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y demás )'elbas
-Iamay
Iinriquc
5esquinas editores
Colección de bolsillo
De infidelitlades
y tlcmás yerbas
@ Enriquc'l'amal
enriquetunaT,;Qltot tnai l. com
tltilert:s: pt'
tocó bailar sali disfrazado de El Zor'ro y, llrr:trtlit:r.rtr, lricc dost:icnros
Iento, gradual, sexY Y Provocadog al ,t-lrr13" tlllllclr (illtcll(li<i 1>or t¡liri tro <ltrlst:
compái de la música, empecé a quitarme .,t, ctr plt:na t--risis, a l¡ailar t:rl pttlota-t'
"at
la ropa, me quedé en calzoncillos' Alre-
dedor de la pista había un promedio de
diez cincuentonas, iumando, bebiendo,
riendo, enrusiasmadas, cómpüces, simu- Ni cómo lo nicguc
lando gemidos, bramando' )'una que otra
colocándome un billete en la única Cuanck., llcgr-rí: por 1>rirut:ra Y(:z a
(rsta
prenda. Como era mi primera vez en-el ciudacl mt: tiosp.:dé c1l Ll11() dt: sus
ltotclcs
tFrcio, no tLrve que esiorzarrne de- y ahí conoci a F¿biola' Nfc crucó con clla
masiado. Supuestamente no conocía a ,rn., dc los ct¡treclt¡res v c¡rx'tlé
nadie y seguro que a mí t^mPoco, Pero "a
enrbtlcsado: aPartc t1c su ftgura' cr¿
Ia
como el mr.¡ndo es chico' o más chico de cucr¡¡ía quc cmatralla' R<:1-rito <¡rc quc.dé
lo que uno cree, una de esas señoras, en lo h".hiz".l,, v lo primt:ro quc lc di]<''
mejot de rni actuación, hizo que se me mi::ándola n'los oitls, fut: la fras<: qut: usó
patalizarn el corazón: era mi suegra, mi cl personaic <le ¡\l Pacir-ro cou la muier
<lt:
bendita suegra -la que siempre se opuso ,o ¡"f" err la pclícula Cuucrtrlad¿t' "Quicrt>
a que me casara con su única hiia- q.r" ,... la madre dc rnis hilos"' Sor
porriéttdo-. un biliete baio mis bolsas ptcndi<la, sourió, se mordió coquc-
escrotales. Quise salir corriendo o l-racer- tamente la punta clcl índice dcrccho, tlció
10 ll
pasat un()s scgutldos, mc e\¡adió y siguió Compadre PAra ac^,
su camino. Ilra nti <titortunidad, alttlra o
compadre P^ra all^
nunc^, diie, y yo quería una tcspucsta' La
scgui un buctr t¡amo ]' Ftualutcntc se dc-
En vista de que mi compadre se suicidó,
ruvo, me <>bscrvó dc arriba hacia abaio t'
volvió ¿sontcir. Sorprcsivaurcntc acercó tengo la obligación de contades lo ocu-
rriJo. L., conocí en el ttabaio y a Partir de
sus labir>s a uno dc rnis <>ídos v rrlc sllsLr-
ahí cosechamos una buena amistad' El
rró: "r\cabo dc casalmc: t' hov cs nri pri-'
me llevó a su casa y yo lo llevé a la mía, su
rner día dc luna clc rnicl". .N'lanitestó nli
mujer y la mía se hicieron amigas, y nues-
incteduüdad cott Lln mohín, Pero eil¿,
para disipat mis dudas, rne mostró gen-
ttot hi¡ot empezaroll a llarnarse pdmos'
Estábamos muy unidos y compenetra-
tiirncntc su aro de rnattimoltio. Ni hablar,
d<;s, tanto que él y su muier nos pidieron
cstaba casada. I}t cse motncnto, la pa-
que fuéramos padrinos del último de sus
sión y mis csperanzas de haccrla tni tnu-
jet sc esfurrratr>n. Por 1o que no tne qucdr!
hijos. Accptamos y csc mismo mcs nos
converúmos en compadres' efl compa-
otra altcrnativa que <icseatle lo rneirlr
dres del aima' Compadre para acá, com-
para clla v su rnarido.'l'enía quc olvidada.
padre para allá, no nos deiábamos' Su ca-
Lc di la rnano 1-lc dijc adi<5s. Pert¡ clla son-
rió nr¡evamclrte, lnc mir<i a los ojos I'dijo:
i^rt t- era muy singular, le encantaba
bailar, conversar, tomarunos tragos v' es-
"Nt-r te l)ongas así, tros vcrnos a las nucve
pecialmente los fines de semana, cocinar
en el bar, mi marido se va a d<¡rmil' tcm-
para reunimos eu famüa. El día en que se
prano". Desde csa fccha han pasado trcs
quitó la vida, un lunes a las nueve de la
años. r, ) o, f)or rni trabajo, hc sc5¡ui<lo via- Mi coma-
noche,l,o no llegaba aún a casa.
