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JOSÉ MARÍA ESTEVA.

POESÍAS

EDICION DE “EL NACIONAL»**

MÉXICO.
Imprenta de Gonzalo A. Esteva,
2* de la Pila Seca núm. 4,

1884.
PRÓLOGO-

Al reunir las poesías cuyos borradores hemos podido


conservar, para publicarlas, no hacemos nosotros más que
concentrar en uno ó más tomos los recuerdos de nuestra
juventud y casi de nuestra niñez. Nuestros versos en lo
general son de circunstancias y hechos realmente en ra­
tos perdidos, pues no recordamos haberles dedicado nun­
ca más de una hora seguida de trabajo: e» por esto que
en nuestra colección no podrán encontrarse más que
composiciones ligeras, que si algun mérito tienen, será
dibido no al estudio empleado para hacerlas, sino á las
impresiones que teníamos al escribirlas. Al coleccionar­
las, cedemos más que al deseo de adquirir una gloria que
no se adquiere por tan poca cosa, al gusto de reunir esos
recuerdos que nos traen á la memoria las horas siempre
felices de la edad que pasó.
Solo hemos querido hacer de propósito dos clasifica-
6

ciones: la de poesías filosóficas y sentimentales, y la de


poesías jocosas y de circunstancias. En un tomo que
comprenderá la primera clasificación, colocaremos las que
á ella pertenecen sin guardar órden ninguno, ni el de las
fechas en que fueron escritas, ni el del género á que pue­
dan pertenecer: ol órden en esta clase de colecciones es­
tablece ciorta monotonía que les perjudica, y fatiga y
cansa al lector, que no es posible pueda leer con gusto,
verbigracia, quince ó veinte composiciones eróticas se­
guidas, sin que quedo, además, empalagado de tanta dul -
zura y de tanto amor» Al formar esta edición, reunire­
mos en ella tanto las composiciones que publicamos el
año de 1850 en un tomo cuya edición creemos haberse
agotado ya, como las que hemos escrito después de ese
año y de las cuales muchas están inéditas.
No tenemos ningunas pretensiones al coleccionar
nuestras poesías: entre ellas confesamos desde luego que
habrá muchas malas, algunas regulares y pocas buenas;
y al que nos diga que poi* qué no excluimos de la colec­
ción las que consideramos malas, le contestaremos que
esas son las debilidades de la paternidad, y quedos hijos
no por ser raquíticos y contrahechos dejan de amarse co­
mo tales. ToCa al buen gusto del lector aceptar lo que
le parezca bu«to y desechar lo que no le agrade.

José María Esteva.


A MI HIJA CAROLINA.

XL CUMPLIS QUINCK AÑOS.

Flor de «ai ajtaa fresca y pura


Que en el pensil te levantas,
Festiva entre flores tantas
Que se levantan en él.
Bios te conserve, hya «nia,
Encanto de mi exiatençia,
La pureza y la inocencia
Be tu tranquila niñez.

Tú con tus dulces caricias


Be venture mi alma llenas.
Bulce alivio de mis penas»
Bálsamo de mi dolor.
Perla sencilla y modesta
Que en mi corazón se anida,
Vida hermosa de mi vida,
Alma de mi corazón»
8

Limpia gota de rocío,


Arroyuelo que murmura,
Flor que en el rosal segura
La brisa mueve al pasar.
Del alma en tu rostro brillan
Las emociones inquietas,
Corona azul de violetas,
Ramo blanco de azahar.

Ya la juventud graciosa
Te abre sus jardines bellos,
Y el mundo te espera en ellos
Con su encanto seductor.
No te alucine, hija mía,
£1 brillo de esas jardines,
Ni el placer de sus festines,
Ni el encanto de su amor.

Lleva siempre cautelosa


Por do quier tu débil planta,
Que en él quien más adelanta
No es el que camina más.
Pues donde están esos goces
Que aturden nuestros sentidos,
Y esos placeres mentidos,
No siempre la dicha está.

Que en esos lindos verjeles


De encantos tan seductores,
Espinas tienen las flores
Que causan fiero dolor.
9

Y aquesas copas doradas


Con que el placer nos provoca,
Llevan la miel a la boca
Y el veneno al corazón.

Guando oigas de la conciencia


El acento conocido,
Es que hablándote al oido
Tu ángel de guarda estará.
Piensa, si su voz escuchas,
Que tus acciones vigila,
Y que donde ella vacila
Debe el corazón callar.

Sigue siempre por la senda


Que tu deber te señale,
Porque no hay placer que iguale
Al de conducirnos bien.
Y serás en el camino
Transitorio de la vida,
En tu juventud, querida,
Respetada en tu vejez.

Sé afable y dulce con todos,


Nunca ante el bien retrocedas,
Habla lo ménos que puedas,
Piensa lo que puedas más.
Mide siempre tus acciones
Al compás de la prudencia,
Humilde Sé en la opulencia
Y digna en la adversidad.
10

Que el honor jamás olvides


Es un cristal delicado,
Y que una vez empañado
Nunca se limpia otra vez.
Y evita en tus buenas obra*
Cualquiera mala apariencia,
Que á la mujer la conciencia
No le basta de obrar bien.

Abre á la amistad el alma


Tanto cuanto abrirla pueda?,
Y al amor nada concedas
Que te reproche el pudor.
Porque el pudor, hija mia,
Es un escudo sagrado
Que Á la castidad le ha dado
La mano misma de Dios.

Tu honestidad cuidadosa
Guarda siempre y tu pureza,
Pues no hay sin ellas belleza
En la más bella mujer.
Y cual gota de rocío
Que cae, la que las olvida
Perla es ántes de caida,
Fango después de caer.

Cuando mendigo á tu puerta


Llegue el niño ó el anciano.
Extiende hacia él· tu mano
Y parte con él tu pan.
11

Pues de todas las virtudes


La más noble, santa y pura,
Es en la humana criatura
La cristiana caridad.

Tú el erial de mi existencia
Has llenado de dulzura,
Porque en él hermosa y pura
Te ha visto crecer mi amor.
Y cual lirio perfumado
Que Dios del cielo me envía,
Te has colocado, hija mía,
En mi tierno corazón.

Ya la juventud te espera:
Plegue al cielo que el destino
Flores ponga en el camino
Que en el mundo llevas tú.
Y que al cruzar tan hermosa
Por sus pensiles tan bellos,
Te acompañe siempre en ellos
El ángel de la virtud.

Jalapa, 16 de Junio de 1861.


8KRKNÀTA.

Mujer de negros ojos y alabastrina frente


Que vagas por el mundo cual ángel del Señor,
Tu acento es el murmurio de la escondida fuente,
Tu aliento es el perfume de la nevada flor.
De mis pensiles bella sultana,
De estos verjeles púdica hurí,
Sal á la reja do tu ventana
Donde de amores muero por tí.
Y si al salir, las quejas
Oyes del viento
Que entre las rejas gime
De tu aposento,
Esos rumores
Son el acento, niña,
De mis amores.
U

Jilguero de las selvas que cadencioso trinas


Entre las verdes ramas del pálido jasmin,
Suspiran, si te escuchan, las rosas purpurinas
¥ enamorados te oyen los rojos alelís.
Pues de armonía llenas el viento
Y melodiosa se oye tu voz,
Triste, si lloras, como un lamento,
Dulce, si cantas cantos de amor.
Sigue, Leda, cantando
Porque tú eres
El turpial cadencioso
De mis vergeles,
Y mis quebrantos
Olvido cuando escucho,
Niña tus cantos.

De aquestos bellos lagos encantadora ondina,


Dulce azucena blanca del mágico jardin,
Tu voz es el perfume que al aurora matutina
Exhalan las violetas azulee del pensil.
Si la armonía que el viento llena
Blando el perfume de tu alma es,
Por tus perfumes, blanca azucena,
Dulces mis trobas yo te daré.
14

Puesto que en los pensiles


Aman las flores,
Y es su aroma el lenguaje
De sus amores;
Sigue cantando,
Y deja que recoja
Tu aroma blando.

Paloma enamorada que en la ramada umbría


En cada canto un aye tan lastimero das,
Recoge el ceflrillo tu vaga melodía
Y luego entre las flores ά murmurarla vá.
Si cuando canto mis tristes sones
Dulce en mis trovas se oye mi voz,
Es porque el eco de tus canciones
Nada mas, Leda, nada más son.
Pues mi laúd lo dulce
De tu voz toma,
Porque es tu ceflrillo,
Blanca paloma;
Y su armonía
Es la de tus cantares,
Paloma mia.

Dicenme, Leda hermosa, que la inocencia anida


En tu alma y que eres, pura, la imágen del candor,
Que pasas sonriendo el valle de la vida
Y que es sencillo y tierno tn amante corazón.

Dicenme que eres blando arroyuelo


Que de sus linfas en el cristal
Pinta entre flores lo azul del cielo
Y murmurando risueño va.
Si eres arroyo blando
Que entre las flores
Pasas ¡ay! murmurando
Tiernos amores;
Deja, arroyuelo,
Que entre tu linfa pura
Mire yo el cielo.

Y pues el alma eres de la existencia mia.


Ya vagues por el mundo cual ángel del Señor,
O seas jilguero errante de dulce melodía,
O arrullo de una fuente, ó aroma de uua flor,
La voz escucha de mis cantares,
Púdica virgen, célica hurí,
Ramo de nardos y de azahares,
Blanca azucena de mi pensil.
Y si en la reja un dia
De tu aposento
Oyes, paloma mia,
Que gime el viento,
Esos rumores
Son el acento, Leda,
De mis amores.
México, 1861.
LA AZUCENA ENAMORADA.

EN UN ÁLBUM.

Puesto que sois curiosas las mujeres,


Y con el alma de ternura llena
Sentís cual propia la desgracia ajena,
Voite, Paz, á contar, si oírme quieres.
La historia de una pálida azucena.

En un jardin, tesoro de aromas y verdura.


Una azucena blanca sus peíalos abrió:
Y de perfumes llena y llena de frescura,
Era, entre tantas flores, notable la hermosura
De esa azucena blanca que en el jardin nació.

Los tiernos pajarillos volaban á porfía


Al desplegar la aurora su pálido cendal,
Llenando en torno suyo al viento de armonía,
Y en torno también de ella tesoros de ambrosía
Las flores exhalaban al aura matinal.
17

Jamás en los pensiles de rosas y claveles


Y de olorosos nardos se vió más linda flor:
Encanto de las aves, primor de los vergeles,
Depósito de esencias y de exquisitas mieles,
Era la flor aquella la imágen del candor.

Hermoso un lirio junto de la azucena alzaba


Sus pétalos nevados en el florido Edén;
Y el cefírillo blando que al lirio acariciaba,
A la azucena blanca perfumes le llevaba
Y acariciaba, dulce, sus pétalos también.

El lirio á la azucena tan tiernamente amaba,


Que la azucena al lirio le dio su casto amor;
La vida para ellos tranquilo resbalaba,
Pero ¡ay! entre las flores también la dicha acaba
Y en pos de la ventura también llega el dolor.

Tan frescas y tan puras las dos hermosas flores


El dulce encanto fueron del mágico pensil;
Quizá fué su perfume la voz de sus amores,
Quizá se prodigaron halagos seductores
En las caricias blandas del céfiro sutil....

Mas ¡ay! en una tarde tristísima y sombría


Las nieblas de los lagos paráronse al pasar,
Posando entre las plantas de la pradera umbría,
Y al lirio, que en las sombras durmiendo se envolvía,
Jamás ¡oh Dios! lo vieron las flores despertar.
Poeííw.—3
18

Sus pétalos entóneos plagando la azucena,


De palidez nevada tiñólos el dolor;
Y ahora entre las flores, de desencanto llena,
En blancas perlas vierte el llanto de su pena
Y emblema es de pureza y de doliente amor.

En una hermosa tarde por el jardin cantaba*


Un ruiseñor errante eon doloroso afan,
Quizá pasadas dichas cantando recordaba,
Porque era triste y dulce el canto que entonaba
Oculto entre el follaje de un rojo tulipán.

Y al ver á la azucena tan pura y tan hermosa


Cual nunca flor alguna por las campiñas vió,
Le dijo en sus cantares su historia lastimosa,
Y la azucena blanca, doliente y cariñosa,
También la de sus penas al ruiseñor contó.

EL RUISEÑOR

«Yo en los penados felice un dia


Hermosa y pura busqué una flor.
Y hallé una rosa de Alejandría
Y & ella dile mi tierno amor.
Quiso luego la suerte,
Para mí fiera,
Que al oír mis cantares
La flor muriera;
ld
¡Ay! que las flores
Mueren, blanca azucena,
También de amores.
Ahora canto
Y es mi canción tan triste
Como tu llanto,μ

LA AZI CENA.

nEn este mismo lugar frondoso,


Dando á los vientos el suave olor,
Se alzaba un lirio blanco y hermoso
Y era ese lirio mi casto amor.
Mas ¡ay! una mañana
Lloré perdida
En la vida del lirio
Mi propia vida;
Pues lo quería,
Y era su vida hermosa
La vida mia.
Ora mi llanto
Es, ruiseñor, tan triste
Como tu canto, η

Es probable siguieran misteriosos


Haciéndose sus tristes confidencias
Los dos amantes ó los dos esposos,
S

ave en sus cantares lastimosos


l*

la flor derramando sus esencias.


20

£1 tiempo desde entóneos fué pasando,


Y del fin de tan tiernos amadores
Solo saben las aves y las dores,
Que el ave errante continuó cantando
Y la azucena se murió de amores.

Puebla, 1860.
Losciate ogoi eperanz*.
Dante.

Triste abandono de mi hogar la dicha


T el dulce cielo de mi tierra amada,
Donde recuerdos apacibles dejo
¡Ay! de venturas, por mi mal, pasadas.

¿Cuál es la fuerza que Á vagar me impele


Cual lleva el viento á la ligera barca,
Cuando & garete por la mar camina
A su triste destino abandonada?

¿Cuál el poder que por do quier me lleva,


Que hacia adelante á mi pesar me arrastra?
Y.... cuando dudo vacilante y triste
¿Cuál es la voz que por do quier me llama?

Ora surcando por callados mares,


Ora vagando por desiertas playas·.
Ora perdido en solitarias islas
Que de triste pavor llenan al alma.
22

Ora cruzando el arenal ardiente


Del inmenso desierto, do cansada,
O sombra 6 agua la existencia busca,
Y ni halla sombra ni consuelas halla.
Ora sintiendo, al ardoroso rayo
Del sol, la muerte en la espantosa calma,
Helándose ora ep la callada noche
Con el ¿rio glacial de la montaña.
Durmiendo hoy bajo el amigo techo
De elevados palacios, y mañana
Partiendo con el pobre campesino
El estrecho rincón do su cabaña.

¥ en todas partes al rayar el dia


Sentir la fuerza que á vagar me lanza,
Cual barca débil que en la mar perdida
El viento airado por do quier arrastra.

¡Ay! cuántas veces en la clara noche


Sentado, solo, en la desierta playa,
Viendo á la luna reflejarse triste
Sobre las aguas de la mar callada,

Volví impaciente los llorosos ojos,


¥ con ellos ¡oh Dios! también el alma,
Evocando recuerdos de ventura,
Hacia regiones, por mi mal, lejanas.

Cuántas veces vagando süencioso


Por las islas desiertas y apartadas,
Me interné por sus lúgubres cavernas
O las abras crucé de sus montañas.
23

Y á la luz tibia, en la apacible tarde»


Que el moribundo sol triste arrojaba
Al apagar sus rayo^ ardorosos
Del pacífico mar sobre las aguas,

El silencio solemne contemplando


De aquellos montes y extendidas playas,
Do el canto no se escucha de ave alguna
Ni la huella se ve de humana planta,

Solo en el mundo me juzgué, y cual sueños


Pasaban por mi mente acalorada,
Los placeres y goces de otros dias
Que no por idos los olvida el alma.
Y entre el ruido triste y cadencioso
Que en la callada soledad formaban,
La brisa al suspirar entre las rocas
Y el mar con el murmullo de sus aguas,
Parecíame escuchar lejanos ecos»
O la canción de misteriosas hadas,
Armonías perdidas del desierto
Que por sus selvas ó cavernas vagan.
Cuántas veces también ¡ay f do los mares
Enmedio de las aguas azuladas,
Medité tristemente recostado
Junto al timon de mi pequeña barca,

Y á la luz apacible de la luna


Que en la estela del mar se reflejaba,
Tras la ola espumosa que corría
Dejando surcos por do quier de plata,
24

En las calladas horas de la noche


Sentí á mis ojos asomar las lágrimas,
Cual gotas de ternura que en su duelo
Del lastimado corazón brotaran.

Triste es vivir cuando la amarga pena


Apagó ya la luz de la esperanza,
Y en las tinieblas del dolor cruzamos
El camino que se abre á nuestras plantas;

Cuando la dicha ó la desgracia ajena


A nuestra vista indiferentes pasan,
Y el alma, yerta, con la vida vive
De la materia que á morir no alcanza.

Triste es la vida cuando el hombre lleva


Ya la existencia cual pesada carga,
Y sin aliento ni ilusión camina,
Pues ni la dicha ni el placer le aguardan.

Mas ¡ayl empero, una esperanza queda


Cuando las otras para siempre acaban....
La de dormir en la callada tumba
Al terminar la mundanal jornada.

Misión de Loreto en California, 1856.


te

EL CANTO DE LA TÓRTOLA.

Bn uu bosque silencioso.
Cantando en mitad del dia,
Una tórtola decía
Con acento lastimoso:
Tórtola humilde nací
;Pohre de raí!

Solo y triste está mi nido,


Sola y triste vivo yo;
Y lloro el placer perdido
Y lo lloro y no lo olvido
¡Ay, feliz quien nunca amó!
En la soledad callada
De la enramada
Tórtola humilde nací,
Y mis recuerdos amando,
Siempre viviré llorando.
¡Pobrb de mí!
Foot*·,—3
se

Lágrimas del corazón


Vierto en mis tristes cantares
Y doliente es mi canción,
Porque mis cantares son
La expresión de mis pesares.
Pues llorando abandonada
En la enramada
Donde tórtola nací,
En cada arrullo un lamento
Doy al silencioso viento.
¡Pobre de mí!

Con acento dulce y blando


Pasa el ruiseñoi cantando
A su tierna compañera
Que enamorada lo espera,
Y yo vivo sollozando.
Porque sola y olvidada
En la enramada
Donde tórtola nací,
A nadie ¡infeliz! espero
Y en triste silencio muero.
¡Pobre de mí!

Alegre va entre las floree


Murmurando el arroyuelo,
Y trinando sus amores,
Pájaros de cien colores
Pueblan el azul del cielo»
27

Y yo à vivir condenada
En la enramada
Donde tórtola nací,
Doy en mi eterno quebranto
Un lamento en cada canto
¡Pobre de mí!

Y siempre que la tórtola doliente


Terminaba su canto dulcemente
Lamentándose así,
Entre el silencio de la selva umbría
El eco, lastimoso repetía:
¡Pobre de mi!

México, 1861.
A CLARISA.

Enjuga, Clarisa, tu férvido llanto,


No asi despedaces mi fiel cortean.
Si amándote pudo causar tu quebranto,
Perdóname, hermosa te amé tanto, tanto,
Que en vano ocultarte yo quise mi amor.
Olvida mis quejas y deja que el viento
Mis tiernas palabras se lleve do quier,
Y deja que vague perdido mi acento
Cual vaga en los bosques el triste lamento
Del ave que llora su amarga viudez.
■Oh! vive tranquila, sé tú venturosa
Y deja que sufra yo solo por tí
No quiero, Clarisa, mirarte llorosa
¿Qué importa, si lloras, que estés más hermosa
Si prueba tu llanto que no eres feliz?

¡Qué importa á mi dicha quererte yo tanto,


Si al verte llorando mi fiel corazón
La dulce ventura se torna en quebranto?
¡Qué importa á mi dicha, si indica tu llanto
Que triste padeces quizá por mi amor?
29

¡Qué vale que suene yo un cielo de amores


Y cármenes bellos y pensiles mil,
Si no hallas tú en ellos frescura ni olores,
Si miras en ellos marchitas las flores
Que yo cariñoso planté para ti?

Amor á tus plantas señala un camino,


Te llama hacía al otro severo el deber;
Yo soy en el mundo fugaz peregrino,
Adiós, no vaciles: si injusto el destino
Te ordena que olvides, olvídame pues.

Olvida y enjuga tu férvido llanto,


Mas ¡ay! compadece mi amarga aflicción
Si yo tu desdicha causé y tu quebranto,
Flor pura y hermosa, si amándote tanto
Turbé tu reposo buscando tu amor.

Guadalajara, 1857.
80

EN LÀ CORONÀ FUNEBRE

Pel poeta mexicano

Z). O-ZUR/FIO.

¿Eres tú el vate que con tierno acento,


Sagrados cantos preludiando un dia,
Oír dejaste celestial concento,
Dulce, cual queja que murmura el viento,
Triste, cual eco de la selva umbría?

¿Eres tú el ave, de la tierra encanto,


Que hasta los cielos levantó su vuelo,
Y oyendo el eco de celeste canto,
Bajó inspirada de entusiasmo santo
Trayendo al mundo la armonía del cielo?

¿Que se hicieron tus dulces melodías?


¿Dónde están esos cantos soberanos
Que al viento dabas si cantar querías,
Guando, inspirado del Señor, cogías
El arpa de David entre tus manos?
ai
Ora tierna tu voz, ora potente,
Si al aire dabas el acento vago,
Murmuraba en las aguas de la fuente.
O imitaba los ecos del torrente,
O el triste arrullo del dormido lago.

Si susurraba del jardin frondoso


Entre las frescas y esmaltadas flores,
Deteníanse allí los ruiseñores,
Que nunca oyeron canto más hermoso,
Ni acento tal para cantar amores.

Corriendo el velo de la edad pasada,


Tu voz levantas en la altiva Roma,
Y de Salem también la infortunada
En la triste ruina abandonada,
Y en el lago desierto de Sodoma.

O bien los arenales solitarios


Cruzas do yace la infeliz Palmira,
Y allí de sus soberbios santuarios
En los grandes escombros funerarios
Dulce tu voz y con dolor suspira.

En las ruinas, ora, de Cartago


Te sientas junto á Mario fugitivo,
Y alzas tu acento por el aire vago,
De la ciudad el mereoido estrago
Triste cantando y de su pueblo altivo.

Bajo el mflvyo de tu voz sonora


Yo he discurrido de la Siria ardiente
82

À la patria del Tasso encantadora,


T del palacio donde el grande mora
A la choza infeliz del indigente.

Tú me llevaetes entre el pueblo íiftpío,


Y escuchando tu acento funerario,
Cubierto con elpolvo dd gentío
Subí por la carrera del Calvario
A la cumbre del Oólgota sombrío.

En ella vi al pueblo deicida


Mofar de Dios la angustia y el quebranto,
Y reír con el alma empedernida
Cuando Jesus,· al exhalar la vida,
Pendiente estaba del madero santo.

Vi que á sus piés, doliente y silenciosa,


Suelto el cabello y pálida María,
En escena tan triste y dolorosa,
Como madre sufriendo y como esposa,
Sus bellos ojos á Jesus volvía.

En calma se quedó naturaleza,


Sobre su tallo se doblaba el nardo,
Y cubierta de polvo y de tristeza,
Asomaba, mezquina, la maleza
Entre loe grietas del peñasco pardo.

Solitario en el valle no movía


Sus largas hqfas el palmero esbelto;
Estaba triste y caluroso el dia,
Y arrastrar silencioso se veta
Sus tibias aguas al Jordan revuelto.
33

Paco después, en tiempos más cercanos,


Desde esa misma descarnada cima
Ti eumpUise anatemas soberanos,
Y al empuje caer de lúa romanos
Teñida en sangre la infeliz Solima.

Tú me llevaste á Babilonia un dia;


Contigo estuve en la terrible cena;
Y en la playa del Bósforo sombría
£1 ruido escuché que el turco hacía
Arrastrando sa alfangc por la arena.

Mas ¡ay! la muerte que con mano helada


Trueca en desdicha el mundanal contento
En el umbral terrible de la nada
Nubla en tus ojos tu postrer mirada,
Hiela en tus labios tu postrer aliento.

Y allá en la orilla de la vida ignota


Que al hombre justo le prepara el cielo,
Quedó tu lira abandonada y rota,
Cual blanca pluma que en las aguas flota
De ave marina que levanta el vuelo.

Descansa en paz: bajo el ciprés luctuoso


Deja la lira de divino acento,
Que enmedio de este fúnebre reposo
Vendrá en la noche, tierno y cadencioso,
Entre sus cuerdas ά gemir el viento.
Poesías.—5
84

Descansa en pas: la muerte despiadada


Solo deja la gloria de tu nombre;
Gloria que te acompaña en tu morada,
Pues bajo el sauce de la tumba helada
Vive el poeta cuando muere el hombre.
México, 1860.
35

JL SEZÒJLFIIST^.

Si Serafina os llamáis,
Mal vuestro nombre entendais.
Si cera, por qué no ardeis,
Si fina, por qué no amais.

Llena el alma de ternura


Bajada os juzga del cielo,
Al mirar con dulce anhelo
Vuestra ideal hermosura.
Virgen de esbelta cintura
Que melancólica vais
Por el mundo que cruzáis
Como un ángel de consuelo
¿Qué extraño que seáis del cielo
Si Serafina os Uamais?
Mae si ángel sois de consuelo
Y al hombre no consolais
¿Por qué del cielo bajais
Si estabais bien en el cielo?
86

T si del alma el anhelo,


Cuando penando la veis,
No calmais como podéis
Con vuestra risa divina,
llamándoos ¡ay! Serafina
Mal vuestro nombre entendéis.

Si del cielo descendiendo


Vais por el mundo «meando,
Las almas esclavizando,
Los corazones hiriendo,
No cumplís, á lo que entiendo,
Con la misión que teneis;
Pues un mal al hombre hacéis
Cuando así lo atormentáis:
Si fina, por qué no amais;
Si cera, por qué no ardéis.

Virgen de forma divina


Que envuelta eh luz misteriosa
Vais por el mundo, graciosa,
Cual melancólica ondina.
¡Oh! si os Harnais Serafina
Y entre los hombres estais,
Ese nombre! que lleváis,
Mal, por mi fe, comprendéis,
Si cera, por qué no ardéis,
Si fina» por qué no amam.
Veracruz, 1858.
87

A UNA MSA.

(en su álbum.)

Corten las horas de tu hermosa vida


En apacible y venturosa calma,
Como corren, ligeras, de un arroyo
Por el vergel las cristalinas aguas.

La inocencia es un Ángel que del cielo


Bajó á la tierra y con su sombra ampara
À la débil niñez, y de la mano
Por el valle del mundo la acompaña.

Feliz edad porque sus dulces goces


Jamás las penas de la vida amargan,
Y alegre se desliza y bulliciosa
Entre pensiles de eternal fragancia.

Mas ¡ay! empero, cuando el niño olvida


Que en su camino el porvenir lo aguarda,
Y que á las puertas del eden florido
Lo ha de encontrar la juventud mañana;
38

Cuando á sus puros ó infantiles juegos


Entrega solo candorosa el alma,
7 en su inocente corazón no brota
De la virtud la protectora llama.

Peligros ¡ay! ofrecerále el mundo


7 escollos mil encontrarán sus plantas,
Pues de la vida por el mal camino
Conduce siempre al hombre la ignorancia.

Por eso Dios al inocente niño


De una madre amorosa lo acompaña,
7 como ángeles pone á sus maestros
Que de la senda de su mal lo apartan.

Escucha siempre sus preceptos tiernos»


Recoge, niña, el bien en sus palabras,
7 flores hallarás en tu camino
Por todas partee de eternal fragancia.

México, 1859.
39

EL POETA Y LA MENDIGA.

A ml amigo
DON ANTONIO GARCÍA GUTIÉRREZ

Pobre mendiga que cruzas


Por la senda de la vida
Triste, exánime, abatida
Al peso de la orfandad.
De puerta en puerta llamando,
Extranjera en tu camino,
Es el vivir tu destino
De la humana caridad.

No tienes, no, cuando Horas


Quien enjugue ¡oh Dios! tu llanto,
Ni en tu mísero quebranto
Con quien partir tu dolor.
40

Siempre sola vas, aislada


Por el valle de la vida,
Como en las aguas perdida
Va del torrente una flor.

Tu camino por el mUndo.


Es monótono, cansado,
Ni gozas de lo pasado
Ni esperas del porvenir.
El mundo es ¡ay! a tus ojos
Páramo triste, sombrío;
Ves adelante....... vacío,
Vacío detrás de tí.

Como el ave quo perdida


De la risueña manada
Cruza triste, abandonada,
Por extraña soledad;
Tú vas, y vas sin recuerdos,
Vas sin esperanza alguna,
Una contando por una
Las horas ¡ay! de tu afan.

La esperanza al fin anima


Al ave errante eñ su vuelo,
Έ hiende el azul del eielo
Con sus recuerdos do ayer;
41

Mas t& ¿qué tienes, mendiga!


Todo al nacer lo perdiste;
Aislada, sola naciste,
Y asi morirás también.

De sangre tn herida planta


Una huella va marcando,
Y Adelante vas, dejando
Tu existencia tras de ti.
Que la planta del mendigo,
De la suerte en los rigores,
Torna en espinas las flores
De la senda del vivir.

Dime, mendiga ¿qué piensas


Cuando al rico, al potentado,
Los ves pasar á tu lado
Insultando tu orfandad;
Cuando pides al magnate,
A quien tu presencia enoja,
Y de su mesa te arroja
Algún mendrugo de pan.

¿Qué piensas, dime, mendiga,


Cuando del templo é la puerta
Extiendes tu mano yerta
Al orgulloso señor,
Poette—6
42

Y apresurando él su paso
Te dice, al mirarte, esquivo,
Con tono despreciativo:
Perdona, hermana, por Dios?......

LA MENDIGA.

Pienso, poeta, que el hombre


Es enemigo del hombre,
Que la caridad es nombre
Vago, si, para los más;
Que nadie en el mundo sabe
Lo que sufre ¡ay! el mendigo,
Sin amparo, sin abrigo
En su misera orfandad.

Que unos le dan por costumbre


Otros por hipocresía
Haciendo una mercancfa
De aqueea virtud también;
Que unos dan al abatido,
Otros dan al importuno,
Y alguno no más, alguno
Al pobre por lo que es.

Pienso que el rico no sabe


Lo que el mendigo padece,
Cuando el frió le entumeoe
Y vela sufriendo así;
43
Cuando no tiene un harapo
Con que poder abrigarse,
Ni lumbre á la que arrimarse
Ni lecho donde dormir.

Pienso que el rico no sabe


Lo que el mendigo padece,
Cuando de hambre desfallece
Sin tener ¡ay! que comer;
Cuando, exánime, á su mesa
Llega A pedir lo que sobre....
Y por eso no da al pobre
Tan solo por lo que es.

Pienso que el rico no sabe


Lo que padece el mendigo,
Sin un deudo ni un amigo
A quien pedirle favor,
Cuando llega vergonzoso
Y se le humilla... · ¡infelice!
Y por eso ai pobre dice:
Perdona, pobre, por Dios.

Pienso yo que desconoce,


La vida de humillaciones,
De hambre, si, de privaciones
Que arrastramos por do quier,
U
Cuando nos niega el trabajo
Y, en tan amargo tormento.
Necesitamos sustenta
Y nos le niega también....

Pienso que el rico no sabe


Lo que es la humana dolencia»
Para el que está en la impotencia
De poderla remediar;
Para el que llora en la vida
Aislado, sin esperanza,
Y con su llanto no alcanas
Ni consuelos, ni piedad.

Pienso, poeta, que el rico


Ignora lo que pasamos,
Cuando en las calles le hablamos
Implorando su favor,
Y él nos responde orgulloso,
O nos mira distraído,
O pasa, sin dar oido
A nuestra doliente voz.

EL POETA.

Toma mi vida» infelice;


Toma mis versos, mendiga»
Y el cielo no me maldiga
Porque tu mal ignoró.
45

Es cierto, mendiga, es cierto


Que vuestra vida es- amarga;
Que es en el mundo una carga
Que os debe ahogar por do quier

¡Y es posible que el avaro


Acumule su tesoro
Y á la sombra de su oro
Tranquilo duerma y feliz,
Cuando el mendigo á su puerta
Viene á tocar impaciente,
Sin lumbre que lo oalientej
Sin lecho donde dormir!

¡Es posible que el magnate,


Extraviado en sus placeres,
Con impúdicas mujeres
Se olvide de lo que es,
Y cante en sus bacanales
De la miseria al abrigo,
Cuando desnudo el mendigo
Se arrastra delante de él!

Es posible ¡oh Dios! quo el rico


Llamándose generoso,
Con un lujo escandaloso
Viva contento y feliz,
46

T prodigando su oro
Con profusion, sin medida,
Alegre pase su vida,
Sufriendo el mendigo así.

LÀ 1QSNDIOÀ.

Es posible, sí, poeta,


Y ya el pobre acostumbrado,
Cruza el mundo, resignado
Λ tan infausto rigor.
Pide: si el rico le niega
Cuando abatido le implora,
Se humilla, lo siente, llora;
.... pone su esperanza en Dioa,

Veracruz, 1846.
411

EL ÁNGEL DE AMOB

Dime, por piedad, quién ere·,


Ángel aereo y hermoso,
Que así turbas mi reposo
O consuelas mi dolor.
El Anima enternecida
Si eres, al verte, no alcanza,
£1 ángel de la esperanza
O el ángel de un casto amor.

Cuando en la noche callada


Arroja, triste, la luna
Sobre la extensa laguna
Su postrimero explendor,
Te miro discurriendo,
Con vuelo indeciso y vago,
Entre las brumas del lago
Como una sombra de amor.
48

En la tarde silenciosa,
Concento forman suave
Con sus querellas el ave
Y sus murmullos la flor;
Y me parece, ángel mió,
En ese triste concento,
Qíx tan dulce tu acento
Como un suspiro de amor.

¡Qué tierno es ese murmullo


Que en la selva se levanta,
Cuando la paloma canta,
Quejándose, su dolor;
Cuando triste gime el viento
Sobre las ondas del rio!....
Pero es más tierno, ángel mío,
El acento de tu amor.

La flor en la nocho umbrosa


Inclina, mústia, la frente
Hasta que el sol en Oriente
Lanza su primer fulgor;
Asi el contento y la dicha
Me vuelven tus ojos bellos,
Cuando se desprende de ellos
Una mirada do amor»

Que es ardiente tu mirada,


Y divina la sonrisa
Que por tu boca, indecisa
Hace vagar el pudor,
49

Y tu cintura es esbelta
Como el tallo de la palma... ·
Tú eres la amada de mi alma;
Eres tú mi ángel de amor.

Tampico, 1854.

fOftilM
10

A. MAZATLAN.

Joya de Anáhuac preciosa


Por el mar acariciada,
En las playas olvidada
Perla de la mar del Sur.
Crece risueña á la sombra
Que te ofrecen tus palmeras,
Que la reina en las riberas
Del Pacífico eres tú.

Son risueñas tus campiñas,


Son tus brisas deliciosas,
Son tus mujeres hermosas,
Pintoresca Mazatlan.
Al viajero que te admira
Sensual al placer le excitas,
Bella virgen que dormitas
A la orilla de la mar.

El murmullo que levanta


La viraeon de tus mares,
Se mezcla con los cantares
Del marinero infeliz;
51

Y desde tierra responde


A esa cadencia de amores,
£1 susurro de tus flores.
Que agita el viento sutil.

Pobre marino que Hora


En la noche sosegada,
Léjos de su patria amada,
Léjos de su dulce amor.
Ave de lejanos climas
Que en sus sentidos cantares
Torna ¡ay! á los patrios lares
La vista y el corazón.

