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Resistencias, rutas y alternativas de la sociedad civil en la Zona Metropolitana de

la Laguna durante el periodo negro.

Fernando Javier Araujo Pulido1

Introducción

Entre los años 2009 a 2012 la zona metropolitana de la Laguna (compuesta por los
municipios de Torreón, Coahuila; Gómez Palacio, Durango y Lerdo, Durango) fue
catalogada por el Consejo Ciudadano de la Seguridad Pública y la Justicia Penal
como una de las regiones más violentas del mundo2 y entre la opinión pública fue
considerado “el periodo negro” porque nunca antes se había suscitado una ola de
violencia de tal magnitud en la región.

Pero, no es hasta el último trimestre de 2011 que entra en marcha el operativo


federal “Laguna Segura”, convenio firmado entre el gobierno federal y los gobiernos
estatales de Coahuila y Durango dónde se desplegaron alrededor de mil efectivos
militares para combatir a la delincuencia organizada (Excélsior, 2011, 22 de
octubre), 2 años después de que la violencia estuviera presente.

Antes de la militarización de la seguridad pública en la zona, la sociedad civil


organizada ya construía mecanismos de resistencia pacífica ante la constante
presencia de la violencia en la vida cotidiana, acciones que permitieron a la
población regresar paulatinamente a los espacios públicos arrebatados por la
inseguridad y el miedo, por otro lado otros grupos ciudadanos construyeron redes
de apoyo para atender a familiares de víctimas de ese periodo.

Sin embargo, la resistencia en contra de la delincuencia organizada en colonias que


presentan un índice de marginación muy alto fue menor, el sometimiento de la
población por parte de los delincuentes permitieron que se crearan redes de apoyo
a través del uso de la mano de obra “barata” derivada del desempleo y deserción
escolar de jóvenes vecinos, también, la apropiación por parte de la delincuencia

1
Maestro en Ciencias Sociales por la Universidad Veracruzana, investigador del Grupo Interdisciplinario de
Investigaciones Sistémico Interpretativas de Torreón, Coahuila.
2
La metodología que emplea el Consejo Ciudadano recae primordialmente en ubicar el número de homicidios
dolosos por el total de la población de la zona señalada.
organizada de las festividades locales y regionales generaron un control de las
voluntades de los colonos a través del pago de obsequios y de los insumos de las
festividades.

Para comprender la complejidad del fenómeno en sus dos grandes contrastes, el


artículo se acompaña información obtenida principalmente de entrevistas dirigidas
a especialistas y colonos que vivieron, a su manera, el fenómeno de la violencia con
mucha intensidad.

Antecedentes de la estructura del narcotráfico en México y sus implicaciones


en el siglo XXI

No se puede pensar la presencia del narcotráfico (de por lo menos 120 años) sin
su relación directa o indirecta con el estado mexicano, las modificaciones políticas
e institucionales que han presenciado las instituciones del estado han debilitado o
fortalecido la presencia del crimen organizado (en algunos grupos criminales
fortalecido y en otras debilitado).

Identificar las fases del narcotráfico implica comprender la fortaleza operativa y los
recursos económicos que ha utilizado a lo largo de su existencia, por ejemplo de
ser una actividad familiar para la primera década del siglo XX a pasar en 2012 a ser
una corporación ilegal que genera en México ganancias de alrededor de 5% del
producto interno bruto (PIB) del país, cifra que representa poco más de 59,500
millones de dólares, según la organización No Money Laundering (El Economista,
2012).

Según Astorga (2005) es posible encontrar 4 grandes fases del crimen organizado
en México, la primera entre 1914-1947 considerada la etapa del nacimiento
institucional y donde el narcotráfico es subordinado al poder estatal; la segunda
entre 1947-1985, donde se recurre a interlocutores (policías) para garantizar el
equilibrio entre el narcotráfico y el estado; la tercera entre 1985-2000, en esta etapa
la autonomía de los grupos criminales rebasa al poder político encabezado aún por
el Partido de la Revolución Institucional; y el ciclo actual, que se inicia a partir del 2
de julio de 2000, que se caracteriza por el incremento de las fuerzas federales para
combatir narcotraficantes, dando lugar a un desenvolvimiento autónomo
provocando una autonomía de los grupos del crimen organizado con respecto al
estado, resolviendo entre ellos sus conflictos ocasionando también la diversificación
de sus actividades ilegales (Araujo, 2017).

Una idea similar la aborda Guillermo Valdés (2017) quien analiza el narcotráfico en
las últimas tres décadas a partir de tres grandes momentos bajo una perspectiva un
tanto gerencial y que permite entender el fenómeno del narcotráfico y sus cambios
estructurales a partir de su rentabilidad.

Menciona que entre 1990 y 2005 la delincuencia organizada se organizó en una


gran corporación monopólica y posteriormente concedió una primera fragmentación
de los grupos criminales; en un segundo momento, entre 2006 a 2010, los grupos
criminales logran una segunda fragmentación por conflictos internos lo cual genera
una agrupación regional de la delincuencia organizada y actualmente el crimen
organizado se encuentra en la fase de atomización criminal, argumentando que el
fenómeno de violencia se divide en poco más de 250 grupos criminales extendidos
a lo largo del territorio nacional.

Las dos propuestas no son excluyentes, por el contrario, el incremento de las


fuerzas federales para combatir la delincuencia organizada coadyuvó a la división
continua de los grupos criminales en diferentes puntos geográficos, sin embargo,
no es sinónimo de debilitamiento de los grupos ya que, argumenta Valdés, las redes
de protección política y policiaca no se debilitaron.

Un dato que permite comparar la magnitud de tal afirmación es que, en el año 2010
se registraron 15 mil 273 muertos derivados del crimen organizado mientras que en
2016 se contabilizaron 22 mil 935 muertos por crimen organizado, es decir, hubo un
aumento del 33.8% entre la fase de segunda fragmentación hasta la fase de
atomización.

