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NULIDAD.

PERICIA PSIQUIÁTRICA Y PSICOLÓGICA NO NOTIFICADA PREVIAMENTE A LA DEFENSA Y NO


COMUNICADAS SUS CONCLUSIONES. RECHAZO. TEORÍA DE LOS ACTOS PROPIOS.

En ese sentido, la lectura del legajo revela que pese al contenido del requerimiento de instrucción agregado a fs. 14/15
y la presentación que formuló la imputada M. a fs. 42, la defensa no ha sido notificada de la realización de las experticias
documentadas a fs. 162, 167/168, 169/171, 187/188 y 189/192 ni tampoco de las conclusiones arribadas, como sí se
hizo respecto del Ministerio Público Fiscal y la querella (ver fs. 154/155, 172/173, 178/183 y 193/194). Dicha
omisión, que –en este caso- no encuentra justificativo en las excepciones contempladas en el artículo 258 del digesto ritual,
segundo párrafo, impone declarar la nulidad de los informes cuestionados, debido a que se ha privado a esa parte de proponer
perito y puntos de pericia e incluso, de conocer el resultado del examen, en desmedro del derecho de defensa que le asiste a K. N.
M. y R. M. S.

Asimismo y teniendo en cuenta lo sostenido en el citado precedente, tal anulación (artículo 172 del ordenamiento adjetivo)
debe alcanzar las declaraciones indagatorias de K. N. M. y R. M. S. (fs. 316/317 y 367/368), por haberse incluido allí dichos
estudios como parte del plexo probatorio, el auto de procesamiento de los nombrados (fs. 410/417), la decisión de esta Sala
que lo confirmó (fs. 444/445) y, por último, el requerimiento de elevación a juicio (fs. 451/456), en atención a la valoración de esos
elementos formulada en tales actos.

Como puede verse, resiente la doctrina de los actos propios sostener la nulidad de piezas del proceso sobre las que, a la sazón,
ha reposado la argumentación defensista sobre el fondo del asunto, extremo que permite concluir en que por la vía de la invalidez
se pretende neutralizar decisiones ya superadas.

Allanamiento. Fundamentos para la orden

por otra parte, aparece claro que lo que la ley sanciona con la nulidad no es que en el decreto que ordena la medida figure
materialmente la fundamentación, sino que la medida surja de hechos que la tornen valedera y la hagan fundada, por lo que
desde esta óptica el decreto cuya validez se impugna, tuvo su origen en los antecedentes con los cuales contaba el
juez instructor a los que se ha hecho referencia más arriba, lo que obsta al planteo defensista.

ACTA DE SECUESTRO. REQUISITOS FORMALES. NULIDAD. IMPROCEDENCIA

Radicadas las actuaciones ante esta Alzada, en la oportunidad prevista por el artículo 454 del Código Procesal Penal de
la Nación, la defensa presentó el memorial que luce a fojas 18/25, en el cual señaló que la alegación de los preventores, en
cuanto a que no se logró la participación de ningún testigo del procedimiento, resulta vaga e imprecisa, convirtiendo en
infundo su proceder. III.- Llegado el momento de resolver debe decirse que lanulidad propiciada por la parte habrá de ser
rechazada, puesto que la omisión no está comprendida como causal genérica y/o específica de nulidad, y el
incumplimiento de la regla se vincula más bien con el valor probatorio del acta, esto es la función demostrativa del hecho
que opera a través de su instrumentación (ver en ese sentido Código Procesal Penal de la Nación, Análisis
doctrinal y jurisprudencial, Navarro-Daray, Tomo 1, p. 577, Hammurabi 2013; y causa n° 28.076, reg. n° 30.350 del 11/9/09 y sus
citas, causa n°33.657, reg. n° 36.656 del 19/9/13 y causa n° 33.580, reg. n° 36.678 del 25/9/13 y entre otras, de la Sala II de este
Tribunal). En el caso de autos, el Cabo primero Rubén Flores y el Gendarme Reinaldo Espiándola que intervinieron en el
procedimiento que se

estaba llevando adelante en la Villa de emergencia, denominada Villa 18, al labrar el acta que luce a fojas 603/4 del
principal, dejaron expresa constancia que la imputada fue detenida para proceder al control de la documentación del moto vehículo
en el cual se trasladaba, y posteriormente, al ver que se acercaban al lugar personas con intenciones de curiosidad y otras
profiriendo malestar ante el personal uniformado, ante la posibilidad de encontrarse frente a un hecho presuntamente
delictuoso, se optó por trasladarla hasta la base operativa. Se asentó también que, se omitió la participación de testigos, ya que
en el momento en que se practicó el procedimiento (20:00 horas), no se contaba con ciudadanos que transitaran por el lugar
y/o vecinos, para actuar como tal. Desde esta perspectiva, entonces, la pretensión de la defensa no puede prosperar desde que
los dichos de los funcionarios policiales han sido claros y precisos en cuanto a los motivos que los llevaron a efectuar ese
proceder, debiendo tener en cuenta que poseen plena fuerza probatoria cuando se refieren a hechos conocidos por razones
funcionales y no se fundan en interés, afecto u odio (ver causa n° 47.258, reg.1016, rta. el 13/9/12; causa n°29.860,
reg.496, rta. el 3/7/98; causa n°41.820, reg. n°495, rta. 8/5/2008 de esta Sala y causa 32.698, reg. n° 35.552 y sus citas de
la Sala II, de esta Cámara.

