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Cuando
te encuentras en una situación difícil, algo que tienes que hacer y que requiere gran
esfuerzo, como es tu caso, superar una ruptura.
Necesitas grandes dosis de motivación y técnicas para que esa motivación se mantenga a lo
largo del tiempo.
Para elaborar un buen contrato de contingencias, debes hacer explícitas las acciones que
quieres llevar a cabo y las consecuencias del cumplimiento o no cumplimiento de las
mismas.
Las cláusulas hacen referencia a las conductas concretas que se quieren modificar y a las
contingencias que se establecen para conseguir el cambio.
El resultado final de un contrato conductual debe ser un documento al recurrir como una
guía de obligado cumplimiento que te va a permitir mejorar tu calidad de vida y adquirir
hábitos saludables.
La conducta exigida a tu hijo/a debe ser sencilla, fácil y expuesta de manera comprensible,
y la recompensa debe ser inmediata (cuanto más pequeño sea el niño/a menos simbólico
debe ser el refuerzo).
1. Pide la conducta que deseas dividida en pequeñas partes y que trabaje sobre cada
una de ellas para poco a poco ir incrementando de manera progresiva las
exigencias.
2. Las recompensas por cumplir el contrato deben ser muy frecuentes, aunque sean
pequeñas. Además, deben tener el valor de informar de lo adecuado o no de la
realización, y de reforzarla.
3. El contrato debe especificar las conductas (Hacer la tarea de lengua), por cuyo
cumplimiento se recompensará y no establecer contratos basados en categorías o
vaguedades como “ser más obediente”, o “estudiar más”.
4. El contrato de contingencias debe recompensar el comportamiento adecuado
después de que éste ocurra, nunca antes.
5. El contrato debe ser razonable, es determinante que el niño lo acepte, lo que implica
que debe haber un cierto equilibrio entre la conducta exigida y los reforzadores. Un
contrato injusto para una de las partes, genera tensión y agresividad.
6. Un contrato impuesto, dificulta la auto-regulación de las conductas.
7. Los términos del contrato deben estar claros: qué debe hacerse y cuántas veces.
8. El contrato debe ser honesto. No basta con que refuerces a tu hijo al principio,
debes seguir hasta la consecución de la conducta deseada. Debe ser cumplido de
manera constante.
9. El contrato de contingencias debe ser positivo. Es importante que le produzca
consecuencias positivas y no una retirada del castigo: Tareas aprendidas se
asocian a situaciones agradables, favoreciendo la motivación intrínseca.
10. Debes ser usarlo de manera sistemática y no sólo en ocasiones o periodos de tiempo
aislados.
Una última regla: El contrato debe recompensar a tu peque por su iniciativa en la emisión
de conductas meta, más que por obedecer.
Esto facilita el mantenimiento de la conducta tras la retirada del programa (Si Pablo pone la
mesa sin que nadie se lo pida, podrá jugar 15 min (en vez de 10) con los soldaditos).
Discuten con frecuencia por pequeñas cosas: cómo dejan el cuarto de baño después de
usarlo, el no hacerse caso, no dejarse “espacio” para disfrutar de sus aficiones, no
saludarse al entrar en la casa,…
Como parte del tratamiento decido utilizar un contrato de contingencias quid pro quo en
el que cada una de las partes habrá de modificar algunos de esos comportamientos
molestos, obteniendo reforzadores de la otra parte.
Esta técnica es muy usada en niños, pero como ves, también se puede utilizar en adultos,
con bastante éxito.