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PÉLAGO

REVISTA LITERARIA nº 19 – 2014


PÉLAGO nº 19

PÉLAGO. Revista literaria


Nº 19 – Año XXXII – 4ª época
Dirigida por Fernando Fernández Palacios

Redacción:
ESPAÑA: GALES:
C/ Sánchez Preciado 59, 4º C La Plaza del Cielo
28039 Madrid (España) 2 New Street
Teléfono: 638121284 Llanfarian (Aberystwyth, Cardiganshire)
SY23 4UB
Reino Unido

Dirección de correo electrónico: mbuchanscot@yahoo.com


1ª edición: 21 de marzo de 2014

Colaboran literariamente en el presente número:

Alfred Ahlmann, Andrés López Umaña, H. R. Malkiel, Óscar


Nóbregas, Ignacio Romeo Pérez, Carlos Romeo Puolakka,
Ramiro Ropero, José Ramón Urízar Salinas y Fernando
Fernández Palacios

Portada: “Yo en mi pedestal” (FFP, 2011)


Contraportada: “Juju at the crossroads” (FFP, 2007)

Logotipo de Pélago (p. 53): Miguel Ángel Fernández Palacios (1984)

Sitio de Pélago en internet:

http://www.universosparalelos.org/pelago

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PÉLAGO nº 19

ÍNDICE

Editorial 4

Adiós (José Ramón Urízar Salinas) 6

Estudio de “Morir o matar” de Nacho Vegas (Fernando Fernández


Palacios) 10

AFORISMOS sobre la verdad, la vida, la iluminación y el otro


(Carlos Romeo) 17

Epílogo inédito de Estigia (Ignacio Romeo Pérez) 19


Galahad (Andrés López Umaña) 21
El pañuelo de Aisha (Carlos Romeo) 24
Versión para chicos (H. R. Malkiel) 26
Hubiera dicho Álex (Ramiro Ropero) 30

Poemas de Nocturna y extranjera (H. R. Malkiel)


V 34
Vigilia 35
Extraño a una chica en un día peronista 38
Aridez 39
IX 42
Extranjera
Primera canción 43
Segunda canción 44
Tercera canción 46
Altivo mar de la tranquilidad (Andrés López Umaña) 48
Lienzo negro para la amargura (Andrés López Umaña) 49

El taller de Martin Quatermass:


La cosecha del invierno 2013-2014 50

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ESTUDIO DE “MORIR O MATAR” DE NACHO VEGAS

Fernando Fernández Palacios


Introducción

“Morir o matar” es una canción cuya música y texto corresponden a Nacho


Vegas, cantautor asturiano que incluyó la pieza en su álbum titulado El Manifiesto
Desastre1. Dotado de una singular manera de hacer poesía, sus textos, tanto los
puramente literarios como los musicales, acuden con frecuencia a jugar con las
palabras de una manera ágil. Desde que apareció el disco pensé que el propio
título, el ya indicado El Manifiesto Desastre, estaba dotado de un doble sentido
dependiendo de si la palabra “Manifiesto” la interpretábamos como adjetivo o
como sustantivo.
Vayamos, no obstante, a lo que nos ocupa. “Morir o matar” cierra el disco
más arriba mencionado, que vio la luz en el año 20082. Compuesto por cinco
parágrafos, si atendemos a la versión publicada en el cuadernillo del CD, está
escrito desde la perspectiva del recuerdo de una relación terminada pero todavía
profundamente sentida por uno de los ex amantes, que habla figuradamente a la
otra persona (de sexo femenino) a lo largo al menos de cuatro de los cinco
parágrafos3. Nosotros como oyentes y/o lectores somos meros voyeurs (en este
caso más bien auditeurs y/o lecteurs) de este sincero y sobrecogedor monólogo.