Por otro lado, el gasto para el combate al crimen organizado por parte del gobierno
federal asciende entre los años 2006 a 2016 a un billón 138 mil 838 millones 971
mil 996 pesos (Informados.mx. 2016) lo que implica que la batalla del gobierno en
contra del narcotráfico ha costado la vida de alrededor de 190 mil personas.

El narcotráfico se ha adaptado constantemente a las estrategias implementadas por


el estado mexicano que más allá de lograr un debilitamiento gradual de sus
actividades y capacidades económicas ha fortalecido a los grupos criminales por la
falta de visión de políticas públicas de prevención en el tema.

Circunstancias del narcotráfico en zonas urbanas en el siglo XXI

Como se revisó en el tema anterior, el narcotráfico actualmente se estructura en


grupos criminales regionales, enfocadas por lo las circunstancias del fenómeno se
en el campo de lo local, es decir las facciones criminales se encuentran arraigadas
en sectores estratégicos del país colocándolos en un anonimato para las fuerzas de
seguridad.

Para entender el campo de la delincuencia bajo ese contexto, se debe recurrir a la


categoría de urbanidad para observar cuáles son los factores que se relacionan con
las estrategias criminales y que además, se apropian de algunas zonas de las
ciudades para dar continuidad a diferentes practicas criminales.

En México, la zonas urbanas concentran de manera exponencial la mayor parte de


las actividades políticas, económicas y sociales de la población civil3 del país, por
lo que evidentemente la actividades criminales son intrínsecas a estos espacios.

No obstante, esta problemática no es exenta de países con mayor índice de


desarrollo, Loic Waquant (2012) precisa que la concentración criminal y la pobreza
en las urbes se generan en las periferias de las ciudades debido a la exclusión
laboral y de servicios que tienen los habitantes de esas zonas.

En ese sentido, las características particulares de cada región urbana condicionan


la presencia de actividades criminales tanto en países desarrollados como de países

3
De acuerdo con el portal del INEGI para 2010 la población urbana ocupaba el 78% del territorio del país.
Consultado en http://cuentame.inegi.org.mx/poblacion/rur_urb.aspx?tema=P
periféricos, sin embargo las circunstancias y diferencias económicas entre cada
urbe generan una presencia de mecanismos de la violencia diferentes, dependiendo
principalmente de la actividad central que desarrolla cada ciudad.

La apropiación del espacio urbano de las diferentes fuentes criminales recae en la


inserción de sus actividades en las actividades cotidianas del grueso de la
población, desarrollándose principalmente en las zonas más alejadas de la ciudad
y por lo tanto con precariedad de servicios dónde la maquinaria delincuencial
prolifera y que además, resiste ante los embates neoliberales y también del estado
bajo algunas estrategias criminales.

Así mismo Zavaleta (2012) contextualiza perfectamente las circunstancias del caso
mexicano al afirmar que la urbanización vertiginosa de las décadas recientes
concentró a la mayoría de la población en zonas metropolitanas sin una
regularización y control de las autoridades por lo que fueron rebasadas por la
ausencia de políticas públicas que integraran dichos espacios ocasionando que los
delincuentes se mezclaban en la sociedad

Además, elementos como la impunidad, la precariedad y la exclusión social fueron


consideras la excusa para legitimar acciones de las fuerzas de seguridad que
encargadas del marco de lo público, estableciendo una generalidad para controlar
el delito a partir de las condiciones socioeconómicas.

Las zonas metropolitanas del país concentran los veinte municipios más
inseguros, los narco municipios y la mayoría de los 314 municipios inseguros
denominados gubernamentalmente como “zonas de impunidad”. No hay
evidencias empíricas de las alertas mediáticas que advierten que tres cuartas
partes de los municipios del país son controlados por el narcotráfico. Las
bolsas de delitos no son estáticas, tienen una dinámica que depende de la
flexibilización de la delincuencia aunque las bolsas están ancladas a esas
zonas, la delincuencia es plástica y depende entre otras cosas de los
operativos militares y policíacos o bien de los enfrentamientos como en el
caso de la disputa de plazas (Zavaleta, 2012: 158).

Atendiendo la afirmación anterior, es importante no dejar de lado que las


circunstancias y elementos de la delincuencia organizada se arraigan en áreas que
disponen herramientas para disimular su presencia a través de cooptar espacios
de marginación social utilizando discursos como la exclusión para justificar su
presencia y reivindicación en las zonas marginadas.

Esa proposición permite que la delincuencia organizada y la delincuencia no


organizada dependan de una base social que justifique su presencia en las ciudades
articulando entre grupos sociales excluidos las actividades ilegales en rutas y
márgenes entre lo legal y lo prohibido.

En ese marco se desarrolla la marginalidad avanzada urbana (Waquant, 2016) que


estandariza las condiciones de segregación social en las urbes, logrando que, las
características identitarias de cada grupo marginado se pierda ocasionando que la
resistencia de algunos conglomerados se queden sin fuerza.

No obstante la base social que utiliza la delincuencia en los inicios del siglo XXI no
requiere de una unidad identitaria para que los objetivos de la criminalidad se
desarrollen ya que la marginación y la pobreza de los habitantes dónde se coloca la
base social generan los medios idóneos para su continuidad.

El capitalismo y los procesos de globalización debilitaron por lo menos en poco más


de 30 años la identidad de las comunidades periféricas de las zonas urbanas pero
por otro lado crearon mecanismos para la propagación de actividades ilícitas
controlados por las actividades económicas y de mercado (Lea,2006).

Bajo estas condiciones la presencia de grupos de la delincuencia organizada en las


zonas urbanas se apoya, hasta este momento, por el debilitamiento de las fuerzas
de cohesión social de los grupos sociales que radican en la periferia y por otro lado
por la emergencia económica de la económica contemporánea.

