Sunteți pe pagina 1din 47

EL SISTEMA DE PARTIDO

ÚNICO: LA URSS Y SUS


SATÉLITES DE LA EUROPA
DEL ESTE

1. LA SOVIETIZACIÓN DE EUROPA DEL ESTE

En los meses intermedios de 1945 se ha producido ya la rendición de Alemania,


aunque todavía quedan algunos focos de lucha sueltos (sobre todo de las Waffen-SS). Ya
se ha desplomado el III Reich y se ha desplomado el nazifascismo. Ha caído el objetivo
que ha permitido a soviéticos y norteamericanos tener una alianza conjunta. Cuando se
produce la derrota final del nazismo ya no hay nada que les una, más allá de las buenas
palabras y la retórica de la paz permanente. Las diferencias entre Estados Unidos y la
Unión Soviética -aparte de las internas- son grandes.

Estados Unidos es la principal potencia mundial tras la Gran Guerra. Su influencia


llega a todo el mundo. El dólar sustituye a la libra esterlina como moneda para los
intercambios internacionales. Los Estados Unidos tienen además un recorrido de más de
un siglo de historia y fortalecimiento. Los Estados Unidos dejan muchos muertos en la
guerra, pero en términos económicos no sufren. De 1940 a 1944 la economía productiva
norteamericana, la industria, se duplica. Duplica su producción y casi triplica su
productividad. Los salarios medios se duplican, llegando los salarios de obreros
especializados a multiplicarse por tres y por cuatro. Así, con todos los gastos enormes de
la maquinaria bélica norteamericana (que mantiene vivos a los ejércitos aliados
occidentales desde el desembarco de Normandía), en 1945 los Estados Unidos son una
gran potencia con una larga trayectoria como Estado. Para todos los analistas del
momento los Estados Unidos son la pieza clave para la reconstrucción del orden mundial.
En buena medida ese orden va a depender de cómo evolucionan los Estados Unidos.

En cuanto a la Unión Soviética, aspira a tener una mayor influencia en las


relaciones mundiales. La situación es muy distinta. La URSS tiene un recorrido corto en la
historia, desde la Revolución de Octubre. Es además una trayectoria traumática,
constantemente en conflicto. Tras la revolución comienza inmediatamente la guerra civil,
que devasta todavía más lo que ya la Gran Guerra ha hecho. Las zonas más
industrializadas se ven profundamente golpeadas. Cuando en esa guerra civil se imponen
los bolcheviques tampoco hay un acuerdo entre sus líderes. Tras la muerte de Lenin se
enfrentan Stalin y Trotsky, lo que provoca movimientos represivos, problemas políticos
sobre una base económica devastada. Es un nuevo Estado que se tiene que organizar

1
como alternativa al capitalismo. Se siente aislado, acaba de salir de la guerra y tiene que
reconstruirse. Tiene que construirse como Estado y reconstruirse económicamente. Tiene
que buscar un lugar en el mundo, parafraseando a Stalin. La Unión Soviética, eso sí tiene
una enorme potencialidad económica. A esto se añade la entrada en la Segunda Guerra
Mundial, que en el caso de la Unión Soviética sirve para afianzar definitivamente el
liderazgo de Stalin, una forma de entender la economía, la política y la sociedad dentro
del variopinto mundo del marxismo-leninismo. La Segunda Guerra Mundial consolida a un
líder con ideas claras sobre cómo organizar la sociedad y la economía. Las guerras
intestinas en el movimiento comunista se aplazan durante un tiempo. Stalin es capaz de
afianzarse, y con él un grupo de poder que por fin sabe qué quiere hacer con la URSS.
Stalin conforme se desarrolla la guerra y sobre todo tras la derrota alemana en
Stalingrado está organizando la posguerra. El liderazgo de Stalin se afianza en torno a la
guerra. Stalin es un genio de la propaganda y sabe utilizar muy bien los recursos
propagandísticos de la guerra para unir la idea de la victoria en la guerra con la victoria
definitiva del comunismo. Eso además lo une a un sentimiento nacional ruso en la guerra.
Aunque teóricamente al marxismo-leninismo le repugna el nacionalismo, Stalin entiende
muy bien la idiosincrasia de los pueblos eslavos y sabe que la lucha contra el fascismo
tiene que ir unida a los sentimientos de esa población. Una población -tanto la rusa como
la de los países del Este- enormemente atrasada. Para movilizar a toda esa población
Stalin durante la guerra utiliza la propaganda para unificar al pueblo ruso y al resto de
nacionalidades de la Unión Soviética. Se unen en torno a un ejército que no es un ejército
nacional: el Ejército Rojo. Para la URSS la Segunda Guerra Mundial es la Gran Guerra
Patria. A partir de ahí comienza a existir un pueblo soviético. Esto es de enorme
relevancia para la inmediata posguerra. La Unión Soviética, que se calcula que pierde
unos 20 millones de personas, ve paralizada su actividad económica. La guerra se
desarrolla en las zonas más occidentales de la URSS, que son las más desarrolladas
agrícolamente y las únicas zonas que tienen industria. La industria y los transportes son
destruidos. Por ejemplo, desaparece el 70-80% del ferrocarril. Cuando se teme que los
alemanes tomen Moscú se desmontan y llevan más allá de los Urales unas 1400
empresas. Así, la situación en 1945, cuando concluye la guerra, es muy distinta para una
potencia que para otra. Eso sí, la Unión Soviética de Stalin ha desarrollado durante el
conflicto una extraordinaria industria militar. El primer foco de atención soviético es la
industria militar, capaz de enfrentarse al preparadísimo ejército alemán. A lo largo del
conflicto la industria armamentística soviética, que previamente apenas ha tenido
importancia, tiene un enorme desarrollo. De ahí la capacidad soviética de reacción, que
desde 1943 realiza grandes avances diarios en el Este.

En abril de 1945 encontramos dos ejércitos potentísimos desplegados por toda


Europa, que en su avance contra el fascismo llegan donde llegan. Hay una frontera
absolutamente arbitraria, hasta donde el desarrollo de la guerra ha llevado los ejércitos.
Por ejemplo, Bulgaria y Hungría quedan bajo control soviético porque son los soviéticos
quienes los liberan. Con la pacificación los ejércitos desplegados se quedan, no se retiran.
Mientras se desarrolla el conflicto se están produciendo ya conversaciones secretas (que
no llegan a la opinión pública) dentro de los aliados anglonorteamericanos, en la URSS y
entre ellos para decidir qué ocurrirá con Europa cuando se produzca la victoria definitiva
sobre el nazismo. Dos años antes de finalizar el conflicto ya existen planes contrastados.
Es muy significativo que si analizamos esos planes vemos que soviéticos y
norteamericanos son conscientes de que el futuro de Europa será el de la confrontación
entre Estados Unidos y la Unión Soviética. La cuestión es si este conflicto será armado o
no armado. Los soviéticos se dan mucha prisa en tratar de ocupar desde 1944 hasta
Yugoslavia. Se ve en Berlín, donde los americanos se detienen para que los soviéticos
puedan llegar a Berlín. La planificación de la futura Guerra Fría de alguna forma ya está

2
marcada. Así, hay una sucesión de conferencias entre franceses, británicos,
norteamericanos y soviéticos. En febrero de 1945 se produce la Conferencia de Yalta.
Luego se produce la Conferencia de Postdam. Teóricamente estas conferencias son las
que sellan la paz. Dicen que todos los pueblos liberados del fascismo podrán organizarse
de manera democrática con apoyo de las potencias. Acuerdan que se creará una
organización supranacional para evitar conflictos. Es un gran aparato retórico que trata de
justificar que, una vez vencido el fascismo, Europa y el mundo se podrán reconstruir
política, económica y socialmente conforme a la decisión de sus ciudadanos.

Evidentemente los líderes mundiales del momento saben que el panorama tras la
guerra es tan absolutamente desolador que ese mundo de posguerra deberá ser
organizado conforme a los patrones que las dos grandes superpotencias emergentes del
conflicto marquen. Soviéticos y norteamericanos tienen el poder de influir directamente en
el futuro de Europa y del mundo, y así lo hacen. Por debajo de la retórica de las
conferencias subsiste un juego de poder. En ese juego la URSS juega sus bazas. En
primer lugar, se niega a desmovilizar las tropas desplegadas en todos esos países del
este de Europa que han liberado del fascismo. Postdam dice que los ejércitos
norteamericano y soviético tendrán que retirarse a sus cuarteles, pero la Unión Soviética
de hecho envía más fuerzas, reforzando esa frontera arbitraria establecida por los
avances de unos y otros. Además en las zonas ocupadas por los soviéticos el poder no
pasa a las formaciones políticas que se están reconstruyendo, sino que lo mantienen los
comandantes militares soviéticos. Éstos comienzan a organizar la ayuda económica y
también la primera reorganización política. Se crean instituciones locales, parlamentos... y
cualquier decisión política tiene que tener el aval de la comandancia soviética para ser
efectiva. En 1945-46 quedan zonas en las cuales, por distintos motivos, qué se hará. Por
ejemplo, Grecia, Austria, las repúblicas bálticas (independientes durante la época de entre
guerras), etc. Ante eso la reacción es mantener y fortalecer la ocupación.

Las conferencias aceptan que en los territorios del Este, conforme a lo manifestado
por los representantes soviéticos, dada la endeble estructura política de estos países (con
estructuras muy frágiles, sin apenas tradición democrática), se establezcan para dar más
solidez al sistema frentes populares o nacionales, coaliciones de fuerzas políticas. La
idea es que la reconstrucción sea más rápida. Se quiere presionar en cierto modo para
que los procesos de reconstrucción política, bajo el amparo soviético, se lleven a cabo
bajo la fórmula de frentes populares. Al tener el control de la situación los comandantes
militares soviéticos, esos frentes populares caen bajo la influencia de los respectivos
partidos comunistas, de obediencia soviética. Así, entre 1945 y 1948 el modelo de
inspiración soviética prácticamente queda consolidado en estos territorios del Este,
liberados del yugo nazifascista por el Ejército Rojo. A la altura de 1948 ya se han
construido sistemas de organización política y económica fundamentados en el
modelo soviético. Son momentos de aceleración histórica. Muchas veces se divide esta
evolución entre fases, aunque no son exactas porque unos procesos son más rápidos que
otros, o con características diferentes. No obstante, hay unas pautas generales que se
siguen en esta evolución, unas políticas que se suceden bajo impulso de la Unión
Soviética.

El primer gran problema con el que se encuentran las dos grandes potencias, y en
este caso de la URSS, es el abastecimiento de esos territorios que por sí solos no
pueden desarrollar su economía. Son espacios atrasados que han sufrido muy duramente
la guerra y con grandes problemas de abastecimiento. Son territorios además pobres, por
lo general, en recursos energéticos. La URSS establece distintos planes para la ayuda
económica y material a estos territorios. Llegan técnicos y expertos soviéticos para poner
en marcha las industrias, la agricultura, la administración...

3
Junto a ese plan económico de ayuda durante 1945-46 se van poniendo las bases
de esos Gobiernos de frente popular. Se propician elecciones a cámaras
representativas de las cuales salen Gobiernos. En esas elecciones se presentan las
distintas fuerzas políticas sin relación o vínculo directo con el nacionalsocialismo (las
cuales son prohibidas, o reprimidas en parte; por ejemplo, algunos partidos campesinos).
De estas elecciones salen Gobiernos en los que los partidos comunistas (minoritarios
en muchos casos) tienen una amplia representación. Estos ejecutivos agrupan a distintas
tendencias políticas con el fin de fortalecer el sistema. Dentro de estos primeros
Gobiernos, al margen de la fuerza de los distintos partidos comunistas locales, éstos se
hacen con los ministerios clave, como defensa o interior. Carteras de las que dependen
los servicios de seguridad. También habitualmente se hacen con los ministerios de
exteriores y sobre todo economía. En la mayoría de los casos los dirigentes comunistas
se instalan en los puestos principales de responsabilidad, teniendo además relaciones
estrechas con las comandancias militares soviéticas y con el propio Kremlin (pues han
estado en la URSS exiliados). Ya en 1945-46 la documentación de archivo, a través de los
informes que emiten fundamentalmente los servicios vinculados a estos ministerios y las
secretarías generales de los partidos comunistas locales (es decir, documentación
interna) enviados a Moscú, hace análisis de cómo ven la situación del momento y cuáles
consideran que han de ser los pasos hacia la toma del poder por parte de los partidos
comunistas. Esos informes son vistos en el Kremlin, que va señalando cómo debe ser el
proceso en cada país.

Por un lado, la táctica de los partidos comunistas es convencer, por vías directas
o por vías más sutiles, a los líderes de las fuerzas de izquierda no comunistas para que se
diluyan y entren a formar parte del partido comunista a través de diferentes
denominaciones. En algunos casos las fusiones son fáciles, y en otros casos implican
medidas duras. En ese proceso no solamente los partidos comunistas tratan de agrupar a
las fuerzas de izquierda, sino que incluso tratan de convencer a otras fuerzas políticas con
larga tradición. Por ejemplo, los partidos campesinos, que generalmente son pequeños y
conservadores. También líderes, grupos, facciones... dentro de estas organizaciones para
que entren a formar parte del partido, a veces con éxito y a veces sin él. Hay un
crecimiento y fortalecimiento de los partidos comunistas a costa de otras fuerzas.

Junto a ello también, de forma muy cautelosa, comienzan desde los ministerios
económicos las primeras medidas estatalizadoras. Primero respecto a la gran industria,
con la idea de que las industrias, fortalecidas en buena medida por las ayudas soviéticas,
queden ya dentro del sistema colectivizador. Estas medidas son en genera bien
aceptadas por las poblaciones de estos países, que no han tenido nunca acceso al control
de los medios. Con la socialización dejan de existir conglomerados de intereses
industriales. Son medidas bien acogidas y muy visibles. Las primeras grandes inversiones
soviéticas, a través de los primeros acuerdos bilaterales de la URSS con estos países,
son muy atractivas. Además, la URSS durante estos años envía comida y repuestos para
cualquier tipo de instrumento, reconstruye tendidos ferroviarios... Se hace visible la ayuda
material soviética, amplificada por el aparato propagandístico.

Estas políticas tienen en principio una reacción por parte del mundo capitalista
bastante cautelosa. En la administración norteamericana hay un sector importante
partidario de dejar hacer a los soviéticos, conscientes de que la división del mundo es un
hecho. La posición norteamericana no es demasiado beligerante, más allá de la retórica.
Salvo cuando la puesta en marcha del Plan Marshall puede afectar a Europa del Este. En
esos momentos todavía los partidos comunistas no han tomado en exclusiva el poder en
los países del Este. Pero la puesta en marcha del Plan Marshall supone que algunos
países del Este (sobre todo Checoslovaquia) se interesen en solicitarlo. El Kremlin teme

4
que el plan distorsione el proceso de sovietización, pues en los Gobiernos de coalición
hay partidos interesados por el plan. Así, con el golpe de Praga de 1948 se da paso de
estas medidas suaves a medidas más duras ante el riesgo del Plan Marshall, sirviendo
además de modelo para las tomas del poder en el resto de países. En Checoslovaquia
hay una tradición democrática, personalidades de la independencia tras la Gran Guerra,
un partido comunista fuerte... El Partido Comunista de Checoslovaquia está liderado
por Klement Gottwald. Es un líder muy relacionado con el Kremlin y con el Stalin. Está
muy valorado dentro de Checoslovaquia y en todo el campo del socialismo revolucionario.
Forma parte del Gobierno liderado por uno de los líderes históricos de la independencia
checa, Eduard Benes, que no es comunista. Benes es partidario de solicitar el Plan
Marshall para una reconstrucción más rápida del país. Ante esa intención el Kremlin llama
a consulta al ministro de exteriores checoslovaco, hijo del líder de la independencia checa
Masaryk. El Kremlin quiere que el Gobierno checoslovaco se niegue a aceptar la ayuda. A
la vuelta de su viaje el ministro Jan Masaryk parece ser que se suicida. Esta negativa
impuesta a aceptar el Plan Marshall indica a las dos superpotencias hasta dónde pueden
llegar. El 24 de febrero se produce el golpe de Praga y los comunistas toman el poder,
suicidándose Masaryk poco después.

(MARGOLIUS KOVÁLY, Heda; Bajo una estrella cruel. Una vida en Praga 1941-
1968).

2. EL SISTEMA POLÍTICO SOCIALISTA

Con la sovietización cerrada los partidos comunistas establecen sus Gobiernos y


matizan sus textos constitucionales. La savia nutriente del sistema político está en la
constitución formal del régimen y la constitución real del mismo. La constitución formal
es el corpus legal de los regímenes de Europa del Este, y se visualiza en cuatro aspectos
básicos. El primero de ellos es la soberanía proletaria. El segundo de ellos es la
democracia socialista, que se asienta en el sistema de asambleas que los politólogos
rebautizan como “sistema de convención”. Se fijan para ello en una de las etapas de la
Revolución Francesa, la de la Convención, que prefigura que la Convención reúne en sí
los tres poderes del Estado. Se trata, por tanto, de la inexistencia de la división de
poderes, que es el tercer aspecto básico de la constitución formal. La democracia
socialista rechaza el principio clásico de la división de poderes. El sistema soviético se
asienta no en la división de poderes, sino en el principio de la unidad de poder. El
cuarto aspecto básico es que la democracia socialista no establece limitaciones al poder
de los gobernantes, dado que éste está basado teóricamente en la comunión pueblo-
partido. Así, se rechaza el componente fundamental de la democracia liberal de la
limitación de poder.

No obstante, la constitución formal no es más que un mero símbolo. Donde se


encuentra la esencia del sistema político es en la constitución real, quien detenta la
hegemonía el el sistema político socialista: el partido comunista. Desde ese punto de
vista, la organización interna del partido comunista -pieza clave en los sistemas de tipo
soviético- se puede seguir en función de seis principios básicos. El primero de estos
principios es el principio leninista de centralismo democrático, aunque siempre, incluso
en vida de Lenin, el peso recae en la parte de la ecuación centralista y no en la parte de la
ecuación democrática. El segundo principio básico es el principio de la unidad monolítica

5
del partido. Esto hace referencia a la unidad ideológica y organizativa, que actúa de
arriba a abajo monolíticamente en función de la elevada disciplina consciente de los
miembros del partido (por lo tanto, una pieza clave y fundamental). No hay posibilidad de
organizar fracciones o plataformas políticas. El tercer principio básico es el principio de
liderazgo colectivo, sometido a las decisiones del máximo órgano del partido. El cuarto
principio básico es el principio productivo y territorial. El partido se organiza mediante
un sistema que combina el principio productivo (la presencia de dirigentes o de miembros
del partido en organizaciones productivas: fábricas, oficinas, comités...) con el principio
territorial (la presencia de personas vinculadas al partido en los lugares de residencia). El
quinto principio es el principio de democracia intrapartidaria. Teóricamente en los
órganos de actuación del partido, desde la base hasta la cúspide, se tiene plena libertad
para debatir y para cuestionar la actuación del partido, aunque ciertamente la decisión
que se toma obliga férreamente a toda la organización. El sexto principio es el principio de
pureza ideológica. Sólo se llega a miembro del partido si uno en su cursus honorum vital
demuestra una lealtad extraordinaria a los principios del partido y una pureza ideológica.
La degradación de la pureza ideológica aparta al partido del contacto con las masas.

El partido, organizado de esta manera, controla el Estado y la sociedad. La


hegemonía del partido en el Estado y la sociedad se puede ver de forma tripartita. En
primer lugar, en la concentración de todo el poder en manos del partido. En segundo
lugar, el partido ejerce el monopolio de la voluntad política de la sociedad. Y en tercer
lugar, resultado de lo anterior, es la total integración de la sociedad en el Estado, y por
tanto en el partido. El control por parte del partido del Estado lo protagonizan los
miembros del partido, que conforman la nomenklaturan, fundamentada en el
mantenimiento de la hegemonía del partido y en el control del partido por una clase
dirigente determinada. Esta nomenklatura es de la que se puede extraer la enseñanza de
las dos explotaciones que se dan en el socialismo real (según John Roemer, en
Teoría general de la explotación y de las clases): la explotación socialista (que surge
como consecuencia de las diferentes dotaciones de bienes enajenables, principalmente la
cualificación de los productores) y la explotación de estatus (que designa aquella
desigualdad que surge como consecuencia del acceso desigual a las posiciones
privilegiadas, empezando por a quién se admite y a quién no se admite en el partido).

La hegemonía del partido en el Estado se puede ver a través de cinco ámbitos


de actuación. Primero, a través del control del ejecutivo, del Gobierno, supeditado y
subordinado al partido. El partido es el primer poder político del estado. Segundo, el
control de los órganos legislativos, dado que el partido establece el derecho a través
de una serie de directrices, que luego hacen suyas las distintas cámaras legislativas.
Tercer, el control de la administración de justicia. El partido único tiene el monopolio de
la aplicación de las normas de justicia. Cuarto, el control de la planificación. El partido
da las pautas fundamentales de la planificación del Estado, fundamentalmente de la
planificación económica. Quinto, el control de la coerción y la represión en el Estado.
Todos los ámbitos que tienen que ver con la acción represiva están vinculados
directamente al partido.

Al mismo tiempo, el partido tiene un control absoluto sobre la sociedad,


controlando la capacidad de expresión y de actuación de ésta. Esto resulta del monopolio
que ejerce de los medios de socialización de la población. El partido controla la
educación, las pautas de información... También resulta del monopolio del derecho a
organizar a las masas, dirigiendo y controlando todas las organizaciones sociales de
masas, empezando por los sindicatos.

