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2010
Psicología Analítica 2010; Andrés Estradé
En el modelo junguiano de la psique, el EGO (Yo) aparece girando en una franja de consciencia
alrededor d un núcleo central. El Self (o Sí-mismo). Uno y otro están unidos por el eje EGO-Self.
Las franjas concéntricas intermedia e interior representan el inconsciente personal y colectivo.
Las unidades funcionales que conforman el inconsciente personal con los complejos, y los del
inconsciente colectivo son los arquetipos.
EGO Consciencia
Inc. personal
A
C A SELF A C
A
Inc. colectivo
C
Arquetipos
Los arquetipos son “centros” innatos, comunes al cerebro y a la psique, con capacidad para
iniciar, influir y mediar en las características del comportamiento y en las experiencias típicas
de todos los seres humanos con independencia de raza, cultura y época.
Todo niño nace con un anteproyecto de vida intacto, tanto física como mentalmente, que no
ha sido otorgado por el entorno sino por una combinación de presión selectiva y herencia. No
se trata de ideas heredadas, sino modos de funcionamiento psíquico heredados;
predisposiciones a cierto tipo de experiencias; patrones de organización. Son formas sin
contenido, que sólo representan la posibilidad de cierto tipo de percepción o acción.
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Entre arquetipos y complejos existe una relación funcional, en tanto los complejos son
“personificaciones” de los arquetipos. Son los medios a través de los cuales los arquetipos se
manifiestan en la psique personal. Así, el arquetipo es inaccesible directamente; sólo podemos
conocerlo a través de sus manifestaciones.
Existen:
De este modo, los arquetipos nos predisponen a enfocar la vida y vivirla de determinadas
maneras, y a organizar las percepciones y experiencias de determinada forma.
El inconsciente
Para Jung el inconsciente contiene no sólo lo reprimido, sino también aquello que una vez
logró consciencia pero que permanece en estado subliminal y aquello que jamás llegó a la
consciencia pero que sirve de germen para nuevos contenidos.
Complejos
Los complejos son ciertas temáticas emocionales que debido a que no somos conscientes de
ellas nos atrapan. Entidades psíquicas que estás fuera del control de la mente consciente.
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Los complejos son productos de la experiencia. Son lo que permanece en la psique una vez que
la experiencia ha sido digerida y reconstruida en forma de imagen.
Somos esclavos de nuestros complejos; para liberarnos de ellos la única solución es hacerlos
conscientes y enfrentarnos a ellos. Al hacerlo, estos de disuelven y se produce una descarga y
redistribución de energía hacia otros contenidos.
El EGO es el más importante de los complejos. Cuando un complejo adquiere tal autonomía
que llega a dominar o sustituir al EGO, se vuelve patológico.
Toda la personalidad consciente e inconsciente está regulada por el Self (o Arquetipo Central),
que funciona como un coordinador de todo el psiquismo.
Para Jung el EGO es un producto de la actividad creativa del inconsciente, que está coordinada
por el Self. El EGO es el gran centro organizador de la consciencia; es l responsable de la
personalidad empírica (nuestra personalidad tal y como la conocemos) y el sujeto de todos los
actos conscientes de la persona. El EGO se refiere a la experiencia que esa persona tiene de sí
misma como un concentro de reflexión, voluntad, deseo y acción. Nace del inconsciente, a
partir de la necesidad de adaptación al mundo externo.
El EGO es quien da el sentido de identidad, d continuidad y unicidad a través del tiempo, más
allá de las trasformaciones que podamos experimentar.
Por último, el Self necesita del EGO para llegar a ser. Ninguna imagen, emoción o idea puede
ser consciente a menos que esté asociada al EGO.
Persona y Sombra
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La mejor persona que se puede tener es la que se adapta con facilidad y flexibilidad a
diferentes situaciones sociales, al mismo tiempo que es un fiel reflejo de las cualidades del Yo
que la respaldan.
Los niños aprenden qué cualidades se consideran deseables por los padres y la sociedad, y
cuáles no. Los rasgos deseables se incorporan a la persona, mientras que las cualidades que se
perciben como indeseables se reprimen u ocultan en el inconsciente personal. Así, al mismo
tiempo que se forma la persona, todas esas inclinaciones reprimidas van formando otro
complejo o subpersonalidad -la sombra- en el inconsciente personal. Es aquel ser inferior que
habita en nosotros; aquel que desea hacer todo aquello que no nos está permitido hacer.
La sombra es personal, en cuanto que toca a nuestros propios fallos y debilidades, pero
también es un fenómeno colectivo, en tanto es común a toda la humanidad. Es lo natural, el
hombre instintivo. Cuanto más estricta sea una sociedad, más grandes serán las sombras de
sus miembros.
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La Psique Creativa
Para Jung la psique era algo maravilloso: fluida, multidimensional, viva y capaz de desarrollo
creativo. Sentía una profunda confianza en su potencial integrador.
El síntoma no se desarrolla debido a una experiencia previa, sino para dar expresión a una
parte de la psique o lograr un objetivo. El Sí mismo es el agente que estructura, contiene y
dirige el desarrollo de la totalidad de la psique, incluido el Yo. Simboliza un estado ideal de
totalidad y salud, aunque nunca llega a desarrollarse por completo. En el mejor de los casos, el
Yo actúa como el “brazo ejecutor” del Sí mismo.
El objetivo del símbolo es transformar la libido de un nivel a otro, señalando el camino para
futuros desarrollos. Los símbolos hablan el idioma de los arquetipos, se originan en el
inconsciente colectivo.
Sí-mismo
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El yo es el “sujeto” que se representa los contenidos psíquicos. Para que un contenido sea
consciente, es necesario que un sujeto se lo represente; la conexión con el yo es la condición
necesaria para que algo se haga consciente, ya sea una emoción, un pensamiento, una
percepción o una fantasía. Cuando un contenido psíquico solo es vaga o marginalmente
consciente, es que aún no ha sido capturado y mantenido en la superficie reflexiva del yo.