Así yo cuando la luna


Vierte su luz apacible,
Y un encanto indefinible
Goza el alma por do quier,
Me transporto á otras regiones
En mis sueños deliciosos,
Pues dulces, tristes ó hermosos,
Tengo recuerdos también.

Por tus risueñas campiñas


Mis ojos vagan inquietos,
Léjos ¡ay! de los objetos
Que ama el pobre corazón,
Y doy al viento apacible
La expresión de mis pesares,
Y el murmullo de tus mares
Responde solo 4, mi voz.
51
¿Por qué, sensual, con tos goces
Excitas al pecho mío,
Si la dicha qae yo ansio
Está tan léjos de ti
Y, ave de paso, mañana
Tenderé al aire mi vuelo,
Otros climas y otro cielo,
Buscando triste al partir?

No me detengas, la hermosa
Sirena de aquestos mares,
Pues llorando mis pesares,
Mi destino es caminar.
Yo soy un pájaro errante
Que sin descanso camino,
Soy un pobre peregrino
Sin familia y sin hogar.

En la apacible mirada
De tus hermosas mqjeres,
Hay un mundo de placeres,
Hay un cielo para mí;
Mas ¡ay! ¿qué vale ese cielo,
Con su dicha soberana,
Si he de dejarlo mañana,
Si he de llorarlo al partir?

¿Qué valen, sí, los perfumes


De tus delicadas flores,
Ni tus goces seductores,
Perla hermosa de la mar·
53

Para mí, poeta errante


Que sin brújula camino,
Para el pobre peregrino
Sin familia y sin hogar?....

Mazatlan, 1857.
54

EL BESO.

Dame un beso, mi querida;


gocemos ora los dos,
que en la tierra, ¡vive Dios!
pronto se pasa la vida.

¿Qué es la vida?—¡No lo sé!


—¿No lo sabes?
pues mira, te lo diré:
Cosa que pasa fugaz,
tan fugaz,
como el vuelo de las aves.

Hoy es un jardin de flores


do en lecho de verde y grana
entonan los ruiseñores
sus amores......
—¿Y mañana?
—Es un páramo desierto;
un caispo sin flores, yerto,
es mañana.
Μ

Hoy es la luz que destella


la luna en el cielo ufana;
es la rosa que descuella
fresca y bella....
—¿Y mañana?
—Solo una yerta pavesa;
solo una seca maleza,
es mañana.

Hoy es límpido arroyuelo


que á las selvas engalana,
y corre pintando al cielo
por el suelo....
—¿Y mañana?
—Mañana es, niña, un torrente:
la mar oscura y rugiente
es mañana.

Hoy es la dulce esperanza


de una ventura cercana;
un sueño de bienandanza
que se alcanza....
—¿Y mañana?
—El desengaño, el tormento;
un triste remordimiento,
es mañana.

Hoy la juventud que amando


llena de vigor, lozana,
va por el mundo cantando
y gozando.........
se
—¿Y mañana?
—La vejez rugosa, inerte,
la nada, niña, la muerte,
es mañana.

Veracruz, 1844.

(para una miña).

Sonrió á sus padres con ternura,


Angel de paz en el mundano suelo,
Y llamándola Dios desde la altura
Tendió sus alas y elevóse al cielo.
Μ

-AuID.A.-

Bella paloma de nevada pluma


Y de devado y oscilante seno,
Tórtola dulce que cantando lloras,
Oye mi ruego.

Luce en tus labios la encendida rosa,


Brilla en tus ojos el azul del cielo;
Como del tordo la sedosa pluma
Es tu cabello.

Blanda y esbelta tu gentil cintura


Es como el talle del gentil palmero,
Es como el cuello del nevado cisne,
Blanco tu cuello.

Dulce ee la queja que Ja alondra triste


Da en las mañanas del callado invierno,
Y es cual la queja de la triste alondra
Dulce tu acento.
PoMÍa»,—8
58

Siento que el alma cuando tú me miras


¡Ay! se consume en amoroso fuego,
Siento que el pecho conmovido tiembla,
No sé qué siento.

Cuando caminas con donaire llevas


Lleno de gracia el torneado cuerpo;
Aun más flexible que el nevado lirio,
Aun más esbelto.

Es la mirada de tus ojos dulce


Cual si miraras con la luz del cielo,
Con ese rayo que á Occidente asoma
Pálido Febo.

Entre los juncos del dormido lago


Gime en la noche silenciosa el viento,
Y asi tan dulce para mi alma triste
Es tu recuerdo.

Perla preciosa que á mi amor esconde


¡Ay! un destino por mi mal adverso,
Tú que en el cielo de mi dicha brillas,
Blanco lucero.

Angel soñado de mi Edén perdido,


Vaso de esencia y de perfumes llenó,
Alma del alma que cual Dios te adora,
Oye mi ruego.
69

Virgen hermosa que modesta brillas,


Blanca azucena del preciado huerto,
Tú eres la vida de la vida mia,
Tú mi contento.

Todo lo olvido si tu voz escucho


¡Ayl que Á su magia resistir no puedo,
Porque es tan dulce como son del bosque
Dulces los ecos.

Todo es hermoso cuando tú lo miras,


Todo cuanto oyes delicado y tierno;
Cuando lo escuchas, de armonía suave
Llénase el viento.

Pues que te amo con ternura tanta,


No dudes nunca de mi amor sincero,
Y siempre solo en tus altares santos
Arda mi incienso.

Nunca emponzoñes con ingrato olvido


La dulce copa que á mis labios llevo,
Fuente sabrosa de inefable dicha,
Cáliz del cielo.

Y si el destino nos separa un dia,


Guarda mi amor en tu constante seno,
Y piensa en mí cuando llorando leas
Este recuerdo.
βο

L.A. ZFZES.AJDILZUA.

Bay momentos en la vida


Que para siempre la «margan,
Pues los recuerdos que dejan
Nuestro corazón desgarran.

Momentos en que uno duerme


En la sosegada estancia,
Y el alma queda velando
Entre tumbas y fantasmas.

En que mil ideas funestas


Por la mente inquieta vagan,
Y al corazón agitado
Lo comprimen y acobardan.

En que les ojee cerrados


Miran eon la luz del alma,
Cosas que ver no quisieran
Porque son cesas que espantan.
ai
En que vemos esqueletos
Que por los sepulcros vagan,
Y van murmurando retos
O el requiem de muertos cantan.

O, mudos, entra las tumba*


Con mil contorsiones dansan,
¥ se juntan silenciosos,
O en silencio se separan.

O dan al aire qnejidos


O estruendosas risotadas,
Cuando sacan á otros muertos
De las enlutadas cajas.

Y en hilera todos vienen


Con verdes luces opacas,
Y en peloton se nos juntan
En derredor de la cama.

A las mondas calaveras


Van quitando las mortajas,
Y de sus cóncavos ojos
Nos fijan ¡ay! las miradas.

Y nos muestran sus hachones,


Que pálida luz derraman,
Y de pronto dan nn grito,
Y luego de pronto callan.
62

T vemos que un esqueleto


De los otros se separa,
Y agitando sus canillas
Hasta nuestro lecho avanza.

Nos clava allí su pupila


Sin vista, fija, empañada,
Y de la órbita profunda
Sus ojos se desencajan.

Se nos acerca y nos toca


Con sus manos descarnadas,
Sintiendo el frió de sus huesos
Nosotros por donde pasan.

Con mucha avidez nos mira,


Y yerta su mano arrastra
Cual si ansioso en nuestro cuerpo
Alguna cosa buscara.

En nuestro lecho se acuesta,


Pone su frente en la almohada,
Y á nuestros labios arrima
Los huesos de su quijada.

Y cruje horroroso beso,


Luego da una carcajada
Y extendiendo sus canillas
De nuestro cuerpo se abraza.
63

Despues el pecho nos abre,


Con sus uñas lo desgarra,
Y mirando el corazón
Con sus dos manos lo abarca.......

Entónces la lengua, muda,


No articula una palabra,
Y el alma una cosa siente
Que la comprime pesada.

Y latiendo el corazón,
Parece se nos arranca,
Los ojos llorar no pueden
Y se anuda la garganta,

Despertamos espantados;
À la voz la lengua falta;
Y damos gritos horribles
Sin articular palabras.

Porque áun miran nuestros ojos


Alejarse á las fantasmas,
Y escuchan nuestros oidos
El rumor de sus pisadas....
U

Mas al pecho dolorido


Vuelve la turbada calma»
Y vuelve la paz perdida
A la mente fatigada,

Cuando débiles y hermosos,


Su luz arrojando clara,
Los rayos del sol naciente
Iluminan nuestra estancia.

Veracruz, 1849.
65

LA PROFECÍA DEL RUISEÑOR.

(en el álbum de la niña anqelita bringas).

Entre pintadas y galanas flores


Un ruiseñor cantaba sus amores,
Y al ver en un rosal de Alejandría
Un purpúreo boton, que blandamente
Al soplo del ambiente
Entre el verde follaje se mecía,
Suspendiendo en las ramas olorosas
El inconstante vuelo,
Al boton que brillaba entre las rosas,
Con dulce melodía
En su canto amoroso le decía:

nBoton preciado que entre tantas flores


Do tus ricos olores
Guardas festivo el sin igual tesoro,
Grano de nácar, esmeralda y oro,
Poesía*.—9
66

Tú serás, flor temprana,


Por tu rico perfume y tu pureza
Linda rosa mañana,
Por el frondoso suelo
De tu casta belleza
Ya se apercibe el delicado aroma,
Astro apacible que en lo azul del cáelo
Lleno de luz por el oriente asoma,
Precioso picbonzuelo
¡Cuán hermosa serás cuando paloma!

Cuando al sol de mañana refulgente


Ostentes tu belleza y tu hermosura,
Oirás que el arroyuelo dulcemeute
Entre el débil rumor de su corriente
Tus encantos murmura.
Y la brisa apacible susurrando
Del lago en los flexibles carrizales,
Irá tu dulce nombre pronunciando,
Y con su aliento perfumado y blando
Arrullará tus sueños virginales.
Y melifluos cantando,
Te dirán cariñosos sus amores
Los tiernos ruiseñores,
Pues tú con tu belleza soberana
Serás, lindo boton, serás mañana
La reina de las flores, »

Y el tierno ruiseñor que asi decia,


Pasando á un bosqueeillo donde ufana
«7

La brisa de la tarde se dormia,


Con ecos seductores,
Volando entre las ramas repetía:
"Serás, lindo boton, serás mañana
La reina de las flores."

México, 1860.
68

ADIOS.

Adiós, Carolina: el cielo ha querido


Sufriendo en el mundo dejarme sin tí.
Tú al seno, dichosa, de Dios has partido;
Los tristes recuerdos de un bien ya perdido
Me quedan á mí.

En vano procuro de noche á deshora


Llamar, Carolina, tu sombra do quier;
Sorprende en mis ojos el llanto la aurora
¡Oh Dios! y no escucho tu voz seductora,
La voz de mi bien.

En vano procuro buscar afanoso


En Dios el consuelo de tanto sufrir;
Pasó ya aquel tiempo feliz y dichoso....
Perdí, Carolina, perdí mi reposo
Perdiéndote ά ti.
69

¡Ay! era tan dulce tu armónico acento


¡Ay! eran tan puros tus besos de amor,
Que aún siento en mis labios marchitos tu» aliento
Y amante en mi pecho sin paz ni contento,
Aún vibra tu voz.

Suspiro postrero del arpa ya rota,


Postrero murmullo del viento al cruzar,
Del canto que acaba la última nota,
Del ave de paso plumaje que flota
Perdido en el mar,

Detente en mi pecho, recuerdo adorado,


Reliquia postrera del bien que perdí;
Detente en mi pecho que sufre agitado;
Sostén en la vida mi paso cansado,
Anímame á mí.

Adiós, Carolina: si arcángel del cielo


Contemplas, orando, mi triste aflicción,
Desciende á mi lado ligera en tu vuelo,
Derrama en mi pecho la paz y el consuelo,
Derrama tu amor.

Desciende á mi lado. Yo sigo tus huellas:


Sostenme en la ruta del bien que emprendí,
Desplega tus alas graciosas y bellas
Y cubre á tus hijos queridos con ellas
Y cúbreme á mi.
TO

La senda eocabíOea del mundo cruzamos,


La emprenden ¡ay! ellos en pobre orfandad;
En vano á la madre y esposa llamamos,
En vano an sombra querida buscamos
Con triste ansiedad.

Desciende sobre ellos: su tierna existencia


Envuelve en las alas del ángel de Dios;
Resguarda en el mundo su casta inocencia,
Que aspiren sus labios gozosos tu esencia,
Que aspiren tu amor.

Yo solo he quedado: del mundo los cuido,


Mas ¡ay! ¡qué les vale mi afan y mi amor!
¡Qué son los polluelos, si dulce y querido
De madre amorosa les falta en el nido
El grato calor!

Tal vez en la noche, fugaz, silenciosa,


Guando ellos descansan tranquilos aquí,
Al lecho en que duermen desciendes piadosa,
Acaso en el rayo que arroja, dudosa,
La luna al morir.

¡Ah! sí, tierna madre, yo miro tu sombra


Girar en su torno radiante de amor;
Tu mano Á sus plantas les tiende una alfombra,
Tu labio en las noches caUadas los nombra,
Yo escucho tu voz.
71

Desciende sobre ellos: su tierna existencia


Envuelve en las alas del ángel de Dios;
Resguarda en la vida su casta inocencia,
Que aspiren sus labios gozosos tu esencia,
Que aspiren tu amor.

Adiós, Carolina: el délo ha querida


Sufriendo en el mundo dejarme sin tí.
Tú al seno, dichosa, de Dios has partido....
Los tristes recuerdos de un bien ya perdido
Me quedan á mí.

Veracruz, Octubre, 1850.


72

EL “ΣΓ ELLA-

iiCon tus caricias blandas, seductoras,


¡Ay! la ventura y el placer me das:
Jamás olvidaré tan dulces horasn—
—¿Jamás?

η Jamás, mi bien; y si por tí suspiro


¿Por qué tan triste al suspirar te veo,
Cuando en tu amor apasionado creo
Y en tu ventura mi ventura miro?
Nada más que tu amor turba mi calma,
Porque tú eres la amada de mi alma
Y el ángel siempre de mi amor serás, n
—¡Nada más que mi amor turba tu calma?
μ Nada más, ángel mió, nacía más.n

hGozoso escucho tu querido acento,


Y si á mi lado con tu amor estás,
Jamás al alma pesarosa siento.··
—¿Jamás?
73

hJamás, mi bien, porque si tengo enojos,


El consuelo me das y la alegría
Cuando tierna me miras, alma mía,
Con las luces divinas de tus ojos.n
nNada más que por tí mi alma delira,
Y tierno el pecho por tu amor suspira
Cuando á mi lado con tu amor estás, u
—¿Nada más qne por mí tu alma delira?
nNada más, ángel mío, nada más.»

Poetfee.—10
η

EL LAMENTO DEL AVE

(Á MI APRECIABLE AMIGA LA SRITA. T. A.)

¡Cómo puedo, amiga mía,


Decirte dulces cantares
Cuando lleno de pesares
Tengo el triste corazón;
Cuando del arpa querida
Si doy las notas al viento,
Sale no más un lamento
De amargura y de dolor!

¡Qué puede, amiga, decirte


El hombre á quien el destino
Lo separa en su camino
De todo aquello que amó.
Ave marina que llora
Sobre las ondas mecida,
Su tierna ilusión perdida
Léjos de su dulce amor!
79

¡Náufrago infeliz que muere


Y al morir ¡oh Dios! no alcanza
Ver al sol de su esperanza
Sobre su frente brillar;
Pobre viajero que espira
En el desierto perdido,
Sin hallar el escondido
Murmurante manantial!

Cuando en la noche sombría


Oigo el canto lastimero
Conque el triste marinero
Se adormece sobre el mar,
Y, lejano, de las ondas
Escucho el rumor doliente,
Y siento sobre mi frente
El soplo del vendabal.

Te recuerdo, amiga mia,


Con inefable ternura,
Y á la virgen casta y pura
A quien el alma rendí,
Y entónces, pobre poeta,
Mi triste querella canto,
Y pienso en mi amada tanto
Como pienso, amiga, en tí.

Lleno el corazón de pena


¡Como pudiera cantarte
Y con su canto agradarte
Este infeliz trovador,
τβ

Ave marina que llora


A la ocilla de los mares
Su tristeza y sus pesares
Léjos de su dulce amor!

Veracruz, 1862.
η

LOS JARDINES DE LA JUVENTUD.


T

(En el álbum de mi eobrlua Guadalupe Sánobex 7 Esteva).

Olvidada en los placeres


De tus juegos infantiles,
Pasaste ya los pensiles
De la inocente niñez.
Y la juventud graciosa
Te abre sus jardines bellos,
Mas ¡ay! no cruces por ellos
Sin ver do pones el pié,

Pues en tan bellos jardines


Si descuidada caminas,
Te punzarán las espinas
Que oculta allí cada flor.
Y ¿qué te valdrán entónces
Tus gracias, niña, sin cuento,
Si el descuido de un momento
Cuesta un siglo de dolor?
78

Verás en ellos volando


A los tiernos ruiseñores,
Y su canto entre las flores
Dulcemente escucharás;
¥ al arroyo bullicioso,
Entre bosques de rosales,
Llevar sus limpios cristales
Con blando rumor verás.

Mas ¡ay de tí! si te embriaga


De esas flores la ambrosía,
¥ la ruisueña armonía
De ese canto seductor.
Porque después, niña hermosa,
Verás marchitas las flores
Sin voz á los ruiseñores,
Y al arroyo sin rumor.

Puesto que de esos jardines,


Hoy que á la vida despiertas,
Te abre las doradas puertas
La graciosa juventud;
Quiera Dios que siempre en ellos
Te acompañe, virgen pura,
Para guardar tu hermosura,
El Angel de la virtud.

Jalapa, 1858.
78

LA TRINITARIA.

(Sa al álbum de Elena).

Dejándote una azucena,


Un clavel ó alguna rosa,
La amistad, jóven hermosa,
Sus dulces deberes llena.
7o solo te dejo, Elena,
Entre esas flores que asi
Colocan otros aquí,
Triste, humilde y solitaria,
Esta pobre trinitaria
Para que pienses en mi.

México, 1861.
LAS MUJERES Y LAS ROSAS.

En un jardin do babffc
Flores hermosas,
Una rosa brillaba
Entre las rosas.
¥ al mirarla tan bella.
Se enamoraron de ella
Las mariposas.

Con el silencioso vuelo,


Inquietas ¿irán
En torno de là rosa
Por quien suspiran.
¥ aunque en su afán, ne cesan,
Solamente la beáátt
¥ se retiran.

Vuelven en torno suyo,


¥ cariñosas
Posándose en su seno
Las mariposas,
Liban la mielecilla
De esa rosa que brilla
Entre las rosas...........
81

Y cuando sin sus mieles


Ni sus olores,
Desfallece marchita
Ya y sin colores;
Se van las mariposas,
Y vuelan afanosas
Sobre otras flores.

En el jardín del mundo


Cuidad, hermosas,
Que vuestra miel no libón
Las mariposas;
Puesto que, bellas dores,
Sois en vuestros amores
Como las rosas.

1858.

Foesfa.—Π
SS

AL CORAZON DE LA VIRGEN MARIA.

Corazon de María inmaculado,


Fuente de amor, de paz y de dulzura,
Do el pecador ocurre en su amargura
Para borrar la mancha del pecado.

De la gracia divina coronado,


Amoroso te ostentas en la altura,
¥ tu esplendor purísimo fulgura
Entre el coro de arcángeles sagrado.

Piadoso corazón, en este instante


A tí vuelvo mi alma dolorida:
Mitiga mi pesar, y que constante

Pueda, cual faro de esperanza, verte,


Para seguir la senda de la vida
¥ salvarme en el trance de la muerte.

1850.
88

JL CJLZE^OZLTZfcTA..

Ven, Carolina, y en mi amante pecho


Llena de juventud, llena de vida,
Reclínate un momento, y conmovida
Contempla mi dolor.

No me preguntes b que el alma siento


Ni la causa demandes do mi llanto;
Es un misterio para mí el quebranto.
Misterio de aflicción.

Horas hay en que, aislado, por el alma


Se desliza un hermoso pensamiento,
Como en los campos el ligero aliento
De la brisa fugaz.

V veloz al pasar deja un vacío


Lánguido y triste que atormenta al alma;
Huye con él la venturosa calma,
Y es preciso llorar.
Μ

Por eso lloro en la tranquila noche


Guando turbas la calma y el repoeo
Preludiando algun canto misterioso,
Algun canto de amor;

Por es» llera» cuando delee y tierna


Fijas eñ mí tú cándida mirada,
Cuando miro tu frente sonrosada,
Cuando escucho tu vos;

Por éso lloro dütfndo algun suspiro


Viene á turbar la calma de tu sueño,
Cuando, sensible, doñ amante empeño
Me acaricias, mi bien;

Cuando medito en la callada nodhe


V por la mente ¿tuza fatigada
Un recuerde de dicha ya pasada,
Un recuerdo de ayer.

No zñe preguntes, por piedad, bien mfcb


Cuál es la bausa de mi triste Hoto:
Es ¡ay! et liante para mi un tesoro
Qnfe alivia al corazón.

No me preguntes» no: en ciertas bocas,


Llorando goao una expansion divina»
Y el llanto qua derramo, Carolina,
Mitiga mi dolor.
a*

Yo no sé «i será que el afana ardiente,


Rodeada de encanto y poesía,
En un cielo de gooes.se extravía
Delirando tal vez.

Y al derramar en el sensible pedio


Un suspiro de amor y de ternura,
Agita al corazón y la ventura
Conmueve nuestro ser.

Yo no sé si será que al contemplarte,


Un paraíso de ventura ansio
Para ofrecerte en él, encanto mió,
Entre goces mi amor.

Y al despertar del agradable sueno,


Y al recordar mi suerte sin ventura,
Gota á gota la hiel de la amargura
Destila el corazón.

No sé lo que será: siento que el alma


Con bellos pensamientos se adormece,
Que cual la flor en el pensil, se mece
Entre aromas y luz.

Y sin ruido, pura, ¡se desliza,


Flotando en las regiones siderales
Sobre nubes teñidas de corales
Y de blanco y azul.
86

Mas como el humo que arrebata el viento


£1 éxtasis divino desparece,
Y ella lucha, vacila, desfallece
Mirando el porvenir.

Entónces pesa sobre mi la vida


Y me ahoga, mi bien; con triste anhelo
Busco en mi rededor algun consuelo,
Y te hallo junto á mí.

Tal vez por eso enternecido lloro


Cuando en mi pecho amante recostada,
Fijas en mí tu cándida mirada
De dulzura y amor.

Tai vez por eso enternecido lloro


Cuando lanza tu pecho algun suspiro,
Cuando en tu frente retratada miro
La imágen del candor.

Angel querido que veniste al mundo


Para partir conmigo· mis dolores.
Para regar con inocentes flores
A donde pongo el pié.

Ven á mi lado con tu amor sublime,


Con tu mirada tierna y pudorosa,
Con tu sonrisa afable y candorosa,
Ven á mi lado, ven.
87

fH Juntos gocemos, juntos padezcamos,


siempre en pos de una ilusión querida,
S

camino crucemos de la vida


De la mano los dos.

Mas si llorar me ves, no me preguntes


Cuál es la causa de mi amargo llanto:
Es un misterio para mí el quebranto,
Misterio la aflicción.

Veracruz, 1846.

W’l» » · *.
88

IxA.

Llegó el ave vocinglera,


Y suspirando de amores,
Al pié de la enredadera
Con voz dulce y placentera
Dijo, cantando á las flores.

—tiYo vengo en pos de la flor


De más lozana hermosura:
Del bosque soy ruiseñor,
¥ quiero darle mi amor
A la más graciosa y pura.it

—nEl mundo que me proclama


A mi por la más hermosa,
Reina del vergel me llaman
Dijo alzándose en su rama
Llena de orgullo la rosa.
89

—μ Yo soy de esencia más pura»


Entre el follaje discreta
Ocultando su hermosura,
Dijo llena de ternura
La temblorosa mosquete.

—π Símbolo de sentimiento
Recuerdo soy ó plegaria,
Pues me llaman pensamiento»
Exclamó con dulce acento
La apacible trinitaria.

—iiSoy una flor hechicera,


Y al pasar por el jardin
Me besa el aura ligera»
Al pié de la enredadera
Dijo oloroso el jazmín,

Asomando avergonzada
Entre sus hojas inquieta
—h Soy modesta y recatada»

Dijo al ave enamorada


Ruborosa la violeta.

Y fueron así las floros


Mostrándole al ruiseñor
Pótate—1*
80

Sus encantos seductores,


Para gozar los favores
De su codiciado amor.

Empero una flor hermosa


Pero llena de tristura,
Permaneció silenciosa.
De la enramada frondosa
Oculta entre la espesura.

Y el ave, á quien la belleza


Cautivó de aquella flor
—»¿Por qué, dijo, en tu tristeza
Oculta entre la maleza
No solicitas mi amor?··

—uPorque lloro yo perdida,


Contestó la flor temblando,
Una esperanza querida,
Y paso triste mi vida
Ausencias de amor llorando··....

Se dice que enamorada


Quedó el av.e vocinglera
De esta flor apasionada,
Y que la halló la alborada
Al pié de la enredadera.
91
Desde entónces su contraria
Suerte llora el ruiseñor,
Y en la selva solitaria
Le canta á la pasionaria
Sin esperanza su amor.

Jalapa, 1361.
OS

EL PENSAMIENTO Y LA MARIPOSA.

Al rayar de un claro día,


Acariciado del viento,
Exhalaba su ambrosia
Y en silencio se mecía
Un hermoso pensamiento.

Llegó y le dÿo al llegar


Una linda mariposa
—iiDéjame aquí descansar;
Quiero en tu cáliz gustar
De tu esencia deliciosa."

—"No, contestó el pensamiento:


Vete á buscar otra flor
Donde posar un momento;
Mi esencia la lleva el viento
Al objeto de mi amor.»

Jalapa, 1860.
83

ARMONÍAS

¿No has escuchado algun dia


En la siesta sosegada,
Alma mia,
Mezclados confusamente
El rumor de la cascada
Con el rumor de una fuente?....
Pues más dulce es la armonía
Que atesora
El corazón que te adora.

¿No has escuchado algun dia


El arrullo tan süave,
Alma mia,
Tan melodioso y tan blando,
Que forman trinando el ave
Y el arroyo murmurando?.......
Pues más dulce es la armonía
Que atesora
El corazón que te adora.
Μ

¿No has escuchado algun dia,


Triste, cadencioso y vago,
Alma mia,
El dulcísimo lamento
Que forma al pasar el viento
Entre los juncos del lago?....
Pues más dulce es la armonía
Que atesora
El corazón que te adora.

Tampico, 1855.
95

A UNA MÁSCARA.

(en el álbum de la sbitá. d. j. p.)

Tú, la del negro ropero,


Incógnita enmascarada,
La de sonrisa más dulce
Que el dulco rumor del aura,
La de cintura flexible
Como la flexible palma,
La del pié pulido y breve,
La de ardorosa mirada,
lia que al andai mal encubre
El tesoro de sus gracias
¿Por qué con tus negras tocas
Y tu careta encarnada,
Siendo hechicera y hermosa,
Así de ocultarte tratas?
¿Juzgas acaso, inocente,
Que no te adivina el aima
Bajo ese disfraz severo
90

Con qué tu hermosura engaña?


¿Crees posible que el arjoyo
Que entre las flores resbala,
Pueda ocultar su frescura
Cuando murmuran sus aguas?.
¿Por qué, si vagar querías
Del baile por la ancha sala
Ocultando tus hechizos
Y tu belleza y tus gracias,
No velaste de tus ojos
La seductora mirada,
Y no apagaste en tus labios
El rumor de tus palabras?
¿Ignoras ¡ay! que tu acento
Conmueve y deleita al alma,
Como á las flores deleita
El suspiro de las auras;
Y que la luz de tus ojos,
Tiernos y rasgados lanzan,
A la par que da el contento
Al pecho en amor lo abrasa?
Para otra vez, ya lo sabes
Misteriosa enmascarada,
Cuando quieras ocultarme
El tesoro de tus gracias,
No me mires con tus ojos;
No enseñes tus manos blancas;
No permitas que contemple
Tu sonrisa regalada;
No descubras el pié breve
Bajo de la negra falda;
w

No dejes que ondule airosa


Tu cintura torneada;
Has que tu tocado guarde
Las líneas de tu garganta,
Y apaga en tus bellos labios
£1 rumor de tus palabras,

México, Febrero de 1861.

Fomím.—13

AL OBISPO OB UKAKBS»

ZMZOZtSTSZEïlfîOiR, VERBA

Venerable pastor que con anhelo


Hacia el redil conduces tus ovejas,
Y afable y dulce prometiendo un cielo,
El camino del bien nos aconsejas;
Tú que nos das la calma y el consuelo,
Tú que perdido al pecador no dejas,
Vestida con la dulce poesía
Oye la voz que el corazón te envía.

Ministro tú de un Dios, tu misión santa


Cumples lleno de amor y de ternura;
Al eco de tu voz su alma levanta
Al Hacedor contrita la criatura;
Tu piedad evangélica le encanta
Que el perdón de sus culpas le asegura;
Y á la sombra apacible de tu mano
Halla consuelo el pecador cristiana

Predicando tú el bien, santo prelado,


De pueblo en pueblo vas de gente en gente;
Y llenando tu hermoso apostolado,
Llevas tu voz, humilde y diligente,
De la regia mansion del potentado
A la choza infeliz del indigente,
El consueta dejando y la esperanza
En quien la dicha de escucharte alcanza,

Humilde y cariñoso en tu lenguaje,


Hablas al hombre como dulce amigo
Ora vista un expléndido ropaje
Ora vista el harapo del mendigo;
En el aduar aislado del salvaje
Lo mismo buscas que en la choza abrigo,
Que en todas partes al mortal hermana
La humilde y santa caridad cristiana.

Y ya que aquí por nuestro bien te veo


Cual siempre afable, dulce y complaciente,
Voy á brindar, pero al hacerlo cees
Perdonarás mi brindis indulgente;
Es la expresión mundana de un desea:
Y yo lo tengo fervoroso, ardiente,
De que á tu lado, santo peregrino,
Sigamos todos por el buen camino.

Tampico, Mayo, 18δδ.


Nota.—Con motivo de la beodicibn de Com lancharedBonerasse did
cd convite en la barra de Tampico, é invitado ei autar 4 brindar por el
señor obispo Verea, que las bendijo, pronunció el brindis que antecede.
100

A UNA ROSA MARCHITA.

Mensajera cariñosa
De nuestro infeliz amor,
Pobre flor ¡ay! pobre rosa,
Ayer tan fresca y vistosa
Y hoy marchita y sin color!

¿Qué ha podido, flor querida,


Ajar tu hermosura asi,
Cuando mi alma conmovida
Contemplaba de la vida
La dulce esperanza en tí ?

Quizá al tomar, amoroso»


£1 beso que en tí guardé
Mi amada tierno y sabroso,
Con mi labio cariñoso
Te habré marchitado yo.
101

Prendada de ta hermana·
En ti me mandó, flor bella,
La expresión de su ternura,
Porque eras hermosa y pura
Cual pura y hermosa es ella.

¿Por qué mústia te quedaste


Cuando el beso recogí,
Y á poco te marchitaste,
Si ese beso que guardaste
Era, rosa, para mí?

Yo bien sé que triste coea


Será perder tal tesoro;
Pero al dármelo celosa,
Piensa que me diste, rosa,
El beso de la que adoro.

No lamentes mis agravios;


Que ella fué quien sin enojos
Te dió tus colores rojos,
Con el carmin de sus labios
Y la lumbre de sus ojos.

Mas te los dió, flor querida,


Y es contraria nuestra suerte^
Para que tierna y sentida,
Me trajeras tú la vida
Que te causa á ti la muerte,
Tampico, 1855.
MIS

Suelto el cabello, píHdo el í ambiante,


En desórdew ht Manca vestidura.
Caído y mal sujeto á la cintura
Ligero el velo de crespón flotante.

Con la mirada vaga y delirante»


Seguro el paso y noble la aposturas
De la roca Laucadas en la altura
Safo aparece, desgraciada amante..

Fija en el cielo, triste su mirada,


Hace vibrar las cuerdas de su lira
Dando al viento la voz, apasionada.

Por su ingrato Faon tierna suspira,


Y orgullosa de amarle, aunque olvidada.
Se arroja al mar y con su amor espira.

México, 18ÔL
1Û8

LA GOIARB ROO Y LA MUJER.

—h Or» e» ta brillo como e¥ brillo mió,


Nítida perla fulgurante y pura,
Que en esta flor de sin igual frescura
Vibras al soplo del ambiente frío.

Mas ¡ayí cayendo, tu destino impfa


Te vuelve lodo entre la tierra impura
Una joven le dice con ternura
A una gota brillante de roeío,

Y la gola responde temblorosa.


De la flor en cl cájiz suspendida
—’«Sigue de la virtud la senda hermosa.

Pues la xntyer que de su honor no cuida


Viene ¿ ser como yo, jó ven graciosa,
Perla dûtes de caer.¡ tango. eaid(Li\

México, 1861.
104

(En el sepulcro de Carolina).

¡Ay! á tus hijos con tu amor cabria·


Como cubre á los mirtos la azucena,
Y de tu esposo la ventura hacías,
Esposa y madre de virtudes llena.

En vano ahora con acento blando


Tu sombra busca el inocente niño,
Porque pasaste, en la orfandad dejando
Los objetos aquí de tu cariño.

... .Así lo quiso Dios, mujer querida!


Goza en la tumba el eternal reposo,
Que á llorarte se quedan en la vida
Tus tiernos hijos y tu amante esposo.

Veracruz, 1850.
108

TTISrÆ VIOLETA.

A la Srita. Ana Almendaro. (1)

Son estos versos ¡ay! los primeros


Blandos aromas que da una flor;
Son el preludio de los jilgueros;
Son los acordes vagos, ligeros,
Que entona el arpa del trovador.

Pues las primicias de tu alma inquieta


Son, Ana hermosa, tanta mosqueta,
Tanta azucena, tanto jazmín;
Deja que ponga yo una violeta
Entre las flores de tu jardin.

Puebla, Octubre, 1862.

(1) Llegó á manos del autour un cuaderno donde la seSorita expresada


los borradores de sus primeros versos, y ¿1, al devolvérselo, pwo
una de sus hojas las dos quintillas que anteceden.
Poesías.—14
MM

AVES PEPASO

BL >Ο*ΤΛ.

Ligera nube que pasas


Por los vientos impelida,
Sin reposar un momento
En tu constante fatiga
¿A dónde, argentada nube,
Tan presurosa caminas,
Que al pasar, de lo que dejas
Indiferente no cuidas?
¿A dónde vas silenciosa
Por el espacio perdida,
Cuando por tu sombra grata
El caminante suspira?
Deten, deten tu carrera,
Y en los aires suspendida*
Un tanto del sol ardiente
Los rayos, nube, mitiga

LA NUBX.

No, poeta: mi destino


Me arrastra á lqjanos climas.
w

Como ó tí te arrastra el tuyo


Por !a senda de la vida;
Que el mundo es solo un¡ camino
Por donde todo transita,
Y ni yo sd ó dónde voy
Ni sabes tú á do caminas.
Al paso nos encontramos,
Y tú que al cruzar me miras,
Ignoras, como yo ignoro,
Si en asta rata maldita,
Soy yo quien voy adelanto
O eres tú quitta te retiras.

EL PORTA.

