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VIAJE EN MOTO AL FIN DEL MUNDO, USHUAIA 2017

Por Lucho Calmet

1.   INTRODUCCION

Este ambicioso viaje “al fin del mundo” comenzó a cocinarse a


fuego lento, varios meses atrás. Bastante antes de que este
destino pasara siquiera por nuestras cabezas, un grupo de
amigos moto-viajeros que tenían en común la pasión de viajar en
moto, formaron un chat, al cual pondrían por título, el nombre del
próximo destino deseado. Desde que tuve la suerte de ser
invitado a unirme a este simpático grupo, hice con ellos
innumerables viajes en moto. Primeramente, dentro del Perú y
luego en los últimos años hemos llegado hasta Brasil, Ecuador,
Colombia, Chile y Argentina.

Si bien el viaje a Ushuaia era un viaje que siempre había estado


en nuestras mentes como el “viaje de viajes”, durante mucho tiempo lo vi más como una
“fantasía” que, como un viaje realmente viable, pues lo separan de Lima más de 7,000km
y ésta gran distancia implicaría un viaje demasiado largo, probablemente unos 30 o más
días; tiempos que para los que trabajamos, no son tan fáciles de manejar.

Además de lo largo del viaje, siempre habíamos escuchado de las difíciles condiciones que
hay que vencer para llegar a la ciudad más austral del mundo; largas jornadas de manejo,
fuertes vientos, lluvias, nieve, frío y calor extremos, etc.

Hasta mayo de este año, habíamos tenido como título del Chat “Somos Blumenau”,
destino al que pretendíamos ir, pero finalmente las cosas se complicaron y ese viaje
terminó frustrándose. De pronto, el pasado mes de mayo, mi buen amigo Danny Varón,
quien administra el referido Chat, se lanzó a cambiarle el nombre a “Somos Ushuaia” y a
partir de entonces, comenzamos poco a poco a mentalizarnos y a considerar este
maravilloso destino como el nuevo reto para el grupo.

Nos causó mucho entusiasmo la idea de viajar a Ushuaia y pronto cada quien comenzaría
a preguntarse, que tan real era su posibilidad de participar de este viaje, a tan ambicioso
destino.

Comenzamos a tomar el tema muy en serio; vimos de estimar en cuanto tiempo lo


podríamos realmente hacer y cuál sería la época más conveniente para ir a Ushuaia. Danny

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y Fernando comenzaron a revisar mapas y trazaron una ruta preliminar, calculando que el
viaje nos tomaría entre 24 y 30 días. Revisando los reportes de Clima en la Patagonia y
conversando con algunos moteros amigos que ya habían hecho este viaje, se fijó
inicialmente Noviembre, como el mes en que partiríamos, por ser un mes supuestamente
de menos lluvias y con temperaturas más manejables. Como se trataba de un viaje largo
que implicaba pedir permisos, tomar vacaciones y/o dejar el trabajo y a la familia
organizados, fijamos el 14 de noviembre de 2017 como la fecha de partida.

También discutimos sobre en qué moto ir. En el grupo, la mayoría tenemos al menos una
moto Harley Davidson, que para mí es sin duda, mi engreída, y es justamente en Harley,
en la moto que hemos hecho la mayoría de nuestros viajes, pero en esta oportunidad,
todas las referencias de los que ya habían ido a Ushuaia nos decían que si bien la mayor
parte es asfalto, también existen varios tramos muy malos de trocha con piedras, barro,
etc. y todo ello indicaba que ir en Harley iba a resultar más riesgoso, pues la Harley es una
moto bastante pesada, muy baja y no la pasaría nada bien en esos terrenos. Por estas
razones, por mayoría decidimos que iríamos en una moto todo terreno, la que casi todos
los del Grupo también teníamos; de ir, yo iría en mi BMW R1200GS, la que siendo del 2011,
estrenaría por primera vez en un viaje largo.

Fue para mí muy difícil el decidirme a ir a ese viaje, pues en mi caso, este año ya tenía a
cuestas varios viajes largos en moto: Mendoza/Argentina en Marzo, Quito/Ecuador en
Setiembre, Cusco en Setiembre, además de varios otros viajes cortos que había hecho a
Trujillo, Huaytará, etc. y ya había agotado con creces mi “crédito” de ausentarme del
trabajo. La parte “responsable” de mi consciencia me decía que definitivamente ya no
podía ausentarme de mi trabajo otras 3 o 4 semanas; pero otra parte de mí me decía que
“éste sí era el momento correcto; que se trataba de una oportunidad única, pues a este
viaje estarían yendo un grupo de gente no solo muy querida, sino también muy
experimentada y de manejo muy homogéneo, lo que, para un viaje tan exigente, nos iba a
permitir desplazarnos muy bien. También pesó para mi decisión el que, a mis 58 años, me
encontraba gozando de muy buena salud y pasando por un buen momento de armonía en
los aspectos más importantes de mi vida, y estas condiciones son algo que no podemos
tener sobre seguro por siempre. Finalmente me decidí a ir; ya no le daría más vueltas al
asunto; me embarcaría en esta aventura de viajar al fin del mundo en moto, llueve o
truene...

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Fueron pasando los meses y tuvimos algunas reuniones de coordinación; conversamos las
pautas para preparar las motos y alistarlas para este largo viaje de más de 14,000 km.
Llantas nuevas de rigor, rutas posibles, etc.

Se siguió revisando la ruta tentativa; serían tramos de aproximadamente 800 km/día para
no hacer un viaje tan largo, por lo que sabíamos de antemano que nos esperaban largas y
agotadoras jornadas. Finalmente, todos aceptamos el plan de ruta propuesto, y comenzó
la cuenta regresiva.

Para un viaje largo en moto, el escoger qué llevar y qué no llevar, se convierte en una tarea
muy difícil, pues el espacio de carga es bastante reducido y cada cosa que quieres llevar,
hay que pensarla 10 veces para decidir si va o no va. Con el fin de reducir peso, acordamos
distribuirnos algunas herramientas o equipos de auxilio a fin de no llevar todos lo mismo.

Hubo algunos que al final se bajaron del viaje por una razón o por otra; otros que optaron
por partir antes y hacer el viaje en Harley Davidson y con un itinerario algo distinto, que
aparentemente no se cruzaría con el nuestro.

Casi a las finales, mi querido amigo y compañero de muchos viajes, Coco Thornberry, se
animó a sumarse a nuestro grupo, con su legendaria Harley Davidson modelo Dyna año
1998. La Dyna de Coco tiene algo muy especial y es que en el pasado perteneció al
recordado Vladi Moran; gran y muy querido moto-viajero, quien lamentablemente nos dejó
de forma muy temprana hace unos años. Los que conocieron a Vladi sabían que el viaje a
Ushuaia había sido uno de sus más grandes sueños, que lamentablemente no alcanzó a
cumplir. Por ello desde el inicio de este proyecto, ya habíamos considerado poner el
nombre de Vladi en nuestros polos del viaje, como si fuera uno más de los participantes, y
ahora el hecho de que Coco se sumara al grupo con una moto que le perteneció a Vladi,
le dio una mística muy especial a este viaje. No tenemos ninguna duda que Vladi nos
acompañó y nos cuidó durante todo el trayecto.

Me pregunté qué quería decir Ushuaia; etimológicamente Ushuaia viene de la lengua de


los yaghanes o yámanas, sus primeros habitantes, y quiere decir "bahía que penetra
hacia el poniente".

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El Plan de viaje inicial que aprobamos, contemplaba el siguiente itinerario:

Ida Retorno
día 1 Lima/ Camaná (839km) día 10 Ushuaia – Puerto Santa Cruz (817 km)
día 2 Camaná/ Iquique (741km) día 11 Pto. Santa Cruz – C. Rivadavia (582 km)
día 3 Iquique/ La Caldera (887 km) día 12 Comodoro Rivadavia – Neuquén (1103)
día 4 La Caldera/ Santiago (873 km) día 13 Neuquén – Mendoza (789 km)
día 5 Santiago/ Temuco (679 km) día 14 Mendoza – Córdoba (687 km)
día 6 Temuco/ Bariloche (489 km) día 15 Córdoba – Tucumán (567 km)
día 7 Bariloche/ Perito Moreno (800 km) día 16 Tucumán – SP Atacama (807 km)
día 8 Perito Moreno/ El Calafate (626 km) día 17 SP Atacama – Tacna (753 km)
día 9 El Calafate/ Ushuaia (867 km día 18 Tacna – Nazca (790 km)
día 19 Nazca – Lima (449 km)
Nota. - Inicialmente cada 5 días tomaríamos un día de descanso; descansaríamos también en El
Calafate, Ushuaia, Mendoza, etc. Apuntábamos a un mínimo de 24 y un máximo de 30 días.

2.   LA PARTIDA:

Día 1: Lima – Camaná (837km)

Finalmente llegó el tan esperado 14 de noviembre; nos reunimos antes de las 5:50am en
un grifo a la salida de Lima; todos muy entusiastas y ansiosos con la partida. Fueron a
despedirnos Carmen, mi esposa, mi hijo Leonardo y un querido grupo de amigos
motociclistas que tuvieron el hermoso gesto de venir a despedirnos y desearnos “buenos
vientos…” y sí que los tendríamos en todo el sentido de la palabra…

Partimos ese día de Lima:

•   Danny Varón (KTM)

•   Fernando Bellina (KTM)

•   Manolo y Tere Medina (KTM)

•   Coco Thornberry (HD Dyna)

•   Lucho Calmet (BMW)

De Izquierda a Derecha: Manolo Medina, Teresa Rodríguez de Medina, Fernando Bellina,


Danny Varón, Coco Thornberry y Lucho Calmet

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Para el momento de la partida, aunque suena absurdo, la mayoría llegamos bastante
cansados, pues la noche previa a un viaje en moto, la ansiedad del viaje te hace dormir
muy mal; yo al menos siempre me levanto una y otra vez por algo más que quise revisar y
termino durmiendo 3 o 4 horas. Felizmente también el primer día siempre la adrenalina y el
entusiasmo se encargan de mantenerte en pie durante el trayecto.

