de fecha 18 de Noviembre
de 1924, dijo: «El movimiento militar se produjo fuera de nuastra
órbita de acción, pero los propósitos que lo instigaron coinciden
perfectamente con las finalidades de nuestro programa, con sus
anhelos de regeneración administrativa, de corrección pobtica, de
perfeccionamiento moral y de progreso "material".
«En efecto, ¿quién podría negar que el movimiento revolucio
nario ha venido a legitimar la campaña que el Partido Conservador
ha sostenido por más de tres años en el Congreso y en la prensa,
que ha venido a prestigiar a sus hombres más eminentes y que ha
comprobado la excelencia de los principios fundamentales de su
programa?»
Más adelante agrega: «Debe saberse que nos hacemos solidarios
del movimiento militar. Lamentamos que este movimiento haya sido
necesario, pero reconocemos necesidad y vemos que su labor
su

ha sido una obra de salración naeional. Elpaís debe saber que seremos
los más decididos cooperadores de esta nueva era de regeneración
.

moral y progreso material, manteniéndonos, como siempre lo he


mos hecho, ajenos a todos los manejos de la politiquería».

El señor Lyon finabzó su discurso en la siguiente forma: «Para


terminar, queremos recordar a todos nuestros correbgionarios, al
propietario, al industrial, al comerciante, al empleado y al obrero,
que del acto electoral que debe realizarse dentro de algunos meses,
dependerá por muchos años, la suerte de la Repúbbca. El movi ,

miento militar ha venido a salvar la nación cuando estaba al borde


del abismo. Por un beneficio inconmensurable de la Providencia,
. .

esta revolución se ha reabzado sin una perturbación, sin, que fuera


necesario derramar una sola gota de .sangre. Un hecho semejante
no volverá a repetirse en .nuestra historia8. ...,...,

«Si el Partido. Conservador, y sus aliados obtienen el triunfo .

salvarán al país y se habrá legitimado la revolución que realizaron



659 —

las fuerzas armadas de la Repúbbca. Si el Partido Conservador y


sus aliados son derrotados, volverán al Gobierno los mismos elemen
tos espúreos que fueron expulsados del Congreso el 5 de Septiembre,
los mismos cuyos nombres figuraron en la Convención Radical
última...»
Así las cosas, vino el pronunciamiento del 23 de Enero que
derrocó la primera Junta de Gobierno y, en el Manifiesto lanzado
al país por los autores del movimiento restaurador del 23, se dijo:
«Los responsables del movimiento del 5 de Septiembre, acabamos

de reconquistar el sentido inicial de aquel acto. La desviación mali


ciosa de nuestro programa, expuesto en el manifiesto del 11 de Sep
tiembre, ha hecho necesario deponer a los jefes que traicionaron
la confianza depositada en ellos». Y agrega: «Nos hallamos, pues,
de nuevo en el punto inicial de nuestro impulso- patriótico. Esta
vez no queremos dictar normas por cuenta propia, sino convocar a

la mayoría libre del país, para que, velada por nuestras espadas y
dbigida por su Presidente Constitucional, reorganice a Chile, rea
lizando. las promesas de nuestro manifiesto del 11 de Septiembre».
En consecuencia, el movimiento del 23 de Enero fué para re
conquistar el sentido inicial del 5 de Septiembre, o sea para dar
al país una carta Fundamental que corresponda a las aspbaciones
nacionales.
«Creada la nueva Constitución, dice el Manifiesto del 11 de
Septiembre, ka de procederse a la elección de poderes públicos, sobre
registros hechos por inscripción amplia y libre. Constituidos estos
poderes, habrá terminado nuestra misión.»
Se llamó el 23 de Enero al Presidente Constitucional de Chile
precisamente para esto, es decir, «para dar al país una Carta Funda
mental que corresponda a las aspbaciones nacionales» y para que,
una vez dictado ese Código Fundamental, se proceda, en conformi

dad a las normas que él dicte, a la elección de poderes públicos sobre


registros hechos por inscripción amplia y libre. Los mihtares declaran
que terminará su misión una vez que tales finalidades se alcancen.
Como consecuencia de- la revolución del 5 de Septiembre, se
aceptó la renuncia del Presidente Constitucional de Chile y se di
solvió el Congreso.
La revolución del 23 de Enero reconsideró el primer punto
v mantuvo en todas sus partes el segundo. Llamó al Presidente Cons
titucional para que terminara su período y para confiar a él la rea-
bzación de la finalidad revolucionaria que, como repito, es la dicta
ción de una nueva Carta Fundamental que corresponda a las aspi
raciones nacionales y para que proceda en seguida a la- elección de
poderes públicos sobre registros hechos por inscripción amplia y
Ubre.

660 —

Por consiguiente, se llamó al Presidente Constitucional de


Chile, para que volviera al país a su normalidad institucional, indi
cándole el camino preciso y único para alcanzar ese objetivo. La
revolución del 23 de Enero no entendió que se pudiera volver a la
normalidad constitucional mediante la apertura del Congreso di
suelto, sino que llamó al Presidente para que lograra ese propósito
en la forma anteriormente trazada y no en otra.

El 24 de Enero recibí en Venecia un telegrama de la nueva


Junta de Gobierno, provisionalmente constituida, en que me llamaba
al país para los objetivos y propósitos anteriormente manifestados.
Mi primer impulso, de acuerdo con una resolución firme de mi espí
ritu, fué declinar el ofrecimiento que se me hacía y no volver a asu
mir el Gobierno, del cual me consideraba alejado definitivamente.
Una serie de consideraciones de interés nacional que se me formu
laron por cable, entre ellas el telegrama firmado por los presidentes
de los partidos de la Abanza Liberal, me hizo cambiar de resolución
en el sentido de imponerme el más grande de los sacrificios que se

le podía exigir a un hombre, cual era reasumir el mando para reali


zar el pensamiento de la misma revolución que lo había colocado en

situación de abandonar el poder y el país. El telegrama de los pre


sidentes de los partidos que formaban la Alianza Liberal, recibido
el 26 de Enero, estaba concebido en los término siguientes:
Nuent

movim i cnfo militar fué efectuado sobre base de su re
greso para terminar su período constitucional y realizar manifiesto
11 Septiembre cuyas condiciones son aceptadas por instituciones mili
tares, partidos políticos y opinión popular. Nombre partidos que apo
yaron su Gobierno, rogárnosle manifestar aceptación y anunciar inme
diato regreso. Situación enteramente favorable. (Firmados). Elio
doro Yáñez, presidente liberal. Enrique Oyarzún, presidente radical.
Claudio Vicuña, presidente balmacedista. Nolasco Cárdenas, presi
dente demócrata.»
El mismo día 26 de Enero recibí, además, el siguiente telegrama
de las agrupaciones obreras:
«Comité Nacional Obrero, formado Federación Obrera Chile, Fe
deración y Comité Ferroviarios, Unión Empleados Chile, Partido Co
munista, Unión Metalúrgica y catorce organizaciones autónomas, han
adherido plenamente nuevo Gobierno y ruegan, querido Presidente Ales
sandri, vuelva inmediatamente reasumir cargo, único medio mantener
paz pública y salvar patria. Momento de gravedad trascendental única
en historia Chile. Usted no puede abandonarnos. Vicuña Fuentes.
Hidalgo. Carlos Alberto Martínez. Moyano. Loyola.%
Con estos y otros antecedentes, expedí desde Roma el telegrama
de 26 de Enero, ya conocido, y en el cual acepté volver al país a
terminar mi período constitucional y obtener la dictación de la

661 —

nueva Carta Política exigida por la revolución triunfante sobre la


base de que las fuerzas armadas retornaran, desde luego, al giro ordi
nario de sus funciones profesionales.
Mi indicación fué favorablemente acogida y de los antecedentes
expuestos resulta que aquella era la opinión unánime del país.
Las fuerzas armadas aceptaron también mi sugestión y, con un
patriotismo que les hace alto honor, han vuelto definitivamente
a sus labores profesionales, y no se mezclan ni intervienen en forma

alguna en los actos del Gobierno. Los revolucionarios, pues, han


cumplido su promesa'; corresponde al Presidente de la República
cumplir Iealmente la situación aceptada por él en el citado telegra
ma de Roma. En consecuencia, la misión que me incumbe, deter

minada por los hechos y por el compromiso de honor contraído


a la faz del país, es obtener la nueva Carta Fundamental que
concuerde con las aspiraciones nacionales, y, en conformidad a ella,
proceder a convocar a elecciones de poderes públicos sobre regis
tros hechos por inscripción amplia y libre. Es este mi compromiso
y lo cumpliré con lealtad inquebrantable, porque esa fué la finali
dad perseguida por la revolución y aceptada por la unanimidad
del país. Apartarse de este camino trazado por los acontecimientos
y por los hechos, importaría traicionar la fe jurada y exponer al país
a una nueva alteración del orden público.

No está demás recordar que desde los primeros días de mi Go


bierno, prediqué constantemente en los mensajes presidenciales,
en discursos y reportajes, que nuestro régimen pobtico y adminis

trativo se hacía imposible, que él llevaba al país al desastre y al caos.


Pedí las reformas con todas las energías de que era capaz, afirmé
constantemente que una ley histórica, tan antigua como la huma
nidad, nos enseña que la reforma retardada y resistida trae siempre
como consecuencia la revolución y la hecatombe. No tuve la fortuna
de oído.
ser

Cuando surgió el movimiento del 5 de Septiembre, comprendí


que, cualesquiera que fuesen sus causas inmediatas, en el fondo
él era la realización de mis afirmaciones reiteradas durante cuatro
años y por eso me resigné ante los hechos. A raíz de los aconteci
mientos, me expresé en numerosa correspondencia particular en
la misma forma que ahora lo hago y juzgué, como hoy, que la revo

lución era un mal necesario.


No obstante este convencimiento, no quise echarme encima la
responsabilidad de perturbar y romper el orden constitucional,
porque cuando se entra por ese camino se conoce el principio,, pero

se ignora la profundidad de las consecuencias qwe puede pre


sentar en el porvenir y hasta donde puede rodar un país
que se precipita en él. Preferí, por lo tanto, dimitir el mando

662 —

no echar sobre mis hombros tal responsabilidad


para y abandoné
la Patria. Pero, resignada la opinión pública ante los hechos consu
mados y producido el acuerdo unánime en orden a reabzar la finali
dad del movimiento revolucionario, tal como aparece de los antece
dentes a que me he venido refiriendo y aceptado también por mí,
en el telegrama de Roma, el temperamento impuesto por los hechos

y por los acontecimientos, me corresponde sólo cumplir con los

objetivos perseguidos y que determinaron mi vuelta al país para


reasumir el mando y desempeñarlo hasta el final del período por el
cual fui elegido.
No me apartaré de esa línea de conducta trazada por el cumpli
miento de mi deber, como necesidad suprema para evitar cualquiera
alteración del orden público, que sería explicable y justificada si
el Presidente de la República, llamado al país con una finalidad de
terminada, se apartara de ella y traicionara los objetivos para cuya
realización fué llamado.
Por estas consideraciones, el Presidente de la República no puede
aceptar ni aceptará que vuelva a reunirse o a funcionar el Congreso
disuelto por decreto de la Junta de Gobierno de fecha 11 de Sep
tiembre de 1924.
Dada la situación de hecho producida y los antecedentes invo
cados, esa reunión constituiría un acto revolucionario y la invitación
a ejecutarlo en estos momentos importa una amenaza de perturba

ción del orden público. Siendo la primera y primordial obligación


del Gobierno mantener este principio, se ve en la premiosa necesi
dad de impedir tales actos. El país comprenderá que, al impedir
el funcionamiento del Congreso disuelto, no se procede por capri
cho ni por hostilidad contra nadie, sino que se trata de una medida
impuesta por los acontecimientos, por las circunstancias y por los
hechos y que responde al sentimiento unánime de la opinión. .

Quiero agregar algunas palabras para hacer llegar a conoci


miento de mis conciudadanos el camino que el Presidente de la Re
pública sigue y seguirá para realizar la tarea de inmensa responsa
bilidad que en estos momentos le corresponde y que le ha sido im
puesta por un doble deber de patriotismo y de honor.
En el deseo de conocer tedas las opiniones y de buscar la coo
peración de todos los chilenos para ejecutar en la mejor forma posi
ble la obra de salvación nacional en que estamos empeñados y para
cimentar el país sobre bases institucionales inconmovibles, se nom
bró, por decreto supremo de fecha 7 de Abril, una Comisión Con
sultiva de 56 miembros, en la cual están representadas todas las
tendencias y todos los intereses nacionales. Esta Comisión, elegida
a raíz de una reunión a que concurrieron 139 personas de todos los

partidos políticos y fuerzas vivas del país, celebró una sesión, pre
sidida por el Presidente de la República, el 16 de Abril.

663 —

En dicha reunión se designaron dos subcomisiones, una para


que estudiara el proyecto de Constitución que deberá patrocinar
el Gobierno y la otra para estudiar la forma y modo en que deberá
manifestarse la voluntad nacional, en ejercicio de su soberanía, para
sancionar la nueva Carta Fundamental. Las dos subcomisiones han
trabajado patriótica, activa y tesoneramente. En la que estudia
el proyecto que patrocinará y defenderá el Gobierno, se han pro
ducido acuerdos de inmensa trascendencia sobre los tópicos más
importantes y difíciles de las reformas, en un ambiente de franca
cooperación y dentro de un espíritu de armonía y concordia.
El Presidente de la República observa, con satisfacción patrió
tica, que el trabajo de esa subcomisión dará como resultado un
proyecto que, si merece los honores de ser ratificado por la volun
tad nacional, constituirá un timbre de orgullo y asegurará la esta
bilidad del orden público y progreso del país.
En la subcomisión que estudia la forma como debe ser
expresada la voluntad nacional, en ejercicio de su soberanía, ha
habido discrepancia de criterios : algunos de sus miembros sostienen
que el Código Fundamental debe ser dictado por una Asamblea
Constituyente de elección popular; otros, en representación de co
rrientes poderosas de opinión, que la Constituyente debe organi
zarse a base gremial; y, finalmente,
quienes sostienen que la Cons
titución debe aprobarse por un plebiscito en que, conservando cada
hombre el ejercicio pleno de la parte de soberanía que le corresponde,
manifieste directamente su voluntad sin recurrir a la delegación
del ejercicio de su derecho en representantes mandados por el pue
blo a una Asamblea.
Los sostenedores de esta última idea afirman que la manifesta
ción directa de opinión, sin que el pueblo delegue su facultades en
personas que lo representen en una Asamblea o Corporación, es
la suprema y última expresión de la democracia, por cuanto el sis
tema representativo obedece a la imposibilidad de que en cada mo
mento y cbcunstancia el pueblo pueda manifestar su manera de pen
sar sobre los problemas de interés colectivo, como ocurría en las
democracias de la antigua Grecia y de Roma, y estiman que en un
acto tan trascendental, cuil es la dictación del Estatuto Fundamental
de la Repúbbca, hay conveniencia en que la soberanía popular no
delegue sus facultades, sino que las ejercite dbectamente, mediante
el voto también directo.
Ante esta divergencia de opiniones producida en la segunda
subcomisión, el Presidente de la República ha conceptuado con
veniente activar los trabajos de la que estudia el proyecto de Carta
Fundamental que patrocinará el Gobierno. Si en esa subcomisión
hay acuerdo al respecto, será fácil encontrar la ecuación para que la

664 —

voluntad nacional, en ejercicio de su soberanía, dicte la Carta Fun


damental que tiene el derecho de darse.
No debe existir el temor en orden a que el Presidente de la
República pretenda dictar, por sí y ante sí, la nueva Constitución
Política del Estado.
No ; el Presidente de la República sabe que la más alta y sobe
rana de las funciones privativas de la voluntad nacional, es darse

el Código que ha de regir los destinos de la República.


Podrá haber discrepancia de opiniones sobre la forma y modo
como debe hacerse la manifestación soberana del pueblo, pero esa

manifestación es necesaria, indispensable y no se prescindirá de ella.


Sin embargo, ya sea que la nueva Constitución se sancione mediante
una Asamblea Constituyente de elección popular, o a base gremial;

ya sea que se apruebe por un plebiscito en que cada ciudadano ex


prese directamente su opinión y su voluntad ahorrando el peligro,
del cual no faltan ejemplos en nuestra historia política, de que los
representantes traicionen y no cumplan su mandato, apartándose
de la voluntad de los electores, el hecho es que se requiere un paso
previo, y ese paso es la generación del poder electoral, puro y sin
mancha. Esa es, precisamente, la tarea que hasta este momento
ha preocupado al Gobierno.
Repito que una de las finalidades de la revolución fué la de que
la elección de los poderes públicos que se haga en conformidad a
la nueva Carta Fundamental, debe verificarse sobre la base de re
gistros formados por inscripción amplia y libre.
El Gobierno ha realizado ya esta primera finalidad de la revo
lución. Ha dictado una ley electoral que ha producido, como conse
cuencia, la inscripción más amplia y más libre que jamás se verifi
cara en la República. Se han inscripto y continúan mcribiéndose

todos los ciudadanos que tienen derecho para ello. El fraude se ha


hecho absolutamente impracticable. Los que han intentado come
terlo han sido descubiertos, en virtud de los procedimientos esta
blecidos en la ley y recibirán la sanción correspondiente de la
justicia, quedando los registros completamente limpios y purificados.
Las inscripciones no han terminado aún, y el período fijado por la
ley concluye a principio del mes entrante. Los procedimientos ju
diciales terminarán en la primera quincena del mes de Julio, en cuya
fecha el país dispondrá del Poder Electoral, puro, limpio y bbre,
reclamado por la revolución, que se hizo eco del sentimiento nacional
a este respecto.
Cuando el Poder Electoral quede definitivamente generado,
tendremos los instrumentos necesarios para elegir una Constitu
yente de elección popular, o a base gremial, o para consultar direc
tamente al pueblo en cuanto al Código Político que quiera darse y

665 —

que responda a las aspiraciones nacionales de nuestro momento


histórico. .

El Gobierno hubiera deseado proceder con más actividad en


la realización del pensamiento nacional, en orden a tener una Cons
titución que organice los nuevos poderes públicos y proceder cuanto
antes a su elección, en conformidad a las nuevas reglas que el país
se dé; pero los hechos son superiores a la voluntad de los hombres.

La organización del Poder Electoral, base previa y fundamental


de todo, es indispensable, y tan pronto como esta cuestión quede
finiquitada, oyendo a las dos subcomisiones y a la Comisión Con
sultiva nombrada por decreto Supremo de fecha 7 de Abril, el Go
bierno tomará las medidas necesarias para la dictación de la Carta
Fundamental, consultando la voluntad nacional en ejercicio de su
soberanía. Me halago con la esperanza de que el sol de Septiembre
nos alumbrará con una nueva Constitución Política, y nos presentará

un camino expedito para elegir los poderes públicos que ella deter

mine.
Cábeme pedir tranquilidad a la opinión pública. Es preciso
no olvidar que la revolución no ha concluido todavía. El orden se

mantiene y se mantendrá imperturbable; pero el ciclo histórico del


período revolucionario habrá terminado solamente una vez que se
haya dictado la nueva Carta Fundamental y se hayan elegido los
poderes públicos que ella establezca, siguiendo así el único camino,
el único medio trazado por los hechos y por los acontecimientos,
para volver definitivamente a este país a la normalidad constitu
cional.
Los antecedentes expuestos me autorizan para pedir al patrio
tismo de mis conciudadanos que no se inquiete, y que se mantenga
tranquilo, porque el Gobierno cumplirá lealmente los propósitos
manifestados. Es necesario también que la opinión no se deje sor
prender, porque, como es natural, hay intereses creados que se de
fienden, que levantan banderas y doctrinas de aparente interés
público, pero que, en el fondo, llevan sólo el propósito de defender
privilegios y situaciones que el país no acepta, que rechaza y que
fueron la causa generadora del movimiento de Septiembre y del 23
de Enero.
El Gobierno persigue sólo el interés público, la salvación del
país, y, despojado de toda consideración, de todo sentimiento de
leznable, procura sólo propender a que el país se dé una Constitu
ción que responda a las exigencias de la hora presente y que haga
imposible los males del régimen que ha querido extirpar la revolu
ción, de ese régimen que tantos males ha producido y que podría
llevar al país al desastre final, si no fuera barrido con mano de fierro
y sin contemplaciones,

666 —

Tan pronto como esté terminado el proyecto de Constitución


que patrocinará el Gobierno, se publicará profusamente y será so

metido al juicio justiciero e imparcial de la opinión pública, que vela


más que nadie por los intereses nacionales. Me encargaré personal
mente de explicarlo al país en sus bases fundamentales, en sus fina
lidades y en sus propósitos, y éste juzgará por sí mismo lo que le
conviene, cuáles son sus intereses en la hora presente y será su opi
nión la que se imponga, en todo caso la que prevalecerá, cuales
quiera que sean los intereses de círculo o de bandería que se sientan
lesionados por la manifestación suprema de la voluntad nacional,
en ejercicio de su soberanía.

Arturo Alessandri.
MANIFIESTO

AL PAÍS DE S. E. EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, DON ARTURO

ALESSANDRI, DE FECHA 28 DE JULIO

En el manifiesto publicado el 28 de Mayo del año en curso

establecí y comprobé las conclusiones siguientes :


1.° Que la causa social verdadera y honda de la revolución
militar del 5 de Septiembre del año recién pasado, fué la desorgani
zación y anarquía morbosa del régimen parlamentario, que estag-
naba el progreso del país, llevaba el desorden a todas partes e impe
día el desarrollo y correcto funcionamiento de las más importantes
de nuestras energías nacionales;
2." Que en el manifiesto revolucionario del 11 de Septiembre
se puntualizaron debidamente las causas del movimiento y su fina
lidad, estableciéndose, como principal aspiración, que se
suprema y
diera al país una Carta Fundamental que corresponda
a las aspiraciones

nacionales. Para que la Carta Fundamental, originada por la revo


lución, cumpla con sus finalidades y corresponda a las aspiraciones
nacionales, debe necesariamente corregir los errores y purgar los
vicios del sistema que generó la revolución;
3." Que, según aparece de un manifiesto firmado el 19 de Sep
tiembre de 1924, es decir, poquísimo días después del estado revolu
cionario, por una Junta que asumió la representación del partido
radical, se dijo: «En cuanto al Parlamento y haciendo abstracción
del atropello al derecho público que importa su disolución, hay que
confesar que esta medida era de salvación nacional; al destruirlo, se
ha cambiado, a nuestro juicio, un régimen funesto, y se ha desbro
zado el campo para implantar en su lugar un mejor orden de cosas».
4." Que, por su parte, el Presidente del Partido Conservador,
el señor don Arturo Lyon Peña, poco después y en ocasión memora
ble y solemne para su partido, con fecha 18 de Noviembre de 1924,
dijo: «Debe saberse que nos hacemos solidarios del movimiento mi
litar. Lamentamos que este movimiento haya sido necesario, pero
reconocemos su necesidad y vemos que su labor ha sido
una ób'a

de salvación nacional. El país debe saber que seremoslos más deci


didos cooperadores de esta nueva era de regeneración moral y de
progreso material, manteniéndonos, como siempre lo hemos hecho,
ajenos todos los manejos de la politiquería-'.
a

Que, desviada la revolución de sus finalidades por la primera


5.°
Junta de Gobierno, estalló el movimiento restaurador del 23 de Enero,
que, como se dijo por sus promotores en un manifiesto que conoció

668 —

el país el 24 del mismo mes, «fué para reconquistar el sentido inicial


del de 5 de Septiembre» o sea, como lo he dicho y repito, para dar
al país una Carta Fundamental que corresponda a las aspiraciones
nacionales;
6.° Que, dentro de estos propósitos, y para estas finabdades,
fui llamado por las fuerzas armadas de la República para que ter
minara mi período constitucional.
7.° Que, conjuntamente con el llamado que me hicieran las fuer
zas armadas, recibí también un telegrama firmado por don Elio

doro Yáñez, presidente del Partido Liberal; por don Enrique Oyar
zún, presidente del Partido Radical; por don Claudio Vicuña, pre
sidente del Partido Liberal Democrático Aliancista, y por don No-
lasco Cárdenas, presidente del Partido Demócrata, que decía así:
'Nuevo movimiento militar fué efectuado sobre base de su regreso
para terminar período constitucional y realizar manifiesto anee de
Septiembre, cuyas condiciones son aceptadas por instituciones mili
tares, partidos políticos y opinión popular. Nombre partidos que apo
yaron su Gobierno, rogamos manifestar aceptación y anunciar inme
diatamente regreso. Situación enteramente favorable».
8." Que, por otra parte, los señores don Carlos Vicuña Fuentes,
don Manuel Hidalgo, don Carlos Alberto Martínez, don Pedro
León Loyola y el señor Moyano, a nombre de numerosos centros
y colectividades obreras, también por telégrafo me decían: «Comité
Nacional Obrero, formado Federación Obrera Chile, Federación
y Comité Ferroviarios, Unión Empleados Chile, Partido Co
munista, Unión Metalúrgica y catorce organizaciones han adherido
plenamente nuevo Gobierno y ruegan querido Presidente Alessandri
vuelva inmediatamente asumir cargo, único medio mantener paz
pública y salvar al país. Momento es gravedad trascendental, único
en historia Chile. Ud. no puede abandonarnos».

9.° Que, a la luz de los antecedentes expuestos y vistas las de


claraciones de ayer y de hoy de las fuerzas armadas, de los partidos
extremos, de todos los partidos y de los elementos obreros, concu
rrió la unanimidad del país en apreciar que era obra de salvación
nacional; (es el término concordante de todos), realizar las aspira
ciones del manifiesto del 11 de Septiembre, o sea, dar al país una
Carta Fundamental «que corresponda a las aspiraciones nacionales»,
es decir, una Carta Fundamental, que corrigiera los vicios del ré

gimen y los procedimientos que nos llevaron a la hecatombe.


10. Que, en vista de todos los antecedentes anteriores y obU-
gado por un deber sagrado de patriotismo, contrariando una reso
lución muy firme y sinceradme impuse el mayor de los sacrificios
resignándome a reasumir el mando del cual me consideraba alejado
definitivamente.

669 —

Tales son las conclusiones a que llegué en mi citado manifiesto


al país de 28 de Mayo de 1925 y son también las que marcan fija
mente el camino seguido y el que debo recorrer hasta el fin, sin des
viaciones ni vacilaciones.
He creído conveniente rememorar todos estos hechos porque,
desgraciadamente, los chilenos nos caracterizamos por expresiva
facilidad para olvidar y por marcada tendencia a perder de vista
los rumbos definidos y seguros que nos imponen los acontecimien
tos y de los cuales no debemos apartarnos sin peligro.
Son estos también los factores precisos que señalan mi camino
y de los cuales no me apartaré por deberes de honradez y por cau
sas de verdadera salvación nacional.

