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l)e infidelidades

y demás )'elbas

-Iamay
Iinriquc

5esquinas editores
Colección de bolsillo

De infidelitlades
y tlcmás yerbas

Chirrrbotc. Pcrit. agosto dc 2010


Primera cclición. Arrcidca 200ó
Segunda edicicin. agosto 20 1 0

@ Enriquc'l'amal
enriquetunaT,;Qltot tnai l. com

@ 5esquinas cditorcs dc Cés:rr Quispc RanrÍrez


E-mail: 5csqu inascd itorcsiZr)hotrnail.com /
cesarpcrez3 0írr).h otnr a i l. conr

Illog: http://5csqu inascciitores.blogspot.conl


Ramón Castilla X l2 - l,a Esperanza llaia.
Chinlhotc - Perú
Ccl:01-945303861
Diserlo Gráfico: Wihncr Reves Castillo
L. Prado 553 OL l ll

I-lecho cl dcpósito lcgal cn


la Biblioteca Nacional del Pct'ú
N'2010 - 10544
Índicc Palabras brevcs
Palabras brcae¡
Con lenguaje drictil,
Reloi no marques las horas / inclinado n h oralidad
Las mujeres pclean como hombres / narrati'r'a, lo mejor de
Enpelotas /
ellos es su insole¡1cia
Ni cómo lo niegue /
Compadre para acá, compadtepanalá / me:ditada. thnay logra
Cuál fue cl crror / haccrnos reír y
'lbrmento de cuernos / gratitlcarnos en nuestr¿s
Cuestión de marido y'mujer / propias faltas, sobre
Sentido del oifato / todo si solrr()s infieles v
Amistad seccionadz/ n<>s atrapa la voz
Los hombres son perros / ctcad<¡fa.
Catgamontón /
Tiro porla culata/
Guerra avisada no matagente / lVilder Cau'uro
Clasificados /
Más vale pensado dos veces/
Final fortuito/
Mudanza súbita/
Diálogo finall
Reloi no marques las horas

Abrí los ojos cuando caí intempestiva-


mente de la cama. No era mi habitación y
estaba desnudo. La mujer que había co-
nocido esa noche en el karaoke, al mint
el reloj del velador, entró en pánico y con
el pie me dio un empujón. Etan las ocho
de la mañana. ¡Mi marido va no demora!,
gritó. Con los nervios de punta, trastor-
nada, a¡rudó a yestirme; por el bien de los
dos, salí volando de su casa. Lo que es la
vida, una semana después de ese inciden-
te, la reconocí embarcándose en un taxi,
vestida de negro. La seguí hasta el cemen-
terio. Etan las ocho de la mañana. El
encargado del camposanto, ur¡ hombre
viejo, abna el portón a esa hora. Me
aproximé lo más que pude y le pregunté
si conocía a la dama de negro que aca-
baba de entrar. Sondó, quiso decir algo
pero se contul'o. Generó una atmósfera
de misterio. Y por mi bien, gracias a su
silenciq preferí desaparecer.
Las mujeres pelcan como me detuvo elcorazón. No lo podía creer.
hombrcs ,\sí que ruve que inger-riármelas. Empecé
a dar brincos, hice gestos boxísticos y fui
Después de estar en el hostal toda la tarde a su encuentro. Le conté que se trataba de
con Cristina, fui a embarcarla v nos topa- dos mujeres peleando por un hombre,
mos con Marianela, su prima hermana. nada menos que por un hombre. Ella
Ah| al estilo de las telenovelas, se odiaron sonrío, meneóla cabeza,y dijo: Si algunas
más de lo acostumbrado 1', sin consultar a serári esrupidas, pelearse por un hombre;
los transeúntes, y menos a mí, se agarr^- y seguro que ese está casado con otra,
ron a los golpes, empezaron a insultarse, pobre de la otra.
se agaffaron a goipes v ventilaron sin
consideración sus trapos sucios. No me
lo esperaba. Los curiosos armaron un ru-
edo, obviamente reían, se budaban, alen-
Enpelotas
taban a una, animaban aIa otra, y aposta-
Después de mucho tiempo, encontré a
ban: 'Yo vol'a la flaca, veinte a la flaca; yo
\roy a la pelirroja; pago". Estaban con- Jorge en la discoteca v me ofreció una al-
ternativa para salir de la crisis. Dependía
vencidísimos de que esas mujeres pele-
aban por un hombre. Lo que no sabían, y
de mi físicq estatura, edad y ritmo. Son
menos se les cruzó por la cabeza, es que
cincuenta dólares por noche, no seas
sonso, animate. No lo pensé dos veces,
ese fulano estaba presente, y era vo. Des-
acepté a ojo cerado. Tenía que empezar
de un pdncipio hice bien en no inter-
al otro <1ía, un viernes, a las diez de la no-
venir', en mantener una distancia en esa
che. Como lo acordamos,Jorge me reco-
disputa, porque de repente, detrás de mí,
gió en su auto v en quince minutos llega-
escuché la voz de mi mujer. ¡Luis
Enrique, Luis Endque! Quedé atónito, se
mos a la casa particular de un barrio co-
nocido. Allí habían dos muchachos más,
grnll catlt(ila' me
y los tres teníamos que bailar y hacer mc humo, pcro clla, c()tl
stripte^t"; menos Jorge, él era el eiecu- habló al oído: Por ru llicn sir',rtc bailandcr
() \:as a p<'rdtr' ailcmás
tivó, nuestro rePresentante. En la sala se nomás, pcndcfo,
clc mi lii¡^, ntu ciucuetlta d<ilnrcs' lisa
había adaptado una pista de baile y toda
billctes (lrt(]
la escenogratia apropiada. Cuando me nor:ht', cntrc mi prrg-a vLrs
111(:

