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MATERIALES DE LECTURA
Nos Queremos Vivas: violencias machistas, patriarcado y neoliberalismo
En estos materiales recopilamos algunas lecturas sobre las diferentes temáticas tratadas en
el curso. Las lecturas que se señalan como “material básico”, junto con los videos, serán la
base de las discusiones del curso, y os recomendamos trabajarlas todas ellas para el mejor
aprovechamiento del curso.
SESIÓN 1. ¡NOS QUEREMOS VIVAS! Abriendo preguntas sobre las violencias machistas
Material básico
• Rita Laura Segato, Patriarcado: del borde al centro. Disciplinamiento, territorialidad y crueldad en la
fase apocalíptica del capital”, en La guerra contra las mujeres, Madrid, Traficantes de Sueños, 2016.
Material complementario
• Estructura y acción en la violencia de género, María Jesús Izquierdo, Universitat Autònoma de
Barcelona.
• Video: Conflictos y violencia en pareja: Apuntes metodológicos. https://vimeo.com/110128897
Material básico
• Graciela Atencio, "Feminicidio. Introducción al concepto y categoría", en Feminicidio. El asesinato de
mujeres por ser mujeres, Madrid, FIBGAR/Catarata, 2015.
• Vídeo. La guerra contra las mujeres (2mns) https://www.youtube.com/watch?v=S1IQZly1lQA
Material complementario
• Audio. Presentación del libro Feminicidio. El asesinato de mujeres por ser mujeres.
https://soundcloud.com/traficantesdesue-os/feminicidiomp3
• Entrevista en Diagonal a Graciela Atencio: https://www.diagonalperiodico.net/libertades/26554-
estados-son-complices-por-no-hacer-justicia-y-por-no-evitarlos.html
Material básico
• Amaia Pérez Orozco, "La familia nuclear o la construcción violenta de la norma y la normalidad", en
Subversión feminista de la economía, Madrid, Traficantes de Sueños, 2014, pp. 172-176).
https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/map40_subversion_feminista.pdf
Material complementario
• Pateman, Carole (1995). Hacer un contrato (pp. 9 - 30). En El contrato sexual. Madrid: Anthropos.
SESIÓN 4. CHACHAS Y PUTAS: de las violencias laborales a la organización de las trabajadoras
Material básico
• Cristina Morini, “Introducción a la edición en castellano”, en Por amor o a la fuerza. Feminización del
trabajo y biopolítica del cuerpo, Madrid, Traficantes de Sueños, 2014, pp. 25-38
Material complementario
• Amaia Pérez Orozco, “Breves apuntes sobre el trabajo”, en Subversión feminista de la economía,
Madrid, Traficantes de Sueños, 2014, pp. 270-223.
https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/map40_subversion_feminista.pdf
• Margot Pujal i Llombart, “Dolor, trabajo y su diagnóstico psicosocial de género: un ejemplo”:
http://revistas.javeriana.edu.co/index.php/revPsycho/article/viewFile/6496/5923
• Monógráfico sobre el trabajo sexual coordinado por Mamen Briz
http://www.colectivohetaira.org/WordPress/wp-content/uploads/2016/07/Conla-A.pdf
• Video. Documental "oscuros portales" (Violencia laboral sobre mujeres de clases populares y
racializadas) https://www.youtube.com/watch?v=w7WQq5SOsXU
• Video. Campaña Igualdad de derechos: https://www.youtube.com/watch?v=C2rF4hwaXWI
• Video. Rueda de prensa de AFEMTRAS, donde denuncian abusos policiales y las consecuencias de la
Ley Mordaza: https://www.youtube.com/watch?v=ee0S7AmamLc
Material básico
• Grupo de Trabajo Queer (ed.), El eje del mal es heterosexual. Figuraciones, movimientos y prácticas
feministas queer, Madrid, Traficantes de Sueños,, 2005, pp. 17-26. https://www.traficantes.net/libros/el-
eje-del-mal-es-heterosexual
• Cuarta charla de los foros debate “Violencias de género desde la metodología de investigación
feminista” organizados por SIMReF en 2014. Elena Casado y Amparo Lasén (Universidad Complutense
de Madrid): https://vimeo.com/110128897
Material complementario
• Blog de Coral Herrera: http://haikita.blogspot.com.es/p/publicaciones_6.html
• Curso de Nociones Comunes: ¿Qué hay detrás del amor? Crítica al pensamiento amoroso, identidad
y reproducción. http://aula.fundaciondeloscomunes.net/curso/que-hay-detras-del-amor
Material básico
• Rita Laura Segato, “La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez”, en La
guerra contra las mujeres, Madrid, Traficantes de Sueños, 2016, pp. 33-52.
Material complementario
• Rita Laura Segato, La guerra contra las mujeres, Madrid, Traficantes de Sueños, 2016.
SESIÓN 7. GORDAS. Del imperativo de delgadez a las luchas por la diversidad corporal
Material básico
• Magdalena Piñeyro, “Los lugares comunes de la gordofobia”, en Stop Gordofobia y las panzas
subversas, Málaga, Zambra y Baladre, 2016.
Material complementario
• Lucrecia Masson, “Un rugido de rumiantes”: http://www.caladona.org/grups/uploads/2014/05/un-
ruido-de-rumiantes-lucrecia-masson.pdf
• Virgin Tovar: "Los hombres gordos son una cuestión feminista":
https://eldemonioblancodelateteraverde.wordpress.com/2014/10/14/los-hombres-gordos-son-una-
cuestion-feminista/
• Cooper, Charlotte, La gordura es un asunto del feminismo, pero de qué feminismo?
http://gordazine.tumblr.com/post/46354728211/la-gordura-es-un-asunto-del-feminismo-pero-de
• Audio. Presentación del libro La cara oscura del capital erótico, de Jose Luis Moreno Pestaña
https://soundcloud.com/traficantesdesue-os/la-cara-oscura-del-capital-erotico-de-jose-luis-moreno-
pestana
Material básico
• Marta Borraz y Belén Remacha, “El acoso machista al que te enfrentas si te atreves a hablar de
feminismo en redes”: http://lab.eldiario.es/diadelamujer/acoso/
• “Redes sociales: el espejo aumentado del machismo”:
https://www.diagonalperiodico.net/panorama/31931-redes-sociales-espejo-aumentado-del-
machismo.html
Masculinidad
• “Qué hacemos con la masculinidad: reformarla, abolirla o transformarla?”, de Jokin Azpiazu
http://www.pikaramagazine.com/2013/03/%C2%BFque-hacemos-con-la-masculinidad-reformarla-
transformarla-o-abolirla/
Locas: la violencia sobre sí o la encarnación del patriarcado (textos de la sesión del curso presencial)
• Margot Pujal i Llombart y Patricia Amigot, “Desmedicalización de la experiencia de dolor en mujeres:
usos de plataformas virtuales y procesos de agenciamiento subjetivo”:
http://revistas.javeriana.edu.co/index.php/revPsycho/article/viewFile/10656/13429
• Margot Pujal i Llombart, “Reflexiones en torno al suicidio: desestabilizando una construcción
discursiva reduccionista”:
http://www.raco.cat/index.php/Athenea/article/viewFile/34172/34011
• Margot Pujal i Llombart, “Discursos científicos sobre el dolor cronificado sin-causa-orgánica.
Incorporando una mirada de género para resignificar-repolitizar el dolor:
https://revistas.ucm.es/index.php/POSO/article/viewFile/45295/47862
SESIÓN 1. ¡NOS QUEREMOS VIVAS! Abriendo preguntas sobre las
violencias machistas
* Versiones parciales de este texto fueron publicadas en The South Atlantic Quarterly, vol. 115,
núm. 3, 2016, («Patriarchy from Margin to Center: Discipline, Territoriality, and Cruelty in the
Apocalyptic Phase of Capital») y en Revista Nueva Sociedad, núm. 264, julio-agosto de 2016.
91
92 La guerra contra las mujeres
qué? Porque su polo conductor será esa esfera, diseñada a partir de una es-
tructura binaria donde las variedades de sujetos diferenciados y minorizados
(las mujeres, las personas practicantes de modalidades no normativas de la
sexualidad, los negros, los indios, los jóvenes y niños, y todo lo que se desvíe
de la norma encarnada por el sujeto universal) pasan a ser alteridades y ano-
malías del Uno en la imaginación colectiva, y deben realizar un esfuerzo de
travestismo para hablar en el idioma de la política, ahora secuestrada por el
campo estatal; incómodas anomalías que encarnan «el problema del otro», que
es y nunca puede dejar de ser el problema de la colonial-modernidad.
con la fase histórica que atravesamos como sociedad. Así como comprender
la historia del patriarcado es entender la historia de la esfera pública y del
Estado, de la misma forma y en el centro de todas las cuestiones, entender las
formas de la violencia de género hoy es entender lo que atraviesa la sociedad
como un todo.
Si tuviéramos que construir una alegoría gráfica, pictórica, del mundo
hoy, en esta modernidad avanzada, la alegoría sería una de esas pirámides
invertidas que forman los acróbatas en los circos, donde una a una se van su-
perponiendo hileras de equilibristas hasta armar un edificio completo de gen-
te a duras penas superpuesta, pies sobre cabezas, estrato sobre estrato, pero
allá abajo, en la fundación, en la base de la pirámide, yacería, sustentando el
edificio todo, un cuerpo de mujer. Muchas veces me imagino esa estructura,
porque me parece ser lo único capaz de explicar por qué permanece imposi-
ble algo que a simple vista se presenta tan sencillo de realizar como retirar
a la mujer de la posición de subordinación en que se encuentra, castigada,
subyugada, agredida; impedir que continúe siendo violada, traficada y escla-
vizada por la trata, cosificada y desmembrada por el ojo del lente mediático.
No sería una tarea difícil, bastarían unas pocas acciones, unas pocas medidas,
intervenciones puntuales no muy complicadas. Pero por alguna razón no se
puede. Se presenta imposible. Nunca hubo más leyes, nunca hubo más clases de
derechos humanos para los cuerpos de seguridad, nunca hubo más literatura
circulando sobre derechos de la mujer, nunca hubo más premios y reconoci-
mientos por acciones en este campo, y sin embargo las mujeres continuamos
muriendo, nuestra vulnerabilidad a la agresión letal y a la tortura hasta la
muerte nunca existió de tal forma como hoy en las guerras informales con-
temporáneas; nuestro cuerpo nunca fue antes tan controlado o médicamente
intervenido buscando una alegría obligatoria o la adaptación a un modelo
coercitivo de belleza; nunca tampoco como hoy se cerró el cerco de la vigi-
lancia sobre el aborto que, sintomáticamente, nunca antes fue un tema de tan
acalorada discusión como lo es hoy, en la modernidad avanzada.
Al pensar el tema desde esa perspectiva, al sospechar que su victimización
©
1 Según OXFAM, en 2010, 288 personas tenían la misma riqueza que la mitad más pobre; eran
177 en 2011, 159 en 2012, 92 en 2013, 80 en 2014 y 62 en 2015. Véase OXFAM, «62 personas poseen
la misma riqueza que la mitad de la población mundial», 18 de enero de 2016; disponible en
Internet.
Patriarcado: Del borde al centro 99
Debe ser por eso que una estrategia central de las guerras contemporáneas, gue-
rras ya no entre Estados, guerras de un alto grado de informalidad, en América
Latina y Medio Oriente, es la estrategia de la profanación (Segato, 2014; Kaldor,
2012). No es por otra razón que los expertos hablan hoy de una «feminización
de la guerra». Existen innumerables pruebas en documentos humanos de todo
tipo y lugar de que es la posición femenina la que custodia, encarna y represen-
ta el arraigo territorial, lo sagrado, la vincularidad y la comunidad.
Chile y Qatar proporcionan los dos modelos que exponen las tendencias
de la presente fase —apocalíptica— del proyecto histórico del capital. Chile,
con la aplicación ortodoxa de la receta de Milton Friedman, que conduce a un
régimen societario regido por el mercado. La tristeza que impregna la socie-
dad chilena es frecuentemente asociada por la propia gente al efecto de preca-
riedad que ese modelo le imprime a la vida, en un sentido del término preca-
riedad que lo desvincula de la idea de pobreza o carencia, para significar con
precisión precariedad de la vida vincular, destrucción de la solidez y estabilidad
de las relaciones que arraigan, localizan y sedimentan afectos y cotidianos.
La experiencia de intemperie y desprotección se apodera así de una nación.
Qatar, por otro lado, epitomiza el fenómeno de un gobierno de propietarios y
la extensión territorial de la nación se confunde con la idea de un inmueble. La
abstracción estatal no existe y el Estado es neta y literalmente patrimonial: un
Estado de dueños. En América Latina, el patrimonialismo constitutivo de las
repúblicas criollas corre un serio riesgo de qatarización. La reprimarización de
la producción, la megaminería, la agricultura extractivista y el turismo extrac-
tivista son los correlatos del régimen absolutista de mercado y de la fusión del
poder político con la dueñidad, de allí resulta la agresión al ser humano y a su
medio en forma extrema, sin dejar más que restos a su paso. Intemperie pro-
gresiva de la vida, mercadeo de todo y reserva de seguridad exclusiva para
los propietarios y controladores de los mecanismos de Estado. Radicalización
del despojo, etnocidio, genocidio y conquistualidad.
Tal escena está ligada al ejercicio de la indiferencia frente a la crueldad,
ensayada y entrenada, con saña impune, sobre el cuerpo de la mujer y de los
©
lo que he llamado aquí «intemperie» y que no sería otra cosa que un limbo de
legalidad, una expansión no controlable de las formas paraestatales del con-
trol de la vida apoderándose de porciones cada vez mayores de la población,
en especial de aquellos en condición de vulnerabilidad, viviendo en nichos
de exclusión. Ese terror es la constatación, para muchas personas, de que el
control estatal y la protección del Estado, así como las leyes republicanas son,
y quién sabe si han sido siempre, una ficción, «un sistema de creencias», ape-
nas una fe proveedora de una gramática estable para la interacción social y
los límites de la conducta humana. Es posible que las dictaduras terminaran
cuando ya habían preparado el terreno para las nuevas formas del terror. Ya
no un terror de Estado, sino un entrenamiento para llevar la existencia sin
sensibilidad con relación al sufrimiento ajeno, sin empatía, sin compasión,
mediante el gozo encapsulado del consumidor, en medio del individualismo
productivista y competitivo de sociedades definitivamente ya no vinculares.
Algo que remite a la diferencia apuntada por Hannah Arendt entre soledad y
aislamiento, este último precondición del control totalitario.
Defendí por mucho tiempo la separación de los feminicidios íntimos de
los feminicidios públicos, bélicos, en una fase informal de las guerras. Hoy la
lección de la guerra informal, paraestatal, en sus varias formas, ha entrado en
las casas, y el umbral de sufrimiento empático se ha retirado. En Guatemala la
guerra dejó una secuela de hogares indígenas y campesinos ultra-violentos —
atención: no fue al contrario, como sostiene un cierto pensamiento feminista
eurocéntrico. La violencia sexual y feminicida no pasó de los hogares a la gue-
rra, su derrotero fue el inverso. En nuestros días, como demuestran una serie
de casos en todo el continente, el crimen íntimo pasa a tener características de
crimen bélico: la desova de la víctima al aire libre, en las zanjas, basurales y
alcantarillas, la espectacularidad de los asesinatos, que han pasado a perpe-
trarse también en lugares públicos. Asimismo, hablan de ese terror difuso las
ejecuciones sumarias, extrajudiciales y a manos de agentes estatales, que sin
explicación aumentan cada día en América Latina y especialmente en Brasil,
agrediendo la lógica, la gramática que permite tener una expectativa estabili-
zada de mi relación con los otros.
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Es por todo esto que podemos aventurar que, si cada época tiene una per-
sonalidad modal, funcional a su fase propia de relaciones económicas (histe-
ria para la revolución industrial, esquizofrenia con su delirio en la expresión
artística del modernismo), la estructura psicopática se presenta hoy como la
personalidad modal. La personalidad psicopática parecería ser hoy la estruc-
tura de personalidad mejor equipada para operar de forma funcional en el
orden de la fase apocalíptica del capital. El perfil psicopático, su ineptitud
102 La guerra contra las mujeres
ese Estado lo hizo apropiable por aquellos que detentan las llaves de sus ins-
tituciones. Y la destrucción de las comunidades con sus lógicas destituyó las
formas de politicidad de los espacios domésticos y entronizó a los hombres
como operadores por excelencia de toda política, aunque excepcionalmente
podamos tener figuras femeninas en los cargos. Lo que se produjo fue una
masculinización de la institucionalidad y una despolitización de los vínculos
que emergen del espacio doméstico, una desdomesticación de la vida y de toda
política política.
104 La guerra contra las mujeres
pensantes y haber vuelto inaudible nuestra voz. Nos damos cuenta entonces de
que es de nuestra mano que la historia tendrá que caminar.
Son innumerables los ejemplos de que somos las mujeres, con nuestro acti-
vismo, quienes mostramos el rumbo y hacemos la historia, que es de nuestra mano
que la historia camina y ha caminado, dejando a la vista el gran equívoco del arrin-
conamiento y la parcialización. Es el papel que tuvieron y todavía tienen las
Madres de Plaza de Mayo, cuyo gesto estratégico devolvió la politicidad al
Patriarcado: Del borde al centro 105
papel materno y fue liberador para la sociedad argentina como un todo, luego
replicado por mujeres en una gran variedad de países del mundo en su luchas
por diversos tipos de demandas. No es para nosotras, no es parcial, no es
particular, no es de la intimidad, no es privado, no es de minoría, sino una es-
trategia plenamente política y un proyecto histórico de interés general y valor
universal, que, al romper la estructura minorizadora, introduce precisamente
desde su margen otra propuesta y otra política. Cada vez más se demuestra
que las estrategias creadas y puestas en práctica por las mujeres son las que
marcan el rumbo e indican el camino para todos.
Las mujeres (representando aquí la posición femenina), sujetas de una his-
toria propia que produjo saberes especializados, somos la estabilidad confia-
ble del cotidiano, custodias del arraigo, emblema de la comunidad, respon-
sables de la diversidad genética que todavía existe en el planeta, expertas en
la vida relacional y en la gestión de los lazos de la intimidad, idóneas en las
prácticas no burocratizables de la vida, capaces de habitar el seguro escondite
del espacio doméstico otorgándole politicidad, dotadas de una imaginación
marginal y no disciplinada por la norma positiva, hábiles para sobrevivir.
Es por esto que la fe cívica, al llevarnos a poner los dos pies de nuestras lu-
chas en el campo del Estado, nos ha llevado a ese beco sem saída, a ese dead end
[callejón sin salida]. Pues, como argumenté, el Estado es siempre patriarcal,
no puede dejar de serlo, porque su historia no es otra cosa que la historia del
patriarcado. No hay que abandonarlo como campo de reivindicaciones, pero
no puede secuestrar nuestras luchas por entero ni monopolizar la política.
Hay vida inteligente fuera del campo estatal y existen instituciones no estata-
les. Quien hace la historia es la gente, capilarmente, con su imaginación y sus
insurgencias diarias, con sus tecnologías de sociabilidad, construyendo sus
propios mundos, sin vanguardias vanidosas y siempre al final expropiadoras
de la voz de los pueblos, con énfasis en los vínculos inmediatos, con la prác-
tica rigurosa de la reciprocidad, como siempre ha sido en nuestro continente.
Porque el Estado, con su estructura patriarcal, captura mucho más de lo
que nosotros somos capaces de capturarlo. Está concebido y diseñado para ser
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Feminicidio:
Introducción al concepto y a la categoría
1
FEMINICIDIO, EL ASESINATO DE MUJERES POR EL HECHO DE SER
MUJERES
CAPÍTULO 1
LO QUE NO SE NOMBRA NO EXISTE
Graciela Atencio
2
Dominicana1. En realidad el término fue refundado en América Latina. Su desarrollo
como categoría se produjo de manera sincrónica en los 90, en distintos países. Por un
lado, la antropóloga y teórica feminista Marcela Lagarde lo introdujo en la academia
mexicana en 19942 como feminicidio. Y por otro, las investigadoras costarricenses
Ana Carcedo y Montserrat Sagot3 tradujeron femicidio del inglés: “A inicios de los
90, Ana Carcedo y yo tuvimos la oportunidad de conocer el libro Femicide: The
Politics of Woman Killing, que acababan de publicar Jill Radford y Diana Russell y
decidimos realizar una investigación sobre los asesinatos de mujeres en Costa Rica
utilizando una versión un poco más reducida del concepto planteado en el libro de
Radford y Russell”. Desde entonces, tanto Lagarde como Sagot y Carcedo han sido
tres de los máximos referentes en la lucha por la erradicación del
feminicidio/femicidio en México y Centroamérica.
En América Latina la reconfiguración del término en una primera etapa se sostuvo por
el estudio, investigación y teorización de la academia feminista. En una segunda
etapa, la apropiación de la palabra en discursos de activistas y de derechos humanos
permitió que se desplegara su potencial de denuncia en la región. Hasta entonces no
existía un concepto que entendiera todo el mundo y que pudiera explicar el fenómeno
global y particular del asesinato de mujeres como parte de una política sexual. Desde
los movimientos sociales y en consonancia con el enfoque de distintas disciplinas:
sociología, antropología, filosofía y derecho, el término también debe aprehenderse
por su reverso: “el derecho a vivir una vida libre de violencia”, lema que apuntó desde
un principio a la responsabilidad del Estado frente a estos crímenes.