Nulidad absoluta y relativa efectos

Sala tiene dicho que no puede existir declaración de nulidad, sea ésta genérica o específicamente conminada, si no existe un
interés afectado. Esa condición que ha sido expresamente establecida para las nulidades relativas (arts. 169 C.P.P.N. y 187
C.P.P. Cba.), rige también para las nulidades absolutas, toda vez que ni la insubsanabilidad ni la oficiosidad con que la l ey
resguarda la situación del imputado tienen por objetivo crear a su favor un sistema de nulidades puramente formales, al margen
del «principio del interés». La nulidad, en consecuencia, sólo puede declararse cuando sea susceptible de beneficiar
procesalmente a la parte en cuyo favor se hace, esto es, cuando la declaración de nulidad absoluta tiene un efecto
corrector, porque ha existido una efectiva afectación de la garantía constitucional resguardada y, por tanto, ello encuentra
reparación a través de la retrogradación (T.S.J., Sala Penal, Sent. nº 70, 26/03/2013, "Ferreyra”)

la nulidad es una sanción procesal de orden excepcional, que esta llamada a ceder ante los principios de conservación y
trascendencia, en pos de la preservación del proceso frente a cuestiones de mera forma que no impliquen una
afectación real de las reglas del debido proceso. Así, el acto cuya invalidez pretende el oponente no se encuentra
previsto entre aquellos que la Ley de forma sanciona con pena de nulidad (art. 166 del C.P.P.N.), sin que se aprecie
tampoco que deba el caso subsumirse en alguno de los supuestos contemplados como pauta general en el art. 167 del mismo
cuerpo legal. Por lo demás, los suscriptos no comprenden de qué forma la publicidad de los allanamientos durante la vigencia del
secreto de sumario en las presentes actuaciones ha podido afectar el derecho de defensa de la parte.

Adviértase que el cuestionamiento formulado por el incidentista no expresa de qué forma le ha sido conculcada la
garantía sostenida, ni se advierte a lo largo de la presentación un perjuicio real y concreto que permita hacer viable la
nulidad planteada.

Delito durante el procedimiento

hora bien, en el hipotético caso de que se haya configurado algún hecho delictivo durante el cumplimiento de la
medida ordenada, aquél en modo alguno reviste entidad para viciar de nulidad el acto, antes bien, generará el deber de
ponerlo en conocimiento de las autoridades correspondientes.

NULIDAD DEL PEDIDO DE SOBRESEIMIENTO DEL FISCAL POR FALTA DE FUNDAMENTACIÓN. CONFIRMACIÓN.
ELEVACIÓN EN CONSULTA AL FISCAL GENERAL POR INICIATIVA DEL JUEZ. NULIDAD

Las defensas de A. F., A. G. y G. I. impugnaron la decisión fs. 1203/1207vta. en cuanto declaró la nulidad del
dictamen fiscal de fs. 1169/1199 y resolvió remitir las actuaciones a la Fiscalía General n° 3 a fin de que, en caso de
compartir la posición expuesta por el juez de grado, desinsacule el fiscal de instrucción que deberá proseguir la
investigación en los términos del artículo 196 del CPPN. Al celebrarse la audiencia prevista en el artículo 454 del Código
Procesal Penal de la Nación concurrieron los recurrentes a expresar agravios y también lo hicieron los apoderados de la
querella como el Dr. Damián Traverso por la Fiscalía General n° 3, luego de lo cual el tribunal deliberó en los términos
establecidos del artículo 455, ibídem. Y CONSIDERANDO: I. Coincidimos en un todo con las razones que llevaron al juez de grado
a disponer la nulidad del dictamen fiscal obrante a fs. 1169/1199 que postula el sobreseimiento de A. F., A. G. y G. I., por
cuanto su lectura impide tener por verificado el recaudo de fundamentación que se exige a ese acto, de acuerdo a lo previsto en el
artículo 69 del Código Procesal Penal de la Nación. El deber de motivar que, según dicha norma, debe guiar también
la actuación del Ministerio Público Fiscal, requiere que las decisiones contengan, según el caso, la valoración de la
prueba, la explicación de cómo se llegó al juicio de valor y la razón de la aplicación de determinada o determi nadas
normas del plexo penal (NAVARRO-DARAY:Código Procesal Penal de la Nación. Análisis doctrinal y jurisprudencial,
T. I, Ed. Hammurabi, 2010, p. 516). Se trata, en definitiva, de verificar si nos hallamos ante una conclusión
lógica –esto es, que siga las leyes del pensamiento humano: principios lógicos de igualdad, contradicción, tercero
excluido y razón suficiente– derivada de un razonamiento fundado en premisas o, en otras palabras, de la exteriorización
del por qué de las conclusiones de hecho y

