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Documento nº 7
PROYECTOS DE INVERSIÓN
Nociones básicas sobre formulación y evaluación de proyectos de inversión
en el sector agropecuario.
PROYECTOS DE INVERSIÓN
Un proyecto de inversión nace a partir de una idea, expectativa, deseo o sueño, tal vez
difuso y poco específico, que poco a poco deberá irse esclareciendo. El proyecto en sí
recién tomará forma una vez que tales ideas previas, luego de atravesar ciertos pasos o
etapas, se plasmen en un diagnóstico inicial y una prospección sistemática de los posibles
resultados a obtener en el caso de llevar adelante la decisión analizada.
El proyecto puede incluir una o varias inversiones específicas, en el momento inicial y/o
en diferentes años futuros. Un aspecto esencial que debería definirse antes de comenzar
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Una vez clarificados los objetivos del proyecto podrá encararse ya más directamente su
análisis específico, para lo cual dividiremos a las etapas sucesivas en FORMULACION y
luego, EVALUACIÓN.
2. Análisis de prefactibilidad
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FORMULACION PROYECTO
IDE A
E
V
ETAPAS ECONOMICA A RIESGO
L
U
A
FINAN-
ESTRATEGICA C
CIERA
I
O
N
• 1. ESTUDIO DE
MERCADO
• 2. TAMAÑO Y PROYECTO
LOCALIZACION EVALUADO
• 3. INGENIERIA DE
PROYECTO
• 4. ESTIMACION DE
INGRESOS Y
CALCULO DE COSTOS
• 5. CALCULO DE
INVERSIONES
• 6. ORGANIZACION
NO SI
REFORMULAR
FINANCIAMIENTO
PROYECTO
DESECHADO
GESTION
Control
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ANÁLISIS DE PREFACTIBILIDAD
Es una etapa cuya importancia es de grado variable de acuerdo a las características del
proyecto y su entorno. Incluso puede no realizarse, pasando en este caso directamente al
análisis de viabilidad comercial. Se trata de un análisis previo cuyo objetivo consiste
básicamente en determinar si vale la pena encarar las siguientes etapas de formulación y
posterior evaluación del proyecto. De acuerdo a las características del proyecto podrá
ponerse más o menos énfasis en ciertos aspectos (el mercado, la prefactibilidad técnica,
etc.) aunque puede integrar en forma preliminar los diversos puntos de vista que luego se
aplicarán de manera más detallada, si es que se decide continuar con la formulación.
El análisis de prefactibilidad se orienta en mayor medida a verificar la existencia de ciertas
condiciones externas o ambientales, necesarias (aunque no suficientes) para poder
implementar el proyecto. Por ejemplo, en un proyecto de riego, habrá que constatar antes
que nada la disponibilidad de napas con caudal y calidad suficientes para abastecer la
demanda de agua. En un proyecto que propone el lanzamiento de un nuevo producto al
mercado, podría establecerse la realización de “pruebas piloto”, en este caso el
lanzamiento acotado a ciertas localidades consideradas representativas del mercado en
general, con el fin de estimar el grado de aceptación del producto y la gama de precios a
fijar. Algo similar podría decirse respecto a un proyecto industrial en el cual se plantea la
tercerización inicial de la producción, el control de los canales de comercialización y el
desarrollo de una marca, y luego, si la etapa previa fuera exitosa, recién abordar en forma
directa la producción industrial construyendo una planta propia, si esta fuera la estrategia
deseada. En otros casos podrá priorizarse el dimensionamiento de la demanda, la
identificación de segmentos de mercado o la verificación de la disponibilidad de insumos y
materias primas en la región, antes de proceder a formular el proyecto con mayor grado
de detalle.
