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UNIVERSIDAD POPULAR AUTÓNOMA DE VERACRUZ

MATERIA:
INTELIGENCIA EMOCIONAL

TAREA:
CONOCIMIENTO DE LAS PROPIAS EMOCIONES

PROFESORA:
LIC. ROSA MARGARITA MIRANDA LUNA

ALUMNA:
CARPINTEYRO PALMEROS DENISSE MARGARITA

H.VERACRUZ, VER. 17 de Mayo de 2016


INTRODUCCION

¿POR QUE ES TAN IMPORTANTE CONOCER Y MANEJAR NUESTRAS


EMOCIONES?

El tener el conocimiento de nuestras propias emociones es fundamental debido a


que muchas ocasiones nos dejamos llevar por los impulsos, y estas, a su vez nos
gobiernan, lo cual hace que se nos dificulte gestionarlas constructivamente.

Se dice que la autorregulación emocional comienza a partir de los 4 años, y esto es


en base a nuestra propia experiencia personal, lo que llevara a fomentar nuestra
conducta y nuestro pensamiento.

Se dice que las emociones son la herramienta que nos permite adaptarnos
socialmente, sin embargo, si sabemos reconocer su importancia podemos disponer
de ella para modificarlas y manejarlas de forma adecuada.
INVESTIGACION

Goleman sostiene que nuestra visión de la inteligencia es estrecha reduciéndose


con frecuencia a lo que medimos como Coeficiente de Inteligencia. Ya a principios
del siglo XX, Lewis TERMAN inventó los famosos test de inteligencia para
determinar el coeficiente intelectual (CI), con gran éxito en Estados Unidos. Autores
posteriores como Howard GARDNER cuestionarán este planteamiento explicando
la inteligencia como una capacidad múltiple. GARDNER llega a hablar de siete tipos
de inteligencia: verbal, lógico-matemática, musical, espacial, de destreza corporal,
interpersonal e intrapersonal. Al hablar de inteligencia se olvida, con frecuencia, un
amplio abanico de capacidades esenciales para la vida, soslaya lo que GOLEMAN
llama inteligencia emocional: capacidad de gobernarnos a nosotros mismos, es
decir, gobernar los propios sentimientos y saber interpretar los sentimientos de los
demás. Todo esto supone capacidad de...

• motivarnos a nosotros mismos


• perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones
• controlar los impulsos
• diferir las gratificaciones
• regular nuestros propios estados de ánimo
• evitar que la angustia (o el temor) interfiera en nuestra capacidad de razonar
• empatizar (entrar en sintonía afectiva) con los demás

Todo esto es mucho más decisivo que el CI para triunfar en la vida (y para ser feliz).
Además, se puede enseñar a los niños (es parte fundamental de la educación).

Veamos brevemente la fundamentación del planteamiento de Goleman. Se basa en


la superación del conductismo (Skiner) que afirma que la única faceta psicológica
que puede tratarse científicamente es la conducta (no entra en las motivaciones y
así se cargan de un plumazo todo rastro de vida interior, incluyendo las emociones)
emoción viene del verbo latino movere, e-movere significaría algo así como “mover
hacia”.

Su método se basa fundamentalmente en cuatro fases:

1. El conocimiento de las propias emociones.


El conocimiento de uno mismo, es decir, la capacidad de reconocer un sentimiento
en el mismo momento en que aparece, es la piedra angular de la inteligencia
emocional. La incapacidad de percibir nuestros verdaderos sentimientos nos deja
completamente a su merced.

2. La capacidad de controlar las emociones


El conocimiento de las propias emociones es básico para poder gobernarlas, es
decir, alcanzar la capacidad de tranquilizarse a uno mismo, de superar la ansiedad,
la tristeza, etc.

3. La capacidad de motivarse uno mismo


El control de la vida emocional y la subordinación a un objetivo resulta esencial para
mantener la atención y la motivación en lo que nos conviene. Todo logro supone
autocontrol emocional (capacidad de demorar la gratificación y sofocar la
impulsividad).