Lo que narra

Ya desde el inicio se nos muestra, siempre según el recuerdo de la voz


narradora, una relación con problemas (“Te sentaste justo al borde del sofá, como
si algo allí te fuera a morder”) que son expuestos a través del recuerdo de las
palabras de su entonces amante: “[H]ay cosas que tenemos que aprender”,
pasando a continuación a enumerar esas cosas: “[Y]o a mentir y tú a decirme la
verdad; yo a ser fuerte y tú a mostrar debilidad; tú a morir y yo a matar”. Aquí se
juega hábilmente con la oposición de conceptos. Normalmente nadie diría que
tiene que aprender a mentir, se da por supuesto que todo el mundo sabe hacerlo,
pero la amante comienza así la frase para a continuación, entre otras cosas, cargar
de mayor fuerza la acusación que hace de mentirosa a la voz protagonista (le dice
que tiene que aprender a decirle la verdad). Sigue la oposición conceptual
declarándose débil la amante (reconoce que debe aprender a ser fuerte, algo
sorprendente en una declaración de este tipo) para inmediatamente después
señalar que nuestra voz protagonista debe aprender a mostrar debilidad.
Finalmente, la tercera oposición nos muestra por vez primera el motivo recurrente
de la canción, que no es otro que la elección radical entre morir o matar, la cual,

1 Sobre Nacho Vegas he publicado dos trabajos en la revista El Chamberlin: “Trayectoria y


perspectivas de Nacho Vegas” (nº 2, mayo de 2010, pp. 91-6 y “Nacho Vegas y su apuesta más
arriesgada” (nº 4, febrero de 2011, pp. 82-4), en los cuales pueden obtenerse más datos acerca del
cantautor y su obra.
2 Nacho Vegas, El Manifiesto Desastre (Limbo Starr, LS028 1, año 2008).
3 En una entrevista publicada poco después de salir a la calle el disco, Nacho Vegas señaló que en la

canción “hay una historia que mezcla ficción y realidad” (http://www.efeeme.com/entrevista-


nacho-vegas-en-el-confesionario/, consultado el 21 de marzo de 2014).

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presentada por vez primera en la canción en palabras de la amada, constituye la
clave de todo lo que vendrá a continuación.

La verbalización por parte de la amante de las carencias de la relación trajo


inmediatamente un deterioro de la convivencia. Vino el silencio y del silencio
desembocaron en “una especie de pesada y repartida soledad”, la cual a su vez dio
paso “a un terror que hacia el final nos mostró un mundo del que ninguno quisimos
hablar”. Sus noches y amor, según la voz protagonista, comenzaban en el silencio,
continuaban en el terror y de ahí vuelta al silencio.

Así las cosas, la voz narradora impreca directamente a su ex amante


(“Dime”) por medio de una pregunta (“¿Para qué hablar de lo que pudo haber sido
y de lo que jamás será, tratando de adivinar qué fue aquello que hicimos tan mal?”)
que más que lanzarla a la otra persona está en realidad dirigida, por supuesto, a sí
misma, que es quien está rememorando en soledad el doloroso pasado. Pero lejos
de darse cuenta de eso, se responde volviendo de nuevo al motivo principal de la
pieza: es inútil hablar de todo ello porque de lo que se trata en fin es “de morir o de
matar”. Así concluye el primer e intenso primer parágrafo de la canción.

Nada más comenzar el segundo parágrafo logramos saber que la relación


está definitivamente rota y que nuestro dolido protagonista no sabe en dónde se
halla su antiguo amor: “Así que si aún andas por aquí y alguien vuelve a prometerte
amor…”. Conocemos cómo fue el enamoramiento: nuestro protagonista le
prometió amor “con dinero, encanto y alguna canción”, y le dice a ella que si
alguien (presumiblemente nuestra propia voz protagonista) vuelve a hacerle la
promesa del mismo modo que se prepare para huir, que se vaya lejos y se limite a
observar la caída de tal personaje, ese que utilizó su encanto para enamorar a
cincuenta de unas cien mujeres que conoció y que también conoció a otros tantos
hombres, con todos los cuales se acostó; que fundió todo su dinero; y que acabó
por cansar a la gente cantando todos los días la misma triste canción. Ese
personaje que en el presente “ve que el universo es un lugar vacío y cruel”, que
enciende un cigarrillo y se comienza a torturar, que está acostumbrado a que otros
se plieguen a su voluntad y que reparte la culpa entre él y los demás. Tras señalar:
“De lo que se trata aquí es de morir o de matar, de morir o matar”, finaliza el
segundo parágrafo.

