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CULTURAS HIDRÁULICAS
DE LA AMAZONIA BOLIVIANA
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DERECHOS RESERVADOS
© OXFAM GB BOLIVIA
© Oscar Saavedra Arteaga
Los textos e ideas recogidas en esta publicación son responsabilidad exclusiva del autor de esta obra,
y no representan necesariamiente el pensamiento de OXFAM GB BOLIVIA.
Dedicado
A mi esposa Irina y a mis amados hijos Sthephany y Oscar Andrey, por todo el tiempo que
les resté en estos años para seguir la ruta de El Dorado que lleva cada uno dentro; a mi
maestro y amigo Kenneth Lee, por mostrarme la verdadera huella de los Reinos Dorados,
del Paitití, Candire y el Gran Mojos. A la memoria de mis amados padres.
Agradecimientos
Este libro llega a publicarse gracias a la colaboración y auspicio financiero de la Organización Internacional
Oxfam GB, a través de las personas de Simon Ticehurst, Roger Quiroga, Wilmar Echeverry y Jane Beesley,
que hicieron posible su concreción. De igual manera, a la Fundación para la Ciencia y el Desarrollo Sostenible
del Beni “Kenneth Lee” por su apoyo moral decidido para cristalizar este proyecto.
A los amigos y personas allegadas a esta temática tan apasionante, que es la de entender al hombre en
su contexto, definido como la circunstancia histórica: al Dr. Clark Erickson, por la información, los
consejos y los debates sobre los campos de cultivo precolombino; a John Walker, por sus aportes;
a Ricardo Bottega, por las tantas y ricas discusiones, el interés en seguir mis investigaciones y al
apoyo moral decidido; al profesor Arnaldo Lijerón, por el entusiasmo y los consejos en la redacción
del borrador; a mis hermanos, por la ayuda prestada que hizo posible iniciar este trabajo,
y especialmente a mi esposa Irina, por el apoyo en la oficina absorbiendo tantos detalles afanosos
que conllevan la tarea de producir un libro.
Investigaciones y publicaciones
El resultado de las investigaciones configura un nuevo tipo de agricultura alternativa denominada hidroagricultura.
El autor se reserva los derechos de patente para los usos de privados y destina los frutos de 15 años de trabajo para
los más pobres y vulnerables. Se recomienda la consulta, coordinación y definición de términos con el autor para la
correcta aplicación, garantía del sistema y respeto de los derechos intelectuales.El producto está siendo destinado
–mediante un proyecto– a la superación de la pobreza y adaptación al cambio climático, en el marco de un acuerdo
con Oxfam GB nacido en Trinidad, Beni, Bolivia.
Í
Prólogo .............................................................................................................................................................. 9
Resumen............................................................................................................................................................ 13
Introducción ...................................................................................................................................................... 17
Capítulo VI: Utopía y realidad en la sustentabilidad del desarrollo. El caso de las tecnologías
hidráulicas precolombinas de la Amazonia-Beni ........................................................................................ 219
1. Sustentabilidad de los subsistemas ecológicos ............................................................................................ 222
1.1. Teoría de la sustentabilidad ecológica .................................................................................................. 224
2. La sustentabilidad de un subsistema económico......................................................................................... 226
3. La sustentabilidad de subsistemas humanos ............................................................................................... 228
4. El dilema del aprovechamiento de los recursos escasos ............................................................................. 230
5. En busca de un equilibrio ecológico, social y económico en el manejo sustentable ................................... 232
6. Relaciones entre economía y ecología......................................................................................................... 233
6.1. Renta de recursos y sostenibilidad; regla de Hartwick ......................................................................... 234
6.2. Sobre la sustentabilidad fuerte del recurso y del hábitat ..................................................................... 235
6.3. Características que hacen posible la implementación del plan ............................................................ 236
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Índice de imágenes
Imagen 1 Cuenca Amazónica ........................................................................................................................ 28
Imagen 2 Ubicación de los llanos del Beni en la Cuenca Amazónica ............................................................ 29
Imagen 3 Amazonia, Beni y Llanos de Mojos ............................................................................................... 30
Imagen 4 Inundación estacional del 2007 en Amazonia-Beni ...................................................................... 32
Imagen 5 Lagunas orientadas en Beni-Mojos ............................................................................................... 42
Imagen 6 Lagunas orientadas ....................................................................................................................... 43
Imagen 7 Distribución en Latinoamérica de los campos elevados o camellones ......................................... 47
Imagen 8 Zonificación preliminar de yacimientos arqueológicos ................................................................. 55
Imagen 9 Sistema de asentamientos o islas naturales unidas por terraplenes-diques ................................ 61