El Viaje dentro del territorio peruano sería un Lima – Camaná y de allí al día siguiente
pasaríamos a territorio chileno por la
frontera de Tacna-Arica.

Llegó finalmente el momento de la


despedida, “la hora cero” en que luego
de los últimos besos y abrazos,
prendimos nuestras motos y partimos
muy emocionados con dirección Sur.

Poco a poco comenzamos a dejar atrás a nuestros familiares y amigos, que nos siguieron
un pequeño tramo para tomarnos las últimas fotos. El día estaba un poco más frío de lo
usual, lo que es bueno para manejar moto. Pronto comencé a tomar consciencia de que
esta no era una más de las cotidianas salidas al Sur; esta vez teníamos por delante varios
miles de kilómetros; nos dirigíamos a Ushuaia, “el fin del mundo”, ¡al último extremo del
planeta al que se puede llegar manejando! ¡La Ciudad más austral del mundo!! Para no
creerlo… Estábamos con el espíritu aventurero a tope y felices de la tremenda cantidad
de kilómetros, paisajes y vivencias que teníamos por delante; cerca de 30 días de no hacer
otra cosa que esto que tanto amamos: manejar nuestras motos y conquistar nuevos
destinos; listos para vencer lo que se interponga entre nosotros y nuestro destino:
¡Ushuaia!!

Como ya es tradición, siempre que salimos de viaje al


Sur, paramos en el grifo a la salida de Ica para
comernos unos ricos panes con asado que allí venden.
Aprovechamos para pegar allí el primero de los
Stickers que Danny había preparado para repartir y
dejar huella de nuestro paso durante nuestro viaje.
Tomamos el atajo por el estrecho túnel de la antigua
carretera que sale por Palpa y continuamos atravesando el hermoso Valle de Yauca, con

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sus verdes bosques de olivos y los típicos tinajones azules con aceitunas al pie de la
carretera. Seguimos avanzando, pasando por Tanaca, que siempre te saluda con sus
fuertes vientos y donde hay que tener cuidado con la arena que se mete a la pista. Hicimos
una parada en Atico para almorzar en el Restaurante “Don Oscar”; donde me comí unas
deliciosas lapas arrebozadas; muy recomendable por cierto y luego tras pasar Chala y
dibujar unas ricas curvas, llegamos a Camaná, nuestro destino para este primer día.

Día 2: Camaná – Iquique (735km)

Luego de un buen descanso, salimos temprano de Camaná y enrumbamos por las nuevas
Costaneras Camaná – Matarani, Mollendo – Ilo y finalmente Ilo – Tacna. La verdad una
maravilla, especialmente la primera que tiene unas pistas excelentes con poco tráfico y
unas curvas hermosas. Como anécdota, mientras cargábamos combustible en Mollendo,
Fernando pidió que lo ayudemos a ajustar uno de los espejos de su KTM que se había
aflojado e intentando soltarlo, éste se rompió en dos, por lo que en su reemplazo compró
un espejo de moto “chinito” que lo acompañó el resto del viaje. Tacna nos recibió con una
leve llovizna; nos dirigimos al terminal Terrestre para cambiar un poco de dólares a pesos
chilenos e hicimos que nos llenen los formatos para ingreso y salida de las motos al Perú,
lo que te hacen en allí por tan solo S/. 5.00 y en verdad resulta muy conveniente para quien
va a cruzar la frontera a Chile. Nos tomó poco más de una hora pasar la aduana de
Chacalluta, que ahora acertadamente han consolidado en un solo puesto para ambos
países.

Al pasar a Chile hay cambio de hora y avanzas de golpe 2 horas más tarde en el reloj, pese
a que el huso horario es el mismo que en Perú. Saliendo de la frontera, pasamos Arica y
enrumbamos hacia el sur. Es muy agradable manejar en Chile, pues las pistas son
verdaderamente muy buenas; anchas, muy bien conservadas, bien señalizadas y además
la cultura vial de los conductores en Chile es admirable, pues los camiones se abren hacia
la banquina para dejarte pasar, te avisan con direccionales cuando no viene carro para que
pases, etc. Existe además un gran respeto por las motos y por los peatones, como debe
de ser.

Al llegar a Camarones, paramos con Coco para que revise algo de su moto y el resto del
grupo siguió avanzando. Aprovechamos para comer algo y luego seguimos camino hacia
Pozo Almonte para recargar combustible, algo retrasados del resto. La Harley de Coco es
una moto con menos autonomía que las del resto del grupo; por ello a lo largo del viaje en
algunas ocasiones Coco tenía que parar a cargar combustible en un grifo más cercano o

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parar a mitad de camino parar a rellenar su tanque con la galonera, a fin de poder llegar a
la siguiente estación de servicio. En esas ocasiones, para no retrasar al resto, acordamos
que yo pararía con él para acompañarlo mientras los demás seguían avanzando y ya
después los alcanzábamos. Nuestros compañeros llegaron a Iquique un poco antes que
nosotros y ya les dimos el encuentro en el Hotel Ibis. Esa noche jugaba Perú con Nueva
Zelanda y al menos Coco y yo vimos el partido y aunque bien cansados, celebramos felices
con unas chelas el triunfo de nuestra selección, que nos pone en Rusia 2018.

Día 3: Iquique – Caldera (887km)

Salimos temprano de Iquique. Fuimos por la Costa, pasando por el bonito balneario de
Antofagasta y de allí subimos por la ruta 5 para
seguir por el desierto y paramos en la famosa
escultura “La mano del desierto”, para tomar las
fotos de rigor.

En este trayecto, la temperatura aumentó


considerablemente (37oC). El tremendo calor y
las rectas “eternas” se convierten en el
“somnífero perfecto” y tuvimos que luchar para
no dormirnos. Para recargar fuerzas, paramos a comer algo en un restaurante que esta al
costado de un grifo en medio del desierto y luego seguimos para más adelante acercarnos
nuevamente a la Costa. Pasamos por Chañaral, donde llegamos ya con la última luz.
Chañaral es un nombre que nunca olvidaré, pues el viaje pasado a Mendoza, hasta aquí
llegó la moto de mi querido amigo Johnny Sánchez Paredes, quien, para su mala suerte,
tuvo que regresarla hasta Lima en Camión.

Desde Chañaral hasta Caldera hay una pista muy bien señalizada con “ojos de gato” que
el manejarla de noche es realmente espectacular, pues parece una pista de aeropuerto
para aviones. El hotel que habíamos separado no se veía tan bueno y decidimos buscar
las cabañas a las que fuimos con Coco en el viaje
al que me refiero en el párrafo anterior. Felizmente
encontramos espacio y nos quedamos allí. En
Caldera tomamos consciencia que iba a ser muy
difícil el seguir a este ritmo de tramos tan largos, y
acordamos todos el ver de acortar un poco los

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tramos para poder completar el viaje de forma más llevadera y segura.

Día 4: Caldera – Los Vilos (672km)

Nuestro 4to día de viaje salimos temprano de Caldera, que es una pequeña bahía muy
hermosa; la salida fue por una zona muy bonita, pero de allí rápidamente la Ruta 5
comienza a separarse de la costa y el paisaje
se vuelve más árido, como “lunar”. Decidimos
entrar a la localidad de Vallenar a cargar
combustible y por ese sector encontramos
unos campos totalmente rosados muy
hermosos que me impactaron y paré a filmar;
se trataba de campos con flores lavanda…

En Vallenar siempre nos bromeamos al entrar a los


grifos, imaginando que el que atiende nos dirá:
total, ¿va a llenar o Vallenar??

Paramos en La Serena a comer algo y a partir de


aquí comenzó a soplar un viento atravesado muy
fuerte que pensé, sería como un preámbulo de los
vientos que habríamos de encontrar en la
Patagonia. La Temperatura comenzó a enfriar, lo
que nos obligó a parar y abrigarnos. Llegamos algo
temprano a Los Vilos, donde nos alojamos en unas
cabañitas muy bonitas.

Allí salimos a cenar a un simpático restaurante


donde de regreso al hotel, al no haber más taxis,
nos tuvimos que subir los 6 en un solo taxi, lo que
resultó muy divertido.

Día 5: Los Vilos - Talcahuano (724 km)

El 5to día de viaje salimos temprano rumbo a Talcahuano; ya saliendo de Santiago, nos
comunicamos con nuestro amigo Jose Luis Babarczy, quien había salido hacia Ushuaia
con otro grupo, antes que nosotros y se había quedado con la moto malograda en Rio
Grande. “Babar”, como llamamos cariñosamente a José Luis, nos pidió si podíamos pasar
por la tienda de Harley de Santiago para recoger un repuesto que necesitaba para su moto;

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Danny y yo nos ofrecimos para regresar por el repuesto de Babar
mientras el resto continuó viaje.

Regresamos a Santiago y recogimos el repuesto en la tienda de


Harley, luego de lo cual enrumbamos nuevamente al Sur para ver de
alcanzar al resto del grupo, pero esta vez ya con la valiosa carga en
nuestras alforjas.

El día estuvo más o menos abrigado, con algo de viento que fue
aumentando conforme seguía avanzando la tarde. En el camino de entrada a Talcahuano
había unos hermosos bosques de pino cuya fragancia nos deleitó gran parte de ese
trayecto. Llegamos finalmente a Talcahuano con un fuerte
viento. Sugerimos buscar el hotel al que fuimos a comienzos
de año cuando en vinimos con Coco; oportunidad en la que
nos quedamos con las ganas de visitar el “Monitor Huáscar”,
por cuanto en ese momento estaba en reparaciones.

Esta vez sí nos habíamos asegurado que podríamos visitarlo


el Domingo, a pesar de que ese día habían programadas
elecciones presidenciales en Chile. Algunos de nosotros
salimos a cenar algo rápido y regresamos pronto a descansar.
A primera hora del día siguiente sería la tan esperada visita al
Monitor Huáscar.