Sin embargo, el elemento del estado juega un papel fundamental para comprender
la dinámica de la delincuencia en las zonas urbanas, la distribución del delito
depende, entre otras cosas, de la capacidad de los aparatos de seguridad del
estado para atender los efectos de la criminalidad.

Las argumentos criminales, entiendo lo anterior como las estrategias, el uso de


métodos de violencia, el alcance del número de sus integrantes, los delitos que se
repiten con mayor frecuencia, entre otros, dependen de la fortaleza de los aparatos
de seguridad encargados de vigilar los márgenes del territorio donde se asientan
las practicas delincuenciales.

Esta tesis es utilizada por Calderón (2007) para afirmar que los grupos de la
delincuencia organizada en México colonizaban territorios urbanos y por lo tanto
desarrollaban sus prácticas criminales en zonas estratégicas, una de las
justificantes era que en diferentes partes del territorio las policías municipales y la
policía federal servían a los intereses de la delincuencia.

De acuerdo con el Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y


Readaptación Social (2016) a través de la solicitud de información titulada Personal
privado de su libertad que laboraron en Seguridad Pública, Defensa Nacional o
Marina que ingresaron a centros penitenciarios federales del periodo 2006-2016 se
ubican a 1025 elementos de las fuerzas federales recluidos (753 agentes federales,
266 militares, 6 marinos) de los cuales un poco más de setecientos reclusos se
encuentran por delincuencia organizada, homicidio y delitos contra la salud.

La cooperación entre delincuencia y fuerzas de seguridad demuestran que la


estrategia para combatir a la delincuencia es rebasado por los procesos neoliberales
del mundo contemporáneo teniendo como consecuencia alianzas entre ambos
grupos con la intención de intereses individuales y de grupo

Estos hechos pudieran poner en duda la idea sobre el estado policial (Foucault,
2012) como la institución que se encarga de la seguridad del estado, tanto en lo
individual como en lo colectivo pues con estas acciones las tecnologías encargadas
de la vigilancia de la población están a la orden de grupos criminales.

El cambio de atributos parece ser común en las fuerzas de seguridad del estado ya
que en algunos casos ocupan las herramientas de las corporaciones al servicio de
la delincuencia organizada, creando conflictos entre los intereses del estado y de la
esfera criminal. Esto indica que la base social de la delincuencia no solo sea el
sector de la población marginado, sino también las fuerzas de seguridad dispuestos
a corromperse.

Además de que para el caso mexicano, según Manaut (2010) se han concretado
seis modelos de policía desde la etapa revolucionaria, que en algunos casos se
entremezclan o entremezclaron causando conflictos entre sí, los modelos son los
siguientes: militarización de la seguridad pública, profesionalización de la seguridad
pública a través de la policía federal, profesionalización a través del mando único a
nivel estatal, profesionalización de la policía municipal, policía comunitaria (bajo el
argumento de usos y costumbres) y población organizada en autodefensas.

En la formación de la política de seguridad encontramos dos “arenas” o


espacios de formulación. Una de ellas es la interna, dentro del aparato del
estado, otra es la exterior. […] el sistema actual se rige por una
organización coordinadora que es el Sistema Nacional de Seguridad Pública,
SNSP y un secretariado ejecutivo del tema que está plenamente politizado
por la intervención y los intereses de los gobernadores. […] Finalmente
tendríamos un conjunto de municipios sede de ciudades importantes, que si
bien no logran formular las políticas, tienen un papel central en programas de
emergencia, particularmente las ciudades grandes, las capitales del país y
las de la frontera norte. […] En la arena exterior encontramos un conjunto de
promotores de políticas. El Departamento de Estado Norteamericano y
la agencia antidrogas americana, la DEA, principales impulsores de las
políticas punitivas y de lucha contra el narcotráfico (Alvarado, 2014: 9, 10).

Los efectos de la delincuencia organizada en las zonas urbanas en México parte


entonces por los efectos estructurales (externos e internos) del combate al
narcotráfico y los efectos contextuales de la base social que permite que las
condiciones de criminalidad sean las óptimas.

En ese sentido la delincuencia organizada se encuentra en un proceso estructural


que se caracteriza por el incremento de las fuerzas federales para combatir
narcotraficantes y que ha ocasionado que los grupos criminales se encuentren en
una fase de fisión o atomización, sin embargo el contexto inmediato no ha cambiado
en ninguno de los ciclos estructurales de los que atravesó el narcotráfico ya que
siguen apoyándose en una base social fortalecida por la marginación y la
corrupción.

La estructura delictiva arraigada en los espacios urbanos es capaz de lanzar


estrategias de contención para desafiar a las instancias de seguridad con la
intención de retener o incrementar su poder o autonomía, neutralizando sus
actividades a través de la corrupción y alcanzando y protegiendo lugares o espacios
urbanos dónde el poder político no llega (Lea, 2010: 284).

Ante ese escenario las zonas urbanas alojan no solo delitos como el narcomenudeo,
sino que la diversificación de las actividades ilegales permiten que se concentren
zonas de riesgo dentro de espacios regionales con delitos focalizados de acuerdo
a ciertas características económicas, naturales o sociales.

A nivel mundial la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, estima
que la delincuencia organizada recauda alrededor de $US2 billones siendo la
actividad del narcotráfico la que genera mayor ganancias (US$320.000 millones),
seguido de la falsificación (US$250.000 millones), en tercer lugar se encuentra el
tráfico humano con (US$31.600 millones), en cuarto lugar el tráfico ilegal del
petróleo (US$10.800 millones) y en quinto lugar el tráfico de vida salvaje
(US$10.000 millones).