Imagen 10 Sistema de terraplenes en Baures ................................................................................................ 63
Imagen 11 Lagunas, diques y canales ............................................................................................................. 74
Índice de mapas
Mapa 1 Plan del uso del suelo de la Amazonia-Beni ................................................................................. 41
Mapa 2 Cobertura vegetal, Departamento del Beni .................................................................................. 41
Índice de fotos
Índice de dibujos
Dibujo 1 Loma artificial o isla bosque ......................................................................................................... 56
Dibujo 2 Reconstrucción de un posible escenario en tiempos prehistóricos .............................................. 58
Dibujo 3 Reconstrucción del escenario de cría extensiva y cosecha de peces ............................................ 64
Dibujo 4 Campos de cultivo o camellones .................................................................................................. 65
Dibujo 5 Planimetría Laguna Suárez............................................................................................................ 76
Dibujo 6 Sistema de ordenamiento territorial precolombino ..................................................................... 77
Dibujo 7 Quehacer cotidiano de las culturas hidráulicas: pescando, comerciando, de paso ...................... 82
Índice de cuadros
Cuadro 1 Potencial de producción piscícola en el departamento del Beni .................................................. 37
Cuadro 2 Estimación de la población aborigen americana .......................................................................... 202
Cuadro 3 Orientación y dimensiones de los campos elevados .................................................................... 209
Cuadro 4 Productividad ................................................................................................................................ 249
Índice de mosaicos
Mosaico 1 Vista aérea de lomas artificiales ................................................................................................... 59
Mosaico 2 Canales precolombinos................................................................................................................. 60
Mosaico 3 Formatos y patrones de campos elevados de cultivo o camellones ............................................. 66
Mosaico 4 Geoglifos o zanjas ......................................................................................................................... 72
Mosaico 5 Lagunas rectangulares .................................................................................................................. 76
Mosaico 6 Camellones modernos: Loma Suárez ............................................................................................ 78
Mosaico 7 Lomas artificiales o islas bosque: tierra firme en plena inundación de 2008 ............................... 83
Mosaico 8 Lagunas precolombinas ................................................................................................................ 87
Mosaico 9 Trinidad en la inundación del año 2008 ........................................................................................ 88
Mosaico 10 Campos de cultivo precolombino ................................................................................................. 130
Mosaico 11 Camellones tipo tablón cerca al aeropuerto de Santa Ana del Yacuma ....................................... 180
Mosaico 12 Perfil de suelo donde se implementó el modelo hidro-agrícola ................................................... 195
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A mediados del siglo XX los académicos norteamericanos empezaron a admitir la posibilidad de que el
poblamiento de América pudo haberse dado por una vía distinta a la del Estrecho de Bering, pues durante
medio siglo un etnocentrismo desmedido les había impedido aceptar tal posibilidad. Para llegar a este punto se
necesitó todo un proceso, al que se llegó gracias sobre todo a los trabajos de Paul Rivet. Este notable sabio francés
cuenta en su célebre libro Los orígenes del hombre americano que en 1949 se felicitó porque “los sabios americanos
aceptaban la posibilidad del poblamiento del Nuevo Mundo por otra vía distinta a la del Estrecho de Bering
y las islas Aleutianas”. Este autor fue el primero en afirmar, basado en estudios científicos, que “el Pacífico ha
sido un medio de enlace, no reconocido durante mucho tiempo, entre el Viejo y el Nuevo Mundo”.
Aunque Paul Rivet hizo caer la venda de los ojos a los norteamericanos que no querían dejar el pri-
vilegio de haber sido el camino del poblamiento de América, dado el estado de los estudios del pasado 9
prehispánico de nuestro continente a mediados del siglo XX, el sabio francés pensó que “las grandes
civilizaciones se construyeron en las regiones más favorables al desarrollo humano, en las altas planicies
de clima templado de la cordillera de los Andes desde México hasta Chile”. Por tanto, quedaba excluida
una buena porción del territorio americano, las tierras bajas que se extienden a lo largo de los grandes
ríos americanos. Siguiendo esta línea, los antropólogos distinguieron en América tres grandes áreas, a
las que dieron en llamar áreas de alta cultura: la Mesoamericana en el norte del continente y teniendo como
espacio fundamental el centro de México; la Andina, que abarca los países recorridos por la Cordillera de
los Andes; y la Circuncaribe, como una zona intermedia y de frontera, que en cierta forma participa de las
anteriores. El resto del territorio pasaba a la categoría de área marginal porque en él no era posible un gran
desarrollo cultural. De esta forma se consolidaba el mito de las áreas de alta cultura.