Desde el instante mismo de mi regreso, convencido de los in


mensos peligros que, momento a momento, pesan sobre un país
que vive en una situación de hecho, me di empeñosamente, dentro

de lo posible, a la magna tarea de procurar al país «una Carta Fun


damental que corresponda a las aspiraciones nacionales», es decir,
que extirpe los males del régimen que produjo la hecatombe, caído
por razones de salvación nacional, de acuerdo con el manifiesto ra
dical del 19 de Septiembre, con la opinión del presidente del Partido
Conservador y bis de todos los partidos políticos y organizaciones
obreras que se unieron en un propósito común para llamarme al
país. Como la obra era magna y nacional, superior a la fuerza de uno
y muchos hombres, pedí la cooperación a representantes de todos
los partidos, de todas las actividades nacionales, de las diversas
fuerzas vivas del país.
Reunida la Gran Comisión Consultiva que se nombró por de
creto Supremo de 7 de Abril, se designaron, como el país lo sabe,
dos Subcomisiones, una para que estudiara las reformas constitu
cionales necesarias y que Correspondan a las aspiraciones nacionales,
y la otra para que estudiara la forma y modo como debiera ser re
querido el pronunciamiento de la voluntad nacional sobre tales
reformas.
La primera Comisión trabajó con gran empeño, con abnegación
y esfuerzo patriótico que hacen a sus miembros acreedores a la gra
titud de sus conciudadanos.
Después de un trabajo ímprobo, esforzado, efectuado con gran
elevación, con estudio y con gran espíritu de conciliación, se auna

ron todas las voluntades en un proyecto que fué llevado al conoci


miento de la Gran Comisión Consultiva nombrada, como se ha dicho
por decreto de 7 de Abril y ampliado después.
Se buscó cristalizar en el proyecto la ecuación o fórmula que
realizara el pensamiento revolucionario, la finalidad revolucionaria.
Era llegado el momento, como lo decía el manifiesto radical de 19

670 —

de Septiembre, desbrozado el camino, para implantar en su lugar


un mejor orden de cosas, de curar y extirpar todas las raíces del ré
gimen funesto.
Estoy profundamente convencido de que esa aspiración se rea
lizó ampliamente en el proyecto elaborado por la Subcomisión.
Profunda fué mi tristeza y mi desilusión al ver que, desde el
primer momento, se destacaron en el seno de la Gran Comisión

Consultiva fuertes corrientes de opinión, opinión de partidos que,


a juicio, olvidaban todos los antecedentes en que anteriormente
mi
me hedetenido, que aparecían como desconociendo la fuerza y el
imperio de hechos consumados y que determinaban abogando por
un régimen que, si llegara a ser realidad, reagravaría los males que

arrasó la revolución y, como es natural, haría posible y verosí


mil el estallido de otra revolución más violenta y de consecuencias
más fatales tal vez que las anteriores.
La historia de todos los países civilizados puede presentarnos
elocuentes lecciones de la experiencia a ese respecto.
En el segundo día de discusión, el Inspector General del Ejér
cito que, como el Director General de la Armada, formaba también
parte de la Comisión Consultiva, en su carácter de ciudadano y
como representante de las fuerzas armadas que hicieron la revolu

ción, cuya liquidación definitiva buscamos, y para quienes no puede


ser indiferente la Carta Fundamental que rija y presida los futuros
destinos de la República, manifestó también su opinión con la fran
queza y sinceridad requerida por la solemnidad del momento.
Como algunos han protestado de sus palabras, creyendo des
cubrir en ellas una amenaza o una coacción de la libertad de opinar,
necesaria y sagrada en todo momento, y más que nunca en la oca
sión y circunstancia en que aquella opinión fué emitida, me he dete
nido con especial interés a analizar el discurso del señor Navarrete
y no encuentro nada, absolutamente nada digno de justificar las
protestas surgidas, y estoy seguro de que cualquier espíritu sereno
e imparcial llegará a igual conclusión.

El señor Navarrete manifestó que la revolución de Enero fué


para salvar al país de las desastrosas consecuencias del parlamen
tarismo. Tal aserto, como le hemos visto,- reúne la opinión nacional .

unánime de que era indispensable dictar una Carta Fundamental


que corrigiera ese mal, que arrancara de raíz aquella enfermedad
maligna que tan profundos y trascendentales daños había ocasio
nado al país.
Nuevamente, de acuerdo con el pensamiento de todos los par

tidos de Chile, de los obreros que me llamaron precisamente para


eso, insisto en que tales eran y habían sido las finalidades de la revo

lución, los objetivos perseguidos por sus promotores con el concurso


-
671 —

real y unánime, en este punto, de la opinión nacional. Se ha forma


do, realmente, un alma colectiva con tan definidas aspiraciones.
'El señor Navarrete hizo presente que la revolución no había -

terminado, que las fuerzas armadas, haciendo honor a la fe de su


palabra, fieles y respetuosas a sus compromisos de honor, vivían
exclusivamente dedicadas a sus labores profesionales, que odiaban
la política; pero que, como era lógico y natural, los que hicieron
la revolución no podían mbar con indiferencia que se' desviaran
o malograran sus finalidades.
Nadie puede negar que el señor Navarrete estableció un hecho
perfectamente real y verdadero al decir estas cosas; pues, ¿quién
puede sostener que la revolución ha terminado? Es, desgraciada
mente, ese hecho real y efectivo lo que muchos olvidan y por eso

se desorientan en el camino.
La guerra del 79 terminó con el tratado de Ancón y se liquidó
definitivamente con el Protocolo de Washington; la guerra civü del
91 terminó con las batallas de Concón y Placilla, seguidas de la
implantación del parlamentarismo desbordante, sin freno ni medida.
Las revoluciones del 5 de Septiembre y del 23 de Enero terminarán,
quedarán liquidadas sólo cuando se dicte la Carta Fundamental
que suprima y mate el régimen parlamentario que las motivó y
una vez que se elijan los nuevos poderes públicos, en conformidad

a esa nueva Carta Pobtica.

Tal es mi grande e incontenible anhelo patriótico de obtener


lo antes posible la nueva Carta Fundamental, dentro de las finali
dades revolucionarias, para liquidar la revolución, para terminarla,
para restablecer la normahdad constitucional bajo el imperio so
berano y sagrado de la ley.
Pero, cuando tales cosas afirmaba el señor Navarrete, se limi
taba a evidenciar hechos, a constatar realidades que no pueden
y que no deben olvidarse para proceder con acierto y tino.
Finalmente, con toda la honradez propia de un soldado de ho
nor, el señor Navarrete, reiterando una y otra vez que no debieran
tomarse sus palabras como una amenaza, expuso sus temores pa
trióticos en orden a los inmensos peligros que él veía dibujarse en

el horizonte, caso de que no se bquidara la revolución dentro de sus


finalidades, aspiraciones e ideales. Lealmente se hablaba, no se
hacía una amenaza, se señalaba un peligro justificado por la his
toria de todos los pueblos civilizados, y que desgraciadamente, hace
pocos meses tuvo una real confirmación entre nosotros.

En efecto, ¿cuál fué la causa generadora del movimiento revo


lucionario restaurador del 23 de Enero? La guarnición de Santiago
lo declaró serenamente en su manifiesto del 24 del mismo mes: «con
quistar el sentido inicial del 5 de Septiembre».

672 —

finalidades
La primera Junta de Gobierno se apartó de las
del movimiento del 5 de Septiembre, provocándose así el segundo
del rumbo
estallido. Si el Presidente de la República se apartara
trazado; si no se diera al país la Carta Fundamental que apareció
en los días inmediatos a
como una aspiración nacional unánime
las mismas
las revoluciones, ¿no es justificado y posible temer que
causas produzcan iguales efectos, cuando la situación no está aún
consolidada ni definitivamente restablecida la normalidad?
otro sentido las palabras tan Iealmente
¿Por qué interpretar en

expresadas por denuncia un peligro posible para un evento


quien
determinado y cuando se tienen razones para apreciarlo?

No hay justicia en atribuir otro alcance a las palabras del señor


Navarrete. No fueron ellas ni pudieron ser ofensivas para nadie,
honradez de
ni por su forma ni menos por la profunda sanidad y
su intención.
mismo santo de
Se limitó a emitir su juicio, su opinión con el
vista y trayendo al de
recho de los demás, expresando su punto de
de ver, era necesario
bate factores y antecedentes que, a su modo
solución del problema.
contemplar para la acertada
absoluta li
Todos los asistentes a la reunión conservaban su
los antecedentes
bertad para aceptar o rechazar aquella opinión y
llanamente la suya,
suministrados. El señor Navarrete emitía lisa y
de la Comisión;
ejercitando su derecho de ciudadano y de miembro
ni podía hacerlo.
salvaba su responsabilidad, no imponía, no quería,
cuando se cree
Se incurre, por consiguiente, en grave error
un régimen determinado de Gobierno
o una
que se quiso imponer
el mismo
forma determinada de fiscalización parlamentaria, pues
materia de su com
señor Navarrete expresó claramente que no era
formarse sobre una Cons
petencia el juicio que la Comisión debiera extir
titución. Se limitó a insistir en que ella debieran corregirse,
parse, hacerse desaparecer los males del parlamentarismo que gene
raron el estallido.
en los precisos
No podría tampoco haber dicho lo contrario
momentos en que el Presidente de la República
acababa de declarar
a consultar al país alternativamente las dos fór
que se allanaba
mulas propuestas, en orden al nuevo régimen de Gobierno.
No hay tampoco verdad, se comete grave injusticia al_ derivar
de un régimen de
de este incidente la existencia y mantenimiento
nadie puede sostener leal y honradamente.
fuerza, cuya existencia
de las páginas
Jamás, en ningún país del mundo, en ninguna
Gobierno que, en
de la historia universal, se podría descubrir un
s

una situación anormal y extraordinaria,


al margen de dos revolucio
los derechos ciudadanos, en la forma y
nes, cuida las bbertades,
modo como los resguarda las actual administración.

673 —

Todo lo que se diga en contrario importa una cruel injusti


cia.
El Gobierno se esfuerza, precisamente en resguardo de la ple
nitud de las bbertades públicas y de los derechos ciudadanos, por
volver cuanto antes, sin dilación, retardo ni demora, a la norma
lidad constitucional para remover obstáculos del camino y conjurar
peligros graves o posibles.
alejan de esa finalidad los espíritus intranquilos o suspicaces
Se
que agrandan, sin justificación real, incidentes sin gravedad en ho
ras solemnes y trascendentales para la Repúbbca.

Juzgados los hechos con serenidad, nadie puede encontrar ra


zones de fuerza en la palabra respetuosa, honrada y sincera de quien

emite su opinión y aporta al debate, por graves y desagradables


que sean, factores que deben ser analizados y tomados en cuenta.
Esta impresión debe ser también la que debieron producir en
el primer momento las palabras del señor Navarrete, porque, con
trariamentea lo que he visto afirmar, es preciso hacer saber que,

después de pronunciadas, nadie se retiró de la sala como conse


cuencia de ellas.
Habló en seguida, durante largo rato, el señor Edwards Matte.
Continuó en el uso de la palabra el vicepresidente de la Junta Cen
tral Radical, señor Bustos, y, mientras este caballero hablaba y
hasta que suspendí la sesión, nadie se había retirado de la sala con
ocasión o por motivo de las declaraciones a que me he referido.
Durante el discurso del vicepresidente del Partido Radical, creí
entenderle que, a nombre de su partido, me pedía la Asamblea Cons

tituyente para la dictación de la Constitución. No sé si entendí mal,


Pues bien, como lo he dicho
ocasiones, regresé al país
en otras

dispuesto a convocar a una Asamblea


Constituyente; pero me en
contré con que no había electorado, ya que los
Registros antiguos
habían sido repudiados por la Revolución y por la opinión pública;
fué necesario, entonces, proceder a nuevas inscripciones cuyo pro
ceso acaba de terminar recientemente.
La necesidad de tener una Carta Fundamental que habilite
la elección presidencial y la fiscalización de sus procedimientos
.

antes del 23 de Diciembre, hace imposible alcanzar aquel objetivo.


en el breve plazo que nos separa de aquella fecha, mediante una

Constituyente.
No hacemos siempre lo que deseamos sino lo que podemos;
y en esta virtud hube de modifican
mi resolución en el sentido de
someter la nueva Carta Fundamental al pronunciamiento dkecto
del pueblo, mediante una consulta plebiscitaria.
La mayoría de los dirigentes de los partidos, que frecuenta-
mente han hablado conmigo, han concordado con mi manera de
(43)

674 —

pensar, señalándome, además, una serie de inconvenientes graves y


trascendentales que en estos momentos se oponen a la convocatoria

de la Constituyente.
Las palabras del señor vicepresidente del Partido Radical,
que aparecía como de acuerdo con otros partidos, me hicieron creer
en la conveniencia de que, en momentos de tan inusitada gravedad
nacional, era necesario que cada cual asumiera la responsabilidad
de sus opiniones haciendo concordar lo que se sostiene privadamente
con aquello que se dice en público, sistema de desdoblamiento que.

desgraciadamente, y para mal del país, no ha dejado de hacer for


tuna en los anales de nuestros malos hábitos políticos. Por eso y
para esos suspendí la sesión, resuelto a complacer a la mayoría de
los dirigentes políticos en orden a la convocación de una Constitu
yente para que ellos asumieran la responsabilidad de la situación
ya que aparecían, a mi entender, inclinándose por segub aquella
vía.
Volví nuevamente a la sala, cediendo a las instancias de un
número considerable de personas que me lo pidieron y una vez con
vencido de que casi la unanimidad de los miembros de la Comisión
optaban por el plebiscito y lo pedían.
Cuando reabrí la sesión se habían retirado, creyendo que no
continuarían, muchas de las personas que después he visto figurar
como retirándose a raíz del discurso del señor Navarrete, lo cual,

como he dicho, no ocurrió.

He molestado la atención pública con el relato de estos hechos


en apariencia de poca importancia; porque consideraciones de ele

vado orden público hacen necesario expresarlos para que no se crea


que impera en la República un régimen de fuerza o que el Gobierno

está sometido o supeditado a otra voluntad o influencias ajena


a sus propias directivas. Repito por centésima vez que eso no es
efectivo y que no conviene que cundan afirmaciones o rumores que

perjudican el interior y que dañan gravemente nuestro prestigio


en

externo, el cual lo he defendido con tanto esfuerzo y energía durante


mi administración.
Con lealtad que honra a las fuerzas armadas y altamente al
país, éstas se han retirado confiadamente al desempeño correcto
y eficiente de sus funciones normales y profesionales. No intervie
nen en la política. No se mezclan en ninguna forma en los actos

del Gobierno, a quien respetan y obedecen.


No hay antecedente alguno, que justifique deducir lo contrario
de las palabras honradas, leales y serenas del señor Navarrete.
Los hombres y los pueblos aman profundamente la libertad.
Justo es que la dignidad humana se defienda y se resguarde a toda
costa y a todo precio; pero no hay conveniencia en sacudir en el
-
675 -r-

auna de los hombres aquellos grandes, generosos y nobles ideales


sin razón bastante y como fruto de una obsesión u ^obedeciendo
al deseo bien meditado de impresionar hondamente los espíritus
para alcanzar soluciones políticas determinadas y a las cuales no
ha sido posible llegar por otro camino.
Ante estos hechos se siente el espíritu penosamente embar
gado, porque se ve que los políticos y los dirigentes de la capital
no han cambiado sus procedimientos y actitudes de otros tiem

pos, no obstante que ya no pueden ni deben sobrevivir a los tras


tornos que hemos presenciado y cuya repetición necesitamos evitar.
Debemos, sin embargo, meditar. No es posible desperdiciar
las enseñanzas dolorosas de la experiencia. No podemos olvidar
que hemos presenciado dos revoluciones sucesivas, que aún no han
terminado. No podemos desconocer que su bquidación y termina
ción se marcará sólo con la dictación de una Carta Fundamental
que consulte la finalidad revolucionaria y que extirpe de nuestro
régimen los males que la produjeron.
Eso es lo que pido, por eso lucho, es cuanto reclamo del patrio
tismo de mis conciudadanos: cumplamos de una vez las finabdades
de la revolución para asegurar definitivamente el progreso nacional
cimentado en la paz, en el orden y en la consobdación de sus insti
tuciones fundamentales.

Quiero ahora manifestar cuáles son las razones del régimen


de Gobierno que sustento como base fundamental de la nueva Cons
titución.
Es sabido que, según la Constitución del año 33, los Ministros
del Despacho eran nombrados y removidos a voluntad del Presi
dente de la Repúbbca: entre las facultades exclusivas del Congreso
y de cada una de sus ramas, no figuraba la atribución relativa a
censurar Gabinetes o a manifestarles su desconfianza.
La práctica de la aplicación constitucional surgida de la revo
lución del 91, dio al Congreso lo que la letra y el espíritu de la Carta
Fundamental le negaba.
Todos los males del régimen parlamentario se originaron allí,
hasta provocar el estallido.
Yo sostengo que para curar esta dolencia se hace indispensable
mantener el régimen de Gobierno establecido en el proyecto, o sea,
facultar a la Cámara de Diputados para que fiscalice, para que
haga representaciones al Presidente de la República, pero negán
dole la facultad de censurar a los Gabinetes o de manifestarles su
desconfianza. Frente a esta fórmula del proyecto, se levantan otras,

676 —

reglamentando la facultad de censurar o de manifestar descon


fianza al Ministerio. Se formulan diversos procedimientos y se hacen
numerosas indicaciones para impedir, dentro de este régimen, el
abuso y la rotativa ministerial.
Yo afirmo que, establecido el principio de la facultad de cen
surar o de negar confianza a un Gabinete, no hay medio posible.

dentro de ese régimen, bastante eficaz para impedir que surja de


nuevo, todavía más fecundo en males, el abuso de nuestro antiguo y
deformado parlamentarismo,
La facultad de la Cámara para censurar a los Gabinetes o para
manifestarles su desconfianza, en cualquiera forma que se esta
blezca, por muchas que sean las restricciones, reglamentaciones y
trabas que se pongan al ejercicio de este derecho, impone, sin em
bargo, como consecuencia fatal e ineludible, la necesidad de que
el Presidente de la República tenga forzamente que elegir los miem
bros del Ministerio entre los parí idos políticos militantes con asiento
en la Cámara de Diputados. Ministerios que pueden ser censurados

necesitan forzosamente contar con ambiente parlamentario y deben


salir de las filas de los partidos con representación en el Congreso.
Ministros así elegidos representan una corriente partidista en la
administración pública, que es lp que deseamos evitar, por haber
sido esta causa la que produjo y determinó la revolución del 5 de
Septiembre.
Existen funciones ministeriales que requieren especiales con
diciones de preparación, de eficiencia y de carácter. No cualquiera
puede ser Ministro de Relaciones, de Hacienda, de Guerra, de Ma
rina, o de Higiene. Al país no le importan los partidos políticos a
que estos Ministros pertenezcan, le interesa sí que sean hombres
eficientes, con preparación y laboriosidad y que sean capaces de
desempeñar sus puestos con toda la competencia que las necesidades
públicas lo requieran.
Si existiera la facultad de censurar a los Gabinetes, habría que
buscar previamente el color político de los Ministros, antes que su
eficiencia y preparación. No se subsana este inconveniente por el
hecho de que se aumente la mayoría requerida .para acordar la cen
sura o manifestar desconfianza. Por el contrario, aunque aparezca

un absurdo, es el hecho que esa misma circunstancia de aumentar


la exigencia en orden de la mayoría para censurar, reagrava el mal
en vez de curarlo.
Nuestros hábitos y la experiencia política revelan que las mi
norías están siempre dispuestas a encontrar malo todo lo que pro
cede del Gobierno, jamás dejan de manifestarse dispuestas a crearle
obstáculos y a derribar un Gabinete.
La experiencia y los hechos nos demuestran también, que,
-
677 -

desgraciadamente, las mayorías parlamentarias no falta nunca


en

un grupo de descontentos que miran con desconfianza, con desa


grado, con encono al Gabinete y sus actos.
Si se el sistema de exigir para la censura una mayoría
adopta
grande, abrirá ancho campo al grupo endémico de los desconten
se

tos de la mayoría, para golpear al Gobierno de acuerdo con la mi


noría y se fomentará así la división y la anarquía de los partidos,
entregando la dictadura parlamentaria, con todo su cortejo de
males, al grupo o a la fracción de los descontentos.
Nuestra práctica parlamentaria, la experiencia, los hábitos y
costumbres de este país, nos autorizan para formular este vaticinio
y garantizarlo, como si estuviéramos viendo el desarrollo de los
sucesos futuros proyectados en una pantalla cinematográfica.

Hay también quienes piden que se dejen en la nueva Consti


tución las leyes llamadas constitucionales, como un arma entregada
al Parlamento para contener los avances del Poder Ejecutivo.
Yo reclamo la atención del pueblo sobre este punto, y me re

fiero principalmente a los que no tienen el hábito de discutir o ana


lizar cuestiones de carácter constitucional, para que se penetren
de las razones que me inducen a sostener, con la fuerza de mi con
vicción, que no debe dejarse en manos del Parlamento esta arma
que se pide, porque es la más grave de todas, porque representa
entregar intereses vitales y fundamentales del país a las exaltaciones
y a los intereses de los parlamentarios.
Es facultad privativa de un Congreso dictar la ley de Presu
puestos, o sea aquella que fija las entradas de una nación y que
autoriza los gastos que puede hacer el Gobierno. Es facultad también
del Congreso imponer contribuciones. A nadie se le puede quitar
parte de lo suyo, sino en virtud de una ley. Es también materia de
una ley la fijación de las fuerzas de mar y tierra, porque, represen
tando funciones esenciales de la nación, deben ser reglamentadas
y organizadas.
En la Constitución del 33 se establecía que, no obstante estar
las contribuciones e impuestos fijados en leyes permanentes, el Pre
sidente de la República, necesitaba, sin embargo, para poder co
brarlas, la autorización del Congreso, otorgada cada 18 meses. Esta
blecía también que las fuerzas de mar y tierra, a pesar de estar con
templadas en leyes permanentes, debieran ser autorizadas periódi
camente. Existía también otra disposición constitucional en virtud
de la cual anualmente se daría autorización para que hubiera fuer
zas armadas a cierta distancia del sitio en donde celebraba sus se
siones el Congreso Nacional.
La práctica estableció que ambas ramas del Congreso, o una
de ellas, podían postergar la dictación de la ley de presupuestos.

678 —

Las facultades de decretar el cobro de las contribuciones cada 18


meses, de fijar periódicamente las fuerzas de mar y tierra y la resi
dencia de las tropas, daban al Congreso, un arma poderosa frente
al Poder Ejecutivo, al cual podían arrancarle cuantas concesiones
se quisiera bajo la amenaza de suspender aquellas leyes de impor

tancia trascendental para la vida de la República.


En el nuevo proyecto de Constitución se ha suprimido deb-
beradamente la facultad de postergar la discusión de la ley de pre
supuestos y las autorizaciones periódicas de las otras leyes, bastando
para que haya contribuciones, para que existan fuerzas de mar y
tierra, que éstas hayan sido autorizadas por leyes permanentes.
Las razones que abonan la supresión de estas facultades del
Congreso, son obvias y fundamentales.
El país siente todavía los efectos desastrosos de la dictación
tardía de la ley de presupuestos, que ya iba siendo entre nosotros
un hábito inveterado y que tomaba caracteres incorregibles.

El año 23 la ley de presupuestos fué dictada en el mes de Oc


tubre. Mientras tanto los empleados públicos de todas las gerar-
quías permanecían impagos y las consecuencias más desastrosas
sedejaban sentir, como era natural, en los de más modesta situación.
Todos los acreedores del Estado se encontraban en el mismo caso,
produciéndose situaciones indescriptibles de angustias y de sacri
ficio. Se desorganizaba así completamente la situación financiera
del país, con grave detrimento de la economía nacional.
Se imponía un gravamen y exacción a los empleados públicos
y a todos los acreedores fiscales que, para poder subsistir, necesitaban

recurrir al crédito y caer presas de la usura.


Precisamente, con el propósito de remediar este mal, se ha esta
blecido la obligación del Poder Ejecutivo de presentar el proyecto
de presupuestos con seis meses de anticipación a la fecha en que
debe empezar a regir.
Frente a esta obligación del Ejecutivo se impone al Congreso
el deber de despachar la ley de presupuestos dentro de ese plazo,
bajo apercibimiento de que, si el día en que debe regir la nueva
ley de presupuestos, no ha cumplido el Congreso su deber de despa
charla, se tendrá como ley el proyecto presentado por el Presidente
de la República.
Se pretende destruir esta disposición sabia y justiciera, de
amparo a la economía general del país, a los empleados públicos y
a los acreedores del Fisco, autorizando al Congreso, o mejor dicho

a la Cámara de Diputados, para que, cuando lo estime conveniente

pueda aplazar la discusión de la ley de presupuestos.


