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Dimensión Institucional

Una institución es en principio un objeto cultural que expresa cierta cuota de poder social.
Nos referimos a las normas- valor que adquieren fuerza en la organización social de un grupo
o a la concreción de la norma – valor en establecimientos, la institución expresa la posibilidad
de lo grupal o colectivo para regular el comportamiento individual. Cuando las instituciones se
singularizan en la forma de una unidad organizacional concreta, definen un espacio
geográfico, imaginario y simbólico en el que el sujeto encuentra, un lugar de seguridad,
pertenencia y desarrollo que contiene en el mismo ámbito la enajenación, exclusión y
sufrimiento. Esta cultura es valorada, conservada y transmitida, y en este sentido cada
establecimiento estructura un statu quo que resume centralmente ciertas formas exitosas
de responder a mandatos y demandas de la sociedad mayor, con ciertas formas exitosas de
encontrar solución a las tensiones que generan por su mera existencia social. Un nuevo orden
de significados, reglas y valores debe generarse para garantizar la persistencia de los modos
de funcionamientos que aseguran la vida del establecimiento. Se asientan en cierta división
del trabajo y una asignación diferencial de poder.

Para el caso de la escuela, el término “institución” alude a un tipo de establecimiento a través


del cual se procura concretar la función social de educar. Su creación se legitima por la
necesidad de garantizar la transmisión cultural y asegurar la continuidad del grupo social más
allá de la vida biológica de los individuos.
La escuela se particulariza en una serie de establecimientos singulares. En ellos el conjunto
de normas y significados que define su universalidad entra en interjuego con sujetos
concretos de una realidad concreta, provocando una dinámica, un estilo y una cultura que tal
vez modificaran las imágenes y los sentidos de los miembros.
Cada establecimiento hace una versión única de los modelos institucionales. Está versión es
en sí una cultura institucional que incluye: un lenguaje; un conjunto de imágenes sobre la
institución misma, sus tareas, los distintos roles, una particular forma de plantear y resolver
las dificultades, de manejar el tiempo, el espacio, los recursos, etc.

Es decir que históricamente; La especialización en un establecimiento determinó:


 La creación de un ambiente artificial en el que se aislaron, total o parcialmente, las
personas implicadas en este proceso.
 La definición de una serie de roles sociales en los que se delegó parte importante de
las acciones, antes a cargo de los adultos en general.
 La postulación de metas, requerimientos y exigencias.
 La asignación de un espacio, un tiempo, un equipo de recursos para emplear en el
desarrollo de la acción.
El establecimiento va configurando un modo peculiar e idiosincrásico de
funcionamiento (el estilo), y el opera mediatizando las relaciones con las condiciones y
poniendo su marca en los resultados. Convencionalmente, el término resultado” se usa para
aludir a aspectos u objetos derivados de la producción institucional en los niveles materiales y
simbólicos, productos institucionales vinculados a sus fines (egresados), aquellos derivados
de las acciones destinadas a asegurar el cumplimiento eficaz de las tareas (sistemas de
organización del trabajo, normas, los premios y castigos, los valores, leyendas y los mitos con
que se explica, sustenta y promueve la adhesión institucional).
El estilo institucional alude a ciertos aspectos o cualidades de la acción institucional
que se reiteran a lo largo del tiempo. Configuran una modalidad “características” que se
percibe de forma directa en el clima, el movimiento de su vida cotidiana, las “maneras” de
sus miembros.

Rasgos centrales de un estilo:


 Ciertos aspectos más o menos estables en el proceso de producción (formas de
llevar adelante la tarea) y en sus resultados (niveles y calidad de los
aprendizajes obtenidos por los alumnos).
 Algunas maneras más o menos constantes en la percepción, el juicio y la
valoración de la realidad, compartida por todos los miembros de la institución y
fundada en un conjunto más o menos estable de imágenes acerca de los
diferentes aspectos que conforman la situación institucional: la tarea,” los
otros”, cada una de las condiciones de trabajo, el propio rol, etc.
 Un conjunto más o menos regular de estrategias y modalidades para enfrentar y
resolver dificultades y “tratar” con las tensiones y ansiedades que
desencadenan el trabajo y la vida de relación.
 Ciertos rasgos “característicos” en la modalidad de las relaciones
interpersonales y grupales, acompañados por cierto tipos de “clima” afectivos
también característicos (distensión, comodidad afectiva, tensión, incomodidad,
permisividad y aceptación vs. Exigencias y rechazo, integración y cooperación
vs. Dispersión y competencia, son algunos de ellos).
 Ciertas concepciones pedagógicas explicitas e implícitas acerca de los roles, las
relaciones, las formas de tratar los contenidos y recursos, las expectativas de
rendimiento.

Cuando nuestro interés es acercarnos a la comprensión del estilo institucional de un


establecimiento procuraremos recoger información sobre el modo en el que sus rasgos
se dan en los ámbitos individuales, interpersonales, grupales y organizativos, y además
trataremos de captar los significados que expresan sus distintas manifestaciones.
En la base de toda institución existirá un núcleo de tensión y conflicto que juega un
papel central en su funcionamiento, entonces la dinámica institucional, sería el
movimiento a través del cual las dificultades se convierten en problemas y se trabaja
para su solución (Bleger, 1985).

Existen distintos modelos de funcionamiento institucional que serían:


Modalidad regresiva: estaría determinada por una pérdida de capacidad institucional
para evaluar la situación, discriminar necesidades y problemas y originar líneas de
solución. Es acompañada por prejuicios sobre el análisis de la realidad.
Modalidad Progresiva: logra el control y discrimina los aspectos problemáticos y las
posibilidades de planificar en función de la realidad institucional propia.

Para concluir podríamos decir que cuando los miembros de un establecimiento tienen
acceso real a las decisiones que les competen, aumenta la posibilidad de un
funcionamiento progresivo: ubicado en el eje presente-futuro y orientado por
proyectos.
En cambio, cuando por sometimiento o ignorancia los individuos han alienado su poder
para responsabilizarse, aumenta la probabilidad de un funcionamiento regresivo:
centrado en el pasado idealizado y orientado por la intención de volver a él.
El equilibrio tiende a estar entre una modalidad u otra, pero esto dependerá
fuertemente de las características del contexto social.

Bibliografía:

 Lidia, M. Fernández. El análisis de lo institucional en la escuela. Cap. 1-5.


Ed. Paidós.1998.

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