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HIPERPATERNIDADES II
Carlos Chávez Bedregal
I
Hace algunas semanas tuve un encuentro con la escritura de William Faulkner y quedé
muy impresionado, Vargas Llosa no sé equivoca cuando en su libro de ensayos literarios, “La
verdad de las mentiras” (2002) dice que gracias a hombres como Freud o Bataille sabemos
entender mejor ciertos elementos en la condición humana que Faulkner puede recoger y
describir tan bien, situaciones pulsionales, goces desbordados, violencia, historias descritas
magistralmente en sus novelas, cuentos que suceden casi siempre alrededor de las familias,
los Snopes, los Sartoris, los Compson entre otros nos permiten vivir estas situaciones.
Para tomar el Asunto #251 en primer lugar me referiré al relato que nos cuenta Henri
Kaufmanner, un relato que cuando empecé a entender me dio la sensación de estar en medio
de un cuento de Faulkner.
Henri Kaufmanner nos narra una situación vivida a fines de los años 90, él se encontraba
dentro de una sala de cine –no muy grande dice-, en esta sala de cine se veía un filme -de
origen danés-, representante del movimiento dogma95 que alentaba el cine simple y directo,
este filme se llamaba “Fiesta de familia” o “la celebración”, esta fiesta –nos cuenta Henri-,
era una reunión de familiares e invitados para conmemorar los 60 años de un patriarca, un
hombre muy importante, todos están reunidos en un pequeño hotel de campo, este
encuentro se lleva a cabo por un fin de semana, mientras se desarrollaba la fiesta, en medio
la euforia y jubilo de los familiares e invitados, uno de los hijos del patriarca, encuentra el
modo de hacer desaparecer las llaves de los autos de los asistentes para que no tuvieran como
poder retirarse y quedaran recluidos en el hotel, este hijo había preparado algo para la cena
que sería el momento de la ceremonia especial en este homenaje al padre.
Ya en la cena, en el salón del pequeño hotel, con todos en sus lugares designados y el
patriarca en una posición destacada, este hijo, toma la palabra y empieza denunciar frente a
todos, toda una vida de abusos sexuales por parte de ese padre, ese padre que había abusado
no sólo de ese hijo, que ya era adulto, sino también de una hermana que se había quitado la
vida, -según el sospechaba, a causa de los abusos de su padre.
Todo ese movimiento del filme que resultaba muy pesado y tenso, se desarrolla en un
tiempo largo, las personas no tienen dónde ir, -ni los asistentes a esa fiesta, ni los asistentes
a la sala de cine-, y se quedan allí escuchando esa historia, ese drama, recluidos en ese pequeño
hotel, y también en esa pequeña sala.
Al llegar a la mañana, todos se encuentran nuevamente en aquel salón para tomar el
desayuno, ocupando exactamente los mismos lugares, del mismo modo que la noche anterior
nadie se queda en el cuarto, nadie se retira, todos están ahí compartiendo el desayuno, en
medio de esa escena, en la pequeña sala de cine, Henri Kaufmanner escucha una expresión
angustiante, alguien está diciendo algo -¡No, no lo puedo creer!, ellos van a tomar café todos
juntos, ¡no puede ser!, esas palabras, ese desahogo, casi desesperado de la persona, del joven
1
http://www.asuntosdefamilia.com.ar/es/Boletines/Asuntos/Asuntos_ES_025.html
en la sala de cine, provocó la risa en todos nosotros –dice Henri-, y un alivio en todos aquellos
que veían el filme.
Funciona un poco como la castración a la que Lacan, se refiere sobre la obra de Jean
Genet, en el Seminario 5, se produce lo cómico allí donde la angustia se apodera de la escena.
Después de enunciar esto, Henri, se pregunta, ¿Qué es lo que hacía que esas personas
regresaran a ocupar todos ese mismo lugar?, ¿Por qué no le soltaban la mano al Otro, a pesar
de la denuncia, de su dimensión de goce, de su castración, de su exceso?, ¿A pesar de la
constatación de ese Otro, hasta entonces imaginarizado?, ¿Por qué es que se retorna a ese
Otro? –enfatiza Henri y responde que según su parecer, la desesperación, el desahogo que
ocurrió dentro del pequeño salón de cine, y que muestra esa situación de familia de
inconsistencia de ese Otro.
El psicoanálisis, nos ofrece otro camino, en ocasiones algo dramático, en ocasiones algo
cómico, pero –acentúa Henri- no necesitamos formar parte de la mesa de ese Otro, de una
mesa en la cual no podamos salir.
Me impresionó esta historia, tiene elementos que se subvierten e interactúan entre tres
planos, el primero del filme, el segundo del cine, y por último el de nosotros mismos quienes
escuchamos la historia, creo que en nosotros hay una dimensión de identificación con esa
desesperación, ese horror a lo familiar que tiene distintas caras siempre, y a cada uno lo toca
de manera distinta, la lección que nos da Henri Kaufmanner a mi parecer es una lección de
ética, pues nos señala que desde el psicoanálisis podemos hacer una operación –una
operación analítica, que nos permite dejar de tomar la mano de ese Otro, dejar de sostener
esas circunstancias familiares, esa insistencia sintomática, que llevarían desde el horror, hasta
–como dice Lacan- una oscura armonía en nuestras vidas, que sin embargo es exactamente
opuesto a lo que sería una vida habitada por un deseo no de muerte.