A veces se realiza un análisis previo llamado “perfil” del proyecto el cual pretende delinear
de forma muy general un esquema aproximado de lo que podría ser el proyecto. El mismo
generalmente se realiza sobre la base de información secundaria (es decir disponible o ya
relevada por alguien)
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considerar cuál o cuáles serán los “productos” del proyecto, y estos a su vez definirán el
mercado a abordar. Los productos pueden ser tanto bienes (kg de novillo, litros de leche,
toneladas de soja, kg de queso) como servicios (servicios de contratista de labores
rurales, consultoría profesional, capacitación, comercialización de insumos, etc.), o una
combinación de ambos. Se considera “producto” del proyecto a toda aquélla producción
(de bienes y/o servicios) que contribuya a aumentar el ingreso de la empresa o a reducir
costos. Por ejemplo, el proyecto de adquirir maquinaria para reemplazar al contratista en
un campo propio, “produce” un servicio (labores) que evitará tener que pagar a un tercero
para que lo efectúe. Si además se decidiera “salir” a trabajar para terceros, realizando
tareas en campos de la zona, aumentará la “producción” del proyecto (en este caso la
cantidad de UTAS a efectuar) incrementando también su ingreso. Probablemente, en la
decisión de efectuar labores en el campo propio predominará un objetivo más bien
defensivo, mientras que en la decisión de ofrecer servicios afuera, aparecería un objetivo
expansivo. El mercado a incursionar sería el del contratista rural, debiéndose evaluar la
demanda potencial de este tipo de servicios en la zona, la existencia de competidores y la
provisión de insumos para su realización.
Analizar el mercado desde la óptica de la formulación y evaluación de proyectos, implica
llegar a poder proponer (estimar) un precio futuro (o distintos precios en diferentes
períodos) para los productos y a dimensionar con cierta precisión su demanda posible
dentro del “mercado” o segmento en el que se plantea incursionar. Es importante
considerar las tendencias del mercado, sus factores estructurales de oferta y demanda, la
presencia y acción de competidores (tanto los directos como los sustitutos y los
competidores potenciales) y sus probables estrategias, y la facilidad o no de acceso a los
insumos y materias primas requeridas por el proyecto (disponibilidad de proveedores, de
personal capacitado, de conocimiento y asesoramiento, etc.)
Por ejemplo, si el proyecto de inversión fuera la posibilidad de adquirir un equipo de riego
para maíz, el producto sería el maíz (en lo referido al aumento esperado del rinde), por lo
que habría que analizar la situación y tendencias del mercado mundial de este grano
(tanto en lo coyuntural como en los aspectos estructurales del mercado), proponiendo uno
o varios precios posibles a futuro ( por ejemplo 120 dólares en los primeros dos años, 130
dólares en los siguientes dos y 100 en los restantes cuatro). Pero también habrá que
analizar la disponibilidad de equipos y de asistencia técnica, las facilidades que ofrezca
cada distribuidor y la situación de los insumos requeridos (en éste caso combustibles,
repuestos y mano de obra).
También resulta importante en esta etapa abordar las formas de comercialización de los
productos o servicios (y sus costos asociados) y definir con gran precisión las
especificaciones de los mismos. Por ejemplo plantear si venderemos por intermedio de
consignatarios, con que comisiones, plazo de cobro, costos de flete, etc. Desde el punto
de vista de las especificaciones se trata de poder definir con alto grado de detalle las
características técnicas del o los productos a generar.
En esta etapa se incluye la información y análisis tanto de los aspectos técnicos y oferta
de los equipos y maquinarias a comprar (modelos disponibles, especificaciones técnicas
de cada uno, capacidad de trabajo, precio, etc.) como el diseño del sistema productivo y
la adopción tecnológica a implementar en el caso de realizar el proyecto. En el caso de un
equipo de riego, por ejemplo, habrá que conocer la oferta y características de cada
sistema de riesgo (avance frontal, pivote central, cañón regador, riesgo por aspersión,
etc.) y de cada equipo en particular, con el fin de seleccionar aquél que más se adecue a
la disponibilidad del acuífero del campo y a las necesidades de riego complementario de
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los cultivos a afectar. En el caso de iniciar o mejorar una actividad productiva (por ejemplo
la compra de vacas o vaquillonas de cría o la instalación de un tambo) habrá que estimar
la dinámica del rodeo, la oferta y demanda de energía (y tal vez también de proteína), la
superficie a praderizar, la suplementación a aplicar, la carga que se desea estabilizar, la
producción por vaca, y definir cómo se manejarán los aspectos sanitarios, reproductivos,
financieros y comerciales.