La consciencia es lo que sabemos, e inconsciente todo lo que desconocemos (lo psíquico que
desconocemos). Algunos contenidos psíquicos son reflejados por el yo y mantenidos en la
consciencia, mientras que otros contenidos psíquicos permanecen fuera de la consciencia ya
sea temporal o permanentemente. El inconsciente constituye la mayor parte del mundo
psíquico.
El yo no sólo mantiene los contenidos en la consciencia y los ordena según las prioridades,
también es el “locus” de la toma de decisiones y del libre albedrío.
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La ubicación del yo
La psique colinda y llega hasta donde el yo es principio puede llegar. Esto no quiere decir, sin
embargo, que psique y yo sean idénticos, puesto que la psique incluye el inconsciente y el yo
está más o menos limitado a la consciencia. Pero el inconsciente, el menos potencialmente,
está disponible para el yo aun cuando éste, de hecho, lo experimenta muy poco.
El yo se sustenta por una parte en el campo de consciencia y, por otra, en el conjunto de los
contenidos inconscientes. Éstos se dividen en tres grupos:
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El yo debe diferenciarse del campo de consciencia en el cual se anida y para el cual constituye
el punto de referencia. Jung establece una diferencia entre lo que James llamó “el flujo de la
consciencia” y el “yo”. El yo se mueve dentro del campo de la consciencia, observando,
seleccionando y dirigiendo la acción, pero también ignorando una enorme cantidad de
material que la consciencia está atendiendo. La consciencia, dejando de lado al yo,
constantemente recoge y procesa información, y se encarga de las operaciones de rutina. Así,
el yo puede disociarse de la consciencia hasta cierto grado.
Lo que hace crecer al yo es lo que James llama “colisión”, esto es, conflicto, dificultades,
angustias, sufrimientos. Esto es lo que conduce al yo hacia su desarrollo. Sin embargo, las
condiciones pueden ser catastrófica y ocasionar en ocasiones daños graves en la psique. En
estos casos el yo no se refuerza sino que se lesiona y traumatiza. El abuso infantil y los traumas
sexuales en la infancia son un ejemplo de esas catástrofes psíquicas.
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Los complejos
Cuando una situación estimula un complejo, se provoca un estallido de energía que irrumpe en
la consciencia. La persona queda sujeta a descargas energéticas que escapan al control del yo.
Normalmente, el yo de la mayoría de las personas es capaz en cierta medida de neutralizar los
efectos de los complejos. Esta capacidad está al servicio de la necesidad de adaptación y de
supervivencia. Esto es similar (o tal vez idéntico) a la capacidad de disociarse.
Los complejos se generan en la vida y la historia de una persona; en este sentido son
“personales”. Pero también existen complejos familiares y sociales, que están en el colectivo y
“se le pegan” al individuo (como una enfermedad).
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Imágenes psíquicas
Un complejo “es la imagen de una determinada situación psíquica que tiene un fuerte acento
emocional y, además, es incompatible con la actitud habitual de la consciencia”.
Los complejos actúan como instintos en la medida en que provocan reacciones espontáneas
entre ciertas situaciones o personas, pero no son puramente innatos. En gtan parte, los
complejos son producto de la experiencia: traumas, interacciones, cultura. Estos se combinan
con algunos elementos innatos, las “imágenes arquetípicas”, y así se conforma la totalidad del
complejo. Son instintos humanos construidos; son lo que permanece en la psique una vez que
la experiencia haya sido digerida y reconstruida en forma de objetos internos.
Un complejo posee una solidez psíquica; es estable y resiste a lo largo del tiempo. Tiende a no
cambiar mucho. Sin embargo, el analista trata de descubrirlo y exponerlos a la reflexión del yo.
De este modo, pueden ser en cierto grado modificados (aunque no eliminados por completo).
Fragmentos de personalidad
Sin embargo, en menor grado, todos tenemos múltiples personalidades, poqeue todos
tenemos complejos. La diferencia es que, por regla general, los complejos están subordinados
a un yo integrado y por ende la consciencia del yo se mantiene durante la constelación de un
complejo. Generalmente, los complejos tienen menos energía que el yo y sólo dan muerta de
una mínima consciencia propia. En contraste, el yo dispone de una cantidad considerable de
energía y voluntad, y es el centro primario de la consciencia.
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La estructura del complejo está constituida por imágenes asociadas y recuerdos congelados de
eventos traumáticos que están enterrados en el inconsciente y que no son fácilmente
recuperables por el yo. Son recuerdos reprimidos. Lo que entreteje los diversos recuerdos
asociados al complejo y los mantiene en su sitio es la emoción.
“El contenido con tonalidad afectiva, el complejo, consta de un elemento nuclear y de un gran
número de asociaciones consteladas secundariamente”. Dicho núcleo está constituido por dos
partes: 1) una imagen o huella psíquica del trauma originario; 2) una pieza innata (arquetípica)
que está estrechamente relacionada con dicha experiencia.
Los arquetipos se viven y padecen en la vida cotidiana a través de los complejos. En términos
generales, los complejos son creados por traumas. Previo al trauma, el arquetipo existe como
imagen y fuerza que motiva pero no posee las cualidades perturbadoras del complejo. El
trauma crea en la memoria una imagen que está cargada emocionalmente y que se asocia con
una imagen arquetípica; al juntarse estas dos se congelan en una estructura más o menos
permanente. Esta estructura contiene una cantidad específica de energía con la cual puede
atar otras imágenes asociadas y crear así una red.
Existen grados de posesión, desde los más ligeros y momentáneos hasta los psicóticos y
crónicos. Lo que se observa en la posesión es que ciertos rasgos de personalidad, que
usualmente no forman parte del carácter y estilo habituales del yo, se manifiestan de forma
flagrante.