derecho que se afirman como solución del caso (MAIER, Julio B.J.: Derecho procesal penal. Tomo I. Editores Del Puerto, 2004,
págs. 481 y 482). La relevancia otorgada a la aludida exigencia h a sido tal que, conforme la doctrina de
nuestro Máximo Tribunal, la carencia o insuficiencia de fundamentos es causal de procedencia del recurso extraordinar io
federal por arbitrariedad (PALACIO, Lino Enrique: El Recurso Extraordinario Federal. Abeledo Perrot. 2010, 181 y ss
con cita defallos 279:355, 300:539, 305:84, 307:1449, 307:1319). En el caso concreto, el representante de l Ministerio
Público Fiscal sostuvo, como argumento central de su petitorio, que la casa central de la empresa “.............. S. A.” se
hallaba en conocimiento de las condiciones en las que fue enajenada la camioneta .........., dominio ..........., las comisiones
recibidas por P. S. como también de la concesión de precios preferenciales a ciertos clientes y de los gastos cuestionados, todo lo
cual formaba parte de una política comercial de la firma y que no era pasible de ser cuestionada en el marco de estas
actuaciones. Dicha afirmación no ha sido respaldada en prueba alguna que le de sustento y únicamente se
sostiene en los dichos brindados por F., G. e I. en sus diversas presentaciones espontáneas. La ausencia de un examen crítico de
esas manifestaciones, frente a la hipótesis de delito denunciada –art. 173 inciso 7 del CP–, la prueba documental
recabada y la que aún restaría por producir en función de las propias indicaciones de los imputados (fs. 136/162, 252/258,
337/341, 431/443vta.), torna ese argumento como meramente aparente y, por tanto, impide considerarlo como un
fundamento válido del temperamento liberatorio postulado. De allí que hemos de homologar en este aspecto la
decisión en crisis, teniendo aquí por reproducidos los restantes argumentos expuestos por el a quo y que también compartimos.
II. Sin perjuicio de lo analizado en el acápite anterior, entendemos que asiste razón a la defensa en cuanto a que la
decisión del juez de grado de remitir las actuaciones a la Fiscalía General n° 3 importó impulsar jurisdiccionalmente un
mecanismo de control a nivel interno del Ministerio Público Fiscal no regulado en el ordenamiento procesal y que
resulta, por ende, inválido.

Hemos entendido, a partir de los fundamentos expuestos en el precedente de esta Sala “F., K.” (cn° 33897, rta.
29/4/08) –en línea con la doctrina del fallo “Quiroga” de la CSJN–, que de no solicitar el fiscal de grado la revisión de su
presentación liberatoria por su superior jerárquico, el juez a quo no puede promover esa remisión por resultar en esas condiciones
oficiosa. En autos resulta evidente que en su dictamen el representante de la vindicta pública omitió cumplir con las
resoluciones emitidas por la Procuración General de la Nación (Res PGN 32/02 y 13/05) al no requerir que, en caso de
disenso con el criterio allí sustentado, el magistrado remitiera las actuaciones a la Fiscalía General correspondiente. De
tal modo, y habiéndose aplicado un mecanismo no regulado, lo decidido en el punto II del auto de fs. 1203/1207vta. resulta nulo
en los términos del artículo 167, inciso 2, del ordenamiento adjetiva.

6.Violación del principio de igualdad ante la ley.Remata que ante el vacío normativo procesal existente se concede el beneficio de
la suspensión del juicio a prueba a algunos imputados y se niega a otros en idénticas circunstancias, lo que a su criterio implica
una inobservancia de los arts. 16 y 75 inc. 22 de la CN

AUTOINCRIMINACIÓN. DENUNCIA DE SINIESTRO AUTOINCRIMINATORIA ANTE LA COMPAÑÍA DE SEGUROS.


INCORPORACIÓN. NULIDAD. RECHAZO. CONFIRMACIÓN DEL RECHAZO. DISIDENCIA: REVOCATORIA. ACOGIMIENTO
DE LA NULIDAD

El juez Juan Esteban Cicciaro dijo: I. A M. G. L. B. se atribuye una conducta imprudente en la conducción de un vehículo
que provocara lesiones en la persona de M. F. J.. La señora juez interviniente sobreseyó a la i mputada (fs. 184/187),
resolución que fue recurrida por la querellante J. y revocada por esta Sala, oportunidad en la que se señaló –entre otras
diligencias probatorias- que “resultaría de interés requerir a la compañía de seguros F. P. (ver fs. 1) informe si ha
recibido algún

