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La Historia del Arte analiza, estudia e investiga las manifestaciones que el hombre, como ser cultural y
científico, ha realizado a lo largo de su evolución histórica. Así el conocimiento entre el mundo de las
Artes y de las Humanidades, y las Ciencias Jurídicas, de las Ciencias Sociales o de tipo técnico como la
arquitectura y la ingeniería, se han establecido una serie de puentes con disciplinas tan diversas como
la antropología, la filosofía, la geografía, la historia, la expresión artística, la economía, la sociología, la
literatura, la educación, la comunicación, la psicología, el urbanismo, la proyección arquitectónica y en
ingeniería.
Especial mención merecen las relaciones emergentes y cada vez más importantes con otras actividades
a las que el mundo actual concede un relieve en alza. Se trata de disciplinas, como el patrimonio
histórico artístico y cultural y sus usos, el turismo, la museología, la historia de la música y la
comunicación audiovisual. No resulta extraño por ello que surja una interacción, cada vez más acusada,
entre el Título de Historia del Arte y muchos posgrados vinculados con las múltiples, variadas y diversas
ramas del saber antes comentadas.
Si los años 90 significaron en España el despegue y consolidación de la disciplina de Historia del arte,
con la implantación de la Licenciatura y la elaboración de sus planes de estudio, en los últimos años el
desarrollo de la investigación y la aparición de numerosa bibliografía especializada, unida a las corrientes
de cambio que azotan a la universidad española de la mano del espíritu de Bolonia, ha permitido que
los estudiantes y profesores, bajo el lema «Sí a la Historia del Arte», hayan conseguido
demostrar a la sociedad la necesidad profesional y el interés de nuestro trabajo.
Sin embargo hoy, aunque aparentemente asegurada la continuidad, de los estudios universitarios en
Historia del Arte y el Patrimonio Histórico artístico y cultural, a través de los grados y másteres oficiales
ofertados en diversas universidades de toda España la implantación del Espacio Europeo de Educación
Superior (EEES) ha supuesto un camino de adaptación que está resultando completo en su
planteamiento teórico, pero insuficiente en su puesta en marcha debido a los recortes y la escasa
apuesta que en los últimos años se está haciendo hacia una universidad de calidad en docencia,
investigación, y sobre todo, en la formación de futuros profesionales. El departamento de Historia del
Arte de la Universidad de Murcia que dirijo en los últimos años, se ha empeñado en seguir manteniendo
la calidad de su investigación, a la vez que dotar a sus estudiantes de técnicas y competencias que
permitan conocer, analizar, investigar en esta disciplina, además de contribuir a proteger el patrimonio
artístico-cultural universal, a la vez que analizar de manera crítica la cultura visual actual, sus
raíces históricas y su impacto en la sociedad del conocimiento.
A cambio el perfil exigido a los alumnos que quieran estudiar el grado de Historia del Arte de la
Universidad de Murcia como en el resto de las Universidades españolas, deben proceder
preferentemente de los Bachilleratos de Humanidades y Ciencias Sociales o del Bachillerato de Arte.
Además, sería recomendable estar en posesión del nivel B1 de inglés al finalizar los estudios. Para
conseguir el titulo de graduado es obligatorio haber realizado las prácticas curriculares en una de las
más de 30 empresas e instituciones con las que el departamento de Historia del Arte tiene firmados
convenios con el fin de asegurar un corta, pero formativa experiencia laboral en algunos de los campos
profesionales de la Historia del Arte. Por último, deberá defender al final de 4º curso, es decir, como
última asignatura de la carrera, un Trabajo Fin de Grado (el llamado TFG) que será dirigido y tutorizado
por un profesor que haya impartido docencia a lo largo de los estudios del grado y que tiene como
objetivo básico que el alumno demuestre los conocimientos, capacidades e instrumentos metodológicos
que ha ido adquiriendo a lo largo de sus estudios.
Joaquín Cánovas Belchí.
Director del Departamento de Historia del Arte en la Universidad de Murcia.
El estudio de la historia del arte es la disciplina académica cuyo objeto son las obras de arte en
su desarrollo histórico y contexto estilístico (género, diseño, formato y apariencia),2 y los artistas en
su contexto cultural y social.3 Mediante diversos métodos de estudio, analiza fundamentalmente
las artes visuales (pintura, escultura y arquitectura), y menos frecuentemente también otras bellas
artes (música, danza, literatura), artes industriales y oficios artísticos (orfebrería, mobiliario, historia
del vestido, etc.).
