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VARIACIÓN EN LOS NIVELES DE LA LENGUA

RESUMEN - LECTURA 2

La lengua es variable y se manifiesta de modo variable. Es algo flexible, por tanto. Los
hablantes pueden utilizar elementos lingüísticos diferentes tanto para expresar cosas distintas
como para expresar las mismas cosas.

Esto puede presentarse de un modo diverso: en comunidades distintas con dos lenguas distintas,
en una misma comunidad con variedades de la misma lengua, en comunidades diferentes que
usan la misma lengua, etc.

Fuera del ámbito de la coexistencia de lenguas, la variación lingüística también se da dentro de


una lengua natural cualquiera o de uno de sus dialectos. El uso de ciertas unidades lingüísticas
en lugar de otras, puede originar un significado diferente (fonología –casa/caza-, morfología –
cazador/cazado-, sintaxis -¿puedes venir?/¿podría venir?).

Hay ocasiones en el que el uso de un elemento en lugar de otro no altera el significado (es decir,
se está diciendo lo mismo). Esto es a lo que los sociolingüistas llaman variación lingüística.
Ejemplos de esto son: “multa/murta”, el uso de los morfemas –ra/-sa para el imperfecto de
subjuntivo, el leísmo, el laísmo, etc. Al elemento lingüístico que puede manifestarse de modos
distintos se le da el nombre de variante lingüística. Cada una de las expresiones o
manifestaciones recibe este nombre.

Al identificar un fenómeno de variación, surgen preguntas como ¿por qué?, ¿cómo se ha


originado? Muchas veces se deben a factores geográficos o históricos, pero los especialistas en
sociolingüística, también se preguntan ¿qué factores la determinan?, ¿qué variantes lingüísticas
caracterizan a unos grupos sociales y a otros? La sociolingüística se preocupa de estos asuntos
porque los factores sociales también pueden determinar y explicar la variación.

Sociolingüistas han señalado que los factores que determinan la aparición de unas variantes u
otras dentro de una comunidad, responden a cuatro posibilidades:

a) Que las variantes vengan determinadas exclusivamente por factores lingüísticos.

b) Que las variantes vengan determinadas exclusivamente por factores sociales.

c) Que las variantes vengan determinadas conjuntamente por factores lingüísticos y


sociales.

d) Que las variantes no vengan determinadas por factores lingüísticos ni por factores
sociales.

De estas cuatro posibilidades, la sociolingüística se interesa principalmente en la A y en la C.


Cuando se comprueba que la variación lingüística está en correlación con factores de naturaleza
social, hablamos de variación sociolingüística. La posibilidad B incluye fenómenos
relacionados con el contacto o coexistencia de variedades diferentes, y la posibilidad D, recoge
los casos llamados de variación libre o polimorfismo.
Insistimos en el hecho de que la variación, definida como el uso alterno de formas diferentes de
decir lo mismo, se puede encontrar prácticamente en todos los niveles de la lengua, desde el más
concreto (fonético-fonológico) al más amplio (discurso, por ejemplo). A continuación, vamos a
detenernos en el concepto de “comunidad de habla”.

Al referirnos a los factores que determinan la aparición de las variantes lingüísticas, hemos
hecho referencia a que son fenómenos que aparecen dentro de una comunidad de habla. Pero,
¿qué es eso? Cuando en sociolingüística se maneja este concepto, se está pensando en algo más
concreto que el conjunto de hablantes de una lengua histórica (comunidad idiomática) o de una
lengua en un momento y un territorio determinado (comunidad lingüística).

Los individuos que usaron, usan y usarán una lengua como el español en cualquiera de sus
variedades geográficas, sociales y estilísticas, forman una “comunidad idiomática”. Los que
hablan español, forman en este momento una “comunidad lingüística”.

Una comunidad de habla, comparte una lengua, pero además, comparte un conjunto de normas
y valores de naturaleza sociolingüística (actitudes lingüísticas, reglas de uso, criterio a la hora
de valorar los hechos lingüísticos, unos mismos patrones, etc). Los hispanohablantes de México
y de España pertenecen a una misma comunidad idiomática, pero no a una misma comunidad de
habla.