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relación al hecho investigado” (fs. 202). De la citada foja 1 vta., ello es, la que encabeza las actuaciones ante la denuncia
formulada por la mencionada J. –que al tiempo del hecho conducía su propio rodado-, surge que al tiempo del suceso
intercambió los datos respectivos con L. B., quien le manifestó que estaba cubierta por una póliza emitida por la
compañía “F. P.”. Revocado como se dijo aquel sobreseimiento y reasumida la investigación por el órgano
jurisdiccional, se libró cédula a la mentada aseguradora para que se informara “si ha recibido algún reclamo
indemnizatorio de terceros con relación al hecho...” (fs. 204), requerimiento que fue reiterado ulteriormente (fs. 262, punto IV).
La firma “F. P.” dio cuenta de que “por el siniestro ocurrido el día 06/09/2011 en el que interviniera el vehículo dominio .....,
se ha recepcionado reclamo indemnizatorio de un tercero a través del ingreso del CD por mediación privada” (fs.
311).Cabe aclarar que el dominio referenciado corresponde al vehículo que conducía L. B. en ocasión del episodio
investigado. Empero y proveyendo a una concreta petición de la querella (fs. 310, punto 4), el juzgado requirió a la
citada empresa “F. P.” la remisión de una “copia de la denuncia de siniestro efectuada por M. G. L. B. con relación al
hecho ocurrido el 6 de septiembre de 2011...” (fs. 314, punto 4). Vale apuntar en tal sentido que la querella
había solicitado tal medida “por considerarlo de vital importancia dado que reviste la calidad de declaración jurada y,
seguramente, habrá de echar mayor luz sobre el hecho que me damnifica”. Frente a lo requerido, la compañía
aseguradora acompañó la copia de la denuncia respectiva (fs. 337), y en la misma

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790027519/2011/1/CA2 – “L. B., M. G. l”. Nulidad. Lesiones culposas. Corr. 13/79. ocasión, el Dr. Martín Guillermo Blanco,
letrado defensor de la imputada M. G. L. B., se opuso a la agregación de la denuncia administrativa del siniestro, “por
tratarse de una declaración jurada, la que de producirse contra la voluntad de mi defendida, viola dos de las garantías
fundamentales del debido proceso adjetivo penal, como lo son la de negarse a declarar sin que ello implique presunción en su
contra y la de no declarar bajo juramento de decir verdad, puesto que el imputado está relevado de ello con el objeto de
evitar que se vea en la obligación legal de declarar contra sí mismo”. La defensa aclaró que tal prohibición no quedaba
neutralizada por el hecho de que, en este caso, los términos de la denuncia administrativa eran coincidentes con lo
declarado en la causa penal. Como la copia de la denuncia de siniestro de L. B. había sido acompañada por “F. P.” en
un sobre cerrado, en la misma presentación el Dr. Blanco solicitó que así se resguardara y de ese modo se evitara el
acceso de las partes al instrumento (fs. 338/339). La magistrada actuante dispuso formar el respectivo incidente
de nulidad y reservar el sobre –cerrado- enviado por la aseguradora “F. P.” (fs. 340). En conocimiento de ello, la
querella entendió que la formación del incidente de nulidad no justificaba la veda al acceso de aquella denuncia administrativa,
de modo que debía ser “de libre consulta y examen por quien reviste la calidad de víctima en la causa” (fs. 354). De las
constancias del incidente aludido surge que la querella sostuvo que no aparece violentada ninguna garantía
constitucional, en el entendimiento de que al contratarse un seguro es “absolutamente discrecional por parte del asegurado el
efectuar o no la denuncia del siniestro de que se trate” (fs. 4).

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790027519/2011/1/CA2 – “L. B., M. G. l”. Nulidad. Lesiones culposas. Corr. 13/79. La Fiscalía puntualizó que la nulidad
debía ser rechazada, puesto que esta Sala al revocar el sobreseimiento incluyó “en dicho resolutorio la necesid ad de
requerir a la mentada compañía aseguradora las actuaciones vinculadas con el siniestro que diera inicio a este
sumario”, diligencia que reviste “la entidad de mera prueba informativa” (fs. 7/8). La defensa de los imputados N. C.
L. S. y J. E. C., por su parte, adhirió a lo manifestado por la Fiscalía (fs. 10). La señora juez interviniente rechazó
la instancia de nulidad (fs. 11/12). Para así decidir entendió que se estaba en presencia de una “nulidad por la nulidad
misma”, pues la defensa había sostenido que la versión de L. B. coincidía con lo declarado en la causa. Por lo demás,
compartió la postura de la Fiscalía en torno de que sólo se trataba de prueba informativa que debía ser evaluada de
consuno con las demás constancias del expediente. Finalmente, adhirió a la posición minoritaria asumida en el
pronunciamiento dictado por la Sala IV de esta Cámara, en la causa Nº 23.058, “V., D.”, del 13 de julio de 2004. II. La instancia
de nulidad formulada por la defensa, en mi criterio, debe prosperar. Liminarmente y a partir de lo argumentado
por la Fiscalía, cabe apuntar que en modo alguno en la intervención documentada a fs. 202 esta Sala entendió que
debía adquirirse para el proceso la denuncia administrativa del siniestro, sino establecer si algún tercero había concretado
algún reclamo a esa compañía, extremo –por cierto- bien distinto. Si L. B. proporcionó el dato relativo a
encontrarse amparada por una póliza de la compañía “F. P.” y del objeto procesal en estudio surge que hubo tres vehículos
involucrados, es lógico pensar que no se pretendía requirir la denuncia del siniestro que