Los Asuntos de familia para Jorge Chamorro le permiten destacar en primer lugar el
«síntoma de la familiaridad», se trata de familias sintomáticamente familiarizadas, o sujetos
familiarizados, sujetos que viven demasiado cercanos a sus familias, hacen todo en familia,
tanto así que inclusive tienen algunos obstáculos en el campo sexual, dado que la familia está
siempre presente, podemos remitirlos a que acabamos de decir con Kaufmanner, tener a la
familia siempre presente es una manera de no soltar a ese Otro, dejar intocable esa
consistencia, -¿por qué? pienso que la respuesta siempre es de carácter singular.
En la otra entrevista Jorge Chamorro nos dice que nosotros en el campo del psicoanálisis
cuando recibimos a una familia o a una pareja, siempre entendemos que no hay sujeto
colectivo, ni hay inconsciente colectivo, y no adherimos que lo que dice uno representa a los
otros, sino que en nuestra escucha psicoanalítica siempre reenviamos e implicamos al sujeto
a su propio discurso, esto es muy importante en el momento de las entrevistas con los padres
de los niños que vienen a vernos.
Nos indica un detalle clínico importante: los síntomas del niño muchas veces juegan
alrededor de los propios síntomas de los padres, se trata entonces –indica, que en las
entrevistas con los padres podamos ubicar y registrar esos síntomas, para luego implicar a
esos padres, es un esfuerzo que permitirá que se desaloje «el lugar del niño» de los síntomas
neuróticos paternos, -Chamorro dice- esto a veces produce una eficacia casi mágica, -y
enfatiza- que son siempre síntomas alrededor de la demanda.
Señala que es muy interesante cuando desplaza la demanda de los padres hacia un hijo,
porque esta demanda tiene función verdaderamente aplastante y mortificante, cuando se
mueve algo de eso, hay efectos sumamente importantes, y a partir de esa operación sobre la
demanda, que consiste a enviar a cada uno a su propio síntoma también permite a veces el
relanzamiento de un vínculo amoroso, sexual, de pareja que estaba tapado por las crisis,
peleas, discusiones generados los síntomas neuróticos.
Para finalizar Jorge Chamorro valora la enseñanza de Lacan y la posición de la escucha
analítica, que según él nos ha favorecido bastante para poder recibir las nuevas
configuraciones familiares, más allá de la mirada de la tradición familiar, más allá de los
prejuicios y nos permite dejarnos enseñar por estas nuevas formas de articulación entre los
sexos, la familia, y poder ubicar como cada uno se inventa su forma de vivir, bajo la luz del
síntoma o sinthome, -Jorge dice- es clave poder alojar esto.
II
El tema de este boletín numero 25 va girar por segunda vez en torno a las
«hiperpaternidades», para desarrollarlo se invita a distintos analistas de las tres Escuelas a
realizar un comentario sobre una nota periodística titulada “¡Cuidado! Llega la
hiperpaternidad”2 escrita por Marta Otero el 21 de marzo de 2016. Esta nota plantea a la
hiperpaternidad como una nueva epidemia de hiperproteción para con los hijos, se trata de
padres, -hiperpadres, que ejercen de chóferes, entrenadores, guardaespaldas, profesores
particulares, mayordomos, que no permiten que sus hijos participen en las tareas de la casa
ni que asuman obligaciones básicas, cuya consecuencia es criar hijos agobiados que crecen
incapacitados por ese exceso de protección, la nota también sugiere que tal vez estemos
criando la generación más frágil e insegura de la historia; se plantea un panorama de solución
a partir del underparenting, que una manera de «hacerles menos caso a los hijos», una suerte de
«sana desatención», en una lista de recomendaciones se incluyen otras muy curiosas y
concretas, como la de no hablar en plural o no pasarse el día colgando fotos de los hijos en
las redes sociales.
Finalmente la nota culmina con la pregunta ¿qué es lo que nos impide soltar a nuestros
hijos de la mano? –otra vez nos encontramos con ese «no querer soltar la mano del Otro», y
a partir del libro de Eva Millet “Hiperpaternidad” (2015) se afirma que se trata de «miedo de
los padres», miedo a equivocarse, miedo a decirles ¡no! a los hijos, miedo a traumatizarlos, a
no darles todo lo que merecen, a que no sean lo suficientemente felices, o a no conseguir los
hijos perfectos que hoy hemos de tener. Luego de esto da unos breves consejos a los padres
animándolos no estar tan encima de sus hijos, a que puedan indicarles responsabilidades y
que no se sientan angustiados por comparar la crianza de otros hijos con los suyos.
