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BOSQUE NATIVO

Un bosque es un lugar con abundancia de árboles y plantas. Nativo, por su


parte, puede referirse a aquel que es nacido en un determinado sitio o a aquello que
es natural de un cierto espacio.
Se denomina bosque nativo o bosque
primario a la superficie boscosa que
conserva inalterables sus características
naturales. Esto quiere decir que se trata de
bosques que no han sido modificados por el ser
humano a través de sus acciones.
En un bosque nativo no se registran explotaciones
productivas ni deforestación. En los bosques secundarios, en cambio, es
posible advertir la influencia del hombre. Actualmente la mayoría de los bosques
son secundarios debido a la urbanización y a las actividades económicas que se
desarrollan en este tipo de lugares.
La Amazonia, en América del Sur, conserva grandes extensiones de bosque
nativo. También es posible encontrar esta clase de bosques en
la región de Malesia, en Tasmania y en Siberia, por ejemplo.
Un bosque nativo, en definitiva, es un ecosistema forestal que alberga una rica
biodiversidad. En él conviven numerosas especies de animales y de flora. Los seres
vivos, la atmósfera, el suelo y el clima de los bosques nativos componen una unidad
interdependiente que se encuentra en equilibrio de manera natural.
Cabe destacar que, aunque los bosques nativos son aquellos no modificados por el
ser humano, también presentan estas características los bosques de origen
secundario que se forman tras la deforestación y los bosques restaurados por el
propio hombre.
Los bosques nativos cumplen con numerosas funciones de importancia para la vida
en nuestro planeta. Entre ellas podemos nombrar la protección del suelo contra la
desertificación y la erosión; la regulación de la temperatura; el refugio de animales y
plantas; el almacenamiento de agua; y la absorción de dióxido de carbono.
Uno de los mayores beneficios que nos pueden brindar los bosques nativos se da a
través del denominado efecto esponja, que puede definirse como el vaciamiento de
reservorios o acuíferos en suelos permeables. Si un bosque se encuentra en su
estado natural, es muy probable que en las épocas de lluvias reduzca al máximo la
escorrentía (la libre circulación de agua pluvial sobre un terreno) y libere el líquido
almacenado cuando realmente sea necesario, como ser durante una sequía.

En Panamá, un grupo de científicos del Instituto


Smithsonian de Investigaciones Tropicales demostró todo esto en el año
2013 a través de un experimento a gran escala que llevaron a cabo en una
superficie de 700 hectáreas en el Canal de Panamá. Se trata de la primera
vez que se demostró la utilidad del efecto esponja en la protección de la
infraestructura en épocas de tormentas.
El estudio llevado a cabo por los investigadores acarreó la observación de
450 tormentas tropicales, una cantidad que les permitió contrastar datos y
reconocer patrones para estar en condiciones de probar de forma fehaciente que los
bosques nativos pueden salvarnos de grandes inundaciones.
Una de las pruebas que llevaron a cabo, en este caso junto con diversos científicos
provenientes de la Universidad de Wyoming, fue la medición de la cantidad
de agua pluvial que se desplazaba por las tierras forestales, los pastizales y los
pastos abandonados. La conclusión es muy clara: los escurrimientos que tienen
lugar durante una lluvia son menores en las áreas protegidas que en las
deforestadas. El Canal de Panamá tiene grandes intereses en la conservación del
agua, ya que por él transitan miles de barcos al año que representan el 5% del
comercio a nivel mundial.
El bosque nativo es la representación más clara que nos queda de cómo debería
verse y funcionar nuestro planeta. Lamentablemente, los seres humanos no abrimos
los ojos hasta que un grupo de científicos nos alertan de las consecuencias que nos
puede traer la forma en la cual nos relacionamos con la naturaleza.

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