Día 6: Talcahuano – Osorno (554 km)

Este fue un día que quedara por siempre en mi memoria; fue el día en que visitamos el
glorioso Monitor Huáscar. Salimos temprano en las motos hasta la Base Naval de

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Talcahuano, donde lo tienen fondeado y allí estaba el HUASCAR, tan reluciente como en
sus viejos días; parecía como si nos hubiera estado esperando…
Tomamos la balsa que nos llevó hasta el Monitor y sentí una emoción muy grande al pisar
su cubierta. Este buque tiene un significado muy grande para los marinos peruanos; pues
es allí donde durante la Guerra del Pacífico, nuestro máximo héroe, Miguel Grau, se inmoló
por su patria para llenarse de gloria e inmortalizarse hasta la eternidad. Besé su cubierta
con todo respeto y recorrimos el buque de proa a popa; visitando todos los rincones de la
cubierta y de su interior. Estar en la cámara de oficiales y entrar al que fue el camarote del
Almirante Grau, me causo una emoción muy grande; pensé en la diversidad de ideas y
sentimientos que rondarían a Grau, cuando se iba a descansar cada noche; pensaría en su
familia, en su patria, en las responsabilidades que tenía con su patria y con su tripulación,
el estado de su nave y entre todo esto, allí probablemente armaría su estrategia para seguir
combatiendo al enemigo de entonces. Finamente Coco y yo, que somos los marinos del
grupo, nos fuimos a proa y a manera de oración, cantamos a todo pulmón el himno “Gloria
a Grau”, el que no pudimos terminar debido a la emoción…

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Terminada esta emotiva visita al Monitor Huáscar, tomamos nuestras motos y dejamos allí
anclado el glorioso monitor cautivo, para retomar nuestro viaje.

Los bosques de pino y esa deliciosa fragancia nos siguieron acompañando gran parte del
camino. El día estuvo soleado y nos calentó buena parte del día, pero ya a partir de las 5
de la tarde, el frio comenzó a sentirse con mucha intensidad.

Al llegar a Osorno ubicamos el hotel WAEGER, y luego de instalarnos, salimos a buscar


algún lugar donde comer, que nos costó bastante encontrar, pues debido a las elecciones,
todo estaba cerrado, menos uno, en el que por la cantidad de gente que había, tardaron
una eternidad en atendernos.

Esta sería nuestra última parada en Chile, pues al día siguiente cruzaríamos la frontera de
Chile a Argentina.

Estacionamiento en Hotel Waeger en Osorno

Día 7: Osorno - Esquel (529 Km)

A partir de Osorno, me atrevo a decir que entramos como a un “portal de acceso” a una
“sucursal del paraíso”, pues los paisajes comenzaron a ser ¡increíblemente hermosos!!

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Salimos temprano de Osorno y pronto
comenzamos a transitar por la zona de Entre
Lagos, el Parque Nacional de Peyehue, todavía
en Chile, como dije, de una belleza increíble.
Llegamos finalmente al Paso Cardenal Samore
para salir de Chile y entrar a Argentina.

Aquí tuvimos un impase que lamentablemente


nos hizo perder bastante tiempo. Cuando la
mayoría habíamos ya pasado y nos habían entregado el pase de barrera que te permite
ingresar al país, a Danny le negaron el ingreso por no contar con el seguro contra terceros
que nos decían, era requisito para que un vehículo ingrese a la Argentina. Nosotros
habíamos ingresado en moto a este país varias veces en los últimos años y les explicamos
que siempre habían aceptado nuestro SOAT sin problemas, pero esta vez no quisieron
aceptar este documento (que por cierto es solo valedero en el Perú…) Nos dijeron que era
obligatorio contar con un seguro que se vende solo en Argentina y que no vendían en el
Puesto de Aduana, por lo cual estábamos en un callejón sin salida: “nos pedían un seguro
que no había como comprar, pues no podíamos pasar”. Finalmente nos quitaron a todos
los pases de barrera que ya nos habían dado, con lo cual volvíamos todos a foja cero. Para
terminar el cuento, luego de retenernos por más de una hora, logramos convencer al Jefe
del Puesto, hablándole del entrenador de Futbol de nuestra selección, el Argentino Gareca,
a quien cariñosamente se le conoce como “el Tigre”. Le contamos que en agradecimiento
por clasificarnos al Mundial de Rusia 2018; habíamos canonizado al Tigre y los estábamos
considerado candidato para la Presidencia de la República! le mostramos unas fotos de
esto que habían circulado a manera de broma, luego de la clasificación. Ello cayó en gracia
de este jefe, quien finalmente cedió y nos dejó entrar, con la promesa que compraríamos
el seguro en cuanto lo encontremos. Continuamos viaje ya en territorio argentino; luego de
unas buenas curvas, entramos al sector de Rio Negro, donde los paisajes se tornaron
absolutamente paradisíacos, por sus maravillosos lagos azules, sus bastos campos de
color verde y el precioso tono amarillo que le dan las retamas; los hermosos nevados al
fondo; un paisaje realmente de postal. Cruzamos por un poblado llamado Villa La
Angostura; hermoso y muy pintoresco, con unas casitas de madera que parecían sacadas
de un cuento y lleno de hoteles y restaurantes que evidenciaban un turismo muy
desarrollado.

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Continuamos camino hasta Bariloche, donde al
parar a cargar combustible en un grifo, Danny
se percató que ¡le faltaban su DNI y su tarjeta de
propiedad!!; recordó que se los había entregado
al agente de Inmigración Argentino y éste nunca
se los había devuelto… Tragedia!! No había otra
alternativa que regresar a recogerlos. En ese
momento nos encontrábamos ya a 120 km del
Paso Cardenal Samore; Danny nos avisó que
regresaría a recoger sus documentos y yo me
ofrecí a acompañarlo. Fernando decidió
quedarse a esperarnos allí en Bariloche
mientras que le planteamos a Manolo, Tere y
Coco que continuaran camino a Esquel, para
evitar que al menos a ellos les agarre la noche.

Danny y yo emprendimos camino de vuelta, lo


que, si bien significo recorrer por segunda vez esos 240 km, como le dije a Danny, no fue
para mí ningún sacrificio, pues fue como recorrer el paraíso por segunda vez... muy buenas
pistas con un paisaje de lujo. Al llegar al Paso, espere afuera y pronto regresó Danny con
sus documentos. Me contó que se los había entregado un gendarme y el funcionario
amargado que nos hizo todo el problema, no le dio cara; en fin. Regresamos a Bariloche y
allí nos esperaba Fernando. Rellenamos combustible y salimos rápidamente los tres en
dirección a Esquel, empalmando con la Ruta 40, que nos acompañaría por unos días. El
paisaje siguió hermoso por un tramo más; pero conforme nos alejamos Bariloche, comenzó
a cambiar; los lagos quedaron atrás y todo se comenzó a volver más árido. Con el
atardecer entró viento fuerte y cayó la noche sobre nosotros con un frio muy intenso; la
pista se volvió estrecha y con muchos huecos y lo único que teníamos a favor era la luna
llena, cuya luz contrastaba mágicamente con los picos escarpados; a la hora del
crepúsculo parecía una vista de postal; la silueta de los picos con esa luz es algo que jamás
olvidaré. En el camino se nos cruzaron 3 o 4 liebres, que en algunos casos hubo que
esquivar y Fernando contó que se le había cruzado un animal distinto que aparentemente
habría sido un zorro. Con el tremendo frio y el viento que había y con la pista en pésimo
estado, rogué a Dios que no tuviéramos ningún percance con ninguna de las motos, pues
quedarnos botados allí, en el medio de la nada y en ese frio tan intenso hubiera sido terrible.

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A Dios gracias, pese a que el último tramo fue muy malo, todo marchó bien y llegamos a
Esquel casi a las 11pm sin novedad. Finalmente habíamos alcanzado al resto del grupo,
completando un total de 15 largas horas de manejo. Salimos del hotel a comer algo rápido
en un grifo cercano y nos fuimos a descansar, pues estábamos extenuados.

Día 8: Esquel – Bajo Caracoles (669 km)

Partimos como siempre temprano de Esquel; a partir de ese momento comenzamos a


entrar a la pampa Patagónica y con ello, comenzaron los vientos más fuertes que jamás
había sentido hasta ese entonces. Hubo durante el día algo de sol que calentó un poco,
pero el fuerte viento fue lo que marcó este día. Por allí nos cruzamos con un armadillo que
cruzaba la pista, que puso la nota divertida. En este tramo nos pasó algo muy curioso; en
un momento cambiamos rumbo y el viento nos quedó de cola y nos ocurrió una experiencia
única; nos percatamos que a pesar de que estábamos a 120 km/h, levantabas la mano y
era como si no hubiera viento; “como si estuvieras detenido”; en ese momento probé dejar
de acelerar y sentía como el viento me empujaba hacia delante sin acelerar; estábamos
navegando cual veleros por la carretera…

Para esas alturas, comenzamos ya a sentir las consecuencias del esfuerzo que significa
manejar durante tantas horas seguidas con este viento tan fuerte que cuando sopla
atravesado, te quiere botar de la pista a toda costa y ello te obliga a inclinar la moto en
contra, forzando la inclinación metiendo timón de forma permanente; esto implica el tensar
manos, muñecas y brazos y por supuesto tensar piernas y abdominales; inclusive el viento
al pegar contra el casco, te empuja con fuerza la cabeza hacia el costado y ello te obliga a
enderezar la cabeza usando los músculos el cuello. Todo este esfuerzo de horas consume
muchas de nuestras energías. Además, el manejar bajo estas condiciones te obliga a
mantenerte 100% concentrado, listo para compensar cualquier cambio, pues las fuertes
ráfagas de viento te golpean sorpresivamente cada que sobrepasas camiones o cerros que
se interponen entre la moto y el viento y uno ya va aprendiendo como anticiparse y estar
listo para compensar cada que vas a pasar alguno de estos obstáculos. Cuando cruzas
puentes, también se crean muchos efectos extraños con el viento; se presentan cambios
repentinos de la dirección del mismo; ello porque el viento pega contra las barandas que
hay a ambos lados del puente y se crea mucha turbulencia.