Arroyuelo bnllicicen
Que entre las florea euspua»,
Sin detenerte á mirarlas
Cuando, ellas en ti sa miran
Y, amantes, por agradarte
Sobre tus aguas se inclina»
¿Por qué ten velos te alejes,
Arroyo de este» campiña·
Do entre perfumes y flores
Resbala, dulce, la vida?
Al paso, del caminante
La sed ardiente mitigas,
Y vida das á las plantas
108

Que embellecen tus orillas.


Detente, arroyo, detente,
Y que tus aguas tranquilas
Reposen ¡ay! un momento
Entre su cauce dormidas.

XL ARROTO.

No, poeta: en mi camino


Hay un poder que me agita;
Y mie¡ aguas bulliciosas,
Que ora ves tan cristalinas,
Manana en el mar profundo
Turbias ya se precipitan.
El destino es quien me arrastra,
Y es el que á dejar me obliga
Estas plantas y estas flores
Que embellecen mis orillas.
Adiós: como yo, poeta,
Discurre todo en la vida,
Y tú que con el descanso
Al verme alejar me brindas,
Recuerda que en este mundo
Como yo lo necesitas,
Porque pasas como paso,
Y cual camino caminas.
109

BL TORTA.

Tú que naciste en los maree


Fresca y perfumada brisa,
Y al cruzar entre las flores
Amante las acaricias
¿Por qué las dejas y sigues
Por los campos tan de prisa,
Cuando por sentir tu aliento
Se mueven ellas festivas
Y sus preciados aromas
En sus corolas te brindan?
¿A dónde vas murmurando
Esas cadencias sentidas
Con que adormeces al hombre
Que tus perfumes aspira?
Detente, brisa, detente,
Que aquí á gozar te convidan,
Un cielo puro y sereno
Y un suave y templado clima.

LA BRISA.

No, poeta, que uadelante»


Hay una voz que me grita
Y que á dejar estos campos
Y estos vergeles me obliga.
Yo voy sin saber á dónde,
Hoy por risueñas campiñas,
Y mañana entre pantanos
m
Tal vez vagaré perdida:
Hoy las flores, amorosas,
Al verme alegres se inclinan*
Y mañana entre los yelos
De algún desierto escondida,
Resbalaré sin murmullos
Por la superficie fría;
Que todo, poeta acaba
En esta tierra maldita,
Y tú que al sentir mi aliento
A reposar me convidas,
Ignoras que por el mundo
Lo mismo que yo caminas,
Sieiripre mirando adelante
Porque es muy corta la vida.

KJL POSTA.

Ave que pasas callada


Entre el azul confundida
De ese cielo limpio, hermoso,
Al que tu vuelo avecinas
¿Por qué ertfZas él espació
Tan majestuosa y altiva
Cuando en la tierra los bosques
Te ofrecen su sombra amiga?
¿A dónde ivas silenciosa
Por los aires suspendida.
ui

Sin reposar un momento


En tu constante fatiga?
Amaina el vuelo, detente,
Que á descansar te convidan,
Las flores con sus aromas,
Con su sombra las campiñas,
Los arroyos con sus aguas,
Con sus murmullos las brisas»

EL XVE.

No, peeta; es el destino


El que mis atas agita,
Y el que á lejanas regióme
Mi vuelo tardo encamina.
Hoy sobre bosques frondosos
Y pintorescas cobnas
Baso bajo el rayo ardiente
Del sol que las ihrrftina,
Y mañana entre las nubes
Iré, tal vez, escondida,
Sin ver la luz en los cielos
Ni en la tierra las campiñas»
Adiós, adiós: por el mundo
También, como yo, caminas^
Porque en el mundo, poeta,
Es solo un paso la vida,
Y aunque á detenerme en elfo
Orgulloso me convidas,
Si para ti voy delante,
Tú para mí te retiras.
ns

KL POETA.

Es verdad, es verdad, eso es la vida:


Hermosa nube que te vas ligera,
Ave que cruzas la celeste esfera
Por los espacios de zafir perdida,
¡Adiós, por siempre adiós!

Arroyuelo que marchas al acaso,


Sigue en paz por la tierra tu camino:
Brisa á quien arrebata su destino,
Adiós, adiós; la vida es solo un paso
Y parar es morir.

En el mundo, es verdad, nos encontramos


Sin comprender en él nuestro destino:
Infelices si enmedio del camino
Al mirarnos pasar ¡ay! nos amamos,
Porque adiós nos decimos, y pasamos
Para no vernos más.

Tuve una dulce y adorada esposa


Cuyos acentos escuché sentidos;
Tuve una madre tierna y cariñosa,
Y amigos tuve, por mi mal queridos;
Objetos ¡ay! para mi amor perdidos
Porque pasaron ya.
Veracruz, 1850.
113

ADIOS A ELISA.

CANCION.

Pues que á partir rae condena


Del hado el crudo rigor,
Y ya por el monte,
Fugaz é indecisa,
La luz se devisa
Del fúlgido sol;
Adiós, mi querida Elisa,
Adiós para siempre, adiós.

Guarda el recuerdo constante


De mi desgraciado amor;
Y ei es el destino
De mi alma afligida,
Del fin de la vida
Correr ¡ayl en pos;
Adiós, mi Eliea querida,
Adiós para siempre, adiós.
J*l»pa, 1860.
Peerías.—16
114

A LA SRITA. C. G. iï.

(EN SU ÁLBUM.)

Es muy grato al perdido navegante


Que vaga por el mar sin rumbo cierto,
A lo léjos mirar claTO y brillante
El faro hermoso del seguro puerto.

Bajo un sol ardoroso y sofocante,


Rendido de fatiga, el paso incierto,
Le es muy grato también al caminante
Un oásis hallar en el desierto.

Pues á mí, que de angustia y dolor muero


De la vida en el mísero camino,
Me es tan grato tu rostro placentero,

Y de tus ojos el mirar divino,


Como el faro del puerto al marinero
Y el oásis oculto al peregrino.

México, 1854.
115

EL GUERRILLERO

Puesta en la cuja la lanza,


Y al galope en su alazan,
Gallardo un jóven avanza
Por las veredas del Plan,

Es hermosa su figura,
Y responde á su denuedo,
ta que cuelga á su cintura,
Rica espada de Toledo.

Sin petos, cascos ni almetes,


Pero con marcado afan,
En pos catorce ginetes
Del jóven guerrero van.

II

La noche tranquila avanza,


La luna brilla en el cielo,
Y por los campos floridos
Se van las sombras tendiendo.
Π6

A la puerta de su choza
Sentado está un pobre viejo,
Que así sus penas lamenta
Y llora su desconsuelo.
—n¡Ah! todo acaba en la vida,
Y como el hombre, los pueblos
Se pierden, desaparecen
Entre las sombras del tiempo.
¿A do, México infelice,
Tus nobles patricios fueron?
¿A do, México infelice,
Están aquellos guerreros,
Honor de la raza entónces
De sus ilustres abuelos?
¿Dónde están que entre nosotros,
Prontos, denodados, fieros,
No aparecen iracundos,
A sus hijos maldiciendo?
¿A dónde están que insensibles
A la infamia, al cautiverio
De su raza degradada,
No se levantan del suelo
Que regaron con su sangre
Allá en más felices tiempos?....
Todo enmudece: tan solo
Respuesta me dan los ecos
De la cercana montaña
Donde el canon extranjero
Ha retumbado, imponente,
Nuestras chozas conmoviendo.
Todo enmudece en mi torno:
117
Infelices ¡ay! los pueblos
Que transigen con la infamia,
Y como viles insectos,
Se arrastran ante el verdugo
De su raza, y pasan luego
Bajo del yugo ominoso
Del más bajo cautiverio.
¿A dónde están ¡oh, Dios mioí
Aquellos felices tiempos
En que á millares so alzaban,
A la voz del gran Morelos,
Los hijos de nuestra patria;
En que brotaban del suelo
Belicosos combatientes,
De honor y virtud modelos,
Con el alma de hombres libres
Y el corazón de guerreros?....
Mañana, tal vez mañana,
Ni una sombra, ni un recuerdo
Que al mundo diga: π aquí estuvo
La grande Nación de México. »
Mañana ya nuestra raza
Se habrá extinguido, y el hielo
De nuestros grandes volcanes
Dirá tan solo al viajero:
h Existieron unos hombres

Libres, nobles en un tiempo;


Pero después degradados
Cual no hay en la historia ejemplo
Durmieron mientras algunos
Mercenarios extranjeros
118

Burlaron á sus mujeres,


La religion en sus templos,
Profanando con su planta
El polvo de sus abuelos.
Ta no queda de esos hombres
Ni el nombre ni los recuerdos:
Su religion, sus costumbres,
Su idioma, todo perdieronn....
¿Será posible ¡Dios mió!
Que un porvenir tan tremendo,
No despierte á los que pueden
Blandir la lanza en el diestro?....

¡Ah! todo acaba en la vida,


T como el hombre, los pueblos
Se pierden, desaparecen
Entre las sombras del tiempo, κ

Una lágrima enjugóse


Tomó su báculo el viejo,
T entraba ya en su cabaña,
Cuando distinguió á lo lejos
Un galope de caballos
T el choque de unos aceros.
Al umbral paróse entonces.......
Después de algunos momentos
Llegaron á la cabaña
Hasta quince guerrilleros;
119
Y viendo al hermoso jóven
Con sus catorce lanceros,
Lo saluda con ternura
Y así le dice el buen viejo;

£1 viejo.—¿Dónde vas, jóven soldado?


À7 jóven.—Por el honor alentado,
Voy á vengar de mi raza
Los ultrajes y el baldón.

Llevo catorce valientes.


Con sus armas relucientes,
De coraje, el alma llena,
De valor, el corazón.

Voy á vengar, pobre viejo,


A mi patria mancillada,
Que es mengua, al vetla angustiada,
Por ella no combatir.

Voy á unirme Á los guerreros


Que por su causa pelean.
viejo.—Benditas tus armas sean,
Hijo de Guatimozín.

jóven.—Con mis catorce lanceros


De mis hogares me alejo:
Voy ά pelear, pobre viejo,
Por la santa libertad.
120

Voy 4 conquistar un nombre


Para mi patria querida,
V ó pierdo en ello la vida,
O su gloria he de alcanzar.

Voy 4 vengar, ultrajada.


La religion de mis padres:
Aquí, en la cruz de mi espada,
Juré vencer ó morir.

Voy ά unirme 4 los valientes


Que allí por su Dios pelean.
SU viejo,—Benditas tus armas sean,
Hijo de Guatimozín.

JU jóven.’—Voy 4 vengar el insulto


Al polvo de mis mayores;
A pelear por mis amores,
Por mi patria y por mi Dios.

Adiós, viejo: las montañas


Ya cual hogueras humean.
El viejo,—Benditas tus armas sean»
Guerrero jóven, adiós.

El jóven partió al galope


Con sus catorce lanceros:
121

El viejo bendijo al jóven,


Se hincó, dió gracias al cielo,
E internóse en su cabaña
Contento ya y satisfecho,
Cuando se extinguió el ruido
De los caballos y aceros,
Y la sombra de la noche
Ocultó á los guerrilleros.

Hnatusco, 1847.

FeÑfcl.—16
its

ADIOS AI PARTIR.

(En el álbum de U célebre violinista MHe.

Dejad pasar al ángel que tocando


Llena las almas de celeste ardor;
Abridle paso los que oís gozando
Su acento tierno, cariñoso y blando,
Porque es el ángel del primer amor.

En vano intentareis que en su partida


Plegue sus alas y descanse aquí:
La dicha nunca junto al hombre anida»
Y las horas hermosas de la vida
¡Ay! siempre pasan, por desgracia, así.

Toca y sigue, mujer: es tu destino


Ir por el mundo de la gloria en pos;
Mas recuerda á este pobre peregrino,
Que al mirarte pasar por su camino,
Te dice un triste y silencioso adiós.
isa

LA ILUSION PERDIDA.
{En el Album de la interesante pódtlsa Srita. Isabel Prieto).

SONETO.

A Ια luz de la luna misteriosa,


VI en un lago apacible-, con tristura,
A una mujer de angélica hermosura
Vagando entre la bruma nebulosa.

Con un velo de gasa vaporosa


Cubría sus formas y gentil cintura,
V envuelta de la luna en la luz pura»
Agitaba sus alas, silenciosa

Por un encanto tal allí sujeta»


El alma se detiene, y conmovida
ti Quién eres, dîme, le pregunta inquietan

Y la blanca, vision, enternecida


nSoy la ilusión, responde, del poeta
Y entre el cielo y la tierra voy perdida."

Guadalajara, 1850.
m

A. MI LAUD-

Ven ¡oh laúd sonoroso!


Ven, pues, á mis manos, ven;
Que quiero canfor, gozoso,
Con acento cariñoso
Los recuerdos de mi bien.

Si otros velando á deshoras


Lloran tristes su quebranto,
Nosotros, laúd, en tanto,
Oigamos pasar las horas
Al compás de nuestro canto.

Ayer yo también lloré


Y ninguno me escuchaba;
De mis penas me queié,
Y el mundo, á quien las conté,
De mi dolor se burlaba
125

Mas si ayer con tierno lloro


Preludié triste canción,
Hoy pulso tus cuerdas de oro
Para darle à la que adoro
Cantares del corazón.

Y si tengo que gozar


Tanto como ayer lloré,
Ya puedes, laúd sonar,
Que cantando he de olvidar
Y largo mi llanto fué.

Pues no es posible, á fe mía,


Que el hombre que triste llar»
Su suerte amarga é impla,
Olvide el dolor de un dia
Con el placer de una hora·

En mis amores pensando,


Con tierno, dftlcido acento
Iré yo, laúd, cantando,
De tus cuerdas escuchando
El delicioso concento.

Y tú al mirar el ardor
Con que amo á la virgen mía.
Como á dulce trovador
Me irás prestando armonía
Para cantarle mi amor.
U2C

Has, f»i cpufl por tí resbale


Ese néctar que cu las ñores
Del cáliz dorado sale,
Para qne tu són iguale
Lo dulce de mis amorea

Quiero, laúd, recordando


Sus gracias y donosura,
Irla, gozoso, pintando,
Con mi voz ¡ay! retratando
Su angelical hermosura.

¥ al eco de la garganta,
Que guarde en papel la tinta»
Dudar, entre dicha tanta,
Si es una voz la que canta,
O es .un pincel el que pintan.

¡Oh, cuán divino es amar·


¡Cuán grato amando vivir,
Y tener para gozar,
Un laúd con que cantar
Lo que se sabe sentir!

¡Cuán dulce tener al lado


Una mujer que nos vea,
Y que el pecho lastimado,
Con solícito cuidado,
Tierna y cariñosa leal
127

Y qua sienta nuestra pena


Y llore nuestra quebranto,
Y con virginal encanto
Enjugue, de amores llena,
En nuestros ojos el llanto.

Una mujer que nos mire


Con cariñosa mirada,
Que por nosotros suspire,
Que con nosotros delire,
Contenta do ser amada»

Que nos diga ruborosa


Un dulcísimo nte adoro,·»
Y con sus labios de rosa
En cada beso un tesorb
Nos regale cariñosa.

Que goce cuando gocemos,


Que alegre esté si lo estamos,
Que llore cuando lloremos,
Y piense cuando pensemos,
Y sufra cuando suframos.

Una mujer que amorosa


Sostenga nuestra cabeza
En la vejez achacosa,
Y cuide y guarde, afanosa,
Nuestro honor en su pureza.
128

Un ángel que si dormimos


Vele amante nuestro sueño,
Y con grato y dulce empeño
Nos llame, cuando sufrimos,
Su tierno adorado dueño.

Que en el lecho del dolor


Mitigue nuestra dolencia
Con su constante presencia,
Y salve, llena de amor,
Nuestra misera existencia.

Grato es vivir, lira mia,


Junto al ángel que se adora:
Ven, y olvidemos ahora
Todas las penas de un dia
Con el placer de una hora.

Veracruz, 1840.
129

¡Triste es el vivir amando


Y celos crueles sufrir;
El estar siempre dudando
Y no poderlo decir!

Amamos á una mujer,


Le damos el corazón,
Y burla nuestra pasión
Haciéndonos padecer.
Soñamos con el placer,
Queremos vivir soñando,
Y al ir después despertando
Vamos al placer muriendo;
¡Triste es despertar viviendo,
Triste es el vivir amando!

Toeita.—19
130
Sentimos cuando lloramos,
Lloramos cuando sentimos,
Y en un tormento vivimos
Si así viviendo callamos.
Nuestras penas ocultamos
Por no poderlas decir,
Y después de así vivifr
Vamos de amor despertando;
¡Triste es el vivir amando
Y celos crueles sufrir!

Dudamos lo que no vemos,


Aun lo que vemos dudamos,
Y nuestras dudas callamos
Porque la ofensa tememos.
Nuestro sueño aborrecemos
Porque dormimos penando»
¡Triste es el vivir amando,
Pues de las penas de amor,
Es el tormento mayor
El estar siempre dudando!

Sueña el horatjre y se enajena


Con sus delirios de amor;
Mas pronto le hace el dolor
Muy pesada su cadena.
131
El goce y la cruda pena
Le hacen inquieto dormir....
¡Triste eR amando vivir
Y dormir celoso amando;
Γ estar ¡ay! siempre dudando
Y no poderlo decir!

Veracruz, 1840.
132

A AMALIA G. ZAMORA.

Esa lúgubre campana


Que con lamentos de muerte
A los mortales avisa
Que por un difunto recen
¿Por quién está clamoreando?
¿Por quién hoy tan tristemente
Con su monótono són
El aire enlutado hiende?
¿Qué poder tiene su voz,
Qué poder es el que tiene,
Que el hombre cnando la escucha
Doloroso llanto vierte?....

Su clamor no interrumpido
Hace que el mortal recuerde,
Que nació de humilde polvo
Y que en polvo se convierte;
Que la vida es solo un paso
133

T que al darlo el hombre muere;


Que nada son las riquezas,
Que nada son los placeres,
Y que polvo son los tronos,
Y que polvo son los reyes.

¿Por quién ¡oh bronce funestol


Con esos toques de muerte
Las almas de los que viven
Acobardas y entristeces?....
Lúgubre campana, calla;
Que tus badajadas cesen:
Ya sabemos que un mortal
Del mundo desaparece,
Y que un nombre se ha borrado
Del libro de los vivientes.

II

Niña hermosa que dormida


En el 8U6&0 de otra vida
Gozas la paz eternal,
¿Por qué no late tu pecho
Cuando se empapa tu lecho
Con el llanto maternal?

De tus ojos que ayer fueron


Dos estrellas que lucieron
Con apacible fulgor,
Las pupilas apagadas
No lanzan ya sus miradas
Llenas de cándido amor.
13*
T tus labios {ay! tea bellos
Cuando vagaba por ellos
La sonrisa virginal,
Ora cárdenos se ven,
Y tus párpados también,
Y tu rostro angelical.

Tus lindas manos que un dia


Con inocente alegría
Levantabas al Señor,
Yacen hoy amoratadas,
Sobre tu seno cruzadas,
Implorando su favor.

Tu vida fué, criatura,


La sonrisa grata y pura
De un celeste querubín;
Fué un armónico sonido
Entre lat florea pendido
Del perfumado jardín.

Quizá con duelo profundo


Viste, niña* que este mundos
Mundo era de¡ aaddieíen,
Y tus juegos infantiles
Llevaste con tus abriles
A la celeste region.

Quizá viste, conmovida,


En aquesta amarga vida
Al infeliz padecer,
135

¥ con aye moribundo


Te fijaste en otro mundo
De eterna dicha y placer.

III

Dejaste de padecer
Y Á la muerte sucumbiste,
Mas á otro mundo fuiste,
Hermosa niña, d nacer.

De tu existencia querida
Tus padres lloran la suerte;
Diles, niña, que la muerte
Fué muerte á la par y vida.

Muerte fué, poique cortó


Los días de fcu juventud;
Vida, porque de salud
A otro mundo te llevó.

Muerte, Amalia, porque aquí


Has dejado de habitar:
Vida que fuiste ó ^oaar
Más digna, niña, de tí.

Si moribunda creiste
Tu existencia concluida
Tu muerte es ya mejor vida
Que la vida que perdiste.
136

Siendo, Amalia, la de aquí


Vida de llanto y dolor,
Morir al mundo es mejor
Que vivir al mundo así.

Para dos vidas pasar


Tiene el justo que existir;
La una vida es de sufrir,
La otra vida es de gozar.

Y esas vidas son dos mares


Donde un barquillo se advierte,
Y el barquillero es la muerte
Que conduce á los mortales.

El alma que á la otra va,


En la barquilla es pasada;
Y esa barquilla es la nada,
Que la vida el cielo da.

Quizá probando las dos,


Bendices ora tu suerte;
Que vida es una de muerte.
Y la otra es vida de Dios.

Si para morir naciste,


Amalia, en el mundo ayer,
Hoy mueres para nacer
De la vida que perdiste.
1ST

Vida hoy tiene» de ventura,


De eterna gloria y salud:
Fué tu cuna un ataúd,
Tu lecho una sepultura.

VI

Aquella esbelta cintura,


V tu blanca dentadura
Oriental;
De tu pié la leve planta
V tu torneada garganta
Virginal:
Tu mirada
Tan ardiente,
Tu inocente
Corazon;
Tu sonrisa,
Tu terneza,
Tu pureza,
Tu candor.
¿Dime, Amalia, dónde fueron?
¿Tus gracias, di, qué se hicieron?

Entre el llanto y la amargura


Faltó Á tu vida la luz,
Y una solitaria cruz
Nos queda de tu hermosura, r

1810.
(Para et sepulcro de un niSo.)

Angel fué que cruzó con raudo vuelo


Dejando en eu pa*o una memoria;
Triste, porque pasó por este suelo,
Dulce porque pasó para la gloria.

Habana, 1869.
139

^ZECWBZRZDOS.

A ZULIMA

El alma amorosa tu imágen retrata;


La calma apacible circunda mi hogar;
Tranquila la noche su sombra dilata,
Y arroja la luna sus rayos de plata,
Y soplan suaves las brisas del mar.

Amor con sus goces aqui nos convida;


Sus goces que vienen, divinos, de Dios:
¡Ay! ven á mi lado, si es corta la vida,
Si todo con ella se va, mi querida,
Pasémosla juntos gozando los dos.

Aun oigo, Zulima, tu angélico acento;


Aun vibra en mi oido tu adiós al partir*.
Cual es en el bosque melifluo el lamento
Que da cuando canta la tórtola al viento,
Es dulce el recuerdo que tengo de tí.
140

¡Ay! veu á mi lado: contigo mi Vida


Será de placeres eterno raudal.
¡Qué hermoso es al alma soñarse mecida
En esas regiones de luz, mi querida,
En esos espacios de dicha inmortal.

¿Qué importa que el mundo nos mire enojado


Si un cielo en el mundo gozamos los dos;
Si yo soy un ángel de guarda á tu lado;
Y tú eres mi encanto, mi sueño dorado,
Mi gloria escondida, mi cielo, mi Dios?

Tu gracia hechicera, mi bien, me fascina;


Tus dulce? halagos conmueven mi sér;
La luz de tus ojos á mi alma ilumina;
Tu voz melodiosa, tu voz argentina,
Me arrastra sediento de amor y placer.

Tú eres el aire que ardiente respiro,


Alma de mi alma, amor de mi amor;
Eres de mis ojos la luz con que miro;
Eres la esperanza del bien á que aspiro;
Eres el perfume que guarda la flor.

Odiosa en el mundo la vida me fuera


Si no conservara la vida por tí;
Deidad peregrina, mi amor te venera.
¡Ay! fué tan hermosa tu frase postrera!
n Acuérdate, tierna dijiste, de mtn
141

T allí, cuando amante tu súplica oía,


Tu mano me daba simbólica flor:
Con ella, callando, tu amor me decía
Que no te olvidase jamás, alma mia,
Que siempre viviera pensando en tu amor.

Y yo, desde entónces, tu angélico acento


Si vago en el bosque escúcholo allí;
Lo escucho en el dulce sentido concento
Que arrancan del lago los juncos al viento,
Y siempre, Zulima, me acuerdo de tí.

El alma amorosa tu imágen retrata;


Ija calma apacible circunda mi hogar;
Tranquila la noche su sombra dilata,
Y arroja la luna sus rayos de plata,
Y soplan suaves las brisas del mar.

Amor con sus goces aquí nos convida;


Sus goces que vienen, Zulima, de Dios:
¡Ay 1 ven á mi lado si es corta la vida.
Si todo con ella se va, mi querida.
Pasémosla juntos gozando los dos.

Tampico, lóóó.
142

EN LA MUERTE DE MI MALOGRADO AMIGO

JUAN DIAZ COVARRUBIAS

SONETO.

—»»¿A dónde vas, poeta?·» le decía


La muerte deteniendo en su camino,
A un jóven que cual triste peregrino
Por el valle del mundo discurría.

—«Busco la gloria, el jóven respondía,


Y si hallarla en el mundo es mi destino,
Seré feliz si á su esplendor divino
Brillo en mi patria como sol un dia.»»

—i·Pues si buscas la gloria, delirante,


Y ella causa tu afan y tu desvelo,
No, incauto jóven, sigas adelante:

La gloria es humo en el mundano suela»·


Y descargando la segur cortante,
••Sube»» le dice, señalando al cielo.

México, 1862.
148

EL PRIMER SUEÑO DE LA ESPOSA.

Por ese inmenso y azulado cielo


Extiende ¡oh noche solitaria, umbría!
Tu trasparente y recamado velo
Sobre las huellas del pasado dia.

Y el breve paso de tu marcha olvida,


Largas horas posando silenciosa,
Que este sueño que duerme mi querida
Es el sueño primero de la esposa.

Sal, apacible luna; desparrama


Tus blancos lirios en su blando lecho,
Y el suave rayo de tu luz derrama
Por su turgente alabastrino pecho,

Sal, apacible lnna: si eu cl cielo


Al mirarte se ocultan las estrellas,
Una verás en el mundano suelo
Aun más hermosa que brillantes ellaa
144
Airecillos ligeros que pasando
Breves besásteis cristalina fuente,
Venid, y su cabello acariciando,
Posad tranquilos en su blanca frente.

Robad aromas al jardin frondoso;


Robad frescura á las lozanas flores;
Y con acento dulce y cariñoso,
Murmurad en su oido mis amores.

Flores que os ocultáis cuando la noche


En pos del sol por el Oriente asoma,
Abrir podéis el perfumado broche
Y al aire dar el delicado aroma.

Trovadores, venid; cantad canciones


Hasta que asome el venidero dia:
Si en vuestra mente no hay inspiraciones,
Las da durmiendo la belleza xnia.

Venid arroyos que lleváis tranquilos


Las aguas despeñadas del torrente,
Y en formas varias los plateados hilos
Séparais murmurando suavemente;

Venid con vuestras ondas cristalinas


A contemplar su cándida hermosura,
Y al soplo de las brisas vespertinas
Derramad en su torno la frescura.
145

Venid ¡oh genios de la noche umbría!


Venid entre la sombra silenciosa!
A contemplar á la adorada inia
Durmiendo el sueno de la casta esposa.

II

Duerme, esposa mia,


Miéntras llega el dia,
Miéntras yo, gozando,
Tu sueño velando
Esté junto ή tí.
Duerme, mi querida;
Risueña es tu vida,
V en la dulce calma,
Cuando goza el alma
Dormimos asi.

Deja á las mujeres


Que anhelan placeres,
Velar en orgías,
Pasando sus dias
En ardiente afau,
Que ellas, sin sosiego,
Llorarán ¡ay! luego,
Penando á deshoras,
Esas breves horas
Que gozando están.

Ρβ«ω.-ΐ9
146

Duerme sin cuidado»


Mi bien adorado;
Goza de tu sueño»
Que con dulce empeño
Yo cuido de tí.
Deja muellemente
Tu cándida frente
Caër en la almohada;
Duerme sosegada,
Que estás junto á mí.

Oh cielos. · ·. ¡qué miro!


Un tierno suspiro,
Dormida en su lecho,
Del cándido pecho
Se exhala fugaz.
Mas.... sigue en su calma»
Que ese aye del alma
No es ¡ay! de congoja;
Es perla que arroja
Tranquila la mar.

¡Oh! ¡cuánto es hermosa!


Tal vez cariñosa,
Ora está gozando,
Felice soñando
Con dichas de amor.
147

¡Oh! ¡cuánto es hermosa!


Quizá sueña, ansiosa,
Que en mi se consume,
Porque es el perfume
Que exhala una flor.

Tal vez en su mente


Resbala inocente
Ensueño dorado,
Y mira á su amado
Postrado á sus piés.
Creerá que la miro
Y dulce suspiro;
Que mi mano toca
Gustando su boca
Mil besos después.

Soñará que esposos


Tiernos, cariñosos,
Amor nos juramos,
Y alegres gozamos
De placeres mil.
Creerá que á la sombra.
En la verde alfombra
Me dice: h detente:
Aquí está la fuente
Que riega el pensil.it
148

π Aquí, entre las flores,


Hábame de amores,
Dime tu ternura,
Que tanta frescura
Convida A gozar.»
Y en su grato sueño,
Del amado dueño
Creérá los amores,
Entre aquellas floree,
Gozando escuchar.

Creerá que su espoeo


Le cuenta, amoroso,
Antiguas historias
O gratas memorias
Que el tiempo guardó.
Y quizá su mente
Le retrata, ardiente,
Los bellos jardines
Y alegres festines
De que hablar oyó.

Quizá en su desvelo
Se juzga en un cielo,
Y con los querubep
Allá entre las nubes
De hinojo? está.
149
Y goza en la altura
Celeste ventura,
Y en el arpa santa
El iihosanaii canta
Como un ángel ya.

Mae no, que duerme tranquila


Y está su frente serena,
Sin que el gusto ni la pena
Agiten su corazón.
Nada siente, en nada piensa,
Todo es ilusión mentida,
Que está su mente dormida
Y en ella duerme mi amor.

Como el niño que en la noche


De tanto jutrar rendido
Tranquilamente dormido
Se va quedando después,
Así mi querida esposa
Cayó en los brazos del sueño.
¡Cuán sabroso es el beleño
Con que nos duerme el placerl

Hace un momento que afable


Me dijo nadiosti tiernamente,
Y luego besar mi frente
Quiso contenta y feliz;
150

Pero su adiós y su beso


Llegaron á mí sin vida,
Como la tórtola herida
Llega á su nido á morir.

¡Cuán apacible en su lecha


Recostada muellemente,
Recibe sobre su frente
El ósculo de mi amor!
¡Cuán hermosa en su abandono,
Lánguidamente dormida,
Le da al descanso la vida,
La dicha á mi corazón!

Tiñe el carmin su mejilla,


Y la sonrisa más bella
Dormida quedó con ella
En sus labios de coral.
Su negro y fino cabello,
Que en bucles mil se desplega,
Con el airecillo juega
Mióntras dormida ella está.

Y el blanco elevado seno,


Que al beso de amor incita,
Suave oscilando se agita
A cada palpitación.
Y el encanto misterioso
Que revela su semblante,
Lleva al alma delirante
Por el cielo de su amor.
1Λ1

Ui

Venid, avecillas;
Miradla dormir,
Imágenes bellas
Tomando de aquí.
Venid, avecillas;
A cantar venid;
Pues vereis contentas,
Si á cantar venís,
La flor más hermosa
Que guarda el jardin,
La estrella más linda
Que ha visto el Abril
En su hermoso cielo
Brillante lucir,
La Vénus de Oriente
Con sus gracias mil,
La gloria del sexo,
La reina de aquí.
Venid, avecillas;
Venid, pues, venid,
Y al través del velo
De gasa sutil
Que cubre su lecho,
Miradla dormir.
Mirad cual la luna
Del alto cénit
La envuelve en sus rayos
152

De plata y zafir;
Mirad su albo seno,
Su rostro infantil,
Su luenga pestaña,
Su mudo sonreír,
Su esbelta cintura
Delgada y gentil,
Su tersa mejilla
De concha y carmín,
El mármol del cüello,
Del brazo el marfil;
Venid, avecillas,
Y lmced luego oir
Endechas de amores
Y trinos sin fin,
Cantando sus gracias
Por todo el pensil.

Párate, noche, y á tu fin cercana,


El breve paso de tu curso olvida,
Que aqueste cuadro de placer y vida
Quizá no puedas contemplar mañana.

Deten tu carro por la selva umbría,


Y ven, entre la bruma vaporosa,
À ver durmiendo á la adorada mía
El dulce sueño de la casta esposa

Veracruz, 18M.
158

A LA SRITA. LUISA QUIJANO.

(EN SU ÁLBUM.)

¡Cuán bella es, Luisa, la vida


En la edad de los amores,
Cuando entre aromas y flores
La sentimos resbalar;
Cuando las penas no turban
Aún nuestra dulce calma,
Ni hay pesares en el alma,
Ni lágrimas que llorar!

Tú atraviesas, niña hermosa,


Los pensiles de la vida,
Y estás en tu edad florida
Con tus gracias y tu amor.
Quiera Dios que las pasiones,
Virgen inocente y pura,
No marchiten tu hermosura
Hiriendo tu corazón.
Poesías.—2·
154

Como el límpido arroyuelo


Entre las vistosas flores
Cruza murmurando amores
Por el risueño pensil,
Así yo, que de la vida
La ruta afanosa sigo,
Paso, y al pasar te digo:
Luisa, acuérdate de mí.

México, 1855.
155

EL CANTO DEL ZENZONTLE

Pajarillo que así velas


cariñoso,
separado del pensil
¿Qué significa ese canto
melodioso
que das al aire sutil?

¿Son, acaso, pajarillo,


tus cantares
dulces cánticos de amor;
ó es que lloras ¡ay! cantando
tus pesares,
tu tristeza y tu dolor?
15β

¿Es la voz del prisionero


que suspira
por su amada libertad;
ó es un canto religioso
que te inspira
la callada soledad?

¿Es la voz del infelice


que se queja,
sin amparo y sin sostén;
ó la voz del tierno amante
que á la reja
vela del querido bien?

¿Por qué cuando todo duerma


sosegado,
pajarillo, velas tú,
y con canto misterioso
delicado,
interrumpes la quietud?
157

Dîme, dîme, pajarrllo,


si es que lloras
tu tristeza y tu dolor,
6 si aquesas tus canciones,
tan sonoras,
son plegarias de tu amor.

Si tus dúlcidos acentos


Van de tu tristeza en pos,
Van en pos de tus tormentos,
Cantemos dando á los vientos
Nuestra plegaria los dos.
Yo también tengo en el alma
La ternura que atesoras,
Y en vela paso las horas
En que duerme el mundo en calma
Y en que tú cantando lloras.

Es ¡ay! muy triste la vida,


Pajaril'o sin ventura,
Cuando se ama y no se olvida,
Cuando un recuerdo homicida
Nuestro corazón tortura.

Cuando al porvenir miramos


Y nada halagüeño vemos,
Cuando tristes suspiramos,
Y la pena que cantamos
Con quien llorar no tenemos.
168

Por eso al oír tn acento


Lloro yo como tú lloras
Y como tú me lamento,
Pues lo que tú sientes siento
En estas calladas horas.

Sigue, avecilla, cantando


Prisionera y si a fortuna,
Miéntras pulida alumbrando
Y por el cielo vagando
Camina triste la luna·

Juntos ¡ay! imploraremos


Piedad y consueto ά Dios;
Juntos nos lamentaremos,
Y cantando lloraremos
Nuestros pesares los dos.
169

JL UN* ARROYO.

SONETO.

Siempre en tus aguas retratando un cielos


Siempre, fugace, murmurando amores;
Siempre corriendo entre pintadas flores
Que á tu paso acaricias por ol suelo.

En vano, en vano con amante anhelo


Por fijarte el vergel, con mil primoree
Engalana sus cuadros seductores:
Tu destino es correr, pobre arroyuelo!