Algunos científicos, como Erland Nordenskiöld, llamaron la atención sobre la existencia de terraplenes
y “lomas” en las llanuras moxeñas a principios del siglo XX; sin embargo, recién será en la segunda mitad
del siglo que esta zona llame la atención de científicos que empezaron a desentrañar el lejano pasado de la
Amazonia en general y la moxeña en particular (cuando me refiero a la llanura moxeña o a lo moxeño abarco
todo el ámbito del territorio y la cultura del Beni). A partir de 1957 Kenneth Lee dedicó todos sus esfuerzos
hasta el fin de sus días al estudio de la región, con resultados que siguen sorprendiendo a la comunidad
científica internacional. Paralelamente se trabajaba sobre la Amazonia brasileña con muy buenos resultados.
Los estudios sobre las tierras bajas están en marcha y a la fecha muestran un panorama que ha cambiado
totalmente la historia prehispánica del continente americano a la luz de los notables descubrimientos de
numerosos mounds en una buena parte de la geografía sudamericana.
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Culturas hidráulicas Amazónicas es, sin duda, un título muy sugestivo y que retrotrae todo un intenso
afán indagativo y creativo sobre las antiguas culturas amazónicas del Beni, que el geólogo Keneth Lee
inició hace varios años y que para nuestro orgullo y satisfacción Oscar Saavedra supo no sólo continuar en
la búsqueda del conocimiento, sino además perfeccionarlo, adicionando al enfoque arqueológico, el aná-
lisis filosófico y de la ecología cultural. Pero esto no es todo, el trabajo de Oscar no se queda en la siempre
sana perspectiva de la elucubración científica, va más allá hacia una praxis que plantea alternativas de
desarrollo y que desdice los tabúes sobre el potencial agrícola de la inmensa llanura beniana.
La visión con la que se concibió a la llanura amazónica del Beni desde las épocas coloniales y misionales
fue la de una inmensa región con pueblos indígenas dispersos que medraban de la caza, pesca, recolección
y agricultura itinerante sólo en zonas de bosques. Esta visión perduró a lo largo de varios siglos y hasta 11
ahora, confiriendo el sello de vocación exclusivamente ganadera a la pampa beniana, esto en base a las
limitaciones naturales de capacidad de los suelos limo-arcillosos y compactados de la sabana.
Oscar Saavedra, en la misma emocionante senda de plantear nuevos desafíos del saber que Lee y otros
estudiosos de la Amazonia recorrieron, nos dibuja como resultado de muchos años de investigaciones un pasa-
do esplendoroso del Beni precolombino fundamentado en el desarrollo de culturas avanzadas muchos siglos
antes de Cristo, que realizaron un impresionante manejo eminentemente hidráulico, de la compleja dinámica
del agua en el Beni. ¿Ficción? - Más de 20.000 lomas artificiales, 5.000 kilómetros de terraplenes y otros tantos de
canales, dispersos a lo largo de la hermosa llanura beniana, desde Moxos hasta Baures, en las pampas del Yacuma
en la zona de las Huatunas, e incluso dentro de grandes masas boscosas como la Estación Biológica del Beni - .
Agradezco a Dios haberme permitido en el largo tiempo que viví en el Beni observar de cerca muchas de estas
maravillas culturales. Estas obras monumentales cubren en conjunto miles de kilómetros cuadrados, habiendo
logrado asombrar a exploradores como Nordenskiold o investigadores como Lee o Denevan.