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790027519/2011/1/CA2 – “L. B., M. G. l”. Nulidad. Lesiones culposas. Corr. 13/79. pudo haber formulado aquélla, sino
saber si un tercero había concretado algún reclamo por indemnización de daños a título de damnificado. De
hecho, como se reseñó, los dos primeros requerimientos a la compañía aseguradora “F. P.” se formularon en el
sentido indicado por esta Sala y sólo el último viró hacia la obtención de la denuncia del siniestro. Ello superado,
el conjunto de normas de rango constitucional y legal con incidencia en el asunto permitirán arribar a la misma conclusión
de la defensa. Sabido es que la prohibición de la autoincriminación forzada (artículos 18 de la Constitución
Nacional; 8.1.g. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y 14.3.6 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos) ha sido reglamentada en nuestro digesto procesal (art. 296), en tanto bajo el epígrafe “L ibertad de
declarar”, todo imputado “podrá abstenerse de declarar. En ningún caso se le requerirá juramento o promesa de decir
verdad ni se ejercerá contra él coacción o amenaza ni medio alguno para obligarlo, inducirlo o determinarlo a declarar
contra su voluntad ni se le harán cargo o reconvenciones tendientes a obtener su confesión. La inobservancia de este precepto
hará nulo el acto, sin perjuicio de la responsabilidad penal o disciplinaria que corresponda”. A su vez,
como la defensa en juicio es inviolable (art. 18 de la Constitución Nacional antes citado), numerosas disposiciones procesales
concurren a asegurar tal cometido constitucional. Entre ellas –y por lo que puede ser pertinente en el caso- cabe recordar lo
dispuesto en el art. 237, conforme al cual “No podrán secuestrarse las cartas o documentos que se envíen o entreguen a
defensores para el desempeño de su cargo”.

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790027519/2011/1/CA2 – “L. B., M. G. l”. Nulidad. Lesiones culposas. Corr. 13/79. En el caso, M. G. L. B. se vio involucrada en un
episodio de tránsito, con motivo del cual habría resultado lesionada una persona. La propia querellante J. tomó
sus datos, entre los cuales se obtuvo que aquélla se encontraba amparada por una póliza correspondiente a la compañía “F.
P.”. Esta firma aseguradora ha confirmado el punto y entregado en sobre cerrado, a requerimiento de la
judicatura, una copia de lo denunciado por L. B.. Como puede extraerse de lo antes dicho, la querellante J. está
actualmente interesada en saber su contenido, pese a que el letrado defensor de L. B. dijo que existe coincidencia con el
descargo formulado por ésta en su declaración indagatoria. Lo opinado por el Ministerio Público Fiscal y lo resuelto po r la
señora juez de la causa conllevarían la adquisición probatoria de tal elemento de convicción para el proceso. Cabe
recordar que los conductores de vehículos seencuentran obligados a contratar un seguro. Así lo dispone el art. 68 de la
Ley Nacional de Tránsito 24.449. Para circular, inclusive, es necesario llevar un comprobante que acredite su vigencia
(art. 40, inciso “c”). El Código de Tránsito y Transporte de la Ciudad Autónoma de la Ciudad de Buenos Aires
contiene reglas análogas (Ley 2148, art. 6.1.2. inciso “c”). El argumento formulado en la audiencia oral por la
querella, en el sentido de que “uno puede circular sin seguro y atenerse a las consecuencias”, entonces, carece de apoyo
normativo (Trigo Represas, Félix A., “Seguro de responsabilidad civil por el uso de automotores”, en Derecho de Seguros,
Barbato, Nicolás H. –coordinador-, Hammurabi, Buenos Aires, 2001, p. 398). Un proceder contrario, inclusive,
bien puede llevar a la aplicación de sanciones.

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790027519/2011/1/CA2 – “L. B., M. G. l”. Nulidad. Lesiones culposas. Corr. 13/79. Así como la contratación de
un seguro no es un acto normativamente opcional para una persona que conduce una cosa -de suyo- riesgosa, la Ley
de Seguros 17.418 prevé ingentes obligaciones para los asegurados. La propia contratación del seguro se
dirige a despejar “toda declaración falsa o toda reticencia de circunstancias conocidas por el asegurado...” (art. 5).
La normativa contiene, además, una sección dedicada a la “Denuncia del siniestro”. En ese marco, “El tomador, o
derechohabiente en su caso, comunicará al asegurador el acaecimiento del siniestro dentro de los tres días de
conocerlo...Además, el asegurado está obligado a suministrar al asegurador, a su pedido, la información necesaria para verificar
el siniestro o la extensión de la prestación a su cargo y a permitirle las indagaciones necesarias a tal fin...El asegurador
puede examinar las actuaciones administrativas o judiciales motivadas o relacionadas con la investigación del siniestro, o
constituirse en parte civil en la causa criminal...” (art. 46). La pérdida de la cobertura viene dada por el
incumplimiento del asegurado respecto de la formulación de la denuncia del siniestro o del hecho de no
proporcionar las informaciones requeridas por la compañía aseguradora (arts. 47 y 48). En el caso de
que el asegurado proporcione “indicaciones inexactas”, ya no serán a cargo del asegurador los gastos necesarios
para verificar el siniestro y liquidar el daño indemnizable (art. 76). A su vez, en e l supuesto del seguro
de responsabilidad civil, en la causa extrapenal la garantía del asegurador comprende “el pago de los gastos y costas judiciales y
extrajudiciales para resistir la