En México actividades como el tráfico de hidrocarburos representan perdidas de


cerca de $97 millones para Petróleos Mexicanos (PEMEX) (Rodríguez, 2016). Los
estados más afectados son Puebla, Estado de México, Guanajuato en el centro,
mientras que en Nuevo León, Tamaulipas, Veracruz, Tabasco en el norte y oriente
del país.

El delito de trata de blancas en el estado de Tlaxcala es un fenomeno que se


extiende principalmente en el municipio de Tenancingo creando un estructura
económica bajo el auspicio de dicha actividad ilegal a tal grado de heredar a las
nuevas generaciones la función de “padrotes” o proxenetas (Hernandez, 2015).

Además la organización criminal generó mecanismos de resistencia hacia las


autoridades mediante una red de vigilantes o “halcones” distribuidos en pueblos
cercanos para avisar del arribo de personas ajenas a la comunidad (Herrerias,
2012).

En los ejemplos se observa cómo la diversificación del crimen organizado en


espacios urbanos con contextos naturales y sociales específicos han colocado en
una especie de auto legitimación ante la base social de la comunidad permitiendo
una comodidad para desarrollar actividades ilegales bajo el amparo del campo
social y de los aparatos de seguridad.

El imaginario social e imaginario negativo de la violencia

Si bien, es cierto que para un sector de la población existe una comunión con la
delincuencia, existe otra parte que pugna por la erradicación o el control de la
misma, bajo esa lógica y cómo resultado de la violencia suscitada en los últimos
diez años, la sociedad civil ha generado mecanismos para entender y atender los
problemas de violencia de su localidad.

Durante el proceso de construcción de ciudadanía encargados de combatir los


problemas de violencia, se forma en la sociedad una percepción general sobre la
situación de inseguridad que parte en la modificación de las actividades cotidianas
que se moldean y modifican por la actividad criminal.

Establecer una pauta entre lo común y lo imaginario frente a situaciones cotidianas


de violencia e inseguridad, alimentadas principalmente por la presencia de delitos
de alto impacto, genera en la población grados de conciencia y de resistencia a
partir de sentimientos e identidades colectivas.

La identidad es un referente de lo imaginario, ya que dentro del campo de lo social,


la realidad se construye dentro de las normas escritas y de las no escritas
generándose en la interpretación y subjetividad la esfera de la representación de los
colectivos.

Para efectos del presente texto la explicación sobre el imaginario quedará


argumentada en dos frentes, el primero es el imaginario social como categoría de
larga duración para entender cómo se deforman bajo el cambio de prácticas
cotidianas las estructuras culturales de la sociedad (Castoriadis, 2010); por el otro
frente se empelara la idea de imaginario negativo4 para explicar la construcción de

4
Referencia utilizada por Edgar Morín para señalar la contraposición del concepto de imaginario
colectivo
la realidad a través de la apropiación de mitos y símbolos de la sociedad que
generan productos de consumo proyectadas en distintos medios de comunicación
(Morín, 1956).

Para Castoriadis, la dimensión histórica y la instrumentación institucional altera la


secuencia de la realidad lo que permite crear parámetros diferenciados entre ciertas
temporalidades que se comparan y se exhiben como acciones disonantes bajo un
espectro de lo racional, comprobables a partir de la creación de nuevos roles
sociales, nuevas instituciones o nuevas formas de organización (Castoriadis, 2010).

Los fenómenos criminales en su esencia no son una categoría de larga duración,


pero sus procesos macroeconómicos y estructuras políticas que los generan
pertenecen a esta categoría, sin embargo las formas en las que desarrollas las
actividades construyen memorias a través del contexto de los procesos
socioculturales. Por ejemplo, los ladrones en la segunda mitad del siglo XX preferían
robar carteras, sin embargo, para la primera década del siglo XXI optaban por el
robo de celulares.

Por otro lado, el imaginario pensado desde la colectividad requiere de tecnologías


que inserten la idea de un agente transmisor nutrida de un hecho material siendo
un proceso donde la fuerza del mensaje que se transmite depende de la subjetividad
del receptor para darle atención a la idea en general.

El mensaje coloca productos o escenarios que alteran las practicas recursivas de la


sociedad, para el caso de la delincuencia y retomando el periodo de fisión en el cuál
actualmente desarrollan sus actividades, las plataformas que utilizan son de
carácter abierto, es decir, los intermediarios como los medios de comunicación
tradicionales en ocasiones pasan a segundo término y las fuentes directas,
apoyadas principalmente por redes sociales, son la fuente en la cuál se desarrolla
un dialogo con los agentes criminales.

Siguiendo la idea de imaginario negativo, los grupos armados de la delincuencia


organizada son capaces de consolidar una identidad transformándose en símbolos
para el resto de la población.
Además, la creación de instrumentos estadísticos sobre la inseguridad en México,
generados principalmente por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(INEGI) como la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad
Pública (ENVIPE)5 recupera de forma sistematizada el sentimiento de inseguridad
ciudadana a escala nacional, estatal y municipal creando parámetros sobre el
imaginario del campo de la violencia.

En general, dentro del campo de violencia, la situación mediática y la


espectacularidad de los métodos que la ejercen influye en los sentimientos de
inseguridad de la población ocasionando que se abran espacios de resistencia,
rutas y alternativas de la sociedad civil para enfrentar de manera directa el problema
de la delincuencia.

La violencia en la zona metropolitana de la laguna durante el periodo negro

La zona metropolitana de la Laguna es considerada por el Instituto Nacional de


Geografía y Estadística (2010) como la novena zona metropolitana más poblada de
México con un millón doscientos quince habitantes repartidos en cuatro municipios:
Torreón, Coahuila; Matamoros, Coahuila; Gómez Palacio, Durango y Lerdo,
Durango.

Una de las peculiaridades de la zona es que comparte fronteras estatales lo cual


implica una coordinación entre los gobiernos estatales y municipales para atender
problemas en particular, sin embargo, para el caso de la seguridad resulta un tema
complicado por intereses diversos en los frentes políticos lo que ocasionó dentro del
periodo negro la presencia de grupos de la delincuencia organizada ocuparan este
factor a su conveniencia.