1
La teórica feminista Julia Monárrez: Trama de una injusticia, Feminicidio sexual sistémico en Ciudad
Juárez, Colegio de la Frontera Norte, México, 2009, p. 35.
2
Ibídem, p. 35.
3
“Ana Carcedo y Montserrat Sagot: femicidio en Costa Rica”, Feminicidio.net. Disponible en:
http://bit.ly/1BfcXqH
4
Rosa-Linda Fregoso y Cynthia Bejarano (Ed.): Feminicidio en América Latina, UNAM, México,
2011, p. 50.
3
En una etapa posterior el concepto atravesó las barreras de la cultura popular y se
empezó a usar en los medios de comunicación. La palabra también fue y es,
inspiración y motor de la creación artística, entre ellas, literatura, pintura, escultura,
fotografía, documentales, cine de ficción, series, comics… ampliaron los imaginarios
discursivos y reforzaron su uso (en el capítulo 8 de esta compilación veremos que hay
un grupo de artistas contemporáneas de España, México y Guatemala que abordan el
tema del feminicidio en sus obras).
Decía Michel Foucault que no hay historia sino por el lenguaje, tampoco hay
humanidad sino por el lenguaje. La palabra cobró tal vigor que el androcentrismo,
entendido como aquello que fija su atención desde una mirada masculina y la
misoginia, esa mentalidad social que justifica el odio hacia las mujeres, tuvieron que
rendirse a un significante desestabilizador de disciplinas tradicionales. A lo largo de
las dos últimas décadas feminicidio y femicidio sacudieron el segundo idioma más
hablado del planeta y consolidaron su uso en calles, casas, bibliotecas, aulas,
redacciones, parlamentos, juzgados, morgues en América Latina (donde habitan más
de 300 millones de personas hispanohablantes) y la gran red, internet, antes de que lo
legitimara la docta y Real Academia Española en su diccionario.
Homicidio proviene del latín homicidium, cuya radical inicial proviene del
5
Marcela Lagarde: “Claves feministas en torno al feminicidio. Construcción teórica, política y
jurídica”, en Fregoso, R., y Bejarano, C., (Ed.), Feminicidio en América Latina, UNAM, México,
2011, pp. 18-19.
4
nominativo de homo, hombre, cuyo genitivo es hominis, que presenta un alargamiento
silábico. Homicidio se forma, pues, con el radical abreviado hom(-o). Feminicidio,
por su parte, tiene como radical inicial el nominativo fémina, mujer, cuyo genitivo es
feminae, que no presenta alargamiento silábico. Por tanto, se forma a partir del radical
fémin(-a). Sería incorrecto querer componer la voz a partir del acortamiento fém(-
ina), para decir femicidio, puesto que no deriva de la palabra francesa femme (cuyo
acortamiento sería fem [-me]), sino del latín femĭna, voz que sigue teniendo el mismo
valor en la lengua española. De femĭna y del genitivo feminae se deriva
correctamente, pues, feminicidio6.
5
privados, la desigualdad salarial, los condicionamientos culturales al cuerpo biológico
de las mujeres ante la procreación y la maternidad, la feminización de la pobreza…
todas estas discriminaciones tienen que ver con el feminicidio y forman parte de las
“razones de género”, que tanto rechazo causan a quienes se oponen a vivir en una
sociedad igualitaria entre hombres y mujeres.
A la sombra de la RAE, en la segunda mitad del siglo pasado, una mujer sola escribió
un diccionario del uso del español que el escritor Gabriel García Márquez consideró
“el más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana”10.
Opuesta al objetivo de la RAE, que incluye palabras después de que hayan envejecido
en boca de la gente, María Moliner confesó haber integrado un diccionario (se editó
en 1966-1967 su primera versión) también con palabras que encontraba “en los
periódicos” ya que “…allí viene el idioma vivo, el que se está usando, las palabras
que tienen que inventarse al momento por necesidad”11.
9
Informe de la Real Academia Española sobre la expresión Violencia de Género, disponible en:
http://bit.ly/1Bk0aDh
10
Gabriel García Márquez: “La mujer que escribió un diccionario”, El País, 10 de febrero de 1981.
Disponible en: http://bit.ly/1Ae9TNb
11
Ibídem.
12
En México, María del Carmen Millán fue la primera mujer en ingresar a la Academia Mexicana de la
Lengua, el 13 de junio de 1975. Victoria Ocampo lo hizo en la Academia Argentina de Letras en junio
6
-injustamente- por ser mujer y tener la osadía de escribir un diccionario que se
desmarcaba del oficial. Probablemente Moliner, a diferencia de la pobre acepción que
le concede el diccionario de la RAE a la palabra feminicidio, se hubiese inspirado en
la definición amplia que dan Russell y Radford en uno de los ensayos más
importantes sobre el término (que citamos repetidamente en este libro)13:
María Moliner también hubiera incluido su acepción jurídica ya que el término fue
tipificado como delito en 12 países de Latinoamérica (tema que tratamos
específicamente en el capítulo 7 de esta compilación). Y hubiese reparado en otros
conceptos vinculados como “violencia sexual” y “terrorismo sexual (desarrollados en
el capítulo 6 de este libro)”.
En este punto, me detengo en algunas de las ideas erróneas o simplistas que han
circulado desde entonces en la cultura popular, en especial transmitidas a través de los
de 1977 mientras que en España, Carmen Conde lo consiguió en 1978, seis años después del ingreso
fallido de María Moliner.
13
Diana E. Russell y Jill Radford (ed.): “Feminicidio. La política de asesinato de las mujeres”, UNAM,
México, 2006, pp. 57-58.
14
Entre la limitada producción teórica hay voces como las de la filósofa y teórica feminista Celia
Amorós Puente, para quien la cuestión de los feminicidios “se convierte en un tema prioritario en la
agenda feminista global actual”, en: “Violencia patriarcal en la era de la globalización: de Sade a las
maquilas”, Mujeres e imaginarios de la globalización, Homo Sapiens, Rosario, 2008, pp. 213-305.
15
Desde finales de 2003 y los años 2004 y 2005 visité las Comunidades Autónomas de Andalucía,
Aragón, Castilla y León, Canarias, Cataluña, La Rioja, Extremadura, Madrid, Navarra y País Vasco en
el marco de una campaña de denuncia del feminicidio en Ciudad Juárez.
7
medios de comunicación y las redes sociales. Como bien sostiene Marcela Lagarde, la
gran divulgadora del tema en España hasta ahora, a veces se utiliza un “estereotipo”16
del concepto (el más generalizado se asoció a los asesinatos de mujeres de Ciudad
Juárez). Entre ellos, los más frecuentes son los siguientes:
1.- “El feminicidio sólo es un fenómeno de los países del sur”. Por oposición y
aunque no se manifieste a viva voz, el prejuicio más común se resume en una premisa
equivocada desde la mirada de la colonialidad17: “en Europa no hay feminicidios”,
como si el asesinato de mujeres por razones de género se produjera únicamente en
países más pobres, de otras etnias y culturas, lejanas al occidente blanco, desarrollado
y del Estado de bienestar. En esta idea errónea también influye el componente de
masividad o que el término se trate asimilado inequívocamente al feminicidio como
genocidio cuando éste último es uno de varios tipos de feminicidio.
2.- “Existe feminicidio cuando hay impunidad y no son comparables los niveles de
impunidad de España con los de países de América Latina”. Esta afirmación viene
prefigurada primero por la falsa idea de que en España no existe impunidad en estos
crímenes pero es cierto que algunos países de América Latina, aunque cuenten con
marcos legales innovadores en la tipificación del feminicidio/femicidio, por ejemplo
México, Guatemala y Honduras, padecen altísimos niveles de impunidad, cuestión
que denuncian las organizaciones de derechos humanos. Desde un enfoque global,
decolonialista y crítico del neoliberalismo, las comparaciones entre países del norte y
países del sur resultan útiles para particularizar y establecer indicadores de
semejanzas y diferencias en cómo se expresa la violencia extrema contra las mujeres
y cuánto afectan los enormes niveles de desigualdad a las sociedades del sur.
3.- “Todos los asesinatos de mujeres son feminicidios”. En ese error también incurren
con frecuencia los medios de comunicación que utilizan la palabra feminicidio como
sinónimo de asesinato de una mujer. El asesinato de una mujer puede no estar
motivado por razones de género.
4.- “Todas las formas de violencia extrema son feminicidios”. También de manera
equivocada se utilizan como sinónimo de feminicidio la violación y el maltrato físico.
El feminicidio implica siempre la pérdida de la vida de una mujer.
5.- “El feminicidio no es violencia de género”. En España el concepto que más se ha
generalizado para referirnos al fenómeno de la violencia contra las mujeres es el de
violencia de género. Feminicidio y violencia de género no son categorías enfrentadas
ni antagónicas en la teoría feminista. Sin embargo, en el contexto español, la
aplicación de la Ley Integral de Violencia de Género, cuyo alcance se limita a las
relaciones de pareja o expareja, ha generado en la opinión pública una idea limitada y
acotada del concepto al que alude el título de la ley. Desde el sentido figurado del
lenguaje ha provocado una sinécdoque (una parte de algo es usada para representar el
16
Marcela Lagarde: op. cit., p. 17.
17
Una lectura del término desde la teoría de Aníbal Quijano: “Colonialidad del Poder, Eurocentrismo y
América Latina", en Edgardo Lander (Comp.) Colonialidad del Saber, Eurocentrismo y Ciencias
Sociales. CLACSO-UNESCO, 2000.
8
todo) en la comprensión del fenómeno, cuando la violencia de género es estructural y
abarca a todas las relaciones sociales entre hombres y mujeres, no sólo las de pareja.
El feminicidio explora los límites de la violencia extrema de género y problematiza
sus alcances. El planteamiento político-jurídico amplio del feminicidio apela a que el
Estado tenga que garantizar la prevención, el tratamiento y la erradicación de todas
las formas de violencia contra las mujeres.
9
del examen que deberá pasar España en 2015 sobre su actuación en materia de
igualdad y derechos de las mujeres, se reclama entre las cuestiones más importantes,
una evaluación profunda de la ley, tanto de los órganos judiciales encargados de su
cumplimiento como del impacto de sus medidas en la población afectada. También
solicita que el Estado español considere todos los tipos de violencia dentro de su
normativa legal y de las políticas públicas: violencia sexual, trata, mutilación genital y
matrimonio forzoso, entre otros.
23
Portal Estadístico del Ministerio de Sanidad: listado oficial de víctimas de violencia de género.
Disponible en: http://bit.ly/14bdjUp
24
Entre ellas, la Red Feminista, recuento de casos entre 2003 y 2013. Disponible en:
http://bit.ly/1qVHiqK ; Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas, listado de
casos disponible desde 1999 hasta la actualidad en: http://bit.ly/1DnOSTQ ; también lleva un recuento
de mujeres asesinadas por violencia machista en España la web www.Ibasque.com
25
Se puede consultar www.geofeminicidio.com, contiene un registro actualizado de feminicidios en
España, informes estadísticos y archivo hemerográfico de los casos desde 2010.
10
Los tipos de feminicidio ayudan a visibilizar y ponerle nombre al daño ocasionado a
una mujer. ¿Cómo se mide el daño? ¿Cómo se mide castigar al victimario? ¿Por qué
es importante nombrar el daño? ¿Por qué es importante saber cómo el Estado va a
reparar el daño? Y además: ¿cómo actuará el Estado en la aplicación de justicia?
¿Cómo va a prevenir esa violencia que ocasionó la muerte violenta de esa mujer?
¿Qué hará para que este tipo de feminicidio no se vuelva a repetir, para que la
situación de desventaja estructural de ser mujer no vuelva a ser padecida por otras
mujeres? Hay más preguntas. ¿Por qué matan algunos hombres a las mujeres? ¿Por
qué matar en el patriarcado es una prerrogativa masculina? ¿Por qué les es permitido
el control del cuerpo de las mujeres?
También nos resulta crucial analizar el feminicidio con una herramienta crítica como
la interseccionalidad26y tener en cuenta los entrecruzamientos de discriminaciones
que ha padecido la víctima y que la han condicionado a ser más o menos vulnerable
ante la violencia feminicida: género, origen étnico, nacionalidad y situación legal en
caso de ser migrante, clase social, orientación o identidad sexual y diversidad
funcional.
26
Recomiendo la investigación realizada por Raquel (Lucas) Platero en el Estado español en su ensayo:
“La interseccionalidad como herramienta de estudio de la sexualidad”, en Platero, R. (Ed.)
Intersecciones: cuerpos y sexualidades en la encrucijada, Bellaterra, Barcelona, 2012.
27
La base teórica de la construcción de la base de datos de Feminicidio.net fue tomada del modelo
desarrollado por la académica feminista Julia Monárrez Fragoso. Lo explicamos en el capítulo 10 de
este libro.
11
mujeres extranjeras representan un 10 por ciento del total de la población.
- La mayoría de las mujeres son asesinadas en el hogar, la vivienda familiar fue el
escenario de 275 feminicidios (66 por ciento); y el arma blanca la utilizada por los
victimarios en 210 feminicidios (el 51 por ciento).
- A esta cifra total de feminicidios hay que añadir 29 hombres que fueron asesinados
entre 2010 y 2013, víctimas indirectas de la violencia de género. Nos referimos a 16
casos de padres que le quitaron la vida a sus hijos por venganza de la separación de su
mujer; el resto del listado incluye a otros familiares, amigos o nuevas parejas de la
exmujer.
En este libro intentaremos plasmar que la categoría feminicidio apunta a la
responsabilidad que debe asumir el Estado frente a la violencia de género. Como
expresa Judith Butler: “Lo que ocurre cuando un marco rompe consigo mismo es que
una realidad dada por descontada es puesta en tela de juicio, dejando al descubierto
los planes instrumentalizadores de la autoridad que intentaba controlar dicho marco.
Esto sugiere que no sólo se trata de encontrar un nuevo contenido, sino también de
trabajar con plasmaciones recibidas de la realidad a fin de mostrar cómo éstas pueden
romper consigo mismas, y cómo de hecho lo consiguen”28. El marco del feminicidio
como paradigma de análisis rompe con el modelo del Estado patriarcal porque lo
obliga a reconocer que el concepto de ciudadanía no se sostiene mientras las mujeres
no alcancen la plena igualdad de derechos. Y uno de los principales obstáculos de las
mujeres en el camino hacia la igualdad de derechos es la violencia de género, una
violencia que toca a las estructuras de poder, las instituciones y el lenguaje. Mientras
tengamos un modelo de Estado que no se comprometa -en todos los países del mundo
y de manera trasnacional- a dar garantías jurídicas en aras de la erradicación de las
distintas formas de violencia que acechan a las mujeres: sexual, económica, política,
simbólica, mediática, institucional… la igualdad seguirá siendo una meta lejana.
12
especializada en hermenéutica jurídica, considera que “las conductas deberían
describirse con precisión, pero a la vez dejando margen como para que la o el
intérprete cuente con suficiente flexibilidad (ya hay varias autoras que se han referido
a esa tipificación y han propuesto conductas que deberían quedar comprendidas). No
hay que olvidar que si bien el derecho penal ha de regirse por ciertos principios, hay
uno fundamental que debería prevalecer sobre todos: la razonabilidad. Lo esencial, en
todo caso, es que se reconozca como elemento determinante de este crimen,
cualquiera sea la conducta a través de la cual se cometa, que la razón del mismo, lo
que haya llevado al autor a cometerlo, sea el género de la víctima: el crimen se
comete contra una mujer por ser mujer”.
Por último, proponemos que el término feminicidio se convierta en una
palabra popular y de uso cotidiano, que sirva a la ciudadanía despierta y
comprometida como instrumento de prevención y rechazo de la violencia contra las
mujeres. Que sea parte de la currícula escolar, que se estudie entre las fuerzas de
seguridad del Estado, que los medios de comunicación lo incluyan en sus noticias y
que dichas noticias aparezcan en las secciones de Política y Educación en lugar de la
de Sucesos. Que las disciplinas que investigan el comportamiento humano le
dediquen tiempo a su teorización y debate. Si la violencia atraviesa lo que nos
constituye como personas en nuestras culturas y sociedades, enfrentarnos a ella con
discursos reflexivos y críticos, al menos nos ayudará a seguir defendiendo una utopía:
Vivir una vida libre de violencia.
29
Diana Russell (2005): “Definición de feminicidio y conceptos relacionados”, en Feminicidio, justicia y
derecho, México, Comisión Especial para Conocer y Dar Seguimiento a las Investigaciones Relacionadas con los
Feminicidios en la República Mexicana y a la Procuración de Justicia Vinculada.
13
Russell comenzó a publicar su teoría sobre el concepto a partir de 1990 pero ya había
incursionado también como activista sobre esa forma extrema de violencia contra las
mujeres en 1976, ante el Primer Tribunal Internacional de Crímenes contra Mujeres,
celebrado en Bruselas (Russell, 1976)30. Aquello, visto en perspectiva, se convirtió en
un acontecimiento histórico y de vital importancia para la evolución que sufriría el
concepto décadas después. Se trató de una auténtica expresión de empoderamiento
feminista. En el Tribunal no hubo jueces, las mujeres que participaron cumplieron con
el papel de juezas; rechazaron los conceptos patriarcales que se utilizaban para definir
la violencia contra mujeres y se atrevieron a nombrar aquellos crímenes vinculados a
todas las formas de opresión femenina. Como sostiene Elena Laporta Hernández:
“…muchos de los crímenes que allí se denunciaron no eran considerados como tales
en las legislaciones patriarcales. Se basaba en la idea de que las personas oprimidas
tienen el derecho a desvincularse de aquellas definiciones de los crímenes que han
sido desarrollados por sus opresores para servir a sus propios intereses31”.
El acto de apertura del Tribunal contó con las palabras de Simone de Beauvoir (quien
no asistió pero lo apoyó): “Este encuentro feminista en Bruselas intenta que nos
apropiemos del destino que está en nuestras manos”. La filósofa y escritora francesa
lo consideró “el principio de la descolonización radical de las mujeres33”.
31
Elena Laporta Hernández (2015): “Evolución del concepto. Un anglicismo que se desarrolló en América
Latina”, en Atencio, G. (ed.) Feminicidio. El asesinato de mujeres por ser mujeres, FIBGAR, Catarata, Madrid, p. 65.
32
Ibídem, p. 65.
33
Su presentación escrita está recogida en el prefacio de The proceedings of the International Tribunal on
Crimes against Women, op.cit.
14
El feminicidio representa el extremo de un contínuum de terror anti-femenino
que incluye una amplia variedad de abusos verbales y físicos, tales como:
violación, tortura, esclavitud sexual (principalmente la prostitución), abuso
sexual infantil incestuoso o extra-familiar, golpizas físicas y emocionales, acoso
sexual (por teléfono, en las calles, en la oficina, y en el aula), mutilación genital
(clitoridectomía, escisión, infibulación), operaciones ginecológicas innecesarias
(histerectomías), heterosexualidad forzada, esterilización forzada, maternidad
forzada (por la criminalización de la contracepción y del aborto), psicocirugía,
negación de comida para mujeres en algunas culturas, cirugía plástica y otras
mutilaciones en nombre del embellecimiento. Siempre que estas formas de
terrorismo resultan en muerte, se convierten en feminicidios34.
Las autoras sostienen que los hombres que ejercen violencia, deliberada o no, lo
hacen para preservar la supremacía masculina. Se trata de un concepto político que
permite visibilizar la posición de subordinación, desigualdad, marginalidad y riesgo
en la que se encuentran las mujeres por el simple hecho de ser mujeres.
15
feminicidio y refundó el término. La antropóloga, académica y activista mexicana
ocupó el cargo de diputada federal del Congreso Mexicano entre 2003 y 2006 y
presidió la Comisión Especial para Conocer y Dar Seguimiento a las Investigaciones
Relacionadas con los Feminicidios en la República Mexicana35. Desde allí realizó una
intensa labor de documentación de cifras de asesinatos de mujeres y durante su
gestión el tema fue prioritario en la agenda parlamentaria de México. Lagarde, como
ella misma explica, transitó de femicidio a feminicidio porque en castellano femicidio
es una voz homóloga a homicidio y sólo significa asesinato de mujeres. Así lo define:
35
Marcela Lagarde (2006): “Introducción”, en Feminicidio: una perspectiva global, México, Diana Russell y
Roberta Harmes editoras, Comisión Especial para Conocer y Dar Seguimiento a las Investigaciones Relacionadas
con los Feminicidios en la República Mexicana y a la Procuración de Justicia Vinculada, México.
36
Marcela Lagarde (2008): “Antropología, feminismo y política: violencia feminicida y derechos humanos de
las mujeres”, en Margaret Bullen y Carmen Díez Mintegui (Coord.), Retos teóricos y nuevas prácticas, Ankulegi
Antropologia Elkartea, España, p. 216.
37
Ibídem, p. 216.
16
Está ahí la pobreza que se extiende cada día para la mayoría de las
latinoamericanas, violencia cuya clasificación se ha sofisticado en pobreza
económica, pobreza alimentaria, pobreza extrema, entre otras, que convierte la
miseria en vida cotidiana. Está entre nosotros la terrible feminización de la
pobreza. Aún se presenta en nuestras tierras la muerte de mujeres y niñas por
hambre, enfermedades curables, y complicaciones en la atención de embarazos,
partos, abortos y puerperios. No amaina, desde luego, la violencia jurídico
política que conculca la ciudadanía plena a todas las mujeres38.