jando, el rnarido <ie F'abiola ha cr-rrnplido
dte llamó por teléfono a mi muier y le
Ios 71 y cl hijo clue ól ha firrnad<), es mío,
dijo que su marido acababa de pegarse un
cs icléntictl a mí, ni córrrr: lo uieguc.
tiro e¡ la sien encertado en el baño'Mi
l2 r3
Sabía Cuál fue el error
muier no lo pudo creer, y menos yo'
tenía una reunlon de
oue mi compadte de querer'
J"r"rr.iu de ácho a diez de la noche' Y no Amo a otro hombre, a ti te deié
chicos se quedan contigo'
Co-
iodía haberse quitado la vida a las nueve ,-*"qtf"t
bien a mt muier sé que no
está
nociendo
ir, ,r, propi^ .^.^, salvo que Por algún sus
motivo esá reunión se hubiese PosPues- bromeando. Tiene empacadas .cosas'
llzad.o
to. Nadie, y menos é1, sabía de las
relacio- rros abandona' Nfe qucdo P^r
sm
nes que su muier y yo manteníamos
a es- frente a ella, impotente, traicionado'
.orrád".. Si él se quitó la vida a las nueve' .rf.t^"r"t y, lo^que es qeor'.m.1*: ?:
,rrldi" vuelta v se marcha' I a rdea
oe
*. q,-t" haber esiuchado nítidamente el por ml
disparo. De ocho a nueve esluve en
su ca- suicidarme empieza a rondar
a",'aon su mujer, burlando su honor Y cabeza,,
15
L4
e, inevitablemente, me hizo pensar. en mi
padres a quienes llamé me dieron razón
mujery a poner en tela de juicio su hono_ de su paradero. por irltimq decidí ir al
rabüdad.Jorge continuó con sus labores
mercado y todos los carniceros, verdu_
y yo corrí a llamar por teléfono a casa.
letos y demás vendedores
Había empez.ado a dudag mi hiia no sa_ -incluyenclo
los ambulantes-, estaban en sus puestos.
bía en donde estaba su mamá. Sali<i hace
Yo no fumo, pero empecé a fumar. De
una hora, me contesró, dijo que iba de
r,'uelta en casa ct¡ntinuó
mi tormento...
compras. El teléfono seguía siendo mi
En eso sonó el teléfono. ]Eta la voz de
esperanza. Llamé a mi suegra y no la ha_
una mujer: Buenas noches,
bía vistq me aconsejó qtr" [^-rr, , .^r" ¿es la casa de
la famiüa...? Sí. Flace más de r¡na hora
de mis padres y que manruviera la calma,
trato de comunicarme I, su teléfono
.."-n9.í^ a su hija de sobra tenía la segu_
), sonaba_ocupado,
ridad de que regresaría pronro. Ctrarido ¿es usiecl el esposo
d....1 quién t"rrgo *l
hablé con mis padres, lo primero que hi_ !_rsc,ul¡re, ¿con
gusto? Flablo del hospital, soy la doc_
cieron fue preguntar por su .rieta y su tora... Digame, doctora,
querida nuera. PreferÍ no inquietarlos. En ¿en qué puedo
servfula? I lamo para inform^il. q.r"
ese momento empecé a hacerme muchas ,r.,
mujer está en el hospital, fue atropellada,
preguntas y, lo quc es peor, a inculparme.
se debate
entre la vida v la muertJy usted
¿Dónde estaba?, ¿acaso poniéndcrme Ios üene_que... ¿señor, aún sigue nhí?...
cuernos? Yo tenía la culpa, como todos ¿está
usted bien?...
los cornudos del mundo que se enteran al ¿rne escucha?...
final o, peor aún, nunca.
euería encon_
trarla in fraganti, mtada ala cara. Cuan_
do sali del trabajo fui directo z casa. Ha_
bían pasado ftes horas. Ofta vez acudí al
teléfono y ninguno de mis amigos com_
)¡
1ó
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Cuestión de marido las dos me coff¡encieron de que saliera a
y muier buscado. Obviamente, no lo encontré.
