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El entrenamiento cerebral puede reducir el dolor sin necesidad de

medicamentos

Aunque no funciona en todos los individuos, la técnica puede derivar en nuevos


tratamientos médicos.

La actividad cerebral puede controlarse mentalmente para reducir el dolor, señala un


estudio de la Universidad de Stanford. La técnica sólo funciona cuando las personas
pueden contemplar en directo, mediante imágenes de resonancia magnética, la zona
del cerebro relacionada con el dolor. Combinando esas imágenes con un entrenamiento
mental adecuado, el dolor disminuye. El estudio demuestra que en determinadas
circunstancias es posible “dominar” nuestra actividad cerebral y que, además, se
puede en teoría controlar la intensidad del dolor que sentimos sin tener que usar
medicación. La técnica abre nuevas vías a inéditos tratamientos médicos, aunque hay
que tener en cuenta que no funciona por igual en todos los individuos y que el uso de
las imágenes de resonancia magnética es caro.

El dolor y su percepción. Georgia Pain Physicians

Todos nosotros controlamos consciente e inconscientemente nuestro cerebro cada vez


que iniciamos cualquier actividad, tenemos cualquier pensamiento o sentimos
cualquier emoción o sensación. Hasta hace poco, no estaba muy claro hasta qué punto
podía controlarse la actividad cerebral (o más concretamente la actividad en algunas
regiones del cerebro muy específicas), ni el impacto que ese control podría tener sobre
nosotros.

En el cerebro hay regiones muy bien definidas que son las responsables de nuestras
percepciones de dolor. Un estudio realizado por un grupo de investigadores
norteamericanos ha intentado responder a dos cuestiones básicas: ¿podemos aprender
a controlar una región del cerebro llamada la corteza cingulada anterior, relacionada
con nuestra percepción del dolor? ¿Este control aprendido afectaría tanto a enfermos
con dolores crónicos como a gente sana a la que se ocasionara un dolor puntual?

El experimento ha contestado a ambas cuestiones afirmativamente: se puede enseñar


a controlar la actividad de las regiones del cerebro relacionadas con el dolor, y reducir
de esta forma esta desagradable sensación. Esta prueba ha sido realizada por
Chistopher de Charms, investigador principal de Omneuron, una empresa de San
Francisco especializada en conocer con imágenes de resonancia magnética la actividad
cerebral para entrenar a los pacientes en su control, en colaboración con la
Universidad de Standford, que explica el experimento en un interesante artículo.

Los investigadores han puesto de manifiesto que si un individuo puede aprender


directamente a controlar la activación de ciertas regiones localizadas de su cerebro,
eso puede darle control sobre los mecanismos neurofisiológicos de comportamiento y
conocimiento, y puede convertirse en una nueva fórmula de tratamiento de
enfermedades.

Imágenes de resonancia magnética


El experimento de Charms consistió en utilizar la llamada imaginería de resonancia
magnética (IRM) para visualizar la actividad de una zona del cerebro implicada en la
percepción del dolor: la corteza cingulada anterior. En medicina, la resonancia
magnética nuclear es una técnica de obtención de imágenes internas del organismo,
gracias al fenómeno físico de la resonancia.

Estas imágenes se utilizan como fuente de información en numerosos diagnósticos. La


resonancia magnética utiliza fuertes campos magnéticos que provocan que las células
del cuerpo emitan ondas de radio. Los diferentes tejidos emiten diferentes ondas en
función de su densidad y de su contenido en agua. Una computadora traduce los
patrones de estas ondas en imágenes muy detalladas de las partes del cuerpo en las
cuales se pueden identificar anomalías que pueden ser utilizadas para un diagnóstico
médico.

Sesiones de entrenamiento

En las imágenes tomada por los investigadores, aparecía en pantalla una especie de
“llama” que reflejaba el nivel de actividad del área de la corteza cingulada anterior, lo
que permitió a los voluntarios visualizarla. Entonces, los investigadores le pidieron a
los pacientes que controlaran la activación de esa zona o bien concentrando su
atención en el dolor o, por el contrario, distrayéndose de él para pensar en otra cosa.

Después de algunas sesiones de entrenamiento, algunos pacientes fueron capaces de


reducir la actividad de esta parte del cerebro, experimentando al mismo tiempo una
reducción del dolor. Los resultados han sido publicados por la revista Proceedings of
the Nacional Academy of Sciences.

Tal como se explica en el mencionado artículo, los pacientes que consiguieron controlar
el dolor contemplaron la imagen de sus cerebros durante 39 minutos y en ese tiempo
intentaron varias estrategias mentales para aumentar o disminuir la actividad cerebral
de la zona afectada por el dolor.

La técnica mental empleada consistía básicamente en distraer la atención del sujeto


del dolor experimentado, tratando de que su mente pensara en otra cosa. Cuando lo
conseguían, contemplaban cómo disminuía la actividad de la corteza cingulada anterior
y al mismo tiempo la sensación de dolor en la zona del cuerpo que formaba parte del
experimento.

Para verificar que el hecho de pensar en otra cosa no es suficiente para explicar tanto
la reducción de la actividad cerebral como el dolor en sí mismo, otro grupo de
voluntarios emplearon la misma técnica mental con otra región del cerebro, lo que no
produjo ningún cambio en la sensación de dolor.

Se realizaron, por tanto, experimentos que demostraron que el control del dolor no se
observa después de un entrenamiento similar si los sujetos no contemplan las
imágenes de su cerebro y si estas imágenes no corresponden a la corteza cingulada
anterior. De esta forma, se demostró la importancia de la visualización en la
consecución de los objetivos del experimento.

Nuevo mecanismo clínico


Según los expertos, el control sobre el sistema modulador del dolor es un objetivo muy
importante porque podría suponer un mecanismo clínico único de control del dolor.
Utilizando imágenes a tiempo real de la actividad del cerebro captadas con resonancia
magnética, se puede guiar a los pacientes para que aprendan, mediante
entrenamiento, a controlar la corteza cingulada anterior, un región del cerebro que se
relaciona con la percepción y con la regulación.

Cuando los participantes indujeron deliberadamente un aumento o un decrecimiento


de la activación de esta región, este control en dicha actividad produjo un cambio
correspondiente en la percepción del dolor ocasionado artificialmente por un estímulo
térmico nocivo.

El experimento se aplicó a ocho pacientes sanos y a otro grupo más de pacientes con
dolores crónicos de entre 18 y 37 años de edad. En ambos casos, los voluntarios
consiguieron reducir su dolor después del entrenamiento. Estos descubrimientos
demuestran que los individuos pueden controlar voluntariamente la actividad de
determinadas regiones del cerebro si son entrenados para ello, lo que exige más
experimentos que estudien esta vía como fórmula médica paliativa del dolor.

No es la primera vez que algunas personas consiguen controlar su actividad cerebral a


través de una experimento. DeCharms se ha asociado con un especialista del dolor de
la Universidad de Stanford, Sean Mackey, para transformar esta técnica en terapia,
particularmente de los dolores crónicos. Sin embargo, los resultados varían mucho de
una persona a otra, sin olvidar por otra parte que la imagen de resonancia magnética
es cara, lo que lo que limita su generalización a menos a corto plazo y para cualquier
circunstancia.

Yaiza Martínez
http://www.tendencias21.net/

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