A modo de conclusión, las características del sistema de partido único propio

6
del sistema de tipo soviético son las siguientes. En primer lugar, todos los poderes están
centralizados y son dirigidos por el partido. En segundo lugar, el poder central tiene la
última palabra en todos los asuntos de la vida pública. En tercer lugar, el poder central
recae en los órganos supremos del partido, en especial en el Politburó y en su Secretario
General. En cuarto lugar, los órganos del poder central sólo son formados por la
nomenklatura del partido. En quinto lugar, el Estado y las organizaciones de masas están
dirigidos y controlados por el partido.

3. LA URSS ENTRE 1945 Y 1953

En 1939 el modelo de organización soviético está instalado en la URSS, pero ni se


ha consolidado ni se ha extendido a todos los territorios de la propia Unión Soviética. El
modelo está cerrado en algunos territorios, pero no otro. Desde 1945 el reto es
consolidarlo en toda la Unión Soviética y extenderlo por el Este de Europa.

A) LA ESTRUCTURA ECONÓMICA

En el caso de la estructura económica soviética, conocemos que la potencialidad


económica de la URSS es enorme. La URSS tiene numerosos recursos minerales todavía
no explotados. Esos recursos todavía no se han podido aplicar a una estructura
económica endeble, por lo tardío y lo imperfecto del proceso de industrialización y sobre
todo por el impacto de la guerra. La URSS ha perdido en el conflicto más de veinte
millones de personas. Hay una gran mortalidad entre la población joven. Además la
guerra tiene una consecuencia especialmente negativa porque los técnicos, los expertos,
los obreros especializados... que tienen que poner en marcha ese modelo industrial son
muy golpeados por la guerra. La URSS no cuenta con un número importante de
especialistas, y tras la guerra se encuentra con una gran carencia de expertos. Además el
ámbito al oeste de los Urales ha sido teatro de operaciones bélicas, y los transportes
(ferrocarriles, carreteras..) se han visto muy golpeados. Se habla de un 80-85% de vías
ferroviarias destrozadas. Esta falta de infraestructuras de transporte es un problema
añadido. Se ha destruido entre el 25 y el 60% de la industria. Las industrias básicas han
sido muy fuertemente golpeadas.

Así, para poner en marcha la reconstrucción la URSS tiene unas dificultades de


base mucho peores que en Europa Occidental. En el plan de Stalin, además, está no
solamente reconstruir la URSS, sino también integrar a los países liberados del fascismo
por tropas soviéticas en el sistema planificador económico. Para la URSS de 1945 el resto
es inmenso. En esta situación lo que hace Stalin es establecer la planificación obligatoria.
Establece el IV y el V Plan Económico, entre 1946 y 1955. Son planes quinquenales,
con revisiones anuales. El objeto fundamental de esos planes es transformar a la Unión
Soviética en una potencia industrial pesada. Stalin quiere fomentar las industrias pesadas,
que se entiende en estos años que son las que la Unión Soviética necesita para ser
autosuficiente y competir con el mundo capitalista. Así, la mayor parte de los
presupuestos se orientan hacia la gran industria: de herramientas, metalúrgica, química,

7
farmacéutica, óptica, los astilleros, las refinerías, industrias extractivas de minerales... Se
practica el crecimiento extensivo: no crece la productividad, sino la producción bruta. Lo
que interesa es crecer lo más rápido posible. Se recurre a una mano de obra que trabaja
más horas de las estipuladas, con jornadas como los sábados comunistas, para fomentar
el crecimiento industrial. Se posponen los beneficios sociales en favor del crecimiento de
la producción para que los soviéticos sean autosuficientes. Y ciertamente hay un esfuerzo
colectivo. Se controlan además los abusos (por ejemplo, el mercado negro).

Estos esfuerzos tienen sus resultados. En 1950, según un informe propio del
Partido Comunista (cuyas consecuencias han sido avaladas por la historiografía), la
URSS ha recuperado los índices productivos de 1939, es decir, de antes de la guerra.
También en 1950 se ha superado ya con mucho la extracción de mineral básico (mineral
de hierro, carbón, petróleo, níquel, wolframio...) de 1939. En 1953, poco antes de la
muerte de Stalin, los grandes sectores de la industria pesada tienen unos niveles de
producción bruta que se asemejan a los niveles norteamericanos. El crecimiento es
imponente. Así pues, tiene un gran éxito el establecimiento de una superpotencia
industrializada, con una industria moderna y con una base enorme de recursos minerales
y energéticos.

Otro aspecto es el de la colectivización agraria. Stalin no deriva en los


presupuestos soviéticos muchos fondos a la agricultura por su interés en potenciar la
industrialización. Por esto muchos analizan que los problemas posteriores de la Unión
Soviética parten de la propia posguerra. El talón de Aquiles de la economía soviética es el
campo. Stalin nunca ha sido muy entusiasta del campesinado. Siempre ha pensado que
los agricultores de la Gran Rusia son fundamentalmente individualistas que no entienden
ni quieren entender la trascendencia de la colectivización, y que la agricultura tiene que
servir como base para la autosuficiencia agrícola, pero que el campo y la producción
agrícola tienen que tener siempre un tratamiento especial en los presupuestos. Esto en la
posguerra se traduce de la siguiente manera. En principio en el Comité Central se plantea
por parte de algunos miembros la necesidad de que en la agricultura se alcance un
régimen mixto de explotación. Abogan por la creación de grandes granjas colectivas
controladas por comisarios del Estado y del partido. Pero consideran que esa
colectivización tiene que aunarse con una cierta permisividad con pequeñas explotaciones
privadas en las que los campesinos de las granjas colectivas puedan cultivar productos
agrícolas y criar animales para su propio beneficio, complementando los salarios de las
explotaciones colectivas. Pero Stalin decide imponer una colectivización general y
rápida para evitar que el campesinado, de alargarse el proceso de colectivización, pueda
generar una reacción negativa. Así, en zonas de la URSS donde las colectivizaciones han
tenido poca aplicación el proceso es rapidísimo. Por ejemplo, en las repúblicas bálticas,
donde hacia 1947 la colectivización está prácticamente resuelta. Incluso en territorios
donde por la poca presencia de militantes comunistas es difícil aplicar la colectivización
también se hace. La militancia en el Partido Comunista no está abierta a todo el mundo, y
el volumen de militantes respecto al total de población es reducido. Militantes del partido
se trasladan a muchos de estos territorios para impulsar la colectivización. La producción
agraria, no obstante, sigue estancada, y si crece se debe a la meteorología. Entre 1948 y
1953 hay grandes cosechas de cereal, remolacha... pero en 1954-55 caen. Se debe al
tiempo atmosférico. El rendimiento, el crecimiento productivo, no es parangonable con el
de la industria.

Por tanto, el modelo económico soviético de inspiración estalinista en este breve


espacio de tiempo queda perfectamente establecido y consolidado a la altura de 1953,
año de la muerte de Stalin.

8
B) LA POLÍTICA

De igual forma en el campo político los principios del centralismo democrático, el


poder omnímodo del partido, la centralización del poder... están aplicados. La
centralización del poder en la figura de Stalin es máxima. Ya antes de 1939 Stalin se ha
hecho con las riendas del poder, pero la guerra facilita la consolidación del poder de Stalin
y del Politburó del Comité Central. Ningún analista de la época ni ningún historiador
posterior niega la gran capacidad de trabajo de Stalin y su capacidad para tomar
decisiones en última instancia sobre aspectos de lo más variado (de la realidad social,
política, las realidades internacionales...) en la Unión Soviética.

En la estructura del Estado se potencian ciertos órganos. El Comité Central del


Partido Comunista proporciona cuadros para las altas instituciones del Estado. Durante la
época estalinista se reúne en muy pocas ocasiones. Entre 1939 y 1952 se reúne
alrededor de unas veinte veces. Es en el partido el máximo órgano decisorio entre
congresos. El Comité Central elige un órgano más reducido, el Politburó (con alrededor de
quince miembros), que dirige entre reuniones del Comité Central, pero que en época
estalinista en la práctica no actúa más que como órgano asesor de Stalin. Los miembros
del Politburó configuran la élite comunista de poder, aunque en época estalinista no
conforman una dirección colectiva. Stalin interviene en cuestiones muy diversas,
redactando documentos sobre todos los temas. Las escasas reuniones de los órganos de
decisión y la centralización del poder en la figura de Stalin favorecen el culto a la
personalidad, identificándose el sistema soviético plenamente con la figura de Stalin. Por
otra parte, en 1947-48 no hay grandes procesos, grandes purgas, en la URSS, como en
los años treinta. El partido está identificado con la política estalinista, lo que da estabilidad
al partido-Estado, como estable es la economía soviética.

4. LA URSS TRAS LA MUERTE DE STALIN. LA ERA DE


KHRUSCHEV

Stalin muere el 5 de marzo de 1953. Cuando muere Stalin todo el mundo salido de
la guerra es ya plenamente consciente de que se han instalado y consolidado dos
sistemas de organización política, económica y social radicalmente distintos. El mundo
queda marcado por las relaciones entre el mundo capitalista y el mundo socialista. Tanto
dentro de la Unión Soviética como fuera del país la URSS es ya considerada una gran
potencia en todos los órdenes.

La URSS se implica con la descolonización. El modelo socialista soviético atrae a


los movimientos internacionalistas, y la URSS financia a parte de estos movimientos
revolucionarios. La participación o no en la Internacional Comunista está controlada por
las decisiones de Stalin. La política de la URSS se quiere emular por muchos partidos en
todo el mundo. El modelo soviético es un modelo a seguir tanto por los movimientos
revolucionarios como por buena parte de la intelectualidad occidental. Pero la muerte de
Stalin provoca cambios importantes en la evolución de la URSS, y de paso en los países

9
socialistas del este de Europa. Los informes de las embajadas occidentales entre 1953 y
1955 se manifiestan sobre la realidad soviética de una forma que evidencia que están
contaminados por la propia personalidad de Stalin. La mayor parte de estas percepciones
(se cree que habrá fuertes luchas internas) que se tienen son erróneas. El partido ha
aprendido lo ventajoso de llegar a acuerdos y consensos para mantener la estabilidad.

Así, no hay luchas a muerte en el partido. Se instaura un liderazgo colectivo entre


las distintas facciones del Partido Comunista en pro de una estabilidad del sistema. A la
muerte de Stalin las distintas figuras que sobresalen apoyan a Nikita Khruschev como
Secretario General del PCUS. El Politburó se reacomoda para acoger a las distintas
sensibilidades dentro del partido. Hay militantes de la vieja guardia como Beria, Bulganin,
Kaganovich... Bulganin es partidario de flexibilizar el sistema de las granjas colectivas.
Para Beria el sistema estalinista debe mantenerse incólume. Cada miembro del Politburó
representa una tendencia del pensamiento estalinista, y en conjunto representan el
pensamiento post-Stalin. Quieren evitar una confrontación dentro del partido.

Entre la muerte de Stalin y la convocatoria del XX Congreso del PCUS (el congreso
de la desestalinización, en febrero de 1956) el partido y el Estado evolucionan dentro de
la senda marcada por Stalin, con las mismas políticas económicas, la misma política
internacional, la doctrina militar soviética, el crecimiento productivo a los mismos niveles,
la ampliación de las infraestructuras de transporte (mejoran mucho las carreteras), el
impulso de las industrias militares, la colectivización... Parece que no hay cambio
aparente. Pero en estos años se van introduciendo cambios en el aparato del Estado.
Van reemplazando poco a poco a sectores de la nomenklatura estalinista por grupos más
acorde a la nueva realidad. No obstante, es un proceso progresivo, no hay grandes
purgas como en los años treinta. En estos años Khruschev fortalece su posición decisiva
en el aparato del partido-Estado. Khruschev tiene una influencia cada vez mayor sobre las
distintas facciones dentro del partido. Se fortalece internamente para tratar de desarrollar
su propia política, que ya no es la estalinista. Son años de transición pausada, paulatina,
con reformas internas...

Todo esto va preparando el XX Congreso del PCUS, en 1956. Pasa en este


congreso el partido a denominarse Partido Comunista de la Unión Soviética (mentira: fue
en el XIX Congreso, en 1952, pero como lo dice, al examen que va). Se quiere que este
congreso tenga un verdadero contenido reformista, transformador, dentro de la realidad
soviética. Esto se observa muy bien viendo la prensa soviética del momento. Pravda, el
periódico oficial del Comité Central del PCUS, desde seis-siete meses antes del congreso
filtra comentarios, noticias... que marcan diferencias con la política estalinista. Se celebra
el Congreso y al final del mismo, en un hecho inusitado, Khruschev lee lo que luego se ha
conocido como el Informe Secreto. Este discurso, muy elaborado, tiene una gran
relevancia porque ningún dirigente del partido ha criticado al Secretario General anterior, y
en este discurso se critica a Stalin y a sus políticas. La élite soviética entiende que el país
está preparado para dar un salto adelante, abandonando la política estalinista. En este
discurso se marcan las líneas de actuación que en los años inmediatamente posteriores
seguirán el PCUS y los partidos y movimientos comunistas afines en el resto del mundo,
que hasta ese momento han sido estalinistas. Para muchos es un golpe importante, sobre
todo para los partidos comunistas occidentales. La crítica fundamental que hace
Khruschev a Stalin es el abuso de poder, el culto a la personalidad, el haber desarrollado
una política individualista y poco contrastada con la opinión de los distintos sectores del
partido. Según la nueva élite soviética estas prácticas de Stalin han contribuido a
identificar de forma crítica a la Unión Soviética con Stalin, lo que consideran una
aberración, pues la URSS es mucho más que Stalin, y Stalin ha contribuido más a crear
un mito en torno a su propia figura que a la Unión Soviética. El problema es que esto lo

10
dicen no dirigentes nuevos, sino miembros de la dirigencia en época de Stalin. En el
partido hay muchas discusiones acerca de hasta dónde llevar la crítica. En todo caso, se
lanza esta crítica. Tiene consecuencias simbólicas: empiezan a retirarse las estatuas de
Stalin, los cuadros de Stalin... Pero lo más importante es la crítica que se desliza sobre las
prácticas represivas de Stalin. Se critica la práctica represiva generalizada e irracional. Se
recuperan figuras reprimidas por Stalin.

El discurso es muy importante también para la relaciones internacionales entre


los dos bloques. La doctrina militar estalinista se basa en el enfrentamiento entre
comunismo y capitalismo hasta lograr la victoria final del comunismo. Para Stalin una vez
rota la Gran Alianza el enfrentamiento con los Estados Unidos es tan radical como el
enfrentamiento contra Hitler. Khruschev habla de la confrontación entre bloques y de las
diferencias irresolubles, pero también habla de la necesidad de convivir capitalismo y
comunismo hasta la victoria final de este último. Los soviéticos son conscientes de que
militarmente ninguna superpotencia podrá vencer, pero sí podrá destruirse el mundo.
Proclama la política de la coexistencia pacífica entre dos mundos enfrentados que
necesitan llegar a acuerdos para convivir y evitar la destrucción. Khruschev tiende la
mano a la posibilidad de que Estados Unidos y la URSS lleguen a acuerdos.

Además se aboga también por un cambio en la política económica interna,


reconociendo Khruschev los sacrificios realizados en los años posteriores a la guerra.
Apela a la necesidad de un giro en la política económica que satisfaga mejor las
necesidades de esa población soviética sacrificada, esforzada, en la inmediata posguerra.
Hay problemas de abastecimiento. Se abren nuevas vías para la mejora de estos sectores
económicas.

Todo este cambio de estrategia que se acuerda en el XX Congreso tiene luego que
plasmarse en la práctica. Tras el XX Congreso Khruschev se ve muy apoyado en la Unión
Soviética y también en el exterior. Su discurso no queda en mera retórica. Se ponen en
marcha políticas reformistas (dentro siempre del marxismo-leninismo) de importancia.
La agricultura es uno de los primeros campos que se ven afectados por las reformas.
Khruschev es consciente de que el crecimiento productivo de las granjas colectivas es
muy pobre, y en muchas ocasiones no hay crecimiento, sino estancamiento o incluso
retroceso de la producción. La colectivización no ha servido para incrementar ni la
rentabilidad ni la producción bruta. Es un grave problema para un país inmenso, poniendo
en entredicho el funcionamiento de las cosas. Entre los campesinos y en la ciudad ha
crecido mucho el mercado negro. En algunos lugares se practica el trueque. Khruschev
plantea que, manteniendo la estructura colectivizada, se aumenten los salarios de los
campesinos de las granjas colectivas. En un primer momento intenta incentivar el trabajo:
a mayor producción, mayor salario. Pero esto no sale adelante. Sí que se aumentan
linealmente los salarios de los trabajadores de las granjas. Pero el Secretario General es
incapaz de imponerse a la burocracia intermedia que maneja las estructuras
administrativas en el campo y que teme que la incentivación del trabajo reduzca su poder.
Así, a finales de los años cincuenta hay más diferencias salariales y nivel de vida entre
obreros especializados de la ciudad y campesinos que en la época estalinista. No sólo la
situación no mejora, sino que empeora. También busca Khruschev una cierta autogestión
de las granjas colectivas, evitando decisiones de órganos intermedios, pero no se logra
llevar a cabo. Así, continúa el estancamiento. Los problemas económicos de la
colectivización continúa. Los presupuestos estatales para la agricultura en época de
Khruschev aumentan, pero los aumentos se dirigen a sectores muy concretos: forraje,
transformación industrial, grano, productos muy concretos... Son presupuestos selectivos,
reduciéndose mucho la posibilidad de equilibrar internamente los salarios, las mejoras
productivas... Cada vez hay un mayor abismo entre el sector primario y el sector

11
secundario. Esto demuestra la incapacidad del poder central del partido frente a la
burocracia intermedia, que está en relación directa con los sectores productivos.

En cuanto a la economía industrial, Khruschev trata también de cercenar el poder


de los órganos de decisión económica, que sobre todo en el nivel de las repúblicas
federadas son los que continúan manteniendo el control efectivo sobre los sectores
económicos. Estos órganos controlan el día a día de la economía en las repúblicas,
aunque la planificación viene desde arriba. Para combatir a esta burocracia se crea más
burocracia, con los llamados consejos económicos regionales, que agrupan a
determinadas regiones industriales (pueden ser incluso inter-republicanos). Son
nombrados desde el Kremlin para tener esa supervisión de la gestión del día a día, y por
tanto para tratar de controlar corruptelas, reasignar recursos, cerrar o abrir fábricas... En
definitiva, para que Moscú a través de estos consejos controle más directamente el día a
día de la producción industrial. Pero no deja de ser nueva burocracia. Aumentan los
funcionarios del Estado sin hacer más efectiva la gestión económica de estos sectores.
Por tanto, como en época estalinista, los sectores económicos que mejor función son
aquellos que el GOSPLAN (Oficina de Planificación Estatal) decide impulsar en estos
momentos: aeronáutica, química, metalurgia... Pero la obsolescencia de algunos de estos
sectores productivos en los años sesenta es muy evidente. El sistema soviético dilapida
enormes recursos Así, la política de Khruschev no logra resolver los problemas
económicos.

Junto a los cambios en la política económica, que tratan de reformar el sistema,


también Khruschov hace un intento de revitalización del partido. En primer lugar lo que
lleva a cabo es el proceso de desestalinización, no solamente en el aspecto simbólico
(retirada de estatuas y demás), sino que va sustituyendo a miembros de la nomenklatura
estalinista por personal afín. A partir de 1956 este reemplazo de cuadros es mucho más
problemático que entre 1953 y 1956. Khruschev es un primus inter pares, y los miembros
restantes del Politburó tienen su influencia en distintos sectores del partido. El cambio de
dirigentes es lento y conflictivo, afectando al propio Khruschev, que ve cómo se ponen en
su contra los distintos sectores de la nomenklatura. No logra crear una estructura del
partido que le sea fiel. El poder de los sectores de dirección intermedios está tan
consolidado como para paralizar las reformas internas dentro del sistema que pretende
impulsar Khruschev. Se producen enfrentamientos entre los representantes de esa
nomenklatura conservadora en el Politburó y Khruschev y sus apoyos reformistas. Se
neutralizan así los intereses de los diferentes grupos, impidiendo la regeneración del
sistema. Son tan importantes estos grupos de influencia que ocurre algo inusitado cuando
Khruschev trata de llevar a cabo medidas reformistas no sólo en la economía, sino
desestalinizar el partido. A partir de 1961 Khruschev trata de ir reemplazando a esta
nomenklatura, y el rechazo de estas élites es total. Sólo se puede llevar a cabo una
política desestalinizadora superficial (quitar estatuas, nombres de calles... sin tocar lo
fundamental). El enfrentamiento llega hasta tal punto que se produce la destitución del
Secretario General. En octubre de 1964, por motivos de salud, se procede a destituir a
Khruschev. No se le encarcela ni se le enjuicia, evidenciando el cambio respecto a la
época de Stalin. Sencillamente se le aparta del poder. Entre octubre de 1964 y enero de
1965 se desplaza de sus puestos a los miembros del partido más cercanos a Khruschev,
pero nada más. Se mantiene la convivencia entre las distintas facciones.

