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ESTADO DEL ARTE SOBRE DESARROLLO


SOSTENIBLE: UNA MIRADA GLOBAL Y
NACIONAL, RETOS Y PERSPECTIVAS

Research · July 2015


DOI: 10.13140/RG.2.1.3841.2649

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Jose Gualteros
National University of Colombia
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ESTADO DEL ARTE SOBRE DESARROLLO SOSTENIBLE: UNA MIRADA
GLOBAL Y NACIONAL, RETOS Y PERSPECTIVAS.

JOSÉ NORBEY GUALTEROS NEIZA


4423907

Trabajo de grado presentado para optar al título de Sociólogo

DIRIGIDO POR:

ANDREA LAMPIS

UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA


FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS
DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA
Bogotá, 2015
Contenido

Resumen .......................................................................................................................................... 4

Introducción .................................................................................................................................... 5

1 Aproximaciones generales a la problemática ambiental ......................................................... 7

1.1 Aclaración epistemológica ............................................................................................. 12

2 Naturaleza y sociedad ........................................................................................................... 16

2.1 La concepción verde de la naturaleza ............................................................................ 16

2.1.1 Naturaleza profunda. ............................................................................................... 21

2.1.2 Naturaleza superficial. ............................................................................................ 21

2.2 La concepción gris de la naturaleza ............................................................................... 21

2.3 Exceso y verdad del constructivismo ecológico ............................................................ 25

3 Sistema económico, crecimiento y problemática ambiental ................................................. 32

4 Desarrollo sostenible............................................................................................................. 38

4.1 Enfoques tecnocéntricos ................................................................................................. 51

4.2 Enfoques ecocéntricos .................................................................................................... 53

5 Naturaleza y Cultura la otra cara del debate ......................................................................... 58

6 America latina y el Sub-desarrollo sostenible ...................................................................... 62

6.1 Desarrollo inacabado, sostenibilidad inerme ................................................................. 67

7 Constitución del 91 hacía el desarrollo sostenible ................................................................ 71

7.1 Desarrollo sostenible y PND (Plan Nacional de Desarrollo) ......................................... 74


8 Retos y perspectivas .............................................................................................................. 84

Conclusiones ................................................................................................................................. 88

Bibliografía ................................................................................................................................... 91
RESUMEN

Una de las primeras aproximaciones a los límites físicos de la producción agrícola, la tuvo

Malthus. Este tomo en cuenta la variable demográfica y la producción agrícola. Su tesis

principal es bien conocida: si la población crece geométricamente y la producción de alimentos

lo hace aritméticamente. El Club de Roma, por su parte, planteo el problema del medio

ambiente tomando como referencia el crecimiento económico ilimitado y la presión sobre los

recursos naturales (crecimiento poblacional) criticando sobre todo los métodos de las formas de

desarrollo. El informe Brundtland examina cómo la destrucción del medio ambiente, la pobreza

y las desigualdades sociales podría limitar las formas del crecimiento económico. Si bien se

define el desarrollo sostenible en términos económicos, el concepto es interpretado por la

academia como abierto a interpretaciones e intereses de todo tipo.

Según la evolución en los debates sobre desarrollo sostenible sobresalen principalmente cuatro

enfoques, que sintéticamente se enmarcan en dos grupos según tenga más peso en su discurso la

tecnología o la ecología. En el primer grupo están los enfoques tecnocéntricos, se caracterizan

por creer ciegamente en la tecnología para solucionar el problema de la escasez de los recursos

naturales. En el segundo se encuentran los enfoques ecocéntricos, estos optan por un cambio de

sistema para evitar catástrofes que se podrían estar generando ahora mismo debido al actual

tamaño del sistema económico. Aparte de estos dos enfoques surge una postura diferente que

propone una alternativa al desarrollo, esta alternativa intenta apartarse de los postulados

epistemológicos de la teoría económica clásica.


INTRODUCCIÓN

Este texto no es un trabajo histórico sobre el desarrollo sostenible por lo que el lector en

ocasiones se sentirá anonadado por la falta de referencias marcadamente históricas y así mismo

por un orden cronológico explícito. Sin embargo, eso no significa que no se den fechas. Este

trabajo, más bien, se centra en las ideas, posturas, críticas y tendencias que configuraron el

debate entorno al desarrollo sostenible. Se encuentra organizado en 8 partes. En la primera se

realiza una exploración general sobre la dimensión de la problemática ambiental mostrando que

la cuestión ambiental no es simplemente una moda académica, es un problema muy serio que

atraviesa el campo de lo interdisciplinario.

En el segundo apartado se abordan las diferentes concepciones de naturaleza que tienen los

principales actores que se disputan la definición del concepto “sostenible”. En la tercera parte se

expone el origen del concepto de crecimiento y su posterior desvinculación con el stock de los

recursos naturales, la transformación de la idea de trabajo y la configuración de sistema

económico. En el siguiente apartado se expone, desde una perspectiva global, la forma como se

configuro el debate sobre la problemática ambiental a partir del informe del Club de Roma

denominado “Los límites del crecimiento”. Posteriormente se desarrolla la otra cara del debate o

lo que Arturo Escobar llama la cara oculta de la modernidad que no es otra cosa que el

colonialismo. En este punto también se exponen las diferentes corrientes de estudio que desde la

antropología le aportan al problema ambiental.

En el sexto apartado se exponen algunos de los problemas que en general la región

latinoamericana tuvo durante la segunda mitad del siglo XX cuando intento desarrollarse. Como

algunos de esos problemas no se han superado, la región tiene que tratar de solucionar esos
problemas no resueltos (pobreza, desigualdad) y al mismo tiempo enfrentarse a los nuevos retos

del mercado y del desarrollo sostenible. En el siguiente apartado se revisara en la constitución

política de Colombia (la del 91 específicamente) la postura que se adoptó para afrontar las

políticas de sostenibilidad ambiental. Por último, se describirán los retos y tendencias que

actualmente se vienen desarrollando y debatiendo.


APROXIMACIONES GENERALES A LA PROBLEMÁTICA AMBIENTAL

Una de las primeras aproximaciones a los límites físicos de la producción agrícola, la tuvo

Malthus. Este tomo en cuenta la variable demográfica y la producción agrícola. Su tesis

principal es bien conocida: si la población crece geométricamente y la producción de alimentos

lo hace aritméticamente, los recursos disponibles se erigen en un límite natural absoluto a la

actividad humana y a la reproducción social. La crítica que más sobresale es la de Marx, este

dice que Malthus no toma en cuenta la técnica y tecnología capaces de incrementar y mejorar la

producción.

Otra aproximación es la idea de considerar a la biosfera como un sistema cerrado, pero con

subsistemas abiertos. Estos subsistemas tienen un entorno que permite que haya una interacción

entre input y output tomando como referencia el entorno del sistema. Ahora, la idea de tomar

como input los recursos naturales significa no tomar en cuenta los peligros sobre el medio

ambiente, porque este modelo input/output sólo funciona para regular la producción mediante la

administración del stock de recursos. No solamente afecta el medio natural también afecta la

salud de la población urbana. Las funciones de ese modelo no miden las consecuencias y los

impactos sobre el medio ambiente y la sociedad, actúa como una especie de caja negra.

La revolución verde fue todo un hito en cuanto a la solución al problema de la escasez de

alimentos producto de la sobrepoblación de seres humanos sobre la biosfera, pero también fue un

problema, porque al aumentar la producción agrícola, ésta sobrepasa la capacidad de carga de la

tierra produciendo desertificación de los suelos (si no se le invierte en abonos químicos) y

agotamiento de recursos hídricos. Redujo, también, la variedad genética que es fundamental

para momentos de cambios de clima prolongados en el tiempo. Mientras que unos agricultores

7
se benefician de los resultados de la revolución verde, otros tienen que abandonar sus pueblos y

sus tierras para volverse trabajadores agrícolas, porque sus métodos tradicionales de siembra

quedan obsoletos frente a las nuevas formas de siembra, se vuelven no competitivos y así mismo

se reduce la autonomía del pequeño agricultor (Willis, 2011).

Ahora, pese a que hay patrones que indican el deterioro del medio ambiente por medio de la

industrialización tanto en el campo como en las ciudades del norte, en el sur se incentivó la

industrialización a favor de las metas del crecimiento económico y el desarrollo (megaproyectos

como construcción de diques, minería, tecnificación de la agricultura o mecanización). La

cuestión es que sabiendo que las mismas prácticas para generar desarrollo en los países

industrializados tienen los mismos efectos desastrosos en diferentes lugares geográficos, se

siguen cometiendo los mismos errores. No hay un cambio en las prácticas convencionales por

otras alternativas que al mismo tiempo promuevan el desarrollo y que disminuyan o anulen los

efectos desastrosos sobre el medio ambiente.

Para muchos economistas el problema ambiental es de planificación, pero habría que

preguntarse hacía donde se orienta la planificación, porque las multinacionales planifican y

también lo hacen las industrias nacionales y lo hicieron los soviéticos. El modelo socialista, por

ejemplo, que se implanto en Rusia pese a ser una alternativa al modelo capitalista siguió

pensando que el crecimiento económico era la salida del atraso hacía el progreso (Willis, 2011).

Luego, para una eficiente planificación centralizada era necesaria la dominación de la naturaleza,

pero esto creo grandes problemas.

El caso más representativo es el del Mar de Aral Sea (endorreico o mar interior). En los años

60´s Aral Sea pertenecía al bloque soviético (Asía Central) y era el cuarto cuerpo de agua más

8
grande del mundo con una superficie de 67.000 Km2, pero en 2006 su superficie se redujo a

17.382 Km2. La reducción fue producto de un proyecto de irrigación para cultivos de algodón en

Uzbekistan. Esto significo la desviación de agua de los ríos que alimentaban el Mar de Aral

hacía la producción de cultivos de algodón. El nivel del Mar fue disminuyendo lentamente.

La producción de algodón se incrementó de 1.3 millones de hectáreas a 2.1 millones de

hectáreas durante el periodo de 1960-1980. Así mismo se incrementó la capacidad de irrigación

de los cultivos que paso de 2.2 millones de ton en 1940 a 9.1 millones de ton en 1980 (Willis,

2011). Esto ocasionó un desabastecimiento de agua potable en las regiones que bordeaban el

Mar de Aral. Esta disminución del Mar generó, también, la quiebra de la actividad pesquera de

la cual dependían muchas familias.

Mar de Aral Sea antes y después de la desviación de los ríos para irrigación de los cultivos de
algodón en Uzbekistan. Fuente: http://en.wikipedia.org/wiki/Aral_Sea.

9
El Club de Roma, por su parte, planteo el problema del medio ambiente tomando como

referencia el crecimiento económico ilimitado y la presión sobre los recursos naturales

(crecimiento poblacional) criticando sobre todo los métodos de las formas de desarrollo.

Planteaba que si la población seguía creciendo a ritmos exponenciales, esto ocasionaría la

declinación de la población mundial por hambruna y así mismo el decrecimiento en la tasa de

crecimiento industrial. Estos nuevos estudios sobre los límites del crecimiento son denominados

neo-malthusianos. Las políticas para detener la degradación ambiental propenden por el

equilibrio global. Esto tiene como fin no alcanzar los límites del crecimiento, es decir no

sobrepasar la capacidad de carga.

El informe Brundtland examina cómo la destrucción del medio ambiente, la pobreza y las

desigualdades sociales podría limitar las formas del crecimiento económico. Si bien se define el

desarrollo sostenible en términos económicos, el concepto es interpretado por la academia como

abierto a interpretaciones e intereses de todo tipo. Los enfoques tecnocráticos no suponen

cambios radicales en el sistema económico y tampoco en el sistema político. Las medidas

técnicas son aprovechadas más bien para el mejoramiento de la industria o los sistemas de

energía renovable que disminuyan la contaminación del medio ambiente.

En contraste, el enfoque ecocéntrico plantea que es más importante la biosfera que las ideas

del progreso humano y el rápido crecimiento económico. Es un llamado radical para cambiar las

estructuras económicas y políticas, particularmente las formas pequeñas de organización, las

formas locales (pequeña escala). Para los grupos y países ricos este enfoque supone una gran

disminución en el consumo de bienes por parte de la población. Ahora, el cambio climático es la

otra cara del debate, pero no la única como algunos pretenden imponer. Si nos centráramos

únicamente en la cuestión de la contaminación y sus efectos sobre el medio ambiente y la calidad

10
de vida de las personas, estaríamos obviando los conflictos por los recursos naturales y el debate

económico por la escasez de los mismos. Ahora bien, algo es cierto y es que desde que el

desarrollo sostenible se volvió central en las políticas ambientales, la agenda se ha ido

modificando de acuerdo al impacto que el cambio climático propone al desarrollo.

El desarrollo sostenible es un concepto amplio que abarca el debate y consenso entre

conservacionistas y desarrollistas. Esto hay que tenerlo en cuenta porque se suele confundir con

el concepto de sustentabilidad que en América Latina adquiere otro matiz e incluso en los

mismos debates sobre medio ambiente. Por ejemplo, para Kolstad lo primordial del enfoque de

sustentabilidad es la salud de los ecosistemas, mientras que para la postura de la izquierda

latinoamericana vendría siendo una alternativa al desarrollo sostenible. Hablar de

sustentabilidad, según Kolstad, es hablar de lo importante que es la integridad del ecosistema.

Para la izquierda latinoamericana es hablar de relaciones de poder geopolíticas (Norte-Sur).

Esta postura difiere del enfoque biocéntrico en la medida en que para este, el valor intrínseco

se encuentra en los componentes individuales del ecosistema (animales, serpientes, árboles etc.),

mientras que para la sustentabilidad el valor intrínseco se encuentra en la totalidad del

ecosistema (cadenas tróficas). Esto significa que para los que apoyan la sustentabilidad (no

latinoamericanista) la cacería sería perfectamente aceptable e incluso hasta deseable para reducir

la sobrepoblación de algunas especies. Su filosofía es perfectamente consistente con el uso de

los recursos naturales, siempre y cuando ese uso no degrade al ecosistema. Así, la pesca es

aceptable, pero abusar de ella no lo es. La silvicultura es aceptable, siempre y cuando en el largo

plazo no se ponga en peligro la salud del ecosistema forestal. Aboga también por reemplazar el

capital natural por el capital humano (innovación en productos no materiales, como software).

11
1.1 Aclaración epistemológica

Pero ahora me voy a detener en un punto clave que permitirá develar los esencialismos que hay

entorno a la humanización de la naturaleza y su creencia en un estado virgen y sacramental de la

misma. Lo que sigue es una aclaración epistemológica muy breve, pero pertinente sobre cuatro

niveles de formación del conocimiento en el ser humano.

“Epistémicamente hablando, «objetivo» y «subjetivo» son básicamente predicados de

juicios.” (Searle, 1997, p. 27). Cuando se habla subjetivamente desde una perspectiva

epistémica lo hacemos atribuyéndole apreciaciones valorativas a los predicados según nuestras

emociones, gustos y prejuicios. Un ejemplo que ilustra lo anterior podría ser: «El glorioso

Independiente Santa Fe es el mejor equipo de futbol que hay en Colombia». El valor de verdad

depende de las actitudes y emociones que tenga la persona. Por otro lado, la objetividad

epistémica deja a un lado los juicios de valor para darle paso a expresar hechos concretos o

reales independientemente de la existencia del sujeto. Por ejemplo, «Independiente Santa fe es el

primer campeón del futbol profesional colombiano». Para que la proposición sea verdadera, es

necesario que los hechos hayan ocurrido o en su defecto que los haya construido y tengan

aceptación generalizada. Tanto es así que los hinchas de Millonarios, Santa fe y Nacional no

podrán negar que Santa fe fue el primer campeón del futbol profesional colombiano.

Ahora bien, desde esta perspectiva hablar en tercera persona implica diferenciar el sujeto (ser

hincha) del objeto (un hecho ocurrido). El fenómeno social existe independientemente de los

prejuicios y emociones del sujeto, así el fenómeno social esté socialmente construido. Esto

significa que de todas maneras deben existir los sujetos que construyen el fenómeno social. Lo

que cambia es la descripción que el sujeto hace del fenómeno. En consecuencia, cuando

hablamos en primera persona es el sujeto quién define al objeto (feo, bonito, malo, bueno) y en

12
tercera es el objeto quien define, de cierta forma, lo que dice el sujeto (murió en x año, nació en

x año).

Este último punto está mediado por el lenguaje que la sociedad nos enseña mediante el

proceso de socialización. Entonces, cuando se dice que en tercera persona es el objeto quien

define lo que dice el sujeto, esto quiere decir que hay un consenso de una comunidad, puede ser,

científica sobre el nombre que le dan al objeto (trabajo, capital, crisis) y que ese nombre no se lo

inventa el sujeto (a mí me parece, es que yo creo), sino que es la sociedad, en este caso puede ser

la comunidad científica, quien determina lo que dice el sujeto sobre el objeto. Epistémicamente

hablando en términos subjetivos quiere decir que se involucran emociones, creencias, prejuicios

sobre lo que se dice del objeto y epistémicamente en términos objetivos quiere decir que se le

ponen límites a los prejuicios, a las creencias y emociones sobre lo que se dice del objeto, pero

siempre dentro de un marco de referencia construido socialmente (comunidad de científicos).

Esto no significa que todo lo que se diga sea mentira por el hecho de ser socialmente construido.

Ahora: “En el sentido ontológico, «objetivo» y «subjetivo» son predicados de entidades y

tipos de entidades, e imputan modelos de existencia” (Ibíd). Desde esta perspectiva las

subjetividades son las expresiones de la existencia del sujeto como un ente ónticamente objetivo.

Esto significa que el frío que se siente en las montañas, el aumento de temperatura en el cuerpo

por causa de una enfermedad, el mal aliento, los sentimientos y las emociones son ónticamente

subjetivas, porque resultan ser expresiones que dependen de la existencia del sujeto y además

involucran variables externas a este, mientras que la objetividad ontológica parte de la existencia

de entes independientes de la vida del sujeto como, por ejemplo, lo que denominamos árboles,

agua, tierra, hierro, cobre etc. La ontología, a diferencia de la epistemología, diferencia al sujeto

del objeto en cuanto a la no existencia del sujeto.