Marcela Lagarde deja claro que la violencia de género y/o machista y el feminicidio
constituyen un problema político y su tratamiento y resolución son una asignatura
pendiente de los Estados actuales.
38
Marcela Lagarde (2005): “El feminicidio, delito contra la humanidad”, en Feminicidio, justicia y derecho,
México, Comisión Especial para Conocer y Dar Seguimiento a las Investigaciones Relacionadas con los
Feminicidios en la República Mexicana y a la Procuración de Justicia Vinculada, México.
39
Julia Monárrez (2010): “Las diversas representaciones del feminicidio y los asesinatos de mujeres en
Ciudad Juárez, 1993-2005”, en Julia Monárrez, et.al., Violencia contra las mujeres e inseguridad ciudadana en
Ciudad Juárez, Vol. II, Violencia infligida contra la pareja y feminicidio, El Colegio de la Frontera Norte y Miguel
Ángel Porrúa Editores, México.
17
encubre o tolera los crímenes y el encadenamiento de la falta de cifras continúa con la
falta de investigación de los asesinatos, la deficiente procuración de justicia, la no
reparación de las víctimas, un rompecabezas que confirma la impunidad generalizada
en países de América Latina como México, Guatemala, Honduras y El Salvador. Por
otro lado, su base de datos permite discriminar los feminicidios de los asesinatos de
mujeres, es decir, aquellos, en los que, según lo que sostiene Russell: “el género
femenino de una víctima es irrelevante para el perpetrador. Por ejemplo, un varón
armado que dispara y mata a los propietarios, hombre y mujer, de un supermercado en
el transcurso de su crimen, no ha cometido un feminicidio40”.
La base de datos de Julia Monárrez incluye tres tipos de feminicidio: íntimo, que a su
vez, se subdivide en feminicidio infantil y familiar. Luego acuña dos nuevos tipos:
feminicidio sexual sistémico, subdividido en organizado y desorganizado. Y
feminicidio por ocupaciones estigmatizadas (entre ellas, la prostitución).
Julia Monárrez (2010) Tipos de feminicidio, Glosario del Colegio de la Frontera Norte (COLEF).
41
42
Ibídem.
18
de atención a mujeres maltratadas. En este campo elaboró y sistematizó la
metodología de Grupos de Autoayuda. Ambas autoras combinaban el trabajo
académico con el activismo político feminista. Conocer e involucrarse en casos
extremos de violencia de género a través de los grupos de mujeres las llevó a reparar
sobre los estragos que provoca la violencia ejercida por los hombres. En 1992 leyeron
el ensayo Femicide. The Politics of Woman Killing, que acababan de publicar Radford
y Russell, y en él se inspiraron para realizar una investigación sobre los asesinatos de
mujeres en Costa Rica:
Como lo plantean las autoras Jill Radford y Diana Russell, al llamar a estas
muertes de mujeres femicidio, se remueve el velo oscurecedor con el que las
cubren términos “neutrales” como homicidio o asesinato. El concepto de
femicidio es también útil porque nos indica el carácter social y generalizado de
la violencia basada en la inequidad de género y nos aleja de planteamientos
individualizantes, naturalizados o patologizados que tienden a culpar a las
víctimas, a representar a los agresores como “locos”, “fuera de control” o
“animales” o a concebir estas muertes como el resultado de “problemas
pasionales”. Estos planteamientos, producto de mitos muy extendidos, ocultan y
niegan la verdadera dimensión del problema, las experiencias de las mujeres y
la responsabilidad de los hombres. Es decir, el concepto de femicidio ayuda a
desarticular los argumentos de que la violencia de género es un asunto personal
o privado y muestra su carácter profundamente social y político, resultado de las
relaciones estructurales de poder, dominación y privilegio entre los hombres y
las mujeres en la sociedad43.
Carcedo utiliza una versión del concepto de femicidio planteado por las anglosajonas
y lo acota a las muertes violentas o asesinatos de mujeres a manos de hombres. A su
vez también desarrolla una tipología propia para discriminar los femicidios de los
homicidios de mujeres (aquellos en los que no median las razones de género como
causa de asesinato). La clasificación ofrecida por Carcedo en colaboración con
Montserrat Sagot en su trabajo de investigación y recopilación de cifras en Femicidio
en Costa Rica 1990-199944, incluye tres tipos como los que formula Diana Russell,
femicidio íntimo, no íntimo y femicidio por conexión.
43
Ana Carcedo y Montserrat Sagot (2000), Femicidio en Costa Rica, 1990-1999, Organización
Panamericana de la Salud, Programa Mujer, Salud y Desarrollo, San José, Costa Rica.
44
Ibídem.
19
uniformes ni insignias o estandartes, ni territorios estatalmente delimitados45”. Estas
nuevas modalidades de guerras entre bandos, mafias y fuerzas paraestatales, según
Segato, deben ser tenidas en cuenta por el derecho internacional. No se trataría de
crímenes de motivación sexual, sino de crímenes en el que los cuerpos de las mujeres
son objeto de tortura y de destrucción. Así define su propuesta:
45
Rita Laura Segato (2013): “Feminicidio y femicidio: conceptualización y apropiación”, disponible en:
http://seminariodefeminismonuestroamericano.blogspot.com.es/2013/05/feminicidio-y-femicidio.html
46
Rita Laura Segato (2012): “Femigenocidio y feminicidio: una propuesta de tipificación”, disponible en:
http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-49/femigenocidio-y-feminicidio-una-propuesta-de-tipificacion
47
Rosa-Linda Fregoso y Cynthia Bejarano (Ed.) (2011): Feminicidio en América Latina, UNAM, México, p.
50.
20
En una etapa posterior el concepto atravesó las barreras de la cultura popular y se
empezó a usar en los medios de comunicación. La palabra también fue y es,
inspiración y motor de la creación artística, entre ellas, la literatura, pintura, escultura,
fotografía, documentales, cine de ficción, series, cómics… ampliaron los imaginarios
discursivos y reforzaron su uso.
21
Almería con 10,6. Mientras que en el otro extremo se encuentran las provincias de
Teruel y Ávila que en estos seis años no han registrado un solo caso.
Perfil de las mujeres asesinadas: el 41% de las mujeres asesinadas tenían entre 30 y
49 años, la edad media es de 46 años.
De entre las 681 mujeres asesinadas, 98 de ellas habían presentado denuncia por
violencia de género.
22
Perfil de los victimarios: edad media de 44 años, nacionalidad extranjera en el 29% de
los casos. También se manifiesta una sobrerrepresentación de casos con relación a la
presencia de esta población, del 13% en España.
Armas utilizadas: en el 54% de los casos, los victimarios utilizaron armas blancas. En
segundo lugar de importancia está el uso de las manos, el uso de arma de fuego
alcanza únicamente al 5% de los casos.
Destaca con diferencia el espacio privado como lugar en el que se ejerce este tipo de
violencia extrema contra las mujeres: 442 de los 681 casos (65%) han tenido como
escenario del crimen la vivienda, lo que está en consonancia con el ámbito donde se
desarrolla la relación entre víctima y victimario, tanto en los feminicidios íntimos
como en los familiares e infantiles.
23
24
25
26
172 Subversión feminista de la economía
Material básico
• Amaia Pérez Orozco, "La familia nuclear o la construcción
violenta de la norma y la normalidad", en Subversión
feminista de la economía, Madrid, Traficantes de Sueños,
2014, (pp. 172-176).
la lucha sindical por el salario familiar para los hombres). (Amaia Orozco y Sara
Lafuente, 2013: 94)
49 A esto se ha denominado sesgo del ganador del pan, aquel que «surge de asumir que la
economía del cuidado no remunerado se articula con la economía de mercado de producción de
mercancías mediante un ingreso que se abona al varón proveedor y que se supone es suficiente
para cubrir las necesidades monetarias de un conjunto de dependientes (mujer, hijos, ancianos,
enfermos)» (Diane Elson, 2002b: 6).
174 Subversión feminista de la economía
En los inicios de la Revolución Industrial había muchas mujeres en todos los sec-
tores pero pronto se debatió con vehemencia si debían o no trabajar.50 Se estaba
produciendo una redefinición de los roles de género. Precisamente porque la rear-
ticulación del heteropatriarcado era un terreno en disputa, los economistas clási-
cos se preocuparon (y mucho) por el lugar correcto de las mujeres en la economía.
Grandes popes de la economía política clásica abogaban por negar la educación
a las mujeres y/o por pagarlas menos para disuadirlas de trabajar; incluso por
sacarlas a la fuerza.
No hay ninguna institución pública para la educación de las mujeres y no hay nada
inútil, absurdo o fantástico en la educación que reciben habitualmente. Se les ense-
ña lo que sus padres o guardianes juzgan útil y necesario que aprendan y no se les
enseña nada más. Cada parte de su educación sirve, evidentemente, a algún propó-
sito útil: a mejorar el atractivo natural de su persona o a preparar su mente para la
reserva, la modestia, la castidad y la economía; a prepararla adecuadamente para
que llegue a ser ama de casa de una familia y para que se comporte debidamente
cuando llegue a serlo. (Adam Smith, 1759)51
Asimismo, se enfatiza en las mujeres la ética reaccionaria del cuidado: «El capital
más valioso de todos es el que se invierte en los seres humanos; y la parte más pre-
ciosa del mismo es el resultado del cuidado y la influencia de la madre, siempre
que ésta conserve sus instintos tiernos y altruistas y no se haya endurecido a causa
del esfuerzo y la tensión de un trabajo poco femenino» (Alfred Marshall, 1890).
Cuando las mujeres quieren trabajar a cambio de un salario, violentan la línea de
concordancia de la matriz heterosexual y aparece un fuerte sentimiento de culpa:
«La gran mortalidad infantil entre los pobres se debe en gran parte a la falta de
cuidado y buen criterio en la preparación de sus alimentos» (Alfred Marshall,
1890). Para Francis Edgeworth (1922), un número alto de mujeres en el mercado
laboral traería «una debacle, arruinarían por igual la riqueza y la familia». Más
aún, una madre obrera es peor que «las mismas bestias del campo [que] cuidan a
sus cachorros con afecto instintivo. Solo las madres humanas se niegan a alimen-
tarlos» (William Jevons, 1904).52
52 Las citas de Alfred Marshall (Principles of Economics, 1890) están tomadas de Jean Gardiner (1999).
Las citas de Francis Edgeworth («Equal Pay to Men and Women for Equal Work», 1922) y de William
Stanley Jevons («Married Women in Factories», 1904) están tomadas de Michelle Pujol (1995).
53 Pongamos un elocuente ejemplo. En clases de economía laboral nos enseñan a resolver la oferta
de trabajo general (cuánto va a querer trabajar la gente en función de los salarios que pueda recibir
y el coste de la vida). Son fórmulas matemáticas que explican cómo las personas distribuimos
nuestro tiempo entre trabajo y ocio. En una sesión específica se nos explica la excepción, la oferta
laboral de las mujeres, que es una decisión de reparto del tiempo entre trabajo, ocio y trabajo
176 Subversión feminista de la economía
Esta interacción entre realidad y teoría, discurso y práctica nos pone en las manos
diversos hilos de debate enredados en una madeja difícil de abordar al nombrar la
feminización de la responsabilidad de sostener la vida. ¿El reconocimiento de este
papel de cuidadoras es un ejercicio de legitimación y reivindicación de su rol eco-
nómico o refuerza el statu quo de injusticia? Nuestro propósito de visibilizarlo,
¿ha sido tan exitoso que las políticas ya lo tienen en cuenta, se construyen asumien-
do que las mujeres lo harán, incluso a través de su auto-inmolación? En definitiva,
se trata de entender la construcción de la masculinidad y la feminidad, los papeles
que ocupamos cada quien en un momento dado del tiempo, sin solidificarlos;
buscamos el modo de valorar el rol de las mujeres sin reforzarlo ni encorsetarlo.54
doméstico. El primer modelo, que se entiende como universal y del cual las mujeres se desvían,
no es sino la universalización de la oferta laboral de los hombres que se adscriben a ese modelo
de familia nuclear, que implica que hay quienes cubren gratis esos otros trabajos. Construimos
teoría normalizando el privilegio.
54 Un ejemplo paradigmático de estos debates son los programas de transferencias condicionadas
de ingresos, la medida por excelencia de la nueva política social de combate contra la pobreza
en América Latina. Consiste en dar a las madres una pequeña ayuda monetaria exigiéndoles a
©
cambio que cumplan condiciones, en general relacionadas con compromisos de salud y educación
se permite la copia
de sus hijas e hijos (demostrar que van a la escuela, al centro de salud). Se dirigen específicamente
a las madres y no a cualquier adulto responsable porque se entiende que ellas lo gastan bien y no
lo desvían para su propio beneficio. Esto, hasta cierto punto, es un logro del propio feminismo,
dado que en una etapa previa las políticas de combate a la pobreza tomaban como interlocutores
a los varones cabeza de familia. Pero, a la par, ¿se refuerza así la doble visión de las mujeres
como madres altruistas y de los hombres como irresponsables y egoístas? ¿Pueden ser políticas
efectivas en el combate contra las formas más duras de pobreza (con grandes limitaciones, sin
duda, porque no atacan sus causas estructurales) y/o son políticas que perpetúan la sobrecarga
de responsabilidades sobre las mujeres? Estos debates los recogen, entre otros, Corina Rodríguez
Enríquez (2012) y CEPAL (2013).
SESIÓN 4. CHACHAS Y PUTAS: de las violencias
laborales a la organización de las trabajadoras
25
26 Por amor o a la fuerza
2 Karl Marx, Miseria della filosofia, Roma, Editori Riuniti, 1976, p. 358.
3 David Harvey, Space of global capitalism, Londres, Verso’s books, 2006
[ed. cast.: Espacios del capital, Madrid, Akal. Cuestiones de Antagonis-
mo, 2007].
Introducción a la edición en castellano 27
formatividad laboral.
se permite la copia
Abril de 2013
©
se permite la copia
Material básico
• Grupo de Trabajo Queer (ed.), Introducción. En El eje del mal es heterosexual.
Figuraciones, movimientos y prácticas feministas queer, Madrid, Traficantes de Sueños,,
2005, pp. 17-26.
Introducción
...El eje del mal es heterosexual
1 Para una profundización sobre la sexualidad entendida como objeto de saber y dispositivo
de poder véase Michael Foucault (1976/1998) Historia de la Sexualidad.
17
El eje del mal es heterosexual
18
Introducción
Putas y maricones, de nuevo situadas como otras inapropiadas con las que
comparar: el «otro mal». El milagro homosexual que logra reunir a todas las
religiones y de forma puntual detiene el choque de civilizaciones en una
alianza homófoba: «Por eso cabe calificar de milagrosa la alianza sellada por
las máximas autoridades cristianas, musulmanas y judías, que se han unido
en una cruzada contra los homosexuales (...) los homosexuales han
conseguido lo que parecía imposible: armonía y concordia interreligiosa (...)
viejos rivales que hoy se transforman en aliados ante un común enemigo: el
desfile gay en Jerusalén» (El País, 1 de abril de 2005: 8). Pero la homofobia
también se convierte en arma de guerra. La violación de mujeres como botín
de guerra, se ha refinado en su versión del siglo XXI: torturemos con «el
mayor mal para un musulmán», una mujer soldado blanca estadounidense
ordenando prácticas homosexuales a presos iraquíes. Pero, por otro lado, la
soldado England aparece masculinizada, una no-mujer, una mujer-mujer
estadounidense nunca habría hecho algo así, y la prensa busca en un pasado
marginal y marimacho la causa de tales comportamientos monstruosos; las
bolleras respiramos ¿aliviadas?: está embarazada.
En este contexto surge el grito de «el eje del mal es heterosexual». ¿Es
acaso una frase humillante? Si fuera así es que ha sido capaz de recrear y
movilizar los mismos contextos de autoridad en los que se produjo «el eje del
mal», ¿de verdad hemos sido capaces de crearlos? Sólo un apunte, si
convenimos con Austin4 que los enunciados performativos, a pesar de no ser
ni verdaderos ni falsos, pueden ser inadecuados o desafortunados, no
bastaría con la enunciación de ciertas palabras sino que estas tendrían que
emitirse siempre en las condiciones adecuadas. Para alcanzar un enunciado
performativo exitoso —o «feliz» en términos de Austin—, este debe ser
reconocido, para lo que se necesita que sea emitido en condiciones
determinadas por aquellas personas conferidas con la autoridad requerida,
esto es, que se atenga y reproduzca el ordenamiento en el que está inscrito —
sus fórmulas ritualizadas, sus expresiones de autoridad, etc.—. Usar la
homosexualidad como expresión del mal —recurso de la izquierda y de la
derecha, de oriente y de occidente, de diferentes religiones— sitúa el insulto
en la «homosexualidad» para denigrar al otro. Entonces ¿qué resulta tan
perturbador de añadir el calificativo «heterosexual» a la expresión «el eje del
mal»? En principio, no serviría para ofender pues en nuestra sociedad la
heterosexualidad no funciona como insulto, sino como requerimiento de
normalidad. Añadido al «eje del mal», no hace más que marcar lo nunca
marcado, la heterosexualidad, para decir lo obvio: que las posturas del «eje
del mal» —ya sea en la versión trío de las Azores o en la versión que Bush creó
en su estrategia mundial antiterrorista de guerra preventiva—, partieron de
una heterosexualidad obligatoria y militantemente homófoba. Si es así, ¿por
qué sorprende o incluso se interpreta como ofensiva? En este caso la carga del
insulto no se encontraría en la «heterosexualidad», sino en el «eje del mal», de
tal forma que lo que no es sino expresión de una evidente alianza homófoba
que califica a los componentes concretos del «eje del mal», ha sido
19
El eje del mal es heterosexual
«Por un tiempo, pensé que sería divertido llamar a lo que hacía en la vida
terrorismo de género. Me parecía acertado al principio —yo y mucha gente
como yo estábamos aterrorizando la propia estructura de género—. Pero
ahora lo veo diferente —los terroristas de género no son las drag queens, las
bolleras butch, hombres patinando travestidos de monjas—. El terrorista de
género no es el transexual masculino que está aprendiendo a mirar a los
20
Introducción
Es obvio que el régimen heterrorsexista ya existía antes del 11-S y del 11-M:
sobre nuestros clítoris y anos, sobre nuestras faloplastias y nuestras vaginas —
diferentemente esculpidas—, sobre nuestros cuerpos con sida, se establecen a
diario todo tipo de campos de batalla. El machismo, la lesbofobia, la
transfobia, la utilización política y económica de la pandemia del sida, son
armas de destrucción masiva que han provocado muchas violencias y muchas
muertes. Este libro habla y denuncia los cotidianos y estatales terrorismos de
género, aquellos terrorismos silenciados sin indemnizaciones. «Terrorismo:
dominación por el terror. Sucesión de actos de violencia ejecutados para
infundir terror». Las diferentes violencias simbólicas y materiales ejecutadas
desde la articulación de diferentes micropoderes para la defensa y vigilancia
de la dicotomía heterosexual jerarquizada y genitalizada —solo existen dos
sexos desiguales— y la monosexualidad medicalizada —una persona solo
puede poseer un único sexo natural, que es el asignado médicamente—.
Sabemos que la heterosexualidad obligatoria tiene como objetivo final
alcanzar una meta imposible, allí donde el límite avanza inexorable a medida
que el sujeto (yo/no yo/doblemente no yo... xx, xy, xxy, xxxy...) se aproxima a
este: algo que ni siquiera el campeón más heterosexual, varón, blanco y
monoteísta que haya existido, exista o existirá jamás sobre la faz de este
planeta puede llegar a cumplir. Dentro de este campo de fuerzas, somos el
resultado no esperado de un cálculo matricial basado en una aritmética
heterocentrada, por eso proliferamos en los márgenes de la economía
libidinal falocéntrica expresada por la mortífera reificación de las categorías
dualistas y dialécticas de homo/hetero, hombre/mujer.
21
El eje del mal es heterosexual
22
Introducción
7 El texto completo: «[...] lo que se manifiesta y se expone con la propia experiencia trans, no es el
ser mujer (que es otra cosa) sino el estar fuera de los géneros. Y para responder a los médicos, la
nuestra no es una disforia de género sino mas bien una euforia de género. Estamos eufóricas,
confusas y desorientadas y también orgullosas. El cuerpo transexual continúa siendo un cuerpo de
reo y desgraciadamente no sólo en la cultura a la que contestamos, también continúa siéndolo en
la cultura liberada y considerada libertaria» (Marcasano, 2002).
23
El eje del mal es heterosexual
24
Introducción
8 El 6 de mayo de 2002 fue asesinado el político holandés Pym Fortuyn que hizo de la
contraposición forzada de homosexualidad e Islam uno de los puntos fuertes de su agenda
política. Partiendo de paradigmas tan probadamente eugenésicos como el darwinismo
social, el malthusianismo, o la antropología organicista, declaraba que el Islam era un
peligro para «nuestro» occidente «supuestamente» más avanzado en materia social. Sus
derechos ilustrados estaban en peligro. Fortuyn pretendía establecer una política gay dentro
de un espacio no abyecto que le posibilitara el acceso a una ciudadanía de primera dejando
atrás aquellos discursos que lo hacían no apto para ostentar la jefatura de un Estado. Pero,
¿no será acaso el neoliberalismo un sistema aséptico de homofobia?: para Fortuyn «gay» era
un valor occidental, un triunfo de occidente, que habría que salvaguardar frente al peligro
de culturas subdesarrolladas que amenazaban «nuestro» welfare.