La monumentalidad ha sido demostrada por la arqueología. Pero ¿para qué semejante manejo de aguas y
tierras, que requirió sin duda un formidable despliegue de planificación y organización política y social? La pos-
tulación central apunta a la creación de inmensos sistemas hidro-agroecológicos, capaces de sustentar grandes
poblaciones humanas, donde un elemento central y muy relevante de las reflexiones científicas y filosóficas del
autor, es que estas culturas hidráulicas del Beni aprovecharon las inundaciones y no trataron de contenerlas o
luchar contra ellas, es decir, vieron una ventaja y oportunidad, y no un obstáculo, en los ciclos alternantes de
sequías estacionales y sobreabundancia de aguas. Con seguridad estas antiguas culturas no sólo aprovecharon
el ímpetu de las inundaciones estacionales, sino además las dinámicas de divagación de los inquietos ríos en
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la llanura. Es fascinante visualizar los complejos agrosistemas que combinaban una agricultura extraordinaria-
mente productiva y sostenible, con la cría de peces, caracoles, patos y otros bienes de la biodiversidad. Pero los
campos elevados, sean lomas o terraplenes, además cumplieron y aún cumplen un rol defensivo de la gente, el
ganado y la fauna silvestre ante las grandes inundaciones, reduciendo el factor de riesgo y vulnerabilidad, algo
valioso especialmente en estos tiempos donde se ciernen la amenaza por el cambio climático o la construcción
de grandes represas hidroeléctricas.
Las corrientes escépticas que no faltan deberán considerar que el esplendoroso manejo territorial y
productivo que se desarrolló en el Beni precolombino también se dio en otras regiones, como es el caso
de las “chinampas” de México, las “terras pretas” de la Amazonia central, o los “sukakollos” tiwanacotas;
cada año se suman nuevos descubrimientos. Esto implica que los antiguos pobladores de la América Latina
desarrollaron procesos productivos sostenibles en armonía con los ciclos de la naturaleza, que el hombre
moderno no ha podido alcanzar. Es más, las culturas hidráulicas amazónicas, como las denomina Oscar
Saavedra, realizaron un auténtico manejo del paisaje, confiriendo a la llanura beniana la condición de un
auténtico paisaje cultural. Otro visionario de la tierra beniana escribió desde el estilo de la novela sobre
la grandeza de las culturas hidráulicas, mezclando la realidad y la leyenda, y alternando las historias del
Taita Cuvera y de Keneth Lee, separadas amenamente por un par de miles de años. No en vano Renard-
Casevitz, en la comparación de los arawakofonos –Campas y Moxos– de la Amazonia se refiere a estos
últimos como horticultores paisajistas.
Pero, más allá de la herencia simbólica de la arqueología que desde ya tiene un gran valor, está el
legado del manejo del ecosistema con proyección de sostenibilidad, legado que el tiempo afortunadamente
12 no logró borrar y puede ser descifrado por tesoneros y afanosos buscadores del conocimiento como Oscar.
Esto se está plasmando en iniciativas todavía experimentales, con poblaciones locales como Loma Suárez,
tarea que cuenta con el apoyo de organizaciones con alto nivel de compromiso como OXFAM. Estas accio-
nes consistentes en traducir la experiencia del pasado a la realidad actual y las prácticas hidroagroecoló-
gicas de las culturas ancestrales están siendo aplicadas, alcanzando resultados realmente asombrosos en
términos de productividad, pero principalmente en el rescate de la autoestima y la confianza de la gente
en un futuro mejor.
El libro, cuyo honor se me ha dado presentar, es con seguridad un aporte muy valioso de Oscar
Saavedra, cuyo valor aumenta en tiempos ambientalmente difíciles. Mediante esta obra nos quiere
mostrar que la Amazonia beniana, además de ser una excepcional joya natural del planeta, es una joya
cultural cuya experiencia pasada puede efectivamente contribuir a un valioso concepto de cambio hacia
una visión de sostenibilidad en armonía con el ecosistema, cosa extremadamente valiosa en esta época
de crisis planetaria.
Si cabe la posibilidad para las civilizaciones amazónicas en Bolivia, éstas debieron desarrollar
por lo menos dos elementos inherentes a toda civilización: obras monumentales y un sistema de
producción capaz de generarla y sustentarla.
Por lo tanto, ¿en qué consiste la tecnología de producción que debió resolver los problemas
que presentan las limitaciones ecológicas, típicas de los suelos predominantes en los Neotrópicos,
que aún hoy con todo el avance científico no superamos? ¿Cuál es el “secreto” y por qué hasta
ahora no se había comprendido? ¿Cuáles son los rasgos geográficos en la Amazonia-Beni que
dan cuenta de un sistema socioterritorial, característico de una civilización?