Los miembros de una comunidad de habla son capaces de reconocerse cuando comparten
opinión sobre lo que es vulgar, familiar, correcto, incorrecto o anticuado. El cumplimiento de las
normas sociolingüísticas puede servir de marca diferenciadora, de marca de grupo, y por eso,
los miembros de una comunidad, suelen acomodar su discurso a las normas y valores
compartidos. Estas normas pueden no ser respetadas entre miembros de distintas comunidades
de habla, pero aun así, si un hispanohablante se desplaza a un país hispánico que no es el suyo,
probablemente evitará el uso de formas tabú en el país de destino: adaptará su discurso.

El concepto de comunidad de habla ofrece dos inconvenientes: uno es el de los límites de la


comunidad misma, el otro es el de su heterogeneidad. En cuanto a los límites, resulta
complicado determinar dónde dejan de tener validez unas normas y valores sociales. Lo mismo
sucede con la heterogeneidad interna de las comunidades, todo depende del modo y el grado en
que unos barrios o zonas compartan unas normas y unos valores sociales.

Tal y como se concibe en la sociolingüística actual, una comunidad de habla es básicamente una
comunidad de consenso, de sintonía entre grupos e individuos diferentes donde el conflicto está
minimizado. No está claro, sin embargo, que este modelo conceptual sea realmente el más
adecuado para llegar a un buen conocimiento de los hechos lingüísticos.

Variante fonético-fonológica

La variante fonética y fonológica es la más estudiada, la mejor conocida y la que presenta


menos problemas a la hora de ser ejemplificada. Las variantes de un fonema se llaman variantes
facultativas en la terminología estructuralista. Estas variantes, al alternar, no suponen ningún
cambio de significado. Ejemplos de esto son “los aviones/lo avione”, “comel/comer” o
“verdad/verdaz”.

Lo que hace que la variedad fonético-fonológica sea más fácil de estudiar, es sobre todo la
comodidad y la seguridad con la que se puede demostrar que la alternancia de elementos (la
variación), no implica cambios de significado. Hay ciertas características que hacen que un
elemento lingüístico sea susceptible de ser analizado desde una teoría y un método
sociolingüístico. Según se ajusten los elementos a estas características, más adecuado es el
análisis, ya que se puede determinar de manera más eficaz qué factores son los que hacen que
aparezca una u otra variante. Las características a las que nos referimos son las siguientes:

a) La frecuencia: cuanto más frecuente es una variable en la lengua hablada, más


posibilidades hay de conseguir un buen análisis. Esta característica se halla a menudo
en las variables fonético-fonológicas, ya que son muy frecuentes los casos de
alternancia en unos pocos minutos de habla, si bien es cierto que la frecuencia es mucho
menor en algunos fonemas.

b) La integración en sistemas cerrados: cuanto más integrada está una variable en un


sistema cerrado, cuanto más depende su valor de otros elementos de un mismo sistema,
más idónea resulta para el análisis sociolingüístico. Las unidades fonológicas son
perfectamente adecuadas para un análisis de variación porque pertenecen a inventarios
cerrados, formados por un número bastante reducido de elementos.

c) Distribución estratificada social y estilísticamente: esta propiedad se refiere a la relación


que puede existir entre ciertas variantes lingüísticas y ciertos factores sociales y
situacionales. Algunas variantes se encuentran principalmente en hablantes de
determinadas características sociales, en determinadas situaciones, y otras variantes, en
otros. Esto tiene que ver con la posibilidad C: que las variantes vengan determinadas
tanto por factores lingüísticos como por factores sociales. Esto ocurre con frecuencia en
el nivel fonético-fonológico, y hace que la identificación de los factores que determinan
la variación resulte más simple.