Volví y les dije que no estaba por ningún
lado. Mi cuñada lo dudó, carg<i a su hijo y
Desde que Cados se fue a la capital, se
le pidió a mi madre que todavía no les
casó y tuvo un hijq empezó a veni¡ con
sirviera. Ella sospechaba del paradero de
su famiüa ala c¡sa de uuestros padres a
su marido. Mamá sirvió para los que está-
pasar sus vacaciones. La última vez llegó
bamos en casa, se puso nenriosa y ya no
pot la fiesta del pueblo, para cl gran baile
almorzó a gusto, lo mismo mi padre; en
social en los ampüos salones del Club de
cambio yo repetí el plato. Después de re-
Leones. Ese día desa¡rnó cor¡ nosotros,
coger y lavar los servicios fui a mi cuartq
se preparó para salir 1 ie recordó a su
tenía que descansar, esa noche era el gran
mujer que iba a visita¡ a Pedro, Pancho y
baile y por nada del mundo me io iba a
Sánchez, sus viejos amigos, y que no
perder. N{e tiré a la cama y me quedé
tardaÁa en regresar p ara almorzatjuntos.
dormido. Soñaba que bailaba con todas
También se lo prometió a mi madre. Ir{i
las muchachas cuando de repente unos
cuñada aceptó de mala g n^ y no luvo
más remedio que a1'udat a su suegra en la
glitos me despertaron, eran los de mi
hermano y su mujer que discutían en su
cocina. Al rato, unos amigos pasaron por
habitación. N'famá tomó a su nietc¡ saüó a
mí y con rni pequeño sobrino salimos a
la calle, papá tampoco quiso interl'enir.
pasear hasta el mediodía. Cuando
Los gritos no cesaban. Mi cuñada trataba
retofnamos, mi padre hojeaba el diado
a mi hermano de sinr.'ergüenza, también
en la sala, mamá le ponía el toque de
de canalla, patán y descarado, y de que no
sabor a la comida, )r mi cuñada
sabía respetarni a su madre al irse detrás
-preguntándome por su marido- ponía de la chola que había sido su novia, "esa
la mesa. Mi hetmano mayor no aparecía.
ignorante de porqueria que no renía dón-
\{i cuñada le dijo algo a mi madre y entre
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de caerse muerta". Mi hermano le pedía
Amistad scccionada
que se calTata v ella gritaba más, que nr>
rompiera las cosas v ella las rompía más, Ilü primera reacción iue mandarlo a la
hasta qu. se agarraron a golpes. No pude puta quc lo parió. Sov cr>rtés uortrral-
con mi gcnio y mc metí. I\ü cuñada al rnente, respcruoso, pcro Io que Jrrofed
verme se fue encima de su marido, lo fue prodtrcto dc mi rabia, nú irnpotcncia
tomó de los cabellos e intentó ¿rañado' y quión sabc si también de rni cobardía.
Fue entonces cuando mi hetmano reac- ¿Por quó 1'o?Jamás pensé que alguien iba
cionó ,r, vo intervine, para mi desgracia, a decirrnc algo tan delicado l dcvastadot
porque el puriete que era para mi cutiada, al mismo tiempo, qr-re rni muier, la madrc
me 1o propin6 a mí, se estrelló exacto en de mis hijos, me cta inltel, )'que )o era
mi of o derecho' Por entrometido, mi oio para todos rnis arnigos y conocidos ttn
se puso verde v en scgundos se hinchó cachudo de prirneta. Conocía de sobra a
tapTndome Ia visión' Lo peor de todo es uri rnujer y tenía que ser r:na calunrnia, o
que esa noche no pude ir al baile' en cam- mejor aún, para mi tratrquilidad, tln error.
bio el sinvergüenza de mi hermano con la Por cierto a mi intcrlocLltor lo mandé a
cornuda de su muier, se fueron contentos rodar bicn lcjos. Con qué detecho sc
v de la manito. atlevía a faltarrnc, a faltar mi honor v al
dc toda mi farnilia. ¿\bstraído por la
cólera, lc increpó quc se discul¡rara, que
por ningún rnotivo volviera a hablar del
Sentido del olfato asl¡nto y llenos que lo divulgara a tet-
ccras personas, ól tarnbién tenía thmilia.
