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RESUMEN - LECTURA 2
La lengua es variable y se manifiesta de modo variable. Es algo flexible, por tanto. Los
hablantes pueden utilizar elementos lingüísticos diferentes tanto para expresar cosas distintas
como para expresar las mismas cosas.
Esto puede presentarse de un modo diverso: en comunidades distintas con dos lenguas distintas,
en una misma comunidad con variedades de la misma lengua, en comunidades diferentes que
usan la misma lengua, etc.
Hay ocasiones en el que el uso de un elemento en lugar de otro no altera el significado (es decir,
se está diciendo lo mismo). Esto es a lo que los sociolingüistas llaman variación lingüística.
Ejemplos de esto son: “multa/murta”, el uso de los morfemas –ra/-sa para el imperfecto de
subjuntivo, el leísmo, el laísmo, etc. Al elemento lingüístico que puede manifestarse de modos
distintos se le da el nombre de variante lingüística. Cada una de las expresiones o
manifestaciones recibe este nombre.
Sociolingüistas han señalado que los factores que determinan la aparición de unas variantes u
otras dentro de una comunidad, responden a cuatro posibilidades:
d) Que las variantes no vengan determinadas por factores lingüísticos ni por factores
sociales.
Al referirnos a los factores que determinan la aparición de las variantes lingüísticas, hemos
hecho referencia a que son fenómenos que aparecen dentro de una comunidad de habla. Pero,
¿qué es eso? Cuando en sociolingüística se maneja este concepto, se está pensando en algo más
concreto que el conjunto de hablantes de una lengua histórica (comunidad idiomática) o de una
lengua en un momento y un territorio determinado (comunidad lingüística).
Los individuos que usaron, usan y usarán una lengua como el español en cualquiera de sus
variedades geográficas, sociales y estilísticas, forman una “comunidad idiomática”. Los que
hablan español, forman en este momento una “comunidad lingüística”.
Una comunidad de habla, comparte una lengua, pero además, comparte un conjunto de normas
y valores de naturaleza sociolingüística (actitudes lingüísticas, reglas de uso, criterio a la hora
de valorar los hechos lingüísticos, unos mismos patrones, etc). Los hispanohablantes de México
y de España pertenecen a una misma comunidad idiomática, pero no a una misma comunidad de
habla.
Los miembros de una comunidad de habla son capaces de reconocerse cuando comparten
opinión sobre lo que es vulgar, familiar, correcto, incorrecto o anticuado. El cumplimiento de las
normas sociolingüísticas puede servir de marca diferenciadora, de marca de grupo, y por eso,
los miembros de una comunidad, suelen acomodar su discurso a las normas y valores
compartidos. Estas normas pueden no ser respetadas entre miembros de distintas comunidades
de habla, pero aun así, si un hispanohablante se desplaza a un país hispánico que no es el suyo,
probablemente evitará el uso de formas tabú en el país de destino: adaptará su discurso.
Tal y como se concibe en la sociolingüística actual, una comunidad de habla es básicamente una
comunidad de consenso, de sintonía entre grupos e individuos diferentes donde el conflicto está
minimizado. No está claro, sin embargo, que este modelo conceptual sea realmente el más
adecuado para llegar a un buen conocimiento de los hechos lingüísticos.
Variante fonético-fonológica
Lo que hace que la variedad fonético-fonológica sea más fácil de estudiar, es sobre todo la
comodidad y la seguridad con la que se puede demostrar que la alternancia de elementos (la
variación), no implica cambios de significado. Hay ciertas características que hacen que un
elemento lingüístico sea susceptible de ser analizado desde una teoría y un método
sociolingüístico. Según se ajusten los elementos a estas características, más adecuado es el
análisis, ya que se puede determinar de manera más eficaz qué factores son los que hacen que
aparezca una u otra variante. Las características a las que nos referimos son las siguientes:
Por tanto, estas tres características se encuentran muy a menudo en las variables fonético-
fonológicas, por lo que son el objeto de estudio predilecto para la sociolingüística. Pero es no
quiere decir que este campo esté exento de problemas. Una de las dificultades más complicadas
de salvar en todo estudio de la variación fonética es el establecimiento de los tipos de sonidos
que se can a considerar una variante, porque las posibilidades de realización fonética de un
fonema cualquiera son infinitas y dependen de factores como las variantes dialectales, los
contextos, o de factores aleatorios como las condiciones de cada articulación o la constitución
del aparato fonador de cada hablante. Para el estudio de la variación es necesario manejar una
seria limitada de variante que van a ser consideradas como auténticas clases o tipos. Cuando
Orlando Alba estudia, en el español de la República Dominicana, la variable del fonema [l],
puntualiza que la selección de estas variantes lleva consigo algunas simplificaciones. La lateral,
por ejemplo, agrupa carias realizaciones alofónicas que se diferencian en el lugar de articulación
y en lo relativo al grado de contacto de la lengua con la zona donde se produce la articulación.
