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Por lo tanto el profesor/a de Historia debe contar, siguiendo a Pagés y Fontana, con:
1
partir de la explicitación de las concepciones teórico-epistemológica que sustentan el
conocimiento histórico ya que, éstas se plasmarán en la propuesta metodológica, es decir, la
forma en que abordemos el trabajo en el aula (los recortes temporales, la selección de
fuentes y materiales, las definiciones conceptuales y teóricas, los procedimientos, el modo
de valorar y evaluar los aprendizajes, etc.)
Ahora bien, debemos preguntarnos ¿qué entendemos por planificación didáctica?. Es un
plan, una guía que orienta la acción. Es una propuesta de enseñanza didácticamente
justificada en cuanto al enfoque disciplinar, a la selección de contenidos y curricularmente
acorde a la normativa provincial.
Compuesto por un conjunto de especificaciones y estrategias para alcanzar todo lo que
se pretende lograr en los procesos de enseñanza y aprendizaje. En ella se incluyen:
*El qué voy en enseñar: tema y contenidos. Una buena base es partir de lo que nos dice
el diseño curricular prescripto de Educación Secundaria, disponible en el espacio Web del
Consejo General de Educación. En contenidos se incluyes: conceptuales, actitudinales y
procedimentales.
*Con qué objetivo/s: el para qué. Los objetivos se formulan en infinitivo y acorde a los
procedimientos.
*A quiénes voy a enseñar: se refiere al curso, a los destinatarios.1
*Cómo voy a enseñar: recursos, estrategias, construcción metodológica
*Cómo voy a evaluar: modo de valorar y evaluar los aprendizajes2.
*Bibliografía utilizada por el docente y la bibliografía destinada a los alumnos.
Existen varios modelos o formatos: en sábana, en grilla, en T. Pero las variables son las
mismas.
¿Para qué sirve planificar las clases de Historia?.
Para administrar correctamente los tiempos, para mantener un registro de lo realizado, lo
cual es de suma importancia para la autoevaluación del docente, para repensar y reflexionar
sobre sus prácticas como profesores de Historia. No sólo es importante para los docentes,
sino también para los alumnos, ya que pueden conocen de ante mano que es lo que se
pretende logra en el proceso que atraviesan.
1
Tener en cuenta la Resolución del CFE Nº 84/09. Educación secundaria obligatoria.
2
Considerar la Resolución del CGE Nº 1582/11 sobre el “sistema de evaluación acreditación y calificación
para los estudiantes de educación secundaria obligatoria y sus modalidades”.
2
A su vez toda planificación debe ser flexible, realista y motivadora con lo que se
propone.
Es importante destacar la coherencia que debe tener toda planificación. Esta une, como
ya hice referencia, teoría pedagógica y práctica docente y está fuertemente vinculada a un
modelo pedagógico (positivista, conductista, cognitivo, constructivista) y este a un modelo
Historiográfico3. Así, por ejemplo en el siglo XIX, se centraba en el objeto de aprendizaje.
Predominaba una idea de la educación como acopio de conocimiento, desde una idea de la
ciencia también como acumulación de conocimientos.
3
PILAR MAESTRO GONZÁLEZ: “Historiografía, didáctica y enseñanza de la Historia”. En: Revista Clío &
Asociados. La Historia enseñada, nº 2.
3
pasado para obtener información, relacionar, identificar causas y consecuencias en
el marco de una explicación multicausal y provisional.
El aprendizaje de la Historia debe ser susceptible de diversidad interpretativa
y al mismo tiempo, en conocer y practicar a un nivel adecuado a la edad los
procedimientos derivados del método del historiador.4
Así como cada ciencia posee un método, el, debemos enseñar el/los método/s que utiliza el
historiador.
Lo planteado hasta el momento se corresponde y depende a un “tipo de profesor” como lo
clasifica Silvia Finocchio:
Esto tiene en cuenta nuestra formación y concepción de la Historia como disciplina y como
ciencia.
Preguntar a los estudiantes: ¿Cuáles consideran como “ideal”? ¿Qué tipo de profesor les
gustaría ser? ¿Por qué?.
4
TREPAT, C. : “procedimientos en Historia. un punto de vista didáctico”. Ed. GRAÓ, Barcelona, 1995, p. 145.
4
A su vez: “El mayor de los desafíos a los que han de hacer frente los historiadores de
comienzos del siglo XXI es, justamente, el de superar el viejo esquema tradicional que
tenía como protagonistas esenciales a los grupos dominantes, políticos, económicos y
culturales, de las sociedades desarrolladas y dejaba al margen de la historia a los pueblos
y grupos subalternos, incluida la inmensa mayoría de las mujeres”-(Josep Fontana)5
Por ejemplo: desde la Historia de las Mujeres, se puede reconstruir la Historia de la
Argentina del siglo XIX ¿cómo? Tomando tres mujeres para pesar la época de la
Confederación Rosista: Encarnación Ezcurra (Mazorca, ¡mueran los salvajes unitarios!),
Camila O´Gorman (el poder del gobernador de Buenos Aires) y Manuelita Rosas
(invasiones inglesas y francesas).
Como profesores de Historia: “tenemos una responsabilidad muy grande ante la
sociedad a la que no solamente hemos de explicarle qué sucedió en el pasado, sino a la que
debemos enseñar aquellos que Pierre Vilar llama “pensar históricamente”. Lo que
implica, enseñar a no aceptar sin crítica nada de lo que se pretende legitimar a partir del
pasado, y a no dejarse engañar por tópicos que quieren jugar con nuestros sentimientos
para inducirnos a no utilizar la razón” Josep Fontana6
Una manera de lograr este objetivo es a través de una enseñanza de la Historia
organizada desde problemas7, que promuevan la indagación en el pasado8, y su vinculación
con la actualidad, y que articule en su desarrollo las categorías estructurantes del
conocimiento específico, generando, de esta manera la posibilidad de “pensar
históricamente”. Los conceptos e ideas claves estructurantes, que orienten el desarrollo del
trabajo en las aulas pueden ser, entre otros: tiempo-espacio, pasado-presente, proceso-
acontecimiento, memoria-olvido, realidad histórica como construcción social, actores
sociales, cambio-continuidad, inclusión-exclusión, dominación-resistencia. Adoptar esta
perspectiva nos permite romper la uniformidad y la linealidad en la explicación de los
procesos históricos.
5
JOSEP FONTANA (2007): ¿Qué Historia enseñar? En: Revista Clío & Asociados: La Historia enseñanza, Nº 7,
pág.: 19.
6
IDEM, pág.: 24.
7
DOMINGUES CASTILLO, J. (1997): La solución de problemas en Ciencias Sociales, en Pozo Municio, J. y
otros, La solución de problemas, Santillana, Buenos Aires.
8
Como sostiene LITWIN: “introducir una preginta en el aula es una invitación a las alumnos a pensar y a
reflexionar”.