4. El reconocimiento de las emociones ajenas


Lograr la empatía es uno de los grandes objetivos y supone una habilidad para
relacionarnos con las emociones ajenas. Es básica para todo tipo de convivencia
feliz.

Sobre el conocimiento de las propias emociones, Goleman dice que lo primero es


“ser consciente ecuánimemente de uno mismo”: estar atentos a los estados de
ánimo (aunque no hagamos nada para reaccionar ante ellos ni los juzguemos
siquiera). Es difícil ser ecuánime en esto, por lo que, de entrada, es mejor no juzgar.
Es importante evitar un error frecuente: siento tal cosa, pero no debería sentir esto:
debo desembarazarme de ello, luego no debería pensar en estas cosas. Mejor no
pensar. (Siempre es mejor ser consciente de lo que nos pasa). No hay que perder
la calma: primero hay que conocer, ya llegará el momento de actuar. También es
muy importante hablar: “cuando puedas poner palabras a lo que sientes te
apropiarás de ello”.

En cuanto a la capacidad de controlar las emociones, Goleman recurre a la teoría


aristotélica del dominio indirecto: atacar las causas. Ante un enfado o arrebato de
ira, el primer modo de restar fuerza al enfado consiste en darnos cuenta de los
pensamientos que desencadenan la primera descarga de enojo (cuanto antes lo
detectemos más fácil será controlarlo). Conviene distraerse o alejarse de la causa
del enfado y así frenar la escalada de pensamientos hostiles: enfriar el asunto.

Ante la ansiedad (o cualquier forma de preocupación o temor) pensemos que se


trata de evitar el exceso. Un cierto grado de ansiedad es bueno: tensión ante una
dificultad. El problema surge cuando la preocupación se hace crónica y reiterativa.
Cuando el ciclo de preocupación se intensifica y persiste, se ensombrece la
capacidad de argumentar, desembocando en arrebatos nerviosos, fobias,
obsesiones, compulsiones e incluso ataques de pánico. También suele ocurrir que
el mantenimiento prolongado de una situación tensa provoque el agotamiento o la
depresión. Se puede cortar el círculo vicioso de la preocupación cambiando el foco
de la atención. Las tendencias obsesivas hacen caer con frecuencia en la “espiral
de la preocupación” (ansiedad) que hay que cortar como sea. Un modo puede ser
adoptar una postura crítica ante los motivos de la preocupación. ¿Qué posibilidades
reales hay de que ocurra el acontecimiento temido? ¿Hay algo positivo que pueda
hacer al respecto? ¿Realmente me sirve de algo dar vueltas y más vueltas a los
mismos pensamientos?

Elevadores del estado de ánimo


• Reestructuración cognitiva: tratar de ver las cosas desde una óptica diferente
• Ejercicio físico (aerobic, paseos, deportes)
• Desarrollar una afición que distraiga, y sea creativa (jardinería, arte, etc.)
• Ayudar a quienes lo necesitan
• la oración

CONOCIMIENTO DE LAS PROPIAS EMOCIONES

Se pone el énfasis en conocerlas en el preciso momento en que se producen y en


la importancia de esta habilidad para el ejercicio de las posteriores competencias.

No olvidemos que este aspecto forma parte de uno de los principios básicos de la
vida personal, que es el conocimiento de uno mismo.

Las emociones son reacciones rápidas, impulsivas e intuitivas que experimentamos


casi sin darnos cuenta. Estamos eufóricos, emprendedores o desmotivados y
apáticos, nos comportamos de forma conciliadora o agresiva, a menudo sin haber
hecho nada, aparentemente, para tener este estado de ánimo. Adquirir conciencia
de la situación, hacer que los individuos en formación la conozcan, es encaminarlos
a descubrir la realidad y el entorno de estas reacciones.

La acción educativa debe contribuir a que el individuo descubra el estado en que se


encuentra y relacionarlo con la calidad de la vida personal. Ser consciente del placer
de una situación positiva incrementa el goce de vivir y prepara para nuevas
emociones.