13
Hablar en tercera persona desde esta perspectiva implica hacer una distinción entre sujeto y

objeto. Es saber cuándo se habla del objeto y cuándo se interpreta al objeto. Elster trata de dar

cuenta de la realidad social a partir de su ontología científica global diferenciando una realidad

epistémica de una ontológica. La diferencia es clave en el momento de abordar fenómenos

sociales, que según Elster, surgen de una realidad óntica que afecta la estructura epistemológica

tanto a nivel subjetivo como objetivo. Las instituciones son modos de existencia que son

subjetivamente ontológicas, pero también son epistémicamente objetivas. Entonces hablar de

ellas en primera persona es desconocer su existencia, su independencia del sujeto y no

reconocerlas como fenómenos sociales, porque en primera persona se dan juicios de valor y

prejuicios que no permiten diferenciar entre sujeto y objeto. Según Elster, con la diferenciación

en tercera persona se identifica una realidad ontológica y epistemológica que permite dar cuenta

y expresar la realidad en términos objetivos que son veraces frente a interpretaciones subjetivas

en primera persona.

Aunque esto es muy cuestionable, la diferenciación analítica nos permite ubicar en qué nivel

se encuentra tanto el discurso ecologista como el de los economistas. Esto nos sirve para

identificar la forma cómo están construyendo el conocimiento con el que legitiman sus posturas.

Estos niveles no se deben ver como algo aislado del individuo, como que cada individuo según

su especialidad se encuentra exclusivamente en uno u otro nivel. No, no se debe ver de esta

forma. Podríamos hacer la distinción diciendo que el científico de la naturaleza trabaja en el

plano ontológico y que el científico social trabaja en el plano epistemológico, pero tanto el

14
científico economista como el científico ecologista se encuentran inmersos, al mismo tiempo, en

los cuatro niveles.1

La oposición entre una concepción esencialista de la naturaleza y aquella otra que apunta

hacia su profunda dependencia del marco social refleja los términos en los que se plantea el

debate contemporáneo en torno a la naturaleza de la naturaleza, como una confrontación entre

objetivismo y constructivismo. Esta distinción fuera de ser una querella filosófica, es de suma

importancia para ordenar y clasificar la disputa política entorno al medio ambiente.

1
1. Epistémicamente-subjetivo; 2. Epistémicamente-objetivo; 3. Ónticamente-subjetivo y 4. Ónticamente-
objetivo.

15
NATURALEZA Y SOCIEDAD

1.2 La concepción verde de la naturaleza

Lo que se va a exponer en este apartado no va hacer un análisis histórico de la forma como se ha

venido desarrollando la lucha de los ecologistas, sino más bien una interpretación actual a

manera de explicación de la relación entre el ser humano y la naturaleza tomando como

referencia los postulados de los ecologistas. Estos postulados llegan a humanizar la naturaleza de

tal manera que su defensa adquiere un matiz político.

Podríamos decir al igual que en las apostillas a “El Nombre de la Rosa” de Umberto Eco que la

naturaleza al igual que la rosa ha perdido su significado, debido a la multiplicidad de significados

que tiene, a la saturación. Pero resulta que ocurre lo contrario, porque cada significado es una

posición política frente al desarrollo. En este sentido ¿cuáles vendrían siendo los rasgos más

prominentes de la concepción verde de la naturaleza?

En primer lugar, el ecologismo combina la descripción científica con la prescripción

espiritualista. Esto quiere decir que se funden los predicados de juicio objetivos2 construidos por

la sociedad (éticos, morales, espirituales, económicos, científicos, etc.) y los predicados de

entidades objetivas (animales, árboles, agua, aire, minerales, tierra, etc.) formando así el

concepto político de naturaleza tanto para ecologista como para desarrollista. Luego, el conflicto

entre estas dos posturas es también, a parte de los intereses involucrados, una lucha por la

definición de la realidad.

2
La palabra objetivo no se debe entender, en este texto, como una especie de juicio neutro. Como ya se explicó más
arriba la palabra objetivo se entiende, en este texto, como lo que es externo al individuo ya sea una institución
construida socialmente (iglesia, familia, escuela, economía, estado) o una entidad física (carros, árboles, ríos).

16
En lo que refiere a la parte científica, la naturaleza es vista como un conjunto de relaciones

complejas e interdependientes entre los sistemas naturales y sus componentes particulares. Esta

visión proviene de la ecología la cual tiene por objeto de estudio las relaciones entre los seres

vivos y su entorno. En lo referente a la prescripción espiritualista, la naturaleza se interpreta

como una red de energía y se llega a la conclusión de que “¡todo está conectado con todo!” Esta

idea espiritual intenta superar la concepción simplificada darwinista de la naturaleza como algo

hostil basada en la selección natural espontánea que resulta de la lucha por la supervivencia.

Durante el siglo XVII se formó la idea de la naturaleza como un ente al servicio del ser

humano. Francis Bacon ya lo señalaba con la famosa frase: “El conocimiento es poder, poder de

transformar la naturaleza para el beneficio del ser humano.” Esto implica una distinción

jerárquica en donde la naturaleza posee un estatus inferior a la del ser humano, pero también, y

posteriormente, una idea utilitaria sobre la naturaleza. Ahora, en cambio, la naturaleza es

considerada por los ecologistas como una armoniosa red de redes de donde el orden es un rasgo

sistémico y no el producto de la depredación. La interdependencia y la cooperación son

características fundamentales para lograr el equilibrio armónico entre el todo y las partes. En

este sentido, los flujos de energía son más importantes que los organismos particulares, los

procesos y no sus partes.

Desde esta perspectiva que luego se llamará ecocéntrica no se pueden aprehender los hechos

esenciales de la naturaleza. Nuestro conocimiento se reduce a meras representaciones o

figuraciones que constituyen simples hipótesis. El mismo yo individual recibe de la naturaleza

su razón de ser. En términos epistemológicos significa que una comunidad de especialistas

genera información y por tanto conocimiento ético y científico sobre la naturaleza acerca de la

creencia de que el objeto naturaleza es quien define lo que piensa el sujeto. Ahora, como es algo

17
externo al sujeto, tiene vida propia y funciona autónomamente, se debe respetar y reconocer un

valor intrínseco.

La idea central aquí es la de la identificación del hombre con el mundo natural. “Esta

identificación sólo puede producirse después de un proceso espiritual, en el que todo rastro de

mediación – científica, cultural e incluso ética – desaparece y el individuo se abandona a lo

sublime de la formidable fuerza de la naturaleza.” (Maldonado, 2008, p. 29). Este es el germen

mediante el cual la idea científica y sentimientos y emociones se funden en una sola mente o

comunidad creando así un sistema de pensamiento acerca de la conservación pura (virginal) del

medio ambiente.

En este sentido, el ecologismo, le otorga a la naturaleza un valor objetivo, propio e

inalienable. A esto se le denomina el valor intrínseco de la naturaleza y consta de atribuirle un

valor moral al bienestar del mundo natural por su propio bien y no por el bien de los seres

humanos o de la especie. Esto es pensado, obviamente, al margen de la incidencia que tiene esta

idea sobre los intereses humanos (políticos, económicos). Es un valor que el hombre no afirma,

simplemente lo reconoce. La ética del comportamiento ambiental aparece ligada a aquel valor

intrínseco y así mismo es la fuente de su construcción. La postura que se deriva de esta idea es

el biocentrismo. El biocentrismo pone al mundo biológico (principalmente no humano) en el

centro de su sistema de valores. Es la filosofía de que todos los seres vivientes tienen valor

intrínseco, sin importar su valor instrumental. El movimiento a favor de los derechos de los

animales y de la naturaleza es un claro ejemplo de biocentrismo.

En segundo lugar, la concepción verde de la naturaleza está poderosamente mediada por la

experiencia estética. La esteticización de la naturaleza supone forzosamente su idealización. Sin

18
embargo, la defensa del medio ambiente en términos estéticos no es aceptable para el

ecologismo, porque el esteticismo es una forma de instrumentalismo antropocéntrico que se

opone al valor intrínseco, porque no es su valor intrínseco el que vale, sino su imagen y con esa

imagen se hace negocio.

En tercer lugar, para los verdes la naturaleza puede ser empleada como fundamento para la

ordenación social. Es la maestra para el hombre, es la referente para la base de ideas

ingenieriles, físicas, filosóficas, económicas, sociológicas y teológicas. Cuanto mayor es la

radicalidad de la tendencia verde a considerar la naturaleza como referente del orden social, más

estrecha será la relación entre el rasgo de la naturaleza observado y la norma deducida del mismo

(Maldonado, 2006). Norma que por ser extraída del funcionamiento mismo del mundo natural,

se presenta como norma indiscutible en tanto que natural.

En cuarto lugar, el ecologismo defiende un naturalismo antidualista que niega la existencia de

dos órdenes diferentes: naturaleza y humanidad. Las oposiciones entre cultura y naturaleza, o

entre hombres y animales, son meras convenciones que sólo sirven para perpetuar la dominación

social del medio. En este sentido, la separación entre hombre y naturaleza carece de todo

fundamento y así mismo la jerarquización o supremacía del hombre sobre todos los seres

vivientes. Esta idea choca en contra de la filosofía moderna, porque el pensamiento verde

integra al hombre en una totalidad (el hombre como una pequeña parte de la naturaleza) que se

mantiene y se organiza a sí misma (Maldonado, 2008, p. 33). La amplitud del concepto, así

planteado, tiene como consecuencia eliminar las barreras entre lo natural y lo social para re-

integrar a la sociedad en la naturaleza. El ser humano cambia de posición, porque ya no es el

centro de las reflexiones. El centro de las reflexiones son los animales y la naturaleza.

19
Esta visión se presenta validada científicamente bajo la premisa de que la naturaleza posee

una esencia universalmente definible al margen de toda contextualización histórico-social. Pero

sucede que no hay definición de la naturaleza que no esté contaminada socialmente, como ya se

explicó anteriormente. Toda concepción de la naturaleza refleja los principios y las prácticas

dominantes de la sociedad que la formula. La naturaleza convertida en mito oculta su condición

histórica y social. Tanto su objetivación y valor intrínseco como su postulación universal

convergen en la ensoñación arcádica o creencia en un orden natural donde las relaciones del

hombre con su entorno son pacíficas y las propias relaciones sociales se caracterizan por la

ausencia de conflictos (Maldonado, 2008, p. 39).

En resumen, los rasgos característicos de las diferentes posturas de la concepción verde son:

la fusión entre la descripción científica y la prescripción espiritualista; la esteticización de la

naturaleza; la creencia de que la naturaleza es la fuente más apropiada para organizar y

fundamentar las normas sociales; y la negación de órdenes jerárquicos antropocéntricos

(igualdad de trato entre naturaleza, animales y seres humanos). Esta caracterización del

ecologismo a partir de las diferentes posturas que defienden la naturaleza permite hacer una

distinción entre dos grandes corrientes que debatieron la cuestión del medio ambiente en los años

70´s y 80´s y que van a definir en gran medida la multiplicidad de políticas sobre el medio

ambiente y la terrible confusión entorno al concepto de desarrollo sostenible. Por un lado,

encontramos la del ecologismo la cual se denomina naturaleza profunda o realista (pensamiento

verde) y, por otro lado, se encuentra su contra parte denominada naturaleza superficial o profana

(pensamiento constructivista).

20
1.2.1 Naturaleza profunda.

La naturaleza profunda se refiere a las estructuras, procesos y poderes causales que operan de

forma constante en el mundo físico. Estos, a su vez, proporcionan los objetos de estudio de las

ciencias naturales y condicionan las posibles formas de intervención humana en la biología o en

interacción con el medio (Maldonado, 2008). Esta definición significa que el hombre se

encuentra sujeto a los procesos físicos y que estos determinan su accionar con el medio

ambiente. No se deduce de aquí ninguna oposición entre humanidad y naturaleza, porque ambas

son la misma cosa.

1.2.2 Naturaleza superficial.

La naturaleza superficial, se trata de aquella naturaleza que podemos modificar y que, de hecho,

modificamos mediante nuestras acciones (parques, jardines, extracción de minerales, tala de

árboles, producción agrícola). Mientras que la naturaleza profunda es considerada en esencia

ahistórica, la superficial es considerada como un proceso histórico. De esto si se puede deducir

que hay una distinción entre naturaleza y sociedad, porque la segunda modifica a la primera. Así

pues, por más que el pensamiento verde proponga algo parecido a una definición natural de la

naturaleza, ninguna definición puede ser aislada de la dimensión social. Esto significa que la

noción de naturaleza que los ecologistas proponen no es per se de la naturaleza física, sino que

también es construida socialmente (históricamente si se quiere).

1.3 La concepción gris de la naturaleza

Para los economistas que todo lo calculan en términos de costo-beneficio: “La preocupación por

el medio ambiente no es una moda pasajera, sino una inquietud profundamente arraigada,

causada en gran parte por la coincidencia de los altos ingresos y la alta densidad de la

población.” (Kolstad, 2001, p. 2). En este sentido, el presupuesto de esta postura es que: “A

21
medida que las personas tienen mejores ingresos prestan más atención a la calidad del ambiente

en el que habitan […]” (Kolstad, 2001, p. 3). La idea central es que el ser humano entre mejores

ingresos tenga, la preocupación por el medio ambiente va hacer mucho mayor. Por el contrario,

el que menos ingresos devengue se va a preocupar mucho más por sobrevivir que por el medio

ambiente. La cuestión ambiental para las personas de menores ingresos prácticamente que no

tiene prioridad en su vida cotidiana. Luego, si aumentan los ingresos de las personas, estas se

preocuparan más por el medio ambiente. De esto se deduce que la idea es generar crecimiento

económico para que de alguna forma se distribuya la riqueza y así las personas se preocupen por

el medio ambiente y cambien sus hábitos de consumo.

Este presupuesto es muy cuestionable, porque no toma en cuenta el capital cultural que tienen

las personas y que quizás influya más en lo referente a la conciencia ambiental. Puede haber

personas que tienen elevados ingresos, pero muy poco capital cultural o viceversa. Tampoco

toma en cuenta la creación de necesidades y hábitos de consumo que genera el mercado y que los

introduce como valores en la cultura occidental. Sin embargo, el presupuesto no es

descabellado, porque un padre o madre quien no tenga dinero suficiente para alimentar a su

familia no va a tener presente en su cabeza las cuestiones ambientales.

Esta postura dominante que adopta la mayoría de economistas acepta que la contaminación se

genera como un subproducto de la producción de bienes. Pero la contaminación se ve como un

costo para la producción y no como un subproducto que afecta la calidad de vida de las personas.

En este sentido: “Para determinar los costos del control de la contaminación es necesario

entender la estructura de la producción de bienes y la manera en que variaran los costos, de

acuerdo con los diferentes niveles de contaminación.” (Kolstad, 2001, p. 3). De aquí se deriva

lo que se denomina el mercado de los bonos de carbono.

22
Desde esta perspectiva, que podríamos llamar constructivismo materialista, se construye una

diferenciación entre economía ambiental y ecológica. La economía ambiental tiende a

involucrar economistas que han ampliado su disciplina y paradigma para considerar el medio

ambiente, mientras que la economía ecológica tiende a involucrar a ecologistas que han

ampliado su disciplina y paradigma para considerar a los seres humanos y a la ecología. Una de

los principales economistas ecologistas define el tema como “un campo de estudio que se refiere

a las relaciones entre los ecosistemas y los sistemas económicas en el sentido más amplio.”

(Kolstad, 2001). El énfasis recae en la salud de los ecosistemas a largo plazo, ampliamente

definido como, por ejemplo, incluyendo a los seres humanos como parte del mismo.

La economía ambiental implica cuestiones relacionadas con la excesiva producción de

contaminación por parte del mercado, o la insuficiente protección del mundo natural, debido a

los fallos del mercado (Kolstad, 2001). La economía de los recursos naturales o ecológica

tiene que ver con la producción y el uso de los recursos naturales, tanto renovables como no

renovables. Los primeros implican la pesca y los recursos forestales; los segundos, los

minerales, la energía y los bienes naturales. La economía ambiental está relacionada con

cuestiones estáticas de la asignación de recursos; el tiempo no es un asunto relevante cuando se

pretende decidir los niveles de tolerancia de contaminación atmosférica en Londres. La

economía de los recursos naturales se relaciona con procesos dinámicos, es decir, el tiempo es

lo que hace interesante los problemas de los recursos renovables o no renovables.

Por ejemplo, si talamos un bosque de manera lenta, éste puede regenerarse y podemos

continuar talándolo indefinidamente. Así, la rapidez con la que extraigamos un recurso que

puede agotarse, determinara su escasez en el porvenir y, por tanto, su precio futuro. “En ambos

casos, los fallos del mercado no son la esencia del problema (aunque su mal funcionamiento

23
puede ser importante), el problema es de gestión.” (Kolstad, 2001, p. 7). Hay diferencias en

cuanto a su objeto de estudio, pero hay coincidencias en cuanto a que ambos se refieren a la

cuestión ambiental.

Una diferencia significativa entre los dos campos está asociada con el valor y, por tanto, con

la forma como se toman las decisiones sociales que dependen de las medidas del valor del medio

ambiente. Los economistas convencionales creen que para la sociedad el valor se deriva de los

valores individuales que poseen los miembros de la sociedad (utilitarismo). Los economistas

ecológicos adoptan un punto de vista más biofísico del valor (valor intrínseco). Por ejemplo,

algunos de ellos miden el valor en términos de energía englobada y, de este modo, al comparar

una máquina de escribir con una computadora, la pregunta pertinente es: ¿cuál necesita más

energía para crear? Cuanta menos energía, mejor.

Ésta es una extensión directa de las teorías ecológicas, que establecen que los ecosistemas

funcionan para minimizar el contenido de energía de los bienes y servicios entregados, que debe

ser lo que rija la política pública. Esto hace referencia a las posturas del decrecimiento (o

economía estacionaria) que en boca de Serge Latouche la califica como un slogan para denunciar

las consecuencias del crecimiento económico ilimitado y no como una teoría. La crítica que le

hacen los economistas ambientalistas a la teoría del valor de la energía (a los economistas

ecológicos) es que muchos recursos son escasos, incluidas la tierra y las personas capacitadas,

por lo que reducir el valor de un bien a su contenido de algún factor es una simplificación

excesiva (Kolstad, 2001). En otras palabras, el valor no puede reducirse a una simple medida

física. La crítica que se le hace a la economía convencional es que todo lo calculan en términos

de costos y beneficios económicos dejando a un lado la dimensión social y las consecuencias del

deterioro ambiental en la calidad de vida del ser humano.