Por tanto, estas tres características se encuentran muy a menudo en las variables fonético-
fonológicas, por lo que son el objeto de estudio predilecto para la sociolingüística. Pero es no
quiere decir que este campo esté exento de problemas. Una de las dificultades más complicadas
de salvar en todo estudio de la variación fonética es el establecimiento de los tipos de sonidos
que se can a considerar una variante, porque las posibilidades de realización fonética de un
fonema cualquiera son infinitas y dependen de factores como las variantes dialectales, los
contextos, o de factores aleatorios como las condiciones de cada articulación o la constitución
del aparato fonador de cada hablante. Para el estudio de la variación es necesario manejar una
seria limitada de variante que van a ser consideradas como auténticas clases o tipos. Cuando
Orlando Alba estudia, en el español de la República Dominicana, la variable del fonema [l],
puntualiza que la selección de estas variantes lleva consigo algunas simplificaciones. La lateral,
por ejemplo, agrupa carias realizaciones alofónicas que se diferencian en el lugar de articulación
y en lo relativo al grado de contacto de la lengua con la zona donde se produce la articulación.
Se ha creído prudente trabajar con una variante tipo y no intentar discriminar diferencias
fonéticas sutiles.

Los factores lingüísticos que pueden determinar la variación fonético-fonológica pueden


dividirse en tres grupos: distribucionales, contextuales y funcionales. Los factores
distribucionales tienen que ver con el lugar en el que aparece el fonema (posición inicial de
sílaba, final de sílaba, etc). Los factores contextuales se conforman por los elementos que
anteceden y suceden a la variable (vocal antepuesta o pospuesta, pausa, etc). Los factores
funcionales tienen que ver con la naturaleza de las categorías gramaticales en las que se incluye
la variable (función gramatical, lugar en la curva de la entonación, etc).

Incluiremos ejemplos de variación fonético-fonológica que proceden de varios lugares


hispanohablantes. Comenzamos con un ejemplo de Burgos. F. Martínez Martín ha distinguido
en el estudio sociolingüístico de la fonética burgalesa hasta ocho variantes fonéticas para
fonemas palatales. Estos ocho tipos se han reducido a cuatro para el análisis: variantes
fricativas, africadas, rehiladas y no rehiladas. Al margen de los factores sociales y estilísticos
que inciden en la aparición de unas u otras realizaciones fonéticas (por ejemplo, que la
frecuencia de la variante lateral aumenta conforme a la edad de los hablantes), queremos saber
qué factores lingüísticos coinciden con la aparición de las distintas variantes fonéticas. El
análisis de F. Martínez Martín revela que las variantes africadas se dan sobre todo detrás de
pausa, de nasal y lateral. Que el rehilamiento se da sobre todo tras consonante y que las
realizaciones no rehiladas se dan tras vocal. Los casos de variación fonético-fonológica se dan
con mayor frecuencia en las hablas americanas. Los factores lingüísticos que se han considerado
como posibles agentes de esta variación son el segmento fonológico siguiente, la vocal
precedente y el lugar del acento de la palabra. En la República Dominicana, por ejemplo, en
posición final de palabra son insignificantes los casos de [r], mientras que la vocalización es
más probable. Por último, tanto la vocalización como la elisión son frecuentes cuando el acento
recae en la sílaba siguiente al elemento analizado. Un último ejemplo se da en la ciudad de Orán
(oeste de Argelia). En el español hablado en Orán es más probable que se pierda la s, en primer
lugar, en posición final absoluta (las casa) y además, en casos como “lo mismo año” (final de
palabra ante consonante sonora, etc).

Variación gramatical: morfología y sintaxis

La variación gramatical puede venir determinada por factores lingüísticos o por la combinación
de factores lingüísticos y sociales. Si distinguimos entre los fenómenos que pertenecen a la
morfología gramatical y los que corresponden a la morfología léxica, encontraremos que la
variación que más se acerca a las propiedades de la variación fonético-fonológica es la que
pertenece a la morfología gramatical (género, número, sistema verbal). Las ventajas de la
morfología gramatical se vuelven inconvenientes en la léxica, donde nos topamos con
dificultades derivadas de una presencia más débil de esta triple característica. Esto también
ocurre en la sintaxis y el léxico. La naturaleza de la variación semántica no es similar a la
variación fonológica por estas razones:

1. En una lengua hay menos variación sintáctica que fonológica.

2. La variación sintáctica es más difícil de medir y cuantificar porque ocurre con menos
frecuencia y es más difícil obtener directamente ejemplos del uso de una u otra variante.