Le diie a la viuda que el color negro no A partil dc ahí nLrestr^ amistad quedó
matizaba con su piel lozana, y fue su- scccionada. Obviamente, dc Io aconteci-
ficiente. do, no le he contado nada a mi muier. La
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adoto, también a mis hijos. que suponer. Cuando llegamos a su
departamento puso música suave, sacó
una botella de su bar, la descorchó y
sirvió el vino en dos copas. Brindó por
Los hornbrcs son pctros
mi cumpleaños )', otra vez en la mejilla,
mu)' sensual, r'olvió a felicitarme con
Un día antes dc mi cutnplcarios, I\Iadsol
otro beso. Delante de mí se quitó los
me hizo saber que pata esa fccha tan
zaPatos y pidió que por favor me pusiera
cspecial me tcnía como regalo utra
cómodo, como si estur-iera en mi casa,
sorpresa. Por el tono incitantc imaginé
porque ella h¿ría lo mismo después de
cosas v despertó en mí una ansied¿d
una ducha. Primero me deshice del saco y
digra de mis mejores fant¡sías. \'o era su
la corbata, luego de la camisa, los zapa-
jefe r ella mi secretaria. El día dc mi
tos, las medias ¡ por úirimo, del pantalón.
onomástico fue la primera en felicitarme
Nfe quedé en calzoncillos, con mi copa en
co11 un beso )' un susufro, la mano, esperando mi turno pam i ala
proponiénclome celebrarlo en sLr ducha, aguardándola. Pasaron cinco mi-
departamento al mediodía. Era una
nutos y no aparecía, pasaron diez, quince,
proposición v naturalmentc mis deseos al
y yo,y^ terminaba la botella. Por razones
fin se iban a hacer realidad. Qucdamos en
obvias no podía seguir esperando, así que
que vo la reco¡¡ería a dos cuadras cle la
en puntillas fui y toqué despacio ia puerta
oficina, cn una csquina, para no lc'r'antar
del supuesto baño, y no hubo respuesta.
sospechas dr: nadic. Cuando pasé con mi
Como no respondía, insisd, toqué más
au tomcivil Ia encon tró risuetia,
fuerte, hasta que la puerta se abnó ¡
cntusiasmada, voluptuosa. Vivía cn un
como por arte de magia negra, h)eron
Iujoso condominio v en el camino me
apareciendo en fila india: mi secretaria,
dijo que el aperitivo sería un'r'ino tinto de
mi mujeq mis suegros v una tropa de ami-
cosccha limitada. La sorprcsa me la tcnía
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gos cu)'os nombfes no quiero fecofdaE Tiro por la culata
todos con globos y silbatos, con cen¡eza,
eufódcos, saltando y gtitando "¡feliz Tiempo atrás mi mar-ido cambió de re-
cumpleaños!", I )'o, en calzoncillos, in- pente. Empezó a salir de noche. Primero
mór'il, heladq con el corazón que se me una vez a la semana, luego dos, tres y, casi
salÍa. Lo último que recuerdo es que al últimamente, todos los días, con nuevos
cercioratme que eso no efa un suerio, caí pretextos. Me molestó su actitud, pero
de bruces. No pude resistir semejante supe guardar silencio. Algo se traía entre
impacto. Ahora soy abuelq mi mujer si- manos. Entonces opté por segutio. La
gue conmigo, posiblemente me quiere, última vez me dijo que iba a una reunión
pero dice que desde hace veinte años, en de negocios. Salió ¡ en la esquina, hizo
mí, no confía ni una pizca. pararun taxi. Lo mismo hiceyo. Le rogué
al chofer que lo siguiera, que no Io
pctdiera dc vista. Despuós dc un cuarto
de hora de recorddo, el taxi en el que iba
Cargamontón nú marido se detuvo. El hotel era im-
Ponente a la vista, mis sospechas se acre-
A la edad de ochenta años no pude re- centaron. Bajé del automóvil y fui tras é1.
sistirme más. Fue un cargamotltón. Mu- Denúo del hotel le consultó algo al
jer, hijos, nietos 1' bisnietos me llevaron botones y de inmediato abordó el irnico
de brazos, como buen angeüto, galante, a ascensor. Al rato hice lo mismo, ascendí
la casa de Dios; y no nre quedó otra que hasta el tetcer piso. No había nadie en el
respondede al clérigo: Sí, acepto. pasillo, pero pude escuchar su risa
inconfundible viniendo de una de las
habitaciones. Entonces dejé pasar un
tiempo, y sigilosa, probé con la manija de
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puerta de la habitación.Pararritsorpre-
la Clasificados
cedió. Obviamente no efa ning,r-
sa, esta
na reunión de negocios, aunque no pude
Dov br¡cna recoulpcnsa a la persona que
creer lo que veía. La cólera,la :a:bia pro-
ure dé el paradero exacro de mi mujer
ducto de mis celos, desapareció. euise
cxtraviada. Dato: sol str vecino,
que me ú^gar?. la tierm. M maddq el
padre de mis hijos, increíble pero ciertq
estaba desnudo boca abajo con otro en la
cama. Más valc pcnsarlo
dos veces
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Final fortuito
Mtrdanza sirbita
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aaat"?¿ul
lmagina. Diseña. Ejecuta
Consultaria en Arte
representante
Amarildo Oheso Sánchez
Artista Visual
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