A continuación se nos da a conocer la fuente de donde mana la obsesiva


idea de morir o matar: se trata de las palabras de una gitana que les leyó el
porvenir, quien no vio sino que uno sería el asesino y el otro el que moriría. La
pareja de la voz protagonista salió de aquella visita asustada diciendo con miedo:
“[A]ntes de que tú me mates prefiero matarme yo”, tras lo cual se separó de su
amante, a la vez que esta persona se marchaba a su hotel para drogarse (“y mezclé
en una cuchara el polvo blanco y el marrón”), después de lo cual la llamó por
teléfono pidiendo que entendiera que “algo no funciona en mí muy bien”, lo cual
produjo una situación emocional extrema que trajo como consecuencia el que
recibiera como respuesta: “[D]éjame de una vez, déjame de una vez”. Es el final del
tercer parágrafo.

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Alcanzado un punto que podríamos definir como de no retorno, viene la que
quizá es la frase más brillante de toda la canción: “Y tus párpados cayendo se me
antojan guillotinas”, donde la voz narradora se imagina viendo dormir a la amante
y susurrándole que sus almas no conocen el reposo pero que la ama “un mundo
entero con su belleza y su fealdad”, preguntando por qué no puede aceptar que no
se trata más que de morir o matar.
Después de este diálogo imaginario, sintiéndose abandonado, nuestro
protagonista nos comunica en el quinto y breve parágrafo que ha decidido morir, a
continuación de lo cual nada le impedirá descansar y obtener “la santa paz que en
vida no gocé jamás”, ya que “hasta morir la única opción siempre es matar.
Siempre matar”.

La conclusión

Al llegar al final de la canción y hacer recapitulación es cuando


comprendemos que hemos asistido a la narración de una persona desesperada que
está a punto de suicidarse. Con su suicidio se cumplirá –según su peculiar forma de
ver las cosas- el vaticinio de la gitana que les leyó el porvenir: la persona amada,
contrariamente a todos los pronósticos, se habrá convertido en el “asesino” y esta
persona en la “víctima”. Sin embargo, el final definitivo puede ser muy otro con los
datos que tenemos: es posible que finalmente ambos sean “asesinos” y “víctimas” a
la vez si la persona amada termina suicidándose, algo en absoluto descartable si
atendemos a sus palabras inmediatamente previas a separarse de su amante:
“[A]ntes de que tú me mates prefiero matarme yo”. Tendríamos, de este modo, dos
suicidios en paralelo.

Conceptos-clave

Morir o matar: hasta ocho veces se presenta a lo largo de la canción la


disyuntiva de morir o matar. La intensidad es tal que a lo largo de las otras
canciones del disco no volverá a utilizarse el término matar y sólo una vez se usará
morir (“morir de sed y beber del mar”, en “Crujidos”) en un contexto por otra parte
más bien metafórico.

El silencio: otro concepto abrumador que se utiliza a lo largo de la canción


es el del silencio, un silencio que, viniendo después de los reproches, desemboca en
una “especie de pesada y repartida soledad”, y con el que se iniciaban tanto el amor
como las noches de los amantes. En ambos casos, el proceso venía a ser
prácticamente el mismo: silencio-(soledad)-terror-silencio. El silencio está
presente en otro tema del disco, concretamente en “Mondúber”, donde
nuevamente aparece en el contexto de una relación tormentosa y destructiva (en
dicha ocasión el silencio estará ardiendo).

La soledad: es un factor de gran relevancia en la relación de pareja que se


nos muestra en “Morir o matar”, pero no se refiere a la ausencia del otro sino a una
soledad, iba a decir compartida, pero sería mejor señalar que vivida y sufrida en
forma de vasos estancos. El otro lugar del disco en donde se menciona la soledad
es en “Crujidos”, donde en esta ocasión sí que se refiere al hecho de encontrarse
uno solo: “[M]e despierto herido y grito en soledad”.

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La verdad: aunque sólo aparece en una ocasión: "[H]ay cosas que tenemos
que aprender: yo a mentir y tú a decirme la verdad”, palabras puestas en los labios
de la persona amada, la verdad cumple una función esencial en el desarrollo de la
narración, ya que se deduce que es una de las faltas principales que la persona
amada ve en la relación, la ausencia de verdad en las palabras de su amante. Es
revelador que en la otra canción del disco en la que se menciona la palabra verdad
(“Detener el tiempo”), ésta aparece dos veces y las dos en relación con el miedo:
“Por primera vez sentía el miedo de verdad” y “[t]an presente como el miedo se
hizo la verdad”.