En el caso de una industria deberá diseñarse la capacidad de la planta, los equipos y
herramientas a utilizar, los edificios e instalaciones, la disposición o lay-out de los equipos,
los procesos productivos, los insumos y materias primas a utilizar, los recursos humanos
requeridos, la división del trabajo y la tecnología a incorporar.
Aspectos tributarios
Los resultados del proyecto, si es que el mismo se lleva a cabo, tendrán un impacto en los
aspectos tributarios de la empresa. Tanto en cuanto a impuestos nacionales (como bienes
personales, impuesto a las ganancias, ganancia mínima presunta) como a impuestos
provinciales (como ingresos brutos) seguramente la implementación del proyecto
ocasionará modificaciones sobre la estructura impositiva de la empresa. Si además se
considera la inversión en tierra o edificaciones, habrá que agregar el impuesto inmobiliario
y la tasa vial correspondientes, es decir tributos que dependen del valor o la extensión de
de aquellas.
Formular proyectos no requiere que nos convirtamos en especialistas en tributación,
aunque sí que comprendamos –asesoramiento mediante- cuales son los tributos
involucrados y en que grado afectan el flujo de fondos previsto de nuestro proyecto.
Un párrafo aparte merece el impuesto al valor agregado o IVA. Se considera que el IVA
ocasiona sólo un efecto financiero y no económico; no obstante el mismo (tanto el IVA
débito fiscal cobrado con las ventas, como el IVA crédito fiscal pagado con las compras y
el saldo de impuesto a ingresar pertinentes) debería incluirse en el flujo de fondos
relevante del proyecto debido a su impacto (a favor o en contra) en los costos de
oportunidad. Una alternativa más sencilla es proyectar los datos sin IVA (tanto en
compras como en ventas), es decir proyectar los montos netos gravados, excluyendo el
impuesto de la proyección.
También debe resaltarse que el tipo jurídico bajo el cual operará el emprendimiento
afectará de forma directa lo tributario, debido a que ciertos impuestos se liquidan de
diferente forma dependiendo del sujeto involucrado.
Aspectos legales
Deben evaluarse los aspectos legales o contractuales involucrados, los cuales pueden
acarrear costos para el proyecto. Por ejemplo la firma de contratos de arrendamiento de
campos, contratos de aparcería, contratos de capitalización de hacienda, de pastaje, etc.
deberán ser analizados desde lo legal para establecer los derechos y obligaciones que
nos generarán, y particularmente el impacto económico sobre el proyecto. A manera de
ejemplo, del contrato de arrendamiento surgirán los montos y fechas de los pagos a
realizar, el monto del impuesto de sellos, obligaciones de mantenimiento o impedimento
de realizar ciertas actividades, etc.
Otro aspecto legal que puede ser importante es lo referido a la existencia de ciertas
normas de cumplimiento obligatorio o prohibiciones en el país o territorio en el cual se
piensa efectuar el proyecto. Por ejemplo la normativa imperante en el país respecto al
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ANÁLISIS DE LA INVERSIÓN
De acuerdo a la información que surge de las etapas anteriores podrán irse delineando
las características y magnitud de la inversión a realizar, tanto en el momento inicial del
proyecto como en períodos posteriores (necesidades de reinversión). Por ejemplo, si la
inversión a efectuar fuera la compra de una maquinaria, habrá que definir el modelo y
capacidades de la misma, lo cual determinará en definitiva el monto requerido, su
probable vida útil y el valor residual al final de ésta.
El valor a consignar debe ser el valor final de la inversión “llave en mano”, agregando los
costos de transporte, puesta a punto, capacitación, instalación, adaptación, etc.
