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Siguiendo a Jesús

Emanuel, Dios con nosotros

He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que
traducido es: Dios con nosotros.
(Leer Mateo 1: 18-23)

Los Evangelios declaran que Jesús nació de una virgen. Su nacimiento fue algo
totalmente nuevo e impresionante. Siguiendo las pautas del racionalismo, algunos
podrían aseverar que no pudo haber ocurrido así, que esto es algo directamente
imposible. Sin embargo, no olvidemos que Dios es el creador de las leyes naturales; Él
puede controlarlas, utilizarlas o dejarlas de lado para cumplir sus propósitos y
manifestar su gloria.
Mateo, que estaba escribiendo para la nación de Israel, destaca que todo había sucedido
para que se cumpliese lo que el Señor había anunciado. Estaba apelando a la nación para
que comprendiese que el que había venido, tenía que ser el cumplimiento de las
profecías del Antiguo Testamento.
En esto, incluyó la profecía dada en el libro del profeta Isaías 7:14: Por tanto, el Señor
mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su
nombre Emanuel.
El ángel le dijo a José que todo lo que estaba sucediendo formaba parte del plan eterno
de Dios, porque el profeta Isaías había declarado, hacía 700 años, que una virgen
concebiría y daría a luz un hijo.
Consideremos algunos detalles sobre el nombre del niño que había de nacer. Hasta
ahora estábamos familiarizados con el nombre Jesús, que le fue dado al Señor porque
salvaría a su pueblo de sus pecados. O sea, Jesús es su nombre, y Cristo (ungido), es Su
título.
Aquí se anunció que también sería llamado Emmanuel, que significa "Dios con
nosotros". Esta frase expresa una de las verdades más maravillosas de la Palabra de Dios:
Dios no está distante, habiéndonos abandonado a nuestra suerte. Él está cercano, con
nosotros.
Dios no se presentó en la historia como un liberador prepotente, ni como un gran señor,
que desde las alturas de su comodidad ordena la liberación de los esclavos. Él bajó al
barro de la vida, se hizo pequeño y conoció en carne propia lo que es el sufrimiento
humano:
Él que era de condición divina no se aferró celoso a su igualdad con Dios. Sino que se
aniquiló a sí mismo, tomó la condición de esclavo, y se hizo en todo igual a los demás
hombres, como si fuera uno de nosotros. (Filipenses 2: 6-7)
Siendo rico, se hizo pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza, (2 Corintios
8: 9)
Hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores (Mateo 8:17)
Fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, pero a él no le llevaron al pecado.
(Hebreos 4:15)

Para reflexionar

El Dios Todopoderoso, aquel que creó los cielos y la tierra, decide escoger a una joven
virgen y llegar a su vientre para engendrar en ella el fruto más preciado para la
humanidad. Dios había cuidado y protegido sobrenaturalmente la vida de María, porque
en ella confiaría el cuidado de Su propio Hijo, a quien pondría por nombre Emanuel, que
significa “Dios con nosotros”.
Aunque Jesús no escogió un lujoso lugar para nacer, sino que prefirió la humildad que
representaba el nacer en un establo, así mismo debemos entender que Él vino a la tierra
para morar en la vida de personas humildes, sencillas y dispuestas a establecer Su reino
en sus vidas.
Emanuel ha llegado: Dios con nosotros es la promesa de que Él está de nuestro lado,
vive en nuestro interior y Su poder se manifiesta través de nuestra vida. Ya no estaremos
solos tomando decisiones, sino será el Espíritu de Dios guiándonos en todo tiempo.
Cuando Él está con nosotros, nuestro camino se convierte en camino de bendición y
victoria. En Él, ya nada es imposible.
Que resuene en nuestro interior la infinita voz del Señor pronunciando su promesa final
antes de ascender a los cielos: he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin
del mundo. Amén.

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