Se quiere entregar así esta ley fundamental, esta ley que afecta
en forma tan vital los intereses del país, a los azares, a los vaivenes,

679 —

a las agitaciones de los partidos políticos que se debaten en el re


cinto de un Congreso.
Por muy buenos y sanos que sean los hombres, es un hecho
que, reunidos en asamblea, se sienten agitados contra su voluntad,
por corrientes de opinión, por sentimientos y por pasiones que ellos
mismos no son capaces de dominar; y fuerzas superiores a la volun
tad individual arrastran siempre a los hombres en grupo.
De aquí resulta que las agitaciones, las pasiones, los intereses
políticos de un grupo de hombres que se encuentren reunidos en el
Congreso, si se acepta la proposición que impugno, suspenderán
la discusión de la ley de presupuestos en perjuicio del país y de sus
intereses generales.
Podrá haber casos en que convenga a los intereses de los partidos
políticos congregados en el Congreso la suspensión de la ley de pre
supuestos; pero no begará jamás la circunstancia en que tal situa
ción pueda ser conveniente o necesaria para los intereses de todos
los habitantes del territorio de la República. Jamás podrá aquella
suspensión convenirle al país y es por eso que yo digo que esta me
dida puede interesarle a los partidos políticos, pero jamás nunca
podrá ser conveniente para los intereses nacionales.
La Carta Fundamental resguarda los intereses de todos, de
los más sobre los menos, y, en consecuencia, soy de opinión que
no es conveniente ni aceptable que se consulten disposiciones o

preceptos que, en un momento u otro, pueden servir intereses y


pasiones de los menos, sobre las grandes y soberanas consideraciones
de bien público y sobre los intereses colectivos de la mayoría in
mensa de los habitantes de un país,

Las contribuciones son también indispensables para la vida


de los pueblos. Los hombres no pueden vivir sin recursos, tampoco
pueden vivir sin ellos los países. Los impuestos y contribuciones
son una necesidad requerida por la existencia de una nación y, si

no hay conveniencia en entregar la ley de presupuestos al juego

de las pasiones y de los intereses partidistas de los políticos que se


congregan en el recinto del Congreso, las mismas razones existen
para no entregarles aquellas que se refieren a la suspensión del co
bro de las contribuciones.
No es posible entregar las contribuciones, que constituyen las
energías vitales de un país, a una corporación que representa intere

ses políticos. Existen en este caso las mismas razones aducidas para
no permitir a la Cámara de Diputados la postergación de la ley
de presupuestos.
Iguales razones militan para impedir que la Cámara de Dipu
tados autorice periódicamente la existencia de las fuerzas de mar
y tierra. Ellas representan un servicio esencial de inmensa imp'or-

680 —

tancia para el país y no es posible exponer aquel organismo de la


Nación a las exaltaciones y a los intereses transitorios de la polí
tica.
Estas son las razones de orden superior que me han movido
a sostener con tanta energía que no debe autorizarse a la Cámara

para postergar la discusión y dictación de la ley de presupuestos


más allá de la fecha en que debe empezar a regir. Son estos los mo
tivos que he tenido también para sostener que las contribuciones
autorizadas por leyes permanentes no deben entregarse como fa
cultad de la Cámara de Diputados para autorizar su cobro solamente
por- 18 meses, exponiéndose a perder inmensas cantidades de la for
tuna pública por caprichos, por pasiones o intereses de una mayoría
partidista que pretende arrancar del Gobierno concesiones lícitas
e ilícitas.

Son estas también las razones que existen para impedir que
la Cámara de Diputados, facultada para fijar anualmente las fuer
zas de mar y tierra, pueda colocar al Ejecutivo, por razones parti

distas, en situación de tener que licenciarlas o disolverlas, no obs


tante estar ellas fijadas en .leyes de carácter permanente.
Insisto en declarar que hay en esto un prejuicio, una lamenta
ble confusión de ideas. Las garantías de los ciudadanos están taxa
tivamente enumeradas en la Constitución Pobtica; están fijados tam
bién los derechos de los ciudadanos y el amparo de ellos. El Presidente
de Ja Repúbbca tiene como primordial misión la de cumplir los pre
ceptos constitucionales y la de respetar sus órdenes y mandatos.
El pueblo elige al Primer Mandatario y, en ejercicio de su soberanía,
se cuidará de designar a uno dotado de las cualidades necesarias

para que sepa cumplir su misión, para que sepa honrar su puesto,
rindiendo tributo y acatamiento al Código Fundamental de la Na
ción, para cuyo cumplimiento y respeto lo eligió.
No hay que olvidar que si el Congreso es elegido por el pueblo,
lo es igualmente el Presidente de la República; si el Congreso es
delegatario de la soberanía nacional, el Presidente de la República
lo es también y no existe razón alguna para que, poderes que arran
can de un origen común, deban estar subordinados el uno al otro.

La garantía de las libertades públicas y el respeto de los derechos


ciudadanos debe buscarse y existe en la letra de la Carta Funda
mental, en el deber del Presidente de la República de respetar esa
ley y en el juicio que debe suponerse en el pueblo para tomar, en las
condiciones personales del Primer Mandatario, las garantías nece
sarias de que sus bbertades y derechos no serán conculcados ni atro
pellados.
Las garantías hay que buscarlas en el equilibrio de los poderes
y en la seguridad de delegar la soberanía nacional en personas que

681 —

sepan honrar la confianza que en ellas se deposita. Pero,


para el
caso que el
pueblo se equivoque, que elija un funcionario que no
sepa corresponder a esa confianza, el proyecto elaborado por la
Subcomisión Consultiva establece válvulas de seguridad que ga
rantizan los derechos ciudadanos.
En el proyecto de Constitución, como lo dije en el seno de la
Gran Comisión Consultiva, se establece la facultad de acusar a
los Ministros de Estado y también al Presidente de la República,
después de expirado el período de sus funciones, entre otros delitos,
por atropellar o violar la Constitución, por atrepellar o violar las
leyes y aun por el simple hecho de dejarlas sin ejecución. Los, pro
cedimientos de la acusación son rapidísimos. Formulada la acusa
ción, la Cámara de Diputados puede declarar, en el curso de una
semana, que ella es aceptable, y por esta sola aceptación, el Mi
nistro queda suspendido de su puesto, y destituido si el Senado
de la República también lo acepta.
¿Qué mayor garantía se quiere?
Naturalmente, como la opinión pública es un juez severo e
imparcial, no amparará ni estimulará a los Congresos que usen de
esta arma con motivos fútiles, por consideraciones de intereses o

pasiones pobticas; pero, cuando realmente se trate del atropello


de la Constitución, de la conculcación, o violación de las leyes o
de su no aplicación, la opinión pública amparará la resolución del
Congreso y las libertades públicas tendrán así el más grande, sólido
y seguro amparo.

Estas son las consideraciones que me hacen insistir en pedir


alpaís y a mis conciudadanos, por razones de alto y elevado interés
público, que me acompañen a defender el proyecto de Constitución
que patrocina el Gobierno.
Saben mis conciudadanos que al sustentar tales ideas, se de
fienden intereses superiores del país, ajenos a todo propósito de ca

rácterpersonal, a toda consideración que no sea el interés público,


ya que a quien sustenta y defiende estas doctrinas y teorías no le
va a corresponder aplicarlas ni utilizarlas en servicio de la Nación.

Pido a mis conciudadanos su cooperación, su amparo y su de


sinteresada ayuda. No me dirijo a las combinaciones pobticas, ni

a partidos ni a hombres; solicito la cooperación de todos los chilenos


en una obra que fué calificada de salvación nacional por la unani
midad de la opinión, después del 5 de Septiembre por unos, después
del 23 de Enero por otros.
No pretendo ser infalible; estoy expuesto a equivocarme como
todos los hombres. No quiero tampoco imponer mi voluntad; deseo

682 —

sólo salvar mi responsabilidad ante mi conciencia, ante mis con


ciudadanos y ante la historia.
Lucho con toda la energía y las fuerzas que emanan de la con
vicción; pero, como no puedo desconocer el derecho de la voluntad
soberana del pueblo para imponerse sus instituciones con entera
libertad, hoy, como lo declaré ayer, estoy llano para someter al vere
dicto popular, al lado del proyecto gubernativo, cualquiera otra
fórmula contraria a las orientaciones y al régimen de Gobierno del
proyecto que defiendo.
El pueblo soberano ejercitará sus atribuciones ebgiendo la fór
mula que estime favorable a sus intereses; pero, para llegar a esta
solución, es menester que todos dejemos de mano nuestras pasiones
nuestros intereses pequeños y, en un arranque generoso de despren
dimiento, nos reunamos en un sentimiento único: la salvación del

país y su restauración institucional definitiva


y rápida.
Libre el pueblo para darse la forma de Gobierno que quiera,
es

legítimo de su soberanía.
en ejercicio
Cumplo con mi deber señalando honradamente la doctrina
que estimo de salvación nacional. Libres son mis conciudadanos
de seguir la vía que nos llevará de nuevo al desastre y a la heca
tombe o de tomar la que, a mi juicio, conduce a la salvación y feli
cidad de la Repúbbca.

ARTURO ALESSANDRI.
Versión oficial de la Conferencia dxtada por S. E. el Presidente

de la República, don Arturo Alessandr', en el Salón de Honor


de la Universidad de Chile, el dí\ Viernes 3 de Julio de 1925.

Señoras, señores:

Invitado por el Centro de Derecho para inaugurar esta tribuna


nacional, no he podido resistirme al deseo de llenar este cometido,
que es para mí gratísimo. En semejante actitud de los estudiantes,
descubro un espíritu elevado de estudio y de investigación, al cual
me es excepcionalmente grato eooperar con mi grano de arena y
como representante del Gobierno. No era lícito desentenderse de
una obra de evidente conveniencia nacional.
Al agradecer al Centro de Derecho el honor que me dispensa,
quiero felicitar también a los jóvenes que así se preocupan de los
intereses del país y que aportan tan desinteresada y valiosa coopera
ción al progreso y adelanto de los estudios jurídicos en sus relaciones
con el progreso de la nación.

CAPITULO I

EVOLUCIÓN CONSTITUCIONAL DE CHILE

Reglamentos constitucionales de 1811, 1812, 1813. Consti


tuciones de 1822 y 1823. Constitución federal de 1826,
Constitución liberal de 1828. Fracaso del régimen li
beral. Revolución pelucona de 1830.

Es un hecho, señoras y señores, que no puede constituirse un


edicificio sin cimientos. Todo organismo vivo necesita también
para desarrollarse, una columna vertebral, que es la base céntrica
de su sistema funcional. Los pueblos, organismos en que cada hom
bre representa el papel de una célula, necesitan una base sobre la
cual descansar y, esta base, es lo que se llama su Constitución Polí
tica, en donde se contienen sus instituciones fundamentales. Es
por eso que, apenas nace un país a la vida libre, su primera aspba-
ción es la de constituirse, la de tener un código fundamental para
levantar, basado en él, el edificio de su progreso.
Nosotros no hemos escapado a esta ley universal de la historia.
Apenas alcanzada la independencia nacional, se dictó el reglamento

684 —

constitucional, de 1811, luego después el de 1812, y en seguida,


el de 1813. En estos reglamentos se diseñaba el régimen gubernativo
del país en forma embrionaria, incipiente, tal como se notan los
primeros filamentos rudimentarios en todo proceso biológico de
generación, que empieza en líneas imperceptibles, las cuales, vigo
rizadas y transformadas a impulsos de las leyes de la vida, termi
nan convertidas en un organismo perfecto y completo.
En los primeros reglamentos constitucionales vemos una espe
cie de Poder Ejecutivo, que casi siempre es una Junta de Gobierno.
De modo que quienes nos hablan en estos días de colegiado o de go
bierno colectivo, para representar el Ejecutivo, no nos señalan una
novedad, sino que nos proponen una regresión a los primeros ensa
yos constitucionales del país.
Después del desastre de Rancagua, en que empieza el período
llamado de la Reconquista, no se habló más de Constitución hasta
el año 1818, en que brilla nuevamente el sol de la libertad.
La victoria de los patriotas en Maipú afianzó la independencia
nacional y tomó el Mando Supremo el Director don Bernardo O'Hig-
gins. Grandes eran sus glorias e inmenso prestigio le daba la victoria;
pero, no obstante su grandeza, la opinión pública consideraba la
ley a mayor altura y en todas partes se sintió una aspiración, un

anhelo incontenible de tener una Constitución, un Código que esta


bleciera las instituciones fundamentales del país y se manifestó
al Director Supremo que no se quería ser gobernado por la voluntad
de un solo hombre, sino por la majestad de la ley.
Agitaba las entrañas de nuestra
incipiente Nación aquel prin
cipio dinámico que es ley de vida y que impulsa a todos los organis
mos, sean individuos o pueblos, a organizarse y constituirse.
La prestigiosa personalidad de O'Higgins no fué bastante para
evitar que el pueblo de Chile pagara también ese tributo. El Direc
tor Supremo tuvo que ceder a la opinión pública y dictó la Cons
titución de 1818, en la cual se estableció un poder Ejecutivo, que
estaba representado por el Dbector Supremo, y un Senado electivo
elegido por el mismo Dbector.
Se comprende que un Senado así generado, no tenía gran inde
pendencia; pero, a pesar de todo, fué un organismo rudimentario
que desempeñó un papel importantísimo, porque tuvo la altivez
e independencia necesarias para contener los abusos del poder dic

tatorial y le cupo participación valiosa en la organización de la


Expedición Libertadora, que fué la base primordial de la libertad
de América.
Sin embargo, la opinión no se manifestó conforme con aquella
Constitución, y O'Higgins se vio obligado a dictar la de 1822, que
fué, en gran parte, copia de la que confeccionaron las Cortes de Cá-

685 —

diz, el año 1812, y que tenía dos particularidades: dividía, por pri
mera vez, el Congreso en dos ramas: Cámara de Diputados y Senado

de la Repúbbca, y constituía a éste con representantes de diversas


funciones o actividades nacionales.
Esta constitución vivió apenas tres meses y desapareció junto
con la abdicación de O'Higgins, ocurrida el 28 de Enero de 1823.

Subió Freiré al poder, y don Juan Egaña se encargó de redactar


la Constitución del año 1823, en donde se contenían una serie de
disposiciones de orden moral y en la cual aparecen ya bien diseña
das las líneas principales del Gobierno del país. Tampoco tuvo mu
cha vida este Código y cedió su puesto a la Constitución Federal
de 1826, que fué reemplazada por la del año 1828, conocida con el
nombre de Constitución Liberal, por ser la obra del partido pipiólo
que tales ideas representaba. Fué severamente combatida por los
pelucones, quienes, tomando pretexto de que había sido violada
con motivo que, al elegb el Congreso Vicepresidente, por no haber

obtenido mayoría absoluta ninguno de los candidatos, designó a


don Joaquín Vicuña, que tenía la tercera mayoría, dejando de lado
a don Joaquín Prieto y a don Francisco Ruiz Tagle, que reunían

precisamente la primera y segunda mayoría.


Como digo, los pelucones protestaron airados por lo que ellos
llamaban una violación flagrante de la Constitución, de la cual se
presentaban entonces como sus más esforzados y ardientes defen
sores. Los ánimos se exaltaron hasta degenerar en una guerra civil,

cuyas operaciones inició la guarnición del Sur, al mando del Ge-,


neral don Joaquín Prieto. La verdad era que aquella guerra civil
que estallaba no obedecía al propósito de defender la Constitución,
como se sino que, precisamente, el partido pelucón se alzaba
decía,
en armas para destruir y modificar disposiciones constitucionales
que pugnaban con su sentir y que, a su juicio, no consultaban ni
contemplan el interés nacional.
Esa guerra civil tuvo su término en la batalla de Lircay, el 17
de Abril de 1830, en la cual triunfaron los pelucones y en donde
quedó totalmente destrozado el ejército de los pipiólos, arrastrando
en su caída, como era natura!, los preceptos constitucionales sobre
los cuales ellos quisieron cimentar la paz, el orden y el progreso
de la República.
Era natural que de entre los escombros humeantes del desplome
surgiera una nueva Carta Fundamental que cristalizara los senti
mientos, anhelos y aspiraciones de los triunfadores.
Así sucedió. La batalla de Lircay fué la pila bautismal de la
Constitución de 1833, a la cual le ha correspondido presidir la vida
nacional y ser nuestra base de progreso y crecimiento durante no

venta años de vida libre.



686 —

CAPÍTULO II

LA CONSTITUCIÓN DE 1833

Sistema de Gobierno representativo o presidencial y parla


mentario o de Gabinete. Rasgos característicos y dis
tintivos de ambos sistemas. La Constitución de 1833 se
inclinó' resueltamente al sistema representativo o pre
sidencial y no al parlamentario. El sistema presidencial

o representativo establecido en la Constitución se prueba

con su letra, con su generación histórica, con la historia


fidedigna de su establecimiento y con la aplicación prác
tica de los preceptos constitucionales antes de 18901
La guerra civil de 1891, contrariando los antecedentes

aducidos, estableció el régimen parlamentario sin la

clausura de los debates, ni la reglamentación de las in

terpelaciones, ni la facultad del ejecutivo de disolver


el Congreso, requisitos sin los cuales es absolutamente
imposible el correcto funcionamiento del régimen par

lamentario.

Terminada esta digresión histórica, entraré al propósito prin


cipal de mi conferencia y analizaré el régimen de Gobierno consa
grado por la Constitución de 1833, y la forma en que ha sido apli
cado a través de nuestra historia, poniendo de manifiesto los incon
venientes que su aplicación ha producido después de la revolución
de 1891, para concluir señalando los remedios y el termocauterio
que debemos usar para salvar al país de las funestas consecuencias

producidas por la deformación del régimen constitucional de 1833,


motivadas por la interpretación y aplicación que le dieron los ven
cedores de 1891.
Por ley de la República de 1." de Octubre de 1831, se declaró
que la Constitución promulgada el 8 de Agosto de 1828, necesitaba
reformarse y adicionarse. Para realizar tal propósito, declaró la mis
ma ley que se reuniera una gran Convención formada por diez y

seis Diputados pertenecientes a la Cámara de aquella época y veinte


ciudadanos de conocida probidad e ilustración.
La Convención estaría así formada, en total, por treinta y seis
personas todas elegidas y nombradas por el Congreso Nacional,
formado por la reunión de ambas Cámaras, según así lo establece
el artículo 5.u de la ley a que me he referido.
Cabe llamar la atención muy especialmente a que los treinta
y seis convencionales llamados a desempeñar funciones de consti-

687 —

tuyentes, no fueron de elección


popular, no los eligió el pueblo, sino
el Congreso formado por sus dos ramas reunidas en Congreso Pleno.
La Constitución dictada por una Convención así elegida, ha
vivido noventa años.
El Congreso era de elección popular. El Presidente de la Repú
blica actual, que ha elegido una Comisión Consultiva para cooperar
a la restauración del régimen institucional del país, sobre la base
de una nueva Constitución, es también de origen popular.
Si los convencionales elegidos por un Congreso produjeron una
obra tan sólida y de eficaz duración, ¿por qué creer que los desig
nados por el actual Presidente de la República han de ser menos
afortunados que aquellos?
Los convencionales que iban a dictar la Constitución se encon

traron ante dos modelos : el


régimen parlamentario o de Gabinete
clásico de Inglaterra y el Presidencial
o
representativo clásico de
los Estados Unidos de Norte América. El régimen parlamentario
o de Gabinete consiste esencialmente en que el Gabinete o Minis
terio necesita para vivir y sostenerse contar con la confianza del
Congreso, y, en consecuencia, la Cámara dispone de instrumentos
adecuados para responsabilizar al Ministerio y para obligarle a aban
donar su puesto cuando desaprueba su conducta o le retira su con
fianza.
El régimen representativo establece la responsabilidad directa
del Presidente de la República ante el Congreso ; los Ministros care
cen de toda responsabilidad política ante el Parlamento; viven de
la confianza del Presidente de la República y pueden mantenerse
en puestos mientras cuenten con ella.
sus

Los constituyentes del 33, repito, se encontraron frente a estos


dos modelos clásicos de régimen de Gobierno^
¿Por cuál de los dos optaron?
A mi juicio, por ninguno de ellos. Si se inclinaron por alguno.
fué en favor del régimen Presidencial o representativo. Daré algunas

breves razones para confirmar mi aserto.


Me fundo para pensar así, en la letra de la Constitución, en su
génesis histórica, en la historia fidedigna de su establecimiento y
en la aplicación que de ella hicieron los hombres que más cérea estu
vieron de los constituyentes y que respbaron así su espíritu polí
tico.
La Constitución del 33, en la parte que fija las atribuciones
del Presidente de la República, dice: «Nombrar y remover a su vo
luntad a los Ministros del Despacho, y oficiales de su secretaría,
a los consejeros de Estado de su elección, etc.»

Ante esta redacción tan clara y nítida cabe preguntar, ¿qué


quiere decir, ateniéndonos al sentido natural y obvio del lenguaje

688 —

cuando se atribuye a una persona el derecho de


ejecutar un acto
por su exclusiva voluntad?
Significa lisa y llanamente, que puede
ejecutar ese acto sin sujeción a la voluntad de nadie,
bbremente,
que no hay ninguna otra persona ni autoridad que pueda supeditar
su voluntad o desviarla. En consecuencia, si la Constitución del

33 daba al Presidente de la República la facultad de nombrar y


remover a su voluntad a los Ministros del Despacho, sería absurdo

sostener que esos Ministros, que debían contar con la confianza


exclusiva del Presidente de la Repúbbca, debieran, además, contar
con la confianza del Congreso, Si se pretende reconocer igual facultad

en la Cámara de Diputados, mediante los votos de censura, es in


conciliable con ella la exclusividad que al respecto se concede al
Presidente de la República.
Hay antagonismo absoluto en sostener que los Ministros de
penden de la voluntad exclusiva del Presidente de la Repúbbca,
si se sostiene que, además, deben contar con la confianza del Con
greso como condición necesaria para subsistir.
Por otra parte, examinando las atribuciones que la Consti
tución del 33 confiere a las Cámaras, y especialmente a la de Dipu
tados, no encontramos en ninguna parte la de censurar a los Gabi
netes, de otorgarles o negarles su confianza. Y así como es un axioma
de derecho umversalmente aceptado el de que en el orden civil los
ciudadanos pueden hacer todo lo que quieran, siempre que una dis
posición legal expresa no se los prohiba, en el derecho público exis
tente el axioma contrario de que los poderes públicos solamente pue
den ejecutar aquellos actos que una ley expresa autoriza y faculta. La
Constitución del 33 no dio a la Cámara de Diputados ni al Senado
la facultad de censurar ni de derribar a los Gabinetes; luego, apli
cando el axioma de dereeho público a que acabo de aludir, es forzoso
llegar a la conclusión de que la Constitución del 33 no dio en manera
alguna a las Cámaras Legislativas la facultad de censurar a los
Ministros.
De manera que si anotamos la perfecta concordancia que hay
entre la disposición constitucional que establece la facultad del
Presidente de la República de remover a su voluntad a los Minis
tros del Despacho con la no existencia, respecto de bis Cámaras
Legislativas, de la facultad de censurarlos, tenemos que llegar a
la conclusión de que jamás por jamás pretendió la Constitución del
33 establecer el régimen parlamentario.
Hay todavía otro antecedente que abona la doctrina que sos
tengo, y es el relativo a quienes hicieron la Constitución del 33.
Esta Constitución fué hecha por los pelucones, siendo Presidente
de la República don Joaquín Prieto. Entre sus Ministros figuraba
don Diego Portales. ¿Cuál era la única aspiración de estos hombres?

689 —

Tener un poder Ejecutivo fuerte, poner en manos del Presidente

de la República el máximum de poder y facultades. ¿Por qué se ha


bía dado la batalla de Lircay? Porque uno de los partidos en que
entonces se dividía la opinión, el partido pelucón, que sostenía
que
debía crearse un Poder Ejecutivo fuerte y poderoso, luchaba con el
otro, el partido pipiólo, que quería restringir y amenguar las facul
tades del Presidente de la República. De manera que la Constitu
ción del 33 es una Constitución impuesta por la victoria del partido
que luchaba por el máximum de facultades y prerrogativas del Pre
sidente de la República, y es natural suponer, entonces, que esa
Constitución debía consultar las aspiraciones, principios y doctrinas
del partido que había triunfado en la batalla de Lircay.
Son, pues, estos antecedentes históricos, es la forma cómo se
generó la Constitución del 33, lo que me induce a sostener la tesis
que defiendo en orden al régimen de Gobierno por ella establecido.
A este respecto, don Isidoro Errázuriz, en su importante obra
«La Administración Errázuriz,» en la pág. 277, dice:
«La obra de Portales consistió en 'quebrantar en el país todos
los resortes de la máquina popular representativa y en sustituir
a ella como único elemento de Gobierno, lo
que se ha llamado el
principio de autoridad, que no es, en buenos términos, sino el some
timiento ciego de la Nación a la voluntad del jefe del Ejecutivo.»
Y por su parte, el talentoso Diputado don Juan Bello, en un
memorable debate durante la legislatura de 1850, combatiendo
los mayorazgos, interpretó lealmente el sentido histórico de la Cons
titución de 1833 y su espíritu, cuando dijo:
«Dos partidos, cuya filiación coincide con los primeros tiem
pos de nuestra existencia política, se disputaban a todo trance la
posesión del Gobierno y el predominio de la suerte del país. La en
seña del uno llevaba esta inscripción: Libertad, aun en la anarquía.
La del otro, esta otra con caracteres sangrientos: Orden, aun en el
despotismo. »

A la luz de estos antecedentes históricos tan vigorosamente


perfilados, en las autorizadas opiniones citadas, ¿es posible seguir
sosteniendo que los autoritarios pelucones de 1833 pensaron si
quiera en el establecimiento de un régimen parlamentario tiránico

y avasallador de las facultades del Ejecutivo? Basta enunciar la


cuestión para resolverla en sentido negativo.
Pero hay más aún. Revisando las actas de la Convención Cons
tituyente, se puede constatar que muchos de los que tomaron parte
en sus debates, dijeron claramente que no querían establecer en
nuestro país ni el régimen parlamentario inglés ni el representativo
o presidencial de los Estados Unidos; pero dejaron siempre cons

tancia que era su ánimo robustecer las facultades del Ejecutivo

(44)

690 —

independizándolo de toda tiranía, presión, o despotismo del Par


lamento.
Finalmente, cuando comenzó aplicarse la Constitución du
a

rante los primeros años de su vigencia, no se le ocurrió a nadie sos


tener que los miembros del Congreso tuvieran siquiera la facultad
de interpelar a los Ministros. Don Manuel Antonio Tocornal, que
había viajado por Europa y que había asistido a la evolución liberal
quá se operó en aquel Continente alrededor del año 1848, trajo
a Chile esta novedad que se implantó entre nosotros como un em

brión de parlamentarismo.
Quiero aducir una serie de antecedentes que llevarán al ánimo
de mis oyentes el convencimiento que jamás los intérpretes que apli
caron la Constitución en sus primeros años de vigencia, pensaron

en que se había establecido el régimen parlamentario.

En la sesión de 10 de Julio de 1848, el Diputado don Miguel


Gallo denunció como una ilegalidad y como una fuente inagotable
de abusos la acumulación de las carteras del Interior y de Hacienda,
en- manos del señor Manuel Camilo Vial. «El Ministro del Interior,

dijo, a sus relaciones de famiba con el Excmo. señor Presidente de


la República, añade el poder e influencia que le dan los Ministerios;
reunidos en sus manos, ejerce una preponderancia excesiva en el
Gabinete. Esa preponderancia de poder es funesta; es la causa de
ese sistema de nepotismo que ha puesto en planta el señor Mi
nistro». Censuró también acremente las preferencias manifestadas
por Vial en favor de sus deudos inmediatos en la provisión de los
más altos empleos y prometió presentar redactada para la próxima
sesión, una indicación o voto de censura en el cual se pidiera al Pre
sidente de la República que nombrara un Ministro especial para
el ramo de Hacienda.
El Ministro de Justicia, don Salvador Sanfuentes, en la sesión
de 14 de Jubo de 1848, tomó la defensa de su colega del Interior
y Hacienda, que se encontraba enfermo. Increpó en forma airada
e iracunda el lenguaje del interpelante, a quien «le atribuyó el más

injusto y alevoso de los ataques», dándole a aquello el carácter de


algo inusitado e incomprensible.
A indicación de don Manuel Antonio Tocornal Grez, terminó
el incidente dejándose constancia en el acta de un acuerdo conce
bido en estos términos:
«La Cámara cree que razones poderosas han impedido que se
integre el Gabinete y se complace en creer que cesarán pronto esas

razones». Esta indicación fué aceptada por 27 votos contra 11.