Respecto a situaciones emocionales que consideramos inconvenientes, la


educación debe explicitar las disfunciones personales y sociales que comportan,
pero, en lugar de eliminarlas, debe procurar reorientarla e integrarlas positivamente
en el conjunto de la persona. Recordemos que uno admite, por ejemplo, la
indignación por causa justas.

LA CAPACIDAD DE DIRIGIR Y CONTROLAR LAS EMOCIONES

Globalmente estamos ante una afirmación de amplio consenso. Aquel que se deja
llevar por las emociones descontroladas hace cosas que no desea, actuar a
trompicones, con discontinuidad, es difícil que consiga realizar un proyecto con
coherencia y dedicación.

En la escuela se detecta con frecuencia el efecto de la falta de control de las


emociones sobre el rendimiento escolar. El sentimiento de inseguridad ante una
materia, la preocupación por una situación familiar vivida de forma conflictiva, el
interés preponderante por una actividad extraescolar, la actitud de rechazo por parte
de los compañeros o el desasosiego por recibir afecto de los demás, debilitan o
impiden la concentración en la tarea propuesta.

Demasiado a menudo, en función de estas afirmaciones y de valoraciones éticas,


se ha llegado hasta una educación represora de las emociones.

Es cierto que las emociones intensas tienden a inhibir la actividad que, en el caso
de los individuos en formación, reviste una importancia excepcional para la vida
posterior adulta.

La intervención educativa debe centrarse especialmente en la duración del proceso


que interrumpe la acción, más que en la eliminación del trastorno emocional ante el
hecho negativo para el sujeto. El control debe conducir al sujeto a desvincular la
reacción emocional, probablemente proporcionada por la situación vivida, de las
consecuencias que provoca en el ámbito de la actividad del sujeto.

LA CAPACIDAD DE MOTIVARSE UNO MISMPO

Esta competencia añade a la anterior el autocontrol para dirigir las emociones hacia
un objetivo inmediato o a largo plazo, hemos dicho que las emociones producen
reacciones rápidas que conducen a actuar en función de lo que sentimos en aquel
momento. Las emociones, por lo tanto, impulsan a actuar. Si dirigimos los impulsos
en función de aquello que racionalmente queremos conseguir, adquirimos una
predisposición personal global (racional y emocional) para la consecución de los
objetivos propuestos.
El papel de la motivación persistente para realizar una finalidad y la atención
continuada a las tareas adecuadas para conseguirla se consideran indispensables
para el progreso en el estudio y el rendimiento. Mediante la atención y la motivación,
el individuo se aplica todo él y con intensidad a la actividad que lleva a cabo, y es
capaz de aceptar que todo el esfuerzo que realiza tendrá una gratificación (la
adquisición de unos conocimientos, el dominio de unos procedimientos) que no se
puede obtener desde el principio.

El efecto de concentrarse plenamente provoca el que las capacidades rindan al


máximo y faciliten el éxito en la tarea, e incrementa también las posibilidades de
autocontrol del sujeto, en función de proyectos básicos para una vida adulta plena.

La motivación y el placer que experimentamos en aquello que realizamos producen


satisfacción que incrementa la dedicación continuada, y a su vez, genera optimismo
y confianza en sus propias fuerzas. Con respecto a la eficacia en el trabajo el gusto
que se experimenta en hacerlo se adelanta al <<porque toca>> o <<porque yo lo
mando>>.

EL RECONOCIMIENTO DE LAS EMOCIONES DE LOS DEMAS

La influencia en las relaciones en la relación con los otros es un aspecto bastante


conocido. Mis emociones provocan reacciones emotivas positivas o negativas; las
emociones de los otros provocan y disparan emociones positivas o negativas en mí.