24
1.4 Exceso y verdad del constructivismo ecológico

Desde la perspectiva óntica-objetiva (existencia de la realidad independiente del sujeto), la

naturaleza es una entidad autónoma, independiente del hombre; una compleja realidad

autosuficiente, situada más allá de lo social y que posee validez universal. Para el

constructivismo (epistémico-objetivo, existencia de la realidad creada por el sujeto), en cambio,

la naturaleza es un producto de la apropiación humana del medio, una realidad transformada por

procesos socioculturales, sin los que no se puede comprender debidamente. Ahora bien, afirmar

que la naturaleza es un proceso sociocultural e histórico significa que tanto su idea como su

realidad han sido históricamente modeladas por el hombre. Luego, la naturaleza como realidad

es una cosa y sus representaciones, otra. En otras palabras, no hay un vínculo causal entre la

naturaleza como realidad y la representación de ella que no esté mediada por lo político.

La principal razón por la que eso nos crea problemas es que la naturaleza como esencia, la

naturaleza como realidad inocente, pretende que veamos su propia definición de naturaleza

inocente (virgen) como si no tuviera contexto socio-histórico. Y así, la misma palabra que

usamos para designar el fenómeno nos anima a ignorar el contexto que la define. Esto genera

que la proliferación de corrientes de pensamiento que tratan de definir la problemática ambiental

(ya sea desarrollista o conservacionista), lo hagan de acuerdo a la lógica que ellos crean más

pertinente según se adapten a sus intereses.

Ahora, mientras que desde la perspectiva de la naturaleza profunda (pensamiento verde) se

intenta unir hombre y naturaleza con el fin de romper las barreras jerárquicas antropocéntricas,

esto es reconocer un valor de igualdad de la naturaleza frente al hombre, el constructivismo

mantiene la separación entre naturaleza y sociedad, pero ya no como una distinción jerárquica,

25
sino en reacción contra las explicaciones naturalistas que dan cuenta de la evolución social como

continuación de procesos naturales.

En este orden de ideas, el pensamiento verde critica la distinción entre naturaleza y cultura

tomando como referencia la diferenciación cartesiana entre sujeto y objeto como el origen de la

subvaloración de la naturaleza frente al propio ser humano (antropocentrismo). Sin embargo, esa

distinción adquiere otro matiz desde una perspectiva sociológica (que se acerca a la

constructivista). Son los padres de la sociología los que, al reaccionar contra el predominio del

pensamiento biologicista que sigue al advenimiento del darwinismo, afirman la autonomía de lo

social como realidad independiente, así como la excepcionalidad de un hombre irreductible al

juego de sus distintos condicionamientos biológicos.

La distinción, entonces, es necesaria para no caer en reduccionismos biológicos, pero también

hay que tenerla en cuenta para replantear las relaciones socio-ecológicas. El punto clave es saber

distinguir desde que nivel epistemológico3 se hace la distinción, esto es importante porque de

acuerdo al presupuesto de la estructura epistemológica4 que expuse, cada nivel presenta sus

problemas particulares y así mismo sus soluciones particulares. Esto no significa que no se

encuentren interrelacionados. De hecho lo que los interrelaciona, es la política. En este sentido,

se podrían generar soluciones más pertinentes para cada problema o conflicto de intereses que se

presente.

Como ya hemos visto la perspectiva de la naturaleza superficial (transformación de la materia

por accionar humano) no es sino una aplicación del más amplio paradigma del constructivismo

3
(Epistémico-subjetivo (personal); Espistémico-objetivo (académico/político); Óntico-subjetivo (académico);
Óntico-objetivo (científico))
4
La estructura es la misma que se presenta en la nota a pie de página número 5.

26
social. Su principio básico es la imposibilidad de aprehender directa y objetivamente la realidad.

Esta es siempre capturada, clasificada y experimentada a través de categorías sociales, cuya

importancia mediadora es tal que terminan por constituir esa misma realidad, revelada sobre todo

como construcción social.

Ahora bien, no hay una sola forma de constructivismo, hay tres variantes. El primero es el

constructivismo ontológico el cual no niega la existencia del mundo como entidad real y

objetiva (la existencia de la realidad independiente del hombre), el problema es que nuestro

conocimiento del mismo está sometido a un conjunto de mediaciones y filtros culturales,

históricos y sociales que nos impiden acceder directamente a la naturaleza tal como es. Lo que

llamamos naturaleza es así nuestro conocimiento, culturalmente mediado, de un mundo natural

externo. A esta perspectiva pertenecen ecólogos, geógrafos, biólogos, etc.

El segundo es el constructivismo epistemológico el cual niega la existencia independiente de

un mundo no humano (la realidad existe siempre y cuando exista el sujeto), que sólo cobra vida

en el discurso social. Desde este punto de vista, el mundo natural no es más que una categoría

social, un artefacto discursivo sin existencia propia. Es decir que a la construcción del

conocimiento correspondería, igualmente, una construcción del objeto. El mundo natural no

existe más allá del discurso. La crítica que se le hace a esta postura es que si bien es cierto que

hay diferentes formas de construir culturalmente un animal, esto no tiene nada que ver con el

modo en que ese mismo animal está físicamente construido.

Desde esta perspectiva, el lenguaje cobra una gran importancia para el análisis de la

problemática ambiental, el discurso pasa por ello a ser factor principal en la creación social de lo

real. Luego, no podemos hablar de una naturaleza, ya que el contexto cultural, la posición social

27
y la época histórica determinan distintas visiones de la naturaleza para distintos observadores.

De aquí que conceptos como naturaleza o ecología no tengan significados fijos, sino que sean

socialmente construidos y discutidos. Posturas como la de modernidad/colonialidad de Arturo

Escobar y su pandilla se derivan de esta postura epistemológica.

Tanto la postura constructivista ontológica como la epistemológica interpretan al individuo

pasivamente con respecto a su relación con la naturaleza. Estas dos posturas básicamente dicen

que o se construyen categorías sociales para darles nombre a las cosas o se le da existencia a la

realidad por medio de discursos, esto en el plano cultural de las ideas. Pero la tercera postura

interpreta al individuo activamente en su relación con la naturaleza. Esta postura saca a relucir

lo que Max Weber llama acción social. La naturaleza ya no solamente se construye en la

cabeza, sino que también se transforma físicamente mediante la técnica, la tecnología, el trabajo

y la ciencia. Esta postura es denominada constructivismo material, postura a la cual se

adhieren los economistas.

En esta acepción, la naturaleza es físicamente construida por la sociedad humana que se le

apropia. Pensemos en los avances de la ingeniería genética que permite la creación de animales

genéticamente modificados o las operaciones estéticas que transforman el cuerpo natural en un

artificio. La magnitud de estos avances nos lleva a pensar en la reconstrucción social de la

naturaleza que en términos físicos sea igual a su desaparición en términos ideales (la naturaleza

virgen no existe).

Ahora bien, no se trata de rechazar las posturas ecologistas sobre la problemática del medio

ambiente, porque las consecuencias de la industrialización y el desarrollo son un hecho, de lo

que se trata es de no aceptar una posición radical entorno a una concepción de la naturaleza por

28
parte de los ecologistas, las cuales tienen sus falencias epistemológicas y prácticas. Si se quiere

tomar en serio los problemas ambientales y las relaciones socio-ecológicas, socio-ambientales o

socio-naturales, es necesario encontrar un punto medio dentro de esta maraña conceptual y evitar

los excesos latentes de las dos posturas mencionadas anteriormente, constructivistas y realistas.

Ni la naturaleza es una fabulación lingüística ni es independiente de la sociedad. Es tanto un

conjunto de condiciones materiales de nuestra existencia como un conjunto de símbolos

culturalmente generados. Dicho de otro modo, el mundo natural no es ni una esencia atemporal

ni un concepto. La importancia entre la distinción entre naturaleza profunda y naturaleza

superficial se pone de manifiesto, ya que difícilmente podemos sostener que la naturaleza

profunda sea un constructo cultural; sus formas pueden cambiar, sus procesos ser alterados a un

nivel más o menos profundo, pero su inmanencia última (cosmovisiones, creencias, anhelos,

ideas) es modificable.

El problema es que se deja de lado la distinción entre la tesis epistemológica y la tesis

ontológica o lo que es igual entre un constructivismo del conocimiento y un constructivismo del

objeto. A fin de cuentas ni siquiera las posiciones realistas pueden escapar a un cierto grado de

constructivismo, porque también los conceptos objetivos están socialmente constituidos. Poco

importa que el realismo pretenda designar una realidad extra-conceptual; no hay conceptos fuera

de la realidad y el lenguaje. El principal problema de la versión más común de constructivismo

epistemológico es que no integra la tercera de sus variantes, el constructivismo material. Así se

plantea una separación demasiado rígida entre el mundo natural, de un lado, y nuestro

conocimiento del mismo, de otro, sin tomar en consideración las prácticas humanas, esto es, la

interacción y transformación física sociedad-naturaleza.

29
La disputa entre realismo y constructivismo es directamente aplicable al debate y la política

medio ambientales. Basta pensar en un aspecto central de ambas, como es el aspecto central de

los límites naturales a la actividad humana y su producción socioeconómica (neo-

malthusianismo). El enfoque constructivista subraya el carácter social de los límites naturales.

El enfoque realista subraya el carácter físico de los límites de la naturaleza. Es la oposición entre

estatismo natural y dinamismo social.

La naturaleza objetiva que preexiste a su transformación social limita, evidentemente, las

formas que está puede adoptar. Tanto los límites naturales históricamente vigentes, como los

modos sociales de aprovechamiento del medio son causa de la interacción socio-natural. Porque

hablar de límites naturales de carácter relativo (y no absolutos, como defienden los verdes) es

reconocer la función clave que cumple la interdependencia recíproca de lo social y lo natural.

Esto así, porque la sociedad transforma la naturaleza, pero en ese proceso la naturaleza también

cambia la sociedad.

Enfatizar la interacción sociedad-naturaleza no supone poner en cuestión ni la independencia

de la naturaleza profunda ni la cualidad pre-condicional de la naturaleza superficial (Maldonado,

2006). Más bien es reconocer la complejidad de unas relaciones socio-naturales que no pueden

reducirse a explicaciones exclusivamente culturalistas ni materialistas. Es necesario combinar

los aspectos materiales, culturales y simbólicos, porque todos ellos forman parte del más amplio

proceso de construcción social de lo natural mediante el que la sociedad se apropia del entorno,

humanizando la naturaleza hasta convertirla en su medio ambiente.

En la actualidad vivimos una fase de transformación del pensamiento político verde. Pasa de

estar centrada en los aspectos político-ideológicos del ecologismo a reflexionar sobre conceptos

30
tradicionales de la teoría política, como la democracia, la justicia y la ciudadanía. Desde esta

perspectiva puede entenderse el acercamiento del pensamiento ecologista al liberalismo y sus

grandes esfuerzos por converger con la democracia liberal. La reorientación crítica, en este

sentido, del ecologismo político da forma paulatina, vacilantemente, a la nueva política verde en

términos democráticos y de derechos.

31
SISTEMA ECONÓMICO, CRECIMIENTO Y PROBLEMÁTICA AMBIENTAL

Parte de los debates y críticas (si no todas) que se le hacen a toda idea que contiene la palabra

desarrollo asociada a la economía, es la forma como los economistas interpretan su propia

disciplina. Para entrar a analizar los debates en torno al desarrollo sostenible es necesario tener

muy claro las ideas principales de la economía convencional, porque, precisamente, todo lo que

se crítica parte de esas ideas. También vale aclarar que el debate central, en términos

económicos, es la preocupación constante por la escasez de las materias primas. Las cuestiones

sociales (distribución, trabajo, desigualdad, educación, democracia) y las ambientales no son el

eje central del debate, sólo son centrales en la medida en que afectan el deterioro de los

ecosistemas.

Según Naredo, la idea de sistema económico que permitió la consolidación de la economía

como disciplina tomo cuerpo en el siglo XVIII. Fueron los fisiócratas franceses quienes

instalaron el carrusel de la producción, del consumo, del crecimiento y demás piezas

constitutivas de la idea de sistema económico. Esta idea surgió en un momento en que seguía

vigente la creencia alquímica de que también los minerales crecían en el seno de la tierra y, por

lo tanto, que la tierra misma se dilataba ilimitadamente y los continentes crecían. Pero a finales

del siglo XVIII esto se desmorona, porque surge la química moderna, el nada se crea, nada se

destruye de Lavoisier (segunda ley de la termodinámica). (Naredo, 1996).

Este cambio de cosmología significa que la tierra ya no genera riquezas renacientes (trigo,

minerales, etc.) como se creía. Ahora, las riquezas renacientes son procesos físico-químicos que

en ciertas condiciones transforman la materia en energía y la energía en materia. Sin embargo,

bajo el presupuesto alquímico, el crecimiento económico (medido en términos físicos y

32
monetarios) se situaba en correspondencia con el crecimiento físico, no sólo de las riquezas

renacientes, sino de la propia tierra que la generaba. Por ejemplo, se podía plantar un grano de

trigo y obtenerse una espiga con muchos granos, pero también si se aumentaba el espacio y se

sembraban muchos granos de trigo podían obtenerse grandes cantidades de espigas (crecimiento

físico sobre la tierra). Pese a que el mundo físico se tenía en cuenta en los cálculos económicos,

el crecimiento propuesto pretendía así desarrollarse sin tener en cuenta los límites que impone la

biosfera.

Acrecentar las riquezas renacientes sin deterioro de los bienes fondo (hoy lo llamaríamos el

Stock) era la idea de los fisiócratas. La producción no era simplemente revender con beneficio

(cadenas de valor), sino contribuir al aumento de esas riquezas renacientes (o renovables

diríamos hoy día) mediante la expansión de la agricultura (expresable en términos físicos, pero

también en términos monetarios). La idea de crecimiento, entonces, resultaba coherente con la

creencia en la expansión del mundo físico.

Los fisiócratas trataron de conciliar sus reflexiones sobre los valores venales o pecuniarios a

partir de la corriente de pensamiento que decía que todo lo creado era útil a nuestras necesidades

(animales, plantas, minerales), pero tomando muy en cuenta la naturaleza. Al referirse al

ambiente, el utilitarismo hace énfasis en el bienestar (felicidad y progreso) que la gente obtiene

del medio ambiente, ya sea material o espiritual, instrumental o intrínseco (Kolstad, 2000). Esto

significa, a grandes rasgos, que las lombrices, los insectos, las bacterias, los animales no

humanos contribuyen de algún modo al beneficio (felicidad) de las personas en forma espiritual,

material o instrumental. Posteriormente se desarrollara la idea de que el bienestar (la felicidad y

el progreso) deviene del crecimiento económico de la nación.

33
Como es bien sabido, los fisiócratas trataron de orientar la gestión de la economía monetaria

de acuerdo a principios coherentes con las leyes del mundo físico, pero luego la tierra fue

entendida, por los llamados economistas clásicos, como un objeto pasivo e incómodo que se

suponía podía acabar frenando el crecimiento económico (Naredo, 1996). Esto debido a que a

finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX la geodesia, la minerología y la química

modernas desautorizaron la antigua idea del crecimiento de los minerales y de la Tierra misma.

Ahora bien, ¿qué pasa con el concepto de producción? Con la ruptura de las antiguas ideas

alquímicas resulta que la producción se separa, por primera vez en la historia de la humanidad,

de la fotosíntesis y de todas las producciones renovables asociadas (Naredo, 1996). Las cadenas

tróficas de los ecosistemas difieren de las cadenas de valor del sistema económico. Esto

significa que se presenta una ruptura epistemológica entre los ciclos de la biosfera y los ciclos

del sistema económico. Lo que se hace es extraer de la tierra y no producir5, se produce cuando

el hombre introduce una cadena de valor. Si bien antes se extraían recursos naturales, no existía

fuerza de trabajo libre que generara un valor agregado sobre el producto. Como consecuencia la

naturaleza comenzó a concebirse como un producto modificado por el trabajo humano y

tecnológico y así mismo toda modificación en la tierra adquiría un valor monetario.

En términos analíticos esta distinción entre extracción y producción nos permite aclarar el

siguiente problema. En principio, la simple extracción de recursos naturales se convierten

posteriormente en desechos, pero el problema no son los desechos (aunque la idea parezca algo

descabellada), el problema es que los ciclos de materia y de energía ya no cierran como

naturalmente se supone ¿Cómo es esto? Pues bien, resulta que la biosfera cierra estos ciclos y lo

hace de forma circular por medio de las cadenas tróficas. Lo que ocurre en la biosfera es que los

5
En este caso la producción, por decirlo así, la hace la tierra.

34
desechos de los procesos biológicos se convierten en recursos. En el sistema económico lo que

ocurre es que los desechos se convierten en basura y así se quedan. Esto genera la

desestabilización de los ciclos de la biosfera (ciclo del carbón, ciclo del agua, ciclo solar)

ocasionando problemas como la contaminación de los ríos, escasez de recursos hídricos,

deslizamientos y erosión de suelos. Consecuencias que afectan de forma negativa la producción

de bienes.

Serían los economistas neoclásicos, según Naredo, de finales del siglo XIX y principios del

siglo XX los que terminaron separando epistemológicamente lo físico de lo económico. El giro

epistemológico se planteó de la siguiente forma: “La idea de que tanto la Tierra como el trabajo

eran sustituibles por capital permitió cerrar el razonamiento económico en el universo del valor

haciendo abstracción de mundo físico, al considerar el capital como el factor limitativo último

para la producción de riqueza, expresable en términos monetarios.” (Naredo. 2010). Lo que

quiero señalar aquí es que al considerar al capital como el factor limitativo último para la

producción de riqueza y no la biosfera, se construyen dos lógicas que difieren entre sí y que, al

mismo tiempo, se mueven a ritmos diferentes (una es la lógica del capital y la otra la lógica de

los ciclos biológicos). La lógica del capital sobrepasa la capacidad de carga que tiene la biosfera

para recuperar lo que ha perdido (los recursos naturales) provocando lo que los economistas

llaman, el fenómeno de la escases.

Al proponer la producción como centro de esta disciplina, se desterró la idea anterior que

concebía la actividad mercantil como una especie de suma cero. Esto significa que antes del

siglo XVIII aproximadamente se veía el juego económico del intercambio, los precios y el dinero

como un juego en el que las ganancias de unos eran realizadas a costa de otros. Se pasó de la

reflexión económica desde la adquisición y el reparto de la riqueza hacia la producción de la

35
misma. Según Naredo, las consecuencias de este cambio fueron, por un lado, eludir los

conflictos sociales y ambientales inherentes al proceso económico y, por otro, desterrar del

campo económico las preocupaciones morales a las que antes estaban estrechamente vinculadas

las reflexiones sobre el medio ambiente.