La presente monografía responde a estas interrogantes recurriendo a la ciencia y la filoso-
fía, consciente del desprestigio erróneo –a mi entender– a que se ha confinado esta ciencia del
conocimiento.
En Latinoamérica crecimos bajo el paradigma científico enseñado en las escuelas sobre los
pueblos americanos fuera de la zona alta de montaña, señalando la antigüedad de las culturas
en los comienzos de la era cristiana, con rasgos culturales típicos de cazadores y recolectores
muy similares al periodo neolítico de los pueblos europeos. En este escenario, unas culturas eran
más precarias que las otras, sin la capacidad de formar pueblos grandes y culturas complejas,
supuestamente a tal punto, que nunca existieron civilizaciones en la Amazonia continental.
Hoy en día, una creciente corriente de científicos nos hace revelaciones a partir de varios
datos arqueológicos sobre la antigüedad de la presencia humana en la Amazonia, ya aceptada
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en fecha reciente, cambiando las teorías sobre la evolución cultural en el área. Las tres últimas
décadas prueban la presencia humana en la Amazonia desde hace por los menos 11.000 años
antes de Cristo (a.C.), dejando atrás el estrecho de Bering como único medio de paso para el
poblamiento suramericano, colocando a las poblaciones amazónicas entre las más antiguas del
Nuevo Mundo.
Los más antiguos sitios conocidos hasta ahora han surgido en la zona de la Amazonia me-
dia, con presencia de cerámica que data de 5.000 años a.C., constituyéndose estas poblaciones
tropicales como las más antiguas practicantes de la agricultura y la fabricación de cerámica en el
Nuevo Mundo, por lo menos 3.000 años antes que los pueblos andinos. Hay evidencia de cerá-
mica de poblaciones que mantenían una cultura agrícola más extensa que el de las poblaciones
indígenas actuales.
A partir de los hallazgos en la Amazonia boliviana y brasileña sobre formas sofisticadas de
producción de fertilidad para la práctica de la agricultura, cuya evidencia es expresada en grandes
construcciones hidráulicas con fines productivos, se pone fin a esa forma precaria de entender la
capacidad humana de adaptarse, que ha sido lo realmente limitado, ya que estas culturas habían
logrado configurar el paisaje, modificándolo a tal punto que los primeros cronistas después del
contacto en 1492 y los primeros científicos en el siglo XX creyeron que era enteramente natural,
error sobre el que edificaron el mito de lo prístino y que mal ha guiado la discusión científica y
el entendimiento general en el planeta sobre los pueblos amazónicos.
Para entender la complejidad de las tecnologías desarrolladas en la Amazonia-Beni, es
14 importante situarse en la perspectiva que adopta la ecología histórica, como una nueva manera
de pensar y entender el pasado, caracterizado por varias visiones y metodologías de ciencias y
disciplinas como la ecología humana, antropología, arqueología, etnología, etc., ahora integradas,
después del fracasado intento de explicar aisladamente la inexistencia de densas poblaciones,
frente a la evidencia de los hechos humanos expresados en las obras de ingeniería civil, como
testigos elocuentes de culturas sofisticadas que se habían malentendido como parte de los gran-
des mitos y, por tanto, sin mayor trascendencia.
Esta actitud de entroncamiento de las ciencias en la perspectiva de la ecología histó-
rica es la prueba de la necesidad de propiciar una reforma en las ciencias, para entender
debidamente el pasado, que comienza a revelarse desde otro modo del pensar, liberando el
ingenio y la gran actividad desarrollada por sociedades precolombinas, con una cosmovisión
y comprensión más amplia que la ciencia actual sobre el funcionamiento de la ecología y el
medio ambiente, donde quizás esto haya constituido la mayor barrera mental, en cuyo piso
está lo que queda del hegelismo determinista, que caracteriza la base de la modernidad que
felizmente empieza a terminar.
Es una lección que nos dan las culturas tropicales sobre la inacabable inventiva del ser huma-
no, en el eterno afán de producir y habitar que nos invita y nos permite, a través del conocimiento
sofisticado amazónico, dar finalmente un paso hacia la resolución del dilema en que está atorada
la Amazonia y el planeta, caracterizado por la crisis “conservación y desarrollo”.
