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Unidad III: Arquitectura: La pervivencia de lo clásico en la Arquitectura occidental.

La ciudad de Valencia
1. Observa las fotografías. Si conoces algún edificio o elementos arquitectónicos que hay representados, escribe su nombre y la ciudad donde
están.
2. Aunque todos son diferentes siguen una misma línea básica. Haz, de una manera sencilla la descripción de los edificios indicando los
elementos comunes que presentan todos (o casi todos)
Intenta identificar cada edificio siguiendo la descripción correspondiente que tienes a continuación:
a. Palau de la Música de València, b. La Iglesia de San Carlos de Viena fue c. El templo de Minerva de Asís tiene d. La Madelaine de París, iglesia convertida
construido en 1987. Presenta fachada construido en el s. XVIII. Presenta una fachada hexástila con columnas de por Napole´n en templo de la Gloria,
con 10 columnas que simula un doble fachada hexástila y dos columnas orden corintio. Ha quedado cerrado por tiene fachada octástila
pentagrama grabadas como las honoríficas romanas. edificios modernos
e. La Iglesia reformada de Covent Garden, f. La Maison Carrée de Nimes, en Francia, g. La fachada del INEF de Catalunya h. El Palacio del Congreso de los Diputados,
en Londres. Se construyo con la es un templo de orden corintio y de recuerda un templo dórico. edificio neoclásico del s. XIX. Su fachada
sencillez y sobriedad del orden dórico en fachada hexástila, con gran escalinata k. El panteón de Roma del s.I dC es un hexástila de orden corintio; a ambos lados de
el s. XVII frontal. edificio de fachada de octastila. la escalinata están situados los leones,

Estos edificios son una demostración que la tradición arquitectónica heredada del mundo grecoromano ha pervivido casi en todo el mundo
civilizado durante los cinco siglos que separan el Renacimiento de nuestros días. Tienen elementos decorativos que provienen directa o
indirectamente del vocabulario arquitectónico del mundo antiguo. Dichos elementos se pueden reconocer fácilmente: columnas de cinco
variedades, maneras estándar de tratar el espació, puertas y ventanas, etc. A pesar que estos elementos se alejan continuamente del modelo
ideal, siguen siendo identificables en todos los edificios que podemos calificar de clásicos.
La finalidad de la arquitectura grecorromana fue obtener la armonía entre las diferentes partes del edificio. Eso se conseguía aplicando unas
determinadas proporciones a los elementos diversos, de manera que las relaciones entre las partes del edificio fueran funciones aritméticas
simples y que los cocientes resultantes fueran siempre los mismos o similares. El uso de los órdenes también servía para conseguir un efecto
armónico.
Por otra parte, un orden arquitectónico esta constituido por una columna y la estructura que lleva encima. Los órdenes griegos -jónico,
dórico y corintio-, son empleados profusamente, pero no en una uniformidad, sino combinándolos en un mismo edificio. Como consecuencia
aparecen dos nuevos órdenes: el compuesto -mezcla del jónico y del corintio- y el toscano, evolución del dórico.
1
En la imagen 2 tenemos las columnas dóricas del Partenón de Atenas, Grecia. No tienen
base y el capitel es una estructura lisa. En la parte superior del fuste tienen unas estrías
horizontales. El entablamento esta dividido en rectángulos con surcos verticales y metopas
donde puede había representaciones figurativas en relieve. A continuación tienes una
muestra de columnas de diversos órdenes arquitectónicos. Realiza una breve
descripción, como la que hemos hecho del orden dórico.
2
Columna del Fórm de Tarraco El templo de Portuno, en Roma Plaza de Tembleque, Toledo
, divinidad del puerto, fue contruido a inicios del II siglo a.C
La arquitectura occidental hereda sus formas básicas de la griega. La inspiración para crear edificios con estilo, proviene del esplendor de la
cultura helénica.
A partir del siglo V aC. y durante seiscientos años, Grecia alcanza un nivel de diseño y calidad arquitectónica que conmueve a toda Europa.
Constructores y artistas vecinos admiran las creaciones de sus pares griegos y adoptan de ellos un punto común para concebir la estética de
sus edificios. La mayoría de las obras arquitectónicas griegas son edificios de de uso público como teatros, templos religiosos y también
viviendas.