En cuanto al trabajo, en la edad media se pensaba que las personas no podían ser capaces de

producir alguna cosa. Esto así, porque se creía que sólo Dios era capaz de hacerlo, por lo que las

riquezas eran consideradas el fruto de un matrimonio entre el Cielo y la Tierra. Las personas

sólo podían propiciar ese matrimonio dando al trabajo un sentido ritual. No se consideraba

realista pensar que se podían acrecentar de modo significativo y duradero los rendimientos de la

Madre Tierra.

Durante el siglo XVIII aparecieron varios personajes que señalaron el cambio en la noción de

trabajo. William Petty, por ejemplo, formuló su ecuación natural la cual decía que la Tierra era

la madre y el Trabajo el padre de la riqueza. Para Quesnay producir era acrecentar físicamente

las riquezas renacientes (recursos naturales) sin pérdida de los bienes fondo (el stock). Con

Smith, Ricardo y Marx, el padre-trabajo pasó de colaborar en las actividades de la madre-tierra a

erigirse como el principal factor de riqueza e incluso el único (Naredo, 2010). Se supuso que la

Tierra misma era sustituible por el trabajo y este era expresable en unidades homogéneas de

tiempo. Esto sirvió de base para la elaboración de las teorías del valor-trabajo, que ayudaron a

consolidar junto a esta categoría aquellas otras de producción y riqueza (Rosdolsky, 2004).

Los neoclásicos de finales del siglo XIX apuntan un nuevo desplazamiento del concepto de

trabajo. El desplazamiento vino dado por la hegemonía de un nuevo factor de producción, el

capital. Tierra y trabajo eran sustituibles por capital, que aparecía como factor limitativo último

36
del proceso de producción de riqueza expresable en unidades monetarias. Esto ocasionó que el

razonamiento económico se cerrara al mero campo del valor monetario. ¿Cuáles fueron las

consecuencias? En primer lugar: “[…] el cierre conceptual permitió fortalecer la noción de

sistema económico en el universo de los valores monetarios, haciéndolo ganar en simplicidad y

en coherencia lógica, [en segundo lugar] lo aisló de los aspectos físicos, sociales e institucionales

en los que se enmarcaba obligatoriamente su funcionamiento.” (Naredo, 2006, p. 180). En este

sentido, este cambio de tendencias produce un desplazamiento de la idea de los fisiócratas hacia

el mero campo de los valores monetarios cortando el cordón umbilical que originalmente lo unía

al mundo físico. Así el trabajo productivo y las cadenas de valor agregado fueron más

importantes para el crecimiento económico que la propia tierra. Esto generaría el germen de la

desatención total de los efectos de la industrialización sobre la biosfera.

Ahora bien, ¿cómo se mide el crecimiento económico? Resulta que las nociones de

crecimiento (y de desarrollo) económico encuentran su definición en los agregados monetarios

de “producción” a nivel nacional y sus derivados (patrimonio, bienes, servicios, etc.) que segrega

la idea usual de sistema económico, esto quiere decir que se convierten en variables

macroeconómicas (PIB). Pero la preocupación por la sostenibilidad no se encontraba (por lo

menos en la década de los 80`s) incorporada al PIB. Esto así debido a que la preocupación por la

sostenibilidad recae sobre procesos físicos singulares y heterogéneos y no sobre el valor

monetario que al ecosistema se le pueda asignar. Un ecosistema puede tener un valor monetario

elevado, pero lo que hace sostenible la producción de materias primas no es el valor monetario

del ecosistema, sino los procesos físicos de renovación.

37
DESARROLLO SOSTENIBLE

Al mismo tiempo que se fue configurando la noción de sistema económico, el objeto de estudio

de la ciencia económica convencional resulto siendo: “[…] el sector de la actividad del hombre

consistente en actos de disposición de medios escasos para la realización de fines humanos que

resultan de necesidades y deseos.” (Schneider, 1964, p. 5). Esta definición relaciona la

naturaleza y la sociedad como mediada por la idea de la gestión y explotación de los recursos

naturales para satisfacer las necesidades y deseos humanos. Los medios materiales y las

prestaciones de servicios que directa o indirectamente sirven a la realización de fines humanos (a

la satisfacción de necesidades y deseos) se designan como bienes. Bienes de consumo, que

según Schneider, es el fin último de toda actividad económica. Al asumir esta postura ya se

presupone una idea de individuo (consumista), de naturaleza (una mercancía más) y en

consecuencia de sociedad (moderna).

Después de la terminación de la segunda guerra mundial el desarrollo industrial fue la base

para incentivar el crecimiento económico de los países capitalistas quebrados por la segunda

guerra mundial. Sin embargo, en 1972 se presenta el reporte “Los límites del crecimiento” bajo

pedido de los empresarios del Club de Roma al Massachusetts Institute of Technology (MIT).

El informe cuestionó la idea central del desarrollo como crecimiento perpetuo debido a que

señalo los límites físicos del crecimiento.

La preocupación del Club de Roma y economistas heterodoxos en los años setenta no era

propiamente una preocupación por la crisis ambiental que ya era visible en la sociedad civil de la

época, sino una preocupación por la escasez de recursos naturales a consecuencia del modelo

económico de crecimiento ilimitado y su modo de producción propuesto después de la segunda

38
guerra mundial. Este anclaba el bienestar social y el desarrollo económico con base en el

crecimiento ilimitado. En palabras de Gudynas: “No era una evaluación del estado del ambiente,

sino que su objetivo era analizar las tendencias globales de crecimiento (población mundial,

industrialización, producción de alimentos y explotación de recursos naturales).” (Gudynas,

2011, p. 25).

En el informe aparece una categoría de análisis inusitada, los problemas globales. “Dentro de

esta perspectiva, el mundo es concebido como un sistema global cuyas partes están

interrelacionadas [un sistema], requiriendo por tanto formas de gestión igualmente globalizadas y

globalizantes.” (Escobar, 1995, p. 8). También se evidencia, según Gudynas: “[…] que las

tendencias de aumento de la población, el incremento de la industrialización y la contaminación,

y el consumo de recursos, chocarían contra límites planetarios.” Cabe aclarar que el informe

Meadows no intentaba realizar una predicción del futuro, sino una proyección sobre el

crecimiento de acuerdo a cinco variables fundamentales, a saber: población, nivel de

contaminación, recursos naturales, inversión de capital total y alimentos.

Ahora bien, ¿Qué tipo de análisis se llevó a cabo para llegar a la conclusión, de nuevo, sobre

los límites del crecimiento económico? Tomando como referencia la teoría de la dinámica de

sistemas, el estudio no se reducía a analizar los efectos que las pautas de producción y consumo

del momento tenían en las variables de manera independiente, sino que también consideraba las

interrelaciones entre esas cinco variables (población, contaminación, cantidad de recursos

naturales, inversión de capital y consumo) y los efectos de refuerzo que se producían en ellas

como resultado de esa interacción (autopoiesis). Por ejemplo, la industrialización genera

contaminación que afecta a la producción de alimentos que, a su vez, afecta al número de

personas que pueden vivir con esos medios de subsistencia y que, en definitiva, ejerce presión

39
sobre los recursos naturales. Cada variable afecta a todas las otras, pero así mismo todas las

otras variables afectan a cada variable formando así un sistema operativamente cerrado, pero

abierto a las necesidades de la sociedad. Luego, cada variable refuerza a la otra. La proyección

de diferentes hipótesis mostraba que siempre terminaban escaseando los recursos naturales ya

sea en 50, 100 ó 150 años.

La propuesta que se deriva del análisis realizado precisa adoptar las siguientes medidas:

“La disminución en la utilización de los recursos naturales (haciendo una aplicación más

intensa del reciclaje) hasta reducir su consumo en un 75 %.

La limitación de la contaminación en un 50%; la contracción de las inversiones de capital en

un 40%.

El descenso del coeficiente de natalidad en un 30%.” (Rodríguez, 2011, p. 82)

Esta propuesta va encaminada a tratar de comprender y prepararnos para un gran periodo de

transición, la transición del crecimiento al equilibrio global (estado estacionario). Esto es

importante entenderlo debido a que hoy día seguimos en esa transición a propósito de las

diferentes alternativas al crecimiento ilimitado, lo cual implica lo social y lo ambiental.

Este informe fue atacado tanto por posturas de derecha como de izquierda. Por el lado de los

tomadores de decisiones se decía que el modelo era muy general y no tomaba las

particularidades de cada país y región. Por ejemplo, el crecimiento cero (estabilidad global) no

era una opción para los países en vía de desarrollo, porque para los países que no habían

alcanzado un nivel de capacidad productiva y consumo material capaz de satisfacer unos

mínimos de bienestar material para su población su objetivo prioritario era y es superar la

40
pobreza mediante la política del pleno empleo, política Keynesiana que sigue bajo la lógica del

crecimiento ilimitado.

Una observación a modo de crítica que se le hace desde la postura liberal es que el estudio

carecía de tomar en cuenta mecanismos del mercado para regular los problemas de escasez. En

segundo lugar, se criticó el menosprecio en el estudio a la capacidad de la tecnología y su

progreso para sustituir unos materiales por otros. Este estudio tampoco toma en cuenta que parte

del problema son los valores creados y socializados en la sociedad capitalista (crítica que le hace

la postura comunista).

Varios intelectuales de la izquierda latinoamericana organizaron una respuesta que se presentó

bajo el modelo alternativo ¿Catástrofe o Nueva Sociedad? Modelo Mundial Latinoamericano en

1975, coordinado desde la Fundación Bariloche, y liderado por Amílcar O. Herrera.

Básicamente planteaba que: “[…] los problemas no son físicos sino sociopolíticos, y están

basados en la desigual distribución del poder tanto internacional como dentro de los países.”

(Gudynas, 2011, p. 26). Seguidamente el texto menciona que: “El deterioro del medio físico no

es una consecuencia inevitable del progreso humano, sino el resultado de una organización social

cimentada en valores en gran parte destructivos.” (Herrera, 2004, p. 46). La solución era una

sociedad socialista.

El estudio Meadows, de todas maneras, no asegura que los recursos naturales, una vez se

tomen las medidas recomendadas, permanezcan siempre a la mano. De hecho lo que se intenta

hacer es alargar la vida útil de los recursos mediante la organización eficiente (gestión) de su

extracción y transformación con el fin de asegurar la producción y por tanto el crecimiento

económico a largo plazo (hacia futuro).

41
Paralelamente a los debates sobre los límites ecológicos del crecimiento económico, se

sumaron otros cuestionamientos que intentaban reformular los aspectos económicos y sociales

del desarrollo. Por ejemplo, la “Declaración de Cocoyoc” (1974), donde su propósito era: “[…]

mejorar la distribución de la riqueza y la satisfacción de las necesidades básicas.” (Ibíd, p. 27).

La Fundación Dag Hammarskjöld de Suecia (1975), propuso “otro desarrollo (endógeno)”, el

cual consistía en: “[…] separar el desarrollo del crecimiento, apuntando a la satisfacción de las

necesidades y la erradicación de la pobreza, sumándole atributos a este de endogeneidad

(definida al interior de cada sociedad) y autonomía.” (Ibíd.). Otros analistas optaron por

repensar el desarrollo desde la autosuficiencia: “[…] con las capacidades y recursos propios […]

se debían aprovechar localmente los efectos positivos, y no se permitía transferir las

externalidades negativas.” (Ibíd, p. 28).

Otro debate que surge son los riesgos que genera la contaminación sobre el medio ambiente a

la salud humana y a la vida en general. Esto surge a consecuencia de la idea de desarrollo

industrial como eje central para lograr el bienestar social tal como lo evidencia Beck:

“Para estas personas, los abonos y los pesticidas que producen estas industrias se hallan bajo

la estrella de la liberación respecto de la miseria material. Son los presupuestos de la

«revolución verde» que, apoyada sistemáticamente por los Estados industriales de Occidente, en

los últimos años ha incrementado la producción de alimentos en un 30%, y en algunos países de

Asia y Latinoamérica hasta en un 40%. Frente a estos éxitos patentes, pasa a segundo plano el

hecho de que cada año se vierten «varios centenares de millares de toneladas de pesticidas […]

«Sobre el trato despreocupado con los pesticidas en Sri Lanka informa un experto alemán en la

ayuda al desarrollo: "Allí se esparce el DDT con las manos, la gente tiene la piel blanca".» En la

isla Trinidad (1,2 millones de habitantes) se registraron en 1983 un total de 120 muertes por

42
pesticida. «Un granjero: "Si no te sientes mal después de haber esparcido el spray, es que no has

esparcido bastante"» (Der Spiegel, n. 50, 1984, p. 119).” (Beck, 1998, p. 48)

El debate sobre ambiente y desarrollo de la década de 1970 evolucionó en los años siguientes,

hasta que a inicios de la década de 1980 aparecen las primeras versiones del desarrollo

sostenible. La palabra sostenible provenía de la biología de las poblaciones y era entendida

como: “[…] la posibilidad de extraer o cosechar recursos renovables mientras se lo hiciera dentro

de sus tasas de renovación y reproducción. A su vez, esa extracción debía estar directamente

orientada a satisfacer las necesidades humanas y asegurar la calidad de vida […]” (Gudynas,

2011, p. 29).

El concepto de desarrollo sostenible fue una solución, a modo de consenso, frente a un debate

muy profundo entre los ecologistas conservadores y los economistas desarrollistas. Como los

ecologistas abogaban por la conservación del medio ambiente, al introducir la definición de

sostenible al ámbito económico cambió radicalmente la noción clásica de desarrollo, sin

embargo no la negaba. Ahora bien, ¿en qué medida? Primero, al crecimiento se le ponía un

límite ¿cuál? La tasas de renovación y reproducción de los ecosistemas. El capital producido por

el hombre debe ser complementario al capital producido por la naturaleza, esta es la limitante

para la cadena de producción y transformación de las materias primas. Segundo, se diferenciaba

entre crecimiento y desarrollo: “Mientras que el crecimiento económico significa un incremento

físico en tamaño como resultado de la acumulación o asimilación de materiales [cambios

cuantitativos], el desarrollo económico implica la realización de las potencialidades, la evolución

hacia un estadio más completo, mejor o diferente [cambios cualitativos].”(Daly & Gayo, 1995, p.

21).

43
Sin embargo, si se compara la definición de economía que se presentó al principio con la

definición de sostenibilidad proveniente de la biología, se observa que no se contradicen, por el

contrario se complementan y el desarrollo se amplía al ámbito social y ambiental manteniendo el

económico.

Una aproximación de este tipo apareció en 1980 en la primera “Estrategia Mundial para la

Conservación” (UICN, PNUMA y WWF, 1981). Ese informe sostiene que: “[…] la

incorporación de la dimensión ambiental no es posible bajo el marco conceptual del desarrollo

convencional, y una redefinición del concepto en su esencia se hace necesaria.”(Gudynas, 2011,

p. 29). Un siguiente paso tuvo lugar con la Comisión Mundial del Medio Ambiente y el

Desarrollo (CMMAD), convocada por las Naciones Unidas. Su informe final, “Nuestro Futuro

Común”, ofrece lo que es posiblemente la definición más citada de desarrollo sostenible.

“Se postula un desarrollo orientado a la satisfacción de las necesidades humanas, y se lo

extiende en un compromiso con las generaciones futuras. En segundo lugar, se admite la

existencia de límites, pero enseguida se los diferencia entre aquellos que son rígidos (por

ejemplo, los que son propios de los ecosistemas), y otros que son flexibles en tanto responden a

los propios seres humanos (en el caso de las tecnologías o la organización social). Se vuelve a

sostener que el desarrollo implica crecimiento económico, y para lograr eso, la conservación de

los recursos naturales pasa a ser una condición necesaria” (Ibíd.)

De todos modos, esa economización de la sostenibilidad fue resistida desde varios frentes.

Por ejemplo, la segunda “Estrategia Mundial para la Conservación”, elaborada en 1991. La

crítica que le hacen al informe Brundtland es que se sigue pensando que lo físico puede crecer

indefinidamente mediante la eficiencia y la gestión de los recursos naturales. Aunque define la

44
sostenibilidad de la siguiente manera: “[…] mejorar la calidad de la vida humana sin rebasar la

capacidad de carga de los ecosistemas que la sustentan.” (Ibíd. P. 30). Si bien exige cambios en

la ética, la diferencia con el informe Brundtland radica principalmente en la forma como se

entiende el uso de los recursos naturales (ya sea para promover el crecimiento económico

mediante la eficiencia tecnológica superando así la escases o para mejorar la calidad de vida

humana sin rebasar la capacidad de carga).

En los países del sur, tanto los de izquierda como los de derecha, la prioridad se encontraba en

mejorar la calidad de vida de las personas bajo la idea del crecimiento económico. Estos

gobiernos, en los años setentas, no tomaron en cuenta las variables ambientales como política de

desarrollo y pese a que algunos gobiernos eran de “izquierda” las dimensiones sociales

presentaban una visión economicista. Lo que hace el informe Brundtland es, desde una

perspectiva económica, tratar de equilibrar lo económico, lo ecológico y lo social. Sin embargo,

no toma en cuenta las relaciones de poder que surgen por luchas constantes de intereses que se

generan cuando se intenta cambiar un modo de producir y de vivir en sociedades con un modo de

producción capitalista. Tampoco toma en cuenta los estudios poscoloniales que intentan

proponer una alternativa al desarrollo y no alternativas de desarrollo sostenible.

En la década de los ochenta surge un debate entre los economistas que interpretan a la

economía, en su dimensión física, por un lado, como un sub-sistema abierto dentro de otro

sistema total (ecosistema Tierra) y, por otro, como un sistema total, aislado y circular.

El primer enfoque concibe el sistema total (ecosistema Tierra) como finito, no creciente y

materialmente cerrado. Esto significa que para el problema de la escasez es necesario que la

producción de bienes no supere la producción de la naturaleza de materias primas. Para

45
mantener ese equilibrio es necesario gestionar la conservación de los ecosistemas que permitan

la producción de materias primas y por tanto la reproducción de la vida. El segundo enfoque

perteneciente a la economía convencional, concibe el ecosistema natural como un sector

extractivo del sistema económico, considerando irrelevante la capacidad de asimilación del

medio ambiente de los residuos del proceso económico. Las limitaciones tan sólo se referirán al

sector extractivo, las cuales se solventarían gracias a la tecnología con la sustitución del sector o

recurso escaso por otros renovables. Estas dos posturas que parecen irreconciliables, en el

informe Brundtland aparecen como complementarias, es decir que para que existan crecimiento

económico es necesario la conservación.

