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El problema de la cosa en sí en el idealismo trascendental:

En defensa de una interpretación ontológica.

Autor: Leandro Fernández Santa María

Historia de la Filosofía Moderna

Profesores: Ileana Beade y Luciano Corsico

Escuela de Filosofía

Facultad de Humanidades y Artes

Universidad Nacional de Rosario

Argentina

2017
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN 3

ACLARACIÓN PREVIA 3

LA INTERPRETACIÓN ONTOLÓGICA Y LA 4
INTERPRETACIÓN EPISTÉMICA EXPLICADAS

.
RAZONES A FAVOR DE LA INTERPRETACIÓN 7
ONTOLÓGICA.

CONCLUSIÓN 9

BIBLIOGRAFÍA 10

2
Introducción

Kant introduce en la Estética Trascendental de la Crítica de la Razón Pura (CRP) la


distinción entre el concepto de cosa en sí (Ding an sich) y las cosas que aparecen en la
intuición (Erscheinung). Cuál es la correcta interpretación de esta distinción es materia
de debate desde la época del filósofo de Königsberg. Existen dos posturas
interpretativas opuestas que predominan en el debate actual.
Para una interpretación, que llamare ontológica, la cosa en sí y la intuición son dos
realidades diferentes. La cosa en sí es incognoscible y existe por si misma
independientemente de los sujetos y es causa de la cosa intuida. Una segunda
interpretación, que llamare epistemológica, ve a la cosa en sí y a la cosa intuida no
como dos realidades distintas, sino que se considera como única realidad existente a la
cosa intuida. La cosa en sí no puede ni debe interpretarse como causa de la cosa intuida,
ni como una realidad diferente inextensa y existente. La cosa en sí es solamente un
concepto que remite a los limites del conocimiento, no una realidad incognoscible
Existen otras interpretaciones posibles a las presentadas, la mayoría tiende a fluctuar
entre los dos extremos. La dificultad en hallar la interpretación correcta radica en que
Kant en cientos pasajes da a entender que defiende una interpretación ontológica de la
cosa en sí y en otros pasajes rechaza esa postura.
En el presente trabajo monográfico me propongo demostrar que Kant defendió la
visión de la epistemológica de la cosa en sí. Para cumplir con este objetivo, este trabajo
se encuentra dividido en tres partes. En la primera se presentan las dos posturas y se las
exponen en detalle. En una segunda parte explico las razones para sostener una postura
interpretativa de corte epistemológica, basándome en la CRP y en comentaristas.
Finalmente, en la tercera parte se hace una recapitulación y conclusión.

Aclaración previa
En este trabajo cito la paginación correspondiente a la edición académica de las obras
de Kant: Kant’s gesammelte Schriften, hrsg. von der Königlich Preussischen, bzw. der
Deutschen Akademie der Wissenschaften, Berlín et alia, 1902 ss., I-IX [Escritos
completos de Kant, editados por la Real Academia Prusiana, luego Academia Alemana
de las Ciencias, Berlín y otros lugares, 1902 y ss. (29 volumenes) 1] (a esta edición
aludimos bajo la abreviatura Ak., seguida del número de tomo en números romanos).
En el caso de la CPR, me refiero a la primera y a la segunda edición bajo las
abreviaturas A y B junto con su correspondiente numeración en números arábigos,
según el uso académico convencional entre los eruditos. Uso la traducción al castellano
del Prof. Mario Caimi.

1
Los nueve primeros volúmenes continen las obras publicadas durante su vida (I-IX) y las cuatro
siguientes su correspondencia (X-XIII). Luego vienen las Reflexiones y otros trabajos (XIV-XX).
Después las obras póstumas y algunos borradores (XXI-XXIII). Al final, sus lecciones de antropología,
lógica, filosofía moral, etc. (XXIV-XXIX).