Un ejemplo de arquitectura antigua es el Templo el Partenón.

La colonia de Agrigento en Sicilia, vivió un momento de máximo esplendor antes su destrucción por parte de los cartagineses en el 406 a. C. Prueba de
ello es este templo, uno de los últimos que se construyó siguiendo el canon dórico y que destaca por su buen estado de conservación.

La Catedral Metropolitana de Buenos Aires es el principal templo católico. Se encuentra ubicada en la intersección de la calle San Martín y la avenida
Rivadavia, del barrio porteño de San Nicolás, en frente a la Plaza de Mayo. El edificio, de estilo neoclásico, posee un perfil que no es comúnmente usado
en las catedrales pues no posee torres y se asemeja más a un templo griego clásico que a un templo católico típico.
Características del Estilo Clásico
Las formas de la arquitectura helénica son consideradas clásicas. se desarrollan principalmente tres estilos: el Dórico, de modelo básico, formal
y austero; el Jónico y el Corintio similar al Jónico pero más decorado.
Las estructuras se levantan utilizando diversos materiales: madera en vigas de refuerzo, ladrillo crudo en paredes interiores, roca de calcita en
paredes de piedra (albarradas) y terracota para fabricar azulejos. En tiempos de prosperidad se utilizó el mármol, explotado en el Monte
Pentélico, se usó para esculturas y estructuras en templos importantes.
Arquitectura Romana
http://otraarquitecturaesposible.blogspot.com/search/label/Antig%C3%BCedad
Si tuviéramos que definir con una palabra la característica principal de la aquitectura romana, ésta sería su espacialidad. Roma toma de Grecia
la sistematización de los órdenes, pero los flexibiliza al independizarlos de la estructura, o integrarlos al servicio de la misma. Roma ha creado
una arquitectura en la que el espacio y el juego de espacios es lo fundamental, todo generado a partir de un sistema de arcos y bóvedas que
son capaces de configurar espacios mayores y más grandiosos que los de la arquitectura griega, que por ser adintelada, su expresión es
fundamentalmente bidimensional. Así, el Panteón de Agripa, es una estructura fundamentalmente muraria en la que se han integrado las
columnas para facilitar su ordenación y subdivisión. Sin embargo, la fachada es griega, al ser un sistema de columnas y dinteles; pero en
Grecia era impensable una construcción redonda más allá del simple Tholos.

Arquitectura Renacentista
Los artistas del siglo XV dejaron de lado el estilo gótico para unirse al movimiento italiano del renacimiento, este tomaba las obras antiguas de
griegos y romanos como modelos de belleza perfecta. La arquitectura renacentista interpreta el arte clásico e intenta imitar la estética de
aquellas construcciones llevadas a cabo hace 13 siglos. Arquitectos itálicos de la Toscana son los iniciadores, ellos llevaron la vanguardia en
Europa. El ideal estético consistía en considerar bellas las formas de los monumentos grecorromanos edificados en la antigüedad, esto requería
volver a la raíz occidental del diseño. El nuevo pensamiento se contraponía al empleado para proyectar las construcciones góticas, sus
arquitectos fueron tildados de cultivar el feísmo en sus obras.

Durante los últimos tres siglos de la Edad Media, arquitectos, pintores y escultores se sometían a directrices impuestas por quienes encargaban
los trabajos. El artesano quedaba oscurecido, conminado a realizar las obras siguiendo indicaciones ajenas a él. El esfuerzo hecho no se veía
retribuido en gloria para el autor, pues este quedaba en el anonimato.

Los artistas renacentistas quedaron libres de este yugo, ellos podían imprimir un estilo personal a sus obras y mostrar su brillantez al público.
El fenómeno tuvo lugar de manera especial para los arquitectos del periodo, el encargo de una construcción era asumido como un reto
personal, ya que el diseño del edificio, podía catapultar la fama de su diseñador.
La Villa Capra, tambien conocida como la rotonda, es un palacete proyectado por el arquitecto Andrea Palladio, construido en 1561, Vicenza, Italia. El diseño creado por el
constructor influyó fuertemente en el desarrollo del estilo renacentista de toda Europa.
Más información en http://otraarquitecturaesposible.blogspot.com/search/label/Renacimiento

Construcciones del Barroco


La arquitectura Barroca es heredera inmediata del estilo renacentista, nace en Italia y se desarrolla durante los siglos XVII y XVIII. Se
considera que las construcciones se caracterizan por estar recargadas de adornos, aunque esta fue la tendencia del estilo en un principio, al
extenderse por Europa adquirió en ciertos paises formas evidentemente sobrias, ejemplo de esto son las construcciones españolas y francesas.