5. LA TRASLACIÓN DEL MODELO SOVIÉTICO A EUROPA


CENTROORIENTAL. REVISIONISMO Y CRISIS
12
La extensión del modelo soviético a Europa Centrooriental presenta las
características generales de dicho modelo, pero también surgen modelos propios,
diferenciados, en función de las crisis del sistema, las reacciones, los matices y las
adecuaciones a los distintos territorios. Es paradigmático el caso de la República
Democrática Alemana, donde se concentra el imaginario de la Guerra Fría, la fuerza
histórica de la izquierda revolucionaria... En función de los avances finales del Ejército
Rojo los soviéticos ocupan la parte oriental de Alemania, alrededor de un 30% del
territorio histórico de Alemania. Son cinco lander, con unos quince millones de personas.
Es una zona de Alemania de gran importancia histórica. La Unión Soviética trata de
favorecer a los comunistas alemanes. Entre 1945 y 1946 el Partido Comunista de
Alemania (KPD), con apoyo soviético, atrae a su partido a sectores del Partido
Socialdemócrata Alemán (SPD), funcionando otros partidos: fundamentalmente el
Partido Liberal y los cristiano-demócratas. Las autoridades soviéticas impiden que los
partidos liberales y conservadores se presenten en algunos lugares, pero lo cierto es que
existe este entramado de partidos políticos. A finales de 1946 se crea, por fusión del KPD
y del SPD, el Partido Socialista Unificado de Alemania (SED), futuro partido en el poder
en la RDA. Entre 1946 y 1948 desaparece el SPD, son encarcelados unos 400 de sus
dirigentes (los que no han apoyado su fusión con el KPD). Siguen funcionando los
liberales y los cristiano-demócratas. En octubre de 1949 nace como Estado la RDA. Se
obliga a todos los partidos a estar bajo la hegemonía del SED a través del Frente
Nacional de la Alemania Democrática. Es la forma que adopta el SED para presentarse
a las elecciones. En cuanto a la administración del Estado, los cinco lander se disuelven y
se establecen en su lugar catorce bezirke (distritos). El partido se organiza en función de
estos distritos. Se aborda un proceso de socialización de la industria sin ningún problema.
En 1949 la socialización del sector industrial y del transporte es ya absoluta. En cambio,
donde hay más problemas es en la agricultura. Hay un pequeño campesinado y un sector
de jornaleros muy extendidos. Se nacionalizan los territorios superiores a 100 hectáreas,
pero se permite la pequeña propiedad. El instrumental es del Estado, que lo cede a los
campesinos. Los campesinos producen para el Estado, que compra la producción
agrícola. A partir de 1952 se da el paso progresivo a las granjas colectivas, de unas 550
hectáreas como media.

En el periodo posterior a 1953 hay un revisionismo del sistema en tanto que se


revisa lo que se ha hecho en época estalinista para introducir cambios, y además se
producen revueltas que generalmente tienen por objeto tratar de mejorar el nivel de vida.
Por revisionismo estrictamente entendemos las políticas de reforma que algunos de los
Gobiernos comunistas en los países del Este introducen o tratan de introducir en sus
respectivos sistemas una vez muerto Stalin, pero sobre todo a partir de octubre de 1956,
cuando una declaración del PCUS reconoce comportamientos poco adecuados con los
partidos comunistas hermanos, y por tanto el propio PCUS aboga porque se flexibilicen
las relaciones entre el Kremlin y estos partidos y para que estos partidos puedan llevar a
cabo prácticas políticas más autónomas. En la Conferencia de Partidos Comunistas de
Moscú en 1957 la URSS vuelve a cambiar su política, por la revuelta de Hungría. Moscú
se repliega y se aprueban una serie de normas de obligado cumplimiento para todos
aquellos partidos que acepten la hegemonía de la Unión Soviética. Se reafirma el papel
dirigente del PCUS sobre el resto de partidos comunistas. La conferencia proclama que
los partidos comunistas que quieran la aprobación y el apoyo de Moscú deben aceptar el
control del PCUS en sus asuntos. En la conferencia se critica además duramente lo
ocurrido en Hungría y los partidos comunistas apoyan la intervención soviética en
Hungría, considerando que lo que ha ocurrido ha sido una agitación debida a individuos

13
que se han desviado de la ortodoxia. A partir de 1957 la URSS frena en buena medida el
revisionismo en los distintos países.

Las crisis recurrentes en Europa del Este son una de las características
fundamentales del sistema soviético. El sistema soviético se ve contestado en estas crisis.
La primera crisis se da vivo todavía Stalin, en 1948. Posteriormente se dan en 1953,
1956, 1968, los ochenta... hasta la crisis final de 1989. Milan Kundera habla de estas
crisis recurrentes el El telón. El literato húngaro Gyorgy Konrad escribe El cómplice,
donde el protagonista dice no ser ya comunista pero no haberlo declarado todavía, pues
el sistema socialista no puede subsistir sin prisioneros políticos y sin terror. Dice que el
socialismo real sólo sobrevive mintiendo continuamente. El pensamiento que no es
propiedad del Estado es criminal o malsano. Ahí bebe de Solzhenitsyn, que dice que lo
peor del comunismo es la mentira. Milovan Djilas, en su día lugarteniente del yugoslavo
Tito, piensa por su cuenta y critica el socialismo real en La nueva clase, cayendo en
desgracia. Critica la autogestión yugoslava diciendo que el régimen yugoslavo es como un
escenario de cartón piedra, sin nada por delante ni nada por detrás.

En 1953 comienzan las revueltas, con manifestaciones en Berlín Este,


Checoslovaquia, Polonia... En Hungría se evitan las protestas llamando a Imre Nagy al
Gobierno (hasta 1955). En Rumanía y en Bulgaria, teniendo en cuenta la fortaleza todavía
del estalinismo, se hace inviable la contestación social por mor de los órganos de
seguridad del Estado. En 1956 hay otras crisis recurrentes significativas: la de Polonia, en
Poznam, con crisis en el partido y cambio en la dirigencia; y sobre todo la insurrección
húngara. Todo ello se intenta corregir con la Conferencia de Partidos Comunistas
celebrada en Moscú en noviembre de 1957 (cuadragésimo aniversario de la Revolución
Rusa), para intentar rearticular la unidad de los partidos comunistas, muy afectados por la
ola de reformismo. El gran protagonista de dicha conferencia es el Partido Comunista de
China, muy crítico con los soviéticos, con el grupo de Khruschev, al que acusan haber
favorecido la ola de revisionismo, de poner en cuestión las prerrogativas del partido. Los
chinos reclaman volver a las esencias y proclamar que el partido es el único que detenta
la representación del pueblo, vanguardia del proletariado y quien tiene que dirigir y
monopolizar la vida política.

No obstante, antes del inicio de las crisis recurrentes de 1953 (en un momento de
vacío de poder en el comunismo, pues 1953 es el año de la muerte de Stalin), el mundo
socialista experimenta un proceso de ruptura entre la URSS y Yugoslavia en 1948. El
yugoslavo Tito pretende erigirse en el máximo líder del comunismo balcánico sin contar
con el máximo líder del internacionalismo proletario, Stalin. Pretende crear una especie
de asociación balcánica en la que estén presentes Bulgaria, Rumania, Albania y
Yugoslavia, reafirmando su autoridad y su prestigio. No consulta sus intenciones con la
Unión Soviética. Tito juega con ventaja, pues ha sido el liberador de los Balcanes de la
invasión nazi. Los partisanos de Tito logran el apoyo de Gran Bretaña desde 1941. Se
benefician de toda una ayuda en pertrechos y material bélico para sus dos objetivos: la
guerra contra los alemanes y la guerra contra los chetniks (ultranacionalistas) serbios y
los ustachas (fascistas) croatas. Tras la guerra Tito tiene una gran aureola de éxito y pone
en marcha su proyecto. Pero los países del Kominform (Oficina de Información de los
Partidos Comunistas) expulsan a Yugoslavia por desviación del marxismo-leninismo,
nacionalismo y hostilidad a la Unión Soviética. Consideran a la Yugoslava de Tito un
régimen contrarrevolucionario. Yugoslavia entonces tiene que refundarse, naciendo el
titoísmo. El Partido Comunista pasa a llamarse Liga de los Comunistas de Yugoslavia,
permaneciendo como partido único, y la economía se basa en el sistema de la
autogestión. Tito establece en Yugoslavia una política exterior de vinculación al Tercer
Mundo emergente. Yugoslavia se pone al frente del neutralismo activo. En 1956 se

14
celebra la primera cumbre de los países no alineados en la Conferencia de Brioni. En
1961 se celebra la segunda cumbre en Belgrado.

Albania en 1948 rompe radicalmente relaciones con Yugoslavia, más allá de la


expulsión de Yugoslavia de la Kominform. Rompe toda colaboración. Es un país
enormemente crítico con la Unión Soviética desde el XX Congreso del PCUS. En 1961
Albania rompe relaciones con la URSS. Enver Hoxha, el máximo dirigente albanés,
pretende hacer de Albania el país más ortodoxamente socialista, fiel seguidor de las
directrices estalinistas, y rompe con el revisionismo de Khruschev. Rompe con el resto de
países socialistas, con la excepción de China, a la que se vincula por una década. No
obstante, en 1971, cuando la China de Mao se pliega a los intereses norteamericanos
(tras la ruptura china con la URSS), Albania rompe relaciones con China y queda
totalmente aislada.

Volviendo a 1953, hay protestas generales en muchos lugares, que aparte de


Berlín se extienden por algunas otras zonas de la República Democrática Alemana y
pasan a las zonas también más industrializadas de Checoslovaquia (la zona de Bohemia),
y también a Polonia. Se producen estas protestas en zonas industriales, obreras, que en
aquel momento son algunas de las regiones industriales más importantes de la Europa
Oriental. El modus operandi es muy similar. El caso más característico es el del
levantamiento de Berlín, el más fuerte, en el que se implica un mayor número de
personas. En junio de 1953 en Berlín se produce un encarecimiento de los productos de
primera necesidad (fundamentalmente el pan, la carne y la leche). Además el Gobierno
sube el precio de los medios de transporte. En este momento el marco oriental presenta
una tendencia inflacionista. Estallan grandes manifestaciones por el centro de Berlín Este,
que de forma desorganizada ocupan algunas oficinas ministeriales, impiden la salida del
metro, queman algunas garitas policiales... No son reivindicaciones de cambio de sistema.
El Gobierno reacciona llamando a Moscú para que intervenga el Ejército Rojo acantonado
en Alemania. Efectivamente, el Ejército Rojo sale a las calles y controla la situación, pero
no hay un enfrentamiento directo con la población. Aconsejado por la URSS, el Gobierno
de la RDA da marcha atrás en las medidas de aumento de los precios, prometiendo (y
cumpliendo) además el aumento salarial en algunos de los sectores obreros implicados.
Es, pues, una contestación obrera no política, sino de carácter económico. Algo similar
pero de menor entidad ocurre en Checoslovaquia, donde se crea un comité obrero al
margen del sindicato oficial que llega a acuerdo con los representantes oficiales. Estas
protestas no afectan a la agricultura, pese a ser peores las condiciones del campo que las
de la industria. No se produce un movimiento contestatario de este tipo en el campo.

Esta actitud conciliadora por parte de los Gobiernos socialistas debe situarse en un
momento en el que la propia política desestalinizadora en la Unión Soviética la favorece.
Desde el Kremlin se apoyan las medidas de mejora del nivel de vida que aplican estos
Gobiernos. La atmósfera de cambio en la propia URSS alienta a los Gobiernos a buscar
consensos. Los Gobiernos tienen que reconocer la escasa entidad representativa de los
sindicatos.

Junto a estos movimientos de protesta, con un objetivo fundamental de mejoras


sociales, el gran movimiento social y político que atraviesa el periodo postestalinista es el
del revisionismo, primero con apoyo soviético y luego con su reticencia, desde 1957.
Este revisionismo, salvo en los casos de Bulgaria y de Rumanía, afecta a todos los países
de Europa del Este. El revisionismo es impulsado tanto por sectores concretos de los
partidos comunistas (conscientes de la necesidad de introducir reformas en la
administración, en la economía... que tengan en cuenta las características propias del
país) como por sectores importantes del mundo de la cultura, de la universidad... que no

15
tienen una influencia directa en el partido-Estado, pero que son personas bien
consideradas. Frente a lo ocurrido en la Unión Soviética, estos revisionismos son bastante
populares y tienen una implicación de estos grupos sociales que trabajan en esos
proyectos de reforma o cambio.

El caso más paradigmático es el de Hungría en 1956. Imre Nagy llega a la jefatura


del Gobierno. Es un comunista reformista. Proviene su formación de la época estalinista,
pero no ha tenido una implicación muy directa con el sistema estalinista. En 1956 se
celebra el XX Congreso del PCUS y se habla de la necesidad de transformar el sistema.
Se habla de flexibilizar las relaciones entre el PCUS y los partidos comunistas locales,
permitiendo que éstos puedan desarrollar políticas reformistas propias. Nagy entiende ese
cambio en la Unión Soviética como un apoyo al programa que desde el Partido Obrero
Húngaro quiere llevar a cabo. Nagy es de los primeros en entender que la flexibilización
de las relaciones debe concretarse lo antes posibles. Pero Nagy lo hace de una forma
muy novedosa. Hasta ese momento en el resto de Estados socialistas el partido ha
decidido las líneas directrices de la gran política, trasladándolas a la sociedad. Nagy se da
cuenta de que el partido es una especie de cascarón vacío, alejado de la sociedad, y de
que hay que incentivar a los distintos grupos sociales para que se impliquen en la política
real, a través del partido pero dando cabida a las ideas de los distintos sectores sociales.
Esto lo hace entrando en contacto y dialogando con sectores del mundo de la cultura,
trabajadores industriales, el campesinado... gentes que no militan en el partido. Nagy
pretende que aunque el partido sea el que proponga las políticas a desarrollar, para
definirlas hay que contar con la sociedad y establecer puentes con los diferentes sectores.
Esto no queda en la mera teoría. Nagy logra introducir aires de optimismo en una
sociedad muy aletargada. Utiliza los resortes del propio partido para llevar a la práctica
esa relación con los diferentes sectores sociales para que éstos propongan, cada uno en
su campo, medidas reformistas.

Esto genera un gran movimiento que provoca cada vez mayores recelos dentro del
Kremlin. Son conscientes de que la desestalinización provoca esos cambios, pero temen
que en algún momento estos movimientos reformistas puedan poner en tela de juicio su
dominio. Por su parte, Nagy propone a la sociedad húngara propuestas concretas,
muchas veces antes de discutirlas en los órganos del Partido Obrero Húngaro, con lo que
rompe la tradición política. Algunas de estas medidas que propone van más allá de lo que
la URSS esta dispuesta a tolerar. Como medida tolerable, por ejemplo, se aborda una
reducción de la burocracia en la industria. Se reforma también el sistema sanitario. Nagy
también habla de reducir el control sobre los medios de comunicación, lo que ya preocupa
más a la URSS. Hay también planteamientos de cambio relacionados con el sistema de
las granjas colectivas. Se impulsan cambios en el sistema de asignación de recursos a las
granjas colectivas, dando una mayor capacidad de acción a los campesinos. También
habla Nagy de eliminar algunos departamentos ministeriales que se solapan con otros. Es
un programa reformista amplio que está relacionado con las solicitudes que los
sectores sociales hacen. Este programa, bastante ambicioso, de forma general es
rechazado por el Kremlin. Hay varias reuniones interministeriales entre la URSS y Hungría
para tratar las distintas cuestiones, pero en general todo es visto con bastante recelo en
Moscú porque se piensa que es un paquete reformista muy amplio que se pretende llevar
a cabo de forma muy rápida, con posibles consecuencias inesperadas.

Este rechazo soviético hace replantearse a Nagy y su equipo las posibilidades


reales de que la reforma triunfe. Se celebran varias reuniones de los órganos directivos
del partido y reuniones no formales de Nagy y miembros de su equipo con personalidades
que no son del partido, triunfando el pesimismo. Temen enfrentarse a la URSS, pero
también temen que las reformas se diluyan por posponerlas en el tiempo. Nagy y su

16
equipo tratan de justificar su actitud en función de lo que la propia URSS está diciendo. La
idea es trasladar que Hungría no está yendo por una vía extraña. Pero esto no convence
a las autoridades soviéticas. La actitud de Nagy entonces es cada vez de mayor
distanciamiento. Hay cada vez un mayor distanciamiento entre la Hungría de Nagy y la
URSS y el resto de Estados socialistas. Lo que constata Nagy es que cada vez tiene un
apoyo mayor del pueblo húngaro. En un momento determinado Nagy plantea la renuncia
al papel dirigente en la sociedad del partido comunista. Pero ese paso sí que
supondría el final del sistema socialista, que gira en torno al partido. Esto genera el
rechazo más absoluto de la Unión Soviética, que pide explicaciones y pone en marcha
todos los mecanismos diplomáticos. Ante esa situación se produce la famosa declaración
del 1 de noviembre de 1956, en la que Nagy anuncia a la comunidad internacional el
abandono del Pacto de Varsovia por parte de Hungría y la apuesta por la supresión de
las alianzas militares. Dice abiertamente que se va a eliminar el monopolio del partido
comunista en la sociedad húngara. Solicita a la ONU la declaración de país neutral para
Hungría. Esto no es ya un desafío a la URSS; es quebrar el orden internacional posterior
a la Segunda Guerra Mundial.

Lo que ocurre demuestra por un lado el límite de tolerancia que muestra la URSS
con sus países hermanos, pero también es muy ilustrativo del orden internacional de
Guerra Fría, pues los países occidentales no intervienen. La propaganda anticomunista
llama al levantamiento y asegura la ayuda occidental. Pero la declaración de noviembre
lleva a la directa intervención militar soviética. Se persigue a los líderes reformistas y
se produce una diáspora a través de Austria. Lo que muestra el fracaso del revisionismo
húngaro no es otra cosa que los límites de la Guerra Fría, pues. Esta política reformista
en principio y que luego trata de cambiar el sistema no es aceptada por la Unión
Soviética, que teme perder un eslabón clave en su ámbito. Desde Occidente hay quejas,
pero nada más; en Occidente aceptan el status quo. De hecho, tras la revuelta húngara se
aborda en todos los países socialistas (tanto en los que hay revisionismo como en los que
no) un proceso de normalización. Se hace una purga en el propio partido comunista
húngaro y se produce la normalización.

Otro ejemplo es el de Polonia, que sufre desde los años cincuenta protestas,
levantamientos... con un cariz fundamentalmente social. En Polonia en 1964 un sector
reformista dentro del propio Partido Obrero Unificado de Polonia redacta y hace público
un documento conocido como Carta Abierta al POUP en donde se condensa el espíritu
reformista, donde tratan de poner negro sobre blanco una serie de nuevas directrices
políticas que deben seguir el POUP y Polonia para mejorar. Pero este sector es
minoritario dentro del partido. Con todo y con ello, dan ese paso, y a partir de la carta lo
que hace el grupo es un análisis de la situación de Polonia para detectar sus deficiencias
(según sus propios criterios), y llaman al partido y a toda la sociedad polaca a acabar con
la desidia y la corrupción del sistema. Se llama a la población a implicarse directamente
en los asuntos del país. En este caso la reacción no llega desde el Kremlin porque el
sector mayoritario del POUP paraliza este espíritu reformista. Se expulsa del partido a la
mayor parte de sus miembros reformistas, se acalla la carta y la propia dirección del
POUP responde con un programa teóricamente reformista. Este movimiento, cortado de
raíz desde su inicio, se mantiene vivo a pesar de todo (muy parcialmente) dentro de
sectores del mundo de la cultura, que utilizan los pocos resquicios que permite el sistema
para mantener el espíritu del revisionismo y la reforma vivo entre 1964 y 1968. En 1968 se
produce otra gran purga, en la universidad y el sistema cultural, para tratar de acabar del
todo con ese movimiento reformista. Como resultado de esta oleada represiva se produce
la expulsión de Polonia de 25000-30000 judíos polacos, a los que se acusa de
sionismo, metiéndoseles en el mismo saco de la represión al mundo de la cultura. Se
expulsa de la universidad a unos 400-500 alumnos. Un importante segmento cultural,

17
profesional, universitario... tarda tiempo en recuperarse. El partido pierde mucho
predicamento ante la sociedad, siendo abandonado por muchos. La sociedad polaca da la
espalda al POUP. Entrando en la década de los setenta, la sociedad polaca y los
impulsores del cambio en Polonia actúan en paralelo al partido, evidenciando una división
radical que nos explica el proceso que llegará hasta la gran huelga del verano de 1980,
momento en el que ya nada es lo mismo en Polonia.

En 1968 se da el otro modelo más característico de revisionismo, que es el de


Checoslovaquia. En Checoslovaquia es la propia dirección del partido la que alienta la
introducción de reformas, sobre todo en la estructura económica del país. A partir del
intento de introducir las medidas de reforma económica se plantea la posterior reforma
política. El primer objetivo del partido en 1968 es mejorar el desarrollo industrial.
Checoslovaquia tiene una tradición industrial que con el modelo estalinista se ha
potenciado. En 1968 el problema de la industria checoslovaca es su obsolescencia.
Desde finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta no se han introducido
prácticamente mejoras técnicas para la adecuación de la estructura industrial a los nuevos
tiempos. El caso de Checoslovaquia es el de una industria que en época estalinista ha
sido pujante gracias a la llegada de recursos de la URSS, pero que a la altura de 1968
está paralizada, sin haberse introducido mejoras sustanciales para su relanzamiento. Es
el caso de la industria agroalimentaria, de las industrias de automoción, de las
siderúrgicas y las metalúrgicas...