3
Las interpretaciones ontológica y epistemológica explicadas

Kant señale que el espacio y el tiempo son formas a priori de la sensibilidad (no son
cosas, ni relaciones entre cosas, ni abstracciones) que, junto con las categorías a priori
del entendimiento, forman la estructura cognoscitiva del ser humano. El ser humano con
estas herramientas construye el objeto de conocimiento, no percibe la realidad tal cual
es, como lo postulaba la filosofía pre-kantiana en general o el sentido común del ser
humano. Adolfo Carpio, al explicar el giro copernicano de Kant, da una excelente
ilustración:

Supóngase que todos los seres humanos naciesen con gafas de cristales azules; que esos
anteojos formasen parte de nuestro órgano visual, de tal manera que quitárnoslos equivaldría
a arrancarnos a la vez los ojos; y supongamos, además, que no nos diésemos cuenta de que
tenemos puestos tales anteojos. Entonces ocurriría que todo lo que viésemos se nos
aparecería azul, lo cual nos llevaría a suponer, no que las cosas las "vemos" azules, sino que
realmente "son" azules -aunque la verdad fuese que en sí mismas no son azules, sino que
nosotros, en la medida en que las miramos, es decir, conocemos, estaríamos contribuyendo a
otorgarles un cierto carácter, las estaríamos "azulando"2.

De esto se sigue que los fenómenos constituyen el objeto de nuestro conocimiento; no


son las cosas en sí mismas, sino sólo tal y como a nosotros se nos presentan las cosas ya
sometidas a la estructura de nuestras facultades cognoscitivas: al tiempo y el espacio
como formas a priori de la Sensibilidad y a las categorías del Entendimiento.
En la sección de la Estética Trascendental, en la que Kant analiza el espacio y el tiempo
como formas a priori, se introduce la distinción entre el fenómeno y cosa en sí (o
noúmeno). La distinción kantiana entre fenómeno y noúmeno introduce algo muy nuevo
en filosofía, que rompe con todo lo anterior. Los filósofos habían distinguido
tradicionalmente entre realidad y apariencia: realidad era lo que había en el fondo,
subyacente y permanente, la esencia, lo inteligible, mientras que apariencia era lo que
saltaba a la vista, evidente y fugaz, lo sensible. Tenemos, pues, dos mundos o
perspectivas: esencia inteligible y apariencia sensible, tal como Platón instituyó esta
dicotomía al separar el mundo de las ideas o formas y el mundo sensible. Kant
prescinde de la polaridad realidad/apariencia y plantea en cambio el par fenómeno-
noúmeno. La distinción no es equivalente a la anterior. El fenómeno no se define como
apariencia, sino como aparición, como dato (intuición, percepción) registrado en la
conciencia y que no es un subproducto de una esencia más digna. El fenómeno no se
opone a la esencia. Se opone al noúmeno, que es, precisamente, lo que no se registra en
la conciencia.
Esta distinción es central para comprender la doctrina del idealismo trascendental,
aunque al recurrir a ella, Kant abrió la puerta a un debate que dura hasta el día de hoy
sobre cómo se tiene que interpretar esta distinción. El concepto de cosa en sí es “el más
desconcertante de los conceptos kantianos”3. Kant, a lo largo de su obra, al binomio

2
(Carpio 2003:231).
3
(Grabau 1967:770).