La conciencia de uno mismo o el conocimiento de las propias emociones es la base


de la comprensión de las emociones y sentimientos de los otros. En la relación
interpersonal, los individuos manifestamos nuestros sentimientos y estados de
ánimo a través de los elementos verbales y no verbales que conforman la relación.
El conocimiento y la interpretación de todas estas manifestaciones nos permite
acercarnos a los demás y establecer relaciones positivas de afecto.
La empatía es la competencia de la inteligencia emocional que nos permite
reconocer el estado de ánimo de los demás y establecer relaciones respetuosas
con las personas.

La posibilidad de realizar nuestras aspiraciones, de ayudar a los demás y de


participar e impulsar actividades colectivas, pasa por el establecimiento de
relaciones positivas que beneficien a todos los implicados.

La intervención educativa en las relaciones en el aula y en el centro debe orientarse


hacia crear este ambiente de respeto y hacia desvelar el cruce de emociones que
se establece entre los implicados. La constatación de que en una relación existen
diversidad de emociones y que es preciso conocerlas, para poder entender la
situación y actuar, conduce al desarrollo de la empatía necesaria para avanzar con
seguridad y espontaneidad.

LA CONDUCCION DE LAS RELACIONES

La empatía y el autocontrol emocional son las competencias que permiten dirigir las
emociones propias y describir las de los otros, y, por lo tanto, entender y orientar las
relaciones. Dicho de otro modo: orientar las relaciones. Dicho de otro modo: orientar
la dinámica de las relaciones hacia una finalidad deseada.

Esta finalidad la entendemos como el deseo de impulsar unas relaciones que


acerquen a las personas, que las hagan crecer y, a través del intercambio, hagan
provechoso su trabajo en común. Y, para hacer esto, es indispensable orientar las
dinámicas que se entrecruzan cuando las personas establecen relaciones entre
ellas

La intervención pedagógica debe cobrar conciencia de la dinámica de las relaciones


que se producen y fomentar el conocimiento de las situaciones concretas y la
participación de los individuos para que puedan ser miembros activos y
responsables del desarrollo personal y colectivo de los contactos interpersonales.
La Inteligencia Emocional

La inteligencia emocional nos permite tomar conciencia de nuestras emociones,


comprender los sentimientos de los demás, tolerar las presiones y frustraciones que
soportamos en el trabajo, acentuar nuestra capacidad de trabajar en equipo y
adoptar una actitud empática y social, que nos brindará mayores posibilidades de
desarrollo personal. Daniel Goleman explicaba que el éxito de una persona no
dependía en un 100% de su coeficiente intelectual o de sus estudios académicos.
Lo que más importa es el nivel de inteligencia emocional. La inteligencia emocional,
tal y como lo señala Goleman, es la capacidad de reconocer los sentimientos
propios y los de los demás, para así manejar bien las emociones y tener relaciones
más productivas con quienes nos rodean.

Las reglas en el mundo laboral están cambiando, las personas ahora son juzgadas
en base a un nuevo canon: no sólo cuán inteligente, entrenado o experimentado se
es, sino también cuán bien pueden manejarse a sí mismos y a los demás. Las
personas con una alta inteligencia emocional no necesariamente tienen menos
emociones negativas, sino que, cuando aparecen, saben manejarlas mejor. Tienen
también una mayor capacidad para identificarlas y saber qué es exactamente lo que
están sintiendo y también una alta capacidad para identificar qué sienten los demás.
Al identificar y entender mejor las emociones, son capaces de utilizarlas para
relacionarse mejor con los demás, tener más éxito en su trabajo y llevar vidas más
satisfactorias.

Para conocer y controlar las


emociones propias y ajenas, con el fin
de obtener determinados fines, se
necesita desarrollar cinco habilidades:

Conocer las propias emociones: El


principio de Sócrates “conócete a ti
mismo” se refiere a esta pieza clave de
la inteligencia emocional: tener conciencia de las propias emociones; reconocer un
sentimiento en el momento en que ocurre. Una incapacidad en este sentido nos deja
a merced de las emociones incontroladas.

Manejar las emociones: La habilidad para manejar los propios sentimientos a fin de
que se expresen de forma apropiada se fundamenta en la toma de conciencia de
las propias emociones. La habilidad para suavizar expresiones de ira, furia o
irritabilidad es fundamental en las relaciones interpersonales.