tltilert:s: pt'
tocó bailar sali disfrazado de El Zor'ro y, llrr:trtlit:r.rtr, lricc dost:icnros
Iento, gradual, sexY Y Provocadog al ,t-lrr13" tlllllclr (illtcll(li<i 1>or t¡liri tro <ltrlst:

compái de la música, empecé a quitarme .,t, ctr plt:na t--risis, a l¡ailar t:rl pttlota-t'
"at
la ropa, me quedé en calzoncillos' Alre-
dedor de la pista había un promedio de
diez cincuentonas, iumando, bebiendo,
riendo, enrusiasmadas, cómpüces, simu- Ni cómo lo nicguc
lando gemidos, bramando' )'una que otra
colocándome un billete en la única Cuanck., llcgr-rí: por 1>rirut:ra Y(:z a
(rsta

prenda. Como era mi primera vez en-el ciudacl mt: tiosp.:dé c1l Ll11() dt: sus
ltotclcs
tFrcio, no tLrve que esiorzarrne de- y ahí conoci a F¿biola' Nfc crucó con clla
masiado. Supuestamente no conocía a ,rn., dc los ct¡treclt¡res v c¡rx'tlé
nadie y seguro que a mí t^mPoco, Pero "a
enrbtlcsado: aPartc t1c su ftgura' cr¿
Ia

como el mr.¡ndo es chico' o más chico de cucr¡¡ía quc cmatralla' R<:1-rito <¡rc quc.dé
lo que uno cree, una de esas señoras, en lo h".hiz".l,, v lo primt:ro quc lc di]<''
mejot de rni actuación, hizo que se me mi::ándola n'los oitls, fut: la fras<: qut: usó
patalizarn el corazón: era mi suegra, mi cl personaic <le ¡\l Pacir-ro cou la muier
<lt:

bendita suegra -la que siempre se opuso ,o ¡"f" err la pclícula Cuucrtrlad¿t' "Quicrt>
a que me casara con su única hiia- q.r" ,... la madre dc rnis hilos"' Sor
porriéttdo-. un biliete baio mis bolsas ptcndi<la, sourió, se mordió coquc-
escrotales. Quise salir corriendo o l-racer- tamente la punta clcl índice dcrccho, tlció