El periodo negro es un adjetivo que se le otorga a la etapa que va de 2010 a 2012


que se desarrolló en la zona metropolitana de la laguna, debido a que el Consejo

5 La ENVIPE se publica desde 2011 en el mes de septiembre.


Ciudadano de la Seguridad Pública y la Justicia6 ubicó a la región como una de las
más peligrosas del país.

Aun cuando la evidencia hemerográfica7 sobre el uso de este calificativo es mínima


y la referencia existente se ocupa exclusivamente al municipio de Torreón no inhibe
a que las otras ciudades que conforman a la Laguna sean percibida por la sociedad
civil como una región violenta e insegura.

Para entender el proceso de violencia que sufrió la zona se partirá del uso de la
base de datos “La guerra contra las drogas en México: registros (oficiales) de
eventos durante el periodo de diciembre 2006 a noviembre de 2011” del Centro de
Investigaciones y Docencias Económicas (CIDE), la herramienta contempla para
este documento actividades relacionadas con el crimen organizado entre enero de
2010 a diciembre de 2011.

Para el año 2012 se contempló utilizar los datos de homicidios dolosos del
documento “La violencia en los municipios de México en 2012” del Consejo
Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal (CCSPJP) por lo que se
procedió a ubicar a los municipios laguneros dentro del estudio para posteriormente
unificarlos como zona metropolitana.

Los resultados obtenidos generaron un análisis cuantitativo dentro del periodo 2010
a 2012 sobre el proceso de violencia originada por la delincuencia organizada bajo
tres variables, homicidio, enfrentamientos, agresiones; sin embargo, para las
últimas dos se analizan únicamente bajo una temporalidad de 2010 a 20118.

Para la variable homicidios el análisis consta de dos miradas: una de manera


general, es decir la cantidad total y desglosada de los acontecimientos de forma
bruta durante los tres años en los municipios de Torreón, Coahuila; Matamoros,

6 La metodología que emplea el Consejo Ciudadano recae primordialmente en ubicar el número de


homicidios dolosos por el total de la población de la zona señalada.
7 Solo dos artículos hemerográficos apoyan la idea del periodo negro.
8
La base de datos “La Guerra Contra las Drogas en México: Registros (oficiales) de eventos durante
el periodo de diciembre 2006 a noviembre 2011” elaborada por el Centro de Investigaciones y
Docencias Económicas solo abarca una temporalidad de 2006 a 2011.
Coahuila; Gómez Palacio, Durango y Lerdo9, Durango. La otra mirada abarca la
proporción de homicidios (tasa) por cada 100 mil habitantes de forma total y
desglosada de durante los tres años para los cuatro municipios.

La cantidad total de homicidios de forma bruta durante los tres años para los
municipios que comprenden la zona metropolitana de la Laguna es de un total de
2049 homicidios durante el periodo negro. De estos Torreón10 concentró el 60 % de
los homicidios, seguido de Gómez Palacio con el 29 %, en tercer lugar se encuentra
Lerdo con el 10 % y en último lugar se encuentra Matamoros con el 2 %.

En cuanto a la tasa de crecimiento de homicidios se ubica que entre 2010 y 2012


ascendió a un 15 % entre los 3 años. También como se observa en la gráfica 2, la
los homicidios que ocurrieron en 2010 corresponden al 31.9 % de los tres años, a
2011 le corresponde el 31.5 % y 2012 es el años considerado como el más violento
ya que acontecieron el 36.6 % de los homicidios.

Homicidios efectuados anualmente en la Zona


Metropolitana de la Laguna entre los años 2010
a 2012

749

654 646

2010 2011 2012

Fuente: Elaborada con datos del CIDE y CCSPJP

9 En atención al documento “La violencia en los municipios y las entidades federativas en México”
publicado en 2013 por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y Justicia Penal en el
apartado Aclaración sobre el municipio de Lerdo, Durando en 2012 que se encuentra en la página
12, se ajustan para este documento las cifras correspondientes entre los municipios de Lerdo,
Durango y Gómez Palacio, Durango.
10 Existe una diferencia de datos entre el INEGI que reportó 792 homicidios durante el 2012 mientras

que nuestra referencia (CIDE) y el Secretariado Nacional de Seguridad Pública reportaron 462, es
decir 330 homicidios menos, sin embargo confiamos en los filtros de la base de datos construida por
el CIDE debido a la metodología utiliza para su elaboración.
En cuanto al cálculo correspondiente a la tasa de homicidios por cada 100 mil
habitantes durante los años de 2010 a 2012 la distribución del ranking es similar a
la de datos brutos, bajo esta escala el municipio de Torreón tiene un promedio de
184.1 homicidios por cada 100 mil habitantes, le sigue Gómez Palacio con 173.1
homicidios, en tercer lugar se encuentra Lerdo con 134.4 homicidios y en último
lugar de la zona metropolitana de la Laguna se encuentra Matamoros con 41.8
homicidios.

Tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes en la zona metropolitana de la Laguna
Homicidios Tasa
Tasa Tasa Tasa periodo periodo
Municipio Habitantes 2010 2010 2011 2011 2012 2012 negro negro
Torreón 664490 282 42.4 479 72.1 462 69.5 1223 184.1
Matamoros 110141 10 9.1 2 1.8 34 30.9 46 41.8
Gómez
Palacio 337373 269 79.7 116 34.4 199 59.0 584 173.1
Lerdo 145784 93 63.8 49 33.6 54 37.0 196 134.4
Fuente: Elaborada con datos del CIDE y CCSPJP

Los municipios de la zona metropolitana de la Laguna representan el mayor número


de homicidios por entidad federativa; por ejemplo, en 2011 en Coahuila a las
ciudades de Torreón y Matamoros en conjunto se les atribuye el 91 % de homicidios
que se suscitaron en toda la entidad; mientras que para 2010 representan el 89 %.