El paisaje en la pampa es monótono y no ayuda mucho a mantenerse despierto; en ello la


comunicación que mantenemos entre nosotros mediante el bluetooth que tenemos
instalados en los cascos juega un papel muy importante. Además de ser una gran ayuda

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para avisarnos en las curvas de si la pista esta libre para pasar, avisar de huecos u
obstáculos, hacer coordinaciones para parar, etc., nos sirve para conversar y reírnos un
poco. En este viaje, con Coco vimos que conversar no bastaba para no dormirse; por ello
esta vez improvisamos el ponernos a cantar; desde música criolla y baladas, hasta himnos
navales y canciones infantiles; lo que sea, con tal de mantenernos despiertos y soportar
las largas jornadas de 12 horas promedio que ya comienzan a dejar estragos.

El destino para hoy: Bajo Caracoles, es un lugar en el medio de la nada, donde lo único
que hay es un hotelito muy modesto y un surtidor de gasolina, el cual es un punto de
recarga de combustible obligado. Poco antes de llegar a Bajo Caracoles, Coco se comió
un hueco que golpeó fuerte su moto y le soltó uno de los tubos de escape. Al llegar a Bajo
Caracoles, vimos un poblado tan pequeño, que hasta dudamos de si esta era o no la
localidad que estábamos buscando. Ya allí, Coco revisó su moto y se percató que la brida
que sujeta el tubo de escape al motor se había soltado por completo, pero para su buena
suerte, una de las tuercas que se había soltado había caído en un rincón del motor y allí
estaba todavía para reutilizarla y felizmente dentro del frasco de pernos “varios” que traía
en mi moto, tenía la otra tuerca que le faltaba, por lo cual pudimos armar su tubo de escape,
que quedó muy bien.

El hotelito de Bajo Caracoles dentro de todo


tenía todo lo mínimo indispensable; un comedor
donde comer algo caliente; camas limpias,
estufas, etc. A Fernando le tocó una habitación
pintada de rojo, que fue motivo de muchas
bromas. Aquí conocimos a un motero argentino
que venía bajando de Ushuaia en una BMW
Triple Black, idéntica a la mía. Este amigo nos
dio varios datos muy valiosos; primeramente,
nos advirtió de un tramo de 72 km de ripio que
hay a partir de Gobernador Gregores, antes de
llegar a El Calafate, el cual era de muy difícil
tránsito y cuyos últimos 400 metros eran de extrema dificultad; nos dijo que tuviéramos
muchísimo cuidado. También nos explicó que el Glaciar Perito Moreno queda como a 80
km de El Calafate; cosa que no teníamos claro y finalmente nos dio el dato de un hotel muy
conveniente en El Calafate.

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Día 9 : Bajo Caracoles – El Calafate (495 km)

Luego del merecido descanso, salimos con


rumbo a El Calafate a las 7am. Hoy es
cumpleaños número 18 de mi hijo Rafael y salí
pensando en él. El viento hoy estuvo igual de
fuerte. Luego de pasar Gobernador Gregores,
llegamos finalmente al tramo difícil del ripio que
nos habían advertido. La alternativa para ir a El Encuentro al paso con otros viajeros

Calafate sin seguir este tramo implica muchos kilómetros adicionales, por lo que
decidimos afrontar el reto.

Mientras que 4 de nosotros estábamos en motos todo terreno, que mal que bien, se
adecuan mejor a los tramos off-road, Coco la tenía más difícil con su Harley, que
definitivamente no es una moto adecuada para off-road.
El tramo de 72 km nos pareció verdaderamente eterno y
de mucha dificultad. Fue bastante más difícil de lo que
esperábamos; Manolo también la tuvo más difícil que el
resto, pues si bien estaba en una moto todo terreno,
venía con Tere como pasajera y por ello, entre Tere y su
equipaje, llevaba muchos más kilos que los que
llevábamos el resto, sin embargo, su experiencia previa de muchos años en motocross, lo
ayudo mucho.

Cuando no venían carros en sentido contrario, a veces nos pasábamos a la huella del
camino de regreso, pues por momentos esa huella era la más transitable, pero de pronto
aparecía a lo lejos un auto en sentido contrario y no te quedaba de otra que salirte
nuevamente a la huella de ida y pasar por un montículo de piedritas que había entre huellas
que era todo un reto atravesar y solo quedaba rogar no caerte. No se equivocó el motero
argentino al advertirnos de los últimos 400 metros, pues efectivamente ese tramo era de
piedras medianas muy sueltas y fue un milagro pasarlo sin caernos. Después otros
moteros nos contarían que este tramo de ripio tiene varias piernas rotas en su haber...

Valgan verdades, creo que la buena “caña” de cada miembro del grupo quedó
demostrada, pues todos pasamos victoriosos este largo tramo sin caernos, aunque no sin
quemar harto calzoncillo...

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De allí vino la tan apreciada pista asfaltada, pero ahora el viento endemoniado es quien
tomó el protagonismo; definitivamente vemos que mientras más al sur avanzamos, peor
se pone la cosa… Cada día puedo decir que el viento estuvo más fuerte que el día anterior.
Me pasó por la cabeza una fantasía; la idea de que Ushuaia es como un “Reino” que tiene
unos soldados que lo resguardan, que son “los vientos”, que “cual arqueros”, tratan de
impedir el avance de los moteros que quieren ingresar a la ciudad y solo los que logran
vencer este fuerte ataque, son los que se ganan el permiso de ingreso… graciosa como
fantasía, aunque no tan desconectada de la realidad…

Algo que describe claramente la fuerza del viento que tuvimos que soportar es que cuando
tenías viento desde la izquierda y tomabas curvas cerradas hacia la derecha, podías
tomarlas con la moto casi derecha, ¡sin necesidad de inclinarla!!

Coco y yo llegamos a El Calafate algo atrás del


resto, pues tuvimos que hacer una parada
adicional a reabastecer combustible y ello nos
retrasó un poco. Mi moto hoy estuvo dando un
poco de problemas en bajas revoluciones;
pareciera como si tuviera alguna obstrucción en
el sistema de combustible, o alguna falla en la
bomba de gasolina. Ello me tenía un poco
preocupado; esperaba que no fuera nada grave.

En El Calafate encontramos un viento realmente bárbaro; ya eran cerca de las 5 pm y había


que apurarse si queríamos ir a visitar el Glaciar Perito Moreno. Nos dirigimos al Hotel
“Fuerte Calafate” a darle el encuentro al resto; es tan fuerte el viento que hay, que el hotel
tiene como una pre-cámara para entrar o salir a exteriores... Luego nos contaron nuestros
compañeros que, al llegar, estando detenidos, tanto Danny como Manolo fueron tumbados
por una ráfaga de viento que los agarró mal parados. Nos cambiamos como el rayo y
tomamos un par de Taxis que nuestros compañeros ya habían contactado para que nos
lleven al Glaciar; una fuerte llovizna nos acompañó durante el trayecto. Como
comentábamos todos, la belleza del Glaciar Perito Moreno de por sí, pago el viaje; al verlo
nos quedamos sin aliento al contemplar esta la belleza de la naturaleza; estas enormes
extensiones de hielo que parecen flotar sobre el agua son de una hermosura inigualable.

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Dicen que cuando esta medio nublado y lluvioso como nos tocó, el glaciar se ve color
azulado. Al llegar, tomamos unas sendas que van bajando hacia el nivel del agua y fuimos
parando a tomar fotos en diversos puntos del camino.

El frio, la lluvia y el fuerte viento no impidieron que disfrutáramos muchísimo la visita. Luego
de pasearnos por las inmediaciones del glaciar, subimos a los taxis y emprendimos el
retorno a la ciudad de El Calafate.

Los taxistas nos recomendaron un restaurante “La


Marca” donde se come Parrilla tipo Barra Libre;
fuimos a este lugar y comimos unas muy buenas
carnes. Estuve averiguando sobre mecánicos en El
Calafate, y me dijeron que solo hay mecánicos para
motos chicas y que difícilmente encontraría uno
para una moto grande como la mía sino hasta en el
mismo Ushuaia. Ni bien llegamos al hotel, fui a prender mi moto para probar como estaba
y felizmente la sentí normal; aparentemente había desaparecido el problema. Tal vez

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habría sido alguna basurita que estaba obstruyendo algo y ya habría salido, sabe Dios,
pero el hecho es que felizmente no volvió a dar problemas el resto del viaje.