Robert M. Solow nos aclara el por qué conservación y desarrollo no son dos cosas opuestas,

sino complementarias. Para él, en primer lugar, se debe identificar cuál es la interpretación del

objetivo de la sostenibilidad que se puede hacer desde la noción actual de sistema económico.

Una vez definido el objetivo viene luego las recomendaciones para atenderlo, recomendaciones

que se extraen del sistema de razonamiento económico. Por último, se deben señalar las

limitaciones de ese planteamiento. Entonces, de acuerdo a la lógica del crecimiento económico

la pregunta que define la sostenibilidad es qué se quiere conservar, esto así si no se quiere que la

sostenibilidad, según Solow, sea sólo un deseo emocional.

Para Solow lo que debe ser conservado es el valor del stock de capital (incluyendo el capital

natural) con el que cuenta la sociedad, que es lo que, según este autor, otorgaría a las

generaciones futuras la posibilidad de seguir produciendo bienestar económico en igual situación

que la actual. Pero para conservar el stock de capital natural, es necesario invertir en

potencializar los servicios ecosistémicos y los procesos de conservación y autoconservación de

los mismos. Ahora bien, ¿de dónde sale el dinero? El dinero sale de los Estados y de las

46
organizaciones internacionales, pero es financiado por estas instituciones bajo la lógica del

crecimiento económico.

El tratamiento del tema de la sostenibilidad en términos monetarios, explica que se haya

extendido entre los economistas la idea de que el problema ambiental encontrará solución más

fácil cuando la producción y la renta se sitúen por encima de ciertos niveles que permitan

aumentar sensiblemente las inversiones en mejoras ambientales (Naredo. 52). Esto significa que

entre mayor crecimiento económico, mayor inversión para la sostenibilidad ambiental. Desde

luego que esto no se cumple al pie de la letra, pero es la idea que relaciona el desarrollo

económico y la conservación como complementos y no como opuestos. A partir esta postura se

propone vincular, de nuevo, lo físico con lo monetario y la economía con las ciencias de la

naturaleza.6

Esta postura tiene varias limitantes. En primer lugar, los límites físicos que impone la

biosfera. Esto significa que el crecimiento económico ilimitado tomando como referencia la

extracción y transformación de materias primas no es viable. En segundo lugar, la imposibilidad

física de un sistema que arregle internamente el deterioro ocasionado por su propio

funcionamiento invalida también la posibilidad de extender a escala planetaria la idea de que la

calidad del medio ambiente esté llamada a mejorar a partir de ciertos niveles de producción y de

renta que permitan invertir más en mejoras ambientales (Naredo, 54). En tercer lugar, el

deterioro ambiental o huella ecológica que no puede ser subsanado, hasta el momento, por

inversiones monetarias. Esto debido a que las bacterias y los nutrientes no elevan la producción

de materias primas aumentándoles el salario. Por último está el cambio climático y los procesos

globales y locales de los flujos de mercancías.

6
Esta propuesta ya había sido desarrollada por los fisiócratas.

47
En los manuales de ecología tradicionalmente se presentaba el triángulo suelo, clima y

vegetación, y se consideraba que en tanto la humanidad intervenía sobre el suelo y sobre la

vegetación, el clima en cambio era algo dado. A partir de los 80 eso cambió y ahora sabemos

que también incidimos en el clima. Ahora no se sabe a qué escala, pero que incidimos,

incidimos.

Hay una excesiva preocupación por el cambio climático que no es despreciable, porque las

extracciones que se hacen en la corteza terrestre afectan claramente a todo el territorio y la

biosfera del planeta. Pero el cambio del clima también es consecuencia última de otros cambios

e incidencias que se producen todos los días a nivel del suelo y la vegetación. Parecería que ya

no hay razones para hablar sobre la incidencia de la especie humana sobre la faz de la tierra, sino

sólo sobre su clima (Naredo, 1996).

Como muy bien se ve en los mapas de flujos mundiales de las materias primas medidos en

toneladas físicas, éstos convergen hacia tres puntos: Japón, Estados Unidos y Europa. En estos

países se concentra la mayor contaminación, porque concentran las materias primas para su

transformación, transformación que requiere de energía contaminante. Pero también el

transporte que se utiliza para llevar las materias primas de un lado a otro requiere de energía que

ocasiona contaminación dejando a su paso un gran impacto ambiental sin considerar

responsables. En este sentido, el problema del deterioro ambiental se globaliza.

Los tres núcleos de países ricos tienen una dependencia física muy fuerte con respecto al resto

del planeta, porque la necesidad de recursos minerales se acentúa inmensamente a causa de la

avidez de recursos del sistema […] (Naredo, 1996). Muy ingenuamente en los países ricos hay

gente que se siente ecologista, porque cuida su medio ambiente manteniéndolo limpio, pero que

48
no se da cuenta de que su país es súper dependiente de la importación neta, liberada de la ganga

y de las escorias, de recursos extraídos en otros lugares y fábricas del mundo. Lo que se debe

tomar en consideración, muy claramente, es la huella de deterioro ecológico provocado no solo a

nivel local sino a gran escala (Naredo, 1996). Vale señalar que el cálculo económico ordinario

valora los bienes que nos ofrece la Naturaleza por su coste de extracción y no por el de

reposición.

Independientemente de la definición de desarrollo sostenible que se tome, existen

implícitamente tres características comunes a todas ellas: “[…] se amplía la extensión del

horizonte temporal; se exige una valoración del medio ambiente más adecuada; y se busca la

satisfacción de las necesidades (presentes y futuras), surgiendo el problema de la equidad intra e

intergeneracional.”(Daly & Gayo, 1995, p. 22). El problema de la equidad intra e

intergeneracional radica en lo siguiente. La economía neoclásica distingue entre la asignación y

distribución de recursos a través de la condición paretiana. La condición paretiana, en primer

lugar, dice que: “[…] no es posible que los individuos comparen sus utilidades personales entre

sí.” (Daly & Gayo, 1995, p. 28)

Es decir, que cada individuo tiene asignado un ingreso diferente al de los demás (unos tienen

más que otros). En segundo lugar: “[…] la utilidad total social aumenta [PIB] cuando los

recursos se redistribuyen desde la baja utilidad marginal de los usos de ricos [poco consumo]

hacia la alta utilidad marginal de los usos de los pobres [alto consumo]”. (Ibíd.). Esto significa

que para mantener un crecimiento constante, los pobres deben tener un excedente en sus

ingresos, el cual les permita consumir más de lo que se necesita para sobrevivir.

49
Pero qué pasa con esta distinción neoclásica en un contexto de desarrollo sostenible. Pues

bien, resulta que no profundiza en la aplicación de una distinción análoga y con perspectiva

dinámica entre la asignación intertemporal (la asignación a una persona en las diferentes etapas

de su vida) y la distribución intertemporal (la distribución entre generaciones diferentes, entre

personas del presente y del futuro). “La distribución intertemporal es un problema ético, de

justicia social, y no una función de la tasa de interés.” (Ibíd.) Lo que se busca con esta distinción

es introducir una perspectiva dinámica (que no solo mire el presente, sino también el futuro) e

involucre variables éticas, sociales y de justicia ambiental dentro del análisis de la distribución

de los recursos. Sin embargo, sigue teniendo un sesgo economicista el cual plantea sostener el

subsistema económico conservando los ecosistemas (pero no todos) e involucrando variables

éticas, sociales y de justicia ambiental.

Ahora: “[…] la disponibilidad de recursos naturales es un factor básico dentro del desarrollo

sostenible, dado que lo limita, por lo que se requiere una utilización eficiente del recurso escaso.”

(Daly & Gayo, 1995, p. 22). Según la perspectiva economicista, las diferencias surgirán con

base a: (1) qué entiende cada teoría del desarrollo sostenible por «utilización eficiente» de los

recursos naturales; (2) la mayor o menor confianza que se tenga en la sustitución del capital

natural por capital humano (desarrollo tecnológico más eficiente, sociedad del conocimiento);

(3) por las distintas funciones que se le reconozcan al medio ambiente dentro del sistema

económico (conservación, reproducción, explotación). En este orden de ideas, sobresalen

principalmente cuatro enfoques, que se diferencian en las distintas perspectivas y soluciones que

dan a la amplia temática recogida dentro de dicho concepto, y que sintéticamente se enmarcan en

dos grupos según tenga más peso en su discurso la tecnología o la ecología.

50
En el primer grupo están los enfoques tecnocéntricos, se caracterizan porque: “[…] en ellos la

fe de la humanidad en la tecnología es casi ilimitada para solucionar el problema de la escasez de

los recursos naturales” (Ibíd). Dentro de este grupo se pueden distinguir dos subgrupos según

sea la actitud hacia el capital natural: el enfoque cornucopiano o de economía de frontera

(ecoeficiencia), que supone una fe ciega en la eficiencia tecnológica. Esto conlleva a una

sustitución del capital natural por el capital humano (crecimiento basado en la explotación del

conocimiento y ya no en los recursos naturales). El enfoque acomodativo o de economía

ambiental, en donde la fe en la tecnología no es ciega, pero sí en grado bastante alto. En este

enfoque, se empiezan a introducir los costes sociales de la degradación ambiental en sus

estrategias de desarrollo.

1.5 Enfoques tecnocéntricos

La ecoeficiencia es el nuevo paradigma de los ejecutivos verdosos que consiste básicamente en

mejorar la compatibilidad ecológica, la equidad y la satisfacción de las necesidades

potencializando simultáneamente el crecimiento económico, la justicia social y la protección del

medio ambiente mediante la eficiencia tecnológica. Se intenta reducir a la mitad la energía y los

materiales por unidad de producto. Sin embargo, no se toma en cuenta que ningún proceso

material puede durar indefinidamente en un medio finito y ningún material puede ser reciclado

indefinidamente, lo que se hace es disminuir el tiempo de consumo de bienes materiales.

Tampoco toma en consideración las desigualdades sociales, el consumo de energía por

persona en condiciones sociales asimétricas, los riesgos. Ahora, esta idea es pensada para

disminuir la contaminación en el ámbito industrial, pero también con el ánimo de crear un nuevo

mercado. “Como se piensa que la pobreza es tanto causa como efecto de los problemas

51
ambientales, el crecimiento económico se hace necesario para eliminar la pobreza, con el

objetivo, a su vez, de proteger el ambiente.” (Escobar, 1995, p. 12). El problema es el siguiente:

“El círculo vicioso se presenta dado el empirismo del discurso liberal, el cual ha llevado a los

analistas de ecosistemas a concentrarse en las actividades depredadoras de los pobres, sin discutir

satisfactoriamente la dinámica social que genera la actividad eco-destructiva de los pobres. La

razón no es otra que los mismos procesos de desarrollo económico que han desplazado a las

comunidades de indígenas y campesinos de sus entornos habituales, empujándolos a sitios y

ocupaciones donde necesariamente tienen que afectar negativamente el ambiente.” (Ibíd.).

Lo que conlleva al agotamiento de los recursos (y a la contaminación) y perjudica a los

pobres, es el crecimiento económico. Wolfang Sach, ha resumido que la redefinición del

crecimiento económico que el discurso de desarrollo sostenible intenta realizar ha sido un

fracaso, porque: “[…] a diferencia de las propuestas de los años setenta (tales como la de los

informes el Club de Roma), los cuales se centraban en los límites del crecimiento, el discurso

liberal de los ochenta se centra en el crecimiento de los límites [tolerancias].” (Sachs 1988)

[(Escobar, 1995, p. 12)].

Por otro lado, la crítica ecosocialista al discurso liberal del desarrollo, se centra tanto en la

fase ecológica como en la segunda contradicción del capitalismo. “La hipótesis central de este

concepto es que el capitalismo se reestructura cada vez más a expensas de las llamadas

condiciones de producción.” (Escobar, 1995, p. 14). Por ejemplo, los cultivos de árboles. En la

fase ecológica: “[…] la dinámica primaria del capital cambia de forma, de la acumulación y

crecimiento en base a una realidad externa, a la conservación y autogestión de un sistema de

naturaleza capitalizada cerrada sobre sí misma.” (Ibíd, p. 16). Por ejemplo, el discurso de la

52
biodiversidad. La naturaleza es vista no tanto como materia prima a ser usada en otros procesos,

sino como reserva de valor en sí misma. En este sentido, las comunidades autóctonas están

siendo finalmente reconocidas como dueñas de sus territorios (o lo queda de ellos), pero solo en

la medida en que acepten verlos como reservas de capital (Escobar, 1995).

“Desde la perspectiva ecosocialista, para resumir, el discurso liberal del desarrollo sostenible

no pretende la sustentabilidad de la naturaleza sino la del capital; desde la culturalista, lo que está

en juego es la sustentabilidad de la cultura occidental.”(Escobar, 1995, p. 17). Ahora bien, una

cosa es clara, desde la perspectiva eco socialista: “[…] los movimientos sociales y las

comunidades del Tercer Mundo necesitan articular estrategias productivas alternativas que sean

sustentables ecológica y cultural mente y, al mismo tiempo, practicar una resistencia semiótica a

la redefinición de la naturaleza buscada por el capital ecológico y los discursos eco y neo-

liberales.” (Escobar, 1995, p. 17).

1.6 Enfoques ecocéntricos

En el segundo grupo están los enfoques ecocéntricos, se caracterizan porque:

“[…] recogen un pensamiento económico más amplio que el existente en la actualidad, al

pretender incluir todos los aspectos – no sólo los estrictamente económicos – de la realidad. Su

fe en la tecnología es mucho más restringida y optan por un cambio de sistema para evitar

catástrofes que se podrían estar generando ahora mismo debido al actual tamaño del sistema

económico. Existen también aquí diferencias de grado, destacando en el extremo más radical la

ecología profunda o economía en estado estacionario, y en una posición algo más moderada en

su ataque al sistema vigente está el enfoque comunalista o eco-desarrollo, que básicamente

pretende introducir los principios de la termodinámica dentro de la ciencia económica.” (Ibíd)

53
Una economía en estado estacionario parte de la premisa de que la economía, en sus

dimensiones físicas, es un subsistema abierto dentro de otro sistema total (el ecosistema Tierra o

Biosfera) que es finito, no creciente y materialmente cerrado. Una de las características de la

economía estacionaria es mantener constante las tasas de procesamiento de materia y energía

(input y output entre la Biosfera y la demanda de bienes de la sociedad). En este sentido, una

economía estará en estado estacionario si sus input/output se mantienen constantes a un nivel que

ni explota el medio ambiente por encima de su capacidad regenerativa, ni lo poluciona más allá

de su capacidad de absorción.

Otra característica es que se mantenga constante tanto la población de organismos humanos

como el capital natural existente. En otras palabras, defiende que ante el problema de la escasez

de recursos naturales la solución para el sostenimiento del subsistema económico (y justo para

con las generaciones futuras) es conservar intacta la actual cantidad de capital natural.

La crítica que se le hace a este enfoque es la siguiente. Supongamos que se mantiene estable

la población, en términos cuantitativos persona/Km2, cosa que la capacidad de carga de la

biosfera no exceda la capacidad regenerativa del medio ambiente. Pero resulta que:

“[…] un niño nacido en Estados Unidos representa un impacto destructivo en los ecosistemas

de la Tierra y en los servicios suministrados por éstos dos veces superior que el de un niño

nacido en Suecia; tres veces superior que el de un niño nacido en Italia; 13 veces superior que el

de uno nacido en Brasil, 35 veces superior que el de un niño hindu; 140 veces superior que uno

nacido en Bangla Desh o Kenia y 280 veces superior que si ese niño naciera en Chad, Rwanda,

Haití o Nepal. La variabilidad interindividual en el consumo de energía es tan grande que

implica una diferencia radical con cualquier otra especíe.”(García, 1996, p. 49)

54
En síntesis, si se analiza aisladamente la explosión demográfica como el número de personas

por Km2 y no se toma en cuenta que el problema del crecimiento poblacional humano está

asociado a una variedad de factores de tipo social, económico y político, pues no se llega a

ninguna parte. Ahora bien: “[…] los argumentos en torno a la capacidad de carga sólo son

interesantes si se postula que, a diferencia de cualquier otra especie, los seres humanos son

capaces de alterar su estructura de necesidades por razones distintas a la existencia o carencia de

medios con que satisfacerlas.” (García, 1996, p. 51).

Desde una postura constructivista la crítica que se le hace al enfoque de economía

estacionaria es que si bien es cierto hay límites físicos sobre la explotación de los recursos

naturales, la última pieza de carbón no significa la extinción de la especie humana, sino el fin de

un modelo de explotación llamado a ser reemplazado por otro. Por lo tanto, si una visión

estacionaria (objetivista) se basa en la idea de que los recursos espaciales y medio ambientales

tienen una sola forma sustentable de uso, inscrita en el carácter del territorio, la alternativa

constructivista señala que hay muchas formas sociales de aprovechamiento, que permiten una

sostenida explotación de los recursos y no una sola.

Posición constructivista de la que se derivan las ideas de diferentes formas de gestionar los

recursos (saberes locales) y de producirlos y no sólo una única forma de hacerlo (gestión

centralizada). Decir que la escasez reside en la naturaleza y que existen los limites naturales, es

ignorar en qué medida la escasez es socialmente producida y cómo los límites son una relación

social dentro de la naturaleza (incluyendo la sociedad humana), más que una necesidad impuesta

desde el medio físico. Ahora, aunque hay que reconocer la capacidad humana para transformar

el medio, esa capacidad de transformación no es infinita al encontrarse limitada por los rasgos

concretos de las condiciones físicas de la naturaleza.

55
No obstante, hay que tener en cuenta que no sólo varían los valores y fines sociales, en

términos históricos, sino que también lo hacen los elementos y procesos naturales. Luego, la

escasez producida socialmente parte del conjunto de definiciones y prácticas sociales que hace

posible su constante redefinición, mediante la transformación del sistema social y de sus

interacciones con el medio. Esto significa que cambiando la forma de producir haciéndola más

eficiente mediante nuevas tecnologías, buscando energías y recursos renovables, se podrá

solventar la escasez de recursos naturales.

El enfoque del ecodesarrollo o bioeconómico incorpora leyes de la física como la entropía y la

cuarta ley de la termodinámica. La tesis que se deriva es que: “[…] la vida social sólo puede

mantenerse al precio de reducir la capacidad del entorno natural para sostenerla a largo plazo

[esto depende de la ley de la entropía].” (Ibíd, p. 53). Desde esta perspectiva la noción de

desarrollo sostenible es contradictoria, porque: “Si el desorden introducido en el entorno es muy

grande [entropía], el sistema puede acceder a una nueva forma de adaptación consumiendo más

energía (pero aumentando entonces todavía más la degradación del medio).” (Ibíd.). La solución

es conservar el medio ambiente, porque así se recicle, “la cuarta ley de la termodinámica dice

que los materiales también se disipan irrevocablemente.” (Ibíd.).