Así aparece el primer voto de censura que figura en la vida
parlamentaria de nuestro país. A nadie se le ocurrió, sin embargo,
en aquellos años,
que tal voto de censura debiera importar la caída

691 —

del Gabinete, o que el Presidente de la República debiera acatar


el fallo de la Cámara. La facultad del Presidente de la Repúbbca
de nombrar y remover los Ministros del Despacho a su voluntad,
quedaba incólume, a nadie se le ocurría sostener que pudiera ser
destruida o cohonestada semejante facultad por voluntad o resolu
ción contraria del Congreso.
Don Isidoro Errázuriz, en su «Historia de la Administración
Errázuriz», página 277, al respecto dice:
«En 1848 nadie censuró a Vial y a sus colegas porque conser
vaban las Carteras, a pesar de encontrarse en minoría en el Con
greso, y nadie extrañó que los Ministros, vencidos de antemano en
el terreno parlamentario, adoptaran el recurso de trasladar de allí
la lucha a la arena de la prensa periodística.»
El 29 de Mayo de 1849, es decir, después de nueve meses del
voto de censura a que anteriormente nos hemos referido, y por di
versas razones que no es del caso contemplar en esta oportunidad,

renunció el Ministerio presidido por don Manuel Camilo Vial.


El 12 de Junio del mismo año, fué reemplazado por otro Minis
terio con don José Joaquín Pérez en el Interior, don Manuel An
tonio Tocornal en Justicia, don Antonio García Reyes en Hacienda,
y el Coronel don Pedro Nolasco Videla en Guerra. En aquellos
años, a impulso de la palabra elocuente y vibrante de don José Vic
torino Lastarria, nacía a la vida el Partido Liberal, sediento de re
formas, y recogió en su seno a los pipiólos, dispersos y anonadados
desde el desastre de Lbcay, ocurrido en 1830.
Este partido inició, desde los primeros momentos, una campaña
formidable de ataque en contra del Ministerio.
Entre los muchos incidentes parlamentarios de aquella agi
tada época de renovación, es digno de anotarse el que tuvo su ori
gen el 3 de Julio de 1849, con motivo de bis elecciones verificadas
en Marzo del mismo año en la provincia de Colchagua, y que habían

sido dbigidas por el Intendente don Domingo Santa María, bajo


las órdenes del Ministerio presidido por don Manuel Camilo Vial.
El Gabinete que sucedió a aquél y que, como hemos visto,
era presidido por don José Joaquín Pérez, exoneró de su puesto al

Intendente Santa María, como responsable de la intervención elec


toral que había dado como consecuencia la derrota de uno los de
jefes del peluconismo, el eminente ciudadano don Antonio Varas.
Un ciudadano reclamó de la elección, pidió su nulidad y solicitó
un término de prueba para acreditar los bechos en que descansaba
el reclamo. A indicación de don José Victorino Lastarria, fué dese
chada la indicación por 21 votos contra 18.
El Ministro de Hacienda, García Reyes, procuró recobrar el
terreno perdido, proponiendo que se encomendara a la Corte de

692 —

Apelaciones la formación de un sumario, o bien, que se nombrase


una Comisión de la Cámara para que trasladara a San Fernando
se

y recogiera todos los antecedentes relativos


a la elección. Fué lle

vado el debate con gran acritud y calor por parte del Ministerio,
El propio Ministro de Justicia, el culto y caballeroso don Manuel
Antonio Tocornal, refiriéndose á la prensa de oposición, la llamó
'prensa mentirosa, vilmente mentirosa, atrozmente mentirosa»,
porque pretendía «hacer aparecer al Gobierno en entredicho con la
Cámara». Esto revela las proporciones pasionales que había tomado
el debate y cómo el Gabinete había ligado a él su suerte. Ello no
obstante, el 9 de Julio la proposición de García Reyes fué desechada
por 22 votos contra 15.
La Cámara negó así su confianza al Gabinete en un asunto
que le apasionaba e interesaba. El Gabinete no creyó que debía dimi
tir por aquello y a nadie tampoco se le ocurrió sostener tal tesis,
que en aquellos tiempos hubiera sido considerada temeraria, ya
que los Ministros no habían perdido por eso la confianza del Presi
dente de la República.
Pocos días después fué nuevamente derrotado el Gabinete en
un proyecto de ley sobre facultades extraordinarias y continuó
inalterable en su puesto, sin sentirse afectado por el voto parlamen-
tario.
Enseguida surgió un nuevo conflicto que nos da nueva luz
en ordena la interpretación constitucional que venimos sosteniendo.

LaMunicipalidad de Santiago destituyó al Procurador Muni


cipal, don Evaristo del Campo, que también era Diputado. La des
titución era precisamente una venganza política por haber el señor
del Campo acompañado al Ejecutivo en los últimos incidentes par
lamentarios.
El Gobierno dictó diversos decretos negando a la Municipa
lidad la facultad de destituir a su Procurador. La oposición se des
cargó violenta contra aquel acto atentatorio, según se decía, de la
independencia de la Ilustre Corporación. Lastarria propuso un voto
que decía:
«Conociendo el negocio de la Municipalidad de Santiago, la
Cámara considera que dicha Municipalidad ha obrado en el círculo
de sus atribuciones destituyendo a su Procurador de ciudad.»
El Ministro del Interior don José Joaquín Pérez, ante lo que
para los gobernantes de aquellos tiempos aparecía como un atentado
contra sus atribuciones, dijo:
«Declaro formalmente que la declaración de la Cámara en este
asunto a nada conduce, porque el Gobierno hará cumplir y respetar
su decreto.»

693 —

Por otra parte, el Ministro de Justicia, don Manuel Antonio


Tocornal Grez, dijo:
«¿Qué especie de despotismo atroz es el que quiere entronizarse
entre nosotros? ¿Se cree acaso que alguno de los señores Diputados
que participan de esas opiniones pueden imponernos silencio ni
amedrentarnos en lo menor? ¿Qué se dice al Presidente de la Re
pública en la proposición que acaba de presentarse a la Cámara?
¿Que destituya a su Ministro porque no tiene confianza en él? Yo
no oreo que ésta pueda ser la expresión de la Cámara ; pero, si tal
fuese, también podría el Gobierno declarar a su vez: no merece mi
confianza la Cámara de Diputados!...»
No obstante tan airadas y enérgicas protestas de los Ministros
del Interior y de Justicia, la Cámara aprobó el voto de censura pro
puesto por el señor Lastarria, por 20 votos contra 16, después de
haberse rechazado por 22 votos, contra 14, la orden del día.
El Ministerio continuó en funciones. No se sintió afectado
tampoco por este nuevo voto de censura. Nadie protestó dé tal
actitud. Era ella tácita y unánimemente aceptada dentro de la letra
y el espíritu de la Constitución de 1833.
Más todavía, el Gobierno dictó una serie de medidas que fueron
todas cumplidas, contrariando la resolución de la Cámara^
El 22 de Diciembre de 1849, como una censura al Gabinete,
don Federico Errázuriz Zañaftu pidió y obtuvo por 24 votos contra
16, que se suprimiera la partida destinada a pagar la escolta del
Presidente de la República.
Llegó el 1.° de Enero de 1850, sin que por primera vez en la
vida de la República hubiera sido despachada la ley de Presupuestos
ni la de Contribuciones, todo se hacía para manifestar desconfianza
al Ministerio.
Igualmente, se negaron los fondos solicitados para mantener
las Legaciones en Italia y España, y el Gabinete permaneció inal
terable y sin darse por aludido de los votos de censura, ya que con
tinuaba contando con la voluntad del Presidente.
Siguieron avanzando los tiempos, las prácticas parlamentarias
se fueron acentuando y podría acumular cientos de casos para pro

bar cómo es que jamás se reconoció al Congreso la facultad de derri


bar Gabinetes, facultad que se sostiene y defiende sólo en las proxi
midades de 1890.
Estas interpretaciones cuadraban perfectamente con el sentido
político de la Constitución.
A las opiniones anteriormente emitidas, podremos agregar la
del propio Presidente de la República, don José Joaquín Prieto,
quien, al promulgar la Constitución, en una proclama dirigida. al
país, dijo: «No han tenido presente más que vuestros intereses;

694 —

y por esto su único ha sido dar a la Administración reglas


objeto
adecuadas a vuestras circunstancias.
«Despreciando teorías tan alucinadoras como impracticables,
sólo han fijado su atención en los medios de asegurar para siempre
el orden y la tranquilidad públicas, contra los riesgos de los vai
venes de partidos a que han estado expuestos.
«La reforma no es más que el modo de poner fin a las revolu
ciones y disturbios a que daba origen el desarrollo del sistema polí
tico, en que nos colocó el triunfo de la independencia. Es el medio
de hacer efectiva la libertad nacional, que jamás podríamos obtener
en su estado verdadero, mientras no estuviesen desbndadas con
exactitud las facultades del Gobierno y se hubiesen opuesto diques
a la licencia.»
Es cierto que la Constitución del 33 tenía algunos de los carac
teres del régimen parlamentario como, por ejemplo, el relativo a
la dictación periódica de las leyes llamadas constitucionales, o sea,
aquellas que en dicho régimen constituyen el arma que tiene el Par
lamento para responsabilizar políticamente a los Gabinetes y derri
barlos. Daba al Congreso la facultad de pronunciarse anualmente
sobre la ley de gastos públicos, de fijar anualmente las fuerzas de
mar y tierra, de autorizar anualmente también la permanencia de

cuerpos del Ejército en el lugar de las sesiones del Congreso Nacional


y autorizar por dieciocho meses el cobro de las contribuciones,
En realidad, esas son facultades que se conceden al Congreso
en el régimen parlamentario y de aquí proviene que algunos hayan

sostenido que la Constitución del 33 quiso establecer dicho régimen.


Pero no hay nada de eso, a mi juicio. Si tómanos en cuenta
la mentalidad de los que dictaron esa Constitución y el ambiente
de aquella época, tenemos forzosamente que llegar a la conclusión
de que no se les pudo ocurrir a los constituyentes del 33 que podrían
producirse conflictos graves entre el Presidente de la República y
el Congreso. A mi modo de ver, estas disposiciones de la Constitu
ción, que son propias del régimen parlamentario, no alcanzan a
desvbtuar, en manera alguna, el pensamiento y el propósito de los
constituyentes de inclinarse más hacia el régimen Presidencial o re
presentativo establecido en la Constitución de los Estados Unidos
de 1787, según todos los antecedentes que acabo de analizar.
No obstante el cuidado que gastaron los constituyentes del
33 para robustecer la autoridad del Presidente de la República y
para separar sus atribuciones de las del Congreso, no pudieron apa
gar el sentimiento latente que aparece a través de nuestra historia
por lo que respecta a la divergencia que se pronunció y a la lucha
que se desarrollara desde los primeros instantes de nuestra vida
independiente entre el Poder Ejecutivo y el Congreso; unos hombres

695 —

sostenían y luchaban por las prerrogativas del Presidente de la Re


pública, de manera que prevalecieran sobre las de el Congreso y
otros luchaban por que las atribuciones de este prevalecieran sobre
aquél. Estas dos corrientes fueron creciendo a través del tiempo,
así como unrío aumenta su caudal con los arroyos que recoge en
su camino, hasta el año 1890, en que la lucha alcanzó su período
culminante y estalló la crisis. Se levantaron entonces dos campa
mentos, uno de los que interpretaban la Constitución en el sentido
de que el Congreso debía tener supremacía sobre el Presidente de
la República y otro de los que, por el contrario, la interpretaban
sustentando la supremacía del Presidente de la República sobre
el Parlamento. Xas pasiones de los hombres hicieron que la lucha
adquiriera los caracteres que todos vosotros conocéis, y así fué
como se llegó a la Revolución de 1891, que costó al país más de
cien millones de pesos y diez mil vidas que con su sangre generosa
regaron los campos de batalla de Concón y La Placilla, muriendo
en aras de sus ideales comunes.

La suerte de las armas fué favorable a los que sostenían y lu


chaban por el régimen parlamentario. Por obra de la victoria, así
debió interpretarse nuestra Constitución, no obstante ser contraria
esta interpretación a su letra, a su espíritu, a su génesis histórica

y a los precedentes de su aplicación. La impulsó el imperio de los


hechos consumados.
¿Y qué régimen parlamentario fué el establecido por la revolu
ción triunfante? El que begó hasta nuestros días. Desgraciadamente
la revolución triunfante no supo reglamentar la victoria. No esta
bleció en los reglamentos de las Cámaras la clausura del debate,
ni reglamentó las interpelaciones, ni tampoco, lo que es esencial
en el régimen parlamentario, la facultad del Poder Ejecutivo para

disolver la Cámara de Diputados, para apelar al juez soberano,


que es el pueblo, en caso de conflicto. La verdad es que no se concibe
un régimen parlamentario sin estos tres elementos principales y,

especialmente, sin la facultad de disolver el Congreso.


De manera que la revolución del 91, que triunfó en los campos
de batalla, no triunfó en el campo político porque no supo aprove
char la victoria, y estableció un régimen anormal que ha producido
las consecuencias que todos conocemos.
Para demostrar hasta qué punto se cometió un error a este
respecto, vais a permitirme una pequeña digresión acerca de cómo
se ha ido generando el régimen parlamentario en Inglaterra, el país

clásico del parlamentarismo y cuáles son las características defini


tivas de este régimen, a fin de que veáis con la claridad de la luz
meridiana, que es absolutamente imposible que en nuestro país

696 —

pueda funcionar correctamente sin las


reglamentaciones y válvulas
de seguridad a que me he referido.

Nuestro régimen podría compararse a una máquina a la que


se quiere hacer andar cuando sus tuercas están flojas, sus tornillos

dislocados e imposibilitada para moverse en forma concordante y


armónica, a fin de dar como resultado un movimiento hacia adelante.

CAPITULO III

REQUISITOS ESENCIALES E INDISPENSABLES PARA EL


CORRECTO FUNCIONAMIENTO DEL SISTEMA PAR
LAMENTARIO.

Antecedentes históricos sobre su formación en Inglaterra.


Reformas electorales de 1832, 1867, 1884 Y 1918. El
RÉGIMEN PARLAMENTARIO SE IMPUSO COMO CONSECUENCIA DE

LA REFORMA ELECTORAL. El RÉGIMEN PARLAMENTARIO SE

FUNDAMENTA EN EL EQUILIBRIO E IGUALDAD ENTRE EL EJE


CUTIVO y el Congreso. El único medio de hacer efectivo
EL EQUILIBRIO REPOSA EN LA FACULTAD DE DISOLVER EL CON
GRESO OTORGADA AL EJECUTIVO. DIVERSAS AUTORIZADAS OPI
NIONES EN ABONO DE ESTA DOCTRINA.

En Inglaterra rigió durante siglos una Ley Electoral del siglo


XV, de carácter sumamente restringido, en que se limitaba el su
fragio solamente a algunas villas y condados y a los hombres que dis
ponían de cierta suma de dinero o de determinados bienes, de modo
que, en realidad, los únicos que podían concurrir a la votación eran
los ricos, la oligarquía del dinero que se confundían con la oligarquía
de la sangre.
El sufragio fué así patrimonio de la nobleza de Inglaterra du
rante muchos años.
De tal situación se originó una lucha encarnizada entre el par
lamento inglés y el Monarca, que duró siglos de siglos.
Esta lucha se intensificó durante el gobierno de los Stuardo
e hizo crisis en 1688, siglo XVII, cuando el Rey Jacobo II abandonó

el reino, cansado, vencido por la lucha tenaz sostenida en su contra


por la oligarquía del dinero y de la sangre que se atrincheraba para
combatirlo, en el parlamento inglés.
Esta fuga del último de los Stuardo trajo como consecuencia
unareunión del parlamento que eligió un Monarca de la Casa de
Orange en el año 1689. Este acontecimiento produjo un cambio
trascendental en el desarrollo institucional de Inglaterra. El Monarca

697 —

dejó de ser un poder absoluto y entró a figurar como un organismo


del Estado.
Más tarde, durante el reinado de la Casa de Hannover y en
tiempo de los reyes Jorge I y Jorge II, que eran indolentes y pres
taban poca atención a los deberes del Gobierno, el parlamento, que
estaba en poder de los whigs, el partido más poderoso de Inglaterra,
ganó terreno y desplazó al Monarca, notándose así un gran avance
hacia el parlamentarismo.
Viene después Jorge III, de la misma Casa, quien reacciona
contra la política de sus predecesores, reclama las prerrogativas
monárquicas y se esfuerza por establecer el predominio del Mo
narca sobre el parlamento.

El reinado de Jorge III, que duró desde 1760 hasta 1820, fue
agitado por la más ardiente y encarnizada lucha entre la tendencia
que reclamaba las atribuciones monárquicas contra los esforzados
sostenedores de la prepotencia parlamentaria. La opinión se exaltó
y en los ardores de la agitación se vio por primera vez estrechamente
unidos a los partidos antagónicos, whigs y tories, formando así
una estrecha coalición.

Finalmente, en 1832, bajo el reinado del sucesor de Jorge III,


su hijo Jorge IV, la reforma electoral se impuso y quedó consagrada

en 1832. Se dio gran extensión al derecho de sufragio, quitándolo

a villas y condados de escasa población y disminuyendo la cuota

de dinero exigida por la ley anterior a cada elector.


La Cámara de los Lores resistía tenazmente la reforma. El Mo
narca creó nuevos Lores, aumentó su número hasta alcanzar la ma

yoría necesaria para imponer la reforma.


La evolución evitó así la revolución.
Desde este momento el régimen parlamentario de Inglaterra
adquirió consistencia y forma, la Cámara inglesa representó algo
más que la oligarquía del dinero y de la sangre : representó al pueblo.
Vino después la reforma de 1867 y el parlamento se perfeccionó
y extendió su esfera de acción. Finalmente se hizo la reforma de 1884,
propiciada y defendida por Gladstone, la cual dio todavía inmensa
extensión al derecho de sufragio. El parlamentarismo inglés quedó
definitivamente consagrado: el parlamento representa a la Nación,
como intérprete del poder electoral; el Monarca representa los dere

chos de la tradición.
El poder electoral, fuerte, sólido, soberano, se impone necesa

riamente y de hecho, por fuerza de las cosas, como arbitro supremo


entre la corona y el parlamento, y nace sólo el derecho del Mo
narca de disolver el parlamento, como consecuencia lógica del ré

gimen parlamentario.
Redslob, eminente tratadista de Derecho Público de la Univer-

698 —

sidad de Strasburgo, en su notable obra titulada «Régimen Parla

mentario», juzgando estos hechos, dice: «Este notable aconteci


miento da un gran impulso al régimen parlamentario. Se producen

muchos fenómenos anteriormente desconocidos que pueden sinte


tizarse en la fórmula siguiente: No es más la Cámara de los Comunes,
sino el cuerpo electoral quien decide las grandes cuestiones polí
ticas y la suerte del Ministerio. En efecto, la Cámara de los Comunes
cesa de ser un poder independiente que expresa una voluntad sobe

rana y autónoma. No es más que la sombra del poder electoral.

No es más que su intérprete pasajero. Es de él de quien arranca su


autoridad. El día que no represente fielmente sus tendencias, no tiene
razón de ser y debe dejar su puesto a otra Cámara nuevamente ele
gida. De semejante estado de cosas resulta que los Comunes no
pueden ya ejercer supremacía sobre los Ministerios, no pueden man
tenerlos en calidad de subordinados. Están en su mismo rango,
Ambos poderes reconocen un amo común: el pueblo».
De aquí se derivan estas consecuencias:
1.° Los Ministerios deben buscar el apoyo en el favor de la opi
nión;
2." Se impone la disciplina de los partidos que son los deposi
tarios de los ideales nacionales;
3.° Los Ministerios deben retirarse tan pronto como pierdan
una elección popular;
4." Una derrota en la Cámara no basta para derribar un Ga
binete ;
5.° El pueblo tiene derecho a pronunciarse en toda cuestión
grave.
El régimen parlamentario establecido en Inglaterra se ha per
feccionado todavía más con la reforma de 1918, a virtud de la cual
se dio derecho a voto a todos los varones de 21 años de pequeña
renta, a las mujeres mayores de 30, a las Universidades, a los mari
nos y militares mayores de 19 años. Se aumentó así en ocho millo

nes el electorado de Inglaterra, correspondiendo de éstos, seis millo

nes al sexo femenino y queda una proporción de un elector por cada

tres habitantes. La reforma electoral de 1832 daba un porcentaje de


un elector por cada veinticuatro habitantes.

¿Cuál es entonces el rasgo característico y esencial del régimen


parlamentario inglés?
Se basa en el absoluto equilibrio de los dos poderes: la Corona
o el
Ejecutivo y el Parlamento.
En
consecuencia, el mecanismo de este sistema debe ir encami
nado, orientado en el sentido de que haya absoluto equilibrio entre
el Presidente de la República, que es el jefe del Poder Ejecutivo,
y el Congreso. No puede el Congreso estar sometido al Ejecutivo

699 —

ni puede el Ejecutivo estar sometido al Congreso. Sin esta igualdad


de los dos poderes, no cabe el régimen parlamentario y para que haya
tal igualdad es necesario e indispensable que tenga el Ejecutivo la
facultad de disolver el Congreso.
En el orden ideológico se presupone que el Congreso no
puede
censurar a los Ministerios por cuestiones
haladles, sino por orienta
ciones de Gobierno, por razones fundamentales y superiores de
interés público. Si el Parlamento juzga y aprecia esos trascendentales
problemas de una manera y el Ejecutivo de otra, lo natura! es que
sea el pueblo soberano quien determine si la razón está de
parte del
Ejecutivo o de parte del Parlamento y el pronunciamiento se ob
tiene por la disolución del Congreso y la convocatoria a nuevas elec
ciones.
Para no extenderme demasiado y condensar mis observaciones,
citaré algunos juicios del eminente profesor Redslob, a quien ya me
he referido y que, como he dicho, está imponiendo su autoridad
en el mundo científico de los estudios jurídicos. Dice así;

«¿En qué consiste el régimen parlamentario? Es un sistema


de equilibrio absoluto entre el Poder Ejecutivo y el Legislativo.»
El postulado del equilibrio fué reconocido por Montesquieu,
quien dijo: «cuando se reúnen en una misma persona las funciones
ejecutivas y legislativas, desaparece la libertad, porque, en ese caso,
es perfectamente justificado el temor de que la autoridad dicte

leyes tiránicas para ejecutarlas también tiránicamente».


Duguit, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad
de Burdeos, muy conocido de nuestros universitarios y una verda
dera autoridad mundial en estas materias, dice," por su parte:
«La primera condición para que un régimen parlamentario
pueda funcionar normal y correctamente, consiste en que el Parla
mento y el Gobierno sean iguales en prestigio y en influencia, cual
quiera que sea el origen de ambos poderes. Si el Parlamento se en
cuentra por una u otra razón en una situación de inferioridad por
lo que respecta al Jefe del Estado que personifica al Gobierno, el
equiÜbrio se rompe y el régimen parlamentario cede su puesto a la
dictadura personal. Y, a la inversa, si el Ejecutivo, en una forma u
otra, queda sometido al Congreso, se genera la dictadura parlamen
taria con todo su cortejo de males.»
Redslob, continúa: «es necesario para que exista y sea posi
ble el correcto funcionamiento del régimen parlamentario, que se
encuentre la justa balanza y el medio de repartir las funciones de
manera que el Ejecutivo disponga de la necesaria libertad de acción

para cumplir su misión conservando, al mismo tiempo, el debido


contacto y armonía con las tendencias nacionales manifestadas en
el Parlamento, sirviendo éste de engranaje entre el pueblo y el Mi-

700 —

nisterio. Sin embargo, si los dos Poderes tienen atribuciones defini


das, que se diferencian y que deben, sin embargo, proceder en forma
armónica dentro de sus respectivas órbitas, el conflicto no tardará
en aparecer. El Poder Legislativo invadirá el dominio del Ejecutivo,

se avanzará hasta amenazar a su adversario gravemente, priván

dolo de toda libertad de acción. El Ejecutivo, por su parte, procu


rará romper las cadenas que lo oprimen e imponer su política al país.
Y, además del conflicto, cada uno de los Poderes acusará al otro de
obrar contra el interés nacional, ya sea por error o por egoísmo cul
pable. En tales casos no cabe más que una solución: la intervención
de un Poder superior y supremo que falle el conflicto. Es el pueblo,
digámoslo mejor; es a los electores a quienes en este caso les incumbe
el supremo arbitraje y última instancia».
Y todavía agrega:
«La falta de disolución en el hecho da al Parlamento la su
premacía política, y si el pueblo no impone su voluntad, resulta
que el Parlamento es el juez de los Ministres y que su sola opinión
es la que le sirve de apoyo.»
«Saben que si el Parlamento desaprueba su conducta, rompe
su poder. Saben que ante tal condenación, no tienen arbitro que los
absuelva. Ante tal hecho deben someterse o abandonar el puesto.
Ninguna garantía los protege. La dominación del Parlamento queda
así bien establecida. Los diputados son dueños así de imponer al
Gobierno restricciones arbitrarias. El equilibrio, que es esencial en
el régimen parlamentario, el sistema de balanza que abandona la
política a las Cámaras y permite a los Ministros gobernar libremente,
no queda así asegurado. Nada impide así al Congreso atar las manos

del Ejecutivo y de ligarlo hasta privarlo de toda libertad. Importa


dar a la Cámara carta blanca para que se mezcle en los más íntimos
detalles de la Administración. Las atribuciones parlamentarias, en
vez de estar limitadas por la costumbre como en Inglaterra, se incre

mentan cada día. No existe más que una organización del Estado
que tiene subyugado y sometido al otro poder, que queda convertido
en simple instrumento. Es la dictadura parlamentaria.»