9 Es de sobra conocido por todas el discurso en el que se iguala sida a homosexualidad y
muerte. El 13 de febrero de 2005 las autoridades de salud pública de EE UU alertaban de la
aparición en Nueva York de una nueva cepa de VIH especialmente agresiva encontrada en
25
El eje del mal es heterosexual
apenas existan estudios sobre el tratamiento del sida en mujeres. Pero además
los medios han representado a la respetable mujer blanca, heterosexual y
casada como «víctima» pasiva del sida y a la «mala» mujer inmigrante,
prostituta o drogadicta como la portadora y transmisora del virus. Otro
ejemplo de las complejas interacciones entre ideologías racistas, heterosexistas
y coloniales, denunciado por Cheryl Chase en su texto, son las implicaciones
coloniales de la enorme diferencia entre la atención mediática y la crítica moral
hacia la ablación genital femenina en África y la indiferencia ante la mutilación
genital intersexual institucionalizada y legitimada médicamente en occidente:
si bien ambos procesos cumplen funciones sociales semejantes —normalizar a
las personas para su vida hetero-sexual y su normalización vía matrimonio—,
uno es descrito como un producto residual de una sociedad atrasada y el otro
se presenta como parte de una retórica de progreso donde la técnica nos ofrece
la promesa de trascendencia de los límites naturales.
Desde diversas experiencias de vulnerabilidad no equiparables ni
asimilables; desde ser interpeladas y violentadas como abyectas; desde la
hipervigilancia de espacios propios e impropios; desde los aprendizajes de cómo
aparentar y «pasar por» géneros y/o nacionalidades como estrategias de
supervivencia; desde la experiencia de habitar las fronteras geográficas de los
cuerpos, las nacionalidades y los deseos; desde el conocimiento de que
nuestras diferentes diferencias importan y que hay que dar cuenta de ellas;
queremos proliferar en encuentros promiscuos que no eludan estas
complejidades constitutivas, ni sus contradicciones y conflictos.
«Tres manzanas cayeron del cielo: una para nosotras, otra para las que inician el
tránsito y la tercera para las que nos acompañan....»
un paciente homosexual, que mantenía múltiples relaciones sin condón —hemos de sobre–
entender que con diferentes personas—, al tiempo que usaba metanfetaminas en forma de
cristales... Pero, ¿dónde reside la auténtica novedad científica de esta noticia? Cualquier
manual sobre sida nos explica cómo el virus que causa la enfermedad es capaz de mutar mil
millones de veces en una sola persona en el espacio de veinticuatro horas. Luego ¿la
novedad es que según un discurso heterocentrado un cuerpo homosexual es el topos ideal
donde puede alojarse la quintaesencia de la muerte? ¡Menuda novedad!
26
SESIÓN 6. VIOLENCIA EXPRESIVA Y GUERRA CONTRA LAS MUJERES
• Rita Laura Segato, “La escritura en el cuerpo de las mujeres
asesinadas en Ciudad Juárez”, en La guerra contra las mujeres, Madrid,
Traficantes de Sueños, 2016, pp. 33-52.
1. La escritura en el cuerpo
de las mujeres asesinadas
en Ciudad Juárez.
Territorio, soberanía y crímenes
de Segundo Estado*
Ciudad Juárez, en el estado de Chihuahua, en la frontera norte de Méxi-
co, es un lugar emblemático del sufrimiento de las mujeres. Allí, más que
en cualquier otro lugar, se vuelve real el lema «cuerpo de mujer: peligro de
muerte». Ciudad Juárez es también, significativamente, un lugar emblemático
de la globalización económica y del neoliberalismo, con su hambre insaciable
de ganancia.
La sombra siniestra que cubre la ciudad y el miedo constante que sentí
durante cada día y cada noche de la semana que allí estuve me acompañan
hasta hoy. Allí se muestra la relación directa que existe entre capital y muerte,
entre acumulación y concentración desreguladas y el sacrificio de mujeres po-
bres, morenas, mestizas, devoradas por la hendija donde se articulan econo-
mía monetaria y economía simbólica, control de recursos y poder de muerte.
Fui invitada a ir a Ciudad Juárez durante el mes de julio de 2004 porque el
año anterior dos mujeres de las organizaciones mexicanas Epikeia y Nuestras
Hijas de Regreso a Casa me habían oído formular lo que me pareció ser la única
©
hipótesis viable para los enigmáticos crímenes que asolaban la ciudad; unas
se permite la copia
* Este texto fue publicado en 2006 por la Universidad del Claustro de Sor Juana (México) y en
2013 por la Editorial Tinta Limón (Argentina) en el volumen La escritura en el cuerpo de las mujeres
asesinadas en Ciudad Juárez. [N. de E.]
33
34 La guerra contra las mujeres
El compromiso inicial de nueve días para participar en un foro sobre los fe-
minicidios de Juárez fue interrumpido por una serie de acontecimientos que
culminaron, en el sexto día, con la caída de la señal de televisión de cable en
la ciudad entera cuando comencé a exponer mi interpretación de los crímenes
en una entrevista con el periodista Jaime Pérez Mendoza del Canal 5 local.
La estremecedora precisión cronométrica con que coincidieron la caída de la
señal y la primera palabra con que iba a dar inicio a mi respuesta sobre el
porqué de los crímenes hizo que decidiéramos partir, dejando Ciudad Juárez
la mañana siguiente para preservarnos y como protesta por la censura sufri-
da. Cuál no sería nuestra impresión al percibir que todos aquellos con quie-
nes hablamos confirmaron que la decisión de irnos de inmediato era sensata.
No olvidábamos que en Ciudad Juárez no parece haber coincidencias y, tal
como intentaré argumentar, todo parece formar parte de una gran máquina
comunicativa cuyos mensajes se vuelven inteligibles solamente para quien,
por una u otra razón, se adentró en el código. Es por eso que el primer proble-
ma que los horrendos crímenes de Ciudad Juárez presentan al forastero, a las
audiencias distantes, es un problema de inteligibilidad. Y es justamente en su
ininteligibilidad que los asesinos se refugian, como en un tenebroso código de
guerra, un argot compuesto enteramente de acting outs. Solamente para dar
un ejemplo de esta lógica de la significación, la periodista Graciela Atencio,
del diario La Jornada de la Ciudad de México, también se preguntó, en una de
sus notas sobre las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, si habría sido algo
más que coincidencia que justamente el día 16 de agosto de 2003, cuando su
periódico publicaba por primera vez la noticia de un revelador «informe del
FBI que describía un posible modus operandi en el secuestro y desaparición de
jóvenes», problemas de correo impidieron su distribución en Ciudad Juárez.1
Desafortunadamente, no había sido esa la única coincidencia que nos pa-
reció significativa durante nuestra estadía en la ciudad. El lunes 26 de julio,
después de haber concluido mi primera exposición, a medio camino de la ex-
tensión total del foro que nos reunía y exactamente cuatro meses después del
hallazgo del último cuerpo, apareció el cadáver de la obrera de maquiladora
Alma Brisa Molina Baca. Ahorro aquí el relato de la cantidad de irregulari-
©
se permite la copia
dades cometidas por los investigadores y por la prensa local en torno a los
restos de Alma Brisa. Era necesario, sin cualquier exageración, ver-para-creer,
estar allí para ser testigo de lo inconcebible, de lo increíble. Pero hago notar,
sí, que el cuerpo aparecía en el mismo terreno baldío del centro de la ciudad
donde el año anterior fuera encontrada otra víctima. Esa otra víctima era la
1 Graciela Atencio, «El circuito de la muerte», Triple Jornada (suplemento del diario La Jornada),
núm. 61, septiembre de 2003, p. 14.
La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez 35
2 Los restos de Alma Brisa fueron hallados entre girasoles en el mismo terreno del centro de la
se permite la copia
ciudad donde había sido hallado el cuerpo de Brenda Berenice, hija de Juanita, una de las princi-
pales colaboradoras del proyecto de Epikeia.
3 Por ejemplo, presencié, en noviembre de 2004, en el Centro Cívico de Coyoacán, Ciudad de
México, una manifestación de madres y familiares de las víctimas quienes, al mismo tiempo, pe-
dían el fin de la impunidad para los verdaderos asesinos y la liberación de «el Cerillo», un joven
preso y, de acuerdo con los manifestantes, acusado falsamente por los crímenes. Por otro lado, ya
es bien conocida la actuación de la abogada Irene Blanco, defensora de Latif Sharif, falsamente
acusado por los crímenes, cuyo hijo sufrió un atentado; o el reclamo de las madres contra el en-
carcelamiento de la pandilla Los Rebeldes, por la misma razón.
36 La guerra contra las mujeres
Existen dos cosas que en Ciudad Juárez pueden ser dichas sin riesgo y que,
además, todo el mundo dice (la policía, la Procuraduría General del Repú-
blica, la fiscal especial, el comisionado de los derechos humanos, la prensa
y las activistas de las ONG); una de ellas es que «la responsabilidad por los
crímenes es de los narcos», remitiéndonos a un sujeto con aspecto de mal-
hechor y reafirmando nuestro terror a los márgenes de la vida social; la otra
es que «se trata de crímenes con móvil sexual». El diario del martes, un día
después del hallazgo del cuerpo de Alma Brisa, repetía: «Un crimen más con
móvil sexual», y la fiscal especial subrayaba: «Es muy difícil conseguir redu-
cir los crímenes sexuales», confundiendo una vez más las evidencias y des-
orientando al público al conducir su raciocinio por un camino que creo que
es equivocado. Es de esta forma que autoridades y formadores de opinión,
aunque pretenden hablar en nombre de la ley y los derechos, estimulan una
percepción indiscriminada de la cantidad de crímenes misóginos que ocurren
en esta localidad como en cualquier otra de México, de Centroamérica y del
mundo: crímenes pasionales, violencia doméstica, abuso sexual, violaciones
a manos de agresores seriales, crímenes por deudas de tráfico, tráfico de mu-
jeres, crímenes de pornografía virtual, tráfico de órganos, etc. Entiendo esa
voluntad de indistinción, así como también la permisividad y la naturalidad
con que en Ciudad Juárez se perciben todos los crímenes contra las mujeres,
como un smokescreen, una cortina de humo cuya consecuencia es impedir ver
claro un núcleo central que presenta características particulares y semejantes.
Es como si círculos concéntricos formados por distintas agresiones ocultasen
en su interior un tipo de crimen particular, no necesariamente el más nume-
roso pero sí el más enigmático por sus características precisas, casi burocráti-
cas: secuestro de mujeres jóvenes con un tipo físico definido y en su mayoría
trabajadoras o estudiantes, privación de libertad por algunos días, torturas,
violación «tumultuaria» (como declaró en el foro el exjefe de peritos Oscar
Máynez, más de 17 una vez), mutilación, estrangulamiento, muerte segura,
mezcla o extravío de pistas y evidencias por parte de las fuerzas de la ley,
amenazas y atentados contra abogados y periodistas, presión deliberada de
las autoridades para culpar a chivos expiatorios a las claras inocentes y con-
©
tinuidad ininterrumpida de los crímenes desde 1993 hasta hoy. A esta lista se
se permite la copia
suma el hecho de que nunca ningún acusado resultó verosímil para la comu-
nidad y ninguna «línea de investigación» mostró resultados.
La impunidad, a lo largo de estos años se revela espantosa, y puede ser
descrita en tres aspectos: 1) ausencia de acusados convincentes para la opinión
pública; 2) ausencia de líneas de investigación consistentes; y, consecuencia de
las dos anteriores, 3) el círculo de repetición sin fin de este tipo de crímenes.
La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez 37
La ciencia y la vida
Algún tiempo antes de oír hablar de Ciudad Juárez por primera vez, entre los
años 1993 y 1995, conduje una investigación sobre la mentalidad de los conde-
©
se permite la copia
4 Golpeado y dejado por muerto en una calle de la Ciudad de México hace más de cuatro años,
cuando se encontraba en plena investigación para su libro, lo que le causó la pérdida de todos los
dientes y lo obligó a permanecer un mes hospitalizado.
5 Presenté los resultados en Segato, Las estructuras elementales de la violencia. Ensayos sobre género
entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos, Buenos Aires, Universidad Nacional de
Quilmes/Prometeo, 2003.
38 La guerra contra las mujeres
lo dicho por estos presidiarios, todos ellos condenados por ataques sexuales
realizados en el anonimato de las calles y a víctimas desconocidas, respalda
la tesis feminista fundamental de que los crímenes sexuales no son obra de
desviados individuales, enfermos mentales o anomalías sociales, sino expre-
siones de una estructura simbólica profunda que organiza nuestros actos y
nuestras fantasías y les confiere inteligibilidad. En otras palabras: el agresor y
la colectividad comparten el imaginario de género, hablan el mismo lenguaje,
pueden entenderse. Emerge de las entrevistas con más fuerza que nunca lo que
Menacher Amin ya había descubierto con datos empíricos y análisis cuantitati-
vo, que, contrariando nuestras expectativas, los violadores, las más de las veces,
no actúan en soledad, no son animales asociales que acechan a sus víctimas
como cazadores solitarios, sino que lo hacen en compañía. No hay palabras
suficientes para enfatizar la importancia de ese hallazgo y sus consecuencias
para entender las violaciones como verdaderos actos que acontecen in societate,
es decir, en un nicho de comunicación que puede ser penetrado y entendido.
Uso y abuso del cuerpo del otro sin que este participe con intención o vo-
luntad, la violación se dirige al aniquilamiento de la voluntad de la víctima,
cuya reducción es justamente significada por la pérdida de control sobre el
comportamiento de su cuerpo y el agenciamiento del mismo por la voluntad
del agresor. La víctima es expropiada del control sobre su espacio-cuerpo.
Es por eso que podría decirse que la violación es el acto alegórico por ex-
celencia de la definición schmittiana de la soberanía: control legislador sobre
un territorio y sobre el cuerpo del otro como anexo a ese territorio (Agamben,
1998; Schmitt, 2008 [1922]). Control irrestricto, voluntad soberana arbitraria y
discrecional cuya condición de posibilidad es el aniquilamiento de atribuciones
equivalentes en los otros y, sobre todo, la erradicación de la potencia de estos
como índices de alteridad o subjetividad alternativa. En ese sentido, también
este acto está vinculado a la consumición del otro, a un canibalismo mediante el
cual el otro perece como voluntad autónoma y su oportunidad de existir sola-
mente persiste si es apropiada e incluida en el cuerpo de quien lo ha devorado.
Su resto de existencia persiste solo como parte del proyecto del dominador.
©
6 Véase el capítulo «La célula violenta que Lacan no vio: un diálogo (tenso) entre la antropología
y el psicoanálisis» en Segato, cit., 2003.
La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez 41
Presento aquí una lista con algunas ideas que, combinadas, se constelan en
una imagen posible del lugar, las motivaciones, las finalidades, los signifi-
cados, las ocasiones y las condiciones de posibilidad de los feminicidios. Mi
©
se permite la copia
problema aquí es que la exposición no puede más que ser hecha en forma de
listado. Sin embargo, los temas desplegados forman una esfera de sentido; no
una sucesión lineal de elementos sucesivos sino una unidad significativa: el
mundo de Ciudad Juárez. Y es por eso que no es preciso que los hechos for-
men parte de una conciencia discursiva por parte de los autores, ya que son,
7 Como se afirma, por ejemplo, en el libro de Hill Radford y Diana E.H. Russell, Femicide: The
Politics of Woman Killing, Nueva York, Twayne Publishers, 1992.
42 La guerra contra las mujeres
Frontera entre el exceso y la falta, Norte y Sur, Marte y la Tierra, Ciudad Juá-
rez no es un lugar alegre. Abriga muchos llantos, muchos terrores.
La frontera que el dinero debe atravesar para alcanzar la tierra firme don-
de el capital se encuentra finalmente a salvo y da sus frutos en prestigio, se-
guridad, confort y salud. La frontera detrás de la cual el capital se moraliza
y se encuentran los bancos que valen la pena. La frontera con el país más
controlado del mundo, con sus rastreos de vigilancia cerrada y casi infalible.
A partir de ese punto, de esa línea en el desierto, cualquier negocio ilícito
debe ser ejecutado con un sigilo más estricto, en sociedades clandestinas más
cohesionadas y juradas que en cualquier otro lugar. El lacre de un silencio
riguroso es su requisito. La frontera donde los grandes empresarios viven de
un lado y «trabajan» del otro; de la gran expansión y valorización territorial
—literalmente, terrenos robados al desierto cada día, cada vez más cerca del
río Bravo. La frontera del tráfico más lucrativo del mundo: tráfico de drogas,
tráfico de cuerpos. La frontera que separa una de las manos de obra más caras
del mundo de una de las manos de obra más baratas. Esa frontera es el escena-
rio del mayor y más prolongado número de ataques y asesinatos de mujeres
con modus operandi semejante del que se tiene noticia en «tiempos de paz».
Los propósitos
Los significados
Es precisamente al cumplir este último papel que los asesinatos pasan a com-
portarse como un sistema de comunicación. Si escuchamos con atención los
mensajes que allí circulan, podremos acceder al rostro del sujeto que en ellos
habla. Solamente después de comprender lo que dice, a quién y para qué,
podremos localizar la posición desde la cual emite su discurso. Es por eso
mismo que debemos insistir en que, cada vez que el lema del móvil sexual
se repite con liviandad antes de analizar minuciosamente lo «dicho» en estos
actos de interlocución, perdemos la oportunidad de seguirle el rastro a quien
se esconde detrás del texto sangriento.
En otras palabras, los feminicidios son mensajes emanados de un sujeto
©
autor que solo puede ser identificado, localizado, perfilado, mediante una
se permite la copia
verdad solamente para los acting outs violentos que la policía investiga, sino
también para el discurso de cualquier sujeto, como lo han explicado multitud
de filósofos y teóricos literarios contemporáneos.8
Si el acto violento es entendido como mensaje y los crímenes se perciben
orquestados en claro estilo responsorial, nos encontramos con una escena
donde los actos de violencia se comportan como una lengua capaz de fun-
cionar eficazmente para los entendidos, los avisados, los que la hablan, aun
cuando no participen directamente en la acción enunciativa. Es por eso que,
cuando un sistema de comunicación con un alfabeto violento se instala, es
muy difícil desinstalarlo, eliminarlo. La violencia constituida y cristalizada
en forma de sistema de comunicación se transforma en un lenguaje estable y
pasa a comportarse con el casi-automatismo de cualquier idioma.
Preguntarse, en estos casos, por qué se mata en un determinado lugar es
semejante a preguntarse por qué se habla una determinada lengua (el italia-
no en Italia, el portugués en Brasil...). Un día, cada una de esas lenguas se
estableció por procesos históricos de conquista, colonización, migraciones o
unificación de territorios bajo un mismo Estado nacional. En este sentido, las
razones por las cuales hablamos una lengua son arbitrarias y no pueden ser
explicadas por una lógica necesaria. Son, por lo tanto, también históricos los
procesos por los cuales una lengua es abolida, erradicada de un territorio. El
problema de la violencia como lenguaje se agrava aún más si consideramos
que existen ciertas lenguas que, en determinadas condiciones históricas, tien-
den a convertirse en lingua franca y a generalizarse más allá de las fronteras
étnicas o nacionales que le sirvieron de nicho originario.
Preguntamos entonces: ¿quién habla aquí? ¿A quién? ¿Qué le dice? ¿Cuán-
do? ¿Cuál es la lengua del feminicidio? ¿Qué significante es la violación? Mi
apuesta es que el autor de este crimen es un sujeto que valoriza la ganancia
y el control territorial por encima de todo, incluso por encima de su propia
felicidad personal. Un sujeto con su entorno de vasallos que deja así absoluta-
mente claro que Ciudad Juárez tiene dueños, y que esos dueños matan muje-
res para mostrar que lo son. «Soberano es aquel para quien todos los hombres
©
se permite la copia
son potencialmente hominis sacri» (vida «nuda» que puede ser aniquilada sin
consecuencias porque, como expresaba un tipo jurídico de la pena de muer-
te en el derecho romano, su condena consistía en retirarles cualquier estatus
civil y humano; Agamben, 1998) «y homo sacer es aquel con respecto a quien
8 Véase un panorama de esta forma de «escucha» contemporánea del texto en autores como
Bakhtin, Lacan, Levinas y otros en David Patterson, Literature and Spirit. Essays on Bakhtin and his
contemporaries, Lexington, The University Press of Kentucky, 1988.
46 La guerra contra las mujeres
todos los hombres actúan como soberanos» (Agamben, 2007). ¿Sabrá el autor
de esas líneas que, en cierto sentido, la noción de vida nuda puede ser referida
a las mujeres, ya que, como queda claro en comarcas como Ciudad Juárez, es
posible apagar su existencia sin consecuencias para la ley?
