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como alternativa al capitalismo. Se siente aislado, acaba de salir de la guerra y tiene que
reconstruirse. Tiene que construirse como Estado y reconstruirse económicamente. Tiene
que buscar un lugar en el mundo, parafraseando a Stalin. La Unión Soviética, eso sí tiene
una enorme potencialidad económica. A esto se añade la entrada en la Segunda Guerra
Mundial, que en el caso de la Unión Soviética sirve para afianzar definitivamente el
liderazgo de Stalin, una forma de entender la economía, la política y la sociedad dentro
del variopinto mundo del marxismo-leninismo. La Segunda Guerra Mundial consolida a un
líder con ideas claras sobre cómo organizar la sociedad y la economía. Las guerras
intestinas en el movimiento comunista se aplazan durante un tiempo. Stalin es capaz de
afianzarse, y con él un grupo de poder que por fin sabe qué quiere hacer con la URSS.
Stalin conforme se desarrolla la guerra y sobre todo tras la derrota alemana en
Stalingrado está organizando la posguerra. El liderazgo de Stalin se afianza en torno a la
guerra. Stalin es un genio de la propaganda y sabe utilizar muy bien los recursos
propagandísticos de la guerra para unir la idea de la victoria en la guerra con la victoria
definitiva del comunismo. Eso además lo une a un sentimiento nacional ruso en la guerra.
Aunque teóricamente al marxismo-leninismo le repugna el nacionalismo, Stalin entiende
muy bien la idiosincrasia de los pueblos eslavos y sabe que la lucha contra el fascismo
tiene que ir unida a los sentimientos de esa población. Una población -tanto la rusa como
la de los países del Este- enormemente atrasada. Para movilizar a toda esa población
Stalin durante la guerra utiliza la propaganda para unificar al pueblo ruso y al resto de
nacionalidades de la Unión Soviética. Se unen en torno a un ejército que no es un ejército
nacional: el Ejército Rojo. Para la URSS la Segunda Guerra Mundial es la Gran Guerra
Patria. A partir de ahí comienza a existir un pueblo soviético. Esto es de enorme
relevancia para la inmediata posguerra. La Unión Soviética, que se calcula que pierde
unos 20 millones de personas, ve paralizada su actividad económica. La guerra se
desarrolla en las zonas más occidentales de la URSS, que son las más desarrolladas
agrícolamente y las únicas zonas que tienen industria. La industria y los transportes son
destruidos. Por ejemplo, desaparece el 70-80% del ferrocarril. Cuando se teme que los
alemanes tomen Moscú se desmontan y llevan más allá de los Urales unas 1400
empresas. Así, la situación en 1945, cuando concluye la guerra, es muy distinta para una
potencia que para otra. Eso sí, la Unión Soviética de Stalin ha desarrollado durante el
conflicto una extraordinaria industria militar. El primer foco de atención soviético es la
industria militar, capaz de enfrentarse al preparadísimo ejército alemán. A lo largo del
conflicto la industria armamentística soviética, que previamente apenas ha tenido
importancia, tiene un enorme desarrollo. De ahí la capacidad soviética de reacción, que
desde 1943 realiza grandes avances diarios en el Este.
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marcada. Así, hay una sucesión de conferencias entre franceses, británicos,
norteamericanos y soviéticos. En febrero de 1945 se produce la Conferencia de Yalta.
Luego se produce la Conferencia de Postdam. Teóricamente estas conferencias son las
que sellan la paz. Dicen que todos los pueblos liberados del fascismo podrán organizarse
de manera democrática con apoyo de las potencias. Acuerdan que se creará una
organización supranacional para evitar conflictos. Es un gran aparato retórico que trata de
justificar que, una vez vencido el fascismo, Europa y el mundo se podrán reconstruir
política, económica y socialmente conforme a la decisión de sus ciudadanos.
Evidentemente los líderes mundiales del momento saben que el panorama tras la
guerra es tan absolutamente desolador que ese mundo de posguerra deberá ser
organizado conforme a los patrones que las dos grandes superpotencias emergentes del
conflicto marquen. Soviéticos y norteamericanos tienen el poder de influir directamente en
el futuro de Europa y del mundo, y así lo hacen. Por debajo de la retórica de las
conferencias subsiste un juego de poder. En ese juego la URSS juega sus bazas. En
primer lugar, se niega a desmovilizar las tropas desplegadas en todos esos países del
este de Europa que han liberado del fascismo. Postdam dice que los ejércitos
norteamericano y soviético tendrán que retirarse a sus cuarteles, pero la Unión Soviética
de hecho envía más fuerzas, reforzando esa frontera arbitraria establecida por los
avances de unos y otros. Además en las zonas ocupadas por los soviéticos el poder no
pasa a las formaciones políticas que se están reconstruyendo, sino que lo mantienen los
comandantes militares soviéticos. Éstos comienzan a organizar la ayuda económica y
también la primera reorganización política. Se crean instituciones locales, parlamentos... y
cualquier decisión política tiene que tener el aval de la comandancia soviética para ser
efectiva. En 1945-46 quedan zonas en las cuales, por distintos motivos, qué se hará. Por
ejemplo, Grecia, Austria, las repúblicas bálticas (independientes durante la época de entre
guerras), etc. Ante eso la reacción es mantener y fortalecer la ocupación.
Las conferencias aceptan que en los territorios del Este, conforme a lo manifestado
por los representantes soviéticos, dada la endeble estructura política de estos países (con
estructuras muy frágiles, sin apenas tradición democrática), se establezcan para dar más
solidez al sistema frentes populares o nacionales, coaliciones de fuerzas políticas. La
idea es que la reconstrucción sea más rápida. Se quiere presionar en cierto modo para
que los procesos de reconstrucción política, bajo el amparo soviético, se lleven a cabo
bajo la fórmula de frentes populares. Al tener el control de la situación los comandantes
militares soviéticos, esos frentes populares caen bajo la influencia de los respectivos
partidos comunistas, de obediencia soviética. Así, entre 1945 y 1948 el modelo de
inspiración soviética prácticamente queda consolidado en estos territorios del Este,
liberados del yugo nazifascista por el Ejército Rojo. A la altura de 1948 ya se han
construido sistemas de organización política y económica fundamentados en el
modelo soviético. Son momentos de aceleración histórica. Muchas veces se divide esta
evolución entre fases, aunque no son exactas porque unos procesos son más rápidos que
otros, o con características diferentes. No obstante, hay unas pautas generales que se
siguen en esta evolución, unas políticas que se suceden bajo impulso de la Unión
Soviética.
El primer gran problema con el que se encuentran las dos grandes potencias, y en
este caso de la URSS, es el abastecimiento de esos territorios que por sí solos no
pueden desarrollar su economía. Son espacios atrasados que han sufrido muy duramente
la guerra y con grandes problemas de abastecimiento. Son territorios además pobres, por
lo general, en recursos energéticos. La URSS establece distintos planes para la ayuda
económica y material a estos territorios. Llegan técnicos y expertos soviéticos para poner
en marcha las industrias, la agricultura, la administración...
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Junto a ese plan económico de ayuda durante 1945-46 se van poniendo las bases
de esos Gobiernos de frente popular. Se propician elecciones a cámaras
representativas de las cuales salen Gobiernos. En esas elecciones se presentan las
distintas fuerzas políticas sin relación o vínculo directo con el nacionalsocialismo (las
cuales son prohibidas, o reprimidas en parte; por ejemplo, algunos partidos campesinos).
De estas elecciones salen Gobiernos en los que los partidos comunistas (minoritarios
en muchos casos) tienen una amplia representación. Estos ejecutivos agrupan a distintas
tendencias políticas con el fin de fortalecer el sistema. Dentro de estos primeros
Gobiernos, al margen de la fuerza de los distintos partidos comunistas locales, éstos se
hacen con los ministerios clave, como defensa o interior. Carteras de las que dependen
los servicios de seguridad. También habitualmente se hacen con los ministerios de
exteriores y sobre todo economía. En la mayoría de los casos los dirigentes comunistas
se instalan en los puestos principales de responsabilidad, teniendo además relaciones
estrechas con las comandancias militares soviéticas y con el propio Kremlin (pues han
estado en la URSS exiliados). Ya en 1945-46 la documentación de archivo, a través de los
informes que emiten fundamentalmente los servicios vinculados a estos ministerios y las
secretarías generales de los partidos comunistas locales (es decir, documentación
interna) enviados a Moscú, hace análisis de cómo ven la situación del momento y cuáles
consideran que han de ser los pasos hacia la toma del poder por parte de los partidos
comunistas. Esos informes son vistos en el Kremlin, que va señalando cómo debe ser el
proceso en cada país.
Por un lado, la táctica de los partidos comunistas es convencer, por vías directas
o por vías más sutiles, a los líderes de las fuerzas de izquierda no comunistas para que se
diluyan y entren a formar parte del partido comunista a través de diferentes
denominaciones. En algunos casos las fusiones son fáciles, y en otros casos implican
medidas duras. En ese proceso no solamente los partidos comunistas tratan de agrupar a
las fuerzas de izquierda, sino que incluso tratan de convencer a otras fuerzas políticas con
larga tradición. Por ejemplo, los partidos campesinos, que generalmente son pequeños y
conservadores. También líderes, grupos, facciones... dentro de estas organizaciones para
que entren a formar parte del partido, a veces con éxito y a veces sin él. Hay un
crecimiento y fortalecimiento de los partidos comunistas a costa de otras fuerzas.