Características del Estilo


Las formas barrocas se caracterizan por la utilización de lineas curvas para dibujar las estructuras principales, el estilo se preocupa de los
efectos de iluminación y perspectiva siempre desde una visión dinámica, la que se aprecia en las formas siempre ondulantes de sus elementos,
esta característica que resulta totalmente innovadora con respecto a estilos anteriores.

Arquitectura Europea Barroca


Durante el desarrollo del arte barroco, Europa esta en pleno proceso de conquista de las Americas esto le confiere a este estilo arquitectónico
una universalidad única pues fue llevado y difundido en ambos continentes. las lineas de diseño que cruzaron el oceano Atlántico pertenecen a
la escuela española, la cual se caracterizaba por ser una de las más sobrias del viejo continente.
Evolución al Rococó
Desde el tercer tercio del siglo XVIII el barroquismo sufre transformaciones que incluyen un aumento de los adornos, y el uso abundante de
columnas con forma de espiral (volutas). Esto dio lugar al estilo Rococó, el cual es original de Francia y al igual que su antecesor se difunde por
toda Europa con diferentes características.

El Clasicismo contemporáneo
http://otraarquitecturaesposible.blogspot.com/

El clasicismo pretende resolver los problemas resultantes de la Modernidad desde su óptica humanista y la puesta en valor del espacio público. Obviamente
todo ello desde una filosofía arquitectónica heredera de la tratadística. Ahí es donde reside su hecho diferencial con respecto a otras corrientes actuales, en
recuperar una tradición y un modo de entender la arquitectura que entronca con el ideal clásico de ciudad como espacio de vida armónica.
La arquitectura Moderna no es una continuidad de la Clásica; es un lenguaje radicalmente nuevo que anula al anterior (como cuando el inglés desplazó al
francés como lengua internacional). Nuestra sociedad ha avanzado, pero el clasicismo puede adaptarse a los nuevos retos tecnológicos, tal como hizo en el
renacimiento. Vitruvio desconocía las técnicas de mampostería que empleó Brunelleschi (1377-1446) en la Cúpula de la Catedral de Florencia, sin embargo éste
se basó en aquel para construirla. Eso es precisamente lo que se pretende con este clasicismo contemporáneo: crear nueva arquitectura a partir de la analogía
con la ya existente. La adaptación a las nuevas tecnologías es obviamente necesaria y por supuesto yo no estoy defendiendo aquí un retorno radical a la
antigüedad, en todo caso reconociendo al clasicismo como un ideal de vida armónica.

El clasicismo contemporáneo puede de esta forma ser definido como un retorno a la tradición clásica arquitectónica realizado desde la propia tradición,
tomando como base la tratadística arquitectónica de la edad Moderna y prefiriendo el empleo de materiales tradicionales (anteriores a la revolución industrial:
piedra, ladrillo, madera…) a los industriales (aquellos que requieren de una industria pesada para su fabricación: cemento, hormigón, acero…). Sin embargo, en
ocasiones ambas prácticas constructivas se aúnan obteniendo resultados de diversa índole (en muchos casos fácilmente acusables de fachadismo, pero en
otros logrando verdaderas simbiosis entre tradición y modernidad constructiva).

Definida la existencia y razón de ser de este clasicismo contemporáneo, nos quedaría hacer un inciso sobre qué es exactamente ese clasicismo. Frente a la
opinión generalizada de que el clasicismo es un conjunto de reglas inmutables con pocas posibilidades de variación (algo así como un juego de construcción de
piezas modulables o un conjunto de bloques en CAD para pegar y escalar), tenemos que remitirnos a la tratadística leída con espíritu crítico y teniendo como
doble guía al texto vitruviano y la práctica constructiva y arquitectónica. De esta última se infiere un clasicismo entendido como un lenguaje, con una gramática
que da unas reglas de expresión a partir de las cuales uno puede construir el discurso que desee. Cuando escribimos lo hacemos en la lengua en la que nos
sentimos más a gusto, pero no nos molestamos en crear una lengua nueva que exprese nuestros sentimientos cada vez que nos sentamos a escribir; a lo sumo
empleamos los recursos que ya existen para expresar sentimientos y sensaciones nuevas. El clasicismo contemporáneo por tanto parte de esta gramática como
herramienta proyectual en lugar de definir un nuevo lenguaje arquitectónico en cada proyecto.