Esta afirmación la hago no desde mis esperanzas, que creo tiene todo ser humano, en que
podremos resolver la cuestión; todo lo contrario, no sólo creo sino que puedo probar que es posible,
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os estudios realizados en nuestra región en las últimas tres décadas nos conducen hacia
la existencia de una cultura precolombina que diseñó un gigantesco sistema de control
hidráulico, construyendo lomas o elevaciones de diferentes tamaños para los asenta- 17
mientos humanos y actividades rituales, además de una serie de obras civiles de tierra como
terraplenes, lagunas, canales y campos elevados cuya productividad se desarrolló, produciendo
su propio abono orgánico para fertilizar los suelos predominantemente arcillosos, logrando una
intensa producción agrícola y piscícola.
Estas culturas precolombinas también trabajaron productos cerámicos, hoy día visibles en
una diversidad de horizontes culturales que se hallan en las lomas, ahora conocidas como islas
de bosque, ya que se yerguen sobre la inmensa planicie de la llanura, que en la época de inunda-
ción está completamente anegada, quedando estas elevaciones cubiertas de árboles como únicos
lugares por encima del nivel del agua.
Esta zona amazónica en el pasado fue conocida como el Gran Mojos, el Gran Paitití, El
Dorado o el Candire como nombres legendarios. Todo este complejo cultural de extensiones
geográficas inéditas evidencia que los habitantes debieron superar muchas veces la población
actual del Beni, habiendo llegado a varios millones.
Se estima que los campos de cultivo, todavía visibles, abarcan más de un millón de hectáreas,
ya que pudimos comprobar que los sedimentos depositados en las inundaciones estacionales
han cubierto parte de los campos elevados, aunque es mayor todavía la superficie de obras ci-
viles de estos extraordinarios constructores, cubierta por el bosque o monte, que los utiliza como
punta de lanza para su propagación, cambiando a veces completamente el paisaje. Este hecho
constituye una de las principales razones por las que no se comprendió la envergadura de las
obras precolombinas en la Amazonia-Beni.
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Según datos arqueológicos, sabemos con certeza que las fechas obtenidas por radiocarbono
marcan el inicio de construcción de algunas de las lomas en 1200 años a.C. y la construcción de
camellones en 850 años a.C., los cuales fueron abandonados paulatinamente desde un tiempo
indeterminado entre el 850 a.C. y el 1500 d.C., dejando el rastro de dos mil doscientos años de
historia, debido a cambios culturales de los que todavía conocemos muy poco, pero pensamos
sucedió varias veces en la Amazonia, como parte de la coexistencia entre los procesos naturales
y culturales que se repiten a lo largo de la existencia humana.
Todavía no se han encontrado fechas más antiguas porque el trabajo científico apenas empie-
za, considerando la inmensa cantidad y escala de los yacimientos arqueológicos. De acuerdo
con las informaciones de Kenneth Lee Bradford en 1995, director del Centro de Investigaciones
Arqueológicas del Beni (CIAB), se estiman alrededor de 20.000 lomas artificiales y 5.000 km
lineales de terraplenes o diques extendidos por toda la geografía beniana. Estas obras civiles
atraviesan llanuras, montes y ríos en su recorrido.
Hay cientos de kilómetros de canales construidos para la navegación, acortando las
distancias entre los ríos, algunos diseñados para la aducción de agua, con el objeto de
mantener ciertos niveles en el tiempo de sequía, ya que el líquido elemento juega un papel
predominante en la ecología de Mojos-Beni, como trasporte de sedimentos y fuente de nu-
trientes en el proceso de formación de los suelos.
Hoy en día, aunque las características de la ecología del departamento son las mismas, la
falta de una amplia comprensión de ellas, a diferencia de las culturas antiguas, lleva a creer que
18 las inundaciones son el mayor de los problemas. En la antigüedad, las inundaciones fueron la
base para el desarrollo y el florecimiento de una gran civilización; sin embargo, en la mayoría de
los círculos académicos esto se ve como parte de los mitos, pues se cree que no existe la prueba
suficiente.
Hoy estamos en condiciones de presentar la base del florecimiento de la civilización desde
el punto de vista productivo, y que bien puede ser la base para la solución de nuestro atraso
actual, como pude comprobar en los experimentos agronómicos.
Las lomas artificiales que sirvieron como lugar protegido para los asentamientos humanos, se
yerguen hoy como monumentos a estos ingenieros hidráulicos que hicieron del suelo menos apto
para la agricultura, la llanura anegadiza, un espacio altamente productivo, logrando de su entorno
ecológico un potencial, donde floreció el verdadero Reino Dorado o el Paitití del mito español.