Dime ¿qué guardas de tu dicha? Acaso


Algunas flores que arrancaste al paso
V que llevan tus ondas á la mar!

Tal, arroyuelo, como tú camino,


Y los recuerdos que en guardar me obstino
Son ¡ay! las flores que arranqué al pasar.

Veracruz, 1842.
160

JL MI CORAZON.

Corazon enamorado,
Si tal es tu condición,
Si á sufrir ¡ay! condenado
Estás, pobre corazón;
Descuidado,
Deja que corra una vida
Que con nada te convida,
Corazon enamorado.

Ligeras pasan las horas,


Y en ellas tú suspirando,
Vas en cada una dejando
Esperanzas seductoras;
Si, engañado,
Nunca tu amor las alcanza
¡Qué te vale una esperanza,
Corazon enamorado!
1Q1

¡Qué vale tanto querer,


Corazon, si ese cariño
Es un juguete de niño
En manos de la mujer!
Confiado,
Olvida, inconstante, olvida,
Que todo es farsa en la vida,
Corazon enamorado.

Deja de amar, que en tu daño,


Con el amor solo alcanzas
Ver renacer esperanzas
Donde acaba un desengaño:
Si negado
Te es el bien por que suspiras
¿Por qué como ayer deliras,
Corazon enamorado?

¿Que te vale delirar


Por una dicha lejana,
Si el amor te ha de encontrar
Cadáver, quizá, mañana?
Animado,
Solo del presente cuida,
Que todo es farsa en la vida,
Corazon enamorado.
PwrfM.—21
162

(OCTAVA).

¿Do βθ encuentra el indómito guerrero


Que al estruendo feroz de la metralla,
Hacía vibrar el triunfador acero
En los campos sangrientos de batalla?
¿Do se encuentra el cumplido caballero?
¿Dónde el amigo generoso se baila?........
Una tumba nos guarda su memoria
Y allí duerme Á la sombra de su gloria
íes

A MI MADRE,

i
Descansa, madre querida,
En la tumba solitaria,
Y mi fúnebre plegaria
No perturbe tu quietud.
Descansa en la tumba y deja
Que entre tanto monumento,
Vague perdido el acento
De mi enlutado laúd,

Y deja que reclinado


Sobre el mármol de tu losa,
Evoque la edad dichosa
En que me amaste y te amé,
Y que angustiado recuerde
Tus virtudes, tu ternura,
Y en tu humilde sepultura
Llore lo que ayer canté,
164

Y deja que el polvo bese


En que yaces convertida,
Cuando el alma entristecida
Aquí venga á meditar.
Que aquí vendré, silencioso,
A decir mi sentimiento,
A dar mis quejas al viento,
Con mi laúd á cantar.

Porque me inspiran la luna


Cuando asoma en el Oriente
Tiñendo confusamente
Estas tumbas con su luz,
Y esos mudos esqueletos
Que duermen aquí en hilera,
Y esa humilde calavera
Al pié de la tosoa cruz.

No te agites ni enternezcas
Cuando en noche tempestuosa,
A llorar venga á tu losa
Tu cariño y tu virtud.
Descansa, madre, descansa
En la tumba solitaria,
Y mí doliente plegaria
No perturbe tu quietud.
165

Yo cantaré mi pena y mi tormento


En mi terrible y doloroso afan,
Y de mi lira el fúnebre lamento
Por las cóncavas tambas vagaré.

Era yo niño: cándido, inocente,


Llena una vida de ilusión soñé;
Sueños ¡ay! que pasaron por mi monte
Tiernos y hermosos para no volver.

En esa edad de la existencia raía,


En esa grata y venturosa edad,
De una mujer los ósculos sentía
Por mi frente tranquila resbalar.

No eran los besos que en la vida humana


Ai labio lleva ardiente el corazón,
Cuando gozando la mujer liviana,
Miente su lengua mundanal amor.

Eran los besos que con fe sencilla


Un ángel en el cielo á otro ángel da;
Los besos que del niño en la mejilla
Avido imprime el labio maternal.
166
Yo era feliz: mi corazón latía
Henchido de esperanza y de placer,
Y en el valle del mundo se perdía
Entre flores doradas mi niñez.

Mas fugaz ese tiempo no olvidado


{Ay! con las horas de la infancia huyó,
Como el perfume suave y delicado
Va con el viento que arrastró la flor...,

¿Qué se hicieron los labios que imprimían


En mis labios el beso matinal,
Y en mis penas de niño me ofrecían
Esos consuelos que las madres dan?

¿Dónde fué el alma que con mi alma unida


Los pesares y gustos compartió,
Que gozaba en los goces de mi vida,
Que penaba conmigo en mi dolor?

¿Do la mano que amiga conducía


Por las sendas del mundo mi niñez,
Cuando yo por el mundo discurría
Crédulo y débil con incierto pié?

¿Dónde está el ángel que veló mi sueño;


Dónde la madre de inefable amor
Que con amante y cuidadoso empeño
De su sangre mi vida alimentó?
1Ô7

¿Qué voz querida eu mi vivir insano


Sabré, dulce, mis penas consolar?
¿Qué mano amiga sin tu amiga mano
De mis ojos el llanto enjugará?

Todo contigo al ataúd llevaste,


Tu ternura, tu amor y tu virtud;
Solo del mundo en el confín dejaste
Una fúnebre tumba y una cruz.

Mas duerme en paz ¡oh madre! y tu reposo


Nunca perturbe mi filial amor;
Goza en paz ese sueño venturoso
Do el eco calla de mundana voz.

Yo cantaré mi pena y mi tormentó


En mi terrible y doloroso afan,
Y de mi lira el dolorido acento
Por las cóncavas tumbas vagará.

Me acuerdo, madre querida,


Que en tu lecho ayer lloraba,
Al ver que al dolor rendida,
En el confín de la vida
Tu débil planta tocaba.
16$
Demudóse tu semblante,
Tu rostro palideció,
Y en aquel amargo inatante
Lloraba yo delirante,
Que al fin era tu hijo yo.

Tu labio quizá de mí
Despedirse ¡oh Dios! quería,
Porque trémulo lo vi,
Y al verlo, madre, sentí
Lo que tu pecho sentía.

Fué entónces cuando clemente


Tu vista en mí se fijó
Mirándome tristemente,
Y aquella lágrima ardiente
Por tu mejilla rodó.

Fué entónces, madre amorosa,


Cuando del materno amor
No pudo expresar tu labio
El último y triste adiós.

Exánime estabas, madre,


Enmudecida tu voz,
Y sin embargo latía
En tu pecho el corazón*
169

Fué entónces cuando tus ojos


Con su apagado fulgor,
Me dijeron que partías
Λ la celeste mansión.

Fué entónces cuando intentaste


Darme, en tu acerbo dolor,
Débil tu mano agitando
La maternal bendición.

Yo vi, yo vi de tu rostro
Desparecer el color,
Y vi una cárdena sombra
Que en tus labios se pintó.

Y entendí lo que me hablaste


Sin apercibir tu voz,
Que entónces tus ojos fueron
Espejos del corazón.

Y vi la dulce sonrisa
Que en tus labios resbaló,
Como si en la misma tumba
Consolaras mi aflicción.

Vi tus párpados cerrarse


Y, en tu anheloso estertor,
Que exhalaste en un suspiro
Tu vida de bendición.
ruda. W
w

Ora en tu lecho de muerte


Véme al levantarse el sol,
Poner por consuelo un nombre
Y por recuerdo una flor.

Y véme verter de hinojos


Triste llanto de dolor,
Cuando pronuncio angustiadp
Mi solitaria oración.

Lloro, medre, al acordarme


Cuál tu vista se agitó,
Cuando buscabas amante
Los objetos de tu amor.

Lloro, madre, al acordarme


De aquel elocuente adiós,
Y de la lágrima ardiente
Que en tu mejilla rodó.

ΠΙ

Si más allá de esta vida


Puede el alma conmovida
Sentir mundana pasión»
Y puede romper inquieta
La fuerza que la sujeta
En su callada mansion;
171

Deja el sepulcro profundo


Y vuelve conmigo al mundo
Donde tuviste tu ser;
Ven á consolar mis daños,
Y vuelve á gozar tus años,
Y vuelve & gozar tu ayer.

De ese cielo, madre mia,


Donde no hay noche ni dia,
Amante me contarás;
Y yo escucharé tu historia,
Y yo sabré de esa gloria
Y tú del mundo sabrás.

Me dirás si las estrellas


Son en el cielo las huellas
De los ángeles de Dios;
Y en esos recuerdos santos
Olvidaré mis quebrantos
Y gozaremos los dos.

Tú me dirás cómo canta


Ante la presencia santa
El arcángel su oración,
Y cómo la virgen pura
De hinojos allá en la altura
Se postra en adoración»
172

T cómo se ostenta allí


En un trono de rubí
La Madre del Redentor,
Y cómo basta ella sube
En la oración del querube
El llanto del pecador

Tú me dirás si en el cielo
Se tiene el amante anhelo
Que aquí tuvimos los dos;
Y yo entónces cantaré,
Y á este mundo le diré
Cómo es el mundo de Dios.

Mas ¡ay! que mi voz en tanto


En aqueste camposanto
Te llama y mi amor también,
Tú duermes, madre, tranquila,
Quieta la seca pupila
Y carcomida la sien.

Perdona, sombra, perdona


Si en camino de tu corona
Mundano amor te ofrecí:
Yo angustiado deliré,
Y en mi delirio canté;
Perdona si te ofendí.

Veracruz, 1840.
178

A.ZDZOS JL ZESTZEZZEZÒ.

(En el álbum de la poetisa mexicana Esther Tapia).

Cual aves de paso la vida cruzamos;


Quizá nos impulsa la mano de Dios:
Tal vez en el mundo los dos nos amamos,
Y adiós nos decimos, Esther, y pasamos,
Distinto camino siguiendo los dos.

Yo ya mi esperanza llorando perdida


A dónde dirijo mi vuelo, no sé:
Tú en esas regiones de luz confundida»
Aun llevas contigo, cruzando la vida,
Tu viva esperanza, tu amor y tu fe.

¡Ohl yo, si invisible pudiera en el dia


Vagar cual la esencia que exhala la flor,
En torno viviera de tí, hermana mia,
Y espíritu errante por tí velaría
Basando & tu lado cual sombra de amor.
1Î4

Mas ¡ay! en el mundo distinto camino,


Hermana querida, seguimos los dos:
A mí al desencanto me arrastra mi sino,
Y á tí de tu grato y hermoso destino
La fe y la esperanza te llevan en pos.

Adiós: como prenda de amor y consuelo


Tan solo un recuerdo me queda de tí.
Ya bajes tú al mundo, ya subas al cielo,
Por esas regiones do llevas tu vuelo
¡Oh! nunca me olvides, Esther; piensa en mí

México, 1861.
CTS

EL PASO DE LA VEDA.

De la cuna á la mortaja
Es la vida una escalera;
Cuando se sube, ligera,
Pesada cuando se baja.
Nada en ella nos ataja
Miéntras subiéndola vamos;
Pero después comenzamos
A bajar con precaución,
Que es cada año un escalón
Que en la escalera bajamos.

Adversa ó próspera suerte


Nos espera en la partida,
Ta se suba hacia la vida,
Ta se baje hacia la muerte.
En triste afan se convierte
Nuestro placer ignorando,
Cuando en la escala, pasando,
Tamos nuestros piés poniendo,
Si aún la vamos subiendo
O ya la vamos bajando.
w

En esa duda incesante


Que por nuestro mal tenemos,
Mirar para atrás podemos
Pero no para adelante.
Y al hombre, en su afan constante,
Lo angustian y sobresaltan
Los temores que lo asaltan
Los escalones bajando,
Pues ve los que va dejando
Pero no los que le faltan.

Al principiar la partida,
El hombre apénas advierte
Que lo conduce á la muerte
El camino de la vida.
Fácil juzga la subida,
Sin considerar siquiera
Que aunque la encuentre liger*,
Antes que llegue á bajar
Bien puede á la muerte hallar
Al comenzar la escalera.
177
Solo en la mandona vida
Sabemos que no sabemos,
A dónde parar debemos
Bajando de la subida.
La duda nos intimida,
Pues al bajar ignoramos
Si cada año que pasamos
Pe este mundo en la mansion,
Es el úUimo escalón
Que en la escalera bajamos.

México, 1873.
1Í8

HIMNO PATRIOTICO.

Panto en música por el profesor D. Joaqofa H. Agtólar.

OORO.

Mexicanos: la patria nos llama;


A la lid presurosos volemos,
Y mil cantos de guerra entonemos,
Y mil cantos de gloria á la par.
Y en los campos sangrientos de Tejas
£1 pendón nacional tremolando,
Nos haremos cual libres luchando,
Dignos héroes de lauro inmortal.

Olvidemos rencores pasados


Y allá en Tejas busquemos un nombre
Que no es vida la vida del hombre
Cuando vive con mengua y baldón.
Con orgullo la lid comencemos
Que á la guerra nos llama la gloria,
Y escribamos con sangre la historia
De cualquiera tirano invasor.
179

II

¥ si alguna nación poderosa


Nos arroja su guante á la arena,
Levantémosle luego, sin pena,
Que es muy santa y sagrada la lid.
¿Qué valdrá su poder si pelea
Con un pueblo que busca la gloria,
¥ que jura alcanzar la victoria
O en los campos sangrientos morir?

III

¡Sus! ¡oh pueblosl la patria nos llama:


Despertamos del sueño ominoso,
Porque es vil y es infame el reposo
Cuando enturbia una mancha el honor.
Sangre y fuego; A las armas, valientes;
Las ciudades y campos talemos,
Y en fogata la choza tornemos
Do se abrigue el nefando invasor.

IV

Con desprecio miremos, patriotas,


Las promesas del bando extranjero,
¥ vibrando implacable el acero,
Derramemos la muerte do quier.
Que en los campos en sangre teñidos
Buscará nuestra espada, afanosa,
O la muerte del héroe gloriosa
O una vida gloriosa también.
180

Y si el resto del mundo pretende


Imponernos su ley, iracundo,
Contestemos al resto del mundo
Que sabremos morir con honor.
Y tornando la patria en hoguera,
Do el valiente con gloria sucumba,
Dejaremos tan solo una tumba
Al que un reino de esclavos buscó.

VI

Ya bastó, ya bastó, mexicanos;


Desechemos temor importuno:
Ningún pueblo es esclavo, ninguno,
Cuando quiere su honor conservar.
¡Sus! guerreros, la patria nos llama;
Levantemos al cielo la frente,
Que el que lucha por ella, v al en
No la humilla ni abate jamás.

Veracruz, 1844.
181

AL FARO DE U LÚA.

Truena la tempestad: ardiente el rayo>


Iluminando al enlutado cielo,
Cual vívora de fuego serpentea;
De las oscuras y apiñadas nubes
A torrentes el agua se desprende
Y fiero el huracán brama iracundo;
La mar rujo espantosa, sus espumas
Lanzando por do quier enfurecida;
Y en tanto tú con apacible calma,
Esperando al perdido marinero,
Yes que á tu lado con fragor se estrellan
De los mares las aguas impetuosas;
Ves reventar al trueno en las alturas;
Ves á tu planta descender al rayo;
Y oyes pasar al huracán furioso
Azotando tus límpidos cristales....
Es cual tú la virtud: así en el mundo
Borrascosas combaten las pasiones;
Y ella serena en tanto, hermosa y pura,
En sus puertos al náufrago esperando,
Cual tranquilo fanal su luz derrama.
18»

EL EIA DE DIAS

Escucha, Carolina, el dulce acento


Que al viento presta mi laúd sonoro,
Hoy que olvido nú amargo descontento
Para cantarle á la mujer que adoro.

Tú eres esa mujer, hermosa mia;


La esperanza eres tú de mi ventura;
Por eso ei tierno coraron te envía
Esta dulce expresión de su ternura»

Mucho sufrí en la vida, pues hirieron


À mi afanosa juventud las penas,
7 mis horas de paz se convirtieron
En largas horas de tormento llenas.

Pero te vi despues y con mirarte


Tornó À la vida el corazón marchito:
Ora encuentro ventura al contemplarte
Y en un risueño porvenir medito.
Aquí, mi bien, en la apacible calma.
Por los bosques sombrosos discurriendo,
Se agita y goza delirante el alma
Tu amor sublime espiritual sintiendo.

Tu imágen solo por do quiera miro


Y pienso solo en tí, mujer querida,
Consagrando un recuerdo y un suspiro
Al dia primero que naciste á vida.

Y ante tu imágen bella y seductora


Se disipan mis horas de amargura,
Como á los rayos de la rubia aurora
Se rasga el velo de la noche oscura.

Y ante tu imágen seductora y bella


Huye el mundo engañoso, vida mia,
Como á la luz de vespertina estrella
Los montes salva .fugitivo el dia.

¿Qué me importan del mundo loa festine*


Qué me importa del mundo los placeres,
Ni sus amenos mágicos jardines,
Ni el cariño y amor de otras mujeree?

Todo lo tengo en ti, querida mia,


Porque tú eres un ángel que del délo
Bajó á borrar mj llanto y mi agonía
Con el bálsamo dulce del consuelo.
184

Porque miro en tu frente retratado


£1 candor virginal de la inocencia,
Cuando lleno de amores ά tu lado
Adoro tu virtud y tu existencia.

Porque tu voz que escucho seductora


Modulando armoniosa un dulce canto,
Me dice una expresión consoladora
Cuando lloro A tu lado mi quebranto.

Porque tu blanco y elevado seno


Abriga un corazón sencillo y puro,
Que se conmueve, de ternura lleno,
Cuando á tus plantas mi constancia juro.

Porque tu boca de carmin y rosa


Que produce á torrentes la armonía,
Me guarda una palabra cariñosa
Y un suspiro de amor, querida mia.

Porque si tú me miras con ternura


Y son míos tus goces y placeres,
Nada valen del mundo la ventura
Ni el cariño y amor de otras mujeres.

Deja que goce recordando el dia


Que el brillo viste de la luz primera,
Pues esa tierna niña que nacía
£1 medio sér de mi existencia era.
185

Tal vez entónces ¡ay! indiferente


Por los pensiles asomó tu vida,
Como á la orilla asoma de una fuente
Hermosa flor para el jardin perdida.

Quizá yo entónces cándido soñaba


Una virgen hermosa, casta y pura,
Que en mi mente de niño se agitaba
Derramando su copa de ternura.

Pero era niño y al amor dormia,


Cual un clavel en su cerrado broche
Duerme, esperando al venidero dia,
Entre las sombras de apacible noohe.

Llegué á la juventud, y despertando


Al amor y al placer sensible el alma,
Por sus bellos pensiles suspirando
Crucé, perdida la dichosa calma.

Llegué á la juventud: cual mariposa


Que entre las flores á perderse viene,
Y ántes de ver á la encendida rosa
En los blancos jazmines se detiene,

Mi planta se extravió y presuroso


Mi ardiente corazón buscó placeres,
E’ perdí, delirando, mi reposo,
Y busqué la ventura en las mujeres.
ΡμΛι.—24
186
Aun eras niña tú; en dulce calma
Con tus goces de «riña te adofemte»,
Y si velaba en tu quietud el átala,
Despertando del sueño wiroía»y

Aun eras niña tú: la flor querida


Arrogante y gentil aun no se aliaba,
Y ya mi ardiente juventud perdida
Por los jardines del amor vagaba.

La brisa del placer sopló inconstante


De perfumes la atmósfera llenando,
Y enamorado y ciego y delirante,
Pasé las flores del jardin tocando.

Como á la palma en el invierno frió


La combaten los crudos aquilones)
Así á mi pecho lo agitó, bien mió,
El terrible huracán de las pasiones.

Mucho llore, mujer; mucho he sufrido,


Pues sembrando risueñas esperanzas,
Recogí con el pecho dolorido
Desengaños no más, no más mudanzas.

Mucho lloré, mujer; pero te alzaste


Pomposa flor en el pensil ameno,
Y el llanto de mis ojos enjugaste,
Llanto de angustia y ¿le amargura lleno.
187

¥ en el mar borrascoso de la vida,


Do mi frágil barquilla navegaba,
A lo léjos te vi cual luz querida
Que un Eden de ventura me mostraba.

Mi ruta entónces con plaoef seguia


De tanta oscuridad rompiendo el velo,
Que un porvenir de dichi apetecía,
Y aquella luz me señalaba un cielo.

Amame siempre, dulce Carolina;


No haya enojos en ti, no haya mudanza;
Y en la vida que el cielo nos destina
Yo tu apoyo seré, tú mi esperanza,

Medellin, 1844.
188

SÏTFL·ICLA.

Mi corazón que el olvido


De sus pesares no alcanza,
En sus recuerdos perdido,
Con cada tierno latido
Me arrebata uua esperanza.

Si esperar es mi consuelo
¿Por qué, corazón, así
Encrudeces mi desvelo,
Cuando yo soñaba un cielo
Después de llorar aquí?
Mitiga tu fuego en tanto
Que prestándole el amor
A mi existencia su encanto,
De mis ojos con el llanto
Apagar pueda tu ardor.

Late en calma, te lo ruego:


Tal vez de mi lira al són
Podré, delirante y ciego,
Consumirte con el fuego
De mi alma, corazón.
189

Grato es amar, mi adorada:


Juzgo mi vida sagrada
Porque tú la haces feliz.
Tú eres mi encauto, alma mia
Mi consuelo, mi alegría;
Eres todo para mi.

Eres para mi, querida,


Lo que el aliento á la vida,
Lo que el alma al corazón;
Eres la ilusión risueña
Que en su dulce canto sueña
El amante trovador.
190

Eres la brisa ligera


Que el triste náufrago espera
En la borrascosa mar;
Eres la dulce esperanza
Que á aliviar la pena alcanza
Del desgraciado mortal.

Eres aura que amanece


Y en los rosales se mece
Cuando va saliendo el sol;
Eres la estrella del cielo,
La linfa del arroyuelo,
El capullo de la flor.

Eres la voz melodiosa,


Qoe en la noche silenciosa
Preludia un tierno laúd;
Eres la casta Lucina
Que los campos ilumina
Con melancólica luz.
191

Eres rayo trasparente


Que asoma por el Oriente
Convertido en arrebol;
La ilusión eres primera
Que bella virgen tuviera
Gozando el primer amo*

Eres gota de rocío


Que en una noche de estío
Guarda oloroso jazmín;
Eres, mi bien adorado,
El aroma delicado
Del voluptuoso pensil.

Eres un ángel del cielo


Que vagas por este suelo
Cual mensajero de Dios;
Eres la luz de mi vida;
Eres mi bien, mi querida;
Eres mi encanto, mi amor.
192

Eres todo, mi adorada:


Juzgo mi vida sagrada
Porque tú la haces feliz;
Porque tú eres mi embeleso,
Porque hay, mi querida, un beso
En tus labios para mí.
193

TISTSOZhÆZISriO.

¡Oh! ¡cuánto mi pecho conmueven, querida,


loe dulces acentos que al céfiro das!
Prosigue cantando, prosigue y olvida
Que un sueño que pasa tan solo es la vide,
Unsueflo no» más.

¡Ah! sigue cantando: la noche sombría


Aduerme a las flores en torno de ti
Amor es la dicha, amor y armonía;
Si es sueño que pasa la vidaralma va,
Soñemos a&

Amores murmura la mar si está, en calma,


Amores murmura la púdica flor,
£3 aire que pasa murmura y se encame;
Si mentes bañada de goces el alma,
Murmura tu amor.
POMÍM.—tt
194

£1 viento se lleva tu mágico acento


T allá en lontananza le escucho morir;
Tal vez ese vago murmullo del viento
£s ¡ayl de las almas el dulce concento
£1 tierno gemir.

Quizás en la noche, feliz mensajero,


Recoge en silencio los ayes de amor
Del alma que goza, y pasa ligero,
Y arrulla, pasando, el sueño primero
Del tierno amador

Quizás esas notas de triste ternura


Que exhalan los hombres, el ave y la flor,
Se elevan cual himno sagrado á la altura,
Y el viento las lleva que dulce murmura,
Al seno de Dios.

En estos momentos mi pecho se agita.


Y lloro y la causa del llanto no sá;
Mi alma delira, se afana y se excita,
Y en una existencia soñando medita,
De amor y placer.

¡Ah! si, yo recuerdo haber algun dia.


En brazos de un ángel que el cielo me djd.
Probado esos goces que Dios nos envía
Sentido esas notas de tierna armonía
Que da el corazón.
195
Quizá la ternura de Dios ha venido,
Destello de un goce divino, tal vez,
Que al hombre en el mundo dejarle ha querido;
Reliquia olvidada de un cielo perdido,
De un mágico Edén.

Con ella las horas se pasan gozando


¿Qué fuera la vida del sér sin amort
¿Qué fuera en la tierra el hombre cruzando
Aislado y sin goces, la huella borrando
Que otro hombre dejó!

¡Ah! sigue cantando: la noche sombría


Aduerme las flores en torno de tí.
Amor es la dicha, amor y armonía;
Si es sueño que pasa la vida, alma mia,
Soñemos así.
Μβ

<£* «1 «pelo· de na ñifla >

Idolo en aqueste suelo


Fué del paternal amor;
fino levanto su vuelo,
Y en la inmensidad del dekh
Baja aw ángel del Sedar*
197

EN LAS BODAS DE MI AMIGO

Improvisación.

Hoy que celebras el día


De tu feliz himeneo,
Lo que para tí deseo
Debes suponerlo ya.
Naces hoy & nueva vida,
Vida grata y venturosa
En la cual tu tierna esposa
Con su amor te sostendrá.

Mira á la cándida virgen


Llena de virtudes, pura,
Consagrando su hermosura
En el altar de tu amor.
¡Oh! que es hermosa la vida
Cuando el amor la embellece.
Cuando entre aromas se mece
Como en los campos la flor.
198
Cumplid, esposos felices,
Con vuestros santos deberes:
De ventura y de placeres
Os espera un porvenir.
To brindo por vuestra dicha,
Y porque siempre, amorosos,
Sepáis gozar como esposos
Y como amantes vivir.
199

L RUISEÑOR Y LA AZUCENA.

A ml amigo el gran poeta español Joté Zonrill*}

«Hermoso sol del die,


Encanto celestial de mis amores,
Flor bella entre las flores.
Tú llenas de ambrosía
Cuando amorosa en el pensil te miro,
El aire que respiro,
Blanca azucena mia.»

Un tierno ruiseñor así decía


A una blanca azucena,
Que de pureza y de hermosura lleno,
A orillas de una fuente
Sobre las mansas aguas se mecía
Al soplo del ambiente,
Y la azucena así le respondía:

«Canta, pájaro, canta; que tu acento.


Ton tierno y melodioso,
200
Me Io trae cariñoso
Entre las flores jugueteando el viento
Guando me cantas al nacer el dia
Y entre el follaje arrullador te miro
El aire que respiro
Lo llenas de armonía:
Sea para mí más dulces t«i cantares,
Que los tiernos arrullos
Con que llora el palomo sus pesares.
Alma del alma mia,
Son mis perfumes tuyos,
Es tuya mi ambrosia.»

Y así escuchando de ternura llena


La voz de la azucena,
El ruiseñor su canto proseguía:

iiLa cristalina fuente


Se agita suavemente
Si en sus aguas te miras,
Y el aire en que respiras
Mi púdica azucena,
Amor de mis amores,
Guando toca tus pétalos se llena
De exquisitos olores:
El pensil se embellecí
Si el céfiro te mece,
Guando ά los rayos de la luz febea
En torno de tu tallo juguetea.
Hermosa eres, hermosa,
201

Gual no hay en el jardín planta ninguna.


Ora su luz el sol vierta ardorosa
Ora te alumbre un rayo de la luna.
Cáliz de esencias lleno,
En tu púdico seno
La miel guardas sabrosa
Y por libarla ufana
Vuela en torno de tí la mariposa.
Flor bella entre las flores,
Amof de mis amores,
Escucha los tiernísimos acentos
Que el ruiseñor te envía.
Alma del alma mia,
Son tuyos sus acentos
Es tuya su armonía.»»

Y la blanca azucena respondía:

itCanta, pájaro, canta: tus cantares


Son dulces para mí cual los arrullos
Conque llora el palomo sus pesares.
Dulce avecilla mia,
Son mis perfumes tuyos
Es tuya mi ambrosia.

México, m

Fotsta»"-K
sot

LA ROSA PREFERIDA.

▲ mi apreciable amiga la Srita. Concepción Lasoaraixu

SONETO.

Gomo en la tarde la encendida rosa,


Al soplo de la brisa que mormura,
Encantando al pensil con su hermosura
En so rama se mece silenciosa.

Y oyendo de las aves, cariñosa,


Las canciones de amor y de ternura,
Del arroyuelo entre la linfa pura
Se ve feliz y se contempla hermosa.

Así, Concha, deseo que en tus lares,


Por tu amable virtud enaltecida,
Siempre el cariño te levante altares;

Que veas la dicha para tí cumplida,


Y que jamás anublen los pesares
El cielo hetmoso de tu hermosa vida.

Jalapa» 1858,
203

A CLARITA MIGOHI Y LLEDO.


En sus últimos momentos.

ODA.

Adiós ¡ay! para siempre hermana mia.


Fascinando la muerte despiadada
Τα hermosa juventud, bajo su imperio
La tiene ya: adiós. En vano, en vano
Esa lucha tremenda y vigorosa,
Que sostienen tus años juveniles
En el dintel de la mansion luctuosa.
¡Qué puedes niña ya, mariposilla
Que en torno vuela de la luz radiante
Que la pupila de sus ojos hiere,
Qué puedes niña ya! La parca impía
Vela á tu lado, y con tenaz empeño
Abre tus ojos al tranquilo sueño,
Tu leve planta con su mano enfría,
V* con su aliento impuro descolora
Be tus mejillas el carmin rosado.
vano luchas, sí, pues de la muerte
204

Al amago la vida temerosa


En tu sér material se reconcentra,
Con vigor está allí, pero no encuentra
Acción su voluntad: tus ojos bellos
Pierden su brillo y vagan perezosos
Sin vista ya; pero al moverse hermosos,
Tan tiernos son, tan dulces sus destellos,
Que hay, se conoce, inteligencia en ellos.
Quieres hablar.... se anima tu mirada
Con la esperanza aú.n; pero ά tus labios
Ta balbucientes, sin color, sin vida,
Llega la voz del corazón nacida,
T la palabra que tu amor profiere
Con su contacto se entumece y muere.
Adiós, hermana, adiós: á tu alma bella
Faltando el cuerpo va.... ¡no hay esperanzó!
La mente humana á concebir no alcanza
Alivios para tí........ ¡Cuál otra suerte
Esperarla pudiera,
Cuando al amago de la cruda muerte
Que la sorprende ¡oh Dios! en su carrera,
La ciencia misma duda, desespera!
Adiós, hermana, adiós ¡no hay esperanzó!
Morir tan jóven ¡ay! es tu destino.
La vida es un camino
En que la muerte & su placer alcanza
Al misero mortal: donde ella quiere
Tocarnos con su mano entumecida,
Donde su aliento la existencia hiere,
El camino ajlí acaba de la vida
En vano lucha ya, pálido nardo
205

Que al aire exhala su postrer perfume;


Ultimo rayo de la luna, tardo,
Que en el ocaso queda y se consume.
En vano lucha, sí: la flor hermosa
Sus hojas perderá uua tras una.
Cayendo mustia de la planta airosa,
Y morirá sin esperanza algún*»
Ese rayo postrero de la luna
En las tinieblas de la noche umbrosa.

¡Qué vale al hombre de placer sediento,


Lleno su tierno eorazon de amores.
Que entre vistosas dores
La senda cruce del vivir contento,
Si en el escaño de la tumba fría,
Sin la ventura ni el amor mundano,
Del corazón inerte se desvía
Esa existencia que guardó lozano,
Alegre, rica, tierna, bulliciosa,
Y á la mansion luctuosa
Entra el jóven lo mismo que el anciano

¿Qué más da á la orilla de la vida


Llegar triste y cansado ó animosp,
Y en el árbol sombroso
Que cobija la humilde sepultura,
Dejar ¡ay! suspendida
La espada del guerrero fratricida,
El blanco velo de la virgen pura,
La lira del poeta,
206

El cetro del tirano


O el báculo nudoso del anciano?
¡Ah, pobre humanidad! El hombre nace
Y en pos de honores ¡mísero! camina,
Y le disfrazan rey y rey le llaman,
O lo cubren con rica vestidura
Y le llaman señor; el potentado
Se sueña grande, y en la inmensa altura
A do llevó la vanidad consigo,
Apónas mira ai que nació mendigo......

Riqueza, nombre, gloria, distinciones,


Títulos necios del orgullo humano,
Vestiduras de un dia
De que en la tumba fría
La humanidad, al encerrarse muda,
Temerosa y humilde se desnuda.
Todos en ei sepulcro iguales somos;
Del nacer al morir hay solo un paso:
Cual nace y muere el sol, lo mismo el hombre
Se eleva á su zenit, baja á su ocaso.
La existencia es un dia:
Antes ¡ay! de bajar, hermana mia,
Te nos ocultas tú, lindo lucero
Velado al brillo de su albor primero.
Hace un momento, sí, que cariñosa
La salud nos pedías,
Y á esa imágen santa y milagrosa
A quien tan pura adoración rendías,
Tus manos anhelantes
Y tus ojos volvías
207

Hermosos, tiernos, dulces, suplicantes.


Como si en ella tu ansiedad pusiera
La esperanza postrera.
¡Oh! sublime poder de la ternura,
Espectáculo bello
En el que brilla edificante y pura
La santa religion: ese destello
De amor y de dulzura
Que la jóven beldad en su agonfo
Con su tierna mirada á Dios envía,
Es el último aroma
De la púdica flor, del arpa rota
La última armonía.
Elborazon al espirar cercano
Sus esfuerzos apura,
Y parece reúne diligente
Lo que alienta de vida y de ternura
Para ofrecérselo al Señor: presente
De amor y de consuelo,
Digno, sin duda, de subir al cielo.
Sublime estás, hermana, en tu agonfo:
¡Ah! al amago de la muerte impía
Si la vida se esconde,
Aparece radiante tu hermosura
Cual si quisiera con su imágen pura
El golpe detener........ ¡No hay esperanza!
En vano lucha su hermosura, en vanos
Aquesa Parca cuya helada mano
En todas partes al mortal alcanza.
No tiene corazón; si lo tuviera,
Ante víctima tal se enterneciera.
sos

Silencio......... ¡muere ya! La blanca frente


Sobre au seno inclina abandonada;
Su aliento se retarda» y débilmente
En sus ojos se apaga la mirada»
Bella azucena que se cae marchita;
Blanca paloma que levanta el vuelo
De aquesta tierra, del Señor maldita,
Para perderse en el inmenso eielo.......

Sus gracias todas al Señor volaron:


La muerte iguala al rey con el mendigo.
¡Recemos, aoabó’..,.,.. Los que la amaron
Venid, amigos, á llorar oonmigp.

Veracruz, 1849.
toe

STABAT MATER DOLOROSA.

En la cumbre del Gólgota sombría,


Como madre sufriendo y como esposa,
Al pié estaba la Virgen dolorosa
Del santo leño en que Jesus moría.

V al contemplar terrible la agonia


¥ la muerte de su hijo ignominiosa;
Sola con su dolor, triste y llorosa,
Los dulces ojos ά Jesus volvía.

Jesus allí cual hombre padeciendo


Vertió su sangre sobre el leño santo
Nuestra culpa primero redimiendo.

¥ María también en su quebranto


¡Ayl derramó, nuestro perdón pidiendo,
El tesoro precioso de su llanto.

Jalapa, 1858.