Concluimos diciendo que desde el clasicismo se puede escribir de muchas formas, desde una cartilla para preescolar, como es Vignola (una simple introducción
a los órdenes), complejas poesías como las obras de Miguel Ángel, elegantes ensayos Schinkelianos, prácticos manuales de urbanidad como el tratado de
Durand o los a la vez cultistas y conceptistas Berini y Borromini. Sin embargo, también es capaz de crear obras monótonas sin chispa (como la fachada a plaza
nueva del Ayuntamiento de Sevilla, que aburre de su perfección neoclásica), feroces arengas contra las libertades públicas (como las obras de Speer o Iofan) y
también monstruosidades lingüísticas como la Posmodernidad (el lenguaje sms del clasicismo).
miércoles 16 de abril de 2008
El Clasicismo Contemporáneo
(http://otraarquitecturaesposible.blogspot.com/search/label/Historia%20del%20Clasicismo)

El debate acerca de qué es buena arquitectura es tan antiguo como la arquitectura misma. Durante todas las épocas siempre ha habido intereses en definir los
parámetros en los que se pudiera basar una adecuada teoría y práctica arquitectónicas. Hasta la Revolución Industrial, e incluso hasta la Primera Guerra
Mundial, parecía haber una especie de eje en torno al cual se articulaba la buena arquitectura. Este eje se basaba en la tradición, prácticamente
ininterrumpida, de la arquitectura clásica en Europa.

Los cambios políticos, sociales y económicos que vinieron al finalizar la Primera Guerra Mundial dejaron patente que los caminos seguidos por esta tradición
parecían haberse agotado. Las Vanguardias surgieron como alternativas entusiasmadas por esos cambios que en cuatro años habían cambiado un mundo
relativamente estable desde las guerras napoleónicas. Los avances tecnológicos, el nuevo protagonismo de la mujer, la desintegración de los estándares
sociales victorianos, la ansiada independencia de muchas naciones dentro de los antiguos imperios, el reajuste de fronteras y gobiernos e incluso los horrores
de la Guerra; todos esos factores resultan novedosos y atrayentes en una sociedad que busca mirar hacia delante para olvidar. A su vez todos estos cambios
plantean nuevos retos para estos movimientos, que intentarán resolver con mayor o menor éxito pero siempre con ilusión y fe en el progreso.

Las vanguardias aparecen como movimientos fundados a partir de un manifiesto y su duración viene determinada por el grado de adhesión al mismo por parte
de los firmantes del mismo o de sus discípulos. Es aquí donde nace el Movimiento Moderno en Arquitectura, en esta amalgama de movimientos y
manifiestos que poco a poco se unirán para ir conformando un nuevo eje de la verdad arquitectónica. A partir de las experiencias de Le Corbusier y la Bauhaus,
se sientan las bases de una nueva arquitectura funcional, maquinista, racional, que verdaderamente es capaz de dar respuesta a los nuevos problemas de la
sociedad de forma real y no teórica. Todas estas experiencias institucionalizarán las bases del denominado Estilo Internacional, que a partir de los años 30 y
sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial, se convierte en la arquitectura garante de las libertades democráticas, frente a los abusos que los regímenes
totalitarios fascistas y comunistas hacían del clasicismo.