Día 10 : El Calafate – Rio Grande (713 km)

Este día quedamos en salir a las 7 de la mañana, pues para llegar a Rio Grande, (donde
por cierto nos esperaba Babar, ya más de 7 días parado), había que pasar una franja de
territorio chileno que implicaba salir de Argentina, entrar a Chile, tomar el Ferry para cruzar
el Estrecho de Magallanes y nuevamente pasar otra aduana para salir de Chile y entrar
nuevamente a Argentina. Cuando estábamos todos listos para salir con las bolsas ya
amarradas, me di cuenta que había dejado la llave de mi moto dentro del bolsillo de una
chaqueta que estaba dentro del bolsón ya amarrado y para no retrasar al grupo, les dije
que vayan partiendo. Coco me esperó y una vez listos, partimos hacia el grifo a cargar
combustible. Al llegar al grifo, ellos ya salían de cargar, pero habían llegado otros moteros
antes que nosotros y tuvimos que hacer cola. Ya que estábamos allí, aproveché en ir a un
cajero para sacar algo de efectivo que me faltaba y con todo esto salimos con una media
hora o más de retraso. Enrumbamos hacia el Sur y como la distancia hasta Rio Gallegos
estaba a más de 300 km, entramos a la localidad de Esperanza a cargar combustible. Había
delante nuestro un grupo de 10 moteros brasileros echando combustible. Para nuestra
mala suerte, luego de una larga cola, cuando ya casi era nuestro turno, se fue el fluido
eléctrico y no pudimos cargar. Esperamos unos 20 minutos a ver si regresaba la
electricidad, pero al no haber certeza de si regresaría pronto o no, decidimos continuar
viaje, pero a baja velocidad, para consumir el mínimo y usaríamos el combustible de ambas
galoneras para ver que Coco llegue a Rio Gallegos. Felizmente así fue; llegamos sin
novedad a Rio Gallegos, donde cargamos
combustible y aprovechamos para comer algo. De
allí tomamos la Ruta 3 y llegamos al Paso Fronterizo
Integración Austral, donde salimos de Argentina e
ingresamos a Chile, ya ahora en la región conocida
como Tierra del Fuego, para dirigirnos hacia Punta
Delgada a tomar el Ferry. Los vientos estaban
fuertísimos, como ya venía haciéndose cotidiano.
Al llegar al terminal del Ferry, éramos segundos en
la Cola; aparentemente, nuestros compañeros
habrían pasado en el Ferry anterior y esperábamos
darles el alcance en Rio Grande luego de cruzar el
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estrecho de Magallanes. Para ello ni bien
cruzáramos, había que cargar combustible en
Cerro Sombrero, que queda al otro lado del
estrecho. Resultó que la Capitanía de Puerto
cerró el Puerto por las malas condiciones que
imperaban y tuvimos que esperar 5 largas horas
para que lo abrieran de nuevo; logrando cruzar casi a las 10pm. Ya del otro lado, nos
dirigimos al grifo de Cerro Sombrero, que quedaba aproximadamente a 30 minutos de
Bahía Azul, que es el nombre del puerto donde te deja el Ferry al otro lado del Estrecho.
Resultó que el grifo había cerrado a las 8pm, por lo que no nos quedó otro remedio que
quedarnos a dormir en Cerro Sombrero, donde
encontramos un buen hotelito. Creo que aún sí
hubiéramos podido cargar combustible, no
hubiéramos podido continuar viaje, pues el frio y
los vientos a esa hora eran muy intensos y el
cansancio tampoco nos hubiera permitido
continuar. Nos comunicamos por teléfono con
nuestros compañeros para reportarles la
situación.
Ellos habían llegado sin novedad a Rio Grande y ya estaban en compañía de Babar, pero
lamentablemente el repuesto de su moto se había quedado conmigo, por lo cual no les
quedo más que esperar a que lleguemos al día de siguiente.
Aquí Babar se une ya a nuestro equipo

Día 11 : Cerro Sombrero – Rio Grande - Ushuaia


(418 km)

Luego de cargar combustible, Coco y yo salimos


temprano de Cerro Sombrero con dirección a Rio
Grande. Primero hubo que pasar un puesto fronterizo
para salir de Chile; luego vino un tramo de tierra
afirmada de aproximadamente 15 km, felizmente no
tan malos y luego pasamos el puesto de control para
ingresar nuevamente a Argentina. Llegamos a Rio
Grande alrededor de las 11 am, donde nuestros
compañeros nos esperaban ansiosos, en especial

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Babar, ya que traíamos su tan esperado repuesto. Nos pusimos de inmediato manos a la
obra Babar y tres de nosotros y en menos de 30 minutos ya habíamos instalado el
regulador de voltaje de la moto. Babar arrancó su moto y como todo indicaba que ya todo
estaba bien, sin más demoras, partimos para recorrer los últimos 230 km que nos
separaban de Ushuaia.

El camino de Rio Grande a Ushuaia fue muy bonito; mientras más nos acercábamos a
Ushuaia, aparecían más nevados; el viento y el frio ya se han convertido en compañía de
rutina; por ello salimos muy bien abrigados. Con la adrenalina de llegar, todo fluyo
maravillosamente. A partir de ese momento Babar se integraba a nuestro equipo con su
Harley y desde entonces, ya seríamos 6 motos y 7 personas. Los paisajes, hermosos, con
bellos lagos azules y blancos nevados. Finalmente llegó el momento de comenzar a
descender hacia Ushuaia, que nos recibió
con su conocido pórtico de dos torreones,
donde paramos muy emocionados para
tomarnos las primeras fotografías.

Habíamos llegado finalmente a la tan


anhelada meta, ¡Ushuaia!! ¡El fin del mundo
en Tierra del Fuego ya era una realidad!!

Nos había tomado 11 días de más de 12


horas diarias de manejo cada uno, soportando los fuertísimos vientos patagónicos y los
temibles vientos fueguinos; frío intenso, superar mucho cansancio; miles de curvas y más
de 7,000 km de entre asfalto y ripio; tantos paisajes recorridos, tantos puestos de aduana,
tantas ciudades, poblados, hoteles, tantas gasolineras… una locura, ¡pero ya estábamos
en Ushuaia! ¡habíamos llegado a la meta final!!

Fuimos ingresando muy emocionados a la ciudad y nos dirigimos casi en directo a buscar
el mítico letrero ubicado en el Puerto de Ushuaia, con el que esta ciudad les da la
bienvenida a sus visitantes. Allí nos tomamos muchas fotos que registrarán para siempre
nuestro gran logro.

Tuvimos que hacer cola, pues todos los turistas se quieren tomar una foto junto al famoso
letrero y nosotros para colmo queríamos tomarnos fotos junto con nuestras motos y bueno
así lo hicimos; aquí algunas de las fotos que nos tomamos.

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Terminada la sesión fotográfica, nos fuimos al hotel, que resultó estar muy cerca y muy
bien ubicado; felizmente conseguimos una tarifa bastante razonable, para lo que es
Ushuaia. Por la noche salimos a cenar nuevamente parrilla a un Restaurante “La Estancia”
que nos recomendaron en el hotel y que resultó muy bueno.

Día 12 : Permanencia en Ushuaia

Para este día contratamos un par de taxis para que nos lleven a hacer el Tour a la Bahía
La Patáia. Visitamos la ensenada Zaratiegui donde se encuentra el Canal de Beagle, donde
se juntan los Océanos Pacífico y Atlántico; la laguna Verde, el tren del Fin del Mundo,

que traía a los presos a la Cárcel del Fin del Mundo; pasamos junto al Rio Pico, cuyo
nombre lleva según nos contaron, en memoria de un preso llamado “Pico” quien hace
muchos años escapó de la prisión del fin del mundo y al día siguiente lo encontraron
congelado al pie de este río, que hoy lleva su nombre. Hicimos una caminata por una senda
muy hermosa donde podías ver los diques que construyen las Nutrias en los ríos.

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Hermosa Vista de la Laguna Verde

Nos preguntábamos cual era el origen del nombre “Tierra del Fuego”; aquí la explicación:

En octubre de 1520, viaje durante el viaje en el que Magallanes descubrió el Estrecho que
hoy lleva su nombre y que une el Océano Atlántico con el Pacífico, los viajeros vieron desde
sus embarcaciones una gran cantidad de fogatas. Se sabe que esa era la forma como los
nativos se avisaban entre sí que algo fuera de lo común estaba ocurriendo (en este caso
era porque estaban muy impresionados por las enormes embarcaciones). Por esos fuegos
que fueron vistos por Magallanes y su tripulación, a partir de ese momento, denominaron
a este territorio: “Tierra del Fuego”

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Por la tarde fuimos a almorzar a la taberna Viejo Lobo de Mar;
lugar emblemático en Ushuaia, que cuenta con un museo
propio de la antigua prisión y con una hermosa vista de la bahía.

Luego de almorzar, fuimos al Museo Naval y Museo de la Vieja


Prisión del Fin del Mundo… Fue muy interesante recorrer los
antiguos pabellones y ver las difíciles condicione en que vivían
los presos.

Luego de visitar el museo, fuimos a comprar algunos recuerdos para llevar de regalo a la
familia y a la noche, antes de ir a cenar, fuimos al Ice Bar, un bar mantenido a temperatura
bajo cero, donde todo es de hielo; mesas, vasos, sillas, etc. Te dan algo de ropa de abrigo
y puedes tomar los tragos que desees. Por supuesto que luego de un par de tragos, ya
estas congelado y terminas saliendo a buscar calor; fue divertido.

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De allí fuimos a comer unas carnes a otro restaurante, para luego ir al hotel a descansar,
pues al día siguiente emprenderíamos el largo camino de regreso a casa.

El pronóstico del Clima para mañana estaba bastante malo, con altas probabilidades de
lluvia y 20% de probabilidades de nevada.

Día 13 : Ushuaia – Rio Gallegos (580 km)

Hoy amaneció con una lluvia fuerte; y pese a ello, desde temprano alistamos maletas y
motos para salir de Ushuaia. La superstición dice que los días 13 traen mala suerte y este
era nuestro día 13; hummm… Por lo pronto, llegado el momento de salir, Coco se retrasó
un poco y coordinamos para que el resto del grupo vaya avanzando y yo me quedé a
esperarlo. Partimos unos 30 minutos atrás del resto, también con fuerte lluvia y con una
temperatura de 4 grados centígrados. Cuando todavía estábamos saliendo de la ciudad,
¡empezó a nevar!! y la temperatura comenzó a bajar gradualmente; 3o C, 2.5o,C, 2o,C,
1.5o,C… Éramos conscientes de que estábamos subiendo a mas altura y sabemos que a
partir de 0o,C, el agua se congela y se vuelve hielo, lo que es una condición simplemente
prohibida para manejar moto. Fueron momentos
muy tensos, pues tuvimos que decidir si dábamos
la vuelta y regresábamos, con el riesgo de tener
que pasar varios días atrapados en Ushuaia hasta
que pase la nevada o continuábamos, con el
riesgo de encontrar hielo y no poder avanzar más.
Valga decir que Coco no tenía termómetro en su moto y dependía un poco de mi
información. Viendo que los autos de los lugareños seguían transitando sin problemas por
la mítica Ruta 3 y sabiendo que nuestros otros compañeros ya estaban más adelante,

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sugerí el jugárnosla y continuar, lo que él aceptó. Continuamos transitando muy despacio,
como a 40 km/h por una de las huellas de los autos. Entre las dos huellas de las llantas de
los autos se formó un montículo de nieve, muy peligroso de cruzar. Fueron un par de horas
muy tensas en las que la temperatura bajó hasta, 0.5o,C. y tuvimos mucho temor de coger
hielo. Felizmente poco a poco comenzó a subir la temperatura y al menos ya el riesgo de
hielo comenzó a desaparecer. Después los compañeros que salieron antes que nosotros
nos contarían que ellos habrían registrado temperaturas de hasta -1.5o,C. La nieve también
fue disminuyendo poco a poco hasta que finalmente paró. Así dejamos atrás Ushuaia,
Ciudad del Fin del Mundo, este mítico Reino que tampoco nos dejó salir tan fácilmente.