La fuerza: hablamos de la fuerza aplicada al carácter o personalidad de


alguien. La amada le dice a la voz protagonista que ella tiene que aprender a “ser
fuerte” mientras que la otra persona debe saber cómo “mostrar debilidad”, no le
está pidiendo que sea débil sino que aprenda a mostrar debilidad. En lenguaje
coloquial y moderno diríamos que parece que le está urgiendo a que sepa “mostrar
sus sentimientos”. En el disco se emplea la palabra fuerte en “Lole y Bolan (un
amor teórico)” cuando se señala: “En teoría sé que te amaré toda la vida / y cada
día se hará fuerte mi fe” de manera repetida, y también cuando apunta: “Y si te
digo: amor, que mi única intención / es hacer que respires fuerte”. Como resumen
de todas estas apariciones, podría decirse que la fuerza es un desiderátum y su
ausencia trae conductas no deseadas.

El miedo y el terror: se deduce que el miedo es una constante en la relación


de la pareja, miedo que a veces puede desembocar en terror. La palabra miedo sólo
aparece una vez, cuando salen de visitar a la gitana: “Y salimos de allí y me miraste
asustada y el miedo sonó en tu voz”. En el disco, no obstante, sí que aparece más
veces. En “Detener el tiempo” es una palabra recurrente: “[T]odo lo que el miedo
esconde”, explicado más adelante: “[Y] entonces / descubrí que el miedo esconde /
muchos días y aún más noches / que alguien más sensato que yo querría evitar”,
aparte sobre todo de las ocasiones en que el miedo lo hemos visto directamente
relacionado con la verdad. En “En el lugar del amor”, otro tema del disco, se desea
que la canción sea más que querer descifrar “este eterno miedo”.
Por su parte, el terror es exclusivo de “Morir o matar”. Es un terror que se
sitúa, como señalé antes, en un proceso silencio-(soledad)-terror-silencio,
erigiéndose evidentemente en protagonista de los momentos puntuales más
terribles de la relación.

La sangre: a diferencia de relaciones sentimentales en donde la convivencia


se hace imposible por maltratos físicos (aunque prácticamente en todos los casos
se acompaña en realidad de otra clase de maltratos), en la que se nos cuenta en
“Morir o matar” no asistimos a ningún episodio de ese tipo, los maltratos son
fundamentalmente psíquicos. La sangre, no obstante, aparece en la canción con el
objeto de hacer patente el hoyo en el que ha terminado el narrador: después de
irse solo al hotel y mezclar “el polvo blanco y el marrón”, llama a la amada “con la
sangre aún resbalando” como producto de haberse drogado. En el disco la sangre
vuelve a aparecer en “Mondúber”, de nuevo en un ambiente de desencuentro de
pareja: “Nos sabe mal que te desangres / pero límpialo todo antes de salir”. En esta
ocasión, aunque pudiera interpretarse de manera metafórica, me parece que sí

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asistimos a algo puramente físico, ya que más adelante se dice: “Y la noche nos
alcanzó / entre sangre reseca y sudor”. De nuevo me parece que estamos ante las
consecuencias de haberse drogado.

La crueldad: cuando el narrador de “Morir o matar” ha llegado a la más


profunda soledad, dice que “ve que el universo es un lugar vacío y cruel”. En
“Junior Suite”, otro tema de El Manifiesto Desastre, el coro casi angelical dice
“entonamos canciones de amor y crueldad”, un contraste conceptual sorprendente.
En “El tercer día”, por su parte, una persona cambia los muebles de sitio el 31 de
noviembre y al despertarse al día siguiente se da cuenta de que siguen donde
siempre, concluyendo: “Que es diciembre y no abril el mes más cruel, / ¿quién se lo
iba a negar?”.

La paz: es algo que nuestro narrador piensa que sólo hallará una vez
muerto: “[M]oriré, y cuando lo haga al fin ya nada va a impedirme descansar y así
obtendré la santa paz que en vida no gocé jamás”.