Sin embargo, la omnipresente y omnisapiente verdad del Movimiento Moderno, convertida a partir de los años 50 en tradición, no tardó en demostrar que
también cometía errores y no era capaz de dar respuesta a todas las necesidades. La primera generación del Movimiento Moderno se esforzó en imponer sus
métodos, demostrar su validez y borrar cualquier vestigio de la tradición anterior en el aprendizaje; la Segunda generación se formó exclusivamente en estas
verdades y las divulgó por el mundo obteniendo éxito y reconocimiento; la tercera generación se empezó a dar cuenta de las carencias de estas verdades, y
que sus errores afectaban negativamente a la sociedad. El hecho de entender la Arquitectura y el Urbanismo de un modo maquinista y exclusivamente
funcional permitió resolver problemas de salubridad en las viviendas, jerarquía urbana esencial (separación de usos, jerarquía de viario), pero se demostró
incapaz de resolver problemas más allá los estrictamente funcionales o de organización básica. Aunque eran capaces de crear de la nada ciudades
perfectamente organizadas y funcionales, los postulados de la modernidad, las verdades arquitectónicas contenidas en los códigos que manejaban, se volvieron
elitistas y, a pesar de resolver de forma magnífica las necesidades fisiológicas o higiénicas de sus usuarios, olvidaron otras necesidades igualmente
importantes, traducidas en unos códigos completamente ajenos a la Modernidad. El choque entre ambos (la forma de hacer arquitectura y la forma de
habitarla) no tardó en ocurrir, y quizá la primera víctima de ello fue el conjunto de viviendas de Pruitt-Igoe, de Minoru Yamasaki. Demolido en 1972, para C.
Jencks supone la muerte certificada de la arquitectura moderna, y el nacimiento de una arquitectura posmoderna que, amparándose tanto en los postulados
de la modernidad como en los códigos y necesidades de la nueva cultura Pop, intentará resolver con mayor o menor éxito las asignaturas pendientes del
Movimiento Moderno.

La Posmodernidad arquitectónica toma de la cultura popular una serie de códigos, que inserta sobre la culta arquitectura moderna para ganarse la satisfacción
del público. Como gran parte de esos iconos y códigos populares provenían del Urbanismo y Arquitectura clásicos y/o tradicionales, gran parte de las
novedades de la Posmodernidad venían de una revisión desenfadada, desde la óptica popular, de estos principios. A esto hay que añadir el toque irónico con el
que se pretendía atacar a la modernidad y todo lo que ello implicaba. Los cambios sociales de finales de los años 60 y la crisis económica de principios de los
70 mostraron al mundo el nacimiento de una nueva generación criada sin preocupaciones ni horrores de guerra y que deseaba romper con la rígida sociedad
industrializada. Los arquitectos ahora emplearán la ironía como una herramienta proyectual más, pretendiendo con sus obras hacer un guiño divertido a la seria
y rígida Modernidad, con el que además ganarse el afecto del público.

Todo esto desembocó en una nueva arquitectura que complementaba las carencias del Estilo Internacional con una amalgama de soluciones tomadas de las
demandas de la cultura popular, elevando así a éstas a la categoría de Verdades Arquitectónicas. La materialización de estas verdades fue una arquitectura
neovernácula, neotradicionalista, que tomaba prestada de la Modernidad y la tradición lo que más le convenía en cada caso. Sin embargo, mientras los
sectores tradicionalistas se dejaban entusiasmar por estos principios del “Nuevo Urbanismo”, los más comprometidos con los ahora rancios principios Modernos
hincaron una campaña de renovación de la Modernidad y paralelamente otra de desprestigio hacia la Posmodernidad. La Modernidad nuevamente ganó la
guerra y resurgió de sus cenizas completamente renovada y abanderando nuevas corrientes arquitectónicas (entre las que podemos destacar a grandes rasgos
Minimalismo, Deconstructivismo y High-Tech, que no vamos a desarrollar por no ser el objeto de este escrito) que en ocasiones se mezclan entre sí, haciendo
imposible hablar de una única Verdad Arquitectónica para los albores del siglo XXI.