Motivarse a sí mismo: Una emoción tiende a impulsar hacia una acción. Por eso,
emoción y motivación están íntimamente interrelacionados. Encaminar las
emociones, y la motivación consecuente, hacia el logro de objetivos es esencial
para prestar atención, automotivarse, manejarse y realizar actividades creativas. El
autocontrol emocional conlleva a demorar gratificaciones y dominar la impulsividad,
lo cual suele estar presente en el logro de muchos objetivos. Las personas que
poseen estas habilidades tienden a ser más productivas y efectivas en las
actividades que emprenden.

Reconocer las emociones de los demás: Un don de gentes fundamental es la


empatía, la cual se basa en el conocimiento de las propias emociones. La empatía
es la base del altruismo. Las personas empáticas sintonizan mejor con las sutiles
señales que indican lo que los demás necesitan o desean.

Establecer relaciones: El arte de establecer buenas relaciones con los demás es,
en gran medida, la habilidad de manejar las emociones de los demás. La
competencia social y las habilidades que conlleva, son la base del liderazgo,
popularidad y eficiencia interpersonal. Las personas que dominan estas habilidades
sociales son capaces de interactuar de forma suave y efectiva con los demás.

Actualmente son muchas las empresas que están invirtiendo mucho dinero en
formar a sus trabajadores en Inteligencia Emocional. Y esto es así porque se han
dado cuenta de que la clave del éxito, la clave de las ventas, está en el grado en el
que los trabajadores de una empresa conozcan y controlen sus emociones. Tanto
el trabajo como el aprendizaje son sociales. Las organizaciones son redes de
participación. Para lograr un desempeño efectivo en los trabajadores del
conocimiento, la clave está en inyectar entusiasmo y compromiso, dos cualidades
que las organizaciones pueden ganar, pero no imponer. Solamente los trabajadores
que deciden participar, los que se comprometen voluntariamente con sus colegas,
pueden crear una compañía ganadora.

El nivel colectivo de inteligencia emocional de una organización determina el grado


en que se realice su grado de capital intelectual y su desempeño general. El
incremento de las presiones competitivas otorga nuevo valor a las personas
automotivadas, que tienen iniciativa, deseos de esmerarse u optimismo suficiente
para tomar con calma los contratiempos y los obstáculos. Ante la permanente
necesidad de servir bien a compradores y clientes, y de trabajar con creatividad
estable en grupos de personas cada vez más diversas, las capacidades empáticas
resultan más esenciales. La demanda de inteligencia emocional no puede menos
que elevarse, según las organizaciones dependan cada vez más de los talentos y
la creatividad de trabajadores. La buena noticia, resalta Goleman, es que “la
inteligencia emocional se puede aprender. Individualmente, podemos añadir estas
habilidades a nuestro equipo de herramientas, a fin de sobrevivir en una época en
la “estabilidad laboral” es incierta”

Reconocer las Propias Emociones

Para llegar a entender qué nos sucede, es absolutamente imprescindible conocer


las emociones y sentimientos que tenemos y saber cuál es su origen. Si en un
momento determinado sentimos miedo o frustración, reconocer este sentimiento e
intentar comprender qué lo ha producido nos facilitará el poder llegar a controlarlo y
entenderlo. El conocimiento de nuestras propias emociones y sentimientos, por
tanto, nos puede ayudar a mejorar la vida personal y social.

Controlar las Emociones

Ahora bien, no debemos confundir controlar las emociones con reprimirlas. No


debemos ignorar u ocultar las emociones, sino aprender a vivir con la serenidad
suficiente, conviviendo y controlando nuestras reacciones. Enfadarse de forma
violenta o aceptar una situación injusta tendrá consecuencias negativas para
nosotros, por mucha razón que tengamos. De ahí que ser capaces de controlar las
emociones, expresarlas de forma correcta y ofrecer una respuesta asertiva tenga
una gran influencia en nuestro propio bienestar y en nuestras relaciones.