3. Los contextos de ocurrencia de una variable sintáctica son en general más difíciles de
identificar y definir.

4. La variación sintáctica plantea el problema de las posibles diferencias de significado


entre las variantes.
Puede añadirse que la variación sintáctica no está estratificada social ni estilísticamente, sino
que viene determinada por factores únicamente lingüísticos. Es complicado analizar la variación
de elementos poco frecuentes, de inventario abierto y no correlacionados social ni
estilísticamente, pero lo más difícil es evitar es lo relacionado con la demostración de que un
conjunto de variantes son realmente “formas diferentes de decir lo mismo”, esto es, que son
formas totalmente equivalentes. Se trata de un obstáculo semántico. Sin embargo, es posible de
analizar con éxito numerosos casos de variación gramatical. Pedro Martín Butragueño, para
llegar a una tipología de la variación gramatical, ha propuesto esta clasificación de variables:
variables de tipo morfológico, de tipo categorial, de tipo funcional y de tipo posicional. Las
variables de tipo morfológico afectan a elementos de la morfología (sobre todo a la gramatical),
y rara vez implica los niveles sintáctico y pragmático. Ejemplos de variantes morfológicas son:
el uso de –mos/-nos (“fuéranos”) como terminación verbal, el uso de –ste/-stes como
terminación verbal (“dijiste/dijistes”), el uso de –ra/-se como terminación verbal, el uso de –ría/-
ra como terminación verbal o el valor funcional o referencial de le, la, lo (“no le has dado las
gracias/no la has dado las gracias”). Si se piensa en variedades dialectales concretas se ve en
aumento el número de variables. Algunos de estos ejemplos rozan el límite de la sintaxis, pero
no por ello dejan de ser buenas muestras de fenómenos morfológicos. Las variables de tipo
categorial afectan a elementos de la morfología, y en casi todos los casos a la sintaxis, cuya
variación implica a veces los niveles semántico y pragmático. Este tipo de variables a menudo
no vienen determinadas por factores sociolingüísticos, estilísticos, históricos y geográficos.
Ejemplos de esta variable son: el uso del subjuntivo o de infinitivo con para (“me llaman para
que redacte/me llaman para redactar”), el uso del adjetivo o de adverbio (“subió muy
rápida/subió muy rápido”), el uso de secuencias de preposiciones (“voy por agua/voy a por
agua”), el tipo de unidad sintáctica (oración, cláusula, sintagma…), que se refiere a la
posibilidad de formar construcciones con diferente grado de complejidad. Las variables de tipo
funcional son aquellas que afectan a la sintaxis, parcialmente a la morfología, y que no suelen
estar relacionadas con otros factores de naturaleza semántica. A menudo resultan determinadas
por factores históricos, geográficos, sociolingüísticos y estilísticos, aunque no siempre es así.
Ejemplos de esta variable son: el uso de que o de que (queísmo y dequeísmo), sujeto
pronominal presente o ausente, personalización de haber (“han” habido muchos problemas),
personalización de hacer (“hacen” seis años que no nieva), presencia o ausencia de pronombre
átono (clítico) pleonástico –redundante- (“se la estoy pasándosela”), o la presencia o ausencia
de duplicación de pronombre átono (clítico). Las variables de tipo posicional están en relación
con la entonación y el nivel fónico. Además suelen implicar valores pragmáticos de diversa
naturaleza, no así morfológicos ni semánticos. Las variantes de estas variables pueden suponer
usos estilísticos diferentes que, salvo excepciones, no están correlacionados con factores
históricos, geográficos ni sociolingüísticos. Ejemplo de esta variable relacionada con la
geografía o la sociolingüística sería el de los modificadores en un sintagma nominal: la, esta, su
casa/ la casa suya / la su casa.

Variación léxica

El estudio de la variación léxica se enfrenta a los mismos problemas que la variación


gramatical. Entre ellos destaca el establecimiento de equivalencias entre las supuestas variantes,
que tiene como trasfondo la larga disputa sobre la existencia de la sinonimia. La sociolingüística
se ve obligada a proponer salidas y a tomar decisiones prácticas. Esta se ha convertido, casi por
necesidad, en fuerte defensora de la existencia de la sinonimia: las unidades léxicas pueden
verse neutralizadas semánticamente en el discurso. Esto no quita la dificultad que supone
demostrar que la neutralización existe, es decir, que dos o más variantes son equivalentes. La
demostración se hace casi imposible cuando el uso de cierta forma viene acompañado de
valoraciones o connotaciones particulares, cuando hablamos de intenciones comunicativas, de
consideraciones de estilo, y de otros factores en cierto modo imprevisibles.