Ya sin nieve y sin lluvia, pasamos Rio Grande, luego la aduana argentina; nuevamente el
pesado tramo de trocha entre las aduanas y a continuación la aduana chilena para ingresar
a Chile. Ya desde aquí comenzó a soplar un viento verdaderamente feroz, tal vez, uno de
los más fuertes que nos han tocado en todo el viaje. Al llegar a Bahía Azul para tomar el
Ferry y cruzar el Estrecho de Magallanes, encontramos una cola de 3.5 km de autos y
camiones, pues el ferry había estado cerrado varias horas por mal tiempo y recién lo habían
reabierto. Felizmente las motos no tienen que hacer cola, pues las acomodan en espacios
donde no entran más autos y por ello, tomaríamos el siguiente Ferry. Mientras
esperábamos bajo un frio muy intenso, estacionamos las motos contra el viento, para que
éste no las tumbara, y entramos a la cafetería a tomar un café para calentarnos, cuando
de pronto se nos acercaron a conversar unos amigos; nos preguntaron de donde éramos
y nos contaron que ellos también eran moteros, y que habían venido atrás de nosotros en
su auto durante mucho rato y estaban muy impresionados de vernos prácticamente venir
en una lucha titánica contra el viento tan fuerte; nos habían venido filmando con su celular
y cambiamos números para que nos pasen la filmación que nos habían hecho. Estaba tan
fuerte el viento que nos preocupó la posibilidad de que cerraran nuevamente el servicio,
pero felizmente no fue así y logramos pasar el Estrecho. Esta vez durante la navegación en
el ferry nos pidieron que nos quedáramos cuidando las motos, pues el balanceo era muy
fuerte y temían que las motos se cayeran. Nuestros compañeros parece que habían
tomado el Ferry anterior, por lo que, de ser así, habríamos acortado distancia. Después
nos contarían que mientras esperaban el ferry, la moto de Fernando que estaba sobre su
parador central, fue tumbada por el viento y se le rompió una defensa de plástico que
protege el manubrio. Al desembarcar del ferry en Punta Delgada, encontramos otra fila
larguísima de camiones que hacía cola para cruzar y cada que pasábamos entre camiones,
la ráfaga de viento que te llegaba era tremenda. Más tarde nos enteramos que en alguna

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parte del trayecto, Manolo con Tere de copiloto, recibió una ráfaga de viento tan fuerte que
lo despistó hasta la banquina de ripio y casi llegó a golpear con la baranda, lo que hubiera
podido tener consecuencias terribles; pero a Dios gracias Manolo, que es un gran piloto,
logró controlar la situación con sangre fría y pudo lentamente regresar a la pista sin caerse.
Nos contaron que tanto Manolo, como Tere y el resto pasaron un gran susto, que ahora
felizmente solo queda como una anécdota más que contar. Coco y yo llegamos al Hotel
en Rio Gallegos sin novedad, donde nos reunimos con el resto del grupo. Nuevamente
todos muy cansados por el tramo de hoy que fue bastante fuerte.

Día 14 : Rio Gallegos – Caleta Olivia (701 km)

Temprano antes de salir, le hicimos una reparación temporal a la pieza de plástico que se
le había roto al timón de la moto de Fernando y luego enrumbamos con dirección norte
hacia Caleta Olivia. Felizmente hoy bajó la intensidad del viento y comenzó a calentar un
poco la temperatura, por lo que el día fue algo más llevadero. Continuando por la Ruta 3,
llegamos relativamente temprano y sin novedad a Caleta Olivia y aproveche para ir a una
ferretería para buscar un perno que se le
había caído a mi casco. El Hotel al que
habíamos apuntado no tenía
estacionamiento y preguntando a los
lugareños, alguien nos dio el dato del Hotel
Robert, que resultó muy conveniente. Tenía
un comedor muy bueno donde a la hora de
la cena me comí unos ravioles negros
rellenos de salmón en salsa de langostinos
que estuvieron buenísimos.

Día 15 : Caleta Olivia – Las Grutas (701 km)

Hoy seguimos por la Ruta 3 en dirección a Las Grutas; el primer tramo nos tocó recorrer
una parte de la hermosa costa atlántica; atravesamos Comodoro Rivadavia, que es una
ciudad costera muy bonita y luego de allí la ruta se separa de la costa y vienen tramos de
rectas largas y pistas con algo de huecos y para nuestro mal, la temperatura comenzó a
subir muchísimo, y creo que esta vez el intenso calor fue nuestro “torturador” de turno. El
viento estuvo presente, aunque no tan fuerte como otros días. Más adelante la carretera

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se acercó nuevamente a la costa y finalmente llegamos a Las Grutas; cansados, pero sin
novedad.

Este resultó ser un balneario de lo más bonito; nos


tocó un hotel muy simpático, frente al mar y con
una piscina temperada a la que Coco, Babar y yo
nos metimos, con chela en mano, para relajarnos
un rato. Luego salimos a ver de comer algo, pero
como no encontramos nada cerca y no queríamos
demorarnos mucho para ir a descansar,
regresamos al hotel y ordenamos unas pizzas que
acompañamos con unos buenos vinos, para no perder la costumbre. En esta parada nos
hemos percatado del gran desgaste que presentan ya las llantas posteriores,
especialmente las de las motos de Danny y Manolo. A pesar de haber puesto ellos y yo la
misma marca y modelo de llantas (Heidenau K60 Scout), las de ellos se ven bastante más
desgastadas que las mías. El plan de viaje original consideraba desviarnos hacia Mendoza,
pero ante esta novedad y el hecho que no es fácil conseguir las llantas que necesitamos
por estos lares, Danny y Fernando nos han planteado ya no ir a Mendoza y enrumbar de
forma más directa a Salta, lo que todos hemos aceptado.

Día 16 : Las Grutas – Huinca Renanco (764 km)

Hoy ya dejamos la Ruta 3 y hemos continuado hacia el norte por carreteras más pequeñas
y menos buenas. Felizmente el calor bajó un poco y el viento no estuvo tan fuerte. Pasamos
varios sectores con inundaciones y en algunos casos hemos tenido algunos desvíos por
estar la carretera inundada. En las zonas inundadas veíamos los postes con el agua hasta
2/3 partes del mismo. Alguien comentó que estas inundaciones no se han producido por
lluvias recientes sino por lluvias ya de un tiempo atrás y siguen allí porque el agua no ha
sido drenada. A mitad de camino, en un grifo en la localidad de Santa Rosa, la moto de
Coco presentó un problema en el soporte posterior del motor, el que se había vencido y
ya no hacía su trabajo, por lo que al manejar sentía un golpe de fierro con fierro. Acordamos
con el grupo que continuaran camino y yo me quedé a ayudar a mi promo. Conseguimos
algo de jebe y levantamos el motor con una gata para dejar espacio para colocar el jebe
entre el arrancador y el chasis de la moto. Aparentemente esto dio resultado, aunque no
sabríamos cuanto aguantaría, retomamos la ruta, algo atrasados del resto del grupo.
Llegamos felizmente sin novedad a “Huinca Renanco”, otra localidad muy pequeña,
reuniéndonos nuevamente con nuestros compañeros que ya estaban cenando unas carnes
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en un restaurante al costado del hotel. Este es un pueblito muy pequeño en medio de la
nada y el hotelito que tomamos era un hotel para camioneros muy modesto, pero que
cumplió perfectamente con el objetivo: descansar.

Día 17 : Huinca Renanco - Recreo (689 km)

Hoy continuamos hacia el Norte por carreteras no tan buenas; continuaron los sectores
con inundaciones, desvíos y tramos rotos; el calor nuevamente nos azotó hoy con
ferocidad; pasamos por la Ciudad de Córdoba y seguimos camino hasta llegar a la
localidad de Recreo, que es otro pueblo muy pequeño. La novedad fue que en este Pueblo
no había donde cambiar dólares, no aceptaban tarjetas de crédito y teníamos ya pocos
pesos por lo que los que todavía tenían moneda argentina compartieron con el resto y
tuvimos que comer lo que alcanzó con lo que teníamos. El calor en el hotelito al que
llegamos era un verdadero horno, pero al menos tenía aire acondicionado que alivió un
poco el sofocón.

Día 18 : Recreo -Salta (600 km)

El grupo partió temprano de Recreo; Coco y yo


salimos un poco después, ya que nos
quedamos para reinstalar el soporte temporal
de su motor. A los pocos minutos de partir,
comenzó a llover fuerte y paramos para
ponernos ropa de agua. Seguimos avanzando y
la lluvia fuerte se convirtió en un chubasco
espectacular que nos obligó a reducir mucho la velocidad para poder avanzar. Fueron
varios kilómetros de lluvia torrencial. Paramos en el primer grifo que encontramos y nos
refugiamos bajo techo para reacomodarnos. Ambos estábamos bastante mojados, pues
con la velocidad el agua se te mete por cualquier rendija y terminas mojándote hasta el
alma. Mientras nos reacomodábamos guarecidos bajo techo, me llamó Fernando por
teléfono para decirme que nos habían escuchado pasar y estaban en otro grifo muy
cercano. Fuimos a darles el alcance y luego de cargar combustible, reiniciamos ruta ya
todo el grupo juntos. Felizmente paró bastante la lluvia. Antes de Tucumán, paramos para
dividimos, pues Fernando y Coco decidieron irse directamente a Salta, mientras que el
resto tomamos una ruta alterna que pasa por Cafayate; ruta más larga que la otra, pero
más bonita. El camino tuvo una gran variación de paisajes; primero nos tocó un tramo que
se parecía mucho a la ceja de selva peruana y que estuvo muy trabado, con curvas muy

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cerradas. Entramos luego al sector de Tafí del Valle; una localidad muy pintoresca y
hermosa. Saliendo de esta localidad nos cogió una neblina tremenda donde no veíamos
más de 15 metros. La neblina comenzó a ceder conforme bajábamos y apareció un paisaje
muy hermoso. Llegamos a un grifo donde nos
encontramos con tres Gold Wings que venían
subiendo y nos advirtieron que tuviéramos
cuidado con la cantidad de badenes que
encontraríamos en la pista que lleva a
Cafayate.