Algunas de estas lomas sobrepasan los 20 metros de altura, con una superficie en la base
mayor a las 30 hectáreas, superando el millón de metros cúbicos transportados y excavados del
terreno adyacente. De esta manera, el préstamo de tierra al ser extraído forma un estanque que
sirve para el almacenamiento de agua, la cría de peces y otras fuentes de proteína para la época
seca; así logró esta cultura una sincronía con la oscilación climática anual, resolviendo el proble-
ma de los cambios constantes entre sequía e inundación, para dar estabilidad al asentamiento
humano, adaptando así el ambiente.
La inmensa cantidad de restos culturales (cerámica, huesos, utensilios, etc.) inmersos en cada
una de estas lomas, que afloran por la erosión, nos muestran los varios horizontes culturales en
una secuencia y antigüedad todavía por explicar.
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La enorme evidencia de esta cultura sofisticada nos muestra que el verdadero valor y riqueza
para el desarrollo no está en el aprovechamiento de los recursos naturales, como aprendimos
recientemente de los países desarrollados, sino más bien en el sistema de conocimientos, la ima-
ginación y la creatividad en un ambiente de libertad.
Con este panorama de las culturas hidráulicas y su relación con el espacio geográfico en
la Amazonia-Beni, podemos entender la importancia de inscribirla como elemento crucial en
la visión del desarrollo, constituyendo, acaso, una opción ecológica inédita para el desarrollo
sustentable de la región amazónica boliviana y continental.
El presente trabajo sustenta y explora las posibilidades teóricas y prácticas a partir de los
seis años de experimentaciones hidroagrícolas, como las he bautizado, en la ciudad de Trinidad,
sin ignorar las limitaciones de los suelos característicos de las zonas tropicales húmedas, menos
aún del gran humedal que es el Beni.
El esfuerzo investigativo llevado a cabo de manera privada en parte se debe a los preconcep-
tos que sólo descalificaban la idea antes de someterla al rigor de la ciencia. En estas circunstancias,
pudimos desarrollar y probar esta teoría por encima de todo y contra todos los pronósticos,
desdenes y limitaciones presupuestarias, porque es para nosotros una opción de desarrollo en la
legítima aspiración de progresar y que, sólo a veces, la pasión individual puede sostener. Así es
cómo lo siento y lo aprendí con el ejemplo de los apasionados e inspirados por esta prodigiosa
y bella naturaleza.
Hasta hoy, es escasa la investigación orientada a entender el sistema de conocimientos de
20 las culturas amerindias de la Amazonia, con relación a la existente en la zona andina, debido en
parte a la creencia en el mundo científico de las supuestas limitaciones ecológicas y culturales
para el desarrollo de estructuras complejas cuyo conocimiento no podrían aportar a la experiencia
histórica. Sin embargo, si se analizan con detenimiento los relatos de los primeros cronistas de
la región amazónica, éstos dan cuenta de un sistema de gran escala construido para resolver los
problemas a los que se enfrenta toda cultura en su relación con el espacio –habitar y producir– de
manera tal que sorprende la magnitud de las obras civiles y la fina comprensión de la ecología.
En este sentido, es importante desmitificar algunas cuestiones para entenderlas debidamente.
No es posible tratar la Amazonia como una región homogénea, cuando en realidad es un
mosaico ecológico donde interactúa una gran variedad de flora y fauna, y existe una diversidad
de suelos y diferencias climáticas significativas. La Amazonia no es divisible tampoco en tierra
alta o ribereña ni bosque alto y bajo. Existen muchos tipos de alturas naturales y varias otras de
tierras bajas, pudiendo compararse por ejemplo las llanuras o sabanas bajas de inundación esta-
cional del Beni con las onduladas y bien drenadas sabanas que no se inundan, pues la diferencia
es radical. Existen oportunidades y limitaciones para la explotación humana. Según la ubicación,
“cada una tiene características propias para su uso racional”. Bajo esta perspectiva, es evidente
que “las poblaciones asentadas en la Amazonia así lo habían reconocido, y es necesario que esa
sabiduría empiece a fluir en nosotros” (Kenneth Lee: 1996).