¿Qué busca estudiar la variación léxica? Intenta explicar el uso alternante de unas formas
léxicas (normalmente sustantivos, adjetivos o verbos) en unas condiciones lingüísticas y
extralingüísticas determinadas: formas adscritas a niveles cultos o a niveles populares, estilos
más o menos formales (encinta, preñada, embarazada…), o formas tabúes eufemísticas (axila,
sobaco), entre otras posibilidades. Al mismo tiempo, se busca identificar el léxico característico
de los diferentes grupos sociales: léxico juvenil, profesional, marginal, etc. Para ello hay que
demostrar la equivalencia de una serie de variantes léxicas y encontrarlas en el discurso natural.
A la vez, hay que decidir qué características han de tener las variantes, porque lo cierto es que
pueden obedecer a motivaciones muy diversas, aparte de la etimología: diferente evolución
fonética, diferente género (el dote/la dote), diferente derivación, diferente modificación…

Podría parecer evidente que formas como laguna y llaguna, o pescadero y pescatero, más que
variantes léxicas, son elementos que responden a una variación fonética. Sin embargo, la
variación fonética es ficticia por tratarse de rasgos que han quedado fosilizados en determinadas
unidades léxicas. Los límites entre las variantes léxicas no siempre son evidentes, la decisión
sobre qué unidades merecen ser consideradas como variantes de una misma variable entraña un
riesgo notable. La cuestión de localizar auténticas variantes léxicas tiene mucha importancia,
dada la escasa frecuencia con que alternan en el discurso. Si un hablante no usa formas léxicas
equivalentes en su habla espontánea, lo mejor es preguntar directamente por ellas, aunque el
lamento de los sociolingüísticas a la hora de utilizar los cuestionarios para recoger unidades
léxicas ha sido general. El lamento nace de los inconvenientes que presenta en relación con lo
que William Labov llamó la paradoja del observador: la sociolingüística aspira a estudiar la
lengua que se usa en una comunidad cuando los hablantes no se sienten sistemáticamente
observados, pero solo se puede estudiar esa lengua mediante la observación directa. La encuesta
con cuestionario implica que el hablante se sienta observado de una forma directa y sistemática,
de ahí la desconfianza en el método. Pese a ello, parece ser el modo más eficaz de enfrentarse a
ala variación léxica. Los estudios sobre esta variación que se han realizado hasta el momento
(escasos, en general) demuestran que en este tipo de variación participan principalmente
factores extralingüísticos (rasgos sociológicos, situaciones, creencias y actitudes), aunque
también factores lingüísticos, como el ritmo del habla o la lengua de origen de las unidades
léxicas.

Variables lingüísticas y extralingüísticas

A la vista de lo comentado, es posible proponer una diferenciación, al menos como hipótesis de


trabajo, entre los niveles de la lengua según la naturaleza de las variables explicativas que en
ellos suelen incidir: la variación fonético-fonológica y la de tipo morfológico y funcional se ven
determinadas frecuentemente por factores lingüísticos y extralingüísticos, la variación sintáctica
se ve explicada mayoritariamente por factores lingüísticos, y la variación léxica por factores
extralingüísticos.

Es preciso llamar la atención sobre dos realidades: una es la variación sociolingüística, en la que
intervienen tanto factores de lengua como factores ajenos a ella, se puede hallar en todos los
niveles: fonética, gramática, léxico, discurso. La segunda es la predominancia de los factores
lingüísticos sobre los extralingüísticos.
Los factores sociales, por importantes que sean, están supeditados a los imperativos del sistema
lingüística. Los factores sociales no son tan categóricos como los gramaticales. Las variables
extralingüísticas, especialmente las sociales, actúan allí donde la lengua lo permite, y no es
casualidad que sea en el nivel léxico (el más superficial, periférico), el más sujeto a los vaivenes
históricos, el de mayor carga simbólica.

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