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La libido es la fuerza que anima al yo y a os complejos dándoles vida; es para Jung una “energía
psíquica”. La teoría de la libido de Jung conceptualiza, de manera abstracta, las relaciones
entre las diversas partes de la psique.
Sexualidad y libido
Para Freud, lo que califica principalmente al alma es la energía sexual. Sostenía que la
sexualidad es el principal elemento de motivación de casi todos los procesos mentales y
conductas, si no de todas. La sexualidad es también la causa principal de los conflictos
psicológicos, se las neurosis y psicosis.
Desde un comienzo, Jung mostró grandes reservas con respecto al papel tan preponderante
que Freud le daba a la sexualidad, y sugirió que otros impulsos podrían motivas la conducta
humana.
Para Jung la libido sexual no es más que una rama de la voluntad o fuerza vital más general.
Este torrente general de energía psíquica tiene varios ramales y en la historia de la evolución
humana algunos de estos ramales resultan más prominentes que otros en ciertos puntos. En
algunas etapas del desarrollo la libido sexual es más prominente y crucial que en otras.
A Jung le resultará entonces evidente que no todas las expresiones de la actividad psíquica
tienen un origen o un propósito sexual, aun cuando puede ser que alguna vez sí lo hayan
tenido en la historia primordial de la especie humana (ej. La música y el arte).
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Esta analogía puede ser aplicada para generar entusiasmo y excitación respecto a la cacería
Con el paso del tiempo la cacería desarrolla su propio significado cultural, motivaciones y una
vida psíquica propia
La libido para Jung no consiste entonces en simplemente un deseo sexual por objetos
específicos, ni tampoco ha de ser concebida como una suerte de presión interna que busca
descargarse pagándose a objetos de amor. La libido en “voluntad”.
Jung divida le voluntad en dos partes: la voluntad de vida y la de muerte. En la primera mitad
de la vida la voluntad de la libido es la de crecimiento, en la segunda mitad de la vida hace
alusión suavemente en un principio y luego fuertemente, a su voluntad de muerte.
La física de comienzos del siglo XX proporcionó a Jung un modelo para reflexionar sobre la
energía psíquica. La energía psíquica es para Jung finalista y tiene que ver con la transferencia
de movimientos entre objetos psíquicos hasta el equilibrio. El equilibrio es la causa final, el
objetivo.
Regresión y progresión
Regresión y progresión de la libido son dos términos que hacen referencia a la dirección del
movimiento de la energía.
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Pero la progresión de la libido puede detenerse e invertir su dirección. La energía hace una
regresión y desaparece en el inconsciente, donde va a activar algún complejo. La energía
regresa al sistema psíquico y deja de estar disponible para la adaptación. Esto activa los
complejos, que van aumentando su energía a medida que el yo la va perdiendo. La energía no
desaparece del sistema, desparece de la consciencia. El resultado típico será la depresión, la
incertidumbre, el conflicto interno, la pérdida de la motivación.
Transformaciones y símbolos
Los seres humanos poseen la capacidad natural de canalizar la energía desde sus orígenes
instintivos hacia el campo de lo artificial, de esta forma crearon la cultura y se especializaron
en el trabajo. Esto fue posible gracias a las analogías, que funcionan como símbolos. Las ideas
e imágenes (contenidos mentales) canalizan la libido hacia nuevas direcciones al desviarla de
su objeto y gradiente natural.
Un símbolo capta una gran cantidad de energía para él mismo y le da forma a las maneras en
que se canaliza y se consume la energía psíquica. Los símbolos emergen de la base arquetípica
de la personalidad, no son un invento del yo. Son los grandes organizadores de la libido.
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Se denomina cuaternario arquetípico a los cuatro arquetipos básicos que rigen el desarrollo.
Cada uno tiene una forma característica, o sea, un dinamismo propio para relacionar al yo con
el otro y una manera típica de coordinar, de expresar y de elaborar los símbolos y funciones
estructurantes. Éstos son los arquetipos de la Gran Madre, del Padre, de Alteridad y de
Totalidad; todos ellos regidos por el arquetipo central Self.
YO
1. Arquetipo Central/dinamismo urobórico
SELF
La imagen arquetípica más evocadora de la fase anterior al yo del desarrollo infantil era el
uroborus, la serpiente circular que se muerde la cola. A medida que el yo logra salir del
uroborus, comienza el diálogo entre la parte consciente e inconsciente de la psique.
Cada dinamismo se caracteriza por un tipo específico de “posición arquetípica” que rige la
elaboración simbólica; se puede decir que las cinco posiciones arquetípicas corresponden a
una “teoría Arquetípica de las relaciones objetales”.
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e inmerso en la indiferenciación psíquica. Está así muy asociada al dinamismo del Arquetipo
Central, que todo lo abarca y coordina y, por eso, participa del inicio de toda activación
simbólica. Las otras posiciones, como todos los demás fenómenos psíquicos, también están
relacionados con el Arquetipo Central, sin embargo, de forma no tan directa, pues son
coordinados por cada uno de los cuatro arquetipos regentes (del cuaternario arquetípico).
YO
En la posición insular hay islas con odio, otras con amor, con admiración, desprecio, sin una
concatenación lógica entre sí. Esta posición es característica del dinamismo matriarcal, pues
expresa las condiciones de intimidad, mezcla inconsciente-consciente, descentralización
aparente y ausencia de control rígido y programación preconcebida que condicen con el
arquetipo matriarcal. La posición insular no debe ser reducida a la infancia bajo pena de
empobrecer enormemente el funcionamiento del dinamismo matriarcal en la vida adulta. Sin
embargo, sí es la posición característica de la infancia, en donde el yo recién está emergiendo
del Self.
La posición insular acoge situaciones conflictivas en islas diferentes. El niño puede amar al
padre, a la madre, a sus amigos en un momento dado y en seguida odiarlos, sin sentirse
obligado a concluir lógicamente en una única actitud.