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790027519/2011/1/CA2 – “L. B., M. G. l”. Nulidad. Lesiones culposas. Corr. 13/79. pretensión del tercero” y en el proceso
penal “el pago de las costas de la defensa” cuando el asegurador la asuma (art. 110). En este tipo de seguros,
el texto del art. 115 de la Ley 17.418 es el siguiente: “Denuncia. El asegurado debe denunciar el hecho del que nace su
eventual responsabilidad en el término de tres días de producido, si es conocido por él o debía conocerlo; o desde la reclamación
del tercero, si antes no lo conocía. Dará noticia inmediata al asegurador cuando el tercero haga valer judicialmente
su derecho”. La compulsa de las actuaciones administrativas o judiciales, por lo demás, viene autorizada para el
asegurador por el art. 117, aspecto que, como luego se verá, también se relaciona con el adecuado ejercicio del derecho de
defensa. Del plexo normativo reseñado debe inferirse que luego de la producción de un hecho ocurrido en el
tránsito vehicular, quien puede resultar imputado en un proceso penal, paradojalmente, goza de amplios derechos desde que
adquiere tal calidad (art. 72 del Código Procesal Penal), y al propio tiempo, como sujeto obligado por la ley material a contar con
un seguro de responsabilidad civil, debe pronunciarse verazmente al formular la denuncia del siniestro. En efecto, el
asegurado no sólo se encuentra obligado a informar con veracidad lo sucedido y en un término establecido, sino a someterse a
las indagaciones que pueda formular la compañía aseguradora. Justamente, uno de los cometidos del
asegurador es analizar la conducta del asegurado (Meilij, Gustavo Raúl, “La denuncia del siniestro”, El Derecho, 235-
96). Al respecto, la jurisprudencia comercial ha interpretado el texto legal en términos más bien rigurosos.
En efecto, se ha sostenido que “La ley 17.418 le impone al asegurado la carga de denunciar ante la aseguradora el

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790027519/2011/1/CA2 – “L. B., M. G. l”. Nulidad. Lesiones culposas. Corr. 13/79. acaecimiento del siniestro (LS., 46). El
contenido de la denuncia debe ser veraz, cierto, completo, preciso y concreto en relación al conocimiento que tenga el
asegurado sobre aquél. La información debe ser sincera, clara y real respecto a cómo aconteció el hecho y debe
hallarse exenta de errores y falsedades. Deben incluirse los antecedentes de mayor relevancia tales como fecha, lugar y
hora” (Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, Sala E, expediente Nº 22.146/07 caratulado “T., M. M. y otro c/M.
C. d. S. S. A. s/ordinario”, del 22 de junio de 2011). Análogamente, se ha dicho que la carga del asegurado
prevista en el art. 46 de la ley 17.418 se cumple con una declaración sobre el hecho que habrá de ser sincera, clara y real
(Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial, Sala C, “A., B. y otra c/S. C. d. S. L. s/ordinario”, del 6 de febrero de 2001).
En definitiva, la denuncia del siniestro es una carga para el asegurado y debe quedar exenta de insinceridad, errores o
falsedades. Es que, “tratándose de una declaración recepticia de conocimiento, su contenido se debe corresponder
estrictamente con la verdad de lo acontecido” (Stiglitz, Rubén S., Derecho de seguros, 5ta. edición actualizada y ampliada,
La Ley, Buenos Aires, 2008, tomo II, ps. 197 y ss. y 247). El asegurado bien pudo encontrarse en la encrucijada
de observar fielmente aquello que la ley de seguros le exige, en la inteligencia de quedar cubierto frente a la obligación de
indemnizar, lo que implica la lógica pretensión de resguardar su patrimonio (art. 17 de la Constitución Nacional; Stiglitz, opus cit.,
p. 243), aun cuando lo denunciado –en el supuesto de ser conocido- lo posicionara desfavorablemente en un proceso
penal de cuya iniciación se encuentra al corriente, contribuyendo así a su propia acusación. Por hipótesis,
también puede mentir al tiempo de denunciar las circunstancias del siniestro, con las eventuales