10 ll
pasat un()s scgutldos, mc e\¡adió y siguió Compadre PAra ac^,
su camino. Ilra nti <titortunidad, alttlra o
compadre P^ra all^
nunc^, diie, y yo quería una tcspucsta' La
scgui un buctr t¡amo ]' Ftualutcntc se dc-
En vista de que mi compadre se suicidó,
ruvo, me <>bscrvó dc arriba hacia abaio t'
volvió ¿sontcir. Sorprcsivaurcntc acercó tengo la obligación de contades lo ocu-
rriJo. L., conocí en el ttabaio y a Partir de
sus labir>s a uno dc rnis <>ídos v rrlc sllsLr-
ahí cosechamos una buena amistad' El
rró: "r\cabo dc casalmc: t' hov cs nri pri-'
me llevó a su casa y yo lo llevé a la mía, su
rner día dc luna clc rnicl". .N'lanitestó nli
mujer y la mía se hicieron amigas, y nues-
incteduüdad cott Lln mohín, Pero eil¿,
para disipat mis dudas, rne mostró gen-
ttot hi¡ot empezaroll a llarnarse pdmos'
Estábamos muy unidos y compenetra-
tiirncntc su aro de rnattimoltio. Ni hablar,
d<;s, tanto que él y su muier nos pidieron
cstaba casada. I}t cse motncnto, la pa-
que fuéramos padrinos del último de sus
sión y mis csperanzas de haccrla tni tnu-
jet sc esfurrratr>n. Por 1o que no tne qucdr!
hijos. Accptamos y csc mismo mcs nos
converúmos en compadres' efl compa-
otra altcrnativa que <icseatle lo rneirlr
dres del aima' Compadre para acá, com-
para clla v su rnarido.'l'enía quc olvidada.
padre para allá, no nos deiábamos' Su ca-
Lc di la rnano 1-lc dijc adi<5s. Pert¡ clla son-
rió nr¡evamclrte, lnc mir<i a los ojos I'dijo:
i^rt t- era muy singular, le encantaba
bailar, conversar, tomarunos tragos v' es-
"Nt-r te l)ongas así, tros vcrnos a las nucve
pecialmente los fines de semana, cocinar
en el bar, mi marido se va a d<¡rmil' tcm-
para reunimos eu famüa. El día en que se
prano". Desde csa fccha han pasado trcs
quitó la vida, un lunes a las nueve de la
años. r, ) o, f)or rni trabajo, hc sc5¡ui<lo via- Mi coma-
noche,l,o no llegaba aún a casa.
jando, el rnarido <ie F'abiola ha cr-rrnplido
dte llamó por teléfono a mi muier y le
Ios 71 y cl hijo clue ól ha firrnad<), es mío,
dijo que su marido acababa de pegarse un
cs icléntictl a mí, ni córrrr: lo uieguc.
tiro e¡ la sien encertado en el baño'Mi

l2 r3
Sabía Cuál fue el error
muier no lo pudo creer, y menos yo'
tenía una reunlon de
oue mi compadte de querer'
J"r"rr.iu de ácho a diez de la noche' Y no Amo a otro hombre, a ti te deié
chicos se quedan contigo'
Co-
iodía haberse quitado la vida a las nueve ,-*"qtf"t
bien a mt muier sé que no
está
nociendo
ir, ,r, propi^ .^.^, salvo que Por algún sus
motivo esá reunión se hubiese PosPues- bromeando. Tiene empacadas .cosas'
llzad.o
to. Nadie, y menos é1, sabía de las
relacio- rros abandona' Nfe qucdo P^r
sm
nes que su muier y yo manteníamos
a es- frente a ella, impotente, traicionado'
.orrád".. Si él se quitó la vida a las nueve' .rf.t^"r"t y, lo^que es qeor'.m.1*: ?:
,rrldi" vuelta v se marcha' I a rdea
oe
*. q,-t" haber esiuchado nítidamente el por ml
disparo. De ocho a nueve esluve en
su ca- suicidarme empieza a rondar
a",'aon su mujer, burlando su honor Y cabeza,,

,ánfr n tengo Perdón' Y él no te-


^-No
nía por qué haberse suicidado' Cierta-
*.rr'a., la reunión en la empresa se había Tormento de cuetnos
regre-
pospuesto a último momento y él
t¿ ." casa. Es seguro qr're llegó, encon-
Le comenté a Jorge el rumor que 9irlu-
"
tró a sus hifos durmiendo en sus dotmi- t"t" ,our. Ia mufr de nuestro lrefe' !-a
torios y a su muier conmigo en su ProPra frufri*"it,o.o" "' chofer ala luzdelüa'
cama, con su compadre del alma; buscó i.t pt.t "." rretetu,fornicando en la par-
esperó recién se
el revólver, se encerró en el bañq i. o"r.r" de su automóvil'Jorge
go4o'Y:11t" peto de
a que me tuera Y ialó del enteraba v un poco que lo dudó;
re-
qo" ,to tengo Perdón de nadie' Y él no todos modos, impasible al respecto'
nrvo por qué haber hecho eso' püci>: Nadie está übte de los cuernos' nt
k, rriyo, t Fue contundente' severo
"die'