Ahora, hay un enfoque que quizás sea novedoso a la hora de abordar la cuestión de la crisis

ecológica diferente al ecodesarrollo. El físico Peter Kafka propone que la crisis ecológica es

sobre todo un asunto de velocidad y de la globalización. “Un sistema se vuelve insostenible si

(a) se acelera demasiado y no tiene tiempo de seleccionar las adaptaciones más viables; y si (b)

se globaliza demasiado, es decir, se vuelve incapaz de fracasar en algunas de sus partes

sobreviviendo en otras, y se lo juega todo a una carta, por así decirlo.” (ibíd.). En la sociología

contemporánea se repite hasta la saciedad que vivimos una época de intensos y rápidos cambios.

56
Sin embargo:

“Hay en esta percepción una notable confusión. Aceleración no es exactamente lo mismo que

cambio social. Más bien impide el cambio, pues éste requiere tiempo para detectar y corregir los

errores. Como enseña la filosofía de la ciencia, la mente puede detectar el error, pero no la

verdad. Un sistema excesivamente acelerado pierde esta cualidad y se vuelve rígido, incapaz de

la flexibilidad necesaria para seleccionar adaptaciones viables.” (García, 1996, p. 54)

El resultado de estos debates fue la creación del Índice de Desarrollo Humano en 1990, el cual

se inspiró en los aportes de Amartya Sen sobre el enfoque de las capacidades. Este enfoque tuvo

influencia en Latinoamérica y se lo potenció y popularizo con el nombre de “Desarrollo a Escala

Humana” siendo Manfred Max Neef, economista chileno, su máximo exponente. El Desarrollo a

Escala Humana se basa en tres postulados centrales: “[…] el desarrollo se enfoca en las personas

y no en los objetos, distingue satisfactores de necesidades, y la pobreza es un concepto plural que

depende de las necesidades insatisfechas (Max-Neef et al., 1993 en (Gudynas, 2011, p. 28)).

Aunque este enfoque plantea otra forma de desarrollo poniendo énfasis en lo cualitativo, es

criticada por que sigue la lógica del crecimiento sostenible como una opción de rectificación,

reparación o modificación del desarrollo contemporáneo y no como una transformación de la

base ideológica. Tal como lo describe Gudynas:

“Esto hace que sea necesario distinguir entre los “desarrollos alternativos” de las “alternativas

al desarrollo”. El primer caso sirve para las distintas opciones de rectificación, reparación o

modificación del desarrollo contemporáneo, donde se aceptan sus bases conceptuales, tales como

el crecimiento perpetuo o la apropiación de la Naturaleza, y la discusión se enfoca en la ins-

trumentalización de ese proceso. En cambio, las “alternativas al desarrollo” apuntan a generar

57
otros marcos conceptuales a esa base ideológica. Es explorar otros ordenamientos sociales, eco-

nómicos y políticos de lo que veníamos llamando desarrollo.” (Gudynas, 2011, p. 42)

NATURALEZA Y CULTURA LA OTRA CARA DEL DEBATE

Hasta el momento hemos visto los enfoques, debates y modelos desde una perspectiva

económica. En lo que sigue del texto voy hacer referencia a los enfoques culturalistas. Los

replanteamientos que se hicieron al desarrollo convencional se articularon con las demandas de

los movimientos ambientalistas desde la década de 1970 como lo menciona Astrid Ulloa:

“[…] alimentaron las discusiones de las ciencias sociales y naturales, ayudando a la

consolidación de nuevas perspectivas teóricas cuestionando las concepciones y relaciones con la

naturaleza y presentando un modelo político que critica la estrategia global del crecimiento

ilimitado y la racionalidad moderna en su faceta de subordinar, conquistar y dominar la

naturaleza.” (Ulloa, 2011, p. 10)

El problema para el enfoque ambientalista ya no es simplemente una cuestión de escases, es

también una lucha por definir la realidad tal como lo menciona Escobar: “Estos discursos [de

desarrollo] no son necesariamente descripciones objetivas de la realidad, como en general se

pretende, sino reflejo de la lucha por definir la realidad en ciertas forma y no en otras.” (Escobar,

1995, p. 8). Estas luchas siempre están ligadas al poder, así sea solo por el hecho de que de unas

percepciones y definiciones dadas conlleven a políticas e intervenciones que no son neutras en

relación a sus efectos sobre lo social. En términos antropológicos: “[…] las discusiones actuales

en torno a la naturaleza se centran en nuevos tipos de análisis, en los cuales la naturaleza es un

ente con capacidad de acción y con un dinamismo propio que replantea la visión de una

naturaleza pasiva o prístina.” (Ulloa, 2011, p. 11).

58
Las transformaciones que se han dado en la antropología ecológica, ambiental o de la

naturaleza pueden sintetizarse en: “a) Cambios en la concepción dual de naturaleza/cultura; b)

Introducción de análisis que articulan lo local, regional y global; c) Nuevas concepciones de la

historia; d) Replanteamientos sobre la espacialidad (territorio, lugar y paisaje).” (Ulloa, 2011, p.

10). Ahora bien, la tesis sobre la cual versa la antropología contemporánea es que diferentes

significados sobre naturaleza implican procesos de negociación y conflictos, el cual tiene un

contenido político.

Dado que se requiere repensar el naturalismo y sus relaciones de depredación con la

naturaleza, los enfoques antropológicos sobre el medio ambiente adquieren una gran

importancia, porque permiten pensar procesos contemporáneos como, por ejemplo, la

biodiversidad y el cambio climático a partir de procesos locales de gestión y conservación

ecosistémica. El paradigma comunitario sobre la naturaleza, por ejemplo, plantea: “[…] la no

separación entre naturaleza y sociedad y las nociones monológicas y de certeza (cultura),

enfatizando – en cambio – en la contingencia y el diálogo” (1996:72) [(Ulloa, 2011, p. 14)].

Esta perspectiva implica ir más allá del individuo para centrarse en la totalidad del contexto a

nivel local. La persona actúa dentro de contextos siguiendo su actividad cotidiana. En este

sentido, los humanos y el medio ambiente son vistos como un proceso de interrelación y

reciprocidad. Además, esta perspectiva implica que a partir del conocimiento local se analicen

las relaciones entre humanos y medio ambiente.

El perspectivismo multinatural – otro enfoque sobre la interpretación de lo natural – plantea

que se debe analizar las relaciones entre los humanos y los no humanos, no desde la dualidad

(naturaleza/cultura), sino desde una multiplicidad donde prima lo social. Esto significa que se

debe replantear la dimensión de lo animal (no humano), donde éste se estudie en su capacidad de

59
acción, intencionalidad y sentimiento, lo que permite reconsiderar los límites entre lo animal y

lo humano. De esta manera, se deben tener en cuenta no sólo las actitudes y relaciones de los

humanos hacia las especies, sino las de estas hacia los humanos, junto con la manera en que

establecen una relación mutua.

Otro enfoque sobre la concepción de la naturaleza es la etnoecología que surge como posible

solución a la problemática del cambio climático uniendo dos disciplinas, la antropología y la

biología. Desde la etnoecología, los replanteamientos sobre las concepciones naturaleza/cultura

a la luz de las lógicas locales buscan el entendimiento de conocimientos específicos de acuerdo a

las situaciones particulares con el fin de articular los conocimientos locales con problemas más

amplios como la diversidad biológica y el cambio climático. En este sentido, la etnoecología

significa: “[…] el análisis de las perspectivas sobre la naturaleza de acuerdo con los

conocimientos y las situaciones particulares (posición e intereses de género, edad,

especialización, etc.) de los individuos y la manera en que éstas se articulan para la toma de

decisiones, acceso y control del entorno.”(Ulloa, 2011, p. 15). La etnoecología y sus variantes

(etnoclimatología, etnobotánica, entre otras) parten de los conocimientos locales y plantean

estrategias frente a las transformaciones ambientales.

Otro enfoque que aunque no es propio de la antropología, es adoptado para realizar análisis de

relaciones de poder que hay entorno a la explotación de los recursos naturales, es la ecología

política. Esta se encarga de analizar las relaciones de poder que se entretejen entre los mundos

de la vida cotidiana y el mundo globalizado y los conflictos de distribución ecológica (Ulloa,

2011). De esta manera, los actuales análisis de la ecología política trascienden el marco de lo

institucional para acceder a las prácticas diarias y a las esferas de lo privado. “La antropología

contribuye a esta perspectiva al situar las concepciones, percepciones, representaciones,

60
significados y prácticas de los indígenas, campesinos y diversas culturas de una manera

compleja, dentro de las políticas ambientales locales, regionales, nacionales y globales.” (Ulloa,

2011, p. 24).

Arturo Escobar desde una perspectiva de la ecología política hace una crítica al discurso del

desarrollo (la modernidad), pero en términos foucaultianos. Esto quiere decir que identifica las

prácticas que se originan en el discurso del desarrollo para luego mirar las consecuencias

negativas y plantear una propuesta desde lo subalterno como solución a las contradicciones de la

modernidad. Esto lo hace con el fin de demostrar que: “[…] en los lenguajes de la diferencia

subalterna, utopismo crítico y una modernidad reinterpretada hay posibilidades de hallar un

nuevo marco teórico para imaginar un más allá del Tercer Mundo en formas que, al menos, re-

elaboren algunas de las trampas modernistas del pasado”(Escobar, 2010, p. 61). Los

argumentos que plantea para defender y demostrar la postura anterior son los siguientes:

Al combatir los síntomas más no la causa de las crisis sociales, políticas y ecológicas, la

habilidad de la modernidad para proveer soluciones a los problemas modernos (desigualdad,

equidad, justicia, pobreza, medio ambiente) entra en crisis.

La modernidad es un fenómeno intra- europeo. Esta reinterpretación visibiliza el lado oculto

de la modernidad, esto es, aquellos conocimientos subalternos y prácticas culturales en el mundo

que la modernidad misma ha suprimido, eliminado, invisibilizado y descalificado (el mundo

colonial).

Los movimientos sociales contemporáneos vistos desde la diferencia colonial sugieren la

necesidad de desplazarse de la sociología de las ausencias de los conocimientos subalternos a la

política de la emergencia de los movimientos sociales.

61
Enrique Leff introduce las nociones de productividad eco-tecnológica y de racionalidad

ambiental, donde el proceso productivo está conformado por tres niveles de productividad:

ecológica, tecnológica y cultural. “En el nivel cultural, se deben traducir los valores y

organizaciones culturales en un principio de productividad para el uso sustentable de los recursos

naturales (1993: 50).” (Escobar, 1995, p. 17). El éxito de esta propuesta, según Leff, dependerá

de la posibilidad de articulación entre las economías autogestionarias locales que se embarquen

en la construcción de esquemas alternativos, y las economías nacionales y mundiales, pero con la

ayuda de la tecnología.

La antropología del ambientalismo se centra en análisis etnográficos para estudiar el

ambientalismo como un tipo de acción humana. La ecología histórica redimensiona sus

potencialidades para poder restaurar ecosistemas y paisajes (estudios de reforestación). La

ecología humana adopta una perspectiva política y centrada en análisis ecosistémicos. Desde la

perspectiva ecosocialista, para resumir, el discurso liberal del desarrollo sostenible no pretende la

sustentabilidad de la naturaleza sino la del capital; desde la culturalista, lo que está en juego es la

sustentabilidad de la cultura occidental.

AMERICA LATINA Y EL SUB-DESARROLLO SOSTENIBLE

Como ya se mencionó anteriormente la “izquierda latinoamericana”, en los años 70, reaccionó

frente al informe Meadows señalando que los problemas no eran físicos sino sociopolíticos, y

que el deterioro del medio físico no era una consecuencia inevitable del progreso humano, sino el

resultado de una organización social cimentada en valores en gran parte destructivos. A partir de

esta reacción surge una ruptura conceptual que se deriva en desarrollo sostenible y sustentable.

A esta ruptura no se le ha prestado suficiente atención y suele señalarse que es simplemente un

62
problema de traducción lo cual oculta un gran debate entre intereses del Norte industrializado y

el Sur sub-desarrollado.

¿Cómo define el informe Brundtland el Desarrollo sostenible? Bueno, pues para hacer que el

desarrollo sea sostenible:

“[…] es necesario asegurar que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la

capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propia, y agrega que el concepto de

desarrollo sostenible implica limites, no absolutos, sino limitaciones que imponen a los recursos

del medio ambiente, el estado actual de la tecnología y de la organización social y la capacidad

de la biosfera para absorber los efectos de las actividades humanas. A renglón seguido, la

Comisión advierte que un mundo donde la pobreza es endémica, será siempre propenso a sufrir

una catástrofe ecológica de uno u otro tipo.” (Carrizosa, 1988, p. 300) [Eschenhagen, 1998, p.

9].

En cambio desde el Sur se define de la siguiente forma:

“El desarrollo sustentable debe movilizar los recursos para la satisfacción de las necesidades

esenciales de la población como forma de elevar la calidad de vida de esta generación y de las

futuras, a través de la máxima utilización de los recursos naturales a largo plazo con tecnologías

adecuadas para estos fines y con la activa participación de la población en las decisiones

fundamentales del desarrollo. ”(Sejenovich, 1990, p. 26) [Ibíd.].


Si comparamos estas dos posturas vamos a encontrar que la diferencia radica principalmente

en qué se entiende por la utilización eficiente de los recursos naturales y las distintas funciones

que se le asignen al medio ambiente (conservación, reproducción, explotación). El norte tiene

como referencia un modelo biofísico que se llama capacidad de carga de un ecosistema para
63
absorber los efectos de las actividades humanas. En este sentido, se entiende por utilización

eficiente de los recursos naturales, la gestión de estos para la producción de bienes y servicios lo

cual no supere la capacidad de carga del ecosistema asegurando la demanda de las generaciones

presentes y futuras. La función que se le asigna al medio ambiente es de conservación para la

reproducción de bienes y servicios.

En cambio desde el sur, la utilización eficiente de los recursos naturales es entendida como la

maximización de la utilidad de los recursos naturales a largo plazo con tecnologías adecuadas

para tales fines con el fin de elevar la calidad de vida de esta generación y de las futuras. Aquí

no aparece el modelo de la capacidad de carga, sin embargo hace énfasis en satisfacer las

necesidades esenciales de las personas y de la participación de población en las decisiones

fundamentales del desarrollo. La función que se le asigna al medio ambiente es de explotación.

Esta postura está enmarcada en ideas clásicas de economía, esto quiere decir desarrollo

industrial, crecimiento económico, desarrollo de las fuerzas productivas (técnica y tecnología)

que conlleve al bienestar social.

Lo anterior se puede evidenciar con la célebre afirmación de un funcionario brasileño en

Estocolmo en 1972:

“[…] «queremos contaminación porque necesitamos industrializarnos, y si el precio de la

industrialización es la contaminación, aceptémosla». Esas ideas están cambiando, pero ésa es

una posición ideológico-política que prevalece mucho en los países latinoamericanos, donde se

confunde también con la idea de que la protección del medio ambiente es de origen nórdico, que

viene de los países desarrollados, que nos va a costar mucho, nos va a hacer más costosa la

industrialización, y que es una imposición de los sistemas imperialistas.” (Urquidi, 1985, p. 18).

64
Pero detrás de estas posiciones lo que hay es todo un debate sobre las relaciones entre países

del norte desarrollado y el sur en vía de desarrollo. Con posterioridad Arturo escobar va a

señalar: “Para las entidades del Norte, lo importante es asegurar el acceso continuado a los

recursos del Sur, ya que estos son la base de una inmensa industria.”(Escobar, 2010, p. 20). La

lucha es, pues, por un tipo de desarrollo que beneficie a los intereses, si se quiere, de la burguesía

nacional de cada país Latino Americano.

El uso de la tecnología es fundamental tanto para los países desarrollados como para los que

están en vía de desarrollo. La diferencia radica en que para los primeros la prioridad es la

sostenibilidad del sistema económico, mientras que para los segundos es el bienestar social. Esto

no significa que no se intente cuidar los recursos naturales, esto se hace mediante los servicios

ecosistémicos, pero enfocados a la sostenibilidad del capital y no de la naturaleza.

La Comisión Brandt inició sus labores en diciembre de 1977, la versión final de su informe

fue escrita a finales de otoño de 1979. La labor de la Comisión coincide con el período más

turbulento de la historia económica mundial, que se caracteriza por el continuo deterioro no sólo

de las relaciones entre Norte y Sur, sino también de las condiciones económicas a nivel mundial.

En este informe Brandt, se trata la política de desarrollo en un sentido amplio, incluyendo -

además de las cuestiones de ayuda, comercio y monetarias - las áreas de energía, materias primas

y ecología. También se tratan temas que, a juicio de la Comisión, deben ser factores más

determinantes de la discusión entre Norte y Sur, tales como el desarme y el desarrollo, el

crecimiento demográfico y el problema de los refugiados (Fischer. 1981).

El hecho es que el informe salió a la luz en una época en que el interés de los países

occidentales industrializados en los problemas del Sur subdesarrollado se encontraba en su nivel

65
más bajo desde el final de la Segunda Guerra Mundial, debido tanto a las graves dificultades

económicas internas en los países avanzados como al renacimiento de la guerra fría entre las dos

superpotencias.

Los medios de comunicación y la opinión pública norteamericanas estaban totalmente

concentrados en la campaña electoral, el grave deterioro de la economía interna y, de manera

marginal, el problema de los rehenes en Irán y el conflicto de Afganistán. Durante los mismos

meses tanto los medios de comunicación masiva como los gobiernos europeos se ocupaban de

las menos deprimentes noticias económicas de su lado del Atlántico, de las continuas reyertas de

la CEE entre Londres y Bruselas, y de las maniobras de Francia y Alemania Occidental,

tendientes de reestablecer contactos políticos y estratégicos con la Unión Soviética sin poner en

peligro la alianza del Atlántico del Norte. En los años 80 en América Latina se presenta una

crisis inflacionaria, financiera, política y social que desvía la atención de los gobiernos hacía otro

tipo de temas.

Adicionalmente la crisis del petróleo y de la deuda pública; la creciente desigualdad social; la

concentración de la tierra y la debilidad de los estados y la democracia; la inflación y

devaluación de la moneda nacional hace que los gobiernos latinoamericanos se preocupen más

por estos temas que por los temas ambientales propiamente dichos.