Junto a ello también, de forma muy cautelosa, comienzan desde los ministerios
económicos las primeras medidas estatalizadoras. Primero respecto a la gran industria,
con la idea de que las industrias, fortalecidas en buena medida por las ayudas soviéticas,
queden ya dentro del sistema colectivizador. Estas medidas son en genera bien
aceptadas por las poblaciones de estos países, que no han tenido nunca acceso al control
de los medios. Con la socialización dejan de existir conglomerados de intereses
industriales. Son medidas bien acogidas y muy visibles. Las primeras grandes inversiones
soviéticas, a través de los primeros acuerdos bilaterales de la URSS con estos países,
son muy atractivas. Además, la URSS durante estos años envía comida y repuestos para
cualquier tipo de instrumento, reconstruye tendidos ferroviarios... Se hace visible la ayuda
material soviética, amplificada por el aparato propagandístico.
Estas políticas tienen en principio una reacción por parte del mundo capitalista
bastante cautelosa. En la administración norteamericana hay un sector importante
partidario de dejar hacer a los soviéticos, conscientes de que la división del mundo es un
hecho. La posición norteamericana no es demasiado beligerante, más allá de la retórica.
Salvo cuando la puesta en marcha del Plan Marshall puede afectar a Europa del Este. En
esos momentos todavía los partidos comunistas no han tomado en exclusiva el poder en
los países del Este. Pero la puesta en marcha del Plan Marshall supone que algunos
países del Este (sobre todo Checoslovaquia) se interesen en solicitarlo. El Kremlin teme
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que el plan distorsione el proceso de sovietización, pues en los Gobiernos de coalición
hay partidos interesados por el plan. Así, con el golpe de Praga de 1948 se da paso de
estas medidas suaves a medidas más duras ante el riesgo del Plan Marshall, sirviendo
además de modelo para las tomas del poder en el resto de países. En Checoslovaquia
hay una tradición democrática, personalidades de la independencia tras la Gran Guerra,
un partido comunista fuerte... El Partido Comunista de Checoslovaquia está liderado
por Klement Gottwald. Es un líder muy relacionado con el Kremlin y con el Stalin. Está
muy valorado dentro de Checoslovaquia y en todo el campo del socialismo revolucionario.
Forma parte del Gobierno liderado por uno de los líderes históricos de la independencia
checa, Eduard Benes, que no es comunista. Benes es partidario de solicitar el Plan
Marshall para una reconstrucción más rápida del país. Ante esa intención el Kremlin llama
a consulta al ministro de exteriores checoslovaco, hijo del líder de la independencia checa
Masaryk. El Kremlin quiere que el Gobierno checoslovaco se niegue a aceptar la ayuda. A
la vuelta de su viaje el ministro Jan Masaryk parece ser que se suicida. Esta negativa
impuesta a aceptar el Plan Marshall indica a las dos superpotencias hasta dónde pueden
llegar. El 24 de febrero se produce el golpe de Praga y los comunistas toman el poder,
suicidándose Masaryk poco después.
(MARGOLIUS KOVÁLY, Heda; Bajo una estrella cruel. Una vida en Praga 1941-
1968).
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del partido. Esto hace referencia a la unidad ideológica y organizativa, que actúa de
arriba a abajo monolíticamente en función de la elevada disciplina consciente de los
miembros del partido (por lo tanto, una pieza clave y fundamental). No hay posibilidad de
organizar fracciones o plataformas políticas. El tercer principio básico es el principio de
liderazgo colectivo, sometido a las decisiones del máximo órgano del partido. El cuarto
principio básico es el principio productivo y territorial. El partido se organiza mediante
un sistema que combina el principio productivo (la presencia de dirigentes o de miembros
del partido en organizaciones productivas: fábricas, oficinas, comités...) con el principio
territorial (la presencia de personas vinculadas al partido en los lugares de residencia). El
quinto principio es el principio de democracia intrapartidaria. Teóricamente en los
órganos de actuación del partido, desde la base hasta la cúspide, se tiene plena libertad
para debatir y para cuestionar la actuación del partido, aunque ciertamente la decisión
que se toma obliga férreamente a toda la organización. El sexto principio es el principio de
pureza ideológica. Sólo se llega a miembro del partido si uno en su cursus honorum vital
demuestra una lealtad extraordinaria a los principios del partido y una pureza ideológica.
La degradación de la pureza ideológica aparta al partido del contacto con las masas.
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del sistema de tipo soviético son las siguientes. En primer lugar, todos los poderes están
centralizados y son dirigidos por el partido. En segundo lugar, el poder central tiene la
última palabra en todos los asuntos de la vida pública. En tercer lugar, el poder central
recae en los órganos supremos del partido, en especial en el Politburó y en su Secretario
General. En cuarto lugar, los órganos del poder central sólo son formados por la
nomenklatura del partido. En quinto lugar, el Estado y las organizaciones de masas están
dirigidos y controlados por el partido.
A) LA ESTRUCTURA ECONÓMICA
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farmacéutica, óptica, los astilleros, las refinerías, industrias extractivas de minerales... Se
practica el crecimiento extensivo: no crece la productividad, sino la producción bruta. Lo
que interesa es crecer lo más rápido posible. Se recurre a una mano de obra que trabaja
más horas de las estipuladas, con jornadas como los sábados comunistas, para fomentar
el crecimiento industrial. Se posponen los beneficios sociales en favor del crecimiento de
la producción para que los soviéticos sean autosuficientes. Y ciertamente hay un esfuerzo
colectivo. Se controlan además los abusos (por ejemplo, el mercado negro).
Estos esfuerzos tienen sus resultados. En 1950, según un informe propio del
Partido Comunista (cuyas consecuencias han sido avaladas por la historiografía), la
URSS ha recuperado los índices productivos de 1939, es decir, de antes de la guerra.
También en 1950 se ha superado ya con mucho la extracción de mineral básico (mineral
de hierro, carbón, petróleo, níquel, wolframio...) de 1939. En 1953, poco antes de la
muerte de Stalin, los grandes sectores de la industria pesada tienen unos niveles de
producción bruta que se asemejan a los niveles norteamericanos. El crecimiento es
imponente. Así pues, tiene un gran éxito el establecimiento de una superpotencia
industrializada, con una industria moderna y con una base enorme de recursos minerales
y energéticos.
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B) LA POLÍTICA
Stalin muere el 5 de marzo de 1953. Cuando muere Stalin todo el mundo salido de
la guerra es ya plenamente consciente de que se han instalado y consolidado dos
sistemas de organización política, económica y social radicalmente distintos. El mundo
queda marcado por las relaciones entre el mundo capitalista y el mundo socialista. Tanto
dentro de la Unión Soviética como fuera del país la URSS es ya considerada una gran
potencia en todos los órdenes.
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socialistas del este de Europa. Los informes de las embajadas occidentales entre 1953 y
1955 se manifiestan sobre la realidad soviética de una forma que evidencia que están
contaminados por la propia personalidad de Stalin. La mayor parte de estas percepciones
(se cree que habrá fuertes luchas internas) que se tienen son erróneas. El partido ha
aprendido lo ventajoso de llegar a acuerdos y consensos para mantener la estabilidad.
Entre la muerte de Stalin y la convocatoria del XX Congreso del PCUS (el congreso
de la desestalinización, en febrero de 1956) el partido y el Estado evolucionan dentro de
la senda marcada por Stalin, con las mismas políticas económicas, la misma política
internacional, la doctrina militar soviética, el crecimiento productivo a los mismos niveles,
la ampliación de las infraestructuras de transporte (mejoran mucho las carreteras), el
impulso de las industrias militares, la colectivización... Parece que no hay cambio
aparente. Pero en estos años se van introduciendo cambios en el aparato del Estado.
Van reemplazando poco a poco a sectores de la nomenklatura estalinista por grupos más
acorde a la nueva realidad. No obstante, es un proceso progresivo, no hay grandes
purgas como en los años treinta. En estos años Khruschev fortalece su posición decisiva
en el aparato del partido-Estado. Khruschev tiene una influencia cada vez mayor sobre las
distintas facciones dentro del partido. Se fortalece internamente para tratar de desarrollar
su propia política, que ya no es la estalinista. Son años de transición pausada, paulatina,
con reformas internas...
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dicen no dirigentes nuevos, sino miembros de la dirigencia en época de Stalin. En el
partido hay muchas discusiones acerca de hasta dónde llevar la crítica. En todo caso, se
lanza esta crítica. Tiene consecuencias simbólicas: empiezan a retirarse las estatuas de
Stalin, los cuadros de Stalin... Pero lo más importante es la crítica que se desliza sobre las
prácticas represivas de Stalin. Se critica la práctica represiva generalizada e irracional. Se
recuperan figuras reprimidas por Stalin.
Todo este cambio de estrategia que se acuerda en el XX Congreso tiene luego que
plasmarse en la práctica. Tras el XX Congreso Khruschev se ve muy apoyado en la Unión
Soviética y también en el exterior. Su discurso no queda en mera retórica. Se ponen en
marcha políticas reformistas (dentro siempre del marxismo-leninismo) de importancia.
La agricultura es uno de los primeros campos que se ven afectados por las reformas.
Khruschev es consciente de que el crecimiento productivo de las granjas colectivas es
muy pobre, y en muchas ocasiones no hay crecimiento, sino estancamiento o incluso
retroceso de la producción. La colectivización no ha servido para incrementar ni la
rentabilidad ni la producción bruta. Es un grave problema para un país inmenso, poniendo
en entredicho el funcionamiento de las cosas. Entre los campesinos y en la ciudad ha
crecido mucho el mercado negro. En algunos lugares se practica el trueque. Khruschev
plantea que, manteniendo la estructura colectivizada, se aumenten los salarios de los
campesinos de las granjas colectivas. En un primer momento intenta incentivar el trabajo:
a mayor producción, mayor salario. Pero esto no sale adelante. Sí que se aumentan
linealmente los salarios de los trabajadores de las granjas. Pero el Secretario General es
incapaz de imponerse a la burocracia intermedia que maneja las estructuras
administrativas en el campo y que teme que la incentivación del trabajo reduzca su poder.