15
L4
e, inevitablemente, me hizo pensar. en mi
padres a quienes llamé me dieron razón
mujery a poner en tela de juicio su hono_ de su paradero. por irltimq decidí ir al
rabüdad.Jorge continuó con sus labores
mercado y todos los carniceros, verdu_
y yo corrí a llamar por teléfono a casa.
letos y demás vendedores
Había empez.ado a dudag mi hiia no sa_ -incluyenclo
los ambulantes-, estaban en sus puestos.
bía en donde estaba su mamá. Sali<i hace
Yo no fumo, pero empecé a fumar. De
una hora, me contesró, dijo que iba de
r,'uelta en casa ct¡ntinuó
mi tormento...
compras. El teléfono seguía siendo mi
En eso sonó el teléfono. ]Eta la voz de
esperanza. Llamé a mi suegra y no la ha_
una mujer: Buenas noches,
bía vistq me aconsejó qtr" [^-rr, , .^r" ¿es la casa de
la famiüa...? Sí. Flace más de r¡na hora
de mis padres y que manruviera la calma,
trato de comunicarme I, su teléfono
.."-n9.í^ a su hija de sobra tenía la segu_
), sonaba_ocupado,
ridad de que regresaría pronro. Ctrarido ¿es usiecl el esposo
d....1 quién t"rrgo *l
hablé con mis padres, lo primero que hi_ !_rsc,ul¡re, ¿con
gusto? Flablo del hospital, soy la doc_
cieron fue preguntar por su .rieta y su tora... Digame, doctora,
querida nuera. PreferÍ no inquietarlos. En ¿en qué puedo
servfula? I lamo para inform^il. q.r"
ese momento empecé a hacerme muchas ,r.,
mujer está en el hospital, fue atropellada,
preguntas y, lo quc es peor, a inculparme.
se debate
entre la vida v la muertJy usted
¿Dónde estaba?, ¿acaso poniéndcrme Ios üene_que... ¿señor, aún sigue nhí?...
cuernos? Yo tenía la culpa, como todos ¿está
usted bien?...
los cornudos del mundo que se enteran al ¿rne escucha?...
final o, peor aún, nunca.
euería encon_
trarla in fraganti, mtada ala cara. Cuan_
do sali del trabajo fui directo z casa. Ha_
bían pasado ftes horas. Ofta vez acudí al
teléfono y ninguno de mis amigos com_


17
Cuestión de marido las dos me coff¡encieron de que saliera a
y muier buscado. Obviamente, no lo encontré.
Volví y les dije que no estaba por ningún
lado. Mi cuñada lo dudó, carg<i a su hijo y
Desde que Cados se fue a la capital, se
le pidió a mi madre que todavía no les
casó y tuvo un hijq empezó a veni¡ con
sirviera. Ella sospechaba del paradero de
su famiüa ala c¡sa de uuestros padres a
su marido. Mamá sirvió para los que está-
pasar sus vacaciones. La última vez llegó
bamos en casa, se puso nenriosa y ya no
pot la fiesta del pueblo, para cl gran baile
almorzó a gusto, lo mismo mi padre; en
social en los ampüos salones del Club de
cambio yo repetí el plato. Después de re-
Leones. Ese día desa¡rnó cor¡ nosotros,
coger y lavar los servicios fui a mi cuartq
se preparó para salir 1 ie recordó a su
tenía que descansar, esa noche era el gran
mujer que iba a visita¡ a Pedro, Pancho y
baile y por nada del mundo me io iba a
Sánchez, sus viejos amigos, y que no
perder. N{e tiré a la cama y me quedé
tardaÁa en regresar p ara almorzatjuntos.
dormido. Soñaba que bailaba con todas
También se lo prometió a mi madre. Ir{i
las muchachas cuando de repente unos
cuñada aceptó de mala g n^ y no luvo
más remedio que a1'udat a su suegra en la
glitos me despertaron, eran los de mi
hermano y su mujer que discutían en su
cocina. Al rato, unos amigos pasaron por
habitación. N'famá tomó a su nietc¡ saüó a
mí y con rni pequeño sobrino salimos a
la calle, papá tampoco quiso interl'enir.
pasear hasta el mediodía. Cuando
Los gritos no cesaban. Mi cuñada trataba
retofnamos, mi padre hojeaba el diado
a mi hermano de sinr.'ergüenza, también
en la sala, mamá le ponía el toque de
de canalla, patán y descarado, y de que no
sabor a la comida, )r mi cuñada
sabía respetarni a su madre al irse detrás
-preguntándome por su marido- ponía de la chola que había sido su novia, "esa
la mesa. Mi hetmano mayor no aparecía.
ignorante de porqueria que no renía dón-
\{i cuñada le dijo algo a mi madre y entre