Hasta el momento se ha realizado un repaso sobre los cambios que se introdujeron a partir del

siglo XVIII en las ideas económicas acerca del crecimiento ilimitado y sus consecuencias para el

deterioro ambiental. Luego se planteó el debate en torno al desarrollo sostenible y se

describieron algunas posturas de las principales corrientes de las cuales se derivaran muchas

otras alternativas. Por último, se realizó un barrido por las diferentes posturas culturalistas, las

66
cuales defienden estilos de vida, formas de actuar, pensar y sentir diferentes a los occidentales en

áreas en donde aparentemente no ha llegado el progreso occidental.

1.7 Desarrollo inacabado, sostenibilidad inerme

Entre los cambios de naturaleza política después de la caída del muro de Berlín se encuentran el

fin de la guerra fría; el cambio espectacular en la Unión Soviética y en la Europa Oriental; la

consolidación del paradigma democrático como un valor aceptado a escala internacional y, en

este contexto, una mayor atención a los problemas de los derechos humanos; el conflicto reciente

del Golfo Pérsico, que provocó, por primera vez en la historia de las Naciones Unidas, una

intervención para imponer una decisión del Consejo de Seguridad.

Los acontecimientos del Golfo Pérsico pueden implicar un cambio importante en el

comportamiento político del sistema y en el ejercicio del poder por las grandes potencias. El

colapso del llamado "socialismo real" determina que exista en este momento prácticamente un

solo sistema dominante en el orden internacional: el de las economías capitalistas. En el nuevo

marco se han generalizado los criterios de mercado, el replanteamiento de la función del Estado,

la vinculación más estrecha al sistema internacional. Surgen, asimismo, acuerdos regionales, el

más importante es el de la Comunidad Económica Europea, pero también los procesos de

integración subregional que se están dando en América Latina, como el caso del Mercosur (el

mercado común proyectado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y la formación de una

zona comercial preferencial en el sudeste asiático.

Al mismo tiempo que se dan estos acontecimientos nuevos, subsisten otras tendencias

manifestadas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, que tienen en la actualidad una

importancia muy significativa en la evolución de la economía internacional y en la posición de

67
los países de América Latina. En primer lugar, el impacto de la ciencia y la tecnología sobre el

desarrollo de las relaciones internacionales. Los paradigmas tecnológicos dominantes de la

informática, la electrónica, la biotecnología, los nuevos materiales, tienen rasgos muy distintos a

los que predominaban en el cambio tecnológico de mediados del siglo pasado, cuando la mayor

parte de nuestros países se insertaron al sistema internacional.

Estos nuevos paradigmas tecnológicos se caracterizan por ser ahorradores de mano de obra no

calificada, por sustituir esa mano de obra por conocimiento y por personal con alto nivel de

formación, por una disminución de la participación de las materias primas y de los productos

primarios en la producción final. Este fenómeno es definido como la desmaterialización de la

producción; por ejemplo, la sustitución de materias primas naturales por materiales sintéticos y la

economía en los mismos procesos industriales.

Hay otros acontecimientos igualmente importantes ligados a este impacto de la tecnología.

Por ejemplo, la menor importancia relativa que hoy tienen las economías de escala. La

informática, la electrónica y las nuevas organizaciones de sistema, han producido una

disminución de las escalas de producción en muchas actividades de vanguardia.

Consecuentemente, hoy las unidades productivas más eficientes suelen no ser las empresas

gigantes, sino empresas medianas y pequeñas capaces de participar en los nuevos paradigmas

tecnológicos (Castells, 1999).

Pero la crisis de los ochenta revela que aquellos cambios fueron claramente insuficientes para

establecer modelos sustentables de largo plazo que pudieran no sólo movilizar el potencial de

nuestros países, sino elevar el nivel de vida de los pueblos e insertarlos dinámicamente en el

sistema internacional. Así se llegó a la situación crítica de principios de los noventa. Se produjo

68
una concentración exagerada del ingreso y la subsistencia de pobreza crítica y de marginalidad

en sectores fundamentales de nuestras sociedades. Tal como lo afirma Ferrer: “La tendencia

crónica al desequilibrio presupuestario, al déficit, estimuló el desequilibrio macroeconómico y la

inflación.” (Ferrer, 1992, p. 7).

Las intervenciones del Estado generaron una presencia pública importante pero que no

respondió plenamente a las demandas de transformación social en el campo de la educación, las

políticas sociales, la salud. Se comenzó a cuestionar la debilidad del Estado como agente de

cambio. La mayor parte de nuestros países entró en imprudentes políticas de endeudamiento.

“Esto generó una fantástica deuda externa que, al producirse el cambio en la política de los

bancos y en el contexto mundial, provocó la llamada «década perdida»” (Ibíd.).

Una de las conclusiones a las que se llegó a principios de los años 90 por parte de la CEPAL

(Comisión Económica Para América Latina) fue: “El desarrollo contemporáneo de América

Latina tiene que ser un desarrollo transformador, endógeno, sistemático, que afirme la identidad

nacional, que descanse en sus propias fuerzas y que, al mismo tiempo, esté abierto hacia el

sistema internacional” (Ibíd, p. 9). Este desarrollo endógeno señala, también, la importancia e

impacto que tiene los recursos humanos (educación) sobre la competitividad.

Una segunda conclusión a la que se llego fue que el desarrollo debía desarrollarse dentro de

sistemas democráticos. El desarrollo endógeno se ha entendido de diferentes formas a tal punto

que el ecodesarrollo (una de las posturas del mainstream académico) tenga un sin número de

posturas que nacen de combinar disciplinas como la antropología y la biología; la sociología y

ecología e incluso la economía, la física y la biología. Como estrategias complementarias, el

ecodesarrollo se plantea la multiplicación de las actividades del sector primario, así como la

69
investigación sobre todo lo renovable, desde la energía a la alimentación, haciendo especial

hincapié en el desarrollo de los bosques y otras formaciones vegetales. En este contexto de

cambios políticos y económicos tanto a nivel global como regional, América Latina se introduce

en las políticas de medio ambiente y desarrollo sostenible de una manera aparentemente

diferente al norte desarrollado.

70
CONSTITUCIÓN DEL 91 HACÍA EL DESARROLLO SOSTENIBLE

Colombia ha sido pionera en la formulación de políticas ambientales, ha tenido una legislación

vanguardista en la región suramericana y extensa normativa (según dicen algunos académicos),

pero elementos como la cultura o forma de ver la relación entre la sociedad y la naturaleza

dificultan la gestión ambiental en todos sus niveles. Otros elementos que afectan la gestión son

el desconocimiento científico del territorio, la debilidad institucional para hacer cumplir la

norma, la pobreza y los problemas conceptuales del desarrollo. Los problemas conceptuales van

más allá de un ejercicio académico que intenta, en la abstracción, definir un fenómeno de una u

otra forma.

Si bien es cierto que Colombia ha firmado varios compromisos a nivel internacional sobre el

cuidado del medio ambiente muchos de esos compromisos no son vinculantes. Esto quiere decir

que no son de obligatorio cumplimiento, más bien se trata de sugerencias. Sin embargo, en la

constitución de 1991 se introdujeron una serie de artículos que tienen que ver con el cuidado del

medio ambiente y la sostenibilidad de este, pero tomando como referencia el informe Brundtland

alejándose totalmente de la visión latinoamericanista. La incorporación del desarrollo sostenible

a la constitución de 1991 le da un enfoque integral al problema ambiental. Aparte del concepto

de desarrollo sostenible se introdujeron conceptos como patrimonio ecológico y calidad de vida.

En la ley 99 de 1993 en el artículo 3 se define el desarrollo sostenible tomando como

referencia el modelo de capacidad de carga plasmado en el informe Brundtland:

“Se entiende por desarrollo sostenible el que conduzca al crecimiento económico, a la

elevación de la calidad de la vida y al bienestar social, sin agotar la base de recursos naturales

71
renovables en que se sustenta, no deteriorar el medio ambiente o el derecho de las generaciones

futuras a utilizarlo para la satisfacción de sus propias necesidades”

En cuanto a la lucha de intereses (conflictos) a nivel local por los territorios con función

ecológica, el artículo 58 defiende la función ecológica del territorio de la siguiente forma:

“Cuando de la aplicación de una ley expedida por motivos de utilidad pública o interés social,

resultaren en conflicto los derechos de los particulares con la necesidad por ella reconocida, el

interés privado deberá ceder al interés público o social. La propiedad es una función social que

implica obligaciones. Como tal, le es inherente una función ecológica.”

A nivel estatal, el artículo 80 señala la obligación que tienen los gobiernos de planificar el

desarrollo sostenible:

“El Estado planificará el manejo y aprovechamiento de los recursos naturales, para garantizar

su desarrollo sostenible, su conservación, restauración o sustitución. Además, deberá prevenir y

controlar los factores de deterioro ambiental, imponer las sanciones legales y exigir la reparación

de los daños causados.”

Una de las formas de planificar el manejo y aprovechamiento de los recursos naturales es

mediante el Plan Nacional de Desarrollo, el artículo 339 lo ratifica:

“Las entidades territoriales elaborarán y adoptarán de manera concertada entre ellas y el

gobierno nacional, planes de desarrollo, con el objeto de asegurar el uso eficiente de sus recursos

y el desempeño adecuado de las funciones que les hayan sido asignadas por la Constitución y la

ley.”

72
Nótese que en este artículo aparecen las palabras “uso eficiente de los recursos” que es

entendido desde el punto de vista del informe Brundtland, es decir como si Colombia fuera un

país desarrollado. Por uso eficiente de los recursos naturales aquí se entiende como explotación

racional de las materias primas que contribuya al desarrollo económico y social tal como queda

plasmado en el artículo 334:

“La dirección general de la economía estará a cargo del Estado. Este intervendrá, por

mandato de la ley, en la explotación de los recursos naturales, en el uso del suelo, en la

producción, distribución, utilización y consumo de los bienes, y en los servicios públicos y

privados, para racionalizar la economía con el fin de conseguir en el plano nacional y territorial,

en un marco de sostenibilidad fiscal, el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes, la

distribución equitativa de las oportunidades y los beneficios del desarrollo y la preservación de

un ambiente sano.”

Aunque ya se encuentra en la constitución de manera general lo que se entiende por desarrollo

sostenible y algunos lineamientos que obligan al gobierno a tratar el problema ambiental, la

crítica que se le sigue haciendo es que no se centra en lo social, sino que se centra en la gestión

de los recursos naturales, en sostener los recursos naturales para el capital y no para la vida.

También se encuentran herramientas para la gestión de los recursos naturales como acceso a

información, educación para el medio ambiente, acciones populares, defensa administrativa,

ordenamiento territorial, estado de emergencia, gestión indígena de los recursos naturales,

financiación por regalías, impuesto territorial o por prioridad del gasto social y finalmente la

creación de entidades regionales especializadas. Aunque quedan inscritos temas de la agenda

internacional sobre medio ambiente, la eficiencia para cumplir la normatividad ha sido muy

73
prístina durante los últimos veinticuatro años. Los avances han sido mínimos y se reducen frente

a los problemas económicos de cada periodo de gobierno.

1.8 Desarrollo sostenible y PND (Plan Nacional de Desarrollo)

Durante el gobierno de Samper (1994-1998) se introduce, dentro de las directrices del Plan

Nacional de Desarrollo, un capítulo que tiene que ver con el desarrollo sostenible. La política se

orientó al mantenimiento de la renovabilidad de los recursos naturales, la reorientación de su

utilización económica y la conservación de la diversidad étnica y cultural de la nación. Sin

embargo, también se introduce otro neologismo, el desarrollo humano sostenible. Esto con el fin

de darle un carácter integral al problema ambiental. El objetivo fue el de incorporar, de manera

obligatoria, consideraciones ambientales en las políticas de crecimiento urbano, industrial,

agrario, de población, asentamientos humanos, expansión urbana, comercio exterior y relaciones

internacionales. Estos temas son eje central en el informe Brundtland en cuanto a política

ambiental se refiere.

El plan sobre sostenibilidad ambiental versa sobre cuatro ejes fundamentales. El primero se

denomina una “nueva cultura del desarrollo”, este tópico involucra la formación de valores sobre

la conservación de los recursos naturales, la calidad del entorno, el desarrollo de patrones

apropiados de poblamiento, de sistemas de consumo y de tecnologías ambientalmente sanas. El

segundo radica en el mejoramiento de la calidad de vida, pero esta es entendida como la solución

a los problemas ambientales que afectan a la población especialmente a los grupos más

desprotegidos. El tercero tiene que ver con la gestión del medio ambiente la cual consiste en

aumentar la renovabilidad del capital natural y así mismo prevenir el deterioro ambiental de los

ecosistemas estratégicos para el desarrollo nacional. Esto significa proteger tanto la

biodiversidad como la diversidad cultural. Por último, la producción limpia se vuelve un

74
imperativo. Los procesos productivos tienen que reorientarse de tendencias no sostenibles a

sistemas de gestión ambientalmente sanos que involucren tecnologías limpias.

Si comparamos la agenda 21 del CNUMAD (agenda verde, Conferencia de las Naciones

Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo realizada en Rio de Janeiro en 1992) con estos

temas inscritos en el plan de desarrollo del gobierno Samper encontramos que Colombia

incorpora un par de temas como, por ejemplo, la salvaguardia de sistemas ecológicos

estratégicos para la protección de la producción agrícola (seguridad alimentaria), esto es

protección de la biodiversidad; salvaguarda de los recursos genéticos locales; gestión del agua y

los recursos naturales; protección de bosques y selvas; reconocimiento y respeto por los derechos

de los pueblos indígenas; responsabilidad compartida en materia de política de desarrollo y

medio ambiente a escala mundial; reconocimiento del papel de las mujeres en el desarrollo

ecológico.

Deja por fuera otros temas como la financiación de un modelo de desarrollo ecológico

mediante la re-afectación de las asignaciones militares; la renovación de la producción de la

energía (energías renovables); deuda externa y Cambio Climático. Ahora, qué pasa con lo

social. Lo social se centra en las migraciones y los asentamientos humanos más que en las

desigualdades sociales, aunque hacen parte de la agenda internacional, la política se orienta

especialmente a la regulación de las migraciones en el interior del país. Esto quiere decir que

tanto las migraciones como los asentamientos humanos, si se presentan, deben realizarse dentro

de condiciones de vida digna y acordes con los objetivos de desarrollo rural y urbano.

En el gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002), la gran prioridad, en la cuestión ambiental,

consistió en garantizar la internalización de las variables ambientales en la formulación y

75
ejecución de las políticas públicas sectoriales, regionales y macroeconómicas. Durante el

gobierno de Pastrana, e incluso antes, hubo un bajo crecimiento económico por el que atravesó la

economía colombiana, y sus consecuencias especialmente intensas en el desempeño empresarial

y en la generación de empleo, reactivaron el debate sobre la formulación de una política de

desarrollo productivo con énfasis en el mercado internacional y apertura económica. El diseño

de esta política debía favorecer la adaptación del sector empresarial colombiano a los retos y

oportunidades que se derivaron de los nuevos esquemas de organización industrial y del mayor

grado de competitividad que debía alcanzarse en el contexto internacional.

Para el logro de este objetivo, se proponía incrementar la oferta productiva exportable, lo que

permitirá consolidar patrones de internacionalización sostenibles a mediano y largo plazo. La

diversificación de la oferta exportable de bienes y servicios se hizo no solamente a través del

crecimiento de los actuales sectores exportadores, sino también estimulando la generación de

nuevos productos exportables.

Aparentemente esta idea de aumentar las exportaciones choca con la política ambiental, pero

para comprender esta aparente contradicción, es importante saber qué es lo que se conserva.

Pues bien, el objetivo general de la política ambiental, en el plan de desarrollo de Pastrana, es

restaurar y conservar áreas prioritarias en las ecorregiones estratégicas, promoviendo y

fomentando el desarrollo regional y sectorial sostenible, en el contexto de la construcción de la

paz. Este objetivo recoge tres propósitos específicos de la política, a saber: conservar y restaurar

áreas prioritarias en las ecorregiones estratégicas, dinamizar el desarrollo urbano, rural y regional

sostenible, y contribuir a la sostenibilidad ambiental de los sectores productivos. Lo que se

conserva, pues, no es la virginidad de la naturaleza, son los ecosistemas estratégicos que

contribuyen a la sostenibilidad de los sectores productivos.

76
De todas maneras en este plan de desarrollo queda mucho mejor delimitadas las variables que

en el plan anterior. Mientras que en el plan de desarrollo del gobierno Samper solamente se

describe, a modo general, los temas y los instrumentos de acción sin discriminar regiones, en el

plan de desarrollo del gobierno de Pastrana hay un enfoque territorial, descentralizado y

autónomo que permite pensar un desarrollo endógeno acorde con las políticas cepalinas. La

gestión del riesgo de desastres naturales no hace parte de la política ambiental, sino que se toma

como una medida asistencial en caso de que ocurran desastres de índole natural. La gestión del

agua se vuelve primordial tanto para mejorar la calidad de vida como para la sostenibilidad de

procesos productivos endógenos.

Esto último hace referencia a la economía solidaria dirigida a garantizar la seguridad

alimentaria y a generar valor agregado sobre la biodiversidad local, así como aquellas orientadas

a desarrollar mercados alternativos locales, nacionales e internacionales (por ejemplo, el

mercado del carbono). Aparecen otros temas como los mercados verdes (bienes y servicios

ambientalmente sanos), el desarrollo endógeno y la gestión del agua.

También aparecen estrategias para lograr los objetivos como, por ejemplo, la apropiación

social de la información por parte de la población con el fin de poder participar en la gestión

ambiental a nivel local. Esto implica la coordinación entre las instituciones, la población y la

difusión eficiente de la información. Ahora, qué pasa con lo social. Pues bien, lo social

desaparece casi que completamente, este enfoque es netamente biocentrista. Esto quiere decir

que la prioridad son los recursos naturales más que la relación del ser humano con la naturaleza y

los conflictos que se generan producto del control del territorio por parte de diferentes actores

(paramilitares, guerrilla, narcotraficantes, campesinos, terrateniente, etc.).

77
Durante el primer gobierno de Álvaro Uribe (2002-2006) la estrategia de sostenibilidad

ambiental comprende cinco programas principales: a) la conservación y uso sostenible de bienes

y servicios ambientales; b) el manejo integral del agua; c) la generación de ingresos y empleos

verdes; d) la sostenibilidad ambiental de la producción ambiental; y e) la planificación y

administración eficiente por parte de las autoridades ambientales.