Podría seguir citando ciento de autores ; pero me parece obvio


insistir en este punto, porque es un postulado de derecho que el
régimen parlamentario está basado en el equilibrio de los poderes
y como único medio de mantener ese equilibrio es necesaria la fa
cultad del Ejecutivo de disolver el Congreso.
Sin esta facultad, ¿qué defensa tendría el Ejecutivo contra un
Congreso que le derriba un Ministerio? Ninguna. No existiría la
igualdad de los poderes; no habría equilibrio y sí subordinación de
Ejecutivo al Parlamento, porque se trataría de un poder con una
arma poderosa, tuerte, que destruye y mata frente al Ejecutivo

701 —

indefenso y a brazos cruzados. Un régimen parlamentario en donde


el Congreso tiene la facultad de censurar a los Ministros y el Presi
dente de la República no tiene la del disolver el Congreso, deja al
Ejecutivo absolutamente sometido a la voluntad de aquél.
Si un hombre se encuentra en el camino con otro que va armado
y le grita «la bolsa o la vida» lo coloca en situación de entregar la
bolsa, para salvar la existencia. Igual ocurre en la vida parlamen
taria: si el Congreso formula una exigencia ante el Ejecutivo, justi
ficada o no, bajo amenaza de derribar el Gabinete, el Presidente
de la República, considerando la suprema necesidad de gobernar,
tiene que ceder, y sus facultades se hacen así ilusorias, quedan sólo
escritas, y su responsabilidad, sin embargo, existe ante la opinión
y ante la historia.
Por esta razón, repito, los hombres que triunfaron en la revolu
ción de 1891, cometieron un grave error al no reglamentar el fruto
de su victoria; al crear un régimen parlamentario sin clausura de
los debates, sin limitación ni reglamentación de las interpelaciones,
sin disolución del Congreso.

CAPITULO IV

FUNESTAS CONSECUENCIAS PRODUCIDAS POR LA IM


PLANTACIÓN IMPERFECTA DEL RÉGIMEN PARLA
MENTARIO DESPUÉS DE 1891.

Imposibilidad para legislar. Sólo eran posibles leyes de


transacción entre opuestas doctrinas o contrarios inte
RESES. Carecían las mayorías de medios eficaces para
IMPONER SUS LOS MINISTROS ERAN IMPUES
RESOLUCIONES.

TOS POR DE POLÍTICA PARTIDARISTA ANTES


CONSIDERACIONES

QUE CONSULTANDO INTERÉS EL


NACIONAL. El PARLAMENTO
INVADIÓ EL CAMPO DE LA ADMINISTRACIÓN COMO CONSECUEN
CIA LÓGICA DEL PODER QUE LE DABA EL RÉGIMEN. En DIVERSOS
PAÍSES, Y PRINCIPALMENTE EN FRANCIA, HA FRACASADO EL RÉ
GIMEN PARLAMENTARIO. No HA PROSPERADO NUNCA EN LOS

PUEBLOS DE RAZA LATINA. No PUEDE INVOCARSE EN SU ABONO

EL SISTEMA INGLÉS, POR TRATARSE DE UN PUEBLO DE OTRA

RAZA Y DIVERSA PSICOLOGÍA. OPINIONES AUTORIZADAS. El


régimen Parlamentario es antagónico con el Gobierno
republicano en donde ambos poderes arrancan de un

mismo y común origen: la voluntad popular.

régimen parlamentario establecido por la guerra civil de


El
1891, con los inconvenientes que he apuntado, engendró consecuen
cias funestas y precisas que es fácil anotar.

702 —

La facultad de legislarhizo imposible en el hecho y ella quedó


se

entregada a la voluntad arbitraria de hombres o de grupos, siempre


que tuvieran facilidad y capacidad para prolongar indefinidamente
los debates.
Las leyes tuvieron que ser forzosamente la resultante de tran
sacciones de opuestas doctrinas o de opuestos intereses.

Las mayorías, cuya voluntad es requisito esencial del régimen


democrático, no podían imponerse ni traducir en hechos sus resolu
ciones. Los Ministros quedaban completamente desarmados y a
merced de los hombres, de los grupos o de los partidos, que eran
dueños y señores de imponerles su voluntad, de arrojarlos de sus
puestos siempre que manifestaran una rebeldía y no aceptaran las
imposiciones aisladas de los parlamentarios, de los grupos o de los
partidos.
La composición de los Gabinetes, debía, necesariamente, re
sentirse de los vicios del sistema.
El Presidente de la República, para organizar un Gabinete tiene
que tomar en cuenta las condiciones morales y la eficiencia y com

petenciadel futuro Ministro. El régimen parlamentario, implantado


entre nosotros, imponía, además, la necesidad de que los Ministros
tuvieran ambiente, simpatía y aceptación en el Congreso. Esta
condición personal de los llamados a desempeñar un Ministerio
primaba, naturalmente y por la fuerza misma de las cosas, sobre las
anteriores, ya que la primera necesidad de un Gabinete es vivir,
mantenerse y gobernar. Sin ambiente y aceptación parlamentaria,
los Gabinetes no podían subsistir ni gobernar, por cuya razón nada
importaba que los Ministros fueran honestos y competentes, si no
contaban con las simpatías y aceptación de] Congreso.
Esta circunstancia dificultaba inmensamente las organizaciones
ministeriales, y, como consecuencia de ella, la facultad del Presidente
de la República de organizar Gabinetes y elegir las personas de sus
Ministros quedó escrita en el papel y, en el hecho, fueron los par
tidos políticos quienes se arrogaron la atribución de elegir y designar
las personas de los Ministros, señalándoles las carteras que debían
desempeñar.
Estas designaciones eran siempre hechas con espíritu de pobtica
partidarista y olvidando generalmente los altos y bien entendidos
intereses del país. En una palabra, se croó la dictadura parlamentaria
fuerte, irresistible e irresponsable. El Poder Ejecutivo quedó some
tido y subyugado a ella.
Este poder y esta fuerza, establecidos a favor de los parlamen
tarios y originados en el régimen implantado, se fueron vigorizando
e incrementando con el
ejercicio de ellos y a través del tiempo. Sa-

703 —

bido es que el ejercicio de una facultad


vigoriza y fortifica el órgano
que la practica; la costumbre constituye derecho. Los parlamenta
rios poco a poco fueron considerando derecho inalienable y sagrado
lo que era un abuso y defendieron sus prerrogativas cada vez con más
imperio y autoridad. Adquirieron el convencimiento de que el Po
der Ejecutivo, y principalmente los Ministros, les eran subordinados
y que debían ceder a sus exigencias y requisiciones.

Yo no quiero hacer cargos a nadie, no me refiero a ningún hom


bre determinado, ni menos a ningún Congreso determinado, y sobre
todo, deseo declarar francamente que no me refiero tampoco, en
manera alguna, al último
Congreso, porque la verdad es que éste
tuvo la misma responsabilidad que los anteriores, y fué sólo la víc
tima propiciatoria de un régimen que hizo crisis.
Lo ocurrido es la consecuencia precisa y lógica del sistema
funcional que implantó la guerra civil de 1891, sin cuidarse de
acordar las medidas de disciplina indispensables para el correcto
funcionamiento del sistema que se estableció.
Los parlamentarios de hoy, como los de ayer, en sus exigencias
y procedimientos fueron arrastrados por el medio ambiente, del
cual nadie puede desentenderse, así como el líquido toma la forma
del vaso que lo contiene. Muchas de nuestras ideas personales, de
las actitudes que adoptamos, de las creencias que profesamos, y
que consideramos como creaciones de nuestro espíritu, son mero
reflejo del ambiente en que vivimos, de los círculos que frecuenta
mos, del aire social que nos rodea.
Circundados de tal atmósfera, los congresales creían sincera
mente que tenían el derecho de imponer su voluntad al Poder Eje
cutivo, y, poco a poco, el Parlamento asumió, como consecuencia
de su dictadura, la administración irresponsable del país, bajo la
responsabilidad directa e inmediata del Presidente de la Repúbbca
y de los Ministros, que, a consecuencia del régimen, eran verdaderos
esclavos de la tiranía del Congreso.
Yo podría relatar innumerables casos curiosos para demostrar
hasta qué punto había degenerado el régimen parlamentario entre
nosotros. Así, por ejemplo, recuerdo que; siendo Ministro de Estado,
un joven diputado de gran talento y muy amigo mío, entró precipi

tadamente a mi sala de despacho y me dijo: «Ministro: ya estamos


todos de acuerdo; como Intendente de tal provincia se nombra a
Fulano de Tal, como Gobernadores de los Departamentos de la
misma a Zutano y Perengano y como Prefectos a tales y cuales
otros». Yo lo miré: «Y la facultad constitucional del Presidente de
la República y los Ministros, ¿a qué se reduce entonces?»
El Diputado consideró que yo había cometido un crimen de

704 —

lesa majestad en su contra y elevó queja airada


su ante su partido,
denunciando al Ministro como un atropellador de los fueros parla
mentarios, viéndome obligado a justificar mi conducta desde el
banco de los acusados por el delito de defender las prerrogativas
constitucionales del Ejecutivo.
A pesar de todo, tuve que ceder para evitar mayores perturba
ciones y los males consiguientes a una nueva crisis ministerial. El
criterio político imperó. Estos nombramientos, como todos los gene
rados en la misma forma, no miraban naturalmente a consideracio
nes de buena administración sino a móviles de
partidarismo.
Después he hablado muchas veces con ese Diputado, que ya
no es tan joven, y me ha dicho
que estaba convencido y obsesionado
con sus
prerrogativas, y que sólo más tarde había reconocido su
profundo error, generado en el ambiente que lo rodeaba.
Muchos de los que me escuchan han sido Ministros de Estado
y recordarán ciertamente casos como éste: Señor Ministro, le ruego
que nombra a fulano de tal Prefecto de Policía de tal parte-Pero,
señor, contesta el Ministro, si ese hombre es un ebrio consuetudina
rio.
Eso no importa, Ministro. ¿Cómo que no importa? Si además
de ebrio es ladrón, ha estado preso y está excarcelado bajo fianza.
Tampoco importa. ¡Pero si todavía es tahúr! Nada importa todo
eso. Olvidaba el interesado que el que ocupara ese puesto debía dar

garantías de seriedad y honradez!


Otras veces se trataba del nombramiento de un juez. No ha sido
raro ver a un Ministro excusándose de nombrar juez a una persona

por ejercer la profesión de abogado en la localidad, sin que el pa


drino se arredrara o desistiera ni ante el hecho de ser su propio abo
gado en litigios de importancia. Bastaba, en su conciencia, que este
nombramiento conviniera a sus intereses electorales, para justifi
carlo todo.
Yo he tenido la paciencia de hacer algunos apuntes acerca de
las incidencias ocurridas durante mi gobierno, que por cierto no
podrán publicarse hasta muchos años después de mi muerte. En
ellos se encuentran anécdotas y hechos tan originales que bastarían
para entretener a mi auditorio durante un día entero y para llevar
a sus espíritus el convencimiento en orden a que nuestro llamado

régimen parlamentario representaba un caso patológico de anar


quía y desorganización. Vuelvo a repetir que, al formular tales
afirmaciones no hago cargos contra hombres ni partidos : ataco un
régimen.
Los diputados que formulaban tales peticiones o exigencias
al Presidente de la República y a los Ministros y no eran atendidos,
se creían sinceramente despojados de atribuciones y prerrogativas
-
705 -

a las cuales se consideraban con derecho; reclamaban airados ante

sus correligionarios que, al ampararlos, amparaban su propio interés,


creando así intereses colectivos invencibles que forzosamente de
bían quebrantar toda resistencia del Presidente de la República,
por grande que fuera, ante la suprema necesidad de gobernar.
Esta es la verdad de lo que ocurría con nuestro régimen de
gobierno.
Es muy difícilconvencer a un hombre en contra de su interés,
sólo sonsusceptibles de ello hombres de gran superioridad moral.
La tarea se hace imposible cuando se trata de un interés pobtico,

que va siempre rodeado de caracteres pasionales.


No fué raro entonces que, poco a poco, la acción y las exigen
cias de los parlamentarios invadieran todo el campo de la adminis
tración sin ninguna excepción. Nada escapó a esta avalancha que
todo lo atropellaba, que todo lo arrasaba, tanto los altos empleos
de la administración, como los más ínfimos e insignificantes. Las
más fundamentales prerrogativas del Presidente de la República
eran desconocidas y vulneradas en el hecho. No escaparon a esto
ni siquiera las facultades de disponer de las fuerzas de mar y tierra,
de organizarías y distribuirlas, por cuya razón los mismos militares
fueron sintiendo que su situación y destinaciones no eran sólo de
terminadas por sus méritos y conducta sino que les eran necesario
el apoyo de algún padrino influyente en el mundo político. Este
malestar se sentía en todas partes. Remontaba a las más altas es
feras de la administración y descendía hasta las más modestas.
Lo que estoy manifestando no es un vicio propio de Chile sola
mente, es un mal que alcanza a todos los países que han ensayado
regímenes parlamentarios sin las medidas de disciplina y organiza
ción que le son indispensables.
En Francia, como todos los sabéis, la Constitución de 1875,
estableció el régimen parlamentario. Esa Constitución fué el resul
tado de una transacción entre la monarquía y la República, y se
aprobó en las Cámaras francesas por un sólo voto de mayoría a fa
vor del régimen republicano. Se estableció en ella que el Presidente

de la República sería elegido por el Congreso, y al mismo tiempo


se lo otorgó la facultad de disolver la Cámara de Diputados con

acuerdo del Senado. Pero resulta que, en el hecho, esta válvula no


ha podido funcionar precisamente porque el Presidente de la Repú
bbca es elegido por el Congreso, y hay, por consiguiente, un vínculo
moral, una especie de subordinación del Presidente de la República
respecto de aquél, que lo inhabilita, que lo cohibe para hacer uso
de esa facultad, contra aquellos a quienes lo liga un vínculo natural
de gratitud.
Hay, además, otra razón histórica. En 1877, recién instaurada
(45¡

706 —

la República, el Presidente Mac-Mahon decretó, en una ocasión, la


disolución de la Cámara de Diputados, y la llevó a cabo realizando
una especie de golpe de Estado, sin consultar el espíritu de la' Consti

tución. Los católicos franceses hicieron un movimiento a favor de


la restauración de los Estados pontificios en tiempos de Pío IX.
Este movimiento fué considerado ¡subversivo por la Cámara francesa,
que pidió al Ministerio que lo reprimiera, y así se hizo. El Presidente
Mac-Mahon, contrariando la voluntad del Congreso, derribó el
Gabinete presidido por Jules Simón, quiso imponer su política per
sonal de amparo al movimiento que, en el fondo, era' el principio
de una reacción monárquica y disolvió la Cámara a sabiendas que
las nuevas elecciones importarían un veredicto en su contra, como
realmente ocurrió.
Esta circunstancia hizo una impresión profunda en el alma
colectiva de la Francia. La disolución de la Cámara, efectuada en
tales condiciones, es un precedente' que ha hecho caer en desuso
la facultad. Se hace así explicable que el régimen parlamentario
francés adolezca de los mismos vicios del nuestro, y es por eso que,
en el momento actual, se levanta en aquel país Una grita potente

e incontenible de parte de los intelectuales, pensadores y publicis

tas, pidiendo la reforma de la Constitución de 1875. para concluir


con la dictadura parlamentaria, con la superioridad completa del

Congreso sobre el Ejecutivo, debido a que no funciona la válvula


de escape de la disolución.
Justificaré mi aserto con opiniones autorizadas e interesantes,

Duguit, dice :
«La responsabilidad ministerial establecida por la ley de 1875,
a virtud de la cual cada Ministro responde ante la Cámara de todo
acto administrativo, da margen para que la Cámara pueda inmis
cuirse en los detalles de la administración con grave detrimento
de los intereses de los administrados. Es la política infestando los
dominios de la Administración..'

Y, Redslob, pág. 256, por su parte, dice :

«La granley mecánica, según la cual el Parlamento y el Es


tado disponen de una fuerza equivalente, ley que rige la! Constitu
ción inglesa y que constituye la esencia del régimen parlamentario,
no existe en Francia. Por razones diversas, entre las cuales es la prin

cipal el dogma de la soberanía del pueblo y la elección de Presidente


por las Cámaras, el Cuerpo Legislativo ejerce una supremacía aplas
tante. No hay equilibrio sino sumisión. No encontramos en la Re
pública Francesa sino una reminiscencia del régimen parlameñ-

707 —

tario: Nopodemos siquiera decir que el régimen haya sido reformado.


Al contrario, no existe. Su alma está muerta.»

MÁS ADELANTE AGREGA:


«Estas consideraciones nos hacen llegar a una última conclu
sión cual es que el régimen parlamentario integral es incompatible con el
republicano de gobierno. Hemos establecido que un estado en el cual
el prestigio de una Cámara popular, se acrecienta con el de Una
Corona y tal vez con el de una nobleza, tiene Una disposición pre
establecida para el equilibrio de los poderes, que es la condición
absoluta del régimen parlamentario. Hemos comprobado, por el
contrario, que un estado que reconoce magistrados de origen elec
tivo, el caso de una República, tiene una tendencia natural a consti
tuirse sobre la base de una autoridad simple y única. De aquí se
desprende que la República opone una fuerte resistencia al régimen
parlamentario.»

Y, el mismo Duguit, establece :


«En una República no hay sitio adecuado para un Jefe de Es
tado revestido de un poder representativo, para un jefe de Estado
Constitucional o un Jefe de Estado parlamentario. Si el régimen
'

parlamentario importa una colaboración del parlamento y del Jefe


del Estado, todavía es necesario, para que el Gobierno sea posible,
que el Jefe de Estado represente una fuerza por lo menos igual a
la del Parlamento.»

Corentin Guyho, en la página 4 de su obra «Parlamentarismo


y República», dice:
«¿Cuáles son los lados débiles de nuestra Constitución, sobre
todo tal cual ha sido aplicada?
¿Hasta qué punto no se impondrá una revisión, tarde o temprano?
He aquí lo que nos proponemos estudiar.
Una verdad que se agiganta cada Vez más, es que desde hace
diez años, principalmente, la omnipotencia legislativa ha sido para
la Francia en República una causa de inferioridad militar frente
al extranjero y una fuente interminable de inconvenientes políticos
en el interior.»

En LA PÁGINA 14 AGREGA :
«Tres reproches graves pueden hacerse al régimen actual, a
saber:
1.° Mala organización Ministerial;
2." Deplorable método de trabajo legislativo, y
3." Confusión y absorción de todos los poderes por y en el
Parlamento.

708 —

El Gobierno ha sido colocado sin prudencia a merced de las


Cámaras por una disposición Constitucional que declara el man
dato legislativo compatible con la función de Ministro, por cuya
razón los Diputados se encuentran con un interés personal para
provocar lo más frecuentemente posible cambios pobticos que pue
dan beneficiarlos a ellos de un momento a otro.
Es una lotería para el cual cada uno sabe que tiene un boleto .

Es por eso que se han visto las crisis ministeriales producirse


con la rapidez desconcertante de un cinematógrafo. Nadie se preo

cupa siquiera un minuto de poner a cada hombre en el lugar que


le corresponde, como se dice en Inglaterra; y en cambio, cada partido,
el más pequeño grupo de hombres y el más obscuro sub-grupo, le
vanta la pretensión de imponer, no importa cuándo, no importa
quién, ni importa por qué, según una palabra espiritual que ha hecho
fortuna.»

Continúa, en la página 25:


«Colectivamente los Diputados tienden, de usurpación en usur
pación, a una soberanía parlamentaria que es una falsificación de

la soberanía nacional, sobrepasando visiblemente los límites razo


nables de una legítima libertad representativa. Dominados por la
pasión del momento sólo piensan en rebajar, en subordinar a ellos
el Poder Ejecutivo, por la frecuencia creciente de las crisis ministe
riales injustificadas. En esta asamblea omnipotente se forma poco
a poco una oligarquía colectiva de cantaradas que últimamente ha
evidenciado los caracteres de una aristocracia nueva con máscara
democrática.
«Estos pobticos de oficio, sobre todo cuando al mismo tiempo
son hombres de negocios, no vacilan en someterlo todo, incluso la

patria misma, a los intereses particulares de su grupo político. Es


el partido, su partido, que parece sólo objeto de sus preocupaciones
y de sus solicitudes. El mal estaba en estado embrionario en la Cons

titución misma y se ha limitado a desenvolverse por el ejercicio.

Los hombres han empezado por corromper las instituciones; la ins


titución ha terminado por corromper a los hombres. Se trata de la
tuberadosis política."

Y EN LA PÁGINA 36 añade:
«El mantenimiento del régimen parlamentario aparece para
ciertos grupos de políticos como una necesidad superior a la de
fensa misma de la patria.»
Por otra parte, Emilio Faguet, en su obra «Problemas Polí
ticos», dice en la página 282:
«La aristocracia privilegiada del antiguo régimen: nobleza y
_
709 —

clero, desapareció cumplió con sus funciones, porque no


porque no

tenía el sentimiento de su rol, ni el concepto de sus deberes. Los


hombres mueren porque no pueden librarse de cumplir esta ley;
pero los cuerpos perecen por verdaderos suicidios, es decir, por falta
de concepto de sus deberes.»
«Que el Presidente gobierne; que los Ministros administren;
que el Parlamento legisle y controle. Tal es la verdadera organiza
ción constitucional.»

Y MONTESQUIEU EN «EL ESPÍRITU DE LAS LEYES», LIBRO XI, CAPÍTU


LO vi, dice:

«Todos los poderes tienen su límite. La dictadura de un hom


bre o la omnipotencia de una Asamblea, han sido igualmente con
denadas por la historia. Cuando en la misma persona o en la misma
corporación el Poder Legislativo está unido al Poder Ejecutivo,
no existe más la libertad.»

Todos estos autores sostienen que el régimen parlamentario


es incompatible con el Gobierno republicano. Es natural
que, a
quienes hemos vivido dentro de este ambiente durante 34 años,
nos cause sorpresa tal afirmación. Un hombre que hubiera vivido
toda su existencia dentro de un valle estrecho, circundando por
montañas y sin haber salvado jamás la cumbre de ninguna de ellas,
seguramente creería que el mundo estaba circunscrito a los límites
conocidos. Así le ocurre a la generación de nuestros conciudadanos
que sólo conoce el sistema de gobierno que nos llevó insensiblemente
al desastre. Creen que no hay otro posible, porque jamás vieron
otro, por obra del ambiente y de la costumbre.
Sin embargo, es perfectamente lógico lo aseverado por los auto
res anteriormente citados. El régimen parlamentario, o sea el sistema

en el cual el Gabinete debe contar con la confianza del Parlamento,

se comprende como una garantía preciosa y necesaria para el pueblo,

en presencia de un Ejecutivo ejercido por un Monarca de derecho

hereditario en cuya designación el pueblo no ha intervenido. Se com


prende allí que el pueblo, representado en el Parlamento, inter
venga en el gobierno del país, por intermedio del Gabinete, que
contando con la confianza del Parlamento, se presume sumar a
ella la del pueblo.
Pero, en una República, el Jefe del Ejecutivo es también de
origen popular. Lleva en su elección los anhelos y aspiraciones del
pueblo a quien representa, responde directamente ante él de sus
actos y el país está garantido con las leyes que fijan sus atribuciones
y conla responsabilidad que le afecta.
Lo único necesario para evitar todo abuso o tiranía, como lo
decía Montesquieu, es que la facultad ejecutiva y la legislativa,

710 —

no se confundan en una sola mano, para evitar la tiranía, y es por


esoque es necesario deslindar debidamente las atribuciones de uno
y otro poder, negando toda intervención de uno en las facultades
de otro y haciendo imposible todo conflicto.
Cuando se falta a ciertos principios básicos en el orden físico,
las consecuencias no tardan en hacerse sentir. De la misma manera,
cuando no se consultan en el orden jurídico o social las bases funda
mentales necesarias para la debida disciplina y organización, se va
directamente al fracaso.
Es por eso que el régimen parlamentario en España se resolvió
en el Directorio Militar, en el Facismo el de Italia y en el 5 de Sep

tiembre en Chile.
Es grave error pretender para nosotros el régimen parlamen
tario inglés, plasmado a través de siglos de luchas, de esfuerzos.
de triunfos y caídas y posible en un pueblo de diversa psicología,
de raza distinta a la nuestra y perfectamente orientada dentro de
ciertos principios metódicos de orden y disciplina, de los cuales
carecemos los pueblos de raza latina. Y, es por eso que el régimen

parlamentario ha fracasado en todos los países- de nuestra raza,


siendo nosotros los únicos que lo hemos intentado en el Continente
Sur-Americano, con los resultados desastrosos de que hemos sido
testigos y actores.

CAPITULO V

RÉGIMEN DE GOBIERNO NECESARIO PARA CORREGIR


NUESTROS MALES DEL PASADO

Separación absoluta del poder ejecutivo y del legislativo. De


marcación DE SUS ATRIBUCIONES PARA EVITAR CONFLICTOS. El
CONGRESO NO PUEDE CONSULTAR NI DAR O NEGAR CONFIANZA A LOS

MINISTERIOS, EVITÁNDOSE ASÍ LA ROTATIVA MINISTERIAL Y QUE


LOS PARLAMENTARIOS PUEDAN INMISCUIRSE E IMPONER SU VOLUN

TAD EN MATERIAS ADMINISTRATIVAS. El EJECUTIVO ADMINI-

TRA, LA CÁMARA FISCALIZA Y LEGISLA, RESTAURANDO ASÍ EL


SENTIDO HISTÓRICO DE LA CONSTITUCIÓN DEL 33. INCOMPATI
BILIDAD ENTRE EL PUESTO DE PARLAMENTARIO Y EL DE MINIS
TRO. LA CÁMARA NO VOTARÁ PERIÓDICAMENTE LAS LEYES QUE
FIJAN LAS FUERZAS ARMADAS, NI LAS CONTRIBUCIONES, NI LA
RESIDENCIA DE LAS TROPAS PRÓXIMAS AL RECINTO DEL CON-

711 —

GRESO, QUE SON . RESORTES DESTINADOS A MANIFESTAR CON

FIANZA O DESCONFIANZA A LOS GABINETES.. COMO .MEDIDA DE

ORDEN Y BUENA ADMINISTRACIÓN, EL PROYECTO DE PRESUPUES

TOS PRESENTADO POR EL EJECUTIVO CON SEIS MESES DE ANTICI

PACIÓN A LA ÉPOCA DE SU VIGENCIA, REGIRÁ SI EL CONGRESO


NO LO HUBIERE DESPACHADO DENTRO DE ESE PLAZO. El CON

GRESO NO TIENE INICIATIVA PARA AUMENTAR GASTOS EN LA

LEY DE PRESUPUESTOS. El EJECUTIVO TENDRÁ DERECHO PARA

PEDIR LA .URGENCIA DE LOS PROYECTOS DE SU INICIATIVA, Y,

EN.ESE CASO, SE VOTARÁN EN EL PLAZO DE 30 DÍAS. Se QUITAN


FACULTADES AL PRESIDENTE MEDIANTE LA DESCENTRALIZACIÓN

ADMINISTRATIVA, Y LA CREACIÓN DEL ESTATUTO ADMINISTRA

TIVO, Y ADEMÁS, POR LO QUE RESPECTA AL NOMHRAMIENTO DE

JUECES- EN. CAMBIO, SE OTORGA AMPLIA FACULTAD A LACÁ


MARA PARA QUE FISCALICE Y LEGISLE. La CÁMARA SE REUNIRÁ
motu proprio y por acuerdo de la simple mayoría. Se
FACILITAN LOS TRÁMITES DE ACUSACIONES CONTRA EL PRESI
DENTE Y LOS MINISTROS. No SE ESTABLECE NINGUNA DICTA

DURA, Y EN LA HIPÓTESIS NEGADA QUE ASÍ FUERA, UNA DICTA

DURA PERSONAL Y RESPONSABLE PRESENTA UN MENOR MAL QUE


LA DICTADURA IRRESPONSABLE E INTANGIBLE DE UN PARLA
MENTO.