Así, lo que plantea el partido es una política autónoma para definir sus propias
necesidades, e incluso plantea la posibilidad de solicitar créditos fuera de la órbita
soviética. Dentro de los planes de reforma productiva y de la industria, además, el
Gobierno checo propone que industrias de fuera del campo socialista puedan participar en
el relanzamiento de la economía productiva. También hay planes para la inversión directa
en infraestructuras de transportes en Checoslovaquia, y en esos planes de mejora del
sistema de comunicación cabe la posibilidad de la entrada de capitales extranjeros que
puedan explotar durante un tiempo esas nuevas vías de comunicación.

En esta atmósfera de cambios se produce en abril de 1968 la elección de


Alexander Dubcek como Secretario General del Partido Comunista. Dubcek representa
los intereses de los sectores reformistas dentro del partido. Lanza lo que se denomina el
Programa de Acción, que por un lado asume todas esas medidas de reforma que se
pretenden introducir en la economía, pero además supone un salto cualitativo porque
pasa de los programas reformistas exclusivamente económicos a también introducir
dentro del programa cambios políticos, que afectan a las instituciones. No cuestiona el
sistema socialista, como sí hace el programa reformista húngaro. Habla de socialismo, de
propiedad colectiva, del papel dirigente del Partido Comunista... pero deja la puerta
abierta a una reforma institucional que se vaya acomodando paulatinamente a los
tiempos. Este planteamiento no tranquiliza al Kremlin. No termina este programa de
convencer a la Unión Soviética. Dubcek no es para la URSS el Secretario General más
adecuado.

Para la población checoslovaca este Programa de Acción se queda corto. La


población tiene un cierto grado de decepción respecto a las expectativas de lo que
piensan que puede ser este plan y lo que realmente es. No obstante, ese distanciamiento
entre la población checoslovaca y sus dirigentes trata de encauzarse a través de una
forma peculiar. Dubcek, que no tiene las condiciones de líder popular que en Hungría ha
tenido Nagy y que es una persona mucho más cercana al Kremlin, es consciente de la
necesidad del apoyo popular a las medidas de reforma. Dubcek sabe pautar la puesta en
marcha de las medidas no tratando de llevar a cabo en muy poco tiempo, radicalmente,

18
todo lo propuesto (los ejemplos previos demuestran lo contraproducente que sería), sino
desarrollando poco a poco medidas parciales, paulatinas, y junto a ellas aprobando
medidas populares mejor percibidas por la población. Cuenta en principio con el
apoyo soviético. Entre esas medidas está no el levantamiento del sistema de control de
los medios, pero sí su relajación. Se permite así una atmósfera cultural, reivindicativa,
más activa. La población percibe que algo cambia. Comienzan a publicar en checo
algunos autores obras prohibidas en la URSS. Surgen editoriales independientes. Se
dinamiza la vida cultural. Se lleva a cabo una política de mayor tolerancia con las
confesiones religiosas. Se trata de potenciar la igualdad real entre Chequia y Eslovaquia,
planificando un fomento de la economía eslovaca, la transformación del campo...

Todo esto se hace de forma progresiva y con la aquiescencia de las autoridades


soviéticas. Pero este proceso se ve paralizado de forma brusca, radical, por varias
razones. A mediados de 1968 hay en la URSS un giro a favor de la recentralización del
control sobre los países socialistas, especialmente sobre las relaciones exteriores y
económicas. La Unión Soviética trata de reformular la política económica del socialismo
mediante la recentralización, con un control mayor del plan sobre las economías
productivas de cada uno de los países socialistas. Los soviéticos pretenden hacer más
eficaz su propio sistema. En 1968 la URSS despilfarra recursos económicos y materias
primas, y una parte de ese despilfarro se produce en estos países por la poca eficacia
económica de sus mecanismos productivos. Pretende mejorar la eficacia del sistema
volviendo a un control mayor. Por otra parte, los movimientos que se están produciendo
en Europa Occidental se ven con recelo por parte de la URSS. Aunque son movimientos
que se producen en países capitalistas, de tendencia izquierdista, la URSS teme que se
puedan extender.

En la madrugada del 21 de agosto de 1968 se produce la invasión de


Checoslovaquia. Frente al caso húngaro, en el caso checoslovaco no está tan claro el
motivo último para la intervención soviética, fundamentalmente porque Dubcek y el equipo
reformista checoslovaco no pretenden poner en tela de juicio el sistema socialista. Las
reformas están dentro del modelo. Los equipos económicos checoslovacos con
anterioridad a la invasión tienen un gran reconocimiento en la Unión Soviética, siendo
llamados a Moscú en muchos momentos para que expongan sus propuestas de reforma.
Lo que ocurre de abril a agosto de 1968 es que los soviéticos, liderados por Brezhnev, les
espanta cualquier movimiento que pueda generar una cierta contestación en las calles.
Aunque en un principio la URSS ha visto con buenos ojos el paquete de reformas
económicos, en cuanto a estas reformas se añaden en el programa de abril propuestas de
cambios políticos se produce la reacción soviética. Los soviéticos piensan que ese tipo de
cambios pueden incidir en manifestaciones de carácter popular que se le vayan de las
manos al Gobierno checoslovaco. Además, en 1968 los soviétologos hablan de una crisis
en el PCUS porque dentro de los sectores más burocratizados del partido pugnan por
determinadas partidas el poder. Ante la crisis checoslovaca estas distintas facciones del
PCUS adoptan diferentes puntos de vista, aun siendo todos partidarios de la intervención.
Cómo parar los pies a Dubcek se entiende por un sector y por otro como una forma de
justificar su poder. Ambos sectores son partidarios de intervenir en Checoslovaquia. Uno
de los sectores (el de Podgorni) es partidario de una intervención no militar, mientras que
los partidarios de Brezhnev optan por la vía militar. Además, un sector del Ejército Rojo
está interesado por mostrarse visible en Europa, por mostrar en Europa la capacidad
militar soviética.

Así, el 21 de agosto de 1968 se produce la intervención del Pacto de Varsovia


en Checoslovaquia. El Pacto de Varsovia está pensado como un pacto defensivo, no
para intervenir en un país socialista. Esto obliga a un cambio de doctrina. En cuanto a

19
Checoslovaquia, la política es diferente a la de Hungría. Los soviéticos obligan a Dubcek
a dar marcha atrás para que no parezca ante los checoslovacos que se trata de una
intervención foránea. Dubcek se pliega a ese juego y en un año, desde el verano de 1968
hasta abril de 1969, desmantela tanto en la teoría como en la práctica las medidas
reformistas. En abril de 1969 se procede a la destitución de Dubcek y su equipo,
nombrándose un nuevo equipo dirigente fiel a Moscú encabezado por Gustav Husak. En
Checoslovaquia la represión es diferente a la de Hungría. Los soviéticos han aprendido
que la publicidad de los procesos húngaros ha ido en contra de la URSS. Así, la represión
tiene una intensidad menor en el caso checoslovaco y no se le da esa publicidad.

No obstante, Checoslovaquia, tras Hungría, supone otra crisis en el movimiento


comunista internacional. Muchas personas abandonan los partidos comunistas y
algunos partidos se alejan de la URSS y se acercan a las posturas eurocomunistas. Ante
las críticas a la URSS las autoridades soviéticas son contundentes. Brezhnev reclama que
se reconozca la hegemonía de Moscú, y considera que cualquier alejamiento de la política
de Moscú es participar de la política capitalista.

También se entienden las políticas internas de Yugoslavia dentro de este


revisionismo. En primer lugar porque la muerte de Stalin supone el inicio de la
recomposición de las relaciones entre la URSS y Yugoslavia. La muerte de Stalin
favorece progresivamente un encuentro mayor entre ambos países, primero a través de
unas delegaciones para finalmente visitar Tito Moscú y Khruschev Belgrado. Entre 1955 y
1956 esos contactos previos han fraguado, produciéndose las visitas recíprocas de los
líderes. Esa normalización de las relaciones entre Yugoslavia y la URSS redunda en una
mejora de los intercambios económicos. Yugoslavia obtiene precios razonables, fuentes
energéticas, maquinaria, herramientas... Se intensifican las relaciones comerciales.
También Yugoslavia aumenta sus exportaciones a la URSS (algunos minerales y sobre
todo productos manufacturados, fundamentalmente piezas de recambio, patentes
relacionadas con la industria de la automoción...). Se rompe el aislamiento que Yugoslavia
ha establecido respecto a la URSS. Se normalizan las relaciones diplomáticas. Yugoslavia
mantiene su política autónoma respecto a la URSS, no obstante. Dentro de esta
normalización también Yugoslavia vive problemas internos derivados de los
desequilibrios económicos regionales, por algunas tensiones nacionalistas y por una crisis
económica sufrida fundamentalmente por Croacia dentro de la federación. Estos
problemas se manifiestan fundamentalmente a mediados-finales de los años sesenta,
obligando a los responsables yugoslavos a introducir algunas reformas que se sitúan
dentro de ese revisionismo. Por ejemplo, está el problema del Kósovo. Ya a la altura de
mediados-finales de los sesenta cualquier índice de escolarización, sanitario, económico...
muestra que Kósovo y Montenegro están a una distancia enorme de repúblicas como
Eslovenia o la propia Serbia. Se producen manifestaciones y protestas. Las autoridades
controlan la situación y promueven políticas concretas para la mejora de la situación de
Kósovo. En Croacia también hay problemas por la crisis de una serie de industrias. Lo
que generan estos movimientos contestatarios es la puesta en marcha de programas
específicos para mejorar la economía del Kósovo y Montenegro y también un programa
de readecuación del sistema autogestionario a los nuevos tiempos, tratando de que el
sistema económico federal esté más cohesionado e integrado, tratando de equilibrar las
economías regionales y dando más autonomía decisiva a las autoridades de cada uno de
los territorios federados. El poder central pierde competencias (sobre todo de
organización sanitaria, escolares, de mercado interno, de reasignación de recursos...)
frente a las repúblicas federadas.

El revisionismo, todo este periodo que va desde la muerte de Stalin hasta finales de
los sesenta, se caracteriza por la toma de conciencia crítica por parte de los distintos

20
sectores de la población respecto a la política y la economía de los países socialistas que
se manifiesta en forma de manifestaciones, protestas obreras... La respuesta de los
países socialistas se concreta en planes reformistas, transformadores, dentro de la
estructura del sistema socialista. El fracaso de los planes de reforma hay que entenderlo
fundamentalmente en función del contexto de Guerra Fría y del poder efectivo que la
URSS tiene sobre estos países. El final de este periodo, con el fracaso de los
movimientos revisionistas, da lugar a lo que la historiografía denomina como el periodo de
normalización, volviéndose a las pautas marcadas directamente por el Kremlin, la
adecuación de las políticas de los diferentes países a la política soviética.

6. EL PERIODO DE BREZHNEV EN LA URSS

La sustitución de Khruschev por Brezhnev es el triunfo de la nomenklatura en el


seno del PCUS. La nomenklatura se opone a los cambios que pongan en riesgo sus
privilegios. Brezhnev es el paradigma de hombre de la nomenklatura, que le elige para su
representación. No obstante, el control del poder por parte de Brezhnev no supone
grandes purgas, encarcelamientos, la persecución de los sectores reformistas... Brezhnev
trata durante los primeros años de fortalecer su poder en el partido y el Estado sin tomar
medidas radicales. Cuenta mucho más que Khruschev con la opinión del resto de
miembros del Comité Central. La nomenklatura busca que en los órganos de poder haya
una alianza y no se den grandes discrepancias y grandes conflictos. Este nuevo periodo
potencia el liderazgo colectivo. Aunque Brezhnev es la cabeza visible, el Secretario
General, en la toma de decisiones hay un acuerdo generalizado de la época. Esto no
quiere decir que haya una uniformidad absoluta. De hecho, dentro de la nomenklatura hay
posiciones divergentes, pero siempre dentro de un acuerdo fundamental: la preservación
del poder, tal y como se ha producido en el paso de Krhuschev a Brezhnev. Hay
discrepancias sobre políticas concretas, pero nada parecido a los debates producidos en
época de Khruschev. Son discrepancias de matiz, coyunturales, en el marco de la
uniformidad. Brezhnev es el Secretario General del PCUS y A. Kosyguin es nombrado
Primer Ministro. Podgorny es el jefe de Estado. Brezhnev y Kosyguin representan a la
nomenklatura, y aunque personalmente tienen malas relaciones, su enfrentamiento no
deriva en una ruptura. Se mantiene la alianza en el seno del poder. Kosyguin representa
más a lo que los historiadores rusos y polacos llaman la nueva nomenklatura, sectores
más abiertos, que pretenden reformar cuestiones de eficacia para que vaya mejor el
sistema. Brezhnev representa a los sectores más conservadores. Pero estas
discrepancias y su nulo entendimiento personal no provocan un conflicto abierto en el
partido y el Estado.

Una cuestión muy reservada con esta preservación del poder de la nomenklatura
en época de Brezhnev, que anuncia también una de las causas del final del sistema, es
que un poder como éste tiende a perpetuarse. La época de Brezhnev es el anuncio de la
gerontocracia. Se produce un agotamiento físico de los líderes soviéticos, que no dan
paso a nuevas generaciones. Este control de las mismas personas siempre sobre la
estructura de poder lleva a que a finales de los años ochenta el Kremlin presencie una
sucesión de funerales de Estado. Esta realidad se consolida en época de Brezhnev. Son
la generación nacida en la primera década del siglo XX. Muy jóvenes han militado en el
Konsomol o han sido movilizados por las guerras, y han entrado jóvenes en el partido. En
época estalinista han ocupado puestos de responsabilidad y a finales de la época ya

21
integran el Comité Central o los órganos dirigentes a nivel de república. En época de
Brezhnev componen la élite del poder. Se incorporan muy pocos líderes nuevos.

Brezhnev actúa al principio de forma similar a Khruschev. Dedica un tiempo, casi


dos años, a fortalecerse en el poder poco a poco. Trata de que los más afines a su
persona y su forma de entender la política vayan teniendo los puestos de responsabilidad.
Convoca el XXIII Congreso del PCUS entre marzo y abril de 1966. Este congreso es el
congreso del afianzamiento de Brezhnev y del apoyo de todo el partido a su programa
político. Este congreso evidencia el triunfo abrumador de las tesis más conservadoras
dentro del PCUS. No hay sorpresas, como sí las ha habido en el XX Congreso.

La Unión Soviética a partir de 1966 agudiza algunos de los problemas


estructurales que arrastra desde antes en una marcha decadente, en declive, hasta el
final de la Unión Soviética. Las causas del final de la URSS se pueden rastrear ya en este
periodo. Por no afrontar los problemas que se arrastran de antes el sistema llega a un
colapso. Si durante la época de Khruschev ha habido reformas para mejorar la
productividad, aumentar el nivel de vida... en época de Brezhnev solamente se presta
atención a algunos sectores concretos de la agricultura, con lo que la inmensa mayoría
de la estructura agraria continua en decadencia. En 1970 las tres cuartas partes de los
campesinos soviéticos siguen trabajando con útiles manuales, lo que es un dato
representativo. El nivel de vida de los trabajadores de las granjas colectivas continúa
descendiendo respecto al resto de trabajadores y los campesinos de los países
capitalistas. Se habla de estancamiento para designar esta época, especialmente en lo
referente a la agricultura. Sí que hay algunas reformas. La URSS, por ejemplo, se
preocupa por mejorar la calidad del suelo con fertilizantes industriales, con sistemas de
drenaje, con sistemas de control de semillas de cultivo... Pero se hace con productos muy
concretos. Y no se hacen reformas de calado. Luego también está la obsesión de
Brezhnev por la extensión de algodón. En época de Brezhnev se hacen proyectos
megalómanos que causan destrozos en la naturaleza, como con el algodón. Se extiende
el algodón como monocultivo en algunas repúblicas, con enormes planes de irrigación
que provocan la desecación del Mar de Aral. En cualquier caso, estas políticas son muy
coyunturales, muy concretas, y en ningún caso abarcan una reforma real de la estructura
agraria del sistema koljosiano. En estos años Gorbachov, futuro Presidente de la URSS,
es enviado en estos años para ver los sistemas tecnológicos aplicados a la agricultura en
Occidente y ver si se pueden aplicar en la URSS. Además de estancamiento, hay declive,
y no sólo es un problema económico: también es un problema social.

Con respecto a la industria, Brezhnev hace un llamamiento en 1966 a terminar con


los sacrificios de la población soviética y se compromete a mejorar la calidad de vida.
Pero cuando analizamos los planes económicos de este periodo observamos que de
nuevo son las industrias pesadas las que salen favorecidas. Y esa infraestructura de
industria pesada no se actualiza, no se moderniza, con lo cual se asignan muchos
recursos, pero no son eficaces en la mayoría de los casos. Las plantas industriales
obsoletas continúan produciendo, pero con mala calidad, a alto precio y con escasa
productividad. Los presupuestos aumentan mucho en época de Brezhnev en cuanto a la
industria armamentística y derivadas. La URSS llega a gastar el 15% del PIB en la
industria armamentística en los setenta, aparte de otras partes del PIB que se destinan a
industrias relacionadas. Son gastos abrumadores, excesivos. La URSS se desangra con
estos gastos. Además redundan en disminuir las posibilidades de mejora que tiene la
población civil.

El problema de esta industria pesada obsoleta está también en relación con otro
problema estructural, que es el de la rigidez de la planificación. Se recentraliza todavía

22
más el poder, tratando de impedir que cualquier otro medio dentro del sistema económico
obstaculice sus decisiones. El estudio de las fuentes demuestra que la rigidez en la
planificación es uno de los problemas fundamentales del sistema soviético. El propio
partido y la Oficina de Planificación reducen las posibilidades reconocen el fracaso antes
de poner en práctica el plan, reduciendo los objetivos.

En el ámbito de la Guerra Fría Brezhnev y su equipo dan mucha importancia a su


presencia en el exterior, en otros países socialistas, en movimientos revolucionarios...

Si pocos son los cambios en la economía, la nueva constitución de 1977 tiene


muy pocos cambios. Los principios del Estado son los mismos. Se mantiene el poder del
Partido Comunista, y se mantienen las instituciones. El cambio más real se halla en el
principio federal, ante los problemas que empiezan a surgir en algunos territorios. Hay
movimientos que no son nacionalistas como tal, pero el descontento frente a unos niveles
de vida que no mejoran se canaliza en forma de un desapego frente al sovietismo y un
apego a formas tradicionales: el islam, movimientos prenacionalistas... A mediados de los
años setenta ya preocupan estos movimientos a la dirección del partido. Esas quejas a la
escasa efectividad del principio federal proceden también de las propias secciones del
partido en los distintos territorios. Muchos no entienden por qué el control en los partidos
comunistas de los distintos territorios lo ejercen rusos y no oriundos del lugar. La voluntad
de los autores de la constitución es reforzar el principio federal, dar mayor autonomía a
los territorios federados a la hora de tomar decisiones. La puesta en práctica de la
constitución tiene un efecto real en la autonomía de decisiones de las repúblicas
federadas. Las repúblicas federadas que solicitan esa mayor autonomía, cuando la
reciben actúan de la misma forma centralista respecto a la administración de los territorios
menores. Las grandes repúblicas federadas en estos últimos setenta y los primeros
ochenta presentan un liderazgo con un mayor poder en su territorio, lo que será
fundamental en la descomposición de la Unión Soviética. Estos liderazgos serán los que
más adelante promuevan la independencia para mantenerse en el poder. Hay, pues, una
centralización del poder en las repúblicas.

En resumidas cuentas, Brezhnev no se caracteriza por un gran espíritu reformista


ni en la economía un mucho menos en la política. La gerontocracia, el mantenimiento del
poder en la élite... se mantienen, y la constitución de 1977 de alguna forma es reflejo de
ello. No se abordan reformas sustanciales, sólo se abordan reformas superficiales.

El estancamiento económico y político tiene consecuencias negativas para la


población soviética. El nivel de vida de la población no mejora, y en muchos casos
empeora durante los años setenta. La sociedad soviética en los setenta se estanca y
entra en declive, como lo ha hecho la economía. No se cumplen las expectativas creadas
por Brezhnev en el XXIII Congreso de 1966, acerca de aumentar el nivel de vida. En 1971
Brezhnev, no obstante, habla ya del nacimiento de una sociedad soviética.

7. LA NORMALIZACIÓN EN LAS DEMOCRACIAS


POPULARES

Para los países del Este de Europa el periodo de normalización va desde 1968
hasta 1982 (desde el fin de la Primavera de Praga hasta la muerte de Brezhnev). Tiene

23
mucha importancia para la definición de la política de este nuevo periodo una
intervención de Brezhnev en el Pleno del V Congreso del Partido Obrero Unificado
de Polonia, en noviembre de 1968. En este congreso Brezhnev anuncia la doctrina de la
soberanía limitada para todo el bloque soviético con el fin de evitar que ocurran
acontecimientos como los que han sucedido en Hungría, Checoslovaquia, Polonia... en
los años anteriores. Para Brezhnev esa serie de acontecimientos están movidos por
agentes capitalistas, por ejemplos reaccionarios dentro de cada uno de estos países, y
por tanto los países socialistas deben defenderse de esas agresiones de forma más
coordinada y de forma más efectiva. Para Brezhnev ha fallado el propio sistema de
defensa frente a la agresión capitalista, con los episodios dramáticos de Polonia, Hungría
y Checoslovaquia. Para hacer más efectiva esta defensa Brezhnev revitaliza la doctrina
de soberanía limitada elaborada en su día por el Kominform. Hasta el momento la política
económica, defensiva e internacional de estos países no ha sido autónoma, pero ahora
hay que actualizar la doctrina. A partir de entonces, según proclama Brezhnev, el Pacto de
Varsovia y todos los convenios entre la URSS y sus aliados deberán tener en cuenta que,
si se produce algún tipo de agresión capitalista (no militar), la URSS (y aliados) actuará
dentro de los países en los que se produzca dicha agresión aunque los Gobiernos no lo
soliciten.