PottU*.—27
«10

A CONCHITA EN SU ΒΙΑ

(Brindis imprqyiisdo en una cena)·

La felicidad, Conchita,
En la tierra en que habitamos,
Por nuestro mal no alcanzamos
Λ saber dónde estará.

Juzgan que es ave de paso,


Y ha dicho un autor, en suma,
Que solo es agua y espuma
Que at menor soplo se va.

Quiera Dios que por el mundo,


Soñando dulces amores,
Entre perfumes y flores
Pases cual celeste hurí.
211
Y que al cruzar por la vida,
Ave de nevada pluma,
No sean solo agua y espuma
Las venturas para tí.

Jalapa, Diciembre de 1S63.


tu

JL3DIOS JL ZfcÆJLZEÔIJL

(Mdiica del profeso# D. Josd Bosch).

Mi pecho triste, afligido,


Su adiós postrero te envía:
Tal vez por siempre, María,
Yo me separo de tí.
Adiós ¡ay! en mi camino
Llevo al partir la confianza,
Llevo la dulce esperanza
De que te acuerdes de mí.

Cuando en la noche sombría


Te traiga el viento ligero
El canto del marinero
O del náufrago infeliz,
213

Y al oírlo, silenciosa
En tn mansion solitaria
Alces á Dios tu plegaria,
¡Ay! acuérdate de mf.

Cuando apacible la luna


En la noche sosegada
Derrame su luz plateada
Por el cielo de zafir,
Y oyendo el suave murmullo
Con que se aduermen las flores,
Triste y pensativa llores,
I Ay I acuérdate de mí
21*

JL ZTJLIIÆA.

(V«no« eseritos tin hacer utcrde la tant *).

A mi aime, Zulima adorada»


Una llama la inunda, amorosa
Guando cruzas ufana y graciosa
A mi vista cual fúlgido sol;
Guando brilla al pasar por mis ojos
Gomo un rayo fugaz tu mirada,
Guando miro tu faz sonrosada,
Guando oigo tu dúlcida voz.

Tú has podido tan solo, amor mió,


Dar la luz á mi alma afligida;
Tú has podido tan solo ά mi vida
Gon tu grata sonrisa animar.
Si mañana un amargo infortunio
Lastimara tu dicha ó la mia,
To á tu lado la paz hallaría
Tu disgusto calmando y tu afan.

Ni fortuna ni gloria yo ansio:


Basta ámi alma un rincón apartado,
Si allí alcanzo la calma Á tu lado,
Si allí logro vivir con tu amor;
Si allí juntos los dos una vida
Sin dolor ni amarguras pasamos,
Si allí juntos la dieha, alcanzamos
T Á su sombra- vivimos los dos.

Jalapa, 1861.
216

JL TI.

<T«M «scxito· siabsesi Wftát U lettt e)

Recuerdo con gusto feliz el momento


Que vi de tus ojos el dulce fulgor:
Me diste con ellos, mi bien, el contento,
Me diste el consuelo que el pecho buscó.

¡Oh! yo desde entónces te quiero, bien mió;


Dichoso en el mundo contigo seré,
7 en estos renglones que tierno te envio,
Seguros los votos te doy de mi fe.

Tú eres el puro y hermoso lucero


Que en este desierto su luz me ofreció;
Tesoro escondido de bien que yo espero,
Mi hechizo en el mundo, mi cielo, mi dios,
Por eso en mis sueños de noche, bien mió
Te siento que vienes con vuelo sutil,
Y oubres de flores mi lecho sombrío,
Y viertes perfumes en torno $e mi.

Por eso si injusto me hiere el destino


O sufre mi pecho terrible dolor,
Encuentro el consuelo que busco, divino^
Si miro tus ojos ó escacho tu voz.

Propicio y benigno mirónos el cielo;


Formemos del mundo los dos un Eden,
Y en tí si yo sufro tendró mi consuelo,
Y yo tu consuelo si sufres seré.

Perdido jilguero crucé los pensiles


Y erré por los montes de eterno verdor;
Suspiros me dieron los vientos sutiles,
Los bosques me dieron su triste rumor.
218

Y yo por el mundo después retentado


Los ecos sentidos que entónces oí,
Los voy en mis versos do quier repitiendo,
Y siempre en mis véteos snapsoo por ti.

¡Oh! si, con delirio te quiero, Mea mío;


Dichoso en el mundo Contigo «eré,
Y en estos renglones, que tierno toOnvia^
Seguros los votos te doy do mi fe.

Jalapa, 1861.
>19

IPOBKE MARINERO!

Se ocultó la estrella
Que en el claro cielo
Me indicaba el rumbo
Del ansiado puerto,
Y perdido ahora
Por el mar navego
Solo en mi barquilla,
¡Pobre marinero!

Venid y amparadme^
¡Oh dulces recuerdos
Pe pasa las dichas
En mejores tiempos!
Venid, que en mi triatq,
Terrible aislamiento
Do mi pobre barca
Sueltos van los remos,
Y al helado soplo
Del airado viento
Tal vez de la orilla
Tranquila me alejo.
Venid y amparadme
¡Oh dulces recuerdosf
Ved que de la vida
Por el mar navego
Solo en mi barquilla,
¡Pobre marinero!

Antes A mi lado
ITn rtngel del cielo
Con su amor sublime
Me alentaba tierno;
Yo cruzaba el mundo
De esperanzas lleno,
Encontrar pensando
Sosegado un puerto;
Mas del mundo el ángel
Emprendió su vuelo,
Se cerró la noche,
Desatóse el viento,
Desprendióse el rayo
Con horrible estruendo^
Y perdido ahora
Por el mar navego
Solo en mi barquilla,
¡Pobre marinerol
221

Venid, esperanzas
Qne en felices tiempos
Mi pecho llenásteis.
¡De paz y contentol
Volvedme la dicha
Que robóme el cielo;
Dad luz á mis ojos,
Porque triste y ciego
Por un mundo vago
De peligros lleno;
Dirigid el rumbo
De mi paso incierto
Volviéndole al alma
La paz y el consuelo;
Ved que de la vida
Por el mar navego
Solo en mi barquillla,
¡Pobre marinero!

Una buena madre,


En mis años tiernos,
Me cubrió en el mundo
Con su dulce afectOi
Dirigió mi paso
Vacilante, incierto,
Y veló afanosa
Mi tranquilo sueño.
222

Más tarde, una esposat


Con bu amor síacero
Llenó de delicias
Mi ardoroso pecho,
Mas ya do mi lado
Las dos ¡ay! huyeron,
Y ora de la vida
Por 0Î mar navego
Solo en mi barquilla
¡Pobre marinero!

Pasaron les horas


De amor y sosiego
Que al altea abatida
La dicha trajeron,
Y en vano ora busco
Los dulces objetos
Que hicieron felice
Mi vida en un tiempo;
En vaho, llorando,
Reclámeles tierno,
Qué nadie en mí torno
Escfacha mi ruego,
Ni nadie responde
Sensible & mi acento:
¡Ay! pues de la vida
Por el mar navego
228.

Solo en mi barquilla,
¡Pobre marinero!

¡Venid y amparadme,
Ob dulces recuerdos
De pasadas dichas
En mejores tiempos!
Venid, que en mi triste,
Terrible aislamiento,
De mi pobre barca
Sueltos van los remo^
V al helado soplo
Del airado viento
Tal vez de la orilla
Tranquila me alejo:
¡Venid y amparadme
Oh dulces recuerdosi
Ved que de la vida
Por el mar navego
Solo en mi barquilla,
¡Pobre marinero!

Veracruz, 1861.
224

EN EL ÁLBUM

DE XA SEÑORA

DOKà IGNACIA FARIAS DE ÜHINK

Veloces pasan los años,


Y al pasar, encantadoras
Nuestras más hermosas horas
También con ellos se van.

Y donde la dicha estuvo.


El placer y la alegría,
Quedan solo, amiga mia,
Lágrimas para llorar.

Porque en la vida del hombre


Solo hay placer y tormento,
Y comienza el sufrimiento
Donde termina el placer.
225
Pues si propicio ó contrario
El invariable destino
Flores pone en su camino,
Espinas pone también.

Hubo un tiempo en que me viste,


Contento y feliz esposo,
De la vida el mar undoso
Alegremente surcar.

Y hoy en medio de las ondas,


Léjos de la ansiada orilla,
Sola mi pobre barquilla
Triste y silenciosa va.

No hay un faro que la guíe,


Ni hay en el cielo, piadosa,
Una estrella misteriosa
Cuya luz pueda seguir.

Y entre las ondas bramando


Airado y feroz el viento,
Abismos do quier sin cuento
Se abren en torno de mf.

Poesía*.—2&
Guando el faro que sególa
Apagó el destino fier#
¿Qué hará el pobre marinero
En la borrascosa mar?

¡Ay! ¿Qué hará si en su abandono


A ver el puerto no alcanza,
Ni la lue de su esperanza
Lo alumbra por donde va?....

Pero, ¿por qué, amiga tth»


Si tú me pides cantates»
La historia de mis pesetea
He de referirte yo?

¿Por qué, si dichosa vives,


En tu cáliz da ventura
Una gota do amargura
Ha de poner mi dolor?

Tú que dulce y tierna madre.


Gon tus cuidados prolijos
En el seno de tus hijos
Vives contenta y feliz,
MR

No debes oí? fes «tes


De doloridas querella#,
Ni la triste historia da altea
Debe llegar hasta &

Quiera el cielo que la pena


Nunca llene de amargura
Al alma sensible y pura
Que el mismo cielo te dió.

Y que madre afortunada


Y esposa tierna y virtuosa,
Vivas de madre y de esposa
Siempre feliz con tu amor.

Yo me alejo: en las orillas


De los apartados mares
La historia de mis pesares
Daréle al viento sutil.

Y cuando mire Á la luna


Brillar sobre el mar en calma
Y tenga tranquila el alma,
Yo me acordaré de tí.
228

Quizás uniendo mi acento


AI del pobre marinero,
Al cielo el viento ligero
Podrá llevar mi oraciojp.

Y en ella, amiga, la dicha


Porque vivo suspirando,
Yo le pediré llorando
Para tus hijos á Dios»

México, Diciembre de 1855.


229

JL JLZFJL.

ODA.

Encantado pensil, de ruiseñores


Entre el bosque sombroso oculto nido,
Canastillo de frutas y de dores,
Paraíso de amores
Bajo el follaje arrullador perdido.

Virgen hermosa que tranquila duermes


Al concento apacible que levantan
Tus mil arroyos quo do quier murmuran,
Tus aves mil que por do quiera cantan
Qué aromático ambiente se respira
En tus campos frondosos
V en tus cármenes bellos,
Cuando el sol de tu cielo se retira,
Y tornando sus rayos luminosos
En débiles destellos
£80

Tras la cumbre del Cofre se le mira


Triste, al bajar, palidecer con ellos!
A sus últimos rayos
Cual coqueta sultana te embelleces,
Das al aire el perfume de tus flores,
Y murmurando amores
En tu lecho jazmíneo recostada,
Haces que pesaroso,
El querido sultan, el dulce esposo,
Su adiós te diga en su postrer mirada.
Cuando aparece el dia
Y con sus tintes de amaranto y rosa
Tiñe Aurora las puedas del Oriente,
Se escucha dulcemente
En tus campos floridos la armonía,
De tus mil ruiseñores,
Y jugueteando el matinal ambientà
Bajo tu rico pabellón de flores,
Llena el aire que aspiras de ambrosía,
El corazón de amores.........

Constante primavera te sonríe


Y corona tu sien de efcernaaroeae;
Pintadas mariposas
En tomo de tu lecho de esmeralda
Vuelan do quier en giros desiguales,
Y con amante empeño,
Si duermes tú, para arrullar tu sueño
Te manda el mar sus brisas tropicales.
asi
Yo desdo niño te admiró, y contento
Hoy al cruzar tus mágicos pensiles
No sé qué cosas en el alma siento.
Pues jay! en mi memoria
Al recuerdo se asocian de tu historia
Mis hermosos recuerdos juveniles.
Jóven imberbe, en tus risueños bosques
Cuántas veces perdido»
A la sombra del viejo liqujdámbar
Me senté fatigado, y al concento
Dulcísimo y sentido
Que entro el follaje levantaba el viento,
Y al murmullo apacible y cadencioso
Que tus freeCee arroyos bullidores
Modulaban en vaga melodia,
En el abo» sentí, tierno y hermoso,
Brotar un géemen para mí ptécitoeo
De luz, de amor, de encanto y poesía

¿Por qué, bella ciudad, narcotizada


Por el blanco aromoso floripondio
Que te ofrece su rústica enramada,
No sacudes el sueño deleitoso
Que, enervando tus fuerzas juveniles,
Te hace perder en el letal reposo
Ese aliento de vida vigoroso
Que en la savia se va de tus pensiles?

¿Qué te vale en tu alfombra de verdura


Descansar muellemente recostada,
232

T tendiendo ά Occidente la mirada,


Del Cofre ver la imponderable altura
Donde anidan las nubes temp estosas,
De grutas y cavernas suntuosas
T de bosques inmensos rodeada;
Y ver al medio día
Uno tras qtro en términos distantes
Y agrupados en masas caprichosas,
Esos montes gigantes,
Entre los cuales majestuoso asoma
Sus formas regulares
Y el bello marco de tu cuadro anima
El gran Citlaltepetl, en cuya cima
Blancas brillan las nieves seculares;
Y ver por el Oriente
Tras las llanuras de la tierra ardiente
La faja azul de los extensos mares?

¿Qué te vale en tus bosques pintorescos^


Cuando comienza ó cuando acaba el dia,
Escuchar por do quiera la armonía
De tus siempre amorosos ruiseñores,
Del zenzontle sentido,
Del clarín de la selva vocinglero,
De la calandria de colgante nido,
Del turpial cadencioso y del jilguero;
Y ver los caseríos
Do el inocente labrador habita
Blanquear por la márgen de los ríos,
O allé é lo léjos en la extensa altura
233

De la loma escarpada,
O en la ladera de tus regios montes,
O entre ei leve vapor de la cascada;
Y ver del indio las pajizas chozas
Sobre abismos sin fondo suspendidas,
O allá medio perdidas
En pintorescas grutas,
O entre el verde follaje confundidas
Rico en sus flores y sabrosas frutas;
Y ver que el campesino
Que por la cumbre del cercano monta
Duerme á la sombra del robusto pino,
O en giros desiguales
Ve la espiga dorada
Ondear por do quier de los trigales,
Descienda lento de la cumbre á poco
Hasta el fondo feraz de la cañada,
Y el agua guste del preciado coco
O el jugo de la caña azucarada,
O vaya entre zarzales
A ver coloradear sus cafetales!
¿Qué te valen tu eterna primavera
Y tu frescura y tu verdor eterno,
Y, sin calor ni frió,
Mirar pasar el ardoroso estío.
Mirar pasar d rigoroso invierno!

**··· ·· ·· ·· ♦·· ♦·»·* » .........................

Despierta y vuelve en tí, no lentamente


Dejes correr en la inacción tus diast
Si el que respiras perfumado amUeote,
234

Si las que escuchas dulces melodías


Te aletargan así, y abandonada
Dejas correr las horas de la vida,
Guando llame la muerte á tu morada
Inútil resistencia á sus rigores
Opondrán tus encantos seductores,
£ inerte, sin vigor, envilecida,
Acaso, acaso te hallará dormida
Sobre tu lecho de pintadas floree.
Despierta y vuelve en ti: deja que el hombre
Trabaje en tus campiñas afanoso,
Brotar haciendo el fruto codiciado
Donde inútiles se alzan el vistoso
Jinicuil elevado,
£1 arrayan frondoso,
£1 verde chirimoyo perfumado,
£1 liquidámbar y el encino añoso:
Deja que el silbo del vapor sorprenda
Ai turpial cadencioso en tus verjeles,
Que el humo de las máquinas ascienda
Por la ladera de tue altos montes
Cual trasparente velo,
Y empañe en tus pintados horizontes
£1 tinte azul de tu brillante cielo:
Deja que el labrador con mano avara
£1 fácil fruto de la tierra coja;
Que el mercader inquieto
Venga á buscarlo de lejanos climas,
Y que al llevar después á otras regiones
Tus preciosos productos codiciados»
Convierta en tus mercados
285

A la vasta extension de los oaoiones.


Entónces los consumos
Extenderán el bienhechor cultivo,
Y del trabajo la exigencia entónces
Traerá la población: vendrá en seguida
Con la riqueza el lujo caprichoso,
Y ampos á dos engancharán tu espacia
Al arte despertando, y donde estuvo
La humilde choza se alzará el palacio.
De la ganancia el cebo poderoso
Entónoes llevará hasta tus aldeas
De la moderna industria los inventos;
Hará que en todas partes
El bienestar de la riqueza veas,
Y que el emporio seas
Del comercio, las ciencias y las artes,

Jalapa, 1871.
286

A MI AMIGO GUILLERMO PRIETO.

U ORGIA.

Reid, reíd de la vida,


¥ alrededor de esa mesa
Quemad vuestro imputo incbaso
A corrompidas bellezas.

Las horas pasad cantando


De vuestra vida ligeras,
Apurando aquesas copas,
Agotando esas botellas.

Suene en los labios el beso


¥, con fingidas ternezas,
Requebrándose amorosas
Hablen las perjuras lenguas.

Suene en los labios el beso,


Mióntras que lánguidos puedan
Miradas lanzar los ojos
Mintiendo placer en ellas,
2Ô7

No penséis que está, el mendigo


Esperando á vuestra puerta
Para coger las migajas
Que caigan de vuestra mesa.

No penséis qua en el sepulcro


Tal vez la muerte os espera,
Y que en él se entra llorando
Lo que se canta por fuera.

¥ que allí las lindas caras


Se tornan en calaveras,
y los más hermosos cuerpos
En horribles osamentas.

y que allí las esperanzas


En nuestramente se hielan,
y ni el pesar nos agobia
Ni los goces ee recuerdan.

No penséis que esos placeres


Como débil humo vuelan,
Y que sueños son que pasan,
Como pasan los que sueñan.

Sueños que al que duerme ofrecen


El goce de eus quimeras;
Sueños que tormentos causan
Y llanto al que ee despierte.
188

Sueños en que pasan luoes


Danzas y mujeres bellas,
Todo mezclado y confuso,
Todo en figuras inciertas;

En que nuestros ojos ven


Sin mirar lo que debieran,
Y se oye canto y ruido,
Y palabras y promesas.

En que las almas ardientes,


De amor y deleites llenas,
Engolfadas en sus goces
Se olvidan de sus creencias,

Sueños son que desparecen


Si la luz del sol se acerca(
Y cual cruda pesadilla
Cansancio y dolores dejan.

No penséis que esos instantes


Son momentos de demencia,
Son delirios de una fiebre
Que & la tumba nos acerca.

Reíd, reíd de la vida


Y, agotando esas botellas,
Quemad vuestro impuro incienso
A corrompidas bellezas.
289

Miéntras triste el marinero,


Lejanos mares cruzando,
Mira á la luna brillando
Por el espacio vagar,
7á su pálido reflejo,
Sentado en la angosta prora,
Léjos de su patria llora
En callada soledad....
uLos que estais en esa orgia
Cantad alegres, cantad.»

Miéntras llorando en las calles


El infeliz huerfanillo,
Con tono tierno y sencillo
Pidiendo un socorro está.
7 en tanto que de los hombree
Al mirarse despreciado,
Pasa la vida angustiado
Entre el llanto y la orfandad....
j»Los que estais en esa orgía
Cantad alegres, cantad,»
340

Mióntras en un cementerio
T al pié de la cruz luctuosa
La desconsolada esposa
De hinojos orando está.
Y derramando su llanto
En la tumba solitaria,
Dice su tierna plegaría
Con acento angelical.,. ·
uLos que estais en esa orgía
Cantad alegres, cantad, n

Mióntras en la noche oscura


Entona á su bien amado
Trovador apasionado
Melancólico cantar;
Y desconsolado escucha
Que responden á sus quejas,
El silencio entre las rejas,
Por de fuera el huracán....
nLos que estais en esa orgía
Cantad alegres, cantad, π

Mióntras el pobre proscripto,


Sin bienes γ sin fortuna,
No encuentra piedad ninguna
En la triste adversidad.
241

T del dulce hogar tan solo


Con los recuerdos viviendo,
Su amargo llanto vertiendo
Mendiga extranjero pan....
..Los que estais en esa orgía
Cantad alegres, cantad...

Miéntras la jóven hermosa,


Descolorido el semblante,
Llora del infiel amante
£1 engaño y falsedad;
Y estrechando entre sus brazos.
Al fruto de su cariño,
Pone en la frente del niño
El ósculo maternal....
i. Los que estais en esa orgía
Cantad alegres, cantad."

Los que estais en esa orgía


Los lamentos olvidad,
Y hasta que amanezca el dia
Cantad alegres, cantad.
242

in

UNA VOT.

Gozad, mis amigos, aquesta es la vida


Los lúbricos cantos alegres alzad:
Aquí con placeres amor nos convida;
Las copas henchidas de vino apurad·

XX. POXTA.

Tal vez en este momento


Llora el padre moribundo,
Y con dolorido acento
Su adiós le dirige al mundo,
Dejando ά sus bijos
En cruda orfandad.
—....... Cantad vosotros cantad.

UNA VOZ.

La vida es muy corta: bebiendo y gMWido


Tasarla debemos, amigos, aat
Dejemos que vaya, si quiere, acabando;
Alegres dejemos que toque á su fin.
243

IL POETA.

Tal vez en este momento,


Arrastrado de su suerte,
En un estrecho aposento
Llora el condenado á muerte,
Y siente temblando
Las horas pasar.
—... .Cantad vosotros,cantad.

UNA VOZ,

Resuene en los labios impúdico beso,


Que escuche gozando mundana beldad,
Mirando palacios, y luces, y danzas,
Beoda, á sus ojos confusos pasar.

EL POETA.

Tal vea en este momento


El perdido peregrino
Entrega el postrer aliento
Al puñal del asesino,
Y pide en los bosques
Llorando piedad.
—... .Cantad vosotros, cantad.
244

UtfÀ voz

Si toca la muerte á nuestra ventana,


llamándonos luego con fúnebre voz,
Digámosle, alegre·, que vuelva mañana.
Que estamos gozando deleites de amor.

XL PORTA.

Tal vez en este momento


Náufrago desventurado,
Al crudo soplo del viento
Muere en las playas helado,
Lleno de tormento,
Lleno de ansiedad.
—... .Cantad vosotros, cantad.

CORO.

Bebamos, cantemos, apurando todos


Xas copas henchidas de ardiente licor,
Y alegres gocemos, gustando beodos
Los dulces placeres que ofrece el amor.

XL PORTA.

Tal vez en este momento


El villero desvalido
245

Le da sus quejas al viento


Entre los montes perdido,
Sin que una esperanza
Mitigue su mal.
—... .Cantad vosotros, contad.

Cantad y no penséis que el moribundo


Tal vez exhala su postrer aliento,
Y muere al soplo del helado viento
El náufrago infeliz.

Cantad y no penséis que entre los montee


Piedad implora el triste peregrino,
Y el viajero, perdido en su camino,
Cercano está á morir.

Cantad y no penséis que el condenado


Entre cadenas su destino llora,
Y la clemencia divinal implora
Pidiendo compasión.

Cantad y no penséis que los momento*


Que así perdéis en bacanal orgía,
Os aproximan al tremendo dia
De llanto y de dolor.
246

Cantad, cantad miéntras los otros lloran;


Ofreced al deleite vuestras precea,
Y gozad apurando hasta las heces
La copa del placer.

No penséis que tal vez á vuestro lado


Triste llanto se vierte de amargura,
Y brindando al amor y ά la hermosura
Los licores bebed.

Gozad esos instantes seductores


Que os mienten ilusiones y placeres
En los brazos de impúdicas mujeres
Que quieren sin amor.

Go2ad, miéntras podáis, esos instantes


En qüe la mente vaga adormecida,
Por las regiones del placer perdida
Sin pena ni aflicción.

Respirad placenteros ese ambiente


Que exhalan los perfume? voluptuosos,
Y entonando esos cantos deleitosos
Las copas apurad.

Dejad que el hombre por de fuera gima


De angustia y de hambre y de miseria lleno;
Dejad que estalle por de fuera el trueno
Y brame el huracán.
Μ

Gozad, y no penséis qne el tiempo pasa


Y qne cada momento de ventura
Se ha de tornar en siglos de amargura»
De llanto y de dolor.

Gozad, y no penséis que esas mujeres


Que mirais tan hermosas y hechiceras,
Esqueletos serán y calaveras,
Y polvo y corrupción.

Cantad, cantad miéntras los otros lloran;


Ofreced al deleite vuestras preces,
Y gozad apurando hasta las heces
La copa del placer.

IV

Cantad, cantad presurosos,


Que al ruido de vuestro canto
No se oye el continuo llanto
Del desdichado mortal.
Por su desgracia impelido,
No vereis al pobre anciano
Tender al vico la mano
Pidiendo una caridad.
248

Con melancólico acento


El infelice mendigo
Vendrá á pediros abrigo
Cansado ya de sufrir.
Y el huérfano abandonado
Lo pedirá suplicante....
V pasarán adelante
V no los oiréis pedir.

Por sus males hostigado


Os buscará el tierno padre,
V vendrá la pobre madre,
V no los oiréis llegar.
V llamará á vuestra puerta
El caminante perdido,
V llamará el desvalido.....
V no los oiréis llamar.

Derramará tierno lloro.


En actitud suplicante,
La tierna y sensible amante
De hinojos en el altar.
Y llorará el desgraciado
Una esperanza perdida;
Al esposo su querida....
Y no los oiréis llorar.
249

Cantad, cantad afanosos,


Que al ruido de vuestro cantó
No se oye el continuo llanto
Del afligido mortal.
Hierva el licor en las copas;
Proseguid en vuestra orgía,
Y hasta que amanezca el dia
Cantad alegres, cantad!!!

Veracruz, 1849.

Poetfct—tt
«60

U FLOR DEL SEPULCRO.

Flor solitaria y hermosa


Que en este asilo sagrado
Te levantas silenciosa,
Teniendo en el pié una losa,
Teniendo una cruz al lado.

Dime, flor, ¿si la ventura


Te hace tan galana estar,
Cómo puedes ¡ay! gozar
Entre tanta sepultura
Donde se viene á llorar?

¿Cómo puedes tan hermosa


En tu tallo sostenerte?
¿Cómo, di, flor misteriosa,
Tan fresca estar y vistosa
En la mansion de la muerte?
251

¿Cómo pudiste nacer


Aquí do la nada habita,
Do en polvo se toma el ser,
Donde se acaba el placer,
Donde todo se marchita?

Aquí el céfiro aromoso


No mueve tu blanca frente,
Ni al arroyo bullicioso
Miras pasar presuroso
Gon su límpida corriente.

Del pensil las otras floree


No te envidian, flor, aquí,
Ni los tiernos ruiseñores
Cantan sus dulces amores
Volando en torno de tí.

Ni te adormece el arrullo,
En la siesta sosegada,
De tórtola enamorada;
Ni oyes el tierno murmullo
Que sale de la enramada:

Ni tienes vistosa alfombra


Para tu pié virginal;
Ni cuando el sol te hace mal
Puede cubrirte la sombra
De algun vecino rosal.
252

Ni oyes el canto sencillo


Que la inocente pastora
Entona junto al tomillo,
Miéntras teje un canastillo
Para el pastor que la adora.

Dime, flor ¿quién te ha plantado?


¿Por tu hermosura quién ve?
Y ¿cómo no te has secado
Teniendo una cruz al lado,
Teniendo un sepulcro al pié?

Tal vez en la noche umbrosa


Viene, solitaria flor,
Alguna jóven hermosa
A regarte cariñosa
Con lágrimas de dolor....

Tal vez eres la plegaría


De algun inocente niño,
Y en la tumba funeraria
Quedaste asi solitaria.
Símbolo de su cariño....

Tal vez encierra esa fosa


De una virgen la existencia,
Y animada con su esencia
Brotaste tú, flor hermosa,
Emblema de la inocencia....
263
O serás el alma pura
De algun sér angelical,
Y viene en la noche oscura
Λ velar por tu hermosura
El cariño maternal........

Tal vez guardas misteriosa


En tu cáliz, bella flor,
El suspiro de una hermosa
A quien oculta esa losa
Su primero y tierno amor........

Dime, dime, flor temprana,


¿Por qué has venido A vivir
Do está la muerte cercana,
Donde su triste omañana»»
El hombre viene á dormir?

¿Qué representas así


Tan fresca tú y tan hermosa,
Cuando alrededor de tí
Tan solo se mira aquí
A la humanidad llorosa?

Alma, recuerdo, plegaria


O emblema de la inocencia,
2M

Vive, vive solitaria


Bajo esa cruz funeraria
Con tu frescura y tu esencia.

A verte el hombre vendrá


Por sus penas agobiado;
Aquí, flor, las llorará,
Y en tí el presente verá
En medio de lo pasad#*

Quédate así silenciosa


Gon tus misterios ¡oh flor!
Miéntras al pié de esta losa
Digo la oración luctuosa
Que me inspira mi dolor.
25δ

HIMNO PATRIÓTICO.

CORO.

Con las armas al hombro avancemos,


Que al combate nos llama la gloria;
Si no hallamos en él la victoria,
El martirio μη laurel nqs daré.

ESTROFA PRIMERA.

Nada importa morir si en su tumba


Deja el pueblo su nombre esculpido,
Que la gloria de un pueblo caído
En la lucha es también inmortal.
Mexicanos, al campo marchemos;
Por la patria es honrosa la muerte;
Pues el triunfo lo ofrece la suerte,
El honor las virtudes lo dan.

ESTROFA SEGUMPA,

¿Qué es el pueblo que esclavo se arrastra


Λ las plantas de un déspota inmundo?
256

Un padrón de vergüenza en el mundo,


Es un pária sin patria ni hogar.
Suene, suene el canon que al combate
Lo reclama en su patria ofendido,
Que en la lucha, triunfante ó vencido,
Un glorioso laurel hallará.

ESTROFA TERCERA.

Mexicanos, unidos juremos


En la lid animosos entrando,
O morir por la patria luchando,
O el honor y la patria salvar.
Pues sin honra y sin patria no es vida
La que llevan el pueblo ó el hombre,
7 es de oprobio y vergüenza ese nombre
Que á los pueblos sin patria se da.

ESTROFA CUARTA,

Ya orgulloso el pendón trigarante


De la lid entre el humo flamea;
¡Sús, patriotas! Allí en la pelea
Nuestros santos deberes están.
Sí, marchemos: el triunfo ó la muerte
Allí son el honor y la gloria;
Pues la muerte es también la victoria
Si la tumba se torna en altar.

Veracruz, 1847.
2S7

us Angel de paso.
(En U corona fúnebre de U Srita, Guadalupe Eivera y Mendoxa.)

SONETO.

Como un astro fulgente; en su carrera


La luz vertid do quier de su ternura,
Y el consuelo, el encanto y la ventura
De los extraños y los suyos era.

Esclava del deber, su voz severa


Escuchó con angélica dulzura,
Y afable siempre y cariñosa y pura
La encontró la virtud por donde quiera.

Un ángel fué que la afanosa vida


Vino á pasar en el mundano suelo
De todos ¡ay! por su bondad querida;

Mas hirióla el dolor y, en su desvelo,


Tras la esperanza de su amor perdida,
Tendió sus alas y volvióse al cielo.

México, Junio de 1870,


Fees£ai*"»S8
258

TTJST ΈόΈ3στΐΉ3Ξ^Ι3Ο

A P.

¿Te acuerdas? La blanca luna


Sus tibias luces do plata
Derramaba allá á lo léjos
Sobre las altas montañas;
Al límpido azul del cielo
Mil estrellas tachonaban,
Y era perfumado y dulce
El blando soplo del aura.
El débil rumor del rio
Se escuchaba en lontananza,
Y en torno nuestro, apacible
Era y tranquila la calma.
De vez en cuando el silencio
Interrumpía en la campaña,
Del perro el triste ladrido
Allá en la choza apartada;
O del tardo buey se oía
La voz confusa y lejana,
O el macilento mugido
2fl9
De la soñolienta vaca.
En medio de aquel sosiego
De la tranquila comarca,
Yo suspirando de amores
Al pié de tu reja estaba.
¡Cuántas dulzuras, bien miol
¡Cuántas amorosas ansias!
Tú eras m¡ solo embeleso,
Yo era el alma de tu alma.
¿Te acuerdas? En torno nuestro
Todo en silencio posaba:
Tus acentos eran dulces
Como el suspiro del aura;
Tus promesas eran tiernas;
Tus caricias eran blandas:
Nunca escuché más sentidas
Tus cariñosas palabras,
Ni nunca fué más hermoso
El fuego de tus miradas.
En medio de aquel silencio
De tu mansion solitaria,
Tú eras mi mundo, alma mia;
Tú eras mi paloma blanca;
Tú eras mi delicia sola,
Y eras todo de mi alma.
Aun escuchan mis oidos
El rumor de tus palabras,
Y aun siento el beso en mis labios
De tu boca regalada.
Recuerda ese hermoso dia,
Y que con fina constancia
260
Nuestros tiernos corazones
Guarden su memoria santa.

Así un trovador decía


Hablando á su hermosa dama,
¥ ella, fijándole tierna
Su dulcísima mirada,
Le contestaba: no temas,
Dulce amado de mi alma,
Que esos sueños que pasaron
Huyan como sombras vagas.
Tú has sido mi único amante,
Yo soy tu paloma blanca,
Y es mi virtud y mi orgullo
La lealtad y la constancia.

Jalapa, Diciembre de 1863.


tu

JLT±.

{Oh! deja qne escuche tu voz regalada


De fuente escondida cual vago rumor;
¡Oh! deja contemple tu dulce mirada,
Que mi alma á tu santo carino entregada
Con ella se inunda de dicha y de amor.

Tú eres más pura que el rayo postrero


Que arroja en el lago la luna al pasar;
Más pura que el vago perfume primero
Que exhalan al aire fugaz y ligero
La rosa encendida y el blanco azahar.

Allá en los pensiles ¿no oíste algun día


El tierno murmullo que aduerme á la flor?
262

¿No oíste del bosque la dulce armonía?


Pues es aun más dulce tu voz, alma mia,
Si expresas con ella tu cándido amor.

Es fino y sedoso tu negro cabello;


Tu rostro es el rostro de algun serafín:
El cisne no tiene más blanco su cuello,
Ni hay tinte en la rosa tan puro y tan bello
Que iguale á tu cútis de concha y carmín.

¿En pos de la noche callada y oscura,


No viste en el cielo con tibio fulgor
Brillando una estrella fantástica y pura?
Pues más apacible se ve tu hermosura
Si brilla en tus ojos un rayo de amor.

Quizás eres ángel que vino del cielo


Envuelto en un rayo de luz hasta aquí:
Espíritu errante, con plácido anhelo
Mil veces cual sombra de paz y consuelo
Mis ojos te vieron vagar junto á mí.
263

Yo te amo cual aman las florestal dia;


Cual ama al oasis sediento el jaguar;
Las plantas al rayo que el sol les envía;
Yo te amo cual aman al bosque, alma mia,
Los tiernos zenzontles, los peces al mar.

¡Oh! deja que escuche tu voz regalada


De fuente escondida cual vago rumor;
¡Oh! deja contemple tu dulce mirada,
Que mi alma á tu santo cariño entregada,
Con ella se inunda de dicha y de amor.

Jalapa, Noviembre de 1861.


264

LA MUJER Y LA FLOR.

PB3STSAMIE35TTOS.

En la corona fúnebre de la Srita. Ana Somohano.

¿Dónde está ta gallardía


¥ tu gentil hermosura,
Flor temprana,
Que llegaste á la mañana
Fresca y pura,
¥ marchita al medio dia?