El poder soberano no se afirma si no es capaz de sembrar el terror. Se dirige
con esto a los otros hombres de la comarca, a los tutores o responsables de la
víctima en su círculo doméstico y a quienes son responsables de su protección
como representantes del Estado; le habla a los hombres de las otras fratrías
amigas y enemigas para demostrar los recursos de todo tipo con que cuenta y
la vitalidad de su red de sustentación; le confirma a sus aliados y socios en los
negocios que la comunión y la lealtad de grupo continúa incólume. Les dice
que su control sobre el territorio es total, que su red de alianzas es cohesiva y
confiable, y que sus recursos y contactos son ilimitados.
Se pronuncia de esta forma cuando se consolida una fratría; cuando se
planea un negocio amenazado por el peligro de lo ilícito en esta frontera pa-
trullada; cuando se abren las puertas para algún nuevo miembro; cuando otro
grupo mafioso desafía el control sobre el territorio; cuando hay intrusiones
externas, inspecciones, en el coto totalitario de la localidad.
La lengua del feminicidio utiliza el significante cuerpo femenino para in-
dicar la posición de lo que puede ser sacrificado en aras de un bien mayor, de
un bien colectivo, como es la constitución de una fratría mafiosa. El cuerpo de
mujer es el índice por excelencia de la posición de quien rinde tributo, víctima
cuyo sacrificio y consumición podrán más fácilmente ser absorbidos y natura-
lizados por la comunidad.
Es parte de este proceso de digestión la acostumbrada doble victimización
de la ya víctima, así como la doble y triple victimización de su familia, repre-
sentada las más de las veces por una madre triste. Un mecanismo de defensa
cognitiva casi incontrolable hace que, para reducir la disonancia entre la lógi-
ca con que esperamos que la vida se comporte y la manera en que se comporta
en realidad, odiemos a quien encarna esa inversión, esa infracción a la gramá-
©
personalidad.
Pero hay, me parece, una diferencia entre estos dos tipos de crímenes que
debería ser mejor examinada y discutida. Si en el genocidio la construcción
retórica del odio al otro conduce la acción de su eliminación, en el feminicidio
la misoginia por detrás del acto es un sentimiento más próximo al de los ca-
zadores por su trofeo: se parece al desprecio por su vida o a la convicción de
que el único valor de esa vida radica en su disponibilidad para la apropiación.
48 La guerra contra las mujeres
Juárez me parecen una forma de significar ese tipo de dominio territorial. Una
característica fuerte de los regímenes totalitarios es el encierro, la representa-
ción del espacio totalitario como un universo sin lado de afuera, encapsulado
y autosuficiente, donde una estrategia de atrincheramiento por parte de las
élites impide a los habitantes acceder a una percepción diferente, exterior, al-
ternativa, de la realidad. Una retórica nacionalista que se afirma en una cons-
trucción primordialista de la unidad nacional (como es el caso de la «mexi-
canidad» en México, la «civilización tropical» en Brasil o el «ser nacional» en
La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez 49
«Es mejor un asesino propio, por más cruel que sea, que un justiciero aje-
no, aunque tenga razón». Esta conocida estrategia propagandística elemental
construye, todos los días, frente a cualquier amenaza de la mirada exterior,
la muralla totalitaria de Ciudad Juárez, y ha contribuido, a lo largo de estos
años, a escamotear la verdad al pueblo y a neutralizar las fuerzas de la ley que
se resistan a una articulación protésica con los poderes locales.
Imposible no recordar Ciudad Juárez cuando leemos a Hannah Arendt:
Pero ¿qué Estado es ese? ¿Qué liderazgo es ese que produce el efecto de un
totalitarismo regional? Es un Segundo Estado que necesita de un nombre. Un
nombre que sirviera de base para la categoría jurídica capaz de encuadrar en la
©
9 Apud Alexandre Koyré, «The Political Function of the modern lie», Contemporary Jewish Record,
1945. La traducción del fragmento es mía a partir de la edición portuguesa.
10 Giorgio Agamben reconoce la noción de «estado dual» como adecuada para hablar del fun-
cionamiento de sistemas totalitarios como el fascismo y el nazismo. Ella alude a que estos tenían
un marco constitucional y reglas secundarias, las de un «Segundo Estado», que mantenían el
sistema cohesionado y funcionando; véase Agamben, Estado de excepción, Buenos Aires, Adriana
Hidalgo, 2007.
La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez 51
Epílogo11
11 Texto que leí para la presentación del libro Ciudad Juárez: De este lado del puente y de la obra
Lacrimosa de Rogelio Sosa, interpretada por Lorena Glinz, junto al fiscal anticorrupción español
Carlos Castresana y a Isabel Vericat el 29 de noviembre de 2004 en el Museo de El Chopo de la
Ciudad de México
SESIÓN 7. GORDAS. Del imperativo de delgadez a las luchas por la diversidad
corporal
32
A continuación transcribo una de las historias que ha llegado a Stop Gor-
dofobia y que, a mi modo de ver, refleja a la perfección este asunto de la
"extranjerización corporal" propia del imperialismo cultural al que esta-
mos sometidas las gordas y las derivas que esto puede tomar:
«No me reconozco. Me miro en el espejo y quien está ahí no siento
ser yo. He pasado media vida sin hacer fotos, sin pararme a mirar
mi cuerpo, sólo imaginármelo o creérmelo, y ahora cuando quiero
aceptarlo, no me reconozco, he olvidado completamente quién soy, he
olvidado que mi cuerpo existe. Tengo un sueño recurrente en el que
intento visibilizarme y sale algo, algo que no soy yo. ( ...) No me veo, es
como si no existiera e intento aceptarme, pero me incomoda mirarme al
espejo (normalmente con más gente) porque es ¿en serio, esto soy yo?,
soy una maldita extranjera para mí misma. No me reconozco, no soy
quien por fuera se ve que soy. Y sí, "lo de dentro es Jo importante" pero
no sé cómo convivir con mi cuerpo cuando no lo veo como mío, cómo
luchar con él cuando soy una extranjera en él.»4
DISCRIMINACIÓN LABORAL
Toda gorda se ha enfrentado alguna vez en la vida a un anuncio de em-
pleo que termina con un "se requiere buena presencia" y probablemente
todas hemos pensado lo mismo al leerlo ... : "¡MIERDA!''. Es de conoci-
miento popular que la gordura no se enmarca dentro de la "buena pre-
sencia" porque "buena presencia" no significa sólo vestirse bien, estar
limpia, perfumada o incluso ser educada... No, no, no. La buena presen-
cia implica también ser una persona delgada. Esto es extensible a otros
eufemismos como "se requiere buena imagen" o "se busca persona para
trabajar de cara al público". De todas estas opciones laborales las gordas
quedamos excluidas. Pero aún hay más: la cultura popular que asocia la
gordura con la vagancia, ineficacia, lentitud, inmovilidad, pereza, y un
largo etcétera de maravillosas cualidades, amplía aún más el ámbito de
exclusión y la marginación porque nadie quiere a un vago o a una lenta
trabajando para ella. No en vano afirma la socióloga Deborah Lupton en
Why is fat discrimination social/y aceptable?5 que, en comparación con
el resto de la gente, las gordas tenemos más probabilidades de caer en
4. Relato de Dunia Sly, 25 de junio del 2015 [www.facebook.com/Stopgordofobia consultado
el 10/01/2016)
S. LUPTON Deborah. ·'Why is fat discrimination socially acceptable?", Fat Politics: Collected
Writings. Department ofSociology and Social Policy, University ofSidney, 2013. [lmp://ses.
library.usyd.edu.au/ consultado el 11105/2015).
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STOP 6 RllOFO YLAS PAllZAS S ERSAS
DISCRIMINACIÓN SANITARIA
Aún recuerdo Ja última vez que fui al centro de salud a consulta (por una
lesión que me hice en mi rodilla haciendo senderismo) y mi doctora de
cabecera me dijo con tono irónico y burlón: "vamos a tener que dejar de
comer hamburguesas". Yo no como hamburguesas, pero eso da igual. He
perdido Ja cuenta Ja cantidad de personas veganas que me han contado
relatos por el estilo: "Deja las hamburguesas y Ja bollería industrial" les
dice el médico sin venir a cuento ... pues va a ser que eso no es Jo que
como, pero te da igual, ¿verdad? Que no sabes ni qué como, ni cuándo,
ni en qué cantidades, ni de qué calidad, ni en qué tiempos ... pero vamos,
que te da igual. Porque ha atravesado esa puerta una persona gorda y
aunque venga por una gripe o porque se golpeó el dedo del pie con Ja me-
sita de noche, Ja recomendación oficial o el comentario de extranjis será
ADELGAZA (casos verídicos). La cuestión es: ¿está el servicio sanitario
realmente - en estos casos- preocupado por nuestra salud? ¿Es necesario
tal acoso?
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ner las suficientes herramientas para empoderarnos y defendernos;
porque muchas veces las personas adultas de nuestro entorno hacen
de cuenta que no ven nada y te sientes tú aún más sola y vulnerable; y
por último, y sobre todas las cosas ... porque ocurre en etapas de la vida
que te marcan para siempre.
Aquí un fragmento de un caso que nos contó una compañera de la página:
Yo fui una niña siempre gordita y sufrí el dichoso bullying por todas
partes y por muchas razones. También he vivido la bulimia y encima Ja
gente no se creía que vomitaba porque me veía gorda ... Me tocó salir del
armario también y eso también tuvo sus repercusiones. He tenido que
vivir que me insulte gente conocida, desconocida, que me humillen, que
me peguen, que me quemen, que me tiren botellas de cristal a ver quién
da a Ja gorda ... Y mil cosas más que si empezara no acabaría. 13
RECHAZO AFECTIVO-SEXUAL
Un tuit que leí hace poco rezaba lo siguiente: "Qué bueno que no soy
gorda, porque tendría que ser buena onda, y amo ser mala". Tan simple
y escondiendo tanto potencial el dichoso tuit. Porque es la pura verdad:
e l rechazo nos obligó a ser las simpáticas del grupo, porque si eras la
gorda y encima antipática, en simples palabras; la-bas-ca-ga-o. Escribe
Constanza Alvarez en el Manifiesto Gordx: "Eramos la gordita buena
onda, la que nadie sacaba a bailar, la avergonzada, la que se cubría ... ".
Le faltó agregar - creo yo-: "a la que todos y todas querían como amiga,
y sólo como amiga" .
Mi primera relación de pareja empezó tras un primer rechazo por mi
físico. Luego se superó esta etapa y duró tres años. Pero empezó así.
Yo tenía por entonces 17 años, pero ya a los 12 años me había tocado
oír a un amigo decim1e que si yo adelgazaba me pediría que fuera su
novia porque era una chica genial y divertida. Estos rechazos se han ido
repitiendo periódicamente a lo largo de mis casi treinta años. Amigos
que me reconocen que a pesar de divertirse conmigo, de pasar ratos
maravillosos, tener buena química y buenas conversaciones, el hecho
de no estar "oficialmente buena" les tira pa 'tras. Con esto no digo que
mis amigos (todos) estén obligados a enamorarse de mí. No, para nada.
Digo que ellos mismos han reconocido (unos cuantos, más de los que me
gustaría) que me hubieran visto con otros ojos si fuera delgada. Al mo-
mento de escribir este capítulo la historia sigue más o menos igual (mi
entorno no difiere de la realidad gordofóbica de la sociedad en general a
pesar de ser un entorno politizado o militante): entre las parejas sexua-
les o amorosas de mi gente cercana nanai de gordos, nanai de gordas.
+o
como fin la denuncia de la gordofobia con el sencillo fin de que nos
dejen en paz y cese la discriminación en todos los espacios de nuestras
vidas (y el afectivo-sexual es uno de tantos). Sin embargo, sí reconozco
mayor dificultad aq uí, en este ámbito, por lo que he expresado hasta
ahora: e l deseo opera en lo más íntimo de nuestras mentes, de manera
irracional, abduciendo nuestros cerebros con el bombardeo mediático,
social, c ul tural de las normas estéticas (principalmente la de la delga-
dez). ¿Es difícil? Sí. ¿Es imposible? No. Me entretengo viendo cómo
las modas van cambiando año a año: de tacón fino a tacón grueso, de
pantalones campana a piti llo, de tiro alto a tiro bajo, de camisas con
estampados floreados a estrellitas o sandías o confeccionadas con te-
las lisas. Los gustos son construidos y cambian. Pero llegadas a este
punto se me viene a la mente un amigo de esos que no folla con gordas,
quien un día hablando de estos temas me pregunta: "Pero Magda, si no
me gustan las gordas, y aunque e l gusto sea construido, ¿por qué tengo
que esforzarme para cambiar y que empiecen a gustarme?". Sencillo,
amigo: porque la nomrn estética te impide disfrutar múltiples formas
de placer y bellezas corporales y mentales; porque impide la aceptación
de la diversidad; porque es una cuestión de respeto; y por último, por
e l mismo motivo por el que me esfuerzo en no ser islamófoba, racista o
transfóbica: porque discriminar a la gente está MAL. Porque con nues-
tros actos discriminadores a limentamos la gran maquinaria de l do lor y
la exclusión, y tenemos que dejar de participar en esto.
Para ir finalizando, añadir una cosa: soy consciente de que hay personas
a las que les atrae la gente gorda. Tengo vagos conocimientos de que hay
pomo gordo y de que en ocasiones en detem1inados ambientes somos
consideradas fetiche, y que van proliferando las gordas que trabajan
en webcams sexuales debido a la demanda (sobre esto tengo la cuenta
pendiente de investigar más, y me pregunto ya si no sólo tenemos que
salir del armario las gordas, sino también la gente a la que les gustamos
-debate aparte). Obviamente también hay gente gorda enamorada, en
pareja, casada, etc. Pero las excepciones no hacen la regla, ni a nivel
colectivo ni a nivel individual. A nivel colectivo, porque me atrevería
a decir que entre la mayoría de nosotras reina la soledad. A ni vel indi-
vidual, porque a lgunas experiencias sexuales o afectivas no anulan el
dolor perpetrado contra nosotras a lo largo de toda nuestra vida amoro-
sa, ni borran la especial vulnerabi lidad adq uirida, latente en nuestras
relaciones: gordas que son invitadas a adelgazar por sus parejas; gordas
a las que les dicen "te q uiero a-pesar-de"; gordas que oyen el "de cara
me encantas" (que significa automáticamente que e l resto de tu cuerpo
es una mierda); gordas a las que su amante le dice con una dulzura insul-
tante "amor, con unos kilitos de menos serías perfecta"; gordas a las que
e l miedo a la soledad nos lleva a soportar lo insoportable porque en el
4-f
STO 6 YUS PA11ZAS S ERSAS
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en nuestros espacios también ocurre 15 • Según el INE alrededor de
un 17% de la población de este Estado tiene obesidad y un 3 7% so-
brepeso16, así que yo me pregunto: ¿dónde están las gordas? Porque
en nuestros espacios políticos no. Y, al igual que el hecho de que mis
compañeras flacas liguen más que yo, esto no es casualidad.
15. Por poner un ejemplo: en una charla una compañera comentó que personas de un colectivo
comunista le habían dicho que no se puede ser gorda y comunista y le prohibieron la entrada de
forma sutil.
16. Encuesta Nacional de Salud. 2011 -2012 www.ine.es
SESIÓN 8. VIOLENCIA VIRTUAL. Redes sociales y organización de mujeres
Ser ciberfeminista y lidiar casi diariamente con amenazas, comentarios vinculados al físico o
insultos sexistas es casi inevitable. A Jessica Fillol, titular del dominio de la web Locas del Coño,
han llegado a meterla en grupos de Telegram con usuarios de ForoCoches, conocido por sus hilos
con comentarios machistas, en los que se han dedicado a insultarla.
El pasado 10 de febrero la página web feminista Locas del Coño sufrió un ataque que mantuvo el
espacio colgado durante varias horas. Este blog colaborativo, que alberga artículos sobre diversos
temas abordados con una perspectiva de género, publicó aquel día un artículo titulado TEST: ¿Eres
un maltratador? que no gustó a los usuarios de ForoCoches, uno de los sitios más visitados de
Internet en España conocido además por los mensajes machistas y misóginos que por allí circulan.
Uno de ellos logró redireccionar el dominio de Locas del Coño a otra página en la que nada más
entrar se podía leer "Feminazis".
"Es muy difícil aguantar durante meses este acoso diario sin que te afecte”, afirma la
titular del dominio de la web feminista Locas del Coño, Jessica Fillol
El ataque estuvo acompañado de cientos de mensajes que las dueñas de la web comenzaron a recibir
a través de sus redes sociales. "Putas feminazis", "ojalá os violen", "sois terroristas miserables" son
algunos de los insultos y amenazas que les escribieron aquel día. Algo a lo que, según dicen, ya
están acostumbradas. Como ellas, son muchas las mujeres que se atreven a denunciar la desigualdad
de género en Internet y, como consecuencia, se enfrentan a un acoso machista sistemático.
Putas feminazis de chochos enjutos y renegríos, ojalá os viole un asesino especializado
en reventarles el coño a feminazis como vosotras. Uno que viole únicamente a
feministas de mierda chochocráticas y hembristas odiadoras del varón blanco
heterosexual, porque sois terroristas miserables! terroristas sexistas a las que deberían
asesinar metiéndoles cuchilladas en el cuerpo, apuñalándoles el vientre hasta dejarles
las barrigas convertidas en un amasijo de harapos de carne empapados en sangre y
mierda, jajajajajajajaja!!!
"Me metieron en varios grupos de Telegram con usuarios de ForoCoches que se dedicaban a
insultarme", afirma Jessica Fillol, titular del dominio de la página Locas del Coño. "Como los datos
que aparecen son los míos, accedieron a ellos y comenzaron a publicarlos". Fillol lleva más de diez
años ejerciendo ciberactivismo feminista, pero confiesa que "es muy difícil aguantar durante meses
este acoso diario sin que te afecte”. La administradora de la web ha atravesado momentos de un
perfil activista bajo y ha mantenido durante algunos meses su cuenta de Twitter en modo privado.
Al preguntarle si alguna vez ha temido por su integridad física, Fillol rescata un episodio vinculado
a su vida personal. "Yo denuncié a mi exmarido y, sin conocerle de nada, comenzaron a defenderle
colectivos de hombres que se dicen afectados por la ley de género. Me dio miedo que mis datos
circularan por espacios formados por hombres que han sido condenados", dice. La activista insiste
en que no solo el acoso lo perpetran usuarios de ForoCoches. Además de a nivel individual, también
"se abren hilos similares en otros como burbuja.info, mediavida.es y misandria.info", cuenta.
Loreto Ballesteros abandonó Twitter después del aluvión de insultos que recibió por
retuitear cientos de mensajes de usuarias contando los abusos sexuales que habían
sufrido en su infancia y juventud
Barbijaputa es toda una experta en gestionar el fenómeno, aunque afirma que el anonimato le
permite no estar tan expuesta al miedo. Según cuenta, muchos hombres han estado empeñados en
descubrir su identidad. ¿Por qué el acoso es más encarnizado cuando se denuncian las desigualdades
de género? “Cuando una mujer se expone y opina sobre algo siempre hay más críticas, la lupa es
mayor. Si encima de lo que habla es de la necesidad de acabar con el machismo, peor. Digamos que
pone a los hombres frente a un espejo, y eso a nadie le gusta”, dice. “El feminismo provoca odio,
pero es que la mujer provoca odio hable de lo que hable”, opina la articulista.
June Fernández lleva años escribiendo sobre feminismo y ya “se ha hecho la piel dura”. La revista
que dirige, Pikara Magazine, cuenta con un espacio de libre aportación, Participa, que juega una
doble cara. “Es muy rico por las experiencias potentes de sexismo cotidianas, pero si no estamos
pendientes, se llena de comentarios victimizadores, culpando a la mujer o poniéndola en duda. A mí
personalmente es lo que más me frustra, no poder construir un espacio seguro y que al mismo
tiempo sea lo más abierto posible. Así que sólo llega gente convertida, cercana”, comenta.
“A un hombre probablemente le han llamado batasuno y proetarra mil veces. La
diferencia: a mí, además, guarra. Y lesbiana, y fea, y gorda”
Además, surge un problema. Esta situación “nos impide tener debates profundos. No se puede
debatir tranquilas, estamos siempre bajando el nivel discursivo”. La parte buena, eso sí, es que
comprueban “el empoderamiento. Cuando vas a eliminar un comentario ya hay cinco poniéndolo en
su sitio”.
“El trolleo es universal, pero a nosotras nos conecta con una mochila muy profunda”, dice. Insultos
que hacen referencia a complejos, a opresiones o a miedos. El otro día en Twitter le llamaron
“guarra batasuna”. “A un hombre, a un vasco, probablemente le han llamado batasuno y proetarra
mil veces. La diferencia: a mí además de batasuna, guarra. Y lesbiana, y fea, y gorda”. “A nosotras
nos conectan con miedos y agresiones reales que hemos vivido desde pequeñas. No es lo mismo
que a un tuitero famoso le llamen cabrón que a mí me amenacen con violarme”, añade Fernández.
A pesar de esa fortaleza que demuestra, la periodista comprobó con el caso de la articulista Brigitte
Vasallo que ni es ni tiene por qué ser siempre así. Vasallo fue víctima de lo que describió como "un
acoso implacable en las redes sociales" que incluían lesbofobia, insultos sexistas e incluso
amenazas de violación. "Yo no me preocupé, no pensé que le pudiese haber afectado. Tengo
asumido que son gajes del oficio de ciberfeminista. Y luego me sentí mal al enterarme de que sí.