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El esquema es el siguiente:
Los aspectos que contribuyan a los dos cuadrantes superiores (los positivos) serán
considerados “productos” del proyecto (o, genéricamente, “ingresos”), mientras que los
incluidos en los dos cuadrantes inferiores (negativos) serán considerados genéricamente
como “egresos”. Obviamente que en la formulación de un proyecto no necesariamente
los ingresos y egresos de cada año serán iguales: puede ocurrir que en un año en
particular se tenga que realizar alguna reinversión, que se modifique un precio, una
cantidad producida o un costo, que se proyecte una tendencia en el tiempo (tanto para
precios como para costos o producción), o que se considere un período de transición
hasta alcanzar una situación objetivo al cabo de un cierto número de años.
En el último año de análisis deben incorporarse, como ingresos, los valores residuales
(activos o pasivos) de las inversiones efectuadas. Lo mismo ocurre en el último año de
una inversión, en el caso de analizar un período mayor y requerir una reinversión. El Valor
Residual Activo de un bien durable representa el “valor de usado” de un bien que aún no
ha finalizado su vida útil, es decir que aún puede asignarse a su uso principal. Este valor
se denomina Valor Residual Activo Circunstanciado (VRACi).
Si en cambio se considera que la vida útil del bien ha finalizado cabe la posibilidad de que
el mismo posea un valor de recupero llamado Valor Residual Pasivo (VRP)
Ejemplo:
Se trata de un proyecto que involucra dos inversiones: A y B. La inversión A demanda
50.000 $ y posee una vida útil de 8 años, al cabo de la cual se estima que le queda un
VRP de 10.000 $. La inversión B demanda 20.000 $ y posee una vida útil de 5 años, al
cabo de la cual se estima un VRP de 6.000 $.
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Año A B Total
0 -50.000 -20.000 -70.000
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5 -14.000 (-20000+6000) -14.000
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8 10.000 11.600 (14000 x 2/5 + 6000) 21.600
EVALUACION
Como ya hemos expresado no hay una único punto de vista para evaluar un proyecto,
sino que la tarea puede (y debe) ser abordada desde diversos aspectos, por lo que
requiere de un equipo de trabajo interdisciplinario.
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proyectos cuya TIR supere al costo de oportunidad. Por ejemplo si un proyecto ganadero
tiene una TIR del 15% anual, siendo el costo de oportunidad del inversor del 12%, debería
aceptarse porque el rendimiento esperado supera en 3 puntos a la oportunidad de
inversión (15% mayor a 12%), es decir que el VAN en este caso será positivo.
Es importante destacar que en ambos indicadores se requiere el costo de oportunidad. En
un caso para descontar los fondos (el VAN); en el otro para comparar (la TIR). ¿De dónde
obtener la tasa de costo de oportunidad? De la real oportunidad de inversión que tiene el
inversor. Si este tiene oportunidad de invertir en un pool de siembras que le promete un
14% anual, esa podría ser la tasa de costo de oportunidad. Dado que no se contempla a
la inflación en el FNFP, la tasa de costo oportunidad a considerar debería ser una tasa de
tipo real y no nominal. Si no conoce el costo de oportunidad del inversor o bien éste
enfrenta oportunidades alternativas, podría ser la tasa de un plazo fijo bancario o bien el
mínimo que pretende ganar con el proyecto, si ese mínimo supera la tasa del plazo fijo.
Hay que separar las decisiones de inversión de las de financiamiento. Es importante
comprender que la forma de financiar un proyecto, es decir de donde surgen los recursos
para financiar las inversiones (capital ajeno o capital propio), es una decisión
independiente del proyecto en si mismo. Y es por ello que el VAN y la TIR a calcular,
deberán en primera instancia ser obtenidos a partir del FNFP sin considerar los efectos
del financiamiento. Por lo tanto, aunque parte de las inversiones se financien con un
préstamo bancario, sus efectos (el ingreso del préstamo, las cuotas a devolver y sus
intereses) no deberán incluirse en aquel FNFP. El VAN y TIR así obtenidos son del
proyecto o del Activo (también llamada TIR económica) mas allá del financiamiento a
usar.
