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jotdown.es/2017/12/lecturas-que-habria-lamentado-perderme-en-2017/
El club de los mentirosos, de Mary Karr. Por fin, con más de una década de retraso, se
publica en España uno de los relatos más tremendos, negros e hilarantes que un servidor
ha tenido el privilegio de leer. Y son unas memorias. En serio, este libro es una maravilla.
Toda una vida, de Robert Seethaler. El relato de una vida anodina. Solo eso. ¿Parece
poco? Pues es una pequeña joya. Cualquier vida lo contiene todo. Lo difícil es saber
contarlo con tanta precisión y tanta belleza.
Potosí, de Ander Izagirre. El periodismo español está en una época espléndida. Aquí
tenemos una de las pruebas: un reportaje que llega al fondo de la mina y al fondo del alma
humana, y rinde de paso un homenaje sobrio y delicado a la vida durísima de ciertas
mujeres.
Cáscara de nuez, de Ian McEwan. A veces, algunos escritores llegan a adquirir tal
destreza técnica que pueden contar la historia más inverosímil y enamorarnos. En este
caso, un feto ejerce como detective y como psicoanalista involuntario de su madre, su
padre y su tío.
Años de sequía, de Jane Harper. Uno de esos casos asombrosos en que una mujer que
nunca ha publicado nada nos arroja a la cara una primera novela sensacional: la
investigación de un crimen, la opresión de la Australia rural, el peso del pasado y una
colección de personajes más reales que la realidad.
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Hijos del Nilo, de Xavier Aldekoa. Más periodismo excepcional. Aldekoa recorre un río
mítico y, de paso, confirma (no siempre es el caso) la famosa frase de Ryszard
Kapuściński: las malas personas no pueden ser buenos periodistas.
Hijos del fútbol, de Galder Reguera. Un padre reflexiona sobre la pasión que transmite a
su hijo. Y describe con exactitud científica el ADN de ese disparate que llamamos fútbol.
Un libro esencial.
Tres periodistas en la revolución de Asturias, por Manuel Chaves Nogales, José Díaz
Fernández y Josep Pla. El título lo dice todo. Historia contada según sucede. No se lee:
se bebe.
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