Utilizar las Emociones Para el Beneficio Propio

No desanimarnos ante la frustración y ser capaces de ver el lado positivo de las


diferentes situaciones puede ser la clave de una vida exitosa. Por ello debemos
insistir en el uso de las emociones como elemento positivo. No es fácil, y requiere
incorporar a los planes de estudio nociones de educación emocional.
RESUMEN

Las emociones son reacciones rápidas, impulsivas e intuitivas que experimentamos


casi sin darnos cuenta. Adquirir conciencia de la situación, hacer que los individuos
en formación la conozcan, es encaminarlos a descubrir la realidad y el entorno de
estas reacciones.

Goleman sostiene que nuestra visión de la inteligencia es estrecha reduciéndose


con frecuencia a lo que medimos como Coeficiente de Inteligencia. GARDNER
habla de siete tipos de inteligencia: verbal, lógico-matemática, musical, espacial, de
destreza corporal, interpersonal e intrapersonal.

GOLEMAN llama inteligencia emocional: capacidad de gobernarnos a nosotros


mismos, es decir, gobernar los propios sentimientos y saber interpretar los
sentimientos de los demás. Todo esto supone capacidad de...

• motivarnos a nosotros mismos


• perseverar en el empeño a pesar de las posibles frustraciones
• controlar los impulsos
• diferir las gratificaciones
• regular nuestros propios estados de ánimo
• evitar que la angustia (o el temor) interfiera en nuestra capacidad de razonar
• empatizar (entrar en sintonía afectiva) con los demás

Todo esto es mucho más decisivo que el CI para triunfar en la vida (y para ser feliz).
Además, se puede enseñar a los niños (es parte fundamental de la educación).

Su método se basa fundamentalmente en cuatro fases:

1. El Conocimiento De Las Propias Emociones.


El conocimiento de uno mismo, es decir, la capacidad de reconocer un sentimiento
en el mismo momento en que aparece. La incapacidad de percibir nuestros
verdaderos sentimientos nos deja completamente a su merced.

2. La Capacidad De Controlar Las Emociones


Aquel que se deja llevar por las emociones descontroladas hace cosas que no
desea, actuar a trompicones, con discontinuidad, es difícil que consiga realizar un
proyecto con coherencia y dedicación. Es cierto que las emociones intensas tienden
a inhibir la actividad que, en el caso de los individuos en formación, reviste una
importancia excepcional para la vida posterior adulta.

El conocimiento de las propias emociones es básico para poder gobernarlas, es


decir, alcanzar la capacidad de tranquilizarse a uno mismo, de superar la ansiedad,
la tristeza, etc.

3. La Capacidad De Motivarse Uno Mismo


Las emociones producen reacciones rápidas que conducen a actuar en función de
lo que sentimos en aquel momento. Las emociones, por lo tanto, impulsan a actuar.
Si dirigimos los impulsos en función de aquello que racionalmente queremos
conseguir, adquirimos una predisposición personal global (racional y emocional)
para la consecución de los objetivos propuestos. El control de la vida emocional y
la subordinación a un objetivo resulta esencial para mantener la atención y la
motivación en lo que nos conviene.

El papel de la motivación persistente para realizar una finalidad y la atención


continuada a las tareas adecuadas para conseguirla se consideran indispensables
para el progreso en el estudio y el rendimiento. El efecto de concentrarse
plenamente provoca el que las capacidades rindan al máximo y faciliten el éxito en
la tarea, e incrementa también las posibilidades de autocontrol del sujeto, en función
de proyectos básicos para una vida adulta plena.
4. El Reconocimiento De Las Emociones Ajenas
La conciencia de uno mismo o el conocimiento de las propias emociones es la base
de la comprensión de las emociones y sentimientos de los otros. En la relación
interpersonal, los individuos manifestamos nuestros sentimientos y estados de
ánimo a través de los elementos verbales y no verbales que conforman la relación.