En el dinamismo patriarcal se forman polos excluyentes entre sí; el yo y el otro y todas las
polaridades, inclusive la polaridad consciente-inconsciente, operan de forma distante
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En el dinamismo patriarcal rige la posición polarizada. La posición inslar es así seguida por la
posición polarizada que tiende a organizar la relación yo-otro dentro de sistemas lógicos y
racionalmente coherentes. Predomina la relación causa-efecto, lo que orienta la elaboración
simbólica para que todo sea abstracto, previsible, organizado. En general se postulan binomios
de principios opuestos y mutuamente excluyentes, de forma que generen sistemas psíquicos
coherentes (ej. Instinto de vida y de muerte postulados por Freud). No hay dialéctica entre los
polos opuestos.
Por último, vale tener en cuenta que, la pujanza de la posición polarizada puede, por su poder
de generalizar, generar una omisión y un atropello de condiciones existenciales básicas, cuyos
símbolos serán descargados hacia la sombra. El dicho “cuanto más yo, más sombra”, se aplica
a la posición polarizada como a ninguna otra.
Yo-otro
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La relación dialéctica entre las polaridades no quiere decir que estas se consideren iguales,
sino que se reconoce su existencia. No se busca la igualdad de las partes, sino oportunidades y
derechos iguales para la expresión e interacción de sus diferencias.
Yo-otro
Aquí rige la posición contemplativa, la cual propicia que las identidades del Yo y el otro se
reúnan un una Gestalt unitaria que permite la contemplación del todo, incluyendo sus
polaridades.
Ej: civilizaciones antiguas de Oriente búsqueda del contacto con el todo por medio
de la meditación.
La elaboración simbólica pasa por las cinco posiciones de forma relativamente evolutiva. Sin
embargo, aun cuando la posición siguiente es alcanzada, la anterior no debe ser totalmente
abandonada, para mantener la vivencia arraigada en sus características principales. La idea es
que el Yo esté siempre disponible para retomar cualquier posición en la elaboración de las
situaciones existenciales.
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El niño nace no como una tabula rasa sino con todas las aptitudes necesarias para la vida y
dotado de un programa vital que le guiará a través de diversas fases en la búsqueda de un
objetivo intrínseco: la realización más completa posible del sí mismo. Los factores ambientales
ciertamente ejercen una enorme influencia en el desarrollo psicológico, pero lo hacen sobre
las predisposiciones innatas con las que todo niño nace. No es posible ninguna experiencia
humana si la intervención de una predisposición subjetiva, esto es, una estructura psíquica
innata que permita al hombre, de modo general, tener tal experiencia. Las estructuras
arquetípicas son así “universales” en sus formas fundamentales, y “únicas” en sus
manifestaciones individuales; sólo asumen contenido, influjo y finalmente consciencia al
encontrar hechos empíricos que excitan la predisposición inconsciente y la despiertan a la
vida.
Los arquetipos son “impulsos y formas instintivas heredadas que pueden observarse en todas
las criaturas vivas”, afirma Jung. Los arquetipos son entes biológicos, han evolucionado por
selección natural.
A lo largo de nuestra vida, cada uno de nosotros interpreta un guión escrito, codificado en la
estructura genética de nuestra especie. La herencia arquetípica que cada persona posee al
nacer presupone, así, el ciclo vital de la humanidad.
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Transición a la 2ª mitad
de la vida
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Transición a la
adolescencia Transición
Primera Mediana a la vejez
madurez edad
Última
infancia madurez
nacimiento muerte
Jung propone un modelo del desarrollo vital que abarca desde el nacimiento hasta la muerte.
Sostuvo que incluso hasta bien entrada la edad adulta continúan los cambios psicológicos.
Creía, además, que este programa interior del desarrollo confería a la segunda mitad de la vida
un carácter muy diferente al de la primera.
Para Jung, los “problemas” del primer y el segundo cuarto son esencialmente biológicos y
sociales, mientras que los del tercer y último cuarto son culturales y espirituales. El hombre
tiene dos fines: 1) el fin natural: engendrar a los hijos y las obligaciones derivadas de la
protección de su prole; 2) el fin “cultural”, que llega luego de haber alcanzado el primero.
Mientras que todas las demás teorías psicológicas evolutivas conciben un yo fuerte y
competente como punto culminante de la realización de la psique, Jung mantenía que el
objetivo de todo ese desarrollo de la personalidad era la realización plena del sí mismo. “Yo” y
“sí mismo”, aunque desiguales, son mutuamente dependientes: el yo no puede sobrevivir en el
sí mismo, y el sí mismo no puede alcanzar la consciencia sin el yo. EL sí mismo es lo que existe
a priori, de lo cual surge el yo. Lo inconsciente preforma al yo. “Yo no me creo a mí mismo sino
que más bien me acontezco”, decía Jung.
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Eje Yo-Self
YO
Self
Al principio, el yo existe sólo “en potencia” como componente del sí mismo. Luego, comienza
un proceso gradual de diferenciación. La línea perpendicular que los conecta representa el eje
yo-sí mismo, el vínculo vital que sostiene la integridad de la personalidad. Las zonas
sombreadas del yo representan el grado relativo de la identidad yo-sí mismo que subsiste en
las distintas fases del proceso de desarrollo.
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La Sombra
R. Robertson
En nuestra psique parece existir una especie de plantilla para nuestro destino en la vida; una
plantilla que puede adaptarse a los cambiantes entornos en que nacemos, crecemos y nos
desarrollamos. Cuando la persona en que nos convertimos se aleja demasiado de esa plantilla,
aparece la sombra. La sombrase nos aparece como una reacción opuesta y de igual fuerza a la
cara que presentamos al mundo. Compensa aquello que falta en nuestra personalidad
exterior, y lo hace dentro de los márgenes de la persona que estamos destinados a ser.