Así, a finales de los años cincuenta hay más diferencias salariales y nivel de vida entre
obreros especializados de la ciudad y campesinos que en la época estalinista. No sólo la
situación no mejora, sino que empeora. También busca Khruschev una cierta autogestión
de las granjas colectivas, evitando decisiones de órganos intermedios, pero no se logra
llevar a cabo. Así, continúa el estancamiento. Los problemas económicos de la
colectivización continúa. Los presupuestos estatales para la agricultura en época de
Khruschev aumentan, pero los aumentos se dirigen a sectores muy concretos: forraje,
transformación industrial, grano, productos muy concretos... Son presupuestos selectivos,
reduciéndose mucho la posibilidad de equilibrar internamente los salarios, las mejoras
productivas... Cada vez hay un mayor abismo entre el sector primario y el sector
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secundario. Esto demuestra la incapacidad del poder central del partido frente a la
burocracia intermedia, que está en relación directa con los sectores productivos.
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que se han desviado de la ortodoxia. A partir de 1957 la URSS frena en buena medida el
revisionismo en los distintos países.
Las crisis recurrentes en Europa del Este son una de las características
fundamentales del sistema soviético. El sistema soviético se ve contestado en estas crisis.
La primera crisis se da vivo todavía Stalin, en 1948. Posteriormente se dan en 1953,
1956, 1968, los ochenta... hasta la crisis final de 1989. Milan Kundera habla de estas
crisis recurrentes el El telón. El literato húngaro Gyorgy Konrad escribe El cómplice,
donde el protagonista dice no ser ya comunista pero no haberlo declarado todavía, pues
el sistema socialista no puede subsistir sin prisioneros políticos y sin terror. Dice que el
socialismo real sólo sobrevive mintiendo continuamente. El pensamiento que no es
propiedad del Estado es criminal o malsano. Ahí bebe de Solzhenitsyn, que dice que lo
peor del comunismo es la mentira. Milovan Djilas, en su día lugarteniente del yugoslavo
Tito, piensa por su cuenta y critica el socialismo real en La nueva clase, cayendo en
desgracia. Critica la autogestión yugoslava diciendo que el régimen yugoslavo es como un
escenario de cartón piedra, sin nada por delante ni nada por detrás.
No obstante, antes del inicio de las crisis recurrentes de 1953 (en un momento de
vacío de poder en el comunismo, pues 1953 es el año de la muerte de Stalin), el mundo
socialista experimenta un proceso de ruptura entre la URSS y Yugoslavia en 1948. El
yugoslavo Tito pretende erigirse en el máximo líder del comunismo balcánico sin contar
con el máximo líder del internacionalismo proletario, Stalin. Pretende crear una especie
de asociación balcánica en la que estén presentes Bulgaria, Rumania, Albania y
Yugoslavia, reafirmando su autoridad y su prestigio. No consulta sus intenciones con la
Unión Soviética. Tito juega con ventaja, pues ha sido el liberador de los Balcanes de la
invasión nazi. Los partisanos de Tito logran el apoyo de Gran Bretaña desde 1941. Se
benefician de toda una ayuda en pertrechos y material bélico para sus dos objetivos: la
guerra contra los alemanes y la guerra contra los chetniks (ultranacionalistas) serbios y
los ustachas (fascistas) croatas. Tras la guerra Tito tiene una gran aureola de éxito y pone
en marcha su proyecto. Pero los países del Kominform (Oficina de Información de los
Partidos Comunistas) expulsan a Yugoslavia por desviación del marxismo-leninismo,
nacionalismo y hostilidad a la Unión Soviética. Consideran a la Yugoslava de Tito un
régimen contrarrevolucionario. Yugoslavia entonces tiene que refundarse, naciendo el
titoísmo. El Partido Comunista pasa a llamarse Liga de los Comunistas de Yugoslavia,
permaneciendo como partido único, y la economía se basa en el sistema de la
autogestión. Tito establece en Yugoslavia una política exterior de vinculación al Tercer
Mundo emergente. Yugoslavia se pone al frente del neutralismo activo. En 1956 se
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celebra la primera cumbre de los países no alineados en la Conferencia de Brioni. En
1961 se celebra la segunda cumbre en Belgrado.
Esta actitud conciliadora por parte de los Gobiernos socialistas debe situarse en un
momento en el que la propia política desestalinizadora en la Unión Soviética la favorece.
Desde el Kremlin se apoyan las medidas de mejora del nivel de vida que aplican estos
Gobiernos. La atmósfera de cambio en la propia URSS alienta a los Gobiernos a buscar
consensos. Los Gobiernos tienen que reconocer la escasa entidad representativa de los
sindicatos.
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tienen una influencia directa en el partido-Estado, pero que son personas bien
consideradas. Frente a lo ocurrido en la Unión Soviética, estos revisionismos son bastante
populares y tienen una implicación de estos grupos sociales que trabajan en esos
proyectos de reforma o cambio.
Esto genera un gran movimiento que provoca cada vez mayores recelos dentro del
Kremlin. Son conscientes de que la desestalinización provoca esos cambios, pero temen
que en algún momento estos movimientos reformistas puedan poner en tela de juicio su
dominio. Por su parte, Nagy propone a la sociedad húngara propuestas concretas,
muchas veces antes de discutirlas en los órganos del Partido Obrero Húngaro, con lo que
rompe la tradición política. Algunas de estas medidas que propone van más allá de lo que
la URSS esta dispuesta a tolerar. Como medida tolerable, por ejemplo, se aborda una
reducción de la burocracia en la industria. Se reforma también el sistema sanitario. Nagy
también habla de reducir el control sobre los medios de comunicación, lo que ya preocupa
más a la URSS. Hay también planteamientos de cambio relacionados con el sistema de
las granjas colectivas. Se impulsan cambios en el sistema de asignación de recursos a las
granjas colectivas, dando una mayor capacidad de acción a los campesinos. También
habla Nagy de eliminar algunos departamentos ministeriales que se solapan con otros. Es
un programa reformista amplio que está relacionado con las solicitudes que los
sectores sociales hacen. Este programa, bastante ambicioso, de forma general es
rechazado por el Kremlin. Hay varias reuniones interministeriales entre la URSS y Hungría
para tratar las distintas cuestiones, pero en general todo es visto con bastante recelo en
Moscú porque se piensa que es un paquete reformista muy amplio que se pretende llevar
a cabo de forma muy rápida, con posibles consecuencias inesperadas.
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equipo tratan de justificar su actitud en función de lo que la propia URSS está diciendo. La
idea es trasladar que Hungría no está yendo por una vía extraña. Pero esto no convence
a las autoridades soviéticas. La actitud de Nagy entonces es cada vez de mayor
distanciamiento. Hay cada vez un mayor distanciamiento entre la Hungría de Nagy y la
URSS y el resto de Estados socialistas. Lo que constata Nagy es que cada vez tiene un
apoyo mayor del pueblo húngaro. En un momento determinado Nagy plantea la renuncia
al papel dirigente en la sociedad del partido comunista. Pero ese paso sí que
supondría el final del sistema socialista, que gira en torno al partido. Esto genera el
rechazo más absoluto de la Unión Soviética, que pide explicaciones y pone en marcha
todos los mecanismos diplomáticos. Ante esa situación se produce la famosa declaración
del 1 de noviembre de 1956, en la que Nagy anuncia a la comunidad internacional el
abandono del Pacto de Varsovia por parte de Hungría y la apuesta por la supresión de
las alianzas militares. Dice abiertamente que se va a eliminar el monopolio del partido
comunista en la sociedad húngara. Solicita a la ONU la declaración de país neutral para
Hungría. Esto no es ya un desafío a la URSS; es quebrar el orden internacional posterior
a la Segunda Guerra Mundial.
Lo que ocurre demuestra por un lado el límite de tolerancia que muestra la URSS
con sus países hermanos, pero también es muy ilustrativo del orden internacional de
Guerra Fría, pues los países occidentales no intervienen. La propaganda anticomunista
llama al levantamiento y asegura la ayuda occidental. Pero la declaración de noviembre
lleva a la directa intervención militar soviética. Se persigue a los líderes reformistas y
se produce una diáspora a través de Austria. Lo que muestra el fracaso del revisionismo
húngaro no es otra cosa que los límites de la Guerra Fría, pues. Esta política reformista
en principio y que luego trata de cambiar el sistema no es aceptada por la Unión
Soviética, que teme perder un eslabón clave en su ámbito. Desde Occidente hay quejas,
pero nada más; en Occidente aceptan el status quo. De hecho, tras la revuelta húngara se
aborda en todos los países socialistas (tanto en los que hay revisionismo como en los que
no) un proceso de normalización. Se hace una purga en el propio partido comunista
húngaro y se produce la normalización.