En una definición amplia, los estudios de historia del arte incluyen la crítica de arte (aplicada al
aprecio contemporáneo de las producciones de arte implicadas en el mercado de arte y en
las exhibiciones artísticas -museística, galerismo, comisariado
artístico de exposiciones, ferias, espacios, o instalaciones artísticas-) y la teoría del arte (expresión
de la estética y de su evolución histórica -historia de la estética-); de un modo restringido, se
identifican con la historiografía del arte o de la historia del arte, es decir, con la rama de
la historiografía que se ocupa de la producción historiográfica de los historiadores del arte,
científicos cuya ciencia es la historia del arte, una ciencia social derivada de la propia historia.4
Ernst Gombrich observó que el campo de la historia del arte se parece a la Galia de César, dividida
en tres partes habitadas por tribus diferentes, aunque no necesariamente hostiles: los
"connoisseurs" [conocedores, aficionados], los críticos y los historiadores de arte académicos.5
El imposible deslindamiento de estos campos, y la estrecha vinculación entre intereses económicos,
modas intelectuales y juicios estéticos dependientes del gusto artístico, hacen que el problema de
la objetividad sea mucho más agudo en los estudios de historia del arte que en otros campos de la
historiografía o de las ciencias sociales, siendo éstas ya de por sí más subjetivas que las ciencias
físico-naturales. El lenguaje utilizado en parte de la producción literaria que trata sobre arte, en
ocasiones tiende a descuidar el rigor formal y la precisión metodológica propia de los textos
científicos, en beneficio de la propia calidad estética de lo escrito, o cae en vicios como la hipérbole
(ponderación exagerada de las cualidades o búsqueda de parangones, similitudes y relaciones
improbables) y la mistificación (ocultamiento, falseamiento o incluso invención de datos).6
Disciplina académica[editar]
El estudio de la historia del arte es una disciplina académica relativamente nueva, que comienza en
el siglo XIX.7 Mientras el análisis de otras ramas de la historia, como la historia política, la historia de
la literatura o la historia de la ciencia se beneficia de la claridad y capacidad de difusión de la
palabra escrita, los historiadores del arte se basan en el análisis de conceptos formales,
la iconología, la semiótica (estructuralismo, post-estructuralismo y deconstrucción),
el psicoanálisis y la iconografía;8 así como fuentes primarias y fuentes secundarias (las
reproducciones artísticas) como motivos de discusión y estudio.9 Los avances en la reproducción
fotográfica y en las técnicas de impresión tras la Segunda Guerra Mundial incrementaron la
capacidad de hacer reproducciones fidedignas de obras de arte. Sin embargo, la apreciación y
estudio de las artes visuales ha sido un área de investigación para muchos autores a finales de
siglo XX. La definición de la historia del arte refleja la dicotomía que existe en la misma definición de
arte: arte como historia en un contexto antropológico, o arte como estudio de la forma.
Metodologías[editar]
Los historiadores del arte emplean hasta 9 métodos propios y variados en su investigación de la
calidad, naturaleza e historia de las obras de arte.10
El análisis formal es el que se enfoca en la forma del objeto en cuestión. Los elementos de la forma
son la línea, el tamaño, el color, la composición, el ritmo, etc. Sería la forma más simple, ya que el
análisis es simplemente una exégesis, pero depende fuertemente en la capacidad del historiador de
pensar críticamente y visualmente.
Un análisis estilístico es el que se enfoca en la combinación de elementos formales en un estilo
coherente. Usualmente un análisis estilístico hace referencia a los movimientos o tendencias
artísticas como medios de extraer el impacto e importancia de un objeto particular.
Un análisis iconográfico es el que se enfoca en los elementos de diseño particular de un objeto. A
través de una lectura atenta de tales elementos, es posible trazar su procedencia, y sacar
conclusiones que conduzcan a los orígenes y trayectoria de tales motivos. A su vez, es posible
realizar observaciones en torno a los valores sociales, culturales, económicos o estéticos de los
responsables de la producción de tal objeto.