La sombra aparece cuando nos hemos vuelto demasiado virtuosos o, mejor dicho, cuando
nuestros valores morales se basan demasiado en el blanco-negro. Cuanto más dividimos
nuestro mundo moral en opuestos tan definidos, más fuerza adquiere el valor opuesto en
nuestro inconsciente. Cuanto más la negamos, más fuerte se hace la sombra.
La sombra no aparece para que abandonemos de pronto nuestros valores, sino para que
abramos los ojos a la posibilidad de que éstos se hayan vuelto demasiado restrictivos. La
sombra aparece en el momento de nuestra vida en el que necesitamos más dimensiones en
nuestra personalidad.
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Todo en lo que alguna vez podemos convertirnos pasa a través de los sueños antes que se
haga evidencia en nuestra vida. Cuando la sombra aparece por primera vez, es precisamente
todo lo que vemos como "no yo", todo lo que no tiene absolutamente nada que ver con
nuestra imagen de nosotros mismos. El "no yo" no sólo contiene todas las cualidades que
consideramos malas, sino también aquellas que poseen personas a las que admiramos, pero
con las que creemos que no tenemos nada en común. La sombra realiza por nosotros la
función de escoger cuáles de ese ilimitado número de cualidades son las que necesitamos.
No hay modo de evitar que llegue el momento de enfrentarnos a la sombra. Será una lucha
muy dura, pero una lucha en la que nuestra tarea no es tratar de derrotar a la sombra, sino
simplemente resistir. Debemos reconocer su legitimidad, lo que crea un vínculo a través del
cual la sombra nos bendice, y nosotros la bendecimos a ella. Adquirimos una nueva identidad,
que no será quienes éramos antes ni tampoco coincidirá con la de la sombra, y en la cual se
integran las cualidades de la sombra que nos hacían falta.
Proyección de la sombra
No es el sujeto consciente sino el inconsciente el que realiza la proyección. De ahí que uno no
haga las proyecciones, sino que se encuentre con ellas... Las proyecciones transforman el
mundo en la réplica de la cara oculta de uno mismo. C.G. Jung
Cuando conocemos a alguien por primera vez, la mayor parte de lo que vemos es la proyección
de una figura de nuestro interior. Conforme vamos conociendo mejor a la persona, nuestra
imagen interior se va adaptando para ajustarse a la persona real. Pero siempre estamos
proyectando, pues el entablar relaciones es un proceso activo en el que lanzamos nuestro
mundo interior hacia el exterior.
La proyección es la forma en la que la psique aborda algo o a alguien nuevo. Cada nueva
relación, conlleva alguna forma de proyección. Es un proceso básico de la naturaleza; toda
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Tres formas diferentes en que la sombra puede ser "visualizada” y confrontada: 1. a través de
sus apariciones en nuestros seños; 2. a través de la imaginación activa; 3. a través de su
proyección sobre personas del mundo exterior.
Mucha gente tiene dificultades en ver la sombra como algo más que su lado malvado. Bien y
mal no son siempre tan fáciles de distinguir. No nos beneficiamos en nada al equiparar la
sombra al mal, la sombra está en muchos sentidos más allá del mal y del bien. Conforme
llegamos a conocer la sombra y la integramos en nuestra vida, nos convertimos no en peores,
sino en mejores personas. Somos más tolerantes, más capaces de ponemos en el lugar de los
demás.
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Persona y Sombra
La sombra del yo
Todo yo tiene su sombra en el inconsciente personal. Es el ser inferior que habita en nosotros;
aquel que desea todo aquello que no nos está permitido hacer. El yo no experimenta la
sombra directamente. Siendo inconsciente, ésta es proyectada sobre los otros.
Se compone, por una parte, de aquellos aspectos que el ego ve como "negativos" y, por otro
lado, de todas las potencialidades no desarrolladas (sombra dorada). Se desarrolla a partir de
aquellas cualidades que se perciben como indeseables, inaceptables o censurables, las cuales
se reprimen y ocultan. Así, el complejo de la sombra posee cualidades opuestas a las de la
persona.
Primera mitad de la vida: energía dirigida hacia el mundo exterior para adaptarnos a
él.
Segunda mitad de la vida: reencuentro con el mundo interior; encuentro con la
sombra.
Cuando el ego se identifica con la persona, se habla de una inflación; cuando lo hace con la
sombra, se llama deflación.
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2. Sombra proyectada: alejamos del ego todo aquello que no queremos o no podemos
afrontar, proyectándolo en los demás. Si no podemos encararnos con nuestros rasgos
o deseos no expresados, los proyectamos sobre los demás. Nuestras proyecciones nos
permiten ver áreas de nuestra personalidad que normalmente están ocultas paran
nosotros.
3. Posesión por identificación: cuando nos identificamos con la sombra sentimos una
"inyección de energía". La sombra invade al ego; y después nos defendemos con
racionalizaciones.
La sombra cumple una función complementaria; es necesaria para que el individuo alcance la
totalidad, al integrarse los polos opuestos: persona y sombra. Sin sombra no se puede lograr la
individuación.
La elaboración de la sombra
Sus contenidos son elaborados durante el proceso de desarrollo del yo. Lo que la consciencia
rechaza se convierte en sombra, y lo que se acepta positivamente se convierte en la persona.
El yo suele sentirse más cómodo con la persona, en tanto ésta es más compatible con las
normas sociales. Sin embargo, si alguien evita su sombra, su vida será decente pero
incompleta.
La persona
Jung utiliza el término persona para dar cuenta de una tendencia arquetípica de adaptación a
la realidad externa y colectiva. Es la estructura arquetípica responsable de la adaptación social,
forma la identificación psicosocial de cada uno. Cumple la doble función de relacionarse con
los objetos y ocultar aspectos de la personalidad; evita así la vergüenza.
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La persona es el individuo tal y como se presenta. Es la máscara que usamos al interactuar con
los demás. Es frecuente que el yo se identifique con la persona. Pero el yo siempre es más que
la identificación de la persona.
Para que la sociedad pueda influenciar las actitudes y conductas de un individuo, éste debe
primero querer pertenecer a la sociedad.