Otro ejemplo es el de Polonia, que sufre desde los años cincuenta protestas,
levantamientos... con un cariz fundamentalmente social. En Polonia en 1964 un sector
reformista dentro del propio Partido Obrero Unificado de Polonia redacta y hace público
un documento conocido como Carta Abierta al POUP en donde se condensa el espíritu
reformista, donde tratan de poner negro sobre blanco una serie de nuevas directrices
políticas que deben seguir el POUP y Polonia para mejorar. Pero este sector es
minoritario dentro del partido. Con todo y con ello, dan ese paso, y a partir de la carta lo
que hace el grupo es un análisis de la situación de Polonia para detectar sus deficiencias
(según sus propios criterios), y llaman al partido y a toda la sociedad polaca a acabar con
la desidia y la corrupción del sistema. Se llama a la población a implicarse directamente
en los asuntos del país. En este caso la reacción no llega desde el Kremlin porque el
sector mayoritario del POUP paraliza este espíritu reformista. Se expulsa del partido a la
mayor parte de sus miembros reformistas, se acalla la carta y la propia dirección del
POUP responde con un programa teóricamente reformista. Este movimiento, cortado de
raíz desde su inicio, se mantiene vivo a pesar de todo (muy parcialmente) dentro de
sectores del mundo de la cultura, que utilizan los pocos resquicios que permite el sistema
para mantener el espíritu del revisionismo y la reforma vivo entre 1964 y 1968. En 1968 se
produce otra gran purga, en la universidad y el sistema cultural, para tratar de acabar del
todo con ese movimiento reformista. Como resultado de esta oleada represiva se produce
la expulsión de Polonia de 25000-30000 judíos polacos, a los que se acusa de
sionismo, metiéndoseles en el mismo saco de la represión al mundo de la cultura. Se
expulsa de la universidad a unos 400-500 alumnos. Un importante segmento cultural,
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profesional, universitario... tarda tiempo en recuperarse. El partido pierde mucho
predicamento ante la sociedad, siendo abandonado por muchos. La sociedad polaca da la
espalda al POUP. Entrando en la década de los setenta, la sociedad polaca y los
impulsores del cambio en Polonia actúan en paralelo al partido, evidenciando una división
radical que nos explica el proceso que llegará hasta la gran huelga del verano de 1980,
momento en el que ya nada es lo mismo en Polonia.
Así, lo que plantea el partido es una política autónoma para definir sus propias
necesidades, e incluso plantea la posibilidad de solicitar créditos fuera de la órbita
soviética. Dentro de los planes de reforma productiva y de la industria, además, el
Gobierno checo propone que industrias de fuera del campo socialista puedan participar en
el relanzamiento de la economía productiva. También hay planes para la inversión directa
en infraestructuras de transportes en Checoslovaquia, y en esos planes de mejora del
sistema de comunicación cabe la posibilidad de la entrada de capitales extranjeros que
puedan explotar durante un tiempo esas nuevas vías de comunicación.
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todo lo propuesto (los ejemplos previos demuestran lo contraproducente que sería), sino
desarrollando poco a poco medidas parciales, paulatinas, y junto a ellas aprobando
medidas populares mejor percibidas por la población. Cuenta en principio con el
apoyo soviético. Entre esas medidas está no el levantamiento del sistema de control de
los medios, pero sí su relajación. Se permite así una atmósfera cultural, reivindicativa,
más activa. La población percibe que algo cambia. Comienzan a publicar en checo
algunos autores obras prohibidas en la URSS. Surgen editoriales independientes. Se
dinamiza la vida cultural. Se lleva a cabo una política de mayor tolerancia con las
confesiones religiosas. Se trata de potenciar la igualdad real entre Chequia y Eslovaquia,
planificando un fomento de la economía eslovaca, la transformación del campo...
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Checoslovaquia, la política es diferente a la de Hungría. Los soviéticos obligan a Dubcek
a dar marcha atrás para que no parezca ante los checoslovacos que se trata de una
intervención foránea. Dubcek se pliega a ese juego y en un año, desde el verano de 1968
hasta abril de 1969, desmantela tanto en la teoría como en la práctica las medidas
reformistas. En abril de 1969 se procede a la destitución de Dubcek y su equipo,
nombrándose un nuevo equipo dirigente fiel a Moscú encabezado por Gustav Husak. En
Checoslovaquia la represión es diferente a la de Hungría. Los soviéticos han aprendido
que la publicidad de los procesos húngaros ha ido en contra de la URSS. Así, la represión
tiene una intensidad menor en el caso checoslovaco y no se le da esa publicidad.
El revisionismo, todo este periodo que va desde la muerte de Stalin hasta finales de
los sesenta, se caracteriza por la toma de conciencia crítica por parte de los distintos
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sectores de la población respecto a la política y la economía de los países socialistas que
se manifiesta en forma de manifestaciones, protestas obreras... La respuesta de los
países socialistas se concreta en planes reformistas, transformadores, dentro de la
estructura del sistema socialista. El fracaso de los planes de reforma hay que entenderlo
fundamentalmente en función del contexto de Guerra Fría y del poder efectivo que la
URSS tiene sobre estos países. El final de este periodo, con el fracaso de los
movimientos revisionistas, da lugar a lo que la historiografía denomina como el periodo de
normalización, volviéndose a las pautas marcadas directamente por el Kremlin, la
adecuación de las políticas de los diferentes países a la política soviética.
Una cuestión muy reservada con esta preservación del poder de la nomenklatura
en época de Brezhnev, que anuncia también una de las causas del final del sistema, es
que un poder como éste tiende a perpetuarse. La época de Brezhnev es el anuncio de la
gerontocracia. Se produce un agotamiento físico de los líderes soviéticos, que no dan
paso a nuevas generaciones. Este control de las mismas personas siempre sobre la
estructura de poder lleva a que a finales de los años ochenta el Kremlin presencie una
sucesión de funerales de Estado. Esta realidad se consolida en época de Brezhnev. Son
la generación nacida en la primera década del siglo XX. Muy jóvenes han militado en el
Konsomol o han sido movilizados por las guerras, y han entrado jóvenes en el partido. En
época estalinista han ocupado puestos de responsabilidad y a finales de la época ya
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integran el Comité Central o los órganos dirigentes a nivel de república. En época de
Brezhnev componen la élite del poder. Se incorporan muy pocos líderes nuevos.
El problema de esta industria pesada obsoleta está también en relación con otro
problema estructural, que es el de la rigidez de la planificación. Se recentraliza todavía
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más el poder, tratando de impedir que cualquier otro medio dentro del sistema económico
obstaculice sus decisiones. El estudio de las fuentes demuestra que la rigidez en la
planificación es uno de los problemas fundamentales del sistema soviético. El propio
partido y la Oficina de Planificación reducen las posibilidades reconocen el fracaso antes
de poner en práctica el plan, reduciendo los objetivos.
Para los países del Este de Europa el periodo de normalización va desde 1968
hasta 1982 (desde el fin de la Primavera de Praga hasta la muerte de Brezhnev). Tiene
23
mucha importancia para la definición de la política de este nuevo periodo una
intervención de Brezhnev en el Pleno del V Congreso del Partido Obrero Unificado
de Polonia, en noviembre de 1968. En este congreso Brezhnev anuncia la doctrina de la
soberanía limitada para todo el bloque soviético con el fin de evitar que ocurran
acontecimientos como los que han sucedido en Hungría, Checoslovaquia, Polonia... en
los años anteriores. Para Brezhnev esa serie de acontecimientos están movidos por
agentes capitalistas, por ejemplos reaccionarios dentro de cada uno de estos países, y
por tanto los países socialistas deben defenderse de esas agresiones de forma más
coordinada y de forma más efectiva. Para Brezhnev ha fallado el propio sistema de
defensa frente a la agresión capitalista, con los episodios dramáticos de Polonia, Hungría
y Checoslovaquia. Para hacer más efectiva esta defensa Brezhnev revitaliza la doctrina
de soberanía limitada elaborada en su día por el Kominform. Hasta el momento la política
económica, defensiva e internacional de estos países no ha sido autónoma, pero ahora
hay que actualizar la doctrina. A partir de entonces, según proclama Brezhnev, el Pacto de
Varsovia y todos los convenios entre la URSS y sus aliados deberán tener en cuenta que,
si se produce algún tipo de agresión capitalista (no militar), la URSS (y aliados) actuará
dentro de los países en los que se produzca dicha agresión aunque los Gobiernos no lo
soliciten.
Esto tiene unas enormes consecuencias para la vida futura de estos países. Para
muchos autores la normalización está en función de esta doctrina militar, porque la Unión
Soviética se arroga el derecho a intervenir por una sola sospecha. A partir de este
momento cualquier acción política queda reformista. Así, este planteamiento marca la
normalización. No es sólo que los dirigentes comunistas del Este sean fieles a la URSS;
sino que aunque no lo fueran, tienen por encima el temor a una intervención directa de
poner en tela de juicio alguno de los principios de la política soviética. Este principio está
por encima del principio fundador del Pacto de Varsovia y de todos los convenios
existentes entre los países socialistas.
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esos territorios. Apoya desde siempre a los soviéticos. Pero incluso Ulbricht, a instancias
de la URSS, en 1968 aprueba una nueva constitución de la RDA que recoge los
principios inspiradores del marxismo-leninismo en clave soviética. Es una constitución
plenamente de la normalización, inspirada en la constitución soviética, que culmina el
proceso de transformación en clave socialista de las instituciones de la RDA y que protege
los lazos con la Unión Soviética. Pero a instancias de la Unión Soviética se entiende en la
RDA que Ulbricht ya no está en condiciones para abordar el nuevo periodo, aunque tiene
perfectamente instalados todos los pilares del sistema. El Comité Central del partido
aconseja a Ulbricht su dimisión, y se pone al frente del partido en 1971 Erich Honecker,
que tiene una larga trayectoria militante. Honecker va acaparando una serie de altos
cargos dentro de la administración de la RDA, convirtiéndose en presidente del Consejo
Nacional de Defensa (es decir, en máxima autoridad militar) y en presidente del Consejo
de Estado en 1976. Esta centralización del poder es muy propia de la normalización. La
estructura de poder de la RDA queda perfectamente adaptada a los principios de la
normalización.
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comercial y económico con muchos países, sino sobre todo del intercambio comercial y
económico con la RFA. Se beneficia de ayudas técnicas y de créditos baratos del
Gobierno de la RFA (también los recibe de la URSS). Esta mayor facilidad de la RDA para
recibir créditos no la tienen otros países del este. A corto plazo resulta beneficioso. La
RDA crece mucho. Pero como cara negativa, la RDA se convierte en el Estado socialista
más endeudado. El proceso de endeudamiento es inmenso.