Esto tiene unas enormes consecuencias para la vida futura de estos países. Para
muchos autores la normalización está en función de esta doctrina militar, porque la Unión
Soviética se arroga el derecho a intervenir por una sola sospecha. A partir de este
momento cualquier acción política queda reformista. Así, este planteamiento marca la
normalización. No es sólo que los dirigentes comunistas del Este sean fieles a la URSS;
sino que aunque no lo fueran, tienen por encima el temor a una intervención directa de
poner en tela de juicio alguno de los principios de la política soviética. Este principio está
por encima del principio fundador del Pacto de Varsovia y de todos los convenios
existentes entre los países socialistas.

Otro elemento a tener en cuenta a la hora de ver la normalización son los


liderazgos. Los líderes de los partidos comunistas en los países socialistas del Este de
Europa no tienen ya ningún impulso reformista ni plantean ningún problema a la URSS.
Los líderes son gentes afines a la política de normalización. Mantienen una línea de
absoluto acomodo a las líneas directrices planteadas desde el Kremlin.

A modo de compensación por el mayor control soviético sobre las democracias


populares que implica la normalización, la URSS aumenta sus créditos y sus ayudas
económicas a los distintos países socialistas durante los años setenta. No hay una
distribución equitativa, sino que algunos países se benefician más, como por ejemplo
Bulgaria.

A) LA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA ALEMANA

El caso de la República Democrática Alemana es paradigmático. La evolución de


la RDA ejemplifica muy bien ese vínculo con la política soviética. En los diarios de la RDA
se avalan y apoyan de manera explícita las tesis de la doctrina de la soberanía limitada
soviética. La clave del liderazgo también es ejemplificadora. Desde la creación de la RDA
el principal dirigente ha sido Walter Ulbricht. Ulbricht critica en su momento las reformas
húngaras, las reformas checoslovacas... Apoya las intervenciones soviéticas en todos

24
esos territorios. Apoya desde siempre a los soviéticos. Pero incluso Ulbricht, a instancias
de la URSS, en 1968 aprueba una nueva constitución de la RDA que recoge los
principios inspiradores del marxismo-leninismo en clave soviética. Es una constitución
plenamente de la normalización, inspirada en la constitución soviética, que culmina el
proceso de transformación en clave socialista de las instituciones de la RDA y que protege
los lazos con la Unión Soviética. Pero a instancias de la Unión Soviética se entiende en la
RDA que Ulbricht ya no está en condiciones para abordar el nuevo periodo, aunque tiene
perfectamente instalados todos los pilares del sistema. El Comité Central del partido
aconseja a Ulbricht su dimisión, y se pone al frente del partido en 1971 Erich Honecker,
que tiene una larga trayectoria militante. Honecker va acaparando una serie de altos
cargos dentro de la administración de la RDA, convirtiéndose en presidente del Consejo
Nacional de Defensa (es decir, en máxima autoridad militar) y en presidente del Consejo
de Estado en 1976. Esta centralización del poder es muy propia de la normalización. La
estructura de poder de la RDA queda perfectamente adaptada a los principios de la
normalización.

Económicamente, la República Democrática Alemana pasa por ser en esos


momentos la perla del sistema socialista. Tiene la economía más boyante. La RDA ha
seguido un modelo muy similar al soviético en sus primeros años dotándose de una
industria pesada más productiva, comparativamente, que la de la URSS. Los sectores de
óptica, industrias de precisión, industrias químicas, industrias agroalimentarias, la
siderurgia... tienen un gran desarrollo. A finales de los sesenta la RDA está bien dotada de
una estructura industria pesada importante. No obstante, adolece de los mismos defectos
que la soviética, fundamentalmente la obsolescencia. Como la soviética, es una industria
que ha crecido extensivamente. Como en la URSS, en la RDA han despreciado las
industrias ligeras, de bienes de consumo. Las relaciones laborales en la RDA son más
rígidas incluso que las soviéticas. La nueva élite prosoviética tiende además a
distanciarse de la población. Ulbricht es un hombre muy conocido, pero Honecker es más
frío, más distanciado. La élite comunista se cierra sobre sí misma.

A la altura de 1971, pues, el proceso de normalización se ha completado. El


desarrollo de la RDA se caracteriza por una serie de rasgos distintivos muy similares a los
de la URSS en ese momento. Las mismas pautas características (gerontocracia,
estancamiento...) de la época de Brezhnev tienen un reflejo muy evidente en la RDA. Pero
además de esto, la RDA por su singularidad muestra algunas características propias, que
dan mayor solidez a esa normalización. Después de la guerra, cuando nacen los dos
Estados dentro de Alemania, el nacimiento y la consolidación de ambos Estados supone
que el reconocimiento por parte de un Estado de la RDA supone la ruptura diplomática
con la RFA. Las relaciones interalemanas son muy precarias. Los Estados alemanes se
reclaman herederos de la nación histórica y no se reconocen mutuamente. Esta situación
comienza a romperse a partir de octubre de 1968, cuando llega a la cancillería alemana
Willy Brandt. Con Brandt comienza a ponerse en marcha una “política hacia el este”
(ostpolitik) que pretende abrir una vía de entendimiento entre la República Federal y los
países socialistas, desempeñando la República Democrática en esa apertura un papel
importante. Esa política de apertura hace que en muy breve espacio de tiempo la RFA
firme un tratado de amistad y cooperación con la Unión Soviética, fruto del cual la
URSS da el visto bueno a que ese diálogo entre las dos Alemanias se reinicie y fortalezca.
Este clima de mayor entendimiento se concreta en un tratado interalemán en 1972
(entra en vigor en 1973), que supone el reconocimiento de los dos Estados. Reconocen la
existencia de una única nación organizada en dos Estados. A partir de entonces las
relaciones diplomáticas de ambos países mejoran mucho. Queda abolida la doctrina
Hallstein, según la cual la RFA no tendrá relaciones con ningún Estado que reconozca a
la RDA. Esto es muy importante para la RDA porque se beneficia no sólo del intercambio

25
comercial y económico con muchos países, sino sobre todo del intercambio comercial y
económico con la RFA. Se beneficia de ayudas técnicas y de créditos baratos del
Gobierno de la RFA (también los recibe de la URSS). Esta mayor facilidad de la RDA para
recibir créditos no la tienen otros países del este. A corto plazo resulta beneficioso. La
RDA crece mucho. Pero como cara negativa, la RDA se convierte en el Estado socialista
más endeudado. El proceso de endeudamiento es inmenso.

En cuanto a la agricultura, se halla totalmente colectivizada. No hay cambios


importantes en la agricultura. Hay un fuerte atraso, que se traduce en un creciente
distanciamiento entre el nivel de vida de los campesinos y los trabajadores industriales. La
agricultura además está en declive. No se constata ningún gran programa para tratar de
cambiar esta situación.

Respecto a la industria pesada, continua el crecimiento extensivo basado en esta


industria (óptica, farmacéutica, militar, de precisión, de máquinas y herramientas...). La
base de esta industria creada en los años cincuenta no varía, dándose un proceso de
obsolescencia. Se despilfarran enormes recursos. La estructura industrial básica ya
consolidada a principios de los cincuenta se mantiene, pero no hay una proporción real
entre el coste que cuesta mantenerlo y lo que genera. No obstante, se sigue produciendo
mucho, hay una gran producción, pero la productividad baja constantemente. Hacia 1982
la productividad media de la industria germanooriental es un 30% menos que la de la
RFA. Además, el mantenimiento de esa estructura industrial obsoleta es a costa de un
enorme deterioro medioambiental. La obsesión de Honecker por la autosuficiente
energética a costa de la explotación del lignito arrasa amplias extensiones. También está
el desastre de las industrias químicas. La lluvia ácida afecta a los bosques del sur de la
Alemania federal, pero responde en buena parte al descontrol de los residuos en la RDA.
En resumen, esta industria es un auténtico sumidero de recursos y mano de obra. No
obstante, en la RDA, frente al caso de la Unión Soviética, se trata de crear para todo el
Campo Socialista una base tecnológica e informática con la idea de convertirse la RDA en
el centro de investigación para todo el bloque. Se crea un konzern para ello. Pero el
proyecto fracasa, y en 1978-79 los soviéticos y germanoorientales tienen que comprar
patentes japonesas para la informatización de algunos procesos productivos. Este fracaso
no se debe a un déficit científico, sino a que la mayor parte de los avances se concentran
en la industria militar.

Estos problemas tienen una dimensión social. A pesar del control férreo del
partido y de los sistemas de información, en la República Democrática Alemana, sobre
todo al final de los setenta, se detecta un malestar creciente que en principio no conduce
a ningún movimiento de oposición. Es un malestar por el nivel de vida y en contra de la
élite dirigente. Según un estudio del propio SED, comparando el año 1971 con el año
1980, el nivel de vida general de la población ha empeorado. Los salarios crecen muy
poco, compensándose con el aumento de precios. La protesta se va vinculando a las
iglesias, concretamente en la RDA a la protestante. Pero no llega a ser una contestación
social como la de 1953, pues el sistema es capaz de controlar esos conatos de protesta.

B) POLONIA

En cuanto a Polonia, al comenzar la década de los setenta, sufre una inestabilidad


crónica. En este sentido, la crisis de diciembre de 1970 une al progresivo deterioro en

26
materia política una situación extremadamente difícil de la economía: la coincidencia en el
tiempo del encarecimiento del coste de la vida y la pérdida de la capacidad adquisitiva de
las familias alienta una nueva protesta obrera en todo el litoral báltico, especialmente en
ciudades como Gdansk o Gdynia. Los hechos del Báltico (la represión de los mismos
genera fuertes disturbios saldados con muertos, heridos y cuantiosas pérdidas materiales)
terminan con la carrera política de Gomulka y con toda una época en Polonia. El nuevo
equipo dirigente, con Gierek al frente, sólo puede terminar con la crisis con la promesa de
mejorar las condiciones vitales y laborales de la población. Sin embargo, pocos años más
tarde, la consigna acuñada por Gierek de “construyamos la segunda Polonia” sólo es
papel mojado: su política económica expansiva y consumista, sin contar con bases
estructurales sólidas, produce a partir de 1973 un crecimiento desmesurado de la factura
de las importaciones que dispara la deuda externa, motivo por el cual durante la segunda
mitad de los setenta Polonia entra en una nueva fase de recesión económica con el
consiguiente coste social para la mayor parte de la población.

Para intentar salvar su proyecto de modernización, Gierek decreta en junio de 1976


una subida indiscriminada de precios de los productos de primera necesidad, lo cual
vuelve a provocar una nueva oleada de contestación social que comienza en las
ciudades de Ursus y Radom. Ante la evolución de los acontecimientos, el Gobierno retira
rápidamente sus disposiciones sobre los precios, pero, al aprobar subidas salariales que
inducen al consume, crecen la inflación y la deuda externa hasta límites insostenibles. Al
descontrol económico se une la movilización de la intelligentsia en apoyo a los
trabajadores represaliados de junio. El compromiso de los intelectuales (en parte deudor
de los principios emanados de la Conferencia de Helsinki de 1975) alienta la creación en
septiembre de 1976 de un denominado Comité de Defensa de los Trabajadores (KOR),
que desempeña un importantísimo papel en la defensa de los obreros perseguidos por el
régimen, además de luchar por la recuperación de los derechos sociales y políticos de la
sociedad. Así, la mayor virtualidad del giro de 1976 es la de impulsar un movimiento
sindical con el objetivo de lograr la legalización de sindicatos libres e independientes. A
partir de 1978 comienzan a crearse “Sindicatos Libres”, que un año más tarde elaboran
una Carta de los derechos de los trabajadores.

Al finalizar la década de los setenta, cuando Polonia se encuentra otra vez en una
situación especialmente delicada, el cardenal arzobispo de Cracovia es elegido en
octubre de 1978 Papa con el nombre de Juan Pablo II, haciendo su primera visita a su
país natal en junio de 1979. Con recobrados ánimos, los trabajadores inician en el verano
de 1980 una serie de protestas que tienen su origen en la degradación económica y social
que sufre el país. El movimiento de contestación del verano de 1980 ocasiona la
ruptura del pacto tácito establecido entre la ciudadanía y el régimen sobre la base de la
seguridad en el empleo y la proclamación por parte de los trabajadores de un nuevo
contrato social inpirado en la conquista de la dignidad civil. La huelga de agosto de 1980
se extiende rápidamente a las más importantes ciudades de Polonia, formándose en
Gdansk el Comité Interempresarial de Huelga, presidido por Lech Walesa, que además
cuenta con el apoyo y colaboración de la intelligentsia disidene y de la Iglesia. Dicho
Comité elabora el Protocolo de Gdansk de veintiún puntos (el pluralismo sindical, el
derecho a la huelga o la libertad de expresión, entre otros) que presenta al Gobierno. Éste
estudia dichas reivindicaciones y consulta con Moscú el alcance máximo de las
concesiones a los huelguistas: el sistema socialista, el papel dirigente del partido y la
pertenencia al bloque soviético son aspectos intocables. Finalmente, el 31 de agosto el
Gobierno y el Comité de Huelga firman el protocolo. Por primera vez un régimen socialisra
es obligado a aceptar una serie de reivindicaciones que van más allá de las consabidas
mejoras socioeconómicas.

27
A continuación, en septiembre de 1980 los representantes de más de tres millones
de trabajadores polacos fundan el Sindicato Independiente y Autogestionario
Solidaridad. En septiembre de 1980 Gierek es sustituido por Kania al frente del partido, y
en febrero de 1981 Jaruzelski es nombrado primer ministro. El sindicato independiente,
con diez millones de afiliados al año de su creación, logra afianzarse como la fuerza social
más importante del país. En una situación de anormalidad política y recesión económica,
el Congreso extraordinario del POUP celebrado en junio no sirve para que el partido
recupere el necesario protagonismo social. Así, cuando Solidaridad celebra en septiembre
su asamblea plenaria, la situación no deja de ser preocupante con el Gobierno bloqueado
y a la defensiva. Las resoluciones del Congreso del sindicato (especialmente el manifiesto
dirigido a los trabajadores de los restantes países socialistas animándoles a promover
sindicatos independientes) son muy criticadas por el PCUS, que acusa a Solidaridad de
servir a intereses espurios contra el POUP y el Estado socialista.

El empeoramiento de las condiciones materiales y la radicalización de la vida


política aconsejan a los dirigentes comunistas la realización de nuevos cambios al más
alto novel: en octubre de 1981 el Politburó otorga todo el poder al general Jaruzelski, al
controlar personalmente la jefatura del partido, del Gobierno y el Ministerio de Defensa. El
objetivo es potenciar la unidad de criterios y acción para sacar al país de la crisis y
terminar con la influencia social de Solidaridad. Durante el otoño los acontecimientos se
precipitan y el 13 de diciembre Jaruzelski proclama la ley marcial. Las fuerzas de
seguridad mantienen el orden público, impidiendo la reacción de Solidaridad, cuya
Comisión Nacional es detenida prácticamente en pleno (con Walesa al frente; en 1983 es
premiado con el Nobel de la Paz). Solidaridad es suspendido y en octubre de 1982
ilegalizado. Con la ley marcial las autoridades logran dar un golpe de fuerza técnicamente
perfecto, cortan el protagonismo y la expansión de solidaridad, y evitan la invasión del
país por el Pacto de Varsovia. Pero fracasan a la hora de impulsar la reconstrucción
socioeconómica al actuar el partido meramente a la defensiva, sin caudal
regeneracionista. En diciembre de 1982 la ley marcial queda en suspenso, seis meses
más tarde el Consejo Militar es disuelto y en junio de 1984 el Gobierno concede una
amplia amnistía a los condenados a raíz de la proclamación del estado de guerra. Sin
embargo, Solidaridad no desaparece, y para el sindicato los años de represión y
clandestinidad suponen el inicio de una nueva etapa. En esta época la Iglesia Católica
recupera el protagonismo de antaño y pasa a ser de nuevo el mejor interlocutor del
régimen. La sociedad dedica sus esfuerzos a la tarea de sobrevivir.

C) CHECOSLOVAQUIA

Para terminar con el virus revisionista e impedir todo rebrote liberal, la segunda
normalización en Checoslovaquia comienza con un proceso de depuraciones a gran
escala en el partido, el Gobierno y la administración. Al mismo tiempo, es reestructurada
la federación (con carácter más simbólico que efectivo, especialmente tras la reforma
constitucional de 1971), que pasa a estar formada por dos Estados con los mismos
derechos y deberes: la República Socialista Checa y la República Socialista Eslovaca. En
cuanto a la economía, los nuevos dirigentes del país, con Husak al frente, proceden a
reactivar el sistema tradicional de planificación centralizada, y entre 1971 y 1980 son
ejecutados sendos planes con el objetivo de estabilizar la economía sin descuidar la
legislación social. Pero la contestación disidente no es aniquilada, aunque su acción por el
momento sólo sea perceptible en círculos comprometidos de la intelligentsia. Así, en

28
1969, aquélla presenta el manifiesto de los Diez Puntos, en el que se alude al espíritu de
la primavera anterior; y un año más tarde vuelve a hacer acto de presencia a través del
Movimiento Socialista de los Ciudadanos Checoslovacos.

Apoyándose en el Acta Final de la Conferencia de Helsinki de 1975 (firmada por


todos los países participantes, incluida Checoslovaquia), la oposición crea la Carta 77 con
el propósito de obligar al régimen a acatar sus compromisos internacionales en materia de
derechos humanos. Además, dicha plataforma reivindicativa comienza a elaborar informes
sobre la realidad checoslovaca, sobresaliendo el referido al mundo de los trabajadores al
sacar a la luz las penosas condiciones laborales que soporta la población asalariada y el
problema del paro encubierto. A lo largo de toda la década de los ochenta, la disidencia
continúa acosando al poder constituido.

D) HUNGRÍA

La salida de la crisis en Hungría se pretende hacer mejorando las estructuras


socioeconómicas del país, sin que ello suponga en modo alguno el final del control
ejercido por el PSOH sobre el conjunto de la vida pública. Así, en enero de 1968 se pone
en marcha una reforma macroeconómica, el Nuevo Mecanismo Económico, con el
objetivo de descentralizar la toma de decisiones en las esferas productivas y disminuir la
burocracia para agilizar el conjunto de la economía. La reestructuración de la economía
se deja sentir en la agricultura (colectivizada desde 1959), sector en el cual los
cooperativistas comienzan a gozar de una cierta libertad de acción, sobre todo en las
“unidades económicas familiares”. De la misma forma, el proceso de privatización en el
turismo beneficia a un grupo social amplio. Sin embargo, el intento de conjugar la
planificación (el Politburó a través de la Comisión Planificadora Central dicta las
directrices económicas) con las reglas del mercado provoca un desorden económico
generalizado. En otro orden de cosas, el régimen da por terminado el contencioso que le
tiene enfrentado a la Iglesia Católica, y hasta el mundo de la cultura goza de cierto nivel
de tolerancia. La pericia de Kadar para mantener el control estricto del partido sobre la
sociedad civil y, al mismo tiempo, auspiciar una matizada autonomía cultural con el
mantenimiento de una atenuada reforma de la economía, sin romper por ello sus vínculos
con la URSS, logra dar cierta estabilidad al régimen.

Como en otros países socialistas, la crisis económica mundial de 1973 repercute


de forma muy negativa en Hungría. El desarrollo extensivo se paraliza, las exportaciones
descienden, las partidas presupuestarias de carácter social son recortadas y el nivel de
vida de la población desciende. Los posteriores intentos de reforma de la economía (1980
y 1984: el plan de “estabilización dinámica”) terminan en fracaso ante el peso agobiante
de la deuda externa. En el terreno político, el “socialismo a la húngara” auspiciado por
Kadar sigue estando controlado por el partido comunista, aunque la constitución
estalinistra de 1949 es reformada en 1972. Sólo a partir de los años ochenta comienza a
cobrar cierto protagonismo una nueva oposición al régimen. Al iniciarse el proceso
reformista de Gorbachov en la URSS, la Perestroika soviética anima la actividad de los
grupos opositores. En 1987 es creado en Foro Democrático Húngaro, organización de
carácter moderado, y posteriormente es fundada la Alianza de Demócratas Libres, más
radical que el anterior. En mayo de 1988 Kadar es relevado por K. Grosz al frente del
partido, lo que facilita el nombramiento de dirigentes de talante reformista para pilotar el
cambio controlado en Hungría.

29
E) RUMANÍA

Con el propósito de instaurar en Rumanía su propio modelo de socialismo, el


conducator Ceaucescu promueve una “revolución cultural” de inspiración china, y para
adoctrinar a las nuevas generaciones transforma el sistema educativo y somete a un
férreo control el mundo de la comunicación y de la cultura. Con el plan del “salto
adelante” pretende avanzar en la modernización del país acabando con los
antagonismos todavía existentes entre el campo y la ciudad. En cuanto al Estado, sufre
una auténtica patrimonialización del mismo por la familia Ceaucescu. En política exterior,
la divergencia del régimen de Ceaucescu con respecto a la URSS -sobre todo durante la
crisis de Checoslovaquia- le vale al dictador rumano el respaldo de Occidente y de las
organizaciones internacionales (incluso los Estados Unidos conceden a Rumanía en 1975
la cláusula de nación más favorecida). Sin embargo, las ayudas financieras, fruto de dicho
reconocimiento internacional, son dilapidadas y no sirven para estimular el necesario
desarrollo económico del país. Tampoco da resultado el “plan de sistematización rural”,
pensado para concentrar a la población campesina en grandes centros agroindustriales.

