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La filosofía de la ciencia investiga el conocimiento científico y la práctica científica. Se ocupa de saber, entre otras cosas, cómo se desarrollan, evalúan y
cambian las teorías científicas, y de saber si la ciencia es capaz de revelar la verdad de las «entidades ocultas» (o sea, no observables) y los procesos de la
naturaleza. Son filosóficas las diversas proposiciones básicas que permiten construir la ciencia. Por ejemplo:
En pocas palabras, lo que intenta la filosofía de la ciencia es explicar problemas tales como:
la naturaleza y la obtención de las ideas científicas (conceptos, hipótesis, modelos, teorías, paradigma, etc.);
la relación de cada una de ellas con la realidad;
cómo la ciencia describe, explica, predice y contribuye al control de la naturaleza (esto último en conjunto con la filosofía de la tecnología);
la formulación y uso del método científico;
los tipos de razonamiento utilizados para llegar a conclusiones;
las implicaciones de los diferentes métodos y modelos de ciencia.
La filosofía de la ciencia comparte algunos problemas con la gnoseología —la teoría del conocimiento— que se ocupa de los límites y condiciones de
posibilidad de todo conocimiento. Pero, a diferencia de ésta, la filosofía de la ciencia restringe su campo de investigación a los problemas que plantea el
conocimiento científico; el cual, tradicionalmente, se distingue de otros tipos de conocimiento, como el ético o estético, o las tradiciones culturales.
Algunos científicos han mostrado un vivo interés por la filosofía de la ciencia y algunos como Galileo Galilei, Isaac Newton y Albert Einstein, han hecho
importantes contribuciones. Numerosos científicos, sin embargo, se han dado por satisfechos dejando la filosofía de la ciencia a los filósofos y han preferido
seguir haciendo ciencia en vez de dedicar más tiempo a considerar cómo se hace la ciencia. Dentro de la tradición occidental, entre las figuras más importantes
anteriores al siglo XX destacan entre muchos otros Platón, Aristóteles, Epicuro, Arquímedes, Boecio, Alcuino, Averroes, Nicolás de Oresme, Santo Tomas de
Aquino, Jean Buridan, Leonardo da Vinci, Raimundo Lulio, Francis Bacon, René Descartes, John Locke, David Hume, Emmanuel Kant y John Stuart Mill.
La filosofía de la ciencia no se denominó así hasta la formación del Círculo de Viena, a principios del siglo XX. En la misma época, la ciencia vivió una gran
transformación a raíz de la teoría de la relatividad y de la mecánica cuántica. Entre los filósofos de la ciencia más conocidos del siglo XX figuran Karl R. Popper y
Thomas Kuhn, Mario Bunge, Paul Feyerabend, Imre Lakatos, Ilya Prigogine, etc..
Índice [ocultar]
1 Los precursores
2 La ciencia como producto de la lógica y la razón
2.1 Empirismo lógico
2.2 Falsacionismo
3 La reacción
3.1 Ciencia, historia y revolución científica
3.2 Programas de investigación científica
3.3 Pluralismo metodológico
4 Corrientes actuales
4.1 Concepciones estructuralistas y semánticas
4.2 Filosofía de la ciencia naturalizada
4.3 Realismo frente a empirismo
4.4 Sociología de la ciencia
4.5 Filosofía de la ciencia real
5 Véase también
6 Notas y referencias
6.1 Bibliografía
6.2 Enlaces externos
Los precursores[editar]
Para Aristóteles (384 a. C.-322 a. C.) la ciencia era conocimiento cierto por medio de causas. Esta definición (teniendo en cuenta el amplio concepto de ciencia
de la antigüedad, diferente del más restrictivo actual) tuvo vigencia en Europa occidental durante siglos, hasta que fue rechazada por la nueva filosofía natural
que nacía en los siglos XVII y XVIII
Después de sus conquistas en Europa, partiendo de España, y en Asia hasta la India, los árabes comenzaron a interesarse tanto por las civilizaciones de
Occidente como por las de Oriente, a tanto que manifestaron la ambición de heredar la aportación grecorromana. Al-Manzor (712-775 d. C.) fue el primer
califa que estimuló esta ambición, pues hizo traducir al árabe todos los libros de los griegos y fundó en Bagdad una especie de universidad, que comprendía
una importante biblioteca y un observatorio astronómico. Durante varios siglos, el idioma árabe fue considerado como la lengua de la ciencia, y las gentes de
diferentes países de Europa iban desde muy lejos a Bagdad para beber en las fuentes de la ciencia antigua salvaguardada por los árabes.
El desarrollo de la ciencia entre los árabes alcanzó su apogeo hacia los siglos IX y X y, como la astronomía gozó siempre de popularidad en Oriente, fue
completamente natural que los árabes dedicaran una muy particular atención a esta rama de la ciencia. Sirviéndose del Almagesto, traducción árabe del
famoso Tratado de Astronomía, de Ptolomeo, los astrónomos árabes trataron de reducir las teorías a tablas, perfeccionar los instrumentos de medida y
multiplicar las observaciones con más precisión. Pronto se dieron cuenta de ciertos errores cometidos por el astrónomo alejandrino, principalmente en lo
relativo al tiempo de revolución de la Luna, los límites de los eclipses solares y las posiciones respectivas de Mercurio y Venus con relación al Sol.
El descubrimiento más importante hecho por los astrónomos árabes fue la precesión de los equinoccios.3 Este importante aporte se atribuye a Al-Battani,
también llamado Albatenio, gran señor, que vivió entre finales del siglo IX y comienzos del X.
René Descartes (1596-1650) pretendía un conocimiento cierto basado en la existencia indudable de un sujeto pensante, así como avanzar gracias a ideas claras
y distintas, dejando el papel de la experiencia en segundo plano. No es de extrañar que en el campo de la ciencia, los racionalistas destacaran en matemáticas,
como el mismo Descartes o Leibniz, creador junto con Newton del cálculo infinitesimal.
La corriente filosófica iniciada por Francis Bacon (1561-1626) proponía un conocimiento de la naturaleza empirista e inductista. Para elegir entre teorías rivales
no había que recurrir a la argumentación, sino realizar un experimento crucial (instantia crucis) que permitiese la selección. David Hume (1711-1776), el
principal filósofo empirista, subrayó aún más la importancia de los hechos frente a las interpretaciones. Pero el racionalismo y el empirismo clásicos
destacaban excesivamente uno de los aspectos de la ciencia (la racionalidad o la experiencia) en detrimento del otro. El idealismo trascendental de Kant (1724-
1804) intentó una primera síntesis de ambos sistemas en la que el espacio y el tiempo absolutos de Newton se convirtieron en condiciones que impone la
mente para poder aprehender el mundo externo.
Dentro de la tradición empirista Auguste Comte (1798-1857) propuso una filosofía, el positivismo, en la que la ciencia se reducía a relacionar fenómenos
observables, renunciando al conocimiento de causas. Ernst Mach (1838-1916) ejerció, con su empiriocriticismo, una gran influencia que preparó el nacimiento
del Círculo de Viena. Mach desarrolló una filosofía de orientación empirista centrada en los conceptos y métodos de la ciencia. Ésta debe estudiar sólo las
apariencias (los fenómenos), de forma que intentar estudiar algo que no se nos presenta directamente a los sentidos es hacer metafísica. Coherente con sus
ideas filosóficas, Mach se opuso hasta el final a la nueva teoría atómica, cuyo objeto es inalcanzable a la experiencia.
Pierre Duhem (1861-1916) afirmó que "toda ley física es una ley aproximada; por lo tanto, siguiendo la lógica estricta, no puede ser ni verdadera ni falsa;
cualquier otra ley que represente las misma experiencias con la misma aproximación puede pretender, con tanto derecho como la primera, el título de ley
verdadera, o, para hablar más exactamente, de ley aceptable". Aun así, Duhem opinaba que a medida que la ciencia avanza, se va acercando progresivamente
a una descripción más fiel de la naturaleza.
Se suele considerar que la filosofía de la ciencia alcanza su edad adulta en los años 1920 con la aparición del Círculo de Viena, en el que se encuadró un nutrido
grupo de filósofos como Rudolf Carnap (1891-1970), Otto Neurath (1881-1945), Hans Hahn (1879-1934), Kurt Gödel (1906-1978), Willard V. Quine (1908-
2000). A imitación del de Viena, Hans Reichenbach (1891-1953) fundó el Grupo o Círculo de Berlín.
El Círculo de Viena encabezado por el Dr. Craidoff propuso un modelo de ciencia en el que ésta procede mediante generalizaciones (inducción) a partir de los
datos. La visión de la ciencia del Círculo de Viena es llamada también Concepción Heredada o Concepción Heredada de la Ciencia. La idea central del
positivismo y del neopositivismo propuesta por el Dr. Craidoff es que la ciencia debe utilizar las teorías como instrumentos para predecir fenómenos
observables y debe renunciar a buscar explicaciones. La búsqueda de explicaciones es función de la metafísica, que no es ciencia sino palabrería carente de
significado. Así, el neopositivismo presenta una visión instrumentalista de la ciencia. De acuerdo con estas ideas los integrantes del Círculo defendieron un
criterio verificacionista de significado que agrupaba los enunciados en dos clases:
enunciados con sentido, que son afirmaciones que pueden comprobarse empíricamente si son verdaderas o falsas.
enunciados sin sentido, que son enunciados mal construidos cuya verdad o falsedad no puede comprobarse empíricamente. Basándose en este criterio, el
Círculo fue fuertemente antimetafísico y antiteológico.
Con el progreso de la ciencia ésta comenzó el estudio de campos que están más allá de la experiencia, como puede ser la física de altas energías o la física
atómica. En esta situación el criterio empirista de verdad condujo a muchos problemas, lo que llevó a diversas matizaciones del mismo. El verificacionismo
estricto acabó siendo abandonado y sustituido por la contrastación entre proposiciones y observaciones, lo que permite una confirmación gradualmente
creciente de las teorías.
La afirmación introducida por el empirismo de que hay datos puros (sin ningún tipo de interpretación ni elaboración) y la positivista de que la ciencia debe
utilizar un lenguaje observacional exento de teoría son especialmente criticadas por los principales filósofos de la ciencia desde hace décadas y, en la
actualidad, el neopositivismo estricto ya no está considerado como viable. Sin embargo, en su época ejerció un dominio absoluto en la filosofía de la ciencia.
Su influencia ha sido capital y es rastreable en muchos filósofos de la actualidad.
Falsacionismo[editar]
Artículo principal: Falsacionismo
Aunque Karl Popper (1902-1994) tuvo en sus comienzos mucha relación con los integrantes del Círculo de Viena, desde su primera obra La lógica de la
investigación científica (1934) ya se mostró muy crítico con éste. Sin embargo este trabajo tuvo muy poca difusión durante años, y no fue hasta principios de la
década de los sesenta cuando Popper comenzó a ser conocido y valorado.
Frente al neopositivismo, Popper calificó su postura de racionalismo crítico. A diferencia del Círculo de Viena, para Popper la ciencia no es capaz de verificar si
una hipótesis es cierta, pero sí puede demostrar si ésta es falsa. Por eso no sirve la inducción, porque por mucho que se experimente nunca se podrá examinar
todos los casos posibles, y basta con un solo contraejemplo para echar por tierra una teoría. Así pues, frente a la postura verificacionista preponderante hasta
ese momento en filosofía de la ciencia, Popper propone el falsacionismo. Aunque Popper era realista no aceptaba la certeza, es decir, nunca se puede saber
cuándo nuestro conocimiento es cierto.
Popper comenzó describiendo la ciencia, pero en su evolución filosófica acabó siendo prescriptivo (aunque sin llegar al rigor normativo del Círculo),
recomendando a la ciencia el método hipotético deductivo. Es decir, la ciencia no elabora enunciados ciertos a partir de datos, sino que propone hipótesis
(que aunque se basen en la experiencia suelen ir más allá de ésta y predecir experiencias nuevas) que luego somete al filtro experimental para detectar los
errores.
La reacción[editar]
Hasta la década de los sesenta habían prevalecido las explicaciones lógicas de la ciencia. A partir de la obra de Thomas Kuhn (1922-1996) La estructura de las
revoluciones científicas hubo un cambio en la perspectiva y se empezaron a tener en cuenta los aspectos históricos, sociológicos y culturales de la ciencia.
El nuevo paradigma no se admite únicamente por argumentos lógicos, en este proceso intervienen de manera importante aspectos culturales propios de la
persona del científico. Según Kuhn, la visión de la naturaleza que acompaña al nuevo paradigma no puede compararse bajo ningún elemento común a la del
antiguo; a esto Kuhn llama la inconmensurabilidad de los paradigmas. El nuevo se admite de forma generalizada cuando los científicos del antiguo paradigma
van siendo sustituidos.
Pluralismo metodológico[editar]
Paul K. Feyerabend (1924-1994) afirmó que una metodología científica universalmente válida es un contrasentido, que no pueden dictarse normas a la ciencia
para su desarrollo. Criticó ácidamente el cientificismo por ser "castillos en el aire" y como alternativa propuso un anarquismo epistemológico. Puesto que no
hay conocimientos ciertos y no se sabe qué paradigmas dominarán la ciencia del futuro, descartarlos ahora supone cerrar puertas al mañana.