En Cafayate paramos a comer algo en un


restaurante de la plaza principal. Esta
localidad es famosa por sus viñedos y
excelentes vinos y conserva una arquitectura
colonial muy hermosa. Continuamos viaje
hacia Salta recorriendo la “Quebrada de las
Conchas”, donde vimos unos paisajes color
arcilla absolutamente impresionantes con
grutas y formas muy caprichosas, como
Garganta del Diablo y varios otros puntos
turísticos.

Llegamos a Salta al oscurecer, muy contentos


con la hermosa ruta que nos tocó hoy; directo
al Hotel Del Pilar, que ya me viene acogiendo
por tercera vez. Esta noche nos fuimos a cenar
al Restaurante “La Casona de del Molino”,
donde comí el mejor Bife Chorizo de este viaje;
buenos precios y excelente calidad. Nos la
tomamos con calma, pues habíamos
acordado tomarnos un día en Salta para recuperar fuerzas.

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Día 19 : Permanencia en Salta

Hoy felizmente no tuvimos que madrugar; cada


quien se levantó a la hora que quiso;
aprovechamos para hacer algunas reparaciones y
ajustes en las motos y cerca de las 12, salimos
todos hacia el Cerro San Bernardo, donde
tomamos el funicular que sube a la alto del cerro
y desde donde hay una hermosa vista de la
ciudad de Salta. Nos tomamos muchas fotos y
nos relajamos y reímos mucho. Al bajar, para
variar, fuimos a comer unas buenas carnes con su
vino y luego caminamos hasta una plaza cercana,
donde tomamos el típico helado almendrado que
nos recomendó Fernando; un buen café expreso
y al hotel a descansar. A la noche nos tomamos
unos Fernet y ordenamos Pizza, para acostarnos
temprano, pues mañana teníamos una buena
jornada que incluía pasar el legendario Paso de
Jama y la aduana de Argentina a Chile.

Día 20 : Salta – Calama (700 km)

Partimos de Salta a las 6am con una lluvia, que a antes de


que saliéramos de la ciudad, tomo proporciones de
chubasco; el GPS nos paseó un poco, pues nos quería llevar
por una ruta alterna que no queríamos seguir y finalmente
salimos por la ruta que queríamos. Felizmente la lluvia paró y
no molestó más el resto del camino. Por sugerencia de
Fernando, entramos al pueblito de Purmamarca, que es un
pueblito muy pintoresco con su típica plaza, su iglesia y una
feria donde los lugareños venden sus artesanías.

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Luego de esta simpática parada, seguimos
viaje, pasando por los salares grandes,
donde nos detuvimos un rato para tomar
algunas fotografías y Fernando terminó
atollándose y cayendo, felizmente muy
despacio y sin consecuencias. Paramos en
Susques a cargar combustible y llegamos al
puesto fronterizo del Paso de Jama.
Quisimos cargar combustible en el YPF que
está del lado argentino, pero no quisieron
recibir tarjeta de crédito ni cambiar dólares y
ya todos estábamos prácticamente sin
pesos, por lo que nuevamente los que
todavía tenían algo de pesos, prestaron y
seguimos camino a la aduana, que estuvo
bastante congestionada, pues antes de
nosotros habían llegado dos o tres buses
cargados de gente. El Clima en el Paso de Jama estuvo frio, pero mucho menos que en
otras ocasiones. Ya en el lado chileno, nos mantuvimos cerca de 1 hora manejando a
4,800m sobre el nivel del mar y el sueño de la altura nos invadió, por lo que tuvimos que
luchar para no quedarnos dormidos. Con Coco nos pusimos a cantar inclusive
“gesticulando”, para no dormirnos. Comenzó luego la bajada hasta San Pedro de Atacama,
donde recargamos combustible y aquí nos dividimos temporalmente, pues unos nos
quedamos a almorzar y Danny y Fernando prefirieron seguir los últimos 100 km hasta
Calama, donde nos esperarían. En Calama coincidimos con Fernando Molina, un amigo de
Lima quien está haciendo un viaje en solitario hasta Ushuaia, pero previo paso por el salar
de Uyuni en Bolivia y siguiendo una ruta algo distinta a la nuestra.

Día 21 (04 de Diciembre): Calama – Tacna (655 km)

Hoy tomamos desayuno con Fernando Molina, a quien le pasamos algunos tips y algo de
información que podría servirle y partimos hacia Tacna. Danny y Manolo, salieron
preocupados por el mal estado de sus llantas y se fueron con el grupo directo hasta Pozo
Almonte, donde evaluarían si llegaban a Tacna o se desviaban a Iquique a ver de comprar
las llantas que hubiera; por la menor autonomía de la moto de Coco, él y yo nos separamos

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del resto y pasamos por la localidad de María
Elena para cargar combustible y finalmente
coincidimos con todos en Pozo Almonte,
donde comimos algo y nos enteramos que las
llantas habían llegado mejor de lo esperado y
luego de comer, continuamos rumbo a Tacna.
Danny, Fernando y Manolo partieron antes
para andar despacio y Babar, Coco y yo
partimos un rato después, ya que nuestras llantas que estaban bastante más conservadas,
nos permitían un andar más ligero. En la parte de Camarones nos tocaron vientos bastante
fuertes y ya en la etapa final, sabíamos que la moto de Coco no llegaría a Arica sin tener
que rellenar con galonera, por lo cual en un momento que acabábamos de pasar una de
las áreas de descanso que había en la carretera, se me ocurrió decirle a Coco que mejor
no esperara a que se le apague la moto para rellenar; le dije que mejor se detuviera en la
próxima área de descanso y allí rellenara su tanque; ya que esta sería una zona más segura
para detenerse. El asunto es que iba Coco adelante, yo en posición 2da y Babar venía
cerrando; vendríamos a 120 km/h, cuando de pronto veo que Coco se sale abruptamente
hacia la izquierda, cruzando el carril contrario y frenamos muy asustados pensando que
Coco se había quedado dormido y se iba a despistar, hasta que nos dimos cuenta que
Coco lo que estaba haciendo era lo que yo le había sugerido, pero ¡en el área de descanso
del carril contrario!! Al ver que felizmente las cosas no habían sido lo terrible que creímos,
a los tres nos entró uno de esos ataques de risa memorables, del que tardamos bastante
en recuperarnos; no parábamos de reírnos… En fin, llegamos a Arica y en el grifo a la
entrada de la ciudad alcanzamos al resto y nos dirigimos todos juntos a pasar el puesto
fronterizo de Chacalluta. Ingresar
nuevamente a suelo peruano se sintió muy
bien, luego de haber estado tan lejos de
casa. Pasar la aduana esta vez fue muy
rápido y al entrar al Perú recuperamos 2
horas en el reloj, por lo que el tiempo nos
alcanzó de sobra para ir a recoger las llantas
que habían enviado de Lima para las motos
de Danny y Manolo.

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Yo los acompañe a ponerlas en un grifo que
nos recomendaron, que resultó ser un éxito,
pues allí ensamblaban motos Yamaha y los
muchachos resultaron ser unos tigres que en
un dos por tres hicieron el trabajo sin que
nosotros tuviéramos que mover un dedo, lo
que rara vez sucede. El resto se fueron al
mercadillo a hacer algunas compras y a la
noche nos fuimos a comer un rico chifa peruano y a descansar. Muy emocionados de estar
ya solo a dos días de casa.

Día 22 (05 de Diciembre): Tacna – Chala (620 km)

Hoy salimos de Tacna a las 8 rumbo a Chala; Danny y Manolo ya más tranquilos con sus
llantas nuevas. El clima estuvo perfecto para motear, ni calor ni frio. Tomamos la Costanera
nueva hasta Ilo, pasando por el Puesto aduanero de Vila Vila y el humedal de Ite. En Ilo,
Coco y yo nos separamos de grupo para ir a buscar aceite mientras ellos continuaron ruta.
Luego de rellenar aceite, retomamos viaje por la Costanera rumbo a Mollendo. Al llegar a
Punta Bombón, tienes la opción de dar la vuelta por el pueblo por un montón de callecitas
para salir al puente que cruza el Río Tambo y seguir hacia Mollendo, o puedes tomar un
atajo de tierra que te evita ese paseo y te saca casi directo al puente. Decidimos tomar el
atajo y resultó que habían rellenado la trocha con arena fofa, la que nos puso en muchos
aprietos y tuvimos que hacer peripecias para no caernos. Hubiera sido muy triste haber
pasado todo lo que hemos pasado a lo largo de este viaje para venir a caernos en casa…
pero no fue así.

De Mollendo seguimos a Matarani y de allí tomamos la Costanera a Camaná, que es


verdaderamente una maravilla de pista; como
mencione antes, pista nueva, poco transitada
y con unas curvas hermosas. Al llegar a
Camaná nos llamó Fernando por teléfono para
decirnos que habían parado en un restaurante
a comer un ceviche y les dimos el alcance; que
rico comer de nuevo nuestra comida peruana;
sí que se le había extrañado.