La persona constituye el primer modelo para la formación del ego. Este modelo se basa
fundamentalmente en códigos colectivos de comportamiento y de ética, que son trasmitidos
en una primera instancia por los padres. Pero la persona no coincide con el ego, en tanto
indica la relación del ego con el mundo.
Desarrollo de la persona
El desarrollo de la persona es más fácil para los extravertidos que para los introvertidos. La
libido extravertida se dirige al objeto y ahí se queda; es para ellos más fácil encontrar una
persona adecuada puesto que se sienten más cómodos con el mundo objetivo.
Jung sostiene que los opuestos se unen por la intervención de una “tercer cosa”: el
inconsciente ofrece una solución creativa en forma de un nuevo símbolo, que una los opuestos
en una nueva actitud por parte del yo.
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Proceso de individuación
Estudiando una gran cantidad de personas y sus sueños, Jung descubrió que todos los sueños
son significativos en diversos grados para la vida del soñante y que son parte de un gran
entramado de factores psicológicos. Encontró que, en total, parecen seguir cierta ordenación o
modelo. Jung llamó a ese modelo "proceso de individuación". La realización de la unicidad del
hombre individual es la meta del proceso de individuación. Dicho proceso es real sólo si el
individuo se da cuenta de él y lleva a cabo conscientemente una conexión viva con él. Así, el
hombre es capaz de participar conscientemente en su desarrollo.
El "sí mismo" es el centro regulador del psiquismo y un factor de guía interior que es distinto
de la personalidad consciente y que puede captarse sólo mediante la investigación de nuestros
propios sueños. El "sí mismo” proporciona así una extensión y maduración constante de la
personalidad. Hasta dónde se desarrolla depende de si el ego está dispuesto o no a escuchar el
mensaje del "sí mismo". Es el ego el que proporciona luz a todo el sistema, permitiéndole
convertirse en consciente y, por lo tanto, realizarse.
El ego tiene que ser capaz de estudiar atentamente y entregarse, sin ningún otro designio o
intención, a esa incitación interior hacia el desarrollo. Es necesario prescindir de la actitud
utilitaria de los proyectos conscientes con el fin de dejar paso al desarrollo interno de la
personalidad. Sólo hay que escuchar, para saber lo que desea la totalidad interior-el "sí
mismo"- que hagamos aquí y ahora en una determinada situación. Cada persona tiene un
camino único de individualización cada persona tiene que hacer algo diferente, algo que es
únicamente suyo.
Cuando un niño alcanza la edad escolar, comienza la fase de edificación del ego y de
adaptación al mundo exterior. El proceso de individuación efectivo -el acuerdo consciente con
el propio centro interior (núcleo psíquico) o ''sí mismo"-empieza generalmente con una herida
de la personalidad y el sufrimiento que la acompaña. Esta conmoción inicial llega a una especia
de "llamada", aunque no siempre se la reconoce como tal.
El propósito oculto de esa llamada sólo se puede encontrar por medio de sueños y fantasías
surgidos del inconsciente. Si dirigimos la atención al inconsciente, sin suposiciones temerarias
o repulsas emotivas, con frecuencia se abre camino mediante un torrente de imágenes
simbólicas que resulta útiles. Hay que empezar el proceso aceptando toda clase de verdades
amargas, aceptando aquello que parece ser un "criticismo" por parte del inconsciente.
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El mito del héroe es la expresión arquetípica del proceso de individuación. Es un mito solar: de
sumersión, muerte en el inconsciente-mar y renacimiento en el amanecer luz-consciencia.
ETAPAS
1) La llamada o vocación
2) La des-alienación parental
La salida del héroe de la casa lleva consigo la muerte del dragón o las fieras que impiden la
salida (libido instintiva fijada a los objetos de la infancia: los padres).Muerte simbólica de la
madre para poder seguir el camino.
La esencia del mito del héroe estaría así en la lucha con el dragón, el yo con el inconsciente.
3) La des-alienación social
Desenmascararse del "parecer"; salir del parecer (la persona) para ver el ser. La
persona se ha identificado con el yo. El héroe debe desenmascararse de la persona y
encontrarse con el ser.
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La individuación no tiene otra finalidad que liberar al ego de las falsas envolturas de la
persona, de un lado, y el contacto con las imágenes arquetípicas inconscientes del otro.
4) La integración de la sombra
La sombra contiene generalmente valores necesitados por la consciencia, pero que existen en
una forma que hace difícil integrarlas en nuestra vida. La función de la sombra es representar
el lado opuesto del ego e incorporar precisamente esas cualidades que nos desagradan en
otras personas.
Proyección: es el acto de observar mis propias tendencias inconscientes en otras personas. Las
proyecciones de todo tipo oscurecen nuestra visión respecto al prójimo, destruye su
objetividad, y de este modo destruyen también toda posibilidad de auténticas relaciones
humanas.
Que la sombra se convierta en nuestro amigo o en nuestro enemigo depende, en gran parte,
de nosotros mismos. La sombra no es siempre, y necesariamente, un contrincante; la sombra
se hace hostil sólo cuando es desdeñada o mal comprendida.
Con frecuencia emerge otra "figura interior". Si quien tiene el sueño es un hombre, descubrirá
una personificación femenina en su inconsciente; y será una figura masculina en el caso de una
mujer. Jung llamó a esas figuras masculina y femenina "ánimus" y “ánima" respectivamente.
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mujer por primera vez y sabe inmediatamente que "es ella". Las manifestaciones más
frecuentes del ánima toman la forma de fantasías eróticas.
El ánima presenta aspectos positivos y negativos. Un aspecto positivo del ánima es, por
ejemplo, ser el causante de que un hombre sea capaz de encontrar el cónyuge adecuado. A su
vez, el ánima adopta el papel de guía, o mediadora, entre el mundo interior y con el "sí
mismo".