Estos problemas tienen una dimensión social. A pesar del control férreo del
partido y de los sistemas de información, en la República Democrática Alemana, sobre
todo al final de los setenta, se detecta un malestar creciente que en principio no conduce
a ningún movimiento de oposición. Es un malestar por el nivel de vida y en contra de la
élite dirigente. Según un estudio del propio SED, comparando el año 1971 con el año
1980, el nivel de vida general de la población ha empeorado. Los salarios crecen muy
poco, compensándose con el aumento de precios. La protesta se va vinculando a las
iglesias, concretamente en la RDA a la protestante. Pero no llega a ser una contestación
social como la de 1953, pues el sistema es capaz de controlar esos conatos de protesta.
B) POLONIA
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materia política una situación extremadamente difícil de la economía: la coincidencia en el
tiempo del encarecimiento del coste de la vida y la pérdida de la capacidad adquisitiva de
las familias alienta una nueva protesta obrera en todo el litoral báltico, especialmente en
ciudades como Gdansk o Gdynia. Los hechos del Báltico (la represión de los mismos
genera fuertes disturbios saldados con muertos, heridos y cuantiosas pérdidas materiales)
terminan con la carrera política de Gomulka y con toda una época en Polonia. El nuevo
equipo dirigente, con Gierek al frente, sólo puede terminar con la crisis con la promesa de
mejorar las condiciones vitales y laborales de la población. Sin embargo, pocos años más
tarde, la consigna acuñada por Gierek de “construyamos la segunda Polonia” sólo es
papel mojado: su política económica expansiva y consumista, sin contar con bases
estructurales sólidas, produce a partir de 1973 un crecimiento desmesurado de la factura
de las importaciones que dispara la deuda externa, motivo por el cual durante la segunda
mitad de los setenta Polonia entra en una nueva fase de recesión económica con el
consiguiente coste social para la mayor parte de la población.
Al finalizar la década de los setenta, cuando Polonia se encuentra otra vez en una
situación especialmente delicada, el cardenal arzobispo de Cracovia es elegido en
octubre de 1978 Papa con el nombre de Juan Pablo II, haciendo su primera visita a su
país natal en junio de 1979. Con recobrados ánimos, los trabajadores inician en el verano
de 1980 una serie de protestas que tienen su origen en la degradación económica y social
que sufre el país. El movimiento de contestación del verano de 1980 ocasiona la
ruptura del pacto tácito establecido entre la ciudadanía y el régimen sobre la base de la
seguridad en el empleo y la proclamación por parte de los trabajadores de un nuevo
contrato social inpirado en la conquista de la dignidad civil. La huelga de agosto de 1980
se extiende rápidamente a las más importantes ciudades de Polonia, formándose en
Gdansk el Comité Interempresarial de Huelga, presidido por Lech Walesa, que además
cuenta con el apoyo y colaboración de la intelligentsia disidene y de la Iglesia. Dicho
Comité elabora el Protocolo de Gdansk de veintiún puntos (el pluralismo sindical, el
derecho a la huelga o la libertad de expresión, entre otros) que presenta al Gobierno. Éste
estudia dichas reivindicaciones y consulta con Moscú el alcance máximo de las
concesiones a los huelguistas: el sistema socialista, el papel dirigente del partido y la
pertenencia al bloque soviético son aspectos intocables. Finalmente, el 31 de agosto el
Gobierno y el Comité de Huelga firman el protocolo. Por primera vez un régimen socialisra
es obligado a aceptar una serie de reivindicaciones que van más allá de las consabidas
mejoras socioeconómicas.
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A continuación, en septiembre de 1980 los representantes de más de tres millones
de trabajadores polacos fundan el Sindicato Independiente y Autogestionario
Solidaridad. En septiembre de 1980 Gierek es sustituido por Kania al frente del partido, y
en febrero de 1981 Jaruzelski es nombrado primer ministro. El sindicato independiente,
con diez millones de afiliados al año de su creación, logra afianzarse como la fuerza social
más importante del país. En una situación de anormalidad política y recesión económica,
el Congreso extraordinario del POUP celebrado en junio no sirve para que el partido
recupere el necesario protagonismo social. Así, cuando Solidaridad celebra en septiembre
su asamblea plenaria, la situación no deja de ser preocupante con el Gobierno bloqueado
y a la defensiva. Las resoluciones del Congreso del sindicato (especialmente el manifiesto
dirigido a los trabajadores de los restantes países socialistas animándoles a promover
sindicatos independientes) son muy criticadas por el PCUS, que acusa a Solidaridad de
servir a intereses espurios contra el POUP y el Estado socialista.
C) CHECOSLOVAQUIA
Para terminar con el virus revisionista e impedir todo rebrote liberal, la segunda
normalización en Checoslovaquia comienza con un proceso de depuraciones a gran
escala en el partido, el Gobierno y la administración. Al mismo tiempo, es reestructurada
la federación (con carácter más simbólico que efectivo, especialmente tras la reforma
constitucional de 1971), que pasa a estar formada por dos Estados con los mismos
derechos y deberes: la República Socialista Checa y la República Socialista Eslovaca. En
cuanto a la economía, los nuevos dirigentes del país, con Husak al frente, proceden a
reactivar el sistema tradicional de planificación centralizada, y entre 1971 y 1980 son
ejecutados sendos planes con el objetivo de estabilizar la economía sin descuidar la
legislación social. Pero la contestación disidente no es aniquilada, aunque su acción por el
momento sólo sea perceptible en círculos comprometidos de la intelligentsia. Así, en
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1969, aquélla presenta el manifiesto de los Diez Puntos, en el que se alude al espíritu de
la primavera anterior; y un año más tarde vuelve a hacer acto de presencia a través del
Movimiento Socialista de los Ciudadanos Checoslovacos.
D) HUNGRÍA
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E) RUMANÍA
F) BULGARIA
Con todo el poder en manos del Partido Comunista, Bulgaria entra en una nueva
etapa conocida como las “décadas tranquilas”. En 1971 el país estrena Constitución,
según la cual la República Popular de Bulgaria es un Estado socialista de los trabajadores
con el partido convertido en guía permanente de la sociedad y el reconocimiento de la
propiedad colectiva de los medios de producción. Al mismo tiempo es proclamada de
nuevo la unión indisoluble con la URSS y demás países socialistas. Como el desarrollo
industrial y agrícola deja mucho que desear (desabastecimiento de productos de primera
necesidad, absentismo laboral, etc.), en el quinquenio 1976-1980 los responsables de la
planificación económica dotan de mayor autonomía a las unidades productivas (empresas
y granjas) con el objetivo de mejorar su rendimiento, pero dicho reajuste técnico no
detiene el deterioro permanente de la economía. Ante la evolución de los acontecimientos,
los grupos opositores al régimen publican en Viena la Declaración 1978, en la que
solicitan el relajamiento del control del partido sobre la sociedad civil y la apertura del
régimen.
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Al socaire de las reformas emprendidas a mediados de los ochenta en la URSS,
Bulgaria intenta también la regeneración del sistema socialista. En un primer momento, el
Politburó establece la separación entre partido y Estado, y a continuación empieza la
transformación de la economía planificada. Sin embargo, el intento de apertura controlada
del régimen produce una oleada de protestas y el surgimiento de nuevos grupos de
oposición.
31
inercia, de los sectores que se benefician del sistema. Pero mientras Andropov está al
frente del Estado esos primeros mecanismos funcionan (son meses, nada más). Andropov
tiene un predicamento dentro de la gerontocracia pero también entre los sectores
verdaderamente reformistas del partido, que sí que piensan que la política y la voluntad
de Andropov es verdaderamente reformista.
No obstante, desde noviembre de 1982 hasta marzo de 1985, este periodo sirve
para que dentro del Partido Comunista las ideas de Andropov, apoyadas por sectores
dentro del Comité Central, vayan teniendo más cabida. Se extiende la sensación de que
hay que llevar a cabo un cambio. Es el momento de dar un giro a la Unión Soviética. Los
informes son demoledores. La intervención soviética en Afganistán ha sido un desastre.
Hay un obvio declive militar soviético, sintomático de la situación de la URSS. En esa
situación determinados políticos de la élite muy vinculados a las ideas de Andropov se
plantean a la muerte de Chernienko un cambio. En las reuniones para elegir al nuevo
Secretario General Andrei Gromyko, por muchos años ministro de asuntos exteriores de
la URSS, es el que más hace en el Comité Central por que sea nombrado para el primer
puesto Mijail Gorbachov. En abril de 1985 es elegido Secretario General del PCUS.
Gorbachov refleja las ideas de cambio, e incluso el cambio físico, siendo mucho más
joven que sus predecesores. Representa dentro del partido la continuidad fundamental del
sistema (se declara marxista-leninista, fiel al partido...), pero por otro lado aúna la
legitimidad de alguien joven que ha tenido un cursus honorum dentro del partido y unos
escritos previos y unas relaciones previas a su nombramiento con un fuerte contenido
crítico hacia la situación soviética. Para los sectores reformistas representa la vía de
cambio, de transformación del sistema.
Estos nuevos responsables dentro del partido y el Estado mantienen una relación
muy poco cordial, a veces muy difícil, con los sectores que tienen relación directa con las
fábricas, los koljoses, la administración comercial interna... Sectores en contacto con el
día a día de la organización y difíciles de reemplazar. El afán de cambio de los que
quieren llevar a cabo reformas profundas choca con estos sectores más recalcitrantes.
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de reformas que trate de dar coherencia a los distintos aspectos de la realidad soviética.
Este gran programa es el que recibe el nombre de Perestroika, y trata de abarcar todos
los aspectos de la vida soviética: es un programa integral. Gorbachov, frente a sus
antecesores, se prodiga en estos primeros años en viajes por toda la URSS, discursos...