4
fenómeno/noúmeno le da diversos tratamientos y enfoques, parece vacilar a veces en su
concepción del vínculo que une ambos elementos. He aquí el origen de la incansable
disputa entre los estudiosos. Vale la pena referirse a las dos principales interpretaciones
que se han hecho acerca de la relación fenómeno-noúmeno, para comprender mi toma
de posición con respecto a esta espinosa cuestión.
En primer lugar, esta la interpretación ontológica de la cosa en sí, a la cual suscribo y
defiendo en esta monografía. Para esta interpretación las cosas se intuyen en el espacio
y en el tiempo que, como se indico anteriormente, son una condición necesaria y
estructural para percibirlas. Sin embargo, podemos concebir que esas cosas que
percibimos en el espacio y en el tiempo tengan, igualmente, una existencia
independiente de la intuición sensible, que están fuera de nuestra intuición, y que de
ellas no podemos saber nada excepto que son las causas de lo que percibimos en la
forma pura del espacio. Cabría decir que se captan por intuición intelectual (o no
sensible) de no ser porque Kant subraya que esta no puede darse: no podemos conocer
nada de lo que no haya una intuición en el espacio. Como existen fuera de las
estructuras de la sensibilidad, solo podemos sospechar y pensar su existencia, no
conocer su naturaleza. Lo que intuimos -lo que se nos aparece- en la sensibilidad son los
fenómenos; lo que sospechamos fuera de la sensibilidad son- los noúmenos o cosas en
sí. Los noúmenos son las causas de los fenómenos. Es la definición positiva del
noúmeno, y en este sentido Kant rechaza que tengamos acceso a él. Esta visión implica
que la realidad es más amplia que el alcance de nuestro conocimiento. Hartnack brindad
una analogía muy ilustrativa, entre un radar y la interpretación ontológica. Él compara
la interpretación ontológica de la cosa en sí con un radar:

Supongamos que todas las cosas yacen en la oscuridad y que solamente al ser proyectadas
sobre una pantalla iluminada de radar pueden ser vistas. Tenemos ahora dos tipos de
entidades: por una parte, las cosas-en-sí, que nunca podrán ser intuidas, puesto que yacen en
la oscuridad, y por otra parte, las imágenes sobre la pantalla de radar, que pueden ser vistas,
puesto que cumplen con las condiciones necesarias para ser vistas, es decir, ser iluminadas 4.

Hartnack señala que hay tres puntos a destacar de esta ilustración: las cosas en la
oscuridad no pueden ser vistas al no estar en la luz, la cosa en sí tampoco puede ser
conocida al no estar en el espacio; la cosa y la imagen de radar son dos entidades
diferentes, del mismo modo que la cosa en sí y el fenómeno; hay una relación causa-
efecto entre una y la otra5.
A pesar de todo, es posible otra interpretación diametralmente opuesta. En la
interpretación epistemológica, la cosa en sí y el fenómeno dejan de ser dos realidades
distintas y pasan a ser dos aspectos de una única realidad, la cosa intuida o fenómeno.
Los noúmenos no son entidades distintas de los fenómenos. Estos últimos son los

4
(Hartnack 2010:36).
5
Cf. (Hartnack 2010:36-37).

5
únicos que existen son los segundos. Respecto a los noúmenos, como no existen en el
espacio ni en el tiempo, ni pueden ser conceptualizados porque no hay intuiciones
intelectuales, no pueden ser conocidos ni pensados, ni siquiera cabe decir que existan
fuera de la intuición. No son más que un concepto para indicar los límites del
conocimiento y del pensamiento.
Joan Sóle lo ilustra con el ejemplo de un físico teórico al que le preguntaron: Si el
universo se está expandiendo, ¿qué hay fuera del universo, es decir, dentro de qué se
está expandiendo?6. La respuesta simplificada que ofrecía el físico es un no-universo, en
el sentido de límite del universo en expansión: el universo se expande en el no-universo.
Análogamente, el concepto de noúmeno significaría, únicamente, no-fenómeno, límite
de la intuición o percepción7. Noúmenos serían entonces las cosas en cuanto no
aparecen. Es la definición negativa del noúmeno (lo que no es). Esta visión implica que
no tiene sentido preguntarse si la realidad es más amplia que el alcance de nuestro
conocimiento, porque es una pregunta irrelevante. Esta interpretación “procura reducir
la noción de la cosa en sí a un puro concepto metodológico, una función mental
necesaria para la organización del conocimiento, pero exenta de todo significado que lo
trascienda”8.
Vale la pena mencionar que también es posible admitir una reconciliación entre los
dos polos, tal como propone Beade en uno de sus trabajos9, en la cual la interpretación
epistemológica (llamada epistémica por ella) resulta compatible con la interpretación
ontológica.
Ahora que he expuesto las dos posturas lo suficiente, es necesario pasar a una segunda
parte en la cual me propongo exponer mis razones para sostener que la interpretación
epistemológica es la correcta.