Llega a un punto en el que te desborda. En su caso, además, fue masivo y muy duro. O quizá de
cien mil insultos hay uno en concreto que te toca”, reconoce June Fernández. Y apunta una
reflexión: “Soy muy de que no nos afecte, de que no nos pueden meter miedo si no nos dejamos.
Pero en la práctica, tenemos el derecho a ser vulnerables y cuidarnos mucho entre nosotras”.
SESIÓN 8. VIOLENCIA VIRTUAL. Redes sociales y organización de mujeres
Texto extraído de https://www.diagonalperiodico.net/panorama/31931-redes-sociales-espejo-
aumentado-del-machismo.html
La frase, clara y directa, fue pronunciada desde el dolor pero sin dejar que las lágrimas nublaran el
juicio: "Mi sobrina ha sido asesinada por la web y por la indiferencia de muchos". La sentencia,
emitida por una de sus tías durante el funeral de Tiziana Cantone, apunta sin dudas al papel jugado
por internet y las redes sociales en un nuevo episodio de violencia machista.
Cantone se suicidó el 13 de septiembre en Mugnano (Nápoles, Italia) tras soportar un año de
pesadilla en el que su imagen manteniendo relaciones sexuales circuló por todo el país sin su
consentimiento. La difusión de vídeos que ella había grabado y compartido con su exnovio se
convirtió en un lugar común en el que la falta de respeto, los insultos, las bromas pesadas, la
indefensión y la utilización de su imagen acabaron por destrozarla.
El vídeo íntimo se publicó en páginas web porno, se crearon perfiles falsos de Cantone en redes
sociales como Facebook utilizando capturas de pantalla de la grabación y una de las frases que ella
pronunciaba terminó siendo carne de memes. Dos futbolistas famosos –Paolo Cannavaro y Antonio
Floro Flores– llegaron a realizar su propia versión del vídeo. Todo sin el permiso de ella.
Cantone, de 31 años, recurrió a la justicia para exigir que se retirasen los vídeos de las páginas web
en las que estaban publicados. Una semana antes de suicidarse obtuvo una sentencia favorable,
aunque contradictoria. La resolución ordenaba suprimir estos vídeos y los comentarios de los
usuarios, además de condenar a varias web que los habían difundido al pago de costas por valor de
320 euros. Sin embargo, en el mismo fallo también se consideró que Cantone consintió las
grabaciones, por lo que fue condenada a pagar 20.000 euros de costas a otras cinco páginas web.
Las investigaciones policiales y del fiscal Francesco Greco están encaminadas a encontrar a las
partes que, según creen, fueron responsables de "incitar" a Cantone al suicidio. A través de un
enlace en la embajada estadounidense en Roma, Greco ha solicitado la intervención del
Departamento de Justicia para que obligue a Apple a darle acceso al iPhone bloqueado de Cantone,
que podría aportar "las causas que la llevaron al suicidio".
Cantone ha sido una víctima más del mal llamado 'porno de la venganza', una práctica machista
consistente en difundir en redes sociales contenidos íntimos sin el consentimiento de la otra
persona implicada. "Se hace para humillar a las mujeres, tanto en el contexto de la pareja como en
el de la expareja, por ejemplo el exnovio que difunde fotos eróticas como una forma de dañar la
reputación de ella", explica a Diagonal June Fernández, coordinadora de la revista Pikara y autora
de Ingobernables (Libros del K.O., 2016).
Para ella, la violencia sobre las mujeres ejercida desde –y mediada por– internet y las redes sociales
comparte muchos rasgos del machismo ya existente, con la novedad de una amplificación enorme.
"Es como el bullying o la utilización de rumores para hacer daño... Un tío en el instituto que decía
que se había enrollado con una amiga y ella se la había chupado, y el resto se reía de ella y la
llamaba puta. Ahora es lo mismo, pero con un factor que alimenta más la victimización, que es la
difusión de la foto o del vídeo, con lo que supone para la mujer", valora.
Así, las redes sociales, como canales comunicativos por los que circula ingente cantidad de
información personal, son terreno abonado para ejercer poder y agredir desde una posición
privilegiada, alimentada por el anonimato. Pero esas dinámicas de linchamiento y contra la
libertad sexual de las mujeres, recuerda Fernández, existían mucho antes de las redes sociales. "O
en el caso de la violencia machista en la pareja, utilizar las redes sociales como instrumento de
control puede parecer nuevo, pero antes se controlaban las llamadas o las cartas", analiza.
"Es mucho más fácil que alguien se suicide ahora porque un vídeo erótico suyo lo ha visto un
millón de usuarios que antes, cuando se reían de ti 30 personas de tu clase", dice June Fernández
En su opinión, el control, la humillación y las estrategias del miedo "han estado siempre
presentes" y lo que cambia son las herramientas concretas. "Lo que ocurre es que las de hoy en día
tienen tal nivel multiplicador que resultan mucho más apabullantes. Es mucho más fácil que alguien
se suicide ahora porque un vídeo erótico suyo lo ha visto un millón de usuarios que antes, cuando se
reían de ti 30 personas de tu clase", resume.
Para Irene R., autora de Feministas Ácidas, página de reflexiones personales feministas y artículos
sobre diversos temas en torno a cuestiones de género, el problema se da "cuando se difunde una
situación o material explícito sin consentimiento, lo que resulta una forma de agresión en sí misma
en la que se vulnera la integridad de la mujer o de la persona agredida".
Espejo de desigualdades
La instauración de internet como medio ambiente en el que nos relacionamos a muchos niveles ha
conllevado que la red sea, entre otras cosas, un espejo que reproduce las desigualdades existentes
fuera de la pantalla. "Los contenidos que se comparten pueden mostrar esa desigualdad en
diferentes grados", considera Beatriz Bonete, presidenta de Stop Violencia Sexual (Federación de
Asistencia a Víctimas de Violencia Sexual y de Género).
Ella sitúa en el grado máximo a "las web de pornografía en las que, directamente, se agrede
físicamente a mujeres –porque se supone que esta violencia 'excita' a ciertos hombres– hasta un
grado más sutil, pero no menos peligroso, como los medios publicitarios que siguen apostando por
ser virales tirando de la objetivización del cuerpo de las mujeres".
La articulista feminista Barbijaputa incide en el rol variable que desempeña internet con respecto
a la visibilización de casos de violencias machistas. Por un lado, observa, "ayuda a la difusión y a la
concienciación" pero, por el otro, añade, "siempre que hay un auge del feminismo, lo hay del
machismo. Gente que hasta hace pocos años no se veía cuestionada por ningún tipo de discurso
feminista, ahora presenta un discurso muy reaccionario y machista. Muchos se revuelven y sacan a
relucir el machismo que antes no les hacía falta defender: insultan, culpan a las víctimas".
Como aspectos positivos, el ciberfeminismo –la intervención en la esfera virtual desde posiciones y
agendas feministas– ha resultado importante en la visibilización y denuncia de prácticas como el
acoso callejero, facilitando un reconocimiento colectivo de hechos que no son aislados sino que
obedecen a patrones sociales establecidos.
El vídeo y la culpa
Los cinco detenidos en Pamplona por la violación de una mujer de 18 años el 7 de julio compartían
un grupo de mensajes de WhatsApp llamado 'Manada' en el que dieron cuenta al resto de lo que
estaban haciendo. "Follándonos a una entre cinco" o "Puta pasada de viaje" son algunos de los
mensajes que envió uno de ellos una hora después de la violación. También otro significativo que
decía "Hay vídeo".
Posteriormente se ha conocido que el juez instructor ha encontrado "claros indicios" de que cuatro
de los cinco acusados violaron en mayo a otra mujer, drogándola y grabando también un vídeo que
compartieron en otro grupo de WhatsApp. La existencia de vídeos y su difusión sin
consentimiento son elementos que se repiten en estas agresiones machistas.
A principios de octubre, la difusión viral de un vídeo de carácter sexual de los futbolistas del Eibar
Antonio Luna y Sergi Enrich hizo que los dos utilizaran Twitter para pedir disculpas y asegurar que
las escenas se grabaron en un ámbito "íntimo y privado" y con pleno consentimiento de las personas
que aparecen. Añadían que ellos no permitieron la difusión del vídeo. Sin embargo, la mujer que
sale en las imágenes les ha denunciado por varios delitos relacionados con el derecho a la
intimidad, por la difusión sin su consentimiento de este material audiovisual. El vídeo circuló con
profusión.
"¿Cómo puedes recibirlo y no contestar a quien te lo manda que está cometiendo un delito al
difundir algo sin el consentimiento de la persona?", se pregunta Fernández. Lo que sí sucedió,
especialmente en redes sociales pero no sólo, fue un cuestionamiento del papel de ella, una
búsqueda de los motivos por los que se habría merecido el escarnio público, pese a que parece
poco probable que ella diera permiso a la difusión del vídeo. Se siembra la duda y se hace
responsable a la víctima de lo que le pasó.
"El cuestionamiento del relato de la denuncia es una constante patriarcal que de forma continua se
hace presente", dice la creadora de Feministas Ácidas
"El cuestionamiento del relato de la denuncia es una constante patriarcal que de forma continua se
hace presente. En redes sociales podemos leer comentarios como 'No tendría que haber ido así
vestida' o '¿Qué hacía una chica sola a esas horas?', pero estas frases no son nuevas para ninguna",
recuerda Irene R., quien también señala que las agresiones machistas son "mecanismos sofisticados
a través de los cuales el patriarcado mantiene el orden de dominación. Para que se puedan perpetuar
–explica– es necesario incluir en el proceso el resorte de la culpa hacia la persona agredida".
Nobel al machismo
El 13 de octubre, Ángela Bernardo, redactora de ciencia en Hipertextual, publicó un tuit señalando
el evidente sesgo machista de los Premios Nobel. De los once galardones concedidos en 2016
ninguno ha recaído sobre una mujer.
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Las respuestas que recibió forman un catálogo del machismo más explícito que se pueda
encontrar. "Nunca me había visto en una situación así pero sí conocía que este tipo de acoso con
mensajes machistas, homófobos, con amenazas de muerte o de violación son habituales en Twitter",
reconoce Bernardo a Diagonal. Para ella, la plataforma de microblogging "hace poco por solucionar
este problema".
Sin embargo, la tormenta machista que desató su comentario no descargó sobre otras personas que
publicaron tuits con una idea similar. "No fui la única en señalar este tema de la falta de visibilidad
de las mujeres en los Nobel, que es general en la ciencia, en la cultura, pero este caso es
paradigmático porque otras personas como el politólogo Jorge Galindo o el periodista Manuel
Ansede pusieron mensajes similares al mío y no les atacaron con esta violencia ni con esta
agresividad", comenta Bernardo.
"La Fiscalía podría actuar de oficio perfectamente pero no lo hace porque también tienen muy
inculcado eso de que 'ellas se lo están buscando', 'ellas provocan'", opina Barbijaputa
La respuesta de las autoridades al acoso machista en redes sociales, como el sufrido por
Bernardo, es tibia. Barbijaputa echa de menos la contundencia con que se suelen conducir en otros
casos: "La Fiscalía podría actuar de oficio perfectamente pero no lo hace porque también tienen
muy inculcado eso de que 'ellas se lo están buscando', 'ellas provocan'. Solamente lo hacen cuando
es un torero o un político, pero parece que feministas, rojos y demás estamos abandonados por las
instituciones en este sentido".
Las empresas tampoco están muy por la labor y se puede decir que guardan más celo en combatir
las expresiones feministas que en evitar los ataques machistas. A Irene R. Facebook le cerró la
página de Feministas Ácidas tras "un año de persecución y la única alternativa que me dieron fue
que podía reclamarlo en unas oficinas de Irlanda si me personaba allí".
Fernández señala la paradoja de que en Facebook "se tolere el acoso cibernético y al mismo tiempo
censure un pezón" y vaticina que es "más probable que Twitter empiece a censurar tuits feministas,
argumentando que es un discurso del odio contra los hombres, que realmente empiece a proteger en
serio a las víctimas del machismo y la lgtbfobia".
Ella recuerda también lo que sucedió con los vídeos de Alicia Murillo: "YouTube dio la razón a los
acosadores y censuró sus vídeos, cuando no había censurado los comentarios en los que la
insultaban y la amenazaban".
Durante los últimos años, el estudio de la masculinidad (o las masculinidades) ha recibido gran
atención tanto en el ámbito de la investigación como en otros ámbitos sociales, como por ejemplo el
de los medios de comunicación. Al amparo de los estudios de género, en varias universidades se
están realizando estudios sobre masculinidad, y las líneas de investigación sobre el tema se están
fortaleciendo y afianzando. Al mismo tiempo se están impulsando diferentes iniciativas en el
terreno de los movimientos sociales así como en el de la intervención institucional, siendo
probablemente las más conocidas los denominados “grupos de hombres”.
La idea que subyace en la atención que la masculinidad está recibiendo en el terreno académico es
la siguiente: el género es una construcción social (tal y como la teoría feminista ha argumentado
ampliamente) que también nos afecta a los hombres. Por lo tanto, poner el “ser hombre” a debate e
iniciar una tarea de deconstrucción es posible. Así, los estudios sobre la masculinidad nos animan a
ampliar la mirada sobre el género, a mirar a los hombres. Esto tiene sus efectos positivos, ya que los
hombres no nos situaríamos ya en la base de “lo universal” sino en el terreno de las normas de
género y su contingencia histórica y social.
Las investigaciones tienden a centrarse en la identidad (qué significa ser hombre para el propio
hombre) y no tanto en las relaciones de poder. Son cada vez más auto-referenciales, en vez de
basarse en las aportaciones de las teorías feministas
Sin embargo, de este planteamiento pueden emerger un gran número de dudas y contradicciones. El
movimiento feminista ha conseguido en las últimas décadas redireccionar la mirada (científica,
medíatica, social) hacia las mujeres. Este fenómeno se da además en un mar de contradicciones y
contra-efectos al que los feminismos han tenido que responder a través de la crítica, la
implementación y, al fin y al cabo, la transformación de esa misma “mirada”. Las ciencias sociales
han observado a menudo a las mujeres como meros objetos sin capacidad de agencia y sin voz, y
debido a ello ha sido necesario reivindicar que no sólo se trata de “mirar a” sino de “cómo” mirar.
De cualquier forma, lo que ahora nos atañe es que en los últimos años esa mirada se dirige hacia los
hombres. A menudo, sin embargo, no se pone suficiente énfasis en explicar que todo el periodo
histórico anterior (y el actual en gran medida) se caracteriza precisamente por la negación de la
existencia social de las mujeres. Es decir, que la mirada -social, académica, mediática- siempre ha
estado dirigida a los hombres.
En el terreno social y asociativo, los “grupos de hombres” son probablemente las iniciativas más
conocidas, pero no las únicas. Se han realizado en los últimos años varias acciones más que nos han
tenido a los hombres como protagonistas. Muchas de ellas se han desarrollado en torno a la
violencia machista: cadenas humanas, manifiestos, campañana publicitarias y foto-denuncias… Los
hombres hemos anunciado en público nuestra intención de incidir en la lucha contra el sexismo y el
machismo, y a menudo hemos recibido por ello abundante atención mediática, más que los grupos
de mujeres que se dedican a lo mismo.
El punto de partida de estas iniciativas es la necesidad de que los hombres nos impliquemos contra
el sexismo, lo que se ha enunciado de maneras bien diversas: se ha dicho que nuestra implicación es
indispensable, que es nuestra obligación, que supone una ventaja para nosotros también, que sin
nosotros el cambio es imposible… Cada forma de plantear el asunto implica matices bien
diferentes. En cualquier caso, estaríamos hablando del uso y ocupación del espacio público (las
calles, los medios, los discursos) y en ese terreno se ha visualizado de manera bastante clara que
una palabra de hombre vale más que el enunciado completo de las mujeres, aunque ambas hablen
de sexismo.
Durante los años 2011 y 2012, realicé una pequeña investigación respecto a estas cuestiones en el
marco del máster de ‘Estudios feministas y de género’ de la Universidad del País Vasco. Mi objetivo
era señalar algunas cuestiones que pueden resultar problemáticas sobre el trabajo con
“masculinidades” tanto desde el punto de vista académico como movimentista. Traté de señalar
algunos de los anclajes en los que se está amarrando la construcción discursiva en torno a las
masculinidades hoy en día.
Al mismo tiempo que se reivindican diferentes maneras de vivir la masculinidad, se identifica con
sujetos concretos: diagnosticados hombres al nacer, heterosexuales, involucrados en relaciones de
pareja. Quienes no encajábamos en la norma, quedamos fuera
En el terreno académico hubo especialmente dos cuestiones que llamaron mi atención. Por un lado
me parece que a la hora de investigar sobre masculinidad hay una tendencia bastante general a
centrarse en la identidad, en detrimento de los puntos de vista que priorizan el enfoque sobre el
poder o la hegemonía. Se estudia mucho qué siginifica ser hombre para el propio hombre, y no
tanto cómo incide en las relaciones entre personas que hemos sido asignadas en diferentes sexos.
Por otro lado, tengo la impresión de que los estudios sobre esta cuestión se están conviritiendo cada
vez más en auto-referenciales. Los estudios sobre masculinidades parten de presupuestos teóricos
construidos en los propios estudios sobre masculinidades, y cada vez se nutren menos de
reflexiones feministas.
Esto tiene consecuencias de impacto tanto en el enfoque (o mirada) que se utiliza para abordar el
tema, así como en el contexto del que se parte. Por ejemplo, una cuestión difícil y problemática en
la teoría y práctica feminista de las últimas décadas ha sido la del sujeto, la pregunta clave que
intensos debates tratan de contestar: ¿quién es hoy en día el sujeto político del feminismo, ahora que
precisamente las diferentes expresiones feministas han cuestionado la categoría mujer como única,
partiendo de las diferentes experiencias y posiciones de las mujeres en lo social? El intento de
articular la capacidad política y subjetiva de las mujeres en esta red o maraña de diferencias es una
cuestión de vital importancia, y por lo tanto, muy complicada. Sin embargo, las implicaciones que
la participación de los hombres en “el feminismo” podrían suponer no son un tema de debate
principal en las teorías sobre masculinidad. Esto determina la dirección en la cual se desarrollan los
debates, dejando de lado temas que para los feminismos son de crucial importancia.
Saltando al terreno de los movimientos sociales me dediqué al estudio de algunos escritos y
documentos publicados (en el ámbito de la Comunidad Autónoma Vasca) por grupos de hombres e
iniciativas institucionales en torno a la masculinidad. En ese trabajo, incompleto aún, pude empezar
a dibujar algunas claves que en mi opinión merece la pena poner sobre la mesa:
Para empezar, hablamos de masculinidad y aún nos referimos a un modelo muy concreto. Al mismo
tiempo que se reivindica que existen diferentes maneras de vivir la masculinidad, se identifica el
ejercicio de la misma con sujetos concretos: personas que han sido identificadas como hombres al
nacer, heterosexuales, en la mayoría de los casos involucrados en relaciones de pareja. El resto,
quienes hemos tenido algún problema que otro para encajar en el carril de la masculinidad
“hegemónica” (hombres trans, homosexuales, afeminados…) quedamos fuera de esa categoría. Esto
supone un doble riesgo: por un lado decir que no somos hombres (por mí bien, ojalá) pero por otro,
pensar que por ser masculinidades “marginales” no ostentamos actitudes hegemónicas y poder.
En este sentido, la mayoría de propuestas vienen a cuestionar y modificar las relaciones que se dan
entre hombres y mujeres, sobre todo en el terreno familiar y doméstico, dejando de lado (o
prestando mucha menos atención) a otros espacios, sujetos y situaciones. Reivindicamos que los
hombres nos tenemos que poner el delantal, pero no tenemos demasiadas propuestas para cómo (por
ejemplo) rechazar los privilegios que ser hombres nos aporta en el mercado laboral.
En cambio, nos resulta más fácil denunciar las cargas y “daños colaterales” que el patriarcado nos
ha impuesto. Señalamos los espacios que nos han sido negados por ser hombres y subrayamos la
necesidad de conquistarlos, pero tenemos más dificultades para enfatizar el otro lado de la moneda,
los espacios que el patriarcado nos ha dado, aquellos que tenemos que des-conquistar. No
señalamos, además, que esta moneda no es casi nunca simétrica, que estos privilegios nos vienen
muy bien para movernos en el mundo actual.
En este sentido, me parece muy importante identificar las motivaciones que nos llevan a
implicarnos en las luchas por la igualdad. Estamos dispuestos a asumir algunos de los trabajos que
históricamente han realizado las mujeres (los trabajos de cuidado son paradigmáticos en este caso).
Decimos que el cuidado de nuestras criaturas (de aquellos que las tengan, claro) es fundamental, y
más aún, señalamos las ventajas que esto nos traerá. Sin embargo, mencionar a las personas
enfermas, o con autonomía reducida por cualquier motivo, nos cuesta bastante más. Decimos que
con la igualdad ganaremos tod*s, pero si lo que el patriarcado supone es precisamente una red de
poder de distribución desigual, no guste o no, alguien tendrá que perder con la igualdad. Y así
deberá ser, si algunos sujetos se empoderan, otros tendremos que des-empoderarnos (si es que
existe el concepto). Deberíamos dejar claro que esto no será una ventaja, no será bueno para todos,
no será un regalo del cielo. Pero eso no quita que haya que hacerlo.
En las dos últimas décadas las teorías feministas han cuestionado el carácter binario del sexo.