Pobre fior ¡ay! que al impulso


Del huracán desprendida,
Va entre el polvo confundida
Sin aroma y sin verdor.
265

Ayer su corola hermosa


En el pensil ostentaba,
Y en su torno ayer volaba
£1 amante ruiseñor.

Ayer al soplo del viento


Fresca y pura se mecía,
Y llenaba de ambrosía
La atmósfera del pensil....
Hoy sin color, deshojada,
Sin aroma ya y sin vida,
Va por el suelo perdida
Dentro del polvo sutil.

Así la mujer hermosa,


Sin pensar en el mañana,
Cruza por el mundo, ufana
Con sus gracias y su amor;
Mas concluye su camino,
Y al que hoy felice la admira
Compasión mañana inspira:
¡Pobre mujer! ¡Pobre flor!

Tal es el porvenir, así es la vida;


Elogios hoy, mañana compasión:
Gozad mujeres de la edad florida;
Flores, gozad vuestra estación de amor.
Fócelas.'- 84
266

Todo concluye; el mundo es un camino


De goces hoy, mañana de aflicción:
Cruza el mortal errante peregrino,
Cual pasa errando por do quier la flor.

II

Aquesos instantes de dicha y contento,


Aquesos momentos de amor y placer,
El hombre los toca, de goces sediento,
Y son ya tan solo recuerdos de ayer.
Y aquel ¡ay! que anhela vivir todo un dia,
Que quiere un presente gozar y morir,
Se pára, y contempla en triste agonía,
Allí lo pasado, aquí el porvenir.

Que el mortal infortunado


Camina siempre á morir,
Y en su camino ignorado
Va dejando lo pasado
Para entrar al porvenir.

Porque en la vida el presente


No existe para gozar,
Y del tiempo en la corriente
Huye el placer diligente,
Si se le llega á alcanzar.
267

Pues de esta ruta maldita,


Que ¿ gozar tanto provoca,
El placer que nos excita
Es una flor que marchita
El hombre cuando la toca.

¥ cuando el mortal cansado


De caminar y sufrir
Se detiene fatigado,
Tiene un pié en lo pasado
Y el otro en el porvenir.

Esa vida fué la vida,


Pobre jóven, que perdiste,
Por la muerte sorprendida
Tu lozana juventud.

¿Dó tus gracias, tu hermosura,


Tus encantos, dónde están?.......
—Esa humilde sepultura
Oculta un negro ataúd....

ni

Mirad allí, junto á la cruz reposa


Una jóven beldad: dejóle al mundo
268

Una inscripción grabada en esa losa,


Recuerdo de que fué.

¡Una inscripción! un nombre que se graba


Para ayudar un tanto á la memoria:
Muchas veces ¡oh Dios! guarda una historia;
Mas se borra también.

Pues nada ei tiempo ai caminar perdona,


Y cual torrente asolador cruzando,
Ei cayado arrebata y la corona
Y todo con él va.

Pobre mujer que ayer te adormecías


Al halago de cándidos amores,
Cual se adormecen las pintadas flores
Del viento al susurrar.

Pobre flor que exhalaba suavemente


Sus perfumes ayer lozana y bella,
Y hoy marchita la arrrastra en su corriente
El viento que pasó.
269

¿Qué se hicieron tus bellas ilusiones


Cuando llena de encantos, de hermosura,
Prodigaba» tu aroma de ternura,
De pureza y candor?.......

Mirad aquella tumba: allí reposa


Marchita la beldad, cual la hoja seca
En el polvo se esconde silenciosa
Del risueño jardin.

Llegó á au porvenir triste, inmutable;


Sus esperanzas todas, sus recuerdos
Convertidos en polvo deleznable
Con ella están allí.

IV

Pobre flor: ayer al verte


Te admiré entre flores mil.
¡Cuán variable fué tu suerte!
Ayer gala del pensil
Y hoy despojo de la muerte.

Alegre ayer sonreías,


Mujer de los negros ojos,
270

Cuando é los hombres oías>


Cuando amantes los velas
Postrarse á tus piés de hinojos.

Objeto ayer de ternura,


Idolo de adoración
¿Qué queda de tu hermosura?.
Una humilde sepultura
En el vasto panteón.

¡Cuán poca cosa es la vida!


Luz hermosa es. la belleza,.
Que é gozar hoy nos convida,
Y mañana.... ¡convertida
Tan solo en yerta pavesa!

Nacida para el placer


Les inspirabas ayer
A todos admiración:
fíoy inspiras compasión....
¡Pobre flor! ¡Pobre mujer!

Es triste vuestro destino,


Flores del mundo, á fe mia;
Cruzar vertiendo ambrosía,
Y verterla en el camino
De la tumba helada y fría.
271

Que en esta vía de dolor,


De tanto brillo y fulgor
Dejan ¡ayl al fenecer,
Un sepulcro la mujer
T una hoja seca la flor.
Deja, mi bien, que el contento
Tus ojos siga animando,
Y olvida ese sentimiento
Que estás con ellos mostrando,
Por piedad,
Para que vague indecisa
La sonrisa
Por tu boca virginal.

Pues ¡ay! aunque estés hermosa


En tus injustos enojos,
Sienta mejor á tus ojos
Esa expresión deliciosa
De bondad,
Que hace vagar, mi Clarisa,
La sonrisa
Por tu boca virginal.

De la siesta en los ardores


Suele brisa enamorada
Murmurar entre las flores
273

Con su aliento perfumada


De azahar;
Y es más pura que la brisa
La sonrisa
De tu boca virginal.

Después do deshecho el hielo


Entre la linfa del rio,
Se ve purísimo al cielo
En sus ondas, amor mió,
De cristal;
Pues más pura se divisa
La sonrisa
De tu boca virginal.

Depon, mí bien, tus enojos,


Para que inocente y pura
Brille en tus hermosos ojos
La expresión de tu ternura
Angelical;
Y vague siempre indecisa
La sonrisa
Por tu boca virginal

Poesías. - 36
274,

JL ZMZJLTILZDZE. lM

Adiós, Matilde, adiós: fad ta destino


Abandonar tan jóven, tan hermosa,
£1 difícil camino
De esta vida cansada y enojosa.

Nunca flor más modesta en los pensiles


Έ1 aroma exhaló de su ternura,
Ni en sus catorce Abriles
Tan festiva brilló, tan fresca y pura.

Apénas ¡ay! la juventud graciosa


A la virgen que cándida dormía
Con sus dedos de rosa
Las blancas puertas del Edén le abría;

£1 sol ardiente con su luz primera,


De la mañana entre la espesa bruma,
Al ave vocinglera
Doraba, apénas, la pintada pluma;
(1) La Srita. Matilde Sánchez y Esteva, sobrina del autor, murió e
mes de Marzo de I860·
275

Apónas el jazmín fresco y vistoso


Que entre las hojas del granado asoma,
En el jardín frondoso
Al viento daba su primer aroma;

Cuando dijo ei Señor: con el suave


Perfume de la flor uni ios quiero
Las primicias del ave
Y de la virgen el amor primero.

Y la muerte pasó, y con espanto


El ave huyó del amoroso nido,
Y su apacible canto
Quedó en las flores del jardín perdido.

Y la muerte pasó, y con su aliento


Hirió á la jóven, que cayó contrita;
Enfurecióse el viento
¡Ay! y la flor se desprendió marchita

A la voz del Señor Omnipotente


iAy! que la muerte ó la esperanza envía,
Inclinaste la frente,
Pobre lucero que brillaste un dia.

Jalapa, 1850.
276

LAMENTOS DE AMOR.

CANCION.

Yo me acuerdo ¡infelice! de un dia


En que tierno, amoroso y rendido,
En los brazos de un ángel querido
Las dulzuras probé del amor.
Mas pasó ya ese tiempo dichoso,
Al sepulcro un pesar me encadena
Y me agobia terrífica pena....
¡Ay del hombre, del hombre que amó.’

Yo la vi, yo la vi enternecido,
En el lecho de muerte postrada,
Dirigirme en su triste mirada
Un eterno y dulcísimo adiós.
Y su vista ¡infeliz moribunda!
En mi vista fijó delirante:
Ya murió, ya no existe mi amante...
¡Ay del hombre, del hombre que amó!
277

Tal vez ¡ay! al mirarnos los hombree


Envidiaron ayer nuestra suerte,
Y hoy la nada, la tumba, la muerte,
Nos separa cruel ά los dos.
Y mi canto que ayer fué de amores
Y en los bosques sonó cadencioso,
Hoy es canto de muerte luctuoso.
•Ay del hombre, del hombre que amó*

Mas descansa en la tumba, descansa;


(loza en paz ese suefio incesante,
Que aquí está tu querido, tu amautc,
A tu lado llorando su amor.
Y si al seno de Dios has volado
Y eres ángel divino en el cielo,
Vuelve, tierna, la paz y el consuelo
Al mortal que en el mundo te amó.
27*

LA FLOR DEL PENSIL·

Zefirillos blandos,
Los que en el jardin
Jugáis con las flores
Del risueño Abril,
Venid á este sitio,
Ligeros venid;
Moved vuestras alas
Con soplo sutil;
Recoged aromas;
Venid, pues, venid,
Que yace adormid»
La flor del pensil.

En sus bellos labios


De rosa y jazmín
Mirareis que juega
Sonrisa infantil,
Como suele, á veces,
Lindo colibrí
279

Jugar con las flores


Que guarda el jardín.
Venid, zefirillos,
Callados venid,
Que tranquila duerme
La flor del pensil.

Bu negro cabello,
Jugando, esparcid
Por su blanca frente
De terso marfil.
Besad su mejilla
Que envidia el rubí.
¡Ob quién cual vosotros
Hoy fuera feliz!
Volad en su torno,
Gozándoos aqui
Do yace adormida
La flor del pensil.

Dormida reposa,
Tranquila y feliz,
La jóven divina
Como uu serafín;
La de negros ojos
280

Y talle gentil;
La del terso cútis
De concha y carmin;
De todas las bellas
La más bella, sí,
La flor de las flores,
La flor del pensil.

Si acaso despierta,
Podréisla decir
De amantes ternezas
Mil cosas por mí:
Diréisla que la amo*
Y soy infeliz
Pues callo, sintiendo'
Mi pecho latir,
Diréisla amorosos
Que es ella mi hurí,
La luz'de-mi vida,
La flor del pensil.

Mas no, zefirillos,


No Ja habléis así;
No turbéis su calma;
Dejadla dormir.
281

Si amor la despierta
Del sueño infantil,
Traerále amor penas,
Tormentos sin tín........
Que viva dichosa,
Miéntras yo infeliz
Contemplo adormida
La flor del pensil.

Veracruz, 1841.

Poatoa-M
982

JL TT3ST 3STZÍTO.

Miéntras tu madre en la miseria llora»


Sonríe sin cuidado, hermoso niño»
Pues que te brinda ahora
Con mano cariñosa, seductora,
Sus goces inocentes la niñez.

Goza de la mañana bendecida,


Porque después el sol eto su carrera
Con su luz homicida
Vuelve abrojos las flores de la vida,
Marchita y seca, niño, nuestro sér.

Gusta hoy el aroma de esas dores;


Sonríe satisfecho y cariñoso;
Que en tus años mayores
Te ofrecerá la vida sinsabores
V llorarás en la orfandad tal vez»
288

Sonríe, hermoso niño, que mañana


Del ya cansado corazón marchito
La hiel tan solo mana,
Y es el recuerdo de la edad temprana
Una simiente que germina en él.

Veracrtiz, 1846.
4β2

ZÆE3Z)ITJLOTO3ST.

Las horas de la noche silenciosas


Van pasando tranquilas y serenas,
Llenas de encanto, tristes, misteriosas,
Llenas de amor y de consuelo llenas.

¡Oh! cuán dulce es velar cuando pasando


Llevan do quier la calma y el sosiego,
Miéntras el tierno corazón soñando
Late abrasado en amoroso fuego.

En estas horas de quietud el alma


Absorbe nuestro sér, y otras regiones
Cruza agitando la apacible calma
A la potente voz de las pasiones.

Todo tranquilo está, querida mia^


V el airecillo que soplando leve
Va despertando al venidero dia.
El tallo apénas de las flores mueve.
285
Por el negro horizonte allá 5 lo léjos
De vez en cuando se dibuja el rayo,
Que ilumina con pítidos reflejos
Las verdes campos del florido Mayo.

El confuso rumor se escucha breve


Con que rueda en las nubes la tormenta,
Rumor que trae el airecillo leve
Y la distancia del espacio cuenta.

Y al zenzontle se le oye cadencioso


Λ lo léjos turbar la dulce calma.
Con ese canto triste y melodioso
Que hace llorar en su delirio at alma.

Y se oye al mar tranquilo dormitando


Arrullarse cual tierna tortoliila,
Con sus olas de plata acariciando
El blando lecho de su extensa orilla.

La luna en tanto reluciente y clara


Por el cielo discurre silenciosa,
Como si el Rueño del mortal velara,
Pálida antorcha de la noche umbrosa.

Todo en quietud está, querida mia;


Y en el reloj monótonas sonando,
Basta llegar al venidero dia
Pausadas van las horas caminando.
286

Duermen todos, mi bien: en este instante


Todos gozan del plácido sosiego,
Mientras que yo vigilo delirante
Con mi ardoroso corazón de fuego.

Duerme el mar, el huracán bravio,


Duerme en sus ruinas la ciudad guerrera»
Duerme en su madre el caudaloso rio,
Duerme en el bosque la temida fiera.

Duerme la fior en su cerrado brochp,


Dueime también el airecillo blando,
7 el silencio y la calma derramando
Lenta camina la tranquila noche.

Tan solo velo yo, y el sueño impío


De mis cansados párpados so ausenta,
7 en insomnio gustoso el pecho mió
Las horas ¡ay! de su martirio cuenta.

Dichosa tú que no amas, mí querida,


Pues si cual amo por tu mal amaras,
Con tedio vieras la enojosa vida
7 así llorando como yo velaras.

Que si la pena con tenaz empefio


Turba el reposo bienhechor del alma»
Huye del hombre el venturoso sueño
7 vela y llora en la apacible oalma
287

¡Cuán feliz, eres tul Gozas tranquila.


Del dulce sueño en ¿u mullido lecho,
Miéntras nublando el llanto mi pupila
Violento late por tu amor mi pecho.

¡Tú no sabe* sentir!........ Si lo supiera^


Si el amor en tu pecho se anidara,
Ese sueño tranquilo aborrecieras
Y ese lecho en que duermes te quemara.

Tú no sabes sentir: si el sentimiento


Llega á punzar tu corazón un dia,
Estas horas verás que de coutentó
Horas son á la par que de agonía.

Horas en que los goces ya perdido·


Ofrecen siempre su primer encanto,
En que el dolor y el goce van unidos
Y á la sonrisa le sucede el llanta

En que el presente de la triste vida


La mente vaga 4 comprender no alcanza,
Y en los recuerdos del ayer perdida,
Al misterioso porvenir se lanza.

Horas, sí, de tormento y de ventura


En que se gusta el goce de la pena,
Porque el pecho rebosa de ternura
Que embriaga al alma y de placer la llena.
288

Duerme insensible tú: en este instante


Del sueño goza el plácido sosiego
Miéntras que yo vigilo delirante
Con mi ardoroso corazón de fuego.
289

EL ÁNGEL DEL SENOB.

(Bn «1 álbum de Felia).

Maldijo al hombre Dios, y entre dolores


Cample en la tierra su fatal destino;
Nada alivia sus tristes sinsabores,
Ni al cruzar por la vida encuentra flore·
En su penoso y Árido camino.

Empero Dios, en su dolor eterno


Dejarle un ángel en el mundo quiso,
Que afable y dulce, y cariñoso y tierno,
Con su amor le trocara en paraíso
Aqueste triste y fatigoso infierno.

Mírame amante: de tus lindos ojos


Cúbrame un rayo de inefable amor,
Y trocaré en ventura mis enojos,
Y á tus plantas caeré, Felia, de hinojos
Para adorar al ángel del Señor.
Habana, 1868.
Pms£m.—9T
290

BZEÒÏJSTDIS.

En ona cena en el palacio de Veracruz, la noche del 26 de Felxca»


de 1858.

Brillantes cual las estrellas


To miro en este salon
À tantas mujeres bellas.
Que brindar quiere por ellas
Mi entusiasta corazón.

Guando Dios con su poder


Hacer este mundo quiso,
De bondad lleno y placer,
Le dió al hombre una mujer
Para darle un paraíso.

Y al eco, en él, seductor


De la celeste armonía,
Solo el hombre y sin temor
Por los bosques discurría
Con el ángel de su amor.
291
¿Qué importa que al fin por ella
£1 fuera mortal después,
Si ella se quedó tan bella
Y él sigue siempre la huella
Que van dejando sus piés?

Si al salir de-aquel Edén


Ella salió con su amor,
Y es hoy la prenda mejor
Que el sultán tiene en su harén
Yen su cabaña el pastor.

Pues desde entónces la mano


De ese poder soberano
Dejóle al hombre un tesoro,
Eu la odalisca del moro
Y en la esposa del cristiano.

Guarda la mujer atenta


El honor de nuestro nombre;
Y al hoipbre, siempre contenta.
Cuando es niño lo alimenta,
Lo hace feliz cuando es hombre.

Pura como el blanoo armiño,


Es un ángel en el mundo
Que vela con su cariño
Junto ó la cuna del niño
Y al lado del moribundo.
292
Que en la vida terrenal
Tan cruda y tan fatigosa
Para el misero mortal,
Es su misión celestial
Coma madre y como esposa.

Ella, como tierno amigo,


Lleva con sus dulces leyes
La dicha y la paz consigo,
Al palacio de los reyes
Y á la choza del mendigo.

Calma ella nuestros dolores


Con su inefable ternura,
Y cubre, llena de amores,
Nuestro camino de flores
En esta vía de amargura.

¿Quién en su amargo desvelo,


Al verla ¡ob Dios! sin mudanza
Siempre á su lado, no alcanza
Que es un ángel de consuelo
O el ángel de la esperanza?

Feliz aquél que extasiado


De sus pesares se olvida,
Y contento, enamorado,
Siempre de su ángel al lado
Siente resbalar la vida.
293

Brindemos, sí, con ternura


Por ese divino sér
Que el bien así nos procura;
Brindemos por la mujer,
Que es un ángel de ventura
SM

LA LAGRIMA DEL DOLOR.

Angel del cielo es la hermosa


Cuando por su frente pura
Con apacible tristura
Pasa un recuerdo de amor.
Cuando á su párpado asoma
Y en él titilando brilla»
O rueda por su mejilla
¿a lágrima del dolor.

¡Cuán feliz es el amante


Que de su amada á la reja
Con triste importuna queja
Lastima su corazón»
Si ve lánguida mirada
Salir de sus ojos bellos»
Si ve temblorosa en ellos
La lágrima del dolor!
295
Llora la madre infelica.
En helada sepultura,
Que de un hijo la ternura
El hado allí le encerró:
Y aquella yerta ceniza
Entre el polvo confundida,
Le da fuego, le da vida
La lágrima del dolor.

De mísero anciano gime


La familia infortunada,
Por su desgracia obligada
A mendigar un favor.
¿Quién al anciano no escucha,
Si al oir su voz doliente
Ve de sus ojos pendiente
La lágrima del dolor?

Bella es la madre afligida


Que al rayo ve de la luna
Dormido en su pobre cuna
Al objeto de su amor,
296

Guando su mejilla, al verlo,


Humedece resbalando.
Fugitiva centellando.
La lágrima del dolor.

Salve, lágrima divina,


Encanto de la hermosura,
Luz del cielo grata y pura.
Te saludo amante yo.
Al alma tierna y sensible
Tu inquieto brillo enajena,
Que das placer dando péna
Oh lágrima del dolor!
207

SEZòEUsTJLTJl.

(Eo el <lbum de U Srita. Gertrudis Garcia Teruel).

Fresco y límpido arroyo


Cuyos cristales
Blandamente murmuran
Por los rosales:
Rosa blanca y hermosa,
De grata esencia,
Que en los pensiles brillas
De la existencia:
Tus virginales
Gracias, limpio arroyuelo,
Son tus cristalesj
Y tu ternura
Es, hechicera rosa,
Tu esencia pura.

Quiera Dios, niña hermosa,


Que del quebranto
P esto·.—89
398
Nanea empañe tas ojos
El triste llanto,
Y que la oscura sombra
De la tristeza
Nunca anuble el hechizo
De tu belleza;
Para que pura
Siempre mires la esencia
De tu hermosura,
Y siempre el cielo
Pueda verse en tus aguas.
Limpio arroyuelo.

Jalapa, Junio de 1863.


4 Tí.

Blanca paloma de mis aduares,


Rosa enoendida de mi pensil,
Ramo de nardos y de azahares,
Bálsamo dulce de mis pesares,
Virgen hermosa, niña génfcil:
Yo te amo, virgen mia,
Como á las flores
Aman en los jardines
Los ruiseñores;
Pe amores muero,
Ven, que en tus negros ojos
Mirarme quiera

Entre jazmines fuente escondida,


Perfume suave de blanca flor,
Perla del trono de Dios caída,
ÎÔO

Alma do mi alma, luz mi vida,


De mis amores único amor:
Dulce como el murmullo,
Niña es tu acento,
Que en las palmeras forma
Pasando el viento;
Y es tan suave,
Como el último trino
Que canta el ave.

Vaso de nácar lleno de flores,


De mi» harenes única hurí,
Sop'o de brisa lleno de olores,
Yo con mi lira muero de amores
Solo, mi vida, solo por tí.
Y pues muero con ella
De enamorado,
Como un ángel del cielo
Ven á mi lado,
Que en mi agonfa
Tú eres la alma de mi alma
Paloma mia.

Jalapa, Junio de 1862.


LA FLOE DEL DESIERTO.

(End álbum d· U Srita. Lucinda Canto).

Flor hermosa del desierto


Que triste brillas en él
Con un porvenir incierto,
Sin florecer ά cubierto
De la sombra del vorgel.

Llena de encantos, graciosa»


Aislada pasas la vida
Cual oculta mariposa,
Como la perla preciosa
Entre su concha escondida.

Pobre flor hermosa y pura


Que en tus risueños Abriles
Tu suerte ves insegura,
Cuando sería tu hermosura
La gala de los pensiles.
IOS

94 feliz y venturosa,
Y que llevada al jardin,
En él te ostentes graciosa,
Modesta como la rosa,
Púdica como el jazmín.

La Paz, 1856.
301

CANCION.

LA PARTIDA DEL TROVADOR.


Paeita en música por la Srita. Carolina Migorib

Voy á partir, mi adorada»


Pues el deber me lo ordena:
Sai á consolar la pena
De tu infeliz amador.
Salir puedes del castillo
A esa gótica ventana;
Salir puedes, castellana,
Que aquí está tu trovador.

La noche está silenciosa»


No hay centinela importuna»
Y macilenta la luna
Arroja pálida lus.
304
A darte el adiós postrero
Τα trovador ha venido:
Sal, hermosa, te lo pido
Por el que murió en la Cruz.

Mas ¡ay! si en tranquilo sueño


Gozas de placida calma,
Sin una pena en el alma
Que te obligue á despertar,
Duerme entónces, mi querida,
Miéntras tu amante se aleja;
Duerme y que mi triste queja
Tu sueño venga ¿ arrullar.

Cuando el sol mañana dore


Del castillo las almenas,
Llorando estaré lilis penas
Léjos, muy léjos de tí.
Y tú saldrás amorosa,
Mi triste suerte ignorando,
Y por los bosques vagando
Pensarás, tal vez, en mi.
305

Ya no oirás, hermosa mia,


En cruda noche invernal
Mezclados al vendahal
Los sones do mi laúd;
Ni me verás, mi querida,
Venir lleno de ternura
A contemplar tu hermosura,
A cantar tu juventud.

Tal vez mañana á deshora


Esa luna solitaria
Escuchará la plegaria
Que al cielo eleves por mí.
Y yo por remotos climas,
Navegante sin fortuna,
Al ver también á la luna
Pensaré, llorando, en tí.

Tal vez mañana á deshora.


Tus amores recordando,
Velarás tú contemplando
Esta inmensa soledad,
Poeaíaa.— 99
306

T yo de algun cementerio
Entre el polvo confundido,
Estaré, quizá, dormido
Por toda la eternidad.

Adiós, adiós, castellana:


Recuerda tus juramentos
Y los felices momentos
Que aquí gozamos los dos.
Ya no oirás la triste queja
Del infeliz que te adora:
Voy á partir, mi señora;
Adiós, castellana, adiós.

Veracruz, 1845.
307

EL NIÑO DORMIDO.

Descansa, niño, descansa,


Que con solícito empeño
Tu dulce y tranquilo sueño
Velando tu madre está.

Nada temas, niño hermoso,


Dormir puedes sin«uidado
Miéntras se encuentre á tu lado
El cariño maternal.

Goza de tu sueño en tanto


Murmure leve en tu oido
El acento dolorido
Que pueda entonar mi voz.

No envidies á los que dichas


Hallar en el mundo esperen,
Que las esperanzas mueren
Lastimando el corazón.
308

il

Hoy es, niño, tu existencia


Flor á quien roba su esencia
El aliento matinal;
Mañana es hoja marchita
Que dentro ei polvo se agita
Al soplo del vendabal.

Hoy es la luz de la aurora


Que los verdes campos dora
Con su rayo bienhechor;
Y mañana sol ardiente
Que seca la alegre fuente
Y quema la humilde flor.

Hoy es leve vientecillo


Con quien el nardo y tomillo
Jugando alegres están;
Y mañana rebramando
Y altos pinos descuajando
Se convierte en huracán.

Hoy es la risa del ángel,


O la oración que el arcángel
Postrado dice al Señor;
309

Y mañana es amargura,
Las penas de la criatura,
El llanto del pecador.

Hoy arroyo sonoroso


Que murmura cariñoso
Entre amelas y azahar;
Y mañana es un torrente
Que dirige su corriente
A los abismos del mar.

III

Esas lindas mariposas


Que vuelan en los jardines,
Esos vistosos jazmines
Que nacen junto al clavel;
Ese arroyo cristalino
Que á reposar te convida,
Mañana, quizá, en la vida
Indiferente los ves....
Duerme, duerme, tierno niño,
El sueño de la niñez.

Esos hombree que afanosos


Te acarician con sus manos,
310

Mañana son los tiranos


Que te huellan con sus piés:
Y te envidian si eres rico,
Si eres sabio te murmuran,
Y si pobre, se apresuran
A verte con altivez....
Duerme, duerme, tierno niño,
El sueño de la niñez.

Esas mujeres que miras


Llenas de amor y ternura,
Tanta gracia y hermosura
Ostentando por do quier;
Cuando te acarician mienten,
Mintiendo están si te miran,
Y mienten cuando suspiran
Y cuando te hablan también....
Duerme, duerme, tierno niño,
£1 sueño de la niñez.

Verás en aqueste mundo


Que tan halagüeño miras,
Como todas son mentiras,
Todo egoísmo y doblez:
311
No encontrarás mano alguna
Que amiga enjugue tu llanto,
Despreciarán tu quebranto,
Reirán de tu padecer.........
Duerme, duerme, tierno niño,
El sueno de la niñez.

Verás hombres que afanosos


Le dan su mano al amigo,
Y serás, quizá, testigo
De que lo venden después.
Verás mujeres hermosas
Que fíeles juran ternura,
Y profanan su hermosura
Olvidando su deber.........
Duerme, duerme, tierno niño,
El sueño de la niñez.

Verás pueblos infelices


Cantando sus tristes penas
Al compas de las cadenas
Que arrastrando van sus pies.
Verás tiranos que se alzan
La muchedumbre engañando,
Y suplicios preparando
312

A quien de frente los ve.......


Duerme, duerme, tierno niño,
El sueño de la niñez.

Y si el alma de poeta
Dios, por tu mal, te concede,
Entónces, niño, ser puede
Más crudo tu padecer.
Pues cuando el pobre poeta
Sentida su voz levanta,
Pulsa el laúd con que canta
Llorando triste con él....
Duerme, duerme, tierno niño,
El sueño de la niñez.

Tendrás que cantar llorando


En la noche silenciosa
Alguna trova luctuosa
Bajo el fúnebre ciprés;
Tendrás que cantar llorando
El amor de tu querida,
Alguna ilusión perdida,
Algun mentido placer....
Duerme, duerme, tierno niño,
El sueftc de la niñez.
313

IV

Cuán feliz es la vida cuando el niño


De goces inocentes rodeado,
Ni le guarda un recuerdo á lo pasado
Ni teme al porvenir.

Cuando duerme y la madre cuidadosa


Por su descanso y su quietud se afana,
Y él ni presume que podrá mañana
Ser huérfano infeliz.

Feliz cuando las sombras no han posado


Del infortunio en su tranquila frente,
Y no ha nublado su pupila ardiente
El llanto del dolor.

Cuando no sabe que en la negra tumba


De nuestra vida la existencia cesa,
¡Ayl cuando ignora que en la vida pesa
Terrible maldición.

Cuán feliz cuando goza en sus placeres,


Y su mente no piensa entristecida
Que huyen los goces de la humana vida
Como ensueño veloz,
Pomím. *46
314
Cuando goza en sus juegos infantiles,
Y aun ignora que á cambiarse viene
Por cada instante de placer que tiene
Un siglo de dolor.

Feliz cuando su llanto no ha vertirla


De un sepulcro en la losa funeraria
Y no ha cantado fúnebre plegaria
Postrado ante una cruz.

Cuando angustiado su misión llenando


De la tierra en el triste cautiverio,
Bajo el sauce lloron del cementerio
No ha pulsado el laúd.

¡Cuán feliz es la vida cuando el niño


De goces inocentes rodeado,
Ni le guarda un recuerdo á lo pasado
Ni teme al porvenir!

Gozando, niño, esa gloria,


No llorarás la memoria
De algun desgraciado amor;
315

Y en ese sueño dormido,


Jamás sentirás herido
Tu inocente corazón.

Al cruzar-esa existencia,
El candor y la inocencia
Marchan, niño, junto á tí,
Y dormidas las pasiones,
Ni te ofrecen ilusiones
Ni perturban tu dormir.

Eu ese tranquilo sueño,


Que guarda con dulce empeño
De tu madre el tierno amor,
Gozando estás de la vida
Esa edad que nunca olvida
Ei sufrido corazón.

Duerme, duerme, niño hermoso,


Y no turbe tu reposo
Del mundo el extraño afan:
Duerme, niño, sin cuidado,
Que está velando á tu lado
EH cariño maternal.

Veracruz, 1842.
316

EN EL ÁLBUM

DE LA SRA. DOÏÏA A. Z. DE LA S.

Cantar me mandas, hermosa,


Y vive Dios que no sé
Si un canto será el que entone
O algun lamento tal vez.

Cantos al arpa le pides,


Que si cantos daba ayo r,
Hoy tristes ayes exhala
En notas tristes también;
Porque es nuestra dicha un velo,
Un velo nuestro placer,
Que nos descubre un fantasma
De su tejido al través;
Porque el hombre que en la duda
317

Ahogada tiene su fe,


Mal puede gozar un dia
Si lo ha de llorar después;
Y porque el pobre poeta
Que ayer soñaba un Edén,
Y al despertar, un infierno
Abierto mira á sus piés,
Es fuerza imite á Zorrilla,
Y si canta, yo no sé
Si un canto será ei que entone
O algun lamento tal vez.

Pasan, Asuncion, los dias


Floridos de la niñez,
Y en el mar de las pasiones
Se arroja nuestro bajel.
Impelido por el viento,
De las olas á merced,
Se suspende sobre abismos
Donde próximo á caer,
Combate agitado, sufre,
Los salva al fin, y después,
Do quier infeliz luchando
Entre peligros do quier,
A ver el puerto no alcanza,
Y ya perdida su fe,
Abandonado se entrega
A su destino cruel.
En los brazos yo del mío,
Y cuando la amarga hiel
318

Del infortunio probando


Vago con incierto pié,
Quieres, Asuncion, que cante,
Y al complacerte, no sé
Si un canto será el que entone
O algun lamento tal vez.

Eres el Edén de Mylton,


Eres la huri de un harén,
Eres un sueño de Tasó,
La virgen de Rafael;
Para pintarte cual eres,
Fuera preciso tener
La lira del gran Petrarca
O de Murillo el pincel·
Son tus mejillas de rosa»
Leve y menudo es tu pié,
De blanco marfil tu cuello,
Es de alabastro tu sien;
Y al contemplar tu alma pura,
De ángel más que de mujer,
Encanto del tierno esposo
Y de tus deudos también,
¿Qué voz no te cantaria
Alegre y tierna á la vez?
Pero ai pulsar yo la lira,
Que en llanto amargo empapé,
Mal puedo cantar gozoso,
Y ¡vive Dios! que no sé
Si este recuerdo es un canto
O algun lamento tal vez.
319

EL ARROYO Y LA FLOR.

UI PLOR.

¿Á dónde vas, arroyuelo?


Dime, arroyo, ¿á dónde vas?

BL ARROYO.

En pos ando de otro suelo,


Y además,
De otras flores y otro délo.

LA FLOR.

Si forma vistosa alfombra


Fresco el césped para tí,
Si el avecilla te nombra,
Y si aquí
Te dan los rosales sombra
¿Por qué corres, arroyuelo?
¿Por qué ligero te vas?
320

XL ARROYO.

Porque ando en pos de otro suelo,


Y además,
De otras flores y otro cielo.

Así cruza el arroyuelo:


Hoy por el frondoso suelo,
Al pasar,
A las selvas engalana,
Y mañana
Tiene por tumba la mar....

Igual es nuestro destino,


¡Caminar!
Caminar ¡ay! de contino,
Con dolor abandonando
Lo que vamos contemplando
A lo largo del camino.

Tal vez la dicha encontramos,


Y cual pájaros errantes,
Infatigables, constantes,
Caminamos,
Y al paso la saludamos
Y pasamos.......
Sîl

Que en esta ruta incesante,


A la existencia maldita
Hay una voz que le grita:
"¡Adelante!»

Gozando con los recuerdos,


Pues los presentes son pocos,
Deliramos como locos
Para vivir como cuerdos.
Caminamos
Por una senda ignorada,
Y al fin ya de la jornada,
Yertas pavesas sin luz,
Encontramos
Una tumba y una cruzlll

Pona».—41
322

A MR. VIEUX TEMPS.

Escucha, escucha, artista soberano;


Escucha el eco de mi voz ferviente,
Si un laurel inmortal sobre tu frente
Puedo poner con atrevida mano,
Enalteciendo el goce sobrehumano
Que al escucharte el que te escucha siente.
Escucha, artista rey: quiero pintarte
Las emociones gratas que agitaron
De placer celestial al alma mia,
Cuando se oyeron leves los sonidos
Que tu mano maestra producía,
Tiernos, amantes, dulces y sentidos,
Llenos de amor, de encanto y poesía.

Feliz quien te escuchó; feliz quien pudo


Recibir esas gratas sensaciones,
Y dejarse llevar á do tocando
Nos elevaste tú; feliz quien pudo
Ese sueño dormir que duerme el alma,
Cuando agitada en la sublime calma
823

Siente, olvidando su fatal destino,


Irse bañando en plácido consuelo
Con un destello del placer divino
Que los ángeles gozan en el cielo.

Al percibir Tas notas seductoras


De tu dulce violin, el alma tierna
Se desprende del barro que la oprime,
Y en alas del deleite
Se lanza á otra region, donde vagando
Por espacios de luz y poesía,
Ai eco de la dulce melodía
Que de tus cuerdas á torrentes mana,
Tocar un cíelo en su delirio espera,
Cual si de Dios á la mansion cercana
Las arpas de los ángeles oyera.

Yo te oí con deleite, y, arrobado,


Ni en el mundo pensé ni en sus mujeres,
Que un ángel te creí por Dios mandado,
Para dar con tus notas divinales
Una idea del cielo y sus placeres
Y un momento de gloria á los mortales.