Corrientes actuales[editar]
Para hablar de una filosofía de la ciencia no basta con tener una visión panorámica de lo que es filosofía y de lo que es ciencia. Tampoco es suficiente el
seguimiento histórico de las opiniones y conceptos emitidos por los pensadores del pasado. Es necesario ubicarse en el pensamiento actual de los científicos
más avanzados y respetar sus conceptos sobre lo que ellos consideran como ciencia, y es necesario entender que el dominio de la filosofía son los conceptos
universales y abstractos que nunca pueden llegar a ser objeto de la ciencia.
Es extremadamente complejo (y, posiblemente, todavía falta algo más de perspectiva temporal) presentar un panorama completo de la filosofía de la ciencia
de los últimos treinta o treinta y cinco años. Así como todos los autores anteriores ya han muerto, la mayoría de los que vienen a continuación no. Aquí se
intentará presentar un bosquejo de la gran variedad de enfoques actuales pero teniendo en mente que, dentro de pocos años, algunas de las corrientes
mencionadas pueden haber pasado al olvido, y que destaquen otros pensadores que hoy tienen una repercusión menor.
Así como anteriormente se podía hablar de "el método" de la ciencia, el gran desarrollo de muchas disciplinas científicas ha hecho que los filósofos de la
ciencia comiencen a hablar de "los métodos", ya que no es posible identificar un método único y universalmente válido. La idea heredada de la física clásica de
que todo es reducible a expresiones matemáticas ha cedido terreno ante situaciones nuevas como la teoría del caos o los avances de la biología. Por otro lado
han desaparecido cuestiones que llegaron a cubrir cientos de páginas y generaron grandes controversias. Quizás el caso más flagrante sea el del problema de
la demarcación, centrado en la distinción (demarcación) entre ciencia y otros conocimientos no científicos. Prácticamente el tema desaparece después de
Popper y es seguido en España por Gustavo Bueno en su teoría del cierre categorial.
En filosofía de la ciencia se conoce a veces como estructuralismo el programa de reconstrucción de las teorías físicas propuesto por Joseph D. Sneed (1938) en
19716 como una síntesis del aparato formal de Suppes, del racionalismo crítico y del positivismo lógico con la corriente historicista de la ciencia. El
estructuralismo fue reelaborado y divulgado por Wolfgang Stegmüller (1923-1991) y Carlos Ulises Moulines (1946). De la consideración de las teorías como
estructuras le viene a esta propuesta metodológica el nombre de estructuralismo, que no tiene nada que ver con el estructuralismo lingüístico de Saussure.
Junto con las restricciones empíricas, una teoría consta de una estructura conceptual y de un ámbito de aplicación. Puesto que las teorías no se presentan
aisladas sino interrelacionadas también es necesario estudiar las relaciones entre teorías, las redes teóricas. Entre estas relaciones encontramos la de
reducción, quizá la más destacada por su papel en la unidad de la ciencia. A pesar de las múltiples teorías que puedan coexistir para explicar los mismos
hechos, la unidad ontológica de la ciencia puede salvarse si todas ellas son reductibles a una sola teoría (o a unas pocas no inconmensurables entre sí). Esta
relación interteorética desempeña un papel fundamental, por ejemplo, en el trabajo de los físicos en su búsqueda de la Teoría del todo. Moulines propone una
definición recursiva de la filosofía de la ciencia como teorización sobre teorizaciones, cuya epistemología no es descriptiva ni prescriptiva, sino interpretativa.
Las teorías de la ciencia son construcciones culturales, pero ello no implica que la filosofía de la ciencia sea sustituida por una sociología de la ciencia.
Aparte del estructuralismo de Sneed y sus seguidores, también otros desarrollos de la filosofía de la ciencia contemporánea han sido influidos por las ideas y
métodos conjuntistas y probabilistas introducidos por Suppes. Bas van Fraassen ha aportado su conocida concepción semántica de las teorías, que ha aplicado
al análisis de la mecánica cuántica. Jesús Mosterín7 y Roberto Torretti8 han hecho contribuciones en esta dirección, que asimismo aflora en el diccionario
conjunto de estos dos autores.9
Larry Laudan (1941) propone sustituir el que él denomina modelo jerárquico de la toma de decisiones por el modelo reticulado de justificación. En el modelo
jerárquico los objetivos de la ciencia determinan los métodos que se utilizarán, y estos determinan los resultados y teorías. En el modelo reticulado se tiene en
cuenta que cada elemento influye sobre los otros dos, la justificación fluye en todos los sentidos. En este modelo el progreso de la ciencia está siempre
relacionado con el cambio de objetivos, la ciencia carece de objetivos estables.
Laudan y Giere presentan una postura intermedia entre el realismo y el subjetivismo estrictos. Laudan opina que es falso que sólo el realismo explique el éxito
de la ciencia. Giere propone que hay ciencias que presentan un alto grado de abstracción, como la mecánica cuántica, y utilizan modelos matemáticos muy
abstractos. Estas teorías son poco realistas. Las ciencias que estudian fenómenos naturales muy organizados como la biología molecular, utilizan teorías que
son muy realistas. Por ello no se puede utilizar un criterio uniforme de verdad científica.
Rom Harré (1927) y su discípulo Roy Bhaskar (1944) desarrollaron el realismo crítico, un cuerpo de pensamiento que quiere ser el heredero de la Ilustración en
su lucha contra los irracionalismos y el racionalismo reduccionista. Destacan que el empirismo y el realismo conducen a dos tipos diferentes de investigación
científica. La línea empirista busca nuevas concordancias con la teoría, mientras que la línea realista intenta conocer mejor las causas y los efectos. Esto implica
que el realismo es más coherente con los conocimientos científicos actuales.
Dentro de la corriente racionalista de oposición al neopositivismo se encuentra a Mario Bunge (1919). Analiza los problemas de diversas epistemologías, desde
el racionalismo crítico popperiano hasta el empirismo, el subjetivismo o el relativismo. Bunge es realista crítico. Para él la ciencia es falibilista (el conocimiento
del mundo es provisional e incierto), pero la realidad existe y es objetiva. Además se presenta como materialista , pero para soslayar los problemas de esta
doctrina apostilla que se trata de un materialismo emergentista.
Sociología de la ciencia[editar]
Robert K. Merton (1910-2003) se considera el fundador de la sociología de la ciencia en los años cuarenta, luego muy influida por los trabajos de Kuhn, 'La
estructura de las revoluciones científicas', 1962 y 1969. La aportación básica para la filosofía de la ciencia fue introducir el término paradigma como supuestos
teóricos generales: leyes más técnicas en una comunidad científica determinada, donde un antiguo paradigma es total o en parte reemplazado y se llama
revolución científica este proceso y el cambio no es de forma acumulativa, sino paradigmático.
La primera sociología distinguía unos factores internos de la propia ciencia (metodología, objetivos, etc.) que eran independientes de otros factores externos
(sociológicos, políticos, etc.) no pertenecientes a la ciencia. Pero una parte de la sociología de la ciencia posterior prescindió de esta distinción. David Bloor
(1913) y Barry Barnes son los principales exponentes. Afirman que los científicos son personas que se pueden ver tan afectadas por los factores sociológicos
que debemos pensar que todas las creencias son igualmente problemáticas.
Bruno Latour (1947) y Steve Woolgar proponen un concepto antropológico de la ciencia y, por tanto, su estudio por esta disciplina. Junto con las influencias
antropológicas, aúnan también corrientes filosóficas como el pragmatismo, para crear algo así como una epistemología alternativa.
A ambas tareas han contribuido filósofos como John Earman, Bernulf Kanitscheider, Jesús Mosterín,10 Lawrence Sklar, Elliott Sober, Roberto Torretti11 y Bas
C. van Fraassen, así como numerosos científicos, como Lee Smolin.
Filosofía de la ciencia
Herman Johnson Armijo
La filosofía de la ciencia es la investigación sobre la naturaleza del conocimiento científico y la práctica científica.
La filosofía de la ciencia se ocupa de saber cómo se desarrollan, evalúan y cambian las teorías científicas, y de saber si la
ciencia es capaz de revelar la verdad de las entidades ocultas y los procesos de la naturaleza.
Son filosóficas las dos proposiciones básicas que permiten construir la ciencia:
La naturaleza es regular, uniforme e inteligible.
En definitiva es establecer las condiciones en las que un conocimiento pueda ser considerado válido, es decir, aceptado como
verdadero por la comunidad científica.
Filosofia:
La palabra procede del griego, y está compuesta de φίλος ("filos", que en griego significa "amante de" o "amigo de", se suele
confundir con amor que en griego sería "filia" o especialidad "ειδικότητα") y σοφία ("Pensamiento", Sabiduría, conocimiento,
saber): φιλοσοφία (Amante de la Sabiduría).
Física:
Parte de la filosofía, que trata del ser como tal, de sus propiedades, principios y causas primarias.
Metafísica:
Ciencia que estudia las propiedades, cambios, interacción y otros aspectos de la materia y la energía.
Gran parte de la filosofía de la ciencia es indisociable de la gnoseología, ( teoría del conocimiento) un tema que ha sido
considerado por casi todos los filósofos.
Algunos científicos han mostrado un vivo interés por la filosofía de la ciencia y unos pocos, como Galileo Galilei, Isaac Newton y Albert Einstein, han hecho
importantes contribuciones.
Numerosos científicos, sin embargo, se han dado por satisfechos dejando la filosofía de la ciencia a los filósofos y han preferido
seguir haciendo ciencia en vez de dedicar más tiempo a considerar cómo se hace la ciencia. Dentro de la tradición occidental,
entre las figuras más importantes anteriores al siglo XX destacan Aristóteles, René Descartes, John Locke, David Hume,
Immanuel Kant y John Stuart Mill.
La filosofía de la ciencia no se denominó así hasta la formación del Círculo de Viena, a principios del siglo XX.
En la misma época, la ciencia vivió una gran transformación a raíz de la teoría de la relatividad y de la mecánica cuántica.
En la filosofía de la ciencia actual las grandes figuras son, sin lugar a dudas, Karl R. Popper, Thomas Kuhn, Imre Lakatos y Paul
Feyerabend.
1 Los precursores
Para Aristóteles (384 adC-322 adC) la ciencia era conocimiento cierto por medio de causas.
Esta definición (teniendo en cuenta el amplio concepto de ciencia de la antigüedad, diferente del más restrictivo actual) tuvo
vigencia en Europa occidental durante siglos, hasta que fue rechazada por la nueva filosofía natural que nacía en los siglos XVII
y XVIII.
La escolástica propuso la regularidad y uniformidad para su aplicación en la ciencia.
René Descartes (1596 - 1650) pretendía un conocimiento cierto basado en la existencia indudable de un sujeto pensante, y avanzar gracias a ideas claras y
distintas.
l papel de la experiencia quedaba en un segundo plano.
No es de extrañar que, en el campo de la ciencia, los racionalistas destacaran en matemáticas, como el mismo Descartes o
como Leibniz, creador junto con Newton del cálculo infinitesimal.
La corriente filosófica iniciada por Francis Bacon (1561 - 1626) proponía un conocimiento de la naturaleza empirista e
inductista.
Para elegir entre teorías rivales no había que recurrir a la argumentación, sino realizar un experimento crucial (instantia crucis)
que permitiese la selección.
David Hume (1711 - 1776), el principal filósofo empirista, subrayó aún más la importancia de los hechos frente a las
interpretaciones.
Pero el racionalismo y el empirismo clásicos destacaban excesivamente uno de los aspectos de la ciencia (la racionalidad o la
experiencia) en detrimento del otro.
El idealismo trascendental de Kant (1724 - 1804) intentó una primera síntesis de ambos sistemas en la que el espacio y el
tiempo absolutos de Newton se convirtieron en condiciones que impone nuestra mente para poder aprehender el mundo
externo.
Racionalista: Que no concede un valor más importante que el de la razón
Empirista: Decide si una proposicion tiene sentido o carece de el.
Inductivivista: Que saca conclusiones generales de algo particular.
Dentro de la tradición empirista Auguste Comte (1798 - 1857) propuso una filosofía, el positivismo, en la que la ciencia se
reducía a relacionar fenómenos observables, renunciando al conocimiento de causas.
Ernst Mach (1838 - 1916) ejerció, con su empiriocriticismo, una gran influencia que preparó el nacimiento del Círculo de
Viena.
Mach desarrolló una filosofía de orientación empirista centrada en los conceptos y métodos de la ciencia.
Ésta debe estudiar sólo las apariencias (los fenómenos), de forma que intentar estudiar algo que no se nos presenta
directamente a los sentidos es hacer metafísica.
Coherente con sus ideas filosóficas, Mach se opuso hasta el final a la nueva teoría atómica, cuyo objeto es inalcanzable a la
experiencia.
Pierre Duhem (1861 - 1916) afirmó que "toda ley física es una ley aproximada; por lo tanto, siguiendo la lógica estricta, no
puede ser ni verdadera ni falsa; cualquier otra ley que represente las misma experiencias con la misma aproximación puede
pretender, con tanto derecho como la primera, el título de ley verdadera, o, para hablar más exactamente, de ley aceptable".
Aún así, Duhem opinaba que a medida que la ciencia avanza, se va acercando progresivamente a una descripción más fiel de la naturaleza.
2 La ciencia como producto de la lógica y la razón
2.1 La filosofía analítica
El empirismo y el logicismo son las dos principales fuentes de los orígenes de la filosofía analítica.