18 79
de caerse muerta". Mi hermano le pedía
Amistad scccionada
que se calTata v ella gritaba más, que nr>
rompiera las cosas v ella las rompía más, Ilü primera reacción iue mandarlo a la
hasta qu. se agarraron a golpes. No pude puta quc lo parió. Sov cr>rtés uortrral-
con mi gcnio y mc metí. I\ü cuñada al rnente, respcruoso, pcro Io que Jrrofed
verme se fue encima de su marido, lo fue prodtrcto dc mi rabia, nú irnpotcncia
tomó de los cabellos e intentó ¿rañado' y quión sabc si también de rni cobardía.
Fue entonces cuando mi hetmano reac- ¿Por quó 1'o?Jamás pensé que alguien iba
cionó ,r, vo intervine, para mi desgracia, a decirrnc algo tan delicado l dcvastadot
porque el puriete que era para mi cutiada, al mismo tiempo, qr-re rni muier, la madrc
me 1o propin6 a mí, se estrelló exacto en de mis hijos, me cta inltel, )'que )o era
mi of o derecho' Por entrometido, mi oio para todos rnis arnigos y conocidos ttn
se puso verde v en scgundos se hinchó cachudo de prirneta. Conocía de sobra a
tapTndome Ia visión' Lo peor de todo es uri rnujer y tenía que ser r:na calunrnia, o
que esa noche no pude ir al baile' en cam- mejor aún, para mi tratrquilidad, tln error.
bio el sinvergüenza de mi hermano con la Por cierto a mi intcrlocLltor lo mandé a
cornuda de su muier, se fueron contentos rodar bicn lcjos. Con qué detecho sc
v de la manito. atlevía a faltarrnc, a faltar mi honor v al
dc toda mi farnilia. ¿\bstraído por la
cólera, lc increpó quc se discul¡rara, que
por ningún rnotivo volviera a hablar del
Sentido del olfato asl¡nto y llenos que lo divulgara a tet-
ccras personas, ól tarnbién tenía thmilia.
Le diie a la viuda que el color negro no A partil dc ahí nLrestr^ amistad quedó
matizaba con su piel lozana, y fue su- scccionada. Obviamente, dc Io aconteci-
ficiente. do, no le he contado nada a mi muier. La

20 21
adoto, también a mis hijos. que suponer. Cuando llegamos a su
departamento puso música suave, sacó
una botella de su bar, la descorchó y
sirvió el vino en dos copas. Brindó por
Los hornbrcs son pctros
mi cumpleaños )', otra vez en la mejilla,
mu)' sensual, r'olvió a felicitarme con
Un día antes dc mi cutnplcarios, I\Iadsol
otro beso. Delante de mí se quitó los
me hizo saber que pata esa fccha tan
zaPatos y pidió que por favor me pusiera
cspecial me tcnía como regalo utra
cómodo, como si estur-iera en mi casa,
sorpresa. Por el tono incitantc imaginé
porque ella h¿ría lo mismo después de
cosas v despertó en mí una ansied¿d
una ducha. Primero me deshice del saco y
digra de mis mejores fant¡sías. \'o era su
la corbata, luego de la camisa, los zapa-
jefe r ella mi secretaria. El día dc mi
tos, las medias ¡ por úirimo, del pantalón.
onomástico fue la primera en felicitarme
Nfe quedé en calzoncillos, con mi copa en
co11 un beso )' un susufro, la mano, esperando mi turno pam i ala
proponiénclome celebrarlo en sLr ducha, aguardándola. Pasaron cinco mi-
departamento al mediodía. Era una
nutos y no aparecía, pasaron diez, quince,
proposición v naturalmentc mis deseos al
y yo,y^ terminaba la botella. Por razones
fin se iban a hacer realidad. Qucdamos en
obvias no podía seguir esperando, así que
que vo la reco¡¡ería a dos cuadras cle la
en puntillas fui y toqué despacio ia puerta
oficina, cn una csquina, para no lc'r'antar
del supuesto baño, y no hubo respuesta.
sospechas dr: nadic. Cuando pasé con mi
Como no respondía, insisd, toqué más
au tomcivil Ia encon tró risuetia,
fuerte, hasta que la puerta se abnó ¡
cntusiasmada, voluptuosa. Vivía cn un
como por arte de magia negra, h)eron
Iujoso condominio v en el camino me
apareciendo en fila india: mi secretaria,
dijo que el aperitivo sería un'r'ino tinto de
mi mujeq mis suegros v una tropa de ami-
cosccha limitada. La sorprcsa me la tcnía