Para el caso de Durango los hechos se reducen ya que para 2011 en los municipios
de Gómez Palacio y Lerdo en conjunto ocurre 24 % de los homicidios y para 2010
ocupan el 51 %.

Como se puede observar, en Coahuila la mayoría de los homicidios derivados de la


delincuencia organizada pasaron en la zona metropolitana de la Laguna mientras
que en Durango de representar la mitad de los homicidios, principalmente por que
la reducción de homicidios en Gómez Palacio, Durango en un 26 %.
Además de los homicidios, los enfrentamientos11 también fueron constantes durante
el periodo negro, tan solo en el 2010 en toda la zona metropolitana se efectuaron
45 acontecimientos siendo Torreón quien presenció más hechos de esta naturaleza
con el 60 %, Gómez Palacio con el 27 %, Lerdo con 9 % y Matamoros con 4 %.

Mientras que para 2011 en Torreón aumentaron los enfrentamientos siendo


nuevamente el primer lugar de la zona con el 84 %, Gómez Palacio descendió
colocándose en ese mismo año con el 12 % mientras que tanto en Lerdo como
Matamoros ocurrieron el 2 % de los enfrentamientos.

Enfrentamientos derivados de la delincuencia en la zona


metropolitana de la Laguna
Municipio 2010 2011 Total
Torreón 27 38 65

Matamoros 2 1 3

Gómez Palacio 12 5 17

Lerdo 4 1 5

Zona metropolitana de la Laguna 45 45 90

Fuente: Elaborada con datos del CIDE

Otra variable que permite entender el fenómeno de violencia durante el periodo es


la denominada agresiones12, la cual indica con un poco más de precisión que tipo
de acciones efectuaron los grupos de la delincuencia organizada en contra de
autoridades o fuerzas de seguridad.

En general la agresión que entre 2010 y 2011 se suscitó con mayor frecuencia
fueron los atentados contra elementos de fuerza de seguridad en un 45 %, es decir

11
El documento técnico de la base de datos “La guerra contra las drogas en México: registros
(oficiales) de eventos durante el periodo de diciembre 2006 a noviembre de 2011” entiende por
enfrentamiento los actos violentos perpetuados por presuntos criminales en contra de autoridades,
víctimas o eventos que perturban el orden público y que se realizan mediante el uso de armas de
fuego y equipo militar, eventos en los que las propias fuerzas públicas hacen uso de armas de fuego,
o choques entre grupos delincuenciales o dentro de estos (Atuesta, Siordia, Madrazo, 2016: 8)
12 El documento técnico de la base de datos “La guerra contra las drogas en México: registros

(oficiales) de eventos durante el periodo de diciembre 2006 a noviembre de 2011” entiende por
agresiones los ataques de organizaciones delictivas en contra de instalaciones gubernamentales o
bien contra funcionarios públicos encargados de la seguridad, sin que la autoridad “tenga
posibilidades de responder de forma armada”. Estos eventos se refieren a acciones “dirigidas a
personas u objetivos específicos (Atuesta, Siordia, Madrazo, 2016: 8)
en contra de efectivos de la policía municipal, estatal, SEDENA o SEMAR, seguido
de 36 % por ataques a vehículos oficiales y en 15 % instalación de fuerza de
seguridad (retén, oficinas, cuartel) y con menos del 2 % se presentaron ataques a
CERESOS y convoy de fuerzas de seguridad.

Agresiones efectuadas durante el periodo negro en la Laguna


Elemento Total
Año Municipio Instalación Vehículo CERESO Convoy
seguridad Agresiones
Torreón 10 0 18 0 1 29
Matamoros 0 0 1 0 0 1
Gómez
9 2 1 1 0 13
2010 Palacio
Lerdo 3 1 0 0 0 4
Zona
Metropolitana 22 3 20 1 1 47
de la Laguna
Torreón 15 14 18 1 0 48
Matamoros 1 0 0 0 0 1
Gómez
6 1 2 0 0 9
2011 Palacio
Lerdo 6 0 0 0 0 6
Zona
Metropolitana 28 15 20 1 0 64
de la Laguna
Fuente: Elaborada con datos del CIDE

La explicación de los datos cuantitativos permite segmentar los hechos ocurridos en


la zona metropolitana, sin embargo, uno de los grandes obstáculos de este
documentos se debe en gran medida en la presentación de las variables por las
fuentes de información, ya que no arrojan el hecho de forma geo referenciada y
tampoco especifican el grupo de delincuencia organizada que participó en los
hechos.

Con estas evidencias el fenómeno de la delincuencia se entiende de manera parcial


por la ausencia de variables georreferenciadas sobre cada homicidio, sin embargo,
permite acercarnos al fenómeno de una manera estructural y comprender las
circunstancias en que se desarrolló la violencia.

Resistencias, Rutas y alternativas de la sociedad civil


El periodo de violencia13 que enfrentó la Laguna entre los años 2010 a 2012
constituyó un modificación radical en su comunidad, la presencia de grupos
criminales como el “cártel de Sinaloa” y los “zetas14” ocasionó que la sociedad civil
se organizara bajo nuevos parámetros de seguridad mediante la apropiación de
espacios públicos, el uso de nuevas tecnologías, la implementación de estrategias
de seguridad privadas y la conformación de grupos civiles, empresariales con la
intención de organizarse ante el fenómeno de la delincuencia organizada e inclusive
la cooptación de algunos sectores de la población fueron algunas de las estrategias
que utilizaron para resistir ante los embates de la delincuencias.

El análisis de este apartado depende de la información obtenida mediante


entrevistas semiestructuradas dirigidas a tres especialistas15 en el tema y a tres
colonos16 que vivieron de cerca fenómenos de inseguridad.