Uno de los primeros movimientos fuertes dentro de esta corriente fue el positivismo lógico o empirismo lógico.
Dentro de ella también tiene un lugar especial el estudio de la lógica y los lenguajes, la filosofía del lenguaje (donde destacaron
Ludwig Wittgenstein (1889 - 1951), Bertrand Russell (1872 - 1970) y Alfred North Whitehead (1861 - 1947)).
Se suele considerar que la filosofía de la ciencia alcanza su edad adulta en la década de los veinte con la aparición del Círculo
de Viena, en el que se encuadró un nutrido grupo de filósofos como Rudolf Carnap (1891 - 1970), Otto Neurath (1881 - 1945),
Hans Hahn (1879 - 1934), Kurt Gödel (1906 - 1978), Willard V. Quine (1908 - 2000)... A imitación del de Viena, Hans
Reichenbach (1891 - 1953) fundó el Grupo o Círculo de Berlín.
El Círculo de Viena propuso un modelo de ciencia en el que ésta procede mediante generalizaciones (inducción) a partir de los
datos.
La visión de la ciencia del Círculo de Viena es llamada también Concepción Heredada o Concepción Heredada de la Ciencia.
La idea central del positivismo y del neopositivismo es que la ciencia debe utilizar las teorías como instrumentos para predecir
fenómenos observables y debe renunciar a buscar explicaciones.
La búsqueda de explicaciones es función de la metafísica, que no es ciencia sino palabrería carente de significado.
Así, el neopositivismo presenta una visión instrumentalista de la ciencia.
De acuerdo con estas ideas los integrantes del Círculo defendieron un criterio verificacionista de significado que agrupaba los
enunciados en dos clases:
1) enunciados con sentido, que son afirmaciones que pueden comprobarse empíricamente si son verdaderas o falsas.
2) enunciados sin sentido, que son enunciados mal construidos cuya verdad o falsedad no puede comprobarse
empíricamente. Basándose en este criterio, el Círculo fue fuertemente antimetafísico y antiteológico.
Con el progreso de la ciencia ésta comenzó el estudio de campos que están más allá de la experiencia, como puede ser la física
de altas energías o la física atómica.
En esta situación el criterio empirista de verdad condujo a muchos problemas, lo que llevó a diversas matizaciones del mismo.
El verificacionismo estricto acabó siendo abandonado y sustituido por la contrastación entre proposiciones y observaciones, lo
que permite una confirmación gradualmente creciente de las teorías.
La afirmación introducida por el empirismo de que hay datos puros (sin ningún tipo de interpretación ni elaboración) y la positivista de que la
ciencia debe utilizar un lenguaje observacional exento de teoría son especialmente criticadas por los principales filósofos de la
ciencia desde hace décadas y, en la actualidad, el neopositivismo estricto ya no está considerado como viable.
Sin embargo, en su época ejerció un dominio absoluto en la filosofía de la ciencia.
Su influencia ha sido capital y es rastreable en muchos filósofos de la actualidad.
2.2 El falsacionismo
Aunque Karl Popper (1902 - 1994) tuvo en sus comienzos mucha relación con los integrantes del Círculo de Viena, desde su
primera obra La lógica de la investigación científica (1934) ya se mostró muy crítico con éste.
Sin embargo este trabajo tuvo muy poca difusión durante años, y no fue hasta principios de la década de los sesenta cuando
Popper comenzó a ser conocido y valorado.
Frente al neopositivismo, Popper calificó su postura de racionalismo crítico.
A diferencia del Círculo de Viena, para Popper la ciencia no es capaz de verificar si una hipótesis es cierta, pero sí puede
demostrar si ésta es falsa.
Por eso no sirve la inducción, porque por mucho que se experimente nunca se podrá examinar todos los casos posibles, y basta
con un solo contraejemplo para echar por tierra una teoría.
Así pues, frente a la postura verificacionista preponderante hasta ese momento en filosofía de la ciencia, Popper propone el
falsacionismo.
Aunque Popper era realista no aceptaba la certeza, es decir, nunca se puede saber cuándo nuestro conocimiento es cierto.
Popper comenzó describiendo la ciencia, pero en su evolución filosófica acabó siendo prescriptivo (aunque sin llegar al rigor
normativo del Círculo), recomendando a la ciencia el método hipotético deductivo.
Es decir, la ciencia no elabora enunciados ciertos a partir de datos, sino que propone hipótesis (que aunque se basen en la
experiencia suelen ir más allá de ésta y predecir experiencias nuevas) que luego somete al filtro experimental para detectar los
errores.
3 La reacción
Hasta la década de los sesenta habían prevalecido las explicaciones lógicas de la ciencia.
A partir de la obra de Thomas Kuhn (1922 - 1996) La estructura de las revoluciones científicas hubo un cambio en la
perspectiva y se empezaron a tener en cuenta los aspectos históricos, sociológicos y culturales de la ciencia.
3.1 Ciencia, historia y revolución científica
Las estructuras de las revoluciones científicas se puede clasificar de descriptiva.
Apenas dedica espacio a conceptos como verdad o conocimiento, y presenta la ciencia bajo un enfoque histórico y sociológico.
Las teorías dominantes bajo las que trabajan los científicos conforman lo que Kuhn llama paradigma.
La ciencia normal es el estado habitual de la ciencia en el que el científico no busca criticar, de ninguna manera, el paradigma,
sino que da éste por asumido y busca la ampliación del mismo.
Si el número o la importancia de problemas no resueltos dentro de un paradigma es muy grande, puede sobrevenir una crisis y
cuestionarse la validez del paradigma.
Entonces la ciencia pasa al estado de ciencia extraordinaria o ciencia revolucionaria en el que los científicos ensayan teorías
nuevas.
Si se acepta un nuevo paradigma que sustituya al antiguo se ha producido una revolución científica.
Así se entra en un periodo nuevo de ciencia normal en el que se intenta conocer todo el alcance del nuevo paradigma.
El nuevo paradigma no se admite por argumentos lógicos, al menos no principalmente.
Esto se debe a que la visión de la naturaleza que acompaña al nuevo paradigma no puede compararse baja ningún elemento
común a la del antiguo; Kuhn califica de inconmensurables ambos paradigmas.
El nuevo paradigma se admite de forma generalizada cuando los científicos del antiguo paradigma van siendo sustituidos.
3.2 Programas de investigación científica
Lakatos (1922 - 1974) intentó adaptar el sistema de Popper a la nueva situación creada por Kuhn.
Su intención era realizar una reconstrucción racional de la historia de la ciencia, mostrando que ésta progresaba de modo
racional.
La historia de la ciencia muestra que ésta no avanza sólo falseando teorías con hechos, hay que tener en cuenta la
competencia entre teorías y la confirmación de teorías.
Por ello sustituye el falsacionismo ingenuo de Popper por un falsacionismo sofisticado.
En la realidad la ciencia no evalúa una teoría aislada, sino un conjunto de ellas que conforman lo que Lakatos llama programa
de investigación científica.
Un programa de investigación se rechaza al completo cuando se disponga de un sustituto superior, que explique todo lo que
explicaba el anterior más otros hechos adicionales.
Lakatos reconoce que la dificultad de este esquema radica en que, en la práctica, puede costar años llevarlo a cabo, o incluso
ser inaplicable en programas de investigación muy complejos.
3.3 Pluralismo metodológico
Paul K. Feyerabend (1924 - 1994) afirmó que una metodología científica universalmente válida es un contrasentido, que no pueden dictarse normas a la ciencia
para su desarrollo.
Criticó ácidamente el cientificismo por ser "castillos en el aire" y como alternativa propuso un anarquismo epistemológico.
Puesto que no hay conocimientos ciertos y no se sabe qué paradigmas dominarán la ciencia del futuro, descartarlos ahora
supone cerrar puertas al mañana.
4 Corrientes actuales
Es extremadamente complejo (y, posiblemente, todavía falta algo más de perspectiva temporal) presentar un panorama
completo de la filosofía de la ciencia de los últimos treinta o treinta y cinco años.
Así como todos los autores anteriores ya han muerto, la mayoría de los que vienen a continuación no.
Aquí se intentará presentar un bosquejo de la gran variedad de enfoques actuales pero teniendo en mente que, dentro de
pocos años, algunas de las corrientes mencionadas pueden haber pasado al olvido, y que destaquen otros pensadores que hoy
tienen una repercusión menor.
Así como anteriormente se podía hablar de "el método" de la ciencia, el gran desarrollo de muchas disciplinas científicas ha
hecho que los filósofos de la ciencia comiencen a hablar de "los métodos", ya que no es posible identificar un método único y
universalmente válido.
La idea heredada de la física clásica de que todo es reducible a expresiones matemáticas ha cedido terreno ante situaciones
nuevas como la Teoría del caos o los avances de la biología.
Por otro lado han desaparecido cuestiones que llegaron a cubrir cientos de páginas y generaron grandes controversias.
Quizás el caso más flagrante sea el del Problema de la demarcación, centrado en la distinción (demarcación) entre ciencia y
otros conocimientos no científicos.
Prácticamente el tema desaparece después de Popper y es seguido en España por Gustavo Bueno en su teoría del cierre
categorial.
4.1 Estructuralistas
Aparte de la coincidencia de nombre, el programa estructuralista de reconstrucción de las teorías no tiene nada que ver
con el estructuralismo iniciado por el análisis lingüístico propuesto por Saussure.
En filosofía de la ciencia el estructuralismo nació a partir de la publicación en 1971 del libro La estructura lógica de la física
matemática (Joseph D. Sneed, 1938) como una síntesis del aparato formal del racionalismo crítico y del positivismo lógico con
la corriente historicista de la ciencia.
El estructuralismo fue reelaborado y divulgado por Wolfgang Stegmüller (1923 - 1991) y C. Ulises Moulines (1946).
La característica más destacada de estas reconstrucciones es su concepto de teoría científica como una estructura, de ahí el
nombre de esta propuesta metodológica.
Junto con las restricciones empíricas, una teoría consta de una estructura conceptual y de un ámbito de aplicación.
Puesto que las teorías no se presentan aisladas sino interrelacionadas también es necesario estudiar las relaciones entre
teorías, las redes teóricas.
Entre estas relaciones encontramos la de reducción, quizá la más destacada por su papel en la unidad de la ciencia.
A pesar de las múltiples teorías que puedan coexistir para explicar los mismos hechos, la unidad ontológica de la ciencia puede
salvarse si todas ellas son reductibles a una sola teoría (o a unas pocas no inconmensurables entre sí). Esta relación
interteorética desempeña un papel fundamental, por ejemplo, en el trabajo de los físicos en su búsqueda de la Teoría del todo.
Moulines propone una definición recursiva de la filosofía de la ciencia como teorización sobre teorizaciones, cuya
epistemología no es descriptiva ni prescriptiva, sino interpretativa.
Las teorías de la ciencia son construcciones culturales, pero ello no implica que la filosofía de la ciencia sea sustituida por una
sociología de la ciencia.
4.2 Filosofía de la ciencia naturalizada
Para Ronald N. Giere (1938) el propio estudio de la ciencia debe ser también una ciencia: "La única filosofía de la ciencia
viable es una filosofía de la ciencia naturalizada".
Esto es así porque la filosofía no dispone de herramientas apropiadas para el estudio de la ciencia en profundidad.
Giere sugiere, pues, un reduccionismo en el sentido de que para él la única racionalidad legítima es la de la ciencia.
Propone su punto de vista como el inicio de una disciplina nueva, una epistemología naturalista y evolucionista, que
sustituirá a la filosofía de la ciencia actual.
Larry Laudan (1941) propone sustituir el que él denomina modelo jerárquico de la toma de decisiones por el modelo
reticulado de justificación.
En el modelo jerárquico los objetivos de la ciencia determinan los métodos que se utilizarán, y éstos determinan los
resultados y teorías.
En el modelo reticulado se tiene en cuenta que cada elemento influye sobre los otros dos, la justificación fluye en todos los
sentidos.
En este modelo el progreso de la ciencia está siempre relacionado con el cambio de objetivos, la ciencia carece de objetivos
estables.
4.3 Realismo frente a empirismo
El debate sobre el realismo de la ciencia no es nuevo, pero en la actualidad aún está abierto.
Bas C. Van Fraasen (1941), empirista y uno de los principales oponentes del realismo, opina que todo lo que se requiere para
la aceptación de las teorías es su adecuación empírica.
La ciencia debe explicar lo observado deduciéndolo de postulados que no necesitan ser verdaderos más que en aquellos puntos que son empíricamente
comprobables.
Llega a decir que "no hay razón para afirmar siquiera que existe una cosa tal como el mundo real".
Es el empirismo constructivo, para el que lo decisivo no es lo real, sino lo observable.
Laudan y Giere presentan una postura intermedia entre el realismo y el subjetivismo estrictos. Laudan opina que es falso que
sólo el realismo explique el éxito de la ciencia.
Giere propone que hay ciencias que presentan un alto grado de abstracción, como la mecánica cuántica, y utilizan modelos
matemáticos muy abstractos.
Estas teorías son poco realistas.
Las ciencias que estudian fenómenos naturales muy organizados como la biología molecular, utilizan teorías que son muy
realistas.
Por ello no se puede utilizar un criterio uniforme de verdad científica.