Sin embargo, y actuando siempre en un discretísimo segundo plano de la escena arquitectónica, la corriente de la tradición clásica nunca desapareció del
todo. En primer lugar porque los primeros de la Modernidad se hicieron buscando su aprobación y supervisión (en un claro intento de demostrar al mundo que
eran buenos herederos de sus principios); en segundo lugar, como reacción a las vanguardias surge una corriente internacional que se ha venido a denominar
nuevo clasicismo, clasicismo depurado, clasicismo industrial… (también con el nombre genérico de Art-Decó, que incluiría también al expresionismo alemán) y
que en ocasiones se confunde con los propios principios del Movimiento Moderno. Esta corriente tuvo muchos adeptos en el periodo de Entreguerras, mas el
uso casi exclusivo que hicieron de ella los regímenes totalitarios (fundamentalmente la Alemania Nazi a través de la figura de Albert Speer), hicieron que tras la
Segunda Guerra Mundial cayera en el olvido y la condena. Y en tercer y último lugar tendríamos una continuidad del clasicismo canónico, entendiendo por tal el
derivado de la tratadística arquitectónica de la Edad Moderna. La figura de Raymond Erith (1904-1973) es clave para entender todo este movimiento por ser el
más representativo, en palabras del crítico de arquitectura Ian Nairn, “de un nuevo clasicismo genunino en Gran Bretaña cuyas obras no son un pastiches de
estilos pasados, sino intentos serios de clasicismo en la segunda mitad del siglo XX”. Es necesario remarcar el contexto británico, gran amante de las
tradiciones, y donde la mera mención del clasicismo implica recordar los logros del Imperio Británico. Recordemos que Inglaterra fue la gran vencedora de la
Primera Guerra Mundial, ya que el periodo de entreguerras coincide con el máximo poderío del Imperio Británico; mientras en el resto del mundo las
Vanguardias daban sus primeros pasos en su cruzada por un mundo nuevo, los arquitectos de Su Graciosa Majestad seguían afanados en la continuidad de un
clasicismo exponente de su gloria cultural, económica y política (por eso sorprende encontrar en Londres tantos edificios clásicos de los años 20 y 30 que no
tienen que pedir perdón por existir).

Toda esta corriente clásica surge como reacción de la sociedad británica ante los resultados obtenidos por la Arquitectura Moderna durante la reconstrucción del
país tras la Segunda Guerra Mundial. Ante la posibilidad de comparar los entornos urbanos antes y después de la guerra, se hacía palpable que aunque
funcionalmente dieran más prestaciones a la comunidad, ésta sentía cómo había perdido parte de su identidad al ser introducida radicalmente en un entorno
frío, uniforme, tal vez lleno de servicios funcionales, pero vacío de contenido. En esencia se trataba del mismo problema que planteaba la Posmodernidad, sólo
que en este caso la solución vino de parte de la rama canónica del clasicismo, sin ironías ni guiños hacia el pasado. Se trataba de retomar la tradición clásica
desde la propia tradición clásica, sin la búsqueda y empleo de los elementos de la cultura Pop que pregonaba la Posmodernidad. De hecho, aunque en
ocasiones suele incluirse dentro de las corrientes Posmodernas, los propios arquitectos clásicos contemporáneos se desvinculan tanto de ella como de la
Modernidad; de la primera se apartan por considerar que los medios de la misma no justifican los fines a obtener; y a la segunda reprochan frialdad,
descontextualización al pretender imponer las mismas soluciones en cualquier lugar y a cualquier precio, e incluso poco sensible con el medio ambiente por la
cantidad de energía necesaria para producir los materiales (todos ellos salidos de las grandes industrias), construir el edificio y mantenerlo (calefacción, aire
acondicionado). Así, a los principios generales del Nuevo Urbanismo Posmoderno, se le unen otros derivados de las ventajas ecológicas de la construcción
tradicional.

El clasicismo contemporáneo puede de esta forma ser definido como un retorno a la tradición clásica arquitectónica realizado desde la propia tradición,
tomando como base la tratadística arquitectónica de la edad Moderna y prefiriendo el empleo de materiales tradicionales (anteriores a la revolución industrial:
piedra, ladrillo, madera…) a los industriales (aquellos que requieren de una industria pesada para su fabricación: cemento, hormigón, acero…). Sin embargo, en
ocasiones ambas prácticas constructivas se aúnan obteniendo resultados de diversa índole (en muchos casos fácilmente acusables de fachadismo, pero en
otros logrando verdaderas simbiosis entre tradición y modernidad constructiva).