La canción: sorprende la cantidad de veces que la palabra canción (o su


forma plural) es mencionada en El Manifiesto Desastre. Su primera aparición nos
sale al encuentro al comienzo del disco, casi tan pronto como “Dry Martini, S. A.”
desgrana sus primeros acordes: “[H]oy desarmé la televisión, tarareando una
canción insoportable (insoportable)”. En “Detener el tiempo”, mientras el narrador
está preguntándose si el tiempo se puede detener o no, “[u]n buen día un carro se
detuvo junto a mí. / Conducían camaleones de los que ponían canciones, / y con
ellas decidí que iba a ser capaz / de disponer de toda la eternidad”. Las canciones
en este caso son la clave para poder tener a su disposición la eternidad. Lo que no
acierto a desentrañar es quiénes son esos camaleones que ponían canciones. Más
adelante se apunta que “entre libros y canciones un día pensé que tal vez el tiempo
se podría detener”, por lo que “[a]hora escribo mis canciones y me refugio en, /
unas veces cosas puras y otras las drogas más duras”.
En “Junior Suite” es el coro casi angelical el que dice, primero, “entonamos
canciones de amor y crueldad” y más tarde “entonamos canciones de deseo y
crueldad” para volver a la primera versión y finalizar con la segunda. En “Nuevas
mañanas”, como en “Dry Martini, S. A.”, aparece la palabra canción al principio del
tema: “Dame una canción por cada mal trago / de todos los que junto a mí has
tenido que pasar, / y creo que podré darte un concierto / tan largo que no pueda
hacerte daño nunca más”. En “Un desastre manifiesto”, por su parte, el término
aparece en una de las frases más enigmáticas de todo el disco: “El cielo está
llorando / y mi última oración / cruzó los siete mares / hacia la canción”, que se
repite una vez de la misma manera, pero que casi concluye el tema introduciendo
el pronombre personal de primera persona del singular: “El cielo está llorando / y
mi última oración / cruzó los sietes mares / hacia la canción, / hacia mi canción. /
La canción”. En “En lugar del amor” por dos veces se dice: “Cuando se ponga el sol /
sonará esa canción que los dos nos sabemos”, y también: “Ojalá que la canción /
fuera más que cantar”, mostrándose aquí pesimista en cuanto a la utilidad de las
posibilidades suplementarias que ofrece dicho ejercicio musical.
En “Morir o matar”, finalmente, la palabra canción aparece en dos
ocasiones: en la primera para señalar que fue uno de los ingredientes (“dinero,
encanto y alguna canción”) para lograr el enamoramiento de la amada, y en la

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segunda para mostrar que al cabo de algún tiempo todo el mundo se cansó “de
escuchar noche tras noche la misma triste canción” de la voz narradora.

Un posible referente poético-musical

Aunque la aparición de una gitana leyendo el porvenir es un motivo muy


utilizado en literatura, no me sorprendería que parte de la inspiración para
introducir una misteriosa figura gitana en la canción le hubiera venido a Nacho
Vegas a partir de la escucha de “Went to see the gypsy” de Bob Dylan, tema que el
estadounidense publicó originalmente en su disco New Morning (año 1970), a
pesar de que en este último tema se trata de un gitano y no de una gitana. En el
propio disco de Nacho Vegas en el que se incluye “Morir o matar” se menciona el
vinilo Blonde on Blonde (1966) del estadounidense en la canción “Detener el
tiempo” y el asturiano ha tocado en directo varios temas del estadounidense,
habiendo sido incluso alguna que otra versión publicada fuera de los discos
oficiales de Nacho Vegas.

La crítica ante “Morir o matar”

Más que realizar aquí una exhaustiva recopilación de lo que los más
afamados críticos dijeron sobre “Morir o matar”, he procedido a un sondeo
prácticamente aleatorio buceando en algunas páginas de internet a través de
Google. Esta aleatoriedad se convirtió en un buen argumento para pensar que
“Morir o matar” es una excelente canción, ya que como en seguida se verá las
opiniones de la crítica coincidieron en señalarla como uno de los momentos más
inspirados del disco, y algunos incluso la compararon con temas ya memorables
del repertorio de Nacho Vegas.
Tan sólo un día después de que saliera el disco al mercado (1 de diciembre
de 2008), se apuntaba sobre nuestro tema: “¿La mejor canción del disco? Puede.
Digamos, al menos, que es la más escalofriante de todas, la que recupera la épica
que desprendía ‘El Salitre’ o la tragedia a tragos largos de ‘El ángel Simón’. El
Manifiesto Desastre no podía soñar mejor final”4. El 5 de diciembre se decía en otro
lugar: “Una composición que marca un épico cierre para el álbum y que consta de
dos partes completamente diferentes. Una primera puramente narrativa sobre los
problemas de una pareja y una segunda bastante más destructiva y llena de fuerza.
Precisamente ese cambio (tanto musical como a nivel de letra) se da en el minuto
3:07 y ya el tono se mantiene hasta el final de la canción y, por lo tanto, del disco”.
Se concluye calificándola de canción memorable5. Raúl Guillén el 21 de diciembre
de ese mismo año escribía: “‘Morir o matar’ es una de las canciones más duras y
crudas que haya escrito Vegas jamás, una de las mejores, y eso es mucho decir”6.
En Mondosonoro, por su parte, se señaló: “[C]ierra el disco con “Morir o matar”, lo
mejor del lote; un tema en la línea de sus clásicos, aunque con una renovada