Rom Harré (1927) y su discípulo Roy Bhaskar (1944) desarrollaron el realismo crítico, un cuerpo de pensamiento que quiere
ser el heredero de la Ilustración en su lucha contra los irracionalismos y el racionalismo reduccionista.
Destacan que el empirismo y el realismo conducen a dos tipos diferentes de investigación científica.
La línea empirista busca nuevas concordancias con la teoría, mientras que la línea realista intenta conocer mejor las causas y
los efectos.
Esto implica que el realismo es más coherente con los conocimientos científicos actuales.
Dentro de la corriente racionalista de oposición al neopositivismo encontramos a Mario Bunge (1919).
Analiza los problemas de diversas epistemologías, desde el racionalismo crítico popperiano hasta el empirismo, el subjetivismo
o el relativismo.
Bunge es realista crítico.
Para él la ciencia es falibilista (el conocimiento del mundo es provisional e incierto), pero la realidad existe y es objetiva.
Además se presenta como materialista , pero para soslayar los problemas de esta doctrina apostilla que se trata de un
materialismo emergentista.
4.4 Sociología de la ciencia
Robert K. Merton (1910 - 2003) se considera el fundador de la sociología de la ciencia en los años cuarenta, luego muy influida
por los trabajos de Kuhn, 'La estructura de las revoluciones científicas', 1962 y 1969.
La aportación básica para la Filosofía de la ciencia fue introducir el término paradigma como supuestos teóricos generales:
leyes más técnicas en una comunidad científica determinada, donde un antiguo paradigma es total o en parte reemplazado y se
llama revolución científica este proceso y el cambio no es de forma acumulativa, sino paradigmático.
El capítulo IX desarrolla los conceptos.
La primera edición fue ampliada en 1969 y así es la primera edición en español. La primera sociología distinguía unos factores
internos de la propia ciencia (metodología, objetivos...) que eran independientes de otros factores externos (sociológicos,
políticos...) no pertenecientes a la ciencia.
Pero la sociología de la ciencia actual prescinde de esta distinción. David Bloor (1913) y Barry Barnes son los principales
exponentes.
Afirman que los científicos son personas que se pueden ver tan afectadas por los factores sociológicos que debemos pensar que
todas las creencias son igualmente problemáticas.
Bruno Latour (1947) y Steve Woolgar proponen un concepto antropológico de la ciencia y, por tanto, su estudio por esta
disciplina.
Junto con las influencias antropológicas, aúnan también corrientes filosóficas como el pragmatismo, para crear algo así como
una epistemología alternativa y adecuada "a los hechos".
Conceptos claves en sus estudios son el de traducción, inscripción, etc.
2)Método científico
El método científico (del griego: -meta = hacia, a lo largo- -odos = camino-; camino hacia el conocimiento) presenta
diversas definiciones debido a la complejidad de una exactitud en su conceptualización:
"Conjunto de pasos fijados de antemano por una disciplina con el fin de alcanzar conocimientos válidos mediante instrumentos
confiables", "secuencia Standard para formular y responder a una pregunta", "pauta que permite a los investigadores ir desde
el punto A hasta el punto Z con la confianza de obtener un conocimiento válido".
Así el método es un conjunto de pasos que trata de protegernos de la subjetividad en el conocimiento.
El método científico está sustentado por dos pilares fundamentales.
1) El primero de ellos es la reproducibilidad.
Es decir, la capacidad de repetir un determinado experimento en cualquier lugar y por cualquier persona.
Este pilar se basa, esencialmente, en la comunicación y publicidad de los resultados obtenidos.
2) El segundo pilar es la falsabilidad.
Es decir, que toda proposición científica tiene que ser susceptible de ser falsada (falsacionismo).
Esto implica que se pueden diseñar experimentos que en el caso de dar resultados distintos a los predichos negarían la
hipótesis puesta a prueba.
La falsabilidad no es otra cosa que el modus tollendo tollens del método hipotético deductivo experimental.
Según James B. Conant no existe un método científico.
El científico usa métodos definitorios, métodos clasificatorios, métodos estadísticos, métodos hipotético-deductivos,
procedimientos de medición, etc.
Según esto, referirse a el método científico es referirse a este conjunto de tácticas empleadas para constituir el conocimiento,
sujetas al devenir histórico, y que pueden ser otras en el futuro.[1]
Ello nos conduce tratar de sistematizar las distintas ramas dentro del campo del método científico.
1 Tipologías
La sistematización de los métodos científicos es una materia compleja y tediosa.
No existe una única clasificación, ni siquiera a la hora de considerar cuántos métodos Método empírico-analítico.
Conocimiento auto correctivo y progresivo. Características de las ciencias naturales y sociales o humanas.
Caracteriza a las ciencias descriptivas.
Es el método general más utilizado.
Se basa en la lógica empírica.
Dentro de éste podemos observar varios métodos específicos con técnicas particulares.
Método experimental:
Algunos lo consideran por su gran desarrollo y relevancia un método independendiende el método empírico, considerándose a
su vez independiente de la lógica empírica su base, la lógica experimental. Comprende a su vez:
1) Método hipotético deductivo. En el caso de que se considere al método experimental como un método independiente, el
método hipotético deductivo pasaría a ser un método específico dentro del método empírico analítico, e incluso fuera de éste.
2) Método de la observación científica: Es el propio de las ciencias descriptivas.
3) Método de la medición: A partir del cual surge todo el complejo empírico-estadístico.
4) Método hermenéutico: Es el estudio de la coherencia interna de los textos, la Filología, la exégesis de libros sagrados y el
estudio de la coherencia de las normas y principios.
5) Método dialéctico: La característica esencial del método dialéctico es que considera los fenómenos históricos y sociales en continuo movimiento. Dio origen
al materialismo histórico.
8) Método fenomenológico. Conocimiento acumulativo y menos autocorrectivo.
7) Método sintético. Es un proceso mediante el cual se relacionan hechos aparentemente aislados y se formula una teoría que
unifica los diversos elementos. Consiste en la reunión racional de varios elementos dispersos en una nueva totalidad, este se
presenta más en el planteamiento de la hipótesis. El investigador sintetiza las superaciones en la imaginación para establecer
una explicación tentativa que someterá a prueba.
8) Método analítico. Se distinguen los elementos de un fenómeno y se procede a revisar ordenadamente cada uno de ellos por
separado. La física, la química y la biología utilizan este método; a partir de la experimentación y el análisis de gran número de
casos se establecen leyes universales.
9) Método histórico. Está vinculado al conocimiento de las distintas etapas de los objetos en su sucesión cronológica, para
conocer la evolución y desarrollo del objeto o fenómeno de investigación se hace necesario revelar su historia, las etapas
principales de su desenvolvimiento y las conexiones históricas fundamentales. Mediante el método histórico se analiza la
trayectoria concreta de la teoría, su condicionamiento a los diferentes períodos de la historia.
10) Método sistémico. Está dirigido a modelar el objeto mediante la determinación de sus componentes, así como las relaciones
entre ellos. Esas relaciones determinan por un lado la estructura del objeto y por otro su dinámica.
11) Método sintético. Es un proceso mediante el cual se relacionan hechos aparentemente aislados y se formula una teoría que
unifica los diversos elementos. Consiste en la reunión racional de varios elementos dispersos en una nueva totalidad, este se
presenta más en el planteamiento de la hipótesis. El investigador sintetiza las superaciones en la imaginación para establecer
una explicación tentativa que someterá a prueba.
12) Método lógico. Es otra gran rama del método científico, aunque es más clásica y de menor fiabilidad. Su unión con el
método empírico dio lugar al método hipotético deductivo, uno de los más fiables hoy en día. (ver métodos de interpolación y
extrapolación).
13) Método lógico deductivo: Mediante él se aplican los principios descubiertos a casos particulares, a partir de un enlace de
juicios. Se divide en:
a) Método deductivo directo de conclusión inmediata: Se obtiene el juicio de una sola premisa, es decir que se llega a una
conclusión directa sin intermediarios.
b) Método deductivo indirecto o de conclusión mediata: La premisa mayor contiene la proposición universal, la premisa menor
contiene la proposición particular, de su comparación resulta la conclusión. Utiliza silogismos.
14) Método lógico inductivo: Es el razonamiento que, partiendo de casos particulares, se eleva a conocimientos generales. Se
divide en:
a) Método inductivo de inducción completa: La conclusión es sacada del estudio de todos los elementos que forman el objeto de investigación, es decir que
solo es posible si conocemos con exactitud el numero de
elementos que forman el objeto de estudio y además, cuando sabemos que el conocimiento generalizado pertenece a cada uno
de los elementos del objeto de investigación.
b) Método inductivo de inducción incompleta: Los elementos del objeto de investigación no pueden ser numerados y estudiados
en su totalidad, obligando al sujeto de investigación a recurrir a tomar una muestra representativa, que permita hacer
generalizaciones. Éste a su vez comprende:
c) Método de inducción por simple enumeración o conclusión probable. Es un método utilizado en objetos de investigación
cuyos elementos son muy grandes o infinitos. Se infiere una conclusión universal observando que un mismo carácter se repite
en una serie de elementos homogéneos, pertenecientes al objeto de investigación, sin que se presente ningún caso que entre
en contradicción o niegue el carácter común observado. La mayor o menor probabilidad en la aplicación del método, radica en
el numero de casos que se analicen, por tanto sus conclusiones no pueden ser tomadas como demostraciones de algo, sino
como posibilidades de veracidad. Basta con que aparezca un solo caso que niegue la conclusión para que esta sea refutada
como falsa.
d) Método de inducción científica. Se estudian los caracteres y/o conexiones necesarios del objeto de investigación, relaciones
de causalidad, entre otros. Guarda enorme relación con el método empírico.
Analogía: Consiste en inferir de la semejanza de algunas características entre dos objetos, la probabilidad de que las
características restantes sean también semejantes. Los razonamientos analógicos no son siempre validos.
2 Descripciones del método científico
Por método o proceso científico se entiende aquellas prácticas utilizadas y ratificadas por la comunidad científica como válidas a
la hora de proceder con el fin de exponer y confirmar sus teorías.
Las teorías científicas, destinadas a explicar de alguna manera los fenómenos que observamos, pueden apoyarse o no en
experimentos que certifiquen su validez.
Francis Bacon definió el método científico de la siguiente manera:
1. Observación: Observar es aplicar atentamente los sentidos a un objeto o a un fenómeno, para estudiarlos tal como se
presentan en realidad.
2. Inducción: La acción y efecto de extraer, a partir de determinadas observaciones o experiencias particulares, el principio
particular de cada una de ellas.
3. Hipótesis: Planteamiento mediante la observación siguiendo las normas establecidas por el método científico.
Además es importante saber que ningún método es un camino infalible para el conocimiento, todos constituyen una propuesta racional para
llegar a su obtención.
Filosofía de la ciencia
La filosofía de la ciencia es la rama de la filosofía que tiene por objeto estudiar el saber científico desde un enfoque general y humano; en el
sentido de cómo afecta a las personas y cómo componen el conocimiento acumulado, tanto históricamente como en el conjunto socio-
cultural de la humanidad. Subsidiariamente, se ocupa de los métodos de investigación y de obtención de datos científicos; por lo que,
muchas veces, se usa como sinónimo de epistemología. En el presente estudio abarcamos el significado de "filosofía de la ciencia" en dos
direcciones:
La filosofía de la ciencia como una disciplina independiente de una Teoría General del Conocimiento (gnoseología y epistemología), que
pretende aclarar y dilucidar el discurso científico, en una labor de divulgación y de adaptación de los conceptos complejos de la ciencia a la
inteligibilidad general del conocimiento.
La filosofía de la ciencia como una taxonomía de disciplinas y saberes científicos, haciendo hincapié en las particularidades cognoscitivas de
cada uno y en las diferencias metodológicas de cómo obtienen el conocimiento. Como tal, agrupamos en esta expresión de referencia, lo que
podemos llamar filosofía de las ciencias.
Una cuestión muy actual que se puede incluir en el epígrafe, son las consideraciones sociales de la aplicación directa de la ciencia y de la
tecnología. Por extensión del término, la filosofía de la ciencia se ocupa de su relación con otras formas de conocimiento distintas al proceder
científico; tales como la religión, la política, la economía o el arte.
EL CONCEPTO DE CIENCIA
La palabra ciencia no ha tenido -ni probablemente tendrá- el mismo significado a lo largo de la historia. Los primeros en hacerla, y en llamarla
así, fueron los filósofos, desde el siglo V adC hasta el siglo XIX. Curiosamente, los científicos actuales parecen ser los más atrevidos y creativos
a la hora de filosofar, quizás porque la ciencia ha ido acogiendo bajo su concepto y método a muchos de los saberes de aquella. Sin embargo,
el concepto de ciencia, lo mismo que no se puede separar de la especulación filosófica primigeniamente, tampoco puede escapar a su
relación con la tecnología que le fuera propia en el momento histórico que consideremos. Así pues, aunque los procedimientos teóricos
pudieran anteceder a los pragmáticos y técnicos, hasta que éstos últimos no se pusieran de manifiesto en una experiencia concreta, aquellos
seguirían sin demostrar. La ciencia actual necesita de pruebas, demostraciones, argumentaciones, experiencias y comprobaciones de distinto
grado y nivel para validar su conocimiento.