Nosotros parece que sentimos más apego del que pensábamos hacia la noción de masculinidad,
seguramente porque sabemos que nos aporta privilegios
Asimismo, identifiqué en al análisis de algunos textos ciertos discursos de presunción de inocencia;
la necesidad de reivindicar, ante un supuesto exceso de radicalidad de los feminismos, que todos los
hombres no somos iguales. Es evidente que todos los hombres no somos iguales ni ejercemos de la
misma manera la masculinidad, pero sería interesante estudiar por qué nos sentimos culpables o
atacados y por qué nos enfadan según que críticas o discursos. De alguna manera, se intuye la
búsqueda de una nueva identidad personal y grupal, la de los hombres “alternativos”.
Unido a todo esto, el concepto “nuevas masculinidades” emerge con fuerza en los últimos años, en
algunos casos con vocación descriptiva (en el terreno académico) y en otras como propuesta de
modelo a construir (en los movimientos sociales). En ambos casos me parece necesario y pertinente
problematizar el concepto.
En el primero de los casos, me parece excesivo afirmar la existencia de “nuevas masculinidades” de
manera acrítica. Claro que la masculinidad está cambiando, pero ¿cuándo no? Y, ¿en qué sentido y
en que contexto está cambiando? ¿No será la masculinidad de cierta clase social en cierto contexto
la que está cambiando o al menos la que hace visible su cambio? ¿Son todos los cambios en la
masculinidad “positivos” y “voluntarios”? Estos cambios y novedades que nos son visibles en lo
identitario, ¿en qué medida y cómo afectan a las relaciones entre hombres y mujeres en el terreno
material (reparto de recursos y poderes de todo tipo)? Diría que es posible trazar formas distintas
en las que hombres y mujeres han vivido la masculinidad a lo largo de la historia, pero sólo en este
momento preciso hablamos de “nuevas masculinidades”, precisamente cuando es el grupo
“hegemónico” el que está dando pasos hacia la transformación consciente del modelo masculino
(transformación, que dicho sea de paso, valoro positivamente). No quisiera por tanto cuestionar la
capacidad para vivir la masculinidad de formas distintas señalada en el término “nuevas
masculinidades”. Es su inflación discursiva lo que me preocupa.
En el terreno social, reivindicar la búsqueda de “nuevas masculinidades” (que, a menudo, como he
expuesto anteriormente, se limita de antemano a ciertos sujetos) puede tener además de su lado
positivo un lado problemático. En las dos últimas décadas las teorías feministas han cuestionado el
carácter binario del sexo. A pesar de las diferentes opiniones en el seno de los movimentos, diría
que los debates han sido ricos y productivos. Sin embargo, nosotros todavía ni nos hemos planteado
en la mayoría de los casos qué hacer con la masculinidad: ¿reformarla? ¿transformarla? ¿abolirla?
Parece que sentimos más apego del que pensábamos hacia la masculinidad, seguramente porque de
manera consciente e inconsciente sabemos que los privilegios que nos aporta no están nada mal.
Pero aún cuando hacemos un intento de cuestionar los privilegios no somos capaces de retratar
nuestras vidas y utopías más allá de la masculinidad (sea “nueva” o no). Sin obviar que la
deconstrucción de la feminidad y la masculinidad conlleva consecuencias diferentes a muchos
niveles, deberíamos intentar atender al debate sobre si queremos ser otros hombres, hombres
distintos o simplemente menos hombres.
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masculinidad-reformarla-transformarla-o-abolirla/#sthash.kBMzwEXS.dpuf
TEXTO COMPLEMENTARIO. "LOCAS: La violencia sobre sí o la encarnación del patriarcado"
Patricia Amigot **
Universidad Pública de Navarra, España
Margot Pujal i Llombart ***
Universidad Autónoma de Barcelona, España
Resumen
El objetivo del artículo es analizar el uso de las plataformas virtuales por
parte de personas afectadas por un dolor crónico sin causa orgánica. Se
trata de un malestar emergente, creciente y controvertido en sociedades
globalizadas, tecnologizadas y occidentalizadas, que afecta a mujeres en una
ratio de 20/1 y que ha sido incluido en la categoría clínica de fibromialgia. Se
parte de los estudios sobre el biopoder, la medicalización de la experiencia
y del enfoque de género en salud, para desde allí analizar las posibilidades
y límites de las plataformas en línea que facilitan procesos de agenciamien-
to subjetivo y transformaciones corporales, subjetivas, sociales y políticas
significativas. La aproximación metodológica es cualitativa y la fuente de
datos la constituyen los intercambios en cuatro blogs o foros en línea. Los
resultados y la discusión final abordan la recuperación de las mujeres y la
posterior simbolización de su experiencia conflictiva en los foros, así como
los alcances y límites en términos de agenciamiento.
doi 10.11144/Javeriana.psy14-5.dedm Palabras Clave
agenciamiento; plataforma virtual; perspectiva de género; medicalización; biopoder;
Para citar este artículo: Amigot, P., & Pujal i Llom- análisis del discurso; fibromialgia
bart, M. (2015). Desmedicalización de la expe-
riencia de dolor en mujeres: usos de plataformas Abstract
virtuales y procesos de agenciamiento subjetivo. The aim of this paper is to analyse the use of online platforms of people
Universitas Psychologica, 14(5), 1551-1568. http://
dx.doi.or./10.11144/Javeriana.upsy14-5.dedm
affected by chronic pain without organic cause. This is an emergent and
growing malaise in globalized, technologized, western societies, that affects
women in 90% of the cases). This malaise has been captured on the clinical
*
Artículo de investigación. Este estudio se apoya category of fibromialgia. The study begins in the studies of biopower and the
en la investigación “Les veus silenciades en temps
“d’igualtat”. El dolor des d’una perspectiva de gè-
medicalization of experience, and the gender perspective in health. We ask
nere”, coordinado por X y parcialmente finan- if online platforms are sufficient to facilitate subjective agencement proces-
ciado, en convocatoria competitiva Ref. U-27/10 ses, that make possible a significant corporal, subjective, social and political
(2010-2011), por el Institut Català de les Dones del transformation. We do this from a qualitative methodological approach. Our
Gobierno de la Generalitat de Catalunya.. data source are the interactions in four different blogs and online forums.
**
Doctora y Profesora de Psicología Social del De- The results and discussions tackle the recovery and later symbolization of
partamento de Trabajo Social. Correo electrónico: the conflictive experience in the forums, as its reach and limits regarding
Patricia.amigot@unavarra.es. agencement processes.
***
Doctora y Profesora Titular de Psicología Social Keywords
Departamento de Psicología Social. Correo elec- agencement; online platform; gender perspective; medicalization; biopower;
trónico: margot.pujal@uab.cat. discourse analysis; fibromyalgia
Univ. Psychol. Bogotá, Colombia V. 14 No. 5 PP. 1551-1568 ed. especial 2015 ISSN 1657-9267 1551
P atricia A migot , M argot P ujal i L lombart
tegia general del poder” (Foucault, 2007, p. 15). biopoder de la FM, en el marco de un modelo social
Se parte igualmente de un enfoque psicosocial y de género en transición al que se acogían las per-
de género en salud (Velasco et al., 2007), desde sonas afectadas, que interactuaba con un modelo
el cual el disciplinamiento normativo de las iden- social de género tradicional al que pertenecían sus
tidades de género constituye un dispositivo de familias de origen. Dicho estudio muestra una clara
poder que tiene un impacto diferente y desigual influencia de ambos modelos. Estos, al interactuar
sobre la salud, el padecimiento y la calidad de vida con otros vectores de desigualdad —desde una
de mujeres y de hombres. perspectiva teórica interseccional— como la clase
social, la migración, el modelo cultural, el estatus
Una perspectiva de género profesional, la edad y la posición subjetiva, entre
para comprender el dolor otros, producían un yo generizado más normativo
—y, por tanto, más precarizado— en comparación
El concepto de sistema sexo/género desarrollado por con otras mujeres. A partir de los resultados obteni-
Rubin (1986) es considerado aquí central para el dos en la investigación previa, nos preguntamos si
análisis de la FM. Ampliamos la conceptualización las plataformas online, donde interactúan personas
de Rubin para entenderlo como un dispositivo de diagnosticadas clínicamente con FM, potencian
poder, desde una perspectiva foucaultiana (Pujal & —y en qué grado— procesos de agenciamiento y
Amigot, 2010). En términos más concretos, articu- empoderamiento subjetivo. En otras palabras, la
lamos dicho concepto con la perspectiva de género cuestión es si los procesos que tienen lugar en estas
en salud siguiendo a Velasco (2009), quien define plataformas logran efectuar un tránsito desde una
al sujeto que enferma como un sistema dinámico posición normativa de género subalterna (Spivak,
biopsicosocial generizado, es decir, como un sistema 2003) hacia una posición de mayor agencia y si tie-
sujeto/sexo/género. nen un impacto en la vivencia del dolor corporal y
Desde esta perspectiva y a partir de Mora (2005), del malestar subjetivo.
consideramos que la organización sexista de la vida El empoderamiento, en este caso, se refiere al
social genera unas fuentes específicas de vulnera- proceso por el cual las mujeres mejoran el control de
bilidad y fragilidad diferenciadas según el sexo y el los recursos materiales y simbólicos y refuerzan sus
género. Tres son las características fundamentales capacidades y protagonismo en todos los ámbitos,
de una organización sexista occidental: la división para convertirse en las protagonistas de sus propias
sexual del trabajo; la construcción imaginaria, sim- vidas (Lagarde, 2005). Asimismo, el empodera-
bólica y material de las subjetividades de género, y miento tiene una dimensión individual, relacionada
las relaciones sociales mediatizadas por esta cate- con los propios niveles de autoestima y autonomía,
goría. Sin embargo, hay variaciones en las combi- y otra colectiva, relacionada con la necesidad de
naciones de estas características, lo que ha dado unirse con otras personas con el fin de aumentar
lugar a distintos modelos sociales de género en las la capacidad de participación e intervención en lo
sociedades globales occidentalizadas —entre ellas, público —en tanto espacio de lo común—. Ambas
España—. En la actualidad, conviven cuatro mo- dimensiones están relacionadas entre sí.
delos sociales de género que pertenecen a distintas En definitiva, siguiendo a Michel Foucault y co-
generaciones y son a la vez coetáneos por herencia mo hemos señalado en otro lugar (Amigot, 2005),
social: tradicional, en transición, contemporáneo los discursos y las prácticas sociales configuran,
e igualitario (Velasco, 2009). de una forma que varía históricamente, diferentes
En esta línea, partimos de los resultados obte- formas de autoconciencia y reflexividad. Esto es un
nidos en una investigación cualitativa sobre relatos efecto de las relaciones de poder que opera cons-
de vida de mujeres diagnosticadas con FM (Pujal tantemente, incluso sin que seamos conscientes de
& Mora, 2013, 2014), en la que el género aparece ello, dado que la subjetividad es un proceso abierto
claramente como un determinante psicosocial y de y no completamente transparente. El lenguaje se
abre a diversos usos, a desplazamientos y fracturas ser beneficiosa y apuntar a un proceso de resignifi-
en los sentidos. cación y transformación subjetiva.
Los sentimientos tienen una dimensión política,
Estudios sobre los efectos de bienestar en el sentido de que las relaciones de poder regulan,
de la interlocución virtual de alguna manera, los objetos legítimos de determi-
nadas emociones. Los sentimientos negativos suelen
Internet se ha convertido en un poderoso escenario desviarse hacia abajo, mientras que los positivos
de información e interacción global en relación con “suelen subir la cuesta sociopolítica” (Hochschild,
la experiencia de enfermedades y malestares con- 2008, p. 126). Esto implica que los grupos sociales
temporáneos. La búsqueda de información no es lo con menor poder tienen una menor posibilidad
único que motiva el acceso a la red: la dimensión de expresar su enojo y que son objeto de este con
experiencial y subjetiva de la enfermedad aparece mayor frecuencia.
como un nudo que se estructura narrativa y dialó-
gicamente en el contacto virtual, como objeto de Método y materiales
exposición, de síntesis, de ejemplo y de palabra, di-
rigida a quien pueda comprenderla porque padece La aproximación metodológica del estudio fue cua-
la misma situación. litativa y constó de dos procedimientos: la produc-
Este contacto intersubjetivo en línea permite ción de datos y el análisis de los mismos. Las fuentes
compartir experiencias, tanto en una dimensión de datos fueron el seguimiento, desde diciembre de
expresiva —de exposición emocional— como 2010 a mayo de 2011, de los intercambios virtuales
instrumental —de elaboración de estrategias de en cuatro foros sobre fibromialgia: Fibromialgia
afrontamiento y de prácticas de agenciamiento y Noticias, Fibroamigosunidos, Blog de El País y Fi-
autocuidado—. Tal como señalan Walther y Parks broamigos. Seleccionamos distintos diálogos, según
(2002), Internet es un medio fabuloso para el apoyo criterios de muestreo teórico, para poder obtener
social. Escribir y entablar un diálogo virtual son mayor variabilidad de opiniones y puntos de vista
prácticas que tienen efectos. El lenguaje, en tér- en la muestra. En todos ellos, las impulsoras fueron
minos de Wittgenstein (1969), soporta diferentes personas afectadas —no profesionales de la salud—.
usos además del descriptivo —habría otros usos Dos de los foros fueron creados directamente por
entrelazados con este, a los que él denomina jue- personas afectadas; los otros dos, por colectivos que,
gos de lenguaje, que son e implican formas de vida además, realizan encuentros no virtuales —aunque
distintas—. Una de las líneas de investigación más son poco habituales—, como la Asociación Civil
importantes en relación con los foros virtuales de sin fines de lucro que difunde conocimiento sobre
personas aquejadas por un problema de salud es la FM y el Colectivo Online de FM, un grupo de apoyo
que analiza el efecto beneficioso de la participación, y reivindicación.
asociada al tipo de expresión emocional y subjetiva El objetivo del análisis fue comprender la pers-
que permiten (Pennebaker & Graybeal, 2001; Suriá pectiva que tienen las personas informantes sobre
& Beléndez, 2009). Los dos mecanismos más rele- sus vidas, experiencias y situaciones, así como el
vantes en la consecución de ese efecto beneficioso sentido que atribuyen a sus actos (Taylor & Bog-
son, por un lado, la autorrevelación, que permite dar dan, 2000).
sentido al pasado a través de la ordenación de las En cuanto a las técnicas de análisis de datos,
experiencias y, por otro, la reestructuración simbólica, usamos el análisis de contenido y el análisis crítico
que señala la posibilidad de expresión de emociones del discurso. El primero pretende organizar la infor-
positivas y la disminución de las negativas. En este mación con base en las categorías que emergen de la
sentido y en el caso de la FM, la expresión de rabia interpretación de los datos. El programa ATLAS-ti
o ira —unas de las emociones más reguladas en la 6.0 fue la herramienta que nos permitió trabajar con
socialización normativa de la feminidad— puede la información y crear categorías. En este proceso de
análisis hubo dos fases diferenciadas: el nivel textual generan en la vivencia de la misma. Dolor e in-
—la creación de citas y códigos— y el nivel con- tersubjetividad están estrechamente vinculados y
ceptual —la elaboración del análisis que relaciona esto tiene dos consecuencias importantes: por un
conceptualmente las citas y los códigos—. En cuan- lado, el hecho de que la construcción de signifi-
to al análisis crítico del discurso, lo entendemos cados sea un proceso psicosocial —en el que los
como una técnica analítica que localiza relaciones significados se negocian de manera intersubjetiva
de poder entre posiciones determinadas (Iñiguez, (Crespo, 1995)— implica que, cuando un otro social
2003). Esta línea concibe el discurso como una niega, implícita o explícitamente, una experiencia,
práctica social, lo que cuestiona su consideración se crea un vacío que difícilmente puede llenar de
como práctica descriptiva o representativa (Potter contenido por sí mismo —no sin una profunda in-
& Wetherell, 1987). quietud por la inestabilidad de sentido que provoca
Estas técnicas nos permitieron sistematizar to- el no reconocimiento—. Por otro lado, la profunda
das las intervenciones: el análisis de contenido nos imbricación entre dolor y subjetividad implica que
permitió categorizarlas, mientras que el análisis el descrédito del primero sea simultáneamente un
del discurso permitió establecer relaciones entre descrédito personal que provoca más dolor. Vere-
las categorías, realizar un análisis semántico y uno mos a continuación estas consecuencias, generadas
teórico-interpretativo, atendiendo a la dimensión por la limitación de la narrativa biomédica en los
pragmática y a los efectos políticos de los textos. pacientes.
de no saber por qué tanto dolor en mi cuello, brazos “Yo pasé por un cáncer y, aunque fue muy duro,
y piernas, qué cosas, ¿no?” (BF1, 49). “Qué bueno difícil y lastimó mucho mi cuerpo, puedo decir que
es saber al fin lo que tienes, que no es mentira, ni la fibromialgia es (para mí) más terrible aún, es un
hipocondría, ni flojera, ni histeria ni histrionismo, fantasma contra el que no puedo luchar, es algo que
ni teatro” (BF2: 239). me vino a quitar mucho” (BF4, 27).
Incluso pareciera que, a partir del reconoci-
miento, se mitigara el dolor físico: “Entonces me Vivir duele. Un saber no-
dijo, espera, tienes fibromialgia. Me recetó Lyrica experto compartido.
y Lexapro. Y al otro día quería que todo el mundo
supiera lo buena que es mi doctora, porque a pesar El lenguaje de los expertos opera desde una posición
de que el dolor no cesó totalmente, ya no dolía al socialmente autorizada para decir el significado
punto de la incapacidad” (BF2, 74). último de las cosas. En una sociedad en la que los
Esta reacción también es provocada por las dispositivos científicos se han erigido como porta-
conversaciones que tienen lugar en el foro. El re- voces indiscutibles de la verdad, el saber experto es
conocimiento alivia el dolor y opera como un otro designado para perfilar la verdad de la enfermedad
que disipa dudas acerca de la ‘verdad’: “He llorado (Velasco, 2009). En los foros, las experiencias de los
al leerla, me sentí comprendida, que no era mi recorridos médicos aparecen fundamentalmente
mente la que me traicionaba inventando dolores como una queja frente a la incomprensión, como
“imaginarios”, veo que padecemos todas lo mismo, reproche hacia la ignorancia de la medicina, como
aunque no seamos comprendidas por los “sanos”. reconocimiento a las buenas prácticas y profesio-
(BF2, 355) nales e, incluso, como esperanza en relación con la
investigación y el descubrimiento de una solución.
Un sentido que resiste la psicopatologización Por lo tanto, el ‘no-saber’ biomédico incita a una
elaboración conjunta del sentido del dolor. Una de
El vértigo ante la falta de sentido, provocado por las claves del diálogo es el reconocimiento otorgado
el no-reconocimiento y asociado, a su vez, a la mutuamente: la experiencia de dolor es reconocida
perspectiva dualista mente/cuerpo, hace que la por las otras personas y la ‘verdad’ del relato no es
reflexión acerca de la experiencia subjetiva del cuestionada ni reinterpretada por otros. En conse-
dolor tienda a abrir espacio a la consideración de cuencia, la demanda reiterada de reconocimiento
la locura. Tal como hemos comentado, cuando el y el silencio victimista en el que se refugian las pa-
dolor no tiene base orgánica, tiende a ser psico- cientes no-reconocidas pueden ser aliviados en los
patologizado, lo que implica, convencionalmente, foros. La alusión al silencio es hecha por algunas
un descrédito del mismo en tanto imaginario o personas que intervienen por primera vez y se re-
inventado, así como un (auto)descrédito de la fiere, sobre todo, a la incomprensión en el ámbito
persona, en tanto ‘loca’, histérica, mentirosa o familiar y más próximo. La incomprensión por parte
incluso, vaga y perezosa. Cuando la persona no del entorno lleva al encierro en una misma y, en esas
logra salir de esa narrativa, la única esperanza es el circunstancias, las posibilidades de recibir apoyo,
descubrimiento médico de los procesos patógenos. de resignificar la vida y de establecer estrategias de
Esto se refleja en la siguiente cita, que caracteriza autocuidado descienden drásticamente.
a la enfermedad como fantasma, metáfora que A veces no aparece el silencio sino la falta de
refleja el complejo estatuto médico que tiene esta aceptación. En ambos casos, otras intervenciones
enfermedad. La dificultad a la que se enfrentan los se ofrecen como consuelo y consejo.
pacientes con fibromialgia es, en ocasiones, mayor
que aquella que afrontan los pacientes con cán- No hablo nunca de fibromialgia. Doce años con
cer, por tratarse esta última de una enfermedad ella ya está pudiendo conmigo. Información tengo
socialmente reconocida en su gravedad. tanta como tratamientos he llevado. (…) me veo
demasiado reflejada en vuestras experiencias. No sé vivir duele y aun así somos capaces de adaptarnos”
si es bueno o no leeros, puesto lo que he hecho hasta (BF2, 18). “Con la fibromialgia ‘duele la vida’, y de
ahora ha sido ponerme una venda en los ojos para paso el alma, el dolor llega al corazón” (BF2, 78).
evitar el tema con todo el mundo. (BF4, 24) Al partir del reconocimiento, los foros virtuales
proveen narrativas y palabras para articular una
La respuesta: experiencia más compleja y fracturar identificacio-
nes rígidas con la enfermedad. “Jamás he podido
X cielo, es que no aceptas la enfermedad, por eso explicar con palabras todo lo que sentía, ya que solo
no quieres verla, cariño, somos muchas y luchando podía decir dolor, esa es la palabra que me definía
mucho porque no podemos quedarnos así sin más, como persona” (BF2, 64).
tienes que aceptarla, para poder ver con tus ojos que
no estás sola y, si te abres a la realidad, te verás más Metáforas: la reconfiguración de la
comprendida y apoyada. (BF2, 88) vivencia. La enfermedad y la batalla
puede llegar a ser satisfactorio. La enfermedad como como un agravio externo. No obstante, en varias
batalla supone la vivencia permanente de una situa- intervenciones aparecen expresiones paradójicas en
ción de lucha. Esto tiene varias consecuencias: por relación con la identificación de ese agravio o mal-
un lado, la experiencia de la enfermedad se entiende trato. Aparece igualmente la necesidad de asumirlo
como un proceso. Lejos de la vivencia de una prisión humildemente, con miedo a una reacción legítima,
estática o de una condena permanente, una lucha conflictiva y, probablemente, inútil: “Aceptando
presupone la capacidad de operar sobre la situación y humildemente, porque lo contrario es ir contraco-
la posibilidad, esperanza o certeza de que ese actuar rriente… es enfermar del alma… es darle paso a la
podrá tener pequeñas recompensas. rabia… a la oscuridad” (BF2, 15).