Difícil es pintar las emociones


Que me causaste tú: ora se oía
Salir de tu violin tierno suspiro;
Ora el canto que trina cadencioso
El ave enamorada entre las flores;
Ora las voces de lejana flauta
Llenas de sentimiento y melodía,
Ora el acento suave y peregrino
De humana voz, dulcísima cantando,
O el murmullo de arroyo cristalino
Que cruza entre las peñas resbalando.

El público te amó, y los aplausos,


Y los vivas continuos y los hurras
Que su ardiente entusiasmo le arrancaba
Bastante, artista, allí te lo dijeron.
Tal vez gozabas tú cuando veías
Suspensos á los hombres, silenciosos,
Sin respirar siquiera,
Temiendo que una nota se perdiera
De tus cantos sublimes y armoniosos.
Fijas en tí de todos las miradas,
El público escuchaba enternecido,
Y con sus ojos tu mirar seguía,
Cual si fueras de Dios un mensajero
Que en el instante del vivir postrero
Un paraíso á revelar venía.

¿Quién pudo no llorar, no estremecerse


Ni sentirse á otro mundo arrebatado
Con las sublimes notas vibradoras
De tu trémolo-fuga?.... El sofocado
Largo tiempo entusiasmo al fín estalla,
Tetumba el coliseo
325
En frenético aplauso al escucharte,
Pues como artista superaste al arte
Y á lo más exigente del deseo.

Sigue tocando, artista soberano:


Sorprende al mundo que tu genio admira,
Que entusiasmado de placer delira
Con las notas que salen de tu mano.

Veracruz, 1844.
326

HIMNO PATRIÓTICO.

OORO·

Del sacro estandarte


En torno agrupados,
Marchemos, soldados,
Al hombro el fusil.
Allí en los combates
Do está la victoria,
Allí está la gloria.
Marchemos allí.

estrofa trímera.

Nos llama al combate


La patria afligida:
La vida no es vida
Sin patria ni hogar.
Al hombro las armas,
Valientes marchemos;
Pero ántes juremos
Morir ó triunfar.
327

estrofa segunda.

De ardiente entusiasmo
El pecho se inflama,
La patria nos llama,
Ya truena el cañón.
Al hombro las armas,
Marchemos, soldados,
En torno agrupados
Del sacro pendón.

ESTROFA TERCERA.

Al cielo animosos
Alzad vuestra frente,
Que nunca el valiente
Su frente abatió.
Y muera el cobarde
Que al yugo se humille,
Y el nombre amancille
Que indigno llevó.

ESTROFA CUARTA.

Las armas al hombro,


Erguidas las frentes,
Marchemos, valientes,
Allí está la lid.
328

La patria nos llama


Su voz escuchemos;
Soldados, marchemos,
La gloria está allí
329

¡tas de

LA ROSA DEL JARDIN.

Cuando en la fresca mañana


Asoma el sol en Oriente,
Dibujando débilmente
Sus rayos por el pensil.
¥ el aire lleno de aromas
Entre las flores se mece,
Todo el mundo se embellece
Con la rosa del jardin.

Es lindo el negro jacinto


¥ la azulada violeta,
¥ la amarilla mosqueta
Encanto del colibrí
« Poesías. ~42
330
Mas no hay ninguna que iguale
Entre tantas lindas flores,
Los nacarados coloree
De la rosa del jardin.

Entre los nardos se ostenta


El bello clavel rosado,
Y el gigantón encarnado
Con el hebroso alelí
Con la amapola nevada
La madre-selva olorosa,
Y ninguna es más hermosa
Que la rosa dd jardin.

Si las avecillas cantan


Melancólicos amores,
Del pensil entre las flores
Moviendo el ala sutil,
Se olvidan de amantes quejas
Entonando la alborada,
Cuando miran levantada
A la rosa del jardin.
331

Por decirle sus cantares


El pajarillo se afana,
Cuando ella hermosa y galana
Derrama perfumes mil.
Y en tanto con vuelo inquieto
La pintada mariposa
Gira en su torno, envidiosa
De la rosa del jardin.

Tú eres, mujer, esa flor


Que alegra ά los que la miran,
Por quien las aves suspiran,
Del bello jardin la hurí.
Tal vez ¡ay! cuando naciste
Supo quien te puso Posa,
Que habías de ser tan hermosa
Qual la rosa deljardin.

Suelen pintarse en tu rostro


Los goces de tu alma pura,
Ya entre nevada blancura,
Ya entre rojo carmesí.
332

Y esos colores que entónces


Se animan ó desvanecen,
Son los vientos que se mecen
En la rosa del jardin.

Y cuando pura y graciosa


Cual si estuviera indecisa
Vaga perdida sonrisa
Por tus labios de rubí
Es que voluble y ligera
La pintada mariposa
Vuela en torno de la Rosa,
Qae es la rosa del jardin.

Si donosa se te mira
Entre muchas ninfas bellas,
Que lucen del mundo estrellas
Bajo un cielo de zafir.
Entre aquesa muchedumbre
Donde anidan los amores,
Ellas son las otras flores,
Τύ, la rosa del jardin.
333

Yo, Rosa, te cantaré


Como canta el avecilla,
Cuando su amistad sencilla
Trinando está en el pensil.
Y amiga di cuando, escuches
Las notas de mi garganta:
Es un ruiseñor que canta
A la rota del jardin.
334

LA LÁGRIMA PERDIDA.

Deten tu mano, no enjugues,


No enjugues, por Dios, mi vida,
Esa lágrima perdida
Que á tu párpado asomó.
No enjugues ese tesoro
De tu alma cándida y pura,
Esa gota de ternura
Que brota del corazón.

Deja esa lágrima ardiente


Que así titilando brilla,
Por tu rosada mejilla
Tranquilamente rodar.
No profanes su belleza:
Deja que caiga, bien mió,
Como perla de rocío
En tu seno virginal.
335

Cuando algun dulce recuerdo


Tranquilo en el alma posa,
Y el sentimiento rebosa
En el tierno corazón.
Brota una lágrima entónces,
Que asomando Á la pupila,
En los párpados oscila
Con su brillo encantador.

Esa lágrima, bien mió,


Es dulce, elocuente, bella,
Pues un tesoro con ella
De la existencia se va.
No la enjugues: de ternura
Deja que un mundo atesore,
Ruede, caiga y se evapore
En tu seno virginal.
336

A. UNA MARIPOSA

Lijerilla
Mariposa
Que pasando
Placentera
Pe los nardos
A la rosa,
Pe los mirtos
Al jazmín,
Con tus galas
Y colores
Siempre inquieta
Revolando,
Juzgas pocas
Tantas flores,
Mariposa,
Para tí.
Vuela, vuela:
Cautelosa
No te pares
En ninguna,
Que tras esa
337

Miel sabrosa
Hay veneno
Matador.

En el mundo
Las mujeres
Miel ofrecen,
Flores son;
Pero cuestan
Sus placeres
Una vida
De dolor.

Pomím.—43
338

LOS LAMENTOS BEL AJUSTICIADO.

A mi amigo el Sr. Gral. D. José Maria Teruel.

Bajo el sauce lloron de mi sepulcro


Mi muerte cantaré.

Ven, pues, ¡oh lira mia!


Mi acento escucha triste y doloroso,
Y en mi acerba agonía
Prestándome armonía,
Tus cuerdas cubre de crespón luctuoso.

¡Oh númen» indulgente


Ven á inspirarme, que si al mundo muero,
Yo quiero tristemente,
Al inclinar mi frente,
Contarle al mundo mi dolor postrero.
339

Ese pájaro hermoso


Qae ha cantado al pasar por mi ventana,
Tal vez ¡ay! cadencioso
Bajo el ciprés sombroso
De mi sepulcro cantará mañana.

Cantará con ternura


Sus dulces trinos al naciente dia,
Sin ver que en la espesura
De la maleza impura
Se oculta el mármol de la tumba mia.

Ese sol ardoroso


Que brilla desde lo alto en mi aposento,
Al bajar silencioso
Alumbrará dudoso
Mi cuerpo helado y sin vital aliento.

Que ántes que con su manto


La noche oculte tan funesto dia,
Cesará mi quebranto,
Y apagará mi llanto
El hielo eterno de la tumba fría.

Y tú, prenda amorosa,


De mi cariño conyugal testigo,
Anillo de mi esposa,
En la callada fosa
Aquesta noche dormirás conmigo.
840

No me queda esperanza,
La vindicta social quiere una vida;
De su seno me lanza,
Y al pueblo á la matanza
Con sus fúnebres toques lo convida.

Ayer con sangre ajena


La mancha quiso de mi horror borrarse;
La sociedad serena
Que mi crimen condena,
Sangre quiere también para vengarse.

Ciego en cólera un dia


Cumplí, matando, mi fatal destino;
La sociedad impla
Me mata á sangre fría
Con al mismo puñal del asesino.

Impaciente me espera;
Mañana deberá, cual yo, una vida;
Y al mirarla severa
La llaman justiciera,
Y yo soy criminal, soy homicida!........

Justicia ella diciendo,


La muerte me eeñala como pena;
Y en su juicio tremendo
Un crimen cometiendo.
Autoriza lo mismo que condena.
341

Llamándose ofendida
Me conduce al patíbulo á que muera»
Έ inconsecuente olvida
Que al quitar otra vida
Homicida es cual yo, no justiciera.

Y el pueblo despiadado,
Mirando mi hora postrimer cercana,
Acude apresurado
A ver á un desgraciado
Que en el sepulcro dormirá mañana.

Con grande vocería


Llega, insensible á mis acerbos males,
Y burla mi agonía,
Con salvaje alegría
Insultando, cruel, mis funerales.

Divertido es por cierto


Mirar al que á la tumba se encamina,
Que en triste desconcierto
Y con el paso incierto
Sin ver atrás hacia su fin camina.

Por cierto es divertido


Mirar ¡oh pueblo imbécil! al que llora,
Y escuchar el gemido
Del hombre arrepentido
Que en ei cadalso su perdón implora.
842

T oit tocar & muerta


En el templo de Dios á la campana,
Y ver al hombre incierto,
Ante el sepulcro abierto
Que su cadáver guardará mañana.

Y ver que se enternece


Y de sus ojos se desprende el llanto;
Y ver que palidece,
Se espanta y desfallece,
Victima débil de martirio tanto.

Y con la faz serena,


Al leer en su tétrica mirada
La cruda, amarga pena,
Ei son de su cadena
Sofocar con imbécil carcajada.

Ven, sí, pueblo asesino,


Y goza ante el patíbulo sangriento;
Insulta mi destino,
Detenme en mi camino
Ayudando al verdugo en el tormento.

La sociedad lo quiere
Y al salvaje espectáculo te invita,
Que inexorable hiere,
Y en el hombre que muere
Lo que no puede dar es lo que quita.
343

Y nombrándose culta,
La espada con que hiere vengadora
En el seno sepulta,
Y con su risa insulta
Al infeliz que arrepentido llora.

En su fin meditando,
Sin piedad al cadalso lo encamina;
Y, leyes invocando,
Lo mira agonizando
Con la calma infernal del que asesina.

Y pena al inocente
Haciéndole sufrir males prolijos,
Pues le infama vilmente
Castigando, inclemente,
El crimen de los padres en los hijos.

Venid, pues, Á gozaros:


La hora de matar está cercana;
Podéis acostumbraros
A ver, sin inmutaros,
Humeando el puñal en sangre humana.

Yo, pobre moribundo,


Quiero que el mundo mi existencia ignore:
¿Qué, pues, le debo al mundo,
Si en mi dolor profundo
No miro un hombre que conmigo llore?
344

Mas ¡ay! no, qne entretanto


Yo con mi angustia hacia la tumba sigo,
Sintiendo mi quebranto,
Su triste, amargo llanto,
Dos séres hay que vertirán conmigo.

Mi dulce y tierna esposa,


A quien dejo en el mundo sin ventura,
Tal vez ¡ay! silenciosa
Irá en la noche umbrosa
Con su llanto á regar mi sepultura.

Adiós, mujer amada


A quien quise con loco desvarío,
Tocando estoy nía nada:»
Yo bien sé, mi adorada,
Que iguala tu dolor al dolor mió.

Ya prepara la muerte
Abierta para mí su oscura fosa.
Cumplida está mi suerte;
Nunca más podré verte:
Adiós, por siempre adiós, mi dulce esposa.
345

Y tú, madre querida,


Que llenaste Á mi paso por el mundo
De caricias mi vida,
Escucha enternecida
El adiós postrimer del moribunda

Adiós, niño inocente,


Víctima débil de mi atroz delito:
Mañana tristemente
Verás sobre tu frente
¡Ay! el borron de la deshonra escrita

Eras tú de mi vida
El consuelo querido y la esperanza
Pobre flor combatida,
En su niñez herida
Pues mi castigo en su niñez le alcanza.

En la orfandad te deja
Le tosca mano del verdugo impío;
Y sin oír mi queja,
lúa sociedad aleja
¡Ay! tu cariño del cariño mío.

Flor inocente y pura,


Mi labio helado en su agonía te nombra:
Heredas la amargura,
Porque en la tierra impura
Te fué fatal mi protectora sombra.
Poesías.—44
846

Huérfano desvalido,
Ora no puedes lamentar tu suerte;
Ni ver enternecido,
Á tu padre afligido
Los umbrales pisando de la muerte.

Adiós, objeto amado;


El Señor te conduzca en tu carrera.
Huérfano desgraciado.
Adiós, la hora ha dado,
Voy á partir....... la eternidad me espera.
347

Las campanas tristemente


tocaban la rogación.

¿Qué son esos tristes, funestos lamentos


Que dan las campanas del templo de Dios?
¿Qué son esos vagos, terribles acentos
Que hienden la calma con lúgubre voz?

¿Serán las plegarias del hombre cristiano


Que al cielo le pide favor y piedad,
Por el que, muriendo, con trémula mano
Su fin y su nada tocando está ya?

¿Serán los lamentos del hombre sensible


Que mira á la muerte sus brazos tender,
Y viendo que al hombre salvar no es posible,
Contémplalo triste, y llora con él?

¿Serán las palabras del hombre virtuoso


Que al hombre le dice que debe morir,
Y que alce sus ojos al Sér Poderoso
Que espera á los hombres del mundo al confín?,

¿Qué son esos tristes, extraños lamentos


Que dan á los vientos
Los templos de Dios?
848

¿Qué son esas voces que turban la calma;


Que llenan el alma
De un santo pavor?

¿Será que los muertos, sus losas alzando,


Asoman rezando
Pausada oración?

¿O será que en coro cantan afanosos,


Con ecos luctuosos,
Funesta canción?

—¿Es la señal con que la Iglesia advierte


Que hacia la tumba el condenado va;
O la voz es del ángel de la muerte
Que entre las tumbas esperando está?

¿Es la señal de que los hombres lloran


Por el hombre que deja de existir,
O es que, insensibles, por su muerte imploran
Y aproximan al hombre hacia su fin?

¿Es que consuelan llenos de ternura


En sus últimas horas al mortal;
O es que quieren su pena y su amargura
Con tan fúnebres toques aumentar?
849
¿Es que les llena de dolor la muerte
Y acompañan al hombre en su aflicción;
O es que se burlan de su triste suerte
Y que mofan su pena y su dolor?

¿Qué serán esos místicos lamentos


Que salen de los templos del Señor?

¡No son más que los últimos acentos


Que nos llaman al lúgubre panteón!

Ese triste campaneo


Qne en el aire se derrama,
Es la voz con que me llama
La sociedad á morir.
Es el último sonido
Que percibe el moribundo;
Ádios que dirige el mundo
Al que llega á su confín.

El escalón de la tumba
Ya toca mi planta helada;
Enfrente tengo á nía nada,»
Al mundo lo dejo atrás.
Pues la triste sepultura
Que me tiene el hombre abierta,
Es en el mundo una puerta
Que lleva á la eternidad.
850

¡Cuánto sufre el condenado


Que no ha de existir mañana,
Al oír esa campana
Que toca la rogación.
Y al pensar que, á sus lamentos,
Ei pueblo impaciente espera,
Y sus instantes numera
Del cadalso alrededor!

¡Cuán terrible ce, escuchando


Ese toque majestoso,
Meditar en el reposo
Con que brinda el ataúd.
Y pensar ¡ay! que la luna
Cuando asome en el Oriente,
En nuestra cárdena frente
Posará su blanca luz!

¡Y oír sonar esas horas


Que van ligeras pasando,
A su término acercando
Al infeliz criminal.
Y ver que hermoso y tranquilo
Desciende el astro del dia,
Sin escuchar su agonía
Sin dolerse de su mal!

¡Y ver la lóbrega estancia,


Y ver el semblante fiero
Del tranquilo carcelero
Que vela nuestro dolor.
3δ1

Y oír sonar las pisadas


Y los ecos misteriosos
De los que pasan, curiosos,
En torno de la prisión!

¡Oh! ¡cuán terrible es la muerte


Para el que pronto la espera,
Para el que triste numera
De las horas el compás!
No queda esperanza alguna....
A la incomprensible nnadan
Abierta tengo la entrada
Bajo el sauce funeral.

Dejo á mi madre querida


Con su pena y su quebranto;
La dejo anegada en llanto,
La dejo con su aflccion.
Y mi esposa idolatrada
Sola se queda en la vida,
Luchando triste, afligida,
Con su angustia y su dolor.

Dejo en la tierra & mi hijo


¡Pobre victima inocente!
La ley escribe en su frente
La historia de mi maldad.
Solo le queda en el mundo
El cariño de su madre;
La ley le quita á su padre
Y lo arroja en la orfandad.
852

Mañana tal vez, mañana


Esa madre dolorida,
Por la miseria oprimida
Cederá á la seducción.
La sociedad, con su esposo
Le habrá el sustento quitado,
Y hambrienta la habrá empujado
Al lecho del seductor.

Dejo, por ñn, á los hombres


Con sus horcas y dogales,
Los dejo con sus puñales
Y con sus leyes también.
Los dejo con sus creencias
Con sus dudas y temores;
Del presente sabedores,
Ignorantes del después.

Voy á aclarar el misterio


Que en la tierra se sepulta,
Verdad que el sepulcro oculta
Al pié de una Santa Cruz.
Voy á saber si se goza
Detrás de la tumba yerta,
Si se duerme ó se despierta
En el fúnebre ataúd.
ni

To die...· To sleep?....
■ShAKBSPRAK»,

Tal vez el alma, al morir


£1 cuerpo que la sujeta,
No dejando de existir,
Se va para otro planeta
Coa otro cuerpo á vivir.

¥ allí, como aquí, nacida


En original pecado,
Arrastrará nueva vida,
En otra cárcel metida,
Sin recordar lo pasado.

O al dejar la sepultura
A algun Eden volará
Lleno de eterna verdura,
Donde ajena de amargura
Entre flores vagará.

O al cuerpo helado dejando


En ese sueño profundo,
Por la atmósfera vagando,
Irá otro cuerpo buscando
Para vivir en el mundo.
PoMÍas. - 4»
354
O como la flor, que alienta
También un gérmen de vida,
Al soplo de la tormenta
De los vergeles se ausenta
En cenizas convertida,

Asi nuestra alma mortal,


Cuando se biela la sien
En el lecho sepulcral,
Tendrá que morir también
Con el aliento vital.

Tal vez en la vida incierta


Vivir es estar soñando,
Y so la tumba desierta
A ese sueño se despierta
Las realidades gozando.

Y cuando despierto esté


Tras el sepulcro profundo,
Me acuerde yo que soñé
Y entre cadenas pensé
Vivir sufriendo en el mundo.

Y me acuerde yo que hablaba


De crímenes y virtudes,
Y que llorando penaba,
Y espantándome soñaba
Con cadalsos y ataúdes.
355

Y me acuerde que soñando


En un cadalso me vi
Con angustia delirando,
Y en la eternidad pensando
Tormentos crudos sufrí

Que inmenso pueblo venía


A presenciar afanoso
Mi martirio y mi agonfa,
Y que á mi vista reía
De mi destino azaroso.

Y que un monje en mi prisión


Entró con un Crucifijo,
Y le dijo una oración,
Y á mí palabras me dijo
Para calmar mi aflicción.

Y que un sayón al pasar


Gritaba, hendiendo la calma
Con su triste pregonar,
Hagan un bien por el alma
Del que van á ajusticiar.

Y me acuerde que una esposa


En ese mundo me amó,
Siempre afable y bondadosa,
Y que tierna y cariñosa
Su beso de amor me dió.
3δί

Τ dentro la negra toe*


Tal vez recordar podré,
Que al ósculo de su boca,.
Con pasión ardiente y loca
También gozoso la amé»

Y que una madre tenia,


A quien yo tierno adoraba.
La cual, como madre mía,
Mil ternezas me decía
Cuando mi frente besaba.

Y que alguna vez cantando


En un laúd mis amores,
A su acento dulce y blando,
Alegre viví soñando
Entre mujeres y ñores.

Y que vi con a&icoion


Hombres que reyes se alzaban.
Pueblos ¡ay! que suspiraban,
Y esclavos que al triste son
De sus cadenas cantaban.

Y que vi mujeres bellas


Con sus locos amadores
Soñando tiernos amores,
Y todo un cielo de estrellas
Y to lo un campo de ñores.
3δ7
Τ que vi tocar los cielos
De un mar las ondas rugientes,
Y que vi risueñas fuentes,
Y pintados arroyuelos,
Y bramadores torrentes.

Y palacios colosales,
Y ciudades opulentas
Con sus puertos y arsenales,
Con sus grandes catedrales,
Con sus torres corpulentas.

Me acordaré que gocé


Cuando comencé A soñar,
Y que luego me espanté
Y tristemente lloré
Cuando quise despertar.

Y que con grande tristura,


En mi sueño delirante
Miré, lleno de amargura,
Un patíbulo delante,
Detrás una sepultura....

Mas si vivir es soñar


Y despertarse el morir,
¿Qué nos vale aquí gozar,
368

Si tan pronto es despertar


Como dejar de existir?

Estando la tumba abierta


Para el que sueña gozando,
¿Qué vale entrar despertando,
Cuando se deja en la puerta
Lo que se estuvo soñando?

¿Qué nos vale trabajar


Para adquirir un laurel,
Si todo es aquí soñar,
Y en la tumba al despertar
Se encuentra el hombre sin él?

Y si tras la sepultura
El hombre todo lo olvida
¿Qué vale aquí la ventura,
Si se torna en amargura
Siendo tan corta la vida?

¡Oh, cuán terrible es la idea


De que la muerte nos llama;
Y más para aquel· que vea
Que la sangre que derrama
Sobre un cadalso gotea!

¡Cuán terrible es esa hora


Que el hombre temiendo está
Miéntras en el mundo mora,
Cuando ei infeliz no ignora
Que ea?á tocándole ya!.......
359
¿Qué eres, vida, si al nacer
Tan cercano está el perderte?
¿Qué es vivir sino tener
Algo no más que ofrecer
Á las garras de la muerte?

Es la vida un pensamiento
Que puede apénas juzgarse;
Es humo de fuego lento,
Que se eleva si no hay viento
Y al menor viento se esparce.

Es una frágil barquilla


Que surca furioso mar
Sin jarcia, timon ni quilla,
Y va luego á naufragar
En la sosegada orilla.

Y de la pompa mundana
Se viste para perder,
A su triste fin cercana,
Én las horas de mañana
Las ilusiones de ayer.

Nace el mortal, y el gozar


Los alientos del vivir,
Es al camino llegar
Por donde ha de caminar
Hacia la tumba á morir.
seo

Qae la tierra es un camino


Por do la raza maldita,
Cual perdido peregrino,
En pos de su cruel destino
Con paso incierto transita,

De ese camino al confin


Se encuentra una fosa helada,
Do la vida fatigada
Se entrega á su triste fin
En las sombras de la nada

Mas te ofendo ¡Dios clemente!


No soy culpable, perdón:
Son ensueños de la mente,
Raptos de una fiebre ardiente,
Delirios del alma son.

Son sueños en que se sueña


Cuando ansiosos de vivir
Miramos al porvenir,
Y el porvenir nos enseña
Un cadalso en que morir.

Ya sé que tras de la muerte


Me espera una eternidad
361

Donde podré conocerte,


Do mis ojos podrán verte
Por tu infinita bondad.

Perdona, sí, Dios piadoso.


Si mi razón se extravía:
Mi suplicio es horroroso,
Y en el cadalso afrentoso
Es terrible la agonfa.

Tú también, mi Dios, sufriste,


Y yo he llorado por tí:
Por lo que tú padeciste
Cuaudo al mundo redimiste,
Ten, Señor, piedad de tai.

Y tú, Virgen amorosa,


Que su agonía dolorosa
Lloraste al pié de la Cruz,
Acuérdate, Virgen mía,
Que sufre con mi agonfa
Una madre como tú.

Vuelve la vista, clemente,


A esa mujer inocente
Víctima do su dolor.
PoeeiM.—«
362

Con el llanto ¡ayíen los ojos


Te pido puesto de hinojos,
Que consueles su aflicción.

Queda en el mundo afligida:


Sin mi pasará su vida
En dura modicidad.
La sociedad sangre quiere:
Soy la víctima que muere,
Piedad, ¡oh Virgen! piedad.

Veracruz, 1844.
ses

HIMNO PATRIÓTICO. ΠΙ

Cantado en el teatro de Veracrue la noche del l. d de Febrero de 1847

CORO.

El sagrado pendón de la patria


Con orgullo hasta el cielo elevemos,
Y á su sombra sagrada juremos
O vencer <5 morir con honor.
(1) Cuando las fuerzas americanas, en número de catorce á quince
mil hombres, estaban reunidas en Sacrificios y en los momentos casi de
poner cerco á la plaza para bombardearla, muchos jóvenes de las prin*
cipales familias de la ciudad pertenecientes & la guardia nacional, conci­
bieron y llevaron á cabo la idea de hacer ellos mismos una función dra­
mática en el teatro, para dedicar su producto ó la formación de un hos­
pital de sangre dotado de todo lo necesario, pues el Gobierno, distraído
con la revolución vergonzosa de polkos y puros en la capital, tenia aban,
donada completamente Á la ooita guarnición, compuesta en su mas
yor parte de guardias nacionales, que en esta ciudad esperaba ser batida
por la escuadra y por el ejército americanos, y no eran suficientes los
recursos con que hablan contribuido los vecinos para la compra de ví­
veres, ni las hilas, vendajes, etc., quo hablan hecho bondadosamente
para el hospital de sangre las señoritas que se habían quedado en la
plaza. En la función dramática se represántó una tragedia, se cantó por
los mismos jóvenes y algunas señoritas este himno patriótico, al que la
puso la música el coronel D. Demetrio Chavero, y se leyeron varias
composiciones poéticas, sien.lo una de ellas la que va á continuación
del himno.
364

ESTROFA TRIMERA.

Desde el cielo del Norte, ambicioso


Mira el yankee del Sur las estrellas;
Hay un lago de sangre hasta ellas,
Y él intenta ese lago surcar.
Por su loca ambición arrastrado
Hora sueña en segura conquista,
Y aprestándose ya á nuestra vista
Al combate sus naves están.

ESTROFA SEGUNDA.

Hoy con muda atención nos señala


Dos caminos severa la historia:
Es el uno de honor y de gloria,
Y es el otro de oprobio y baldón.
Que perezca el que quiera pleguemos
AI temor nuestra santa bandera,
Y la paz del esclavo pre ñera
A salvar su derecho y su honor.

ESTROFA TERCERA.

Guerra, guerra, no más, ciudadano*:


El combate aceptemos seguros,
Que si débiles son nuestros muros
Nuestro pechos de muros harán.
365

No dejemos lugar do el malvado


Al desprecio del mundo se esconda,
Y á su hurra salvaje responda
Nuestro canto de guerra no más*

ISTROFA CUARTA.

No la paz, que tenemos un nombre


En los campos del Norte ultrajado:
El honor debe ser vindicado
Y es forzoso triuufar ó morir.
No la paz, que las otras naciones
En Palo Alto vencidos nos vieron,
Y esperanzas que allí concibieron
Es forzoso las pierdan aquí.

ESTROFA QUINTA

¡Ah! la duda tan solo, la duda


Es traidora, cobarde, afrentosa:
Querrá á muerte, sin fin, desastrosa,
Hoy nos pide la gloria, el honor.
Guerra al yankee falaz y altanero
Que soñando en risueña conquista,
Ha dudado que un pueblo resista
Tal oprobio, tal mengua y baldón.
366

ESTROFA SEXTA.

Decididos la guerra aceptemos,


No la paz con afrenta obtenida;
Y busquemos la muerte ó la vida,
La derrota ó el triunfo do quier.
No la paz vergonzosa, cobarde:
Sangre, fuego, exterminio, venganza,
Y al fragor de la horrible matanza
Que se dicte al vencido la ley.

ESTROFA SÉTIMA.

Si es preciso talar nuestros campos


Con la sangre do quiera y el fuego,
Combatamos así, desde luego,
Entre escenas de luto y horror.
Y que el vándalo altivo y cobarde
Que sus triunfos, audaz, preconiza,
Halle escombros tan solo y ceniza
Do encontrarse palacios creyó.

ESTROFA OCTAVA.

Esas masas informes, salvajes,


Que en alegres conquistas pensaron,
Si á la orilla dei Bravo juzgaron,
Vive Dios que juzgaron muy mal.
367

No conocen al pueblo, ni saben


Lo que puede el honor ofendido:
El vencer en desierto escondido
No es la gloria del triunfo alcanzar.
Veracruz, 1847.
368

AL PUEBLO DE VERACRUZ.

Composición leída en el teatro de Veracruz, en una función patriótica.

Sagrada libertad, dame tu acento:


Al pueblo quiero hablar que supo un dia
Con heróico ardimiento
Derrocar la ominosa tiranía,
Y orgulloso y potente
Alzar del polvo la humillada frente.

Mirad ¡oh pueblo libre! con presteza


Y ά nuestra propia vista se preparan
Para entrar al combate ya las naves
Del infame invasor: en sus desvelos
De orgullo y ambición él se figura
A los hijos, tal vez, del gran Morelos,
Que supieron romper el yugo hispano,
Al carro uncidos ya de otro tirano.
Miente su orgullo y su ambición le miente:
El pueblo que luchando supo un dia
Su patria conquistar, é independiente
369

Elevando hasta el délo sus pendones


Triunfó de Ja nefanda tiranía,
Al reto ¡vive Dios! de otras naciones
Jamás la noble frente humillaría,
Venga, pues, y verá si un pueblo entero
Que libre hacerlo al Hacedor le plugo,
Puede nunca temerle al extranjero
Ni sucumbir á vergonzoso yugo.
Al sagrado reclamo de la patria
Verá que acudirán los mexicanos
Afanosos do quiera, y diligentes;
V olvidando los crudos sinsabores
De sus propios rencores,
Podrá mirar que unidos como hermanos
Y al combate lanzándose impacientes,
Aun los niños irán y los ancianos,
Tintos en sangre, con sus propias manos
A destrozar las leyes insolentes
De invasores audaces y villanos.

Guerra, sí, nada más: entre nosotras


No haya ninguno que cobarde quiera
Al infortunio de la amada patria
Agregar el baldón de que aceptemos
Una paz vergonzoso, ni ninguno
Que pretenda plegar nuestra bandera
Ante la grita inculta
Del enemigo audaz que nos insulta,
Sin que salvemos el honor siquiera.
Guerra, sí, nada más: un pueblo libre
Poesías.—47
370

Que á vengar sus ultrajes se levanta,


De la victoria al par siempre camina:
La memoria tan solo, augusta y santa,
Del noble proceder de sus mayores
Le inspirará el valor de sus deberes,
Y se alzará potente,
Pues la patria á las armas le convoca,
Para volver su reto al insolente
Que á una guerra tan santa le provoca.

A las armas do quier, que si la suerte


Nos abandona airada,
A la gloria hallaremos con la muerte
En los escombros de la patria amada:
Sus campos talaremos
A fuego y sangre en tan honrosa guerra.
Los pueblos en ruinas tornaremos
Y fuego y sangre brotará la tierra.
Y cada mexicano en su agonía
Gritará balbuciente,
Alzando al sucumbir la noble frente:
En tus escombros muero, patria mia,
Pero así muero libre, independiente.

Luchar es el deber; y lucharemos


Sin preciar el poder del enemigo,
Sin que su fuerza superior contemos.
Si podemos triunfar, al santo abrigo
Del pendón de la patria triunfaremos;
371

Si del triunfo nos huye la esperanza,


Nos honrará en sus páginas la historia,
Que no siempre el que alcanza la victoria
Ë1 lauro hermoso de la gloria alcanza.

Veracruz, 1847.
372

A MEXICO.

Adiós, adiós con tus goces,


México la hermosa y bella,
La clara y brillante estrella
Del pintoresco Anahuac.
Quédate adiós con tus goces
La rica beldad indiana,
Hoy la jóven cortesana,
La antigua Tenoxtitlan.

Quédate con tus palacios,


Con tus torres colosales,
Con tus grandes catedrales,
Con tu cielo de zafir.
Con tus risueñas campiñas
Y con tus bellas mujeres;
Quédate con tus placeres,
Que yo me ausento de tí.
873
Quédate adiós con las flores
De tus jardines flotantes,
Con los recuerdos brillantes
De los que hoy son tus mayores
Y fueron tus reyes ántes.

Linda jóven voluptuosa,


Permanece así tendida
En esa llanura hermosa,
Que el lecho en que estás dormida
Es lecho de arobar y rosa.

Si huyó como sombra vana


Tu antiguo brillo y poder,
Aun puedes, virgen, leer
Tu esperanza de mañana
En tus recuerdos de ayer.

No temas por los instantes


Que así duermes entre flores;
Tu sueño velan constantes
En tus volcanes gigantes
Las sombras de tus mayores.

Quédate así tan hermosa


En tus amenos retretes,
Y en postura voluptuosa
Bajo la sombra reposa
De tus viejos ahuehuetes.

Descansa, virgen indiana:


Si los reyes hoy están
37*

Creyendo tu fuerza vana,


Te levantarás mañana
Y tu voz escucharán.

Allende el mar te soñó


Un intrépido viajero;
El Océano cruzó
Y tus hechizos buscó
Sin rumbo ni derrotero.

Te avistaron sus galeras;


Y al derramar su arrebol
En tu bello cielo el sol,
Plantó sobre tus riberas
El estandarte español.

Entónces con triste anhelo,


Del horizonte al través,
Miraste con desconsuelo
<jue ocupaban ya tu suelo
Las legiones de Cortés.

En vano, virgen, en vano


Las quisiste resistir;
Pues era débil tu mano
Para poder combatir
Con el león castellano.

Arrancando de tu sien
La diadema, con mancilla
Te oprimieron; roas también
Sultana entraste al harén
Del monarca de Castilla.
sis
Te acariciaron con dolo,
Y desgarrando tu ropa
Aquella insolente tropa,
Gon tus harapos tan solo
Vistió de lujo la Europa.

En tan cruel opresión


Por tres centurias gemiste,
Y á tus hijos con baldón,
En medio de tu aflicción,
Esclavos también los viste.

Que al crugir de sus cadenas,


Orgullosos é inhumanos
Burlándose de tus penas,
Gon la sangre de sus venas
Traficaban los tiranos.

Tu cándido pecho herían


Los hombres que te guardaban
Y tus hijos suspiraban,
Y esclavos jayl trabajaban
Y en esclavitud morían....

Mas contempló tu desvelo,


Valorizó tu dolor,
Y demandando consuelo
Levantó su vista al cielo
Un ministro del Señor.

Y salió á turbar la holganza


De tus fieros opresores,
376

Anunciándoles venganza.
Una estrella de esperanza
Por el cielo de Dolores.