Los tantos ecosistemas que se interrelacionan en la Amazonia, “cada uno con su propia his-
toria natural, sus características y poblaciones humanas con diferentes tecnologías y densidades
demográficas, son diferencias, en parte, del resultado del proceso de adaptación y desarrollo de
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En el transcurso del tiempo, las culturas amazónicas enfrentaron, al igual que cualquier otra,
los problemas de producción y vivienda en su entorno ecológico. Los antecedentes y referencias
históricas conocidas e interpretadas desde una perspectiva sesgada por las ideas de la época, apun-
tan a que los desarrollos tecnológicos fueron precarios y característicos de pueblos salvajes.
Considerando la circunstancia histórica en la que se desarrolla la colonización de América,
se debe entender la perspectiva de los europeos y lo que ésta les permitía ver, unas veces minimi-
zando, otras sobredimensionando y finalmente ignorando por estar simplemente fuera de su
comprensión todo cuanto vieron y juzgaron. De cualquier manera, los datos que recogieron y nos
legaron constituyen un testimonio valioso por cuanto avalan la existencia de organizaciones so-
ciales con estructuras definidas, que desvirtúan el estereotipo amazónico desnudo, deambulando
por los bosques, recolectando, cazando o pescando (Lee. 1994; Ericsson: 1994; Walker: 2004).
Por otro lado, la creciente preocupación por el medio ambiente debido a su capacidad limitada
para sostener las presiones que ejercen las actividades productivas, condicionan cada vez más el
desarrollo de una visión integral para el manejo y aprovechamiento de los recursos naturales, bajo
una creciente tendencia hacia una real gestión del medio ambiente como base para el desarrollo
sustentable. En la Amazonia boliviana, las bases científicas actuales del desarrollo limitaron el
potencial de éste, siguiendo la línea del supuesto atraso de los pueblos precolombinos.
Una vez resuelto este error histórico de las limitaciones en el modo de pensar, corresponde
emprender el desarrollo por la ruta correcta. Esto nos plantea a su vez la necesidad de elaborar
una síntesis de hechos sobre la prehistoria e historia de Mojos-Beni, cuya trascendencia reside
22 en volverse elementos probatorios, así como evidencias documentadas, de las cuales se puede
inferir el destino limitado de los departamentos amazónicos, ocasionado, de un lado, por la mal
entendida limitación de la ecología a partir de la naturaleza de sus suelos, y del otro lado, por
el centralismo como modelo de administración, que perturbó la comprensión de las culturas
amazónicas, debido a que aquellas desarrollaron modelos descentralizados. Al contrario de lo
que se pensaba, debía ser un signo de civilización siguiendo el patrón de los pueblos andinos.
La comprensión de las verdaderas limitaciones ecológicas y administrativas, a la considera-
ción y evidencia de las prácticas tecnológicas en la Amazonia-Beni, constituye un marco de
oportunidades de desarrollo sustentable en Latinoamérica, para el proceso en la generación del
desarrollo, ya que desde la nueva perspectiva se pueden integrar mejor los esfuerzos investigativos
en las relaciones necesarias entre la política, la economía y la ecología, como un enfoque integra-
cionista para la mejor comprensión entre la relación de estos factores y la racionalidad del esfuerzo
hacia el desarrollo, de manera tal que nos permita resolver el dilema de la descentralización y el
desarrollo a partir del mejor conocimiento de nuestra historia natural y cultural.
Un tercer elemento que aportan las culturas amazónicas, es la consideración del territorio
como factor estratégico en la toma de decisiones referidas a la producción; se puede comprobar,
gracias a la tecnología satelital, una zonificación ecológica-económica consistente en grandes
campos elevados de cultivo y piscicultura a gran escala, con una bien definida estructura terri-
torial, como se verá en el capítulo dos.
La cuenca amazónica es el área más grande de bosque tropical en el mundo, pero los bos-
ques no son de ninguna manera el único ecosistema presente ahí. Grandes áreas de la cuenca
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amazónica son sabanas tropicales, un particular ecosistema que cubre el 11% de la superficie
terrestre del planeta y una gran fracción de la cuenca amazónica (Harris: 1980). Tales dimensio-
nes de recursos merecen ser estudiadas independientemente, en vez de ser consideradas como
parte del bosque tropical. (Walker: 2001). La comprensión del pasado abre una ventana para el
cuidado y desarrollo de esta zona peculiar del planeta, como una oportunidad de cambio res-
ponsable e inteligente.
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