22 23
gos cu)'os nombfes no quiero fecofdaE Tiro por la culata
todos con globos y silbatos, con cen¡eza,
eufódcos, saltando y gtitando "¡feliz Tiempo atrás mi mar-ido cambió de re-
cumpleaños!", I )'o, en calzoncillos, in- pente. Empezó a salir de noche. Primero
mór'il, heladq con el corazón que se me una vez a la semana, luego dos, tres y, casi
salÍa. Lo último que recuerdo es que al últimamente, todos los días, con nuevos
cercioratme que eso no efa un suerio, caí pretextos. Me molestó su actitud, pero
de bruces. No pude resistir semejante supe guardar silencio. Algo se traía entre
impacto. Ahora soy abuelq mi mujer si- manos. Entonces opté por segutio. La
gue conmigo, posiblemente me quiere, última vez me dijo que iba a una reunión
pero dice que desde hace veinte años, en de negocios. Salió ¡ en la esquina, hizo
mí, no confía ni una pizca. pararun taxi. Lo mismo hiceyo. Le rogué
al chofer que lo siguiera, que no Io
pctdiera dc vista. Despuós dc un cuarto
de hora de recorddo, el taxi en el que iba
Cargamontón nú marido se detuvo. El hotel era im-
Ponente a la vista, mis sospechas se acre-
A la edad de ochenta años no pude re- centaron. Bajé del automóvil y fui tras é1.
sistirme más. Fue un cargamotltón. Mu- Denúo del hotel le consultó algo al
jer, hijos, nietos 1' bisnietos me llevaron botones y de inmediato abordó el irnico
de brazos, como buen angeüto, galante, a ascensor. Al rato hice lo mismo, ascendí
la casa de Dios; y no nre quedó otra que hasta el tetcer piso. No había nadie en el
respondede al clérigo: Sí, acepto. pasillo, pero pude escuchar su risa
inconfundible viniendo de una de las
habitaciones. Entonces dejé pasar un
tiempo, y sigilosa, probé con la manija de

24 25
puerta de la habitación.Pararritsorpre-
la Clasificados
cedió. Obviamente no efa ning,r-
sa, esta
na reunión de negocios, aunque no pude
Dov br¡cna recoulpcnsa a la persona que
creer lo que veía. La cólera,la :a:bia pro-
ure dé el paradero exacro de mi mujer
ducto de mis celos, desapareció. euise
cxtraviada. Dato: sol str vecino,
que me ú^gar?. la tierm. M maddq el
padre de mis hijos, increíble pero ciertq
estaba desnudo boca abajo con otro en la
cama. Más valc pcnsarlo
dos veces

Guerra avisada .lin lo bien de la ccremonia reL.giosa,


no matagcnte cl saccrdote me preguntó: ;acepta
ustcd a esta mujer para amarla, res-
La última vez que volví ebrio a casa de petada, protegeda, cornprenderla y
madrugada, no pude ingresar. I\{i muier scrle fiel hasta que la mucrte los
había cambiado la cerradura de la puerta. scpare? La verdad quc para nú era
De pua vergüenza,y deorgullo, ya no he mucho compromiso. irio iba a cum-
vuelto.
plir'. i\4edité sobre la cah-a del cura y
antcs quc repiticra ia misme prcgunta,
salívolando.

26 27
Final fortuito

Flol amanecí al lado de una prostituta, \'


\:a estov repasando la decisión dc nr>
volver a casa.

Mtrdanza sirbita

A casa retorné dcl trabajo como d<: cos.


tumbre v no encontré a nadie ni nada qut: De ínfidelidades y demás yerbos, de
Ennque Tamay, se terminó de imprimír m
fuera mío. I-a mujcr que compattía mis
el mes de agosto de 2070, en le talleres
sueños había cargado con todo.
gróficos de Grófica Reya, pr encnrgo de
Sesquinos editor*, con una ürado de
7@O ejemplara.
Diálogo final

mis hijos - . -le dije.


-Sou
Lo ql¡e to sé es quc son míos * mi
-mujet con el índice se golpeaba el pr:-
cho--. Los nrve cn mi barriga, 1'los parí.
Yo tcngo la c.crtcza dc quc son míos. Pcro
tú, no.

28
aaat"?¿ul
lmagina. Diseña. Ejecuta
Consultaria en Arte

representante
Amarildo Oheso Sánchez
Artista Visual
Celular 9.1.1976482
ernail :bocetovisual@'hotnrail.com

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Lic. Danicl Cortcz Belupú
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