Definida la existencia y razón de ser de este clasicismo contemporáneo, nos quedaría hacer un inciso sobre qué es exactamente ese clasicismo. Frente a la
opinión generalizada de que el clasicismo es un conjunto de reglas inmutables con pocas posibilidades de variación (algo así como un juego de construcción de
piezas modulables o un conjunto de bloques en CAD para pegar y escalar), tenemos que remitirnos a la tratadística leída con espíritu crítico y teniendo como
doble guía al texto vitruviano y la práctica constructiva y arquitectónica. De esta última se infiere un clasicismo entendido como un lenguaje, con una gramática
que da unas reglas de expresión a partir de las cuales uno puede construir el discurso que desee. Cuando escribimos lo hacemos en la lengua en la que nos
sentimos más a gusto, pero no nos molestamos en crear una lengua nueva que exprese nuestros sentimientos cada vez que nos sentamos a escribir; a lo sumo
empleamos los recursos que ya existen para expresar sentimientos y sensaciones nuevas. El clasicismo contemporáneo por tanto parte de esta gramática como
herramienta proyectual en lugar de definir un nuevo lenguaje arquitectónico en cada proyecto.

Concluimos diciendo que desde el clasicismo se puede escribir de muchas formas, desde una cartilla para preescolar, como es Vignola (una simple introducción
a los órdenes), complejas poesías como las obras de Miguel Ángel, elegantes ensayos Schinkelianos, prácticos manuales de urbanidad como el tratado de
Durand o los a la vez cultistas y conceptistas Berini y Borromini. Sin embargo, también es capaz de crear obras monótonas sin chispa (como la fachada a plaza
nueva del Ayuntamiento de Sevilla, que aburre de su perfección neoclásica), feroces arengas contra las libertades públicas (como las obras de Speer o Iofan) y
también monstruosidades lingüísticas como la Posmodernidad (el lenguaje sms del clasicismo).
Ricardo Bofill regresa a la arquitectura clásica mediterránea "para recuperar mi propia
identidad"
Su equipo ha realizado un plan especial para el cauce del río Turia en Valencia
MANUEL MUÑOZ - Valencia - 26/06/1982
http://www.elpais.com/articulo/cultura/BOFILL/_RICARDO_/ARQUITECTO/Ricardo/Bofill/regresa/arquitectura/clasica/mediterranea/recuperar/propia/identidad/elpepicul/19820626elpe
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El arquitecto catalán Ricardo Bofill es el director de Taller de Arquitectura, el equipo que ha realizado el proyecto del plan especial para el
antiguo cauce del río Turia a su paso por Valencia. Se trata de un enorme parque, con una extensión de un millón y medio de metros cuadrados
a lo largo de ocho kilómetros, que el río casi había abandonado al haberse creado un nuevo cauce en función del Plan Sur que data del año
1961, elaborado para proteger a la ciudad de las posibles inundaciones. El jardín del Turia que ha hecho el arquitecto Bofill responde a su actual
idea de la arquitectura, vinculada a los modelos clásicos mediterráneos, con el hombre como medida central. La forma de hacer arquitectura a
sus cuarenta años es, según él mismo dice en esta entrevista, "una vuelta a mi propia identidad, que es una identidad mediterránea", desde
una óptica posmoderna, frente a los movimientos arquitectónicos de los últimos cincuenta años.
Pregunta. ¿Hasta qué punto el jardín del Turia es un jardín clásico?
Respuesta. Yo le quería llamar "Los jardines clásicos del Turia", porque la idea es hacer un jardín que esté más allá de la moda. Cuando el
material de trabajo fundamental son los árboles hay que saltarse los procesos de la moda. Se pretende hacer un proceso en el que participen
otros arquitectos, y para ello es necesario dar una estructura fuerte con espacios en su interior, que pueden ser realizados luego libremente. Se
trata de una estructura fuerte y, por tanto, de clasicismo.
P. El proyecto tiene además un templete clásico como final del último tramo y un umbráculo con columnas y frontones clásicos
que no dejan lugar a dudas sobre las referencias históricas.
R. Es, efectivamente, un homenaje a la arquitectura clásica. La columnata en forma de umbráculo en uno de los centros de la composición, que
estará recubierta de plantas de forma que dé una luz muy agradable, similar a la que se tiene debajo de un emparrado. El templete que está al