2
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/extravozok/2016/03/17/bien-hijos-dejelos-paz/00031458215861364177852.htm
III
IV
Son seis psicoanalistas los que tienen breves comentarios sobre este tema:
1) ¿Estos hiperpadres son padres? Noemí Cinader (NEL) toma el enunciado de
Laurent de “El niño como real del delirio familiar”, donde estas ficciones delirantes dejan
entrever la condición de objeto real, pasional –de pathos- del niño para los padres o
hiperpadres, no deja de mencionarse la exigencia con un correlato de angustia por estar a la
altura de los ideales, tanto para padres como para hijos, pero a pesar de esta angustia, los
padres no se dividen sino responden a la exigencia, señala que con las recomendaciones de
la autora, desde la TCC, se sigue taponando cualquier posibilidad de división subjetiva,
finalmente se pregunta si estos hiperpadres son padres. En todo caso si lo son o no se
develará en la singularidad de cada hijo.
2) Hiperpaternidad Mario Elkin Ramírez (NEL) dice que la declinación de la imago
paterna, anunciada por Lacan en los Complejos Familiares, puede verificarse además un cambio
en la configuración familiar y con ello el deshacimiento de la autoridad de los padres, ya no
únicamente ante sus hijos adolescentes, sino ante hijos cada vez más jóvenes. Así, los padres
han tenido que reinventar su papel, señala también que estos hijos, terminan volviéndose
inútiles en la vida, cita a Freud refiriéndose a Cristóbal Haitzmann como “un eterno niño de
pecho”, para nombrar esta actitud, que ve como una tragedia la separación y el destete. Estos
niños colmados del «todo», terminan dormidos en esa comodidad, pero al costo de la muerte
de su propio deseo.
3) ¡Esa es la cuestión! Lilany Pacheco (EBP) nos dice que la relación de los padres
con sus hijos, se sostiene enteramente en la demanda del Otro –el otro decide. El deseo
depende de la demanda del Otro. Lo que el neurótico demanda al Otro, en su demanda de
amor, es que se lo deje hacer alguna cosa. Lo que es apreciado como objeto es despreciado
como deseo. No se debe confundir el objeto fálico con aquello que sería el signo en el nivel
del Otro, de su falta, o su exceso de respuesta. La falta que aquí se trata es la falta del deseo
del Otro. La deducción del Otro en tanto tal inaugura la dialéctica de la castración.
4) Un psicoanálisis responsable por sus actos Cesar Skaf (EBP) se pregunta
¿Cuándo fue que el Padre se fragilizó? ¿No sería el padre de Juanito, un primer padre
alcanzado por el psicoanálisis, cuya autoridad decayó también como consecuencia de la lógica
de los discursos? ¿Cuál es la participación de la doctrina freudiana en la caída del Padre? Dice
que Lacan nos advirtió sobre dos razones para un fracaso del Psicoanálisis. ¿Pero no habría
sido un éxito psicoanalítico lo que coronó el palidecimiento de la autoridad paterna?
5) Asuntos de familia: un desorden necesario Diana Wolodarsky (EOL) introduce
la problemática de la educación a partir del deseo y del deber, menciona del lado del deseo el
sistema educativo de Filipinas, donde se sigue al niño por sus potenciales e intereses, se valora
el momento creativo hasta en el ocio como parte de la formación en la infancia, por el lado
del deber pone el ejemplo del Gaokao un examen de ingreso en las universidad de China,
cuya exigencia tal que hay un índice alto de suicidios por la presión de pasar ese examen, que
ante el fracaso resulta insoportable, finalmente toma al primera linea de “Ana Karenina” de
Tolstoi: “Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz tiene un
motivo especial para sentirse desgraciada”. Y dice que desde esta perspectiva, la infelicidad
sería un afecto que desde el psicoanálisis valoramos, en tanto recorta lo singular del universal.
6) El niño frágil. Impasses de la evaluación Alicia Yacoi (EOL) se pregunta ¿En qué
se apoyan en la actualidad los padres para realizar una transmisión a sus hijos? No ya en las
tradiciones, ¿en qué sostienen su autoridad? El niño perfecto, el cuerpo perfecto, salud
perfecta, colegio perfecto y responde que se trata de una certeza surgida de la estandarización,
algo que ha alertado Miller desde hace tiempo, la pretensión que la subjetividad sea reducida
a normas de evaluación. Menciona también que cuando el sujeto no cuenta ya con el apoyo
del Nombre del Padre, se ve surgir una nueva figura femenina más cercana a la madre que a
la mujer, destinada a poner un freno a lo ilimitado de la búsqueda del plus de gozar del lado
masculino. Ella encarna la ley casi siempre hasta la obsesión (ver los chats de las madres del
colegio), a veces hasta la manipulación. A la pretensión del niño perfecto responde el niño
angustiado. Finaliza con una viñeta, un sujeto que a los 12 años entregaba como tarea un
dibujo fantástico del aparato digestivo. No le ponía ni un nombre. No tenía un déficit de
atención, estaba haciendo la experiencia de producir su diferencia. Hoy es un filósofo
productivo y reconocido. Eso sí, su madre nunca completó los nombre faltantes.