La definición de ciencia no está caracterizada por un corpus único, sino que se describe como un conjunto de saberes y conocimientos que se
estructuran sistemáticamente y que son obtenidos mediante la observación y la inferencia racional de los hechos y acontecimientos. Dicho
conjunto cognoscitivo se agrupa en diversos subconjuntos clasificatorios que refieren una parte de la realidad, unos hechos relacionados o
un enfoque estructural del mundo. Estos subconjuntos se interesan por hechos y campos semánticos con algún denominador común que
satisfaga unas condiciones de adecuación (tanto a nivel formal como a nivel material). De suerte que, todo hecho conocido, puede o podrá
adjudicarse a alguna categoría o clasificación. Sin embargo, la ciencia se enfrenta al problema de que, las partes de la realidad, se solapan en
diversos actos clasificatorios y, la estructura de clases ideada, no siempre es excluyente en el sentido lógico del concepto. En tanto esto
ocurre, es cierto que se genera alguna incertidumbre, mas no es menos cierto que, de no existir esa voluntad de análisis y de clasificación, se
generaría más ambigüedad y desconcierto cognoscitivo. También, debido a los cambios de orientación y perspectiva, la ciencia se enfrenta a
nuevos campos taxonómicos; con lo cual, tiende a reformular, en no pocas ocasiones, los límites clasificatorios. Lejos de entenderlo como un
fallo o un error del conocimiento científico, esto atestigua su buena fe para la búsqueda de métodos, procedimientos e interpretaciones cada
vez más avezadas, ingeniosas, adecuadas y ajustadas.
MEDIDA Y MÉTRICA
El gran conflicto epistemológico de la medición no radica en ella misma, sino sobre qué se le aplica. Es decir, ¿es susceptible de medida
cualquier cosa, asunto, hecho o acontecimiento? Hay gran consenso en considerar que, la medición debe aplicarse sobre
hechos universales en condiciones idénticas -que se puedan replicar-. Los hechos particulares pueden tener, en origen, una subjetividad
aplicable sólo al caso (n=1); pero se entiende que existe cierta uniformidad en la naturaleza, donde se pueden replicar semejantes
condiciones que prueban tal uniformidad. Sólo los hechos y asuntos que tengan probada esa uniformidad de ocurrencia podrán ser
susceptibles de una medición respecto a un instrumento de medida, asimismo, estándar. Se dice, entonces, que el instrumento de medida
tiene un grado de precisión; esto es, un valor aproximado al exacto (más/menos un error calculado estadísticamente o comparativamente
con otros instrumentos de medida). En cierto modo, la precisión de la medida es contextual a lo que se quiere medir (por ejemplo,
considerar la distancia entre Lisboa y Buenos Aires en términos milimétricos para cubrir una travesía en barco, carece de sentido; sin
embargo, para observar células o procesos subatómicos, necesitamos de unidades como la micra o menores que ésta).
Otro de los temas que más se han tenido en cuenta en torno a la medición son los enfoques cuantitativo y cualitativo de la misma. Los
procedimientos cuantitativos están referidos a números, mientras que los cualitativos están graduados semánticamente (para ilustrarlo con
un ejemplo simple: muy bueno-bueno-regular-malo-muy malo). Si bien, más que la recurrencia temática de los análisis cuantitativos y
cualitativos, la antecede la métrica que se va a procedimentar para realizar el análisis. De este modo, la medición es el acto de aplicar una
escala a algo, pero la métrica se entiende como el acto de construcción de dicha escala de medida. La metrización puede resultar uno de los
procedimientos más complejos de la ciencia, pues muchas veces hay que recurrir a métodos indirectos para la obtención de datos. La forma
más extendida de hacer métrica es la comparación de un suceso en una escala pergeñada ex profeso para realizar la medición.
EL MANEJO DE LA COMPLEJIDAD
"Hay más cosas en el cielo y sobre la tierra que en toda vuestra filosofía" (William Shakespeare)
"El Tao que puede ser expresado no es el Tao eterno. El nombre que puede ser nombrado no es el nombre eterno." (Lao-Tse)
Llegáramos a una de las encrucijadas de la filosofía de la ciencia que mayor enjundia significativa tiene para la humanidad: cómo demonios
hace la ciencia para manejar y procesar una realidad compleja e interactiva de difícil acceso más allá de la percepción directa de las cosas.
Para ilustrar convenientemente este epígrafe seguiremos un procedimiento que vamos a llamar hipótesis de trabajo (un supuesto o una
simulación llevada hasta sus últimas consecuencias con el fin de extrapolar ciertas conclusiones; en vez de seguir un método expositivo).
Trabajemos, por ende, con la siguiente hipótesis:
Tenemos que resolver el problema del origen del universo y las fuerzas que lo mueven, así como decir porqué la humanidad está donde está
y de dónde ha salido el conjunto de hechos que componen la realidad, condensarlo en una teoría que podamos llevar en nuestros cerriles
cerebros y que lo entienda cualquier sujeto por muy tonto que sea. Esa teoría, por increíble que parezca, existe; y además lo hace desde
tiempos inmemoriales: ¡Dios! Y es que nunca se dijo tanto con tan poco... El monoteísmo -la existencia de un sólo Dios para todos igual- es el
gran triunfo de la síntesis religiosa y de la facilidad para transportarlo en nuestras limitadas mentes. Dios explica el origen del universo,
proporciona a los hombres un vínculo y proyecto de vida, desvelando la naturaleza de las cosas y el fin de su creación y evolución. La belleza
de la idea monoteísta radica en su simplicidad y economía de esfuerzos cognoscitivos. El gran conflicto de esta hipótesis es que, hasta hoy,
no se ha logrado demostrar la existencia de Dios más allá del pensamiento humano. Por lo tanto, la ciencia, no puede aceptar esta
explicación como válida en virtud de que, las pruebas que podemos obtener, ni verifican ni falsean tal presupuesto hasta el día de la fecha.
Tanto la revelación, los milagros, las profecías, como la idea misma de Dios como creador de toda realidad y gran juez de la vida y de la
muerte, carecen de replicaciones experimentales y de condiciones uniformes accesibles y disponibles para procedimientos científicos
conocidos. Tampoco se puede medir ni escalar, no tiene clasificación posible ni es susceptible de probabilizar su ocurrencia, no se puede
deducir más allá de su aceptación como principio prior, resulta imposible objetivizar semejante ente y, siendo como se pretende, un sistema
"perfecto", resulta paradójica -a nuestros ojos, al menos- nuestra imperfección para hacerlo cognoscible, aun formando parte de su
perfección explicativa. Es verdaderamente sorprendente que, la mejor y más sencilla explicación del mundo que ha generado el pensamiento
humano, sólo pueda ser aceptada o rechazada en orden a la creencia de su existencia extramental. La única prueba medianamente científica
que podemos argüir en su favor, es por reducción al absurdo: si no tienes otra mejor, acéptala hasta que la encuentres...
Cuando surgió la idea monoteísta (hace más de 3000 años), desde luego, la ciencia, carecía de los argumentos, las pruebas y los avances
tecnológicos que tiene hoy. La interpretación de la idea de Dios (es decir, de cómo la entienden los hombres) ha ido limitándose en cuanto
la ciencia, paulatinamente, ha ido demostrando y probando la poca fiabilidad y estabilidad de los argumentos religiosos. Cosas que hoy nos
parecen triviales, durante siglos, la tradición religiosa las ocultaba: la circulación de la sangre, la esfericidad de la tierra o que los hombres se
pueden gobernar a sí mismos independientemente de Dios... Sin embargo, la existencia o no de Dios, no se ha podido contrastar hasta ahora.
De ahí, que sigan vigentes sus postulados. No obstante, desde un punto de vista de la filosofía de la ciencia hemos de considerar la
improbabilidad de su acontecer, no porque podamos refutarla, sino en base a que, cada paso que damos, no encontramos pruebas de su
existencia (y ya hemos dado muchos, aunque quizás, insuficientes).
La ciencia no explica todo. Esto es un hecho que hay que aceptar. Si bien, a lo largo de la historia, cada vez más, ha ido dando explicaciones y
descripciones más potentes, más cualificadas y más abundantes sobre el mundo y lo que en él sucede. La aspiración holística y global no
pertenece al concepto de ciencia en sí, sino de quien lo define; pues si algo ha demostrado ciencia, es que sus presupuestos no son
inmutables y sí dinámicos. Las limitaciones de la ciencia, para la filosofía de la misma, lejos de considerarse un error, es una fuente de
adaptación y de ajuste, de constructivismo cognoscitivo que optimiza su eficacia. Así, la complejidad del mundo, para la ciencia no es una
solución del tipo "total" y absoluta, sino que es un problema a resolver por partes (partes interconectadas, si se quiere). La fuente de su
insolubilidad estriba en cómo organizamos el conocimiento que, aspira a conocer todo por definición -el arché de los presocráticos, se reduce
a éso, a descubrir el engranaje funcional del mundo-.
Derivado de lo anterior, hemos de decir que, la ciencia, también genera incertidumbre; pues al plantear problemas para los que no tiene
solución, ratifica lo que desconoce y la posibilidad de su propio error. Dicha posibilidad -el meta-análisis-, a veces no es contemplada y queda
sesgada por los grandes avances científicos que se sostienen para defender a la ciencia frente a otro tipo de conocimientos. A semejante
consideración, se le añade la direccionalidad ética de la ciencia; hoy, más que nunca, discutida y discutible.
La complejidad de la realidad puede estar ligada al desorden, al caos o al azar. Pero también, podemos considerar a la complejidad enlazada
a una contradicción lógica; ya que no se puede lograr una certeza absoluta en la elaboración de una ley, una teoría, un sistema de medida o
cualquier considerando científico; pero se quiere construir un sistema ausente de contradicciones. La superación del enigma parece apuntar
a la interdisciplinariedad de la ciencia y en examinar la realidad bajo un enfoque multidimensional. A sabiendas de que no podemos escapar
a cierta incertidumbre, lo mejor es aceptarla y, entender al mundo como un contexto estable/inestable en un sentido asociado y que
organizan a aquel. En dicho contexto, los procesos estocásticos -de causas y efectos- son productos y producidos; de suerte que, unos hechos
consecuentes en una parte de la realidad, pueden ser antecedentes en otra: el mundo se auto-organiza en su propia entropía. Las partes
están en el todo del mismo modo que, el todo, está representado de algún modo, en sus partes componentes.
La ciencia, a la fecha, no puede plantearse paradigmas simplificadores del mundo, porque se ha percatado que éso mismo es lo que reduce
su perspectiva. No puede sustituir a la perfección sistémica de la idea de Dios, pero convive y relaciona mejor su imperfección con los hechos
que procesa del mundo. Si la idea de ciencia no es perfecta se debe, en parte, a que el mundo -a sus ojos- resulta imperfecto. ¡Toda una
lección de humildad!
Resulta evidente que si es filosofía no es ciencia. Éso no es óbice para que la filosofía de la ciencia no tenga en consideración a los
presupuestos científicos. Es más, parte de ellos para elaborar toda su especulación. La diferencia entre ambas es el uso de un lenguaje de
contrastación empírica sistemática. La filosofía es un sistema de significados donde la comprobación es relativa a su accesibilidad
metodológica; mientras que, para la ciencia es un paso netamente necesario. La filosofía atiende a razones suficientes (racionalidad
potencial), pero la ciencia busca razones necesarias (racionalidad existencial): sólo si existe, es ciencia. La posibilidad de existir no es
competencia científica.
Empero la ciencia se basa en su alto poder predictivo sobre sucesos que ha estudiado y formalizado. ¿Por qué entonces decimos que no
trabaja sobre sucesos no-existentes, si las predicciones, independientemente del sistema en que se formulen, se realizan sobre fenómenos
futuros cuya certeza presente no existe? La ciencia sólo realiza una clase de predicciones fundamentadas en la probabilidad de ocurrencia.
Cuanto mayor es esa probabilidad, mayor es su validez científica. Superando el 90% de ocurrencia, el contenido de una proposición puede
considerarse precientífica. En terrenos experimentales sin un gran volumen de replicación, el porcentaje de ocurrencia puede bajar
ostensiblemente (al 60-70%). Y aunque supere porcentajes aceptables, el sistema significativo de la ciencia tampoco los valida así como así.
No se puede prescindir de algunos aspectos de control cognoscitivo: precisión, establecimiento de la variabilidad/invariabilidad,
deducibilidad, axiomatización, contrastación, valor práxico, distinción, observación, información intensiva, conceptualización inequívoca,
clasificación, condicionalidad, aplicabilidad, verosimilitud, diferenciación y existencia demostrable.