Finalmente, muchos historiadores de arte usan la teoría crítica para encuadrar sus investigaciones
sobre las obras de arte. La teoría crítica se usa más comúnmente cuando se trata con obras más
recientes, desde finales del siglo XIX. Un término algo más vago, las aproximaciones teoréticas al
arte, tiene un uso cronológico más amplio, desde el análisis psicológico de la estética hasta la
crítica marxista, y otras (feminista, teoría crítica racial, teoría queer, teoría postcolonial) que han
quedado establecidos dentro de la disciplina de la historia del arte. Al igual que en otros estudios,
hay un interés académico entre los historiadores del arte por la naturaleza y el medio ambiente,
pero aún no ha recibido atención suficiente como para que esta dirección quede determinada.
Arte y artefacto[editar]
La reciente revisión de la división semántica entre arte y artefacto (del inglés artifact) ha puesto en
valor objetos, antes no apreciados artísticamente, que las culturas no occidentales creaban con
criterios estéticos, y se relaciona con una de las características más singulares del arte actual: la
relación entre los artistas y la exhibición de su arte, y el uso de los museos y todo tipo
de espacios como medio de expresión de toda clase de obras de arte e instalaciones artísticas.15
El mundo medieval[editar]
La literatura artística medieval es particularmente ajena a los conceptos historiográficos o críticos
sobre el arte, concretándose en las especulaciones filosófico-estéticas de
tradición neoplatónica (Plotino, San Agustín, Santo Tomás de Aquino). San Isidoro de Sevilla, en
las Etimologías describe esquemáticamente la música, la pintura, el estuquismo y la arquitectura
(que divide en dispositio, constructio y venustas, considerando a esta -el adorno- más importante
que las proporciones vitrubianas). También en esa tradición intelectual, Witelo (monje amigo de
Tomás de Aquino), en un tratado de óptica, se opone al naturalismo clásico, al poner la belleza de
lo artificial por encima de lo natural. Se elaboró literatura técnica en forma de recetarios, como los
de Heraclio (De coloribus et artibus Romanorum I tratati, una miscelánea que recoge informaciones
sobre vidrio, cerámica, miniaturas y propiedades mágicas de las piedras), el benedictino del siglo
XII Teófilo Presbítero (Schedula diversarium Artium o De Diversis Artibus, sobre miniatura, pintura
mural, vidrio, metales, marfil y piedras preciosas). El arquitecto gótico francés Villard d'Honnecourt,
en su cuaderno de dibujo denominado Album o Livre de portraiture, intentó desarrollar una teoría de
las proporciones ajena a la anatomía.
Las reacciones contra el exceso decorativo comienzan con el cisterciense San Bernardo de
Claraval, y son continuadas con distintos criterios por los pre-
renacentistas italianos(Dante, Petrarca y Bocaccio). La valoración de la figura social del artista
comienza con el historiador florentino Filippo Villani (De origine civitatis Florentiae et eiusdem
famosis civibus, 1400), quien recoge a Giotto y Cimabue entre los florentinos ilustres. El
pintor Cennino Cennini, en Il libro dell'arte, realizó el último recetario medieval o manual de taller, a
la vez que introdujo conceptos renacentistas (lo moderno, el relieve, la naturaleza, la fantasía).
Textos del Bizancio medieval fueron recopilados por Dionisio de Furna (siglo XVIII) en Hermeneia
tes Zographikes.18
Karel van Mander, por Hendrik Goltzius, 1604. Grabado del Schilderboeck.
El holandés Karel van Mander publicó en Alkmaar en 1604 el Schilderboek, una obra teórica e
histórica en cuatro libros donde se trata tanto del arte antiguo como de la pintura italiana del
Renacimiento y de los pintores del norte de Europa (su parte más original y valiosa) siguiendo el
modelo de las biografías vasarianas.
Contemporáneamente, los tratadistas de arquitectura, con criterio no historiográfico sino técnico o
estético, proporcionan en sus obras datos sobre obras del pasado o contemporáneas; italianos
como Andrea Palladio, Vincenzo Scamozzi y Sebastiano Serlio, españoles como Diego de Sagredo,
portugueses como Francisco de Holanda (De pintura antigua, 1548), franceses como Androuet du
Cerceau y Philibert de l'Orme o alemanes como Wendel Dietterlin.20
Giovanni Paolo Lomazzo (Tratado dell'arte della pittura, 1584) da abundante información sobre los
maestros lombardos.