Trata de que las relaciones con los líderes de otros Estados (socialistas y capitalistas)
sean más abiertas, más claras. Se prodiga en los medios de comunicación soviéticos,
explica las reformas... Encarna la voluntad de reforma. Estrecha las relaciones con los
líderes occidentales. Junto con la Perestroika, el otro concepto con el que se familiariza
Occidente en estos años es la Glasnost (“transparencia”). Si hay que hacer reformas
(Perestroika), han de hacerse sobre un conocimiento real de las cosas (Glasnost). Lo que
pretende Gorbachov es que la situación real sea conocida de forma que todos los
sectores que puedan influir para mejorar la situación, conociéndola, intervengan. Se quita
a la nomenklatura la fuerza que tiene a través del falseamiento de los datos. Se quiere
que se hable de las crisis, de los problemas... y que se generen ideas para la mejora del
sistema que circulen libremente y con las que se puedan hacer en la dirección soviética.
Glasnost y Perestroika son los dos ejes fundamentales de la actuación del PCUS desde la
llegada de Gorbachov al poder hasta la disolución de la Unión Soviética.
Gorbachov, con una serie de informes muy detallados (elaborados por los
organismos económicos, y también por una serie de personas a las que Gorbachov pide
su opinión), pocos meses antes de asumir la Secretaría General es ya perfectamente
consciente de esa situación económica. Así, muy poco después de llegar a la Secretaría
General pone ya en marcha las primeras reformas económicas (finales de 1985 y a lo
largo de 1986). Son reformas muy específicas, para hacer más eficiente el sistema
productivo. Al margen de lo que dice el GOSPLAN, hace que se actúe sobre
determinadas factorías de determinados sectores económicos para mejorar la eficiencia
del sistema y la productividad. Incide en industrias básicas como la siderúrgica, las
relacionadas con las transformaciones energéticas... Es capaz de derivar recursos para
tratar en los casos más flagrantes de mejorar esa eficiencia, y también cierra algunas
fábricas. Lo que pretenden estas primeras medidas es que en dos o tres años se crezca a
un ritmo mucho más elevado que el del momento (un 3-4%, un ritmo prácticamente de
estancamiento). Se derivan casi 100000 millones de rublos a industrias de nuevas
tecnologías. Se ponen en marcha plantas industriales avanzadas de largo recorrido, para
producir manufacturas que tengan salida. Se intenta poner en marcha parques
tecnológicos. Se establecen cuatro áreas preferentes (una en Letonia y tres en Rusia) a
modo de grandes áreas tecnológicas. Y además se intenta hacer de forma rápida,
incorporándose lo antes posible a la oleada tecnológica.
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la duplicación de competencias. Se reduce de forma drástica, radical, una parte muy
importante de la administración económica del Estado.
También se inicia una política de insuflar moral a una sociedad que no solamente
tiene problemas económicos, sino que ve con desolación que su propio país está en
declive. Se hacen campañas explicando las reformas, se abren oficinas para que los
ciudadanos eleven sus quejas y sugerencias... En este sentido tiene mucha importancia el
propio Secretario General, con su actitud. Muchos de los nuevos mandatarios del partido
y el Estado también tienen más fuerza para exponer estos cambios, entrar en contacto
con la población, etc.
Estas medidas se estima que son insuficientes, que en efecto conviene llevar a
cabo un plan global, integral, cohesionado, de transformación, porque a pesar de que las
medidas económicas parece que empiezan a dar sus frutos, si solamente se ponen en
marcha medidas concretas el sistema probablemente se distorsionará. Ese paso adelante
que se da es la Perestroika. Se aprueba por el Comité Central del PCUS en junio de
1987. Se aborda entre 1987 y 1989 (a partir de finales de 1989, con el fracaso de la
Perestroika, la Unión Soviética colapsa). Aparte de cuestiones económicas, la Perestroika
abarca también un cambio de actitud en las relaciones internacionales, un cambio en las
instituciones... Pero el núcleo es la economía. La Perestroika implica una sucesión de
planes, de programas económicos, que ante los fracasos parciales de unos y otros se van
sucediendo entre 1987 y 1989. La Ley de cooperativas de mayo de 1988 pretende
fomentar la cooperación entre individuos para que con sus propios recursos y con la
ayuda indirecta del Estado creen cooperativas de producción. Se abre el cerrado sistema
productivo soviético para que el incentivo personal pueda poner en funcionamiento
determinados negocios. En un año se crea un millón y medio de cooperativas, que
suponen el 2% del producto interior bruto del país. Es también un disparo contra la
economía sumergida, que aflora y se hace legal. También en la agricultura se trata de
introducir un cambio más sustancial, y es que se hace que una parte de los ingresos de
los agricultores se obtenga de los beneficios del koljos. Cuanto más produzcan, mayores
beneficios tendrán los agricultores. Incluso en algunas de estas granjas en las que la
productividad mejora mucho una parte de los beneficio se pagará en divisas, para evitar
las fluctuaciones del libre. Esto cosecha un gran rechazo de los directores de granja, que
son uno de los sectores más recalcitrantes en contra de las reformas, paralizándolas
incluso hasta el punto de intentar hundir el sistema productivo para hacer al Gobierno
cambiar de política y dar marcha atrás.
Todo esto que se hace tiene el objetivo de acabar con el despilfarro, optimizar
recursos, ahorrar más y derivar esos recursos de más hacia sectores más productivos,
más avanzados. Otro problema que aborda Gorbachov es el del sistema de precios,
totalmente irracional. El precio de la vivienda lleva fijado desde 1928, el de los transportes
desde 1935... Hay un sistema de precios completamente irracional porque para la
población es muy barato, pero luego por el falseamiento y la corrupción no es así. El rublo
desde el final de la época de Brezhnev, y en buena medida desde antes, no deja de
depreciarse. La inflación no para de crecer. El rublo, con el que se pagan los salarios, va
perdiendo su valor. Hay un absoluto desequilibrio. Gorbachov a través de la subida de
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salarios sube el nivel adquisitivo de la población, pero también devalúa el rublo. El 1 de
enero de 1990, casi al final del periodo, el rublo se devalúa un 50%. Los salarios entre
1986 y 1990 suben de manera importante. Pero las autoridades monetarias no logran
controlar la inflación, de forma que las subidas de sueldos no son tan importantes como
puede parecer. Además, el Estado se ve con problemas de liquidez para afrontar esos
pagos. Entre 1986 y 1990 no hay un crecimiento económico tan importante como se
espera, ni mucho menos. El sistema productivo soviético, de hecho, todavía se deteriora
más, y los beneficios con los que ha contado Gorbachov para distribuir no se obtienen.
Las previsiones no se cumplen. El Estado todavía se endeuda más, no logra controlar la
inflación, y en 1989-90 todavía se deterioran más los servicios. El crecimiento de la
economía sumergida vuelve a ser un hecho. Además, esto da argumentos a los contrarios
a las reformas en el sistema. A finales de 1990 la URSS, ante esta situación económica,
aprueba el Plan Chatalin para transformar lo más rápidamente posible la economía
socialista en una economía de mercado. Lo que pasa es que no puede aplicarse porque
la URSS se derrumba.
Conforme pasan los meses en 1988-89-90 y las reformas económicas no tienen los
efectos esperados, dicho fracaso de las medidas económicas tiene inmediatamente un
reflejo en que las condiciones de vida de la población no mejoran como espera
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Gorbachov. Poco a poco se va produciendo una desafección de la población respecto a
los planes económicos. La política de apertura informativa se vuelve contra Gorbachov,
que cada vez recibe más críticas. Ante esta situación Gorbachov, incapaz de poner en
marcha planes económicos satisfactorios, trata de cambiar la estructura del Estado para
flexibilizarla más y, en una carrera ya sin salida, para que la población perjudicada por la
crisis se reconcilie con la Perestroika mediante las transformaciones en las estructuras
políticas. Los reformistas tienen el control del Estado y del partido. Deciden cambiar la
estructura del sistema socialista. Entre febrero y marzo de 1990 Gorbachov firma una
serie de decretos que ponen ya en duda la primacía del Partido Comunista como dirigente
de la sociedad soviética. El 12 de febrero de 1990 el Comité Central del Partido
Comunista rechaza la dictadura del proletariado como eje central del sistema. Días
después, a propuesta de Gorbachov, se aprueba la eliminación del artículo sexto de la
Constitución soviética, que da la primacía al Partido Comunista como partido dirigente
de la sociedad. Esto supone un golpe durísimo para un sistema basado en el partido. En
el Comité Central surgen voces discrepantes. Dentro de estos cambios político-
institucionales el siguiente paso es la aprobación de las formaciones políticas. La Ley de
asociaciones abre la puerta a la tolerancia del sistema de nuevas formaciones políticas.
Bajo el amparo de esta ley surgen asociaciones teóricamente sin un matiz político (por la
defensa del medio ambiente, las tradiciones), pero que adquieren una vertiente política.
Están muy relacionadas con el resurgimiento de los movimientos nacionalistas en buena
parte de la Unión Soviética.
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como un arma de la Guerra Fría y conceder libertad a los países del Este de Europa para
regir sus destinos como lo consideren. Se lleva a cabo una política de control y renuncia
a la proliferación de armas convencionales y armas nucleares. No se ha producido
una Tercera Guerra Mundial por temor al holocausto nuclear, pero han proliferado todo
tipo de armamentos, y ahora se adopta esta línea de desarme. En cuanto al ámbito de la
Europa del Este, se diseña un planteamiento distinto: tratar de convencerles de llevar a
cabo unas reformas internas. Gorbachov quiere que los países socialistas inspiren sus
propias reformas en las reformas soviéticas, sin abandonar el sistema socialista,
inspirándose en el “socialismo con rostro humano” de Checoslovaquia en 1968. Asi,
Gorbachov proclama enterrada la doctrina de la soberanía limitada, en 1987 y 1989
(cuando ya existen ámbitos en los que los países sovietizados han comenzado un
proceso de reformas que no irán por el camino del “socialismo con rostro humano”, sino
por el camino de homologación con los países democráticos occidentales). El tercer pilar
de la nueva política exterior es la cuestión del Tercer Mundo. Se desactiva la bomba de
relojería que es el Tercer Mundo, y se aprovecha para restablecer las relaciones
diplomáticas entre la URSS y países como la República Popular China. Así, Gorbachov
viaja a China en junio de 1989. Además Gorbachov decide la repatriación del ejército
soviético de Afganistán, lo que es una prueba de la voluntad soviética de llevar a cabo una
nueva política en el Tercer Mundo.