La posibilidad de realizar nuestras aspiraciones, de ayudar a los demás y de


participar e impulsar actividades colectivas, pasa por el establecimiento de
relaciones positivas que beneficien a todos los implicados.

Lograr la empatía es uno de los grandes objetivos y supone una habilidad para
relacionarnos con las emociones ajenas.

Sobre el conocimiento de las propias emociones, Goleman dice que lo primero es


“ser consciente ecuánimemente de uno mismo”: estar atentos a los estados de
ánimo. Mejor no pensar. (Siempre es mejor ser consciente de lo que nos pasa). No
hay que perder la calma: primero hay que conocer, ya llegará el momento de actuar.
También es muy importante hablar: “cuando puedas poner palabras a lo que sientes
te apropiarás de ello”.

En cuanto a la capacidad de controlar las emociones, Goleman recurre a la teoría


aristotélica del dominio indirecto: atacar las causas. Ante un enfado o arrebato de
ira, el primer modo de restar fuerza al enfado consiste en darnos cuenta de los
pensamientos que desencadenan la primera descarga de enojo (cuanto antes lo
detectemos más fácil será controlarlo). Conviene distraerse o alejarse de la causa
del enfado y así frenar la escalada de pensamientos hostiles: enfriar el asunto.

Ante la ansiedad (o cualquier forma de preocupación o temor) pensemos que se


trata de evitar el exceso. Un cierto grado de ansiedad es bueno: tensión ante una
dificultad. Las tendencias obsesivas hacen caer con frecuencia en la “espiral de la
preocupación” (ansiedad) que hay que cortar como sea. Un modo puede ser adoptar
una postura crítica ante los motivos de la preocupación.

Elevadores del estado de ánimo


• Reestructuración cognitiva: tratar de ver las cosas desde una óptica diferente
• Ejercicio físico (aerobic, paseos, deportes)
• Desarrollar una afición que distraiga, y sea creativa (jardinería, arte, etc.)
• Ayudar a quienes lo necesitan
• la oración

LA CONDUCCION DE LAS RELACIONES

La empatía y el autocontrol emocional son las competencias que permiten dirigir las
emociones propias y describir las de los otros, y, por lo tanto, entender y orientar las
relaciones. Dicho de otro modo: orientar las relaciones. Dicho de otro modo: orientar
la dinámica de las relaciones hacia una finalidad deseada.

Esta finalidad la entendemos como el deseo de impulsar unas relaciones que


acerquen a las personas, que las hagan crecer y, a través del intercambio, hagan
provechoso su trabajo en común. Y, para hacer esto, es indispensable orientar las
dinámicas que se entrecruzan cuando las personas establecen relaciones entre
ellas.
CONCLUSION

En conclusión, es necesario aprender habilidades que nos muestren como


calmarnos ante ciertas situaciones, saber identificar cada uno de los sentimientos y
como hablar acerca de ellos, de este modo se lograra mejorar las relaciones con los
demás, así mismo en base a las decisiones que se toman a diario esto nos permitirá
tomar acciones congruentes.

El saber lograr controlar nuestras emociones, seremos capaces de ser “Dueños de


nuestros propios sentimientos”, y para lograr esto es necesario empezar aceptar
nuestras emociones negativas y también aprender a manejarlas de modo sin
rechazar lo que sientes.

Y como habíamos mencionado, es importante conocer nuestro mundo emocional


ya que esto nos permite comprendernos tanto a nosotros mismos como a los
demás.
BIBLIOGRAFIA

 Adam, E. (2003). Emociones y Educación. Barcelona, España: Laboratorio


Educativo.

 Encarnación, E. (2014). La Inteligencia Emocional. abril 28, 2014, de EOI


Escuela de Organización Industrial Sitio web:
http://www.eoi.es/blogs/mintecon/2014/04/28/la-inteligencia-emocional/

 Gardner, H. (1993). Inteligencias múltiples. Barcelona, España: Paidós.

 Goleman, D. (2001). La inteligencia emocional. México: Javier Vergara.

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