El papel del ánima como guía en el interior se produce cuando un hombre toma en serio los
sentimientos, esperanzas y fantasías enviadas por su ánima y cuando los fija de alguna forma;
por ejemplo, por escrito, en pintura, escultura, danza o composición musical. Cuando trabaja
en eso paciente y lentamente, va surgiendo otro material inconsciente más profundo salido de
las honduras y conectado con materiales anteriores. Así, el ánima se convierte en lo que
originariamente fue: la mujer interior que trasmite los mensajes vitales del "sí mismo".
Al igual que el carácter del ánima de un hombre está moldeado por su madre, el ánimus está
básicamente influido por el padre de la mujer.
Entre las cualidades negativas del ánimus encontramos: brutalidad, descuido, charla vacía,
malas ideas silenciosas y obstinadas. Pero también tiene un lado positivo y valioso: también
puede constituir un puente hacia el "sí mismo" mediante su actividad creadora. Si la mujer se
enfrenta con el ánimus, en vez de dejarse poseer por él, puede convertirse en un compañero
interior inapreciable que la dota con las cualidades masculinas de iniciativa, arrojo, objetividad
y sabiduría espiritual.
Si una persona ha forcejado seriamente y el tiempo suficiente el problema del ánima (o del
ánimus) hasta que ya no se sienta identificada con é1, el inconsciente cambia otra vez su
carácter dominante y aparece en una nueva forma simbólica que representa el "s mismo". En
los sueños de una mujer está generalmente personificado como figura femenina superior:
sacerdotisa, hechicera, madre tierra o diosa de la naturaleza o del amor. En el caso del
hombre, se manifiesta como iniciador y guardián, anciano sabio, espíritu de la naturaleza. Sin
embargo, puede adoptar otras varias formas en los sueños y visiones, no siempre como un ser
humano. Así, puede también aparecer como un joven, una muchacha de dotes sobrenaturales,
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como un ser bisexuado (reconciliando uno de los más importantes pares de opuestos
psicológicos: macho y hembra), como una pareja divina, como animal (que representa nuestra
naturaleza instintiva y su relación con nuestro medioambiente), como piedra.
Cuando el "sí mismo" aparece en los sueños de un individuo. Podemos esperar una solución
creadora para su conflicto. Según el testimonio de muchos mitos, el Hombre Cósmico (el "sí
mismo") no es sólo el principio sino la meta final de toda la vida, de toda la creación. Toda la
realidad psíquica interior de cada individuo está orientada, en definitiva, hacia ese símbolo
arquetípico del "sí mismo".
En la práctica, esto significa que la existencia de los seres humanos nunca se explicará
satisfactoriamente en términos de instintos aislados o mecanismos intencionados como son
hambre, poder, sexo, supervivencia, perpetuación de la especie, etc. El principal propósito del
hombre no es comer, beber, etc., sino ser humano.
Imaginación activa: cierta forma de meditar imaginativamente por la cual podemos entrar
deliberadamente en contacto con el inconsciente y hacer una conexión consciente con
fenómenos psíquicos. El meditador debe permanecer vacío por completo de toda meta o
programa consciente.
Nuestro inconsciente está armonizado con nuestro medio ambiente. Sin embargo, nuestros
sueños no refieren primordialmente y como regla general a nuestra adaptación a la vida
exterior. En nuestro mundo civilizado, la mayoría de los sueños se refieren al desarrollo (por el
ego) de la actitud interior "adecuada" respecto al "sí mismo", pues estas relaciones están más
alteradas en nosotros por las modernas formas de pensar y de comportamiento que en el caso
de los pueblos primitivos.
Hay varias razones por las que el hombre pierde contacto con el centro regulador del
psiquismo:
Una de ellas es que cierta tendencia instintiva única o imagen emotiva puede llevarle a
una unilateralidad que le hace perder su equilibrio;
Otra amenaza procede del exceso de soñar despierto que, en una forma secreta,
generalmente gira en torno a determinados complejos;
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Siempre que un ser humano se vuelve auténticamente hacia el mundo interior y trata de
conocerse -no rumiando sus pensamientos y sentimientos personales, sino siguiendo las
expresiones de su propia naturaleza objetiva tales como los sueños y las fantasías auténticas-,
luego, más pronto o más tarde, emerge el "sí mismo". Entonces el ego encontrará una fuerza
interior que contiene todas las posibilidades de renovación.
Pero hay una dificultad: toda personificación del inconsciente (la sombra, el ánima, el ánimus y
el "sí mismo") tienen, a la vez, un lado claro y otro oscuro. El lado oscuro del "sí mismo" es el
más peligroso de todos, precisamente porque el "sí mismo" es la fuerza mayor de la psique.
Puede hacer que las personas "tejan" megalomanías u otras fantasías engañosas que las
captan y las "poseen"; se pierde todo contacto con la realidad humana, el sentido del humor y
los contactos humanos.
Las tareas que nos encomienda el "sí mismo" no siempre son agradables, y muchas veces
interfieren con nuestros planes conscientes. Al principio, puede parecer que atenta contra las
relaciones interpersonales. Pero una vez realizado, el proceso de individuación cambia las
relaciones con los demás para mejor; los lazos (familiares por ejemplo) se dan ahora mediante
el "s, mismo".
b) la asistida: proceso que ocurre asistido por el análisis, desarrollado por métodos
definidos y experimentado conscientemente. Se alcanza así una amplitud y
penetración mayor.
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Ánima y Animus
Anima y animus son personalidades subjetivas que representan un nivel más profundo del
inconsciente que la sombra. Al igual que ésta, el ánima/us es una subpersonalidad dentro de la
psique que no coincide con la autopresentación y la identidad personal reflejadas por la
persona. Pero es más “ajena” al yo que la sombra. Anima y animus son figuras arquetípicas de
la psique.