En todos los casos sugieren que debe de analizarse como caso aparte el periodo
de violencia suscitado entre 2009 a 2012 por las características en el incremento
sobre todo de homicidios y la concurrencia de balaceras en espacios transitados,
sin embargo, el adjetivo de periodo negro lo analizan bajo reserva ya que consideran
es sugestivo, además señalan que es un concepto principalmente utilizado en
diferentes columnistas para destacar la inseguridad apoyándose principalmente por
ser considerada por el Consejo Ciudadano de la Seguridad Pública y la Justicia
Penal como una de las regiones más violentas del país.

Sin embargo, el periodo no es espontaneo sino que el incremento de homicidios


aparece un poco antes del año 2009 y mencionan que aún no concluye porque
todavía se observan prácticas y homicidios derivados del crimen organizado, a lo
que argumentan que la violencia en ese entonces era atribuida por la disputa de la
plaza entre los dos grupos criminales señalados.

13 Además de lo frecuente en el aumento de homicidios, la presencia de balaceras de manera


cotidiana, las deficientes administraciones municipales y la corrupción de las policías municipales.
14 Considerado el grupo criminal más violento
15 En todos los casos son profesores universitarios que se han vinculado mediante la academia o la

investigación en temas relacionados con la violencia.


16
Son vecinos del Fraccionamiento Mayran, Las Luisas y Francisco Villa.
Para los especialistas, la zona metropolitana de la Laguna representa
históricamente una región fundamental para la economía del país debido a su
situación geográfica que conecta el centro del país con la frontera norte de los
Estados Unidos de América.

A tal grado que en la revolución mexicana permitió que las fuerzas villistas después
de derrotar a las fuerzas federales en abril de 1914 (Castañón, 2009) controlaran la
ciudad y permitieran el flujo de armas provenientes del vecino país del norte y la
conexión entre el centro del país, además de ciudades como Monterrey y
Chihuahua.

Afirman que los grupos del crimen organizado que disputaban la plaza compartían
similitudes con las tropas revolucionarias en el sentido de la funcionalidad de la zona
para la conexión y redes con otras regiones del país por su facilidad para diseñar
rutas para el trasiego de drogas y armas.

Por otro lado, los limites estatales y municipales jugaron un factor fundamental en
la disputa de la zona, ya que por cuestiones normativas y administrativas una
persecución iniciada por efectivos de la policía municipal de Torreón terminaba
cuando el grupo organizado atravesaba la barrera geográfica que impedía a los
elementos ingresar al otro estado por falta de jurisdicción.

Bajo ese contexto, las técnicas de resistencia que utilizaron los laguneros derivadas
del incremento de la violencia, en algunos casos, dependían de su capacidad
económica, mientras que el sector con más recursos y posibilidades económicas
encontraba en la migración y en la protección privada algunos de los mecanismos
para guarecerse ante la ola de violencia, el sector económicamente menos
favorecido, en algunos casos, tuvo que ser partícipe de las actividades ilegales para
no ser una víctima más de la violencia.

Acciones como cerrar calles mediante la colocación de rejas metálicas,


acompañadas en ocasiones por un vigilante fue una alternativa por la que grupos
de colonos organizados apostaron para no ser víctimas de la delincuencia, sin
embargo los especialistas coinciden que particularmente esta acción consiste en
una falsa expectativa para procurar su seguridad, ya que en ocasiones esta
protección era rebasada por diferentes grupos de la delincuencia.

Otra alternativa empleada fue la migración, principalmente a ciudades de Estados


Unidos y otras zonas metropolitanas de la ciudad de México, derivado de esta
medida y apoyándose en las nuevas tecnologías se podía ver en diferentes redes
sociales grupos con nombres como “Laguneros en los Ángeles”, “Laguneros en DF”,
“Laguneros en Guadalajara”, entre otros que tenían como intención generar
identidad del lagunero en otros espacios.

La tecnología también fue una fuente de apoyo de la población al ser utilizada como
mecanismo informativo independiente, ya que mediante publicaciones
principalmente en Facebook, ciudadanos informaban de acontecimientos como
balaceras para alertar al resto de la población para que tomara las medidas de
precaución necesaria.

Otra forma de resistencia efectuada principalmente en colonias más vulnerables


consistía en participar en acciones de apoyo para el crimen organizado, colonos
afirman que en ocasiones grupos de la delincuencia otorgaban dadivas con la
intención de que los vecinos dejaran a los grupos asentarse momentáneamente en
zonas para manejar su estructura criminal.

Un colono hace referencia que en festividades como el día del niño y 10 de mayo
camionetas repletas de juguetes, dulces, electrodomésticos y utensilios de cocina
eran otorgados por miembros de la delincuencia organizada con la intención de que
los vecinos se quedarán tranquilos con la presencia de estos sujetos.

Un especialista afirma que esta práctica es similar a lo que algunos partidos políticos
realizan con la entrega de despensas y diversos objetos propagandísticos, en su
experiencia con grupos vulnerables observó que algunos colonos recibían los
objetos con agrado pero su simpatía con la delincuencia organizada era nula,
además permitían la presencia de estos grupos porque, argumenta, se sentían
protegidos ya que elementos de la policía municipal de Torreón, antes de su
presencia acosaban a los vecinos.
Por otro lado, prácticas comunes efectuadas por la comunidad lagunera como
sentarse fuera de sus domicilios recién entrada la noche se perdieron por el miedo
a que presenciaran un balacera u homicidio fuera o cerca de su domicilio por lo que
especialistas mencionan que se perdieron algunos rasgos de hacer comunidad
principalmente entre vecinos.