La ciencia tiene ocasión de considerar la necesidad de una filosofía específica por lo que significa la libertad como condición para su
desarrollo. Muchas veces se ha criticado su excesiva dependencia de la política, de lo militar y de lo económico, por lo que aparecen en su
horizonte las siguientes aspiraciones:
Neutralidad
Objetividad
Desgraciadamente, los científicos no han tenido siempre la misma coherencia ética y estética que guía su coherencia estructural
cognoscitiva. Hay veces que, lo que se llama ciencia, dictamina increíblemente sobre lo que es necesario y lo que no; porque la comunidad
científica, ni tan siquiera el conjunto de la sociedad, decide las líneas que ha de seguir la ciencia para su progreso y evolución. Generalmente,
la investigación científica es guiada por proyectos para generar beneficios económicos o por intereses políticos para ofertar al electorado (en
el mejor de los casos). La obligación impuesta a muchos científicos de guardar silencio sobre sus descubrimientos, secuestra al conocimiento
y a la libre circulación y contrastación de ideas. Se hace, así pues, provechoso que la ciencia admitiese presupuestos deontológicos y éticos
en su quehacer cotidiano, no siempre ponderados de manera armónica para la humanidad. La sociedad tiene la responsabilidad de que el
conocimiento revierta en sus miembros de forma efectiva, actualizada y sensata. Renunciar a tal derecho, es dejar en manos de unos pocos,
la información privilegiada. La educación y la formación científica de las personas, a buen seguro, abundarán en la reducción de las
diferencias socioeconómicas y tecnológicas que existen entre las distintas poblaciones. No olvidemos tampoco, el compromiso que tenemos
con el sostenimiento del planeta que habitamos y que compartimos con otras especies y seres vivos. La ciencia se enfrenta a problemas de
poca tradición en su historia; sin embargo, la superación científica y la resolución de aquellos han de favorecer aspectos como los señalados.
1. DESCRIPCION TEMATICA:
Ciencia (en latín scientia, de scire, ‘conocer’), término que en su sentido más amplio se emplea para referirse al conocimiento sistematizado en
cualquier campo, pero que suele aplicarse sobre todo a la organización de la experiencia sensorial objetivamente verificable. La búsqueda de
conocimiento en ese contexto se conoce como ‘ciencia pura’, para distinguirla de la ‘ciencia aplicada’ —la búsqueda de usos prácticos del
conocimiento científico— y de la tecnología, a través de la cual se llevan a cabo las aplicaciones.
Los esfuerzos para sistematizar el conocimiento se remontan a los tiempos prehistóricos, como atestiguan los dibujos que los pueblos del
paleolítico pintaban en las paredes de las cuevas, los datos numéricos grabados en hueso o piedra o los objetos fabricados por las civilizaciones
del neolítico. Los testimonios escritos más antiguos de investigaciones protocientíficas proceden de las culturas mesopotámicas, y corresponden
a listas de observaciones astronómicas, sustancias químicas o síntomas de enfermedades —además de numerosas tablas matemáticas—
inscritas en caracteres cuneiformes sobre tablillas de arcilla. Otras tablillas que datan aproximadamente del 2000 a.C. demuestran que los
babilonios conocían el teorema de Pitágoras, resolvían ecuaciones cuadráticas y habían desarrollado un sistema sexagesimal de medidas
(basado en el número 60) del que se derivan las unidades modernas para tiempos y ángulos
En el valle del Nilo se han descubierto papiros de un periodo cronológico próximo al de las culturas mesopotámicas que
contienen información sobre el tratamiento de heridas y enfermedades, la distribución de pan y cerveza, y la forma de hallar el volumen de una
parte de una pirámide. Algunas de las unidades de longitud actuales proceden del sistema de medidas egipcio y el calendario que empleamos es
el resultado indirecto de observaciones astronómicas prehelénica.
2. INTRODUCCIÓN Filosofía de la ciencia, investigación sobre la naturaleza general de la práctica científica. La filosofía de la ciencia se ocupa
de saber cómo se desarrollan, evalúan y cambian las teorías científicas, y si la ciencia es capaz de revelar la verdad de las entidades ocultas y
los procesos de la naturaleza. Su objeto es tan antiguo y se halla tan extendido como la ciencia misma. Algunos científicos han mostrado un
vivo interés por la filosofía de la ciencia y unos pocos, como Galileo, Isaac Newton y Albert Einstein, han hecho importantes contribuciones.
Numerosos científicos, sin embargo, se han dado por satisfechos dejando la filosofía de la ciencia a los filósofos, y han preferido seguir 'haciendo
ciencia' en vez de dedicar más tiempo a considerar en términos generales cómo 'se hace la ciencia'. Entre los filósofos, la filosofía de la ciencia
ha sido siempre un problema central; dentro de la tradición occidental, entre las figuras más importantes anteriores al siglo XX
destacan Aristóteles, René Descartes, John Locke, David Hume, Immanuel Kant y John Stuart Mill. Gran parte de la filosofía de la ciencia es
indisociable de la epistemología, la teoría del conocimiento, un tema que ha sido considerado por casi todos los filósofos.
3. EL PROBLEMA DE LA INDUCCIÓN
Los resultados de la observación y experimentación suministran la evidencia para una teoría científica, pero no pueden demostrar que la teoría
es correcta. Hasta la generalización empírica más modesta, por ejemplo que toda agua hierve a la misma temperatura, va más allá de lo que
puede ser deducido de la evidencia en sentido estricto. Si las teorías científicas no expresaran más que la evidencia que suele sustentarlas,
tendrían poca utilidad. No podrían ser utilizadas para predecir el curso de la naturaleza, y carecerían de poder explicativo.
El vínculo no demostrativo o inductivo entre la evidencia y la teoría plantea uno de los problemas fundamentales de la teoría del conocimiento, el
problema de la inducción, dada su formulación clásica por David Hume, el filósofo escocés del siglo XVIII. Hume consideró simples predicciones
basadas en observaciones pasadas, por ejemplo, un vaticinio como: el sol saldrá mañana, teniendo en cuenta que se ha observado que siempre
salía en el pasado. La vida sería imposible sin anticipar el futuro, pero Hume construyó una argumentación excelente para mostrar que estas
inferencias son indefendibles desde presupuestos racionales. Esta conclusión puede parecer increíble, pero la argumentación de Hume tiene
todavía que ser contestada de un modo concluyente. Admitía que las deducciones inductivas han sido por lo menos razonablemente fiables
hasta ahora, o no estaríamos vivos para considerar el problema, pero afirmaba que sólo podemos tener una razón para continuar confiando en la
inducción si tenemos algún motivo para creer que la inducción seguirá siendo fiable en el futuro. Hume demostró entonces que tal razón no es
posible. El nudo del problema es que pretender que la inducción será una garantía en el futuro es, en sí misma, una predicción y sólo podría ser
justificada de manera inductiva, lo que llevaría a una cuestión de principio. En concreto, mantener que la inducción quizá funcionará en el futuro
porque ha resultado útil en el pasado es razonar en círculo, asumiendo la inducción para justificarla. Si esta argumentación escéptica es válida, el
conocimiento inductivo parece imposible, y no hay un argumento racional que se pueda plantear para disuadir a alguien que opina, por ejemplo,
que es más seguro salir de la habitación por las ventanas que por la puerta.
El problema de la inducción se relaciona de forma directa con la ciencia. Sin una respuesta a la argumentación de Hume, no hay razón para
creer en ninguno de los aspectos de una teoría científica que vaya más allá de lo que, en realidad, se ha observado. El asunto no es que las
teorías científicas no resulten nunca ciertas por completo: esto es o debería ser una verdad obvia. El tema es más bien que no tenemos ninguna
razón para suponer, por ejemplo, que el agua que no hemos sometido a prueba hervirá a la misma temperatura que el agua que hemos probado.
Los filósofos han realizado un continuo esfuerzo para resistir a esta conclusión escéptica. Algunos han tratado de demostrar que
los modelos científicos para sopesar evidencias y formular inferencias son, de algún modo, racionales por definición; otros, que los éxitos
pasados de nuestros sistemas inductivos son susceptibles de emplearse para justificar su uso futuro sin caer en círculos viciosos. Un tercer
enfoque sostiene que, aunque no podamos demostrar que la inducción funcionará en el futuro, sí podemos demostrar que lo hará si
algún método de predicción lo hace, por lo que es razonable utilizarlo. Mediante teorías más recientes, algunos filósofos han sostenido que la
actual fiabilidad de las prácticas inductivas, algo que Hume no niega, basta para proporcionar conocimiento inductivo sin otro requerimiento que
el que la fiabilidad esté justificada.
Karl Popper ha aportado una respuesta más radical al problema de la inducción, una solución que constituye la base de su influyente filosofía de
la ciencia. De acuerdo con Popper, el razonamiento de Hume de que las inferencias son injustificables desde una perspectiva racional es
correcto. Sin embargo, esto no amenaza la racionalidad de la ciencia, cuyas inferencias son, aunque parezca lo contrario, deductivas en
exclusiva. La idea central de Popper es que mientras la evidencia nunca implicará que una teoría sea verdadera, puede rebatir la teoría
suponiendo que sea falsa. Así, un número de cuervos negros no implica que todos lo cuervos sean negros, pero la presencia de un único cuervo
blanco supone que la generalización es falsa. Los científicos pueden, de esta forma, saber que una teoría es falsa, sin recurrir a la inducción.
Además, enfrentados a una elección entre dos teorías opuestas, pueden ejercer una preferencia racional si una de las teorías ha sido refutada
pero la otra no; entonces es racional preferir una teoría que podría ser verdad respecto a una que se sabe es falsa. La inducción nunca entra en
escena, de modo que el argumento de Hume pierde fuerza.
Esta ingeniosa solución al problema de la inducción se enfrenta con numerosas objeciones. Si fuera cierta, los científicos nunca tendrían ningún
motivo para creer que alguna de sus teorías o hipótesis son siquiera correctas por aproximación o que alguna de las predicciones extraídas de
ellas es verdad, ya que estas apreciaciones sólo podrían ser justificadas por vía inductiva. Además, parece que la posición de Popper ni siquiera
permite a los científicos saber que una teoría es falsa, puesto que, según él, la evidencia que podría contradecir una teoría, puede no ser nunca
reconocida como correcta. Por desgracia, las inferencias inductivas que los científicos plantean no parecen ni evitables ni justificables.
4. EL PROBLEMA DE LA DESCRIPCIÓN
Aunque la discusión de Hume sobre la justificación de la inducción representa un hito en la historia de la filosofía, sólo ofrece una
cruda descripción de cómo, para bien o para mal, los métodos inductivos funcionan en realidad. Mantenía que la inferencia inductiva es sólo un
hábito de formación. Al haber visto muchos cuervos negros, de modo tácito aplicamos la regla 'más de lo mismo' y suponemos que el próximo
cuervo que encontremos será también negro. Esto, como es evidente, no hace justicia a la práctica inferencial de los científicos, ya que éstos
infieren a partir de la observación de entidades de una clase para llegar a la existencia y comportamiento de entidades de una clase muy
diferente y a menudo no observable. 'Más de lo mismo' no llevará a los científicos desde lo que se ve en el laboratorio a la existencia de los
electrones o los campos electromagnéticos. ¿Cómo comprueban entonces los científicos sus teorías, sopesan la evidencia y establecen
inferencias? Este es el problema de la descripción en contraste con el problema de la justificación de Hume.
El problema descriptivo puede parecer fácil de resolver: sólo hay que preguntar a los científicos que describan lo que hacen. Es una ilusión. Los
científicos pueden ser eficaces sopesando evidencias, pero no son eficaces ofreciendo una declaración de principios que recoja cómo llegan a
ellos. Esto no es más sorprendente que el hecho de que los nativos de habla inglesa sean incapaces de explicar los principios por los que
diferencian las oraciones gramaticales de las no gramaticales. Lo más sorprendente es cuán difícil ha sido resolver el problema de la inducción
incluso para los filósofos de la ciencia que han dedicado a ello su actividad.
Quizá la forma más corriente de mostrar cómo se comprueban las teorías sea mediante el modelo hipotético-deductivo, según el cual las teorías
se comprueban examinando las predicciones que implican. La evidencia que muestra que una predicción es correcta, confirma la teoría; la
evidencia incompatible con la predicción, rebate la teoría, y cualquier otra evidencia es irrelevante. Si los científicos tienen una evidencia
suficiente que corrobora y una no evidencia que rebate, pueden inferir que la teoría examinada es correcta. Este modelo, aunque es aproximado,
parece en principio ser un reflejo razonable de la práctica científica, pero está envuelto en dificultades concretas. La mayoría de éstas
demuestran que el modelo hipotético-deductivo es demasiado permisivo, al tratar evidencias irrelevantes como si aportaran certezas materiales.
Para mencionar tan sólo un problema, la mayoría de las teorías científicas no implican ninguna consecuencia observable por sí misma, sino sólo
al relacionarse en conjunto con otras suposiciones de base. Si no hay alguna clase de restricción sobre las suposiciones admisibles, el modelo
permitiría considerar cualquier observación como evidencia para casi cualquier teoría. Esto es un resultado absurdo, pero es difícil en extremo
especificar las restricciones apropiadas.
Dadas las dificultades que afronta el modelo hipotético-deductivo, algunos filósofos han reducido sus miras y han intentado dar un modelo mejor
de refuerzo inductivo para una serie de casos más limitada. El caso más sencillo es una generalización empírica del tipo 'todos los cuervos son
negros'. Aquí parece claro que los cuervos negros apoyan la hipótesis, los cuervos no negros la refutan, y los no cuervos son irrelevantes. Aún
así, esta modesta consideración entraña otros problemas. Supongamos que aplicamos el mismo tipo de consideración a la hipótesis un tanto
exótica de que todas las cosas no negras no son cuervos. Los no negros no cuervos (flores blancas, por ejemplo) la apoyan, los cuervos no
negros la refutan, y los objetos son irrelevantes. El problema surge cuando observamos que esta hipótesis equivale a la hipótesis original del
cuervo; decir que todas las cosas no negras son no cuervos es sólo un modo poco usual de decir que todos los cuervos son negros. Entonces
¿cualquier evidencia que apoye una hipótesis apoya la otra? Esto nos deja, sin embargo, con la conclusión bastante extraña de que las flores
blancas proporcionan la evidencia de que todos los cuervos son negros. Esta paradoja del cuervo parece un truco lógico, pero ha resultado muy
difícil de resolver.