Persona tiene que ver con las relaciones del yo con los objetos
Anima/us tiene que ver con las relaciones del yo son el “sujeto” (mundo
inconsciente profundo)
El ánima/us es una actitud que rige la propia relación con el mundo interno del inconsciente: la
imaginación, las impresiones, emociones, ideas, etc. Es el instrumento mediante el cual
hombres y mujeres penetran y se adaptan a los niveles más profundos de su naturaleza
psicológica.
Posesión por el ánima/us abre de par en par las puertas del inconsciente y deja
pasar todo aquello que tiene suficiente energía para cruzar el umbral. Mínimo control de los
impulsos, emociones y pensamientos inconscientes.
Jung dice que los hombres son masculinos por fuera y femeninos por dentro, y que las mujeres
son lo contrario.
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Psicología Analítica 2010; Andrés Estradé
El ánima/us usualmente contiene todas aquellas cualidades de género que le faltan a la actitud
consciente, a la persona. Si la persona es un hombre contiene los rasgos culturalmente
asociados con la masculinidad, los rasgos de la personalidad que no resultan conformes con
esa imagen serán reprimidos y se agruparán en el ánima.
Dado que la persona y la sombra se basan en valores colectivos, el potencial para llegar a ser
único como individuo no reside en ellos, sino en el ánima/us. En lo que refiere a las cualidades
individuales, nada se puede deducir a partir de la persona.
Así, el encuentro del yo con el ánima/us fue considerado por Jung como de una gran riqueza
potencial para el desarrollo psicológico; representa una conexión con el inconsciente incluso a
nivel más profundo que el de la sombra. La sombra no conduce mucho más allá de los
aspectos de la psique que han sido rechazados por la persona. El ánima/us establece un
puente profundo hacia el Self.
El ánima/us está moldeada por el inconsciente y sus cualidades; la sombra está en gran
medida moldeada por la persona.
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Los mitos
(apuntes de clase)
Un mito es una historia cuyo origen se ha perdido y que nos muestra una manera de vida, una
acción, de mirar el mundo y lo que nos sucede, como un continuo de lo que siempre ha
sucedido. Los mitos condensan realidades arquetípicas, y se expresan mediante un lenguaje
poético que se viste de símbolos.
Los mitos son expresiones arquetípicas del inconsciente colectivo; son los sueños del
inconsciente colectivo. Los sueños son al inconsciente personal como los mitos al inconsciente
colectivo.
Los mitos y los cuentos de hadas expresan de manera extremadamente sencilla y directa los
procesos psíquicos del inconsciente colectivo. En ellos, los arquetipos son representados en su
aspecto más simple, más sobrio y más conciso. Bajo esta forma pura, las imágenes arquetípicas
nos proporcionan la mejor de las claves que permiten comprender los procesos que se
desarrollan en la psique colectiva.
Los mitos son historias de nuestra búsqueda de la verdad y el sentido a través de los tiempos.
Los Mitos nos brindan una guía para los momentos difíciles, sobre todo para los momentos de
transición o las crisis de la vida.
b. Cosmológica: explica la forma del universo y cómo es que estamos aquí. Función hoy
en día ocupada por la ciencia y debatida por la religión. Aun así, queda un vacío que no
puede ser llenado por ninguna de las dos.
c. Sociológica: busca validad un cierto orden social: las leyes éticas, la vestimenta, el
comportamiento, etc.
d. Pedagógica: se dan las respuestas sobre cómo enfrentar diferentes retos de la vida,
diversos pasajes de transición.
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El Monomito
J.Campbell
En todo el mundo habitado, en todos los tiempos y en todas las circunstancias, han florecido
los mitos del hombre. Los símbolos de la mitología no son fabricados, no pueden encargarse,
inventarse o suprimirse permanentemente. Son productos espontáneos de la psique y cada
uno lleva dentro de sí mismo, intacta, la fuerza germinal de su fuente. Freud, Jung y sus
seguidores han demostrado irrefutablemente que la lógica, los héroes y las hazañas del mito
sobreviven en los tiempos modernos.
Siempre ha sido función primaria de la mitología y del rito suplir los símbolos que hacen
avanzar el espíritu humano, a fin de contrarrestar aquellas otras fantasías humanas constantes
que tienden a atarlo al pasado.
En todas las tradiciones mitológicas, el mito del héroe sigue una misma estructura: separación-
iniciación-retorno (unidad nuclear del monomito). La primer misión del héroe es retirarse de la
escena del mundo de los efectos secundarios, a aquellas zonas causales de la psique que es
donde residen las verdaderas dificultades, y allí aclarar dichas dificultades, borrarlas según
cada caso particular y llegar hacia la experiencia y la asimilación no distorsionada de las
imágenes arquetípicas (formas o imágenes de naturaleza colectiva que toman lugar en toda la
Tierra, que constituyen el mito y que al mismo tiempo son productos autóctonos e individuales
de origen inconsciente). Su segunda tarea y hazaña formal ha de ser volver a nosotros
transfigurado y enseñar las lecciones que ha aprendido sobre la renovación de la vida. El
regreso y la reintegración a la sociedad son, desde el punto de vista de la comunidad, la
justificación del largo retiro del héroe, y es usualmente el requisito más difícil que se le
presenta. Frecuentemente es honrado por la sociedad a la que pertenece, pero también con
frecuencia es desconocido o despreciado. Los héroes tribales (ej: Moisés) entregan su mensaje
a un solo pueblo; los héroes universales (ej: Jesús, Mahoma, Buda), entregan un mensaje para
el mundo entero.
Así, la aventura del héroe normalmente sigue el mismo modelo: la separación del mundo, la
penetración a alguna fuente de poder, y un regreso a la vida para vivirla con más sentido. El
efecto de la aventura del héroe cuando ha triunfado es desencadenar y liberar de nuevo el
fluir de la vida en el cuerpo del mundo.
El héroe, por lo tanto, es el hombre o la mujer que ha sido capaz de combatir y triunfar sobre
sus limitaciones históricas personales y locales y ha alcanzado las formas humanas generales,
válidas y normales.
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