Al comenzar la década de los ochenta, la situación de la economía se agrava al


crecer la deuda externa, lo que produce recortes en el suministro de energía en
instituciones públicas y para la población general, así como en la distribución de
subsistencias. El pago de la deuda conlleva como corolario negativo la paralización de las
inversiones, el descenso de la productividad y la subsiguiente caída de la renta; pero la
política arbitraria llevada a cabo por Ceaucescu no impide en 1984 su reelección al frente
del partido. Sin embargo, tres años más tarde la desesperación popular desencadena una
revuelta obrera que es reprimida sin contemplaciones por las fuerzas represivas, lo que
supone el paulatino aislamiento del régimen: Estados Unidos anula toda ayuda económica
a Rumanía, y dos años más tarde la Comunidad Económica Europea suspende sus
relaciones con el Estado rumano.

F) BULGARIA

Con todo el poder en manos del Partido Comunista, Bulgaria entra en una nueva
etapa conocida como las “décadas tranquilas”. En 1971 el país estrena Constitución,
según la cual la República Popular de Bulgaria es un Estado socialista de los trabajadores
con el partido convertido en guía permanente de la sociedad y el reconocimiento de la
propiedad colectiva de los medios de producción. Al mismo tiempo es proclamada de
nuevo la unión indisoluble con la URSS y demás países socialistas. Como el desarrollo
industrial y agrícola deja mucho que desear (desabastecimiento de productos de primera
necesidad, absentismo laboral, etc.), en el quinquenio 1976-1980 los responsables de la
planificación económica dotan de mayor autonomía a las unidades productivas (empresas
y granjas) con el objetivo de mejorar su rendimiento, pero dicho reajuste técnico no
detiene el deterioro permanente de la economía. Ante la evolución de los acontecimientos,
los grupos opositores al régimen publican en Viena la Declaración 1978, en la que
solicitan el relajamiento del control del partido sobre la sociedad civil y la apertura del
régimen.

30
Al socaire de las reformas emprendidas a mediados de los ochenta en la URSS,
Bulgaria intenta también la regeneración del sistema socialista. En un primer momento, el
Politburó establece la separación entre partido y Estado, y a continuación empieza la
transformación de la economía planificada. Sin embargo, el intento de apertura controlada
del régimen produce una oleada de protestas y el surgimiento de nuevos grupos de
oposición.

8. CRISIS Y DESINTEGRACIÓN FINAL DE LA URSS

Desde la muerte de Brezhnev en noviembre de 1982 hasta la llegada de


Gorbachov al poder en marzo de 1985, la URSS pasa por un interregno durante el cual
dos ancianos Secretarios Generales, Yuri Andropov (noviembre de 1982 – febrero de
1984) y Konstantin Chernienko (febrero de 1984 -marzo de 1985) hacen frente a uno de
los periodos más delicados de la historia soviética. A la altura de principios de los ochenta
los Estados Unidos militarmente están más avanzados que la URSS. Con Andropov y con
Chernienko, entre 1982 y marzo de 1985, son años en que desde el final de la Segunda
Guerra Mundial por primera vez los órganos dirigentes del partido y del Estado reconocen
de forma explícita que la URSS tiene que llevar a cabo una transformación radical de sus
estructuras económica y política si quiere sobrevivir. Es un cambio sustancial. Esa
sensación de debilidad no se transmite al pueblo soviético, pero esos años de interregno
los órganos de dirección se plantean de forma radical la necesidad de un cambio. Los
datos de crecimiento muestran la obsolescencia del sistema industrial soviético y que para
que se produzca un crecimiento real de la economía soviética que pueda mantener la
estructura de gastos del Estado soviético, dentro de los parámetros estadísticos
soviéticos, ese crecimiento tendrá que ser del 12-14%. Hay además un agravamiento
desde 1975-76 de la corrupción, y hay también un aumento de la economía sumergida
espectacular entre 1979 y 1983. El equipo que realmente conoce el funcionamiento de los
mecanismos económicos soviéticos es el que propone cambios. En estas circunstancias
Andropov, un dinosaurio del partido, a pesar de su edad y de su origen, toma conciencia
de que hay que llevar a cabo el cambio. Es mayor y está enfermo. Trata de establecer una
línea de cambio alternativa a la política oficial heredada de Brezhnev. Ve que hay que
renovar el partido no sólo en el Comité Central, sino también en los puestos intermedios,
situando personas adecuadas para los cambios. Pide informes al GOSPLAN (Oficina
Central de Planificación). Recaba información de economistas y responsables de plantas
industriales y sectores económicos concretos, que elaboran lo que se conocerá como
Informe de Novosibirsk. Este informe pretende que estos sectores conocedores de la
economía pero que no están vinculados a la Oficina de Planificación le ofrezcan también
sus opiniones sobre la situación de la economía real. Le transmiten la necesidad de
cambiar el juego de las inversiones (que se dirijan los recursos económicos a nuevos
sectores). Partiendo de una situación que entienden como crítica, ofrecen vías dentro del
marco socialista para cambiar paulatinamente el sistema económico. Todos estos
informes parten de que los cambios no se pueden hacer de forma brusca. El informe es
muy crítico con la economía sumergida. El mercado negro crece exponencialmente en
época de Brezhnev, sobre todo en los últimos años. Ante la precariedad de medios, de
productos de consumo, el sustituto del Estado es el mercado negro, favorecido por la
corrupción y por el clientelismo. Andropov durante su mandato trata de iniciar el cambio
de personas y también de elaborar un plan de transformación a largo plazo como le
demandan estos sectores económicos. Este plan choca con el conservadurismo, la

31
inercia, de los sectores que se benefician del sistema. Pero mientras Andropov está al
frente del Estado esos primeros mecanismos funcionan (son meses, nada más). Andropov
tiene un predicamento dentro de la gerontocracia pero también entre los sectores
verdaderamente reformistas del partido, que sí que piensan que la política y la voluntad
de Andropov es verdaderamente reformista.

Con la muerte de Andropov y la llegada al poder de Chernienko, que está en el


puesto de febrero de 1984 a marzo de 1985, la situación prácticamente no cambia nada.
Chernienko es mucho más cauteloso y guarda en el cajón los proyectos de cambio de
Andropov. Pero su mandato dura muy pocos meses.

No obstante, desde noviembre de 1982 hasta marzo de 1985, este periodo sirve
para que dentro del Partido Comunista las ideas de Andropov, apoyadas por sectores
dentro del Comité Central, vayan teniendo más cabida. Se extiende la sensación de que
hay que llevar a cabo un cambio. Es el momento de dar un giro a la Unión Soviética. Los
informes son demoledores. La intervención soviética en Afganistán ha sido un desastre.
Hay un obvio declive militar soviético, sintomático de la situación de la URSS. En esa
situación determinados políticos de la élite muy vinculados a las ideas de Andropov se
plantean a la muerte de Chernienko un cambio. En las reuniones para elegir al nuevo
Secretario General Andrei Gromyko, por muchos años ministro de asuntos exteriores de
la URSS, es el que más hace en el Comité Central por que sea nombrado para el primer
puesto Mijail Gorbachov. En abril de 1985 es elegido Secretario General del PCUS.
Gorbachov refleja las ideas de cambio, e incluso el cambio físico, siendo mucho más
joven que sus predecesores. Representa dentro del partido la continuidad fundamental del
sistema (se declara marxista-leninista, fiel al partido...), pero por otro lado aúna la
legitimidad de alguien joven que ha tenido un cursus honorum dentro del partido y unos
escritos previos y unas relaciones previas a su nombramiento con un fuerte contenido
crítico hacia la situación soviética. Para los sectores reformistas representa la vía de
cambio, de transformación del sistema.

Efectivamente, desde que es nombrado Secretario General las actitudes, los


comportamientos, las formas de verbalizar de Gorbachov y de su equipo (personajes de
carrera similar a la de Gorbachov, jóvenes, reformistas, sin hipotecas con el pasado, que
forman un equipo compacto y amplio) muestran diferencias respecto a lo anterior.
Defienden una transformación global de la vida soviética. La elección de Gorbachov es
una gran sorpresa. Los sovietólogos nunca le han considerado como un posible sucesor.
Pero el propio PCUS es consciente de la necesidad de un cambio radical. A principios de
1987 las dos terceras partes de la nomenklatura soviética han cambiado. Gorbachov
reemplaza en los puestos de responsabilidad principales a personas procedentes del
pasado y situando a personas de su máxima confianza y que además no han tenido
relación con prácticas de corrupción ni con figuras históricas del partido. Ese proceso
rápido de cambio lo puede llevar a cabo fundamentalmente con el apoyo de algunos de
los sectores de la gerontocracia, siendo el mayor apoyo Gromyko.

Estos nuevos responsables dentro del partido y el Estado mantienen una relación
muy poco cordial, a veces muy difícil, con los sectores que tienen relación directa con las
fábricas, los koljoses, la administración comercial interna... Sectores en contacto con el
día a día de la organización y difíciles de reemplazar. El afán de cambio de los que
quieren llevar a cabo reformas profundas choca con estos sectores más recalcitrantes.

Gorbachov pone en marcha un programa muy amplio de reformas, que en principio


no afecta única y exclusivamente a la economía, sino que trata de influir en todo el
sistema soviético. Desde la época de Stalin no se da en la Unión Soviética un programa

32
de reformas que trate de dar coherencia a los distintos aspectos de la realidad soviética.
Este gran programa es el que recibe el nombre de Perestroika, y trata de abarcar todos
los aspectos de la vida soviética: es un programa integral. Gorbachov, frente a sus
antecesores, se prodiga en estos primeros años en viajes por toda la URSS, discursos...
Trata de que las relaciones con los líderes de otros Estados (socialistas y capitalistas)
sean más abiertas, más claras. Se prodiga en los medios de comunicación soviéticos,
explica las reformas... Encarna la voluntad de reforma. Estrecha las relaciones con los
líderes occidentales. Junto con la Perestroika, el otro concepto con el que se familiariza
Occidente en estos años es la Glasnost (“transparencia”). Si hay que hacer reformas
(Perestroika), han de hacerse sobre un conocimiento real de las cosas (Glasnost). Lo que
pretende Gorbachov es que la situación real sea conocida de forma que todos los
sectores que puedan influir para mejorar la situación, conociéndola, intervengan. Se quita
a la nomenklatura la fuerza que tiene a través del falseamiento de los datos. Se quiere
que se hable de las crisis, de los problemas... y que se generen ideas para la mejora del
sistema que circulen libremente y con las que se puedan hacer en la dirección soviética.
Glasnost y Perestroika son los dos ejes fundamentales de la actuación del PCUS desde la
llegada de Gorbachov al poder hasta la disolución de la Unión Soviética.

En lo primero que trata de actuar Gorbachov es en la economía. Si no se hace más


eficiente, si no mejora la productividad, si no se reforma el sistema heredado del
estalinismo... poco se podrá hacer en las otras reformas. Ligachov, responsable de
economía con Gorbachov, considera que todo empieza por la economía.

Gorbachov, con una serie de informes muy detallados (elaborados por los
organismos económicos, y también por una serie de personas a las que Gorbachov pide
su opinión), pocos meses antes de asumir la Secretaría General es ya perfectamente
consciente de esa situación económica. Así, muy poco después de llegar a la Secretaría
General pone ya en marcha las primeras reformas económicas (finales de 1985 y a lo
largo de 1986). Son reformas muy específicas, para hacer más eficiente el sistema
productivo. Al margen de lo que dice el GOSPLAN, hace que se actúe sobre
determinadas factorías de determinados sectores económicos para mejorar la eficiencia
del sistema y la productividad. Incide en industrias básicas como la siderúrgica, las
relacionadas con las transformaciones energéticas... Es capaz de derivar recursos para
tratar en los casos más flagrantes de mejorar esa eficiencia, y también cierra algunas
fábricas. Lo que pretenden estas primeras medidas es que en dos o tres años se crezca a
un ritmo mucho más elevado que el del momento (un 3-4%, un ritmo prácticamente de
estancamiento). Se derivan casi 100000 millones de rublos a industrias de nuevas
tecnologías. Se ponen en marcha plantas industriales avanzadas de largo recorrido, para
producir manufacturas que tengan salida. Se intenta poner en marcha parques
tecnológicos. Se establecen cuatro áreas preferentes (una en Letonia y tres en Rusia) a
modo de grandes áreas tecnológicas. Y además se intenta hacer de forma rápida,
incorporándose lo antes posible a la oleada tecnológica.

Este proceso entre 1985 y 1986 es lo que se conoce como periodo de


aceleración. Gorbachov tiene que dar un golpe de fuerza y adoptar medidas muy
concretas para tratar de salvar la situación cuanto antes y empezar a crecer. Junto a esto
hay también medidas de reducción de costos en la administración económica del Estado.
Se quiere reducir la administración económica del Estado, que es absolutamente caótica.
Entre 1985 y (sobre todo) 1986 en la mayoría de los sectores económicos se reduce la
administración. Un caso paradigmático es el de los ministros agroeconómicos. Hay cuatro
ministerios relacionados con la transformación de los alimentos, que se funden en uno
sólo. Desaparece el 50% de la administración directa de los ministerios. Para otros
ministerios de gran relevancia, se reducen, se crean oficinas de coordinación eliminando

33
la duplicación de competencias. Se reduce de forma drástica, radical, una parte muy
importante de la administración económica del Estado.

También se inicia una política de insuflar moral a una sociedad que no solamente
tiene problemas económicos, sino que ve con desolación que su propio país está en
declive. Se hacen campañas explicando las reformas, se abren oficinas para que los
ciudadanos eleven sus quejas y sugerencias... En este sentido tiene mucha importancia el
propio Secretario General, con su actitud. Muchos de los nuevos mandatarios del partido
y el Estado también tienen más fuerza para exponer estos cambios, entrar en contacto
con la población, etc.

Estas medidas se estima que son insuficientes, que en efecto conviene llevar a
cabo un plan global, integral, cohesionado, de transformación, porque a pesar de que las
medidas económicas parece que empiezan a dar sus frutos, si solamente se ponen en
marcha medidas concretas el sistema probablemente se distorsionará. Ese paso adelante
que se da es la Perestroika. Se aprueba por el Comité Central del PCUS en junio de
1987. Se aborda entre 1987 y 1989 (a partir de finales de 1989, con el fracaso de la
Perestroika, la Unión Soviética colapsa). Aparte de cuestiones económicas, la Perestroika
abarca también un cambio de actitud en las relaciones internacionales, un cambio en las
instituciones... Pero el núcleo es la economía. La Perestroika implica una sucesión de
planes, de programas económicos, que ante los fracasos parciales de unos y otros se van
sucediendo entre 1987 y 1989. La Ley de cooperativas de mayo de 1988 pretende
fomentar la cooperación entre individuos para que con sus propios recursos y con la
ayuda indirecta del Estado creen cooperativas de producción. Se abre el cerrado sistema
productivo soviético para que el incentivo personal pueda poner en funcionamiento
determinados negocios. En un año se crea un millón y medio de cooperativas, que
suponen el 2% del producto interior bruto del país. Es también un disparo contra la
economía sumergida, que aflora y se hace legal. También en la agricultura se trata de
introducir un cambio más sustancial, y es que se hace que una parte de los ingresos de
los agricultores se obtenga de los beneficios del koljos. Cuanto más produzcan, mayores
beneficios tendrán los agricultores. Incluso en algunas de estas granjas en las que la
productividad mejora mucho una parte de los beneficio se pagará en divisas, para evitar
las fluctuaciones del libre. Esto cosecha un gran rechazo de los directores de granja, que
son uno de los sectores más recalcitrantes en contra de las reformas, paralizándolas
incluso hasta el punto de intentar hundir el sistema productivo para hacer al Gobierno
cambiar de política y dar marcha atrás.

En estos años también se reforma la Oficina Central de Planificación, una


estructura que no ha variado prácticamente desde época de Stalin. Cambia casi
totalmente el personal. Son llamados economistas jóvenes, que apoyan los proyectos de
Gorbachov y tienen el objetivo de poner en marcha planes más orientativos que
obligatorios. Gorbachov quiere que el sistema socialista siga siendo planificado, pero que
esa planificación sea más indicativa y flexible.

Todo esto que se hace tiene el objetivo de acabar con el despilfarro, optimizar
recursos, ahorrar más y derivar esos recursos de más hacia sectores más productivos,
más avanzados. Otro problema que aborda Gorbachov es el del sistema de precios,
totalmente irracional. El precio de la vivienda lleva fijado desde 1928, el de los transportes
desde 1935... Hay un sistema de precios completamente irracional porque para la
población es muy barato, pero luego por el falseamiento y la corrupción no es así. El rublo
desde el final de la época de Brezhnev, y en buena medida desde antes, no deja de
depreciarse. La inflación no para de crecer. El rublo, con el que se pagan los salarios, va
perdiendo su valor. Hay un absoluto desequilibrio. Gorbachov a través de la subida de

34
salarios sube el nivel adquisitivo de la población, pero también devalúa el rublo. El 1 de
enero de 1990, casi al final del periodo, el rublo se devalúa un 50%. Los salarios entre
1986 y 1990 suben de manera importante. Pero las autoridades monetarias no logran
controlar la inflación, de forma que las subidas de sueldos no son tan importantes como
puede parecer. Además, el Estado se ve con problemas de liquidez para afrontar esos
pagos. Entre 1986 y 1990 no hay un crecimiento económico tan importante como se
espera, ni mucho menos. El sistema productivo soviético, de hecho, todavía se deteriora
más, y los beneficios con los que ha contado Gorbachov para distribuir no se obtienen.
Las previsiones no se cumplen. El Estado todavía se endeuda más, no logra controlar la
inflación, y en 1989-90 todavía se deterioran más los servicios. El crecimiento de la
economía sumergida vuelve a ser un hecho. Además, esto da argumentos a los contrarios
a las reformas en el sistema. A finales de 1990 la URSS, ante esta situación económica,
aprueba el Plan Chatalin para transformar lo más rápidamente posible la economía
socialista en una economía de mercado. Lo que pasa es que no puede aplicarse porque
la URSS se derrumba.

Justo al intento de transformación económica, la Perestroika sirve para adoptar


medidas de reforma política y social. Hay algunos cambios en el mundo de la cultura.
La Glasnost sirve para que las nuevas generaciones entren en contacto con otras
realidades culturales, políticas... Como el sistema se liberaliza, se trata de abrir, es mucho
más permeable para la llegada de libros, discos, radios occidentales... Se liberalizan los
propios medios de comunicación soviéticos, que introducen cuestiones de debate. Se
permite de nuevo la publicación de clásicos rusos prohibidos por antibolcheviques.

También hay cambios en el partido-Estado. Gorbachov considera que hay que


reducir el excesivo protagonismo del partido. Es muy importante, por la práctica fusión
entre el partido y el Estado. Hay que tratar de que las instituciones del Estado, aunque
estén dirigidas por el partido, se nutran de individuos que pudiendo aportar algo hasta el
momento no lo han podido hacer por no ser militantes: especialistas, técnicos, expertos
diversos... A finales de 1988 se aprueba una ley que modifica partes de la Constitución
soviética. Estas modificaciones son verdaderamente importantes porque transforman el
sistema electoral y crean una nueva cámara de representación, el Congreso de
Diputados Populares, que será la encargada de elegir al Soviet Supremo. Para la
elección de esta cámara podrán presentarse no sólo miembros del partido. El sistema
electoral se abre. La aprobación de la ley electoral hace que pueda haber listas con un
número indefinido de candidatos, de forma que cualquier ciudadano soviético pueda
presentarse, pudiendo ser elegido en listas propias, listas mixtas... sin ningún tipo de
cortapisa. En este sentido Gorbachov lo que pretende es que los reformistas puedan tener
una mayor presencia en el Estado. Al haber mayoría de reformistas en el Congreso de
Diputados Populares, éste elige un Soviet Supremo completamente fiel a Gorbachov.
Aparte de estas reformas, también se introducen unas comisiones que tienen que
garantizar el ejercicio en libertad del voto. En cada centro de votación de la URSS se sitúa
una comisión con militantes del PCUS y ciudadanos independientes para garantizar que
el voto sea secreto y no se produzcan comportamientos fraudulentos. Este sistema es
muy importante para esos años finales porque se van incorporando a las distintas
instancias de poder de la URSS personas nuevas, con formas distintas de ver la política.
A través de ahí se van introduciendo personas de los futuros partidos políticos de la post-
URSS. Es la generación que tendrá las riendas del poder durante los años noventa y en
algunos casos durante la primera década del siglo XXI.