Un grupo que se vio afectado en particular fue la juventud, un número importante


de balaceras se realizaron fuera de centros de diversión nocturna por lo que la
comunidad juvenil optaba por rentar toda la noche “Quintas” o salones de fiesta para
evitar alguna confrontación con la delincuencia organizada, así mismo, fiestas como
XV años o bodas se celebraban principalmente en salones de hoteles con el
propósito de rentar habitaciones para los invitados para no salir en la noche.

A su vez, algunos negocios fueron cerrados por el cobro de piso al establecimiento


o por amenazas a sus dueños ocasionado una escalada de violencia, sin embargo,
los empleados de estos negocios también sufrieron las consecuencias al quedarse
desempleados por lo que algunos optaron como alternativa auto emplearse en la
informalidad, una práctica común consistía en abrir fuera de su domicilio un pequeño
puesto con la venta de frituras, agua o comida para poder generar ingresos.

Derivada de esa situación grupos organizados de la sociedad civil conformaron


redes de apoyo con la intención de articular estrategias de búsqueda de personas
desaparecidas, prevención del delito y recuperación de espacios públicos.

La presencia de la organización Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos


(FUUNDEC) se remonta a diciembre de 2009, justo al final del año del comienzo del
periodo negro, se debe señalar que sus oficinas se encuentran en la ciudad de
Saltillo, Coahuila pero eso no los obstaculiza para dar apoyo y seguimiento en otras
ciudades del estado.

Su tarea consiste en organizar campañas para encontrar a victimas de desaparición


forzada a manos de la delincuencia organizada o de fuerzas de seguridad del
estado, sin embargo, no es nada fácil si consideramos que según el Registro Nacional
de Personas Extraviadas y Desaparecidas con corte informativo del 20 de agosto de 2017
(Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, 2017) Coahuila ocupa el
tercer lugar de personas desaparecidas.

Dentro del estado de Coahuila, Torreón es el municipio dónde han ocurrido más
incidentes de esta índole ya que representan el 40.9 % de los casos de los cuáles
302 (61.2 %) incidentes ocurrieron dentro del denominado periodo negro, mientras
que en Matamoros se han reportado 24 casos de desapariciones forzadas de las
cuáles el 62.5 % corresponden a dicho periodo.

Los municipios Laguneros del estado de Durango aparentemente cuentan con


menos registros de desapariciones forzadas ya que en Gómez Palacio han ocurrido
solo el 3.9 % de todo el estado, siendo en el periodo negro dónde se registraron el
73 % de los casos; mientras que Lerdo representa el .7 % de los casos efectuados
en todo el estado y ninguno de ellos se efectuó en dicha temporalidad.

Desde el inicio del periodo negro grupos de la sociedad civil organizaron actividades
con la intención de apropiarse nuevamente de los espacios públicos que habían
sido relegados por la falta de seguridad en ellos, tal es el caso del “Paseo Colón”,
actividad semanal que se realiza semanalmente cada domingo, el primer paseo se
realizó en marzo de 2011 cuándo funcionarios del ayuntamiento de Torreón en
coordinación con grupos de activistas desarrollaron actividades para que la
población utilizará la calle Colón como corredor para que se realizaran diferentes
actividades físicas y culturales con la intención de recuperar zonas que estaban en
disputa por grupos de la delincuencia.

Otra actividad fue “Moreleando” que consistía principalmente en recuperar la calle


Morelos de la zona centro de Torreón con la intención de reactivar la economía de
los negocios vecinos y promover actividades artísticas y culturales, a diferencia del
“Paseo Colón” los organizadores no contaban con el apoyo de las autoridades
locales, el primer paseo se efectuó en noviembre de 2012 justo en la recta final del
periodo negro.

El Consejo Cívico de las Instituciones de la Laguna (CCI Laguna) es una asociación


civil constituida en abril de 2012 que nace bajo el propósito de medir y evaluar el
impacto de los delitos, inicialmente enfocados a los que se originaban por la
presencia de la delincuencia organizada.

Cómo se ha observado en la descripción emitida por expertos y colonos, la sociedad


civil lagunera demostró una capacidad de resistencia sin importar sus condiciones
sociales, económicas o culturales a los embates de la delincuencia organizada que
los tomó por sorpresa.

El pasaje del periodo negro aún trae consecuencias en la población por el número
de homicidios que arrojó, por las víctimas invisibles como lo son las viudas o los
hijos huérfanos, por la migración que ocasionó separación familiar, por el cierre de
negocios dejando en el desempleo y abandono a muchas familias del sector, pero
mediante la organización y la necesidad de retomar su identidad resistieron de
múltiples maneras durante la continua presencia del crimen organizado.

En los años posteriores la disminución de delitos como el homicidio doloso ha sido


gradual, para el 2013 se registraron 509 denuncias en la zona metropolitana de la
Laguna, en 2014 las denuncias presentadas fueron 281, mientras que para 2015
ocurrieron 175 denuncias y para 2016 tan solo ocurrieron 118 denuncias (CCI
Laguna, 2013, 2014, 2015, 2016).

Las acciones emprendidas por la población lagunera han influenciado para que
delitos como el homicidio doloso anualmente presente una menor incidencia, sin
embargo, aún quedan por despejar algunas dudas sobre hasta que punto las
estrategias utilizadas por la sociedad han influenciado en el resto de la población y
también, hasta que punto las estrategias de las fuerzas de seguridad son un factor
importante para el desahogo de la presencia de la delincuencia.

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http://www.eluniversal.com.mx/articulo/nacion/seguridad/2016/10/23/presos-mil-
federales-por-nexos-con-
crimen?fb_comment_id=1537407012940243_1537721682908776#f8a2c3d2c9169
8
Informador.mx (2016). Gobierno gasta un billón contra el narcotráfico en el
Informador, consultado el 10 de julio de 2017 disponible en
http://www.informador.com.mx/mexico/2016/696795/6/gobierno-gasta-un-billon-
contra-el-narcotrafico.htm

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