La referencia a la lucha suele estar relacionada La expresión de tristeza y depresión está vincu-
con la elaboración colectiva de estrategias para lada a la percepción de la enfermedad como una
afrontar las dificultades del dolor y con la expresión pérdida. En algunos casos, se alude incluso al duelo
de una autovaloración que infunde ánimos. “Esto es que genera su aceptación:
una lucha más, que nos deja inactivas durante unos
días pero que luego nos permite continuar. Sobre Hola, soy nueva en esta bella casita, espero ser bien-
todo, no os quedéis inactivas, el día que podáis salir, venida, gracias por recibirme… estaba tan deprimida
hacedlo y procurad tener siempre la mente ocupada, que entré a buscar información positiva después de
haced yoga, tai-chi, bolillos, ganchillo” (BF1, 24). reconfirmar lo que me negaba más de mil veces en
aceptar, que tengo fibromialgia, como si el desearlo
La expresión de tensión emocional con todas las fuerzas iba a lograr que se hubieran
equivocado en el diagnóstico… pero ya estoy aun
La expresión de emociones es muy importante en en el proceso de luto. (BF4, 3)
la interacción virtual. Entre ellas, destacamos dos
tipos: La culpa no aparece explícitamente, pero po-
a) Tensión emocional entre vergüenza y orgullo. demos inferirla de algunos testimonios que aluden
La vergüenza está muy relacionada con la ‘locura’ al dolor que supone la limitación física, que impide
o la experiencia de un dolor que “en realidad” no ocuparse de hijos e hijas pequeñas. Son situaciones
existe. Frente a esta, hay muchos mensajes que en las que la posición de género femenina de “ser
insisten en situar el problema en algo externo y no para otros” emerge claramente:
en la persona que sufre, apuntando a transformar
la vergüenza en orgullo, dado por el heroísmo que Aun cuando muestre mi mejor sonrisa por dentro
implica el padecimiento: estoy sintiendo que las fuerzas se desvanecen y las
fuerzas se me agotan… y ya no puedo más… pero a
Lo que sí les digo es nunca se avergüencen con su seguir para adelante, quiero salir de la prisión que yo
médico, familia o amigos, si ellos no lo entienden misma me impuse, prisión donde guardo mis dolores,
traten de educarlos y si no lo logran, al diablo, tienen sentimientos que no permiten que entre nadie y que
que ir con toda firmeza y seguridad a su médico, y está a punto de explotar… por lo que me atreví a
si no los entiende, luchen y busquen otro que sí lo entrar aquí como una forma de catarsis, de desahogo
haga, aunque sea una gran búsqueda. (BF2, 260) donde nadie me mire, vea mis lágrimas y me sienta
cobarde y culpable de no dar de mí todo lo que mi
b) Tensión emocional entre tristeza, rabia y cul- hijo quisiera. (BF2, 4)
pa. En algunos casos, la rabia parece convertirse en No quiero amargar a mi familia. (BF2, 115)
resignación y depresión, en las mismas situaciones
en las que otras personas manifiestan enfado o ira. De todas formas, en algunos testimonios no deja
La rabia emerge ambivalentemente cuando el no- de ser significativo que determinados conflictos
reconocimiento deja de ser inhabilitador y se lee familiares aparezcan velados por la enfermedad.
Los síntomas muestran su compleja etiología biop- la enfermedad, genera una clara distinción entre
sicosocial (Velasco, 2009). “los enfermos” y “los sanos”, a la vez que amalgama
a los primeros en un colectivo. Allí se reconocen
“Discutía con mi marido absolutamente por todo. porque son parecidas y se desatan lazos virtuales
La cría mayor solo tiene seis añitos, me decía que —pero no por ello menos intensos— de afecto y
estaba triste y que siempre tenía ganas de llorar. A apoyo: “Sé que no estoy sola… estoy con cada uno
mí se me caía el mundo encima. Todo eran reflejos de ustedes” (BF2, 325).
de mi enfermedad.” (BF2, 132). La configuración grupal, que parte de la mutua
identificación y que está orientada elaborar signi-
Esta posición resalta el efecto que la enfermedad ficados identitarios colectivos, tiene su otra cara
tiene sobre la función materna y de cuidado de las en la distinción entre un nosotras y los otros. Ello
mujeres afectadas. Los hijos generan culpa, pero son aparece reiteradamente en testimonios como este:
a la vez una motivación para salir adelante: “Veo que todas padecemos lo mismo, aunque no
seamos comprendidas por los “sanos”” (BF2, 355).
A veces quisiera dormirme y no despertar, pero aún Nos resulta extrañamente llamativo el hecho
mis hijas están pequeñas y es por ellas que me levanto de que no se refieran más a menudo a su condición
cada mañana luchando con mi propio cuerpo, con de mujeres, aunque en algunos momentos hablen
mi alma, con el dolor. Como decía las abuelas, “no en femenino. Que la enfermedad sea mayoritaria-
hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista”. mente femenina no es un hecho aludido de mane-
(BF2, 343) ra explícita en las intervenciones y en los diálogos.
La que sigue es una excepción: “Solo puedo decir
Como plantea Rabeharisoa (2006), a través de que ánimo, que no nos dejemos vencer, somos
los ejemplos anteriores podemos ver el surgimiento mujeres y estamos acostumbradas a luchar día a
de una identidad colectiva compartida —identity día” (BF1, l.24).
claim— de naturaleza biosocial. Existe cierta tendencia a representar ese estado
de unión colectiva en términos espaciales, lo que
Resignificación subjetiva resulta llamativo tratándose de un medio virtual y
anónimo —aunque el anonimato suela desdibujar-
Refiriéndonos a la emergencia de una bioidentidad se con la transmisión de las vivencias personales
compartida, consideramos la resignificación sub- y detalles íntimos de la vida—. Las dos imágenes
jetiva —que tiene lugar a partir de la emergencia que aparecen ocasionalmente son, primero, la de
de la enfermedad y en el diálogo virtual— en tres un solo cuerpo, que contendría a todas las perso-
sub-ejes que surgieron en el análisis. nas afectadas, y, segundo, la del foro como un lugar
afectivo, como una “casita” en la que tienen cabida
Resignificación colectiva: nosotr@s todas las mujeres que sufren. Allí, se cuidan unas a
otras: “Una de las mejoras cosas que leí, me siento
La intersubjetividad que se integra en los foros fun- tan identificada, es tal cual, nos sentimos pero tene-
ciona como una fuente de identificación y, por tan- mos que seguir nuestras vidas por más que parezcan
to, de interpretaciones y recursos para articular la que somos muchos en un solo cuerpo” (BF2, 226).
experiencia. La resignificación colectiva tiene una “Hola C cariño,… claro que eres bienvenida… ya
sólida base en la identidad que provee el diagnóstico verás como aquí encuentras una casa donde nos
y que genera definiciones en términos colectivos. apoyamos entre tod@s” (BF4, 7).
Consideramos los efectos de la categorización Se aprecian también deslizamientos reiterados
en términos de la enfermedad desde la teoría de entre lo individual y lo colectivo: “Soy una lucha-
la identidad social (Tajfel, 1978; Turner, 1987). La dora y una superviviente de mi propio cuerpo, como
categorización, que cumple un papel definidor en todas vosotr@s!” (BF1, 47).
Por otra parte, las presentaciones ‘positivas’ Esta posición de autorización le permite centrarse
tienden a integrar la enfermedad a lo subjetivo, pero en sí misma y autorizarse en el cuidado:
sin agotar su identidad en el hecho de estar enfer-
mas: “Soy FM y un montón de líos más” (BF1, 5). Hoy en día me siento un poco mejor, ya que he de-
“Soy activa, trabajo mucho, y tomo clases de salsa jado de preocuparme tanto y evito discutir, trato de
y canto en un coro polifónico… pero me tira abajo llevar la vida con más calma, lo único que me pre-
pasar por crisis en las que no puedo salir ni hablar ocupa es que, a pesar de todo esto, hay crisis y estas
por teléfono por los malestares” (BF1, 6). se presentan de diferente forma. (BF2, 150)
Autorizándose al discurso y a la práctica Antes nos decían que escuchemos al cuerpo, ahora
no lo escucho, escucho mi corazón, me amo, me cui-
Una consecuencia de las relaciones de poder es la do con dieta sana, con mucha agua, frutas y verduras,
denegación de un criterio de interpretación y juicio. hago tai chi, yoga, bici, camino, todo de acuerdo a lo
Por tanto, una táctica de resistencia a la posición que me aguanta el cuerpo, me relajo todos los días y
subordinada consiste en afirmar el criterio alterna- descanso mucho. (BF2, 339)
tivo que se maneja en la construcción de sentido.
Esto implica una autorización —generalmente su- Valoración intersubjetiva frente a
brepticia— para saber algo que los demás no saben. la fragilidad del reconocimiento
El poder de las palabras no reside en las propias
palabras, sino en los contextos que condicionan el Los foros son una fuente inagotable de recono-
alcance y los efectos de determinadas proposiciones cimiento: apaciguan la necesidad de ser creída
(Bourdieu, 1982). y, por ello, pueden complejizar la expresión de la
Podemos apreciar una fractura de la univocidad experiencia del dolor más allá de la demanda y de
del lenguaje de la autoridad en el desconocimiento la queja. Además, se obtiene un reconocimiento
de la misma, así como en la percepción de sí mismos en términos afectivos de valoración. Palabras y
como sujetos de un saber que se legitima intersub- apelativos cariñosos saltan de mensaje en mensaje
jetivamente. en estos casos. Se trata de toda una semántica del
La percepción mayoritaria es que los médicos no cuidado mutuo que se despliega como muestra de
saben mucho, lo que suscita reacciones emocionales una solidaridad férrea: “Cielo, tú ánimo y pa’lante”
diversas, que van desde la vergüenza hasta la rabia (BF1, 35). “Un besito con todo mi cariño. Cuídate,
y el desprecio: “Qué malo saber que los mismos preciosa” (BF3, 37).
médicos sean tan ignorantes y que no sean capaces Otro elemento que opera como fuente de (au-
de reconocerla como una enfermedad invalidante” to)valoración tiene que ver con la enfermedad
(BF2, 239). como batalla y con la enferma como heroína —
Los saberes menores, clandestinos, oscuros pe- tiene que soportar que no la crean, una medici-
ro compartidos, emergen como un elemento au- na sin remedios, el propio dolor y agotamiento,
torizado que otorga voz y permite profundizar la etc—. Lo anterior conduce a una atribución de
narración. fortaleza a esas personas, cuya cotidianidad pasa
siempre por la debilidad física. En otras palabras:
Es que les damos clase gratis, sí, a los médicos les son fuertes.
damos clase gratis, les contamos nuestros sínto-
mas, nuestros desasosiegos, todo lo que les pueda Vivimos una gran mentira, una mentira que lidiamos
orientar para entender nuestra enfermedad, porque con una fortaleza insuperable, porque para nosotros,
es así como van aprendiendo sobre la fibromialgia, más que para nadie, vivir el día a día es prueba más
con nuestras experiencias, con nuestro sufrir día a que suficiente de una fortaleza casi sobrehumana.
día. (BF1, 84) (BF1, 18)
grupo como espacio de valoración y de percepción “Pero tienes que encontrar la manera de controlar
subjetiva en términos ‘positivos’. los síntomas de la enfermedad… así, el día que te
En algunos foros se asume de entrada, que no encuentras bien pues haces lo que más te guste y los
existe una cura para la fibromialgia y que, por lo días menos buenos… pues se reposa aceptando que
tanto, no se la espera. Pero de ello no se deriva una ya vendrán días mejores” (BF3, 8).
actitud resignada ni apesadumbrada: “La acepta-
ción de la enfermedad y mantener el ánimo alto y Los consejos se dirigen, en general, a la bús-
en positivo es lo que más nos ayuda. No tenemos queda de una práctica de cuidado que pueda
cura pero sí buen humor y ganas de luchar. Un complementar o sustituir las recetas médicas.
abrazo.” (BF3, 77). Uno de los elementos asociados a este cuidado es
En la siguiente cita se puede apreciar el sentido practicar un equilibrio entre el esfuerzo corporal
compartido de los foros desde una dimensión más y el subjetivo:
práctica y activa: “Cualquier novedad, por poco
que parezca contarla, para que otras puedan probar, Hay que comenzar creando una rutina diaria en
no todas reaccionamos igual, lo que a unas viene donde realices todos los días diferentes labores y por
bien, a otras les viene mal, por eso debemos co- lapsos de tiempo iguales, claro que siempre haciendo
municarnos cualquier cosa que nos pueda ayudar. muchas pausas, como me dijo mi fisioterapeuta. Hay
Besos.” (BF1, 18). que sacar las palabras ‘mucho’, ‘demasiado’ y todos
Las personas que interactúan en el foro tienen sus sinónimos de nuestras vidas. (BF4, 47)
la posibilidad de sentirse útiles, pues su propia
experiencia ayuda a otras personas. Intercambian Conclusiones y discusión
consejos de todo tipo, entre ellos, cómo afrontar la
compleja relación con el dispositivo médico: Partimos de los conceptos de biopoder y medicaliza-
ción de la experiencia, articulándolos con el enfo-
Decirte que si el médico de la SS está de baja, pon- que de género en salud (Velasco, 2009). Desde allí,
gas una hoja de reclamaciones y solicites que ellos nos preguntamos si los foros virtuales facilitan —y
te manden a otro o solucionen tu problema que les de qué manera— procesos de agenciamiento que,
das un plazo o tomarás otras medidas, contestan, te a su vez, generen transformaciones corporales,
lo aseguro, yo soy la chica de las hojas de reclama- subjetivas, sociales y políticas significativas en la
ciones, no nos queda otra, para que no nos tomen experiencia de dolor sin causa orgánica de mujeres
el pelo. (BF1, 33) diagnosticadas clínicamente con fibromialgia. A
la luz del análisis cualitativo de las interacciones
Los consejos para el cuidado de una misma que estas mujeres sostienen en las plataformas en
son los más abundantes: “Esto se puede llevar línea, surgieron tres ejes relativos a los procesos
con cariño hacia ti misma y rodeándote de per- abiertos en la interacción virtual: a) dolor y bús-
sonas que te quieran, no te enfades por nada, queda de sentido, b) resignificación subjetiva y c)
es mejor que lo ignores” (BF1, 54). “De sobra sé construcción dialógica de la agencia. A partir de
que decir ‘¡anímate!’ no es suficiente, pues de no ellos, pudimos constatar diversidad de elementos
hacerlo nos quedaríamos acostadas todo el día. asociados a una experiencia conflictiva, vinculada
Alimenta tu conciencia, trabaja otros aspectos a su vez a una posición de género femenina norma-
de tu vida y algo bueno saldrá. Te lo aseguro” tiva y subalterna. Esta experiencia es performada
(BF2, 385). de maneras particulares por las mujeres que par-
Este tipo de consejos parten de la aceptación de ticipan de los foros, desde sus experiencias espe-
la enfermedad como un proceso lleno de altibajos, cíficas de dolor. Entre ellas, las más recurrentes
donde más vale saberse cuidar a una misma para fueron el malestar por la ausencia de sentido del
sobrellevarlo de la mejor manera: dolor y por la falta de reconocimiento del mismo
por parte de los ‘otros’ —especialmente cuando Sin embargo, y aunque partimos de la idea de
no es posible cumplir con las expectativas sociales que socializar el malestar puede convertirse en un
proyectadas—; la denuncia y el desconcierto por motor para la movilización colectiva, vemos que
la psicopatologización y estigmatización social y este tipo de plataformas, al menos en sus primeras
médica; los usos de metáforas como “batalla” y fases, se quedan cortas a la hora de facilitar un
“lucha” —relacionadas con las dificultades de empoderamiento a nivel colectivo y de aumentar
quienes ocupan una posición vulnerable y subalter- la participación en el espacio de lo público en
na—; la expresión ambivalente de rabia y enfado relación con la igualdad y diversidad género. Y
—paralelas a la culpa— y la tensión que genera aunque, como plantea Lagarde (2005), ambos pro-
la dificultad para el cuidado de otras personas. cesos de agenciamiento están muy relacionados
Por otra parte —y en relación con la expe- entre sí, se necesitaría un estudio más longitudinal
riencia conflictiva—, surge otro conjunto signi- para poder valorar el potencial de agenciamiento
ficativo de elementos, asociados esta vez a una colectivo de dichos foros —más allá de su poten-
posición de agencia en la que es posible simboli- cial de transformación subjetiva—.
zar la experiencia de las mujeres en unos térmi- Otro aspecto significativo que se desprende
nos similares a los que plantea Velasco (2009): del análisis es la función paradójica que juega el
la expresión de la necesidad y deseo de hablar diagnóstico clínico de FM, ya que, por una parte,
con iguales para poder partir de la experiencia y aporta un relativo reconocimiento social al dolor
voz propias en la construcción de un sentido del y a la persona que lo sufre, pero, por otra, la priva
dolor; la posibilidad de reconocerse mutuamente de un sentido experiencial, emocional, colectivo
en la narración de experiencias similares entre y cultural de su dolor. Esta ausencia de sentido
sí, que inauguran un saber no-biomédico sobre el impide la simbolización del malestar y, por tanto,
dolor. Asimismo, surge una crítica al lenguaje de bloquea el agenciamiento y el cambio subjetivos.
la autoridad, una valoración colectiva y la acep- Estos últimos, en contraste, sí son posibilitados
tación del propio cuerpo como parte integrada por el uso que estas mujeres hacen de los foros en
del yo. También se hace evidente la necesidad línea, donde las personas afectadas son desplaza-
de expresión —y de regulación— emocional, das al centro de su narración, a través del recono-
una reducción de la autocrítica y la emergencia cimiento intersubjetivo y del diálogo entre iguales.
de una crítica orientada al exterior. Finalmente, Dicho desplazamiento estaría asociado, además, a
se da una construcción conjunta de prácticas de la expresión de una reducción —por mínima que
autocuidado y de resistencia. sea— del malestar corporal y subjetivo.
A través del análisis, constatamos que las Para acabar, queremos subrayar la relevan-
experiencias conflictivas de estas mujeres ha- cia y urgencia de abordar el concepto de salud/
bían sido enmudecidas por la “caja negra” de la bienestar dentro de un marco dialógico transdis-
categoría/diagnóstico clínico “fibromialgia”, co- ciplinar en el que confluyan las ciencias sociales
mo consecuencia de los métodos e instrumentos y humanas y las ciencias biomédicas: un marco
al servicio del modelo hegemónico de salud: el capaz de sacar de la “caja negra” de las categorías
biomédico. Este modelo se basa en una idea de diagnósticas clínicas a la experiencia conflictiva,
sujeto dicotómico, dividido en mente y cuerpo, y subjetiva, social y política contemporánea de la
se centra exclusivamente en este último, represen- FM, con el fin de posibilitar su simbolización.
tándolo como un organismo y desestimando sus Dicho proceso de simbolización es clave para la
interacciones dinámicas con las otras partes del transformación del malestar y el agenciamiento
sujeto, como la subjetiva, la social y la cultural. subjetivo (Velasco, 2009). Se trata, en definitiva,
Dicho modelo hegemónico de salud, además, se de un cambio de marco que permita transitar del
basa en una idea de sujeto universal ‘neutro’: un dolor de las palabras (hegemónicas) a las palabras
sujeto androcéntrico. (transgresoras) del dolor.
ciales de personas con fibromialgia. Repercusión Walther, J. B., & Parks, M. R. (2002). Cues filtered out,
del diagnóstico sobre sus actividades. Revista Es- cues filtered in: Computer mediated communica-
pañola de Salud Pública, 79 (6), 683-695. tion and relationships. En M. L. Knapp & J. A.
Velasco, S. (2009). Sexos, Género y Salud. Madrid: Mi- Daly (Eds.), Handbook of interpersonal communi-
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Velasco, S., Lopez, B., Tourné, M., Caldero, M .D., Wittgenstein, L. (1969). Cuadernos azul y marrón. Ma-
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