6
Cf. (Solé 2015:69)
7
Cf. (Solé 2015:69-70)
8
(Torretti 1966:493)
9
Cf. (Beade 2013:268)

6
Razones a favor de la interpretación epistemológica

Ante la aporía interpretativa que plantea la doctrina del idealismo trascendental,


sostengo que las postura epistemológica es la más adecuada teniendo en cuenta la
evidencia textual y la coherencia interna del sistema kantiano. Me propongo demostrar
que la cosa en sí no es una “cosa” o algo en absoluto, sino que es un aspecto de la cosa
intuida; no se refiere a una realidad existente más allá del fenómeno y causante de este.
La primera crítica que puede formularse a la interpretación ontológica es que
contradice los principios mismos que Kant acento en la CRP.
La filosofía crítica concluye que no podemos conocer nada más allá del fenómeno, ya
sea de forma a priori o a posteriori. Entonces salta una pregunta: ¿Con que derecho,
entonces, se hace siquiera mención de la cosa en sí?. En númerosos pasajes de la CRP y
otras obras kantianas encontramos afirmaciones sobre el noúmeno en las que se lo
caracteriza como correlato del fenómeno10, como fundamento suprasensible de aquél11,
o como entidad que afecta los sentidos dando origen a la cosa intuida12. Kant hace
malabares con los conceptos al afirmar, por un lado, que la cosa en sí es incognoscible,
pero afirma, por el otro lado, que la cosa en sí existe, que afecta nuestros sentidos y que
están fuera del espacio y el tiempo. Esto es una contradicción flagrante acerca de lo que
podemos conocer sobre la cosa en sí. F. H. Jacobi lo expreso de una forma muy
elocuente al afirmar que “Sin la presuposición de la cosa en sí no puedo entrar en el
sistema [de Kant], más con esa presuposición no puedo permanecer dentro de él”13.
En segundo lugar, incluso si esta dificultad es superada, la cosa en sí, señala
acertadamente Grabau, no puede ser una “cosa” en ningún sentido, ya que en
pensamiento kantiano el concepto de cosa solo puede usarse con sentido en el mundo de
los fenómenos y no más allá de este14. Es un uso ilegitimo de las categorías, como el
propio Kant en la CRP lo explica al describir las categorías.
El fundamento del fenómeno no puede atribuirse a otra entidad más allá de este. Los
pasajes en los que Kant afirma que el fenómeno es causado por el noúmeno son
concesiones al lector que todavía no está del todo acostumbrado a la perspectiva del
idealismo trascendental15.
También hay evidencia textual que nos permite sostener que Kant suscribía a la
interpretación epistemológica, aunque en un primer momento sostuvo una postura de
corte ontológico que luego desecho. Existen citas textuales que encontramos a lo largo
de toda la CRP que apoyan tanto a una postura ontológica como a una epistemológica.
Hay un dato que no es menor a la hora de determinar qué es lo que creía Kant: las
profundas diferencias que existen entre las dos ediciones de CRP con respecto a la cosa
en sí.
Grabau señala que la mayoría de las citas que indican explícitamente que la cosa en sí
es una entidad diferente a la cosa intuida pertenecen a la primera edición (un ejemplo

10
Cf. Ak. IV, 354.
11
Cf. A 277/B 333; A 358; A 379; A 538/ B 566; A 613/B 641; Ak. VIII, 215.
12
Cf. A 494/B 522.
13
(Torretti 1966:491).
14
Cf. (Grabau 1963:770).
15
Cf. (Torretti 1966:492).