Conforme pasan los meses en 1988-89-90 y las reformas económicas no tienen los
efectos esperados, dicho fracaso de las medidas económicas tiene inmediatamente un
reflejo en que las condiciones de vida de la población no mejoran como espera

35
Gorbachov. Poco a poco se va produciendo una desafección de la población respecto a
los planes económicos. La política de apertura informativa se vuelve contra Gorbachov,
que cada vez recibe más críticas. Ante esta situación Gorbachov, incapaz de poner en
marcha planes económicos satisfactorios, trata de cambiar la estructura del Estado para
flexibilizarla más y, en una carrera ya sin salida, para que la población perjudicada por la
crisis se reconcilie con la Perestroika mediante las transformaciones en las estructuras
políticas. Los reformistas tienen el control del Estado y del partido. Deciden cambiar la
estructura del sistema socialista. Entre febrero y marzo de 1990 Gorbachov firma una
serie de decretos que ponen ya en duda la primacía del Partido Comunista como dirigente
de la sociedad soviética. El 12 de febrero de 1990 el Comité Central del Partido
Comunista rechaza la dictadura del proletariado como eje central del sistema. Días
después, a propuesta de Gorbachov, se aprueba la eliminación del artículo sexto de la
Constitución soviética, que da la primacía al Partido Comunista como partido dirigente
de la sociedad. Esto supone un golpe durísimo para un sistema basado en el partido. En
el Comité Central surgen voces discrepantes. Dentro de estos cambios político-
institucionales el siguiente paso es la aprobación de las formaciones políticas. La Ley de
asociaciones abre la puerta a la tolerancia del sistema de nuevas formaciones políticas.
Bajo el amparo de esta ley surgen asociaciones teóricamente sin un matiz político (por la
defensa del medio ambiente, las tradiciones), pero que adquieren una vertiente política.
Están muy relacionadas con el resurgimiento de los movimientos nacionalistas en buena
parte de la Unión Soviética.

A estas alturas ya no se sabe lo que es la URSS. Gorbachov no sólo tiene la


oposición de los sectores más recalcitrantes del partido (que ganan adeptos entre la
población), sino que ya a finales de 1990 grupos que han apoyado firmemente a
Gorbachov se desapegan cada vez más de él y de lo que representa. Algunos le
abandonan porque quieren preservar la Unión Soviética y otros le abandonan porque
quieren desmantelar del todo la URSS. Crecen mucho los sectores ultranacionalistas, y
también surgen grupos a la izquierda del PCUS. A finales de 1990 hay gran variedad de
grupos de todas las ideologías. Todo esto muestra la pérdida de fuerza del Partido
Comunista. Moscú y Leningrado cambian sus alcaldes, triunfando las candidaturas no del
partido. La oposición antisoviética de las repúblicas bálticas gana por abrumadora
mayoría todas las elecciones en sus respectivos territorios. Gorbachov tiene ya una
oposición interna notable dentro de estas repúblicas. En estos momentos de confusión los
opositores situados en puestos políticos acentúan la crisis política. Esta situación explica
el intento de golpe de Estado de agosto de 1991. A partir de este golpe de Estado se
dará paso a la disolución de la Unión Soviética.

La exacerbación nacionalista de la URSS entre 1986 y 1991 conmociona el juego


político-institucional. Como distintos son los problemas económicos de muchas de las
repúblicas, distintos son también los problemas nacionalistas en una URSS enorme, con
muchas nacionalidades. Son pueblos con una idiosincrasia, con una cultura propia... que
tradicionalmente han formado parte del Imperio Ruso y además han formado parte luego
de la Unión Soviética. Las repúblicas asiáticas, el Cáucaso y el espacio báltico son tres
ámbitos fundamentales, que corresponden a diversas nacionalidades. Ucrania y
Bielorrusia quedan al margen de los procesos que se experimentan en estos países,
quedando bajo el control de dirigentes postcomunistas. Pero salvo Ucrania y Bielorrusia,
en el resto de repúblicas soviéticas el problema nacional entre 1986 y 1991 es un
elemento indisociable del final de la Unión Soviética, cosa que no entiende Gorbachov.

Con la Perestroika se adopta un cambio radical en la política exterior soviética,


conocida como el nuevo pensamiento de Gorbachov en política exterior. Este
pensamiento tiene tres pilares: paralizar el rearme, dejar de emplear el Tercer Mundo

36
como un arma de la Guerra Fría y conceder libertad a los países del Este de Europa para
regir sus destinos como lo consideren. Se lleva a cabo una política de control y renuncia
a la proliferación de armas convencionales y armas nucleares. No se ha producido
una Tercera Guerra Mundial por temor al holocausto nuclear, pero han proliferado todo
tipo de armamentos, y ahora se adopta esta línea de desarme. En cuanto al ámbito de la
Europa del Este, se diseña un planteamiento distinto: tratar de convencerles de llevar a
cabo unas reformas internas. Gorbachov quiere que los países socialistas inspiren sus
propias reformas en las reformas soviéticas, sin abandonar el sistema socialista,
inspirándose en el “socialismo con rostro humano” de Checoslovaquia en 1968. Asi,
Gorbachov proclama enterrada la doctrina de la soberanía limitada, en 1987 y 1989
(cuando ya existen ámbitos en los que los países sovietizados han comenzado un
proceso de reformas que no irán por el camino del “socialismo con rostro humano”, sino
por el camino de homologación con los países democráticos occidentales). El tercer pilar
de la nueva política exterior es la cuestión del Tercer Mundo. Se desactiva la bomba de
relojería que es el Tercer Mundo, y se aprovecha para restablecer las relaciones
diplomáticas entre la URSS y países como la República Popular China. Así, Gorbachov
viaja a China en junio de 1989. Además Gorbachov decide la repatriación del ejército
soviético de Afganistán, lo que es una prueba de la voluntad soviética de llevar a cabo una
nueva política en el Tercer Mundo.

En la propia URSS Gorbachov impulsa su proceso de reestructuración, pero es un


proceso de corto recorrido. La sociedad soviética se halla en un punto grave de crisis.
Además el partido no se ve capacitado para modernizar la sociedad. Se pone delante de
la mesa también el problema nacional en el seno de la URSS. La URSS tiene una
enorme población (285 millones de habitantes) y un tamaño inmenso. La URSS está
compuesta por más de cien etnias y nacionalidades, con toda una gama de culturas,
lenguas y religiones. Esto demuestra que el origen del auténtico problema nacional
soviético podemos remontarlo desde el punto de vista histórico a la formación de la propia
Unión Soviética. Entre 1918 y 1922 con los despojos del Imperio Zarista los bolcheviques
troquelan la URSS, con la excepción de Finlandia. Los bolcheviques reconstruyen lo que
ha sido la Rusia zarista, cumpliendo Stalin con aquello dicho por Lenin antes de marzo de
1918 (Tratado de Brest-Litovsk, con el que los bolcheviques tienen que aceptar grandes
renuncias territoriales), cuando habla de que dan un paso atrás con la idea de dar más
adelante dos pasos adelante. Tras la Segunda Guerra Mundial la URSS ya ocupa la
extensión del antiguo Imperio Zarista, salvo por el ámbito finés. Pero hasta la Perestroika
los historiadores soviéticos no hablarán de “imperio”, expresión con una carga peyorativa
y reaccionaria en la URSS. (Para Hélène Carrère D'Encause, el Imperio Ruso desaparece
para reaparecer como Unión Soviética). Los bolcheviques en su día prometen la
autodeterminación de los pueblos del Imperio Ruso (“cárcel de pueblos”), pero estos
proyectos se dejan de lado. En la época de la Perestroika los historiadores no dudan en
definir a la URSS como un imperio con graves problemas de enemistad entre sus partes
componentes. La Perestroika trata de afrontar esta situación, pero es ya demasiado tarde.
Cuando la situación se intenta corregir, se ve que se trata de un problema insoluble
porque en el seno de la URSS hay toda una tipología de problemas nacionales, que son
visibles en ámbitos concretos de la Unión Soviética. Por ejemplo, son visibles en
Transcaucasia (donde dichos problemas perduran hasta día de hoy, y que se han
manifestado, por ejemplo, en la guerra de agosto de 2008, con la intervención rusa en
apoyo a Osetia del Sur, que intenta abandonar Georgia y unirse a la Federación Rusa).
También hay problemas en Asia Central y en las repúblicas bálticas. Con el fracaso del
golpe de Estado de agosto de 1991 se acepta la independencia de las tres repúblicas
bálticas; territorios que después de Brest-Litovsk han sido países independientes. La crisis
nacional también llega a Rusia. Hay enfrentamientos entre el centro y la periferia, siendo

37
el paradigma las repúblicas islámicas del Cáucaso del norte (destacando Chechenia). En
Moldavia también se hace visible el problema nacional. Moldavia antiguamente era
Besaravia y se vinculaba a Rumanía. En Moldavia de facto se separa la República del
Transniéster, al oeste del Dniester, apoyada por Rusia.

Gorbachov trata de resolver la cuestión nacional intentando la formulación de un


nuevo tratado de la Unión. Quiere que las repúblicas federadas dejen de lado los
ajustes de cuentas con el centro moscovita y pongan en marcha un proceso cabal y leal
de creación de una auténtica federación, a la que se vincularían voluntariamente. Sin
embargo las pretensiones de Gorbachov en 1990 fracasan, porque ciertamente ya las
repúblicas bálticas no participan, y además también se desvinculan del proceso Armenia,
Georgia y Moldavia. Es, por tanto, imposible reconstruir la URSS tal como ha sido desde
la Segunda Guerra Mundial. Pero desde junio de 1990nhasta agosto de 1991 Gorbachov
trata de conseguir el nuevo tratado de la Unión. Esto explica el intento de golpe de
Estado. Toda la URSS es un desastre colectivo. Hay un descontento generalizado de la
población ante el fracaso de las reformas, la crisis económica, la degradación de la
situación social, la inoperancia de las instituciones... En ese caldo de cultivo los sectores
comunistas ortodoxos pergeñan un golpe de fuerza para, según ellos, sacar a la Unión
Soviética de la crisis terminal en la que está sumida. El leit motiv justificador del
movimiento es la firma de ese nuevo tratado que Gorbachov persigue. Del 19 al 21 de
agosto de 1991 se produce el intento de golpe de Estado en la URSS. Los golpistas
tratan de volver a la situación previa al proceso reformista de Gorbachov, en todos los
aspectos. Los golpistas aprovechan la estancia por vacaciones de Gorbachov en Crimea.
Viajan a Crimea para que Gorbachov se pliegue a sus deseos y anule todo el proceso
reformista puesto en marcha desde 1985-86. Gorbachov se niega y es aislado, dando a la
opinión pública un comunicado según el cual está incapacitado por enfermedad para
seguir al frente de los destinos de la URSS. Establecen el estado de excepción, que es
contestado por una parte del propio partido, una parte del propio ejército y sobre todo por
las autoridades rusas, al frente de las cuales está Boris Yeltsin. Gorbachov es restituido
en el Kremlin. Anula todos los decretos golpistas. Pero Yelstin obliga a Gorbachov a tomar
una serie de decisiones fundamentales. El 24 de agosto Gorbachov renuncia a la
Secretaría General del PCUS, y cinco días más tarde el Soviet Supremo decreta el fin de
las actividades del partido. El 2 de septiembre se disuelven el Congreso de Diputados
Populares y el Gobierno de la URSS. El 27 de septiembre las repúblicas bálticas son
reconocidas por la comunidad internacional, y días después las autoridades soviéticas
reconocen la independencia de las repúblicas bálticas. El golpe de gracia a la Unión
Soviética se lo dan los presidentes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia con la firma el 8 de
diciembre de 1991 del Tratado de Minsk, por el que se crea la Comunidad de Estados
Independientes (CEI). El 12 de diciembre la cámara legislativa rusa anula el acta
fundacional de la Unión Soviética, motivo por el cual de facto el poder soviético deja de
existir. Gorbachov el 25 de diciembre de 1991 renuncia a su cargo de Presidente de la
URSS en un discurso televisado al país y el mundo entero. Tras las palabras de
Gorbachov se arría la bandera soviética del Kremlin y se alza la bandera rusa.

9. LAS TRANSICIONES DEL ESTE DE EUROPA

Todas estas transformaciones tienen su reflejo en los países sovietizados del Este
de Europa. Las reformas de Gorbachov afectan a estos países, que dependen de una u

38
otra manera de la Unión Soviética. Para la historiografía hay una unanimidad bastante
general desde las distintas perspectivas en definir una situación de los países del Este en
la cual, a pesar de las grandes diferencias internas que existen dentro de estos países,
hay una serie de elementos comunes que se manifiestan con mayor claridad (se
manifestaban desde los años setenta) en los años ochenta, coincidiendo con los cambios
en la Unión Soviética. Características comunes que son negativas, que tratan de explicar
por qué se produce el colapso final. En primer lugar, en todos estos países la situación
económica es profundamente crítica. El sistema económico está profundamente dañado,
y aunque en algunos de estos países se adoptan verdaderas medidas reformistas, es
incapaz de regenerarse. Hay una situación económica de agotamiento, por varios
factores. Desde finales de los setenta en todos estos países no se produce un crecimiento
económico, habiendo estancamiento o incluso decrecimiento. Además, estas economías
son muy dependientes de la URSS, y la URSS trata de replegarse para solucionar sus
problemas internos. Llegan menos recursos, menos ayudas técnicas, menos ayudas
directas... Se estima que desde 1980-81 hasta 1989-90 los países del Este pierden hacia
un 30% de ayudas económicas de la URSS. Los sectores industriales están obsoletos, y
la ausencia de ayudas implica no poder modernizar esas industrias. Los países socialistas
se ven en la situación de tener que importar productos de primera necesidad porque sus
niveles de producción son muy precarios y los cambios en la agricultura en algunos casos
son nulos. Con este deterioro económico profundo, las expectativas que la población tiene
de mejora del nivel de vida se van abajo. Hay estudios comparados, hechos por los
organismos oficiales de los países socialistas, que muestran cómo comparativamente con
una década antes, los niveles de vida han empeorado.

Socialmente también son años muy duros, muy difíciles. No se cumplen las
expectativas puestas por la población en los cambios. Esto genera un profundo deterioro
social. El empeoramiento de la situación socioeconómica genera una agudización de
diversos problemas sociales, como el de la droga, el alcoholismo, la violencia de género,
el tratamiento de los discapacitados y los niños huérfanos... Todo esto tiene una enorme
relevancia en las dificultades que estos países experimentan en los procesos de
transición.

Además, hay también un profundo deterioro del medio ambiente. El abuso


indiscriminado de los recursos, el descontrol absoluto de los vertidos en los grandes
complejos industriales... son fenómenos que hipotecan el futuro a medio plazo.

A todas estas cuestiones hay que sumar la corrupción, que no sólo afecta a la
URSS, sino que en estos años se da de forma muy generalizada en estos países,
obstaculizando todo intento de cambio o mejora. El caso más paradigmático es el de
Rumanía, donde la familia de Ceaucescu cubre los puestos claves del país.

Todos estos elementos comunes hacen que en estos países no se puedan impulsar
reformas como las que impulsa en la Unión Soviética Gorbachov. En esta situación se
producen una serie de cambios en las fuerzas internas, que afectan de forma diferente a
cada uno de los países del Este, pero que son clave para entender la evolución del
sistema. La cuestión es ver cómo actúan los partidos comunistas ante la crisis, cómo
actúa la oposición y cómo actúan las iglesias. Estas tres fuerzas internas son las que
destacan los historiadores. Sobre estas fuerzas internas actúan una serie de
catalizadores, de los que habla Jean-François Soulet, tales como la Unión Soviética,
Occidente y la Santa Sede.

Los partidos comunistas en los años ochenta en general están profundamente


desprestigiados dentro de la población. El caso polaco es un ejemplo de ello. Está

39
extendida una sensación de descontento entre la sociedad de los países del Este, e
incluso dentro de los militantes más activos de los partidos. Este desprestigio del partido
se ve acompañado de una decepción, pues los cambios no revierten en mejorar la
situación de la población, y la situación de hecho empeora. La sensación de que los
partidos son incapaces de cumplir las promesas hechas crece según crece su autonomía
respecto a Moscú. En los años ochenta hay una pérdida de militancia general en los
partidos comunistas, especialmente entre aquellos sectores que no se han beneficiado del
sistema y que lo ven como irrecuperable. Los partidos comunistas reaccionan ante los
cambios en la Unión Soviética de forma diferente. Los partidos más cerrados son los que
prácticamente se mantienen en el poder sin buscar cambios hasta el hundimiento del
sistema. Son significativos los casos de Rumanía, Bulgaria y la República Democrática
Alemana. En estos países los partidos son muy cerrados y la sociedad no actúa hasta el
derrumbe del sistema.

Respecto a la Unión Soviética, con la llegada al poder de Gorbachov en la URSS


hay un nuevo pensamiento soviético en materia de política exterior. Es un cambio
cualitativo en cuanto a la concepción del mundo que tiene la URSS. Dentro de ese nuevo
pensamiento una parte importante es la que se refiere a las relaciones entre la URSS y
los países socialistas. Se apuesta por dar una mayor autonomía efectiva a estos países,
que las políticas de estos países tengan una mayor independencia de criterio,
dependiendo menos de Moscú. Con esto también se pretende que la Unión Soviética
tenga menos gastos, recibiendo estos países menos ayudas desde la URSS. Pero si la
crisis es la URSS es profunda, lo es más todavía en esos países, que ven empeorar su
situación económica. La pérdida de fuerza del Kremlin con respecto a los países
socialistas ve añadido el componente de la crisis social. Se critica a los dirigentes
comunistas, a la propia Unión Soviética... La sociedad civil cada vez se enfrenta más a los
soviéticos, y sus reivindicaciones avanzan en una línea de buscar una alternativa global.
Si la URSS no hubiera cambiado su política, el fin del sistema de organización socialista
no se produciría. La URSS permite que surjan fisuras, pero no sirven para que los países
del Este asuman las reformas y mantengan los sistemas socialistas. A través de esas
fisuras los Estados del Este optan por cambiar el sistema. Así es como la URSS sirve de
catalizador del proceso.

En cuanto al mundo occidental, estos años ochenta una parte importante de los
líderes occidentales coincide en una posición enormemente crítica con la coexistencia
pacífica, con la convergencia de sistemas. Son líderes firmemente convencidos de la
superioridad política, económica y moral del capitalismo occidental frente al comunismo.
Mantienen una muy buena relación con Gorbachov. A través de propaganda y de ayudas
económicas desde Occidente apoyan a los países del Este de Europa que quieren
cambiar el sistema. No obstante, el proceso de transformación en el Este pilla a los países
occidentales por sorpresa. Los programas que ponen en práctica tienen que ser
pergeñados sin una gran preparación previa.

El tercer catalizador al que hace referencia Soulet es la Santa Sede. El papa es un


referente no sólo para el catolicismo, sino para muchos fieles protestantes. La influencia
de Roma es significativa en el proceso de transformación, especialmente en Polonia, de
donde es Juan Pablo II.

El final del proceso de desintegración del Campo Socialista presenta en muy poco
tiempo cómo los sistemas se van abajo, se diluyen. Ocurre en muy poco tiempo, lo que
sorprende a los analistas del momento. El sistema socialista se desploma de forma
extrema y nada se salva. Se van abajo los fundamentos en los que durante mucho tiempo
las poblaciones del Este han vivido. Es un cambio inopinado, al margen de lo imaginado

40
por la mayoría de los expertos. Afecta de forma muy extrema a la población que lo vive.

Cuando se produce este final del sistema socialista, con ello también se da el golpe
definitivo a la Guerra Fría. La historiografía entiende que los procesos de cambio que se
inician en todos estos países, incluida la antigua Unión Soviética, se incluyen en el
proceso final de la Guerra Fría. Hasta que no hay una cierta estabilidad en el tablero del
mundo no se puede conocer el nuevo orden internacional que se está generando.

Con el estudio de las transiciones se genera un debate abierto en la ciencia


política y en la historia. Tanto historiadores como politólogos han estudiado siempre las
transiciones (paso de Estados no democráticos a democracias y viceversa). En esos años
ya hay muchos estudios sobre las transiciones en el sur de Europa y en América Latina.
Se habla de una “transitología”, un estudio de los procesos de transición. Hay diseñados
unos modelos, unas formulaciones, para explicar esos procesos de transición. Pero los
modelos elaborados no valen para los países socialistas. No hay ejemplos previos de
transiciones de sistemas socialistas. Los estudios que se van haciendo inciden sobre todo
en un modelo elaborado por Claus Offe, que con su equipo trabaja en establecer un
modelo de hipótesis para trabajar las distintas vertientes de los procesos de transición.
Habla de transiciones triples. La transición afecta a los tres grandes ejes del sistema
organizativo de estos países. A medio plazo está la transición económica. Hay que
cambiar la naturaleza económica después de muchas décadas de sistema socialista. En
un primer momento hay economistas y políticos que plantean terceras vías, manteniendo
cierta estructura socializada. Pero todas esas diferencias de posición finalmente derivan
en una apuesta por el cambio extremo, radical. Se aborda una privatización general de los
medios de producción, tanto en la agricultura como en la industria. Cada país tiene su
propio proceso. No hay referentes previos para esta transición económica, con políticas
desorientadas, caóticas... También están los cambios político-administrativos. Estos
cambios son muy problemáticos. Los Estados socialistas son estructuras de Estado-
partido, y los responsables principales y en muchos casos menores han hecho su cursus
honorum en el partido comunista. Cuando se derrumba el socialismo no hay personal
preparado para ocupar todos los puestos que los Estados requieren. Además la transición
afecta a la naturaleza íntima del Estado, porque buena parte del organigrama de ese
Estado depende directamente del partido, y debe ser reemplazado. Así, la transición
político-administrativa es muy compleja. En unos casos hay que formar un nuevo personal
político, en otros casos hay que jugar con el personal político que ya está (para que no
obstaculice el cambio), y hay que pergeñar también un plan para transformar la estructura
administrativa. Esto necesita recursos económicos, y estos países no se hallan en su
mejor momento. Hay problemas con las minorías nacionales, como es el caso de las
repúblicas bálticas independizadas de la URSS. El tercer aspecto es el de la
recuperación del Estado-nación. Muchos países del Este han tenido una vida
independiente a lo largo de la historia muy corta. Quieren recuperar el Estado-nación con
un marco constitucional homologable al de Europa Occidental. Tienen que solucionar los
problemas fronterizos. En la recuperación del Estado-nación son muy importantes la
posición de la Federación Rusa y la posición de Europa. Se decide no tocar las fronteras
establecidas en 1945 y presionar para que esos tratados de límites que no se han firmado
se firmen. La Federación Rusa es muy cautelosa en sus fronteras exteriores. Ya con
Yeltsin las tropas soviéticas abandonarán los Estados independientes. Durante el proceso
de transición se debaten constituciones que terminan de definir los Estados-nación y que
se homologan a las occidentales.