Jacob Burckhardt[editar]
El suizo Jacob Burckhardt (1818 - 1897), otro de los autores que pueden considerarse como figuras
fundacionales de la historia del arte, con su imprescindible obra sobre La Cultura del Renacimiento
en Italia (1860), representaba la continuidad de los planteamientos de Winckelmann a lo largo del
siglo XIX. Burckhardt señaló que Winckelmann fue el primero en distinguir entre los periodos de arte
antiguo y en conectar la historia del estilo con la historia del mundo. Es destacable que, desde
Winckelmann hasta el siglo XX, el campo académico de la historia del arte estuviera dominado por
personalidades de lengua alemana.
Winckelmann fue una de las lecturas preferidas de Johann Wolfgang Goethe y Friedrich Schiller, lo
que incitó a ambos a escribir sobre historia del arte. La descripción del Laocoonte por Goethe
(Sobre Laocoonte, 1798) vino motivada por su deseo de dar respuesta al Laocoonte o sobre los
límites en la pintura y poesía de Gotthold Ephraim Lessing (1766, a su vez inspirado por el
tratamiento que Winckelmann le dedica a la escultura en su Historia del arte en la antigüedad de
1764, asombrado por el hecho de que el dolor y la muerte pudieran ser objeto de una obra bella).
Previamente, el inglés Edmund Burkehabía publicado su Indagación filosófica sobre el origen de
nuestras ideas acerca de lo sublime y lo bello (1756) donde fija el concepto de lo sublime: lo que
causa terror o inquietud, pero atrae irresistiblemente; a diferencia de lo pintoresco (otro término
fijado con un nuevo uso estético en la Inglaterra del siglo XVIII) que es simplemente sorprendente,
seductor y singular, que invita a una contemplación placentera. Todo ello en clave prerromántica,
para justificar el goce estético que producen las ruinas, por un lado, o los terribles espectáculos de
la naturaleza (tormentas, precipicios), por otro.27
El surgimiento del arte como un tema principal de la especulación filosófica se asentó con la
aparición de la Crítica del Juicio de Immanuel Kant en 1790, seguida por las Lecciones sobre
Estética de Hegel (impartidas en su cátedra de Berlín desde 1818 y recopiladas tras su muerte en
1831).
Rumohr y la Escuela berlinesa[editar]
Karl Friedrich von Rumohr (Italienische Forschungen, 1827-1831) desarrolló una historiografía del
arte basada en el estudio crítico de las fuentes primarias investigadas en archivo, en búsqueda de
una mayor objetividad.28
La filosofía hegeliana sirvió de inspiración directa a la obra de Karl Schnaase (1798 –
1875, Niederländische Briefe) que estableció los fundamentos teóricos de la historia del arte como
disciplina autónoma. Su Geschichte der bildenden Künste, uno de los primeros manuales de esta
disciplina, que cubre desde la Antigüedad hasta el Renacimiento, facilitó su enseñanza en las
universidades de lengua alemana. Por la misma época se publicó una obra similar de Franz
Theodor Kugler (1808-1858).
Schliemann, que realizó las excavaciones de Troya y Micenas con un polémico criterio: la aceptación de la
validez arqueológica de lo registrado literariamente en los mitos griegos.
Ruskin[editar]
El polígrafo inglés John Ruskin (1819-1900, Modern Painters, by a Graduate of Oxford -1839-
, Seven Lamps of Architecture -1849-) tuvo en la estética y la crítica de arte uno de sus campos
fundamentales. Aunque su aproximación al arte no era esencialmente historiográfica, sostenía la
superioridad de los paisajistas modernos sobre los viejos maestros, mientras que en el ámbito de la
arquitectura y de las artes decorativas, por el contrario, abominaba de la industrialización y de la
utilización de los nuevos materiales (sobre todo de los motivos decorativos sacados a molde en
hierro colado) que veía como una mentira frente a la honradez tradicional de los saberes
tradicionales artesanos, manteniendo posturas que, por un lado, le asemejan a conservadores y
reaccionarios y, por otro, estaban en línea con algunas de las críticas sociales de los socialistas
utópicos, en concreto precediendo las propuestas de William Morris y el movimiento Arts and Crafts.
Fotografía de Wölfflin contemplando un cuadro. Comienzos del siglo XX (el fotógrafo, Rudolf Dührkoop, murió
en 1918).