4 http://www.hipersonica.com/personajes/nacho-vegas-el-manifiesto-desastre-primeras-
impresiones, consultado el 13 de marzo de 2014 (las restantes referencias de internet han sido
consultadas este mismo día).
5 http://luipermom.wordpress.com/2008/12/05/diseccionando-el-manifiesto-desastre-de-nacho-

vegas/.
6 http://jenesaispop.com/2008/12/21/nacho-vegas-el-manifiesto-desastre/.

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profundidad gracias al órgano de Abraham Boba”7. Y Javier Marzal: “Tan solo al
final, el disco vuelve a lo más alto con “Morir o matar”. Quizás hayamos oído la
misma historia contada por el autor varias veces, pero es que en este último corte
lo hace tan redondamente... Es difícil encontrar una canción con una letra en la que
nada sobre”8.

Situándonos en perspectiva, el domingo 3 de noviembre de 2013, a casi


cinco años de la salida del disco a la calle, se decía: “[U]n disco que abate
inevitablemente de principio a fin, y más cuando al acabar con “Morir o matar”, te
das cuenta que mientras existas la única opción siempre es matar. Desintegración
plena en un clásico instantáneo a la altura trascendental de “El Ángel Simón” u
“Ocho y medio””9.

Lo que dijo Nacho Vegas

Poseemos la gran suerte de conocer algunas palabras del propio Nacho


Vegas sobre “Morir o matar”: "Xel [Pereda, guitarrista de Vegas] decía al principio
que esta canción era como una eslovaca para Eurovisión, y me dijo: "anda, te la voy
a arreglar yo con una guitarra, como siempre". Es como el extremo opuesto a Dry
Martini, s.a., con lo que el disco se puede plantear como un viaje, un viaje hacia
atrás en el tiempo”10. Esta idea no explicada suficientemente del viaje atrás en el
tiempo reapareció de manera similar cuando apuntó en alguna ocasión que leía el
disco como una historia un poco a la inversa, en la que el punto de partida es la
última canción y el de destino la primera “y está un poco articulado en dos
mitades”11. Sin embargo, cuando bastante tiempo después, a fines de 2009, se
publicó el trabajo en vinilo dicho orden no fue modificado, tan sólo se añadió un
tema inédito titulado “Historias de nunca acabar”.

Notas finales

Llegados a este punto me imagino que, por lo menos, el lector que no haya
escuchado la canción tendrá ahora curiosidad por hacerlo y así disfrutar de las palabras
con su música correspondiente. Si consideramos sólo las canciones de Nacho Vegas
–esto es, sin incluir los cuentos, escritos y poemas–, yo me atrevería a situar la que nos
ha ocupado en una segunda línea detrás de las obras maestras que son “El Ángel
Simón”, “En la Sed Mortal” y quizá “Ocho y Medio”. A buen seguro que un estudio del
texto encuadrado en el resto de la obra de Nacho Vegas, no sólo en el disco en que vio
la luz inicialmente, arrojaría muchísima más luz sobre aspectos aquí tratados y sobre
otros más opacos y resistentes a salir a la luz en un análisis relativamente ligero como el
que nos ha ocupado. Ω

7 http://www.mondosonoro.com/Critica-Discos/El-manifiesto-desastre/NACHO-VEGAS/170.aspx.
8 http://lafonoteca.net/discos/el-manifiesto-desastre.
9 http://nadiemuereendomingo.blogspot.co.uk/2013/11/el-manifiesto-desastre-de-nacho-

vegas.html.
10 http://blogs.elpais.com/rollingstone/2008/12/nacho-vegas-des.html.
11 Cf. Fernández Palacios, 2010 (citado en la nota 1), 93, n. 9.

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