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790027519/2011/1/CA2 – “L. B., M. G. l”. Nulidad. Lesiones culposas. Corr. 13/79. consecuencias en su patrimonio, sabiendo
que procediendo de tal modo intenta no resultar perjudicado en el ámbito penal. Lo que no es dable admitir
entonces, en mi criterio, es que las partes acusadoras en el proceso penal y en su caso la judicatura puedan hacer uso
de un instrumento –denuncia del siniestro- que prevé el propio sistema normativo y que obliga al asegurado a
manifestarse verazmente, aun cuando se lo ubique en la categoría de la prueba de informes, como lo insinúa el Minis terio
Público Fiscal. Ello, claro está, por fuera de los supuestos de fraude a la propia compañía aseguradora, que responden a
presupuestos distintos y que no son abarcados por el criterio aquí sustentado. En esa senda, la situación
encuentra ciertos puntos de contacto con la vedada ponderación de las declaraciones sobre el hecho atribuido, prestadas
bajo juramento y de las que surja su responsabilidad criminal o administrativa (Fallos: 318:963), en función del deber de
veracidad fijado al respecto. Ello, a diferencia de otras declaraciones juradas que, si bien vienen impuestas por
la ley (caso de los funcionarios públicos), su tenor ya puede constituir el hecho en sí, y a diferencia del supues to aquí
analizado, no son relatos, versiones o informaciones sobre el hecho, ni se vuelcan en un ámbito de contratación privada
del que puede surgir la propia asistencia técnica del asegurado. Si tales extremos ya susci tan cierto
resquemor en derredor de la garantía contra la autoincriminación forzada en el proceso penal, queda por observar que,
al propio tiempo, el contenido de la denuncia de siniestro oficia, al menos en los hechos, como aquella versión inicial con la
que los letrados de la compañía aseguradora habrán de desarrollar su ministerio, en el marco de lo que se de nomina
en el derecho de seguros la carga de la dirección del proceso.

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790027519/2011/1/CA2 – “L. B., M. G. l”. Nulidad. Lesiones culposas. Corr. 13/79. En efecto,el asegurador asume la gestión
del siniestro desde que éste se verifica, lo que incluye la asistencia judicial del asegurado en los casos del seguro contra la
responsabilidad civil. De ahí las prohibiciones para el asegurado de reconocer su responsabilidad o c elebrar
transacciones, en el juicio civil o fuera de él, según lo dispone el art. 116 de la ley 17.418 (Soto, Héctor M., “Carga de
observar las instrucciones del asegurador”, en Derecho de Seguros, op. cit, p. 215). Tal carga puede r esultar
operativa en la instancia penal y suscita, a su vez, otras en cabeza del asegurado, en su vínculo con la compañía aseguradora,
particularmente el aporte de los antecedentes, documentos y medios de prueba de que disponga (Stiglitz, opus cit., p.
361). Claro que bien podría el asegurado, en el marco del ejercicio del derecho de defensa, elegir a su propio
defensor, ello es, que el causante decida cómo organiza su defensa, lo que no ha ocurrido en el caso, pues el Dr.
Blanco asiste a la imputada como abogado seleccionado por la propia compañía, de consuno con la voluntad de L. B. (ver
fs. 62 y 182).Justamente, cuando la ley de seguros prevé que el pago de las costas queda en cabeza del asegurador en tanto éste
asume la defensa (art. 110, inciso “b”), se encamina a estimular el desplazamiento de la dirección del
proceso penal en favor del asegurador (Stiglitz, opus cit, ps. 370/371). Al cabo, el citado profesional –como
cualquier otro en una situación análoga- bien pudo comenzar el ejercicio de su ministerio con los datos que su ahora
defendida hubo de suministrar al tiempo de la denuncia de siniestro y consecuentemente diseñar la estrategia defensista,
extremo que se inscribe en la protección que dimana del art. 237 del Código Procesal Penal, norma que oficia

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790027519/2011/1/CA2 – “L. B., M. G. l”. Nulidad. Lesiones culposas. Corr. 13/79. como uno de los modos de reglamentar la
garantía constitucional de la defensa en juicio. De ahí que una de las formas de intromisión en elejercicio
efectivo y cierto de la defensa estriba precisamente en que las cartas o documentos que sirven de comunicación entre el
imputado y su defensor aparezcan no sólo a la vista, sino que puedan servir de prueba en la causa, como expresamente lo
pretende aquí la querella. Tales comunicaciones entre imputados y sus abogados no sólo pueden concretarse
directamente, sino por otros medios o por terceros, extremos todos incluidos en la protección (Navarro, Guillermo y
Daray, Roberto, Código Procesal Penal de la Nación, Hammurabi, Buenos Aires, 2010, tomo 2, ps. 294/295), extremo que “no
rige respecto de los papeles o documentos que formen parte del cuerpo del delito” (D’Álbora, Francisco, Código Procesal Penal
de la Nación, 8va. edición, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2009, p. 430), lo que no se verifica en el caso del sub examen.
En ese marco, nótese que en los procesos por daños promovidos por el damnificado contra el responsable civil y su
asegurador, se encuentra fuertemente en crisis, con anclaje en el derecho de defensa en juicio (art. 18 de la Constitución
Nacional), la pretensión encaminada a obtener la remisión de la denuncia de siniestro, “cuando de su texto surgen elementos
de los que se predica la responsabilidad del asegurado...” (Stiglitz, opus cit., p. 279). En ese sent ido, “se trata de
un instrumento que no es común a las partes pues ha sido emitido o atribuible sólo a una de ellas como carga
sustancial –el asegurado-, y el damnificado/actor no ha participado en su creación. El principio que deriva del artículo 388 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación porta un límite y que se constituye en la máxima nemo tenetur edere contra
se (nadie tiene el deber de cumplir una actividad que tenga por resultado