He presentado el cuadro del régimen parlamentario tal como


se ejercía entre nosotros, los frutos que ha producido y las razones
que han traído su derrumbe.
He hecho el debemos buscar el tratamiento tera
diagnóstico,
péutico, para el mal y salvar al país.
curar
Tenemos que hacer surgir y derivar de los males ya conocidos
un régimea institucional adecuado para impedir nuevas caídas y

para abrir ancha y fecunda era al progreso nacional.


¿Cuál es el remedio? No hay más que uno posible: establecer
en nuestras instituciones una separación absoluta de los dos pode

res, deslindando con mano maestra la órbita de las atribuciones


del Presidente de la República y sus Ministros y la órbita de las
atribuciones del Congreso; establecer así la independencia entre
ambos poderes, dedicando nuestros medios más vigorosos, nuestra
mayor energía, todas nuestras fuerzas para dividir y separar esos
dos poderes. Debemos proceder con la misma mentalidad con que
un mecánico que construye un aparato motor, confecciona sus dife

rentes partes para que no se presente ningún obstáculo en su marcha.


También el político que debe construir un país nuevo, tiene que1
hacer cada rodaje de la Administración Pública, cada órgano vital
del país, en tal forma que obre sin tropiezos, dentro de la órbita
de su acción para que, del movimiento armónico, resulte una marcha
-
712 -

triunfal del país, siempre incontenible, siempre hacia adelante, por


la única vía por la cual los pueblos llegan hacia el progreso.
Dentro de estas ideas, ¿qué es do que propone el proyecto de
Constitución Política de Chile?
El nuevo proyecto que sostendrá el Gobierno con toda energía
para procurar que sea la Constitución Política que deba regirnos,
establece lo siguiente: una separación absoluta entre el Congreso
y el Poder Ejecutivo, representado por el Presidente y sus Minis
tros, que son funcionarios políticamente irresponsables y que de
penden exclusivamente del Presidente de la República, los cuales
se mantienen en sus puestos mientras cuenten con la confianza del

Primer Mandatario de la Nación, y bajo cuya responsabilidad obran


y de quien dependen directamente.
El Presidente de la República, por su parte, responde ante el
Congreso y ante la opinión pública por sus propios actos y por los
de los Ministros de Estado. La Cámara de Diputados no tiene fa
cultad para derribar Gabinetes, no puede responsabbizarlos polí
ticamente, no puede darles votos de censura; más todavía, los Sena
dores y Diputados no pueden ser Ministros de Estado y, si lo son,
pierden su investidura parlamentaria, sin que puedan ser reelegidos
mientras desempeñen un Ministerio. La tentación se concluye. El
billete de lotería de que habla Corentin Guyho se quema, porque en
Chile están prohibidas las loterías y deben serlo más aquellas que
atentan contra la integridad del Estado y contra la seguridad y
el progreso de la República.
Con tal criterio se ha establecido en el proyecto de Constitu
ción una disposición que dice: «Son atribuciones exclusivas de la
Cámara de Diputados: 2.a Fiscalizar los actos del Gobierno. Para
ejercitar esta atribución, la Cámara puede, con el voto de la mayoría
de los Diputados presentes, adoptar acuerdos o sugerir observacio
nes, que se transmitarán por escrito al Presidente de la República.
Los acuerdos u observaciones no afectan la responsabibdad polí
tica de los Ministros y serán contestados por escrito por el Presi
dente de la República o verbalmente por el Ministro que corres
ponda».
Como se ve, aquí se establece que el Ministerio no puede ser
derribado por un voto de censura.
Se restaura el espíritu de la Constitución de 1833 en aquel
artículo que dice que es facultad del Presidente de la República
nombrar y remover a su voluntad a los Ministros del Despacho,
destruyendo la práctica establecida en cuanto la Cámara de Dipu
tados era más fuerte que el Presidente de la República, ya que po
día despedir a los Ministros, aun cuando contaran con la confianza
de aquél.

713-

De tal modo que la primera medida que se toma para volver


ala normaüdad, es establecer claramente en la Constitución, que las
Cámaras nada tienen que hacer con los Ministros y que los Senadores
y Diputados pueden aspirar a ser Ministros de Estado, porque
no
caen dentro de la
incompatibilidad que allí se contempla: o son
congresales y pueden ser Ministros o son Ministros y no pueden
no

ser congresales, mientras desempeñen uno u otro cargo.

Se han establecido, además, algunas medidas de orden, como


ser: se han suprimido todas las autorizaciones llamadas constitu

cionales y que eran las herramientas de que disponía el Congreso


para responsabilizar y derribar a los Ministros, negándoles su con
fianza. Ya no se votarán las contribuciones cada diez y ocho meses,
ni se votará anualmente la ley que fija las fuerzas de mar y tierra,
ni se votará tampoco la autorización para que en un período deter
minado puedan permanecer las tropas en el lugar en que funciona
el Congreso.
Es natural que si los Ministros no pueden ser responsabiliza
dos políticamente por las Cámaras, no hay para qué dejarles estas
herramientas, que obedecen sólo al propósito de perseguir las res
ponsabilidad de los Ministros y exteriorizar la confianza o descon
fianza que a ellos presta el Parlamento.
Todo aquello se ha suprimido, ha desaparecido; pues, como decía
antes, estas son disposiciones propias del régimen parlamentario
que funciona en Inglaterra, donde existe tal sistema disciplinado,
metodizado y organizado en la forma que os he expuesto y propio
sólo de un pueblo con una psicología especial y adecuada.
Suprimido el régimen parlamentario, tenemos que quitarle sus
atributos.
AI mismo tiempo se toman otras medidas de orden para dar
al Presidente de la República medios de mantener la administración
y el gobierno : hay que ir tomando disposiciones para curar nuestras
llagas y nuestros males.
Sabéis vosotros que iba siendo costumbre inveterada que el
Congreso no votara los presupuestos de los gastos públicos de la
Nación el 1.° de Enero; muchas veces se llegaba sin aprobarlos hasta
el mes de Abril; después se llegó a Junio, después a Julio, y, final
mente, en el último año de mi administración, se llegó a Octubre
sin despacharlos.
¿Es posible tener administración de finanzas con un régimen
semejante?
Pero hay aquí algo muy triste que no quiero dejar de mencio
nar. Durante mi Gobierno recibía de empleados de mínima cuantía,
cientos de cartas con boletos de empeño. Tuve la precaución de man
dar a algunos de mis ayudantes para que se cercioraran de la v erdad

714 —

del hecho denunciado y vieran la procedencia de aquellos boletos,


y 'siempre se encontraron con empleados modestos de la Adminis
tración que llegaban al extremo de dormir en el suelo, sin cubrirse,
porque cuánto tenían ellos y sus hijos lo habían enviado a las, casas
de empeño para poder' comer.
En aquella época, los sueldos que pagaba la Nación, ascen
dían a 180.000,000 de pesos.
Los empleados, para poder vivir, neoe-iban pedir dinero prestado
y como debo suponer que por este servicio los Bancos les cobraban
el mismo interés del 10 por ciento que a mí, que también pedía di
nero por encontrarme en la misma situación que los demás, resulta
que, por obra y gracia de
la desidia parlamentaria, por no cumplir
oportunamente sus deberes, se les succionaban anualmente varios
millones de pesos, puesto que muchos pobres tenían que acudir al
montepío y pagar usurarios intereses, que representaban una exac
ción mínima anual de diez y ocho millones de pesos en contra de los
funcionarios de la administración y a favor de los afortunados due
ños del dinero.
Naturalmente, yo he sufrido las consecuencias de esta situación
y, cuando veo el fermento que se levanta en nuestro país, apelo a
mi conciencia y me digo que yo no tengo la culpa de ello, porque
he luchado con todas mis fuerzas y he hecho lo posible por remediar
el mal; por romper esas viejas prácticas; pero, si vamos a buscar
las responsabilidades morales y la generación de muchos dolores.
cuyas consecuencias tenemos que pagar los que hacemos el sacri
ficio de estar en estos puestos, encontraremos la culpa en nuestras
malas prácticas y en la falta de comprensión de su deber de los que
tuvieron la responsabilidad del Gobierno de la República. Me cansé
de representar la magnitud de estos males en todos mis Mensajes,
allí están ellos como testigos incontestables e irredargüibles de lo
que hoy digo. Indiqué los remedios. No fuí oído. La hecatombe que
yo anuncié se produjo fatalmente.
Para corregir este mal la nueva Constitución establece que se
fijarán anualmente los gastos de la Administración Pública y se
aprobará en la misma ley el cálculo de entradas, sin que se puedan
alterar los gastos o contribuciones por leyes generales o especiales,
Los gastos variables pueden ser modificados por el Congreso; pero
la iniciativa para su aumento o para alterar el cálculo de entradas.
corresponde al Gobierno. El Proyecto de Ley de Presupuestos será
presentado al Congreso con cuatro meses de anterioridad a la fecha
en que debe empezar a regir y, si a la expiración de este plazo, no
se hubiere aprobado, regirá el proyecto presentado por el Gobierno.
Sé dice que la nueva Constitución establece facultades extraor
dinarias a favor del Presidente de la República. Yo deseo golpear
a la conciencia de mis conciudadanos para que me digan, ¿estiman
excesiva, e inconveniente la disposición que establece que si el Con
greso no ha despachado los presupuestos en el plazo de cuatro meses,
regirá el proyecto presentado por el Ejecutivo?
Escuna simple medida de orden, de conveniencia, de honestidad
gubernativa para imponer el cumplimiento oportuno de las obliga
ciones fiscales y evitar perjuicios injustificadosa sus legítimos acree
dores en beneficio de otros. Por haberse propuesto, entre otras, ésta
tan sencilla medida, se acusa al Presidente de la República de pre
tender establecer una dictadura.
Meditad y ved si hay en esto algo criticable.
Otra medida que se propone para introducir orden en la Ley
de Gastos Públicos, establece que éstos serán exclusivamente de ini
ciativa del Presidente de la República; porque no es posible hacer
un cálculo de la Hacienda Pública si cada Senador o Diputado está

pidiendo en el Congreso, al dictarse la Ley de Presupuestos, nuevos


gastos, no con fines ds interés público o de interés general, sino con
el propósito de halagar el interés electoral.
Naturalmente, con esto no puede haber Hacienda Pública co
rrecta y serían inútiles todas las enseñanzas sapientísimas de Mr.
Kemmerer, si en la Constitución no se consulta alguna medida para
evitar el abuso o bbertad de los Senadores o Diputados para aumen
tar los gastos de la Nación.
Otra medida que se propone con el mismo fin' de dar facilida
des al Presidente de la República para que gobierne, es la que fa
culta a éste para pedir la urgencia en el despacho de un proyecto
de ley. Pedida la- urgencia, la corporación respectiva deberá pro
nunciarse sobre el proyecto dentro del plazo de 30 días, evitando
así que los archivos del Congreso, como ha sucedido, se conviertan
en el cementerio de las mejores iniciativas del Ejecutivo.

Estas son las medidas que consulta el proyecto de Constitu


ción Política del Estado como remedio para corregir los males de
nuestro régimen parlamentario en la forma en que estaba estable
cido.
En cambio de estas restricciones o limitaciones, se faculta al
Congreso para que pueda reunirse y sesionar convocado por el Pre
sidente del Senado, a solicitud escrita de la mayoría de los miembros

de la Cámara o del Senado. Se le- reconocen amplias facultades para


fiscalizar y para dictar leyes y, todavía se ha establecido un proce
dimiento de acusaciones sumamente expedito de manera que al
Ministro de Estado que delinque o que infrinja una ley, se le pueda
llevar al banco de los acusados y si el Senado, por la mayoría de los
Senadores en ejercicio, declara la responsabilidad, el Ministro queda
destituido de su cargo, y empieza por ser suspendido por el hecho

716 —

solo de que la Cámara de Diputados, por simple mayoría, declare


que es admisible la acusación.
Me imagino que este es el punto por donde se va a abrir la
puerta a las crisis ministeriales, porque no me hago la ilusión de que
éstas vayan a terminar en absoluto; pero al menos serán crisis par
ciales que no afectarán a todo el Gabinete.
La facultad de disolver el Congreso, a más de las medidas acor
dadas, habría sido, a mi juicio, la única medida eficaz para corregir
y arrancar de raíz el mal que nos aqueja y que tiene raíces hondas
y profundas en la idiosincrasia de nuestros hombres y partidos;
pero tuve que ceder ante la mayoría de las opiniones en contrario
y para no dar a los impugnadores del proyecto un nuevo y aparente
argumento injustificado en orden a que se busca la anulación del
Congreso y el robustecimiento del Ejecutivo hasta la dictadura.
Yo sostengo estas medidas con el propósito de deslindar las
atribuciones de los Poderes Públicos y para dar facilidades al Presi
dente de la República para que gobierne con sus Ministros, limitán
dose el Congreso a su misión de legislar y fiscalizar. Esta es la men
talidad de la nueva Constitución.
Por otra parte, no se han dado nuevas facultades al Presidente
de la Repúbbca, por el contrario, se le quitan algunas.
Todos sabéis que el Presidente de la República nombraba a
los funcionarios públicos. Esta facultad ha sido modificada, esta
bleciendo que proveerá los demás empleos civiles y mibtares que
determinen las leyes, conforme al Estatuto Administrativo. El pro
yecto establece el principio del Estatuto Administrativo y en uno
de' los artículos transitorios se faculta al Presidente de la Repúbbca
para que reforme las leyes actuales y dicte aquellas que sean nece
sarias al mejor cumplimiento de las disposiciones constitucionales.
Mi idea es que, en lugar de estar nombrando el Presidente
de la República a todos los empleados de la Administración, como
lo hace hoy, se reserve exclusivamente la facultad de nombrar a
los Jefes de Oficina y que los demás funcionarios sean designados
por el jefe de la respectiva repartición, dentro del escalafón, con
sultándose así la más amplia justicia, para poner término a todo
régimen de favoritismo y empeños, dentro del cual los hombres
más bien intencionados del mundo, queriendo hacer justicia en todo
momento, cometen injusticias a cada instante, sin poderlo evitan
En otra disposición se establecen reglas para elegir a los miem
bros de los Tribunales de Justicia, para lo cual se atenderá a las
propuestas hechas por la Corte Suprema y las Cortes de Apelacio
nes.

De manera que se reducen también así muchas de las facultades


que el Presidente de la República tiene hoy.

717 —

Se establece también una disposición que fija una nueva orga


nización administrativa en el país.
Se ha creído conveniente dividir el territorio en diversas zonas
administrativas que fijará la ley. Así cada zona podrá administrar
sus servicios públicos dentro de los
reglamentos y de las leyes perti
nentes absoluta independencia del Presidente de la República,
con
En el
Proyecto de Constitución se establece la descentraliza
ción administrativa en la mejor forma
que es posible hacerlo. Lo
único que no se ha querido determinar y por lo cual algunos protes
tan, es dividir el país en una especie de provincias distintas de las
actuales. Algunos, entre ellos yo, pensamos que las divisiones terri
toriales de un país no se pueden hacer artificialmente, así como
no es posible que un médico o un anatomista cree
órganos artifi
ciales. Considero que no es natural ni prudente desorganizar el país
desintegrando su formación actual, a cuyo amparo se han creado inte
reses regionales.

Acepto la descentrabzación administrativa, pero manteniendo


las actuales provincias, dándoles sí mayor autonomía para que pue
dan desarrollarse con entera libertad. A este efecto se crea la Asam
blea Provincial, que tiene la tuición sobre todos los servicios públicos
de la provincia y sobre la inversión de los caudales públicos y la
facultad de hacer representaciones al Presidente de la República,
manifestando las necesidades de ella.
En suma, hemos querido ensayar un régimen de descentralización
dentro del orden establecido y todo esto contribuye a restar facul
tades al Presidente de la República.
Por otra parte, la Constitución concede a la Cámara de Dipu
tados amplias facultades para hacer .representaciones al Presidente
de la República.
La Cámara de Diputados, como lo hemos visto al referirnos
al artículo 41 del proyecto, hará uso de esta facultad de fiscabzación
con absoluto desinterés, por cuanto ésta ya no irá encaminada a

derribar los Gabinetes y, en consecuencia, siempre estará inspirada


en un fin patriótico de verdadero interés nacional, sin que jamás

sea estimulada por los intereses partidaristas o personales, que son


los que hasta ahora han provocado la caída de los Ministerios.
Hechas las representaciones, la opinión púbbca las mirará con
más confianza y, si estima que son justas, se unirá al Congreso.
Esto sólo, dado nuestro espíritu democrático, será bastante para
hacer entrar en razón al Presidente de la República y a sus Minis
tros.
De manera que con esta disposición se establece el derecho de
fiscalizar en su verdadero rol, en su verdadero papel, y el Congreso
tendrá ancho campo para formular los votos que crea convenientes.
-
718 —

Fiscalizar, significa analizar, examinar, exponer, criticar, poner


en evidencia. Es un error confundir lo que es una fiscabzación con la
facultad de censurar o derribar un Gabinete. Confundir estos, dos
objetivos.es un profundo error en que incurrirían los que se habi
.

tuaran a. ver siempre las dos cosas unidas.


La fiscalización, o sea, llamar en auxilio a la opinión. pública
para juzgar. o condenar un acto, es de finalidades- y consecuencias
muy superiores al propósito estrecho, pueril y mezquino de derribar
un Gabinete por pasiones o por intereses no siempre sanos y confe-

sables.
Como se ve, la nueva. Constitución concede algunas atribucio
nes al Presidente de. la República para que administre con entera
independencia y bajo su responsabilidad, garantizando los derechos
de todos los ciudadanos; pero sometido a acusación cómodos Minis
tros. Por otra parte, se le cercenan muchas de sus facultades, man
teniéndole a la Cámara de Diptados las de fiscalizar y de intervenir
en la confección. de las leyes. Se trata sólo de levantar una muralla

china, fuerte y poderosa para impedir al Congreso su indebida entrada


al campo de la administración. Tal es la verdadera doctrina del buen
gobierno.
Esta la base de la nueva Constitución que yo pido a mis
es

conciudadanos para Chile.


Por consiguiente, se comete una profunda injusticia cuando se
procura convencer que se han extendido demasiado las facultades
presidenciales y que se pretende establecer una dictadura.
No, señoras y señores, se ha procurado simplemente, como
dice Faguet, establecer un régimen en el cual el Presidente y sus
Ministros gobiernen y administren efectivamente y bajo su respon
sabilidad y un Congreso que fiscalice y legisle.
La aseveración de que se pretende establecer la dictadura es

profundamente inexacta, y, si así fuera, entre el inmenso mal de la


dictadura de un hombre y la .dictadura irresponsable de
Parla un

mento, optaría por la dictadura de un hombre, -porque contra ésta


se pueden defender los pueblos, mientras que contra la dictadura

de un Congreso no hay medio posible de defensa; es la dictadura


irresponsable, Tormidable; es la tuberculosis política, como dice el
autor a que me he referido, y, entre dos males, elegiría el menor.

Hagamos una comparación :


Yo me imagino que, si un huracán o una corriente submarina


formidable se pudieran aprisionar en un tubo y lanzarlas sobre un
obstáculo determinado, por resistente que éste fuera, caería derribado
al impulso de la fuerza de aquellos elementos, porque la acción me
cánica de la fuerza impulsiva actúa más concentrada y vigorosa sobre

719 -

las moléculas del objeto. Si a ese huracán q a esa corriente submarina


se les deja que obren libremente sobre una superficie dilatada, su
i

acción se debilita y el obstáculo no cede. De la misma manera, si

la opinión pública acciona contra un solo hombre, le será fácil arro


llarlo, mientras que, contra un Parlamento, los responsables son
muchos y no es nadie. ,.■.;,.

Tales son las razones que me mueven para patrocinar el nuevo


régimen de Gobierno que se propone y creo que, al agotar hasta la
última de mis energías por defender este proyecto, hago i el más
grande de los servicios a mi país. Mis convicciones son el resultado
de una experiencia de 30 años de estudio, de 30 años de vida pú
blica y de cuatro años de Gobierno, en donde se vive un, siglo.
He conocido el régimen parlamentario en todas sus fases. Cuando
joven, también abusé de él; pero, ello no fué culpa mía, culpa fué
del régimen, del ambiente. Hubo un momento, en que tres diputados
aunque no éramos dueños de imponer nuestra voluntad a la Cámara.
lo éramos sí de impedir que se hiciera cualquiera cosa que nosotros
no deseáramos o consintiéramos. Andando los años, ha sido, éste

uno de los motivos de mis meditaciones y pensamientos y me he

convencido de que no es posible que un país quede entregado al


capricho de sólo tres o más hombres, porque tienen facilidad para .

expresarse, audacia para decir lo que se les ocurre, elementos, para


resistir y para dejar pasar una ley. Quedan así contestadas las
no

preguntas que algunos se hacen cuando manifiestan, que no pueden


expbcarse mi actitud de hoy contraria al régimen parlamentario,
Procedo en obedecimiento a sanas convicciones de bien pú ,

blico. Me quedan sólo cinco meses de, Gobierno, no pasaré, ni un mi


nuto, ni un centesimo de minuto, después. de terminado mi mandato,
sin que abandone este puesto. Creería cometer un crimen de. lesa
patria procediendo en otra forma. De modo que en mi actitud,
debe siquiera reconocerse la sinceridad para pedir en bien del país;
prescindiendo de toda consideración o factor personal,

'

CAPÍTULO VI

OTRAS REFORMAS . .

Libertad de conciencia y de .culto. Progresividad de los

impuestos como expresión última de la justicia .social,


Adopción del régimen de propiedad a su .sentido
"

jurídico moderno y a sus finalidades sociales.; protec


ción, al trabajo, a la industria y a las obras de (pbe visión
social, fomentando la habitación sana, la división. de, la
propiedad y la constitución de la propiedad familiar.

720 —

El SISTEMA DEL COMÚN REPARTIDOR EN LAS ELECCIONES PARA


FACILITAR EL GOBIERNO DE PARTIDOS, DAR REPRESENTACIÓN
JUSTA A MINORÍAS Y
LAS CONCLUIR CON LOS CACICAZGOS ELEC
TORALES. Calificación de las elecciones, por un tribu
nal ESPECIAL, A FIN DE EVITAR LOS JUZGAMIENTOS ELECTORA

LES CON CRITERIO POLÍTICO. El FUERO POLÍTICO SERÁ JUZGADO


POR LOS TRIBUNALES ORDINARIOS Y NO POR LA CÁMARA. Se
EXTIENDEN LAS INCOMPATIBILIDADES PARLAMENTARIAS A TODA
CLASE DE CONTRATOS Y A LOS ABOGADOS DE CAUSAS CONTRA EL

FISCO Y A LOS GESTORES ADMINISTRATIVOS. Se ESTABLECE LA

DIETA PARLAMENTARIA. El PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA


SERÁ ELEGIDO POR EL PUEBLO DIRECTAMENTE. Se FACILITA
LA REFORMA CONSTITUCIONAL.

Otra de bis reformas importantes de la Constitución del 33


es la relativa a la bbertad de cultos.

En el Proyecto de Constitución se asegura a todos los habitan


tes de la República: «la manifestación de todas las creencias, la b-
bertad de conciencia y el ejercicio bbre de todos los cultos que no
se opongan a la moral, a las buenas costumbres o al orden púbbco,

pudiendo, por tanto, las respectivas confesiones rebgiosas erigir


y conservar templos y sus dependencias, con las condiciones de se
guridad e higiene fijadas por las leyes y ordenanzas.
«Las iglesias, las confesiones o instituciones rebgiosas de cual
quier culto, tendrán los derechos que otorgan y reconocen, con res
pecto a los bienes, las leyes actualmente en vigor; pero, quedarán
sometidas, dentro de las garantías de esta Constitución, al dereeho
común para el ejercicio del dominio de sus bienes futuros.
«Los templos y sus dependencias, destinados al servicio de un
culto, estarán exentos de contribuciones.»
Creo que el sentimiento liberal de este país y el espíritu de tole
rancia que inspira a sus partidos no podrán ambicionar mayor con
quista. Se ha establecido el principio de bbertad de conciencia, en
forma respetuosa, sin herir los sentimientos de nadie, y se ha consa
grado el principio de una absoluta separación entre el orden tem
poral y el orden espiritual. Del orden temporal se preocupan los
Gobiernos; de la conciencia de los hombres se preocupa cada uno
de ellos, inebriándose respetuosos ante ese tabernáculo sagrado de
los unos y de los otros.
Yo creo que la Constitución de Chile marcará una época de
nuestra historia en este punto, porque se ha encontrado la ecua
ción que consobda y armoniza el respeto a la conciencia de todos,
la bbertad para todos, sin privilegios ni persecuciones para nadie.
Esta es la fórmula de la futura Constitución Política del Estado en
materia religiosa.