5. EXPLICACIÓN
Un reciente trabajo sobre el problema de los métodos de descripción inferencial en la ciencia ha tratado de evitar la debilidad del modelo
hipotético- deductivo yendo más allá de las relaciones lógicas para responder a la conexión de la evidencia con la teoría. Algunas
consideraciones intentan describir cómo la plausibilidad de teorías e hipótesis puede variar conforme se va avanzando en las comprobaciones, y
han enlazado esta idea con un cálculo formal de probabilidades. Otras apelan al contenido específico de las hipótesis sometidas a comprobación,
en especial las afirmaciones causales que hacen muchas de ellas. En el siglo XIX, John Stuart Mill dio cuenta de las inferencias desde los
efectos a las causas que puede ser extendida para aportar un modelo de inferencia científica. Uno de los procedimientos por el que se ha
intentado esa expansión ha sido recurriendo al concepto de explicación. La idea básica del modelo de inducción para la mejor explicación es que
los científicos infieren desde la evidencia válida a la hipótesis que, de ser correcta, proporcionaría la mejor explicación de esa evidencia.
Si la inferencia para la mejor explicación debe de ser algo más que un eslogan, sin embargo, se requiere alguna consideración independiente de
explicación científica. El punto de partida para la mayoría del trabajo filosófico contemporáneo sobre la naturaleza de la explicación científica es
el modelo deductivo-nomológico, según el cual una explicación científica es una deducción de una descripción del fenómeno para ser explicada
desde un conjunto de premisas que incluye, por lo menos, una ley de la naturaleza. Así, se podría explicar por qué sube el mercurio en
un termómetro señalando el ascenso de la subida en la temperatura a partir de una ley que relaciona la temperatura y el volumen de los metales.
El tema aquí es saber qué hace que algo sea una ley de la naturaleza, otro de los tópicos centrales de la filosofía de la ciencia. No todas las
generalizaciones verdaderas son leyes de la naturaleza. Por ejemplo, la afirmación de que todas las esferas de oro tienen un diámetro de menos
de diez millas es una verdad presumible pero no es una ley. Las genuinas leyes de la naturaleza parecen tener un tipo de necesidad de la que
carece la afirmación sobre las esferas de oro. Describen no sólo cómo funcionan las cosas en realidad sino cómo, de algún modo, deben
funcionar. Sin embargo, está lejos de ser evidente cómo tendría que articularse esta noción de necesidad.
Otra dificultad para el modelo deductivo-nomológico de explicación es que, al igual que el modelo hipotético-deductivo de comprobación, con el
cual mantiene una notable similitud estructural, este modelo también es demasiado permisivo. Por ejemplo, el periodo (la duración de una
oscilación) de un péndulo determinado puede deducirse de la ley que se refiere al periodo y recorrido de los péndulos en general, junto con el
recorrido de ese péndulo determinado. El recorrido del péndulo es considerado de modo habitual como explicativo del periodo. Sin embargo, la
deducción puede llevarse a cabo en el sentido opuesto: es posible calcular el recorrido de un péndulo si se conoce su periodo. Pero el periodo no
está considerado por lo común como explicativo del recorrido del péndulo. De este modo, mientras que la deducción funciona en ambos sentidos,
se considera que la explicación va sólo en un único sentido. Dificultades de esta índole han llevado a algunos filósofos a desarrollar procesos
causales de explicación, según los cuales explicamos los acontecimientos aportando información sobre sus procesos causales. Este enfoque es
atractivo, pero pide un análisis de causalidad, un proyecto que se enfrenta a muchas de las mismas dificultades que tenía analizar las leyes de la
naturaleza. Además, se necesita decir más sobre qué causas de un acontecimiento lo explican. El Big Bang es presumiblemente parte de la
historia causal de cada acontecimiento, pero no aporta una explicación adecuada para la mayoría de ellos. Una vez más, hay un problema de
permisividad excesiva.
6. REALISMO E INSTRUMENTALISMO Uno de los objetivos de la ciencia es salvar los fenómenos, construir teorías que supongan una
descripción correcta de los aspectos observables del mundo. De particular importancia es la capacidad para predecir lo que es observable pero
todavía no es observado, ya que una predicción precisa hace factible la aplicación de la ciencia a la tecnología. Lo que resulta más controvertido
es si la ciencia debe también aspirar a la verdad sobre aquello que no es observable, sólo por comprender el mundo, incluso sin un propósito
práctico. Aquellos que pretenden que la ciencia debería, y que así lo hace, ocuparse de revelar la estructura oculta del mundo son conocidos
como realistas. Para éstos, las teorías tratan de describir esa estructura. Por oposición, aquellos que dicen que la labor de la ciencia es sólo
salvar los fenómenos observables son conocidos como instrumentalistas, ya que para ellos las teorías no son descripciones del mundo invisible
sino instrumentos para las predicciones sobre el mundo observable. La disputa entre realistas e instrumentalistas ha sido un tema constante en
la historia de la filosofía de la ciencia.
Los científicos realistas no afirman que todo en la ciencia actual es correcto pero, como era de esperar, afirman que las mejores teorías actuales
son poco más o menos verdaderas, que la mayoría de las entidades a las que se refieren existen en realidad, y que en la historia de la ciencia
las últimas teorías en un campo concreto han estado por lo común más próximas a la verdad que las teorías que sustituían. Para los realistas, el
progreso científico consiste sobre todo en generar descripciones cada vez más amplias y exactas de un mundo en su mayor parte invisible.
Algunos instrumentalistas niegan que las teorías puedan describir aspectos no observables del mundo sobre la base de que no se pueden llenar
de significado las descripciones de lo que no puede ser observado. Según esta idea, las teorías de alto nivel son ingenios de cálculo sin
significado literal: no son más descripciones del mundo que lo que son los circuitos de una calculadora electrónica. Otros instrumentalistas han
afirmado que las teorías son descripciones, pero sólo del mundo observable. Hablar de partículas atómicas y campos gravitatorios sólo es en
realidad una taquigrafía de descripciones de interpretaciones punteras y un movimiento observable. La versión contemporánea más influyente
del instrumentalismo, conocida como empirismo constructivo, adopta una tercera vía. El significado de las teorías tiene que ser creído
literalmente. Si una teoría parece contar una historia sobre partículas invisibles, entonces esa es la historia que se cuenta. Los científicos, sin
embargo, nunca tienen derecho o necesidad de creer que esas historias son verdad. Todo lo más que puede o necesita ser conocido es que los
efectos observables de una teoría —pasada, presente y futura— son verdaderos. La verdad del resto de la teoría es cómo pueda ser: toda la
cuestión es que la teoría cuenta una historia que produce sólo predicciones verdaderas acerca de lo que, en principio, pudiera ser observado.
El debate entre realistas e instrumentalistas ha generado argumentos por parte de ambas escuelas. Algunos realistas han montado un
razonamiento de no milagro. Realistas e instrumentalistas están de acuerdo en que nuestras mejores teorías en las ciencias físicas han tenido un
notable éxito de predicción. El realista mantiene que este éxito sería un milagro si las teorías no fueran por lo menos verdaderas por
aproximación. Desde un punto de vista lógico es posible que una historia falsa en su totalidad sobre entidades y procesos no observables
pudiera suponer todas esas predicciones verdaderas, pero creer esto es bastante improbable y, por lo tanto, irracional. Planteado el supuesto de
que a una persona se le da un mapa muy detallado, cuyo contenido describe con gran detalle el bosque en el que se encuentra, incluso muchos
desfiladeros y picos de montañas inaccesibles. Examina el mapa contrastando los datos en diferentes lugares y, en cada caso, lo que ve es justo
como lo pinta el mapa. Queda la posibilidad de que el mapa sea incorrecto por completo en las zonas que no ha examinado, pero esto no resulta
verosímil. El realista mantiene que la situación es análoga para toda teoría científica que haya sido bien comprobada.
Los instrumentalistas han hecho numerosas objeciones al razonamiento del 'no milagro'. Algunos han afirmado que incurre en la petición de
principio, tanto como el argumento considerado con anterioridad, de que la deducción funcionará en el futuro porque ha funcionado en el pasado.
Inferir del éxito observado de una teoría científica la verdad de sus afirmaciones sobre los aspectos no observables del mundo es utilizar en
concreto el modo de deducción cuya legitimidad niegan los instrumentalistas. Otra objeción es que la verdad de la ciencia actual no es en
realidad la mejor explicación de su éxito de observación. Según esta objeción, Popper estaba en lo cierto, al menos, cuando afirmó que la ciencia
evoluciona a través de la supresión de las teorías que han fracasado en la prueba de la predicción. No es de extrañar que se piense, por lo tanto,
que las teorías que ahora se aceptan han tenido éxito en cuanto a la predicción: si no lo hubieran tenido, ahora no las aceptaríamos. Así, la
hipótesis que mantiene que nuestras teorías son ciertas no necesita explicar su éxito de predicción. Por último, algunos instrumentalistas
recurren a lo que se conoce como la indeterminación de la teoría por los datos. No importa el grado de validez de la evidencia, sabemos que hay
en principio innumerables teorías, incompatibles entre sí pero todas compatibles con esa evidencia. Como mucho, una de esas teorías puede ser
verdadera. Tal vez si la objeción resulta válida, es poco probable que la teoría elegida como eficaz sea la verdadera. Desde este punto de vista,
lo que sería milagroso no es que las teorías de éxito a las que llegan los científicos sean falsas, sino que sean verdaderas.
Una de los razonamientos recientes más populares de los instrumentalistas es la 'inducción pesimista'. Desde el punto de vista de la ciencia
actual, casi todas las teorías complejas con más de cincuenta años pueden ser entendidas como falsas. Esto se oculta a menudo en la historia
de la ciencia que presentan los libros de texto de ciencia elementales, pero, por ejemplo, desde el punto de vista de la física contemporánea,
Kepler se equivocaba al afirmar que los planetas se mueven en elipses, y Newton al sostener que la masa de un objeto es independiente de
su velocidad. Pero si todas las teorías pasadas han sido halladas incorrectas, entonces la única deducción razonable es que todas, o casi todas,
las teorías actuales serán consideradas erróneas de aquí a otro medio siglo. En contraste con esta discontinuidad en la historia de las teorías,
según el instrumentalismo se ha producido un crecimiento constante y sobre todo acumulativo en el alcance y precisión de sus predicciones
observables. Cada vez han llegado a ser mejores salvando los fenómenos, su único cometido apropiado.
Se han planteado varias respuestas a la inducción pesimista. La mayoría de los realistas han aceptado tanto la premisa de que las teorías del
pasado han sido falsas y la conclusión de que las teorías actuales serán quizá falsas también. Sin embargo, han insistido en que todo esto es
compatible con la afirmación central realista de que las teorías tienden a mejorar las descripciones del mundo respecto a aquéllas a las que
reemplazan. Algunos realistas también han acusado a los instrumentalistas de exagerar el grado de discontinuidad en la historia de la ciencia. Se
puede cuestionar también la validez de una deducción desde el grado de falsedad pretérito al actual. De acuerdo con los realistas, las teorías
actuales han sustituido a sus predecesoras porque ofrecen un mejor tratamiento de la evidencia cada vez más amplio y preciso; por eso está
poco claro por qué la debilidad de las viejas teorías debería ir en contra de las que las sucedan.
7. OBJETIVIDAD Y RELATIVISMO Aunque realistas e instrumentalistas discrepan sobre la capacidad de la ciencia para describir el mundo
invisible, casi todos coinciden en que la ciencia es objetiva, porque descansa sobre evidencias objetivas. Aunque algunos resultados
experimentales son inevitablemente erróneos, la historia de la evidencia es en gran parte acumulativa, en contraste con la historia de las teorías
de alto nivel. En resumen, los científicos sustituyen las teorías pero aumentan los datos. Sin embargo, esta idea de la objetividad y autonomía de
la evidencia observacional de las teorías científicas ha sido criticada, sobre todo en los últimos 30 años.
La objetividad de la evidencia ha sido rechazada partiendo de la premisa de que la evidencia científica está, de manera inevitable, contaminada
por las teorías científicas. No es sólo que los científicos tiendan a ver lo que quieren ver, sino que la observación científica es sólo posible en el
contexto de presuposiciones teóricas concretas. La observación es "teoría cargada". En una versión extrema de esta idea, las teorías no pueden
ser probadas, ya que la evidencia siempre presupondrá la misma teoría que se supone tiene que probar. Versiones más moderadas permiten
alguna noción de la prueba empírica, pero siguen introduciendo discontinuidades históricas en la evidencia para compararla con las
discontinuidades a nivel teórico. Si todavía es posible hacer algún juicio del progreso científico, no puede ser en términos de acumulación de
conocimiento, ya se trate de un enfoque teórico o desde el punto de vista de la observación.