Se ha creído prudente trabajar con una variante tipo y no intentar discriminar diferencias
fonéticas sutiles.
La variación gramatical puede venir determinada por factores lingüísticos o por la combinación
de factores lingüísticos y sociales. Si distinguimos entre los fenómenos que pertenecen a la
morfología gramatical y los que corresponden a la morfología léxica, encontraremos que la
variación que más se acerca a las propiedades de la variación fonético-fonológica es la que
pertenece a la morfología gramatical (género, número, sistema verbal). Las ventajas de la
morfología gramatical se vuelven inconvenientes en la léxica, donde nos topamos con
dificultades derivadas de una presencia más débil de esta triple característica. Esto también
ocurre en la sintaxis y el léxico. La naturaleza de la variación semántica no es similar a la
variación fonológica por estas razones:
2. La variación sintáctica es más difícil de medir y cuantificar porque ocurre con menos
frecuencia y es más difícil obtener directamente ejemplos del uso de una u otra variante.
3. Los contextos de ocurrencia de una variable sintáctica son en general más difíciles de
identificar y definir.
Variación léxica
¿Qué busca estudiar la variación léxica? Intenta explicar el uso alternante de unas formas
léxicas (normalmente sustantivos, adjetivos o verbos) en unas condiciones lingüísticas y
extralingüísticas determinadas: formas adscritas a niveles cultos o a niveles populares, estilos
más o menos formales (encinta, preñada, embarazada…), o formas tabúes eufemísticas (axila,
sobaco), entre otras posibilidades. Al mismo tiempo, se busca identificar el léxico característico
de los diferentes grupos sociales: léxico juvenil, profesional, marginal, etc. Para ello hay que
demostrar la equivalencia de una serie de variantes léxicas y encontrarlas en el discurso natural.
A la vez, hay que decidir qué características han de tener las variantes, porque lo cierto es que
pueden obedecer a motivaciones muy diversas, aparte de la etimología: diferente evolución
fonética, diferente género (el dote/la dote), diferente derivación, diferente modificación…
Podría parecer evidente que formas como laguna y llaguna, o pescadero y pescatero, más que
variantes léxicas, son elementos que responden a una variación fonética. Sin embargo, la
variación fonética es ficticia por tratarse de rasgos que han quedado fosilizados en determinadas
unidades léxicas. Los límites entre las variantes léxicas no siempre son evidentes, la decisión
sobre qué unidades merecen ser consideradas como variantes de una misma variable entraña un
riesgo notable. La cuestión de localizar auténticas variantes léxicas tiene mucha importancia,
dada la escasa frecuencia con que alternan en el discurso. Si un hablante no usa formas léxicas
equivalentes en su habla espontánea, lo mejor es preguntar directamente por ellas, aunque el
lamento de los sociolingüísticas a la hora de utilizar los cuestionarios para recoger unidades
léxicas ha sido general. El lamento nace de los inconvenientes que presenta en relación con lo
que William Labov llamó la paradoja del observador: la sociolingüística aspira a estudiar la
lengua que se usa en una comunidad cuando los hablantes no se sienten sistemáticamente
observados, pero solo se puede estudiar esa lengua mediante la observación directa. La encuesta
con cuestionario implica que el hablante se sienta observado de una forma directa y sistemática,
de ahí la desconfianza en el método. Pese a ello, parece ser el modo más eficaz de enfrentarse a
ala variación léxica. Los estudios sobre esta variación que se han realizado hasta el momento
(escasos, en general) demuestran que en este tipo de variación participan principalmente
factores extralingüísticos (rasgos sociológicos, situaciones, creencias y actitudes), aunque
también factores lingüísticos, como el ritmo del habla o la lengua de origen de las unidades
léxicas.
Es preciso llamar la atención sobre dos realidades: una es la variación sociolingüística, en la que
intervienen tanto factores de lengua como factores ajenos a ella, se puede hallar en todos los
niveles: fonética, gramática, léxico, discurso. La segunda es la predominancia de los factores
lingüísticos sobre los extralingüísticos.
Los factores sociales, por importantes que sean, están supeditados a los imperativos del sistema
lingüística. Los factores sociales no son tan categóricos como los gramaticales. Las variables
extralingüísticas, especialmente las sociales, actúan allí donde la lengua lo permite, y no es
casualidad que sea en el nivel léxico (el más superficial, periférico), el más sujeto a los vaivenes
históricos, el de mayor carga simbólica.