final, a la entrada del puerto, era un elemento que necesitábamos para que terminase de alguna forma el paseo, y sigue también los modelos
de la arquitectura clásica.
'Para la arquitectura, ser mediterráneo es muy útil'
P. ¿Por qué precisamente la arquitectura clásica?
R. Para mí supone muchas cosas. Es. en primer lugar, una defensa de nuestra propia identidad. Después de haber conocido la mayoría de las
culturas que existen en la Tierra y haber estudiado sus distintas arquitecturas, a los cuarenta años es una vuelta a mi propia identidad, que es
una identidad mediterránea. Tengo la suerte de ser catalán, de haber nacido junto al Mediterráneo y tener una madre italiana. Para la
arquitectura, ser mediterráneo es muy útil, porque supone ser hijo de la cultura arquitectónica más importante del mundo. Yo he trabajado
también, por ejemplo, en los países islámicos haciendo una arquitectura parecida a la de esos países, con elementos de allí, y me he
equivocado. Ahora estoy decidido a hacer una arquitectura basada fundamentalmente en la que va desde los templos griegos al Renacimiento
italiano.
P. Una arquitectura alejada de modelos populares.
R. Efectivamente, he dejado de hacer arquitectura populista para hacer arquitectura de arquitecto. Aquélla, la que hacía antes, era resultado de
la influencia de modelos populares, una arquitectura de no arquitecto. Lo hice, sobre todo, al principio. Cuando era pequeño yo estaba en
España, y lo que me gustaba era la arquitectura popular, la arquitectura regional española: la masía catalana, la casa ibicenca, la barraca, la
arquitectura popular andaluza o gallega. Hice todo un recorrido arquitectónico hacia el Sur para estudiar la de Ibiza, Almería, Marruecos, el Atlas
y la de detrás del Atlas, pues es de allí de donde: sale la arquitectura popular mediterránea.
P. ¿Cómo se produce en usted el cambio de actitud frente a la arquitectura popular?
R. Lo que ocurre es que después del llamado milagro español, esta arquitectura popular prácticamente se destruye, deja de existir. Y al hacer
un repaso de lo que he hecho observo que ha sido favorecer un cierto populismo debido a una mala conciencia de Arquitecto, con A mayúscula,
orientada a hacer una arquitectura para el pueblo. Después de este viaje, de haber conocido diferentes arquitecturas, se ha producido una
reafirmación del carácter mediterráneo, de la arquitectura de Arquitecto. Observo que me gusta más una plaza de Bernini o un edificio de
Palladio que una masía catalana. Y eso va ligado a una idea del clasicismo en torno al Mediterráneo de la que otras culturas están
tremendamente celosas. Hay que tener en cuenta que ser clásico en California es de una enorme dificultad; serlo en Valencia, es fácil. 'El
hombre está en el centro del sistema'
P. El hombre, como medida de todas las cosas.
R. Sí, el hombre en el centro del sistema. Esto es algo que la arquitectura debe respetar. Y al mismo tiempo hay que tener en cuenta que los
valores tecnológicos en el hombre posmoderno son algo que éste debe dominar y no ser dominado por ellos. Para eso hace falta una
arquitectura que utilice la tecnología, pero que no esté fascinada y dominada por ella.
P. Volviendo concretamente al jardín del Turia, no parece que en los últimos tiempos se hayan hecho jardines sobre modelos
clásicos.
R. Durante muchos años se han hecho jardines ingleses. Los ingleses, así como han sido poco creativos en la arquitectura propiamente dicha
-se dice de ellos que la copiaban de Italia y la hacían funcionar en Inglaterra-, en el jardín sí han creado un modelo importante, aunque las
malas lenguas dicen que lo copiaron de los chinos. Se basan en construir en pequeño un trozo de campo inglés. Pero al plantearme qué tipo de
jardín había que hacer en Valencia, pensé que no se podía hacer un jardín inglés, como Hyde Park; ni francés, como Versalles; ni árabe, como el
Generalife. El jardín del Turia está diseñado como si fuese un palacio; es un jardín que diseña un trozo de ciudad, pero, en lugar de con casas y
paredes, con árboles, con vegetación. Por eso está la idea geométrica que da soporte al proyecto y las especies que se han de utilizar.
Decidimos emplear las que se dan en los alrededores de la ciudad. El campo de alrededor es muy bonito y hay especies suficientes como para
hacer un jardín del lugar y mediterráneo o clásico.

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