Si la naturaleza de la evidencia cambia conforme cambian las teorías científicas, y la evidencia es nuestro único acceso a los hechos empíricos,
entonces quizá los hechos también cambien. Este es el relativismo en la ciencia, cuyo representante reciente más influyente es Thomas Kuhn. Al
igual que el gran filósofo alemán del siglo XVIII Immanuel Kant, Kuhn mantiene que el mundo que la ciencia investiga debe ser un mundo hasta
cierto punto constituido por las ideas de aquellos que lo estudian. Esta noción de la constitución humana del mundo no es fácil de captar. No
ocurre lo mismo que en la visión idealista clásica que explica que los objetos físicos concretos sólo son en realidad ideas reales o posibles,
implicando que algo es considerado como objeto físico o como un objeto de cierto tipo, por ejemplo una estrella o un planeta, sólo en la medida
en la que la gente así los categoriza. Para Kant, la contribución que parte de la idea y lleva a la estructura del mundo es sustancial e inmutable.
Consiste en categorías muy generales tales como espacio, tiempo y causalidad. Para Kuhn, la contribución es asimismo sustancial, pero también
muy variable, ya que la naturaleza de la contribución viene determinada por las teorías y prácticas concretas de una disciplina científica en un
momento determinado. Cuando esas teorías y prácticas cambian, por ejemplo, en la transición desde la mecánica newtoniana a las teorías de
Einstein, también cambia la estructura del mundo sobre la que tratan este conjunto de teorías. La imagen de los científicos descubriendo más y
más sobre una realidad idea independiente aparece aquí rechazada por completo.
Aunque radical desde el plano metafísico, el concepto de ciencia de Kuhn es conservador desde una perspectiva epistemológica. Para él, las
causas del cambio científico son, casi de forma exclusiva, intelectuales y pertenecen a una reducida comunidad de científicos especialistas. Hay,
sin embargo, otras opciones actuales de relativismo sobre la ciencia que rechazan esta perspectiva de carácter interno, e insisten en que las
principales causas del cambio científico incluyen factores sociales, políticos y culturales que van mucho más allá de los confines del laboratorio.
Ya que no hay razón para creer que estos factores variables conducen al descubrimiento de la verdad, esta idea social constructivista de la
ciencia es quizás casi más hostil al realismo científico que lo es la posición kuhniana.
Los realistas científicos no han eludido estos desafíos. Algunos han acusado a los relativistas de adoptar lo que viene a ser una posición de
autocontradicción. Si, como se afirma, no hay nada que sea verdad, esta afirmación tampoco puede ser entonces verdadera. Los realistas han
cuestionado también la filosofía del lenguaje latente detrás de la afirmación de Kuhn de que las sucesivas teorías científicas se refieren a
diferentes entidades y fenómenos, manteniendo que el constructivismo social ha exagerado la influencia a largo plazo de los factores no
cognitivos sobre la evolución de la ciencia. Pero el debate de si la ciencia es un proceso de descubrimiento o una invención es tan viejo como la
historia de la ciencia y la filosofía, y no hay soluciones claras a la vista. Aquí, como en otras partes, los filósofos han tenido mucho más éxito en
poner de manifiesto las dificultades que en resolverlas. Por suerte, una valoración de cómo la práctica científica resiste una explicación puede
iluminar por sí misma la naturaleza de la ciencia.
8. BIBLIOGRAFIA
Brown, Harold I. La nueva filosofía de la ciencia. Madrid: Editorial Tecnos, 1983. Detallada descripción de las más actuales corrientes en filosofía
de la ciencia.
Echeverría, Javier. Filosofía de la ciencia. Madrid: Ediciones Akal, 1995. Manual de referencia que resulta una útil introducción a los problemas
de la filosofía de la ciencia.
Hempel, Carl Gustav. Filosofía de la ciencia natural. Madrid: Alianza Editorial, 1973. Obra clásica que analiza algunos aspectos centrales de la
filosofía de la física.
Wartofsky, Marx W. Introducción a la filosofía de la ciencia. 2 vols. Madrid: Alianza Editorial, 1987. Interesante y amplia introducción a los temas
fundamentales de la filosofía de la ciencia.
"Filosofía de la ciencia." Enciclopedia® Microsoft® Encarta 2001
9. CONCLUSION:
CONCLUSIONES
La filosofía es un asunto de todos, debemos luchar para que todas las barreras entre ésta y la ciencia y el público en general se rompan y, en
sentido de trabajo elaborar una epistemología histórica que se desarrolle en contacto directo con el medio científico. La tarea del filósofo de hoy
según Dominique Lecourt "no es la de acompañar de bellas palabras el discurso del mundo". El mundo va como va. La filosofía no puede eludir
la responsabilidad ética que es justamente pensar en el mundo.
Hay que construir los medios para hacer escuchar esa otra manera de hacer filosofía, y después de encontrar los medios utilizar al máximo para
hacer del pensamiento una fiesta; porque es una de las actividades humanas que provoca una felicidad tal que el hombre nunca se arrepiente de
haber pensado.
La filosofía así asumida se le debe dar una connotación cultural, porque en ella resplandece la verdad, va ayudar al hombre a plantear su
existencia en una forma diferente, la va a instar a luchar por la autenticidad y originalidad de su ser mismo. También le va a desvelar su misterio
que no es otro que el de ser hombre y del estar en el mundo.
La metafísica ha recibido en el siglo XX severas críticas. Las principales son las que provienen del positivismo lógico, para quien la
metafísica es un discurso sin significado porque sus enunciados son afirmaciones acerca de los cuales nunca se podrá tener una
experiencia. No obstante, debemos decir que los temas concernientes a la metafísica no fueron dejados a un lado en el siglo XX, sino,
por el contrario, las distintas corrientes de pensamiento se ven remitidas a ellos con la necesidad de formular maneras alternativas en
su tratamiento
La ciencia (del latín scientĭa ‘conocimiento’) es un sistema ordenado de conocimientos estructurados que busca la interpretación y el porqué
de los fenómenos naturales y artificiales.1 Los conocimientos científicos se obtienen mediante observaciones y experimentaciones en
ámbitos específicos. A partir de estos se generan preguntas y razonamientos, se construyen hipótesis, se deducen principios y se
elaboran leyes generales y sistemas organizados por medio de un método científico.2
La ciencia considera y tiene como fundamento las observaciones experimentales. Estas observaciones se organizan por medio de métodos,
modelos y teorías con el fin de generar nuevos conocimientos. Para ello se establecen previamente unos criterios de verdad y un método de
investigación. La aplicación de esos métodos y conocimientos conduce a la generación de nuevos conocimientos en forma de predicciones
concretas, cuantitativas y comprobables referidas a observaciones pasadas, presentes y futuras. Con frecuencia esas predicciones pueden
formularse mediante razonamientos y estructurarse como reglas o leyes generales, que dan cuenta del comportamiento de un sistema y
predicen cómo actuará dicho sistema en determinadas circunstancias.
En un sentido más restringido, un científico es un individuo que utiliza el método científico;3 esta acepción fue acuñada por el teólogo,
filósofo y hombre de ciencia William Whewell en 1840 en Philosophy of the Inductive Sciences («Filosofía de las ciencias inductivas» en
español).
Índice
[ocultar] Clasificación de las ciencias
El sistema solar de Tycho Brahe. El sol y la luna giran alrededor de la tierra, pero los planetas giran alrededor del sol
Sobre la base de toda la tradición mantenida por los grupos anteriores, los científicos de la ciencia moderna: difieren de los filósofos por
favorecer lo específico y experimental y difieren de los artesanos por su dimensión teórica.
Su formación como grupo y eficacia viene marcada a partir de la Baja Edad Media, por una fuerte reacción antiaristotélicae y, en el
Renacimiento, por un fuerte rechazo al argumento de autoridad y a la valoración de lo humano con independencia de lo religioso. Son
fundamentales en este proceso, los nominalistas, Guillermo de Ockham y la Universidad de Oxford en el siglo XIV; en el RenacimientoNicolás
de Cusa, Luis Vives, Erasmo, Leonardo da Vinci etc.; los matemáticos renacentistas, Tartaglia, Stevin, Cardano o Vieta y,
finalmente, Copérnico y Tycho Brahe en astronomía.f Ya en el XVII Francis Bacon, y Galileo promotores de la preocupación por nuevos
métodos y formas de estudio de la Naturaleza y valoración de la ciencia, entendida esta como dominio de la naturaleza22 y comprendiéndola
mediante el lenguaje matemático.23
A partir del siglo XVII se constituye la ciencia tal como es considerada en la actualidad, con un objeto y método independizado de la filosofía.
La órbita clásica de Kepler. La órbita es elíptica. El movimiento de la tierra no es uniforme. El cielo clásico circular y de movimientos
uniformes, perfecto, es definitivamente superado con las leyes de Kepler.
En un punto fue necesaria la confrontación de dos sistemas (Descartes-Newton) contemporáneos en la concepción del mundo natural:24
Descartes, Principia philosophiae (1644), a pesar de su indudable modernidad, mantiene la herencia de la filosofía anterior anclada en las
formas divinas propone un método basado en la deducción a partir de unos principios, las ideas innatas, formas esenciales y divinas como
«principios del pensar».25 El mundo es un «mecanismo» determinista regido por unas leyes determinadas que se pueden conocer como
ciencia mediante un riguroso método de análisis a partir de intuiciones evidentes. Es la consagración definitiva de la nueva ciencia, el triunfo
del antiaristotelismo medieval, la imagen heliocéntrica del mundo, la superación de la división del universo en mundo sublunar y supralunar
en un único universo mecánico.
Newton, Principia Mathematica philosophiae naturalis, (1687). Manteniendo el espíritu anterior sin embargo realiza un paso más allá: el
rechazo profundo a la hipótesis cartesiana de los vórtices. La ciencia mecanicista queda reducida a un cálculo matemático a partir de la
mera experiencia de los hechos observados sobre un espacio-tiempo inmutable.
Tanto uno como otro daban por supuesto la exactitud de las leyes naturales deterministas fundadas en la voluntad de Dios creador. Pero
mientras el determinismo de Descartes se justifica en el riguroso método de ideas a partir de hipótesis sobre las regularidades observadas,
Newton constituía el fundamento de dichas regularidades y su necesidad en la propia «observación de los hechos». Mientras uno mantenía
un concepto de ciencia «deductiva», el otro se presentaba como un verdadero «inductivista», Hypotheses non fingo.
Método hipotético-deductivo
Artículo principal: Lógica empírica
Una de las grandes aportaciones de Galileo Galileig a la ciencia consistió en combinar lógicamente la observación de los fenómenos con dos
métodos desarrollados en otras ramas del conocimiento formal: la hipótesis y la medida.26 Supone el origen del método experimental que él
llamó «resolutivo-compositivo», y ha sido muchas veces considerado con el nombre de «hipotético-deductivo» como prototipo del método
científico e independiente del método empírico-analítico. Según Ludovico Geymonat la lógica empírica se caracteriza por tres métodos
estructurados en un todo:
Buscar una hipótesis como explicación teórica.
Buscar una unidad de medida para medir el fenómeno.
Buscar un experimento, es decir, una observación condicionada preparada para medir y corroborar la hipótesis.
Inductivismo
Artículo principal: Inductivismo
Sir Francis Bacon, uno de los promotores del inductivismo como método científico
Círculo empírico
El inductivismo considera el conocimiento científico como algo objetivo, medible y demostrable, a partir solamente de procesos de
experimentación observables en la naturaleza a través de nuestros sentidos. Por lo tanto, los inductivistas están preocupados por la
base empírica del conocimiento.27
Esta filosofía de la ciencia comienza a gestarse durante la revolución científica del siglo XVII, y se consolida definitivamente
como paradigma del método científico por la fundamental obra de Isaac Newton. Francis Bacon insistió en que para comprender la
naturaleza se debía estudiar la naturaleza misma, y no los antiguos escritos de Aristóteles. Así, los inductivistas comenzaron a renegar de la
actitud medieval que basaba ciegamente sus conocimientos en libros de los filósofos griegos y en la Biblia.27
El inductivismo gozó de una enorme aceptación hasta buena parte del siglo XX, produciendo enormes avances científicos desde
entonces.27 Sin embargo, con la crisis de la ciencia moderna surge el Problema de la inducción, que lleva al ocaso de este paradigma.
construcción, por lo que no admitían el axioma del tertio excluso.28 El argumento {\displaystyle A\lor \lnot A;\lnot \lnot A\vdash A} no
puede ser tomado como lógica y formalmente válido sin restricción. Todo objeto lógico ha de poder ser previamente construido, lo que
plantea especiales problemas lógicos para la negación. ¿Qué objeto es {\displaystyle \lnot A} ?h Por ello consideraron las verdades de
la ciencia probabilísticas, algo así como: «hay razones para considerar verdadero»... Rechazando algunos teoremas y métodos de Georg
Cantor.15 El empirismo de David Hume mantiene su vigencia en la no-realidad de los universales ahora matemáticamente tratados
como conjuntos.
Por su parte los formalistas pretendieron construir la traducción posible de los contenidos de la ciencia a un lenguaje lógico uniforme y
universal que, como «método unificado de cálculo» hiciera de la ciencia un logicismo perfecto.29 Tal venía a ser el programa de Hilbert:
formalización perfecta de la lógica-matemática, capaz de figurar la realidad mundana debidamente formalizada en un sistema perfecto.i