Esta triple transición sin modelo, sin referente, supone el cambio también radical en
elementos del Estado muy complejos. Son transiciones que se hacen en un muy corto
espacio de tiempo para la complejidad que entrañan. Algunos autores no hablan de

41
transiciones para referirse a ciertos países, sino del paso hacia el postcomunismo. Un
postcomunismo que no se sabe a dónde conducirá. Es el caso de Bielorrusia, Ucrania, los
países del Cáucaso... Se habla de postcomunismo porque aunque formalmente se
establece una estructura democrática, realmente no la hay, quedando sólo en la forma.
Continúan las prácticas políticas, económicas... de la época socialista. Es una fase de
transición no se sabe bien a dónde.

Esos procesos de transición, aunque tienen características generales similares,


presentan diferencias entre sí. En Checoslovaquia el fracaso de la reforma económica
impulsada en los años setenta, como en otros países del Este, lleva a mediados de los
ochenta a una situación profundamente crítica. Los intentos de reactivación de la
economía fracasan. Checoslovaquia es uno de los casos más flagrantes (especialmente
en Bohemia y Moravia) de alta industrialización que entra en declive desde 1975-76
claramente. Es un país con una tradición industrial importante. En Checoslovaquia el
modelo polaco tiene buena repercusión. La disidencia se fortalece a partir de los sucesos
de Polonia. En Checoslovaquia la disidencia no es tan uniforme como en Polonia. Pero en
noviembre de 1989 se funda en Praga el Foro Cívico, a cuyo frente se sitúa el escritor
Vaclav Havel, enormemente conocido en Occidente, perseguido por el régimen.
Prácticamente al mismo tiempo surge en Eslovaquia Público Contra la Violencia.
Público Contra la Violencia teme ver difuminadas las reivindicaciones propias eslovacas
dentro del Foro Cívico, pero mantienen una buena relación. La oposición logra que el
Gobierno entable negociaciones conjuntas con el objetivo claramente de avanzar hacia el
Estado de derecho, la democracia. En esas conversaciones el Gobierno se ve aislado. Ya
no hay sólo manifestaciones y muestras de protesta en las grandes ciudades. El
movimiento opositor logra movilizar también a gente en las zonas más rurales y
apartadas, generando una disidencia muy extendida por todo el territorio. El Politburó
dimite en pleno y a finales de noviembre se elimina el principio constitucional de la
hegemonía del partido en los asuntos de la sociedad. Una vez decretado esto el Gobierno
también cesa en sus funciones. A principios de diciembre se constituye de forma
apresurada un denominado Gobierno de Unión Nacional formado por el Foro y por no
comunistas. Lo preside el comunista reformista Calfa. La Asamblea Nacional nombra a
finales de mes a Vaclav Havel presidente en funciones. Se convocan de inmediato
elecciones, que se celebran en junio de 1990. El Foro y Público obtienen la mayoría
absoluta en la parte checa y en la parte eslovaca, respectivamente. Es nombrado Havel
Presidente de la República. Hasta 1994-95 hay un proceso de transición económica,
corto en el tiempo y sin aplicar las políticas de shock que se dan en otro países. Lo
sustancial de la puesta en marcha de una economía de mercado se hace de una forma
bastante pautada y sin graves dramas. En Checoslovaquia no se produce el coste social
tan elevado que se produce en otros países del entorno. Lo que no se puede mantener es
la unidad territorial. Los movimientos de oposición al régimen se organizan de forma
diferente en Chequia y en Eslovaquia. En los primeros años noventa se produce una
revitalización general de las emociones nacionalistas en el Este de Europa, en algunos
casos para recuperar los Estados-nación frente a lo ruso (Polonia, Hungría, repúblicas
bálticas... con un sentimiento nacionalista que favorece los procesos de transición), y en
otros casos la efervescencia nacionalista también sirven para que antiguas élites se
aprovechen y se mantengan en el poder, pugnando por una independencia de
determinados territorios. El caso de Checoslovaquia es muy particular. Buena parte de los
líderes opositores son partidarios de mantener la unidad de Checoslovaquia, pero se
produce un fenómeno por el cual esas llamadas nacionalistas, muy importantes en la
parte eslovaca de la federación, son conducidas en contra de Praga (y no en contra de
Moscú) por antiguos militantes del Partido Comunista. Estas llamadas emocionales tienen
impacto. El fenómeno de la independencia no cuenta con grandes movimientos de masas,

42
sino que es sobrevenido. Los partidarios de mantener la unidad dejan hacer a estos
movimientos. Y así, con la llamada Revolución de Terciopelo, se produce la separación
de las dos partes del país, sin un gran movimiento a favor y tampoco en contra. Se da una
separación pactada de la República Checa y Eslovaquia, sobrevenida por las
circunstancias, recuperándose unas idiosincrasias fuertes. Así, el 1 de enero de 1993
nacen la República Checa y la República Eslovaca. Es muy significativo a este respecto el
que Eslovaquia es el único país del Este de Europa que en algún momento trata de
desligarse del resto de Europa y volverse de nuevo hacia Rusia. Y es que los dirigentes
del movimiento nacionalista eslovaco proceden del antiguo Partido Comunista. Finalmente
Eslovaquia ingresará en la Unión Europea.

El caso de Hungría presenta una corriente reformista dentro del partido, una
sociedad civil bastante activa aunque con una oposición de menos importante... El caso
de Hungría, como en Polonia, desde mediados de los ochenta presenta una importante
corriente reformista dentro del partido. A partir de la profunda crisis económica húngara se
dan cambios en el Politburó, ascendiendo el sector reformista, que va reemplazando a los
antiguos líderes de la época del estancamiento. Prácticamente a mediados de 1988 la
corriente reformista es ya la mayoritaria dentro del partido. Sus postulados son de reforma
radical, cercanos a lo planteado por Gorbachov. El partido proclama desde finales de
1988 la necesidad de hacer una reforma profunda de la constitución, una reforma
profunda de la administración, e introducir medidas económicas encaminadas a seguir las
pautas de la Perestroika. Proclaman la necesidad de abrir las fronteras y de fortalecer los
contactos con los países occidentales. Esta disposición de reforma se plasma en un
hecho muy importante, que es la apertura el 9 de mayo de 1989 de la frontera con
Austria. En ese verano, aprovechando las vacaciones cientos de miles de alemanes
orientales que están en Hungría pasan a Austria y desde ahí a la República Federal de
Alemania. El Gobierno húngaro pone las bases de una reforma muy importante, al
margen de lo que considera la Unión Soviética. Continuando esa política reformista el
Gobierno regulariza el pluripartidismo y legaliza organizaciones políticas, organizaciones
sindicales... Con la apertura del pluripartidismo se aprueba un plan económico de
austeridad que establece ya la privatización de algunas grandes empresas estatales, con
la idea de obtener fondos para tratar de mejorar la economía productiva húngara, que
desde los setenta ha sufrido mucho (especialmente desde 1976-77). Frente a otros países
del Este, en este proceso quien lleva la voz cantante es el partido. El partido llama a una
mesa redonda a los grupos de la oposición con la finalidad de que la oposición y el
Gobierno acuerden la fecha de unas elecciones libres. De forma muy rápida se aprueba la
convocatoria de elecciones, que se producen en marzo-abril de 1990. De esas
elecciones salen vencedores dos partidos de centroderecha y centroizquierda, dos
partidos muy moderados que acogen en su seno a los principales movimientos de
oposición e incluso a antiguos comunistas reformistas que han participado en el proceso
de cambio. Vence el Foro Democrático Húngaro, y en segundo lugar queda la Alianza
de Demócratas Libres. En los años posteriores se produce lo sustancial del cambio
económico y de la incorporación de Hungría a la Europa comunitaria. Se adopta un nuevo
modelo constitucional que presenta las características del Estado de derecho. Las
instituciones supranacionales europeas están muy atentas para que esa constitución no
discrimine a determinadas minorías. Finalmente la constitución cubre a la población
magiar gitana.

Bulgaria se caracteriza siempre por ser un país fiel seguidor de la política


soviética. Ese seguimiento de las pautas soviéticas hace que uno de los partidos
comunistas más cerrados sea el que introduzca las medidas de la Perestroika. Dentro del
partido los sectores reformistas son minoritarios hasta el final. Pero en el caso búlgaro ese
grupo minoritario tiene una presencia y una fuerza mucho más importancia de la que por

43
el número cabría esperar: cuantitativamente son poco importantes, pero cualitativamente
lo son mucho. La oposición, por su parte, es muy débil y desorganizada. En esta situación
es el propio partido el que comienza a llevar a cabo internamente sus transformaciones.
Siempre, en principio, la actitud que adopta el Gobierno comunista en 1989 es una actitud
de esperar y ver. Quieren esperar a ver qué actitud toma la URSS frente a los cambios del
conjunto de democracias populares, y una vez vista la actitud de la URSS, ver qué ocurre
en Hungría, Polonia... ante los cambios que se están produciendo. El gran incentivo a dar
un paso definitivo hacia el cambio es lo que ocurre en la navidad de 1989 en Bucarest,
cuando son asesinados los Ceaucescu. La oposición se ve superada por la actitud del
partido, que impulsa la transformación y se transforma en Partido Socialista, con un
programa socialdemócrata y que abjura de la herencia comunista. Inmediatamente lo que
hace el partido es permitir el pluripartidismo y convocar elecciones, que se celebran en
junio de 1990 y que dan el apoyo masivo de la población al Partido Socialista, con una
gran distancia ante los distintos grupos de oposición, que se unen en la Unión de
Fuerzas Democráticas (que pese a la distancia, es el segundo partido más votado).
Después de Albania y de Rumanía es el país más pobre de Europa del Este, con algunos
sectores muy empobrecidos, y el Partido Socialista llama a la oposición para formar un
Gobierno de coalición con un gran número de técnicos (especialmente en los ministerios
económicos). Este hecho hace que indudablemente en un país en el que algunos
informes internacionales preveían la posibilidad de choques sociales se produzca un
proceso tranquilo, en el que el Gobierno de coalición elabora un gran plan de ajuste y
reestructuración de la economía para dar paso a la economía de mercado, para
equilibrar los sectores y para suprimir las duplicidades en la administración. Ese plan de
ajuste se lleva a cabo al mismo tiempo que se convocan unas nuevas elecciones para dar
el paso definitivo a la normalidad. Este Gobierno de coalición pone en marcha el plan de
ajuste y redacta una nueva constitución democrática que es aprobada en julio de 1991.
En las próximas elecciones, de octubre de 1991, gana la Unión de Fuerzas Democráticas
por un estrecho margen de votos, llamando al Gobierno al Partido Socialista, formándose
un nuevo Gobierno de coalición.

10. EL FIN DEL PROCESO

El proceso de transición es muy rápido e inesperado. Va unido de forma inexorable


a la incorporación de estos países en las Comunidades Europeas y en las
instituciones supranacionales del antiguo sistema rival. Estos países se unen a la
Unión Europea, a la OTAN... Para la historiografía esto implica el final del orden de Guerra
Fría. Los antiguos países socilistas tienen prisa por incorporarse lo más antes posible a
esas estructuras capitalistas. Todos los Gobiernos de transición (sean del color político
que sean), las oposiciones, los sindicatos, las organizaciones sociales... están de acuerdo
en incorporarse a las estructuras supranacionales del bloque capitalista.

Cuando comienzan a producirse estas transiciones, antes incluso de disolverse la


URSS, los organismos supranacionales del mundo capitalista reaccionan claramente a
favor de apoyar todos esos procesos de transición. Muestran un apoyo primero formal, y
luego se dotan de una serie de medios para apoyar esas transiciones. En julio de 1989 el
G7 opta por hacer una declaración formal de apoyo a los cambios y habilitar un primer
programa de ayuda económica y técnica gestionado por las comunidades europeas. Ese
primer programa es es Programa PHARE (Polonia Hungría Ayuda a la

44
Reestructuración Económica). Este programa está abierto a que lo soliciten otros
países del Este aparte de Polonia y Hungría que están a las puertas de iniciar la transición
en esos momentos. Poco después, en diciembre, el Consejo Europeo (reunido en
Estrasburgo) hace una declaración formal de apoyo a las transiciones en estos
países. Dicen explícitamente que habilitarán sistemas de ayuda siempre que un país lo
solicite, para favorecer las transiciones pacíficas tal y como parece que la sociedad de
estos países demanda. Es una declaración formal con una fuerza bastante determinante.
El PHARE empieza a librar ayuda económica en enero, y en mayo amplía su radio de
acción a Checoslovaquia, Bulgaria, Rumanía, la República Democrática Alemana y
Yugoslavia. Albania no ha comenzado ningún tipo de cambio y queda al margen del
PHARE.

Desde comienzos, por tanto, de 1990, antes todavía de que caiga la URSS y se
sepa a dónde van estas transiciones, se está ayudando económicamente a estos países.
Y no es sólo una ayuda de las instituciones supranacionales, sino también de los países
europeos y extraeuropeos, con mecanismos de ayuda bilaterales. Se transfieren
recursos económicos para evitar el colapso total de esas economías y de esas
sociedades. Cuando comienza a saberse en esos primeros años noventa la situación
económica real por la que atraviesan estos países, las Comunidades Europeas, Estados
Unidos... los países occidentales, se dan cuenta de que la situación es mucho más
dramática de lo que se han imaginado, e incluso de lo que los propios Gobiernos de los
países del Este conocen. Unos 3500 millones de euros conforman el primer montante del
Programa PHARE, y es ridículo, no vale para abordar todos los problemas de estos
países. Entonces se firma en enero de 1990 el protocolo de creación del Banco Europeo
de Reconstrucción y Desarrollo (BERD), para la Europa del Este, que se incorpora en
la red PHARE con el objeto de que con las aportaciones comunitarias además de
continuar el plan de ayuda, con ayudas a fondo perdido los países del Este que quieran
puedan obtener recursos para ese periodo crítico.

Junto a estas ayudas esencialmente económicas, en abril de 1990 el Consejo


Europeo decide establecer los Acuerdos Especiales de Asociación (conocidos muchas
veces como Acuerdos Europeos) como un mecanismo plenamente comunitario para
facilitar y fortalecer las ayudas y para ir creando unas bases en estos países que faciliten
en un futuro la incorporación. Las Comunidades Europeas habilitan estos acuerdos para
que en un futuro próximo sea más sencilla la incorporación de estos países. Utilizan la
transición para que dentro de esa misma transición se vayan poniendo en marcha algunas
de las disposiciones favorecedoras de la integración. Transición e integración en Europa
forman parte del mismo proceso de cambio. Estos acuerdos suponen, en primer lugar,
que en los países que los soliciten irán allanando el camino para que en un breve espacio
de tiempo tengan economías de libre mercado. En segundo término, se establece entre
las Comunidades y los países solicitantes una cooperación en asuntos industriales,
científicos y técnicos. La idea es ayudar a estos países a salir de su atraso tecnológico,
facilitando su reconstrucción industrial. Se apoyan políticas de I+D, la sustitución de
industrias contaminantes por otras mejores para el medio ambiente... Técnicos
comunitarios empiezan a trabajar en estos países para llevar a cabo estos cambios. En
tercer lugar, la ayuda financiera, distinta a la del PHARE o la del BERD. Cada uno de
estos programas prestan una ayuda financiera concreta. Los programas se van haciendo
más sectoriales. Y el cuarto punto es establecer foros políticos a distintos niveles entre los
representantes de estos países y los representantes comunitarios.

Estos acuerdos son muy bien recibidos por los Gobiernos de los países del Este.
En diciembre de 1991 Bruselas firma ya tres acuerdos con Hungría, con Polonia y con
Checoslovaquia (en octubre de 1993 Eslovaquia y la República Checa refrendarán estos

45
acuerdos). En noviembre de 1992 firman estos acuerdos Rumanía y Bulgaria.
Prácticamente a finales de 1992 las Comunidades ya tienen firmados los acuerdos con la
mayoría de los países del Este. A finales de 1992 ya hay firmados entre las Comunidades
Europeas y las repúblicas bálticas y Albania acuerdos de colaboración. Hay un
fortalecimiento de relaciones con algunos de los países de la antigua Unión Soviética. Se
establecen también relaciones con Moldavia, una de las repúblicas más pobres y con más
problemas.

Este panorama hace que las Comunidades Europeas tengan que variar la idea que
tienen de una incorporación más lenta de estos países a tenor de cómo se están
produciendo las transiciones. Las Comunidades ponen más instrumentos para facilitar la
integración. En junio de 1993 en Copenhague el Consejo Europeo dice que los países del
Este podrán entrar en la Unión Europea en cuanto cumplan los requisitos. Los cambios se
están llevando con más rapidez y más efectividad de lo que se esperaba. Las
Comunidades tienen que dar un salto adelante. A partir de ese momento la Unión Europea
decide aumentar las ayudas de los programas ya existentes y pergeñar un plan para la
integración, un programa con el fin de plantear ya cómo se deberá llevar ese proceso de
integración que inevitablemente será complejo. Este plan lo forman las llamadas
Estrategias de Preadhesión. Se pone en marcha justamente cuando ya hay países del
Este que solicitan formalmente ser candidatos para integrarse en la Unión Europea. El 31
de marzo de 1994 y el 5 de abril del mismo año Hungría y Polonia presentan su
candidatura oficial a entrar en la estructura comunitaria. Bruselas ha previsto esa
posibilidad, con lo cual a lo largo de 1994 se van perfilando esas estrategias, con una
serie de Consejos Europeos... Se ponen en marcha claramente a lo largo de 1995. Dentro
de la estrategia se incluye todo lo anterior, pero en este caso las estrategias incluyen ya
una serie de disposiciones para que los países candidatos vayan preparándose para
asumir el acervo comunitario, toda la legislación comunitaria. Y a esto se añaden nuevas
ayudas estructurales sectorializadas, dirigidas a sectores concretos. Uno de los
instrumentos es el SAPARD (Programa de Ayuda a la Reestructuración y al Desarrollo
Rurales). La idea es modernizar la agricultura, en países donde el atraso es generalizado.
Estas estrategias rompen completamente cualquier vínculo con el pasado de los países
candidatos.

A la altura de 1995 ya se ha producido una incorporación de las arquitecturas de


esos Estados al marco occidental. Así se manifiesta en la documentación que generan las
instituciones comunitarias y las embajadas. Ya no cabe esperar otra cosa que una
incorporación en un relativamente espacio de tiempo a la Unión Europea. A finales de
1994 y principios de 1995 el compromiso de la Unión Europea respecto al Este de Europa
se ha ampliado ya claramente. Comienza a hablarse de forma abierta de la incorporación
de las antiguas repúblicas soviéticas.

El cambio traspasa la propia idiosincrasia de la Guerra Fría, pues Rusia pierde


zonas de influencia tradicionales desde hace siglos. Rusia tiene un doble proceso de
asunción de esa pérdida de influencia y también de transición. La situación rusa llega a
preocupar a su antiguo enemigo, los Estados Unidos, que en 1993-95 tratan de dar cierta
estabilidad a Rusia a través de acuerdos, de ayudas económicas, de presionar a Bruselas
para que cuente con Rusia... Se producen las guerras de Chechenia, con masacres, y
Estados Unidos considera que son problemas internos de Rusia, interviniendo a nivel
internacional para que no se sancione a la Federación Rusa por su política en Chechenia,
Osetia... Rusia en muy pocos años tiene que aceptar todos los cambios. Pasa de ser
imperio a ser Estado-nación, por primera vez en su historia.

Junto a Hungría y Polonia, que son los primeros países, el resto van presentando

46
sus candidaturas oficiales de adhesión a lo largo de 1995 y de 1996. El último país en
hacerlo es Eslovenia. La Unión tiene que enfrentarse ante un número muy elevado de
candidatos. Ya en 1998 comienzan las negociaciones para la adhesión, y en diciembre de
2000 el Consejo Europeo de Niza establece los fundamentos legales para la ampliación
de la Unión Europea. En Niza se establece el refuerzo del papel del Presidente de la
Comisión Europea. Se asigna un nuevo número de escaños en el Parlamento. Se
modifica el reparto de votos en el Consejo Europeo para reforzar el voto por mayoría. En
2000 los miles de millones de euros que la Unión ha gastado en la ampliación se acercan
ya a los cien mil. Igual que en el caso de la unificación de Alemania, este proceso de
ampliación no podría hacerse en otro momento histórico. Se dan las condiciones
necesarias (financieras, institucionales, políticas...) para acometer un esfuerzo de ese
tipo. Las negociaciones para los países más avanzados concluyen en diciembre de 2002,
cuando el Consejo Europeo de Copenhague anuncia la incorporación plena en el año
2004 de ocho países (Lituania, Estonia, Letonia, Hungría, Polonia, la República Checa,
Eslovaquia y Eslovenia). A petición propia, Rumanía y Bulgaria posponen su entrada en
principio para 2007, porque son conscientes de que no están todavía en condiciones. El 1
de mayo de 2004 se abren las puertas a estos ocho países. 75 millones de personas se
incorporan a la Unión Europea.

47

S-ar putea să vă placă și