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790027519/2011/1/CA2 – “L. B., M. G. l”. Nulidad. Lesiones culposas. Corr. 13/79. favorecer la posición del adversario)...por
lo que aparece como legítima la postura del asegurador, quien, en su carácter de parte procesal, se niega u opone a la
remisión de la denuncia del siniestro” (Stiglitz, opus cit., p. 279). En síntesis, un modo de vulnerar las
garantías que proscriben la autoincriminación forzada y la vulneración del derecho de defensa en juicio es la adquisición para
el proceso penal de una información que por mandato legal debe contener notas de veracidad y realidad sobre
un hecho ya ocurrido, a la sazón suministrada por quien se encuentra involucrado en un sumario criminal y que, al
propio tiempo, oficia como un elemento que se inscribe en el vínculo entre el imputado y su defensor para el adecuado
ejercicio de la defensa. De ahí que no resulte viable, en este contexto, el examen del contenido de la
denuncia de siniestro, ello es, si se compadece o no con lo que pudo haber sido declarado en la indagatoria,
pues el resguardo del derecho de defensa siquiera tolera la posibilidad de recabar esa prueba para ser introd ucida y
ponderada en el proceso. Elocuente resulta tal apreciación en el caso, si se recuerda que el sobre
cerrado con la denuncia de siniestro fue acompañado al proceso juntamente con la oposición del letrado de la compañía
aseguradora que al mismo tiempo se encarga de la defensa penal. A cualquier evento, toda hesitación al
respecto debe zanjarse por la preservación de un instrumento que vincula a la imputada y su defensor. Voto
entonces por revocar lo resuelto, anular lo decretado a fs. 314, punto V, en su parte pertinente y que se devuelva a
la compañía aseguradora “F. P.” el sobre cerrado que ha sido acompañado.

RECHAZO DE LA NULIDAD. PRUEBA. VALOR PROBATORIO DE LOS ELEMENTOS SECUESTRADOS.

especto del planteo tendiente a desvirtuar la prueba de cargo recolectada, en razón de las actuaciones labradas en sede
policial, debe tenerse en cuenta que no puede ignorarse la legitimidad de lo actuado en prevención del delito, en circunstancias
de urgencia y dentro del marco de una acción prudente y razonable del personal policial en el ejercicio de sus funciones
específicas (Fallos: 326:41; 325:3322; entre otros). Por ello es que, en el presente caso, la forma en que el agente policial se
desempeñó al tomar contacto con el rodado -que reconoció por haber intervenido previamente en investigaciones por
distintos hechos delictivos-, no puede tacharse de arbitraria o carente de motivación

JUICIO ABREVIADO. ACTA QUE NO DA CUENTA DE LA PRESENCIA DE LOS JUECES. NULIDAD

Las reglas de los artículos 138 y 139 del código de forma establecen, entre otros aspectos, que se deberá d ejar
expresamente plasmado en el acta los sujetos que participaron y la rúbrica de todos ellos, siendo que ninguna de esas
circunstancias surge de los referidos instrumentos. Desde esta perspectiva, y tomando en consideración que se trata de
instrumentos que dan fe de sí mismo, la afirmación de que puede tratarse un modo equivocado de documentar las
audiencias, derivada de la modalidad de trabajo del tribunal a quo según la experiencia del Fiscal General, se
presenta insuficiente como para considerar extremos distintos a los descriptos en las mismas. Ello, sin perjuicio de poner
de resalto que la referencia de que fueron consultados “por diversas circunstancias personales, brindando información al
respecto”, sin otra información, consiste en una mera generalidad que impediría un eventual control casatorio. Una
interpretación armónica de los artículos 166, 167 inciso 1°, 431 bis y 471 del Código Procesal Penal de la Nación conducen
a declarar la nulidad de la resolución, ante la ausencia de constitución del tribunal a un acto previsto para que los magistrados
tomen, por expresa imposición legal, “conocimiento de visu del imputado”, y que debe tener lugar previo a esa decisión
(C.S.J.N., causa N.132.XLV, “Niz, Rosa Andrea”, sentencia de 15/06/2010

INTIMACIÓN PARA ENTREGAR DOCUMENTACIÓN. AUTOINCRIMINACIÓN. NULIDAD

Un requerimiento de ese tenor implica obligar al imputado a descubrir prueba que lo involucra, lo que resulta
inadmisible, pues atenta contra la garantía constitucional que prohíbe la autoincriminación forzada (art. 18 de la C.N.).
En este sentido, cabe apuntar que el imputado no puede ser obligado a aportar prueba y que la garantía constitucional
contemplada por el artículo 18 de la Constitución Nacional privilegia la libertad de declarar o de abstenerse a hacerlo. Así,
la intimación a W. J. C. para que presente la documentación que lo compromete, bajo apercibimiento de procederse al
allanamiento del domicilio donde funcionaba su estudio jurídico, claramente equivale a compeler al encausado a
producir prueba autoincriminatoria, esto es, a obligarlo a declarar contra si mismo, lo que se encuentra vedado por
nuestra Carta Magna. Cabe señalar que cualquier forma de coacción dirigida a obtener una declaración en contra de los
deseos del encausado resulta violatoria de la Constitución Naciona

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