Lo novedoso son los ingresos y empleos verdes, todo lo demás ya se venía dando en los

anteriores planes de gobierno con el mismo enfoque occidental (crecimiento sostenido) ligados a

la agenda 21. Vale decir que todos estos temas no surgieron a nivel nacional, sino que surgieron

a nivel global. Esto significa que las políticas de medio ambiente son definidas por organismos

internacionales como la UNFF (Foro de las Naciones Unidas para los Bosques), la ITTO

(Organización Internacional de Maderas Tropicales), el Convenio de diversidad biológica y la

CMNUCC (Convención de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático).

Estos foros determinan a corto, mediano y largo plazo, las reglas y procedimientos de la oferta

y demanda de servicios ambientales. Este enfoque netamente economicista sobre el medio

ambiente invisibiliza los riesgos que se producen a partir de la división internacional del trabajo.

Esto ocasiona que los riesgos sean tratados como un asunto de gestión y no como un problema

del mismo desarrollo. Se atacan los síntomas, pero no las causas como dice Arturo Escobar.

Claro, hay una política de concientización del deterioro del medio ambiente y de educación para

el cuidado del mismo, pero el crecimiento económico sigue siendo prioritario.

El protocolo de Kioto se incorpora en lo referente a servicios ambientales (uno de ellos el

mercado internacional de carbono), también aparece el concepto de ecoturismo. El hecho de que

Colombia adopte las políticas internacionales sobre medio ambiente tiene que ver con la

78
integración del mercado nacional a los mercados internacionales. Esto significa que las visiones

alternativas al desarrollo se miran con mucho recelo y se tiende a desvalorar las posturas que

proponen un estilo de vida, epistemología y desarrollo diferente frente a las corrientes

dominantes. Por ejemplo, la postura de Arturo Escobar modernidad/colonialidad no es tomada

en cuenta en ningún Plan Nacional de Desarrollo.

En este Plan Nacional de Desarrollo se plantea que aunque el país es modelo en el ámbito

latinoamericano en la gestión de riesgos de origen natural y antrópico, existen varias debilidades

que requieren acciones inmediatas como, por ejemplo, la divulgación de información sobre el

nivel de vulnerabilidad de la población y de infraestructura a nivel regional. Tampoco existía

para la época un plan de contingencia financiero y la intención de reserva del Fondo Nacional de

Calamidades no se materializo en los anteriores programas. Los recursos de los entes

territoriales para este propósito eran escasos e inexistentes, o se dirigían principalmente a la

atención de emergencias.

Aunque, la bandera del plan de desarrollo fue la seguridad democrática, el cuidado de los

recursos naturales y el medio ambiente siguió cierta continuidad y quedo inscrito de una forma

más elaborada y actualizada de acuerdo a las políticas internacionales sobre el medio ambiente.

Adicionalmente aparece el concepto de riesgo y la gestión del mismo con el fin de hacer frente a

la sostenibilidad del medio ambiente. Esto se ciñe a un enfoque territorial, descentralizado y

autónomo. Sin embargo, cada tema dedicado al medio ambiente no se encuentra articulado de

manera sistémica con los elementos de desarrollo propiamente dicho (vivienda, calidad de vida,

satisfacción de necesidades básicas, desarrollo de las fuerzas productivas, desarrollo en ciencia y

tecnología).

79
Cada uno de los elementos anteriores debe tener un componente ambiental, pero ese

componente ambiental se refiere a minimizar los impactos de nuestras acciones individuales

sobre el medio ambiente (desperdicio, consumo, etc.) y no a la corresponsabilidad con la

industria en el uso del agua y algunos desechos que profundizan los problemas de degradación

ambiental. Aunque se promueve la producción limpia eso no significa que sea sostenible, porque

lo que se busca con la producción limpia es no alterar la temperatura del planeta tierra, sin

embargo la explotación de los recursos naturales sigue.

Durante el segundo gobierno de Álvaro Uribe (2006-2010), el Plan Nacional de desarrollo

recupera la noción de desarrollo sostenible inscrita tanto en la constitución de 1991 como en el

informe Brundtland. El desarrollo sostenible, es entendido como aquel que satisface las

necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para

satisfacer las suyas. Pero aclara algo que en los anteriores informes no se había aceptado. Esto

es que la degradación ambiental y la ocurrencia de desastres de origen natural, que resultan como

una de sus consecuencias, son manifestaciones de un inadecuado proceso de desarrollo. Esto se

ve opacado por la fusión del ministerio de Medio Ambiente con el de desarrollo. Se creó a

finales de 2002 el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial.

El eje central de la política de medio ambiente, para este periodo, es la gestión del riesgo, pero

¿Por qué es importante la gestión del riesgo? El argumento para integrar la gestión del riesgo

como elemento para enfrentar la degradación ambiental es el siguiente. El aumento de las

condiciones de vulnerabilidad ante ciertas amenazas, intensificadas en algunos casos por la

degradación ambiental, genera que se manifiesten escenarios de desastre (muertes, pérdidas

materiales, bancarrotas, pobreza, desigualdad). Desde esta perspectiva, la degradación ambiental

80
y los desastres deben asumirse como problemas no resueltos del desarrollo y como el resultado

de un proceso construido socialmente que debe ser estudiado e intervenido.

Entonces, no es solamente la gestión del medio ambiente sobre los recursos naturales, sino

que también es la gestión de los problemas no resueltos del desarrollo (esos problemas no

resueltos son riesgos en la medida en que pueden generar inestabilidad política). Esto involucra

una dimensión social de lo ambiental. Sin embargo, el riesgo es tomado como un elemento que

puede ayudar a prevenir los desastres. Y precisamente, el concepto de prevención está asociado

con reducir y mitigar vulnerabilidades actuales y en la no generación de nuevos escenarios de

riesgo, riesgos materiales y físicos de la persona.

Hay tres elementos que aparecen como novedad, a saber: 1) la Articulación interinstitucional;

2) Enfoque territorial, que se articule a las dinámicas particulares de desarrollo de cada territorio

y que reconozca la diversidad natural y cultural de los mismos; y 3) Visión ecosistémica, que

incorpore estrategias de manejo integrado de tierras, extensiones de aguas y recursos vivos que

promuevan la conservación y utilización sostenible. Aparece también la gestión del

conocimiento y la información como elemento para que las comunidades participen en los

procesos de planificación y gestión de sus recursos.

Durante el Gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2014), el Plan Nacional de Desarrollo, en

cuanto a medio ambiente se refiere, critica que en los últimos quince años los resultados son aún

incipientes, debido a que no ha existido la suficiente articulación entre instrumentos y

herramientas para visibilizar y aplicar todos los determinantes ambientales en el ordenamiento

territorial municipal y la planificación sectorial. Adicionalmente, no se han incorporado aún las

variables de riesgo por deterioro ambiental, por variabilidad climática y por impactos previstos

81
del cambio climático, en los escenarios prospectivos y en los determinantes de ordenamiento

territorial del país.

En 2011, dentro de la primera reforma al Estado del Gobierno del Presidente Juan Manuel

Santos, se separaron nuevamente en dos carteras las funciones de Medio Ambiente y Vivienda,

momento desde el cual fue llamado Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

Durante el año 2010 ocurrió un hecho climático que cambió el rumbo de la política ambiental

en Colombia el cual giro hacia el cambio climático. Una fuerte ola invernal que afecto a cerca

de dos millones de personas y dejo afectaciones por 26 billones de pesos genero alarma sobre la

forma como estaban funcionando los sistemas de gestión. Los objetivos se centraron en una

adecuada gestión ambiental y del riesgo. Esto significa, entre otros, cambiar la tendencia del

deterioro ambiental, de los procesos inadecuados de ocupación y uso del territorio y adaptarse a

la variabilidad climática. El plan también señala la urgencia de ejercer un mayor control sobre

el proceso de producción minero y los desechos que se derivan de este, los cuales contaminan los

recursos hídricos.

Hay dos novedades, la primera tiene que ver con la relación que hay entre la ciudad y la

degradación ambiental que en los anteriores planes no se señalaba puntualmente, pero más que la

ciudad son los procesos desordenados de urbanización que causan transformaciones en los

paisajes, pérdida de biodiversidad, reducción del espacio público, disminución de la calidad del

aire, afectación de la oferta y calidad del recurso hídrico, generación de residuos, pérdida y

afectación de la disponibilidad de suelo y aumento de la vulnerabilidad. La segunda novedad

señala la relación que hay entre el deterioro ambiental, el aumento de la pobreza y su carga

82
desproporcionada sobre los segmentos más vulnerables de la población (hambre, inequidad de

género y salud).

Esto significa que se incorporan variables sociales y su relación con el deterioro ambiental,

esto hace que la gestión ambiental y del riesgo sea integral (reducción de la vulnerabilidad y

gestión sectorial urbana). Adaptación al cambio climático, mitigación y resiliencia son

conceptos clave en lo que se refiere a la gestión del riesgo integral. Sin embargo, también se

afirma que el crecimiento económico debe acelerar cambios tecnológicos en los sectores de la

producción de manera que se mejore su eficiencia para minimizar el deterioro ambiental. Esto

hace, una vez más, que las políticas del medio ambiente se encuentren supeditadas al crecimiento

económico, en este caso el crecimiento debe centrarse en estos cinco ejes: agricultura, minería y

energía, infraestructura, vivienda e innovación. Esto significa que la política ambiental se debe

adaptar a esos cinco ejes para que sean viables.

83
RETOS Y PERSPECTIVAS

En términos biofísicos los retos que afronta la región radican en la pérdida de la biodiversidad,

la sedimentación en los ríos, la erosión, la deforestación, los problemas por el suministro de

agua, polución y degradación ambiental. La solución que se propone es la restauración de los

servicios ecosistémicos y la conservación de áreas estratégicas para el mantenimiento de su

funcionamiento. Para este último punto la estrategia es tratar de vincular tanto los conocimientos

científicos como los de las comunidades indígenas para generar formas alternativas que

posibiliten su conservación. Estas medidas lo que buscan es el uso sostenible de los ecosistemas

naturales.

Una estrategia complementaria para la protección de la biodiversidad son los corredores

biológicos. La idea es generar programas de gestión en áreas fragmentadas con el fin de crear

bloques sólidos que permitan la recuperación de los ecosistemas originales. Otra estrategia para

la conservación, es la transferencia de territorios a minorías étnicas, aunque esta estrategia es

vista por muchos como anti-desarrollista y crea muchos problemas sobre todo por la extracción

de recursos naturales, sigue siendo una opción. La propuesta para evitar la deforestación es

utilizar algunos ecosistemas de bosque específicos para la producción de madera. Hay tipos de

árboles que permiten una rápida renovación de su biomasa, la idea es identificar este tipo de

bosques para la producción de madera y no talar arbitrariamente los bosques que prestan

servicios ecosistémicos. También se encuentra el ecoturismo.

En términos económicos el gran reto es mantener el stock de crecimiento de los recursos

naturales. Esto quiere decir que la extracción de materias primas no supere la capacidad de carga

de los ecosistemas. Otro gran reto es el cambio climático o mejor aún la adaptación a este. Las

84
estrategias radican principalmente en mejorar todos los procesos productivos (hacerlos más

eficientes) por medio de la tecnología. También buscar materias primas que tengan una tasa de

renovabilidad en relación con su capacidad de carga. La principal estrategia para adaptarse al

cambio climático, es la búsqueda de energías alternativas al petróleo y renovables, tecnologías

más limpias y reducción de los agentes contaminantes.

Ahora bien, las nuevas tecnologías puedan que reduzcan las emisiones de CO2 y contribuyan

a amortiguar los efectos del cambio climático y a mejorar la calidad del aire y los niveles de

contaminación, pero esto no soluciona los problemas de presión sobre los recursos naturales. Por

el contrario, van a aumentar la presión sobre los recursos naturales porque los materiales con los

que se van a construir, si bien son diferentes a los tradicionales, se siguen extrayendo de igual

forma. Otras soluciones a nivel tecnocrático tienen que ver con cambiar los procedimientos de la

administración de los recursos naturales o plantear el uso del mecanismo del mercado para

regular las motivaciones humanas y así disminuir el impacto sobre el medio ambiente (promover

el consumo ecológico).

Hay un gran reto técnico para tratar de evaluar el balance entre la destrucción y el medio

ambiente y el desarrollo humano a escala global. Esto significa vincular de manera sistémica la

expectativa de vida al nacer, la satisfacción de vida y la huella ecológica. Si bien ya hay

indicadores multidimensionales de expectativa de vida y satisfacción, medir la huella ecológica

sigue siendo un problema. Por ejemplo, se necesita medir la cantidad de suelo requerido para

todos los recursos con el fin de obtener un beneficio adicional, luego la cantidad de suelo

vegetable para la absorción de todas las emisiones de CO2 y las personificaciones de CO2 en los

productos consumidos. Posteriormente compararlo con el stock de recursos naturales. En la

85
región latinoamericana no hay indicadores del stock de recursos naturales. Hay indicadores de

contaminación, pero estos son diferentes.

A nivel social los retos tienen que ver con la expansión de las ciudades, la superación de la

pobreza con enfoque de derechos, la creación de trabajos verdes. Estos trabajos verdes no se

deben entender únicamente como las personas que cuidan los bosques o reservas naturales. Los

trabajos verdes tienen que ver con la innovación en productos no materiales y nuevas tecnologías

como, por ejemplo, software de contaduría, de investigación y tecnologías limpias como la

búsqueda de energías alternativas y procesos productivos limpios.

A nivel epistemológico la cuestión es crear consenso entorno al concepto de desarrollo

sostenible. Esta definición es también un problema político porque cada país tiene unos intereses

económicos que en muchas ocasiones entran en conflicto con las políticas internacionales. Estos

intereses generan que al momento de ejecutar las agendas que se plantean en cada foro

internacional se conviertan en un saludo a la bandera. Uno de los grandes retos es superar los

intereses políticos y económicos que impiden ejecutar las agendas.

La cuestión de la aparente complejidad del concepto de naturaleza no radica en el

desconocimiento de las fuentes (creencias) de los supuestos epistemológicos de las posturas

económica y ecológica o en la falta de estudio sobre los conceptos. La complejidad y confusión

se encuentra en la puja de intereses de tratar de definir una realidad u otra. La confusión se

amplía cuando ambas posturas se mezclan e intentan dar explicación a un fenómeno económico

y social centrándose únicamente o en la cultura o en lo político. Pero esto invisibiliza el

problema real que es un problema de economía política del desarrollo, el problema es cómo

86
generar riqueza manteniendo los niveles del stock de los recursos naturales sin deteriorar el

medio ambiente.

87
CONCLUSIONES

La naturaleza se ha situado en el centro de la cultura contemporánea, lo ha hecho en los términos

presentados por el movimiento verde desde sus orígenes, como una catástrofe. Se habla así de

una crisis de cultura, que es también una crisis de inacción que da forma a una crisis social antes

que natural. Esta crisis social deviene como la crisis del sujeto mismo, al menos, del sujeto

occidental. La crisis ecológica se emplea como una crítica radical a la modernidad liberal. El

presupuesto bajo el cual critica la modernidad, es la idea de la naturaleza como un ente armónico

en sí mismo, ordenado según sus propias leyes, intacto y si se quiere virgen que ha sido destruido

por el ser humano. Pero esta idealización de la naturaleza ha significado también el rechazo de

aquello que es propiamente humano, a saber: la incertidumbre, el artificio, la contingencia.

Esto significa que la relación entre el individuo y la naturaleza se centra en la apariencia

armónica entre las culturas ancestrales y la naturaleza, pero al mismo tiempo oculta que la misma

idealización de la naturaleza se ha construido socialmente, debido a la transformación que el ser

humano ha hecho de aquella. Los ecologistas anhelan una sociedad parecida a la idealización

que tienen de la naturaleza. En este sentido, la naturaleza se convierte en un concepto político,

en un problema de economía política del desarrollo. Se trata de una categoría que no se infiere

directamente de la realidad, sino que se infiere a partir de unos presupuestos filosóficos que

imponen valores a los hechos.

Colombia ha adoptado las políticas internacionales de desarrollo sostenible más como un

requisito que como una preocupación por la escasez de los recursos naturales a mediano y largo

plazo. Esto es problemático en la medida en que no hay una preocupación por planificar el

futuro inmediato y más si no se tienen en cuenta los cambios que han surgido a nivel global.

88
Cada uno de los planes de desarrollo tiene como referente los organismos internacionales y sus

sugerencias, pero si se compara con la política económica en el mismo plan se van a encontrar

dos miradas casi que opuestas, porque las necesidades que son globales no necesariamente

obedecen a necesidades nacionales. Para nuestro caso cada región tiene sus necesidades

particulares en lo económico, político y social.

Por ejemplo, dadas las características del contexto colombiano, una política ambiental muy

difícilmente se podría ejecutar en zonas de alto riesgo de conflicto armado y más cuando no hay

control sobre el territorio que asegure la integridad física de las personas encargadas de realizar

la labor. Las políticas internacionales están planteadas para países en condiciones “civilizadas”,

de no violencia, pero cuando hay conflictos por el control del territorio la política ambiental tiene

que evolucionar e incorporar elementos de análisis de la ecología política para poder comprender

la dinámica de los conflictos por el uso de los recursos naturales del territorio. Durante las

últimas dos décadas pese a que se incorporan medidas para preservar el capital natural, estas

medidas no han tenido el impacto esperado, por el contrario las tasas de deforestación han

aumentado y el control sobre la explotación minera apenas se está dando.

En un reciente informe de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo

Económicos), por ejemplo, sobre política ambiental menciona que la economía colombiana tuvo

un sólido crecimiento en los últimos años, con un promedio anual del 4,3 % entre 2000 y 2012.

Sin embargo, el indicador de ahorro neto ajustado para el mismo periodo sugiere que desde el

punto de vista ambiental, el crecimiento económico posiblemente no es sostenible, debido a que

la riqueza total se está agotando [recursos naturales] (Banco Mundial, 2014, p. 7). La economía

colombiana es más intensiva en la utilización de recursos que el promedio de los países de la

OCDE, con presiones sobre los recursos naturales ejercida por la industria extractiva, la

89
ganadería extensiva, la urbanización y la motorización (OCDE, ECLAC, 2014, pp.13, 23).

Tanto el Banco mundial como la OCDE y la CEPAL advierten sobre el problema de la escases,

pero en los planes de desarrollo, por lo menos hasta el del pasado gobierno, lo ambiental se toma

como un requisito de una política internacional que tiene que adaptarse a los temas más gruesos

de la economía, pero no como una preocupación por los intereses de la nación hacia futuro y

tampoco es una razón de estado.

90
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