721 —

En el número 9.° se establece:


«La igual repartición de los impuestos y contribuciones a pro
porción de los haberes o en la progresión que fije la ley; y la igual
repartición de las demás cargas púbbcas.»
Esto se ha hecho para evitar las discusiones de los que soste
nían que, dentro de la Constitución del 33, no se podía establecer
el impuesto progresivo a la renta, principio que, en mi concepto,
es el más igualitario y justiciero y el que más se amolda a la justicia

social.
Finalmente, en el derecho de propiedad ha habido también una
innovación trascendental.
La nueva Constitución garantiza «la inviolabilidad de todas
las propiedades, sin distinción alguna».
«Nadie puede ser privado de la de su dominio, ni de una parte
de ella, o del derecho que a ella tuviere, sino en virtud de sentencia
judicial y de expropiación por razón de utilidad pública, calificada
por una ley. En este caso se dará previamente al dueño la indemni
zación que se ajuste con él o que se determine en el juicio correspon
diente.»
Sin embargo, este principio es muy rígido para la época actual.
La Humanidad ha caminado mucho en materia de relaciones socia
les entre los hombres y ha llegado a establecer que la propiedad tiene
deberes que cumplir para con la sociedad;que su origen y su fin
es la sociedad. Por eso, adaptando nuestra Constitución a este prin
cipio básico y fundamental de la sociedad moderna, se ha determi
nado que «el ejercicio del derecho de propiedad está sometido a
las bmitaciones o reglas que exijan el mantenimiento y el progreso
del orden social, y, en tal sentido, podrá la ley imponerle obbgacio-
nes o servidumbres de utibdad pública en favor de los intereses

generales del Estado, de la salud de tos ciudadanos y de la salubri


dad pública».
Por consiguiente, hemos rendido un tributo a la evolución mo
derna y hemos establecido el derecho de propiedad, ajustándolo
a la realidad de la evolución social.

Al mismo tiempo, nuestro proyecto de Constitución establece


«la protección al trabajo, a la industria y a las obras de previsión
social, especialmente en cuanto se refiere a la habitación sana y a las
condiciones económicas de la vida, en forma de proporcionar a cada
ciudadano un mínimo de bienestar, adecuado a la satisfacción de
sus necesidades personales y a las de su famüia. La ley regulará

esta organización * .

«El Estado propenderá a la división de la propiedad y a la


constitución de la propiedad familiar.»
Este es un concepto moderno, en el cual nuestra Constitución
(46)

722-

entrega los hombres dirigentes la tuición del trabajo, la solución de


a

armonía de todos los problemas entre éste y el capital.


Se ha establecido, también, el sistema del común repartidor
en las elecciones, para acabar con los cacicazgos electorales y para
matar la individualidad y dar influencia especialmente a los partidos,
a la disciplina, que es lo único que constituye la base de todo buen

gobierno.
La calificación de las elecciones de los Senadores y Diputados
no será ya más la presa de los intereses políticos: se establece un tri
bunal de derecho para resolver y calificar las elecciones. En la misma
forma la elección de Presidente de la República será calificada por
un tribunal de derecho.

¡Tanto que se ha abusado del fuero parlamentario!


¡Seguramente no faltaron casos de personas que iban a refu
giarse bajo el alero de nuestro Palacio Legislativo para defenderse
de alguna cuenta pendiente con los tribunales de justicia!
La Constitución mantiene el fuero para poner al congresal a
cubierto de los abusos del poder central; pero él será eabficado por
los tribunales ordinarios de justicia, por la respectiva Corte de Ape
laciones.
Se establece también una incompatibilidad basada en la moral.
Sabéis que era incompatible el puesto de Senador o Diputado con
toda caución de contrato de obras públicas o provisión. Esta incom
patibilidad se ha hecho extensiva a toda gestión, estableciéndose
que «cesará también en el cargo, el Diputado o Senador que durante
su ejercicio celebrare o caucionare contratos con el Estado, y el que

actuare como abogado o mandatario en cualesquiera clases de accio


nes pendientes contra el Fisco, o como procurador o agente en ges
tiones de solución administrativa».
Se dan facibdades para acusar; se establece la elección del Pre
sidente de la República por votación directa; se establece la dieta
parlamentaria; el Presidente de la República tiene la facultad de
pedir la urgencia para aquellas leyes que juzgue indispensables;
se dan normas para la elección del Poder Judicial, impidiendo la

intervención de la política; se hace, en los términos que es posible,


la descentralización administrativa; se establece la obligación de
fijar un Estatuto Administrativo, y, finalmente, respondiendo a
un concepto moderno^ se dan facilidades para la reforma de la Cons

titución, quitándole su rigidez tradicional.


Por consiguiente, si hay espíritus que estiman que este proyecto
de Constitución es muy malo, expedito les queda el camino para
corregirlo o enmendarlo.
Ño tenemos la pretensión de presentar un proyecto sin defec-
os, o que sea la última expresión de la justicia y de la verdad. Propio
e los hombres es errar; todas las obras humanas tienen sus defectos;
pero yo creo que en este proyecto se han consultado las ideas que
requería la hora presente, que se ha puesto termocauterio a todas
nuestras llagas y dolores y que, si se sanciona como Constitución
Política del Estado el proyecto a que me estoy refiriendo, segura
mente se afianzará la paz púbbca y se restablecerá el orden, y, so

bre todo, se habrá conseguido volver el país, a la normalidad cons

titucional.
Permitidme, señores, una última palabra en este punto. Los

que creen que deben ponerse dificultades a la dictación inmediata de


la Constitución, no han pensado en algo de, trascendental gravedad.
El hombre que os habla en estos momentos tiene en sus manos la
suma del poder público, podría ejecutar los actos que quisiera. Ten

go la satifacción de declarar ante mis conciudadanos que todas mis


energías, todos los esfuerzos de que soy capaz, los he dirigido en el
sentido de gobernarme a mí mismo, de controlarme para no ejer
citar facultades que yo no he recibido del pueblo, de ese pueblo
que a este puesto me mandó.
La vida de un hombre es frágil y puede extinguirse de un mo
mento a otro. En mi puesto puede estar mañana, siquiera por unas
cuantas horas, otro hombre que no tenga el mismo criterio, el mismo
modo de pensar, y meditad por un instante cuál sería la suerte de
este país en estas condiciones.
Yo creo tienen derecho de gobernar a otros hombres
que no

aquellos que no saben gobernarse a sí mismos, y, apbcando este


principio, estimo que he cumplido con mi deber, manteniéndome
dentro de la órbita que las circunstancias me han señalado. Pero
la posiblidad del abuso, la necesidad imprescindible de restablecer
el imperio sagrado de todos los derechos basados en instituciones
fundamentales, con vida propia, imponen, como suprema y primordial

necesidad, la restauración inmediata, sin dilaciones, ante todo y so


bre todo, del régimen Constitucional. El principio fundamental
que prima sobre todo, que es superior a todo, es vivir bajo el imperio
de la autoridad soberana de una Constitución, y no entregado al
capricho arbitrario y mudable de la voluntad de los hombres.
Es menester que el mundo tome nota de que, mientras hay
otros pueblos cuyos gobernantes quieren extender la órbita de su
acción y mantenerse indefinidamente en el poder, aquí, en la Repú
blica de Chile, bajo nuestro cielo azul, los gobernantes quieren,
por el contrario, restringir sus atribuciones, someter su acción s
la ley, abandonar el poder cuanto antes posible, para entregarse
tranquilamente al reposo y al silencio de la conciencia, satisfechos
de haber cumplido con el deber, mediante un esforzado
trabajo
por la felicidad de la Repúbbca.

ARTURO ALESSANDRI.
DECRETOS SUPREMOS

QUE DESIGNARON A LOS MIEMBROS

DE LA COMISIÓN CONSULTIVA DE REFORMAS CONSTITUCIONALES.


Núm. 1,422. Santiago, 7 de Abril de 1925. Teniendo pre
sente :

1.° Que los acontecimientos políticos, verificados en el país


desde el 5 de Septiembre último, han producido una situación ex
traordinaria, a la cual debe ponerse término en el menor plazo po
sible, para reemplazarla por un régimen de absoluta normalidad; y
2.° Que para este efecto hay necesidad imprescindible de con
sultar las distintas corrientes en que se divide la opinión del país,
para organizar, de acuerdo con ellas, una Asamblea Nacional Cons

tituyente,

Decreto :

Desígnase comisión consultiva, encargada de informar al


una

Gobierno sobre todo lo relativo a los procedimientos a que debe


ceñirse la organización y funcionamiento de la Asamblea Nacional
Constituyente y a la cual se someterán también en consulta las
materias que el Gobierno estime conveniente.
Dicha comisión estará formada por las siguientes personas:

Don Domingo Amunátegui Solar.


Don Enúlio Bello Codesido,
Don Luis Barros 1
Don Francisco Bulnes,
Don Héctor Boccardo,
Don Julio Bustos,
Don Guillermo Bañados,
Don Enrique Barbosa,
Don Nolasco Cárdenas,
Don Juan Enrique Concha,
Don Víctor Cruz,
Don Luis Malaquías Concha,
Don Guillermo Edwards Matte,
Don Agustín Edwards,
Don Emiliano Figueroa,
Don Carlos Fernández Peña,
Don Pedro Fajardo,
Don Juan Guillermo Guerra,
Don Galvarino Gallardo Nieto,
Don Fernando García Oldini,
Don Gregorio Guerra,
Don Luis Galdames,
Don Antonio Huneeus,

728 —

Don Manuel Hidalgo,


Don Ramón Jerez,
Don Santiago Labarca,
Don GubTermo Labarca,
Don Pedro León Loyola,
Don Arturo Lyon Peña,
Don Juan Esteban Montero,
Don Pedro N, Montenegro,
Don Ángel Mella,
Don Roberto Meza Fuentes,
Don Enrique Oyarzún,
Don Tomás Ramírez Frías,
Don Germán Riesco,
Don Juan Serrano,
Don Luis Salas Romo,
Don Gustavo Silva Campos,
Don Osear Schnake,
Don Rafael Silva Lastra,
Don Romualdo Suva Cortés,
Don Víctor Troncoso,
Don Miguel Urrutia,
Don Ismael Valdés Valdés,
Don Carlos Villarroel,
Don Carlos Vicuña Fuentes,
Don Julio Velasco,
Don Francisco Vidal Garcés,
Don Fernando Varas Contreras,
Don Absalón Valencia,
Don Eliodoro Yáñez, y
Don Héctor Zañartu Prieto.

Tómese razón, comuniqúese, publíquese e insértese en el Bole


tín de las Leyes y Decretos del Gobierno. Alessandri.
— —
Armando
JaramiÜo.

Núm. 1,784. Santiago, 22 de Abril de 1925.

He acordado y Decreto :

Desígnase a los señores Ramón Briones Luco, Alejandro Mo


rales y Manuel Araya, para que integren la comisión consultiva
nombrada por decreto N.° 1,422, de fecha 7 del actual.
Tómese razón, comuniqúese y pubbquese. Alessandri. —

Armando JaramiÜo V.
Núm. 3,543. Santiago, 17 de Julio de 1925.
He acordado y Decreto:
Intégrese la Comisión Consultiva designada por decretos nú
meros 1,422 y 1,784, de 7 y 22 de Abril último,
respectivamente,
con las siguientes personas;:

Don Juan Araya Escón,


Don Ricardo Ahumada,
Don Amador Alcayaga,
Don Ezequías Allende,
Don Ruperto Bahamonde,
Don Guillermo Barros Jara,
Don Ernesto Barros Jarpa,
Don Carlos Contreras Labarca,
Don Hernán Correa Roberts,
Don José Ramón Córdova,
Don Aurelio Cruzat,
Don Aníbal Cruzat,
Don Roberto Espinoza,
Don Osear Fenner,
Don Pedro García de la Huerta,
Don Alberto González Errázuriz,
Don Nicolás González Errázuriz,
Don Francisco Hinojosa,
Don Joaquín Irarrázaval,
Don Manuel Jorquera,
Don Emilio Jacobs,
Don Carlos Alberto Martínez,
Don GuiUermo Martínez,
Don Leopoldo Morales,
Don Juan Marín,
Don Gaspar Mora Sotomayor,
Don Francisco Medel,
Don Daniel Martner,
Don Mariano Navarrete,
Don Arístides Novoa,
Don Silvestre Ochagavía,
Don Alejandro Parra,
Don Luis Pizarro Espoz,
Don Juan Pradeñas Muñoz,
Don Guillermo Plummer,
Don Bernardo Quiroga,
Don Luis Quiroga Cossio,
Don Alejandro Rosselot,

730 —

Don Pedro del Real,


Don Nicasio Retamales.
Don José Luis Riesco Larraín,
Don Ricardo Salas Edwards,
Don Ramón Salas Edwards,
Don Maximiliano Salas M.,
Don Guillermo Subercaseaux,
Don Octavio Señoret,
Don Juan Schroder,
Don Guülermo Sander,
Don Moisés Veas,
Don Fernando Vial,
Don Arturo Ureta E.

.Tómese razón, comuniqúese, publíquese e insértese en el Bole


tín de las Leyes y Decretos del Gobierna.

Alessandri. —
Armando
JaramiU V.
Santiago, 23 de Jubo de 1925.

He acordado y decreto:

Intégrase la Comisión Consultiva designada por decretos núme


ros 1422, 1784 y 3543, de 7 y 22 de Abril último y 17 del actual, res

pectivamente, con las siguientes personas:

Don Onofre Avendaño


Alejandro Bustamante
»
Ramón Liborio Carvallo
»
Arturo Dagnino

Carlos Dávila
*
Enrique Ortiz Wormald
*
Jubo Prado Amor
*
Enrique Phillips
*
Conrado Ríos
»
Juan Antonio Ríos
*
Carlos Silva V.
»
Darío Salas
»
Carlos Suva Cruz
* Osear Viel y
Enrique Zañartu P.

Tómese razón, comuniqúese, pubbquese e insértese en el "Bo


letín de las Leyes y Decretos del Gobierno».

Alessandri. Armando Jaram/Uo Y.



ÍNDICE DE SESIONES

Págs.
Nota ¡

1.a Sesión de la Comisión Consultiva 5

1.* Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 46

Sistema o régimen de Gobierno 46

2.a Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales. 49

Sistema o régimen de Gobierno 49


Elecciones de parlamentarios 5(]
Renuncia de parlamentarios 50
Permiso para ausentarle a los parlamentarios , 50
Elección de Presidente 50
Reemplazo del Presidente 51
Elección de Presidente 51
Disolución de la Cámara de Diputados 52
Fiscalización' parlamentaria 52
Sistema o régimen de Gobierno 52

3.a Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales. 56


Sistema o régimen de Gobierno 56
Fuero parlamentario 58
Elección de Presidente de la República y de parlamen
tarios 58

4.a Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales. 60

Sistema o régimen de Gobierno 60


-
732 —

Págs.
5.» Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 66

Sistema o régimen de Gobierno 66


Ley de Presupuestos 66

6.' Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 72

Sistema régimen de Gobierno


o 72
'
Facultades de la Cámara de Diputados 72
Disolución del Congreso Nacional 78
Acusaciones al Presidente de la República 80

7." Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 81

Constitucionalidad de las leyes. . . . : 81


Libertades públicas 82
Garantías constitucionales 82
Impuestos progresivos y pioporcionates 83
Derecho de propiedad 85

8." Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 93

Admisión de hombres y mujeres a empleos públicos. ... 93


Derecho de propiedad 93
Leyes sociales 105

9.* Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 108

Derecho de propiedad 108


Garantías constitucionales 109

10. •■
Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 121

Derecho de propiedad 121


Leyes sociales 122

11." Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 127

Derecho de propiedad 127

12.a Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 137

Derecho de propiedad 137


Inviolabilidad del hogar 138
Inviolabilidad de la correspondencia 138
Libertad de trabajo 138
Propiedad de invención e intelectual 138
Leyes sociales 138
Derecho de reunión 139
Derecho de asociación 139
Derecho de petición 139

733 —

Págs.
Libertad de enseñanza 139
Libertad de prensa 141
Libertad de palabra .• 141
Abolición de la pena de muerte 143
Composición del Congreso Nacional 144
Elección del Congreso Nacional 1 44
Inviolabilidad parlamentaria 149
Fuero parlamentario 149
Elección presidencial 151
Elección municipal 152

13.a Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 153

Elección presidencial y de parlamentarios 153


Electividad de la mujer al parlamento 155
Incompatibilidades e inhabilidades parlamentarias 155
Dieta parlamentaria 158
Incompatibilidades parlamentarias 159
Calificación de las elecciones parlamentarias y presiden
ciales 163

14.a Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 165


División territorial 165
Agrupaciones provinciales 165
Elección de Senadores 165
Descentralización administrativa 166
División territorial 166
Asambleas Provinciales, su constitución y facultades. . . . 167
Régimen comunal 167
Gobierno departamental 168
Régimen comunal 169
Juntas comunales ■
170
Elección de Senadores 171
División territorial 171
Agrupaciones provinciales 178
Composición del Senado 177
Descentralización administrativa 177
Senadores de la República 178
Senadores Gremiales 180
Concejo de Estado 180
Cámaras Funcionales 180
Duración de las funciones de los Senadores 184
Reemplazo de los Senadores 184
Requisitos para ser Senador *
184
Inhabilidades para ser Senador 185

15.a Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 186

Atribuciones de! Congreso Nacional 186


Cuenta de inversión 186
Declaración de guerra 186

734 —

'
-
Págs.
Renuncia del Presidente de la República .,.....,.. 186
Leyes excepcionales : 186
Restricción de las libertades individuales ..;.... 186
Contribuciones , 189
Presupuestos 189
Fuerzas de mar y tierra 189
Responsabilidad financiera del Estado 189
Ijuiji. nación de los bienes del Estado y de la Municipa
lidades 190
División política y administrativa de la República.... 190
Puertos mayores 190
Aduanas „ 190
Sistema monetario 190
Sistema depesos y medidas 190
Tropas extranjeras 190
Tropas nacionales 190
Residencia de los Cuerpos de Ejército 190
Empleos públicos, supresión, modificación de atribuciones
y fijación de sus sueldos 190
Pensiones a los servidores públicos 190
Honores a los servidores públicos 190
Amnistías 190
Dieta parlamentaria 190
Aprobación de tratados 191
Calificación de la elección de Diputados 192
Renuncia de los Diputados 192
Atribuciones de cada Cámara 192
Inhabilidad y renuncia de los Senadores y Diputados. . 192
Acusación del Presidente de la República y de los Mi
nistros 192
Acusación de los Ministros de Corte, Generales y Almi
rantes y de los Intendentes y Gobernadores 193
Fiscalización del Poder Ejecutivo 193
Atribuciones del Senado 193
Inhabilidad y renuncia de los Senadores 194
El Senado como jurado 194
Acuerdo del Senado cuando lo requiera la Constitución
o la ley 194
Dictámenes del Senado a petición del Presidente de la
República / 194
Permisos que otorga el Senado 194
Rehabilitaciones que otorga el Senado 194
Contiendas de competencia de que conoce el Senado.. 194
Iniciativa de las leyes , . 194
Iniciativa del Senado en las leyes 194
Corte Suprema 195
Poder Judicial -•■;.'. 195
Aprobación de las leyes ........,,
200

735 —

Págs.
16.* Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 202

Sesiones ordinarias del Congreso Nacional 202


Sesiones extraordinarias del Congreso Nacional 202
Comisión Conservadora 203
Clasura del Congreso Nacional 204
Quorum de las Cámaras 204
Comisión Conservadora 205
Requisitos para ser elegido Presidente de la República. . 205
Duración del período del Presidente de la República. . . . 205
Reelección del Presidente de la República 205
Elección del Presidente de la República 207
Calificación y escrutinio de la elección del Presidente
de la República 209

17.a Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 210

Elección del Presidente de la República 210


Calificación y escrutinio de la elección del Presidente de
la República 212
Ausencia o inhabilidad del Presidente de la República. Su
reemplazo 213
Salida del territorio nacional del Presidente de la Re
pública 214
Cesación de las funciones del Presidente de la Repú
blica 214
Subrogación del Presidente de la República 214
Juramento o promesa del Presidente de la República.. 215
Facultades y atribuciones del Presidente de la República. 217
Ministros de Estado. Número, requisitos para serlo, atri
buciones y deberes. 223
Consejo de Estado 224

18.a Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 227


Formación de las leyes 227
Plebiscito en la formación de las leyes 241
Formación de las leyes 241

19. Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 247

Formación de las leyes 247


Administración de justicia 249
Responsabilidad de! Estado y de los particulares en las
detenciones y condenas indebidas 249

20.a Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 261

Administración de justicia _
261
Gobierno y administración interior 265
Gobierno interior del Estado 265
Régimen administrativo interior 265

736 —

Págs.
Administración provincial 266
Administración comunal 267
Descentralización administrativa 268

21." Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 272

Gobierno interior del Es/ado 272


Régimen administrativo interior 272
Asambleas Provinciales 272

22.a Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 286

Municipalidades. .' 286


Asambleas Provinciales 296
Descentralización administrativa 297

23.a Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 299

Disposiciones generales 299


Educación pública 299
Pagos por Tesorerías 304
Obligaciones militares 304
Obediencia de las fuerzas armadas 304
Nulidad de las resoluciones bajo presión de la fuerza. . . . 304
Prohibición de arrogarse facultades no otorgadas 304
Estado de sitio 304
Suspensión de garantías 304
Vinculaciones 305
Juramento o promesa de los funcionarios 305
Interpretaciónde la Constitución » . . 305
Reformas constitucionales 306
Educación pública 310

24.a Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 312

Cuestión religiosa 312


Interpretación de la Constitución 326
Nacionalidad y ciudadanía 327
Requisitos para ser miembro de las Municipalidades . . 329

25.a Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 330

(Desde estasesión se discute sobre la primera prueba


del Proyecto de Reformas Constitucionales, que va in
serto desde la página 533).
Soberanía nacional 331
Forma de Gobierno 332
Arrogación de atribuciones 332
Extra limitación de facultades 332
Nacionalidad 332
Ciudadanía 332

737 -

Págs.
Naturalización 332
Garantías constitucionales 334
Igualdad ante la ley 334
Esclavitud 334
Libertad de conciencia 334
Libertad de cultos 334
Libertad de opinión 335

26.a Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 337

Derecho de reunión 337


Derecho de asociación 337
Derecho de petición 337
Libertad de enseñanza 337
Educación pública 337
Admisión a empleos públicos 337
Inviolabilidad de la propiedad 337
Propiedad . 337
Libertad de trabajo 337
Libertad de tránsito 338
Libertad personal 338
Juzgamiento de personas 338
Detención de personas 338
Prisión 338
Aplicación de tormentos 339
Confiscación de bienes 339
Inviolabilidad del hogar 339
Inviolabilidad de la correspondencia 339
Inviolabilidad de la propiedad 339
Juzgamiento de personas 339
Detención de personas 339
Prisión 339
Recurso de amparo 339
Causas criminales 339
Tormentos 339
Confiscación de bienes 339
Pena aflictiva 339
Indemnización de perjuicios efectivos o morales causados
por la justicia 339
Responsabilidad fiscal en los juicios contra personas. . 339
Pagos por la Tesorería del Estado '. . . . 340
Fuerza pública 340
Resoluciones de la autoridad por imposición de la fuerza. 340
Poder legislativo 340
Renuncia de congresales 340
Elecciones 341
Nombre de las Cámaras 341
Requisitos para ser parlamentario 342
Inhabilidades para ser parlamentario 342
Incompatibilidades parlamentarias 342
Nombramientos recaídos en parlamentarios 342

(47)

738 -

Págs.
Ausencia de parlamentarios 342
Cesación de cargos parlamentarios por ausencia 342
Incompatibilidades parlamentarias 343
Acusación de los parlamentarios 343
Fuero parlamentario 344
Reemplazo de parlamentarios 344
Composición de la Cámara de Diputados 344
Duración del período de los diputados. 344
Acusación del Presidente de la República 344

27.a Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 346

Composición del Senado 346


Duración del período de los Senadores 346
Atribuciones del Senado 346
Atribuciones del Congreso Nacional 347
Resoluciones que sólo pueden adoptarse por ley 347
Materias de ley . 347
Contribuciones 347
Crédito y responsabilidad financiera del Estado 347
Enajenación de los bienes del Estado y de las Munici
palidades 347
Presupuestos 348
Creación o supresión de empleos 349
Pensiones fiscales 349
Honores públicos 349
Dieta parlamentaria 349
División política y administrativa del país 35(1
Habilitación de puertos mayores 350
Aduanas 35C
Sistema monetario 350
Pesos y medidas 350
Fuerzas de mar y tierra 350
Tropas extranjeras. Introducción al país 350
Tropas nacionales. Salida del territorio 350
Declaración de guerra 350
Suspensión de las garantías constitucionales 351
Indultos generales 351
Amnistías 351
Sede del Presidente de la República. ! . . 351
Sede del Congreso Nacional 351
Sede de la Corte Suprema 351
Formación de las leyes 351
Período de Sesiones del Congreso Nacional.... 354
Convocatoria de! Congreso Nacional : . . . 354
Quorum de la Cámara de Diputados 354
Quorum del Senado 354
Edad para ser Senador 356
Presidente de la República, calidades para ser elegido,
duración del período, reelección, forma de elección,
calificación de la elección, reemplazo temporal, procla-
-
739 -

Págs.

marión, ausencia del territorio, juramento, promesa y


atribuciones 356
Ministros de Estado, número, calidades para ser nom

brado, atribuciones, responsabilidad, asistencia al Con


greso 362

23.a Sssión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 363

Tribunal Calificador de Elecciones 363


Poder Judicial. Organización y atribuciones 365
Tribunales Administrativos 368
Gobierno interior del Estado 368
Intendentes 368
Gobernadores 368

29.a Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 369

Tribunal Calificador de Elecciones 369


Constitucionalidad de las leyes 369
Nombramientos judiciales » 369
División comunal 370
Administración provincial. 370
División administrativa interior 370
Asambleas provinciales 370
Administración comunal 373
Descentralización administrativa 381
Reformas constitucionales 381
Disolución del Congreso Nacional 383
Provincia de Magallanes 384
Censura a los Ministerios 384
Disolución del Congreso Nacional 384
Crisis ministeriales 385
Estabilidad ministerial j
. 385
Régimen de Gobierno 385

30. '
Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 389

Poder Judicial 389


Elecciones municipales 389
Salubridad pública 390
Higiene pública 390
Reformas constitucionales 390
Alcaldes de nombramiento 'del Presidente de la Repú
blica 390
Elección de Alcaldes 391
Dieta parlamentaria 392
Elecciones presidenciales y parlamentarias de 1925.... 392
Período constitucional del nuevo Congreso 392
Elección de Senadores 392
Agrupaciones _prov inri a les para elegir senadores. 393

743 -

Págs.

Facultades extraordinarias transitorias del Presidente de


la República 394
Elecciones 394
Decretos-leyes 394
Promulgación de la nueva Constitución 396
Cuestión religiosa 396
Invocación del nombre de Dios en la nueva Constitución 397
Fuero de los Intendentes y Gobernadores 400

2.a Sesión de la Comisión Consultiva de Reformas Consti


tucionales, de 22 de Julio de 1925 401

Régimen de Gobierno 404

3.a Sesión de la Comisión Consultiva de Reformas Consti


tucionales, de 23 de Julio de 1925 437

Régimen sistema de Gobierno y forma de


o aprobación
de ia Constitución 437

31.a Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 471

(Desde esta sesión se discute sobre la 2.a prueba del


Proyecto de Reformas Constitucionales, que va inserto
desde la página 561).