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el paradigma las repúblicas islámicas del Cáucaso del norte (destacando Chechenia). En
Moldavia también se hace visible el problema nacional. Moldavia antiguamente era
Besaravia y se vinculaba a Rumanía. En Moldavia de facto se separa la República del
Transniéster, al oeste del Dniester, apoyada por Rusia.
Todas estas transformaciones tienen su reflejo en los países sovietizados del Este
de Europa. Las reformas de Gorbachov afectan a estos países, que dependen de una u
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otra manera de la Unión Soviética. Para la historiografía hay una unanimidad bastante
general desde las distintas perspectivas en definir una situación de los países del Este en
la cual, a pesar de las grandes diferencias internas que existen dentro de estos países,
hay una serie de elementos comunes que se manifiestan con mayor claridad (se
manifestaban desde los años setenta) en los años ochenta, coincidiendo con los cambios
en la Unión Soviética. Características comunes que son negativas, que tratan de explicar
por qué se produce el colapso final. En primer lugar, en todos estos países la situación
económica es profundamente crítica. El sistema económico está profundamente dañado,
y aunque en algunos de estos países se adoptan verdaderas medidas reformistas, es
incapaz de regenerarse. Hay una situación económica de agotamiento, por varios
factores. Desde finales de los setenta en todos estos países no se produce un crecimiento
económico, habiendo estancamiento o incluso decrecimiento. Además, estas economías
son muy dependientes de la URSS, y la URSS trata de replegarse para solucionar sus
problemas internos. Llegan menos recursos, menos ayudas técnicas, menos ayudas
directas... Se estima que desde 1980-81 hasta 1989-90 los países del Este pierden hacia
un 30% de ayudas económicas de la URSS. Los sectores industriales están obsoletos, y
la ausencia de ayudas implica no poder modernizar esas industrias. Los países socialistas
se ven en la situación de tener que importar productos de primera necesidad porque sus
niveles de producción son muy precarios y los cambios en la agricultura en algunos casos
son nulos. Con este deterioro económico profundo, las expectativas que la población tiene
de mejora del nivel de vida se van abajo. Hay estudios comparados, hechos por los
organismos oficiales de los países socialistas, que muestran cómo comparativamente con
una década antes, los niveles de vida han empeorado.
Socialmente también son años muy duros, muy difíciles. No se cumplen las
expectativas puestas por la población en los cambios. Esto genera un profundo deterioro
social. El empeoramiento de la situación socioeconómica genera una agudización de
diversos problemas sociales, como el de la droga, el alcoholismo, la violencia de género,
el tratamiento de los discapacitados y los niños huérfanos... Todo esto tiene una enorme
relevancia en las dificultades que estos países experimentan en los procesos de
transición.
A todas estas cuestiones hay que sumar la corrupción, que no sólo afecta a la
URSS, sino que en estos años se da de forma muy generalizada en estos países,
obstaculizando todo intento de cambio o mejora. El caso más paradigmático es el de
Rumanía, donde la familia de Ceaucescu cubre los puestos claves del país.
Todos estos elementos comunes hacen que en estos países no se puedan impulsar
reformas como las que impulsa en la Unión Soviética Gorbachov. En esta situación se
producen una serie de cambios en las fuerzas internas, que afectan de forma diferente a
cada uno de los países del Este, pero que son clave para entender la evolución del
sistema. La cuestión es ver cómo actúan los partidos comunistas ante la crisis, cómo
actúa la oposición y cómo actúan las iglesias. Estas tres fuerzas internas son las que
destacan los historiadores. Sobre estas fuerzas internas actúan una serie de
catalizadores, de los que habla Jean-François Soulet, tales como la Unión Soviética,
Occidente y la Santa Sede.
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extendida una sensación de descontento entre la sociedad de los países del Este, e
incluso dentro de los militantes más activos de los partidos. Este desprestigio del partido
se ve acompañado de una decepción, pues los cambios no revierten en mejorar la
situación de la población, y la situación de hecho empeora. La sensación de que los
partidos son incapaces de cumplir las promesas hechas crece según crece su autonomía
respecto a Moscú. En los años ochenta hay una pérdida de militancia general en los
partidos comunistas, especialmente entre aquellos sectores que no se han beneficiado del
sistema y que lo ven como irrecuperable. Los partidos comunistas reaccionan ante los
cambios en la Unión Soviética de forma diferente. Los partidos más cerrados son los que
prácticamente se mantienen en el poder sin buscar cambios hasta el hundimiento del
sistema. Son significativos los casos de Rumanía, Bulgaria y la República Democrática
Alemana. En estos países los partidos son muy cerrados y la sociedad no actúa hasta el
derrumbe del sistema.
En cuanto al mundo occidental, estos años ochenta una parte importante de los
líderes occidentales coincide en una posición enormemente crítica con la coexistencia
pacífica, con la convergencia de sistemas. Son líderes firmemente convencidos de la
superioridad política, económica y moral del capitalismo occidental frente al comunismo.
Mantienen una muy buena relación con Gorbachov. A través de propaganda y de ayudas
económicas desde Occidente apoyan a los países del Este de Europa que quieren
cambiar el sistema. No obstante, el proceso de transformación en el Este pilla a los países
occidentales por sorpresa. Los programas que ponen en práctica tienen que ser
pergeñados sin una gran preparación previa.
El final del proceso de desintegración del Campo Socialista presenta en muy poco
tiempo cómo los sistemas se van abajo, se diluyen. Ocurre en muy poco tiempo, lo que
sorprende a los analistas del momento. El sistema socialista se desploma de forma
extrema y nada se salva. Se van abajo los fundamentos en los que durante mucho tiempo
las poblaciones del Este han vivido. Es un cambio inopinado, al margen de lo imaginado
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por la mayoría de los expertos. Afecta de forma muy extrema a la población que lo vive.
Cuando se produce este final del sistema socialista, con ello también se da el golpe
definitivo a la Guerra Fría. La historiografía entiende que los procesos de cambio que se
inician en todos estos países, incluida la antigua Unión Soviética, se incluyen en el
proceso final de la Guerra Fría. Hasta que no hay una cierta estabilidad en el tablero del
mundo no se puede conocer el nuevo orden internacional que se está generando.
Esta triple transición sin modelo, sin referente, supone el cambio también radical en
elementos del Estado muy complejos. Son transiciones que se hacen en un muy corto
espacio de tiempo para la complejidad que entrañan. Algunos autores no hablan de
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transiciones para referirse a ciertos países, sino del paso hacia el postcomunismo. Un
postcomunismo que no se sabe a dónde conducirá. Es el caso de Bielorrusia, Ucrania, los
países del Cáucaso... Se habla de postcomunismo porque aunque formalmente se
establece una estructura democrática, realmente no la hay, quedando sólo en la forma.
Continúan las prácticas políticas, económicas... de la época socialista. Es una fase de
transición no se sabe bien a dónde.
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sino que es sobrevenido. Los partidarios de mantener la unidad dejan hacer a estos
movimientos. Y así, con la llamada Revolución de Terciopelo, se produce la separación
de las dos partes del país, sin un gran movimiento a favor y tampoco en contra. Se da una
separación pactada de la República Checa y Eslovaquia, sobrevenida por las
circunstancias, recuperándose unas idiosincrasias fuertes. Así, el 1 de enero de 1993
nacen la República Checa y la República Eslovaca. Es muy significativo a este respecto el
que Eslovaquia es el único país del Este de Europa que en algún momento trata de
desligarse del resto de Europa y volverse de nuevo hacia Rusia. Y es que los dirigentes
del movimiento nacionalista eslovaco proceden del antiguo Partido Comunista. Finalmente
Eslovaquia ingresará en la Unión Europea.
El caso de Hungría presenta una corriente reformista dentro del partido, una
sociedad civil bastante activa aunque con una oposición de menos importante... El caso
de Hungría, como en Polonia, desde mediados de los ochenta presenta una importante
corriente reformista dentro del partido. A partir de la profunda crisis económica húngara se
dan cambios en el Politburó, ascendiendo el sector reformista, que va reemplazando a los
antiguos líderes de la época del estancamiento. Prácticamente a mediados de 1988 la
corriente reformista es ya la mayoritaria dentro del partido. Sus postulados son de reforma
radical, cercanos a lo planteado por Gorbachov. El partido proclama desde finales de
1988 la necesidad de hacer una reforma profunda de la constitución, una reforma
profunda de la administración, e introducir medidas económicas encaminadas a seguir las
pautas de la Perestroika. Proclaman la necesidad de abrir las fronteras y de fortalecer los
contactos con los países occidentales. Esta disposición de reforma se plasma en un
hecho muy importante, que es la apertura el 9 de mayo de 1989 de la frontera con
Austria. En ese verano, aprovechando las vacaciones cientos de miles de alemanes
orientales que están en Hungría pasan a Austria y desde ahí a la República Federal de
Alemania. El Gobierno húngaro pone las bases de una reforma muy importante, al
margen de lo que considera la Unión Soviética. Continuando esa política reformista el
Gobierno regulariza el pluripartidismo y legaliza organizaciones políticas, organizaciones
sindicales... Con la apertura del pluripartidismo se aprueba un plan económico de
austeridad que establece ya la privatización de algunas grandes empresas estatales, con
la idea de obtener fondos para tratar de mejorar la economía productiva húngara, que
desde los setenta ha sufrido mucho (especialmente desde 1976-77). Frente a otros países
del Este, en este proceso quien lleva la voz cantante es el partido. El partido llama a una
mesa redonda a los grupos de la oposición con la finalidad de que la oposición y el
Gobierno acuerden la fecha de unas elecciones libres. De forma muy rápida se aprueba la
convocatoria de elecciones, que se producen en marzo-abril de 1990. De esas
elecciones salen vencedores dos partidos de centroderecha y centroizquierda, dos
partidos muy moderados que acogen en su seno a los principales movimientos de
oposición e incluso a antiguos comunistas reformistas que han participado en el proceso
de cambio. Vence el Foro Democrático Húngaro, y en segundo lugar queda la Alianza
de Demócratas Libres. En los años posteriores se produce lo sustancial del cambio
económico y de la incorporación de Hungría a la Europa comunitaria. Se adopta un nuevo
modelo constitucional que presenta las características del Estado de derecho. Las
instituciones supranacionales europeas están muy atentas para que esa constitución no
discrimine a determinadas minorías. Finalmente la constitución cubre a la población
magiar gitana.