Posteriormente, si aquellos indicadores son positivos, incluiremos los efectos del
financiamiento y veremos cual es su consecuencia sobre el nuevo VAN y TIR. Estos
serán el VAN y la TIR del patrimonio neto o del capital propio (también llamada TIR
financiera). A sus consecuencias sobre el proyecto las conocemos con el nombre de
apalancamiento positivo o negativo dependiendo su efecto concreto.
En síntesis calcularemos un VAN y TIR sin financiamiento ajeno y otros con los efectos de
la financiación.
Para calcular el VAN debo descontar cada uno de dichos FNFP al costo de oportunidad
del inversor. Suponiendo que dicho costo de oportunidad es del 18% anual, los flujos
netos descontados arrojan los siguientes resultados:
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Puede observarse que las sumas son ahora sensiblemente menores, todo debido al
impacto del costo de oportunidad en el tiempo. La sumatoria de dicho Flujo de Fondos
descontados, es de $ 156.008, suma que una vez restada la inversión inicial de $
130.000, nos permite obtener el VAN, en este caso de + $ 26.008, que por ser positivo
nos sugiere que el proyecto debería llevarse a cabo, al menos desde el punto de vista de
la rentabilidad
La tasa de descuento que hace que el VAN sea cero, es decir la TIR del proyecto, es en
este caso del 25,71% anual, superior al costo de oportunidad considerado del 18%,
sugiriendo la misma conclusión.
El criterio financiero implica evaluar en qué tiempos se recuperan las inversiones. Desde
este punto de vista un proyecto es mejor cuanto más rápido se recupera la inversión. Para
determinar esto se calcula el Período de Recupero (PR), indicador que nos devuelve el
plazo (en años y meses) en que el proyecto recupera el monto invertido. Pero este no es
un indicador de rentabilidad, claro.
El criterio de riesgo implica analizar la variabilidad que puede tener el flujo de fondos del
proyecto. Si bien es cierto que primero se realiza una única proyección de los ingresos y
egresos relevantes, sabemos que es casi imposible que dichos números se concreten en
la práctica y que seguramente “variarán” dentro de un rango probable hacia arriba (un
flujo neto mayor) o hacia abajo (un flujo neto menor), ya sea por que los ingresos han sido
mejores o peores, porque han variado los egresos por costos y gastos, o ambas cosas a
la vez. Esto se denomina “análisis de sensibilidad del proyecto”. Mediante su aplicación es
posible determinar la o las variables “críticas” del proyecto, es decir aquéllas que al variar
en cierto porcentaje (por ejemplo 10% para arriba y 10 % para abajo) hacen variar en
mayor proporción a los resultados del proyecto (VAN y TIR). Es usual que las variables
críticas de un proyecto sean las que afectan directamente a los ingresos del mismo, como
el volumen de ventas y los precios. Es posible también estimar las variaciones de cada
variable asignándoles a cada una cierta distribución de probabilidades de ocurrencia, y
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construir así diversos escenarios (1000 o más ) obteniendo una dispersión de resultados
posibles de obtener (Simulación probabilística Montecarlo).
Esta no es la única forma de analizar el proyecto según criterios de riesgo, también
podrían usar una tasa de descuento superior incluyendo una prima por riesgo, con lo cual
“castigamos el flujo” de manera tal de ser más exigentes con la evaluación.
En síntesis, el análisis de riesgo implica reconocer que nuestra proyección no se
concretará en todos sus términos y por lo tanto requerimos analizar el impacto que
provocará, justamente, la variabilidad posible respecto al modelo determinístico calculado
inicialmente. Normalmente, el análisis de riesgos es complementario al análisis de
rentabilidad del proyecto.
Finalmente, una evaluación estratégica implica usar criterios cualitativos para la decisión,
que van más allá de los criterios anteriores. Por ejemplo la evaluación económica de un
proyecto de feed-lot podría aconsejar no realizarlo (su VAN es negativo) pero el
empresario, de forma estratégica desea entrar en el negocio por una cuestión de
aprendizaje, o por una integración futura con otro negocio o actividad. Generalmente se
trata de consideraciones a largo plazo que pueden torcer una decisión que desde otros
aspectos nos indicaría el camino contrario.
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