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POR LA PALABRA DE UNA MUJER

San Bernardo de Clairvaux explica lo que significo el consentimiento en la


Anunciación cuando escribe: “Mira que el ángel esta esperando tu respuesta...;
también nosotros, ¡oh Señora!, esperamos de tus labios la sentencia de
misericordia y compasión; nosotros, que tan tristemente nos lamentamos bajo la
sentencia de la condenación. ¡Porque mira!, el precio de nuestra salvación se te
ofrece en este momento; solo con que des tu consentimiento, nos encontraremos
libres instantáneamente. Hemos sido creados por el Verbo eterno del Padre y mira
como fenecemos: con la palabra momentánea seremos renovados y vueltos a la
vida. ¡Oh Virgen amantísima! Adán, desterrado del Paraíso con su triste prole,
implora de Ti este favor. Abrahán te suplica, junto con David y todos los demás
santos padres, tus antepasados, que habitan ahora la región de las sombras de la
muerte. ¡Mira, Señora!: el mundo entero, postrado a tus pies, aguarda tu
respuesta. ¡Y con razón! Porque de tu palabra depende el consuelo del triste, la
redención del cautivo, el perdón del condenado, la salvación de cada uno de los
hijos de Adán y de toda la raza humana. ¡Oh Virgen, no difieras tu respuesta!
Pronuncia la palabra, ¡oh Señora!, pronuncia la palabra que toda la tierra y todo el
limbo, si, y hasta el paraíso entero esperan oír de tus labios. Cristo mismo, el Rey
y Señor de todos, anhela tu respuesta con un anhelo comparable al ardor con que
deseo tu belleza, porque por medio de tu consentimiento había decretado la
salvación de mundo.”

¿Ves con cuanta razón se ha dicho de la Anunciación que es “un momento crucial
en la historia del Universo, en que el destino del mundo dependía de la respuesta
de una niña? ¿Ves también la innegable y esencial contribución de María a tu
Navidad?

San Bernardo prosigue aquel mismo sermón describiendo la amorosa llamada de


Dios en estas palabra “Porque mira que Cristo te llama desde el cielo diciendo:
¡Oh hermosa entre todas las mujeres, que tu voz suene en mis oídos!, Y el Santo
ruega a María: “si Tu quisieras hacerle oír tu voz, El te haría ver nuestra
salvación... ¿Eres Tu aquella a quien esto ha sido prometido o es a otra a quien
buscamos? No, no; Tu eres Ella, y no existe ninguna otra. Tu eres la que nos ha
sido prometida, la que ha sido esperada, la que ha sido deseada... Tu eres aquella
en quien y por quien Dios, nuestro Rey, había decretado obrar la salvación en
medio de la tierra antes de todos los tiempos... Apresúrate, por tanto, a responder
al ángel, o mejor, respóndele al Señor a través del ángel. Di la palabra y recibe la
Palabra. Pronuncia tu palabra humana y recibe la Palabra divina. Pronuncia una
palabra transitoria y abraza a la Palabra eterna... ¿Por que vacilas?... Mira: el
Deseado de todas las naciones esta fuera y llamando a tu puerta. ¡Oh, que horror
si sigue adelante mientras Tu tardas en abrirle... Levántate, apresúrate a abrirle,
Levántate por la fe, apresúrate por el amor, abre por el consentimiento.”

Y María dijo Fiat...


Esa es la palabra que dio ser al Universo al salir de los labios de Dios. Dio cuerpo
a Dios mismo al salir de los labios de María. Al salir de tus labios, llevara a Cristo a
tu alma con el Padre y el Espíritu Santo; llevara el sol y la santidad a tu mundo;
llevará al Eterno Dios a todas tus relaciones pasajeras. Convertirá tu vida en una
Navidad infinita.

Los ángeles, con sus anunciaciones, te muestran la infinita ternura del corazón de
tu Dios. Pudo ordenar a María y puede ordenarte a ti. Pero no. Prefirió enviar, a un
ángel cuya salutación fuese la mas hermosa oración que conocemos. Y tanto
Cristo como su navidad dependen del libre albedrio de una niña adolescente! La
Omnipotencia espera la palabra de una frágil doncellita. La Omnisciencia siente
impaciencia por saber la respuesta que una mente limitada va a dar. Y todo para
que tu pudieras tener un Nino a quien amar y a quien llamar “Jesús”, ¡que significa
Salvador!

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