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el número cabría esperar: cuantitativamente son poco importantes, pero cualitativamente
lo son mucho. La oposición, por su parte, es muy débil y desorganizada. En esta situación
es el propio partido el que comienza a llevar a cabo internamente sus transformaciones.
Siempre, en principio, la actitud que adopta el Gobierno comunista en 1989 es una actitud
de esperar y ver. Quieren esperar a ver qué actitud toma la URSS frente a los cambios del
conjunto de democracias populares, y una vez vista la actitud de la URSS, ver qué ocurre
en Hungría, Polonia... ante los cambios que se están produciendo. El gran incentivo a dar
un paso definitivo hacia el cambio es lo que ocurre en la navidad de 1989 en Bucarest,
cuando son asesinados los Ceaucescu. La oposición se ve superada por la actitud del
partido, que impulsa la transformación y se transforma en Partido Socialista, con un
programa socialdemócrata y que abjura de la herencia comunista. Inmediatamente lo que
hace el partido es permitir el pluripartidismo y convocar elecciones, que se celebran en
junio de 1990 y que dan el apoyo masivo de la población al Partido Socialista, con una
gran distancia ante los distintos grupos de oposición, que se unen en la Unión de
Fuerzas Democráticas (que pese a la distancia, es el segundo partido más votado).
Después de Albania y de Rumanía es el país más pobre de Europa del Este, con algunos
sectores muy empobrecidos, y el Partido Socialista llama a la oposición para formar un
Gobierno de coalición con un gran número de técnicos (especialmente en los ministerios
económicos). Este hecho hace que indudablemente en un país en el que algunos
informes internacionales preveían la posibilidad de choques sociales se produzca un
proceso tranquilo, en el que el Gobierno de coalición elabora un gran plan de ajuste y
reestructuración de la economía para dar paso a la economía de mercado, para
equilibrar los sectores y para suprimir las duplicidades en la administración. Ese plan de
ajuste se lleva a cabo al mismo tiempo que se convocan unas nuevas elecciones para dar
el paso definitivo a la normalidad. Este Gobierno de coalición pone en marcha el plan de
ajuste y redacta una nueva constitución democrática que es aprobada en julio de 1991.
En las próximas elecciones, de octubre de 1991, gana la Unión de Fuerzas Democráticas
por un estrecho margen de votos, llamando al Gobierno al Partido Socialista, formándose
un nuevo Gobierno de coalición.
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Reestructuración Económica). Este programa está abierto a que lo soliciten otros
países del Este aparte de Polonia y Hungría que están a las puertas de iniciar la transición
en esos momentos. Poco después, en diciembre, el Consejo Europeo (reunido en
Estrasburgo) hace una declaración formal de apoyo a las transiciones en estos
países. Dicen explícitamente que habilitarán sistemas de ayuda siempre que un país lo
solicite, para favorecer las transiciones pacíficas tal y como parece que la sociedad de
estos países demanda. Es una declaración formal con una fuerza bastante determinante.
El PHARE empieza a librar ayuda económica en enero, y en mayo amplía su radio de
acción a Checoslovaquia, Bulgaria, Rumanía, la República Democrática Alemana y
Yugoslavia. Albania no ha comenzado ningún tipo de cambio y queda al margen del
PHARE.
Desde comienzos, por tanto, de 1990, antes todavía de que caiga la URSS y se
sepa a dónde van estas transiciones, se está ayudando económicamente a estos países.
Y no es sólo una ayuda de las instituciones supranacionales, sino también de los países
europeos y extraeuropeos, con mecanismos de ayuda bilaterales. Se transfieren
recursos económicos para evitar el colapso total de esas economías y de esas
sociedades. Cuando comienza a saberse en esos primeros años noventa la situación
económica real por la que atraviesan estos países, las Comunidades Europeas, Estados
Unidos... los países occidentales, se dan cuenta de que la situación es mucho más
dramática de lo que se han imaginado, e incluso de lo que los propios Gobiernos de los
países del Este conocen. Unos 3500 millones de euros conforman el primer montante del
Programa PHARE, y es ridículo, no vale para abordar todos los problemas de estos
países. Entonces se firma en enero de 1990 el protocolo de creación del Banco Europeo
de Reconstrucción y Desarrollo (BERD), para la Europa del Este, que se incorpora en
la red PHARE con el objeto de que con las aportaciones comunitarias además de
continuar el plan de ayuda, con ayudas a fondo perdido los países del Este que quieran
puedan obtener recursos para ese periodo crítico.
Estos acuerdos son muy bien recibidos por los Gobiernos de los países del Este.
En diciembre de 1991 Bruselas firma ya tres acuerdos con Hungría, con Polonia y con
Checoslovaquia (en octubre de 1993 Eslovaquia y la República Checa refrendarán estos
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acuerdos). En noviembre de 1992 firman estos acuerdos Rumanía y Bulgaria.
Prácticamente a finales de 1992 las Comunidades ya tienen firmados los acuerdos con la
mayoría de los países del Este. A finales de 1992 ya hay firmados entre las Comunidades
Europeas y las repúblicas bálticas y Albania acuerdos de colaboración. Hay un
fortalecimiento de relaciones con algunos de los países de la antigua Unión Soviética. Se
establecen también relaciones con Moldavia, una de las repúblicas más pobres y con más
problemas.
Este panorama hace que las Comunidades Europeas tengan que variar la idea que
tienen de una incorporación más lenta de estos países a tenor de cómo se están
produciendo las transiciones. Las Comunidades ponen más instrumentos para facilitar la
integración. En junio de 1993 en Copenhague el Consejo Europeo dice que los países del
Este podrán entrar en la Unión Europea en cuanto cumplan los requisitos. Los cambios se
están llevando con más rapidez y más efectividad de lo que se esperaba. Las
Comunidades tienen que dar un salto adelante. A partir de ese momento la Unión Europea
decide aumentar las ayudas de los programas ya existentes y pergeñar un plan para la
integración, un programa con el fin de plantear ya cómo se deberá llevar ese proceso de
integración que inevitablemente será complejo. Este plan lo forman las llamadas
Estrategias de Preadhesión. Se pone en marcha justamente cuando ya hay países del
Este que solicitan formalmente ser candidatos para integrarse en la Unión Europea. El 31
de marzo de 1994 y el 5 de abril del mismo año Hungría y Polonia presentan su
candidatura oficial a entrar en la estructura comunitaria. Bruselas ha previsto esa
posibilidad, con lo cual a lo largo de 1994 se van perfilando esas estrategias, con una
serie de Consejos Europeos... Se ponen en marcha claramente a lo largo de 1995. Dentro
de la estrategia se incluye todo lo anterior, pero en este caso las estrategias incluyen ya
una serie de disposiciones para que los países candidatos vayan preparándose para
asumir el acervo comunitario, toda la legislación comunitaria. Y a esto se añaden nuevas
ayudas estructurales sectorializadas, dirigidas a sectores concretos. Uno de los
instrumentos es el SAPARD (Programa de Ayuda a la Reestructuración y al Desarrollo
Rurales). La idea es modernizar la agricultura, en países donde el atraso es generalizado.
Estas estrategias rompen completamente cualquier vínculo con el pasado de los países
candidatos.
Junto a Hungría y Polonia, que son los primeros países, el resto van presentando
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sus candidaturas oficiales de adhesión a lo largo de 1995 y de 1996. El último país en
hacerlo es Eslovenia. La Unión tiene que enfrentarse ante un número muy elevado de
candidatos. Ya en 1998 comienzan las negociaciones para la adhesión, y en diciembre de
2000 el Consejo Europeo de Niza establece los fundamentos legales para la ampliación
de la Unión Europea. En Niza se establece el refuerzo del papel del Presidente de la
Comisión Europea. Se asigna un nuevo número de escaños en el Parlamento. Se
modifica el reparto de votos en el Consejo Europeo para reforzar el voto por mayoría. En
2000 los miles de millones de euros que la Unión ha gastado en la ampliación se acercan
ya a los cien mil. Igual que en el caso de la unificación de Alemania, este proceso de
ampliación no podría hacerse en otro momento histórico. Se dan las condiciones
necesarias (financieras, institucionales, políticas...) para acometer un esfuerzo de ese
tipo. Las negociaciones para los países más avanzados concluyen en diciembre de 2002,
cuando el Consejo Europeo de Copenhague anuncia la incorporación plena en el año
2004 de ocho países (Lituania, Estonia, Letonia, Hungría, Polonia, la República Checa,
Eslovaquia y Eslovenia). A petición propia, Rumanía y Bulgaria posponen su entrada en
principio para 2007, porque son conscientes de que no están todavía en condiciones. El 1
de mayo de 2004 se abren las puertas a estos ocho países. 75 millones de personas se
incorporan a la Unión Europea.
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