Tus hijos ¡ay! levantaron


Del suelo la humilde frente*,.
Hacia Dolores miraron,
Y gozosos escucharon
Los gritos del insurgente.

Pues la voz que en la cabaña


Se oyó de un pueblo pequeño.
Retumbó por la montaña,
Despertando de su sueño
Al fiero león de España.

Sonreiste, y en los cielos


Teniendo los ojos fijos,
Demandaste á Dios consuelos,
Pidiendo para tus hijos
El valor de tus abuelos........

Mas la sangre que inhuman»


Hizo verter en su encono
El orgullo cast* llano,
Si cubrió los piés del tron»
No pudo ahogar al tirano.

Demudóse tu color;
Despareció tu esperanza
Entre un porvenir de horror,
Y despertaste al dolor
De tus sueños de venganza.
877

T tus tíranos hicieron


Escarnio de tu hermosura;
De tus dolores rieron,
Y en tu corazón vertieron
La copa de la amargura.

Triste, pálida, llorosa,


Cansada ya de sufrir,
Bajaste la faz sombrosa,
Y quedaste silenciosa
Delante del porvenir....

Un noble doncel te vid,


Tu libertad fué su ley,
El guante férreo tiró,
Y al palenque se arrojó
Para disputarte á un rey.

Tus opresores temblaron,


Que con patriótico ardor
Cien mil valientes se alzaron,
Y en los aires tremolaron
El pabellón tricolor.

Al alzarse sacudieron
Las cadenas de sus manos:
{Sangre y venganza!—dijeron—
Y los campos se tiñeron
Con sangre de tus tiranos...,.

Y tú, la cándida frente


Orgullosa levantando,
Ponia»· 4β
Contemplaste alegremente
La insignia del insurgente
En tus torres tremolando.

Con un presente brillante,


Con un porvenir de gloria,
Soñaste tú delirante
Mirar escrita tu historia
En páginas de diamante.

Es cierto, virgen, es cierto


Que después has padecido.
Y que en tu vivir incierto
Miras tu Eden convertido
En un páramo desierto.

Cierto es qne en tu nueva vida


Sufres ¡ay! males prolijos,
Y que el arma fratricida
Ves de contino teñida
Con la sangre de tus hijos.

Mas si un gérmen de amargura


Dejaron tus opresores
Al huir de tu hermosura,
Esa sangre te asegura
De más crudos sinsabores^
379

Que para curar tus daños,


Vale inás que en nuestros males
Busquemos los desengaños
Con nuestros propios puñales
Que con puñales extraños.........

Mas calmarán las pasiones;


Al reto de otras naciones
Tus hijos despertarán,
Y hasta el cielo elevarán
Tus tinga ran tes pendones.

Del vasto lago á la orilla.


Con segura confianza
Duerme, virgen sin mancilla,
Miéntras en tu cielo brilla
La estrella de la esperanza.

Si allende el mar «e te nombra,


No te agites ni te inquietes:
Tienes un valle de alfombra,
Duerme tranquila á la sombra
De tus viejo* ahuehuetes.

México, 1842.
>80

EL JURAMENTO

¡Oh! cuánto, cuánto placer


Me producen tus miradas
Hechiceras.
—¿Hechiceras?—Sí, mujer.
Y tus mejillas rosadas.
—¡Qué! ¿de veras?

—De veras, encanto mió:


Me son las demás mujeres
Tan extrañas,
Que ςτββ tú de mi albedrío
La dueño y de mis placeres.
—¿No me engañas?

—No te engaño, mi querida:


Mis expresiones de amores
Son tan puras,
Como la esencia salida
Del nectario de las floree.
—¿Me lo juras?
381

—Por mi eterna bienandanza


De amores en ese cielo
Que procuro;
Por tí que eres mi esperanza,
Por tí, mi dulce consuelo,
Te lo juro.
SM

« us hito na bordlo. <ο


Pasaron ¡ayl km dias de la tribulación,
y el martirio coronó las frentes que tenia
derecho í coronar la victoria.—
Allí están: esa tumba arrebata al tiem­
po que pasa la memoria de las victimas
de Marzo, debidamente glorificadas pos
el martirio y ei sentimiento popular.

MiradlnN, allí e.sfcón: Á su memoria


Nuestra patria ese túmulo levanta,
Que así dejan sus nombres en la historia
Los que mueren con gloria
Por una causa tan patriota y santa.

(1) Esta poesía fué leída por el autor en el cementerio general de Ve­
racrue el dia 27 de Marzo de 1849, en el acto de darse sepultura á los
restos de los individuos que murieron en el bombardeo de la misma pía*
za en los dias 22, 2d, 24, 26, 26 y 27 de Marzo de 1847.
La función que se hizo con este objeto fué solemne. Como durante el
bombardeo se habían hecho laa inhumaciones de las victimas en los pa­
tios de algunos conventos, en los de los cuarteles y aun en algunas ca­
lles. se procedió en los días 26 y 26 á hacer las exhumaciones corres*
pondientes, depositándose los testos mortales exhumados en la iglesia
matriz. El dia 27 se cerraron los Establecimientos públicos expontínea*
mente y reinó durante el día un silencio religioso en toda la ciudad. Ea
la tarde dél mismo dia las autoridades, la guardia nacional y la pobla*
cio nentera. vestida de luto, acompañaban los carros fúnebres .que con*
3#3

Esa tumba que *e alza «¡Jeneiosa


En aqueste recinto solitario,
Con su imponente majestad severa
Dirá mañana i las remotas gente-:
Allí fué Veracruz, ciudad guerrera
Por legiones potentes
Mil veces combatida;
Allí fué Veracruz, que.sostenida
Con la sangre en sus muros derramada,
Triunfante ó arruinada,
Victoriosa o vencida,
Tan grande y generosa fué elevada
Como orgullosa y noble fué caída.

Desgraciada ciudad que ayer sufría*


Por la luz del incendio iluminada,
Y el honor de la patria defendías,
Y tenaz combatías
A tn solo poder abandonada.
¿Qué eras ayer? El arruinado muro
Te entregaba impotente al enemigo,
Librando de tus jóvenes soldados
Al valor denodado tu defensa:

duelan los restos de las victimas al cementerio general, marchando in­


mediatamente detrás de los carros los mutilados y demás heridos que
hubo en aquellos dias terribles- Durante esa triste ceremonia, todos los
ojos estuvieron llenos de lágrimas, todos los oorazones de dolor. En el
cementerio pronunció un patético y elocuente discurso el orador nom­
brado oficialmente, teniente coronel de ingenieros D. Manuel Roble· y
en seguida ocuparon la tribuna varios ciudadanos. El acto concluyó i
las ocho de la noche.
884

De su esfuerzo cou hechos señalados


El honor de tu nombre sostuvieron
En las brechas abiertas colocados,
Y al provocado asalto apercibidos,
Al pié del roto muro
Esperaron en vano, que el cobarde
Enemigo invasor, haciendo alarde
De- su inmenso poder y saña fiera,
Al mirar sn entusiasmo ardiente y puro.
Creyóse en sus reductos más seguro
Que llevando al asalto su bandera.
¡Quién pudo entónces
Otro premio esperar que la victoria
Para esa juventud entusiasmada
Con su heróico ardimiento.
En tus ya rotos muros colocada,
La enseña de su patria desgraciada
Con noble orgullo desplegaba al viento!

Mas injusta la suerte


Que probó su bravura,
El carro conduciendo de la muerte
Entre las sombras de la noche oscura
O del incendio al resplandor sangriento
Por toda la ciudad, también ¡ayl quiso
Probar su sufrimiento........

Sucumbió Veracruz: sus defensores


Escombros mil al invasor dejaron,
Que en lucha desigual, sin esperanza»
3Stë
Con noble abnegación desafiaron
Su poder superior y su pujanza.
Sucumbió Veracruz: los enemigos
Pasaron entre escombros y ruinas
A recoger el lauro que la suerte
A sus armas dejó. Tal vez entóneos,
Contemplando de cerca la impotencia
De los pocos valientes que la lucha
Sin esperanza alguna sostuvieron
Con entusiasmo santo,
Envidió conmovido,
Al ver el vencedor esfuerzo tanto,
La desgracia y la gloria del vencido.

Mirad aquesos restos ya sin vida,


Cenizas ¡ay! de los que allí murieron,
En torno de los cuales se reúne
La ciudad afligida..................
Felices, sí, felices: para el hombre
Que al morir, de su patria dolorida
En la veraz historia
Guarda un laurel la gloria,
La muerte es el principio de otra vida,
La muerte es la victoria.
Felices, sí, felices: el que muere
Con gloria peleando,
El que puede al morir alzar la frente
Y entre las fuerzas del contrario bando
Decir en la agonía
Con labio balbuciente:
t'oestas.—49
386

«Muero con honra por la patria mia,


Cumple de su deber la misión santa
Y á la altura del héroe se levanta.

Mas por felices que en la tumba sean,


Si con el tiempo huyeron
Justo es que el llanto en nuestros ojos vean,
Justo que escrito en nuestras almas lean
Nuestro inmenso dolor: entre nosotros
Tal vez vagan ahora silenciosas
Esas sombras queridas,
Y la ofrenda recogen cariñosas
Por el público llanto conmovidas.
Venid, pueblo, venid: sus caros nombres
Pronunciad otra vez. Aquí reunidos
Con una sola idea,
En este cementerio confundidos
Por un solo dolor, Á la ternura
Entregarnos podemos,
Que aceptable es á Dios allá en la altura
Como santa oblación de la criatura,
El tributo de llanto que ofrecemos.

Veracruz, 1849.
387

CONFIDENCIAS-

Fragmentos de un poema del autor, titulado La Mujer ΒΙμμ

A la orilla del mar, por débil muro


Y artillados reductos circundada;
Bajo el hermoso azul de un cielo puro
Por las olas del Golfo acariciada;
De nombre antiguo, aunque en lo antiguo oscuro,
Y ya por sus desgracias renombrada,
Existe una ciudad, ciudad guerrera
Que su edad por sus luchas enumera.

Se llama Veracruz: allí mi cuna


Fué por las brisas de la mar mecida,
Y al tibio rayo de la blanca luna
Tranquila y dulce resbaló mi vida;
Pasar he visto allí una tras una
Las horas yo de mi niñez querida,
Y justo es que lo que amaba el niño
El jóven lo recuerde con carina
388
Las dulzuras allí, nunca olvidadas.
Pude gozar de mis mejores dias,
Y allí sentí en mi pecho apasionadas
Mis primeras y eternas simpatías;
Están allí también depositadas
Tristes 6 alegres las memorias mías,
Y los recuerdos de mi amado padre,
Y está también la tumba de mi madre.

En aquesa ciudad me sonrieron


Mil esperanzas-que perdidas lloro;
Mi suerte en ella con la suerte unieron
De la mujer cuya memoria adoro;
También los hijos de mi amor nacieron
Bajo su cielo de zafir y oro,
Y allí los restos de la tumba fría
Están ahora de la esposa mia

Cenizas con mis lágrimas regadas


En el silencio de la noche oscura,
Y en el sepulcro santo consagradas
Por mi intenso dolor y mi amargura:
Tristes reliquias, para mí sagradas,
De mi dicha pasada y mi ventura,
Restos queridos del objeto amado
Que arrebató la muerte de mi lado.
389
Mas no temas, lectora, que al hablarte
De esa ciudad tan bella y tan querida,
Pretenda ahora mi dolor contarte
La amarga historia de mi triste vida.
¿En qué pudiera ella interesarte
Si el pecho tuyo do el contento anida,
Extraño late, de egoísmo lleno,
i Ay! á los ayes del dolor ajeno?

Pero si alguna vez por tu mejilla


Una lágrima ardiente ha resbalado,
Al recordar de tu mansion sencilla
Las dulces horas de tu bien pasado;
Si algun querido sér, con su cuchilla
Arrebaté la muerte de tu lado,
Y un esposo perdiste ó un amigo,
Deja que llore mi dolor contigo.

El porvenir, lectora, es un arcano;


Mas hay una verdad triste y sombría
En la que el hombre piensa, cuando anciano
Ve que su ardiente corazón se enfría,
Y que desciende por su frente cano
El bucle negro y perfumado un dia:
Esa verdad, lectora, yo ignoraba
Y en una eterna juventud soñaba.
390
Pero del jóven los primeros dias
Del tierno amor en la embriaguez pasaron,
7 sus dulces 6 ardientes simpatías
Viejo, al pasar, su corazón dejaron.
Muy amargas después las penas mias
El vigor de mi vida marchitaron,
7 hoy me enseñan mis tristes desengaños
Que es viejo el jóven al cumplir treinta años.

¿Treinta años nada más, y ya he pasado


Todo el camino de la vida humana!
Apriesa, por mi mal, lo he transitado.
Pero es mi queja impertinente y vana.
Resignado ya estoy, aunque cansado
'Tenga al sepulcro que bajar mañana:
Si el camino crucé tan de carrera
7 al término llegué, justo es que muera.

Todo en la vida para el hombre acaba:


¡Nécio de mí que al porvenir veía
Cuando la fe mi corazón llenaba
7 eterno el goce del placer creía!
Todo en la vida para el hombre acaba....
¡Pobre de aquel que en su ventura fía
Porque hallaré despues, para su daño,
Tras de cada esperanza un desengaño!
891

El mundo era un jardin: por él cruzaba


Sus perfumes gustando seductores,
Y en letargo sabroso deliraba
Lleno de vida, de ilusión, de amores;
Pero el sueño pasó con que gozaba,
¡Ay! y al buscar las esmaltadas flores,
Solo un yermo encontré triste y sombrío,
Y bailé á mi tierno corazón vacío.

Bella es la vida cuando el sol naciente,


Al despuntar por el Oriente el dia,
Nos sorprende embriagados dulcemente
En los Ultimos cantos de la orgía;
Y de su luz un rayo refulgente
Entrando por la abierta celosía,
A los hombres les vuelve y las mujeres
El pudor que ahuyentaron los placeres.

Bella es la vnla cuando en ella ansiosos,


En el silencio de la noche oscura,
A la cita corremos presurosos
Con que el amor nos brinda y la ternura;
Y escuchando los ecos misteriosos
Que en torno nuestro el vendabal murmura
A la sombra del bosque perfumado
Que llegue ansiamos nuestro bien amado.
392

El corazón entonces se dilata,


Y exaltados entónces los sentidos,
De la alta luna al resplandor de plata,
Entre los sauces del jardin perdidos,
Vemos á una mujer que se recata,
Se oye el leve rumor de sus vestidos,
Y que, medrosa, en su inquietud nos nombra
Al acercarse cual flotante sombra.

Por las flores el aura embalsamada


Susurra en torno nuestro dulcemente,
Y se escucha el rumor de la cascada
O el triste arrullo de cercana fuente:
La luna, en tanto, con su luz plateada
Melancólica alumbra, y blandamente
El tallo débil de la flor se inclina
Al soplo de la brisa matutina.

¡Qué ventura mayor que la ventura


De ver pasar en amoroso olvido
Las altas horas de la noche oscura
Al lado, allí, de nuestro bien querido;
Y sentir, al acento que murmura
El vientecillo en el jardin perdido,
Adormecerse, sin temor ni pena,
De amor y de placer el alma llena!
393

Del jardin pintoresco se divisa


Más bella en esas horas la enramada,
El murmullo es más tierno de la brisa
Que el cabello agitó de nuestra amada;
Vale una vida entera su sonrisa,
Vale una vida entera su mirada,
Y en la dulce quietud de tal retiro
Vale un mundo de amor cada suspiro.

En la -calma que entóneos nos rodea


Y en el silencio aquel que nos circunda,
El alma delirante saborea
El inmenso placer en que se inunda;
Y ese goce que tanto la recrea
Una impresión le deja tan profunda,
Que en el corto trascurso de la vida
Pasar lo siente pero no lo olvida.

¡Cuán bella es esa edad! ¡Cómo resbala


La vida entónces sin dolor ni pona,
Enaltecida por su propia gala
Y de ilusión y de esperanzas llena!
Nada á su dicha celestial iguala
Porque nada en el mundo la encadena,
Y agitada al vaivén de cada ola
Va por el mar independiente y sola.
FoeSlAS.—
394

Yo creo que el hombre sucumbir debiera


Cuando triste en la vida caminando,
Lo encuentra el tiempo ó la vejez do quiera
Las horas idas de su amor llorando.
;Qué es la vida para él si en su carrera,
Como planta sin fruto vegetando,
Camina solo, aislado é infecundo,
Como un yerto cadáver por el mundo?

Según recuerdo ha dicho una entendida


Escritora de luces y de nombre,
Que el amor, que á los goces nos convida»
En la mujer, lectora no te asombre,
Es la historia completa de su vida,
Y solo un episodio en la del hombre:
Y es fama que cuando ella algo escribía
Pensaba bien las cosas que decía.

Pero yo, sin negar lo que asegura,


Añado que en la vida transitoria,
Esos dias de delirio y de locura
Que guarda el hombre siempre en su memoria.
Ese hermoso episodio de ternura,
Vale tanto, quizá, como su historia;
Y yo, que con franqueza hablo contigo,
Pienso también, lectora, lo que digo.
395

¿Que vale una existencia abandonada


Al material trabajo de la vida,
Acabando infecunda su jornada
Por su propio aislamiento envilecida?
Sin ser de nadie y sin servir de nada
¿Que vale esa existencia así perdida
Para el mundo, la dicha y los placeres.
Si el amor desdeñó de las mujeres^

Dios para amar el corazón nos hizo,


En la existencia que nos dió, bendita,
Que amara el hombre y que sintiera quiso:
Está su santa voluntad escrita
Desde el bellp jardin del paraíso
Hasta el aduar en que el salvaje habita,
Y es maldito eu la tierra donde mora
Quien ese santo mandamiento ignora.

Yo desde niño amó; de la hermosura


Inefables los goces presentía,
Y de entusiasmo lleno y de ternura
Por fantásticos mundos discurría;
Puro mi corazón, cual mi alma pura,
Sentí después que con vigor latía,
Y sediento de amor y de placeres,
A los pies lo arrojó de las mujeres.
396

¡Qué dulce agitación! ¡Cómo pasaba


La existencia del jóven borrascosa!
Ya ά las {dantas del ángel que adoraba,
De la noebe en la calma silenciosa,
Embriagado de amores me extasiaba
Con sn mirada tierna y pudorosa,
Ya de esperanza lleno y de alegría
Con mil sueños de gloria rae dormía.

Siempre variable y siempre cariñosa,


De una en otra beldad pasé inconstante,.
Ora amante enojado y desdeñoso,
Ora rendido y satisfecho amante;
Y en mi desden hallé, cuando celoso,
Y en mi sentido afan, cuando constante,.
Tal mezcla de cariño y de desvío,
Que entender nunca pude al pecho mío*.

Pero de aquesa edad tan transitoria


Mis goces, para todos ignorados,
Constantes viven siempre en mi memoria
;Ay! y en mi tierno corazón grabados;
Son los dulces secretos de mi historia
Solo conmigo y para mí guardados,
Que mi honor les prestó seguro abriga
Y hasta la tumba bajarán conmiga
397
Una jóven halló sensible y pura,
Modesta, afable, tierna y candorosa,
A quien lleno de amor y de ternura
Llevó basta el templo y la llamó mi esposa.
Hasta un cielo de dicha y de ventura
Supo elevar mi pecho cariñosa,
Y después... . ¡Ah! después la suerte impía
Trocó en tormentos la ventura mia.

Mas observo, lectora, que perdido


Ea los recuerdos de mi edad pasada,
Declino, caminando distraído,
A contarte mi historia desgraciada.
Si yo he sido feliz ó no lo he sido
Nada te importa ni conduce ó nada,
Para que, débil, tu atención aparte
De la leyenda que empecé á contarte.
s&a

EL CALLEJON DE LÍBRANOS SEÑOR.


Cap. XVIII de nLa Mujer Blanca. «

En la ciudad de Veracruz se encuentra


Un fraile, misterioso peregrino,
Que nadie sabe del legar que vino
Ni sabe nadie para dónde va.
Ni nadie ha visto con la luz del dia
Si es severo ó afable su semblante;
Que del trato común vive distante
Y es tenido en Olor de santidad.

En una miserable callejuela


Que sale á la muralla por un lado,
Y hacia el otro se va por el costado
De nías Damas» la calle á sorprender,
Hay una casa de apariencia triste,
Tan antigua, tan lóbrega y sombría,
Que ningún transeúnte alcanzaría
Que habitada estuviese á comprender.
399

For Us grietas negruzcas de eus muros


Se agrupa el musgo y solitario crece,
Y á la hierva olvidada el viento mece
Sobre el viejo caidizo del balcon.
Ni puerta se abre ni ventana alguna
En la noche, la tarde ó la mañana,
Ni en su interior jamás de voz humana
Se oye acento, murmullo ni rumor.

Sepulcro, al parecer, abandonado


Bel tiempo destructor á la inclemencia,
Olvidada y antigua residencia
De humanos seres que pasaron ya,
Se levanta en la angosta callejuela
Aquella casa lúgubre y sombría,
En sus muros mostrando todavía
La muerta pompa de su antigua edad.

Los nortes del invierno eu sus cornisas


Las arenas del mar depositaron,
En sus huecos las aves anidaron
Sus paredes la lluvia ennegreció.
De sus rejas, sus puertas y ventanas,
Ya gastadas ó rotas las molduras,
Abren anchas, profundas hendeduras
Que el agua pudre ó que calcina el sol,
400

El viento de la noche algunas veces


Algun postigo que se abrió golpea,
Y en el otoño la humedad gotea
Por la rota cornisa ó la pared.
Y al quebrarse los rayos de la luna
En sus tristes almenas ó en sus muros
Fantásticos y lúgubres y oscuros
Bultos sin forirta por do quier se ven.

La gente aseguraba que en tal casa


Se escuchaban lamentos y suspiros;
Que de duendes, de brujas y vampiros
Era aquella la lóbrega mansion.
Y nadie en ella entraba, temeroso;
Años tras años se quedó vacía,
Y la gente del pueblo la veía
En las noches calladas con pavor.

El fraile transeúnte aquella casa


Tomar quiso, al llegar, como morada,
Y una vida tan sola y retirada
Hace á los ojos de la gente allí,
Que por santo se tiene al peregrino
Que en la oración se vive y el ayuno,
Pues jamás, al pasar, lo ve ninguno
Ni hablar con nadie ni de allí salir.
401
Hay, no obstante, quien diga que á deshora.
Una noche de lluvia y tempestuosa,
Por la calle cruzando tenebrosa
A la luz de un relámpago lo vió.
Que llevaba calada la capucha,
Y cada vez que el rayo centellaba,
A su hábito pardusco rodeaba
Un ligero azuloeo resplandor.

El caso es que, sin verlo, cuentan todos


Anécdotas del fraile milagrosas;
Que los viejos, los niños y las mozas,
Lo tienen en olor de santidad.
Que todos por la fama le conocen
Con el nombre de uSanto Peregrino,»
Y nadie sabe del lugar que vino
Ni sabe nadie para dónde va.

Poesías. ~δ1
402

II

Era una noche triste y pavorosa.


La casa entre las sombras se envolvía,
Y entre el silencio lúgubre se oía
El rumor de lejana tempestad.
De vez en cuando el viento algun postigo
O mal segura puerta golpeaba,
Y sordo por los aires se escuchaba
El rüido monótono del mar.

Las doce de la noche habían ya dado,


Sola estaba la oscura callejuela,
Y el sereno, cual mudo centinela,
En la esquina mostraba su farol.
Una mujer de negras vestiduras,
Como sombra que vaga misteriosa
Atravesó la calle, y silenciosa
De la casa en la puerta se paró.

Llamó dos veces, y los golpes secos


Del pesado aldabón enmohecido,
Hicieron que el sereno sorprendido
Se volviese hacia allí para mirar.
403
Y al brillo de un relámpago luciente
Pudo ver que la puerta se entornaba,
Y la enlutada misteriosa entraba
Oculta cuasi entre las sombras ya.

La casa estaba oscura, tan solo una bujía


Brillaba allá.en el fondo de un largo corredor:
El trueno algunas veces los techos sacudía;
El viento algunas veces silbaba en su interior.

El rayo por los aires brillando repentino


Hacía flotar fugaces relámpagos de luz;
Y no se ve en la casa del fraile peregrino
Ni un santo, ni la imágen sagrada de la cruz.

Sentado en su poltrona, de aquella galería


Berdido entre la sombra se puede al fraile ver;
Su faz hasta los ojos el hábito envolvía,
Y está á los piés del fraile postrada una mujer.

Yo venpo, podre, exclama, buscando ese consuelo

Que da á los pecadores la santa religión:


Me dicen que 4 la tierra bajado habéis del cielo;
Me dicen que se salva quien ha vuestro perdón.
404
Yo, pobre pecadora, la ruta de la vida
Haciendo mal á todos, señor, atravesé:
Llorosa á vuestras plantas hoy vengo arrepentida.
Y el fraile, allá entre dientes, le dice:—Ya lo sé.

Yo tuve una hija hermosa que estaba enamorada


Que amaba con delirio, que amaba con pasión;
Y quise sus afectosforzar, y despiadada
Herí de muerte su alma y heri su corazón.

Objeto á su cariño le impuse caprichosa;


La hiel de la amargura en su alma derramé;
Y la hice desgraciada pudiendo ser dichosa.
Y el fraile, allá entre dientes, le dice:—Ya lo sé.

Matar con aro quise su afecto y su ternura;


Ahogar en oro quise la fe de su corazón;
Mas ¡ayl la inteligencia huyó de su alma pura,
Y aun loca suspiraba de amor su corazón.

De Oárlos su querido, su amante infortunado,


También yo ta existencia, señor, envenené;
Pues ser felice pudo y lo hice desgranada.
Y el fraile, allá entre dientes, le dice:— Ya lo sé.
405

De dos honestas almas dos almas criminales


Hacer pudo tan solo mi loca pretension;
Pues yo crucé la vida no más haciendo males,
Y Dios en mi conciencia castiga mi ambición.

Los dos pobres amantes del mundo ya partieron;


Yo fui ¡madre infelice! yo fui quien lite maté:
Loa dos, señor, sus almas quizá también perdieron.
Y el fraile, allá entre dientes, le dice:—Ya lo sé.

Pues bien, si ya la pena sabéis que me devora,


Si ya sabéis la causa, señor, de mi aflicción,
Llorosa á vuestras plantas está la pecadora,
Y dicen que se salva quien ha vuestro perdón.

Entónces el embozo quitando el peregrino,


Descubre su semblante y dice:—No, mujer;
Si mal hiciste á todos, se cumple tu destino.
Ya tarde, pecadora: estás en mi poder.
es

Un rayo en el instante estalla fragoroso,


Relámpago luciente alumbra el corredor,
Y mira Doña Clara de negro el horroroso
Semblante, de aquel fraile bajo el disfraz traidor.
406

El viento silbó entónces las puertas sacudiendo;


Cayó á los piés del fraile privada la mujer;
¥ el eco por los aires quedóse repitiendo:
Ya es tarde, pecadora: estás en mi poder.
407

in

Curioso el sereno de la calle


Por ver si á la enlutada conocía,
La esperó, mas al ver que no salía,
De la casa á la puerta se acercó.
Y oyó por dentro gritos y suspiros,
Ruido de cerrojos y cadenas,
Y con la sangre helada por sus venas
Se detuvo en la puerta con horror.

El extraño ruido proseguía,


Y al cabo, de la casa recelando,
Tocó su pito auxilio reclamando
De los otros serenos como él.
Poco á poco llegaron y con ellos
El alcalde llegó más inmediato,
Oyó, quizá riendo aquel relato,
Y en la casa internáronse después.

Sola estaba la lóbrega morada;


Sola estaba la oscura galería;
Y ni al fraile se halló que allí vivía,
Ni á la enlutada que el sereno vió.
408
En vano con fahinco de la casa
Los cuartos y escondrijos registraron,
Pues tan solo murciélagos miraron
Que volaban causándoles pavor.

Oían, no obstante, lánguidos suspiros


Que el eco por los cuartos remedaba,
Y una peste tan fuerte se exbalaba
De azufre, á veces, de betún y pez,
Que el alcalde salióse de la casa
Juzgando que era el diablo el peregrino,
Y siguiendo espantados su camino
Los serenos saliéronse tras él.

Al punto circuló la historia aquella,


Que escuchaba la gente horrorizada,
Y que fue Doña Clara la entulada
Entre algunos llegóse á presumir.
Nadie supo despues del peregrino;
Desde entónces la casa está vacía,
Y en las noches oscuras todavía
Se santigua el que pasa por allí.

Cuando se habla hoy del hecho, se asegura,


Mostrando con horror la casa aquella,
Que el diablo en otro tiempo vivió en ella
Έ a una pobre enlutada se llevó.
409

T el vulgo, desde entónces, por las noches,


Al pasar por allí duda y recela,
Y & la lóbrega y triste callejuela
Se la llama de » Líbranos Señor.»

FIN.
411

ÍNDICE.

Ftfge.
Prólogo.................................................................................... 6
A mi hija Carolina.—Al cumplir quince años............. 7
A leda.—Serenata................................................................... 12
La azucena enamorada.—En un álbum............................ 16
2 A dónde voy?................................................................. 21
El canto de la tórtola.......................................................... 25
A Clarisa................................................................................. 28
En la corona fúnebre del poeta mexicano D. Manuel
Carpió......................................................................... 30
A Serafina............................... 85
A una niña.—En su álbum................................................. 31
El poeta y la mendiga.—A mi amigo D. Antonio Car-
cía Gutiérrez........................................................... 39
El ángel de amor................................................................... 47
A Mazatlan.......................................................................... 50
El beso.......................................*............................................ 54
Epitafio................................. 56
Alda...................................................... 57
La pesadilla................................. 60
4Λ3
Pige.

La profecía del ruiseñor.—En el álbum de la niña An-


gelita Bringas............................................................... 65
Adiós.................................................................................... 68
El y ella............................ 72
El lamento del ave.—A mi apreciable amiga la Srita.
LA............................... .. ..................................................... 74
Los jardines de la juventud.—En el álbum de mi so­
brina Guadalupe Sánchez y Esteva............................. 77
La Trinitaria.—En el álbum de Elena........................... 79
Las mujeres y las rosas............................................ .. 80
Al Corazon de la Virgen María............................ 82
A Carolina........................................................................ 83
La pasionaria.......................................................................... 88
El pensamiento y la mariposa.......... .. .............. 92
Armonías............................................................................... 93
A una máscara.—En el álbum de la Srita. D. J. P.. 95
Al obispo de Linares, Monseñor Verea........................ 98
A una rosa marchita......................................................... 100
Safo.......................... 102
La gota de rocío y la mujer.................................... .......... 103
Epitafio.—En el sepulcro de Carolina............................ }04
Una violeta.—A la Srita. Ana Almendaro.................... 105
Aves de paso............................................. 106
Adiós á Elisa.—Canción................................... . 113
A la Srita. C. G. H.—En su álbum............................... 114
El guerrillero......................................................,.. 115
Adiós al partir.—En el álbum de la célebre violinista
Mlle. Frery......................................... ...,. ................... 122
La ilusión perdida.—En. el álbum de la interesante
poetisa Srita. Isabel Prieto.—-Soneto. ......... .. „ 123
A mi laúd.......... ................................. .......................
413
Pigs.

Glose......................................................................................... 129
A Amalia G. Zamora.............................................. 132
Epitafio*—Para el sepulcro de un niño.......................... 138
Recuerdos.—A Zulima..........................................................139
En la muerte de mi malogrado amigo Juan Díaz Co­
varrubias.—Soneto........................................................ 142
El primer sueño de la esposa............................................ 143
A la Srita. Luisa Quijano.—En su álbum.......... .. 153
El canto del zenzontle......... ,.............................. ,............. 155
A un arroyo.—Soneto.......................................................... 159
A mi corazón............. ...................................,....................160
A Osollo.—Octava................................................................ 162
A mi madre.......... 163
Adiós á Esther.—En el álbum de la poetisa mexicana
Esther Tapia....................................................... 173
El paso de la vida........................................................ .. 176
Himno patriótico.—Puesto en música por el profesor
P. Joaquin M. Aguilar......... ....................................... 178
Al faro de TJlua·»·.··«.. ·■· ·«·· ······.· ···· » ·... 18i
El dia de dias.................................................... 182
Súplica................................................. 138
Trova.—A C............................................................... 189
Insomnio............................................. 193
Epitafio.—En el sepulcro de uu niño................................196
En las bodas de mi amigo Juan Campos Mendivil.—
Improvisación............................................................. .. « 197
El ruiseñor y la azucena.—A mi amigo el gran poeta
español José Zorrilla.............................. .. 199
La rosa preferida.—A mi apreciable amiga la Srita.
Concepcion Lascurian.—Soneto.................................... 202
414

Pige.

A Clarita Migoni y Lledo.—En sus últimos momentos.


—Oda............................................................. ,................... 203
Stabat Mater Dolorosa........................................................ 209
A Conchita en su dia.—Brindis improvisado en una
cena.............................................................................. .. 210
Adiós á María.—Música del profesor D. José Bosch... 912
A Eulima.—Versos escritos sin hacer uso de la letra e. 214
A tí.—Versos escritos sin hacer uso de la letra e... · 216
"¡Pobre marinerol.................................................................... 219
En el álbum de la Sra. Doña Ignacia Farías de Uhink. 224
A Jalapa.—Oda....................................................................... 229
A mi amigo Guillermo Prieto.—La orgía.........................236
La flor del sepulcro.................................................................... 250
Himno patriótico..................................................................... 255
Un ángel de paso.—En la corona fúnebre de la
Srita. Guadalupe Rivera y Mendoza.—Soneto.. 257
Un recuerdo.—A P........................................................ .. · · 258
A tí...........................................................................................261
La mujer y la flor.—Pensamientos.—En la corona
fúnebre de la Srita. Ana Somobano............. .. ·. · 264
La sonrisa................................................................................. 272
A Matilde..................................................................................... 274
Lamentos de amor.—Canción..................................... 276
La flor del pensil.................................... 278
A un niño.................................................................................... 282
Meditación.......................................................................... 284
El ángel del Señor.—Eu el álbum de Felia.. ·« · · 2^9
BríncRe.—En una cena en el palacio de Veracruz,
la noche del 26 de Febrero de 1853................. .. · · 290
La lágrima del dolor................ ..···................. .. 294
415
Págs.

Serenata.—En el álbum de la Srita. Gertrudis Gar­


cía Teruel................................................................................ 297
Serenata.—A tí.........................................................................299
La flor del desierto.—En el álbum de la Srita. Lu-
cinda Canto........................................................................... 301
Canción.—La partida del Trovador. Puesta en mú­
sica par la Srita. Carolina Migoni............................ 303
El niño dormido....................................................................... 307
El arroyo y la flor.................................................................. 309
En el álbum de la Sra. Doña A. Z. de la S................316
A Mr. Vieux Temps............................................................... 322
Himno patriótico..................................................................... 326
En el álbum de la Sra. Doña Rosa Milans de Serra­
no.—La rosa del jardin.................................................... 329
La lágrima perdida................................................................ 334
A una mariposa......................................................... .............. 336
Los lamentos del ajusticiado.—A mi amigo el Sr.
Gral. D. José María Teruel........................................... 338
Himno patriótico.—Cantado en el teatro de Vera-
cruz la noche del 1? de Febrero de 1847.............. 363
Al pueblo de Veracruz.—Composición leída en el
teatro de Veracruz, en una función patriótica.. 368
A México..................................................................................... 372
El juramento.............................................................................. 380
A las víctimas del bombardeo.......................... 382
Confidencias.—Fragmentos de un poema del autor,
titulado La Mujer Blanca............... ............................ 387
El callejón de Líbranos Señor.—Cap. XVIII de
uLa mujer Blanca.............................................................. 398

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