Forma de Gobierno 471


Soberanía 471
Arrogación de atribuciones 472
Nacionalidad y ciudadanía 472
Naturalización 472
Garantías constitucionales 474
Libertad de conciencia. 474
Libertad de culto 474
Libertad de opinión 475
Libertad de reunión 475
Libertad de enseñanza 476
Educación pública 476
Libertad de trabajo 477
Derecho de propiedad 480
Libertades públicas en territorio de dominio particular. . 481
Propiedad industrial y literaria 481
Protección a las industrias y a las obras de previsión social 481
Libertad de trabajo 482
División de la propiedad 482
Impuesto a las herencias 482
Efecto retroactivo de las leyes 482
Libertades individuales 483
Pena de muerte 484
Pena de azotes 484
Pena aflictiva 485

741 -
.

Págs.
Indemnización por perjurios efectivos o morales causados
por la justicia 435
Resoluciones de las autoridades por imposición de
la fuerza 486
Caídas y corrientes de aguas , 486
Islas nacionales 487
Yacimientos mineros 487
Libertad de comercio 487
Incompatibilidades parlamentarias 488
Acusación al Presidente de la República. 489
Atribuciones de la Cámara de Diputados 490
Acusación a los jueces 491
Acusación a los jefes de ejército y armada 491

32.a Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 493

Régimen o sistema de Gobierno 493


Disolución de la Cámara de Diputados 496
Ley de Presupuestos 498
Cobro de contribuciones 498
Elección de Senadores 499
Acusación al Presidente de la República 500
Acusación a los Tribunales de Justicia 500
Enajenación de bienes fiscales y muniíipales 500
Gastos en virtud de ley 501
Ley de Presupuestos 501
Leyes monetarias 502
Declaración de guerra 502
Facultades extraordinarias transitorias del Presidente de
la República. 502
Ley de contribuciones 503
Ley que fija las fuerzas de mar y tierra 503
Formación de las leyes 504
Sesiones del Congreso Nacional 504
Presidente de la República, edad, duración del período,
juramento, atribuciones, obligaciones 505
Mensaje presidencial 505

33. '
Sesión de la Subcomisión de Reformas Constitucionales 509

Libertad de reunión 509


Ley de presupuestos y cálculo de entradas '. . . . 509
Ley de timbres, estampillas y papel sellado 512
Contribuciones 512
Elección presidencial. Congreso Pleno 512
Empleados de los Ministerios 513
Ascensos militares 513
Destitución de empleados 513
Indultos 514
Personalidad jurídica. Concesión y renovación 514
Disolución de! Congreso Nacional 514
-
742 -

_Págs-
Estado de sitio 514
Firma de los Ministros 514
Responsabilidades de los Ministros 514
Mensaje presidencial 515
Tribunal Calificador de Elecciones 515
Poder judicial. Nombramientos 516
Administración de justicia 517
Precio de las tierras 517
Ministros y Fiscales de la Corte Suprema. 517
Nombramiento de jueces 517
Responsabilidad de los jueces 518
Tribunales Administrativos 518
Intendentes. Facultades fiscalizadoras 520
Intendentes. Nombramiento y requisitos para serlo. . . . 520
División administrativa. .' . 520
Asambleas provinciales 521
Administración comunal. ...:.. 522
Elección de Municipales. Requisitos 523
Municipalidades. Atribuciones 524
Estatuto de empleados municipales 524
Descentralización administrativa 525
Reformas constitucionales 526
Agrupaciones provinciales para elegir Senador 527
Magallanes. Elecciones 527
Elección de Senadores. Forma transitoria del primer acto
eleccionario 527

APÉNDICE

1.a Prueba del Proyecto de Reformas Constitucionales 529


2.a Prueba del Proyecto de Reformas Constitucionales 567
Proyectos definitivos de Reformas de la Constitución Política. . . . 605
Proyecto definitivo 607
Fórmula disidente 644
Voto de rechazo 647
Relación entre la numeración de la Contiturión de 1833 y la pro
puesta 648
Decreto-ley que convoca al plebiscito 653
Documentos anexos 655
Manifiesto de S. E. el Presidente de la República, don Arturo
Alessandri, en que por qué no convocó al Parlamento
explica
a sesiones 657
Manifiesto de S. E. el Presidente de la República, don Arturo
Alessandri, de 28 <":e Julio de 1925 667
Versión oficial de la Conferencia sobre reformas constitucionales
dictada por S. E. el Presidente de la República, don Arturo Ales
sandri, en la Universidad de Chile el 3 de Julio de 1925 683
Decretos supremos que designaron a los miembros de la Comisión
Consultiva de Reformas Constitucionales 725
ÍNDICE DE MATERIAS

Págs.
"

Abolición de la pena de muerte 143


Acuerdos del Senado 194
Acusación a los jefes de Ejército y Armada 491
Acusaciones a los jueces 491
Acusación a los Ministros de Corte, Generales, Almirantes, Inten
dentes y Gobernadores, 193 y 491
Acusación al Presidente de la República, 80, 192, 344, 489 y 500
Acusación a los Tribunales de Justicia 500
Administración comunal, 267, 373 y 522
Administración interior, 265 y 272
Administración de justicia, 249, 261 y 517
Administración provincial, 266 y 370
Admisión de hombres y mujeres a empleos públicos, 93 y. . 337
Aduanas, 190 y 350
Agrupaciones provinciales, 165 y 178
Agrupaciones provinciales para elegir Senadores, 393 y 527
Aguas, caídas y corrientes de 486
Alcaldes, elección de 391
Alcaldes nombrados por el Presidente de la República 390
Almirantes de la República, acusación de los 193
Amnistías, 190 y 351
Amparo, recursode 339
Aprobación de la Constitución 437
Aprobación de las leyes 200
Aprobación de tratados 191
Armada, acusación a los jefes de la 491
Arrogación de atribuciones, 332 y 472
Arrogación de facultades no otorgadas 304
Asambleas provinciales, 167, 272, 296, 370 y 521
Ascensos militares 513
Asociación, derecho de, 139 y 337
Atribuciones, arrogación de, 332 y 472
Atribuciones de cada Cámara, 192 y 346
Atribuciones de la Cámara de Diputados 490
Atribuciones del Congreso Nacional, 186 y 347
Atribuciones de los Ministros de Estado, 223 y 362
_
744 —

Págs.

Atribuciones del Presidente de la República, 217, 356 y 505


Atribuciones del Senado, 193 y 346
Ausencia de parlamentarios, 342 y 343
Ausencia del Presidente de la República 356
Azotes, pena de 484

Bienes, confiscación de 339


Bienes, enajenación de los del Estado y de las Municipalidades,
190, 347 y 500

Caídas y corrientes de aguas 486


Cálculo de entradas 509
Calificación de las elecciones de Diputados 192
Calificación de las elecciones parlamentarias y presidenciales, 163,
209, 212 y 356
Cámara de Diputados, atribuciones de la 490
Cámara de Diputados, composición de la 344
Cámara de Diputados, disolución de la, 52 y 496
Cámara de Diputados, duración del período 344
Cámara de Diputados facultades de la 72
Cámara de Diputados, quorum de la 354
Cámaras, atribuciones de las 192
Cámaras Funcionales 180
Cámaras, nombre de las 341
Cámaras, quorum de las 354
Causas criminales 339
Censura a los Ministerios 38 l
Ciudadanía y nacionalidad, 327, 332 y 472
Clausura del Congreso Nacional 204
Comercio, libertad de 487
Comisión Conservadora, 203 y 205
Composición del Congreso Nacional 144
Composición del S nado 177 y 346
Conciencia, libertad de 334 y 474
Condenas indebidas y su responsabilidad 249
Confiscación de bienes 339
Congreso Nacional, atribuciones del, 186 y 347
Congreso Nacional, composición del 144
Congreso Nacional, convocatoria del, 202, 203 y. : 354
Congreso Nacional, disolución del, 78, 383, 384 y 514
Congreso Nacional, clausura del 204
Congreso Nacional, elección del 144
Congreso Nacional, período constitucional del nuevo 392
Congreso Nacional, sede del 351
Congreso Nacional, sesiones de!, 202, 354 y 504
Congreso Pleno 502
Consejo de Estado, 180 y 224
-
745-

Págs.

Constitución, forma de aprobación de la 437


Constitución, interpretación de la. 305 y 326
Constitución, invocación del nombre de Dios en la nueva 397
Constitución, promulgación de la nueva 396
Constitución reforma de la, 306, 381, 390 y 526
Constitucionalidad de las leyes, 81 y 369
Contienda de competencia 194
Contribuciones, 189, 347, 503 y 512
Convocatoria del Congreso Nacional, 202, 203 y 354
Correspondencia, inviolabilidad de la, 138 y
*
339
Corte Suprema 195
Corte Suprema, Ministros y Fiscales de la 517
Corte Suprema, sede de la 351
Creación o supresión de empleos públicos 349
Crédito y responsabilidad financiera del Estado 344
Crisis ministeriales 385
Cuenta de inversión 186
Cuerpos de Ejército, residencia de los, 190 y 489
Cuestión religiosa, 312 y 396
Cultos, libertad de, 334 y 474

Deberes de los Ministros de Estado, 223 y 362


Declaración de guerra, 186, 350 y 502
Deere tos- leyes 394
Derecho de asociación, 139 y 337
Derecho de petición, 139 y 337
Derecho de propiedad, 85, 93, 108, 121, 127, 137 y 480
Derecho de reunión, 139 y 337
Descentralización administrativa, 166, 177, 268, 297, 381 y 525
Destitución de empleados públicos 513
Detención de personas 338
Detenciones indebidas y su responsabilidad 249
Dominio particular, libertades públicas en territorio de 481
Dictámenes del Senado 194
Dieta parlamentaria, 158, 190, 349 y 392
;■•:■■•
Dios, invocación de su nombre en la nueva Constitución 397
Diputados, calificación de las elecciones de 192
Diputados, duración del período de los 344
Diputados, inhabilidades para serlo 192
Diputados, renuncia de los 192
Disolución de la Cámara de Diputados, 52 y 496
Disolución del Congreso Nacional, 78, 383, 384 y 514
299
Disposiciones generales
División comunal *
370
División política y administrativa de la República, 190, 350, 370 y 520
División de la propiedad 482
División territorial, 165, 166 y 171

746 —

Págs.
Educación pública, 299, 310, 337 y 476
Efecto retroactivo de las leyes 482
Ejecutivo, fiscalización del 193
Ejército, acusación a los jefes de 491
Ejército, residencia de los cuerpos de 190
Elección de Alcaldes 391
Elección del Congreso Nacional 144
Elección del Presidente de la República, 50, 51, 58, 151, 153,
163, 207, 210, 356 y 512
Elección de Senadores, agrupaciones provinciales para la, 393 y. . . . 597
Elecciones, 341 y 394
Elecciones en Magallanes 527
Elecciones municipales, 152,
389 y 523
Elecciones de parlamentarios, 50, 58 y 163
Elecciones parlamentarias y presidencial de 1925 392
Elecciones de Senadores, 165, 171, 392, 499 y 527
Elecciones, Tribuna! Calificador de, 363, 369 y 515
Empleados, destitución de 513
Empleados de los Ministerios 513
Empleados Municipales, Estatuto de los 524
Empleos públicos, admisión de hombres y mujeres a, 93 y. 337
Empleos públicos, supresión, modificación de atribuciones y sueldos 190
Empleos, supresión o creación de 349
Enajenación de los bienes del Estado y de las Municipalidades, 190,
347 y 500
Enseñanza, libertad de, 139, 337 y 476
Entradas, cálculo de 509
Esclavitud 334
Escrutinio de la elección de Presidente de la República 204
Estabilidad ministerial 385
Estado, gobierno interior del, 265, 272 y 368
Estado, i esponsabilidad en las detenciones y condenas indebidas.. 249
Estado, responsabilidad financiera, del, 189 y 347
Estado de sitio, 304 y 514
Estampillas, timbres y papel sellado, ley de 512
Estatuto de los empleados municipales 524
Extralimitación de facultades 332

Facultades de la Cámara de Diputados 72


Facultades, extralimitación de 332
Facultades extraordinarias 'transitorias del Presidente de la Repú^
büca, 394 y 502
Firma de los Ministros de Estado 514
Fiscales de la Corte Suprema 517
Fiscalización parlamentaria 52
Fiscalización del Poder Ejecutivo 193
-
747 -

Págs.
Fisco, responsabilidad del, en los juicios contra personas 339
Forma de Gobierno, 332 y .- 471
Formación de las leyes, 227, 241, 247, 351 y 504
Fuero de los Intendentes y Gobernadores 400
Fuero parlamentario, 58, 149 y 344
Fuerza pública 340
Fuerza, resoluciones de tas autoridades por imposición de la, 340 y 486
Fuerzas armadas, obediencia de las 304
Fuerzas de mar y tierra, 189, 350 y . 503
Funcionarios, promesa o juramento de los 305

Garantías constitucionales, 82, 109, 334 y 474


Garantías, suspensión de, 304 y 351
Generales de la República, acusación a los, 193 y 491
Gobernadores 368
Gobernadores de departamentos, acusación de 193
Gobernadores, fuero de los .' 400
Gobierno y administración interior del Estado, 265, 272 y 368
Gobierno departamental 168
Gobierno, forma de, 332 y 471
Gobierno, sistema de, 46, 49, 52, 56, 60, 66, 72, 335, 404, 437, y. . 493
Guerra, declaración de, 186, 350 y 502

Herencias, impuesto a las 482


Hogar, inviolabilidad del, 138 y 339
Higiene pública 390
Honores a los servidores públicos, 190 y 349

Igualdad ante la ley 334


Imposición de la fuerza en las resoluciones de las autoridades, 340 y 486
Impuesto a las herencias 482
Impuestos progresivos y proporcionales 83
Indemnización por perjuicios efectivos o morales causados por la
justicia, 339 y 485
Indultos generales, 351 y 514
Industrial, propiedad 480
Industrias, protección a las 481
Incompatibilidades e inhabilidades parlamentarias, 155, 159, 342,
343 y 488
Inhabilidades parlamentarias, 155, 149, 192 y 342
Inhabilidad para ser Senador 185
Intelectual, propiedad 138
Intendentes -
368
Intendentes, acusación de los 193
Intendentes, fuero de los 400
-
748 -

Págs.
Intendentes, nombramientos, requisitos para serlo y facultades
fiscalizadoras 520
Interpretación de la Constitución, 205 y 326
Invención, propiedad de 138
Inversión, cuenta de 186
Inviolabilidad de la correspondencia, 138 y 339
Inviolabilidad del hogar, 138 y 339
Inviolabilidad de la propiedad, 337 y 339
Invocación del nombre de Dios en la nueva Constitución 397
Islas nacionales 487

Judicial, Poder, 195, 365, 369, 389 y 516


Jueces, acusación a los 491
Jueces, nombramiento de los 517
Jueces, responsabilidad de los 518
Juntas comunales 1 70
Jurado, Senado como 194
juramento del Presidente de la República, 215, 356 y 505
Juramento o promesa de los funcionarios 305
Justicia, administración de, 248, 261 y 517
Justicia, indemnización por perjuicios efectivos o morales causa
dos por la, 339 y 485
Juzgamiento de personas, 338 y 339'

Ley que fija las fuerzas de mar y tierra, 189, 350 y 503
Ley, materias de. . . „ . 347
Ley de presupuestos, 66, 348, 498 501 y , \ . . 509
Ley de timbres, estampillas y papel sellado. 512
Leyes, aprobación de las 200
Leyes, constitucionalidad de las, 81 369
Leyes de contribuciones, 189, 347, 503 y 512
Leyes, efecto retroactivo de las 482
Leyes excepcionales : 186
Leyes, formación de las, 227, 241 , 247, 351 y 504
Leyes, iniciativa de las 194
Leyes sociales, 105, 122 y 138
Leyes y sistema monetario, 190, 350, y 502
Libertad de comercio 487
Libertad de conciencia, 334 y 474
Libertad de cultos, 334 y 474
Libertad de enseñanza, 139, 337 y 476
Libertad de opinión, 335 y 475
Libertad de palabra 141
Libertad personal 338:
Libertad de prensa 141
Libertad de reunión, 475 y 509
Libertad de trabajo, 138 ,477 y 482

749 —

Págs.
Libertad de tránsito 338
Libertades públicas 82
Libertades públicas en territorio de dominio particular 481
Libertades individuales y restricción de ellas, 186 y 483
Literaria, propiedad 481

Magallanes, elecciones en 527


Magallanes, provincia de 384
Mar, fuerzas de, 189, 350 y 503
Materias de ley 347
Medidas, sistema de, 190 y 350
Mensaje presidencial, 505 y 515
Militares, ascensos de los 513
Ministerios, censura a los 385
Ministerios, empleados de los 513
Ministros de Corte, acusación a los 193
Ministros de la Corte Suprema 517
Ministros de Estado, acusación a los 192
Ministros de Estado, asistencia al Congreso 362
Ministros de Estado, firma de los 514
Ministros de Estado, número, requisitos para serlo, atribuciones
y deberes, 223 y 362
Ministros de Estado, responsabilidad de los 514
Modificación de atribuciones de los empleados púhlicos 190
Monedas, sistema y leyes de, 190, 350 y 502
Muerte, abolición de la pena de, 143 y 484
Mujer, electividad de la 155
Mujeres, admisión a empleos públicos de las 93
Municipales, elección de, 152, 389 y 523
Municipalidades, 286 y 524
Municipalidades, enajenación de los bienes de las, 190, 347 y. . . . 500
Municipalidades, requisitos para ser miembro de ellas, 329 y. . . . 523

Nacionalidad y ciudadanía, 327, 332 y 472


Nombramientos de Intendentes, 520
Nombramientos judiciales, 369 y 517
Nombramientos recaídos en parlamentarios :. 342
Nulidad de resoluciones tomadas bajo presión de fuerza 304

Obediencia de las fuerzas armadas 304


Obligaciones militares '. 404
Opinión, libertad de, 335 y 475
-
750 -

Págs.
Pagos por Tesorerías, 304 y 340
Palabra, libertad de 141
Papel sellado, timbres y estampillas, ley de 512
Parlamentarios, ausencia de los, 342 y 343
Parlamentarios, elecciones de, 50, 58, 153 y 163
Parlamentarios, incompatibilidades de los, 342, 343 y 488
Parlamentarios, inhabilidades de los, 149, 155, 192 y 342
Parlamentarios, nombramientos recaídos en los 342
Parlamentarios, permiso para ausentarse de los 50
Parlamentarios, renuncia de los, 50 y 340
Parlamentarios, requisitos para serlo 342
Particulares, responsabilidad de los, en las detenciones y condenas
indebidas 249
Pena aflictiva, 339 y 485
Pena de azotes 484
Pena de muerte, abolición de la, 143 y . . . 484
Pensiones fiscales 349
Pensiones a los servidores públicos ¡90
Perjuicios efectivos o morales causados por la justicia, indemni

zación por, 339 y 485


Período constitucional del nuevo Congreso 392
Permiso para ausentarse de los parlamentarios. . 50
Permisos que otorga el Senado. 194
Personal, libertad. . 338
Personalidad jurídica 514
Personas, juzgamiento de, 338 y 339
Pesos, sistema de, 190 y 350
Petición, derecho de, 139 y. 337 .

Poder Ejecutivo, fiscal i /ación dd 193


Poder Judicial, 195, 365, 369, 389 y 516
Poder Legislativo 340
Plebiscito en la foimación de las leyes 241
Prensa, libertad de 141
Presidente de la República, acusación del, 80, 192, 344, 489 y 500
Presidente de la República, atribuciones y facultades del, 217, 356 y 505
Presidente de la República, ausencia dei, 213 y 356
Presidente de la República, calificación y escrutinio de la elec
ción del, 209, 212 y 356
Presidente de la República, cesación de las funciones del. 214
Presidente de la República, duración del período del, 205, 356 y. . 505
Presidente de la República, edad para serlo : 505
Presidente de ¡a República, elección del, 50, 58, 151, 153, 163, 207,
210, 356 y 512
Presidente de la República, facultades extraordinarias transitorias
del, 394 y 502
Presidente, de la República, inhabilidades del 213
Presidente de la República, mensaje dei, 505 y ; . . . . 515
Presidente de la República, proclamación de! 356
Presidente de la República, promesa o juramento del, 215 356 y. . 505
Presidente de la República, reelección del, 205 y 356
Presidente de la República, reemplazo del, 51, 213 y 356
Presidente de la República, renuncia del 186
Presidente de la República, requisitos para ser elegido, 205 y 351
Presidente de la República, salida del territorio del, 214 y 356
Presidente de la República, sede del 351
Presidente de la República, subrogación del, 214 y 356
Presión, resoluciones tomadas bajo fuerza de la 304
Presupuestos, ley de, 66, 189, 348, 498, 501 y 509
Previsión Social, protección a las obras de. 481
Prisión, 338 y 339
Prohibición de arrogarse facultades no otorgadas 304
Promesa de los funcionarios 305
Promesa del Presidente de la República, 215, 356 y 505
Promulgación de la nueva Constitución 396
Propiedad 337
Propiedad, derecho de, 85, 93, 108, 121, 127, 137 y 480
Propiedad, división de la 482
Propiedad industrial y literaria 481
Propiedad de invención e intelectual 138
Propiedad, inviolabilidad de la, 338 y. . . 339
Provincias, agrupaciones de, 165 y. , , 178
Puertos mayores, 190 y 350

Quorum de la Cámara de Diputados .

Quorum de las Cámaras


Quorum del Senado

Recurso de amparo 339


Reelección del Presidente de la República, 205 y 356
Reemplazo del Presidente de la República, 205 y 356
Reformas constitucionales, 306,(381, 390 y 526
gimen administrativo interior, 265 y 272
Réggimen comunal, 167 y 169
rimen o sistema de Gobierno, 46, 49, 52, 56, 60, 66, 72, 385,
404, 437 y 493
Rehabilitaciones que otorga el Senado : . . . . 194
Religión, 312 y 396
Renuncia de Diputados 192
Renuncia de parlamentarios, 50 y 340
Renuncia del Presidente de la República 186
República, división polílica y administrativa de la, 190, 350 y. . . . 370
Requisitos para ser elegido parlamentario 342
Requisitos para ser elegido Préndente de la República. .205 y 356
Requisitos para ser Intendente 520
Requisitos para ser Ministro de Estado, 223 y 356
-
752 -

Págs.

Requisitos para miembro de las municipalidades, 329 y


ser 523
Residencia de los de Ejército
Cuerpos 190
Resoluciones de las autoridades por imposición de la fuerza, 340 y. 486
Resoluciones que sólo pueden adoptarse por ley 347
Resoluciones tomadas bajo presión de fuerza 304
Responsabilidad del Estado y de los particulares en las detenciones
y condenas indebidas '49
Responsabilidad financiera del Estado, 189 y 347
Responsabilidad fiscal en los juicios contra personas 339
Responsabilidad de los Ministros de Estado 514
Responsabilidad de los jueces 518
Restricción de las libertades individuales, 186 y 483
Retroactividad de las leyes 482
Reunión, derecho de, 139 y 337
Reunión, libertad de, 475 y 509

Salubridad pública 390


Sede del Congreso Nacional 35 1
Sede de la Corte Suprema 351
Sede del Presidente de la República 351
Senado, acuerdos de! 194
Senado, atriburiones del, 193 y 346
Senado, composición del, 177 y 346
Senado, contiendas de competencia de que conoce 194
Senado, dictámenes del 194
Senado, iniciativa de las leyes 194
Senado, como jurado 194
Senado, permisos que otorga 194
Senado, rehabilitaciones que otorga 194
Senado, quorum del 354
Senador, edad para serlo 356
Senador, inhabilidad para serlo, 185, 192 y 194
Senador, requisitos para serlo 184
Senadores, agrupariones provinciales para elegir, 393 y 527
Senadores, duración del período de los, 184 y 346
Senadores, elección de, 165, 171, 392, 499 y 527
Senadores Gremiales 180
Senadores, reemplazo de los 184
Sanadores, renuncia de los 194
Senadores de la República 178
Servidoies públicos, honores a los, 190 y 349
Servidores públicos, pensiones a los 190
Sesiones ordinarias y extraordinarias del Congreso Nacional, 202,
354 y 504
Sistema y leyes monetarias, 190, 350 y 502
Sistema de pesos y medidas, 190 y 350
Sistema o régimen de Gobierno, 46, 49, 52, 56, 60, 66, 72, 385,
404, 437 y 493
Sitio, estado de, 304 y 514
-
753 -

Págs.
Soberanía nacional, 331 y 471
Sociales, leye^, 105, 122 y 138
Subrogación del Presidente de la República 214
Sueldos de los empleados públicos 190
Supresión o creación de empleos, 190 y 349
Suspensión de garantías, 304 y 351

Territorio, división del, 165, 166 y 171


Tesorerías, pagos por las, 304 y 340
Tierra, fuerzas de, 189, 350 y 503
Tierras, precios de las 517
Timbres, estampillas y papel sellado, ley de 512
Tormentos, aplicación de 339
Trabajo, libertad de, 138 337, 477 y 482
Tránsito, libertad de 338
Tratados, aprobación de 191
Tribunal Calificador de Elecciones, 363, 369 y 315
Tribunales Administrativos, 368 y 518
Tribunales de Justicia, acusación a los 500
Tropas extranjeras, 190 y 350
Tropas nacionales, 190 y 350

Vinculaciones 305

Yacimientos mineros 487


APÉNDICE

1.a Prueba del Proyecto de Reformas Constitucionales. 529


2.a Prueba del Proyecto de Reformas Constitucionales 567
Reformas de la Constitución Política 605
Proyectos definitivos de ....

607
Proyecto definitivo -

Fórmula disidente 644


Voto de rechazo 647
Relación entre la numeración de la Contitución de 1833 y la pro
648
puesta
Decreto-ley que convoca al plebiscito 653
Documentos anexos 655
Manifiesto de S. E. el Presidente de la República, don Arturo
Alessandri, en que explica por qué no convocó al Parlamento
a í esiones 657
Manifiesto de S. E. el Presidente de la República, don Arturo
Alessandri, de 28 de Julio de 1925 667
Versión oficial de la Conferencia sobre reformas constitucionales
dictada por S. E. el Presidente de la República, don Arturo Ales
sandri, en la Universidad de Chile el 3 de Julio de 1925 . . . . . . 683
Decretos supremos que designaron a los miembros de la Comisión
Consultiva de Reformas Constitucionales 725
FE DE ERRATAS

dice debe decir

Zañartu (don Enrique) Zañartu (don Héctor)


tienden
artículo 88
artículo 88

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