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Pasando Pescadores, nos encontramos con que todo el tráfico estaba detenido varios
kilómetros. Logramos pasar hasta adelante del bloqueo y nos permitieron pasar por un
costado. Conforme comenzamos a subir y llegamos al túnel, vimos el motivo del bloqueo:
había unos camiones con unas estructuras enormes que parece tenían problemas para
pasar por el túnel. Felizmente logramos colarnos por un costado y dejamos atrás la otra
parte del bloqueo. La noche nos agarró en el camino y por la brisa del mar, los visores de
los cascos se empañaban una y otra vez; al final no nos quedó de otra que abrir los visores
de par en par para poder ver. Llegamos a Chala ya a oscuras.

Mañana sería el gran día y veríamos finalmente culminado nuestro sueño del tan ansiado
viaje al fin del mundo.

Día 23 (06 de Diciembre): Chala - Cañete - Lima (612 km)

Hoy fue nuestro último día de viaje; todos estábamos con una mezcla de sentimientos; por
una parte, la alegría de estar prontos a completar esta tremenda aventura y de reunirnos
nuevamente con nuestras queridas familias y amigos, y por la otra, la nostalgia de que ya
toda esta maravillosa aventura estaba a punto de terminar. Ese fue nuestro último
desayuno juntos, nuestra última partida. Se había organizado un pequeño comité de
recepción de familiares y amigos que nos esperarían en el Piloto de Cañete. La ruta estuvo
sin mayor novedad; usamos nuevamente el corte por el túnel de Palpa, paramos una vez
más en el grifo a la entrada de Ica a comer un pancito con asado, cruzamos Ica y al llegar
a Pisco tomamos la autopista; saliendo por el desvío a Cañete. Hicimos una breve parada
para saludar a Vladi y agradecerle por habernos acompañado y cuidado durante este viaje
y llegamos finalmente al Piloto, haciendo sonar nuestras bocinas, ante la algarabía de la
familia y amigos que nos recibieron con mucha emoción y cariño. Abrasar a mi esposa
luego de varias semanas de estar separados y de toda la aventura vivida fue un momento
muy emotivo.

Antes de entrar a almorzar, nos tomamos la última foto de todos los viajeros juntos, pues
Fernando tenía que continuar viaje a Lima. Almorzamos unos buenos ceviches algo rápido,
para salir hacia Lima, ya que todos teníamos ansias de llegar ya a casita y reunirnos con
los nuestros.

Finalmente partimos de Cañete a Lima e hicimos la última parada para despedirnos con
mucha nostalgia en el peaje de Punta Negra, de donde cada uno partió para su casa.

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COROLARIO

Así terminó este maravilloso Viaje en Moto al Fin del Mundo, Ushuaia 2017. Es importante
mencionar que de este grupo de 6 valientes (1 mujer y 5 hombres) que partimos juntos de
Lima, el menor de nosotros tiene 57 años y el mayor 65; estando nuestro promedio de
edades por encima de los 60, lo que habla por sí solo.

Durante los 23 días que duró el viaje, manejamos 21 días, recorriendo aproximadamente
14,400 km entre ida y vuelta; un promedio de 12 horas de manejo diarias,
aproximadamente 686 km/día; pasamos frío y calor extremo, vencimos feroces vientos y
lluvias torrenciales, tuvimos que vencer el cansancio y el sueño extremos; tuvimos que
atravesar el ripio más bravo, piedras, arena, agua, nieve; esquivar guanacos, liebres,
zorros, carneros; pasar cientos de camiones, tomar cientos de curvas, esquivar cientos de
huecos, atravesar kilómetros interminables de rectas, rellenar combustible más de 48
veces; atravesar 16 Puestos aduaneros, tomar 2 veces el Ferry para atravesar el Estrecho
de Magallanes; nos alojamos en 22 hoteles distintos; mojamos nuestras manos en un lugar
único del planeta, donde se juntan naturalmente las aguas del Océano Pacífico y el Océano
Atlántico, contemplamos el glaciar Perito Moreno, los preciosos paisajes de los lagos del
Sur de Chile, Bariloche, y llegamos manejando nuestras motos hasta la Ciudad más Austral
del mundo a la que se puede llegar manejando.

Recordaremos que a partir del día 11, se nos unió Jose Luis Babarczy en Rio Grande; gran
motero y querido amigo, que viajó con nosotros más de la mitad del viaje y con quien
compartimos la alegría y satisfacción de llegar a la tan ansiada meta.

Tuvimos que pasar calambres, agarrotamientos, y vencer mucho al cansancio, pero la


determinación de este gran grupo de personas y la forma como nos compenetramos, nos
complementamos y nos cuidamos unos a otros, nos convirtió en un equipo invencible que
logró completar el viaje y regresar todos enteros y tal cual salimos de nuestras casas, y
con esta maravillosa experiencia que vivirá en nosotros por siempre.

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Una mención especial merece mi querida amiga Teresita Rodríguez de Medina, valiente
mujer que, en su calidad de pasajera de Manolo, su esposo, soportó al igual que todos
nosotros, todas las inclemencias del clima y el cansancio extremo, y fue para nosotros un
motivo de gran inspiración y ejemplo.

Para alguien que quiere embarcarse a hacer este viaje en Moto a Ushuaia, luego de lo
vivido, creo que hay muchas consideraciones que hay que tomar en cuenta; aquí listo
algunas que pienso que son muy importantes:

1.   Experiencia.- Definitivamente creo que se requiere un mínimo de experiencia de


manejo para poder superar las dificultades que se presentan en este viaje y salir ileso
de ellas, tal como manejo en lluvia, en ripio muy malo, esquivar huecos, manejo
nocturno, manejo con viento cruzado fuerte, etc. Es fundamental que todos los
miembros del grupo tengan un manejo homogéneo; es decir, que tengan capacidades
similares de manejo para que puedan ir a un mismo ritmo.
2.   Estado Físico.- Es necesario un mínimo de estado físico para poder soportar las largas
y exigentes jornadas.
3.   Planificación.- Una buena planificación permitirá cubrir las etapas sin mayores
problemas. Es indispensable salir temprano para tener más horas de luz e
indispensable ubicar con anticipación las estaciones de gasolina en el trayecto.
4.   Llevar buena ropa de abrigo y ropa para la lluvia
5.   Mapas.- Para planificar las rutas, existen aplicaciones muy buenas, tal como Google
Maps, MapsMe (gratuito y funciona sin internet) y para el caso de Argentina, entrar a
www.ruta0.com, un excelente portal donde te dan las rutas hasta con fotos y toda la
información de estaciones de gasolina que necesitarás.
6.   GPS.- Es muy importante contar con al menos dos GPS en el grupo. Es preferible que
el GPS sea para uso en moto, de tal forma que soporte lluvias y algo fundamental, que
las personas que lo lleven lo sepan usar bien. El GPS te brinda información actualizada
de distancia y dirección a las estaciones de gasolina, lo que resulta muy útil. Sugiero
dos GPS mínimo, pues de esa forma ante la duda, entre dos es más fácil discernir cual
es la ruta correcta a seguir. El usar el teléfono con la aplicación de MapsMe, que
funciona sin necesidad de internet, lo convierte en un GPS más. Yo, además de usar
mi GPS, instalé un soporte en mi timón para sujetar el celular y lo mantuve con
alimentación del puerto USB; el tener las dos fuentes de información me resultó
también de gran ayuda.
7.   Conocimiento de tu moto.- Para un viaje largo, es muy importante que conozcas tu
moto lo más posible. Saber hacerle un cambio de aceite o de filtro de aire, saber poner
y sacar las llantas es lo mínimo que debes de saber.
8.   Equipos y herramientas.- kit de herramientas básico, kit de reparación de llantas,
compresora, cable de baterías, cable de remolque, lata tire inflate, etc. Todo esto
puede distribuirse entre las distintas motos; es innecesario que todos lleven lo mismo.

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9.   Un bote de gasolina (galonera) por moto es una compañera obligada para sacarte de
apuros.
El viaje a Ushuaia se puede hacer por varias rutas; aunque unas más largas, es posible
tomar rutas alternas que te permitan evitar ese tramo de 72 km de ripio, que fue una de las
partes más difíciles que nos tocó pasar; recomiendo mucho conversar siempre con los
moteros con los que uno se encuentra en los hoteles o en las gasolineras; los que vienen
de regreso siempre tienen mucha información fresca y muy valiosa para lo que se nos
viene.

Es una experiencia maravillosa que se la deseo de todo corazón a todo motero a quien le
guste viajar en moto y ame la aventura y los retos.

Para terminar, agradezco primeramente a Dios por habernos permitido regresar a casa
sanos y salvos, las gracias a cada uno de mis compañeros de Viaje, Danny, Fernando,
Manolo, Tere, Coco y Jose Luis, todos ellos grandes moteros que pusieron cada uno lo
mejor de sí para que logremos llegar a tan ambiciosa meta y por supuesto a nuestras
esposas y familias, que pese al temor que tienen de dejarnos ir a un viaje en moto, nos
apoyaron para cumplir este tan anhelado sueño…

Lista de Hoteles empleados:

Camaná:     Hotel  San  Diego  


Iquique:       Hotel  Ibis  
Caldera:     Cabañas  El  Mirador  
Los  Vilos:     American  Bed  &  Breakfast    
Talcahuano:     Hotel  Terrasur  
Osorno:     Hotel  Waeger  
Esquel:     Hotel  Sur  Sur  
Bajo  Caracoles:     Hotel  Bajo  Caracoles  
El  Calafate:     Hotel  Fuerte  Calafate  
Cerro  Sombrero:     Hotel  Tunkelen  
Rio  Grande:     Hotel  Antares  
Ushuaia:     Hotel  Albatros  
Rio  Gallegos:     Hotel  Austral  
Caleta  Olivia:     Hotel  Robert  
Las  Grutas:     Hotel  Portovenere  
Huinca  Renanco:     Hotel  San  Salvador  
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Recreo:     Hotel  La  Mano  
Salta:       Hotel  Del  Pilar  
Calama:     Hotel  Diego  de  Almagro  
Tacna:     Hotel  San  Martin  
Chala:     Hotel  de  Turistas

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