7
notable es A249), mientras que las citas que apoyan una postura epistemológica se
encuentran, en su mayoría, en la segunda edición e incluso algunas se hallan en la
primera16. Este último dato no es menor, demuestra que Kant coqueteaba con esta
concepción desde un primer momento, para después admitirla en la segunda edición de
forma definitiva.
Finalmente, el hecho de que Kant considere a las cosas en sí como atemporal y fuera
del espacio ha sido interpretado por muchos como una incoherencia. Según la
interpretación ontológica, la cosa en sí es causa de la afección sensible que nuestras
facultades cognoscitivas usan para crear el fenómeno. Pero si no hay espacio, ni tiempo,
ni causa o substancia en la esfera de la cosa en sí, ¿Cómo es posible que la cosa en sí
nos afecte? Es incoherente que le noúmeno nos afecto al no estar en el tiempo o el
espacio y no poder usar la idea de causa (que solo puede usarse de forma legítima para
los fenómenos)17.

16
Cf (Grabau 1963:772).
17
Cf. (Rohlf 2016)

8
Conclusión

He expuesto nuestras razones para sostener que la cosa en sí y el fenómeno son dos
aspectos de una única realidad, y no dos realidades diferentes.
Como toda disputa interpretativa, nunca se va a llegar a una postura aceptada de forma
omnímoda por todos los comentaristas y estudiosos de la obra kantiana. La obra está
abierta a múltiples lecturas e interpretaciones. Kant con su ambigüedad abrió las puertas
para el debate, en el cual yo me posiciono a favor de la interpretación epistemológica,
teniendo en cuanta la evidencia textual y la coherencia dentro del sistema del idealismo
trascendental.
Torretti señala con gran acierto que: “A la filosofía le interesa menos fijar
inequívocamente las tesis o dogmas de Kant sobre esta (u otra materia), que verlas
surgir y operar, con todas las ambigüedades que el contexto mismo suscite, en el curso
del pensamiento que las genera y les da un sentido”18.Esto es lo que realmente importa,
la filosofía es una actividad viva, no una mera búsqueda filológica y reconstructiva de
argumentos e ideas. Creo haber participito de este movimiento dialectico a través de
este trabajo, reflexionando sobre el pensamiento vivo del filosofó de Königsberg.

18
(Torretti 1966:494)

9
Bibliografía:

Beade, Ileana, “Acerca de la articulación de la lectura epistémica del Idealismo


trascendental y una interpretación realista del concepto de crítico de cosa en sí”,
Contrastes. Revista Internacional de filosofía, vol. 18, 2013, pp. 265-283.

Carpio, Adolfo. Principios de Filosofía. Buenos Aires, Glauco, 2003.

Grabau, Richard, “Kant’s concept of the Thing in Itself: An interpretation”, Review of


Metaphysics, n° 16:4, 1967, pp. 770-779.

Hartnack, Justus, La teoría del conocimiento de Kant, traducción de Carmen García


Trevijano y J. A. Lorente, Madrid, Cátedra, 2010.

Kant, Immanuel, Crítica de la razón pura, traducción de Mario Caimi, Buenos Aires,
Colihue, 2014.

Kant, Immanuel, Kant’s gesammelte Schriften, Berlin et alia, Deutschen Akademie der
Wissenschaften, 1902 ss.

Rohlf, Michael, "Immanuel Kant", The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Spring 2016
Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL: https://plato.stanford.edu/archives/spr2016/entries/kant/
(16 de enero de 2016)

Solé, Joan, Kant, el giro copernicano, España, Océano, 2015.

Torretti, Roberto, Manuel Kant. Estudio sobre los fundamentos de la filosofía crítica.
Santiago de Chile, Ediciones de la Universidad de Chile, 1967.

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